Historia, Folletin e Ideologia en Los Misterios Del Plata

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    HISTORIA, FOLLETN E IDEOLOGAEN LOS MISTERIOS DEL PLATA

    DE JUANA MANSO

    El impacto causado por Los misterios de Pars, la clebre novela deEugenio Sue publicada entre 1841 y 18431, no se agota por cier-to en su pas, sino que trasciende fronteras y llega hasta el lejanoRo de la Plata2 al ritmo de los barcos que acercan los nmeros delJournal des Dbatsa sus fervorosos lectores americanos.

    Apenas una dcada despus aparecer en un semanario bra-sileo un folletn que invoca el magnetismo de aquel nombre pa-ra trasplantarlo a una realidad hispanoamericana: Los misterios delPlata, de Juana Manso de Noronha, una exiliada argentina quehace con esta obra sus primeras armas en la ficcin. Y la novelaque sale de su pluma es un panfleto contra el tirano Rosas, que haempujado al destierro a una parte de la burguesa ilustrada deBuenos Aires, entre la cual se cuenta su propia familia.

    Obra de una escritora novel, muy lejos de la complejidadde los mundos y submundos del modelo francs y de su magis-tral uso del suspenso, la originalidad y los mritos de la no-vela de Manso radican ms en el desafo de la empresa que se

    propone que en sus resultados, un rasgo que caracterizar bue-na parte de su produccin.

    NRFH, L (2002), nm. 2, 457-488

    1 El trabajo de UMBERTO ECO, Eugenio Sue: el socialismo y el consuelo,El superhombre de masas. Retrica e ideologa en la novela popular, 2 ed., Lumen,Barcelona, 1998, basado en la biografa de Sue por Bary, de 1962, ofrece va-riados testimonios de las mltiples respuestas que provoc entre los lectoresfranceses la publicacin del folletn.

    2 Por su parte, DOMINGO F. SARMIENTO documenta el fervor con que susamigas de Santiago de Chile siguen el folletn, y que por cierto l compartesin problemas; la posterior identificacin entre folletn y lecturas paramujeres no es en absoluto constitutiva del gnero. Cf. carta desde Pars,Viajes, Hachette, Buenos Aires, 1955, t. 1, p. 207.

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    ALGO MS QUE LA MAESTRA AMIGA DE SARMIENTO

    La figura de doa Juana Paula Manso de Noronha ocupa un lu-gar destacado y polmico entre el corto nmero de nuestrascelebridades femeninas en la carrera literaria, tal como la en-cuadraba, en 1853, el editor de La Ilustracin Argentina3. Amigay colaboradora de Sarmiento, su labor docente fue, durantemucho tiempo, lo que concentr la atencin de los estudio-sos4, ya sea en sus intentos de innovacin de las escuelas pri-marias, ya en su larga tarea como directora de los Anales de laEducacin Comncreados en 1858 por el poltico sanjuanino.

    Paralelamente, su produccin literaria se vio relegada, y fueobjeto de juicios lapidarios que la desterraron por dcadas delcanon nacional. Ricardo Rojas le dedica un breve prrafo enel captulo Mujeres escritoras de su Historia de la literatura ar-gentina, publicada entre 1917 y 1922. La pluma de don Ricardo,generalmente ecunime y amable, se vuelve venenosa al trazarun retrato que perdur en el tiempo:

    De Juana Manso (luego de Noronha, por su apellido conyugal)slo dir que fue muy amiga de Sarmiento, a quien se pareca

    por su cara hombruna y por sus aficiones pedaggicas. La Sra.Manso ejerci la enseanza en la Capital y en provincias; residialgn tiempo en Montevideo; fue periodista; public varios tex-tos escolares, y compuso un drama histrico en cinco actos, La re-volucin de Mayo(1864), tema que veinte aos antes haba sidodramatizado por Alberdi. Los trabajos literarios de esta seora,muy estimados en su poca, han vivido menos que su nombre5.

    Si bien la labor de Manso nunca cay del todo en el olvido,particularmente en lo que respecta a su produccin sobre temas

    pedaggicos, es su obra literaria la que ha despertado reciente-mente un renovado inters, tanto en su produccin periodsticacomo ficcional. Diversas investigaciones han destacado la origina-lidad de una obra donde resuenan y se entrecruzan los ecos de un

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    3 La Ilustracin Argentina, 13-12-1853, nm. 2, p. 26.4 Entre otros, VCTORMERCANTE, Juana Manso, Revista de Educacin, La

    Plata, 1930, nm. 13; MANON GUAGLIANONE,Juana Manso. Una vida al serviciode la cultura argentina, Buenos Aires, 1968; MARAVELASCO YARIAS,Juana Pau-la Manso. Vida y accin, Buenos Aires, 1937; MERCEDES DE LAVEGA, La maestrahistrica, Buenos Aires, 1937.

    5 RICARDO ROJAS, La literatura argentina, t. 2: Los modernos, 2 ed., LibreraLa Facultad, Buenos Aires, 1925, p. 792.

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    perodo dramtico de la historia argentina el gobierno de Rosasy los aos que sucedieron inmediatamente a su cada as como

    la labor pionera y perseverante de esta escritora y fundadora desemanarios dedicados a la mujer y la educacin6.Juana Manso public solamente dos novelas: Los misterios del

    Plata(18527) y La familia del comendador(1854), aunque, segndeclaraba al terminar la primera, se haba propuesto un planformado por una serie de relatos histricos8. Los misteriostuvovarias ediciones (adems de una segunda versin) posiblemen-te por el inters del asunto, inserto en la abundante literaturaque suscit la figura del Restaurador de las Leyes. La segun-

    da, de ambiente y tema brasileo, no tuvo reediciones, y es demuy difcil acceso9.

    NRFH, L LOS MISTERIOS DEL PLATADE JUANA MANSO 459

    6 Destacamos aqu los estudios de LELIAAREA, El peridico lbum de se-oritasde Juana Manso (1854): una voz domstica en la fundacin de unanacin, RevIb, 63 (1997), nms. 178/179; Mujeres y cultura en la Argentina delsiglo XIX, coord. Lea Fletcher, Buenos Aires, 1994; LILIANAZUCOTTI, Gorriti,Manso: de las Veladas literariasa Las conferencias de maestra, en Mujeres ycultura, y Los misterios del Plata: el fracaso de una escritura pblica, Revis-ta Interamericana de Bibliografa, 45 (1995), nm. 3, 381-389, que resolvinumerosas dudas en nuestro primer acercamiento a la obra de Manso; GA-BRIELA MIZRAJE, Argentinas de Rosas a Pern, Biblos, Buenos Aires, 1998, cuyoestudio es de consulta indispensable, lo mismo que los que dedica a otras es-critoras argentinas; y el ms reciente de LIDIA F. LEWKOWICZ, Juana Manso(1819-1875). Una mujer del siglo XXI, Corregidor, Buenos Aires, 2000, cuyasconsultas hemerogrficas en bibliotecas de Ro de Janeiro y Montevideoaportan valiosos datos sobre las ediciones originales, as como sobre la acti-vidad de Juana Manso durante su exilio. La obra de MARAVELASCO YARIAS(cit. supra, n. 4) es, segn ella misma afirma, la primera biografa y estudiosobre la escritora, y ofrece valiosa documentacin indita, pero tambin con-tiene unos cuantos errores que despus repiti la crtica. Por otro lado, contri-buy a instalar el aura hagiogrfica que se encuentra en muchos de lostrabajos sobre la escritora.

    7 Cito por Los misterios del Plata. Episodios histricos de la poca de Rosas escri-tos en 1846, ed. prologada y corregida por D. Ricardo Isidro Lpez Muiz,Librera de Jess Menndez, Buenos Aires, 1924. (Puede consultarse en in-ternet en el sitio de la Biblioteca Virtual Cervantes.) En adelante, LMP. Envarios trabajos citados en la bibliografa se da 1850 para la primera edicin.La investigacin de LEWKOWICZ, que consult el original brasileo, modificaesta fecha, con las consecuencias que luego se vern sobre el lugar que ocu-pa la novela en la produccin de la poca.

    8 Os Mysterios del Platanao sao mais do que o comeo de uma serie deromances historicos que apparecerao mais tarde, se me for possivel darlhespublicidade (Jornal, 2-6-1852; citado en LEWKOWICZ, op. cit., p. 217).

    9 La autora homenajea en esta obra a una de las patrias de su exilio:Siempre que hable de ti, Brasil, lo har con entusiasmo, porque has sido

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    Los misterios del Plataocupa un lugar particular dentro de laliteratura antirrosista por varias razones: escrita por una mujer

    en el exilio, la historia a diferencia de los dems relatos de es-te corpus, donde el terror omnipresente se inviste de diversasformas para desembocar en un ineludible destino trgicoconcluye con un final feliz que se convierte en augurio de unfuturo de triunfo, dotado de una clara intencin ideolgica.

    UNA VIDA AGITADA

    Juana Paula Manso naci en Buenos Aires en 181910

    , hija de uningeniero agrimensor andaluz, don Jos Mara Manso, y de unaportea, Teodora Cuenca. Lectora temprana y vida (aprenda leer por m misma, preguntando una letra y otra, combinan-do los sonidos, a los seis aos de edad, le escribir a Sarmien-to11) devor en su adolescencia folletines como Isabel o losdesterrados de Siberiano sin regar con lgrimas sus pginas y ha-ce sus primeras armas en la literatura con dos traducciones delfrancs, una a los 13 y otra a los 14 aos (El egosmo y la amis-tad o Los defectos del orgullo, 1833, y Mabrogenia o la He-rona de la Grecia, 1834), que su padre manda imprimir.

    En 1836, ya instalado Rosas con la suma del poder pblico,el ingeniero Manso emigra a Montevideo, sede de la oposicinunitaria. All ejerce su profesin delineando la nueva planta dela ciudad y la calle sobre el agua [?] que se consider una nue-va locura de Manso, como recordar ms tarde Juana con or-gullo filial12.

    En 1840, agravada la situacin poltica en Buenos Aires trasel asesinato de Manuel Maza, presidente de la Cmara de Re-

    presentantes13, la familia completa se traslada a Montevideo.All Juana abre una escuela (el Ateneo de Seoritas), se vinculacon los jvenes de la Generacin del 37 entre ellos Echeve-

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    por muchos aos mi patria adoptiva, y ests ligada a mi corazn y a mi pensa-miento por un altar y dos tumbas. El altar en que ligu mi destino al destinode otro, las tumbas de mi anciano padre muerto en la emigracin y la de miprimer hijo, muerto antes de nacer (citado en LEWKOWICZ, op. cit., p. 249).

    10 Si bien hay algunas divergencias sobre la fecha MERCANTE (art. cit.),la sita en 1820 sta suele ser la ms aceptada por los bigrafos.

    11 ApudV. MERCANTE, art. cit., p. 80.12J. MANSO, Pjinas del alma, Revista Argentina, 5 (1869), p. 132.13 El episodio se ficcionaliza en la novela de Manso.

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    rra, a quien, segn confiesa, admiraba como poeta pero que ladefraudar por su aspecto fsico poco agraciado14, y Jos Mr-

    mol, con quien entabla una amistad literaria, e inicia la publi-cacin de sus primeros poemas en diversos peridicos.En 1842, el sitio de Oribe aliado de Rosas sobre Monte-

    video impulsa a los unitarios a un nuevo exilio, esta vez en Rode Janeiro. All conoce Juana al violinista portugus Francisco deSaa Noronha, con quien se casa en 1844. En abril de 1846 des-embarcan en los Estados Unidos, llevados por la promesa dexito con que el cnsul americano en Pernambuco nos habatrastornado el juicio; y nosotros, con esa confiada impruden-

    cia de la mocedad inexperta, nos arrojamos con escasos mediosa probar fortuna en pas tan extrao y distante15. Pero la pro-gramada gira artstica se convierte en un fracaso total; en cam-bio, recibirn una calurosa recepcin en Cuba, adonde lleganen 1848. En sus Recuerdos de viage, Juana evocar las fiestasde San Juan, que durante una semana alborotan a la isla en unfrenes de mscaras, bailes, serenatas y chascos, los paseosen quitrn (cada uno con una chiquilla en las faldas16) y lossonidos de la banda que, al reconocer al msico, hacen or ensu homenaje las contradanzas que creara imitando a las cuba-nas (La Principea y La Paula)17.

    De regreso a Ro colabora con su esposo en la creacin dedos zarzuelas, Elvira la Saboyarda y Esmeralda18. Poco des-pus publica su primer semanario, elJornal das Senhoras. Modas,Litteratura, Bellas-Artes, Theatros e Critica, donde aparecer comofolletn Mysterios del Plata.

    Abandonada por su marido, que se vuelve a Portugal, Juanaemprende el regreso a Buenos Aires en julio de 1853 con susdos hijas pequeas, siguiendo el camino de todos los exiliados

    NRFH, L LOS MISTERIOS DEL PLATADE JUANA MANSO 461

    14 Lo recuerda medio bizco y picado de viruelas; cf. L. F. LEWKOWICZ, op.cit., pp. 94-97.

    15As recordar Juana esta aventura, en un relato dirigido a su hijamayor y que se mantuvo indito; Velasco y Arias (op. cit.) reproduce pasajesde ese cuaderno, que pudo consultar para su obra. La negativa imagen delpas que se ofrece en el texto recuerda la amarga stira de Dickens, despusde su viaje en 1842.

    16 En Estados Unidos haba nacido su hija Eulalia; en Cuba nace la se-gunda, Erminia.

    17J. MANSO, Recuerdos de viage, La Ilustracin Argentina, 1854, nm. 4,p. 54.

    18 L. F. LEWKOWICZ, op. cit., p. 50.

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    como castigo pblico y ejemplo para las generaciones venide-ras. Los peridicos porteos transmiten el mensaje que llega

    desde el gobierno: La presente semana dio principio con unacto de aquellos que harn poca en la historia de este pue-blo Con la ejecucin de los criminales [los mazorquerosTroncoso y Bada] se hizo un acto de justicia hacia la agraviadasociedad22.

    En este contexto no hay lugar para la discusin racional o labsqueda de consenso. Los peridicos que propugnan el iniciode una etapa de unidad y conciliacin son prontamente acalla-dos23. En cambio, las personas que desde el exilio manifestaron

    abiertamente su oposicin a Rosas encuentran todos los espaciosfrancos para su reinsercin en esta nueva etapa. Es el caso de Jua-na Manso, cuyo regreso se anuncia en trminos laudatorios:

    De vuelta a su pas natal despus de un largo viage por Europa,empieza ahora a rendir a su patria los frutos de su inteligencia,como en otra hora los ofreca desde suelo estrao, adonde la lle-

    varon las vicisitudes polticas y su noble corazn por no presen-ciar de cerca la degradacin en que yaca sumida nuestra madrecomn. Nos felicitamos, como porteos, de la adquisicin que

    hacemos de la seora Manso de Noronha24.

    Y ser, aos ms tarde, el caso de Juana Manuela Gorriti, cu-ya visita casi pstuma a doa Juana Paula tiene sentido de home-naje: Apenas lleg a Buenos Aires Manuela Gorriti, ya gloriosame refera Vega Belgrano, fue a casa de Juana Manso y, po-nindose de rodillas, la dijo, conmovida: salve, maestra!25.

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    obedecen exclusivamente a objetivos polticos, ya sea de los amigos o de losenemigos del rgimen rosista.

    22 La Ilustracin Argentina, 23-10-1853, nm. 7, seccin Revista de la Se-mana. En diciembre sern ejecutados los mazorqueros Cuitio y Alen; elcastigo ejemplar se ver reforzado por la presencia de los familiares de lasvctimas.

    23As ocurre con La Ilustracin Argentina, cuyos editores son desterrados.24 La Ilustracin Argentina, 13-12-1853, nm. 2. En su afn por exaltar la

    figura de la escritora, el editor exagera la dimensin de los viajes de doaJuana, que visit los Estados Unidos, las Antillas, Brasil y Uruguay, pero nolleg hasta Europa.

    25 V. MERCANTE, art. cit., p. 82. Gorriti hace su primer viaje a BuenosAires a comienzos de 1875; Manso muere en abril de ese mismo ao.

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    En Buenos Aires reinicia Juana su labor literaria. El 1 deenero de 1854 aparece su revista lbum de Seoritas26, donde em-

    prende la reedicin de La familia del comendador. En la mismalnea de actualizacin y traduccin de sus trabajos anteriores,varios artculos suyos se reeditan en publicaciones porteas27;una manera de arraigarse nuevamente en la tierra natal, vincu-lando su presente con su pasado de escritora o, como se defini-r ella misma, de femme auteur, como diran los franceses28.Paralelamente retoma su tarea como educadora, y colaboracon Sarmiento en la direccin de escuelas y en la edicin de re-vistas pedaggicas29.

    En la poltica argentina se han enfrentado los antiguosaliados contra Rosas, Bartolom Mitre y Adolfo Alsina, los dosjvenes que regresaran del exilio con un definido proyecto po-ltico. El segundo crea el Partido Autonomista, al cual se vinculaManso en 1859. Ello no es obstculo para que dedique a Mitre,en trminos agradecidos y encomisticos, su Compendio de histo-ria de las Provincias Unidas del Ro de la Plata, que el generalrecibe con complacencia, aunque sin dedicarle demasiadaatencin. Escribe Manso al poeta historiador Mitre30:

    Debo a V. esclusivamente mi regreso al Ro de la Plata; y le debo,de igual manera, la cooperacin ms franca y amistosa para for-marme la posicin que hoy ocupo en mi pas natal.

    As es que, el primer fruto de ese bienestar moral que solopuede producir el aire patrio, y una vida laboriosa y tranquila, hequerido consagrrselo; y ligar a este humilde libro, destinado aser ledo por centenares de generaciones, el suave recuerdo de

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    26 Para el estudio de esta publicacin nos remitimos al trabajo ya citadode Lelia Area.

    27 Por ejemplo, sus Recuerdos de viage, publicados en La PrensadeRio Grande, aparecen nuevamente en La Ilustracin Argentina(1854) re-fundidos por su autora. Su artculo, La emancipacin moral de la mujer,haba sido reeditado en la misma publicacin en 1853.

    28 Quem eu sou e os meus propositos, en Jornal das Senhoras, 11-1-1852; reproducido en LEWKOWICZ, op. cit., p. 96.

    29 En este trabajo nos interesa la figura de Manso como escritora; parasu faceta docente, nos remitimos a los trabajos ya citados en nota 4.

    30 Compendio de la historia de las Provincias Unidas del Ro de la Plata desde sudescubrimiento hasta el ao 1874, 9 ed. notablemente corregida en que se ha extendi-do la historia hasta el ao de 1881, ngel Estrada, Buenos Aires, s/f [1882?].As reza la dedicatoria manuscrita del volumen que se conserva en la Biblio-teca del Museo Mitre.

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    una noble accin que revela en V. un corazn benfico y sus ge-nerosos sentimientos.

    Y le contesta el general, el 15 de abril de 1862:

    Seora ma y amiga: Devuelvo a V. los cuadernos relativos a la his-toria del Ro de la Plata Habra deseado contraerme ms alexamen de la obra, para poder enviar algunas observaciones;pero me ha faltado el tiempo para ello31.

    En 1864 Juana Manso crea con Eduarda Mansilla32 la revista

    La Flor del Aire. Peridico literario ilustrado dedicado al bello sexo, quedura poco ms de un mes. Enseguida funda, esta vez sola, LaSiempreviva, que tampoco tiene larga existencia. Simultnea-mente colabora en publicaciones como la Revista Argentina,dirigida por Jos Manuel Estrada, o La Ilustracin Argentina, deBenito Hortelano.

    A poco de iniciada la guerra contra el Paraguay se crea enBuenos Aires el peridico El Invlido Argentino, bajo la direc-cin de Juan Mara Gutirrez. All inicia Manso una nueva ver-sin de Los misteriosbajo el ttulo Guerras civiles del Ro de la Plata.

    Contina su tarea docente y su labor militante junto a Sar-miento, afrontando la hostilidad que despertaban sus medidasde renovacin pedaggica, inspiradas en buena medida en losmodelos norteamericanos que admirara durante su viaje a Es-tados Unidos y que fueran firmemente propugnados en la Ar-gentina por su maestro.

    El 24 de abril de 1875 muere de hidropesa en BuenosAires. Aos antes se haba convertido al protestantismo, por locual se le niega sepultura en el cementerio catlico de la Reco-

    leta y es enterrada en el Britnico.

    NRFH, L LOS MISTERIOS DEL PLATADE JUANA MANSO 465

    31J. MANSO, Compendio de la historia de las Provincias Unidas del Ro de laPlata desde su descubrimiento hasta la declaracin de su Independencia el 9 de Juliode 1816. Destinado para el uso de las escuelas de la Repblica Argentina, Imp. y Lit.a vapor de Bernheim y Boneo, Buenos Aires, 1862.

    32 Eduarda Mansilla era hija de Agustina Rosas, la hermana predilectadel Restaurador. Con Manso, Gorriti, Mara S. de Thompson, Rosa Guerra yMercedes Rosas forman parte del grupo de celebridades literarias a lasque aluda La Ilustracin Argentinahacia 1853 (cf. nota 3).

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    LA NOVELALOS MISTERIOS DELPLATA

    La sombra del modelo

    Comecei a esboar este romance en Philadelphia, em 1846;foi concluido na fortaleza do Garavat, onde morei cinco me-zes, em fins de 1849 e principios de 1850, confiesa la autora alculminar la publicacin de su novela en elJornal das Senhoras, el2 de junio de 185233.

    Esta temprana lectora de folletines no ha quedado ajenaal impacto causado por la obra de Sue. En alguna ocasin, du-

    rante su viaje a Estados Unidos, intercambia con una dama deFiladelfia sus entusiasmos por los autores predilectos: Habla-mos de arte, de literatura, de Eugene Sue, de Dumas, de JorgeSand34. El comentario revela la atencin con que estas lectorasamericanas siguen los xitos ms recientes de la novela euro-pea. Con respecto al ms admirado de los folletinistas del mo-mento, Eugenio Sue, cabe recordar el comentario de Belinskisobre su difusin en toda Europa:

    Vale la pena decir que esta novela, o mejor estas Mil y una noches

    europeas, que un peridico publicaba por entregas, cautiv alpblico de Pars, y por consiguiente, al pblico de todos los pa-ses del mundo donde se reciban los peridicos franceses (y dn-de no se reciban?); o que as que aparecieron los volmenes seagotaron, ledos y reledos, ensuciados y manoseados en todoslos puntos del globo donde se hablaba francs (y dnde no se ha-blaba?); que se tradujo a todas las lenguas de Europa e hizo nacerun gran deseo por imitarla?35

    Entre sus numerosos lectores americanos, tal vez el que ex-

    prese con mayor fervor su adhesin sea Sarmiento, quien, ensu viaje inicitico a Pars, se esforzar, apenas pisado el pavi-mento parisiense, por localizar los escenarios de los personajesde la ficcin, en esa peregrinacin literaria que todo lector lealalguna vez ha realizado. Antes de iniciar la misin que le ha en-comendado el gobierno chileno y de ponerse en contacto con

    466 MARGARITA PIERINI NRFH, L

    33 ApudL. F. LEWKOWICZ, op. cit., p. 217.34 ApudVELASCO YARIAS, op. cit., p. 248.35V. BELINSKI, Los misterios de Pars [1842-1845], en U. Eco, E. A. Poe

    et al., Socialismo y consolacin. Reflexiones en torno a Los misterios de Pars, Tus-quets, Barcelona, 1980; las cursivas son mas; el comentario correspondea 1844.

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    lograr que el mundo entero sepa lo que los argentinos deben aese Rosas, oprobio y vituperio de la humanidad entera (p. 8).

    Si bien resulta un tanto sorprendente, hay que sealar queesta libre adaptacin del trmino misteriono es infrecuente enel mundo hispnico. Segn Romero Tobar, en los misteriosaparecidos a la sombra del modelo francs se presenta una ex-traa mezcolanza de temas en la que aparecen reunidos algu-nos de los tpicos de la literatura popular tradicional con lascuestiones candentes de la poltica del momento. De tal ma-nera, es la ficcin la que proporciona las estructuras para la ex-posicin de una realidad que se quiere denunciar y combatir.

    Para los unitarios enemigos del rgimen que los mantienelejos de su patria y del poder, la larga permanencia de Rosasen el gobierno ya lleva 17 aos al iniciarse la redaccin de lanovela, y todava estar seis aos ms40 se presenta como unfenmeno incomprensible que requiere ser estudiado con he-rramientas que trasciendan el anlisis poltico, a todas lucesinsuficiente, a juzgar por los hechos. Cmo puede un tiranosanguinario, brutal, de costumbres rurales y atrasadas, mante-nerse en el poder a pesar de las sucesivas guerras internas y ex-ternas? Qu fuerzas lo sustentan? Qu clase de sociedad essta que lo tiene como caudillo y amo?

    En un texto contemporneo de Los misterios, Sarmiento par-te de una concepcin anloga al inclinarse sobre la complejarealidad que intenta analizar en su Facundo41: los males queaquejan a la Repblica Argentina. Hay que indagar en la vidasecretade un pueblo para encontrar las razones de sus luchas in-ternas, de su alejamiento de los caminos que deberan condu-cirlo hacia el progreso y la civilizacin, de acuerdo con elpensamiento de la Generacin de 1837. En la interpretacin

    de Sarmiento, lo secreto, lo misterioso y oscuro va unido a losobrenatural. Por ello se evoca la sombra terrible de unmuerto para que explique lo que la razn no ha logrado escla-recer: T posees el secreto: revlanoslo! reclama a FacundoQuiroga, el caudillo asesinado en la lucha entre facciones.

    En las pginas preliminares de su novela, Juana Manso de-clara su propsito: mostrar los misterios negros como el abis-

    468 MARGARITA PIERINI NRFH, L

    40 Recordemos que el gobierno de Rosas se extiende, con un breve pe-rodo intermedio, entre los aos 1829 y 1852, cuando es derrocado por Ur-quiza, con el apoyo del ejrcito del Imperio del Brasil.

    41 DOMINGO F. SARMIENTO,Facundo. Civilizacin y barbarie, Editora Nacio-nal, Madrid, [1875] 1975.

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    mo que tiene como escenario esta desventurada tierra (delRo de la Plata); y en torno a este objetivo organiza su estrategia

    narrativa. Los resultados no son los mejores en el plano litera-rio. La novela est llena de personajes y escenas previsibles;deja cabos sueltos (la relacin entre Ramn Maza, medio her-mano de Adelaida, y su novia, por ejemplo); se superponen his-torias dbilmente vinculadas con la trama central el juicio poruxoricidio del coronel Rojas, un personaje secundario; y con-cluye con un desenlace precipitado, que, segn aclara la notadel editor, es un agregado posterior42.

    Un texto problemtico

    Establecer el texto de la novela presenta una serie de dificulta-des, ya que nunca se public completo en vida de la autora y laversin definitiva (1899) fue corregida, completada y enmen-dada por el editor.

    La edicin que utilizamos es la de 1924, que se basa en la de1899, publicada un cuarto de siglo despus de la muerte de laautora. Lleva como subttulo Episodios histricos de la pocade Rosas escritos en 1846 y tiene un prlogo de Ricardo LpezMuiz. Le sigue una advertencia preliminar Una palabra so-bre este libro donde Manso expone sus objetivos, a la vez queseala la situacin de enunciacin: lejana geogrfica respectoa aquelladesventurada tierra sobre la cual escribe, pero con-tempornea con los hechos desarrollados bajo el gobierno delhombre tigre conocido hoycon el nombre de Juan Manuelde Rosas (LMP, p. 7, las cursivas son mas).

    A la espera de una edicin definitiva que aclare los proble-

    mas que an siguen pendientes sobre el texto, es posible trazarel recorrido de las diversas versiones y ediciones.

    La edicin de 1852. La novela, escrita en el exilio entre los aos1846 y 1850, segn testimonio de la autora, se publica en portu-gus como folletn en elJornal das Senhorasentre el 4 de enero yel 2 de junio de 1852. Es decir, la mayor parte de la publicacinaparece tras la cada de Rosas, derrotado en Caseros el 3 de fe-

    NRFH, L LOS MISTERIOS DEL PLATADE JUANA MANSO 469

    42 La persona que ha suministrado los datos necesarios al editor de estaobra para terminarla, prepara un folleto relatando este episodio histrico[la fuga de Alsina] (nota, p. 213).

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    brero. Sin embargo, en el ltimo nmero del folletn, Mansomanifiesta su temor a publicar estos secretos, que Rosas segura-

    mente no le perdonara. Y agrega esta extraa observacin:

    O epilogo do presente romance nao possivel por ora publicar-senoJornal das Senhoraspor inconvenientes independentes da nos-sa voutade, mas estamos disposta, sempre que acharmos coopera-ao, a fazer uma ediao dos Mysterios acompanhada entao doepilogo43.

    A qu se debe la eliminacin del eplogo? No resulta con-

    vincente una autocensura motivada por los resabios de temorhacia un Rosas derrotado y fugitivo; ms an, cuando ofrece in-corporarlo de inmediato a la eventual edicin en libro algohabitual con los folletines que haban obtenido el suficiente fa-vor del pblico, pero que no sucede esta vez.

    La autora tiene muy presente a su destinatario, el lector bra-sileo, ajeno a los ires y venires de la historia rioplatense, a su len-guaje y a sus costumbres. De all las aclaraciones a nivel de lxico,como cuando se explica que ranchoquiere decir una casa con lasparedes hechas con algunos palos groseros cubiertos de barro yestircol y el techo de paja (p. 11). O cuando, al describir al pre-sidente Oribe figura aborrecida por los unitarios se comparansus dientecitos blancos y agudos con los de los negros minas(p. 39), una imagen mucho ms evocadora para el lector brasile-o, familiarizado con los negros esclavos, que para el rioplatense.O cuando se explica in extensoel proceso de fabricacin de labota de potro, donde el cuidado del gaucho deja el cuero tandcil y suave como cabritilla (nota, p. 103).

    Tambin utiliza las extensas notas al pie sobre las cuales

    llama expresamente la atencin del lector en su prlogo parapresentar episodios o figuras relevantes del gobierno de Rosas,como los hermanos Reinaf, presuntos asesinos de FacundoQuiroga, o el litgrafo francs Bacle, encarcelado por Rosas ba-jo sospecha de espionaje (pp. 72-73). Estas notas sirven al pro-psito militante de la escritora, que interpreta los hechos sinpreocuparse por la veracidad de las fuentes de acuerdo con laintencin de toda la obra. As, cuando menciona al mazorque-ro Cuitio, la nota al pie agrega una observacin tendenciosa:

    Cuitio fue enviado enfermo a Tucumn hace dos aos, se

    470 MARGARITA PIERINI NRFH, L

    43 Citado por LEWKOWICZ, op. cit., p. 217.

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    cree envenenado por Rosas (1846). La Autora (p. 133). Dehecho, al comandante Cuitio le tocara vivir unos cuantos

    aos ms, hasta ser fusilado y colgado en la Plaza de Mayo trasla cada de Rosas, el 29 de diciembre de 1853. Manso ya estabade regreso en Buenos Aires, y puede haber seguido atentamen-te, como toda la poblacin, el debate en torno a la culpabilidadde los reos44.

    La edicin de 1867. En el transcurso de la guerra contra el Para-guay, el peridico El Invlido Argentino empieza a publicarcomo folletn una versin revisada y mejorada de los Miste-

    rios, bajo el ttulo Guerras civiles del Ro de la Plata. Primera Parte.Una mujer heroica. 1838y firmada con el seudnimo de Viole-ta. Esta versin abandona el aura del modelo francs paraelegir un ttulo ms acorde con el perfil docente y acadmi-co de quien acababa de publicar el Compendio de historia de lasProvincias Unidas. A la vez, desde el ttulo se destaca la figurade una mujer heroica, focalizando la atencin de lector haciauno de los ejes de significacin de la novela, y en el cual algu-nos han querido ver una suerte de autohomenaje. La estruc-tura prevista para esta nueva versin se expone al presentar elfolletn, el 29 de diciembre de 1867:

    Las guerras civiles del Ro de la Plataconstarn de dos partes: la pri-mera, sin nombres propios, ser el romance de una mujer que yano existe pero que an tiene prximos deudos, y que ser fcil-mente reconocida; la segunda parte se denominar Pginas dela juventud y contendr ms de un nombre propio, como crni-ca social de los incidentes de una poca poltica separada de nos-otros por el lapso de 28 aos45.

    La novela no llega a completarse tampoco esta vez la vidadel Invlidono fue muy prolongada lo cual es de lamentar yaque esta versin ofrece, por un lado, mayor objetividad histri-

    NRFH, L LOS MISTERIOS DEL PLATADE JUANA MANSO 471

    44 EnEl Plata Cientfico y Literario, el abogado Marcelino Ugarte expon-dr su defensa de los mazorqueros Ciriaco Cuitio y Leandro Alen, justifi-cndolos con base en una argumentacin del tipo obediencia debida queen esa poca no tuvo efectos favorables sobre los jueces (t. 1, 12-6-1854).

    45J. MANSO, Guerras civiles del Ro de la Plata. Primera parte. Una mu-jer heroica. 1838,El Invlido Argentino, Buenos Aires, 29-12-1867, nm. 53,y 2-2-1868, nm. 60.

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    ca, y por otro, revela mayor oficio literario en la escritora.Abundan las digresiones que comparan el pasado con el pre-

    sente en cuanto a las transformaciones urbanas, dentro de lalnea costumbrista, se utiliza el humor al retratar ciertos cua-dros caractersticos, y en general se ha aligerado el tono docen-te o excesivamente panfletario46. El Invlidodej de aparecer alestallar la epidemia de fiebre amarilla en Buenos Aires; peroal cesar sta no volvi a publicarse, ni Manso a buscar un nuevoespacio para completar su novela como s lo hizo Mrmol conAmalia(1851-1855). De alguna manera, la autora parecera es-tar ahora ms ligada con la tarea docente que con sus entes de

    ficcin, que quedan atrs, como si pertenecieran a una etapaya cerrada de la juventud. As se desprende de una carta a Sar-miento, donde le da cuenta de su actividad proselitista a favorde su candidatura presidencial, y agrega como al pasar: Y paraatenuar el hasto que suele visitarme en la inaccin a que mereduce la costumbre, por pasatiempo reproduzco en folletnuna novelita original de los tiempos en que yo escriba dramas y nove-lasen Brasil por el ao 5247.

    La edicin de 1899. Se trata de la primera edicin completa de lanovela, con los agregados y correcciones del editor, RicardoLpez Muiz, explicitados en notas48y casi siempre pertinentescomo cuando propone la fecha verdadera del episodio hist-rico que sirve de base a la ficcin (p. 213). Sobre esta edicin,que contiene la conclusin faltante en el folletn brasileo yque las hijas de Manso habran supervisado49, se realizaron lassiguientes.

    472 MARGARITA PIERINI NRFH, L

    46 Lamentablemente, en la Biblioteca Nacional de Buenos Aires slopuede consultarse el primer tomo donde aparecen los 14 primeros captu-los que se cierra con el nm. 60, del 16 de febrero de 1868; el segundo vo-lumen est tan deteriorado que no se presta al pblico.

    47 ApudVELASCO YARIAS, op. cit., p. 329; las cursivas son mas.48 Hasta aqu lleg en su manuscrito la autora. Quedando trunca la

    obra, el editor la ha terminado, de acuerdo con las indicaciones de una per-sona competente y conocedora de nuestra historia nacional, a fin de conser-var, en lo posible, el carcter de novela histrica que tiene este trabajo(nota, p. 199).

    49 Segn Liliana Zucotti, las hijas de Manso se hicieron cargo de lasobras ditas e inditas de su madre. De hecho, tienen a su cargo la edicinde 1881 del Compendio, que si bien no lleg al centenar de generaciones delectores, como soaba su autora, s logr una considerable difusin, al am-paro de Mitre y Sarmiento (nueve ediciones entre 1862 y 1881).

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    Para continuar con los misterios que ofrece la obra, en estaedicin difieren los datos de la portada y la portadilla interna.

    La portada, ilustrada con una escena difcilmente localizableen la novela, presenta como ttulo Los misterios del Plata. Novelahistrica escrita en 1846 por Juana P. Manso de Noronha, como edi-tor a N. Tommasi y como fecha 1900. La portadilla, en cambio,localiza la edicin en la Imprenta Los Mellizos, y en 1899.

    Esta edicin no trae ndice y presenta varios descuidos (sal-tea numeracin de captulos, comete errores en la ubicacinde las notas).

    La edicin de 1924. Esta edicin, que es la que manejamos, se basaen la de 1899, con el subttulo ligeramente modificado50; en ellase salvan los errores de la anterior y aparece una nueva mano: uncorrector poco respetuoso de los severos juicios de la autora. Porejemplo, al trazar el retrato de Juan Manuel de Rosas, dice Man-so: Su edad ser de unos cincuenta y siete o cincuenta y ochoaos [de hecho tena 45 en 1838]. Sus cabellos rubios y sedososempiezan a encanecer, porque as como la desgracia, el crimenejerce sobre los individuos su temible influencia. El impertinen-te corrector se permite esta nota al pie: Si el criminal encanecerecin a los cincuenta y siete aos, convengamos en que su in-fluencia no es muy desastrosa (pp. 109-110).

    La edicin de 1933. Est editada por J. C. Rovira, dentro de la Bi-blioteca La tradicin argentina, una coleccin destinada a unpblico popular, y por lo tanto, en funcin de la indiferenciaque se presume en este tipo de lector hacia minucias ms o me-nos acadmicas, se prescinde del aparato de notas y se deslizanvarios descuidos y algunos errores. Se elimina la introduccin

    de Manso, y el editor, en un breve prlogo que recoge algunaspalabras de la autora, agrega de su cosecha cosas como sta:

    Juana Manso desgraciadamente falleci antes de que aparecierasu obra y antes de ver a Rosas lejos del poder. La devocin de susamigos no quiso que obra tan justiciera quedara a medias y fueas, gracias a ellos, que apareci la primera edicin de este libroque es toda una patritica acusacin.

    Explica estos errores o descuidos el tipo de coleccin que

    incorpora la obra: es una publicacin semanal que ofrece en

    NRFH, L LOS MISTERIOS DEL PLATADE JUANA MANSO 473

    50 Episodios histricos de la poca de Rosas escritos en 1846.

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    otras colecciones ttulos como Tarzn y la esfingey La venganzaamarilla. El editor, por lo tanto, no espera que algn lector ilus-

    trado venga a reprocharle su falta de rigor histrico.

    Escribir contra Rosas

    La novela de Manso, como ya anticipamos, forma parte del corpusde narraciones escritas en el exilio por los opositores a Rosas, co-mo Echeverra, Mrmol, Sarmiento, Gorriti, entre otros, con loscuales comparte un imaginario comn y un repertorio de escenas

    y personajes prototpicos, as como una retrica y una argumen-tacin destinadas a probar la justicia de la causa antirrosista.En un trabajo de consulta indispensable, Proyeccin del rosismo

    en la literatura argentina, Adolfo Prieto analiza los diferentes pro-cedimientos a travs de los cuales desde que Rosas aparece en elpanorama poltico, hacia 1820, su figura se incrusta en todas lascorrientes de opinin, afecta en diversos planos la sensibilidad co-lectiva y se vuelve materia polmica inagotable51. Particularmen-te, seala Prieto, el testimonio literario permite rastrear los pasosque convirtieron a este terrateniente de familia patricia en un ge-nio del mal, y preguntarse por los elementos que intervinieronen este proceso transmutador (loc. cit.).

    Esta figura de poder, que domina la poltica argentina du-rante tres dcadas (a partir de lo que se denomin la anarquadel ao 20) va acompaada en el imaginario popular por unaserie de rasgos caracterizadores y de figuras que actan comosatlites de su persona: la esposa, Encarnacin Ezcurra, la f-rrea Herona de la Federacin; la hija52, Manuelita, presentadacomo el ngel que intercede ante su padre por los opositores

    perseguidos; su cuada Mara Josefa, acrrima enemiga de uni-tarios y federales desleales; los grotescos bufones Eusebio y Bigu;sus colaboradores ms adictos, desde el edecn, el general Cor-valn, hasta los jefes de la Mazorca, como Cuitio, Salomn oAlen. Estos personajes sern quienes, entre 1830 y 1852, llena-rn el escenario de figuras familiares, de sobreentendidos, deconsejas, de lugares comunes53.

    474 MARGARITA PIERINI NRFH, L

    51ADOLFO PRIETO, Proyeccin del rosismo en la literatura argentina, Universi-dad del Litoral, Rosario, 1959, p. 11.

    52 El hijo, Juan, es una figura ausente en la iconografa del rosismo.53A. PRIETO, op. cit., p. 26.

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    La literatura opositora simplific los rasgos de estos persona-jes, acuando tipos que se convirtieron en paradigmas identifi-

    catorios del campo enemigo en la lucha entre las dos facciones.As, la dulce Manuelita quedar inmortalizada en la memoriacolectiva como la hija devota de un padre tirnico sin que al-tere esta imagen congelada su eficaz participacin como agen-te diplomtico y poltico de Rosas, a partir de la muerte dedoa Encarnacin54; en cambio el leal Corvaln, de limpia tra-yectoria en las guerras de independencia, ser convertido enuna figura grotesca, una especie de viejo maniqu que se limitaa vegetar sobre la tierra55.

    A pesar de la amplsima produccin de los opositores exilia-dos en diferentes pases limtrofes Bolivia, Brasil, y muy espe-cialmente Chile y Uruguay la literatura, seala Prieto,

    no fue agente decisivo en el proceso poltico-social del rosismo;esta afirmacin no excluye, sin embargo el reconocimiento de laenorme importancia que libros, folletos, hojas peridicas y versosmemorizados tuvieron en cada una de las etapas de su ges-tacin Cabe asignarle a la literatura el papel de amplificador, de-

    formador y mistificador de la realidad que le dio sustento Tanto se

    borr el perfil humano de los actores, tanto se aventaron losodios y las pasiones recprocas, que hacia el ocaso del drama yalevantaban estatura mticamuchos de los hombres y de las situa-ciones que jugaron el estricto episodio histrico56.

    La cita ilumina el sentido de las producciones literarias delos exiliados antirrosistas integrantes de la llamada Genera-cin del 37 los cuales comparten un repertorio de figurasparadigmticas como los ya citados Corvaln, Manuelita, Cui-tio; metforas Rosas en figura de Tigre o Minotauro, cro-

    notopos la casa del dictador e ideologemas la causaunitaria identificada con el progreso y la civilizacin/la cau-sa federal, con el atraso y la barbarie que permiten leer suobra en una especie de continuum.

    NRFH, L LOS MISTERIOS DEL PLATADE JUANA MANSO 475

    54 Cf. CARLOS IBARGUREN, Manuelita Rosas, 3 ed., Carlos y Roberto NalEds., Buenos Aires, 1953, p. 30.

    55 Corbaln es un autmata viviente perfecto que repite lo que se lemanda; pele sin entusiasmo ni valor, no huy porque los otros no lo hi-cieron (LMP, p. 119). En Amaliaes un viejecito de fisonoma enjuta, es-culida, de cuerpo contrahecho y vestido anticuadamente (Casa de lasAmricas, La Habana, 1976, p. 47).

    56A. PRIETO, op. cit., p. 33; las cursivas son mas.

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    El lector de este corpusno dejar de registrar un aire de fa-milia entre las imagnes, metforas y diversas formas de repre-

    sentacin empleadas por Manso y las de sus contemporneosEcheverra, Sarmiento, Mrmol. Antes de entrar en las particu-laridades de cada uno, resulta conveniente, en primer lugar,recordar el mundo de relaciones, amistades, experiencias devida que vinculan a estos intelectuales y que crean lazos ms es-trechos que el simple aire de poca obviamente presente. Laideologa compartida se expresa tambin por medio de un len-guaje comn.

    Echeverra es el maestro indiscutido de la generacin, el via-

    jero que abreva en Pars de las fuentes del Romanticismo, el quelo implanta tempranamente en el Ro de la Plata. El matadero,el primer cuento hispanoamericano, relata, como se recordar, lamuerte de un joven unitario a manos de los carniceros federales,en un texto que inaugura la literatura argentina con la marca dela violencia. El cuento, supone la crtica, debi ser escrito en Bue-nos Aires (o en la campaa circundante) hacia 1838 y permane-ci indito hasta 1871, cuando lo public en la Revista del Ro de laPlatasu editor y amigo Juan Mara Gutirrez.

    No hay datos que permitan aventurar que Echeverra hu-biera dado a conocer el cuento a sus amigos en el exilio deMontevideo. Lo que s es evidente, en sus pginas y en las deManso, es el sentir compartido por una clase atemorizada anteel populacho, de quien la separa un abismo econmico, cultu-ral y hasta lingstico. As, el joven unitario del Matadero en-cuentra un paralelo en el enfrentamiento de Rafael Martnezun personaje secundario con un grupo de mazorqueros(LMP, pp. 186 ss.). El patrn de belleza masculina con que selo presenta estilizada y casi femenina, las formas solemnes

    de tratamiento (seguid vuestro camino) y la valenta ante losadversarios lo equiparan con el annimo personaje de Echeve-rra. A diferencia de ste, Martnez consigue burlar hbilmentea sus enemigos. Pero se trata de una salvacin efmera, comorevela la nota de la autora, ya que cuatro aos ms tarde serfusilado (LMP, p. 186). El paradigma de Echeverra parece asinexcusable para estos hroes. Otro elemento en comn estdado en la asociacin de los protagonistas (unitario/Avellane-da) con una simbologa religiosa ambos vinculados con la fi-

    gura del Cristo sufriente.En el caso de Sarmiento, cabe recordar su estada de dosmeses en Ro de Janeiro a principios de 1846, en viaje hacia su

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    misin europea. En carta a Mitre desde esa ciudad (de 19 de fe-brero de 1846) hace grandes elogios del poeta Mrmol que all

    le es presentado; pero en el crculo de los jvenes escritores ar-gentinos no parece haber lugar para Juana Manso, que, recincasada, est a punto de embarcarse hacia Estados Unidos; suencuentro con Sarmiento tendr lugar muchos aos ms tarde,en 1859. De todos modos, los ecos delFacundo, ese encendidopanfleto contra Rosas publicado en Santiago de Chile un aoantes de emprender su viaje, han llegado a todos los odos uni-tarios. Algunos, como nuestro Valentn Alsina, subrayarn des-cuidos y exageraciones del autor, que por cierto nunca ver

    llegada la hora de enmendarlas; otros, como Juana Manso,compartirn el espritu y las imgenes de este ensayo que adop-ta muchas veces los cnones de la ficcin. El destino de un pasque arranca a la deriva su vida independiente es visto como unmisterioque no se resuelve por la razn sino por la mirada pro-funda e inspirada del genio del escritor o del ser que vuelve deultratumba.

    Otros elementos comunes nacen de saberes u opiniones yainstaladas en el sentido comn: la msica gauchesca es pa-ra Manso triste y montona como desierto (LMP, p. 17); paraSarmiento, pesada, montona, irregular (Facundo, p. 106);Rosas ser presentado de acuerdo con la informacin gene-ral como el paisano campechano, el mejor gaucho, el quepor eso conquista las voluntades de la campaa para orien-tarlos hacia el mal, de acuerdo con la visin de este grupo (cf.LMP, p. 17).

    Pero con quien entabla Manso el vnculo ms estrecho ycontinuado es con su paisano Jos Mrmol (Buenos Aires, 1818-1871), con quien comparte los aos de exilio en Montevideo

    primero, y despus en Ro de Janeiro. El prologuista de la edi-cin definitiva de los Misteriosorienta la atencin del lector ha-cia la relacin que existe entre esta novela y la de Mrmol,enfatizando una amistad que prestigia, indirectamente, la obraliteraria de una escritora menos valorada que su colega: Supunto de vista es semejante al de Mrmol, con quien mantuvoestrecha amistad intelectual (LMP, p. 5). Confirma esta rela-cin la extensa carta de Mrmol a su querida amiga que, des-de su nuevo exilio en Ro de Janeiro, expresa su disgusto por el

    Brasil y los brasilerosde carcter superficial y degradados porsu misma molicie, producto de un rgimen poltico monr-quico y esclavista, coincide Mrmol en la respuesta. La carta, fe-

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    chada en Montevideo en mayo de 1842, atestigua una real ca-maradera tanto en el terreno poltico como literario:

    He tenido el placer de recibir su carta de 7 de marzo, que conser-var siempre como el ms bello testimonio de su feliz talento. Enella se percibe fcilmente el Espritu contemplativo y melancli-co que constituye el Carcter actual de la juventud argentina yque representa V. tan sentidamente como lo hacen todos aque-llos que son capaces de ponerse al frente de los instintos de supoca. [Y ms adelante]: Cmo va la poesa? Trabaja V. mu-cho? Su linda improvisacin a la Campana me la he apropiadoen cambio de la despedida que no quiere V. dejarme. Trabaje

    V. amiga ma, y mndeme, en lo posible, todo lo que haga57.Entre los Misteriosy Amaliala lectura descubre varios puntos decontacto, que van ms all de la temtica comn: cuestinde influencias, de filiacin, de visiones compartidas por los dosamigos?

    La fecha establecida por Lewkowicz para la primera publi-cacin de los Misterios(Ro, 1852) as como las observacionesde la propia autora sobre el proceso de creacin, hacen difcilsostener esta relacin en trminos de filiacin absoluta, ya queAmalia, como se sabe, se public como folletn en 1851. Cabrapensar que, a su regreso a Brasil (1849) Manso puede haber in-tercambiado algunas ideas con Mrmol sobre las novelas queambos estaban escribiendo las dos destinadas a aparecer co-mo folletn, segn la estrategia editorial de la poca. Pero,mientras no se descubra correspondencia que corrobore esteintercambio, slo queda apelar al texto para sealar afinidadesy divergencias.

    Digamos, en primer lugar, que el repertorio de hechos y fi-

    guras de que echan mano los escritores antirrosistas tampocoes demasiado variado. Se trata de buscar un episodio, histricoo semihistrico, que d cuenta de las crueldades y arbitrarieda-des del rgimen rosista, para denunciarlo ante una Europa de-masiado complaciente y lograr el apoyo para la causa de laoposicin.

    En este sentido, tanto Mrmol como Manso apelan a episo-dios de un pasado muy reciente como eje de su trama narrativa:la frustrada huida de varios jvenes unitarios en 1840 en Amalia;

    la, primero frustrada y luego exitosa, huida del unitario Valentn

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    57 ApudVELASCO YARIAS, op. cit., pp. 208-210.

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    Alsina en 1838, en Los misterios del Plata. (Podra recordarse aquque los dos futuros novelistas haban protagonizado sendas fugas

    de Buenos Aires, con mejor fortuna que sus personajes.)Pero despus de este punto de arranque en comn, son pa-tentes las diferencias: la novela de Mrmol se enrola en loscnones del drama sentimental con elementos costumbristas yde novela de aventuras, sin que falten pinceladas de humor, aveces grotesco, a veces satrico. La novela de Manso, en cambio,se cie al episodio central para utilizarlo como eje de denunciasobre una situacin de represin general, a la vez que auguriode una deseada victoria sobre el Tirano (algo por cierto no dif-

    cil de hacer, ya que esta victoria tiene lugar durante la publica-cin de los Misterios).Amaliase adscribe con mucho mayor rigor a los cnones del

    folletn: multitud de personajes, tramas intercaladas, suspenso, es-cenas de humor que aligeran la tensin dramtica. Los misterios, encambio, avanzan sin distracciones hacia su desenlace, con el agre-gado de pocos episodios ajenos a la trama central.

    Uno de los pasajes donde la cercana entre los dos textos re-sulta ms patente es lo que, siguiendo a Bajtin, podemos llamarel cronotopo de la casa de Rosas. La casa de Rosas, cuya descrip-cin el afuera y el adentro no casualmente ocupa los dos ca-ptulos centrales de los Misterios, se constituye en ambas novelasen un espacio que parece condensar los sentimientos de fasci-nacin, temor y repulsin que su figura despierta entre susopositores58.

    Rosas vivi en la gran casona colonial de sus suegros, los Ez-curra donde tena tambin su despacho de gobierno hastaque, en los ltimos aos de su gobierno, traslad su residenciaa la igualmente clebre quinta de Palermo. Situada a pocas

    cuadras de la Plaza de Mayo, en la zona ms cntrica y comer-cial de la ciudad, habitada por la mayor parte de las familias

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    58 DAVIDVIAS, Mrmol y los dos ojos del romanticismo, Literatura ar-gentina y realidad poltica. De los jacobinos porteos a la bohemia anarquista, Suda-mericana, Buenos Aires, 1995, confronta la descripcin de la casa europeade la civilizada Amalia con la srdida casona colonial donde vive el brbaroRosas. Ya fuera de la ficcin, el general Paz evoca en sus Memorias el am-biente que reinaba en las cercanas: Es imponderable el silencio y la lobre-guez de aquella calle; y en la casa: Un gran patio sombro y desierto enque reinaba el ms profundo silencio es lo nico que vi (apudJOS LUISBUSANICHE, Rosas visto por sus contemporneos, Hispamrica, Buenos Aires,1985, p. 69).

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    patricias, la imagen que plasman las novelas no se correspondecon ese referente, sino que condensa un smbolo: se trata de la

    Mansin del Mal, guardada por feroces cancerberos59y reduc-to de hechos sanguinarios o aberrantes. Para acentuar con tin-tes de novela gtica lo sombro de este dominio, Manso inventaa la chata casona colonial un altsimo mirador que domina ala ciudad entera y que es la habitacin habitual del dictador(LMP, p. 102). El edificio se anima, en medio de la ciudad si-lenciosa y paralizada por el terror, y obtiene poderes terribles:Aquella casa, rodeada siempre de asesinos y bandidos, parecepronta a arrojar de s puales y proyectiles por todos los ngu-

    los de la poblacin (LMP, p. 106). Mrmol, por su parte, la de-fine con una imagen imborrable: la casa del Atila pampa60.La escena en la que Rosas hace su aparicin en ambas nove-

    las la hora de la comida tiene lugar en plena noche, lo cual,ms all del dato histrico61, dota de un nuevo elemento melo-dramtico una costumbre cotidiana. Es que aqu la escena de lacomida dar lugar a presentar al personaje en sus facetas msdegradadas las burlas soeces contra sus bufones, en ambos re-latos, o sanguinarias su manifiesta alegra por el degello deunos fugitivos, en Amalia.

    Si la coincidencia entre ambas novelas en la presentacindel lugar y la escena elegida es llamativa, no deja de resultartambin significativo, en este caso por oposicin, el tratamien-to de una figura proverbial en la iconografa (anti)rosista: suhija Manuela.

    En Amalia, el enojoso episodio suscitado durante la cena(Rosas azuza al bufn para que bese a la joven) es utilizado porMrmol para presentar a Manuela como una vctima de las ar-bitrariedades paternas, pero a la vez una mujer inteligente y

    sensible que no cierra los ojos ante las atrocidades de su entor-no. En Los misterios del Plata, en cambio, Manuela es una figura

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    59 Tanto Manso como Mrmol describen con rasgos siniestros la cus-todia de Rosas, formada por gauchos de rostro infernal (LMP, p. 104) eindios pampas como otros tantos perros de presa que estuvieran velando(Amalia, p. 48).

    60As la denomina en el ensayo biogrfico dedicado a Manuela Rosas,de 1850 (Asesinato del Sr. Dr. D. Florencio Varela; Manuela Rosas, ed. y prl.J. C. Ghiano, Casa Pardo, Buenos Aires, 1972), que le servir como basepara crear a su personaje en Amalia, de 1851.

    61 Todos los cronistas de la poca hacen referencia a la costumbre deRosas de trabajar durante toda la noche; cf. J. L. BUSANICHE, op. cit.

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    fugaz, que al iniciarse la escena se aleja dando las buenas no-ches, hacia otros pisos de la casa (p. 109). No tiene rostro ni

    voz que le permitan asumir una identidad propia (ni obtenerun atenuante a su posible culpa) dentro de esta atmsfera debarbarie y salvajismo (p. 106). Es que Manuela ya est conde-nada por la autora como hija querida y digna de S.E. el IlustreRestaurador de las Leyes. Cuando vuelva a aparecer en la no-vela ser durante un desfile, en medio del populacho, encabe-zando un grupo de hombres a caballo, vestida ella misma conel traje de los gauchos y enormes espuelas; es decir, consustan-ciada con la barbarie del rgimen. Y la autora corrobora en

    nota al pie: Este medio ha sido empleado muchas veces(p. 167). No hay en Manso concesiones al mito de Manuela co-mo el ngel de la Federacin. Y es especialmente severa tam-bin su condena a las cuatro seoras federales que, en uno delos actos cvicos en homenaje al Restaurador, arrastran el ca-rruaje que conduce un retrato de Rosas. Sus nombres, acota,debe conservar[los] la historia con curiosidad. Pero, por si laHistoria se distrae o pierde la memoria, ella misma los incluyeen una nota al pie (p. 168)62.

    Historia y ficcin

    Los episodios histricos de la poca de Rosas, como reza elsubttulo de la novela, se centran en un hecho ocurrido en1835 o 183763. Cuando Rosas reasume en 1835 el poder, con lasuma de las facultades extraordinarias, hotiliza al doctor Va-lentn Alsina, uno de los ms destacados cuadros del partidounitario. Alsina huye con su esposa y su hijo Adolfo hacia la

    NRFH, L LOS MISTERIOS DEL PLATADE JUANA MANSO 481

    62 Se trata de M. Josefa Ezcurra, cuada de Rosas; la esposa del Minis-tro de Relaciones Exteriores, Felipe Arana, la esposa del General Alvear yla del General Guido. La nota acusadora se mantendr en las edicionesposteriores.

    63 La biografa ms antigua de Adolfo Alsina la de ENRIQUE SNCHEZ,Biografa del Dr. D. Adolfo Alsina. Recopilacin de sus discursos y escritos, BuenosAires, 1878, en la cual se apoyan todas las posteriores que he consultado,seala la fecha de 1835 para el episodio ficcionalizado por Manso. Sin em-bargo, parece acertada la correccin propuesta por quien asesora al editorde la novela situando el hecho un par de aos ms tarde (LMP, p. 213). Re-sulta verosmil que los opositores a Rosas, vuelto al poder en 1835, esperasenun tiempo el desarrollo de los acontecimientos antes de optar por el exilio.

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    provincia de Corrientes relativamente autnoma de las deci-siones del jefe de la Confederacin Argentina pero en el cami-

    no es detenido y devuelto a Buenos Aires, donde se lo confinaen el pontn Sarand64. Gracias a su mujer, Antonia Mazahija de don Manuel Maza, hasta entonces partidario y amigode Rosas, se organiza la fuga. Alsina logra escapar con toda lafamilia a Montevideo, donde se constituye en una de las princi-pales cabezas de la oposicin.

    El episodio histrico servir de base con algunas modifica-ciones a la novela. La autora introduce una variante en la fe-cha y ubica la accin en 1838, sin que resulte muy clara la razn

    de este cambio que no se preocupa por fundamentar, a pesar desus reiteradas protestas de apego a la verdad histrica65. Paraexplicar esta alteracin de la cronologa podra plantearsecomo hiptesis que la autora haya elegido para enmarcar sunovela uno de los aos ms dramticos del perodo rosista, quequed grabado con especial fuerza en la memoria colectiva. Enel plano exterior, se inicia el primer bloqueo anglofrancs, quetrae graves consecuencias para la poltica y la economa del r-gimen. En el plano interno, el ao comienza con la muerte dellitgrafo francs Hiplito Bacle, a quien Rosas encarcel porsospechar con razones bastante fundadas que era espa y fal-sificador; su muerte ser uno de los argumentos esgrimidos porFrancia para justificar el bloqueo al puerto de Buenos Aires.Ese mismo ao fallece Encarnacin Ezcurra, esposa del Restau-rador y su ms fiel y combativa aliada. Todos estos factoresagravan el clima de persecucin a los opositores.

    Por otra parte, la ubicacin temporal de la novela, presenta-da en el enunciado inicial (Era una hermosa tarde de otoode 1838) podra leerse como un homenaje al modelo, dado

    que la novela de Sue comienza en el mismo ao y con una cons-truccin verbal similar, si bien en este caso el inicio se orienta asubrayar el clima lbrego del submundo parisiense elegido

    482 MARGARITA PIERINI NRFH, L

    64 Un pontn recordemos es un buque viejo que, anclado de firmeen los puertos, sirve de almacn, de hospital o de depsito de prisioneros(DRAE, s.v.). En la Argentina volvi a echarse mano de este tipo de crcel demxima seguridad en 1976, para confinar a presos polticos distinguidos.

    65 Son horribles estos hechos se refiere a las solemnes procesiones enhomenaje a Rosas pero desgraciadamente ciertos y verdaderos porque loshemos presenciado (LMP, p. 122). Ms adelante: Esto es histrico y cuan-to se lea a este respecto no da sino una dbil idea de cuanto ha sucedido(p. 173).

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    como escenario: Al anochecer de un da fro y lluvioso de oc-tubre de 183866.

    Una segunda modificacin respecto del hecho histrico re-sulta mucho ms significativa. En una de las mltiples notas dela autora se explica que el hroe de este romance histrico esdon Valentn Alsina, pero que se le dar el nombre de MarcoAvellaneda para perpetuar al mrtir de Tucumn (p. 24).La figura de este joven poltico, gobernador de su provincia,que poco tiempo atrs fuera derrotado y ejecutado por la fac-cin federal, se constituy en uno de los iconos del martirolo-gio unitario, hasta lograr la estatura mtica sealada por

    Prieto67

    ; de all el curioso homenaje que se le rinde, convir-tindolo en personaje de folletn.La autora argumenta, adems, que por publicar la novela

    antes de la cada de Rosas, debe optar por el cambio de nom-bre. Sin embargo, el recurso parece poco eficaz, dado que lareferencia al personaje real resulta transparente; su fuga habatenido gran difusin en el restringido mbito de la sociedadrioplatense, y para pocos era un secreto el sujeto real que se es-conda tras el tenue seudnimo.

    En lo dems, la trama de la novela se apega estrechamente alhecho histrico. Alsina/Avellaneda y su familia se dirigen en unabalandra hacia Corrientes, pero, traicionados por el capitn, caenprisioneros y son llevados a Buenos Aires. All la esposa de Avella-neda mueve todos los resortes a su alcance para salvarlo. Disfra-zada de militar, sube al pontn, con el nio escondido entre lospliegues de la capa y consigue que la ballenera que debe condu-cir al prisionero hacia su crcel definitiva en el fuerte de BuenosAires ponga proa hacia Montevideo. La Conclusin (como se re-cordar, un aadido del editor) expone los destinos de los perso-

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    66 Cito por la edicin de Sopena, Barcelona, 1935, 2 ts. Se trata, por lodems, de un inicio muy frecuente en la novela popular del XIX, destinado asituar desde el comienzo al lector en el aqu y ahora de la historia.

    67A. PRIETO, op. cit., p. 33. El impacto de esta muerte no se atena conlos aos. En una fecha muy posterior (ca. 1870) al hablar de la poca de Ro-sas en su Compendio de historia, JUANAMANSO dedica al episodio un prrafo detintes melodramticos: Cada provincia tuvo su mrtir; pero entre todosdescuella el Dr. D. Marcos Avellaneda, cortado en cuartos que fueron cla-vados en postes por los caminos, y su inteligente cabeza en la misma plazade Tucumn, frente a la morada de su esposa y de sus hijos pequeitos(p. 242). La autora llegara a ver a uno de esos hijos, Nicols, convertido enPresidente de la Repblica (1874-1880).

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    najes secundarios, sin que el nuevo narrador parezca reparar en lacruel irona de esos destinos. El doctor Avellaneda se convierte en

    una figura reconocida de la oposicin en Montevideo, acompa-ado y fortalecido por la entereza de su fiel consorte Adelaida(p. 219); en cambio, los heroicos gauchos Miguel y Simn, a quie-nes les debe la vida, han muerto brava aunque annimamentecomo perece siempre el soldado en diversos combates contralas tropas aliadas a Rosas.

    En torno a la trama central se organiza una red de personajesy situaciones que contribuye a presentar la imagen de una socie-dad en claroscuro: por un lado, los hombres valerosos, bieninten-

    cionados, enemigos de Rosas y perseguidos por sus secuaces; porotro, los seres feroces, ignorantes, abyectos, que rodean al tiranoy ejecutan sus rdenes apelando a la traicin o a la fuerza. Todoeste mundo est presentado de una manera simplista donde el na-rrador tipifica con adjetivos maniqueos a los personajes o repar-te los atributos fsicos de acuerdo con la mayor o menor virtudque posee cada uno. As, Ramn Maza hermano de Adelaidatiene una estatura perfecta, rostro oval, noble, varonil y bien deli-neado frente blanca como el alabastro boca punz y hme-da, etc. (p. 128). En cambio, el mazorquero Salomn es viejo ycreemos que desciende de la unin entre indgena y mulato. Tie-ne el color y el cabello de los pampas, la boca gruesa y la soberbianatural de los mestizos (p. 135).

    La accin se detiene en numerosos pasajes para que la au-tora seale una serie de hechos vergonzosos a la execracinde la Amrica y del mundo (p. 204): as, la delacin de los sir-vientes en las casas patricias; o la ciega veneracin de las masasinferiores hacia el dictador: El pueblo bajo, compuesto enbuena parte por negros y mulatos, est conforme con Rosas co-

    mo lo estuvo en la Roma de los csares con Claudio, con Nerno con Calgula (p. 204).

    El relato de la fuga, finalmente, desemboca en la cristaliza-cin del objetivo planeado por la heroica mujer, despus deuna serie de preparativos minuciosamente descritos, y con unestilo ms cercano a la crnica que a la ficcin (cap. 39).

    La trama histrica: intenciones y significados

    Frente a toda novela histrica, el lector puede preguntarse porqu el autor ha elegido determinado episodio para recrearlo

    484 MARGARITA PIERINI NRFH, L

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    en los marcos de la ficcin. En el caso de Los misterios del Platason varios los elementos que justifican esta eleccin. En primer

    lugar, para la autora son evidentes los mritos de la historia ele-gida para perdurar a travs de las pginas de una novela:Aquella mujer [Adelaida] iba a ser la herona de uno de losepisodios ms curiosos que relatar el futuro historiador de es-ta poca de singular anarqua (p. 212)

    En primer lugar, justifica esta eleccin el hecho de que elepisodio tiene, excepcionalmente, un final feliz, que el textose ocupa de subrayar. Por primera vez el tirano pierde a supresa, y, tambin por primera vez, el motor de este desenlace

    afortunado es una mujer: Estaba de Dios que Rosas no saldraesta vez con su gusto. Una mujer habra de deshacer todos susplanes y esa mujer fue Adelaida, la esposa del doctor Avellane-da (p. 202). A Adelaida se la compara con Juana de Arco porsu fuerza y su herosmo, aunque ella ser ms afortunada que sumodelo:

    Si Juana de Arco se inspir en la divinidad de su misin y la reali-z, Adelaida busc fuerzas, astucias y medios en el amor de su ca-rio y en el cario de su hijo a quien no conceba que tuviera que

    criar hurfano, y, como la herona francesa, esta herona esposasali triunfante en su empresa, sin pagar con la existencia la te-meridad de su propsito (LMP, p. 202).

    Puede observarse la simplificacin operada al equiparar elorigen de la fuerza que mueve a ambas heronas: la misin divi-na que indujera a liberar al pueblo francs queda reducidaaqu a la categora de los valores de la familia burguesa. L. Zu-cotti analiza lcidamente este reduccionismo, como un rasgo

    que diferencia los relatos de las escritoras del corpusde la litera-tura antirrosista de los de sus pares masculinos:

    Si los escritores hacen del relato de la estrategia militar o polticael eje de sus textos, las escritoras narran permanentemente la for-mulacin de estrategias domsticas: cmo salvar a un padre, unhermano, un esposo o un amante (casi siempre personajes pbli-cos importantes) de un enemigo, la crcel o la muerte se trans-forma en la vuelta de tuerca por la cual los personajes femeninosintervienen en los enfrentamientos pblicos a travs de mecanis-

    mos eficaces pero poco ortodoxos68

    .

    NRFH, L LOS MISTERIOS DEL PLATADE JUANA MANSO 485

    68 En Los misterios del Plata: el fracaso de, p. 387.

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    En otro plano, la eleccin del episodio vivido por la familiaAlsina tiene una clara intencin poltica. Valentn Alsina es el

    jefe reconocido del grupo unitario exiliado en Montevideo,al cual se adhieren la autora y su familia. El texto literario seconvierte as en homenaje partidista, explicitado abiertamen-te en nota a los lectores al cerrar la publicacin de Os Mysteriosen 1852:

    Como sabeis, leitoras, depois da quda do tyranno, Alsina foichamado ao ministerio. Assim devia de ser: hoje pediu a sua de-missao e se retirou a vida privada; a ultima prova que esperava-

    mos da virtude do nosso heroe, a quem mais ainda uma vezprestamos nossa homenagem de admiraao e respetto69.

    Agreguemos que, a la luz de la historia futura, cobrar relie-ve la figura del nio, Adolfo que conserva el nombre real enla ficcin el cual ser uno de los polticos ms relevantes delas dcadas de los aos sesenta y setenta70. Est claro que la au-tora no poda augurar ese destino al publicar la novela en1852. Pero cuando la reedita en El Invlido Argentino(1869),Adolfo Alsina, dotado de un fuerte liderazgo sobre el pueblode Buenos Aires, ya ha llegado a la vicepresidencia bajo el go-bierno de Sarmiento. Es evidente pues el objetivo poltico quesubyace en el texto novelesco, con su doble homenaje al padrey al hijo.

    Por ltimo, el episodio elegido como nudo de la ficcin co-bra una particular dimensin si se lo lee en la perspectiva de unfuturo deseado. A diferencia de otros textos de igual filiacinideolgica El matadero, Amalia, algunos cuentos de Gorriti,como El guante negro o La hija del mashorquero71 donde

    la tragedia sella el destino de los personajes que se atreven a en-frentar al tirano, aqu Rosas se ver burlado. Junto con el valorde la heroica mujer, se destacan las cualidades de los perso-najes de distintos niveles sociales que colaboran en el xito dela empresa: gauchos incultos pero de noble corazn, servidoresfieles, patriotas honrados. Todo ello apunta a persuadir al lec-

    486 MARGARITA PIERINI NRFH, L

    69 Citado por LEWKOWICZ, op. cit., p. 217.70 Su segura carrera hacia la presidencia de la Repblica se ver cortada

    por una muerte prematura, en 1877.71JUANAMANUELAGORRITI, Sueos y realidades, Biblioteca La Nacin, Bue-

    nos Aires, 1907, 2 ts.

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    dr. De este modo, el texto literario aspira a convertirse no sloen espejo de la realidad sino en instrumento de la creacin de

    un nuevo orden y una nueva legalidad.

    CONCLUSIN

    Obstinada en su vocacin por aparecer ante el mundo, Los mis-terios del Plataacepta geografas y lenguas diversas, tolera manosque la completan, corrigen o interpretan a su antojo, apareceen soportes tan diversos como un peridico de guerra o una

    coleccin donde convive con Tarzn.Panfletaria, ingenua, mal traducida o mal escrita funcio-na como blanco de stas y otras muchas crticas (merecidas)que se le pueden formular. Sin embargo, constituye en s mis-ma una empresa que no acepta reducirse a un simple juicioesttico. Adquiere significado al insertarse en el contexto en elque fue imaginada, escrita, refundida y vuelta a publicar. Talvez por eso, a pesar de lo que dijera don Ricardo, la obra deJuana Manso sigue viviendo tanto como su nombre.

    MARGARITAPIERINIUniversidad de Quilmes

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