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Citas de palabras de san Josemaría en ÁLVARO DEL PORTILLO, Entrevista sobre el fundador del Opus Dei, Rialp, 9ª ed., Madrid 2001; traducción realizada por Pilar Vega. Revisión de Salvador Bernal. Título original: Intervista sul Fondatore dell`Opus Dei, Edizioni Ares, Milano 1992. ÁLVARO DEL PORTILLO, Entrevista sobre el fundador del Opus Dei, Rialp, 9ª ed., Madrid 2001, p. 13 Fuente: Carta a los miembros del Consejo Geeral, 30-VI-1946. Tengo un autógrafo del Santo Padre para “el Fundador de la Sociedad Sacerdotal de la Santa Cruz y del Opus Dei”. ¡Qué alegrón! Lo besé mil veces. Vivimos a la sombra de San Pedro, junto a la columnata. ÁLVARO DEL PORTILLO, Entrevista sobre el fundador del Opus Dei, Rialp, 9ª ed., Madrid 2001, p. 14 Fuente: Testimonio del autor [Delante de la tumba de san Pedro rezaba el Credo en castellano, y cuando llegaba a las palabras:] Creo en la Santa Iglesia Católica, [añadía el adjetivo] romana [y, a continuación, como un paréntesis:] a pesar de los pesares. [Una vez, estando yo delante, se lo confió a Mons. Tardini —no recuerdo si ya había sido nombrado Cardenal Secretario de Estado—, y el prelado le preguntó: «¿Qué quiere decir con esto de "a pesar de los pesares"?». El Padre respondió:] A pesar de mis pecados y de los suyos. ÁLVARO DEL PORTILLO, Entrevista sobre el fundador del Opus Dei, Rialp, 9ª ed., Madrid 2001, p. 20 Fuente: Palabras del 25-VI-1973; testimonio del autor [El 25 de junio de 1973 san Josemaría tuvo un encuentro con Pablo VI durante el cual el Santo Padre le dijo «Usted es un santo».] Vuestra Santidad no me conoce. Yo soy un pobre pecador. [Pero el Papa le insistió: «No, no, usted es un santo». Entonces el Fundador replicó lleno de emoción:] En la tierra no hay más que un santo: el Santo Padre. ÁLVARO DEL PORTILLO, Entrevista sobre el fundador del Opus Dei, Rialp, 9ª ed., Madrid 2001, p. 25 Fuente: [Poco después de la clausura del Concilio solía repetir:] Hijos míos, hemos de estar contentos al acabar este Concilio. Hace treinta años, a mí me acusaron algunos de hereje, por predicar cosas de nuestro espíritu, que ahora ha recogido el Concilio de modo solemne. Fuente: sin fecha conocida (AGP, biblioteca, P03 XII-1965, p. 8). ÁLVARO DEL PORTILLO, Entrevista sobre el fundador del Opus Dei, Rialp, 9ª ed., Madrid 2001, p. 29 Fuente: Testimonio del autor [Pascual Galbe, magistrado en la Audiencia de Barcelona, le propuso incorporarse a la magistratura de Barcelona, cuando huía hacia los Pirineos. Pero san Josemaría no aceptó:] Si, cuando no perseguían al clero y a la Iglesia no he ejercido esta profesión porque debía dedicarme completamente a mi sacerdocio, ahora, sin duda, no buscaré esta escapatoria, para sobrevivir sirviendo a una autoridad que persigue a mi Madre, la Santa Iglesia. [Pascual Galbe trató de convencerle: «Si te detienen, y es muy probable, te matarán». El Padre repuso:] No me importa, yo me debo a mi sacerdocio, y no me importa que me maten.

Tengo un autógrafo del Santo Padre para “el Fundador de la ...Portillo+Álv… · Tengo un autógrafo del Santo Padre para “el Fundador de la Sociedad Sacerdotal de la Santa

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Citas de palabras de san Josemaría en ÁLVARO DEL PORTILLO, Entrevista sobre el fundador del Opus Dei, Rialp, 9ª ed., Madrid 2001; traducción realizada por Pilar Vega. Revisión de Salvador Bernal. Título original: Intervista sul Fondatore dell`Opus Dei, Edizioni Ares, Milano 1992. ÁLVARO DEL PORTILLO, Entrevista sobre el fundador del Opus Dei, Rialp, 9ª ed., Madrid 2001, p. 13 Fuente: Carta a los miembros del Consejo Geeral, 30-VI-1946.

Tengo un autógrafo del Santo Padre para “el Fundador de la Sociedad Sacerdotal de la Santa Cruz y del Opus Dei”. ¡Qué alegrón! Lo besé mil veces. Vivimos a la sombra de San Pedro, junto a la columnata. ÁLVARO DEL PORTILLO, Entrevista sobre el fundador del Opus Dei, Rialp, 9ª ed., Madrid 2001, p. 14 Fuente: Testimonio del autor [Delante de la tumba de san Pedro rezaba el Credo en castellano, y cuando llegaba a las palabras:] Creo en la Santa Iglesia Católica, [añadía el adjetivo] romana [y, a continuación, como un paréntesis:] a pesar de los pesares.

[Una vez, estando yo delante, se lo confió a Mons. Tardini —no recuerdo si ya había sido nombrado Cardenal Secretario de Estado—, y el prelado le preguntó: «¿Qué quiere decir con esto de "a pesar de los pesares"?». El Padre respondió:]

A pesar de mis pecados y de los suyos. ÁLVARO DEL PORTILLO, Entrevista sobre el fundador del Opus Dei, Rialp, 9ª ed., Madrid 2001, p. 20 Fuente: Palabras del 25-VI-1973; testimonio del autor

[El 25 de junio de 1973 san Josemaría tuvo un encuentro con Pablo VI durante el cual el Santo Padre le dijo «Usted es un santo».]

Vuestra Santidad no me conoce. Yo soy un pobre pecador. [Pero el Papa le insistió: «No, no, usted es un santo». Entonces el Fundador replicó lleno de

emoción:] En la tierra no hay más que un santo: el Santo Padre.

ÁLVARO DEL PORTILLO, Entrevista sobre el fundador del Opus Dei, Rialp, 9ª ed., Madrid 2001, p. 25 Fuente:

[Poco después de la clausura del Concilio solía repetir:] Hijos míos, hemos de estar contentos al acabar este Concilio. Hace treinta años, a mí me

acusaron algunos de hereje, por predicar cosas de nuestro espíritu, que ahora ha recogido el Concilio de modo solemne. Fuente: sin fecha conocida (AGP, biblioteca, P03 XII-1965, p. 8).

ÁLVARO DEL PORTILLO, Entrevista sobre el fundador del Opus Dei, Rialp, 9ª ed., Madrid 2001, p. 29 Fuente: Testimonio del autor

[Pascual Galbe, magistrado en la Audiencia de Barcelona, le propuso incorporarse a la magistratura de Barcelona, cuando huía hacia los Pirineos. Pero san Josemaría no aceptó:]

Si, cuando no perseguían al clero y a la Iglesia no he ejercido esta profesión porque debía dedicarme completamente a mi sacerdocio, ahora, sin duda, no buscaré esta escapatoria, para sobrevivir sirviendo a una autoridad que persigue a mi Madre, la Santa Iglesia.

[Pascual Galbe trató de convencerle: «Si te detienen, y es muy probable, te matarán». El Padre repuso:]

No me importa, yo me debo a mi sacerdocio, y no me importa que me maten.

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ÁLVARO DEL PORTILLO, Entrevista sobre el fundador del Opus Dei, Rialp, 9ª ed., Madrid 2001, p. 36 Fuente: Carta de Domingo Díaz-Ambrona a Álvaro del Portillo. 9-I-1992.

[En 1937 san Josemaría bautizó a su hija Guagalupe, que había nacido en el Sanatorio Riesgo. Estuvo el tiempo justo para bautizarla, Domingo intentó que se quedara un poco más, pero san Josemaría comentó:]

Me necesitan muchas almas. [En agosto de 1941, durante un encuentro casual en un viaje en tren Madrid-Ávila, san Josemaría

reconoció a Domingo, a su mujer y a su hija y les dice:] A esa niña la he bautizado yo.

ÁLVARO DEL PORTILLO, Entrevista sobre el fundador del Opus Dei, Rialp, 9ª ed., Madrid 2001, pp. 41-43 Fuente: Carta del 28-X-1966 al ministro José Solís, Secretario General del Movimiento, ministro en el gobierno de Franco, a propósito de una campaña de prensa contra el Opus Dei.

Muy estimado amigo: Hasta aquí me llega el rumor de la campaña que, contra el Opus Dei, hace tan injustamente la

prensa de la Falange, dependiente de V. E. Una vez más repito que los socios de la Obra -cada uno de ellos- son personalmente libérrimos,

como si no pertenecieran al Opus Dei, en todas las cosas temporales y en las teológicas que no son de fe, que la Iglesia deja a la libre disputa de los hombres. Por tanto, no tiene sentido sacar a relucir la pertenencia de una determinada persona a la Obra, cuando se trate de cuestiones políticas, profesionales, sociales, etc.; como no sería razonable, hablando de las actividades públicas de V. E., traer a cuento a su mujer o a sus hijos, a su familia.

Con ese modo de proceder equivocado se comportan las publicaciones que reciben inspiración de su Ministerio: y así no logran más que ofender a Dios, confundiendo lo espiritual con lo terreno, cuando es evidente que los Directores del Opus Dei nada pueden hacer para cohibir la legítima y completa libertad personal de los socios, que nunca ocultan -de otra parte- que cada uno de ellos se hace plenamente responsable de sus propios actos y, en consecuencia, que la pluralidad de opiniones entre los miembros de la Obra es y será siempre una manifestación más de su libertad y una prueba más de su buen espíritu, que les lleva a respetar los pareceres de los demás.

Al atacar o defender el pensamiento o la actuación pública de otro ciudadano, tengan la rectitud -que es de justicia- de no hacer referencia, desde ningún punto de vista, al Opus Dei: esta familia espiritual no interviene ni puede intervenir nunca en opciones políticas o terrenas en ningún campo, porque sus fines son exclusivamente espirituales.

Espero que habrá comprendido mi sorpresa, tanto ante el anuncio de esa campaña difamatoria como al verla realizándose: estoy seguro de que se dará cuenta del desatino que cometen y de las responsabilidades que en conciencia adquieren ante el juicio de Dios, por el desacierto que supone denigrar a una institución que no influye -ni puede influir- en el uso que, como ciudadanos, hacen de su libertad personal sin rehuir la personal responsabilidad, los miembros que la forman, repartidos en los cinco continentes.

Le ruego que ponga un final a esa campaña contra el Opus Dei, puesto que el Opus Dei no es responsable de nada. Si no, pensaré que no me ha entendido; y quedará claro que V. E. no es capaz de comprender ni de respetar la libertad, qua libertate Christus nos liberavit, la libertad cristiana de los demás ciudadanos.

Peleen ustedes en buena hora, aunque yo no soy amigo de las peleas, pero no mezclen injustamente en esas luchas lo que está por encima de las pasiones humanas.

Aprovecho esta ocasión para abrazarle y bendecirle, con los suyos, in Domino.

ÁLVARO DEL PORTILLO, Entrevista sobre el fundador del Opus Dei, Rialp, 9ª ed., Madrid 2001, pp. 47-48 Fuente: Testimonio del autor

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[Más de una vez me contó lo que le sucedió cuando era un sacerdote joven. Por un grave contratiempo había perdido un momento la serenidad:]

Me enfadé... y después me enfadé por haberme enfadado. [En aquel estado de ánimo, caminaba por una calle de Madrid y se tropezó con una de esas

máquinas automáticas que hacían seis fotos de carnet por unas monedas: el Señor le hizo comprender que tenía al alcance de la mano una buena ocasión para humillarse y recibir una lección ascética sobre la alegría. Entró en la cabina y se hizo las fotografías:]

¡Estaba divertidísimo con la cara de enfado! [Después rompió todas menos una:] La llevé en la cartera durante un mes. De vez en cuando la miraba, para ver la cara de enfado,

humillarme ante el Señor y reírme de mí mismo: ¡por tonto!, me decía. ÁLVARO DEL PORTILLO, Entrevista sobre el fundador del Opus Dei, Rialp, 9ª ed., Madrid 2001, p. 51 Fuente: Notas de una reunión familiar, 23-IV-1959 (AGP, biblioteca, P01, IX-1959, p. 9.

El arma del Opus Dei no es el trabajo: es la oración. Por eso convertimos el trabajo en oración, y tenemos alma contemplativa. ÁLVARO DEL PORTILLO, Entrevista sobre el fundador del Opus Dei, Rialp, 9ª ed., Madrid 2001, p. 52 Fuente: Testimonio del autor

[Cuando alguno le preguntaba por la mañana si había descansado bien; el Padre respondía con frecuencia:]

Muchas gracias, igualmente. [Así daba la impresión de que contestaba a la pregunta, pero, de hecho, la eludía.]

ÁLVARO DEL PORTILLO, Entrevista sobre el fundador del Opus Dei, Rialp, 9ª ed., Madrid 2001, p. 52 Fuente: Testimonio del autor

[Ofrecía toda su jornada al Señor, y hacía la señal de la cruz sobre su frente, sobre los labios y sobre el pecho, mientras repetía:]

Todos mis pensamientos, todas mis palabras y las obras todas de este día, te las ofrezco, Señor, y mi vida entera, por amor. ÁLVARO DEL PORTILLO, Entrevista sobre el fundador del Opus Dei, Rialp, 9ª ed., Madrid 2001, p. 60 Fuente: Testimonio del autor

Recuerdo que un chico, al rezar el Señor mío Jesucristo, en lugar de decir propósito de la enmienda, pronunciaba «de la almendra». No sabía qué era la enmienda, pero las almendras, sí, porque le gustaban. Ese niño era yo.

Aquella oración manifestaba también la buena voluntad de querer agradar a Dios y de portarse bien; la «almendra» de nunca más volver a pecar. Comenzarían a enseñarme esa oración hacia los tres años, y hasta los siete (los setenta) no he pasado de la «almendra». Y por eso doy gracias a Dios. ÁLVARO DEL PORTILLO, Entrevista sobre el fundador del Opus Dei, Rialp, 9ª ed., Madrid 2001, p. 65 Fuente: Testimonio del autor

[En el colegio había sentido un rechazo inicial hacia el latín, y decía:] ¡El latín, para los curas! [Sin embargo, en cuanto profundizó en el estudio del latín y se entusiasmó con esta lengua, sintió

como la necesidad de compensar el escaso interés que había demostrado en sus primeros años. Además de calificar de necia su conducta anterior, reconocía:]

Nunca agradeceré bastante el bien que me hicieron en el colegio, cuando en el bachillerato me obligaron a estudiar el latín. Recuerdo que nos hacían llenar las libretas con las declinaciones y con

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las conjugaciones de los verbos: tanto de los regulares como de los irregulares. Además, teníamos que anotar si el acento era largo o breve. De manera que después nunca se me ocurría decir, por ejemplo, legérem sino légerem. ÁLVARO DEL PORTILLO, Entrevista sobre el fundador del Opus Dei, Rialp, 9ª ed., Madrid 2001, p. 65 Fuente: Testimonio del autor

[En el seminario de Zaragoza] No había lavabos en las habitaciones, de manera que para lavarme de arriba a abajo había de

llevar tres o cuatro jarros de agua: quizá fuera eso lo que escandalizaba a algunos. ÁLVARO DEL PORTILLO, Entrevista sobre el fundador del Opus Dei, Rialp, 9ª ed., Madrid 2001, p. 66 Fuente: Testimonio del autor

No tengáis miedo a que se note que procuráis ser piadosos. ÁLVARO DEL PORTILLO, Entrevista sobre el fundador del Opus Dei, Rialp, 9ª ed., Madrid 2001, p. 68 Fuente: Testimonio del autor

[No tenía tiempo. Se lo he oído decir muchas veces, hasta el último día de su vida:] Nunca me he aburrido.

ÁLVARO DEL PORTILLO, Entrevista sobre el fundador del Opus Dei, Rialp, 9ª ed., Madrid 2001, p. 70 Fuente: Testimonio del autor

[Para la predicación recomendaba no imitar] el talento de don Estupendo, que por la mañana decía lo que por la noche estuvo leyendo. ÁLVARO DEL PORTILLO, Entrevista sobre el fundador del Opus Dei, Rialp, 9ª ed., Madrid 2001, p. 72 Fuente: Testimonio del autor

Madrid fue mi Damasco. ÁLVARO DEL PORTILLO, Entrevista sobre el fundador del Opus Dei, Rialp, 9ª ed., Madrid 2001, pp. 73-74 Fuente: Carta a sus hijos de Madrid, 20-IX-1934

[Desde Fonz, adonde había ido para hablar con su madre y su hermana, con la idea de que cediera a las necesidades de la Obra la herencia recibida de su tío]

Al cuarto de hora de llegar a este pueblo (escribo en Fonz, aunque echaré estas cuartillas, al correo, mañana en Barbastro), hablé a mi madre y a mis hermanos, a grandes rasgos, de la Obra. ¡Cuánto había importunado para este instante, a nuestros amigos del Cielo! Jesús hizo que cayera muy bien. Os diré, a la letra, lo que me contestaron. Mi madre: «bueno, hijo: pero no te pegues, ni me hagas mala cara». Mi hermana: «ya me lo imaginaba, y se lo había dicho a mamá». El pequeño: «si tú tienes hijos.... ¡han de tenerme mucho respeto los mochachos!, porque yo soy... ¡su tío!». Enseguida, los tres, vieron como cosa natural que se empleara en la Obra el dinero suyo. Y esto —¡gloria a Dios!—, con tanta generosidad que, si tuvieran millones, los darían lo mismo. ÁLVARO DEL PORTILLO, Entrevista sobre el fundador del Opus Dei, Rialp, 9ª ed., Madrid 2001, p. 74 Fuente: Relación autógrafa del 14-VI-1948, que refiere un episodio sucedido a fines de 1930.

Un día fui a charlar con el P. Sánchez, en un locutorio de la residencia de la Flor. Le hablé de mis cosas personales (sólo le hablaba de la Obra en cuanto tenía relación con mi alma), y el buen padre Sánchez al final me preguntó: “¿cómo va esa Obra de Dios?” Ya en la calle, comencé a

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pensar: «Obra de Dios. ¡Opus Dei! Opus, operatio..., trabajo de Dios. ¡Este es el nombre que buscaba!» Y en lo sucesivo se llamó siempre Opus Dei. ÁLVARO DEL PORTILLO, Entrevista sobre el fundador del Opus Dei, Rialp, 9ª ed., Madrid 2001, p. 75: Fuente: Testimonio del autor

[Cuando llegó la primera carta de sus hijos de Japón escribió en el sobre:] ¡La primera carta de Japón! Sancta Maria Stella Maris, filios tuos adiuva!

ÁLVARO DEL PORTILLO, Entrevista sobre el fundador del Opus Dei, Rialp, 9ª ed., Madrid 2001, p. 76: Fuente: : Notas de una reunión familiar, marzo de 1966 (AGP, biblioteca, P01, IV-1966, p. 18, 20).

[En 1966 viajó a Grecia. En Atenas y Corinto visitó los lugares en los que, según la tradición, había predicado San Pablo].

El sitio puede ser o no ser aquél; nada se gana ni se pierde si no lo fuese. Pero, a última hora, sale ganando el que sabe aprovecharlo para acercarse más a Dios. Allí rezamos una comunión espiritual, y encomendamos toda la futura labor en Grecia. Si en ese punto concreto estuvo San Pablo, muy bien; y si no estuvo, muy bien; eso es lo de menos.

La impresión mía, es que allí hay poquita posibilidad humana de trabajo. Es casi todo muy menudo...; no sé como decirlo. Aunque para el Espíritu Santo no hay imposibles.

La labor no será fácil ni tampoco difícil; será como en todas partes. Será fruto de la oración, de la mortificación y del trabajo de todos. ÁLVARO DEL PORTILLO, Entrevista sobre el fundador del Opus Dei, Rialp, 9ª ed., Madrid 2001, p. 78 Fuente: Testimonio del autor

[Era un alma contemplativa] nel bel mezzo della strada [como le gustaba decir en italiano]. [También cuando hablaba en otra lengua; afirmaba que, para un cristiano corriente,] la celda es la

calle. ÁLVARO DEL PORTILLO, Entrevista sobre el fundador del Opus Dei, Rialp, 9ª ed., Madrid 2001, p. 78 Fuente: Testimonio del autor

[El cuidado de las cosas pequeñas constituye otra línea básica del espíritu del Fundador. Era maravilloso que un corazón tan grande, un alma que voló tan alto y fue protagonista de formidables empresas divinas, fuera capaz de penetrar con tanta intensidad en lo que, como solía decir, se] advierte solamente por las pupilas que ha dilatado el amor. ÁLVARO DEL PORTILLO, Entrevista sobre el fundador del Opus Dei, Rialp, 9ª ed., Madrid 2001, p. 79 Fuente: Testimonio del autor

[El apostolado era] superabundancia de la vida interior. ÁLVARO DEL PORTILLO, Entrevista sobre el fundador del Opus Dei, Rialp, 9ª ed., Madrid 2001, p. 81 Fuente: Testimonio del autor

[El obispo de Madrid le había pedido que redactase los Reglamentos del Opus Dei. Un día se dio cuenta de que, aunque siempre había querido obedecer con lealtad y delicadeza a la autoridad eclesiástica, en esto no estaba obedeciendo a don Leopoldo. Le pidió audiencia inmediatamente y, apenas fue recibido por el Prelado, le explicó:]

Señor Obispo, me tiene que perdonar, porque le he estado desobedeciendo, sin darme cuenta. Me dijo Vuestra Excelencia que presentase esos papeles y no lo he hecho. No lo he hecho porque no me sentía movido por Dios, pues temo que se pueda causar un perjuicio grave al Opus Dei con una aprobación que no respete su naturaleza teológica, ascética y jurídica. Por otra parte, al comprender que estaba oponiendo resistencia pasiva a esta aprobación, me he llenado de alegría

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porque pienso que, cualquier fundador que hubiese encontrado tal disponibilidad de su Obispo para aprobar la fundación, se hubiese apresurado a preparar los documentos y a presentarlos. Yo no lo he hecho porque la Obra no es mía, sino de Dios; y si cuando llegue el momento de darle cauce jurídico no está Usted para aprobar la Obra, entonces la aprobará su sucesor. ÁLVARO DEL PORTILLO, Entrevista sobre el fundador del Opus Dei, Rialp, 9ª ed., Madrid 2001, p. 81 Fuente: Testimonio del autor

[Aceptó las sucesivas configuraciones jurídicas de la Obra, sabiendo] conceder, sin ceder, con ánimo de recuperar. ÁLVARO DEL PORTILLO, Entrevista sobre el fundador del Opus Dei, Rialp, 9ª ed., Madrid 2001, p. 82 Fuente: Testimonio del autor

[No se permitía la menor crítica a otras personas o instituciones de la Iglesia.] Jamás moveré un dedo para apagar una llama que se encienda en honor de Cristo: no es mi

misión. Si el aceite que arde no es bueno, se apagará sola. ÁLVARO DEL PORTILLO, Entrevista sobre el fundador del Opus Dei, Rialp, 9ª ed., Madrid 2001, p. 86 Fuente: Testimonio del autor

[Volviendo del entierro de su padre, en el puente sobre el río Ebro se acordó de que se había guardado en el bolsillo la llave del féretro, que le había entregado el sepulturero. Entonces pensó:]

¿Qué hago con esta llave, que puede ser, para mí, una ligadura? [Con gesto rápido la tiró al río, y ofreció a Dios la separación de su padre, el amigo más querido.]

ÁLVARO DEL PORTILLO, Entrevista sobre el fundador del Opus Dei, Rialp, 9ª ed., Madrid 2001, p. 87 Fuente: Testimonio del autor

[Entre 1927 y 1936, doña Dolores, la madre de San Josemaría, tenia un aspecto joven. Por eso, cuando iban a visitar a una familia amiga, nuestro Fundador le decía:]

Mamá, no podemos ir juntos por la calle, porque yo no tengo escrito en la frente que soy hijo tuyo, y no quiero exponerme a escandalizar a nadie: ve tú por tu cuenta, que ya nos encontraremos en la casa de esa familia. ÁLVARO DEL PORTILLO, Entrevista sobre el fundador del Opus Dei, Rialp, 9ª ed., Madrid 2001, p. 88 Fuente: Testimonio del autor

[Después de la guerra, cuando se comenzó a instalar la residencia de la calle Jenner, el Fundador regaló a su madre un libro sobre San Juan Bosco. Ella le preguntó: «¿Quieres que yo haga como la madre de don Bosco? Te aseguro que no tengo la más mínima intención». Su hijo replicó:]

Pero mamá: ¡si lo estás haciendo ya! ÁLVARO DEL PORTILLO, Entrevista sobre el fundador del Opus Dei, Rialp, 9ª ed., Madrid 2001, p. 90 Fuente: Testimonio del autor

[Cuando le dieron la noticia de que su madre ha muerto se postró inmediatamente a los pies del Sagrario para rezar:]

Señor, Tú lo has dispuesto así, y yo me había equivocado. Es mejor lo que Tú quieres: acepto de todo corazón tu voluntad, habiéndote llevado a mi madre.

[Regresó lo antes posible a Madrid. Lloró y rezó ante su cuerpo, con palabras de apenado desahogo filial:]

Señor, ¿por qué me haces esto? ¡Cómo me tratas! [Recuerdo también que me tomó aparte y me dijo:] Hijo mío, ayúdame a rezar un Te Deum.

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ÁLVARO DEL PORTILLO, Entrevista sobre el fundador del Opus Dei, Rialp, 9ª ed., Madrid 2001, p. 95 Fuente: Testimonio del autor

[Apenas unos minutos antes de morir su hermana, cuando casi había perdido el pulso, el Padre le dijo:]

¿Verdad que cuando llegues al Cielo nos encomendarás mucho? [Su hermana contestó: «¡Sí!»]

ÁLVARO DEL PORTILLO, Entrevista sobre el fundador del Opus Dei, Rialp, 9ª ed., Madrid 2001, p. 95

Fuente: Notas de una reuinón familiar, 21-VI-1957 (AGP, biblioteca P01, VI-1977, p. 17) [Al día siguiente del fallecimiento de Carmen, nuestro Fundador contó a un grupo de hijos suyos:] Se acabaron las lágrimas en el momento en que murió; ahora estoy contento, hijos míos,

agradecido al Señor que se la ha llevado al Cielo; con el gozo del Espíritu Santo. Sí, hijos, me tenéis que dar la enhorabuena; Carmen se encuentra ya en el Cielo. Estaba

ilusionadísima con la idea de que pronto vería a Dios Padre, a Dios Hijo, a Dios Espíritu Santo y a la Santísima Virgen, y a los Ángeles... Ahora continúa encomendándonos.

Enseguida que murió, bajé al oratorio, para celebrar la primera Misa en sufragio por su alma... Encomendadla, ofreced oraciones por ella, pero yo estoy seguro de que ya goza de Dios; ma propio certo: completamente seguro. ÁLVARO DEL PORTILLO, Entrevista sobre el fundador del Opus Dei, Rialp, 9ª ed., Madrid 2001, p. 100 Fuente: Testimonio del autor

[La muerte de una hija o de un hijo suyo le producía un dolor inmenso: le he visto llorar muchas veces.]

Es lógico que sufra, hijos míos, el Señor me ha dado para vosotros corazón de padre y de madre. ÁLVARO DEL PORTILLO, Entrevista sobre el fundador del Opus Dei, Rialp, 9ª ed., Madrid 2001, pp. 100-102 Fuente: Palabras del 18-XII-1972 (Testimonio del autor).

[El 18 de diciembre de 1972, fue a visitar a una joven Numeraria de origen siciliano, Sofía Varvaro, ingresada en una clínica de Roma. Tenía un cáncer de hígado y estaba desahuciada por los médicos. El Padre la consoló y la animó hablándole del Cielo. «Padre —le confió Sofía—, a veces tengo miedo de no saber llegar al final, porque soy muy poca cosa.» El Padre le replicó inmediatamente:]

¡Hija, no tengas miedo!: ¡que te espera Jesús! Yo le estoy pidiendo que te cures, pero que se haga su Voluntad. Cuesta a veces aceptar esa Voluntad divina, que no entendemos, pero el Señor se debe reír un poco de nosotros, porque nos quiere y nos cuida como un padrazo, con corazón de madre, ¿comprendes? Yo, mañana, con la Hostia santa, te pondré en la patena para ofrecerte al Señor. Y tú, aquí o en el Cielo, siempre muy unida al Padre, a las intenciones del Padre, porque os necesito a todos bien metidos en mi petición.

[Sofía le dijo que había rezado mucho por los frutos de su reciente viaje a España y Portugal.] ¡Hija mía, me habéis ayudado tanto! No me he encontrado nunca solo. Ahora, después de

verte, sé que tú me ayudarás en el Cielo, y también en la tierra, si el Señor te deja aquí. Pide intensamente por esta Iglesia, que a mí me hace padecer tanto, para que termine esta situación. Me apoyo en vosotros, y me siento acompañado por vuestra oración y por vuestro cariño.

[«Padre, gracias por su ayuda, y por la ayuda de todos los de la Obra.»] ¡No puede ser de otra manera! Estamos muy unidos, y yo me siento responsable de cada uno

de vosotros. Sufro, cuando no estáis bien de salud: me cuesta mucho, pero amo la Voluntad del Señor. Como somos una familia de verdad, yo me encuentro feliz con vuestro cariño, y pienso que también a vosotros os tiene que dar alegría que el Padre os quiera tanto.

[«Padre, quiero llegar al final, pero a veces tengo muchos dolores, y me canso.»]

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Sí, hija mía, te entiendo muy bien. Acude a la Virgen, y dile: monstra te esse Matrem!, o con sólo que le digas ¡Madre!, es suficiente. Ella no nos puede dejar. Además, nunca estaremos solos, tú nos sostienes a los demás, y los demás están bien unidos a ti. Pide tu curación, aceptando la Voluntad de Dios, y está contenta con lo que El disponga: la Iglesia necesita nuestra vida. Reza por los sacerdotes de toda la Iglesia y especialmente por los de la Obra, no porque debamos ser más santos que los demás, sino para que nos hagamos cargo de esta bendita responsabilidad de que hemos de gastarnos de verdad. Fuerza al Señor. Dile: Jesús mío, por tu Iglesia!, y ofrécele todo. Por la Obra, para que podamos servirte siempre más. Tu unión con el Señor, hija mía, ha de ser cada día más grande.

[«Padre, hace mucho tiempo que no puedo asistir a la Santa Misa.»] Hija mía, ahora tu día entero es una Misa, consumiéndote bien unida al Señor. No te

preocupes. El Señor está dentro de ti, no le dejes. Hay que rezar mucho. Dirígete a la Santísima Virgen y a San José. Acude con confianza a nuestro Padre y Señor San José, para que nos lleve por el camino de intimidad que él tuvo con su Hijo.

[Al salir de la habitación de la clínica, sin esconder el propio dolor, repitió lentamente la jaculatoria:]

Fiat, adimpleatur, laudetur et in æternum superexaltetur iustissima atque amabilissima Voluntas Dei super omnia. Amen. Amen! ÁLVARO DEL PORTILLO, Entrevista sobre el fundador del Opus Dei, Rialp, 9ª ed., Madrid 2001, p. 103 Fuente: Notas de una reunión familiar, 25.V-1958 (AGP, biblioteca, P01, VI-1958, pp. 57-58).

[Puso un cuidado especialísimo en la formación de los tres primeros sacerdotes de la Obra, y lo explicaba con cinco razones:]

Segunda. Si nuestros sacerdotes no tienen una profunda formación teológica, no me sirven para el apostolado específico del Opus Dei.

Tercera. Los miembros de la Obra hacen muy bien sus estudios civiles, y hubiese sido destruir su espíritu, que no pusiesen la misma intensidad en sus estudios eclesiásticos.

Cuarta. Hay muchas personas que nos tienen un gran cariño, y conviene que vean hasta qué punto se preparan bien los sacerdotes de la Obra.

Quinta. No faltaban tampoco algunas otras personas que nos miraban con menos afecto, y era razonable que comprendieran —todos éstos también— la seriedad y la solidez de nuestra labor.

Y primera. Yo me muero cualquier día, y tengo que dar cuenta a Dios. ÁLVARO DEL PORTILLO, Entrevista sobre el fundador del Opus Dei, Rialp, 9ª ed., Madrid 2001, p. 103 Fuente: Testimonio del autor

[Proponía metas muy ambiciosas, de acuerdo con un principio que formulaba así:] De ordinario, al que pueda hacer siete, le pido catorce, y me hace quince.

ÁLVARO DEL PORTILLO, Entrevista sobre el fundador del Opus Dei, Rialp, 9ª ed., Madrid 2001, p. 104 Fuente: Testimonio del autor

[En los primeros años, cuando veía que algo se había hecho mal pensaba:] No lo puedo decir inmediatamente porque estaré enfadado, y conviene que lo diga en tono frío,

para no herir, ser más eficaz, y no ofender a Dios; dentro de dos o tres días, cuando ya esté más calmado, diré lo que sea.

[Pero en los últimos años hacía la corrección cuanto antes. Se decía:] Si no la hago inmediatamente, pensaré que voy a hacer sufrir a esa hija mía o a ese hijo mío, y

corro el peligro de no decirlo. [Y por eso intervenía inmediatamente sin pasar nada por alto, porque quería mucho a sus hijos y los

quería santos.] ÁLVARO DEL PORTILLO, Entrevista sobre el fundador del Opus Dei, Rialp, 9ª ed., Madrid 2001, p. 105

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Fuente: Testimonio del autor [Una característica muy destacada de su comportamiento que deseaba para todos:] La alegría de rectificar.

ÁLVARO DEL PORTILLO, Entrevista sobre el fundador del Opus Dei, Rialp, 9ª ed., Madrid 2001, p. 106 Fuente: Testimonio del autor

[Tenía constantes manifestaciones de afecto hacia todos, y personalmente puedo atestiguar que fui objeto continuo de su cariño paterno. Cuando me veía un poco cansado se volcaba conmigo. Parecerá una cosa sin importancia, pero me conmuevo al recordar que, cuando iba a trabajar al Vaticano con mi sotana más nueva, el Padre le decía a don Javier Echevarría poco antes de mi regreso:]

Vamos a bajar a tu hermano Álvaro la ropa, para que se cambie, porque vendrá cansado. ÁLVARO DEL PORTILLO, Entrevista sobre el fundador del Opus Dei, Rialp, 9ª ed., Madrid 2001, p. 107 Fuente: Testimonio del autor

[El 10 de marzo de 1955 llegó un telegrama con la noticia de la muerte de la madre de don Álvaro del Portillo. El Padre lo leyó y, como era ya de noche, no quiso comunicarle la triste noticia, para que pudiese dormir tranquilo. Al día siguiente le enseñó el telegrama y le explicó:]

Llegó anoche; he querido que durmieses, y por tanto he esperado hasta ahora, pero las oraciones que ibas a hacer tú, las he hecho yo por ti, y además he hecho las mías por tu madre, y ahora vamos a celebrar los dos la Santa Misa por el alma de tu madre, que era tan buena. ÁLVARO DEL PORTILLO, Entrevista sobre el fundador del Opus Dei, Rialp, 9ª ed., Madrid 2001, p. 107 Fuente: Testimonio del autor

[Recuerdo que me limpiaba las gafas a menudo, repitiendo con buen humor un dicho usual en España:]

Están tan sucias que se podrían plantar cebolletas. ÁLVARO DEL PORTILLO, Entrevista sobre el fundador del Opus Dei, Rialp, 9ª ed., Madrid 2001, p. 109 Fuente: Testimonio del autor

[Rechazó siempre con fuerza la tentación de considerar «imposible» lo que el Señor le pedía:] ¡Imposible! Si lo hubiese pensado, si no hubiese tenido confianza plena en Dios, que cuando

pide algo da todas las gracias necesarias para poderlo hacer, aún estaría repitiendo esa palabra —¡imposible!—, como un retrasado mental: así lo hubiese hecho si me hubiera dejado llevar por la visión humana, o por los consejos de algunos. ÁLVARO DEL PORTILLO, Entrevista sobre el fundador del Opus Dei, Rialp, 9ª ed., Madrid 2001, p. 111 Fuente: Testimonio del autor

[En los primeros años treinta, el Padre se cruzaba cada mañana, muy temprano, con un sacerdote al que veía siempre muy recogido. Un día le paró, y le pidió también que rezase por una intención suya. Don Casimiro se quedó sorprendido. Al poco tiempo empezaron a tratarse y se hicieron amigos. Más tarde, recordando aquel encuentro, dijo al futuro arzobispo:]

Cuando te abordé en la calle sin conocerte, me tomarías por un loco. [Y don Casimiro, riendo, replicó: «¡Ah!, un poco sí, porque la verdad es que nadie me había parado

nunca en mitad de la calle para pedirme oraciones».] ÁLVARO DEL PORTILLO, Entrevista sobre el fundador del Opus Dei, Rialp, 9ª ed., Madrid 2001, p. 112 Fuente: Notas de una conversación, 23-XII-1943 (AGP, biblioteca, P01, VIII-1976, p. 91).

[En 1943 sus hijas empezaron a encargarse de la administración doméstica de la residencia de estudiantes situada en el Paseo de la Moncloa, de Madrid. Eran tiempos difíciles, pues hacía muy poco

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que había terminado la contienda civil española y la guerra mundial estaba en pleno apogeo. Además de la dificultad para encontrar alimentos, no se habían terminado aún las obras del edificio, y la casa estaba llena de operarios. Quizá por el peso de aquellas dificultades, el 23 de diciembre dos de sus hijas confiaron a nuestro Fundador que no podían sacar adelante su trabajo en esas circunstancias; sólo conseguían desastres; y, como consecuencia de todo, estaban descuidando la oración, la vida interior. Al escucharlas, el Padre no pudo contener las lágrimas. Después, tomó una cuartilla y escribió:]

1. sin servicios 2. con obreros 3. sin accesos 4. sin manteles 5. sin despensas 6. sin personal 7. sin experiencia 8. sin división del trabajo ----------- 1. con mucho amor de Dios 2. con toda la confianza en Dios y en el Padre 3. no pensar en los «desastres» hasta mañana durante el retiro. [A los pocos días le preguntaron al Padre el motivo de aquellas lágrimas, y respondió:] Lloré, hija mía, porque no hacíais oración. Y, para una hija de Dios en el Opus Dei, el trabajo

más importante, ante el que hay que posponer todo lo demás es éste: la oración. ÁLVARO DEL PORTILLO, Entrevista sobre el fundador del Opus Dei, Rialp, 9ª ed., Madrid 2001, p. 115 Fuente: Carta a sus hijos de Valencia, 18-IX-1937.

[Para evitar la censura, usaba un lenguaje en clave, fácilmente comprensible por los destinatarios; así, «el abuelo» o «mi hermano Josemaría» eran él mismo; «don Manuel», el Señor:]

¡Peques! El abuelo tiene muchas ganas de abrazaros, pero siempre se le estropea la combinación. Convendrá así. Con todo, ¡quién sabe!, no desespero de que se me cumplan pronto los deseos. En fin.... Don Manuel sabe más.

Una noticia atrasada: me han dicho —a mí y en mi cara— repetidas veces que a mi hermano Josemaría le encontraron colgado de un árbol, en la Moncloa, según unos; otros, en la calle de Ferraz. Hay quien identificó el cadáver. Otra versión de su muerte: que lo fusilaron.

Suponed la cara del abuelo, ante tamañas noticias. Verdaderamente sería de envidiar, para un loco como mi hermano, un final así con el aditamento de la fosa común. ¡Qué más habría deseado el pobre, cuando se vio moribundo, en la habitación lujosa de un sanatorio caro! Digo mal: esta manera de fenecer (normal, sin ruidos, ni espectáculo), como un cochino burgués, está en mejor acuerdo con su vida, su Obra y su camino. Morir así —¡oh, Don Manuel!—, ...pero loco, de mal de Amor. ÁLVARO DEL PORTILLO, Entrevista sobre el fundador del Opus Dei, Rialp, 9ª ed., Madrid 2001, pp. 116-117 Fuente: Testimonio del autor

[1 de octubre de 1936. Sale a encontrarse con José María González Barredo. para buscar un nuevo refugio. Al volver al chalet de la calle Serrano se reunió con nosotros. Me saludó y rompió a llorar. «Padre, ¿por qué llora?», le pregunté.

Me he enterado de que han asesinado a don Lino [don Lino Vea-Murguía]. [Después me explicó por qué había vuelto con nosotros: se había encontrado con José María en el

lugar convenido, en el Paseo de la Castellana. José María, después de saludarle con cariño filial y gran alegría, sacó del bolsillo del pantalón una pequeña llave y le dio una dirección, mientras decía: «Vaya usted a tal casa, entre y quédese allí. Pertenece a una familia amiga mía, que se encuentra fuera de Madrid. El portero es persona de confianza.»]

Pero, ¿cómo voy a estar en un lugar ajeno? ¿Si vienen o llaman otras personas, qué digo?

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[Aquel hijo suyo, sin pensarlo mucho, respondió: «No se preocupe. Hay allí una sirvienta, una mujer que es también de toda confianza, y que podrá atenderle en lo que necesite».]

¿Qué edad tiene esa mujer? [«Pues, veintidós o veintitrés años.»] [Entonces, nuestro Fundador pensó:] No puedo, ni quiero, quedarme encerrado con una mujer joven, día y noche. Tengo un

compromiso con Dios, que está por encima de todo. Preferiría morir antes que ofender a Dios, antes que faltar a este compromiso de Amor.

[Y acercándose al sumidero de una alcantarilla, tiró la llave dentro.] ÁLVARO DEL PORTILLO, Entrevista sobre el fundador del Opus Dei, Rialp, 9ª ed., Madrid 2001, pp. 117-118 Fuente: Notas de una eunión familiar, 18-V-1970 (AGP, biblioteca, P01, X-1970, p. 123).

Cuando hace cuarenta y pico años, más o menos, un pobre sacerdote que tenía veintiséis, comenzó a decir que la santidad no era sólo cosa de frailes, de monjas y de curas, sino que era para todos los cristianos, porque Jesucristo Señor Nuestro dijo a todos sed santos como mi Padre celestial es santo... —lo mismo si es un soltero, que si está casado, que si es viudo: todos podemos ser santos—, decían que ese sacerdote era un hereje. ÁLVARO DEL PORTILLO, Entrevista sobre el fundador del Opus Dei, Rialp, 9ª ed., Madrid 2001, p. 119 Fuente: Testimonio del autor

[En una ocasión, fray José López Ortiz, agustino, que más tarde sería Obispo de Tuy—Vigo, y arzobispo castrense de España, y que era entonces el confesor ordinario de nuestra residencia de Diego de León en Madrid, le entregó una copia de un «dossier reservado» sobre la Obra y su Fundador. Aquel documento rebosaba calumnias atroces y significaba el comienzo de otra campaña difamatoria contra el Fundador. Recogía todas las maledicencias divulgadas con anterioridad. Yo asistí a aquella entrevista y confirmo lo que testimonia fray José: «Cuando Josemaría terminó la lectura, al ver mi pena, se echó a reír y me dijo con heroica humildad:]

No te preocupes, Pepe, porque todo lo que dicen aquí, gracias a Dios, es falso: pero si me conociesen mejor, habrían podido afirmar con verdad cosas mucho peores, porque yo no soy más que un pobre pecador, que ama con locura a Jesucristo.

[Y, en lugar de romper esa sarta de insultos, me devolvió los papeles para que mi amigo los pudiera dejar en el ministerio de la Falange, de donde los había cogido:] ten y dáselo a ese amigo tuyo, para que pueda dejarlo en su sitio, y así no le persigan a él». ÁLVARO DEL PORTILLO, Entrevista sobre el fundador del Opus Dei, Rialp, 9ª ed., Madrid 2001, pp. 119-120 Fuente: Testimonio del autor

Al principio de la Obra, hace treinta y tantos años, venían a mí algunos padres... indignados: porque había una campaña de calumnias dirigidas por unos determinados religiosos, que yo quiero mucho, y esas pobres familias estaban influidas. Era yo entonces un sacerdote joven —no tenía aún los cuarenta años y les dejaba hablar. Cuando habían terminado, les decía: con la información que vosotros tenéis, yo pensaría como vosotros. De modo que estamos de acuerdo. Os diré más: seríamos tres los que estaríamos de acuerdo: ¡el diablo, vosotros y yo! Luego procuraba aclararles las cosas y quedábamos siempre muy buenos amigos. ÁLVARO DEL PORTILLO, Entrevista sobre el fundador del Opus Dei, Rialp, 9ª ed., Madrid 2001, p. 120: Fuente: Testimonio del autor

[Consideraba las contrariedades como una ocasión para purificarse y, al ver que procedían de personas pertenecientes a antiguas y gloriosas instituciones de la Iglesia, afirmaba que Dios quería servirse de] un bisturí de platino.

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ÁLVARO DEL PORTILLO, Entrevista sobre el fundador del Opus Dei, Rialp, 9ª ed., Madrid 2001, p. 124 Fuente: Testimonio del autor

[En cualquier caso, entonces y siempre, ante las calumnias y los calumniadores, nosotros aplicamos la norma de nuestro Fundador:]

Perdonar, callar, rezar, trabajar, sonreír. ÁLVARO DEL PORTILLO, Entrevista sobre el fundador del Opus Dei, Rialp, 9ª ed., Madrid 2001, p. 125: Fuente: Palabras manuscritas, 31-XII-1971 (AGP, biblioteca, P01, 1972, pp. 58-59.

Este es nuestro destino en la tierra: luchar por amor hasta el último instante. Deo gratias! ÁLVARO DEL PORTILLO, Entrevista sobre el fundador del Opus Dei, Rialp, 9ª ed., Madrid 2001, p. 126: Fuente: Testimonio del autor

[Algunas anotaciones de 1932, que son un fiel reflejo de su lucha interior:] - No hacer preguntas de curiosidad. - No quejarme de nada nunca con nadie, como no sea por buscar dirección. - No alabar, no criticar. [Y, aunque era de carácter abierto y afable, resulta significativo que apuntase también el siguiente

propósito:] - Ser amable y hablador en casa.

ÁLVARO DEL PORTILLO, Entrevista sobre el fundador del Opus Dei, Rialp, 9ª ed., Madrid 2001, pp. 126-127: Fuente: Testimonio del autor

[En 1956 me indicó las preguntas que debía hacerse con frecuencia un alma contemplativa, pues los miembros del Opus Dei somos] contemplativos en medio del mundo.

[El Padre se examinaba personalmente sobre estos puntos:] - ¿Busco el trato con Jesús en el Sagrario? - ¿Manifiesto con hechos mi espíritu de proselitismo? - ¿Acudo a la Virgen y a San José, para aprender a tratar a Dios, como Patronos de la Obra? - ¿Cumplo y vivo con cariño las Normas y Costumbres de la Obra? - ¿Saludo constantemente a mi Madre Santa María? - ¿Son mis amigos, mi Ángel Custodio y los Custodios de los demás? - ¿Soy generoso en las pequeñas mortificaciones diarias, constantes? - ¿Sé elegir, cuando tengo libertad, lo más desagradable? - ¿Vivo el espíritu de penitencia? - ¿Doy tono sobrenatural a mis conversaciones? - ¿Procuro no discutir, y sé atender las razones de los demás? - ¿Busco mi alabanza o que agradezcan mis servicios? - ¿Pueden encargarme lo que sea, con la confianza de que lo llevaré a cabo y daré cuenta

sincera, sin disculpa, de cómo lo he cumplido? - ¿Vivo la caridad, el cariño, también en los ratos de descanso? - ¿Mortifica mi palabra a los demás, por ser cargante o hiriente? - ¿Procuro no dar un trato extraordinario a alguno sólo por motivo de simpatía, haciendo

acepción de personas? - ¿Olvido que mi santidad está en la rectificación del deber de cada instante? - ¿Me preparo debidamente para recibir los Santos Sacramentos? - ¿Hago con sinceridad y con valentía mi examen de conciencia a mediodía y por la noche? - ¿Hago también, en la forma debida, el examen particular de conciencia?

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ÁLVARO DEL PORTILLO, Entrevista sobre el fundador del Opus Dei, Rialp, 9ª ed., Madrid 2001, p. 129: Fuente: Testimonio del autor

[Describía a don José Pou de Foxá, que le orientó en los primeros pasos de su ministerio, como un amigo] leal y noble y bueno. ÁLVARO DEL PORTILLO, Entrevista sobre el fundador del Opus Dei, Rialp, 9ª ed., Madrid 2001, p. 132: Fuente: Testimonio del autor

[A don José María García Lahiguera, que fue su director espiritual siempre consideró un] amigo fraterno. ÁLVARO DEL PORTILLO, Entrevista sobre el fundador del Opus Dei, Rialp, 9ª ed., Madrid 2001, p. 132: Fuente: Palabras del 26-VI-1944 (Testimonio del autor).

[El 26 de junio de 1944, al día siguiente de la ordenación sacerdotal, san Josemaría llegó al Centro de la calle Villanueva donde vivía don Álvaro. Le preguntó si había escuchado ya alguna confesión; le respondió que no, y exclamó:]

Pues vas a oír la mía, porque quiero hacer confesión general contigo. ÁLVARO DEL PORTILLO, Entrevista sobre el fundador del Opus Dei, Rialp, 9ª ed., Madrid 2001, pp. 133-134: Fuente: Palabras de enero de 1973 (Testimonio del autor)

[En enero de 1973 hizo este comentario:] No es bastante que se esté en oración todo el día, como por la gracia de Dios procuramos

hacer todos buscando la presencia del Señor en todo momento. No es suficiente, como tampoco sería suficiente que en cada habitación de la casa hubiera los elementos de la calefacción, porque además de éstos se necesita una caldera: y la caldera está constituida para nosotros por las dos medias horas de oración mental. ÁLVARO DEL PORTILLO, Entrevista sobre el fundador del Opus Dei, Rialp, 9ª ed., Madrid 2001, pp. 134-135: Fuente: Apuntes íntimos. Anotación de 1934

Oración: aunque yo no te la doy ( ... ), me la haces sentir a deshora y, a veces, leyendo el periódico, he debido decirte: ¡déjame leer! —¡Qué bueno es mi Jesús! Y, en cambio, yo ... » ÁLVARO DEL PORTILLO, Entrevista sobre el fundador del Opus Dei, Rialp, 9ª ed., Madrid 2001, p. 135: Fuente: Testimonio del autor

Ayer por la tarde me encontraba muy cansado y me fui al oratorio a hacer la oración. Me estuve allí, y le dije al Señor. Aquí estoy, como el perro fiel a los pies de su amo; no tengo fuerzas ni siquiera para decirte que te quiero, ¡Tú ya lo ves! Otras veces, a lo largo de mi vida, he dicho a Nuestro Señor. Aquí estoy, como el centinela en la garita, vigilante, para darte todo. ÁLVARO DEL PORTILLO, Entrevista sobre el fundador del Opus Dei, Rialp, 9ª ed., Madrid 2001, p. 135: Fuente: Testimonio del autor

Vamos a ser piadosos, a enseñar a los demás con nuestras vidas a rezar, a convencer a la gente que hay que rezar. Nosotros debemos llevar todas las cosas a Dios en una continua oración. ÁLVARO DEL PORTILLO, Entrevista sobre el fundador del Opus Dei, Rialp, 9ª ed., Madrid 2001, p. 136: Fuente: Testimonio del autor

La Misa, centro y raíz de la vida interior.

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ÁLVARO DEL PORTILLO, Entrevista sobre el fundador del Opus Dei, Rialp, 9ª ed., Madrid 2001, pp. 137-138: Fuente: Testimonio del autor

[Mientras tenía la Hostia consagrada entre las manos, decía el acto de fe de Santo Tomás Apóstol:] Señor mío y Dios mío. [Después, inspirándose en una invocación evangélica, repetía lentamente:] Adauge nobis fidem, spem et charitatem. [Después repetía una plegaria dirigida al Amor Misericordioso, que había aprendido y meditado

desde joven, pero que no utilizaba nunca en su predicación:] Padre Santo, por el Corazón Inmaculado de María, os ofrezco a Jesús, Vuestro Hijo muy

amado, y me ofrezco a mí mismo en Él, por Él, y con Él, a todas sus intenciones, y en nombre de todas las criaturas.

[Después añadía la invocación:] Señor, danos la pureza y el gaudium cum pace, a mí y a todos. [Por último, mientras hacía la genuflexión, después de haber elevado la Hostia o el Cáliz, recitaba la

primera estrofa del himno eucarístico] Adoro te devote, latens deitas, [y decía al Señor:] ¡Bienvenido al altar! ÁLVARO DEL PORTILLO, Entrevista sobre el fundador del Opus Dei, Rialp, 9ª ed., Madrid 2001, p. 142: Fuente: Testimonio del autor

Ahora la gente ahorra todo a Nuestro Señor; yo no lo entiendo. Aunque, cuando un enamorado le regale a la mujer que quiere un trozo de hierro o de cemento, como regalo, ni siquiera entonces yo regalaré al Señor un poco de hierro o de cemento, sino lo mejor que pueda. ÁLVARO DEL PORTILLO, Entrevista sobre el fundador del Opus Dei, Rialp, 9ª ed., Madrid 2001, p. 143: Fuente: Notas de una conversación, 15-I-1985 (AGP, biblioeca, P01, VIII-1984, p. 76)

[Quería que, con el tiempo, sus hijos llegasen a cultivar el grano y las vides necesarias para confeccionar las especies eucarísticas. El 15 de enero de 1965, explicaba una vez más este viejo proyecto:]

Se trata de acariciar a Dios que nace en nuestras manos, preparando las especies para que Él descienda. ÁLVARO DEL PORTILLO, Entrevista sobre el fundador del Opus Dei, Rialp, 9ª ed., Madrid 2001, p. 143: Fuente: Testimonio del autor

¡Que tratéis con cariño cuidadoso los sagrarios! ÁLVARO DEL PORTILLO, Entrevista sobre el fundador del Opus Dei, Rialp, 9ª ed., Madrid 2001, p. 144: Fuente: Testimonio del autor

Cuando pongáis una flor junto al Sagrario, dadle un beso y decidle al Señor que queréis que ese beso se consuma, como se consumirá la flor, como se consume la lamparilla del Sagrario, alumbrando, señalando dónde está el Señor. ÁLVARO DEL PORTILLO, Entrevista sobre el fundador del Opus Dei, Rialp, 9ª ed., Madrid 2001, p. 144: Fuente: Testimonio del autor

Matad a vuestros hermanos sacerdotes, a fuerza de darles mucho trabajo, para que puedan llevar muchas almas a reconciliarse con Dios.

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ÁLVARO DEL PORTILLO, Entrevista sobre el fundador del Opus Dei, Rialp, 9ª ed., Madrid 2001, p. 146: Fuente: Testimonio del autor

Mamás, llevad a vuestros hijos a confesar, como hizo mi madre conmigo. Así se acostumbrarán vuestros hijos a recibir el Sacramento de la Penitencia y a reconciliarse con Dios: por medio de este Sacramento bien recibido con todas las condiciones que se requieren para una buena Confesión, los niños irán teniendo cada vez mayor delicadeza de conciencia y serán más felices. ÁLVARO DEL PORTILLO, Entrevista sobre el fundador del Opus Dei, Rialp, 9ª ed., Madrid 2001, p. 147: Fuente: Testimonio del autor

[En una ocasión, se hablaba públicamente de la vida pecaminosa de una persona, y uno de nosotros exclamó: «¡Pobre hombre!» Nuestro Fundador replicó inmediatamente:] ¡Pobre Dios! ÁLVARO DEL PORTILLO, Entrevista sobre el fundador del Opus Dei, Rialp, 9ª ed., Madrid 2001, p. 147: Fuente: Testimonio del autor

[El temor de Dios y el odio al pecado le movían a repetir frecuentísimamente:] Cor contritum et humiliatum, Deus, non despicies! (Ps. 50,19), [y añadía, con fuerza y con vivo arrepentimiento de sus culpas:] Contritum et humiliatum valde!

ÁLVARO DEL PORTILLO, Entrevista sobre el fundador del Opus Dei, Rialp, 9ª ed., Madrid 2001, pp. 149-150: Fuente: Palabfras de 1954 (Testimonio del autor)

[En sus labios, el Evangelio no era jamás un texto erudito o una fuente de meras citas o lugares comunes. Hablaba de la Sagrada Escritura con un amor tierno]

Vivía en Nazaret una Virgen de nombre María. ¡Qué bonito, qué divino y qué humano es el Evangelio!: Desciende hasta los detalles más mínimos, para que veamos la predilección de Dios hacia las criaturas. La quiere, la busca, como un detalle de cariño, la llama por su nombre de familia: María. ÁLVARO DEL PORTILLO, Entrevista sobre el fundador del Opus Dei, Rialp, 9ª ed., Madrid 2001, p. 152 Fuente: Testimonio del autor

[Solía decir a los primeros miembros del Opus Dei, que para crecer en la vida interior,] es un buen medio consagrar cada día de la semana a una devoción sólida: a la Santísima Trinidad, a la Eucaristía, a la Pasión, a la Virgen, a San José, a los Santos Ángeles Custodios, a las benditas ánimas del Purgatorio. ÁLVARO DEL PORTILLO, Entrevista sobre el fundador del Opus Dei, Rialp, 9ª ed., Madrid 2001, p. 153 Fuente: Notas de una reunión familiar, 7-I-1964 (AGP, biblioteca, P01, 1965, p. 57).

[Cuando se instaló un belén, pidió que añadiésemos otro angelote a los ocho que ya se habían puesto, y observó:]

Así habrá nueve: tres por cada Persona de la Santísima Trinidad. ÁLVARO DEL PORTILLO, Entrevista sobre el fundador del Opus Dei, Rialp, 9ª ed., Madrid 2001, p. 154 Fuente: Testimonio del autor

[Camino tiene 999 puntos. Durante una audiencia privada el Papa Pablo VI le preguntó por qué había escogido este número. San Josemaría respondió:]

Por amor a la Santísima Trinidad.

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ÁLVARO DEL PORTILLO, Entrevista sobre el fundador del Opus Dei, Rialp, 9ª ed., Madrid 2001, p. 156 Fuente: Carta a sus hijos de Madrid, desde Monzón, 17-IX-1934

Me dediqué —ya desde Madrid— a un deporte a lo divino: otear el horizonte, para decirle algo a Jesús en los Sagrarios del camino. Además esta mañana he rezado el Breviario con más solemnidad que en el coro de una Catedral: invité a cantar, conmigo, las alabanzas del Señor a todos los Custodios que venían en mi departamento. ¡Nunca me perdáis de vista a los Ángeles, hijos míos! ÁLVARO DEL PORTILLO, Entrevista sobre el fundador del Opus Dei, Rialp, 9ª ed., Madrid 2001, p. 156 Fuente: Testimonio del autor

[Hacia 1942 ó 1943 san Josemaría estaba enfermo y, aunque tenía una fiebre muy alta, quería recitar el oficio divino. Le dije que en aquellas condiciones no tenía obligación de hacerlo, pero me replicó:]

Mira, tú no puedes decir esto porque todavía no eres sacerdote, y yo no quiero obrar sin un consejo autorizado. Por lo tanto, hazme el favor de llamar por teléfono a don José María Lahiguera, que es mi confesor; expón la situación, y haré lo que él mande. ÁLVARO DEL PORTILLO, Entrevista sobre el fundador del Opus Dei, Rialp, 9ª ed., Madrid 2001, p. 157 Fuente: Notas de una reunión familiar, 21-II-1971 (AGP, biblioteca, P01, IV-1971, pp. 76-77)

[Consejo a un sacerdote antes de ir a predicar un curso de retiro.] Llévate un tratado de Deo Trino y mételes en el corazón el amor al Espíritu Santo, que es

meter el amor al Padre y al Hijo. Porque el Hijo ha sido engendrado por el Padre desde toda la eternidad; y del amor del Padre y del Hijo, también eternamente, procede el Espíritu Santo. No lo entendemos bien, pero a mí no me cuesta creer. Cada día procuro ahondar más en el misterio de la Trinidad Beatísima. ÁLVARO DEL PORTILLO, Entrevista sobre el fundador del Opus Dei, Rialp, 9ª ed., Madrid 2001, p. 158 Fuente: Notas de una reunión fmiliar, 13-IV-1974 (AGP. biblioteca, P01, IX-1974, pp. 41-42.

[Durante los primeros años de sacerdocio tenía en su Breviario unas estampas, que usaba en lugar de las habituales cintas, y un día le pareció que se había apegado a ellas: se desprendió rápidamente de las estampas, y las sustituyó por tiras de papel]

Al ver aquellos papeles en blanco, comencé a escribir: Ure igne Sancti Spiritus!, ¡quema con el fuego del Espíritu Santo!

Los he usado durante muchos años, y cada vez que los leía, era como decirle al Espíritu Santo: ¡enciéndeme!, ¡hazme una brasa! ÁLVARO DEL PORTILLO, Entrevista sobre el fundador del Opus Dei, Rialp, 9ª ed., Madrid 2001, p. 158 Fuente: Fórmula de consagración del Opus Dei al Espíritu Santo, 30-V-1971.

Te rogamos que asistas siempre a tu Iglesia, y en particular al Romano Pontífice para que nos guíe con su palabra y con su ejemplo, y para que alcance la vida eterna junto con el rebaño que le ha sido confiado; que nunca falten los buenos pastores y que, sirviéndote todos los fieles con santidad de vida y entereza en la fe, lleguemos a la gloria del cielo. ÁLVARO DEL PORTILLO, Entrevista sobre el fundador del Opus Dei, Rialp, 9ª ed., Madrid 2001, p. 159 Fuente: Testimonio del autor

El trato y la devoción a los Santos Ángeles Custodios está en la entraña de nuestra labor, es manifestación concreta de la misión sobrenatural de la Obra de Dios.

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ÁLVARO DEL PORTILLO, Entrevista sobre el fundador del Opus Dei, Rialp, 9ª ed., Madrid 2001, p. 159 Fuente: Testimonio del autor

Por años he experimentado la ayuda constante, inmediata, del Ángel Custodio, hasta en detalles materiales pequeñísimos. ÁLVARO DEL PORTILLO, Entrevista sobre el fundador del Opus Dei, Rialp, 9ª ed., Madrid 2001, p. 159 Fuente: Testimonio del autor

Cuando voy a un oratorio nuestro donde está el tabernáculo, digo a Jesús que le amo, e invoco a la Trinidad. Después doy gracias a los Ángeles que custodian el Sagrario, adorando a Cristo en la Eucaristía. ÁLVARO DEL PORTILLO, Entrevista sobre el fundador del Opus Dei, Rialp, 9ª ed., Madrid 2001, p. 160 Fuente: Testimonio del autor

[Un día de 1972 ó 1973 vino a verle el Arzobispo de Valencia, Mons. Marcelino Olaechea, acompañado de su secretario. Como eran muy amigos, el Padre le saludó y le dijo en broma:]

Don Marcelino, ¿a quién he saludado primero? [El arzobispo respondió: Primero, a mí.] No. He saludado primero al personaje. [Don Marcelino repuso, perplejo: ero, entre mi secretario y yo, el personaje soy yo. Entonces

nuestro Fundador explicó:] No, el personaje es su Ángel Custodio.

ÁLVARO DEL PORTILLO, Entrevista sobre el fundador del Opus Dei, Rialp, 9ª ed., Madrid 2001, p. 160

Fuente: Testimonio del autor [Durante un partido de bochas el Padre lanzó una bocha con gran habilidad y consiguió todos los

puntos. Pero enseguida dijo:] No vale; me he encomendado a mi Ángel Custodio. No lo haré más...

ÁLVARO DEL PORTILLO, Entrevista sobre el fundador del Opus Dei, Rialp, 9ª ed., Madrid 2001, p. 161 Fuente: Notas de una reunión familiar, 11-VIII-1974 (AGP, P04, 1974 vol. II, p. 246)

[En Ecuador, en 1974, le mostraron un cuadro de escuela quiteña que representaba al Niño Jesús coronando con una guirnalda de flores la cabeza del santo Patriarca. Esta imagen le produjo una alegría inmensa:]

¡Una maravilla! Me he puesto muy contento porque yo he tardado años en descubrir esa teología josefina, y aquí no he tenido más que abrir los ojos y la he visto confirmada. ¡Muy bien! ÁLVARO DEL PORTILLO, Entrevista sobre el fundador del Opus Dei, Rialp, 9ª ed., Madrid 2001, p. 162

Fuente: Testimonio del autor [No sabía cómo “meter” a san José en los misterios dolorosos del Rosario. Durante un viaje en

coche, en Brasil, encontró la solución] ¡Ya lo he encontrado! ¡Hago sus veces, y ya está!

ÁLVARO DEL PORTILLO, Entrevista sobre el fundador del Opus Dei, Rialp, 9ª ed., Madrid 2001, pp. 162-163 Fuente: Testimonio del autor

[Al hablarme de las jaculatorias, me explicó:] Hay autores espirituales que recomiendan contar las que se dicen durante la jornada, y

sugieren usar judías, garbanzos o algo por el estilo; meterlas en un bolsillo e irlas pasando al otro

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cada vez que se levanta el corazón a Dios, con una de esas oraciones. Así pueden saber cuántas han dicho exactamente, y ver si ese día han progresado o no.

Yo no te lo recomiendo, porque existe también el peligro de vanidad o soberbia. Más vale que lleve la contabilidad tu Ángel Custodio. ÁLVARO DEL PORTILLO, Entrevista sobre el fundador del Opus Dei, Rialp, 9ª ed., Madrid 2001, pp. 163-167 Fuente: Testimonio del autor

[Sacaba de la Escritura o del tesoro de la tradición cristiana, y estaban siempre estrechamente relacionadas con su vida interior. He aquí algunas:]

- ¡Dulce Corazón de Jesús, sed mi amor! - ¡Dulce Corazón de María, sed mi salvación! - Domine, fac cum servo tuo secundum magnam misericordiam tuam! - Sancte Pater Omnipotens, Æterne et Misericors Deus: Beata Maria intercedente, gratias tibi

ago pro universis beneficiis tuis, etiam ignotis. - Cor Iesu Sacratissimum et Misericors, dona nobis pacem! - Cor Mariæ dulcissimum, iter para tutum! - Benedicamus Patrem et Filium cum Sancto Spiritu! - Domine, ut videam! - Domine, ut sit! - Domina, ut videam! - Domina, ut sit! - Domine, tu omnia nosti, tu scis quia amo te! - Tuyo soy, para ti nací, ¿qué quieres Jesús de mí? - Jesús te amo. - Gloria al Padre, Gloria al Hijo, Gloria al Espíritu Santo. Gloria a Santa María y también a

San José. Gracias a los Ángeles que te hacen la corte. - Señor, me abandono en ti, confío en ti, descanso en ti. - Creo en Dios Padre, creo en Dios Hijo, creo en Dios Espíritu Santo. Espero en Dios Padre,

espero en Dios Hijo, espero en Dios Espíritu Santo. Amo a Dios Padre, amo a Dios Hijo, amo a Dios Espíritu Santo.

- Iesu, Iesu, esto mihi semper Iesus. - Tu es sacerdos in æternum! - Quod bonum est oculis eius, faciat! [Como acto de humilde aceptación de la Voluntad de Dios,

cualquiera que fuese, también si resultaba contraria a lo que había pensado.] - Monstra te esse Matrem! - ¡Madre, Madre mía! - Sancta Maria, Refugium nostrum et virtus! - Santa María, detén tu día. - Sancta Maria, filios tuos adiuva; filias tuas adiuva! - Sancta Maria., Spes nostra, Sedes Sapientiæ, ora pro nobis. - Sancta Maria, Spes nostra, Ancilla Domini, filias tuas adiuva! - Sancta Maria., Regina Operis Dei, filios tuos adiuva! - Sancta Maria, Stella Orientis, filios tuos adiuva! - Dominus tecum! - Sancti Angeli custodes nostri, defendite nos! - San José, Nuestro Padre y Señor, bendice a todos los hijos de la Santa Iglesia de Dios. - Adeamus cum fiducia ad thronum gloriæ, ut misericordiam consequamur! - Ave María purísima, sin pecado concebida. - Sub tuum præsidium confugimus..., [Recitaba a menudo esta antífona] - Nostras deprecationes ne despicias. - Bendita sea la Madre que te trajo al mundo. - Cor Mariæ perdolentis, miserere nobis! ... miserere mei! - Beata Mater et intacta Virgo, intercede pro nobis!

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- Omnia in bonum! - Semper ut iumentum! - Ut iumentum factus sum apud te! [A veces añadía las otras palabras del Salmo:] Et ego semper

tecum. Tenuisti manum dexteram meam, et in voluntate tua deduxisti me, et cum gloria suscepisti me. [Y lo traducía así:] Señor, yo quiero ser a tu lado como un borriquito, pero Tú me has cogido por el ronzal, y me llevaste adelante, y me recibirás en tu gloria.

- Fiat, adimpleatur, laudetur et in æternum superexaltetur iustissima atque amabilissima Voluntas Dei super omnia. Amen. Amen!

- Creo más que si te viera con mis ojos, más que si te escuchara con mis oídos, más que si te tocara con mis manos.

- Ut in gratiarum semper actione maneamus! - Montes, sicut cera, fluxerunt a facie Domini. [La repetía para fortalecer su esperanza ante las

dificultades que se presentaban a lo largo de nuestro camino.] - Qui tribulant me, inimici mei, ipsi infirmati sunt et ceciderunt. - Servi inutiles sumus: quod debuimus facere fecimus. - Oportet semper orare, et non deficere. - Ure igne Sancti Spiritus! - Veni, Sancte Spiritus, reple tuorum corda fidelium, et tui amoris in eis ignem accende! - Oportet illum crescere, me autem minui. [Repetía muchas veces la oración a San Miguel Arcángel que antiguamente se rezaba después de la

Misa:] Sancte Michaël Archangele, defende nos in prœlio; contra nequitiam et insidias diaboli esto præsidium. Imperet illi Deus, supplices deprecamur: tuque, Princeps militiæ celestis, Satanam aliosque spiritus malignos, qui ad perditionem animarum pervagantur in mundo, divina virtute in infernum detrude. Amen.

Oremus pro Beatissimo Papa nostro... Dominus conservet eum, et vivificet eum, et beatum faciat eum in terra, et non tradat eum in animam inimicorum eius.

¡Dios mío!, que odie el pecado y me una a Ti, abrazándome a la Santa Cruz, para cumplir a mi vez tu Voluntad amabilísima .... desnudo de todo afecto terreno, sin más miras que tu gloria .... generosamente, no reservándome nada, ofreciéndome contigo en perfecto holocausto.

¡Ven, oh Santo Espíritu!: ilumina mi entendimiento, para conocer tus mandatos: fortalece mi corazón contra las insidias del enemigo: inflama mi voluntad... He oído tu voz, y no quiero endurecerme y resistir, diciendo: después.... mañana. Nunc cœpi! ¡Ahora!, no vaya a ser que el mañana me falte. ¡Oh, Espíritu de verdad y de sabiduría, Espíritu de entendimiento y de consejo, Espíritu de gozo y de paz!: quiero lo que quieras, quiero porque quieres, quiero como quieras, quiero cuando quieras.... ÁLVARO DEL PORTILLO, Entrevista sobre el fundador del Opus Dei, Rialp, 9ª ed., Madrid 2001, p. 168 Fuente: Testimonio del autor

[Tenía mucha devoción por Santa Teresa, pero cuando la santa de Ávila fue proclamada Doctora de la Iglesia, precisó:]

No, no es la primera Doctora; la primera Doctora, aunque no tenga el título, es la Santísima Virgen, porque ninguna persona ha tratado ni puede tratar tanto como Ella a Dios Nuestro Señor, y el Espíritu Santo le ha tenido que comunicar luces como a ninguna persona. Ella es la que sabe más de Dios. La que tiene más ciencia de Dios. ÁLVARO DEL PORTILLO, Entrevista sobre el fundador del Opus Dei, Rialp, 9ª ed., Madrid 2001, p. 169 Fuente: Plabras de diciembre de 1973 (Testimonio del autor)

[Aludiendo a sus continuas visitas de un santuario mariano a otro, decía expresivamente:] Yo no hago más que encender velas; y seguiré haciéndolo mientras tenga cerillas.

ÁLVARO DEL PORTILLO, Entrevista sobre el fundador del Opus Dei, Rialp, 9ª ed., Madrid 2001, p. 170

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Fuente: Notas de una conversación familiar, 23-V-1975, contemplando el retablo de Torreciudad (AGP, biblioteca, P01, VII-1975, pp. 185-188).

Es todo un señor retablo. ¡Qué suspiros van a echar aquí las viejas.... y la gente joven! ¡Qué suspiros! ¡Bien! Sólo los locos del Opus Dei hacemos esto, y estamos muy contentos de ser locos... ¡Muy bien! Lo habéis hecho muy bien. Habéis puesto tanto amor aquí.... pero hay que terminar, hay que llegar hasta el final. Sin prisa, cuidad de la colocación de la imagen de la Virgen.

[Visiblemente emocionado, mientras daba la vuelta al altar y miraba la nave, exclamó:] ¡Qué bien se va a rezar aquí!

ÁLVARO DEL PORTILLO, Entrevista sobre el fundador del Opus Dei, Rialp, 9ª ed., Madrid 2001, p. 171 Fuente: Testimonio del autor

[Observó en 1968:] A la Virgen de Torreciudad no le pediremos milagros externos. En cambio, sí que nos

dirigiremos a Ella para que haga muchos milagros interiores, cambios en las almas, conversiones. ÁLVARO DEL PORTILLO, Entrevista sobre el fundador del Opus Dei, Rialp, 9ª ed., Madrid 2001, p. 173 Fuente: Testimonio del autor

Possum! (cfr. Mt 20, 22), ¡puedo!, no por mis fuerzas sino in eo qui me confortat (Fil 4, 3), con la fuerza de Dios. ÁLVARO DEL PORTILLO, Entrevista sobre el fundador del Opus Dei, Rialp, 9ª ed., Madrid 2001, p. 174 Fuente: Notas de una meditación 19-III-1960 (AGP, biblioteca, P01, XII-1961, p. 12).

Nuestra vocación exige una santidad heroica. Santidad heroica: es una exigencia de la llamada que hemos recibido. Debemos ser santos de verdad, santos auténticos: si no, hemos fracasado. ÁLVARO DEL PORTILLO, Entrevista sobre el fundador del Opus Dei, Rialp, 9ª ed., Madrid 2001, p. 175 Fuente: Testimonio del autor

Cuando yo era todavía seminarista, fui muy amigo del Vicepresidente del Seminario de San Carlos. Se llamaba don Antonio Moreno. Por amistad y especialmente por caridad —a mí no me gustaba nada—, alguna vez, cuando bajaba a su habitación, accedía a jugar al dominó con él. Recuerdo que tenía que dejarme ganar porque, si no, no se quedaba contento y hasta se molestaba. Para mí, que estaba decidido a aprender de los sacerdotes que gastaban su vida por el Señor, aquellos eran unos ratos muy agradables, porque ese sacerdote demostraba mucho espíritu sacerdotal, mucha experiencia pastoral y era muy humano. Me contaba anécdotas muy gráficas, con gran sentido sobrenatural y pedagógico, que me hacían un bien enorme. ÁLVARO DEL PORTILLO, Entrevista sobre el fundador del Opus Dei, Rialp, 9ª ed., Madrid 2001, p. 177 Fuente: Testimonio del autor

[De un médico, que era un auténtico genio, pero muy raro; tanto que no tenía ni un amigo y vivía en la más completa soledad. El Padre le buscaba con relativa frecuencia y, en señal de afecto, le invitaba a comer de vez en cuando a nuestra casa].

A éste ya no le quiere nadie, le huyen, y tiene que encontrar el cariño en nosotros. ÁLVARO DEL PORTILLO, Entrevista sobre el fundador del Opus Dei, Rialp, 9ª ed., Madrid 2001, p. 177 Fuente: Testimonio del autor, hacia 1953 [Después de hacerse un análisis de sangre entramos en un bar de la Piazza Esedra para desayunar: pedí un café con leche, y un croissant para cada uno. Cuando nos habían servido se acercó una pordiosera a nuestro Fundador pidiéndole limosna. Le respondió inmediatamente:]

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No tengo dinero; lo único que tengo, porque me lo dan [-dijo, porque pagaba yo-] es este desayuno: tómelo y que Dios le bendiga.

[Me apresuré a ofrecerle el mío, añadiéndole que pediría otro, pero repuso:] No, no, está bien así, ya he desayunado. [Entonces intervino la cajera: «Tórnese otro, a esa pobre mujer se lo paga la casa».] -No, no, quédese tranquila, no necesito absolutamente nada.

ÁLVARO DEL PORTILLO, Entrevista sobre el fundador del Opus Dei, Rialp, 9ª ed., Madrid 2001, p. 180 Fuente: Testimonio del autor

[Cuando la persecución contra el Opus Dei alcanzó su momento más álgido, y en 1941 el Obispo de Madrid decidió dar in scriptis la aprobación a la Obra, Mons. Eijo y Garay fue objeto de diversas críticas. A nuestro Fundador le pareció que Mons. Eijo se estaba arriesgando excesivamente, también porque había quedado vacante la sede primada de Toledo y corrían rumores de que tenía muchas posibilidades de ser nombrado. Por eso un día le dijo:]

Señor Obispo, no me defienda más, abandóneme. [Don Leopoldo le preguntó sorprendido: [¿Por qué me dice esto?] - Porque defendiendo al Opus Dei, se está jugando la mitra de Toledo. [El Obispo de Madrid le miró y repuso: Josemaría, me juego el alma. No puedo abandonarle ni a

usted, ni al Opus Dei.] ÁLVARO DEL PORTILLO, Entrevista sobre el fundador del Opus Dei, Rialp, 9ª ed., Madrid 2001, p. 180 Fuente: Testimonio del autor

[Se refería muchas veces a la virtud de la pobreza con una expresión muy significativa:] La pobreza, gran señora mía.

ÁLVARO DEL PORTILLO, Entrevista sobre el fundador del Opus Dei, Rialp, 9ª ed., Madrid 2001, p. 181 Fuente: Testimonio del autor

[Aplicaciones concretas para vivir el desprendimiento:] No tener nada como propio; no tener nada superfluo; no lamentarse cuando falta lo necesario;

cuando se puede escoger, elegir la cosa más pobre, menos simpática; no maltratar los objetos que usamos; hacer buen uso del tiempo. ÁLVARO DEL PORTILLO, Entrevista sobre el fundador del Opus Dei, Rialp, 9ª ed., Madrid 2001, p. 181 Fuente: Testimonio del autor

[La pobreza acompañó a la Obra desde sus primeros pasos y así será siempre. Uno de los primeros en pedir la admisión fue Luis Gordon, que gozaba de buena posición económica; nuestro Padre me contó más de una vez que había pensado que Luis sería un buen apoyo para las iniciativas apostólicas, también desde el punto de vista humano. Pero el Señor dispuso otra cosa: Luis se puso enfermo y murió muy joven. Al relatármelo, observaba:]

Fue providencial que se muriese Luis, porque así el Opus Dei continuó naciendo en la más grande pobreza: si hubiese vivido, hubiésemos tenido medios materiales, medios temporales, que quizá nos hubiesen producido daño. Era menester que la Obra naciese en la pobreza, como nació Jesús en Belén. ÁLVARO DEL PORTILLO, Entrevista sobre el fundador del Opus Dei, Rialp, 9ª ed., Madrid 2001, p. 182 Fuente: Carta, 27-I-1939, a don Francisco Morán, Vicario general de la diócesis de Madrid.

El próximo sábado, salgo para Bilbao, León... y no sé si S. Sebastián. Después... Zaragoza y quizá Sevilla. Y todo, Padre, sin un céntimo: he hecho propósito serio —¿locura? bueno: pues, locura— de no recibir nunca estipendios para Misas, que eran la única entrada económica que

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podía tener ahora. Así puedo celebrar, con frecuencia, por mi Señor Obispo y por mi D. Francisco, y por estos hijos de mi alma.... y por mí, Sacerdote pecador. ÁLVARO DEL PORTILLO, Entrevista sobre el fundador del Opus Dei, Rialp, 9ª ed., Madrid 2001, p. 183 Fuente: Carta a don Eliodoro Gil, 19-I-1935.

[Después de haber nombrado San Nicolás como intercesor en las necesidades económicas] ¿Sabes que San Nicolás de Bari es... nada menos que el Administrador General de la Obra de

Dios? ¡Menuda le ha caído encima! ÁLVARO DEL PORTILLO, Entrevista sobre el fundador del Opus Dei, Rialp, 9ª ed., Madrid 2001, p. 183 Fuente: Testimonio del autor

[Encontrándose en una situación económica apurada tuvo la inspiración de nombrar a San Nicolás Intercesor del Opus Dei para las cuestiones económicas. En un primer momento pensó condicionar el nombramiento a la solución del problema que le agobiaba; pero después, con una reacción profundamente sobrenatural, rectificó su postura y, dirigiéndose al santo, exclamó:]

Desde ahora te nombro Intercesor, independientemente de que me resuelvas esa dificultad. ÁLVARO DEL PORTILLO, Entrevista sobre el fundador del Opus Dei, Rialp, 9ª ed., Madrid 2001, p. 186 Fuente: Palabras en 1959 (Testimonio del autor)

[Un día de 1959, visitaba las obras de Villa Tevere. Mientras nos desplazábamos de una zona a otra, Jesús Álvarez Gazapo, el arquitecto que dirigía las obras, iba encendiendo y apagando las luces. Nuestro Fundador se dio cuenta de que ninguno de nosotros le ayudaba, quizá porque no sabíamos dónde estaban los interruptores. Después no dejó de reprendernos, explicándonos que debíamos haber ayudado a aquel hermano nuestro, porque la verdadera caridad lleva a no dejarse servir. Y añadió:]

Este es el espíritu de la Obra: no hacer el “señor”, consintiendo que los demás trabajen para nosotros. Yo cumpliré dentro de poco casi sesenta años, pero tengo verdaderas ganas de correr junto a él y ayudarle. ÁLVARO DEL PORTILLO, Entrevista sobre el fundador del Opus Dei, Rialp, 9ª ed., Madrid 2001, pp. 186-187 Fuente: Testimonio del autor

[Criterios concretos de espíritu de pobreza:] - No tener ni usar cosa alguna como propia. - No tener cosa alguna superflua. - No quejarse cuando falta lo necesario. - Cuando se puede elegir, tomar para sí lo peor. - No crearse necesidades. - No llevar nunca dinero en el bolsillo.

ÁLVARO DEL PORTILLO, Entrevista sobre el fundador del Opus Dei, Rialp, 9ª ed., Madrid 2001, p. 188 Fuente: Testimonio del autor

[Cuando era seminarista y estudiaba en la Universidad Pontificia de Zaragoza, había anotado en un cuaderno, junto a los apuntes de las clases, algunas máximas de su profesor de Derecho Canónico, don Elías Ger. Le resultaban útiles por su contenido práctico y sus enfoques pastorales. Un día de 1926, en un momento en que tenía necesidad de una determinada gracia, pensó en ofrecer a Dios aquel cuaderno:]

Señor, si me haces esto, yo quemo ese cuaderno. Era una reacción propia de un chico joven. Pero enseguida me entró el pensamiento de que era poco generoso y de que me había apegado demasiado a mis papeles, e inmediatamente quemé todos los apuntes.

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ÁLVARO DEL PORTILLO, Entrevista sobre el fundador del Opus Dei, Rialp, 9ª ed., Madrid 2001, p. 188 Fuente: Testimonio del autor

[En lo que se refiere a los regalos, su criterio era también muy severo: no sólo no aceptaba lo que no se permitiría un pobre, sino que rechazaba los objetos superfluos, aunque fuesen regalados. Nos enseñó también a no ceder en este campo, y disponer sólo de lo necesario. Con frase expresiva nos explicaba:]

Si nos regalan un elefante blanco, no lo meteremos en casa. ÁLVARO DEL PORTILLO, Entrevista sobre el fundador del Opus Dei, Rialp, 9ª ed., Madrid 2001, p. 189 Fuente: Testimonio del autor

[Refiriéndose a la copia de la imagen del Niño Jesús de las Agustinas recoletas del Patronato de Santa Isabel, de Madrid, a la que tenía tanta devoción:]

Álvaro, he pensado regalar este Niño Jesús al Colegio Romano de la Santa Cruz; será la primera piedra de su sede definitiva. ÁLVARO DEL PORTILLO, Entrevista sobre el fundador del Opus Dei, Rialp, 9ª ed., Madrid 2001, p. 189 Fuente: Testimonio del autor

[En la dirección espiritual evitaba por todos los medios que las almas se apegasen a su persona. Desde que le conocí, aconsejaba de vez en cuando a los que se dirigían con él:]

Hoy, vete a confesar con otro. ÁLVARO DEL PORTILLO, Entrevista sobre el fundador del Opus Dei, Rialp, 9ª ed., Madrid 2001, p. 190 Fuente: Relación manuscrita, 24-VI-1933 (AGP, biblioteca, P01, 1985, pp. 625-626).

El jueves, vísperas del Sagrado Corazón, por primera y única vez desde que conozco la Voluntad de Dios, sentí la prueba cruel que hace tiempo me anunciara el P. Postius (Cuando, al ser disuelta por el desgobierno actual la Compañía, perdí de vista al P. Sánchez una temporada y me atendió el P. Juan Postius).

A solas, en una tribuna de esta iglesia del Perpetuo Socorro, trataba de hacer oración ante Jesús Sacramentado expuesto en la Custodia, cuando, por un instante y sin llegar a concretarse razón alguna —no las hay—, vino a mi consideración este pensamiento amarguísimo: “¿y si todo es mentira, ilusión tuya, y pierdes el tiempo.... y —lo que es peor— lo haces perder a tantos?”

Fue cosa de segundos, pero ¡cómo se padece! Entonces, hablé a Jesús, diciéndole: “Señor (no, a la letra), si la Obra no es tuya, desbarátala ahora mismo, en este momento, de manera que yo lo sepa”.

Inmediatamente, no sólo me sentí confirmado en la verdad de su Voluntad sobre su Obra, sino que vi con claridad un punto de la organización, que hasta entonces no sabía de ningún modo solucionar. ÁLVARO DEL PORTILLO, Entrevista sobre el fundador del Opus Dei, Rialp, 9ª ed., Madrid 2001, pp. 190-191 Fuente: Carta, 25-IX-1941 a don Álvaro del Portillo (AGP, biblioteca, P01, 1985, p. ,629-634).

Jesús te me guarde, Álvaro. Llovizna, y nos hemos refugiado en el hotel. Es esta una vida de comodidad que me da

verdadero fastidio. Sin embargo, estoy seguro de que algunos ratos es muy fecunda. Ayer celebré la Santa Misa por el Ordinario del lugar, y hoy ofrecí el Santo Sacrificio y todo lo

del día por el Soberano Pontífice, por su Persona e intenciones. Por cierto que, luego de la Consagración, sentí impulso interior (segurísimo, a la vez, de que la Obra ha de ser muy amada por el Papa) de hacer algo que me ha costado lágrimas: y, con lágrimas que me quemaban los ojos, mirando a Jesús Eucarístico que estaba sobre los corporales, con el corazón le he dicho de verdad: “Señor, si Tú lo quisieras, acepto la injusticia”. La injusticia ya imaginas cuál es: la destrucción de toda la labor de Dios. Sé que le agradé. ¿Cómo me iba a negar a hacer ese acto de unión con su

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Voluntad, si me lo pedía? Ya otra vez, en 1933 6 1934, costándome lo que sólo Él sabe, hice otro tanto.

Hijo mío: ¡qué hermosa mies nos prepara el Señor, después que nuestro Santo Padre nos conozca de verdad (no, por calumnia) y nos sepa —tal como somos— sus fidelísimos, y nos bendiga! Se me vienen ganas de gritar, sin importarme del qué dirán, ese grito que a veces se me escapa cuando os hago la meditación: ¡Ay, Jesús, qué trigal!

Alvarote: pide mucho y haz pedir mucho por tu Padre: mira que permite Jesús que el enemigo me haga ver la enormidad desorbitada de esa campaña de mentiras increíbles y de calumnias de locos; y el animalis homo se alza, con impulso humano. Por la gracia de Dios, rechazo siempre esas reacciones naturales, que parecen y tal vez son llenas de sentido de rectitud y de justicia; y doy lugar a un «fiat» gozoso y filial (de filiación divina: ¡soy hijo de Dios), que me llena de paz, de alegría, y de olvido. ÁLVARO DEL PORTILLO, Entrevista sobre el fundador del Opus Dei, Rialp, 9ª ed., Madrid 2001, pp. 194-195 Fuente: Notas de una reunión familiar, 13-VIII-1974 (AGP, biblioteca, P04, 1974, vol. II, pp. 509-510).

En los primeros años —ahora, más— mis amistades eran muy numerosas ( ... ). Don Álvaro me habla de una vieja marquesa que ha muerto hace poco, con cerca de noventa años, pero que entonces era joven y, según decían, guapa. Yo coincidía con ella y con su marido en casa de unos amigos comunes, una vez a la semana, a almorzar. Un día se me acercó un artista, pintor —bastante bueno pero sin clientela, y lo pasaba muy mal económicamente—, a ver si le proporcionaba trabajo. Durante uno de aquellos almuerzos, se me ocurrió preguntar a la marquesa

-¿Te vendría bien que te hicieran un retrato? Se trata de un pintor joven, sin nombre, pero de valía. Pintará un cuadro aceptable y además no te costará demasiado caro. Cuánto, no lo sé; pero no te costará mucho.

-Ah, sí, encantada; como quiera, me contestó. -Muy bien. Llamé al pintor, fue, y ella estuvo posando una hora. Después le dio un maletín con unos trajes

de ella y le dijo: -Márchese porque no deseo posar más. Pasaron unos días. Vino el pintor a verme y me dijo: - Bueno, yo necesitaría saber de qué color son los ojos de la señora Marquesa. Y yo: Pues no lo sé. Hace años que somos amigos. Nos encontramos con mucha frecuencia y

nos queremos, pero no se me ha ocurrido mirar nunca de qué color tiene los ojos. ¡Gracias a Dios, que no se me ocurría! - Esto se arregla pronto, le aclaré. El jueves almuerzo con esta familia y otras familias amigas.

Pregúntame por la noche. Y por la noche no le pude contar más que una parte de lo sucedido, porque con ingenuidad

comenté en la mesa: - María, me ha pasado esto; me ha preguntado el pintor de qué color tienes los ojos y le he

respondido que no lo sé. - Pues míreme, Padre; tengo unos ojos de color verde, ¡estupendo! - Ahora los miro menos, ¡majadera!

ÁLVARO DEL PORTILLO, Entrevista sobre el fundador del Opus Dei, Rialp, 9ª ed., Madrid 2001, p. 195 Fuente: Testimonio del autor

[Explicaba que es muy distinto «ver» que «mirar»: ver es algo fisiológico, indiferente; mirar, en cambio, consiste en aplicar la voluntad observando con atención –calibrando los detalles–. No “miraba” a sus hijas, pero de un modo tan natural que no se notaba: no había nada raro o afectado en su persona. Muy a menudo le he oído preguntar con toda franqueza a mujeres que llevaban muchos años en el Opus Dei:]

¿Te conozco? [En realidad no era un pregunta, sino casi una afirmación:]

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No te conozco. ¿Cómo te llamas? [Y ellas no se ofendían, porque sabían que el Fundador nunca las miraba.]

ÁLVARO DEL PORTILLO, Entrevista sobre el fundador del Opus Dei, Rialp, 9ª ed., Madrid 2001, p. 195 Fuente: Testimonio del autor

[La virtud que más quería era la sinceridad. Solía hablar de] tres demonios, [tres modos de decir, que debíamos aborrecer:] es que, creí que, pensé que; [esto es, no teníamos que buscar excusas para justificar o disimular nuestros errores.] ÁLVARO DEL PORTILLO, Entrevista sobre el fundador del Opus Dei, Rialp, 9ª ed., Madrid 2001, p. 196 Fuente: Testimonio del autor

[No quería que sus hijos mintieran a sus padres, ni siquiera con la excusa de conseguir permiso para participar en alguna actividad formativa. Yo estaba presente el verano de 1941 cuando corrigió a un miembro del Opus Dei que había recurrido a esta estratagema, para poder asistir a un curso de retiro espiritual predicado por nuestro Fundador. Sus padres se oponían a su vocación, también porque les habían influido varias calumnias contra el Opus Dei. No encontró otra solución que inventar una mentira y decirles que se iba al campo. En cuanto lo supo nuestro Fundador, le advirtió muy seriamente:]

En adelante, ¡no más mentiras! El amor a la verdad debe prevalecer sobre todo lo demás. ÁLVARO DEL PORTILLO, Entrevista sobre el fundador del Opus Dei, Rialp, 9ª ed., Madrid 2001, pp. 196-197 Fuente: Testimonio del autor

[Una vez, un miembro de una familia real le manifestó, en el curso de una conversación, que deseaba contarle una cosa “bajo secreto de confesión”. Nuestro Fundador replicó inmediatamente:]

Alteza, está hablando con un sacerdote y con un hombre de honor, y eso debe bastarle: si me quiere decir alguna cosa en secreto de confesión, vamos a un confesonario, y tendré mucho gusto en recibir su confesión sacramental. ÁLVARO DEL PORTILLO, Entrevista sobre el fundador del Opus Dei, Rialp, 9ª ed., Madrid 2001, pp. 197-198 Fuente: Testimonio del autor

[Un día manifestó a los miembros del Consejo General:] Hijos míos Directores: no os sintáis disculpados o no os justifiquéis innecesariamente, para no

cumplir lo que está dispuesto. ¡Fieles!: porque dais el tono; porque marcáis el ritmo; porque la gracia de Dios, para vuestro

buen gobierno, discurre por esos cauces que son las disposiciones recibidas de Dios, a través de nuestras normas y costumbres.

No puede ocurrir con vosotros lo que burlonamente comenta el pueblo romano, al explicar las posturas de esas dos figuras de piedra que, en la “gradinata” de la plaza de San Pedro, representan a los dos Apóstoles.

Yo no me atrevo a afirmarlo; es más, digo que se trata de una expresión maliciosa, pero el vulgo viene repitiendo, desde hace años, que esas esculturas confirmarían una realidad de la vida de la Iglesia: porque en Roma —dicen— se hacen las leyes que obligan a toda la Iglesia, pero en el Vaticano se ignoran. Por eso, Pedro, con su mano dirigida hacia el suelo, aclara: «aquí se dictan las leyes». Y Pablo, con su brazo extendido hacia la ciudad, termina la frase: «y ahí se cumplen».

Cuando hay una disposición o se da una norma que se refiere al modo de vivir cristiano, tenemos que cumplirla puntualmente los Directores. Aunque no nos vean los demás, esa fidelidad tiene su importancia, porque siendo fieles o no siéndolo, hacemos o no hacemos caso a la gracia de Dios, y damos o no damos la sangre arterial de este órgano central y vital del cuerpo a los demás miembros.

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Por esto, en el Opus Dei, tanto los directores como los demás deben meditar y considerar en el examen de conciencia cómo cumplen esto que es de Dios y que expresamente Dios ha fijado en la Obra. ÁLVARO DEL PORTILLO, Entrevista sobre el fundador del Opus Dei, Rialp, 9ª ed., Madrid 2001, p. 199 Fuente: Testimonio del autor

[En 1958, el príncipe Carlo Pacelli me manifestó que el Santo Padre Pío XII deseaba que yo fuese Caballero de Honor y Devoción de la Orden de Malta. A mí la idea no me cayó bien: no me había atraído este título cuando era laico, y como sacerdote, me parecía fuera de lugar. Hablé de esto con el Padre, y me respondió:]

Si el príncipe Carlo Pacelli te lo vuelve a decir de parte del Santo Padre, debes obedecer. ÁLVARO DEL PORTILLO, Entrevista sobre el fundador del Opus Dei, Rialp, 9ª ed., Madrid 2001, p. 200 Fuente: Testimonio del autor

[Vivía el plan de mortificaciones aprobado por su confesor con gran espíritu de obediencia. Entre sus apuntes de conciencia, hemos encontrado esta nota:]

Desde el sábado, 17 de febrero de 1934, me ordena el P. S. este plan más suave: Todos los días sin excepción, menos los domingos: por la mañana, cuatro horas, dos cilicios. Lunes –disciplina– 3 Miserere. [Cada disciplina duraba el tiempo que tardaba en recitar tres Miserere, tres Laudate, etc.] Martes - 3 Laudate. Miércoles - 3 Benedictus. Sábados - 3 Magnificat. Los Viernes, disciplina, 3 Te Deum, 3 Magnificat y 3 Benedictus.

ÁLVARO DEL PORTILLO, Entrevista sobre el fundador del Opus Dei, Rialp, 9ª ed., Madrid 2001, p. 201 Fuente: Carta, 22-I-1940

No me hagas mortificaciones que puedan perjudicar tu salud o agriar tu carácter: la mortificación discreta y la penitencia discreta son indudablemente necesarias: pero la piedra de toque es el Amor. Ten, para la penitencia, esta norma de conducta: nada sin permiso expreso.

[Afirmaba que estas mortificaciones debían ser constantes, como] el latir del corazón. ÁLVARO DEL PORTILLO, Entrevista sobre el fundador del Opus Dei, Rialp, 9ª ed., Madrid 2001, p. 201 Fuente: Apuntes íntimos, 3-XI-1932

[Propósitos de un curso de retiro, octubre de 1932] 1. No mirar ¡nunca! 2. No hacer preguntas de curiosidad. 3. No sentarme más que cuando sea indispensable, y siempre sin apoyar la espalda. 4. No comer nada dulce. 5. No beber más agua que la de las abluciones. 6. Desde la comida o almuerzo del mediodía, no comer pan. 7. No gastar ni cinco céntimos, si, en mi lugar, un pobre de pedir no pudiera gastarlos. 8. No quejarme de nada nunca con nadie, como no sea por buscar dirección. 9. No alabar, no criticar. Deo omnis gloria!

ÁLVARO DEL PORTILLO, Entrevista sobre el fundador del Opus Dei, Rialp, 9ª ed., Madrid 2001, p. 202 Fuente: Palabras en 1945 (Testimonio del autor)

[Rechazaba cualquier trato de excepción cuando visitaba un Centro de la Obra, respetaba siempre sus planes y horario. En 1945 acabábamos de inaugurar en Bilbao la Residencia universitaria Abando, y

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el Padre fue a celebrar la primera Misa. Para festejar el acontecimiento, sus hijas encargadas de la administración doméstica de aquel Centro decidieron preparar una comida un poco especial. Nuestro Fundador observó que servían una botella de vino de marca, y preguntó si era normal en nuestras casas tomar en la mesa ese tipo de vino. Le acompañábamos tres o cuatro personas más. La doncella que servía la mesa respondió: “No, Padre, no lo servimos nunca”. Y nuestro Fundador exclamó, mientras se levantaba de la mesa:]

Entonces, tampoco me lo debéis dar a mí: me tratáis como si fuera un invitado y por esto dejo de comer. Hoy no como, así aprenderéis que no se actúa así, porque nuestra pobreza debemos vivirla siempre. ÁLVARO DEL PORTILLO, Entrevista sobre el fundador del Opus Dei, Rialp, 9ª ed., Madrid 2001, p. 203 Fuente: Testimonio del autor

[A mi juicio, el aspecto más importante de la penitencia heroica de nuestro Fundador fue su] ocultarse y desaparecer, [que constituyó el lema de su vida.] ÁLVARO DEL PORTILLO, Entrevista sobre el fundador del Opus Dei, Rialp, 9ª ed., Madrid 2001, p. 204 Fuente: Notas de una conversación 4-II-1975, en el avíon rumbo de Madrid a Caracas

[En un momento dado, con gran sorpresa por nuestra parte, entró en la cabina una hija suya, periodista rodesiana: había logrado llegar hasta allí con el firme propósito de darle las gracias por todo lo que la Obra había hecho por ella, conduciéndola primero a la conversión al catolicismo, y después a la vocación al Opus Dei. Nuestro Fundador contestó:]

Todos tenemos que agradecerle al Señor. [Y como ella insistía en darle las gracias personalmente, el Padre la interrumpió con cariño, pero

con decisión:] A mí no. Dios escribe una carta, la mete dentro de un sobre. La carta se saca del sobre, y el

sobre se tira a la basura. ÁLVARO DEL PORTILLO, Entrevista sobre el fundador del Opus Dei, Rialp, 9ª ed., Madrid 2001, p. 204 Fuente: Testimonio del autor

De nuestra santidad, de nuestra humildad depende que Dios dispense a manos llenas, a través de nosotros, su gracia.

[Pero no olvidaba que] el monumento se erige al artista; el pincel se tira: ha cumplido su función obedeciendo a las manos del artista. ÁLVARO DEL PORTILLO, Entrevista sobre el fundador del Opus Dei, Rialp, 9ª ed., Madrid 2001, p. 205 Fuente: Testimonio del autor

[Rehusó siempre los honores y los cargos. El 11 de febrero de 1933, Ángel Herrera, nombrado poco antes Presidente de la Acción Católica española, quiso hablar con don Josemaría: le informó de la noticia, todavía no oficial, de su propio nombramiento, y le ofreció un cargo importante. De acuerdo con el Nuncio, Ángel Herrera había proyectado la creación de un centro para la formación de sacerdotes que serían consiliarios de la Acción Católica en los diversos niveles, y propuso al Padre aceptar el nombramiento como director de ese centro. El Fundador de la Obra rechazó la propuesta. El presidente Herrera insistió, y le hizo notar que se trataba de un puesto clave, de gran responsabilidad, ya que en aquella casa se reunirían los mejores sacerdotes de España; el Padre le respondió que precisamente por eso no podía aceptar un puesto tan importante:]

Además, hay muchos otros que lo harán mejor que yo. ÁLVARO DEL PORTILLO, Entrevista sobre el fundador del Opus Dei, Rialp, 9ª ed., Madrid 2001, p. 205 Fuente: Testimonio del autor

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[Después de la guerra civil española, fue creciendo el prestigio de nuestro Fundador. Ante la eventualidad, nada remota, de ser elevado al episcopado, pidió permiso a su confesor, don José María García Lahiguera, para hacer voto de no aceptar jamás la carga o dignidad episcopal. Éste respondió que no se lo permitiría sin el consentimiento del obispo de Madrid. Por eso, durante una conversación con Mons. Leopoldo Eijo que tuvo lugar el 19 de marzo de 1941, el Padre se lo planteó. Después, anotó también esto entre los temas tratados con el Prelado:]

El Señor Obispo no me da el permiso. Y me disgusta de verdad. ÁLVARO DEL PORTILLO, Entrevista sobre el fundador del Opus Dei, Rialp, 9ª ed., Madrid 2001, p. 206 Fuente: Testimonio del autor

[Agradecía mucho las correcciones que recibía. Por esto planteó un “filial forcejeo” con la Santa Sede, para no privar al Presidente General del Opus Dei (como entonces se llamaba) de la corrección fraterna, que en la Obra es un medio de formación fundamental. Cuando presentó por primera vez a la autoridad eclesiástica nuestro Ius peculiare tuvo que superar las dificultades que le pusieron: le hicieron notar que, según una costumbre plurisecular, los Superiores mayores no pueden ser corregidos por sus súbditos. Pero nuestro Fundador no cedió, porque no quería verse privado de esta ayuda, replicó:]

No es posible. Todos los hijos míos tienen un medio que arranca del Evangelio, que es la corrección fraterna. Por ese procedimiento, los demás, aunque les duela, y tengan que vencerse ellos y los que la reciben, y tengan que ser humildes y mortificados, tienen un medio de santidad maravilloso. ¿Y yo que soy un pobre hombre, y los que me sigan a mí, que serán mejores que yo, pero también unos pobres hombres, no vamos a tener ese medio de santidad? ÁLVARO DEL PORTILLO, Entrevista sobre el fundador del Opus Dei, Rialp, 9ª ed., Madrid 2001, p. 207 Fuente: Testimonio del autor

[Al comienzo de los años 40, Manuel Aznar, un intelectual bastante conocido, al que se consideraba entonces el mejor periodista español, y que más tarde sería Embajador de España en los Estados Unidos le dijo al Padre: “¡Cómo me gustaría escribir su biografía!”. Y el Padre replicó:]

Mi biografía te la doy hecha: en el Santo Evangelio se lee como un resumen de la biografía de la vida de infancia del Señor, que se condensa en tres palabras: erat subditus illis: Jesús obedecía a María y a José. Después, en los Hechos de los Apóstoles, se lee otra biografía de Nuestro Señor, esta vez en dos palabras: pertransiit benefaciendo. Pues para mí basta con una sola palabra: ¡pecador! Pero un pecador que ama mucho a Jesucristo. ÁLVARO DEL PORTILLO, Entrevista sobre el fundador del Opus Dei, Rialp, 9ª ed., Madrid 2001, p. 212 Fuente: Testimonio del autor

[El Cardenal Ángel Suquía, escribió en 1942, refiriéndose a un curso de ejercicios en el que había participado como seminarista a finales de 1938: “Recuerdo aquel amor a Cristo que respiraban todas sus frases. Conservo imborrable recuerdo de aquellas palabras”:]

Amar a Cristo con locura, con enamoramiento, como un avaro su oro, como un negociante su negocio, como un amante a su amada, como un pobre desgraciado sus placeres sensuales. ÁLVARO DEL PORTILLO, Entrevista sobre el fundador del Opus Dei, Rialp, 9ª ed., Madrid 2001, pp. 214-215 Fuente: Testimonio del autor

[Durante la breve estancia de nuestro Fundador en Guatemala, con ocasión de su viaje a América Latina, en 1975, el Cardenal Casariego, Arzobispo de la Ciudad de Guatemala, manifestó muchas veces el deseo de recibir su bendición. La misma tarde en que llegó, cenaron juntos, y al final, el Cardenal se arrodilló y le pidió que le bendijera; entonces nuestro Fundador se puso de rodillas y le replicó:]

Yo no doy la bendición a un Cardenal. [Ante la insistencia del purpurado, se limitó a hacerle la señal de la cruz en la frente, ganándose su

amable protesta: «No me ha dado la bendición hoy, pero no le dejaré marcharse de Guatemala sin que lo

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haya hecho». El día de la partida, el Cardenal Casariego vino a buscarlo al Centro de la Obra donde estábamos alojados; entraron juntos en el oratorio y estuvieron unos momentos rezando. Al terminar, mientras el Padre se levantaba para salir, el Cardenal se interpuso y exclamó: «En la presencia de Jesús Sacramentado y delante de estos hijos suyos, ¡no me muevo de aquí, si no me da la bendición!».]

Mario, usted obtiene de mí lo que nadie consigue. ÁLVARO DEL PORTILLO, Entrevista sobre el fundador del Opus Dei, Rialp, 9ª ed., Madrid 2001, p. 216 Fuente: Testimonio del autor

[Desde 1950 tuvo que acudir al dentista con frecuencia: iba a la consulta de un buen amigo mío, el doctor Hruska. Le pedí que me entregase a escondidas, después de cada sesión, las piezas dentales extraídas, porque quería conservarlas. Aunque intentamos que no se diese cuenta, el Padre acabó enterándose. Y un día de 1961, mientras estaba yo ingresado en una clínica de Roma para someterme a una intervención quirúrgica, el Padre pidió a don Javier Echevarría que le ayudase a descubrir dónde las había guardado: estaba firmemente decidido a tirarlas, porque no quería que conservásemos ningún recuerdo de su persona. Le dijo:]

Vamos a buscar estas porquerías. ÁLVARO DEL PORTILLO, Entrevista sobre el fundador del Opus Dei, Rialp, 9ª ed., Madrid 2001, p. 216 Fuente: Testimonio del autor

[Su conducta y su predicación se distinguieron por la exaltación del valor de las situaciones más normales, y el empeño por imitar la vida oculta de Jesús. Repetía con frecuencia:]

A mí me bastan los milagros del Evangelio ÁLVARO DEL PORTILLO, Entrevista sobre el fundador del Opus Dei, Rialp, 9ª ed., Madrid 2001, p. 217 Fuente: Notas de una reunión familiar, 2-X-1968 (Testimonio del autor )

[El 2 de octubre de 1968 pasó el cuadragésimo aniversario de la fundación de la Obra en Pozoalbero, una casa de retiros en Jerez de la Frontera. También le acompañaba yo. Durante una tertulia familiar, agradeció a los que estaban allí que ninguno le hubiera preguntado sobre la fundación del Opus Dei: seguramente — añadió—, se le habría escapado alguna confidencia íntima. Entonces le preguntamos con insistencia cómo había intervenido el Señor en el nacimiento de la Obra, pero el Padre, con habilidad, eludió las preguntas. Después nos dijo en tono serio:]

Hijos míos: intencionadamente no he querido contaros nada. Yo os mentiría si os dijera que el Señor no ha tenido conmigo intervenciones extraordinarias. Las ha tenido siempre que han sido necesarias para la marcha de la Obra (...). Pero, muy especialmente en un día como hoy, no he querido contaros nada de eso, para que se os quede muy grabado, y lo repitáis en el futuro a vuestros hermanos, que el camino nuestro es lo ordinario: santificar las acciones vulgares y corrientes de cada día, hacer endecasílabos —poesía heroica— de la prosa diaria. ÁLVARO DEL PORTILLO, Entrevista sobre el fundador del Opus Dei, Rialp, 9ª ed., Madrid 2001, p. 217 Fuente: Testimonio del autor

[Las locuciones interiores fueron uno de los modos elegidos por el Señor para modelar el alma de nuestro Padre: eran, como solía explicar, locuciones] intelectuales, sin ruido de palabras, pero que permanecían como grabadas a fuego en mi alma. ÁLVARO DEL PORTILLO, Entrevista sobre el fundador del Opus Dei, Rialp, 9ª ed., Madrid 2001, p. 220 Fuente: Testimonio del autor

[Sucedió que unas chicas insidiaban a un miembro de la Obra. Pronto supimos que precisamente el día en que intentaban ponerle en un compromiso, nuestro Fundador se encontraba con unos hijos suyos y de repente exclamó:]

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En este momento un hermano vuestro necesita mucha ayuda. Vamos a rezar un Memorare por él.

[Debo precisar que la persona interesada no había tenido tiempo de informarle de nada. El peligro se desvaneció al instante.] ÁLVARO DEL PORTILLO, Entrevista sobre el fundador del Opus Dei, Rialp, 9ª ed., Madrid 2001, p. 220 Fuente: Testimonio del autor

[El Padre llamaba al Memorare] oratio saxum [porque la consideraba un apoyo seguro para aquel miembro de la Obra que le hiciera más falta en aquel momento.] ÁLVARO DEL PORTILLO, Entrevista sobre el fundador del Opus Dei, Rialp, 9ª ed., Madrid 2001, p. 223 Fuente: Testimonio del autor

[En Burgos, en 1938, un alto cargo de la administración pública amenazó con poner una denuncia calumniosa contra un miembro de la Obra, Pedro Casciaro, que corría el peligro de ser condenado a muerte. Nuestro Fundador intentó disuadir al acusador, para que no cometiera una injusticia tan grave: fue a verle, acompañado por el profesor José María Albareda. Nuestro Fundador salió entristecido y en silencio del despacho del funcionario; bajó las escaleras con la mirada baja, y como pensando en voz alta, dijo:]

Mañana o pasado, entierro. [Aquel mismo día, por la tarde, nuestro Fundador salió de casa en compañía de otro hijo suyo para

hacer unas gestiones: también a él le contó lo sucedido y con voz dolorida repitió, aludiendo a la familia del que acusaba a Pedro:]

Mañana o pasado, entierro. [Poco después, el que le acompañaba se paró de repente, y palideció: acababa de leer el anuncio de

la muerte repentina de aquel funcionario. Como era costumbre en Burgos, la esquela estaba colocada en los escaparates de los comercios y en los muros de las casas. Nuestro Fundador rezó un responso y dijo que había «interpretado» mal: al oír interiormente las palabras «mañana o pasado, entierro», había pensado que iba a morir un hijo de aquel hombre, que era de la misma edad que Pedro Casciaro, y en aquel momento se encontraba en el frente.] ÁLVARO DEL PORTILLO, Entrevista sobre el fundador del Opus Dei, Rialp, 9ª ed., Madrid 2001, pp. 224-225 Fuente: Apuntes íntimos (20-IV-1932).

Octava del patrocinio de S. José, 20-IV-32: Después, si tengo tiempo, tomaré muchas otras notas retrasadas. Ahora quiero anotar algo, que pone ¡una vez más! de manifiesto la bondad de mi Madre Inmaculada y la miseria mía. Anoche, como de costumbre, me humillé, la frente pegada al suelo, antes de acostarme, pidiendo a mi Padre y Señor San José y a las Animas del purgatorio que me despertaran a la hora oportuna. (...) Como siempre que lo pido humildemente, sea una u otra hora la de acostarme, desde un sueño profundo, igual que si me llamaran, me desperté segurísimo de que había llegado el momento de levantarme. (...) Me levanté y, lleno de humillación, me postré en tierra (...) y comencé mi meditación. Pues bien: entre seis y media y siete menos cuarto vi, durante bastante tiempo, cómo el rostro de mi Virgen de los Besos se llenaba de alegría, de gozo. Me fijé bien: creí que sonreía, porque me hacía ese efecto, pero no se movían los labios. Muy tranquilo, le he dicho a mi Madre muchos piropos.

Esto, que acabo de contar de intento con tantos y tan nimios detalles, me había sucedido otras veces. No le di importancia, no atreviéndome casi a creerlo. Llegué a hacer pruebas, por si era sugestión mía, porque no admito fácilmente cosas extraordinarias. Inútilmente: la cara de mi Virgen de los Besos, cuando yo positivamente, tratando de sugestionarme, quería que sonriera, seguía con la seriedad hierática que tiene la pobre escultura. En fin, que mi Señora Santa María, en la octava de San José, ha hecho un mimo a su niño. ¡Bendita sea su pureza!

Día de S. Marcos, 25-IV-32: Esta mañana estuve con mi padre Sánchez. Tenía decidido contarle lo del día 20: sentí cierta repugnancia o vergüenza. Me costó, pero se lo dije.

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ÁLVARO DEL PORTILLO, Entrevista sobre el fundador del Opus Dei, Rialp, 9ª ed., Madrid 2001, pp. 229-230 Fuente: Testimonio del autor (recuerdos del 27-IV-1954)

[El 27 de abril le inyecté la insulina cinco o diez minutos antes de comer. A continuación fuimos hacia el comedor. Poco después de bendecir la mesa, me pidió con voz entrecortada:]

Álvaro, ¡la absolución! [Yo no le entendí, no podía entenderlo. Dios permitió que no comprendiese sus palabras. Entonces

repitió:] ¡La Absolución! [Y por tercera vez, en muy pocos segundos, dijo:] ¡La Absolución!, ego te absolvo.... [En aquel instante perdió el conocimiento. Recuerdo que primero se puso intensamente rojo y

después de color amarillento, terroso. Y se quedó como muy encogido.] [Le impartí la absolución inmediatamente e hice lo que pude. Después de llamar al médico, le puse

azúcar sobre la lengua y le hice tomar un poco de agua para que pudiera tragar: no reaccionaba y el pulso era imperceptible. El médico, Miguel Ángel Madurga, miembro de la Obra, llegó al cabo de trece minutos, cuando el Padre empezaba a recuperar el conocimiento. Le tomó el pulso, la tensión, etc., y dio las oportunas indicaciones. Nuestro Fundador tuvo la delicadeza de preguntarle si había comido: ante su respuesta negativa, le hizo comer allí mismo y habló con él tranquilamente, respondiendo a sus preguntas. Cuando el médico salió, el Padre me dijo:]

Hijo mío, me he quedado ciego, no veo nada. [Yo le pregunté: Padre, ¿por qué no se lo ha dicho al médico?] Para no darle un disgusto innecesario; a lo mejor esto se me pasa. [Tuvo que quedarse varias horas en el comedor, porque no se podía mover y no quería preocupar a

nadie. Después, empezó a recuperar la vista y le acompañé a su habitación. Mirándose en el espejo, comentó:]

Ya sé como quedaré cuando esté muerto. [Le hice notar que estaba ya mucho mejor, y que tendría que haberse visto unas horas antes:

entonces sí que parecía un cadáver. Además, le había sucedido algo que, según dicen, ocurre a los que están en trance de muerte. El Padre me contó que el Señor le había concedido ver toda su vida en un instante, como en una película rapidísima: había tenido tiempo para pedirle perdón por todos los errores de los que se consideraba culpable, e incluso de algo que en su día no había acertado a comprender. Era esto: en una ocasión el Señor le hizo ver que moriría varios años después, según le pareció entender. Ahora, al verse morir, le pidió perdón también por no haberle comprendido.] ÁLVARO DEL PORTILLO, Entrevista sobre el fundador del Opus Dei, Rialp, 9ª ed., Madrid 2001, p. 232 Fuente: Notas de una conversación. 26-VI-1975 (Testimonio del autor)

[El 26 de junio de 1975, antes de salir de casa para ir a Castelgandolfo, a despedirse de sus hijas de Villa delle Rose, hacia las nueve y veinticinco, entró en la sala de comisiones, a donde había convocado a dos hijos suyos del Consejo General, un sacerdote y un laico, para encomendarles un encargo: quería que fuesen a ver de su parte a un profesional italiano, muy amigo del Santo Padre: se trataba del doctor Ugo Piazza, que estaba gravemente enfermo. Esta persona había manifestado su deseo de hablar con nuestro Fundador, precisando que no se trataba de temas relativos a su vida espiritual, porque en esto estaba bien atendido, sino solamente para contarle algunas noticias. El Padre rogó a estos hijos suyos que le hicieran saber que, como dentro de dos días iba a salir de Roma, le era imposible encontrar un rato para ir a verle; pero, si quería, podía comunicar aquellas noticias a un miembro de la Obra, bien un sacerdote o un laico. Añadió, con mucha fuerza e insistencia, que le dijesen estas palabras:]

Desde hace años, ofrezco la Santa Misa por la Iglesia y por el Papa. Podéis asegurarle -porque me lo habéis oído decir muchas veces- que he ofrecido al Señor mi vida por el Papa, cualquiera que sea. Nosotros estamos callados y procuramos trabajar mucho y con paz, aunque en la Iglesia haya algunos que no nos ven con simpatía.

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ÁLVARO DEL PORTILLO, Entrevista sobre el fundador del Opus Dei, Rialp, 9ª ed., Madrid 2001, pp. 233-235 Fuente: Notas de una reunión familiar, 26-VI-1975

[El 26 de junio de 1975 en Villa delle Rose, sus hijas respondieron con voz alta al saludo del Padre, y le dijeron que estaban muy contentas de que hubiera ido. El Padre les comentó sonriente:]

¡Qué buena voz tenéis! [Después se sentó en una silla, y me cedió a mí el sillón que le habían preparado. Repitió que estaba

a punto de marcharse de Roma, y añadió:] Tenía muchas ganas de venir. Estamos terminando estas últimas horas de estancia en Roma

para acabar unas cosas pendientes; de modo que ya para los demás no estoy: sólo para vosotras. [Después habló de que todos los cristianos deben tener alma sacerdotal y se detuvo tratando del

amor al Papa y a la Iglesia. Se refirió también a los tres primeros sacerdotes de la Obra y a los cincuenta y cuatro hijos suyos que recibirían la ordenación sacerdotal pocos días más tarde:]

Ayer celebraríais el aniversario de la ordenación de los tres primeros sacerdotes, y estaréis encomendando a los cincuenta y cuatro que se ordenan ahora. Cincuenta y cuatro: parecen muchos, y en estos momentos —pensando en lo que se sucede por ahí— es una cosa increíble. Sin embargo, son muy pocos: enseguida desaparecen. Como os digo siempre, esta agua de Dios que es el sacerdocio, la tierra de la Obra la bebe corriendo. Desaparecen enseguida.

Vosotras tenéis alma sacerdotal, os diré como siempre que vengo por aquí. Vuestros hermanos seglares también tienen alma sacerdotal. Podéis y debéis ayudar con esa alma sacerdotal; y con la gracia del Señor y el sacerdocio ministerial en nosotros, los sacerdotes de la Obra, haremos una labor eficaz.

[Le contaron algunas anécdotas apostólicas, y aprovechó para animarles a ser fieles en las cosas pequeñas de cada día, y en el cumplimiento de las prácticas de piedad del Opus Dei:]

Me imagino que aprovecháis el tiempo, y también que descansáis un poco, hacéis algo de deporte y alguna excursión.

Me imagino que, sobre todo, me cumplís muy bien las Normas [es decir, nuestras prácticas de piedad] y de todo sacáis motivo para tratar a Dios y a su Madre bendita, nuestra Madre, y a San José, nuestro Padre y Señor, y a nuestros Ángeles Custodios, para ayudar a esta Iglesia Santa, nuestra Madre, que está tan necesitada, que lo está pasando tan mal en el mundo, en estos momentos. Hemos de amar mucho a la Iglesia y al Papa, cualquiera que sea. Pedid al Señor que sea eficaz nuestro servicio para su Iglesia y para el Santo Padre.

[No dejó un solo momento de animar aquella conversación tan agradable y edificante. Una de las presentes le habló de los frutos apostólicos de una catequesis realizada en un país de América del Sur, y el Padre precisó:]

Ten en cuenta que no era fruto vuestro: era fruto de la Pasión del Señor, del dolor del Señor; de los trabajos y de las penas llevadas con tanto amor por la Madre de Dios; de la oración de todos vuestros hermanos; de la santidad de la Iglesia. Se manifestaba en apariencia como fruto de vuestro trabajo, pero no tengáis el orgullo de pensar que es así.

[La reunión fue breve: duró menos de veinte minutos, porque nuestro Padre comenzó a sentirse cansado. Antes de terminar, renovó el acto de amor a la Iglesia y al Papa que había pronunciado en tantas ocasiones. Pocos minutos después se sintió peor. Don Javier y yo le acompañamos a la habitación del sacerdote, donde descansó un poco. (…) Mientras iba hacia el garaje, se interesó por las hijas suyas con las que se iba encontrando y, con su buen humor habitual, bromeó:]

Perdonadme, hijas, por la lata que os he dado. Pax, hijas mías. [Después, desde el coche, saludó cariñosamente a las que nos abrieron la puerta del garaje:] Hijas mías, adiós.

ÁLVARO DEL PORTILLO, Entrevista sobre el fundador del Opus Dei, Rialp, 9ª ed., Madrid 2001, p. 236 Fuente: Testimonio del autor

[El 26 de junio de 1975 al volver de Villa delle Rose, saludó al Señor en el oratorio de la Santísima Trinidad y, como solía, hizo una genuflexión pausada, devota, acompañada por un acto de amor. A

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continuación subimos hacia mi despacho, el cuarto donde habitualmente trabajaba y, pocos segundos después de pasar la puerta, llamó:]

¡Javi! [Don Javier Echevarría se había quedado detrás, para cerrar la puerta del ascensor, y nuestro

Fundador repitió con más fuerza:] ¡Javi! [Y después, en voz más débil:] No me encuentro bien. [Inmediatamente el Padre se desplomaba en el suelo.]

ÁLVARO DEL PORTILLO, Entrevista sobre el fundador del Opus Dei, Rialp, 9ª ed., Madrid 2001, p. 238 Fuente: Testimonio del autor

[Desde hacía muchos años ofrecía a Dios su vida] y mil vidas que tuviera, [por la Santa Iglesia y por el Papa. Era la intención de todas sus Misas, y lo fue también de la que celebró el 26 de junio de 1975: aquel día el Señor aceptó su ofrecimiento.] ÁLVARO DEL PORTILLO, Entrevista sobre el fundador del Opus Dei, Rialp, 9ª ed., Madrid 2001, p. 251 Fuente: Testimonio del autor

[El 4 de octubre de 1957, había dicho al arquitecto Jesús Álvarez Gazapo las palabras que quería que se pusiesen sobre su propia tumba, aunque después aclaró que sólo era un deseo, y que podíamos decidir libremente. Son éstas:]

IOSEPHMARIA ESCRIVÁ DE BALAGUER Y ALBÁS

PECCATOR ORATE PRO EO

GENUIT FILIOS ET FILIAS

[Respecto a estas últimas palabras, comentó sonriendo:] Si queréis, podéis añadirlas. [Yo pensé, en la presencia de Dios, que no podíamos transcribir la primera parte, con mayor motivo

habiéndonos dejado libertad. Durante muchísimos años al Padre le había gustado firmar así:] Josemaría, pecador, o el pecador Josemaría. [Se definía a sí mismo como] un pecador que ama a Jesucristo.

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