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    Reinaldo ArenasARTURO LA ESTRELLAMAS BRILLANTE

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    Reinaldo renas1

    , ARTURO, LESTRELLA M SBRILL NTE

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    MONTESINOS

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    Visio Tundali/Contemporneos~ G ~13'10

    D c 9 r ' o '\V \.;? 4 1 f ( ._,

    Rcinaldo Arena:; 984Edicin propiedad de Montesinos Editor S. A.Ronda San Pedro, ll, 6 080 0. BarcelonaDiseo de la cubierta: Javier AceytunoISBN: 84-85859-96-0Depsito Legal: B. 41658- 1984Imprime: lmprimcix. Eduard Maristany, 100. Badalona Barcelona)Impreso en E:;paarintrd in Spuin

    .,) - >

    A Nelson en l aire.

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    He visto un lugar remotsimo habitadopor elefantes regios , haba escrito haca unosaos, no muchos, cuando an pensaba queu grupo de signos, que la cadencia de unasimgenes adecuadamente descritas, que laspalabras, podran salvarlo... y ahora hizodescender los elefantes y deposit sus grandesfiguras palpables y apacibles al final de laextensa llanura, donde comenzaba su granobra; porque si era cierto que ya antes sehaba ejercitado, si desde haca mucho tiem-po no desperdiciaba un solo minuto libre sindedicrselo a la construccin de un rbolgigantesco, de una piedra de matices cam-biantes, de unas aguas sin centinelas, de unrostro, era ahora realmente cuando todos esosesfuerzos tomaban una coherencia suprema,se encaminaban hacia un fi ,PS

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    leccionadas, eran rechazadas las imgenessimples o repetidas, feas o tristes que diariamente tena que contemplar y que seguramente ellos, los otros, los dems, todos, se laslanzaban contr- ;;g memoria o su ilusin- - .. , ~ - - ~ - - -- - - - ~ - - . ___-. _ - - ~ -.- ' ''''-siempre para joder, siempre para joder, que-rindole estropear su obra, queriendo interrumpirlo, queriendo confundirlo y perderlo,reducirlo, enmarcarlo a sus estpidos razonamientos, a sus mezquinas concepciones, almundo, a su mundo (el mundo de ellos)\ a lavida, a sus a , g ~ & ~ " . Q ~ , @ , Y i ~ ~ s ; pero todos susrazonamientos, todas sus fuerzas y hasta susgestos, todo su organismo y sus intenciones,todos sus sentidos estaban tensos, limpios,alertas, listos, dispuestos a asimilar y a rechazar, a aprovechar y transformar, a sacrificar,en funcin de la gran obra que por ellos flua;y ya l senta de nuevo, de nuevo, aquelescozor nunca antes (antes) sentido y sinembargo, sin saber por qu, conocido, era uncosquilleo, una pululacin, era como si depronto lo estuviesen levantando lo alzasen 'flotase (otra vez, otra vez), y en ese espaciosin atmsfera, l ascenda, l ascenda, ascenda conducido, liberado por los impulsos desu genio que l vea adquirir dimensiones10

    tales, destrezas tales que t ~ J ~ ~ E ~ S : i S t que sehubiese i n d e p e n d i : z : < : : l 2 . Q y } X ~ . ~ 2 . g ~ . l : L . < : r , desu r g a n i s m o ; d ~ sus instrumentos n e ~ e s a r i o spara manifestarse, de, incluso, s_u propio cerebro era como si alguien, l mismo, pero nol ~ s t u v i e s e haciendo gestos inconcebibles,pfovocando un llanto, una alegra, una plenitud, desgranando ante un auditorio sh ~ i e m po un ritmo, una cancin, una melo_dra, lanica, la exquisita, la que todos siemprehaban soado, haban esperado secretamente aterrorizados y felices, y l se vea otorgando aquellas maravillas, el vindolo a_?J ... Ytuvo casi terror al pensar que tambin lpodra ser m s f i u t P : ~ ~ t o , u n s i . r p 1 e a ~ ~ e f ~ c to, y que la gran meloda, la g r a ~ ~ r e a c w n , labra, surga, surgira; estaba alh, mexorable,y que sencillamente lo utilizaba, como pu_d?haber utilizado a cualquier otro, como utilizaba tambin a sus intrpretes, a los quecontemplaban, para situarse, p a r ~ manifes-

    '#' , tarse :para dar testimonio, de tiempo en. V tJ :;; t i e i n ~ , de una . invariable, inexpugnable,\ i 3 eternidad, ahora, en este preciso momento,'(1.e . valindose de un sencillo, ignorante, mensa-. jero, que el excesivo espanto, y t a m b ~ n el' az.r) haban determinado que fuese el... y

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    secretamente sinti que an en el momentoms sublime de su existencia, el momentoque la j u s t i f i c a b ~ t . , an entonces, an ahora, . / ... 'segura siendo ryctirna de una estafa era un- -'-'- ~ - ' - ---- 'esclavo; pero acaso, lno podfaii ser ellosq_'lenes ahora se empecinasen con su tpicatenacidad malvola, nica tenacidad autnticamente humana, en introducir en su cerebroaquellas maquinaciones? ellos, con sus infinitas conversaciones intiles, ellos con sus gestos excesivamente afeminados, artificiales,grotescos, ellos rebajndolo todo, corrompindolo todo, hasta la autntica furia del quepadece el terror, hasta el abusado ritual de laspatadas, los culatazos en las nalgas, las bofetadas; hasta la ceremonia de un fusilamientose converta, se transformaba para ellos en un

    a j ~ t r e o de palabras rebuscadas, de poses ychistes de ocasin; ellos, r e d u c i ~ n d o la di->flmens 911_ ~ < t ~ l a t r a ~ 4 i a , de 1 ; - ~ ( e ~ ~ - t ~ a g e d i adel Q _ ~ ~ t i J E ~ ~ 1 t o , de su eterna desgracia, a la

    simple estridencia de un barullo, enarbolando el choteo, la risa, el marcado aleteo de laspestaas, la mueca, la mano como ala, laparodia vulgar de alguna danza clsica ellos. . 'pmtandose el rostro con lo que apareciese. . 'Improvisando pelucas con flecos de yagua y12

    hojas de maguey, remedando minifaldas consacos de yute hbilmente sustrados de losalmacenes custodiados, y en la noche confundiendo sus insatisfacciones, chillando, soltan-do su estpida jeringonza, sus estpidos ademanes exhibicionistas, sus mscaras que yade tanto usarlas .haban pasado a ser suspropios rostros .. lquin, all,. o ~ . unos instantes se detena y pensaba?, &quien aprovechaba las cada vez ms escasas oportunidadespara salir corriendo, para huir? ... gracias puesa ellos ( a ellas ) haba elegido hacersesuperior, o tambien podan ser los otros(haba establecido tres categoras: ellos, l sotros y los dems , los otros, los que estan

    d S p l . i s d e - e i ~ s , los que vigilan, los que seconsideran superiores, elegidos, puros, losque se vanaglorian, sin ser excesivamente _cierto de no haber tenido, de no tener r e l a l

    c i o n e ~ ms que con hembras, jebas de grandestetas, as, as, mujeres de grutas s u p ~ r a n t e _ sbollos que al ser penetrados y dar testimomopblico del acontecimiento, los otros Y tan:bin los dems (todos extremadamente exhibicionistas) les otorgaban como un vo:o. deconfianza, un puesto ms elevado Y el p n v ~ l e - io de ofender; s, tambin podan haber sido

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    los otros, los superiores, los de uniforme, losque ahora tienen el mando, las armas, unamisma jerga (otra jerga tambin aborrecible),Yel ~ r a n s p o r t e y todos los jepps, automviles,camwnes, guaguas y motocicletas verdesigual que sus ropas, podan haber sido sos'los jefes, ? los delegados de los jefes, peores:los q ~ e VIOlentos se rascaban los testculos yles gntaba a ellos maricones, corran , losque lo hubiesen conminado a elegir hacersesuperior, Dios; y tambin la inutilidad detodos los esfuerzos anteriormente ensayados,de todos los intiles y desesperados artificiospara sobrevivir, haban agudizado su poderde seleccin, de olfato, su miedo, y ahora, nocaba duda, haba llegado el momento de lagran identificacin, del verdadero encuentro,Y todo el agobio y el sinsentido de unaexistencia superficial primero, esclavizadadespus, intil siempre, se borraba, terminaba, ante aquella inmensa explanada donde lhaba terminado ya de situar los elefantes yahora configuraba un rosal, pues lo real sed_ijo o intuy, esparciendo un gajo, o s c ~ r e -ciendo un follaje, creando un nuevo matiz

    (, ' ~ , no est en el terror que se padece sino en l a ~invenciones que lo borran, pues ellas son ms14

    fuertes, ms reales, que el mismo ~ e r r o r . . anno haba nadie, no llegaba nadie, nadie lohaba an descubierto, no se escuchaban lasvoces de las maricas en las celdas, o en elbarracn o en el campo de trabajo, las afectadas voces siempre delatando, llamando, tratando de impedir que l finalizase algunaconstruccin urgente -un parasol irrepetible,algn recodo nico-, tampoco los s ? l d ~ d o s lobuscaban todava, pens que tendna tiempo,que tena el tiempo; en 5;:. :-"as ocasiones alguien, un intruso, n u n c a l ~ } e l que es?eraba,llegaba antes de que l pudiera termmar ~ventanal o darle color a las aguas de un nopero ahora, hoy, haba sabido e l ~ g i r e l l ~ g a r ,haba sabido escaparse, correr sm ser VIStohaba sabido burlar la guardia, abandonar elcampo y situarse, instalarse, no como antes:cerca y por poco tiempo, sino lejos Y ~ l o ,independiente, solo hasta que l el e x q u ~ s l t o ,llegara, solo solamente hasta que t e r m ~ n ~ s ela gran construccin para que l el e x q m ~ l t ose quedara finalmente; haba s ~ b i d o _elegir elsitio, huir, y por ahora, era Imposible queellos, y los otros e inclusive los dems, los queestaban en distinto infierno, en pueblos yciudades, y vestidos de civil caminaban bovi-

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    nos, temerosos y casi agradecidos por lasa ~ e r a s custodiadas, la inmensa mayora, pudiesen llegar a molestarlo, y tena tiempo; demodo que de haberlo querido, Arturo hubiesepodido otorgarse a s mismo el bbJi;o lujo

    < ~ J , 1 J 1 . d ~ J ; ; < I ; l , ( ) J E ~ . s . d ~ . f Q l l i n uar su fabulosacreacin .. pero no haba t i e ~ p o u e p ~ ; d e rY all, cerca de los elefantes, hizo surgi;grandes columnas que soportaran jardines yelevados salones donde l y )habran depasearse ... lejos, un pequeo sendero, escolta- do por yerbas amarillas se deshace en la arenaYes el mar, el m r y la playa que se comunicarn con el castillo por tneles y pasadizos

    ~ n l o s ~ d o s Y hmedos, luego altas veredasmvadidas por el perenne efluvio de las floresY al ~ o n s t r u i r sobre aquellas arenas la g r ~escalinata que conducira a los miradores deltraspatio ,real. Arturo sonri... al principiotodo habm Sido tan horrible, todo era tanclaro Y grotesco, tan evidentemente intolerable, las ~ ~ l a c i o n e s con a q u e l l ~ i c o n e sP ~ ~ s ( ' : : m . r i c ; g l ~ ; . : , c ; f u g " ' f . J i : ; r le gritabanellos), la hora de la comida, la terrible hora?el bao Yel trabajo al sol, las interminablesJOrnadas en el caaveral cortando, mientras aun extremo de la guardarraya, el soldado,16

    impasible, sobrio, seguro, superior, all plantado al parecer para la eternidad, sin dejar deobservar y de vigilar, de vigilarlo a l, aArturo, se rascaba lentamente los cojones, enhomenaje a l, a Arturo, y l, empapado, sindejar de manejar el machete, sus pies provocando remolinos de fuego al pisar, al hacercrujir, al hundirse y hacer crepitar las hojassecas, miraba rpido aquella figura fuerte,plantada e impasible que segua repitiendo,como inconsciente, instintivamente, comopara nadie, como sin ninguna intencin ofinalidad, el ineludible ademn, y los pies enel torbellino, crujiendo, y el sol reverberandosobre la plantacin, y el golpe seco de sugumpara, de todas las gumparas, abriendo,cortando, mientras el sudor rodaba por elcuerpo, entonces, Arturo trataba de entregarse slo al crujido, a los golpes bajo el sol, alas largas disquisiciones sobre si hoy traern ono el agua, y a la fija mirada y al irresistiblegesto del soldado, convertirse, ser como ellos,ser slo un animal manso o agresivo por lascosas ms insignificantes, ya sin recuerdos niesperanzas para las cosas importantes ques, qu era realmente importante ya?), habitando un presente superficial y conminatorio

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    -pasando, pasando-, pero por mucho que seaplicase a stos infiernos, siempre le llegabaen medio del estruendo de cucharas y platosde lata o restallando en la claridad y elmeneo, el rumor bajo y acompasado de unamata de ceiba, de la mata de ceiba, aquelmar. otras veces, al remover la tierra paraextraer una caa doblada, Arturo senta elolor de la mata de cerezas, all, en primavera,subindole hasta el rostro; la humedad, elbrillo de las hojas, a veces un pequeo,diminuto, casi invisible insecto de corazaprpura, de inslitas antenas violetas, lo trasladaba, lo transportaba y depositaba en elsitio donde confluan y partan todas lasmemorias, todos los olores y sonidos y cuerpos disfrutados, todo lo que antes, al ser, nohaba sido ms que un acontecimiento cotidiano, un acto natural inconscientementeejecutado a veces casi con hasto que secubra ahora de un esplendor, de una gracia,de un belleza, de un don, que la distancia seencargaba de amparar, agrandando .. no haba salida, y por mucho que tratase de cambiar, de aceptar, de estar all, aqu, en elnuevo infierno: detrs de un tanque vacodetrs de una carreta, en l camino donde el18

    resplandor forma espejismos chillones, juntoa un fanguero, en la distancia, l crea distinguir el extremo de un gran corredor, y por lasmaanas, al despertar, siempre confunda porunos instantes la jeringonza de los cocinerosdel barracn con la_ YQz,insustituibk de.Ja.madre; pero sigui aplicndose l trabajo,e-;rt ado, como todos, en el bao a la horareglamentaria, parodiando las ridculas letrasde las canciones populares declamadas portodos ellos, y en la barraca, a la hora de gritar,as, con voz de soprano histrica, era l quienms alto lo haca, a la hora de modelar en lasfiestas prohibidas y perseguidas por los soldados que participaban en las mismas comoentusiastas espectadores, era l, ya, quienllevaba siempre la falda ms escandalosa,quien ms se pintarrajeaba, quien ostentabala peluca ms estrambtica, y quien cantabaal final el cupl ms provocativo con suevidente sentido obsceno reforzado por ademanes, pestaeos, miradas y visajes, y luegode la fiesta, el mismo soldado que lo vigilabaen el corte le otorgaba el mismo gesto, y losdos se adentraban en el caaveral; Arturo sededicaba minuciosamente a provocarle elplac.er, y sin embargo, an cuando senta la

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    violencia y el goce de aquel cuerpo desahogndose en su cuerpo, en su memo.ria ,JlO= - . , . , _ , . . , . . . , . , . , ~ -alcanzabaa r111blarse la enredadera del corre-dor ni l s r ~ , ~ ~ ; b ~ ; ; ~ i ~ ; ; : ~ ; y ' h ~ ~ : ~ ; ; r ; ; r f t m ede-ss millones de flores instalndose en eltecho de la casa ... haba un funeral, haba unfuneral,y l, vestido de blanco, delante, presidiendo la comitiva; el solo detrs del carronegro que gracias a la influencia de su hermano Armando pudo llegar hasta aquel sitio, yahora recordaba mjnt>Ciosamente todo aquello y aun era i l ~ J ~ ~ J } q u e en el momento enque , 1 9 ~ s i i - pues ya r a c t ~ a m f e n t o noestaba contaminado por los tncidentes del

    n : ~ m s a : t t o , - p o r . s u ' a c H t u d inm;;clura y exhibicionista -todo de blanco, todo de blanco-,sino por el hecho esencial puramente evocado, vuelto a padecer, libre de escorias; seguacaminando tras aquel artefacto brillante quetransportaba los restos chamuscados, aquellaespecie de horcn tiznado, de la nica persona que lo haba querido hasta el punto dehaberle dado muerte de no haber sido por unerror de clculo y el mal estado del arma; elcarro fnebre sigui avanzando y l serio,ridculo y triste, suficientemente lcido, gracias a la tristeza, para comprender que habi-20

    taba el infierno, y que no haba otra cosa; , q ~ e d a ban los rboles, algun refugro, los demas, y,luego, estar solQ,. d i f n t 1 J , . d e . , J a _ , ? , 9 1 ~ g a d ,aunque

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    llas extensiones rumorosas, y espejeantes .. elcarro fnebre sigui avanzando, y l, detrs, ydetrs los hermanos (y luego los pocos campesinos que se atrevieron a acompaar a laVieja Rosa en su ultimo viaje); inmediatamente qu regresaron abandonaron el barrioArmando dispuso de su traslado, el de A r t u ~ro, para el pueblo, de su albergue en un sitioadecuado, de su vida y de su futuro, todo estosin mirarlo de frente, con un aire de superioridad, de indiferencia, de desprecio o de asco;Rosa lo haba abrazado varias veces, pero noera a l a quien haba abrazado, no era quelo abrazase por ser l, Arturo, sino por ser elnico que en esos momentos estaba disponible Y se poda abrazar justificadamente; Armando se perda ya por las cooperativas y ElNegro, como le decan todos al marido deRosa, pareca siempre estar furioso y comohuyndoles -sobre todo a las miradas recriminatorias y ofendidas de los campesinos-; yArturo dej que la hermana pusiese su cabezaentre sus hombros y lo llamase por su nombre, Y llorara, y dej que el hermano loconduciese a una pensin de familia (as

    d e ~ el letrero), y le diese dinero, y lomatnculase en una escuela y le ordenara y lo22

    despreciara, aunque, realmente, al principio,entonces, el cambio haba sido tan violentoque a Arturo le fue imposible tener concien-cia del mismo; al principio, igual que ac,igual que ahora, no era el estruendo de losvehculos lo que lo despertaba, sino el chasquido de la roldana manejada por ella, LaVieja Rosa, all abajo, junto al pozo, peropoco a poco desc11bri que es ffi. .inJxgr{l-rse,jt,j., ' l"d ome a cualqmer rea 1 a u . s t t : J l l . l l r e . . Q . . ~ ~ - . - ~ - - ~en serio, siempre que s e c r t J 1 l ~ l . 1 J ~ s _ e despre

    c i . ; : ~ y q u e en cualquier sitio hay .9J:l? 1l idadpara f:>irdersl un pino de navidad, uno deesos g ~ ~ d ~ ~ pinos que slo crecen en lasregiones que l nunca conocera, en climas(as lo crea l) hechos para hablar y pasearselentamente, en los climas (as lo crea l)hechos para la sonrisa y no para el sudor, enlos grandes climas donde (de eso estaba seguro) las nobles, las bellas cosas germinaban ycrecan progresivamente; y el pino gigantesco de sedosos filamentos, se irgui en la'explanada ms adelante l y adornaransus ramas, danzaran bajo el follaje... suprimer refugio fueron las bibliotecas, por eso,seguramente, su primer consuelo, su primeraestratagema, fueron las palabras; extasiado se

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    paseaba por las galeras repletas de estantesrepletos, estiraba una mano y extraa unlibro; nunca lectura alguna super aquel momento, el placer de aquel momento, el misterio de aquel momento en que la mano tomaba el libro seleccionado pero an sin brirpoco a poco fue integrndose, confundindo-se, dejndose llevar por el nuevo ambiente' 'alh, en el saln de msica de la bibliotecahaba un grupo de maricas jvenes, s i e m p r ~como en actitud de alerta, que en cuanto lo

    v ~ e r o n quisieron captarlo, Arturo, al princiPIO se resisti refugindose en los estantes oh a c i ~ n d o s e el desconcertado los evada, p ~ r oalgmen, pero algo por encima de sus gestos. 'por encima de sus defensas y de sus huidas lotraicionaba o sencillamente se _ i E l ~ P P I ~ o m o

    S \ - 3 ~ ~ J : d a d e x . L ~ ~ . ~ ~ s t i . 9 . n : como ellos, comoellos; como ellos, como nosotros, le decantambin ellos, e, inevitablemente, fue comoellos: las largas madrugadas por los lugaresms inslitos de u ~ cil pad hacia las ruinasllegaron; s, an haba cabarets ' c a f t e ~ f ~ s ,algunas fiestas, hasta hubo un carnaval, peroJ \ . r : t ~ o notaba que casi todos hablaban en .

    t ? ~ ~ ~ ~ ~ y quizs lo que ms le s o r p r ~ ~ d a yhasta le fascinaba) dentro de aquel torbellino24

    de aventuras inconclusas, de conversaciones,de encuentros y relaciones inconclusas, era elver la rapidez con que todo, hasta las mismascalles, hasta los mismos rostros, hasta eltiempo, se iba deteriorando, cuarteando,rompiendo, erosionando da tras da Y cadavez ms, una semana era un cine cerrado,otra otro producto racionado, otra, un establecimiento clausurado, en un mismo datodos los rboles de la calle talados sin explicaciones, sin contar con nadie, Y la claridadque descenda a la vez que faltaba el agua, Yla claridad que tambin se iba haciendo cadada ms claridad, pues, al principio haba esahorrible luz filtrndose por la ventana de sucuarto?, al principio haba ese cielo desgarradoramente claro, ese sol insolente, aquellos mediodas?, no eran entonces, antes, lastardes un poco ms lentas, menos sofocantes?, no er l gente un poco ms s i l e n c i o s ~ ? ,no tuvo a veces el oscurecer?; algo se pudna,

    algo, indiscutiblemente, se haba corrompidoy se pudra, algo?, itodo , todo se pudra, algoen las innumerables madrugadas intiles, yade regreso, despus de haber tenido algnencuentro furtivo, rpido e incompleto a laentrada de una escalera, en peligrosos zagua-

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    nes, en el bao de un solar al parecer deshabitado, algo le deca que todo se estaba pudriendo, y tambin tu vida, y tambin tu juventudy tambin todos, todo; y la claridad, an enla oscuridad, y el miedo, suban, suban ..pero la madre, alta, autoritaria, firme, estabaall, vigilando en la sombra, en la pocasombra, ordenando, mencionndolo, ayudndole a desvestirse, la madre tendindolela cama, acunndole?, cantndole?, comonunca antes, f_mo nunca antes estaba? no ~ ~ ~ r ~ . . . . . . ~ ~ --' .. ----- 'estaba?, estaba?, y s dorma, finalmente,presintindola .. pero no eran necesarios di-ques? grandes y slidos embalses, elevadosdiques a un costado de sus extensas regiones?,altos diques que culminaran en altos pasadizos protegidos por varandales, junto a loscuales, ellos, los dos, abrazados, se asomaranal abismo, diques donde aguas verdosas yprofundas golpearan siempre; y a un costadode la gran explanada levant los diques, y lasaguas al fluir sobrepasaban en hecatombeserena los amplios bordes permitiendo quesobre ellas reposasen grandes flores lujosasblancas, abiertas como sombrillas al revs :esa noche, o aquella noche, o una noche, 0la noche, hubo un concierto, milagrosamente26

    anunciaron el acontecimiento (el pianista erasovitico) y todas las maricas desde por latarde comenzaron a preparar sus atuendos,Arturo tambin particip en aquellas ceremonias; media hora antes de comenzar lafuncin entraron en la platea del teatro,Arturo vio las espaldas de los jvenes, firmesy amplias, seguras e instaladas, distintas a lasde los que lo acompaaban a l, a la suyamisma, espaldas, cuerpos manos que se ubicaban simples y firmemente, al amparo de unaseguridad, de-una tradicin, de una ley: ~ u ea l a ellos, los exclua, las mujeres exh1b1anun s rostros blancos, casi dulces, inslitospara nuestro clima, y todos parecan fluirbajo las discretas luces que iluminaban d:sdeel techo ocuparon sus sitios, tranqmlos,' .como transformados, finalmente la ilumma-cin fue disminuyendo, los amigos en torno aArturo controlaron sus revuelos y las cortinasdel teatro se descorrieron para hacer visiblela orquesta con su director; lentamente lamsica comenz a invadir el recinto, la msica colm los espacios y el tiempo cubriendode nobleza, de un raro prestigio, los cuellosde los espectadores, la msica pareca rozarsus manos, fluir lenta por su cuerpo, alzarlo,

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    llevarlo a un sitio, a otro; la msica tom aArturo suavemente, lo sac de la silla yapaciblemente, descorriendo los cortinajes,los deposit junto a una torre, en un cantero,en una tarde, junto a la mata de pensamientochino y la zarzarosa florecida del jardn juntoal corredor, la msica .. antes Arturo habavisto a su madre apuntarle al pecho, segurade lo que haca, y no haba llorado, anteshaba sido abandonado en medio del montepor su amigo aterrorizado, y haba regresadoa la casa y slo haba encontrado las cenizasy el cuerpo de la madre carbonizado, y nohaba llorado, haba, haba conocido el des-precio la indiferencia) de sus hermanos, eldesprecio y la indiferencia de todos los queobligatoriamente se vea obligado a saludar,antes haba conocido tambin la angustia delas chillonas habitaciones de las casas dehuspedes, la desesperacin y los deseos lue-go de toda una noche de intil vagabundearpor la ciudad, antes haba tenido ya la deses-perada precoz), lcida certeza de que comen-zaba a envejecer y de que lo mejor de sujuventud se perda, antes haba tenido ya lavisin, por lo dems exacta, de que si elmundo en general era terrible, para l era una28

    pnswn estricta y asfixiante que se reducacada da, una descomunal estafa, un terrorincesante, pero no haba llorado, y era ahora,aqu en medio de toda aquella muchedumbreapacible y fluyendo, escuchando, cuando, desbito, comenzamn a brotarle las. lgrimas, ysinti su;ostro baadoya y sinti tambin, ysinti tambin que nada poda hacer paraevitarlo, y sinti tambin que era casi dicho-so, roldanas, andurriales, papagayos, techum-bres artesonadas, y, ante un mar esttico unhombre que se desangra en la nieve y lsalva... porque tambin hizo la nieve, lalmpida nieve tan soada, jams vista, tantasveces remedada con algodones, espejos yceniza, y ahora, all, de pronto, en la explana-da, limpia y palpable, la nieve para deslizar-se la nieve para revolcarse, la nieve blanqu-sima para que se reflejasen sus figuras, lanieve y sus infinitas sugerencias, y sus varia-dos, imposibles, consuelos y recogimientos,la msica, la msica y l pasendose porvarandales elevados y slidos, exquisitamentetrabajados, la msica, la msica y l investi-gando los recnditos recovecos de las floresgigantescas que en gigantes estanques flotantambin ms all de la arboleda, la msica y

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    las lgrimas fluyendo, era ahora, era ahoratambin cuando tomaba conciencia de todas~ ~ - - - - - ~ ~ - - ~ ~ = - -sus desgracias, era ahora cuando veael cuer-po achicharrado, la casa, irrecuperable, esparcindose en forma de remolino, la grantorre, y tambien la paz, era ahora cuandopalpaba las d i m e n s i o n e ~ 1 ; j E : i ~ l 2 2 de 11na

    S Q ~ d d ~ } j a , o quizs, as sera, cambiandoslo para adquirir proporciones ms enormesy grotescas, la msica, la msica, transportandolo a parajes distantes, enalteciendoacontecimientos que cuando fueron (si es quefueron) no fueron ms que meras accionesvulgares, la msica y todo distante y noble,todo desgarradoramente irrecuperable, perdido, la msica, el camino entre altos rbolespolvorientos, la casa, la mansedumbre delpaisaje, el fuego contra el cielo, un castillo,una bandada de pjaros fluyendo hacia laluna para ser devorados, y con ellos iba lamadre, gigantesca, nica y chisporroteante,batiendo sus brazos, ya empequeeciendo ..all estaba la madre ahora, junto al grancorredor, entre los canteros y los itamorreales, aguardndolo; y los dos, como casi todaslas tardes, salieron a recorrer las tierras sustierras; ese da los cogi la noche ms all del30

    potrero, bajaron al ro, abrevaron los caballosy luego subieron de nuevo; ninguno de losdos se ape, Arturo oa a su madre hablando,hablando con l, con nadie, con las estrellas,o sobre las estrellas, s, sobre la posicin delas estrellas, si barruntaban lluvia o sequa, sihabra positllidades de siembra; de todas lams brillante es aqulla, deca la alta figuraque ya formaba una sola silueta con el caballo, sealando para el lucero que chisporroteaba un poco ms all de los cerros, los dosse quedaron inmviles, mirando aquellos destellos, luego, La Vieja Rosa, como siempreorden: vamos para l casa y espole elcaballo; el hijo detrs la segua, la msica, Yella la alta figura, sealando, la msica, Yella, la protectora figura, amada y amantefigura, la nica figura realmente venerablepara l, diciendo mira y en las atestadas Ychillonas paradas de los mnibus, en lospolvorientos pueblos de la Isla por dondehaba pasado en un vehculo repleto y asfixiante as eran todos los viajes-, atentosiempre a las entrepiernas, a la ms mnimaseal, sabiendo que aun cuando lo consiguiera, que aun cuando uno de aqullos aceptara,nada iba a cambiar, nada iba a resolver,

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    ninguna paz, ninguna felicidad o reposo iba aencontrar, all tambin surga la imponentefigura s e a ~ a n d o hacia el cielo; en las aceras,en las esqumas repletas de policas o chanta-jistas oficiales, all tambin sealando en los. .unnanos pblicos, en las ferias, en el peligrode las proposiciones sin haber realizado unp:eliminar sondeo, hasta en las audaces ma-

    n ~ o b r a s bajo el agua en las playas visitadasaun por rotundos y desenfadados baistas, yh a ~ t a cuando con indolente, distrado gesto,deJ.aba caer la mano en la guagua atestada:all: estaba a ~ ~ i n la alta, respetable figura, ysenalaba, qmzas para burlarse, quizs para

    v e ~ g a r s ~ para imponerse, hacia la estrellamas bnllante... fue mucho despus en sua ~ r e ? a t a d o trnsito por las e s t n t e r ~ s de lab1bhoteca, a veces no precisamente detrs deun libro, cuando, por simple curiosidad revi-sando las hojas de un ejemplar titulado Astro-noma para las damas, Arturo descubri con. . 'Iroma y tnsteza, que aquella estrella, la quesu madre llamaba .el lucero de la tarde, o por

    o t r ~ nombre parecido, se llamaba, as lo decael ~ I b r o Arturo; todo es tan ridculo, pensf u n ~ s o y malcoloc el libro, extremadamentecursi, en el estante; de pronto ces el gran32

    sonido, termin el encantamiento, estallaronlos aplausos, y se vio en el gran saln ilumi-nado, rodeado de maricas sudorosas que depie gritaban ibravo ibravo , Arturo aprove-ch el entusiasmo colectivo para secarse lacara, y luego que el director hizo variasapariciones y desapariciones, obligando atoda la orquesta a ponerse de pie, comenza-ron a salir del teatro, los otros, entusiasma-dos, manejaban palabras como fabuloso ,regio , divino , pero Arturo no saba quopinar, al menos no saba expresar ningunaopinin, incluso pensaba que hubiese sidomezquino hacer una interpretacin, una sn-tesis, de lo que haba escuchado, disfrutado,de lo que se le haba revelado, an cuandofuese, cosa dificil, una interpretacin brillan-te; al llegar a la puerta de salida notaroncierta agitacin, se oyeron gritos, alguienech a correr, un disparo, slo cuando ya eratarde, Arturo y sus amigos comprendieronque se trataba de una de las acostumbradasrecogidas de jvenes amparadas en el pre-texto inslito de un pelo demasiado largo, deuna forma de vestir determinada y sobretodo, de ciertos rasgos, de ciertas mane-ras ... uno a uno, a medida que trasponan

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    la puerta iban siendo seleccionados , detenidos; los amigos de Arturo fueron llamadosan primero que l mismo, gesticularon,protestaron, tratando de evadirse, utilizandoademanes y voces que evidentemente loscondenaban ante los ojos de los otros, lospolicas; cuando fueron conducidos hasta elvehculo (un mnibus custodiado), Arturo noprotest, ni siquiera dio seales de irritacincuando uno de los soldados hizo un chisteobsceno inspirado en sus cabellos que para elmilitar eran inmoralmente largos, tranquilose dej registrar y subi al vehculo repleto;cuando el motor se puso en marcha, cuandoya dejaban la ciudad rumbo a uno de loscampos de trabajo, Arturo an escuchabaaquella inslita meloda que lo transportaba,que lo elevaba, aguas, haba que multiplicarlas aguas, aguas en altos recipientes transparentes, en cpulas de vidrio donde los pjaros, sin necesidad de descender, podran beber, aguas en pailas gigantescas y elevadas,interiormente iluminadas donde se podraobservar en cualquier momento las oscilaciones de un pez -o de miles- de configuracin ycolores exticos, piscinas, fuentes, estuarios yacuarios, serpenteantes y centelleantes cana-34

    les como espadas; y por todo el lugar aument la capacidad de las cisternas, desbordandofosos e invernaderos, solarios y termas reales,y monumentales copas dispuestas sobre rboles de anchas hojas; y cuando ya toda su obraestuviese terminada, despus, despus, aguacayendo en cascadas, paredes de agua, lluviasde colores, pilastras elevndose, aguas majestuqsm:p.ente ondulantes y profundas donde ly \ l ~ o d r a n navegar, y al oscurecer, tododorado, todo dorado, regresar bogando porlas puertas laterales, el gran puente levantacon precisin sus esclusas monumentales ..antes de amanecer era dado el grito de depie al que generalmente se le anexaba lapalabra maricones ; todos en menos. decinco minutos deban levantarse, vestirse,desayunar y estar listos para partir rumbo alcampo de trabajo, ya en la guardarraya sedistribua el personal como deca el jefe dela brigada para no verse obligado a utilizar la

    1 1 1alabra hombres ; en e surco e personaslo deba dedicar sus intenciones y fuerzas aun objetivo: cortar la caa; se le vigilaba, sele prohiba tomar agua, se le prohiba hablarcon el compaero de surco, no podan dirigirse al superior sino a travs de un delegado

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    que los otros nombraban, luego, inmediata-mente despus del almuerzo que se consumaen el campo, haba que seguir trabajandohasta el oscurecer, si llova se trabajaba bajoel agua, si alguien manifestaba sentirse maldeba dejar su malestar para el momentooportuno, "nosotros no somos mdicos", legritaba el que haca de enlace entre elpersonal" y el jefe, pero al regreso s se lespermita hablar, era entonces cuando comen-zaba para _ ~ I t l , l ; . I : ~ . J - 1 - . X < L c l ? : d e r o infic;:rno; alpricipl.o' trat de no tener 'relaciones conellos, de seguir siendo l mismo, de aislarse,pero ellos comenzaron a tomar represalias: latapia, la loca muro, la viuda triste, fueron losprimeros nombres por los que se l llam aArturo en el campamento, l Esfinge, Mada-me Tapn; Arturo lo soport todo en silencioy esto los encon an ms a ellos, hasta lossuperiores, los jefes, los otros, aumentaban sudesprecio, n ~ ~ u e l mariconcito que a pesarde su ~ d e b i l i d a ( ~ q1,1era drselas de personadece11 e; Arturo not quea losoos:a losreponsables, les diverta el espectculo de laburla, especialmente cuando se burlaban del; luego ellos ("ellas", como les gustaba quele dijeran) pasaron al ataque fsico, sin duda36

    enfurecidos por la ineficacia del ataque oral:en el campo una piedra aterrizaba peligrosa-mente cerca del cuerpo de Arturo, en elcamin una plasta de mierda de vaca estalla-ba contra su rostro, qu risa, qu chillidosafectados, qu de melindres compasivos, na-die haba sido, en el campamento unabotella era lanzada desde cualquier puntohacia la litera de Arturo en el preciso instanteen que se apagaban las luces, as, poco a poco,o quizs en un instante preciso, cuando unabota llegada de no se sabe dnde chocabacontra su rostro, Arturo comprendi queellos, y los otros y los dems y todos, es decirla vulgaridad, la imbecilidad, el horror, notolera la indiferencia; traicin, robo, ofensa,muerte, todo poda pasar, y de hecho pasaba,pero lo que no se admita era que no secontase a la hora de cometer el delito (antes ydespus) con la inmensa chusmera, que nose confiase en ella, que uno no se sometiese .a ella . : si quera sobrevivir tena que adaptar-se o i ~ g i r adaptar fcomo quizs hacan otrosque ahora mismo lo atropellaban, tena quehablar como ellos, tena que rerse comoellos, tena que hacer los mismos gestos queellos, Arturo manipul aq_uel\a erigonza

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    afectada y delirante, comenz a lanzar latpica carcajada de la loca histrica, cantar,modelar, pintarse los ojos y el pelo y loslabios con lo que apareciese, hacerse grandesy azules ojeras, todo esto lo hizo l hastadominar y aduearse de todas las jergas yademanes tpicos del maricn prisionero,todo esto lo logr Arturo y an ms, con eltiempo lleg a destacarse tanto por su formade mover las nalgas en El M omento de lDanza por sus fogosas interpretaciones en ElMomento de l Cancin por su exclusivamanera de pestaear, estirar el cello y extender las manos en el momento de Sea Ustedl Modelo por sus audacias con las postas delas garitas, que al ao siguiente cuando todosellos en una apoteosis de chillidos y sacos deyute teidos se reunieron para elegir LaReina de las Locas Cautivas, Arturo subi altrono respaldado por una decisin abrumadora y se vio sobre una suerte de catafalcoatestado de andariveles en medio de incesantes berridos y loas ostentando un manto y unacorona de amapolas -flores, stas, que quin .sabe cmo ellos, ellas, se las arreglaron paracultivar-, luego tuvo que cantar, amenizar lasfiestas con sus gritos ms estridentes, partici-

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    par siempre con aire de real p r i n c e s ~ conreal hasto- en las fornicaciones colectwas; Yeso era,\l)ensaba, lo que l haba sido antesantes d;taber padecido el verdadero terror,el desprecio, la soledad), y eso ~ r a r ~ a l m ~ n t e - - lo que ahora, siempre, los demas se Imagma-, ? .ban que era l, lo que realmente ve1an., 1.poresas ridculas contorsiones, por esa voz decontralto en decadencia, por esos ademanessuperficiales s

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    no cabe ms que el meneo o la burla, dondesiempre una expresin vulgar, graciosa ,remata cualquier pensamiento coherente in-voluntariamente expresado, cualquier autn-tica manifestacin incoscientemente escapa-da .. haba que danzar, h ~ b i q u e ;j.ntegfi rseal barullo y chillar, como una u t ~ h . i b i a q u e 'sencillamente, mover las nalgas, como unesclavo haba que, obligadamente, inclinarseante el surco, y los labios siempre dispuestos,alertas, a soltar una frase convencional, yluego, por las noches, si no haba reunin o

    trabajo voluntario , saltar el cercado delbarracn, con muchsimo riesgo, e irse abuscar reclutas albergados a una distanciaconsiderable pero no infranqueable paraquien realmente quisiera llegar (adems losmismos reclutas les ahorraban muchas vecesl mitad del camino, viniendo al encuentro);Arturo tambin seleccionaba o era sele io-nado, Y entraba en los matorrales, moment-neamente era un consuelo .. se iba adaptan-do, se iba adaptando, a fines de aquel verano,cuando Rosa le hizo una visita, Arturo debicontrolarse con mucho esfuerzo para no mul-

    t ~ p i c a r gestos equvocos Y para conservar eltimbre normal de su voz, Rosa lo mir fija e40

    inalterable, le traa una caja de dulces, algu-nas libretas de estudiante, le dio dinero Y alfinal lo abraz, lo que ms agradeci Arturode aquella visita, lo que mejor toler fue elhecho de que su hermana no le hiciese ningu-na pregunta, antes de oscurecer se march Yni siquiera dijo que regresara, eso era ya unaesperanza; Arturo la fue a despedir hasta lasalida del barracn donde comenzaba elalambrado y not que uno de los centinelasle haca a ella el gesto, el mismo gestoobsceno que le otorgaban a l; la vio , oyque le preguntaban a su hermana: luego sequed mirando el cuerpo joven pero cansadode Rosa que se alejaba por la explanadapolvorienta; al entrar en el barracn r e p a r t ~los dulces entre sus amigos, en La Habana m1hermana es una regia puta de fama, dijo, Ytodos aprobaron con exclamaciones elogiosasaquella muestra de sinceridad, e, inmediata-mente, sacaron a relucir a sus hermanas que,segn ellos, no se quedaban atrs, Arturomodel, cant y finalmente escenific unlargo poema ertico famoso en todo el cam-pamento, compuesto all mismo por sietemaricas cultas, poco antes de amanecer setir casi rendido en la litera: haba que

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    degollarse, como siempre haba que degollarse; al instante se incorpor, tante entre lascosas que Rosa le haba traido, esa mismanoche decidi que para salvarse tena quecomenzar a escribir inmediatamente, e inmeditamente comenz; ellos podran ampararseen sus superficialidades, ellos podran agruparse, chillar, olvidar o no tomar jams enconsideracin que desde haca mucho tiempo

    Y ~ . no se les trataba como a seres humanos' - ~ . f r . . , . . . ; . < ' ' - - - - - - - - --- -- ____ - - - ~ ___,no les poemos1a biiaera, les decan losoficiales, porque ustedes no son dignos deella, y a ellos no les molestaba ni sa, nininguna ofensa, las encontraban lgicas, estaban ya tan imbudos en su desgracia que staera ya casi un extensin natural de ellosmismos, algo inevitable, incambiable, como

    un castigo a perpetuidad, como un maldicin del tiempo, ellos tenan sus gritos, sumodo de hablar, su estpidajerigoza, y sobre1 odo, y esto era lo que ms irritaba a Arturo,

    ~ ) t e n a n esa mansedumbre, ese aceptar cual:quier ~ o s a , cualquier tarea, cualquier terror,cualqmer ofensa, e incluirla inmediatamenteentre sus tradiciones otorgndoles una definicin tpica, incorporndolas al folclor, a lascostumbres, a las calamidades diarias, as42

    ; _

    trans[ormaooFJ?oel tet:mrc .-n u.n.,rituaCqpJidia-11.d: Arturo haba visto cmo algunos eran;:.castigados a permanecer de pie tres dascompletos bajo el sol y al final tenan siempreun frase superficial para rematar el castigo,algunos, muchos, eran trasladados de campamento, no se volva a saber de ellos, nadie sequejaba, nadie protestaba, un da un grupode oficiales jvenes y retozones enterraron auno hasta el cuello en el patio del campamento, as lo tuvieron varios das, cuando losacaron tena fiebre alta y haba perdido elhabla, tampoco esta vez se protest, y Arturopensaba que si en algn momento los jefes,

    .. los otros, hubiesen determinado que todos ellos deban ser fusilados, se hubiesen dejadoamarrar las manos g n . q 1 1 J l m u ~ n t f : , . l11Jiesencamiiicro:tranquamente por el campo, sedetendran a la orden dada y todos, sinprotestar, c q n , , J ~ __ingenuidad. tpica de losanimales, hubiesen.reven.Ido en silencio,t ~ d ~ s , iodos, todos menos l, porque l se ibaa rebelar, dando testimonios de todo el horror, comunicndole a alguien, a muchos, almundo, o aunque fuese a una sola personaque a ~ ~ - C O J : . ~ r y a r a incorruptible su capaci-1dad de. pensar, la realidad; .y las libretas\-- -

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    tradas por Rosa se fueron saturando de unaletra mnima, veloz, casi ilegible, ilegiblepara l mismo, haba que darse prisa, habaque darse prisa, haba que seguir, rpido, ytomando precauciones se hacan registros, seprohiba llevar diarios, cosas de maricones,decan los tenientes como justificacin oficial, irrebatible y reglamentariamente se violaba toda la correspondencia-, las libretas, lascontratapas, los respaldos, los mrgenes yforros de los manuales de marxismo leninismo y de economa robados de la SeccinPoltica fueron garrapateados furtivamente,rpidamente, cuando nadie vigilaba, bajo lasbana, de pie en el exrusado., en la mismacola para el desayuno, hasta los mrgenes delos grotescos carteles polticos instalados enlas paredes y murales para uso interno delcampamento sufrieron la invasin de aquellaletra microscpica y casi indescifrable entarea interrumpida incesantemente y a la vezconstante, ahora, ahora, no ahora, ahora,sobornando el sueo, eliminando las horas dela comida, renunciando al bao y a losescasos minutos del descanso, y sin dejar departicipar, desde luego, en todos los desfilesde modas, orgas, asaltos a campamentos de44

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    reclutas, festivales , inslitos carnavales ycoronaciones, sin dejar de mover las nalgas ode acompaar al soldado al caaveral cuandoste le haca la seal convenida, sin dejar decantar todas las noches, o casi todas, conaquella voz de puta enmohecida, sus msescandalosas creaciones... chillar, chillar,mover las nalgas y danzar, slo as podrapasar inadvertida su verdadera labor, grutastenebrosas y magnficas, legendarias cuevasdonde no llegase el viento, cavernas de paredes rezumantes, an no palpadas, albergandouna perenne niebla donde slo la cancin deun manantial invariable fluye entre estalactitas bajo el abovedado subterrneo, y ms all,mucho ms all, la lejana claridad que irrumpe por un alto hueco detectando las misteriosas fluctuaciones de un mar interior, de unoceno profundo y cerrado, s, tambin lasgrandes grutas que seran holladas slo por y el eran necesarias, y all las cav, bajo lainmensa explanada, sus bocas discretamentedisimuladas por montculos de retamas, haba que seguir, haba que seguir y Arturocontinu garabateando las cartas de sus compaeros robadas a medianoche, las consignasofensivas y airadas del momento: iNI UN

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    :ASO ATRAS iDONDE SEA COMO SEAIDURO ON LOS BLANDENGUES LOS MARIQUITAS .. u n ~ noche descubri en el Departamento de .Fiscala un bal repleto de actas

    s o b ~ e conseJOS de guerra, sin titubear se apoder? de ellas y tuvo material para trabajar porvanas s e m ~ n a s tambin la suerte, se deca,lo ~ c o m p a n a b a : ya no era tan solicitado, ya

    ~ a s i no se le llamaba a medianoche para queInterpretara una de sus exclusividades, y apenas se le consultaba sobre los matices quevendran bien con el color de tal piel o las o m b r ~ que ~ o n v e n a a unas pestaas de staso aquellas dimensiones, o los trajes apropia

    d o ~ p a : ~ una produccin "tpicamente hawmana ' ~ e s d e luego, Arturo no podra mostrar. n t u s i ~ s m o ante este olvido, por el cont r ~ n o habm que seguir insistiendo, bailar,chillar, meterse en la conversacin an cuando no 1? solicitaban, haba que hacerse evi

    d . e ~ t e siempre, estar siempre en todos los~ I h o s , agobiarlos, slo as, manifestndoseIncesantemente, estando en todo, acudiendo

    ~ r e s t o a todos los acontecimientos, siendoSiempre un acontecimiento, podra ganarse- {r por partefie llos l extra d ""'vc; de h - - : ~ - - - - - - - ' e .mano,p.ctvl,egw

    ~ - . a mclJft:rt

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    sado ni dar muestras de estar terminando suobra; avanzando el nuevo ao se realiz enl un cambio que aunque casi ninguno de loscompaeros del campamento lo percibi,menos an los soldados, fue decisivo: un daal levantarse, Arturo descubri que se habavuelto inslitamente hermoso, la cara, tersa ybronceada, haba perdido aquellos rasgos afilados, temerosos y estrechos, los ojos se haban vuelto ms grandes y brillantes, loslabios ms hinchados, el pelo de un laciovital, sedoso, reluciente y tupido, el cuelloms largo, su cuerpo todo adquiri la indolente flexibilidad de un adolescente deportista; Arturo acuda a los ms grandes espejospropiedad de las maricas ms audaces ygeneralmente ms espantosas, se detena antecualquier lata, cacharro de cocina, tanque de

    )J;,,metal que r e f l e j ~ r h a u ~ g ] , ~ p a c a -' mente, su nuevorostrp cuando el campoq u d a b a T ] o s y h a b ~ q u e utilizar el transporte aprovechaba siempre la ocasin para contemplarse en el espejito retrovisor del camina expensas de las burlas de los soldados y ande los golpes, si iban a pie, en el camino nodesperdiciaba la oportunidad que le ofrecanlas aguas estancadas de un fanguero, de una48

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    charca, de una yagua, de cualquier recipienteque lo reflejase; era hermoso, era hermoso,cada da se vea ms hermoso, palpaba sucuerpo, se acariciaba el cabello, con los ojoscerrados imaginaba, vea, su figura esbelta,gil, perfecta, tan diferente a su antigua Yraqutica configuracin, y ellos cmo eraposible que no se dieran cuenta?, cmo eraposible que no quedasen maravillados, sorprendidos, ante tal transformacin?, Y losotros cmo es posible que los otros tampocoadvirtiesen aquel cambio?, s, era cierto queahora, siempre que pasaba por las postas,algn soldado se sobaba, se rascaba los testculos, y haca una seal obscena, per_oera ms bien una costumbre, una trad1c10n,un modo de decir qu el m cho soy yo Ymuchas veces ni siquiera le miraban el rostromientras hacan el gesto; s, era cierto quealgn maricn a veces le elogiaba la brillantezde sus ojos y al regresar del campo, otros,como jugando, le tocaban los muslos; eracierto tambin que el soldado guardiero en elencuentro semanal, en el preciso momentodel resoplido le pasaba una mano por elcabello, pero eso era poco, pero eso no er_anada ante aquella transformacin, eran mam-

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    [estaciones extremadamente pobres, mezqui-nas para aquellas exhuberancias, para aquellamaravilla, para aquel conjunto. armoniosoque era l, Aturo; mo p o d ~ n ser t ncrueles, cmo podian haber llegado a talgrado de egosmo, de entorpecimiento, debrutalidad para no notar aquel cambio, ocmo podan ser tan terriblemente deshones-tos, sucios, para, notndolo, no reconocerlo,porque si algo sobre la tierra resultaba evi-dente, innegable era que l, el Arturo actual,era un de las criaturas ms perfectas deluniverso, de eso estaba absolutamente seguro,hasta tal punto que fue por entonces cuandopor primera vez c o m e n : : A , a ~ J s : m e r l e a l

    ~ ~ ~ - i ~ dli2iar Je ia.eficacia de l i s p l ~bras: aquel rostro terso, reluciente, aquellasmanos largas y delicadas, aquel cuerpo cim-breante, aquel cabello suave y tupido, todopara la tierra, todo condenado l pudricin,a la infatigable voracidad del gusano y nadams, y nada ms? .. cada da que pasaba eraun da que lo empujaba, que lo acercaba a sudestruccin, cada hora, cada segundo: unempujn, un empelln, un patada, lanzn-dolo al intil y monstruoso fin, envejecer,Dios mo, envejecer, volver a ser horrible,50

    ms que horrible, repulsivo, ser un objetoenfurruado, un cosa babeante, un espanta-jo bamboleante, envejecer, envejecer, y qupodan las palabras contra ese terror, el msintolerable .. qu podan hacer ellas all, apa-sionadamente ordenadas, trabajosa, costosa,riesgosa, inutilmente ordenadas, qu podanhacer .. contra la realidad insoportable, otrarealidad, nuestra realidad, slo con la crea-cin de un nuevo presente, se puede eliminarel presente presente, no con relatos, no conrecuentos, no con anlisis m i n u c i o s o ~ o bri-llantes de lo que h sucedido y sucede, stos,en fin, no hacen ms que afianzar, situar,justificar, evidenciar, darle ms realidad a larealidad padecida, no son ms que variacio-nes del mismo terror y toda variacin engran-dece el objeto que la origina, la Historia nose ocupa de gemidos, sino de nmeros, decifras, de cosas palpables, de hechos, dealardes monumentales, y no suele interesarsepor los que redactan sino por los que transfor-man, borran o destruyen, la primera plana noes para el esclavo ni el vencido; a la imagenque se padece hay que anteponerle, real, laimagen que se desea, no como imagen, sinocomo algo verdadero que se pueda disfrutar ..

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    envejecer envejecer envejeciendo y por untiempo no supo cmo salvarse, y por untiempo consider que hasta el hecho de seguirv i v i ~ u o ITll como una ii

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    cansancio, sin sentir ya ninguna calamidad,y, a machetazos, superaba, sobrepasaba, sinsaberlo, sin proponrselo, todas las metaslas normas impuestas por los altos jefes quecomo un blido pasaban a veces en su AlfaRomeo por aquel campo d e concentracin ..en el Lman, donde la Condesa de Merlinperfeccion sus estudios de canto, dondedisfrut de su exilio la Reina Cristina, llestaba l, sealando displicente las aguasdiscretamente rizadas, predicando con elegante negligencia ante un coro de delfines;perdido en una ciudad florentina, desnudo yhechizado ante la violencia del desierto obajo las fachadas tudescas de una ciudadardiente y costera donde un mozo castellano,brbaro y exquisito, le otorgaba una sealgloriosamente obscena, all, all estaba l,joven, absolutamente libre, infinito .. calles,calles caprichosamente dispuestas, kioskosventilados donde las cornisas y hasta el limpiabarros se reflejaran sobre la simetra impecable de las celosas, y all, donde elcamino descenda formando un pequeo,suave, delicioso recodo, un sonoro ensortijamiento de bambes .. lo buscaban, todo estaba organizado, rigurosa, macabramente orga-5

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    nizado -vigi lado- y lo buscaban, all estabanlos otros, clasificados por categoras, gradosde poder, el primer teniente, el teniente, elsubteniente, el cabo, el segundo cabo, elguardia, el recluta, haba un orden, sien::prehaba un orden rigurosamente preconcebido,legalizado, respetado, segn el cual el m ~alto poda humillar al que le segua Y a ~ 1sucesivamente hasta llegar a ellos, los huml-

    , < * \ ~ ' ' " H ~ 9 : ' ~ ~ ~ ~ t ~ r ~ ~ ~ ' ~ I T f ' t ; r ~ ~ ~ 6 ~ . ~ : : : ~~ e J a s ] i i i l l l l f a i < o n e s ; l o . b u s c a b a n , y todo ~ ~ ; e n s ~ ~ b f a } e : a q u e l orden se habapuesto en movimiento, haba echado a andar,cumpliendo las orientaciones de arriba, Y yalo buscaban; desde haca varias horas d jefede brigada le haba comunicado al jefe decampo la ausencia de uno de los reclwcos, eljefe de campo habl con el oficial de zonaquien habl con el capataz, lo que anteshubiera sido un mayoral y ahora era unhombre uniformado, con pistola a la cintura,y el jepp con los hombres sali violento porentre la rojiza polvareda, ese da el jefe debrigada se vea mas enfurecido que de c o ~ -tumbre, quizs por el calor, o porque haciamuchos meses que estaba destacado en aque-

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    lla zona y de "all arriba" no bajaba la"orientacin" para que fuese trasladado amejor sitio; lleg al barracn, llam variasveces a Arturo, nmero, dormitorio nombre. ' 'apelhdos, pero en el albergue slo haba dos otres maricas que trajinaban con las escobasquienes en son de burla respondieron "ellano est aqu" con voz en extremo afectadael jefe de zona se dirigi enfurecido rumbolas maricas, pero ellas, con habilidad realmente pasmosa, manejando las escobas ba- 'rnan, sacudan, recogan la basura, simulan-do no haber advertido la presencia del militar, quien les pregunt casi confundido sihaban visto a Arturo, las maricas, siempresacudiendo, dijeron que desde haca horassiglos, dijo una, no saban de l, y el jefezona entr enfurecido en la seccin poltica,entonces las maricas tiraron bayetas y escobas Y emitieron un prolongado chillido desoprano despechada, pero el jefe estaba tan

    enfurecido que no hizo caso al grito y comenz a impartir rdenes, panoplias, daimas,albacaras, un sagrario cuyos vitrales proyectasen todas las direcciones los rayos del~ o l , roJoS, verdes, violetas, azules, all estabael con los ojos semicerrados cautivado por los6

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    altos y abovedados espacios y por las cadencias del rgano, pasando ahora por la prpura, pasando ahora por el tis, Arturo, Arturo,afuera las voces, el estruendo, la gente quechillaba, lo llamaban, lo solicitaban, lo molestaban, y poco a poco la gran catedral ibaperdiendo imgenes sacras y la armona delrgano era aniquilada por la voz (los gritos)del soldado guardiero, por el infatigable chillar a coro de las locas ms afocantes yfastidiosas que an no le perdonaban, no lepermitan, que l las abandonase, las dejasepara construir su reino; slo entonces, cuando no le quedaba otra alternativa, Arturoregresaba y, an aturdido, deslumbrado, tomaba el machete y comenzaba a doblegar lostallos, ac, en la estruendosa soledad, n elcampo crepitante, pero a pesar de todo, conel tiempo, fue perfeccionando, ampliando, ,sus mto.dos..de construccin yviajes, cre en e {menos ~ u n ~ - t a r o U : T ~ ~ d . i ; f l ~ t a n t e variascolumnas de complicadas alegoras, columpios, y, sobre los lamos, tarimas diminutas yblancas, casas de muecas para cuando, enlas tardes de lluvia, se le ocurriese regresar ala infancia; as segua, segua, haba practicado hasta tal punto su trabajo que levantaba

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    una pagoda con cenefas al leo) mientrastodos obligatoriamente entonaban las notasde La Internacional... y al hundir sus manosen el fregadero una vez por semana le tocabael frega?o) sacaba abanicos estampados, collares cmcelados, anillos, adminculos montados en oro y otras joyas rigurosamentetalladas que alguien, sin duda un apasionadoadmirador, depositaba all para que l lasencontrase; y as sigui construyendo, inagotable, a ~ e s r de las reclamaciones del grupo,del e pze a las cinco de la maana y de las

    ~ r r e s i s t i b l e s solicitudes del guardiero, a pesar,mcluso, de la alta e invariable figura de lamadre que al oscurecer cuando l regresaba dela agobiante jornada, lo esperaba inmvil enla pequea explanada que se levanta frente albarracn .. slo los ojos hinchados y abiertosde Celeste brotando de un rostro totalmentedesfigurado, le hicieron dudar de la eficaciade su mtodo, y lo situaron otra vez- en laintolerable realidad; aquella tarde haba llovido de tal modo que el fango no permitatrabajar Y a ellos se les concedi la autorizacin de baarse en el ro; Arturo, natural-.mente, prefiri ir directamente l barracnen l ausencia de todos, con aquel silencio:8

    desarroll memorables perfecciones, tal variedad de columnas y estancias fascinantes,espacios abiertos a cielos violetas, caracoles Yrelojes, tantas maravillas, que c u n d ~ e ~ l o sdepositaron ante l, luego de una u l t l ~ h c -cin de gestos intiles, el cuerpo del manconcito ahogado, a Arturo le result dificil abandonar sus recintos; pero all estaban elloschillando, y all estba aquel cuerpo rgido einflamado, aquella lengua ennegrecida, horn-ble all estaba el muerto, ocupando unad i i ~ e n s i n absoluta, aniquilando varandalesy butacones, alfombras y trineos, caracoles Ycolumnas y hasta la tan familiar imagen delalazn cabalgando praderas voluptuosas ..era la hora en que ellos, luego de la comiday las estridencias de sobremesa, luego delchillido en los baos, se dispersan en gruposdetrs del barracn y otros se llegan hasta elcampamento de los reclutas, era la h o ~ a .que el silencio, el casi silencio, el tan d1flcllcaro silencio ayudaba a Arturo a deslizarse, aescapar, mientras la penumbra, c a m b i a n ~ eascendente, converta las dimensiones estnctas, pobres, de una piedra, de una lat.a unpedazo de palo, en mgico trampolm joya,cofre, vaso encantado) para saltar hacia fabu-

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    losos parajes hacia tierras no computadas enmapas o esferas; pero esa noche por muchoque se esforzaba Arturo no lograba transponer las paredes del barracn cada vez quehacia un esfuer:w para retirarse para trasladarse a @u realidad;; el rostro inflamado deCeleste l e ~ c u o i i l i < l ~ retirada; en cada entradadel barracn el rostro la horrible lenguaagrandndose y los ojos reventando aniquilndole las posiblidades de escape y luego lamadre alta y fra en el mismo centro delbarracn dominando con su mirada fija yrecriminatoria tambin sealando para elcadver y observando a Arturo como seobserva a un objeto que se aprecia pero sobre.el cual tenemos la certeza de que no loperderemos nunca; esa mirada -violenta yavergonzada- lo reduca lo dejaba impotente prisionero otra vez prisionero de la realidad imediata las insufribles literas el trabajoel hambre la opresin y an ms: prisionerode la fastidiosa memoria y de la muerte; yan cuando cerrando los ojos trat de crearun pequeo arriate florecido un follaje elrostro amoratado no lo abandon y la granlengua le hizo aniquilar rpidamente el pequeo cantero; intent entonces conformarse60

    con un murmullo de hojas cayendo en otrositio en cualquier sitio pero la madre estabaall chisporroteando entre las sombras ordenando que se acercase a su pecho chamuscado ordenndole que aceptase exclusivamenteaquella realidad la que siempre lo r e c h a z ~ ~ra y l rechazaba; de pronto re_conoc1espantado que no haba escapatonas quetodos sus esfuerzos haban sido intiles Y queall estaban las cosas agresivas fijas intolerables pero reales all estaba el t i e m p ~ . sutiempo su generacin ofendida y estupidiZada las literas molestsimas y l sobre una de

    e l l ~ s , dentro de poco la voz gritona que leordenara incorporarse integrarse a un terrorque ahora al saberlo definitivo insuperableresultaba desde luego an ms espantoso Ypens en ese momento que las pequeastreguas que por unos instantes se suelendisfrutar casi en cualquier sitio la sombra deun rbol la visin de un cuerpo esplndidola frescura del agua al pasar por la g r g ~ tsedienta- no eran realmente treguas smorequisitos necesarios que debe observar_ todacalamidad toda desgracia para que qmen lapadezca pueda establecer diferencias Y sufnrla conscientemente plenamente... durante

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    toda la noche Arturo permaneci aterrorizado con esos pensamientos, y slo por lamadrugada, poco antes de que estallase el idepie logr levantar una pequea y borrosatorre, pero en ese mismo instante escuchun tonada, un suerte de msica, canto osilbido, un especie de cadencia casi olvidadaque otra vez lo posea y transportaba; alguienafuera cantaba, alguien afuera provocabaaquella meloda, alguien que no era, desdeluego, ninguno de ellos, ni de los otros, ni delos dems, estaba all afuera y cantaba, otravez, otra vez; Arturo levant la cabeza, ahorael que cantaba, no slo cantaba sino queemita largos silbidos, altos y viriles, fascinantes, como llamndolo, acompaado por lamsica; Arturo se tir de la litera y corrihasta un ventana; en el centro del patio delbarracn se encontraba un adolescente, desnudo e inslitamente hermoso, dirigiendocomo un invisible orquesta que dentro de lanoche produca aquellas extraordinarias resonancias; Arturo se qued paralizado contemplndolo, el muchacho silbaba ahora saltando sobre las piedras, sobre los esmirriadoscanteros que ellos haban construido, sobrelos arbustos, seguido siempre por la msica;62

    saltaba alegremente sin dejar de emitir aque- osvaroniles y joviales silbidos, regresando alsuelo hacia girar vertiginosamente la piedrade esmeril donde ellos tenan que amolar lasgumparas y machetes, brincando sobre losenormes calderos de la cocina provocabatambin estruendos memorables, saltando alnico rbol del patio danz sobre su copa,finalmente con las manos puestas en lacintura mir a Arturo, le sonri, descendi yech a correr; Arturo corri tras l, pero elmuchacho atravesaba ya los cercados dealambre, y segua corriendo porentre latonesde desperdicios hasta perderse sobre el techodel almacn; en ese mismo instante estall enel barracn el grito de ide pie, maricones , YArturo, an hechizado, corri hasta su litera,el soldado que haca ese da de oficial deguardia se sorprendi (sin dar muestras deello) al verlo tan rgido y firme, respondiendodisciplinadamente al primer grito ... durantetodo el da, Arturo trabaj con destreza insuperable, sus compaeros lo miraban laborarenfebrecido y le hacan alguna mueca o seburlaban en voz alta, pero Arturo nada escuchaba, tambin el soldado guardiero lo observaba con atencin en espera de que l,

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    Arturo, lo mirase para hacerle la seal convenida, pues esa noche, segn sus clculos oinstintos, deban internarse en el caaveral'pero esa noche, Arturo no solamente desobe-deci las solicitudes del soldado, sino que nisiquiera fue al comedor, ni se ba ni secambi la ropa; en medio del estruendo y eltrajn de las maricas que revoloteaban entretrapos y colchonetas hediondas mientras seafeitaban las piernas para el prximo GranShow , Arturo se mantena impasible ymudo, como flotando sobre aquel caos bullicioso, as esper la medianoche y cuandosinti unas pisadas en el patio salt rpidopor la ventana: all estaba l, rindose ydesnudo sobre uno de los canteros destartalados; Arturo trat de acercrsele, de hablarle,de tocarlo, pero el muchacho se escapaba,riendo y saltando; Arturo entonces le hizouna seal indicndole que lo acompaarahasta su litera; el muchacho lo sigui parsimonioso, Arturo temblaba, pero al llegar, eljoven ech a correr, desapareci; Arturo, sinembargo, se mantuvo alerta, esperando suregreso, hasta que gritaron: ide pie , y ese dafue tambin el primero en estar firme ante sulitera: la noche siguiente, Arturo pudo ver64

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    de nuevo al muchacho realizar las mismasceremonias en el patio, pero esta vez antes deque Arturo le hiciese el ademn breve ycmplice, el joven desnudo se desvaneci,desapareci, cerca de la ventana; a la otranoche, Arturo, al or las pisadas apenas situvo tiempo -aunque casi vol hacia la ventana- de ver la figura radiante y fresca delmuchacho que se perda tras la casa de lasmquinas; completamente desconcertado,Arturo entr en el barracn y se encaminhacia su litera, all la sorpresa (la dicha) loestremeci al tropezarse con un brazo fuerte Yjoven que lo estaba aguardando, pero era elsoldado guardiero quien lo apretaba, mientras le susurraba vamos, mariconcito, quehace quince das que me tienes a manolimpia ; Arturo apret tambin aquel cuerpoexcitado y los dos tomaron el rumbo delcaaveral; esa noche, Arturo trabaj conapasionada y minuciosa furia en todos losresortes erticos del soldado, quien lo dejabahacer otorgndole de vez en cuando (quizscomo caricia) un golpe en el cuello, al terminar, los dos estaban tan exhaustos que pocofalt para que el oficial e guardia los encontrase rendidos y abrazados bajo uno de los

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    plantones del caaveral, pero durante todoese tiempo, an cuando el goce adquiri talintensidad que las cosas perdieron su acostumbrada consistencia, Arturo no dej depensar en la radiante figura del joven que ensu honor haba danzado en el patio delbarracn, slo para l, slo para l... al otroda, Arturo intent convocar a la figura deliciosa, pero por mucho que se afan lo nicoque logr percibir y eso en los momentos demayor inspiracin, de mayor pasin) fue unimagen lejana, una visin irreal amparadapor la memoria, no un cuerpo palpable,concreto, vivo, que emitiese carcajadas, pisadas que dejasen huellas, un olor, un silbidoexclusivo que le hiciese perder el miedo y loimpeliese a saltar por la ventana y correr trasl; haba que redoblar el esfuerzo, haba quetocar, excitar, descubrir todos los resortes desu imaginacin para atraer la imagen real-definitiva y rotunda- de su amante .. resonel gran grito, se alzaron los mosquiteros, y loscuerpos maltratados y flacos, deformados porel trabajo y el hambre, comenzaron a emergerde entre las sbanas con sus estrmboticosparloteos, "hay o no hay agua", "quin tienepasta de dientes", "quin me rob la toalla",66

    "quin me levant el jabn", " cul fue lamaricona que se atrevi a hurtarme a m, am, Freya, La Poderosa " .. eran esos los "sonidos matinales", la misma cantinela, la invariable, y l tambien ejecut las mismas "ceremonias", se encaram en el camin y comenz a trabajar, pero haba que hacer algo ms,se deca, sin dejar de machetear, haba queorganizar coherentemente los acontecimientos, en primer lugar, chequear, constatar, verdnde estaba el fallo, all, all mismo, enmedio del estruendo y la gran claridad y eltorbellino de las hojas crepitantes, pensarcual era el error que haba cometido para quelit el delicioso, se hubiese marchado; mientras esperaba, sin dejar de cortar, por el agua,mientras esperaba, sin dejar de cortar, la horade almuerzo, mientras de pie, lvidos, exhaustos, sin dejar de cortar, aguardaban la ordende irecojan, pjaros , Arturo, que an nohaba encontrado el fallo, la equivocacin,comenzaba a crear, trabajosamente, las manos del muchacho, pero, cmo eran susmanos?, y el rostro?, y el olor del cuerpo?lcmo era su olor? y los ojos?, ya no seacordaba del color de los ojos, y ya no seacordaba de la configuracin de los dedos, en

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    conjunto s, lo vea todo, lo vea completamente, radiante, desnudo, absoluto, saltando,acompandolo hasta su litera momentosantes de que amaneciese, pero cuando iba alos detalles, cuando trataba de reconstruircada parte de su cuerpo, cada gesto, la imagense alejaba, se perda deformndose, era imposible precisarla, alcanzarla, y el muchachoideal, el real, se disolva en el recuerdo; aveces perda toda un noche en la reconstruccin, sin xito, de un sonrisa, y segua el daledale, el cortar a rente, en tres trozos y tirar lacaa para el montn, dale, dale ... una noche,de madrugada, momentos antes del acostumbrado grito, momentos antes de que con ungesto de cansancio final, de violencia final,corriese hasta el guardia y le arrebatase lapistola, y se saltase los sesos, antes, sospech,intuy, se aferr a la idea de que para que eldelicioso joven hiciese de nuevo su aparicin,l, el amante, deba seguir construyendo, s,deba construir un lugar, un sitio ideal, dignode su recibimiento, algo fabuloso, nico,exclusivo para el momento del encuentro,algo que cautivase hasta tal punto, que sedu-

    f ;_jese hasta tal punto que cuando(l ,llegase noquisiese marcharse, permaneciese a su lado68

    p r siempre, /,acaso no conoca ya sus gustos?, i no haba surgido en el momento en quel, Arturo, haba recomenzado su labor deconstructor?, /,cmo deba interpretar aquellaaparicin magnfica? / no era el muchacho laculminacin de todos sus esfuerzos, de todassus construcciones, el habitante ideal para elsitio ideal?, ahora comprenda, ahora comprenda, el joven era el final de su magistralobra, el remate maravilloso que solamentedespus de haber creado otras maravillas leiba a ser posible, concedido, ver, poseer. .mrmoles, grgalas, un gran puente, unabandada de gaviotas retomando el senderodel mar, la violencia de la primavera estallando junto a las cristaleras, faros, parabrisas,guaninales y columnas, escaleras y frontispicios, portales, templos, y las diversas, cambiantes zonas de un cielo empedrado, todoeso, con inenarrable esfuerzo construy, pero no le haca la visita, y todas aquellasedificaciones, aquellos paisajes, desaparecieron, pero Arturo se negaba a darse porvencido, si todo aquello no haba sido suficiente para atraerlo se deba a que toda esacreacin era poca, mezquina y adems incoherente, pues, sin embargo, en los momentos

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    exclusivos, fugaces, en que algo (quin sabequ) le indicaba que haba tocado casi laperfeccin (lo inslito) o lo ms cercano aella, no llegaba entonces a sentir la presenciade l? y en ese mismo instante, Arturodedujo o crey comprender que la divinafigura no slo solicitaba como escenario recreaciones -creaciones- aisladas y atrayentes,sino que era digna reclamaba todo ununiverso perfecto, un sitio exclusivo e insuperable, algo superior, meritorio de un prncipe,iun castillo , iun castillo , eso era, efectivamente, lo que l solicitaba (acaso no habasurgido l el prncipe, en el momento en queArturo haba logrado levantar una torre?), unsitio legendario y encantado, poblado deleyendas y atalayas, chimeneas y recodosmgicos, slo entonces l el exclusivo, volvera a dejarse admirar, a visitarlo; y a la tareade esa inslita construccin se di, y en sutrabajo puso toda su vida no mover un dedogratuitamente, no desperdiciar ni una palabra, no malgastar furias, ni siquiera las imprescindibles, no tomar con pasin el terrorcotidiano, reservar todas las fuerzas para sugran obra-, pero todo conspiraba, todos interrumpan, obstaculizaban, todo detena, re-70

    tardaba, retrasaba, siempre haba un nuevocampo de caa quemada que haba que cortarurgentemente, siempre haba un yerbazal quearrancar, un patio que barrer, una piedra queremover, algo que sacudir, algo que cargar ytransportar, algo que subir, algo que bajar,una orden que cumplir, siempre una llamada,te buscan, te chillan, te gritan, las columnasse disuelven, el magistral tallado de unaescalera se borra, los baluartes se derrumbany el pequeo remolino de agua, el centelleante remolino donde lujosos y mnimos pecessaltan, vuelve otra vez al fondo ... haba quenegarse, haba que de algn modo escapar,burlar para no ser burlado, elevarse para noser aplastado, haba que encontrar una solucin, un mtodo, algo a que aferrarse y llevara cabo su plan, su plan, y saba, comprenda,intua que realizar sus propsitos en talescondiciones era imposible, pero comprendatambin, an con ms claridad que, precisamente por ello, era lo nico que justificabasu vida, tiempo, tiempo, ante todo tiempo,ya no tan slo los momentos de vigilia en lamadrugada cuando los dems dorman, ge-man aprisionados por pesadillas comunes ose entregaban al delirio de las frotaciones, ya

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    no tan slo el instante de la cola para el platode sopa en que abstrado, como mirando aalguien, aprovechaba a veces, para su ale-gra, la fila avanzaba lentamente y podallegarse hasta all, donde estaba levantandola gran obra, y modificar la expresin de unestatua, afinar las resonancias de un relojrenacentista o pulir la autenticidad de unnido de cencerenicas balancendose sobre laalta techumbre de un pinar), nada de eso lebastaba pues deba regresar, tena que regre-sar, ya estaba all, otra vez, el camin espe-rando, el "aprate, comemierda, que te vue-lan el turno", el "de pie, cojones, que ya eshora de volver al campo", el "qu te pasaque hoy no quieres modelar como las demsnias?" o el gesto (los gestos) libidinoso delsoldado, y el nido dejaba de balancearse, ellago no haba podido rodearse de rboles quese inclinasen para mirarse en sus aguas, y elestruendo de platos y cucharas terminababorrando el susurro de los tallos y hasta lafragancia de una plantacin de jazmines deEl Cabo trabajada con tesn desde hacavarias horas, y l tena que apartar el reci-piente iel siguiente , ila siguente , gritaba elcocinero) para que no cayesen en el plato los72

    fragmentos de la construccin destruida, y elcucharn descargaba en el vaco, y el cocine-ro gritaba maricn maricn lo hiciste adre-de ahora vas a comer mierda y toda la colacomenzaba a agitarse, a protestar, a gritar,lnchenla lnchenla clamaban las extremis-tas, y hasta las rosas, tan perfectamente traba-jadas junto a la puerta del palenque, perdansus contornos invadidas por el chisporroteodel potaje .. tiempo, tiempo y silencio, eso eralo necesario para triunfar, lo imprescindiblesi quera ganar la batalla, justificar su vida,seguir; tiempo, robarse el tiempo, hacerse deltiempo y del silencio para lograr finalmentesu objetivo, su nico objetivo, el que le hacasoportar ahora todos esos espantos, l debaganar esa batalla, siempre perdida, del tiem-po, l deba imponer el refinamiento y lafecundidad del silencio a la estril estupidezdel perpetuo estruendo, Dios, Dios, dame eltiempo, concdeme el tiempo, prstame eltiempo, pero Dios haca tiempo que habadesaparecido, se haba suicidado, se habalargado, se haba esfumado, como tantas dul-zuras, terrores y sueos, ahora nadie, sino l,Arturo, era Dios; nadie, sino l, Arturo,podra hacer algo por l, Arturo; ahora y

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    siempre, en cualquier infierno que habitase,l y su angustia, l y las ofensas, l y lossueos insospechados, hu ir de all, irse dondenadie lo fastidiase, donde nadie ultrajase susmonumentales construcciones, huir dondenotuviese que realizar las esclavizantes mezquindades que diariamente padece todo hombre en cualquier sitio ahora y siempre parapoder llenar a medias- la barriga o parapoder tirarse en una cama y dormir o fornicary engendrar, multiplicar, el nmero de esosseres grotescos, imperfectos, chillones, sucios,viles y cobardes: ellos, los otros, los dems,todos .. no seguira soportando, no permitiraque las grandes imgenes, las grandes construcciones, los grandes y divinos proyectosque se acrecentaban en su cerebro y desesperadamente solicitaban salir, derramarse y crecer, se desfigurasen o perdiesen pasado elmomento en que deban ser puestos en ejecucin, ino , si antes, hasta ahora, se habaconformado con cortas escapadas, con esconderse cerca del campo y aparecer rpido encuanto notasen su ausencia, ahora no bastabacon eso, ahora era su vida, era su tiempo, elque importaba, no unos minutos: su tiempo,su verdadero tiempo, su gran tiempo, sin un74

    chillido, sin ninguna orden, sin ninguna ofensa, sin nadie ms que l y el fabuloso proyectoen gestacin, para que al fin viniese, lovisitase, se quedase, el otro; y en ese mismomomento, Arturo tir la gumpara, ech acorrer por entre el caaveral y lleg, libre yjadeante, hasta la explanada, hasta el gransitio donde dara forma a su reino el inmenso castillo- al margen de todos los terrores; yal instante hizo descender las grandes figuraspalpables y apacibles, de los elefantes, colocndolos al final de la extensa llanura, y sedispuso febrilmente a construirlo todo parael gran recibimiento, para la llegada del otro,de l quien sera la culminacin de su obra ..entonces, ahora, en estos momentos, ya en aseccin poltica el oficial de guardia se incorpora, luego de haber recibido la informacindel jefe de brigada a quien se la comunic elsoldado guardiero, y llevndose instintivamente la mano a la pistola dice: as que otra .: ye:z

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    antes el primer teniente ordena un registroen los trastos de Arturo, y todos vidos,pensando encontrar cigarros, dinero, algunalata de leche, quien sabe si hasta joyas ("deun maricn todo se puede esperar"), registran, revuelven; cartas y fotos de maricones,dice uno, y las tira; potes de crema, dice otroy los lanza contra el suelo, y papeles, papeles,cartones, pancartas, afiches, actas de consejosde guerra, y todo escrito hasta los mismosbordes; las actas que se haban perdido, diceel teniente, qu hara ese verraco con ellas, ytoma un y con trabajo, lee, al instante,asqueado, mira al cabo y le entrega uno delos documentos garabateados, qu te dije,dice, con esta gente hay que tener muchocuidado, s t ~ slo no se conforma con

    ' desmoralizarse a s mismo, sino que tambin. nos desmoraliza a nosotros, al pas, a la,_, ..,patria, jhira lo que escribe, contrarrevolu-cin, Contrarrevolucin descarada; y el cabolee, trabajosamente, algunas palabras que noentiende: jacintos turquesas nix paloscalcedonias jades.. un aterido lo-fo-ro-rolofororo?, iqu coo es esto , qu cantidadde sandeces y boberas, qu verborrea, qupalabras tan raras .. efectivamente, dice, ah o-

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    r s que lo hemos agarrado con la gorda, ypiensa: as que por estos garabatos, por estasarta de disparates cualquiera puede perder.la cabeza, y an se queda por un momentoensimismado mirando sin leer ni entenderaquel diluvio de palabras endiabladamenteescritas; para l, en el fondo, slo existe unenemigo, el que tiene un arma y combate, losdems, piensa, son slo maricones, comoste, y no tumban a ningn gobierno; peroentrega las hojas y saludando reglamentariamente dice: ahora mismo se lo traigo, teniente, y ya la pequea tropa sale precipitada .. siantes haban sido espacios reducidos, estrechos pasillos en los cuales cuando otro venahaba que retroceder, ahora eran espaciosinmensos, amplias bvedas combadas y es-plndidas; si antes haban sido habitacionesmnimas, estrictas pocilgas cerradas y calenturientas, malolientes, congestionadas y oscuras, ahora eran habitaciones sin fin prolongndose en amplias terrazas de armoniosascristaleras baadas directamente por el sol; siantes haban sido paredes embadurnadas,paredes, descascaradas, desnudas y chillonas,paredes que se desmoronaban por el reventarde una caera podrida o bajo el peso de las

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    pancartas que sus ojos siempre haban rechazado y siempre haban estado condenados amirar, ahora eran gruesas, slidas, monumentales elevaciones, torres que se alzaban hastaperderse en las nubes; si antes era la candenteplantacin, el paisaje engarrotado y polvoriento, la raqutica vegetacin debatindoseentre latas y papeles cagados, ahora eran losgrandes rboles, los umbrosos, los imponen-tes, los de tronco inabarcable, en cuyas frondas susurrantes y acolchadas comdamentepodra guarecerse un ejrcito su ejrcito-; siantes haba sido la cola para la gota de agua,el baarse rpido antes que se agotara eltanque, el sacar a pulso un balde del pozolejano, la charca sucia en la cual haba tambin que beber igual que los animales) yzambullirse corriendo antes de que llegaranellos tambin deseosos de refrescarse, de enfangarse, ahora eran las profundas extensiones, las vastas y misteriosas extensiones, lasinmviles extensiones solemnemente cruzadas por altos y cimbreantes puentes, pornaves de velas prpuras e inflamadas comorosas gigantescas, por slidas escolleras queimponentes partiran del castillo pues era uncastillo, por encima de todo, lo que deba78

    levantar en el centro de la gran explanada,una slida y magistral mole de torres ypoternas, era lo que dominando todo el conjunto deba construir para que el exquisitohiciese su llegada, de eso haba tenido yaseales evidentes-, y ahora desplegaba laspuertas de palenque junto a monumentalesbarbacanas, y ya multiplicaba las torres flanqueantes, aumentaba la altura de las albarranas, prolongaba salones y atalayas, esparcacanecillos, parapetos, saeteras y agujas dehomenajes; encaramado en la rampa almenada dispuso la configuracin de dos troneras,asomndose por un ojo de buey duplic elnmero de los hastiales, desde las murallas,erguido sobre un parapeto, haca cambiar decolor las aguas de los profundos fosos modificaba la orfebrera de los limpiabarros, ennegreca curaas .. segua construyendo, disponiendo habitaciones, cornisas imperiales, escaleras donde la huella y la contrahuella sediferenciaban por la acumulacin de centenares de estilos, cpulas, torres, atriles, butacasde cuero, salidizos dnde ondeaban banderas,cmodas con cinceladuras de bronce, tejadillos, aleros, buhardas y arcadas, colgadizos ypasamanos; se trep a la cpula mayor para

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    poner en lo ms alto la veleta que indicase laruta de los vientos; ahora construa grandesrecibidores flotantes, salones aledaos a lasaguas, habitaciones donde para abrir unapuerta se solicitaba el concurso de variosejrcitos; cre tambin recintos insospechables decorados con flores mgicas que setransformaban en instrumentos de goce, crecielos artificiales, un teatro de aterciopelada yrecelosa acstica donde la agona de unamosca (si se le hubiese ocurrido crear talinsecto) hubiese desencadenado sucesivas resonancias, y en l puso a una clavicembalistaque al hundir sus manos provocaba inmortales melodas que desplegaban cortinajesmientras l, Arturo, haca su entrada en todoslos salones, ah, la msica, otra vez, otra vez,las estancias de la msica, el vaivn de lamsica, otra vez, otra vez, la cadencia de lamsica, el encanto, el hechizo, el diluvio dela msica; la misma msica que haba escuchado la noche de la recogida en el teatro,la misma que haba escuchado en el barracnmomentos antes que l el divino, se le apareciese, lo conminaba, lo precisaba, lo impelaa que siguiese su magnfica construccin,llevndolo hacia una perfeccin, hacia una80

    culminacin absoluta, imposible de repetir ..bibliotecas, grutas, conchas, balanzas, pasadizos secretos, batutas y brocales, faetones,camafeos y un barco ondulando su abultada yfabulosa silueta sobre un mar de espejos quese comunicaba con la ciudadela por un canalamarillo surcado de labradas compuertas;jarrones, flores, perfumes, telas desplegndose, ustorios, jacintos, turquesas, nix, palos,calcedonias, jades, hematitas, joyas, joyas,joyas insospechables, alhahajas, todas las alhajas del mundo, las ms lujosas, las mscostosas y dismiles, las ms exclusivas eirrepetibles, joyas, joyas, y hasta una diamantista encerrada en una bveda de cristal de luna encargada solamente de pulir pedrerasnupciales .. pero se detuvo: an faltaban maravillas: arenas, orqudeas, oquedades y Patroclos; era el delirio de la construccin, elhechizo, el goce de la creacin, era el poderde hacerlo.Jo_d_Q,_el poder de participar entodo, el poder de poder zafarse de pronto dela mezquina tradicin, de la mezquina maldicin de la miseria de siempre, el rompimien-' _ . , = ' ~ , _ _ . . , _ o _ ~ , - ~ - - 'to con esa figura tenebrosa, encorvada, pobre,asJ. stada y esclavizada que haba sido l (queson ellos, losotros los dems, todos) y ahora,

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    libre, Dios, crear el universo aorado, suuniverso... a veces levantaba de golpe unaiglesia imponente tan slo por el goce decrear innumerables triforios; a veces su entusiasmo era tanto que no se preocupaba porcoherencia alguna y. terminaba colocandouna mata de cerezas sobre un reloj de sobremesa, una bailarina camboyana sobre uncocotero, sobre un bargueo gtico una grullade Manchuria, sobre la alta veleta un ateridolofororo que alucinado se lanzaba a cualquiersitio, y hasta un tapir reflejaba su inslitaconfiguracin de remaches aherrojados en elesmalte de un inmenso saln adoquinado conmosaicos mudjares; tejadillos, ojos de buey,Jupteres y lampadarios, tapices, tartanas ysillas de posta, todo era creado y multiplicado, toda la riqueza, todo lo extico, todo loatrayente, toda la hermosura de la tierra erasin duda necesaria para que l el exquisito,hiciese su aparicin; junto a los parques, enlos grandes jardines, bajo las estatuas trabajadas con minucioso talento: figuras sosegadaspasendose entre mrmoles hasta el fin de losdas, relicarios abandonados sobre un reloj desol, breviarios en recodos de ermitas quenadie visitar, pequeas aves labradas atadas8

    a robles en perenne floracin, hojas, vericuetos tapizados por races areas, la torrecilladel observatorio emergiendo sobre una tropilla de palmeras discretamente curvadas, varaudales y las pequeas piedras junto alpluvimetro, y ms all, entre el verde de losbambes, en el interior del verde, la humedadreventado semillas, los grandes nidos colgantes, el esplendor de lo negro sucumbiendoante cocuyos y l; t brillantez de los ratones, elbosque, el bosque, el cuerno, la trompa decaza, los grandes sonidos, los imperiales,sosegados, sonoros estruendos y las tpicas-lujosas- maanas apacibles, el bosque, elbosque, ostentando la alucinante gama cromtica de un ocano, tambin arrullandotambin mecindolo, el bosque, el bosque, laspequeas fieras, los grandes insectos, las imperturbables bestias flotantes y el reflejo deluniverso en la gota guarecida sobre el envsde una hoja de malanga, universo donde nohaba leyes de ocasin, mezquinas y cambiantes, sino las inalterables, divinas leyesamparadas por la intuicin y el ritmo elrigor de las lluvias, la armona y el equilibriode las esferas- que nada tienen que ver conla histrica, cambiante, ciega y sucia trayecto-

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    ra de esa figura tenebrosa, encorvada, pobre,asustada y esclavizada que haba sido l (queson ellos, los otros, los dems, todos) ... latierra, penetrable y saturada dando testimonios de un legendario cosquilleo, soltandoun exhalacin, un rumor, un efluvio, latierra, la tierra, y all, en un claro, muycerca de las aguas, entre lianas y bejucos, unjazmn, un tela, un velo, un virgen en elxtasis sin tiempo de un danza consagradaa un flor, era l, era l, era Arturo quebailaba, era l que aguardaba danzando, danzando all, en el centro del bosque, entre elrayo de luz que filtrndose produce y provocaun tenue temblor. . quin corre?, son losinmensos cortinajes de las ramas que abanican el aire para que sepas que ellos tambinesperan su llegada, quin produce ese rumor?, son las innumerables hojas, las innumerables ramas, los duendes del aire, losdioses del viento que tambin, agitndose,esperan, quin provoca ese incesante, ascendente tamborileo?, son las criaturas mnimas,grillos, gusanos, hormigas, pequeas bestiasde la tierra que no quieren quedarse atrs yvienen a verlo, qu suena as, tan increblems all de las piedras? son las aguas las84

    verdes aguas, las perfumadas, las ceremoniosas, las gloriosas aguas que se abren para quel las penetre, para que t y l se encuentreny finalmente les otorguen su venl

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    do; Arturo coloc un lecho con cortinas unaalfombra una mesa con un vaso de flores doscandelabros el ventanal cruzado por balaus-tres entretejidos sobre el que ondeaban finsi-mos lienzos velados y tenues sobrecielos quelos protegeran del sol en los das de excesivaclaridad; Arturo orden tambin que algunas