Pedro Kropotkin - Origen y evoluci+¦n de la moral

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  • 7/27/2019 Pedro Kropotkin - Origen y evoluci+n de la moral

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    Libro corregido por Iddunne.Colaboradora dewww.pidetulibro.cjb.net

    ORIGEN Y EVOLUCION DE LA MORALPEDRO KROPOTKIN

    La elaboracin de la edicin virtual de la obra que aqu presentamos nofue, para nada, labor sencilla. De hecho su captura y diseo nos llevo

    prcticamente todo un mes, trabajando, dependiendo de nuestro tiempodisponible, entre dos y cuatro horas diarias. Sin embargo, el valor de esta obra ynuestro inmenso deseo por publicarla, nos llevo a concretizar nuestro sueo.

    Una vez ms queda en evidencia la enorme utilidad de la Red de Redesencuanto alternativa para la edicin y difusin de textos. Ciertamente, realizar unatirada de esta obra en papel, representara una inversin que muy probablementerebasara los cien mil pesos, o sea una cantidad cercana a los diez mil dlaresamericanos, por una tirada de tres mil ejemplares, y aparte debera contabilizarseel gasto de almacenamiento, puesto que tres mil ejemplares de esta obra con todaseguridad ocupan un espacio considerable. Pero, haciendo uso de la alternativaque representa la Red de Redes, todo se reduce a contar con la debida paciencia, yobservar, lo ms rigurosamente posible, un mtodo de trabajo continuo, lo que

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    conlleva a que tarde o temprano, el trabajo termina quedando la obra capturada ydiseada.

    Para la realizacin de la presente edicin virtual nos hemos basado en laedicin publicada por laEditorial Americalee, el 20 de agosto de 1945.

    Bien recordamos cuando encontramos el ejemplar que poseemos de estaobra pstuma del gran libertario ruso Pedro Kropotkin. Fue all por el ao de1973 en la Librera Zaplana que se encontraba ubicada en la ciudad de Mxico,en la calle de San Juan de Letrn (hoy Lzaro Crdenas) casi esquina conIndependencia. La entrada de aquella librera era pequea, pero adentro erarealmente muy grande.

    Acostumbrbamos ir con relativa frecuencia a esa librera, porque ahencontrbamos cada joya que nos haca brincar de alegra. Con respecto a la obraque aqu presentamos, recordamos haberla encontrado en un estante bastanteescondido. El ejemplar se encontraba prcticamente cubierto de polvo. Cuando

    lo tuvimos en nuestras manos no dudamos ni un segundo y presurosos nosfuimos a pagarlo a la caja.

    Posteriormente lo lemos con avidez quedando prcticamente hechizadospor su contenido. Durante meses lo comentamos en nuestras charlas con amigosy conocidos, vanaglorindonos de poseer un ejemplar de estajoya.

    Despus, cuando iniciamos Ediciones Antorcha, pensamos en variasocasiones editarlo pero, nunca pudimos hacerlo por el altsimo costo que ellorepresentaba, as que nos quedamos con las ganas y no es sino hasta ahora que,haciendo uso de este maravilloso instrumento de comunicacin que es la Red de

    Redes, podemos llevar a la prctica nuestro viejo sueo de editar esta obrapstuma de Kropotkin que por desgracia quedo inconclusa ya que la muerte leimpidi terminarla.

    Pensamos que en los tiempos actuales, el recuperar los planteamientos dePedro Kropotkin sobre la moral, no slo vale la pena sino que es algo muynecesario para no perdernos en los laberintos interminables del autoritarismoprevaleciente.

    Esperamos que esta obra despierte el inters en quien se acerque a hojearla,por adentrarse en un tema de indudable actualidad: la apremiante necesidad dereconstruir los valores morales que dan coherencia y cohesin a nuestra vida ensociedad.

    Chantal Lpez y Omar Corts.

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    Prlogo

    Latica1es el canto de cisne del gran sabiohumanista y revolucionario

    anarquista, y viene a constituir como el coronamiento y la conclusin de todaslas concepciones cientficas, filosficas y sociales de P. A. Kropotkin, elaboradasen el curso de su larga y extraordinaria vida. Desgraciadamente la muertesorprendi a Kropotkin antes de que su obra estuviera totalmente terminada y am me incumbe, cumpliendo su voluntad, el deber y la responsabilidad de llevarlaal conocimiento del pblico.

    Al publicar el primer tomo de latica; me parece necesario aadir algunaspalabras que hagan conocer al lector la historia de esta obra.

    En su Etica; Kropotkin ha querido responder a dos cuestionesfundamentales: Cul es el origen de las concepciones morales en el hombre? Y,cules son los fines a que tienden las normas y preceptos de la moral?Consiguientemente dividi su obra en dos partes: la primera dedicada alesclarecimiento del origen y desarrollo histrico de la moral, y la segundaconsagrada a la exposicin de las bases y finalidades de latica realista.

    Tan slo le fue posible terminar el primer tomo, y aun no en su formadefinitiva. De algunos captulos del primer tomo haba escrito nicamente elborrador. El ltimo captulo, en el cual haban de exponerse las concepcionesticas de Stirner, Nietzsche, Tolstoi, Multatuli y otros moralistascontemporneos sobresalientes, no lleg a ser escrito.

    Para el segundo tomo de la tica; Kropotkin lleg tan slo a escribir (eningls) algunos ensayos, completamente terminados, que se propona publicarpreviamente como artculos de revista, y diversas notas y borradores. Entre losensayos cabe mencionar: Primitive Ethics (tica primitiva), Justice (Justicia), Moralityand Religion (Moralidad y Religin), Ethics and Mutual Aid (tica y Ayuda mutua) yOrigen of Moral Motives and Sense of Duty (Origen de los motivos morales y sentido deldeber). El estudio de los problemas de la moral atrajo ya a Kropotkin hacia 1880,pero fue en la ltima dcada del siglo diecinueve, cuando les dedic mayoratencin. Era precisamente la poca en que la moral era repudiada por muchos,

    como cosa intil, y el amoralismo de Nietzsche encontraba libre curso. Al mismotiempo no pocos representantes de la ciencia y de la filosofa, influidos por unaestrecha interpretacin de las ideas de Darwin, afirmaban que el mundo estregido por una sola ley general: la de la lucha por la existencia, viniendo con elloa apoyar el amoralismo filosfico.

    Sintiendo la falsedad de tales concepciones, Kropotkin se dispuso aprobar, desde un punto de vista cientfico, que la naturaleza no es amoral y noensea al hombre el maly que, al contrario, la moral es un producto natural de laevolucin de la vida social no solamente en el hombre, sino en casi todos los

    1 La primera parte de la misma, nica que logr terminar el autor, forma el presente volumen. Origen y evolucin de la moral.

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    seres vivos, la mayora de los cuales ofrecen ya algunos rudimentos, cuandomenos, de las relaciones morales.

    En 1890, Kropotkin dio en la Hermandad Ancota, de Manchester, unaconferencia sobre Justicia y Moral; y algn tiempo despus la repiti ampliada en

    la Sociedad ticade Londres. Durante el perodo 1891 94, public, en la revistaNineteenth Century; una serie de artculos sobre la ayuda mutua entre los animales,los salvajes y los pueblos civilizados. Estos ensayos que ms tarde formaron ellibro La ayuda mutua como factor de la evolucin, constituyen, por as decirlo, laintroduccin a las concepciones morales de Kropotkin.

    En 1904 y 1905, Kropotkin public, en la misma revista, dos artculosdedicados directamente a los problemas de la moral: La necesidad de la moral ennuestros dasyLa moral en la naturaleza. Con algunas alteraciones de forma, estosensayos constituyen los primeros tres captulos del presente tomo. Por aquelentonces, Kropotkin escribi en francs un pequeo folleto con el ttulo La

    Moral anarquista. En este folleto, Kropotkin exhorta al hombre a la actividad yafirma que la fuerza no reside en la soledad, sino en la unin con sus semejantes,con el pueblo, con las masas trabajadoras. En oposicin al individualismoanarquista, se empea en crear una moral social, una tica de la solidaridad y dela sociabilidad.

    Opina Kropotkin que todo el progreso humano est ntimamente ligado ala vida social. La vida en comn engendra, natural e inevitablemente en loshombres y en los animales, el instinto de sociabilidad y de ayuda mutua, cuyodesarrollo subsiguiente hace nacer en los hombres los sentimientos de simpata y

    de afecto.En estos sentimientos e instintos reside el origen de la moral humana, osea el conjunto de sentimientos morales, concepciones y representaciones, que,en ltimo trmino, se transforman en la que es regla fundamental de todas lasdisciplinas morales:No hagas a los dems lo que no quieras que te hagan a ti.

    Pero el no hagas a los dems lo que no quieras te hagan a ti; no es por s sola, ajuicio de Kropotkin, la expresin ntegra de la moral. Esta regla es tan slo laexpresin de la justicia y de la igualdad de derechos. Ella no basta para satisfacerla conciencia ntegra de la moral. Kropotkin cree que entre los elementosfundamentales de la moral, junto con el sentimiento de la ayuda mutua y elconcepto de la justicia, hay, todava, algo ms, que los hombres llamanmagnanimidad, resignacin o espritu de sacrificio.

    Ayuda mutua, justicia, espritu de sacrificio, tales son los tres elementos dela moral, segn la teora de Kropotkin. Sin tener el carcter de generalidad ynecesidad de las leyes lgicas, esos elementos, sin embargo, forman parte de labase misma de la tica humana, que puede ser considerada como una Fsica de lascostumbres. La tarea de un filsofomoralista consiste en estudiar el origen y eldesarrollo de esos elementos de la moral, y en probar que, como los demsimpulsos y sentimientos, forman parte de la naturaleza humana.

    Llegado a Rusia en junio de 1917, despus de cuarenta aos de destierro,Kropotkin se instal en Petrogrado, pero al cabo de poco tiempo los mdicos le

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    aconsejaron el traslado a Mosc. Tampoco aqu encontr una residenciadefinitiva. Las condiciones generales de la vida en Mosc eran, entonces, a talpunto difciles, que Kropotkin se vio obligado a marcharse, en el verano de 1918,a Dmitrov, pequea ciudad sin importancia, situada a 65 kilmetros de la capital.

    All vivi aislado, por completo, del mundo civilizado, durante tres aos, hasta elda de su muerte.Fcil es comprender cun ardua ha de haber sido, para Kropotkin, la tarea

    de escribir una obra como laticay hacer una exposicin histrica de las teorasmorales en una ciudad como Dmitrov. No dispuso casi de libro alguno (toda subiblioteca haba quedado en Inglaterra). La menor investigacin o consulta,exiga largo tiempo y con frecuencia paralizaba el trabajo.

    Por carecer de medios, no poda Kropotkin adquirir los libros necesarios,y tan slo, gracias a sus amigos y conocidos, pudo, a veces, procurarse alguno delos ms indispensables. Tampoco pudo disponer de secretario, ni de

    mecangrafa. Sobre sus hombros pesaba toda la labor, incluso la de poner enlimpio sus manuscritos. Todo ello influa, naturalmente, en el trabajo. Por otraparte, desde su instalacin en Dmitrov y a causa, quizs, de las deficiencias dealimentacin, Kropotkin no se encontr bien de salud. He aqu lo que meescriba el 21 de enero de 1919: Trabajo con ahinco en la tica, pero mis fuerzas sonescasas. A veces me veo obligado a interrumpir el trabajo. Tena que luchar coninconvenientes de toda suerte. As, por ejemplo, durante mucho tiempo tuvo quetrabajar por la noche con muy mala luz.

    Kropotkin atribua gran importancia a sus trabajos sobre la Etica. Los

    consideraba una imprescindible obra revolucionaria. En una de sus ltimascartas, del 2 de mayo de 1920, dice: He vuelto a los trabajos sobre las cuestiones de lamoral, porque, a mi parecer, se trata de una obra absolutamente necesaria. S muy bien que loslibros no determinan las corrientes intelectuales, sino todo lo contrario. Pero s, tambin, que

    para aclarar las ideas es preciso la ayuda de los libros que dan al pensamiento su formaconcreta. Para sentar las bases de la moral emancipada de la religin y superior a la moralreligiosa... es preciso la ayuda de los libros aclaradores. Y aade: Estos esclarecimientos sonnecesarios sobre todo ahora, cuando el pensamiento humano se encuentra encerrado entre Kant y

    Nietzsche.En sus conversaciones conmigo, me dijo, con frecuencia: Si no fuera tan

    viejo, no estara en estos tiempos revolucionarios encorvado sobre un libro de moral. Tomaraparte activa en la construccin de la nueva vida.

    Revolucionario y realista, Kropotkin consideraba la tica no como unaciencia abstracta sobre la conducta humana, sino que vea, ante todo, en ella unadisciplina cientfica concreta, que tiene por finalidad guiar a los hombres en susactividades prcticas. Vea que no bastaba llamarse revolucionario o comunistapara tener un slido fundamento moral, y que la mayora de los que as se llamancarecen de una idea moral directora, de un ideal elevado de moral. Sola decirKropotkin que la falta de este ideal moral elevado era, tal vez, la causa por la cual

    la revolucin rusa se mostrara impotente para crear un nuevo rgimen socialsobre las bases de la justicia y de la libertad, y propagar a los dems pueblos la

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    llama revolucionara, como ocurri en la poca de la gran revolucin francesa yde la revolucin de 1848.

    El viejo revolucionario rebelde, cuyos pensamientos todos tendieron,siempre, hacia la felicidad humana, abrigaba la esperanza de que su ticasirviera

    de inspiracin en la lucha a las jvenes generaciones, inculcndoles la fe en lajusticia de la revolucin social; encendiendo en sus corazones la llama del espritude sacrificio en pro de sus semejantes, y convencindoles de que la felicidad noconsiste en el goce individual, ni en los placeres egostas, por elevados que sean, sino en la lucha

    por la verdad y la justicia entre el pueblo y junto con el pueblo.Al negar los lazos entre la moral, por una parte, y la religin y la metafsica

    por otra, Kropotkin quera sentar la tica sobre bases puramente naturales,empendose en probar que tan slo permaneciendo dentro de la realidad puedeencontrarse la fuerza para una vida verdaderamente moral. Se dira queKropotkin quera, con latica, dar a la Humanidad algo as como su testamento,

    inspirndose en la estrofa del poeta:Amigo, no huyas con tu alma cansadaDe la tierra, de tu maldita patria.Trabaja con la tierra y sufre con la tierra

    El dolor comn de los hombres, tus hermanos.Muchos esperan que la ticade Kropotkin sea una tica revolucionaria, o

    anarquista. Pero l sola afirmar que su intencin era tan slo escribir una ticapuramente humana (a veces se serva de la palabra realista).

    No admita la existencia de ticas diversas. Crea que la tica debe ser

    nica e igual para todos los hombres. Cuando se le objetaba que en la sociedadcontempornea, dividida en clases y castas hostiles entre s, no poda darse unatica nica, responda que toda tica, burguesa o proletaria, se funda sobre unabase tnica comn, cuya influencia sobre los principios de la moral de clase o degrupo, es, a veces, grande. Afirmaba Kropotkin que todos nosotros, sea cualfuere el partido o la clase a que pertenezcamos, somos, ante todo, hombres, homosapiens, unidad lgica que comprende desde el europeo ms culto hasta el salvaje;desde el burgus ms refinado al proletario ms humilde. En sus concepcionesde la sociedad futura, Kropotkin pensaba, siempre, en los hombres, sin lasestpidas clasificaciones consagradas por la Humanidad en su largo caminohistrico.

    La teora tica de Kropotkin se puede caracterizar como teora de lafraternidad, a pesar de que esta palabra casi no aparece en su libro,sustituyndola, casi siempre, por la de solidaridad. A su juicio, la solidaridad esalgo ms real que la fraternidad. Para probarlo, indicaba el hecho de que confrecuencia nacen, entre los hermanos, disputas y odios que conducen, a veces,hasta el fratricidio. Segn la leyenda bblica, la historia del gnero humanoempieza precisamente por un fratricidio. En el orden vital, la concepcin de lasolidaridad expresa la relacin fsica y orgnica entre los miembros y elementos

    de cada ser vivo, mientras que en el orden de las relaciones morales la solidaridadse expresa en la ayuda mutua y en la compasin. La solidaridad concuerda con la

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    libertad y la igualdad, condiciones stas indispensables para la justicia social. Deaqu arranca la frmula de la Etica de Kropotkin: Sin igualdad no hay justicia y sin

    justicia no hay moral.La tica de Kropotkin no resuelve todos los problemas morales que

    apasionan a la Humanidad contempornea; seala tan slo el camino y proponeuna solucin del problema tico. Su obra es, sencillamente, la tentativa de unhombre de ciencia y de un revolucionario, para contestar a esa cuestin penosa:

    por qu he de vivir yo una vida moral?Es una lstima que la muerte le haya impedidodar forma definitiva a la segunda parte de su obra, en la cual se propona exponerlas bases de la tica natural y realista, y formular su Credo tico.

    Con sus investigaciones para sentar las bases realistas de la tica,Kropotkin ilumina nuestro camino en el mundo complicado de las relacionesmorales. Para cuantos tienden a alcanzar la tierra prometida de la libertad y de la

    justicia, pero se ven condenados a vivir en un mundo de violencia y hostilidad,

    Kropotkin es un gua seguro. Ensea la ruta hacia la nueva tica, hacia la moraldel porvenir, que en lugar de dividir a los hombres en amos y esclavos; engobernantes y gobernados, ser la expresin de la libre colaboracin colectiva detodos para el bien comn, nico medio para establecer sobre la tierra el reino, noilusorio sino real, del Trabajo y de la Libertad.

    Al preparar la edicin de esta obra, me he inspirado en las observacionesodas al propio Kropotkin y en las contenidas en sus notas: Lo que hay que hacercon mis papelesy en el breve ensayo A un continuateur. En este ltimo documentoKropotkin, entre otras cosas, dice: Si je ne russis pas terminer mon thique, je prie

    ceux qui tcheront peuttre de la terminer d'utiliser mes Notes (Sino alcanzo a terminar mitica, ruego a aquellos que intentarn, tal vez, terminarla, de utilizar mis Notas).Estas notas no han sido utilizadas en la presente edicin, en primer lugar,

    porque la familia y amigos de Kropotkin decidieron que era ms interesanteeditar la ticaen la forma en que la haba dejado el autor, y en segundo lugar,porque la utilizacin de ellas hubiera exigido un largo trabajo y retrasado lapublicacin del libro.

    En las siguientes ediciones, todos los materiales dejados por Kropotkinreferentes a laticasern debidamente utilizados y publicados.

    N. LebedeffMosc, 1 de Mayo de 1922.

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    Captulo 1

    Necesidad contempornea de desarrollar los fundamentos de la

    moral2

    Progresos de la ciencia y la filosofa en los ltimos cien aos.Progreso de la tcnicaactual.Posibilidad de elaborar una tica sobre la base de las ciencias naturales.Lasmodernas teoras morales.Error fundamental de los actuales sistemas ticos.Teora de lalucha por la existencia; su interpretacin errnea.La ayuda mutua en la naturaleza.Lanaturaleza no es amoral.De la observacin de la naturaleza el hombre recibe las primeraslecciones morales.

    Ante los resultados obtenidos por la ciencia durante el siglo XIX y laspromesas que estos resultados entraan para el porvenir, es preciso reconocerque una nueva era se abre en la vida de la Humanidad, o que, por lo menos, stacuenta con todos los medios para inaugurarla.

    En el curso de los ltimos cien aos surgieron, bajo los nombres deAntropologa (estudio del hombre), Etnologa prehistrica (estudio de lasinstituciones sociales primitivas) e Historia de las Religiones, nuevas ramas de laciencia que transformaron, radicalmente, las concepciones sobre el desarrollo dela humanidad. Al mismo tiempo, los descubrimientos en el campo de la Fsicasobre la estructura de los cuerpos celestes y de la materia en general permitieronelaborar nuevas concepciones sobre la vida del Universo; las antiguas doctrinassobre el origen de la vida; la posicin del hombre en el mundo y la naturaleza dela razn, sufrieron cambios fundamentales gracias al rpido progreso de laBiologa (estudio de la vida) y a la aparicin de la teora del desarrollo(evolucin), as como al desenvolvimiento de la Psicologa (estudio de la vidaespiritual).

    No basta decir que todas las ramas de la ciencia, con excepcin, quizs, dela Astronoma, hicieron mayores progresos en el curso del siglo XIX que en el delos tres o cuatro siglos anteriores. Hay que retroceder ms de dos mil aos, hasta

    la poca del florecimiento filosfico en la Grecia antigua, para encontrar undespertar semejante del espritu humano. Pero ni siquiera esta comparacin esexacta, ya que, entonces, el hombre no dispona de los actuales medios tcnicos,y slo con el desarrollo de la tcnica puede librarse el hombre del trabajo que leesclaviza.

    En la humanidad contempornea se ha desarrollado, al mismo tiempo, unatrevido espritu de descubrimiento, nacido de los recientes progresos de lasciencias. Los inventos, sucedindose, rpidamente, uno tras otro, han aumentadohasta tal punto la capacidad productora del trabajo humano, que los puebloscultos contemporneos han podido alcanzar un nivel de bienestar general como

    2 Este captulo fue publicado por primera vez, en ingls en la revista Nineteenth Century (Agosto de 1904).

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    ni siquiera pudo soarse no slo en la antigedad o en la Edad Media, sino aunen la primera mitad del siglo XIX. Por primera vez se puede decir de laHumanidad que su capacidad para satisfacer todas las necesidades es superior alas necesidades mismas; que no es preciso ya someter al yugo de la miseria y de la

    humillacin a clases enteras para dar el bienestar a algunos y facilitarles sudesarrollo intelectual. El bienestar general, sin necesidad de obligar a loshombres a un trabajo opresor y nivelador, es, ahora posible. La Humanidadpuede, finalmente, reconstruir toda su vida social sobre los principios de lajusticia.

    Tendrn los pueblos cultos contemporneos la capacidad creadora y lasuficiente audacia para utilizar las conquistas del espritu humano en bien de lacomunidad? Difcil es decirlo de antemano. En todo caso, es indudable que elflorecimiento reciente de la ciencia ha creado ya la atmsfera intelectual necesariapara que surjan las fuerzas indispensables; disponemos ya de los conocimientos

    precisos para la realizacin de esta magna tarea.Vuelta a la sana filosofa de la naturaleza, olvidada desde la Grecia antigua

    hasta que Bacon despert el estudio cientfico de su prolongado letargo, laciencia contempornea ha sentado las bases de una filosofa del Universo libre dehiptesis sobrenaturales y de una mitologa metafsica del pensamiento, filosofa que, por sugrandeza, poesa y fuerza de inspiracin, tiene, naturalmente, el poder dedespertar a la vida nuevas energas. El hombre no tiene ya necesidad de revestircon ropajes de supersticin sus ideales de belleza moral y su concepcin de unasociedad basada sobre la justicia; no tiene que esperar la reconstruccin de la

    sociedad de la Suprema Sabidura. Puede encontrar sus ideales en la naturalezamisma y en el estudio de sta hallar las fuerzas necesarias.Una de las primeras conquistas de la ciencia contempornea ha consistido

    en probar la indestructibilidad de la energa, sean cualesquiera lastransformaciones a que se la someta. Para los fsicos y matemticos esta idea fueuna rica fuente de variadsimos descubrimientos. De ella estn penetrados todoslos estudios contemporneos. Pero el valor filosfico de este descubrimientotiene, tambin, gran importancia, puesto que acostumbra al hombre a concebir la

    vida del Universo como una cadena ininterrumpida e interminable detransformaciones de la energa. El movimiento mecnico puede transformarse ensonido, en calor, en luz, en electricidad y, al contrario cada una de esasmanifestaciones de la energa, puede transformarse en las dems. Y en medio detodas estas transformaciones el nacimiento de nuestro planeta, el desarrollocontinuo de su vida, su inevitable disgregacin final, y su disolucin en el granCosmos, no son ms que fenmenos infinitamente pequeos; un momentofugaz en la vida de los mundos astrales.

    Lo mismo ocurre en el estudio de la vida orgnica. Las investigacioneshechas en la vasta zona intermedia que separa el mundo inorgnico del mundoorgnico, donde los ms sencillos procesos vitales en los hongos inferiores

    apenas si pueden distinguirse, y aun de modo incompleto, de losdesplazamientos qumicos de los tomos que se operan, constantemente, en los

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    cuerpos complicados, quitaron a los fenmenos vitales su carcter mstico ymisterioso. Al mismo tiempo, nuestras concepciones sobre la vida se hanampliado hasta tal punto, que estamos, ahora, acostumbrados a considerar laacumulacin de la materia en el Universo, como algo viviente y sujeto a los

    mismos ciclos de desenvolvimiento y disgregacin a que estn sujetos los seresvivos. Volviendo a las ideas que se abrieron camino en la antigua Grecia, laciencia moderna ha seguido, paso a paso, el maravilloso desarrollo de estos seres,desde sus formas ms sencillas que apenas merecen el nombre de organismo,hasta la infinita variedad de especies que pueblan, ahora, nuestro planeta y son sumayor belleza. Finalmente, la Biologa, despus de habernos acostumbrado a laidea de que todo ser vivo es, en gran medida, producto del medio en que vive,descifr uno de los ms grandes enigmas de la naturaleza, explicando lasadaptaciones que podemos observar a cada paso.

    Aun en la ms enigmtica de las manifestaciones vitales, en el terreno del

    sentimiento y del pensamiento, donde la razn humana ha de buscar losprocesos que le sirven para aprehender las impresiones externas, aun en estecampo, el ms obscuro de todos, ha podido ya el hombre comenzar a descifrar elmecanismo del pensamiento siguiendo los mtodos de investigacin adoptadospor la fisiologa.

    Por ltimo, en el vasto campo de las instituciones humanas, costumbres yleyes, supersticiones, creencias e ideales, la Historia, el Derecho y la EconomaPoltica, estudiadas desde un punto de vista antropolgico, han proyectado unaluz tal, que bien puede decirse que la aspiracin a la felicidad del mayor nmero

    ha dejado de ser un sueo utpico. Su realizacin es posible y est, por lo tanto,demostrado que la felicidad de un pueblo o de una clase cualquiera, no puedebasarse, ni siquiera provisionalmente, en la opresin de las dems clases,naciones o razas.

    La ciencia contempornea ha conseguido, de este modo, un doble objeto.Por una parte ha dado al hombre una preciosa leccin de modestia, ensendoleque es tan slo una partcula infinitamente pequea del universo. Con ello, lo hasacado de su estrecho y egosta aislamiento. Disip su ilusin de creerse centrodel universo y objeto de la preocupacin especial del Creador. Le ense que, sinel gran Todo, nuestro Yo no es nada y que para determinar elyo un cierto tesimprescindible. Y al propio tiempo, la ciencia ha mostrado cun grande es lafuerza de la Humanidad en su evolucin progresiva, cuando sabe aprovechar lainfinita energa de la naturaleza.

    De este modo, la ciencia y la filosofa nos han dado la fuerza material y lalibertad mental necesarias para despertar a la vida a los hombres capaces de haceravanzar la Humanidad por el camino del progreso comn. Existe, sin embargo,una rama de la ciencia que ha quedado ms atrasada que las dems. Es la tica, laciencia de los principios fundamentales de la moral. No existe, todava, unadoctrina que se encuentre al nivel de la ciencia contempornea y que

    aprovechando sus conquistas para asentar las bases de la moral sobre un vastofundamento filosfico, pueda dar a los pueblos cultos la fuerza capaz de

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    inspirarles en la gran reconstruccin del porvenir. Por todas partes se nota lanecesidad de esta doctrina. La Humanidad demanda, imperiosamente, una nuevaciencia realista de la moral, libre de todo dogmatismo religioso, de lassupersticiones y de la mitologa metafsica, libre como lo est ya la filosofa

    naturalista contempornea, e inspirada, al mismo tiempo, por los sentimientoselevados y las luminosas esperanzas que nos da la ciencia actual sobre el hombrey su historia.

    No cabe duda de que tal ciencia es posible. Si el estudio de la naturalezanos ha dado las bases de una filosofa que abarca la vida de todo el universo, laevolucin de los seres vivos en la tierra, las leyes de la vida psicolgica y deldesarrollo de las sociedades, ese estudio de la naturaleza debe darnos, tambin, laexplicacin natural del origen del sentido moral. Tiene que ensearnos dnderesiden las fuerzas capaces de exaltar este sentido moral hasta las cumbres mspuras y elevadas. Si la contemplacin del Universo y el conocimiento ntimo de

    la naturaleza fueron capaces de inspirar a los grandes naturalistas y poetas delsiglo XIX; si el deseo de penetrar en ella hasta lo ms profundo fue capaz deacelerar el ritmo de la vida en Goethe, Byron, Shelley, Lermontov, conmovidospor el espectculo de la tempestad desencadenada de las montaas majestuosas,o de la selva obscura y de sus habitantes, por qu no habr de encontrar elpoeta motivo de inspiracin en la comprensin ms profunda del hombre y sudestino? Cuando el poeta encuentra la expresin justa de su sentimiento decomunidad con el Cosmos y con la Humanidad entera, posee, por ello mismo, lafuerza de contagiar su inspiracin a millones de hombres, despertando en ellos

    sus fuerzas mejores y el deseo de perfeccin. Los hace arder, as, de xtasis, queera considerado, hasta ahora, como el bien supremo de la Religin. Pues, quson, en realidad, los Salmosen los cuales muchos ven la expresin suprema delsentido religiosoy las partes poticas de los Libros Sagrados del Oriente, sinotentativas para expresar el xtasis del hombre ante el Universo, manifestacionesdel despertar del sentido de la poesa de la naturaleza?

    La necesidad de una tica realista se hizo sentir desde los primeros aosdel Renacimiento cientfico, y ya Bacon, al formular las bases del resurgimientode las ciencias, traz, tambin, empricamente, las lneas fundamentales de latica cientfica, sin ahondar tanto, como lo han hecho sus sucesores, pero conuna fuerza de generalizacin que pocos han alcanzado despus y que apenashemos conseguido traspasar en nuestros das.

    Los mejores pensadores del siglo XVII siguieron, tambin, el mismocamino, tratando, asimismo, de elaborar los sistemas ticos independientementede los preceptos religiosos. En Inglaterra, Hobbes, Cudworth, Locke,Shaftesbury, Paley, Hutcheson, Hume y Adam Smith, prosiguieron, audaz yesforzadamente, el estudio de este problema, procurando iluminarlo en todos susaspectos. Atribuyeron gran importancia a las fuentes naturales del sentido moral,y en sus definiciones de los problemas de la moralidad se colocaron todos (a

    excepcin de Paley) en un punto de vista cientfico. Trataron de coordinar porvarios caminos el intelectualismo y el utilitarismo de Locke con el sentido moraly el

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    sentido de la belleza de Hutcheson; la teora de la asociacinde Hartley y la ticadel sentimiento de Shaftesbury. Al tratar de los fines de la tica, algunos de ellosaludan ya a la armona entre el egosmo y el sentimiento altruista que tantaimportancia adquiri en las teoras morales del siglo XIX. Esta armona la vean

    en el lazo ntimo que existe entre el deseo de elogio; de Hutcheson, y la simpata; deHume y de Adam Smith. Y cuando, por fin, tropezaron con dificultades paraencontrar una explicacin racional del sentimiento del deber, la buscaron en lainfluencia que la religin ejerci en las pocas primitivas, en el sentimiento innatoo en la teora, ms o menos transformada, de Hobbes, segn la cual, las leyeseran la causa principal de la formacin de la sociedad y el salvaje primitivo un serrebelde a la vida en comunidad.

    Los materialistas y enciclopedistas franceses enfocaron el problema desdeel mismo punto de vista, insistiendo con ms fuerza sobre el egosmo y tratandode coordinar las dos tendencias opuestas de la naturaleza humana: la individual y

    la social. Sostenan que la vida social contribuye, necesariamente, aldesenvolvimiento de los mejores aspectos de la naturaleza humana. Rousseau,con su religin racionalista, constituy el vnculo entre los materialistas y loscreyentes, y por su audacia al afrontar los problemas de su tiempo, ejerci unainfluencia muy superior a los dems. Por otra parte, ni los ms extremosidealistas, como Descartes, el pantesta Spinoza y, durante cierto tiempo, elpropio filsofo del idealismo trascendentalKant, aceptaban en absoluto la revelacincomo origen de los principios morales. Por esta razn trataron de dar a la ticauna base ms amplia, no renunciando, sin embargo, a dar en parte una

    explicacin sobrehumana de la ley moral.La misma aspiracin a encontrar una base realista de la moralidad se hacenotar, con mayor fuerza an, en el siglo XIX. Sobre la base del egosmo, del amora la Humanidad(Augusto Comte, Littr y otros discpulos de menor importancia), de la simpatay de la identificacin intelectual de la propia personalidad con la Humanidad(Schopenhauer) , del utilitarismo (Bentham y Mill) y, por fin, de la teora de laevolucin (Darwin, Spencer, Guyau) sin hablar de los sistemas que niegan lamoral, concebidos por La Rochefoucauld y Mandeville, y desarrollados en elsiglo XIX por Nietzsche y algunos otros, fueron elaborados una serie desistemas ticos que, afirmando los derechos superiores del individuo, tendan, sinembargo, con sus ataques violentos, a las concepciones ticas de nuestro tiempoa elevar el nivel de la moral.

    Dos teoras de la moral, el positivismo de Comte y el utilitarismo deBentham, han ejercido, como se sabe, una influencia profunda sobre elpensamiento de nuestro siglo. La doctrina de Comte ha puesto su sello sobretodas las investigaciones cientficas que constituyen el orgullo de la cienciacontempornea. De ambas teoras, la de Comte y la de Bentham, han arrancadouna serie de sistemas secundarios, y casi todos los hombres eminentes que hantrabajado en el terreno de la Psicologa; la teora de la evolucin y la

    Antropologa, han enriquecido la literatura de la tica con estudios ms o menosoriginales de gran valor. Baste nombrar, entre ellos, a Feuerbach, Bain, Leslie

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    Stephen, Proudhon, Wundt, Sidgerick, Guyau, Jodl, aparte de otros muchosmenos conocidos. Hay que mencionar, tambin, por ltimo, la fundacin de ungran nmero de sociedades ticas para la difusin de las doctrinas morales sinfundamento religioso. En la primera mitad del siglo XIX se inici, asimismo,

    bajo los nombres defourierismo, owenismo, saintsimonismo y ms tarde socialismo yanarquismo internacional, un vasto movimiento que aun estando dirigido, msque todo, por motivos econmicos, ha sido, tambin, en su sentido msprofundo, una direccin tica. Este movimiento, cuya importancia es cada damayor, tiende, con la ayuda de los trabajadores de todos los pases, no solamentea revisar las bases en que se fundan todas las concepciones morales, sino,tambin, a reconstruir la vida de tal modo, que se abran, para la Humanidad, loscaminos de una nueva moral.

    Dirase que despus de tantos sistemas de tica racionalista, elaboradosdurante los ltimos dos siglos, toda aportacin nueva habra de resultar

    imposible. Pero, en realidad, cada uno de los principales sistemas del siglo XIX el positivismo de Comte, el utilitarismo de Bentham y Mill, y el evolucionismoaltruista, o sea la teora del desarrollo social de la moral de Darwin, Spencer yGuyauvino a aadir algo esencial a las teoras de sus predecesores, y ello pruebaque el problema de la tica no est todava agotado.

    Fijndonos tan slo en las concepciones de Darwin, Spencer y Guyau,vemos que el segundo no lleg, desgraciadamente, a utilizar, siquiera, todos losdatos aportados por el admirable ensayo sobre tica que contiene El Origen delHombre; de Darwin, entretanto que Guyau introdujo en el estudio de los motivos

    morales un elemento tan importante, como el exceso de energa en elsentimiento, el pensamiento y la voluntad, que haba pasado, hasta entonces,desapercibido a los investigadores anteriores. El hecho de que cada sistemaconsiguiera introducir un nuevo elemento de importancia, constituye ya unaprueba de que la ciencia de los motivos morales est, todava, lejos de haberencontrado su forma definitiva. Puede llegar a decirse que esta forma definitivano llegar, nunca, a alcanzarla, ya que el continuo desarrollo de la Humanidadexigir que sean tenidas en cuenta las nuevas fuerzas y aspiraciones que lasnuevas condiciones de vida vayan creando.

    Es indiscutible, por lo tanto, que ninguno de los sistemas ticos del sigloXIX ha conseguido satisfacer a las clases intelectuales de los pueblos civilizados.Sin hablar ya de los numerosos trabajos filosficos en los cuales quedaclaramente puesta de manifiesto la insuficiencia de la tica contempornea3, lamejor prueba de ello la encontramos en el sensible retorno al idealismo que haciafines del siglo XIX se hizo observar. La ausencia de inspiracin potica en elpositivismo de Littr y Spencer, y su incapacidad para dar una respuestasatisfactoria a los grandes problemas de la vida contempornea; el carcterestrecho de algunas de las concepciones del propio Spencer, el ms importantede los filsofos de la teora de la evolucin; por fin, el hecho de que los

    3. Bastar mencionar aqu los trabajos crticos e histricos de Paulsen, Wundt, Leslie Stephen, Lichtenberger,Fouille, de Roberty y tantos otros.

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    positivistas posteriores hayan llegado a negar las teoras humanitarias de losenciclopedistas franceses del siglo XVIII, son todos factores que hancontribuido a la gran reaccin en provecho de un nuevo idealismo msticoreligioso. Segn dice, muy justamente, Fouille, la interpretacin unilateral del

    darvinismo, dada por los principales representantes del evolucionismo (contra lacual no protest el propio Darwin durante los primeros doce aos que siguierona la publicacin deEl Origen de las Especies), fortaleci, esencialmente, la posicinde los adversarios de la teora naturalista de la Etica.

    Despus de haber empezado sealando ciertos errores en la filosofacientfica naturalista, la crtica no tard en dirigirse contra la ciencia en general.Solemnemente se proclam la bancarrota de la ciencia.

    Los hombres de estudio saben, sin embargo, que todas las ciencias van deuna aproximacin a otra, es decir de la primera explicacin aproximada de unaserie de fenmenos a la siguiente, ms exacta. Pero esta verdad sencilla no

    quieren saberla los creyentes, ni cuantos se sienten atrados por el misticismo. Aldescubrir inexactitudes en la primera aproximacin, se apresuran a proclamar labancarrota de la ciencia en general. Pero aun las ciencias susceptibles de alcanzaruna mayor exactitud, como la Astronoma, van por un camino de continuasaproximaciones sucesivas. La constatacin de que los planetas giraban alrededordel Sol, constituy un gran descubrimiento y la primera aproximacinconsisti ensuponer que, al girar, describan crculos perfectos. Luego se averigu que loscrculos que describan eran elpticos y sta fue la segunda aproximacin. La terceraaproximacin consisti en descubrir que la rbita de los planetas es ondulante y

    que stos, apartndose ora a un lado ora a otro de la elipsis, no pasan, nunca, porel mismo camino. Por fin, ahora que sabemos que el Sol no est fijo, losastrnomos tratan de determinar el carcter y curso de las rbitas que siguen losplanetas en su camino ondulado alrededor del Sol.

    Las mismas transiciones de una solucin aproximada a otra ms exacta senotan en todas las ciencias. As, por ejemplo, las ciencias naturales estnrevisando, ahora, las primeras aproximaciones referentes a la vida, a la actividadpsquica, al desarrollo de las formas vegetales y animales, etc., a las cuales se llegdurante la poca de los grandes descubrimientos (185662). Es preciso revisarestas aproximaciones, para poder llegar a las siguientes ms profundas, y estarevisin la aprovechan algunos ignorantes para asegurar a otros, ms ignorantestodava que ellos, que la ciencia es impotente para explicar los grandes problemasde la creacin.

    En la actualidad, muchos tienden a sustituir la ciencia por la intuicin, esdecir, por la adivinacin y la fe ciega. Despus de volver primero a Kant, luego aSchelling y aun a Lotze, muchos escritores propagan, ahora, el indeterminismo, elespiritualismo, el apriorismo, el idealismo individual, la intuicin, etc., empendose enprobar que en la fe y no en la ciencia reside la fuente de la verdadera sabidura.Pero ni esto bastaba. Se ha puesto, ahora, de moda el misticismo de San

    Bernardo y de los neoplatnicos. El simbolismo, lo inaprehensible, lo inconcebible,

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    gozan de gran predicamento. Ha llegado a resucitar la fe en el Satans de la EdadMedia.4

    Verdad es que ninguna de estas nuevas corrientes ha conseguido adquiriruna influencia amplia y profunda, pero es preciso, de todos modos, reconocer

    que la opinin pblica vacila entre dos extremos: entre la aspiracin obstinada devolver a las obscuras creencias de la Edad Media con su cortejo desupersticiones, idolatra y aun con la creencia en las artes de embrujamientoy deexaltar, una vez ms, el amoralismo y el culto de los espritus superiores, llamados,hoy, superhombres, que Europa conoci ya en los tiempos del byronismo y delromanticismo.

    Es, por lo tanto, necesario aclarar si las dudas en la autoridad de la ciencia,sobre los problemas morales, estn fundamentadas y si la ciencia puede darnoslas bases ticas que, sentadas con precisin, permitan contestar a losinterrogantes del presente.

    El escaso xito de los sistemas ticos, elaborados durante los ltimos cienaos, constituye un indicio de que el hombre no se da por satisfecho con la solaexplicacin cientficonatural del origen del sentimiento moral. Reclama,tambin, la justificacin de este sentimiento. En lo que a los problemas moralesse refiere, no se conforma con el descubrimiento de las fuentes del sentido moraly de las causas determinantes que influyen sobre su desarrollo y refinamiento.Este mtodo basta para el estudio del desarrollo de una flor, pero es insuficienteen el terreno que nos ocupa. Las gentes quieren encontrar una base que lespermita comprender la esencia del sentido moral. Hacia dnde nos conduce ese

    sentimiento? A la meta deseada, o, como algunos pretenden, a debilitar la fuerzay el espritu creador del gnero humano y, en ltimo trmino, a la degeneracin?Si la lucha por la existencia y el exterminio de los fsicamente dbiles es

    una ley de la naturaleza, sin la cual el progreso resulta imposible, el estadoindustrial pacfico, prometido por Comte y Spencer, no ser, ms bien, elprincipio de la degeneracin del gnero humano, como con tanta energa afirmaNietzsche? Y si queremos evitar este desenlace, no es fuerza de que nosocupemos de la revisin de los valores morales que tienden a hacer la luchamenos cruenta?

    El principal problema de la tica realista contempornea consiste, por lotanto, como afirma Wundt en su tica, en definir, ante todo, la finalidad moral aque aspiramos. Esa finalidad o finalidades, aun las ms ideales y lejanas en surealizacin, deben, en todo caso, pertenecer al mundo real.

    La finalidad de la moral no puede ser trascendente, es decir sobrenatural,como quieren algunos idealistas: debe ser real. La satisfaccin moral tenemos queencontrarla en la vida y no fuera de ella.

    Al lanzar Darwin su teora de la lucha por la existencia y presentarla comoel motor principal del desarrollo progresivo, resucit, de inmediato, la viejacuestin de saber si la naturaleza tiene un carcter moral o inmoral. El origen de

    4. Vase: Foullee, Le mouvement idaliste et la raction contre la Science (2a edicin). Paul Desjardins, Le devoirprsent (del cual se han hecho en poco tiempo cinco ediciones), y otros muchos.

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    la concepcin del bien y del mal que preocup a los espiritus desde la poca delZend~Avesta, se convirti, de nuevo, en objeto de discusin, con mayor viveza yprofundidad que nunca. Los darwinistas imaginaban la naturaleza como unenorme campo de batalla, en el cual no se vea ms que la exterminacin de los

    ms dbiles por los ms fuertes, ms hbiles y ms astutos. De ello resultaba que,en la naturaleza, el hombre no puede aprender ms que el mal.Como es sabido, estas concepciones alcanzaron una gran difusin. De

    haber sido justas, los filsofos evolucionistas hubieran tenido que resolver unahonda contradiccin planteada por ellos mismos. No podan negar, en efecto,que el hombre tiene un concepto elevado del bieny que la fe en el triunfo gradualdel bien sobre el mal est profundamente arraigada en la naturaleza humana. Ysiendo as, se vean obligados a explicar de dnde procede este concepto delbien: de dnde esa fe en el progreso. No podan contentarse con la concepcinepicrea, que el poeta Tennyson expres con las palabras: Sea como fuere, el bien

    acabar saliendo del mal. No podan representarse la naturaleza empapada en sangrered in tooth and claw, como han escrito el mismo Tennyson y el darvinistaHuxley, luchando en todas partes contra el bien, representando la negacin delbien en cada ser vivo y, a pesar de todo ello, seguir afirmando que, al fin y al cabo,el bien acabar por triunfar. Tenan, por lo menos, el deber de decirnos cmoexplican esta contradiccin.

    Si un hombre de ciencia afirma que la nica leccin que el hombre puede sacar dela naturaleza es la del mal; estar obligado a reconocer la existencia de otrasinfluencias, superiores a la naturaleza, que inspiran al hombre la idea del bien

    supremo y conducen a la Humanidad hacia el ideal. Y de este modo reducir a lanada su tentativa de explicar el desarrollo de la Humanidad por la nica accinde las fuerzas naturales.5

    En realidad, la posicin de la teora evolucionista no es tan precaria, niconduce a las contradicciones en que incurri Huxley, puesto que el estudio de lanaturaleza no confirma, ni de lejos, la concepcin pesimista de la vida ms arribaexpuesta, y as lo reconoci el propio Darwin en su segunda obra El Origen delHombre. La concepcin de Tennyson y Huxley no es completa: es unilateral y,por consiguiente, falsa y tan poco cientfica, que aun el mismo Darwin, en uncaptulo especial de su obra citada, ha credo deber completarla.

    En la propia naturaleza ha dicho Darwinpodemos observar, al lado dela lucha mutua, una serie de otros hechos, cuyo sentido es completamentedistinto, como el de ayuda mutua dentro de una misma especie; estos hechostienen an ms importancia que los primeros para la conservacin de la especie ysu desenvolvimiento. Esta idea extremadamente importante, sobre la cual lamayora de los darwinistas se niegan a fijar su atencin. y que Alfred Russell

    Wallace lleg a repudiar por completo, quise yo, por mi parte, desenvolverla y

    5 Eso le ocurri, precisamente, a Huxley, el cual en su conferencia sobre La Evolucin y la tica; empez porrepudiar todo factor moral en la vida de la naturaleza, vindose, as, obligado a reconocer la existencia delprincipio tico fuera de ella; pero luego renunci a este punto de vista y reconoci la presencia de un principiotico en la vida social de los animales.

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    confirmarla con multitud de hechos en una serie de artculos dedicados a ponerde relieve el valor enorme de la ayuda mutua para la conservacin de las especiesanimales y de la Humanidad y, sobre todo, para su desarrollo progresivo yperfeccionamiento.6

    Sin pretender quitar importancia al hecho de que la enorme mayora de losanimales vive devorando otras especies del mundo animal, o gneros inferioresde la misma especie, afirmaba yo que la lucha en la naturaleza est limitada a lalucha entre varias especies, pero que dentro de cada una de ellas, y a veces dentrode grupos compuestos de varias especies de animales que viven en comn, laayuda mutua es una regla general. Por esta razn, la convivencia entre losanimales est ms extendida y representa un papel ms importante en la vida dela naturaleza que el exterminio mutuo. En efecto, son muchos los rumiantes, losroedores y los pjaros que, as como las abejas y las hormigas, no viven de la cazade las dems especies.

    Adems, casi todas las fieras y aves de rapia, sobre todo aquellas que noestn en curso de desaparecer, exterminadas por el hombre o por otras causas,practican, tambin, en cierta medida, la ayuda mutua. Esta ayuda mutua, es, en lanaturaleza, un hecho predominante.

    Si la ayuda mutua est tan extendida, hay que atribuirlo a las ventajas queella ofrece a las especies animales que la practican, ventajas superiores a las que larapacidad procura. Es la mejor arma en la gran lucha por la existencia quecontinuamente tienen que sostener los animales contra el clima, las inundaciones,tormentas, huracanes, fro, etc., y que exige de los animales una adaptacin

    constante a las condiciones, siempre cambiantes, del ambiente. En conjunto, lanaturaleza no confirma, de ningn modo, el triunfo de la fuerza fsica, de laceleridad, de la astucia y de las dems caractersticas tiles para la lucha. Alcontrario, encontramos en la naturaleza numerosas especies dbiles, sincaparazn, pico resistente, ni hocico que les sirva para la defensa contra susenemigos y, en general, desprovistas de instintos blicos y que, sin embargo,consiguen ms que otras en la lucha por la existencia, merced a sucomunicatividad y a la ayuda mutua, llegar a triunfar sobre rivales y enemigosmucho mejor armados. Este es el caso de las hormigas, abejas, palomos, patos,ratas de campo y otros roedores, cabras, ciervos, etc. Por fin, puede considerarsecomo cosa probada que mientras la lucha por la existencia puede ser causa, tantode progreso como de regresin, es decir que a veces conduce a la mejora de laespecie y otras a su empeoramiento, la prctica de la ayuda mutua es, siempre, unfactor de desarrollo progresivo. En la evolucin progresiva del mundo animal desarrollo de la longevidad, del espritu y de cualidades que calificamos desuperiores, la ayuda mutua constituye el factor principal. Ningn bilogo hanegado, hasta ahora, esta afirmacin ma.7

    6 En la revista Nineteenth Century (aos 1890, 1891, 1892, 1894, 1896) y luego en el libro Mutual Aid, a factor ofEvolution(Londres, Heinemann).7 Vanse, a este respecto, las observaciones de Lloyd Morgan y mi respuesta a las mismas.

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    Siendo la ayuda mutua un factor necesario para la conservacin, elflorecimiento y el desarrollo progresivo de cada especie, se ha convertido en loque Darwin calific de instinto permanente (a permanent instint), propio de todoslos animales comunicativos, entre los cuales hay que contar, naturalmente, al

    hombre. Revelndose desde el comienzo mismo del desarrollo de la vida animal,no cabe duda que este instinto, como el maternal, est hondamente arraigado entodos los animales inferiores y superiores, y aun ms, pues se le encuentra hastaen aquellas especies cuyo instinto maternal cabe poner en duda, como losgusanos, ciertos insectos y la mayora de los peces. Por esto tuvo Darwinperfecta razn, al afirmar que el instinto de la simpata mutuase manifiesta en losanimales comunicativos de una manera ms continua que el instinto puramenteegosta de la propia conservacin. En ese instinto vea Darwin, como es sabido,el rudimento de la consciencia moral, cosa que, desgraciadamente, olvidan, confrecuencia, los darwinistas.

    Pero esto no es todo. En ese instinto reside el comienzo de lossentimientos que empujan a los animales a la ayuda mutua y que son el punto departida de todos los sentimientos ticos ms elevados. Sobre esta base sedesarroll el sentimiento, ya ms elevado, de la justicia y de la igualdad y mstarde lo que conocemos con el nombre de espritu de sacrificio.

    Al ver cmo decenas de millares de aves marinas llegan en grandesbandadas, desde el Sur lejano, para construir sus nidos en los peascos de lascostas del ocano glacial y se instalan all sin querellarse por los mejores sitios;cmo bandadas de pelcanos viven en la costa y saben repartirse, entre s, las

    zonas para la pesca; cmo millares de especies de pjaros y mamferos sabenponerse de acuerdo para repartirse las zonas de caza o alimentacin; elemplazamiento para los nidos y el albergue para la noche; al ver, por fin, cmoun pjaro joven, al llevarse algunas pajas de un nido ajeno es castigado, por ello,por otros pjaros de su propia especie, podemos constatar, en la vida de losanimales sociales, los comienzos y aun un cierto desarrollo del sentimiento de laigualdad de derechos y de la justicia.

    Y al acercarnos, por fin, dentro de cada especie, a los representantessuperiores de la misma (hormigas, abejas y avispas, entre los insectos; grullas yloros entre los pjaros; rumiantes superiores, monos y, finalmente, entre losmamferos, el hombre), encontramos que la identificacin entre los intereses delindividuo y los de su grupo y aun, a veces, el espritu de sacrificio del individuopor su grupo va en aumento, segn se pasa de los representantes inferiores a lossuperiores de cada especie, hecho que denota que en la naturaleza reside elorigen no slo de los rudimentos de la tica, sino de sus expresiones superiores.

    As, pues, la naturaleza, lejos de darnos una leccin de amoralismo, esdecir, de indiferencia hacia la moral, contra la cual un principio ajeno a lanaturaleza ha de luchar para poder vencerla, nos obliga a reconocer que de elladimanan las concepciones del bien y del mal, y nuestras ideas del bien supremo. No

    son estas concepciones otra cosa que el reflejo en el espritu del hombre de loque l ha podido observar en la vida de los animales. Subsiguientemente, con el

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    desarrollo de la vida en comn, dichas observaciones se convirtieron en laconcepcin general del Bien y del Mal. Tngase en cuenta, a este respecto, queno pretendemos referirnos a los juicios personales de la gente excepcional, sinoal juicio de la mayora, en el cual encontramos ya los elementos fundamentales de

    la justicia y de la compasin mutua. De igual modo las concepciones de lamecnica, fundadas en observaciones hechas sobre la superficie de la tierra, seadaptan, tambin, en esencia, a los espacios interplanetarios.

    Idntica constatacin se impone en lo que afecta al desenvolvimiento delcarcter humano y de las instituciones humanas. La evolucin del hombre hatenido lugar dentro de la naturaleza y en el mismo sentido que la de sta. Lasmismas instituciones de apoyo y de ayuda mutuos, surgidas y desarrolladas en lassociedades humanas, ponan de relieve, ante el hombre, los provechos y ventajasque de ellas reciba. En el medio social iba desenvolvindose la imagen moral delhombre. Basndonos en los ltimos estudios histricos, podemos, ahora,

    representarnos la historia de la humanidad desde el punto de vista del desarrollodel elemento tico, es decir, como la evolucin de la necesidad sentida por elhombre de organizar su vida sobre la base de la ayuda mutua, primero en el clan,luego en la comunidad rural y, finalmente, en las Repblicas de las ciudadeslibres. A pesar de los interregnos de regresin, estas formas del rgimen social sehan convertido, siempre, en las fuentes del progreso.

    Hemos de renunciar, naturalmente, a la idea de exponer la historia de lahumanidad como una cadena ininterrumpida de la evolucin, desde la edad depiedra hasta nuestros das. El desarrollo de las sociedades no ha sido continuo.

    Algunas veces ha tenido que empezar de nuevo, como en la India, en Egipto, enMesopotamia, Grecia, Roma, Escandinavia y Europa occidental, y siemprepartiendo del clan primitivo y, despus, de la comunidad rural. Pero, al observarestos casos separadamente, constatamos, en cada uno sobre todo en laevolucin de la Europa occidental desde la cada del Imperio romano, unaextensin continua de las concepciones de ayuda y defensa mutuas, desde el clana la tribu, a la nacin y, finalmente, a la unin internacional de las naciones. Porotra parte, a pesar de los perodos de regresin, manifestados aun entre lasnaciones ms cultas, aparece, siempre por lo menos entre los representantes delpensamiento avanzado en los pueblos cultos y en los movimientos popularesprogresivos, el deseo de extender las concepciones corrientes de la solidaridadhumana y de la justicia. y la tendencia a mejorar el carcter de las relacionesmutuas. Al propio tiempo vemos surgir el ideal, es decir, la idea de lo que esdeseable para el porvenir.

    El hecho de que la parte culta de la humanidad considere los perodos deregresin como manifestaciones transitorias y enfermizas, cuya repeticin espreciso impedir, constituye una prueba del progreso del criterio tico. Y amedida que en las sociedades civilizadas crecen los medios para satisfacer lasnecesidades de todos los habitantes, abriendo, as, el camino para una

    concepcin universal de la justicia, aumenta la importancia de los postuladosticos.

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    Desde el punto de vista de la tica realista, el hombre puede, por lo tanto,no tan slo creer en el progreso moral, sino fundamentar esta creenciacientficamente, a pesar de todas las lecciones pesimistas de la Historia. Aunqueen sus principios la fe en el progreso no haya pasado de ser una simple hiptesis

    (en toda ciencia, la hiptesis precede al descubrimiento), esta hiptesis haresultado, despus, cientficamente comprobada.

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    Captulo 2

    Visin de conjunto de los fundamentos de una nueva tica

    Obstculos que se oponen al progreso moral. Desarrollo del instinto de comunidad. Fuerza inspiradora de la tica evolucionista. Ideas y concepciones morales. El sentimientodel deber. Dos clases de acciones morales. Significado de la actividad personal. Necesidadde la creacin propia. Ayuda mutua, Justicia y Moralidad, como fundamentos de la ticacientfica.

    Si los filsofos empricos, basndose en las ciencias naturales, no hanconseguido hasta ahora probar la existencia de un progreso continuo de las

    concepciones morales (que puede ser considerado como el principiofundamental de la evolucin) ello se debe a la oposicin tenaz con que hantropezado de parte de los filsofos especulativos, es decir no cientficos. Contanta obstinacin negaban estos ltimos el origen emprico natural del sentidomoral, tanto empeo ponan en atribuir al sentido moral un origen sobrenaturaly tanta era la prodigalidad con que hablaban de la predestinacin del hombre, delobjeto de la vida, de lasfinalidades de la Naturaleza y de la Creacinque forzosamentetenan que provocar una reaccin en sentido contrario. Los evolucionistascontemporneos, despus de haber probado la existencia de la lucha por la vidaen varias especies del mundo animal, no podan admitir que un fenmeno tan

    cruel, que tantos sufrimientos causa entre los seres vivos, sea expresin de lavoluntad del Ser Supremo y negaron, por lo tanto, que en l residiera ningnprincipio tico. Tan slo ahora, cuando empieza a considerarse como resultadode un desenvolvimiento natural la evolucin sucesiva de las especies, as como delas razas e instituciones humanas y aun de los propios principios ticos, esposible estudiar, sin caer en la filosofa sobrenatural, los diversos factores quehan contribuido a dicha evolucin. Entre ellos figura la ayuda y la compasinmutuas, como fuerzas morales naturales.

    Pero siendo ello as, es preciso reconocer que hemos llegado a un

    momento de suma gravedad para la Filosofa. Porque tenemos el derecho dellegar a una conclusin y ella es que la leccin que el hombre saca del estudio dela naturaleza y de su propia historia consiste en hacerle ver la existencia de unadoble aspiracin: por un lado la aspiracin a la comunidad y por otro laaspiracin, que emana de la primera, hacia una vida ms intensa. Porconsiguiente, hacia una mayor felicidad del individuo y a su ms rpido progresofsico, intelectual y moral.

    Esa doble aspiracin es el rasgo caracterstico de la vida en general.Constituye una de las propiedades fundamentales de la vida (uno de susatributos), sea cual fuere el aspecto que la vida revista en nuestro planeta o fuerade l. No es ni una confirmacin metafsica de la universalidad de la ley moralni unasimple suposicin. Sin un desenvolvimiento constante de la comunidad y por

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    consiguiente de la intensidad de la vida y variedad de sus sensaciones, la vidamisma es imposible. Esos elementos constituyen su substancia. Sin ellos la vida

    va a la disgregacin y a la extincin. Es una ley de la naturaleza.Resulta por lo tanto que la ciencia, lejos de destruir las bases de la Etica, le

    da en oposicin a las nebulosas afirmaciones metafsicas de la Eticatrascendental, o sea sobrenatural un contenido concreto. Y a medida que laciencia penetra ms hondamente en la vida de la naturaleza encuentra para laEtica evolucionista una certidumbre filosfica, en tanto que los pensadorestrascendentales podan tan slo apoyar sus ideas en hiptesis flotantes.

    Escasa justificacin tiene, asimismo, un reproche que con frecuencia sehace a la Filosofa, basada en el estudio de la naturaleza. Se pretende que estaFilosofa puede conducirnos tan slo al conocimiento de una verdad fra ymatemtica, sin influencia, por ser tal, sobre nuestra conducta; que en el mejorcaso el estudio de la naturaleza puede inspirarnos el amor a la verdad, pero que la

    inspiracin para las emociones superiores, como por ejemplo la infinita bondad,puede drnosla tan slo la Religin.

    No es difcil probar que semejante afirmacin carece por completo defundamento y es, por consiguiente, falsa. El amor a la verdad es ya por s slo lamitad y la mejor mitad de toda doctrina moral. Las personas religiosasinteligentes lo comprenden muy bien. Y por lo que a la aspiracin hacia el biense refiere, la verdad a que ms arriba se ha hecho alusin, es decir, elreconocimiento de la ayuda mutua como rasgo fundamental en la existencia detodos los seres vivos, es ciertamente una verdad inspiradora que un da habr de

    encontrar su expresin digna en la poesa de la naturaleza, porque aade a laconcepcin de sta un nuevo rasgo humanitario, Goethe, con la penetracin desu genio pantesta, comprendi de un golpe toda su importancia filosfica,8 al orde labios de Eckermann una alusin a esta verdad.

    A medida que adquirimos un conocimiento ms exacto del hombreprimitivo, se fortalece nuestro convencimiento de que en los animales con loscuales viva en estrecha comunidad encontr el hombre las primeras lecciones deespritu de sacrificio para la defensa de sus semejantes y el bien de su grupo, deinfinita afeccin paternal y de reconocimiento de la utilidad de la vida en comn.Los conceptos de virtud y vicio son concepciones zoolgicas y no solamentehumanas.

    No cabe, por otra parte, poner en duda la influencia de las ideas e idealessobre las concepciones morales ni tampoco la que stas ejercen sobre la imagenintelectual de cada poca. La evolucin de una sociedad dada puede tomar a

    veces una direccin completamente falsa bajo la influencia de circunstancias

    8 Vase Eckermann, Conversaciones con Goethe(en la Coleccin Universal, Calpe, Madrid), Al contarle Eckermann queun pajarito, cuya madre haba sido muerta por el propio Eckermann, despus de caer del nido haba sido recogidopor una madre de otra especie. Goethe dijo emocionado:Eso es, sin duda, algo divino que me produce un asombro gozoso.Si este hecho de alimentar a un extrao fuese una ley general de la Naturaleza, quedaran descifrados muchos enigmas y podradecirse con razn que Dios cuida de los pajarillos abandonados. Los zologos de principios del siglo XIX, entre ellos elclebre naturalista Brehm, que estudiaban la vida de los animales en el continente americano, en partes todavadespobladas, confirmaron que el hecho contado por Eckermann es en extremo frecuente en el mundo animal.

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    externas: sed de enriquecimiento, guerras, etc., o, al contrario, elevarse a una granaltura. Pero en ambos casos el nivel intelectual de la poca, influye siemprehondamente sobre el carcter de las concepciones morales, tanto de la sociedadcomo de los individuos.

    Fouille ha dicho, con evidente exactitud, que las ideas son fuerzas. Sonfuerzas morales cuando son justas y suficientemente amplias para expresar laverdadera vida de la naturaleza en todo su conjunto y no tan slo en uno de susaspectos. Por lo tanto, el primer paso para la elaboracin de una moral quepueda tener sobre la sociedad una influencia duradera consiste en sentarla sobre

    verdades firmemente establecidas. En efecto, uno de los principales obstculospara la elaboracin de un sistema completo de tica que corresponda a lasexigencias contemporneas reside en el hecho de que la Sociologa se encuentraan en su infancia. La Sociologa ha reunido hasta ahora tan slo los materialesnecesarios para los estudios encaminados a determinar la direccin probable de

    la evolucin subsiguiente de la humanidad. Pero en este campo tropiezaconstantemente con una serie de arraigados prejuicios.

    Lo que en primer trmino se exige ahora de la tica es que encuentre en elestudio filosfico de los materiales ya reunidos lo que hay de comn entre dosseries de sentimientos que existen en el hombre, facilitando as no unatransaccin o compromiso, sino una sntesis, una generalizacin. De estossentimientos unos empujan al hombre a someter a los dems para satisfacer susfines personales, mientras que otros lo empujan a unirse con los dems paraalcanzar en conjunto ciertas finalidades. Los primeros corresponden a la

    necesidad fundamental de lucha que siente el hombre, mientras los segundoscorresponden a una necesidad tambin fundamental: la de unin y compasinmutuas. Es natural que entre esos dos grupos de sentimientos se establezca uncombate; por ello mismo es absolutamente indispensable encontrar, sea comofuere, la sntesis que los rena. Esta necesidad es tanto ms urgente cuanto que,careciendo el hombre contemporneo de normas fijas para orientarse en eseconflicto, derrocha en empeos intiles sus fuerzas de accin. No puede elhombre creer que la lucha cruenta por la posesin que tiene lugar entre hombresaislados y entre las naciones sea la razn ltima de la ciencia, ni puede creertampoco que la solucin del problema pueda conseguirse solamente predicandola fraternidad y la resignacin, como lo ha hecho durante tantos siglos elcristianismo, sin jams conseguir que reinara la fraternidad entre los pueblos ylos individuos, ni siquiera la tolerancia mutua entre las varias doctrinas cristianas.Iguales razones inducen a la mayora de la gente a no creer en el comunismo.

    Nos encontramos, pues, con que la tarea principal de la tica consisteahora en ayudar al hombre a resolver esta contradiccin fundamental. A este finhemos de estudiar atentamente los medios de los cuales se ha servido el hombreen varias pocas para obtener el mayor bienestar general, del conjunto de losesfuerzos de los individuos aislados, sin paralizar por ello la energa individual.

    Hemos de estudiar asimismo, para llegar a esa sntesis necesaria, las tendenciasque se manifiestan ahora en el mismo sentido, ya sea como tentativas todava

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    vacilantes o tan slo como posibilidades ocultas en el fondo de la sociedadcontempornea. Y como quiera que ningn nuevo movimiento consigue abrirsecamino si no logra despertar cierto entusiasmo, necesario para vencer lasresistencias de la rutina, la tarea fundamental de la nueva tica ha de consistir en

    inspirar al hombre ideales capaces de despertar en l la exaltacin entusiasta y lasfuerzas indispensables para realizar la unin entre la energa individual y eltrabajo para el bien comn.

    La necesidad de tener un ideal real nos obliga a examinar ante todo elargumento fundamental que se opone a todos los sistemas de tica no religiosa.Se afirma que todos ellos carecen de la autoridad necesaria y no pueden, porconsiguiente, despertar el sentimiento del deber, de una obligacin moral.

    Cierto es que la tica emprica nunca ha pretendido tener el carcterobligatorio propio de los diez mandamientos de Moiss. Al sentar comoimperativo categrico de toda moral la regla: Obra de tal modo que puedas siempre

    querer que la mxima de tu accin sea una ley universal, pretenda probar Kant que estaregla, para ser reconocida como universalmente obligatoria, no requiere ningunaconfirmacin suprema. Esta regla afirmaba Kant constituye una formanecesaria del pensamiento, una categora de nuestra razn y no tiene su origen enconsideraciones utilitarias.

    La critica contempornea, empezando por Schopenhauer, ha mostrado,sin embargo, que Kant no estaba en lo cierto. No explic Kant por qu elhombre se encontraba sometido a la ley de su imperativo y es curioso que de losargumentos del filsofo se desprenda que la nica razn para el reconocimiento

    universal de su ley reside precisamente en la utilidad social de la misma. Y, sinembargo, las mejores pginas de Kant son aquellas en que demuestra cmo enningn caso las consideraciones utilitarias han de considerarse como base demoral. En realidad Kant escribi un elogio sublime del sentido del deber, perosin hallar para este sentido otra base que la consciencia ntima del hombre y eldeseo vivo en ste de conservar la armona entre sus concepciones intelectuales ysu conducta.9

    La tica emprica no pretende oponerse a los mandamientos religiososcon sus conceptos del deber como obligacin. Hay que reconocer, por otraparte, que la moral emprica no est del todo desprovista de un cierto carcter decompulsin. La serie de sentimientos y hechos que desde Augusto Comte sellaman altruistas puede dividirse en dos clases. Hay hechos que sonincondicionalmente necesarios para vivir en sociedad, que no cabe calificar dealtruistas. Tienen carcter de reciprocidad y el inters propio juega en ellos unpapel tan importante como en un acto de conservacin. Pero al lado de loshechos mencionados hay otros que en absoluto carecen del carcter dereciprocidad. Quien los realiza da sus fuerzas, sus energas, su entusiasmo, sin

    9Posteriormente Kant fue todava ms all. De su Religin dentro de los lmites de la mera razn, editada en 1792, sedesprende que, despus de empezar oponiendo la tica racionalista a las doctrinas anticristianas de la poca,acab reconociendo la inconcebibilidad de la capacidad moral, indicadora de su origen divino. (Obras de Kant. EdicinHartenstein, t. VI, pgs. 143 44).

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    esperar nada en cambio, ni remuneracin o recompensa alguna; y aunqueprecisamente esos hechos son los factores primordiales de la perfeccin moral esimposible calificarlos de obligatorios. Es corriente, sin embargo, que lostratadistas confundan estos dos rdenes de hechos y en ellos reside la explicacin

    de las numerosas contradicciones que aparecen en el tratamiento de losproblemas ticos.Pero, en realidad, no es difcil eliminar esa confusin. Ante todo no hay

    que confundir los problemas de la tica con los del Derecho. La moral noresuelve el problema de saber si la legislacin es necesaria o no. Su plano essuperior. Son muchos, en efecto, los tratadistas que negando la necesidad detodo Derecho, apelaban directamente a la conciencia humana; en el primerperodo de la Reforma estos tratadistas ejercieron una influencia nadadespreciable. En su esencia, la misin de la tica no consiste en insistir sobre losdefectos del hombre y en reprocharle sus pecados, sino en actuar en un sentido

    positivo, apelando a los mejores instintos humanos. Ha de determinar y explicarlos principios fundamentales sin los cuales ni el hombre ni los animales podran

    vivir en sociedad. Apela, al mismo tiempo, a razones superiores: al amor, al valor,a la fraternidad, al respeto de s mismo, a la vida de acuerdo con el ideal.Finalmente ha de indicar al hombre que si quiere vivir una vida en la cual todassus fuerzas puedan ser ntegramente utilizadas, es necesario que renuncie de una

    vez a la idea de que es posible vivir sin tener en cuenta las necesidades y losdeseos de los dems.

    Tan slo a condicin de que exista una cierta armona entre el individuo y

    el mundo circundante, es posible acercarse a semejante ideal de vida dice latica. Y enseguida aade:fijos en la naturaleza; estudiad el pasado del gnero humano yveris cmo ello es cierto. Por lo tanto cuando el hombre, por una razn cualquiera,

    vacila sobre lo que tiene que hacer en un caso dado, la tica viene en su ayuda yle dice que tiene que hacer lo que en un caso anlogo deseara que hicieran conl.10Pero ni aun en este caso la tica puede dictar al hombre una lnea rigurosade conducta y se ve obligada a considerar y pesar por su propia cuenta las variasalternativas que se le presentan. Es intil, por ejemplo, aconsejar algo quesignifique un riesgo a un hombre incapaz de soportar un fracaso; igualmenteintil es aconsejar a un joven lleno de energas la prudencia de un anciano:contestara a este consejo con las palabras profundamente justas y bellas deEgmont al conde Olivier en el drama de Goethe. Y razn tendra para hacerlo.Como empujados por espritus invisibles los caballos de fuego del tiempo corren veloces,arrastrando el carro ligero de nuestro destino; nosotros debemos tan slo sostener las riendasvalerosamente y cuidar de que el carro no se estrelle a derecha contra un peasco o se derrumbe aizquierda en un precipicio. Hacia dnde vamos? Quin sabe! Es que nos acordamos siquierade dnde venimos? La flor ha de hacer necesariamente eclosin, aunque ello le cueste la vida, hadicho Guyau en su obra La moral sin obligacin ni sancin.

    10 La tica no le dir: esto debes hacer, sino que investigar con l: qu quieres, tu propia y finalmente, y no tanslo de buen o de mal humor. (Federico Paulsen, Sistema de Etica, 2 tomos, Stuttgart y Berlin, 1913, t. I. pg.28).

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    Y sin embargo no consiste la tarea fundamental de la tica en repartir acada cual los correspondientes consejos. Su finalidad es ms bien la de dar unIdeal a los hombres en conjunto, que sirva a stos instintivamente mejor quecualquier consejo, para guiarlos en la accin. As como el ejercicio intelectual nos

    acostumbra a obtener casi inconscientemente toda una serie de conclusionesimportantes, debe consistir as tambin la tarea de la tica en crear en la sociedaduna atmsfera tal en que se realicen casi impulsivamente, sin vacilaciones, todasaquellas acciones que conducen al bienestar de la comunidad y a la mayorfelicidad posible de cada uno.

    Tal es la ltima finalidad de la moral. Pero para alcanzarla es precisoemancipar nuestras doctrinas morales de sus contradicciones internas. As, porejemplo, la moral que predica el ejercicio del bien por misericordia y piedad llevadentro de s una mortal contradiccin. Empieza afirmando el principio de justiciauniversal, es decir la igualdad o fraternidad absoluta, para declarar

    inmediatamente despus que no vale la pena aspirar a esos ideales porque laigualdad es inasequible y la fraternidad, que constituye la base de todas lasreligiones, no debe ser concebida en sentido literal, sino tan slo como unaexpresin potica de predicadores entusiastas. La desigualdad es una ley de lanaturaleza nos dicen los propagandistas religiosos, acordndose esta vez de lanaturaleza y apoyndose en ella. A este respecto nos aconsejan que sigamos laslecciones de la naturaleza y no de la Religin que ha criticado a la naturaleza.Pero cuando la desigualdad en la vida de los hombres se hace demasiadoostensible y las riquezas producidas se reparten con tanta injusticia que la

    mayora de las gentes se ven obligadas a vivir en la ms negra miseria, entoncesse proclama el deber sagrado de compartir con los pobres lo que se puede, sinnecesidad de que por ello los privilegiados pierdan su posicin de tales.

    Una moral semejante puede mantenerse durante cierto tiempo y aundurante mucho tiempo a condicin de estar sostenida por la Religin. Perocuando el hombre empieza a examinar la Religin desde un punto de vista crticoy en vez de la obediencia y el temor ciegos busca convicciones confirmadas porla razn, esta contradiccin interna no puede mantenerse largo tiempo. Hay quedespedirse de ella cuanto antes. La contradiccin interna es una sentencia demuerte para toda tica, un gusano que roe la energa del hombre.

    Todas las teoras morales modernas deben llenar una condicinfundamental. Han de abstenerse de encadenar la actividad del individuo, aunquesea bajo el pretexto de alcanzar una finalidad tan elevada como el bien de lacomunidad o de la especie. En su admirable estudio de los sistemas ticos hadicho Wundt que desde elperodo enciclopedistahacia mediados del siglo XVIII casitodos los sistemas ticos toman un carcter individualista. Pero esta observacines justa tan slo hasta cierto punto, puesto que los derechos del individuo eranafirmados con energa tan slo en el terreno econmico. Pero tambin en estecampo la libertad individual tanto en la prctica como en la teora, resultaba ms

    bien una apariencia que una realidad. En los dems campos, poltico, intelectual,esttico, puede decirse que, a medida que se haca ms vigorosa la afirmacin del

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    individualismo econmico, creca tambin la sumisin del individuo a laorganizacin Milltar del Estado y a su sistema de instruccin, al propio tiempoque se reforzaba la disciplina necesaria para el mantenimiento de las institucionesexistentes. Aun la mayora de los reformadores ms avanzados de nuestros das

    en sus previsiones sobre la sociedad futura creen en una absorcin, mayortodava que la actual, del individuo por la sociedad.Una tendencia semejante no poda dejar de provocar la consiguiente

    reaccin. Godwin a principios del siglo XIX y Spencer en la segunda mitad delmismo dieron expresin a esta protesta y Nietzsche ha llegado a afirmar que ms

    vala echar por la borda todas las teoras morales si stas no pueden encontrarotra base que el sacrificio del individuo a los intereses de la Humanidad. Estacrtica de las ideas morales corrientes, es, tal vez, el rasgo ms caracterstico denuestra poca, sobre todo si se tiene en cuenta que su motivo principal ms queen la aspiracin estrictamente egosta a la independencia econmica (como era el

    caso en el siglo XVIII de todos los defensores de los derechos del individuo, conexcepcin de Godwin) reside en un deseo apasionado de independenciaindividual para contribuir a formar una sociedad nueva y mejor, en la cual elbienestar de todos sera la base del completo desarrollo de la personalidadhumana.11

    El escaso desarrollo del individuo y la carencia de fuerza creadora personaly de iniciativa constituyen, sin duda, uno de los principales defectos de nuestrapoca. El individualismo econmico no ha cumplido sus promesas: no hadeterminado el desenvolvimiento intenso de la personalidad. Como en la

    antigedad, la creacin de las formas sociales contina manifestndose conextrema lentitud y la imitacin sigue siendo el medio principal para lapropagacin de las innovaciones. Las naciones contemporneas repiten lahistoria de las tribus brbaras y de las ciudades medioevales, comunicndoseunas a otras los movimientos polticos, sociales, religiosos y econmicos y lasconstituciones. Naciones enteras se han apropiado durante los ltimos tiempos,con una rapidez asombrosa, la civilizacin industrial y la organizacin Milltar deEuropa. Y en estas mismas versiones de los viejos modelos puede apreciarseclaramente hasta qu punto lo que llamamos civilizacin tiene un carctersuperficial y est formado por simples procesos imitativos.

    Es natural, por lo tanto, hacerse esta pregunta: no contribuyen lasdoctrinas morales actuales a extender esa sumisin imitativa? No han queridohacer del hombre el autmata intelectualde que nos habla Herbart, absorbido en lacontemplacin y temeroso, sobre todo, de las tempestades pasionales? Nohabr llegado ya el tiempo de defender los derechos del hombre vivo, lleno deenergas, capaz de amar lo que vale la pena de ser amado y de odiar lo quemerece odio, de un hombre dispuesto siempre a luchar por el ideal que exalta sus

    11 Wundt hace una observacin curiosa: Si no nos engaamos dice se opera ahora en la opinin pblica unarevolucin: al individualismo extremo de la poca enciclopedista sucede un renacimiento del universalismo de losantiguos pensadores, completado por la nocin de la libertad de la personalidad individual. Es ste un progresoque debemos al individualismo. (tica, pg. 459 de la edicin alemana).

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    amores y justifica sus antipatas? Desde los filsofos de la Edad Antigua haexistido siempre la tendencia a pintar la virtud como una especie de sabiduraque exhorta al hombre ms bien a cuidar la belleza de su almaque a luchar contralos males de su poca. Ms tarde se ha dado el nombre de virtud a la no resistencia

    al mal. Y durante muchos siglos la salvacin personal, junto con la sumisin aldestino y la indiferencia ante el mal, han constituido la esencia de la ticacristiana. De ello surgan una serie de refinados argumentos en pro delindividualismo virtuoso, y la glorificacin de la indiferencia monstica ante el malsocial. Afortunadamente se inicia ya la reaccin contra una virtud tan egosta y seplantea el problema de saber si la indiferencia ante el mal no es una criminalcobarda. No tiene razn el Zend~Avesta al afirmar que la lucha activa contra

    Ariman, encarnacin del mal, es la primera condicin de la virtud?.12 El progresomoral es necesario pero sin el valor moral resulta imposible.

    Tales son las exigencias que la moral ha de satisfacer. Todas ellas

    convergen en una sola idea fundamental. Es preciso elaborar una nueva doctrinamoral, cuyos principios fundamentales sean bastante amplios para dar nueva vidaa nuestra civilizacin, emancipada en sus aplicaciones prcticas tanto de lassupervivencias del pensamiento trascendental y sobrenatural como de lasconcepciones estrechas del utilitarismo burgus.

    Existen ya los elementos para una nueva concepcin de la moral. Laimportancia de la sociabilidad y de la ayuda mutua en la evolucin del mundoanimal y en la historia del hombre puede, a mi juicio, ser aceptada como una

    verdad cientfica establecida y libre de hiptesis.

    Podemos adems admitir que, a medida que la ayuda mutua se convierteen una costumbre establecida en la sociedad humana y se ejerce por as decirloinstintivamente, su misma prctica conduce al desarrollo del sentido de lajusticia, inevitablemente acompaado por el sentido de la igualdad. A medida que

    van desapareciendo las diferencias de clase, se abre camino la idea de que losderechos de un individuo determinado son tan inviolables como los de cualquierotro. En el proceso de transformacin social esta idea cobrar cada vez unaspecto ms amplio.

    Ya en los comienzos de la vida social existi naturalmente, en ciertamedida, la identificacin entre los intereses del individuo y los de su grupo yasimismo la encontramos entre los animales inferiores. Pero a medida que searraigan las relaciones de igualdad y de justicia en las sociedades humanas vapreparndose el terreno para el refinamiento de las mismas. Merced a ellas elhombre se acostumbra a descubrir el reflejo de su conducta en la sociedadentera, hasta tal punto que llega a abstenerse de molestar a los demsrenunciando a la satisfaccin de un apetito o de un deseo. Y hasta tal punto llegaa identificar sus sentimientos con los de los dems que se halla dispuesto asacrificar sus fuerzas para el bien de sus semejantes sin espera de recompensa.Slo estos sentimientos y hbitos, calificados ordinariamente con los nombres

    12 C. P. Thile, Historia de la Religin en la antigedad. (Edicin alemana, Gotha, 1903. T.II. pg. 163 ysiguientes).

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    poco exactos de altruismo y espritu de sacrificio, son los que a mi juiciocorresponden propiamente al dominio de la moral, aun cuando la mayora de losescritores, bajo la denominacin de altruismo, los agrupan junto al sentimiento de

    Justicia.

    Ayuda mutua, Justicia, Moralidad: tales son las etapas subsiguientes queobservamos al estudiar el mundo animal y el hombre. Constituyen una necesidadorgnica que lleva su justificacin en s misma y que vemos confirmada en todoel reino animal, empezando por sus capas inferiores en forma de colonias deorganismos primitivos y elevndose hasta las sociedades humanas msadelantadas. Nos encontramos por lo tanto ante una ley universal de la evolucinorgnica. Los sentimientos de Ayuda Mutua, de Justicia y de Moralidad estnarraigados hondamente en el hombre, con toda la fuerza de los instintos. Elprimero de ellos el instinto de la ayuda mutua aparece como el ms fuerte,mientras el ltimo, desarrollado en ltimo trmino, se caracteriza por su

    debilidad y su carcter menos universal.Como la necesidad de alimentacin, albergue y sueo, estos instintos son

    de conservacin. Bajo la influencia que circunstancias determinadas puedendebilitarse y abundan los casos en que ese debilitamiento ha tenido lugar, ya seaen especie animales o en sociedades humanas. Pero las especies o sociedades enque este fenmeno se produce estn condenadas a decaer y a fracasar en la luchapor la existencia. Si no se opera un retorno a las condiciones necesarias para suconservacin y desarrollo progresivos, es decir a la Ayuda Mutua, la Justicia y laMoralidad, el grupo afectado pueblo o especie muere poco a poco y

    desaparece. Cuando deja de cumplir la condicin esencial para el desarroIloprogresivo queda condenado fatalmente a la decadencia y a la desaparicin.Tal es la base firme que nos da la ciencia para la elaboracin de un nuevo

    sistema de tica y para su justificacin. En lugar de proclamar la bancarrota de lacienciase nos presenta por lo tanto el problema de elaborar una tica cientficacon los elementos que nos proporcionan las investigaciones contemporneassobre la teora de la evolucin.

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    Captulo 3

    El principio moral en la naturaleza 13

    Origen del sentimiento moral en el hombre, segn la teora de Darwin. Grmenes delsentimiento moral en los animales. Origen del sentimiento del deber en el hombre. Laayuda mutua como fuente de los sentimientos ticos en el hombre. La sociabilidad en elmundo animal. Relaciones de los salvajes con los animales. Desarrollo del concepto de

    justicia entre las tribus primitivas.

    La obra cientfica de Darwin no est limitada a la Biologa. Ya en 1837,despus de haber trazado, nada ms que en rasgos generales, un ensayo de suteora del origen de las especies, apunt en su carnet:Mi teora engendrar una nuevaFilosofa. Y as ha ocurrido en la realidad. Al aplicar la teora de la evolucin alestudio de la vida orgnica, Darwin ha inaugurado una nueva era en la Filosofa;y en cuanto al ensayo sobre la evolucin del sentido moral en el hombre, queescribi ms tarde, constituye este trabajo un nuevo captulo de la cienciamoral.14

    En este ensayo mostr Darwin el verdadero origen del sentido moral ycoloc el problema en un terreno puramente cientfico. Aunque sus conceptos

    puedan estar considerados como el desarrollo de las ideas de Shaftesbury yHutcheson, hay que reconocer que inaugur un nuevo camino para la tica yprecisamente en la direccin trazada en rasgos generales por Bacon. De estemodo resulta el fundador de una escuela tica, al igual que Hume, Hobbes yKant.

    La idea fundamental de la Etica de Darwin puede ser expuesta en pocaspalabras. El mismo la ha fijado ya en las primeras lneas de su ensayo. Comienzacon la glorificacin del sentido del deber, recurriendo a las expresiones poticasconocidas:Deber! Pensamiento maravilloso que no obras ni por insinuacin, ni por lisonja,

    ni por amenaza, amo slo afirman