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Suplemento humorístico de juventud rebelde número 109 DOMINGO 05 DE ABRIL DE 2020 por ADÁN IGLESIAS EL repentino aislamiento social en que nos encon- tramos los habitantes de este archipiélago nos ha cambiado los modos de vida y de trabajo de mu- chos de los que utilizamos el humor como medio de expresión. Alguna persona podría pensar que cómo es posible «hacer dibujitos» en un momento tan alarmante para el planeta, pero la responsabi- lidad y la ética de nuestros colegas es tradición. Las obras e iniciativas para promover los hábi- tos de salud, así como el llamado a quedarse en casa, algún día lo recopilaremos en un gran libro, y para ello es imprescindible hoy tomarnos muy en serio el alerta que nos hacen las autoridades. Los que incumplen han pasado a formar par- te de una nueva categoría social, los #Covidiotas, esos que no creen en nada y no respetan el dis- tanciamiento. Con la misma velocidad que se ha extendido esta pandemia a nivel planetario, han surgido ini- ciativas de colegas a nivel global: la colega colom- biana Nani Mosquera muestra una interesante solución a los pequeños para aprender a dibujar en casa, a través de su perfil de YouTube y la Aso- ciación de Caricaturistas Brasileños creó un blog para divulgar la obra de sus miembros (https:// blog.hqmix.com.br/exposicao/expo-virus-vs-nos/). Desde nuestra sección de humor gráfico de la Uneac, junto a la Unión Iberoamericana de Humo- ristas gráficos agrupamos las obras en el blog: ht- tps://humorgraficodecuba.blogspot.com/, donde están a disposición de todos los que quieran apre- ciarlas y compartirlas con un buen fin. Con este dedeté aplaudimos a todo el personal de salud, que con tanta profesionalidad enfrenta esta batalla, esperemos que este homenaje y las medidas de higiene lleguen para quedarse. «Dibujitos» con respeto

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Suplemento humorístico de juventud rebelde número 109 DOMINGO 05 DE ABRIL DE 2020

por ADÁN IGLESIAS

EL repentino aislamiento social en que nos encon-tramos los habitantes de este archipiélago nos ha cambiado los modos de vida y de trabajo de mu-chos de los que utilizamos el humor como medio de expresión. Alguna persona podría pensar que cómo es posible «hacer dibujitos» en un momento tan alarmante para el planeta, pero la responsabi-lidad y la ética de nuestros colegas es tradición.

Las obras e iniciativas para promover los hábi-tos de salud, así como el llamado a quedarse en casa, algún día lo recopilaremos en un gran libro, y para ello es imprescindible hoy tomarnos muy en serio el alerta que nos hacen las autoridades.

Los que incumplen han pasado a formar par-te de una nueva categoría social, los #Covidiotas, esos que no creen en nada y no respetan el dis-tanciamiento.

Con la misma velocidad que se ha extendido esta pandemia a nivel planetario, han surgido ini-ciativas de colegas a nivel global: la colega colom-biana Nani Mosquera muestra una interesante solución a los pequeños para aprender a dibujar en casa, a través de su perfi l de YouTube y la Aso-ciación de Caricaturistas Brasileños creó un blog para divulgar la obra de sus miembros (https://blog.hqmix.com.br/exposicao/expo-virus-vs-nos/).

Desde nuestra sección de humor gráfi co de la Uneac, junto a la Unión Iberoamericana de Humo-ristas gráfi cos agrupamos las obras en el blog: ht-tps://humorgrafi codecuba.blogspot.com/, donde están a disposición de todos los que quieran apre-ciarlas y compartirlas con un buen fi n.

Con este dedeté aplaudimos a todo el personal de salud, que con tanta profesionalidad enfrenta esta batalla, esperemos que este homenaje y las medidas de higiene lleguen para quedarse.

«Dibujitos» con

respeto

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por LAIDI FERNÁNDEZ DE [email protected]

NO es nuevo: El humor fl orece en tiem-pos difíciles. Si bien nunca se ausen-ta en la tranquila cotidianidad de la vida, en momentos de amenazas, de profundas incertidumbres, su utilidad para enfrentar la más temible de las catástrofes, que es la muerte, adopta magnitudes de gran importancia. Víc-tor Fowler, estudioso (también) de las manifestaciones humorísticas de la humanidad a lo largo de la historia, en la conferencia que ofreció en el evento teórico del Aquelarre 2019, mostró con ejemplos reales los chistes que hacían los judíos durante el horripilante holo-causto nazi, por citar un ejemplo. Sin ánimo de establecer comparaciones, lo cual sería grotesco, también nosotros nos escudamos en el humor desde los tiempos de la colonia y sus posteriores malquerencias. Basta revisar el humor gráfi co de la República para cerciorar-nos de la imbatible expresión chotea-dora cubana. Igual sucedió durante la crisis de los 90, como una forma de aliviar tensiones, y transmitirnos espe-ranzas. Ahora se repite el mecanismo: atravesamos el peligrosísimo período de acmé de la nueva enfermedad conocida como COVID-19, que hasta el presente ha cobrado la vida de miles de perso-nas en el mundo. Y, por consiguiente, surgen avalanchas de chistes desde todos los confi nes de la Tierra. La ex-plicación es sencilla: todos estamos expuestos, todos somos vulnerables, todos podemos morir. Una macabra democracia nos iguala, de manera que todas las vidas penden de un hilo. Y además de respetar las orientaciones que dicta la Organización Mundial de la Salud, necesitamos reír aun en me-dio de la solemnidad que implica estar al borde de la muerte. No se trata de minimizar el impacto que tal realidad implica, ni de acudir a la burla ante irre-parables daños de toda índole, sino de soportar la tensión de la mejor manera posible: nos une la risa, nos dispara las reservas de endorfi nas, nos rela-ja durante el mínimo tiempo que dura una sonrisa y, en el mejor de los ca-sos, la risa compartida nos mantiene

Humor en tiempos de crisisamablemente cercanos. Reímos para paliar el miedo. Reímos para no llorar. Compartimos no solo el temor, sino también la imprescindible esperanza de que seremos capaces de sobrevivir. La vida en sí suele ser trágica; la come-dia hay que inventarla.

Los ánimos están caldeados: eso también es resultado del intenso de-safío que enfrentamos, sobre todo en las redes sociales. Opiniones, re-clamos, criterios, consejos, órdenes, críticas, ingratitudes, sugerencias, de-mostraciones de poder: todo se mez-cla en un diabólico tejido que hace mucho daño. Por un lado, nos coloca en la tesitura de escoger cuál bando parece más justo, a quiénes diremos «Me gusta» al pie de su declaración, en qué batalla nos involucraremos por lo insultante que es (el mensaje contra los médicos cubanos que colaboran en varios países en medio de esta pande-mia resulta inaceptable, por ejemplo), o cuál dejaremos pasar, porque sería inútil debatir en estos momentos. Por otro lado, dichas contiendas digitales obligan a perder no solo tiempo, sino la brújula de lo que verdaderamente es crucial ahora mismo. O sea, cum-plir las ordenanzas médicas. La epide-miología, especialidad que surgió hace muchos siglos, no es improvisada ni se rige por caprichos gubernamenta-les, cuestión que muchos pretenden obviar. Acudamos a los clásicos: fue Hipócrates (460-385 a.C.) quien usó las expresiones epidémico y endémico para referirse a los padecimientos se-gún fueran o no propios de determina-do lugar. La lógica y el sentido común deben imponerse, y para ello basta con ceñirse a la guía de procedimien-tos para diagnósticos, prevenciones y tratamientos de las enfermedades.

La mezcolanza de sugerencias es tal, que ya resulta imposible dis-tinguir un consejo francamente cien-tífi co, de otro que emite alguien sin conocimiento alguno. Por muy buenas intenciones que se tengan, el resulta-do es chistoso, sin duda. Y peligroso a la vez. Una mañana, por ejemplo, leemos la conveniencia de usar ta-pabocas a toda hora, pero al fi lo del mediodía ya la noticia cambia, se dice que podría ser contraproducente usarlo, y en la noche se recomienda

solo cubrirnos la nariz si tenemos tos o cuidamos de alguien resfriado. Transcurridos diez días, ya su uso es obligatorio, so pena de enfrentar cas-tigos. Los desinfectantes corren igual suerte: cloro a toda hora y en todos los sitios parece ser una buena forma de desinfección, hasta que aparece un opi-nólogo que nos dice que la resequedad de la piel en las manos debido al uso de desinfectantes produce grietas donde puede alojarse el virus. Que, por cierto, no es un ser viviente sino una partícu-la de ácido ribonucleico (ARN o RNA),

que puede estar sin ser vivo en pasa-manos, mostradores, asfaltos y en el aire, sin que cumpla el mismo tiempo de vida/no vida para cada superfi cie. Además de lavar nuestras manos, no exponernos inútilmente ni favorecer multitudes y no tomar antinfl ama-torios, debemos, según se lee por ahí, cambiarnos de zapatos al entrar y salir de casa, así como utilizar la mano no dominante para abrir puer-tas, ventanas y tocar cualquier objeto. Además de adiestrar nuestra «mano contraria», hay que estornudar en el codo (en su fl exura, debiera añadirse, ya que es anatómicamente imposible toser en un codo) y, al mismo tiempo, saludarnos con él. Con el codo, con su parte externa, que debe estar más con-taminada que el tubo de la guagua,

nos decimos: Buenos Días, sin saber si dicha maniobra debe realizarse con el «codo dominante». Si al principio de la pandemia (por cierto, es un dispa-rate añadir mundial, ya que por defi ni-ción, toda epidemia que se propague en más de un continente, es mundial y recibe el nombre de pandemia) se sugería beber líquidos calientes cada dos horas y atiborrarse de vitaminas, ya ahora se sabe que hacerlo es com-pletamente inútil. Queda mucho por descubrir, obviamente. No solo en tér-minos científi cos (que es lo único que vale e importa), sino también del com-portamiento humano. La relación entre el papel sanitario y el broncoespasmo quedará como uno de los misterios de la humanidad, por ejemplo.

Las preferencias son inapelables, como se sabe. Nadie impone un gus-to, ni es efi caz decretar de qué ma-nera debemos dejar que el tiempo transcurra. Hay quienes en cuanto despiertan buscan las estadísticas mundiales para enterarse cuántas almas han desaparecido, mientras otros muchos convocan a aplausos masivos, o cantan o bailan o mues-tran videos de ejercicios en grupo: todo es válido. Mi grupo de amistades más cercano, y yo misma, además de guardar el aislamiento convenien-te, perseguimos los mejores chistes mundiales de cada día, algunos de los cuales son francamente antológicos, y nos los contamos. Algunas bromas son xenófobas, de muy mal gusto, ra-cistas e incluso agresivas, lo reconozco ante aquellos que claman por el cese de chistes actuales, pero debe reco-nocerse que la mayoría es efectiva como muestra de ingenio. Hablando

en plata: sustituir nuestra proverbial querencia con risas, ayuda a forta-lecer nuestro sistema inmunológico, más allá de fajatiñas miserables y de bajezas. Debemos ser solemnes sin dejar de reírnos: nuestra idiosin-crasia se impone. Traigo a colación una sentencia de Mañach (no podía faltar) que parece responder a quie-nes desdeñan el humor o intentan minimizarlo: Ha llegado la hora de ser críticamente alegres. (Tomado de La Jiribilla)

SUPLEMENTO HUMORÍSTICO DE JR No. 109«GRATIS, PARA QUE NO HAYA INVENTO»Diseño: Olivia Alayo Terry

Trabajamos y colaboramos los que acá aparecemos.Tamayo, Jape, Laidi Fernández de Juan, Adán, Laz, Falco, Mongo y Zuleta.

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ESTOYYYYYYYYYY... ¡EN MI CASA!

por JAPE

JUAN Prieto se sentía incómodo. Este asunto de la epidemia lo tenía preo-cupado. Estaba turbado, no por el he-cho de la amenaza universal, sino por tener que estar en casa sin recursos, pues los había despilfarrado todo en su más reciente «cumbancha». Juani-to era fi estero, pachanguero, gozador y llamaba recursos a varias botellas de ron, un par de decenas de cerve-

zas y un plato fuerte sustancioso, variado, considera-ble…, para acompañar al «ejército etílico».

Esta vez la cosa estaba fea. Las medidas lo atraparon «fuera de base», y no podía salir a la calle en busca de cosas porque además de estar en cero dinero, afuera no había ni era recomen-dable buscar nada. A pesar de todo, en el fondo se sentía optimista. Llamó a su amigo Esteban que tantas veces lo había asistido en sus asiduas «descargas».

—Hermano, estoy triste, cabizbajo, pensativo y pesaroso porque Julia y yo estamos solos en casa, sin recursos, en este difícil momento… ¿Me pue-des tirar un cabo?

Nasobuco y alcohol Al principio se escuchó un breve silencio. Luego

su amigo contestó desde el otro lado de la línea: —Bueno, Juanito, no te preocupes, en un rato

paso por allá y te llevo nasobuco y alcohol.La cara de Juan Prieto se alumbró como bombi-

llo incandescente:—¡Gracias, Esteban! ¡Ese es mi brother, mi yun-

ta! Yo sabía que tú no me ibas a fallar. ¡Aquí te esperamos!

Colgó el teléfono y llamó a Julia, su esposa:—¡Julita, prepara la parrillada que Esteban vie-

ne para acá!—¿Qué cosa es eso, Juanito? ¿Cómo que Este-

ban viene si no se deben hacer visitas innecesa-rias ni armar fi estas ni jolgorios?

—Ah, no seas boba, Esteban tampoco le tiene miedo a nada. Le di un timbrazo y me dijo que vie-ne pa’ca con nasobuco y alcohol.

—Pero si ahí nosotros tenemos esas cosas, in-cluso yo compré hipoclorito…

—Qué boba eres… ¡Es una metáfora, mija! ¿Tú no conoces a Esteban? Es tremendo jodedor. ¿No te acuerdas de la vez que venía el ciclón, lo lla-mé y me dijo: «Voy para allá con vientos fuertes e inundaciones», y trajo una caja de chicharrones de viento y un garrafón de vino tinto?

Julia asintió con la cabeza.—¿Y la vez que anunciaron aquel frente frío tre-

mendo y me dijo que venía con mucha llovizna y bajas temperaturas, y se apareció con cinco libras de picadillo de res y una caja de cerveza?

Julia volvió a asentir con la cabeza y sonrió un poco.—Estoy seguro de que eso de nasobuco puede

ser… un trozo de puerco, y lo del alcohol está claro: ¡un par de botellas de ron! Así que prepara condi-ciones que tenemos fi esta y pachanga —dijo Juan.

Apenas Julia se retiró tocaron a la puerta. Juanito abrió alegremente y se quedó sorprendido al ver a Este-ban con varios nasobucos en su diestra y una botella de alcohol de farmacia que sostenía con la mano izquierda.

—¿Qué es eso, Esteban? —preguntó Juanito boquiabierto.

—¡Lo que me pediste! Nasobuco y alcohol para esterilizar las manos y lo que haga falta.

—Bueno…, yo pensé que era una metáfora tuya. Lo que me hace falta es un poco de bebida y algo pa’ picar.

Esteban respiró profundo y le habló pausado a su amigo Juanito.

—Si no te hace falta lo que te traje, me lo llevo. Y me voy que no son tiempos de andar lejos de casa ni de metáforas.