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    Reflexiones para la Accin (IV)

    Jos Luis Garca Ra

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    GARC A RA, J os Lui sRef l exi ones par a l a acci n / J os Lui s Gar c a

    Ra. - Badal ona : Cent r e d' Est udi s Ll i ber t ar i sFeder i ca Mont seny , 2013

    4 t . ; 21 cm. -

    I SBN 978- 84- 86864- 26- 2 (o. c. )T. I V : Ref l exi ones par a l a acci n : Movi mi ent o obrero. Pensami ent o r evol uci onar i o. Laacuci ant e actual i dad. Test ament o pol t i co. -2013. - 482 p. - I SBN 978- 84- 616- 7170- 0(t . I V)

    1. Pol t i ca soci al - Cr t i cas 2. Anar qui smo. I .

    T t ul o. I I . Ser i e

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    Jos Luis Garca Ra

    Reflexiones para la Accin (IV)Movimiento obrero

    Pensamiento revolucionarioLa acuciante actualidadTestamento poltico

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    Ia Edicin, 2013

    Condiciones del copyright:Se permite la copia parcial o total, en papel oformato digital, de los contenidos de este libro siempre y cuando se respete laautora del texto. Para ediciones comerciales se requerir el permiso expreso delos titulares del copyright.

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    Dedico este libro a la memoria de mi queridohijo, Emilio Jos Garca Wiedemann, creador y luchador incesante, y a quien una muerte temprana priv de realizar lossueos ms bellos.

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    N D I C E

    Prlogo..............................................................................................................pg. 9

    Sobre el Movimiento obrero en su historia.... ...........................................................15ndice............................................................................... ........................... 179

    Para una historia del pensamiento revolucionario. El pensamiento utpico................181ndice.......................................................................................................... 267

    E l i i l i t d K l M 269

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    PRLOGO

    Algunos pensadores crticos, motivados por el hecho de que la historia es,normalmente, escrita por los vencedores, y, en todo caso, siempre mediatizadapor la ideologa dominante, y, por ello, falseada, renuncian, en su discurso, alempleo instrumental de esta disciplina, a la que tienen, en todo caso, comoinnecesaria, por partir, ciertamente, de otro hecho real, el de que todo lo pasado

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    las palabras, las formulaciones discursivas que se hayan concretado, se camalicen,hermanndose a sentimientos y emociones y convirtindose en, o, mejor,deviniendo movimientos materiales que den al traste con todo lo establecido comoes, por obra de la activa utopa racional que es el espritu del movimiento.

    Partidarios, pues, de los dos tipos de discurso que venimos describiendo,emprendemos, en el presente libro, la tarea de afrontar descripciones histricascrticas de tramos del movimiento obrero, que entendemos como fundamentales

    para la conformacin de una conciencia transformativa, as como la exposicin ycomentario de algunas figuras del pensamiento revolucionario, que tambinentendemos como bsicas en algunas de las formas, en que tal modo de

    pensamiento se expresa.Los trabajos sobre el movimiento obrero en la historia y sobre el

    pensamiento socialista utpico y su sa lida en las figuras preferentes de Saint

    Simn y Proudhon son el producto de unos cursillos de varias semanas sobretales temas, que mantuve en el Intercolegial de Granada en 1977. Estoscursillos fueron recogidos en cintas magnetofnicas, que mis hijostranscribieron despus de pasado bastante tiempo y, con el fin de que el trabajono se perdiera. En la correccin de estas transcripciones es en lo que, en estecaso, me estuve ocupando, en la procura de clarificacin de aquellas partes

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    Reflexiones para la Accin

    La intencin de abordar la figura de Carlos Marx, en el caso de este texto,aparte de por la obligada atencin a sus aportaciones al conocimiento de la historiamoderna, estuvo especialmente motivada por el convencimiento de la necesidadde contribuir a corregir, desde el campo y punto de vista anarquista y por lo tantocrtico, una visin un tanto deformada y tpica de la figura del pensador alemn,que, por tpica y deformada, puede hacer desmerecer la justa crtica que, desdeese mismo campo se le hace en aspectos decisivos de su obra. La correccin debeser entendida como dirigida a la desatencin mecnica, que se suele hacer, deaquellos aspectos positivos de la obra de Marx que deben ser tenidos en cuenta encuanto a la conformacin de un pensamiento revolucionario bien fundado.Incidimos, as, en la problemtica de los varios Marx y del hipottico corteepistemolgico que, en la evolucin de su pensamiento se diere, segn el criteriode Louis Althusser, para ir descubriendo, en la evolucin de su pensamiento, untrayecto que, desde unos orgenes claramente, por definicin y objetivamenterevolucionarios, va recayendo, progresivamente, en una actitud slo intencionaly subjetivamente revolucionaria, circuido de condicionantes influencias personalesy guiado de un mtodo engaoso y perturbador.

    El fugaz tratamiento que de Hegel hacemos, reconocido por nosotros

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    pensamiento del que se puede disentir como especial forma del pensamiento activo,

    pero es innegable como pensamiento / accin, es decir, como un pensamiento quees, consustancialmente, accin prctica, por no ponerse a s mismo como trmino.Un enfrentamiento permanente al Poder, al Orden, as como a la Cultura de losSeores de la Cultura es, en l, incuestionable. Su entrega a la libertad, al hacerespontneo, a lo fluido que brota de la vida es algo manifiesto en su valoracin ytratamiento del lenguaje, del que extrae consideraciones muy valiosas para

    enriquecer la idea de anarquismo. Fue, adems, una suerte mejorada de unNietzsche sin superhombres ni anticristos, en su diatriba permanente contra todaslas ideas y valoraciones tpicas y falsas del mundo burgus. Si, adems de todoeso, fue mi interior amigo, inseparable de por vida, son ms que razones suficientes

    para tener cabida en este libro.Siguen tres estudios de actualidad muy en consonancia con la finalidad de

    este libro y de la coleccin en la que se encuadra, por tratar de la globalizacineconmica, en la que nos movemos en el mundo de hoy; de la revolucin semiticay de los medios de comunicacin, que nos forman, nos conforman y nos deformancomo sbditos del capitalismo; y el tercero que se ocupa del 15-de Mayo comosigno manifiesto de la explosin de la juventud.

    Respecto a la importancia del conocimiento del conjunto de pasos que

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    Reflexiones para la Accin

    hasta tal punto criminalmente destructora que sus efectos pueden ser calificados,

    sin paliativos, de lesa humanidad, tanto si se trata de los efectos individuales,destinados a la fabricacin del hombre flexible del siglo XXI, que facilite latarea de los poderosos, al ser, como hombre medio, convertido en norma para lagestin poltica de las multitudes, como si se trata del control social omnmodoque George Orwell nos vaticina en la figura del Gran Hermano o Michel deFoucault con su Panptico, esa gran torre central dentro de las sociedades del

    mundo, concebido como una inmensa crcel, que vigila, permanentemente, cadacelda individual y todas en conjunto, al acecho de cualquier mnimo movimiento.Ya Me Luhan nos lo dijo a finales de los aflos sesenta del siglo pasado: el medioes el mensaje. Los medios de comunicacin no pueden dejar ser, estructuralmente,ideolgicos, en una forma tan unilateral que no dan lugar a respuesta. Dirigen el

    pensamiento de los receptores hasta por los encuadres (frameworks) que, a priori,

    hacen de las noticias, para su interpretacin y definicin de la realidad social,estableciendo, por s mismos, de este modo, el orden del da de todas las sociedades,y procediendo, as, a la interesada ocupacin de las mentes de los receptores,hacindolos, de este modo, no slo vctimas, sino colaboradores de sus propiasdesgracias y miserias.

    En tercer lugar, nos ocupamos de la rebelin de la juventud, para empezar

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    emocional. En primer lugar, Zigmunt Bauman empieza por desatender o silenciarla entidad de los motivos causantes de la emocin. En segundo lugar, no reparaen el hecho de que, en toda la historia, no se ha dado un solo caso de un movimientode real cambio histrico donde lo emocional no haya sido el primer elementodesencadenante. En tercer lugar, desconsidera el hecho de que, de la emocin,nace el movimiento fsico pertinente, y en l, la posibilidad de la conciencia delas dificultades del propio movimiento y de la debilidad propia para sortearlas, loque no tiene por qu significar la consecuente necesidad de la renuncia, sino la

    bsqueda, la apertura a la ayuda de un pensamiento histricamente experimentado,que, a su vez, carezca de ambicin de poder, cuestin inexcusable para una fusinde naturaleza real con el movimiento de la juventud.

    El libro finaliza con una entrevista, la ltima, de muy variados aspectos,que yo no me veo en la situacin de resumir, y que, adems, la prefiero como es

    por considerarla una especie de testamento poltico mo.

    Granada, a 20 de agosto de 2013

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    SOBRE EL MOVIMIENTO OBRERO EN SU HISTORIA

    I.- La esclavitud en el mundo clsico.-Aunque el Movimiento obrero corresponde al mundo moderno, tiene una

    historia. No se puede hablar del movimiento obrero sin echar la mirada haciaatrs, al menos, al nacimiento de la burguesa en el seno de la Edad Meda, la cual

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    relacin patrono-obrero, entendida como un contrato entre empleador y empleado

    regido por unas normas sociales, la libertad de aceptar el contrato o rechazarlo,de aceptar el trabajo o abandonarlo, es algo que s se daba, en efecto, en el mundoclsico, pero no constitua la base fundamental de su economa, cuyo pesodescansaba sobre los hombros de los esclavos, y la relacin entre seor y esclavono es, ciertamente, la de patrn y obrero, aunque la explotacin se daba por igualen los dos tipos de relacin, pero no vamos a estudiarlos en el mismo plano por

    ser formas de relacin heterogneas y no semejantes.Aunque, en el mundo clsico, la base econmica fundamental es la

    esclavitud, trabajo sin salario de los esclavos o ilotas,en Grecia, sin embargo, enel resto de las clases sociales, se dan igualmente los fenmenos, no menoscontinuos, de tensiones entre las mismas. Estas tensiones se pueden reflejar muybien, considerando cmo las sociedades, tanto griega como romana, pasan de

    regmenes monrquicos a euptridas o nobiliares, y cmo, frente a ellos, existeuna clase popular que, aunque considerada libre y gozando de todos los derechosde ciudadana, sin embargo, est sometida tambin a la explotacin del trabajo, yes posible comprobar tambin cmo entre estas dos clases, la clase eupatrida ynobiliar y la clase del pueblo trabajador libre no esclavizado se va dando, en elproceso histrico, una tercera clase que, constantemente, aflora en todo tipo de

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    igual que para la Atenas del siglo V - IV a. C., pensar en movimientos de liberacin

    tendentes a una total equidad de clases, ni siquiera en el orden poltico, y, menosaun, a una anulacin de la esclavitud. Hasta tal punto era econmicamenteimprescindible la esclavitud en esa parte del mundo antiguo que, al surgir elcristianismo como una prctica de comunidad, en la que existe una perfecta armonade bienes, negadora tambin de la esclavitud y de toda hegemona personal declase, sin embargo, al irse enraizando el cristianismo en el imperio Romano y

    cuando Constantino el Grande decide oficializarlo, en la misma medida en que seoficializa, tiene que ir aceptando que la igualdad es igualdad ante Dios, pero nonecesariamente ante los hombres. Es decir, que la condena inicial de la esclavitud

    por el cristianismo hubo de ser, abierta o encubiertamente, paulatinamente o conrapidez, silenciada. Aporto estos hechos slo como dato probatorio de cmo elsistema econmico basado en la esclavitud determina todo proyecto poltico que

    all se pudiera realizar o se pretendiera hacer.El fin del rgimen monrquico produjo en Grecia, en las distintas polis

    griegas, diferentes alternativas entre diferentes regmenes de tipo tirnico yregmenes de tipo republicano. En Roma y tras derrocar, el ao 510 a. C. , alsptimo y ltimo rey, Tarquino el Soberbio, se constituy un rgimen republicano,

    presidido por dos cnsules, donde, lo mismo que en la democracia ateniense, se

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    realizar una sociedad justa en la ptica de la poca. Existe una verdadera coleccin

    de utopas de sociedades justas para la poca, pero, curiosamente, en estas utopasno se contabiliza nunca la liberacin de los esclavos. Se cuenta con que el esclavoes una especie de intermediario entre el hombre y el animal, y que debe seguirsirviendo de base a la produccin econmica. Sin ellos, la sociedad misma no secomprenda. La realidad de este hecho queda muy clara, como ms arribaexpusimos, cuando se produjo, en siglo I a. C. la conjuracin de Catilina en Roma.

    En ella, su promotor no puede menos de ver cmo va perdiendo su causa y cmosu campo es abandonado fundamentalmente por la mayora de sus partidarios,porque, para tener ms fuerza, quiso ofrecer a los esclavos la liberacin a cambiode su adhesin al movimiento poltico.

    Como sabis, el Imperio romano surge a la cada de la Repblica, en el s.I a.C., por obra de las luchas de Cesar contra Pompeyo, el defensor del orden

    senatorial. Tras el asesinato de Csar como defensor de la causa popular perotendente a la constitucin de un poder personal y constituido Octavio Augustocomo primer emperador, se inicia, formalmente ya, una ruptura de la Repblicapara dar comienzo a un nuevo rgimen, con el que se pone en cuestin el punto devista del determinismo histrico positivo en el sentido de su afirmacin de unevolucionismo continuo. Sobre todo, en el sentido de que las sociedades no van

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    los hermanos Tiberio y Cayo Graco. Ambos hermanos, desde su cargo de tribunos

    de la plebe, propusieron una reforma agraria encaminada al reparto de las tierrasdel ager publicusque, legalmente, perteneca al Estado romano, y por tanto al

    pueblo. El ager publicuseran todos los terrenos de los que los romanos se habanapropiado en su conquista primera de la pennsula itlica. Tiberio y Cayo Graco,amparndose en el derecho, argan que el terreno era pblico y que tena queser repartido entre el campesinado pobre. Pero los nobles y los generales

    romanos, entendan el derecho de conquista como derecho suyo propio y noaceptaban tal reparto. En la contienda originada, Escipin Emiliano, el granromano y amigo de la luz y la filosofa, da muerte a Tiberio Graco, y,

    posteriormente, los nobles dan, igualmente, muerte a Cayo Graco, su hermano, yproceden a la enajenacin del ager publicus, constituyndose en grandeslatifundistas que disponan de grandes medios y que, al establecer una competencia

    de precios con el pequeo campesino, ste no puede resistirla, teniendo que acabarpignorando su terreno, y, por no poder tampoco pagar la hipoteca en suvencimiento, al cabo, tena que abandonar el campo e irse a la Ciudad, a la Urbea engrosar el proletariado urbano, a vivir de la almona, del servicio pblico deltrigo y de las donaciones de aquellos que, para poder crecer en poltica, tenanque hacer ddivas y reparto de trigo y bienes para conseguir votos en las elecciones.

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    Digo esto un poco como ejemplo de cmo no se puede operar en la historiacon conceptos mecanicistas-deterministas que empujen a creer que la revolucin

    tiene que darse de una manera fatal y determinada. En el tramo de historia queestamos viendo, tenemos claramente un corte en una evolucin que se vea clara,y ya, prcticamente, durante todo el Imperio Romano no hay ninguna posibilidadde que se reemprendan las luchas de clases, en el sentido que haban ido teniendohasta entonces. Ms bien, con el Imperio, lo que se da es una redistribucin de lariqueza, junto a un sometimiento de las clases trabajadoras de las respectivas

    pocas al lugar del trabajo, un impedimento de abandonar hasta el lugar donde sevive y una prohibicin de cambio del oficio, con lo cual los elementos adscritos auna familia estaban, fundamental y estrictamente, vinculados al oficio de esafamilia y al lugar donde se desarrolla. Con lo que se impide el desarrollo de lalucha proletaria en el sentido urbano de la palabra, haciendo que se produzca undesplazamiento al campo del eje de importancia de la lucha. Es, as, en el campo

    donde se van a encontrar las nuevas modalidades de lucha, a partir de la creacinde regmenes de colonato y de la transformacin de la propiedad rural. Esto esparalelo al hecho de que algunas comunidades cristianas (y esto no es un ejemploespordico, porque hay casos que se dan en la Hispania de entonces, en la Galia,en el norte de Africa, e incluso en algunas regiones orientales del Imperio Romano),haciendo alarde de una voluntad igualitaria, promueven, frecuentemente,

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    II.- Los brbaros en occidente. La alta Edad Media.-De la civilizacin mediterrnea puede decirse, en general, que es una

    civilizacin urbana, es decir, donde los polos de expansin nacen siempre en lasciudades; donde la ciudad de turno puede ser Atenas, Esparta, Prgamo, Alejandra,Roma o cualquier otra, pero siempre es una ciudad la que domina, la que seimpone, la que determina formas polticas y hasta culturales. Frente a esta situacin,los brbaros, que se extienden ahora, a partir del siglo V de Cristo, sobre el ImperioRomano, tienen un proyecto muy distinto. Son pueblos campesinos que sedesinteresan completamente de las ciudades y van a la acotacin para s deterritorios lo ms productivos posibles. Dentro de estos territorios, se constituyencomo una nueva aristocracia rural, que, por dominio, se rodea de siervos,continuando en forma algo dulcificada, cristianizada, la primitiva esclavitud. Esun modo de servidumbre de la gleba para asegurar su sustento y su enriquecimiento,

    puesto que la economa de entonces descansaba, fundamentalmente, sobre losproductos del agro. Asegurada as su sustento y enriquecimiento, se rodean,asimismo, de un ejercito, construyen un fuerte castillo, como base de su dominiopoltico y all se constituyen en seores de almas y vidas.

    Su modo de organizacin es una forma de organizacin sin estado. Alcontrario de la forma de sociedad mediterrnea, donde siempre el estado es algotemprano, bien que este estado tuviera un carcter consanguneo, con base en el

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    obispos eran seores que tenan sus siervos de la gleba, tenan tambin su ejrcito,

    y hacan tambin sus guerras; podan tener tierras, posesiones, esclavos y losmedios para defenderlos. Esta fue la razn por la que los reyes alemanes searrogaban para s la facultad de nombramiento de obispos, puesto que, si losobispos pertenecan al sistema feudal en su conjunto, el rey, como rbitro de esesistema, poda arrogarse la libertad de nombrar directamente cargos eclesisticos,lo que, como sabis provoc la cuestin de las investiduras, que origin las

    luchas entre el Papado y el Imperio, que duraron bastantes siglos. Un ejemplo delos efectos de estas luchas, lo tenemos, en el siglo XI, en el caso del rey del SacroImperio Romano-Germnico Enrique IV, que fue, por esta razn, excomulgado.La Iglesia, en compensacin y frente al poder civil, tena la importante arma deque, cuando excomulgaba a alguien, automticamente liberaba a todos los vasallosdependientes de l del principio de fidelidad o vasallaje, de tal manera que cuando

    Enrique IV qued excomulgado, se vio absolutamente abandonado de todos susvasallos, los seores, y tuvo que ir a Canosa, a la residencia del Papa, GregorioVII, a humillarse ante l y a pedir clemencia. Clemencia que obtuvo y que luegoemple contra el mismo Papa.

    El sistema feudal, es, por lo tanto, un sistema de encadenamientosindividuales; no existe Estado, no existe autoridad central. Pero, pronto, dentro

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    Reflexiones para la Accin

    adquieren muy importantes bienes, los bienes comunales, cuya explotacin, anual

    y rotativamente, se iba encomendando a las diferentes familias del municipio. Laimportancia de estos bienes fue muy grande, y, de ellos, todava subsisten algunos,aunque su mayor parte sufri los efectos de la ley de desamortizacin de losbienes de manos muertas de Mendizbal y otras que le siguieron, del segundoal tercer tercio del siglo XIX.

    Municipios y ciudades no solamente haban adquirido estos bienes, sino

    que tenan tambin la posibilidad de nombrar, en concejo abierto ydemocrticamente, al alcalde y a los ediles, cosa de la que, despus, se les priv.Y cosa tambin muy importante para ellos: tenan la posibilidad de tener unamilicia municipal, una milicia armada, que, naturalmente, ponan al servicio delrey, en defensa de los intereses reales frente a los nobles, pero que a su vez Iesserva a ellos para recabar sus derechos o por lo menos para defenderlos.

    Como veis, en esta poca de la lucha donde el rey trata de imponerse a losnobles, hay un elemento que favorece el principio de liberacin popular, y esteprincipio es el hecho mismo de la contienda entre esos dos poderes. Ms tarde,cuando el rey ya consigue someter todos los movimientos de diversinindividualizante de los nobles, abandona la proteccin de los municipios y ya, a

    partir de los siglos XIII-XIV, empieza la decadencia de los mismos. En el siglo

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    caballero liberando a la seora, asaltando fortines, deshaciendo entuertos, etc,

    etc. Esta imagen del caballero es una figura totalmente ideolgica, destinada aembellecer este tipo de dedicaciones, en detrimento de otras dedicacionestenidas por ms bajas, ms cotidianas y ordinarias, como son el ganarse conlas manos el pan de cada da. El peso de esta ideologa feudalizante, en relacincon la ciudad, lo podemos ver en un simple hecho: el hombre que vive enuna villa es por definicin un villano, palabra que poda equivaler,

    sencillamente, a granadino, ovetense o a cualquier otro gentilicio. Debaser una palabra neutra, de significacin neutra desde el punto de vista tico. Sinembargo el trmino villano, ya muy tempranamente, adquiere todos los estigmas,todos los caracteres de una palabra de sentido peyorativo. De manera que esa esla significacin con la que pasa a la historia y constituye, muy claramente,un ejemplo del peso de la ideologa feudal que rechazaba todo lo urbano y

    ciudadano, en su relacin con el trabajo manual. Porque las ciudades, aquellasformas de aglomeracin y convivencia que, durante el Imperio Romano, habansido el asiento de los conventos jurdicos, de una incipiente vida gremial, de lacultura por antonomasia; estas ciudades, que haban quedado relegadas por laideologa feudal, durante la Alta Edad Meda y durante los periodos de mayor

    preponderancia del rgimen feudal, progresivamente , van adquirie ndo

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    Reflexiones para la Accin

    intencin, camino de esa consecucin en el orden poltico. Esto, para el siglo

    XIII, es todava muy prematuro, pero no hay que olvidar que este movimientoque nace precisamente en esta poca es el que va a prolongarse en el tiempo,hasta que, en el siglo XVII y sus finales, termina ya la revolucin burguesa enInglaterra, para comenzar, a finales del XVIII, la revolucin francesa que tendrun final burgus. Lo que va a suponer ya, a lo largo del siglo XIX, el apoderamiento

    progresivo del poder poltico en manos de la clase burguesa en toda Europa.

    Naturalmente, en la medida en que la burguesa va siendo consciente de smisma y de su fuerza y se va identificando a s misma como clase de oposicindialctica frente al poder feudal, va, tambin, sintiendo la necesidad de elaboraruna ideologa propia que se oponga a toda la ideologa de tipo medieval, quehaba sido, fundamentalmente, servida por la Iglesia, aunque, dentro de la propiaIglesia, va sufriendo tambin alguna transformacin.

    II.2.- Del espritu romnico al espritu gtico.-Si comparamos por ejemplo, el arte romnico con el arte gtico, y al decir

    arte romnico estoy hablando, ms bien, del espritu romnico, como, al decirarte gtico, estoy hablando, en general, de espritu gtico, vemos que elsimbolismo fundamental del arte romnico est totalmente rebasado por el

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    Dios, en el cual, o con el cual podemos comulgar. De ah pasa a hablarse delhermano sol, del hermano rbol, del hermano lobo, en fin, un sentido de fraternidadse establece entre el hombre y la naturaleza, y esto supone una superacin delsentido de naturaleza primitivo.

    Estamos, por tanto, en los albores del gtico, que no hace ms quedesarrollar este espritu. Pero, en su desarrollo, el espritu franciscano esrepresentado tambin de otra manera, por ejemplo, por un Juan Duns Escoto o

    por un Guillermo de Occam, quienes, desde una forma de pensamiento que dioen llamarse nominalismo, establecen ya ellos mismos, los primeros principios deinvestigacin emprica, directa, sobre los procesos naturales. De manera que, pormuchos conceptos, por la negacin de los abstractos universales, por la negacinde todos los conceptos abstrusos que no remitieran a una comprobacin directa,por la afirmacin total del individuo, estos nominalistas, que estn ya en la bajaEdad Media, constituyen el preludio del Renacimiento. Es decir, el preludio deuna poca presidida por la intencin de romper totalmente con las formasmedievales de pensar.

    El desarrollo burgus es, pues, en intencin, una marcha constante desuperacin de lo anterior en todos los rdenes. Consciente de su creciente poderopoltico, llega, en su desarrollo, a que, por ejemplo, en el norte de Europa, lasciudades, conscientes de su poder se alian entre s, constituyen grandes ligas,

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    haber sufrido el encarcelamiento por sus escritos como las coplas de estudiantes,

    o las coplas de ciego, o las serranillas picantes, siempre tiene en preferencia lascoplas en loor de la Virgen, y declara, quiz en prevencin de nuevosencarcelamientos, que l hace toda aquella crtica y expone toda aquella suciedad

    para que el mundo evite caer en el pecado. Es decir, siempre trata de sacar unaenseanza moral de todo aquello que expone. Por lo tanto, la liberacin, en elsentido ideolgico, no es total, ni siquiera ser total en uno o dos siglos ms tarde.

    Todava los hombres del treccentoy hasta del cuatroccentoestn impregnados demedievalismo, y por supuesto, en historia, nunca hay rupturas inmediatas, sino

    procesos de progresiva desintegracin.Pero, como exponente de crtica ideolgica, son un exponente muy claro

    de cmo se tiene ya conciencia en cuanto a pertenencia a una nueva poca y encuanto a voluntad de rebasar unos esquemas ideolgicos anteriores. Esto, si lo

    trasladamos al campo de la filosofa, vemos muy claro que el platonismopredominante durante toda la Alta Edad Media, empieza ya durante el s. XII, ahaber zonas donde sufre una gran crtica, y, por supuesto, ya en el s. XIII, se dauna superacin total del platonismo a favor del aristotelismo. Por supuesto, estodebe ser visto desde una ptica de clase burguesa, y de cmo, frente alcomunitarismo medieval, la burguesa trata siempre de poner, como bandera y en

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    III.- El Renacimiento e inicios de la poca moderna.-El Renacimiento supone un movimiento general que afecta a todos los

    rdenes de la vida social. Pero tampoco podemos creer que el Renacimiento seaun movimiento que, de repente, aparezca en el s. XV y que no tenga ningunarelacin con todo lo anterior. Por eso nos encargamos el da anterior deestablecer unas bases que hicieran comprensible el Renacimiento. De maneraque habamos dicho que, desde el punto de vista ideolgico, el gtico, alvalorar el realismo y la cosa en s, haba dado ya un paso fundamental con

    relacin al tratamiento del verismo por parte de los renacentistas. Por un lado, elmovimiento burgus, que empieza a anunciarse en los siglos XII y XIII y que va,progresivamente, aumentando y acumulando energa, forma un verdaderomovimiento de contestacin, que, en el Renacimiento, aboca a la emancipacinde los siervos de la gleba. Y, por otro lado, aquella especie de internacionalismocristiano, que bajo la gida de la Iglesia se haba implantado en toda la Europa

    Occidental e incluso en buena parte de la Europa oriental, ahora, se ve atacado,en su idea catlica, es decir, en su idea unlversalizante, por un espritunacionalista, que es tambin un exponente claro de que los intereses de lasburguesas de las respectivas naciones hacan pesar su influencia cerca de losreyes, de las autoridades constituidas, para que se estableciera, cada vez ms, unapoltica de carcter nacional. Esta poltica de carcter nacional es la que acaba

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    palacios aristocrticos, en signo de humillacin a estos mismos nobles, a los que

    les quitan el privilegio de ser juzgados solamente por un tribunal de nobles, ypasan a ser juzgados por un ju ez nombrado por el rey que poda no ser noble,Y, finalmente, como el poder del seor feudal radicaba, fundamentalmente, enuna economa de tipo agrario, los Reyes Catlicos se inventan el Concejo de laMesta, una institucin de ganaderos que tena el privilegio de recorrer la nacinde norte a sur dando pasto a sus rebaos, y que, a la vez que sustitua la

    economa agraria por la economa ganadera, de rechazo contribuygrandemente al em pobrecimiento de los terrenos del agro espaol, porque lascabras y las ovejas, donde pastan, si su accin es sistemtica, destruyen oincapacitan el terreno para otro tipo de producciones. De manera que, a la vez quese sustitua un tipo de riqueza por otra, los Reyes Catlicos parece ser que tenanla intencin de mermar considerablemente el poder feudal, destruyendo o, al

    menos, disminuyendo las fuentes de sus ingresos originados por la economaagraria. Con lo cual, la nobleza, vencida militarmente, cercada socialmente, ysumamente combatida en el orden de los bienes por estas nuevas formas deorganizacin econmica, tienen que someterse al poder de los reyes. La nobleza

    pasa, as, de ser una aristocracia de carcter independiente y defensora de suspropios privilegios, a convertirse en una nobleza de carcter cortesano, sometida

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    su disolucin, camina haca formas de mayor concentracin del poder centralizadocon vistas a obtener formas de gobierno en las que el sistema pudiera seguir

    mantenindose por ms tiempo.En efecto, si lo miramos a escala europea, vemos que, de los pocos pases

    que se liberaron de acceder a una revolucin burguesa, por ejemplo Espaa, sonaquellos en los que el poder central se estableci prematuramente, En cambio, enInglaterra y en Francia, el poder de la burguesa fue creciendo progresivamente ala vez que se mantenan los privilegios feudales, y fue en estas dos naciones

    donde ms tempranamente pudo accederse a sus respectivas revolucionesburguesas.De manera que lo fundamental es, desde el punto de vista de losacontecimientos polticos y sociales, el advertir el crecimiento de la burguesa yla entrada del sistema aristocrtico feudal en un proceso de actitud defensiva queya va a perpetuarse hasta las dos revoluciones del siglo XVII en Inglaterra y la definales del siglo XVIII en Francia. En todo ese lapso de tiempo, hay, en mi opinin,

    por un lado, un intento de colaboracin de clases, al menos en ciertos estamentos,entre la burguesa y la nobleza. Por otro lado, se da un retroceso de las posicionesburguesas, que, ya en el siglo XV, por ejemplo, haban amenazado con una ciertaposible toma de poder poltico de manera inmediata. Se da tambin una autodefensadel poder aristocrtico a base de crear formas mercantilistas en la economa quepudieran dar una salida a aquel sistema econmico puramente agrario que haba

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    principios de una investigacin empirica, pero que todava no poda hablarse deuna investigacin a nivel cientfico. sta va a iniciarse en el Renacimiento, a

    partir de hombres como Francis Bacon, Leonardo da Vnci, Galileo Galilei, y,sobre todo, desde el momento en que la naturaleza empieza a desimplicarse detodas sus relaciones objetivas y subjetivas con el hombre, para pasar a serconsiderada, en s, como un producto objetivo susceptible de cuantificacin.

    En un momento parenttico, en el que el concepto de naturaleza se segregatodava de los esquemas que haban prevalecido en la ms baja Edad Media, se

    da, an, lugar a formas de visin platonizantes: por ejemplo, para Petrarca lanaturaleza es el reflejo subjetivo de Dios. Petrarca pertenece todava a aquelloshumanistas que, en contraposicin con el naturalismo aristotlico, tratan derechazar la investigacin natural bajo color de principios agustinianos. San Agustnhaba tenido por principio de su investigacin el de noli fora s ire, in interiorehotninis habitat ventas, " no vayas fuera, la verdad habita en el interior delhombre. Con esta agustiniana llamada al hombre interior de signo pretrarquista,se trata de continuar una actitud subjetivista que sigue alejando del hombre a lanaturaleza, o, al menos, haciendo que aqul la contemple como reflejo de su yo.

    El paso siguiente, ya en pleno Renacimiento o incluso en sus albores, sedara en el sentido de considerar a la naturaleza como un organismo vivo, dotadade un alma, y de considerar al hombre como copula mundi,como el elemento de

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    subjetividad constituida a partir del XVII, y, desde el siglo XVIII, empieza adesarrollarse la crtica de esta filosofa de la subjetividad, para llegar al culmende la misma con la ideacin del Espritu Absoluto de carcter objetivo, con Hegel,en el siglo XIX. La disolucin de la filosofa de la subjetividad va, luego, teniendodiversas derivativas de las que ya hablaremos.

    En el orden ideolgico, de lo que se trata es de justificar este poder, estacapacidad del hombre para contemplar, cuantificar y decidir; bien porque se expresea travs de cauces puramente cientficos, o bien porque busque otro tipo deexpresin individual, que no sea, necesariamente, la de fijar y establecer lasrelaciones cuantitativas en las que el universo se mueve. Pero esta necesidad defundamentacin de lo individual es algo que distingue muy claramente alRenacimiento de tipo cristiano occidental frente a la influencia de las filosofasorientalizantes de tipo rabe. Pongamos el caso de la interpretacin del conceptoalma por la filosofa averrosta, frente a la interpretacin tomista en la EdadMeda, o, posteriormente, frente a la interpretacin que pueda hacer, desde elpunto de vista platnico, un Ficcino, en Florencia, o, desde el punto de vistaaristotlico, un Pomponacci, en Padua.

    II1.2.- Ciencia y filosofa.-Averroes haba credo que, en el caso del alma, se trataba de un alma nica

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    una cosa primordial, a saber, que el inters fundamental del Renacimiento es

    la defensa de la individualidad, Esto debe quedar muy claro como una de lasideas-fuerza del Renacimiento.Por lo dems, la idea de Renacimiento no puede reducirse a un esquema

    simplista. Se trata de una situacin socio-cultural muy amplia, muy viva y muycontradictoria. Se da, por un lado, el atesmo, por otro lado la religiosidad msacendrada; se da un espritu cientfico, un espritu mgico; se dan todas las

    corrientes ms contradictorias que puedan imaginarse, y que son el reflejo clarode esta lucha ideolgica encendida y propia de una poca que acaba de librarsepor fin del oscurantismo de la Edad Meda.

    III.3.- Epoca moderna. Reacciones anti-podery luchas religiosas.-Caminando en los siglos, esta filosofa de la subjetividad, que define al

    espritu burgus en su periodo ascendente, es interpretada desde diferentes puntosde vista por diferentes autores. La solucin que da Descartes, no es la que daSpnoza ni la que da Leibniz. Esto, dentro del modo de pensar racionalista; pero,

    por otro lado, tambin pertenece ntegramente al espritu burgus la solucinempirista que dan Hobbes o Locke por ejemplo, Son soluciones de otro cufio queno se compadece con la posicin racionalista, y que, sin embargo, son respuestas

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    prcticos ms concretos desde poca ms temprana, en Inglaterra, ah seevoluciona ya, tambin prematuramente, hacia una filosofa de la experiencia.

    En el mismo siglo XVII, cuando todava impera, a grandes rasgos, el esprituracionalista en el conjunto de la filosofa occidental europea, encontramos ya eldesarrollo de la filosofa empirista en Inglaterra, que tiene su antecedente enFrancis Bacon, se contina con Thomas Hobbes, y que, despus, va, sobre todo, ahacerse slida con la aportacin de John Locke. Pero, para ello, es necesario tambintomar en consideracin el hecho de que, en Inglaterra y desde los siglos XII y XIII,

    ya haban tenido lugar fenmenos polticos y econmicos que, por lo menos, erancoherentes con esta tendencia practicista de la filosofa. Los estatutos de Oxford y laCarta Magna son documentos en los que ya de una manera primitiva, en la BajaEdad Media, se obliga a los reyes a aceptar unas cartas fundamentales equivalentesa las que posteriormente seran remedos de Constituciones en los dems pasesdel continente. En Inglaterra, por lo tanto, esa lucha burguesa triunfante con

    carcter primitivo haba acelerado tambin el proceso socio-econmico, y, enconsecuencia, tambin el proceso de crtica ideolgica.

    Nos encontramos pues, en Inglaterra, con una nacin que va a ser laprimera que, en todo el continente, nos ofrece el ejemplo de una revolucin burguesa.Las dos revoluciones que all se dan, la de Cronwell, o la revolucin que a finales delsiglo XVII lleva finalmente a Guillermo de Orange al poder, y que acaba

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    Pero, en el Continente, as como se dan esos procesos de vaivn y decontencin o de colaboracin de clases, encontramos tambin fenmenos

    violentos de oposicin. Estos fenmenos violentos van a disfrazarse, unas veces,de espritu nacional, otras veces, de guerras de religin. Por ejemplo, en Espafia,la Guerra de las Comunidades, como oposicin al nieto de los Reyes Catlicos,a Carlos V, no puede ser entendida tan simplemente como suele ser consideradaen las historias, argumentando que los acompaantes de Carlos V eran flamencos,procedentes de Flandes (de ah viene el calificativo de flamenco), gente muy

    orgullosa que trataban con desdn a los austeros castellanos, y que stos, picadosen su orgullo, echaron adelante la guerra de las Comunidades. Esta es unainterpretacin bastante simplista de la guerra de las Comunidades. Hay algo ms

    profundo por debajo de todo eso: se ven todava los vestigios de la lucha porparte de la nobleza frente al rey, pero acompaada, en este caso, por gran partedel pueblo y de la burguesa que lucha contra aquel poder central constituido,

    que abandonando al pueblo se haba constituido en poder absoluto; y no olvidemosque, si esta lucha puede aparecer enmascarada por esa colaboracin de clasesantiestatalista en el rea castellana, y puede verse mezclada, incluso, con elproblema de los judos conversos, no olvidemos, digo, que, si aqu en Castillaadquiere estos matices, hay una regin, donde claramente tiene un matiz social:me estoy refiriendo a las Germanas del rea levantina, luchas que se dan

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    sometida al peso dogmtico y hasta dogmtico-feudal, de la Iglesia. Por lo tanto,digamos que trabajaba sobre un caldo de cultivo muy apropiado. As que, frentea la opresin eclesial, el libre examen que proponen los hombres de la reforma,era el elemento que afirmaba ese espritu individualista surgido en el Renacimiento.En este contexto, se comprende tambin, por parte de las autoridades constituidasy justamente en aquellas naciones, donde el Estado se haba centralizadoprematuramente, como en Espaa, la importancia que, para ellos, tena la

    Inquisicin como disuasor instrumento institucionalizado de represin ideolgica,en el momento en que se est produciendo una disolucin de valores. Ascomprendemos las dos cosas: por un lado, la fuerza de la lucha ideolgica, suvirulencia y su capacidad de extensin, y, por el otro lado, la violencia con que lasautoridades instituidas tratan de reprimir estas ideas.

    A este nivel, parece que la Reforma podra presentarse como un elemento

    progresivo, desde el punto de vista de la lucha ideolgica. Se defiende el libreexamen, y con ello las libres ideas; pero, cuidado, que Lutero dice tambin que larazn es la enemiga ms rabiosa de Dios. l es furibundamente irracional, casitertulianeo, y, en la problemtica entre el humanismo y la religin, que se planteaen el Renacimiento, rechaza totalmente el humanismo como cosa falsa, para ponertodo su acento sobre la idea Dios. Quiz plantea las cosas as: o predominio de

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    manera, canalizado estas guerras de religin y de los campesinos de forma

    diferente, los derroteros de ese fenmeno histrico habran sido muy distintosSin embargo, el grito de guerra de Lutero, frente a estos campesinos, fue fulminante:hay que matarlos como a perros . Estas son sus propias palabras. De manera quese ve claro cmo el movimiento de Reforma es un movimiento de raz nacionalistay aristocrtica. El seor alemn quiere libertad de conciencia, pero sus vasallos,los que viven debajo de l, no deben tenerla. Ellos estn obligados a admitir la

    religin que su seor adopte; se trata, por tanto, de una libertad militar. Esto permite,tambin, ver claro que el movimiento de Reforma es, igualmente y en el fondo,un movimiento poltico, que viene adjunto a una crtica ideolgica general que

    proclama la defensa del individualismo. Y precisamente, mirando al futuro, eseste ltimo el fenmeno que adquiere una ms honda significacin de ordenhistrico. Si la Reforma, si el protestantismo, se apoyan en la defensa de lo

    individuo, es precisamente por aqu, por donde pueden ser recuperados por laburguesa. Entonces, es la burguesa, que adviene al protestantismo, la que va,por esa va individualista, a iniciar el fenmeno capitalista en el Occidente Europeo.Esto, las relaciones del protestantismo con el capitalismo en sus inicios, ha sidoya perfectamente estudiado, y se comprueba que aquellos pases en los que elprotestantismo triunf fueron los que primero accedieron a la forma de

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    de las burguesas nacionales. Esto explica el hecho de que, por ejemplo, unemperador catolicsimo, como fue Carlos V, diera carta blanca a sus soldados

    para que saquearan Roma a diestro y siniestro. Y as tambin podemos explicarque la catlica Francia militara en el bando protestante, en el ltimo periodo dela guerra de los 30 aflos. Por lo tanto, no se trata, en ellas, de defender intereses

    puramente religiosos, sino de dominacin poltica y econmica.

    III.4.- El Siglo XVIII y la Ilustracin.-Es as como se llega al siglo XVIII, a partir de una transformacinideolgica que va pasando, en filosofa, de la primitiva lucha renacentista entre

    platnicos y aristotlicos, del racionalismo y de la superacin de las formasnaturalistas y mgicas a la constitucin, del siglo XVI al XVII, de esquemasirracionalistas, lo que va a permitir una crtica al racionalismo, a lo largo de todo

    el siglo XVII, hasta que, en el siglo XVIII, se da su sustitucin por formas decarcter emprico que van quebrantando las bases de una elucubracin puramenteabstracta. Esto, en el orden filosfico. En el orden literario, vemos cmo la euforiaclsica del Renacimiento da paso inmediatamente a un sentido del desequilibrio,de la inseguridad, a una valoracin de la Contrarreforma, a todo aquello querepresenta el barroco. Y, en medio de todas estas tensiones ideolgicas, vamos

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    cuyo sentido pleno radica en la obtencin de beneficios fiscales, empiezan aaparecer del siglo XVII al XVIII.En esta situacin, la burguesa sigue ejerciendouna fuerte tensin en el seno de la sociedad. Entonces, qu duda cabe de que lasnecesidades econmicas de unas naciones que se extendieron por el NuevoMundo, que llegaron a Asia, que tienen, prcticamente, relaciones normales conel mundo entero, junto con los nuevos descubrimientos, son las que fuerzan anuevas empresas de carcter econmico. Sin duda haba, entonces, una mayor

    demanda de productos, y la antigua estructuracin gremial, an persistenteentonces, aquellos gremios que no permitan que nadie se introdujera en su seno,si no haba pasado antes por todos los estadios de aprendizaje obrero hasta llegara la produccin de la obra maestra, recibir el espaldarazo del maestro, y poderabrir un taller con su nombre propio; estos gremios, digo, con sus restricciones ylimitaciones de extensin, ya no dan abasto para cubrir la demanda que se cierne

    sobre los nuevos mercados. En consecuencia se llega a una produccin de carcterpirata. Gran parte de aquellos hombres que trabajan, quiz, con otros maestros adeshora, compran, entonces, su propio telar o establecen sus particulares formasde produccin y empiezan a producir por su cuenta. Con grandes protestas delos gremios, que crean gran tensin: segn las leyes, las autoridades, los reyes seven obligados a proteger los gremios frente a estos piratas de la produccin. Por

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    y de distribucin, que eran las que estaban definidas dentro de la teorafisiocrtica, Es en esto, donde todo el siglo XVIII se constituye en un gran movimiento

    ilustrador, que, por la expansin hacia arriba de la burguesa, va afectando yaincluso los salones de la nobleza y hasta las antesalas de los mismos reyes.

    Si tenemos en cuenta que, de todos los ministros de Luis XIV, solamenteuno, el ministro de la guerra, era un seor noble, porque la guerra haba sido eloficio normal de la nobleza, y que todos los dems estn reclutados entre la burguesa,se ve claro que sta haba llegado ya hasta las consejeras reales, y que este esprituilustrador que acaba, por su influencia, convenciendo a los poderes constituidos dela necesidad de adoptar unas nuevas formas de gobernacin, aboca a un resultadomuy paternalista: el despotismo ilustrado, es decir, aquella forma de gobernacinque esgrime, como fundamental, el lema de todo para el pueblo, pero sin el pueblo.Es, en Espaa, la poca en que Carlos 111 se dedica a hacer repoblaciones como lade Linares, como la de La Carolina, o como la Carlota; la poca, en que se dedicaa poner alumbrado en Madrid, y, como decan los escritores de la poca, a regalarlelos odos al pueblo desaliado, que es un poco descuidado de s mismo.

    Se trata, entonces, mirado con un bistur analtico ms profundo, no dedecir: Caray, de la noche a la maana, los reyes se hicieron buenos, y, de no

    pensar en el pueblo, pasaron a dedicarse mucho a sus pobres pueblos amiseriados,

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    Los estudiantes revolucionarios del mayo francs de 1968 afirmaban quehaba habido dos revoluciones triunfantes en los tiempos modernos; la primera,

    la francesa, que habra tenido carcter jurdico; la segunda, la rusa, que habraconcretado su carcter econmico. Afirmaban, a continuacin, que la revolucinque estaba pendiente habra de tener un carcter cultural.

    IV.- Origen del capitalismo.-Decan por lo tanto, que la revolucin francesa haba sido una revolucin

    jurdica, la revolucin rusa, una revolucin econmica, y que su revolucin, ladel mayo del 68 habra de ser una revolucin cultural. Qu significaba paraaquellos estudiantes del 68 la formulacin de presentar a la revolucin francesacomo una revolucin jurdica? Significaba, justamente, que la entendan como laculminacin del movimiento burgus , que no poda terminar de triunfar hastatanto no se establecieran unas bases jurdicas que transformaran, por ley, las

    relaciones y derechos polticos de convivencia, en un sentido igualitario .Segn vimos anteriormente, el movimiento burgus haba empezado por

    un proceso de acumulacin primitiva, haba continuado con una expansin social,ideolgica, cultural y haba invadido los cuadros polticos intermedios, haballegado en el siglo XVIII incluso a las curias reales constituyendo la pieza msimportante de aquel rgimen que se llam de despotismo ilustrado. Habamos

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    del concepto de plusvala, y que, por ello, no poda entenderse en un rgimeneconmico de puro trueque, ya que, al fin y al cabo, las bases del rgimen

    mercantilista eran el do ut des",te doy para que me des. -Por otro lado, este sistema mercantilista, abocaba, por parte del Estado, a

    la creacin de los famosos estancos, que eran los monopolios a favor del propioEstado. De manera que este sistema, aadido al de la insistente permanencia delrgimen de los artesanos unidos en los gremios, estaba impidiendo la creacin denuevas formas de produccin. Se necesitaba, por lo tanto, romper el monopolio,

    espina dorsal de la concepcin mercantilista y, sobre todo, romper el rgimengremial artesano. Ello, como ya vimos, vino precedido de unas prcticas deelementos secundarios de los medios gremiales, que, por su cuenta, instalabantelares o talleres que podan llamarse piratas. Pero los gremios, organizados desdela Edad Media, recababan de los reyes el combate a estos hombres que disminuanla importancia del gremio, que les hacan la competencia a ellos mismos, los

    artesanos maestros, y que oponan les serias trabas, incidiendo piratescamente enla produccin. El hecho es que lo que aquellos seores piratas producan, sevenda, y se venda porque haba demanda de ello en el mercado.

    Estamos pues, en una situacin de tirantez en la que la burguesa pasa a laprctica real de la produccin, piratescamente, con relacin al rgimen gremialartesanal, y, por otro lado, en el orden de la reflexin econmica se dedica a

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    encima de la voluntad del rey. Pero, para que algo est por encima de la voluntaddel rey, es necesario que se cambie el concepto de soberana. Si hay algo que

    est por encima del rey, el rey deja de ser un soberano, y, al dejar de ser soberano,la misma institucin real resulta cuestionada en s misma. Por lo tanto, de lo quese trata es de conducir el concepto de soberana real al concepto de soberananacional, y el concepto de sbdito al concepto de ciudadano. Estos son los

    problemas fundamentales que aquejan al movimiento burgus en los umbralesde la revolucin burguesa.

    Es as como cobra sentido aquella afirmacin de los estudiantesrevolucionarios de 1968, que decan que la revolucin francesa haba sido unarevolucin jurdica, una revolucin tendente a conseguir crear una situacin dondese produjera una situacin jurdica en la que quedara garantizada, desde todos los

    puntos de vista, la propiedad privada de los medios de produccin.

    IV.l.- La Revolucin Francesa. Etapas, componentes, desarrollo.-Los ingleses trasladan, va Francia, este liberalismo poltico y econmico

    al Continente. Y as nos encontramos con que, a travs de personajes como Diderot,DAlembert, Montesquieu, como el propio Rousseau, aunque este se les adelantaen la concepcin socialista, como el barn DHolbach y como otros muchos, seva trasmitiendo esta idea liberal revolucionaria, que va incidiendo, cada vez ms,

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    constituirse la Asamblea Constituyente, a partir de los hechos violentos queconcluyen con la toma de la Bastilla, que no supuso, entonces, la muerte del rey,

    pero que no tardara en presuponerla.Una vez que el estado aristocrtico y el estado clerical fueron rebasados

    por la fuerza revolucionaria del pueblo, y por los cuadros de la burguesa, entoncestambin revolucionaria, inmediatamente se plantea la cuestin del sentido queaquella revolucin va a tener. Es as como podemos explicarnos las diferentesetapas por las que pasa la Revolucin Francesa. Estas etapas son: la de la AsambleaConstituyente a la Asamblea Legislativa, de sta a La Convencin, de sta alDirectorio, de ste al Consulado, y de aqu al Imperio. En el Imperio, lacontrarrevolucin de la Santa Alianza, dirigida por Meternich, consigue, por fin,

    poner el cinturn definitivo a Napolen y obl igarle a marchar de Francia en formade prisionero, aunque, despus, Napolen, fugndose de la isla de Elba, producirel regreso para el intento del famoso Imperio de los cien das. El poder de lacontrarrevolucin aristocrtica est bien establecido, y Napolen fue impotente

    para restablecer la revolucin.Tiene inters conocer el desarrollo de la Revolucin, sobre todo, porque,

    de ello, se pueden sacar conscuencias hacia el mundo contemporneo, al vercmo esta revolucin fue cambiando de signo progresivamente y cules fueron

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    movimiento girondino el que representaba estrictamente los intereses de laburguesa, y que iban encaminados no a una revolucin social, sino a una

    revolucin de momento estrictamente jurdica, es decir, a crear una situacin dondese garantizaran los derechos a la propiedad privada de los medios de produccin.Demomento, el fervor revolucionario del pueblo lleva a los ms radicales al poder,Los jacobinos eran los ms radicales, pero eran estatalistas; su lema era todopara el pueblo, pero a travs del Estado. De manera que de lo que se trataba, paraellos, era de la constitucin de un Estado fuerte que termin devorndose a s

    mismo. Este Estado, dirigido por el incorruptible, por Robespierre, llev a cabola reforma jurdica ms completa que se hizo durante todo el periodorevolucionario. Y tambin en los frentes de batalla demostr, entonces, el ejrcitorevolucionario francs el coraje ms indomable y los xitos ms rotundos frentea las tropas de la Santa Alianza.

    Pero no puede olvidarse que todo aquello se produca en medio de intereses

    realmente distintos; que todo eso daba lugar a una poltica de minamiento interno,y que, frente a esta poltica de interno socavamiento, a Robespierre no se le ocurrims que decidir que la nica solucin era plantear el rgimen del terror. Rgimenque acaba por llevar a los reyes y a una gran cantidad de nobles a la guillotina,pero tambin, a los hombres revolucionarios acaba llevndolos a ese destino. Asun hombre como Dantn es objeto de decapitacin por parte del propio

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    IV.2.- El perodo napolenico.-Ahora bien, si la formula del Directorio a falta de personajes importantes

    que supieran asumir los intereses de la propia clase burguesa dur poco, sinembargo, el hecho es que, como clase, la burguesa tena ya asegurado el triunfode la revolucin para si misma. De manera que aunque se pasara con el Consuladoa dar el poder a un gobierno de tres, entre los cuales se contaba Napolen Bonapartecon su prestigio de joven general y la popularidad de sus constantes victoriascontra los ejrcitos contrarrevolucionarios aliados, fue aqul un rgimen que,

    aunque algo distinto del Directorio, esa diferencia se justific slo por la presenciade Napolen Bonaparte en l. Pero dndose cuenta ste muy pronto de que erasolamente l el que constitua el rgimen, y el nico que poda representar losintereses personales de la clase burguesa, muy pronto tambin, salt al poder

    personal, convirtiendo al Consulado en Imperio y a l, de cnsul, en Emperador.Napolen, como emperador, sigue siendo el portador de las ideas de la

    Revolucin Francesa. Ciertamente, no el portador de aquellas ideas de libertad,igualdad y fraternidad, y de aquellas ideas de revolucin social con las que habanacido el movimiento de 1789; pero s haba sido el portador de las ideas de laRevolucin Francesa, como superador del concepto de soberana real a favor dela soberana nacional. Y s, tambin, portador de los intereses de la burguesa, enel sentido de que, slo a travs de los cdigos napolenicos, nos encontramos con

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    personales llegan a poner incluso en contra de l a las burguesas nacionales delos diferentes pases europeos que l iba tomando, entonces, prcticamente ya,

    estaba acabada la revolucin burguesa europea en la versin francesa de 1789,pero las semillas de esa revolucin, y puesto que esa revolucin responda a unosintereses comunes, estaban echadas.

    Napolen, en su marcha victoriosa por Europa, fue recibido con los brazosabiertos por todas las burguesas nacionales, que haban visto en l al libertadorfrente a todas las aristocracias feudales por las que estaban sometidos. Este hombre,recibido, en principio por el aplauso de un Beethoven, que le haba dedicado suIII Sinfona, la Heroica, fuerza, con sus actos, a llevar al propio Beethoven alcampo antinapolenico. Todo un smbolo: Beethoven representaba, en esto, alresto de la burguesa europea, que haba resultado desencantada de las prctcasnapolenicas por todas las naciones europeas.

    IV3.- La Restauracin y las revoluciones burguesas en el siglo XIX en Europa.-Napolen, pues, vencido en Waterloo, ltimo campo de batalla, es

    abandonado socialmente por las burguesas europeas, en las que no encuentraninguna apoyatura. Esto da lugar a una situacin contrarrevolucionaria en Francia.Luis XVIII se instala bajo el signo de la contrarrevolucin. Los intereses del

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    Como no poda negarse la realidad de aquella clase con los intereses queportaba, esto dio lugar a la reactivacin del descontento de los intereses de esa

    clase, y a la produccin de la revolucin de 1830, que acabar anulando la dinastade los borbones en la persona de Carlos X, y poniendo como heredero a unapersona de otra rama, Luis Felipe de Orlens, simplemente por el hecho de queese hombre s estaba dispuesto a contemporizar con los intereses de la burguesa.

    De manera que de los aflos 20 al 30 del siglo XIX y pasado el periodo dela ms fuerte reaccin, la burguesa se rehace, vuelve a aliarse con el pueblo,reido de manera radical con la institucin real, y llega a hacer posible el xitode la revolucin en 1830, Aqu es donde tiene sentido ya hablar de las semillasnapolenicas en el resto de Europa. 1830 supone no solo una revolucin enFrancia, sino que supone un movimiento de niveles continentales. Hay unaforismo poltico que dice que, cuando Francia se acatarra, Europa estornuda, y,

    en efecto, todos los movimientos revolucionarios franceses tienen la virtud detener una repercusin cataltica, de un tipo o de otro, en el resto de las nacioneseuropeas, La revolucin de 1830 se refleja por lo tanto, tambin, en Blgica, enAustria, Alemania, Italia, Espaa, y no en todos los lugares tiene el mismo signode triunfo, pero, en todos ellos y con una polaridad o con otra, sobreviene atacandoa la institucin real, o bien recabando que la institucin real acepte una carta

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    Augusto Comte, su secretario, el gran descubrimiento de 1822, es decir a laconclusin de que las sociedades no se mueven de cualquier manera, sino que

    los movimientos sociales responden a determinadas leyes; que estas leyes, aunqueno sean leyes fsicas, s son, de una manera o de otra, leyes actuantes, que spueden cuantificarse de alguna manera y constituirse en objeto de ciencia. Esaqu, donde nace el embrin de la sociologa, que, ms tarde, tendr una forma

    burguesa en los continuadores como Comte, Spencer o Durkheim, y que tendr,luego, una versin revolucionaria en continuadores como Pierre Joseph Proudhon,

    Carlos Marx o los continuadores de ellos.Saint Simn muere en 1825, dejando,en el momento de su muerte, una gran cantidad de adeptos. La influencia delsaintsimonismo se extiende claramente hasta mediado el siglo XIX, aunque, entrelos saintsimonianos posteriores no se mantuvo la idea primordial de la democraciaindustrial que Saint-Smon haba planteado y se desarrollaron, ms bien, porcauces de carcter tecnocrtico, por estar interesados, sobre todo, en la gran

    explosin de la revolucin industrial. No olvidemos que el canal de Suez fue engran medida proyectado y fomentado por saintsimonianos. Quiero decir, conesto, que las ideas de alguna manera sociales y por encima de superestructuras

    polticas estaban ya arraigadas en Francia desde los aos 20 del siglo XIX, yque, desde que triunfa la monarqua de Luis Felipe en 1830, hasta la prximarevolucin en 1848, durante esos 18 aos, hay un largo proceso de

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    Democrticode Vctor Considerant, y, tambin en 1848, elManifiesto comunistade Carlos Marx. Pensemos por lo tanto en lo importantsima que resulta esta

    fecha de 1848.En 1843 ya haba escrito Proudhon su opsculo de ttulo Qu es la

    propiedad,que haba sido el mayor alegato contra la propiedad privada, y por lotanto la mayor oposicin terica que se haba presentado a las propuestas derenovacin jurdica de la burguesa, a las meras proposiciones burguesas de unafianzamiento de un rgimen jurdico que garantizase la seguridad de la propiedad

    privada. En este trabajo, Proudhon presenta a la propiedad como producto delrobo. En 1846, publica Proudhon El sistema de las contradicciones econmicas,donde se presenta, por primera vez, la evolucin de las formas e instanciaseconmicas como elementos predominantes de las instancias de la evolucinsocial. Esta idea va a ser tomada por Carlos Marx, ms tarde, para hacer de ellala base fundamental de su trabajo econmico, tanto en los Grundrisse, no

    publicados en vida, como en el prlogo a su Contribucin a la crtica de laeconoma poltica, o en El Capital, publicados con mucha posterioridad a laobra de Proudhon.

    En esta poca, 1845-46, Proudhon y Marx no estn todava reidos. Mstarde habr una ruptura radical; Marx escribir, contra El sistema de lascontradicciones econmicas o Filosofa de la miseria de Proudhon, su famoso

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    estos dos estamentos, y el choque violento entre los dos. Resultado: la masacrepor parte del pueblo trabajador parisino, la separacin radical del pueblo trabajador

    con relacin a la burguesa.Estamos en presencia de una profunda transformacin, porque, si damos

    por cierto que el instinto de clase se posee por naturaleza, y que ese instintocondiciona ciertos actos; si damos tambin por cierto que esos actos llevanasimismo a una toma de postura y a una generalizacin mental en la que elinstinto se va convirtiendo en conciencia, y que si, a su vez, esa conciencia seapuntala, congruentemente, en una prctica de lucha constante, esto va dando ala clase una serie de experiencias, con las cuales puede establecer, mentalmente,un sistema, un proyecto revolucionario, el resumen es que es as como naceentonces la idea revolucionaria, pasando, pues, de instinto a conciencia y deconciencia a proyecto revolucionario. La conclusin es, pues, que la revolucinde 1848 representa un momento capital, porque, al ser un momento deconfrontacin directa con la clase burguesa, est ya en condiciones de ofrecer unmaterial acelerador de la concientizacin, y acelerador, tambin, de lageneralizacin de conclusiones, con vistas a la creacin de los idealestrabajadores.Por lo tanto, la lucha, ya separada, claramente, de burguesa y

    proletariado sigue a partir de 1848, y nos encontramos en 1851 con un movimiento

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    advenimiento de un poder fuerte que la sometiera, no para destruirla, sino paradarle unas nuevas formas de integracin en el sistema, con posibilidades ms

    seguras de defensa frente a la expansin de la burguesa. Los Reyes Catlicos, apesar de que ahorcan nobles, y, en signo de humillacin, decapitan torres de suscastillos y palacios, no son, ni mucho menos, defensores de la burguesa de lapoca ni del pueblo llano; son reales defensores de los intereses aristcratasfeudales. Van, coyunturalmente, en contra de la aristocracia feudal, pero,estructuralmente, a favor de ella. As podemos explicar tambin la prctica de

    Luis Napolen Bonaparte. Va en contra de una repblica, en cuyo seno se estabanfraguando fuerzas revolucionarias muy importantes, que haban sido masacradasen junio del 48, pero que seguramente no tardaran mucho en ser suficientementefuertes para llegar a movimiento triunfante. Es as como Luis Napolen se vuelvecontra la repblica, para dar nacimiento al Imperio, y, de rechazo, favorece losintereses de la burguesa.

    Vamos, ahora, a dialogar un poco entre todos.

    Coloquio

    - Se puede decir algo de Miguel Bakunin en esta poca?- Bueno, Bakunin empieza a aparecer en escena un poco ms tarde, Es a

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    alcanza hasta Polonia, y el Austrohngaro, que ocupa, prcticamente, todo elcentro de Europa. Curiosamente, la posicin de Marx y de Engels, en referencia

    al imperio Austrohngaro, era, ciertamente, extraa para dos pensadoresprogresistas, pues, en ellos, se propugnaba un cierto germanismo, en el sentidode disculpar la accin germana hacia oriente como la accin de un pueblocivilizado frente al poder brbaro del despotismo ruso, mientras que noencontraban disculpa alguna para la accin rusa encaminada, segn expresinde los zares, a liberar los pueblos eslavos sometidos por el imperio Austrohngaro.Sus simpatas se apoyaran, pues, en el argumento expreso o tcito de que siemprela accin germana sobre oriente supona una punta de lanza de la civilizacinsobre la barbarie. Tal posicin era difcilmente sostenible desde el punto de vistade un anlisis hecho bajo la ptica de la lucha de clases, en lo que la posturaeslavizante de Bakunin tena, necesariamente, que chocar con la posturagermanizante de Marx y Engels, cosa que no poda dejar de acentuarse con ladiversidad de posturas polticas. Sin embargo, aunque la calumnia de Marx sobreBakunin era evidente, ste, al regresar de la prisin, fue a visitar a Marx entrminos amistosos. A este respecto, se conserva una carta dirigida por Marx aEngels, en la que, hablando muy positivamente del ruso, le dice: despus dequince aos, he vuelto a ver a este hombre. Es maravilloso, sigue teniendo lasmismas ideas revolucionarias, sigue siendo el mismo de siempre, despus de

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    la burguesa, y, consecuentemente, tambin el proletariado. En unas naciones,tiene el carcter de revolucin de burguesa nacional, en otras, tiene un matiz

    tendente a la reforma agraria, y por lo tanto afecta ms a cuestiones de tiposocial, y, en otras, lo que priva es la independencia nacional frente a lasdominaciones extranjeras, como en el caso de Italia. Y en Espaa, donde porrazones histricas la burguesa no haba podido desarrollarse con el mismoempuje que en el resto del continente, en Espaa, digo, se producenmovimientos burgueses, desde luego, pero de carcter minoritario y tendentes,

    sobre todo, a hacer modificaciones desde el dominio de la superestructurapoltica espaola a este respecto. Ms tarde, hablaremos de la situacin. Elcaso es que el proletariado va tomando, cada vez, ms conciencia de s mismo,y aunque la revolucin burguesa no triunfa simultneamente en todas lasnaciones europeas, e l movimiento proletario va en muchos casosadelantndose al movimiento burgus. Por ejemplo, en el caso de Alemania,

    donde no se dio una revolucin burguesa propiamente dicha. En Alemaniahaba habido una revolucin fallida en 1830, una revolucin de carcterromntico en la que haba militado, por ejemplo Wagner, y, finalmente, larevolucin del 48, en la que hombres como Feuerbach, el mismo Marx oEngels, haban puesto todas las esperanzas. Tal revolucin, sin embargo, no

    poda menos de ser una revolucin burguesa. El fallo de esta revolucin dio

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    tanto, sin que la burguesa alcanzara el poder poltico, se produjese undesarrollo econmico que era siempre apetecible y prioritario para la burguesa

    de la Alemania de entonces.Esta situacin en Alemania dio lugar a bastantes confusiones y vacilaciones

    a la hora de hacer un anlisis sociopoltico de la misma. Por ejemplo, CarlosMarx, en el Prlogo a la Contribucin a la crtica de la economa poltica,afirma que ningn orden social desaparece hasta tanto no se hayandesarrollado todas las fuerzas productivas que tienen cabida en l, Es decir,algo as como si se tratara de un limn que no deja de ser vlido hasta que nose le ha exprimido del todo. Sin embargo, enjuiciando la cuestin alemana,Marx, que era muy consciente de que la revolucin burguesa no se haba

    producido en Alemania, dice que la revolucin proletaria sucedera all, al dasiguiente del triunfo de la revolucin burguesa; con lo cual contradeca su posicinmecanicista en cuanto al desarrollo de las clases u rdenes sociales, segn habaexpuesto en el prrafo anteriormente citado.

    IVA- El proceso burgus. Un ojo a Espaa.-E1 caso es que no triunf ni la una ni la otra. Ni la burguesa lleg a la

    toma del poder poltico como tal, en Alemania, por lo menos hasta la repblicade Weimar (1919), y estamos ya en la terminacin de la Primera Guerra Mundial,

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    Este tipo de ideologa noble lleg a calar profundamente incluso entre el pueblo,donde uno se suele encontrar con la frase de que el que trabaja es que no sirve

    para otra cosa. Esta ideologa antitrabajo, esta ideologa que considera que elhombre que trabaja est en esa situacin por incapacidad para algo ms, produceuna situacin de escapismo con relacin al trabajo, que, adems, estaba totalmentemaltratado en el orden industrial y en el orden agrario. En Espaa, se habandado dos golpes funestos a la cuestin agraria: por un lado, el planteamiento delConcejo de la Mesta por los Reyes Catlicos, como medida para disminuir el

    poder econmico de la nobleza, haba esquilmado las posibilidades materialesde desarrollo de gran parte de los campos espaoles, ya que rebaos inmensostenan el privilegio de ir pastando de norte a sur de la nacin. Por otro lado, losnicos que haban dado un impulso original, en Espaa, a la agricultura, desde ladominacin romana, haban sido los rabes, que haban importado frutos nuevose implantado formas nuevas de explotacin y de irrigacin, y que conservaban

    un determinado sentido de la propiedad de la tierra para su explotacin.En el reinado de Felipe II, se produce la guerra de las Alpujarras, de

    carcter independentista, dirigida por Fernando de Crdoba y Vlor (AbnHumeya tras su abjuracin del cristianismo), y, ya en los reinados de los ltimosAustrias, se llega finalmente a dar el tiro de gracia a la agricultura con la expulsinde los moriscos, complementaria de la expulsin de los judos que haban realizado

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    los conventos acogindose a una fe que no siente, multiplicando, as, el nmerode religiosos o del clero secular, de una manera tan peligrosa que el propio

    Cardenal Cisneros se vio en la necesidad de hacer una profunda reforma tendentea cortar las posibilidades de ingreso en la vida religiosa. De manera, que, bien

    porque la gente se marchaba a Amrica, o a Flandes o a los conventos, Espaa sedespoblaba y dejaba de cultivarse ese trabajo necesario, y dejaban de producirsefuentes de riqueza autctonas, y, entonces, se provea a la administracin del oroamericano. Por supuesto, acudiendo a la actividad bancaria de algunos elementoseuropeos. Voy a recordar otra vez lo que deca Quevedo, a propsito del ciclodel oro: nace en Amrica, muere en Espaa y se entierra en Gnova. De maneraque, todas estas circunstancias se prolongaron, no solamente bajo los Austrias,sino incluso bajo los Borbones, aunque stos s tuvieran alguna originalidad conrespecto a los Austrias, fueran ms liberales y notan central izadores ni tan cesreoscomo ellos, y fueran ms ilustrados, en el sentido de que crearan Academias,escuelas, y, en el caso de alguno de ellos como Carlos III, llegaran, incluso, a lacomprensin de la necesidad de una reestructuracin de la explotacin agraria,con la creacin de colonias nuevas, como la Carolina, Linares, La Carlota y unaserie de pueblos de ese estilo. Pero lo curioso es que, ni siquiera para estos

    planes de carcter positivo, se tena en cuenta la confianza en los valores del

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    este tipo de hombres que, curiosamente, aunque eran enemigos directos de lashuestes de Napolen trataron de plasmar en las Cortes de Cdiz los resultados

    ms importantes de la Revolucin Francesa. Pero, en general, lo que predominabaera un sentimiento de xenofobia, de odio al extranjero. Hay una falta total declarividencia, con respecto a lo que haba significado la revolucin francesa,como revolucin burguesa que viene a aplastar a un rgimen imperante, y, porsupuesto, la mayor parte de los ncleos de resistencia espaoles, frente a lossoldados revolucionarios de Francia, se movilizaban a la voz de los curas de los

    pueblos; ellos eran los principales agitadores, y, en su inmensa mayora, salvocasos muy honrosos, no eran portadores de una ideologa progresiva, sino msbien regresiva. La inmensa mayor parte del curato espaol se opona a larevolucin francesa, sencillamente porque la revolucin francesa haba hechouna poda enorme en los curas de la Francia de la poca, y haba distinguido entrelos curas que aceptaban el Vaticano y los que aceptaban la revolucin,

    Es este anticlericalismo de los revolucionarios franceses el que lleva a lamayor parte del clero espaol a ponerse en contra de la invasin francesa. Y lainfluencia del clero sobre las masas populares era, en la poca y sigui siendomucho tiempo despus, tan enorme que a su voz podan movilizar grandes zonasde oposicin, Pero, en realidad, la mayor parte de los que combatan laRevolucin Francesa eran ignorantes de que, en lo profundo y por encima

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    liberalismo en literatura. Hay, por lo tanto, una correlacin entre liberalismo yromanticismo. Y los romnticos, hombres como Larra o Espronceda, son

    portadores de estas ideas liberales, y por supuesto antifemandinos.Con base enellos y en toda la burguesa intelectual, se forma un movimiento que est cadavez ms claro respecto a la necesidad de combatir la situacin aristocrtico-feudal, pero que, sin embargo, carece de una base social suficiente para poder

    promover por s mismo una revolucin social. Por lo tanto, hay que tener presenteque, desde esta poca ya, la burguesa espaola no puede aspirar a una revolucin

    social, porque carece de tal base, ya que aqu no se desarroll la industria, no sedesarrollaron los capitales de industria, ni las inversiones de los grandes

    poseedores, y, entonces, a lo que aspira la burguesa es a incrustarse en los aparatosdel Estado, para, desde all, promover los cambios estructurales que estimarannecesarios, si es que podan conseguirlo. As, con base en todas estas revoluciones,la de 1830, la del 1848, que tienen tambin su repercusin en Espaa, alguna,incluso, anterior como la del general Rafael del Riego de 1823, que es ahogada

    por otra invasin francesa, solicitada por El Deseado, la de los 100.000 hijos deSan Luis; con esa bases, decimos, esa burguesa va creando unos cuadros, que, ala muerte de Fernando VII y dada la situacin de inseguridad poltica, van a irsedespeando por una especie de derrotero de pronunciamientos militares, quevan a ocupar, prcticamente, toda la segunda mitad del siglo XIX.

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    Surge, entonces, la figura de un financiero espaol, Juan lvarez yMndez, conocido como Mendizbal, que haba participado en la insurreccinde Riego, por lo que tuvo que emigrar a Inglaterra, donde vivi mucho tiempoy se enriqueci. Vuelto a Espaa, ocup cargos polticos de muchaimportancia. Gran conocedor de las finanzas, promovi, en el empobrecido

    bando liberal y con vistas a la obtencin de fondos, la Ley de Desamortizacinde los Bienes de Manos Muertas. Se entenda que bienes de manos muertaseran los bienes pertenecientes no a particulares sino a entidades. Bienes de

    manos muertas eran los comunales de la Iglesia y de los municipios. Lapretensin de Mendizbal era doble: disminuir la deuda del estado y sanearsus finanzas, a la vez que contribuir a los gastos de guerra. Pero el motivofundamental era la creacin de una clase burguesa poseedora que, como elmiedo guarda la via, por defender su propia propiedad, acabara tambindefendiendo al rgimen en el cual esta su propiedad estara amparada. Los

    bienes de manos muertas tenan que ser comprados con bonos de Estado.Estos eran una especie de emisin de deuda pblica que estaba completamentedesvalorizada, y que poda comprarse a muy bajo precio. De esa manera, loshombres que se hicieran con bienes de manos muertas tenan la ocasin deacceder, por poco dinero, a una importante propiedad. Ahora bien, si nos

    preguntamos quin o quines compraron esos terrenos, resulta que no fueron

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    Esta es una de las soluciones a las que aboc aquella medida deMendizbal tendente a la constitucin de una clase burguesa que pudiera apoyar

    el rgimen liberal, Por supuesto, por debajo de todo esto y a la sombra de todoesto, el movimiento liberal se haba convertido ya, de alguna manera y en algunosestadios, en movimiento socialista o socializante, porque las ideas de los llamadossocialistas utpicos, como Owen, Fourier o Saint-Simon, haban ya penetradoen Espaa, eran ya vigentes aqu, en la primera mitad del siglo XIX. Y estoconstitua un elemento de radicalizacin que se puede constatar a travs de las

    revistas, a travs de la prensa de entonces. Pero esto constitua todava una especiede actividad mayormente intelectual, propagandstica en las superficies sociales.Qu haba por debajo?. Por debajo no haba, en Espaa, un autntico movimiento

    proletario, porque no haba una industria desarrollada consecuentemente. Perolas regiones espaolas estaban, siguen an, diferentemente compensadas: porejemplo, la Andaluca de la primera mitad del XIX estaba mucho ms

    industrializada que la Andaluca de finales de siglo; aqu, en Mlaga, Sevilla yCdiz, haba zonas industriales de cierto peso que permitan la constitucin deun cierto proletariado. Pero, sobre todo, es en las zonas del norte, en Asturias porejemplo, donde se ha dado ya desde la poca de Jovellanos la explotacin delcarbn y su servicio a otras zonas espaolas, la explotacin de las aceras enBilbao, y sobre todo la industria del telar catalana que haba tenido una gran

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    burguesa industrial, y con ella, consecuentemente, el proletariado. De maneraque el proletariado accede a la conciencia de clase ya propia y exclusiva, a partir

    de la lucha que desde 1848 inicia, primero, con la burguesa y luego contra laburguesa. Pero esta conciencia proletaria vena acrecentada, por la presencia deteoras revolucionarias que pretendan sistematizar el movimiento obrero, en loque ya no solamente intervienen los utpicos, sino que es decisiva la actividadde Proudhon, de Marx, de Engels, de Blanc, de Blanqui, de Bakunin, de unabuena cantidad de hombres de letras, de tericos revolucionarios.

    Sin embargo, ya hemos visto cmo, en Francia, en el ao 1851, se corta lamarcha republicana, y habamos tratado de explicar cmo Napolen III es, en elfondo, un representante de la burguesa, que se inviste de formas dictatoriales,autoritarias, por encima de las formas republicanas, para mejor someter a la nacienteclase proletaria, Hay, con motivo del reinado de Napolen III desde los aos 1851 a1870, en que su imperio cae bajo las armas prusianas en la batalla de Sedn, todo un

    proceso, en el que, por un lado, el proletariado resulta comprimido, aherrojado, perotambin busca, a partir de la conciencia que haba adquirido, los procedimientos demayor expansin, de mayor desarrollo, y sobre todo de acceder a formas deorganizacin cada vez ms claras. Los movimientos que, por entonces, haba enFrancia eran escasos movimientos de carcter jacobino, estatalistas, que pervivan

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    realizacin de esa revolucin. Por lo tanto, aspiran a una revolucin social y no a unarevolucin poltica. Me estoy refiriendo aqu, por un lado, a la tendenciapoltica,

    representada por Marx y Engels y por los partidarios alemanes, sobre todo, a laincipiente socialdemocracia alemana que haba venido siendo dirigida por FernandoLasalle, y, por el otro lado, estamos hablando del movimiento bakuninista, al que, yadesde la constitucin de la Alianza Democrtica Socialista y de su ingreso en laInternacional, el bando marxista vino combatiendo, tanto ms porque la tendencia

    bakuninista haba llegado a tener un gran peso especfico en la Internacional obrera.

    El temor del bando marxista, por la gran acogida de las propuestas colectivizadorasde Bakunin en el seno de la Organizacin, lleg a ser tan grande que crey necesarioproceder a una maquinacin que concluyese con la expulsin de Bakunin y susseguidores de la Internacional, cosa que consigui en septiembre de 1872, en elCongreso de la Haya, a la vez que alcanzaba el acuerdo de una remodelacin de losestatutos de la A.I.T., alterando su artculo octavo, para hacer que en l se explicitara

    la necesidad de constituir un partido poltico que fuera dirigente de la Internacionale interviniera en los parlamentos de todos los pases. Fue as como se lleg a lacreacin de la II Internacional, una Internacional ya abiertamentepoltica.

    Esto dio lugar a la divisin del movimiento obrero que an persiste hoyen las dos fundamentales lneas que pueden llamarse marxista y anarquista. Peroesto ocurrira con posterioridad al ao 1871. En este ao, ocurre algo

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    de 1850, aquella Sociedad de Tejedores, aquel movimiento obrero general, vasiendo concretizado, a partir de ahora, en la constitucin de un movimiento

    cohesionado en el orden ideolgico, y que va a ser, fundamentalmente, decaracteres anarquistas. Uno de los hombres ms capaces y ms agudos, desde elpunto de vista de la comprensin del movimiento proletario, fue, en la poca,Anselmo Lorenzo, que escribir, entre otras obras, El Proletariado Militante,que es, todava hoy, una obra de gran actualidad.

    En el aflo 1868 ocurre en Espaa algo importante: el destronamiento de

    Isabel II a partir de la revolucin de Cdiz, por obra del brigadier Topete. Elgeneral Juan Prim, que era uno de los padrinos de la revolucin, parece quererplantear la cuestin desde un punto de vista dinstico, y, queriendo acabar con latradicin borbnica, propone hacer venir a Espaa a un hombre bien pensante,bien intencionado, pero que no conoca en absoluto la problemtica espaola Nosaba de qu la cosa iba, ni a qu vena: me estoy refiriendo a Amadeo I de

    Saboya. Este hombre, en un ao de reinado, vio tal imposibilidad de llegar siquieraa comprender la problemtica de Espaa que abdic l mismo, al ao de estar enfunciones, trayendo, como consecuencia, la implantacin inmediata de la PrimeraRepblica Espaola.

    La primera Repblica Espaola*es tambin muy efmera, y,curiosamente, en la ltima parte de la Repblica, cuando se constituye el

    Reflexiones para la Accin

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    Reflexiones para la Accin

    vista a establecer un rgimen de carcter liberal. Est muy claro que, para lapoca, los hombres que detentaban las ideas anarquistas y que, con ellas,

    propugnaban sus movimientos, estaban, desde el punto de vista revolucionario,muchos miles de kilme