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al encuentro Texto: J. ORTIZ Fotos cedidas por los distintos ayuntamientos. Las de Monzón son autoría de J.M Puig. Las de Miravet, de Vicent Borrás E L caso es que “los pobres caballeros de Cristo” –así se les conocía cuando se fundó la orden en Jeru- salén en torno al año 1100 y no eran más que nueve almas refugiadas sobre las antiguas caba- llerizas del Templo de Salomón– llegaron a ser de todo menos pobres. Por diversas razones, co- mo que durante mucho tiempo no tuvieron otro “fisco” que el Papa o que en sus filas ingresaban riquísimos nobles –ellos y sus fortunas, se entien- de–, llegaron a acumular en la Europa del siglo XIII un patrimonio que ponía los dientes largos a reyes y obispos ansiosos de territorios. Se ha podi- do documentar que, poco más de cien años des- pués de la creación de los “pobres caballeros”, su imperio económico, mili- tar, religioso y científico estaba constituido por más de nueve mil enco- miendas (granjas y cen- tros de producción), unos treinta mil monjes-solda- do (sin contar escuderos, servidores y otros oficios al servicio de los caballe- ros), más de cincuenta castillos o fortalezas, una flota que campaba a sus anchas por el Mare Nos- trum (tenían puertos pri- vados) y hasta una banca internacional. Pobres banqueros. Si por algo destacaron los Tem- plarios fue por su efica- cia en las batalla y por su buen hacer con las cuen- tas, lo que hace suponer que entre mandoble y mandoble algunos apren- dían contabilidad e inge- niería financiera. Eso sí: eran tan rigurosos con la administración de los dineros que hasta los re- yes, como Alfonso I de Aragón –que incluso qui- so hacerles herederos del trono– o Felipe IV de Francia, les confiaron sus tesoros. Y, claro, igualito que sucede ahora mismo cuando se deposita el sa- lario mensual en un ban- co y se saca más que lo No es cierto, como mantienen algunas crónicas, que los Templarios estuviesen a medio camino entre monjes y militares. Nada de medias tintas al comportarse como religiosos y mucho menos cuando asumían el papel de defensores de la cruz. Es decir: eran ambas cosas, monjes y soldados, a tiempo total y con idéntica intensidad en ambos empeños. Sus castillos-convento en puntos estratégicos del antiguo Reino de Aragón, marcan un interesante viaje por su historia. que se ha ingresado, tam- bién Felipe IV pidió “a cuenta” más de lo que ha- bía puesto en sus fondos. Conclusión: los Templa- rios eran malísimos y te- nían que ir a la hogue- ra… obviamente por he- rejes. Así, poco más de 200 años después de su crea- ción, los Templarios pa- saron a ser historia… o no; porque hay quien mantiene que fueron los auténticos descubrido- res del Santo Grial y del Arca de la Alianza y que su tradición espiritual y material siguen protegi- das en secreto por los su- cesores de aquellos caba- lleros. Es posible que el lector recuerde aquí his- torias, novelas o pelícu- las –algunas muy recien- tes y polémicas– en las que supuestos legados de los Templarios trascien- den a nuestros días de la mano de estudiosos, ar- queólogos de látigo y sombrero y otros etcéte- ras similares. La ruta del Temple. Vol- viendo a lo documenta- do, y por lo que al Reino de Aragón se refiere, el proceso inquisitorial ini- ciado por Jaime II con- cluyó con la dispersión de la orden, sólo después de proclamarse su ino- cencia en un Concilio ce- lebrado en 1312 en Ta- rragona y cuando ya el Rey había hecho pactos para asegurarse defen- sas fronterizas. En Va- lencia los bienes templa- rios sirvieron para fun- dar la Orden de Montesa, en Cataluña y Aragón fueron a parar a los caba- lleros hospitalarios –otra orden militar que fue la que asumió la defensa fronteriza– y en Castilla a la Corona. Los del Tem- ple, en fin, han dejado pa- ra nuestros días multi- tud de muestras de su po- derío en aquellos años –hace ahora 900– en que constituían defensa de peregrinos, cierto, pero también de reinos que se definían cristianos y que A la izquierda, el Castillo de Miravet. Junto a estas líneas el Castillo de Tortosa. Los del Temple han dejado multitud de muestras de su poderío en aquellos años –hace ahora 900– en que constituían la principal defensa de los peregrinos DOMUS TEMPLI CASTILLOS TEMPLARIOS EN EL REINO DE ARAGÓN Escritura PÚBLICA 83 Castillo de Monzón. 82 Escritura PÚBLICA Vista, desde el Castillo, del casco antiguo de Miravet.

DOMUS TEMPLI - notariado

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Page 1: DOMUS TEMPLI - notariado

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Texto: J. ORTIZFotos cedidas por los distintos

ayuntamientos. Las de Monzón

son autoría de J.M Puig. Las de

Miravet, de Vicent Borrás

E L caso es que “lospobres caballerosde Cristo” –así se

les conocía cuando sefundó la orden en Jeru-salén en torno al año1100 y no eran más quenueve almas refugiadassobre las antiguas caba-llerizas del Templo deSalomón– llegaron a serde todo menos pobres.Por diversas razones, co-

mo que durante muchotiempo no tuvieron otro“fisco” que el Papa o queen sus filas ingresabanriquísimos nobles –ellosy sus fortunas, se entien-de–, llegaron a acumularen la Europa del sigloXIII un patrimonio queponía los dientes largos areyes y obispos ansiososde territorios. Se ha podi-do documentar que, pocomás de cien años des-pués de la creación de los“pobres caballeros”, suimperio económico, mili-tar, religioso y científicoestaba constituido por

más de nueve mil enco-miendas (granjas y cen-tros de producción), unostreinta mil monjes-solda-do (sin contar escuderos,servidores y otros oficiosal servicio de los caballe-ros), más de cincuentacastillos o fortalezas, unaflota que campaba a susanchas por el Mare Nos-trum (tenían puertos pri-vados) y hasta una bancainternacional.

PPoobbrreess bbaannqquueerrooss.. Si poralgo destacaron los Tem-plarios fue por su efica-cia en las batalla y por su

buen hacer con las cuen-tas, lo que hace suponerque entre mandoble ymandoble algunos apren-dían contabilidad e inge-niería financiera. Eso sí:eran tan rigurosos con la administración de losdineros que hasta los re-yes, como Alfonso I deAragón –que incluso qui-so hacerles herederos deltrono– o Felipe IV deFrancia, les confiaron sustesoros. Y, claro, igualitoque sucede ahora mismocuando se deposita el sa-lario mensual en un ban-co y se saca más que lo

No es cierto, como mantienen algunas crónicas, que los Templarios estuviesen a medio caminoentre monjes y militares. Nada de medias tintas al comportarse como religiosos y mucho menoscuando asumían el papel de defensores de la cruz. Es decir: eran ambas cosas, monjes y soldados,a tiempo total y con idéntica intensidad en ambos empeños. Sus castillos-convento en puntosestratégicos del antiguo Reino de Aragón, marcan un interesante viaje por su historia. que se ha ingresado, tam-

bién Felipe IV pidió “acuenta” más de lo que ha-bía puesto en sus fondos.Conclusión: los Templa-rios eran malísimos y te-nían que ir a la hogue-ra… obviamente por he-rejes.

Así, poco más de 200años después de su crea-ción, los Templarios pa-saron a ser historia… ono; porque hay quienmantiene que fueron losauténticos descubrido-res del Santo Grial y del

Arca de la Alianza y quesu tradición espiritual ymaterial siguen protegi-das en secreto por los su-cesores de aquellos caba-lleros. Es posible que ellector recuerde aquí his-torias, novelas o pelícu-las –algunas muy recien-

tes y polémicas– en lasque supuestos legados delos Templarios trascien-den a nuestros días de lamano de estudiosos, ar-queólogos de látigo ysombrero y otros etcéte-ras similares.

LLaa rruuttaa ddeell TTeemmppllee.. Vol-viendo a lo documenta-do, y por lo que al Reinode Aragón se refiere, elproceso inquisitorial ini-ciado por Jaime II con-cluyó con la dispersiónde la orden, sólo despuésde proclamarse su ino-

cencia en un Concilio ce-lebrado en 1312 en Ta-rragona y cuando ya elRey había hecho pactospara asegurarse defen-sas fronterizas. En Va-lencia los bienes templa-rios sirvieron para fun-

dar la Orden de Montesa,en Cataluña y Aragónfueron a parar a los caba-lleros hospitalarios –otraorden militar que fue laque asumió la defensafronteriza– y en Castillaa la Corona. Los del Tem-ple, en fin, han dejado pa-

ra nuestros días multi-tud de muestras de su po-derío en aquellos años–hace ahora 900– en queconstituían defensa deperegrinos, cierto, perotambién de reinos que sedefinían cristianos y que

A la izquierda,el Castillo deMiravet. Junto aestas líneas elCastillo deTortosa.

Los del Temple han dejado multitud de muestras de su poderío en aquellos años–hace ahora 900– en que constituían la principal defensa de los peregrinos

DOMUS TEMPLIC A S T I L L O S T E M P L A R I O SEN EL RE INO DE ARAGÓN

EscrituraPÚBLICA83

Castillo deMonzón.

82EscrituraPÚBLICA

Vista, desde el Castillo, del cascoantiguo de Miravet.

Page 2: DOMUS TEMPLI - notariado

eran frecuentemente ase-diados –cuando no ase-diadores– por los vecinosconfesionalmente islámi-cos.

De entre esas mues-tras, en unos pocos kiló-metros en torno al últi-mo tramo del Ebro y ladesembocadura de susafluentes Cinca y Segre,es posible ver en todo suesplendor las sedes decinco encomiendas tem-plarias: Monzón, Gar-deny (en Lleida), Mira-

vet, Tortosa y Peñíscola.Tres comunidades autó-nomas (Aragón, Catalu-ña y Valencia) se hanpuesto de acuerdo conlos respectivos ayunta-mientos para crear unConsorcio que permitadar a conocer estos anti-guos dominios del Tem-ple (Domus Templi) paradisfrute de viajeros y es-tudiosos. La breve des-cripción que hay unas lí-neas más adelante sobrecada una de esas cinco

encomiendas, se ha orga-nizado teniendo en cuen-ta el orden cronológicoen que los castillos fue-ron perteneciendo a losmonjes-soldado o cons-truidos por ellos.

Sabido es, por otro la-do, que en la escuela solíaser una tradición apren-der de memoria la listade los reyes godos, y me-nos frecuentemente la re-lación de los de Asturias,Navarra, Castilla o Ara-gón, salvo en casos excep-cionales. Como referen-cia, y por si acaso el lec-tor no fue a clase el díaque en su “cole” se dioAragón, ahí va una redu-cida lista cronológica queayudará a comprenderdetalles de los rinconestemplarios del antiguoReino. Empecemos porAlfonso I (1104-1134), quefue el que quiso dejar lacorona a Templarios yotras órdenes militares, aquien suceden Ramiro IIy Petronila. Ésta, a latierna edad de dos añitos,heredó el trono y se casócon el Conde de Barcelo-na Ramón Berenguer IV,de modo que termina lasaga de la Casa de Nava-rra y comienza la de laCasa de Barcelona. Trasel reinado efectivo delConde, llega Alfonso II, alque suceden Pedro II, Jai-me I, el famoso Conquis-tador, Pedro III, AlfonsoIII y Jaime II (1291-1327),que fue el que puso fin ala Orden en Aragón. Paracentrar un poco los tiem-pos, diez reyes después ydos años de interregno,regido por nueve diputa-

dos de los distintos terri-torios, llegó Fernando II,más conocido por “mon-tar tanto” como su espo-sa Isabel de Castilla.

MMoonnzzóónn.. Cuando Alfon-so I murió sin descenden-cia, dejó la herencia de sureino a Templarios, Ca-balleros del Santo Sepul-cro y Hospitalarios. Detanto batallar –el monar-ca tuvo el sobrenombrede El Batallador–, o qui-zás como consecuenciade su matrimonio con lazamorana Doña Urraca,con la que se llevó fatal,parece que Alfonso ter-minó sus días un poco“rayado” y no tuvo mejoridea, en tiempos en queera vital la unión de fuer-zas para defender los te-rritorios, que dividir sureino en las tres partesmencionadas. Menos malque alguien puso sensa-tez y se pudo enderezar lacosa: el acuerdo fue quele sucediera en NavarraGarcía Ramírez –el querealmente se casó conuna hija del Cid y que noera ninguno de los que semencionan en el Cantar–y en Aragón su hermanoDon Ramiro. A cambio,las órdenes militares quehabían sido nombradasherederas por su antece-sor, y para que se queda-sen tranquilitas, recibie-ron determinados terri-torios y prebendas. Entreotras cosas, a los Templa-rios les cayó en suerte elcastillo de Monzón.

No tardó en convertir-se en el centro adminis-trativo de una serie de

sub-encomiendas tem-plarias, sobre las que elcomendador de Monzóntenía jurisdicción civil,militar y religiosa. Eneste castillo, siendo co-mendador Guillem deMontedron, se educó elinfante Don Jaime –lle-garía a Conquistador, elmuchacho–, junto a suprimo Ramón Beren-guer V de Provenza. Lle-gado a Jaime I, el reyaragonés celebró cortesen Monzón y hasta tratóallí de cómo logar su pro-pósito de conquistar Va-

lencia. Fue, según cuen-tan las crónicas, el últi-mo bastión templario encaer cuando Jaime II de-cidió arrebatárselo porla fuerza a la Orden.

TToorrttoossaa.. Cuando Tortosaes conquistada (1148) porel ejército aragonés, conayuda de los Templarios,la reina es Petronila, quetenía once abriles y lle-vaba ya nueve casadacon Ramón BerenguerIV –el que se dedicaba aconquistar tierras a losandalusíes–. La ciudadribereña fue la primeraencomienda templariainstalada en el bajo Ebroy durante los años de suadministración creció yprosperó, gracias funda-mentalmente al tráficofluvial que llegaba hastaZaragoza y por la combi-nación que permitía lasalida al mar. Fue uno deesos puertos privadosque llegó a poseer la Or-den.

El castillo de la Zudano es propiamente tem-plario, aunque fue vitalpara la protección delpuerto organizada porlos monjes soldado. En elcasco antiguo, sin em-bargo, en una parte delárea de expansión urba-na potenciada por aqué-llos, existe aún la zonadel Temple, que crecióen los terrenos en los quetuvo su sede la enco-mienda.

GGaarrddeennyy.. Gardeny eracasi una simple colinacuando el ejército arago-nés conquistó Lleida, ca-

si un año más tarde queTortosa, con ayuda de losTemplarios, de maneraque éstos obtuvieron co-mo recompensa el citadopromontorio. Allí seconstruyó un castillotemplario, que prontopasó a ser centro de deci-sión respecto a otras en-comiendas más peque-ñas hasta llegar a consti-tuirse en uno de losprincipales centros de

decisión de la Orden enel reino aragonés.

De este claro ejemplode la arquitectura delTemple, y aunque en lossiglos XVII y XVIII se re-alizaron modificacionesque alteraron la fisono-mía de la primera edifi-cación, aún se conservanimportantes vestigios delconjunto original, comoel recinto soberano deli-mitado por murallas yflanqueado por torres,que deja ver en su inte-rior diferentes edificiosconstruidos en torno aun patio central. Hoy, losvisitantes pueden encon-trarse con la historia delos Templarios aragone-ses en el Centro de Inter-pretación de la Ordenque tiene el castillo.

MMiirraavveett.. Cuatro años des-pués de conquistar Llei-da, los aragoneses, denuevo con Ramón Beren-

EscrituraPÚBLICA

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84Escritura

PÚBLICA85

En torno al último tramo del Ebro es posible ver las sedes de cinco encomiendastemplarias: Monzón, Gardeny, Miravet, Tortosa y Peñíscola

Las Autonomías de Aragón, Cataluña y Valencia han acordado con losayuntamientos con vestigios templarios crear un Consorcio para darlos a conocer

Castillo deGardeny, en laciudad deLleida.

Arriba, laCatedralrománica deSanta Maríadel Romeral,en Monzón.Derecha,Plaza SantJoan, enLleida.

INFORMACIÓNConsorcio Ruta del Templehttp://www.domustempli.com

[email protected]

Turismo de LleidaMajor, 31

25007 - LleidaTel.: 902 250 050

[email protected]://www.turismedelleida.com

Turismo de MiravetCalle del Ríu, 1443747 – Miravet

Tel.: 977 407 393Tel. Castillo: 977 407 368

http://www.ebreguia.com/miravet/

Turismo de MonzónPlaza Mayor, 4

22400 - MonzónTel.: 974 417 791

Tel. Castillo: 974 349 [email protected]

http://www.monzon.es

Turismo de PeñíscolaPaseo Marítimo, s/n12598 - PeñíscolaTel.: 964 480 208

Tel. Castillo: 964 480 021http://www.peniscola.org/home.asp

Turismo de TortosaPlaça Carrilet, 143500 - Tortosa

Tel. 977 44 96 [email protected]

http://www.turismetortosa.com/

Page 3: DOMUS TEMPLI - notariado

guer IV al mando, se ha-cen con la última fortale-za que las tropas islámi-cas tenían en torno alEbro, Murábit, y el casti-llo pasa a ser feudo Tem-plario. El Miravet conver-tido en encomienda con-trolaba el paso fluvial yterrestre hacia el interior,al tiempo que funcionabacomo un importante cen-tro administrativo y polí-tico. Con el tiempo, pasó aser residencia del maes-tre provincial y entre susmuros se custodiaba el te-soro y los archivos perte-necientes a los Templa-rios de Aragón. Los mon-jes-soldado resistieron elasedio más de un añocuando Jaime II mandódisolver la orden. Unagesta que dio lugar a unasingular pieza teatral que

se suele representar enagosto en el propio patiodel castillo.

Desde un punto devista arquitectónico, al-gunos autores conside-ran Miravet como el ori-gen del estilo templario.En esta edificación seconservan las dependen-cias ordenadas en tornoa un patio interior, quees el modelo posterior-mente reproducido enotras fortificaciones dela Orden. De esta mane-ra, la transformación dela fortaleza andalusí y lainspiración en los ribatssirios y bizantinos, hicie-ron de este castillo aso-mado al Ebro todo unmodelo a seguir.

PPeeññííssccoollaa.. Peñíscola sele resistió a Ramón Be-

renguer IV. De hecho, sela cedió a un noble cata-lán cuando aún estaba enpoder andalusí (algo asícomo “si la conquistas,para ti…”). Al final, ytras algún tropezón, sehizo con la plaza fuerteJaime I el Conquistador.Tres reyes más tarde,cuando llega al tronoJaime II, éste cambia alos Templarios Peñíscolapor Tortosa, que le inte-resaba más. Claro quelos monjes-soldados ha-bían empezado a pensaren este emplazamientopara crear una potentered de fortalezas maríti-mas, por lo que el interésdebió de ser mutuo.

El caso es que la Or-den construyó en Peñís-cola un castillo, siguien-do el modelo de Miravet

–como ya habían hechoen parte con Gardeny–, yse llevaron allí la sede dela encomienda que hastaese momento estaba en elcastillo de Xivet, hoy Al-calá de Xivet, con su cas-tillo templario casi enruinas, lo que es una ver-dadera lástima. Por cier-to, hablando de conserva-ción, la de Peñíscola des-taca por ser la fortalezatemplaria mejor conser-vada. Y, en fin, en el ca-mino entre sede de unaimportante encomienday centro de atracción tu-rística, el castillo de Pe-ñiscola fue sede papal: elclérigo de origen arago-nés, Pedro de Luna, con-vertido en Benedicto XIIIen pleno Cisma de Occi-dente, allí se enrocó… ynunca mejor dicho. n

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Arriba, Castillo de Peñíscola. Derecha, Castellers de Lleida formando una torre de seis pisosfrente al Ayuntamiento de la Ciudad.

Los templarios eran tan rigurosos con la administración de los dinerosque hasta los reyes les confiaron sus tesoros