Aproximaciones Al Concepto Teológico Del Milenarismo

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  • 5/23/2018 Aproximaciones Al Concepto Teol gico Del Milenarismo

    Aproximaciones al concepto teolgico del Milenarismo,1

    Aproximaciones al concepto teolgico delMilenarismo

    por Fernando Ezquerra Lapetra, del Grupo Ailbe, equipo de investigacin

    medieval adscrito a la institucin Crculo Romnico.

    Abstracto: El objetivo principal de este artculo es slo uno, dar a conocer

    de una forma didctica, amena y sencilla el concepto teolgico conocido como

    Milenarismo. Por este motivo, el presente estudio se estructura como un anlisis

    descriptivo que se acompaa, al final de su desarrollo, de una bibliografa general

    y bsica sobre el tema.

    Abstract: The main objective of this article is only one, to present a

    didactic, entertaining and simple theological concept known as Millennialism. For

    this reason, this study is structured as a descriptive analysis that accompanies the

    end of its development, a general and basic literature on the subject.

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    Aproximaciones al concepto teolgico del Milenarismo,2

    El objetivo principal de este artculo es slo uno, dar a

    conocer de una forma didctica, amena y sencilla el concepto

    teolgico conocido como Milenarismo. Por este motivo, el

    presente estudio se estructura como un anlisis descriptivo que se

    acompaa, al final de su desarrollo, de una bibliografa general y

    bsica sobre el tema. De hecho, es un escrito pensado para todas

    aquellas personas que se presentan ante este contenido por

    primera vez. Adems, se ilustra con una serie de imgenes,

    tomadas todas ellas del arte romnico por dos motivos: sepublicar en una pgina especializada y la fecha de 1215, el IV

    Concilio de Letrn, ser el lmite temporal en el que se concluir

    su desarrollo.

    Desde su orgenes, el cristianismo se fundament como una

    religin de la esperanza, ya que se basaba en el cumplimiento de

    una promesa, la de un Dios, Yahv, que haba prometido que

    enviara un Mesas. En Jess de Nazaret, la Iglesia primitiva

    encontr ese enviado de Dios. De hecho, en l, vio al Hijo de Dios

    y, en su nacimiento, encontr su primera venida, la de la carne.

    La Encarnacin del Hijo de Dios constituy para los

    cristianos la primera venida de Cristo; sin embargo, haba

    muerto, resucitado y ascendido a los cielos dejando claro en sus

    palabras que regresara en una segunda venida gloriosa. Por esta

    razn, la Iglesia primitiva empez a basar su idea de un segundo

    regreso o Parusa de Jess en citas como la siguiente tomada del

    evangelio de San Juan:"Y cuando haya ido y os haya preparado

    un lugar, volver y os tomar conmigo"(XIV,3). Rpidamente, la

    Iglesia primitiva tom partido y asoci esta idea tanto con el fin

    del mundo como con la idea de una resurreccin y posterior juicio

    final.

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    Es cierto que algunas de las primeras voces presentaron esa

    segunda venida como algo inminente, caso del evangelio de San

    Juan y de alguna carta de San Pablo:

    En verdad, enverdad os digo: llega lahora (ya estamos enella), en que losmuertos oirn la voz delHijo de Dios, y los que laoigan vivirn. Porque,como el Padre tiene vidaen s mismo, as

    tambin le ha dado alHijo tener vida en smismo, y le ha dadopoder para juzgar,porque es Hijo delhombre. No os extraisde esto: llega la hora enque todos los que estnen los sepulcros oirn suvoz y saldrn los quehayan hecho el bienpara una resurreccinde vida, y los que hayanhecho el mal, para unaresurreccin de juicio.(Jn. V, 25-29)

    Hermanos, no queremos que estis en la ignoranciarespecto de los muertos, para que no os entristezcis como losdems, que no tienen esperanza. Porque si creemos que Jessmuri y que resucit, de la misma manera Dios llevar consigo a

    quienes murieron en Jess. Os decimos eso como Palabra desSeor: Nosotros, los que vivamos, los que quedemos hasta laVenida del Seor no nos adelantaremos a los que murieron. ElSeor mismo, a la orden dada por la voz de un arcngel y por latrompeta de Dios, bajar del cielo, y los que murieron en Cristoresucitarn en primer lugar. Despus nosotros, los que vivamos,los que quedemos, seremos arrebatados en nubes, junto conellos, al encuentro del Seor en los aires. Y as estaremos siemprecon el Seor. Consolaos, pues, mutuamente con estas palabras.(1 Tes. IV,13-18)

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    Sin embargo, poco a poco, la esperanza en una segunda

    venida inminente de Cristo empieza a enfriarse y as se recoge en

    la misma teologa de San Pablo:

    Por lo que respecta a la Venida de nuestro Seor Jesucristoy a nuestra reunin con l, os rogamos, hermanos, que no osdejis alterar tan fcilmente en vuestro nimo, ni os alarmis poralguna manifestacin del Espritu, por algunas palabras o poralguna carta presentada como nuestra, que os haga suponer queest inminente el Da del Seor. Que nadie os engae de ningunamanera.(2. Tes. II, 1-3)

    De hecho, en los Hechos de los Apstoles, en el episodio de

    la Ascensin, el mismo Cristo advierte a sus discpulos acerca dela imposibilidad que tienen los hombres de conocer la fecha

    temporal de la instauracin de su reino:

    Los que estaban reunidos le preguntaron: "Seor, es eneste momento cuando vas a restablecer el Reino de Israel?" El lescontest: "A vosotros no os toca conocer el tiempo y el momentoque ha fijado el Padre con su autoridad, sino que recibiris lafuerza del Espritu Santo, que vendr sobre vosotros, y seris mistestigos en Jerusaln, en toda Judea y Samaria, y hasta losconfines de la tierra."(Act. I 6-8)

    Del mismo modo, tampoco en los evangelios sinpticos se da

    una informacin precisa sobre el momento de esta Parusa (Mc

    13; Mt. 24; Lc 17; 21). Por eso, en la Iglesia primitiva naci la

    necesidad del velad, del estar siempre preparados y vigilantes

    ante el da del Seor: Velad, pues, porque no sabis qu da

    vendr vuestro Seor. (Mt. XXIV, 42); Velad, pues, porque no

    sabis ni el da ni la hora. (Mt. XXV, 13)

    Los cristianos tenan que estar atentos ante los signos o

    seales que les indicaran la proximidad de esta segunda venida

    de Cristo, su nueva epifana o manifestacin gloriosa. Unas

    seales que, en s mismas, acaban constituyendo un ciclo:

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    Se enfriar la fe, tal y como loanuncian los versculos 7 y 8 del

    captulo XVIII del evangelio de

    San Lucas: Y Dios, no har

    justicia a sus elegidos, que estn

    clamando a l da y noche, y les

    hace esperar? Os digo que les

    har justicia pronto. Pero,

    cuando el Hijo del hombre venga,encontrar la fe sobre la tierra?"

    Aparecer el Anticristo, tal ycomo San Pablo seal en el

    versculo 4 del captulo II de su

    segunda carta a los

    Tesalonicenses: Primero tiene

    que venir la apostasa ymanifestarse el Hombre impo, el

    Hijo de perdicin, el Adversario.

    Aunque, segn el versculo 3 del

    captulo IV de la primer carta de

    San Juan, el anticristo ya estaba

    presente en el mundo: Y todo

    espritu que no confiesa a Jess,no es de Dios; ese es el del

    Anticristo. El cual habis odo que

    iba a venir; pues bien, ya est en

    el mundo.

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    Se convertirn lasnaciones paganas y el

    pueblo judo, porque

    segn el versculo 28 delcaptulo tercero de la

    carta de San Pablo a los

    Glatas: Ya no hay judoni griego; ni esclavo ni

    libre; ni hombre ni mujer,

    ya que todos vosotros

    sois uno en Cristo Jess.

    Sin embargo, el concepto de

    la segunda venida gloriosa de

    Cristo se enriquece con un

    fragmento clave en el desarrollo

    del texto del libro del

    Apocalipsiso de la Revelacin de Juan, el nico libro de carcterproftico admitido en el canon del Nuevo Testamento y adscrito al

    gnero literario apocalptico. Como perteneciente a este gnero,

    el Apocalipsis es la continuacin natural de un grupo de libros

    que, ante el sufrimiento del pueblo judo, ponan su esperanza en

    la intervencin salvadora de un Mesas prometido y enviado por

    Yahv. No obstante y como se est comentando, al haber

    identificado los cristianos al Mesas prometido a Israel en la figuray persona de Jess de Nazaret, el desarrollo del libro del

    Apocalipsis de San Juan centra su esperanza en la segunda

    venida gloriosa de Cristo. Tambin conviene recordar que esta

    literatura apocalptica surgi, entre los siglos II aC. y II dC., en un

    determinado contexto cultural, el helnico-romano. Tampoco

    debe olvidarse que se caracteriza por la utilizacin de una

    compleja simbologa. En este contexto, surgi el siguiente

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    fragmento del Apocalipsisde San Juan en el que se identifica de

    forma clara el concepto teolgico conocido como Milenarismo:

    Luego vi a un

    ngel que bajaba del cieloy tena en su mano lallave del Abismo y unagran cadena. Domin alDragn, la Serpienteantigua - que es el Diabloy Satans - y lo encadenpor mil aos. Lo arroj alAbismo, lo encerr y pusoencima los sellos, para

    que no seduzca ms a lasnaciones hasta que secumplan los mil aos.Despus tiene que sersoltado por poco tiempo.Luego vi unos tronos, y sesentaron en ellos, y se lesdio el poder de juzgar; vitambin las almas de losque fueron decapitados

    por el testimonio de Jessy la Palabra de Dios, y atodos los que no adorarona la Bestia ni a suimagen, y no aceptaron lamarca en su frente o ensu mano; revivieron yreinaron con Cristo mil

    aos. Los dems muertos no revivieron hasta que se acabaron losmil aos. Es la primera resurreccin. Dichoso y santo el que

    participa en la primera resurreccin; la segunda muerte no tienepoder sobre stos, sino que sern Sacerdotes de Dios y de Cristoy reinarn con l mil aos.(Ap. XX, 1-6)

    Despus de una segunda venida o Parusa y del triunfo contra

    el Anticristo, el texto habla, primero en pasado y despus en futuro,

    de un reinado de Cristo que se desarrollar durante 1.000 aos: y

    reinaron con Cristo mil aos; sern Sacerdotes de Dios y de Cristo

    y reinarn con l mil aos.Qu poda significar esta reinado de mil

    aos de Cristo? Quines sern los que reinarn mil aos con Cristo?

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    Y lo ms importante, de qu naturaleza ser este reinado de Cristo?

    Desde el principio, hubo pensadores que se acogieron a la idea de

    que este reino tendra que ser terrenal y material. Adems,

    aceptaron la disposicin temporal de un milenio, mil aos, sinpreguntarse por el posible valor simblico de este nmero. Este

    reinado glorioso de Cristo se iniciara despus de su segunda venida

    y concluira el da del juicio final.

    Si se analiza el texto, este proceso temporal se puede dividir y

    reducir a tres grandes etapas:

    1.Segunda venida de Cristo, primer juicio y primera resurreccin,slo la de los hombres santos ya muertos.

    2. Se instaura el reino terrenal de Cristo con los que hansobrevivido a la tribulacin del Anticristo y con los santos

    resucitados.

    3. Finaliza el reino temporal de Cristo, se produce la segundaresurreccin. Es el momento del juicio final, el de los castigos y

    premios eternos.

    Sin embargo, este pasaje del libro del Apocalipsisse convirti en

    problemtico. Cmo articular este milenarismo en la escatologa

    cristiana si, adems, esta teora acerca del ms all llevaba implcita

    la idea de un final inminente de los tiempos? Cmo encajar, en el

    plan salvfico de Dios, los conceptos de la muerte, la resurreccin, el

    juicio final y la consumacin del mundo con una profeca apocalpticaque afirmaba la existencia real de un reino terrenal perfecto de mil

    aos? Como se ha sealado, siguiendo el planteamiento de la

    literatura apocalptica juda, el libro de la Revelacin de Juan,

    propona sin lugar a dudas un nuevo concepto teolgico: la existencia

    de un reino mesinico que deba durar mil aos antes de la llegada

    del da del juicio final. Aunque el helenismo cristiano quiso

    mantenerse al margen de este milenarismo de raz apocalptica juda,lo cierto es que, siguiendo la profecas judas y la visin del Libro de

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    Daniel, en el cristianismo primitivo, empezaron a circular ideas

    milenaristas.

    En concreto, ser alrededor del

    siglo II dC cuando se produzcan las

    primeras interpretaciones milenaristas

    dentro del seno de la Iglesia. Sin

    embargo, algunos de los autores que

    sostienen este pensamiento acabarn

    apartndose de la doctrina oficial y no

    slo sern, formalmente, rechazadossino que tambin sus ideas sern

    doctrinalmente combatidas. Este ser

    el caso de Cerinto y su llamado

    milenarismo craso o carnal, ya que

    sostuvo que el reinado material de

    Cristo sera como una especie de

    fiesta o banquete nupcial en la que seproduciran todos los placeres,

    incluidos los de la carne. Un siglo ms

    tarde, ya en el III dC, Tertuliano

    afirm la creencia de la promesa de un reino terrenal, anterior al

    celestial, a desarrollarse en la ciudad de Jerusaln. En este reino, los

    santos resucitados gozarn de un descanso en el lugar en el que

    antes haban sido afligidos en nombre de Dios. Posteriormente, loshombres que superasen el juicio final, regresaran a su condicin

    angelical para vivir eternamente en el reino de los cielos. Por otra

    parte, en esta misma lnea espiritualista, San Irineo de Lyn esboz

    su milenarismo como una recompensa primera a los justos que

    gozarn de una verdadera felicidad terrenal despus de la llegada del

    Anticristo. Para San Irineo, los justos reinarn en la tierra despus de

    haber resucitado realmente. Ya en el siglo IV dC, Nepos, obispo de

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    Arsinoe, acabar vinculando el milenarismo al judasmo proponiendo

    que los justos volveran a adoptar la ley de Moiss, con la vuelta a la

    circuncisin y a la prctica de los sacrificios en el templo de

    Jerusaln.

    Sin embargo, ser San Agustn el que acabara formulando la base

    del nuevo pensar milenarista. En un primer momento, el propio San

    Agustn acab aceptando la idea de la doble resurreccin e incluso

    lleg a pensar en el reino de los 1.000 aos como un perodo

    escatolgico intermedio, aunque alejado de toda interpretacin

    materialista. De esta manera, San Agustn, siguiendo lainterpretacin literal del pasaje del Apocalipsis (XX, 1-6), distingua

    tres perodos en la historia de la humanidad:

    1. Seis das, correspondientes con las seis edades de la creacin,seis mil aos.

    2. Un sptimo da, el del milenio, concebido como un da dedescaso o de reposo de los santos resucitados en la Tierra.

    3. Un octavo da, el de despus del fin del mundo, el de la vidanueva y eterna.

    Posteriormente, San Agustn cambi su manera de pensar el

    milenarismo, dndole un valor simblico al nmero de los mil aos e

    identificndolo como el tiempo de la Iglesia terrenal. Es ms, acab

    formulando el progreso de este tiempo, indicando que haba

    empezado a desarrollarse en el momento la Encarnacin de Cristo,

    teniendo uno de sus momentos claves en la irrupcin del Espritu

    Santo en la vida de los Apstoles, el momento oficial del nacimiento

    de la Iglesia terrenal. Adems, claro est, formul que se concluira

    con la nueva llegada de Cristo, en su segunda venida gloriosa o

    Parusa. De hecho, esta nueva interpretacin alegrica y no literal del

    pasaje delApocalipsisrealizada por San Agustn es la que ha llegadohasta nuestros das en el seno de la Iglesia catlica. Para realizar esta

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    interpretacin alegrica, San Agustn contaba con el siguiente pasaje

    de la II Carta de San Pedro: Mas una cosa no podis ignorar,

    queridos: que ante el Seor un da es como mil aos y, mil aos,

    como un da. (II Pe. III,8)

    Esta interpretacin alegrica del

    milenio propuesta por San Agustn

    supuso el rechazo y posterior

    apartamiento del milenarismo de la

    enseanza oficial de la Iglesia. No

    obstante, la explicacin de lasedades del mundo del propio San

    Agustn ya haba dejado poso. San

    Isidoro de Sevilla, en sus

    Etimologas, crey que la edad del

    mundo rondaba ya cerca de los

    6.000 aos. Por eso, no es de

    extraar que algunos autoresempezaran a hablar del ao 800

    como el verdadero ao 1.000.

    Estas ideas acerca de la esperanza generalizada en un prximo fin

    harn que vuelva a aflorar la literatura de carcter apocalptico uno

    de cuyos mximos exponentes ser el Comentario al Apocalipsis (s.

    VII) del monje Beato de Libana. No obstante, si el cmputo

    temporal se realizaba siguiendo el mtodo AB INCARNATIONE, el ao1.000 todava tena que llegar o, si se realizaba, a partir de la muerte

    de Cristo, el ao fatdico sera el 1.033. Ahora bien, antes de

    proseguir, se tiene que recordar que, en las diferentes regiones

    europeas, la manera de contar el tiempo era diferente y, por lo tanto,

    su exactitud oscilaba.

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    Aproximaciones al concepto teolgico del Milenarismo,12

    Por todo esto y a juzgar por la nueva revisin de la historia, los

    llamados terrores del ao 1.000 no fueron tales. Parece ser que nos

    encontramos ms ante una serie de procesos locales que ante una

    idea de un posible cataclismoglobal. Aunque, tambin es

    cierto que estos sucesos bien

    pudieron ser utilizados en

    beneficio propio por parte del

    clero para proponer una visin

    apocalptica y catastrfica de la

    poca. No obstante, la realidadparece ser que fue otra y que

    tuvo que ver con el estado del

    clero y con su manera de vivir la

    fe. No se debe olvidar que la

    propia Iglesia acab necesitando

    una reforma, la gregoriana.

    Adems, tambin llama la

    atencin el silencio guardado en

    la documentacin oficial de la

    Iglesia a la existencia de un

    ambiente apocalptico previo a

    un posible milenarismo. De

    hecho, segn la historiografa,

    en las bulas pontificias y otros documentos afines, no existen

    referencias directas a un posible miedo apocalptico a la altura del

    ao 1.000.

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    Aproximaciones al concepto teolgico del Milenarismo,13

    Pero, es evidente que las cosas cambiaron. A finales del siglo XI,

    la reforma gregoriana llen Europa de templo romnicos y, con ellos,

    aparecieron plasmados de forma iconogrfica una serie constante de

    temas apocalpticos.

    La escena del Juicio Final pas a presidir ms de un tmpano de

    alguna importante catedral, colegiata e incluso simples templos

    parroquiales. Ahora, las piedras adquirieron una funcin didctica y,

    fundamentalmente, catequtica para todos aquellos que no saban

    leer. Qu haba pasado? Parece ser que, en las esculturas y pinturas

    de los templos, se utilizaron las imgenes apocalpticas no slo con

    un fin catequtico sino tambin como un recurso social y poltico

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    Aproximaciones al concepto teolgico del Milenarismo,14

    concebido para provocar el miedo y controlar al pueblo. El pueblo

    saba identificar el bien y el mal en aquellas imgenes

    proporcionadas, en su mayor parte, a travs de la teologa del libro

    del Apocalipsis. Sin embargo, no se debe olvidar que esta reformagregoriana no trajo solamente un cambio en la manera de catequizar,

    dirigir y controlar al pueblo, tambin supuso un impulso nuevo en la

    vida religiosa del clero. De hecho, fue entonces cuando muchos

    cannigos se acogieron a la Regla de San Agustn para vivir en

    comn, en fraternidad, el ideal de la vida apostlica. Tambin

    conviene recordar que los viajes a los grandes centros de

    peregrinacin se impusieron como una manera de fortalecer la fe detodos, sin distincin de clases sociales. Pero tampoco debe ignorarse

    que, a pesar de la primera luz intelectual que, en el siglo XII,

    supusieron las grandes y clebres Escuelas catedralicias como Pars y

    Chartres, por estos aos, al margen de las herejas, aparecieron las

    figuras de guas espirituales peregrinos y de profetas que condujeron

    al pueblo a la creencia de la necesidad de la lucha contra el ejrcito

    del Anticristo, personalizado en el Islam. Fruto de este pensar con un

    regusto milenarista sern las dos primeras cruzadas a Tierra Santa,

    en 1096 y en 1145. Y, precisamente, ser , en este nuevo contexto

    social y religioso, en el que apareci la figura del abad calabrese

    Joaqun de Fiore (1149-1202).

    Como se ha indicado, por aquellos aos y de forma sincera, en el

    seno de la misma Iglesia romana, se produjo el ambiente de unanoble reivindicacin, la vuelta a la pobreza evanglica. De entrada, no

    se puede negar una evidencia: Fiore siempre tuvo presente el

    rigorismo de la Iglesia primitiva. Como se est indicando, algunas

    voces y, entre ellas, la suya consideraban que la Iglesia terrenal tena

    que volver a sus orgenes, ya que muchos de sus miembros se haban

    alejado del autntico espritu evanglico. De hecho, sin utilizar jams

    el termino de milenio, Joaqun de Fiore acab proponiendo el

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    Aproximaciones al concepto teolgico del Milenarismo,15

    advenimiento de un nuevo reino o Era temporal en 1260. Por eso,

    jams debe ignorarse que fue, precisamente, en este contexto social

    y teolgico de renovacin eclesial en el que Fiore proclam la llegada

    de una Iglesia espiritual de carcter monacal que acabarareemplazando a la romana.

    De esta manera, la cadena de

    interpretaciones tripartitas de la historia de

    la salvacin del hombre iniciada por San

    Agustn acaba recibiendo, en la segunda

    mitad del siglo XII, la propuesta, ahoratrinitaria, realizada por Joaqun de Fiore. A

    semejanza de la Trinidad, Fiore realiza una

    divisin tripartita de la historia de la

    salvacin humana:

    La primera Era, la del Padre, iniciada con Adn y que tuvo suconfirmacin en los patriarcas, es la era de la ciencia y la

    sumisin de los esclavos. La segunda Era, la del Hijo, iniciada con Ozias y fructific en

    Cristo, la poca de los clrigos, la de la servidumbre, la

    sabidura y la fe y que, segn las profecas de Fiore, acabara

    en el 1260.

    La tercera Era, la del Espritu Santo, la de los monjes, la dela plenitud del conocimiento, el amor y la libertad.

    Y, en todo este desarrollo, Joaqun de Fiore siempre tuvo

    presenta la proftica fecha de 1260 del captulo XII delApocalipsis, es

    decir, el nmero de das que tena que permanecer la mujer en el

    desierto. Pero tambin, no debe olvidarse que esta era tanto la cifra

    proftica sealada por del profeta Daniel como, a su entender, la de

    las generaciones humanas que existiran despus de la muerte y

    resurreccin de Cristo siguiendo los parmetros del captulo primero

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    Aproximaciones al concepto teolgico del Milenarismo,16

    del evangelio de San Mateo. Fiore calcul en 42 generaciones de 30

    aos las que faltaran desde el s de Mara hasta el inicio de la Edad

    del Espritu Santo. Si multiplicamos 42 generaciones por 30 aos

    cada una, nos da un total de 1260 aos, el ao que profetiz el AbadFlorense como el del inicio de la Edad del Espritu Santo.

    No obstante, la diferencia que plantea la nueva visin histrica

    propuesta por Joaqun de Fiore respecto a las anteriores es que, para

    el Florense, la renovacin del tiempo, el inicio de la tercera Era,

    tambin se producir en la Tierra y no en el ms all, como proponan

    los que seguan la ptica de la teologa de San Agustn. De hecho,

    Joaqun de Fiore slo buscaba intentar comprender el vnculoprofundo que existe entre un Dios

    trinitario y la historia humana. Para el

    Abad Florense, el misterio de la Trinidad

    se manifiesta en la historia del mundo.

    Por eso, la Trinidad debe ser reinsertada

    como el centro y el modelo de la historia

    de los hombres.

    En el fondo, Joaqun de Fiore

    anuncia la llegada del ltimo segmento

    de la historia, la Edad del Espritu Santo,

    pensando que esta ltima edad de la

    historia de la salvacin humana ser

    mucho mejor que las precedentes. Pero,

    al hacerlo, sita la historia a lo largo de

    una lnea continua de tiempo. La idea

    temporal de Abad Florense se trata de

    una progresin, de un andar hacia la

    salvacin en el que las tres edades no

    deben entenderse como una continuidad,

    sino como un tiempo singular que nodesaparece cuando se inicia el otro, pues permanece dentro del otro,

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    Aproximaciones al concepto teolgico del Milenarismo,17

    es decir, el tiempo explicado como tres segmentos de la nica y

    misma lnea de un crculo, o las tres partes de un rbol: races,

    tronco y copa. La segunda Edad, la de la Encarnacin, la del Hijo, no

    supone el final de la primera Edad, la del Padre, como tampoco la delEspritu Santo supondr el fin o anulacin de las otras dos, la del

    Padre y la del Hijo. El tiempo de la historia de la salvacin humana

    adopta el smbolo de una lnea desde la perspectiva del hombre, pero

    nunca lo puede hacer desde la idea de Dios.se conformaran as las

    tres edades de la historia de la Salvacin del hombre:

    La del Padre: desde la Creacin de Adn y loque significa teolgicamente el Antiguo

    Testamento, caracterizado por el servicio a

    la ley divina.

    La del Hijo: desde la Encarnacin y elsignificado teolgico del Nuevo Testamento

    hasta la actuacin actual de la Iglesia de

    Roma, pues esta poca acabar en 1260.

    La del Espritu Santo: la que vendr, eltiempo de la Iglesia espiritual y pura que

    tendr como modelos a la Virgen Mara y a

    San Juan Evangelista.

    La Virgen Mara se convierte para Fiore en la

    imagen de la mujer proftica, una mujer queremite a una determinada concepcin de

    Iglesia. Y es que no se debe olvidar que, entre

    otros textos, de la exgesis del versculo sexto

    de este captulo XII del Apocalipsis, Fiore

    extrajo la fecha proftica de 1260.

    A partir de aqu, ya comienza la historia deFederico II, de los espirituales franciscanos y de todos los

  • 5/23/2018 Aproximaciones Al Concepto Teol gico Del Milenarismo

    Aproximaciones al concepto teolgico del Milenarismo,18

    movimientos surgidos a su alrededor y que acabaron creyndose

    deudores del pensamiento joaquinista. Pero, esa, esa ya es otra

    historia.

    Lo que no cabe la menor duda es que la segunda venida gloriosa

    de Jesucristo siempre ha estado y sigue estando presente tanto en

    los smbolos de la fe como en

    la Liturgia de la Iglesia, sin

    olvidar el testimonio de los

    Santos Padres. Sin embargo,

    su presencia teolgica se fueneutralizando con el pasar de

    los siglos hasta resolverla en

    una especie de formula

    enquistada. De hecho, hay que

    recordar que, hasta el Concilio

    Vaticano II, slo en dos

    ocasiones y como simplesalusiones rutinarias, se hace

    mencin a la segunda venida

    gloriosa o Parusa de Cristo en

    los documentos del magisterio

    de la Iglesia:

    La primera de ellas, en el IV concilio de Letrn, 1215, en unclaro contexto judicial, el del da del fin del mundo: ... ha de

    venir al fin del mundo, ha de juzgar a los vivos y a los

    muertos, y ha de dar a cada uno segn sus obras, tanto a

    los rprobos como a los elegidos: todos los cuales

    resucitarn con sus propios cuerpos que ahora llevan, para

    recibir segn sus obras, ora fueren buenas, ora fueren

    malas; aquellos, con el diablo, castigo eterno; y stos, conCristo gloria sempiterna(D-429)

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    Aproximaciones al concepto teolgico del Milenarismo,19

    La segunda, realizada en 1267, un poco despus de la fechaproftica indicada por Joaqun de Fiore, en la llamada

    Profesin de fe de Miquel Palelogo y en el mismo contexto

    teolgico judicial: ...est sentado a la derecha de DiosPadre, que de all ha de venir a juzgar a los vivos y a los

    muertos, y que ha de dar a cada uno segn sus obras,

    fueren buenas o malas. (D-462)

    Parece ser que, dentro del magisterio de la Iglesia, ya no queda

    ni rastro del concepto teolgico del milenarismo ni justo despus de

    la muerte de Joaqun de Fiore, acaecida en 1202, en concreto, en el

    IV Concilio de Letrn (1215), ese en el que se acab condenando el

    pensamiento trinitario del abad calabrese, ni tampoco algo ms tarde,

    siete aos despus de su fecha proftica, la de 1260. Es como si, a la

    fuerza, se hubiese tenido que acallar la posibilidad del sueo de la

    existencia de un reino temporal de Cristo, de 1.000 aos de duracin,

    que haba profetizado San Juan en el Apocalipsis. Ante esta actitud,

    slo queda una pregunta final: qu papel jugara la Iglesia de Roma

    en ese hipottico reinado de Cristo en la Tierra?

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    Aproximaciones al concepto teolgico del Milenarismo,20

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