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1 El Museo te ayuda a hacer tus… …Tareas NACE LA TRADICIÓN DEL CRISTO DE MAYO, O EL SEÑOR DE LOS TEMBLORES. IGLESIA DE SAN AGUSTÍN EN SANTIAGO ( Terremoto del 13 de mayo de 1647) Cristo de Mayo en la Iglesia de San Agustín. Fotografía Departamento Educativo Museo Histórico Nacional Departamento Educativo Museo Histórico Nacional

Cristo de Mayo Históric… · veneradas, y sin duda la más famosa de la ciudad. La leyenda y la Quintrala La historia del Cristo de Mayo se encuentra unida también, de acuerdo

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El Museo te ayuda a hacer tus…

…Tareas

NACE LA TRADICIÓN DEL CRISTO DE MAYO, O EL SEÑOR DE LOS

TEMBLORES.

IGLESIA DE SAN AGUSTÍN EN SANTIAGO

( Terremoto del 13 de mayo de 1647)

Cristo de Mayo en la Iglesia de San Agustín. Fotografía Departamento Educativo Museo Histórico Nacional

Departamento Educativo

Museo Histórico Nacional

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En Santiago se encuentra una imagen denominada el Cristo de Mayo, el que de

acuerdo a la tradición, es el protector de la ciudad frente a los terremotos. En 1647, esta

imagen se salvó de la destrucción total de la Iglesia en donde se encontraba y la corona

de espinas bajó desde la cabeza hasta el cuello del Cristo, en donde permanece hasta

hoy. Todos los años se hace una procesión invocando su protección contra estos

desastres naturales que, desde siempre, han maltratado nuestra ciudad.

Origen de la tradición

En 1604, llegó a Santiago de Chile el joven sacerdote de la Orden de San

Agustín, Fray Pedro de Figueroa, nacido en el Perú en 1580, quien emprendió con gran

entusiasmo la labor evangelizadora que le fue encomendada realizar en Santiago. Pero,

al poco tiempo se encontró con un serio obstáculo. En Chile había gran escasez de

imágenes y esculturas que le permitieran ilustrar sus enseñanzas y al mismo tiempo

facilitaran a los fieles sus rogativas y oraciones.

En su país, más precisamente en Lima, él había observado el trabajo de los

sacerdotes agustinos que ya eran famosos escultores, de los que había aprendido el

oficio. Inspirado por estos recuerdos comenzó creando pequeñas imágenes que se

distribuyeron por los corredores del convento y en otras iglesias de Santiago.

Posteriormente, ya con más experiencia, y

con la ayuda de un carpintero, se atrevió a

tallar en madera un Cristo agónico en la

Cruz: El Cristo de la Agonía. Esta imagen

fue terminada en febrero de 1613 y

ubicada en el Templo Nuestra Señora de la

Gracia, conocido como Iglesia de San

Agustín.

Iglesia de Los Agustinos en Santiago. Calle Estado esquina de Agustinas Fotografía Departamento Educativo Museo Histórico Nacional

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Estilo de la obra

Este Cristo agónico barroco, señalan los expertos, no pertenece a ningún estilo

escultórico definido, ya que tiene algunos elementos españoles y otros propios del

mestizaje. El trabajo en el cuerpo no es refinado y ni siquiera las llagas están elaboradas

con esmero. Pero desde su creación conmovió a todos quienes le observaban.

Destaca en la escultura, la expresividad del rostro, serio, mirando hacia un lugar

indefinido, pareciendo preguntar: “Dios mío, Dios mío ¿por qué me has abandonado?”

(Mt 27, 46) tal como registran las escrituras. Unos años más tarde, un hecho

extraordinario, producido por un evento que cada cierto tiempo se manifiesta en Chile,

generalmente con trágicas consecuencias, le daría la fama que goza hasta el día de hoy.

Un testimonio del terremoto

“Tienen estos padres un devotísimo crucifijo…estaba en el tabique, que cerraba un arco tan fácil de caer, que no tenía que obrar en el temblor y caía la nave toda, quedó fijo en su cruz sin que se lastimase el dosel. Halláronle con la corona de espinas en la garganta como dando a entender que le lastimaba una tan severa sentencia; i nos prometimos para lo que quedaba su grande misericordia. Conmovido el pueblo con su antigua devoción i este reciente milagro, le trajimos en procesión a la plaza, viniendo descalzos el Obispo y los religiosos con grandes clamores, con muchas lagrimas y universales gemidos” Relación del terremoto que asoló a Santiago de Chile. 1647 Fray Gaspar de Villarroel. Obispo de Santiago

Detalle del rostro de Cristo. Imagen del Cristo de Mayo. Iglesia de Los Agustinos en Santiago. Fotografía Departamento Educativo Museo Histórico Nacional

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El gran terremoto de 1647 y el Cristo de Mayo

Aproximadamente a las diez de la noche del día 13 de mayo de 1647, un fuerte

terremoto azotó la zona norte centro de nuestro país, destruyendo las construcciones,

casas y edificios, de ciudades enteras. Santiago, quedó convertido en ruinas, ya que se

vinieron al suelo viviendas e iglesias. Gran cantidad de personas murió esa noche

aplastada por tejas y adobes.

También la Iglesia de San Agustín graves daños con este terremoto, sólo quedó

en pie el muro que servía de soporte a la imagen del Cristo de la Agonía, a la cual se le

desplazó hasta el cuello la corona de espinas.

Se cuenta que cuando el Obispo de la Orden de San Agustín de Santiago, Fray

Gaspar de Villarroel, se dio cuenta del estado en que había quedado el Cristo como

resultado del sismo, intentó sacar la corona, sin embargo vino una fuerte réplica, tras

otro intento se produjo otro fuerte temblor, razón por la que se ha desistido, desde ese

entonces, de intentar sacar la corona, quedando hasta el día de hoy en el cuello de la

imagen.

A la vista de estos hechos, el Obispo ordenó organizar una procesión por la

ciudad de Santiago y pasear la milagrosa imagen todos los 13 de mayo, tradición que se

mantiene hasta nuestros días.

Desde ese tiempo, la imagen es conocida como El Cristo de Mayo o

popularmente como el Señor de los Temblores y sigue siendo una de las imágenes más

veneradas, y sin duda la más famosa de la ciudad.

La leyenda y la Quintrala

La historia del Cristo de Mayo se encuentra unida también, de acuerdo a la

leyenda, con la vida de una mujer que vivió en la época de la Colonia de Chile, doña

Catalina de los Ríos y Lisperguer, también conocida como la Quintrala (la que por su

maldad era asimilada al quintral yerba amarga y dañina que es nativa de Chile)

La Quintrala descendía de antiguos conquistadores de origen alemán llegados a

Chile con don Pedro de Valdivia, de súbditos incas de gran jerarquía y de

conquistadores españoles. Era una mujer muy bonita, de abundante cabellera pelirroja

y ojos claros, que la hacían muy llamativa.

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Siendo muy joven, fue recibiendo como herencia grandes campos e importantes

propiedades, llegando a ser una rica y poderosa terrateniente. Ella administraba

personalmente sus posesiones, cosa no muy común en esa época. La leyenda en torno a

su persona, que comenzó durante su vida, la presenta como una mujer tan rica como

malvada. Cruel con familiares y sádica con criados y esclavos. Son innumerables los

casos de violencia que se le atribuyen, llegando incluso al asesinato, contra los esclavos

negros, sacerdotes, familiares y pretendientes.

Con respecto al Cristo de Mayo, cuenta una de las leyendas que paseando por

sus tierras, la Quintrala vio en el tronco de un árbol la cara de Cristo y mandó a tallar su

figura con la madera de ese mismo árbol. La imagen permaneció en su casa y fue testigo

de sus crímenes y arrepentimientos, pero mientras azotaba a un esclavo, habría visto una

mirada reprobatoria en los ojos del Cristo, este habría sido el motivo de lanzarlo a la

calle, diciendo que "no quería que ningún hombre le pusiera mala cara en su casa". De

ese lugar lo habrían recogido los sacerdotes agustinos para llevarlo hasta la Iglesia de

San Agustín, donde fue colocado en uno de los altares laterales.

Una variante de esta misma leyenda dice que decidió expulsarlo de su casa

porque la imagen miraba descaradamente su escote.

Otra de las leyendas más conocida señala que la Quintrala, acusada por alguno

de los muchos delitos cometidos, prometió al Cristo ubicado en la Iglesia de San

Agustín, que si era declarada inocente y se libraba de la prisión le encendería todos los

días de su vida dos velas de una libra. La historia señala que fue absuelta de la

acusación, y Catalina cumplió su promesa.

También existe otra versión que cuenta que Catalina de los Ríos estaba

enamorada del sacerdote peruano de la orden de los Agustinos, Pedro de Figueroa, autor

del Cristo, y por ello le habría pedido tallar la imagen para mantenerla en su casa. Al

comprender que su amor no era correspondido y para vengarse de Pedro de Figueroa,

habría expulsado la imagen. El sacerdote habría recuperado la obra y la habría colocado

en la Iglesia de San Agustín.

La verdad es que la imagen del Cristo de Mayo siempre estuvo ubicada en la

Iglesia de San Agustín, Catalina de los Ríos y Lisperguer era una importante

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terrateniente y vecina de la época, que habitaba en un solar muy próximo el convento

de San Agustín pero no hay pruebas de que le hubiera pertenecido en ninguna época.