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ADRIÁN GORELlK . FERNANDA AREAS PEIXOTO COMPILADORES .' , Bogotá Brasilia Buenos Aires Caracas Córdoba La Plata Lima 7 8. /Montevideo 9. Quito IO. Recife 11. Río de Janeiro 12. Salvador B. San Pablo 14. Santiago de Chile \ 1 km O 20 40 60

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ADRIÁN GORELlK . FERNANDA AREAS PEIXOTOCOMPILADORES

.' ,BogotáBrasiliaBuenos AiresCaracasCórdobaLa PlataLima

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8. /Montevideo9. QuitoIO. Recife11. Río de Janeiro12. SalvadorB. San Pablo14. Santiago de Chile

\ 1km O 20 40 60

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IntroducciónCultura y perspectiva urbanaFernanda Areas PeixotoAdrián Gorelik

UNA FIGURA INSPIRADORA

"Arenas culturales": esta fue la figura clave del proyecto dehistoria cultural urbana que dio origen a este libro, como una contrase-ña para sus veinticinco autores, el modo de entenderse en medio de lababel de lenguas (enfoques, disciplinas, registros narrativos) que todoestudio de la ciudad debe al mismo tiempo convocar y conjurar.

Comenzamos apelando, de un modo casi instrumental, a la potenciade esa figura por su capacidad de presentar a la ciudad de manera simul-tánea como lugar de germinación, de experimentación y de combatecultural, pero a poco de andar se fue transformando en un homenajeimplícito a su creador, Richard Morse.' De hecho, el título que finalmen-te escogimos para el libro parafrasea uno de los últimos textos que Morsededicó al tema de las ciudades latinoamericanas: "Ciudades 'periféricas'como arenas culturales", de 1982.2 Allí, Morse pasaba revista a la másreciente literatura de tema urbano -de Marshall Berman y Carl SchorskeaJosé Luis Romero-, para replantear desde un ángulo nuevo ese vínculoestructural entre ciudad y cultura que le había permitido desde el iniciode su trayectoria intelectual comprender de un modo tan original el pro-ceso de la modernidad en América Latina. Por supuesto, lo hacía conesa mirada celebratoria sobre la cultura latinoamericana que tambiénlo caracterizaba: el artículo mencionado termina con una suerte de efu-sión carnavalesca en las playas de Río de Janeiro, colmando la hipótesismorsiana de que las culturas urbanas periféricas son mucho más intensase interesantes que las centrales. Pero no es esa mirada -bastante ajena

1 Debemos agradecer aquí a Carlos A1tamirano, quien, cuando este proyectorecién comenzaba a imaginarse, sugirió la potencialidad de la figura morsianade "arenas culturales" para estructurarlo.

2 Véase Richard Morse yJorge Enrique Hardoy (comps.), Cultura urbana lati-noamericana, Buenos Aires, CLACSO, 1985.

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al espíritu con que los autores de este libro pensamos la cultura urbanalatinoamericana- lo que interesa destacar al rendir homenaje a Morse,sino el extraordinario arsenal de recursos analíticos que, a pesar de ella,supo desplegar para una comprensión histórico-cultural muy sofisticadade las ciudades del continente, las incontables y todavía hoy provocativaspreguntas que nos enseñó a formular.

Ya en fecha tan temprana como 1956, por ejemplo, había subrayado laimportancia decisiva de las fuentes culturales para entender las ciudadesen América Latina: las aproximaciones de artistas, escritores y ensayistas,con su capacidad demiúrgica de nombrar, de modelar la realidad, leparecían a Morse tanto o más esclarecedoras que las encuestas y las es-tadísticas; y para advertir la radicalidad de su pensamiento, su forma derazonar a contracorriente, conviene recordar la centralidad que habíanganado la sociología y la planificación en esos años -seguramente el mo-mento de mayor pretensión normativa del pensamiento social-, relegan-do a los márgenes otras formas de acceso al conocimiento de la ciudad,como las de la tradición ensayística." Pero lo más interesante de ese brevetexto temprano -y quizás la mejor muestra del talante polemista de Mor-se- es que,junto con esta batalla mayor contra las posiciones dominantesen el pensamiento sociourbano, no dejaba de discutir con los pocos quesí daban importancia a la dimensión cultural. Así, analizando un trabajodedicado a las relaciones entre literatura y ciudad, señalaba los límites delos enfoques que ven en la creación artística sólo una cantera de informa-ciones positivas -que reducen, por tanto, la productividad cognoscitivadel arte a sus "temas explícitos", y las fuentes culturales para interpretarla ciudad, a los géneros naturalistas-o Contra ellos, demandaba un aná-lisis interno de la obra de arte capaz de capitalizar la evidencia de queel artista latinoamericano, más allá de sus temas y estilos expresivos, esun producto cabal de la ciudad y, como tal, no puede sino revelarla -ycon ello argumentaba, de paso, a favor de la incorporación como temade estudio de la producción vanguardista, que tanto lo fascinaba-o Esdecir que, para Morse, la cultura urbana cuando se entiende de modorefinado es una calle de dos direcciones: permite una comprensión máscompleja e integral tanto de la ciudad como de la cultura misma o

3 Richard Morse, "La ciudad artificial", en Estudios Americanos, vol. XIII, n" 67-68,Sevilla, abril-mayo de 1957 (comentario a la mesa "Expansión urbana en laAmérica Latina durante el siglo XIX", en la 7la Reunión de la American Histo-rical Association, Saint Louis, 28 al 30 de diciembre de 1956).

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Este es el desafio morsiano que ha quedado acuñado en la fórmula"arenas culturales". Y es la pregunta implícita en ella lo que se buscaretomar aquí: si la vida cultural moderna de América Latina ha tenidosu centro en la ciudad, ¿cuáles de las características específicas de estale han dado a aquella sus marcas singulares? Es decir, ¿en qué medi-da el análisis de la cultura urbana es capaz de iluminar ese proceso deinterpenetración y correspondencia entre ciudad y cultura? ¿Es posiblereconocer momentos determinantes en algunas ciudades en los que esarelación haya sido especialmente productiva? Como se puede apreciar,no es de una "historia urbana" de esos momentos de donde saldrán lasrespuestas que esta pregunta suscita, sino de la posibilidad de darle unaperspectiva urbana a la historia cultural, poniendo en evidencia aquellosepisodios de la vida intelectual, artística o cultural en que la ciudad y susrepresentaciones han intensificado su mutua activación.

UN CAMPO DE EXPERIMENTACIÓN

Como un paso en esta dirección, este libro es el resultado de un proyectoque coordinó el trabajo de un grupo de estudiosos de varias ciudadessudamericanas y diferentes proveniencias disciplinares (historia cultu-ral, historia de la arquitectura, antropología, sociología, crítica literaria,estudios culturales), reunidos por la común sensibilidad hacia las múl-tiples dimensiones de la vida urbana." Durante tres años de debate einvestigación, el grupo seleccionó una serie de ciudades sudamericanasy una serie de momentos clave en ellas, pero dejó librado a las orienta-ciones temáticas y estilísticas de cada integrante el tipo de objeto culturalsobre el cual centrarse y el modo de hacerlo, justamente porque uno

4 El proyecto fue posible gracias al apoyo financiero y logístico brindadopor la Universidad Nacional de Quilmes. Funcionó mediante un ConsejoAcadémico integrado por Anahi Ballent,]orge Myers, Maria Atice Rezendede Carvalho y los dos compilado res del libro. En las diferentes reuniones detrabajo y discusión realizadas en Buenos Aires y San Pablo, se contó con laproductiva participación del conjunto de integrantes del Centro de HistoriaIntelectual de la Universidad Nacional de Quilmes y del grupo ASA -artes,saberes, antropología- de la Universidade de Sáo Paulo. También fueronmuy importantes los aportes de Mauricio Tenorio Trillo y Rafael Rojas en lasprimeras formulaciones del proyecto, poniendo un horizonte en las regionesmás al norte de América Latina que sabemos que será retornado.

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de los principales objetivos fue explorar el elenco más rico y variado deenfoques posibles, proponiéndose no sólo como una serie de estudios decultura urbana, sino como un campo de experimentación de las perspec-tivas analíticas disponibles para practicada.

De allí la heterogeneidad de recortes y recorridos que pueden encon-trarse en los diversos capítulos del volumen, lo que quizá constituya labase de su vitalidad narrativa y analítica. En algunos casos, el foco estápuesto en momentos emblemáticos, como el año 1918 en Córdoba, paraentender qué ciudad posibilitó el movimiento de la reforma universitariaasí como qué ciudad existía más allá de él; o el 48 bogotano, el cataclis-mo político que se convirtió en profecía autocumplida de un modernis-mo cultural que quería rehacer la ciudad desde sus escombros. En otroscasos, el relato se centra en fragmentos espaciales: a veces un edificio,como el Martinelli en San Pablo, condensador de las representacionessociales de una ciudad en vertiginoso proceso de transformación; a vecesuna calle, como la Rua do Ouvidor en Río de ]aneiro, memoria de unabohemia carioca que prosperó en la mezcla social y racial puesta en crisispor el proyecto modernizador de comienzos del siglo XX, o la avenidaPaulista, que en ese mismo momento se convertía en escenario de repre-sentación social y urbana de las élites inmigrantes en San Pablo; a vecesun barrio, como Copacabana, el balneario que llegó a identificarse conRío de ]aneiro en su proyección internacional, combinando de maneraaudaz modernidad, cosmopolitismo y sentido de la nacionalidad; o comoel Abasto en Buenos Aires y el Bexiga en San Pablo, barrios que a travésdel prisma de instituciones culturales (el Bafici y el Teatro Oficina, res-pectivamente) muestran las relaciones conflictivas entre fuerzas locales,movimientos culturales y programas de reforma urbana. En otros casos,se recorren los circuitos intelectuales, como el de los escritores bohemiosen la Buenos Aires del 1900, para quienes la ciudad era al mismo tiempouna condición de posibilidad y una amenaza hostil por su irremediablecarácter fenicio; o el de los movimientos feministas y reformadores enLa Plata de 1920, la ciudad que parecía haber sido programada para losensayos del progreso social; o el de los grupos literarios de Montevideoen esos mismos años, que alimentaban la exaltación de una metrópoliorgullosa de su dinamismo.

Se analizan producciones letradas, como las crónicas que en la dé-cada de 1950 tentaban la difícil alianza de tradición y cambio en Salva-dor, o las obras de teatro que en el San Pablo radicalizado de los añossesenta interpelaban a los nuevos sujetos urbanos; producciones de lacultura masiva, como las telenovelas que rehicieron en los últimos años

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el imaginario social sobre la favela en Río de ]aneiro; e incluso el léxicoy el movimiento de las calles, como el lunfardo en Buenos Aires, queen las décadas de 1920 y 1930 pretendió la paradójica defensa de una"mezcla originaria" como esencia inmutable para una ciudad en tránsi-to, o los trajines del mundo popular, indígena y mestizo en la Quito delos años cuarenta y cincuenta, que abrían desde abajo espacios inéditosde vida moderna. Y también se examinan programas gubernamentales,institucionales y urbanísticos, como los del general Pérez ]iménez enCaracas, que buscaban imponer una sensación de aceleración del tiem-po histórico, en que la ciudad se sincronizara de un salto con la con-temporaneidad, o el caso paradigmático de la Brasilia de Kubitschek,visto a través de las reacciones intelectuales ante la implantación deuna ciudad modernista en el sertón, o los proyectos que convierten aSantiago de Chile a finales de los años sesenta en "capital de la izquier-da", entre el reformismo democratacristiano y el experimento radicalde la Unidad Popular.

Estos son sólo algunos de los enfoques ensayados en la tentativa decapturar las relaciones íntimas e inextricables entre ciudad y cultura.Ciudad considerada a través de una pluralidad de formas y escalas: ciu-dades portuarias e interiores, antiguas y nuevas, metrópolis regionales ycentros provincianos; cultura pensada desde una concepción ampliada,que no se reduce a las elaboraciones "cultas", sino que incluye tambiénlas creaciones "populares" o de la industria cultural.

La organización cronológica que el índice del libro propone, sus ca-pítulos encadenados por períodos, no supone un compromiso con laconstrucción de un relato histórico articulado, sino que busca pensarla producción cultural en estrecha consonancia con los ritmos y las tex-turas urbanas de cada época. Leídos en ese orden -de los "laboratoriosurbanos" de entresiglos a los "espectáculos urbanos" de los años 1990y 2000-, es posible componer, en la larga duración, la vida cultural alsur del continente con el auxilio de marcos temporales decisivos en lahistoria de los países que lo integran: los períodos de crisis o de recu-peración económica, las posguerras, los gobiernos dictatoriales o lasaperturas democráticas. Pero ese filo diacrónico -por momentos, inclu-so, éoénementielle- es sistemáticamente perturbado, sea por saltos tem-porales en el interior de los ensayos, sea por las relaciones de afinidadque se establecen entre ciudades alejadas en el tiempo y en el espacio,en función de ciertos temas y perspectivas. En otros términos, la líneahorizontal de las sucesiones que define el orden de presentación de lostextos es atravesada por otras, verticales y transversales, proyectadas por

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comparaciones variadas que los ensayos sugieren al lector, incitándoloa moverse en diversas direcciones: una ciudad termina por funcionarcomo espejo a través del cual otra se presenta en nuevos ángulos, trans-formada y desplazada.

Como se ha podido advertir a través de la enumeración parcial de te-mas y enfoques que realizamos, los análisis aquí reunidos ofrecen un am-plio abanico de cuestiones, pero podría decirse que todos se despliegana partir del examen de procesos de modernización específicos. Proyectosmodernos de diverso calibre, forjados a partir de diferentes inspiracio-nes, animan debates intelectuales, formulaciones artísticas y programaspolíticos, marcando el paisaje social, cultural y material de las urbes delsur del continente. Experimentaciones modernas testeadas en distintasciudades, que nacen y se modifican en función de la apropiación de mo-delos foráneos, en procesos que gestan tanto creaciones inéditas comofracturas, incongruencias, conflictos.

En este sentido, no parece exagerado afirmar que todos los ensayoslidian con nacimientos, más o menos traumáticos, de lo moderno; naci-mientos (y renacimientos) que alumbran una convivencia tensa y perma-nente entre las dicciones locales (que ganan nombres como "tradición","cultura popular" o "cultura mestiza") y la racionalidad de los proyectosreformadores (políticos, educacionales, urbanos), que imponen nue-vos ordenamientos sociales, espaciales y simbólicos, y que encuentrantraducción en cuestiones como la constitución de la ciudadanía y delespacio público moderno. Ensayos de modernidad y modernizaciónque coinciden, no por azar, con ciclos de conflictos y disputas entre pro-gresistas y conservadores, entre nacionales y extranjeros, entre nuevasy viejas élites, entre burgueses y obreros (dualidad siempre perturbadapor esas tan urbanas e inasibles clases medias). Tales experimentos car-gan también, e invariablemente, con embates entre utopías modernistase idealizaciones antimodernas, que, lejos de oponerse, conviven, unasalimentando a las otras: la ciudad de la infancia, como en el caso dela Recife de Gilberto Freyre, que mezcla historia social y autobiografíapara iluminar un pasado que se quiere vivo; la ciudad de los márgeneso del "pueblo", como en el caso de las representaciones intelectuales yartísticas de la villa miseria en Buenos Aires y de la barriada en Lima enla larga década de 1960, blanco de denuncia a la vez que tema inspiradorpara múltiples creaciones; e incluso la anticiudad, el campo, que, en losimaginarios disidentes uruguayos, nacionalistas y de izquierda, va a bus-car oponer un interior auténtico y americano al predominio tradicionalde una Montevideo europeísta.

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Los laboratorios, las escenas y los espectáculos urbanos que estos ensa-yos ofrecen al lector se alejan de las totalizaciones panorámicas que danla ilusión de abarcar universos completos. Al contrario, cada uno de lostextos propone experiencias con materiales específicos, que ponen enevidencia prácticas particulares (de intelectuales, militantes, artistas, odel sinfín de figuras errantes de la ciudad), que al erigir sus artefactospermanentes o efímeros (arquitectónicos, fílmicos, literarios, periodísti-cos) dejan impresas sus marcas en los espacios urbanos, definiendo luga-res y formas de sociabilidad y, así, redefiniendo las ciudades y la imagi-nación sobre ellas. Asimismo, las geografías materiales y simbólicas queestas páginas trazan se encuentran ritmadas por euforias utópicas yevo-caciones melancólicas, sentimientos mezclados y ambivalentes insepara-bles de los paisajes urbanos modernos, sistemáticamente interpeladospor sus "otros" (campos o sertones, aldeas o pueblos, indios o paisanos)que exigen nuevos lenguajes y categorías para describirlos.

UNA SITUACIÓN DE IMPASSE

Estas son nuestras arenas culturales sudamericanas, que si buscan inspi-ración en Morse no es sólo porque su obra aliente una constante amplia-ción de los horizontes temáticos y metodológicos, sino porque tambiénsupone una colocación reflexiva dentro de la tradición de estudios sobrela ciudad en América Latina, que consideramos en una situación de im-passe. En los años ochenta terminó la preeminencia de las visiones plani-ficadoras que habían dominado todo el ciclo de despliegue de los estu-dios urbanos latinoamericanos en las décadas anteriores, como resultadode un "giro cultural" que instaló entre nosotros muchas de las formascomplejas de pensar la ciudad que Morse había intentado aplicar hastaentonces casi solitariamente. Pero estas formas novedosas de entender lacultura urbana supusieron, por su parte, un repliegue monográfico sobreciudades específicas, abandonando el marco comparativo latinoamerica-no que los estudios urbanos anteriores se habían propuesto construir.

La propia coyuntura en que aparece el texto de Morse que inspirael nombre de nuestro libro subraya la colocación muy particular de suinflujo, a caballo de dos épocas: fue presentado como ponencia en unade las últimas reuniones de aquella institución clave de la trama latinoa-mericana de pensamiento urbano de los años sesenta y setenta que elpropio Morse, junto con figuras como Jorge Enrique Hardoy o Richard

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Schaedel, había contribuido a conformar, el "Simposio sobre la urbani-zación en América Latina desde sus orígenes hasta nuestros días"." Esaedición de 1982 se había dedicado a la "Cultura urbana latinoamerica-na", y mostraba ya en el título la sensibilidad para sintonizar el cambio deintereses que se estaba produciendo; y es muy significativo, en este sen-tido, que junto con el texto de Morse se haya presentado allí la primeraversión de La ciudad letrada, la obra con que Ángel Rama arriesgó quizásel último enfoque de ambición latinoamericanista, pero que rápidamen-te se convertiría en uno de los puntos de referencia del giro cultural quese iniciaba."

Pero si el título de aquella reunión anunciaba un cambio de programapara la red latinoamericana de pensamiento urbano, lo cierto es que losnuevos enfoques se desarrollaron por fuera de ella -al margen y en rup-tura-, comenzando por las nuevas disciplinas que ganaron preeminen-cia: frente a la sociología y la planificación que marcaron la formaciónde esa red, ahora pasaban al primer plano la crítica literaria, la historiacultural, la comunicación, la antropología. Y si bien Morse quedó,juntocon Rama yJosé Luis Romero, como antecedente del "giro cultural", ladimensión latinoamericana de la cuestión urbana que había guiado sutrabajo no volvió a retomarse. ¿Será posible hacerlo ahora, beneficián-dose de las buenas razones que asistieron a los estudios monográficosy de la nueva etapa en el conocimiento de las ciudades y las culturasurbanas del continente que estos han abierto? Porque es indudable queesta camada de estudios culturales sobre ciudades singulares ha sentadopresupuestos mucho más sólidos, generando la demanda de una nuevainstancia de reflexión de escala latinoamericana y, por lo tanto, la posi-bilidad de reevaluar las mismas tradiciones de pensamiento con las queellos habían roto.

5 La primera edición del simposio se había llevado a cabo en 1966, comosesión especial del Congreso Internacional de Americanistas que se reuníaese año en Mar del Plata, y continuó realizándose bienalmente junto con elCongreso hasta su edición de 1982. A partir de ese momento se hicieron unpar de reuniones más, pero ya fuera de ese contexto institucional, mostrandoel declive de la red de estudios urbanos latinoamericanos de los cuales elsimposio era al mismo tiempo impulso y expresión. Puede encontrarse unasinopsis de los simposios hasta 1978 en Richard Schaedel, Jorge Hardoy yNora Scott Kinzer (comps.), Ihbanization in the Americas from us Beginnings tothe Present, París, La Haya, Mouton Publishers, 1978, que incluye una selec-ción de los trabajos presentados desde 1966.

6 Véase "La ciudad letrada", en R. Morse yJ. E. Hardoy (comps.), Culturaurbana latinoamericana, ob. cit.

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Esta demanda no puede ser satisfecha, desde luego, con un salto vo-luntarista por sobre las propias condiciones en que el trabajo académi-co e intelectual se realiza en nuestro tiempo -es decir, en marcos casiestrictamente monográficos-. Por eso hemos restringido el alcance deeste libro a las ciudades sudamericanas, es decir, a la región en la que yahemos podido tender lazos sólidos de interlocución y trabajo colectivo.Porque no se trató sólo de reunir un conjunto de buenos trabajos sobreculturas urbanas, sino de poner en comunicación productiva a un grupode estudiosos conscientes de esos límites pero con disposición a realizarun esfuerzo común por trazar, desde los estudios puntuales, un estadiodiferente de la interrogación, buscando nuevas formas de convocar laactitud comparativa. La ambición de la tarea consistió, así, en identificarcontrastes y coincidencias que hicieran asomar constantes y peculiarida-des, que permitieran identificar escalas, regiones, líneas de conectividadcultural entre diferentes ciudades, como un suelo abonado colectiva-mente para una reflexión sobre las culturas urbanas de América Latina.