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Organiza: Sociedad Municipal Zaragoza Cultural...les: The Beatles, Los Brincos, The Shadows, Adriano Celentano, etc. Más d e cien grupos verán la luz estos años, y podrán actuar

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Organiza: Sociedad Municipal Zaragoza Cultural Comisariado: Trazacultura.es (María Uriol y Sergio Artiaga)

Producción: Centro de Historias Diseño gráfico: Víctor Gomollón

Montaje: Brigadas municipales de arquitectura Seguro: AON–Gil y Carvajal

Colaboradores: Rafael Castillejo, Mª José Moreno, Juan Martín, Jesús Gimeno, Agustín Muñoz y Amparo Martínez

Centro de Historias de ZaragozaPlaza de San Agustín, 2

50002 Zaragozawww.zaragoza.es

Horario:De martes a sábados de 10 a 14 h y de 17 a 21 h

Domingos y festivos de 10 a 14 h

CONTACTO para mayor información y entrevistas:

Centro de Historias de ZaragozaTel: 976 721 885

Comisariado: Trazacultura (Sergio Artiaga)Móvil: 646 145 514

Esta exposición, producida por el Centro de Historias de Zaragoza, pretende recuperarlos lugares desaparecidos relacionados con el ocio en la ciudad entre la sociedad deposguerra y la sociedad expectante de la llegada de la democracia.

Gracias a una intensa labor de documentación y búsqueda de materiales, ademásdel apoyo prestado por una larga nómina de colaboradores y personas vinculadas alocio de estas décadas en Zaragoza se va a poder mostrar un mosaico de recuerdosque permitan reconstruir la memoria sentimental del pasado inmediato de la ciudad ysu gente.

Durante el siglo pasado la ciudad y sus ciudadanos cambiaron de forma radical ensu forma de ser, de estar y de hacer; ocupando su tiempo en actividades y lugares delos cuales hoy sólo quedan recuerdos. Unos recuerdos que no son tan lejanos, que mu-chos zaragozanos tienen en mente, y que volverán a recordar a través de las paredesde esta muestra. Pero, además, se mostrará una ciudad desaparecida, nueva para variasgeneraciones de zaragozanos que permitirá crear un diálogo entre ambas.

BLOQUES TEMÁTICOS DE LA EXPOSICIÓN

Aquella Zaragoza

Antes de que las paredes de la exposición pasen a evocar los lugares del ocio desapa-recidos de la ciudad, de un solo vistazo, se presenta cómo es la Zaragoza de la que seestá hablando. Una ciudad que se va a modernizar en estas décadas, que va a crecercon nuevos paseos expandiéndose más allá de los límites que había tenido durante si-glos y que incluso se va a atrever a cruzar la otra orilla del Ebro, para dar cobijo a susciudadanos, creando el barrio conocido como el Actur.

Para llegar al centro, dondese concentraban los lugares deocio, desde los barrios y vice-versa los zaragozanos pagabangustosamente el billete del tran-vía, del trolebús, del autobús o,si había prisas, se cogía un taxio uno de subía a lomos de lasmodernas Vespas.

Plaza Basilio Paraíso. Archivo Municipal de Zaragoza

Taxi. Archivo Municipal de Zaragoza

En Zaragoza también había playa

Todos los zaragozanos saben que el verano en la ciudad,a veces, es imposible y que tierra adentro se sueña conla playa. Para solucionar esta situación ha estado ahí elEbro —la mayor calle de la ciudad— cuyas orillas y cuyocauce han sido durante años lugar predilecto de entre-tenimiento de la ciudad. Todo empezó en 1928 con laconstrucción del conocido popularmente como Balnea-rio del Ebro. Un simpático pabellón de madera, pintadoen blanco y azul, ante cuyo arenal se desplegaban losbañistas, al igual que en otros puntos del río como eranla Playa de los Ángeles y la Playa de las Hojalatas.

En 1965 estos entrañables Baños fueron derribados.¿Los culpables? Los tiempos modernos, los modos nue-vos y los gustos nuevos, es decir, el Club Náutico, lasprimeras piscinas y el Club Helios. Éste último, un lugarpionero en ofrecer a la ciudad pistas de frontón, de tenis,de baloncesto e, incluso, pistas de bolos, antes de la lle-gada de los americanos.

Su piscina se abarrotaba año tras año y sus actividades se trasladaban a las aguasdel Ebro. La diversión unas veces tomaba forma de trampolines flotantes y otras veceseran las piragüas y los remos los que arañaban las aguas del río.

Playas del Ebro. Archivo Municipal de Zaragoza

Cucaña en el Ebro, 1942. Fotografía cedida por Luis Rasal

El Paseo de la Independencia: bares, cafeterías y restaurantes

Este paseo era, y es, el ombligo de Zaragoza y ellugar que ha concentrado a lo largo del siglo XX lossitios de ocio de la ciudad: cines, teatros y, por su-puesto, cafeterías y bares.

A mediados del siglo XX los cafés abiertos en elsiglo XIX van a cerrar sus puertas para dar paso aotro tipo de hostelería. La vida moderna ya no seve pasar desde una mesa sino que la gente seagolpará en las barras para tomarse un café ex-press mientras suena el murmullo de la música, laradio o la recién llegada televisión.

Para ilustrar estos lugares desaparecidos se hanlocalizado fotografías, dibujos, vajillas, posavasos,menús o cerilleros de un buen número bares abier-tos en estas fechas tales como el Café Salduba,la Cervecería Abdón, el Café Alaska, AntiguosEspumosos, La Nueva Maravilla, La Maravilla, el Café Avenida, el restaurante Bien-venido, el Café París o Las Vegas, un local que supuso toda una revolución en 1955 enla ciudad por su espectacular decoración por parte de la empresa zaragozana SimónLoscertales Bona, lo que supuso que fuera bautizada como la mejor cafetería de España.

Las salas de fiesta: el embrujo de la noche zaragozana

Salir de noche, bailar, «alternar» no son cosas inventadashoy. Si ahora en Zaragoza hay ambiente nocturno de jue-ves a sábado, hace cinco décadas era posible ir de sala ensala todos los días de la semana.

El color gris de otros aspectos de la sociedad era bo-rrado por el colorido de las salas de fiesta que ofrecían es-pectáculos y atracciones en directo para todos los gustos:orquestas, cómicos, rockeros, vedettes, cuadros de baileo flamenco, artistas de primera fila y chicas en la barra conlas que beber e intentar «algo más».

También Zaragoza va a tener las mejores Salas de Fies-tas del país, solo superadas por alguna de Madrid y Bar-celona: Cosmos, Rumbo, Pigalle, Venus, Capri, Cancela,Río Club, Corinto o Aída, la última sala de este tipo abiertaen la ciudad, en 1975.

Plaza de España. Archivo Municipal de Zaragoza

Fachada de la sala de fiestasCorinto. Fotografía cedida porGavy Sanders

Los lugares desaparecidos de la música

Estas décadas del siglo XX van aestar acompañadas por la bandasonora de una multitud de solistasy grupos de música —profesiona-les y aficionados— que surgían enla ciudad bajo la influencia de lasestrellas nacionales e internaciona-les: The Beatles, Los Brincos, TheShadows, Adriano Celentano, etc.Más de cien grupos verán la luzestos años, y podrán actuar en casiotros tantos escenarios: salas defiestas, el Jardín de Invierno delParque Grande, las verbenas de los barrios como los de Montañana o Santa Isabel, losteatros e, incluso, en los cines. Y es que en cines como el Pax, Dux o el Madrid de lasDelicias se celebraban las famosas matinales donde, los domingos por la mañana, lajuventud acudía a animar a su grupo de música favorito y ver a los nuevos talentos.

Futbolines, billares y boleras

Muchos locales en el Coso, el Tubo, o la Calle San Miguel, ofrecían en Zaragoza tacosy bolas para jugar al billar de carambolas o francés, no al billar americano que es el quees habitual hoy en día. Aunque este otro tipo de billar se fue implantando en bares ypubs para que los americanos de la Base Aérea se sintiesen como en casa. «Culpa»

también de los america-nos es que Zaragoza seauna ciudad pionera en bo-wling. Hasta cuatro bole-ras llegaron a funcionar enla ciudad en los años se-tenta. La mejora: el Bo-wling Club de la CalleSan Juan de la Cruz condieciséis pistas abiertas.

Cine Madrid. Fotografía cedida por Asociación Cultural Paso a Nivel

Boleras del Centro de Natación Helios

Zaragoza: ciudad de cines

Zaragoza ha sido una ciudad liga -da al cine, desde sus orígenes. Sien la actualidad no llegan a diezlos lugares donde disfrutar de unapelícula, a mediados del siglo pa-sado habría más de cincuenta.

Para ver las películas de estrenose debía ir al centro de la ciudad alas confortables y modernas insta-laciones del cine Rex, Avenida,Coliseo o Actualidades, pero encada barrio —Las Delicias, Oliver,Torrero, San José, etc.— habíauna sala donde ver películas de re-estreno, una detrás de otra, mien-tras pasaban las horas de la tarde.

En los años setenta, la expansión de la televisión hizo que muchos cines cerraran oacabaran siendo bingos por lo que esta sala de la exposición pretende descubrir y re-cordar mediante abundantes imágenes y curiosidades una larga lista de estos cinesdesaparecidos.

El cine de los cines

Tan importante como las salas de cine era lacartelera. Junto a fotografías de los cinesdesaparecidos se muestra una selección decarteles de películas que han sido fundamen-tales en las pantallas de la ciudad: desde lanovedad de La Túnica Sagrada (1953) que fuela primera película proyectada en Cinemas-cope hasta el éxito de películas tan disparescomo El Último Cuplé (1957) protagonizadopor Sara Montiel o lo prohibido de El últimotango en París (1972).

Boceto de la fachada del cine Avenida. Revista Pantalla y escenarios, febrero de 1968

Helga, el milagro de la vida(1967, Erich F. Bender)

Los teatros

Los cines no eran los únicos escenarios para pasar unabuena tarde o noche. La ciudad contaba con tres magní-ficos teatros, hoy ya desaparecidos: el Teatro Circo en laCalle San Miguel, el Teatro Argensola en el Paseo Inde-pendencia y el Teatro Fleta del cual aún se puede ver su«esqueleto» en la Avenida César Augusto, un verdaderoicono de la arquitectura moderna en la ciudad.

Hoy en día un teatro es para obras de teatro, hace unasdécadas un teatro acogía los espectáculos más variopin-tos que se pueda imaginar: circo, shows con fieras, re -vistas, zarzuelas, óperas, conciertos de música culta,festivales de música pop, proyecciones de cine, concur-sos de belleza, variedades, comedias, etc.

Fotografías de estos teatros y de los artistas que se pu-dieron ver desde sus butacas y antiguos affiches y pro-gramas de mano de sus actuaciones permitirán mostrarla intensa actividad de estos tres escenarios.

Dibujo del Teatro–Cine Iris poco después de su inauguración (Mariano Gimeno, tramoyista)

La eclosión del Teatro Independiente

En paralelo y mezclándose con el resto de programación teatral, Zaragoza va a ver comosurgen con fuerza una generación de Grupos de Teatro Independiente que también ten-drán ocasión de desplegar sus escenografías y fuerza dramática sobre los escenariosdel Teatro Principal, del Teatro Argensola o de losaforos de los colegios de El Salvador y Marianistas oel Casino Mercantil. Estos grupos aunarán el objetivode divertir con sus montajes con la finalidad última deinvitar a la reflexión, e incluso a la rebelión.

El Teatro Universitario de Zaragoza, uno de losmás sobresaliente del país, marca el resurgimiento deuna larga y heterogénea lista de agrupaciones: Teatrode Cámara (1963) —prolongado en el Teatro Esta-ble—, Grupo 29 (1964), Teatro de Hoy (1965), Morfeo(1967), Teatro Club (1968), Tántalo (1969), Teatro Es-cuela, convertido luego en La Taguara (1970), Teatrode La Ribera (1974), Mosca Teatro (1977), Talía (1979)o Tabanque-Imagen 3 (1980).

Todas ellas tenían en común la fuerza de voluntadde abrirse paso hacia la libertad creativa y la profesio-nalización de su trabajo en Zaragoza y Aragón; les di-ferenció casi todo lo demás.

Teatro de La RiberaFe, esperanza y caridad

de Odön von Horvath. Dirección: Mariano Anós.

Grupo 29Adela Iglesia y Pedro Avellaneddurante un ensayo de Electrade Eurípides. Fotografía de José Antonio Duce

El Plata

En 1943, en «el Tubo», el ombligo de Zaragoza,los oscenses hermanos Trallero abrieron un localque bautizaron como Bar Café Cantante Plataque tras el paso de los años resistirá como el úl-timo café-cantante de Europa.

Espectáculos de lo más variopintos brillarán ensu pequeño escenario hasta su primer cierre en1992. Espectáculos que pretendían donar un ratode alegría a los espectadores, siempre con elacompañamiento musical del piano, la batería yel saxo. Sus artistas trabajaban en sesiones denoche, en sesiones de vermut en fiestas y tam-bién en la sesión del café pensada para que lagente de los pueblos que habían bajado a la ca-pital pudieran gozar del espectáculo.

Para sentarse en sus sencillas mesas y sillasde formica no se pagaba entrada, el único im-porte era el de la consumición. Una vez que lasluces se encendían empezaba un tira y afloja entre el público y los artistas: se les jaleaba,se les hacían comentarios jocosos a gritos y se les pedía determinados números a loque los protagonistas del espectáculo contestaban con gracias, elegancia o grosería.

Un «Oasis» en la ciudad

Mientras en el resto de Europa los cafés cantantes, las variedades y el music-hall seiban desvaneciendo, en Zaragoza El Plata y El Oasis acompañaron a la ciudad en todaslas décadas del siglo XX ofreciendo un heterogéneo panorama de actuaciones dondecabían la comedia, la música popular, el flamenco, la revista, el baile y el teatro, e incluso,aunque bajo el atento ojo de la censura, la sensualidad y el acercamiento a lo prohibido.Este reducto de la Calle Boggiero fue bautizado como tal en 1942 tras un concurso con-vocado por Heraldo de Aragón aunque había abierto sus puertas muchos años antes,concretamente en 1909 como Royal Concert, nombre que se castellanizó en 1927 yque se cambió con La República y pasó a convertirse en Salón Variedades.

Su escenario se llenó de vida durante estas décadas gracias a su propietario CelestinoMoreno, llamado por alguno «Catedrático de Estrellas». Celestino controlaba todo: desdelos aspectos más burocráticos a las contrataciones y, por supuesto, el lado artístico delnegocio llegando a hacer canciones, coreografías, carteles y decorados. La Historia deEl Oasis y de Celestino Moreno, es la Historia del espectáculo español del siglo XX.

Marga Castillo en el Plata. Fotografía cedida por Rafael Castillejo