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1 FACULTAD DE CIENCIAS SOCIALES Y HUMANAS COMUNICACIÓN SOCIAL PERIODISMO X SEMESTRE Código: 051014 ASESORÍA ESTRATÉGICA EN PERIODISMO POLÍTICO Profesor: Carlos Ramos Maldonado Unidad 1: 1.1. Generalidades del Politing Electoral (De la tradicional plaza pública al espacio público mediático) Por: Carlos Ramos Maldonado* Resumen El marketing político es un segmento indispensable en la organización de una campaña electoral, paralelo a la estructura logística y a la presentación del perfil y el discurso del candidato. Hoy, una campaña no se piensa únicamente para mostrar al producto político en la plaza pública y en el contacto directo e individual con la gente, sino que se construyen unas estrategias para acercar al aspirante a su target a través de los medios de comunicación, tanto tradicionales como alternativos y tecnológicos. La magia es que el candidato persuada al elector llenando también el espacio público mediático. Palabras claves: democracia, ideología, politing, propaganda, publicidad. Abstract El marketing político es un segmento indispensable en la organización de una campaña electoral, paralelo a la estructura logística y a la presentación del perfil y el discurso del candidato. Hoy, una campaña no se piensa únicamente para mostrar al producto político en la plaza pública y en el contacto directo e individual con la gente, sino que se construyen unas estrategias para acercar al aspirante a su target a través de los medios de comunicación, tanto tradicionales como alternativos y tecnológicos. La magia es que el candidato convenza a su elector llenando también el espacio público mediático. Key words: democracy, ideology, politing, propaganda, publicity. Introducción El politing general se soporta en la democracia, aunque no es un imperativo, porque dentro de él también existe el politing de gobierno, cuyo fundamento es el ejercicio y la propaganda en torno al poder, y a esta instancia se puede acceder mediante procedimientos democráticos o “de facto”. La democracia es un mecanismo civilizado para legalizar el poder, utilizado de manera representativa desde la antigüedad, y con unos procederes más participativos a partir de la revolución francesa. Hoy, además de los otros mecanismos de participación ciudadana que imponen las constituciones nacionales y las leyes en la mayoría de los países, existe el ejercicio electoral para escoger de manera directa o representativa a quienes dirigen la política y la administración pública; es decir, se seleccionan los gobernantes mediante la colocación en el “mercado” de unos candidatos que deben demostrar al elector sus conocimientos, valores y habilidades para ejercer el poder público y así el votante elige supuestamente al mejor. Entonces, el candidato no sólo ejerce una cinética de acuerdo a un calendario electoral y a unas normas que obligan a un marco político, sino que realiza un análisis demográfico para conocer el comportamiento social, político y electoral de los ciudadanos mediante la

Generalidades del politing

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FACULTAD DE CIENCIAS SOCIALES Y HUMANAS

COMUNICACIÓN SOCIAL – PERIODISMO X SEMESTRE Código: 051014 ASESORÍA ESTRATÉGICA EN PERIODISMO POLÍTICO Profesor: Carlos Ramos Maldonado Unidad 1:

1.1. Generalidades del Politing Electoral

(De la tradicional plaza pública al espacio público mediático)

Por: Carlos Ramos Maldonado*

Resumen

El marketing político es un segmento indispensable en la organización de una campaña electoral, paralelo a la estructura logística y a la presentación del perfil y el discurso del candidato. Hoy, una campaña no se piensa únicamente para mostrar al producto político en la plaza pública y en el contacto directo e individual con la gente, sino que se construyen unas estrategias para acercar al aspirante a su target a través de los medios de comunicación, tanto tradicionales como alternativos y tecnológicos. La magia es que el candidato persuada al elector llenando también el espacio público mediático.

Palabras claves: democracia, ideología, politing, propaganda, publicidad.

Abstract

El marketing político es un segmento indispensable en la organización de una campaña electoral, paralelo a la estructura logística y a la presentación del perfil y el discurso del candidato. Hoy, una campaña no se piensa únicamente para mostrar al producto político en la plaza pública y en el contacto directo e individual con la gente, sino que se construyen unas estrategias para acercar al aspirante a su target a través de los medios de comunicación, tanto tradicionales como alternativos y tecnológicos. La magia es que el candidato convenza a su elector llenando también el espacio público mediático.

Key words: democracy, ideology, politing, propaganda, publicity.

Introducción El politing general se soporta en la democracia, aunque no es un imperativo, porque dentro de él también existe el politing de gobierno, cuyo fundamento es el ejercicio y la propaganda en torno al poder, y a esta instancia se puede acceder mediante procedimientos democráticos o “de facto”. La democracia es un mecanismo civilizado para legalizar el poder, utilizado de manera representativa desde la antigüedad, y con unos procederes más participativos a partir de la revolución francesa. Hoy, además de los otros mecanismos de participación ciudadana que imponen las constituciones nacionales y las leyes en la mayoría de los países, existe el ejercicio electoral para escoger de manera directa o representativa a quienes dirigen la política y la administración pública; es decir, se seleccionan los gobernantes mediante la colocación en el “mercado” de unos candidatos que deben demostrar al elector sus conocimientos, valores y habilidades para ejercer el poder público y así el votante elige supuestamente al mejor. Entonces, el candidato no sólo ejerce una cinética de acuerdo a un calendario electoral y a unas normas que obligan a un marco político, sino que realiza un análisis demográfico para conocer el comportamiento social, político y electoral de los ciudadanos mediante la

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segmentación poblacional, la identificación del target potencial y el reconocimiento del elector final. Pero también, el aspirante, además de sus condiciones y cualidades personales, debe implementar todas unas estrategias de marketing para maquillar su imagen y su discurso de tal manera que llegue de mejor forma al ciudadano y triunfe en las elecciones. Para esto, requiere acudir a las relaciones públicas y a los estándares de publicidad, propaganda política y comunicación social de modo sistemático, holístico y creativo, traducido en acciones y piezas comunicacionales dirigidas a reemplazar la decisión autónoma del sufragante, a beneficio del candidato. Esta es la razón de ser del politing, implementado por unos asesores y estrategas profesionales del periodismo, la publicidad y la política que observan al candidato “por la ventana”, mientras éste se mira al espejo.

Marco inicial

Los medios masivos de comunicación, la publicidad electoral y la tecnología han cambiado la forma de comunicar la política en las últimas generaciones, en todo el mundo.

Las fanfarrias previas a los decretos del César, los pregones pedestres para promover las prédicas de Jesús, las arengas incendiarias de Lenin, con bocina a bordo, el reproducido discurso magnético de Adolfo Hitler y hasta los radiados alegatos de Jorge Eliécer Gaitán se archivaron en el texto bibliográfico ante el surgimiento de una moderna propaganda multimediática que más allá de pretender atraer adeptos con la disertación masiva, la doctrina social y las ideas políticas, busca además posicionar al político protagonista en un mercado donde la imagen se “vende” mediante otras alternativas, buscando adictos. “El fin justifica los medios”, decía Maquiavelo.

Es el mercadeo político. El marketing se define como el conjunto de operaciones que procura colocar un producto en el mercado, ofertarlo mediante las mejores estrategias y lograr un consumo satisfactorio. El procedimiento no es nada novedoso, como vimos. Desde la antigüedad se acuñaban monedas para posicionar el perfil del emperador, y en la edad media se propagó la imagen de la cruz como símbolo de redención; después, ya en la época de la imprenta y el mercantilismo, Maquiavelo escribe una obra cumbre sobre el comportamiento del príncipe para manejar una buena opinión pública (“para tener y conservar una buena reputación, el príncipe debe emplear la comunicación, aunque tenga que practicar la doble moral e incluso mentir”) y la reina Victoria logró un bondadoso prestigio universal distribuyendo su imponente figura medieval gregoriana en una estampita de bolsillo (muchos años después de que en 1836 el diario francés La Presse publicara los primeros anuncios publicitarios), y Joseph Goebbels, el ministro de propaganda Nazi, subliminalmente convenció con la insignia esvástica a los alemanes de que eran una raza pura y podrían dominar el mundo.

“La propaganda debe limitarse a un número pequeño de ideas que debe repetirse incansablemente y presentarse una y otra vez desde diferentes perspectivas, pero siempre convergiendo sobre el mismo concepto, sin fisuras ni dudas”, afirmaba Goebbels.

Surge, con este último personaje, el verdadero marketing político. La imagen física de poder de Adolfo Hitler, su iconografía aria, su foto por doquier, sus constantes arengas radiotransmitidas en directo o a través del acetato, crearon un nuevo concepto de propaganda muy cercano a la naciente publicidad capitalista, con todo un empírico impulso sociosemiótico que invitaba al consumo, es decir, a idolatrar al líder.

Luego, al término de la Segunda Guerra Mundial, los Estados se preocuparon por intervenir los medios informativos y colocarlos como parte del aparato ideológico a su servicio en su afán de conducir la opinión pública, pero no únicamente dentro de la cotidiana estrategia de generar información, sino de controlarla y manipularla, y de desplegar toda una gama de fórmulas propagandística y publicitaria que distraían al consumidor, deificaban al gobernante “benefactor” y satanizaban a la oposición.

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De ahí el prestigio de la famosa frase de Goebbels: “Las respuestas creciente del adversario nunca han de poder contrarrestar el nivel creciente de acusación”.

Pero sólo hasta los años 60 se muestran los primeros intentos profesionales para analizar la progresiva industria electoral en un contexto político altamente comercial y se estudia entonces el comportamiento racional del elector y la influencia que ejercían los diferentes tipos comunicacionales, tales como el perfil del candidato, su discurso, la publicidad, las apariciones en televisión y los spot de radios en un público específico (White, 1962 y McGuinnis, 1969).

En relación a la definición de marketing político, el profesor Teodoro Luque (1996) lo define en los siguientes términos: “Un proceso de planificación con estudio previo del electorado que se concrete en una oferta programática y de personas, por tanto organizacional, que responda a las expectativas detectadas en el electorado desde una óptica ideológica”. La aparición de internet ha sido una de las nuevas revoluciones dentro de las herramientas de comunicación a emplear en las campañas políticas. Bob Dole, en las elecciones de 1996, fue el primer candidato presidencial en mencionar su página Web a la audiencia de su país (Ortigueira, 2002). En 1994 pocos candidatos tenían páginas Web; sin embargo el rápido crecimiento de las conexiones a internet en Estados Unidos ha favorecido el desarrollo de esta herramienta. En España, el retraso con respecto a Norteamérica es de varios años. En las elecciones nacionales de 2000 los diferentes partidos españoles comienzan a transmitir por primera vez -en sus paneles publicitarios- las primeras páginas Web. De igual forma que ocurrió con la televisión, el retraso que existe en Europa en las conexiones a internet hace que tanto la práctica como la investigación –en el área de marketing- en Europa lleve un cierto retraso con respecto a los Estados Unidos. De hecho, en Estados Unidos la explosión de páginas Web en camp aña se produjo en 1998 (páginas web sobre política, cuestiones y causas; medios de comunicación con páginas web dedicadas expresamente a la política; registro de votantes etc…). Cinética política

El marketing político es una alternativa electoral efectiva para atraer seguidores, conseguir electores y ganar votos. El politing es el cimiento oculto o mano invisible de una organización política o campaña electoral. Una buena estrategia de marketing debe dimensionar la propuesta política del dirigente, sea candidato o gobernante, planear el esquema de campaña, controlar su desarrollo, revisar el avance o retroceso de la misma bajo el sistema de prueba y error o teniendo en cuenta los factores de riesgo, y sus resultados y consecuencias, es decir, atender el perfil, el discurso, la agenda, la segmentación demográfica, la militancia, la cinética electoral, etc. El politing aplica una cinética que se fundamenta en lo mecánico y lo sistémico, la inteligencia automática del elector común.

La idea es que el votante apenas se concientice de la realidad circundante y la coyuntura política, en beneficio del partido o del personaje promovido, pero no a través de procesos complejos del pensamiento crítico inferencial, sino hasta el nivel sistemático de detenerse a pensar (comparar, analizar, argumentar, evaluar, resolver) y actuar, que es sufragar.

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Aquí vale el estudio del comportamiento social masivo a partir del convencimiento individual como usuario de mensajes prediseñados y su involucramiento en el rol de espectador, público, fanático, muchedumbre o masa. Y si su movilidad es mecánica, entonces la dinámica aplicada es conductivista (reflejo condicionado inconsciente, así como deseos subconscientes), aunque la industria informativa es principalmente estructuralista, o sea, consiste en una estructura dinámica, históricamente condicionada, que actúa en el contexto de distintos sistemas para la consecución de un objetivo determinado. Su fin es generar beneficios, para lo que comercializa su capacidad de influencia social, medida a través de la audiencia que consume sus productos comunicativos (Velandria y Villalobos, 2011).

Claro que el politing tiene su propia axiología (por sí mismo es complejo, conectivista, sistémico y holístico), ya que busca construir y autoconstruir una dimensión autónoma de la persona, que reproduzca lo aprehendido y no se deje convencer por propuestas paralelas, semejantes u opuestas, y eso requiere de mucho esfuerzo y recurso creativo. En este sentido, promueve una conciencia colectiva para la participación ciudadana, bajo el criterio enciclopédico de libertad, igualdad humana, equidad, orden, justicia social y participación, reducido, eso sí, a resolución de problemas puntuales que aquejan la comunidad en cualquier circunstancia (inseguridad, desempleo, insalubridad, falta de oportunidades, desequilibrio, desigualdad, etc.), es decir, baja a lo particular conceptos universales para que la acción individual sea colectiva. En su discurso, el candidato debe combinar esos conceptos ideológicos universales (agrupados de acuerdo a las tendencias políticas: neoliberales, socialdemócratas, nacionalistas, socialistas, comunistas, etc.) con los planes y proyectos propios de un programa de gobierno. Así, el candidato está llamado a socializar su oferta sobre cómo dirigir los ejes temáticos de la administración pública, no sólo en cumplimiento de la mera inscripción de un documento como exigencia para formalizar su candidatura, sino implementando todo un proceso de mesas de trabajo populares o diálogo público para que la iniciativa sea de doble vía y el elector sienta que está participando en la construcción de una plataforma de gobierno, lo que genera pertenencia. Los tres ejes temáticos son:

1) Eje Institucional: forma de gobierno, estructura y funcionamiento de la administración, control social, relación con la comunidad.

2) Eje infraestructural: vías, servicios públicos, puertos, mobiliario urbano, espacio público, POT.

3) Eje social: educación, salud, vivienda, sectores vulnerables, cultura, recreación, etc. Bajo estos aspectos, ¿Cómo actúa el candidato frente al gobierno de turno? Tiene tres vías:

1) Si el gobierno lo apoya y ha hecho buena gestión, entonces debe pegronar continuidad.

2) Si el gobierno lo apoya pero la opinión es negativa, debe mostrar independencia. 3) Si está en la oposición, entonces debe denunciar las debilidades y los errores del

gobierno.

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De todas formas, además de evaluar en gobierno vigente, su función es presentar propuestas novedosas que se fundamenten en la necesidad de resolver problemas, las fuentes de recursos y la hoja de ruta para el desarrollo social, la sostenibilidad y la competitividad.

En esto, la estrategia no puede menos que fortificar al candidato como un ser mesiánico, capaz de resolver los problemas y encaminar a la gente hacia los destinos de la paz y la felicidad. El protagonista es un ser dinámico que en el marco de su fortaleza y oportunidades ofrece las siguientes cualidades:

Es atractivo, novedoso, innovador, solidario, líder, popular, elocuente, exitoso, experto, flexible, bondadoso, eficiente, práctico, inteligente, preparado, bien relacionado, gestor público, honesto, decisivo y proactivo.

En fin, con estas bondades, una campaña política inquiere la penetración en y pertenencia a un público determinado (target), cuyos efectos deben traducirse en opinión favorable de la mayoría y en votos; no necesariamente de todos los públicos. Busca, a través del proceso constante de mercadeo, agitación y propaganda, atraer prosélitos y mantenerlos dependientes a una causa.

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En el juego del poder, el politing debe generar la idea de que el candidato –por sus relaciones, influencias o iniciativas y reclamos, conociendo los procedimientos de la gestión pública- resuelve todo problema, en cualquier circunstancia e instancia, y está en todas partes, física y virtualmente, y esto hace que la gente vote por él. Ese triunfo, realmente, logra que el candidato se convierta en administrador y servidor público, oficialmente, lo que le permite presencia política, administrativa, social y económica en la comunidad para el beneficio colectivo e individual, situación que se traduce en poder de penetración y opinión pública (marketing de gobierno) cuyas consecuencias generan nuevamente voto. De ahí la perpetuidad en el poder de un buen estratega político. En general, el politing informa, recrea, ambienta, ilustra, rumora y motiva literal y metafóricamente la función pública del agente político en una sociedad cuya cultura democrática, para los que aspiran a acceder o mantenerse en el poder, es más profesional y menos jerárquica.

Cualidades del producto político

Como buena mercancía, el candidato debe ofrecer unas características que atraigan al elector, iniciando desde la elaboración del producto (modo de producción) y la política de precios (relación de producción), hasta la adquisición y los métodos de consumo.

1) Modo de producción: si el candidato es dueño de sí mismo o depende de otro dirigente o de un partido político.

2) Relación de producción: Si del candidato se apropia la sociedad o está colocado en “bolsa de valores”, es decir, es una candidatura por acciones.

Decía Walter Thompson, quien fundó la primera agencia de publicidad en Estados Unidos en 1864, que el mercadeo consiste en convencer racionalmente al eventual comprador de que la mercancía anunciada es la necesaria y que el producto de una determinada marca reúne precisamente las características exigidas.

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El perfil ideal de un candidato debe reunir las tres competencias de la acción política:

1) Cognitivas: Conoce contenidos y procedimientos políticos, administrativos y sociales. 2) Axiológicas: Tiene valores en su personalidad y para la gestión pública. 3) Actitudinales: Tiene habilidades para ejercer la política en bien de la comunidad.

¿Cómo se ofrece el producto político?

Indudablemente como cualquier bien comercial, pero cuyo consumo es intangible. Para ello, se utilizan todos los medios de comunicación tradicionales, tecnológicos y alternativos, y todas las piezas comunicacionales (periodísticas y publicitarias) existentes para despertar el interés: boletines y avisos de prensa, videoclips, cuñas radiales, banners, publirreportajes, afiches, folletos, tarjetas de presentación, autoadhesivos, membretes, murales, tropezones, vallas, pasacalles, suvenires, tarjetones electorales pedagógicos, etc. Es evidente que la invasión de piezas comunicacionales, la Internet y el uso directo de los medios masivos de comunicación han hecho desaparecer las manifestaciones multitudinarias de candidatos en la plaza pública; apenas se salvan algunas caminatas de saludo y “evangelización” y casuales eventos en salones cerrados para engrandecer y aparentar el tamaño de la muestra. Además, la dinámica tecnológica y el espacio público virtual movilizan una considerable cantidad de electores de nueva generación poco atraídos por la incomodidad de la gran masa física. Por ejemplo, la Plaza de la Paz de Barranquilla, que albergaba en toda su extensión hasta el atrio de la Catedral unas 100 mil personas, sólo se vio colmada con la presencia del papa Juan Pablo II y las manifestaciones de los candidatos de izquierda Carlos Gaviria y Gustavo Petro; de ahí en adelante, todo han sido intentos frustrados. En cambio, Internet ha creado un nuevo espacio público donde la movilidad ciudadana se hace efectiva mediante el enlace reticular, y la suma y convergencia de los usuarios generan una positiva motivación y participación individual y colectiva en los asuntos políticos, especialmente en el sector juvenil y académico.

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La revolución tecnológica se ha constituido en un componente primordial para la formación ciudadana, y todo parece indicar que la tendencia a desarrollar plataformas, herramientas y procesos para el desarrollo ciberespacial con sentido humano y ciudadano se acrecentará continuamente. Internet favorece, bajo ciertas condiciones, el capital social y el ejercicio político mediante la usabilidad de redes de información, participación y cooperación que apela a la recuperación de la gestión pública comunitaria y el control social. Toda esta tendencia, bien interpretada y explotada, es un medio muy eficaz para implementar cualquier estrategia de mercadeo político – electoral y corporativo. Los políticos han entendido que la web es una herramienta mediadora para la visibilidad política y que gracias a ella su acercamiento con el público es total: ellos pueden conocer la verdadera imagen personal que irradian a los demás gracias al estudio previo y exhaustivo de sus propias condiciones como persona, a la que se envasa una personalidad para convertirse en personaje. Su perfil e imagen permiten a los demás que tengan conocimiento de él y puedan apreciarlo como candidato, pero principalmente como ser humano, con quien pueden establecer un diálogo directo e instantáneo.

La investigadora Daniela Artigas (2007), citando a Jesús Martín Barbero, dice que la revolución tecnológica es una plataforma que permitirá la creación de un ecosistema comunicativo, donde Internet es uno de los protagonistas gracias a su desarrollo y el del lenguaje hipermediático como tal, y consigna una de sus afirmaciones al respecto: Si la revolución tecnológica ha dejado de ser una cuestión de medios para pasar a

ser decididamente una cuestión de fines, es porque estamos ante la configuración de un ecosistema comunicativo conformado no sólo por las nuevas máquinas o medios, sino por nuevos lenguajes, sensibilidades, saberes y escrituras, por la hegemonía de la experiencia audiovisual sobre la tipografía, y por la reintegración de la imagen al campo de la producción del conocimiento (Barbero, 2002)

Por la capacidad de contaminación informativa en temporadas electorales, generalmente se asocia el término de marketing político con connotaciones de manipulación de las percepciones y opiniones de la gente, mediante recursos sofisticados de comunicación, principalmente a través de la publicidad callejera, la televisión y ahora la Internet, algo así como un enlightenment. Frecuentemente se piensa que estos procedimientos determinan una influencia decisiva sobre las voluntades de los electores, lo cual hace suponer que en

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una democracia el poder lo detenta, en la práctica, quien mejor puede utilizar los medios de difusión (Costa Bonino, Luís, 1998). El recurso publicitario como acompañante de la propaganda política requiere no sólo del acercamiento personalizado del candidato con el elector y la exposición elocuente del discurso para persuadir y conllevar al voto (especialmente en el escenario público físico), sino del análisis previo de la personalidad del agente propuesto, el estudio de mercado (comportamientos estadísticos y encuestas de opinión, que ayudan a resolver temporalmente las incertidumbres) y la observación científica (cuantitativa y cualitativa) del ciudadano, en lo personal y lo colectivo. El grado de interés por la política, por ejemplo, varía sensiblemente según las categorías socio-demográficas que se consideren. Como criterio general, en América Latina, hay una clara tendencia a que se interesen más por la política los hombres que las mujeres, los electores de altos ingresos más que los de bajos ingresos, las personas de 30 a 60 años más que los más jóvenes o los más viejos, los más educados que los menos educados, y tienen más interés por la política los electores urbanos que los rurales (Costa Bonino, Luís, 1998). Todo indica que ante un mundo esquematizado y con modelos mentales complejos, la estrategia del marketing político no puede ser improvisada, a la suerte, o dejada en manos empíricas, aunque siempre será especulativa y adaptada a las circunstancias; tiene que estar pensada de forma global pero atendiendo cualquier aspecto de forma individual, ya que el voto se hace efectivo en boca de urna, uno por uno. Entonces es un proceso que combina el trabajo metodológico, la creatividad, la actuación, la acción y decisión dentro de un período de tiempo que parece largo, pero que termina apresurado ante la velocidad del calendario.

El politing, como segmento encargado del mercado electoral, es apenas una parte del trípode donde se parapeta el candidato para mostrarse en su entorno, a lo público. Los otros segmentos, en orden invertido, son (Costa Bonino, Luís, 1998):

2) La estructura organizacional de la campaña, que incluye los asuntos logísticos, electorales y financieros, y

3) El producto político o propuesta programática (proyectos y discurso propios del candidato) y la relación con la gente y con las organizaciones de base o comunitarias (grupos focales y nichos electorales).

Para que la comunicación social general sea efectiva (eficiente: más votos con menos recursos, y eficaz: que sus estrategias impacten) se requiere previamente haber respondido a interrogantes tales como el sector electoral al cual va dirigido el mensaje; la clase de electores que conforman éste segmento, sus necesidades y deseos; cómo se comportan; cuál es el posicionamiento del candidato; cuáles las variables para diferenciarlo, el valor agregado que le ofrece al elector y otros muchos, cuya respuesta es del Politing y ésa su ventaja comparativa frente a otras alternativas (Salazar, 2006). Así, se entiende la Comunicación Política como la punta visible del iceberg, que comienza con la voluntad de una candidatura y busca un consenso en todos los espacios públicos habidos y por haber, desde la persona en particular y el líder comunitario, hasta los sectores sociales, económicos, públicos y los medios de comunicación.

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Gráfico del autor

En su ciclo de vida, el mercadeo electoral cubre los cuatro momentos de una campaña política:

1) camp previous (expectativa) 2) camp paing (sostenimiento) 3) exit poll (boca de urna o “día D”) 4) quick count (post campaña).

El primer período se inicia mucho antes del calendario electoral con un diagnóstico previo y, si se gana, la última etapa de este marketing electoral debe convertirse en marketing de gobierno, haciendo simbiosis con un nuevo ciclo. En su totalidad, la campaña debe tener visión estratégica unificada, coherencia y sinergia, en la que transita el siguiente recurso humano:

Se dice que ningún politing, por muy bueno que sea, por sí solo hace ganar a un candidato; pero que una mala estrategia sí puede hacer perder una campaña cualquiera. Todo porque de alguna forma el voto es libre y soberano, independiente y secreto, como establece la

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Constitución colombiana en su artículo 258: “El Estado velará porque se ejerza sin ningún tipo de coacción y en forma secreta por los ciudadanos en cubículos individuales instalados en cada mesa de votación sin perjuicio del uso de medios electrónicos o informáticos”. Conclusiones

Como hemos visto, el politing es la estrategia comunicacional que combina relaciones públicas, publicidad, propaganda política y estrategia de medios de comunicación social para elaborar un producto político que, colocado en el “mercado”, ocasione los mejores resultados y persuada al elector a tomar una decisión favorable para el candidato agente de esta campaña política – electoral o de gobierno. El mercadeo político se desarrolla con mayor eficacia en una democrática y su planeación conlleva no sólo al manejo de imagen propia del candidato (perfil, discurso, feeling o carisma) sino al análisis del comportamiento electoral del ciudadano a través del estudio demográfico del target y al diseño de todas las piezas comunicacionales necesarias para la penetración en el espacio público político, tanto físico como virtual, y el posicionamiento del candidato en el imaginario colectivo de los potenciales electores. Su objetivo último es que el ciudadano vote por determinado aspirante, tal el pensamiento de Maquiavelo: “El fin justifica los medios”.

El autor es catedrático y periodista, consultor y analista político, maestrante de NTICs de la Universidad del Zulia, ex congresista de Colombia, vicepresidente nacional del Colegio Nacional de Periodistas y miembro directivo del Consejo Regional de Competitividad “Atlántico Competitivo”. [email protected]

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