Las Variedades Del Espanol an a Don

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  • 3. LAS VARIEDADES DEL ESPAOL EN EL AULA DE E/LE

    3.1. UNIDAD DEL ESPAOL

    La enseanza de la lengua es una preocupacin que emerge en las pginas del Diario de

    Coln con alguna frecuencia. Sus apreciaciones irn variando en los sucesivos viajes, conforme

    aumente el territorio conocido, especialmente en referencia a la homogeneidad de la lengua all

    hablada.Convivirn las ideas de que los indios aprendan espaol con las de que los espaoles

    aprendan las lenguas indias; en ambos casos, con vistas a la evangelizacin, sin que falten

    referencias a la labor de los intrpretes, especialmente en el caso de las mujeres.1

    1 En dichos Diarios podemos encontrar alusiones como las siguientes: Yo plaziendo a

    Nuestro Seor levar de aqu al tiempo de mi partida seis a Vuestras Altezas para que deprendan fablar (p. 60); y por seas pude entender ( p. 61); esta gente es semejante a aquella de las dichas islas, y una fabla y unas costumbres (p. 67); porque por lengua no los entiendo( p. 77); segn pudo entender de los indios que consigo lleva (p. 80); enbi dos barcas a una poblain por aver lengua, y a una dellas un indio de los que traa, porque ya los entendan algo y mostravan estar contentos con los cristianos ( p.80); toda la lengua tambin es una y todos amigos (p. 84); enbi a un Luis de Torres, que ava bivido con el Adelantado de Murcia y ava sido judo, y saba diz que ebraico y caldeo y aun algo arvigo; y con estos enbi dos indios ( p.85); dixronles por seas ( p. 88); que sabiendo la lengua dispuesta suya personas devotas religiossas, que luego todos se tornaran cristianos (p. 89); le ava parecido que fuera bien tomar algunas personas de las de aquel ro para llevar a los Reyes porque aprendieran nuestra lengua, para saber lo que ay en la tierra y porque bolviendo sean lenguas de los cristianos y tomen nuestras costumbres y las cosas de la fe (p. 91); y tambin estas mugeres mucho ensearn a los nuestros su lengua, la cual es toda una en todas estas islas de India, y todos se entienden y todas las andas con sus almadas, lo que no han en Guinea, adonde es mill maneras de lenguas que la una no entiende la otra (p. 92); salieron tres cristianos diziendo que no oviesen miedo en su lengua, poruqe saban algo della, por la conversain de los que traen consigo (p. 105); y tambin no s la lengua, y la gente destas tierras no me entienden, ni yo ni otro que yo tenga a ellos; y estos indios que yo traigo, muchas vezes le entiendo una cosa por otra al contrario, ni fo mucho dellos, porque muchas vezes an provado a fugir ( p. 107); enbi ocho hombres bien armados y con ellos dos indios de los que traa para queviesen aquellos pueblos de la tierra dentro y por aver lengua ( p. 109); esperava en Nuestro Seor que los indios que traa sabran su lengua y l la suya, y despus tornara, y hablar con aquella gente y plazer a Su Magestad ( p. 117); cada da entendemos ms a estos indios y ellos a nosotros, puesto que muchas vezes ayan entendido uno por otro ( p. 121); y as truxeron la muger, muy moa y hermosa,a la nao, y habl con aquellos indios, porque todos tenan una lengua ( p. 122); dize que otra cosa no

  • La preocupacin por tener buenos intrpretes aparece en la mayor parte de los relatos de

    los exploradores desde el siglo XIII hasta el siglo XVI. Los dems exploradores actuaron de

    forma semejante a l, con intenciones semejantes y resultados semejantes: Gonneville consideraba

    el procedimiento de atrapar indios de Brasil y conducirlos a Europa como un uso adquirido;

    Magallanes y Pigafetta tambin cuentan sus experiencias en este sentido en Patagonia.2

    Como muchas veces se ha sealado, no hubo uniformidad de criterios entre las

    autoridades, pues mientras la Corona quera imponer el espaol, la Iglesia prefera las lenguas

    indgenas. Pero se sinti un principio coactivo en favor de la lengua del Estado, que tena adems

    el poder de su fuerza, por ms que la accin de los clrigos fuera entonces mucho ms fuerte y

    eficaz que la que podan inspirar unos principios puramente religiosos. Baste recordar las ctedras

    de lenguas indgenas en Mxico, Lima, Quito y otras. A pesar de todo, el prestigio del espaol

    aument de tal modo que la Cdula de Carlos III ( 1770), insistiendo en imponer a los indios la

    lengua oficial, fue el resultado del fracaso de la doctrina de la Iglesia y del definitivo retroceso de

    las lenguas indgenas. Se volva a la situacin primitiva: la catequizacin en castellano.3

    falta salvo saber la lengua y mandarles ( p. 138); aunque en pocos das no se puede saber de una tierra mucho, as por la dificultad de la lengua, que no entenda el Almirante sino por discrein, como porque ellos no saben lo qul pretenda en pocos das ( p.171); es verdad que como esta gente platican poco los de una isla con los de la otra, en las lenguas ay alguna diferencia entre ellos, segn como estn ms cercano o ms lexos [...] tomar dellos e dellas e enviarlos all en Castilla no sera sino bien [...] entendiendo la lengua, muy ms presto rescibirn el bautismo e farn el provecho de sus almas ( p. 208); De todas estas tierras y de lo que ay en ellas a falta de lengua no se sabe tan presto. Los pueblos, bien que sean espesos, cada uno tiene difereniada lengua, y es en tanto que no se entienden los unos con los otros ms que nos con los de Aravia ( p. 287) ( cito siempre por C. COLN, Los cuatro viajes. Testamento, Alianza Editorial, Madrid, 2000 ).

    2 Los detalles de muchas expediciones pueden verse en Michel MOLLAT, Les explorateurs du XIIIe au XVIe sicle. Premiers regards sur des mondes nouveaux, CTHS, Paris, 1992, especialmente el captulo La communication: mimiques et dialogues, pp. 191-ss.

    3 En 1512, el franciscano Alonso de Espinar compr en Sevilla dos mil cartillas de ensear a leer.

    Para un relato muy detallado de todo el proceso histrico, desde 1492 hasta el siglo XX, de hispanizacin o castellanizacin de Amrica, vid. ngel ROSENBLAT, La hispanizacin de Amrica. El castellano y las lenguas indgenas desde 1492, en VV.AA., Presente y futuro de la Lengua Espaola, Publ. OFINES, Madrid, 1964.

  • Pero, qu espaol se va a usar, si lo que se pretende es ensearlo de manera oral y

    ajustado a las necesidades locales? Cmo incorporar a millones de seres humanos a una cultura

    que no es la suya, pero que seala un proceso irreversible?

    Denominar lo que se encontraba en el Nuevo Mundo oblig a recurrir a diferentes

    procedimientos. Primero, la comparacin con lo sabido, para, desde ella, penetrar en la

    descripcin de lo nuevo y, por ltimo, captar la palabra indgena. El primer paso fue la

    comparacin. El segundo paso la descripcin: el elemento espaol sirve de referente; las

    especifiaciones intentan captar la nueva realidad. El tercer paso es tomar la palabra indgena y

    transmitirla al Viejo Mundo. Luego, el trmino americano se habr asimilado y pasar, como voz

    patrimonial, al espaol. As, el espaol aindiado en las Antillas pas al continente.Los espaoles

    van modificando su lengua al tiempo que los indios la adquieren y modifican.4En todo ello jugaron

    un papel decisivo las mujeres.5

    La lengua recibi la fecundacin de la nueva vida y , a partir de ese momento, todas las

    alteraciones de Amrica son tambin nuestras.

    Por su parte, Guillermo L. GUITARTE propone tres grandes etapas en las relaciones de Amrica y la lengua: 1) Unidad durante la colonia, aunque el centro sigue estando en Toledo ,considerndose inferior la modalidad americana; la Academia da entrada a voces americanas como locales ; 2)Divergencia, a parir de las guerras de independencia; se busca la individualizacin; el espaol de Amrica invade el habla culta; se trata de conservar la lengua, sin Espaa; es la poca de Andrs Bello, Domingo F. Sarmiento, Juan Bautista Alberdi, R.J. Cuervo; reivindicaciones de los americanos a entrar en la direccin del idioma; 3) Convergencia desde el siglo XX; con Menndez Pidal al frente de la RAE se empieza a hablar de lengua comn y con su sucesor, Dmaso Alonso, desaparece la preocupacin por la pureza que traa aparejada la correccin como viciosas de las formas americanas ( Del espaol de Espaa al espaol de veinte naciones: la integracin de Amrica al concepto de lengua espaola, C. HERNNDEZ et al., El espaol de Amrica ( Actas del III Congreso Internacional del espaol de Amrica, Valladolid 3-4 junio 1989), Junta de Castilla y Len, Salamanca, 1991, pp. 65-86 ).

    4 H. LPEZ MORALES lleva a cabo una pormenorizada descripcin de la creacin y adaptacin del lxico a la nueva realidad en La aventura del espaol en Amrica, Espasa, Madrid, 1998, pp. 11-41, en lo que sera el comienzo de la aventura, sobre todo la etapa antillana.

    5 Juan Ramn LODARES nos recuerda el papel jugado por Malinche con Corts (Gente de Cervantes. Historia humana del idioma espaol, Taurus, Madrid, 2001, p. 33-34).

  • Fue importante la ilusin indiana que prendi los nimos de los europeos. Como seal

    A. BALLESTEROS BERETTA, las tierras feraces, la vegetacin exuberante, el dulce clima, las

    florestas odorferas...el paisaje de maravilla, los nuevos animales...el tabaco y las mil plantas

    desconocidas de los europeos eran una tangente realidad y las esperanzas fundadas del hallazgo

    de otras muchas maravillas no eran un sueo descabellado o imposible6, aunque se ha dicho que,

    en el caso concreto de Coln, ste pronto qued decepcionado en sus expectativas acerca de los

    nativos y desilusionado en cuanto al clima y las modalidades de la tierra.7

    Sobre esa nueva realidad los conquistadores proyectaron su bagaje cultural y la literatura

    de caballeras se convirti en el punto de referencia para intentar organizar ese mundo prodigioso;

    era la conversin de la vida en literatura o la literatura hecha vida.8

    La lengua de los cronistas se hace permeable a las voces del Nuevo Mundo y lucha por

    adaptarse a la nueva realidad. Pero las lenguas indgenas, al tiempo que se hispanizan, van

    aindiando al espaol.9

    Segn LODARES, la lengua comn se impone en Espaa como en Amrica por la

    necesidad de asegurar la implantacin de la nica comn posible, sobre todo entre las clases

    acomodadas, de forma que la comunidad lingstica fue, principalmente, hija de la comunidad

    econmica. No fue el proceso de expolio lingstico que algunos han querido ver. [...] La

    comunidad lingstica espaola no es obra, ni pretensin, de reyes dieciochescos. La comunidad

    de lengua se haba ido forjando desde tiempos muy lejanos. [...] Y ms tarde ser tambin la

    6 A. BALLESTEROS BERETTA, Cristbal Coln y el descubrimiento de Amrica,

    Barcelona, 1947 ( cito por Consuelo VARELA, Introduccin a Cristbal COLN, Los cuatro viajes. Testamento, Alianza Editorial, Madrid, 2000, p. 12).

    7 Felipe FERNNDEZ-ARMESTO , Columbus and the conquest of the impossible, Phoenix Press, Londos, 2000, p. 71. En realidad, sus planes con las colonias ( factoras del tipo genovs o portugus) no coincidan ni con las aspiraciones de sus hombres ni con las de los monarcas. Esta obra nos muestra el recorrido de su personalidad contradictoria, sus fracasos como administrador de los nuevos territorios y su cada en desgracia.

    8 M. ALVAR, Amrica: la lengua, op. cit., p. 43. Y tambin M. ALVAR, Espaol en dos mundos, Temas de Hoy, Madrid, 2002, pp. 35-57.

    9 Ibidem, p. 85

  • nica lengua que garantice la comunidad nacional y la exitosa ramificacin organizativa de los

    nuevos Estados americanos.10

    Tambin en los aspectos culturales es Europa transferida y Amrica trasvasada.11 Los

    intercambios culturales no han cesado desde el primer momento. Pensemos, por ejemplo, en la

    msica: Amrica recibe los cantares y los bailes de Espaa y los hace nuevos.12 Pensemos en

    otras manifestaciones artsticas: algunas de las grandes obras de la arquitectura barroca se

    encuentran en Mxico; la pintura del siglo XX en Hispanoamrica es hbrida, fusin de

    tradiciones, y complejas las relaciones con los movimientos de vanguardia en Europa y Estados

    Unidos.13

    Lejos queda ya el debate que desde 1899 enfrent a Rufino Jos CUERVO y sus temores

    de disgregacin con Juan VALERA ( El castellano en Amrica , Bulletin Hispanique, III,

    1901) a propsito de la unidad de la lengua14 y no es ste el lugar para entrar en detalles sobre

    la evolucin dialectolgica en Hispanoamrica15, pero no hay lingista con un mnimo de

    10 Ibidem, p. 67 , p. 70, p. 105. 11 M. ALVAR,Espaol en dos mundos, op. cit., p. 251. 12La msica se desarrolla en una sutil alquimia en la que se entrecruzan contribuciones de

    Europa, frica y de las civilizaciones precolombinas. Pero pensemos tambin en la regeneracin de la msica en Estados Unidos en el siglo XX gracias a las corrientes que llegan de Iberoamrica. (vid. para detalles de mutuas influencias Isabelle LEYMARIE, Ritmi sudamericani. Dal tango al samba-reggae, Gallimard, Pars-Trieste, 1997)

    13 vid. Edward LUCIE-SMITH, Latin American Art of the 20th century, Thames & Hudson, London, 2001.

    14 Los detalles de la polmica pueden seguirse en Juan M. LOPE BLANCH, El ideal de lengua y los pases hispanohablantes, Actas del Primer Congreso Anglo-Hispano, I, Lingstica, Ed. Castalia, 1993, pp.258-274: los pesimistas vaticinios de R.J. Cuervo y Dmaso Alonso ( que luego fue moderndose), frente a las opiniones de Menndez Pidal, ngel Rosenblat o Vicente Garca de Diego. Paralelamente, las actitudes antagnicas de quienes preconizaron la ms absoluta libertad en el uso de la lengua (Sarmiento, Unamuno) y de quienes insistieron en la necesidad de vigilar cuidadosamente su evolucin, esforzndose por evitar su diversificacin ( Bello, Cuervo, Menndez Pidal, Dmaso Alonso, Rosenblat).

    15 Un punto de partida para su estudio seran los artculos de Bertil MALMBERG, El espaol del Nuevo Mundo: evolucin de perspectivas durante medio siglo, Actas del I Congreso Internacional sobre el espaol de Amrica ( San Juan de Puerto Rico, 1982), Academia Puertorriquea de la Lengua Espaola,1987, pp. 255-265, y de LAPESA, Rafael, El estudio del espaol americano en los ltimos decenios: aportaciones y cuestiones pendientes,

  • solvencia que no lo repita hasta el agotamiento: no hay ms que un espaol. [...] las diferencias

    son mayores por esta banda del mar que por la otra. [...] no se puede plantear la tesis de la

    fragmentacin porque asistimos a movimientos integradores.16 Podramos decir tambin que no

    en C. HERNNDEZ et al., El espaol de Amrica ( Actas del III Congreso Internacional del espaol de Amrica, Valladolid 3-4 junio 1989), Junta de Castilla y Len, Salamanca, 1991, pp. 7-28.

    Para un estudio ms completo de la dialectologa hispanoamericana resultan imprescindibles las pginas de Manuel ALVAR (dir.), Manual de dialectologa hispnica. El Espaol de Amrica, Ariel, Barcelona, 1996, siguiendo los autores criterios de divisin geogrfica: Antillas, Mxico, Estados Unidos, Amrica Central Venezuela, Colombia, Per, Bolivia, Ecuador, Paraguay, Argentina-Uruguay, Chile, Filipinas, Islas Marianas y, de forma especial, el papiamento y el palenquero.

    16 Manuel ALVAR, Amrica: la lengua, Universidad de Valladolid, Valladolid, 2000, p. 21.

    Recordemos tambin las palabras de Gregorio SALVADOR: No me gusta a m, como lingista esa diferenciacin [espaol de Espaa y espaol de Amrica] porque es una mera constatacin geogrfica, sin apoyaturas lingsticas suficientes para que tenga validez en dialectologa.[...] De hecho no hay en el espaol de Amrica ninguna peculiaridad lingstica de mayor o menor extensin que no tenga su correlato en alguna zona, tambin ms o menos extensa, del espaol peninsular, y desde luego muchas de sus aparentes pecualiaridades lo emparejan con el castellano literario de los siglos de oro.[...] El espaol es una lengua muy cohesionada, la ms unitaria de todas las grandes lenguas del mundo.[La divisin preferida por m es espaol castellano y espaol atlntico], que no se corresponde con Espaa y Amrica. El espaol castellano, de gran homogeneidad, de notable fijeza consonntica, es el espaol de la mitad norte de la Pennsula y el que se habla en la antiplanicie mexicana, en las zonas interiores de Centroamrica, en la cordillera andina y en todos los antiplanos de Amrica del Sur. El espaol atlntico es el del Sur de la Pennsula, las Islas Canarias y las del Caribe y todas las tierras litorales de Amrica, un espaol dialectalmente heterogneo, de consonantismo relajado y gran efervescencia articulatoria. ( El espaol en Espaa y el espaol en Amrica, Nueva Revista, n 74, marzo-abril 2001, pp. 58 y 59).

    En un sentido parecido respecto a la unidad se pronuncia Francisco MARCOS MARN: La intercomprensin entre un mexicano y un santiagueo, un zaragozano y un limeo es mucho ms sencilla e inmediata que la que se da entre un australiano y un escocs, un irlands y un sudafricano, por no hablar de keniatas o nigerianos. [...] A la homogeneidad como lengua mayoritaria se une su condicin de lengua de enorme contigidad geogrfica. [...] Sumemos a todo ello el dato temporal: con muy pocas excepciones, los pueblos que hoy hablan espaol llevan alrededor de quinientos aos en la esfera cultural de esta lengua, con sus facetas poltica, econmica y religiosa. ( De lenguas y fronteras: el espanglish y el portuol, Nueva Revista, n 74, marzo-abril 2001, pp. 70 y 73).

  • hay un espaol de este lado del Atlntico y otro espaol del otro lado, sino muchos

    espaoles.Pero que tambin est ese todo unitario que impide la fragmentacin, porque en l nos

    entendemos todos. Siguiendo a ALVAR, sera el espaol mejor, el que hablan las gentes

    instruidas de cada pas: espontneo sin afectacin, correcto sin pedantera, asequible por todos

    los oyentes.17 Y, sobre todo, la unidad es fruto y punto de partida imprescindible para la

    universalizacin, porque la lengua se va nivelando en el quehacer de todos: en los libros, en los

    medios de comunicacin, en los deportes, en las artes de la palabra y en el intercambio personal

    .18 En todo caso, una cosa es la unidad y otra la uniformidad.

    A mayor abundamiento, dice Rafael LAPESA:

    Las diferencias de lenguaje entre uno y otro lado del Ocano, o entre unos y otros pases hispanoamericanos, se hacen ms o menos ostensibles segn los diferentes niveles de cultura y los distintos ambientes sociales.[...] Son particularismos con los que se cuenta de antemano y que no impiden la mutua comprensin. Ms extraeza produce la disparidad de criterios acerca del vulgarismo [...] Si pasamos al lenguaje de la vida diaria, las diferencias lxicas y semnticas se agrandan hasta desconcertar a quien por primera vez va de un pas hispnico a otro. El recin llegado necesita un esfuerzo de acomodacin para hacerse con las equivalencias que le permitan salir del frecuente despropsito.[...] ngel ROSENBLAT ha reunido con fino humor muchos equvocos semejantes como supuesto anecdotario de un espaol que recorre Hispanoamrica [ El castellano de Espaa y el castellano de Amrica. Unidad y diferenciacin, Universidad Central de Venezuela, Caracas, 1962]. [...] En ninguno de los niveles del habla encontramos, pues, completa unidad; pero en todos el fondo comn es hasta ahora mucho ms poderoso que los particularismos.[...] Hay, por lo tanto, un espaol virtual comn y arquetpico realizado en diferentes versiones por el castellano imperioso y grave, el andaluz vivaz y gracioso, el antillano dulce como la pia, el mejicano circunspecto, el chileno de alegres altibajos meldicos, el rioplatense pausado e insistente...19

    Insiste en las mismas ideas en la recensin que hace de la obra VV.AA., Unidad y diversidad de la Lengua Espaola, Instituto de Mxico en Espaa, Madrid, 2002, en ABC Cultural, 3-8-2002, p. 17.

    17 Francisco MARCOS MARN, De lenguas y fronteras: el espanglish y el portuol, op. cit. , p. 23.

    18 Ibidem, p. 35. 19 Rafael LAPESA, Amrica y la unidad de la lengua espaola, publicado originalmente

    en la Revista de Occidente, 38, mayo 1966), recopilado en Espaol moderno y contemporneo, Mondadori, Madrid, 1996, pp.241-252.

  • No es extrao que con estos orgenes se haya llegado a que las grandes obras de referencia

    publicadas en los ltimos aos partan de una visin global del espaol. As ocurre con la

    Gramtica descriptiva de la lengua espaola publicada por Ignacio BOSQUE y Violeta

    DEMONTE, que recoge en su ndice las caractersticas generales del espaol de Amrica

    dispersas por los distintos captulos y las ordena tambin por pases. Sin embargo, los propios

    autores son conscientes de las limitaciones de la obra y se lamentan en la introduccin de no

    haberle podido dedicar ms atencin:

    Ciertamente se recogen aqu los aspectos fundamentales de la variacin sintctica ( ms an los morfolgicos), en los casos antes sealados y en el interior de muchos otros captulos, con ms prolijidad que en cualquier otra descripcin sincrnica del espaol, pero no se nos oculta que existen otros hechos sintcticos de comprobada variacin en el mundo hispnico que tal vez podran haberse tratado ms pormenorizadamente.20 La Real Academia de la Lengua dej patente su voluntad de mantener la unidad idiomtica

    por encima de particularismos grficos no admitidos por todos en la edicin de la Ortografa de

    la Lengua Espaola ( 1999):

    La RAE ha elevado a la categora de objetivo prioritario en los estatutos vigentes el de velar por que los cambios que experimente la lengua espaola en su constante adaptacin a las necesidades de sus hablantes no quiebren la esencial unidad que mantiene en todo el mbito hispnico). Quiere esto decir que nuestro viejo lema fundacional limpia, fija y da esplendor, ha de leerse ahora, ms cabalmente, como unifica, limpia y fija y que esa tarea la compartimos, en mutua colaboracin, con las ventiuna Academias de la Lengua Espaola restantes.21

    Igualmente, la Real Academia de la Lengua ha hecho un gran esfuerzo por la incorporacin

    de americanismos en su ltima edicin del Diccionario de la lengua.22 Tal y como se seala en

    las advertencias para el uso del diccionario:

    20 Ignacio BOSQUE y Violate DEMONTE, Gramtica descriptiva de la lengua

    espaola, Espasa, Madrid, 1999, vol. 1, p. xxxviii de la Introduccin. 21 REAL ACADEMIA DE LA LENGUA, Ortografa de la Lengua Espaola, Espasa,

    Madrid, 1999, Prlogo, p. XV. 22 Para una perspectiva historiogrfica lingstica sobre la recepcin de americanismos en

    los diccionarios, vid. Manuel ALVAR EZQUERRA, La recepcin de americanismos en los

  • El Diccionario es una obra corporativa de la Real Academia Espaola, con la colaboracin de las Academias hermanas, que pretende recoger el lxico general de la lengua hablada en Espaa y en los pases hispnicos. [...] Esta seleccin, en algunos casos, ser lo ms completa que los medios a nuestro alcance permitan-especialmente en lo que se refiere al lxico de la lengua culta y comn de nuestros das-, mientras que en otros aspectos-dialectalismos espaoles, americanos y filipinos, tecnicismos, vulgarismos y coloquialismos, arcasmos, etc.- se limitar a incorporar una representacin de los usos ms extendidos o caractersticos.23

    Parece de justicia reconocer este esfuerzo por parte de la Academia, a pesar de que

    algunos lleguen a decir que se encuentra desacreditada y que la cierta estandarizacin del espaol

    se debe a la intervencin sobre todo de los medios de comunicacin, hasta el punto de afirmar

    que no hay una norma panhispnica.24 Sin embargo, debe quedar claro que los libros de estilo de

    esos medios de comunicacin no tienen por objeto la unificacin de variantes del espaol sino la

    correccin de errores.

    Otros se han mostrado crticos con la Academia en cuanto monopolizadora de lo

    correcto y consideran ms bien que una parte importantsima de los preceptos acadmicos est

    fundamentada en el espaol de Espaa y ms concretamente en el espaol de Castilla, con lo que

    son muchos los usos lingsticos que escapan a su tratamiento o que simplemente quedan fuera de

    la norma, usos lingsticos de Las Antillas, Centroamrica, Sudamrica e, incluso, del mismsimo

    diccionarios genrales de la lengua, Actas del I Congreso Internacional sobre el espaol de Amrica ( San Juan de Puerto Rico, 1982), Academia Puertorriquea de la Lengua Espaola, Puerto Rico, 1987, pp. 209-218. Y sobre los problemas especficos de la lexicografa hispanoamericana ( en este caso a raz del Proyecto de Augsburgo y el Nuevo Diccionario de Americanismos), vid. Gnther HAENSCH, La lexicografa hispanoamericana entre la teora y la prctica, Actas I Congreso Internacional del espaol de Amrica, op. cit., pp. 555-577.

    23 RAE, Diccionario de la lengua espaola , Espasa, Madrid, 22 ed., 2001, Advertencias p. XXIX.

    Precisamente para cubrir las lagunas del DRAE haba publicado Renaud RICHARD (coord.), su Diccionario de Hispanoamericanismos, Ctedra, Madrid, 2ed, , 2002.

    24 BUTT and BENJAMIN note the loss of prestige of the RAE in the second half of the twentieth century and point to correctness being decided by the consensus of native speakers. However, it must be noted thet this consensus is actively influenced by other agencies for prescription, notably the style guide for the media, administration and the professions ( STEWART, Miranda, op. cit., p. 21).

  • espaol de las Islas Canarias.[...] admitiendo que entre las normas de la Academia las hay

    adecuadas y realistas, como tambin las hay ambiguas e incompletas.[...] No se trata de ignorar o

    desobedecer las normas acadmicas, se trata de que las academias redacten las reglas necesarias

    y de que lo hagan bien, se trata de que los lingistas redacten sus informes sobre los usos

    lingsticos pensando que esa informacin puede tener una aplicacin prctica ( lingstica

    aplicable), y se trata de que los profesores de espaol reclamen las obras que necesitan y que al

    hablar de uso no se conformen con los recursos de su realidad subjetiva.25

    25 Francisco MORENO FERNNDEZ, Qu espaol ensear, Arco / Libros, Madrid,

    2000, p.70 y 72. Con todo, ms adelante matiza estas afirmaciones, aadiendo que no hay que ignorar, sin embargo, que desde que se cre la Asociacin de Academias de la Lengua Espaola las decisiones que afectan a las normas generales de aceptacin y correccin se han tomado contando con la opinin de esas academias. La estandarizacin del espaol ya no es tarea exclusiva de la Espaola (p.77).

  • La labor de muchos lingistas de la Academia espaola y de las americanas26 ha dejado

    huella en los atlas lingsticos, que nos ayudan a conocer mejor la distribucin de las variantes

    geogrficas. En este sentido, a los atlas nacionales ha sucedido un proyecto mayor, el Atlas

    Lingstico de Hispanoamrica, labor iniciada por Manuel ALVAR y Antonio QUILIS. El

    planteamiento del atlas seleccion unos 600 lugares distribuidos as: Argentina (75), Bolivia (25),

    Brasil (100), Colombia ( 50), Costa Rica (5), Cuba (2), Chile (30), Ecuador ( 20), Estados

    Unidos (10), Guatemala ( 5), Honduras ( 5), Mxico (75), Nicaragua (5), Panam ( 5), Paraguay

    (10), Per (50), Puerto Rico ( 10), El Salvador (5), Santo Domingo (10), Venezuela (50),

    Uruguay ( 10).

    Son objetivos del proyecto:

    26 La Asociacin de Academias de la Lengua se fund en la ciudad de Mxico en mayo

    de 1951, gracias a los empeos y al patrocinio de Miguel Alemn, miembro de la Academia Mexicana y a la sazn presidente de la Repblica.En nuestros das, la Asociacin se encarga especialmente de la planificacin y coordinacin de los trabajos colectivos de las Academias, adems de otras tareas complementarias, como la difusin de toda la informacin pertinente de la vida acadmica.

    Entre esos empeos colectivos ha estado la revisin de los 14.000 americanismos de la anterior edicin del Diccionario acadmico. Las Academias han estudiado, siempre de acuerdo con las pautas enviadas desde la Asociacin, la vigencia de uso de esos trminos, han efectuado enmiendas de varios tipos ( definiciones, marcas, etc.) y, sobre todo, han propuesto la inclusin de nuevos trminos. Despus de su anlisis la Asociacin ha recomendado al Instituto de Lexicografa de la academia espaola la aceptacin de varios miles de nuevas voces americanas , de centenares de supresiones ( de palabras desusadas ya) y de innumerables cambios, por lo que el nmero actual de trminos procedentes de Amrica ( y en mucho menor grado, de Filipinas) ha aumentado considerablemente en la nueva edicin ( 2001).

    Al mismo tiempo se realizan los trabajos tericos e informticos preparatorios para la elaboracin de un gran Diccionario de Americanismos, con cerca de 120.000 voces y frases procedentes del otro lado del Atlntico. A diferencia del diccionario mayor, este otro ser principalmente descriptivo y contrastivo ( con la norma peninsular e insular espaola).

    La Asociacin se encuentra tambin ocupada en recabar toda la informacin necesaria para la elaboracin del Diccionario panhispnico de dudas. Se trabaja colectivamente entre todas las corporaciones en busca de consenso, como ya ocurri con la Ortografa.

    Los objetivos de la Asociacin se logran elaborando y difundiendo unos criterios de correccin idiomtica aceptados por todo nuestro Mundo Hispnico y que se hagan presentes en los materiales de enseanza del espaol a extranjeros. ( la cursiva es ma).

  • --Caracterizar la vinculacin peninsular de las zonas que suelen establecerse para el estudio

    del espaol de Amrica y de renovar conocimientos algo anticuados (p.ej. las cinco reas

    divulgadas por HENRQUEZ UREA).

    --Establecer los resultados lingsticos de la hispanizacin.

    --Determinar la funcin ejercida por el castellano al transmitir el lxico amerindio por zonas

    imprevistas.

    --Establecer la estructura sincrnica que el espaol tiene en cada pas.

    --Conocer la persistencia y vitalidad de los indigenismos.

    --Colaborar para el establecimiento de la koin del mundo hispnico o la posibilidad de

    descubrirla, en cuya determinacin tambin est el proyecto de LOPE BLANCH.

    --Determinar qu reas necesitan un anlisis ms circunstanciado, en monografas locales o

    regionales, o en atlas ms pequeos.

    --Determinar el andalucismo en el espaol de Amrica.

    --El carcter vulgar o no del espaol americano.

    --El proceso nivelador de la lengua sobre las variedades regionales.

    Otro proyecto ambicioso es el Proyecto de estudio coordinado de la norma lingstica

    culta de las principales ciudades de Iberoamrica y de la Pennsula Ibrica, de LOPE

    BLANCH.27 Esas ciudades son: Barcelona, Bogot, Buenos Aires, Caracas, La Habana, La

    Laguna/ Santa Cruz de Tenerife, La Paz, Lima, Madrid, Mxico, Montevideo, Panam, Quito,

    San Jos, San Juan de Puerto Rico, Santiago de Chile, Santo Domingo, Sevilla.28 Precisamente

    ( Humberto LPEZ MORALES, Instrumento de concordia.La Asociacin de Academias de la Lengua, Nueva Revista, n 74, marzo-abril 2001,pp. 52-57).

    27 Para ms detalles vid. Ambrosio RABANALES, Fundamentos tericos y pragmticos del Proyecto de estudio coordinado de la norma lingstica culta del espaol hablado en las principales ciudades del mundo hispnico, Actas del I Congreso Internacional sobre el espaol de Amrica ( San Juan de Puerto Rico, 1982), Academia Puertorriquea de la Lengua Espaola, Puerto Rico, 1987, pp. 165-186.

    28 Tambin se han alzado voces relativizando los criterios utilizados en cada una de las ciudades. As, de acuerdo con L. CORTS RODRGUEZ ( Tendencias actuales en el estudio del espaol hablado, Universidad de Almera, Almera, 1994, cito por STEWART, M, op. cit., p. 38), mientras que Mxico, Madrid , Buenos Aires y Caracas se han centrado en el estudio

  • de todos esos estudios se ha ido aprendiendo cunto nos une: un mundo referencial vlido para

    todos, un modelo para alfabetizar a los indgenas de muchos pases, un canon que van a aprender

    millones de extranjeros como segunda lengua.

    A pesar de que las zonas dialectales de Amrica no suelen coincidir con fronteras

    nacionales, los pases representan unidades lingsticas relativamente bien definidas. En la gran

    mayora de las ocasiones ello se debe a la poderosa influencia cultural y lingstica que ejercen las

    capitales respectivas en todos los pases. Como dice H. LPEZ MORALES, en los casos de

    territorios relativamente homogneos desde el punto de vista dialectal, como los pases

    centroamericanos, los antillanos, Paraguay y Chile, por ejemplo, el influjo de las capitales es

    menos ostensible puesto que no hay grandes contrastes, pero aquellos otros en los que conviven

    varias normas, como en Mxico, Colombia, Ecuador y Venezuela, la que impera como modelo

    de correccin es la de la capital, aun en sitios como Venezuela, en que parte de la poblacin

    pueda pensar que en Mrida se habla mejor.29

    En su da, Amado ALONSO habl de tres focos culturales ( Madrid, Mxico, Buenos

    Aires) que intervendrin en la nivelacin de nuestra lengua. Pero ALVAR ya advirti que habra

    que aadir Guatemala, Colombia, Chile, Cuba, Venezuela, Per, advirtiendo que la norma variar

    de unos lugares a otros y que la literatura tendr mucho que decir como langue saussureana, por

    ms que nadie la utilice, pero que se acepta; la lengua normalizada en la escritura mantendr la

    unidad del sistema.30

    morfosintctico, Cuba, Puerto Rico, la Repblica Dominicana y Panam se han centrado en la fontica, dndose adems una escasa atencin al lxico.

    29 Humberto LPEZ MORALES, La aventura del espaol en Amrica, Espasa, Madrid, 1998, p. 211.

    30 Manuel ALVAR, Amrica: la lengua, op. cit.,p. 27. Nos recuerda ALVAR que no hay un espaol de esta banda del mar y otro de la

    enfrentada, sino muchos espaoles , que el hombre culto de Bogot se parecer en su lengua ms al hablante culto de Madrid que al analfabeto de Paipa, que hay un sistema abstracto al que llamamos lengua en el que estamos todos, en el que todos estn incluidos y en el que vemos un determinado ideal, por ms que no lo practiquemos, pero hay otro sistema concreto y preciso que se realiza en cuanto damos virtualidad a la abstraccin que es la lengua, y al que llamamos habla.Aqu caben cuantas diferencias queramos (Espaol en dos mundos, op. cit., pp. 79 y 80).

  • En cualquier caso, se sigue hablando de el espaol de Amrica; no obstante reconocerse

    su relativa variedad, se sigue mencionando su fundamental homogeneidad. LOPE BLANCH31 se

    ha preguntado qu quiere decirse con el calificativo fundamental. Recurre en primer lugar a las

    palabras de Rafael LAPESA: Cuando decimos espaol de Amrica, pensamos en una

    modalidad de lenguaje distinta a la del espaol peninsular, sobre todo del corriente en el Norte y

    Centro de Espaa. Sin embargo, esta expresin global agrupa matices muy diversos: no es igual el

    habla cubana que la argentina, ni la de un mexicano o guatemalteco que la de un peruano o

    chileno. Pero , aunque no exista uniformidad lingstica en Hispanoamrica, la impresin de

    comunidad general no est injustificada: sus variedades son menos discordantes entre s que los

    dialectalismos peninsulares, y poseen menor arraigo histrico.32 La dicotoma no es tajante ni

    violenta. LAPESA hace alusin a uno de los factores que le parecen ms importantes a LOPE

    BLANCH: la impresin de comunidad general del espaol americano. Esa impresin no depende

    slo de la verdadera uniformidad o variedad, sino tambin de la capacidad de discernimiento del

    observador, del grado de familiaridad con los hechos observados. Atendiendo a elementos de

    juicio menos subjetivos o impresionistas, tal vez pudiramos llegar a la conclusin de que el

    espaol hablado en Amrica, no obstante, su unidad esencial, revela una profunda diversidad. Y

    LOPE BLANCH insiste en mostrar cun intensamente polimrficas son las hablas

    hispanoamericanas o, al menos, las mexicanas.33 Aade que ninguno de los fenmenos

    caracterizadores del espaol de Amrica se extienden por toda la geografa americana: ni el

    voseo, ni el yesmo, ni el seseo, ni otros rasgos morfolgicos y lxicos. La diversificacin se

    produce no slo entre unos pases y otros, sino tambin dentro de un mismo pas , y cada uno de

    los pases posee ahora su propio centro metropolitano de prestigio.34 En cualquier caso, cree que

    31 Juan M. LOPE BLANCH, Fisonoma del espaol en Amrica: unidad y diversidad,

    Actas del I Congreso Internacional sobre el espaol de Amrica ( San Juan de Puerto Rico, 1982), Academia Puertorriquea de la Lengua Espaola, Puerto Rico, 1987, p. 64.

    32 Rafael LAPESA, Historia de la lengua, Gredos, Madrid, p. 534. 33 Juan M. LOPE BLANCH, Fisonoma del espaol en Amrica..., op. cit., p. 67. 34 Las reflexiones de Bertil MALMBERG sobre la fragmentacin del espaol en Amrica

    resultan especialmente interesantes, pues refieren las circunstancias que hicieron diferente la evolucin de la lengua en cada pas.

  • As, el rea del Caribe fue punto de penetracin colonizadora y sus habitantes se expresaban en un espaol cercano al andaluz y su espaol acab teniendo un carcter marcadamente popular; la estructura social determin la victoria de la tradicin popular y de los vulgarismos. Tambin se asimil la tradicin lingstica del negro.

    En Colombia encontramos grandes diferencias entre Cartagena ( que fue centro de importacin de esclavos) y Bogot. Slo a finales de la poca colonial habra de convertirse Colombia en un centro cultural, hasta alcanzar a finales del XIX la categora de Atenas de Sudamrica. El ideal lingstico creado por la vigencia de la norma espaola se hizo determinante por lo que respecta al uso culto de la lengua en la capital, y de ah se deriv la norma a seguir por todo el pas. El elemento tnico indgena no ha sido lo suficientemente resistente para desempear un papel en la sociedad y la cultura.

    Muy otra es la predisposicin ante el legado cultural y lingstico indgena en Per.El quechua sigue siendo la lengua de la poblacin. Por otra oparte, Lima fue centro cultural desde la fundacin de la Universidad de San Marcos, primera de Sudamrica. La corte virreinal quera ser un reflejo de la corte de Toledo y, luego, de la de Madrid.Ello explica que el espaol peruano sea. Todava hoy, el habla de Hispanoamrica ms cercana a la norma lingstica castellana.

    Chile, en contraste con per, fue durante mucho tiempo un mero rincn del Imperio espaol y hubo una fuerte voluntad de resistencia. El chileno medio result mestizo y el habla se bas fundamentalmente en la lengua popular que el emigrante sencillo traa consigo. En el campo de la morfologa, el voseo, que antes era de uso general, ha retrocedido por efecto del purismo. Lo interesante es que el desarrollo lingstico de Chile, al contrario de lo sucedido en Argentina, cambi de rumbo debido a la aparicin de un ideal lingstico de corte clasicista durante los movimientos de independencia del siglo XIX.

    Slo en Argentina, con una evolucin diametralmente opuesta en el siglo XIX, se acept el voseo y consigui entrar en la norma. Se elev el habla popular a la categora de smbolo de la idiosincrasia nacional.Por otra parte, no tuvo una poblacin india de importancia cultural. Actualmente, las diferencias entre la capital y las provincias son notables, aunque es evidente que Buenos Aires, con su prestigio de capital, ejerce una enorme influencia en las hablas locales.

    En Paraguay los indios accedieron a una posicin social ms digna que en otros territoriro, lo que condujo a su ntima fusin con los colonizadores. De ello ha resultado que el acento indio, caracterstico del espaol hablado por una poblacin bilinge, constituya la norma lingstica del pas.

    Tambin Mxico pertenece a las zonas de fuerte influencia india en la lengua y la cultura. Afirma que la lengua de Mxico puede resultar difcil de entender para el no acostumbrado, como si hablasen muy rpido; es un hbito de pronunciacin indio. En general, el elemento indgena ha venido gozando de un prestigio muy superior al de Per.

    Los factores que, en definitiva, han determinado las distintas formaciones son: 1) El estado poltico, social y cultural de la poblacin indgena en la poca de la

    colonizacin. 2) La situacin poltica y cultural de cada territorio durante la poca colonial. 3) Las relaciones entre blancos e indios.

  • la variabilidad del lxico hace poco recomendable basar en ste las delimitaciones dialectales,

    prefiriendo los anlisis fonticos y morfosintcticos. Su conclusin es que la estructura

    fundamental de la lengua es la misma en todas partes y que difieren slo sus elementos

    secundarios o sus estructuras menores. Advierte, sin embargo, con prudencia que todava es

    mucho lo que nos queda por saber del espaol hablado en Amrica y que es necesario partir de

    descripciones de carcter general, de visiones panormicas de conjunto, de ah la importancia del

    4) Los ideales lingsticos y culturales durante el siglo XIX. 5) El proceso de industrializacin y la inmigracin. Considera que la diferencia dialectal espaola no se ha visto reflejada en las desigualdades

    regionales americanas, que el castellano de la colonizacin era ya una lengua nacional que deba de hablarse de manera relativamente parecida y de que las semejanzas nacen de desarrollos paralelos, frente a los que han defendido la influencia climtica o la influencia andaluza ( el predominio de emigrantes andaluces fue desmentido por Pedro HERNRQUEZ UREA).

    ( La Amrica Hispanohablante. Unidad y diferenciacin del castellano, Istmo, Madrid, 1992, principalmente pp. 129-153 ).

    Jos A. PASCUAL se suma a la suposicin de que a finales de la edad Media castellano y andaluz estuvieran mucho menos diferenciados que hoy en da, de forma que algunos rasgos de los orgenes del espaol americano podran pertenecer a esa especie de diasistema espaol, ms amplio que el andaluz.Es ms, algunos rasgos revolucionarios del andaluz actual podran estar contenidos en la manera de hablar de Castilla la Nueva, en el momento de la repoblacin del sur peninsular.. Con una menor distincin entre el castellano y el andaluz, a finales del siglo XV, se entiende mejor que pudieran terminarse dando a uno y otro lado del Atlntico soluciones distintas para el comportamiento de consonantes implosivas. El triunfo de dos actitudes diferentes entre el norte y el sur peninsular pudo estar condicionado porque en el espaol meridional, como luego en el americano, el movimiento de poblaciones y su mezcla propiciaran las soluciones ms sencillas, a la vez que contribuiran a la relajacin de los lazos con la corte. Pero, sobre todo, nos recuerda que lo ocurrido con nuestra lengua en Amrica no se explica exclusivamente por las condiciones de los primeros tiempos, sino a travs del entero discurrir histrico .( La idea que Sherlock Holmes se hubiera hecho de los orgenes del espaol americano, VV.AA., El espaol y sus variedades, Ayuntamiento de Mlaga, Mlaga, 2000, pp. 84-ss)

    El caso de Estados Unidos nos llevara todava ms lejos. Hay quien ha dicho: Aparecen los anuncios publicitarios, la prensa, la radio y la televisin en espaol. Pero qu espaol? Ninguno que corresponda a la tradicin histrica hispnica, sino una mezcla prctica de dialectos, definida por los alcances idiomticos de sus periodistas o sus publicistas ( que suelen ser muy cortos), la lengua como necesidad prctica y no como experiencia vital y como lealtad a una cultura [...] En ente sentido el espaol llegara a ser lengua americana pero seguira siendo nuestro espaol? ( Luis Fernando LARA El espaol como lengua americana, Revista de Occidente, n 245, octubre 2001, pp. 35-36).

  • atlas lingstico de ALVAR y el proyecto de norma culta de las ciudades. stos permitirn

    confirmar o no la impresin de homogeneidad que causa a muchos el espaol americano.

    Tenemos, pues, un mundo referencial que nos es vlido para todos; tenemos el canon que

    deben aprender los millones de extranjeros que hablan espaol, la norma culta panhispnica.

    3.2. QU ESPAOL Y QU ELEMENTOS CULTURALES

    ENSEAR

    Creo conveniente partir de actitudes prudentes en el planteamiento de disyuntivas sobre

    qu espaol ensear: peninsular o latinoamericano, coloquial o culto, de un grupo social o

    estndar, de la calle o de los medios de comunicacin, oral o escrito, etc. Recordemos en este

    sentido las palabras de E. MARTN PERIS cuando dice:

    Los trminos en que se plantean las disyuntivas contienen generalizaciones poco rentables- cuando no peligrosas- para su aplicacin a la enseanza.En efecto, cualquier hablante reconoce con cierta facilidad un acento peninsular o latinoamericano; sin embargo, ese acento tan rpida y fcilmente reconocible no es objetivable en trminos de unidades de programa: ni en vocabulario ni en pronunciacin, para mencionar slo los dos niveles de la lengua en los que mayor variedad cabe esperar; en cuanto se lo quiera objetivar, habr de optarse forzosamente por una de las variedades tpicamente argentinas, andaluzas, canarias, o de cualquier otro lugar.35

    Se ha hablado tambin de la necesidad de disponer de descripciones lingsticas que vayan

    ms all de la morfologa, la sintaxis y el vocabulario, especialmente cuando de lo que se trata es

    de dominar recursos propios de los diversos modelos y habida cuenta de la escasa atencin que

    tradicionalmente ha recibido la variacin lingstica por parte de las gramticas, tanto las

    descriptivas como las pedaggicas, y por los diccionarios.36 Y es ste un campo en el que todava

    queda mucho por hacer, especialmente en relacin con las variedades geogrficas.

    Tampoco debemos olvidar que los distintos tipos de variedades conviven y se

    entremezclan.

    35 Ernesto MARTN PERIS, Textos, variedades lingsticas y modelos de lengua en la

    enseanza del espaol como lengua extranjera, Carabela, n 50, octubre 2001, p. 107.

  • Ante la perspectiva de querer ir sobre seguro y trabajar con una abstraccin

    generalizadora, tambin debemos ser prudentes,porque no necesariamente es la ms fcil de

    realizar y porque no es las ms eficaz como apoyo al aprendizaje. En todo caso, por lo que

    respecta a las variedades geogrficas, parece recomendable facilitar el acceso a stas, habiendo

    optado por una de ellas como hilo conductor del curso, en funcin de las circunstancias especiales

    de cada caso.37

    Otros se han ocupado de destacar la validez ejemplar de las diversas normas cultas, tanto

    espaolas como americanas, para la enseanza de la lengua a extranjeros.38

    Lo que es innegable es que alumnos y profesores perciben, de forma ms o menos

    consciente, la existencia de esas variaciones. Como ha sealado F. FERNNDEZ MORENO, la

    percepcin de la variacin lingstica responde a un proceso de categorizacin basado en un

    aprendizaje discriminatorio. La categorizacin es un proceso que implica ordenacin y

    simplificacin de la realidad.Ese proceso ha sido explicado desde varias propuestas tericas:

    teora del rasgo, teora del ejemplar y teora del prototipo.39

    Normalmente, en las primeras etapas de aprendizaje se trabaja con un modelo de lengua (

    excepcionalmente con usos concretos, como el caso de los emigrantes) y el conocimiento de

    variantes es un proceso de maduracin lingstica que alcanza grados muy diversos. El encuentro

    con estas variantes hace nacer en los hablantes actitudes y percepciones cuyo estudio ha dado

    lugar al nacimiento de la Dialectologa Perceptiva, que se preocupa tambin de esas actitudes

    entre los propios hablantes nativos.

    36 Ibidem, p. 106. 37 Ibidem, p. 134-135. 38 Carmen SARALEGUI y Carmen BLANCO, El espaol de Amrica en el marco de

    los modelos de uso de la lengua espaola, Carabela, n 50, octubre 2001, pp. 21-38.De ah que dicho artculo atienda descriptivamente a las principales caractersticas lingsticas del espaol americano de las normas ejemplares a las que aspiran los hablantes cultos.

    39 Teora del rasgo: la presencia o ausencia de una determinada caracterstica es la responsable de que un elemento sea adscrito a una categora determinada.

    Teora del ejemplar: la categorizacin de objetos depende del recuerdo de un ejemplar ( caso concreto) y de la categora a la que pertenece.

  • Segn F. MORENO FERNNDEZ, entre muchos hablantes y estudiantes de espaol

    est muy extendida la idea de que el espaol preferible es el que se encuentra en Espaa y que

    entre los hablantes iberoamericanos es frecuente el pensamiento de que el mejor espaol es el que

    se aproxima al prototipo castellano.40 Entre los estudiantes de espaol, es habitual el deseo de

    aprender el mejor espaol ( a menudo el de Castilla : categora nuclear del prototipo) y el ms

    til o ms prctico ( reconocimiento de ejemplares concretos de esa lengua en contextos

    prcticos). De acuerdo con sus apreciaciones, la preferencia por el espaol de Espaa es ms

    ntida en Europa o en frica. Por su parte, Asia ha creado fuertes vinculaciones con

    Hispanoamrica y en Amrica las preferencias no se muestran con tanta claridad. En definitiva, los

    estudiantes desearan aprender una variedad culta ( norma culta) pero ajustada a sus expectativas

    y necesidades comunicativas.41

    El mismo autor seala que con frecuencia se habla de lengua o variedad estndar cuando

    se hace referencia a la enseanza de lenguas o a cualquier tipo de planificacin lingstica. Sin

    embargo, el espaol estndar no es, desde su punto de vista, un principio bien definido: una

    variedad estndar sera aquella que est despovista de cualquier marca - diacrnica, diatpica,

    diafsica, diastrtica- alejada de una norma general. Pero una realidad as no es utilizada por

    nadie [ por ello ] al hablar del espaol, preferimos evitar el nombre de lengua estndar y distinguir,

    porque as es tradicin en la lingstica espaola, entre el espaol como diasistema ( espaol

    general) y el castellano como variedad prestigiosa.42

    Aade que el proceso de planificacin debe afrontar una doble tarea: la planificacin del

    corpus lingstico y la planificacin de su estatus social . Desde el punto de vista del corpus, el

    criterio de la correccin suele orientar el uso lingstico, porque las comunidades necesitan y

    exigen una norma correcta que seguir. Las Academias pretenden satisfacer esta necesidad en

    Teora del prototipo: un conjunto abstracto de caractersticas comnmente asociadas con los miembros de una categora.

    40 Francisco MORENO FERNNDEZ, Prototipos y prestigio en los modelos de espaol, Carabela, n 50, octubre 2001, pp. 13 y 14.

    41 Ibidem, pp. 17-19. 42 Francisco MORENO FERNNDEZ, Principios de sociolingstica y sociologa del

    lenguaje, Ariel, Barcelona, 1998, p.336.

  • los pases de habla hispana, aunque si una comunidad no dispone de una institucin capaz de

    orientar, busca el norte en el juicio personal de algunos gramticos y lexicgrafos o en los medios

    de comunicacin social.43

    Especialmente acertadas resultan las reflexiones de Eugenio COSERIU sobre la distincin

    entre lo correcto y lo ejemplar y sus advertencias sobre los riesgos tanto de considerar como

    nico espaol correcto el espaol ejemplar de Espaa ( identificado, por lo comn, con el

    espaol acadmico) , como de reducir lo ejemplar a lo correcto, a lo que se dice y de afirmar

    que todo uso es bueno y aceptable por el mero hecho de ser uso. Nos recuerda que lo correcto

    es una propiedad de los hechos de habla ( o de discurso), su conformidad con el sistema

    lingstico, mientras que lo ejemplar es un sistema lingstico, una lengua particular dentro de una

    lengua histrica y, como tal, no es ni correcta ni incorrecta.44 El juicio de lo correcto concierne

    slo a la conformidad con el saber idiomtico. En cuanto a lo ejemplar ( lengua estndar,

    norma culta, norma (idiomtica), ideal de lengua), no es la lengua correcta por antonomasia

    frente a otros modos de hablar (dialectos o lenguas) pertenecientes a la misma lengua

    histrica. Lo que es preciso es determinar el lugar de lo ejemplar en la configuracin de la

    variedad de las lenguas histricas y su estatus en las comunidades lingsticas.

    Por principio, una lengua histrica no es nunca unitaria y encontramos en ella tres grandes

    tipos de variedad: diatpica ( en el espacio), diastrtica ( en los estratos socio-culturales de la

    comunidad) y diafsica ( de acuerdo con las finalidades expresivas) y, al mismo tiempo, tres tipos

    de homogeneidad: unidades sintpicas ( dialectos), sinstrticas (niveles de lengua) y sinfsicas (

    estilos de lengua). Pero, en todo caso, en toda comunidad lingstica poltica y culturalmente

    43 Ibidem, p. 341. 44 As, entre los hechos americanos, el voseo no es incorrecto ah donde corresponde a las

    normas idiomticas, pero lo sera en discursos correspondientes a otras normas. Igual que es posible incurrir en incorrecciones al hablar la lengua ejemplar, tambin es posible hablar incorrectamente un dialecto o una forma regional de la lengua comn. La cuestin de si tal o cual uso ( seseo, ?zesmo, voseo) es correcto o incorrecto no puede siquiera plantearse. Esos usos sern correctos en ciertos discursos e incorrectos en otros. Lo nico que ocurre es que no pertenecen a la ejmeplaridad que se propugna.( Eugenio COSERIU, El espaol de Amrica y la unidad del idioma, I Simposio de Filologa Iberoamericana ( Sevilla, 26-30 marzo 1990), Prtico, Zaragoza, 1990, p. 50 y 53)

  • establecida encontramos una lengua comn, constituida o en vas de constitucin, lengua comn

    que servir para las finalidades comunicativas y expresivas de inters general para la comunidad(

    enseanza, administracin, justicia, literatura, ciencia...). La lengua ejemplar se convierte en norma

    ideal de la lengua comn, en estndar o punto de referencia. Su estatus no reside en una supuesta

    correccin intrnseca sino en la funcin que se le da, en su valor socio-cultural para la comunidad.

    En concreto, la lengua comn espaola no coincide exactamente con ninguna forma local del

    dialecto castellano y el espaol de Amrica es simplemente espaol, no una desviacin o una

    derivacin, ni una amenaza a la unidad del idioma pues lo mismo podra decirse entonces del

    andaluz, el extremeo, el murciano, el canario...o el castellano de Castilla.

    Para la poltica idiomtica, la unidad cabe plantearse en el plano de la lengua ejemplar y que

    debern valorarse los mismos hechos de forma diferente segn la perspectiva: como hechos

    regionales y locales, si los considera en las formas regionales de la lengua comn en Espaa, y

    como hechos de la misma jerarqua socio -cultural de la lengua ejemplar, si los considera en el

    espaol de Amrica y con vistas a la unificacin idiomtica.45

    El mismo COSERIU recuerda que la homogeneidad y fijeza totales son utpicas en el

    plano de la norma de realizacin y de la norma realizada y que slo es razonable aspirar a la

    homogeneidad del sistema de la lengua y aun esto con restricciones.46

    A la hora de establecer la posible ejemplaridad panhispnica, este autor acaba inclinndose

    por el espaol de Espaa, por una cuestin de tradicin cultural, de arraigo de las tradiciones

    idiomticas, de prestigio histrico...Y porque las diferencias son menores entre Espaa y cada

    pas hispanoamericano en particular que entre dos pases hispanoamericanos de regiones

    diferentes; y porque el espaol de Espaa se conoce, en cada pas, mejor que el de otro pas

    hispanoamericano.47 LIPSKI recuerda que el estndar lingstico de prestigio de un pas se suele

    45 El seseo andaluz ser un rasgo regional, no admisible en la lengua ejemplar; el seseo

    americano, en cambio, ser un rasgo prestigioso, digno eventualmente de integrar incluso una ejemplaridad panhispnica ( Ibidem, pp.66-67).

    46 Ibidem, p. 68. 47 Ibidem, pp. 72-74. Frente a la postura de COSERIU defendiendo que el de Mxico es el espaol de los

    mexicanos y el de Espaa es el de todos, a J.G. MORENO DE ALBA esta ltima afirmacin le

  • basar en el habla de su capital, sobre todo en pases pequeos o de escasa poblacin, pero que

    existen bastantes excepciones a esta tendencia para discutir la seleccin a priori de una norma

    de prestigio., porque la fuerza con que destaca un dialecto regional como norma nacional de

    prestigio es, entre otras cosas, directamente proporcional a la cantidad de variacin regional. Por

    otro lado, seala que , superpuesta a los sentimientos regionalistas o nacionalistas, en Espaa y en

    Hispanoamrica existe la idea semiinconsciente de que las mejores variedades del espaol son

    las que presentan una correspondencia mayor entre la pronunciacin y la escritura48. Otros

    lingistas han buscado tambin determinar ese concepto de prestigio. As, LOPE BLANCH

    defiende que ste no puede ser estrictamente lingstico, sino que influyen factores

    extralingsticos, por lo comn impredecibles.49 ngel ROSENBLAT, por el contrario, a pesar de

    reconocer que el principio fundamental de correccin es la aceptabilidad social, cree que sta

    est condicionada por consideraciones, no slo histricas, sino por razones estrictamente

    parece discutible porque entre los hablantes cultos de Amrica y, sobre todo entre los escritores, hay una clara conciencia de lo que es propio de sus normas y de lo que pertenece a la norma espaola, madrilea sobre todo. Asimismo, muestra sus reservas, especialmente en lo correspondiente al epsaol mexicano, ante la afirmacin de COSERIU de que un hispanoamericano culto, al saber que tal o cual expresin es peculiar de su pas o regin, la evita al hablar en el nivel panhispnico y emplea en su lugar la expresin propia del espaol de Espaa, pues no debe desdearse el hecho de que no pocos hablantes cultos americanos, conociendo el trmino espaol, prefieren conscientemente usar el propio. En resumen, habra para MORENO DE ALBA dos grandes inconvenientes para la tesis de COSERIU: 1) el desconocimiento, por parte de muchos de los hablantes cultos americanos, de voces exclusivas o casi de Espaa; 2) un innegable nacionalismo lingstico americano que impide concebir como de todos los vocablos privativos o casi de Espaa. Finalmente, le parece que, cuando un hispanohablante culto, fuera de su mbito, decide emplear un vocablo que en su dialecto no es ejemplar, lo hace por juzgarlo panhispnico o mejor conocido de todos ( espaoles y americanos) y no porque para l la lengua ejemplar de Espaa represente, como seala COSERIU, una ejemplaridad panhispnica por s misma (Jos G. MORENO DE ALBA, El espaol en Amrica, FCE, Mxico, 1988, pp. 112-116).

    48 John M. LIPSKI, El espaol de Amrica, Ctedra, Madrid, 1994, pp. 155-158. 49 Juan M. LOPE BLANCH, El concepto de prestigio y la norma lingstica del espaol,

    Anuario de Letras, X ( 1972), p.34. lo ejemplifica diciendo que la norma castellana -madrilea- culta puede seguirse considerando todava hoy como la ms prestigiosa de las diversas normas dialectales de la lengua espaola. Y ello debido a dos circunstancias fundamentales: a) el factor histrico, y b) la diversidad de las normas hispanoamericanas. A esto ltimo sobre todo ( p.44).

  • lingsticas. No parece, sin embargo, que ese equilibrio que da a entender ROSENBLAT sea tal;

    por contra, en mucho casos la balanza se inclina a favor de lo extralingstico.

    Entretanto, en las aulas, en el da a da, se choca con una realidad ms compleja . En

    concreto, los profesores pueden tener orgenes geogrficos muy diferentes; los alumnos pueden

    necesitar aprender espaol para fines muy diferentes y para viajar a diversas zonas hispnicas; una

    gran parte de los profesores no conocen o / ni explican con claridad hasta dnde llega la unidad y

    la diversidad de la lengua; ni profesores ni estudiantes son capaces de discernir lo correcto,

    admitido o consentido, de lo vulgar o no aceptado socialmente; la dificultad de conocer los usos

    reales en los diferentes contextos del mundo hispnico; materiales realizados por autores que

    suelen trabajar exclusivamente a partir de los contextos y situaciones que les resultan ms

    familiares, haciendo un ejercicio de abstraccin y generalizacin no siempre adecuado,etc.

    Pero, obviamente, en algn momento hay que hacer una eleccin . La prudencia aconseja

    primar la uniformidad sobre la alternancia - a la hora de crear un modelo- y, cuando esto no es

    posible, someter los usos variables al criterio de la preferencia50, aunque esta afirmacin venga

    apoyada en otra que no es tan absolutamente clara o que, al menos, necesitara ser ms

    matizada: Espaa y Amrica comparten, no solamente los rasgos de lo que podemos llamar un

    espaol general, sino tambin la inmensa mayora de los hechos lingsticos que se manifiestan

    como variables [...] Es natural que existan usos no coincidentes, pero los encontramos ms bien

    en el lxico y, dentro del lxico, mucho ms en la parcela que se denomina lxico nomenclator,

    aunque haya algn rasgo gramatical muy llamativo, como el voseo, que en la actualidad se localiza

    solamente en Amrica.51

    En el momento de optar, se suelen manejar tres posibilidades prototpicas: el modelo del

    espaol de un solo lugar (la norma culta castellana), el modelo del espaol de cada zona principal

    ( los rasgos cultos de cada una de esas reas, ) y el modelo de los usos panhispnicos. Sin

    embargo, la caracterizacin de ese tercer modelo como norma hispnica abarcadora resulta,

    50 Francisco MORENO FERNNDEZ, Qu espaol ensear, Arco/Libros, Madrid,

    2000, p. 78. 51 Ibidem, p. 35.

  • cuando menos, chocante cuando se afirma que sera el espaol de las pelculas de Walt Disney (

    espaol de Disneylandia) o de la CNN, que, siendo de muchos lugares, en todos se entiende sin

    que las diferencias se aprecien como extraas. En mi opinin, la bsqueda de un espaol

    panhispnico no debe encaminarse hacia un modelo indefinido o irreal, sino a la enseanza de un

    espaol capaz de dar respuesta a usos geogrficos y sociales distintos desde un punto de partida

    comn.Slo esto realmente permitir a un estudiante de espaol como lengua extranjera que va a

    moverse en zonas no voseantes, pero que va a leer espaol con asiduidad o que va a compartir

    aula con estudiantes con otros usos, no ignorar el uso de t y de las correspondientes formas

    verbales. Es lo que el profesor MORENO FERNNDEZ llamara estandarizacin

    monocntrica ( norma acadmica nica) construida sobre una realidad multinormativa ( norma

    culta policntrica)52.En definitiva, la norma culta idealizada que buscan determinar proyectos

    como el que gira sobre las ciudades ms importantes del mundo hispnico y sus reas de

    influencia.

    Hay quien insiste que hay que partir de las dos grandes variantes del espaol y que el

    criterio fundamental para elegir la variante diatpica adecuada debe basarse en el conocimiento

    del lugar donde los futuros hablantes del espaol vayan a utilizarla, aun siendo conscientes de que

    esas dos grandes variantes son dos conceptos abstractos que no se realizan en ninguna parte. En

    definitiva, por razones prcticas hay que decidirse por una de las dos variantes diatpicas del

    espaol, la peninsular o la americana y, una vez hecha la eleccin, exponer el dialecto,

    prescindiendo de todos aquellos rasgos marcados que sean propios de reas geogrficas ms

    restringidas; de forma que la enseanza de subdialectos restringidos slo se efectuar cuando las

    necesidades del futuro hablante as lo exijan.[...] Cuando se aprenda el espaol en zonas donde

    52 Una dcada antes ya lo concretaba de la siguiente manera: si la modalidad no posee

    una norma culta propia, la escuela debera ensear la variedad ms prestigiosa del mbito en el que se mueven los hablantes y encauzar los usos locales hacia unos registros muy limitados; si su habla tiene una norma culta propia y una referencia de prestigio (como es el caso de Mxico, San Juan de Puerto Rico, etc.) o no est suficientemente diferenciada de ella, parece clara la necesidad de que se haga ver a los alumnos cules son son sus rasgos cultos, para avalar su uso, y cules no lo son, para restringirlos a ciertos contextos ( Francisco MORENO FERNNDEZ,

  • predomine una subvariante dialectal bien diferenciada de la variante elegida para la enseanza, el

    profesor deber establecer constante relacin entre la variante general que se propone en clase o

    en el manual y la variante ambiental y [...] proporcionar al alumno competencia pasiva de la

    variante ambiental, aunque no necesariamente productiva, sobre todo si la variante ambiental es

    muy diferente de la general o es muy restingida geogrficamente, o si su contacto con ella es

    meramente accidental.53

    Por otra parte, los estudiantes deben aspirar a ser plurilinges dentro de una lengua

    histrica, es decir, a hablar de forma diferenciada segn las circunstancias y los niveles de habla.

    Pero, no nos engaemos, los problemas, una vez determinado el modelo, no hacen sino

    empezar, puesto que ello implica conseguir ms informacin, elaborar mejores materiales y la

    exigencia al profesorado de una mejor formacin. Es ms:

    La labor que recae sobre los hombros del profesor de ELE no es liviana: se convierte en un dialectlogo, sociolingista, antroplogo lingista capaz de reconocer y describir las diferentes variantes de la lengua que ensea y sus correspondientes subnormas, capaz de indicar en qu momento es adecuado el uso de cada sociolecto o variedad, de advertir las inadecuaciones pragmalingsticas que aparecen en algunos manuales que pueden caer en sus manos.54

    A ello se aade la necesidad de decidir los elementos culturales que deben seleccionarse

    entre el enorme acervo cultural hispnico y decidir los lmites del amplio concepto de lo cultural,

    que va desde la llamada Cultura con maysculas hasta las formas de produccin y uso de los

    elementos materiales, sistemas de poblacin, economa, demografa, relaciones laborales,

    Norma y prestigio en el espaol de Amrica. Apuntes para una planificacin de la lengua espaola, Revista de Filologa Espaola , LXXII ( 1992), p. 356).

    53 Rosa VILA, Las variantes lingsticas en la enseanza del espaol como lengua extranjera, Cable, N2, p. 54.

    54 Teresa ESPAOL GIRALT y Estrella MONTOLO DURN, El espaol en los libros de espaol, Cable, N 6, p. 21.

  • estructura poltica, costumbres, hbitos, ritos y valores sociales ( pblicos, privados, familiares,

    amistosos, erticos, ldicos, etc.) y el propio lenguaje.55

    El profesor tendr que tener en cuenta que reivindicar la competencia comunicativa implica

    un nuevo enfoque de lo cultural y que no se puede abrumar al alumno con un incoherente cmulo

    de informaciones culturales sobre Hispanoamrica, desvinculadas de su experiencia, sus

    necesidades o sus gustos.Desde esta perspectiva, se trata de que no tenga slo conocimientos

    sobre , sino que estos conocimientos le sirvan para actuar en la sociedad o con los individuos

    que hacen uso de la lengua.56 Sin embargo, determinar el conocimiento operativo que todos los

    nativos de una lengua poseen para orientarse en situaciones concretas, lo pautado, lo no dicho...

    es tan difcil de conseguir o ms que lo puramente lingstico entre los propios nativos. Lo que s

    espera el alumno es tener el mximo de informacin posible para ser capaz de elegir entre

    transgredir o respetar las pautas culturales esperadas. Y tal vez sea en el aspecto puramente

    cultural donde la competencia pasiva gane peso respecto a la competencia activa.

    En cualquier caso, la tendencia de profesores y materiales debera ser huir de la

    acumulacin de estereotipos y lugares comunes.

    55 Francisco CORRAL SNCHEZ-CABEZUDO, El Instituto Cervantes y la cultura,

    Cable, N 9 ( 1992), p. 49. Como referencias a bibliografa general sobre el tema puede acudirse a las ofrecidas por

    Pedro BENTEZ PREZ, La cultura en la enseanza del espaol para extrnjeros. Bibliografa, Cable, 9, ( 1992) , pp. 41-43 y por VV.AA., Aproximacin a una bibliografa sobre lengua y cultura en el aula de espaol como lengua extranjera, Carabela , 45 ( 1999), pp. 125-135.

    56 Lourdes MIQUEL y Neus SANS, El componente cultural: un ingrediente ms de las clases de lengua, Cable, 9 ( 1992), p. 16. Por otra parte, las autoras distinguen tres conceptos: la cultura con maysculas, la cultura a secas ( el conocimiento operativo que todos los nativos poseen para orientarse en situaciones concretas) y la kultura con k.