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PROLOGO De estas conferencias surgirá un libro, y este libro, cuyos materiales son const¡.tuidos por los artículos pu- blicados en El Siglo por el Dr. Ramirez y el señor Vareta, en todo tiempo un ttmbre de honor para nuestro centro hterario. - Memona de la Comisión Directiva del Club Universitano, presidida por Pablo De.María (El SIglo, 7 de febrero de 1877) 1 Por primera vez se reúne en volumen la célebre polémica sostenida entre Carlos María Ramírez y José Pedro Valela, con motivo de la publicación por este último de su libro La Legislación Escolar. Iniciada en la tribuna del Club Universitario y continuada en las columnas del diario El Siglo - que recogió mismo las confuencias pronunciadas en aquella tri- buna - se extendió de principios de setiembre a prin.. cipios de noviembre de 1876. Sólo fragmentariamente fue reproducida después en distintas ocasiones y caso en estudios sobre la obra de Varela o sobre la lución intelectual y universitaria del país. Su publi- cación íntegra en volumen - incumplido propósito, en EU hora. de las autoridades del Club Universita- rio - constituía un anhelo de los estudiosos y una verdadera necesidad de la historiografía nacional. El interés de polémica tan extensa y de contenido tan variado y rico, es múltiple. Imposible, más que rlifícil, precisarlo en todos sus alcances. Cabe, COD VII

PROLOGO€¦ · PROLOGO De estas conferencias surgirá un libro, y este libro, cuyos materiales son const¡.tuidos por los artículos pu blicados en El Siglo por el Dr. Ramirez y

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PROLOGO

De estas conferencias surgirá un libro, y este libro,cuyos materiales son const¡.tuidos por los artículos pu­blicados en El Siglo por el Dr. Ramirez y el señorVareta, s~rá en todo tiempo un ttmbre de honor paranuestro centro hterario. - Memona de la ComisiónDirectiva del Club Universitano, presidida por PabloDe.María (El SIglo, 7 de febrero de 1877)

1

Por primera vez se reúne en volumen la célebrepolémica sostenida entre Carlos María Ramírez y JoséPedro Valela, con motivo de la publicación por esteúltimo de su libro La Legislación Escolar. Iniciadaen la tribuna del Club Universitario y continuada enlas columnas del diario El Siglo - que recogió asi~

mismo las confuencias pronunciadas en aquella tri­buna - se extendió de principios de setiembre a prin..cipios de noviembre de 1876. Sólo fragmentariamentefue reproducida después en distintas ocasiones y épo~

caso en estudios sobre la obra de Varela o sobre la evo~

lución intelectual y universitaria del país. Su publi­cación íntegra en volumen - incumplido propósito,en EU hora. de las autoridades del Club Universita­rio - constituía un anhelo de los estudiosos y unaverdadera necesidad de la historiografía nacional.

El interés de polémica tan extensa y de contenidotan variado y rico, es múltiple. Imposible, más querlifícil, precisarlo en todos sus alcances. Cabe, COD

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todo. referirlo a tres grandes aspectos: el estilo, los he­chos, las ideas, de una época fundamental en el pro­ceso de organización de la República.

En primer término, el episodio constituye, en la for­ma en que ha quedado documentado. una insuperablemuestra de un modo o estilo de actividad intelectualque fue típico de ;nuestro siglo XIX, en su segundamitad. Se dIO entonces aquí - como tambIén en laArgentina, y a veces de país a país - una sucesiónde memorables polémicas, sin parangón en este siglo.La etapa decisiva de' nuestras nacionalidades, que seatravesaba; la entrega sin tasa de las primeras ilus­traciones a una acción pública cargada de urgenciasde toda índole; el sitio que la prensa periódica y laspublicaciones circunstanciales de combate sustrajeron \al libro orgánico o académico ~ la sensibilidad y eltemperamento, propicios al duelo oratorio o periodís­tico, de las generaciones románticas y post-románti­cas: he ~hí algunos factores que condicionan, en lo!actores y en los públicos, la prodigalidad de aquel es­píritu polémico. El encuentro entre Ramírez y Varelaconstituye muestra insuperable del mismo, por la jerar­quía de los protagonistas. por la significación de laaudiencia a que se dirigían en el centro y el diarioque sirvieron de teatro, por las circunstancias históri­cas, por los temas drhatidos. A cargo de las dos inte­ligencias militantes más representativas. a la vez quecontrapuestas en sus modalidades de lógica y de ex­presión, fue, sin duda. la mayor de las polémicas deentonces. Por su solo desarrollo formal, pues, es yauna preciosa introducción al alma de la época.

En segundo término., el interés de esta polémica de­riva del importante acopio de informaciones y datosque proporciona sobre materias de hecho. Están los

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hechos constitutivos de la polémica misma, en cuantofue un capítulo saliente de la biografía de dos hom­bres públicos de primera fila. temendo por fondo losacontecImIentos históricos del año 76, la exaltaciónde Latorre al directo poder perSQnal y el comienzode la Reforma Escolar; y están los hechos, muchomás complejos y variados. a que profusamente se ha­ce referencia a lo largo de la... piezas cruzadas entre

-los polemistas. Esos hechos van desde la vida políticay económica a la social y cultural del país, en los añosinmediatamente anteriores, sin perjuicio de remontar­se a veces más atrás, hasta los propios orígenes de lanacionalidad. Media. claro está, la interpretación sub­jetiva de los contendientes, a través de Un debate pormomentos apasionado. No por eso dej a de ofrecerseuna abundante cantera para el historiador o el soció­logo, tanto más vahosa cuanto más próximos son loshechos al momento de la polémica. SometIdos a la de­hida crítica, confrontados con materiales de otras pro­cedencias, abren numerosas perspectivas para el es·tudIO y ]a comprensión de aquel período. Insustituibleresulta la polémica, por ej emplo, para el conocimien·to de lo que fue por dentro la llamada UniversidadViej a, en vísperas de la honda transformación que ibaa experImentar en los lustros siguientes, y de que fueplanteamIento hIstórico, preCIsamente, la polémica mis·ma. y acaso insustituible también para determinar, enel estricto terreno de los hechos, la conciencia quenuestras clases intelectuales tuvieron de la gran CrIsisnacional de la década del 70, el repertorio de sus pro­blemas, su manera de plantearlos, el sentido de lassoluciones propuestas, o concebidas, o SImplemente es·bozadas. Por todo ello, la polémica que ahora se exhu­ma está llamada a pre6tar, en condicione! de consulta

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menos precarias que h!!ta ahora. muy importantP~

servicios como fuente de información sobre hechoscapitales de nuestro pasado.

En tercer término. el aspecto en que reside. sin nin.guna duda, el interélll mayor de la polémica. lo consti.tuyen las ideas y doctrinas enfrentadas. Su distinciónrespecto a los hechos en juego, y aun a la misma for­ma del encuentro, es obviamente convencional. Lasideologías se entrelazan con los hechos e influyen enlos estilos personales de los polemista,;;. Todo el epi­sodio tiene un contexto indivisible, al cual en defi­nitiva habrá que remitirse siempre, cualquiera sea elenfoque que de él se haga. Pero más allá del choquepasional, y después de todo accidental. de dos vigoro.sas personalidade"l, y de la vasta ma,;;a de hechos, gran­dt:'s y pequeño". llevados y traídos en la¡;l conferencias,artículo'3, apéndices, anexo"! y notas aclaratorias, loque ese epi~odio expresa~a era un esencIal conflictoteórico. en última instancia filosófico, por el que seestaha transfonnando radicalmentf" la cultura y la in­teligencia nacionales: el conflicto entre el tradicionalespiritualismo romántico, de cuño histórico-político, yel insurgente positivismo evolucionista, de inspiracióncientífico-naturalIsta.

El hf"cho de que la polémica fuera motivada por ellibro de Varela La Legislac~ón Escolar. ha generadola difusa idea de que las divergencias fueron a pro­pósito de la refonna educacional. Nada de eso: en esteterreno, como habia acontecido en tantos otros, _Va­rela v Ramírez se hallaban estrechamente solidariza­do" desde que juntos fundaron en 1868 la Sociedadde Amigos de la Educación Popular. El hecho de queaquel libro se publicara en relación directa con el co­mienzo de la gestión oficial de VareIa bajo la dicta-

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dura de Latorre, ha predispuesto también a crf'er quela polémica fue sQbre el colaboracionismo del Refor~

mador. Nada de eso tampoco. En víspera<; de la muertede Varela, lo mismo que despué<;, 15m perj uicio de im~

portantes reservas políticas, sería Ramírez :su más en~

cumbrado panegirista. aun frente a los que lo nega­ban invocando aquel colaboracionismo. La nacionali­dad €'ntera, sumida en profundas cnsis, y DO talo cualactitud personal, tal o cual reforma, fue. en verdad.la gran cuestión debatida.

Como parte privilegiada de la nacionalidad misma,la propia inteligencia dirigente lo fue también, a tra~

vés del examen crítico de la institución universitariay de su ideología dominante, en momentos en queuna universal revolución filosófica llegaba a nuestrasplayas. Desde el intenor de sí misma. la inteligr-nciauruguaya se reacomodaba a una realidad nacional dra­máticamente desquiciada en sus cuadros sociales e ins~

titucionales. En la "anguardia. la mentalidad autodi­dacta de Varela decretaba la ruptura con un modotradicional de pensamiento que, en su hora, había si~

do también el suyo: a través de un doloroso desgarra­miento, la mentalidad académica de Ramírez acusabael impacto en nombre de todo un sector universitariollamado, al fin, a a<;imilarlo. En ningún otro momen·to del país puede observarse en términos tan nítidosel reajuste dialéctico de pf>Dsamiento y realidad.

Ese carácter o significado de la polémica, en loque tuvo de más su~tancial. no se manifiesta en formaexpresa. Lo oculta o disimula a cada paso la enma·rañada discm31ón en torno a las realidades vernáculas.Nada más lejos de un debate académico sobre escue·las o doctrinas consideradas en sí mismas. Más queel enfrentamiento definido de tesis o teorías, aunque

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!!le halle implícito e inevitable en cada uno de los d-e!ll­acuerdos decisivos, lo que se produce es el choque en­tre los respectivos modos de pensamiento resultantesde filosofías opuestas, entre las respectivas aplicacio~

nes prácticas de éstas al esclarecimiento y soluciónde los problemas nacionales. Por otra parte, ningunode los antagonístas se propone abogar en términos depensamiento puro por una determinada tendencia. Va­rela, avanzado de la mentalidad positivista que prin­cipalmente por su intermedio hacía su entrada en elpaís, expresaba sobre la marcha el desenlace cada vezmás categórico de su propia crisis filosófica personal;Ramírez. portavoz en la ocasión de las tradiciones uni·versitarias espiritualistas, expresaba a su vez, en lasalternativas del debate. con conciencia o no de ello,una incipiente crisis, también personal, que iha a con~

ducirlo con el tiempo, prácticamente. al campo de suadversario. En lo que tenía de filosófico. la polémicaque los enfrentaba estaba instalada en la intimidadde cada uno de ellos, aunque fuera en el propio cursodel encuentro - tal vez - que se produjo para Varelasu fluperación definitiva, y para RamÍrez su definitivaformalización.

En 1885, después de haber ~eñalado la filiación evo­luclOni~ta - en política como t"TI ciencia - de La Le.gislac~ón Escolar, el lIbro de Yarda que motlvó la po~

lémica, decía de esta misma Manuel Herrero y Espi.nosa: "Fue la lucha de dos épocas en la hora penum~

hrosa de la muerte de una y de la alhorada de olIa • •.fue la lucha de dos épocas, de dos sistemas, de dos idea­les polítIcos en la República Oriental". 1

L Manuel Herrero y Espinosa, José Pedro Varela, Monte..video, 1885, págs. 73, 74. 80.

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En el orden político, y en el léxico de entonces, lalucha fue entre el principismo, solidario del espiritua­lismo romántico, representado por Ramírez, y el evo..fucioni&mo, producto político del evolucionismo filo­sófico, representado por Vare1a. Varela, sin embargo,procedía de las filas del principismo, cuyo candidatoy bandera electoral, nada menos, había sido en lostrágicos recientes comicios del 19 y ellO de enerode 1875, prólogo del Motin y su secuela. Cierto es queal puhlicar semanas antes de f"S08; comicios. en noviem­hre de 1874, su primer lihro fundamental, La Edu­cación del Pueblo. estaba ya tácitamente divorciadoen doctrina de sus viejos compañeros pnncipistas, delos que el más íntimo había sido precisamente CarlosMaría Ramírez; pero sería recién en 1876, con la pu­blicación de La Legislación Escolar, después de las co­munes peripecias cívicas del 75, que aquel divorciodoctrinario se iba a volver expreso. El principista Ra­mír~, por su parte, iha a orientarse en lo sucesivo,cada vez más, hacia el evoluciomsmo político, cuyaexaltación llegaria a hacer. Nada mejor que esta com­probación, a propósito de las concepciones políticas,para ilus!rar la relación guardada en el campo de lafilosofía general. por las respectivas posiciones de Ra­mirez y Varela. Es decir, lo que más allá de la pugnaostensible, había de dialé-ctica personal en el espíritud. cada uno de ellos.

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Considerada en su esencial médula ideológica, lapolémica Ramírez-Varela constituye, en el ocaso delClub Universitario, el más importante de los choques

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iniciale! en el país entre el espiritualismo y el positi.vismo.

En esos choques injcialee, que se extienden de 1874a 1877, Carlos María Ramírez fue invariablemente elpersonero de la hasta entonces filosofía oficial de laUniversidad. En 1874, desde Río de laneiro, refutóen la prensa de Montevideo manifestaciones positivis­tas de Angel Floro Cosla, hechas desde Buenos Aire..En 1876 enfrentó a Varela en el Club Universilario.En 1877 impugnó en el mismo Oub a los positivista.Francisco Suñer y Capdevila y Julio Jurkowski, pro­fesores 'fundadores de la Facultad de Medicina, ÍIus­talada el año anterior. Costa, Varela, espdevils y Jur·kowski, son los primeros propagandistas del positivis­mo; hasta 1877, Ramírez es el único espiritualista queles hace frente. De entonces en adelante, transformadoel Club Umversitario en el Ateneo del Uruguay, y for­malizada en éste y en la Universidad una vasta con­tienda entre espiritualistas y positivistas, se sustrae,slgniHcativamente, a la misma. En el carácter de ca­beza de la resistencia espiritualista lo reemplaza unhombre de la generación siguiente. Prudencio Vázquezy Vega, no sólo con una especialización filosófica,sino también con una rigidez doctrinaria que él nohabia tenido. Desde el principio, la actitud de Rami­rez, si bien polémica, había sido de amplitud y com­prensión. En los años que siguieron, no pudiendo es­capar 8l hondo influjo de las nuevas corrientes, dejade oponérseles.

Su mayor despliegue polémico en ese breve períodoen que actuó como resistente del espiritualismo, lo lle­vó a cabo ante La Legislación Escolar de Varela. Nofueron sólo razones doctrinarias las que lo movieron.Una Pi!lsión profunda, por momentos enconada, vibra

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PROLqGO

en !US palabras. Aquella obra incluía una severa crí­tica a la Universidad y a la clase universitaria de losdoctores, que él, su encarnación más brillante. sintiócomo ofensa personal. La sintió así, tanto más cuantoque convertía de golpe en abierta ruptura, el progresi­vo distanciamiento filosófico y político de Varela res­pecto a círculos universitarios con los que había man·tenido numerosos y antiguos vínculos, de los cualesninguno más poderoso. ninguno más estrecho, que laamistad y el compañerismo fraternales con Carlos Ma·ría Ramírez.

No se dio seguramente en nuestro siglo XIX, unejemplo igual de amistad y solidaridad entre figuraspúblicas de primer plano, como el protagonizado porVarela y Ramírez. Poco mayor en edad el primero,habían sido camaradas desde niños. Juntos hicieronpoesia y literatura en la Revi~ta Literaria del 65, pe­riodismo en El S~glo en los años siguientes, propa­ganda educacional desde el 68 en la Socieddd deAmigos que encabezaron j y también desde entoncespolítica activa, sancionada por la persecución y eldestierro apenas salidos de la adolescenCIa, hasta com·partir en el 72, después de la Paz de Abril, la aven­tura principista del Club Radical. Pudo decir Ramire.al iniciar la polémica: "Mi amistad con el Sr. Vareladata desde los primeros años de la infancia. La son~

risa de los primeros amores y la nostalgia ae los pri~

meros destierros, hirieron a un mismo tiempo nues·tras ahnas, confundiendo nuestras vidas en una estre·cha comunión de emociones generosas y pensamientosgraves". y puao Varela _al responderle, hablar de "laantigua y estrecha amistad que me ha ligado y me ligaaún, a pesar de todo, al Dr. don Carlos Maria Ramí·

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rez". No se puede escribir la biografía de ninguno deellos sin mezclar a cada paso el nombre del otro. 2

Aflojados desde hacía algún tiempo los latos politi­cos, doctrinarios y, sin duda, personales; acaso traí..das de golpe a la superficie soterradas rivalidad..juveniles, el choque de 1876 fue muy violento. Te­nían entonces,. Varela 31 años, Ramírez 28. La durarequisitoria del primero contra la Universidad y losg¡:aduados, sólo abogados, provocó la respuesta másdura todavía del segundo. Como aquella requisitoria,más allá de la pasión a que no fue extraña, obedecíaa una profunda evolución de la ideología de Varela,evadido del racionalismo metafísico y el prineipismopolítico que había compartido antes con Ramírez, elchoque se elevó naturalmente a planos de doctrina. Yandando el tiempo, RamÍrez tomaría una y otra vezla palabra o la pluma para defender con nobleza, deinjustos ataques, el nombre y la obra de su viejoamigo.

La Legislación Escolar se coronaba con un proyectoarticulado de Ley de Educación Común (3" parte), alque precedía una amplia exposición de sus principios

.2. Cuando a los vejntftrés afias Varela publicó su libro deversos Ecos percUdllil. en lBGi. en Nueva York, dedicó la pri­mera parte a su madre y la segunda a Carlos María Ramfrez.La dedIcatoria a bite decía: "Querido C¡¡rlos: Juntos hemoscammado los pruneros años de la vida y juntos, espero, ca­mmaretnos en el porvenir. Nuestras ideas, nuestros sentunien­tos. hall. SIdo sIempre los nusmas Yo he aplaudido tus triun­fos: he admirado tu genIo Tú, con criticas tan severas comojustas. has hecho desaparecer mfInitos errúres de mIs pobresversos. Es por eso que te dectico altas "Meditaciones". ICuán­tos de los errores que hay aun en ellas no desap¿¡receriansi, antes de saür a la ¡>:rensa, pudirran pasar por el crisolde tu crIhca I Pero el hempo y la dlStancla se oponen. Sinembargo, aun con sus abismOb y con l'IUS sombras. ellas seránun homenaJe de Rdroiraclón al poeta y una prueba de sinceroafecto al amigo. SIempre tuyo. --, José Pedro. - Nueva York.febrero lO., 1868",

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o fundamentos (2. parte). De aJú su título. Poro elautor creyó del caso iniciar la obra con un extenso ee­tudio sociológico que denominó"De nuestro estado ae·tual y sus causas" (la parte t, de relación sólo indirectacon aquel título general. En ese estudio iba a radicartodo el conflicto con Ramírez. Por la pugnacidad desus págmas - cuyo núcleo lo constituía la mencionadacrítica a la Umversidad y a los letrados - dIcha pri~

mera parte de la obra es al mismo tiempo la prImeraparte de la larga polémíca que iba a seguir. No le falotaba. pues, razón a Ramírez al decir que '"la primerapiedra" la había tirado Varela.

Al enviar su primera lonferenóa a El Siglo. sedeclaraba Ramírez "cruelmente ofendido en el libroLa Legislación Escolar, a la par de mis compañerosde proff'sión y de mis hermanos de ideas". Ya habíadicho en el curso de la misma conferencia: "Vengoa ocupar esta tribuna bajo las impreo;ion('s de la ofen~

808". y al final dej aba aclarado en qué lugar la ofensase anidaba: "¿Por qué agregar al proyecto de educa­ción común, a sus comentarios, a su defensa, esa pri­mera parte que no habla de la educación común, nidel proyecto, y por manera alguna era necesaria o peratinente a lo,; comentarios del proyecto? ¿Por qué in­crustar ese trozo de polémica, y de polémica violenta,en una obra de paz y de concordia?.. Si hubieradejado en sus archivos secretos esa malhadada intro·ducción sobre nuestro estado actual r sus causas, to­dos habríamos recibido sU libro con extremada bene­volencia, con verdadero júbilo, porque su nombre DOS

es simpático y su causa, la de la educación, es nues­tra causa".

Esa reacción de Ramírez no pudo tomar de sorpresaa Varela. Dos años atrás, en el penúltimo capítulo de

XVII

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La Edru:ación del Pueblo, dedicado a las "Universi.dades", había dicho: "Pero no nos proponemos cO M

mentar ahora la organización actual de nuestra UniMversidad, ni detenernos a observar los benefIcios o losmales que pueda haber producido. La materia daríatema para un interesante volumen. en el que sería neM

cesario recorrer el campo agItado de nuestra existen M

cía política, para encontrar en él las huellas de la OliMgarquía universitarIa, más vana que sabia y más diMvagadora que fecunda. Tal vez, si otros no lo emprenM

den antes, algún día emprenderemos nosotros ese tra~

baJo. que levantaría resistencias y herIría mal en M

tendidas susceptIbIlidades, y chocarÍa con hondas yarraigadas preocupaciones". No tardó en escribirlo élmismo, y era precisamente esa parte primera de La

Legislaciótt Escolar por la que, de acuerdo con supropia previsión. tan herido se sentía Ramírez comorepre"lentante sobresaliente de la clase universitaria.

Al comienzo de su segunda conferencia expuso Ra­mírez el programa que iba a desarrollar. La pnmerahabía ver.,ado bobre "Juicio crítico e idea general dellibro" y la segunda tenía por tema "Injusticias que elseñor Varela comete con su propio pais". Añadía: "Elde la tercera. será esa descomunal paliza que La LeMglSlación Escolar aplica a la Universidad y a todos losque hemos estudIado en ella. Me ocuparé en la cuartade esa falsa y funestísima teoría que formula ese li~

bro, acerca de la mfuencia subalterna de las institucio­nes y de los gobiernos en los destmos de las socieda­des humanas. Examinaré en la quinta, las ideas eco­nómico·financieras del Sr. Varela, comparándolas conlas que en nuestra UniversIdad enseñaba no ha muchoel inolvidable Lavandeira, y enseña actualmente sudigno sucesor D. Carlos María de Pena. En la sexta

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PROLOGO

estudiaré el Proyecto de Educación Común, y en laúltima estableceré un paralelo entre ese Proyecto yel que presentó a las Cámaras constitucionales nues~

tro distinguido compatriota don Agustín de Vedia".En total, siete conferencias.

Ese programa quedó trunco y la polémica inconclu.sao Cuando fue suspendida al cabo de dos meses, paraser luego abandonada; 3 Ramírez había pronunciado só.lo cuatro conferencias: las dos primeras arrIba menocionadas, y otras dos sobre "La paliza a la Universi·dad y a los graduados". Como la cuarta no fue másque una contmuación de la tercera. dejó pendienteslas cuatro últimas previstas en el plan inicial; y toda·vía alguna más complementaria que anunció más ade·lante (en un apéndice a la segunda), sobre "La doc­trina de la evolución y sus aplicac,iones a las CIenciasmorales y políticas". Varela, por su parte, conte5:.tólas conferencia':! de Ramírez. una vez desde la mIsmatnbuna del Club L'niver,:,itario y luego en artículos deprensa.

Conforme a su desarrollo efectivo, y a sus resortesintelectuales y emocionales más íntimos, la polémicadesembocó finalmente en el neurálgico tema de la Uni­versidad, ~u enseñanza y su influencia. Pero, expresoo táciLo, el antagonismo fdosófico actuó desde losprimeros pasos del debate, resultando así, del princI­pio al fin, su verdadero hl10 conductor.

3. La polémIca Iba a continuarse. como lo anuncIaron lospolemistas al suspenderla y lo reIteró la DIrectiva del ClubUnIverSItario en su memorIa fechada en enero de 1877 (ypublIcada en E~ Stglo el 7 de febrero, En su abandono defI­nItIVO debIó mflUIr. aparte de otras pOSIbles motivaciones.el grave aCCidente de caza sufrido por Varela en el mismomes de enero, que lo aleJÓ de sus actiVIdades hasta mediadosde afto.

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PROLoGo

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A primera vista, el Juicio crítico e idea general dellibro, expuestos por Ramírez en su primera conferen..da. respondieron a un enfoque puramente literario:

"De algún tiempo a esta parte viene el señor Varelahaciendo propaganda enérgica contra las Ínflueneiasde la literatura francesa y pregonando la necesidad depasarnos con armas y hagages a la literatura inglesa,o mejor, a la literatura alemana". De ahi "el defectoprimordial" de su libro: no se hace leer fácilmente."Parece que el señor Varela, aferrado cada vez mása su nuevo sistema literario, hubiese querido apli­carlo rudamente en su obra La Legislación Escolar.Parece que hubiera abrazado temerariamente el par­tido de escribir Un libro a la inglesa, un libro a laalemana. Ha querido a todo trance ser profundo,profundo como los filósofos ingleses, profundo co­mo los sabios alemanes". Grande equivocación, pien.sa Ramírez: "Mientras no podamos - y por miparte entiendo que no podremos en mucho tiem­po -, mientras no podamos, digo, aspirar a la ori­ginalidad poderosa, a la facultad creadora de la lile­ratura inglesa y de la literatura alemana, creo muyconveniente y muy loable que, en la modesta medidade nuestras débiles fuerzas, tra.temos de asimilarno!la claridad y el encanto de la literatura francesa, paradivulgar y popularizar entre nuestras jóvenes socieda~

de!, las idea! que encontramos hechas, las conquistasque encontramos realizadas en el seno de la8 grandessociedades europeas".

Detrás de esa en apariencia inocente oposición deformas literarias, era en realidad toda la cuebtión doc..

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PROLOGO

trinarla de fondo la que quedaba plauteada en el ri·guroso punto de partida. Ya en La Educación delPueblo babía becho Varela la crítica del modelo culotural francés, vigente en el país COn la Universidadpor bastión, proponiendo en su reemplazo el inglés yel alemán, muy especialmente el primero, en su doblever1!lión europea y norteamericana. Pero era por lamédula doctrinaria de unas }' otras formas de cultu~

ra, en lo que tenían de predominante, que hacía seme~

jante prédíca. El modelo oficial francés de la época,Be remitía en última instancia a la metafísica román~

tiea del espiritualismo ecléctico de Víctor Cousio yBU escuela; el modelo sajón era el de la filosofía natu~

ralista del evolucionismo de Darwin y Spencer, queestaba renovando profundamente el saber positivo delas ciencias físicas y sociales.

Por eso, en el comienzo mismo de La Legi.!laciónEscolar, describiendo Hnuestro estado actual", utilizaVarela un pretexto cualquiera para intercalar un trozode Spencer, extenso de varias páginas, sobre una cUes~

tión aparentemente tan alejada como el estado de "laciencia en Inglaterra". Por más qUl!! sean páginas aje~

nas, traducidas y transcriptas. configuran uno de lo!pasajes clave para la interpretación de la ideología desu obra. Era la primera vez que el jefe del evolucionis~

IDO, muy pocos años después patrono de la Univer8i~

dad de Montevideo, aparecía Invocado por el nacientepositivismo uruguayo. Y lo era a través de páginas depolémica, ellas mismas, en una refutación de Spencera su compatriota Arnoid a propósito de los respectivo!val(lles de las culturas francesa e inglesa de la época.

En aquel trozo de Spencer se hacía recuento de lasconquistas inglesas, tanto en el campo de la filosofíageneral, la lógica, la ética, la psicología, como en el

PROLOGO

de las ciencias positivas, vistas esas conquistas desdeel ángulo naturalista del positivismo. El estado mayoringlés de éste, estaba representado, fuera del obviodel propio Spencer, por nombres como 10'3 de Darwin,MilI, Huxley, Bain. De Darwin emitía Spencer opinio~

nes cuya reproducción por Varela - en las condicio~

nes en que Jo hacía - venía a constituir en Montevi~

dea el primer desafía del revolucionario darwinismoal espirItualismo universitario. En 1885, impuesto yaabrumadoramente el evolucionismo en la Universidad,declaraba en un discurso el Rector Vásquez Acevedo:"En pocos países la teoría moderna de la evoluciónha hecho más rápido camino que en nuestra pequeñarepública. Mientras viej as naciones europeas todavíaponen trabas a las verdades que el eminente Darwinha enseñado, nosotros nos atrevemos a adelantarlas.llevando las aplicaclOnes y las consecuencias filo'3ófi­cas más lejos que el lllismo sabIO inglés". ~ ¿Cómo,entonces, no conferir 'verdadero carácter histórico aaquel prImer desafío del danvinisrno realizado por in­termedio de Varela apenas nueve años antes? El tro­zo de Spencer intercalado en La Legislación Escolar,decís en ese punto:

"Má5 recientemf"nte hemos tenido el gran progresoque Mr. DarwIll ha hecho hacer a la Biología. Elabuelo de Mr. Darwin se había adelantado a Lamarckformulando la concepción general del génesis de lasformas orgánicas, por la adaptación al medio. pero DO

había cavado esta idea como lo hizo Lamarck. Mr.Darwin. siguiendo las huellas de su abuelo, se aperci­hió de que éste se había equivocado~ lo mismo queLamarck, atribuyendo las modificaciones a causas en

4. El Siglo, 7 de octubre de lilaS.

xxn

PROLOGO

parte verdaderas, pero, i!in embargo, insuficientes pa­ra explicar todo" lo'i efectos. Reconociendo la causamás profunda, que ha llamado la selección natural,Mr. Darwin ha conseguido traer la hipótesis, de unafórmula que no era más que parcialmente sostenible,a una fórmula enteramente s.osteniblf". E~a idea. queha desarrollado de una manera tan admirable, ha sidoadoptada por la gran mayoría de los naturalIstas: estáen tren de operar una r{'volución en las concepcionesbiológicas del Universo entero. haciendo más inteli·g;},le la marcha de la evolución orgánica. Tomandolas palabra5 del proff'sor Cohn: 'ninguna obra de nuf'S~

tra época ha ejercido sobre las concepC'ioDl"s de lacicnria moderna una influencia comparable a la dela primera edición de El origen de las especies, deCarlos Darwin." 5

No era. pue5, por meras preferencias formale!'! o es­tilística¡::" que al iniciar Ramírez la critica del libro deYarela, impugnaha ]a <;everidad de la litt>ratura ingle­sa en nombrf" de la claridad y encanto de la francesa.Ese primer a.taque, en apariencia literario. era ya unataque ideológico. Por e<;o, en la mi~ma primera con·ferencia, como antiC'ipo de lo que vendría más tarde)desliza intencwuadas alusiones al nuevo credo filosó.fíco de Varela. Para desacreditar intelectualmente aéste ante el clásico auditorio espiritualista del ClubUniversitano, querrá ponerlo en evidencia desde elprjncipio como un "positivista"; y aun como un"materialista", confonne a la consabida identificaciónpolémica ql.\e los espiritualistas hacían entre uno yotro ténnino.

5, La LeQislaci6n Escolar, edICIón de la BIblioteca "Arti.gas", 1954, t. l. págs. 55-56 La totalidad del trozo de Spencerreproducido abarca 15 páginas.

XXIII

PROLOGO

Recogiendo el desafio doctrinario de Varela, lDUY

directamente denunció Ramírez la inspiración spen~

ceriana y darwmista de La Legislación Escolar:HEsa dIsposición de ánimo (desencantos personales

y políticos), ha hecho también a mi Juicio que el se­ñor Varela acogiese con demasiado entusiasmo, conciega convicción. las prmcipales doctrinas de una obrareciente, que cita dos veces en su libro y hubiera po­dido cItarla en casi todos los capítulos de la primeraparte. :Me refIero a la Introdu.cción a la ciencia social,por Herbert Spencer. Este filósofo inglés. que es unode los que más llaman la atención europea. se ha foromado una especie de sIstema cosmogómco, combinan­do con innovaciones atrevidas la metafísica de AugustoCorote y la biologia de Darwin. El mnndo de la cien·cia ha recibido con admiración esa Introducción a lacienda social. que es, según entiendo. la última de lasobras de Spencer, pero sin aceptar, ni aun con bene.ficio de inventa.rio. la mayor parte de sus doctrinas so.ciaIca. . .. Spencer aplica cruelmpnte... iba a decirbrutalmente. los principios de la fIlosofía natural quese llama el darwinismo La lucha por la existencia,la concurrencia vital. es el espectáculo univer'3al de lacreaCIón. La selección es su ley....He ahí, señores,el libro. sabio y célebre. sí, muy sabio y muy célebre,en que ha ido a buscar inspiraciones el autor de LaLegislación Escolar. ¿Quién no descubre luego quelas ideas y las tendenci-ls dominantes en la primeraparte del libro La Legisladón Escolar, son reflejo di.lecto de la8 ideas y tendencias que campean en laobra del filósofo inglés? ¿Cuán fácil no sería mar­car a cada paso la teoria spenceriana que está escritaen esa primera parte, después de haber desalojado unateoria opuesta, y cien veces predicada, del espíritu delseñor VareIa?"

PROLOGO

En annonía con eso dirá, por ejemplo: "Para queel auditorio pUf'da juzgar de la fidelidad de mis im~

presIOnes, que acaso el hoy pos~tivista autor del librocalifique d(lo románticas ..• "; "pero yo, que no headelantado 10 bastante para 'Ser materialista como En­rique Taine y el señor Varela ... "; "socwlógicos pre­fiere decir el autor empleando el lenguaje de su fIlo­sofía predilecta ... "; "su naufragio por las costas dela filosofía spencenana . .. ".

Ese esencial emplazamiento fIlosófico del debate he­cho por Rarnírez desde su prirnt'ra conferencia, fuede buena gana aceptado por Varela. Era, sin duda, loque más íntimamente des.eaba, dado el carácter deprovocaCIón doctnnaria que había tenido su libro. Enla conferencia que fue su primera réphca. atendiendoante todo aspectos personales del conflIcto, lo resu­mió en cuanto a 10 demás en estos ténninos: "es gran·de nuestra divergencia de opiniones con respecto avarias de las principales cuestiones j~losóficas y so­ciales". En relación con tal divergencia, se limitó ahacer de pasada esta defensa del jefE' del evolucionis­mo: "Dichoso él que tiene autoridad bastante. paratratar con tanto desenfado y tan magistral desdén, aiúltimo de los metajísicos ingleses, como ha llamado laRevzsta de Ambos Mundos a H. Spencer". En cam~

hio, en su réplica a la segunda conferencia de Ramí.Tez, réplica que ya no fue oral sino periodística, en­trará en maleria, y a fondo.

IV

La segunda conferencia de Ramírez tuvo por tema:lnjusticuu que el Sr. VareZa camete con su propiopaís. Desde el enfoque del crílico, no se traló alli de

PROLOGO

desacuerllos filosóficos, aunque al pasar señalara la!!lecturas po~itivistas y materialistas d~ aquél: "No tíeo.ne estudios universitarios; pero ha leido extraordina­riamente. y en el campo de la filosofía modeorna.Stuart l\fill, f:penC'er, Darwin, Burhller, l\:Ioleschott yMaJame Rover. le son en cierto moJo familiare~". Enla rpplica. su adversario despla7ó, ... in pmhar,'!o. pI de.hate a planos teóricos. al punto de que será en estaparte donde el antagonismo filosófico de la polémicaalcance - of'¡;;de el enfolJue de Varela~ su formula­ción más radical y de mJyor entidad.

A la5 critica5 de Ramírez empezó por oponer elcapítulo de f.a LeKislación E:,colar que aparecía com~

prometido. traD5cribiéndoJo íntegro. Era el capítuloVI, donde hahía ilenunciado los peligroc; que para laexistencia mn'lma de nuestra nacjonalidad - romo delas demás hU'lpanoamericanas - derivaban de su es­tado de turbulencia y atraso. A contim18ción amplióy fundamentó su tesis. Pero en seguida llevó la dis­-eusión a dos grandes cuestiones tróric85: el conceptode patria y el prohlema del origen y diversidad de lasrazas humanas. La primera If' dio pie para hacer lacrítica del dogmatismo político prindpÍ'ita: la segun~

da, la exposición y defenc;a de la doctrina de la evolu·ción. Sin más rodeos. i'e llegaba así a la médula de ]01polémica.

El dogmati"lmo político principista, fundado en elculto de "principio5" absolutos de derecho natura],era un defimdo produclo de las tradiciones del cons­titucionali"lIllO liberal francés. Sobre esas tradir-ionesse habla modelado el principismo uruguayo. En lapropia Francia positivista de la Tercera República, ha­hía entrado en clÍais. Para enjuiciarlo, Varela se apo­ya en un escritor también francés:

XXVI

PROLOGO

"El dogmatismo político, dice un distinguido e"cri­tor (G. Valbert, Del dogmatismo en política). es hoyun fenómeno extraño, un verdadero anacronismo, queasombra a la Europa y le disgusta. Deóde huC"e algunosaños la política se ha hecho más que nUDca una cienciaexperimental, que desconfía de las doctrina". que exa~

mina en cada caso particular lo que es útil o lo quees pO:!lible, y se ocupa sobre todo de los hechos y de lalógIca de los hechos. Como lo ha hecho notar el m­genioso autor de un libro sohrc la CODslitución int!le­SR, vivimos en una época de realismo. y los hábitosde nuestro espíritu "e han rnodIfIcnuo por d conf:ide­rabIe desarrollo que han tenido las ciencias de oL~cr·

vación; por el desarrollo más con...iderable aún quese ha dado al comercIO Antes la filosofía razonabamucho SIn creerse obligJ.da a ob"en ar los hechos;hoy, para descuhrir los secretos de la creación, Dar­win cuenta con la'S experiencias minucio'Sas y repeti­das que pueden hacerse -con las palomas ... En In·glaterra, como en ltalla. como en Prusia. los hom­bre.. de Estado no se ocupan ya de ]a metafísica, seC'onsideran esencialmente cOmo hombres de negocios,y para tener éxito en sus empre3as, e3tán prontos aentrar en conversación con todo el mundo. aun conlos hombres cuyas opiniones, cuyo carácter y cuyafigura les gusta poco. Este modo de entf'nder el artede gobernar. es útil en todas parte~, y lo seI'Ía par·,ticularmente en un país como la Francia. donde laontología política ha caído en el má<; profundo des­crédito, donde ahora se de:!lconfía mucho de los prin~

cipws, sobre todo de los pnncipios que son intrata­bIes .....

EM crítica del dogmatismo político principista, ennombre de un realismo relativista, hecha suya por

XXVII

PROLOGO

Varela, era un capítulo accesorío de la crítica mbgenérica que el positivismo de la época, cada vez mMimbuIdo de evolucionismo, venía haciendo del dogma~

tismo metafísico espiritualista. La impugnación porRamírez de las ideas que sobre riesgos de los pueblosde raza latina había expuesto Varf"Ia en su libro. em~

pujan a éste a ese plano general de la filosofía. Conel título "De la inteligencia y el instinto", expone lar~

gamente ]a tesis naturalista de qUf" entre e] hombrey los animales existen "similitudes notables no sólo enla parte física, sino también en la parte inteleC'tual".Siguen a ello estas palabras. que subrayamos porqueapuntan lo que fue el corazón mismo de aquel en­cuentro singular: ltCon estas observaciorr:es no opino,indico; trato de llamar la atención sobre ciertas cueswtione.... como paso previo para ocuparme de desenvol,..ver la doctrina de la evolución; y las doctrinM queconceptúo máJ aceptables con Te~pecto al origen delhombre".

La trascendencia histórica de ese planteamiento semide por la circunstancia de que por primera vez taoles revolucionarias doctrinas - que se venían conow

ciendo a través de publicaciones europeas - 5e ibana exponer y defender en el país. El antes mencionadopasa1e sobre Darwin. del trozo de Spencer intercaladoen La Legislación Escolar, fue lo que hemos llamadoel primer desafío del darwinismo a nuestro espiritua­lismo universitario. Corresponde entenderlo así. habi­da cuenta de la intención polémica que animaba yaa Varela al hacer aquella transcripción. Pero ahora,sólo unos meses despups de la aparición del fibro, setrataba de otra cosa. Recogido el desafío por Ramíreza través de diversos flechazos al darwinismo de Va·

XXlTIII

PROLOGO

rela, pasaba éste a presentar in extenso las doctrinasdel sabio inglés.

ConsciE'nte del efecto que producirían. explicaba deeste modo aquel desarrollo previo sobre la inteligen~

cia y el instinto: "me sirve de introducción. con el ob~

jeto oe que no sorprendan demaswdo las doctnnasque voy a exponer en el parágrafo siguiente, al quepongo. como portada, estos largos, pero magníficospárrafos de Carlos Martins". Y esos a su juicio mag­níficos párrafos tomados de la obra Pruebas de lateoría de la evolución, del francés Martins, por los quevenía a enfatizar su propia definición personal, ler~

minaban así:"La teoría de la evolución emItida por Lamarck en

1809. filosóficamente comprendida por Goethe, defini.tivamente fonnulada por Carlos Darwin y desarrolladapor sus discípulos. lIga entre sí todas las partes de lahistoria natural, como las leyE's de Newton han ligadoentre sí los movImientos de los cuerpos celestes... Elprincipio de la evolución no se limita a los seres orga·nizados, es un principio general que se aplica a todolo que tiene un comienzo, una duración progresiva,una decadencia inevitable y un fin previsto. La apli~

cación de ese principio está destinada a apresurar elprogreso de todas las ciencias posibVS5. y a iluminarcon nueva luz la historia de la humanidad: sistema so~

lar, globo terrestre. seres organizados, género humano,civilización, pueblos, idioma, religión, orden social ypolítico, todo sigue las leyes de la evolución: nadase crea, todo se transforma... La inmovilidad, unretroceso definitivo, son imposibilidades demostradaspor la historia, y confirmadas por la experiencia detodos los días. Los cambios bruscos. las restauracionesviolentas, o los sacudimientos completos, sin raíces en

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en el pasado. no tienen probabilidades de éxito en elporvenir. El tiempo es el auxIliar indispensable de lOada modificación durable. y la evolucIón de la natura­leza viviente es el modelo y la regla de todo lo queprogresa. en el orden fünco. como en el orden intelec~

tual y moral."El exlenso parágrafo siguiente, tItulado "La doctri·

na de la evolución y el origen del hornhI e", constituyólo que hace unos años llamamos mamfiesto micial deldarwwismo en el Uruguay. Explicando la fuente y elmélodo utilizados. decía Varela:

~'Al emprender la publicación de la primera ediciónfrancesa de La descendencia del hombre dE" CarlosDarwin, el edltor Mr. Reinwald. pidió a Carlos Vogt,el dbtlnguido naturalista ginebrino. que le enviaraun prefacio para esa nueva obra que estaba destinadaa llamar la atención del mundo científico. en el quehabídn producido una revolución de inmensa trascen..deJJC18 los trabajos de Darwin y de sus discípulos dis~

tingUlcios. Y Carlos Vogt contestó con estas palabrast

que traduzco textuales a veces. a veces extractándolas,para exponer la doctrina darwinista en su enunciawción. Lo sigo con tanto más gusto cuanto que a la vezQU0 expone la doctrina, hace resaltar el espíritu ge·lIeral que en ella domina y las lDmensas consecuen­cias que e~lá llamada a producir."

En parte a través de Vogt. en parte a través de des­arrullos personales. expuso Varela ampliamente aDarawin. Despuér; de llamar a éste "f'.J más profundo Saalno y el más robusto pensador de nue3tros tiempos",la expo.!;ición se cerraba con las palabras también teraminales de La descendencia del hombre:

"Se puede excusar al hombre porque experimentecierta fierezd por haberse elevado, aunque no sea por

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PROLOGO

sus propios esfuerzos, a la verdadera cima de la escalaorgánica ~ y el hecho de haberse elevado asi. en lugarde haber SIdo colocado en ella primitivamente, puedehacerle esperar un destino aún más elevado, en unporvenir remoto. Pero no tenemos para qué ocupar~

nos aquí ni de psperanzas ni de temores. y. sí. sola­mente de la verdad en los limites en que nuestra razónnos permite descubrirla. He acumulado las pruehastan bien como he podido. Ahora bIen. me parece qued("hemos reconocer que el hombre, a pesar de todas~U5 nobles cualidades, de las sImpatías que experimen­la por los más groseros de sus semejantes. dE' la he­nevolencIa que extIende no sólo a sus semej antes, sinoaun a lo seres; viVIentes más humildes; a pesar dela inteligencia divina que le ha penmtido penetrarlos movimientos v la constltución del si"!tema solar- a pe5ar de todas sus cualidades de un orden taneminente - debemos xeconocer, digo. que el homhreconserva aún en la organización corporal el sello inde­leble de su origen mferior."

La cuestión del origen del hombre interesaba aVarela por las consecuencias que quería extraer - yque en efecto a continuación extraj o - en el proble­ma de las raza,; humanas, que a propóf:lifo del porvenirde nuestras nacionalidades discutía con Ramírez. Co­mo se lo reprochara é"3te, era remonlarse demasiadolejos para Justificar la tesis de que nuestra poblacióncorria pelIgro de extinguirse: "Se traduce tres colum­nas sobre el lllstlnto y la inteligencia; diserta por cuen­ta ajena sobre los cabtores, la.s hormigas y los escara­bajos~ reproduce largos párrafos de Darwm sobre elorigen de la especie humana, y 'Se o5tenta l'arhdariode la teoría que nos hace primos hermanos de los mo­nos'. Llevado por el irreprimIble impulso de la gran

XXXI

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revolución filosófica de la época, a la que el Uruguaytodavía permanecía aj eno - radicalizado acaso enel curso de la polémica misma -, mús que el con­creto punto discutido en ese momento importaba aValela la presentación de las nuevas doctrinas. Y e!!lesto lo que va dando al encuentro su sentido más pro~

fundo.Cuando Varela concluyó de publicar su réplica pe~

riodística a la segunda conferencia de Ramirez (6 deoctubre), en que figuró la referida exposición generalde la teoría de la evolución, su crítico había pronun~

ciado ya, aunque no publicado todavía, sus conferen~

cias tercera y cuarta (26 de setiembre y 3 de octubre).No pudo é8te~ por lo tanto, tomar en cuenta en las mis­mas aquellos planteamientos filosóficos. Pero, reco­giendo también este nuevo desafío, se propuso alterarsu plan para responder con una inmediata conferen~

cía sobre el tema: "La teoría de la evolución y susaplicaciones a las ciencias morales y políticas". Asílo anunció en uno de los apéndices (5 de octubre),a la segunda. Hemos dicho ya, que, como otras anun­ciadas deede el comienzo, quedó en proyecto, al ha~

cerse abandono de la polémica por ambos conten~

dientes.No obstante, como va a verse, tendría todavía opor­

tunidad de hacer la defensa del espiritualismo, alocuparse de la enseñanza de la filosofía en la Univer..sidad.

vLas conferencias tercera y cuarta de Ramírez ver­

saron sobre un mismo tema: La pahza a la Universi­dad r a los graduados. Del punto de vi.ta de su des-

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arrollo ccmcreto, la polémica entró entonces en unanueva fase, que iba a ser la culminante.

El enjuiciamiento de la Universidad, en sus rela·ciones con la realidad ambiente, que Varela hizo enLa Legislación Escolar, constituía pieza clave en suexplicación sociológica de la gran crisis nacional. De..ficiente en su estructura orgánIca, la instItución - asu juicio - no lo era menos en su espíritu, resultadode concepcione!l y doctrinas caducas. El fruto de esaplanta era la oligarquía o casta universitaria de losdoctores, tan dogmática y presuntuosa como ignorantey vacua. La raíz de esa misma planta era lejana: es·taba en FranCIa, 'lIs nación que nos ha servIdo detIpO para la organización de nuestra Universidad, yen la que ésta ha bebido sus ideas filosóficas y polí­ticas". ~ En apoyo de !lU crítica, transcribe Varela ex­tensamente la que de la Universidad francesa acababade hacer el economista CourceUe Seneml, centrada enla tesis de que era un conservatono de las ideas y delespíritu de la antigüedad clásica. En tácita alianza con108 caudillos para perpetuar los privilegios de unos yotros, a través de todo un sistema social y político,los doctores tenían gran responsabilidad en el dramaque vivía el país.

En sus dos últimas conferencias hizo Ramírez unaadmlIable defensa de la Universidad, remontando lapolémica a sus momentos más brillantes. Con esplén·dido señorío intelectual de fondo y de forma, sorpren­dente a su edad dct veintiocho años, evidenció en sualegato que no enseñándose entre nosotros el griego,ni el derecho romano. y dándose del latín sólo un bar·niz, no existía "la enseñanza clásica que los econo·mistas franceses dan por primordial fundamento de sus

l. Ibidem.~ p. 114.

xxxm

___o --'P'--"R"o~L~O'_"G"O"_ _

juicios sobre la instrucción secundaria y profesionalde su país". Y que, en cambio, se enseñaba desdehacía quince años como disciplina fundamental yorientadora la economía política - resistida todavíasu admisión en la Universidad francesa al hacerseaquellas críticas - ciencia esencialmente moderna, queimpone "principios diametralmente opuestos a los dela enseñanza clásica", Aceptaba que la Universidadtuviera numerosas deficiencias e insuficiencias, perorechazaba que la animara un espíritu de casta.

Sin duda - lo hemos dicho ya otras veces - en BU

radicalismo polémico, no hacía justicia Varela, hastadonde la merecía, al liberalismo filosófico y políticode la Universidad, en ]0 que tenía de democrático yde progresista. 7 Pero más allá de las exageracionese incomprensiones en que uno y otro, aquí como a lolargo de todo el encuentro, incurren, estaba el realfondo de la cuestión: el conflicto entre dos grandesformas intelectuales, de las cuales una, a través de laUmversidad, había sido hasta entonces la dominante,y otra irrumpía con el designio de imponerse en sulugar. Al discutirse la institución universitaria, eseconflicto de fondo volvió necesariamente a la super~

ficie en sus términos filosóficos.En el capítnlo de La LegUJlación Escolar dedicado

a la Universidad, figuraba una severa crítica de la en..

7. En el mismo sentido puede verse dos Importante. y di­ferentes enfoques de la di8cusi6n de Ramfrez y Varela l!Iobrela Universidad, en M. Blanca Parb de Oddone, La Unwerri­dad de Montevtdeo en la formac~6n de nue.!ltra concienciclhberat, MonteVIdeo, 1958, págs 303 a 324, y en Juan AntonioOddone y M Blanca Paris de Oddone, Htstona de la Univer­sidad de Montev~deo La Univers~dad Vie1a. 1849-1885, Monte­VIdeo, 196:3, págs. 291 a 294 La totalIdad de ambas documen­tadas y capItales obras es de consulta obllgada para formarjuicio sobre lo que fue nuestra UniverSIdad Vieja, y por lotanto sobre la polémica misma de Ibimfrez y Var~a en tornaa ella.

XXXIV

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señanza que se hacía de la filosofía, de la que dan ideaestos párrafos: '-No nos proponemos apreciar las doc­trinas filosóficas que se enseñan en la Universidad,doctrinas que, en cuanto nosotros sabemos. están man­dadas retirar del mundo de la ciencia, por erróneasunas y por insuficientes otras. hace ya largo tiempo:no es tampoco nuestro objeto ocuparnos del métodoque se aplica a esa enseñanza... El espíritu de Bectafilosófica iY de qué secta!, se eleva para los jóvenesestudiantes a la categoría -de ciencia profunda, y pocoa poco van pervirtiéndose así los procederes mentaleshasta el punto de que llega el caso de que sean inca­paces de libertarse de la tiranía de la secta a que per­tenecen". 8 La secta a que se aludía, corno lo corrobo­ran todavía otros pasajes, era, claro está, aunque nose la nombrara, la francesa del espiritualismo eclécti­co, que imperaba en la cátedra oficial de la Univer­sidad. En conjunto, esa crítica de Varela marcaba enla evolución de la enseñanza filoijófica en el Uruguay,el fin de una época y el comienzo de otra. Las páginasde La LegIslación Escolar que la contenían. deben serconsideradas en la materia, el punto de arranque dela reforma que cuajó en el histórico programa de filo­sofía de 1881, redactado por los "varelianos" EduardoAcevedo y Martín C. Martínez.

Ramírez se hizo cargo de la crítica en el correr dela cuarta conferencia: "Y ya que he nombrado a Dar­win, me parece oportuno preguntanne a mi mismo, sino siendo criterio inequívoco de atraso o de adelantotalo cual sistema general de legislación, entre los queimperan en las naciones cubas, podrá serlo entoncesla resistencia o el asentimiento al darwinismo. Sugié-

"8. La LeQtBlactán E.sCOÜ1T, ed. citada. t, 1, P'ss. 128~130.

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reme e!ta duda el desprecio con que el autor de LfJLe~,laci6n E,coúzr habla del sistema filosófico que Be

enseña en la Universidad, y más aún lo mucho que lelamenta de ver a estudiantes de 16 años, afirmandocon ciega convicción, entre otras cosas tan arduaa,la existt.Tzda de un mundo ulteriar y de una dillinwadsoberana. Me confirma también en esas dudas el en­tusiMmo tnunfal con que el señor Varela ha apeladoa IR! teorías de Darwin para poner a cubierto de lacrítica las aberraciones de La Legislación Esctllaf'.

Aprovecha la ocasión para emitir sobre el darwi­nisIDo un juicio que ilumina magníficamente el dra­matismo filosófico de la polémica:

"Debo ante todo declarar que no me causan pavorlos señores materialistas ~ y que muy pocas ilusionesperdería por el solo hecho de adoptar tal o cual teo­ría sobre el origen de las especies viviente!. Me inclinoa creer que no descendemos de Adán y Eva; y no veoque por convencerme de nuestras ramificaciones !&nealógicas con el mono en remotísimo pasado - puedacambiar sensiblemente lo que pienso sobre la fisono­mía actual y los destino! futuros de la raza humana.Con esta disp05ición de ánimo, no seré yo quien exco­mulgue el materialismo o me escandalice de lo~ dar­wini"itas, como si estuvieran en pecado mortal; perono por eso me siento inclinado a justificar que se ca­lifique de atraso la fidelidad a las doctrina. espiritua­listas, y la resistencia a tomar como dogmas de fetoda! lal! teorías de Darwin. Me parecería un pocotemerario colocar en el r8n~o de loa atrasados al ilu&­tre Agaasiz, ídolo científico de los Estados Unidos,que fue sorprendido por la muerle en la comenzadatarea de refutar el darwinismo j al gran sabio alemánBurmeister, que califica de fantaaía ese sistema; e.

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PROLOGo

Quatrefage. y Blanchard que lo rechazan, V a tantossabios renombrado!'! que no lo aceptan sino como bri­llante hipótesi!. dependi'~nte todavía de las revelacio­ne! del porvenir. Vemos. en otra esfera. que el jefedel partido liberal inglés, el eminente Gladstone, hafulminado por diversas veces la teoría de la evolución.y es fama, señores. que Thiers, una de las grandes in­teligencias de este ~:iglo, emplea las última! horas desu vida en preparar, como su testamento filosófico, larefutación de los principios sociales y políticos que,con atrevida impaciencia. han señalado los discípulosde Darwin como corolario!ll lógicos de los principiosnaturales del maestro. Ni en Inglaterra, ni en Alema­nia, ni en Francia, ni en los Estados Unidos, es medi­da de progreso o de retardo la popularidad del dar­winismo; mal podría serlo aquí para demarcar el atra~

so comparativo de los graduados, cuando tan escasosadeptos cuenta ese sistema entre las demás personasde la sociedad oriental.n

En aparlado sohre el estudio de la filosofía, en elprimer apéndice a la tercera y cuarta conferencias,completó RamÍrez su posición. "Estoy por mi partepersuadido - dijo - de que esas doctrinas (las espi~

ritualistas), necesitaD rectIficaciones y ampliacionesconsiderables; corno reconozco que deben introducirsemodificaciones importantes en la enseñanza de la fi·losofía." Se explayó al respecto, para concluir: "Talesson las concesiones que de buena gana hago al autorde La Legislación Escolar; pero al hacerlas no dejaréde tener una palabra de aliento para las doctrinas fi­losóficas que se enseñan en la Universidad. En su fonodo, no están, no, mandadas retirar del mundo de laciencia; y con oportunas reformas en su método de

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PROLOGO

en~eñanza, alcanzarían brevemente todo el desarrollor:ompatible con el estado de la verdadera ciencia. Enmedio de las corrientes poderosas que empujan a lanegación de todas las creencias. aun de las más racio­nales. aun de las más santas, sería una gran conquistamoral de nuestro país, que su Universidad 8alvase eldogma progresivo del espiritualismo en el alma de lasgeneraciones presentes y futuras". Con una larga trans­cripción de Paul Janet, a quien llama "primer espixi­tualista contemporáneo", cerraba su alegato.

Al final de esta reconstrucción del espinazo doctri­nario de la polémica, es obligado recordar que en ane­xo a sus últimas conferencias incorporó Ramírez de­claraciones que había formulado dos años atrás. encarta abierta desde Río Janeiro a Angel Floro Cosla,residente entonces en Buenos Aires. Muy importan­tes son esas declaraciones para documentar, junto atantos giros y salvedades en el duelo con Varela, loque había de incipiente crisis de su conciencia filo­sófica. Esas notables páginas salidas de su pluma ju­venil, encerraban una autocrítica del dogmatismo prin­cipigta, tan severa, en verdad, como la crítica quedesde su campo iban a desplegar los positivIstas. Yanunciaban aquel su gradual pasaje al evolucionismoexteriorizado en su última época de La Razón. Ala hora de su muerte, en 1898, pudo escribir AlbertoNin Frías: "Y ya que abordamos la palabra evolu­ción, recordemos la doctrina del que fue nuestro maes·tro en el apostolado político de la prensa: su serenoy fino pensar se inclinaba por la aplicación de la teo­ría darwinisla al desarrollo del progreso humano" ... •

9. La Razón, 21 de setiembre de lB98 (ed de la tarde).

XXXVII!

PROLOGO

VI

_A través del cruce de definiciones filosóficas entreRamírez y Varela, se tendían en 1876 las líneas parala gran batalla que en los años inmediatos, espiritua­listas y positivistas iban a librar en el país. Todo lodemás traído y llevado en el debate, por importanteque sea talo cual aspecto particular del mismo. resultaaccesorio o subordinado a aquella cuestión funda­mental.

Sólo cuatro años más tarde. en 1880, los positivis­tas llegaban a la dirección de la Universidad, encabe­zados por el Rector Alfredo Vásquez Acevedo, familiary colaborador de Varela. A la Reforma de la Escuela,llevada a cabo por el prop;o Varela del 76 al 79, su­cedió entonces, como siguiente etapa de un mismogran movimiento educacional, la Reforma de la Uni·versidad, impue'3ta conforme a las directivas filosófi.cas y pedagógicas del evolucionismo de Darwin ySpencer, por quienes se sintieron allí los "varelianos".

Fue ése el verdadero desenlace histórico de la im­par polémica de 1876, dramático prólogo de lo queaquellas reformas iban realmente a consagrar: una re­volución mental en el Uruguay.

ARTURO ARDAO

XXXIX