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Ludwig van Beethoven (1770-1827) Cuarteto en sol mayor, Op. 18 n° 2 1. Allegro 2. Adagio cantabile — Allegro — Tempo I 3. Scherzo: Allegro 4. Allegro molto, quasi Presto Johannes Brahms (1833-1897) Cuarteto en do menor, Op. 51 n° 1 1. Allegro 2. Romanze: Poco adagio 3. Allegretto molto moderato e comodo — Un poco più animato 4. Allegro El Dover Quartet aparece por cortesía del Curtis Institute of Music, donde se desempeña como Ensamble en Residencia Penelope P. Watkins Programa

Ludwig van Beethoven (1770-1827)€¦ · comunes las obras para piano a 4 manos, como los Liebeslieder Walzer y las Danzas húngaras de Johannes Brahms. Ambas partituras fueron editadas

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Ludwig van Beethoven (1770-1827) Cuarteto en sol mayor, Op. 18 n° 2 1. Allegro 2. Adagio cantabile — Allegro — Tempo I 3. Scherzo: Allegro 4. Allegro molto, quasi Presto Johannes Brahms (1833-1897) Cuarteto en do menor, Op. 51 n° 1 1. Allegro 2. Romanze: Poco adagio 3. Allegretto molto moderato e comodo — Un poco più animato 4. Allegro

El Dover Quartet aparece por cortesía del Curtis Institute of Music, donde se desempeña como Ensamble en Residencia Penelope P. Watkins

Programa

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Notas al programa Por Felipe Elgueta Frontier (Fanjul & Ward)

En la Italia de la segunda mitad del siglo XIX, en pleno fervor nacionalista (y operista), el cuarteto de cuerdas era mirado con suspicacia como un amenazante símbolo del arte austro-germano. Efectivamente, el género del cuarteto tiene sus raíces en Austria y zonas cercanas de Alemania y Bohemia. Se cristalizó de manera paradigmática hacia fines del siglo XVIII con Haydn y Mozart, seguidos muy pronto por Beethoven y Schubert. Con estos cuatro maestros vieneses, nació una tradición que ha florecido en las más diversas latitudes y tiempos, reclutan-do a destacados compositores y compositoras, incluso en la “remota” Latinoamérica.

Tras su llegada a Viena desde su natal Bonn, Ludwig van Beethoven se tomó su tiempo antes de incursionar en los géneros de la sinfonía y el cuarteto de cuerdas, tal vez por la inevita-ble comparación con el recientemente fallecido Mozart y con el aún muy activo Haydn. El público vienés debió esperar hasta que Beethoven cumpliera su tercera década de vida para asistir al estreno de su Sinfonía n° 1 y ver la publicación de su primera colección de cuartetos. Para entonces, ya era un compositor experimentado, con un catálogo que incluía una docena de sonatas para piano y un número similar de obras para dúo y trío.

Los seis primeros cuartetos, compuestos entre 1798 y 1800 y publicados como Opus 18, fueron un encargo del príncipe Lobkowitz, quien casi simultáneamente había encargado los Cuartetos Op. 77 de Haydn. Aunque las obras del Opus 18 han sido menos apreciadas por la posteridad que los revolucionarios cuartetos del Opus 59, escritos poco después, o los persona-lísimos e insondables cuartetos del final de su vida, Beethoven demuestra en ellas un dominio absoluto del género.

Dentro de la colección Opus 18, el Cuarteto n° 2 es el que más se ciñe a los modelos del siglo XVIII. Su primer movimiento hace gala de gran elegancia y buen humor. El segundo se plantea como una referencia al curioso movimiento final del Cuarteto Op. 54 n° 2 de Haydn: inusualmente, ambos son movimientos lentos con una sección rapidísima en su centro,

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una especie de “mini scherzo”. El auténtico Scherzo ofrece algunas refrescantes sorpresas armó-nicas, mientras que el último movimiento se basa en un motivo inicial de tres notas sometido a ingeniosas transformaciones.

Tras los aportes de Beethoven al género, componer cuartetos se volvió un asunto mucho más serio. A lo largo del siglo XIX, hubo una creciente valoración de la música del pasado, que llevó al establecimiento del canon de “grandes compositores”, donde Beethoven ocupaba el puesto principal. Además, sus cuartetos tardíos contribuyeron a que el género adquiriera un aura de profundidad que favoreció el cultivo de una música de cámara más sofisticada que la agradable “música de salón” que se tocaba en reuniones domésticas. En la música de salón eran comunes las obras para piano a 4 manos, como los Liebeslieder Walzer y las Danzas húngaras de Johannes Brahms. Ambas partituras fueron editadas alrededor de 1870, con gran éxito comercial, mientras su autor se esforzaba por dar los toques finales a sus primeros cuartetos de cuerda, bajo la intimidante sombra beethoveniana.

Brahms llevaba por lo menos dos décadas componiendo obras en este formato, para luego destruirlas. Un amigo suyo llegó a afirmar que fueron más de veinte los cuartetos que no pasa-ron el cedazo de la severa autocrítica brahmsiana antes de la publicación de los Opus 51. El Cuarteto Opus 51 n° 1 ya existía en una versión preliminar en 1865 y, pese a las presiones de su amigo, el gran violinista Joseph Joachim, y de su editor Fritz Simrock, no lo dio por terminado sino hasta ocho años después. Lo dedicó al notable Theodor Billroth, pionero de la cirugía moderna, compositor, pianista, violinista, violista y crítico musical.

Al igual que Beethoven, Brahms nació en Alemania, pero se había instalado en Viena. La intención de Brahms de presentarse como continuador del legado beethoveniano en esa capital musical europea está explícita en la elección de la tonalidad de do menor, tanto para su primer cuarteto como para su primera sinfonía, otra obra de gestación sumamente extensa que vería la luz pública algunos años después. “El famoso do menor”, como lo llamaba Brahms, alude a la idea de que las obras más profundas y conmovedoras de Beethoven estaban en esa tonalidad, entre ellas la obertura Coriolano, la Sinfonía n° 5, el Concierto n° 3 y la Sonata Op. 13, apodada “Pathétique”.

Pero Brahms alude a una narrativa incluso más amplia: el nacionalismo alemán, que impulsaba el rescate de figuras y obras maestras del pasado para construir una tradición cultu-ral digna de admiración. Junto con grandes homenajes y monumentos a Alberto Durero, Johan-nes Gutenberg y Martín Lutero, este movimiento trajo consigo el renacer del interés en Johann

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Sebastian Bach. Así, el primer movimiento del Cuarteto Op. 51 n° 1 contiene alusiones a la monumental chacona de la Partita BWV 1004 de Bach, obra que Brahms arregló para piano y que su amigo Joachim tocaba con frecuencia. La chacona también inspiró otras obras impor-tantes de Brahms, incluido el movimiento final de la Sinfonía n° 4 (1885).

El segundo movimiento del cuarteto se inicia con la imitación de un distante llamado de corno, un gesto que pertenece a la quintaesencia romántica y que Schumann asociaba al ámbito celestial. El tercero, por su parte, empieza con una cita beethoveniana: una versión recompues-ta del primer tema de la Sonata Op. 31 n° 2, “La tempestad”. El tempo es más lento que en el original, lo que destaca los gestos lamentosos de la línea melódica y evoca la imagen romántica de Beethoven como un alma atormentada. Tras repetirse esta sección, la música se ilumina con una brusca modulación a tonalidad mayor que da inicio a dúos entre un violín y la viola y luego entre los dos violines, un pasaje de gran lirismo que recuerda a Schubert. La contrastante sección central del movimiento evoca la música de salón con un sencillo ritmo de vals y un acompañamiento lleno de guiños a la música vernácula: notas repetidas recuerdan los “drones” de la zanfoña campesina, y unos arpegios en pizzicato imitan el rasgueo de la guitarra.

El movimiento final es el más breve del cuarteto y representa una versión extremadamente compacta de la tradicional forma sonata. Empieza con un intenso llamado al unísono que deriva del tema inicial del primer movimiento y que se reiterará en momentos clave. A diferen-cia de la Sinfonía n° 5 de Beethoven o la Sinfonía n° 1 del propio Brahms, el alivio de la tonalidad de do mayor llega apenas por un instante. La obra concluye contundentemente en la turbulen-cia inicial de do menor.

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Biografía

Dover Quartet Joel Link, violín Bryan Lee, violín Milena Pajaro-van de Stadt, viola Camden Shaw, cello

Aclamado como “el próximo Cuarteto Guarneri” (Chicago Tribune) y como “el joven cuar-teto estadounidense del momento” (New Yorker), el Dover Quartet se catapultó al estrellato internacional en 2013, tras quedarse con todos los premios en la Banff Competition y, desde entonces, se ha convertido en uno de los conjuntos más solicitados del mundo. Además de su rol docente como primer Ensamble en Residencia “Penelope P. Watkins” en el Curtis Institute of Music, el Dover Quartet ha realizado residencias en el Kennedy Center, la Escuela de Música Bienen de la Northwestern University, Artosphere, el Festival de Música de Cámara de Amelia Island y la Peoples' Symphony de Nueva York. Entre los honores recibidos por el conjunto, se encuentran la Beca Avery Fisher, el Premio Cuarteto Cleveland de Chamber Music America y el Premio Familia Hunt del Lincoln Center. El Dover Quartet también ha ganado importantes premios en el Concurso Internacional de Cuartetos de Cuerda del Wigmore Hall y el Concurso Fischoff de Música de Cámara.

En la temporada 2020-21, el Dover Quartet debuta en las Cal Performances de Berkeley y en 92nd Street Y de Nueva York, toca en escenarios de Londres y Copenhague y se embarca en su primera gira por Latinoamérica, la cual se realizará usando tecnología virtual. Las próximas

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giras incluyen conciertos en colaboración con el Cuarteto Escher, el bajo-barítono Davóne Tines y la arpista Bridget Kibbey. El primer volumen del ciclo completo de cuartetos de cuerdas de Beethoven, enfocado en los cuartetos Op. 18, será lanzado por Cedille Records en septiembre de 2020.

Entre sus muchas notables actuaciones de la temporada 2019-20, el Dover Quartet hizo su debut en el Zankel Hall en colaboración con Emanuel Ax y regresó al Wigmore Hall de Lon-dres. Entre los colaboradores recientes del cuarteto se encuentran también Inon Barnaton, Ray Chen, Edgar Meyer, Anthony McGill, el fallecido Peter Serkin y Roomful of Teeth. Hallándose igualmente a gusto en los repertorios de una variedad de épocas, el cuarteto ha trabajado con algunos de los compositores vivos más importantes del mundo, incluidos Caroline Shaw y Mason Bates.

Cedille Records lanzó Voices of Defiance: 1943, 1944, 1945 del Dover Quartet en octubre de 2017, tal como hizo antes con su debut discográfico, dedicado enteramente a Mozart, en la tem-porada 2016-17, que incluyó la aparición del fallecido Michael Tree, violista del Cuarteto Guar-neri. Voices of Defiance, que explora obras escritas durante la Segunda Guerra Mundial por Viktor Ullman, Dmitri Shostakovich y Simon Laks, fue elogiado como, “sin duda, uno de los discos más cautivantes que se han publicado este año” (Wall Street Journal).

El Dover Quartet se inscribe en la misma tradición que los distinguidos cuartetos Guarne-ri, Cleveland y Vermeer. Sus miembros estudiaron en el Curtis Institute of Music y la Escuela de Música Shepherd de la Universidad Rice, donde estuvieron bajo la atenta guía de Shmuel Ashkenasi, James Dunham, Norman Fischer, Kenneth Goldsmith, Joseph Silverstein, Arnold Steinhardt, Michael Tree y Peter Wiley. Fue en Curtis donde se formó el Dover Quartet, y su nombre rinde homenaje a Dover Beach del compositor Samuel Barber, otro egresado de Curtis.

El Dover Quartet es el Ensamble en Residencia Penelope P. Watkins en Curtis. Su residen-cia docente integra la instrucción y la asesoría, una sólida carrera internacional de conciertos y una presencia digital de vanguardia. Con esta innovadora residencia, Curtis revigoriza su tradi-ción de mantener un cuarteto de cuerdas profesional del más alto nivel en su equipo docente y, al mismo tiempo, proporciona al ensamble los recursos para experimentar con nuevas tecnolo-gías e involucrar a las audiencias a través de medios digitales. Trabajando estrechamente con los estudiantes del Programa de Cuartetos de Cuerdas Nina von Maltzahn, el ensamble resi-dente reclutará a los más prometedores cuartetos de cuerda jóvenes y fomentará su desarrollo para formar una nueva generación de destacados conjuntos profesionales de cámara.

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El Dover Quartet se dedica a compartir su música con comunidades marginadas y está involucrado activamente en Music for Food, iniciativa que permite a los músicos reunir recur-sos y crear consciencia en la lucha contra el hambre.

El Dover Quartet toca en los siguientes instrumentos y tiene el honor de promover las cuerdas Thomastik-Infeld.

Joel Link: Jean-Baptiste Vuillaume, París, 1857 aprox., préstamo de Desirée Ruhstrat Bryan Lee: Riccardo Antoniazzi, Milán, 1904 Milena Pajaro-van de Stadt: fabricante desconocido de la Escuela de Brescia, inicios del siglo XVIII Camden Shaw: Frank Ravatin, Francia, 2010

DoverQuartet.com En Facebook, Instagram y YouTube @DoverQuartet Curtis.edu/DoverQuartet

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Facebook, Twitter: CurtisInstituteInstagram: curtisinstituteYouTube: Curtis Institute of Musicwww.curtis.edu

Acerca de Curtis El Curtis Institute of Music educa y capacita a jóvenes músicos de excepcional talento para

que se inserten en la comunidad local y global con el más alto nivel artístico. Durante casi un siglo, Curtis ha proporcionado a cada miembro de su pequeño cuerpo estudiantil una enseñan-za de calidad absolutamente excepcional junto a sus pares, que se distingue por una filosofía de “aprender haciendo” y la atención personalizada de un cuerpo docente que incluye una alta proporción de intérpretes activos. Para asegurar que la admisión se base únicamente en el talento y la capacidad artísticos, Curtis invierte en cada estudiante aceptado para que no se cobre matrícula por sus estudios.

Los estudiantes de Curtis perfeccionan sus habilidades en más de 200 presentaciones artísticas anuales como solistas y participando en orquestas, ópera y música de cámara, y en programas que brindan a la comunidad acceso a las artes y la educación artística. Esta forma-ción en el mundo real permite a nuestros jóvenes y extraordinarios músicos sumarse a la prime-ra línea de intérpretes, compositores, directores de orquesta y líderes musicales que ejercen un profundo impacto en la música, tanto sobre el escenario como en sus comunidades. Para obte-ner más información, visite Curtis.edu.

Acerca de Curtis on Tour

Curtis on Tour es la iniciativa de giras globales Nina von Maltzahn del Curtis Institute of Music. Basada en la filosofía de “aprender haciendo” que guía a esta escuela, las giras presentan a extraordinarios músicos emergentes junto a célebres exalumnos y docentes. Además de ofre-cer conciertos, durante la gira los músicos realizan clases magistrales, programas educativos y actividades de encuentro con la comunidad. Curtis on Tour también representa a los artistas de Curtis en sus compromisos como solistas con presentadores y orquestas profesionales. Desde que se estableció el programa en 2008, los ensambles de Curtis on Tour han realizado más de 375 conciertos en más de 100 ciudades de Europa, Asia y las Américas.

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