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GEORGES FRIEDMANN PUBLICACIONES DE LA UNIVERSIDAD TECNICA DEL ESTADO S4NTIIGO DL CHILE 1968

las condiciones del trabajo y a vida del espiritu

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GEORGES FRIEDMANN

PUBLICACIONES DE LA UNIVERSIDAD TECNICA DEL ESTADO

S4NTIIGO DL CHILE

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LAS C O N D I C I O N E S D E L T R A B A J O

Y

L A V I D A D E L E S P I R I T L J

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F I L O S O F I A - A R T E - C I E N C I A - T E C N I C A

GEORGES FRIEDMANN

Agregado y Doctor en Filosofía de la Universidad de París, Profesor de Historia del Trabajo en el Con. servatorio Nacional de Artes y Oficios, de la Escuela de Altos Estudio?, Profesor en el Institutu de Estu- dios Políticos de París y Presidente de la Asociación

Internacional de Sociología.

LAS C O N D I C I O N E S D E L T R A B A J O

Y

A V I D A D E L E S P I R I T U

Traducción del francés por

GEMAN SEPULVEDA DURAN Y MOISES LATORRE RALPH

PUBLICACIONES DE LA UNIVERSIDAD tECNlCA DEL ESTADO

SANTIAGO DE CHILE

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Las condiciones del trabajo y la vida del espíritu

A D V E R T E N C I A

La conferencia "Las condiciones del trabajo y la vida

del espíritu", del distinguido sociólogo y humanista fran-

cés Dr. Georges Friedmann, figura en el quinto volumen

de LES RENCOMTRES INTERNATIONALES DE GENEVE, in-

titulado "Les Droits de L'Esprit et Les Exigentes Sociales".

La concordancia de su contenido con las finalidades de

la Universidad '~écnica del Estado motivó su traducción.

LES RENCONTRES INTERNATIONALES DE GENEVE se

han venido 'organizando y publicando su labor desde

1946, gracias al apoyo de la UNESCO y de las autorida-

des cantonales y municipales ginebrinas. Los volúmenes

resultantes de sus conferencias y debates, hasta 1956, son :

1946 : L'ESPRIT EUROPEEN ; 1947 : PWOGRES TECHNI-

QUE ET PROGRES MORAL ; 1948 : DEBAT SUR L'ART CON-

TEMPBRAIN ; 1949 : POUR UN MOUVEL HUMANISME ; <

1950: LES DROITS DE L'ESPWIT ET LES EXlGENCES SOCIA-

LES ;' 1951 : LA CONNAISSANCE DE L'HOMME AU XXe

SIECLE ; 1952 : L'HOMME DEVAHT LA SCIENCE ; 1953 :

L'ANGOISSE DU TEMPS PRESENT ET LES DEVOIRS DE

L'ESPRIT ; 1954 : LE NOUVEAU MONDE 'ET L'EUROPE ;

1955 : LA CULTURE EST-ELLE EN PERIL?, y 1956 : TRADI-

TlON E? INMOVATION.

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G e o r g e s F r i e d \ m a n n

P R O L O G O

La Universidad Técnica del Estado inicia sus publicaciones con la conferen-- cia dada por el profesor señor Georges Friedmann en los Ves Recontres Interna- tionales de Geneve en 1950. Ella constituye un resumen acabado de las ideas

expuestas en sus trabajos por el autor y tiene como tema el problerria humano,

tal vez más grave de la segunda mitad del siglo X X : la compatibilidad de las "condiciones del. trabajo y la vida del espíritu".

El título basta para demostrar, por sí solo, que los problemas en ella dis- cutidos son de la esencia misma de los establecimientos de enseñanza técnica.

El profesor Friedmann es el primer Miembro Honorario del Consejo Do- cente de Ciencias Sociales y Filosofía de la Universidad. Con esta designación, se ha querido honrar su obra y, en su persona, al conjunto de pensadores que. buscan una síntesis, siquiera una conciliación, entre técnica y humanismo.

Esta circunstancia explica que el presente prólogo sea un esbozo del plan,

de acción que se ha trazado la Universidad y de sus fundamentos principales. Sabrá de esta manera el señor Friedmann hacia dónde se encaminan los pasos. de la institución cuyo homenaje aceptó.

No fueron fastos los augurios bajo los cuales se inició el siglo XX. Hubo. pensadores que anunciaron la bancarrota de la ciencia, por su imposibilidad de conocer y explicar las causas primeras; otros hablaron de la decadencia de la

civilización, por agotamiento de.sus fuentes culturales; algunos describieron al

hombre degenerado en sub-hombre; los más, aceptaban que la materia con-- cluiría por anular al espíritu.

Corren ya los últimos años de la sexta década del siglo y vale la pena

confrontar esos vaticinios con lo ocurrido, para obtener una visión más nítida de la actitud y de la acción que corresponden al hombre en la determinación de lo por venir.

La ciencia, al abandonar a la metafisica la formulación de las causas prime- ras, hizo posible la comprensión entre áreas humanas cada vez más extensas, y,

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G e o r g e s F r i e d m a n n

.aunque todavía no se haya alcanzado, en ese terreno, la universalidad, nunca se

estuvo, a pesar de todos los peligros -y tal vez por esos mismos peligros- :más cerca de obtenerla.

La civilización, en vez de agotarse, ha borrado de la faz de la tierra los espectros del hambre ); de las epidemias.

E l supuesto sub-hombre tiene hoy un standard de vida que nunca alcanzó y,

para demostrar que la materia no ha conseguido la anulación del espíritu, se in-

quieta frente a problemas que siempre existieron, con la diferencia de que jamás antes conmovieron ni a los espíritus más excelsos. Basta recordar, para compro-

barlo, a Aristóteles justificando la esclavitud, institución que, a pesar de haber #producido a Esopo, de ninguna manera parece compatible con la vida del es-

píritu.

La angustia actual es una angustia de superación; es la expresión del an-

'helo de alcanzar, por fin, la tierra prometida en que el género humano encuen-

tre belleza, seguridad y paz. En cada etapa decisiva de la marcha del hombre hacia el futuro, afloran

problemas y peligros que siempre existieron, conceptuados nuevos sólo porque antes se les ignoraba frenté a la imposibilidad de resolverlos. ¿Podían inquietar

a los pensadores y a los hombres de pasados siglos los problemas del espíritu --entendida esta palabra en el sentido terreno que le da el profesor Friedmann-

si no se encontraban soluciones para los más elementales problemas del cuerpo? Hoy ellos emergen porque los progresos de la ciencia y la técnica han per-

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.mitido a la ~ ~ r n a n i d a d descartar confiadamente las cuestiones materiales. Se

aspira a i r más lejos, a que el trabajo -cualquiera que él sea- contribuya a la elevación de la personalidad humana y no al debilitamiento o limitación de

.ella.

Para hace; resaltar los peligros actuales, se compara al artesanado o los

gremios de la Edad Media con el obrero especializado de nuestras fábricas y

talleres. Es decir, se establece un paralelo entre la excepción magnífica y lo ge- meral, olvidando que junto a aquélla, vivían, sufrían y morían los ilotas, los es- .clavos, los siervos, los trabajadores de las minas, los remeros de las galeras, las

,mujeres y los niños extenuados por jornadas inverosímiles.

Y está bien que así se compare, porque sólo de ese modo podr j irse más- lejos en' la dignificación del hombre en su totalidad.

De ahí que una pléyade de pensadores -y entre ellos el profesor Fried-

mann- dediquen sus vidas a buscar soluciones capaces de arrancar al trabajo

-sus últimas influencias nefastas. Ello no es ahora inútil utopía, debido, justamen-

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Las condiciones del trabajo y la vida del espíritu

te, al desarrollo de la ciencia y de la técnica y al más completo conocimiento que- se tiene del hombre mismo, considerado como indestructible unidad.

La realidad les presenta una organización del trabajo basada en que un alto

porcentaje de obreros y empleados realiza faenas que consisten en movimien--

tos que duran minutos, y aún fracciones de minutos, que se repiten automática-. mente durante toda la jornada, la semana, los meses y los años. Peor aún, la Ínotivación 'de esas faenas es ignorada por el operario y no desempeñan papel alguno en ellas ni su iniciativa, ni su responsabilidad.

Se trata de investigar "cuáles son los efectos de esta forma de trabajo so- bre la persona!idad, el criterio y la vida del espíritu", según las propias pala-, bras del profesor Friedmann.

Estos efectos dependerán de la constitución psíquica del individuo y, en

líneas generales, consistirán en una especie de desdoblamiento de la persona-. lidad que, de un lado, ejecuta los movimientos físicos impuestos por el trabar

jo y, de otro, desarqolla procesos mentales completamente ajenos a ese mismo trabajo. Un ejemplo familiar de este desdoblamiento es el de la señora cuyas manos continúan ágiles el tejido, mientra su "espíritu" sigue la conversación, a,

veces, hasta la discusión.

"La observación sistemática del trabajo -escribe el profesor Friedmann-,.

"0s conduce a distinguir dos tipos de personalidades: las unas manifiestan y las

otras no manifiestan la necesidad de vincularse (s'engager) al trabajo manual."

Las primeras son, en general, las más ricas, las más evolucionadas y la dis- cordancia entre el trabajo, a que les obliga la'sociedad, y sus propias persona-

lidades produce alteraciones, debilitamientos, cuando no trastornos, de SUS f a - - cultades psíquicas.

Cita también el ~ i o f e s o r Friedmann otro efecto del trabajo automático. Si. el operario alcanza un avanzado automatismo, ni la más mínima partícula de su.

"espíritu" se interesa en la tarea y cae en el "fantaseo", en el soñar despierto. Ya no hay angustia, lucha; pero la ensoñación hace aflorar las bajas pasiones del

individuo, los egoiSmos, los rencores, los problemas del sexo. En lenguaje co-: rriente -y expresivo por ser corriente- diríamos que "rumia" sus dolores, sus: humillaciones, sus insatisfacciones y, con ello, .lentame,nte, se degrada.

En resumen, dentro de la gran industria, el trabajo de un fuerte porcentaje. de obreros y empleados se caracteriza por:

1.-Su monotonía, que tiene como consecuencia un mayor cansancio y un,

menor rendimiento ;

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11.-Su carencia de motivación, que lo convierte en una actividad penosa

para quien la ejecuta y elimina toda iniciativa y responsabilidad del obrero;

111.-Su fraccionamiento y su automatización, cuyos impactos sobre el ope-

rario pueden ser: a) Adaptación del obrero al automatismo con menoscabo de la persona-

'lidad;

b ) Un choque entre la necesidad de automatizarse y la conciencia vigilan-

'te, capaz de producir trastornos psíquicos que pueden llegar hasta la neurosis;

c ) Un fuerte desdoblamiento de.la personalidad entre los actos que la fae- .na exige y un "soñar despierto".

Los problemas que esta realidad plantea no tienen una solución definitiva.

En el texto de la conferencia se encontrarán algunos paliativos destinados a dis- .minuir sus consecuencias. Ellos consideran, principalmente, la organización mis-

ma del trabajo y la vida del obrero ya formado. Sólo de manera muy general '

se refieren al papel que podría desempeñar la enseñanza.

Y es ese el terreno en que corresponde una actuación a la Universidad Téc-

. n i ~ a del Estado y a todos los establecimientos educacionales.

Sin embargo, el profesor Friedmann esboza las grandes Iíneas de esa ac-

ción; una enseñanza técnica polivalente y una intensificación de los estudios xientíf icos y human ísticos.

La orientación es clara; pero, cuando de la teoría se pasa a la práctica,

-¡cuántas dificultades y dudas se presentan a cada paso! Enunciaremos las más salientes :

l.-Prever la marcha futura de la sociedad en cuanto, por lo menos, a la

,organización de la producción ;

11.-Prever, aunque sólo sea en sus líneas generales, las transformaciones .de la técnica ;

111.-Valorar las influencias sobre el "espíritu" del factor tiempo y clel fac-

tor automatismo ;

IV.-¿Hasta dónde la enseñanza -comprendida como la integración de ins- -trucción y educación- puede contribuir al desarrollo de un "espíritu" capaz de resistir las influencias negativas indicadas?

V.-¿Debe la enseñanza preparar a los educandos para que sufran *el -mí-

.nimum de daño en la organización 'actual o para luchar por modificarla? v~.'-i,~uáles deben ser las tendencias que la enseñanza procurará des-

arrollar?. Se ha sostenido que el problema fundamental de l a enseñanza técnica es

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Las condiciones del trabajo y la vida del espíritu

su alto costo; pero, en una forma u otra, él encuentra una solución. En cambio,

las respuestas que se den a los anteriores presentan una incertidumbre tal que nadie está en condiciones de asegurar su verdad, mientras que sin for-

mularlas y resolverlas, es imposible encontrar una orientación.

El joven que ingresa hoy a una escuela técnica estará ai5n en el mundo del

trabajo un' tercio de siglo después. ¿Qué transformac;ones se habrán producido en un plazo que, dada la velocidad de los cambios, debe considerarse extraordi- nariamente largo? Parece indudable que el automatismo habrá aumentado; pero, no puede asegurarse con igual certeza que aumentarán también las grandes con- centraciones de obreros en talleres gigantes. (En Estados Unidos esta transfor-

mación comienza' a delinearse. Las grandes usinas de las principales compañías

de automóviles son más "armadurías" que fábricas de producción). Si esta mo- dalidad se extendiera, podría preverse un aumento del porcentaje de obreros calificados y una disminución de los obreros especializados, aunque aumentara

el automatismo. ¿Cómo orientar la enseñanza sin decidir? ¿Seguirán las máquinas-herramienfas con la misma importancia que hoy tie-

nen o serán las faenas de contraloría las fundamentales? ¿Se ejercerá la con-

traloría rdiediante instrumentos automáticos (célula fotoeléctrica) o por obreros?

¿Llegarán los robots a ser realmente inteligentes, es decir, a poder reaccionar en forma adecuada ante solicitaciones imprevistas?

¿Cuál será la futura iornada de trabajo? Es casi cierto que ella continuará disminuyendo; sin embargo, no es seguro que esta disminución se traduzca en ,menor número de días trabajados o en menor número de horas diarias de labor.

Si la libre empresa continúa manteniendo su importancia, la decisión no depen-

' derá del respeto al "factor humano". Se basará en l i s ventajas o desventajas de un rápido desgaste de1,equipo que, a su vez, será funcian de la velocidad e importancia de las innovaciones científica s.^ técnicas.

A pesar de lo anterior, lo probable es que las características actuales del

trabajo se mantengan por decenas de años con disminución de la jornada e in- tensificación del automatismo y las funciones de contraloría. Ello permite trazar las líneas generales que debe seguir la enseñanza; pero, dentro de ese marco,

¿cuál debe ser la preparación "espiritual" del educando? Y aquí sí que las dificultades e incertidumbres se amontonan.

Hasta ahora, la enseñanza técnica ha colocado su acento en el propósito de hacer del hombre un elemento eficiente de producción. Tal vez no pudo pro- cederse en otra forma y, en el plano material, el rumbo no ha sido un error, ya

que propio obrero ha incrementado en gran proporción sus posibilidades como

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consumidor. Más aún, sin optimismo, es dado asegurar que la actual organiza- ción económica -si se eliminan las fluctuaciones- está en condiciones de ase-

gurar la satisfacción de las necesidades vitales del género humano.

¿De dónde, entonces, la preocupación? Del convencimiento de que "no sólo

de,pan vive el hombre" y que la forma actual en que trabaja un gran porcentaje

de operarios no les capacita para actuar con la misma eficiencia en los planos de la vida del espíritu.

Basta considerar las consecuencias políticas de una organización del trabajo

que debilita la personalidad y mecaniza las reacciones de los ciudadanos. ¿Pue-

de mantenerse el respeto a la persona humana en una sociedad así constituída?

¿Es compatible con ella un perfeccionamiento permanente del sistema democrá-

tico? A la vista está que no. En consecuencia, 'si se pretende mantener los valores espirituales \de la ci-

vilización, la enseñanza técnica está. obligada a preparar obreros eficientes que,

al mismo tiempo, sean eficientes ciudadanos. Esa es la antítesis que es necesa-

rio resolver. La Universidad Técnica ha elaborado un plan que tiende ,a resolver estas

contradicciones. Es 'discutible en todos y,'cada uno de sus planteamientos y el

ideal sería que fuera sometido a una acaba discusión por quienes se preocupan 'de encontrar la síntesis salvadora.

Sus lineamientos generales son de fácil enunciado. l.-Dar a todo trabajador posibilidades de perfeccionamiento serio en el

campo de la enseñanza;

, 11.-Desarrollar en el educando una fuerte personalidad basada en los prin- cipios morales de nuestra cultura ;

111.-Incrementar y disciplinar en el alumno la imaginación, la actitud crea-

dora ;

IV.-Desenvolver y disciplinar en el estudiante el espíriiu de an$lisis,

El primero de estos puntos está en práctica en la mayoría de los países, mas

no en Chile. En efecto, la rigidez de la organización de nuestro sistema educa-

cional hace prácticamente imposible que un joven egresado de una escuela del

grado de Oficios y que necesite ganarse la vida, pueda aspirar a seguir-su ca-

rrera. Se cierra así al obrero todo horizonte superior. La Universidad establece-

rá cursos vespertinos regulares en que todo trabajador pueda seguir estudiando hasta alcanzar las etapas superiores. En esta forma, el operario podrá mantener

la esperanza de ascender en el plano social. El punto segundo se tratará de alcanzar a través del régimen de funcional

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Las condiciones del trabaio y la vida del espíritu

miento interior de cada escuela, por los medios ya puestos en práctica en nacio-

nes más avanzadas.

El tercero y el cuarto puntos obligan a preocuparse fundamentalmente de

los métodos educacionales, sobre todo en los primeros años de la enseñanza

técnica.

De ahí que se haya dado especial importancia a las innovaciones en los dos

primeros años del grado de Oficios (educandos entre 13 y 15 años). Los dos

cursos serán considerados como "formativos" y estarán dirigidos por especialis-

tas en esta rama de la educación. La rotación de los talleres, que en la actualidad se hace sólo durante el pri-

mer año, se extenderá a l segundo, con el fin de dar al joven una impresión pa-

norámica de la técnica, permitirle elegir con más conocimiento de causa la rama

en que se especialice y proporcionarle una cierta polivalencia en sus conoci-

mientos.

Pero, la reforma más importante consiste en el rumbo que se dará al curso

de Ciencias Generales (Lecciones de Cosas). En él se perseguirá que los estu-

diantes redescubran el mundo circundante e investiguen las' causas ds los fenó-

menos más comunes, de aquellos que todo el mundo experimenta y muy pocos se explican.

Para lo primero, se dotará a las escuelas de telescopios que permitan al edu-

cando observar el firmamento y de microscopios que les muestren lo que es una

gota de agua. Para lo segundo, se les hará hacer encuestas sobre las explica-

ciones que otras personas dan a fenómenos tan comunes como el hecho que la

ropa abrigue y se les pedirán sus propias opiniones.

Se les hará discutir sobre las consecuencias de algunas excepciones a leyes

casi generales. Por ejemplo, ¿qué ocurriría si el agua a cero grado fuera más densa que a cuatro grados?

Con este sistema, se persigue que el joven se interese por explicar los apa-

rentes misterios que observe, por dscubrir las causas de hechos de común ocu-

rrencia y sobre los que nadie piensa, para demostrarle así que su imaginación,

sus facultades de análisis y su razonamiento pueden encontrar campo; fecundos

de aplicación allí donde la rutina parece hacer innecesaria toda innovación.

Si estas finalidades se alcanzaran, la propia automatización del trabaio po-

dría contribuir al desarrollo y elevación del espíritu. Dos ejemplos citados por el

profesor Friedmann permiten alimentar esta esperanza. El primero, muy conoci-

do, es el de Spinoza que, mientras tallaba automáticamente cristales, concebía

su sistema filosófico. E l segundo es el de Marcel Mermoz, uno de los principales

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organizadores de la Comunidad relojera de Boimondau que, al cambiar su oficio

de fotógrafo, en el que empleaba todas sus facultades, por un trabajo automáti- co, pudo dedicar su inteligencia a "instruirse y reflexionar".

Las instituciones, como los individuos, necesitan de altas ilusiones para vivir dignamente sus vidas. La Universidad Técnica tiene la ilusión de que, con las

ideas expuestas, contribuirá a dar un paso en el camino que conduzca a la sín-

tesis entre técnica y humanismo. Es el homenaie real que rinde al profesor Geor- ges Friedmann.

SANTIAGO &MARCA L. Rector de la Universidad Tecnica

del Estado

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Las condiciones del trabajo y la vida del espíritu

PISCURSO DE RECEPCION DEL DR. GEORGES FRIEDMANN COMO MIEMBRO

,HONORARIO DEL CONSEJO DOCENTE DE CIENCIAS SOCIALES Y FILOSOFIA

DE LA UNIVERSIDAD TECNlCA DEL ESTADO

Señor Rector, señor Ministro, colegas, alumnos :

Nos corresponde, en esta ocasión, recibir o, lo que es lo mismo, incorporar como miembro honorario del Consejo Docente de Ciencias Sociales y Filosofía de 'la Universidad Técnica del Estado, al Dr. Georges Friedmann.

Este hecho entraña una bifronte singularidad. Por una parte, es la primera vez, en el breve decurso existencia1 de nuestra Casa de Estudios, que se confie- ,re la distinción de miembro honorario a un pensador notable, proveniente de otras latitudes geográficas y humanas. Esto, entre otras cosas, significa que en- tramos en uno de los caminos que objetivan la naturaleza histórica de l a s insti-

tuciones. Damos, de esta manera, principio a una tradición, tradición que todos sabemos es de noble abolengo. Nada hay más vivificante para el devenir de una institución, especialmente si es universitaria, nada hay más saludable para nuestra faena educacional, que la intégración a su substancia de personas po- seedoras de excelencias creadoras, que llegan hasta nuestra tierra y cuya pre- sencia entre nosotros contribuye con eficacia a promover transcendentales, nue- v a s y vitales experiencias, destinadas a configurar y enriquecer nuestro acervo de saber.

Esta ocasión es, por otra parte, también singular, porque ella involucra el *conocimiento y reconocimiento, a la vez, de la maciza personalidad cultural del sociólogo, filósofo y maestro de humanidades Georges Friedmann, cuya figura, por razones obvias de anotar, mostraremos sólo en rápido e insuficiente es-

quema.

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G e o r g e s F r i e d m a n n

Nace en París en 1902. Hace sus primeros estudios docentes en la Escuela

Normal Superior. Breve tiempo se lleva para ser, agregado, primero, y después,

Doctor en Filosofía de la Universidad de París, donde inicia su relevante carrera

docente; pródiga labor la suya, plena de creación. En el presente, es profesor

de "Historia del Trabajo", en el Conservatorio Nacional de Artes y Oficios de la

Escuela de Altos Estudios, y en el Instituto de Estudios Pol.íticos de París. Como

justo reconocimiento a su tarea de sociólogo y humanista de nuevo cuño, llega

a nuestro país como presidente de la Asociaciónlnternacional de Sociología, para+

iluminar con su pensamiento las investigaciones de Sociología Industrial, no hace mucho iniciadas por la Universidad de Chile.

No obstante la iinposibilidad de exponer, en este momento, una perspecti-

va general de las reflexiones y obra de investigación del maestro y neohuma-

nista Georges Friedmann, a manera de elemental presentación, nos vamos a to--

mar la libertad de bocetar, apenas, aquel sector de su ttabaio creador que más

directa e íntima relación tiene con nuestras específicas preocupaciones culturales.

Aquí, en nuestra sociedad, como en tantas otras, la situación de vida en sus:

ingredientes económicos, sociales e ideológicos, evidencia el impacto de la cri-

sis estructural en que desenvuelve sus haceres y quehaceres el hombre contem-

S poráneo, y donde el perfil más saliente está constituído por el increíble y fabu-

loso desarrollo de la técnica y en donde "el maquinismo industrial es una de

las múltiples fases de una gigantesca transformación en las condiciones de exis-

tencia de la humanidad, acompañada de un trastorno correspondiente de las maneras de sentir y de pensar".

- Esto es, dicho de otra manera, asistimos a l nacimiento de una comunidad

nueva; y, por ende, a la formación de instituciones nuevas, de hombres nue-

vos,.a una escala de valores nuevos y, en consecuencia, a una educación tam-

bién nueva.

La toma de conciencia, entre nosotros, de esta situación es la razón esen-

cial que explica la creación de la Universidad Técnica del Estado. Universidad

Técnica que es extraña hasta lo inverosímil, para aquellos hombres que todavía

cargan arcaicos prejuicios sobre la naturaleza y sentido del trabajo manual, pero

urgente y noblemente necesaria para los hombres que estiman en su justa me-

dida la dignidad y el valor del trabajo técnico.

Esta Universidad fue creada, entre otros motivos, para subrayar los cambios,

las necesidades y los objetivos de la dinámica sociedad que emerge en el pre-

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Las condiciones del trabajo y la vida del espíritu

,sente. Sus creadores observaron que las instituciones universitarias de tipo bur-

gués, encargadas del ingente problema de la enseñanza, se habían detenido en

su acción, llegando a ser sólo un rutinario ambiente libresco y escolar y negan- do toda incorporación a su seno de las materias de estudio, originadas por la

creciente transformación social impuesta por la dimensión técnica del hombre.

A diario comprobaban que en ellas no se intentaba-formar una conciencia abier- ta al mundo que, en consecuencia, pudiera desarrollarse, sino una mentalidad

,estrecha, esterilizada por el peso de las doctrinas aceptadas y aprobadas por la

tradición, en donde la búsqueda de nuevos hechos, de nuevos puntos de vista y los aportes de nuevos conocimientos -derivados de la creación mecánica-

.yacían aplastados por la erudición heredada y el nefasto aprendizaje de me-

.,moria. Comprobaron que la universidad de forma tradicional se desvitalizaba al

.no aceptar los esfuerzos y las realizaciones intelectuales supremos de la época del maquinismo industrial.'Se pudo apreciar que estas instituciones conietían rei-

teradamente una grave equivocación al olvidar "que el hombre educado se dis-

'tingue por su conocimiento de las filosofías vitales que rigen su época". En ellas nada se sabía y, por tanto, nada se enseñaba del impacto ejercido la técnica

,en !a función de transmitir la cultura. Permanecían, como es fácil inferir, aferra-

dos a la creación de la vieja idea medioeval de la UNIVERSITAS, es decir, difun-

dían la universalidad del conocimiento que aspira con preferencia a ser adorno

de la vida y donde estaba ausente, precisamente, la vida misma, y sobre todo el "'dramático hecho de ganarse material y metafísicamente la vida y de crear las

condiciones para hacer la vida digna de vivirse."

Estas y otras consideraciones, fueron ideas fuerzas impulsadoras de la crea- ción de la Universidad Técnica, que aspira a formar un nuevo tipo de hombre,

un hombre que advierta el sentido y trascendencia de su época. Un hombre que

!domine bien su oficio como profesional, pero al mismo tiempo tenga conciencia

profunda del oficio de hombre y conozca cuál es su lugar en la naturaleza y en la sociedad. Es decir, soñamos con actualizar la idea del hombre integral, total. Un

'hombre que .sea capaz de enfrentar responsablemente al nuevo medio técnico

que lo envuelve y a la nueva organización social que nace. Deseamos dar for- ma a un hombre técnicamente eficiente y a la vez dotado de un espíritu refle-

xivo, que le permita ahondar sus conocimientos técnicos y comprender su situa- ción especial en la vida. Nos proponemos integrar a la escuela la atmósfera

emocional del hogar, la destreza inventiva del taller y la conciencia social. As- piramos, en fin, a que la Universi-dad Técnica sea una poderosa herramienta, que

:haga posible aprender de la vida y sirva para encauzar la nueva vida emergen-

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G e o r g e s F r i e d m a n n

te; que sea un medio para enderezar y perfeccionar el pensamiento a partir de.

la experiencia, del trabajo, del oficio; que sea una agencia activa modeladora de la dignificación humana del trabajador.

Los que nos han seguido hasta aquí, deben estar pensando que nos hemos-

alejado, tal vez demasiado, del propósito perseguido por esta breve .conversa-

ción y, seguramente, habrán concluído que en lugar de exponer el perfil cul-

tural del maestro Georges Friedmann, hemos presentado el rostro general de. nuestras aspiraciones al doctor Friedmann y no al revés, como al comienzo su- gerimos.

En verdad, ha ocurrido que las meditaciones en torno a la educación pro-

fesional del filósofo que nos distingue en este momento con. su presencia, nos han servido de inspiración para señalar las características fundamentales de nues-

tra empresa educacional. Es él quien ha sido presentado, y no nuestra institu-

ción. Es su pensamiento el que ha estado siempre presente en la descripción de

nuestros afanes. Claro está, comprenderéis y vos en particular Dr. Friedmann,

sabréis disculpar, que haciendo los cambios necesarios, sólo hemos pretendido mostrar algunas de sus reflexiones sobre estas materias, y damos por supuesto,

que nuestra tentativa ha sido muy imperfecta.

Ahora bien, el conocimiento de una pequeña parte de su obra, que por ac-

cidente ha llegado a nuestro país, nos ha llevado a deducir los objetivos ante-

riormente anotados. Entre sus obras hay una con el titulo de "Máquina y hu-.

manismo", en la que su'rica y multivalente sustancia se vuelca en tres ensayos,

dando contenido así a un tríptico, dedicado específicamente al mundo del tra-A bajo técnico industrial. Estos ensayos .se denominan : "La Crisis del Progreso";

"LOS Problemas Humanos del Maquinismo Industrial".y "¿A dónde va el Trabajo Humano?".

El tema central que campea en esta magnífica investigación del Dr. Fried-

mann, responde a una de las preguntas más inquietantes de la antropología fi-- losófica. Ella es: EL HOMBRE COMO HABITANTE DEL MUNDO DE LA TECNICA.

En estas obras se analiza, con objetiva profundidad y con el auxilio de las.

ciencias humanas todas, la realidad de la técnica, entendida como nuestra reali-. dad por excelencia, como realidad del pasado y del futuro del hombre. El Dr-.

Friedmann demuestra, con impresionante vigor científico, que la técnica es un

ingrediente fundamental de la tradición cultural de la humanidad-y que debe*

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Las condiciones del trabajo y la vida del espíritu

ocupar, en el mismo nivel de estimación, un lugar destacado, junto a la religión,

la filosofía, el arte, la literatura, la política y las ciencias.

Observa, por otra parte, que la técnica no tiene acción negativa en la con-

ducta humana cuando se la entiende como un hecho existencia1 tanto como ra-

cional, y que el camino de la razón anulará la angustia actual del espíritu y del

corazón que ha provocado en el hombre. Una conciencia racional y ética es la

clave para dominar el universo de la máquina.

En "La Crisis del Progreso" estudia las peripecias, los triunfos y fracasos de

la ciencia y la técnica, aplicadas a la economía industrial y a las repercusiones

que estos acontecimientos han tenido en la vida y en la conciencia del hombre,

desde el siglo XIX hasta la segunda guerra mundial.

En su ensayo "Los Problemas Humanos del Maquinismo Industrial", pene-

trante y exahustivo, examina también con criterio estrictamente científico la pro- blemática relación, en sus múltiples facetas, entre el hombre, la máquina y la

vida de pr,oducción, referida especialmente a los países de economías más al-

tamente desarrolladas: Estados Unidos, Rusia, Inglaterra y Francia.

En su libro "¿A dónve va el Trabajo Humano?", como muy bien lo indica su

nombre, después de ahondar en la influencia determinante que tiene en el mun-

do el medio técnico, por oposición'al medio natural, y en donde analiza l a im-

portancia de las máquinas de transporte, de relación, las máquinas portadoras de

placer, como la radio, la televisión; destaca en su investigación la condición hu-

mana del trabajador, su valor y su dignidad, libre de la enajenación y de la

explotación que, desafortunadamente, todavía conserva en nuestro sociedad.

Debemos subrayar que a través de toda su generosa creación y, por qué no

decirlo, realmente revolucionaria, su mayor preocupación ha sido el factor hu-

mano en la vida de la producción.

Es por esta razón que el eminente neohumanista Georges Friedmann ha

elaborado inestimables juicios, variadas y valiosas observaciones que apuntan di-

rectamente a la formación y a la educación del hombre que trabaja en el medio

técnico.

De ahí, entonces, que su profunda experiencia en estas materias nos in-

teresa conocerla vivamente para, de esta manera, estar en condiciones de perfec-

cionar una filosofía educacional configuradora de nuestra Universidad Técnica.

Page 18: las condiciones del trabajo y a vida del espiritu

G e o r g e s F r i e d m a n n

Repetimos, no hemos presentado la imagen de nuestra casa de estudios al Dr. Friedmann, sino que justamente a la inversa; al hablar de las características fun-

damentales de nuestra Universidad, pretendimos presentaros algunos de los ras-

gos más salientes de la singular personalidad cultural del Dr. Friedmann. VOUS ETES CHEZ VOUS, MONSIEUR GEORGES FRIEDMANN.

Prof. MOISES LATORRE RALPH

Santiago, Noviembre de 1957.

Page 19: las condiciones del trabajo y a vida del espiritu

Las condiciones de! trabajo y la vida del espíritu

LAS CONDI@!QNES DEL TRABAJO Y

LA VIDA DEL ESPIRITU

Al comienzo de esta conferencia sobre las condiciones del trabajo y la vida

.del espíritu, me parece que se imponen dos consideraciones previas.

Por de pronto, el tema es inmenso y merecería, fácilmente, un curso de todo

un año, es necesario, pues, intentar una amplia síntesis en un campo donde las

,ciencias del hombre pueden y deben orientar el pensamiento. Como no es mi

intención entrar en detalles técnicos, desde el principio debo advertir a mis au-

ditores que las consideraciones siguientes están fundadas en observaciones me-

tódicas del trabajo contemporáneo en las fábricas', los campos, las oficinas, las

minas, los talleres y en investigaciones hechas por estudiosos que viven del tra-

'bajo. Por ejemplo, puedo deciros que uno de mis alumnos, en este mcmento, a

la vez que gana un poco de dinero, pasa la temporada como buzo de un gran

hotel de Deauville. Así, pues, no tomemos las consideraciones siguientes por sirn-

pies visiones del espíritu, entendido aquí en uno de los múltiples sentidos des- pectivos del término, a la vez magnífico y temible.

Segunda reflexión : vosotros, señores, habéis planteado como tema del

quinto Coloquio de Ginebra: "Los derechos del espíritu y las' exigencias socia-

les". Esperemos que, a l término de los debates, habiéndose aclarado los diversos

sentidos de la palabra espíritu, los concurrentes a los Coloquios podrán elegir

aquél que les parezca más rico y más valedero. Os habéis indicado ü vosotros

mismos, en vuestro programa, y cito aquí vuestros propios términos, que desea-

ríais confrontar experiencias personales más bien que sistemas y, agregáis voso-

tros, los términos "espíritu" y "sociedad" toleran lo que llamáis definicione!? abiertas.

Page 20: las condiciones del trabajo y a vida del espiritu

G e o r g e s F r i e d m a n n

Al incluir en el centro de vuestros debates esta conferencia confiada a u n

sociólogo, esperáis de el, supongo, no originales especulaciones filosóficas, de

las cuales, por lo demás, es perfectamente incapaz, pero que ensaye aproximaros.

cuanto sea posible a l corazón de las realidades del trabajo moderno y a la con-

dición de las masas que lo practican cada día.

La historia nos ofrece, por ejemplo, en la Antigüedad, durante el Renaci-

miento o en el período que se llama el Gran Siglo (francés) -prestigiosa pe-

lícula, pero cuán efímera y delgada, recubriendó la obscura labor de un ejército.

de campesinos y obreros -, casos de sociedades donde una aristocracia del

pensamiento medraba y florecía, por así decirlo, sobre el trabajo servil y la mi-

seria de la gran mayoría. Hoy, los contrastes son menos brutales, pero no han

desaparecido, falta mucho para ello. Ciertamente, grandes espíritus, grandes ta-

lentos, Proust, Freud, Langevin, Matisse y cuántos otros, han encontrado, a f in

de cuentas, los medios de realizarse en la sociedad del siglo XX. ¿Es al nivel de

estas naturalezas de excepción que.vosotros queréis plantear el asunto? Nosotros

no lo hemos pensado y creemos responder a vuestra esperanza situando el aná-

l is is sobre un plano muy distinto.

Este plano es el siguiente: trataremos de encontrar en qué medida la con-

quista del pan cuotidiano permite a millones de hombres y mujeres, en las so-

ciedades industriales diversamente estructuradas de nuestro tiempo, gozar, según

sus aptitudes, de los valores culturales auténticos y, hecho esto, alcanzar su pleno

desarrollo y la dignidad de sus personas.

Por lo anterior se ve qué entendembs por "espíritu:'. Una sola palabra res--

pecto a esta idea, puramente inmanente .y humanista, de la vida espiritual, que'

os propongo aquí y que, ciertamente, parecerá incompleta a algunos de voso--

tros, para quienes la vida espiritual auténtica no se desenvuelve sino en la vida

religiosa y aun en la mística. Personas más autorizadas que yo piensan, sin em-

bargo, que las dos están lejos de contradecirse y, según ellas, la 'primera, la idea

humanista e inmanente, está aun íntimamente ligada a la segunda, religiosa y mística, como su base necesaria, o más bien, como su núcleo indispensable.

Entremos ahora en lo vivo del problema, considerado en este año media-

nero-1 950-del siglo XX.

Page 21: las condiciones del trabajo y a vida del espiritu

Las condiciones del trabajo y la vida del espíritu \ -

Interesa, primero, disipar un lugar común de los elogiadores del tiempo pa--

sado: laudatores temporis acti, que quieren oponer unos tiempos pretendida-

mente idílicos, una civilización puramente artesanal, a nuestra civilización técnica. Para ellos todos los trabajad~res~del pretérito se encuentran premunidos del mé- rito de constructores de catedrales; la mano de obra del pasado habría estado

exclusivamente compuesta de maestros y compañeros encargados de tareas glo;

bales, donde la personalidad de cada uno podía desenvolverse y expresarse, donde el trabajo y la dignidad se superponían y se confundían.

Pero el antropólogo haría oír aquí su voz, recordando que, en las socie--

des primitivas o srcaicas, la lucha contra la naturaleza hostil, la alimentación del individuo, su vestido, la supervivencia de la especie, implicaban millares de ges-

tos estereotipados, idénticos, que nos aparecen monótonos, por ejemplo, el pu-

limento de las puntas de flechas. Sin remontarnos tan lejos de nosotros en el tiempo o el espacio: Lacaso en sociedades muy pióximas a nuestro tiempo, la

molienda a mano, la trilla a azotes, la trituración a rueda, el empleo forzoso en los veleros y las galeras,. la cosecha a echona, los acarreos de alimentos a es-- paldas de seres humanos eran 'trabajos favorables a la vida del espíritu?

Muy recientemente, apenas hace seis semanas, me encontré en una aldea,

perdida del Morvan, residiendo en casa de un amigo, a un'joven artesano ca- rretero, hijo de carretero, que emplea sus escuálidas economías, que hipoteca has- ta lotes de tierra para adquirir algunas máquinas modernas. Estas pocas máquinas le permiten fabricar con menos fatiga y más precisión y rapidez que su padre,

los "coches"romo se dice en las campiñas francesas-que encargan los cam-

pesinos de la vecindad. Estas modestas máquinas ayudan a mi joven amigo a salir del círculo estrecho donde se encerraban sus abuelos, para dominar su ofi-

cio, para seguir las novedades de su provincia y de su país, para reflexionar y para juzgar.

Con estas rápidas anotaciones yo sólo desaba descartar, desde el principio, un error peligroso, que exalta una pretendida edad de oro, en desmedro de

nuestro siglo de hierro.

Ahora intentaremos aclarar ciertos aspectos de esto. Para evitar generalida- des enteramente ociosas, distingamos diferentes géneros de trabajos, según que-

la personalidad se encuentre más o menos comprometida.

Encontraremos, por de pronto, una primera familia de oficios, de profesio--

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G e o r g e s F r i e d m a n n

nes, en la cual los intercambios entre el trabajo profesional, de una parte, y

la vida del espíritu, de la otra, 'se enuncian en términos particularmente favora- bles. En este caso, la personalidad está ligada al trabajo por una relación ver-

.daderamente íntima y orgánica ; ella está verdaderamente comprometida en el .trabajo; las tareas cumplidas tienen sobre la personalidad resonancias más o

menos profundas, según los casos, pero siempre naturales, nítidas e indiscutibles.

Notad, de paso-sólo esto motivaría una conferencia de una hora-que yo

rechazo enteramente, por mi parte, la distinción entre oficios intelectuales y ofi-

.,cios manuales, porque los oficios manuales, cuando son calificados, son igualmen-

te-la psicotecnia lo ha probado desde hace 20 o 30 años-oficios que implican .ciertas formas de inteligencia.

Ahora bien, en los oficios más diversos de esta primera familia se observa .esta correspondencia entre las tareas cuotidianas y l a personalidad. Tomad ofi-

.cios tan variados como los de tornero calificado, abogado, carpintero, comercian- te, profesor, dibujante, industrial, labrador y músico. Estamos ante una familia-

felizmente numerosa-de privilegiados, compuesta de los que han encontrado

en la sociedad un empleo correspondiente, s i no a la totalidad-lo que es un

caso rarísimo-a lo menos a algunas de sus aptitudes más importantes. Las ta- reas de esta familia-bien entendido que a condición de evitar el exceso de tra-

bajo-n8 pueden ser contrarias, y muy a menudo son hasta favorables, a la per- .sonalidad, a su evolución armoniosa, al desenvolvimiento del juicio y a la dig-

nidad de la persona. En este caso, para volver a los términos de vuestra inves- tigación-las exigencias sociales no se oponen a la vida del espíritu.

En desquite, y recíprocamente, desde ahora es necesario considerar desde

esta perspectiva las reivindicaciones legítimas del individuo en la sociedad. Esta,

s i estuviera racionalmente organizada, y cuando lo esté en su límite ideal, debe- ría ayudar a cada individuo a encontrar un empleo donde sus aptitudes sean de-

tectadas, preservadas y desenvueltas; ella debería, al mismo tiempo, asegurarle la instrucción necesaria para desempeñar este empleo con éxito. Quiere decir que

S .estas exigencias del individuo frente a la sociedad se denominan, por un lado,

,para la infancia y la adolescencia: educación nacional diversificada y orientación

a la vez flexible e inteligente; de otro lado, para los adultos: ense- ñaba post-escolar generalizada, selección y reclasificación profesionales, que per-

.mitan rectificar los errores de iniciación y encontrar el terreno donde el individuo

pueda desenvolverse. Bien entendido está que todo esto debe ser coordinado

Page 23: las condiciones del trabajo y a vida del espiritu

Las condiciones del trabajo y la vida del espíritu

con un sistema completo de seguridad social, pero ello concierne a otra confe--

rencia y no quiero tardar más en esto.

Aquéllos a quienes se podría llamar los bien ubicados de la vida profesio-

nal, usufructúan, por consiguiente, de una base favorable para la vida del es- píritu, tomando el vocablo espíritu en el sentido ampliamente humanista que he-.

mos evocado hace poco. Yo digo "base favorable", es decir, condición necesaria para la armonización entre vida espiritual y vida profesional, como veremos, y . no condición suficiente.

Para esos privilegiados, el problema es relativamente simple; no insistire-

mos al respecto. Sin embargo, es preciso advertir que para que un oficio pueda asegurar esta feliz conjunción, es menester que su substancia sea de una natu--

raleza que permita el compromiso de la personalidad. Vosotros comprendéis per-

fectamente, sin que yo tenga necesidad de insistir, que la palabra "compromiso"

está tomada aquí en su sentido psicológico y no en un sentido moral o pseudo-. moral, con el cual nos machacan los oídos ...

Ahora bien, las investigaciones de la sociología industrial han demostrado, desde alrededor de 1920, que estos oficios que permiten la vinculación de la

personalidad no están sometidos a una intensa división de tareas, a una espe-

cialización fraccionada, sino a un conjunto-e insisto sobre esta idea que, según. veréis, es capital para las relaciones del trabajo con la vida del espíritu-de mo- tivaciones a largo plazo. Todos los oficios de los cuales hemos hablad; implican motivaciones a largo plazo, todos ellos oficios tan diversos como los de albañil'

calificado, ajustador mecánico, cultivador múltiple, profesor, abogado, zapatero (no el obrero especializado que fabrica en cadena partes de calzado, en una in- dustria en serie), ingeniero, periodista, jefe de servicio administrativo y, bien entendido, a fortiori, los oficios de escritor o de artista. En todos ellos hay va- riedad. Encontramos ahí una serie de operaciones mentales o manuales q'ue no.

se repiten idénticamente ni a corto plazo; en estas tareas superviven la iniciativa.

y cierta plasticidad en la elección de los medios y la conduccióri de las operacio- nes. Todas estas profesiones son, en cierta medida, autónomas y responsables--

y autonomía significa aquí que el individuo mismo regula, en algún grado, las normas de su actividad.

Page 24: las condiciones del trabajo y a vida del espiritu

G e o r g e s F r i e d m a n n 8

En desquite, la civilización técnica de nuestro tiempo mecanizado y espe-

.cializado presenta otras funciones, y ahora ensayaremos llevar luz a estas otras

funciones. Ciertamente, esta civilización presenta en todas sus ramas actividades

muy calificadas de supervigilancia y de dirección, las cuales pertenecen a l a pri-

mera familia (autónomas y responsables), no lo olvido. En los Coloquios tendre-

mos oportunidad de hablarlo, pues preveo que los técnicos me dirán :."Pero tam-

bién hay nuevas profesiones cualificadas que aparecen con la racionalización".

De acuerdo, pero la industrialización de la civilización técnica multiplica sobre

todo las tareas heterónomas, indefinidamente repetidas y parciales.

Sin entrar en detalles estadísticos, puedo decir que nuestras encuestas por l

sondeo en Francia y el extranjero, después de la Liberación, nos han mostrado

que, en la hora actual, alrededor del 80% de las tareas de la gran industria ra-

cionalizada-por ejemplo, el trabajo en cadena, que sólo es una de sus catego-

rías-no significa sino una parte muy reducida, y a menudo nula, de iniciativa,

.de variedad y de responsabilidad y, en todo caso, ninguna motivación a largo

plazo. Veréis ahora la explicación de la elección de esta expresión, pues en estas ocupaciones no hay sino motivaciones a corto plazo.

En los equipos en cadena o en las máquinas individuales, las tareas que se

prosiguen durante 40 y 50 horas por semana, se repiten muy a menudo en ci-

clos de algunos minutos, muchas veces hasta de un minuto y, frecuentemente,

de una decena de segundos-por ejemplo, en los taladros o máquinas para ahue-

.car. ¿Cómo hablar aquí de vinculación de la personalidad, por ruda o cerrada

que sea?-tomo aquí la palabra "cerrado" en el sentido en que Leibniz hablaba

,de "encerramiento" de sus nónadas.

La cuestión grave, humanamente trágica que aquí se plantea-y estas tareas,

.,os lo digo desde hoy, volveremos a hablarlo ciertamente, se presentan en todos

:os países del mundo, cualquiera que sea su estructura económica y social-es sa-

ber cuáles son los efectos de este trabajo sobre la personalidad, el criterio y la

vida del espíritu.

La observación sistemática del trabajo nos conduce a distinguir dos tipos de

personalidades: las unas manifiestan y las otras no manifiestan la necesidad de vincularse al trabajo profesional. Ahora bien, acabamos de verlo, l as tareas he-

'terónomas no conllevan la posibilidad de esta vinculación. En consecuencia, se-

gún que los que las practiquen pertenezcan a uno u otro tipo, según que tengan

.o no necesidad de comprometer su personalidad en el trabaio, los unos padece-

Page 25: las condiciones del trabajo y a vida del espiritu

Las condiciones del trabajo y la vida del espíritu

rán las tareas heterónomas, sufrirán alteraciones del carácter, del psiquismo y hasta-se lo ve en la industria-a veces sufrirán neurosis; los otros, al contra-

rio, serán capaces de soportarlas, ya que no de aprovecharlas. Ahora bien-es una consecuencia que merece ser subrayada desde ya-son

a menudo las naturalezas más ricas y las más evolucionadas las que tienen ne- cesidad,de esta especie de concordancia íntima entre el trabajo y la personalidad. Estas naturalezas más ricas, más evolucionadas, se encuentran, por consiguiente, rechazadas, y, lo que es más grave, cuando son obligadas a permanecer en el tra-

bajo, se ha'llan alteradas. También, muy a menudo, el observador de la industria

oye decir en los talleres que "la instrucción es una contra-indicación" para curn-

plir tareas de obrero especializado, con un rendimiento satisfactorio y duradero.

!Cuántas veces, en ~stados'unidos como en Europa, oí expresiones de este gé- nero en boca de técnicos, de ingenieros y de diversas personalidades industria-

les! En Detroit, en los talleres de Ford y de la General Motors, v i por mí mismo

a jóvenes americanos que habían terminado su high school, es decir, los estudios secundarios-yo diría sub-secundarios, pues son ciertamente menos elevados que los de Europa occidental- y que, porque habían terminado sus estudios secun-

darios, no eran estables en las cadenas de trabajo; ellos también presentaban la contra-indicación de la instrucción.

Estos hechos se aclaran dentro de una perspectiva histórica rápida, que quie- ro bosquejar para vosotros ahora, y es la siguiente:

La racionalización, la organización científica del trabajo, constituye una eta-

pa inaugurada, hace hoy más de 70 años, alrededor de 1880, y caracterizada, en

el fondo, por la separación entre el pensamiento del trabajo-que Frederick W. Taylor llamaba the thinking deparment-y las operaciones del trabajo realizadas

en el taller. Esta dicotomía entre el pensamiento del trabajo, que es más concen- trada y absorbida por las oficinas del estudio y de preparación del trabajo, de

una parte, y la operación del trabajo que se realiza en los talleres mismos, en las obras, de otra parte, es clásica desde Taylor y se repite en sistemas de scien-

. , tific management tan variados como los de Ford, el sistema Bedoux y los que los han sucedido.

Ya que he'hablado de Taylor, querría recordar simplemente aquí-pues cal- za directamente con mi propósito-una frase célebre que un día dirigió a un obrero de Midvale Steel, que trabajaba con él y a menudo le formulaba pregun- tas. Es una anécdota no muy conocida en Francia; el- texto se encuentra en la

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G e o r g e s F r i e d m a n n

gran biografía de Taylor escrita por Copley, la cual no está traducida al francés..

Este obrero, que se apellidaba Shartle-su nombre merecería pasar a la poste-

ridad, pues sus reflexiones planteadas a Taylor representan las aspiraciones de

millones de trabajadores esparcidos por el mundo-quería saber el por qué de

lo hecho por Taylor y le lanza esta pregunta: "Mr. Taylor, ¿qué os proponéis

hacer?" y Taylor le dio una respuesta que, por su cruel lógica, ciertamente va a

sublevaros, pero que se inserta perfectamente en su sistema. Taylor, pues, cre-

yendo tener perfecto derecho a decirlo, respondió, sin alzar la voz, dice su bió-

grafo: "Callaos, Shartle, no necesitáis pensar, aquí hay otras personas a quienes

se paga para eso".

Esta frase, muy chocante, os manifiesta esta separación entre el pensamiento

y la ejecución del trabajo. Nada tiene de asombroso, entonces, que espíritus evo- lucionados y alertas sean desmoralizados y, a la larga, degradados por tareas de este género, parciales, repetidas y sin motivación.

En este sentido existen numerosos dramas en la industria moderna. Hay

uno que querría recordar aquí: el despilfarro de las fuerzas creadoras. A pesar.

de todos los sistemas que se intenta emplear en la gran industria, como las "re-

servas de ideas", establecidas por Mr. Michelin, o ciertos sistemas de premios,

hay un derroche de fuerzas creadoras, referidas a la máquina, al sitio de tra-

bajo y a los instrumentos. El obrero conoce la tarea mejor. que nadie, pues la

vive; a menudo tendría cosas que decir a su respecto. Lo que dice, lo que pro--

pone, a veces son simples artificios ingenuos e irrealizables; pero, con frecuen-

cia también, precisamente a causa de esta identificación viva entre el trabajador.

y su tarea, estas son ideas que tienen valor inventivo y son como una última in-.

tentona del espíritu que busca una salida.

Muchas veces también los obreros no quieren i r hasta el f in de sus ideas,

pues no quieren pensar para una firma en la cual no se sienten miembros igua--

les, solidarios y equitativamente retribuidos. A lo menos, quienes intentan pen-

sar, manifiestan aun deseos de reflexión ; son parientes lejanos de esa primera.

familia de la cual hablé hace poco: la formada por individuos que necesitan

,comprometer su personalidad en el trabajo. Pero los otros, los capaces de una

escisión completa entre su tarea y su satisfacción íntima, son los que debemos-

, esforzarnos por comprender, y con ellos nos aproximamos un grado más hacia? lo que podría llamarse "las tareas medulares e inconscientes".

Page 27: las condiciones del trabajo y a vida del espiritu

Las condiciones.del trabajo y la vida del espíritu

~studiándolas tal como se practican por estos individuos que separan com- ~letamente su satisfacción íntima y sus ocupaciones, se comprueba que, para soportarlas sin padecer, es necesario que el individuo sea capaz de separar en-

teramente-es ya una de las conclusiones de numerosos' trabajos psicoté~icos,

entre otros los del psicólogo alemán H. Wunderlich, ex-alumno de Stern-la serie

física de los gestos que las acompañan y, por otra parte, la serie mental de las ideas y de las imágenes que ocupan el espíritu.

Tomemos un ejemplo. Una obrera muy eficiente, como las he visto en fá- bricas suizas de relojes-no en Ginebra, sé que el cantón de Ginebra ama al

reloj artesanal y estigmatiza el "reloj de cuarenta céntimos", se trata de otros

cantones-, introduce durante la jornada entera la misma placa en el hueco de

un reloj. Esta obrera está entregada a una serie de reflejos psico-motrices, a una

serie bien determinada de automatismos y no necesita pensamiento consciente;

en ella aun la atención que necesitó durante el período de aprendizaje-preferi-

ría, para conservar su valor a esta bella palabra aprendizaje, llamarlo amaestra-

miento-se esfuma y la joven se halla sometida a un conjunto de automatismos

provocados en ella.

Una inglesa, miss Constance Reaveley, que fue ayudante en Oxford y que

ha trabajado como obrera de fábrica en el curso de la guerra, ha escrito en

colaboración con un ingeniero, Mr. John Winnington, un libro intituladc: lndustry

and Democracy. ~ i s Reaveley ha observado ese day dreaming sobre ella misma

y sobre sus compañeras, en el estado actual de la educación y de la condición

obrera, en el ambiente de talleres cruzados de ruidos y sometidos a tensiones

continuas. ¿Qué es este day. dreaming, este fantaseo diurno que ocupa el

espíritu mientras los gestos son automáticos? ¿Cuál es la materia de .este fan-

tasear, cuál es su "tela", s i queréis? Parece que, en las condiciones reales de la

industria, está constituída por episodios semanales y reacciones emocionales-

humillaciones, celos, odios, a propósito de incidentes mezquinos-, apenas s i hay otra cosa, es preciso no hacerse ilusiones.

I ,

i Qué obra maestra es el hombre, cuán noble es su razón !" esCribe Sha-

kespeare en alguna parte. En efecto, en el estado actual de la industria-podría

decir lo mismo para las grandes oficinas, para las administraciones racionalizadas,

para determinados sectores de las minas y de la agricultura intensiva-en el es-

tado actual de la civilización técnica, el trabajo o lo,que todavía se denomina

con este nombre, corrompe la nobleza y l a razón.

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G e o r g e s F r i e d m a n n -

Creédmelo sidceramente, y lo confirmaréis mejor por lo que sigue, no estoy

afiliado a cruzada. 1iteraria.alguna contra la m.áquina-carezco en absoluto de

inclinación hacia cualquiera forma de pesimismo fatalista-, pero es necesario en- carar la realidad: "We must face the facts", como dicen los anglo-sajones.

¿Qué nos muestra esta realidad en las colectividades industriales m á s va-

riadas-insisto-tanto en Oriente como en Occidente? Ella nos muestra que el

progreso técnico, la división del trabajo-fenómeno milenario e irreversible-y

la especialización han llegado a un punto tal que a un sector considerable de la población-a millones de individuos-la sociedad no les ofrece más que recur-

sos con que ganar su sustento y con los cuales no pueden expresar su perso-

nalidad ni encontrar satisfacciones intelectuales.

Esto es de tal modo verdadero, que en las nuevas corrientes de scientific

managcment, de organización del trabajo, se contrata a técnicos que busquen al obrero atractivos exteriores a la substancia misma del trabajo: talleres más cla-

ros, máquinas pintadas, pausas, cantinas, posibilidades de conversar y de fumar

-y debo decir que los talleres en Estados Unidos e Inglaterra corresponden, a

veces, a verdaderos salones de distracción. Recuerdo haber ido a Inglaterra poco después de la Liberación; &e imaginaba qué Isla de Jauja habrían' sido 'los ta- lleres que visitaba, para un vagabundo francés estropeado ... Por consiguiente,

1 'se ofrecen paliativos,, at.ractivos exteriores a la substancia del trabajo, pero no interiores a l trabajo. No olvidar los altavoces que distribuyen lo que se

llama, con un término que parecerá desgarrador a los oídos de un músico o de artista: "música fdncional". Hace dieciocho meses, encontrándome en un taller

de Estados Unidos, donde se tocaba esa música, pregunté a un ingeniero qué clase de ella transmitía a sus obreros. Me respondió: "No les damos ni música

ligera ni música pesada, sino música half-heavy weight, "semi-pesada" ... Todo esto, advertidlo, es efectivo, y se puede ir más lejos todavía. Ciertos

psicotécnicos aun desean-y lo alcanzan-obtener para los obreros lo que Ila-

man "la comodidad psico-fisiológica", es decir, un completo y agradable auto-

matismo de gestos. Tenéis aquí, en la misma. Suiza, un notable especialista, Mr. León Walter, que investiga en este sentido. Esta comodidad psicológica traería a

los talleres una distensión en sus circunstancias actuales; las mujeres, por ejem- plo, realizarían tareas racionalizadas con una distensión comparable a antiguas

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Las condiciones del trabajo y la vida del espiritu

damas que teiían cómodamente instaladas en sillas poltronas. A lo menos, tal es

el ideal. E l espíritu podría consagrarse a todo género de fantasías; en este sen- tido, el ideal último es libertar al espíritu de sus amarras al trabajo. Ahí tenemos un aspecto de la Palabra "libertad".-Mucho se ha discutido esta mañana sobre

.el sentido de este vocablo; he aquí uno nuevo, muy concreto, le asignan

'los psicotécnicos : la libertad del obrero especializado con respecto a su trabajo.

Ahora bien, fiiaoc atentamente, "libertar" al espíritu de sus amarras al tra- 'bajo, desembarazar al obrero de su trabajo proporcionándole "atenuaciones" es, precisamente, entrar al dominio de la vida no consciente.

, .

Y qué, podría objetárseme, mientras Espinoza meditaba en La Etica, pulía

vidrios. Sí, es exacto. Pero nadie discutirá que el genio de Espinoza le entregaba con qué meditar válidamente. Muy próximo a nosotros, un obrero extremadamen- te interesante, Mermoz, animador de la comunidad Boimondau, una de las ex- periencias sociales más notables de Francia, y quizás del mundo, escribía el año

pasado en el boletín de esa comunidad, en que trabajan juntos obreros venidos

de todos los rincones del horizonte político y religioso, que lleva el bello nom-

bre de Vínculo: "Llego a pensar, a veces, que si no hubiera abandonado e! ofi- cio de fotógrafo, en el cual el acto más mínimo exige la atención más concen- , trada, la servidumbre del pensamiento al objeto, jamás hubiera tenido ocios pa- ra reflexionar en la situación social y nunca habría sido un militante. Es gracias

a mi ocupación de obrero especializado en la máquina que he podido instruirme y, sobre todo, reflexionar". Mermoz no es Espinoza, evidentemente, pero es Mermoz, antiguo artesano fotógrafo, animador, no es una naturaleza del montón. Es una naturaleza fuera del montón.

Para nosotros se trata, fieles a nuestro propósito, de saber cuál puede ser, en e! caso de un obrero corriente, la aplicabilidad de esa libertad del espíritu que le proponen los psicotécnicos, con respecto a la situación, la educación y los ocios efectivos que la sociedad le ofrece. Aquí, y veis que a esto hemos sido conducidos paso a paso, nuestro problema es inseparable del medio social ente- ro: de lo que el obrero hace fuera de su trabajo, de su educación, de las ins-

tituciones a su servicio y de lo que hemos convenido llamar sus ocios.

Otra consecuencia de nuestra observación-y no la menor-. ,Para los obre- ros especializados, acabáis de verlo, hoy existe una ventaja como la de poder

=parar su actividad mental de su trabajo profesional. Ellos son capaces de so- $portar durante años los trabajos automáticos o semi-automáticos en serie. Veis,

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G e o r g e ' s F r i e d m a n n

por tanto, que la llamada organización "científica" del trabajo deia el pensamien-

to obrero en asueto, lo transforma en inútil y peligroso, hasta que viene a per-

turbar el delicado mecanismo elaborado en las oficinas por los técnicos. La or-

ganización científica del trabajo desalienta la decisión, la iniciativa, el pensa-.. miento crítico y l a responsabilidad.

Ahora bien, los mejores observadores de la industria-entre los cuales figu-

ran los dos técnicos de quienes he hablado hace poco, Reaveley y Winnington- demuestran que en Inglaterra la democracia parlamentaria-y yo ,agregaría,

igualmente, la democracia socialista-reposa, de una parte, en la presión atenta de los ciudadanos, en la energía de una opinión pública activa, en el espíritu

crítico y en la reflexión personal de los individuos, mientras que, por otra parte,

el medio ambiente psicológico de la vida urbana, y muy particularmente del

trabajo racionalizado, mina las cualidades mentales que son l a base del civismo

democrático. Hemos visto, hace un instante, que el trabajo racionalizado deja sin ocupación al pensamiento crítico, a la iniciativa y a l a responsabilidad.

No quiero llevar más lejos el análisis, lo cual sería apasionante, y sólo diré

que constituirá el tema de algunas de nuestras investigaciones en los años veni-

deros. Sin embargo, aunque rápidamente formulada, esta observación nos con-

duce a plantear una cuestión, y a plantearla en diversas formas. Desde luego,

los sistemas políticos individualistas salidos de las revoluciones inglesa, america-

na y francesa, que vemos combatidos hoy por la lucha de clases y por la fuerza

cre~iente de las reivindicaciones de los trabajadores, ¿no son igualmente com-

batidos por el modo mismo del trabajo en todas las sociedades industriales? O bien-la misma cuestión desde otro ángulo-las formas dogmáticas, autoritarias,

centralizadas, monolíticas, tomadas por las doctrinas socialistas, en especial por

el comunismo y los movimientos sindicales de nuestra época, ¿no serían la ex-

presión de las nuevas condiciones del trabajo en la segunda revolución indus-

trial? O más todavia, &lo; obreros de 1950 tienen los mismos modos de sentir

-habría toda una historia de la sensibilidad por hacer, según pedía hace años

Lucien Febre-y los mismos modos de razonar qOe, por ejemplo, los obreros del

II liperio, estudiados por Georges Duveau en su excelente libro? 0, por Último,

¿no sería necesario que, en adelante, lo que se llama "ciencia política", así como

la historia política y sindical, se renueven en estrecha cooperación con la psico-

logía del trabajo y de las diversas técnicas?

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Las condiciones del trabajo y la vida del espíritu

AI término de la última parte de esta exposición, donde he debido sobre-

volar ta;itos problemas inmensos y complejos, yo querría que nos ~ r e ~ u n t á r a -

mas juntos cuáles son las posibilidades de la vida del espíritu, vistas desde la ,perspectiva que nos interesa, es decir, cuáles son para el individuo, a través de =u desarrollo, gracias a sus mejores aptitudes, las posibilidades de su acceso a

la cultura y a la dignidad del hombre.

Para que, dentro de la civilización técnica, el trabajo sea compatible con el

desenvolvimiento espiritual, se requieren condiciones múltiples y combinaciones diferentes, según las ocupaciones y las profesiones, Quisiera hacer notar, de pa-

so-pues esto es importante, porque el texto del programa de los Coloquios lo aludía-que en todos los casos, cualquiera que sea la clase de oficios, se ha ne-

cesitado de un control psico-fisiológico del trabajo, a fin de que el individuo, a la larga, no sufra en su cuerpo ni en su espíritu. Es preciso, pues, un estudio .serio del ritmo, la intensidad y la adaptación de las partes de la máquina al obre- ro. Insisto en las condiciones requeridas pira qiie el individuo se incorpore a la cultura y a lo que hemos llamado "la vida espiritual". Dentro del campo de las .tareas parciales y repetidas-por ser este campo el más peligroso, insistimos en .él-es necesario considerar una triple revalorización, a la vez intelectual, moral y social. Si queréis, estas son las medidas positivas y constructivas que propongo

3 la discusión de mis colegas de los ~o lo~u ios . '

Primero, una revalorización intelectual, que implique la adaptación del in-

,dividuo mediante l a orientación y la selección profesionales; los cambios de pues- tos en los talleres, que al obrero le permitan circular de un trabajo parcial a otro que le devuelva la visión global de su oficio; una enseñanza técnica generali-

zada que le permita reencontrar la significación de las tareas parciales que rea-

lizó. Por estos medios se estimularía la visión de conjunto, se fortalecería la re- flexión, y debo deciros que no son simples concepciones del espíritu sino expe- riencias positivas realizadas aquí y allá en distintos países y que, muy a menudo, es sólo la rutina de los industriales lo que impide desarrollarlas.

Segundo, revalorización moral : concierne al aprecio de esas funciones en la

sociedad y en el espíritu de quienes 'las cumplen. Tomad, por ejemplo, un obrero especializado que trabaje en una prensa embutidora. El conoce el descrédito en que se tiene su trabajo, no solamente por las capas llamadas "superiores", sino que, muy a menudo, por otras capas de obreros superiores a él en la jerarquía

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G e o r g e s F r i e d m a n n

profesional. ¿Cómo podría este obrero, que siente en torno suyo ese descrédito,, experimentar estimación por su propio trabajo? Ved que este tipo de aprecio

pone en discusión la escala de valores de nuestras sociedades occidentales y, en

ella, el lugar concedido al traba10 manual. Ciertamente, ha habido bogresos que

han moaificado la actitud moral y social de la Antigüedad y la Edad Media, perío-

dos en los cuales las artes mecánicas eran opuestas a las artes liberales; pero. queda mucho por hacer para que l a revalorización intelectual no sea neutraiizada,

por una constante desvalorización moral.

Tercero, revalorización social : es necesario que el obrero se sienta, en cier-.

to grado, co-partícipe y responsable de la vida de la empresa. Si el obrero está sometido a una especie de permanente rebelión interior, s i el obrero está "con

el arma al brazo" en contra de su empresa O de su Estado empleador, todos los. beneficios intelectuales que pueda sacar de su profesión, aun s i ella es calificada,

aun s i pertenece a l a más alta categoría de oficios, se hallan anulados. Y en este

caso se trata de un agudo y continuo sentimiento de explotación, por parte de

la ganancia privada o por razón de Estado, lo cual impide toda valorización es- piritual del trabajo. Es preciso, pues,' que las actividades se incorporen a la co- lectividad a la cual pertenece el obrero: fábrica, clase social, sociedad, nación,

comunidad, de quienes debe sentirse miembro con plenitud de derechos y, por

otro lado, que sus tareas se.incorporen gracias a un esfuero a l cual de su adhe- sión completa. Aquí quisiera recordaros lres ejemplos :

Entre 1932 y 1936 he tenido la oportunidad, en el curso de tres viajes, de.

observar el período heroico de los planes quinquenales en la Unión Soviética. Es

cierto que en esa época-no he regresado después de la guerra-se podían com-

probar los efectos de la emulación socialista; se podía comprobar que no sola-

mente entre los que entre ellos se llamaban oudarnikis-obreros de choques-

se manifestaba este sentimiento de exaltación, sino que había una revalorización social del trabajo experimentada por muchos trabajadores.

Otro ejemplo. En Inglaterra, después de junio de 1940, lo que se ha Ila- mado el Dunkirk spirit, nacido después del hundimiento de Francia, cuando In-

glaterra se empeñó en un esfuerzo inmenso para asegurar y mantener su inde-

pendencia nacional; este Dunkirk spirit creó una exaltación que valorizó social; mente el trabajo. Todavía hoy, como he podido comprobarlo en las fábricas in-

glesas, se lo recuerda, los obreros no han perdido el recuerdo de este Dunkirk

spirit, y debo agregar que, muy a menudo, se lo evoca con cierta nostalgia.

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Las condiciones' del trabajo y la vida del espíritu

En Estados Unidos se podía advertir algo más difuso, pero análogo, después

de Pearl Harbour, cuando América decidió constituirse y llegar a ser el arsenal

de las Naciones Unidas.

Pues bien, este consenso, esta integración, que las democracias burguesas

no obtienen sino en caso de peligro nacional y en el caso de que este peligro se

experimente como tal por la masa obrera, debería poder asegurarlo a firme una

colectividad socialista; sin embargo, con esta nota bene que subrayo: una ten-

sión psicológica demasiado elevada y permanente, aun si es colectiva-y ello se

ha reprochado a ciertos aspectos del stajanovismo-puede ser un peligro para los

trabajadores. Y llegamos ahora a mis dos observaciones finales.

Sería interesante comparar, mirada desde el ángulo de la valorización del

trabajo, las opo;tunidades de! espíritu en las sociedades capitalistas y en una so-

ciedad colectivista. Me agradaría plantearlo esta tarde, pero el tiempo me urge.

Esta cuestión, por lo demás, ya ha sido evocada en la exposición ,de M. della

' Volpe; ella ha sido considerada y espero que volverá a serlo-más metódica-

mente-en el curso de las próximas conversaciones.

El segundo punto es de importancia capital y es preciso que insista en él

desde esta tarde. Cualquiera que sea el esfuerzo de valorización-al cual, si lo

miráis bien, podríamos designar como 'una especie de inyecciin de interés por el

trabajo-intentado en nuestra época, nuestra etapa de técnicas soporta y ( yo

me permito aquí una profecía; soy extremadamente feble en lo concerniente a

profecías, pero esta tarde me arriesgo, en esta tribuna solemne a hacer ésta) so-

portará durante largo tiempo todavía numerosas tareas que ser6 difícil, si no

imposible, de transformar en interesantes por sí mismas. Esta previsión podría

parecer cruel a algunos de entre vosotrog, pero es mejor ser cruel e intentar ser

lúcido, que ser ciego y adula,dor. Además, pienso que no es serio imaginar que

sea posible encontrar satisfacciones profundas en innumerables funciones auto-

máticas que la industria esparce y esparcirá durante largo tiempo todavía, fun- ciones automáticas en los límites de lo inconsciente.

Ahora bien, y es la observación en que deseo detenerme hoy, se ve por

todas partes a hombres y mujeres que buscan afirmarse, no en el trabajo de ga-

narse el sustento, sino fuera del trabajo, en el ocio, y en lo que se debe llamar

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G e o r g e s F r i e d m a n n

el "ocio activo". He podido notar, a través de mis viajes, que este asunto inte-

resa a sociólogos de numerosos países. Hemos comprobado, en diversas capas

sociales y en las más variadas profesiones, l a importancia de estos fenómenos,

que los ingleses llaman hobbies, los alemanes Steckenpferde y los franceses, fa-

miliarmente, dadas o, solamente, "violines de Ingres".

Es un hecho que me'parece extremadamente interesante y, entre los testi-

monios me ha parecido uno de los más notables el de M. James Gillespie, un

antiguo obrero metalúrgico que por largo tiempo fue delegado sindical y que,

ahora, es ingeniero consejero. Ha escrito un libro extremadamente instructivo,

aparecido en Londres hace dos años: Free Expression in Industry. Gillespie, que

está en relación con el excelente Instituto Tavistock, instituto de fuertes tenden-

cias psicoanalíticas, adopta las interpretaciones psicoanalíticas y considera que la

industria racionalizada desemboca en un rechazo de la personalidad y que esos

dadas, hobbies y Steckenpferde constituyen rodeos de los cuales la personalidad

usa para expresarse.

Hace un instante hablaba de dadas,,pero como he comenzado a tratar estas

cuestiones en algunos de mis cursos, he debido emplear una expresión más dig-

na y 0s propongo, por tónto, hablar de "actividades laterales", entre las cuales

distinguiremos dos grupos : las actividades laterales de distracción y las activida-

des laterales de compensación. Si las menciono aquí es Porque las manifestacio-

nes están ligadas a las del trabajo profesional y me parecen referirse muy de

cerca al problema que se me ha planteado hoy.

Tomemos grandes hombres del pasado o del presente. Cuando lngres o

Einstein emplean su violín-y Einstein lo hace muy gustosamente-, cuando Mr.

Churchill menea el pincel el dorninpo o en las islas Canarias, no puede decirse . l

que es porque su personalidad se encuentra frustrada en el ejercicio de su ocu-

pación principal. Por cierto que Ingres, Einstein y Churchill han expresado lo

esencial de sí mismos en su ocupación principal y que su dada no constituye un

!medio para expresar el fondo de sí mismos. Yo diría, por tanto, que los violines

de Ingres 'o de Einstein son lo que, en mi terminología, llamo "actividades late-

rales de distracción", que son importantes para equilibrar la personalidad, de

eso estoy convencido y no lo subestimo, pero creo que, sin embargo, no la ex- presati a fondo.

Pero observemos a un obrero ante un torno automático, que.trabaja 48 ho-

ras por semana, que trabaja todo el año y por años de esta manera. Tomad un

mecanógrafo de contabilidad( pues quisiera que comprendiéseis que muchas de

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Las condiciones del trabajo y la vida del espíritu

las tareas de que hablo se cumplen en los oficinas, las fábricas, las administra-

ciones y los almacenes )-a menudo señoritas hacen este trabajo-; tomemos un -contador, pues, que manipule' las máquinas más modernas de la 1.B.M: y que .confeccione facturas o planillas de salarios durante toda la jornada. - Cuando, vuel-

to a su casa, ese obrero, ese contador, bosqueia con amor un modelo de loco- rmotora, de fragata o de chalet suizo; cuando, además, participa en un coro, pin-

ta a la acuarela o se dedica a la cestería, su comportamiento representa algo muy -distinto a una simple distracción; es una tentativa, quizás ingenua, pero para mí inmensamente respetable-y yo recurro a mis deseos de que venga el día en

.que las pinturas del domingo puedan realizarse todos los días-para expresar las tendencias esenciales de la personalidad, para compensar l a pobreza de las tareas de ganarse el sustento y para descubrir las vías hacia la cultura y la vida .del espíritu.

H.ubiera querido poder hojear con vosotros los catálogos de las exposicio- .nes de dadas que reuní, hace muy poco, en mis viajes por Bélgica e Inglaterra,

*,para que hubiéseis admirado la variedad y riqueza de los objetos expuestos.

Con-la perspectiva de las ~bservaciones que acabamos de presentar, somos

'inducidos a sacar algunas conclusiones. Helas aquí : una sociedad económicamente ,organizada sobre bases racionales-es decir, más allá del llamado capitalismo liberal, que me parece simultáneamente condenado por la evo'lución técnica de .la producción y por las exigencias de justicia en la distribución-deberá organizar

-un Servicio Social del Trabajo, en el cual participen todos los ciudadanos, y este trabajo será de duración más y más reducida. Hoy tenemos la jornada de ocho 'horas ; estoy convencido de que vamos hacia, jornadas de cinco > y cuatro horas - y de que en el futuro el problema será, no el trabajo, sino, paradojalmente, lo -.que se llama "los ocios". La sociedad de mañana deberá, en consecuencia, ar- monizar el Servicio Social del ~rabajo., que repartirá bienes de consumo de un

-volumen siempre acrecido por el maquinismo, con los ocios, que no cesarán de .acrecentarse.

Este es el futuro; pero, en el momento en que os hablo, creo que sería vano separar, en un debate como el nuestro, por un lado, las condiciones del

% .trabajo y, por otro lado, las que regulan la existencia fuera del trabajo. Suponed .alcanzada esta valorización del trabajo de la cual hablamos hace poco, suponed asegurado al obrero ese ideal de bienestar físico y mental que le prometen los ~psicotécnicos, suponed obtenido todo esto, ¿de qué servirían estos magníficos céxitos si este mismo obreroial salir del taller, se encuentra atrapado por un

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G e o r g e s F r i e d m a n n

medio social corruptor y tóxico, como lo son, muy a menudo, nuestras capitales tentaculares que, de'una parte, embrutecen al individuo con mala cinematogra- ,fía, vulgaridades radiofónicas, alcohol, obsesiones sexuales y, de otra parte, las empresas comerciales en competencia especulan con la, pasión y el lucro: así,

ciertas manifestaciones llamadas deportivas, y os pido 'permiso para lamentar espectáculos tales como el de la Vuelta a Francia, aunque este año haya sido ga- nada por un suizo.

. No hay duda de que la espiritualización del trabajo es inseparable de lo

que, con el vocabulario de los Coloquios, se puede llamar "la espiritualización" y que yo preferiría llamar la "valorización cultural" de los "ocios".

Llego a mis últimas palabras. Como lo hacía notar aquí mismo, hace tres

años, en los Coloquios de Ginebra, cualesquiera que sean los sentimientos que se puedan tener-sean de entusiasmo, de indiferencia o de inclinación más o me-

nos vanidosa a la indiferencia, sean una condenación y' hasta una maldición, a semejanza de los que a veces escapan a Bernanos en su libro Francia contra los robots-o experimentar con respecto a la aventura prometeica en que la huma-

nidad se halla comprometida y cuyo ritmo se ha acelerado formidablemente des-. de hace cincuenta años, esta aventura continuará y deberá continuar. A pesar de

nuestros temores, a pesar de la sombra expandida sobre nosotros por el Apo- calipsis de la eneriia atómica, es con y por el progreso técnico, social y moral-

mente dominado, que la especie humana puede encontrar sus verdaderas, yo,

diría que únicas, posibilidades de expansión. Los peligros, las contradicciones del maquinismo aquí evocadas en el plano del trabajo, pueden superarse en una

nueva síntesis de la civilización. En lo sucesivo, el hombre se salvará o se perderá sin atenuaciones. Para que el progreso técnico permita, dentro del trabajo pro-

fesional, el desarrollo espiritual del indiGiduo y la plenit;d de su dignidad, es.

necesario que la sociedad entera esté dominada por el hombre y tienda hacia

fines humanos.

El espíritu, en el sentido más valioso, en el sentido eterno del término, estoy

persuadido de ello, es por definición pensamiento libre. El espiritu no es total¡--

tario. Pero en este mundo nuestro, sus exigencias lo son.

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I N D I C E

Advertencia .................................................................................. 7

Agradecimiento .......................................................................... 9

Prólogo. por don Santiago Labarca.L., Rector de la Universidad Técnica

del Estado .................................................................... 11

................ . Discurso de recepción. por el Prof don Moisés Latorre Ralph 19

Las coiidiciones del trabajo y la vida del espíritu. p. or el Dr . Georges

Friedrnann ...................................................................... 25

Page 38: las condiciones del trabajo y a vida del espiritu

ESTE LIBRO SE TERMINO DE IMPRIMIR EN LOS

TALLERES DE LA IMPRENTA "ARTES Y LETRAS"

EN SEPTIEMBRE DE 1958. SE IMPRIMIERON'

1,000 EJEMPLARES EN PAPEL SATINADO DE 3 5

KILOS Y 25 EJEMPLARES EN PAPEL PLUMA NU-

MERADOS DEL 1 AL 25.