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Museo Arqueológico Nacional PIEZA DEL MES Ciclo 1999 - 2000 Creencias, símbolos y ritos religiosos ESCULTURA DEL EMPERADOR TIBERIO DIVINIZADO Por Fabiola Salcedo Sala 21

ESCULTURA DEL EMPERADOR TIBERIO DIVINIZADOd3da7c5d-a90d-490e-be89-15dd96e0c7e0/...Julia, la hija de Augusto, en el año 11 a.c. Esta en- trada en la familia fue sellada públicamente

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Museo

Arqueológico Nacional

PIEZA DEL MES

Ciclo 1999 - 2000

Creencias, símbolos y ritos religiosos

ESCULTURA DEL EMPERADOR TIBERIO DIVINIZADO

Por Fabiola Salcedo Sala 21

Page 2: ESCULTURA DEL EMPERADOR TIBERIO DIVINIZADOd3da7c5d-a90d-490e-be89-15dd96e0c7e0/...Julia, la hija de Augusto, en el año 11 a.c. Esta en- trada en la familia fue sellada públicamente

Entre los numerosos retratos de emperadores, emperatrices y pnnupes, algu- nos hechos en vida, otros después de muertos, uno de los más significativos es éste ante el que nos hallamos: el Tiberio de Paestum, representado como un dios.

Roma fue capaz de transformar en dios a sus gobernantes difuntos, sellando así con lacre divino las bases jundicas y políticas de una sociedad tremendamente estamental, en la que el emperador y su familia se convertían en intocables e inac- cesibles; base del fundamento ideológico-religioso sobre el que se apoyó el poder romano en su expansión y consolidación a lo largo y ancho del mundo que iba conquistando.

Descripción y procedencia

La estatua ante la que nos encontramos representa al emperador Tiberio, sentado en majestad y divinizado.

No procede de España, sino de una ciudad que los griegos fundaron en el sur de Italia, Posidonia, y que luego refundarían los romanos con el nombre de Paestum. También de esta ciudad procede la estatua de Livia que vemos en esta misma sala. Ambas llegaron a Madrid a través de las compras que hizo el Marqués de Salamanca en Italia durante el siglo pasado y se incorporaron a este Museo tras la compra de su colección.

C. lulio César

JULIO CESAR 2 Julia = M. Atio B d b ( 44 a c . ) I

Atia 5 C. Oaavio

Oaavia (1) C. Marcclo 1

octavio (AUGUSTO) a (1) Clodia

I 32) Escribonia = (2) Marco Antonio

Mamlo I

=Julia Antonia Mayor - Antonia menor = mso

caj'o Ldcio Julia'mor A i r i ~ i n a ~ Afipi Póstumo 1

= (3) TlBERlO.

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antcs Vipsania Druso = Antonia . menor

G&-mhnico ~ i c i l a CCAUDIO =Agripina l = (2) Agripina 11,

I antes, Cn. Domicio I

f . ' i ~ . 1 .- Cuadro genealógico familia julio-Claudia

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Genealogía de Tiberio

Tiberio, cuyo nombre completo era Tiberio Claudio Nerón, nació el año 42 antes de nuestra era y murió el 37 después de Cristo. Era hijo de Livia (fig. 1) y del primer marido de ésta, llamado Claudio Nerón. Más tarde, Livia se divorció del padre de Ti- berio para casarse con el que entonces era Octavio, hijo adoptivo de Julio César, llamado a ser el señor del mundo conocido, el gran Augusto (fig. 2)

Tiberio fue luego adoptado por Augusto, pero no inmediatamente, tal y como habría sido el de- seo de su madre, sino cuando todos aquellos que Augusto había previsto como sucesores - Cayo, Lu- cio y Póstumo, que eran de su misma sangre - mu- rieron en circunstancias extrañas. Tuvo Tiberio que esperar al año 4 d.C. para ser reconocido oficialmente como heredero de Augusto. Era algo mayor para con- vertirse en hijo, tenía ya 46 años, y el largo camino que hubo de recorrer hasta entonces, cuya meta era la de llegar a ser emperador, tuvo para él costes muy elevados. Casado en primeras nupcias con Vipsania, se vio obligado a divorciarse de ella para casarse con Julia, la hija de Augusto, en el año 11 a.c. Esta en- trada en la familia fue sellada públicamente con una serie de retratos que empezaron a difundirse por todo el Imperio y en los que se aprecia un sorprendente

Fig.3.- Tiberio del Prado. parecido con Augusto (fig. 3). De los 23 años que ocuparía el trono imperial, sólo 13 pasaría en Roma. En el año 27, cuando contaba 63, se retiró a la lujosísima villa que poseía en la isla de Capri, desde donde gobernaría el Imperio hasta su muerte, en el 37 d.C.

LOS RETRATOS IMPERIALES

Todos los emperadores y miembros de la familia imperial, a lo largo de los siglos que duró el poder romano, encargaron retratos, como todos los que se pue- den ver en esta misma sala. A veces, eran sólo cabezas, costumbre típicamente ro- mana que los griegos no concebían; otras veces, las cabezas se colocaban sobre cuer- pos vestidos con toga, con coraza o, como en este caso de Tiberio, prácticamente desnudos. Esta desnudez, que llamamos "desnudez heroica" no es gratuita; muy al contrario, tiene un enorme significado político y propagandístico.

En Grecia, de quien Roma herederá tantas cosas, como, por ejemplo, el pan- teón de dioses, la desnudez estaba resenrada a los atletas, a los héroes o a los dioses, no al común de los mortales, por muy preeminentes y sobresalientes que fueran. La pureza de lo divino se expresaba a través del cuerpo puro, sin vestiduras ni otros

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signos de humanidad. Sólo al final del helenismo, tras la muerte de Alejandro Magno (323 a.c.), se comenzó a representar a personajes célebres difun- tos como héroes, es decir, desnudos. El prototipo que sirvió de modelo fue la estatua de un dios: el Poseidón de Milo, realizado hacia el 150 a.c. (fig.

4)- Así se representarán muchos generales difun-

tos en tiempos de la República romana. Evidente- mente esta "heroización" no era más que el paso previo a la divinización. Y este paso lo dio Augusto.

El retrato de Tiberio

La imagen puede encubrir o evidenciar reali- dades, ahí reside su poder, y, en este caso, lo que se quena evidenciar, a través de ciertos rasgos del ros- tro, es que Tiberio no sólo era el hijo de Augusto,

Fig.4.- Poseidón de Milo. Museo sino su heredero. Pero además, como suele suceder Nacional deAtenas. con toda la retratística oficial, las imágenes de los efigiados tienden a idealizarse, a prescindir de detalles fisonómicos que desmerez- can al retratado o que, simplemente, lo presenten como "demasiado humano1'. In- cluso en este retrato de Tiberio de Paestum, que corresponde a una edad madura - tendna 56 años - se sigue manteniendo una cierta idealización. A este período de la vida de Tiberio corresponde una serie de retratos que se hicieron para conmemorar su ascenso al trono imperial, tras la muerte de Augusto, en el año 14 d.C.

La representación de Tiberio como Júpiter

En la creación de mitos juega un pa- pel fundametal la ima- gen. Si antes señalába- mos que el desnudo era un signo de divini- dad, la forma en la que se presenta Tiberio en esta estatua es una re- ferencia directa a la mayor de las divinidades ~ o s i b l e s

C , _ .

Júpiter Optimo Máxi- Fig.5.- Júpiter Óptimo Máximo.

mo. Júpiter, equivalente al Zeus griego, formaba

parte de la Triada capitolina, integrada además por

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Fig.G.- Tiberio de Veio. Museo Vaticano. Fig.7.- Tiberio de Pipemo. Museo Vaticano.

Juno (Hera) y Minerva (Atenea). Tenía su templo principal en la cima de la colina Capitolina en Roma, de ahí que se llame también Júpiter Capitolino. Podía presen- tarse de muchas maneras, aunque siempre acompañado de sus atributos distinti- vos: el águila, el haz de rayos (era el Señor del Trueno) y el cetro, como rey de los dioses. Al parecer, según las imágenes que se han perpetuado en las monedas, pin- turas y otras esculturas, la estatua de culto (simulacro) que se veneraba en el templo del Capitolio era la de un Júpiter sentado (fig.5) exactamente como la deTiberio de Paestum.

Con Augusto y, al parecer, ya en vida de él, comenzaron a realizarse estatuas de este tipo, tradición que continuaría con todos sus sucesores y con todos los em- peradores.

La estatua de Tiberio, así como la de Livia divinizada se realizaron tras la muerte de ambos y fueron colocadas en un aula dedicada al culto imperial que se abre en el foro de Paestum. El ejemplo de Paestum se repite en otras muchas ciuda- des, como Leptis Magna, en Libia, Tusculum, Veio, Pipemo, en Italia, etc., (figs. G y 7).

Es muy significativo tener en cuenta quienes encargaban las estatuas. Por lo general, no eran los propios emperadores, como se podría pensar, sino gente adine- rada de las distintas ciudades que había conseguido algún favor imperial o bien pretendía conseguirlo. Pero cuando alguna vez se realizaban estatuas divinizadas del emperador en vida, nunca se contemplaban en la ciudad de Roma, sino en otras ciudades, generalmente orientales. No olvidemos que entre muchos de los miem- bros del Senado y del Pueblo de Roma no se llegó a extinguir del todo la llama del republicanismo, que habría visto como una provocación una visión tal del empera- dor. Evidentemente, el emperador consentía como si de algo ajeno a él se tratara, y así, tenemos el caso de un liberto que "pidió permiso" a Augusto para colocar una estatua del "divino" en el foro de Tívoli.

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EL SENTIDO POLÍTICO DE LA DMNIZACIÓN DEL EMPERADOR: EL CULTO IMPERIAL Y LA CREACION DE UN MITO NACIONAL

El retrato de Tiberio divinizado se insaibe en un nuevo orden religioso, cuyo artífice fue el emperador Augusto.

El ascenso al poder de Octavio Augusto -así se llamaba al principio- fue cau- teloso y paulatino, pero firme, hasta el punto de que con él se iniciana una nueva era política en Roma cuyas repercusiones se sentirían en todos los órdenes de la vida y de la sociedad.

Como pocas veces se ha visto en la historia, el nuevo monarca supo conjugar política, religión y arte al servicio de las necesidades que planteaba ese estado na- ciente llamado a conquistar el mundo. Desde que el Senado le otorgó, en el año 27 a.c., el título religioso de Augusto, que alude a su poder augural, a su poder místico, Octavio iniciana una reforma religiosa en la que, entre otros asuntos estaba presente algo que habría de convertirse en tradición de las generaciones siguientes: la divini- zación del emperador difunto, que inició con su tio-abuelo y padre adoptivo, Julio César.

Pero la estrategia de Augusto no fue la de presentarse como innovador, sino como restaurador de la tradición rota y desmembrada tras años y años de guerras civiles. Y en esa restauración se enmarca la divinización de Julio César, que le con- vertiría a él, instantáneamente, en Divi Filius. Lo que hacía de Julio César un dios era, sobre todo, que sus orígenes eran también divinos.

El culto imperial

Por culto imperial no se entendía el culto al Emperador divinizado en vida, aunque esto también sucedió en algunas ciudades del Imperio, especialmente, en las orientales. Se divinizaba al emperador sólo una vez fallecido. El culto estaba destinado a aquellos miembros desaparecidos de la familia imperial, o bien, al Emperador y a sus parientes pero siempre a través de la alusión a las virtudes o beneficios de ellos derivados y que les eran característicos: la Paz augusta, la Virtud imperial, la Concordia, la Piedad.

Todas las ciudades del Imperio, a partir de Augusto y tras la proclamación del saeculum aureum - el siglo dorado (por la paz y el bienestar) - entraron en una especie de competición por honrar al Emperador, costumbre que se perpetuó duran- te todo el 1mperio.Este culto a la Casa Imperial estaba perfectamente reglamentado y organizado desde las propias instituciones del Estado.

Los sacerdotes eran los encargados de realizar los sacrificios pertinentes. Su cargo era vitalicio y estaban agrupados en cuatro colegios. El más importante era el de los pontífices; luego seguía el de los augures; en tercer lugar, el de los quindecenviri sacris faciundis, dedicado al culto a Apolo, y por último, el de los septenviri epulonum, encargados de los banquetes sagrados. Pero por encima de todos ellos se situaban los flámines, divididos, a su vez, en número de tres: el Dial, el Martial y el Quirinal.

El flamen, que recuerda al Brahmán védico, era una suerte de estatua viviente y santa, es el sacerdote "poseído" por Júpiter y a quien representa en todo momento.

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No compete a él la celebración de sacrificios, ya que no puede entrar en contacto con nada que tenga que ver con la muerte. Era tal su condición de inviolabilidad que ni siquiera podía prestar juramento, porque él representaba aquello por lo que se juraba.

El culto imperial se celebraba sobre todo en espacios públicos, como el foro, punto neurálgico de la actividad política por excelencia, pero también en capillas, altares o templetes en teatros y otros espacios destinados al ocio. También en los barrios (vici) se levantaron, en los cruces de calles, lararios (como el que tenemos en la sala 22) donde se veneraba el Genio del Emperador.

En los espacios cultuales casi nunca faltaban la estatua divinizada de Augus- to y la de su mujer Livia, que adoptaba la forma de una diosa, generalmente Ceres o Abundancia, como la que tenemos también en esta sala, así como las de otros pnn- cipes, generalmente, aquellos que llegaron al trono imperial, como Tiberio.

El mito nacional

La fundación de Roma (753 a.c.) se había atribuido, según unas tradiciones a Eneas y otras a Rómulo, en una suerte de confusión legendaria que se perdía deslabazada en el tiempo. Una vez más, Augusto supo poner orden a todo esto y lo hizo reelaborando un mito nacional que favorecía a su propia familia. La literatura, en este caso, también se puso al servicio de la creación del mito. Presionado por Augusto, Virgilio esuibió la epopeya de los orígenes de Roma, combinando, como sólo un erudito poeta podía hacerlo, las dos tradiciones en un solo relato: La Eneida.

De esta manera, hacía de lulo (Julio) Ascanio, hijo de Eneas, y nieto de Ve- nus, el antepasado de Rómulo, fundador de Roma. Julio César, descendiente de lulo y de Rómulo, se convertía así en descendiente de la mismísima Venus.

Augusto difundió este mito por todo el orbe romano a través del programa iconográfico que ensayó en el foro que construyó en Roma y que se reproduce sin- gularmente, por ejemplo, en el foro de Mérida. En él aparecía Rómulo, en un lado, y Eneas, en el otro, huyendo de Troya, llevando a cuestas a su padre Anquises y de la mano a su hijo lulo-Ascanio.

VISITAS RECOMENDADAS

Museos: España: salas romanas del Museo Arqueológico de Cataluña en Barce- lona. Museo Nacional de Arte Romano de Mérida (Badajoz). Museo de Itálica (Sevilla). Museo Arqueológico de Tarragona. Italia: Museo Nazionale Romano (Palacio Massimo), Roma.

Yacimientos: España: Conjunto romano de Mérida (Badajoz), especialmente el tea- tro y la postescena, donde existía una aula dedicada al culto imperial. Italia: Paestum, Tusculum, Tibur (Tívoli), Praeneste (Palestrina). Libia: Leptis Magna.

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Sobre la interpretaaón de la imagen

Zanker, P., Augusto y el poder de las imágenes. Alianza Forma no 113. Madrid 1992. Es un libro magistral que, con

gran erudición, explica con suma daridad el mensaje propagandístico de la imagen. Está centrado en el periodo

augústeo y julio-daudio, pero sus análisis es extrapolable a cualquier época imperial.

Retratos

Schroder, S., Catálogo de escultura clásica del Museo del Prado. Madrid 1993. Estudio especializado y crítico de las

piezas, entre las que figuran numerosos retratos.

AAW, La Mirada de Roma. Retratos de las provincias occidentales del lmperio

Romano procedentes de las colecciones de Mérida, Toulouse y Tarragona. 1996. Es el catálogo de una exposición que

se hizo en Roma en 1996. Especializado, pero totalmente accesible y con textos introductorios muy interesan-

tes.

Elvira, M. A. y otros, La púrpura del Imperio. Madrid 1999. Catálogo de la exposición

que se hizo en el Museo del Prado con piezas de sus fondos y también con otras traídas de Italia. Además de los

retratos romanos propiamente dichos, tiene el interés añadido de las restauraciones e interpretaciones de mu-

chos retratos que se vinieron realizando desde el siglo XVI en adelante, mostrando así los criterios estéticos y

anticuarísticos de cada época.

Sobre la vida d e los emperadores

Suetonio. La Vida de los Doce Césares. Biografía interesante y divertida de todos los emperadores romanos hasta

Domiciano, escrita por este escritor romano ( 70-150 d.C.) que llegó a ser secretario del emperador Adriano.

(Aparecerá en breve en la colección Biblioteca Básica Credos. Los clásicos de Grecia y Roma.)

Graves, R., Yo, Claudio; Claudio, el dios y su esposa Mesalina. Alianza Ed. (LB 691 y 692). Obras tremendamente

amenas y bien documentadas, en las que se basó la serie televisiva de la BBC "Yo, Claudio", igualmente bien

documentada, incluso en la ambientación iconográfica y decorativa.

Departamento de Dihsión Pieza del mes Sábados: 17,30 h. Domingos: 11,30 h. y 12,30 h.

1 ENTRADA LIBRE

Texto: Fabiola Salcedo Asesoramiento científico: Dpto. Antigüedades Clásicas Tratamiento didáctico: Dpto. de Difusióri Maquetación: Raúl Areces y Luis Carrillo