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aspectos sin desentrañar, permite afinar el gusto …...hasta la tumbal oscuridad del calabozo. Poco después, el reloj de la catedral da las dos de la madrugada. ¿Por qué con mi

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LaobranarrativadeCésarVallejono transitaporunsolocaminocreativo.Laspotenteshuellasliterariasdelcontextonacionalymundialsevendebilitadasanteeldiscurrirsimultáneodevarioscaucesexpresivosycomunicativospropios,quele permiten sumergirse en los problemas de su tiempo, tanto por medio de laficción realista como por el lado del relato fantástico, con logros todavíaincomprendidosopocoestudiadosennuestromedio.

Este libro de Vallejo, además de motivar la investigación por los múltiplesaspectos sin desentrañar, permite afinar el gusto por el manejo de la palabraescrita,elevarlasensibilidadsocialydisfrutardelvuelodelafantasíanarrativa.

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CésarVallejo

NovelasycuentoscompletosePubr1.0

Titivillus06.03.15

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CésarVallejo,1967

Editordigital:Titivillus

ePubbaser1.2

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ESCALASMELOGRAFIADAS[1]

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Cuneiformes

MURONOROESTE

Penumbra.

Elúnicocompañerodeprisiónquemequedayaahora,sesientaayantar,anteelhuecodelaventanalateraldenuestrocalabozo,donde, lomismoqueenlaventanillaenrejadaque hay en la mitad superior de la puerta de entrada, se refugia y florece la angustiaanaranjadadelatarde.

Mevuelvohaciaél:

—¿Ya?

—Ya.Estáustedservido—merespondesonriente.

Almirarleelperfildetorodestacadosobrelaplegadahojalacredelaventanaabierta,tropieza lamiradaconunaarañacasi aérea, como trabajadaenhumazo,queemergeenabsoluta inmovilidad en la madera, a mediometro de altura del testuz del hombre. Elponientelanzaunlargodestellobayosobrelatranquilatejedora,comoenfocándola.Ellahatenido,sinduda,eltibioalientosolar;estiraalgunadesusextremidadescondormidaperezosa lentitud y, luego, rompe a caminar a intermitentes pasos hacia abajo, hastadetenerse al nivel de la barba del individuo, de modo tal, que, mientras este mastica,parecequesetragaalabestezuela.

Por fin terminaelyantar,yalpropio tiempo,elanimal flanqueacorriendohacia losgoznes delmismobrazo de puerta, en el precisomomento en que esta es entornada degolpeporelpreso.Algohaocurrido.Meacerco,vuelvoaabrirlapuerta,examinoentodoellargodelasbisagrasydoymeconelcuerpodelapobrevagabunda,trizadoyconvertidoendispersosfilamentos.

—Hamatadoustedunaaraña—ledigoconaparenteentusiasmoalhechor.

—¿Sí?—mepreguntaconindiferencia—.Estámuybien;hayaquíunjardínzoológicoterrible.

Y se pone a pasear, como si nada a lo largo de la celda, extrayéndose de entre los

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dientes,residuosdecomidaqueescupeenabundancia.

¡Lajusticia!Vuelveestaideaamimente.

Yoséqueestehombreacabadevictimaraunseranónimoperoexistente,real.Eselcasodelotro,que,sindarsecuenta,pusoalinocentecamaradadepresadelfilohomicida.¿Nomerecenpues,ambosser juzgadosporestoshechos?¿Onoesdelhumanoespíritusemejanteresortedejusticia?¿Cuándoesentonceselhombrejuezdelhombre?

Elhombrequeignoraaquétemperatura,conquésuficienciaacabaunalgoyempiezaotroalgo;queignoradesdequématizelblancoyaesblancoyhastadónde;quenosabenisabrájamásquéhoraempezamosavivir,quéhoraempezamosamorir,cuándolloramos,cuándo reímos, dónde el sonido limita con la forma en los labios que dicen: yo… noalcanzará, no puede alcanzar a saber hasta qué gradode verdadunhecho calificadodecriminalescriminal.Elhombrequeignoraaquéhorael1acabadeser1yempiezaaser2,quehastadentrodelaexactitudmatemáticacarecedelainconquistableplenituddelasabiduría ¿cómo podrá nunca alcanzar a fijar el sustantivomomento delincuente de unhecho, a través de una urdimbre de motivos de destino, dentro del gran engranaje defuerzasquemuevenseresycosasenfrentedecosasyseres?

Lajusticianoesfunciónhumana.Nopuedeserlo.Lajusticiaoperatácitamente,másadentrodetodoslosadentros,delostribunalesydelasprisiones.Lajusticia,¡oídlobien,hombre de todas las latitudes!, se ejerce en subterránea armonía, al otro lado de lossentidos,de los columpioscerebralesyde losmercados. ¡Aguzadmejor el corazón!Lajusticia pasa por debajo de toda superficie y detrás de todas las espaldas. Prestadmássutilesoídosasufatalredoble,ypercibiréisunplatillovigorosoyúnicoque,apoderíodelamor, seplasmaendos; suplatillovagoe incierto,comoes inciertoyvagoelpasodeldelitomismoodeloquesellamadelitoporloshombres.

Lajusticiasoloasíesinfalible;cuandonoveatravésdelostintóreosespejuelosdelosjueces; cuando no está escrita en los códigos; cuando no ha menester de cárceles niguardias.

Lajusticia,pues,noseejerce,nopuedeejercerseporloshombres,nialosojosdeloshombres.

Nadieesdelincuentenunca.Otodossomosdelincuentessiempre.

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MUROANTÁRTICO

Eldeseonosimanta.

Ella, ami lado, en la alcoba, carga el circuitomisterioso demil enmil voltios porsegundo.Hayunagotaimponderablequecorreyseencrespayardeentodosmisvasos,pugnandoporsalir;quenoestáenningunaparteyvibra,canta,lloraymugeenmiscincosentidosyenmicorazón;yque,porfin,afluye,comocorrienteeléctricaalaspuntas…

Deprontomeincorporo,saltosobrelamujertumbada,quemefranqueadulcementesucalurosa acogida, y luego… una gota tibia que resbala pormi carne,me separa demihermanaquesequedaenelambientedelsueñodelcualdespiertosobresaltado.

Sofocado,confundido,toriondaslassienes,agudamenteelcorazónmeduele.

Dos…Tres… ¡Cuaaaaaatrooooo!…Solo las irritadas voces de los centinelas lleganhastalatumbaloscuridaddelcalabozo.Pocodespués,elrelojdelacatedraldalasdosdelamadrugada.

¿Por qué con mi hermana? ¿Por qué con ella, que a esta hora estará seguramentedurmiendoenapacibleeinocentesosiego?¿Porqué,pues,precisamenteconella?

Me revuelvo en el lecho. Rebullen en la sombra perspectivas extrañas, borrososfantasmas;oigoqueempiezaallover.

¿Porquéconmihermana?Creoquetengofiebre.Sufro.

Ahoraoigomipropiarespiraciónquechoca,subeybajarasguñandolaalmohada.¿Esmi respiración?Un aliento cartilaginoso de invisiblemoribundo parecemezclarse amialiento, descolgándose acaso de un sistema pulmonar de Soles y trasegándose luegosudorosoenlasprimerasporosidadesdelatierra…¿Yaquelancianoquedesúbitodejadeclamar? ¿Qué va a hacer? ¡Ah! Dirígese hacia un franciscano joven que se yergue,hinchadaslasrodillasimperialesenelfondodeuncrepúsculo,comoalospiesderuinosoaltarmayor;vaaél,yarrancaconairadoademánelmanteodeampliocortecardenalicioquevestíaelsacerdote…Vuelvolacara.¡Ahinmensopalpitanteconodesombra,encuyolejanovérticenebulosoresplandece,últimolindero,unamujerdesnudaencarneviva!…

¡Ohmujer!Dejaquenosamemosatodatotalidad.Dejaquenosabrasemosentodosloscrisoles.Dejaquenoslavemosentodaslastempestades.Dejaquenosunamosenalmaycuerpo.Dejaquenosamemosabsolutamente,atodamuerte.

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¡Ohcarnedemiscarnesyhuesodemishuesos!¿Teacuerdasdeaquellosdeseosenbotón,deaquellasansiasvendadasdenuestrosochoaños?Acuérdatedeaquellamañanavernal, de sol y salvajez de sierra, cuando, habiendo jugado tanto la noche anterior, yquedándonos dormidos los dos en unmismo lecho, despertamos abrazados, y, luegodeadvertirnos a solas, nos dimos un beso desnudo en todo el cogollo de nuestros labiosvírgenes; acuérdate que allí nuestras carnes atrajéronse, restregándose duramente y aciegas; y acuérdate también que ambos seguimos después siendo buenos y puros conpurezaintangibledeanimales…

Uno mismo el cabo de nuestra partida; uno mismo el ecuador albino de nuestratravesía,túadelante,yomástarde.Ambosnoshemosquerido¿norecuerdas?,cuandoaúnelminutonosehabíahechovidaparanosotros;ambosluegoenelmundohemosvenidoareconocernoscomodosamantesdespuésdeoscuraausencia.

¡Ohsoberana!Lavatuspupilasverdaderasdelpolvodelosrecodosdelcaminoquelascubrey,cegándolas,tergiversatussesgossustanciales.¡Ysubearriba,másarriba,todavía!¡Sétodalamujer, toda lacuerda!¡Ohcarnedemicarneyhuesodemishuesos!…¡Ohhermanamía,esposamía,madremía!…

Ymesueltoallorarhastaelalba.

—Buenosdías,señoralcaide…

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MUROESTE

Esperaos.Noatinoahoracómoempezar.Esperaos.Ya.

Apuntadaquí,dondeapoyolayemadeldedomáslargodemizurda.Noretrocedáis,notengáismiedo.Apuntadnomás¡Ya!

Brrrum…

Muybien.Sebañaahoraelproyectilenlasaguasdelascuatrobombasqueacabandeestallardentrodemipecho.Elrebufomequema.Deprontolasedaciagamenteensaharamigargantaymedevoralasentrañas…

Masheaquíquetressonidossolos,bombardeanaplenasoberanía,losdospuertosconmuellesdetreshuesecillosqueestánsiempreenunpelo¡ay!,denaufragar.Perciboesossonidostrágicosytreses,biendistintamente,casiunoporuno.

Elprimerovienedesdeunarotayerrantehebradelvelloquedecreceenlalenguadelanoche.

Elsegundosonidoesunbotón;estásiemprerevelándose,siempreenanunciación.Esunheraldo.Circulaconstantementeporuna suavecaderadeoboe,comode lamanodeunacáscaradehuevo.Tal siempreestá asomado,ynopuede trasponerelúltimovientonunca.Puesélestáempezandoentodotiempo.Esunsonidodeenterahumanidad.

Yelúltimo.Elúltimovigilaa todaprecisión,altopadoal rematede todos losvasoscomunicantes. En este último golpe de armonía la sed desaparece (ciérrase una de lasventanillasdelacecho),cambiadevalorenlasensación,esloquenoera,hastaalcanzarlallavecontraria.

Yelproyectilqueenlasangredemicorazóndestrozado

cantaba

yhacíapalma,

envanohaforcejeadoparadarmelamuerte.

—¿Ybien?

—Conestasondosvecesquefirmo,señorescribano.¿Esporduplicado?

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MURODOBLEANCHO

Uno demis compañeros de celda, en esta noche calurosa,me cuenta la leyenda de sucausa.Terminalaabstrusanarración,setiendesobresusórdidatarimaytarareaunyaraví.

Yoposeoyalaverdaddesuconducta.

Este hombre es delincuente. A través de sumáscara de inocencia, el criminal hasedenunciado.Durante su jerigonza,mi alma le ha seguido, paso a paso, en lamaniobraprohibida. Hemos entrambos festinados días y noches de holgazanería, enjaezada dearrogantes alcoholes, dentaduras carcajeantes, cordajes dolientes de guitarra, navajas enguardia,crápulashastael sudoryelhastío.Hemosdisputadocon la inermecompañera,quelloraparaqueyanobebaelmaridoyparaque trabajeyganeloscentavospara lospequeños, que para ellos Dios verá… Y luego, con las entrañas resecas y ávidas dealcohol, dimos cada madrugada el salto brutal a la calle, cerrando la puerta sobre losbelfosmismosdelaprolegemebunda.

Yohesufridoconéltambiénlosfugacesllamadosaladignidadyalaregeneración;heconfrontadolasdoscarasdelamedalla,hedudadoyhastahesentidocrujireltalónqueinsinuabalamediavuelta.Algunamañanatuvopenaeltabernario,pensóenserformalyhonrado,salióabuscartrabajo,luegotropezóconelamigoydenuevolabilisfuecortada.Al fin lanecesidad lehizo robar.Yahora,por loquearrojaya su instrucciónpenal,notardarálacondena.

Estehombreesunladrón.

Peroestambiénasesino.

Una de aquellas noches demás crepitante embriaguez, ambuló a solas por cruentasencrucijadasdelarrabal,yheaquíquesálelealpaso,demodocasual,unviejocamaradaobreroque a la sazón tomahonestamentede su labor, rumboal descansodelhogar.Letomaporelbrazo,leinvita,leobligaacompartirdesuaventura,aloqueelproboaccedeasupesar.

Vadeando hasta diez codos de tierra, de madrugada vuelven a lo largo de negroscallejones.Elvarónsintachalearrestaalbebedordiptongosdealerta;leenderezaporlacintura,leequilibra,leincrepasushecesvergonzante.

—¡Anda!Estotegusta.Túyanotienesremedio.

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Ydesúbitoestallaflamígerasentenciaqueemergedelasombra:

—¡Aguántate!

Unasaltodeanónimoscuchillos.Yerradoelblancodelataque,novalahojaarajarlacarnedelborracho,yalbuentrabajadorletocaporequívocolapuñaladamortal.

Este hombre es, pues, también un asesino. Pero los Tribunales, naturalmente, nosospechan,nisospecharánjamásestaterceramanodelladrón.

En tanto, él sigue ahora de pechos sobre sumosqueada tarima, tarareando su tristeyaraví.

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ALFÉIZAR

Estoycárdeno.Mientrasmepeino,alespejoadviertoquemisojerassehanamoratadoaunmás, y que sobre los angulosos cobres de mi rostro rasurado se ictericia la tezacerbadamente.

Estoy viejo.Me paso la toalla por la frente, y un rayado horizontal en resaltos demenudos pliegues, acentúase en ella, como pauta de unamúsica fúnebre, implacable…Estoymuerto.

Micompañerodeceldaliaselevantadotempranoyestápreparandoeltécargadoquesolemostomarcadamañana,conelpandurodeunnuevosolsinesperanza.

Nos sentamos después a la desnudamesita, donde el desayuno humeamelancólico,dentrodedosporcelanassinplato.Yestas tazasapie,blanquísimasellasy tan limpias,estepanaúntibiosobreelbreveyarrolladomanteldedamasco,todoestearomamatinalydoméstico, me recuerda mi paterna casa, mi niñez santiaguina, aquellos desayunos deochoydiezhermanosdemayoramenor,comoloscarrizosdeunaantara,entreellosyo,elúltimodetodos,paradojuntoalamesadelcomedor,engomadoychorreandoelcabelloqueacababadepeinaralafuerzaunadelashermanitas;enlaizquierdamanounbizcochoentero¡habíadeserentero!,yconladerechaderosadasfalangitas,hurtandoaescondidaselazúcardegranitoengranito…

¡Ay!, el pequeño que así tomaba el azúcar a la buena madre, quien, luego desorprenderle,seponíaaacariciarle,alisándolelosrepulgadosgolfosfrontales:

—Pobrecitomihijo.Algúndíaacasonotendráaquiénhurtarleazúcar,cuandoélseagrande,yhayamuertosumadre.

Y acababa el primer yantar del día, con dos ardientes lágrimas de madre, queempapabanmistrenzasnazarenas.

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MUROOCCIDENTAL

Aquellabarbaalniveldelaterceramolduradeplomo.

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Corodevientos

MÁSALLÁDELAVIDAYLAMUERTE[2]

Jaralesestadizosdejulio;vientoamarradoacadapeciolomancodelmuchogranoqueenélgravita.Lujuriamuertasobre lomasonfalóideasde lasierraestival.Espera.Nohadeser.Otravezcantemos.¡Ohquédulcesueño!

Porallímicaballoavanzaba.Alosonceañosdeausencia,acercábameporfinaqueldíaaSantiago,mialdeanatal.Elpobreirracionalavanzaba,yyo,desdelomásenterodemiserhastamisdedos trabajados,pasandoquizápor lasmismas riendasasidas,por lasorejasatentasdelcuadrúpedoyvolviendoporelgolpeteodeloscascosquefingíandanzarenelmismositio,enmisteriosoescarceotanteadordelarutaylodesconocido,llorabapormimadreque,muertadosañosantes,yanohabríadeaguardarahoraelretornodelhijodescarriado y andariego. La comarca toda, el tiempo bueno, el color de cosechas de latardelimón,ytambiénalgunamasadaqueporaquíreconocíamialma,todocomenzabaaagitarme en nostálgicos éxtasis filiales, y casi podían ajárseme los labios para hozar elpezóneviterno,siemprelácteodelamadre;sí,siemprelácteo,hastamásalládelamuerte.

Con ella había pasado seguramente por allí de niño. Sí.En efecto. Pero no.No fueconmigoqueellaviajóporesoscampos.Yoeraentoncesmuypequeño.Fueconmipadre,¡cuántosañosharíadeello!Ufff…Tambiénfueen julio,cercade la fiestadeSantiago.Padreymadreibanensuscabalgaduras;éladelante.Elcaminoreal.Derepentemipadrequeacababadeesquivarunchoqueconrepentinomagueydeunmeandro:

—Señora…¡Cuidado!…

Ymipobremadreyanotuvotiempo,yfuelanzada¡ay!,delarzónalaspiedrasdelsendero.Tornáronlaencamillaalpueblo.Yollorabamuchopormimadre,ynomedecíanquélahabíapasado.Sanó.Lanochedelalbadelafiesta,ellaestabayaalegreyreía.Noestabayaencama,ytodoeramuybonito.Yotampocollorabayapormimadre.

Peroahorallorabamás,recordándolaasí,enferma,postrada,cuandomequeríamásymehacíamáscariñoytambiénmedabamásbizcochosdebajodesusalmohadonesydelcajóndelvelador.Ahorallorabamás,acercándomeaSantiago,dondeyasololahallaría

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muerta,sepultabajolasmostazasmadurasyrumorosasdeunpobrecementerio.

Mimadrehabíafallecidohacíadosañosalasazón.LaprimeranoticiadesumuerterecibilaenLima,dondesupetambiénquepapáymishermanoshabíanemprendidoviajeaunahacienda lejanadepropiedaddeun tíonuestro,aefectodeatenuaren loposibleeldolorportanhorriblepérdida.Elfundosehallabaenremotísimaregióndelamontaña,alotro lado del río Marañón. De Santiago pasaría yo hacia allá, devorando inacabablessenderosdeescarpadaspunasydeselvasardientesydesconocidas.

Mi animal resopló de pronto. Cabillo molido vino en abundancia sobre ligerovientecillo,cegándomecasi.Unaparvadecebada.YdespuésperspectivóseSantiago,ensuescabrosameseta,consustejadosretintosalsolyahorizontal.Ytodavía,haciaelladodeoriente,sobrelalindedeunpromontorioamarillobrasil,seveíaelpanteónretalladoaesa hora por la sexta tintura postmeridiana; y yo ya no podía más, y atroz congojaarreciómesinconsuelo.

Alaaldealleguéconlanoche.Doblélaúltimaesquina,y,alentraralacalleenqueestabamicasa,alcancéaveraunapersonasentadaasolasenelpoyodelapuerta.Estabasola.Muysola.Tanto,que,ahogandoelduelomísticodemialma,mediomiedo.Tambiénseria por la paz casi inerte con que, engomada por la media fuerza de la penumbra,adosábasesusiluetaalencaladoparamentodelmuro.Particularrevuelodenerviossecómislagrimales.Avancé.Saltódelpoyomihermanomayor,Ángel,yrecibiomedesvalidoentresusbrazos.Pocosdíashacíaquehabíavenidodelahacienda,porcausadenegocios.

Aquella noche, luego de una mesa frugal, hicimos vela hasta el alba. Visité lashabitaciones, corredores y cuadras de la casa; y Ángel, aun cuando hacía visiblesesfuerzos para desviar este afán mío por recorrer el amado y viejo caserón, parecíatambiéngustardesemejantesupliciodequienvaporlosdominiosalucinantesdelpasadomásmerodelavida.

PorsuspocosdíasdetránsitoenSantiago,Ángelhabitabaahorasoloencasa,donde,según él, todo yacía tal como quedara a lamuerte demamá.Referíame también cómofueronlosdíasdesaludqueprecedieronalamortaldolencia,ycómosuagonía.¡Cuántasveces entonces el abrazo fraterno escarbó nuestras entrañas y removió nuevas gotas deternuracongeladaydelloro!

—¡Ah,estadespensa,dondelepedíapanamamá,lloriqueandodeengaños!—Yabríunapequeñapuertadesencillospanelesdesvencijados.

Como en todas las rústicas construcciones de la sierra peruana, en las que a cadapuerta únese casi siempre un poyo, cabe el umbral de la que acababa yo de franquear,hallábaserecostadouno,elmismoinmemorialdeminiñez,sinduda,rellenadoyenlucidoincontables veces. Abierta la humilde portezuela, en él nos sentamos, y allí tambiénpusimoslalinternaojitristequeportábamos.LalumbredeestafueagolpeardellenoelrostrodeÁngel,queextenuábasedemomentoenmomento,conformetrascurríalanocheyreverdecíamosmáslaherida,hastaparecermeavecescasitransparente.Aladvertirleasíen tal instante, le acaricié y colmé de ósculos sus barbadas y severas mejillas que

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volvieronaempaparsedelágrimas.

Una centella, de esas que vienen de lejos, ya sin trueno, en época de verano en lasierra,levaciólasentrañasalanoche.VolvírestregándomelospárpadosaÁngel.Yniélnilalinterna,nielpoyo,ninadaestabaallí.Tampocooíyanada.Sentimecomoausentedetodoslossentidosyreducidotansoloapensamiento.Sentímecomoenunatumba…

Despuésvolvíaveramihermano,lalinterna,elpoyo.PerocreínotarleahoraaÁngelelsemblantecomorefrescado,apacibley—quizásmeequivocaba—diríaserestablecidodesuaflicciónyflaquezaanteriores.Talvez,repito,estoeraerrordevisióndemiparte,yaquetalcambionosepuedenisiquieraconcebir.

—Me parece verla todavía —continué sollozando— no sabiendo la pobrecita quéhacer para la dádiva y arguyéndome:—Ya te cogí,mentiroso; quieres decir que llorascuandoestásriendoaescondidas.¡Ymebesabaamímásqueatodosustedes,comoqueyoeraelúltimotambién!

Al término de la velada de dolor, Ángel pareciome de nuevo muy quebrantado, y,comoantesdelacentella,asombrosamentedescarnado.Sinduda,pues,habíayosufridouna desviación en la vista, motivada por el golpetazo de luz delmeteoro, al encontrarantesensufisonomíaunalivioyunalozaníaque,naturalmente,nopodíahaberocurrido.

Aúnnoasomaba laauroradeldía siguiente, cuandomontéypartípara lahacienda,despidiéndomedeÁngelquequedabatodavíaunosdíasmás,porlosasuntosquehabíanmotivadosuarriboaSantiago.

Finada la primera jornada del camino, aconteciome algo inaudito. En la posadahallábame reclinado en un poyo descansando, y he aquí que una anciana del bohío, depronto,mirándomeasustada,preguntómelastimera:

—¿Quélehapasado,señor,enlacara?¡Parecequelatieneustedensangrentada,Diosmío!…

Salté del asiento.Y al espejo advertíme en efecto el rostro encharcadodepequeñasmanchasdesangrereseca.Tuveunfuertecalofrío,yquisecorrerdemímismo.¿Sangre?¿De dónde?Yo había juntado el rostro al deÁngel que lloraba…Pero…No.No. ¿Dedóndeeraesasangre?Comprenderaseelterroryelalarmaqueanudaronenmipechomilpresentimientos. Nada es comparable con aquella sacudida de mi corazón. No habránpalabras tampoco para expresarla ahora ni nunca. Y hoy mismo, en el cuarto solitariodondeescriboestálasangreañejaaquellaymicaraenellauntadaylaviejadeltamboylajornadaymihermanoquellorayaquiennobesoymimadremuertay…

…Altrazarlaslíneasanterioreshehuidodisparadoamibalcón,jadeanteysudandofrío.Talesdeespantosoyapabullanteelrecuerdodeesaescarlatamisteriosa…

¡Ohnochedepesadillaenesainolvidablechoza,enquelaimagendemimadremuertaalternó, entre forcejeos de extraños hilos, sin punta, que se rompían luego de solo servistos,conladeÁngel,quellorabarubíesvivos,porsiemprejamás!

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Seguí ruta. Y por fin, tras de una semana de trote por la cordillera y por tierrascalientesdemontaña, luegodeatravesarelMarañón,unamañanaentréenparajesde lahacienda.Elnubladoespacioreverberabaasaltosconlontanostruenosysolanasfugaces.

Desmontéjuntoalbramaderodelportóndelacasaquedaalcamino.Algunosperrosladraronenlacalmaapacibleytristedelafuliginosamontaña.¡Despuésdecuántotiempotornabayoahoraaesamansiónsolitaria,enclavadaenlasquiebrasmásprofundasdelasselvas!

Unavozquellamabayconteníadesdeadentroalosmastines,entreelalertagárrulodelas aves domésticas alborotadas, pareció ser olfateada extrañamente por el fatigado ytembloroso solípedo que estornudó repetidas veces, enristró casi horizontalmente lasorejashaciadelante,y,encabritándose,probóaquitarmelosfrenosdelamanoensondeescape.Laenormeportadaestabacerrada.Diríasequetoquélademaneracasimaquinal.Luego aquella misma voz siguió vibrando muros adentro; y llegó instante en que, aldesplegarse, conmedroso restallido, las gigantescas hojas del portón, ese timbre bucalvinoapararseenmispropiosveintiséisañostotalesymedejódepuntaalaEternidad.Laspuertashiciéronseaamboslados.

¡Meditadbrevementesobreestesucesoincreíble,rompedordelasleyesdelavidaylamuerte,superadordetodaposibilidad;palabradeesperanzaydefeentreelabsurdoyelinfinito, innegable desconexión de lugar y de tiempo; nebulosa que hace llorar deinarmónicasarmoníasincognocibles!

¡Mimadreaparecióarecibirme!

—¡Hijomío!—exclamó estupefacta—. ¿Tú vivo? ¿Has resucitado? ¿Qué es lo queveo,SeñordelosCielos?

¡Mimadre!Mimadreenalmaycuerpo.¡Viva!Ycontantavida,quehoypiensoquesentí ante su presencia entonces, asomar por las ventanillas demi nariz, de súbito, dosdesolados granizos de decrepitud que luego fueron a caer y pesar enmi corazón hastacurvarmesenilmente,comosi,afuerzadeunfantásticotruequededestinos,acabasemimadre de nacer y yo viniese, en cambio desde tiempos tan viejos, que me daban unaemociónpaternalrespectodeella.

Sí.Mimadreestabaallí.Vestidadenegrounánime.Viva.Yanomuerta.¿Eraposible?No.Noeraposible.Deningunamanera.Noeramimadreesaseñora.Nopodíaserlo.Yluego¿quéhabíadichoalverme?¿Mecreía,pues,muerto?

—¡Hijo demi alma!—Rompió a llorarmimadre y corrió a estrecharme contra suseno, con ese frenesí y ese llanto de dicha con que siempre me amparó en todas misllegadasymisdespedidas.

Yohabíamepuestocomopiedra.Laviecharmesusbrazosadoradosalcuello,besarmeávidamente y como queriendo devorarme y sollozar sus mimos y sus caricias que yanuncavolveránalloverenmisentrañas.Tomómeluegobruscamenteelimpasiblerostroadosmanos,ymirómeasí,caraacara,acabándomeapreguntas.Yo,despuésdealgunos

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segundos, me puse también a llorar, pero sin cambiar de expresión ni de actitud: mislágrimasparecíanaguapuraquevertíandospupilasdeestatua.

Por fin enfoqué todas las dispersadas luces demi espíritu. Retiréme algunos pasosatrás. E hice entonces comparecer ¡ohDiosmío!, a esamaternidad a la que no queríarecibirmi corazóny ladesconocíay la teníamiedo; lahice comparecer anteno séquécuandosacratísimo,desconocidoparamíhastaesemomento,yladiungritomudoydedosfilosentodasupresencia,conelmismocompásdelmartilloqueseacercayalejadelyunque,conquelanzaelhijosuprimerquejido,alserarrancadodelvientredelamadre,yconelqueparece indicarlaqueahívavivoporelmundoydarlaalmismo tiempo,unaguíayunaseñalparareconocerseentrambosporlossiglosdelossiglos.Ygemífuerademímismo:

—¡Nunca!¡Nunca!Mimadremurióhacetiempo.Nopuedeser…

Ellaincorporóseespantadaantemispalabrasycomodudandodesiyoerayo.Volvióaestrecharmeentresusbrazos,yambosseguimosllorandollantoquejamásllorónilloraráservivoalguno.

—Sí—larepetía—.Mimadremurióya.MihermanoÁngeltambiénlosabe.

Yaquílasmanchasdesangrequeadvirtieraenmirostro,pasaronpormimentecomosignosdeotromundo.

—¡Pero, hijo de mi corazón!—susurraba casi sin fuerzas ella—. ¿Tú eres mi hijomuertoyalqueyomismaviensuataúd?Sí.¡Erestú,túmismo!¡CreoenDios!¡Venamisbrazos!Pero¿qué?…¿Novesquesoytumadre?¡Mírame!¡Míramebien!¡Pálpame,hijomío!¿Acasonolocrees?

Contempléla otra vez. Palpé su adorable cabecita encanecida. Y nada. Yo no creíanada.

—Sí,teveo—larespondí—tepalpo.Peronocreo.Nopuedesucedertantoimposible.

¡Ymereícontodasmisfuerzas!

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LIBERACIÓN

AyerestuveenlostallerestipográficosdelPanóptico,acorregirunaspruebasdeimprenta.

Eljefedeellosesunpenitenciado,unbueno,comolosontodoslosdelincuentesdelmundo.Joven, inteligente,muycortés;Solís,queasíse llamaelpreso,prontohahechograndes inteligencias conmigo, y hame referido su caso, hame expuesto sus quejas, sudolor.

—Delosquinientospresosquehayaquí—afirma—,apenasalcanzaránaunatercerapartequienesmerezcanserpenadosdeestamanera.Losdemásno;losdemássonquizástanomásmoralesquelospropiosjuecesqueloscondenaron.

Arcenan susojos el ribetedeno séquéplatillo invisible,ydeamargura. ¡Laeternainjusticia!

Vienehaciamíunodelosobreros.Alto,fornido,acércasecomoalborozadoymedice:

—Señor,buenastardes.Cómoestáusted—Ymetiendelamanoconvivaefusión.

Nolereconozco.Lepreguntoporsunombre.

—¿Norecuerdausted?SoyLozano.Ustedestuvoen lacárceldeTrujillocuandoyotambiénestuveenella.SupequeloabsolvióelTribunalytuvemuchogusto.

En efecto. Ya le recuerdo. Pobre hombre. Fue condenado a nueve años depenitenciaría,porserunodeloscoautoresdeunhomicidio.

Cuandosealejadenosotroselatento,Solísmeinquieresorprendido:

—¡Cómo!¿Tambiénustedlashabíasufrido?

—También—lerespondo—;también,amigomío.

Y le refiero, a mi vez, las circunstancias de mi prisión en Trujillo, procesado porincendiofrustrado,roboyasonada…

Elsonríeydenuevomepregunta:

—SiustedhaestadoenTrujillo,debedehaberconocidoaJesúsPalomino,oriundodeaqueldepartamento,quepurgóaquídoceañosdeprisión.

Hagomemoria.

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—Ahí tiene usted —añade—. Aquel hombre era una víctima inocente de la malaorganizacióndelajusticia.

Calla breves instantes y, después de mirarme a la cara con mirada escrutadora,prorrumperesueltamente:

—VoyacontarlealaligeraloqueaPalominolesucedióaquí.

La tarde está gris y llueve. Las maquinarias y linotipos cuelgan penosos traquidosmetálicosenelaireoscuroyarrecido.

Vuelvo los ojos y distingo a lo lejos la cara regordeta de un preso que sonríebonachonamente entre los aceros negros en movimiento. Es mi peón. El que estácompaginandomi obra. Sonríe este desgraciado a toda hora.Diríase que ha perdido elsentimientoverdaderodesuinfortunio,oquesehavueltoidiota.

Solístose,y,conacentotrabajoso,empiezasurelato:

—Palomino era un hombre bueno. Sucedió que se vio estafado en forma cínica einsultanteporunavezadoataleslatrocinios,aquien,porserdelaaltasociedad,nuncalecastigaron los tribunales.Viéndose, de estemodo, a lamiseria, y a raíz de un violentoaltercado entre ambos, sobrevino lo inesperado: un disparo, el muerto, el Panóptico.Luego de recluido aquí, el pobre tuvo que sobrellevar tenebrosa pesadilla. Eso erahorroroso.¡Hastalosmismosqueleveíamos,hubimosdesufrirsucontagioinfernal!¡Quéatrocidad!Másvalieralamuerte.Sí,señor.¡Másvalieralamuerte!…

Eltranquilonarradorquierellorar.Senotaquerevivenítidamenteelpasado,puesselehumedecenlosojos,ytienenquecallaruninstanteparanodem6strarenlavozqueestásollozandoenelalma.

—Cuandomeacuerdo—agrega—nosécómopudoPalomino resistir tanto.Porqueaquelloerauntormentoindescriptible.Noséporquéconductofuenoticiadodequeseletramabaunenvenenamientodentrodelaprisión,desdemuchotiempoantesdeseralojadoenella.Lafamiliadelhombrequeélmató,leperseguíadeestamanerahastamásalládesu desgracia. No se contentaba con verle condenado a quince años de penitenciaría yarrastrarasufamiliaaunaruinaclamorosa:llevabasuseddevenganzaaunmásabajo.Yahora se embreñaba en recova por tras de los quicios de los sótanos y entre espora yespora de los líquenes que crecen entre los dedos carceleros, tanteando el resorte mássecretodelaprisión;ahorasemovíaaquí,conmáslibertadqueantesalaluzdelsolparalainjustasentencia,ehincabalaspestañasdeinfameemboscadaenlaatmósferaquehabíadevenirarespirarelcondenado.Noticiadoestedeello,sufrió,comoustedcomprenderá,terriblesorpresa;losupo,ynadapudodesdeentoncesyadesvanecérselo.Unhombredebien,comoél,temíaunamuerteasí,noporél,claro,sinoporellayporellos,lainocenteprole atravesada de estigma y orfandad. De allí la zozobra de minuto en minuto y elsobresaltoacadatrancedesuvidacotidiana.Diezañoshabíapasadoasí,cuandoleviporprimeravez.Despertabaenelánimoeseatormentado,noyalástimaycompasión,sinounreligiosoycasibeatíficotransporteinexplicable.Nodabapiedad.Llenabaelcorazónde

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algo quizás más suave y tranquilo y dulce casi. Mirándole, yo no sentía impulsos dedeschaparsushierros,nideencorecersus llagasquecrecíanverdinegrasenel fondodetodos sus fondos. Yo no habría hecho nada de esto. Mirando tamaño suplicio, tansobrehumana actitud de pavor, siempre quise dejarle así, marchar paso a paso, asobresaltos,apausas, filoa filo,hacia laencrucijada fatal,hacia la juradamuerte, tantotiempoharevelada.NomovíaPalominoporentoncesasocorro.Solollenabaelcorazónde algo quizás más vago e ideal, más sereno y casi dulce; y era grato, de un agradomisericordioso,dejarlesubirsucuesta,dejarlecruzarlospasillosygaleríasenpenumbra,yentrarysalirporlasceldasfrías,ensuhorrendojuegodeinestablestrapecios,devuelosde agonía, al acaso, sin punto fijo donde ir a parar.Con su barba roja a vellones y susverdesojosde algapolar, el uniformeestropeado, asustadizo, azorado,parecía atisbarlotodo siempre. Un obstinado gesto de desconfianza resbalaba por sus labios de justopavorido, por sus cabellos bermejos, por sus sainados pantalones y aun por sus dedosdesvalidos, que buscaban en toda la extensión de su capilla de condenado, sin poderlohallarnunca,unlugarseguroenquéapoyarse.¡Cuántasvecesleviquizásalbordedelamuerte! Un día fue aquí, en la imprenta, durante el trabajo. Callado, meditabundo,taciturno,Palominohallábaselimpiandounasfajasdejebenegro,enunángulodeltaller,y, de cuando en cuando, echaba una mirada recelosa en torno suyo, haciendo girarfurtivamentelosglobosdesusojos,conelairevisionariodelosdeunavenocturnaqueentreviese fatídicos fantasmas. De repente tuvo un brusco movimiento. Uno de loscompañerosdelabor,enquienyohabíasorprendidorepetidasocasionesmarcadosgestosyextrañaspalabrasdesutilaversión,talvezinmotivada,haciaPalomino,mirábaledehitoenhito,desdeelladoopuestodelaestancia.Talconducta,cuyaintenciónnopodía,desdeluego, serle grata a mi amigo, por los antecedentes que dejo ya anotados, le hizoexperimentarunbruscomovimientodedesasosiegoyagudoescozordestemplótodossusnervios.Elgratuitoodiador,asuvez,advirtiósesorprendido,y,perdidalaserenidad,contorpeza y turbación asaz significativas, vertió de un pequeño frasco de vidrio, algunasgotas;elcoloryladensidaddeestasfueronenvueltasyveladascasicompletamenteporunaalígeravolutadehumoqueentalinstanteveníadelladodelosmotores.Nosédecirdóndefueronacaeresaslargasmisteriosaslágrimas;peroquienlashabíavertidosiguióagitándose entre los objetos de su trabajo, cada vez conmás visible turbación, hasta elpunto de no tener posiblemente conciencia de lo que hacía. Palomino le observabaestático, sobrecogido de presentimiento, con las pupilas fijas, pendientes de aquellamaniobraqueinspirábaleintensaexpectaciónyangustiosazozobra.Luegolasmanosdeltrabajadorfueronaensamblarunlingotedeplomoentreotrasbarrasdispuestasenlamesade labor. Entonces Palomino cesa de aguaitarle, y, atónito, abstraído, bajos los ojos,superpone círculos con la fantasía herida de sospecha, desembroca afinidades, vuelve asorprendernudos,aenjaezarintencionesfatalesyrematarsiniestrasescaleras…Otrodíaingresódelacalleunadesconocidavisita,lacualacercóseallinotipistaylehablólargorato;nosepercibíansuspalabrasentreelruidodelostalleres.Palominosaltó,plantólelavista,analizándoledepiesacabeza,ahurtadillas,pálidodetemor…«¡Palomino!¡Vea!»—leconsolabayo—«Olvideustedeso;creoquenopuedeser».Yél,portodarespuesta,

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apoyaba las sienes entre ambas manos, tintas de encierro y desamparo, vencido, sinfuerzas.Alospocosmesesdehabérsemetraídoaquí,éleramimejoramigo,elmásleal,elmásbueno.

Solísseemocionavisiblementeyyotambién.

—¿Tieneustedfrío?—meinterrogaconsúbitaternura.

Hacerato,sinduda,laestanciaestállenadeunaneblinadensaqueazuleaenextrañoscendales en torno a las ampolletas de luz roja. Por los altos ventanales vese que siguelloviendo.Hacemuchofríoenverdad.

Suenan como entre apretados algodones impregnados de limalla de hielo, notasdispersasdeunsolfeodistante.EslabandademúsicosdelaPenitenciaríaqueensayanelhimno del Perú. Suenan esas notas, y desusada sugestión ejercen ahora enmi espíritu,hastaelpuntodecasisentir la letramismade lacanción,engarzadasílabaporsílaba,ocomoclavadacongigantescosclavosencadaunodelossonidoserrantes.

Lasnotassecruzan,seiteran,patalean,chirrían,vuelvenaiterarse,destrozantímidosbiseles.

—¡Ah,quésuplicioeldeaquelhombre!—exclamaelpresoconcrecientelástima.Ycontinúanarrandoentresilencioscontínuos,duranteloscualessindudatratadeatraparlostremendosrecuerdos:

—Eraunaobsesiónindestructiblelasuya,cimentadasabeDiosporquién,paranocaernunca.Muchosdecían: «Está locoPalomino». ¡Loco! ¿Puede acaso estar locoquien encircunstancias normales, cuida de su existencia en peligro? ¿Y puede estarlo quien,sufriendo los zarpazos del odio, aun con la complicidad misma de la justicia, precaveaquelpeligroytratadepararlocontodassusfuerzasexacerbadasdehombrequelocreeposible todo, por propia experiencia de dolor? ¡Loco! ¡No! ¡Demasiado cuerdo quizá!¿Quién,conquéformidablepersuasión,sobrecuálesincuestionablesvisosdeposibilidad,habíale infundido tal idea? A pesar de haberme expuesto Palomino muchas veces lostorvos alambres ocultos que, según él, podrían vibrar desde fuera hasta el hilo de suexistencia, difícilme era ver claramente aquel peligro. «Como usted no conoce a esosmalvados»…refunfuñabaimpertérritoPalomino.Yo,luegodeargumentarlecuantopodía,mecallaba.«Meescribendemicasa—díjomeotrodía—yvuelvenadármeloaentender;puedevenirprontomi indulto,ypagaríancualquierprecioporevitarmisalida.Sí.Hoymás que nunca, el peligro está a mi lado, amigo mío…». Y sus últimas palabrasahogáronleendesgarradoressollozos.Laverdadesque,ante laconstantedesesperaciónde Palomino, llegué a sufrir, a veces, sobre todo en los últimos tiempos, repentinas yprofundascrisisdeduda,admitiendolaposibilidaddecualquieraalevosía,aundelamásnegra para su vida, y llegué hasta a asegurárselo, ami vez, a los demás amigos de laprisión,alegándoles,probándolespormediodenoséquéinsospechadosaportesdepesodecisivo,lasensatezconquerazonabaPalomino.Mástodavía.Huboocasionesenqueyano era duda lo que yo sentía, sino seguridad incontrovertible del peligro, y yo mismosalíalealencuentroconnuevassospechasyvehementesadvertenciasdemiparte,sobreel

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horror de lo que podía sobrevenir, y esto lo hacía precisamente cuando él se hallabatranquilo,enalgúnolvidovisionario.Diríase,queentonceseraenmíenquiensehabíametido el terror más adentro que en él mismo. Yo le quería mucho, es cierto; yo meinteresabaintensamenteporsusituación,siempredepiealacabeceradesuespanto;ydetácitomodo le ayudaba a escudriñar los cárabos de su pesadilla; en fin, yo llegué porúltimo,aregistrardehecholosbolsillosylosmenoresactosdenumerososcompañerosyempleados del establecimiento, tanteando el escondido pelo de su tragedia inminente…todo esto es verdad. Pero también verá usted, por cuanto le refiero, que, a fuerza deinteresarme tanto por Palomino, iba convirtiéndome en su propio torturador, en unverdadero verdugo suyo. «¡Tenga usted cuidado!» le decía yo con agorera angustia.Palomino daba un salto, y trémulo volvíase a todos lados y quería huir sin saber pordonde.Yambosexperimentábamosentonces,acerba,terribledesesperación,valladosporlos muros de piedra, invulnerables, implacables, absolutos, eternos. Palomino, desdeluego,nocomíacasi.Cómoibaacomer.Nobebía.Nohubierarespirado.Encadamigajaveíalatenteelvenenomortal.Encadagotadeagua.Encadaadarmedelaatmósfera.Sutenaz escrupulosidad sutilizada hasta la hiperestesia, le hacía parecer los más trivialesmovimientosajenos,relacionadosconlosalimentos.Alguien,ciertamañana,comíaasulado, pan del bolsillo. Palomino vióle llevarse a los labios el mendrugo, y, tras unaenérgicamuecaderepulsa,escupióvariasvecesyfueaenjuagarse.«¡Tengaustedsiemprecuidado!»—le repetía yo cada día con más frecuencia. Dos, cuatro veces diarias estealertaresonabaentreambos.Yomedesahogaba,sabiendoquedeestemodo,Palominosecuidaríamásyalejaríasemejordelpeligro.Meparecía,enfin,quecuandoyonolehabíarecordadomuchoratolafatídicainquietud,élpodríaacasoolvidarlayentonces¡aydeél!… ¿Dónde estaba Palomino?… Pues, llevado por mi vigilante fraternidad, de un saltollegábameaél,y le susurrabaaloídoatropelladamente:«¡Tengaustedcuidado!»…Asímetranquilizabayo,puespodíaestarciertodequeenalgunashorasnolesucederíanadaamiamigo.Undíaselorepetímásamenudoquenunca.Palominooíame,y, luegodelaconmociónconsiguiente,deseguromeIoagradecíaensupensamientoyensucorazón.Mas, tengoquevolver a recordárselo austed; por este camino traspasaba las lindesdelamor y del bien por Palomino y me convertía en su principal tormento; en su propioverdugo.Yomedabacuentadeestedoblevalordemiconducta.Pero—medecíayoalláenmiconciencia—sealoquefuere:irrevocableimperativodemialma,mehainvestidode guardián suyo, de curador de su seguridad, y no volveré atrás por nada.Mi voz dealertapalpitaríasiemprealladosuyo,ensunochedezozobra,comoundespertadorparael escudo y la defensa. Sí. Yo no volvería atrás, por nada. Unamedia noche, despertésobresaltado, a consecuencia de haber sentido en mitad del sueño, un vivo espantomisterioso.Talunaválvulaabiertadegolpe,quemearrojaraentodoelpechoungolpedeaguafresca.Desperté,poseídodegranalegría,deunaaladaalegría,cualsideprontomehubiera abandonado un formidable peso agobiador, o hubiera saltado demi cuello unahorca,hechapedazos.Eraunaalegríaciega,denoseporqué;yatientasdesperezábaseyaleteaba enmi corazón,diáfana, pura.Despertébien.Hice conciencia.Cesómi alegría:había soñado quePalomino era envenenado.A lamañana siguiente, el sueño aquelme

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tenía sobrecogido, con crecientes palpitaciones de encrucijada: la muerte — la vida.Sentíameen realidad totalmenteembargadoporél.Ásperosvientosdeenervante fiebre,corríanmeel pulso, las sienes, el pecho.Debíayodemostrar airede enfermo, sinduda,pues hartome pesaban las sienes, la cabeza y velabanmi ánima graves pesares. Por latarde,aPalominoyamítoconostrabajarjuntosenlaImprenta.Comoahora, losacerosnegros rebullían, chocaban cual reprochándose, rozábanse y se salvaban a las ganadas,girabanquizáslocamente,conmásvelocidadquenunca.Durantetodalamañanayhastala tarde, el sueño aquel acompañóme terco, irreductible.Mas, ignoro por qué, yo no lorehuía.Losentíaamilado,riendoyllorandoalternativamente,enseñándome,sinsonniton, una de sus manos, la siniestra, negra; blanca, bien blanquísima la otra, y ambasentrelazándosesiempreconextrañoisocronismo,enimpecable,aterradoraencrucijada;¡lamuerte—lavida!,¡lavida—lamuerte!Durantetodoeldíatambién—ytambiénignoroporqué—niunasolavezacudióamislabioselveladoralertadeantes.Absolutamente.Misueñoanteriorparecíasellarmibocaparanovertertalpalabra,porsupropiadiestraalbicante y luminosa, de una luminosidad azul, esfumada, sin bordes. De repente,Palominomurmuróamisoídos,concontenidaexplosióndelástimaeimpotencia:«Tengosed». Inmediatamente, empujado por mi solícita hermandad de siempre para con él,aprestéunaescudilladegreda rojiza, y en ella fui a traerle aquebebiese.Él agradecióenternecido,asiéndosedelasade lavasija,y sació su sedhastaqueyanopudo…Yalcrepúsculo, cuando esta vida de punzantes cuidados hacíase más insoportable; cuandoPalomino habíase agujereado ya toda la cabeza, a punta de zozobras; cuando febrilamarillez de un amarillo de nuevo viejo, aplácabale el rostro desorbitado de inquietud;cuandohastaelmédicomismodeclaradohabíaqueaquelmártirno teníanadamásquedebilidad, motivada por malestar del estómago; cuando estaba ya añicos ese uniformesainadodeexcesiva,cedizaagonía;cuandohastaPalominohabíaesbozado¡oharmoníasecretadeloscielos!,alaveradelasarrugasdesupropiafrente,fugitivasonrisaalta,quenoalcanzóasaltaralasbajasmejillas,nialahumanatristezadesushombros;ycuando,comohoy,llovíayhabíaneblinaporloslibresespaciosinalcanzables,yarreciabaporaquíabajo un premioso y hosco augurio sin causa…al crepúsculo, acercóse él yme dijo, asangrantesastillasdevoz:«¡Solís…Solís…Ya…yamemataron!…Solís…».Alverleambas manos sosteniéndose el vientre y retorciéndose de dolor, sentí, antes que en elfondo de mi corazón, caerme el golpe, en sensación de fuego devorador y crepitante,dentro de mis propias vísceras integrales. Sus quejas, apenas articuladas, como noqueriendo fuesen percibidas más que por mí solo, soplaban hacia mi interior, comoavivadaslenguasdeunallamamuchotiempoatráscontenidaentre losdos,enformadeinvisiblescomprimidos.¡Detanseguromodo,contanvivacertidumbrehabíamosambospor igual, esperado aquel desenlace! Mas, luego de sentir como si el áspid hubiérasecolado por las venas de mi propio cuerpo, invadióme instantánea, súbita, misteriosasatisfacción¡Misteriosasatisfacción!¡Siseñor!…

En esto, Solís hizo una mueca de enigmática ofuscación, mezclada de tan sordaebriedad en la mirada, que me hizo bambolear en el asiento, como con una pedradafuribunda.

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Después,enronquecido,apulso,agrandestoneladas,agregómisteriosamente:

—YPalominonoamanecióalsiguientedía.¿Había,pues,sidoenvenenado?¿Yacasoconelaguaqueyolediabeber?¿Ohabíasidoaquellosolounaccesonerviososuyoynadamás?Nolosé.Solodicenquealotrodía,mientrasyovimeobligadoaguardarcamaen las primeras horas, a causa de los fuertes golpes nerviosos de la víspera; dicen queentoncesvinounhijosuyoanoticiarasupadrehabérseleconcedidoelindulto,yyanoleencontró.LehabíarespondidolaDireccióndelestablecimiento:«Enefecto.Concedidoelindultoparasupadre,hasidopuestoenlibertadestamañana».

Elnarradortuvoenestounmalcontenidogestodetormentoquemeimpulsóadecirle,solícitoyconsternado:

—No…No…¡Novayaustedallorar!

Y, haciendo súbito paréntesis, volvió Solís a preguntarme con honda ternura, comoantes:

—¿Tieneustedfrío?

Yoleinterrumpoanhelante:

—¿Ydespués?

—Ydespués…nada.

Y luego, Solís calló hasta la muerte. Y luego, como cosa aparte, lleno de amor yamarguraauntiempo,añadió:

—PeroPalomino, queha sido siempreunhombrebuenoymimejor amigo, elmásleal, el más bondadoso; a quien yo quería tanto, por cuya situación me interesabaintensamente,aquienleayudéaescudriñarsufuturoamenazado,yporquienlleguéhastaregistrardehecholosbolsillosylosactosdelosdemás;Palominonohavueltomásporaquí,niseacuerdademí.Esuningrato.¡Quéleparece!

Seoyedenuevoa labandademúsicosde laPenitenciaría tocarelhimnodelPerú.Ahorayanosolfean.Elcorode lacanciónes tocadopor toda labandayensu integralsinfonía.Suenanlasnotasdeesehimno,yelpresoquepermaneceensilencio,sumidoensushondascavilaciones,agitadeprontolospárpadosenvivoaleteoyexclamacongestoalucinado:

—¡Eselhimnoelquetocan!¿Looyeusted?Eselhimno.¡Quéclaro!Parecehacerselenguas:

Soo-mos-liii-bres…

Yaltararearestasnotas,sonríeyríeporfinconabsurdaalegría.

Luegovuelvea la reja inmediata losencandiladosojos,en losqueestábrillandounbrillode lágrimasardidas.Saltadelasiento,y, tendiendo losbrazos,exclamacon júbiloquemeestremecehastaloshuesos:

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—¡HolaPalomino!…

Alguienavanzahacianosotros,atravésdelacerradaverjasilenteeinmóvil.

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ELUNIGÉNITO

Sí.Conocí alhombreaquien luegoaconteciómuchoacontecimiento.Tanto tuvo,pues,haberme ido en lo sucedido a aquel sujeto, en verdad, siempre digno de curiosidad yholgadasmeditaciones,acausadelairedeespantadizairregularidaddesumododeser…Laciudadleteníaporloco,idiotaopocomenos.Aserfranco,diréqueyonuncaletuveenigualconcepto.Yerro.Síletuvecomoanormal,perosoloenvirtuddeposeeruntalentograndeocéanoyunaauténticasensibilidaddepoeta.

Cierta vez hasta almorzamos juntos en el hotel. Otra vez comimos. Y tomamosdesayuno otro día. Y así durante cuatro o cinco meses seguidos, que vivió solo, porausencia de los suyos del lugar. Lato humor el de nuestra mesa. Hasta las finas lozaspálidasyloscristales,sonríenconbrillointeligenteensulímpidadentaduradeturno.UncharladorendemoniadoelseñorMarcosLorenz.Yoestabalindo.Apocolelleguéatenercariñoyaextrañarleharto,cuandofaltabaalrestorán.

ElseñorLorenzerasolteroynoteníahijoalguno.Alasazóncontabadiezaños,comoenamoradodeuna aristocráticadamade la ciudad.Diez años.No sonriáis.Sí.El señorLorenz amaba a su amada hacía una década. Elmismo habíamelo declarado, así comotambiénqueella,apesardenohaberestadojuntosjamás,losabíatodo,yquizá,asuvez,le amaba un tanto, pues el señor Lorenz la escribía su cariño a menudo. Viejo amorflamante siempre aquel, vibrando día tras día, desde el mismo traste, desde el mismosostenido en sí bemol, hasta haberse evado en todos los oídos del distrito, donde nadieignoraba semejante historia neoplatónica, a la que, desde la primera a la últimapágina,exornabaun texto igual, con solo ligerasvariaciones tipográficasy,posiblemente,hastagramaticales.¡Viejoamorflamantesiempreaquel!

—¡Acaso me ama un poco! —repetíase en la mesa el señor Lorena, ovalando unmordiscoepiscopal sobreel sabrosochoclodemayo,quedeshacíasey lactaba,depurotierno, entre los cuatro dígitos del tenedor argénteo. Porque, en verdad, mi excelentecontertulionoparecíaestarmuysegurode loquesentiríaporél ladamadesucorazón.Tanto, que muchas veces, su tranquilidad ante esta incertidumbre, y la longevidad desemejantes relaciones estadizas, tornábanme descreído, y hacíanme pensar que todo nopodía pasar acaso de un reverendísimo boato de vanidad inofensiva, de parte del señorLorenz, ya que él era apenas un ciudadano más o menos herbolario, y ella un divinoanélido demiel, hecho para volverle agua la boca almás ahito de los salomones de la

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tierra. Mas vino prueba en contrario, una mañana en que ingresó el señor Lorenz alrestorán. ¿Qué le pasaba al señor Lorena? ¿Qué cara traía, tan a crespas faccionestrabajada?

—¿Algúnborrónenlatela,amigomío?

—Nada—respondiómeenunmugido—.Soloqueacabadepasarella,acompañadadeunbribón,dequienyamehannoticiadocomonoviosuyo…

—¿Cómo?—aducílesarcásticamente—.¿Yusted?¿Ysusdiezañosdeamor?

El señorLorena salióme entonces al encuentro, pidiendo un antipasto de jamón delpaísysardinas.Servidoeste,añadióregocijado:

—Pareceestarmejorqueeldeayer.

Y,comosisevendaseunaligerapicazóndeinsecto,voceó:

—¡Mozo!¡Whisky!

No obstante lo cual, notificado quedaba yo, con roja cédula de celos, que,verdaderamente, lo que el señorLorenz sentía por aquella dama, era una pasión a todocuadrante.Nocabíaduda.¡Viejoamorflamantesiempreelsuyo!

Unatardeleí,pocodespués,enunodelosdiarioslocales:

Enlaceconcertado.—HaquedadoconcertadoelenlacedelseñorWalterWolcot,conlaseñoritaNéridadelMar.

¡Pesia! ¡Pobre señor Lorena! Qué amargas calabazas le florecían. Calabazasdecenarias. Aquel divino anélido de miel iba a subjuntivar su áureo nombre aqueo, alrápidodetrustsdelbribóndequienyahabíannoticiadoalseñorLorena,comoprometidodeNérida.

Terriblepesarsobrevinoamiamigo,comopodrásuponerse,anteelanunciodeaquelmatrimonio. Acabáronse las sobremesas plácidas; y las aguas de oro y los espumososbenedictinesdeantes,quizássolollorabanahora,estancadosenlaspupilasdeestenuevoJosé Matías, que, desde entonces, parecía estar siempre pronto a verter lágrimas dedesesperación. Acabóse el buen humor que arcenara, en jocunda guardilla tornasol, lafraternal efusión de los almuerzos soleados y las florecidas cenas retardadas: pues, auncuandoelapetitoporlasbuenasviandasarreciabaconfuerzamayorenelseñorLorena,araíz de su sétima caída romántica, quijarudo Pierrot punteaba ahora en su alma herida,ahora que los días y las noches le aporreaban con ocasosmoscardados de recuerdos, ylunasamarillasdesaudad.

NovolvióelseñorLorenzadecirpalabraalgunasobreNérida.Caviloso,callado,solodevezentarde,enventanabalataciturnidaddelyantar,paraestornudaralgúnversículodelEclesiastés,entrecuyascenizasaventaba,conaireconfinadodeorfandad,sudesventura.Anteeste,quepodríallamarsetrágicopalimpsestodeamor,tenté,enmásdeunaocasión,escarbarelsecretodesuspensares,afindeversienalgopodríayoaliviarle.Peronada.

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Siemprequeresolvíameainterrogarle,sentíaalhombretrancarseapiedraylacre,pechoadentro,paratodapreguntaoconfidencia.

Luego,dosmilcientosesentidóshoras.

Yundomingoalmediodía, laorquestalanzaunatorreadamarchanupcial,entrelaspilastrasderanciasmoldurasprovinciales,ybajolosdomosiluminadosdeltemplo,cuyoaltarmayorresplandeceenguirnaldadodealbosazaharesgoteantesdecampoyderocío.

Veíase,porlapompadelcortejo,queeranNéridayelseñorWalterWolcot,quienes,en tales instantes, recibían la bendición del Todopoderoso, enmatrimonio; y que, a untiempomismo,eldestinodelmuyamadoseñorLorenz,caladosellúgubreclacdeuntoylos guantes negros, asistía al sepelio de diez sarcófagos ingrávidos, en cuyos labradoscampos de azabache, habrían, decorados a la usanza etrusca, verdes ramas demiosotysflorecidoportadasporpiéridesmútilasy suplicantes;boscajesde rumorosasuvasvivas,bajoelcielodepurasanilinasanacreónticas;vientosencontradosdesnudandoárbolesdeotoño; y montañas de hielos eternos. Dentro de los diez sarcófagos, irían diez relojesdifuntos…

Ytodoeraasí,enverdad.LosnovioseranNéridayelcaballerodelacuádrupleV:él,calveteprematuro, sanguinoso tipocongestionadodeclubmanempedernidoqueduermehastalastresdelatarde;grandesojosengalladosverdebotella,crónicogestoplacentero,como si siempre estuviese celebrando algo; flamante traje de una cuasi mortuoriacorrecciónbritánica.Ella…visiblementepálida.

¿Yelotro?…¡Ohespectáculode impiedadydeheroísmo!El señorMarcosLorenztambién estaba allí. Le hallé alarmantemente demudado. Él, a su vez,me vio, pero nopareció verme. Le saludé con una venia, y no me hizo caso. Muy cerca de la pareja,erguíaseaquelhombre,rígido,petrificadoendantescalaceria.

Monseñor,revestidodefinísimapellizadegrantono,mayaba,convozenronquecida,el sagrado latíndel sacramento.En los incensariosdeplataantiguaycadenillasdeoro,ardíanlosgranosderesinasmísticas.Laorquestaporsegundavezdoblabalallavedelsoldelapartitura;y,sudoroso,elacólito,murmurabacomoensueños,decapítuloencapítulosussílabasrituales.

Desúbito,latristedesposandahizounaextrañacosa.Enelprecisomomentoenqueeltonsuradolahacíalapreguntadepromesa,alzóellasusardientesojosdeámbaroscuro,inundadosenfebrilhumedad,yderechofueaclavarlosenelotro,enelseñorLorenz.Tal,distraída por entero, no contesta. Algunos del cortejo, notan el inesperado silencio, y,siguiendo la dirección de lamirada deNérida, la encontraron posada en el pobre JoséMatías.Yluego,todocomoenladuracióndelrelámpago,elseñorLorenzrecibióaquellamirada, quebró bruscamente su rigidez tormentosa, de un solo tranco lanzóse haciaNérida, arrollando a cuantos tropezó a su paso, y, con increíble destreza de ave rapaz,cogióla el rostro estupefacto, y la dio un beso furioso en toda su boca virgen, queentreabriósecomounsurco…Luego,elseñorLorenzcayópesadamenteatierra.

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Unrevuelodevocesyuna repentinaparálisisen todos.Yquienes,ensondeairadaindignación,acercáronsealyacentebesador,alinicuointruso,orejaenpechooyeronalaMuertefatigadaysudorosasentarseadescansarenelcorazónyaheladodeaquelhombre.¡PobreseñorLorenz!Solodeestamanera,yensoloestebesofugaz,frotadoyencendidoporeltotaldesuvida,enlamuerte,logróunirsucarnealacarnedesuamada,que¡ay!,acasonolehabíaamadonuncaenestemundo.

Eldesposorioquedófrustrado.Ciegapolvaredainterpúsose,agranespesor,entrelosquehubieransidoesposos.Néridatambiénhabíasufridoentalinstante,seriaconmociónnerviosa,y,llevadaallechodedolor,agravándosefuedesegundoensegundo,paramorirunahoradespuésdelainstantáneamuertedelpobreJoséMatías…

Yhoy,corridosyaalgunosaños,desdequeabandonaranelmundoaquellasdosalmas,enestadoradamañanadeenero,unniñofinoybelloacabadedetenerseenlaesquinadeBelén,unniñoextrañamentehermosoymelancólico.

Pasaunómnibusdelcualbajanvariospasajeros.Aunodeellos, señoróndeamplioairemundano,selecaeelbastón.Elniño,tanbelloy,sobretodo,tanmelancólico,ganaarecogerlacaídacaña,enjoyadadeororojocasisangre,yselaentregaaldueñoquenoesotrosinoelpropioseñorWalterWolcot.Esteadvierteel rostrodelpequeño,ysinsaberporqué,sufrefuertesobresalto.Vacila.Tartamudoagradece,porfin,lagentilezaanónima,y,condesesperadavehemenciaquelagrimeademisteriosainquietud,preguntaalniño:

—¿Cómotellamas?

Elinfantenoresponde.

—¿Dóndevives?

Elinfantenoresponde.

—¿Cuántosañostienes?

Elinfantenorespondenada.

—¿Tuspadres?…

Elniñoseponeallorar…

Unamosca negra y fatigada viene y trata de posarse en la frente del señorWalterWolcot,apuntoenqueestesealejadelniño.Muydistanteya,selaespantavariasveces.

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LOSCAYNAS

LuisUrquizolanzóunacarcajada,y,tragándosetodavíalasúltimaspólvorasderisa,bebióávidamente su cerveza. Luego, al poner el cristal vacío sobre el zinc delmostrador, loquebró,vociferando:

—¡Eso no es nada!Yo he cabalgado varias veces sobre el lomo demi caballo quecaminabaconsuscuatrocascosnegros invertidoshaciaarriba. ¡Oh,misoberbioalazán!Es el paquidermomás extraordinario de la tierra. Ymás que cabalgarlo así sorprende,maravilla, hace temblar de pavor el espectáculo en seco, simple y puro de líneas ymovimientosqueofreceaquelpotrocuandoestáparado,enimposiblegravitaciónhacialasuperficie inferiordeunplanosuspendidoenelespacio.Yonopuedocontemplarloasí,sinsentirmealteradoysindejardehuirdesupresencia,despavoridoycomoacuchilladalagarganta. ¡Esbrutal!Pareceentoncesunagigantescamoscaasidaaunadeesasvigasdesnudasquesostienen los techoshumildesde lospueblos¡Esoesmaravilloso!¡Esoessublime!¡Irracional!

LuisUrquizohablaysearrebata,casichorreandosangreelrostrorasurado,húmedoslosojos.Trepida; guillotina sílabas, suelday enciende adjetivos; hacede jinete, deponealgunas fintas; conifica en álgidas interjecciones lasmás anchas sugerencias de su voz,gesticula,izaelbrazo,ríe:espatético,esridículo:sugestionaycontagiaenlocura.

Despuésdijo:

—Memarcho—Ycorriendo,saltóeldinteldelatabernaydesapareciórápidamente.

—¡Pobre!—exclamarontodos—.Estácompletamenteloco.

Urquizo,enverdad,estabadesequilibrado.Nocabíaduda.Asíloconfirmabaelcursoposteriordesuconducta.Aquelhombrecontinuóviendolascosasalrevés,trastrocándolotodo,atravésdeloscincocristalesahumadosdesussentidosenfermos.Lasbuenasgentesde Cayna, pueblo de su residencia, hicieron de él, como es natural, blanco de cruelcuriosidadycotidianadistraccióndegrandesypequeños.

Añosmástarde,Urquizo,porfaltadecuraoportuna,agravóseenformamortalensudemencia,yllegóalmástruculentoyedificantedioramadelhombrequetieneeltriángulodedosángulos,quesemuerdeelcodo,queríeanteeldolor,ylloraanteelplacer:Urquizollegóaerrarallendelascomisuraseternas,adondecorrenaagruparse,ensondearmoníayplenitud,lossietetintescéntricosdelalmaydelcolor.

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Por entonces, yo le encontré una tarde. Desde que le avisté, pocos pasos antes decruzarnos,despertóseenmídesusadapiedadhaciaaqueldesgraciado,que,porlodemás,era primo mío en no sé qué remota línea de consanguinidad materna; y, al cederle lavereda,saludándoledepaso,tropecémeenunodelosbachesdelaempedradacalle,yfuiagolpearconelmíounantebrazodelenfermo.Urquizoprotestócolérico:

—¡Quía!¿Estaustedloco?

Laexclamaciónsarcásticadelalienadomehizoreír;ymásadelantefueellamotivodeconstantescavilacionesenquelosmisteriosdelarazónsehacíanespinas,yempozábanseen el cerrado y tormentoso círculo de una lógica fatal, entre mis sienes. ¿Por qué esaformadeinducciónparaatribuirmeladescompaginacióndetornillosymotoresquesoloenélhabía?

Esteúltimo síntoma, enefecto, traspasabaya los límitesde la alucinación sensorial.Esto era ya más trascendental, sin duda, desde que representaba, nada menos que unraciocinio,unatardecabosprofundos,undatodeconciencia.Urquizodebía,pues,creerseasímismoensuscabales;debíadeestarperfectamentesegurodeello,y,desdeestepuntode vista suyo, era yo, por haberle golpeado sin motivo, el verdadero loco. Urquizoatravesabapor esteplanode juicionormalque sedenuncia en casi todos los alienados;planoque,porsudesconcertanteironía,hiereyescarnecelosriñonesmáscuerdos,hastaquitarnos toda riendamental y barrer con todos los hitos de la vida. Por eso, la zurdaexclamacióndeaquelenfermoclavósetantoenmialmaytodavíamehurgaelcorazón.

LuisUrquizopertenecíaaunanumerosafamiliadellugar.Era,porinfortunado,muyqueridodelossuyos,quienesleprestabantodasuertedecuidadosyamorosaasistencia.

Undíasemenotificóunacosaterrible.TodoslosparientesdeUrquizo,queconvivíanconél,tambiénestabanlocos.Ytodavíamás.Todoselloseranvíctimasdeunaobsesióncomún,deunamisma idea,zoológica,grotesca, lastimosa,deun ridículo fenomenal; secreíanmonos,ycomotalesvivían.

Mimadreinvitómeunanochea irconellaasaberdelestadodelosparientes locos.NoencontramosenlacasadeestossinoalamadredeUrquizo,quiencuandollegamos,seentretenía enhojear tranquilamente un cartapacio de papeluchos, a la luz de la lámparaquependíaenelcentrodelasala.Dadoelaislamientoyatrasodeaquelpueblo,quenoposeía instituciones de beneficencia, ni régimen de policía, esos pobres enfermos de lasiensalíancuandoqueríanalacalle;yasíeradeverlosatodahoracruzarpordoquieralapoblación,introducirsealascasas,despertandosiemprelarisaylapiedadentodos.

Lamadredelosalienados,apenasnosdivisó,chillóagudamente,frunciólascejasconfuerzayconciertaferocidad,siguióhaciéndolasvibrardeabajoarribavariasveces,arrojóluegoconmecánicoademánelpliegoquemanoseaba;y,acurrucándosesobrelasilla,coninfantil rapidez de escolar que se enseria ante el maestro, recogió los pies, dobló lasrodillashastalaalturadelnacimientodelcuello,y,desdeestaforzadaactitud,parecidaaladelasmomias,esperóaqueentrásemosalacasa,clavándonos,cabrilleantes,móviles,inexpresivos, selváticos, sus ojos entelarañados que aquella noche suplantaban

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asombrosamentealosdeunmico.Mimadreasióseamíasustadaytrémula,yyomismosentímesobrecogidodeespeluznantesensacióndeespanto.Lalocaparecíafuriosa.

Pero no.A la brusca claridad de la cercana lámpara, distinguimos que aquella caraextraviada, bajo la corta cabellera que le caía en crinejas asquerosas hasta los ojos,empezabaluegoafruncirseymoversesobreelmiserableyharaposotronco,volviéndoseatodoslados,comosolicitadaporinvisiblesresortesopormisteriososruidosproducidosenlos ferrados barrotes de un parque.La loca, después, como si prescindiera de nosotros,empezó a rascarse y espulgarse el vientre, los costados, los brazos, triturando losfantásticos parásitos con sus dientes amarillos. De breve en breve chillaba largamente,escrutaba en torno suyo y aguaitaba a la puerta, como si no nos advirtiera. Madre,transcurridosalgunosminutosdeexpectaciónydemiedo,hízomeseñasderetroceder,yabandonamoslacasa.

De esta lúgubre escena hacía veintitrés años cumplidos, cuando después de habervivido, separado de los míos durante todo aquel tracto de tiempo, por razón de misestudiosenLima, tornabayouna tardeaCayna, aldeaque,por lo solitariay lejanaeracomounaislaallendelasmontañassolas.Viejopueblodehumildesagricultores,separadodelosgrandesfocoscivilizadosdelpaísporinmensasycasiinaccesiblescordilleras,vivíaamenudolargosperíodosdeolvidoydeabsolutaincomunicaciónconlasdemásciudadesdelPerú.

Debo llamar la atención hacia la circunstancia asaz inquietante de no haber tenidonoticiasdemifamilia,enlosseisúltimosañosdemiausencia.

Mi casa estaba situada casi a la entrada de la población.Un acanelado poniente demayo, de esos dulces y cogitabundos ponientes del oriente peruano, abríase de brazossobre laaldeaquenoséporqué teníaaesahora,ensusoledadyabandonoexteriores,cargadooloradesventura, tenazairedelástima.Talunaroñadedescuidoydestruccióninexplicablerezumabadetodaspartes.Niunsolotraseúnte.Yapenascrucélasprimerasesquinas, opacáronse mis nervios, golpeados por una súbita impresión de ruina; y sindarmecuenta,estuveapuntodellorar.

El portón lacre y rústico de la mansión familiar apareció abierto de par en par.Descendídelacabalgadura,y,jadeantedelaceradaternura,torpedepresagiosaemoción,hablandoalsudorosolentoanimal,avancézaguánadentro.Inmediatamente,entreelruidode los cascos, despertáronse en el interior destemplados gritos guturales, como deenfermosqueululasenenmediodeldelirioylafatiga.

Nopodréahoraprecisarlasuertedepétreascadenasque,anillándoseenmiscostados,enmissienes,enmismuñecas,enmistobillos,hastaecharmesangre,mordiéronmeconfieras dentelladas, cuando percibí aquella especie de doméstica jauría. La antropoidalimagendelamadredeUrquizosurgióinstantáneamenteenmimemoria,almismotiempoque invadíame un presentimiento tan superior amis fuerzas que casime valía por unaaciaga certeza de lo que, breves minutos después, había de dar con todo mi ser en latiniebla.

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Atodavozllamécasigimiendo.

Nada.Todaslaspuertasdelashabitacionesestaban,comoladelacalle,abiertashastael tope.Solté labridademicaballo,corrídecorredorencorredor,depatioenpatio,deaposento en aposento, de silencio en silencio; y nuevos gruñidos detuviéronmepor fin,delantedeunagraderíadeargamasaqueascendíaalgraneromáselevadoysombríodelacasa.Atisbé.Otravezsehizoelmisterio.

Ningunaseñadevidahumana;niunsoloanimaldoméstico.Extrañasmanosdebíandehaberalterado,conartimañosodesvíodelgustoydetodosentidodeordenycomodidad,lausualdistribucióndelosmueblesydelosdemásenseresymenajedelhogar.

Precipitadamente,guiadoporsecretaatracción,saltélospeldañosdeesaescalera;y,aldisponermeatrasponerlaportezueladelterrado,laadvertífrancatambién.Detúvomeallíinexplicable y calofriante tribulación; dudé por breves segundos, y, favorecido por losdestellosúltimosdeldía,avizoréávidamentehaciaadentro.

Rabiosohastacausarhorror,desnaturalizadohasta lamuerte, relampagueóun rostromacilentoymontarazentrelassombrasdeesacueva.Enristrandotodomicoraje—¡puesqueyalosuponíatodo,Diosmío!—meparapetéjuntoalmarcodelapuertayesforcémeenreconoceresamáscaraterrible.

¡Eraelrostrodemipadre!

¡Unmono!Sí.Todalatruncaverticalidadyelfácilarrestoacrobático;todoeljuegodenervios.Todalapobrecarnaciónfacialylagesticulación;laosamentaentera.Y,hastaelpelajecosquilleante,¡ohlalanasutilísimaconqueestátramadalainconsútilmembranadejusto,matemáticoespesor suficientequeel tiempoy la lógicauniversalponen,quitanytrasponenentrecolumnaycolumnadelavidaenmarcha!

—Khirrrrr…Khirrrrr…—silbótrémulamente.

Puedo asegurar que por su parte él no me reconocía. Removióse ágilmente, comoposicionándosemejorenelantrodondeignorocuandohabíaserefugiado;y,presadeunainquietudverdaderamentepropiadeungorilaenjaulado,antelasgentesqueloobservanylo asedian, saltaba, gruñía, rascaba en la torta y en el estucado del granero vacío, sindescuidarsedemíniporunsolomomento,prestoaladefensayalataque.

—¡Padremío!—Rompíasuplicarle,impotenteydébilparalanzarmeasusbrazos.

Mi padre entonces depuso bruscamente su aire diabólico, desarmó toda su trazaindómitaypareciósalvardeunsoloimpulsotodalanochedesupensamiento.Deslizóseenseguidahaciamí,manso,suave, tierno,dulce, transfigurado,hombre,comodebiódeacercarseamimadreeldíaenqueseestrecharontantoytanhumanamente,hastasacarlasangreconquellenaronmicorazónyloimpulsaronalatiracompásdemissienesymisplantas.

Pero cuando yo ya creía haber hecho la luz en él, al conjuromilagroso del clamorfilial,sedetuvoapocospasosdemí,comoenmendándoseallá,enelmisteriodesumente

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enferma.La expresión de su faz barbada y enflaquecida fue entonces tan desorbitada ylejana, y, sin embargo, tan fuerte y de tanta vida interior, queme crispó hasta hacermedoblar lamirada,envolviéndomeenunasensacióndefríoydecompleto trastornodelarealidad.

Volví,noobstante,ahablarlecontodavehemencia.Sonrióextrañamente.

—Laestrella…—balbuceóconsordafatiga.Yotravezlanzóagrioschillidos.

La angustia y el terrorme hicieron sudar glacialmente. Exhalé unmedroso sollozo,rodélaescalinatasinsentidoysalídelacasa.

Lanochehabíacaídodeltodo.

¡Es que mi padre estaba loco! ¡Es que también él y todos los míos creíansecuadrumanos, delmismomodoque la familia deUrquizo!Mi casa habíase convertido,pues,enunmanicomio.¡Elcontagiodelosparientes!¡Sí;lainfluenciafatal!

Peroestonoeratodo.Unacosamásatrozyasoladorahabíaacontecido.Unflagelodeldestino;unairadeDios.Nosoloenmihogarestabanlocos.Loestabaelpuebloenteroytodossusalrededores.

Una vez fuera de la casa, echéme a caminar sin saber adónde ni con qué fin,padeciendoaquíyalláchoquesycataclismosmoralestanhondosqueantesnidespuésloshahabidosemejantesqueabatieranmásmisensibilidad.

Lascallesteníanaspectodetapiadoscaminos.Pordoquieraquesalíamealpasoalgúntranseúnte, saltabaenél fatalmenteunasimulacióndeantropoide,unpersonajemímico.Laobsesiónzoológicaregresiva,cuyogermenprimerobrotaratantosañoshaenlatestafunámbuladeLuisUrquizo,hablasepropagadoentodosycadaunodeloshabitantesdeCayna,sinvariarabsolutamentedenaturaleza.A todosaquellos infelices leshabíadadoporlamismaidea.Todoshabíansidomordidosenlamismacurvacerebral.

Noconservo recuerdodeunanochemáspreñadade tragediaybestialidad, en cuyofondodecortantesbordesnohabíamásluzquelanaturaldelosastros,yaqueenningunaparte alcancé a ver luz artificial. ¡Hasta el fuego, obra y signo fundamentales dehumanidad, había sidoproscrito de allí!Comoa través de los dominios deuna todavíaignoradaespecieanimaldetransición,peregrinéporeselamentablecaosdondenopudedar,pormuchoqueloquiseylobusqué,conpersonaalgunaquelibradohubiérasedeél.Porlovisto,habíadesaparecidodeallítodoindiciodecivilidad.

Muypocotiempodespuésdemisalida,debídehabertornadoamicasa.Advertímedeprontoenelprimercorredor.Niunruido.Niunaliento.Cortélacompactaoscuridadquereinaba,crucéelextensopatioydiconelcorredordeenfrente.¿Quéseríademipadreydetodamifamilia?

Algunaserenidadtocómiánimatransida.Habíaquebuscaratodotranceysinpérdidade tiempo amimadre, y verla y saberla sana y salva y acariciarla y oírla que llora deternura y que gozo al reconocerme, y rehacer, a su presencia, todo el hogar deshecho.

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Había que buscar de nuevo ami padre.Quizás, por otro lado, solo él estaría enfermo.Quizástodoslosdemásgozaríandelplenoejerciciodesusfacultadesmentales.

¡Oh, sí,Diosmío! Engañado habíame, sin duda, al generalizar de tan ligeromodo.Ahoracaíaencuentademinerviosidaddelprimermomentoyde lomaldispuestaquehabíaestadomiexcitablefantasíaparahaberlevantadotanhorriblescastillosenelaire.Yaun¿acasopodíaestarsegurodelademenciamismademipadre?

Unafrescabrisadeesperanzaacariciómehastalasentrañas.

Franqueé,disparadodealegría,laprimerapuertaquealcancéentrelaoscuridad,y,alavanzar hacia adentro, sin saber por qué, sentí que vacilaba, al mismo tiempo que,inconscientemente,extraíadeunodelosbolsillosunacajadefósforosyprendíafuego.

Escudriñaba la habitación, cuando oí unos pasos que se aproximaban por loscorredores.Parecíanatropellarse.

La sangre desapareció del todo demi cuerpo; pero no tanto que ellome obligase aabandonarlacerillaqueacababadeencender.

Mi padre, tal como le había visto aquella tarde, apareció en el umbral de la puerta,seguidodealgunosseressiniestrosquechillabangrotescamente.Apagarondeunrevuelolaluzqueyoportaba,ululandoconfatídicomisterio:

—¡Luz!¡Luz!…¡Unaestrella!

Yomequedéheladoysinpalabra.

Más,demodointempestivo,cobréluegotodasmisfuerzasparaclamardesesperado:

—¡Padremío!¡Recuerdaquesoytuhijo!¡Túnoestásenfermo!¡Túnopuedesestarenfermo!¡Dejaesegruñidodelasselvas!¡Túnoeresunmono!¡Túeresunhombre,oh,padremío!¡Todosnosotrossomoshombres!

Ehicelumbredenuevo.

Unacarcajadavinoaapuñalarmedesesgoasesgoelcorazón.Ymipadregimiócondesgarradoralástima,llenodepiedadinfinita.

—¡Pobre!Secreehombre.Estáloco…

Laoscuridadsehizootravez.

Yarrebatadoporelespanto,mealejédeaquelgrupotenebroso,lacabezatambaleante.

—¡Pobre!—exclamarontodos—.¡Estácompletamenteloco!…

***

—Yaquímetienenustedes,loco—agregótristementeelhombrequenoshabíahechotanextrañanarración.

Acercóseleenestounempleado,uniformadodeamarilloydeindolencia,yleindicóquelesiguiera,almismotiempoquenossaludaba,despidiéndosedesoslayo:

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—Buenastardes.Lellevoyaasucelda.Buenastardes.

Yelloconarradordeaquellahistoria,perdióselomoalomoconsuenfermeroqueleguiaba por entre los verdes chopos del asilo; mientras el mar lloraba amargamente ypeleabandospájarosenelhombrojadeantedelatarde…

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MIRTHO

Oratedecandor,aposéntomebajolauñaíndigadelfirmamentoyenlas9uñasrestantesdemismanos,sumo,envuelvoyarramblolosdígitosfundamentales,de1enfondo,hacialamásaltaconcienciadelasderechas.

Oratedeamor,conquéardentíalaamo.

Yolaencontréalvientoelvelolila,queibadiciendoalastiernaslascasdesussienes:«Hermanitas, no se atrasen, no se atrasen…». Alfaban sus senos, dragoneando por laciudaddebarro, conestridordemandatosyamenazas.Quebróse, ¡ay!, en laesquinaelimpávidocuerpo:yosufríentodasmispuntas,antetamañoheroísmodebelleza,antelainminencia de ver humear sangre estética, ante la muerte mártir de la euritmia de esacarnaturaviva,antelaposiblefalladeunlombarqueresisteodeunanervadurarebeldeque de pronto se apeala y cede a la contraria. ¡Mas he allí la espartana victoria de eseescorzo!Ycuántasabiduría,enmetallacaliente,cerníalaforjadeaquesedesfiladerodenervios,portodaslaspasmadasbocasdemialma.Yluego,susmuslosysuspiernasysusprisionerospies.Ysobretodo,suvientre.

Sí. Su vientre, más atrevido que la frente misma; más palpitante que el corazón,corazónélmismo.Cetreríadehalconadosfuturosdeaquilinosparpadeossobrelasombradelmisterio. ¡Quiénmás que él! Adorado criadero de eternidad, tubulado de todas lascorrientes historiadas y venideras del pensamiento y del amor.Vientre portado sobre elarcovaginaldetodafelicidad,yenelintercolumniomismodelasdospiernas,delavidaylamuerte,delanocheyeldía,delseryelnoser.Ohvientredelamujer,dondeDiostienesuúnicohipogeoinescrutable,susolatiendaterrenalenqueseabrigacuandobaja,cuandosubealpaísdeldólar,delplacerydelaslágrimas.¡ADiossoloselepuedehallarenelvientredelamujer!

***

Talescosasdecíaayertardeunjovenamigomío,mientrasconéldiscurríamosporeljiróndelaUnión.Yomereíaacarcajadalimpia.Esclaro.ElpobreestáenamoradodeunadetantasbellasmujeresquecruzanporlaarteriaprincipaldeLima,elegantesydistinguidas,de5a7delatarde.Ayerelocasoardíaurentedeverano.Sol,lujo,flirt,encantosensualpor todaspartes.Ymiamigodesflagraba románticoyapasionado,hechounposeídodeveras.Sí.Hechounoratede amor, comoél llamábase entreorgullosoy combatido.Un

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oratedeamor.

Despedímedeél,y,yaasolas,lleguéadecirmeparamí:Oratedeamor.Bueno.Pero¿qué quería significar aquello de orate de candor, apóstrofe de ironía con que inició sujerigonza?

Anochevinoamíelmozo.

—Escúchemeusted—medijo, sentándoseami ladoy encendiendouncigarrillo—.Escúchemecuantovoyareferirleahoramismo,yaqueelloeshartoextraordinario,paraquedarocultoparasiempre.

Mirómeconmelancolíaquetaladrabay,echandoluegotemerosasyrepetidasojeadashacialosventalesdelaposento,consigiloygravedadprofundacontinuódeestemodo:

—¿Ustedconocealamujerqueamo?

—No—lerepliquéalpunto.

—Perfectamente.Nolaconoce.Puesríasedecomolaesbocéesta tarde.Nada.Esasfraseseransolo truncosneoramasdelagranequisencantadaquees laexistenciade tanperegrinacriatura.

Yarmandocinegético,disparadoceñodequienfueraacapturarórbitas,hizorechinarlosdientesyhasta lasencíascontra lasencías, flagelósedesde los lóbulosde lasorejasdesoladas hasta la punta de la nariz con un relámpago morado; clavó frenético ambasmanosentrelagreñadeerizocomoparamesársela,ydeletreóconvozdevisionarioquecasimehaceestallarenrisotadas:

—Miamadaes2.

—Sigueustedincomprensible.¿Suamadaes2?¿Quéquieredecireso?

Miamigosacudiólacabezaabatiéndose.

—Mirtho,laamadamía,es2.Ustedsonríe.Estábien.Peroyaverálaverdaddeestaaseveración.

—AMirtho—agregó— la conocí hace cincomeses en Trujillo, entre una adorablefarándulademuchachasymuchachoscompañerosmíosdebohemia.Mirthopulsabaalasazóncatorcesetiembrestónicos,unacintamilagrosadesangrevirginalyprimavera.Laadoro desde entonces.Hasta aquí lo corriente y racional.Mas he allí que, poco tiempodespués,elmásamadoe inteligentedemisamigosdíjomedebuenasaprimeras:«¿Porqué es usted tan malo conMirtho? ¿Por qué, sabiendo cuánto le ama, la deja usted amenudoparacortejaraotramujer?Noseaasínuncaconesapobrechica».

Taninesperadacomoinfundadaacusación,envezdesuscitarmiprotestaeinducirmeareiterarmifidelidadaMirtho,toméla,comocomprenderáusted,soloensondeinocenteyaladocalembourdeamistadynadamás,ysonreíparapasmodemiamigoque,dadasuausteraypurísimamoralenmateriadeamor,tuvoentoncesunsuavemohíndereprochehacia mí, arguyéndome que cuanto acababa de decirme tenía toda seriedad. Y, sin

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embargo, yo nunca había estado con mujer alguna que no fuese Mirtho desde que laconocí.Absolutamente.Laquejademiamigocarecía,pues,debasederealidad;y,siellano hubiera venido de un espíritu tan fraternal como aquel, habríame dejado sin dudatranquilo y exento del escozor en la conciencia. Pero el cariño casi paternal con quetrataba aquel amigo inolvidable todos los acontecimientos de mi vida, investía a tanextraño reproche de un toque asaz inquietante y digno de atención, para que él nomelastimasesinsaberporqué.AdemásporelgranamorqueyosentíahaciaMirtho,dolíamequeaquellovinieseaperturbarasínuestradicha.

Desde entonces, continuamente aquel amigo repetíame el consabido reproche, cadavez con más acritud. Yo, a mi vez, reiterábale y pretendía patentizarle por todos losmediosposiblesmilealtadparaMirtho.Vanosesfuerzos.Nada.Laacusaciónmarchaba,afirmándosecontalterquedadqueempezabayoacreerasuautorfueraderazón,cuandollegó momento en que todos los demás hermanos de bohemia fueron de uno en unoformulándomeidénticatachaamiconducta.

—Nosotros, todo el mundo —recriminábanme desaforadamente— te hemossorprendidoinfraganti,yconnuestrospropiosojos.Nadatienesquealegarencontrario.Túnopuedesnegarlaverdad.

Yenefecto.Siacuantosmeconocíanhubierayointerrogadosobrelaverdaddeesteasunto,todoshabríantestificadomisrelacionesdeamorconlasegundamujerparamítandesconocida como irreal.Y yo habríame quedado aúnmás boquiabierto ante semejantefosfenocolectivo,quenootracosapodíaacontecerenelcerebrodemisacusadores.

Perouna circunstancia llamabami atención, y era queMirthonuncamedecía nadaquediera a entenderni remotamentequeella supiesedemi supuesta infidelidad.Niungesto,niunaespinaensualma,noobstantesucaráctervehementeyceloso.Delaciudadentera ¿acaso solo ella ignoraba mi culpa y ni presentía a través de las generalesmurmuraciones?Muymás,si,comomeloechabanencara,dizqueyosolíapresentarmepordoquieraysinescrúpuloalgunoconlaotra.Portodoesto, laignoranciadepartedeMirthoroíameelcorazónalotroladodelaacusacióndelosdemás.Enaquellaignorancia,podría asegurar, radicaba de misteriosa manera y por inextricable encadenamiento demotivos, la piedra de toque, y quizás hasta la razónde ser de la imputaciónque semehacia.

Mirtho, sin duda alguna, no sabía, pues, nada de la otra. Esto era incuestionable.Malhadadainocenciasuya,enúltimoexamen,porqueella,noséporquémedios,vinoadaralahabladuríaazotantedelosdemás,unaciertavida,uncalory¡vamos!,unsabordeintriga tales,queyonopodíamenosquesentirmevacilararrastradohastael filodeunaridículaposicióndedesconciertoydeabsurdaatonía.

OcasiónllegóenquehabiendoasistidoenunióndeMirthoalteatro,noshallábamosambosjuntosenlasala,cuandoenunodelosentreactos,dieronmisojosconunodemisamigos.Estedístinguiómeasuvezehízomeseñasparaquesalieseaatenderlealfoyer.Hartonosamábamosconesemuchachoparaque,porinusitadaquefueratalinvitaciónen

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eseinstante,yonolaatendiese.PedíperdónaMirthoysalíaverle.

—¡Ahora no lo negarás! —exclamó aquel amigo desde lejos—. Allí estás ahoramismoconlaotra…¡YcuántosepareceaMirtho!

Repliquélequeno,queélnosehabíafijado.Fuetodoinútil.

Despedímeriendoyvolvíal ladodeMirtho,sinhaberdadomayor importanciaa loquecreíunsimplejuegodecamaradaynadamás.

Varias veces, posteriormente, estando con ella, tuve, no sin fuertes sobresaltos yalarmasque terminabanes cierto en seguida, repentina impresióndehallarmeenefectoanteotramujerquenoeraMirtho.Hubonoche,porejemplo,enqueestacrisisdedudacolmóseenálgidadesesperación,porhaberpercibidouninusitadoarreboldeserenidadenel desenvolvimiento de las ondas de un silencio suyo, arrebol completamente extraño atodas laspausasdesuvoz,yquechillóaquellanocheen todomicorazón.Pero, repito,esasalarmascedíanluego,pensandoqueellasdeberíansesindudaalasugestiónobsesivaquepodíanejercerlosdemáscercademí.

Hedeadvertir,porloqueestopudieradarluzaesteenredo,queporraroqueparezcaelcaso,fueradelavezenquefuipresentadoaMirtho,jamáslaviacompañadadetercerapersona, y aun más: cuando solía hallarse conmigo, nunca estuvimos sino los dosúnicamente.

Así continuaban las cosas, creciente pesadilla que iba a volverme loco, hasta ciertamañana tibia y diáfana en que hallábame en la confitería Marrón, tomando algunosrefrescosencompañíadeMirtho.Antelaparvamesadealbocauchotraslúcidoestábamosasolas.

—Oye —la murmuré lacerado, como quien manotea a ciegas en un precipicio,mientras las flotantes manos suyas, de un cárdeno espasmódico, subieron a asentar elcabelloensussienesinvisibles—.¿Quieresdecirmeunacosa?

Ellasonrióllenadeternurayacasoconciertofrenesí.

—¡Oye,Mirthoadorada!—repetílatitubeante.

Interrumpiómeviolentamenteymeclavósusojosdehembraencelo,arguyéndome:

—¿Quédices?¿Mirtho?¿Estásloco?¿Concaradequiénmeves?

Yluego,sindejarmeaducirpalabra:

—¿QuéMirthoesesa?¡Ah!Conquemeeresinfielyamasaotra.AmasaotramujerquesellamaMirtho.

¡Quétal!¡Asípagasmiamor!Ysollozóinconsolable.

***

Callóeladolescente relator.Y,aldifusofulgorde lapantalla,pareciómeveranimarseaambos lados del agitadomozo, dos idénticas formas fugitivas, elevarse suavemente por

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sobrelacabezadelamante,yluegoconfundirseenelaltoventanal,yalejarseydeshacerseentreunrehilotelescópicodepestañas.

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CERA

Aquellanochenopudimosfumar.TodoslosginkésdeLimaestabancerrados.Miamigo,que conducíamepor entre los taciturnos dédalos de la conocidamansión amarilla de lacalle Hoyos, donde se dan numerosos fumaderos, despidióse por fin de mí, yaporcelanadas alma y pituitarias, asaltó el primer eléctrico urbano y esfumóse entre lamadrugada.

Todavía me sentía un tanto ebrio de los últimos alcoholes. ¡Oh mi bohemia deentonces, broncería esquinada siempre de balances impares, enconchada de secospaladares,elcírculodemicaralibertaddehombreadosacerasderealidadhastaportressienes de imposible! Pero perdonadme estos desahogos que tienen aún bélico olor aperdigonesfundidosenarrugas.

Digoquesentíametodavíaebriocuandovimeyasolo,caminandosinrumbopor losbarriosasiáticosdelaciudad.Muchoamuchoaclarábasemiespíritu.Luegohicelacuentadeloquemesucedía.Unainquietudposóenmiizquierdopezón.Berbiquíhechodeunahebradelacabelleranegraybrillantedeminoviaperdidaparasiempre,lainquietudpicó,revoloteó, se prolongó hacia adentro y traspasóme en todas direcciones. Entonces nohabríapodidodormir.Imposible.Sufríaelredolordemifelicidadtrunca,cuyosdestellostrabajados ahora en férrea tristeza irremediable, asomaban larvados en losmás hondosparéntesis demi alma, como a decirme conmisteriosa ironía, quemañana, que sí, quecomono,queotravez,quebueno.

Quise entonces fumar.Necesitaba yo alivio parami crisis nerviosa. Encaminéme alginkédeChale,queestabacerca.

Conlacauteladelcasolleguéalapuerta.Paréeloído.Nada.Despuésdebreveespera,dispúseme a retirarme de allí, cuando oí que alguien saltaba de la tarima y caminabadescalzoyprecipitadamentedentrode lahabitación.Tratéde aguaitar, a finde saber sihabía allí algún camarada. Por la cerradura de la puerta alcancé a distinguir queChalehacía luz,y sentábasecongrandesplazamientodemalhumordelantede la lamparitadeaceite, cuyo verdor patógeno soldóse enmustio semitono a la lámina facial del chino,soflamadadevisibleiracundia.Nadiemásestabaallí.

Dado el aspecto de inexpugnable de Chale, y, según el cual, parecía acabar dedespertar de alguna mala pesadilla quizás, consideré importuna mi presencia y resolvímarcharme, cuando el asiático abrió uno de los cajones de lamesa y, capitaneando de

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algunavozdemandointerioreinexorable,quedesenvainóleelcuerpoenteroenresueltoavance,extrajodeunlacónicoestuchedepulimentadocedro,unoscuerposblancosentrelasuñas lancinantesyasquerosas.Lospusoenelbordede lamesa.Erandos trozosdemármol.

Lacuriosidadtentóme.Dostrozos¿demármoleran?Erandemármol.Noséporqué,desdeelprimermomento,esaspiezas,sinhaberlastocadonivistoclaramenteydecerca,vinieronatravésdelespacio,abarajarseentrelasyemasdemisdedos,produciéndomelamássegurayciertasensacióndelmármol.

El chino las volvió a coger, angulando en el aire miradas por demás febriles y deangustiosodevaneo,paraqueellasnodescorrieranantemíciertaspresuncionessobrelacausade suvigilia.Lascogióyexaminólasdetenidamentea la luz.Sí.Dospedazosdemármol.

Luego,sinabandonarlos,acodadoenlamesa,desaguóentredientesalgúnmonosílabocanallaquealcanzóapenasaensartarseenelojotajado,dondeelalmadelchinolagrimeódeambiciónmezcladadeimpotencia.Halaotravezelmismocajónyaupadoacasoporunviejo tesónque redivivíaporcentésimavez, tomadeallínumerososaceros,yconellosempiezaalabrarsusmármolesdecábala.

Ciertas presunciones, dije antes, saltaron antemí. En efecto. Conocía yo desde dosaños atrás a Chale. El mongol era jugador. Y jugador de fama en Lima; perdedor demillares,ganadordetesorosaldecirdelasgentes.¿Quépodíasignificar,pues,entoncesesavelatormentosa,eseepisodiofuribundodeartíficenocturno?¿Yesosdosfragmentosdepiedra?Yluego,¿porquédosynouno,tresomás?¡Eureka!¡Dosdados!Dosdadosengestación.

El chino labraba, labraba desde el vértice mismo de la noche. Su faz, entre tanto,también labrabauna infinitasucesiónde líneas.MomentoshuboqueChaleexaltábaseyqueríaromperaquelloscuerpezuelosqueiríanacorrersobreeltapetepersiguiéndoseentresí, a lasganadasdelazary la suerte,conel ruidodedoscerradospuñosdeunamismapersona,quesediesenduroelunoalotro,hastahacerchispas.

Por mi parte habíame interesado tanto esa escena, que no pensé ni por muchoabandonarla.Parecíatratarsedeunaviejaempresadepacienteyheroicodesarrollo.Yyoaguzábamelamente,indagandoloqueperseguiríaesteenfermodedestino.Burilarunpardedados.¿Ybien?

Tanto se afirma sobre maniobras digitales y secretas desviaciones o enmiendas avoluntadenelcubileteodeljuego,que,sinduda,díjemealcabo,algodeestoseproponemi hombre. Esto por lo que tocaba al fin. Pero lo que más me intrigaba, como secomprenderá,eraelartedelosmedios,encuyadisposiciónparecíaempeñarseChalealasazón, esto es la correlación que debía de prestablecerse, entre la clase de dados y lasposibilidades dinámicas de las manos. Porque si no fuese necesaria esta concurrenciabilateraldeelementos,¿paraquéestechinohacíaporsímismolosdados?Puescualquiermaterialrodanteseríautilizableparaelcaso.Perono.

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Esindudablequelosdadosdebendeestarhechosdeciertamateria,bajoestepeso,conaquelaristaje,exagonadossobretalocualimpalpabledecliveparaserdespedidosporlasyemas de los dedos; y luego, estar pulidos con esa otra depresión o casi inmaterialasperezaentremarcaymarcade lospuntosoentreunángulopoliédricoyelexergoenblancodeunadelascuatrocarascorrespondientes.Hay,pues,quesuscitarlaaptituddelamateriaaleatoria,parahacerposiblesuobedienciaydocilidadalasvibracioneshumanas,en este punto siempre improvisadas, y triunfadoras por eso, de la mano, que piensa ycalculaaúnenlamásoscuroyciegodeestosavatares.

Y si no, había que observar al asiático en su procelosa jornada creadora, cincel enmano,picando,rayando,partiendo,desmoronando,hurgandolascondicionesdearmoníaydentajeentrelasinnacidasproporcionesdeldadoylaspropiasignoradaspotenciasdesuvoluntadcambiante.Aveces,deteníasulaborunpunto,contemplabaelmármolysonreíasu rostro de vicioso, melado por la lumbre de la lámpara. Luego con aire tranquilo yamplio, golpeaba, cambiaba de acero, hacía rodar el juguete monstruoso ensayándolo,confrontabaplanostenaz,pacientementeycavilaba.

Pocas semanas después de aquella noche, quienes hubo que murmuraban entreatorrantesydemáscírculosdelacuerda,cosasestupefacienteseincreíblessobregrandesacontecimientos recientemente habidos en las casas de juego de Lima. De mañana enmañana las leyendas fabulosas crecían. Una tarde del último invierno, en la puerta delPalais Concert, refería un exótico personaje de biscotelas chorreantes, a un grupo demozos,queleoíanportodaslasorejas:

—Chaleparapoder jugar esosdiezmil soles, noha jugado limpio.Yono sé cómo.Peroelchinosemanejaunamisteriosa,inconstatableprestidigitaciónsobreeltapete.Esonosepuedenegar.Fíjenseustedes—recalcóaquelhombrecongravedadsiniestra—quelosdadosconquejuegaesechino,jamásaparecenenlamanodeotrojugadorquenoseaChale. Hablo sobre datos inequívocos de propia observación. Esos dados tienen, pues,algo.Enfin…Yonosé…

UnanochelanzómelainquietudalantrodondejugabaChale.

Eraunacosadejuegoparalosmássoberbiosduelosdeltapete.

Habíamucha gente en torno de lamesa. La cabestreada atención de todos hacia elpaño ganglionado demontones de billetes, díjome que esa era noche de gran borrasca.Abriéronmepasoalgunosconocidosqueentusiastasmeechabanaapostar.

AllíestabaChale.Desdelacabeceradelamesa,presidíalasesión,ensuimpasibleytorturante catadura todopoderosa: dos correas verticales por cuello, desde los parietaleschatosderalopelaje,hastalasbarraslívidasdelasclavículas;bocaforjadaalamalaendos jebes tensos de codicia, que no se entreabrían jamás en sonrisa por miedo adesnudarsehastaelhueso;camisaheroicahastaloscodos.Ellatidodelavidasaltábaledeunpulsoalotro,buscandolaspuertasdelasmanosparaescapardecuerpotanmiserable.Livornauseantesobrelospómulosdecaza.

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Podríadecirsequeallí sehabíaperdido la facultaddehablar.Señas.Adverbioscasiinarticulados. Interjeccionesarrastradas. ¡Ohcuántoquemaavecesel resuellobranquialdeloqueandamuerto,ysinembargovivoencadaunodenosotros!

Propúseme observar con toda la sutileza y profundidad de que era capaz, las másmínimasondassicológicasymecánicasdelchino.

Rayabalaunadelamadrugada.

Alguien apostó cinco mil soles a la suerte. El aire chasqueó como agua calienteestocadaporlaprimeraburbujadelaebullición.Ysiquisierayoahoraprecisarcómoeranlascarascircunstantesenaquellossegundosdeprueba,diríaquetodasellasrebasáronseasí mismas y fueron a ser refregadas y estrujadas con el par de dados de Chale,encendiéndoseyafilándoseallí,hastaurgiryquererarrancarunanovenaaristamilagrosaa cada dado, como ansiada sonrisa del destino. Chale deshízose violentamente de losdados, como un par de brasas que chisporroteasen, y rugió una hienada formidablegroseríaquetrascendióenlasalaacarnemuerta.

Palpémeenmipropiocuerpocomobuscándome,ymedicuentadequeallíestabayotemblandodeasombro.¿Quéhabíasentidoelchino?¿Porquéarrojólosdadosasí,comosi le hubiesen quemado o cortado las manos? ¿El ánimo de aquellos jugadores todos,comoesnatural,encontrasuyasiempre,había,antetancrestadaapuesta,asíllegádoleaherirdetalmanera?

Mientraslosdadosestuviesenabandonadossobreelpañodeesmeralda,vinieronamimemoria los dos trozos demármol que vi troquelar a Chale en ya lejana noche. Estosdados,queahoraveía,proveníanporciertodelasnacientesjoyasdeentonces,porqueheaquíqueelloserandeunmármolalbicanteytraslúcidoenlosbordesydebrillofirmecasimetálicoenlosfondos.¡BelloscubosdeDios!

Elchino,luegodecortavacilación,recogióotravezlosdadosysiguiósujuego,nosinalgúntemblorconvalecienteenlassienesquequizássoloyopercibíconhartotrabajo.

Tiróunavez,Barajó.Volvióatirardos,tres,cuatro,cinco,seis,siete,ochoveces.Lanovenapintóquinaysena.

Todos parecieron descolgarse de una picota y resucitar. Todos humanizáronse denuevo.Por allí sepidióuncigarrillo.TosieronChalepagódosmilquinientos soles.Yolancéunsuspiro.Luegotraguésaliva.Hacíacalor.

Formuláronsenuevasapuestasycontinuólatrágicadisputadelasuerteconlasuerte.

NotéquelapérdidaqueacababadetenerChalenolehabíainmutadoabsolutamente,circunstancia que venía a echar aún mayor sombra de misterio sobre el motivo de suinusitado rapto de ira anterior que, por lo visto, no podía atribuirse a claro algunoproducido fogonazo nervioso, por incausado, al parecer, socavaba mi espíritu concrecientes cavilaciones sobre posibles inteligencias del chino con corrientes o potenciasquedansemás alláde loshechosyde la realidadperceptible. ¿Hastadónde, en efecto,

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podríaChaleparcializaraldestinoensufavorpormediodeunatécnicasabiaeinfalibleenelmanejodelosdados?

En el primer juego que siguió al de los cinco mil soles, fue de nuevo esta mismacantidad, apuntada esta vez al azar. Varios acompañaron con menores apuestas a lasquinientas libras. Y el ambiente de combate fuéle ahora aúnmás enteramente hostil albanquero.

Losdadossaltarondeladiestradelasiático, juntos,almismotiempo,dotadosdeunimpulsoigual.Conuninstrumentodemedidaquepudieseregistrarencifrasinnominableslashumanasecuacionesgestadorasdeacciónmás infinitesimales,habríaseconstatadolasimultaneidadabsolutamentematemáticaconqueambosmármoles fuerondespedidosalespacio.Yjuraríaque,alauscultarlarelacióndeavancequedesarrollábaseentreesosdosdadosaliniciarsuvuelo,loquehaydemáspermanente,demásvivo,demásfuerte,demásinmutableyeternoenmiser,fundidastodaslaspotenciasdeladimensiónfísica,sediocontrasímismo,yasípudesentirentoncesenlaverdaddelespíritu,lapartidamaterialdeesosdosvuelos,aunmismotiempo,unánimes.

Chale había arrojado los dados constriñendo toda su escultura hacia una desviaciónanatómica tan rara y singular, que ello turbó aúnmásmi ya sugestionada sensibilidad.Diríase que en ese momento había el jugador estilizado toda su animalidad,subordinándolaaunpensamientoyundeseoúnicosalasazónensujuego.

En efecto. ¿Cómo poder describir semejantemovimiento de sus huesosos flancos?,arrimándoseunocontraotro,porsobre lagriteríamismadeunsilenciodepiesuspensoentrelosdosguijarrosdelamarcha;semejanteritmodelosomóplatostransfigurándose,empollándoseentruncasalasque,depronto,crecíanysalíanfuera,antelaceguedaddetodos los jugadoresquenadade estopercibíanyquemedejaban ¡ay!, ¡solo ante aquelespectáculo queme castigaba en todo el corazón!…Y aquella confluencia del hombroderecho,quieta, esperandoque la frentedel chinoacabasedeganar todoel arcoque laintuiciónyelcálculomentaldefuerzas,distancias,obstáculos,elementosaceleratricesyhastadelmáximundeintervencióndeunasegundapotestadhumana,tendían,templaban,ajustaban desde el punto más alto de la vidente voluntad del hombre hasta los cercoslindantesa laomnipotenciadivina…Yesamuñecapálida,alambreada,neurótica,comodehechicería,casidiafanizadapor la luzqueparecíaportarytransmitirenvértigoalosdados, que la esperaban en la cuenca de la mano, saltando, hidrogénicos, palpitantes,cálidos, blandos, sumisos, transustanciados tal vez, en dos trozos de cera que solodetendríanseenelpuntodelextendidopaño, secretamente requerido,plasmadospor losdos lados que plugo al jugador…La presencia entera deChale y toda la atmósfera deextraordinaria e ineludible soberanía que desarrolló en la sala en tal instante, habíanmeenvueltotambiénamí,comoátomoenmediodelfuegosolardelmediodía.

Los dados volaron, mejor, corrieron tropezándose entre sí, patinando, saltandoisócromos a veces, con el rehillo punzante de dos tambores que batieran en redoble depiedra lamarcha de lo que no podía volver atrás, aun a pesar deDiosmismo, ante las

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pobresmiradasdeaquellaestancia,solemneyrecogidamásqueiglesiaalahoradealzarlahostiaconsagrada…

Vibrante, grisácea línea trababa cada dado al rodar, Una de esas líneas empezó aengrosar,fuedesdoblándoseenmanchasunasmásblancasqueotras;pintósucesivamente2puntosnegros,luego5,4,2,3yplantóseporfinmarcandoquina.Elotromármol¡ohloscostadosyelespaldar,elhombreyelfrontaldeljugador!,elotromármol¡ohlapartidasimultáneade los dados!, el otro avanzó tres dadosmásque el anterior, y por parecidoproceso de evolución hacia lameta insospechada, fue a presentar también 5 puntos decarbónsobreeltapete.¡Suerte!

El chino, con la serenidad de quien lee un enigma cuyos términos le fuesen desdemuchoantesfamiliares,hizoingresarasubancaloscincomilsolesdelaapuesta.

Alguiendijoamediavoz:

—¡Esunabarbaridad!SiemprelasmásaltasparadassonparaChale.Nosepuedeconél.

Elchino,repetíparamí,nohayduda,tienecompletodominiosobrelosdadosqueélmismolabrara,y,acaso,todavíamás,esdueñoyseñordelosmásindescifrablesdesigniosdeldestino,queleobedecenciegamente.

Losmás poderosos jugadores parecieron encolerizarse y refunfuñar contra Chale, araízdelaúltimajugada.Lasalaenterasacudióseenunespasmodedespecho;yquizálaprotestaamordazadadeesamasadeseresalosqueasígolpeabalainvenciblesombradeldestino encarnada en la fascinante figura deChale, estuvo a punto de traducirse en unzarpazodesangre.Unsolograninfortuniopuedemásquemillaresdepequeñostriunfosdispersosylosatraeyataasushuracanadasentrañas,hastauntarlesporfinensuaceiteincandescente y funerario. Todos esos hombres debieron sentirse heridos por la últimavictoria del chino, y, llegado el caso, todos le habrían arrancado la vida a las ganadas.Hastayomismo—meaguijoneael remordimientoal recordarlo—hastayomismoodiéfuriosamenteaChaleeneseinstante.

Siguió una apuesta de diez mil soles al azar. Todos temblamos de expectación, demiedo y de una misericordia infinita, como si fuésemos a presenciar un heroísmo. Latragediarevolcasecosquilleantea lo largodelasepidermis.Laspupilasrelincharoncasivertiendo lloro puro.Los rostros alisáronse cárdenos de incertidumbre.Chale lanzó susdados.Ydeestesolocordelazo,apuntarondossenasenelpaño.¡Suerte!

Sentíquealguienseabríapasoami ladoymeapartabaparaadelantarsea lamesa,presionándome, casi acogotándome en forma brutal y arrolladora, como si una fuerzairresistible y fatal impulsara al intruso para tal conducta.Quienes estuvieron ami ladosufrieronidénticovejamendeldesconocido.

Yheaquíquelechino,envezderecogerdineroganado,hizodeéldesusadoolvido,paracomomovidoporresorte,volverinmediatamentelacarahaciaelnuevoconcurrente.Chalesedemudó.Parecequeamboshombreschocaronsusmiradas,amododedospicos

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quesepruebanenelaire.

Elreciénllegadoeraunhombrealtoydeanchuraproporcionadayhastaarmoniosa;aireenhiesto;grancráneosobrelaherradurafornidadeunmaxilarinferiorquereposabarecogido y armado de excesiva dentadura para mascar cabezas y troncos enteros; eldeclivede loscarrillosanchábasedearribaabajo.Ojosmínimos,muymetidos,comosireculasen para luego acometer en insospechadas embestidas; las niñas sin color,produciendolaimpresióndedoscuencasvacías.Tostadocutis;cabellobravo;narizcorvay zahareña; frente tempestuosa. Tipo de pelea y aventura, sorpresivo, preñado desugerenciasembrujadascomoboas.Hombreinquietante,mortificanteapesardesualgunabelleza; céntrico. ¿Su raza? No acusaba ninguna. Aquella humanidad peregrina quizácarecíadepatriaétnica.

Teníainnegabletrazamundanayhastadeclubmanintachable,consucorrectovestirysudistinción,yeldesenfadoinquiridodesusademanes.

Apenasestepersonaje tomóunaposición juntoal tapete, todoelgasenvenenadodeebriedadycodicia,querespirábamosen lasala, inclusiveelde laúltimajugadadediezmil soles, la mayor de la noche, despejóse y desapareció súbitamente. ¿Qué ocultooxígenotraía,pues,aquelhombre?Dehabersepodidoverelaireentonces,lohabríamoshalladoazul,serenayapaciblementeazul.Degolperecobréminormalidadylaluzdemiconciencia,entreunhálitofrescoderenovaciónsanguíneaydedesahogo.Sentíquemeliberaba de algo. Hubo un dulce remanso en la expresión de todos los semblantes. ElseñoríodeChaleytodassusposturasdesortilegioseacabaron.

Encambio,unacosaallínacía.Unacosaenformadesensacióndecuriosidadprimero,luegodeextrañezaydeespinosainquietud.Yesainquietudpartía,indudablemente,delapresentacióndelnuevoparroquiano.Sí.Puesél—yolohubieraafirmadoconmicuello—traíaalgúnpropósitoapabullante,algúndesigniomisterioso.

El asiático estaba demudado. Desde que este advirtió al desconocido, no volvió amirarle cara a cara. Por nada. Aseguraría que la tomómiedo y que en él más que enningúnotrodelospresentes,elefectorepulsivoyaborreciblequedespertabaesehombre,fuemuchomayorparaserdisimulado.Chaleleodiaba,letemía.Esaeslapalabra:leteníamiedo.Además,nadiehabíavistojamásatalcaballeroenaquellacasadejuego.Chalenisiquieraleconocía.Detonaba,pues,tambiénporestosupresencia.

El clubman de súbito empezó a respirar con trabajo, como si se asfixiara. Jadeabamirandofijamentealcabizbajochinoqueparecíatrituradoporaquellamirada,mutilado,reducidaapobrescarbonestodasupersonalidadmoral,todasuconfianzaensímismodeantes,todasubeligeranciatriunfadorasiempredelhado.Chale,cariacontecido,comoniñocogido en falta, movía los dedos en el hueco de su diestra temblorosa, queriendoderribarlosporimpotencia.

Elcorro,pocoapoco,llegóaconvergertodassusmiradasenelforasteroqueaúnnohabíapronunciadopalabra.Sehizosilencio.

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Porfinelreciénllegadodijodirigiéndosealchino:

—¿Cuántoimportatodasubanca?

El interrogado pestañeó haciendo una mueca apocalíptica y ridícula de desamparo,comosifuesearecibirunabofetadamortal.Yvolviendoensí,balbuceó,sinsaberloquedecía.

—Allíestátodo.

Labancaimportabamásomenoscincuentamilsoles.

El hombre equis nombró esta suma, extrajo una cantidad igual de su cartera y conmajestadlacolocóenelpaño,apostándolaalazar,anteelpasmodeloscircunstantes.Elchinosemordióloslabios.Y,siemprerehuyendoelrostrodesunuevoadversario,empezóabarajarloscubosdemármol,suscubos.

Nadieacompañóatanmonstruosayatrevidaapuesta.

El apostador único, solitario, sin que nadie, absolutamente nadie, menos el chino,pudiese advertirlo, extrajo del bolsillo su revólver, acercólo sigilosamente al cerebro deChale,y,lamanoenelgatillo,erectoelcañónhaciaaquelblanco.Nadie,repito,percibióesta espada de Damocles que quedó suspendida sobre la vida del asiático. Muy alcontrario. La espada de Damocles viéronla todos suspendida sobre la fortuna deldesconocido, pues que su pérdida estaba descontada. Recordé lo que momentos anteshabíasesusurradoenlasala:

—SiemprelasmásaltasparadassonparaChale.Nosepudeconél.

¿Erasubuenasuerte?¿Erasusabiduría?Nolosé.Peroyoeraahoraelprimeroquepreveíalavictoriadelchino.

Echóestelosdados.¡Ohloscostadosyelespaldar,elhombroyelfrontaldeljugador!De nuevo, y con más óptima elocuencia, repitiese ante mis ojos y ante mi alma, elespectáculo extraordinario, la desviación anatómica, la polarización de toda la voluntadquedomaysojuzga,entrabaydirige losmás inextricablesdesigniosde lafatalidad.Denuevo,anteelesfuerzocreadordel lanzadordedados,sobrecogidofuideuncataclismomisteriosoquerompíatodaarmoníayrazóndeserdeloshechosyleyesyenigmasenmicerebroestupefacto.Denuevoesapartidasimultáneadelosdadosante iguales términosaleatoriosdeapuesta.Denuevoabrílosojosdesmesurándolosparaconstatarlasuertequevendríaaagraciaralgranbanquero.

Losmármolescorrieronycorrieronycorrieron.

Elcañónyelgatilloylamanoesperaban.Eldelagranparadanomirabalosdados:solomirabafija,terrible,implacablementealatestadelasiático.

Ante aquel desafío, que nadie notaba, de ese revólver contra ese par de dados quepintaríanelnúmeroqueplugaalainvenciblesombradelDestino,encarnadaenlafiguradeChale,cualquierhabríaaseguradoqueyoestabaallí.Perono.Yonoestabaallí.

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Losdadosdetuviéronse.Lamuerteyeldestinotirarondetodoslospelos.

¡Dosases!

Elchinoseechóallorarcomounniño.

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FABLASALVAJE[3]

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I

BaltaEspinarlevantosedellechoy,restregándoselosadormiladosojos,dirigioseconpasonegligentehacialapuertaycayóalcorredor.Acercosealpilarydescolgódeunclavoelpequeñoespejo.Vioseenélytuvounestremecimientosúbito.Elespejosehizotrizasenelenladrilladopavimento,yenelairetranquilodelacasaresonóunásperoyligeroruidodecristalyhojalata.

Baltaquedosepálidoytemblando.Sobresaltadovolviórápidamentelacaraatrásyatodoslados,comosisuestremecimientohubiérasedebidoalasorpresadesentiraalguienagitarsefurtivamenteentornosuyo.Anadiedescubrió.Enclavóluegolamiradalargoratoen el troncodel alcanfor del patio, y tenues filamentos de sangre, congestionada por elreciente reposo, bulleron en sus desorbitadas escleróticas y corrieron, en una suerte deavisomisterioso,haciaambosángulosdelosojosasustados.DespuésmiróBaltaelespejorotoasuspies,vacilóuninstanteylorecogió.Intentóversedenuevoelrostro,perodelalunasoloquedabansujetosalmarcounoqueotrobrevefragmento.Poraquestos jironesbrillantes, semejantes a parvas y agudísimas lanzas, pasó y repasó la faz de Balta,fraccionándose a saltos, alargada la nariz, oblicuada la frente, a retazos los labios, lasorejasdisparadasenvuelosinauditos…Recogióalgunospedazosmás.Envano.Todoelespejo hablase deshecho en lingotes sutiles y menudos y en polvo hialoideo, y sureconstrucciónfueimposible.

CuandotornóalhogarAdelaida,lajovenesposa,Baltaladijo,convozdecriaturaquehavistounamalasombra:

—¿Sabes?Herotoelespejo.

Adelaidasedemudó.

—¿Ycómolohasroto?¡Algunadesgracia!

—Yonosécómohasido,deveras…

YBaltasepusorojodepresentimiento.

Atardeció. Sentose él a la mesa para la comida en el corredor. Desde el poyocontemplabaBalta,consuvirildulcedumbreandina,elcielo,uncielorosadoyapacibledejulio,queadoselabaconvariantesprofundaslossembríosdelaslejanasquintasdelabanda. Por sobre la rasante del huerto emergía la briosa cabeza castaña de «Rayo», elpotrofavoritoymimadodeBalta.Miroleeste,yelcorcelreposóunmomentosusgrandespupilasequinasensuamo,hastaqueunagallinadelbardal turbóelgravesilenciodelatarde,lanzandouncánticoazoradoyplañidero.

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—¡Balta!¿Hasoído?—exclamósobresaltadaAdelaida,desdelacocina.

—Sí…Síheoído.Quégallinamászonza.Parecequehasidola«pulucha».

—¡Jesús!¡Diosmeampare!Quévaaserdenosotros…

YAdelaidairrumpióenlapuertadelacocina,mirandoávidamentehaciaelladodelgallinero.

«Rayo»entoncesrelinchómedrosamenteyparólaoreja.

—Esnecesariocomerla—dijoBalta,poniéndosedepie—.Cuandocantaunagallina,malasuerte,malasuerte…Paraquemueramimadre,unamañana,muchosdíasantesdeladesgracia,cantóunagallinavieja,colordehabas,queteníamos.

—¿Yelespejo,Balta?¡AySeñor!Quévaaserdenosotros…Adelaidasentoseenelotropoyo, llevóambasmanosalrostroyseechóasollozar.Silenciosamentelloraba.Elmaridoestuvomeditandoycalladoalgunosminutos.

Espososfeliceshastaentonces.Muchachoaún,éladorabatiernamenteasumujercita.Pálido,anguloso,desanamiradaagraria,diríasevegetal,ylapídeaexpresiónenelvivazcontinente, alto, fuerte y alegre siempre, Balta pasó su luna de miel lleno de delicias,rebosantedeilusiónymuyconfiadoenlosañosfuturosdelhogar.Eraagricultor.Eraunbuencampesino,másdelamitadoscuroaldeanodelascampiñas.Adelaidaeraunadulcechola,riente,lloradora,dichosaensurecientecurvadeesposa,ypurayamorosaparasucarovarón.

Adelaida, además, era una verdadera mujer de su casa. Con el cantar del gallo selevantaba, casi siempre sin que la sintiera el marido; con suma cautela, calladapersignábase,rezabaenvozbajasuoraciónmatinal,yalahúmedaluzdelaauroraqueacuchilladas penetraba por las rendijas de las ventanas, atravesaba de puntillas con suszapatosllanosellargodormitorioysalía.AlahoraenqueBaltaabandonabaellecho,yaAdelaidahabíaidoaacarrearaguadelchorrodelaesquina,ensusdosgrandescántaros,eltiznadoyelvidriado,quecabíanporunoymediodeloscorrientes.¡CuántosañosteníaAdelaidaaquelloscántaros!Selosregalósutíaabuelamaterna,doñaMagdalena,cuandoAdelaida era criatura, en gratitud al cariño y apasionada asistencia con que solíaacompañarladíaynoche,ensuvejezachacosaysolitaria.Asuvez,aladonanteviejecitahabíanlesidocompradosyobsequiadosporeltíoSamuel,eldíaenquedoñaMagdalena,siendoaúnseñorita,obtuvoelhonordeingresaralaSagradaAsociacióndelCorazóndeJesúsdellugar,congregacióndegrantono,formadasoloporlagentevisibledelaaldea.

El cántaro que Adelaida nombraba el tiznado no tenía en verdad nada en sí deexcepcional,sinoeralosañosdeservicioysutradicióngentilicia.Encambio,elvidriadotenía un mérito originalísimo y fantástico. Ello es que un día, cuando tales vasijaspertenecíanalaabuelaaún,Adelaida,queapenasteníasieteaños,fueatraeraguadelapozaenelvidriado.BienlorecordabaAdelaida.Nopodíallevarlosdoscántaros,porqueeramuypequeñay se habría caído con ellos.La siguió «Picaflor», la faldera, blancaysedosa.Derepente, ingresadoelcántaroalfondodelaoscuracompuertaparacolmarse,

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pasaron por allí algunos perros en encelada caravana; «Picaflor» entropose a ellos, yalejándose fue hasta perderse en la próxima esquina, a despecho de las llamadas yamonestacionesdeAdelaida.Cuandovolvió, el animalenardecidoacezabaygruñía.Alacercarse a la niña, pareció irritarsemás, empezó a escarbar furiosamente con las patastraserasydesnudólosfinoscolmillosylasrojasencías,despidiendorencorportodaslascomisurasycontraccionesdesumáscara.Ladró,enfureciéndosemásymás.Adelaidalallamaba:«¡Picaflor!To…To…¡Picaflor!».Ylacaningratajadeabasofocada,parapetadaen una piedra, pronta al mordisco; algunas veces husmeaba agitadamente el suelo,buscando, echando demenos algo, con amoroso ahínco. Después volvía a Adelaida elhocico amenazador, y hasta hubomomentos en que saltaba e hincaba los dientes en eltraje.Laniñasepusoallorar,asiéndoseaunosrocososygrandespedruscosypateandoinocentementealabestiarabiosa.

Eltorrenteseguíaresonandoenlaoscuragruta.

De improviso «Picaflor» frunció las ventanillas de la nariz y las hizo latir concrecientealborozoyconnoséquémohíncordialensusojilloshúmedos,colordebilismuerta.Dejóbruscamentede ladrar, fueacercándosealbordedelacompuerta,yheallíque, como llamada por invisible mano, metió toda la cabeza dentro de la sombríaprofundidad,lamióadentrolavagafiguradelvidriadoyempezóamoverelraboconlocoregocijo.VolviódeunsaltohaciaAdelaiday,encabritándoseanteella,doblólasmanitosesclavas, comopidiendoperdón, y lamía losdesnudosy tostadosbrazosde supequeñaama,consuciegoyjubilosocariñodeanimalquereconoceasudueño…

II

AlahoraenqueBaltasalíadedormir,yaAdelaidahabíatambiénregadoy,conescobaqueellamismahacíadeverdesyolorosashierbasantastraídasaesahoradelacampiña,habíabarrido,plata,losdoscorredores,losdospatioshastacercadelosprimerosrellanosdel huerto, la pequeña sala de arriba, el zaguány la calle correspondiente a la casa.Sehabíalavado,ycuandoservíaelcaldomatinal,dericapapaseca,festoneadadetajadasdeáureo rocoto perfumado, a sumarido plácido, todavía caían al plato humeante algunasgotasdemujer,desuslargasynegrastrenzas.

Adelaida era una verdadera mujer de su casa. Todo el santo día estaba en susquehaceres, atareada siempre, enardecida, matriz, colorada, yendo, viniendo y aunmetiéndose en trabajos de hombre. Un día Balta estuvo en la chacra, lejos. La mujer,agotadassusfaenas,propiasdesuincumbenciafemenina,fuealcorralysacóa«Rayo».ElcaballoveníabuenamentealazagadeAdelaida,queloatóalalcanfordelpatio,ytrajoseguidamentelastijeras.Sepusoapelarlo.Mientrashacíaestocantabaunyaraví,otro.

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Teníaunavozdulceyfluvial:esavozrijosaysufridaqueentrelaboyadaesguíaenlasespadañasyermas,acicateoadmoniciónapasionadaenlassiembras;esavozquecabelostorrentesybajolosarqueadosysólidospuentes,demaderosycantosmáscompactosquemármol,arrullaalossauriosdentadosysangrientosensusexpedicioneslentasyenlos remansos alvinos, y a los moscardones amarillos y negros en sus vagabundeos depecioloenpeciolo;esavozqueenronqueceysehacehojarascalancinanteenlagarganta,cuando aquel cabro color de lúcuma, púber ya, de pánico airón cosquillante y aleznadafiguradeíncubo,saleysevaahacerdañoalcebadaldelvecino,yhayquellamarloconsilbidodelmásagudopífanoyapiedradehonda,ludiendoasíladelanaverdeydoradaque tejieran en regalo manos amorosas, y que, por esto, duele de veras estropearla yacabarla.Vozqueenlasentrañasdelabasálticapeñaíndigadeenfrentetieneunahermanaencantada,eternamenteenviajeyeternamentecautiva…AsíeralavozdeAdelaida.

«Rayo»dejabase.

—Mañana,señor,vaustedaportarsemuybien.Sudueñoquieretirarlaprosa.Yasabeusted.Déjese,déjese.Debeustedpresentarsehermoso.

Elpotroseinclinaba,deponiendoanteladulcevozdelahembraimperiosalastablasdelfornidoygallardocuelloreluciente.

Adelaidaacabóeltrasquilo.

—¿Quéestáshaciendo?

Baltallegóysumujerseechóareír,respondiéndole,bajounhalollameantedecastaverecundia:

—Nada.Yaestá.Yaestáterminado.

—Conquesoloparapelaralanimalvengo,suspendiendoyabandonandotantotrabajoquehayallá…¡Quétalmujercita!

Ellasereíamásdulcementeaún,yelmaridoacariciolaconmovidoyllenodepasión.

III

Aquel día en que cantó la gallina,Adelaida estuvo gimiendo hasta la hora en que [se]acostó.

Fueunanochetristeenelhogar.

Balta no pudo dormir. Revolvíase en la cama, sumido en sombríos pensamientos.Desdequesecasaroneralaprimerazozobraqueturbabasufelicidad.DevezencuandoseoíaelgemirentrecortadodeAdelaida.

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ABaltahabíaleocurridounacosaextrañaalmirarseenelespejo:habíavistocruzarpor el cristal una cara desconocida. El estupor relampagueó en sus nervios, haciéndolederribarelespejo.Pasadosalgunossegundos,creyóquealguienhabíaseasomadopor laespaldaalcristal,ydespuésdevolverlamiradaatodosladosensubusca,pensóquedebíaestar aún trastornado por el sueño, pues acababa de levantarse, y se tranquilizó. Mas,ahora,enmediodelanoche,oyendosollozardesveladaasumujer, laescenadelespejosurgía en su cerebro y le atormentabamisteriosamente.No obstante, creyó de su deberconsolaraAdelaida.

—No juegues,Adelaida—le dijo—. ¡Llorandoporque canta una gallina!…Vaya…¡Noseaschiquilla!

Estolodijohaciendodetripascorazón,puesagujamuyfinajugabaalolargodesustensasvenasycosíaahíunrecodoaotro,unapapilafirmeyvibrátilaotrafugitiva,condurapitanegraqueélnuncahabíavistobrotardelosvastospencalesmaduros…Eraduraesapita, y lehacíadoler; y esa aguja errabavertiginosamente en su sangre conturbada.Balta quería cogerla y se le escurría de los dedos. Sufría, en verdad. No quería darimportanciaalincidentedelespejo,ysinembargo,esteleperseguíaylemordíaconsordaobstinación.

AlotrodíaBaltaloprimeroquehizoalsaliralacallefuecomprarunespejo.Teníalafantásticaobsesióndeldíaanterior.Nosecansabademirarenelcristal,pendienteenlacolumna.Enbalde.Laproyeccióndesurostroeraahoranormalynolaturbóni lamáslevesombraextraña.SindecirlenadaaAdelaida, fuea sentarseenunode losenormesalcanfores, cortados para vigas, que habían agavillados en el patio, contra uno de losmuros,yestuvoallíanteelespejo,horasenteras.Lamañanaestabalinda,bajouncielosinnubes.

Sorprendiole laviejaAntuca,madredeAdelaida,queveníaapedircandela.Díscolasuegra esta, media ciega de unas cataratas que cogió hacía muchos años, al pasar unamedianoche, a solas, por una calle, en una de cuyas viviendas se velaba a la sazón uncadáver;elairelahizodaño.

—¿Notehasidoalachacra,Balta?DonJosédicequeeltriguitodelapampayaestáparalasiega.Dicequeelsábadolovio,cuandovolvíadelasSalinas…

Baltatiróunapiedra.

—¡Cho!…¡Chooo!¡Adelaida!¡Esagallina!

Lasgallinaspicoteabaneltrigolavadoparaalmidónque,extendidoengrandescobijasenelpatio,sesecabaalsoldelamañana.

Cuandosefuelavieja,dejólaportadaabiertayentróunperronegrodelavecindad.AcercoseaBaltaqueseguíasentadoenlasvigascolordenaranja,yempezóahusmearyamoversulargacolalanuda,haciendofiestascongazmoñeríaacrobáticaymaldisimulada.Balta,queseentreteníalanzandodestellosdesolconelespejopordoquiera,pusodelantedel perro la luna. El vagabundo canmirómudamente a la superficie azul y sin fondo,

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oliéndola,yladróasuestampaconunladridolastimeroqueagonizóenunretorcimientoelásticoyagudocomounlátigo.

Vinieronlascosechas.

Baltanovolvióarecordarmásdecuantoacontecióenelhogaraquellatardeenquelagallinadiosucanto,hastaundíadesetiembre,enqueAdelaida,enlaparvadetrigo, ledijodeimproviso:

—Levantatúestaalforja.Yoyanopuedoconella.

—¿Estásenferma?

Adelaidabajósusojosdulcesdemujer,conunaireinefabledeemoción.

—¿Y desde cuándo?—repuso él, en voz baja y paterna, empapada de felicidad ylaceradadeternezasydelágrimas.

Adelaidalloró,yluegoseabrazaronpadreamadre.

Musitóellatímidaypudorosa:

—Segúncreo,desdejulio.

HabiendooídoBaltaestasgravespalabras,yluegodemeditarunmomento,unanubesombríasubióconferradovueloasufrente.«Desdejulio…»,pensó.Yentoncesrecordó,despuésde largotiempo, lavisiónintempestivaque,comoensueños, tuvoenelespejo,aquellalejanatardedejulio,ylarupturadelespejo,porelestupordeesavisión.«Extrañacoincidencia —se dijo en la parva—, bien extraña…». Un misterioso y atrozpresentimientosoplóensusvenasunlargocalofrío.

Pasaronlascosechas.

Pasóelestío,yllegóelotoño,y,conlosdíasventososyásperos,laépocadesiembra.Unoqueotrodíabajabauna lluvia fuerteybrusca,y siempre tempestuosasnubesaltaspoblabanelespacio.

BaltayAdelaidatrasladáronsealachacra.

IV

Yaenlachacra,unatardeBalta,altornardesutrabajo,diodeabrevarasusbueyesenlalagunadeenfrentede lacabaña.Asuvez,él, sedientoy transidodecansancio, fuea lafuentedeagualimpiaquemanabaentrelosmatorrales,arrodilloseybebiódirectamente.Seoyólos tragosdurantealgunos instantes,sumersos los labios.Derepente,Baltasaltóbruscamenteydiodosotrespasosatrástambaleándoseygolpeandoyhaciendocimbrarel

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tierno tallo de un alcanfor, cuyo follaje hizo estrepitosas y lúgubres cosquillas en losárbolesdelapradera.Miróaunoyotroladopordescubrirquiénhabíaasusespaldas,sinhallaranadie;buscóentrelosmatorrales.Nadie.Volaronendiversasdireccionesalgunaspalomas y pajarillos azorados. Un gallinazo, conmoroso y aceitado vuelo, pasó de unalcanfor a otro, donde saltó, probó varios ramajes y por fin desapareció con leve ygoteanterumordehojassecas.

Denuevo,ydespuésdealgunosmeses,acontecióaBaltamuyparecidacosaalaquelesucedióaquellatardedejulioanteelespejo.Entreeljuegodeondasqueproducíansuslabios al sorber el agua, habían percibido sus ojos una imagen extraña, cuyos trazosfugitivospalpitaronydiéronse contra las sombras fugacesymóvilesde lashierbasquecubren en brocal elmanantial. El chasquido punteado y ruidoso de sus labios al bebererizódepavorlavisiónespecular.¿Quiénleseguíaasí?¿Quiénjugabaconélasí,porlasespaldas,yluegoseescabullíacontalartimañaytalligereza?¿Quéeraloquehabíavisto?La inquietud hincole en todas su membranas. Era extraordinario. Vaciló. Creyose enridículo,burlado.Lacabezaledabavueltas.Eracurioso.¿Quizásumujercitaquejugabainocente?No.Ellalerespetabamuchoparahacereso.¡No!

Balta era un hombre no inteligente acaso, pero de gran sentido común y muyequilibrado. Había estudiado, bien o mal, sus cinco años de instrucción primaria. Suascendenciaeratodaformadadetribusdefragor,carnedesurco,rústicoscorazonesalrasde laglebapatriarcal.Habíacrecido,pues, comounbuenanimal racional, cuyas sienessituaríanlinderos,esperanzasytemoresalasolaluzdeuninstintocabestreadoconmayoromenoreficacia,porancestrales injertosde razaydecostumbres.Erabárbaro,masnosuspicaz.

Desdeaqueldíaenquerepitiose,porsegundavez,antesusojosperplejos,laimagenextraña en la fuente, Balta iba adquiriendo un aire preocupado. Dábale en qué pensarinmensamente el episodio alucinante. ¿Qué podía ser todo aquello? Quiso decírselo aAdelaida,pero, temiendohacerel ridículoantesumujer,optóporguardarle reservadelincidente.

Eldomingopróximofuealpueblo.Dioenlaplazaconunviejoamigosuyo,camaradadeescuelaquefue.Nopudoresistiralatentacióndecomunicarlesuscuitas.Elrelatolohizo riendo, dudando por momentos, otras veces poblada el ánima de mil sospechas,heridadepuerilindignación,otorvamenteintrigada.ElotroseechóareíralasprimerasfrasesdeBalta,ydespuésreplicolecongraveacentodeconvicción:

—Noesextraño.Amímesucedeavecescosamuysemejante.Enocasiones,yestomeacontececuandomenoslopienso,cruzancomorelámpagopormimenteunaluzyunmundodecosasypersonasqueyoquieroatraparconelpensamiento,peroquepasanysedeshacenapenasaparecen.CuandoestuveenTrujillo,unseñoraquienreferíestomedijoqueeranrasgosdelocurayquedebíayocuidarmemucho…

Baltanopudoentendernadadeesto.Elrelatodesuamigoresultolemuyprofundoycomplicado.

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Entantopasabanlassemanasenlassiembras.

Baltahubodeirunamañanaalospotreros,alolargodeuncalveroenelarbolado,ybordeandouna acequia de regadío. Iba solo.Depronto, y sin darse cuenta, bajaron suspupilas a la corriente y tuvo que hacerse él a un lado, despavorido. Otra vez asomosealguien al espejo de las aguas. Prodújose al propio tiempo un rumor fugitivo entre lossaucesqueerguíansealaveradelarroyo.VolvióBaltalacaraenesadirecciónyvioqueentre los tupidos ramajes de trepadoras y malvarrosas recobraban las hojas su naturalposiciónque,alparecer,acababaderomperyalterarunafugaatropelladayvolátil,comodeastutoybárbaromamíferoasustado,odeágilycerterabrazadadealguienquehuye.Baltadiogritosdealerta:

—¡Quiénva!…¡Guarda,sinvergüenza!…

Y persiguió a su presa, decidido. Mas todo en vano. Vagó en toda la vecindad;escudriñó las copas de los árboles, detrás de las piedras, bajo las compuertas, sinresultado.

Eralaterceravezquesorprendíaaquellapresenciaaleveydesconocida.Tampocodionoticias de esta nueva aventura a su mujer, aunque un instante sus cavilacionesatreviéronse—¡conesamaldita libertaddelpensamiento!—asuponercosashorriblesyofensivas para ella; o quizá, por eso mismo, no la refería nada, y seguía con rigurosadiscreciónlapistadecuantopudierasobrevenirasussospechas…

ConeldecursodelosdíasmostrábaseBaltamástaciturnoysombrío.Teníadevezencuando largos recogimientos, en que se ponía abstraído y como sonámbulo, o solíaalejarse de la casa a solas, sin que se supiese a dónde iba ni a qué iba. Cambiabanotablemente demodo de ser aquel cholo.Con sumujer empezó a conducirse demuydistintamanera que antes, teniendo para ella inusitados arranques de pasión exaltada ydolorosa.Undíaladijo:

—Oye,ven.Siéntateaquí.

Sentáronseambosenelpoyodelapuertaquedaalcercodelcamino.Ladiounbesodespavorido,yconangustiasincausasuspiró:

—Siyanomequisierasundía,Adelaida…

Guardósilencioella,inclinada.Nuncahabíasidodesconfiadoél;¡jamáslaespinamáslevedeunposibleolvidohiriósucorazón!Fraternalternura,fereligiosayciega,puroycándidoregazoloshabíaunidosiempre.

Adelaida penetró al patio, y Balta quedose solo, en su mismo sitio, sumido en lameditación.

Había tomadounavagaaversiónpor losespejos.Balta los recordabacon informeyoscuro desagrado. Una noche se soñó en un paraje bastante extraño, llano ymonótonamenteazulado;veíasesoloallí,yposeídodeunenormetenorantesusoledad,tratabadehuirsinpoderloconseguir.Encualquiersentidoquefuese,lasuperficieaquella

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continuaba.Eracomounespejoinconmensurable, infinito,comounocéanoinmóvil,sinlímites. En una claridad deslumbrante, de sol en plenomediodía, sus náufragas pupilasapenas alcanzaban a encontrar por compañía única su sombra, una turbia sombraintermitente,laquemoviéndoseacompásdesucuerpo,yaaparecíaenorme,ancha,larga;yaseachicaba, ludíasehastahacerseunahebra impalpable,oyaseescurría totalmente,paravolverapasaravecestrasdesí,comounrelámpagonegro,jugandodeestasuerteunjuego de mofa despiadada que aumentaba su pavor hasta la desesperación… Cuandodespertó,alosgritosdesumujer,estabansusojosarrasadosenlágrimas.

—¿Qué has estado soñando?—le preguntóAdelaida, solícita e inquieta—. ¡Te hasquejadomucho!…

—Hasidounapesadilla—murmuróél.

Yamboscallaron.

Loextraño,comoseverá,eraqueBaltanohacíapartícipedenadadeestasincidenciasasumujer.Observabaconella,enesterespecto,elmásherméticoycerradosilencio.Ydeeste modo desarrollábase en su espíritu, como una inmensa tenia escondida, una raíznerviosa,cuyasaviahabíaascendidodesdelalinfaestérildeunaciagocristal…¿Porquéno la había noticiado todo, desde el primer instante, a su compañera? ¿Por qué, alcontrario, juntoaesahebratorturadora,quenosesabeadóndehabíadeiraensartarse,encendíaseungranatedesconocidoentrelosbrazosdesuamor?¿Porquébajabaesebesotempestuosoy tancargado?¿Porquéesapasiónexaltadaydolorosanacía?La tragediaempezaba, pues, a apolillar, de talmanera, a ocultas, y capa a capa, de lamédula paraafuera, aquel duro ymilenario alcanfor que hace de viga céntrica suspenso de largo enlargo,amododeespinadorsal,eneltechodelhogar…

Baltaempezabaasentirunrecelo,quizásinmotivo,porsumujer,unrecelooscuroeinconsciente,delcualélnosedabacuenta.Ellatampocosedabacuenta,aunquenotabaquesumaridocambiabaensusrelacionesconella,demodomuypalpable.

—Vámonos ya al pueblo —insinuole Adelaida, a tiempo en que las faenastriptolémicastocabanasufin.

—Aúnhaymuchoquehacer—respondióBaltamisteriosamente.

Desde el domingo en que conversó con su amigo en la plaza, no había vuelto alpueblo.Cuantasvecesseofreció lanecesidaddeque lohicierapor razonesdomésticas,negábase a ello, invocando diversos Inconvenientes o pretextando cualquier futileza.Parecíahuirdelbullicioybuscarmásbienlasoledad,sindudaganosodecomprenderatanmenguadoperseguidorque,porlovisto,algointentabaconél,yalgonomuybuenoporcierto,yaqueasíloasediaba,vigilándole,siguiéndolelospasos,paraasegurarseacasodeél,deBalta,oparaasestarlequiénsabeconquégolpe…Perotambiénteníamiedoalasoledaddelacasadelpueblo,alasazónabandonadaydesierta,consuscorredoresquelasgallinas y los conejos habrían excrementido y llenado de basura. Al pensar en esto,evocaba,sinpoderloevitar,elpilardondeaúnestaríaelclavovacanteyviudodelespejo.

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Untorvomalestarleposeíaentonces.Laevasivaparairalaaldeaseproducíarotundaeindeclinable.

Tristeysiniestraexpresión ibacobrandosusemblante.En losdíasdeenero,enquecaíaaguacerooterriblesgranizadas,ycuandoloscamposnegrosybarbechadosyadabanla sensación de gruesos paños fúnebres, estrujados, doblados en grandes plieguescaprichosos, o desganados y echados al viento, pábulo tormentoso adquirían susinquietudes.Loschubascos,quedurabanalgunashoras,hacíannumerosascharcasenelpatioresquebrajadodelamorada.Balta,sinohabíaidoalasmelgas,osi,acausadelalluvia,veíaseobligadoasuspendereltrabajoyarecogerse,permanecíasentadoenunodelos poyos del corredor, cruzados los brazos, oyendo absortamente el zumbar de latempestadydelvientosobrelapajizatechumbrequeamenazabaentonceszozobrar.Allísolía estarse, hasta que sobreviniera alguna circunstancia que lo reclamase; tal, porejemplo, para espantar a los puercos que, a causa del eléctrico fluido del aire, hozabannerviosos el portillo del chiquero, rugiendo y haciendo un ruido ensordecedor. Losgolpeabaélconunpaloyafianzabayguarnecíaconnuevoscantoslaentradadelcorral;perolosanimalesnocedíanyseguíanrugiendoyempujandoconrabiasalvajelaspiedrasdelapoterna.«¡Peroquétienenestosanimalesdeldiablo!…»,exclamabaBalta,poseídodeunaimpresióndecóleraysutilinquietuddepresagio.

El ronquidode la tempestadcrecía,y comopropinando largos rebencazosal cuerpoenterodelviejobohío,despertabaentodoélintermitentesestremecimientosdezozobraydetenor,enque,eraelchirridofácildeunaarmellasuelta,eralacaídainciertadeunatejadeshecha por tenaz humedad; era aquella chorrera verticilar que, siguiendo el sublimejuegodel aireenrarecidoyahogado, ladensidadde la lluviade laque fugabaelozonoazorado,ylosinvisiblessesgosdelaluzadolorida,evacuaba,y,acentuandosucurvaaunmásasombrosamente,disputabadesúbitootrocauceentrelapajadeltecho;eraelgolpebatidoyfamiliardelbatán,dondemolíaAdelaidaparalamerienda,tododetonabaenlosnervios, y una vaga impresión funesta suscitaba en el ánimo. Tal un cerdo maltón, derojizocerdajeygrandespúasdorsales,quereciénacababadedejarlaleche,porhaberseperdidosumadrenosesabepordóndeenlasjalcas,sepusoagritarcomoloco,corriendodeaquíparaallá,entrelosdemás.Baltalediounapedrada,yelpobrecitobajólavoz,yasí,deratoenrato,seestuvoquejandotodalatarde.¡Ohlamedrosavozanimal,cuandogravesdesdichasnosllegan!

Balta, sin saberporqué, tuvomiedoafueray se fue a la cocina.Al cruzar el patio,llenodecharcas,viotemblarborrosaycorredizaunasiluetasobrelasaguasquedanzabanbajolatempestad.Cuandoentróalacocinalohizocorriendoycomosilopersiguiesen…Adelaida molía en el batán. Empezaron a conversar entusiastamente. Parecía él quereraturdirse, y le habló a sumujermuy de cerca sobre el invierno que recrudecía y sobreotrasbagatelas.DenuevoAdelaidaledijoqueeratiempoderegresaralpueblo,yotravezélrepitió:

—¡Aúnhaymuchoquehacer!…Nosiremosenfebrero.

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DonJosé,elviejoalpartidario,ysusdoshijosllegaroncompletamentemojados.Conellosvino,todomolidoylloroso,Santiago,elhermanitodeAdelaida.Deunodesuspiescubiertosdebarromanabaunasangreclara,enquehabíaélinocentecarmínespontáneodelastibiasgranadasdelostemples.

V

Algunosdíasdespués,inopinadamente,Baltasefuealpueblo.Sefuesoloydirectamentealacasa.Penetróalzaguán.Unrevueloespesoydefugareventóadentro.Sobreeltejadode enfrente posáronse varias palomas y tórtolas silvestres, de tornasolados cuellos, yasustadasagitáronseaguaitandoconsusardientesojosamarillos,entodasdirecciones.Unconejo tordillo y zahareñono supopor dóndemeterse; peleó conotro, gordoy rufo, y,gritando,seatunelaronambosporentrelosnidosdelasgallinas.Baltasesintiósacudidodeuncalofríodeinmensaorfandad;y,echandodeverlasparedestanprontoentelarañadasaunmásabajodelassoleras;lashendidurasquelospájarospracticaronentrelosadobes;laspuertascerradasconcandado,elhuertomarchitoydifunto,solosalpicadodeunasqueotras flores tardías de azafrán, recostose en el umbral de la puerta de la sala, comoguareciéndose, y un llanto que él no pudo contener bañó susmejillas. ¿Por qué, pues,llorabaasí?¿Porqué?…

Luegotuvounaccesodeimprevistaserenidad.Siguióaldormitorio,loabrióypenetróagrandespasos.Volvióasalir,yaclarose tosiendoelpecho,delquesalióentoncesunocomo restallido demadera que corre, tropieza, trota y se arrastra sobre la punta de unclavoinmóvileinexorable.Traíaelespejoenunamano.Comoquiennohacenada,sevioenelcristalunsegundo,peroapenasunsegundodetiempo,y,apartándolo,sequedótiesocomo si fuera de palo. ¿Qué vio? ¿La imagen desconocida? ¿No viomás que la suya?Miró a todas partes conmodo tranquilo y amplio;miró hacia la huerta, imperturbable,seguro,iluminado.

EstavezBaltapareciónosobresaltarse;mejordicho,pareciósobresaltarsedemasiado,mucho,enexceso.Enaquelinstanteinsólito,nocreyóhabervistoaningúnextrañoasuespalda,asusflancos,comoenanterioresocasiones.Erasupropiaimagenlaqueélveíaahora,suimagenynootra.Perotuvolasensacióninexplicableyabsurdadequeeldiseñode su persona en el cristal operó en ese brevísimo tiempo una serie de vibraciones ymovimientosfaciales,planos,sombras,caídasdeluz,afluenciasdeánimo,líneas,avatarestérmicos, armonías imprecisas, corrientes internas y sanguíneas y juegos de concienciatales, que no se habían dado en su ser original. ¡Desviación monstruosa, increíble,fenomenal!Desdoblamientooduplicaciónextraordinariayfantástica,morbosaacaso,delasensibilidadsalvaje,plenadeprístinosporosreceptivosdeaquelcholo,enquien,aquel

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día bárbaro de altura y de revelación, la línea horizontal que iba desde el punto deintersección de sus dos cejas, desde el vértice del ángulo que forman ambos ojos en lavisión,hastaelejedelo invisibleydesconocido,serajódelargoa largo,yunadeesasmitades separándose fue de la otra, por una fuerza enigmática pero real, hasta erguirseperpendicularmentealaanterior,echarseatrás,comosialcanzaselamásaltasoberaníayadquiriesevozdemando,caerporúltimoasusespaldas,empalmarsealahorizontalidaddelaotramitad,yformarconella,comounradioconotro,unnuevodiámetrodehumanasabiduría,sobreeleternomisteriodeltiempoydelespacio…

AsuprediotornóBaltaesamismanoche.Unavezensulecho,sesintióacometidodeangustioso frenesí, y un insomnio poblado de sombras y de febril alarma goteó toda lanochesobresusalmohadasysobresucorazón.Pormomentosamodorrábaseyoscurecíatodo su ser, y por momentos cavilaba con gran lucidez. Reflexionaba. En medio delsilencio de la noche, desabarquillaba fibra a fibra recuerdos de lugares, fechas,acontecimientoseimágenes,deduciendorelaciones,atandocabossobresuposiciónactualenlavida.Acordábasedequeélerahuérfanodepadreymadre,yque,salvounahermanaqueteníaenunahaciendaremota,laúnicasangresuyaestabatodacontenidaenélynadamás.Luegopasabasupensamientoasumujer,yporinextricableasociacióndeideas,alespejo.Repesabaentoncessuscuitasysobresaltosporlaideadequealguienleseguíalospasos.Sehacíamil interrogacionessobresiestabaonosegurode lodelespejo.Queríafijar bien los contornos de la imagen que veía en el cristal. Esforzábase a ello, sinconseguirlo;mas,silohubieraconseguido,sehabríatapadolosojosdelaimaginaciónyhabríatenidohorror.Recordóentoncesvagamenteloqueledijoelamigo,eldomingo,enlaplaza:«…cosasypersonasqueyoquieroatraparconelpensamiento,peroquepasanyse deshacen apenas aparecen». Después recordaba otras cosas. Cuando era aúnmaltóntenía reuniones nocturnas con numerosos muchachos, entre los que había algunospertenecientesaprincipalesfamiliasdelpueblo,yotrosquevolvíanyadelColegio,muyleídos y cultos. Referíanse entonces, a la recíproca, narraciones fantásticas y sucedidosincreíbles.Uno de ellos dijo cierta noche: «Amíme pasó una vez una cosa horrorosa.Hallábametendido,caraarriba,sobremicama,aesodelahoradeoración.Meditabayoasolas,ydeimprovisoadvertíquemispiesretirábanseysealejabansinfin.Advertimeelcuerpoestiradoycrecidogigantescamente,y,llenodemiedoydeespanto,quisepararme;nopodía,puesquechocaríaconeltecho.Empecéagritaraterrado.Alguienacertóairporallíyacudió…».Balta,confundidoyexhausto,golpeólasiencontraellechoycambiódeposiciónenlasalmohadas.

Sumujerreposabaasulado,tranquila.LaviejaAntuca,susuegra,quedormíaenlamisma pobre habitación, pareció conturbarse; balbuceó no sé qué palabrasincomprensibles entre sueños, y luego lanzóalgunos alaridos, como si lehiciesendolerunaheridainvisibleyprofunda.Baltasequedóadormecido.

Aldíasiguientehabíaensusemblanteunasombraaunmásensimismadaymáshosca.Vioasumujerysusojosdespidieronunresplandorextraño.

Tempranoseausentóa solas, sinhabercruzadopalabraalgunaconnadie.¿Porqué,

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pues,seibaasí?¿Porquéeseinmotivadoreceloparasupobremujer?BuscabalasoledadBalta,cadadíaconmayorobstinación.

—¿QuétienesBalta?—LlegóainterrogarleAdelaida—.¿Quétepasa,queestásasí?No quieres que nos vayamos. El invierno me da miedo, Balta. ¡Vámonos, por Dios!¡Vámonos!¿Bueno?…

Ella ledijoesto,asiosedelbrazovirilyrecostó lasiensuavementerendidasobreelhombrodesumarido.

Hizoélunamuecadefastidio:

—Tehedichoqueno.

Doslágrimasasomaronazoradasytímidasalosojosdeella,almismotiempoquelafaztaciturnayhurañadeBaltatuvounaviolentaexpresiónamenazadora.

Adelaidasolíairconsuhermanitounoqueotrodíaalpueblo,porverlosanimalesdelacasa.Acadaretornosuyoalcampo,enelmaridosubíalaopresióninteriorysubíaelrecelo para con ella. Ya este recelo, de inconsciente y oscuro que fue en un principio,tornoseconscienteyclaroantelosojosdeBalta.Estoacontecióundíaenquealejoseélde la cabaña sin rumbo, a través de los arados predios, por las planicies de mustiassarracasandinasyporlospeñascalesencrespadosymudos.

Caminóincansablemente.Erademañanay,aunquenollovía,elcieloestabacargadoysinsol.Eraunamañanagris,deesaspreñadasdeelectricidadydehórridopresagioquepalpitan en todo tiempo sobre las tristes rocallosas jaleas peruanas, las que parecenrecogerseyapostarseunasaladodeotras,aesperarinsospechadosacontecimientosenlasalturas,ciclópeosydolorososalumbramientosdelaNaturaleza.

Balta iba paso a paso y, luego de haber andado largas horas por las vertientesmáselevadas, sedetuvoal fin juntoaunmontículoherboso.Subióaungran risco, esbelto,peladoytalladocomounformidablemonolito.Subióhastalacúspide.Ahísesentó,enelmismo borde del peñasco. Sus piernas colgaban sobre el abismo. A sus pies, en unaespantableprofundidad, sedistinguíaunapriscoabandonado, alnivelde las sementerassumergidas.AhísesentóBalta.Contemplóconlímpidamiradadistraídaeinfantiltodalaextensióncircundante,hastaloshorizontesabruptosylosnevadospartidosenlasnubes.Inclinose un poco y escrutó las tierras fragorosas que a sus plantas quedaban comoarredradasysumisas.Amenazócaerlluviayunaráfagadechirapayventarrónazotóunmomentoloscerros.Baltatuvounligerocalofrío,ylacerrazónmugióyseperdióentrelospróximospajonales.

Una calofriante desolación, acerba y tenaz, coagulose en las pupilas enfermas delcholo.Permaneciódeestemodo,embargadoenhondameditación,porespaciodealgunosminutos.Reflexionabasobrecosasincoherentesqueenazoradorevoloteocruzabanporsumenteadolorida.Laimagendesumujersurgióensumemoria,ysintióentoncesporellaunvagofastidio.Pero¿porqué?Noseloexplicaríaélmismo.Sí.Latuvofastidioyunapasión extraña y dolorosa, ese azaroso amor que lo alejaba de ella y le hacía buscar la

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soledadcon irrevocableahínco.Preguntabaa supropiaconciencia: ¿MeamaAdelaida?¿Noquiereellaaotro,quiénsabe?Aotro…Baltasequedóabstraídoycabizbajo,mirandohaciaelabismoescarpado.Aotro…Baltaseguíacavilando.Supensamientovolaba.Unoscelossutiles,comofriolerosyaceradospicos,sacaron lacabezaysearrebujaronensusentrañas,confurtivoyazogadogusaneomontaraz…

Elsilenciodelamañanaeraabsoluto.Baltasacudiólacabezayempezóarascarconlauñaunasalpicaduradebarroensuleonadopantalóndecordellate.Pero,inmediatamente,cayódenuevoenelmismo tema:sumujer.«¿Noquiereellaaotro,quiénsabe?…».Aotro…Supensamiento,alllegaraestepunto,secaía,seahogaba.Talunremansoquedesúbitosequebrantayserompeenunapendiente.¿Podíasumujeramaraotro?Otravezsacudió la frente.Habíahechodesaparecer lamanchadebarrodesuvestido.Púsosedepie,yestuvoasí,inmóvil,uninstante.Elaireempezabaaagitarseconviolenciayquisoarrebatarleelampliosombrerodepalma.Loaseguróbien,y,comosinoquisieraalejarsemás de allí o estuviese atado a aquel pináculo, volvió a sentarse en el filo de la roca.AhorasepusoapensarenlobellaydulcequeeraAdelaidayenqueélera,encambio,tanpocoparecido…Volvióamirarelacantiladodelacordillerayseletrastornólacabeza.Conlavelocidaddelrayo,cruzóporsucerebrolafugitivaidea,sutil,imprecisa,deunservivo,real,decarneyhueso,innegable,acuyaexistenciapertenecíalaimagendelcristal.Alguienes,indudablemente.Alguiendebíaser.Baltademudoseyvaciló.Creyósentirenelaireunapresenciamaterialoculta,deunapersonaqueleestabaviendoyoyendocuantoélhacíaymeditabaenaquel instante.Creyópercibir sualientoy,aunmás,unapalabrasuelta,tañidaenvozbaja,muybajita,queseescabullórápidamente.Baltalabuscóconlasnarices y los ojos y los oídos por entre las rugosas depresiones de la peña. Teníaencendidaslasmejillasylosojosinyectadosdesospechaydecólera.Elvientovolvióasoplarformidableyamenazador.Ibaallover.

Sí.Alguienleseguía.Alguienqueasíesbozabaydenunciaba,asupesar,supresencia,en rumorvolandero, en imagen fugaz, en roce taimado, en impuneesquinazodepiel…Baltahizounagudomohíndefuriosaindignación.Estiróelcuello,enademándeescucharhaciaarriba,perplejo,arrobado,comohacenlasavesasustadas,cuandopasaporloaltounvuelo tempestuoso de águila, cóndor o gallinazo fúnebre. El cielo estaba negro ymuybajo.Sí.Alguien le seguía.Unbribóndesconocidoounamigobromista.Balta sintioseburlado. «A lomejor—se dijo— alguien está jugando conmigo…».Y se indignómástodavía.Acordosedelatardedejunio,enqueporprimeravezsorprendióalintruso,conelauxilio del espejo, en el corredor de la casa del pueblo. Recordó también que ciertocaballerodelaaldea,aquientraicionabasumujer,sorprendióaltraidorprecisamenteporun juego de espejos que una feliz coincidencia puso ante sus ojos. Otra vez pasó supensamientoaAdelaida.Ypensó:¿cómoeraqueellanosehubierapercibidoenningunaocasióndelapresenciadeaquelsabueso?¡Adelaidaamaalotro!¡Aldelespejo!Sí.¡Ohcruelrevelación!¡Ohtremendacertidumbre!…

Caía el granizo. Un pastorcillo fue a guarecerse con unas dos ovejas en el redilabandonado, y hacía reventar en las costillas del viento su honda. Dio unos gritos

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melancólicos en el abismo, donde las herbosas quebradas rezumaban ya, y a sus gritosrespondió el sereno peñasco majestuoso con el eco cavernoso y de encanto de lainconcienciainorgánica;ecoinvisibleyopacoyrecocido,conquerespondeladurapiedrasoberanaalacrudavozdelHombre;maneradeespejosonoro,encuyofondoimpasibleestá escondida la simiente misteriosa e inmarchita de inesperadas imágenes y lucesimprevistas…Acasoaquíhabríahallado tambiénBalta lapropia resonancia, retorcidayescabrosa, la desconocida imagen que, ya en el espejo, ya en el manantial o en lascorrientes,leacechabayrelampagueabaantesusojosestupefactosysalvajes.

La tragedia aquel día abandonó lamédula del alcanformilenario, que hace de vigacentralenelhogar,y,almorderelprimervasocapilardeloscírculosinternosdelazonade lamadera, tropezódeprontoconunviejoparásitomiserablequeaúnsobrevivíaa laépocasensibledelárbol;lequisodespreciarlatragedia,yyaibaainternarseenelfibrosobosque, cuando el aire empezó a agitarse con violencia y quiso arrebatar el ampliosombrerodepalmadeBaltasobrelaroca.Latragediaenmendose,yavivafuerzaechóasuslomosalintruso…

VI

Hastaentonceslamujerdelcholonohabíapercibidonadadeesteespectáculomisteriosoque se operaba sobre ella y su cariño. Su agreste e ingenua sensibilidad apenas habíanotadosoloelaspectoexteriordecuantoveníadesarrollándoseentornodeambos.SabíaqueBaltanoeraelmismodeantesparaconella,y,alomás,quehabíasetornadoraroyneurasténico.Peronadamás.Ellanosabíaelporquédetodoesto.Cuandoqueríasaberlo,a costa de un examenmás omenos detenido y hondo, o de una observación asidua yconstante sobre su marido, fallaban sus fuerzas de investigación, y todo razonamientovolvía atrás, impotente y pequeño para tamaña empresa. Adelaida apenas había tenidotiempo para aprender a leer y escribir, y su espíritu hallábase todavíamás intacto y enbrutoqueeldeBalta.Porotrolado,sentíaporélunreligiosorespeto,yengeneralnosehabría atrevido a exigirle en ningúnmomento una confesión, o a arrancarle una puntasiquieradelhiloenquelosdosestabanenredándosedemodoirremediableyfatal.

CuandovolvióBaltadesulargoysolitarioperegrinajeporlospáramos,agonizabalatardeybajabaunagranizadafuriosa.Lascentellasylostruenossucedíanseenalternativadesordenadayvertiginosa.

Adelaida, que había vuelto ya del pueblo, esperaba a sumarido, ansiosa y presa deinconsolablezozobra.

—¿Dónde te has ido, porDios?—exclamó ella, en un apasionado rapto de alegría,

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saliendoasuencuentrohastaelpatio.

Baltaentrócogitabundoysombrío,sinresponder,lasmanosatrás,unasobreotra.

Adelaidaestabamáspálidayextenuadapor lamaternidad,cuya luz,comprimidaensusentrañas jóvenes, floreceríamuyprontoa la luzgrandedelsol.Sudulcemelancolíapenserosa,enlaqueunagraciadealbacaíaylloraba,dibujábase,cadadíamásdensaymásfrágilytemprana,ensugraciosorostroqueelvientoylaintemperierequemaban.

Inquirioleella,comosifuesesuhijo,asidaaunbrazodeél:

—¿Hasestadoenlatoma?

Baltapermanecíamudo.Parecíaevitarmirarla.Alfinlaapartócolérico:

—¡Déjame,mujer!

Ypenetrósiniestramentealcuarto.

Adelaida,consuabnegaciónypacienciademujer,insistióylesiguió.

—¡PeroporDios,Balta!¿Quétepasa?¿Quétienes?

Yañadióenuntiernopucheroquesangraba:

—¿Quéhehechoyoparaqueasímetrateymebote?…

Adelaida,parándoseenmediodelcuartoquelatempestadcolmabadeunacompactaoscuridad,lanzóungemido:

—¡Ay,Diosmío!…

El llanto la ahogó. Inclinó su morena cabeza exangüe, y, con desolada amargura,sollozó,sollozómucho,enjugándoseconelrevésdesulargotrajeplomo,comohacenlasdulcesmujeresdelassierrasdolientesdelPerú.

—¡Mebotadeesemodo!…—susurrabaella,yeldolorinflabasussenos,losalzabaagranalturaylosdejabacaeryotravezloslevantaba.

¡Cómolloranlasmujeresdelasierra!¡Cómolloranlasmujeresenamoradas,cuandocaeelgranizoycuandoelamorcae!¡Cómotomanunplieguedelafranela,descoloridaydesgarradaeneldiarioquehacerdoméstico,yenélrecogenlascalientesgotasdesudolor,yenéllasvenlargorato,lasrestregan,comoprobandosupureza,mientraspercutenlostruenos, de tarde, cuando el amor infla sus pezones, que sazonara el polen del dulce,americanocapulí;losalzaagranalturaylosdejacaeryotravezloslevanta!

ElpequeñoSantiagoasomóalapuertadelcuarto,estiróeldesnudocuelloyescudriñóahurtadillashaciaadentro.Baltahabíasesentadoenelbordedelacama,enunrincón,unapiernaenflexiónsobreunbanco,acodadoenella,lamanoalamejilla,mirandoalsuelo,taciturno,callado.

—¡Quéhehechoyo!¡Mebota!¡Mebotadeesemodo!

Murmuraba Adelaida sus lamentos y sus quejas, y, al hacerlo, no se dirigía a su

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marido.Decía:

—¡Mebotadeesemodo!

Talsequejanlasmujeresde lassierras,cuandosequejandelhombreaquienaman.Creyérase que entre ambos, cuando el dolor arrecia y arrecian lo vientos contra lospeñascoseternos,hayun tercer corazón invisible, el cual sepatentizaentoncesante susalmasypresidesusdestinos.Aesecorazónsedirigíaellaahora,depie,entrelastinieblasdelatarde,recogiendosuslágrimasentrelosplieguesdesufaldasencillayestropeada.

Elpatioparecíacubiertodegranizo.Unrayocayómuycercaysurelámpagoabrasódevioláceofuegolaestancia.

Santiagoobservaba,extrañado.Niño,consusochoaños,élnosedabacuentadeaquelinfortunio.Suposíqueadentroselloraba,yquesecallabamásadentroaun.Sucorazónempezóaencogerseytuvoganasdellorar.Viendopadecerasuhermana,ledolióelalma.¿Quiénlahacíapadecer?¿Quélahabíanquitado?¿Quécosaselenegaba?¡Dénsela!¡Noseanmalos! ¡Devuélvanle sus cosas! ¿No las encuentran? ¡Búsquenselas! ¡No la haganllorar!…Santiagosintióqueseleanudabalagargantayseechóallorarensilencio.Noseatrevía a más. Sabía, de manera oscura, que en ese momento su hermana debería desentirse esclava de indoblegable yugo, el cual, almismo tiempo que la golpeaba, no ladejaba huir. Pensaba él: debería correr Adelaida. Un instante accionó con uno de losbrazosdevariasmaneras,tratandodellamarlaatencióndeAdelaida.Levantabaelbrazoestirándolo cuanto podía, lo ponía en cruz, lo hacía rehilete, agitaba los dedos conimpaciencia,atenaceadoporunvehementeyálgidoanhelodequeellavolvieselosojosaél,sinquesumaridosevayaadarcuenta,esosí.¡Tonta!Cómosefijaraenél,siquieraunsegundo.Danzabadeagudaimpaciencia.Empezóahacerseñas:

—¡Escápate! —Daba a entender con sus ademanes de consejo—. No seas zonza.Escápatedepuntillas,apenasélsedescuide.Sí.Sípuedes.Depuntillas…Escápate…Nohaymás que un paso al corredor…Si fuesemás lejos…Pero, de un salto… ¡salvada!Apúratenomás.Nadieteestáviendo…Pronto…

Pero así son las cosas.Adelaida no se fijó en su hermanito. ¡Pobre hermana! Si sehubiese dado cuenta de cuanto le advirtió Santiago… Pero así son las cosas. Ella,desgraciadamente,nolovio.

—¡Yonoséquélepasa!—SeguíasollozandoAdelaida—.¡Haceyatiempoqueestáasíconmigo!

Otravezmoríansuspalabrasenapasionadolloro.

Santiago, de pronto, secó sus lágrimas con el dorso de la leñosa muñeca y con elextremodemangadesgarrada.NohabiendosidoadvertidoaúnporBalta,seirguióahoraenunperfectoademánadultoy tosió.Nopodíasoportar.Acercóseruidosamentemásalquicio.Dijo,comoquiennosabenadadeloqueocurre:

—¿Quéhaces,Adelaida?¿Buscasturueca?Yonolahevistodesdeelotrodía…

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Nadiehizocasoalarrapiezo.

—¿NohallegadotodavíadonBalta?¡Pobrecito!Silohabráagarradoelaguacero…

ComoAdelaidano le respondiesey tratasemásbiendeocultarle el rostro entre losplieguesdesutraje,Santiagovolvióatoserconmayorenergíayestuvolimpiándoselospiesdebarroen lamaderade lapuerta, tratandodehacernotar supresenciaporBalta.Arrojabaentonces sobre elpavimentodel cuartouna sombra largaygigantesca,muchomásgrandequeladeunhombre.Lanochedescendíamuynegra.

Santiago iba engallándose y creciendo en rabia. Ahora sabía, de manera oscuratambién,quecualquieraquefueseaquelyugo,paraélvagoydesconocido,queoprimíayligaba así a su hermana, había que echarlo abajo. Un nervioso coraje, de niño que sesugestionaencontradeun fantasmaoencontradeuna fuerzamisteriosay superior, lehizoparapetarseenelumbral,trémulodeunaíntimafruiciónfraternal.Temblaba.Sepusoarayarconlauñaelmagueydelquicio.¿Quécosa?¿Asuhermana?¿Quécosa?¿Quién?¿Quién?…

Despuéssesentóenelpoyo,siempreatisbandohaciaadentro.Pocoapocoelsilenciosehizocompletoenlacasa.Santiagosequedódormido.

Al despertar, se asustó. ¿Dónde estarían ellos? Llamó. Nada. Había una oscuridadespeluznante.

—Mehandejado—sedijoenvozalta—.¡Adelaaaida!…

Paró el oído y solo a intervalos oía, por el lado de la zahurda, el gruñido de algúncerdomaltratadopor los otros.No semovióde su sitioSantiago.Estaba con el cuerpohelado.Empezóaposeerleunterrorinfinito.Recordabaasuhermanabañadaenlágrimas,asumaridocolérico,estúpido…¿Cómosequedódormido?Elfrío,elreposomortuoriodelanoche,lasoledaddelacasa,lainquietanteausenciadelahermanitaquerida…Haciaesfuerzos para no soltar el llanto, pues que si lloraba experimentaría más miedo y sudesesperaciónyanotendríalímites.

Hizounesfuerzodevalorytentólapuertadelcuarto.Lahallóabiertadeparenpar.Volvióallamar.¡Nolecontestónielmásleverumoroseñadevida!

—Adelaaaaida…Adelaidiiiiiitaaa…

Uncalofríoglacial recorríasuepidermis,decabezaapies.Unruidoproducidomuycercadeéllehizodarunsalto.Fueunterrónquecayódelatapia.Santiagosebañódeunsudorfrío.Empezabanadistinguirsuspupilas,aguzadasporladesesperación,aquíyallá,sombras,bultosqueseagitabanypoblabanencerradamuchedumbreloscorredoresyelpatio.Hastaelcieloaparecíacompletamentenegro.Prontoempezaríaallover.

Leparecióqueavecesdeslizábansealolargodelmuroquedabaalcercodelcamino,rozándolo y produciendo un rumor atropellado de trajes y ponchos inmensos, cortejosintermitentesymisteriosos.¿Nohabríaquizávenidodelpueblosumadre?

Sonaron unos pasos lentos y duros. Santiago se volvió a todos lados, tratando de

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escrutar las tinieblas frías y mudas, y musitó, sin saber lo que decía, presa deindescriptiblesensacióndepavor:

—¡Quién!…¿Quécosa?…

Lospasosseaclararon.Eraun jumentoerrabundoyabandonado,sinduda,acampolibre.

Santiagosentose,tranquilizado,otravezenelpoyo.Apocoratodormíaelpequeñounsueñosobresaltadoydoloroso.

Sobre el techo graznó toda la noche un búho.Hasta hubo dos de tales avechuchos.Pelearon entre ambos muchas veces, en enigmática disputa. Uno de ellos se fue y novolvió.

VII

Obsesionado Balta por los celos, aquella noche injurió a su mujer, la acuchilló adenuestos,y,poseídodelmássinceroyrecónditodolor,ladecía:

—Estábien,Estábien.¡Perotúhasmuertoyaparamí!

Adelaidaintentóenunprincipiopersuadirledequesuscargoseraninfundados.

Elmarido,exacerbado,gruñíasusimprecacionesenaltavoz,acusando,hachándolaamiradas, llorando,sangrandoapedazos.¡Quélahabíahechoél!¡Porquélepagabaasí!Enlavidaélnoamóanadie,sinoaellasola.Nofuejamásunmalhombre,unvicioso,unholgazán.No.Fueradesuhermana,tantosañosausente,soloAdelaida.¡SoloAdelaidaenelmundo!¿Quiénlaobligóparairseconél?Alformularestapregunta,Baltaempleabauntimbredeadoracióninfinitaporsumujer.Asomabanenesainterrogaciónelástica,cérica,de una sublime trascendencia dramática, perdones, piedades, misericordias supremas.¿Quiénlaobligóparaseguirle?No.Nolehabíaamadojamás.¡Adelaidamala!¡Adelaida!¿Porqué,mejor,noquisistealotrodesdeunprincipio,antesqueaél?ImaginándoseBaltalejosyextrañoaellaenelmundoyportodalavida,laamabaconunaternuraaunmásgrandeymáspura.Laamabaentoncesmucho.Ahoramismoquelaveíasufriracudiríaaconsolarlaytranquilizarlayaprestarlarefugioyamparo.Sí.Laampararía.¿Porquéselahacía sufrir? ¡Tan buena! ¡Pobrecita! La ampararía. Y consternado en sus fibras másdelicadas y sensibles y diáfanas, Balta lloraba y tenía la impresión perfecta y real deestarla escudando, de estarla procurando un bálsamo, de estarla haciendo el bien.Mas,luego,salvabatodoesteorbedehipótesissentimentales,volvíaasudoloractualyllorabayseleastillabaelalmaapedazos,agrandespedazos.

Adelaidafueacercándoseaél.

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—¡Oye,Balta,porDios!

—¡Déjame!¡Déjame!

Ellaarrodilloseprosternadaanteelmarido,ysepusoagemircondesgarradoralástimadeamor,inclinadoelmorenorostroatribulado,vencida,suave,humilde,nazarena,dulce,aromada de dolor, diluida ella entera y en el varón absorbida, en un místico espasmofemenino.

—Déjame.

YBaltaagregaba,llorando,asuvez:

—¡Túhasmuertoyaparamí!

Aquella misma noche la llevó al pueblo. A través de los desfiladeros y las abrascenagosas,cortandolasnieblasylaoscuridad,sefueron.

Ya en la casadel pueblo,Balta la hizovestir de luto riguroso, y él hizo igual cosa.Obedecíaella,llorayllora.UnaluzfríayanaranjadadeespermaIluminabaytocabadeaciagapesadumbrelosblancosmurosrepellados,losobjetos,elladrillamendelaestancia.Fueraquedabalanochenegraydesierta.

Cuandohuboacabadoelladevestirsedenegro,latragediatambiénacababadevolveralasinternascapasdemaderadelavigadelhogar;volvíadearañaradeshoraunosrestosolvidadosdecortezadeaquelalcanforsecular;vagóportalesincisionesy,siempreconelviejoparásitomiserableacuestas,tornóyocupósulugar,destinoenmano,daleydale.

Trasunanochellenadeimplacablessupliciosmoralesparaambos,Balta,irritadoslosnervios por la vigilia y los pesares, transido, cárdeno de incurable desventura, con elamanecer, volvió al campo, abandonando a Adelaida en la morada de la aldea. Ellapermanecíadormidayenlutadasobreellecho.

LlegóBaltaa lacabañay lavolvióaabandonar,para iraerrarallendelospáramos.Sindarsecuenta,advirtiosedeprontoenelmismomontículoherbosoqueestáalpiedelacresta calva, esbelta y tallada, donde la mañana anterior estuvo sentado, las piernascolgandosobreelabismo.

Hacía buen tiempo ahora. Un sol caluroso y dorado esparcía su flama sobre losnacientesbrotesdelosterrosossembríos,yelcielodespejábasedemomentoenmomento.Elrocíobrillabaentrelasprimerasbriznas,ycuandoBaltasubióalacima,revolabanasualrededoralgunasledrasqueselepegarondelosfollajesdeltránsito,yteníaempapadoelpantalón hastamás arriba de la rodilla.Aquella ropa encharcada empezó a despedir unvahotibioeinocente.

Balta, sentado en el filo de la roca, miraba todo esto como en una pintura. De sucerebro dispersábanse tumefactas y veladas figuras de pesadilla, bocetos alucinantes ydolorosos.Contemplólargamenteelcampo,ellímpidocieloturquí,yexperimentóunleveairecillo degracia consoladorayunbasto candor vegetal.Abríase supecho enungrandesahogo, y se sintió en paz y en olvido de todo, penetrado de un infinito espasmo de

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santidadprimitiva.

Sentose aunmás al borde del elevado risco.El cielo quedó limpio y puro hasta losúltimos confines. De súbito, alguien rozó por la espalda a Balta, hizo este un bruscomovimientopavoridohaciaadelanteysucaídafue instantánea,horrorosa,espeluznante,haciaelabismo.

VIII

Por la tarde de aquel mismo día, en la casa de la aldea, Adelaida, ignorante aún delespantoso fin de su marido, yacía en el lecho, descarnada y llorando. Doña Antuca,sentadaenelumbraldeldormitorio,velabaelsueñodelnieto,queacababadenaceresamañana.Elniño,devezenvez,sobresaltábasesincausayberreabadolorosamente.

Un cirio que ardía ante el ara empezó a chorrearse; su pabilo giraba a pausas y encírculo,chisporroteando,y,cuando lamano trémulade laabuela fueadespavesarloyaarreglarlo,hallolomirandolargamentealapuertaquepermanecíaentornadaalcorredor.Llorando salía por allí la triste lumbre religiosa, hincábase a duras penas en los fríospañalesdelponienteyganabaporfinhacialolejos.

Eraelmesdemarzoyempezóallover.

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HACIAELREINODELOSSCIRIS[4]

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I.ELOTROIMPERIALISMO

Esterumorloproducíaelejércitodelpríncipeheredero,alentraralaciudad,deregresodesuexpediciónconquistadoraaQuito.DelasterrazasdeSajsahuamánseveíaeldesfiledelashuestes,asuentradaalaIntipampa,porelanchocaminodelasierra.

AlacabezaveníaHuaynaCápac,cuyafiguraaúnadolescente—pueserasuprimeracampañamilitar—,aparecíacurtidapor las intemperies, loscaloresy fríosdelnorte.Elejército,mermadoporelhieloenelheroicositiodeloschachapoyas,cruzabalasprimerasrúasdelCusco,apasolento,quemarcabanlostamboresdeguerra.Lasarmasdelimperioveníanprecedidas,auntirodehonda,porlosexpertosrumanchas.FlameabaluegoelIris,recamadosobreunpendóndelanayplumas,dardeadoporlosrayossolaresyrematadoenun suntupáucar, consistente en un airón de oro. Iban angulosos héroes, triangulados dearrugas,sujetaalhombrolacompactamasadequeschuar,melladayojosaporlosgolpescontrarios;honderosenflaquecidosymustios;consumidosycurvosflecherosdeanascasraídas,embrazadoelterciodeflechasdemetálicapuntaemponzoñada,elarcodebejucoendescansoalomoplato;lancerosdebrazosenormesycolgantes,lasceladasdeguayacándeshechas en colgajos; hacheros desprovistos de la cuña, cojeando dolorosamente…Almedio iba el apusquepay, un viejo de enorme mentón y ojos serenos, con su turbanteamarillo,ceñidoporunruinosobureletedeplumas.

El ejército entraba a la ciudad, decaído, inválido. Solamente algunos generales,oficialesde lanoblezaoveteranos,sonreíanalpasarpor lascalles.Mas,engeneral, losexpedicionarios y hasta el propio príncipe heredero, venían poseídos de hondapesadumbre.

Al desaparecer los últimos soldados en el fondo de la ciudad, los obreros de lafortalezalosvieron,embargadosdeextrañaindiferencia.Nosonóunaplauso,niungritodeentusiasmo.Lasmujeresylosniños,asomadosalaspuertas,contemplabanfríamentealos guerreros.Algunasmujeres atravesaron la calzada y dieron a beber al pariente quevolvía, unos tragos de chicha o llevaron a su boca un poco de cancha y ocas dulces.Mudos estaban los heraldos.En lugar del hailli de victoria, llenaba las bocas un turbiosilencio.Cuandoelejércitocruzódelantedeltemplodelasescogidas,enelHanai-Cusco,unaancianasepusoallorar.

Alolejos,vibraronlastrompasbélicas,alpenetrarelejércitoalaPlazadelaAlegría.Eran apagados aullidos de unos clarines hechos de cráneos de perros, cazados a losenemigos. A la dentadura de estos cráneos venían atadas sonoras sartas de dientes demonosdelnorte,demodoque,alagitarseelaireyjugarenelbárbaroinstrumento,seoía

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un chillido calofriante y famélico…Aloírlos ahora, la ciudadTe arrebujó en lástimaysilencio.

TúpacYupanqui,alsaberlaaproximacióndeHuaynaCápac,leesperóenelpatiodecobre del palacio, rodeado de la corte. Tenía el rostro contraído por la ira. El príncipeherederoavanzóhastaelpiedeltronoimperial,lafrentedescubiertaeinclinada;hizounmovimientodevasallajeyobedienciay,enactitudsumisayprosternada,diocuentadelaexpedición:

—Padre —dijo—, la conquista de los huacrachucos queda consolidada. Vienenconmigo quinientosmitimaes y he dejado a las orillas delMarañón cincuenta hijos delSol. Heroico ha sido el arrojo de los quechuas, para obtener la rendición de aquellaprovincia,cuyajuventudsehadefendidofieramente,ysinofueseporelconsejodesusancianos, a los que logré reducir por medio de beneficios y otros actos generosos, elsometimientodeloshuacrachucoshabríafracasado…

ElIncapermanecióindiferente.Lasmiradassevolvieronaélávidasdeverelefectoque producían las palabras del heredero, cuyo arribo al Cusco era inesperado. No lohabíanhechoaguardarlasvigentesdisposicionesdelInca,nolopocofavorablesquehastaentoncesfueronlosresultadosdelaexpedición.Lashoguerasenlosmontea,loschasquis,nadahabíaanunciadotansúbitoretorno.

—…Despuésdemuchasjornadasatravésdelasselvas—continuóHuaynaCápac—,ataquéaloschachapoyasensuspropiasmurallasyfortines.Laresistenciafuemayoraunqueladeloshuacrachucos.Durantetreslunasasediéalaciudad.Allíperdíelgruesodelejército. Mis hacheros murieron batiendo las selvas que a los naturales servían detrincherasydefensasinvulnerables.AllítambiéncayeronmuchosveteranosdelMauleyAtacama.Redobléelataque.Buscandootroladomenosinexpugnable,ascendimos,dandolavuelta,denoche,hacialaspunasdeChirma-Cassa…

Alllegaraestepunto,HuaynaCápacdiountonodetragediaasuspalabras.Lacortede dispuso a oír con toda atención. Solamente Túpac Yupanqui seguía en su gestodisplicente,cualsideantemanosupiesecuantoelherederoteníaquedecir.

—… En aquella región mortífera —añadió el príncipe—, toda estrategia fueimposible,sinoalpreciodeunagranabnegación.Enterritoriosdesconocidosyacosadosporunanaturalezahostil,resolvíafrontarloscaminosmásrectos,asífuesenlosdemayoraudacia y sacrificio.Así lo hice.Ello costó trescientos guerreros del Sol, que quedaronheladosporelfrío,envísperasdenuestroúltimoydefinitivoencuentroconelenemigo.Labatallaen talescondicionesfue imposible.Nosretiramosy,envistadehabersidoelejército mermado casi por entero, decidí, después de un consejo de guerra, volver alCusco…

DijoHuaynaCápacysearrodillóantesupadre.ElsemblantedelIncasedemudóy,enun arranque de cólera, rasgó sus vestiduras, en presencia de la corte amedrentada,diciendo:

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—Los hijos del Sol se han visto rechazados primero en las montañas del Beni, dedondevolvieronaMojossolomilguerrerosdelosdiezmilqueseembarcaronenbalsaspreparadas en dos años. Después, al iniciarse la conquista de los chirihuanas, tuvieronmiedoalossalvajesyantropófagos.Mástarde,repasaronelMaule,cediendoalosferocespromoncaes.Yhoy,elhijodelInca,elpríncipeheredero,ensuprimeracampañamilitar,haceunaretiradavergonzosae interrumpeasí laconquistade lossciris…Puesbien:nomásconquistas.¡Yalaslaboresdelapaz!

Túpac Yupanqui abandonó su silla de oro y penetró a sus aposentos, seguido deRaucaschuqui.Losdemásestuvieronindecisosdelaconductaquelestocabaseguir,araízdelenojodelInca.Elherederocubriósucabezadejaguaryechando,conademánderabiaydedolor,lacapaaunodeloshombros,sedirigióalpórticoydesapareció,seguidodedosjóveneshuaracas,susayudantesencampaña.

II.ELADIVINO

Eldíaenque, según loscálculosde los llacta-camayocs,debería terminar lacacería, setomó las disposiciones necesarias a fin de que el Emperador presenciase, por expresodeseosuyo,lamaniobrafinaldelchacu.

Sesenta mil quechuas habían sido desplazados en todo el territorio, para la caza.ActuabanenlaregióndelCuscocincomil,losmismosque,hacíatressemanas,salieronalos montes y quebradas, portando centenares de lazos, armas diversas, alcos de caza,abundantesvíveres.LaestacadaesperabayaenlallanuradeVilcamayo,alsurdelpalaciode Colcapata. Era un semicírculo inmenso, cuyos extremos abríanse mirando a lasmontañas,enunclaroquemedíamediotirodehonda.Aquellamañana,sevioaalgunasmujeresatandoa loscordeles loscolgajospintadosyfantásticos,quedebíanservirparaapriscar.A losarrabalesde laciudad llegaron,alamanecer,algunosguanacos fugitivos,saltandocercasytapias.

Laciudadengalanosedefiesta.Humeabanloshogares,dondesealistabanprovisionesde comida, chicha y coca para el pueblo. Mujeres en pollerón, desnudos los brazos,chorreando agua de las trenzas, descalzas o con ligeros llanques de cabuya, entraban ysalían de las casas, portando al hombro o a dos manos botijas de chicha de jora. Oportabanenormesollas,colmadasdepatascacaliente,tazonessinasa,degranboca,delosque rebosaba el mote demaíz para los niños; rosadas cumbas entisadas de rastrojo dePuno,llenasdemasato;torresdematesypotosdecalabaza,demayoramenortatuadosconpunzonescaldeados,amarillopálido,tabaco,molle,azafrán,lúcumamadura,naranjadelnorte,arcilladeNazca.Sehabíadadomuerteacentenaresde llamas,paracarnedelfestín y en los corredores y patios pendían de los cordeles tasajos enteros y charqui,

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saladosypenetradosdepimientayají.Semolíaenlosbataneselrocotodelostemplos,laquinuayelolluco.Detrásdelascasas,lastahonascrepitabanabrasadas,cociendobudinesdepapa,tortasdecamoteybollosdepicadillo,cuyoolor,densoyporoso,impregnabaelairedeunamolicieenervante.

TúpacYupanqui,desdeelmomentoenquedecidióabandonarlasarmasdeconquista,trocándolas por el arado y el telar, venía mostrándose, más que nunca, bondadoso ysencillo. Ora salía a ver las faenas agrícolas, ora visitaba las forjas rechinantes yencendidasdelosoríficesyfundidores,dondelasláminasylingotesdemetalgemíanalasaltar la línea tersadeunaefigiesagradaoelánguloagudodeunabarretaespléndida;ora,alcruzarlasafuerasdelacapital,seasomabaaunachozaytomabaunahebradelasmadejas para alfombras y tapices, cuyos hilos secábanse en las rasantes de las pircas,goteandoalegrestintesdecampeche,molle,quinuaamargaytayo;orahacíallamaraunamautayleformulabalargasinterrogacionessobrehechosfenecidosdeotrosincas,sobrelosmovimientosdeltiempo,sobreelpróximonovilunio,sobreloslinderos,ladistancia,losvientos, lanatalidad, laviday lamuerte…TúpacYupanquihallábaseentregadoporenteroaunavidaprofundaytutelar,serenayconstructiva,quelerevestíadeunaespeciedesantidadapacibleysonriente.

LosnoblessecundabanalIncaensuentusiasmoporlapazyeltrabajo,aunque,enelfondo,lamentasenestanuevapolíticadelEmperador,ennombredelespírituguerrerodela raza y, sobre todo, por propia conveniencia de clase, ya que las expediciones deconquistaredundaban,alalarga,enaumentodepreeminenciasyriquezascortesanas.

Aquellamañana sehablabaen loscorredoresdelpalacio, enanimadoscorrillos.Unjovenantun-apumurmurabacontristado,anteunoscuracas:

—Todoestoestámuybien.Masnohallooposiciónentreelchacuylabatalla.Sabéisque los hijos del Sol tienen unamisión divina sobre la tierra: la de extender sin fin lareligión del Inti y sus frutos benéficos. El Inca está en error. Una gran calamidad seavecina…

Loscuracasasentían.Unodeellos,cuidandodenoseroído,decía:

—Unagrancalamidadseavecina.Hesoñadounalcogigantescoynegro,deojosdefuegoypielenteramentelimpiadepelo,queenunaparvainmensadelRaymi,devorabaunaeradequinua.Soñéqueelalcomisteriosoibazaceadopormillaresdequechuas,losque,alverlemascarelgrano,lanzabandolorososgemidos.

Unasinfantasseacercaban.Elguerreroyloscuracas,llamadosporunesclavo,fueronaunirseaotrosgrupos.

Por una puerta pequeña, en cuyos quicios había adosados dos frisos en granito,plateados al fuego que representaban, el uno, el sacrificio de un niño y el otro, elnacimientodeMaitaCápac,aparecierondosñustas,deradiantebellezaunadeellasydeuna triste fealdad la otra. Venían tomadas del brazo, a paso reposado, inclinadas. Lasprincesas volvieron a desaparecer por el lado de los recintos destinados al príncipe

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heredero,enelprecisomomentoenqueacaecíaunhechoimprevisto,quedejóparalizadosatodos.

Unadivino,aquiennadieconocía,penetróalpalacioporelpórticoquedabaalaPlazadelaAlegría,lanzandovocesdesgarradorasyagitandoadosmanosuncayadodepuntalancinante.Conelcabellolargoydesgreñado,lasfaccionesdescompuestasporelterror,envuelto en un rebozo de púrpura en jirones, corriendo y saltando, cual si pisase enmillares de clavos candentes, buscaba con ojos desorbitados por el ansia y ladesesperaciónnosesabequécosastremendaseinauditas,enlosmuros,enlosmonolitoscubiertosdeoro,enlassolerasdelostechos,enlasestatuasypilastras,enelairemismo.Levantaba el cayado y lo hincaba en las rosetas y aristas de las paredes. Como sipersiguieseinsectosoarañas,seinclinabayseponíaencuclillasparabuscar,conlapuntadesuvaraoconeldedo,enelpavimentoyenlasjunturasdelaspielesytapices.Gruñíayllorabaconinfinitadesolación.

Lacortepresenciabaestaescena,estupefacta.Ledejaroncircularpordondelellevabasulocura.Clamaba,rugíaysequejabaenpalabrasininteligibles.Despuésserevolcóenelsueloysedesprendiódesusharapos.Entoncesselecogióporlafuerza.Seleintimidó.Peroleabandonaronenseguida,comosisucuerpoquemase,cuandodijo:

—¡Soy el adivino! ¡Todas las patas de la araña dan hacia adentro! ¡Calamidad!¡Calamidad!

Le llevaron a presencia del Inca, quien, percatado del aire profético del quechua,ordenóentonodevagainquietud:

—Quehable.Dejadle.

Yelaterrorizadoquechua,enquienardíalapavesadesconocida,lamechaintermitentedelosastros,habló,abatiéndoseapausas,enunaespeciedesublimeagonía:

—¡Veo quipus enredados, como anonadadas serpientes!… Uno de los cordones vacreciendo y anudándose a los tabernáculos del Coricancha; es rojo como un arroyo desangre.Tambiénseanudaalosmalaquisyalasmomiasdelosemperadores…Veoaunextranjero, de faz barbada y blanca, saquear las reliquias sagradas del Rímac y delTitikaka… Veo al yllapa cruzar un cielo nuevo y deshacerse en tres cosas distintas,enlazadasporuncompásidénticoensuscursos…¡Sepierden!Yanopuedomirarlas.Ohterriblecegueralamía.Veounejércitoinnumerable,enelquelosguerreros,inclusiveeljefe,tienenlamismatalla,detalmodoquetodosparecenjefesotodossimplessoldados…Vienenotrosejércitosysetrabaentreellosunalucha,enlaquenosevierteunasolagotadesangreniuna lágrima.Másquecombate,pareceun juegoamablee inocente…Unasnubes pestilentes rezuman de las grietas de la tierra y sofocan y enervan a loscombatientes,haciéndolesperderel ritmode la luchay trocandoelordenyarmoníadeella, en sudor y fatiga y desazón. ¡Ah calamidad!… ¡Oigo cómo crecen los caminos,serpenteandoentrecubiles,dólmenesynidos!…

Eladivinofuesacado.Teníaunenormecráneo,achatadoporlapartesuperior,enun

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planoperfectamentehorizontal,desdelaalturadelnacimientodelpeloenlafrente,hastaelmismocolodrillodelacabeza.Sinofueseporloshuesosintactosyelcuerocabelludode todo el cráneo, creeríase en un corte a machete. En cambio, la anchura del rostroalcanzabaundiámetroexcesivo,semejandolaimagenqueproducenlosespejosconvexos.

Unavezen laPlazade laAlegría,elmonstruodiosíntomasde tranquilidad.Pocoapoco recuperaba el estado normal de su conciencia y volvía de su mundo prodigioso,aludiendo y significando cosas y circunstancias de la realidad. A las preguntas que leformulaban,diorespuestascadavezmásenrazón.Alfin,alllegaralasilodeenfermos,suspalabrasyaccionesseentonarondenexoysentido.

—¿Cómotellamas?—Seleinterrogó.

—Ticu.

—¿Dequéaylloeres?

—Deloscollahuatas.

—Yasevequeereschuco.¿Dóndevives?

—EnlosarrabalesdeHurin-Cusco,cercadelpalaciodeYucay…

—¿Paraquiénvaticinas?

Elchucoestabasudandofrío.Seenjugólafrenteyunalividezmortalcubriósugrancara. En el patio del asilo, de vastos y elevados muros, le hicieron sentar en un poyoderruido.Lerodeabanlosguardiasylaenfermeramásantiguadelasilo,unadulceviejaaymará,vestidade llicllanegra.Ticudaba señalesde sumapostración.Suvoz sehacíahuecaydébil,apagándose.Aunquetodademostracióndetrastornocerebralhabíacesado,inspiraba miedo su cráneo modelado, su rostro irregular, la expresión fenomenal ydesnaturalizadadesuconjunto.Singularmente,susojosdabanmiedo,esosojoshundidos,simples,desmembrados,bajoaquellafrentesintechoysinalero,sacadaaespetaperrosalaireracional.Lemirabandelejos,frunciendolanariz,comosiestuviesenanteuncadáverqueempiezaadescomponerse.Volvieronapreguntarle:

—¿Paraquiénvaticinas?

Seencajonóaunmáslafrente,altravés,deunaaotrasien.Elchucoestirólosbrazosylaspiernas,comounenfermoensulechoynorespondió.

—¡Oye! ¿Para quién vaticinas? ¿O solo por puro gusto te untas el cuerpo consabandijasvivas?…

—¡Déjale!—dijo la viejecita, lastimada de piedad en su corazón—. Déjale. No leatormentes.Yanopuedemás.

Ticu la observó de pies a cabeza y volvió los ojos al estanque, rodeado demollesflorecidos,queazulabaenelpatio,enlamañanaclara.Quedoseasíinmóviluninstante,perfiladosobreelblancoestucadodelmuro.Enlascomisurasdesuslabiosprognaticiossehabíandetenidoespumarajos,resecosporlafiebre.Porallíseentreveía,clavadosenla

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mandíbulainferior,unpardeincisivosretorcidosyamarillos,portodadentadura.

—¡Eresunsicofante!—ledijeron.

Todalacordurahumanaasomóalaspupilasdelmonstruo,deungolpe.Surostrosereorganizó,despejándoseeiluminándose.Sunarizadquirióelademándelevantarse,susbelfospresentarongestoyhastasusorejasseasomaronavermejorelrestodelamáscara.Miróelchuco,deunoenuno,alosguardiasyalavieja.Lesmiróalacara,alosvestidos,alospies,alatierraenquepisaban.Sonrióyconacentosereno:

—¡Déjenme!Yonosoyadivino.DíganlealEmperadorqueyosoyunquechuaigualalosdemás.Pídanlequemedejeiramichoza.Yonohehechonada,enbuenacuenta.Sehacemalentenermeporextraviado.Micabezanotienequevernada.¿Noandantantoscollahuatas por los dominios del Inti?Antes bien, las tablillasme dieron el ser simple,sencillo,obediente.Yosoyunsimplequechua,queriega losoasisygrutasderecreodeYucay.¡OhpadreViracocha,SeñordelosIncas,luzdelImperio!¡Quemedejeniramichoza,dondemeaguardamilampillaparaabrirlasacequiasderegadío,entrelosárbolessagrados!…

Laviejaseguíamirandoalsuelo,compungida.Ticuseafanabaporconvencerlesdelestado realmente normal en que se sentía. Pero era en vano. Los guardias, a una voz,clamaron:

—¡Eres un sicofante! Has calumniado a la nobleza. ¡Maldito del Sol! ¡Gusanopestilente!¡CarcomadelOráculoSagrado!

Unniño, tristeypobre,vinocorriendo.EraunhijodeTicu.Saltóasusrodillasyleechó los bracitos al cuello, besándole. Ticu le miró extrañamente, y, desprendiendo laespinaquesujetabalamantaasushombros,probósupunta,comoladeuncuchillo,enlapalmade sumano, tomóalpequeñoporelmentóny lehundió laespinaenunode losojos,hastahacerladesaparecer…

Seoyóungritodesgarradordelacriatura.

III.LAPAZDETÚPACYUPANQUI

Numerososcuerposdel ejército fuerondisueltos.Sushombrespasarona las laboresdelcultivo, a la terminación de los caminos de la capital a la fronteriza Tumbes y aCoquimbo, la rebelde, y a las obras de fortificación y embellecimiento del Cusco,Chanchán,CajamarcayHuánuco.Delostambosesparcidosenelterritorio,empezaronallegarregimientosenteros,losmismosqueerandesarmadosyenviadosalosmineralesdeAntaydelCollaoya los trabajosdereedificacióndelAcllaHuaside lacapital, templo

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quehabíasufridoseriosdañosacausadeunrecientetemblor.

El desarme aportabamiles de brazos a todas las actividades del reino. Las artes enmetal, arcilla,piedray tejidos recibieronnuevo impulso.De la fraguaydelburil salíanmúltiplesórdenesdefuentes,oronesparaelculto,estatuasdeanimales,plantasypastores,grabados primorosos, alfileres, vajillas con serpientes y pájaros en relieve, que al serusadas,despedíansilbidossorprendentes.Enmaderadechontayguayacáningresaronalpalacio del Inca bellos vasos y garrafas, tallados a filigrana, con dibujos en coloresindelebles, referentes a episodios de batallas entre los ejércitos delTahuantinsuyo y lastribus occidentales y a algunas escenas que recordaban las fiestas de la coronación deTúpacYupanqui.Enelmonasteriodelasescogidassetejióenpocosdíasunapreciosafajaen lanadealpaca,paraelSoberano.En la fajaaparecíanbordados,enoroyenvívidostintes vegetales, todos los animales del Imperio, cada especie dentro de su clima yambiente propios.Asombrosa era la sutileza de los hilados y su disposición, según loscoloresymatices,desconcertabalahabilidadyaciertoconquesesucedíanlassombrasylucesanatómicasenlaspielesyplumajes.Laretinasufríaextrañasdesviacionesalavistade la faja maravillosa, en el deseo de ordenar las partes, precisando las formas de losanimalesobuscandolaimagenpanorámicadelafauna.Lafaja,miradaaciertadistancia—cuando iba ceñida a la cintura del Inca, por ejemplo—, no ofrecía nada deextraordinario,fueradelasuntuosidadybrillodesustinturas;pero,vistadecerca,dabaunasensacióndeslumbranteycasiangustiosa.Habíaquienesnoalcanzabanacaptar,demaneraprecisa,sucontenidoartísticoynofaltabanotrosque,observandolalaborbajounexcesodesol,nopodíandistinguirniunsoloanimal.Yasealejaseelobjetodelosojososeleacercase,sinsalirdelángulonormaldelavisión,elobservadoracababaporsercomocegadoynoveíanada.

—Noveo—decíanmuchos—animales,nicielos,niterrenosninada…

Un auqui de la corte imperial, a quien acaba el Soberano de dar por esposa unahermosa infanta, hija del Inca en linaje yunga, al escrutar la faja, buscando sorprendertodos sus detalles y pormenores, fascinado, se volvió ciego. Conmovida la corte,atribuyosealrutilanteobjetounsentidoembrujadoysentimental,llegándoseamurmurarqueunavestal,enamoradadelpríncipe,alsaberelnoviazgoconlainfanta,imaginólafajafatal,envenganzadesuamor.

En el palacio de Chanchán se dio principio a la refacción del gran corredor queconducíadelaposentodelosarabescosencoloreshaciaelfondodeledificio,dondehabíacincuenta estancias, retiradas y secretas, a las que nadie más que el rumay-pachacapenetraba, una vez por año, a raíz de las reparticiones del señorío. Estas habitaciones,secretasyrecónditas,poseían,desdelaépocadeloschimús,unaaureolamisteriosaydeencantamiento.Susmuroslindabanconelcementeriodelaciudad,elcualselevantabaapocasvarasdelmar,llegandolasolas,aveces,hastasalpicarloscimientosfunerarios.Yfuesobreunodelosmurosdeaquelcorredor—vastopasadizohaciatantristesestancias— donde se empezó a labrar un bajorrelieve inaudito y calofriante. Nadie preguntó alartistaqueloconcibió,lacausaysentidodeesefriso.

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Elrelieverepresentabaunesqueletotañendounaquena,hechadeuncollardecráneoshumanos reducidos. Bullían en torno danzantes de ambos sexos y de todas las edades.Aunque la figuradelmúsicomacabroestabaya terminada,parecíaaúnunboceto,puesteníaunnoséquédecosaperpetuamenteenborrador,enfin,deunaeternagestacióndelíneas.Lostalladoresestabanalasazónesculpiendo,a lazagadeestaprimerapartedelfriso,lasegundaseccióndelbajorrelieve,querepresentabauncorodeplañideras.Unodelos artistas cincelaba el rebozo de una de las lloradoras; otro labraba un pie descalzo,levantadohaciaatrás,aldarelpaso;aqueldesleíaunaangustiaexcesivaenunoslabios;este delineaba una lágrima, cayendo a la altura de un cuello cetrino y joven, y cualluchaba, hacía algunos días, por atenuar la cavilosa vibración de unas pestañas… Lostalladorestrabajabanardorosamente.Unodeellosexclamósorprendido,amitadoalfinaldesulabor:

—¡Oro!…¿Dedóndesaleoroenestapiedra?

Aungolpedecincel,unachispadeoroaparecióenlapalmadeunamanodelrelieve.Meditóelartistaunmomento,sindecidirsealimarelaspadelmetalsagrado.Contemplódesde diversos puntos de vista la mano, la palpó varias veces y con sumo cuidado,poniendoelalmaen lasyemasde losdedos.Volvióameditar largamenteyunasonrisainefableiluminósurostro:lamanoestabaperfecta.¡Niunalíneamásniunátomomenos!

TúpacYupanqui,ensuanhelodepazytrabajo,prestótambiénatenciónalacría,alacaza,a lapesca.Seorganizónuevos rebaños. Invadían losbosques, jalcas, lagos, ríosymares, tropeles cinegéticos, en pos de la pluma delicada, del canto jamás oído, de laspintadas pieles, de las garras brillantes, de las finas cornamentas, de las escamasdiamantinas, de los bruñidos colmillos, de las perlas silenciosas, de los enceladosmugidos.ElSoberanoordenóprepararparalafiestadelRaymiungranchacuenelreino,operaciónqueno se efectuabahacía seis años.El chacu regional delCuscodebería serpresenciado por el propio Inca y se llevaría a cabo en la llanura que queda al pie delpalaciodeColcapata,enelvalledeVilcamayo.

TranscurridasalgunaslunasdelaretiradadeHuaynaCápac,elTahuantinsuyosevioconvertidoenuna inmensacolmena.Fueradeunoscuantos regimientosacantonadosenlasfronterasyunaqueotraprovinciainsurrecta,todoslossúbditosdelreino,originariosymitimaes, se entregaron a la exclusiva obra de acrecentar la riqueza del imperio. Lapolítica incaica despojose de golpe de su carácter proselitista y guerrero. Los pueblostrabajabansindescanso,dandofina lasobrasempezadas,extendiendoelradiodeotras,iniciandonuevas.

NoesqueTúpacYupanquirepudiaselavidadelasarmasydelasconquistas.Durantesureinado,nohabíahechootracosasinoguerrearsiempre.Supadre,Pachacútec,ledejómuchoporhacer.Todoslosseñoríosesparcidosenelnorte,desdeeldeloschancashastael de Tumbes, cuyo régulo aún permanecía en rehenes en el Cusco, acababan de sersometidosporTúpacYupanqui.Largosañosdesangreyambición.Expedicionesheroicas,sin precedente en la dinastía, primero sobre los nazcas poderosos, tan hábiles artífices

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como animosos defensores de su libertad y luego sobre el dominio de los chimús,orgullosos rivales de los Incas. Esta última ofensiva duró ocho años, con peripecias detodogéneroyconencarnizadasbatallasdebajasincontables.ElsoloasedioyasaltoalainexpugnablefortalezadeParamonga,aliniciarlainvasión,costócincomilquechuas.ElmismoTúpacYupanqui dirigió la estrategia, siendo herido de un flechazo en el brazo.Después,fuelatomadelapopulosa,brillanteysoberbiaChanchán,capitaldeloschimús.Victoriasyhazañasqueningúnantecesorsuyohabíarealizado.Allíestabalahistoria,losquipuselocuentesyveraces,losrelatosytestimoniosdesusgenerales,delossoldadosydel pueblo, las odas de los aravicus, los himnos triunfales, las danzas de guerra, lostrofeos, los relieves ymonumentos quemoran en los tambos y diversos teatros de loshechos… Túpac Yupanqui era, pues, un emperador guerrero. Mas ahora ansiaba unremansoalasfragosasjornadas,unremansoqueél,ciertamente,ignorabacuántotiempoduraría.Ansiabapazytrabajo.Queobraseelpensamientoensuestambresutilytranquiloyquelatierraprodujeseeltalloquedasombrayfrescura,lasemillaquenutreyprolifica,la florqueseabrepara los tabernáculos,para lascunasy las tumbas.Ansiaba trabajoypaz.Quelaalegríaexhalaselarisafecundayconfortante;queseserenaseelcielosobrelas frentes de gañanes y pastores; que elmarido besase a sumujer, y que los ardientescrepúsculos del reino vertiesen mansa luz sobre los sacerdotes, tormentosas figuras decráneosovaladosylargabarba…ElIncaansiabaahoraelamor,lameditación,elgermen,elreposo,lasgrandesideas,lasimágeneseternas.

IV.UNACCIDENTEDETRABAJO

PaseabaunatardeTúpacYupanqui,encompañíadeMamaOclloyrodeadodesuséquito,por las colinas de la ciudad sagrada, visitando los trabajos de reconstrucción de lafortaleza de Sajsahuamán. Veinte mil súbditos habían salido a los trabajos aquel día.Operabanalasazónsobrelasegundatorre,queestabayaparaquedarterminada.ElIncaavanzóhastaellugardelalabory,observandoalabullentemultitud,volviólosojoshaciaunodelosmitas:

—¿Dedóndeeslapiedradelapuerta?

Elquechuasearrodilló:

—¡Padre!EsdePisuc.

Elcortejoimperialseestremecióanteestenombredelacanteraoriental.

Venía del otro lado un rumor sordo y convulso de voces y exclamaciones.Hormigueaba allí la muchedumbre, en torno a una piedra gigantesca, que debía serlevantadaparabasede la tercerayúltima torrede la fortaleza.Lapiedraviajaba,hacía

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seis años, desde las márgenes del Urubamba. Mucho tiempo hacía que, a mitad delcamino,secansó,yyanoquisoavanzar.Lahabíanagitado,golpeándola.Lallamaronagrandes gritos, empujándola de todos lados. La piedra siguió inmóvil, sorda a todallamadayestímulo.Pasaronlosdías,laslunasylosaños.Fueronporellagrannúmerodehombres.Lasaguasllovedizasremovieronlastierrasdondeyacía,arrastrándolasconsigoy la piedra seguía fija, inconmovible. De lejos, los pastores, al buscar sus ganados, lasolíanmirar,alcaerlatarde,conmedrosapiedad,comoalaspiedrasdelastumbas.Losbuitres y los búhos asentáronse en ella por las noches y los graznidos y los trinosarrullabansusueño.Peroloshombresfueronundíadenuevoporellaylograronentoncesdespertarla.LatraíanahoraeibanalevantarlasobrelaterrazadeSajsahuamán.

ElIncadijopensativo:

—Eslapiedracansada.TambiéndePisuc.

ElroquedaldePisucestabaalotroladodelUrubamba,muchostirosdehondamásalládelamargen.Segúnlastradiciones,desdeallífuerontraídosgranpartedelosbloquesdela fortaleza, aun muchos de los primeros basamentos. Bloques enteros y hermosos,montañasdeunasolapieza,basaltosdegranoapropiadoparalosgrandesdentajescomopara las aglutinaciones sutiles y de simple acercamiento.Los arquitectos prefirieron losbloques de Pisuc a cualesquiera otros y, si todas lasmurallas, torres y subterráneos noestabanconstruidosdeesematerial,elloobedecíaalaimposibilidaddetrasladarloatravésde las aguas caudalosas. Una circunstancia singular rodeaba a las piedras de Pisuc decatadura tétrica: desde que saltaban de la cantera, hasta que quedaban enclavadas en ellugaraqueselasdestinaba,dejabantrasdesíelexterminiodemuchasvidas,ladesgraciade otras, siempre una brecha de sangre y lágrimas. En esta aureola lúgubre de PisucmeditabaelInca,cuandovinoaélunauqui:

—¡Padre!¿Querríasvercómoquedalapuertadelasegundatorre?Acabandedejarlaterminada.

Advertida de que los soberanos volvían, la multitud se arrodilló en silencio. Losmaestroscanterosdabanórdenesacaloradamenteylosmitasseesforzabanencumplirlasconrapidezyhabilidad.Unjuegodesogasrecorríaalgunosagujerosdelapartesuperiordelmuroydesparecíahaciaarribayabajo,paraaparecerdenuevo,engruesoscabos,enlasmanosdelostrabajadores.Detodaspartes,salíaunestruendoangustiosodegolpesdepiedra,restallidosdesogas,pasosapresurados,acezardepechos.Cuandoelmonolitodela puerta empezó a ser levantado, la muchedumbre se sumió en un gran silencio, nooyéndosemásqueelruidodeloslazos,alludirseenlosagujerosdelosmurosyunoqueotro bufido de energía. Túpac Yupanqui y Mama Ocllo dieron unos pasos atrás, paraobservarmejor.Eraasombrosoelmodocomoibasubiendolapiedra,cuyopesoytamaño,amedidaqueganabalaaltura,parecíairperfilándosemejorycobrandotalimportanciaenelmecanismo, que producía una impresión de vago terror.Una interrupción imprevistaparalizóderepenteelmecanismodebrazosycordajes.Acercáronsealgunospersonajesdelacomitivaimperial.Unodeellosestirólamanoyaduraspenasalcanzóatocarconlas

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yemas de los dedos el bloque suspendido. Hincó en él las uñas y se volvió hacia losdemás:

—¡LosbasaltosdePisucsonlosmásbellosdelreino!

Deimprovisoseviounacosaespeluznante.Restallaronloscabosenlasencallecidasmanos y en distintos puntos del ciclópeo artefacto. Sonaron terribles exclamaciones dealarma.Cayeron de los sobacos de la puerta finísimos guijarros y el gigantesco cuerporocoso se abatió como un rayo. Retembló espantosamente la muralla entera. Hondosilenciosiguióalacaídadelapiedra,cualsiestasequedaseallímuertaparasiempre…

AMamaOcllolateníaelIncaenbrazos,desfallecidadehorror.Algunassipacoyasydoncellasdelacortelanzabanquejidosyvocesdesocorro.Dedentrodelatorreveníangritosahogados:

—Aquíestá.¿Ymihermano?

Preguntashabíaquenoobteníanrespuesta.

—Nolohevisto.Nolohevisto…

—¡Sangre!¡Sangre!

Ungranalaridocolectivo, largo, interminable, llenóelespacioy fuea resonaren laciudadyenlosflancosdelcerroHuanacaure.

V.BIZANCIO,LONGITUDOCCIDENTAL

RuntoCaskaeraparientedel Inca. Jovendenotablebellezavaronil,muy inclinadoa lamúsicayalasarmas,gozabadeextraordinarioascendienterespectodelEmperador.TúpacYupanqui tomaba raras veces camino en los negocios del Estado, sin haber consultadoantes al noble pariente. El Consejo de los Ancianos viose a menudo sustituido en susfuncionesconsultivasporRuntoCaska.

PeroelascendientedeRuntoCaskaseapoyabaensucalidaddeartista,másbienqueencalidaddeparientedelInca.

La antara de Runto Caska consistía en una serie de finos tubos de oro pulido, condibujosdelmismometal, cerradosporunextremoycolocadosunoal ladodeotro,porordendetamañoyespesor,hastarematarenelmáspequeño,quenomedíaarribamásdeuna pulgada de longitud, por un diámetro apenasmensurable. Los sujetaba y unía unadoble redecilla de tendones pertenecientes a gigantes collas, derrotados y muertos ensangriento combate, del que participara Runto Caska durante la primera expedición deconquista que siguió a sus dieciséis años. Entre las dos redecillas corría, al centro, un

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juegodecordonesverdesyrojos,delanadealpaca,losmismosque,alllegaralostubosextremosde ambos lados, se hacían nudos y acababan en cuatro grandes borlas.Al sertañido este triángulo sonoro, pendía del cuello del artista pormedio de un trenzado deplata en filigrana, y, cuando no era usado, permanecía en un estuche de piel de rana,embutidopordentroconórnamo,daturasanguíneayotrasyerbasvilcas,delasquesolíanusarlosadivinosaterrados.

De regreso de la Intipampa, Runto Caska penetró en sus estancias, sombrío ymeditabundo.Elartistacruzóunapequeñagaleríaderocadesnudaydesbastadaaburil,fríayalasazóndesierta,dirigiéndoseluegohaciaunasalainterior,encuyocentroardíaunpebetero,consistenteenunaconchadetortuga,quedespedíagratocaloryvoluptuosoaromadecocaycáscaradeplátano.Elmúsicosentoseenunbancodecobre,tapizadodepielesde jaguar.Allípermaneciócavilando, lamiradafijaenelplafón.Elartistasufría.Kusikayarnohabíaasistidoalafiestadelhuaracoysuausencialecolmabadezozobra.Laamaba.DesdeeldíaenqueKusikayaringresóalapubertadysuingresofuefestejado,segúnelusoquechua,enlahumildechozadelaentoncesobscuraypobreniñadepueblo,Runto Caska, que había presenciado la quipuchica, la amaba con todo el ardor de sumocedad.Por insinuacióndelmúsico, el Inca la había hechoñusta, enmérito a su donparalasdanzassagradas.

ExtrañabellezaladeKusikayar.Nadiesabía,enverdad,elorigendesulinaje,elcualseperdíaenlassombrasdesuinferiorcivilenelreino.Unosdecíanquesusascendientesprocedíandeunpaísoriental,demásalládePacarectambu, lamoradaqueamanece, ellugarde lascuatrodimensiones.Otrosnarrabanque lacunade la jovenradicabaen losdesiertosaustrales,áridosysalados,cuyaúltimalinde,agudaysaliente,eradeformadeuna pata y por eso llamaban a los suyos patagones. Esta era la versiónmás general, acausa de atribuir a tal origen el símbolo de los piesmilagrosos deKusikayar. Pero nofaltabanquienes,particularmenteentre lossacerdotes, referíanhabervenidoesa familia,entiemposmuyantiguos,deunimperioremoto,situadohacialalindedondelaluztienesulechomisterioso.Ananquizque,eljovenvillac,decía:

—Desdeallávinoeselinaje.Aesacastanolatrajeronlasarmas.Porsímisma,llegóunatardealaciudady,segúncuentanviejoscaracteresenlashojasdelosplátanos,elloaconteció cierta vez en que el coyllur fue visto de día en el cielo, a la hora en que lascolumnasdeestíocarecíandesombrabajolaluzsolar.

LafiguradeKusikayar llegóaadquirirgranrelieveenlosritosreligiosos.SudanzallegóaconstituirunaliturgiaespecialenlasfiestasdelSol.DurantelafiestadelSitua,alempezar las lluvias y cuando prevalecían las enfermedades, Kusikayar danzaba en laspuertas del Coricancha, al compás de las músicas hieráticas. En las evoluciones de sucuerpoescrutabanlostaciturnossacerdoteselinciertoporvenirylamortalidaddelaño.ElpuebloadorabaytemíaaKusikayar,comoaunaacllaentrelasvírgenesdelSol.

YfueenlaúltimafiestadelSitua,queaRuntoCaskaacontecieraunacontecimientomuy vago y sutil, el mismo que vino a interponerse entre él y Kusikayar, como un

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fantasmamisterioso.

EnlamañanadeaqueldíadelSitua,encontradeloscálculosastronómicosregistradosenelKalasasaya,elaireseenrarecióderepenteytodoquedóobscuro,comosilanochecayese.Elyllapacruzóelespacioysiguióunhorrísonosacudimientodetierra.Cayeronalgunosmurosytechumbres.Unancianoquedómuertoenmediodelacalle.Llorabanlasmadresyensusbrazosgemíanlosniños,arañandolossenosmaternales.Muchasesposasencintadierona luzviolentamente, criaturasdormidaspara siempre.EnelHurin-Cuscosalióunadoncellaenloquecidaysearrojóal ríoHuatanay.El terrorde losquechuasnotuvolímites.Salíantodosdesusviviendasalasplazas,ululandodemiedoyclamandoalyllapa,paraquecesaseensucólera.Laciudadseconmovióenuninmensoespasmodepavor.Hombres ymujeres, niños y ancianos, la comunidad entera estuvo reunida en laPlazade laAlegría,delantede laspuertasdelCoricancha.Lossacerdotes,con lascarasafiladas por el terror, y los amautas, llenos demajestad, predicaron la calma.Un villacdijo,tocadodevisiones:

—Elyllapaestáenfadado.Esacausadenohabersellevadoacabolaconquistadelostucumanes.Asílodiceeloráculo.Dejadvuestroshogaresyluegodeahuyentarelmaldelassementeras,volvedaquí,aescucharelvaticiniodeladanzadelSitua.

A los campos salió la muchedumbre. Entre ella iban algunos alcos asustados,husmeandolasrocasylasherbosassendas,rascandoelsueloyaullandolastimeramente.Iba cada piruc a la cabeza de los suyos y toda la multitud oraba y gemía. Unos, paraaplacar la cóleradelyllapa,dejabanen losmontículosyotras elevaciones taleguitasdecocaygranosdemaíz.Otros bebíanun tragode los arroyoso arrojabanunasgotas dechicha,dandopapirotesalaire.Cuandoarribaronalostrojes,losgolpearon,dandovocesdealertayapostrofandoalmalparaquesealejara.

De retorno a la ciudad sagrada, sobrevino la calma. Agolpados a las puertas delCoricancha,esperaronoírdebocadelosadivinoslaspalabrasdelporvenir,halladasenlospiesdeKusikayar.

Laacllasalió,rodeadadelossacerdotesyrevestidadeunatúnicafinaytransparente.Sucortacabelleraestabasueltaynollevababrazalete,vinchaniotroadorno,fueradesuslargospendientesdeprincesa.

ElIncaestabaallí,bajosusoliodeoro,rodeadodelacorte.Unsilencioprofundosehizo. Lamuchedumbre inclinó la frente. Entonces se alzó lamúsica sagrada, lenta y agrandes jirones y la aclla tuvo un acceso de exaltación. Se entonó el ytu litúrgico yhablaronlossacerdotesalamultitud:

—El yllapa cesará en su enojo. La conquista de los tucumanes se llevará a cabo.Mañanapartirálaprimeraexpedición,compuestadequinientoshonderos.Losmuertosdelañoseránpocos.Podéisretirarosavuestrasviviendas.Oradsiempreyquelosholocaustosdensusfrutos…

Oídas las palabras del oráculo, la muchedumbre se dispersó. Algunos grupos se

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encaminaronalostemplosyalashuacasyofrecieronaViracocha,enaccióndegracias,objetosdeplataycobre,piedrecillaspintadas,puñadosdetierra,huesosdecuyesychuñodepapa.Otrosllevaronaromasyhojasdecoca,quehicieronarderalpiedelaspilastrassagradas.

Todo esto recordaba Runto Caska, al volver de la fiesta del huaraca. Recordabatambién que, a partir de aquella danza del Situa, la ñustamanifestaba por él unmiedoextrañoyobservabareservasmisteriosas,aunenlashorasmástiernasyapasionadas.ElartistalainterrogóyKusikayarrespondíademodoincomprensible.RuntoCaskasufría.

VI.ENLAINTIPAMPA

Undía,durante las fiestasdelhuaraca, realizábaseen la Intipampaunade laspostrerasceremonias para armar caballeros a ochocientos jóvenes del imperio, cuya preparaciónmilitarhabía terminado.En tornodelEmperador,velaserebulliracentenaresdenobles.Allíestabaelmagistrado,degestotranquilo,dondelatíaelsignodelajusticia;elamauta,severoypensativo,cruzada laamplia túnicaverdeaunode loshombros;elgeneral,derectamirada,consupenachosepticolorysussandaliasdeplata,queconocieranfragosasyocciduasregiones;lostristesaravicus,deazulesvestiduras,conhiladosdeáloeenformaderutilantesinsectosdelnorte;elermitañotaciturno,venidodelaspaccarinaslejanas;losrumay-pachaccas,aúntostadoelrostroporelrecienteviajedesdeelturbulentoPongoaodesdeellagoTitikaka,acuyasorillascrecenlosmaícesdelInti,degranosmilagrosos…Tenía el Inca a su derecha al Supremo Villac, vestido de blanca lana esquilada a lasalpacasdelHatum.

Las callisapas, que debían tomar parte en las épicas pruebas de la Intipampa,aparecieron ataviadas de los lujosos trajes correspondientes a su estirpe y portabanprimorosasjarrasdevidriadagreda,llenasdelachichalitúrgica.Veníanporelladodelaciudad,escoltadasdeunacenturiadeinfantes,cuyaspicasyarcoschispeabanbajoelsol.

Lamuchedumbrelanzóunaullidodealegría,quetardólargotiempoenapagarse.Unaancianalloraba,sosteniendoenbrazosunhazdefrescassiemprevivas.Yunajovendecíaentrelágrimas:

—¡Anoche,cuandolosdoncelesdormíanalpiedelasmurallasdeSajsahuamán,unamalaserpientelehaherido…!

Lajovenextrajodeentresussenosunagarradejaguar,labradaypulidaenformademedialuna, la puso en la palma de la mano y la llevó con gran unción a los labios,descubriéndose.

Unadelasñustas,Hiray,portabaunajarradesuavearcilla,extraídadelChimú.Unos

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jóvenesmitimaes,venidosdeaquellastierras,obsequiarontanbellavasijaaHiray,lamáshermosañustadelTahuantinsuyo.PorqueHirayposeía,enverdad,unabellezasinparenelreino.Debidoaestedonhabíasidoelevada,deunnaturalhumilde,alrangodedoncelladeestirpesolar.

¡La jarra de Hiray! ¡Qué barro tan delicado y al propio tiempo tan espantoso!Representaba un cuervo en actitud de volar, el cuello enarcado. La recta negrura deloblicuo pájaro se evidenciaba agudamente, al contrastar con la radiante juventud y lagracia núbil de Hiray. El aciago plumaje y la cabeza chata y funeraria producían unextrañocalofrío.Hirayleteníaenbrazos.

Lafiladepaladinesseaproximaba,enlajustadecarrera.Cuandosustrajesamarillosempezaronaserdistinguidosadistancia,lascallisapascantaron.Aunavozcantabanunaariaantigua,encuyamelodíaelamorylagloriavibrabandulcemente.Cantabanporlassombrasde loshéroesantiguos,por losdólmenes inmóvilesdeAccora,por lasmomiasque,enflexiónagazapadadeavesnocturnas,meditanenlashornacinassagradasyenlossillaresdepórfidodelaschulpassilenciosas.Cantabanporlasbatallasganadasyporloshuesossembradosenlasrutassinfindelasconquistas.Algunasprincesaselevabansuvozagranaltura.Otrasseestremecíanalcompásdelcantoheroico,consushombroserectos,sus gargantas redondas y sus vientres cerrados y nuevos, de forma de corazón, dondeestaba enarbolado el gran telón que da a la eternidad. Pero [había] quienes dejaban decantarunmomentoysuslenguaseranentoncesfácilesparaaquellossilencios,entantolasbocasdesusvasosalegóricosaparecíanabiertas,enunrictusdetácitarevelación.

Cuandocesóelcantoysuecoresonabaaúnenlascuencasdelasjarras,losjóvenesylasmozasdelpuebloinclinaronelrostro.

ElIncaarmócaballerosalosvencedores,alossonestriunfalesdelhailli,coreadoporelpueblo.Loshéroescalzaronlasojotasdelana,ciñendoelhuara,enseñaldevirilidadylasmadrescoronaronsussienesdeverdessiemprevivas.

Enmediodelentusiasmode lamultitud, la jarradeHiraysehizo trizas.Poseídadepresentimiento,lañustasepusoallorar.

VII.LACÓLERADIVINA

A lamañana siguiente,RuntoCaskadespertómuy temprano.Sumiradaera reposadaydenunciaba un bienestar profundo. El día anterior estuvo preocupado por la escena deladivino, pero terminó por hallar tan vacío, absurdo y ridículo aquel incidente, que loolvidó y no le dio mayor importancia. Mas he aquí que ahora, en forma inopinada,empezaba a sentirse, ante su recuerdo, atenaceado por numerosos y encontrados

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pensamientos.Estoera extraño.Elpliegodepronósticos sepresentabaahoraconciertocoloridoycontalvida,queleempezóainquietar,sinpoderevitarlo.LaruinadelImperio,quipus de púrpura, el yllapa deshecho, las reliquias sagradas en manos extranjeras, unhombre coronado de espinas… Runto Caska hizo un movimiento al azar. Un sutilpresentimientohirió en estemomento aRuntoCaska.Apartó las almohadasy saltódellecho.Elcorazónempezabaadecirlequeenlasvisionesdeladivinogusaneabatalvezunporvenirnebulosoyllenodeamenazas.

AlingresaralosrecintosdelInca,elartistamostrabaelrostroenardecido,laspupilasencendidas.Avanzabaalazaralolargodelasgalerías.Laimagendeladivinoibaensupensamiento, revestida de un halo deslumbrante, que le fascinaba enteramente. Saldríaciertocuantohabíapresagiado.Podríasobrevenireldía…RuntoCaskasediocuentadequetodoslosagüerosdelcollahuataerannefastos.Viracochapreparabahorriblescastigos.La cólera sagrada sobrepasaría a cuantas registraban los anales. Por su imaginacióndesfilaban las visiones de sangre, las devastaciones, los templos y palacios reducidos apolvo,lossembríostalados,losandenesderrumbados,secoslosestanquesylosríos, lasvidasdifuntas.RuntoCaskaempujóunaligerapuertademimbre,guarnecidadehiladosdemetal.Cruzóconaireresueltounacámara,dondesosteníananimadaconversacióntresamautasydesaparecióporlapuertadelfondo.

TúpacYupanquisonrió, tendiéndole lamano,queRuntoCaskaseprosternóabesar.Entonces,comopocasveces, sintióel Inca lanoble influenciadelespíritudelartista,alqueamabaporsobrelosdemásgrandesdelTahuantinsuyo.

—¡NobleRuntoCaska!Eresun tesorodelSol. ¿Qué te trae?¿Quépuedoyodarte?Habla,inteligenteamigo.

El artista observó el indulgente y sencillo modo con que era recibido por elEmperador,cosaqueleconfirmaba,unavezmás, laestimaenquele teníaelSoberano.Además,RuntoCaska sabíaqueTúpacYupanquinodesechaba los consejos, así fuesendel más humilde de sus siervos. El Inca experimentaba un especial goce en oírlos. Amenudo, llegaba a solicitar opinión a la rústica viejecita del arroyo, al pastor simple ytriste,alefímerochasqui,aladoncelladeltambo.Lesescuchabaysolíaresponderlescongrandulzura,quehacíallorardeternuraalosamautas:

—Asíserá,mama.

—Muybien,taita.

Runto Caska dijo con suma gravedad, palabra a palabra, inclinado en señal deadoración:

—¡Señor!Hasoídoayeraladivino.Suvozmehapenetradoelcorazónyhalloenellauna amenaza cierta para vos y para el reino. Ha presagiado la ruina del imperio. SusvisionessonfatídicasparaloshijosdelInti…

ElIncasonreíacongestopaternal.RuntoCaskadioasuacentounainflexiónpatética,nacidadesucorazónatormentado:

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—Padreaugusto,ilustrehijodeManco:lavozdeladivinoserácumplida.Losaullidosdel chucoenvuelven la certezadeun futuro lamentable. ¡Ordena,hijode la luz, que se[me] corte la lengua y sea yo enterrado vivo, si yerro ahora al rogarte que aplaques lacóleradelInti!Elpadredelimperioestáirritado.Aplaca,Señor,aViracocha.DesagraviaalIntioelauguriovaacumplirse…

—Sigue—dijoelEmperador,poniéndosepensativo.

—La ira de Viracocha es a causa del abandono que has hecho de la guerra y lasconquistas.ElPadreresplandecientevereducidossusaltaresyalarazadeMancosumidaen la paz, que pudre músculos, socava cimientos y anuncia la corrupción y la ruina.Aplaca,señor,aViracocha,empuñandodenuevolosestandartesdeguerra.Devos,ilustrehijodeManco,dependelavidadelTahuantinsuyo…

ElIncamostroserecogidoysilencioso.LosalegatosgenerososyardientesdeRuntoCaskaleimpresionaronyatraíansuatencióncondesusadointerés.Teníalamiradapuestaenunmismopuntodelpavimentoymuchotiempoestuvoembargadoporlameditación.Despuésdijoconvoztrasformada:

—RuntoCaska.Eresuncarohijodelreino.Mipadre,elSol,virtióabundanteluzentu cerebro, para que la pusieses al servicio de su pueblo.Amas a tuEmperador, al queprestastesiempreelauxiliodetuconsejoyentusiasmo.Dime,nobleartista:¿noesacasofrágilfrutodetuimaginación,heridadetemor,cuantoacabasdehablarme?

—¡PoderosoTúpac!Biensabesque jamáselvanomiedohallópresaenmipechoyque voz de consejo que salió demis labios, animada fue siempre demadura y serenareflexión.¡Señor!¡Aquíestántodosmishuesos,paraquedeellossehagaunahoguera,acuyofulgorpodáisversielerrorhagraznadoenmispalabras!

Un profundo y grave silencio se produjo, durante el cual Runto Caska permanecióinclinado. El Inca se puso de pie y dio algunos pasos sin pronunciar palabra. De lapróxima galería llegaban trinos de pájaros exóticos, en sus finas jaulas de plata. UnahermosadoncelladeHuaylas,deldulcecolordelbanano,deabundosacabellerayvinchade esmeraldas, hacía arder, en un ángulo de la estancia, un sahumerio del que salía uncálidoperfumedeánadesdeChincha.

TranscurrieronmuchossolesdespuésdeldiálogoentreelIncayRuntoCaska,hastaeldíaenqueelEmperadorhizovenirasupresenciaalartistayledijo:

—RuntoCaska: he pesado tu consejo generoso y vigilante, en el que arde tu nobleamoral imperio.Si losgravesauguriosdeladivinoenvuelvencertezaparael futuro,yoaplacaréamiirritadopadre.Sucólerasagradacesará.Ordenaréreanudarlasexpedicionesdeguerraylasconquistasdelnorteyasíevitarélaruinademiraza.Tododependedemimano.Mi cetro dará una señal y los hijos del Sol acudirán a las armas, con elmismoheroísmo demis recientes hazañas de la costa.Mas, antes he consultado la opinión deotros vasallos, tan sabios y prudentes como vos: el príncipe heredero, el animosoRaujaschuqui,elVeteranoQuilaco,elamautaHuancaAuquiymilealhermano,elVillac

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Uno.ElConsejodelosAncianosnovaleparamíloquevuestrodoctoyexperimentadoparecer.Dominalaopinión,quetambiéneslamía,dequeantesdetomardecisiónsobretan importanteasunto, se lleveacaboun solemneholocaustoenhonorydesagraviodeViracocha,precedidodeayunodetresdías.ElmismoVillacUnobuscaráenlasentrañasdelasvíctimas,laclavedelfuturoysesacrificarácuantasllamasfuesennecesarias,hastadarconlaentrañadelporvenir.¿Encuentrasacertadaestadecisión?

RuntoCaskaasintió.

Yunasemanadespuésde lasfiestasdel IntiRaymi,seefectuóelayunorigurosoentodaslascomarcasdelreinoylossacerdotesdesignaronlasllamasysuscrías,quedebíanserviralholocausto.Lavísperadelsacrificio,sevioaRuntoCaskacruzardelantede lafuente de piedra de la Plaza de la Alegría, acompañado de Kusikayar y de la infantaRahua,prometidadeHuaynaCápac.

El crepúsculo arrancaba de los muros de oro del Coricancha un reflejo amarillo ymelancólico.Laplazaestabadesierta.Decuandoencuando,seveíaalgúnmitaretardado,un guardia, una mujer con un cántaro de agua o un pastor arreando su ganado a laIntipampa. El hielo del raymi daba al aire una punzante aspereza. Runto Caska,agazapándoseensumantobordadodefinoslíquenesdeJauja,apresuróelpaso.

—Cienllamasysuscrías—dijoRahua—yaestánescogidas,enlasdehesasyhuertosdelHurin-Cusco.

—ElIncaestácontento—murmuróKusikayar—.¿Ytú,RuntoCaska?¿Quéopinasyaugurasdelsacrificio?

RuntoCaskapusounamiradadefeenKusikayar:

—¡LarazadelSolesinmortal!

VIII.LAGUERRAVERTICAL

Aldíasiguientetuvolugarelholocausto.

En medio de la muchedumbre ávida y conmovida, el Villac Uno, asistido delsacerdocio entero y en presencia de Túpac Yupanqui y su corte, realizó el solemnesacrificio.Elpontíficebuscóenlasentrañasdelaprimerallamaelsecretoporveniryelexamen arrojaba compactas nubes de incertidumbre. Volviéndose al solio imperial, elVillacUnoagitóladiestraensangrentada,trazandounsignoenelaireydijoconacentofatídico:

—Todoestáincierto.

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Siguió a la voz hierática un clamor lacerado de la multitud. El Inca permanecíatranquilo,conelsanturpaucarenlaizquierdamano.Elpueblo,acadapalabradelVillacUno,dirigíasusmiradashaciaelInca,solicitandolaúltimaseñaldelosdestinos.

Dealgunospuntosdelaplazaemergíaunoqueotromurmulloaislado:unarogativa,un sollozo ahogado, el lloro de un niño. Imperaba un silencio trágico y recogido. Losquechuasseguíanlosdetallesdelsacrificio,esforzándoseenobservarcuantopasabaenelaltar: los retorcimientos de agonía de la llama y el modo como quedaba al morir; losservicios litúrgicos alrededorde ella; el cambiode las lancetas deoros, de los lazosdepúrpuraydelosblancoslienzos;lascarasdelossacerdotes,susgestos,elmovimientodesus labios y de sus ojos. Si el Villac Uno ejecutaba un ademán importante, lamuchedumbrepalidecíaenesperadeloráculo.

ElVillacvolvióadecir,másabatido:

—Elporvenirestácerradoenteramente.

Mástarde,reanimado:

—¡Viracochasonríeasuraza!

Elefectodeestaspalabrasfueunaullidodealegría,elmismoqueredoblose,cuandoelsacerdote,levantandoambasmanosalcielo,lanzóestegritodetriunfo:

—¡ViracochaprotegeaTúpacYupanqui!

Mas,derepente,sucedióalgoinesperadoyespantoso.EnelinstanteenqueelVillacUno abría las entrañas de la última llama, el animal, ya herido, se incorporóinstantáneamente y, con una rapidez que a todos dejó pasmados, saltó del tabernáculosagrado y desapareció. El pontífice solo tuvo fuerzas para volverse al Soberano y alpuebloydecir,agitandolosbrazosensangrentados:

—¡Desgracia!¡Desgracia!Lavíctimaresucita,escapadelaltarydesaparece…

TúpacYupanqui,aloírestaspalabras,sepusodepieydijo:

—Mipadre,elSol,está irritadoyamenazalaruinadesupueblo,acausadequehedepuestolasarmas,truncandolasconquistasylimitandoeldesarrollodesurazaydesuculto.¡Yoaplacarésucóleradivinavolviendoalasguerrasyconquistasyleerigiré,enellímitemáximo y remoto de los nuevos señoríos que someta ami cetro, un templo tanespléndidoyricocomoelpropioCoricancha!

DijoelIncay,alaspocashoras,HuaynaCápac,almandodeunejércitodetresmilsoldados,partíade la Intipampa,por elgrancaminodelnorte, rumboa la conquistadeQuito.

Alsondelostambores,cuyosparchesdepielesdesalvajesdomados,percutíanenunsolo fragor, rompían la marcha, cien mitimaes chancas, cuya fidelidad al Inca habíasetornadounejerciciodeamorverdaderamentereligioso.LoscomandabaRaujaschuqui,elguerreromásbravodelreino,luciendoelturbanteamarillodeguaranga-camayoc.Ibaeste

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precedido de un formidable soldado collasuyo, de fiero aire rapaz, que hacía flamear abarlovento la bandera fantástica del Iris. Luego, seguía un regimiento de honderos. Yluegootrasbanderasy trompetasdeestridenciasheridas, llenasdecalofríosheroicos.Yluegootrosyotrosbatallones.Aretaguardia,cerrandolamarcha,ibaelveteranoinsigneyvenerable,elgranQuilaco,portandoenbrazosunbellocóndorjoven,libredetodatraba,queescrutabaensilencioelhorizonte.

Pasabanlosexpedicionariosantelamultitud,quelosaplaudíayvivabahastaromperselasbocas.Resonóelhailli triunfalen las lenguasde lasesposas,en lasgargantasde lashermanas, en los labios de las hijas, en los pechos de las madres. Tropeles infantilesrecorrían las cercas del camino, al lado de los héroes o, asaltando losmonolitos de losarrabales vecinos y encaramándose en las torres y pedrones de Sajsahuamán, gritaban,ebriosdeunaemocióndesconocida,susadiosesalosguerrerosenmarcha.Algunosniñosde pecho extendían lasmanecitas al paso de tal o cual soldado, en quien reconocían ellabioquehanbesadooelbrazoenquehandormidodulcemente.

El príncipe heredero, consumados sus últimos mandatos, abandonó el centro de laIntipampa y, seguido de los huaracas nobles, demarcial hermosura varonil y brillantesvestiduras, se dirigió hacia un lado de la explanada, donde la familia imperial se habíaestacionado a presenciar la partida de los ejércitos. La muchedumbre abría camino aHuaynaCápac,prosternándoseyvoceandoconmovidadeentusiasmo:

—¡HijodeTúpacYaya!

—¡Solqueamanece!

—¡Almanuevadelreino!

—¡Mozopoderoso!

—¡Mozopoderoso!

HuaynaCápacvestíaunacapadecampaña,entretejidadelevehiladodeoro,sencillasojotas de plumas de torcaz y un casco de bruñida plata, sin más adorno que la borlaamarilla de heredero. Su diestra sujetaba la partesana viril, ganada en sus jornadas dedoncel. Al cruzar entre la multitud, aparecía resplandeciente de orgullo y ambición.Nunca, como en ese día pudo intuirse en aquel mozo, de maciza y gallarda traza dedominio, almás grandemonarca del Sol.No se sabe qué cambio se había operado delcapitánderruidoyvacilante,queundíaentraraalCusco,envergonzosa retirada,aestesoberbio guerrero, alegre y animoso que, atadas a sus vastos maxilares todas lasdisyuntivas de la empresa, impartía ahora órdenes, con premura y ardor de iluminado,consultaba a sus generales, resolvía cálculos y datos estratégicos y, en general, daba laimpresióndeunafeinquebrantableensudestino.Aloshimnosdealientodelosquechuas,centelleabansuspupilasdejaguar.

Acercosea lafamilia imperial,puesdebíadespedirsedesuhermanayprometida, latiernainfantaRahua,que,acompañadadeMamaOcllo,Kusikayar,RuntoCaska,elVillacUnoynumerososgruposdelacorte,leesperabaenfinasymagníficasliteras,sostenidas

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alhombroporsorasdetallasarmoniosasypareadas.Rahualevioveniry,sinsaberporqué,ledolióelcorazón.Nosupocontenerseysepusoallorar.

—¡Adiós,hermanamía!—ledijoHuaynaCápac,emocionado.

—Adiós,hermano—sollozólainfantaconelrostroocultoentrelasmanos.

Huayna Cápac regresó al centro de la Intipampa, en el preciso instante en que unheraldo llegaba a él.Venía del palacio del Inca.Arrodillose y le entregó una hebra delllauto imperial, que el heredero examinó detenidamente. El hilo sagrado tenía un nudograndeydospequeños.HuaynaCápactuvoungestodefelicidady,descubriéndose,besóelrojofilamentoconelquesupadreleordenabapartirsinmásespera.Lanzóunamiradasignificativasobresupueblo,quenocesabadeaclamarle,cambióalgunosdiálogosconlosjefesquelerodeabanypartió,sonriendoyescrutandoelespacioinfinito.

Unreguerodefrescasfloresyolorosasyerbas,cubríalacalzada.Lasexclamacionesygritosdeentusiasmocrecieron,formandounestruendoqueahogabalasmúsicasdeguerra.

Pocosmomentosdespués,elejércitodelSolperdíasealolejos,enelgrancaminodelacosta.Unanubedepolvoleseguíayelvientodelatardetraía,decuandoencuando,lossangrientosclamoresdelossonoroscuernos,cadavezmásagudosylejanos.

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ELTUNGSTENO[5]

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I

Dueña,porfin, laempresanorteamericana«MiningSociety»,de lasminasdetungstenode Quivilca, en el departamento del Cusco, la gerencia de Nueva York dispuso darcomienzoinmediatamentealaextraccióndelmineral.

UnaavalanchadepeonesyempleadossaliódeColcaydeloslugaresdeltránsito,conrumbo a las minas. A esa avalancha siguió otra y otra, todas contratadas para lacolonizaciónylaboresdeminería.Lacircunstanciadenoencontrarenlosalrededoresycomarcasvecinasde losyacimientos,nienquinceleguasa laredonda, lamanodeobranecesaria,obligabaalaempresaallevar,desdelejanasaldeasypoblacionesrurales,unavastaindiada,destinadaaltrabajodelasminas.

El dinero empezó a correr aceleradamente y en abundancia nunca vista en Colca,capital de la provincia en que se hallaban situadas las minas. Las transaccionescomerciales adquirieron proporciones inauditas. Se observaba por todas partes, en lasbodegas ymercados, en las calles y plazas, personas ajustando compras y operacioneseconómicas. Cambiaban de dueños gran número de fincas urbanas y rurales, y bullíanconstantesajetreosenlasnotaríaspúblicasyenlosjuzgados.Losdólaresdela«MiningSociety» habían comunicado a la vida provinciana, antes tan apacible, un movimientoinusitado.

Todosmostrabanairedeviaje.Hastaelmododeandar,anteslentoydejativo,sehizorápidoe impaciente.Transitaban loshombres,vestidosdecaqui,polainasypantalóndemontar, hablando con voz que también había cambiado de timbre, sobre dólares,documentos,cheques,sellosfiscales,minutas,cancelaciones,toneladas,herramientas.Lasmozasdelosarrabalessalíanaverlospasar,yunadulcezozobralasestremecía,pensandoenloslejanosminerales,cuyoexóticoencantolasatraíademodoirresistible.Sonreíanyseponíancoloradas,preguntando:

—¿SevaustedaQuivilca?

—Sí.Mañanamuytemprano.

—¡Quiéncomolosquesevan!¡Ahacersericosenlasminas!

Asívenían los idiliosy losamores,quehabríande ir luegoaanidaren lasbóvedassombríasdelasvetasfabulosas.

En la primera avanzada de peones y mineros marcharon a Quivilca los gerentes,directores y altos empleados de la empresa. Iban allí, en primer lugar, místers Taik yWeiss, gerente y subgerente de la «Mining Society»; el cajero de la empresa, Javier

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Machuca;elingenieroperuanoBaldomeroRubio;elcomercianteJoséMarino,quehabíatomado la exclusiva del bazar y de la contrata de peones para la «Mining Society»; elcomisariodel asientominero,Baldazari,yel agrimensorLeónidasBenites, ayudantedeRubio.Estetraíaasumujerydoshijospequeños.Marinonollevabamásparientesqueunsobrinodeunosdiezaños,aquienlepegabaamenudo.Losdemásibansinfamilia.

Elparajedondeseestablecieroneraunadespoblada faldade lavertienteorientaldelosAndes,quemiraalaregióndelosbosques.Allíencontraron,portodosignodevidahumana,unapequeñacabañadeindígenas,lossoras.Estacircunstancia,quelespermitiríaservirsedelosindioscomoguíasenlaregiónsolitariaydesconocida,unidaaladesereseelpuntoque,segúnlatopografiadellugar,debíaservirdecentrodeaccióndelaempresa,hizoquelasbasesdelapoblaciónminerafuesenechadasentornoalacabañadelossoras.

Azarososygrandesesfuerzoshubodedesplegarseparapoderestablecerdefinitivaynormalmentelavidaenaquellaspunasyel trabajoenlasminas.Laausenciadevíasdecomunicaciónconlospuebloscivilizados,alosqueaquelparajesehallabaapenasunidopor una abrupta ruta para llamas, constituyó, en los comienzos, una dificultad casiinvencible.Variasvecessesuspendióeltrabajoporfaltadeherramientasynopocasporhambreeintemperiedelagente,sometidabruscamentealaaccióndeunclimaglacialeimplacable.

Lossoras,enquienes losmineroshallaron todogénerodeapoyoyunacandorosayalegre mansedumbre, jugaron allí un rol cuya importancia llegó a adquirir tan vastasproporciones,queenmásdeunaocasiónhabríafracasadoparasiemprelaempresa,sinsuoportuna intervención.Cuando se acababan los víveres y no venían otros deColca, lossorascedíansusgranos,susganados,artefactosyserviciospersonales,sintasanireservay, lo que es más, sin remuneración alguna. Se contentaban con vivir en armoniosa ydesinteresadaamistadconlosmineros,a losquelossorasmirabanconciertacuriosidadinfantil, agitarse día y noche, en un forcejeo sistemático de aparatos fantásticos ymisteriosos.Por suparte, la«MiningSociety»nonecesitó, al comienzo,de lamanodeobraquepodíanprestarlelossorasenlostrabajosdelasminas,enrazóndehabertraídodeColca y de los lugares del tránsito una peonada numerosa y suficiente. La «MiningSociety» dejó, a este respecto, tranquilos a los soras, hasta el día en que las minasreclamasen más fuerzas y más hombres. ¿Llegaría ese día? Por el instante, los sorasseguíanviviendofueradelaslaboresdelasminas.

—¿Porquéhacessiempreasí?—lepreguntóunsoraaunobreroqueteníaeloficiodeaceitargrúas.

—Esparalevantarlacangalla.

—¿Yparaquélevantaslacangalla?

—Paralimpiarlavetaydejarlibreelmetal.

—¿Yquévasahacerconmetal?

—¿Atinotegustatenerdinero?¡Quéindiotanbruto!

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Elsoraviosonreíralobreroyéltambiénsonriómaquinalmente,sinmotivo.Lesiguióobservando todo el día y durante muchos días más, tentado de ver en qué paraba esamaniobra de aceitar grúas. Y otro día, el sora volvió a preguntar al obrero, por cuyassienescorríaelsudor:

—¿Yatienesdinero?¿Quéesdinero?

Elobrerorespondiópaternalmente,haciendosonarlosbolsillosdesublusa:

—Estoesdinero.Fíjate.Estoesdinero.¿Looyes?…

Dijoelobreroestoysacóaenseñarlevariasmonedasdeníquel.Elsoralasvio,comounacriaturaquenoacabadeentenderunacosa:

—¿Yquéhacescondinero?

—Secompraloquesequiere.¡Québrutoeres,muchacho!Volvióelobreroareírse.Elsora se alejó saltando y silbando. En otra ocasión, otro de los soras, que contemplabaabsortamenteycomohechizadoaunobreroquemartillabaenelyunquede la forja, sepusoareírconalegríaclarayretozona.Elherreroledijo:

—¿Dequéteríes,cholito?¿Quierestrabajarconmigo?

—Sí.Yoquierohacerasí.

—No.Túnosabes,hombre.Estoesmuydifícil.

Peroelsoraseempecinóentrabajaren laforja.Alfin, leconsintierony trabajóallícuatro días seguidos, llegando a prestar efectiva ayuda a los mecánicos. Al quinto, almediodía,elsorapusorepentinamenteaunladoloslingotesysefue.

—Oye—leobservaron—,¿porquétevas?Siguetrabajando.

—No—dijoelsora—.Yanomegusta.

—Tevanapagar.Tevanapagarportutrabajo.Siguenomástrabajando.

—No.Yanoquiero.

Alospocosdías,vieronalmismosoraechandoaguaconunmateaunabatea,dondelavaba trigo una muchacha. Después se ofreció a llevar la punta de un cordel en lossocavones.Mástarde,cuandoseempezóacargarelmineraldelabocaminaalaoficinadeensayos,elmismosoraestuvollevandolasparihuelas.ElcomercianteMarino,contratistadepeones,ledijoundía:

—Yaveoquetútambiénestástrabajando.Muybien,cholito,muybien.¿Quieresquete«socorra»?¿Cuántoquieres?

El sora no entendía este lenguaje de «socorro» ni de «cuánto quieres». Solo queríaagitarseyobrary entretenerse,ynadamás.Porquenopodían los soras estarsequietos.Iban,venían,alegres,acesando,tensaslasvenasyerectoelmúsculoenlaacción,enlospastoreos, en la siembra, en el aporque, en la caza de vicuñas y guanacos salvajes, otrepandolasrocasyprecipicios,enuntrabajoincesantey,diriase,desinteresado.Carecían

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enabsolutodelsentidodelautilidad.Sincálculonipreocupaciónsobreseacualfueseelresultado económico de sus actos, parecían vivir la vida como un juego expansivo ygeneroso.Demostraban tal confianza en los otros, que en ocasiones inspiraban lástima.Desconocían la operación de compraventa. De aquí que se veían escenas divertidas alrespecto.

—Véndemeunallamaparacharqui.

Entregado era el animal, sin que se diese y ni siquiera fuese reclamado su valor.Algunas veces se les daba por la llama una o dos monedas, que ellos recibían paravolverlasaentregaralprimervenidoyalamenorsolicitud.

***

Apenasinstaladaenlacomarcalapoblaciónminera,empleadosypeonesfueronprestandoatenciónalanecesidadderodearsedeloselementosdevidaque,apartedelosqueveníande fuera, podía ofrecerles el lugar, tales como animales de trabajo, llamas para carne,granos alimenticios y otros. Solo que había que llevar a cabo un paciente trabajo deexploración y desmonte en las tierras incultas, para convertirlas en predios labrantíos yfecundos.

Elprimeroenoperarsobrelastierras,conmirasnosolodeobtenerproductosparasupropiasubsistencia,sinodeenriquecerseabasedelacríaydelcultivo,fueeldueñodelbazary contratista exclusivodepeonesdeQuivilca, JoséMarino.Al efecto, formóunasociedadsecretaconelingenieroRubioyelagrimensorBenites.Marinotomóasucargolagerenciadeesta sociedad,dadoqueél,desdeelbazar,podíamanejar elnegocioconfacilidades y ventajas especiales. Además, Marino poseía un sentido económicoextraordinario.Gordoypequeño,decaráctersocarrónymuyavaro,elcomerciantesabíaenvolverensusnegociosalasgentes,comoelzorroalasgallinas.Encambio,BaldomeroRubioeraunmanso,peseasutallealtoyunpocoencorvadoenloshombros,queledabaunasombrosoparecidodecóndorenacechodeuncordero.EncuantoaLeónidasBenites,no pasaba de un asustadizo estudiante de la Escuela de Ingenieros de Lima, débil ymojigato, cualidades completamente nulas y hasta contraproducentes en materiacomercial.

JoséMarinopusoelojo,desdeelprimermomento,enlosterrenos,yasembrados,delossoras,yresolvióhacersedeellos.AunquetuvoquevérselasenapretadacompetenciaconMachuca,Baldazariyotros,que tambiénempezaronadespojarde susbienesa lossoras,elcomercianteMarinosalióganandoenesta justa.Dosarmas lesirvieronparaelcaso:elbazarysucinismoexcepcional.

Los soras andaban seducidospor las cosas, raraspara susmentesburdasy salvajes,que veían en el bazar: franelas en colores, botellas pintorescas, paquetes polícromos,fósforos, caramelos, baldes brillantes, transparentes vasos, etc. Los soras se sentíanatraídosalbazar,comociertosinsectosalaluz.JoséMarinohizoelrestoconsumaliciadeusurero.

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—Véndemetuchacradelladodetuchoza—lesdijoundíaenelbazar,aprovechandodelafascinaciónenqueestabansumidoslossorasantelascosasdelbazar.

—¿Quédices,taita?

—Quemedestuchacradeocasyyotedoyloquequierasdemitienda.

—Bueno,taita.

Laventa,o,mejordicho, el cambio,quedóhecho.Enpagodelvalordel terrenodeocas,JoséMarinoledioalsoraunapequeñagarrafaazulconfloresrojas.

—¡Cuidadoquelaquiebres!—ledijopaternalmenteMarino.

Después le enseñó cómo debía llevar la garrafa el sora, conmucho tiento, para noquebrarla.Elindio,rodeadodeotrosdossoras,llevólavasijalentamenteasuchoza,pasoapaso,comounacustodiasagrada.Recorrieronladistancia—queeradeunkilómetro—endoshorasymedia.Lagentesalíaaverlosysemoríanderisa.

Elsoranosehabíadadocuentadesiesaoperacióndecambiarsuterrenodeocasconunagarrafa,era justao injusta.SabíaensustanciaqueMarinoquería su terrenoyse locedió.Laotrapartedelaoperación—elrecibodelagarrafa—laimaginabaelsoracomoseparadae independientede laprimera.Al sora lehabíagustadoeseobjetoycreíaqueMarinoselohabíacedido,únicamenteporquelagarrafalegustóaél,alsora.

Y en esta misma forma siguió el comerciante apropiándose de los sembríos de lossoras,queellosseguían,asuvez,cediendoacambiodepequeñosobjetospintorescosdelbazaryconlamayorinocenciaimaginable,comoniñosqueignoranloquehacen.

Lossoras,mientrasporunapartesedeshacíandesusposesionesyganadosenfavorde Marino. Machuca, Baldazari y otros altos empleados de la «Mining Society» nocesaban,porotrolado,debregarconlavastayvirgennaturaleza,asaltandoenlaspunasyenlosbajíos,enlaespesura,enlosacantilados,nuevosoasisquesurcarynuevosanimalespara amansar y criar. El despojo de sus intereses no parecía infligirles el más remotoperjuicio.Antesbien,lesofrecíaocasiónparasermásexpansivosydinámicos,yaquesuingénitamovilidadhallabaasímásjubilosoyefectivoempleo.Laconcienciaeconómicadelossoraseramuysimple:mientraspudiesentrabajarytuviesencómoydóndetrabajar,paraobtenerlojustoynecesarioparavivir,elrestonolesimportaba.Solamenteeldíaenquelesfaltasedóndeycómotrabajarparasubsistir,soloentoncesabriríanacasomáslosojos y opondrían a sus explotadores una resistencia seguramente encarnizada. Su luchacon losmineros seriaentoncesavidaomuerte. ¿Llegaríaesedía?Porelmomento, lossorasvivíanenunaespeciedepermanenteretirada,antelainvasión,astutaeirresistible,deMarinoycompañía.

Lospeones,porsuparte,censurabanestosrobosalossoras,conlástimaypiedad.

—¡Qué temeridad! —exclamaban los peones, echándose cruces—. ¡Quitarles sussembríosyhastasubarraca!¡Ybotarlosdeloquelespertenece!¡Quépillería!

Algunodelosobrerosobservaba:

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—Perosilosmismossorastienenlaculpa.Sonunoszonzos.Silesdanelprecio,bien;sinolesdan,también.Silespidensuschacras,seríencomounagraciayselaregalanenel acto. Son unos animales. ¡Unos estúpidos! ¡Ymás pagados de su suerte!… ¡Que sefrieguen!

Lospeonesveíanalossorascomosiestuviesenlocosofueradelarealidad.Unavieja,lamadredeuncarbonero,tomóaunodelossorasporlachaqueta,refunfuñandomuyencólera:

—¡Oye,animal!¿Porquéregalastuscosas?¿Notecuestantutrabajo?¿Yyatevasareír?¿Noves?Yatevasareír…

Laseñorasepusocoloradadeira,yporpoconoledauntiróndeorejas.Elsora,portodarespuesta,fueatraerleunmontóndeollucos,quelaviejarechazó,diciendo:

—Perosiyonotedigoparaquemedesnada.Llévatetusollucos.

Luego la asaltó un repentino remordimiento, poniéndose en el caso de que fuesenaceptadosporellalosollucos,ypusoenelsoraunamiradallenadeternuraydepiedad.

En otra ocasión, la mujer de un picapedrero derramó lágrimas, de verles tandesprendidosydesarmadosdecálculoymalicia.

Leshabíacompradounacosechadezapallosyarecolectados,porlosque,envezdedarles el valor prometido, les había dicho a última hora, poniendo en lamano del soraunasmonedas:

—Tomacuatroreales.Notengomás.¿Quieres?

—Bueno,mama—dijoelsora.

Pero como la mujer necesitase dinero para remedios de su marido, cuyamano fuevolada con un dinamitazo en las vetas, y viese que todavía podía apartar de los cuatrorealesalgomásparasí,levolvióadecir,suplicante:

—Tomamejortresrealessolamente.Elotrolonecesito.

—Bueno,mama.

Lapobremujercayóaunen lacuentadequepodíaapartarunrealmás.Leabrió lamanoalsoraylesacóotramoneda,diciéndole,vacilanteytemerosa:

—Tomamejordosreales.Lodemástelodaréotrodía.

—Bueno,mama—volvióacontestar,impasible,elsora.

Fue entonces que aquella mujer bajó los ojos, enternecida por el gesto de bondadinocentedelsora.Apretóenlamanolosdosrealesquehabríandeservirparaelremediodelmaridoylaestremecióunadesconocidayentrañableemoción,quelahizollorartodalatarde.

***

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EnelbazardeJoséMarinosolíanreunirse,despuésdelashorasdetrabajo,acharlaryabebercoñac—todostrajeadosyforradosdegruesastelasycueroscontraelfrío—,místersTaikyWeiss,elingenieroRubio,elcajeroMachuca,elcomisarioBaldazariyelpreceptorZavala, que acababa de llegar a hacerse cargo de la escuela. A veces, acudía tambiénLeónidasBenites,peronobebíacasiysolíairsemuytemprano.Allísejugabatambiénalosdados,y,sieradomingo,habíaborrachera,disparosderevólveryunacrápulabestial.

Alprincipiodelatertulia,sehablabadecosasdeColcaydeLima.Después,sobrelaguerra europea.Luego se pasaba a tópicos relativos a la empresa y a la exportacióndetungsteno, cuyas cotizaciones aumentaban diariamente. Por fin se departía sobre loschismes de las minas, las domésticas murmuraciones vinculadas a la vida privada. Alllegaralcasodelossoras,LeónidasBenitesdecía,conairedefilósofoyentonoredentorydolorido:

—¡Pobressoras!Sonunoscobardesyunosestúpidos.Todolohacenporquenotienencoraje para defender sus intereses. Son incapaces de decir no. Raza endeble, servil,humildehastaloincreíble.¡Medanpenaymedanrabia!

Marino,queyaestabaensuscopas,lesalíaalencuentro:

—Pero no crea usted. No crea usted. Los indios saben muy bien lo que hacen.Además,esaeslavida:unadisputayuncontinuocombateentreloshombres.Laleydelaselección.Unosaleperdiendo,paraqueotrosalgaganando.Miamigo:usted,menosquenadie…

Estas últimas palabras eran dichas con marcado retintín. Y todo, por la manía desocarronear y acallar a los demás, que era rasgo dominante en el carácter deMarino.Benitescomprendíalaalusiónyseturbabavisiblemente,sinpoderreplicaraunhombrefanfarrón, y que, además, estaba borracho. Pero los contertulios sorprendían el detalle,gritandoaunavozyconburla:

—¡Ah!¡Claro!¡Natural,natural!

El ingenieroRubio, rayando con la uña, según su costumbre, el zinc delmostrador,argumentabaconsuvoztartamudaylejana:

—No, señor.Amímeparece que a estos indios les gusta la vida activa, el trabajo,abrirbrechasenlastierrasvírgenes,irtrasdelosanimalessalvajes.Esaessucostumbreysumaneradeser.Sedeshacendesuscosas,soloporlanzarsedenuevoenbuscadeotrosganadosyotraschozas.Yasívivencontentosyfelices.Ignoranloqueeselderechodepropiedadycreenquetodospuedenagarrarindistintamentelascosas.¿Recuerdanustedeslodelapuerta?…

—¿Lodelapuertadelaoficina?—interrogóelcajero,tosiendo.

—Exactamente.Elsora,debuenasaprimeras,echólapuertaalhombroyselallevóacolocarensucorral,conelmismodesenfadoyseguridaddelquetomaunacosaqueessuya.

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Unacarcajadaresonóenelbazar.

—¿Yquéhicieronconél?Esdivertido.

—Cuandolepreguntaronadóndellevabalapuerta,«amicabaña»,contestósonriendoconuncandorcómicoeinfantil.Naturalmente,selaquitaron.Creíaquecualquierapodíaapropiarsedelapuertasinecesitabadeella.Sondivertidos.

Marinodijo,guiñandoelojoyechandotodalabarriga:

—¡Sehacenlostontos!Sonunasbalas.

AcuyoconceptoseopusoBenites,poniendounacaradeascoypiedad:

—¡Nada,señor!Sonunosdébiles.Sedejandespojardeloquelespertenece,porpuradebilidad.

Rubioseexasperó:

—¿Llama usted débiles a quienes se enfrentan a bosques y jalcas, entre animalesferocesytodaclasedepeligros,abuscarselavida?¿Aquenolohaceusted,niningunodelosqueestamosaquí?

—Esonoesvalor,amigomío.Valoresluchardehombreahombre;elqueechaabajoalotro,eseeselvaliente.Lodemásescosamuydistinta.

—¿Así esqueusted creeque la fuerzadeunhombre, suvalor, ha sido creadaparainvertirlaenecharabajoaotrohombre?…¡Magnífico!Amímeparecíaqueelvalordeunindividuodebeservirleparatrabajaryhacer lariquezacolectiva,ynoparausarlocomoarmaofensivacontralosdemás.¡Suteoríaesmaravillosa!…

—Nimás nimenos.Yo soy una persona incapaz de hacer daño a nadie. Todosmeconocen.Peroyomecreoobligadoadefendermivida e intereses si semeatacaymedespojandeellos.

Marinoterció:

—Yo no digo nada. En boca cerrada no entran moscas… ¿Qué se bebe? ¿Quiénmanda?¡Vamos!¡Déjensedezonceras!

Elagrimensornolehizocaso:

—Aquí,porejemplo,hevenidoatrabajar,noparadejarmequitarloqueyogane,sinoparareunirdinerosquemefaltan.Porlodemás,yonoquitoanadienada,niquieroecharatierraaningúnhijodevecino.

Marinosecansabadepreguntarquiénpedíalascopas,ycomoBenites,susocioenlode lacríay loscultivos,no lehiciesecaso,embebecidocomoestabaen ladiscusión,elcomerciantedijo,conunarisadecortanteironía,parahacerlecallar:

—Yonodigonada.¡Benites!¡Benites!¡Benites!…Acuérdesedequeenbocacerradanoentranmoscas…

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ElcajeroMachuca tuvounaccesode tos,pasadoelcualdijo,congestionadasporelesfuerzolasmantecasdesucuello:

—Yosédecir…

Levolviólatos.

—Yosédecirque…

Nopodíacontinuar.Tosiódurantealgúntiempoy,alfin,pudodesahogarse:

—Lossorassonunosindiosduros,insensiblesaldolorajenoyquenosedancuentadenada.Hevistoelotrodíaaunodeellossuspenderseaunacuerda,quesujetabaporelotro extremo un muchacho, arrollada a la cintura. El sora, con el peso de su cuerpo,templólasogaylaajustódetalmanera,queibaacortarlelacinturaalotro,quenoteníacómodeshacerseypataleabadedolor,poniendomoradalacarayechandola lengua.Elsora le veía y, sin embargo, seguía en sumaroma, riéndose como un idiota. Son unoscrueles y despiadados. Unos fríos de corazón. Les falta ser cristianos y practicar lasvirtudesdelaIglesia.

—¡Bravo!¡Biendicho!¿Pideustedlascopas?—dijoMarino.

—Déjeme,queestoyhablando…

—Peropideusted…

—¡Malditosea!Sirvaustednomás…

LeónidasBenitesnohacíamásqueexpresarpormediodepalabrasloquepracticabaenlarealidaddesuconductacotidiana.Beniteseralaeconomíapersonificadaydefendíaelmáspequeñocentavo,conunceloedificante.Vendríandíasmejores, cuandosehayahechouncapitalitoysepuedasalirdeQuivilca,paraemprenderunnegocioindependienteen otra parte. Por ahora, había que trabajar y ahorrar, sin otro punto de vista que elporvenir.Benitesnoignorabaqueenestemundo,elquetienedineroeselmásfeliz,yque,en consecuencia, las mejores virtudes son el trabajo y el ahorro, que procuran unaexistenciatranquilayjusta,sinataquesaloajeno,sinvituperablesmanejosdecodiciaydespechoyotrasbajasinclinaciones,queproducenlacorrupciónylaruinadepersonasysociedades.LeónidasBenitessolíadeciraJulioZavala,maestrodelaescuela:

—Debía usted enseñar a los niños dos únicas cosas: trabajo y ahorro. Debía ustedresumir la doctrina cristiana en esos dos apotegmas supremos, que, en mi concepto,sintetizan la moral de todos los tiempos. Sin trabajo y sin ahorro, no es posibletranquilidaddeconciencia,caridad,justicia,nada.Esaeslaexperienciadelahistoria.¡Lodemássonpamplinas!

Después,emocionándoseydandounainflexióndesinceridadasuspalabras,añadía:

—Amímecriounamujeryvivoagradecidoaellaporhabermedadolaeducaciónquetengo.Poresopuedomanejarmedelamaneraquetodosconocen:trabajandodíaynocheyesforzándomeenhacermeunaposicióneconómica,bienhumildeporcierto,perolibrey

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honrada.

Ysucrónicamuecadeangustiasedesembarazaba.Lebrillabanlosojos.Comosiseacordasedealgo,explicabaaJulioZavala:

—Ynocreausted…Unacosaeselahorroyotracosaeslaavaricia.DeMarinoamí,por ejemplo, hay esa distancia: de la avaricia al ahorro. Usted ya me comprende, miqueridoamigo…

Elpreceptordabaseñaldequelecomprendía,yluegoparecíareflexionarhondamenteenlasideasdeBenites.

El agrimensor tenía, en general, íntima y sólida convicción de que era un joven debien, laborioso, ordenado, honorable y degranporvenir. Siempre estaba aludiendo a supersona,señalándosecomounparadigmadevida,quetodosdebíanimitar.Estoúltimonolo expresaba claramente, pero fluía de sus propias palabras, pronunciadas con dignidadapostólicayejemplarenocasionesenqueseperfilabanproblemasdemoralydedestinoentresusamistades.Perorabaentoncesextensamentesobreelbienyelmal,laverdadylamentira,lasinceridadyeltartufismoyotrostemasimportantes.

***

DebidoalavidaordenadaquellevabaLeónidasBenites,jamássufrióquebrantoalgunodesusalud.

—¡Peroeldíaenqueseenfermeusted!…—vociferabaJoséMarino,queenQuivilcaselasechabademédicoempírico—¡yanolevantanunca!

LeónidasBenites,anteestaspalabrassombrías,cuidabaaunmásdesuconservación.Lahigienedesucuartoydesupersonaeradeunapulcritudesmerada,nodejandonadaque tachársela.Andabasiemprebuscandoelbienestar fisico,valiéndosedeunaseriedeactos que nadie sino él, con su paciente meticulosidad de anciano desconfiado, podíarealizar. Por lamañana, ensayaba, antes de salir a su trabajo, distintas ropas interiores,para ver cuál se conformaba mejor al tiempo reinante y al estado de su salud, noescaseando ocasiones en que volvía de mitad del camino a ponerse otra camiseta ocalzoncillo,porquehabíamuchofríooporquelosquellevóledabanunabrigoexcesivo.Lomismo ocurría con el uso de lasmedias, calzado, sombrero, chompa y aun con losguantesy sucarterade trabajo.Si caíanieve,no solocargabaconelmayornúmerodepapeles, reglas y cuerdas, sino que, para ejercitarsemás, sacaba sus niveles, trípodes yteodolitos,aunqueno tuviesenadaquehacerconellos.Se leveíaotrasvecesagitarseysaltar y correr comoun loco, hasta ya no poder.Otras veces, no salía de su cuarto pornada,ysialguienvenía,abríaconsigiloylentamentelapuerta,afindequenoentrasedegolpeelventisquero.Perosihabíasol,abríatodaslaspuertasyventanasdeparenparyno quería cerrarlas. Así es como un día, estando Benites en la oficina del cajero, elmuchachoaquiendejó cuidando lapuerta abiertade su cuarto, sedistrajoy entraron arobarleelanafeyelazúcar.

Mas no era esto todo. Tratándose de medidas previsoras contra el contagio de los

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males, su pulcritud era mayor. De nadie recibía así no más un bocado o bebida, sinoexorcizándola previamente y echando sobre las cosas cinco cruces, ni una más ni unamenos.Elcajerovinoaverleundomingoenlamañana,enquelacocineraleacababadetraerderegalounplatodehumitascalientes.EntróelcajeroenelprecisomomentoenqueLeónidasBenitesechabalaterceracruzsobrelashumitas.Olvidólacuentadelascrucesyestefueelmotivoporelcualyanoseatrevióaprobardelregaloyselodioalperro.Pocoafectoatenderlamanoera.Cuandoseveíaobligadoahacerlo,tocabaapenasconlapuntadelosdedos lamanodelotro,y luegopermanecíapreocupado,conunamuecadeasco,hastaquepodía ir a lavarse condos clasesde jabóndesinfectantequenunca le faltaba.Todoensuhabitaciónestabasiempreensulugar,yélmismo,Benites,estabasiempreensulugar,trabajando,meditando,durmiendo,comiendooleyendoAyúdate,deSmilles,queconsideraba la mejor obra moderna. En los días feriados de la Iglesia, hojeaba elEvangeliosegúnSanMateo, libritofileteadodeoro,quesumadreleenseñóaamaryacomprenderentodoloqueélvaleparalosverdaderoscristianos.

Conelcorrerdeltiempo,suvozsehabíaapagadomucho,aconsecuenciadelasnievesdelacordillera.Estacircunstanciaaparecíacomoundefectode lospeoresa losojosdeJoséMarino,susocio,conquienfrecuentementedisputabaporestacausa.

—¡No se haga usted! ¡No se haga usted!—le decíaMarino, en tono socarrón y enpresenciadelosparroquianosdelbazar—.¡Hableustedfuerte,comohombre!¡Déjesedehumildadesysanturronerías!Yaestáustedviejoparahacerseel tonto.Bebabien,comabien,enamoreyyaveráustedcómoseleaclaralavoz…

AlgorespondíaLeónidasBenites,queenmediodelasrisasprovocadasporlasfrasespicantesdeMarino,nosepodíaoír.Susocio,entonces,legritabaconmofa:

—¿Qué?¿Cómo?¿Quédice?¿Quécosa?¡Perosinoseleoyenada!…

Las risas redoblaban. Leónidas Benites, herido en lo profundo por la burla y elescarniodelosotros,seponíamáscoloradoyacababaporirse.

En general, Leónidas Benites no era muy querido en Quivilca. ¿Por qué? ¿Por sugénerodevida?¿Porsumaníamoralista?¿Porsudebilidadfísica?¿Porsuretraimientoydesconfianzadelosotros?Laúnicapersonaqueseguíadecercayconafectolavidadelagrimensoreraunaseñora,madredeun tornero,mediosordayyaentradaenaños,queteníafamadebeatay,porende,deamigadelasbuenascostumbresydelavidaausterayejemplar.EnningunapartesecomplacíadeestarLeónidasBenites,descontadoelranchodelabeata,conquiensosteníaextensastertulias,jugandoalascartas,comentandolavidadeQuivilcay,muyamenudo,echandoalgunapláticasobregravesasuntosdemoral.

Una tarde vinieron a decirle a la señora que Benites estaba enfermo, en cama. Laseñora fuealpuntoaverle,hallándole, enefecto, atacadodeuna fiebreelevada,que lehacíadelirarydebatirsedeangustiaenellecho.Lepreparóunainfusióndeeucalipto,biencargada, con dos copas de alcohol y dispuso lo conveniente para darle un baño demostaza.Seproduciríaasíunacopiosatranspiración,signosegurodehabercedidoelmal,quenoparecíaconsistirsinoenunfuerteresfrío.Pero,efectuadoslosdosremedios,yaun

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cuandoelenfermoempezóasudar,lafiebrepersistíayhastacrecíapormomentos.

Lanochehabíallegadoyempezóanevar.LahabitacióndeBenitesteníalapuertadeentraday laventanillaherméticamente cerradas.La señora tapó las rendijas con trapos,paraevitarlasrachasdeaire.Unaveladeespermaardíayponíatoquestristesyamarillosenlosángulosdelosobjetosyenlacamadelpaciente.Segúnestesemovieseocambiasede postura, movido por la fiebre, las sombras palpitaban ya breves, largas, truncas oencontradas,enlosplanosdesurostrocejijuntoyentrelasalmohadasylassábanas.

Accesaba Benites y daba voces confusas de pesadilla. La señora, abatida por lagravedadcrecientedelenfermo,sepusoarezar,arrodilladaanteuncuadrodelCorazóndeJesúsquehabíaalacabeceradelacama.Doblólacabezapálidaeinexpresiva,comolamascarilladeyesodeuncadáver,ysepusoaorarygemir.Despuésselevantóreanimada.Dijo,juntoallecho:

—¿Benites?

Se oía ahora más baja y pausada su respiración. La señora se acercó de puntillas,inclinosesobre lacamayobservó largo rato.Habiendomeditadounmomento,volvióallamar,aparentandotranquilidad:

—¿Benites?

Elenfermolanzóunquejidooscuroycargadodeorfandadquevinoadarlaentodassusentrañasdemujer.

—¿Benites?¿Cómosesienteusted?¿Leharéotroremedio?

Beniteshizounmovimientobruscoypesadoagitóambasmanosenelaire,comosiapartaseinvisiblesinsectos,yabriólosojosqueestabanenrojecidosyparecíaninundadosde sangre. Sumirada era vaga y, sin embargo, amenazadora.Hizo chasquear los labiosamoratadosysecos,murmurandosinsentido:

—¡Nada!¡Aquellacurvaesmásgrande!¡Déjeme!¡Yoséloquehago!¡Déjeme!…

Ysevolviódeuntirónhacialapared,doblandolasrodillasymetiendolosbrazosenellecho.

EnQuivilca no habíamédico. Lo habían reclamado a la empresa, sin resultado. Secombatía las enfermedades cada uno según su entendimiento, salvo en el caso deneumonía,encuyotratamientosehabíaespecializadoJoséMarino,elempíricodelbazar.LaseñoraqueasistíaaBenitesnosabíasiacudiralcomerciante,porsifueseneumonía,oprocurarseotra recetaporcuentapropia, sinpérdidade tiempo.Dabamilvueltasporelcuarto,desesperada.Decuandoencuando,observabaalpacienteoponíaoídoalapuerta,atentaa lacaídade lanieve.Podríaserquesuhijoacertaseaacudirensubuscaoquecualquieraotropasase,parapedirleconsejooayuda.

Aveces,elenfermosesumíaenunsilencioabsoluto,delquelaseñoranoseapercibíaporsusordera,pero,engeneral,lanocheavanzabapoblándosedelosgritosdolorososylas palabras del delirio. Contiguo había, por toda vecindad, un extenso depósito de

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mineral.Elrestodelosranchosquedabalejos,enplenafaldadelcerro,yhabíaquellamaragritosparahacerseescuchar.

La señora decidió hacerle otro remedio. Entre las cosas útiles que por precauciónguardabaBenitesensumesita,encontróunpocodeglicerina,sustanciaquelesugiriódegolpelanuevareceta.Encendióotravezelanafe.Habiéndoseluegoacercadodepuntillasalacama,examinóalpaciente,quehacíaratopermanecíaencalma,ysepercatódequedormía.Decidióentoncesdejarlereposar,postergandoelremedioparamástardeyparaelcasodequelafiebrecontinuase.Fueaarrodillarseanteellienzosagradoymasculló,convehemenciadolorosaydurantemuchotiempo, largasoracionesmezcladasdesuspirosysollozos.Despuésselevantóyllegosedenuevoalacamadelenfermo,enjugándoselaslágrimasconuncantodesublusadepercal.Benitescontinuabatranquilo.

—¡Dios es muy grande! —exclamó la señora, enternecida y con voz apenasperceptible—.¡Ay,divinoCorazóndeJesús!—añadió, levantando losojosa laefigieyjuntando las manos, henchida de inefable frenesí—. ¡Tú lo puedes todo! ¡Vela por tucriatura!¡Ampáraleynoleabandones!¡Portusantísimallaga!¡Padremío,protégenosenestevalledelágrimas!…

Nopudocontenersuemociónysepusoallorar.Dioalgunospasosysesentóenunbanco.Allísequedóadormecida.

Despertódesúbito.Lavelaestabaparaacabarseysehabíachorreadodeunamaneraextraña, practicando un portillo hondo y ancho, por el que corría la esperma derretida,yendoaamontonarseyenfriarseenunsolopuntodelapalmatoria,enformadeunpuñocerrado,conelíndicealzadohacialallama.Acomodólavela,ycomonotasequeBenitesno había cambiado de postura y que seguía durmiendo, se inclinó a verle el rostro.«Duerme»,sedijo,yresolviónodespertarle.

LeónidasBenites, enmedio de las visiones de la fiebre, habíamirado amenudo elcuadrodelCorazóndeJesúsquependíaensucabecera.Ladivinaimagensemezclabaalas imágenes del delirio, envuelta en el blanco arrebol de la caliche del muro. LasalucinacionesserelacionabanconloquemáspreocupabaaBenitesenelmundotangible,talescomoeldesempeñodesupuestoenlasminas,sunegocioensociedadconMarinoyRubio y el deseo de un capital suficiente para ir a Lima a terminar lomás pronto susestudiosde ingenieroyemprender luegounnegocioporsucuentayrelacionadoconsuprofesión. En el delirio vio que el comercianteMarino se quedaba con su dinero y leamenazaba pegarle, ayudado por todos los pobladores de Quivilca. Benites protestabaenérgicamente, pero tenía que batirse en retirada, en razón del inmenso número de susatacantes.Caíaenlafugaporescarpadasrocasy,aldoblardegolpeunrecododelterrenofragoso,sedabaconotrapartedesusenemigos.Elsustolehacíaentoncesdarunsalto.ElCorazón de Jesús entraba inmediatamente en el conflicto y espantaba con su solapresencia a los agresores y ladrones, para luego desaparecer súbitamente, dejándoledesamparado,enelprecisomomentoenquemísterTaik,muyenojado,ledecíaaBenites:

—¡Fueradeaquí! ¡La«MiningSociety» lecancelaelnombramientoen razóndesu

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pésimaconducta!¡Fueradeaquí,zamarro!

Benites le rogaba, cruzando las manos lastimeramente. Míster Taik ordenó a doscriadosquelesacasendelaoficina.Veníandossorassonriendo,comosiescarneciesensudesgracia. Le cogían por los brazos, arrastrándole, y le propinaban un empellón brutal.Entonces, el Corazón de Jesús acudía con tal oportunidad, que todo volvía a quedararreglado.ElSeñorseesfumabadespuésenunrelámpago.

Benites,pocodespués,sorprendíaaunsorarobándoleunfajodebilletesdesucaja.Selanzaba sobreelbribón,persiguiéndole, impulsadono tantopor la sumaque le llevaba,cuantoporlacínicarisaconqueelindioseburlabadeBenites,montadosobreellomodeuncaimán, enmediodeungran río.Benites llegó a lamismaorilladel río, yya iba apenetrar en la corriente, cuando se sintió de pronto entorpecido y privado de todomovimiento voluntario. Jesús, aureolado esta vez de un halo fulgurante, apareció anteBenites.Elríosedilatódegolpe,abrazandotodoelespaciovisible,hastalosmásremotosconfines. Una inmensamultitud rodeaba al Señor, atenta a sus designios, y un aire detremendaencrucijadallenóelhorizonte.ABenitesleposeyóunpavorrepentino,dándosecuenta,demodooscuro,perocierto,dequeasistíaalahoradeljuiciofinal.

Benites intentó entonces hacer un examen de conciencia, que le permitiera entrevercuálseríaellugardesueternodestino.Tratóderecordarsusbuenasymalasaccionesdelatierra.Recordó,enprimerlugar,susbuenosactos.Losrecogióávidamenteyloscolocóensitiopreferenteyvisibledesupensamiento,porrigurosoordendeimportancia:abajo,losrelativosaprocederesdebondadmásomenosdiscutibleoinsignificante,yarriba,alamano,sobretodos,losrelativosagrandesrasgosdevirtud,cuyoméritosedenunciabaaladistancia,sindejardudadesuautenticidadytrascendencia.Luegopidióasumemorialosrecuerdosamargos,ysumemorianoledioninguno.Niunsolorecuerdoroedor.Aveces,seinsinuabaalguno,tímidoyborroso,quebienexaminado,alaluzdelarazón,acababapor desvanecerse en las neutras comisuras de la clasificación de valores, o, mejorsopesadoaun,llegabaadespojarsedeltododesutinteculpable,reemplazadoeste,noyasoloporotroindefinible,sinoporeltintecontrario:talrecuerdoresultabaser,enelfondo,el de una acción meritoria, que Benites reconocía entonces con verdadera fruiciónpaternal. Felizmente, Benites era inteligente y había cultivado con esmero su facultaddiscursiva y crítica, con la cual podía ahora profundizar las cosas y darles su sentidoverdaderoyexacto.

Muypoco le faltabaaBenites,según lo intuía,parapresentarseanteelSalvador.Alrazonarlo, un granmiedo le hizo arrebujarse en su propio pensamiento. De allí vino asacarle un alfalfero de Accoya, al que no veía muchos años, y a quien la madre delagrimensorsolíacomprarlehierbaparasuscuyes,echándolemaldicionesporsucodiciayavaricia.Porrápidaasociaciónde ideas, recordóqueélmismo,Benites,amótambién,aveces,eldinero,yquizásconexceso.RecordóqueenColca,unanoche,habíaoídoenunavastaestanciadesolada,dondedormíaasolas,ruidodealmasenpena.Empezaronenlaoscuridadaempujarlapuerta,Benitestuvomiedoyguardósilencio.Rememorabaquealotrodía,refirióalosvecinosloacontecido,nofaltandoquienleasegurasequeenaquella

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casapenabanlasalmasamenudo,acausadeunentierrodeoroquedejóallíunespañol,encomenderodelaColonia.Comoserepitiesendespuéslosruidosnocturnos,elansiadeorotentó,alfin,aBenites.Yunamedianoche,cuandofueronaempujarlapuertasumidaentinieblas,elagrimensorinvocóalaspenas.

—¿Quiénes?—interrogó,incorporándoseenlacama,ydándosedientecondientedemiedo.

Nocontestaron.Siguieronempujando.Benitesvolvióapreguntar,anhelosoysudandofrío:

—¿Quiénes?Siesunaalmaenpena,quediga loquedesea.Unavozgangosa,queparecíavenirdeotromundo,respondióconlastimeroacento:

—Soyunalmaenpena.

Benitessabíaqueeramalocorrerdelaspenasyargumentóalpunto:

—¿Quélepasa?¿Porquépena?

Aloquelereplicaroncasillorando:

—En el rincón de la cocina dejé enterrados cinco centavos. Nome puedo salvar acausadeellos.Agreganoventaycincocentavosmásdetuparteypagaconesounamisaalcura,paramisalvación…

IndignadoBenitesporelsesgoinesperadoyonerosoquetomabalaaventura,gruñó,agarrandounpalocontraelalmaenpena:

—He visto muertos sinvergüenzas, pero como este, ¡nunca!… Al siguiente día,Benitesabandonólaposada.

Recordando ahora todo esto, ya lejos de la vida terrenal, juzgó pecaminosa suconducta y digna de castigo. Sin embargo, estimó, tras de largas reflexiones, que suspalabrasinjuriosasparaelalmaenpenafuerondictadasporunestadoanormaldeespírituy sin intenciónmalévola.No olvidaba que, enmateria demoral, las acciones tienen lafisonomíaque lesda la intenciónysolo la intención.Respectoaquenopagase lamisasolicitadaporelalmaenpena,suyanohabíasidolaculpa,sinomásbiendelpárroco,aquien una fuerte dispepsia impedía por aquellos días ir al templo. A Benites no se leocultaba, dicho sea de paso, que dicha enfermedad del sacerdote no era mayor quealcanzaseasustraerledeltododelcumplimientodesussagradosdeberes.Porúltimo,enunaanálisismás juiciosoy serio,quizásno fue, en realidad,unalmaenpena, sinounabromapesadadealgunodesusamigossabedoresdesuscuitasenposdelsupuestotesoro.Puestoenestecaso,ydehaberseoficiadolamisa,labromahabríatenidounarepercusiónde burla y de impiedad, con Benites de por medio, como uno de sus promotores.Indudablemente había, pues, hecho bien en proceder como procedió, defendiendosubconscientemente los fueros de seriedad de la Iglesia, y su conducta podía, enconsecuencia, aparejar mérito suficiente para un premio del Señor. Benites puso esterecuerdo en medio, exactamente en medio, de todos sus recuerdos, movido de una

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dialécticasingulareinextricable.

Unsentimientodealgojamásregistradoensusensibilidad,yquelenacíadelfondomismodesuser,leanunciódeprontoquesehallabaenpresenciadeJesús.Tuvoentoncestalcantidaddeluzensupensamiento,queleposeyólavisiónenteradecuantofue,esyserá,laconcienciaintegraldeltiempoydelespacio,laimagenplenayunadelascosas,elsentido eterno y esencial de las lindes. Un chispazo de sabiduría le envolvió, dándoleservidaenunasolaplana,lanociónsentimentalysensitiva,abstractaymaterial,nocturnaysolar,pareimpar,fraccionariaysintética,desurolpermanenteenlosdestinosdeDios.Yfueentoncesquenadapudohacer,pensar,querernisentirporsímismoniensímismoexclusivamente.Supersonalidad,comoyodeegoísmo,nopudosustraersealcortecordialy solidario de sus flancos. En su ser se había posado una nota orquestal del infinito, acausadelpasodeJesúsysudivinaoriflamaporlaantenamayordesucorazón.Después,volvióensíy,alsentirseapartadodelSeñorycondenadoaerraralacaso,comonúmerodisperso,zafadode laarmoníauniversal,porunagrise incierta inmensidad, sinalbaniocaso, un dolor indescriptible y jamás experimentado le llenó el alma hasta la boca,ahogándole,comosimascaseamargosvellonesdetinieblas,sinpoderlassiquieranipasar.Su tormento interior, la funesta desventura de su espíritu, no era a causa del perdidoparaíso, sinoacausade laexpresiónde tristeza infinitaquevioo sintiódibujarseen ladivinafazdelNazareno,alllegarantesuspies.¡Oh,quémortaltristezalasuya,ycómonolapudocontenernielvasodedosbocasdelEnigma!Poraquellagran tristeza,Benitessufríaundolorincurableysinorillas.

—¡Señor!—murmuróBenites suplicante—. ¡Almenos,quenosea tanta tu tristeza!¡Almenos,queunpocodeellapaseamicorazón!¡Almenos,quelaspiedrecillasvenganaayudarmeareflejartugrantristeza!

Elsilencioimperóenlaextensióntrascendental.

—¡Señor!¡Apagalalámparadetutristeza,quemefaltacorazónparareflejarla!¿Quéhehechodemisangre?¿Dóndeestámisangre?¡Ay,Señor!¡Túmeladisteyheaquíqueyo,sinsabercómo,ladejécoaguladaenlosabismosdelavida,avarodeellaypobredeella!

Beniteslloróhastalamuerte.

—¡Señor! ¡Yo fui el pecador y tu pobre oveja descarriada! ¡Cuando estuvo enmismanos ser el Adán sin tiempo, sin mediodía, sin tarde, sin noche y sin segundo día!¡CuandoestuvoenmismanosembridarysujetarlosrumoresedénicosparatodaeternidadysalvarloAbsolutoenloCambiante!¡Cuandoestuvoenmismanosrealizarmisfronterashomogéneamente,comoenloscuerpossimples,garraagarra,picoapico,guijaaguija,manzanaamanzana!¡Cuandoestuvoenmismanosdesgajarlossenderosalolargoyaltravés,pordiámetrosyalturas,aversiasísalíayoalencuentrodelaVerdad!…

Empezóacallarelsilencioporelladodelanada.

—¡Señor!¡Yofuieldelincuenteytuingratogusanosinperdón!¡Cuandohastapude

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nohabernacido!¡Cuandopude,almenos,eternizarmeenloscapullosyenlasvísperas!¡Felicesloscapullos,porqueellossonlasjoyasnatasdelosparaísos,aunqueduermanensus selladas entrañas, estambres escabrosos! ¡Felices las vísperas, porque ellas no hanllegadoynohandellegarjamásalahoradelosdíasdefinibles!¡Yopudesersolamenteelóvulo,lanebulosa,elritmolatenteeinmanente:Dios!…

Estalló Benites en un grito de desolación infinita, que luego de apagado, dejó alsilenciomudoparasiempre.

***

Benites despertó bruscamente. La luz de la mañana inundaba la habitación. Junto a lacamadeBenites,estabaJoséMarino.

—¡Québuenavida,socio!—exclamabaMarino,cruzándoselosbrazos—.¡Lasoncedeldíaytodavíaencama!¡Vamos,vamos!¡Levántese!MevoyestatardeaColca.

Benitesdiounsalto:

—¿UstedaColca?¿HoysevaustedaColca?

Marinosepaseabaalolargodelapieza,apurado.

—¡Sí,hombre!¡Levántese!¡Vamosaarreglarnosdecuentas!YaRubionosesperaenelbazar…

Benites,sentadoensucama,tuvouncalofrío:

—Bueno.Melevantoenseguida.Tengotodavíaunpocodefiebre,peronoimporta.

—¿Fiebre,usted?¡Nofriegue,hombre!¡Levántese!¡Levántese!Loesperoenelbazar.

Marino salió yBenites empezó a vestirse, tomando sus precauciones de costumbre:medias,calzoncillo,camiseta,camisa,tododebíaadaptarseyserviralmomentoparticularporelqueatravesabasusalud.Nimuchoabrigonipocaropa.

Alaunadelatarde,elcaballoenquedebíamontarJoséMarinoesperabaensilladoalapuertadelbazar.Losujetabaporunasogaelsobrinodelcomerciante.Dentrodelbazarsediscutíaagrandesvocesyentrecarcajadas.ArregladaslascuentasentreMarino,Rubioy Benites, daban la despedida al comerciante, sus dos socios, el cajero Machuca, elprofesorZavala,elcomisarioBaldazariymístersTaikyWeiss.Lascopasmenudeaban.Machuca,yauntantobebido,preguntabazumbonamenteaMarino:

—¿YconquiéndejaustedalaRosada?

LaRosadaeraunadelasqueridasdeMarino.Muchachadedieciochoaños,hermosotipodemujerserrana,ojosgrandesynegrosyempurpuradasmejillascandorosas,latrajode Colca como querida un apuntador de las minas. Sus hermanas, Teresa y Albina, lasiguieron,atraídasporelmisteriodelavidaenlasminas,queejercíasobrelosaldeanos,ingenuosyalucinados,unaseducciónextrañaeirresistible.LastresvinieronaQuivilca,huidasdesucasa.Suspadres—unosviejoscampesinosmiserables—laslloraronmucho

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tiempo.EnQuivilca,lasmuchachassepusieronatrabajar,haciendoyvendiendochicha,obligándolasesteoficioabeberyembriagarsefrecuentementeconlosconsumidores.ElapuntadorsedisgustóprontodeestegénerodetrabajodelaGracielayladejó.Alaspocassemanas, JoséMarino lahizo suya.Encuanto aAlbinay aTeresa, corrían enQuivilcamuchosrumores.

Marino,alaspreguntasrepetidasdeMachuca,respondiócondesparpajo:

—Juguémosla al cachito, si usted quiere. ¡Eso es! ¡Al cacho! ¡Al cacho! ¡Perojuguémoslaentretodos!—argumentóBaldazari.

Entornoalmostradorseformóuncírculo.Todos,yhastaelmismoBenites,estabanborrachos.Marinoagitabaelcachoruidosamente,gritando:

—¿Quiénmanda?

Tiró los dados y contó, señalando con el dedo y sucesivamente a todos loscontertulios:

—¡Uno,dos,tres,cuatro!¡Ustedmanda!

FueLeónidasBenitesaquientocójugarelprimero.

—¿Peroquéjugamos?—preguntabaBenites,cachoenmano.

—¡Tirenomás!—decíaBaldazari—.¿NoestáustedoyendoquevamosajugaralaRosada?

Benitesrespondióturbado,apesardesuborrachera:

—¡No,hombre!¡Jugaralcachoaunamujer!¡Esonosehace!¡Juguemosunacopa!

Unánimesreproches,injuriasyzumbasahogaronlostímidosescrúpulosdeLeónidasBenites,ysejugólapartida.

—¡Bravo!¡Quepagueunacopa!¡Elremojodelasucesión!

El comisario Baldazari se ganó al cacho a la Rosada y mandó servir champaña.Machucaseleacercó,diciéndole:

—¡Québuenacholasevaustedacomer,comisario!¡Tieneunasancasasí!…

El cajero, diciendo esto, abrió en círculo los brazos e hizo una mueca golosa yrepugnante. Los ojos del comisario también chispearon, recordando a la Rosada, ypreguntóaMachuca:

—¿Perodóndeviveahora?Hacetiempoquenolaveo.

—PorlaPoza.¡Mándelatraerahoramismo!

—¡No,hombre!Ahorano.Esdedía.Lagentepuedevernos.

—¡Quégentenigente!¡Todoslosindiosestántrabajando!¡Mándelatraer!¡Ande!

—Además,no.Hasidounabroma.¿UstedcreequeMarinovaasoltaralachola?Si

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sefueraparanovolver,sí.PerosolosevaaColcaporunosdías…

—¿Y eso qué importa? Lo ganado es ganado. ¡Hágase usted el cojudo! ¡Es unahembraquedaelopio!¡Amímegustaqueesunabarbaridad!¡Mándelatraer!¡Además,usted es el comisario y usted manda! ¡Qué vainas! ¡Lo demás son cojudeces! ¡Ande,comisario!

—¿Ycreeustedquevaavenir?

—¡Peroesclaro!

—¿Conquiénvive?

—Sola,consushermanas,quesontambiénestupendas.

Baldazarisequedópensandoymoviendosufoete.

Unosminutosmástarde,JoséMarinoyelcomisarioBaldazarisalieronalapuerta.

—Anda,Cucho—dijoMarinoasusobrino—,andaalacasadelasRosadasydilealaGraciela que venga aquí, al bazar, que la estoy esperando, porque ya me voy. Si tepregunta con quién estoy, no le digas quiénes están aquí. Dile que estoy solo,completamentesolo.¿Mehasoído?

—Sí,tío.

—¡Cuidadoconqueteolvides!Dilequeestoysolo,quenohaynadiemásenelbazar.Deja el caballo.Amárralo a la pata delmostrador. ¡Anda! ¡Pero volando! ¡Ya estás devuelta!…

Cuchoamarrólapuntadelasogadelcaballoaunapatadelmostradorypartióahacerelmandado.

—¡Volando,volando!—ledecíanMarinoyBaldazari.

José Marino adulaba a todo el que, de una u otra manera, podía serle útil. Suservilismoalcomisarionoteníalímites.Marinoleservíahastaensusaventurasamorosas.Salían de noche a recorrer los campamentos obreros y los trabajos en las minas,acompañadosdeungendarme.Aveces,Baldazarisequedabaadormir,demadrugada,enalgunachozaoviviendadepeones,conlamujer,lahermanaolamadredeunjornalero.Elgendarmevolvíaentoncessoloa lacomisaría,yMarino, igualmentesolo,asubazar.¿Porquélasadulacionesdelcomerciantealcomisario?Lascausaseranmúltiples.Porelmomento, el comerciante iba a ausentarse y le había pedido al comisario el favor desupervigilarlamarchadelbazar,quequedabaacargodelprofesorZavala,queestabadevacaciones.Deotrolado,elcomisarioleestabaconsumiendoahoraengranescalaenelbazar,alpropiotiempoqueentrenabaalosotrosahacerlomismo.LastresdelatardeyyaJoséMarinohabíavendidomuchasbotellasdechampaña,decinzano,decoñacydewhisky…Perotodasestasnoeransinorazonesdelmomentoymuynimias.Otraseranlasde siemprey lasmás serias.El comisarioBaldazari eraelbrazoderechodel contratistaJoséMarino, en punto a la peonada y en punto a los gerentes de la «Mining Society».

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CuandoMarinonopodíaconunpeón,quesenegabaareconocerleunacuenta,aaceptarunsalariomuybajooa trabajaraciertashorasde lanocheodeundíaferiado,Marinoacudíaalcomisario,yestehacíacederalpeónconuncarcelazo,conla«barra»(supliciooriginal de las cárceles peruanas) o a foetazos. Asimismo, cuando Marino no podíaobtener directamente demísters Taik yWeiss tales o cuales ventajas, facilidades o, engeneral, cualquier favorogranjería,MarinoacudíaaBaldazariyeste intervenía, con lainfluenciay ascendientede su autoridad, obteniendode lospatrones todo cuantoqueríaJosé Marino. Nada, pues, de extraño que el comerciante estuviese ahora dispuesto aentregarasuqueridaalcomisario,ipsofactoyenpúblico.

Alpocorato,laGracielaaparecíaenlaesquinaacompañadadeCucho.Losdelbazarse escondieron. Solamente José Marino apareció a la puerta, tratando de disimular suembriaguez.

—Pasa—dijoafectuosamenteMarinoalaGraciela—.Yamevoy.Pasa.Tehehechollamarporqueyamevoy.

LaGracieladecíatímidamente:

—Yocreíaqueseibaustedairasínomás,sindecirmenisiquierahastaluego.

Una repentina carcajada estalló en el bazar y todos los contertulios aparecieron degolpe anteGraciela. Colorada, estupefacta, dio un traspié contra elmuro. La rodearon,unos estrechándole la mano, otros abrazándola y otros acariciándola por el mentón.Marinoledecía,desternillándosederisa:

—Siéntate.Siéntate.Esladespedida.¡Quéquieres!¡Losamigos!¡Nuestrospatrones!¡Nuestrograndeyqueridocomisario!¡Siéntate!¡Siéntate!¿Yquétomas?…

CerraronamediaslapuertayCuchojalódeafueralasogadelcaballo,sentándoseenelquicioaesperar.

Cayónieve.Variasvecesvinogenteahacercomprasenelbazaryseibansinatreverseaentrar.Unaindiadeairedolorosoyapurada,llegócorriendo.

—¿Ahíestátutío?—lepreguntójadeanteaCucho.

—Sí,ahíestá.¿Paraqué?

—Paraquemevendaláudano.Estoymuyapurada,porqueyasemueremimama.

—Paseusted,siquiere.

—¿Peroquiénsabeestácongente?

—Estáconmuchosseñores.Peroentreusted,siquiere…

Lamujervacilóysequedóalapuerta,esperando.Unaangustiacrecientesepintabaensucara.Cucho,sinsoltarlasogadelcaballo,seentreteníaendibujarconelcabodeunlápizrojo,yenunpedazodesucuadernodelaescuela,lasarmasdelapatria.Lamujeriba y venía, desesperada y sin atreverse a entrar al bazar. Aguaitaba lo que adentro

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sucedía,seponíaaescucharyvolvíaapasearse.LepreguntabaaCucho:

—¿Quiénestáahí?

—Elcomisario.

—¿Quiénmás?

—El cajero, el ingeniero, el profesor, los gringos… Están bien borrachos. Estántomandochampaña.

—¡Perooigounamujer!…

—LaGraciela.

—¿LaRosada?

—Sí.Mitíolahamandadollamar,porqueyaseva.

—¡Ay,Diosmío! ¿Aqué hora se irán? ¿Aqué hora se irán?…Lamujer empezó agemir.

—¿Porquéllorausted?—lepreguntóCucho.

—YasemueremimamaydonJoséestácongente…

—Siquiereusted,lollamaréamitío,paraquelevenda…

—Quiénsabesevaaenojar…

Cuchoaguaitóhaciaadentroyllamótímidamente:

—¡TíoPepe!…

Laorgíaestabaensucolmo.Delatiendasalíaunvoceríoconfuso,mezcladoderisasygritosyuntufonauseante.Cuchollamóvariasveces.Alfin,salióJoséMarino.

—¿Quéquieres,carajo?—ledijo,irritado,asusobrino.

Cucho,alverleborrachoycolérico,diounsaltoatrás,amedrentado.Lamujersehizotambiénaunlado.

—Paraquevendaustedláudano—murmuróCucho,delejos.

—¡Qué láudanoni la puta que te parió!—rugió JoséMarino, lanzándose furibundosobresusobrino.Lediounbofetónbrutalenlacabezaylederribó.

—¡Carajo!—vociferabaelcomerciante,dándoledepuntapiés—.¡Cojudo!¡Meestásjodiendosiempre!

AlgunostranseúntesseacercaronadefenderaCucho.LamujerdelláudanolerogabaaMarino,arrodillada:

—¡Nolepegueusted,taita!Silohahechopormí.Porqueyoledije.¡Péguemeamí,siquiere!¡Péguemeamí,siquiere!…

Algunaspatadascayeronsobrelamujer.JoséMarino,ciegodeiraydealcohol,siguió

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golpeandoalazar,duranteunossegundos,hastaquesalióelcomisarioylocontuvo.

—¿Quéesesto,miqueridoMarino?—ledijo,sujetándoleporlassolapas.

—¡Perdone,comisario!—respondíaMarino,humildemente—.¡Lepidomilperdones!

Ambospenetraronalbazar.Cuchoyacíasobrelanieve,llorandoyensangrentado.Laindia,depie,juntoaCucho,sollozabadolorosamente:

—Soloporquelollama,lepega.¡Soloporeso!¡Yamítambién,soloporquevengoporunremedio!…

Aparecióunindiomocetónllorandoyalacarrera:

—¡Chana!¡Chana!¡Yamuriómama!¡Ven!¡Ven!¡Yamurió!…YChana,laindiadelláudano,seechóacorrer,seguidadelindioyllorando.

ElcaballodeJoséMarino,espantado,habíahuido.Cucho,secándoselaslágrimasylasangre, lo fueabuscar.Sabíamuybienque,de irseelcaballo,«lasnalgasyanoseriansuyas»,comosolíadecirsutíocuandoleamenazabaazotarle.Volvió,felizmente,conelanimal,ysesentódenuevoalapuertadelbazar,quecontinuabaentreabierta.Seagachóyaguaitóahurtadillas.¿Quésucedíaahoraenelbazar?

JoséMarinoconversabatrasdelapuerta,ensecretoycopaenmano,conmísterTaik,elgerentedela«MiningSociety».Ledecíaentonoinsinuanteyadulador:

—Pero,místerTaik:yomismo,conmispropiosojos,lohevisto…

—Ustedesmuyamable,peroesoespeligroso—replicabamuycoloradoysonriendoelgerente.

—Sí,sí,sí.MísterTaik,decídasenomás.Yoséporquéledigo.Rubioesunenfermo.Ella(hablabandelamujerdeRubio)noloquiere.Además,semuereporusted.Yolahevisto.

Elgerentesonreíasiempre:

—Pero,señorMarino,puedesaberloRubio…

—Yoleaseguroquenolosabrá,místerTaik.Yoseloaseguroconmicuello.

Marinobebiósucopayañadió,decidido:

—¿Quiere usted que yome lleve aRubio un día fuera deQuivilca, para que ustedaproveche?

—Bueno,yaveremos.Yaveremos.Muchasgracias.Ustedesmuyamable…

—Tratándosedeusted,místerTaik,yasabequeyonoreparoennada.Soysuamigo,muymodesto,sinduda,muyhumildeymuypobre,elúltimo,quiénsabe,peroamigodeverasydispuestoaservirlehastaconmivida.Supobreservidor,místerTaik.¡Supobreamigo!

Marinoseinclinólargamente.

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Enesemomento,místerWeiss,delotroextremodelbazar,llamabaalcomerciante:

—¡SeñorMarino!¡Otratandadechampaña!…

JoséMarinovolóaservirlascopas.

Entretanto, laGraciela estabaya borracha. JoséMarino, su amante, la había dado abeber un licor extrañoymisterioso, preparadopor él en secreto.Una sola copade estelicorlahabíaembriagado.ElcomisarioledecíaenvozbajayaparteaMarino:

—¡Formidable!¡Formidable!Esustedunportento.Yaestámásparalaotraqueparaesta…

—Yeso—respondíaMarino,jactancioso—,yesoquenolehepuesto_muchodeloverde. De otro modo, ya habría doblado el pico hace rato… Abrazaba a Baldazari,añadiendo:

—Ustedse lomerece todo,comisario.Porusted todo. ¡Nodigoun«tabacazo»! ¡Nodigounamujer!¡Porusted,mivida!Créalo.

La Graciela, en los espasmos producidos por el «tabacazo», cantaba y lloraba sincausa.Separabadeprontoybailabasola.Todoshacíanpalmas,entrerisasyrequiebros.LaGraciela,conunacopaenlamano,decía,bamboleándoseysinpañolón:

—¡Yosoyunapobredesgraciada!¡DonJosé!¡Vengausted!¿Quiénesustedparamí?¡Hágameelfavor!Yosolosoyunapobreynadamás…

Las risas y los gritos aumentaban. José Marino, del brazo del comisario, le dijoentoncesalaGraciela,comoaunaciega,yantetodosloscontertulios:

—¿Ves? Aquí está el señor comisario, la autoridad, el más grande personaje deQuivilca,despuésdenuestrospatrones,místersTaikyWeiss.¿Lovesaquí,connosotros?

LaGraciela,losojosveladosporlaembriaguez,tratabadeveralcomisario.

—Sí.Loveo.Sí.Elseñorcomisario.Sí…

—Bueno. Pues el señor comisario va a encargarse de timientrasmi ausencia. ¿Meentiendes?Élveráporti.Élharámisvecesentodoyparatodo…

Marino,diciendoesto,hacíamuecasdeburlayañadía:

—Obedécele como a mí mismo. ¿Me oyes? ¿Me oyes, Graciela?… La Gracielarespondía,lavozarrastradaycasicerrandolosojos:

—Sí…Muybien…Muybien…

Después vaciló su cuerpo y estuvo a punto de caer. El cajero Machuca soltó unarisotada. JoséMarino lehizo señasdecallarseyguiñóelojoaBaldazari, significándolequelamelazaestabaenpunto.Losdemás,encoro,ledecíanamediavozaBaldazari:

—¡Yacomisario!¡Entrenomás!¡Éntrele!…

Elcomisarioselimitabaareíryabeber.

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Graciela,agarrándosedelmostradorparanocaer,fueasentarse, llamandoagrandesvoces:

—¡DonJosé!¡Vengaustedamilado!¡Vengausted!…

José Marino insinuó de nuevo a Baldazari que se acercase a la Rosada. Baldazarivolvió, por toda respuesta, a beber otra copa. A los pocos instantes, Baldazari seencontraba completamente borracho. Hizo servir varias veces champaña. Los demásestaban, asimismo, ebrios y en una inconsciencia absoluta. Rubio hablaba de políticainternacionalagritosconmísterTaiky,deotrolado,elprofesorZavala,LeónidasBenitesymísterWeiss se abrazaban en grupo. JoséMarino y el comisario Baldazari rodeabansiempre a laGraciela.Unmomento, laRosada abrazó aMarino, pero este se escabullósuavemente,poniendoensulugaraBaldazarienlosbrazosdeGraciela.Lamuchachasediocuentayapartóbruscamentealcomisario:

—¡Besaalseñorcomisario!—leordenóentoncesMarino,irritado.

—¡No!—respondióGracielaenérgicamenteycomodespertando.

—¡Déjela!—dijoBaldazariaMarino.

Peroelcontratistadepeonesestabayacoléricoeinsistió:

—¡Besaalseñorcomisariotehedicho,Graciela!

—¡No!¡Eso,nunca!¡Nunca,donJosé!

—¿Nolebesas?¿Nocumplesloqueyoteordeno?¡Espérate!—gruñóelcomercianteysefueaprepararotro«tabacazo».

Alvenirlanoche,cerraronherméticamentelapuertayelbazarquedósumidoenlastinieblas. Todos los contertulios —menos Benites, que se había quedado dormido—conocieronentonces,unoporuno,elcuerpodeGraciela.JoséMarinoprimeroyBaldazaridespués,habíanbrindadoa lamuchachaa susamigos,generosamente.Losprimerosengustar de la presa fueron, naturalmente, los patrones místers Taik y Weiss. Los otrospersonajes entraron luego a escena, por orden de jerarquía social y económica: elcomisario Baldazari, el cajeroMachuca, el ingeniero Rubio y el profesor Zavala. JoséMarino,pormodestia,galanteríaorefinamiento,fueelúltimo.Lohizoenmediodeunabataholademoníaca.Marinopronunciabaenlaoscuridadpalabras,interjeccionesygritosdeunaabyecciónyunvicioespeluznantes.Undiálogoespantososostuvo,durantesuactohorripilante,consuscómplices.Unronquido,sordoyahogado,eralaúnicaseñadevidadeGraciela.JoséMarinolanzó,alfin,unacarcajadaviscosaymacabra…

Y,cuandoencendieronluzenelbazar,viosebotellasyvasosrotossobreelmostrador,champaña derramado por el suelo, piezas de tejidos deshechas al azar, y las caras,macilentasysudorosas.Unaqueotramanchadesangrenegreabaenlospuñosycuellosde las camisas. Marino trajo agua en un lavador para lavarse las manos. Mientras seestaban lavando, todos en círculo, sonó un tiro de revólver, volando el lavador por eltecho.Unacarcajadapartiódelabocadelcomisario,queeraquienhabíatirado.

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—¡Paraprobarmishombres!—dijoBaldazari,guardandosurevólver—.Peroveoquetodoshantemblado.

LeónidasBenitesdespertó.

—¿Y laGraciela?—interrogó, restregándose losojos—.¿Yase fue?…MísterTaik,limpiandosuslentes,dijo:

—SeñorBaldazari:hayquedespertarla.Meparecequedebeirseyaasurancho.Yaesdenoche.

—Sí, sí, sí —dijo el comisario, poniéndose serio—. ¡Hay que despertarla; usted,Marino,queessiempreelhombre!

—¡Ah!—exclamóelcomerciante—.Esovaaserdifícil.Contrael«tabacazo»nohayotroremediosinoelsueño.

—Pero,detodosmodos—argumentóRubio—,noesposibledejarlabotadaasí,enelsuelo…¿Noleparece,místerTaik?

—¡Oh,sí,sí!—decíaelgerente,fumandosupipa.

LeónidasBenitesseacercóaGraciela,seguidode losdemás.LaRosadayacíaenelsuelo, inmóvil, desgreñada, con las polleras en desorden y aún medio remangadas. Lallamaron, agitándola fuertemente y no dio señales de despertar. Trajeron una vela.Volvieron a llamarla y amoverla. Nada. Seguía siempre inmóvil. JoséMarino puso laorejasobreelpechodelamozaylosotrosesperaronensilencio.

—¡Carajo!—exclamóelcomerciante,levantándose—.¡Estámuerta!…

—¿Muerta? —preguntaron todos, estupefactos—. ¡No diga usted disparates!¡Imposible!

—Sí —repuso en tono despreocupado el amante de Graciela—. Está muerta. Noshemosdivertido.

MísterTaikdijoentoncesenvozbajaysevera:

—Bueno.Quenadiedigaestabocaesmía.¿Mehanoído?¡Niunapalabra!Ahorahayque llevarlaasucasa.Hayquedecirasushermanasque lehadadounataqueyque ladejenreposarydormir.Ymañana,cuandolahallenmuerta,todoestaráarreglado…

Losdemásasintieronyasísehizo.

A las diez de la noche, José Marino montó a caballo y partió a Colca. Y, al díasubsiguiente,seenterróaGraciela.EnprimerafiladelcortejofúnebreibaelcomisariodeQuivilca,acompañadodeZavala,deRubio,deMachucaydeBenites.Delejos,seguíaelcortejoCucho,elsobrinodelamantedelamuerta.

Todos los del bazar volvieron del cementerio tranquilos y conversandoindiferentemente.SoloLeónidasBenitesestabamuypensativo.Elagrimensoreraelúnicode los del bazar en quien la muerte de Graciela dejó cierto pesar y hasta cierto

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remordimiento.Enconciencia,sabíaBenitesquelaRosadanohabíafallecidodemuertenatural.VerdadesqueélnovionadadeloqueocurrióconGracielaenlaoscuridad,porhabersequedadoprofundamentedormido;perolosospechabatodo,aunquesolofuesedemodo oscuro y dudoso. Benites, de regreso del entierro, se encerró en su cuarto,arrepentido de la escena del bazar, cosa a la que no estaba acostumbrado y que, enprincipio,lerepugnaba,ysetendióensucamaameditar.Después,sequedódormido.

Porlatardedeesemismodía,sepresentarondeprontoenelescritoriodelgerentedela«MiningSociety»,místerTaik,lasdoshermanasdelamuerta,TeresayAlbina.Veníanllorando.Otrasdosindias,chicherastambién,comolasRosadas,lasacompañaban.AlbinayTeresapidieronaudienciaalpatróny,trasdeunabreveespera,fueronintroducidasanteel yanqui, a quien acompañaba a la sazón su compatriota, el subgerente,místerWeiss.Amboschupabansuspipas.

—¿Quéselesofrece?—preguntósecamentemísterTaik.

—Aquí, patrón—dijo Teresa, llorando—, venimos porque todos dicen en QuivilcaquealaGraciela lahanmatadoyquenosehamuertoella.Nosdicenqueesporquelaemborracharonenelbazar.Poreso.Yqueusted,patroncito,debehacernosjusticia.Cómohadeser,pues,quematenasíaunapobremujeryquetodosequedeasínomás…

Elllantonoladejócontinuar.

MísterTaikseapresuróacontestar,enojado:

—¿Peroquiéndiceeso?

—Todos,señor,todos…

—¿Hanidoustedesaquejarsealcomisario?

—Sí,patrón.Peroélnosdicequesonhabladuríasynadamás,yquenoescierto.

—¿Entonces?Siasíleshacontestadoelseñorcomisario,¿aquévienenustedesaquíyporquésiguencreyendotonteríasychismesimbéciles?Déjensedezoncerasyváyanseasucasatranquilas.Lamuerteeslamuerteyelrestosonnecedadesylloriqueosinútiles…¡Váyanse! ¡Váyanse! —añadió paternalmente míster Taik, disponiéndose él también asalir.

—¡Váyanse!—repitió, tambiénen tonoprotector,místerWeiss, chupandosupipaypaseándose—. No hagan caso de tonterías. Váyanse. No estamos para cantaletas ymajaderías.Haganelfavor…

Losdospatrones,llenosdedignidadydespotismo,indicaronlapuertaalasRosadas,peroTeresayAlbina,cesandodellorar,exclamaron,alavez,airadas:

—¡Solo porque son patrones! ¡Por eso hacen lo que quieren y nos botan así, soloporque venimos a quejamos! ¡Han matado a mi Graciela! ¡La han matado! ¡La hanmatado!…

Vino un sirviente y las hizo salir de un empellón. Las dos muchachas se alejaron

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protestando y llorando, seguidas de las otras chicheras, que también protestaban ylloraban.

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II

JoséMarinofueaColcaporurgentesnegocios.EnColcateníaotrobazar,quecorríadeordinarioacargodesuhermanomenor,Mateo.LoshermanosMarinotenían,además,enColca, laagenciadeenganchedepeonespara los trabajosde lasminasdeQuivilca.Ensuma,lafirma«MarinoHermanos»consistía,deunaparte,enlosbazaresdeColcaydeQuivilca,y,deotra,enelenganchedepeonesparala«MiningSociety».

La «Mining Society» celebró un contrato con «Marino Hermanos», cuyasestipulacionesprincipaleseran lassiguientes:«MarinoHermanos» tomaban laexclusivadeproporcionara laempresayanqui todalamanodeobranecesariapara laexplotaciónminera de Quivilca y, en segundo lugar, tomaban, asimismo, la exclusiva delabastecimientoyventadevíveresymercaderíasalapoblaciónmineradeQuivilca,comomediodefacilitarelengancheyreenganchedelapeonada.«MarinoHermanos»,deestemodo, se constituían en intermediarios, de un lado, como verdaderos patrones de losobreros y, de otro lado, como agentes o instrumentos al servicio de la empresanorteamericana.

Este contrato con la «MiningSociety» estaba enriqueciendo a loshermanosMarinoconunarapidezpasmosa.Desimplescomerciantesenpequeño,queeranenColca,antesdedescubrirselasminasdeQuivilca,sehabíanconvertidoengrandeshombresdefinanza,cuyonombreempezabaaserconocidoentodoelcentrodelPerú.ElsolomovimientodemercaderíasdesusbazaresdeColcayQuivilcarepresentabarespetablescapitales.EnelmomentoenqueJoséMarinoveníaaColca,despuésdelajaranaylamuertedeGraciela,en el bazar de Quivilca, «Marino Hermanos» iban a decidir de la compra de unosyacimientos auríferos enunahoyadelHuataca.Tal era elprincipalmotivodelviajedeJoséMarinoaColca.

Pero,elmismodíadesullegada,porlanoche,despuésdecomer, laatencióndeloshermanosMarino,enelcursodeunalargaconferencia,fuedeprontoypreferentementeatraídahaciadiversascuestionesrelativasalenganchedepeonesparaQuivilca.Antesdesu partida de Quivilca, José Marino había tenido acerca de este asunto una extensaconversaciónconmísterTaik.Laoficinadela«MiningSociety»enNuevaYorkexigíaunaumentoenlaextraccióndetungstenodetodassusexplotacionesdelPerúyBolivia.ElsindicatominerohacíanotarlainminenciaenqueseencontrabanlosEstadosUnidosdeentrarenlaguerraeuropeaylanecesidadconsiguienteparalaempresa,deacumulareneldíaunfuertestockdemetal,listoparasertransportado,aunaordentelegráficadeNuevaYork,alosastillerosyfábricasdearmasdelosEstadosUnidos.MísterTaiklehabíadichosecamenteaJoséMarino:

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—Ustedmepone,antesdeunmes,cienpeonesmásenlasminas…

—Haré,místerTaik,loqueyopueda—respondióMarino.

—¡Ah, no! No me diga usted eso. Usted tiene que hacerlo. Para los hombres denegocio,nohaynadaimposible…

—Pero, míster Taik, fíjese que ahora es muy difícil traer peones desde Colca. Losindios ya no quieren venir. Dicen que esmuy lejos.Quierenmejores salarios.Quierenvenirseconsusfamilias.Elentusiasmodelosprimerostiemposhapasado…

MísterTaik,sentadorígidamenteantesuescritorio,ydespuésdechuparsupipa,pusofinalosalegatosdeJoséMarinodiciendoconimplacabledecisión:

—Bueno.Bueno.Cienpeonesmásdentrodeunmes.Sinfalta.

YmísterTaiksaliósolemnementedesuoficina.JoséMarino,cavilosoyvencido, losiguió a pocos pasos. Pero un diálogo tal —dicho sea de paso—, lejos de enfriar laamistad—siamistaderaeso—entreamboshombres,laafianzómás.JoséMarinovolvióalbazar,yenloprimeroquepensófueenhacervenirpormediodeunamigo,elcajeroMachuca,amísterTaik,alareunióndedespedidaalcomerciante.

—TráigameamísterTaikyamísterWeiss.

—Vaaserdificil.

—No,hombre.Vayaustedatraerlos.Hágalocomocosasuya,yquenosedencuentaqueyoselohedicho.Dígalesquesolovanaestarunosminutos.

—Va a ser imposible. Están los gringos trabajando. Usted sabe que solo vienen albazarenlatarde.

—No,hombre.Vayaustednomás.Ande,queridocajero.Además,yavaaserhoradealmuerzo…

Machucafueylogróhacerveniralosdosyanquis.EntoncesJoséMarinosedeshizoenreverenciasyatencionesparamísterTaik, loque,naturalmente,nomodificóennadalas exigencias de la «Mining Society» en orden al tungsteno destinado a los EstadosUnidosyalaguerramundial.

—Una vez en el bazar —refería José Marino a su hermano en Colca—, volví ahablarlealgringosobreelasuntoyvolvióadecirmequenoerancosas suyas,yqueélteníaquecumplirlasórdenesdelsindicato,muyasupesar.

—Pero, entonces—argumentabaMateo—, ¿qué vamos a hacer ahora? EnQuivilcamismo,oenlosalrededores,noseráposibleencontrarindiossalvajes.¿Ylossoras?

—¡Lossoras!—dijoJosé,burlándose—.Hace tiempoquemetimosa lossorasa lasminasyhace tiempo tambiénquedesaparecieron. ¡Indiosbrutosysalvajes!Todoselloshanmuertoenlossocavones,porestúpidos,pornosaberandarentrelasmáquinas…

—¿Entonces?—volvió a preguntarse con angustiaMateo—. ¿Qué se puede hacer?

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¿Quépodemoshacer?

—¿Cuántospeoneshaysocorridos?—preguntó,asuvez, José.Mateo,hojeando loslibrosylostalonariosdeloscontratos,decía:

—Hay23,quedebíanhaberpartidoaQuivilcaestemes,antesdel20.

—¿Loshashechollamar?¿Quédicen?

—He visto a algunos, a nueve de ellos, hace quince días, más o menos, y meprometieronsalirparaQuivilcaa finesde la semanapasada.Sino lohanhecho,habríaqueiraverlosdenuevoyobligarlosasalir.

—¿Estáaquíelsubprefecto?

—Sí;aquíestá,precisamente.

—Bueno.Entonces,nohaymásquepedirledossoldadosmañanamismo,parairporloscholosinmediatamente.¿Dóndeviven?Miraeneltalonario…

Mateo hojeó de nuevo el talonario de los contratos, recitando, uno por uno, losnombresdelospeonescontratadosysusdomicilios.Luegodijo:

—AlCruz,alPío,alviejoGradosyalcholoLaurencio,selespudeiravermañanajuntos.DeChocodasepuedepasaraConraydespuésaCunguay,deunsolotiro…

Joséreplicódeprisa:

—No,no,no.Hayqueverlosatodosmañanamismo,alosnuevequetúdices,aunqueseadenocheoalamadrugada…

—Bueno.Sí.Naturalmente.Claroqueselespuedever.Alosgendarmeslesdamossusolacadauno,subuencañazo,sucocaysuscigarrosyyaestá…

—¡Claro!¡Claro!—exclamabaJosé,entonodecidido.

Ambossepaseabanenelcuarto,calzadosdebotasamarillas,unenormepañuelodeseda al cuello y vestidos de «diablo-fuerte». Los hermanosMarino eran originarios deMoliendo. Hacía unos doce años que fueron a establecerse a la sierra, empezando atrabajarenColca,enunatienducha,situadaenlacalledelComercio,dondeambosvivíanyvendíanunoscuantosartículosdeprimeranecesidad:azúcar,jabón,fósforos,kerosene,sal,ají,chancaca,arroz,velas,fideos, té,chocolateyron.¿Conquédineroempezaronatrabajar?Nadie,enverdad,losabíaacienciacierta.SedecíasolamentequeenMoliendotrabajaroncomocargadoresenlaestacióndelferrocarrilyqueallíreunieroncuatrocientossoles, que fue todo el capital que llevaron a la sierra. ¿Cómo y cuándo pasaron de laconductaocontexturamoraldeproletarios,aladecomerciantesoburgueses?¿Siguieron,acaso —una vez de propietarios de la tienda de Colca—, siendo en los basamentossocialesdesuespíritu,losantiguosobrerosdeMoliendo?LoshermanosMarinosaltarondeclasesocialunanochedejuniode1909.Lametamorfosisfuepatética.Elbrincodelahistoria fue cruento, coloreado y casi geométrico, a semejanza de ciertos números defondodeloscircos.

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EraelsantodelalcaldedeColcaylosMarinofueroninvitados,entreotrospersonajes,a comer conel alcalde.Era laprimeravezque seveían solicitadospara alternar con labuenasociedaddeColca.Lainvitaciónlescayótandeloaltoyenformataninesperada,quelosMarino,enelprimermomento,reíanenunéxtasismedioanimalydramático,alavez.Porqueeraelcasoqueniunoniotroteníaelvalordehacerfrenteatamañaempresa.NiJoséniMateoqueríaniralbanquete,devergüenzadesentirseenmediodearistócratas.Suspulmonesproletariosno soportaríanunaire semejante.Y tuvieron, a causadeesto,unadisputa.JoséledecíaaMateoquefueseélalafiesta,yviceversa.Lodecidieronpormediodelasuerteenuncentavo:cruzocara.Mateofuealacomidadelalcalde.Sepusosu vestido de casimir, su sombrero de paño, camisa con cuello y puños de celuloide,corbata y zapatos nuevos de charol.Mateo se sintió elegante y aun estuvo a punto desentirseyaburgués,denoempezaraajustarleydolerlemucholoszapatos.Primeravezque se los ponía y no tenía otro par digno de aquella noche. Mateo dijo entonces,sentándoseyconunaterriblemuecadedolor:

—Yonovoy.Meduelenmucho.Nopuedocasidarpaso…Josélerogó:

—¡Pero fíjate que es el alcalde! ¡Fíjate el honor que vas a tener de comer con sufamilia y el subprefecto, los doctores y lomejor deColca! ¡Anda! ¡No seas zonzo!Yaverásquesivasalbanquete,nosvanainvitarsiempre,atodaspartes,eljuez,elmédicoyhastaeldiputado,cuandovenga.YseremosnosotrostambiénconsideradosdespuéscomopersonasdecentesdeColca.Deestanochedependetodo.Yvasaver.Todoestáenentraren la sociedad, y el resto ya vendrá: la fortuna, los honores. Con buenas relaciones,conseguiremostodo.¿Hastacuándovamosaserobrerosymalconsiderados?…

Yasehacíatardeyseacercabalahoradelbanquete.TrasdemuchosruegosdeJosé,Mateo, sobreponiéndose al dolor de sus zapatos, afrontó el heroísmo de ir a la fiesta.Mateo sufría lo indecible. Iba cojeando, sin poderlo evitar. Al entrar a los salones delalcalde, entre la multitud de curiosos del pueblo, con algo tropezó el pie que más leapretabay ledolía.Casidaunsaltodedolor,enelpreciso instanteenque lamujerdelalcalde aparecía a recibirle a la puerta.MateoMarino transformó entonces y sin darsecuentacómo,susaltodedolor,enunagenuflexiónmundana,improvisadaeirreprochable.MateoMarinosaludóconperfectacorrección:

—¡Señora,tantohonor!…

Estrechólamanodelaalcaldesayfueatomarasiento,conpasofirme,desenvueltoycasi flexible.Elpuentede lahistoria,elarcoentreclaseyclase,habíasidosalvado.Lamujerdelalcaldeledecía,díasdespués,asumarido:

—¡PeroresultaqueMarinoesunencanto!Hayqueinvitarlesiempre.

En Colca no tenían los Marino más familia que Cucho, hijo de Mateo y de unachicheraquehuyóalacostaconotroamante.

Mateovivía ahora en una gran casa, que comunicaba con el bazar, ambos—casa yestablecimiento— de propiedad de la firma «Marino Hermanos». Allí, en una de las

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habitaciones de esa casa, estaban ahora conferenciando acerca de sus negocios yproyectos.

—¿YcómodejaslosasuntosenQuivilca?—preguntómástardeMateoasuhermano.

—Así,así…Losgringosson terribles.MísterTaik,sobre todo,nosecasaniconsuabuela.¡Quéhombre!Metienehastalasorejas.

—Pero,hermano,hayquesaberagarrarlo…

—¡Agarrarlo!¡Agarrarlo!—repitióJoséconsornayescepticismo—.¿Túpiensasqueyono [he]ensayadoyamil formasdeagarrarlo?…Losdosgringossonunospendejos.Casitodoslosdíasloshagoveniralosdosalbazar,valiéndomedeMachuca,deRubio,deBaldazari. Vienen. Se bebe. Yo les invito casi siempre. Con frecuencia, los meto conmujeres. Nos vamos de juerga al campamento de peones. Muchas veces, los invito acomer.Enfin…Hastadealcahuetelessirvo…

—¡Esoes!¡Asíhayquehacerlo!

—¿Sabes la que le hemetido en la cabeza amíster Taik?—le dijo José riendo—.Comoyoséqueesunmujereroendemoniado,lehedichoquelamujerdeRubiosemuereporél.Selohedichoeldíademiviaje,porquecomoacababadejodermeconlacuestióndelospeones,yoquiseengatusármeloasí,paraqueseablandarayretirasesuexigenciadeloscienpeonesparaestemes…

—¿Yquéresultó?

—Nada.Elgringosolosereíacomounidiota.Másamás,casimeoyeysedacuentaRubio.Después,quiseemborracharloytampocoseablandó.Porúltimo,llaméaBaldazariy le dije que viese lamanera de tocarle el punto a lo disimulado. Pero tampoco hubomaneradeagarrarlo.ConBaldazarisehacíaelcojudo.¡Total,nada!

—¿Pero,enverdad,estálamujerdeRubioenamoradadeél,otúlesacasteesa?

—¡Quévaaestarenamorada,hombre!Yoselesaquéesasoloporhalagarloyporverquéresultaba.Sielgringosehubieraentusiasmado,lamujerdeRubioyRubiomismosehabríanhechode la vista gorda.Tú conoces ya lo que esRubio: con tal de sacar algo,vendehastaasumujer…

—Bueno—dijoMateo—.Hay que dormir ya. Tú estás rendido ymañana tenemosmuchoquehacer…¡Laura!—gritó,parándoseenlapuertadelcuarto.

—¡Ahívoy,señor!—respondióLauradesdelacocina.

Laura,unaindiarosadayfresca,bajadadelapunaalosochoañosyvendidaporsupadre,unmíseroalparcero,alcuradeColca,fuetraspasada,asuvez,porelpárrocoaunaviejahacendadadeSonta,yluego,seducidayraptada,hacíadosaños,porMateoMarino.Lauradesempeñabaencasade«MarinoHermanos»elmúltipleroldecocinera,lavandera,amadellaves,sirvientademanoyqueridadeMateo.CuandoJoséveníadeQuivilca,porpocosdías,aColca,Laurasolíaacostarsetambiénconél,aescondidasdeMateo.Este,sin

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embargo, lo había sospechado y, más aun, últimamente, de la sospecha, pasó a lacertidumbre. Pero el juego de Laura no parecía incomodar a «Marino Hermanos». Alcontrario,losbrazosdelacriadaparecíanunirlosyestrecharlosmáshondamente.Loqueenotroshabríaencendidocelos,en«MarinoHermanos»avivólafraternidad.

CuandoLauraentróalcuartodondeestabanlosMarino,estoslaobservarondereojoylargamente:José,conapetito,yMateo,untantoreceloso.MientrasLaurasirviólacomida,los dos hermanos no la habían hecho caso, absorbidos como estaban por los negocios.Pero ahora, quevenía el sueñoy se acercaba el instante de la cama,Lauradespertódeprontounavivaatenciónen«MarinoHermanos».

—¿YaestálistalacamadeJosé?—lepreguntóMateo.

—Ya,señor—respondióLaura.

—Bueno.¿Hasdadodecomeralcaballo?

—Sí,señor.Leheechadounterciodealfalfa.

—Bueno.Ahora,mástarde,cuandoseenfríemás,lequitaslamonturayleechasotrotercio.

—Muybien,señor.

—Ybiendemañana, andadondeel tuertoLucasydilequevayaa traerme lamulanegra.Dilequeestéaquí,alomás,alasnuevedelamañana.Sinfalta.Porquetengoqueiralachacra…

—Muybien,señor.¿Nonecesitanotracosa?

—No.Puedesiraacostarte.

Laurahizoungestodesumisión.

—Buenasnoches,señores—dijoysalióinclinada.

—Buenasnoches.

LoshermanosMarinomiraronlargamenteelesbeltoyrobustocuerpodeLaura,quesealejaba a paso tímido, las polleras granates cubriéndole hasta los tobillos, la cinturacadenciosayceñida,loshombrosaltos,elpelonegroyentrenzaslacias,elporteseductor.

LascamasdeJoséydeMateoestabanenunmismocuarto.Unavezlosdosacostadosyapagadalavela,reinóentodalacasaunsilenciocompleto.Niunoniotroteníansueño,pero los dos fingieronquedar dormidos. ¿Cavilaban en los negocios?No.Cavilaban enLaura,queestabaahorahaciendosucamaenlacocina.Seoyódeprontounospasosdelamuchacha.Después,unleveruidodelcolchóndepaja,alserdesdoblado.Luego,Laura,poniéndosea remendarunzapato, secompusoelpecho.¿Enquépensaba,porsuparte,Laura? ¿En ir a desensillar el caballo y echarle el otro tercio? No. Laura pensaba en«MarinoHermanos».

Laura, por haber vivido, desde su niñez, la vida de provincia, se había afinado un

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poco,tomandomuchoshábitosypreocupacionesdeseñoritaaldeana.Sabíaleeryescribir.Con lo poco que le dabaMateo, se compraba secretamente aretes y vinchas, pañuelosblancos y medias de algodón. También se compró un día una sortija de cobre y unoszapatoscontaco.Unoqueotrodomingoibaamisa,bientemprano,antesqueselevantasesu patrón y amante. Y Laura, sobre todo, se había impregnado de un erotismo vago ysoñador.Teníaveinteaños.¿Quisoalgunavezaunhombre?Nunca.Perohabríaqueridoquerer.Porsupatrónsentíamásbienodio,aunqueesteodioanduviesedisfrazado,doradooamordazadoporunsentimientodevanidaddeaparecercomolaqueridadelseñorMateoMarino, uno de los más altos personajes de Colca. Pero, el odio existía. Íntimamente,Laura experimentaba repugnancia por su patrón, cuarentón colorado, medio legañoso,redrojo,grosero,sucio,tanavarocomosuhermanoyque,porsuparte,tampocosentíaelmenorafectoporsucocinera.Cuandohabíagenteencasade«MarinoHermanos»,MateoostentabaundesprecioencarnizadoeinsultanteporLaura,afindequenadiecreyeseloquetodoelmundocreía:queerasuquerida.YestoledolíaprofundamenteaLaura.

ConJosé,otraseransusrelaciones.ComoJosénopodíaposeerlaporlafuerzayaladescubierta,puestoquesuhermanoestabaconella,lavencióylareteníaconlaastuciayelengaño.JosélahizoentenderqueMateoerauntonto,quenolaqueríayqueharíaconella,alalarga,loquehizoconlamadredeCucho:someterlaalamiseria,obligándolaaescaparseconelprimervenido.Ledijo,deotrolado,queél,José,encambio, laamabamuchoy la haría su «querida de asiento» el día en queMateo la abandonase.Además,José, contrariamente a lo que hacía Mateo —que nunca prometió a Laura nada—, leprometíasiempredarledinero,aunquenunca,enrealidad,ledionada.Enresumen,Josésabíaengañarla,halagándolaymostrándoseapasionado,cosaestaqueLauranoadvirtiónuncaenMateo.Elpropiogéneroderelacionesculpablesquelosunía,azuzaba,deunaparte,aJoséanosersecoybrutalcomosuhermano,ydeotraparte,aLaura—mujer,alfin—asosteneryprolongarindefinidamenteestejuegocon«MarinoHermanos».Enellohabía también en Laura mucho de venganza a los desprecios de Mateo. Con todo, yexaminandolascosasenconjunto,tampocoamabaLauraaJoséMarino,nimuchomenos.Ellanosabía,deotrolado,si,enelfondo,ledetestabatantocomoasuhermano.Pero,entodo caso, sentía que lo que había entre ella y José era algomuy inconsistente, difuso,frágil, insípido.Muchasveces,pensándolo,Laura sedabacuentadequeno sentíanadaporestehombre.Y,simáslopensaba,llegabaaapercibirse,enfin,dequeleodiaba…

EnestomeditabaLaura,remendandosuzapato.

LoshermanosMarino,ensuscamas,meditaban,eluno,José,ansiosamente,enLaura,yelotro,Mateo,conciertomalestar,enLaurayenJosé.Estequeríairalacocina.MateonoqueríaqueJosépudieraira lacocina.JoséesperabaqueMateosequedasedormido.Aun cuando estaba convencido de que Mateo lo sabía todo, estaba también ahoraconvencidodequeMateoseharíaeldesentendidoydequetendríaquequedarse,tardeotemprano,dormido.Sinembargo,lassuposicionesdeJosénocorrespondíandeltodoalarealidad del pensamiento y la voluntad deMateo. Por primera vez, esta noche,Mateosentía una especie de celos vagos e imprecisos.AMateo, en verdad, le dolía que José

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fuesealacocina.¿Porqué?¿Porquéestanochetalesreparosynolasotrasveces?…

Pasólargorato,lascosasasíenlacabezadeLaurayenladoblecabezade«MarinoHermanos».EstosoyeronluegoqueLaurasalíaadesensillarelcaballoyaecharleelotroterciodealfalfa.Elruidodesuspasoserablando,casiaterciopeladoyvoluptuoso,puesLaurallevabazapatosllanos.Oyéndola,eldeseoseavivóenJosé.Levinoentoncesganasdetragarsalivaynolopudoevitar.Mateo,oyendoladegluciónsalivaldesuhermano,seaseguróentoncesdequeestedesvelabaysusresquemoresseavivaron.

Laura volvió a la cocina y cerró de golpe la puerta. Los hermanos Marino seestremecieron.¿Quéqueríadeciresamanerabruscadecerrarlapuerta?Josésedijoquesetratabadeunsignotácito,conelcualLauraqueríaindicarlequepensabaenélyquelanocheerapropiciaa los idilios.Mateodudabaentreestoquesedecía Joséy la ideadeque, con aquel portazo, Laura trataba, por el contrario, de significarle a él, Mateo, sudecisiónresueltaeinalterabledeguardarlefidelidad.PeroJoséyanopodíacontenersusinstintos.Sediounavueltaviolentaenlacama.Despuésseoyóelruidodelcolchóndepaja, cuando el joven cuerpode la cocinera cayóy se alargó sobre él.El deseoposeyóentonces por igual a ambos hombres. Los lechos se hacían llamas. Las sábanas seatravesaban caprichosamente. La atmósfera del cuarto se llenó de imágenes… José yMateoMarinosehallaron,uninstante,deespaldasunoalotro,sinsaberlo…

Mateo saltóde repentede su cama,y José, aloírle, sintióque le subía la sangredegolpealacabeza.¿DóndeibaMateo?UnceloviolentodeanimalposeyóaJosé.Mateotiró suavemente la puerta y salió descalzo al corredor.Mateo sabía que su hermano loestabaoyendotodo,peroélera,alfinyalcabo,eldueñooficialdeesamujeryeldeseoleteníatrastornado.JoséoyóluegoqueMateorasguñabalapuertadelacocina,rasguñoenelqueLaurareconocióasuamantedetodoslosdías.LarabialehacíaaJosécastañetearlosdientes,depieypegadalaorejaalapuertadeldormitoriofraternal.¿AbriríaLaura?Esta misma vaciló un instante en abrir. Hasta el propio Mateo dudó de si Laura lerecibiría.Mas,alfin,hablóytriunfóenlacocineraelsentimientodeesclavitudalpatrón«de asiento».CuandoyaLaura empezó adeslizarse lentamentedel colchóndepaja, depuntillas y en la oscuridad,Mateo, a quien la demora deLaura enardecía hasta hacerleperder la conciencia, volvió a rasguñar lapuerta, estavez ruidosamente.Laura tropezó,porlaprisa,enelbatándelacocina,yseoyóunporrazoenelsuelo.DespuésseabriólapuertayMateo,temblandodeansiedad,entró.Josésehabíaapercibidodetodaestaescenaensusmenoresdetallesytornóasucama.EldolordesucarnesedientaylaideaquesehacíadeloquepasabaenesosmomentosentreLauraysuhermano,lehacíanretorcerseangustiosamenteentrelassábanasylearrancabanahogadosrugidosdebestiaenvenenada.

Loquesucedióenlacocinafueenelsuelo.Lauraacababadecaerjuntoalbatányseluxólamuñecadeunamano,unhombroyunacadera.Gemíaensilencioylamuñecalesangraba.PeronadapudoembridarlosinstintosdeMateo.Alcomienzo,latomólamano,acariciándolaylamiendolasangre.Unmomentodespués,apartóbrutalmentelamuñecaheridadeLauray,segúnsucostumbre, lanzóunosbufidosdeanimalahíto.NiLauraniMateo habían pronunciado palabra en esta escena. Mateo se puso de pie y, con sumo

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tiento,ganólapuerta,salióyvolvióacerrarladespacio.Separóalbordedelcorredoryorinó largo rato. José sintió que una ola de bochorno recorría sus miembros, jaló lasfrazadasysetapóhastalacabeza.AlentrarMateoalcuarto,porlasampliasespaldasdeJosédescendióunsudorcalienteycasicáustico.

Lauraquedótendidaenelsuelo,llorando.Probódelevantarseynopudo.Lacaderaledolíacomoquebrada.

Unavezensucama,Mateosintiófrío.Segúnsuscálculos,yaunqueJosédabaseñasdedormir, estabaMateociertodequenodormía. ¿Insistiría Joséen ir a la cocina?Eramuyprobable.Sí.Joséqueríasiempreiralacocina.PeroMateoyanosentíaahoracelosdesuhermano. ImaginandoaJoséenbrazosdeLaura,yanose incomodaba.Unsoporespesoeirresistibleempezóainvadirley,cuando,unosminutosdespués,Joséabrióasuturnoydegolpelapuertaysalía,Mateonolooyó,puesroncabaprofundamente.

José empujó violentamente la puerta de la cocina y entró. Laura se incorporóvivamente,apesardesusdolores.Altanteo,labuscóJoséenlaoscuridad.Latocóalfin.Sumano,ávidaysudorosa,cayendocomounaarañagordaenlossenosmediodesnudosdelacocinera,laquitóelaliento.UnbesoapretadoylargounióloslabioshumedecidosaúndelágrimasdeLaura,alacallosabocaencrespadadeJosé.Lauracesódellorarysucuerpocimbrose,templándose.Lauradeseaba,pues,aJosé,¿yprecisamenteaJosé?No.Cualquierotrohombre,quenofueseMateo,habríaprovocadoenella idéntica reacción.LoquebastabaaLauraparareaccionarasíeraotrocontactoquenofueseelconocidoyestúpido del patrón cotidiano. Y si este nuevo contacto venía, además, apasionado,mimosoy,loqueesmásimportante,envueltoenlassombrasdeloprohibido,seexplicaaún mejor por qué Laura acogía a José Marino de una manera distinta que a MateoMarino.Laura, lacampesina—lohemosdichoya—,habíaadquiridomuchosmodosdeconductadeseñoritaaldeanay,entreestos,elgustodelpecado.

Al entrar José en los brazos de la cocinera, del cuerpo de esta salió una brusca yturbadora emanación. José sintió una extraña impresión y permaneció inmóvil unmomento.¿Quéoloreraese—mitaddemujeryotramitaddesconocida—,queledabaasíenelolfato,desconcertándole?¿Dedóndesalía?¿EraelolordeLaura?¿YsolamentedeLaura?Josépensóinstantáneamenteensuhermano.Uncalofríodepudor—deunpudorprofundamente humano y tormentoso— le sobrecogió. Sí.Mateo acababa de pasar porallí.Sus instintosviriles retrocedieron,comoretrocedeo resbalaunpotrodesbocado,alborde de un precipicio.Mas eso duró un segundo. El animal caído volvió a pararse y,desatentadoyciego,siguiósucamino.

Si no olvidamos que José no hacíamás que engañar a Laura y que la caricia y lapromesa terminaban una vez saciados sus instintos, se comprenderá fácilmente por quéJosé sealejase,unosminutosmás tarde,deLaura,diciéndoledesdeñosamenteyenvozbaja:

—Yparaestoheesperadohorasenteras…

—¡Pero,oigausted,donJosé!—ledecíaLaura,suplicante—.Nosealejeusted,que

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voyadecirleunacosa…

José,incomodándoseysinacercarsealacocinera,respondió:

—¿Quécosa?

—Yocreoqueestoypreñada…

—¿Preñada?¡Nofriegues,hombre!—dijoJoséconunarisadeburla.

—Sí,donJosé,sí.Yoséqueestoypreñada.

—¿Ycómolosabes?

—Porquetengovómitostodaslasmañanas…

—¿Ydesdecuándocreesqueestáspreñada?

—Yonosé.Peroestoycasisegura.

—¡Ah!—gruñóJoséMarino,malhumorado—.¡Esoesunavaina!¿YquédiceMateo?

—Yonolehedichonada.

—¿No le has dicho nada? ¿Ypor qué no le has dicho?Laura guardó silencio. Josévolvióadecirle:

—Responde.¿Porquénoselohasdichoaél?

EsteélsonóyseirguióentreJoséyLauracomounapareddivisoriaentredoslechos.LaurayJoséconocíanmuybienelcontenidodeesapalabra.Esteéleraelpadrepresunto,yJosédecíaélporMateo,mientrasqueLaurapensabaqueélnoeraprecisamenteMateo,sinoJosé.Ylacocineravolvió,poreso,aguardarsilencio.

—¡Eso va a ser una vaina! —repitió José, disponiéndose a partir. Laura trató deretenerloconungemido:

—¡Sí,sí!Porqueyonoestoypreñadadesuhermano,sinodeusted…Josérioen laoscuridad,mofándose:

—¿Demí?¿Preñadademí?¿Quieresecharmeamílapelotademihermano?…

—¡Sí!¡Sí,donJosé!¡Yoestoypreñadadeusted!¡Yolosé!¡Yolosé!¡Yolosé!…

Unsollozolaahogó.Joséargumentaba:

—Perosiyonoheestadocontigohaceyamásdeunmes…

—¡Sí,sí,sí,sí!…Fuelaúltimavez.Laúltimavez…

—¡Perotúnopuedessabernada!…¿Cómovasasaberlo,cuando,muchasveces,enunamismanoche,hasdormidoconmigoyconMateo?…

Laura,enesemomento,sintióalgoquelaincomodaba.¿Eraelsudor?¿Eralaposiciónenqueestabasucuerpo?¿Eransusluxaciones?Cambiódeposiciónyalgoresbalóporelsurcomásprofundode sucarne…Instantáneamentecruzópor el corazóndeLaurauna

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dudacompacta,tenebrosa,inmensa.Enefecto.¿CómoibaasabercuáldelosdosMarinoeraelpadredesuhijo?Ahoramismo,enesemomento,ellasentíaoscuramentegravitaryagitarse en sus entrañas de mujer las dos sangres de esos hombres, confundidas eindistintas.¿Cómodiferenciarlas?

—¿Perocómovasasaberlo?—repetíaJoséimperiosamente.

Laura ibaaresponderundisparate,perosecontuvo.No.Elhijonopodíaserde losdoshermanosMarino.Unhijotienesiempreunsolopadre.Lacocinera,sintiéndoseenelcolmodesuterribleincertidumbre,lanzóunsollozoentrañableydesgarrador.Josésalióycerrólapuertasilenciosamente.

***

Al otro día, a las diez de lamañana, los hermanosMarino fueron a ver al subprefectoLuna,porelasuntodelospeones.Cuandollegaronalasubprefectura,Lunaacababadeafeitarse.

—Antes que nada—dijo el viejo subprefecto, en tono campechano—van a probarustedesloqueesrico…

Sacódelaotrapiezaunabotellayunascopas,añadiendoalborozado:

—Adivinenustedesdedóndeviene…

—¿DelchinoChank?

—No,señor—exclamabaLuna,sirviendoélmismoelpisco.

—¿DelaviejaMónica?

—Tampoco.

—¿Decasadeljuez?

—Menos.

Josétomólaprimeracopaydijo,saboreándose:

—¿DelcuraVelarde?

—¡Esoes!

—¡Peroesestupendo!

—¡Formidable!

—¡Cojonudo!

Alaterceracopa,Mateoledijoalsubprefecto:

—Necesitamos,queridosubprefecto,dosgendarmes.

—¿Paraqué,hombre?…—respondióenbromayyaalgochispo,elviejoLuna—.¿Aquiénvanaecharbala?…

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Joséalegó:

—Espara iraveraunospeonesprófugos. ¡Quéquiereusted!La«MiningSociety»nosobligaaponerenlasminascienpeonesdeaquíaunmes.LaoficinadeNuevaYorkexigemás tungsteno. Y los cholos que tenemos «socorridos» se resisten a cumplir suscontratosyasalirparaQuivilca…

Elsubprefectosepusoserio,argumentando:

—Peroeselcasoqueyonodispongoahoradegendarmes.Lospocosquetengo,faltanpara tomar a mis conscriptos. Yo también, como ustedes saben, estoy en apuros. Elprefecto me obliga a enviarle para el primero del mes próximo, lo menos cincoconscriptos. ¡Y los cholos se han vuelto humo!… No tengo sino dos en la cárcel.Precisamente…—dijo,volviéndosealapuertadesudespacho,quedabasobrelaplaza,yllamandoenvozalta—:¡Anticona!…

—¡Su señoría! —respondió un gendarme, apareciendo al instante, cuadrándose ysaludandomilitarmentedesdelapuerta.

—¿Salieronlosgendarmesporlosconscriptos?

—Sí,suseñoría.

—¿Aquéhora?

—Alaunadelamañana,suseñoría.

—¿Cuántoshansalido?

—Elsargentoytressoldados,suseñoría.

—¿Ycuántosgendarmeshayenelcuartel?

—Dos,suseñoría.

—¡Ya ven ustedes! —dijo el subprefecto, volviéndose a «Marino Hermanos»—.Tengolosjustosparaelservicio.Nadamásquelosjustos.¡Estoesunabroma!Porquelosmismos gendarmes se hacen los rengos. No quieren secundarme. Son unos borrachos.Unosharaganes.Contaldequemetraiganlosconscriptos,lesheprometidoascenderlosypremiarlos,yleshedadosupisco,sucoca,suscigarrosy,enfin,lesheautorizadoaquehagan lo que quieran con los indios. ¡Látigo o sable, nome importa!Amí lo quemeimportaesquemetraigangente,sinpararseenmientesniencontemplaciones…

Luna tomó una expresión de crueldad calofriante. El ordenanza Anticona volvió asaludary se retiró con laveniadel subprefecto.Este sepaseaba, pensativoy ceñudo,y«MarinoHermanos»estabandepie,muypreocupados.

—¿A qué hora volverán los gendarmes con los conscriptos? —preguntó José a laautoridad.

—Supongoqueenlatarde,aesodelascuatroocinco.

—Bueno.Entonceslosgendarmespuedenirconnosotrosporlospeones,enlanoche,

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entreochoynueve,porejemplo.

—Allí veremos. Porque como se han levantado tan temprano, los gendarmes van aquererdescansarestanoche.

—¿Entonces?—dijoJosécontrariado—.Porquela«MiningSociety»nosexige…

—De otra manera—agregóMateo—, si no se nos proporciona los gendarmes quenecesitamos,nosserácompletamenteimposiblecumplirconlaempresa.

PorqueenelPerú,yparticularmenteenlasierra,alosobrerosleshacencumplirlospatronessuscontratosciviles,valiéndosedelaPolicía.Ladeudadelobreroescoercibleporlafuerzaarmada,comosisetrataradeundelito.Mástodavía.Cuandounobrerose«socorre»,esdecir,cuandovendesutrabajo,comprometiéndoseadarloenunafechamásomenosfijaalasempresasindustriales,nacionalesoextranjeras,ynollegaadarloenlafechaestipulada,esperseguidoporlasautoridadescomouncriminal.Unavezcapturado,y sin oír defensa alguna de su parte, se le obliga, por la fuerza, a prestar los serviciosprometidos.Es,enpocaspalabras,elsistemadelostrabajosforzados.

—En fin —repuso el subprefecto, en tono conciliador—. Ya veremos el modo dearreglarnosyconciliarintereses.Yaveremos.Tenemostiempo…

LoshermanosMarino,despechados,refunfuñaronaunavoz:

—Muybien.Perfectamente…

Elsubprefectosacósureloj:

—¡Las once menos cuarto! —exclamó—. A las once tenemos sesión de la JuntaConscriptoraMilitar…

Y, precisamente, al instante, empezaron a llegar al despacho sub-prefectural losmiembrosdelaJunta.ElprimeroenllegarfueelalcaldeParga,unantiguomontonerodeCáceres,muyviejoyencorvado,astutoyladrónempedernido.Despuésllegaronjuntoseljuezdeprimerainstancia,doctorOrtega,elmédicoprovincial,doctorRiaño,yelvecinonotabledeColca,Iglesias,elmásricopropietariodelaprovincia.EldoctorOrtegasufríadeunaforunculosispermanentey,originariodeLima,llevabayaenColcaunosdiezañosde juez. Una historiamacabra se contaba de él. Había tenido una querida, Domitila, aquienparece llegóaquererconfrenesí.PeroDomitilamurióhacíaunaño.Lagentere-feriaqueeldoctorOrteganopodíaolvidaraDomitilayqueunanoche,pocassemanasdespués del entierro, fue el juez en secreto, y disfrazado, al cementerio y exhumó elcadáver.AldoctorOrtegaleacompañaronenesteactodoshombresdetodasuconfianza.Eranestosdoslitigantesdeungraveprocesocriminal,afavordeloscualesfallódespuésel juez, en pago a sus servicios de esa noche. Mas ¿para qué hizo el doctor Ortegasemejanteexhumación?Sereferíaque,unavezsacadoelcadáver,eljuezordenóalosdoshombresquesealejasen,ysequedóasolasconDomitila.Sereferíatambiénqueelactosolitario—quenadievio,perodelquetodoshablaban—,queeldoctorOrtegapracticaraconelcuerpodelamuerta,eraunacosahorrible,espantosa…¿Eraestocierto?¿Era,al

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menos, presumible? El juez, a partir de lamuerte deDomitila, tomó un aire taciturno,misteriosoy,másaun,extrañoeinquietante.Salíapocoalacalle.Sedecía,asimismo,quevivíaahoraconGenoveva,unahermanamenordeDomitila.¿Quécomplejofreudianoyquémorbosarealidadseocultabanenlavidadeestehombre?Barbudo,mediocojo,conunalgodónovendasiempreenelcuello,emponchadoyrecogido,cuandopasabaporlacalle o asistía a un acto oficial, miraba vagamente a través de sus anteojos. La genteexperimentaba,alverle,unmalestarsutileinsoportable.Algunossetapabanlasnarices.

ElmédicoRiañoeranuevoenColca.Jovendeunostreintaañosy,segúnsedecía,defamilia decente de Ica, vestía con elegancia y tenía una palabra fácil y florida. Sedeclarabaconfrecuenciaunidealista,unpatriotaardiente,aunque,enelfondo,nopodíaesconderunarribismoexacerbado.Solteroybailarín, teníalocasporéla lasmuchachasdellugar.

EncuantoalviejoIglesias,subiografíaeramuysimple: lascuatroquintaspartesdelas fincas urbanas de Colca eran de su exclusiva pertenencia. Tenía, además, una ricahacienda de cereales y cría, «Tobar», cuya extensión era tan grande, su población desiervostannumerosaysusganadostaninmensos,queélmismoignorabaloque,acienciacierta,poseía.¿CómoadquirióIglesiastamañafortuna?Conlausurayaexpensasdelospobres. Sus robos fueron tan ignominiosos, que llegaron a ser temas de yaravíes,marinerasydanzaspopulares.Unadeestasrezabaasí:

Ahorasíqueteconozco

queeresdueñodeTobal,

conelsudordelospobres

quelesquitastesupan…

conelsudordelospobres

quelesquitastesupan…

Una numerosa familia rodeaba al gamonal. Uno de sus hijos, el mayor, estabaterminando sus estudios para médico en Lima, y ya se anunciaba su candidatura a ladiputacióndelaprovincia.

ElsubprefectoLunaposeíaunaejecutoriaadministrativa largayborrascosa.Capitánde gendarmes retirado, seductor y jugador, disponía de un ingenio para la intrigaextraordinario. Nunca, desde hacía diez años, le faltó puesto público. Con todos losdiputados,ministros,prefectosysenadores,estuvosiemprebien.Sinembargo,acausadesucrueldadyfaltadetino,nodurabaenlospuestos.Esasícomohabíarecorridocasitodalarepública,desubprefecto,comisario,mayordeguardias,jefemilitar,etc.,etc.Unasolacosadabaunidadasuvidaadministrativa: losdisturbios,motinesysucesossangrientosqueentodaspartesprovocaba,enrazóndesusintrigas,intemperanciasyvicios.

UnavezqueloshermanosMarinosalierondelasubprefectura, lasesióndelaJuntaConscriptoraMilitar quedó abierta. Leyó el acta anterior el secretario del subprefecto,

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Boado,unjovenllenodebarrosenlacara,ronco,debuenaletraymuyenamorado.Nadieformulóobservaciónalgunaalacta.Lunadijoluegoasusecretario:

—Déustedlecturaaldespacho.

Boadoabrióvariospliegosyempezóaleerenvozalta:

—Un telegrama del señor prefecto del Departamento, que dice así: «Subprefecto,Colca. Requiérole contingente sangre fin mes indefectiblemente. (Firmado). PrefectoLedesma».

Enesemomentollenólaplazaunruidodecaballería,acompañadodeunmurmullodemuchedumbre.Elsubprefectointerrumpióasusecretariovivamente:

—¡Espérese!Allívienenlosconscriptos…

Elsecretarioseasomóalapuerta.

—Sí.Sonlosconscriptos—dijo—.Perovieneconellosmuchagente…

La Junta Conscriptora suspendió la sesión y todos sus miembros se asomaron a lapuerta.Unagranmuchedumbrevenía con losgendarmesy los conscriptos.Eran, en sumayoría, curiosos, hombres,mujeres y niños. Observaban a cierta distancia y con ojosabsortos,adosindiosjóvenes—losconscriptos—queavanzabanapie,amarradosporlacintura al pescuezo de las cabalgaduras de los gendarmes montados. Tras de cadaconscripto, venía su familia llorando. El sargento se detuvo ante la puerta de lasubprefectura, bajó de su caballo, se cuadró ante la Junta Conscriptora y saludómilitarmente:

—¡Traemosdos,suseñoría!—dijoenvozaltaydirigiéndosealsubprefecto.

—¿Sonconscriptos?—preguntóLuna,muysevero.

—No,suseñoría.Losdosson«enrolados».

Algo volvió a preguntar el subprefecto, que nadie oyó a causa del vocerío de lamultitud.Elsubprefectolevantómáslavoz,golpeándolaimperiosamente:

—¿Quiénesson?¿Cómosellaman?

—IsidoroYépezyBraulioConchucos,suseñoría.

Un viejo muy flaco, cubierto hasta las orejas con un enorme sombrero de junco,dobladoelponchoalhombro,lachaquetayelpantalónenharapos,unodelosllanquesenlamano,seabriócaminoentrelamultitudyllegóhastaelsubprefecto.

—¡Patroncito! ¡Taita! —dijo juntando las manos lastimosamente—. ¡Suéltalo a miBraulio!¡Suéltalo!¡Yotelopido,taita!

Otrosdos indios cincuentones, emponchadosy llorosos,y tresmujeresdescalzas, lalicllaprendidaalpechoconunaespinadepenca,vinieronaarrodillarsebruscamenteantelosmiembrosdelaJuntaConscriptora:

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—¡Porqué,pues,taitas!¡Porqué,pues,alIsidoro!¡Patroncitos!¡Suéltalo!¡Suéltalo!¡Suéltalo!

Las tres indias—abuela,madreyhermanadeIsidoroYépez—gemíanysuplicabanarrodilladas.ElpadredeBraulioConchucosseacercóybesólamanoalsubprefecto.Losotrosdos indios—padrey tíode IsidoroYépez—volvieronhaciaestey lepusieronsusombrero.

A los pocos instantes había ante la Subprefectura numeroso pueblo. Bajó de sucabalgadura uno de los gendarmes. Los otros dos seguían montados, y junto a ellosestaban de pie los dos «enrolados», cada uno atado a lamula de cada soldado.BraulioConchucos tendría unos veintitrés años; Isidoro Yépez, unos dieciocho. Ambos eranyanaconesdeGuacapongo.Ahoraera laprimeravezqueveníanaColca.Analfabetosydesconectadostotalmentedelfenómenocivil,económicoypolíticodeColca,vivían,porasídecirlo,fueradelEstadoperuanoyfueradelavidanacional.Susolarelaciónconestay con aquel se reducía a unos cuantos servicios o trabajos forzados que los yanaconesprestaban de ordinario a entidades o personas invisibles para ellos: abrir acequias deregadío, desmontar terrenos salvajes, cargar a las espaldas sacos de granos, piedras oárbolescondestinoignorado,arrearrecuasdeburrosodemulasconfardosycajonesdecontenidomisterioso,conducirlasyuntasenlosbarbechosylascuadrigasdelastrillasenparvas piramidales y abundantes, cuidar noches enteras una toma de agua, ensillar ydesensillar bestias, segar alfalfa y alcacel, pastear enormes porcadas, caballadas oboyadas, llevar al hombro literas de personajes extraños, muy ricos y muy crueles;descenderalasminas,recibirtrompadasenlasnaricesypatadasenlosriñones,entraralacárcel,trenzarsogasopelarmontonesdepapas,amarradosaunbrazadero,tenersiemprehambreysed,andarcasidesnudos,serarrebatadosdesusmujeresparaelplacerylacamade losmandones, ymascar una bola de coca, humedecida de un poco de cañazo o dechicha…Y,luego,serconscriptoo«enrolados»,esdecir,sertraídosalafuerzaaColca,paraprestarsuserviciomilitarobligatorio.¿Quésabíanestosdosyanaconesdeserviciomilitarobligatorio?¿Quésabíandepatria,degobierno,deordenpúbliconideseguridadygarantía nacionales? ¡Garantías nacionales! ¿Qué era eso? ¿Quiénes debían prestarlas yquiénespodíandisfrutarlas?Loúnicoquesabíanlosindígenaseraqueerandesgraciados.Y en cuanto a ser conscripto o «enrolados», no sabían sino que, de cuando en cuandosolían pasar por las jalcas y las chozas los gendarmes,muy enojados, amarraban a losindios más jóvenes a la baticola de sus mulas y se los llevaban, pegándoles yarrastrándoles al trote. ¿Adónde se los llevaban así? Nadie lo sabía tampoco. ¿Y hastacuándoselosllevaban?Ningúnindioconscriptoo«enrolado»volvióyanuncaasutierra.¿Morían en países lejanos de males desconocidos? ¿Los mataban, quién sabe, otrosgendarmes o sargentosmisteriosos? ¿Se perdían tal vez por elmundo, abandonados enunoscaminossolitarios?¿Eran,quiénsabe, felices?No.Eramuydifícil ser felices.Losyanaconesnopodíannuncaserfelices.Losjóvenesconscriptoso«enrolados»,queseibanparanovolver,eranseguramentedesgraciados.

BraulioConchucos,por todafamilia, teníasupadreviejoydoshermanospequeños,

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unamujercita de diez y un varón de ocho. Sumadremurió de tifoidea.Dos hermanosmayores tambiénmurieronde tifoidea,epidemiaquearrasómuchagentehacíacuatroocincoañosenCannasysusalrededores.PeroelBraulioqueríaalaBárbara,hijadeunosvecinosvaquerosdeGuacapango,yaquienpensabahacerlasumujer.CuandocayeronlossoldadosenlachozadeBraulio,alascincodelamañana,ytodavíaoscuro,loschicosseasustaronyseecharonallorar.Elpadre,alpartir,siguiendoal«enrolado»,lesdecía:

—¡VáyanseondelaBárbara!¡VáyanseondelaBárbara!¡Quelesdendealmorzarahí!¡Váyanse! ¡No se queden aquí! ¡Váyanse! ¡Yo vuelvo pronto! ¡Vuelvo con el Braulio!¡Vuelvo!¡Vuelvo!

LoschicosseagarraronfuertementealaspiernasdeBraulioydelviejo,llorando:

—¡No,no,taita!¡Notevayas!¡Nonosdejes!¡Notevayas!…

Uno de los gendarmes los tomó por los brazos y los apartó de un tirón. Pero, alsoltarlos para ir a montar, los chicos se precipitaron de nuevo hacia el viejo y haciaBraulio, llorando desesperadamente e impidiéndolos moverse. El padre los apartaba,consolándolos:

—¡Bueno! ¡Bueno! ¡Ya está! ¡Ya está! ¡Cállense! ¡Váyanse! ¡Váyanse onde laBárbara!

Brauliohabríaqueridoabrazarlos,perolehabíanamarradolosbrazosalaespalda.

Elsargento,yaacaballo,vociferóconcólera:

—¡Arza,carajo,viejocojudo!¡Caminaynonosjodasmás!…

Lacomitivaarrancó.Tomóladelanteraelsargentoaltrote.Luego,ungendarme,conelotroconscripto,IsidoroYépez,apieyatadoasumula.Yluego,otrogendarme,y,juntoa él,BraulioConchucos, también a pie y atado a su cabalgadura.Un jalón repentino ybrutal tiró de la cintura a Braulio, que habría caído al suelo de no ir amarradoestrechamentealpescuezodelabestia,yBraulioempezóacorreralpasoaceleradodelasmulas.Cerrabalacomitiva,aretaguardia,untercergendarme,fumandosucigarro.Detrás,seguíanlasfamiliasdelos«enrolados».

En elmomento de ponerse en camino lamula del gendarme que llevaba aBraulio,este,tiradoporsusamarras,dioelprimerpasoatropellandoasushermanos,quecayeronalsuelo.Brauliopisósobreelvientredelamujercita.Estapermaneciósinresuellounossegundos,tendida.Elchicovolvióalevantarse,mediociegoytonteado,ysiguióuntrechoaBraulioyasupadre.Tropezóvariasveces,acausadelaoscuridad,enlaspiedrasdelangosto camino, hincándose en las pencas y en las zarzamoras. El tumulto se alejórápidamente.Elchicosedetuvoycesódellorar,paraoír.Unsilencioabsolutoimperóentornodelachoza.Luegosoplóelvientounossegundosenlosguirnalesplantadosjuntoalpozo.Lachica,alvolverensí,empezóallorar,llamandoagritos:

—¡Taita!¡Taita!¡Taita!¡Taita!¡Braulio!¡Juan!

EntoncesJuan,elchico,volviócorriendoalachoza.Losdossubieronalabarbacoa,

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setaparonconunasjergasysepusieronallorar.Lassiluetasdelosgendarmes,pegándolealviejoyalBraulioyamarrándoloaeste,entregritosyvociferaciones,estabanfijasenlaretinadeJuanydesuhermana.¿Quiéneseranesosmonstruosvestidoscontantosbotonesbrillantes y que llevaban escopetas? ¿De dónde vinieron? ¿A qué hora cayeron en lachoza?¿YporquéveníanporelBraulioyporeltaita?¡Yleshabíapegado!¡Leshabíandadomuchosgolpesypatadas!¿Porqué?¿Serianhombrestambiéncomolosdemás?Juanlodudaba,perosuhermana,tragandosuslágrimas,ledecía:

—Sí.Soncomotodos.ComotaitaycomoelBraulio.Yolesvisuscaras.Susbrazostambién,ytambiénsusmanos.Unometirólasorejas,sinqueyolehaganada…

Lachicavolvióagemir,yJuan,unpocosofocadoynervioso,ledijo:

—¡Cállate! ¡Yano llores,porquevanavolverotraveza llevarnos!…¡Cállate! ¡Sonlosdiablos!Tienenenlacinturaunasmonturas.Tienencabezasredondasypicudas.¡Vasaver,quevanavolver!

—Hablan como todos. Dijeron: «¡Carajo! ¡No te escaparás!», «¡Viejo e mierda!»,«¡Camina!», «¡Hijoputa!»… Están vestidos como el burro mojino. Andan muy fuerte.¿Hasvistoporondesefueron?

—Se fueronpor la cueva, a la carrera. ¡Vanavolver! ¡Vas aver! ¡Han salidode lacueva! ¡Asídecíamama! ¡Quesalende lacuevaconespuelasycon látigosyenmulasrelinchandoyconpatasconcandelas!

—¡Mientes!Mamanodecíaasí.¡Estossoncristianos,comonosotros!¡Vasaverquemañanavolveránotravezylosverásquesoncristianos!¡Ahíverás!¡Ahíverás!

Juanysuhermanaguardaronsilencio.SeguíanpreguntándoseasímismosporquésellevabanalBraulioyaltaita.¿Adóndeselosllevaban?¿Losvolveránasoltar?¿Cuándolossoltarán?¿Quélosharán?…Ylamujercitadijo,tranquilizándose:

—¿Y los otros? ¿Y los hombres y las mujeres que iban con ellos? ¿No ves? ¡Soncristianos!¡Soncristianos!¡Yoséloquetedigo!

—Losotros—argumentabaentonosiemprefebrilytemerosoJuan—,losotrossísoncristianos.Peronosonsuscompañeros.LoshabránsacadodesuschozascomoataitayalBraulio. Vas a ver que a todos los van a meter en la cueva. ¡Vas a ver! ¡Antes queamanezca!Ahíadentrotienensupalacioconunosdiablosdereyes.Yhacensusfiestas.Mandanporgenteparaquesirvanalosreyesyvivanallísiempre.Unosseescapan,perocasi todos mueren adentro. Cuando están ya viejos, los echan a las candelas paraachicharrarlosvivos.Unosalióunavezycontóasufamiliatodo…

LahermanadeJuansehabíaquedadodormida.Juansiguiópensandomuchoratoenlosgendarmes,y,cuandoasomabaeldía,empezóatenerfríoysedurmió.

Guacapongo estaba lejos deColca. Los gendarmes, para poder llegar a Colca a lasonce del día, tuvieron que andar rápido y, con frecuencia, al trote. Las familias de los«enrolados» se quedaban amenudo rezagadas. Pero los dos «enrolados», quieran o no

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quieran,ibanalpasodelasbestias.Alprincipiocaminaronconciertafacilidad.Luego,alospocoskilómetrosrecorridos,empezaronaflaquear.Lesfaltabanfuerzasparaavanzarparejaconlasbestias.Erandiestrosyresistentesparacorrerlosyanacones,masestavezlapruebafueexcesiva.

Elcamino,desdeGuacapongohastaColca,cambiabaamenudodeterreno,deanchuraydecurso;pero,engeneral,eraangosto,pedregoso,cercadodepencasyderocas,y,ensumayorparte,enzigzags,enagudosmeandros,cerradascurvas,cuestasapicoybarrancosimprevistos.Dosríos,elPataratiyelHuayal,atravesaronsinpuente.Laprimaveraveníaparca en aguas, pero las del Huayal arrastraban todo el año, en esa parte, un volumenencajonadoysiempredifícilyarriesgadodepasar.

Unmetidodevelocidadtremendotuvolugarentrelasbestiasylos«enrolados».Losgendarmespicabansusespuelassincesaryazotabanacontrapuntosusmulas.Elgalopefuecontinuo,pesealatortuosidadyabruptosaccidentesdelaruta.Lasbestias,mientrasfue de noche, se encabritaron muchas veces, resistiéndose a salvar un precipicio, unlodazal,unriachueloounavalla.Elsargento,furibundo,enterrabaentoncessusespuelashastalostalonesenlosijaresdesucaballoylocruzabaderiendazosporlasorejasyenlasancas,destapándoseenajosycebollas.Sedesmontaba.Sacabadesualforjadecuerounabotella de pisco, bebía un gran trago y ordenaba a los otros gendarmes que hicieran lopropio. Luego llamaba a los deudos de los «enrolados» y les obligaban a empujar alanimal.Al fin, las bestias eran empujadas.Tras deunpataleo angustioso en el lodazal,hundidos hasta el pecho, volvían a salir al otro lado del camino. ¿Y los «enrolados»?¿Cómosalvabanestoslosmalospasos?Comolasbestias.Soloque,adiferenciadeellas,los«enrolados»noofrecíanlamenorresistencia.Laprimeravezqueestuvieronantelasgradas de un acantilado a pico y en el que no había lamenor traza de camino, IsidoroYépezosódeciralgendarmequelellevaba:

—¡Cuidado,taita!¡Nosvamosarodar!

—¡Calla,animal!—lecontestóelgendarme,dándoleunbofetónenlasnarices.

Un poco de sangre le salió a Isidoro Yépez. A partir de ese momento, los dos«enrolados» se sumieron en un silencio completo. Los gendarmes pronto seemborracharon.ElsargentoqueríallegaraColcacuantoantes,porquealasonceteníaunapartida de dados en el cuartel con unos amigos. Las indias y los indios que seguían aYépezy aConchucos,desaparecíanpormomentosde la comitiva,porque, conocedoresdelterreno,ycomoibanapie,abandonabanelcaminorealparasalirmásprontoporotrolado, cortando lavíao a campo traviesa.Lohacíanarañando lospeñascos, rodando laslajas,bordeandocomocabraslascejasdelashondonadasoatravesandounríoasaltosdepedrónenpedrónoapruebadeequilibriosobreunárbolcaído.

Al cruzar el Huayal, ya de día, Braulio Conchucos estuvo a punto de encontrar lamuerte. Pasó, tras una tenaz resistencia de su caballo, el sargento. Pasó después elgendarmequeconducíaaIsidoroYépez,y,cuandolamuladelsegundogendarmesevioenmediodelacorriente,susmiembrosvacilaronyfuearrastradauntrechoporlasaguas.

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Estaba hundida hasta lamitad de la barriga. Las piernas del gendarme no se veían. Laangustiadeestefueinmensa.Azuzabaalanimal,gritándoleyazotándole.El«enrolado»,sumergidohastamediopechoenelrío,semostró,porsuparte,impasibleytranquiloanteelpeligro.

—¡Sal,carajo!—ledecía,poseídodehorror,elgendarme—.¡Páratebien! ¡Avanza!¡Saldelagua!¡Tiraalamula!¡Tira!¡Avanza!¡Avanza!¡Notedejesarrastrar!…

A una y otra orilla, los otros gendarmes lanzaban gritos de espanto y corríanenloquecidos,viendocómo lacorrienteempezabaaderribara lamulaya llevársela ríoabajo, con el gendarme y con el «enrolado». Solo este, enmedio del peligro, e IsidoroYépez,alotro ladodelHuayal,permanecíanmudos,serenos, inalterables.ElguardiadeConchucos, en el colmo de su terror y fuera de sí, solo atinó a abofetear a Braulioferozmente. Conchucos, amarrado, empezó a sangrar, pero no hizo nada por salir delpeligro ni pronunció palabra alguna de protesta. A Isidoro Yépez le habían dado detrompadas solo por haberlos advertido contra un riesgo de la ruta. ¿Para qué entonceshablar ni hacer nada? Los yanacones comprendíanmuy bien su situación y su destino.Ellosnopodíannadanierannadaporsímismos.Losgendarmes,encambio,erantodoylopodíantodo.Porlodemás,BraulioConchucosperdióaquellamañana,degolpe, todointerésytodosentimientodelavida.Verllegarasuchozaalossoldados,denoche;serporellosgolpeadoyamarradoysentirseperdidoparasiempre,todonofuesinouno.Lellevarían no se sabe dónde, como a otros yanaconesmozos, y para no soltarlos nunca.¿Quémásdabaentoncesperecerahogadoodecualesquieraotrasuerte?Además,BraulioConchucoseIsidoroYépezconcibieronbruscamenteporlosgendarmesunrencorsordoytempestuoso.Demodooscurosedabancuentadeque,cualquieraquefuesesucondiciónde simples instrumentos o ejecutores de una voluntad que ellos desconocían y noalcanzabanafigurarse,algosuyoponíanlosgendarmesensucrueldadyalevosía.BraulioConchucosexperimentabaanteelmiedodelgendarme,unasatisfacciónrecóndita.¡Ysielaguaseloshabríallevado,enbuenahora!¿NoestabayaviendoBraulioquelasangrequecorría de su boca, se la llevaba el agua? Sintió luego un chicotazo que le cruzó variasveceslacarayyanoviomás.Unojoseletapó.Entoncesvacilótodosucuerpo.Duranteun instante, lamula y el «enrolado» temblaron como arrancados tallos, amerced de lacorriente. Pero el gendarme, loco de espanto y por todo esfuerzo, para escapar de lamuerte, siguió azotando con todas sus fuerzas al animal y al yanacón. Los chicotazosllovieronsobrelascabezasdeBraulioydelamula.

—¡Carajo! —vociferaba aterrado el gendarme—. ¡Mula! ¡Mula! ¡Anda, indio emierda!¡Anda!¡Anda!…

UnpostreroesfuerzodelabestiayestaalcanzóaganarelotrobordedelHuayal,consu doble carga del gendarme y de Conchucos. Reanudose la marcha. El sol empezó aquemar.PasadoelHuayal, el camino separó enuna cuesta larga, interminable.Pero elsargento picó más espuelas y blandió más su látigo. Paso a paso subían, aunque sindetenerse,losanimales,yjuntoaellos,losdos«enrolados».Unaqueotravezsolamenteseparó lacomitiva.¿Porqué?¿Eran lasmulasqueyanopodían?¿Eran losyanacones,

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queyanopodían?¿Eranmulasy«enrolados»queyanopodían?

—¡Te haces el cojudo por no caminar!—decían los gendarmes a los yanacones—.¡Anda,carajo! ¡Andanomás! ¡Avanzayno tecuelguesde lamula! ¡Andao temueloariendazos!…

Los «enrolados» y las bestias sudaban y jadeaban. El pelambre de las mulas seencrespó,arremolinándoseenmil rizosy flechas.Porelpechoypor los ijarescorríaelsudorygoteaba.Mascabanelfrenolasbestias,arrojandoabundanteespuma.Loscascosdelanterosresbalabanenlaslajaso,inmovilizadosuninstante,secimbrabanarqueándoseydoblándose.Lacabezadelanimalsealargabaentonces,echando lasorejasatráshastarozar los belfos el suelo. Las narices se abrían desmesuradas, rojas, resecas. Pero elcansancio era mayor en Yépez y en Conchucos. Lampiños ambos, la camisa de cotónnegrademugre,sinsombrerobajoelsolabrasador,losencallecidospiesenelsuelo,losbrazosatadoshaciaatrás,amarradosporlacinturaconunlazodecueroalpescuezodelasmulas,ensangrentados—Conchucos,conunojohinchadoyvariasronchasenlacara—,los «enrolados» subían la cuesta cayendo y levantando. ¿Cayendo y levantando? ¡Nopodíannisiquieracaer!Alfinaldelacuesta,suscuerpos,exánimes,agotados,perdierontodas las fuerzasy sedejabanarrastrar inertes, comopalosopiedras,por lasmulas.Lavoluntad vencida por la inmensa fatiga, los nervios sin motor, los músculos laxos,demolidaslasarticulacionesyelcorazónamodorradoporelcaloryelesfuerzodecuatrohorasseguidasdecarrera,BraulioConchucoseIsidoroYépeznoeranmásquedosretazosdecarnehumana,másmuertosquevivos,colgadosyarrastradoscasienpesoyalazar.Unsudor frío los bañaba. De sus bocas abiertas salían espumarajos y sangre mezclados.Yépezempezóadespedirunolornauseabundoypestilente.Porsustobillosdescendíaunasustancia líquida y amarilla. Relajadas por lamortal fatiga y en desgobierno todas susfunciones,estabadefecandoyorinándoseelconscripto.

—¡Seestácagandoestecarajo!—vociferóelgendarmequele llevaba,yse tapólasnarices.

Losgendarmesseecharonareírypicaronmásespuelas.

Cuando los curiosos se acercaron a IsidoroYépez, ante la Subprefectura de Colca,tambiénsereíanysealejabanalpunto,sacandosuspañuelos.PerocuandoseacercaronaBraulio Conchucos, se quedaban viendo largamente su rostro doloroso y desfigurado.Algunasmujeresdelpuebloseindignaronymurmurabanpalabrasdeprotesta.Unrevuelotempestuososeprodujoinmediatamenteentrelamultitud.Losgendarmeslehabíanlavadola cara aConchucos en una acequia, antes de entrar aColca, pero las contusiones y lahinchazón del ojo resaltaronmás. También los soldados reanimaron a los «enrolados»,metiéndoles la cabeza largo tiempo en el agua fría. Así pudieron Yépez y Conchucosdespertardesucomaypenetraralpuebloandando.

—¡Les han pegado los gendarmes! —gritaba la muchedumbre—. ¡Véanlos cómotienen las caras! ¡Estánensangrentados! ¡Estánensangrentados! ¡Qué lisura! ¡Bandidos!¡Criminales!¡Asesinos!…

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Muchos vecinos de Colca se mostraban quemados de cólera. Una piedad unánimecundió en el pueblo. La ola de indignación colectiva llegó hasta los pies de la JuntaConscriptoraMilitar.ElsubprefectoLuna,dandounpasohacialavereda,lanzóungritocoléricosobrelamultitud:

—¡Silencio!¿Quéquieren?¿Quédicen?¿Porquéalegan?…

SeleacercóelalcaldeParga.

—¡Nohagaustedcaso,señorsubprefecto!—ledijo, tomándolodelbrazo—.¡Vengausted!¡Vengaustedconnosotros!…

—¡No, no! —gruñó violentamente el subprefecto, en quien las copas de piscoapuradascon«MarinoHermanos»habíanproducidounaembriaguezfuriosa.

Luna se irguió todo lo que pudo al borde de la acera y dijo al sargento, que estabafrenteaél,esperandosusórdenes:

—¡Tráigamealos«enrolados»!¡Hágalosentrar!

—¡Muy bien, su señoría! —respondió el sargento, y transmitió la orden a losgendarmes.

Los «enrolados» fueron desatados de los pescuezos de las mulas e introducidos aldespachode laJuntaConscriptoraMilitar.Siempreamarrados losbrazosatrásysujetospor la cintura con el lazo de cuero, Yépez y Conchucos avanzaron penosamente,empujados y sacudidos por sus guardias. La muchedumbre, al verlos cárdenos,silenciosos, lascabezascaídas, loscuerposdesfallecientes,casiagónicos,seagitóenunsolomovimientodeprotesta.

—¡Asesinos!—gruñíanhombresymujeres—.¡Ahívancasimuertos!¡Casimuertos!¡Bandidos!¡Asesinos!…

Lasfamiliasdelosyanaconesquisieronentraraldespachodelsubprefecto,trasdelos«enrolados»,perolosgendarmesseloimpidieron.

—¡Atrás! —gritó con sorda ira el sargento, desenvainando amenazadoramente suespada.

UnavezqueYépezyConchucospenetraron,uncordóndegendarmes,rifleenmano,cerraronlaentradaatodoelmundo.Algunasamenazas,improperioseinsultosdirigieronlosgendarmesalpueblo.

—¡Animales!¡Bestias!¡Nosabenustedesloquedicen!¡Niloquehacen!¡Imbéciles!¡Todos ustedes no son sino unasmulas!… ¡Qué saben nada de nada! ¡Serranos sucios!¡Ignorantes!…

Lamayoría de los gendarmes eran costeños. De aquí que se expresasen así de losserranos.LosdelacostadelPerúsientenundespreciotremendoeinsultanteporlosdelasierraylamontaña,yestosdevuelveneldesprecioconunodiosubterráneo,exacerbado.

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AgolpadaalapuertadelaSubprefectura,ydetenidaporlosriflesdelosgendarmes,bullía en creciente indignación lamultitud. Un diálogo huracanado se produjo entre lafuerzaarmadayelpueblo.

—¿Porquélespeganasí?¿Porqué?

—Porquequisieronescaparse.Porquenosatacaronapiedrasdesuschozas…¡Indiossalvajes!¡Criminales!

—¡No,no!¡Mienten!

—¡Pues,entonces,porquesemedalagana!…

—¡Asesinos!¿Porquélostraenpresos?

—¡Porquesemedalagana!

—¡Qué conscriptos ni conscriptos! ¡Cuando después se los llevan a trabajar a lashaciendasyalasminasylessacansuplatitaylesquitansusterrenitosysusanimalitos!…¡Ladrones!¡Ladrones!¡Ladrones!…

Ungendarmelanzóungritofuribundo:

—¡Bueno,carajo!¡Silencio!¡Olesmetobala!…

Levantó su rifle e hizo ademán de apuntar al azar sobre la muchedumbre, la cualrespondió a la amenaza con un clamor inmenso. Apareció a la puerta del despachosubprefectural,elalcaldeParga.

—¡Señores!—dijoconunrespetoprotocolar,queescondíasustemores—.¿Quépasa?¿Quésucede?¡Calma!¡Calma!¡Serenidad,señores!…

Unhombredelpuebloemergióentoncesdeentre lamuchedumbrey,avalanzándosesobreelalcaldeParga,ledijomuyemocionado,peroconenergía:

—¡Señor alcalde! ¡Señor alcalde! El pueblo quiere ver en qué queda todo esto, ypide…

Los gendarmes lo agarraron por los brazos y le taparon la boca para impedirle quecontinuasehablando.PeroelviejoyastutoalcaldedeColcaordenóqueledejasenhablar.

—¡Elpueblo,señor,pidequesehagajusticia!

—¡Sí!…¡Sí!…¡Sí!…—coreólamultitud—.¡Justicia!¡Justiciacontralosqueleshanpegado!¡Justiciacontralosasesinos!

Elalcaldepalideció.

—¿Quiénesusted?—Seagachóapreguntaralaudazqueasílehabló—.¡Paseusted!¡Paseustedaldespacho!Entreustedyyahablaremos.

El hombre del pueblo penetró al despacho subprefectural. Pero para hacer valer losderechosciudadanos,¿quiéneraestehombredeaudaciaextraordinaria?Laacciónpopularante las autoridades no era fenómeno frecuente enColca. El subprefecto, el alcalde, el

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juez,elmédico,elcura,losgendarmes,gozabandeunalibertadsinlímitesenelejerciciode sus funciones. Ni vindicta pública ni control social se practicaba nunca en Colcarespectodeesosfuncionarios.Mástodavía.Elmásabominableyescandalosoabusodelaautoridadnodespertabaenelpueblosinounoscuro,vagoydifusomalestarsentimental.Laimpunidaderaenlahistoriadelosdelitosadministrativosycomunalescosatradicionalycorrienteen laprovincia.Peroheaquíqueahoraocurríaalgonuevoy jamásvisto.ElcasodeYépezyConchucossacudióviolentamentealamasapopular,yunhombresalidodeestaseatrevíaalevantarlavoz,pidiendojusticiaydesafiandolairaylavenganzadelasautoridades.¿Quiénera,pues,esehombre?

EraServandoHuanca,elherrero.NacidoenlasmontañasdelNorte,alasorillasdelMarañón, vivía enColcadesdehacía unosdos años solamente.Una singular existenciallevaba.Nimujerni parientes.Nidiversionesnimuchos amigos.Solitariomásbien, seencerrabatodoeltiempoentornoasuforja,cocinándoseélmismo.Erauntipodeindiopuro:salientespómulos,cobrizo,ojospequeños,hundidosybrillantes,pelolacioynegro,tallamedianayunaexpresiónrecogidaycasitaciturna.Teníaunostreintaaños.Fueunodelosprimerosentre loscuriososquehabíanrodeadoa losgendarmesy losyanacones.Fue el primero asimismo que gritó a favor de estos últimos ante la Subprefectura. Losdemáshabían tenidomiedode intervenircontraeseabuso.ServandoHuanca losalentó,haciéndoseélguíayanimadordelmovimiento.Otrasvecesya,cuandovivióenelvalleazucarero de Chicama, trabajando como mecánico, fue testigo y actor de parecidasjornadasdelpueblocontraloscrímenesdelosmandones.Estosantecedentesyunaduraexperienciaque,comoobrero,habíarecogidoenlosdiversoscentrosindustrialesporlosque,paraganarselavida,hubopasado,encendieronenélundoloryunacóleracrecientescontra la injusticia de los hombres.Huanca sentía que en ese dolor y en esa cólera noentrabansusinteresespersonalessinoenpocamedida.Personalmente,él,Huanca,habíasufridomuyrarasveceslosabusosdelosdearriba.Encambio,losqueélviocometersediariamente contra otros trabajadores y otros indios miserables, fueron inauditos einnumerables. ServandoHuanca se dolía, pues, y rabiaba, más por solidaridad o, si sequiere, por humanidad, contra losmandones—autoridades o patrones—que por causapropiaypersonal.Tambiénsediocuentadeestaesenciasolidariaycolectivadesudolorcontra la injusticia,porhaberladescubierto tambiénen losotros trabajadores cuando setratabadeabusosydelitosperpetradosenlapersonadelosdemás.Porúltimo,ServandoHuanca llegó a unirse algunas veces con sus compañeros de trabajo y de dolor, enpequeñasasociacionesosindicatosrudimentarios,yallíledieronperiódicosyfolletosenque leyó tópicos y cuestiones relacionadas con esa injusticia que él conocía y con losmodosquedebenemplearlosquelasufren,paralucharcontraellayhacerladesaparecerdelmundo.Eraunconvencidodequehabíaqueprotestarsiempreyconenergíacontralainjusticia,dondequieraqueestasemanifieste.Desdeentonces,suespíritu,reconcentradoyherido,rumiabadíaynocheestasideasyestavoluntadderebelión.¿PoseíayaServandoHuanca una conciencia clasista? ¿Se daba cuenta de ello? Su sola táctica de lucha sereducíaadoscosasmuysimples:unióndelosquesufrenlasinjusticiassocialesyacciónprácticademasas.

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—¿Quién es usted?—le preguntó enfadado el subprefectoLuna aHuanca, al verleentrarasudespacho,introducidoporelalcaldeParga.

—Es el herrero Huanca —respondió Parga, calmando al subprefecto—. ¡Déjelo!¡Déjelo!¡Noimporta!Quiereveralosconscriptos,quedicequeestánmuertos,yqueesunabuso…

Lunaleinterrumpió,dirigiéndose,exasperado,aHuanca:

—¡Quéabusoniabuso,miserable!¡Cholobruto!¡Fueradeaquí!

—¡No importa, señor subprefecto!—volvió a interceder el alcalde—. ¡Déjelo! ¡Leruego que le deje! ¡Quiere ver lo que tienen los conscriptos! ¡Que los vea! ¡Ahí están!¡Quelosvea!

—¡Sí,señorsubprefecto!—añadióconserenidadelherrero—.¡Elpueblolopide!Yovengoenviadopor lagentequeestáafuera.ElmédicoRiaño, tocadoensu liberalismo,intervino:

—Muybien—dijo aHuancaceremoniosamente—.Estáusteden suderecho,desdequeelpueblolopide.¡Señorsubprefecto!—dijo,volviéndoseaLunaentonoprotocolar—.Yocreoqueestehombrepuedeseguiraquí.Nonosincomodadeningunamanera.LasesióndelaJuntaConscriptorapuede,amijuicio,continuar.Vamosaexaminarelcasodeestos«enrolados»…

—Asímeparece—dijoelalcalde—.Vamos,señorsubprefecto,ganandotiempo.Yotengoquehacer…

El subprefectomeditó un instante y volvió amirar al juez y al gamonal Iglesias, y,luego,asintió.

—Bueno—dijo—.LasesióndelaJuntaConscriptoraMilitarcontinúa.

Cada cual volvió a ocupar su puesto. A un extremo del despacho, estaban IsidoroYépezyBraulioConchucos,escoltadospordosgendarmesysujetossiempredelacinturaporunlazo.Losdosgendarmesmostrabanunalividezmortal.Mirabanconojoslejanosyconunaindiferenciacalofrianteyvecinade lamuerte,cuantosucedíaentornodeellos.Braulio Conchucos estaba muy agotado. Respiraba con dificultad. Sus miembros letemblaban. La cabeza se le doblaba como la de un moribundo. Por momentos sedesplomaba,yhabríacaído,denoestarsostenidocasienpesoporelguardia.

JuntoalosyanaconessepasóServandoHuanca,elsombreroenlamano,conmovido,perofirmeytranquilo.

AlsentarsetodoslosmiembrosdelaJuntaConscriptoraMilitar,llegódelaplazaunvocerío ensordecedor. El cordón de gendarmes, apostado a la puerta, respondió a lamultitud con una tempestad de insultos y amenazas. El sargento saltó a la vereda yesgrimiósuespadacontodassusfuerzassobrelasprimerasfilasdelamuchedumbre.

—¡Carajo!—aullabaderabia—.¡Atrás!¡Atrás!¡Atrás!

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ElsubprefectoLunaordenóenungruñido:

—¡Sargento!¡Impongaustedelorden,cuesteloquecueste!¡Yoseloautorizo!…

Unlargosollozoestallóalapuerta.Eranlastresindias,abuela,madreyhermanadeIsidoro Yépez, que pedían de rodillas, con las manos juntas, se les dejase entrar. Losgendarmeslasrechazabanconlospiesylasculatasdesusrifles.

ElsubprefectoLuna,quepresidíalasesión,dijo:

—Ybien,señores.Comoustedesven, la fuerzaacabade traerados«enrolados»deGuacapongo. Vamos, pues, a proceder, conforme a la ley, a examinar el caso de estoshombres,afindedeclararlosexpeditosparamarcharalacapitaldeldepartamento,enelpróximo contingente de sangre de la provincia. En primer lugar, lea usted, señorsecretario,loquedicelaLeydeServicioMilitarObligatorio,acercadelos«enrolados».ElsecretarioBoadoleyóenunfolletoverde:

«TítuloCuarto.—Delosenrolados.—Artículo46:Losperuanoscomprendidosentrelaedaddediecinueveyveintidósaños,yquenocumplieseneldeberdeinscribirseenelregistrodelServicioMilitarObligatoriode lazona respectiva, seránconsideradoscomo“enrolados”.—Artículo47:Los“enrolados”seránperseguidosyobligadosporlafuerzaaprestarsuserviciomilitar,inmediatamentedesercapturadosysinquepuedaninterponerohacervalerningunodelosderechos,excepcionesocircunstanciasatenuantesacordadasalosconscriptosengeneralycontenidasenelartículo29, títulosegundodeestaLey.—Artículo48:…».

—Basta—interrumpióconénfasiseljuezOrtega—.Yoopinoqueesinútillalecturadel resto de la Ley, puesto que todos los señores miembros de la Junta la conocenperfectamente.Pidoalseñorsecretarioabraelregistromilitar,afindeversiallífiguranlosnombresdeestoshombres.

—Un momento, doctor Ortega —argumentó el alcalde Parga—. Convendrá saberanteslaedaddelos«enrolados».

—Sí —asintió el subprefecto—. A ver… —añadió, dirigiéndose paternalmente aIsidoroYépez—.¿Cuántosañostienestú?¿Cómotellamas,enprimerlugar?

IsidoroYépezparecióvolverdeunsueño,yrespondióconvozdébilyamedrentada:

—MellamoIsidoroYépez,taita.

—¿Cuántosañostienes?

—Yonosé,pues,taita.Veinteoveinticuatro,quiénsabe,taita…

—¿Cómo «no sé»? ¿Qué es eso de «no sé»? ¡Vamos! ¿Di, cuántos años tienes?¡Habla!¡Dilaverdad!

—Nolosabeniélmismo—dijoconpiedadyasqueadoeldoctorRiaño—.Sonunosignorantes.Noinsistausted,señorsubprefecto.

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—Bueno —continuó Luna, dirigiéndose a Yépez—. ¿Estás inscrito en el RegistroMilitar?

El yanacón abrió más los ojos, tratando de comprender lo que le decía Luna, yrespondiómaquinalmente:

—Escriptu,pues,taita,entusescritus.

Elsubprefectorenovósupregunta,golpeandolavoz:

—¡Animal!¿Noentiendesloquetedigo?DimesiestásinscritoenelRegistroMilitar.

EntoncesServandoHuancaintervino:

—¡Señores!—dijoelherreroconcalmayenergía—.Estehombre(sereferíaaYépez)es un pobre indígena ignorante. Ustedes están viéndolo. Es un analfabeto. Uninconsciente.Undesgraciado.Ignoracuántosañostiene.IgnorasiestáonoinscritoenelRegistro Militar. Ignora todo, todo. ¿Cómo, pues, se le va a tomar como «enrolado»,cuandonadielehadichonuncaquedebíainscribirse,nitienenoticiadenada,nisabeloqueesregistroniserviciomilitarobligatorio,nipatria,niEstado,niGobierno?…

—¡Silencio!—gritócoléricoeljuezOrtega,interrumpiendoaHuancayponiéndosedepieviolentamente—.¡Bastadetolerancias!

Enesemomento,BraulioConchucosestiróelcuerpoy,trasdeunasconvulsionesydeun breve colapso, súbitamente se quedó inmóvil en los brazos del gendarme.El doctorRiañoacudió,leanimóligeramenteydijoconungrandesparpajoprofesional:

—Estámuerto.Estámuerto.

BraulioConchucoscayólentamentealsuelo.

ServandoHuancadioentoncesunsaltoalacalleentrelosgendarmes,lanzandogritossalvajes,roncosdeira,sobrelamultitud:

—¡Un muerto! ¡Un muerto! ¡Un muerto! ¡Lo han matado los soldados! ¡Abajo elsubprefecto!¡Abajolasautoridades!¡Vivaelpueblo!¡Vivaelpueblo!

Unespasmodeunánimeiraatravesódegolpealamuchedumbre.

—¡Abajo los asesinos! ¡Mueran los criminales!—aullaba el pueblo—. ¡Unmuerto!¡Unmuerto!¡Unmuerto!

La confusión, el espanto y la refriega fueron instantáneos. Un choque inmenso seprodujoentreelpuebloylagendarmería.Seoyóclaramentelavozdelsubprefecto,queordenabaalosgendarmes:

—¡Fuego!¡Sargento!¡Fuego!¡Fuego!…

La descarga de fusilería sobre el pueblo fue cerrada, larga, encarnizada. El pueblo,desarmadoysorprendido,contestóysedefendióapedradaseinvadióeldespachodelaSubprefectura. La mayoría huyó, despavorida. Aquí y allí cayeron muchos muertos yheridos.Unagranpolvaredaseprodujo.Elcierredelaspuertasfueinstantáneo.Luego,la

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descargasehizorala,yluego,másespaciada.

Todo no duró sino unos cuantos segundos. Al fin de la borrasca, los gendarmesquedaron dueños de la ciudad.Recorrían enfurecidos la plaza, echando siempre bala alazar.Apartedeellos,laplazaquedóabandonadaycomoundesierto.Sololasembrabandetrechoentrecholosheridosyloscadáveres.Bajoelradianteyalegresoldemediodía,el aire de Colca, diáfano y azul, se saturó de sangre y de tragedia. Unos gallinazosrevolotearonsobreeltechodelaIglesia.

ElmédicoRiañoyelgamonalIglesiassalierondeunabodegadelicores.Pocoapocofue poblándose de nuevo la plaza de curiosos. José Marino buscaba a su hermanoangustiosamente. Otros indagaban por la suerte de distintas personas. Se preguntó conansiedad por el subprefecto, por el juez y por el alcalde.Un instante después, los tres,Luna, Ortega y Parga, surgían entre lamultitud. Las puertas de las casas y las tiendasvolvieronaabrirse.Unmurmullodoloroso llenaba laplaza.En tornoacadaheridoyacadacadáverseformóuntumulto.Aunqueelchoquehabíayaterminado,losgendarmesy, señaladamente, el sargento, seguían disparando sus rifles. Autoridades y soldados semostrabanposeídosdeuna iradesenfrenaday furiosa,dandovocesygritosvengativos.De entre la multitud, se destacaban algunos comerciantes, pequeños propietarios,artesanos, funcionarios y gamonales —el viejo Iglesias a la cabeza de estos—, y sedirigían al subprefecto y demás autoridades, protestando en voz alta contra ellevantamiento del populacho y ofreciéndoles una adhesión y un apoyo decididos eincondicionalespararestablecerelordenpúblico.

—Han sido los indios, de puro brutos, de puro salvajes—exclamaba indignada lapequeñaburguesíadeColca.

—Peroalguien loshaempujado—replicabanotros—.Laplebeesestúpida,ynosemuevenuncaporsísola.

Elsubprefectodispusoqueserecogiesealosmuertosyalosheridosyqueseformaseinmediatamenteunaguardiaurbananacionalde todos losciudadanosconscientesdesusdeberes cívicos, a fin de recorrer la población en compañía de la fuerza armada yrestablecer las garantías ciudadanas.Así fue.A la cabeza de este doble ejército iban elsubprefectoLuna,elalcaldeParga,eljuezOrtega,elmédicoRiaño,elhacendadoIglesias,loshermanosMarino,elsecretariosubprefecturalBoado,elpárrocoVelarde,losjuecesdepaz,elpreceptor,losconcejales,elgobernadoryelsargentodelagendarmería.

En esta incursión por todas las calles y arrabales de Colca, la gendarmería realizónumerosos prisioneros de hombres ymujeres del pueblo. El subprefecto y su comitivapenetraban en las viviendas populares, de grado o a la fuerza, y, según los casos,apresabanaquienessesuponíahaberparticipado,entalocualforma,enellevantamiento.Lasautoridadesylapequeñaburguesíahacíanresponsabledelosucedidoalbajopueblo,es decir, a los indios. Una represión feroz e implacable se inició contra las clasespopulares.Ademásdelosgendarmes,searmóderiflesycarabinasunconsiderablesectordeciudadanosy,engeneral,todoslosacompañantesdelsubprefectollevaban,conrazóno

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sinella,susrevólveres.Deestamanera,ningúnindiosindicadoenellevantamientopudoescapar al castigo. Se desfondaba de un culatazo una puerta, cuyos habitantes huíandespavoridos.Losbuscabanyperseguíanentoncesrevólverenmano,porlostechos,bajolas barbacoas y cuyeros, en los terrados, bajo los albañales. Los alcanzaban, al fin,muertosovivos.Desdelaunadelatarde,enqueseprodujoeltiroteo,hastamedianoche,se siguió disparando sobre el pueblo sin cesar. Los más encarnizados en la represiónfueroneljuezOrtegayelcuraVelarde.

—Aquí, señor subprefecto—rezongaba rencorosamente el párroco—; aquí no cabesinomanodehierro.Siustednolohaceasí,laindiadapuedevolverareunirseestanocheyapoderarsedeColca,saqueando,robando,matando…

Alasdocedelanoche,elEstadoMayordelaguardiaurbana,yalacabezadeélelsubprefectoLuna,estabaconcentradoenlossalonesdelConcejoMunicipal.Despuésdeuncambiodeideasentrelosprincipalespersonajesallíreunidos,seacordócomunicarportelégrafolosucedidoalaPrefecturadelDepartamento.Elcomunicadofueasíconcebidoyredactado:«Prefecto.Cusco.—Hoyunatarde,durantesesiónJuntaConscriptoraMilitarprovincia,fueasaltadabalaypiedrasSubprefecturaporpopulachoamotinadoyarmado.Gendarmería restableció orden respetando vida intereses ciudadanos. Doce muertos ydieciochoheridosydosgendarmesconlesionesgraves.Investigocausasyfinesasonada.Acompáñanme todas clases sociales, autoridades, pueblo entero.Tranquilidad completa.Comunicaré resultado investigaciones proceso judicial sanción y castigo responsablestristeacontecimiento.Pormenorescorreo.(Firmado).SubprefectoLuna».

Después,elalcaldePargaofrecióunacopadecoñacaloscircunstantes,pronunciandounbrevediscurso.

—¡Señores!—dijo,consucopaenlamano—.EnnombredelConcejoMunicipal,quetengo el honor de presidir, lamento los desgraciados acontecimientos de esta tarde yfelicitoalseñorsubprefectodelaprovinciaporlacorrección,justiciayenergíaconquehadevueltoaColcaelorden,lalibertadylasgarantíasciudadanas.Asimismo,interpretandolos sentimientos e ideas de todos los señores presentes —dignos representantes delcomercio,laagriculturayadministraciónpública—,pidoalseñorLunareprimacontodaseveridadalosautoresyresponsablesdellevantamiento,segurodequeasíleseremosmásagradecidosydequeloacompañalomejordelasociedaddeColca.¡Señores:pornuestrolibertador,elsubprefectoseñorLuna,salud!

Una salva de aplausos premió el discurso del viejo Parga y se apuró el coñac. Elsubprefectocontestóenestostérminos:

—Señor alcalde: muy emocionado por los inmerecidos elogios que me habéisbrindado,yonotengosinoqueagradeceros.Verdaderamente,yonohehechosinocumplircon mi deber. He salvado a la provincia de los desmanes y crímenes del populachoenfurecido,ignoranteeinconsciente.Esoestodoloquehehechoporvosotros.Nadamás,señores.Yotambiénlamentolosucedido.Peroestoyresueltoacastigarsinmiramientoysincompasióna losculpables.Loquehahecho lagendarmeríanoesnada.Yo lesharé

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comprenderaestosindiosbrutosysalvajesqueasínomásnosefaltaalasautoridades.Yoosprometocastigarlos,hastaelúltimo.¡Salud!

LaovaciónaLunafueresonanteyviril,comosupropiodiscurso.Muchosabrazaronalalcaldeyalsubprefecto,felicitándolosemocionados.Sesirvióotracopa.PronunciaronotrosdiscursoseljuezOrtega,elcuraVelardeyeldoctorRiaño,todoscondenandoalbajopuebloyreclamandocontraéluncastigoejemplar.LoshermanosMarinoyelhacendadoIglesias, expresándosemitadendiscursoymitadendiálogo,pedíancon insistenciaunarepresiónsinpiedadcontralaindiada.Iglesiasdijoentonovengativo:

—Hayqueagarraralherrero,queeraelmáslistoyelqueempujóalosotros.Debedehaberhuido.Perohayqueperseguirloydarleunagranpalizaalhijodeputa…

JoséMarinoargumentaba:

—¡Quépalizanipaliza! ¡Hayquemeterleunplomoen labarriga! ¡Esuncangrejo!¡Unlocodemierda!

—Yocreoquehacaídomuertoenlaplaza—apuntótímidamenteelsecretarioBoado.

Elsubprefectorectificó:

—No.Fueelprimeroenescapar,alprimertiro.Perohayqueagarrarlo.¡Sargento!—llamóenaltavoz.

Elsargentoacudióysaludó,cuadrándose:

—¡Suseñoría!

—¡HayquebuscaralherreroHuancasindescanso!Hayqueencontrarloacualquierprecio.Dondequieraquesehalle,hayque«comérselo».¡Untiroenlastripasyarreglado!¡Sí!¡Hagaustedloposibleportraermesucadáver!¡Yoyalehedichoquesuascensoaalférezesunhecho!

—Muybien, su señoría—respondióconentusiasmoel sargento—.Yocumpliré susórdenes.¡Pierdaustedcuidado!

De cuando en cuando se oía a lo lejos, y en el silencio de la noche, disparos derevólver y de carabinas, hechos por los grupos de la guardia urbana, que rondaban laciudad.En lossalonesmunicipales, lascopasdecoñacserepetían,yelcuraVelarde,elsubprefecto Luna y José Marino empezaron a dar signos de embriaguez. Una espesahumaredadecigarros llenaba laatmósfera.Lareuniónsehacíacadavezmásalegre.Altemadeltiroteo,sucedieronmuyprontootrosrientesypicarescos.Enungrupoformadoporelsargento,ungendarmeyunjuezdepaz,esteexclamabaunpocoborrachoyaymuycolorado:

—¡Peroquéindiostanidiotas!

Elsargentodecíajactancioso:

—¡Ah! ¡Peroyo loshe jodido!Apenasvi al herrero saltar a laplazagritando«¡Un

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muerto! ¡Unmuerto!», ledi aunviejoqueestabaami ladounsoberbioculatazoen lafrenteylodejétieso.Despuésmeretiréunpocoatrásyempecéadispararmiriflesobrelaindiada, como una ametralladora: ¡ran!, ¡ran!, ¡ran!, ¡ran! ¡Carajo! Yo no sé cuántoscayeronconmistiros.Peroloqueyoséesquenovisinounapolvaredadelosdiablosyvaciétodamicanana…¡Ah!¡Carajo!¡Yomehe«comido»,yosolamente,lomenossiete,sincontarlosheridos!…

—¡Yyo!—exclamóconorgulloelgendarme—.¡Yyo!¡Carajo!Yonolesdejéalosindiosnisiquieramenearse.Antesquetirasenniunasolapiedra,yomehabía«comido»yados,abocadejarro,ahínomás,juntoamí.Unodeellosfueunaindiaquedesdehacíaratomeestabajodiendoconque«¡patroncito,patroncito!».Deunculatazoenlapanza,ladejéseca…Elotrosemearrodillóapedirmeperdónyallorar,perolequebrélascostillasdeunsoloculatazo…

Eljuezdepazlesoíaposeídodeunhorrorquenopodíaocultar.Sinembargo,decíaentusiasmadoalossoldados:

—¡Bienhecho!¡Bienhecho!¡Indiosbrutos!¡Animales!¡Loquedebíahaberhechoes«tirarse»alcholoHuanca!¡Quélástimadehaberlodejadovivo!¡Caramba!

—¡Ah!—jurabael sargento,moviendo lasmanos—. ¡Ah!¿Ese? ¡Yaveránustedes!¡Yaveránustedescómomelo«como»!¡Déjenloamicargo!Elsubprefectomehadichoquesiyoletraigoelcadáverdelherrero,quecuenteconmiascensoaoficial…

Perounaconversaciónmásimportanteaunsedesarrollabaenesemomentoentreloshermanos Marino y el subprefecto Luna. José Marino había llamado aparte a Luna,tomándoleafectuosamenteporunbrazo:

—¡Permítame,queridosubprefecto!—ledijo—.Quierotomarunacopaconusted.

MateoMarino sirvió tres copas y los tres hombres se fueron a un rincón, copa enmano.

—¡Mireusted!—dijoJoséMarinoenvozbajaalsubprefecto—.Yo,yalosabeusted,soy su verdadero amigo, su amigo de siempre. Yo se lo he probado varias veces. Misimpatíaporustedhasidosiempregrandeysincera.Muchasveces,sinqueustedlosepa—amínomegustadeciranadieloqueyohagoporél—,muchasvecesheconversadoconmístersTaikyWeissenQuivilcasobreusted.Ellosletienenmuchoaprecio.¡Ah!¡Sí!Amíme consta.Amíme consta que estánmuy contentos con usted. ¡Muy contentos!Algunosde aquí—dijo, aludiendo conungesto a los personajes allí reunidos— le hanescritoamísterTaikrepetidasvecescontrausted…

—¡Sí!¡Sí!—dijosonriendoconsuficienciaLuna.Yamelohandicho.Yalosabía…

—LehanescritochismeándoloyponiéndolomalydiciéndolequeustednoesmásqueunagentedeldiputadodoctorUrteagayqueaquínohaceustedmásqueserviraUrteagaencontradela«MiningSociety»…

Elsubprefectosonreíacondespechoyconrabia.JoséMarinoañadió,irguiéndoseyen

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tonoprotector:

—Yo,naturalmente,lohedefendidoaustedacapayespada.Haymástodavía.MísterTaikestabayacreyendoesoschismesyundíamehizollamarasuescritorioymedijo:«SeñorMarino:lohehechollamaramiescritorioparahablarconustedsobreunasuntomuygraveymuysecreto.Siénteseycontéstemeloquevoyapreguntarle.¿Cómoseportacon ustedes enColca el subprefectoLuna?Hágame el favor de contestarme con enterafranqueza.PorquemeescribendeColcatantascosascontraLuna,que,francamente,noséloquehayentodoestodecierto.Poresoquieroqueustedmedigasinceramentecómoseconduce Luna con ustedes. ¿Les presta toda clase de facilidades para el enganche depeones?¿Losapoyayestáconustedes?Porquela“MiningSociety”hizonombraraLunasubprefectoconelúnicofindetenerlagendarmeríaanuestroservicioparaloquetocaala peonada. Usted lo sabemuy bien. El resto es demenor importancia: que Luna estásiempreconloscorreligionariospolíticosdeUrteaga;queseemborrachaconquienquiere,esonosignificanada».Asímedijoelgringo.Estabamuyenojado.Yoledijeentoncesqueusted se portaba correctamente con nosotros y que no teníamos nada de qué quejamos.«Porque—medijoelgringo—,siLunanoseportabienconustedes,yocomunicoestoinmediatamente a nuestro escritorio de Lima, para hacerlo destituir en el día. UstedcomprendequenuestraempresarepresentainteresesmuyseriosenelPerúynoestamosdispuestosaponerlosamerceddenadie».Asímedijoelgringo.Peroyolecontestéqueesoschismesnoeranciertosyqueustederanuestro,completamentenuestro…

—Yosé—dijoMateoMarino—,yoséquiéneslesescribenesoalosyanquis…

—¡Bueno!¡Bueno!—añadióvivamenteJoséMarino—.Pero,enresumen,loquehayesquelosyanquisyatienenlapulgaenlaorejayquehayquetenermuchocuidado…

—¡Pero si todo eso esmentira!—exclamaba Luna—.Ustedes,más que nadie, sontestigosdemilealtadabsolutaydemidevociónincondicionalamísterTaik…

—¡Naturalmente!—decíaJoséMarino,echando labarriga triunfalmente—.Poreso,precisamente, lodefendí austed en toda la línea, ymísterTaikmedijo: «Bueno, señorMarino:surespuesta,queyolacreofranca,mebasta».

—¡Muybien!¡Muybien!—exclamóMateoMarino.

ElsubprefectoLuna,emocionado,respondióaJoséMarino:

—Yo le agradezcomuyde veras,mi querido don José.Yya sabe usted que soy suamigosincero,decididoahacerporustedestodoloquepueda.Díganmesolamenteloquequierenyyoloharéenelacto.¡Enelacto!¡Sí!¡Comoustedeslooyen!

—¡Muybien! ¡Peromuybien!—volvióadecirMateoMarino—.¡Y,poreso,señorsubprefecto,bebamosestacopa!

—¡Sí,porusted!—BrindóJoséMarino,dirigiéndoseaLuna—.¡Pornuestragrandeynobleamistad!¡Salud!

—¡Por eso! ¡Por «Marino Hermanos»! —decía el subprefecto—. ¡Salud! ¡Y por

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místersTaikyWeiss!¡Yporla«MiningSociety»!¡YporlosEstadosUnidos!¡Salud!

Variascopasmástomaronlostreshombres.Enunadeestas,JoséMarinolepreguntóalsubprefectoLuna,siempreaparteyensecreto:

—¿Cuántosindioshancaídohoypresos?

—Alrededordeunoscuarenta.

JoséMarinoibaaañadiralgo,perosecontuvo.Alfin,hablóasíaLuna:

—¿Recuerdaustedloqueledijimosestamañanasobrelospeones?…

—Sí.Quenecesitancienpeonesparalasminas…

—Exactamente.Perohayunacosa:yocreoquepodríamoshacerunacosa.Mireusted:comoustednotieneaúngendarmessuficientesparaperseguireneldíaanuestrospeonesprófugos, y comousted no va a saber qué hacer con todos esos indios que están ahorapresos en la cárcel, ¿por qué no nos da usted unos cuantos, para enviarlos a Quivilcainmediatamente?

—¡Ah! ¡Eso!…—exclamóel subprefecto—.Usted comprende.La cosa esunpocodifícil.Porque…¡Espereusted!¡Espereusted!…

Lunaseagarróelmentón,pensativo,yterminódiciendoaJoséMarinoenvozbajaycómplice:

—Nohablemosmás.Entendidos.Seloprometo.

MateoMarinocorrióytrajotrescopas.

—¡Señores!—exclamócopaenmanoyenaltavozJoséMarino,dirigiéndoseatodoslos concurrentes—.Yo les invito a beber una copa por el señorRoberto Luna, nuestrograndesubprefecto,queacabadesalvarnosdelaindiada.Yo,señores,puedoasegurarlesqueelGobiernosabrápremiarloquehahechohoyelseñorLunaenfavordeColca.Yyopropongo firmaraquímismo todos lospresentesunmemorial alministrodelGobierno,expresándolelagratituddelaprovinciaalseñorLuna.Además,propongoquesenombreuna comisión que se encargue de organizar un homenaje al señor Luna, con un granbanqueteyconunamedalladeoro,obsequiodeloshijosdeColca…

—¡Bravo!¡Bravo!¡Hip,hip,hip!¡Hurra!…

Hubounrevuelo intensoen lossalonesmunicipales.El juez,doctorOrtega,yamuyborracho,llamóaunodelosgendarmesyledijo:

—Vayaustedatraerlabandademúsicos.Despiértelosatodosloscholoscuesteloquecuesteydígalesqueelsubprefecto,eljuez,elalcalde,elcura,elmédicoytodolomejordeCannasestáaquí,yquevenganinmediatamente.

ElmédicoRiañoopusounescrúpulo:

—¡DoctorOrtega!¿Creeustedquedebetraerlamúsica?

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—¡Peroesclaro!¿Porquéno?

—Porquecomohahabidomuertoshoy,lagentevaadecir…

—¿Peroquégente?¿Losindios?¡Quéocurrencia!¡Vayausted,vayanomás!—volvióadecireljuezalgendarme.

Yelgendarmefueatraerlamúsicacorriendo.

Alamadrugada,lossalonesmunicipalesestabanconvertidosenunlocaldefiestas.Labandademúsicostocabavalsesymarinerasentusiastas,yunajaranadeliranteseprodujo.Muchossehabíanretiradoyaadormir,perolosquequedaron—unaquincenadepersonas— se encontraban completamente ebrios. Bailaban entre hombres. Losmás dados a lamarinera eran el curaVelarde y el juezOrtega. El cura se quitó la sotana y se hizo elprotagonistadelafiesta.Bailabaycantabaenmediodetodosyavozencuello.Despuéspropuso iracasadeunafamiliadechicherasen laqueelcurayeldoctorRiaño teníanpretensionesescabrosasrespectodedosindiasbuenasmozas.Peroalguienaseguróquenosepodíair,porqueelpadredelasindiashabíacaídoheridoenlaplaza.

Tomados del brazo, el alcalde Parga, el subprefecto Luna y los hermanos Marinodiscutíanacaloradamente.Elalcaldebalbuceaba,bamboleándosedeborracho:

—¡Yo soy todode los yanquis! ¡Yo se lo debo todo! ¡La alcaldía! ¡Todo! ¡Sonmispatrones!¡SonloshombresdeColca!

—¡NosolodeColca—argumentabaMateoMarino—,sinodeldepartamento!¡Ellosmandan!¡Quécarajo!¡VivamísterTaik,señores!…

El subprefecto Luna, hombre versado en temas internacionales, explicabaentusiastamenteasusamigos:

—¡Ah, señores! ¡Los Estados Unidos es el pueblo más grande de la tierra! ¡Quéprogresoformidable!¡Quériqueza!¡Quégrandeshombres,losyanquis!¡Fíjensequecasitoda la América del Sur está en manos de las finanzas norteamericanas! ¡Las mejoresempresasmineras,losferrocarriles,lasexplotacionescaucherasyazucareras,todoseestáhaciendo con dólares deNuevaYork! ¡Ah! ¡Eso es una cosa formidable! ¡Y van a verustedesquelaguerraeuropeanoterminará,mientrasnoentrenenellalosEstadosUnidos!¡Acuérdensede loque lesdigo! ¡Peroesclaro! ¡EseWilsonescojonudo! ¡Qué talento!¡Quédiscursosquepronuncia!¡Elotrodíaleíuno!…¡Carajo!¡Nohayquedudarlo!…

JoséMarinoadujoenérgicamente:

—¡Pero, sobre todo, la«MiningSociety»! ¡Eselmásgrande sindicatomineroenelPerú!¡TieneminasdecobreenelNorte,minasdeoroyplataenelCentroyenelSur!¡Portodaspartes!MísterWeissmedecíaenQuivilcaloqueesla«MiningSociety».¡Quéenormeempresa!¡Oh!¡Sololesdigoquelossociosdela«Mining»sonlosmásgrandesmillonariosdelosEstadosUnidos!¡Muchosdeellossonbanquerosysonsociosdeotrosmil sindicatos deminas, de azúcar, de automóviles, de petróleo! ¡MistersTaik yWeisssolamentedisponendefortunascolosales!…

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—¡Bueno,señores!—dijo,acercándoseelcuraVelardedelbrazodel juezOrtega—.¿Dequésetrata?

—¡Aquí—respondióconorgulloMateoMarino—,aquí,hablandodelosyanquis!

—¡Ah!—exclamóelcura—. ¡Losgringosson loshombres!Bebamosunacopaporlos norteamericanos. ¡Ellos son los quemandan! ¡Qué caracoles!Yohe visto almismoobispo agacharse ante míster Taik la vez pasada que fui al Cusco. ¡El obispo queríacambiaralcuradeCanta,ymísterTaikseopusoy,claro,monseñortuvoqueagachársele!…

MateoMarinoordenóalosmúsicosenaltavoz:

—¡Un«ataque»!¡Un«ataque»!¡Un«ataque»!

Losmúsicos,queestabanenelcorredoreignorabandeloquesehablabadentrodelossalones, tocaron un «ataque» fogoso, rítmico y algo monótono. Un vocerío confuso yensordecedor se produjo en los salones. Todos tenían una copa en la mano y todoshablabanagritosyalavez:

—¡VivanlosEstadosUnidos!¡Vivala«MiningSociety»!¡Vivanlosnorteamericanos!¡VivaWilson! ¡VivamísterTaik! ¡VivamísterWeiss! ¡VivaQuivilca! ¡Viva, señores,elsubprefectodelaprovincia!¡Vivaelalcalde!¡Vivaeljuezdeprimerainstancia!¡VivaelseñorIglesias!¡Viva«MarinoHermanos»!¡Abajolosindios!¡Abajo!…

Enmediodelabulla,yentrelasnotasentusiastasdel«ataque»,sonaronvariostirosderevólver.EljuezOrtegayelcuraVelardesacaronsuspañuelosysepusieronabailar.Losmúsicos,alverlos,pasaronatocar,sinsolucióndecontinuidad,lafugadeunamarinerairresistible. Los demás rodearon al cura y al juez, haciendo palmas y dando gritosestridentesyfrenéticos.

EldíaempezóarayartrasdeloscerrosnevadosylejanosdelosAndes.

***

Aldía siguiente, el doctorRiaño hizo la autopsia de los cadáveres.Tres de los heridoshabíanmuertoalamadrugada.Algunosdeloscadáveresfueronenterradosporlatarde.

ElsubprefectoLuna,aesode launadeldía,y todavíaensucama,recibió,entresucorreomatinal,larespuestatelegráficadelprefecto.Eltelegramadecíaasí:«SubprefectoLuna. Colca.— Deplorando sucesos, felicítolo actitud ante atentado indiada yrestablecimientoordenpúblico.(Firmado).PrefectoLedesma».Lunaempezóluegoaleersus cartas y periódicos. Súbitamente, con una sonrisa de satisfacción, llamó a suordenanzaAnticona:

—¡Anticona!

—Suseñoría.

—Vaya usted a llamar al señor JoséMarino. Dígale que le estoy esperando y quevengainmediatamente.

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—Muybien,suseñoría.

Alospocosmomentos,JoséMarinoentrabaaldormitoriodelsubprefecto,contentoysonriente:

—¿Quétal?¿Elsueñohasidobueno?

—Sí—dijoLunacongestodefatiga—.Paseusted.Siéntese.Lascopasamímehacensiempremuchodaño.Lavejez.¡Quéquiereusted!

—¡Yo,no!¡Yohedormidocomounchancho!

—Bueno,miqueridoMarino.¡Acaboderecibirtelegramadelprefecto!¡Mireusted!…

ElsubprefectoletendióeltelegramayJoséMarinoleyómentalmente.

—¡Estupendo!—exclamabaMarino—. ¡Estupendo! ¡Ya ve usted, ya se lo decía yoayer!¡Naturalmente!ElprefectoyelMinisteriotienenqueaprobarloqueustedhahecho.Además, yo voy a escribirle en seguida a míster Taik contándole lo que ha pasado ydiciéndolequelorecomiendeaustedinmediatamentealCuscoyaLima,afindequeseapruebelodeayerynolomuevanausteddeCannas.

—¡Eso es! ¡Eso es! ¡Bueno! ¡Bueno!Esto lodejo al cuidado suyo.En cuanto a losindiosqueestánpresos,meparecequeustedpudetomarunosquinceparalasminas.¡Ah!También acabo de leer en el periódico la entrada de los Estados Unidos a la guerraeuropea.

—¿Sí?—preguntóJoséMarinoalborotado.

—¡Sí,sí,sí!Acabodeleerloenelperiódico.

—Entonces,místerTaikyadebetambiénsaberloaestashorasyhabráredobladolostrabajosdelasminas.TienequeenviarinmediatamenteaMollendo,paraserembarcadoaNuevaYork,ungranlotedetungsteno.

—Poreso,justamente,lohellamado,paradecirleque,envistadelapurodepeonesenqueestála«MiningSociety»,dispongausted,hoymismo,siloquiere,dequinceindiosdelosquetengoahoraenlacárcel.

—¿Noesposibletomardeahíunosveinte?

—Pormiparte,yo loharía conmuchogusto.Ya sabeustedqueyoestoyaquíparaservirlesaustedes,yesoesloúnicoquemeinteresa.YoséquemientrasmísterTaikestécontentoysatisfechodemí,no tengonadaque temer.Peroya leshedichoayerqueyonecesitotambiénlomenoscinco«conscriptos»antesdefindemes.Delosindiosquehayenlacárcel, tengoquetomartambiéntresquemefaltanparacompletarmicontingente.Yonopuedoquedarmalconelprefecto.Póngaseustedenmilugar.Además,noconvieneirmuylejosenestodelosindiosparaQuivilca.HayquedesconfiarsedeRiañoydelviejoIglesias.SielviejoIglesiasllegaasaberqueyoleshedadoaustedesveinteindiosparaQuivilca, él va a querer también otros tantos para su hacienda, y, como siempre está

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escribiéndoseconUrteaga,puedeindisponermeconelGobierno…

—PerositenemosamísterTaikconnosotros…

—Sí,sí;perosiempreesbuenoestarbienconeldiputado…

—¡No,no,no!Yoleaseguro,además,queelviejoIglesiasnotieneporquésaberlo.Quivilcaestálejos.Unavezquelosindiosesténenlasminas,nadiesabrádeellosnada,nidóndeestánniquéesloquehacen,ninada.

—¿Ylasfamiliasdelosindios?¿YsivanaQuivilca?

—Muybien;perosiustedseloimpide,nosemoveránniharánnada.Además,atodoelmundo hay que decirle que se les ha puesto en libertad y que los indios han huidodespuésdemiedo.Haciéndolo así, si se llega a saber que algunosde ellos están en lasminas,sepuededecirqueellosmismossehabíanidoaQuivilca,demiedoaljuicioporlossucesosdeayer…

Así quedó acordado entre JoséMarino y el subprefecto Luna. En la noche de esemismodía,ypreviaunaseleccióndelosmáshumildeseignorantes,fueronsacados,enlamadrugada, veinte indios de la cárcel, de tres en tres. La ciudad estaba sumida en unsilencio absoluto. Las calles estaban desiertas. Los indios iban acompañados de dosgendarmes,balaenbocayconducidosalasafuerasdeColca,sobreelcaminoaQuivilca.Allí se formó el grupo completo de los veinte indios prometidos por Luna a «MarinoHermanos»,ya lascuatrode lamañanafue lapartidapara lasminasde tungsteno.Losveinteindiosibanamarradoslosbrazosalaespaldaytodosligadosentresíporunsólidocable, formandouna fila encadena,deunoen fondo.Custodiabaneldesfile, a caballo,José y Mateo Marino, un gendarme y cuatro hombres de confianza, pagados por loshermanos Marino. Los siete guardias de los indios iban armados de revólveres, decarabinasydeabundantemunición.

Lamarcha de estos forzados, para evitar encuentros azarosos en la ruta, se hizo engranparteporpequeñossenderosapartados.

Nadiedijoaestosindiosnada.Niadóndeselesllevabaniporcuántotiemponienquécondiciones.Ellosobedecieronsinproferirpalabra.Semirabanentresí,sincomprendernada, y avanzaban a pie, lentamente, la cabeza baja y sumidos en un silencio trágico.¿Adóndeselesestaballevando?QuiénsabealCusco,paracomparecerantelosjuecesporlosmuertosdeColca.¡Perosiellosnohabíanhechonada!¡Peroquiénsabe!¡Quiénsabe!O tal vez los estaban llevando a ser conscriptos. ¿Pero también los viejos podían serconscriptos?¡Quiénsabe!Y,entonces,¿porquéibanconelloslosMarinoyotroshombresparticulares,sinvestidomilitar?¿Seríaqueestabanayudandoalsubprefecto?¿Oacasoselosestabanllevandoabotarloslejos,enalgúnsitioespantoso,porhaberlosagarradoenlaplaza,alahoradelostiros?¿Perodóndeestaríaesesitioyporquéesaideadecastigarlosbotándolos así, tan lejos? ¡Quién sabe! ¡Quién sabe! ¡Quién sabe! ¡Pero ni un poco decancha!¡Niunpuñadode trigoodeharinadecebada!¡Ynisiquieraunaboladecoca!Cuandoyafuedemañanayelsolempezóaquemar,muchosdeellostuvieronsed.¡Pero

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ni siquiera un poquito de chicha! ¡Ni un pocode cañazo! ¡Ni un poco de agua! ¿Y lasfamilias? ¡LapobrePaula, embarazada! ¡ElSantos, todavía tanchiquito! ¡El taitaNico,que sequedóalmorzandoenel corral! ¡LamamaDolores, tan flacuchita lapobrey tanbuena!¡Ylosrocotosamarillos,grandesya!¡Eltingodemaíz,verde,verde!¡Yelgallocenizo, para llevarlo aChuca!… ¡Ya todo iba quedando lejos, lejos!… ¿Hasta cuándo?¡Quiénsabe!¡Quiénsabe!

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III

Pocassemanasdespués,elherreroHuancaconversabaenQuivilcaconLeónidasBenitesyel apuntador y examante de la finadaGraciela.Era de noche.Estaban en el rancho delapuntador,situadoenelcampamentoobrero,peromuyalasafuerasdeQuivilca,cercayade lasquebradasde«Sal sipuedes».Enelúnicocuartodel ranchomiserable,dondeelapuntadorvivíasolo,ardía, juntoalacama,uncandildekerosene.Portodomueble,unburdo banco de palo y dos troncos de alcanfor para sentarse. En losmuros de cercha,empapelados de periódicos, había pegadas con goma unas fotografías arrancadas deVariedades, de Lima. Los tres hombres hablaban misteriosamente y en voz baja. Confrecuencia,callabanyaguaitabanconcautelaentrelosmagueyesdelapuerta,hacialarúadesiertayhundidaenelsilenciodelapuna.¿Quéinsólitomotivohabíapodidojuntarenun ambiente semejante a estos hombres tan distintos unos de otros? ¿Qué inauditoacontecimiento había sacudido a Benites, al punto de agitarlo y arrastrarlo hasta elhumildeapuntadory,loqueeramásextraño,hastaServandoHuanca,elherrerorebeldeytaciturno? ¿Ycómo,deotra parte, había ido apararHuanca aQuivilca, despuésde lossucesossangrientosdeColca?

—¿Estamos, entonces, de acuerdo? —preguntó vivamente Huanca a Benites y alapuntador.

Benitesparecíavacilar,peroelapuntador,entonodeplenaconvicción,respondía:

—¡Yalocreo!¡Yoestoycompletamenteconvencido!

ServandoHuancavolvióalacargasobreBenites.

—Pero,vamosaver,señorBenites.¿UstednoestáconvencidodequelosgringosylosMarinosonunosladronesyunoscriminales,yquevivenyseenriquecenacostadelavidaylasangredelosindios?

—Completamenteconvencido—dijoBenites.

—¿Entonces?Lomismo,exactamentelomismosucedeentodaslasminasyentodoslospaísesdelmundo:enelPerú,enlaChina,enlaIndia,enÁfrica,enRusia…

Benitesinterrumpió:

—Pero no en los Estados Unidos, ni en Inglaterra, ni en Francia, ni en Alemania,porqueallílosobrerosylagentepobreestámuybien…

—¿«La gente pobre estámuy bien»? ¿Qué es eso de que «la gente pobre estámuybien»?Siespobre,nopuedeentoncesestarbien…

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—Esdecir,quelospatronesdeFrancia,deInglaterra,deAlemaniayde losEstadosUnidos no son tan malos ni explotan tanto a sus compatriotas como hacen con losindígenasdelosotrospaíses…

—Muy bien, muy bien. Los patrones y millonarios franceses, yanquis, alemanes,inglesessonmásladronesycriminalesconlospeonesdelaIndia,deRusia,delaChina,del Perú, de Bolivia, pero son tambiénmuy ladrones y asesinos con los peones de laspatriasdeellos.Entodaspartes,entodas,peroentodas,hayunosquesonpatronosyotrosquesonpeones,unosquesonricosyotrospobres.Ylarevolución,loquebuscaesecharabajoatodoslosgringosyexplotadoresdelmundo,paraliberaralosindiosytrabajadoresde todaspartes. ¿Han leídoustedes en los periódicos lo quedicenque enRusia se hanlevantadolospeonesycampesinos?Sehanlevantadocontralospatrones,ylosricos,ylosgrandeshacendados,ycontraelGobierno,yloshanbotado,yahorahayotroGobierno…

—Sí.Sí.Síhe leídoenElComercio—decíaBenites—.Pero sehan levantado solocontraelzar.Nocontra lospatronesyricoshacendados,porquehaysiemprepatronesymillonarios…Solohanbotadoalzar.

—¡Sí,peroyavanaverustedes!…

—¡Claro!—dijoBenitesentusiasmándose—.HayenelnuevoGobiernodeRusiaungranhombre,quesellama…Quesellama…

—¡Kerenski!—dijoHuanca.

—Ese, ese. Kerenski. Y ese dicen que es muy inteligente, un gran orador y muypatriota,yquevaahacerjusticiaalosobrerosyalospobres…

ServandoHuancaseechóareír,repitiendoconzumba:

—¡Quévaahacerjusticia!¡Quévaahacerjusticia!…

—Sí,porqueesmuyinteligenteyhonradoymuypatriota…

—¡Será otro zar, y nada más! —dijo enérgicamente el herrero—. Los inteligentesnuncahacennadadebueno.Losquesoninteligentesynoestánconlosobrerosyconlospobres,solosabensubirysentarseenelGobiernoyhacerse,ellostambién,ricosynoseacuerdanmásde losnecesitadosyde los trabajadores.Yohe leído,cuandotrabajabaenlosvallesazucarerosdeLima,quesolohayahoraunsolohombreentodoelmundo,quese llamaLenin,yqueeseeselúnico inteligentequeestásiemprecon losobrerosy lospobres y que trabaja para hacerles justicia contra los patronesyhacendados criminales.¡Esesíqueesungranhombre!¡Yvanaver!Dicenqueesrusoyquelospatronesdetodaspartes no le pueden ver ni pintado, y han hecho que los gobiernos lo persigan parafusilarlo…

Elagrimensordecíaincrédulo:

—Noharátampoconada.¿Quévaahacer,silopersiguenparafusilarle?

—¡Yaveránustedes!¡Yaverán!AhítengounperiódicoquemehanenviadodeLima,

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escondido. Ahí dicen que Lenin va a ir a Rusia y va a levantar las masas contra eseKerenskiylovaabotaryvaaponerenelGobiernoalosobrerosyalospobres.¡Yallítambiéndicenquelomismohayquehacerentodaspartes:aquíenelPerú,enChile,enelextranjero,entodoslospaíses,parabotara losgringosypatrones,yponernosnosotros,losobrerosylospobres,enelGobierno!

Benitessonreíaconescepticismo.Elapuntador,encambio,oíaconprofundaunciónalherrero.

—Eso—dijoBenitesmuypreocupado—,esoesmuydifícil.LosindiosylospeonesnopuedenserGobierno.Nosabennileer.Sonaúnignorantes.Además,haydoscosasquenohayqueolvidar:primero,que losobreros sin los intelectuales—abogados,médicos,ingenieros,sacerdotes,profesores—nopuedenhacernada,¡ynopodrán,nopodrán,ynopodránnunca!Segundo,quelosobreros,asíestuviesenpreparadosparagobernar,tienenquecedersiemprelosprimerospuestosalosqueponenelcapital,porquelosobrerossoloponensutrabajo…

—Muy bien. ¡Pero entendámonos, señor Benites! Ya les he dicho que…—Sí. Deacuerdo.Estamosacordesenquedebengobernarsololosque…

—¡No,no,no!¡Espéremeuninstante!¡Hágameelfavor!Déjemehablar.Vamospororden: dice usted que los obreros no pueden hacer nada sin los abogados, profesores,médicos, sacerdotes, ingenieros. Bueno. Pero lo que pasa es que los curas, profesores,abogadosydemássonlosprimerosladronesyexplotadoresdelindioydelpeón.

Benitesprotestó:

—¡No,señor!¡No,señor!…

—¡Sí,señor!¡Sí!—decíaelherreroenardecido.

—¡Sí! ¡Sí! ¡Sí! —decía también con ímpetu el apuntador—. Los médicos, losingenieros y todos esos que se las dan de señoritos inteligentes, son unos ladrones yesquilman a los indios y a los pobres. ¡Sí! ¡Sí! ¡Usted mismo —añadió irritado elapuntador,dirigiéndoseabocadejarroalagrimensor—,ustedmismoyelprofesorZavalayelingenieroRubiotomaronparteenlamuertedelaGracielaenelbazar!…

—¡No,señor!¡Estáustedequivocado!—argumentabaentonoamedrentadoBenites.

—¡Sí! ¡Sí!—decía el apuntador,desafiandoal agrimensor—.Ustedesunhipócrita,que solovinoaver aHuancaparavengarsede losgringosydeMarino,porque lehanquitadoelpuestoyporquelehanrobadosussocios,ynadamás.UstedyRubiofueronlosprimeros,conelcocheMarino,enquitarlessuschacras,susanimalesysusgranosalossoras, robándoles y metiéndoles después en las minas, para hacerlos morir entre lasmáquinasyladinamitacomoperros…Ustedquiereahoraengañarnosydecirquequiereponerseconnosotros,cuandonoescierto.UstedseiráconlosgringosyconlosMarinos,apenas le vuelvan a llamar y a dar un puesto. Y entonces, usted será el primero entraicionarnosydecir a lospatrones loque estamoshaciendoy loque estamosdiciendo

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aquí.¡Sí!¡Sí!¡Asísonlosingenierosytodoslosprofesores,ydoctores,ycuras,ytodos,todos! ¡Nohayquecreerlesaustedesnada! ¡Nada! ¡Ladrones! ¡Criminales! ¡Traidores!¡Hipócritas!¡Sinvergüenzas!…

—¡Basta! ¡Basta! ¡Calle! —le dijo afectuosamente Huanca al apuntador,interponiéndoseentreesteyLeónidasBenites—.¡Yaestá!¡Yaestá!Nosegananadaconponerse así. Hay que ser serenos. ¡Nada de alborotos ni de atolondramientos! Elrevolucionariodebesertranquilo…

—¡Además—decíaBenites,pálidoysuplicante—,yonohehechonadadeeso!YolesjuropormimadrequeyonomemetíennadaparalamuertedelaRosada…

—¡Bueno,bueno!—dijoserenamenteHuanca—.¡Dejemosesoya!¡Vamosalgrano!Yoledecíaausted—añadiódirigiéndoseaBenites—queloscurasylosdoctorestambiénsonenemigosdelosindiosylostrabajadores.¿QuéesloquepasóaquellavezenColca?¡Entreelsub-prefecto,elmédico,eljuezdeprimerainstancia,elalcaldeyelsargento,yelgamonal Iglesias, y los soldados dieron la muerte a más de quince pobres indios! ¡EltuertoOrtegafueelmásmaloyelmáscruel!¿YelcuraVelarde?¿Noestuvocontodosellos recorriendo el pueblo, revólver en mano, y persiguiendo a balazos a los indiosinocentes?…¿YelprofesorGarcía?…

El apuntador, con la cara encendida por el rencor, se paseaba nerviosamente en elrancho. Leónidas Benites oía a Huanca, cabizbajo y como presa de hondas luchasinteriores. Una aguda incertidumbre suscitaban en su espíritu los alegatos del herrero.Benites,enelfondo,teníafeabsolutaenladoctrina,segúnlacual,sonlosintelectualeslosquedebendirigirygobernaralosindiosyalosobreros.Esolohabíaaprendidoenelcolegioyenlauniversidadyloseguíaleyendoenlibros,revistasyperiódicos,nacionalesyextranjeros.Sinembargo.BenitesacogíaestanochelaopiniónencontrariodeServandoHuanca,conextrañaatención,conrespetoyhastaconsimpatía.¿Porqué?VerdadesquemístersTaikyWeiss le habían arrojadode supuestode agrimensoryque JoséMarinorompiótambiénconéllasociedaddecultivoycría.VerdadesqueBenitesodiabaahora,acausa de estos daños, a los patrones yanquis tanto como a los patrones peruanos —encarnadosestosúltimosen laspersonasde«MarinoHermanos»—.Pero—sedecíaenconciencia—,deaquíaponerseentratosconHuanca,paramoveralospeonescontrala«MiningSociety»y—loqueeramásgrave—paraprovocarasínomásunlevantamientode lasmasas contra el orden social y económico reinante, medía, en realidad, un granabismo…¡Ysilaspretensionesdelherreronofuesenmásqueesas!¡Sielherreroquisieseúnicamenteelaumentodelossalariosa lapeonada,buenosranchos,disminucióndelashoras de trabajo, descanso por las noches y los domingos, asistencia medical yfarmacéutica, remuneración por accidentes del trabajo, escuelas para los hijos de losobreros,dignificaciónmoraldelosindios,ellibreejerciciodesusderechosy,porúltimo,la justicia igual para grandes y pequeños, para patrones y jornaleros, poderosos ydesvalidos!…Masesonoeratodo.¡ServandoHuancaosabairhastahablarderevoluciónydebotaralosmillonariosygrandescaciquesqueestánenelGobierno,paraponerloaeste enmanos de los obreros y campesinos, pasando por sobre las cabezas de la gente

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culta e ilustrada, como los abogados, ingenieros, médicos, hombres de ciencia ysacerdotes!…Nopodíaelagrimensorconcebiraunherrerodeministroyaunobispo,uncatedráticoounsabio,pidiendoaudienciaaaquelyguardándoleantesala. ¡Ah,no!Esopasaba todo límitey todaseriedad.Pongamosporcasoquemuchos intelectuales fuesenpícaros y explotadores del pueblo. Pero, juzgando las cosas en el terreno estrictamentecientíficoytécnico,paraBenites,laideayloshombresdeideasconstituyenlabaseyelpuntodepartidadelprogreso,¿quépodránhacerlospobrescampesinosyjornaleroseldíaenquesepusieranalacabezadelGobierno?¡Sinideas,sinnocióndenada,sinconcienciade nada! ¡Reventarían!De esto estaba completamente convencido Leónidas Benites. Yjustamente, por estarlo, no podía explicarse el agrimensor por qué seguía oyendo ydiscutiéndoleaHuanca,unhombrechifladoyantequienél,Benites,aparecíanadamenosquecomoenemigoyexplotadordelaclaseobreraycampesina.

—Pero, Huanca—le argumentó Benites—, no diga usted disparates. Nosotros, losintelectuales,estamoslejosdeserenemigosdelaclaseobrera.Todolocontrario:yo,porejemplo,soyelprimeroenvenirahablarconustedesespontáneamenteysinquenadiemeobligueyhastaconpeligrodequelosepanlosgringosymebotendeQuivilca…

Elapuntadorlerespondióviolentamente:

—Peroyoleapuestoquesimañanalevuelvenadarsupuestolosgringos,ustednovuelvemásabuscarnosy,sihayunahuelga,seráustedelprimeroenecharlesbalaalospeones…

—¡Sí!¡Sí!—dijoServandoHuanca—.Losobrerosnodebemosconfiarnosdenadie,porquenos traicionan.Nidedoctores,nide ingenieros,nimenosdecuras.Losobrerosestamossoloscontralosyanquis,contralosmillonariosygamonalesdelpaís,ycontraelGobierno,ycontraloscomerciantes,ycontratodosustedes,losintelectuales…

Leónidas Benites se sintió profundamente herido por estas palabras del herrero.Herido,humilladoyhastatriste.AunquerechazabalamayorpartedelasideasdeHuanca,unamisteriosaeirrefrenablesimpatíasentíacrecerensuespíritu,porlacausaenglobodelospobresjornalerosdelasminas.Beniteshabíatambiénvistomuchosatropellos,robos,crímeneseignominiaspracticadoscontralosindiosporlosyanquis,lasautoridadesylosgrandeshacendadosdelCusco,deColca,deAccoya,deLimaydeArequipa.Sí.AhoralosrecordabaBenites.Unavez,enunahaciendadeazúcardelosvallesdeLima,LeónidasBenitessehallabadepaseo, invitadoporuncolegauniversitario,hijodelpropietariodeese fundo, senador de la República este y profesor de la Facultad de Derecho en laUniversidadNacional.Estehombre, célebreen la regiónpor sudespotismosanguinarioconlostrabajadores,solíalevantarsedemadrugadaparavigilarysorprenderenfaltaalosobreros. En una de sus incursiones nocturnas a la fábrica, le acompañaron su hijo yLeónidasBenites.La fábrica estaba enplenamolienday eran las dos de lamañana.Elpatrónysusacompañantessedeslizaroncongransigilojuntoaltrapicheyalasturbinas,dieron la vuelta por las máquinaswrae y descendieron por una angosta escalera a laseccióndelascentrifugas.Enunángulodellocal,sedetuvieronaobservar,sinservistos,

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alosobreros.Benitesvioentoncesunamultituddehombrestotalmentedesnudos,conunpequeño taparrabo por toda vestimenta, agitarse febrilmente y en diversas direccionesdelantedeenormescilindrosquedespedíanestampidos isócronosyensordecedores.Loscuerposdelosobrerosestaban,acausadelsofocantecalor,bañadosdesudor,ysusojosysuscarasteníanunaexpresiónangustiosaylívidadepesadilla.

—¿Quétemperaturahaceaquí?—preguntóBenites.

—Unos48a50grados—dijoelpatrón.

—¿Ycuántashorasseguidastrabajanestoshombres?

—Deseisdelatardeaseisdelamañana.Perogananunaprima.

El patrón dijo esto y añadió, alejándose en puntillas en dirección a los obrerosdesnudos,perosinqueestospudiesenverlo:

—Unmomento.Espéremeaquí.Unmomento…

Elpatrónavanzóapasorápido,agarróunbaldequeencontróensucaminoylollenódeaguafríaenunabomba.¿Quéibaahaceresehombre?Unodelosobreros,desnudosysudorosos,estabasentado,unpocolejos,enelbordedelrectángulodeacero.Acodadoensusrodillas,apoyabaensusmanoslacabezainundadadesudor.Dormía.Algunosdelosotros obreros advirtieron al patrón y, como de ordinario, temblaron de miedo. Y fueentoncesqueLeónidasBenitesvioconsuspropiosojosestupefactosunaescenasalvaje,diabólica,increíble.Elpatrónseacercóenpuntillasalobrerodormidoylevaciódegolpeelbaldedeaguafríaenlacabeza.

—¡Animal!—vociferóelpatrón,haciendoesto—.¡Haragán!¡Sinvergüenza!¡Ladrón!¡Robándomeeltiempo!…¡Atrabajar!¡Atrabajar!…

Elcuerpodelobrerodiounsaltoysecontrajoluegoporelsuelo,enuntemblorlargoy convulsivo, como un pollo en agonía. Después se incorporó de golpe, lanzando unamirada larga, fija y sanguinolenta en el vacío. Vuelto en sí, y aún atontado un poco,reanudósutrabajo.

Aquellamismamadrugadamurióelobrero.

Benites recordó esta escena, como en un relámpago, mientras Servando Huanca ledecíaaélyalapuntador:

—Hayuna solamanera de queustedes, los intelectuales, hagan algopor los pobrespeones, si es que quieren, en verdad, probarnos que no son ya nuestros enemigos, sinonuestros compañeros. Lo único que pueden hacer ustedes por nosotros es hacer lo quenosotros les digamos y oírnos y ponerse a nuestras órdenes y al servicio de nuestrosintereses.Nadamás.Hoyporhoy, esta es laúnicamaneracomopodemosentendernos.Más tarde, ya veremos. Allí trabajaremos, más tarde, juntos y en armonía, comoverdaderoshermanos…¡Escojausted,señorBenites!…¡Escojausted!…

Unsilencioprofundoguardaron los treshombres,Elherreroyelapuntadormiraban

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fijamente a Benites, esperando su respuesta. El agrimensor seguía meditabundo yagachado. El peso de los argumentos de Huanca le estaban trayendo por tierra. Ya nopodía.Yasesentíacasivencido,pormuchoquenoalcanzabaaexplicarseesasutestarudainclinacióndeahorahacialacausadelosindiosypeones.NosedabacuentaBenites,onoquería darse cuenta, deque si ahora estaba con esosdosobreros en el rancho, era soloporquehabíacaídoendesgraciacon losyanquisycon«MarinoHermanos».¿Cómonotuvo antes lástima de los obreros y yanacones, cuando era agrimensor de la «MiningSociety» y alternaba, en calidad de amigo, conmísters Taik yWeiss? Tipo clásico delpequeñoburguéscriolloydelestudianteperuano,dispuestoatodaslascomplacenciasconlos grandes y potentados y a todos los arribismos y cobardías de su clase. LeónidasBenites,alperder supuestoen lasminasyversearrojadode lospiesdesuspatronesycómplices,cayóenunabatimientomoralinmenso.Suinfortunioeratancompleto,quesesentía el más pequeño y desgraciado de los hombres. Vagaba ahora solo y como unsonámbulo, cada díamás escuálido y timorato, por los campamentos obreros y por losroquedalesdeQuivilca.Porlasnoches,nopodíadormiry,confrecuencia, llorabaensucama. Una gran crisis nerviosa le devoraba. Alguna vez, le vinieron muy negrospensamientosy,entreestos,laideadelsuicidio.ParaBenites,lavidasinunpuestoysinuna situación social no valía la pena de ser vivida. Su temple moral, su temperaturareligiosa,enfin,todosuinstitutovitalcabíaalasjustasentreunsueldoyunapretóndemanosdeunmagnate.Perdidosodesplazadosestosdospolosfundamentalesdesuvida,lacaídafueautomática,tremenda,casimortal.CuandotuvonoticiasdequiéneraHuancaydesullegadaocultaaQuivilca,tuvoelagrimensorunsúbitosacudimientomoral.Antesde buscar aHuanca, sus reflexiones fueronmuchas y desgarradoras.Vaciló varios díasentre suplicar y esperar de los yanquis la piedad, o ir a ver a Huanca. Hasta que, unanoche,sudesesperaciónfuetangrandequeyanopudomásyfueabuscaralherrero.

Por su parte, Servando Huanca no quiso, al comienzo, descubrirle sus secretospropósitos. El apuntador había puesto aHuanca al corriente de toda la situación de losobreros,patronesyaltosempleadosdela«MiningSociety»ylehabíahabladomuymaldeLeónidasBenites.Sin embargo, la insistenciadramáticay angustiosadel agrimensorporponerseal ladodelospeonesy,enparticular, lacircunstanciadehabersidoBenitesdespedido de la empresa, pesaron en el ánimo y la táctica de Huanca, y se puso eninteligencia con el agrimensor. Quizás este—pensaba para sí el herrero— le traía unsecreto,unaconfidencia,undocumentoocualesquieraotraarmaestratégicadecombate,sorprendidayagarradaalosmanejosíntimosdelaempresaydesusdirectores.

—¿Pero en qué puede usted ayudarnos? —le había preguntado Huanca a Benites,desdeelprimermomento.

—¡Ah!—había respondido gravemente el agrimensor—. Ya le diré después… ¡Yotengoenmismanosunacosaformidable!…¡Yaselodiréotrodía!

ServandoHuancaaguardabaconansiedadestarevelacióndelagrimensor,ydeaquísucampaña tenaz y ardiente por ganarlo totalmente a la causa de los peones. Además, elherreroteníaprisaenverclaroyorientarsecuantoantesenlotocantealosladosflacosde

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la «Mining Society» y de los gringos, para iniciar inmediatamente sus trabajos depropagandayagitaciónentrelasmasas.Yaporimpulsopropio,losobrerosempezabanadarsignosprácticosdedescontentoydeprotesta.Nohabíaentonces tiempoqueperder.Huancavolvióadecirahoraalagrimensor,conuncalorcreciente:

—¡Escojausted!¡Yescojaustedconsinceridad,confranquezaysinengañarseaustedmismo!¡Abrabienlosojos!¡Piénselo!¡Ustedmismomedicequeledanascoypenayrabia los crímenes y robos de los «Marino»! ¡Ustedmismo está convencidode que, enbuenacuenta,la«MiningSociety»nohacemásqueveniralPerúasacarnuestrosmetales,parallevárselosalextranjero!¿Entonces?…¿Yaustedmismo,porquélohanbotadodesupuesto?¿Porqué?¿Ustedcumplíaconsudeber?¿Ustedtrabajaba?¿Entonces?

—¡PorqueTaik se deja llevar de los chismes deMarino!—respondió en una quejainfinitaBenites—. ¡Por eso! ¡PorqueMarinomedetesta! ¡Solo por eso! ¡Pero yo sabrévengarme!¡Porestaluzquenosalumbra!¡Yomevengaré!…

Huanca y el apuntador, impresionados por el juramento rencoroso deBenites, se loquedaronmirando.

—¡Esoes!—dijodespuésHuancaaBenites—.¡Hayquevengarse!¡Hayquevengarsedelasinjusticiasdelosricos!¡Peroqueestonosequedeensimplespalabras!¡Hayquehacerlo!

Elapuntadordijo,porsuparte,conrabia:

—¡Yyo!…¡Yyo!…¡AmímehandepagarloquehicieronconlaGraciela!¡Ah!¡Porestas!…¡Gringos,jijosdeputa!…

Los tres hombres estaban caldeados. Una atmósfera dramática, sombría y deconspiración,reinóenelrancho.LeónidasBenitesseacercóalapuerta,miróafueraporlasrendijasysevolvióalosotros.

—¡Yotengocómofregarala«MiningSociety»!—lesdijoenvozbaja—.MísterTaikno es yanqui. ¡Es alemán! ¡Yo tengo las pruebas: una carta de su padre, escrita enHannóver!Selecayódelbolsillounanocheenelbazar,estandoborracho…

—¡Muybien!—dijoaBeniteselherrero—.Muybien.Loqueimportaesqueustedestédecididoaponerseanuestroladoyalucharcontralosgringos.¡Haymilmanerasdejoderlos!…¡Lashuelgas,porejemplo!Yaqueustedquiereayudarnosyustedmismomehabuscadoparahablarsobreestascosas,yoquisierasabersiustedpuedeonoayudarmeamoveralospeones…

Trasdeun largo silenciode los tres, cargadodeunagran tensiónnerviosa,Benites,abrumadoporlasverdades,clarasysencillas,delherrero,dijoenérgicamente:

—¡Bueno! ¡Yoestoycon lospeones! ¡Cuentenconmigo!…¡LacartademísterTaikestáaladisposicióndeustedes!…

—¡Muybien!—dijoconfirmezaHuanca—.Entonces,mañana,enlanoche,hayquetraerconengañosaquíalarrieroGarcía,almecánicoSánchezyalsirvientedelosgringos.

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Usted —añadió, dirigiéndose a Benites—, usted me trae también mañana la carta demíster Taik. Y creo que mañana seremos seis. Hoy empezamos ya entre tres. ¡Buennúmero!…

Unosinstantesdespués,saliódelranchoLeónidasBenites,cuidandodenoservisto.Minutosmás tarde,salió, tomando idénticasprecauciones,ServandoHuanca.Sesgóa laderecha,apasolentoytranquilo,ysealejó,perdiéndoseladeraabajo,por«Salsipuedes».Suspisadasseapagarondegolpealadistancia.

Dentro del rancho, el apuntador trancó su puerta, apagó el candil y se acostó. Noacostumbrabadesvestirse,acausadelfríoydelamiseriadelcamastro.Nopodíadormir.Entre los pensamientos y las imágenes que guardaba de las admoniciones del herrero,sobre«trabajo»,«salario»,«jornada»,«patrones»,«obreros»,«máquinas»,«explotación»,«industria», «productos», «reivindicaciones», «conciencia de clase», «revolución»,«justicia», «Estados Unidos», «política», «pequeña burguesía», «capital», «Marx», yotras, cruzaba esta noche por su mente el recuerdo de Graciela, la difunta. La habíaqueridomucho.Lamataronlosgringos,JoséMarinoyelcomisario.Recordándolaahora,elapuntadorseechóallorar.

Elvientosoplabaafuera,anunciandotempestad.

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PACOYUNQUE[6]

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CuandoPacoYunquey sumadre llegarona lapuertadel colegio, losniñosestabanjugandoenelpatio.Lamadre ledejóy se fue.Paco,pasoapaso, fueadelantándosealcentro del patio, con su libro primero, su cuaderno y su lápiz. Paco estaba conmiedo,porqueeralaprimeravezqueveíaauncolegio;nuncahabíavistoatantosniñosjuntos.

Variosalumnos,pequeñoscomoél, se leacercaronyPaco,cadavezmás tímido, sepegó a la pared, y se puso colorado. ¡Qué listos eran todos esos chicos! ¡Quédesenvueltos! Como si estuviesen en su casa. Gritaban. Corrían. Reían hasta reventar.Saltaban.Sedabandepuñetazos.Esoeraunenredo.

Pacoestabatambiénatolondradoporqueenelcamponooyónuncasonartantasvocesde personas a la vez. En el campo hablaba primero uno, después otro, después otro ydespuésotro.Aveces,oyóhablarhastacuatroocincopersonas juntas.Erasupadre,sumadre,donJosé,elcojoAnselmoylaTomasa.Esonoerayavozdepersonassinootroruido.Muydiferente.Yahorasíqueestodelcolegioeraunabullafuerte,demuchos.Pacoestabaasordado.

Unniño rubioygordo,vestidodeblanco, le estabahablando.Otroniñomáschico,medio roncoyconblusaazul, también lehablaba.Dediversosgrupos se separaban losalumnosyveníanaveraPaco,haciéndolemuchaspreguntas.PeroPaconopodíaoírnadaporlagriteríadelosdemás.Unniñotrigueño,cararedondayconunachaquetaverdemuyceñidaenlacinturaagarróaPacoporunbrazoyquisoarrastrarlo.PeroPaconosedejó.Eltrigueñovolvióaagarrarloconmásfuerzaylojaló.Pacosepegómásalaparedysepusomáscolorado.

Enesemomentosonólacampana,ytodosentraronalossalonesdeclase.

Dos niños —los hermanos Zumiga— tomaron de una y otra mano a Paco y lecondujeron a la sala de primer año. Paco no quiso seguirlos al principio, pero luegoobedeció,porquevioquetodoshacíanlomismo.Alentraralsalónsepusopálido.Todoquedó repentinamente en silencio y este silencio le dio miedo a Paco. Los Zumiga leestaban jalando, el uno para un lado y el otro para el otro lado, cuando de pronto lesoltaronylodejaronsolo.

Elprofesorentró.Todoslosniñosestabandepie,conlamanoderechalevantadaalaalturadelasien,saludandoensilencioymuyerguidos.

Pacosinsoltarsulibro,sucuadernoysulápiz,sehabíaquedadoparadoenmediodelsalón,entrelasprimerascarpetasdelosalumnosyelpupitredelprofesor.Unremolinoselehacíaenlacabeza.Niños.Paredesamarillas.Gruposdeniños.Vocerío.Silencio.Unatracaladadesillas.Elprofesor.Ahí,solo,parado,enelcolegio.Queríallorar.Elprofesorletomódelamanoylollevóainstalarenunadelascarpetasdelanterasjuntoaunniñodesumismotamaño.Elprofesorlepreguntó:

—¿CómosellamaUd.?

Convoztemblorosa,Pacomuybajito:

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—Paco.

—¿Ysuapellido?Digaustedtodosunombre.

—PacoYunque.

—Muybien.

Elprofesorvolvióasupupitrey,despuésdeecharunamiradamuyseriasobretodoslosalumnos,dijoconvozmilitar:

—¡Siéntense!

Untraqueteodecarpetasytodoslosalumnosyaestabansentados.

Elprofesor tambiénsesentóyduranteunosmomentosescribióenunoslibros.PacoYunqueteníaaúnenlamanosulibro,sucuadernoysulápiz.Sucompañerodecarpetaledijo:

—Pontuscosas,comoyo,enlacarpeta.

PacoYunqueseguíamuyaturdidoynolehizocaso.Sucompañerolequitóentoncessuslibrosylospusoenlacarpeta.Después,ledijoalegremente:

—Yo tambiénme llamoPaco, PacoFariña.No tengas pena.Vamos a jugar conmitablero.Tienetorresnegras.MelohacompradomitíaSusana.¿Dóndeestátufamilia,latuya?

Paco Yunque no respondía nada. Este otro Paco le molestaba. Como este eranseguramentetodoslosdemásniños:habladores,contentosynolesdabamiedoelcolegio.¿Porquéeranasí?Yél,PacoYunque,¿porquéteníatantomiedo?Mirabaahurtadillasalprofesor, al pupitre, almuroquehabía detrás del profesor y al techo.Tambiénmiródereojo,atravésdelaventana,alpatio,queestabaahoraabandonadoyensilencio.Elsolbrillabaafuera.Decuandoencuando,llegabanvocesdeotrossalonesdeclaseyruidosdecarretasquepasabanporlacalle.

¡Quécosaextrañaeraestarenelcolegio!PacoYunqueempezabaavolverunpocodesuaturdimiento.Pensóensucasayensumamá.LepreguntóaPacoFariña:

—¿Aquéhoranosiremosanuestrascasas?

—Alasonce.¿Dóndeestátucasa?

—Porallá.

—¿Estálejos?

—Si…No…

PacoYunquenosabíaenquécalleestabasucasa,porqueacababandetraerlo,hacíapocosdías,delcampoynoconocíalaciudad.

Sonaronunospasosdecarreraenelpatio,aparecióenlapuertadelsalón,Humberto,el hijo del señor Dorian Grieve, un inglés, patrón de los Yunque, gerente de los

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ferrocarriles de laPeruvianCorporation y alcalde del pueblo. Precisamente a Paco lehabían hecho venir del campo para que acompañase al colegio aHumberto y para quejugaraconél,puesambosteníanlamismaedad.SoloqueHumbertoacostumbrabavenirtardealcolegioyestavez,porserlaprimera,laseñoraGrievelehabíadichoalamadredePaco:

—Lleve usted ya a Paco al colegio.No sirve que llegue tarde el primer día.DesdemañanaesperaráaqueHumbertoselevanteylosllevarájuntosalosdos.

Elprofesor,alveraHumbertoGrieve,ledijo:

—¿Hoyotraveztarde?

Humbertocongrandesenfado,respondió:

—Quemehequedadodormido.

—Bueno—dijoelprofesor—.Queestasealaúltimavez.Paseasentarse.

HumbertoGrievebuscóconlamiradadondeestabaPacoYunque.Aldarconél,seleacercóyledijoimperiosamente:

—Venamicarpetaconmigo.

PacoFariñaledijoaHumbertoGrieve:

—No.Porqueelseñorlohapuestoaquí.

—¿Yatiquéteimporta?—leincrepóGrieveviolentamente,arrastrandoaYunqueporunbrazoasucarpeta.

—¡Señor!—gritó entonces Fariña—, Grieve se está llevando a Paco Yunque a sucarpeta.

Elprofesorcesódeescribirypreguntóconvozenérgica:

—¡Vamosaver!¡Silencio!¿Quépasaahí?

Fariñavolvióadecir:

—GrievesehallevadoasucarpetaaPacoYunque.

HumbertoGrieve,instaladoyaensucarpetaconpacoYunque,ledijoalprofesor:

—Sí,señor.PorquePacoYunqueesmimuchacho.Poreso.

ElprofesorlosabíaestoperfectamenteyledijoaHumbertoGrieve:

—Muy bien. Pero yo lo he colocado con Paco Fariña, para que atienda mejor lasexplicaciones.Déjeloquevuelaasusitio.

Todos los alumnos miraban en silencio al profesor, a Humberto Grieve y a PacoYunque.

Fariña fuey tomóaPacoYunquepor lamanoyquisovolverloa traerasucarpeta,peroGrievetomóaPacoYunqueporelotrobrazoynolodejómoverse.

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ElprofesorledijootravezaGrieve:

—¡Grieve!¿Quéesesto?

HumbertoGrieve,coloradodecólera,dijo:

—No,señor.YoquieroqueYunquesequedeconmigo.

—Déjelo,lehedicho.

—No,señor.

—¿Cómo?

—No.

Elprofesorestabaindignadoyrepetía,amenazador:

—¡Grieve!¡Grieve!

Humberto Grieve tenía bajo los ojos y sujetaba fuertemente por el brazo a PacoYunque,elcualestabaaturdidoysedejabajalarcomountrapoporFariñayporGrieve.PacoyunqueteníaahoramásmiedoaHumbertoGrievequealprofesor,queatodoslosdemásniñosyquealcolegioentero.¿PorquéPacoYunque le teníamiedoaHumbertoGrieve?¿PorquéesteHumbertoGrievesolíapegarleaPacoYunque?

ElprofesorseacercóaPacoYunque,letomóporelbrazoylecondujoalacarpetadeFariña.Grievesepusoallorar,pataleandofuriosamentesubanco.

Denuevoseoyeronpasosenelpatioyotroalumno,AntonioGesdres,—hijodeunalbañil—,aparecióalapuertadelsalón.Elprofesorledijo:

—¿Porquéllegaustedtarde?

—Porquefuiacomprarpanparaeldesayuno.

—¿Yporquénofueustedmástemprano?

—Porqueestuvealzandoamihermanitoymamáestáenfermaypapásefuealtrabajo.

—Bueno—dijoelprofesor,muyserio—.Páreseahí…Y,además,tieneustedunahoradereclusión.

Leseñalóunrincón,cercadelapizarradeejercicios.

PacoFariña,selevantóentoncesydijo:

—Grievetambiénhallegadotarde,señor.

—Miente,señor—respondiórápidamenteHumbertoGrieve—.Nohellegadotarde.

Todoslosalumnosdijeronencoro:

—¡Sí,señor!¡Sí,señor!¡Grievehallegadotarde!

—¡Psch!¡Silencio!—dijomalhumoradoelprofesorytodoslosniñossecallaron.

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Elprofesorsepaseabapensativo.FariñaledecíaaYunqueensecreto:

—Grievehallegadotardeynolocastigan.Porquesupapátieneplata.Todoslosdíasllegatarde.¿Túvivesensucasa?¿Ciertoqueeressumuchacho?

Yunquerespondió:

—Yovivoconmimamá.

—¿EnlacasadeHumbertoGrieve?

—Esunacasamuybonita.Ahíestálapatronayelpatrón.Ahíestámimamá.Yoestoyconmimamá.

HumbertoGrieve,desde subancodelotro ladodel salón,mirabaconcóleraaPacoYunqueyleenseñabalospuños,porquesedejóllevaralacarpetadePacoFariña.

PacoYunquenosabíaquéhacer.LepegaríaotravezelniñoHumberto,porquenosequedóconél, en su carpeta.Cuando saldríandel colegio, el niñoHumberto ledaríaunempujón en el pecho y una patada en la pierna. El niñoHumberto eramalo y pegabapronto,acadarato.Enlacalle.Enelcorredortambién.Yenlaescalera.Ytambiénenlacocina,delantedesumamáydelantedelapatrona.Ahoralevaapegar,porqueleestabaenseñandolospuñetesylemirabaconojosblancos.YunqueledijoaFariña:

—MevoyalacarpetadelniñoHumberto.

YpacoFariñaledecía:

—Novayas.Noseaszonzo.Elseñortevaacastigar.

Fariña volteó a ver a Grieve y este Grieve le enseñó también a él los puños,refunfuñandonoséquécosas,aescondidasdelprofesor.

—¡Señor!—gritóFariña—.Ahí,eseGrievemeestáenseñandolospuñetes.

Elprofesordijo:

—¡Psc! ¡Psc! ¡Silencio!… ¡Vamos a ver!… Vamos a hablar hoy de los peces, ydespués,vamosahacertodosunejercicioescritoenunahojadeloscuadernos,ydespuésme losdanparaverlos.Quieroverquiénhacemejor ejercicio, paraque sunombre seaescritoenelCuadernodeHonordelColegio,comoelmejoralumnodelprimeraño.¿Mehanoídobien?Vamosahacer lomismoquehicimos lasemanapasada.Exactamente lomismo.Hayqueatenderbienalaclase.Hayquecopiarbienelejercicioquevoyaescribirdespuésenlapizarra.¿Mehanentendidobien?

Losalumnosrespondieronencoro:

—Síseñor.

—Muybien—dijoelprofesor—.Vamosaver.Vamosahablarahoradelospeces.

Variosniñosquisieronhablar.ElprofesorledijoaunodelosZumigaquehablase.

—Señor—dijoZumiga—:Habíaenlaplayamuchaarena.Undíanosmetimosentre

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laarenayencontramosunpezmediovivoylollevamosamicasa.Perosemurióenelcamino…

HumbertoGrievedijo:

—Señor:yohecogidomuchospecesyloshellevadoamicasayloshesoltadoenmisalónynosemuerennunca.

Elprofesorpreguntó:

—Pero…¿losdejaustedenalgunavasijaconagua?

—Noseñor.Estánsueltos,entrelosmuebles.

Todoslosniñosseecharonareír.

Unchico,flacuchoypálido,dijo:

—Mentira,señor.Porqueelpezsemuerepronto,cuandolosacandelagua.

—No,señor—decíaHumbertoGrieve—.Porqueenmisalónnosemueren.Porquemisalónesmuyelegante.Porquemipapámedijoquetrajerapecesyquepodíadejarlossueltosentrelassillas.

Paco Fariña se moría de risa. Los Zumiga también. El chico rubio y gordo, dechaqueta blanca, y el otro cara redonda y chaqueta verde, se reían ruidosamente. ¡QuéGrievetandivertido!¡Lospecesensusalón!¡Entrelosmuebles!¡Comosifuesenpájaros!Era una gran mentira lo que contaba Grieve. Todos los chicos exclamaban a la vezreventandoderisa:

—¡Ja!¡Ja!¡Ja!¡Ja!¡Ja!¡Miente,señor!¡Ja!¡Ja!¡Ja!¡Ja!¡Mentira!¡Mentira!

HumbertoGrieveseenojóporquenolecreíanloquecontaba.Todosseburlabandeloque había dicho. PeroGrieve recordaba que trajo dos peces a su casa y los soltó en elsalónyahíestuvieronmuchosdías.Losmovióysemovían.Noestabasegurosivivieronmuchosdías omurieronpronto.Grieve, de todosmodos, quería que le creyeran lo quedecía.Enmediodelasrisasdetodos,ledijoaunodelosZumiga:

—¡Claro!Porquemipapátienemuchaplata.Ymehadichoquevaahacerllevaramicasaatodoslospecesdelmar.Paramí.Paraquejuegueconellosenmisalóngrande.

Elprofesordijoenaltavoz:

—¡Bueno! ¡Bueno! ¡Silencio! Grieve no se acuerda bien, seguramente. Porque lospecesmuerencuando…

Losniñosañadieronencoro:

—…selessacadelagua.

—Esoes—dijoelprofesor.Elniñoflacuchoypálidodijo:

—Porquelospecestienensusmamásenelaguaysacándolos,sequedansinmamás.

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—¡No, no, no!—dijo el profesor—. Los peces mueren fuera del agua, porque nopueden respirar. Ellos toman el aire que hay en el agua, y cuando salen, no puedenabsorberelairequehayafuera.

—Porqueyaestáncomomuertos—dijounniño.

HumbertoGrievedijo:

—Mipapápuededarlesaireenmicasa,porquetienebastanteplataparacomprartodo.

Elchicovestidodeverdedijo:

—Mipapátambiéntieneplata.

—Mipapátambién—dijootrochico.

Todos los niños dijeron que sus papás teníanmucho dinero. PacoYunque no decíanadayestabapensandoenlospecesquemoríanfueradelagua.

FariñaledijoaPacoYunque:

—Ytú,¿tupapánotieneplata?

PacoYunquereflexionóyseacordóhaberlevistounavezasumamáconunaspesetasenlamano.Yunquedijoafariña:

—Mimamátienetambiénmuchaplata.

—¿Cuánto?—lepreguntóFariña.

—Comocuatropesetas.

Fariñadijoalprofesorenvozalta:

—PacoYunquedicequesumamátienetambiénmuchaplata.

—¡Mentira,señor!—respondióHumbertoGrieve—.PacoYunquemiente,porquesumamáeslasirvientademimamáynotienenada.

Elprofesortomólatizayescribióenlapizarradandolaespaldaalosniños.

HumbertoGrieve,aprovechandodequenoleveíaelprofesor,diounsaltoylejalódelospelosaYunque,volviéndosealacarreraasucarpeta.Yunquesepusoallorar.

—¿Quéeseso?—dijoelprofesor,volviéndoseaverloquepasaba.

PacoFariña,dijo:

—Grievelehatiradodelospelos,señor.

—No,señor—dijoGrieve—.Yonohesido.Yonomehemovidodemisitio.

—¡Bueno,bueno!—dijoelprofesor—.¡Silencio!¡CállesePacoYunque!¡Silencio!

Siguióescribiendoenlapizarra;ydespuéspreguntóaGrieve:

—Siselesacadelagua,¿quésucedeconelpez?

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—Vaavivirenmisalón—contestóGrieve.

OtravezsereíandeGrievelosniños.EsteGrievenosabíanada.Nopensabamásqueensucasayensusalónyensupapáyensuplata.Siempreestabadiciendotonterías.

—Vamosaver,usted,PacoYunque—dijoelprofesor—.¿Quépasaconelpez,siselesacadelagua?

Paco Yunque, medio llorando todavía por el jalón de los pelos que le dio Grieve,repitiódeunatiradaloquedijoelprofesor:

—Lospecesmuerenfueradelaguaporquelesfaltaaire.

—¡Esoes!—decíaelprofesor—.Muybien.Volvióaescribirenlapizarra.

HumbertoGrieveaprovechóotravezdequenopodíaverleelprofesoryfueadarleunpuñetazoaPacoFariñaen labocay regresódeunsaltoasucarpeta.Fariña,envezdellorarcomoPacoYunque,dijoagrandesvocesalprofesor:

—¡Señor!¡AcabadepegarmeHumbertoGrieve!

—¡Sí,señor!¡Sí,señor!—decíantodoslosniñosalavez.

Unabullatremendahabíaenelsalón.

Elprofesordiounpuñetazoensupupitreydijo:

—¡Silencio!

Elsalónsesumióenunsilenciocompletoycadaalumnoestabaensucarpeta,serioyderecho,mirandoansiosamentealprofesor.¡LascosasdeesteHumbertoGrieve!¡Yavenloqueestabapasandoporsucuenta!¡Ahorahabráqueverloquevaahacerelprofesor,queestabacoloradodecólera!¡YtodoporculpadeHumbertoGrieve!

—¿Quédesordenesese?—preguntóelprofesoraPacoFariña.

PacoFariña,conlosojosbrillantesderabia,decía:

—HumbertoGrievemehapegadounpuñetazoenlacara,sinqueyolehaganada.

—¿Verdad,Grieve?

—No,señor—dijoHumbertoGrieve—.Yonolehepegado.

Elprofesormiróatodoslosalumnossinsaberaquéatenerse.¿Quiéndelosdosdecíalaverdad?¿FariñaoGrieve?

—¿Quiénlohavisto?—preguntóelprofesoraFariña.

—¡Todos,señor!PacoYunquetambiénlohavisto.

—¿EsverdadloquedicePacoFariña?—lepreguntóelprofesoraYunque.

PacoYunquemiróaHumbertoGrieveynoseatrevióaresponder,porquesidecíasí,elniñoHumbertolepegaríaalasalida.Yunquenodijonadaybajólacabeza.

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Fariñadijo:

—Yunque no dice nada, señor, porque Humberto Grieve le pega, porque es sumuchachoyviveensucasa.

Elprofesorpreguntóalosotrosalumnos:

—¿QuiénotrohavistoloquediceFariña?

—¡Yo,señor!¡Yo,señor!¡Yo,señor!ElprofesorvolvióapreguntaraGrieve:

—¿Entonces,escierto,Grieve,quelehapegadoustedaFariña?

—¡No,señor!Yonolehepegado.

—CuidadoconmentirGrieve.¡Unniñodecentecomousted,nodebementir!

—No,señor.Yonolehepegado.

—Bueno.Yocreoenloqueusteddice.Yoséqueustednomientenunca.Bueno.Perotengaustedmuchocuidadoenadelante.

Elprofesorsepusoapasear,pensativo,ytodoslosalumnosseguíancircunspectosyderechosensusbancos.

PacoFariñagruñíaamediavozycomoqueriendollorar:

—Nolecastigan,porquesupapáesrico.Levoyadeciramimamá.

ElprofesorleoyóyseplantóenojadodelantedeFariñayledijoenaltavoz:

—¿Quéestáusteddiciendo?HumbertoGrieveesunbuenalumno.Nomientenunca.Nomolestaanadie.Poresonolecastigo.Aquítodoslosniñossoniguales,loshijosdericosyloshijosdepobres.Yoloscastigoaunqueseanhijosdericos.ComoustedvuelvaadecirloqueestádiciendodelpadredeGrieve,lepondrédoshorasdereclusión.¿Mehaoídousted?

PacoFariñaestabaagachado.PacoYunquetambién.LosdossabíanqueeraHumbertoGrievequienleshabíapegadoyqueeraungranmentiroso.

Elprofesorfuealapizarraysiguióescribiendo.

—¿PorquénoledijistealseñorquemehapegadoHumbertoGrieve?

—PorqueelniñoHumbertomepega.

—Y,¿porquénoselodicesatumamá?

—Porquesiledigoamimamá,tambiénmepegaylapatronaseenoja.

Mientras el profesor escribía en la pizarra, Humberto Grieve se puso a llenar dedibujossucuaderno.

PacoYunqueestabapensandoensumamá.DespuésseacordódelapatronaydelniñoHumberto.¿Lepegaríanalvolveralacasa?Yunquemirabaalosotrosniñosyestosnolepegaban aYunqueni aFariña, ni a nadie.Tampoco le querían agarrar aYunque en las

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otrascarpetas,comoquisohacerloelniñoHumberto.¿PorquéelniñoHumbertoeraasíconél?YunqueselodiríaahoraasumamáysielniñoHumbertolepegaba,selodiríaalprofesor.PeroelprofesornolehacíanadaalniñoHumberto.Entonces,selodiríaaPacoFariña.LepreguntóaPacoFariña:

—¿AtitambiéntepegaelniñoHumberto?

—¿Amí? ¡Quéme va a pegar amí!Le pego un puñetazo en el hocico y le hechosangre.¡Vasaver!¡Comomehagaalgunacosa!¡Déjaloyverás!¡Yselodiréamimamá!¡YvendrámipapáylepegaráaGrieveyasupapátambién,yatodos!

PacoYunqueleoíaasustadoaPacoFariñaloquedecía.¿CiertoseríaquelepegaríaalniñoHumberto?¿YquesupapávendríaapegarlealseñorGrieve?PacoYunquenoqueríacreerlo, porque al niño Humberto no le pegaba nadie. Si Fariña le pegaba, vendría elpatróny le pegaría aFariña y también al papádeFariña.Lepegaría el patrón a todos.Porque todos le tenían miedo. Porque el señor Grieve hablaba muy serio y estabamandando siempre.Yveníana sucasa señoresy señorasque le teníanmuchomiedoyobedecíansiemprealpatrónya lapatrona.Enbuenacuenta,elseñorGrievepodíamásqueelprofesorymásquetodos.

PacoYunquemiróalprofesorqueescribíaenlapizarra.¿Quiéneraelprofesor?¿Porquéeratanserioydabatantomiedo?Yunqueseguíamirándolo.Noeraelprofesorigualasu papá ni al señorGrieve.Másbien se parecía a otros señores quevenían a la casa yhablabanconelpatrón.Teníanunpescuezocoloradoysunarizparecíamocodepavo.Suszapatoshacíanrisss-risssrisss-risss,cuandocaminabamucho.

Yunqueempezóafastidiarse.¿Aquéhoraseiríaasucasa?PeroelniñoHumbertoleibaapegaralasalidadelcolegio.YlamamádePacoYunquelediríaalniñoHumberto:«No,niño.NolepegueustedaPaquito.Noseatanmalo».Ynadamáslediría.PeroPacotendría colorada la pierna de la patada del niñoHumberto.Y Paco se pondría a llorar.PorquealniñoHumbertonadielehacíanada.YporqueelpatrónylapatronalequeríanmuchoalniñoHumberto,yPacoYunqueteníapenaporqueelniñoHumbertolepegabamucho.Todos,todos,todosleteníanmiedoalniñoHumbertoyasuspapás.Todos.Todos.Todos.Elprofesortambién.Lacocinera,suhija.LamamádePaco.ElVenancioconsumandil. La María que lava las bacinicas. Quebró ayer una bacinica en tres pedazosgrandes.¿LepegaríatambiénelpatrónalpapádePacoYunque?QuécosafeaeraestodelpatrónydelniñoHumberto.PacoYunquequeríallorar.¿Aquéhoraacabaríadeescribirelprofesorenlapizarra?

—¡Bueno! —dijo el profesor, cesando de escribir—. Ahí está el ejercicio escrito.Ahora, todos sacan sus cuadernos y copian lo que hay en la pizarra.Hay que copiarloexactamenteigual.

—¿Ennuestroscuadernos?—preguntótímidamentePacoYunque.

—Sí,ensuscuadernos—lerespondióelprofesor—.¿Ustedsabeescribirunpoco?

—Sí,señor.Porquemipapámeenseñóenelcampo.

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—Muybien.Entonces,todosacopiar.

Los niños sacaron sus cuadernos y se pusieron a copiar el ejercicio que el profesorhabíaescritoenlapizarra.

—Nohayqueapurarse—decíaelprofesor—.Hayqueescribirpocoapoco,paranoequivocarse.

HumbertoGrievepreguntó:

—¿Es,señor,elejercicioescritodelospeces?

—Sí.Acopiartodoelmundo.

Elsalónsesumióenelsilencio.Noseoíasinoelruidodeloslápices.Elprofesorsesentóasupupitreytambiénsepusoaescribirenunoslibros.

HumbertoGrieve,envezdecopiarsuejercicio,sepusootravezahacerdibujosensucuaderno.Lollenócompletamentededibujosdepeces,demuñecosydecuadritos.

Alcabodeunrato,elprofesorseparóypreguntó:

—¿Yaterminaron?

—Bueno—dijoelprofesor—.Ponganalpiesusnombresbienclaros.

Enesemomentosonólacampanadelrecreo.

Unagranalgazaravolvieronahacerlosniñosysalieroncorriendoalpatio.

PacoYunque había copiado su ejerciciomuybien y salió al recreo con su libro, sucuadernoysulápiz.

Yaenelpatio,vinoHumbertoGrieveyagarróaPacoYunqueporunbrazo,diciéndoleconcólera:

—Venparajugaralmelo.

Loechodeunempellónalmedioylehizoderribarsulibro,sucuadernoysulápiz.

YunquehacíaloqueleordenabaGrieve,peroestabacoloradoyavergonzadodequelosotrosniñosviesencómolozarandeabaelniñoHumberto.Yunquequeríallorar.

Paco Fariña, los dos Zumigas y otros niños rodeaban aHumbertoGrieve y a PacoYunque.Elniñoflacuchoypálidorecogióellibro,elcuadernoyellápizdeYunque,peroHumbertoGrieveselosquitóalafuerza,diciéndole:

—¡Déjalos!¡Notemetas!PorquePacoYunqueesmimuchacho.

HumbertoGrievellevóalsalóndeclaseslascosasdePacoYunqueyselasguardóensucarpeta.Después,volvióalpatioajugarconPacoYunque.Lecogiódelpescuezoylehizodoblarlacinturayponerseencuatromanos.

—Estatequietoasí—leordenóimperiosamente—.Notemuevashastaqueyotediga.

HumbertoGrieveseretiróaciertadistanciaydesdeallívinocorriendoydiounsalto

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sobrePacoYunque,apoyandolasmanossobresusespaldasydándoleunapatadaferozenlasposaderas.VolvióaretirarseyvolvióasaltarsobrePacoYunque,dándoleotrapatada.Muchoratoestuvoasí jugandoHumbertoGrieveconPacoYunque.Lediocomoveintesaltosyveintepatadas.

Derepenteseoyóunllanto.EraYunquequeestaballorandodelasfuertespatadasdelniñoHumberto.Entonces salióPacoFariña del ruedo formadopor los otros niños y seplantóanteGrieve,diciéndole:

—¡No!¡NotedejoquesaltessobrePacoYunque!

HumbertoGrievelerespondióamenazándole:

—¡Oye!¡Oye!¡PacoFariña!¡PacoFariña!¡Tevoyadarunpuñetazo!

PeroFariñanosemovíayestabatiesodelantedeGrieveyledecía:

—¡Porqueestumuchacholepegasylosaltasylohacesllorar!¡Sáltaloyverás!

LosdoshermanosZumigaabrazabanaPacoYunqueyledecíanqueyanolloraseyleconsolabandiciéndole:

—¿Porquétedejassaltarasíydardepatadas?¡Pégale!¡Sáltalotútambién!¿Porquétedejas?¡Noseaszonzo!¡Cállate!¡Yanollores!¡Yanosvamosairanuestrascasas!

PacoYunqueestabasiemprellorandoysuslágrimasparecíanahogarle.

Se formó un tumulto de niños en torno a Paco Yunque y otro tumulto en torno aHumbertoGrieveyaPacoFariña.

GrievelediounempellónbrutalaFariñayloderribóalsuelo.Vinounalumnomásgrande,delsegundoaño,ydefendióaFariña,dándoleaGrieveunpuntapié.Yotroniñodelterceraño,másgrandequetodos,defendióaGrievedándoleunafuriosatrompadaalalumnodelsegundoaño.Unbuenrato llovieronbofetadasypatadasentrevariosniños.Esoeraunenredo.

Sonólacampanaytodoslosniñosvolvieronasussalonesdeclase.

APacoYunquelollevaronporlosbrazoslosdoshermanosZumiga.

Unagrangriteríahabíaenelsalóndelprimeraño,cuandoentróelprofesor.Todossecallaron.

Elprofesormiróatodosmuyseriosydijocomounmilitar:

—¡Siéntense!

Untraqueteodecarpetasytodoslosalumnosestabanyasentados.

Entonceselprofesorsesentóensupupitrey llamópor listaa losniñosparaque leentregasensuscuartillasconlosejerciciosescritossobreeltemadelospeces.Amedidaqueelprofesorrecibíalashojasdeloscuadernos,lasibaleyendoyescribíalasnotasenunoslibros.

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Humberto Grieve se acercó a la carpeta de Paco Yunque y le entregó su libro, sucuaderno y su lápiz. Pero antes había arrancado la hoja del cuaderno en que estaba elejerciciodePacoYunqueypusoenellasufirma.

Cuando el profesor dijo: «HumbertoGrieve»,Grieve fue y presentó el ejercicio dePacoYunquecomosifuesesuyo.

Ycuandoelprofesordijo:«PacoYunque»,Yunquesepusoabuscarensucuadernolahojaenqueescribiósuejercicioynoloencontró.

—¿Lahaperdidousted—lepreguntóelprofesor—onolahahechousted?

Pero Paco Yunque no sabía lo que se había hecho la hoja de su cuaderno y, muyavergonzado,sequedóensilencioybajólafrente.

—Bueno—dijoelprofesor,yanotóenunoslibroslafaltadePacoYunque.

Despuéssiguieronlosdemásentregandosusejercicios.Cuandoelprofesoracabódeverlostodos,entróderepentealsalónelDirectordelColegio.

El profesor y los niños se pusieron de pie respetuosamente. ElDirectormiró comoenojadoalosalumnosydijoenvozalta:

—¡Siéntense!

ElDirectorlepreguntóalprofesor:

—¿Ya sabe usted quién es elmejor alumno de su año? ¿Ya han hecho el ejerciciosemanalparacalificarlos?

—Sí,señorDirector—dijoelprofesor—.Acabandehacerlo.LanotamásaltalahaobtenidoHumbertoGrieve.

—¿Dóndeestásuejercicio?

—Aquíestá,señorDirector.

ElprofesorbuscóentretodaslashojasdelosalumnosyencontróelejerciciofirmadoporHumbertoGrieve.SelodioalDirector,quesequedóviendolargoratolacuartilla.

—Muybien—dijoelDirector,contento.

Subióalpupitreymiró severamentea los alumnos.Después lesdijo con suvozunpocoroncaperoenérgica:

—Detodos losejerciciosqueustedeshanhecho,ahora,elmejoreseldeHumbertoGrieve.AsíesqueelnombredeesteniñovaaserinscritoenelCuadrodeHonordeestasemana,comoelmejoralumnodelprimeraño.SalgaafueraHumbertoGrieve.

TodoslosniñosmiraronansiosamenteaHumbertoGrieve,quesaliópavoneándoseapararsemuy derecho y orgulloso delante del pupitre del profesor. ElDirector le dio lamanodiciéndole:

—Muybien,HumbertoGrieve.Lofelicito.Asídebenserlosniños.Muybien.

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SevolvióelDirectoralosdemásalumnosylesdijo:

—Todos ustedes deben hacer lo mismo que Humberto Grieve. Deben ser buenosalumnoscomoél.Debenestudiaryseraplicadoscomoél.Debenser serios, formalesybuenosniñoscomoél.Ysiasílohacen,recibirácadaunounpremioalfindeañoysusnombresserántambiéninscritosenelCuadrodeHonordelColegio,comoeldeHumbertoGrieve.Aversilasemanaqueviene,hayotroalumnoquedéunabuenaclaseyhagaunbuenejerciciocomoelquehahechohoyHumbertoGrieve.Asíloespero.

SequedóelDirectorcalladounrato.Todoslosalumnosestabanpensativosymirabana Humberto Grieve con admiración. ¡Qué rico Grieve! ¡Qué buen ejercicio ha escrito!¡Ese si que era bueno! ¡Era el mejor alumno de todos! ¡Llegando tarde y todo! ¡Ypegándoles a todos! ¡Pero ya lo estaban viendo! ¡Le había dado la mano al Director!¡HumbertoGrieve,elmejordetodoslosdelprimeraño!

ElDirectorsedespidiódelprofesor,hizounaveniaalosalumnos,quesepararonparadespedirlo,ysalió.

Elprofesordijodespués:

—¡Siéntense!

Untraqueteodecarpetasytodoslosalumnosestabanyasentados.

ElprofesorordenóaGrieve:

—Váyaseasuasiento.

HumbertoGrieve,muy alegre, volvió a su carpeta.Al pasar junto aPacoFariña, leechólalengua.

Elprofesorsubióasupupitreysepusoaescribirenunoslibros.

PacoFariñaledijoenvozbajaaPacoYunque:

—Mira al señor, está poniendo tu nombre en su libro, porque no has presentado tuejercicio.¡Míralo!Tevaadejarahorareclusoynovasairatucasa.¿Porquéhasrototucuaderno?¿Dóndelopusiste?

PacoYunquenocontestabanadayestabaconlacabezaagachada.

—¡Anda! —le volvió a decir Paco Fariña—. ¡Contesta! ¿Por qué no contestas?¿Dóndehasdejadotuejercicio?

PacoFariñaseagachóamirar lacaradePacoYunquey levioqueestaba llorando.Entoncesleconsolódiciéndole:

—¡Déjalo! ¡No llores! ¡Déjalo! ¡No tengas pena! ¡Vamos a jugar con mi tablero!¡Tienetorresnegras!¡Déjalo!¡Yoteregalomitablero!¡Noseaszonzo!¡Yanollores!

PeroPacoYunqueseguíallorandoagachado.

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CUENTOSYRELATOSDIVERSOS[7]

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SABIDURÍA

Fuera cesó de nevar. El cielo aparecía negro y bajo. El viento también dejó de soplarfieramente,y la atmósfera estaba inmóvilymuyenrarecida.Por las sierrasdelnorte seveíaelhorizontedelineadoconunaclaridadapacibleyceleste,comosifuesededía;masla aurora aún no despuntaba, y la obscuridad graznaba a grandes alas negras en lacordillera.

Laseñoraselevantóyllegóseconsumotientoalacamadelenfermo,enjugándoselaslágrimasconuncantodesublusadenegropercal.Benitescontinuabatranquilo.

—¡Dios esmuygrande!—exclamó ella enternecida y en voz apenas perceptible—.¡Ay Divino Corazón de Jesús!—añadió levantando los ojos a la efigie y juntando lasmanos,henchidadeinefablefrenesí—.¡Túlopuedestodo,Señor!¡Velapor tucriatura!¡Ampárale y no le abandones! ¡Por tu santísimaHaga, Padremío! ¡Protégenos en estevalledelágrimas!

No pudo contenerse y se puso a llorar en silencio, de pie junto a la cabecera delenfermo, el que, con la espaldavuelta a la luzy la cabeza echadahacia atrás, inmóvil,reposabaprofundamente.Lloróenardecidaporlasfuertesconmocionesdelanoche,yalfindioalgunospasosyfueasentarseenunbanco,rendidadecansancioydepesar.Ahísequedó adormecida por el abatimiento y el insomnio, cosas excesivas para su avanzadaedadysunaturalezaachacosa.

Despertódesúbito,sobresaltada.Labujíaestabaparaacabarseysehabíachorreadodeunamaneraextraña,practicandounportillohondoyancho,porelquecorríalaespermaderretida,yendoaamontonarseyenfriarseenunsolopuntodelapalmatoria,enformadeunpuñocerrado,conelíndicealzadohacialallama.

Acomodó la bujía la señora, y, como notase que el paciente no había cambiado deposturayque,antesbien,seguíadurmiendo,seinclinóaverleelrostroporelladodelasombra,dondeestaba.«Duermeelpobrecito»,sedijo,yresolviónodespertarle.

Benites,enmediode lasvisionesde la fiebre,habíamiradoamenudoelcuadrodelCorazóndeJesúsqueestabaalalcancedesusojos,pendienteensucabecera.Ladivinaimagensemezclabaalas imágenesdeldelirio,envueltaenunarrebolblancoyestático,semejante a un nevado: era la cal del muro donde se diseñaba en la realidad. LasalucinacionesserelacionabanconloquemáspreocupabaaBenitesenelmundotangible,

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talescomoeldesempeñodesupuestoenlasminas,sunegocioensociedadconMarinoyeldeseodeuncapitalsuficienteparairenseguidaaLimaaterminarlomásprontoposiblesus estudios de ingeniero. Vio que Marino se quedaba con su dinero y todavía leamenazaba pegarle, ayudado por todos los pobladores de Quivilca. Benites protestabaenérgicamente, pero tenía que batirse en retirada, en razón del inmenso número de susatacantes;caíaenlafugaporescarpadasrocas,yaldoblardegolpeunrecododelterrenofragoroso, se daba con otra parte de sus enemigos y el pánico le hacía dar un salto.EntonceselCorazóndeJesúsentrabaenelconflicto,yespantabaconsusolapresenciaalosagresoresyladrones,paraluegodesaparecerinstantáneamente,comounrelámpago,ydejarledesamparadoenelprecisomomentoenqueelgerentedela«MiningSocieted»sepaseabacoléricoenelescritoriodelCuzcoy ledecía:«Puedeusted irse.Laempresa lecancelaelnombramientoenatenciónasumalaconducta.Esmiúltimadecisión».Benitesle rogaba cruzando las manos lastimeramente. El gerente ordenó a dos criados que lesacasendelaoficina.Veníandosindiossonriendo,comosiescarneciesensudesgracia,lecogíanporlosbrazos,learrebatabanylepropinabanunempellónbrutal.PeroelCorazónde Jesús acudía con tal oportunidad que todo volvía a quedar arreglado en su favor.ElSeñorseesfumabadespuéscomoenunvértigo.

Enunadeaquellasintercesionesmilagrosas,Jesússeirguióenelfondodeuninfinitoespacio azul, rodeado siempre de un gran arco albar. Su sagrado corazón palpitaba conritmo manso y melodioso y casi imperceptible, dejándose ver en toda su incorpóreacelulación divina, a través de sus vestiduras. El Señormiraba ahora en torno suyo conaquellatristezapensativaconque,enlasbellasgranjasegipcias,siendoniño,contemplabaaJosétrabajarhumildementehastalacaídadelsol,ensucarpinteríasolitariadecedrosysándalosdeoriente.Sumiradaeratristeypensativa,yenellaviajaba,enunreflujoeternoeincurable,lavisióndelpatriarcaganandoelpandecadadía.AlmenosaBenitesledabaesta impresión,aunquedeunamaneranebulosaymuyextraña,puesnopodíaponer losojosenelSeñor,quesoloestabapresenteentácitarevelación,sinservisto,oídonitocado.Sufigurallenabadeunagraciaidealydeunsentidoesenciallacopadeltiempoylacopadelalma.

DerepenteadvirtióBenitesquedelantedelSeñorpasabandeunaenuna,enundesfileintermitente, algunas personas que él no podía reconocer. Entonces le poseyó un pavorrepentino,aldarsecuentasoloeneseinstante,queasistíaalasúltimassanciones.Pasadalaprimeraimpresión,yrecuperadountantoeldominiodesímismo,angustiadoyconfusotodavía,sedioarecapacitaryahacerunexamendeconcienciaquelepermitieraentrevercuálseríael lugardesueternodestino.Perono tenía tranquilidadparaello.Nisiquierapodíacoordinarsusideasacercadeltranceenquesehallaba,muchomenosacercadesuvida y conducta en el mundo terrenal, del cual apenas guardaba ahora un sentimientoobscuroeimpreciso.Intentódenuevorecordarsuvidaysusbuenasymalasaccionesdelatierra,consiguiendoalfinobteneralgunosperfiles.Losprimerosenacudirfueronunosrecuerdosrisueños,acuyapresenciaexperimentóunpocodeesperanzaydeánimo:eransusbuenosactos.Recogiótalesrecuerdosyloscolocóenlugarpreferenteyvisibledesupensamiento, por riguroso orden de importancia; abajo, los relativos a procederes de

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bondad más o menos discutible o insignificante, y arriba, a la mano, sobre todos, losrelativosalosgrandesrasgosdevirtud,cuyoméritosedenunciabaaladistancia,sindejardudadesuautenticidadytrascendencia.Luegopidióasumemorialosrecuerdosamargos,ysumemorianoledioninguno.«¿Esposible?»,pensabaBenitesvacilante.Sí.Niunsolorecuerdoroedor.Avecesseinsinuabaalguno,tímidoyborroso,quebienexaminadoalaluzdelarazón,acababapordesvanecerseenlasneutrascomisurasdelaclasificacióndevalores,oque,mejorsopesadotodavía,llegabaadespojarsedeltododesutinteculpable,reemplazandoeste,noyasoloporotroindefinible,sinoporeltintecontrario:talrecuerdoresultabaenel fondosereldeunaacciónmeritoriaqueBenitesentoncesreconocíaconverdadera fruición paternal. Felizmente Benites era inteligente y había cultivado conesmerosufacultaddircursivaycrítica,conlacualpodíaahoraprofundizarbienlascosasydarlessusentidoverdaderoyexacto.

DeprontosintióqueseacercabaaJesús,sinhabersedadocuenta,yloqueesmás,sinavanzar,asuentender,pasoalgunoentalpropósito.Hartoanimadoporelresultadodesuexamen de conciencia, poco se conturbó ante la inminencia de la hora tremenda quellegaba. Lanzó una mirada en busca del Señor, a quien no veía y apenas presentía,llenando de su tácita presencia el infinito espacio azul. La divina figura de Jesúspermanecíainvisiblesiemprealosojos,yBeniteslacreíasolamentesoñar,sinpoderestarsegurodehaberlavistoahíalgunavez.Perounsentimientoextraordinariodealgojamásregistradoensusensibilidadyquelenacíadelfondomismodesuser,leanuncióquesehallabaenpresenciadelSeñor.Tuvoentoncestalcantidaddeluzensupensamiento,quelo poseyó la visión entera de cuanto fue y será, la conciencia integral del tiempoy delespacio,laimagenplenayunadelascosas,elsentidoeternoyesencialdelaslindes.Unchispazo de sabiduría le envolvió, dándole, servida en una sola plana, la nociónsentimentalysensitiva,abstractayterráquea,nocturnaysolar,pareimpar,fraccionariaysintética, de su rol permanente, en los destinos deDios.Y fue entonces quenadapudohacer,pensar,querernisentirporsímismoniensímismo;supersonalidad,comoyodeegoísmo,nopudosustraersealcortecordialdesusflancos.Ensusersehabíaposadounanotaorquestaldel infinito,acausadelpasodeJesúsy sudivinooriflamapor laantenamayor de su corazón. Luego volvió en sí, y al sentirse apartar de delante del Señor,condenadoaerrar al acaso, comonúmerodisperso, zafadode la armoníauniversal,poruna gris e incierta inmensidad, sin alba ni poniente, un dolor indescriptible y nuncaexperimentadoensuvida,lecolmóelalmahastalaboca,ahogándole,comosimascaseamargos vellones de tinieblas, sin poderlas ni siquiera pasar. Su tormento interior, lafunesta desventura de su espíritu no era a causadel perdidoparaíso, sino a causade laexpresióndetristezainfinitayhumanamentemortalquevioosintiódibujarseenladivinafazdelNazareno, al llegar ante susplantas. ¡Ohquémortal tristeza la suya, quede sercomparadaasugoceenpresenciadelosniños,habríatiradodegolpelabalanza,haciaelladosinladoysinplatillo!¡Ohquéhumanatristezalasuya,cuallaquevigiló,alaluzdeuna víspera fatal, en un yermo olivar de Galilea, su oraciónmuda y desolada, cuandogoteó en el puro suelo su secreción de sangre augusta, al compás de estas cárdenaspalabras!:«¡Padre,apartademíestecáliz!»¡Ohquéinfinitatristezalasuya,ycómonola

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pudo contener ni el vaso de dos bocas del Enigma! Por ella sufría Benites un dolordesmedidoysinorillas.

—¡Señor!—murmurósuplicanteybañadoenllanto—,almenosquenoseatanta tutristeza.Almenos,queunpocodeellapaseamicorazón.¡Almenos,quelaspiedrecillasvenganaayudarmeareflejartutristeza!

Elsilenciovolvióaimperarenlagranextensiónincierta.

—¡Señor!¡Apagalalámparadetutristeza,quemefaltacorazónparareflejarla!¿Quéhehechodemisangre?¿Dóndeestamisangre?¡Ayseñor!¡Túmeladiste,yheaquíqueyo,sinsabercómo,ladejéempozadaenlosrinconesdelavida,avarodeellaypobredeella!

Beniteslloróhastalamuerte.

—¡Señor!Perotúsabesdeesasangre,niblancaninegra,rojacomoloscrepúsculosylas incertidumbres, y líquida y sin forma, obligada a tomar la forma del lugar que lacobija.Ytúsabesdeloslugaresdelatierra,consusrecodosagudoshastacasiconfundirla entrada y la salida en un solo pasaje sin sentido, y con sus curvas tan cerradas ypequeñasqueselastomaríaporsimplespuntosciegos.¡Ayseñor!¡Túmedistelasangre,yyofuiparaellalacurvaciegaeinhóspitayelrecodosinentradanisalida!

Seoíacallaralsilencioporelladodelanada.

—¡Señor!Yofuielrecodosinentradanisalidaylacurvaciegaeinhóspitaenlavida.¡Cuandopudeserlatersura,elamorylaluz!¡Cuandopudedetenermeenlainocencia,adespecho del tiempo y del espacio! ¡Cuando puede cercenar las cosas por la mitad,tomarme solo las caras y volver a sacar de los sellos otras caras y otras más hasta lamuerte!¡Cuandopudeborrardeunasolalocuralospuentesylosistmos,loscanalesylosestrechos,aversiasímialmasequedabaquietaycontenta,tranquilaysatisfechadesuisla,desulago,desuritmo!¡Cuandopudematarelmatiz,y,convertidoenzapadordeloprobable,apostarmeantetodoslostabiques,ablandiradosmanoselnúmero1,aunquecayeseelgolpesobrelapropiasombradetalarma!

Benitesllorabaunllantolejano.

—¡Señor! Yo fui el pecador y tu pobre oveja descarriada. ¡Cuando estuvo en mismanos ser el Adán sin tiempo, sin mediodía, sin tarde, sin noche, sin segundo día!¡CuandoestuvoenmismanosembridarysujetarlosrumoresedénicosparatodaeternidadysalvarloCambianteenloAbsoluto!¡Cuandoestuvoenmismanosrealizarmisfronterasgarra a garra, pico a pico: guija a guija, manzana a manzana! ¡Cuando estuvo en mismanosdesgajarlossenderosalolargoyaltravés,porfilamentos,aversiasísalíayoalencuentrodelaVerdad!

Unapausadescalzasiguióaestaspalabras.

—¡Señor! ¡Yo fui el delincuente y tu ingrato gusano sin perdón! ¡Cuando pude nohaber nacido siquiera! ¡Cuando pude, al menos, eternizarme en los capullos y en las

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vísperasyenlasmadrugadas!¡Felicesloscapullos,porqueellossonlasjoyasnatasdelosparaísos,aunquehayaensusselladasentrañasunaflordepecadoenmarcha!¡Feliceslasvísperas,porqueellasnohanllegadotodavíaynohandellegarjamásalahoradelosdíasdefinibles! ¡Felices lasmadrugadas, porque nadie puede tocarlas ni decir nada de ellas,aunqueencovensolesmaléficos! ¡Yopudesersolamenteelóvulo, lanebulosa,el ritmolatenteeinmanente,Dios!

Estalló Benites en un grito de desolación y desesperanza sin límites, que luego deapagado,dejóalsilenciomundoparasiempre.

—¡Señor! ¡Peromi vida ha sido triste y tormentosa! ¡Tú lo sabes! ¡Si tropezaba ygolpeabaaunguijarro,esteseponíaallorar,diciendoqueélteníalaculpa!¡Sillamabaaunapuertaparaayudarapadecer, semehacíapasaraun festín!¿Quéhepodido,pues,hacer,Señor?

Jesúsrespondióconestasúnicaspalabras:

—¡Ajustartealsentidodelatierra!

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ELNIÑODELCARRIZO

La procesión se llevaría a cabo, a tenor de inmemorial liturgia, en amplias y artísticasandas, resplandecientes demagnolias y de cirios. El anda, este año, sería en forma dehuerto.Doshombresfuerondesignadosparairatraerdelaespesura,lamaderanecesaria.Acostadeartimañasyazogadasmaniobras,losdosniños,Miguelyyo,fuimosincluidosenlaexpedición.

Habíaqueencaminarsehaciaungrancarrizal,desingularvarillajeymuydiferentedelasmatascomunes.Setratabadeunacañaespecial,deexcepcionaltamaño,másflexiblequeel juncoycuyos tuboseransusceptiblesdeser tajadosydivididosenlosmásfinosfilamentos.Elamarillodesusgajos,porlaparteexterior,tirabamásalamarantomarchitoque al oro brasilero. Sumejormérito radicaba en la circunstancia de poseer un aromacaracterístico,demísticaunción,quepersistíaduranteunañoentero.ElcarrizoutilizadoencadaSemanaSanta,conservadoeraencasademitío,comounareliquiafamiliar,hastaque el del año siguienteviniese a reemplazarlo.De lahondaquebradadonde crecía, superfume se elevaba un tanto resinoso, acre y muy penetrante. A su contacto, la faunavernacularpermanecíaenéxtasissubconscienteyenlasmadrigueraschirriaban,entreloscolmillosalevosos,rabiosasoraciones.

Miguelllevósuscincoperros:Bisonte,colordeestiércoldecuy,elmásinteligenteyágil;Cocuyo,degranintuiciónnocturna;Aguano,porsudulzuraypelajedecolorcaoba,yRana,elmáspequeñode todos.Miguel losconducíaenmediodeunvocerío rienteyensordecedor.

Amedidaqueavanzábamos,elterrenosehacíamásbajoyquebrado,convegetacionesubérrimas en frondas húmedas y en extensos macizos de algarrobos. Jirones de pálidanieblaseavellonabanalazar,enlasverdesvertientes.

Miguelseadelantóalacaravanaconsujauría.Ibaenajenadoporunfrenéticosoplodeautonomíamontaraz.Henchidaslasredesdesusvenas,separadaslashirsutasypobladascejas por un gesto de exaltación y soberanía personal, libre la frente de sombrero,enfebrecidoycasidesnaturalizadohastaalcanzar lasulfúrica trazadeuncachorro,se lehabríacreídoungeniodelamontaña.Cogíaaunodesusperrosyloarrancabadelsueloadosmanos, trenzandoagruesosmanojosel juegode susmúsculos lumbaresy trazandocon las ágilesmuñecas, fisóideas crispaturas en el aire.El perro se retorcía y aullabayMiguelcorríadebarrancoenbarranco,acariciandoalanimal,enardeciéndoloporelfuste

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dorsal,encendiéndoloeninsólitadesesperación.Losdemásperrosrodeabanalmuchacho,disputándolealcautivo,enfurecidos,arañándole los flancos,arrancándole jironesde susropas, mordiéndolo y ululando en celo apasionado. Parecían desconocerle. Miguel searrojabadeprontolajasabajo,rodandoconelcanentresusbrazos.Alsentirsegolpeadoen la roca fría, el perro se sumía en un silencio extraño, como si deglutiese un boloensangrentadoe invisible.Entonces, el restode la jauría callaba también.Losperros separabanaciertadistancia,moviendolacolaysacandolalenguaamoratadayespumosa.

Másabajo,Miguelseperdíaentreunmontículodesábila,paratornarasalirporunahendidura estrecha, arrastrándose en una charca y contrayendo el tronco en una líneasaunayglutinosa.Forcejeabaysudabaentrelaszarzas.Susperroslemordíanlasorejasyloacorralabanenrabiosaacometida.Unaiguanaounenormesaposeescurríaporentresus brazos y sus cabellos, asustando los perros, que luego lo perseguían ladrando.Sonrienteyembriagadodegoceyenergía,saltabaMiguelanchaszanjas.Columpiábasedegruesasramas,trozándolas.Cogíafrutosdesconocidos,probándolosyllenándoselabocade jugos verdes y amarillos, cuyo olor le hacía estornudar largo tiempo. Agarró unapanguana tierna,de lucienteplumajezahonado, ariscayunpocobrava,que luego se leescapó, aprovechando una caída de Miguel, al saltar un barranco jabonoso. Iba comoimpulsado por un vértigo de locura. Al entrar en los puros dominios de la naturaleza,parecíamoverseenunretozoexclusivamentezoológico.

Llegóel rumordeunacatarataentre los ladridosde losperros.Unode loshombresdijo:

—Yaestamoscerca…

Elsolhabíaaparecido.Elcielosedespejaba.Measoméalbordedelavertiente.Enunfondoprofundo,formadopordosacantilados,velaseunaespesuradehojasenvainadorasycortantes,delaquepartíaunruidocascajosoyseco.

—Aqueleselcarrizo…

—Ese.Esemismo…

—Yavamosallegar…

Elvientovinopesadoyuntantosordo.Unsoploastringentenosdioenlasnaricesyen los ojos. Era el aroma del cañaveral sagrado. La atmósfera subía de presión ycalentábasemásymás.Bochorno.Enalgunos recodosyquebradas, el aire empezabaamorir,ahogándosedesol.

Sorprendimos en una de estas quebradas, al doblar la pendiente de un meandro, aMiguel. Arqueado en cuatro pies, tomaba agua de un chorro recóndito y azul, entrematorrales.Juntoaloslabiosdelamo,Ranateníasumergidoelhocico.LalenguagranatedeBisonteheríalalinfa,azotándola.Bajoelagua,ondulabasubabaviscosa.Laspupilasdelmozoylasdesusperros,albeber,seduplicabanycentuplicabandecristalencristal,demarcoenmarco,entreladoblefronteranaturaldelaondaydelosojos.

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Extraña anatomía la de Miguel, bebiendo en cuatro pies, el agua de la herbosamontaña…Muchasveces leviasí, saboreando las lágrimas rientesde la tierra.Trazabaentoncesunafiguramonstruosa,unaimagenqueexpresaba,acasojustificándola,eltenordesunaturaleza,suespírituterráqueo,suinclinaciónalsuelo.Sedientoycomidoporlosardores de la sangre,Miguel doblaba los pedestales iliacos y extendía los brazos haciaadelante,hastadarlasmanosentierra.Enesaactitudseextasiabalargotiempo,sorbiendoaojoscenadoselagua fría.Violentándosea talademán, lasmanosenun roldenuevospies, asentado en la tierra pormedio de dos órdenes de columnas,Miguelmodelaba lalíneavictoriosadelosarcos.Miguelhacíaasíelsignodetodoloquesaledelatierraporlasplantas,paratornaraellaporlasmanos…

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VIAJEALREDEDORDELPORVENIR

Aesodelasdosdelamañanadespertóeladministradorenunsobresalto.Tocóelbotóndelaluzyalumbró.Alconsultarsurelojdebolsillo,sediocuentadequeeratodavíamuytemprano para levantarse. Apagó y trató de dormirse de nuevo.Hasta las tres ymediapodía dar un buen sueño. Su mujer parecía estar sumida en un sueño profundo. Eladministrador ignorabaqueella lehabíasentidoyque,enesemomento,estabatambiéndespierta.Sinembargo,losdospermanecíanensilencio,elunojuntoalotro,enmediodelacompletaoscuridaddeldormitorio.

Pero pasados unosminutos, no le volvía el sueño al administrador, y sumujer, sinsaberporqué, tampocopodíayadormir,siguiendoconeloídolosmovimientosque,decuando en cuando, hacía sumarido en la cama y hasta el ritmo de su respiración y elparpadeodesusojos.Hacíadosañosqueerancasados.Unahijitadetresmesesdormíaensucuna,enlahabitacióncontigua,acargodeunanodriza.EladministradorcasóconEva,noporquelaquisiera,sinoporconveniencia,puesestateníaunlejanoparentescocondonJulio,patróndelahacienda.Eladministradorhizo,enefecto,unbuennegocio:apenassecasaron, elpatrón lohabíaascendidode simplemayordomodecampo, con60 solesdesueldoyunasimpleracióndecarneyarroz,aadministradorgeneraldelahacienda,con150 solesmensuales y tres raciones diarias.De otro lado, aun cuando el parentesco encuestiónnocontabamuchoalosojosdelpatrón—hombreduro,vanidosoyavaro—conelmatrimoniocambióenparteel tratamientoqueledabaasuexmayordomodecampo.Tenía para él una sonrisa, por lomenos, a la semana. Solía también a veces dar a susinstrucciones, delante de los obreros y los otros empleados, repentinas entonaciones dedeferencia.Unavezalmes,lesestabaacordadoaladministradoryasumujer,irdevisitaalacasa-haciendaycomerenlamesadelosparientespobresdelpatrón.Porúltimo,el28de julio de cada año, día de la fiesta nacional, recibía el cajero orden de dar aladministrador un sueldo gratis. Mas la dádiva mayor no había sido todavía recibida,aunqueyaestabaprometida.

Eldíaenquenaciólahijadeladministrador,lamujerdelpatrónledijoasumarido,alahoradecenar:

—¿Sabesunacosa?

El patrón, cuyo despotismo y frialdad no exceptuaba ni a su mujer, moviónegativamentelacabeza.

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—Evahadadoaluzestamañana—añadiólapatrona—ylacriaturaesmujercita.

—¡Zonza!—argumentóelpatrónentonodeburla—.Nosabehacéhico.¿Poquénohacéunomuchachohombre?

Elpatrónhablabapronunciandolaspalabrascomochinoqueignoraseelespañol.¿Porquétansingularcostumbre?¿Lohacíaacasoporque,enrealidad,nopudiesearticularbienelespañol?No.Lohacíaporhábitodesoberbiaydedominio.Cuandolahaciendaestuvoaúnenmanosdesupadre—uninmigranteitaliano,quesehizoricoenelPerú,vendiendoultramarinosalpormenor—lamayorpartedelosobrerosdelcampoeranchinos.Estosculíeserantratadosentoncescomoesclavos.Elpadredelactualpatrónycualquieradesuscapataces o empleados superiores podían azotar, dar de palos o matar de un tiro derevólveraunculí,porquítameallíesaspajas.Así,pues,elactualpatróncrecióservidopor chinos y obedeciendo a un raro fenómeno de persistente relación entre el lenguajeusadoporaquelentonceseneltratoconlosculíesylacondicióndeesclavosenquedonJulio se había acostumbrado a ver a los obreros y, demodo general, a cuantos le eraneconómicamente inferiores, sehizohábitooíralpatrónhablarenunespañolchinescoatodosloshabitantesdesuhacienda.NadaimportabaqueahoranosetrataseyadeculíessinodeindígenasdelasierradelPerú.Sulenguajeresultaba,poreso,deunridículonoexentodeunaaureolafeudalysanguinaria.

DonJulio,aquellanochedelnacimientodelahijadeladministrador,habíallamadoaesteasuescritoriodespuésdecenar,yledijoseveramente:

—Túteneahoraunahica.Porquétúnohacéunomuchacho.¡Túéezonzo!

Eladministradordepieyenactitudhumilde,sepusocoloradodeemoción,alsentirsehonrado, con el hecho de que el patrón se interesase así por la vida de los suyos.Unamezcladeorgulloydepudorleestremecióantelaspalabrasprotectorasdelpatrónynosupo qué contestar. Sonrió penosamente y bajó la frente. El patrón añadió, entonces,paternalmente:

—Anda túhacéunohicomuchacho,unohicomacho.Si túhacéunchicohome,yodatelegalodimilsoles.

DespuésdiodonJuliounos largospasosconsusenormespiernasdegiganteysaliódel escritorio, sin dejarle tiempo al administrador para darle las gracias por tamañapromesa.

Desdeentonces,eladministradorvivíaconlaconstantepreocupacióndeengendrarunhijo hombre. Formulada la promesa por el patrón, se apresuró a comunicarlainmediatamentea sumujer, lacual, en sugran inconciencia,vecinadeun impudorcasicínico,recibiólanoticiaconsaltosdealegríayentusiasmo.Amboscónyugesempezaronasoñardíaynocheenaquelalumbramientodeunhijohombre,quelestraeríalosdiezmilsolesprometidos…díaynoche.Estaperspectivasurgíaanteellosprincipalmentecadavezqueseveíanenapurosdedineroyencuantasocasioneshablabandeproyectosdefuturobienestar. Necesitaban vestirse mejor que los Quesada. Necesitaban comprar muebles

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nuevosparalacasadeChiclayo.Además,convendríahacerunpaseítoaLima.¿PorquésolamentelosHerreraylosUlercadoteníanderechoairapasearaLimatodoslosaños?

—Mira, Arturo—decía Eva, en un delirio de ilusión a sumarido—, si llegamos atenerelchicoesteaño,podríamospasarlatemporadadeveranoenMiraflores.¡Oh,quémaravillaseríaeso!¡Cómosemoriríandeenvidiatodasmisamigas!

Enun transportedeentusiasmo,Evaechaba losbrazosalcuellodeladministradoryacotaba,poniéndoseseria:

—Pero creo que don Julio lo hace tal vez para que trabajes mejor y cumplasdebidamenteconlosdeberesdetupuesto.¿Creestúqueestácontentocontutrabajo?

—Ya lo creo que sí.Está contentísimo.Deotramanera, nomehabría prometido elregalo.Elotrodía,lehiceganardenuevoalahaciendaunmontóndedinero.

—¿Cómo,Arturitomío?¿Cómolohiciste?

—Lasemanapasada,unequipodebracerosdelaContrataPugatrabajóseisdíasenundestajodecortedecaña.Yolosabíaperfectamente.Elcaporalhabíatambiénregistradoenlaplanillaesastareas.Peroelsábadoporlatarde,pasé,comoquiennohacelacosa,porlacajaalahoradelpagodelasplanillassemanales.Miréalazarlasplanillassobrelamesayal encontrarme con la de los cañeros, hice como queme sorprendía de verla. Llamé alcaporalylepreguntéporquéseibaapagaraesagenteuntrabajoqueyoignorabayque,sobretodo,yonohabíaordenadoquesehiciese.Sehicieronlosesclarecimientosdelcasoyacabédiciendoquenosepagasenesossalarios,puestoquesetratabadeuntrabajoqueyo no había ordenado. Y así se hizo. Total: unos cientos de soles ahorrados para lahacienda.

Evasequedópensativaypreguntóvacilante:

—Pero¿ylosobrerosnocobraronsutrabajo?

—Naturalmentequeno.Si,precisamente,deesoesdeloquesetrataba.

—Pero…¡Pobrecitos!¿Yelcontratistatampocolespagaría?

—¿Pagarleselcontratista,dices?—exclamóeladministradorconsarcasmo—.BuenoseráPugaparadesembolsarundineroqueélnoharecibido…

Evaquedóentoncesconsumaridoenqueelregaloprometidoporelpatrónnoteníanadaquever con los servicios del administrador, sinoque era una cosa completamentedesinteresadaygenerosa.

***

Yestanoche,enqueeladministradoryanopodíaconciliarelsueño,vinoasumentedesúbitolaideadelregaloprometidopordonJulio.Sieladministradorlograbaengendrarunhijomacho, seríaunacosa formidable.Pero¿cómo lograrlo?Másdeunavezsehabíanhecho él y su mujer esta interrogación. ¿Cómo engendrar un hijo hombre? Los dospensabanquelacosaconsistíaenalimentarsebien.Otrasvecescreíanqueeracuestiónde

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técnicay,enlashorasdeescepticismo,pensaban,siguiendosuexperiencia,queeranestosdesigniosdelasuerteyquenohabíanadaquehacer.Laparejapasabanochesardidasdeesfuerzo y ansiedad. Había ocasiones en que Eva, después de un espasmo heroico ycalculado,comounteoremaderaízcúbica,sesumíaenunsilencioabstractoparaluegoexclamardepronto,besandosudorosaasumarido:

—¡Ya! ¡Yo creo que ya! ¡Siento que ahora sí, que ya! Lo siento. ¡Lo sientoclaramente!

—No—respondíaArturo, exhaustoydesalentado—.Yohe sentidoqueno.Esto esunabroma.

Otrasveceseraeladministradorquiensolíaexclamarenelinstanteprecisodesugoce:

—¡Ya!…¡Ya!…¡Ya!…¡Ya!…

Eva,porelcontrario,semostrabaescéptica,aunquenoseatrevieseadesalentarasumaridoy,másbien,lerespondíaconjadeanteydébilvoz:

—Sí…Probablemente…Probablemente…

Eladministrador,alrecordarestanochedeinsomnio,todasestasescenasyluchasporlos diezmil soles prometidos por don Julio, se puso demal humor. Se dio una vueltabruscaenlacamaylanzóunbufidodecólera.¡Habrasevistocosamásimbécil!Nopoderengendrarunhijomacho.¡Eraelcolmodelamalasuerte!

EvaoyóelbufidorabiosodesumaridoydegolpecomprendióenquéestabapensandoArturo.Meditó un momento y fingió despertar solamente en ese instante, acercando aciegas sus carnes desnudas y cálidas al cuerpo de sumarido.Después le echó el brazosobre el hombro y siguió agitándose y rozándose con él. Por su parte,Arturo se dio areflexionar en la necesidad de ser tenaz en su propósito y de no abandonar por ningúnmotivolaempresadelosdiezmilsoles.Unosminutosdespués,tomó,asuturno,porlacinturaasumujerysebesaronsinpronunciarpalabras.Pero,estavez,laempresaabortócompletamente,puessietemesesmástarde,Evadabaaluzunamujercita.

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LOSDOSSORAS

Vagando sin rumbo, Juncio y Analquer, de la tribu de los soras, arribaron a valles yaltiplanossituadosa lamargendelUrubamba,dondeaparecen lasprimeraspoblacionescivilizadasdePerú.

En Piquillacta, aldeamarginal del gran río, los dos jóvenes salvajes permanecierontodauna tarde.Sesentaronen las tapiasdeunarúa,averpasara lasgentesque ibanyvenían de la aldea. Después, se lanzaron a caminar por las calles, al azar. Sentían unbienestarinefable,enpresenciadelascosasnuevasydesconocidasqueselesrevelaban:las casas blanqueadas, con sus enrejadas ventanas y sus tejados rojos: la charla de dosmujeres, quemovían lasmanos alegandoo escarbaban en el suelo con la puntadel piecompletamente absorbidas: un viejecito encorvado, calentándose al sol, sentado en elquiciodeunapuerta,juntoaungranperrazoblancoqueabríalaboca,tratandodecazarmoscas… Los dos seres palpitaban de jubilosa curiosidad, como fascinados por elespectáculo de la vida de pueblo, que nunca habían visto. Singularmente Juncioexperimentabaundeleite indecible.Analquer estabamuchomás sorprendido.Amedidaque penetraban al corazón de la aldea empezó a azorarse, presa de un pasmo que leaplastabaporentero.Lasnumerosascalles,entrecruzadasenvariasdirecciones,lehacíanperder la cabeza. No sabía caminar este Analquer. Iba por en medio de la calzada ysesgueabaalacaso,portodoelanchodelacalle,chocandoconlasparedesyaunconlostranseúntes.

—¿Qué cosa?—exclamaban las gentes—. Qué indios tan estúpidos. Parecen unosanimales.

Analquernoleshacíacaso.Nosedabacuentadenada.Estabacompletamentefuerade sí. Al llegar a una esquina, seguía de frente siempre, sin detenerse a escoger ladirección más conveniente. A menudo, se paraba ante una puerta abierta, a mirar unatiendadecomerciooloquepasabaenelpatiodeunacasa.Junciolollamabaylosacudíapor el brazo, haciéndole volver de su confusión y aturdimiento. Las gentes, llamadas asorpresa,sereuníanengruposaverlos:

—¿Quiénesson?

—SonsalvajesdelAmazonas.

—Sondoscriminales,escapadosdeunacárcel.

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—Soncuranderosdelmaldelsueño.

—Sondosbrujos.

—SondescendientesdelosIncas.

Losniñosempezaronaseguirles.

—Mamá—referían los pequeños con asombro—, tienenunos brazosmuy fuertes yestánsiemprealegresyriéndose.

Alcruzarpor laplaza,JuncioyAnalquerpenetrarona la iglesia,donde tenían lugarunos oficios religiosos.El templo aparecía profundamente iluminado y gran número defielesllenabanlanave.Lossorasylosniñosquelesseguían,avanzarondescubiertos,porelladodelapiladeaguabendita,deteniéndosejuntoaunahornacinadeyeso.

Tratábase de un servicio de difuntos. El altarmayor se hallaba cubierto de paños ycresponessalpicadosdeletreros,crucesydolorosasalegoríasenplata.Enelcentrodelanave aparecía el sacerdote, revestido de casulla de plata y negro, mostrando una grancabezacalva, cubierta en suvigésimapartepor el solideo.Lo rodeabanvarios acólitos,anteunimprovisadoaltar,dondeleíaconmísticaunciónlosresponsos,enunfacistoldehojalata. Desde un coro invisible, le respondía un maestro cantor, con voz de bajoprofundo,monótonayllorosa.

Apenassonóelcantosagrado,poblandodeconfusasresonanciaseltemplo,Juncioseechóareír,poseídodeunjúbiloirresistible.Losniños,quenoapartabanuninstantelosojos de los soras, pusieron una cara de asombro. Una aversión repentina sintieron porellos,aunqueAnalquer,enverdad,nosehabíareídoy,antesbien,semostrabaestupefactoante aquel espectáculoque, en su almade salvaje, tocaba los límitesde lomaravilloso.Mas Juncio seguía riendo. El canto sagrado, las luces en los altares, el recogimientoprofundode los fieles, laclaridaddel solpenetrandopor losventanalesadejarchispas,halosycoloresen losvidriosyenelmetalde lasmoldurasyde lasefigies, todohabíacobradoantesussentidosunagraciaadorable,unencantotanfrescoyhechizador,quelecolmaba de bienestar, elevándolo y haciéndolo ligero, ingrávido y alado, sacudiéndole,haciéndolecosquillasydespertandounavibraciónincontenibleensusnervios.Losniños,contagiados,porfin,de laalegríacandorosayradiantedeJuncio,acabaron tambiénporreír,sinsaberporqué.

Vinoelsacristány,persiguiéndolesconuncarrizo,losarrojódeltemplo.Unindividuodelpueblo,indignadoporlasrisasdelosniñosylossoras,seacercóenfurecido.

—Imbéciles.¿Dequéseríen?Blasfemos.Oye—ledijoaunodelospequeños—,¿dequéteríes,animal?

El niño no supo qué responder. El hombre le cogió por un brazo y se lo oprimióbrutalmente,rechinandolosdientesderabia,hastahacerlecrujirloshuesos.AlapuertadelaiglesiaseformóuntumultopopularcontraJuncioyAnalquer.

—Sehanreído—exclamabairacundoelpueblo—.Sehanreídoeneltemplo.Esoes

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insoportable.Unablasfemiasinnombre…

Yentoncesvinoungendarmeysellevóalacárcelalosdossoras.

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ELVENCEDOR

Unincidentedemanosenelrecreollevóadosniñosaromperselosdientesalasalidadelaescuela.Alapuertadelplantelsehizountumulto.Grannúmerodemuchachos,conloslibrosalbrazo,discutíanacaloradamente,haciendounredondelencuyocentroestaban,enextremosopuestos,loscontrincantes:dosniñospocomásomenosdelamismaedad,unodeellosdescalzoypobrementevestido.Ambossonreían,ydelaruedasurgíanrutilantesdiptongos, coreándolos y enfrentándolos en fragorosa rivalidad. Ellos se mirabanechándoselosconvexospechos,conairederecíprocodesprecio.Alguienlanzóunalerta:

—¡Elprofesor!¡Elprofesor!

Labandadasedispersó.

—Mentira.Mentira.Novienenadie.Mentira…

Lapasióninfantilabríaycerrabacalleseneltumulto.Seformaronpartidosporunoyotrodeloscontrincantes.Estallabangrandesclamores.Hubopuntapiés,llantos,risotadas.

—¡Alcerrillo!¡Alcerrillo!¡Hip!…¡Hip!…¡Hip!…¡Hurra!…

Unestruendosoyconfusovoceríoseprodujoylamuchedumbresepusoenmarcha.Alacabezaibanlosdosrivales.

Alolargodelascallesyrúas,losmuchachoshacíanunaalgazaraensordecedora.Unaancianasalióalapuertadesucasaygruñómuyencólera:

—¡Juan!¡Juan!¡Adóndevas,mocito!Vasaver…

Lascarcajadasredoblaron.

Leonidas y yo íbamosmuy atrás.Leonidas estaba demudado y le castañeteaban losdientes.

—¿Vamosquedándonos?—ledije.

—Bueno—merespondió—.¿PerosilepeganaJuncos?…

Llegados a una pequeña explanada, al pie de un cerro de la campiña, se detuvo eltropel. Alguien estaba llorando. Los otros reían estentóreamente. Se vivaba acontrapunteo:

—¡VivaCancio!¡Hip!…¡Hip!…¡Hip!…¡Hurraaaaa!…

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Se hizo un orden frágil. La gritería y la confusión renacieron. Pero se oyó una vozamenazadora:

—¡Alprimeroquehable,lerompolasnarices!

—VoyaJuncos.

—VoyaCancio.

Sehacíanapuestascomoenlascarrerasdecaballosoenlaspeleasdegallos.

Juncos era el niño descalzo. Esperaba en guardia, encendido y jadeante. Más bienescuetoycetrinoydesabrosogeniopendenciero.Suspiesdesnudosmostrabanlostalonesrajados. El pantalón de bayeta blanca, andrajoso y desgarrado a la altura de la rodillaizquierda,ledescendíahastalostobillos.Tocabasucabezaalborotadaungruesoeinformesombrerodelana.Reíacomosi lehiciesencosquillas.Lasapuestasensufavorcrecían.PorCancio,encambio,lasapuestaseranmenores.Eraesteunniñodecente,hijodebuenafamilia.Semordíaellabiosuperiorconaltivezycóleradeadulto.Teníazapatosnuevos.

—¡Uno!…¡Dos!…¡Tres!

Eltropelsesumióenunsilenciotrágico.Leonidastragósaliva.Cancionosemovíadesu guardia, reduciéndose a parar las acometidas de Juncos. Un puñetazo en el costadoderecho,esgrimidocontodoelbrazocontrario,lehizotambalear.Lealentaron.Recuperósupuestoyunasombracruzóporsusemblante.Juncos,finteando,sonreía.

Cancioempezóadespertarmisimpatía.Erainteligenteynoble.Nuncabuscócamorraa nadie, Cancio me era simpático y ahora se avivaba esa simpatía. Leonidas tambiénestabaahoradesuparte.Leonidasestabacoloradoysemovíanerviosamente,ajustandosusmovimientos a los trances de la lucha. CuandoCancio iba a caer por tierra, a unapuñadadelhéroecontrario,Leonidas,sinpodercontenerse,alargólamanocanijaydiounbuenpellizcónaJuncos.Yoledije:

—Déjalo.Notemetas.

—¡YporquélepegaaCancio!—merespondió,poniéndoseaunmáscolorado.Bajóluegolosojoscomoavergonzado.

La lucha se encendió en forma huracanada.A un puntapié trazado por Juncos, a lasombra de un zurdazo simulado, respondieron los dos puños de Cancio, majandorectamentealpecho,alasclavículas,alcuello,aloshombrosdesuenemigo,enunalluviade golpes contundentes. Juncos vaciló, defendiéndose con escaramuzas inútiles. Corriósangre.DeunapiernadeCanciomanabaunhilolentoyrojo.Latropalanzómurmullosdetriunfoydelástima.

—¡Bravo!¡Bravo,Juncos!

—¡Bravo!¡Bravo!¡Bravo,Cancio!

—¡Uyuyuy!¡Yavaallorar!¡Yavaallorar!

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—¡Déjenlo!¡Déjenlo!

Volaronpalmas.Crujióundespechoenalto.

Cancioseenardecíavisiblementeycobró laofensiva.Deunagranpuñada,asestadaconlimpiezaverdaderamentenatural,hizodarunavueltaalacabezacontraria,obligandoaJuncosarematarsucírculonervioso,poniéndosedemanos,aciegas,contraelcercodelossuyos.Entoncessucedióunacosatruculenta.UnniñomásgrandequeCanciosaltódelredondel y le pegó a este y un segundo muchacho, mayor aun que ambos, le pegó alintruso,defendiendoaCancio.Duranteunossegundos,laconfusiónfueinextricable,unosdefendiendoaotrosyaquellosaestos,hastaquevolvióaoírseestaspalabrasdealerta,quepusieronfinalcaosyalosgolpes:

—¡Elprofesor!¡Elprofesor!…

Juncosestabamuycastigadoyparecíaque ibaadoblarpico.Elhumildegranuja,alprincipio tan dueño de sí mismo, tenía el pabellón de una oreja ensangrentado yencendido,asemejanzadeunacrestadegallo.Uninstantemiróalamultitudysusojossehumedecieron.Elverle,trajeadodeharapos,consusombreritodepayaso,eldesgarróndelarodillaysuspequeñospiesdesnudos,quenosécómoescapabanalaspisadasdelotro,medolióelcorazón.Alreanudarselapelea,diunavueltaymepaséalossuyos.

Acezabanambosenguardia.

—Pega…

—Peganomás…

Juncos hizo un ademán significativo. El verdor de las venas de su arañado cuellopalidecióligeramente.Entoncesledilavozcontodasmisfuerzas:

—¡Entra,Juncos!¡Pégaleduro!…

Le poseyó al muchacho un súbito coraje. Puso un feroz puñetazo en la cara delinminentevencedorylederribóalsuelo.

El sol declinaba. Había pasado la hora del almuerzo y teníamos que volverdirectamente a la escuela.ACancio le llevabande los brazos.Tenía unojoheridoy elpárpadomuy hinchado. Sonreía tristemente. Todos le rodeaban lacerados, prodigándolepalabrasfraternales.Tambiényoleseguíadecerca,tratandodeverleelrostro.¡Cómolehabíanpegado!

El grupo de pequeños avanzaba, de vuelta a la aldea, entre las pencas del camino.Hablaban poco y a media voz, con una entonación adolorida. Hasta juncos, el propiovencedor,estabatriste.Seapartódetodosyfueasentarseenunpoyodelsendero.Nadielehizocaso.Leveíandelejos,conextrañeza,yélparecíaavergonzado.Bajólafrenteyempezó a jugar con piedrecillas y briznas de hierba. Le había pegado a Cancio esteJuncos…

—Vámonos—ledijoLeonidas,acercándose.

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Juncosnorespondió.Hundiósusombrerohastalascejasyasíocultóelrostro.

—Vámonos,Juncos.

Leonidasseinclinóaverle.Juncosestaballorando.

—Está llorando—dijo Leonidas. Le arregló el estropeado sombrero y le asentó elpelo,porsobrelaoreja,dondelasangreaparecíacoaguladayrenegrida.

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CÉSARABRAHAMVALLEJOMENDOZA(SantiagodeChuco,Perú,16demarzode1892 - París, 15 de abril de 1938). Poeta y escritor peruano considerado entre losmásgrandes innovadores de la poesía del siglo XX. Fue, en opinión del crítico ThomasMerton, «el más grande poeta universal después de Dante». Publicó en Lima sus dosprimeros poemarios: Los heraldos negros (1918), que reúne poesías que si bien en elaspectoformalsontodavíadefiliaciónmodernista,constituyenalavezelcomienzodelabúsqueda de una diferenciación expresiva; y Trilce (1922), obra que significa ya lacreación de un lenguaje poético muy personal, coincidiendo con la irrupción delvanguardismoanivelmundial.En1923dioalaprensasuprimeraobranarrativa:Escalas,colección de estampas y relatos, algunos ya vanguardistas. Esemismo año partió haciaEuropa,paranovolvermásasupatria.HastasumuerteresidiómayormenteenParís,conalgunas breves estancias enMadrid y en otras ciudades europeas en las que estuvo depaso.Viviódelperiodismocomplementadocontrabajosdetraducciónydocencia.Enestaúltimaetapadesuvidanopublicólibrosdepoesía,aunqueescribióunaseriedepoemasqueapareceríanpóstumamente.Publicóencambio,librosenprosa:lanovelaproletariaoindigenistaEl tungsteno (Madrid, 1931) y el libro de crónicasRusia en 1931 (Madrid,1931). Por entonces escribió también su más famoso cuento, Paco Yunque, que fuepublicado años después de su muerte. Sus poemas póstumos fueron agrupados en dospoemarios: Poemas humanos y España, aparta de mí este cáliz, publicados en 1939gracias al empeño de su viuda, Georgette Vallejo. La poesía reunida en estos últimospoemarios es de corte social, con esporádicos temas de posición ideológica yprofundamente humanos. Para muchos críticos, los «poemas humanos» constituyen lomejor de su producción poética, que lo han hechomerecedor del calificativo de «poetauniversal».

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Notas

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[1](Coleccióndeestampasycuentos;Lima,1923).Eltítulocorrecto,talcomoloconcibióel autor, es indudablementeEscalas, a secas. Lo demelografiadas se debe a una malinterpretaciónhechaporalgúneditor:enlacubiertadellibrodelaediciónpríncipeseleecon letras grandesEscalas, cerradas por un adorno o viñeta, y solo luego de la viñetafigura en una línea más abajo y con letras más pequeñas Melografiadas, palabraconectadaconlaslíneassiguientes:por/CésarA.Vallejo,detalmodoquedebeleerseelconjuntocomoEscalas/melografiadas/por/CésarA.Vallejo.Siendolamelografíalaescrituramusical,equivalepuesa«EscalasescritasporCésarVallejo»(sesobreentiendeahora más claramente que «escritas» no puede formar parte del título). En la portadainterior aparece, para desvanecer cualquier duda, solo ESCALAS. Sin embargo, en lapresente antología hemos preferido usar el título de ESCALAS MELOGRAFIADAS porque lacostumbre así lo ha impuesto. Escalas se divide en dos secciones perfectamenteequilibradas,tituladasCuneiformesyCorodevientos,conseiscomposicionescadauna.Laprimera secciónagrupa estampas lírico-narrativas cercanas al lenguaje poéticode supoemarioTrilce; la segunda consta de relatos que se acercanmás al género del cuentopropiamente dicho, al que se puede llamar «psicopatológico», con una fuerza muydramática, como el tituladoCera, que paramuchos críticos es sumás logrado cuento.Algunosdeesosrelatosyasepuedencalificardevanguardistas.<<

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[2]ConestecuentoganóunpremioenunconcursoliterariorealizadoenLimaen1922.<<

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[3] (Novela corta o cuento largo, de carácter psicológico). Fue publicada por PedroBarrantesCastroensuserie«Lanovelaperuana»publicaciónquincenalilustrada(Lima,16demayode1923).Esterelatoescercanoalgéneroconocidocomo«fantástico»ynosrecuerdamucholaatmósferaypersonajesdeloscuentosdeEdgardAllanPoe.<<

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[4] (Novela corta de tema incaico, escrita entre 1924 y 1928, y publicada en 1944). LarevistalimeñaNuestroTiempolapublicóentresentregas,ennúmeroscorrespondientesaenero,marzo ymayo de 1944.Aunque se ha descubierto que en 1931 el autor publicópasajesoavancesdedichanovelaenLaVozdeMadrid.Masquenovela,esunproyectode novela, que el autor planeaba ampliar. Este relato se puede enmarcar dentro de lanarrativa postmodernista, siendo equiparable con los cuencos incaicos de AbrahamValdelomar.Selehacalificadotambiénde«indigenista».SeinspiraenvariospasajesdelosComentariosRealesdelosIncasdelIncaGarcilasodelaVega,aunquesuintenciónnose centra en lo simplemente folklórico sino que contiene un implícito mensajepolítico-social,aligualqueotrosescritosdelautordefinesdelosaños20ycomienzosdelos30.<<

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[5](Novelasocialo«proletaria»;Madrid,1931).Elautor,yaconunadefinidamilitanciamarxista, empieza a ensayar dentro del llamado «realismo socialista», sin experimentostécnicos y de tono proselitista. Su intención es de denuncia social. Se trata de la únicanovelapropiamentedichaquepublicóenvidayrelatademaneracrudalaexplotaciónylosabusoscometidosporlaclasedominantecontralosindiosypeonesenunaminadelosAndes.Ellocomoconsecuenciadelapenetracióndelimperialismoyanqui,anteelcuallaclasedominantenacionaldemuestraservilismo.Elrelatotuvogranacogidapuesaparecióen plena depresión económica mundial y en medio del auge de las ideologíasantiimperialistas, como el comunismo, entre la clase proletaria. Es a la vez un ejemplotempranodenovelaindigenistaquepocodespuéspopularizaranCiroAlegríayJoséMaríaArguedas.Este últimoha confesadoque su fuente de inspiraciónmásmarcada fue estanoveladeVallejo.<<

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[6](Cuentorealista,escritoen1931ypublicadoenlarevistaApuntesdelHombre,Lima,julio 1951, año I, núm. 1). Al igual que El Tungsteno, se circunscribe en el llamado«realismo socialista», siendo su intención de denuncia social, pero esta vez llevada almundoinfantil.SecuentaquelaeditorialespañolaparalacualtrabajabaVallejolepidióundíauncuentoinfantilyasínacióesterelatoconunafuertecargadedenunciasocial.Loseditoreslorechazaronporserunrelato«muytriste».Actualmente,noexisteperuanoqueensusañosdeescolarnohayaleídoelcuento,reproducidoentodaantologíaytextoescolar publicado en el país, y con justicia, pues se trata de unapequeñaobramaestra,peseasusencillezestilísticayalesquematismodesutrama.<<

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[7] Sabiduría apareció en la Revista Amauta (N.º 8, Lima, 1927, págs. 17-18) como«capítulodeunanovelainédita».AñosdespuésseríaincluidaenlanovelaElTungsteno(1931).Elniñodelcarrizo,Viajealrededordelporvenir,LosdossorasyElvencedor,fueronescritosentre1935y1936;LosdossorasfueluegopublicadoenlarevistaAmaru(N.º 1, 1967). Corresponde a otra etapa en la que el autor, siempre con sed de probarnuevas formas narrativas, buscaba el equilibrio entre la fantasía de Escalas y Fablasalvaje, y el llamado «realismo socialista». Estos últimos cuatro cuentos exhiben unavisiónmaterialista del mundo y una crítica social y cultural, aunque sin caer ya en lanormativaqueimponíaelrealismosocialista,delquesevaalejando.<<