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Pontificia Universidad Javeriana Facultad de Filosofía Seminario de Platón: Fedro Profesor: Franco Alirio Vergara Camila Parra Norato 16 de abril de 2015 Los primeros pasos del examen Al finalizar la palinodia expuesta por Sócrates, el espectador llega al cierre de la primera mitad del diálogo y se sitúa a puertas de la segunda, que conforma el examen de los tres discursos mencionados por Fedro y Sócrates. Este examen muestra como protagonista de esta sección (específicamente de 257b a 263b) a una investigación sobre el conocimiento del arte de la retórica, y establece como herramientas para la misma a los tres discursos. A partir de esto, la presente relatoría pretende abarcar esta primera sección de la segunda parte de la obra, observando en primer lugar sus elementos más importantes, y en segundo el modo en que se recurre a dichas herramientas para el curso investigativo mencionado. 1. Sobre la primera parte del examen En 257b1-5 Sócrates cierra la palinodia solicitándole al dios Amor que conduzca a Fedro hacia la divinidad a través de discursos filosóficos, alejándolo así de las divagaciones a las que ha sido llevado por su amor hacia Lisias. Sin embargo, la respuesta de Fedro demuestra que su preocupación

Relatoria sobre el Fedro

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Relatoria del seminario del Fedro de Platon

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Pontificia Universidad JaverianaFacultad de FilosofaSeminario de Platn: FedroProfesor: Franco Alirio VergaraCamila Parra Norato16 de abril de 2015

Los primeros pasos del examen

Al finalizar la palinodia expuesta por Scrates, el espectador llega al cierre de la primera mitad del dilogo y se sita a puertas de la segunda, que conforma el examen de los tres discursos mencionados por Fedro y Scrates. Este examen muestra como protagonista de esta seccin (especficamente de 257b a 263b) a una investigacin sobre el conocimiento del arte de la retrica, y establece como herramientas para la misma a los tres discursos. A partir de esto, la presente relatora pretende abarcar esta primera seccin de la segunda parte de la obra, observando en primer lugar sus elementos ms importantes, y en segundo el modo en que se recurre a dichas herramientas para el curso investigativo mencionado.

1. Sobre la primera parte del examen

En 257b1-5 Scrates cierra la palinodia solicitndole al dios Amor que conduzca a Fedro hacia la divinidad a travs de discursos filosficos, alejndolo as de las divagaciones a las que ha sido llevado por su amor hacia Lisias. Sin embargo, la respuesta de Fedro demuestra que su preocupacin an admira el discurso de su amante, pues de no ser as lo calificara como errneo por lo impo que es ante el Amor, y no slo como pobre frente a una sola situacin, a saber, cuando est enfrentado a otro discurso, de tal manera que se le pueda denominar loggrafo al locutor, y permita que la opinin lo califique como sofista. Esta preocupacin alarga el dilogo y al mismo tiempo introduce la discusin sobre el modo en que se dan los discursos, es decir, sobre la retrica. Esta versa inicialmente sobre los polticos y su necesidad de conservar discursos escritos, cumpliendo de tal manera la suficiente habilidad para apartarse de estos y hacer que sus palabras se defiendan por s solas. En este sentido, el nombre adecuado para los polticos s corresponde al de loggrafos, dado que, a travs de la palabra escrita, buscan los elogios de la opinin, y no el ttulo de sofistas con fines a su censura, como Fedro supona. Ahora bien, dichos elogios que otorga la opinin se dan sobre una retrica enmarcada por los polticos a travs de leyes, la cuales les conceden el poder suficiente para parecerse a la divinidad e, incluso, ganar cierta inmortalidad. De acuerdo a esto, la aprobacin de la opinin no se da por la forma del discurso poltico, sino por la semejanza con los dioses a donde los loggrafos son conducidos, y hacia donde la doxa es persuadida. Por tanto, porque hay palabra escrita hay entonces persuasin, y con esto el discurso del poltico es retrico (Griswold, 1996, pg. 161)

Habiendo demostrado que los polticos son loggrafos y, con ello, que los discursos escritos no tienen nada de vergonzosos por estar escritos dado que son retricos, Scrates lleva a Fedro a investigar cul es la manera adecuada para que un discurso no caiga en vergenza, es decir, a observar bajo cules circunstancias se escribe sin torpeza. Para esto, recurre una vez ms a la mitologa como herramienta para la introduccin al examen, tomando en este caso el mito de las cigarras, segn el cual las Musas les concedieron a estas el don de vivir sin la necesidad de alimentos y bebidas, con el propsito de recibir los anuncios que comunicaran quines las honran en la tierra. Sin embargo, la exposicin de este relato aparece como una simple mencin dentro del curso del dilogo, y no como una introduccin a la investigacin propuesta, al estar enmarcada por el exceso de tiempo que enuncia Scrates: De mucho hay, pues, que hablar, en lugar de sestear, al medioda. (259d8). Pero la referencia se vuelve relevante cuando se comprende como una respuesta ante la manifestacin de Fedro sobre el placer ms grande que lleva a la libertad: el placer de practicar exmenes; respuesta que, al parecer, tiene consideraciones contrarias para Scrates por atribuirle este a la filosofa el previo dolor necesario que Fedro niega. Respecto a esto, y de acuerdo con Charles L. Griswold y el apartado sobre la retrica en su obra Self-knowledge in Platos Phaedrus, Fedro no comprende que la actividad dolorosa dentro de la labor filosfica es necesaria para los exmenes que la contemplacin de las cosas otorga (Griswold, 1996, pg. 165).[footnoteRef:1]. Es de este modo entonces como Scrates condiciona la investigacin al mismo tiempo que expone la manera en que Fedro observa el terreno del examen, esta es, la opinin. De acuerdo a ella, los discursos no se deben fundamentar necesariamente en la verdad de aquello sobre lo que se va a hablar, sino sobre lo que se dice que es, es decir, sobre la apariencia; pues es de las apariencias de donde viene la persuasin, y no de la verdad (260a2-3). El escenario discursivo donde la apariencia adquiere el nivel de la verdad en la opinin, atestiguara que su gran preocupacin recae sobre la persuasin y con ello sobre la conveniencia. Por tanto la preocupacin de esta mirada es hacer pasar lo malo como bueno, lo perjudicial como lo beneficioso; en otras palabras, mostrar lo falso como lo verdadero. [1: Texto: For Phaedrus pure pleasure is freedom; he does not understand that painful philosophical labor is required to answer the question at stake. That is, as I remarked in chapter 1, Phaedrus does not particularly care for the exigencies of Socratic dialogue.]

Cabe recordar sobre lo anterior, que Fedro establece sus argumentos a favor de una retrica persuasiva dentro de un mbito poltico, donde los juicios enmarcan su uso. Por esto, no se podra considerar que todo discurso sea psicaggico, sino nicamente aquellos que ocurran en tribunales. Esto establece un cierto tipo de forma en la retrica que condiciona el modo en que se presenta el discurso, donde su punto principal es, de acuerdo a Scrates, la semejanza entre trminos contrarios; pues es gracias a esta que la apariencia de la verdad puede alcanzar el mismo nivel de la verdad, es decir, que pueda ser considerada como la verdad misma. Ahora bien, esta forma no slo limita el discurso, tambin sita a su locutor en la misma senda; esto quiere decir que, as como el discurso puede parecer algo que no es, al mismo tiempo su emisor aparenta lo que no es. Scrates as lo demuestra: el que hace esto con arte, har que lo mismo, y ante las misma personas, aparezca unas veces como justo y, cuando quiera, como injusto. (261d1). Este pasaje establece entonces que tanto palabra como locutor se ven afectados por la retrica, pero por una retrica vista como arte; lo cual significa que debe estar fundamentada en la verdad y no en lo que parece ser verdad, pues para ser semejante a su contrario es necesario saber con claridad qu corresponde a los hechos y no slo a las opiniones opuestas a los hechos (262b2-3). De esta manera, lo expuesto en esta primera seccin corresponde al principio del examen sobre el arte de la retrica, exponiendo en primer lugar que todo aquel que practique el mismo haya dividido sistemticamente todas estas cosas, y captado algunas caractersticas de cada una de estas dos especies, o sea de aquella en la que la gente anda divagando, y de aquella en la que no. (263b7-10).

2. El uso de las herramientas

Dentro de la primera seccin de la segunda parte, la referencia a los tres discursos expuestos en la primera mitad del dilogo no se realiza explcitamente, aunque en ella s se suscita, pues tanto Scrates como Fedro llevan su atencin al examen de las palabras que hasta el momento se han pronunciado. Sin embargo, de los tres discursos, esta primera parte de la investigacin versa en su mayor parte en el primero, es decir, en el discurso de Lisias. Tanto es as, que es el primero en aparecer, pues entre 257b5 y 257c7 Fedro anota su pobreza respecto a la palinodia recin declamada por Scrates, y en general, la que se pueda destacar cuando est enfrente de otro. Sobre esto, Scrates menciona que los sujetos que presentan el ms grande inters de dejar escritos detrs de ellos son los polticos ms engredos y ms apasionados de la logografa (257e2-4). La mencin hace referencia a la palabra escrita, y con esto, al primero de los discursos por ser el nico entre los tres presentado de este modo. Por tanto, este ltimo argumento niega las palabras de Fedro en 257d3-7, a saber, que los ms poderosos y respetables (polticos) en las ciudades se avergenzan en poner en letra a las palabras, y en dejar escritos propios, temiendo por la opinin que de ellos se puedan formar en el tiempo futuro; negacin establecida por ser estos polticos los ms engredos y apasionados a su arte, que no alcanzaran a la vergenza y tampoco al temor por la opinin.

Ms adelante, en 258b9-c4, Scrates indica que dentro de la ciudad, el loggrafo cumple con cierta inmortalidad concedida por su labor, y de esta manera, l y la opinin lo asemejan a los dioses. Dentro de este apartado ocurren dos referencias: por un lado a Lisias, afirmando su puesto como loggrafo, y por otro lado, a Scrates con la palinodia y sus palabras sobre la inmortalidad del alma. Sobre este punto, Griswold menciona que dicho tema es la tesis del tercer discurso porque su preocupacin se da sobre la naturaleza del alma, es decir, sobre el principio de movimiento, y al mismo tiempo alude a este como elemento fundamental para la conduccin del alma (Griswold, 1996, pg. 164). Por tanto, la inmortalidad (y semejanza a la divinidad) que le atribuye la opinin al loggrafo gracias a sus discursos escritos, corresponde a su principio de movimiento. En otras palabras, el poltico se mueve por los elogios de la opinin.

Enseguida, Scrates expone el mito sobre las cigarras, donde el uso de estas herramientas se identifica con el modo en que fue presentada la palinodia, dado que ambas utilizan el mito como recurso para el discurso; especficamente (como se mencion antes) para establecer el camino donde debe circular la investigacin. En esta medida, se demuestra que una vez ms Scrates identifica estos relatos como juegos, puesto que deben ser adaptados como simples recursos y no como acontecimientos reales. Por esto, el examen no se detiene a observar con gran detalle el mito, sino que lo identifica gracias a Scrates como una mencin al que el exceso de tiempo da lugar. Dicha disposicin lleva al espectador a la primera pregunta para la prctica del arte de la retrica, a saber, si No es necesario que, para que est bien y hermosamente dicho lo que se dice, el pensamiento del que habla deber ser conocedor de la verdad de aquello sobre lo que se va a hablar? (259e4-6). Pregunta a la cual Fedro manifestar que lo verdaderamente necesario para un orador es conocer la opinin sobre el objeto del que habla; en otras palabras, que verse su discurso sobre la apariencia y no sobre lo real, puesto que aquella es de donde viene la persuasin, y no de la verdad (260a3-4). Por esta respuesta (que no es desdeable) tanto el discurso de Lisias como el primero de Scrates referencias en el pasaje son alabados por Fedro, pues la manera en que observa los acontecimientos del dilogo se da a partir de la opinin. Esto es as porque, por un lado, Lisias maneja su discurso sobre el presupuesto de que el amante es un enfermo, conductor de su amado hacia disgustos contiguos que slo llegarn a perjudicarlo, y, segn lo establecido en sesiones pasadas, esta tesis tiene lugar slo en el mbito discursivo, puesto que Lisias justifica dicha enfermedad a partir de lo que los amantes dicen sobre sus amados. Por otro lado, la voz de Scrates (donde se esconde la de Fedro) expone en su primer discurso de manera clara el que este se atienda a lo aparente, pues le otorga a los juicios de la opinin la sensatez que, reflexionando con la retrica, dominan al amante en vistas a lo mejor (237e1-2).

Adems de esto, el segundo discurso surge como un mal fruto del primero dado que persuade a su espectador sobre lo malo como si fuera bueno (260c5-d2). Esto identifica como un error al mismo por ser impo y a su purificacin como una palinodia. Por esto, la retrica, al ser psicagogia, no se da nicamente dentro de escenarios polticos, sino tambin en dilogos donde se habla sobre el amor, e incluso, en aquellos donde se hace mencin de relatos mitolgicos. La seccin entre 261a7-261e7 se desarrolla sobre este problema, concluyendo que el arte de la retrica es el arte de hacer todo semejante a todo. Esto significa que, para la persuasin, el locutor debe fundamentar sus palabras en la verdad de la cosa sobre la cual versan las mismas, pues cuando ignora esta, l mismo se engaa y confunde a quien lleva su atencin hacia su discurso, como es el caso de Fedro respecto a lo manifestado por su amante, quien no distingui correctamente las palabras que versan sobre la apariencia y aquellas que versan sobre lo real.

De esta manera finaliza la primera parte del examen sin haber establecido el final del mismo, pues hasta el momento Scrates hace que Fedro recurra a las palabras escritas de Lisias para esclarecer la escritura paradigmtica que se presenta en el mismo y en el segundo discurso dentro del dilogo. Por tanto, los personajes y el espectador de la presentacin de los acontecimientos, quedan abocados a la continuacin de la investigacin.

BibliografaGriswold, C. L. (1996). Rhetoric. En C. L. Griswold, Self-knowledge in Plato's Phaedrus (pgs. 157-201). New Haven: Yale university press.Platn (2010) Fedro. Editorial Gredos, Madrid. Trad. E. Lled.