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U CARCAJADA y nrique ¿MI AUTOBIOGRAFÍA V Sr. Pedro W. Bermúdez Acevedo. - * M , flC _. 1A r p rner do haber Amigo de mi aprecio: Empezaré por confesar á Vd. que de todas las cartas que retuerto haber recibido en mi vida, la que Vd. ha tenido la amabilidad de dirigirme, es acaso la que me ha puesto en mayo- perplejidad. Expone Vd. en ella su deseo de que a la caricatura que se P^pone dar «de mi en su^ jovial? interesante CARCAJADA, acompañe algo escrito por mi mismo y que se parezc.lo mas en bu juvim * posibb á una autobiografía. Mi perplejidad empezó al llegar en su carta á esta palabra, que leí varias ve- ces, restregándome otras tantas los ojos por si había leído mal.—¿Cómo haría yo para satisfacer su pedido sin limitarme á enviar á Vd. mi partida de nacimien- to ni recurrir al expediente de inventarme una novela de aventuras, y cómo contestar, por otra parte, á su amabilidad, con el desaire de una absoluta negativa? Si yo quisiera aprovechar la oportunidad para hacer una frase, y para declararme al mismo tiempo,- libre de responsabilidad en el hecho de no encontrad en mi vida nada que merezca ser objeto de una re-' velación más ó menos interesante ú oportuna, adop-' taría la solución de parodiar en esta carta un dicho famoso.—El poeta de las Orientales decía una vez á sus críticos: cNo me habléis de lo que hubiera podi- he hecho Volviendo la á las exigencias de mi situación, yo, con igual éníasis, le diría: : «No me pregunte Vd. por lo que he hecho, sino por lo que hubiera podido hacer.»—Todos los Bouvard y tedos los Pecuchet del mundo se 'reservan el derecho de pensar que ellos hubieran podido ser unos grandes hombres, si hubieran nacido en tiempos menos difí- ciles y prosaicos que los que les han tocado en suerte. Cada pacifico burgués es libre de declararse ator- mentado por la nostalgia de Grecia^ ni más ni menos que Enrique Heine ó Alfredo de Musset, con la segura convicción de que si hubiera vivido en tiempos de -.•' .<! ' „ • ü * Feríeles, hubiera sido un Sófocles ó un Fidias. Dado, pues, que en punto á los acontecimientos narrables é interesantes de mi vida, sólo podría satisfacer decorosamente su curiosidad con esa disculpa vanidosa de no tenerlos, todavía me quedaría el camino de referirme en mis informaciones, no ú la vida de los hechos, á la vida exterior, sino á la vida íntima, y darle fiel y exacta cuenca de mis cualidades, de mis defectos, de mis cavilaciones, de mis pareceres y mis gustos. t %i $'SSBHR' ' ^'^SS^^J /^^W ^ñlfW Pero ¿qué quiere Vd? este género de subjetivismo, que me parece tolerable, y aun delicioso, en labios de los poetas, antójaseme ridículo ó pedantesco cuando se le da por envoltura el tejido ordi* nario de la prosa. do hacer, sino de lo que frase del revés y acomodándola MUY g*sia/i(» por Los No me propongo negar ^ue las confesiones, las memorias los <&w«v,—todos esos géneros Uttratuia intima • <~e ir- mal ie parecen á Mr. Brunetiere, el antipático y discretísimo censor literario de ta h'ti'isro de <tmt;> mundos—sean, see^n alguien ha dicho, delicado man/a U HtortU: del entendimiento, pero s, ios ten^o por tai, es solo i condición de que procodc* tía quienes Uex-n dentro o hayan realizado en su \da, algo que merezca la pena de ser sabido cte olios, y a condición también de ser Absolutamente sinceros, ferozmente sincero? con aquel «redo da «incendad que aci^) - e s 'egitimc ni razonable pedir sino a) que escribe memorias que no han de uarse á la pübhcuad. mientras el autor pertenezca al mundo de los vivos, No me_ parece odioso el vo como á Pascal lo que me parece odióse es el falso yo rfc fcs cenfe- .ncT a H aS I™*™* 0 ? ? C Í e C t C y a d ( ^ t a n d 0 l a f* conducente al visible un uc mte^ar como tos Credos de opera, hechos para ser cantados ante el DÚblieo A* i™ i - t m . confidencias cuando ellas son ingenuas y ' cuar.ac guian por los vericuetos de un espíritu escogido, no me parece que se pierda el tiempo y sutüizando, con la porfía de un Amiel, en los propios pensares de pensares cuandT esto se hace *ou sagacidad y con gracia pero me causa horror pensar en lo , l'iStOiríR .-lc '.O ... , . . .. - °ггог pensar en lo que podría llecas l:teratuia personal el día en <;ue se declarara puerto franco ' " '.emociones de la tontería. У u ser osle *;ene fuera fácilmente accesible pa¡<> -Cuál «s pues, el medio que me queda por ensayar para complacerle» ' Aun podnamos del paso, planteando Vd y contestando / o uno de esos í£V?£i£líÍ "^'tS Sf Umi,e ¿ 8 V E "6 U " interpelado Z\ es T cuestionarios es su color i averno pa^s desearía hahüsir Q .,i„r A e »i íno uc s u &redi

nrique - autoresdeluruguay.uy · 5° U CARCAJADA y nrique ¿MI AUTOBIOGRAFÍAV Sr. Pedro W. Bermúdez Acevedo. M, flC _. 1A rp rnerdo haber Amigo de mi aprecio: Empezaré por confesar

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5 ° U CARCAJADA

y nrique ¿ M I A U T O B I O G R A F Í A V

Sr. Pedro W. Bermúdez Acevedo. - * M , f l C _.1A r p r n e r d o haber Amigo de mi aprecio: Empezaré por confesar á Vd. que de todas las cartas que r e t u e r t o haber

recibido en mi vida, la que Vd. ha tenido la amabilidad de dirigirme, es acaso la que m e ha puesto en mayo- perplejidad. Expone Vd. en ella su deseo de que a la caricatura que se P^pone dar «de mi en su^ jovial? interesante CARCAJADA, acompañe algo escrito por mi mismo y que se parezc . lo mas en bu juvim * posibb á una autobiografía. Mi perplejidad empezó al

llegar en su carta á esta palabra, que leí varias ve­ces, restregándome otras tantas los ojos por si había leído mal.—¿Cómo haría yo para satisfacer su pedido sin limitarme á enviar á Vd. mi partida de nacimien­to ni recurrir al expediente de inventarme una novela de aventuras, y cómo contestar, por otra parte, á su amabilidad, con el desaire de una absoluta negativa?

• Si yo quisiera aprovechar la oportunidad para hacer una frase, y para declararme al mismo tiempo,-libre de responsabilidad en el hecho de no encontrad en mi vida nada que merezca ser objeto de una re-' velación más ó menos interesante ú oportuna, adop-' taría la solución de parodiar en esta carta un dicho famoso.—El poeta de las Orientales decía una vez á sus críticos: cNo me habléis de lo que hubiera podi-

he h e c h o Volviendo la á las exigencias de

mi situación, yo, con igual éníasis, le diría: : «No me pregunte Vd. por lo que he hecho, sino por lo que hubiera podido hacer.»—Todos los Bouvard y tedos los Pecuchet del mundo se 'reservan el derecho de pensar que ellos hubieran podido ser unos grandes hombres, si hubieran nacido en tiempos menos difí­ciles y prosaicos que los que les han tocado en suerte. Cada pacifico burgués es libre de declararse ator­mentado por la nostalgia de Grecia^ ni más ni menos que Enrique Heine ó Alfredo de Musset, con la segura convicción de que si hubiera vivido en tiempos de

- . • ' .<! ' „ • ü * Feríeles, hubiera sido un Sófocles ó un Fidias. Dado, pues, que en punto á los acontecimientos narrables é interesantes de mi vida, sólo podría

satisfacer decorosamente su curiosidad con esa disculpa vanidosa de no tenerlos, todavía me quedaría el camino de referirme en mis informaciones, no ú la vida de los hechos, á la vida exterior, sino á la vida íntima, y darle fiel y exacta cuenca de mis cualidades, de mis defectos, de mis cavilaciones, de mis pareceres y mis gustos. t %i $ ' S S B H R ' ' •^'^SS^^J/^^W^ñlfW

Pero ¿qué quiere Vd? este género de subjetivismo, que me parece tolerable, y aun delicioso, en labios de los poetas, antójaseme ridículo ó pedantesco cuando se le da por envoltura el tejido ordi* nario de la prosa.

do hacer, sino de lo que frase del revés y acomodándola

MUY g*sia/i(» por

Los

No me propongo negar ^ue las confesiones, las memorias los <&w«v,—todos esos géneros Uttratuia intima • <~e ir- mal ie parecen á Mr. Brunetiere, el antipático y discretísimo censor literario de ta h'ti'isro de <tmt;> mundos—sean, see^n alguien ha dicho, delicado man/a U HtortU: del entendimiento, pero s, ios ten^o por tai, es solo i condición de que procodc* tía quienes Uex-n dentro o hayan realizado en su \ d a , algo que merezca la pena de ser sabido cte olios, y a condición también de ser Absolutamente sinceros, ferozmente sincero? con aquel «redo da «incendad que aci^) - e s 'egitimc ni razonable pedir sino a) que escribe memorias que no han de uarse á la pübhcuad. mientras el autor pertenezca al mundo de los vivos,

No me_ parece odioso el vo como á Pascal lo que me parece odióse es el falso yo rfc fcs cenfe-

.ncTaHaS I™*™*0 ? ? C Í e C t C y a d ( ^ t a n d 0 l a f* ™ conducente al visible un uc m t e ^ a r como tos Credos de opera, hechos para ser cantados ante el DÚblieo A* i™ i - t m . confidencias cuando ellas son ingenuas y ' cuar.ac

guian por los vericuetos de un espíritu escogido, no me parece que se pierda el tiempo y sutüizando, con la porfía de un Amiel, en los propios pensares de pensares cuandT esto se hace *ou sagacidad y con gracia pero me causa horror pensar en lo ,

l'iStOiríR.-lc'.O

... , . . .. - °ггог pensar en lo que podría llecas l:teratuia personal el día en <;ue se declarara puerto franco ' " '.emociones de la tontería. У u ser osle *;ene

fuera fácilmente accesible pa¡<>

-Cuál «s pues, el medio que me queda por ensayar para complacerle» '

Aun podnamos del paso, planteando Vd y contestando / o uno de esos í£V?£i£líÍ "^'tS Sf Umi,e ¿ 8 V E " 6 U " interpelado Z\ es T cuestionarios

es su color i averno pa s desearía hahüsir Q.,i„r A e »i

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LA CARCAJADA 51

lección, etc., etc. Pero como de todas las manera que pueden idearse para hablar me parece la más tonta» renuncio á .aprovecharla como la solución do mis dudas cuando haya de llenar una página de álbum.

En suma: que por esta vez se queda Vd. sin auto­biografía, ni confesión, ni prosa confidencial ó subjetiva, ni cosa que lo \alga, ya que no hallo camino de cimplir de razonable manera los deseos de Vd,

Otra razón, justificativa de mi excusa, se me ocurre, para el caso de que me resolviera á pasar por alto las dificultades de alguno de esos medios de comp.acerle, Y es ella que, aun dando por cierto que yo no merezca figurar en la categoría de vulgo literario, ¿sería éste suficiente motivo para que alguien encontrara interis en lo que yo me arrojara á decir de mí?

Piense Vd. en que abundan las gentes para quienes nuestra afición á ocuparnos en asuntos de literatura significa sólo un pasatiempo, un entretenimiento inofen­sivo; una manera de llenar los ratos de ocio, comparable al billar, al ajedrez, al juego de damas, ó á la resoluoió n de charadas ó logogrifos. Escribir bien es, pues, una habilidad que en concepto de muchas gentes doctas; y serias, y aunque ellas no lo digan, no debe de exceder en mucho á la que cabe demostrar aplicándose á cual­quiera ,de esos juegos. Y yo todavía no sé que, por vo­races é insaciables que sean la curiosidad y .el espíritu investigador de nuestra época, por increíbles que ssan los extremos á que haya llevado esa universal manía de la información aue Pomoevo Gener clasifica entre las

de si mismo, ésta y la reservo para

que Pompeyo grandes neurosis contemporáneas, ellos hayan llegado nunca hasta pedir que sean sometidos á una interview, para obtener la revelación de sus cosas íntimas, un aje­drecista distinguido, un hábil aficionado á juegos de in­genio, ó un buen jugador de carambolas.

¿No le parece á Vd., amigo mío, que con todo lo dicho se halla suficientemente justificada mi excusación y

habitual que debe Vd. perdonarla con su y generosa benevolencia? En caso necesario puede Vd, hacer uso de esta carta, presentándola como una prosaica imitación del soneto de-Violante, en la que se trata de los medios de escribir una autobiografía y se concluye por no adoptar ninguno. '

Deseo a LA CARCAJADA la resonancia y la duración inextinguible del reír de los dioses; y me suscribo de Vd. afectísimo colega y amigo.

DEL ÁLBUM DE

NUESTRA REDACCIÓN

Dicen que la música es la expresión de lo inefable y que el violín es el instrumento que da las notas más dulces y delicadas,—cual si nacieran de la vibración de las fibras más sutiles del sentimiento. La mejor prueba que puede ofrecerse de ésto, es el caso ocurrido con Brindis de Salas, que á pesar dé ser de color y regularmente feo, conquistó con las notas de su violín nada menos que el amor de una hermosa princesa alemana; y á mayor abundamiento, citaremos el hecho recientemente ocurrido entre nosotros con un celebre violinista, llamado Ciriaco Sosa, el cual con sus'magistrales ejecuciones conquistó las simpa­tías y los favores de la augusta persona de Don Juan I.

— s ^ ^ E F F L P T ^ ^ s — CP C/7