Figuras de La Hibridez Alfonso Del Toro

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  • 5/23/2018 Figuras de La Hibridez Alfonso Del Toro

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    Alfonso de Toro

    Centro Transdisciplinario de Investigacin IberoamericanaUniversidad de Leipzig

    FIGURAS DE LA HIBRIDEZ.FERNANDO ORTIZ: TRANSCULTURACIN

    ROBERTO FERNNDEZ RETAMAR: CALIBN

    1. Algunas nociones tericas

    En el mundo globalizado actual constatamos que hibridez es la conditio de

    nuestro ser, pensar y actuar que se concretiza en diversos campos del conocimientoy en diversas disciplinas con diversas aplicaciones. Es, asimismo, el resultado dediversas estrategias de hibridacin discursiva, artstica, poltica, sociolgica,filosfica, medial..., que hace posible una negociacin o el cotidiano lidiar de ladiferencia y alteridad. Podemos definir las estrategias de la hibridez como latensin entre lapotencialidad de la diferencia y el reconocimiento y reclamo de ladiferencia en una topografa enunciativa compartida.

    Las estructuras hbridas se caracterizan por la confluencia de diversossistemas, por recurrir a diversos tipos de modelos y procedimientos que pertenecen

    a diversos campos disciplinarios de los cuales se pueden distinguir los siguientes:

    Hibridez como estrategia epistemolgica (forma de pensamiento). Hibridez como estrategia cientfica en el sentido de una ciencia transversal

    (forma de procedimientos tericos y metodolgicos trasndisciplinarios). Hibridez como estrategia terico-cultural entendida como encuentro o

    concurrencia de colectividades (por ejemplo minoras) en el sentido de laconjuncin de diversas culturas, etnias, religiones, esto es, creando espaciostransculturales etc.

    Hibridez como estrategia transmedial mediante el empleo de diversos sistemas:medios de comunicacin u otro tipo de sistemas sgnicos (internet, video, film,diversas formas de comunicacin, metrpolis y mundos virtuales, tcnicasanlogas y digitales, etc,); estticas y gneros (literatura, teatro, ensayo), mezclasde sistemas (literatura/internet, teatro/video/film/instalaciones), productos(paleta de objetos heterogneos), culturas del gusto, arte (pintura, diseo virtual),arquitectura, ciencias (ciencias naturales, medicina, biologa molecular);lingstica.

    Hibridez como estrategia de organizacin urbano-social y de la vida en elsentido de variadas formas de organizacin: ciudades, compaas, ecologa,naturaleza, sociologa, religiones, polticas, estilos de vida.

    Hibridez como el territorio de una estrategia corporal/objetal.

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    La hibridez puede ser entendida dentro de la teora de la cultura como laestrategia que relaciona y conecta elementos tnicos, sociales y culturales de laOtredad en un contexto poltico-cultural donde el poder y las instituciones juegan

    un papel fundamental. La hibridez contiene adems otro componente que nosolamente es de tipo tnico-etnolgico proveniente de un pensamiento nooccidental, acuado por un tipo diverso de racionalidad, realidad e historia, sinoque tambin es de tipo epistemolgico y estratgico. Con esto, hibridez es untrmino englobalizador que incluye otras subformas del trato de la Otredad talescomo el mesticismo, que se refiere en primer lugar a una mezcla de etnias, o elsincretismo, que por lo general se refiere a mezclas religiosas, culturales, perotambin tnicas y de todo tipo de superposiciones.

    La estrategia de hibridacin apunta a lapotencializacin de la diferenciayno a su reduccin, asimilacin, adaptacin, en un primer momento. En un segundomomento, la estrategia hibridacin conduce a un reconocimiento de la diferencia,esto es, a la posibilidad de negociar identidades diferentes en un tercer espacio.

    Adems, la hibridez implica tanto la expresin de categoras tabuizadas enel debate multicultural como el miedo y alienacin frente a lo extrao y el re-clamo de patria e identidad, pero no en un sentido de exclusin, sino denegociacin.

    Bajo transculturalidad entendemos el recurso a modelos, a fragmentos o abienes culturales que no son generados ni en el propio contexto cultural (culturalocal o de base) ni por una propia identidad cultural, sino que provienen de culturasexternas y corresponden a otra identidad y lengua, construyendo as un campo deaccin heterognea. Para la descripcin de un semejante proceso el prefijo trans a raz de su carcter global y nmada y por la superacin del binarismo que estetrmino implica se presenta como ms adecuado que el de inter, tan empleadoen las ciencias culturales desde comienzos de los aos noventa. Especialmente enla cultura, la circulacin de distintos cdigos culturales es de tal diversidad yexperimenta una rizomatizacin tan grande que no se puede tratar en formadialctica, como lo demostraremos ms adelante al discutir el concepto de lahibridez1.

    Los procesos de hibridacin y transculturalidad estn estrechamenterelacionados con la transtextualidad en cuanto se trata del dilogo o de larecodificacin de subsistemas y campos particulares de diversas culturas y reasdel conocimiento, sin que en este proceso se comience preguntando por el origen,por la autenticidad o la compatibilidad del empleo de unidades culturalesprovenientes de otros sistemas. Simplemente su aspecto esttico, su funcin social(y no su prefiguracin) y su productividad representan el punto central de atencin.Algo semejante es vlido para el empleo de disciplinas cientficas auxiliares, queno son parte de la especializacin. Se trata de un concepto de ciencia como

    1 Desistimos del empleo del trmino multiculturalidad porque est cargado de diversasimplicaciones negativas, tanto polticas como ideolgicas.

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    dilogo, como punto de cruce o de entrelazamientos, como resultado de unparcoursque est solamente al servicio del enriquecimiento de la interpretacin.

    El prefijo trans no implica una actividad que diluya u obscurezca lasdiferencias culturales para luego conducirlas a un principio de produccin sin

    rostro, dominado por un tipo determinado de mecanismos de la globalizacin. Sinembargo, tambin a travs de la globalizacin se desafa la manifestacin de ladiferencia y alteridad (vid. ms abajo). El prefijo trans tampoco se refiere a unanivelacin de la cultura ni favorece el consumo, sino que se entiende como undilogo desjerarquizado, abierto y nmada que hace confluir diversas identidades yculturas en una interaccin dinmica.

    Estando en un mundo de una comunicacin masiva y vertiginosa, donde casi todoslos objetos y medios culturales estn a disposicin, el trmino de pasajes nosparece adecuado para describir fenmenos semiticos, como los culturales, en elsentido de que la cultura siempre se encuentra de paso, recodificndose yreinventndose, como una semiosis de intersecciones, nmada. As, el trminoheterotopa describe el estado hbrido de esos espacios concretos que sonterritoriales, psicolgicos, emocionales, corporales o de otro tipo; espacios dondese juntan y separan los elementos, donde las identidades y el sujeto se fragmentano se diversifican, en los que la memoria se inscribe, el pasado se reescribe y elpresente se escribe; son el lugar de la fractura. La transculturalidad indica losprocesos de hibridacin, las desterritorializaciones y reterritorializacionesculturales, y constituye el lugar de la negociacin entre lo ajeno y lo propio.

    Hoy por hoy la movilidad dentro y fuera de una regin se han convertidoen parte de lo cotidiano; las identidades se definen de otra forma, en trminos decultura, de poder, de insercin, de influencia, de accin y de produccin. El o losterritorios se construyen y deconstruyen permanentemente. Problemas de identidadpersonal o cultural se inscriben en el fenmeno de la globalizacin en relacin conlo local. Por esto, sera propicio especificar estos fenmenos, interpretados deformas tan diversas. Podemos diferenciar cuatro estaciones de lo local: el pasaje delo local enmarcado por lo colonial e imperial a lo global; segundo, lo localrediseado por la americanizacin (tambin un fenmeno de globalizacin);

    tercero, lo glocal (Garca Canclini 2006: 129ss.), esto es, lo local entremezcladocon la globalizacin dentro de un contexto de la modernidad y de lapostmodernidad; cuarto, lo local descentrado, desubicado.

    El trmino de lo global se debe diferenciar del proceso del descubrimiento,de la colonizacin y neocolonizacin (algo que muchos investigadores empleancomo sinnimos), en cuanto que la globalizacin actual se caracteriza por unaautonoma que era atpica del colonialismo y del imperialismo aunque laglobalizacin, particularmente la econmica, conlleva en muchos casos rasgos deun nuevo colonialismo e imperialismo(cfr. Garca Canclini 2006: 130ss.) como

    lo documenta el fracaso de las negociaciones de la Organizacin Mundial deMercado en septiembre de 2003. Pero, a pesar de todo, debemos distinguir tambinentre una globalizacin como producto de un discurso universalista de la

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    modernidad, que fue en su empresa global desde la perspectiva del centrohomogeneizante, asimilante y territorializante, de una globalizacin comoproducto de los debates de la postmodernidad y postcolonialidad caracterizada porsu nomadismo y desterritorializacin, por su carcter eminentemente diseminador,

    como un proceso siempre en flujo (cfr. A. de Toro 2006: 15). Se puede, adems,diferenciar entre la internacionalizacin, como una ampliacin econmica entrminos geogrficos desde el siglo XVI, la transnacionalizacin(mundializacin en la terminologa de Martn-Barbero 2006: 147ss.), en elsentido de una economa de empresas multinacionales como se comenz a dardesde la mitad del siglo XX, y la globalizacin como la culminacin de estosdos procesos con rasgos nuevos tales como la desterritorializacin, la formacinde un imaginario multilocal, la intensificacin de las dependencias, lacompetencia vs. proteccionismo y la derregulacin de estructuras econmicas yde produccin locales, como por ejemplo desempleo (cfr. Garca Canclini 2006:131, 138; Beck 1998; Hannerz 1998).

    Una concepcin de orientacin transdisciplinaria en el contexto de una ampliasemitica de la cultura y de la teora de la cultura es imprescindible porqueproblemas de construccin terica o de reformulacin de una nueva categora dedisciplina pueden ser tratados en forma adecuada solamente si se superan loslmites de pases, autores y disciplinas. Esta perspectiva contribuye as a colocar lacultura y sus diversas manifestaciones en un amplio contexto epistemolgico y aliberar, por ejemplo, a algunos sectores de la cultura latinoamericana, de laliteratura o del teatro, de lo extico y de lo mimtico-reproductivo. Es decir,estos objetos culturales se pueden liberar de una mirada e interpretacinhegemnica (eurocentrista) an fuertemente existente y permitir de esta maneradiscutirlos en un contexto internacional como producto de una rica e innovativatradicin. Una aproximacin transdisciplinaria tiene como finalidad la superacinde los lmites de la propia disciplina y emplear otras disciplinas tales como lasciencias histricas, de la cultura, de los medios de comunicacin, la filosofa osociologa... como ciencias auxiliares para as confrontarse con manifestacionesculturales de tal forma que pueda dar respuesta a lo que est sucediendo hoy, y

    permita entrelazar recprocamente tanto el objeto de investigacin como la teora.Adems, la aproximacin transcultural contribuye a superar barreras culturales o almenos a reflexionar sobre ellas y, con esto, superar prejuicios eurocentristasevidentes, an cuando stos hoy en da se manifiesten en forma ms sutil y velada.Esta aproximacin requiere la conexin y reorganizacin de diversas disciplinas,de diversas teoras y prcticas en el trato de objetos culturales en un mundo globaldebido a su carcter pblico, ritual y gestual. A raz del estatus hbrido de lasculturas, en particular de aquellas como la latinoamericana, sus elementosconstituyentes deben ser revisados.

    El especial trato que le damos al dilogo transtextual y transcultural abre laposibilidad de un amplio contexto de argumentacin y reflexin para lainterpretacin de diversos objetos culturales en general y para la consideracin de

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    diferencias culturales en particular, como tambin para determinar la funcin deciertos discursos (por ejemplo, aquellos postmodernos/postcoloniales, sobrepoder, sexualidad, cuerpo, deseo, identidad, gneros, deconstruccin, nomadismo,etc.).

    El concepto o la estrategia de hibridez, transculturalidad o transtextualidadencierra un tipo de construccin terica que podemos denominar como cienciatransversal que se viene definiendo como transdisciplinariedad y que es acuadopor Welsch (1996) en el contexto de la filosofa y en su esfuerzo por desarrollar unnuevo concepto de racionalidad donde la transversalidad se puede describir comoun tipo de pensamiento u operacin de cruces, de la construccin de conexionestransversales entre diversos complejos (ibd.: 761) y diversas formas,intercambio y competencia, comunicacin y correccin, reconocimiento y justicia(ibd.: 762). Transversalidad en un sentido genuino no conoce principios(ibd.: 763), es decir, no existe una suma de principios prefigurados a priori. Sepuede recurrir a diversas teoras sin tener por qu aplicarlas en su totalidad. Bajorazn transversal dentro de su debate respecto de la crtica contempornea a larazn Welsch entiende no un trmino de razn absolutamente sintetizante yabarcador que lo declara como obsoleto y vaco, sino como una trayectoria, unrecorrido, una bsqueda que realiza la razn. Se trata de entrelazamientosy super-

    posiciones, de posibilidades de raznen permanente contaminacin, se trata depa-sajes. Una ciencia transversal hace posible una ciencia que parte de diversospostulados y as motiva diversas formas de intercambio, competencia,comunicacin y correccin, reconocimiento y justicia (ibd.: 762). La cienciatransversal no parte de una prefiguracin terica, sino de una dinmica abierta ynmada. Esto no implica que un tipo de ciencia transversal no tenga una estructuraque se concretice en el momento de decidir qu aspectos tericos se emplearnpara el anlisis de un objeto determinado, sino que stos constituyen principios:No representan un contenido determinado [...], sino que son estrictamenteformales (ibd.: 764). Un tipo de ciencia y pensamiento transversal tiene unalgica de pasajes, de potencialidades. El concepto de construccin cientficatransversal que proponemos describe en el nivel del objeto exactamente aquelloque se describe con el trmino de la hibridez en relacin con la conjuncin de

    etnias y en el nivel de la teora nos ofrece instrumentos para ampliar la categora dela hibridez como una construccin terica que hasta la fecha faltaba. Este tipo deciencia transversal obedece as a una ciencia de corte transdisciplinaria para elanlisis de la cultura y est legitimada por la simple razn de que productosculturales determinados (teatro, literatura, televisin, arte...) no son otra cosa queuna particular concretizacin de una cultura a su vez transversal, interrelacional,hbrida al fin, como lo es tambin la cultura latinoamericana (vid. Garca Canclini21995: 23). Hibridez como transversalidad son dos tipos de estrategias oconstrucciones que tienen lugar en los puntos-cruces o en los mrgenes, en las

    orillas de una cultura, donde orilla/margen no implica siempre yfundamentalmente exclusin/discriminacin, sino la articulacin de nuevasformaciones culturales. Bajo puntos-cruces/orillas/mrgenes podemos

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    entender deterritorializaciones y reterritorializaciones semitico-culturales en lascuales se realizan las recodificaciones y reinvenciones. Se trata al menos de dosprocesos: de la transposicin de una unidad cultural de su lugar habitual a unoextrao, que debe ser nuevamente habitado, y de la mezcla de diversos medios de

    representacin. Los medios masivos de comunicacin han dejado atrs ya hacetiempo la ideologa esencialista, de lo puro-propio como lo constatanreconocidos tericos de la cultura latinoamericana, inaugurando un irreversibleavance que tambin llega a todos los campos del saber. Lo propio de la cultura nose niega de manera alguna y est siempre presente, como lo demuestra laexportacin mundial de telenovelas de Brasil, Mxico y Venezuela. A pesar detodos los aspectos negativos que la acompaan, la globalizacin ha conducido en elcampo de la cultura a un aumento de la produccin cultural, como Ortz (1988:182-206) lo constata. La categora de hibridez pone de relieve que la idea de unacultura autntica y coherente ha sido siempre una ilusin en Amrica del Nortey del Sur; igualmente se manifiesta esto hoy en da en Europa, resaltando que elrecurrir a semejante pureza conlleva el peligro de defender tendencias nacionalistase ideologas conservadoras, como justamente anota Rosaldo (1989). La identidad,lo autntico se negocian hoy en da en la diversidad de las orillas y en los puntos-cruces del encuentro de culturas (y no a travs de oposiciones, sino por medio deoperadores tales como all, aqu, en medio, simultneamente): se vivesimultneamente en diversos mundos, en un intermedio, en un espacio extra-territorial (cfr. Bhabha 1994; Garca Canclini 21995; A. de Toro 1999). La deste-rritorializacin exige al mismo tiempo una reterritorializacin que consiste enhacer habitable el unhomly, el in-between (Bhabha 1994) a travs de ofertasde posibles identidades. La fisura, la negociacin cotidiana se transforma en elsigno de identidad. Este doble movimiento trae consigo que diferencia y conflictono desaparecen, sino que se encuentran en un espacio-inter-medio, aquel de ladiferancia como una rodante suplementariedad para incorporarse en un contextode la altaridad. De esta forma se puede conectar el nivel de la prctica discursivo-cultural con el nivel social.

    En el contexto de la hibridez y transversalidad como as tambin de la

    transdisciplinariedad, transculturalidad y transtextualidad se ubica el detransmedialidad, que no significa el intercambio de dos formas mediales distintas,sino una multiplicidad de posibilidades mediales. Adems, este concepto incluyediversas formas de expresin y representaciones hbridas como el dilogo entredistintos medios en un sentido reducido del trmino medios (video, pelculas,televisin), como as tambin el dilogo entre medios textuales-lingsticos,teatrales, musicales y de danza, es decir, entre medios electrnicos, flmicos ytextuales, pero tambin entre no-textuales y no-lingsticos como los gestuales,pictricos, etc. Asimismo, el prefijo trans expresa clara y formalmente el carcter

    nmada del proceso de intercambio medial. La transmedialidad se encuentra enestrecha relacin con objetos culturales a raz de la globalizacin que desde lamodernidad a la postmodernidad ha incurrido en todos los campos de la vida de tal

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    forma que ha afectado a la cultura, el arte y la ciencia, especialmente, dentro de lateora de la cultura en la que los procesos mediales se encuentran en el centro decualquier reflexin. Este desarrollo no se refiere tan slo a una sociedad cada vezms condicionada por lo visual, que comienza en la modernidad con los pasajes y

    panoramas, sino tambin a qu significados en particular en la modernidadobtienen un carcter primordialmente nmada y descentrado. La transmedialidadno es una mera agrupacin de medios, no es un acto puramente medial-sincrtico,ni tampoco es la superposicin de formas de representacin medial, sino como enel caso de la hibridez un proceso, una estrategia condicionada estticamente yque no induce a una sntesis de elementos mediales, sino a un proceso disonante ycon una alta tensin. Por esto, los campos de la transformacin y funcionalidad deelementos mediales gozan de central inters, ya que condicionan de forma decisivala produccin y recepcin de productos culturales, su nivel pragmtico ysemntico. Elementos transmediales implican un proceder transcultural, trans-textual y transdisciplinario porque se alimentan de diversos sistemas y subsiste-mas. Se puede hablar de transmedialidad siempre y cuando diversos elementos me-diales concurran dentro de un concepto esttico, cuando se constata un empleomultimedial de elementos y procedimientos o cuando stos aparecen en forma decitas, es decir, cuando se realiza un dilogo de elementos mediales y se produce unmeta-texto-medial.

    El estudio del cuerpo como un campo o categora cultural, epistemolgica,sexual, poltica y postcolonial ha sido poco trabajada en el mbito latinoamericano

    (pero tambin en el hispnico) en comparacin, por ejemplo, con estudiosprovenientes del contexto anglosajn o alemn; esta constatacin es vlida tantopara el campo de la literatura y del teatro como para el de la teora de la cultura ydeber tener en el futuro una mayor atencin. Sin embargo, tambin en el contextonorteamericano-europeo, a pesar de todo, encontramos deficiencias. El cuerpo ysus partes constituyentes deben ser introducidos como rica materia de estudio parala interpretacin, especialmente en el contexto teatral. El estudio del cuerpo enrelacin con la sexualidad, poder, pasin, violencia, perversin, lenguaje, memoria,historia, etc. es, en el campo de la construccin terica postmoderna y postcolonial,

    de fundamental y central importancia. Esto significa devolverle al cuerpo su ma-terialidad, su naturaleza que se le ha usurpado o prohibido expresar desde hace sig-los, apoyndose en la oposicin alma vs. cuerpo (cuerpo como proyeccin del al-ma) y favoreciendo su intelectualizacin, disciplina, productividad y eficiencia(progreso) e impecabilidad (culto de la belleza y eterna juventud corporal). Ennuestro contexto entendemos la categora cuerpo como una construccinhbriday medial de las orillas. En el contexto cuerpo se representan los temas de larepresin, discriminacin, opresin, confrontacin, deseo y castigo, aquellos entredispositivos de la sexualidad y del poder, entre un orden simblico y uno

    imaginario.Tanto el cuerpo como el poder lo entendemos como saber, como discursivi-dad en cuanto siempre se trata de la economa poltica del cuerpo, [...] du corps

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    et de ses forces, de leur utilit et de leur docilit, de leur rpartition et de leur sou-mission (Foucault 1975: 32), y en cuanto el poder mismo produce saber, es origendel saber, de all que cuerpo y poder tambin se impliquen recprocamente.Cuerpo, sexualidad, deseo y poder no se encuentran juntos en una superficie, sin

    embargo, todos ellos producen saber porque se presuponen y condicionanmutuamente. Cuerpo, sexualidad y deseo implican relaciones de poder y seproducen dentro de semejantes relaciones.

    El cuerpo como categora terico-cultural en un contexto postmoderno y enparticular postcolonial constituye la marca para la materialidad, pararepresentaciones mediales de la historia del colonialismo (memoria, inscripcin,registro), de la opresin, tortura, manipulacin, agresin y confrontacin(transformacin) de diversas culturas. La primera forma de encuentro es la mirada.Hbitos, caractersticas externas como el color de la piel, las formas gestuales, elolor y la vestimenta funcionan como lugar de conflicto que debe ser negociado,son a la vez el lugar de la fascinacin y del terror. El cuerpo comienza a actuar ams tardar cuando la lengua como medio de comunicacin fracasa. El cuerpoqueda como ltimo refugio de la identidad. El cuerpo es el lugar de concrecin dela memoria, deseo, sexualidad y poder. Las huellas en el cuerpo son de naturalezamltiple y hablan por s mismas, conllevan la opresin, la colonizacin y ladescolonizacin.

    El cuerpo no solamente est relacionado con la hibridez en el caso dediversas etnias, sino a razn de su naturaleza y de sus implicaciones, contiene yproduce saber, dispositivos de poder, deseo y muerte, amor y odio, renuncia yentrega, aceptacin y rechazo. El cuerpo representa en s, con su materialidad, suhistoria y su conocimiento un medio autnomo; l es su propio medio decomunicacin y no funcin en relacin con una tercera instancia. El mediocuerpo es su propio mensaje; medio y mensaje constituyen una unidad, nomscara de/para algo, sino simplemente cuerpo.

    2. Figuras de la hibridez: tansculturaciones y Calibn

    2.1. Fernando Ortiz: estrategias de la transculturacin y prefiguraciones de lahibridez

    Fernando Ortiz, en su grandioso trabajo Contrapunteo cubano del tabaco y elazcar del ao1940, realiza una radiografa de la cultura cubana que incluye todoslos aspectos ms arriba mencionados que son parte fundamental de lasdiscusiones actuales y conecta diversos campos del saber y de la vida que luegoreunir en el termino de transculturacin. Partiendo de un acercamiento histricosobre la importancia cultural y la estrecha relacin cultural y econmico-industrialdel tabaco (contrapunteo), sobre el desarrollo industrial, social y cultural del

    tabaco y del azcar y sus implicaciones y consecuencias, Ortiz describe cmo eltipo de productos y de formas de produccin tienen una profunda inferencia en eldesarrollo y construccin de la historia, de la identidad y de la cultura de una

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    regin o pas. Ambos, el tabaco y el azcar, productos que ya se encontraban en laisla antes de la llegada de los espaoles, se transforman en el trabajo de Ortiz enpersonajes o actores de la historia con una infinidad de caractersticas y diversidadde funciones, por ejemplo, la del tabaco en la comunidad precolombina (en la

    medicina y en los ritos religiosos o como narctico para relajarse y para larecuperacin de fuerzas). El tabaco y el dulce azcar eran en ese entoncesproductos preciosos y fuente de riqueza universal a tal punto que atrajeron a todoun mundo a probar su suerte en Cuba; fuera de los espaoles, llegaron franceses,chinos, japoneses, judos, portugueses y muchos otros. Como consecuencia de laexterminacin de la comunidad indgena y la necesidad creciente de mano de obrase recurri a los esclavos. Tabaco y azcar fueron pues el motor de variadasmigraciones de masa, de la creacin de nuevas vas de comercio, de laorganizacin de la economa y del capital, de la importacin y exportacin enfuncin de la satisfaccin de un creciente e insaciable consumo de mercancas detodo orden. Con la creacin de tan diversos tipos de industrias surge una cultura dela diversidad y la diferencia en todos los niveles: etnolgico, religioso, cultural,lingstico, etc. Estas pluralidades que constituyen el contrapunteo cubano, esasredes de interaccin, de conflictos y de entendimiento, esas redes culturaleslabernticas las resume Ortiz en el trmino de transculturacin que se divulga enlos 90 pero que ya estaba prefigurado en 1940. El trmino de Ortiz, que lorelacionar con y contextualizar en la discusin actual, describe un estado culturalsincrtico, de una historia de pasajes.

    Ortiz llega a su trmino a travs del reemplazo del trmino de origenanglosajn de aculturation o aculturacin por el de transculturalidad quedescribe en forma ms adecuada el fenmeno cubano (1940/1983: 86) y diracualquier proceso de culturas migrantes. Este reemplazo no es tan slo un caprichoretrico de Ortiz, sino que refleja un rechazo al aspecto hegemnico y unilateraldel trmino aculturation que implica que uno da y el otro recibe, aunque estetrmino naturalmente incluya en parte el momento de la recodificacin. Ortiz tieneuna compresin peyorativa del trmino en cuanto ste significa para l el procesode trnsito de una cultura a otra y sus repercusiones sociales de todo gnero(ibd.), esto es, un estado pasajero, un traspaso de una cultura a otra. El cambio de

    trmino, como veremos, tiene una dimensin epistemolgica.Al contrario, por transculturacin Ortiz (ibd.: 86-87) entiende

    complejsimas transformaciones de culturas en lo econmico, institucional,jurdico, tico, religioso, artstico, lingstico, psicolgico, sexual, [y en la] vida.Se trata, pues, de un trmino como estrategia global, como proceso de unatotalidad. Ortiz describe estas intricadsimas transculturaciones dentro de unaperspectiva histrica: en el paso del paleoltico al neoltico; en las migraciones blancas provenientes de distintas culturas desgarradas,

    transformadas; en el sincretismo cultural constituido por judos, lusitanos, anglosajones,

    norteamericanos, genoveses, levantinos, catalanes, migraciones africanas de

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    Senegal, Guinea, Congo, Angola, Mozambique (estas ltimas las denominaOrtiz culturas destrozadas como la caa de azcar), migraciones asiticas,amarillas y mongoles, de Macao, cantoneses y culturas del Mediterrneo que

    juegan el papel principal ya que ellas misma han constituido desde hace siglos

    (hasta hoy) un espacio hbrido y traen esta experiencia del hibridismo cultural aCuba.

    Todas estas culturas que se renen en Cuba comparten la experiencia comn deuna desterritorializacin y de una reterritorializacin que Ortiz describe con lostrminos de desarraigo, desajuste, transplantacin frente a reajuste, odesculturalizacin frente a aculturazicin, o exculturizacin,neoculturizacin frente a inculturacin o nueva creacin, reinvencin. Todosestos trminos quieren hacer visible el carcter de proceso de la transculturacincubana que conlleva u oscila segn Ortiz entre una prdida y la adquisicin dealgo nuevo, entre lo conocido y lo extrao. El concepto de transculturacin, asentendido, equivale a los trminos de transculturalidad e hibridez como los hedescrito ms arriba. Es un proceso que marca la increble comprensin, la enormevelocidad y la no menor diversidad y complejidad del proceso cultural queimplosiona en una pequea topografa constituida por infinidades de historias,biografas y destinos conectados a diversos medios de produccin y a las culturaslocales restantes de los ciboneyes, guanjabibes y tainos.

    Transculturacin significa un nuevo orden de las funciones en todos loscampos sociales. Quizs en ninguna parte en Amrica tuvo lugar una semejantecompresin de culturas como en Cuba. Por ello, la transculturacin marca elNuevo Mundo que es nuevo para todos los habitantes de esa comunidad.Transculturacin significa, adems, el descubrimiento simultneo y recproco dedos mundos que conlleva a la destruccin y creacin del mundo americano. Elresultado de estas transculturaciones son para Ortiz las transmigraciones, latransitoriedad, el desarraigo y sus actores son las aves de paso.

    Nuestro trmino de transculturalidad se asemeja al de Fernando Ortiz(1940/1983: 86, 88) solamente en el sentido de entrecruces de culturas.

    Epistemolgicamente se diferencia de l primero en que el nuestro no tiene esecarcter temporal de trnsito o transitivo y, segundo, en que el trmino deOrtiz se basa an en oposiciones binarias ajenas a nuestro trmino, ya que definetransculturacin tambin como desculturacin e inculturacin, es decir,como un proceso de prdida o desarraigo de una cultura precedente (ibd.: 90)cuyo resultado es una nueva cultura que l llama neoculturacin. Por esto, aquse trata de un proceso unilateral como lo recalca Schmidt (1994-95: 193)mientras que en nuestro trmino la transculturalidad no implica prdida ocancelacin de lo propio, ni tampoco resultado definitivo sinttico homogeneizante

    de la cultura, sino un proceso continuo e hbrido; hibridez es lo contrario de pensarla cultura como algo homogneo y jerrquico que resulta de una modernidadelitista y altamente cognitiva o de las vanguardias europeas. Adems, los trminos

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    de prdida y desarraigo implican partir de la concepcin de que existen culturaspuras y, en el caso de entrecruces, una destruccin de culturas. Valioso enOrtiz es de cualquier modo el empleo del trmino de transculturacin como unelemento global y central para caracterizar el proceso histrico, cultural, tnico y

    econmico de la formacin de Cuba, que puede aplicarse en menor o mayor gradoa toda Latinoamrica (y a muchas otras regiones del mundo) y que est relacionadocon lo que luego Garca Canclini denomina heterogeneidad multitemporal yRincn la no-simultaneidad de lo simultneo. Nuestra concepcin detransculturalidad es una categora que hoy hace frente a las grandes migracionesy entrecruces culturales donde hablar de destruccin sea quizs inadecuado:mejor sera hablar de desterritorializaciones y reterritorializaciones.

    En todo caso, la definicin de transculturacin de Ortiz es, desde unpunto de vista histrico, plenamente vlida. El Descubrimiento y la Conquista deAmrica son, en un primer lugar, destruccin y eso hasta la poca colonial. Ladefinicin de transculturacin tambin vara en Ortiz ya que por momentosparece estar hablando de recodificaciones, esto es, de la inclusin de elementospropios y nuevos, particularmente cuando se refiere a un doble trance de desajustey reajuste [...] al fin, de sntesis de transculturacin (Ortiz 1940/1983: 7). He aqutambin otra diferencia: nuestro trmino no implica una sntesis, sino una tensin(no dialctica) entre diversos elementos dentro de una estrategia de hibridacin.Sin embargo, la aproximacin de Ortiz transciende sus descripciones ydefiniciones que estn enraizadas en un momento determinado de la historia, peroque apunta a lo que luego, en el marco de la teora postcolonial, se vendr a llamarhibridez.

    2.2. Roberto Fernndez Retamar: Calibn y mamb smbolos de la identidad

    hbrida de Latinoamrica

    Otras de las figuras fundamentales de la hibridez caribea y latinoamerica es la deCalibn desarrollada por Fernndez Retamar en 1971 en un momento de grandestensiones polticas en el contexto de la Guerra Fra. Se trata de otro intento de

    abarcar la diferencia y otredad de la identidad y del ser caribeo y latinoamericanorelacionado con la refutacin de la famosa leyenda negra a la que da pie la

    Brevsima relacin de la destruccin de las Indias del padre Las Casas, obra quefue usada como arma contra el poder espaol. Mientras en Calibn se discute laherencia precolombina y su situacin en el proceso de la Conquista, en Contra laleyenda negrala herencia colonial espaola se conecta en el mundo moderno conlas tantas otras culturas como la afroamericana o la asitico-americana.

    Partiendo de las ideas de Jos Mart de una America Mestiza, como unaconditiolatinoamericana, Fernndez Retamar confronta la comedia de Shakespeare

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    The Tempest2con Des cannibales de Montaigne (de alrededor de 1578 1579),

    un texto que al parecer Shakespeare habra conocido. El ensayo de Montaigneproviene de laHistoire des Indesde Benzoni que fue traducida al francs en 1579y que se refiere a las prcticas de canibalismo en Brasil donde, al mismo tiempo, se

    lleva a cabo una idealizacin del salvaje en la tradicin de Germania de Tcito yque luego es retomada, por ejemplo, por Rousseau y Chateaubriand. En su ensayo,Montaigne cuestiona la correcta aplicabilidad de los trminos salvaje y brbaroa las prcticas de los aborgenes brasileos u otros, ya que como brbaro(especialmente en la tradicin greco-latina) se califica a todas aquellos grupos deindividuos cuyas prcticas no corresponden a las habituales (21992: 205).Montaigne compara las prcticas del canibalismo con las torturas en el sistemaoccidental cristiano europeo relativizando as lo brbaro del canibalismo dentro deun sistema de prcticas rituales. As, sostiene que el trmino salvaje, en relacincon los aborgenes, significa lo mismo que lo que los europeos calificaban comosalvas cuando se referan a las frutas naturales que se encontraban en un estadode pureza original en oposicin a las prcticas europeas que todo lo bastardizaban:

    [...] la vrit, ce sint ceux que nous avons altrez par nostre artifice et dtournez delordre commun, que nous devrions appeler plutost sauvages. En ceux l sont vives etvigoureuses les vrayes et plus utiles et naturelles vertus et proprietez, lesquelles nousavons abastardies en ceux-cy, et les avons seulement accommodes au plaisir de nostregoust corrompu. (Montaigne Des cannibales, 21992: 206)

    De all, Montaigne hace una fuerte crtica a la racionalidad europea valindose paraello de los escritos de Platn postulando que lo bello siempre es producido por lanaturaleza o por el azar y lo imperfecto por el arte, esto es, por el ser humano. Poresta razn los pueblos primitivos se encuentran muy cerca de un estado de absolutaoriginalidad y se conducen segn las leyes naturales, lo cual les posibilita vivir sinenvidias ni intrigas (ibd.: 206). Se trata de pueblos viri a diis recents (ibd.:207), de seres humanos nacidos recientemente de la mano de Dios (segn Senecaen su Epstola XC) y por ello se erigen segn las primeras leyes que nos da lanaturaleza: Hos natura modos primum dedit (ibd.: 207; vid.: Virgilio, Georgica,II,20). Sobre la base de estas posiciones, Montaigne trata de explicar elcanibalismo aclarando que:

    [...] ils le rostissent [partes del cuerpo] et en mangent en commun et en envoient deslapins ceux de leurs amis qui sont absents. Ce nest pas, comme on pense, pour sennourrir, ainsi que faisoient anciennement les Scythes : cest pour reprsenter [um zumAusdruck bringen, exprimer] une extrme vengeance. (Montaigne Des cannibales,21992: 209)[]Je ne suis pas marry que nous remerquons lhorreur barbaresque quil y a en une telleaction, mais ouy bien dequoy, jugeans bien de leurs fautes, nous soyons si aveuglez aux

    2 La primera representacin conocida es en Londres el 1 del 11 de 1611 y su primeraimpresin de 1623.

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    nostres. Je pense quil y plus de barbarie manger un homme vivant qu le mangermort, deschirer, par tourments et par genes, un corps encore plein de sentiment, lefaire rostir par le menu, le faire mordre et meurtrir aux chiens et aux pourceaux (commenous lavons, non seulement leu, mais veut de fresche memoire, non entre des ennemisanciens, mais entre des voisins et concitoyens, et, qui pis est, sous pretexte de piet et de

    religion), que le rostir et manger aprs quil est trepass. (Ibd.)

    Con ello, Montaigne propone un modelo de la otredad que explica el proceder delos indgenas frente a sus enemigos y frente a la naturaleza. Los indgenasobligaban a sus enemigos a aceptar su derrota y con ello se terminaba el conflicto,al contrario de los europeos segn Montaigne los indgenas no conocan lanecesidad de conquistar territorios ajenos y de subyugar otros pueblos ya quevivan en armona con la naturaleza (ibd.: 210). Montaigne nos da una ideaparadisaca de la vida y del actuar de los indgenas que naturalmente no

    corresponda con la realidad.Mientras los conceptos de salvaje y brbaro son cuestionados,relativizados y redefinidos por Montaigne, stos se encuentran en su forma crudaen la figura de Calibn en The Tempest de Shakespeare. Aqu, el trmino deCalibn, que tambin se encuentra en The Third Part of King Henry VI y enOthelo, tiene una marca negativa y ofrece una nocin, a primera vista,absolutamente opuesta a la de Montaigne. El ensayo de Montaigne es traducido en1603 al ingls por Giovanni Floro, un ntimo amigo de Shakespeare, y se conoceun ejemplar de ste con notas de la mano de Shakespeare (cfr. Retamar 1971/1995:30). En The Tempest de Shakespeare, Gonzalo representa un honest oldCounsellor que as Fernndez Retamar (ibd.) encarna al humanistarenacentista, glosa de cerca, en un momento, lneas enteras del Montaigne deFloro, provenientes precisamente del ensayo De los Canbales. Shakespeare noemplea el potencial utpico del ensayo de Montaigne ni las visiones de Gonzalo,sino que se decide por la opcin occidental representada por Prspero. A pesar deesta situacin, Fernndez Retamar, un gran admirador de Shakespeare (para mShakespeare es el ms grande todos)3, nos ofrece otra interpretacin que incluyeambas opciones en el encuentro de Europa con Amrica: la sumisin violenta delos pueblos americanos, que es la que vence, y la utpica de crear algo nuevo,

    opcin que desde un comienzo es desechada. Esta ambivalencia que FernndezRetamar descubre es importante ya que por mucho tiempo fue obviada,manteniendo la perspectiva de la dominacin de los salvajes y del establecimientode la civilizacin europea. Esta lnea negativa fue privilegiada formando unatradicin de interpretaciones peyorativas de la perspectiva Shakespeareana delNuevo Mundo, que condujo finalmente a una nocin negativa de Latinoamrica ydel Caribe. Este ejemplo nos muestra cmo la literatura tiene la capacidad deacuar por siglos la imagen del otro en una forma mucho ms fuerte que otrosdiscursos o debates de tipo terico, histrico o acadmico y que al fin quedan

    3 As me lo manifest l en un encuentro en La Habana el 13 de abril de 2005.

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    reducidos a un pequeo grupo de iniciados y que una teora de la cultura sin elsaber inscrito en textos literarios no puede funcionar.

    La investigacin de este quizs ltimo drama de Shakespeare, The Tempest,que recurre a un hecho verdico del ao 1609 ocurrido en Bermudas y sobre el cual

    dan noticias una serie de informes y narraciones tales como aquel de WilliamStrachey, True Reportory of the Wreck (1610) o el de Sylvester Jourdain,Discovery of the Bermudas (1610), y aquel del Council of Virginia, TrueDeclaration of the State of the Colonie in Virginia (1610), se aliment por muchotiempo de los reportajes e imgenes producidos por Coln sobre los monstruos,sirenas, amazonas y las maravillas del Nuevo Mundo, concentrndoseparticularmente en la estructura binaria del drama de la oposicin naturaleza vs.arte en cuya estructura tienen origen la figura negativamente marcada de Calibny la positiva de Ariel y Prspero. Esta dicotoma colonial no tuvo relevancia hastael advenimiento de los estudios postcoloniales desde los cuales se lee The Tempestde otra forma, pasando a ser uno de los textos ms discutidos.

    Shakespeare representa a Calibn como la encarnacin del salvaje, comouna criatura dominada por los instintos, incapaz de aprender, de naturaleza inferiory sin voluntad. El nombre es una estigmatizante iconizacin: el nombre es unaanagrama de canbal, un trmino que es introducido por Coln en su apcrifo

    Diarioel 17 de diciembre de 1592:

    [...] porque todas estas islas viven con gran miedo de los de Caniba, y as torno a decircomo otras veces dije, dice l, que Caniba no es otra cosa sino la gente del Gran Can,

    que debe ser aqu muy vecino; y tendr navos y vendr a cautivarlos, y como novuelven creen que se los han comido (Diario de a bordo, 1985: 146-147)Mostrronles dos hombres que les faltaban algunos pedazos de carne de su cuerpo ehicironles entender que los canbales los haban comido a bocados; el Almirante no locrey. (Diario de Coln, 1985: 153)

    Adems, Coln indica en su carta del 15 de febrero de 1493 (Carta a Luis deSantngel):

    As que monstruos no he hallado, ni noticia, salvo de una isla del Carib, la segunda a la

    entrada de las Indias que es poblada de una iente que tienen en todas las islas por muyferozes, los cuales comen carne umana. (Coln: Textos y Documentos51995: 224-225)

    Calibn, como un ser negativamente semantizado, tiene que ser lgicamentesubyugado y esclavizado ya que en el texto de Shakespeare no se ofrece otraposibilidad de acercarle la civilizacin occidental. De esta forma, las potenciascoloniales legitiman su forma de proceder, sostenida, por lo dems, por la Polticade Aristteles (1254b: 15-25, S. 53-54), donde ste establece la diferenciainsuperable de quin es y quin no es esclavo:

    La relacin entre lo masculino y lo femenino es de tal naturaleza que el uno es el mejory el otro lo menor, uno manda el otro es mandado.

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    De la misma forma debe suceder entre los seres humanos en general. Aquellos que sontan distantes unos de otros como el alma del cuerpo y del ser humano del animal (estovale para todos aquellos cuya tarea consiste en el empleo de su cuerpo, que es lo mejorque tienen y que pueden rendir), estos son los esclavos por naturaleza y para ellos, comopara los ejemplos mencionados, es beneficioso que sean mandados.

    Por naturaleza es todo aquel un esclavo cuando le pertenece a otro y le pertenece porquetiene acceso a la razn que se le da, pero no le pertenece autnomamente. Los otrosseres sirven de tal forma que no reciben la razn, sino que obedecen por sentimientos.Mas su empleo no es muy diferente: ambos sirven para realizar un trabajo necesario conel cuerpo, as los esclavos y los animales domesticados. (1254b: 15-25, 53-54. Mitraduccin del alemn).

    Como decamos, Shakespeare segn la interpretacin tradicional de esta obra,invierte la posibilidad inaugurada por Montaigne: frente a Calibn, con su salvajenaturaleza, se encuentra Prspero quien representa el arte, el conocimiento, el

    control de los instintos y el saber y por ello le impone a Calibn su lengua, nicomedio de entenderse y de subyugarlo. Como salvaje, Calibn no se encuentra tanslo muy cerca de la naturaleza animal, sino que adems es hijo de una bruja y,como tal, de naturaleza demonaca. Calibn se acepta tan slo en el grado en que sedeja domesticar para luego reconocer que Prspero es, para l, el mejor amo.Ariel, por su parte, se hace servicial y se adapta para as tener mayor provecho.

    El trmino Calibn no es tan slo un anagrama de canbal, sino tambinde Caribe, como lo hemos visto en la cita de Coln. De este modo, Caribe ycanbal conforman una relacin homloga, estigmatizando toda una regin del

    Nuevo Mundo. El trmino Caribe viene de los indgenas que prestaron una fuerteresistencia a los espaoles y que se encontraban segn Coln en las islaQuarives. La estigmatizacin perdur por siglos y se refleja tambin en laVorlesung ber die Philosophie der Geschichte (Curso magistral sobre la filosofade la Historia) de Hegel.

    Frente a esta perspectiva negativa de Calibn, y con ello de Latinoamrica,Fernndez Retamar, basndose en Montainge y Mart, construye el trmino deCalibn como una figura conceptual de la hibridez latinoamericana, como parteesencial de una teora cultural, similar a la construccin que realizan Bernal Daz

    del Castillo, Octavio Paz, Carlos Fuentes y Todorov de La Malinche. As, Calibnse transforma en la encarnacin del anticolonialismo, descolonizacin ypostcolonialidad.

    El punto de partida de Fernndez Retamar en este ensayo radica en lapregunta si Latinoamrica tiene una cultura propia, pregunta tpica hasta nuestrosdas. Como Albert Memmi, Fernndez Retamar rechaza el paternalismo tanto de laderecha como de la izquierda poltica. Indicando que todos los pueblos sonmestizos (podramos decir que el trmino cultura implica siempre hibridez, comoel de literatura intertextualidad), Fernndez Retamar apunta que Latinoamrica, enparticular en el Caribe, ha sido siempre un lugar de entrecruces, como lo hemosvisto en el ensayo de Ortiz. Por ejemplo, ya Mart y Bolvar formulaban tambinesta hibridez latinoamericana:

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    Pero existe en el mundo colonial, en el planeta, un caso especial: una vasta zona para lacual el mestizaje no es el accidente, sino la esencia, la lnea central: nosotros, nuestraAmrica mestiza. Mart, que tan admirablemente conoca el idioma, emple esteadjetivo precioso como la seal distintiva de nuestra cultura, una cultura de

    descendientes de aborgenes, de africanos, de europeos, de asiticos tnica yculturalmente hablando. En su Carta de Jamaica (1815), el Libertador Simn Bolvarhaba proclamado: Nosotros somos un pequeo gnero humano: poseemos un mundoaparte, cercado por dilatados mares, nuevos en casi todas las artes y ciencias

    y en su mensaje al Congreso de Angosturas (1819), aadi:

    Tengamos en cuenta que nuestro pueblo no es el europeo, ni el americano del norte, quems bien es un compuesto de frica y de Amrica que una emanacin de Europa: pueshasta la Espaa misma deja de ser europea por su sangre africana, por sus instituciones

    y su carcter. Es imposible asignar con propiedad a qu familia humana pertenecemos.La mayor parte del indgena se ha aniquilado: el europeo se ha mezclado con elamericano y con el africano, y ste se ha mezclado con el indio y con el europeo.Nacidos todos del seno de una misma madre, nuestros padres, diferentes en origen y ensangre, son extranjeros, y todos diferentes visiblemente en la epidermis: estadesemejanza, trae un reato de la mayor trascendencia. (Fernndez Retamar 1995: 25)

    Latinoamrica as la objecin de Fernndez Retamar (ibd.: 26) no solamente esestigmatizada, sino que cuando recibe reconocimiento, lo obtiene como Calibn:como aprendices, como borradores o como desvadas copias de europeos.

    La relacin canbal caribe se difunde por toda Europa y as es elantropfago, el hombre bestial situado irremediablemente al margen de lacivilizacin y a quien es menester combatir a sangre y fuego (ibd.: 28). Estaimagen se encuentra en oposicin a aquella que tambin se divulgar rpidamentebasndose en formulaciones de Coln y Las Casas en relacin con el tano, aquelpacfico, dulce, temeroso indio que luego es tildado de cobarde a raz de estasvirtudes. Tano es como sabemos el nombre de una tribu indgena exterminadaen las Antillas. Este tipo de descripciones representaban el paraso y la utopa deun Nuevo Mundo en la fantasa y proyectos frustrados y visones apocalpticas de

    los europeos a comienzos de la poca moderna. La figura de Calibn, muy por elcontrario, corresponde al bestiarium greco-romanorum y de la Edad Media, deToms Moro con su Utopa, de las novelas de caballera, la literatura y del teatrodel Barroco como as tambin los innumerables escritos de la poca, quecontribuyeron fuertemente a esta dicotoma, precisamente a esa caractersticadegradada que ofrece el colonizador del hombre que coloniza (FernndezRetamar 1995: 20) que, adems interiorizaron los colonizados por siglos y, enparte, permanece hasta hoy: Que nosotros mismos hayamos credo durante algntiempo en esa versin slo prueba hasta qu punto estamos inficionados con [esa]

    ideologa [...] (ibd.: 20). Fernndez Retamar comparte esta posicin con Fanon yMemmi y considera la autonegacin y con ello la eliminacin de la propiaidentidad e historia como la mayor tragedia en el proceso de colonizacin. Como

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    Fernndez Retamar indica, la figura de Calibn como la encarnacin de loprimitivo y de la inferioridad, es ampliada al Otro, a los africanos, lo cual se puedeconstatar en las pelculas de Tarzn. Semejantes imgenes han sido producidas pormillares en los Westernamericanos en relacin con los Sioux y Apaches o con los

    mexicanos. En este gnero, el colonizador que defiende su territorio es siempre lavctima de los salvajes.Fernndez Retamar investiga la recepcin del tema de Calibn partiendo de

    la obra de Ernst Renan, Caliban. Continuacin de la tempestad (1878), celebradocomo un gran humanista francs con quien Aim Csaire se enfrenta en sufamoso libroDiscours sur le colonialisme(1950), pero quien proyecta una visindesvastadora de lo que Amrica es:

    Aspiramos (dice), no a la igualdad sino a la dominacin. El pas de la raza extranjeradeber ser de nuevo un pas de siervos, de jornaleros agrcolas o de trabajadores

    industriales. No se trata de suprimir las desigualdades entre los hombres, sino deampliarlas y hacer de ellas una ley. (p. 13)La regeneracin de las razas inferiores o bastardas por las razas superiores est en elorden providencial de la humanidad. El hombre de pueblo es casi siempre, entrenosotros, un noble descalsado, su pesada mano est mucho mejor hecha para manejar laespada que el til servil. Antes que trabajar, escoge batirse, es decir, que regresa a suestado primero. Regere imperio populos, he aqu nuestra vocacin. Arrjase estadevorante actividad sobre pases que, como China, solicitan la conquista extranjera. [...]La naturaleza ha hecho una raza de obreros, es la raza china, de una destreza de manomaravillosa, sin casi ningn sentimiento de honor; gobirnesela con justicia, extrayendode ella, por el beneficio de un gobierno as, abundantes bienes, y ella estar satisfecha;una raza de trabajadores de la tierra es el negro [...]; una raza de amos y soldados, es laraza europea [...]. Que cada uno haga aquello para lo que est preparado y todo ir bien.(Fernndez Retamar 1971/1995: 32)

    Detrs de esta aseveracin se encuentra el smbolo negativo de Calibn que en eltranscurso del tiempo experimenta diversas valorizaciones, quedando, por logeneral, como el prototipo del colonizado, del estigma y del complejo deinferioridad. Precisamente este complejo es el que Fernndez Retamar quierecombatir partiendo de Peau noire masque blancs(1955) de Fanon, en debate con

    el libro de Olivier Mannoni con el ttulo original Psychologie de la Colonisation,que fue traducido al ingls como Prospero and Caliban. The Psychology ofColonization y que ha sido calificado como un texto bsico de una etnografasicolgica y de la historia del colonialismo en el cual se describe el trauma delcolonizado y la neurosis.

    Un cambio en la interpretacin de la figura de Calibn lo constataFernndez Retamar en los aos sesenta, por ejemplo, con la obra de John Wain,The Living World of Shakespeare: A Playgoers Guide (1964), El mundo vivo deShakespeare(1964), que contiene una nueva lectura de The Tempest, y en el que se

    sostiene que Shakespeare es el primero en darle una voz al Otro de tal forma que laperspectiva hegemnica de la Conquista de Shakespeare se relativiza algo. Desdeah en adelante se comienza a configurar una idea positiva de la figura de Calibn

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    como un smbolo de las Antillas, una tendencia que queda sustentada con la obrade Aim Csaire, Une Tempte, daprs. La tempte de Shakespeare: adaptation

    pour un thtre ngre(1969) y de Edward Brathwaite,Island(1969). Sobre la basede esta lnea de investigacin, Fernndez Retamar tambin considera la figura de

    Ariel en la interpretacin del escritor uruguayo Jos Enrique Rod, quien ve ensta el futuro criollo y la nueva civilizancin de Amrica y no en Calibn. Enoposicin a Rod, Fernndez Retamar desarrolla una interpretacin de Calibncomo el smbolo de la independencia de Amrica, de un desarrollo cultural,histrico y poltico autnomo con un propio camino. Fernndez Retamar derivaesta posicin del dilogo de Prspero y Calibn que, segn l, resume el sistemadel colonialismo y de la relacin entre el colonizador y el colonizado:

    Prospero:Abhorred salve,

    Which any print of goodness will not take,Being capable of all ill! I pitied thee,Took pains to make thee speak, taught thee each hour.One thing or other: when thou didst not, savage.Know thine own meaning, but wouldst gabble likeA thing most brutish, I endowd thy purposesWith words that made them know: but thy vile race,Though thou didst learn, had that int which good naturesCould not abide to bi with; therefore wast thouDeservedly confind into this rock,Who hadst deservd more than a prison.

    Caliban:You taught me language; and my profit ontIs, I know how to curse: the red plague rid youFor learning me your language!(Shakespeare The Tempest1919, Oxford Act I, Sz. II: V. 351-365, p. 6)

    En su recodificacin de la figura de Calibn, Fernndez Retamar establece unarelacin con la figura del mamb, tradicionalmente un concepto peyorativo quequiere decir tanto negro como algo demonaco de los que se resisten contra losespaoles. Luego, este trmino pasa a ser algo positivo dentro de las luchas deindependencia; mamb se convierte en el contexto cubano en sinnimo delcombatiente por la independencia y en un trmino hermano de Calibn (vid.Fernndez Retamar 1971/1995: 42). Por ello, Fernndez Retamar, como OctavioPaz respecto de La Malinche4, exige que Latinoamrica se identifique con lasfiguras de Calibn y de mambcomo parte constitutiva de su identidad e historia:

    4 Nuestro grito es una expresin de la voluntad mexicana de vivir cerrados al exterior, s,pero sobre todo, cerrados frente al pasado. En ese grito condenamos nuestro origen y

    renegamos de nuestro hibridismo. La extraa permanencia de Corts y de la Malinche en alimaginacin y en la sensibilidad de los mexicanos actuales revela que son algo ms quefiguras histricas: son smbolos de un conflicto secreto, que an no hemos resuelto. Alrepudiar a la Malinche Eva mexicana, segn la representa Jos Clemente Orozco en su

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    Asumir nuestra condicin de Calibn implica repensar nuestra historia desde el otrolado, desde el otroprotagonista. El otroprotagonista deLa tempestad[...] no es Ariel,sino Prspero. No hay verdadera polaridad Ariel-Calibn: ambos son siervos en manosde Prspero, el hechicero extranjero. (Fernndez Retamar 1971/1995: 43)

    Cuba, el Caribe, Latinoamrica desde ya hace mucho, han desarrollado conceptosy estrategias fundamentales para la descripcin y el manejo de una historia deintersecciones, de intersticios y de pasajes, de una historia vivida en la experienciacotidiana de la colonizacin y descolonizacin hasta la globalizacin y de unahistoria conceptual donde los trminos de transculturacin, de choteo ycontrapunteo, como as tambin la figura de Calibn son instrumentos de lafundacin de identidad.

    Prof. Dr. Alfonso de Toro (IAFSL/Universitt Leipzig) (2006)Figuras de la hibridez:Ortiz: transculturacin Paz: hibridismo Fernndez Retamar: calibn, in: SusannaRegazzoni (Hrsg.): Alma cubana: transculturacin, hibridez y mestizaje. The Cuban Siprit:Transculturation, Mestizaje, and Hybridism (Theorie und Kritik der Kultur und Literatur,Bd.). Frankfurt: Vervuert, S. 15-36

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    mural de la Escuela Nacional Preparatoria el mexicano rompe sus ligas con el pasado,reniega de su origen y se adentra solo en la vida histrica. El mexicano condena en bloquetoda su tradicin, que es un conjunto de gestos, actitudes y tendencias en el que ya esdifcil distinguir lo espaol de lo indio. Por eso la tesis hispanista, que nos hace descenderde Corts con exclusin de la Malinche, es el patrimonio de unos cuantos extravagantes que ni siquiera son blancos puros. Y otro tanto se puede decir de la propagandaindigenista, que tambin est sostenida por criollos y mestizos maniticos, sin que jamslos indios le hayan prestado atencin. El mexicano no quiere ser indio, ni espaol.

    Tampoco quiere descender de ellos. Los niega. Y no se afirma en tanto que mestizo, sinocomo abstraccin: es un hombre. Se vuelve hijo de la nada. El empieza en s mismo. (Paz1950: 78-79)

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