La Revolucion de 1891, Un Ideal de Regeneración Politica - Carmen Gloria Ochoa

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Revolución 1891

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  • CAl\r.1EN GLORIA OoroA MORENO

    LA REVOLUCION DE 1891. UN IDEAL DE REGENERACION POLITICA

    b"TRODUOCIN

    A TRAvs DEL PRESENTE ESTUDIO hemos procurado pesquisar la vi-sin que sobre la revolucin tuvieron sus actores en los cuatro aos posteriores a ella.

    Tomando en cuenta las pocas fuentes balmacedistas en el perodo postrevolucionario, nos limitamos a la revisin de la literatura emanada de las fuentes parlamentarias. Por medio de ellas hemos querido com-prender cmo los constitucionales "vean" la revolucin y cmo la enjuiciaban.

    Para los balmacedistas, indudablemente que haba sido el triunfo de una oligarqua que haba tomado como ensea de lucha "la defensa de la Constitucin y de las Leyes". Para los constitucionales, en cam-bio, su lucha haha sido inspirada por la defensa del derecho y de las libertades. Pero, y ste es el punto que nos interesa, tambin se insiste en que la lucha haba perseguido la vuelta a Chile de la "hon-radez y de la moralidad"; la lucha involucraba un afn de regeneracin de los vicios politicos y, como dijera Carlos Walker Martnez, con Bal-maceda no slo deba caer un hombre, sino todos los vicios polticos y administrativos que haban culminado con la dictadura.

    Por tanto, aparte del problema legal o econmico, hubo un afn de "iniciar una nueva vida" en muchos y de que aquella revolucin trajera tambin una revolucin en los hombres y en las prcticas pol-ticas.

    Al iniciar el trabajo de investigacin, la meta que nos hablamos propuesto era lograr un "enjuiciamiento" de la revolucin por los contemporneos en los aos inmediatamente posteriores a ella. Para alcanzar este objetivo, solamente pudimos recurrir a fuentes directas, a fin de obtener opiniones de los contemporneos a ella. En realidad, ninguna de las fuentes indirectas nos fue de gran utilidad y 10 fueron nicamente para darno,s una idea del perodo histrico que abarcamos.

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  • De las fuentes directas consultamos la prensa, las Sesiones del Congreso y folletos aparecidos entre 1891 y 1894. A medida que avan-zbamos en la investigacin, pudimos ir comprobando que, In gran mayora de las veces. cuando se dab.'ln opiniones respecto a la revolu-cin, se atribua a sta un valor regenerador. Esta idea perdur hasta diciembre de 1894, fecha que marca el lmite de este trabajo.

    De ah concluimos que muchos consideraban que la revoluci6n no s610 haba significado la muerte de un rgimen y su suplantacin por otro, sino que ella, adems, deba producir un cambio en los 11Om-bres y en su actitud poltica, como tambin en el gobierno.

    Por desgracia la revolucin sirvi posteriornlente de arma en las luchas polticas de los distintos partidos y, por lo mismo, se nos hizo muchas veces difcil determinar la honradez de las opiniones revisadas. Pero aun as, el que se insista que la revolucin deba haber terminado con todos los vicios -aunque esa insistencia fuese interesada- significa que exista el deseo de terminar con ellos.

    Por ltimo, la investigacin In iniciamos a partir de agosto de 1891, momento en que termina la revolucin. Pero era interesante saber si antes exista conciencia de que la revolucin deba producir un cam bio en los chilcnos y en su conducta moral. Revisando alguna prensa de 1890 y la prensa constitucional durante la revolucin pudimos cons-tatar que el afn, en ese momento, es, por sobre todo, demostrar la legalidad del movimiento encabezado por el Congreso. Sin embargo, se vertieron opiniones acerca de la necesidad de regeneracin en un plano de generalidad, que posteriormente se especifica en la necesidad de regeneracin de los distintos partidos. Esto sera como un smbolo de un cambio en las actitudes polticas producto de la revolucin.

    Durante la Guerra Civil se opin que " ... es al pas, a cuyas heridas viejas y modernas necesitamos aplicar hierro candante, si queremos ser fieles al espritu del Parlamento y del pas, si deseamos que In revolucin produzca en los funcionarios y los ciudadanos un cambio trascendental y reparador. si no hemos de seguir dando in-quietas e infructuosas vueltas en un crculo vicioso de contemplaciones irunorales, de usurpaciones escandalosas y ruines complicidades".

    "Es una contienda que va a decidir si Chile es eapaz de eliminar del foro de la poltica interna los viciosos grmenes que han producido el balmacedismo y proseguir vigorosamente su desarrollo nacional bajo los auspicios de la justicia y moralidad, de la inteligencia y el patriotis

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  • mo o si se convertir a perpetuidad en una triste colonia de malhecho-res sublevados y de reos prfugos ... ":l.

    " ... El pas entero se levantar como un slo hombre para sacudir de sus hombros esta tirnnin monstruOS.'l que acaso necesitbamos para nuestra regeneracin poltica y para conquistar definitivamente las libertades de que gozan todos los pueblos civilizados de la tierra"!.

    "Si se trata de purificar nuestro pas, de darle libertades duraderas, de arrojar p.'lrn siempre la hez corrompida que hoy agobia y afea su noble faz, qu son entonces siete meses de angustia?".

    En resumen: En 1891, durante la guerra, se insisti ms en la le-galidad que en los aspectos regeneradores que poda envolver la revo-lucin. Posteriormente, con la victoria y al iniciarse de nuevo un orden politico, se insisti en forma creciente en sus elementos regene-radores ms quc en su legalidad. Esta se vea ya premiada en Concn y La Placilla.

    1. UNA ESf'ERA.'JZA IlEVOI..UClOSAJUA: LA RECENEI\ACN MORAl..

    Agosto de 1891 signific para los constituciooalisms o congresa-listas el triunfo de sus aspiraciones, conquistando, segn ellos, la liber-tad de Che y estableciendo el gobierno p..'ll-lamenlario sobre bases inamovibles.

    El entusiasmo de la pren.~a y foUetos era inmenso. Se cerraba el parntesis de la dictadura y se reanudaba el poder pblico constitu-cional interrumpido desde el 19 de enero. La repblica est salvada. "El sol de la libertad brilla sobre un ciclo puro y zafirino y todo hace presagiar que vcndrn das de ventura y felicidad que levantarn el estado de xIStracin mortal en que ha quedado el pas"~.

    La revolucin adquira, entonccs, cameteres singularcs. Era la primera revolucin constitucional americana, y prueba de ello era el aplauso de potencias europeas y del continente. Habla sido esta una revolucin sin caudlo, una revolucin basada en el derecho y cuya popularidad era inmensa.

    2 Idem, 11 de marzo de 1891. s El COMtltllcional, Santiligo. 28 de abril de 189!. 4 Idem, 8 de agosto de 189l. 11 El Ferrocarril, martes 8 de septiembre de 1891.

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  • La revolucin era la obra de toda la gente "'decente y honrada", la obra de un pueblo eotero para mantener las libertades y tradiciones de honradez poltica y administrativa. De ahora en adelante slo primaran los verdaderos intereses nacionales y se olvidara la poltica mezquina de intereses personales y de partido. "'La repblica regene-rada con esta tremenda conmocin interior y cimentada en sabias leyes que tenemos derecho a exigir de las luces y del patriotismo de los hombres pblicos, hoy reunidos en fraternal concordia poltica, volver a ser dichosa, floreciente y grande" 6.

    Es decir, para los revolucionarios comenzaba una vida nueva, vida de libertad y de paz, de legalidad y de honradcz cvica. Estrechamente unida a la restauracin constitucional, la revolucin haba producido -o al mellas deba producir- un cambio en las actitudes polticas y sociales.

    Por lo tanto, la revolucin vencedora se encontraba comprometida en una doble tarea, que apareca como ms difcil que la realizada hasta alcanzar la cada de Balmaceda. Por una parte deba devolver al pas el goce del rgimen constitucional, renovando los poderes pbli. cos de origen popular por medio de elecciones libres y, por otra, depurar el organismo poltico y administrativo.

    La mediata consecuencia de aquella regeneracin seran las pri meras elecciones libres en el pas, " ... segura garanta para el gobierno del pueblo por s mismo y paro la regeneracin y moralidad de los hbitos polticos" r; con ellas comenzarla la era de la honradez cvica. Pero tambin los "hbitos polticos" deban cambiar, a tal punto, que los hombres tuvieran ahora por objetivo de sus luchas slo el inters nacional. "Si en los campos de batalla hubo unin, la obra de reconsti-tucin de la Patria exige ahora el suspender toda discusin que pro-duzca antagonismo" a.

    La confianza con ello volvera a renacer, pero haba que hacerse dignos de ella. Los deberes para no malograr los grandes resultados de la revolucin obligaban a la tarea de reconstruccin y depuracin para el desarrollo tranquilo y correcto de las Instituciones Republicanas.

    El entusiasmo revolucionario se expres adems, en tedum, pr dicas (R.A. Jara), novenas, poemas ("'La Maldicin", dedicado a Bal

    e Idem, 12 de septiembre de 1891. DiscW'SO de daD Sant1ago Toro Concha, en los hmerales de don flamero Echegoyen.

    7 Idem. 18 de septiembre de 1891 . Ramn Barros Luco, I Sesin Ordinaria Cmara de Diputados. 10 de

    noviembre de 1891.

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  • maceda; "Al Ilustre Marino Jorge Montf', dedicado a Jorge Montt ) , obras de teatro ("'La Redencin de Chile", de Carlos Walker JI.Iartnez) , alegoras, banquetes, discursos, piezas musicales, proyectos de ascensos, montcpoll, etc.

    L'!. alegra y confianza experimentadas despus de las elecciones del Congreso el 18 de octubre, llev al diario conservador El Porvenir a expresar que los frutos de la "gloriosa revolucin' eran tan felices que casi ('ra necesario bendecir la dictadura por haber acarreado la revolucin regeneradora '"as como el Aguila de Hipona bendeca la culpa que hizo descender del cielo al Redentor" .

    Haba sido la primera eleccin libre, consecuencia del triunfo al-canzado por la causa constitucional, primer paso en el camino de rege-neracin. En el presente y porvenir significaba la muerte de la inter-vencin oficial y ms tarde se la considerara la ms importante con-quista alcanzada por la voluntad popular en la lucha contra la dicta-dura.

    Pero la regeneracin tambin tendrfa que darse en otros planos. El Presidente, el('gido por el pueblo, no era de ahora en adelante el jefe de un partido, sino el primer servidor de la. nacin. Estaba encargado de gobernar en aguas tranquilas en medio de la paz y confraternidad, del amor y respeto de todos los chilenos.

    En diciembre de 1891, segn opinin de los gobiernistas, se haba dado cima a la obra ele reconstruccin. Todos los poderes pblicos de Chile estaban ya reconstituidos en confonnidad a las leyes. El mecanis-mo poltico habla vuelto a funcionar con regularidad y una ley de amnista (primera) era el inicio de la reanudacin de los gobiernos constitucionales de Chile.

    La revolucin no solamente haba significado la reconquista del derecho y la implantacin del sistema parlamentario. La revolucin no slo llevaba envuelta distintos principios y doctrinas, sino que involu-craba tambin un ideal de regeneracin poltica y social ...... se trataba de defender nuestra Constitucin y nuestras leyes y hemos vencido: la tirana que no puede vivir en nuestra Patria, porque es planta maldita y porque Chile naci para ser libre, nunca esclavo, ha quedado sepul-tada para siempre dando lugar al imperio del derecho y a nuestra regeneracin poltica y social'" 10.

    ~rvcnr,3denoviembredeI891. 10 El Ferrocurril, 4 de octubre de 1891. Discurso del coronel Estanislao del

    Canto, en Santa Cruz.

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  • L'l revolucin deba producir, al margen de las distintas corrientes, una regeneracin que terminara con la "politiquera" que haba hecho crisis durante el gobierno de Balmaecda. Ella deba significar el fin de todos los vicios. Deba iniciarse una era de moralidad, cuya primera manifestacin sera elecciones libres. Ella llevara al gobierno slo a hombres idneos que lucharan por el bien comn, y esto se traducira en el buen ejercicio del sistema parlamentario.

    Pero aquello era un ideal, y para el logro de los frutos de regene racin, es decir, para hacer vida ese ideal, ste deba adentrarse en cada hombre. En otras palabras, la actitud moral de los chilenos deba cambiar y de esto dependa que dichos frutos se hicieran realidad.

    2. Los PRIMEROS ACI'OS roLTIoos y I..A PRIMERA QUIEBRA DE I.A COALICI:"

    An bajo el impacto revolucionario se efectuaron las elecciones de Congreso y de Presidente (18 de octubre y 7 de noviembre, 1891). Los partidos se prepararon para la lucha eleccionaria manifestando su alegra ante el convencimiento que entraban a una nueva va que lIe vara real y verdaderamente a la libertad electoral.

    En sus circulares manifestaron el vivo deseo del mantenimiento de la unin y annona entre todos los que haban luchado por la Palria. As podra tenninarse la obra de reconstruccin y rcgencracin poltica y social, a fin de dar provechoso remate a la obra revolucionaria n.

    Los primeros actos parlamentarios (mayora Jjberal) revelaron la nobleza de propsitos que animaba a los representantes de la restau racin constitucional, en sus aspiraciones de mantener la unin que haba caracterizado a liberales y conservadores en la lucha a fin de cumplir con la obra de reconstitucin de la Patria, lo que exiga sus pender toda discusin que produjera antagonismo. En la Cmara de Diputados, E. Mae-Iver expres su satisfaccin ante los discursos pro nuneiados "que muestran a los hombres patriotas una autora de felices das para la lucha del parlamento, y para el progreso poltico del pas" 12.

    ~e los Proyectos de la Revolucin Triunfante se inclua la "organizacin df: un partido progresista que no tuviera m{s !loona que la libertad y honradezH , El Ferrocarril, 18 de septiembre de 1891.

    12 Cmara de Diputados, 24 de noviembre de 1891.

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  • El gabinete presidido por Pedro Montt l3 fue considerado de con-ciliacin y concordia. Simbolizaba el acuerdo de todos los partidos en sus aspiraciones de regeneracin de los vicios que haban culminado con Balmaeeda. La revolucin de enero no haba tenido por nico ohjeto derribar al dictador, sino, tambin, corregir los vicios del rgimen poltico que haban hecho posible la dictadura. Con el concurso de todos los partidos se terminara la obra de reforma. Ya en noviembre el diputado Ahraham Cacita haba expresado: " ... el pas necesita ahora forzosamente de la coalicin y de los esfuerzos patriticos de todos los partidos polticos para depurar la administTacin de los crro-res, de los abusos y de las incorrecciones cnormes que en ella ha sem-brado la dictadura dcrribada" H.

    Los constitucionalistas reflejaban su contento a travs de la prensa. Segn ella, en la mayora de los partidos representados en las Cmaras haba conformidad entre los principios y los actos. Aqucllo era un buen sntOma "'de reaccin contra el antiguo sistcma corruptor y ver-gonzoso de anteponer las conveniencias personalcs y de partido a las exigencias nacionales y de dar al olvido los principios cuando eran un estorbo para el inters partidista" 15. La poltica honrada y conse-cuente era uno de los grandes bienes obtenidos por la lucha y con ella los intereses de la nacin haban gauado todo 10 perdido con la poltica de crculos y camarilla.

    Sin embargo, la primera mauifestaein de voluntad de liquidacin de las fuerzas revolucionarias representadas en el Congreso apareci en El Mercurio el 31 de diciembre de 1891 16. Segn su opinin, la subsistencia de la coaliciu se impona mientras la obra de la revolucin no se finiquitara. El sistema de coalicin uo deba perdurar, puesto que el sistema parlamentario requera de mayoras para gobernar y minoras para fiscalizar.

    Por otro lado, junto con el entusiasmo postrevolucionario se deja-ron or algunas opiniones ms realistas. Para ellas, si bien se haba vuelto al rgimen constitucional mediante la reorganizacin completa de los poderes legislativo y ejecutivo y tomado medidas importantes de reaccin y reconstrucci6n, quedaban en pie muchos males que no se reparaban en un da, y que era preciso reparar. Eu el Senado, el seor

    13 31 de diciembre de I81a. 14 Cmara de Diputados, 26 de noviembre de 1891. Ms tarde Gacita fue

    franco opositor de la coalicin. 15 El Porvenir, 19 de enero de 1892. 11 En 1894 gran sostenedor de la coalicin.

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  • Fabres haca llegar su inquietud al seor Matta de que se reprodujeran los hechos pasados, " ... pues los chilenos tienen la mala costumbre de olvidar demasiado pronto sus males, 10 que facilita que las corrupt('las administrativas se etemiCf'n" 11.

    Pero el optimismo era la gran bandera de la prensa y sesiones del Congreso. Con todo, la primera grieta, la primera herida en esa poltica de paz y concordia se abri en marzo al caer el gabinete de coalicin }' organizarse el 14 de aquel mes un ministerio liberal encabezndo por A. Matle. El problema se agudiz por el nombramiento de jefes de fe rrocarriles y la reorganizacin del Poder Judicial (jueces polticos).

    Los conservadores reeriminaron a los liberales, quejndose que "se haba dicho" que la revolucin no era un motn vulgar en que se reemplazaran unos hombres por otros hombres, SlnO una grandiosa reaccin y completa refonna de la vida poltica, " ... junto con la dic tadura y en virtud de su propia derrota, pareca que iban a desaparecer, como por encanto, los malos hbitos, las mezquin:l.S pasiones y los feos vicios que 10 aos de administracin corrompida habnn incorporado en nuestro sistema de gobierno" 18. Los liberales queran retroceder a la vieja poltica de exclusiones y luchas de crculo desprestigiando la revolucin de enero. Por su parte, ellos seguiran cooperando en la regeneracin y ventura de Chile pues se perciban grmenes renacientes de la desdicha del pas y se presuma la prdida de los frutos revolu cionarlos.

    El pesimismo conservador se accntuaba. Las esperanzas haban Callado y con ellas las ilusiones de p.'l.z, bienestar y concordia que el gabinete de coalicin haba despertado en el pas, '" ... la opinin p-blica que se halagaba con la grata esperanza de la regeneracin pol tka, tendr el amargo desencanto de ver que renace la poltica estrecha y personal de antes de la revolucin, que retoman las ambiciones de circulo y de familia, que vuelven Jos gabinetes de pandilla y que toma a ser letra muerta la Constitucin de la Repblica" le, Los encargados del poder pblico, que deban ser los motores de la obra de regenera-cin, se convertan -en las alturas- en audaces continuadores de la antigua escuela. La leccin haba sido demasiado dura para no extirpar los males de raz, y si ello no sucediera se habra perdido el sacrificio de miles de vidas.

    ~ara de Senadores, 8 de enero de 1892. 18 La Unin, 4 de mano de 1892. le El Por,;enlr, O de mano de 1892.

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  • La ruptura de la alianza sin que se hubieran logrado los objetivos tenidos en vista deba ser meditada antes de que fuera definitiva.

    Eran inmotivadas para los liberales las alarmas de los conserva-dores, a quienes poco faltaba para decir que los frutos de la revolucin estaban perdidos; segn aquellos su afn era fraccionarlos. Las tareas de restablecimiento de las leyes, reconstitucin de los poderes pblicos, reorganizacin del servicio administrativo, arreglo de las finanzas, solu-cin de las dificultades internacionales, p..'l.cificaci6n del pas encomen-dadas a los vencedores estaban finiquitadas y s610 quedaba pendiente el castigo de los dictatoriales.

    Quedaba, pues, demostrado que la coalicin no era necesaria. Aquella obra de salvacin comn quedara en la historia como un bello y glorioso emblema del patriotismo y unin de la familia chilena. Pero e~te emblema ya no serva, porque se iniciaba la reorganizacin administrativa y econmica, y un plan fijo se tomaba ilusorio pues llevara al ms completo desbarajuste poltico.

    Sin embargo, en opinin de los liberales, los compromisos revolu-cionarios subsistan de tal manera que COII estos o aquellos hombres la poltica revolucionaria pennaneca inalterable. Cada cual deba ocupar su puesto; unos para asumir las responsabilidades de gobierno teniendo como enseanza la memoria del pasado y otros para ejercer el deber de la fiscalizacin patritica sin las actitudes engendradoras de odios. " ... Ocho meses de prueba hacian volver regenerados a ocupar cada cual el puesto que le corresponda .. ," 20.

    El sistema parlamentario se haba restablecido en todo su vigor y surga un gabinete que ofreca todas las ventajas de la coalicin sin ninguno de sus inconvenientes.

    Pero adems de los problemas polticos, a mediados de aquel ao el problema econmico se agudiz a tal punto quc incluso diarios libcrales consideraron que la mala poltica arruinaba a Chile. Mucho se haba esperado de la revolucin, pero volva la desconfianza en el porvenir. El gabinete no inspiraba confianza, y segn Jos partidos se deba renovar el pacto, "Es menester que el nuevo gabinete pueda ins-pirarse en las corrientes de opinin y sea el servidor de los propsitos y aspiraciones que nos movieron en los das de la gran revoluci6n.

    As servir al pas y enaltecer a su partido" 21.

    ~crrocarrU, 15 de marzo de 1892. n El llera/do, 9 de junio de 1892.

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  • El 9 de junio, un gabinete presidido por Ramn Barros Luco fue aclamado como "lo que el pas vena pidiendo" Z!! y como el continua-dor "de la tarea de reconsb'Uccin y reorganizacin de los servicios pblicos que se impuso a los partidos e individuos que resistieron uni-dos a la dictadura, extirpando las prcticas, los abusos y las usurpaciones que se han hecho prevalecer en nuestra vida pblica":!3. Su presenta-cin en el Congreso record antiguos tiempos de buenos propsitos nacionales.

    Liberales y conservadores se dedan portavoces de la revolucin. Pero tambin eran portavoces de su partido.

    Fueron los conservadores absolutamente sinceros en su lucha por el mantenimiento de la coalicin como smbolo revolucionario o lucharon ms bien en defensa de sus aspiraciones partidistas al encon-trarse en minora? O ambas cosas se dieron a la vez?

    Fueron los liberales absolutamente sinceros al considerar que la coalicin ya no era necesaria y que los grandes objetivos revoluciona-rios estaban bien encaminados y que, para el bucn funcionamiento par-lamentario, se necesitaban una mayora y una minora? O queran satisfacer sus aspiraciones partidistas?

    Es claro que la unin de p.utidos era una utopa; sobre todo si se piensa en el buen funcionamicnto parlamentario no poda tener larga duracin. Pero lo importante era el cumplimiento del ideal revo-lucionario de regeneracin en los distintos crculos. Al margen de los verdaderos interescs de liberales y conservadores, en sus ataques -es-pecialmente los de la minora conservadora- se insiste siempre que la revolucin debi tenninar con todos los vicios. Es decir, los hombres y los partidos deban actuar ahora en base a nonnas morales que les llevaran a tener por objetivo slo el bien del pas. Si el ideal penna-neca, importante era que se hiciese vida. Esto dependa de cada chileno.

    3. LAS ELECCIONES DE SEPTLnlBRE OE 1892

    Las elecciones para llenar las vacantes dejadas por Claudio Vicua y otros bahnacedistas en el Senado, llev a nuevas declaraciones en

    :!% La Uuln, 15 de junio de 1892. 23 El Fc"ocarril, 14 de junio de 1892.

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  • pro del sacrificio de los intereses de partido en bien de la unin liberal conservadora. Si haban podido emprender juntos la jornada de defensa de las instituciones y restablecimiento del orden pblico, por qu no podan ahora cimentar aquella obra mediante el mismo patritico acuerdo? "Miremos hacia atrs y que el recuerdo de 10 pasado nos aliente para seguir en el porvenir persiguiendo los intereses de la Pa-tria, an con sacrificio de los intereses de partido":l:~.

    Si el enemigo comn no exista ya bajo la forma de un gobierno organizado, subsista sin embargo por sus vicios, por las malas prcticas inculcadas en la administracin, y por los graves problemas financieros dejados como herencia. La obra estaba inconclusa y para terminarla se haca necesario buscar el acuerdo de todos. Una campaa electoral realizada en esas condiciones de acuerdo y avenimiento procurarla nuevas victorias como las que en alianza se alcanzaron en el campo de batalla.

    Un Senado reintegrado en esa fonna sera fiel representante del espritu de concordia que los haba animado en los meses de lucha y podra contribuir de una manera decisiva a la obra de reparacin en que estaban empeados. Slo as se consolidara la obra revolucionaria: suprimiendo los abusos de partido mediante un acuerdo patritico y realizando por segunda vez elecciones leales y COrrectas.

    Por ltimo. despus de la revolucin, el pas exiga, no slo la prescindencia del ejecutivo en las luchas electorales, sino tambin una moralidad severa en todos los actos y personas que pretendieran la re-presentacin de sus conciudadanos.

    Pero los resultados de la eleccin, en la que los liberales obtu vieron la mayora, slo trajeron dudas y acusaciones de intervencin electoral.

    Carlos Walker Martnez fue el portavoz de la desilusin y desen-gao df' los conservadores 23, Cul haba sido, se preguntaba, el objeto de la revolucin de enero? No haba sido arrojar del poder a un usur-pador nicamente, sino la causa haba sido ms noble y ms alta. Lo que se haba vencido no era un hombre, sino la dictadura con todos sus vicios. La resurreccin de la Patria despus de la revolucin poda compararse con la resurreccin de Lz.uo. " ... La revolucin, como la luz del primer da de la creacin, naci del caos, del caos en que nos haban envuelto los males prcticos de nuestro sistema de gobierno y de

    ------;;--jeraldQ, 16 de septitmbre de 1892. ~ Cmara de Diputados, Sesin 43 Ordinaria, 14 de septienlbre de 1892.

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  • partidos, del caos de la servidumbre oficial originada por la abyeccin de unos y la ambicin de otros".

    Todos Jos que haban participado en la revolucin pensaron en reformas que arra ncaran de raz los malos hbitos antiguos, las cos-tumbres corrompidas por las ltimas administraciones. Slo as se expli-caba la unin de los chilenos. Pero el resultado obtenido estaba de acuerdo con las ilusiones? En parte s y en p.ute no.

    Despus de las elecciones de 1891, deca Walker Martnez, la regeneracin se vio venir. Pero muy luego cambiaron las cosas, impo-nindose la reaccin antigua, y prueba de ello era la ilegalidad de las ltimas elecciones. Era ese el fruto recogido despus de la revolucin? No era la limpieza electoral al primer punto del programa revolucio-nario? Eran esas las autoridades que venan a suceder a las otras? Era ste el ejemplo que se daba al p..'ls despus que la sangre haba corrido abundantemente? Cunta desgracia significara para el pas una reaccin! Nadie habra pensado en ella slo unos meses antes :''6. En la prctica. los hechos no haban correspondido a los anhelos de los que haban impulsado al movimiento restaurador.

    Si se quera repblica de veras, libertad de veras, democracia de veras, era necesario, en esos momentos de regeneracin, ser bastantes enrgicos para condenar a los que venan a "rasgar la hennosa bandera del 7 de enero". Por lo tanto, finalizaba Walker Martnez, era un deber separar a los Intendentes de Chilo y Aconcagua por estar acusados de intervencin.

    El Ministro del Interior Ramn Barros Luco contest a Carlos Walker Martnez explicando que aunque se estaba lejos de haber ob-tenido los resultados que se esperaban de la revolucin, tampoco sta haba tenido por objeto colocar a los intendentes y gobernadores a merced del Congreso.

    A su vez, E. ~ Iac-I ver. i\ linistro de Hacienda, declar que aunque las elecciones no hubieran sido intachables, no significab.'l que se hu-biera perdido el camino marcado por la revolucin, y que el deber de los partidos era aunar sus esfuerzos para curar las heridas del pas.

    Otros liberales y radicales menos "conciliadores" que los ministros acusaron en fonna dura a los conservadores de hacer mucho juego con la insistencia que se perderan los frutos de la revolucin si no se destitua a aquellos elegidos fraudulentamente. No se haca ms que abusar de una figura retrica, diciendo que se haban derramado torren-

    :!'II Se deba pensar tambin en la opinin de las dems repblicas americanas que haban acompaiJado con su entusiasmo la revolucin.

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  • les de sangre generosa y se habia hecho sacrificios inmensos -todo ello en vano- slo para que continuasen los mismos males que se trataba de remediar. La revolucin se haba hecho para la reimplantacin de In ley, del orden y para que tuviera amparo el derecho de todos.

    Las discusiones se agravaron por el afn de los conservadores encabezados por Manuel Jos Jmrr~val, lder de la comuna autnoma, de suprimir el sueldo de intendentes y gobernadores como medida de mora1idad administrativa y asegurar as la libertad electoral. Se dolan que los ministros, senadores y diputados que haban abogado por la supresin de sueldos en 1890, ahora se negaran a eUo por intereses que no podan confesarse. Era como pma desesperar del porvenir del pas. "Despus de esto era de perder por completo la esperanz.'l de alcanz.'lr nuestra regeneracin poltica. Yo quiero esperar aun contra toda espe-ranza; yo quiero que no termine esta sesin legislativa sin que hagamos esta grande obra en pro de la regeneracin de la Patria" ::7.

    y el recuerdo de la revolucin por parte de los conservadores, como medio de alcanzar la regeneracin poltica, se hizo ms insistente. No deba hacerse estril el sacrificio de millares de vidas y, aunque con la supresin de sueldos no se cambiara a los hombres, al menos dismi-nuira el mal. Queran un cambio de hombres por hombres probos.

    Queran, acaso, hombres probos conservadores? Los liberales tambin se declararon p.'lrtidarios de la ms absoluta

    moralidad administrativa, pero las condiciones del momento no eran las de 1890, por 10 tanto, no tena sentido la supresin de sueldos.

    Por otra parte consideramos que "la condicin de los hombres" no se alteraba porque tuvieran remuneraciones o no. La corrupci6n no se correga con la supresi6n de la renta y la probidad no dependa del sueldo. El mal no estaba en las leyes sino en los hombres encarga4 dos de aplicarlas y cumplirlas. "Si nos fuera posible tener siempre intendentes probos y dispuestos a dar cada cual 10 suyo, respetando la ley e interpretndola con espritu de la ms recta equidad, con sueldos o sin ellos nos daran toda elase de garantas":!I.

    Sin embargo, la aspiracin de unin de los partidos volvi a surgir como camino para alcanzar el bienestar del p..'ls. "Para m la unin de los partidos constituye el bienestar del pas . Por esto yo lamento que despus de terminada la campaa en que se ha empeado el pas, haya venido a establecerse y acentuarse eierta especie de di-

    21 Cmara de Senadores. Sesin 30 EItr., 29 de noviembre de 1892. " Francisco Ugarte Zeuteno. C;;mara de Senadores, Sesin 34 [K!r., 3 de di-

    ciembre de 1892.

    2-19

  • vordo entre algunos crculos polticos que en las actuales discusiones se tratan con marcada acritud" ~,

    Por su parte, 105 Uberales balmacedistas dejaron or su opinin res-pecto a la supresin de sueldos de intendentes y gobernadores,

    Para ellos la supresin de sueldos en vista de la libertad electoral era profundamente inmoral e insultante p.'l.fa la dignidad humana, Equi-valia a decir que un funcionario asalariado no poda ser honrado, pues su conducta estara subordinada a los intereses materiales. Adems, el proyecto haca ms perniciosa la pretendida comuna autnoma, obra de retrgrados, Lo que el pas necesitaba era conciliar la centralizacin poltica en vista de los intereses generales del pueblo, con una justa descentralizacin administrativa,

    El divorcio, como dice el senador liberal Ugarte Zenteno, se haba ya producido; la revolucin tooricamente une a todos los grupos, pero

    ~: ~:~~~, le haba ya dacio diferentes matices "segn los ojos con que No cabe duda que la minora, en su calidad de tal, fiscaliza -y

    con miras polticas-, aunque no se puede neg.'l.f la sinceridad de sen-timiento revolucionario de C.'ulos Walker ~Iartnez, por ejemplo.

    Los liberales actan como mayora de gobierno (intendentes y go-bernadores liberales) y les molesta la fiscalizacin "detallista", Quieren actuar con ms soltura poltica e inconscientemente fueron los primeros en romper la utopa de unin pennanente de distintos principios y de viejos rivales.

    La consideraci6n liberal de que el mal no estaba en las leyes sino en los hombres encargados de aplicarlas y cumplirlas, tocaba lo me-dular del problema, Los hombres que "hacan" la poltica eran los que estaban fallando. Las prcticas polticas y administrativas no mostraran regeneracin mientras sta no se diera en los distintos crculos, y stos estaban ya reconcentrndose en s mismos y en su egosmo, La revo-lucin deba regenerar a cada individuo para que su actuacin pol-tica y administrativa estuviera de acuerdo a los ideales que cada uno encarn. Igualmente cierto era que la corrupcin como en regenera-cin se da "en el hombre" y no en factores externos,

    El tiempo, por su parte, habia mostrado el verdadero valor que tuvo aquel ideal. El ideal revolucionario, aunque todava elemento de unin, ib..'l poco a poco transformndose en una bella teora, pero ca-rente de vida.

    ~-e Idem,

  • 4. LA REAUDAD POLTICA CI-ULEN'A y LA FOI\MAClN' DE UN !'."UEVO MINISTERIO DE COALICIN

    El ao 1892 fue, segn todas las opiniones, una desilusi6n en rela-ci6n a las esperanzas que en l se haban puesto y cuyo cumplimiento se deseaba.

    La tarea parlamentaria haba sido pobre en leyes fecundas, gastos nacionale~, presupuestos, etc., pero rica en incidentes y agitaciones estriles. "Se han suscitado extemporneamentc cuestiones de gran aparato que han servido s610 pam fomentar agitaciones est6riles y para hacer ya infecunda o ya perjudicial la labor legislativa" 30. El r-gimen parlamentario no se haba practicado correctamente por causa de la conducta de los partidos 31.

    Qu haba sucedido? Se baba esperado que la revoluci6n formara un "Espritu Nuevo",

    pero ste no haba infonnado por parejo a todos. Persista el "Hom-bre Viejo", el cual volva a la poltica como si con la revoluci6n s610 hubiese habido un cambio de gobierno. Liberales y conservadores levantaron sus banderas en contra de los elementos tranquilos cuya ensea era la revolucionaria. "Los mdicos rien a la cabecera del enfenno y ste est extenuado y la anemia amenaza llevarlo a la tum-ba . Librenos Dios de los mdicos poHticos y de los doctores en ciencia econ6mica y confiemos nuestra pobre Patria a los cuidados cariosos de sus buenos bijos" 3~.

    A las divisiones se agregaban el grave problema econmico, el problema dictatorial (intentona de diciembre 1892), sus publicaciones, etc., mientras conservadores y liberales se dedicaban a sus batallas semanales.

    Los conservadores aprovecharon la ocasi6n para ver una evolucin del pas hacia el rgimen aparentemente sepultado en La PlaciUa; s610 se vea desconfianza y una vuelta al pasado 33.

    30 El Ferrocarril, 5 de febrero de 1893. 81 A pesar de ello, el 7 de enero, aniversario de la revolucin, El Ferrocarril

    haba alabado aquella obra grandiosa que haba restablecido el rt'gimen legal: "La revolucin chilena del 7 de enero de 1891 fue una revolucin poltica, en el sen tido m;s elevado de la palabra, una guerra nadonal de restauracin en nombre de la libertad electoral, del rgimen parlamentario y de la regeneracin del pas".

    32 El llcra/do, 14 de febrero de 1893. 33 La Uni6n y El Porvc"ir, tres primeros meses de 1893.

    251

  • Quines eran los culpables? Aquellos liberales que haban predominado en su partido rom-

    pielldo la coalici6n. Esta era la nica capaz de cumplir con el pro-grama revolucionario. Qu triste balance P.U3 el ao 18921, opinaban los conservadores. La patria enfenna se encontrab.'l en manos de curan-deros, cuando el remedio s610 estaba en la concordia; ya algunos pro-nosticaban que muchas veces los p..'lses no escarmentaban con las lec-cione.En marzo las recriminaciones eran mutuas, pero la opini6n ge-neral coincidi6 en la necesidad de la uni6n de los partidos para resol ver los problemas, y esta vez los propsitos deban cumplirse. Este sentimiento se acentu6 en abril.

    Los conatos revolucionarios, la mayora balmacedista en el munici-pio de La Serena y el empeoramiento de la situaci6n econ6miea, llev6 a la prensa de todas las tendencias a reconocer la necesidad de una poltica de concordia, de tregua de los partidos. Ni a stos ni al pas les convena en esas horas las luchas violentas. El pas enfermo des-pus de la guerra civil aspiraba nicamente a curar sus heridas a travs de la fraternidad, unin y concordia.

    Los mismos liberales reconocieron que la liquidaci6n, en marzo de 1892, haba sido intempestiva; por lo tanto, ahora deba organizarse un ministerio en que pudieran prcstar su cooperaci6n efectiva todos los grupos polticos para solucionar la cuestin econmica y la seguri-dacl interior del Estado. "El p.'ls debe consagrarse a la tarea de re construccin y regeneraci6n .. ," 3~.

    Se produjo, entonces, la organizacin de un ministerio de coali-cin el 22 de abril. Los males y los peligros hicieron recordar buenos propsitos en comn y -a tOOos- la unin que rein6 en agosto de 1801. "No vemos dificultades insuperables en la marcha del ministerio que se inicia y esperamos que su obra sea fecunda y provechosa en bien del pas; para ello se requiere, si, que los polticos que lo com-ponen busquen en su conducta las inspiraciones del patriotismo }' sepan apartar los conflictos a que estn expuestos los hombres que no figuran en las filas de un mismo partido" 3~.

    La reorganizaci6n del ministerio fue considerada trascendental en el movimiento poltico. La poltica de coalicin haba sido un acuerdo

    3 .. El Ferrocarril, 21 de abril de 1893. 35 La Libertad Electoral, 22 de abril de 1893.

    252

  • de los partidos unidos en la tarea comn de salvaci6n de las libertades pblicas y resultado de los acontecimientos que haban engendrado la (
  • paz, tranquilidad, y utpicamcnte se esperaba que los partidos sacrifi caran definitivamente sus aspiraciones en el juego poltico.

    Una vez superadas las crisis, cada partido volvia a su tienda y 1.1 rcvolucin pemmneca como una idca hermosa o como una banderilla de partido. "El hombre viejo" permaneci latente en las luchas pol-ticas .... . Se ha anatemiz."ldo a los hombres de la dictadura; no se ha anatcmizado la causa que produjo la dictadura, el estado poltico y so-cial que la provoc. La dictadura naci de la corrupcin de los partidos, de sus principios e ideales ... " ~ 7.

    Como decamos, se esperaba no interrumpir la concordia de los partidos por el bien del pas y la tranquila marcha de la Administracin.

    Sin embargo, a principios de unio, los liberales mostraron su sor-presa. al saber que el ministerio de coalicin traerla al senado la cues-tin de la libertad de enseanz."l, la que ms divida y apasionaba a los partidos. Aquello era sacrificar, segn ellos, la solucin de problemas de inters general a posiciones partidistas. El personalismo segua pre-dominando sobre la razn a pesar de que la revolucin haba prometido enterrarlo para siempre.

    El patriotismo urga hacer de lado en los debates parlamentarios 10 que divida a los partidos a fin de concentrarse en los grandes pro-blemas econmicos y administrativos y a la vigilancia de los procedi-mientos electorales. Despus de una revolucin tan larga y costosa los chilenos no podan preocuparse s610 de la colacin ele grados! "'An sera tiempo de reaccionar contra la tendencia fatal de una poltica que produce perturb."lciones e inquietudes, cuando todo demuestra la necesidad de inspirar confianza as en el interior como en el extranjero, CaD la cordura y buen tino de nuestra marcha poltica" 88.

    Los radicales fueron ms drsticos en sus acusaciones. La poltica de "emboscada" (conservadora) no slo maleaba las prcticas parla-mentarias, sino que haba llevado al pas a una situacin mucho peor que tres aos antes. Don Francisco Puelma Tupper, dirigindose a la Asamblea Radical el 3 de julio, lleg a afirmar: "Yo le temo, seores, infinitamcnte ms al despotismo de Irarrz."lVal y los Walker Martlnez que a la dictadura de BalmaceOa".

    La solucin vendra, segn liberales y radicales, de las elecciones de municipios y Congreso en marzo de 1894. El gabinete de coalicin

    37 Abraham Cacita, Cmara de Diputados, Sesin 71 Extr., 23 de mayo de 1893.

    38 El Ferrocarril, 6 de Junio de 1893.

    254

  • debla mantenerse al menos hasta saber cul de los contendores obten-dra en ella una mayorla suficientemente fuerte para collstituir un ga-binete vigoroso que mantuviera la unidad de accin e imponerse 3. los dems partidos para imprimir una direccin bien determinada a los intereses generales de la nacin. "Al terminar su perodo de sesiones ordinarias el Congreso, esa disidencia (coalicin) en el orden poltico es el sntoma ms caracterstico de la actualidad. La actividad que se nota en los partidos pam la prxima campaa electoral est llamada seguramente a operar una transformacin bastante pronunciada en la manera de ser y en la innuencia de gobierno dc las diversas agrupa-ciones polticas" ~9.

    Qu poco haba durado nuevamente la Unin! Pocos meses des-pus de formarse, los liberales ya pcns."ban en las elecciones como tr-mino de la situacin de coalicin, puesto que esperaban el resultado significara el predominio de un partido como posible solucin a la si-tuacin creada.

    Las luchas personales y partidistas haban vuelto en todo su vigor y, con ello, se perda sin remedio el icleal revolucionario de rege-neracin.

    El mal se vea en los otros (radicalcs-conservadores), pero cada crculo desviaba los ojos de si mismo. Radicales, conservadores o libe-rales tampoco miraban primero su actitud personal como la mejor me-dida de encamacin o de prdida del ideal rcvolucionMio.

    5. C,.u.IPAS'A CLECfORAL. MUNICIPIOS y CoNCIIESQ I>E 1894

    El segundo semestrc de 1893 estuvo dominado por la campaa elec toral para la renovacin de municipios y del Congreso, a realizarse en marzo del ao siguiente.

    Segn la opinin general, la mayor correccin implantada desde In restauracin constitucional haca los actos electorales ms fciles y ningn ciudadano poda dejar de inscribirse y votar. El Congreso de 1894 deba rcflejar el veredicto nacional; para los liberales el trmino dc la coalicin. "La expectativa de una solucin buscada en los resultados de la prxima eleccin parece ser la aspiracin comn de todos los par tidos otO

    ~, 2 de septiembre de 1893 ..o Idem.

    255

  • Pero la campaa no fue tranquHa. Liberales y radicales se tur. Ilaoon en sus acusaciones de intervencin clerical. "Ha el pas roto sus trndiciones de paz y de orden, el desarrollo de su progreso, derramado :l torrentes su sangre, desp.'1rramado profusamente su oro y hecho sacri. licios inapreciables ll.'lra entregar a los obispos y a los curas 10 que arrebata a los Intendentes y Gobcrnndores?" fl. Pero los conservadores, liberales y radicales velln la paja en el ojo ajeno y sus declamaciones teolgicas no eran sino el fruto de la alianza ant-iclerical formada por radicales, dictatoriales y demcratas. "'Cmo eran semidioses los que ahora no merecen sino diatribasl Qu lgica, qu consecuencia, qu doctrina es la que tales contradicciones aconseja?" ~~. El Partido Con-servador no era un partido de desorden sino de regeneracin y de principios.

    Sin embargo, en octubre, y a pesar de haber sido insultado enros trndosele su participacin en Lo COIlaS, Carlos \Valker Martnez invit a unn lucha leal, tranquila y pacfica "como deba ser entre hermanos, y como fue la del 91 y despus de la revolucin, de libertad, de respeto recproco, sin atropello ni violencia" 43.

    Pero los opositores ya no pensaban en unin sino 5610 en sus posi-bilidades de triunfo qne les diera mayora en el Congreso y. as, segn ellos, implantar en forma correcta el sistema parlamentario basado en la organizacin de dos grandes partidos, de los cuales uno gobernaba y otro fiscalizaba H.

    Y la muletilla liberal -awlque aspiracin de todos- fue la libero tad electoral, "planta bendita que brot de la tierra regada por tanta sangre generosa" n. A travs de aquel gran fruto revolucionario espe-raban obtener el triunfo y la "'Unin Liberal". Qu liberales?

    En aquel mismo perodo, el 28 de agosto, se discuti en las cma-ras un proyecto de amnista por los delitos polticos cometidos entre el ]9 de enero al 28 de agosto de 1891 y que no hubieran sido como prendidos en las leyes del 25 de diciembre de 1891 y 4 de febrero de 1893. Se exceptuaba de esta amnista a los responsables de Lo Caiu

    41 E. Mac-Iver, Cmara de Diputado~, Sesin 5" Extr., 26 de octubre de 1893. ~~ C. Walker ~Iartfnez, Cman. de Diputados, Sesin 5i Extr., 26 de oc-

    tubre de 1893 . ., Cil.mara de DipUI:ldos, S~sin @ Exlr., 28 de octubre de 1893. H Aqul habla sido el pensamiento posterior a la ruptura del gabinete de

    coalicin de 1892. t5 Eulogio Allamlrauo, Cou\'enC'in Liberal, SIl.bado II de noviembre de 1893.

    256

  • y los ex ministros de Estado que participaron de la dictadura y cuya acusacin penda ante el Senado.

    En la presentacin de1 proyecto se estableca que la tranquilidad pblica ya se haba cimentado y que haba llegado el momento de dar un nuevo paso para ir borrando los vestigios de la guerra civil.

    Los liberales lo aplaudieron como una manifestacin de olvido del pasado que traera un fraterna l abrazo entre hermanos. Incluso nm-nifestnron su deseo de un proyL'Cto ms amplio que importara una ver-dadera "unificacin de la familia chilena" ~G. O de los liberales?

    Para algunos, en "Lo Calias" hubo quienes no hacan ms que etun-plir con un acto militar. Por otra parte, se deba devolver la tranquili-dad a los que haban cometido faltas polticas despus del 28 de agosto.

    Se deba poner trmino n los males necesarios producidos por la revolucin. "Hay evidente conveniencia pblica en poner trmino a los males necesarios producidos por la revolucin de 1891, a los odios que han sembrado divisiones entre los ciudadanos. Es obra de patriotismo y una obra poltica, a la vez, robustecer los beneficios que ha tmdo al pas la revolucin eliminando sus malos cfectos"~7. El proyecto estaba llamado a producir un gran efccto moral; sera una especie de cancc-lacin definitiva de la cuenta poltica abierta por los sucesos de 1891, Mientras ms amplia fuera esa cancelacin. mientras ms generosa y completa, ms hermoso y duradero sera el efecto moral. Indudable-mente., con fines polticos afirmaban que la paz phlica estaba slida-mente afianzada y que una amnista amplia terminarla con cualquier intentona dictatorial.

    Los conservadores, como en las veces anteriores, se opusieron te-nazmente a la amnista completa. No deban confundirse delitos pol-ticos con vulgares robos y crmenes 48.

    En opinin de los balmaccdistas, 10 que se quera era halagar a los vencidos en provecho de ciertos crculos, opini6n compartida por al-gunos revolucionarios que vieron posterormente perdidos los afanes de perdn, justamente porque la amnista haba perseguido fines po-lticos .

    .fe Domingo Toro Herrera. Cmara de Senadort"ll, Sesin 38 Ordinaria, 28 de agosto de 1893.

    H E. Matte, Cmara de Diputados, Sesin 35 Ordinaria, 28 da agosto de 1893. ~8 El 28 de agosto, al presentarse el proyei.'to, Carlos Walker Martfnez dej

    conlitancia del homenaje de la C.mara al nuevo an.iversario de gloria pata la Patria.

    257

  • El 7 de septiembrc de 1893 los liberales democrticos se organi-z.uon como partido autnomo, invitando al pueblo a s:ltisfaccr sus aspiraciones pisoteadas en las elecciones de marzo y, a travs de sus ataques en la prensa, dcsvaneclan los sucilos de resurreccin del anti-guo Partido Liberal. "Estaremos dispuestos a ceder nuestras fuerzas y nuestra propia vida de partido autnomo, cuando despus de algunos aos de labor y lucha vCllmos cumplido nuestro programa, es decir, realizados nuestros anhelos generosos de reconquistar la felicidad y la grnndeza de Chilc".

    Entonces los conservadores, segn expresin de El PorLletlir, "to-maron palco" fS Los Iibernles haban olvidado su afn de castigo impulsando la concordia con los balmacedisms. Mucho hablaban de "unin" renegando de la revolucin. 'Ya haban tenido la respuesta!. "Se ha renegado de la revolucin y se ha pedido perdn por haberla hccho"60.

    y los liberales se quejaban de la ingratitud halmacedista, que no haba entendido ni de generosidad ni de perdn. "Los propsitos ge nerosos que tuvieron en vista los hombres que patrocinaron la amnista, de olvido en el pasado y de paz y conciliacin en el porvenir, tienen poca aceptacin en la fila de los vencidos";I. En vez de buscar su reha-bilitacin ante la conciencia nacional perdindose en las grandes agru-paciones, haban perseverado en profundiz.1r ms la separacin.

    Aparentemente, aunque hubiera sinceridad en el perdn y olvido, los liberales, ante las futuras elecciones y la posibilidad de mayora, per siguieron fines polticos en su lucha por una amnista amplia. Queran la unin de la familia liberal a travs de una "conversin" balmacooista.

    Su afn de "cancelacin de la cuenta revolucionaria" despert enor-mcs dudas y, ms que dudas, desilusin y sospechas de que el perdn sirviera p..ua fines polticos de partido. Aquello no era un testimonio de moralidad poltica. Se servla a intereses nacionales o partidistas? Si la regeneracin se hubiese producido, aquel perdn hubiera sido una de sus consecuencias y consecuencia necesaria. Pero como instrumcnto partidista no era sino una comprobacin que el ideal de regeneracin se haba hecho acomodaticio y, por lo mismo, estaba en vas dc perderse.

    ~orGenir, 27 de septiembre de 1893. 60 ldero.

    ~I Lo Pa/rla , septiembre de 1893.

    258

  • Por su parte, por qu se oponan los conselvadores? Por sin-ceridad y fidelidad a sus principios e ideales revolucionarios, o por temar a la posible mayora liberal?

    6. LA ETAPA I'REELECClONARIA. EII.'"ERO y FERflERO DE 1894

    Enero y febrero de 1894 fueron meses agitados y de gran incerti-dumbre frente a los resultados de las elecciones de marzo. El poder electoral se prcsentaba heterogneo y no permita clculos aproximados relativos a los resultados eleccionarios.

    El Gobierno y cada uno de los partidos que con sus sacrificios haban conquistado la libertad de sufragio, deban tener especial esmero para inspirar la ms complcta confianza en su ejercicio, puesto que s610 si ste era libre y honrado se rehabilitara la moralidad adminis-trativa y poltica. "Ya que hemos visto operarse regeneracin tan salu-dable en las prcticas de gobierno con el abandono de la intervencin oficial, prosigamos esa regeneracin en los hbitos y prcticas de los partidos, combatiendo con igual energa la venalidad del voto y el abuso de toda influencia indebida en los resultados eleclorales" 62.

    Estas eran aspiraciones comunes, pero indudablemente que para los conservadores el triunfo liberal significaba la prdida de las con-quistas revolucionarias y viceversa. En sus acusaciones mutuas COllc6n y La Placillll eran referencias frecuentes, y Jos candidatos de cada partido recordaban sus servicios revolucionarios y el respeto a la liber-tad electoral como medio de propaganda 53.

    Los balmacedistas y sus aspiraciones polticas eran preocupacin comn, y los mismos liberales reconocan que la poltica de enidad" y "amnista" les haba dado una peligrosa participacin en el movimiento poltico, cuando en realidad debi llevarlos a su refundicin en los partidos histricos. No apareciendo convertidos al constitucionalismo, su participacin electoral poda llegar a ser perturbadora en el juego

    G2 El Ferrocarril, martes 9 de enero de 1894. 63 El sbado 3 de marzo se realiz en el Teatro Santiago, de la capital, un

    mitin del Partido Conservador, en el que Enrique Morand, candidato a regidor, analiz6 el perodo en que los liberales haban estado en el poder, "perodo lleno de calamidades, regado oon la sangre de tantos mrtires del Partido Conservador y con la sangre an fresca de Lo Ca.ias, Dlncn y La Placilla, )' la que humea an en Valparaso".

    259

  • regular y ordenado de los partidos que evolucionaban dentro del orden constitucional restaurado. "Las perturb.'lciones quc, de una manera ms o menos acentuada, se han operado en el ltimo ao en la actitud y tendencias de las agrupaciones polticas con representacin legislativa, }' las pretensiones de aquellos elementos hostiles a la restauracin COns-titucional, a quienes la poltica de lenidad y amnista han dado parti-cipacin activa en el movimiento poltico, tienen necesarnmente que hacer sentir su influencia en la composicin del nuevo rgimen muni-cipal"c;.t.

    No por eso los liberales pensaron en una posible coalicin, la que rechazaban absolutamente como nefasta pam un huen funcionamiento parlamentario. Los lilx:rales eran los llamados a gobemar, como la ha-ban hecho por espacio de treinta aos.

    Los radicales insistan en la posibilidad de una "unin lilx:ral"., 'Prescindiendo de nuestras diferencias individuales, no pensemos ms que en el bien comn del liberalismo" M, Con ella el rumbo poltico del pas se salvara aniquilando el predominio conservador, Se deba salvar la libertad de Chile,

    El primero de febrero se produjo un asalto -segn liberales y con-servadores- de balmaccdistas al Cltnrtc1 de Artillera de Santiago, lo que llev al Gobiemo a declarar el estado de sitio.

    La junta Directiva del Partido Liberal-Democrtico desautoriz el asalto el 14 de febrero, Aquello no era ms que un fingido complot de los revolucionarios del 91, que no queran intrusos, y que preferan guillotinar la soberana popular (a travs del estado de sitio),

    Si los liberales independientes se haban sacrificado en 1891 en defensa del principio de autoridad, no podan ahora adoptar como credo poltico el trastorno de las instituciones sin renegar de sus convicciones ms acentuadas de autoridad, orden y paz,

    Para los liberales no era sino el signo de la poltica de perdn incomprendida, ", , . casi no se comprende dada la magnnima generosi-dad de que han sido objeto. , ,"'~. Aquellas tentativas para perturbar la paz pblica no hacan sino reavivar el anatema de la sociedad en contra de los dictatoriales y hacer "ms patente la grandiosa tarea de salvacin pblica llevada a feliz trmino por la revolucin" 57,

    ~errocorr, 2 de enero de 1894, ~ l Junta Centrol del Partido Rodictl/ 11 JIU Ctlrrellgioooriol, domingo 14

    de enero. I'AI El Ferrocarril, 2 de febrero de 1894.

    ~~ Idem, 3 de febrero de 1894,

    260

  • Otra de las funestas consecuencias de estos actos delictuales era que, amparados por la libertad electoral, los balmacedistas p
  • se disputaban en una lucha de intereses personales el honor de ser el ms generoso y atraerse la gratitud de los vencidos.

    Los conservadores, en cambio, no estaban de acuerdo en que la li-quidacin hubiera sido precipitada por los conservadores, sino que, por el contrario, por la poltica de exclusin de los liberaJes. Tampoco los conservadores haban aceptado ni recibido ningn apoyo dictatorial ni la amnista habia logrado ms protestas que las conservadoras.

    La revolucin "pesa", es decir, surge a la superficie en momentos difciles y tambin en momentos de convcniencias.

    En momentos de conveniencias, como, por ejemplo, las elecciones de mano. Durante ellas, las expresiones revolucionarias brotaron vi-gorosas como medio de propaganda al servicio de partidos.

    Hubo momentos difciles: el asalto al Cuartel dc Artillera. Aparen-temente la revolucin estaba perdida, pero ante el peligro de los dicta-toriales se la recordaba justamente como medio de exclusin de stos.

    Los liberales no haban logrado la conversin dictatorial y sin ella los balmacedistas -slo se presentaban como un elemento problemtico en el futuro Congreso. De ah su afn en el ostracismo de este grupo y su dura condenacin 61. La oposicin conservadora no cm novedad puesto que el ingreso balmacedista al Congreso no slo era antirrevolu-cionario, sino tambin daba la posibilidad de unin liberal.

    No cabe duda que, de haberlo querido los liberales democrticos, se hubiera producido la unin, pero, se hubieran unido los liberales pIna ir a las urnas con los liberales democrticos si stos hubieran aceptado, aunque no hubieran arriado su bandera? No dudamos que los liberales sinceramente revolucionarios slo lo hubieran hecho de mediar una conversin.

    Por otro lado, y ste es el punto que nos interesa, aquella prdida de la revolucin como principio de regeneracin poltica es c1ara. Los partidos, aunque se culpaban mutuamente de traicin a la revolucin, en su afn propagand stico, reconocan, sin embargo, que las luchas polticas se realizaban en el mismo nivel que antes de enero de 1891. Es decir, los hombres ---que eran quienes formaban los distintos crcu-los politicos- no actuaban ms moralmente o guiados por fines ms elevados. Tal vez, pensamos, los hombres que haban actuado en las luchas polticas anteriormente a la revolucin no eran los llamados a actuar posteriormente, porque el ''hombre viejo" segua siendo una realidad en ellos. La revolucin les toc la piel, pero no tos regener

    61 El asalto al cuartel pudo servir al deseo de "controlarlos".

    262

  • internamente. Aunque era lgico que en un sistema parlamentario se dieran las luchas polticas, se esperaba que la regeneracin llevara a los crculos a luchar por doctrinas de bien nacional y no se limitaran a asuntos domsticos y partidistas.

    Pero no todo era prdida, pues se habia ganado un gran fruto: la libertad electoral. Haba que cimentarla sobre fuertes bases. Desgra-ciadamente, las acusaciones de cohecho se hicieron cada da ms fre-cuentes, lo que no era ms que una expresin de la no-regeneracin. A pesar de ello haba conciencia de que la revolucin haba logrado esa gran conquista.

    7. EL INCRESO BALMACEDISTA AL CoNCRESO EN 1894

    La primera reaccin posterior a las elecciones del 3 de marzo fue de conlianza y alegra en los distintos grupos polticos. El poder electoral haba funcionado en las condiciones ms correctas, del modo que corresponda a un pueblo liberal y civilizado y cumpliendo los anhelos forjados en 1891. " ... la libertad 'lectoral no es una utopa; es UI1..1. conquista asegurada" CIlI.

    Los conservadores declararon haber obtenido el triunfo, lo que los liberales negaban adjudicndoselo. Para ellos, lo que importaba era la derrota conservadora, "a pesar del triunfo balmacedista".

    Pero algunos das despus, al conocerse el resultado definitivo y el gran nmero de balmacedistas que ingresaron al Congreso, se dej sentir otra reaccin, tanto de conservadores como de liberales. Los re-sultados no correspondan a las exigencias de una mayora parlamen-taria, lo que complicaba la situacin poltica futura. Qu combinacio-nes podran ser posibles? En dnde se encontrara la mayora? En la coalicin o en los liberales-democrticos? Y los principios? "En pre-sencia de esta situacin casi imprevista en la marcha actual de los partidos, un tanto ofuscados en su batalla por disputarse el poder, qu actitud van a asumir los partidos llamados constitucionalistas? Se .. an a unir todos stos en tomo de una sola bandera, para sostener }' finnar como un solo partido los principios triunfantes de la revolucin de 189l? Van, tal vez, a campear cada uno por su cuenta, poniendo en completo olvido los ideales de la revolucin y no pensando en otTa

    ~crcf,lrlo, 5 de mano de 1894. Sio embargo, los reclamos por fraude! CD el Congreso se prolongaron por dos m~.

  • cosa que en encontrar aliados o cooperadores, sea en el campo que fuere, p..ua coDstituir una mayora sin vnculos ni principios comunes?~ &a.

    Para El Heraldo, el triunfo balmacedista no era sino la manifesta-cin del malestar popular contra la situacin del pas. Este se haba sentido decepcionado de las csperanzas que forjara en 1891. El juego poltico haba continuado despus del triunfo de igual modo que hasta 1891; "se vio a los mismos hombres haciendo el mismo juego politico"~.

    Los balmacedistas, segn los conservadores, eran una amenaza para todos y los liberales slo cosechaba n lo que haban sembrado (amnis-ta, afanes de unin, etc.), opinin tambin compartida por Iiberllles moderados. No haban comprendido cul era su deber despus de la revolucin.

    Chile no era ni dictatorial ni rojo. No poda el Chile revolucionario de 1891 haberse convertido en Chile dictatorial en 1894, " ... no puede en el breve espacio de tres aos haber olvidado esa historia (la re volucin) hasta el punto de quemar lo que adoraba y adorar 10 que quemaba" 115. La causa cstaba en la abundancia de egostas o indo-lentes que dcmostraban que para mover al pas se necesitaban sacudi-mientos como el de Balmaceda, " ... la abstencin, la desidia, la cobar-da de los bombres de bien es lo que nos pierde" (111.

    Por otro lado -decan los conscrvadores-, la propaganda ilimitada de los dictatoriaJcs haba predicado el socialismo haciendo creer a la pobrc gente ignorante que eran vctimas de una oligarqua, lo cual, unido a nuevos impuestos y otros hechos, haba favorceido a los reden-tores de la democracia oprimida.

    Las doctrinas y los principios se haban cehado al olvido. Los con-servadores haran por el p..'ls, como siempre, todos los sacrificios ne-cesarios en fidelidad a sus principios revolucionarios (alusin a la coalicin).

    Tanto liberales como conservadores acusaron a los radicales de unirse con los dictatoriales p..'lra obtener mayora de votos. No haban hecho ms que renegar de la revoluci6n al ofrecer sus servicios a los balmacedistas, los que, por su parte, no haban cedido nada. "Oh, todo esto no es sino una triste superchera, una revolucin a fondo de la inmoralidad que roe nuestra vida poltical" e7.

    63 ldem, 9 de mano de 1894. 6f El lleraldo, 7 de mano de 1894. &$ El Porocnir, 9 de mano de 1894. 1'16 Mem. 61 J Patria, 6 de marro de 1894.

    264

  • La Junta Central del Partido Radical, por su parte, manifest a sus correligionarios que el radicalismo haba luchado solo, y que los resul-tados generales no eran sino la condenacin nacional a la errada pol-tica que el Cabinete y Parlamento haban seguido en los ltimos tiem-pos. Pcro, dc haber peligro, el Partido Constitucional se restituira in-mediatamente. "La r('pblica snlx- que si se hiciera cualquier amago de alterar por un golpe de Estado el orden de cosas creado ha 3 afios, no se necesitara ms de una hora para reconstituir el antiguo Partido Constitucional con todos los elementos que lo integraron en 1891"0(;.

    Los liberales, decan, haban aumentado notoriamente, por 10 quc no se necesitaba co:.llicin. "Los liberalcs democrticos, por el hecho de haberse sentado al Congreso, dejan de ser conspiradores y se convier-ten en factor poltico".

    Finalmente urgan a sus seguidores a aceptar la compaa de todo~ los que trajeran cl contingcnte de sus csfuerzos.

    A medida que avanzaron los das (mediados de marzo), hubo algu -nas expresiones liberales ms "tranquilas'. Los balmacrdistas no deban alarmar, ni deba seguir dicindose que las elecciones dc marzo haban perdido los frutos rcvolucionarios. Lo que ms se destacaba era la conquista poltica ms trascendental que hubiera alcanzado el pas despus de la independencia: la libertad electoral, la piedra angular de todos los derechos y libertades de los pueblos, el objctivo de una revolucin y una esperanza cumplida.

    Pero tambin fueron liberalcs quienes abogaron por \Ina reforma constitucional para la disolucin del Parlamento y la supresin del voto acumulativo.

    Los liberales-democrticos, al conocer su triunfo, expresaron su ale-gra al igual que Eulogio Altamirano tres aos antes al conocerse el triunfo constitucional: "An tenemos patria".

    El triunfo electoral del 4 de marzo equivala para ellos a la con-denacin de la politica que imperaba en Chile desde agosto de 189l. La voluntad del pueblo levantaba a la patria de su postracin "como Cristo con una palabra haba vuelto a la vida a Lzaro" '''.

    El liberalismo-democrtico, consecucnte con sus principios, marcha-ra con su "'bandera de redencin"' slo si era necesario, aunque "feliz-

    ~errocarrjl, 1

  • mente en el nuevo Congreso haba suficiente nmero de Iiberales"lO a. la conquista de las libertades perdidas durante la larga poca. de dictadura legal.

    Lo que el pas necesitaba y anhelaba eran honradez, el imperio de la ley y del orden, trabajo, economa y un gobierno de doctrinas liberales,

    El liberalismo democrtico hara pesar su regeneradora influencia CII los destinos del pas,

    La llegada de los balmacedistas al Cobierno en buen nmero (sena-dores 6, diputados 21), desconcert a conservadores y liberales, mien-tras que para los radicales no fue sorpresa, Ese desconcierto se fun-daba en principios: cmo marchara el Cobierno parlamentario cimen-tado en 1891 si no haba mayora?, cmo podra formarse una ma-yora liberal si existan doctrinas tan diversas fundadas en la revolu-cin?, cmo podran los liberales unirse nuevamente a los conserva-dores cuando rechazaban la coalicin? La marcha poltica se presen, taba muy incierta y la revolucin corra grave peligro,

    Los conservadores, sintindose los verdaderos portadores dc la bnn, dera revolucionaria, culpaban a los liberales por su poltica. de exclu-sin y acercamiento a lo~ enemigos de la ley y la Constitucin, lo que significaba la prdida de los frutos revolucionarios, Continuamente enarbolaban la bandera rc\'olucionaria en un afn de acercamiento li-beral-conservador y, con ello, de la resurreccin de In coalicin,

    Por otra parte, los mismos liberales reconocan que la "regenera-cin" no se saba logrado, La mala poltica de los partidos haba pro-ducido una reaccin popular que habla significado el ingreso dictatorial al Congrcso,

    Las vicjas intellciones de cumplir con el ideal revolucion.uio se haban perdido, El sistema parlamentario no se practicaba correcta-mente, porque la regeneracin no se haba producido en los distintos crculos y el juego poltico haha continuado igual. Y esto ltimo era lo importante, porque, aunque los grupos lograran mayora, sin regene-racin el sistema p..ulamcntario no se practicara correctamente,

    El temor a la vuelta de la dictadura, hecho que pona en peligro doctrinas, era totalmente justificable, o, ms bien, constitua un temor digno. Pero la. mejor hase para la lucha por doctrinas era una actitud honrada y moral. Desgra.ciadamente el ideal de regeneracin no se haba cumplido y la revolucin no impactab..'l. ya 10 mismo que en 1891, cuando aquel ideal comenz a perdersc,

    10 Coincid('ncill de opillin con los il)l.'ralt,s de "concordia",

  • El triunfo balmacedista fue el mejor signo de la prdida de espe-ranzas en la labor de los constitucionalistas. Como decan los mismos balmacedistas, "la opinin pblica tiene flujos y reflujos como el mar", es decir, el pasado se comenzaba a presentar como una esperanza fu-tura. Desgraciadamente los liberales-democrticos no se mostraron pos-teriormente m,ls elevados de miras. El mal era general.

    La cornlpcin poltica no se haba eliminado y los liberales-demo-crticos eran los nuevos redentores. Sin embargo, el mal estaba, como hemos dicho, en el alma del chileno. La regeneracin haba quedado slo en la piel.

    8. EL ~hNTSTERlO ~IAC-IVER y LA NEGACiN DJ::L ESPRITu DE LA REVOLUCIN

    La organizacin de un ministerio constituy la preocupacin si-guiente de todos los partidos y ella se concretizaba en la gran pre-gunta acerca de cul sera su composicin. La respuesta se dio el 26 de abril, al organiz.use el Ministerio Mac-Iver, integrado por liberales y radicales, con apoyo balmacedista.

    Pero al perodo previo fue sumamente inquieto. Los conservadores cifraban sus esperanzas en el levantamiento del mismo espritu de 1891, " ... esperamos que sobre las pasiones que quieren agitar malos espiri-tus en estos momentos, se levante de nuevo esa ola generosa que hace 3 aos inspiraba tanta abnegacin y tantos sacrificios por la Patria"71. La posible unin de liberales y radicales no era ms que un biombo detrs del cual se ocultaran los balmacedistas, 10 mismo que haban pisoteado las leyes y la Constitucin. Se les acusaba, agregaban los conservadores, de partidarismo porque no consentan en la retractacin de los principios de la revolucin comunes a todos los partidos consti-tucionalistas.

    Los liberales estaban divididos. Los ms moderados, a la vez ms fi eles a los principios revolucionarios, invocaban la coalicin liberal , conservadora-radical que haba defendido la Constitucin y las liber-tades pblicas en 1891. La coalicin segua siendo necesaria; por lo tanto, deba declararse la tregua entre partidos en beneficio del bienes-tar general. La unin patritica dara una mayora parlamentaria firme

    ~ollslitllc/onal,6deabrilde1894. 267

  • que significara seguridad y tranquilidad, ya que sera doloroso tener que obedecer en un futuro leyes dictadas por los mismos que aos antes haban atropeJlado el derecho. esa organizacin tiene que buscarse dentro de los elementos polticos que concurrieron a la restauracin constitucional y que estn en mayora en la formacin del futuro Con-greso""2.

    Otros Iibcral

  • ban actitudes de revuelta. "Justamente uno de los hechos ms trascen-dentales que se han producido en Chile despus de la revoluci6n, es el cambio operado en la conducta y en la propia manera de ser de los elementos polticos con que cont6 el ex Presidente B.'\lmaccdu"s,. Las elecciones de marzo marcaban el inicio de un nuevo perodo en la evoluci6n de un pueblo civilizado para conservar slo las conquistas y yentajas de la guerra civil, olvidando las divisiones y odios.

    Cuando el Ministerio present6 su programa a la Cmara de Dipu-tados el 12 de julio, los nimos estaban tensos. Se discuta desde junio un proyecto de amnista total que desagrad6 a los conservadores, quie-nes ped an la exclusi6n de los implicados en los sucesos de "Lo Caas".

    Para ellos, este proyecto no obedeca ms que a intereses partidis-tas que, renegando de las doctrinas revolucionarias, pretendan la unin de la familia liberal u.

    Al presentar el programn, Mac-Tver, :Ministro del Interior, recalc el deseo de la reconstitucin del Partido Liberal de 1875, olvidando las rencillas recientes, "que no haba para qu recordar".

    La discusi6n estuvo encabezada por E. Mae-Tvcr, J. Walker Mart-nez, J. BUllados Espinoza y Ladislao Errzuriz, que resumieron la in-quietud de los distintos grupos.

    Los conservadores, a travs de \Valker Martnez, preguntaron a Mac-Iver cul de las dos doctrinas opuestas por las que se haba lu-chado en 1891 era la liberal; cul iba a seguir al gabinete que se apoyaba en los sostenedores del rgimen parlamentario y en los sos-tenedores del rgimen presidencial y en qu consista el liberalismo de este gabinete liberal.

    No poda entenderse que los antiguos sostenedores de la causa con-traria a Balmnceda hubiera llegado a soluciones de trmino medio sin abdicar de sus doctrinas.

    Mae-Iver entonces respondi6 que fonnaban un ministerio "parln-mentario". El que un gru po liberal manluviere sus ideas sobre el rgi-men representativo y los dems las mnntuvieran sobre el rgimen parla-mentario no quitaba que el gabinete tuviera su origen en la mayorb liberal de la Cmara y que en ella buscara su apoyo y su fuerza. "Nunca dividi a nuestros partidos esta cuestin de los regmenes parlamen-tario y presidencial. Ella se produjo por primera vez en 1890, no con

    81 UJ Liberlad Elcctoral, 9 de mayo de 1894. 82 Este juicio conservador era compartido por Ladislao Errzuriz, diputado

    liberal.

    270

  • f'1 carcter de cuestin de principios, .~ino con el de significacin e interpretacin de las leyes fundamentales de la Repblica" ~~.

    Qu contestaron los liberales-democrticos? Aunque aceptaban sin vacilacin el olvido al pasado, ellos haban

    luchado por principios y cn presencia de hechos ya consumados, buscaran In satisfaccin de sus ideales de democracia republicana a travs de las reformas constitucionales y legales que resalizaran su programa.

    Como miembros del liberalismo acataban la voluntad del pueblo manifestada el 4 de marzo, pero al mismo tiempo obedecan las aspira-ciones de sus electores que deseall

  • Los liberales democrticos haban sido ms nobles y ms francos. Ellos h.'lban luchado por principios, mantenan sus principios y los man-tendran. No haban retractado sus ideas.

    Ladislao Errzuriz, liberal apoyando la opinin conservadora, sos-tuvo que la revolucin haba sido por doctrinas y ese haba sido el origen del fraccionamiento dcl partido liberal, y tambin el origen de la coalicin liberal-conservadora, la que debera haberse mantenido hasta terminar la obra de bien nacional emprendida. Los elementos li-berales no podran unirse mientras los balmacedistas no arriaran su bandera y declararn que no prestaran su ayuda a la unificacin mien-tras aqullos no lo hicieran. Para EITzuriz. antes que la bandera libe-ral, exista el respeto de la Constitucin y a las leyes y la fidelidad a los principios que sostuviera en 1891 para bien del pas.

    El partido liberal se haba arruinado por su falta de energa y de civismo. "Se dice que en estos tres aos la coalicin ha arruinado al Partido Liberal. No scores: El Partido Liberal es una olla podrida formada por elementos opuestos que no se juntaran ni armonizaran por ms esfuerzo que se hagan. Y yo declaro que no prestar por mi parte la ms pequea ayuda a esa obra de unificacin mientras vea en pie tendencias y doctrinas que no he aceptado ni aceptar jams".

    El programa ministerial dej en claro la nueva posicin frente a la revolucin.

    Es indudable que todos los crculos deseaban el olvido y perdn de los dictatoriales. aunque unos con ms rapidez que otros. Pero los que lo queran antes, lo hadan solamente por sentimientos de huma-nidad o iban incluidos en esos sentimientos los deseos de la uni6n de la familia liberal?

    Nos qnedamos con la segunda posibilidad. La unin liberal era deseo vehemente de liberales y radien les para obtener mayora en el Congreso. Es posible que, ms conscientes de la imposibilidad de con-tinuar la antigua coalici6n y de los graves problemas de la falta de mayora para la marcha corrL'Cta del parlamentarismo, hayan apresu-rado el olvido no slo de rencores, sino de las diferentes doctrinas revo lucionarias entre los distintos grupos liberales.

    Sin embargo, claramente se perseguan fines polticos al negar que la revolucin hubiese sido por doctrinas y principios y lo negaban quie-nes lo haban sostenido en 1891. Era el ms claro y abierto reniego de la revolucin.

    En este punto, sin lugar a dudas, fueron ms sinceros los conserva-dores, aunque tuvieran inters poltico en evitar la unin liberal. Pero

    272

  • no dudamos de la sinceridad de un Joaqun Walker Marllnez; la revo-lucin haba sido por principios y ncg.ulo era negar la revolucin.

    y ms sinCt'ros fueron los liberales-democrticos que no pensaron en volver la espalda a aquello por lo que haban luchado en 189l.

    El reniego de la revoluci6n, repetimos, se hizo en el mismo momen-to en que los distintos crculos, olvidando los propsitos do regencraeiu que haban sostenido en 1891, volvieron a las antiguas rencillas, impi-diendo un buen funcionamiento parlamcntario u . La condenaci6n ms clara de la regeneraci6n poltica fue la presentacin del programa liberal.

    La revoluci6n se haba transfonnado, en el Fondo, en una tcoria tun ucomodaticia como para llevar a un grupo -s6lo tres aos despus de haber ocurrido aqulla- a sostener que no se haba basado en doctrinas, sino en distintas interpretaciones de la Constitucin. Sobre todo que negaban lo que entonces sostuviera.

    9. LA c.oA DEl.. ~hSISTERlO MAC-IVEll. UNA NUEVA ASPIRACiN DE OOAUCIN

    En octubre -el 13 se abrieron las sesiones extraordinarias del Congreso- los distintos grupos opinaban que el problema poltico con-tinuaba en la misma situacin de incertidumbre de marzo ". El Con-greso haba sido totalmente estril en lo que ataa a medidas y solu-ciones de verdadero y positivo inters nacional; slo haban predomi-nado las intransigencias del partidarismo poltico.

    Faltaba cohesin y disciplina entre 105 distintos elementos, y los mismos liberales de todas las tendencias reconocan que una mayora organizada sobre sectores coaligados al azar y por oportunismo. nica-mente, acarreaba perturbaciones parlamentarias. " ... El partido conser-

    -~-Posiblemente aun con "regeneracin" el sistema parlamentariO hubiera fra_ casado en Chile. Pero en la situacin poUtica de 1891-94. tambin, seguramente, habria fracasado ti ,istema presidencial.

    *' Opinin ya manifestada por El FenocD/Til, el 14 de uJio de 1894. "La e\'Olucin operada por la eleccin de marzo en los dementos politicos, lejos de haber ttaklo la organizacin estable, flnne y "igorosa de una mayona de gobierno, con arreglo a la, exigencias correctas del rgimen parlamentario, ha fraccionado m'. todavla las fuerza, de los partidos.. debilltando su influencia respectiva. y ha-ciendo mb precaria la accin ministerial que debe dar unidad y prestigio a la direccin y marcha de 105 negocios pbUco.".

    273

  • vador es, seguramente, el nico que hoy se encuentra en condiciones de sealar un rumbo fijo y estable n su conducta futura ", Los dems partidos polticos: liberales, radicales y balmacedistas, por el contrario, se encuentran trabajados por corrientes ms o menos contrarias, y no parecen an haber sentado pie en medio de las perturbaciones que la revolucin introdujo en el campo liberal" 87,

    En la primera sesin extraordinaria de la Cmara de Diputados, el 16 de octubre, Mac-Iver urgi a la C.mara la aprobacin de un pro-yecto de reforma de la Ley sobre Organizacin y Atribuciones de las Municipalidades, Su aceptacin manif('stara que la Cmara tena con-fianza en el gabinete, as como su rechazo sera sellal de que esta con-fianza no exista. En un afn de mantener la unin, declaraba. nue\'Il-mente, que a los liberales los dividan resentimientos y desconfianzas. "., Aqu (liberales) dividen los resentimientos y las desconfianzas; alli (conservadores) separan las doctrinas y las tradiciones". En aquella Cmara haba elementos suficientes como para evitar la anemia guber-nativa y preparar das mejores para el pas.

    Aquello no era ms que una nueva retractaci6n de las ideas de 1891 para los conservadores. El gabinete, en su desprestigio, buscaba un voto de confianza. "El ministerio est enfermo sin cura posible. El voto de confianza no pasa de ser una inyeccin hipodrmica de ter alcanforado administrada a un agonizante" 88, Con ello s610 se trataba de ignorar lo que cra fundamental: la ley de conversi6n u .

    Aquellas dos grandes conquistas revolucionarias, a saber, la Ley de Municipalidades y la Ley de Conversi6n, eran traicionadas por un ministerio cuyos miembros tres aos antes haban luchado por ellas. y los conservadores se preguntaban qu haba detrs. Para Joaqun \Valker Martnez, aquello era "una cuesti6n de poltica, una cuestin de conveniencias ministeriales".

    "El balmaccdismo acoge gustoso la refonna de la Ley de Munici-pnlidades como expresi6n de su confianza para con el gabinete, por cuanto esa reforma importa a su juicio, la destruccin de la obra de los partidos constitucionalistas, por cuanto la reforma significa que los prutidos arrian la ensea que levantaron en 1891; todo en homenaje al balmacedismo en prenda de reconciliacin con l y como gaje de su concurso para sostener el gabinete" ao,

    ~jertad Electoral, 10 de octubre de 1894. 88 El PlI1Venlr, 20 de octubre de 1894. n Los ba1ma~istas rechazaban la conversin me~lica. (10 El FerrQCllrril, 21 de octubre de 1894.

    274

  • y los liberales "de concordia" no estaban ms contentos. El voto dc confianza era intil si el grupo balmacedista no manifestaba con los hechos su propsito de seguir cooperando al mantenimiento de la situa cin poltica. "La conducta del grupo b..'l.lmaccdista ha estado muy lejos de satisfacer las aspiraciones del pas y las esperanzas de los partidos" 111.

    A pesar de todos los esfuerzos, la crisis ministerial se produjo el 6 de noviembre, debido a la discusin de las leyes sobre conversin me tlica.

    Los liberales-democrticos no queran la conversin metlica, Jos conservadores s; pero unos y otros aprovecharon la ocasin pam votar en el Senado contm el Ministro Mae-Tver.

    Para los liberales moderados 112, el trmino de la coalicin que haba ayudado en la restauracin constitucional era algo sensible. Cuando se pens en una concordia liberal, los liberales, ms que unirse, se ha-ban separado. Se haba cometido un error; aquello haba sido una mezcla que llevaba en s el germen de disolucin y que no presentaba ninguna garanta de la unin y finneza necesarias para la marcha de una poltica elevada. "Se crey, entonces, hacer obra de poltica utili-taria uniendo en amalgama confusa elementos polticos que encontra-ban invencibles resistencias en el seno mismo de los partidos, y sin ga-ranta alguna de solidez para el afianzamiento de una marcha poltica elevada y ajena a meros intereses personales y de crculo"".

    La crisis ministerial patentizab.'l. los efectos de los errores cuando "los partidos pennanecen sordos a la enseanza de la experiencia po-Itica"lH.

    Liberales "de concordia" y radicales reaccionaron indignados. Ellos haban tomado en serio la evolucin trascendental que emprendan. Ofrecieron respeto a la oposicin conservadora y olvido sincero a los balmacedistas que deban completar la mayora parlamentaria de go bierno. De nada haban servido las leyes de retiro a militares dictato-riales, las leyes de amnista absoluta, los cargos administrativos ni el olvido.

    Cmo haban pagado los balmacedistas? Injuriando a travs de la prensa, llevando al gobierno exigencias

    tras exigencias, buscando el auxilio conservador para derribar al Minis-terio y, con ello, dando fin al sistema politico creado por liberales y

    ~Ibertad Electoral, l!J de octubre de 189t 9'! AlgWlOS liberales votaron con conservadores y balmacedi~tas . 93 El Ferrocurril. 8 de noviembre de 1894.

    ~Idem

    275

  • radicales que, crC'yndolos "arrepentidos", se haban unid,o a ellos. Qu se proponan? "Obras son amores" 0$.

    Curiosamente afinnaoon los aHados de los balmacedistas que nada podra L'Sperarse de la moralidad de los partidos, si aquellos que ha ban votado en contra del Ministerio lo hubieran hecho con la ilusin de subir al gobierno.

    La nica explicacin balmaeedista fue que, al votar la proposicin de derogacin de las leyes de conversin, no haban querido disolver la alianza creada en abril, sino que se haban limitado a afimlll.r su opinin contraria a la abolicin del rgimen de curso forzoso. No ha-ban hecho cuestin poltica de la aprobacin o rechazo de leyes de mn\cter econmico.

    y ante la catica situacin poltica nuevamente surgi el suco de l:t coolicin (oposicin radical). Los nimos y kas pasiones de los \'en-cidos de 1891 no se haban ap.'1ciguaclo. La responsabilidad de la situa-cin quedaba a cargo de los partidos que haban concurrido a la rcs-tauraci6n del rgimen constitucional. El inters nacional se sobrepona o. toda consideracin de partidarismo poltico y la unin sera salvadora en la direccin del Estado. "Las enseanzas de un reciente y doloroso pasado no deben ser prdidas para la experiencia poltica de los parti-dos histricos en nuestro pas. Toca a ellos prestigiar la accin de gobierno con el concurso desinteresado de sus esfuerzos en el recinto parlamentario y con la actividad vigi.lante de sus influencias en todos los crculos y esferas de la opinin pblica"lIII.

    Ante cualquier asomo de perturbacin en el funcionamiento de los poderes constituidos, tocaba a los partidos que haban restaurado el orden constitucional velar por que la tarca se prosiguiera con regulari-dad y correccin. Lo principal era imprimir unidad y vigor a la accin de gobierno, a travs de las aspiraciones comunes. Los intereses de partido o crculo deban posponersc a los intereses nacionales puesto que, de lo contrario, el fraccionamiento seria infinito y se hara im-posible el rgimen parlamentario. "Ante el peligro de la descompagi-nacin poltica (en pases oon rgimen parlamentario), desaparecen las disidencias de partido, se da tregua a las divergencias de opinin o de doctrina y todos se apresuran a cooperar denodadamente al orden y prestigio de la accin de gobierno" f7.

    ~Ibert/ld E/eelor/ll, 2.2 de noviembre de 1894. 1M El Ferrocarril, 30 de noviembre de 1894. ro dem, 25 de noviembre de 1894.

    276

  • EllO de diciembre, un gabinete liberal apoyado por radicales y conservadores se present ante el Congreso Nacional.

    Nuevamente aparece la ilusin de unin como smbolo de regene-racin. Ante el peligro, ante el caos poltico se volva la vista a una posible solucin, que no lo haba sido en anteriores oportunidades. Tambin en abril los liberales haban soado con la unin liberal como solucin poltica, pero ella igualmente haba fallado, Al pMccer no habla solucin en ningn acuerdo y era lgico porque las miras de los grupos eran demasiado cortas o demasiado interesadas.

    Si la Ley de Municipalidades requera reformas y si no era con-veniente en esos momentos discutir la conversin, no deja de aparecer la discusin de la primera y la postergacin de la segunda como per-siguiendo fines polticos: mantener la uni6n liberal, agradar a los liberales-democrticos. Pero aquellos que aparentemente mantenan principios ms firmes miraron primero sus intereses y la uni6n fracas6.

    Cules eran los verdaderos intereses nacionales? Si no hubieran ingresado los balmacedistas al Congreso, hubie-

    sen seguido una lnea firme los grupos liberales, radicales y conser-vadores? Se habran vigorizado las fuerzas parlamentarias en el sentido de una mayora s6lida de gobierno segn las exigencias del rgimen parlamentario? Pensamos que la tarea legislativa habra sido igualmen-te estril y que los b.'"tlmacedistas solamente agregaron una mayor cuota al desorden ya existente.

    En el orden poltico, a fines de 1894 exista una pernlanente ines-tabilidad; en el orden econ6mico, una incertidumbre perjudicial para el desarrollo de la vida nacional. En ese momento, ni siquiera se haban aprobado los presupuestos para 189f>. Los grupos haban tenido dema-siadas preocupaciones partidistas y tenan conciencia de ello, pero vi van en un crculo vicioso.

    Por otro lado, el primer sntoma de entendimiento entre conserva-dores y liberales-democrticos se produjo en este perodo. Si sus votos nicamente perseguan la realizaci6n de sus ideas econmicas, se jus-tifica dicho entendimiento; pero no as si perseguan intereses de crculo a travs de la cada del Ministerio.

    Hemos tratado de mostrar que el ideal de regeneracin poltica no se realiz6 porque las luchas de circulo no fucron sino una prolon-gacin de las luchas mtcriores a 1891, carentes de doctrinas y que la revolucin se transrorm en un ideal no realizarlo y en bandera de lu-cha de los distintos crculos.

    Todava en 1894 se vertan opiniones refirindose al porqu de la revoluci6n de 1891. Se haba luchado para volver al pals al camino

    271

  • del que se haba separado, para regenerarlo, para levantarlo sobre bases de honradez, seriedad y justicia. Lo deins era condenar aquel mo-vimiento patritico.

    Sin embargo, hubo opiniones que consideraron absolutamente perdi-da la revolucin del 91. Una de ellas he la de Francisco Valds Vergara, quien en 1891 mostraba absoluta confianza en los frutos revolucionarios. Entonces opinaba que el triunfo de la revolucin traera el restableci-miento del rgimen constitucional, Chile volvera a ser gobernado con prudencia y honradez, la administracin de la hacienda pblica sera estrictamente econmica. ctc. Con pocos aos de gobicrno en esas condiciones, Chile habra recobrado el bienestar en el interior y el cr-dito en el exterior. "Entonces, el pueblo podra felicitarse de haber preferido los sacrificios pasajeros de la guerra a la corrupcin perma-nente bajo el rgimen dc la dictadu ra" 11-8.

    En 1894 confesaba, desilusionado, que los que haban hecho la revolucin guiados por las mejores intenciones haban causado ms males que bienes. Se haba arado en el mar. No se justificaban ni los muertos ni los gastos que haba producido la revolucin. "Duro es confesll.rJo, pero los hombres que hicimos la revolucin con la meiar de las intenciones hemos causado daos mayores que los bienes pro-metidos" 119.

    Faltaba en La Moneda, segn su opinin, "la mano firme que habia pretendido avasallarlo todo" y excluir al Congreso para gobernar; se tena un Ejecutivo anulado, un Congreso anarquizado por fracciones de los antiguos partidos y, en el orden administrativo, "al dominio de un grupo privilegiado de personas, la influencia disimulada de intereses egostas (econmicos) que estn habituados a absorber cuanlo los rodea".

    Valds Vergara reconoca