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18PROGRAMA DE ENLACE CON EL
SERVICIO DE CARDIOLOGÍAFernando Iglesias Gil de Bernabé,
Gonzalo Martínez Sande y Jorge García Fernández
En el presente trabajo hemos pretendido ofrecer una visión en sen-
tido amplio de las relaciones de la psiquiatría y la psicología con el
campo de la cardiología, ejemplificando dicha conexión en el trabajo
realizado en los últimos años por el equipo de la Unidad Psiquiátrica
de Interconsulta y Enlace del CHU Juan Canalejo de A Coruña.
Para ello, presentamos en un primer momento algunos datos en
relación a la composición de nuestro equipo y la actividad realizada
en el área del corazón dentro del hospital general, que en nuestro
caso ha supuesto casi un 5% de los interconsultas de los últimos 10
años, con una cifra total de alrededor de 500 pacientes. Señalamos
también los diferentes motivos de solicitud de nuestra intervención,
así como los diferentes diagnósticos realizados como resultado de
las evaluaciones realizadas.
Como introducción general pretendemos destacar en primer tér-
mino la consideración histórica del corazón como órgano de las
emociones, para posteriormente incidir en la bidireccionalidad
de las relaciones entre los factores orgánicos, psíquicos y compor-
tamentales que caracterizan las enfermedades cardiovasculares
(ECV). La amenaza de muerte inminente o el deterioro progresivo
que causa la ECV suelen ir acompañadas de alteraciones emociona-
les como ansiedad, disforia o depresión, coexistiendo, por otro lado,
el efecto indirecto que el trastorno psiquiátrico puede tener sobre las
conductas de salud y que afectan directamente a la patofisiología de
la ECV: tabaquismo, dieta hiperlipémica, abuso de alcohol, incumpli-
miento de tratamientos, etc. La potenciación “psicológica” de los sín-
tomas y la exacerbación de la fisiopatología de la enfermedad debida
a cuestiones emocionales, vendría representada por la asociación
entre acontecimientos vitales estresantes o síntomas depresivos y la
aparición de la patología o un pronóstico adverso de la ECV.
En la línea anterior es preciso mencionar diferentes trabajos en rela-
ción al estudio de rasgos de personalidad en este tipo de pacientes
(patrón tipo A, neuroticismo, hostilidad, etc.) que ejemplifican una
importante tradición investigadora en este campo y que han apor-
tado datos consistentes sobre la existencia de una relación positiva
entre determinadas disposiciones individuales como factores de
riesgo de la ECV. Presentamos de forma esquemática las aporta-
ciones de los autores más representativos sobre esta cuestión y
seguidamente algunos datos sobre las características socioeconó-
micas asociadas a este tipo de patologías que contribuyen a crear
un perfil concreto de paciente cardiovascular. Al igual que para otro
tipo de enfermedades crónicas, podemos citar también estilos de
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ajuste a la enfermedad más o menos adaptativos: aceptación rea-
lista, dependencia, minimización, respuestas de manipulación o
control de otros, que forman parte del repertorio habitual o “estilos
de enfermar”.
A continuación de estos aspectos introductorios, nos dirigimos más
concretamente a profundizar en las relaciones entre la depresión
y la cardiopatía isquémica (CI). Presentamos datos sobre la preva-
lencia de la depresión en este tipo de sujetos, situándose esta cifra
entre un 15 y un 25 % de las muestras estudiadas por los diferentes
autores. La depresión supone un intenso factor de riesgo, llegando
a triplicar la probabilidad de padecer CI. En otras ocasiones, esta
patología aparece posteriormente al diagnóstico y en estos casos se
convierte en un importante predictor de pronóstico negativo tanto
en relación a la supervivencia como en el mantenimiento de la cali-
dad de vida de los pacientes. Estas alteraciones de ánimo podrían
estar provocadas además de por factores relacionados con el dete-
rioro de la calidad de vida, el sentimiento de amenaza y demás
factores psicosociales, por diferentes mecanismos bioquímicos
relacionados tanto con la propia enfermedad como derivados de
los tratamientos empleados (betabloqueantes o calcioantagonis-
tas y asociación entre ambos). En el caso de pacientes quirúrgicos
se considera que la incidencia de trastornos psiquiátricos posto-
peratorios en la cirugía cardiaca es mayor, el doble según algunos
autores, que en otras intervenciones. Para finalizar este apartado
se presenta un resumen de las conclusiones del estudio realizado en
este hospital dirigido a investigar las relaciones entre la sintomato-
logía depresiva y la cardiopatía isquémica.
Otro importante aspecto tratado en este capítulo es el trasplante
cardíaco (TC). Éste supone un importante reto para los profesio-
nales de la salud mental en el hospital general y muy especialmente
en la U.P.I.E de CHU Juan Canalejo. Presentamos una pequeña
memoria sobre nuestra actividad en la evaluación previa de los
candidatos a trasplante (alrededor de 150 en la última década).
Sin duda el proceso de transplante requiere un gran número de
demandas por parte del paciente, de la familia y de los diferentes
profesionales de la salud. Hemos dividido este proceso en cuatros
momentos: la evaluación psicosocial previa (incluyendo criterios de
exclusión total o relativa), la espera, el postoperatorio, y la etapa de
postrasplante o seguimiento. Detallamos algunos aspectos y tareas
específicas a realizar a lo largo de estas fases así como una refe-
rencia sobre las alteraciones psiquiátricas relacionadas con el uso
de los diferentes tratamientos farmacológicos habituales durante
el proceso de trasplante. El facilitar dicho proceso y compensar las
posibles dificultades emocionales y conductuales se convierte en el
principal objetivo a cumplir por los profesionales de la salud men-
tal, por encima de la simple clasificación de idoneidad o exclusión
del paciente. Completamos este apartado con un esquema sobre
las intervenciones psicofármacológicas de elección durante el pro-
ceso de trasplante y una alusión especial al trasplante cardíaco en
pacientes con trastorno psicótico, como un claro ejemplo de inter-
vención interdisciplicar descrita con anterioridad que permite fle-
xibilizar los criterios de inclusión/exclusión primando las caracte-
rísticas particulares y necesidades de cada caso individual.
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19TRASTORNOS PSIQUIÁTRICOS PERINATALES:
DEPRESIÓN POSTPARTO Y PSICOSIS PUERPERALDavid Simón Lorda.
En estas primeras diapositivas de introducción enmarca-
mos la sintomatología psiquiátrica perinatal en el contexto de
los diagnósticos psiquiátricos (1) (2). Aunque el embarazo se
ha considerado tradicionalmente como un período de relativo
“bienestar” psíquico, sí parece muy demostrado que el puerpe-
rio es un período de especial incidencia de aparición de patolo-
gía psíquica. Las cifras de riesgo para desarrollar un trastorno
psiquiátrico durante el embarazo de 7,1 por 100.000 anual-
mente, frente a los 40,3 por 100.000 del período posparto, que
son claramente más elevados incluso que el riesgo de la pobla-
ción general (35,1 por 100.000). Las pacientes de alto riesgo
(con historia previa de un trastorno afectivo, bipolar o psicosis
puerperal) deben ser monitorizadas estrechamente después del
parto y podría estar indicado administrárseles una medicación
profiláctica (antidepresivos, dosis baja de neurolépticos o de
litio) (3) (4).
El segundo grupo de diapositivas se refiere a la psiquiatría de
enlace en Obstetricia y Ginecología, y la llamada psiquiatría peri-
natal. En ella se describe la misión, objetivos y estructura de un pro-
grama/equipo de psiquiatría de enlace en Obstetricia/Ginecología
(1, 5, 6).
En la tercera parte hacemos referencia a la patología psiquiátrica
perinatal, así como un somero repaso de los principales cuadros
que aparecen (2,7,8,9,10,11).
En el siguiente apartado están dedicadas a la depresión
posparto/postnatal. Aproximadamente del 50% al 75% de las
mujeres experimentan alteraciones menores del humor (Blues
maternal) en la semana siguiente al parto, incluyendo una leve
“elevación” del humor u ondulaciones depresivas. La tristeza
no requiere un tratamiento específico distinto a la confianza y
apoyo sociofamiliar, pero si dura más de dos semanas, debería
descartarse un diagnóstico de trastorno depresivo. En varias
diapositivas repasamos criterios diagnósticos, diagnóstico dife-
rencial, criterios de evaluación así como algunas indicaciones
terapéuticas. Los trastornos depresivos post-natales afectan
entre un 10% y un 15% de las mujeres en edad de gestación.
Existe un riesgo inminente de trastorno depresivo en el mes
siguiente al nacimiento, en comparación con las tasas de inci-
dencia mensuales en mujeres que no se encuentran en gesta-
ción. Las tasas de incidencia son similares en distintas culturas,
a pesar de las variaciones culturales en las costumbres y ritua-
les en torno al nacimiento.
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En consecuencia, el trastorno depresivo post-natal es una de las
complicaciones más comunes de la maternidad y tiene consecuen-
cias severas y adversas a largo plazo para la madre, su familia y el
niño en desarrollo. Hasta ahora, un 50% de los trastornos depresi-
vos post-natales no son detectados (12, 13). Los primeros indicios
de un trastorno depresivo en la madre estarían relacionados con
problemas de comportamiento o fallas en el progreso del bebé. Las
mujeres con trastornos depresivos severos podrían presentar el
riesgo de hacerse daño a sí mismas o a su bebé. Los factores psicoló-
gicos y sociales son importantes conceptos correlativos de los tras-
tornos depresivos post-natales. Las circunstancias concomitantes
más comunes son: problemas en las relaciones parentales tempra-
nas, problemas maritales, situaciones vitales adversas, una historia
familiar o personal de trastornos depresivos, trastornos depresivos
post-natales previos y ambivalencia en cuanto al embarazo.
Los trastornos depresivos post-natales son similares en cuanto a
su significado clínico a los trastornos no psicóticos en términos de
sintomatología, curso, duración y resultado. Como en otros trastor-
nos depresivos los factores culturales podrían influir en los sínto-
mas y sus manifestaciones. La mayoría de los trastornos depresivos
post-natales pueden auto limitarse pero deben ser tratados. Estu-
dios longitudinales muestran que un cuarto de las madres afecta-
das continúan deprimidas aún para el primer cumpleaños del hijo.
Existe una bien fundamentada evidencia de que el trastorno depre-
sivo de una madre tiene efectos adversos en el niño que incluyen:
función cognitiva deficiente, dificultades afectivas y problemas de
comportamiento.
Aquellas mujeres que se encuentren severamente deprimidas, con
alto riesgo de hacerle daño al bebé o a sí mismas, necesitarán apoyo
extra de sus familias, así como de los servicios de salud y podrían
también necesitar ser internadas en un hospital. En algunos paí-
ses existen unidades para la madre y el bebé, donde se garantiza la
seguridad del bebé al tiempo que se facilita la unión entre la madre y
el niño; dichas unidades mejoran los resultados tanto para la madre
como para el niño, aunque esto no ha sido demostrado empírica-
mente (2, 9, 10, 11, 14, 15).
Posteriormente analizamos el cuadro clínico de la psicosis pos-
parto/puerperal. La psicosis post-parto muestra una incidencia de
1:500 a 1:1000 nacimientos vivos en las distintas culturas. Aunque
las psicosis posparto se han estudiado desde los tiempos de Hipó-
crates, hoy por hoy no existe consenso acerca de su nosología y de
su clasificación.
En muchos países europeos se reconoció durante años un sín-
drome puerperal por excelencia, y era la llamada amencia. Se
pensaba que era de origen psicógeno o reactivo, y que ocurría
en mujeres con personalidad inmadura. El término “Amencia”
hace referencia a confusión y/o perplejidad, y viene de la lite-
ratura germana. Históricamente ha sido reconocido como uno
de los tipos de Reacción exógena aguda de Bonhoeffer. Para
muchos autores, la amencia ha sido considerada como el sín-
toma nuclear de las psicosis puerperales, entendidas en el sen-
tido clásico. Cabaleiro Goás (16, 17) incluye la Amencia como
uno de los Síndromes de Reacción Aguda de Bonhoeffer, dentro
de los estados confusionales de la conciencia, De acuerdo con
este concepto clásico de Psicosis puerperales (y haciendo refe-
rencia a que existen cuadros de esquizofrenia, manía y depre-
sión de presentación en el postparto), un autor holandés, Klom-
penhouwer (18) las define como: Cuadro de psicosis confusional
305
19TRASTORNOS PSIQUIÁTRICOS PERINATALES:
DEPRESIÓN POSTPARTO Y PSICOSIS PUERPERAL
que se desarrolla en mujeres sanas en un período de 2 semanas
después del parto.
La mayoría de las pacientes presentan casos severos de psico-
sis dentro de las dos semanas siguientes al parto, con frecuencia
acompañadas de perplejidad o confusión, junto con ideación sui-
cida o infanticida (11, 19).
Finalmente hacemos algunas consideraciones sobre el trata-
miento de estos procesos durante el periodo posparto que obliga a
tener en cuenta que es una fase de posible lactancia por lo que será
necesario valorar los psicofármacos a utilizar. (2, 9, 10, 20, 21, 22).
COMENTARIO FINAL: El embarazo y el parto son acontecimientos
vitales de gran importancia en el desarrollo de los núcleos familia-
res, pero puede ser una etapa de enorme stress y desequilibrio emo-
cional en algunos casos, y debería prestarse particular atención a
aquellas mujeres que tengan antecedentes personales o familiares
de problemas psiquiátricos emocionales, que carezcan de apoyo en
su ambiente, o que sobrelleven acontecimientos estresantes.
Aunque no existen Unidades de Ingreso Psiquiátrico Madre-Hijo en
nuestro país, mediante una cierta flexibilidad y colaboración inter-
servicios es posible adaptarse en una Unidad de Hospitalización
Breve de adultos a las necesidades organizativas y asistenciales que
implican estos casos (2, 23).
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