Locke, John - Escritos Políticos.pdf

Embed Size (px)

Citation preview

  • 7/25/2019 Locke, John - Escritos Polticos.pdf

    1/38

    DOCUMENTO

    Estudios Pblicos, 44 (primavera 1991)

    CARLOS MIRANDa. Licenciado en Filosofa, Universidad de Chile; M.A. en CienciaPoltica, Georgetown University. Profesor Titular e investigador de la Facultad deCiencias Econmicas y Administrativas de la Universidad de Chile. Entre sus recientespublicaciones puede mencionarse Rousseau y su influencia en la configuracin de lasidas socialistas, Estudios Pblicos, 38 (Otoo 1990).

    J

    SELECCIN DE ESCRITOS POLTICOS

    DE JOHN LOCKE

    Carlos Miranda

    Introduccin

    ohn Locke naci en 1632 y muri en 1704. Al momento de morirera un hombre famoso, que no slo gozaba de una alta reputacin intelec-tual y literaria, sino que tambin era reconocida su influencia en la esfera delpoder poltico. Locke haba comenzado a adquirir figuracin pblica a partirde 1666, tras iniciar su relacin amistosa con Lord Ashley, quien posterior-mente se convertira en el Conde de Shaftesbury, fundara el partido Whig,y llegara a ser Lord Canciller en 1672.

    Fue en su calidad de mdico que Locke conoci a Ashley, cuando

    ste concurri a Oxford en busca de tratamiento para una delicada enferme-dad. Locke dirigi una complicada operacin, que fue considerada un mila-gro mdico en la poca y que salv la vida a Ashley. La amistad que enton-ces se gener entre ambos hombres fue importante para la vida de Locke, yaque la influencia poltica de Ashley le permiti acceder a ciertos cargospblicos menores, que si bien no lo habilitaron para una destacada carrerapoltica, le proporcionaron un conocimiento directo acerca del funciona-miento de la poltica real, lo que sin duda tuvo repercusiones en la confor-

  • 7/25/2019 Locke, John - Escritos Polticos.pdf

    2/38

    2 ESTUDIOS PBLICOS

    macin de su pensamiento filosfico, especialmente en sus aspectos socia-les. Peter Laslett, en el estudio introductorio a su edicin de los Two Treati-ses of Government, ha subrayado la importancia de esta relacin y ha llega-do a sostener que lo decisivo en la conversin de Locke en filsofo no fuesu larga permanencia como miembro residente en Oxford, sino el hecho dehaber sido el confidente de un poltico eminente, ya que, en tal condicin,pudo conocer de cerca la vida poltica, social y intelectual de la Restaura-cin. En efecto, segn lo atestiguan sus numerosas notas y borradores, fueen ese tiempo cuando comenz a incubarse su pensamiento filosfico, elque, sin embargo, permanecera indito durante varios aos.

    En 1683 Locke debi partir al exilio poltico en Holanda, desde donderegres en 1689, tras el triunfo de la Gloriosa Revolucin. Entre 1694 y 1700,bajo el reinado de Guillermo III, se convirti en consejero y confidente deLord Somers, principal figura del gobierno, quien ocup el cargo de LordCanciller desde 1697 hasta 1700. Durante este periodo la influencia prcticadel pensamiento de Locke se extendi rpidamente, ya que los principiosliberales de su filosofa proporcionaron a los Whigs una orientacin cohe-rente para el diseo de sus polticas.

    Pero, por cierto, de mucho mayor relevancia que estas incursionescircunstanciales de Locke en los crculos del poder fue su aporte filosficoen diversas reas. En el campo de la teora del conocimiento, Locke fue eliniciador del llamado empirismo ingls, y en el mbito de la filosofa polti-ca su pensamiento constituy uno de los pilares fundamentales de la teorademocrtica moderna y, en particular, del liberalismo clsico.

    Aunque la profundidad del pensamiento de Locke no admite compa-racin con la de los grandes filsofos de la historia, su influencia efectiva,

    sin embargo, ha sido mayor que la de muchos de ellos. En este sentido,Locke debe ser considerado como uno de los ms importantes filsofosmodernos, ya que l contribuy decisivamente a cambiar la mentalidad filo-sfica y poltica de los hombres de su tiempo y de las generaciones poste-riores.

    Las publicaciones de Locke fueron tardas; de hecho, ninguno desus escritos entr en imprenta antes de 1689, es decir, cuando l alcanzabaya la edad de 57 aos. Es posible que haya sido la buena acogida que de

    inmediato tuvieron sus primeras obras, todas ellas publicadas inicialmenteen forma annima, lo que decidi a dar a conocer las restantes bajo su firma.En general, su pensamiento es bastante claro y est habitualmente expresa-do con gran conviccin en un lenguaje accesible y persuasivo. Estas carac-tersticas, unidas al hecho que Locke haya orientado de preferencia susreflexiones al estudio de problemas que preocupaban realmente a los hom-

  • 7/25/2019 Locke, John - Escritos Polticos.pdf

    3/38

    CARLOS MIRANDA 3

    bres de su tiempo, explican su xito y su consecuente fama. Adems, yaunque el espectro de sus intereses filosficos es bastante amplio, hay en

    l una tendencia dominante hacia el tratamiento de asuntos prcticos. Casial comienzo delEnsayo sobre el Entendimiento Humanoescribe Locke estafrase que sintetiza su posicin: Nuestra ocupacin aqu no es conocertodas las cosas, sino aquellas que conciernen a nuestra conducta. (Ensa-

    yo,I, i, 6.)Teniendo a la vista esta declaracin se comprende que el gran tema

    de lo que podramos llamar la filosofa social de Locke sea la libertad. Locketrat el problema de la libertad en diversos mbitos, dedicando a cada uno

    de ellos extensas e importantes obras, cuya influencia terica y prcticaempez a hacerse notoria desde el momento mismo de su publicacin. As,la libertad econmica es tratada enAlgunas consideraciones sobre las con-secuencias de la baja de inters y el alza del valor del dinero;por su partelas Cartas sobre la Toleranciase refieren a la libertad religiosa, asunto deenorme importancia en la poca y con obvias implicaciones polticas, a lasque, sin embargo, Locke no dedic mayor atencin; por ltimo, la libertadpoltica es el tema central de losDos Tratados sobre el Gobierno.

    Diversos comentaristas han discutido acerca de si el objetivo de estaltima obra fue inspirar o ms bien justificar la Gloriosa Revolucin de 1688-1689. La primera posicin parece difcil de sostener puesto que los Tratadosaparecieron publicados por primera vez en 1690, es decir, despus del triun-fo de la Revolucin. Pero lo verdaderamente relevante en relacin a estaobra no reside tanto en su discutible fuerza inspiradora o justificatoria deesa decisiva Revolucin, sino en que ella proporcion la doctrina, los fun-damentos tericos de esa Revolucin, y al hacerlo fund la corriente liberal

    en el pensamiento poltico que tanto vigor alcanz en el siglo XVIII, y cuyoresultado ms palpable en la prctica fue la revolucin americana. En snte-sis, la autoridad de Locke confiri un slido sustento a la creencia, crecien-temente extendida durante el siglo XVIII, en los derechos del individuo y enla libertad natural del hombre.

    Tales eran, en efecto, los grandes principios que inspiraron la Glorio-sa Revolucin, y cuyo triunfo los consagr como las metas bsicas de lademocracia liberal. La incruenta revolucin de 1688 signific el fin de la

    dinasta de los Estuardo al ser depuesto Jaime II, ltimo rey catlico deInglaterra. Los Tories y los Whigs se haban unido contra l, y estuvieronde acuerdo en llamar a Guillermo de Orange y a su esposa Mara, hija deJaime II, pero protestante, a hacerse cargo del trono de Inglaterra a condi-cin de que aceptaran suscribir el Acta de Derechos (Bill of Rights), queconsagraba el Parlamentarismo contra el Derecho divino de los Reyes.

  • 7/25/2019 Locke, John - Escritos Polticos.pdf

    4/38

    4 ESTUDIOS PBLICOS

    Los nuevos principios polticos que se impusieron tras el triunfo de la Re-volucin encontraron un insuperable apoyo terico en el pensamiento de

    Locke.La filosofa poltica lockeana est contenida en su totalidad en los

    Dos Tratados sobre el Gobierno,obra publicada en forma annima en 1690.El Primer Tratado consiste en la refutacin por parte de Locke de los argu-mentos de Robert Filmer acerca de la legitimidad del Derecho divino de losReyes. Esta polmica, por cierto, se halla completamente superada, y con-cluy con el triunfo, tanto terico como prctico, de las ideas de Locke. Estaes la razn que explica que el libro haya perdido inters y que, por lo tanto,

    haya dejado de leerse. El Segundo Tratado, en cambio, conserva buenaparte de su vigencia y contina siendo considerado como la raz primaria yfundamental de los principios y los valores liberales.

    El objetivo principal del Segundo Tratado, segn lo define el propioLocke, es llegar a comprender en qu consiste el poder poltico y cul es sufuente original (Secc. 4). La fuente tradicional de la legitimidad del poder eraDios mismo. Sin duda, es imposible concebir una mejor base de legitimidadde la autoridad poltica que sa; pero, por cierto, bajo la condicin de que

    exista una fe social viva en que Dios, de alguna manera, interviene directa-mente en los asuntos humanos y confiere a ciertos hombres el poder degobernar a los dems. Esa fe se hallaba ya en crisis en los tiempos de Locke,habiendo l mismo contribuido a socavarla. Era urgente, pues, encontrar unnuevo fundamento para la legitimacin de la autoridad poltica, ya quecuando el existente se encuentra seriamente cuestionado los disturbios so-ciales resultan inevitables, como lo ilustra precisamente la convulsionadahistoria poltica de Inglaterra en el siglo XVII.

    Como es caracterstico en los pensadores contractualistas, Lockeinicia su argumento a partir de la postulacin de un hipottico estado denaturaleza, que pretende describir el ser y el comportamiento natural delos hombres bajo el supuesto de que no existiera el marco artificial de nor-mas y de autoridad establecidos por la sociedad. La descripcin lockeanadel estado de naturaleza es muy similar a la del Paraso de la tradicin

    judeocristiana; es un estado de abundancia, en el que la naturaleza ha pro-visto generosamente de bienes y recursos suficientes para satisfacer las

    necesidades de sustento de todos los hombres. Por qu, entonces, loshombres habran de desear abandonar ese paradisaco estado natural e inte-grarse a una sociedad civil? Locke no vacilara en responder: porque en talestado su propiedad es insegura.

    El concepto lockeano de la propiedad es clave para la comprensindel sistema poltico que el filsofo propone. En efecto, Locke concibe la

  • 7/25/2019 Locke, John - Escritos Polticos.pdf

    5/38

    CARLOS MIRANDA 5

    propiedad referida al individuo, e integrada por tres elementos: mi vida, milibertad y mis bienes. Pero como en el estado de naturaleza imperan una

    absoluta libertad y una completa igualdad en el sentido de que ningnhombre est sometido al poder de otro y como en ese estado no existennormas generales de comportamiento ni un juez con autoridad reconocida ydotado de poder coercitivo para resolver los conflictos que pudieran susci-tarse entre un hombre y otro porque todos tienen igual poder para ejercery aplicar la ley natural nadie puede sentirse seguro en definitiva en cuan-to a sus posibilidades de preservar la propiedad de su vida, de su libertad yde sus bienes. Por lo tanto, el principal objetivo que persiguen los hombres

    al integrarse a una sociedad civil es la proteccin segura de su propiedad y,en consecuencia, la principal finalidad del poder civil no puede ser otra queproporcionar dicha proteccin a todos los miembros de la sociedad.

    Esta sola determinacin del propsito bsico que debe regir el ejerci-cio del poder civil es suficiente para delimitar el rea de aplicacin de esepoder, el cual en ningn caso podr extenderse hasta el punto en dondepuedan ponerse en peligro los derechos inherentes a la propiedad indivi-dual, entendida en el sentido amplio de la definicin lockeana.

    Los tres elementos de la propiedad se hallan interrelacionados, peroel eje de la relacin lo constituye la libertad, condicin de posibilidad de lapreservacin de los otros dos ingredientes, ya que su privacin amenaza, almenos potencialmente, la conservacin de mis bienes y aun de mi propiavida. Por esta razn, el foco dominante del argumento de Locke se centra enla bsqueda de los medios que puedan asegurar el mayor grado posible delibertad individual dentro de la sociedad. A este fin esencial apunta supropuesta de la divisin del poder, de su separacin en dos poderes el

    legislativo y el ejecutivo, cuyo equilibrio posibilita su limitacin y controlrecprocos, lo cual hace ms viable la salvaguardia de los derechos indivi-duales.

    En la seleccin de textos que presentamos en seguida podremosapreciar el desarrollo de los argumentos lockeanos para fundamentar lasideas que aqu han sido esbozadas en sus lneas ms generales. Por lasrazones ms arriba indicadas, todos los textos estn tomados del SegundoTratado sobre el Gobierno.Las referencias al pie de cada texto correspon-

    den al captulo y la seccin de acuerdo a la edicin de los Two Treatises ofGovernmentde Peter Laslett (Cambridge University Press, 1963) La traduc-cin es ma y aunque en algunos pasajes he tenido la traduccin de AmadoLzaro Ros (Madrid: Ed. Aguilar, 1969), la responsabilidad de la versin quese ofrece a continuacin es enteramente ma.

  • 7/25/2019 Locke, John - Escritos Polticos.pdf

    6/38

    6 ESTUDIOS PBLICOS

    JOHN LOCKE

    SEGUNDO TRATADO SOBRE EL GOBIERNO

    (FRAGMENTOS)

    OBJETIVO GENERAL DEL TRATADO

    () Para no dar ocasin a pensar que todo gobierno en el mundo esproducto solamente de la fuerza y la violencia, y que los hombres viven

    juntos regidos por las mismas reglas que las bestias, donde se impone el

    ms fuerte, dando lugar as al establecimiento del desorden, la maldad, lostumultos, la sedicin y las rebeliones () debemos necesariamente encon-trar otro origen para el gobierno, otra fuente del poder poltico, y otro mediopara designar y conocer las personas que lo tienen () (I, 1).

    DEFINICIN DEL PODER POLTICO

    Entiendo por poder poltico el derecho de hacer leyes con sancio-nes de muerte, y consecuentemente, todas las sancionadas con penas me-nores, para la regulacin y preservacin de la propiedad; y de emplear lafuerza de la comunidad para la ejecucin de tales leyes, para defenderla deatropellos extranjeros; y todo esto slo en vistas del bien pblico. (I, 3).

    DEL ESTADO NATURAL

    Para comprender correctamente en qu consiste el poder poltico ypara derivarlo de su fuente original, hemos de considerar cul es el estadoen que naturalmente se encuentran los hombres, es decir: un estado deperfecta libertad para ordenar sus acciones y para disponer de sus posesio-nes y personas como a ellos les parezca ms conveniente, dentro de loslmites de la ley natural, sin pedir permiso ni depender de la voluntad de otrohombre.

    Es tambin un estado de igualdad, en el que todo poder y todajurisdiccin son recprocos, donde nadie tiene ms que otro, pues no haycosa ms evidente que criaturas de la misma especie y condicin, nacidassin distincin para participar de las mismas ventajas de la naturaleza y paraemplear las mismas facultades, sean tambin iguales entre s, sin subordina-cin ni sometimiento, salvo que el Seor y Amo de todas ellas haya coloca-

  • 7/25/2019 Locke, John - Escritos Polticos.pdf

    7/38

    CARLOS MIRANDA 7

    do, mediante un acto manifiesto de su voluntad, a uno sobre los dems, y lehaya conferido, mediante un nombramiento evidente y claro, un derecho

    incuestionable al poder y la soberana. (II, 4).Sin embargo, si bien este es un estado de libertad, no lo es de licen-

    cia; aunque el hombre en este estado tiene una libertad ilimitada para dispo-ner de su persona y de sus bienes, no posee libertad para destruirse a smismo, ni siquiera a alguna de las criaturas que posee, a menos que lo exijaun fin ms noble que el de su mera preservacin. El estado de naturalezatiene una ley natural por la cual se gobierna, y esa ley obliga a todos. Y larazn, que constituye esa ley, ensea a cuantos hombres la consulten que,

    siendo todos iguales e independientes, nadie debe daar a otro en su vida,salud, libertad o posesiones; porque siendo todos los hombres obra de unCreador omnipotente e infinitamente sabio, y siendo todos servidores de unnico Seor soberano, llegados al mundo por orden suya y para serviciosuyo, son propiedad de ese Creador que los hizo para que existan mientrasle plazca a El y no a otro. Pues, estamos dotados de iguales facultades yparticipando todos en una misma comunidad de naturaleza, no puede supo-nerse que haya entre nosotros una subordinacin tal que nos autorice a

    destruirnos mutuamente, como si estuvisemos hechos los unos para lautilidad de los otros, como ocurre con las criaturas de rango inferior quehan sido creadas para nuestro servicio. Por la misma razn que cada uno delos hombres est obligado a su propia preservacin y no debe abandonarvoluntariamente su condicin, debe tambin, cuando no est en juego supropia conservacin, hacer tanto como pueda por la conservacin de losdems, y, a menos que se trate de hacer justicia contra un ofensor, no debequitar o daar la vida de otro, o causarle un perjuicio en lo que tiende a la

    preservacin de su vida, su libertad, su salud, sus miembros o sus bienes.(II, 6).

    Para impedir que los hombres atropellen los derechos de los dems yse hagan dao unos a otros, y con el objeto de que se cumpla la ley natural,que ordena la paz y la conservacin de todo el gnero humano, se coloca enlas manos de cada uno, en ese estado, la ejecucin de la ley natural; con locual todos tienen derecho a castigar a quienes infrinjan esa ley, con unasancin tal que impida su violacin. Pues la ley natural sera vana, al igual

    que todas las leyes que en este mundo conciernen a los hombres, si en elestado natural ningn hombre tuviese poder para ejecutarla, protegiendoas al inocente y reprimiendo a los agresores. Y si en el estado de naturalezaun hombre puede castigar a otro por haberle causado algn dao, todospueden hacer tambin lo mismo; porque en ese estado de perfecta igualdad,don de no existe superioridad o jurisdiccin natural de uno sobre otro,

  • 7/25/2019 Locke, John - Escritos Polticos.pdf

    8/38

    8 ESTUDIOS PBLICOS

    todos necesariamente deben tener derecho a hacer lo que un hombre cual-quiera pueda hacer en cumplimiento de esa ley. (II, 7).

    As es como, en el estado de naturaleza, un hombre llega a tenerpoder sobre otro; pero no se trata de un poder absoluto o arbitrario paraproceder contra un criminal, cuando lo tiene en sus manos, siguiendo la iraapasionada o la extravagancia sin lmites de su propia voluntad, sino nica-mente para imponerle un castigo proporcionado a su transgresin, de acuer-do a los dictados de su serena razn y de su conciencia, lo cual equivale adecir que la sancin no ha de ser mayor que la que pueda servir para repararla falta y reprimir al ofensor. Estas dos son las nicas razones por las que un

    hombre puede legalmente causar un dao a otro, y a eso es lo que llamamoscastigo. El agresor, al infringir la ley natural, declara vivir conforme a otranorma que la de la razn comn de la equidad, que es la medida que Dios haestablecido para las acciones de los hombres en bien de su seguridad mu-tua y, por ello, se convierte en un peligro para la humanidad. Al despreciar yquebrantar ese hombre el vnculo que protege a los hombres del dao y laviolencia, comete un atropello contra toda la especie y contra la paz y laseguridad de ella que la ley natural proporciona. Ahora bien, todo hombre

    puede, en virtud del derecho que tiene de proteger a la humanidad en gene-ral, restringir o, si es preciso, destruir las cosas que son nocivas para ella y,por lo mismo, puede infligir a cualquiera que haya transgredido esa ley elcastigo que pueda hacerle arrepentirse de lo hecho, de tal modo que ledisuada a l y disuada a otros, con su ejemplo, de cometer la misma falta.Por esa razn, en este caso, cualquier hombre tiene derecho a castigar alofensor, constituyndose en ejecutor de la ley natural. (II, 8).

    No me cabe duda que a esta extraa doctrina de que en el estado de

    naturaleza todos tienen el poder ejecutivo de la ley natural, se objetar queno es razonable que los hombres sean jueces en sus propias causas, pues elamor propio los har juzgar con parcialidad en favor de s mismos y de susamigos. Y, por otro lado, que la malevolencia, la pasin y la venganza losllevar a imponer a los dems castigos excesivos, de los que no ha deresultar otra cosa sino confusin y desorden, por lo que, sin duda, Dioshubo de designar un gobierno para evitar la parcialidad y la violencia de loshombres. Concedo sin dificultad que el gobierno civil es el remedio apropia-

    do para los inconvenientes que presenta el estado de naturaleza, los queciertamente deben ser muy grandes cuando los hombres pueden ser juecesen sus propias causas, pues es fcil imaginarse que quien ha sido tan injus-to como para causarle a su hermano un dao, difcilmente ser justo comopara condenarse a s mismo por lo hecho. Sin embargo, deseara que quie-nes formulan esa objecin recordasen que los monarcas absolutos no son

  • 7/25/2019 Locke, John - Escritos Polticos.pdf

    9/38

    CARLOS MIRANDA 9

    sino hombres. Si el gobierno ha de ser el remedio para aquellos males queinevitablemente se derivan del hecho de que los hombres sean jueces en

    sus propias causas, no debiendo por eso tolerarse el estado de naturaleza,me gustara saber qu clase de gobierno es aquel y cunto mejor que elestado de naturaleza puede ser ese en donde un solo hombre, que ejerce elmando sobre una multitud, posee la libertad de ser juez en su propia causa ypuede hacer a sus sbditos lo que a l le plazca, sin la ms mnima oposi-cin o control de parte de los que ejecutan sus caprichos, debiendo lossbditos obedecer al soberano en todo lo que hace, ya sea que a ste legue la razn, el error, o la pasin. Los hombres no estn obligados a com-

    portarse unos con otros de ese modo en el estado de naturaleza; si aquelque al juzgar en su propio caso o en el de otro, lo hace mal, es responsablepor ello ante el resto del gnero humano. (II, 13).

    A menudo se formula, como poderosa objecin, la siguiente pregun-ta: Hay o hubo alguna vez hombres en ese estado de naturaleza? A esapregunta bastara con responder por ahora que encontrndose todos losprncipes y soberanos de los gobiernos independientes del mundo en unestado de naturaleza, es evidente que el mundo nunca careci, ni jams

    carecer, de hombres que vivan en ese estado. He aludido a todos losgobernantes de comunidades independientes, ya sea que estn o no aso-ciados con otros; porque el estado de naturaleza entre los hombres no setermina por medio de cualquier pacto sino, nicamente, en virtud de aquelpor el cual los hombres acceden de comn acuerdo formar una comunidad yerigir un cuerpo poltico. Los hombres pueden hacer promesas y pactosunos con otros y, sin embargo, seguir viviendo en el estado de naturaleza.Las promesas y los tratos de compraventa por baratijas y otros artculos

    entre dos hombres en una isla desierta, mencionados por Gracilazo de laVega en su Historia del Per, o los tratos entre un suizo y un indio en losbosques de Amrica, tienen para ellos carcter obligatorio, si bien siguenestando plenamente, el uno respecto del otro, en estado de naturaleza; por-que la honradez y el cumplimiento de la palabra dada corresponden a loshombres en tanto hombres y no en tanto miembros de la sociedad. (II, 14).

    A quienes declaran que nunca hubo hombres en el estado de natura-leza opondr la autoridad del juicioso Hooker que, en su obraEccl. Pol.Lib.

    I, sect. 10, dice as: Las leyes a que nos hemos referido hasta ahora, esdecir, las leyes de la naturaleza, obligan a los hombres de modo absoluto,en su calidad de hombres, aun cuando jams hayan establecido una camara-dera estable, ni jams hayan acordado formalmente entre s qu deben ha-cer o qu no deben hacer. Pero, en vista de que no podemos por nosotrosmismos procurarnos un adecuado suministro de los bienes necesarios para

  • 7/25/2019 Locke, John - Escritos Polticos.pdf

    10/38

    10 ESTUDIOS PBLICOS

    vivir, conforme lo desea nuestra naturaleza, una vida acorde con la dignidaddel hombre, nos sentimos inducidos a buscar comunin y camaradera con

    los dems para compensar as las deficiencias y defectos que experimenta-mos cuando vivimos solos y nos valemos nicamente de nuestros propiosmedios. Este fue el motivo por el cual en un principio los hombres se unie-ron entre s en sociedades polticas. Pero yo afirmo, adems, que todos loshombres se encuentran naturalmente en ese estado y permanecen as hastaque, por su propio consentimiento, se convierten en miembros de una so-ciedad poltica; lo que no dudo que podr demostrar con claridad en lassiguientes lneas de este discurso. (II, 15).

    DEL ESTADO DE GUERRA

    El estado de guerra es un estado de enemistad y destruccin; portanto, manifestar por medio de la palabra o de actos, sin apasionamiento niprecipitacin, la intencin deliberada y firme de conspirar contra la vida deotro, significa colocarse en un estado de guerra con ese hombre contra

    quien se ha declarado semejante propsito y exponerse a que l u otros quese le han unido y acudido en defensa suya abrazando su causa, le arrebatenla vida; porque es razonable y justo que yo tenga derecho a destruir aquelloque me amenaza con la destruccin. Porque en virtud de la ley fundamentalde la naturaleza debe hacerse tanto como sea posible por preservar la vidadel hombre; pero cuando no se puede preservar la de todos debe optarsepor salvar la del inocente. Y se puede destruir a un hombre que nos hace laguerra o que ha manifestado odio hacia nosotros, por la misma razn que

    podemos matar a un lobo o un len. Tales hombres no se sujetan a los lazosde la ley comn de la razn ni tienen otra norma que la de la fuerza y laviolencia y, por ello, se les puede tratar como animales de rapia; puessiendo criaturas peligrosas y nocivas, de seguro nos destruiran si cayse-mos en su poder. (III, 16).

    De ah que un hombre que intenta poner a otro bajo su poder abso-luto se coloca con respecto a ste en un estado de guerra, puesto que esaintencin debe entenderse como una declaracin de designios atentatorios

    a su vida. En efecto, tengo razones para suponer que quien pretende some-terme a su poder sin mi consentimiento har conmigo lo que se le antoje unavez lo haya conseguido, y tambin me matar, si tal es su capricho; porquenadie puede desear tenerme sometido a su poder absoluto si no es paraobligarme por la fuerza a algo que va contra el derecho de mi libertad, esdecir, para hacerme esclavo. La nica seguridad para mi conservacin con-

  • 7/25/2019 Locke, John - Escritos Polticos.pdf

    11/38

    CARLOS MIRANDA 11

    siste en liberarme de semejante fuerza, y la razn me ordena considerarcomo un enemigo de mi conservacin a quien trata de privarme de esa

    libertad que constituye mi nica defensa; por tanto, quien intenta esclavi-zarme se coloca a s mismo en estado de guerra conmigo. Quien en el estadode naturaleza despojase a alguien de la libertad que all posee, por necesi-dad habr de suponerse que procurar arrebatarle todo lo dems, puestoque la libertad es el fundamento de todo lo restante. Asimismo, quien en elestado de sociedad despoja a los miembros de esa sociedad o comunidadde la libertad que les pertenece dar lugar a que se suponga que intentartambin quitarles todo lo dems; por ello, se le considerar como si se

    estuviese en estado de guerra con l. (III, 17).Aqu observamos la clara diferencia entre el estado de naturaleza y el

    estado de guerra. Si bien algunos hombres los han confundido, la distanciaque media entre uno y otro es tan grande como la que existe entre un estadode paz, buena voluntad y recproca ayuda y defensa, y un estado de hostili-dad, malevolencia, violencia y destruccin mutua. Los hombres que viven

    juntos conforme a los dictados de la razn, pero sin tener un jefe comn conautoridad para ser juez entre ellos, se encuentran propiamente en el estado

    de naturaleza. Pero la fuerza, o la intencin manifiesta de emplear la fuerzaen contra de la persona de otro, cuando no existe sobre la tierra un sobera-no comn a quien se pueda recurrir en demanda de una compensacin o undesagravio, es lo que constituye el estado de guerra; es la falta de esainstancia de apelacin lo que da a un hombre el derecho de guerra contra unagresor, incluso aunque este sea miembro de su misma sociedad. As, sibien no puedo infligir un dao sino en virtud de la ley al ladrn que me harobado todo lo que de valor poseo, a ese mismo ladrn le puedo matar

    cuando me ataca violentamente para robarme, aunque slo sea mi caballo omi abrigo; porque la ley, que fue hecha para mi proteccin, me autoriza,cuando ella no puede interponerse para defender mi vida de la violencia deun poder presente vida cuya prdida no puede repararse, a defendermepor m mismo, y me concede el derecho de guerra, es decir, la libertad dematar al agresor, porque ste no me da oportunidad de recurrir a un juezcomn ni a la sentencia de la ley, para que me compensen, en un caso enque el dao puede ser irreparable. La falta de un juez comn con autoridad

    coloca a todos los hombres en un estado de naturaleza; la fuerza ilegalcontra la persona de un hombre crea un estado de guerra, tanto dondeexiste como donde no existe un juez comn. (III, 19).

  • 7/25/2019 Locke, John - Escritos Polticos.pdf

    12/38

    12 ESTUDIOS PBLICOS

    CONCEPTO DE LIBERTAD

    La libertad natural del hombre consiste en no estar sometido a ningnpoder superior sobre la tierra, y en no encontrarse bajo la voluntad o autori-dad legislativa de otro hombre, sino en tener nicamente como norma la ley dela naturaleza. La libertad del hombre en sociedad consiste en no estar sujeto aotro poder legislativo que aquel que se establece por consentimiento dentrode la comunidad, ni al dominio de otra voluntad, ni a las limitaciones de leyalguna, salvo las que la legislatura promulgue de acuerdo con el mandato quese le ha confiado. La libertad, por tanto, no es lo que Sir Robert Filmer nos dice:

    La facultad que tienen todos de hacer lo que deseen, de vivir como les

    plazca, y de no encontrarse atados por ley alguna. La libertad de loshombres bajo el gobierno civil consiste en disponer de una norma permanenteconforme a la cual ajustar sus vidas; norma comn a todos los miembros deesa sociedad y que ha sido establecida por el poder legislativo que se haerigido dentro de ella. Es decir, la libertad de seguir mi propia voluntad en todoaquello que no est prescrito por esa norma; de no estar sometido a lavoluntad inconstante, incierta, desconocida y arbitraria de otro hombre, del

    mismo modo como la libertad de naturaleza consiste en no encontrarse some-tido a otra limitacin que no sea de la ley natural. (IVA, 22).

    DE LA PROPIEDAD

    Ya sea que nos atengamos a la razn natural, la cual nos ensea quelos hombres nacen con el derecho a conservar su vida y, consiguientemen-

    te, a comer y beber y a procurarse aquellas otras cosas que les proporcionala Naturaleza para su subsistencia; ya sea que consideremos la Revelacin,que nos proporciona un relato de las ddivas del mundo que Dios hizo paraAdn, y para No y sus descendientes, es evidente que Dios, como dice elRey David, le dio la tierra a los hijos de los hombres(Salmo CXV, 16), esdecir, se la dio en comn a la humanidad. Pero, aceptando la verdad de ello,les parece a algunos muy difcil que alguien llegase alguna vez a conseguirla propiedad sobre cosa alguna. Yo no me contentar con responder que si

    es difcil comprender la propiedadsobre la base del supuesto de que Diosle dio el mundo a Adn y a su posteridad en comn, es imposible que nadie,excepto un monarca universal, pudiera poseer propiedad alguna, a partir dela suposicin de que Dios le dio el mundo a Adn y a sus sucesivos here-deros, excluyendo al resto de sus descendientes. Yo procurar demostrarcmo podran los hombres llegar a poseer una parte de aquello que Dios le

  • 7/25/2019 Locke, John - Escritos Polticos.pdf

    13/38

    CARLOS MIRANDA 13

    dio a la humanidad en comn, y cmo se podra obtener esa propiedad sinun pacto expreso de todos los que participan de esa posesin comn. (V,

    25).Dios, que dio a los hombres el mundo en comn, tambin les dio la

    razn para que hagan uso de ella de la manera ms ventajosa y convenientepara la vida. La tierra, y todo lo que ella contiene, les fue dada a los hombrespara su sustento y bienestar. Aunque todos los frutos que la tierra producenaturalmente y los animales que en ella se sustentan pertenecen en comn ala humanidad, porque son producidos por la mano espontnea de la natura-leza, y nadie originalmente un dominio privado sobre alguno de ellos con

    exclusin del resto de la humanidad, puesto que se encuentran as en suestado natural; sin embargo, habiendo sido colocados a disposicin de loshombres, por necesidad tendr que haber algn medio de apropirselos, afin de que cualquier hombre en particular pueda llegar a servirse o extraeralgn provecho de ellos. La carne de venado de la que se alimenta el indiosalvaje, que no conoce de lindes y sigue ocupando la tierra en comn conlos dems, ha de ser suya, y tan suya, es decir, tan parte de l mismo, quenadie puede reclamar derecho alguno sobre el producto de su caza antes

    que l se haya servido de ella para el sustento de su vida. (V, 26).Aunque la tierra y todas las criaturas inferiores sean comunes a

    todos los hombres, cada hombre tiene la propiedad de su propiapersona.Nadie, salvo l mismo, tiene derecho alguno sobre ella. El esfuerzo de sucuerpo y el trabajo de sus manos, podemos afirmar, son genuinamente su-yos. Por tanto, cuando un hombre extrae alguna cosa del estado en que lanaturaleza la dispuso y la dej, ha puesto en esa cosa su esfuerzo y le haagregado algo que es suyo; y, por ello, la ha convertido en su propiedad. El

    trabajo realizado por l al remover la cosa de la condicin comn en que lanaturaleza la haba colocado, le ha agregado a esa cosa algo que la excluyedel derecho comn de los dems. Pues, siendo este esfuerzo propiedadindiscutible del trabajador, nadie sino l puede tener derecho sobre aquelloa lo que le ha incorporado su trabajo, al menos cuando de eso mismo quedasuficiente cantidad, y de igual calidad, para el uso de los dems. (V, 27).

    Por cierto, quien se alimenta de las bellotas que recogi bajo unaencina o de las manzanas que cogi de los rboles en el monte, se las ha

    apropiado para s mismo. Nadie podr negar que esos frutos le pertenecen.Pregunto entonces: en qu momento comenzaron a ser suyos? Al digerir-los? Al comerlos? Cuando los cocin? Cuando los llev a casa? Cuandolos recogi? Es evidente que si el acto primero de cogerlos no hizo que leperteneciesen, ninguno de los otros pudo haberlo hecho. Ese trabajo intro-dujo una distincin entre esos frutos y los comunes. Ese trabajo les agreg

  • 7/25/2019 Locke, John - Escritos Polticos.pdf

    14/38

    14 ESTUDIOS PBLICOS

    algo ms a lo que haba hecho la Naturaleza, madre comn de todos, y, portanto, quedaron bajo el derecho exclusivo de quien los cogi. Dir alguien

    que no tena derecho sobre esas bellotas y manzanas, que de ese modo sehaba apropiado, por no tener el consentimiento de todo el gnero humanopara hacerlas suyas? Cometi un robo al coger para s lo que perteneca atodos en comn? De haberse necesitado semejante consentimiento, loshombres se hubiesen muerto de hambre, a pesar de la abundancia que Diosles haba concedido. En dehesas o campos comunes, que continan sindo-lo en virtud de un acuerdo, observamos que la propiedad se inicia cuandose toma algo de lo que se tiene en comn, sacndolo del estado en que la

    Naturaleza all lo haba puesto, ya que de no ser as de nada servira ladehesa comn. El acto de tomar esta parte o aquella no depende del con-sentimiento expreso de todos los coposesores. Por eso, la hierba que micaballo ha pastado, el forraje que mi sirviente cort y el mineral que yo heexcavado en un terreno sobre el cual tengo un derecho en comn con otrospasan a ser mi propiedad sin la asignacin o el consentimiento de nadie. Mitrabajo, el de sacarlos de ese estado en comn en que se encontraban,determin mi propiedad sobre ellos. (V, 28).

    Por esta ley de la razn el ciervo pertenece al indio que lo mat; puesella le reconoce como suyos aquellos bienes en que l ha puesto su trabajo,aunque antes fuesen de todos por derecho comn. Y entre aquellos queson considerados el segmento civilizado de la humanidad, que han dictadoy multiplicado leyes positivas para definir la propiedad, sigue rigiendo estaley originaria de la naturaleza para el inicio de la propiedad en lo que antesera comn. En virtud de esa ley, los peces que uno pesca en el mar, eseinmenso depsito que contina siendo comn de la humanidad, y el mbar

    gris que uno recoge, sacndolo de ese estado comn en que la naturaleza lodej, se convierten en propiedad de quien realiza tales esfuerzos. Inclusoentre nosotros, la liebre a la que se ha dado caza se entiende que pertenecea quien la persigui. Siendo un animal que se considera an de todos encomn, y no la propiedad de un hombre determinado, quien se tom eltrabajo de encontrar y dar caza a un ejemplar de esa especie le ha sacadocon ello del estado de Naturaleza en que era comn a todos, y ha originadouna propiedad. (V, 30).

    Quiz se objete a esto que si al recoger bellotas u otros frutos de latierra confiere un derecho sobre ellos, cualquiera podra entonces apoderar-se de tantos como quisiese. A eso respondo que no es as. La misma leynatural, que de esa manera nos concede la propiedad, fija tambin lmites aesa propiedad.Dios nos ha dado todas las cosas en abundancia(I Tim. vi,12) Confirma la revelacin lo que nos dice la voz de la razn? Pero en qu

  • 7/25/2019 Locke, John - Escritos Polticos.pdf

    15/38

    CARLOS MIRANDA 15

    medida Dios nos ha dado el usufructo de ellas? El hombre puede apropiarsede una cosa por su trabajo en la medida en que le es posible emplearla con

    provecho para su vida antes que se eche a perder. Lo que excede a eselmite es ms de lo que le corresponde y le pertenece a otros. Nada de lo queDios cre fue hecho para que el hombre lo malgaste o destruya. Por eso,cuando se considera la abundancia de recursos naturales que por largotiempo hubo en el mundo, el reducido nmero de quienes los consuman, ylo pequeo de la parte de esos bienes que un hombre, por su laboriosidad,poda coger y acumular para s con perjuicio para los dems, especialmentesi se mantena dentro de los lmites establecidos por la razn respecto de la

    cantidad que podra emplear, no poda sino quedar poco lugar para disputasy discusiones sobre la propiedad que de ese modo se adquira. (V, 31).

    Sin embargo, el objeto principal de la propiedad no lo constituyenhoy los frutos de la tierra, ni los animales que en ella viven, sino la tierramisma y, puesto que ella contiene y proporciona todo lo dems, creo que esevidente que la propiedad de la tierra se adquiere tambin de la mismamanera. La extensin de tierra que un hombre labra, planta, mejora y cultiva,y cuyos productos puede utilizar, constituye la medida de su propiedad. Es

    como si ese hombre, por su trabajo, cercase el terreno, separndolo de latierra en comn. Y no invalida su derecho el que se diga que todos tienenigual derecho sobre ella, y que l podra, por tanto, aduearse de ese terre-no, o cercarlo, sin el consentimiento de todos los coposesores, es decir, lahumanidad toda. Al entregar Dios el mundo a todo el gnero humano encomn tambin le orden que trabajase, y la penuria de su condicin as loexiga. Dios y su propia razn le mandaban que se aduease de la tierra, esdecir, que la cultivara para hacerla til para la vida, y le agregara algo suyo:

    su trabajo. Aquel que obedeciendo el mandato de Dios cultiv la tierra,labr y sembr una parte de ella, le aadi algo que era de su propiedad,algo sobre lo cual nadie ms tena derecho alguno, y que nadie poda arre-batarle sin ocasionarle un dao. (V, 32).

    Esta apropiacin de una parcela de tierra, mediante su cultivo, nocausaba perjuicio alguno a los otros hombres, pues todava quedaba sufi-ciente tierra de la misma calidad, y en cantidad a la que podan utilizarquienes an no la tenan. En efecto, la anexin de una parcela de ninguna

    manera disminua la cantidad de tierra que quedaba a disposicin de losdems. Quien al apropiarse de una cosa deja a otro tanta cantidad de ellacomo ste es capaz de utilizar, prcticamente es como si no hubiese cogidonada. Quien tiene a su disposicin todo el caudal de un ro no puede pensarque otro hombre le ha causado a l un perjuicio porque ha bebido de esaagua, aun si se hubiese servido un buen trago de ella, cuando a l le queda

  • 7/25/2019 Locke, John - Escritos Polticos.pdf

    16/38

    16 ESTUDIOS PBLICOS

    el resto del caudal del mismo ro para saciar su propia sed. El caso de latierra es idntico al del agua, cuando de ambos hay suficiente cantidad. (V,

    33).Dios les dio a los hombres el mundo en comn; sin embargo, puesto

    que se los dio para su beneficio y para que extrajesen del mismo el mayorprovecho posible para su vida, no cabe suponer que Dios pensase que elmundo deba quedar para siempre como una propiedad en comn. Dios lodio para que el hombre laborioso y racional se sirviese del mismo (y sutrabajo le conferira el ttulo de propiedad); no lo dio para satisfaccin delcapricho o de la avaricia del pendenciero y del alborotador. Quien ve que le

    han dejado suficiente para su beneficio no tiene por qu quejarse ni debeentrometerse en lo que otro ha obtenido ya mediante su trabajo, pues, si lohace, es evidente que quiere aprovecharse de los esfuerzos del otro, esfuer-zos a los que no tiene derecho alguno; y que lo que desea no es la tierraque Dios le ha dado en comn con los dems para que la trabajase, tierra dela que queda una cantidad tan grande y de tan buena calidad como la yaposeda, y mayor de la que l sabra trabajar o que su laboriosidad podrallegar a cultivar. (V, 34).

    () De ah que la labranza o el cultivo de la tierra y la adquisicin delderecho de propiedad de la misma van unidas entre s. La una da el ttulo ala otra. De modo que Dios, al ordenar el cultivo de la tierra, da, a la vez, laautorizacin para aduearse de la cultivada. Y la condicin humana, queexige trabajar y materiales con qu hacerlo, necesariamente conduce a lapropiedad privada. (V, 35).

    La medida de la propiedad la defini bien la Naturaleza limitndola alo que alcanza el trabajo del hombre y su utilidad para la vida. Puesto que

    ningn hombre poda, gracias a su trabajo, cultivar o aduearse de toda latierra, ni poda consumir ms que una reducida parte de sus frutos, eraentonces imposible que algn hombre, por causa de esta regla, llegase aatropellar el derecho de otro o adquiriese para s una propiedad en detrimen-to de su vecino; ya que ste an poda disponer de una posesin tan buenay tan grande (despus que el otro haba tomado la suya) como antes de esaapropiacin. Tal medida limitaba la posesin de cada hombre a una propor-cin muy moderada: la confinaba a lo que cada cual poda apropiarse para s

    sin perjuicio para los dems; en los primeros tiempos, en efecto, los hom-bres corran ms peligro de extraviarse, al alejarse de sus compaeros en lasvastas extensiones de tierra deshabitada de aquel entonces, que de verseincomodados por falta de espacio para plantar. Y la misma limitacin puedeadmitirse an sin perjuicio para nadie, por lleno que parezca el mundo. Pues,supongamos a un hombre o a una familia en el estado en el que se encontra-

  • 7/25/2019 Locke, John - Escritos Polticos.pdf

    17/38

    CARLOS MIRANDA 17

    ba en un principio, en los comienzos del poblamiento del mundo por losdescendientes de Adn o de No, y permitmosles plantar en algunos terre-

    nos desocupados del interior de Amrica; descubriremos que las posesio-nes que podran adquirir para s mismos no seran muy grandes de acuerdoa las medidas que hemos dado, y ni aun en estos das preocuparan al restode la humanidad, ni sta se quejara o se considerara perjudicada por laintrusin de ese hombre o de esa familia, aun cuando el gnero humano sehalla hoy extendido por todos los rincones del mundo y exceda infinitamen-te el pequeo nmero que haba en el comienzo. Todava ms, la extensinde tierra tiene tan poco valor si no se la cultiva que he odo afirmar que en

    Espaa misma se le permite a un hombre arar, sembrar y cosechar, sin sermolestado, en tierra a la cual no posee otro ttulo que el de hacer uso de ella.No slo eso, sino que, por el contrario, los habitantes se sienten obligadospor gratitud hacia quien por su industriosidad en tierras desdeadas y, portanto, desperdiciadas, ha aumentado las provisiones de grano que ellosnecesitaban. Pero sea como fuere, en ello no hago hincapi, me atrevo aafirmar temerariamente que la misma regla de propiedad, vale decir, que cadacual debera tener tanto como pudiere utilizar, tendra todava validez sin

    que ninguno se viese cercenado por ella, puesto que en el mundo habratierra suficiente como para satisfacer las necesidades del doble de habitan-tes si no fuera porque la invencin del dinero, y el acuerdo tcito de loshombres en fijarle un valor, hubiesen introducido (por convenio) posesio-nes ms extensas y un derecho a ellas. Luego mostrar con mayor detallecmo ocurri aquello. (V, 36).

    No es tan extrao, como quizs pudiera parecer antes de meditar enello, que la propiedad del trabajo puede sobrepasar en valor a la comunidad

    de tierras, puesto que es el trabajo, verdaderamente, lo que establece entodas las cosas la diferencia de valor. Cualquiera que reflexione sobre ladiferencia que existe entre un acre de tierra plantada con tabaco o caa deazcar, o sembrada de trigo o de cebada, y un acre de la misma tierra que setiene en comn y que no ha sido cultivada, descubrir que la mejora intro-ducida por el trabajo constituye, con mucho, la mayor parte del valor de esatierra. Creo que se hace un clculo muy modesto al decir que todos losproductos de la tierra que son tiles para la vida del hombre, nueve dcimas

    partes son consecuencia del trabajo. An ms: si hacemos una estimacincorrecta del valor de las cosas, tal como se nos presentan al momento deservirnos de ellas, y sumamos los distintos costos que comprenden, esdecir, lo que en ellas se debe nicamente a la naturaleza y lo que correspon-de exclusivamente al trabajo, descubriremos que, en la mayor parte de las

  • 7/25/2019 Locke, John - Escritos Polticos.pdf

    18/38

    18 ESTUDIOS PBLICOS

    cosas, el noventa y nueve por ciento del valor total debe imputarse al traba-jo. (V, 40).

    As pues, en los primeros tiempos, el trabajo daba origen al derechode propiedad, siempre que alguien estaba dispuesto a emplearlo en bienesque eran comunes. Esa clase de bienes constituyeron por largo tiempo laparte ms importante, y de ellos todava queda una cantidad superior a laque la humanidad puede usar. La mayora de los hombres, en un principio,se contentaban con lo que la naturaleza por s sola les ofreca para la satis-faccin de sus necesidades. Posteriormente, sin embargo, en algunos luga-res del mundo el crecimiento de la poblacin y de los recursos, mediante el

    uso del dinero, hicieron que la tierra escasease y, por tanto, adquiriesecierto valor; las distintas comunidades establecieron los lmites de sus res-pectivos territorios y regularon por medio de leyes, al interior de ellas, laspropiedades de los individuos miembros de las mismas. Y, de esa manera,por convenio y acuerdo mutuos, establecieron la propiedad que el trabajo yla industriosidad haban iniciado. Ms tarde, las ligas que se formaron entrediversos Estados y reinos renunciaron, ya sea de modo expreso o tcito, atodo ttulo y derecho a la tierra que se encontraba ya en posesin de los

    otros miembros de la liga, y, al hacerlo, renunciaron, de mutuo consenti-miento, al derecho natural comn que originalmente tenan a las tierras delos otros pases integrantes de la liga. As, por un acuerdo positivo, estable-cieron entre ellos la propiedad en las distintas partes del mundo. Con todo,todava pueden encontrarse grandes extensiones de tierras que yacen bal-das porque sus habitantes no se han unido al resto del gnero humano enel acuerdo para el empleo de una moneda comn. Y la cantidad de esastierras es superior a la que utilizan o podran utilizar los que las habitan, y

    por eso an pertenecen a todos en comn. Esta situacin, sin embargo,difcilmente podra darse dentro de aquella parte del gnero humano que haaceptado el uso del dinero. (V, 45).

    La mayor parte de las cosas verdaderamente tiles para la vida delhombre, aquellas que la necesidad de subsistir hizo que las buscasen losprimeros hombres como hoy hace que los americanos las busquen, sonpor lo general de corta duracin, y se deterioran y descomponen por ssolas si no se las consume. Por el contrario, el oro, la plata y los diamantes

    son cosas a las que el capricho o un acuerdo les ha fijado un valor que essuperior a la necesidad que realmente se tiene de ellas para la subsistencia.Ahora bien, de las cosas que la naturaleza haba provisto en comn a loshombres, cada cual (como se ha dicho) tena derecho a tantas de ellas comolas que poda utilizar, y a la propiedad de todas aquellas en que intervenasu trabajo; todas las cosas a las que alcanzaba su laboriosidad, alterando el

  • 7/25/2019 Locke, John - Escritos Polticos.pdf

    19/38

    CARLOS MIRANDA 19

    estado en el que la naturaleza las haba puesto, eran suyas. Quien recogacien bushelsde bellotas o de manzanas adquira, por ese hecho, la propie-

    dad de ellas; en el momento que las recogi pasaron a ser bienes suyos.nicamente deba preocuparse de consumirlas antes que se echasen a per-der, de otro modo haba tomado ms de lo que le corresponda y robado alos dems. Verdaderamente era una estupidez y una falta de honestidadacaparar una cantidad mayor que la que se poda utilizar. Poda tambinhacer uso de los frutos recogidos regalndole a cualquier otro una parte deellos, a fin de que no se echasen a perder intilmente en su poder. Tampococausaba dao alguno si haca un trueque de ciruelas, que dentro de una

    semana se habran podrido, por nueces, que se mantendran comestibles unao entero. Ni dilapidaba los bienes comunes ni destrua lo que perteneca alos dems, en tanto permitiera que se perdiesen vanamente en sus manos.Por otra parte, tampoco atropellaba el derecho de nadie si ceda sus nuecespor un trozo de metal cuyo color le agradaba, o si entregaba sus ovejas acambio de conchas marinas, o su lana por una piedra centelleante o undiamante que guardara consigo por el resto de su vida; poda acumulartantos de esos bienes durables como quisiese, pues no se exceda de los

    lmites justos de su derecho de propiedad por la magnitud de sus posesio-nes, sino cuando alguna de ellas pereca intilmente en su poder. (V, 46).

    El dinero

    Y as fue que se introdujo el uso del dinero, una cosa duradera quepoda guardarse sin que se malograse, y que los hombres, de mutuo acuer-do, aceptaran a cambio de bienes verdaderamente tiles para la vida, aun-

    que fuesen perecibles. (V, 47).De la misma manera que los distintos grados de industriosidad de

    los hombres hacan que stos tuviesen posesiones en diferentes proporcio-nes, la invencin del dinero les dio la oportunidad de seguir adquiriendo yde aumentar sus bienes. Supongamos, por ejemplo, una isla sin posibilidadalguna de comercio con el resto del mundo, habitada slo por un centenarde familias, pero en la que haba ovejas, caballos y vacas, junto a otrosanimales tiles, frutos comestibles y tierra suficiente para producir granos

    en cantidad mil veces superior a la requerida por esa poblacin y que, sinembargo, ninguno de los productos de la isla pudiese servir como dinero,por ser todos muy corrientes o perecibles. Qu razn podra tener all al-guien para aumentar sus posesiones ms all de lo que su familia podrautilizar, y de lo que constituye un abundante suministro de provisiones parasu consumo, ya sea en lo producido por su propia laboriosidad, o en aque-

  • 7/25/2019 Locke, John - Escritos Polticos.pdf

    20/38

    20 ESTUDIOS PBLICOS

    llo que pudiese intercambiar por otros bienes perecibles o por artculosnecesarios?

    Si no existe algo que sea a la vez duradero y escaso y tan valiosocomo para ser atesorados, los hombres no se inclinaran a aumentar susposesiones de tierras, aunque aquellas disponibles no pudiesen ser msfrtiles o difcilmente pudiesen presentar menos obstculos. Me pregunto,qu valor tendran para un hombre diez mil o cien mil acres de excelentestierras, bien cultivadas y, adems, provistas de abundante ganado, si ellasse encuentran en las regiones interiores de Amrica, donde no existe laposibilidad de comerciar con otras partes del mundo y de ese modo obtener

    dinero de la venta de sus productos? Ni siquiera valdra la pena cercarlas, yveramos que el hombre devolvera a la selvtica comunidad de la Naturale-za todo lo que excediera a los suministros necesarios para su vida y la de sufamilia. (V, 48).

    DE LA SOCIEDAD POLTICA O CIVIL

    El hombre, segn lo hemos ya demostrado, nace con un ttulo a laperfecta libertad y al disfrute ilimitado de todos los derechos y privilegiosde la ley de la naturaleza. Tiene, pues, por naturaleza, al igual que cualquierotro hombre que haya en el mundo, poder no slo para defender su propie-dad, es decir, su vida, su libertad y sus bienes, contra los atropellos yataques de los otros hombres, sino que tiene tambin poder para juzgar ycastigar con la muerte cuando la atrocidad del crimen, en su opinin, as loexige. Sin embargo, debido a que una sociedad poltica no puede existir ni

    subsistir si no posee en s misma poder para defender la propiedad, y, portanto, para castigar las faltas de los miembros de esa sociedad, resulta queuna sociedad poltica nicamente puede existir all, y slo all, donde cadauno de los miembros ha renunciado a su poder natural ponindolo en ma-nos de la comunidad en todos aquellos casos en que puede recurrir endemanda de proteccin a la ley establecida por esa sociedad. As, al quedarexcluido el juicio particular de cada uno de los miembros, la comunidad seconvierte en rbitro mediante el establecimiento de reglas permanentes, im-

    parciales e iguales para todas las partes; y, por intermedio de hombresautorizados por la comunidad para la ejecucin de esas normas, resuelvetodas las diferencias que puedan surgir entre los miembros de esa sociedaden cualquier asunto de derecho, y castiga los delitos que cualquier miembrohaya cometido contra la sociedad, aplicando las penas que la ley establece.De ese modo resulta fcil discernir quines estn reunidos en sociedad

  • 7/25/2019 Locke, John - Escritos Polticos.pdf

    21/38

    CARLOS MIRANDA 21

    poltica y quines no. Aquellos que se encuentran unidos formando unmismo cuerpo, y que poseen una ley comn sancionada y un organismo

    judicial al cual recurrir, con autoridad para resolver las disputas entre ellos ycastigar a los culpables, viven en sociedad civil los unos con los otros;empero, aquellos que no disponen de una instancia de apelacin comn,quiero decir, de una instancia de apelacin en la tierra, an permanecen enestado de naturaleza, y cada uno de ellos, a falta de otro juez, es juez yejecutor por s solo, lo que constituye como lo he manifestado anteriormen-te, el estado de naturaleza perfecto. (VII, 87).

    El Estado, de esa manera, viene a disponer del poder para establecer

    qu castigo habr de aplicarse a las diferentes transgresiones que consideramerecen una sancin, cometidas por los miembros de la sociedad (este es elpoder de hacer leyes); as como tiene el poder de castigar cualquier daoinfligido a uno de sus miembros por alguien que no lo es (es decir, el poderde la guerra y de la paz). Y el objeto de esos poderes no es otro que ladefensa de la propiedad de todos los miembros de esa sociedad, hastadonde sea posible. Pero aunque cada hombre que entra en sociedad renun-cia a su poder de castigar, de acuerdo a su particular y propio juicio, los

    atropellos contra la ley de la Naturaleza, resulta que por el hecho mismo dehaber entregado a la legislatura el poder de juzgar las ofensas, en todosaquellos casos en que se puede apelar al magistrado, ha puesto tambin sufuerza a disposicin del Estado, concedindole el derecho de emplearla cadavez que fuere necesario, para la ejecucin de las sentencias dictadas por lacomunidad; sentencias que, en efecto, son sus propios juicios, pues sondictadas por l mismo o por su representante. All se encuentra el origen delpoder legislativo y del poder ejecutivo de la sociedad civil, a saber, el poder

    de juzgar, conforme a leyes establecidas, en qu grado se han de castigarlas ofensas cuando stas se cometen dentro del Estado; as como all radicael poder de juzgar en determinadas ocasiones, sobre la base de las circuns-tancias presentes del hecho, en qu grado se han de vindicar los daoscometidos desde el exterior. En ambos casos, cuando ello es necesario, lasociedad civil puede emplear la fuerza de todos sus miembros. (VII, 88).

    Por consiguiente, siempre que un nmero de hombres se une ensociedad renunciando cada uno de ellos a su poder para ejecutar la ley de la

    naturaleza, cedindoselo a la comunidad, all, y slo all, existe una sociedadcivil o poltica. Y esto ocurre siempre que cierto nmero de hombres quevivan en el estado de naturaleza se unen en sociedad para formar un pue-blo, un cuerpo poltico, bajo un gobierno supremo; o cuando alguien seasocia e incorpora a un gobierno ya establecido. Pues, con ello, un hombreautoriza a la sociedad o, lo que es lo mismo, a su poder legislativo, para

  • 7/25/2019 Locke, John - Escritos Polticos.pdf

    22/38

    22 ESTUDIOS PBLICOS

    hacer leyes en su nombre, conforme lo exija el bien pblico de la sociedad, ypara ejecutarlas cuando se necesite su ayuda (como s se tratase de sus

    propias resoluciones). Eso es lo que saca a los hombres del estado denaturaleza y los coloca dentro de la sociedad civil, es decir, el hecho deestablecer un juez en la tierra con autoridad para resolver todas las contro-versias y reparar los daos que pueda sufrir cualquiera de los miembros deesa sociedad. Ese juez es el poder legislativo, o lo son los magistrados quel mismo designe. Siempre que encontremos un cierto nmero de hombresque no obstante hallarse asociados entre s no dispongan de ese poderdecisivo al cual apelar, podemos decir que ellos permanecen viviendo en el

    estado de naturaleza. (VII, 89).

    CRTICA DE LA MONARQUA ABSOLUTA

    De ah que resulte evidente que la monarqua absoluta, a la quealgunas personas consideran como el nico gobierno del mundo, en reali-dad es incompatible con la sociedad civil y que, en consecuencia, no pueda

    ser considerada de ninguna manera como una forma de gobierno civil. Por-que, en efecto, la finalidad de la sociedad civil es evitar y remediar losinconvenientes del estado de naturaleza que se producen necesariamentecuando cada hombre es juez de su propia causa, mediante el establecimien-to de una autoridad conocida a la que cualquier miembro de dicha sociedadpuede recurrir cuando sufre atropello o cuando se produce una controver-sia, y a la cual todos los miembros de la sociedad tengan la obligacin deobedecer. All donde existen personas que no disponen de esa autoridad a

    la cual recurrir para que decida acerca de las diferencias surgidas entre ellas,esas personas se encuentran todava viviendo en el estado de naturaleza. Yen esa misma situacin se halla todo prncipe absoluto con respecto a todosaquellos que estn sometidos a su dominio. (VII, 90).

    Si se parte del supuesto de que ese prncipe absoluto rene exclusi-vamente en s mismo tanto el poder legislativo como el poder ejecutivo, noexiste juez ni posibilidad de apelar a nadie con autoridad para decidir con

    justicia e imparcialidad y de cuya decisin pueda esperarse remedio y com-

    pensacin contra cualquier atropello o dao que pudiera provenir del prnci-pe o de una orden suya. De manera que tal hombre, cualquiera sea el ttuloque ostente, Zar, Gran Seor o el que sea, se encuentra tan en estado denaturaleza respecto de todos aquellos que se hallan bajo su dominio, comolo est respecto del resto del gnero humano. En efecto, all donde existendos hombres que carecen de una ley fija y de un juez comn a quien apelar

  • 7/25/2019 Locke, John - Escritos Polticos.pdf

    23/38

    CARLOS MIRANDA 23

    en este mundo para que resuelva las controversias sobre derechos quesurjan entre ellos, tales hombres permanecen en estado de naturaleza y bajo

    todos sus inconvenientes. La nica lamentable diferencia para el sbdito, omejor dicho para el esclavo del prncipe absoluto, es que en el estado denaturaleza ordinario l tiene la libertad para juzgar por s mismo su derecho ypara defenderlo con todo su poder; cuando, en cambio, su propiedad esatropellada por la voluntad y las rdenes de su monarca, no slo no tiene aquien apelar, recurso que deben tener todos los que viven en sociedad,sino que, como si lo hubieran rebajado de su condicin comn de creaturaracional, se le niega la libertad de juzgar su causa o de defender su derecho,

    y de ese modo queda expuesto a todas las miserias e inconvenientes que unhombre puede temer de quien, encontrndose sin restricciones en el estadode naturaleza, se ve adems corrompido por la adulacin e investido depoder. (VII, 91).

    DEL COMIENZO DE LAS SOCIEDADES POLTICAS

    Puesto que los hombres, como se ha dicho, son todos por naturalezaiguales e independientes, ninguno de ellos puede ser sacado de esa condi-cin y sometido al poder poltico de otro sin que medie su propio consenti-miento. Y este consentimiento se otorga mediante un convenio hecho conotros hombres de unirse y asociarse en una comunidad para vivir unos conotros de una manera cmoda, segura y pacfica en el disfrute tranquilo desus propiedades, y para disponer de mayor seguridad contra cualquiera queno pertenezca a esa sociedad. Esto lo puede realizar un nmero cualquiera

    de personas, pues no perjudica la libertad de los dems que siguen estando,como lo estaban hasta entonces, en la libertad del estado de naturaleza. Unavez que determinado nmero de hombres ha acordado constituir una comu-nidad o gobierno, desde ese mismo momento quedan incorporados y for-man un solo cuerpo poltico en el que la mayora tiene el derecho de actuary decidir por todos. (VIII, 95).

    Pues siempre que cierto nmero de hombres establece una comuni-dad, mediante el consentimiento de cada individuo, la comunidad pasa a ser

    un cuerpo, con poder para actuar como tal, lo que slo se logra por lavoluntad y la decisin de la mayora. En efecto, como lo que una comunidadhace no es sino lo que han consentido sus miembros individuales, y puestoque la comunidad es un cuerpo, en tanto cuerpo, entonces, debe moverseen alguna direccin. Siendo as, el cuerpo deber moverse hacia donde loimpulse la fuerza mayor, y esa fuerza mayor es el consentimiento de la

  • 7/25/2019 Locke, John - Escritos Polticos.pdf

    24/38

    24 ESTUDIOS PBLICOS

    mayora; de lo contrario la comunidad no podra actuar o continuar siendoun solo cuerpo, que es a lo que cada uno de los individuos dio su consenti-

    miento al ingresar en ella. Esa es la razn por la que todos los miembros deuna comunidad estn obligados a aceptar la resolucin a que llega la mayo-ra. Y vemos, por eso, que en las asambleas investidas por leyes positivaspara actuar, en las que la ley positiva no fija un nmero determinado paraque lo puedan hacer, la resolucin de la mayora se acepta como resolucinde los miembros de todos, y se entiende que todos quedan obligados,puesto que ella contiene (de acuerdo a la ley natural y de la razn) el poderde la totalidad. (VIII, 96).

    As, todos cuantos consienten en formar un cuerpo poltico bajo ungobierno se obligan a s mismos ante los dems miembros de esa sociedad asometerse a la decisin de la mayora y a aceptar las restricciones que deella emanen. De otra manera nada significara aquel pacto inicial por el cualtodos se unen en una sociedad, y no habra tal pacto si cada uno permane-ciese libre y sin ms lazos que los que tena anteriormente en el estado denaturaleza. Pues, qu asomo habra de pacto o de nuevo compromiso sicada cual no quedase obligado a acatar las resoluciones de la sociedad, ms

    all de lo que a l le pareciese bien y de lo que hubiese realmente aceptado?De ser as dispondra de una libertad tan grande como la que tena antes delpacto, o como la que tiene cualquier hombre en el estado de naturaleza, enel que puede someterse y aceptar los actos de la sociedad segn a l leparezca. (VIII, 97).

    Porque si insensatamente se rechaza el consentimiento de la mayoracomo decisin de la totalidad y como fuente de restriccin para cada uno delos miembros, entonces nada, salvo el consentimiento unnime, podra ha-

    cer de una resolucin un acto de la totalidad. Pero es casi imposible que talunanimidad pueda alguna vez alcanzarse si se consideran las enfermedadesy el cuidado de los negocios que, incluso en sociedades muy inferiores ennmero a la de un Estado, mantienen a muchos forzosamente alejados de lasasambleas pblicas; lo mismo que si se piensa en la variedad de opiniones yen la disparidad de intereses que inevitablemente se dan en todo grupo dehombres. Pues, si el ingreso en una sociedad se realizase en esos trminos,entonces sera como las ideas de Catn al teatro, quien entraba slo para

    salir. Una constitucin semejante hara que el poderoso Leviatn tuvieseuna existencia ms breve que la de la ms dbil de las criaturas, y no lepermitira siquiera sobrevivir al da de su nacimiento, lo cual no cabe imagi-nar, pues resulta inconcebible que criaturas racionales anhelen unirse ensociedades, y las constituyan slo para disolverlas. Porque cuando la ma-yora no puede obligar a los dems miembros, la sociedad no puede actuar

  • 7/25/2019 Locke, John - Escritos Polticos.pdf

    25/38

    CARLOS MIRANDA 25

    como un cuerpo, y, por consiguiente, volver a disolverse de inmediato.(VIII, 98).

    En consecuencia, se entiende que quienes dejan el estado de natura-leza asocindose en una comunidad, entregan a la mayora de la misma todoel poder necesario para alcanzar las finalidades para las cuales se unieron; ano ser que expresamente acuerden ponerlo en las manos de un nmero depersonas mayor que el que forma la simple mayora. Y ello es as por elsimple hecho de haber acordado unirse en una sociedad poltica, no requi-rindose de otro pacto entre los individuos que ingresan o integran unEstado. Por tanto, lo que da inicio y realmente constituye una sociedad

    poltica cualquiera no es otra cosa que el consentimiento de cierto nmerode hombres libres capaces de formar una mayora, para unirse e incorporar-se a una comunidad de esa clase. Aquello, y solamente aquello, es lo quedio o puede dar comienzo en el mundo a cualquier gobierno legtimo. (VIII,99).

    Dos objeciones se plantean a esto:

    La primera es que no existen ejemplos en la historia de un grupo de

    hombres, independientes e iguales entre s, que se hayan juntado, iniciadoy establecido un gobierno de esa manera.

    La segunda es que resulta imposible, en trminos de derecho, quelos hombres hayan de hacer eso, porque habiendo nacido todos bajo ungobierno tienen que someterse al mismo y, por tanto, no se encuentran enlibertad para constituir uno nuevo. (VIII, 100).

    A la primera objecin se ha de responder lo siguiente: De ninguna

    manera debe extraarnos que la historia nos cuente muy poco acerca de loshombres que vivieron en el estado de naturaleza. Tan pronto como lasinconveniencias de esa condicin, as como el anhelo y necesidad de unasociedad, llevaba a cierto nmero de ellos a juntarse, stos inmediatamentese unan y se asociaban cuando su intencin era la de permanecer juntos. Sino cabe suponer que los hombres hayan estado alguna vez en el estado denaturaleza, porque es muy poco lo que sabemos de ellos en ese estado,entonces tampoco podramos suponer que los soldados de los ejrcitos de

    Jerjes hubiesen sido nios alguna vez, ya que apenas escuchamos hablarde ellos hasta que fueron hombres y se incorporaron al ejrcito. Los gobier-nos son en todas partes anteriores a los documentos, y rara vez se cultivanen un pueblo las letras antes de que una prolongada continuacin de lasociedad civil les haya proporcionado a sus miembros seguridad, tranquili-dad y abundancia por medio del desarrollo de otras artes ms necesarias.

  • 7/25/2019 Locke, John - Escritos Polticos.pdf

    26/38

    26 ESTUDIOS PBLICOS

    Slo despus comienzan a investigar la historia de sus fundadores, e inda-gan sobre los primeros tiempos cuando ya no quedan recuerdos de ellos en

    la memoria. A los Estados les ocurre lo mismo que a las personas individua-les, que comnmente desconocen los hechos de su propio nacimiento einfancia; y si algo saben de sus orgenes se lo deben a los relatos casualesque otros han dejado. Y los que tenemos de los inicios de algunos Estados,exceptuando el de los judos, en el que Dios intervino directamente y que ennada favorece a la forma paternal de gobierno, son todos claros ejemplos deun comienzo como el que he mencionado o, al menos, presentan evidenteshuellas del mismo. (VIII, 101).

    No negar que si indagamos en la historia los orgenes de los Esta-dos descubriremos que stos, por lo general, se hallaban bajo el gobierno yla administracin de un solo hombre. Y me inclino a creer tambin quecuando una familia era lo suficientemente numerosa como para subsistir pors sola, y permaneca completamente unida sin mezclarse con otras, comoocurre a menudo cuando hay tierra en abundancia y la poblacin es escasa,el gobierno comnmente comenzaba en el padre. Pues, como el padre tenael mismo poder que los dems hombres, en virtud de la ley de la Naturaleza,

    para castigar del modo que juzgara conveniente cualquiera infraccin a esaley, poda ello castigar las transgresiones de sus hijos, aunque stos fuesenya hombres y no se encontrasen bajo su tutela; y es muy probable que loshijos se sometiesen al castigo del padre y que cada uno de ellos, en suoportunidad, se le uniese en contra del ofensor, otorgndole con ello poderpara ejecutar su sentencia contra cualquier transgresin, lo que lo conver-ta, en efecto, en legislador y gobernante de todo lo que permaneca a sufamilia. El era el hombre en quien ms poda confiarse; el afecto paternal

    garantizaba que bajo su cuidado sus propiedades e intereses estaran segu-ros, y la costumbre de obedecerle en su niez haca ms fcil que se some-tiesen a l que a cualquiera otro. Por tanto, si ellos deban tener a alguienque los gobernase, pues es difcil evitar el gobierno entre hombres queviven juntos, quin ms adecuado que el hombre que era su padre comn,salvo que la negligencia, la crueldad, o algn otro defecto de la mente o delcuerpo, le inhabilitara para ello? Pero cuando el padre mora dejando a unheredero que por falta de edad, sabidura, valor u otra cualidad, era menos

    apto para gobernar, o cuando varias familias se reunan y consentan encontinuar juntas, no ha de dudarse que en tales situaciones empleaban sulibertad natural para erigir a quien juzgaran ser ms capaz y ms idneo paragobernar bien sobre ellos. Por eso es que los pueblos de Amrica quevivan fuera del alcance de las espadas de la conquista y de la dominacinexpansiva de los dos grandes imperios de Per y Mxico, disfrutaban de su

  • 7/25/2019 Locke, John - Escritos Polticos.pdf

    27/38

    CARLOS MIRANDA 27

    propia libertad natural, aunque, caeteris paribus, generalmente prefirieran alheredero de su difunto rey; empero, si lo encontraban de alguna manera

    dbil o incapaz, lo dejaban de lado y erigan como gobernante al hombrems fuerte y ms valiente. (VIII, 105).

    As, pues, aunque al remontarnos a los documentos que dan cuentadel poblamiento del mundo y de la historia de las naciones encontramos,por lo general, que el gobierno est en manos de una sola persona, ello norefuta lo que yo he afirmado, a saber, que el comienzo de las sociedadespolticas se funda en el consentimiento de los individuos para unirse yformar una sociedad, quienes, una vez as integrados, podan establecer la

    forma de gobierno que creyeran conveniente. Pero habiendo aquello dadoocasin a que los hombres se equivocaran y pensaran que el gobierno erapor naturaleza monrquico, y que perteneca al padre, no est de ms queyo considere aqu por qu la gente, en un principio, escogi esa forma, a lacual quizs la preeminencia del padre pudo, en la primera constitucin dealgn Estado, haber dado origen, poniendo en un comienzo el poder en lasmanos de una sola persona; sin embargo, es evidente que la razn de que laforma de gobierno de una sola persona continuara no fue ninguna conside-

    racin o respeto por la autoridad paterna, puesto que todas las monarquasmenores, es decir, casi todas las monarquas en sus primeros tiempos, hansido comnmente, o al menos en ocasiones, electivas. (VIII, 106).

    Vemos, entonces, cun verosmil es que personas que eran natural-mente libres, y que por su propio consentimiento se sometieron al poder desu padre, o bien que procediendo de distintas familias se unieron para cons-tituir un gobierno, pusiesen por lo general el poder en las manos de un solohombre, prefiriendo estar bajo el mando de una sola persona, sin fijar limita-

    ciones o reglamentaciones expresas a ese poder porque consideraban quela honestidad y prudencia del soberano les daba suficiente seguridad. Pero

    jams imaginaron que la monarqua fuese Jure Divino, derecho del cualnunca se oy hablar entre el gnero humano sino hasta que nos lo fuerevelado por la divinidad en los ltimos tiempos; tal como nunca admitieronque el poder paterno incluyese el derecho soberano ni que fuese el funda-mento de todo gobierno. Siendo as, baste sealar que a la luz de lo que lahistoria puede mostrarnos, tenemos motivos para concluir que todos los

    comienzos pacficos de los gobiernos se basan en el consentimiento delpueblo. Digopacficos,porque en otra parte tendr ocasin de referirme a laconquista, la que para algunos tambin constituye una manera de iniciar ungobierno. (VIII, 112).

    La otra objecin que se hace contra la explicacin que yo he dadodel comienzo de las sociedades polticas es, a mi entender, la siguiente:

  • 7/25/2019 Locke, John - Escritos Polticos.pdf

    28/38

    28 ESTUDIOS PBLICOS

    Puesto que todos los hombres nacen bajo un gobierno u otro, esimposible que alguna vez hayan tenido la libertad y la prerrogativa para

    unirse y dar comienzo a un nuevo gobierno, o que hayan sido capaces deestablecer un gobierno ilegtimo.

    Si ese fuere un argumento vlido cmo es que han existido, mepregunto entonces, tantas monarquas legtimas en el mundo? Porque ascomo nadie, segn ese razonamiento, puede mostrarme un solo hombre, dela poca que fuere, con libertad para dar inicio a una monarqua legtima, yome comprometo a ensearle diez hombres que simultneamente tuvieronlibertad para asociarse a comenzar un nuevo gobierno bajo la forma monr-

    quica u otra. Con ello se demuestra que si una persona naci bajo el domi-nio de otra, puede disponer de tanta libertad como para tener derecho agobernar a otros en un imperio nuevo y distinto de aquel en el que naci;por esa misma razn, cualquiera que nace bajo el dominio de otro hombrepuede poseer esa libertad, pudiendo convertirse en soberano o sbdito enuna sociedad poltica separada y distinta de la anterior. En consecuencia, envirtud del principio mismo que ellos esgrimen, o bien todos los hombres sonlibres, dondequiera que hayan nacido; o bien slo podra existir un prncipe

    legtimo, un solo gobierno legtimo en el mundo. En ese caso no les quedams que indicarnos simplemente cul es ese prncipe, y no dudo que cuan-do lo hayan hecho la humanidad entera estar de acuerdo en rendirle laobediencia debida. (VIII, 113).

    Aunque bastara como respuesta a los que plantean esa objecin lademostracin de que ella presenta las mismas dificultades que enfrenta la deaquellos contra quienes la esgrimen, intentar, no obstante, ir un poco mslejos en la revelacin de las debilidades de esa argumentacin.

    Dicen ellos: Todos los hombres nacen bajo un gobierno, y, en con-secuencia, no pueden estar en libertad para iniciar uno nuevo. Todos

    nacen bajo el mando de un padre o de un prncipe, y, por tanto, se en-

    cuentran obligados a una sumisin y lealtad perpetuas.Es evidente que elgnero humano nunca admiti ni tom en consideracin semejante someti-miento natural en el que haban nacido; sometiendo a uno o al otro que losataba, sin haber dado su consentimiento, a seguir sometidos a ellos y a susdescendientes. (VIII, 114).

    No existen ejemplos tan frecuentes en la historia, tanto sagradacomo profana, como los de hombres que se apartaron y retiraron su obe-diencia de la jurisdiccin bajo la cual nacieron, de la familia o de la comuni-dad en la que fueron criados, y establecieron nuevos gobiernos en otroslugares; de ellos surgieron todos esos pequeos Estados en el comienzo delos tiempos, los cuales continuamente se multiplicaban mientras haba espa-

  • 7/25/2019 Locke, John - Escritos Polticos.pdf

    29/38

    CARLOS MIRANDA 29

    cio suficiente, hasta que el ms fuerte o ms afortunado devoraba al msdbil; y los ms poderosos, dividindose nuevamente, se disolvan en do-

    minios menores. Todos ellos son testimonios en contra de la soberanapaternal, y claramente prueban que no fue el derecho natural de los padres,transmitido a sus herederos, lo que en un principio dio origen a los gobier-nos; porque es imposible, sobre esa base, que hubiesen existido tantosreinos pequeos. Si los hombres no hubieran tenido libertad para separarsede sus familias y del gobierno, sea cual fuere el que all se haba establecido,e irse y formar Estados distintos y otros gobiernos segn les pareciese,entonces slo debera existir una nica monarqua universal. (VIII, 115).

    Esto es, por lo general, lo que ha ocasionado el error en esa materia.Los Estados no permiten que se desmembre una parte de su territorio, nique ste sea ocupado por quienes no son miembros de su comunidad. Porese motivo, normalmente el hijo no puede hacer uso de las posesiones desu padre si no lo hace bajo los mismos trminos en que aquel se encontra-ba; es decir, debe formar parte de esa sociedad, con lo cual inmediatamentese somete al gobierno all establecido, como cualquier otro sbdito de eseEstado. As pues, como el consentimiento que es lo nico que hace a los

    hombres libres nacidos bajo un determinado gobierno ser miembros de eseEstado lo dan separadamente, a medida que cada uno alcanza la mayorade edad, y no lo dan conjuntamente en una multitud, la gente no advierteese consentimiento; nadie piensa que lo ha dado ni que sea necesario darlo,y, por tanto, concluyen que se es sbdito de modo tan natural como se eshombre. (VIII, 117).

    Puesto que los hombres, como se ha dicho, son naturalmente libres,no pudiendo sometrseles a un poder terrenal si no es por su propio con-

    sentimiento, habr que examinar qu se entiende por declaracin suficientedel consentimiento de un hombre a someterse a las leyes de un gobiernodeterminado. Existe una distincin comn entre consentimiento expreso yconsentimiento tcito, que atae a nuestro caso actual. Nadie pone en dudaque el consentimiento expreso de un hombre para ingresar a determinadasociedad lo convierte en un miembro cabal de la misma, en sbdito de esegobierno. La dificultad estriba en determinar qu debe entenderse por con-sentimiento tcito y en qu medida obliga, es decir, hasta qu punto debe

    considerarse que un hombre ha dado su consentimiento, sometindose deese modo a un gobierno, si ese consentimiento no ha sido expresado demanera alguna. Respecto a esto, yo digo que todo hombre que tiene unaposesin o el usufructo de una parte del dominio territorial de un gobiernootorga con ello su consentimiento tcito, y est desde ese instante obligadoa obedecer las leyes de dicho gobierno mientras disfrute de esas posesio-

  • 7/25/2019 Locke, John - Escritos Polticos.pdf

    30/38

    30 ESTUDIOS PBLICOS

    nes, en las mismas condiciones que los dems sbditos; ya sea que esasposesiones sean tierras que han de pertenecerle a l y a sus herederos para

    siempre o que consistan en una vivienda alquilada por una semana, o bienque se trate simplemente del acto de viajar libremente por el camino real,pues, en efecto, ese consentimiento se otorga incluso por el mero hecho devivir dentro del territorio de ese gobierno. (VIII, 119).

    Para comprender esto mejor es conveniente tener presente que en elinstante que un hombre se integra a un Estado, unindose a esa sociedadpoltica, tambin anexiona y somete a la comunidad los bienes que ya poseey los que podr adquirir, siempre que no pertenezcan ya a otro Estado. Por

    cierto, constituira una contradiccin manifiesta que alguien entrase en so-ciedad con otros con el objeto de defender y reglamentar la propiedad, y,sin embargo, supusiese que las tierras que posee, cuya propiedad ha de serregulada por las leyes de la sociedad, deban quedar fuera de la jurisdiccinde ese gobierno del cual l mismo, el propietario de la tierra, es sbdito. As,por el acto mismo por el que una persona que antes era libre se une a unEstado cualquiera, une tambin a aquel sus posesiones que antes eran li-bres. De esa manera, ambos, persona y posesiones, se someten al gobierno

    y dominio de aquel Estado, mientras ste siga existiendo. Por eso, quien deah en adelante, sea por herencia, compra, autorizacin o por cualquiera otromodo, disfrute de unas tierras que ya se haban anexado y puesto bajo laautoridad del gobierno de ese Estado, debe ocuparlas conformndose a lacondicin a que se encuentran sujetas, vale decir, debe someterlas al go-bierno del Estado bajo cuya jurisdiccin se encuentra, en las mismas condi-ciones en que deben hacerlo los restantes sbditos. (VIII, 120).

    Sin embargo, como el gobierno slo tiene jurisdiccin directa sobre

    la tierra, y sta nicamente se extiende al propietario (antes que se hayaincorporado realmente a la sociedad) en tanto viva en esas tierras y usu-fructe de ellas, la obligacin de someterse al gobierno, en virtud de eseusufructo, comienza y termina con el usufructo mismo. Por esa razn, desdeel momento en que el propietario de la tierra, que no haba dado ms que suconsentimiento tcito al gobierno, se deshace de ellas ya sea por donacin,venta o de otro modo, queda en libertad de marcharse y de incorporarse acualquier otro Estado, o puede ponerse de acuerdo con otros para iniciar un

    nuevo in vacuis locis,en cualquier parte del mundo que encuentre libre ysin dueo. En cambio, quien una vez consinti en ser miembro de un Esta-do, por medio de un acuerdo efectivo y una declaracin expresa, se encuen-tra obligado necesariamente y para siempre a ser sbdito del mismo; quedaobligado a permanecer inalterablemente en esa condicin, no pudiendo vol-ver a la libertad del estado, salvo que dicho gobierno se disuelva por una

  • 7/25/2019 Locke, John - Escritos Polticos.pdf

    31/38

    CARLOS MIRANDA 31

    calamidad, o que l deje de ser miembro de ese Estado por un decretopblico. (VIII, 121).

    DE LAS FINALIDADES DE LA SOCIEDAD POLTICA

    Y DEL GOBIERNO

    Si en el estado de naturaleza el hombre es tan libre como se ha dicho,seor absoluto de su propia persona y de sus posesiones, igual al hombrems grande y sbdito de ninguno por qu habra de renunciar a su liber-

    tad? Por que habra de abandonar ese poder supremo y someterse a laautoridad y al gobierno de algn otro poder? La respuesta, obviamente, esque si bien en el estado de naturaleza el hombre posee ese derecho, eldisfrute de dicho poder y de esa libertad es all muy incierto, encontrndosepermanentemente expuesto a ser atropellado por los dems. En efecto, sien-do todos los hombres reyes como l, siendo todos iguales, y dado que lamayor parte de ellos no observan estrictamente las normas de la equidad yde la justicia, el disfrute de la propiedad en el estado de naturaleza es muy

    incierto, muy inseguro. Esa es la causa de que los hombres deseen abando-nar tal condicin que, si bien es de libertad, est llena de temores y decontinuos peligros. No sin motivo ellos procuran salir de ese estado naturaly estn dispuestos a entrar en sociedad con otros que ya se haban asocia-do, o desean unirse para la defensa mutua de sus vidas, libertades y bienes,cosas todas a las que designo con el nombre genrico de propiedad. (IX,123).

    Por consiguiente, la mayor y principal finalidad que persiguen los

    hombres al reunirse en Estados, sometindose a un gobierno, es la protec-cin de su propiedad, proteccin que es incompleta en el estado de natura-leza.

    En primer lugar se necesita una ley establecida, fija y conocida, acep-tada y aprobada por consenso general, que sirva de norma de lo justo y delo injusto, y de medida comn para la resolucin de todas las controversiasque se susciten entre los hombres. Aunque la ley natural es clara e inteligi-ble para todas las criaturas racionales, los hombres, sin embargo, llevados

    por sus propios intereses, as como por su ignorancia de la misma por faltade estudio, tienden a no reconocerla como ley que los obliga cuando tienenque aplicarla en sus casos particulares. (IX, 124).

    En segundo lugar, en el estado de naturaleza hace falta un juez cono-cido e imparcial con autoridad para decidir todas las diferencias, de acuerdocon la ley establecida. Como en el estado de naturaleza cada hombre es juez

  • 7/25/2019 Locke, John - Escritos Polticos.pdf

    32/38

    32 ESTUDIOS PBLICOS

    y ejecutor de la ley natural, y puesto que los hombres son parciales cuandose trata de s mismos, es muy posible que las pasiones y el rencor los lleven

    demasiado lejos, inducindoles a tomar con excesivo celo sus propios ca-sos, en tanto son proclives a mostrarse negligentes e indiferentes en los delos dems. (IX, 125).

    Tercero, en el estado de naturaleza suele faltar un poder que respal-de y sostenga la sentencia cuando sta es justa, y que la ejecute debida-mente. Por cierto, quienes han cometido un a injusticia y transgredido conello la ley, rara vez se vern impedidos de mantener esa injusticia si dispo-nen de la fuerza para hacerlo. La resistencia que ellos oponen hace peligro-

    so muchas veces el castigo, pudiendo ser incluso destructivo para aquellosque intentan aplicarlo. (IX, 126).

    Como los hombres se encuentran en una situacin nociva mientraspermanecen en el estado de naturaleza a pesar de todos los privilegios deque all disfrutan, se ven rpidamente impelidos a vivir en sociedad. Por eso,rara vez encontramos a cierto nmero de hombres viviendo juntos por algntiempo en ese estado. Los inconvenientes a que estn expuestos, debido alejercicio irregular e incierto del poder que tiene cada cual para castigar los

    atropellos de que pueda ser objeto por parte de los dems, les lleva a refu-giarse en las leyes establecidas por los gobiernos, buscando en ellas lapreservacin de sus propiedades. Es esto lo que los hace renunciar, de tanbuena gana, a su poder individual de castigar, colocndolo en las manos deuna persona elegida entre ellos para que lo ejerza conforme a las normasque establezca la comunidad, o aquellos que han sido autorizados por losmiembros de la misma, de comn acuerdo. Y ah radica, pues, el derecho y elnacimiento de ambos poderes, el legislativo y el ejecutivo, y tambin el de

    los gobiernos y las sociedades polticas. (IX, 127).Al entrar en sociedad los hombres renuncian a la igualdad, a la liber-

    tad y al poder ejecutivo que tenan en el estado de naturaleza, y se loentregan a la sociedad para que el poder legislativo disponga de ellos con-forme lo requiera el bien de esa sociedad. Sin embargo, si se considera queel propsito exclusivo de cada uno de ellos es la mejor defensa de suspersonas, libertades y propiedades (pues no se puede suponer que unacriatura racional cambie deliberadamente su estado para ir hacia uno peor),

    no cabe imaginar que el poder de la sociedad, o que el poder instituido porlos miembros de la misma, pueda extenderse ms all de lo requerido por elbien comn; porque su obligacin es la defensa de la propiedad de todos,tomando precauciones contra los tres defectos mencionados anteriormenteque hacen la vida en el estado de naturaleza insegura e intranquila. Por esarazn, quienquiera que tenga en sus manos el poder legislativo o supremo

  • 7/25/2019 Locke, John - Escritos Polticos.pdf

    33/38

    CARLOS MIRANDA 33

    de un Estado, tiene la obligacin de gobernar mediante leyes establecidas ypermanentes, promulgadas y conocidas por la poblacin, y no por medio de

    decretos extemporneos. Tambin debe proveer de jueces imparciales y rec-tos, quienes han de resolver las controversias de acuerdo a esas leyes. Y deemplear el poder de la comunidad, al in