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TEXTOS EN DIÁSPORA. EN AMÉRICA

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TEXTOS EN DIÁSPORA.

UNA ANTOLOGíA SOBRE

AFRODESCEN DIENTES

EN AMÉRICA

Page 4: TEXTOS EN DIÁSPORA. EN AMÉRICA

COLECCIÓN AFRICANÍA

Page 5: TEXTOS EN DIÁSPORA. EN AMÉRICA

TEXTOS EN DIÁSPORA.

UNA ANTOLOGíA SOBRE

AFRODESCENDIENTES

EN AMÉRICA

Elisabeth Cunin

Editora

INSTITUTO NACIONAL DE ANTROPOLOGÍA E HISTORIA

CENTRO DE ESTIJDIOS MEXICANOS y CENTROAMERICANOS

INSTITUTO FRANCÉS DE ESTIJDIOS ANDINOS

INSTITUT DE RECHERCHE POUR LE DÉVELOPPEMENT

Page 6: TEXTOS EN DIÁSPORA. EN AMÉRICA

Textos en diáspora. Una antología sobre afrodescendientes enAmérica / editora Elisabeth Cunin. - México: Instituto Nacionalde Antropología e Historia: Centro de Estudios Mexicanos yCentroamericanos, 2008.336 pp.; 21 cm. - (Colección Mricanía)

ISBN: 978-968-03-ú292-5

- 1.- Africanos en América. 2.- Población negra - América.3.- Negros en América. I. Cunin, Elisabeth, ed. 11. Ser.

Primera edición: 2008

D, R. © Instituto Nacional de Antropología e HistoriaCórdoba 45, col. Roma, México, D.E [email protected]

D. R. © Centro de Estudios Mexicanos y CentroamericanosSierra Leona 330, col. Lomas de Chapultepec,México, nF. 11000Ministére des AfTaires Étrangeres, PaIÍs, [email protected],mx

D. R. © Institut de Recherche pour le DéveloppementCicerón 609, Col. Los Morales, México, nr [email protected]

D, R. © Institut Francais d'Études AndinesAv. Arequipa 4595 - Miraflores, Lima 18, Perú[email protected]

ISBN: 978-968-03-0292-5

Todos los derechos reservados. Queda prohibida la reproduc­ción total o parcial de esta obra por cualquier medio o procedi­miento, comprendidos la reprografía y el tratamiento informá­tico, la fotocopia o la grabación, sin la previa autorización porescrito de los titulares de los derechos de esta edición.

Impreso y hecho en México

Page 7: TEXTOS EN DIÁSPORA. EN AMÉRICA

ÍNDICE

9 Nota prelilllinar

II Introducción. ¿Por qué una antología?

Elisabeth Cunin

31 Presentación del texto de Roger Bastide

Denys Cuche

39 Continuidad y discontinuidad de las sociedades y

culturas afroames-icanas

Roger Bastide

61 Raza y naturaleza. Sistellla de las lIlarcas.

Idea de grupo natural y relaciones sociales

Colette Guillaumin

93 El silencio de la Nación. Las "viejas Colonias"

COIllO lugar de definición de los dogmas

republicanos (1848-1905)

Myriam Cottias

139 El color de los hombres, principio de

organización social. El caso antillano

]ean-Luc Bonniol

Page 8: TEXTOS EN DIÁSPORA. EN AMÉRICA

165 La diáspora negra de las Américas. Reflexiones

sobre el modelo de hibridez de Paul Gilroy

Chnstine Chivallon

207 ¿Qué es "lo negro" en la cultura popular negra?

Stuart Hall

227 De la esclavitud al encarcelamiento masivo.

Pensar de nuevo la "cuestión racial"en

los Estados Unidos

Loic Waequant

261 Nuevos actores sociales y relegitimación del

Estado. Estado y construcción del movimiento

social de comunidades negras en Colombia

Carlos Efrén Agudelo

329 Acerca de los autores

Page 9: TEXTOS EN DIÁSPORA. EN AMÉRICA

NOTA PRELIMINAR

La idea de realizar antologías de textos poco difundidos en

América Latina en su traducción al español, responde a una

necesidad cada dia más apremiante: la de construir, sin exclu­

sividad y en la diversidad, argumentaciones y diálogos que

integren varias corrientes, tradiciones y culturas académicas.

En el caso de esta antología, el esfuerzo por realizar una edición

multirregional en América Latina (México, Perú, Argentina),

con la autorización de los editores originales, responde ade­

más a la ambición de corresponder a la movilidad y circulación

de la "diáspora africana" por una igual circulación de ideas y

conocimientos. La participación del Centro de Estudios Mexi­

canos y Centroamericanos (CEMCA), el Institut de Recherche

pour le Développement (IRD), el Instituto Francés de Estudios

Andinos (IFE,\), así como el interés del Instituto Nacional de

Antropología e Historia (INAH), en México, por incluir la obra

en su colección Africanía demuestran, si fuera necesario, que

la problemática no se circunscribe a los países o regiones con

mayor población afrodescendiente, sino que abarca ámbitos

más amplios y globalizados que necesitan para su comprensión

una visión plural y documentada.

Odilc Hoffmann, CEMCA

Patricc Vcrmcrcn, CFA

Hcnry Godard, IFEA

María Elisa Vclázqucz, INAH

Thornas Mouricr, IRD

Page 10: TEXTOS EN DIÁSPORA. EN AMÉRICA
Page 11: TEXTOS EN DIÁSPORA. EN AMÉRICA

INTRODUCCIÓN.

¿POR QUÉ UNA ANTOLOGÍA?

•Elisabeth Cunin*

En América como en Europa existe hoy una movilización

inédita alrededor de la llamada "cuestión negra", una serie de

propuestas de "leyes memoriales" ligadas a la conmemoración

de la esclavitud, así como iniciativas de patrimonialización y

comercialización de la "cultura negra" y reflexiones alrededor

de la introducción de medidas de "discriminación positiva".

La asociación de América Latina con un "paraíso racial", en

el cual no habria problemas de discriminación por su historia

de mezcla y convivencia entre grupos e individuos de los más

variados orígenes, nutrió el imaginario de generaciones de

observadores y académicos interesados en los procesos cultu­

rales y sociales. Desde hace varias décadas ha sido amplia­

mente criticada yse asume que correspondía a una doble

convergencia histórica entre un discurso político -el "mesti­

zaje" como mito de una nación homogénea en construcción

y búsqueda de legitimidad- y científico --la necesidad de

oponer un "modelo latinoamericano" (integración, continuum,

armonía) a uno "norteamericano" (segregación, dualismo, vio­

lencia)- que no permitía estudiar las formas específicas toma­

das por las relaciones sociales de "raza" y de "etnicidad" en el

sur del continente. Los años 1980-1990 se caracterizan por un

* lnstirur de Rcr.hcrche pour le Dcveloppcmcnr (tRIl).

li

Page 12: TEXTOS EN DIÁSPORA. EN AMÉRICA

Elisabcth Cunin

cambio fundamental en la relación con el "otro" en América

Latina: los Estados adoptan políticas multiculturales que re­

conocen de manera institucional la heterogeneidad de su po­

blación y la riqueza de sus diferentes aportes históricos y

culturales. Se enfatiza así el lugar asignado al "negro", has­

ta entonces concebido como ciudadano de segunda categoría

que, sin embargo, no había tenido los recursos para denun­

ciar la existencia de las jerarquías sociorraciales puesto que las

distinciones en función del origen no existían en el lenguaje

oficial. Estos cambios cuestionan tanto los modelos naciona­

les de reconocimiento de la diferencia, como la genealogía

de un estigma que se basa en la asociación entre "esclavo" y

"negro".

En un campo cientifico construido en referencia casi exclu­

siva a los conceptos anglosajones de "raza" y "etnicidad", nos

pareció pertinente proponer una traducción de textos de tra­

dición francófona sobre las poblaciones descendientes de es­

clavos en las Américas. Volver accesibles a un público hispano­

hablante (investigadores, estudiantes, militantes, etc.), escritos

destacados sobre los afrodescendientes corresponde, en primer

lugar, al deseo de favorecer la circulación de los conocimien­

tos y la pluralidad de los enfoques. Si bién es sabido que el

conocimiento es un bien público mundial, la estructuración

misma de los campos cientificos prohíbe, por el contrario, muy

a menudo, en los hechos, su difusión y apropiación, y tiende a

reproducir las hegemonías políticas y económicas. El primer

objetivo de esta antología consiste pues en dar a conocer, tra­

duciéndolos y difundiéndolos en América Latina,' una serie

I Se inscribe así en un proyecto más amplio de socialización y difusión de textos en

el marco de dos programas internacionales (2008-20 12): "Afrodcsccndientcs y

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Page 13: TEXTOS EN DIÁSPORA. EN AMÉRICA

Introducción. ¿Por qué unaantologia?

de textos representativos de los trabajos franceses, actuales o

más antiguos, sobre las poblaciones negras.

Otro objetivo de este libro es también recordar hasta qué

punto la reflexión teórica y la problemática de investigación

se afianzan en un marco político nacional. La aparición -o

no aparición- de un tema depende tanto de su pertinencia

en el campo científico, local o global, como del reconoci­

miento de su legitimidad fuera del marco académico. Por lo

tanto, la circulación de textos sólo toma sentido si se acompa­

ña de su contextualización, ahí y allá. De hecho, el campo de

la investigación afroamericanista contemporánea conoció

una polémica muy reveladora, iniciada por un artículo de

Pierre Bourdieu y Loíc Wacquant: "Sur les ruses de la raison

impérialiste" (Sobre las astucias de la razón imperialista, 1998), y

retomada en numerosos comentarios de investigadores, en

América Latina yen los Estados Unidos.' Los dos autores de­

nuncian la utilización de las categorías raciales norteameri­

canas para describir y analizar la situación brasileña. De ma­

nera general, plantean la cuestión de la globalización como

hegemonía, de la circulación transnacional de las categorías,

del papel de los "pasadores de fronteras" (intelectuales, funda­

ciones internacionales); y consideran que los conceptos cien­

tíficos, supuestamente objetivos, no son más que la expresión

de una soberanía intelectual, el reflejo de una "Me Donaldi­

zación" del pensamiento.

esclavitudes: dominación, identilicación y herencias en las Américas. Siglos XV-X-,(]"

(con el apoyo de la ANR, Agencia Nacional de Investigación de Francia) y "Slave,

Tradc, Slavery, Abolitions and their Lcgacics in European Histories and

Idcntitics" (bajo la responsabilidad del Centre Intcrnational de Recherche sur

les Esclavagcs, CIRf~~C, y con el apoyo de la Comunidad Europea).

, French (2000), Fry (2000) YHanehard (2003), entre otros.

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Page 14: TEXTOS EN DIÁSPORA. EN AMÉRICA

Elisabcth Cunin

Más allá de la cuestión de la imposición de las referen­

cias científicas estadounidenses, este libro quiere hacer énfasis

en la localización e historización indispensables de las cate­

gorías científicas, en la existencia de "tradiciones" nacionales

(Cardoso de Oliveira, 1998) que mezclan dimensiones polí­

ticas y científicas, en la necesidad de un análisis reflexivo de

estos "conceptos en diáspora", tomando en cuenta los con­

textos científicos, políticos, culturales en los cuales se anclan.

La complejidad estriba en que las mismas palabras ("raza" o

"negro" en el caso que nos interesa) no tienen el mismo sen­

tido en los Estados Unidos, en Francia o en México, tanto en

los usos de los actores sociales como en el lenguaje científico.

Por eso es importante concebir el diálogo entre disciplinas y

entre tradiciones académicas (regionales y nacionales) como

un elemento fundamental que permite deconstruir las ca­

tegorías con las cuales estamos trabajando; si bien la ruptura

con el esencialismo es uno de los enfoques más fuertes de

las ciencias sociales contemporáneas, también tendrían que

aplicárselo a sus propios conceptos.

Entre las "Arriéricas negras" y las "relaciones

sociales de raza"

Esta compilación se abre con un texto de Roger Bastide, con­

siderado en Franciacomo el "fundador" de una corriente de

estudios sobre las "Américas negras", título de su obra publi­

cada en 1967. Sin embargo, es interesante recordar que se

inspira, a nivel teórico, tanto de la sociología francesa de la

cual es heredero (y también critica, en particular, el enfoque

dominante en la época inspirado por Durkheim) como de dos

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Page 15: TEXTOS EN DIÁSPORA. EN AMÉRICA

Introducción. ('Por quéuna antologia?

corrientes de pensamiento estadounidenses, que contribuirá

a introducir en Francia: la Escuela de Chicago y la antropo-

. logía cultural (Cuche, 2006). Hay que precisar, por otra par­

te, como lo hace Denys Cuche, que Roger Bastide se familia­

rizó con los conceptos estadounidenses y con el universo de

la investigación latinoamericana durante su larga estancia

brasileña (1938-1951), añadiendo así un nivel suplementario

de complejidad a su papel de "pasador de fronteras" (de he­

cho, algunos de sus artículos publicados en Brasil no han sido

traducidos al francés). Si la obra de Bastide es ~oy objeto de

un redescubrimiento y de reediciones en Francia,' es sin duda

en Brasil (donde Bastide fue profesor de la Universidad de Sao

Paulo) que ha tenido más influencia. De hecho, en Francia el

campo científico de las relaciones interétnicas sigue siendo

extremadamente dividido (entre disciplinas y áreas geográ­

ficas) y poco visible (incorporado a laboratorios o departa­

mentos más amplios). Será necesario esperar los años 2000

para que la "cuestión negra" adquiera un estatus de objeto

de investigación legítimo, confirmando así hasta qué punto las

agendas científicas dependen de su contexto sociopolítico na­

cional, caracterizado por las reivindicaciones memoriales en

torno a la esclavitud, la creación de organizaciones negras

(africanas y antillanas), la amplificación de los debates sobre

el colonialismo y las migraciones.

El enfoque de Roger Bastide tiende a superar una oposi­

ción que estructuró el campo de los estudios sobre las po­

blaciones negras en las Américas: el famoso debate entre

Melville Herskovits y Franklin Frazier, entre continuidad y

, La obra Le; Amériques naires ha sido reeditada por la editorial L'Harrnattan, en

1996 Y en 2000.

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Page 16: TEXTOS EN DIÁSPORA. EN AMÉRICA

Elisabcth Cunin

discontinuidad, al cual sustituirá una reflexión inspirada de

G. Gurvitch sobre la "continuidad discontinua" y la "discon­

tinuidad continua". Haciendo énfasis en primer lugar en la

indispensable contextualización de las categorías de análisis,

Bastide recuerda que el debate Herskovits/Frazier d~be ser

ubicado en el marco de la sociedad estadounidense y no pue­

de ser transpuesto de manera automática a otras situaciones

sociohistóricas. Por otra parte, desconfiándose tanto del cultu­

ralismo norteamericano como del sociologismo francés, Basti­

de invita a estudiar los fenómenos culturales en sus "marcos

sociales" y a estar atento a las interacciones entre los indi­

viduos. Como lo precisa en el texto presentado más abajo:

"la dialéctica que nos interesa entre lo continuo y lo discon­

tinuo, siempre debe ubicarse dentro de otra dialéctica que es

la que existe entre, por un lado, los cambios que operan en un

grupo de la población -los descendientes de africanos- y,

por otro lado, las mutaciones de la sociedad global en la cual

se inserta, voluntariamente o no, este grupo".

Esta vía intermedia, que hace énfasis en los procesos de

adaptación a contextos sociales múltiples, en la articulación

entre fenómenos culturales y sociales, en la importancia de las

relaciones de poder, la encontramos más tarde, de manera

implícita o explícita, en gran número de trabajos franceses

referentes a la problemática de las sociedades posesclavistas en

las Américas (véase, en particular, el enfoque en términos de

creolización deJean Benoist, autor del prólogo de la edición

de 1996 de las ''Américas negras"). Sin embargo, en térmi­

nos generales, Bastide no hace escuela:' sus distintos escritos,

, L:nicarnente Francoisc Morin (Bastide, Morin, Raveau, 1974) y Denys Cuchc

(libro sobre el Perú negro (Cucho, 1981), secretario de redacción de la revista

Bastidiana), se ubican directamente cn la herencia de Bastide.

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Page 17: TEXTOS EN DIÁSPORA. EN AMÉRICA

Introduccián. ePor quéuna antologia?

muy diversos para ser reducidos a una corriente intelectual

homogénea, llegan también demasiado temprano a una Fran­

cia que permanecerá hermética a las temáticas étnicas hasta el

final del siglo xx. Sin embargo, una serie de trabajos precur­

sores, referentes a la inmigración (Sayad, 1978), al racismo

(Memmi, 1985; Taguíetl, 1987), a las relaciones interétnicas (De

Rudder, 1991; Poutignat y Streiff-Fénart, 1995), dan las orien­

taciones teóricas fundadoras de las investigaciones posteriores.

Éste es el caso del texto de Colette Guillaumin, publicado

por primera vez en 1977, precursor de los análisis sobre la

naturalización de las relaciones sociales a través de la -referen­

cia a la "raza" y también de las teorías feministas, francesas

y estadounidenses." Al articular relaciones sociales de género,

de clase y de "raza", los trabajos de C. Guillaumin caracteri­

zan la especificidad de la investigación francesa en términos

de "etnicización", de "racización" y de "racialización" que ha­

cen énfasis en el proceso de construcción de las categorías

y de los grupos, y anticipan los enfoques actuales sobre la

"intersecciorialidad" entre las formas de discriminación de

género, de clase y de "raza". A través de la deconstrucción

del concepto de "grupo natural" ("raza", "sexo"), pone de

manifiesto que éste desempeña sobre todo el papel de una

"máscara justificativa", que autoriza la imposición de clasfi­

caciones presentadas como evidentes. "Hablar de una especi­

ficidad de las razas, de los sexos, de una natural peculiaridad

de los grupos sociales, equivale a decir de manera sofisticada

que una 'naturaleza' particular es directamente productora de

una práctica social, y a hacer el impasse en la relación social que

" El "Frcnch Fcminism" constituye una "extraña construcción americana" para

retomar las palabras de Judirh Butlcr (en Fassin, 2005: 6).

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Page 18: TEXTOS EN DIÁSPORA. EN AMÉRICA

Elisabcth Cunin

esta práctica actualiza" (destacado por la autora). Se trata

pues de interesarse no por el objeto ("raza", "clase", "sexo")

sino por la relación que lo constituyó. Formación imaginaria,

científicamente legitimada, jurídicamente ratificada, la cate­

goría de "raza" adquiere una eficacia social temible. La na­

turalización inscribe así la dominación en el cuerpo de los

individuos y designa el lugar de los dominados, mientras que

deja indefinido él de los dominantes. A través de la referen­

cia a la "raza", el sistema de marca de los siglos XVI y XVII se

transforma en señales específicas que caracterizan a los acto­

res sociales, y que supuestamente preceden -¡son naturalesl-r­

las clasificaciones sociales y son la causa del estatuto de los

individuos. Las relaciones sociales (la esclavitud y también

el trabajo, las migraciones, el matrimonio, etc.), fabrican los

grupos: éstos "no son datos de la naturaleza sino más bien

datos naturalizados de las relaciones sociales" (subrayado por

la autora).

Un objeto privilegiado de estudio: las Antillas.

El "negro" entre esclavisrno y colonialismo

Gran número de investigadores franceses se centraron en las

Antillas y en Guyana, que permiten estudiar las cuestiones

étnicas y raciales, plantear la problemática de la esclavitud y

del colonialismo en un terreno suficientemente cercano para

beneficiarse de un cierto reconocimiento científico y suficien­

temente distante para no contradecir directamente el mito

del universalismo republicano francés.

El artículo de Myriam Cottias revela y critica esta tenden­

cia. Nos ubica inmediatamente en un desfase estimulante en

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Page 19: TEXTOS EN DIÁSPORA. EN AMÉRICA

Introducción. e"Por quéuna antología?

relación con América Latina: la cuestión de la abolición de

la esclavitud en las Antillas francesas (por primera vez en

1794, y luego, definitivamente, en 1848) no se planteó en los

mismos términos que en las naciones latinoamericanas, don­

de se inscribió en el marco de los procesos ligados a las inde­

pendencias. Este texto nos revela hasta qué punto el análisis

de las aboliciones y de las sociedades posesclavistas en gesta­

ción es portador de conocimientos renovados, tanto sobre

las sociedades colonizadas como sobre las metrópolis euro­

peas. Al sacar a la luz la producción de un "relato amnési­

co" de la historia nacional, que silencia su historia colonial

(en particular, la revolución de Santo Domingo y la partici­

pación de las colonias en la Revolución francesa), M. Cottias

muestra que el trabajo sobre las poblaciones alterizadas, mar­

~nadas, olvidadas, en una perspectiva de "análisis sincró­

nico" de la historia de la metrópolis y las colonias, enriquece

la comprensión de la historia dominante y oficial. Y deja

entrever las ambigüedades del modelo universalista republi­

cano que la Francia de la "crisis de los suburbios" (en 2005)

parece descubrir hoy.

El texto invita a este trabajo reflexivo sobre la producción

de conocimientos que constituye el hilo conductor de este li­

bro: los escritos de los historiadores del siglo XIX ocultan las

luchas contra la esclavitud y por la ciudadanía que ocurrieron

en las colonias, ya que no se inscriben en el esquema repu­

blicano de la Nación, asimilacionista y universal. Myriam

Cottias recuerda, sin embargo, que este "silencio de la Nación"

no impidió al Estado francés adoptar, respecto al Caribe en

particular, un conjunto de medidas administrativas especí­

ficas. Esta ambivalencia hace que las "viejas colonias" (las

Antillas y Reunión) no sean dignas de aparecer en la historia

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Page 20: TEXTOS EN DIÁSPORA. EN AMÉRICA

Elisabcth Cunin

nacional; pero no pertenecerán tampoco a la historia colo­

nial que se está escribiendo. En efecto, las poblaciones cari­

beñas ya se habrían beneficiado de la grandeza de la Repú­

blica, en adelante exportada hacia otros territorios, gracias

a la abolición de la esclavitud, misma que habría favorecido

"el mejoramiento de la raza humana" según las palabras de

Víctor Hugo. Hasta el punto que se invitó a los antiguos es­

clavos a asociarse a la misión civilizadora de Francia en sus

nuevas colonias, en particular en África ... Se ve así, con cla­

ridad, cómo el discurso sabio sobre las sociedades coloniales

y poscoloniales es inseparable de un proyecto republicano

que se apoyaba en una definición étnica y territorial de la

Nación en el siglo XIX.

El texto de Jean-Luc Bonniol da a conocer otra de las

orientaciones dominantes de los trabajos sobre el Caribe fran­

cés: el análisis del color como fundamento del orden social.

Se trata así de ubicar la reflexión sobre las Américas negras

en el corazón de la tensión entre naturaleza y cultura, donde

las apariencias son a la vez portadoras de una interpretación

social y de características biológicas. Interesándose por "el

prejuicio de color", que participa de la jerarquización de las

sociedades, el artículo nos suministra una arqueología de esta

ideología, "con el fin de sacar a la luz los diferentes estratos,

acumulados en diversas épocas, de un mismo esquema men­

tal". Contra toda reificación de las categorías raciales y con­

tra la tentación de su apropiación científica, J. L. Bonniol

muestra el carácter con textual de su significación y sus usos,

desde la mitología cristiana occidental hasta la "obsesión co­

lorista" de las colonias francesas, pasando por la instauración

de un orden esclavista o la lógica de inversión de las jerar­

quías por los intelectuales de la négritude (Césaire, Senghor).

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Page 21: TEXTOS EN DIÁSPORA. EN AMÉRICA

Introducción. (Por qué una antología'

En las Antillas, estos procesos históricos dan nacimiento a

una verdadera "línea de color", que favorece la puesta a dis­

tancia y la conservación del segmento blanco de la población

-calificado de "Békés" en Martinica-i-. Del otro lado de esta

barrera se encuentra la "gente de color" (uno piensa por su­

puesto en los "libres de todos colores" en América Latina), que

se inscribe en las "categorías del mestizaje", que combinan do­

minación sexual y opresión racial, y autorizan al mismo tiem­

po "estrategias de compensación" entre definiciones racial y

de clase. Así pues, a la visión dicotómica en "negro" y "blan­

co" de los Békés, se opone una representación en forma de

continuum para la mayoría de la población: lejos de ser unívoco

y homogéneo, el sentido otorgado a las categorías raciales

depende de la posición ocupada en la jerarquía sociorracial.

La diáspora negra revisada

El artículo de Christine Chivallon cierra este panorama de los

trabajos franceses sobre las Antillas y abre, al mismo tiempo,

nuevas perspectivas de investigación ligadas a la adopción

de los análisis en términos de diáspora y Atlántico negros.

Esta tendencia se inscribe en el contexto de la introducción

-tardía- en Francia de las reflexiones inspiradas de los es­

tudios subalternos, culturales y posmodernos, que dio naci­

miento a nuevos grupos de investigación sobre la "cuestión

negra" (Centre International de Recherche sur les Esclavages,

Institut des Diasporas Noires Francophones, etc.). Este texto

nos da así unas claves de comprensión de los desfases entre

espacios anglófonos y francófonos sobre la cuestión. Según

Paul Gilroy, autor del BlackAtlantic, mientras que el pueblo

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Page 22: TEXTOS EN DIÁSPORA. EN AMÉRICA

Elisabeth Cunin

judío sirvió de modelo para pensar el concepto de díáspora, el

pueblo negro de las Américas permitiría una nueva concep­

tualización de la noción. Se pasaría así de un enfoque clásico

que hace énfasis en la conservación de una conciencia unita­

ria y de una comunidad solidaria, ambas ligadas a la idea de

origen y territorio, a un nuevo concepto, la diáspora africa­

na, caracterizada por su hibridez y que se expresa en términos

de movilidad, interconexión y fluidez. La díáspora africana

se vuelve así ejemplar, como lo recuerda Christine Chival1on,

de "estas 'culturas viajeras' que.rompen con el esencialismo de

la tradición antropológica porque se muestran diversas y

deslocalizadas" .

Ahora bien, este nuevo modelo de la diáspora es cuestio­

nado a partir de las condiciones mismas de producción de

los conceptos científicos: ¿la significación de la diáspora pro­

viene de la experiencia de las personas dispersas? ¿O respon­

de a los proyectos teóricos de los investigadores? En otras

palabras, ¿las exigencias del pensamiento posmoderno (rup­

tura con el esencialismo, movilidad de las identidades, fin de

las categorías binarias) no producen el objeto que se va a

estudiar? ¿No se observa una confusión entre proyecto epis­

temológico y objeto de investigación, un deslizamiento entre

modelo teórico y modelo de identidad? Christine Chivallon

vuelve de nuevo sobre la contextualización del discurso cien­

tífico, en particular en términos de localización en el campo

universitario, y sobre el examen de la "postura epistemoló­

gica" movilizada para dar sentido a los conceptos.

La referencia al Black Atlantic constituye entonces un des­

vío heurístico que permite analizar mejor las sociedades anti­

llanas y propone nuevas pistas de investigación. En efecto, más

allá del modelo propuesto por Gilroy que opone la diáspora

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Page 23: TEXTOS EN DIÁSPORA. EN AMÉRICA

Introducción. ,Por qué una antología?

híbrida a la ideología nacionalista afrocentrista, Christine

Chivallon sugíere "dejar en suspenso" la cuestión de los orí­

genes y tomar en serio la diversidad y la ausencia de centra­

lidad comunitaria. La hibridez anglosajona remite al discurso

de la creolidad (créolité) antillana (Bernabé, Chamoiseau, Con­

fiant, 1993) y sufre la misma crítica de esencialización de las

fronteras de la alteridad y reificación de los criterios de per­

tenencia al universo cultural negro. Retomando a Edouard

Glissant, poeta y novelista martiniqués, en su concepto de

"identidad de la relación", se trata de alegar una sociabilidad

de red y una transversalidad, que dan la espalda a las lógí­

cas lineales de filiación y territorialización.

Prolongar la incursión en esta tradición anglosajona men­

cionada por Christine Chivallon, resulta entonces interesan­

te con el fin de entender mejor las variaciones ligadas a los

anclajes nacionales. En este sentido, el artículo de Stuart Hall

es particularmente útil ya que cuestiona la aparición del ca­

lificativo "black" en la cultura popular: "¿qué momento es

éste, para plantear una pregunta sobre la cultura popular

negra?" Retomando los trabajos de Cornel West, S. Hall men­

ciona tres elementos: el cuestionamiento del modelo europeo

de (alta) cultura, la imposición de los Estados Unidos como

centro de producción y circulación de una cultura globali­

zada, la descolonización del Tercer Mundo caracterizada

por la aparición de nuevos discursos y movimientos sociales.

Ahora bien, Stuart Hall nos recuerda que este análisis, por

pertinente que sea, debe ubicarse en el contexto estadouni­

dense, caracterizado por tradiciones cognoscitivas e intelec­

tuales particulares.

Es indispensable recordar que mientras los Estados Uni­

dos siempre han aceptado las diferencias étnicas, los países

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Page 24: TEXTOS EN DIÁSPORA. EN AMÉRICA

Elisabeth Cunin

europeos -con excepción de Gran Bretaña- al contrario

negaron, hasta muy recientemente, la diversidad de su pobla­

ción. El reconocimiento actual de una cultura popular ne­

gra en Francia, por ejemplo, debe ponerse en relación con

la "fascinación profunda y ambivalente" del posmodernismo

por la diferencia. Lo que está en juego en esta genealogía de

la cultura negra es la relación entre diferencia y poder, el

paso de la invisibilidad a una visibilidad perfectamente con­

trolada. En otras palabras, "un tipo de diferencia que no indi­

ca una diferencia de ningún tipo". Más allá de las oposiciones

binarias (cultura dominante/cultura popular, resistencia/in­

corporación, auténtico/falso, etc.), que corresponden gene­

ralmente a las preocupaciones de los investigadores, S. Hall

invita a tomar en serio este "directorio cultural negro" en

tanto resultado de procesos de adaptación y negociación, de

desciframiento y resignificación, Por último, el reconocimien­

to de la "cultura negra" habrá contribuido a poner un fin a

este "inocente concepto de un sujeto negro esencial", reno­

vando así las categorías de análisis sobre las identidades.

Dos caras de las Américas: el sistema

penitenciario y el multiculturaliamo

Por último, esta antología termina con dos textos que mues­

tran la divergencia de los análisis referentes al Norte y al Sur

del Continente Americano y que se podría resumir de ma­

nera ideal-típica por la referencia al sistema penitenciario de

una parte, y al multiculturalismo de la otra. En eljuego de es­

pejos entre América del Norte y del Sur, a menudo reducido

a una oposición entre los Estados Unidos y Brasil, un mode-

21

Page 25: TEXTOS EN DIÁSPORA. EN AMÉRICA

Introduccián. lPor qué unaantologia?

lo dual, sinónimo de segregación y violencia, permitiría, en

contraste, sacar a la luz un modelo latinoamericano caracte­

rizado por el mestizaje y la convivencia (calificado de "pa­

raíso racial"). Con todo, mientras que los actores utilizan un

vocabularío bastante cercano (negro, raza, etnicidad, esclavi­

tud, etc.), estos términos no tienen el mismo sentido, ni los

mismos usos de un contexto sociohistóríco a otro. De hecho,

los propios investigadores distan mucho de ponerse de acuer­

do sobre su significado. De las Américas negras de Bastide al

BlackAtlantic de Gilroy, se trata pues de estar atento al ancla­

je local de las categorías, prácticas y analíticas, que circulan

en un mundo globalizado.

Los trabajos de Loíc Wacquant son influidos por un en­

foque sociológico francés que se inspira, en particular, en las

obras de Emile Durkheim y Pierre Bourdieu, que se articula

con la problemática de las "relaciones raciales" en los Estados

Unidos, país que inventó una definición de la "raza" única

en el mundo por su rigidez. Elabora en su texto un modelo

de análisis de la sociedad estadounidense a través de cuatro

"instituciones", basadas en el control de la mano de obra y

el "encerramiento racial" (racial enclosure), que han contríbuido

a la definición y al control de los afroamerícanos: la esclavi­

tud, el sistema de Jim Crow, el ghetto y la prisión. Como no

han tenido acceso al estatuto de "grupo étnico", los afroame­

ricanos son objeto de una racialización que resulta del régi­

men de dominación propio de cada "institución" y que se

inscríbe, en cada época, en un conjunto de formas materia­

les y simbólicas. El sistema penitenciaría estadounidense, últi­

mo avatar de esta dominación de las poblaciones negras, no

nace por un aumento súbito del crímen: remite sobre todo a

la necesidad de reafirmar una barrera de casta en declive y

25

Page 26: TEXTOS EN DIÁSPORA. EN AMÉRICA

Elisabeth Cunin

de reforzar el régimen emergente de precariedad del trabajo,

en una economía posfordista desajustada. Esta "sociedad

carcelaria" llega a una naturalización de la asociación delin­

cuente-negro, y la definición racial se convierte así en sinó­

nimo de peligrosidad, en una sociedad que reconstruye su

"comunidad imaginada" en torno a la distinción dual entre

dos modelos normativos, los trabajadores respetables, por

una parte y un subproletariado asocial, por otra.

N sur del Continente, la cuestión del reconocimiento del

otro -negro e indígena- toma la forma de la introducción

de políticas multiculturales. Carlos Agudelo nos ubica en un

contexto -la Colombia de los años noventa- donde el "si­

lencio de la Nación" mencionado por Myriam Cottias deja

lugar a una fuerte afirmación del carácter "pluricultural y

multiétnico" de las naciones latinoamericanas, apoyada, o in­

cluso iniciada, por los Estados -y orientada por las agencias

internacionales-o Colombia es, en este sentido, un ejemplo

de esta transición de la ideología del mestizaje a la instaura­

ción de políticas multiculturales destinadas a ciertas poblacio­

nes, indígenas y negras, que en adelante se califican de afro­

colombianas. El texto nos muestra como la aparición de un

movimiento social étnico no se hace contra el Estado, sino

más bien en una lógica de negociación entre intereses que,

si son a veces convergentes, pueden también entrar en con­

tradicción. N analizar de manera detallada el contexto socio­

histórico de aparición de un actor étnico negro en Colombia

(crisis del Estado, movilización de las organizaciones cam­

pesinas del Pacífico, influencia de los nuevos discursos eco­

logistas, convergencia en torno a la Asamblea Constituyen­

te), el estudio de C. Agudelo confirma la pertinencia de las

reflexiones propuestas por R. Bastide, cuando invitaba a ubi-

26

Page 27: TEXTOS EN DIÁSPORA. EN AMÉRICA

Introducción. cPor qué unaantología?

car el estudio de las "Américas negras" en un "marco social"

más extenso.

Nos recuerda también que nos es imposible ahorrar una

mirada reflexiva sobre nuestras propias producciones sabias

y sobre la permeabilidad de la frontera entre ciencia y polí­

tica. Al destacar el papel desempeñado por los antropólogos

en la definición de la etnicidad afrocolombiana, según un cri­

terio identitario relacionado con la "ascendencia africana",

cuestiona la transferencia no crítica de categorías de análisis,

dotadas del poder de legitimación del discurso científico. Sin

embargo, los primeros debates de la Asamblea Constituyen­

te ya revelaban -pero los investigadores no querían acep­

tarlo en esa época- "el carácter fluido y heterogéneo de los

procesos de construcción de identidades que superan las vi­

siones rígidas y esencialistas de la cultura". Por otra parte, si

el reconocimiento de un actor étnico negro dista mucho de

seguir una dinámica homogénea y lineal, lo que está en jue­

go en la investigación se convierte entonces en el análisis

preciso de las formas específicas tomadas por los procesos de

"etnicización" y "racización", y su confrontación, en otras re­

giones colombianas (el Caribe, los espacios urbanos) y otros

países latinoamericanos.

Esta antología no pretende agotar el abanico de las pos­

turas y corrientes referidas a las Américas negras y sus con­

textos regionales, nacionales y transnacionales. Muchos te­

mas no se abordaron aquí (las religiones afroamericanas, las

culturas negras populares, la corporalidad, etc.). En cam­

bio se buscó dar a conocer algunas de las posturas -quizá

teóricas, pero nutridas de investigaciones empíricas- que

completan los enfoques más difundidos en América La­

tina, que a menudo vienen de la tradición anglosajona,

27

Page 28: TEXTOS EN DIÁSPORA. EN AMÉRICA

Elisabeth Cunin

para enriquecer las herramientas teóricas disponibles en

las investigaciones.

Bibliografia

Bastide, Roger; Francoise Morin y Francois Raveau (1974), Les

haüiens en France, París, La Haye, Mouton.

--- (1996 [1967]), LesAménques noues (prefacio de]. Benoist),

París, L'Harmattan.

Bernabe, Jean; Patrick Chamoiseau y Raphaél Confiant (1993),

L'éloge de la créolité, París, Gallimard.

Bourdieu, Pierre y Loíc Wacquant (1998), "Sur les ruses de la rai­

son impérialiste", Aclesde la Recherche en Sciences Sociales, núm.

121-122, marzo, pp. 109-118 (traducción al inglés: .Pierre

Bourdieu y Loic Wacquant (1999), "On the Cunning of Irn­

perialist Reason", Theory, Culture and Society, 16 (1), pp. 41-58).

Cardoso de Oliveira, Roberto (1988), Sobre opensamento anlropológico,

Río de Janeiro, Tempo Brasileiro/MCT/Cnpq.

Cuche, Denys (1981), Pérou negreo Les descendants des esclaves aJricains

du Pérou, París, L'Harmattan.

--- (2006), "Roger Bastide et 'l'École de Chicago' ", Basti­

diana, núm. 53-54, enero-junio, pp. 23-60.

Fassin, Eric (2005), "Prefacio", en]. Butler, Trouble dans legenre. Pour

unflminisme de la suboersion, París, La Découverte.

French,John (2000), "The Missteps of Anti-Imperialism Reason.

Bourdieu, Wacquant and Hanchard's Orpheus and Power",

Theory, Culture and Society, 17 (1), pp. 107-128.

Fry, Peter (2000), "Politics, Nationality and the Meanings of 'Race'

in Brazil", Daedalus, primavera, 129 (2).

28

Page 29: TEXTOS EN DIÁSPORA. EN AMÉRICA

Introducción. ,"Por qué una antología?

Gilroy, Paul (1993), The BÚlCk Atlantic. Modernuy andDouble Conscio­

usness, Londres, Verso.

Hanehard, Miehael (2003), ''Aets of Misreeognition: Transnational

Black Polities, Anti-Imperialism and the Ethnoeentrisms of

Pierre Bourdieu and Loíc Waequant", Theory, Culture and

Society, vol. 20 (4), pp. 5-29.

Memmi, Albert (1985), Ú racisme, Paris, Gallimard.

Poutignat, Philippe y Joeelyne Streiff-Fenart (1995), Théories de

l'ethnicité, París, Presses Universitaires de Franee.

Rudder, Véronique de (1991), "Le racisme dans les relations inter­

ethniques", L'Homme etlaSociété: Reoue Internationale deRecherches

et deSynthises en Sciences Sociales: Etat et Société Civile, vol. 102,

pp. 75-90.

Sayad, Abdelmalek (1978), Lesusages sociaux dela culture des immigrés,

Paris, CIEMM.

Taguieff, Pierre-André (1987), Laforce dupr~'ugé: essai sur le racisme et

ses doubles, Paris, La Déeouverte.

29

Page 30: TEXTOS EN DIÁSPORA. EN AMÉRICA
Page 31: TEXTOS EN DIÁSPORA. EN AMÉRICA

PRESENTACIÓN DEL TEXTODE ROGER BASTIDE

•Denys Cuche*

Evocar la investigación afroamericanista en Francia implica

necesariamente referirse a Roger Bastide (1898-1974), quien

introdujo el estudio de las Américas negras en la antropolo­

gía americanista francesa. En este campo, ocupa en Francia

un lugar comparable al de MelvilleJ. Herskovits en los Esta­

dos Unidos. No únicamente el de un precursor o pionero,

sino también como fundador de un campo específico de in­

vestigación. No ocupa este lugar solamente gracias a sus muy

numerosos trabajos de investigación, que enfocan aspectos

en extremo variados de las sociedades y culturas negras de

las Américas, principalmente en Brasil (cultos religiosos, tra­

diciones populares, creación literaria y artística, relaciones

raciales, problemas de identidad y de etnicidad, movimien­

tos de afirmación étnica, ete.). Lo ocupa, sobre todo, por su

voluntad de estructurar este campo de investigación dotán­

dolo de un aparato conceptual apropiado, privilegiando el

método comparativo a todos los niveles, poniendo en rela­

ción toda clase de datos dispersos, efectuando regularmente

batanees críticos de las investigaciones internacionales, empí­

ricas y teóricas, y realizando él mismo, en su ya clásica obra

• Universidad de la Sorbonne-Paris V. Traducción de Isabcl1c Combes, con el apoyo

del Instituto Francés de Estudios Andinos.

31

Page 32: TEXTOS EN DIÁSPORA. EN AMÉRICA

Denys Cuche

Les Aménques noires (Las Américas negras), publicada en 1967,

una de las pocas síntesis de los conocimientos adquiridos so­

bre estas sociedades y culturas.

El término de Américas negras se debe a Bastide, quien lo

ideó para designar al conjunto de las regiones del Nuevo Mun­

do que fueron culturalmente marcadas por la masiva presen­

cia de esclavos africanos y de sus descendientes. Sea en Amé­

rica del Norte, Central, del Sur o el Caribe, con una misma

herencia histórica: la esclavitud y el sistema de las plantacio­

nes, que desembocó, más allá de su diversidad, en cierta uni­

dad de las Américas negras, tanto en el plano social como

cultural.

El esfuerzo continuo y sistemático de Bastide por promo­

ver la investigación afroamericanista le permitió ganar, en vi­

da, una audiencia más allá de las fronteras nacionales. Sus

principales obras sobre los cultos y las culturas negras de las

Américas fueron traducidas a los principales idiomas habla­

dos en el Continente Americano (inglés, español, portugués).

Aunque su fallecimiento remonta a 1974, asistimos en los últi­

mos tiempos a un redescubrimiento de su obra: casi todos sus

libros son reeditados; sus artículos publicados (en portugués)

en Brasil entre 1938 Y 1953, Yprácticamente desconocidos en

Francia, son editados por la revista Bastidiana, nacida en 1993

en París.junto con sus textos todavía inéditos (como el presen­

te); tres coloquios internacionales tuvieron lugar desde 1992

sobre el pensamiento de Bastide, y sus actas fueron publicadas.

***

El texto que sigue: "Continuidad y discontinuidad de las socie­

dades y culturas afroamericanas", fue escrito originalmente

32

Page 33: TEXTOS EN DIÁSPORA. EN AMÉRICA

Presentación del texto deRoger Bastide

para una ponencia en un coloquio organizado en Jamaica

por el "Comité sobre las sociedades y las culturas afroameri­

canas" del Social Science Research Council de Nueva York.

Es un texto tardío en la producción de Bastide, ya que data de

1970. Se puede así considerar como un estudío que refleja

la madurez del autor en su campo de investigación, prácti­

camente representativo de la última etapa de su pensamien­

to antropológico sobre las Américas negras.

Este texto es revelador de la orientación general de la obra

afroamericanista de Bastide quien fue influenciado, en el ini­

cio de sus investigaciones, por los trabajos de dos autores esta­

dounidenses especialistas del mundo negro, el antropólogo

Melville J. Herskovits y el sociólogo Franklin E. Frazier. Los

análisis de éstos se oponían radicalmente, pues el primero

defendía la tesis de una continuidad casi total entre África y

las sociedades afroamericanas, mientras el segundo defendía

el enfoque de la discontinuidad, tesis que ya era la de Robert

E. Park, su profesor en la Universidad de Chicago. Sin embar­

go, Bastide se dístanció progresivamente de cada uno de ellos

y elaboró una antropología de las Américas negras, que es

una tentativa para ir más allá de la oposición radical entre

ambos puntos de vista.

Fue en Brasil, donde había sido nombrado en 1938 pro­

fesor de sociología en la Universidad de Sao Paulo (usr),donde Bastide tomó conocimiento de las publicaciones de

Herskovits y de Frazier. Había aceptado este trabajo preci­

samente porque deseaba desde varios años atrás iniciar una

investigación sobre los negros de Brasil y sus cultos de pose­

sión. Ahora bien, en el mundo universitario de Brasil de los

años 1930 y 1940, se leían y se comentaban a los sociólogos y

antropólogos estadounidenses -lo que no se hacía entonces

33

Page 34: TEXTOS EN DIÁSPORA. EN AMÉRICA

Denys Cuche

en Francia-. Bastide descubrió así la antropología cultural

estadounidense y la Escuela de Chicago, corrientes a las cua­

les pertenecían respectivamente Herskovits y Frazier.

Bastíde reconoció siempre lo que debía a los trabajos de

Herskovits y de Frazier, especialmente a los del primero a

quien estimaba mucho. Sin embargo, consideraba sus tesis,

la de la continuidad o la de la discontinuidad, como demasia­

do unilaterales, finalmente reductoras y, como lo dice en este

texto, en definitiva demasiado dependientes del contexto es­

pecífico de los Estados Unidos y de la cuestión de la integra­

ción de los negros en esta nación. Por su parte, Bastide buscó

constantemente esquivar las trampas tanto del "culturalismo"

-al cual reprochaba separar demasiado lo cultural de lo so­

cial, y no tener suficientemente en cuenta a las situaciones

sociales- como del "sociologismo", que subestima las diná­

micas culturales.

Para dar cuenta de la especificidad de las comunidades de

afrodescendientes de las Américas, ni africanas, ni asimila­

das, Bastide había creado la noción de "comunidad negra",

que le permitía cruzar factores sociales y factores culturales en

el análisis. Definía a las comunidades negras de esta manera:

[Son] las (... ) donde la presión del ambiente ha sido másfuerte que los retazos de la memoria colectiva desgasta­da por siglos de esclavitud, pero también donde la segre­gación racial no permitió la aceptación de los modelosculturales de sus antiguos amos por los descendientes deesclavos; en este caso, el negro tuvo que inventar nuevasformas de vida en sociedad en respuesta a su aislamiento,a su régimen de trabajo y a sus nuevas necesidades; lasllamaremos comunidades negras; negras, porque el blan­co queda afuera, pero no africanas, ya que estas comuni­dades han perdido el recuerdo de sus antiguas patrias(Bastide, 1967: 49).

34

Page 35: TEXTOS EN DIÁSPORA. EN AMÉRICA

Presentación deltexto deRoger Bastide

Lo que caracteriza la cultura de las comunidades negras, es

el fenómeno de "criolIización" (créolisation). Bastide fue uno de

los primeros antropólogos en utilizar este concepto venido de la

lingüística: el término ya estaba presente en LesAménques noires

y vuelve a aparecer en el texto que aquí presentamos -lo

cual resulta interesante--. Agregaba luego esta precisión, que

demuestra su constante atención hacia la situación social glo­

bal y en particular al problema de las relaciones raciales al

cual dedicó numerosos estudios: "No se puede entender cabal­

mente a las comunidades negras sin tomar en cuenta el hecho

que éstas existen en un mundo dirigido y controlado por los

blancos. Los negros, aun cuando son mayoritarios en núme­

ro, son siempre, en el Nuevo Mundo, cultural, económica y

políticamente minoritarios" (Bastide, 1967: 217-21.8).

Por esta razón, Bastide se alejó bastante rápido de la orien­

tación antropológica de Herskovits, centrada sobre la cuestión

de las supervivencias africanas en las Américas y cambió el en­

foque, introduciendo en sus análisis el concepto de resistencia

e inscribiendo claramente sus investigaciones en el marco de

la antropología dinámica: "Partí del estudio de las supervi­

vencias africanas en Brasil. Estas supervivencias se conocían,

naturalmente, antes de mis investigaciones, habían sido obje­

to de numerosos trabajos, pero sólo se les había dado una

definición 'culturalista'''. Y agrega: (...) "Por el contrario, fui

llevado a sustituir el punto de vista sociológico por el enfoque

culturalista, y a explicarlas a partir de problemas de conflic­

tos raciales o de metamorfosis de estructuras sociales. No

existen verdaderas supervivencias, sólo resistencias" (Basti­

de, 1998: 131).Colocando los fenómenos de resistencia en el centro del

análisis, relacionando estrechamente procesos culturales y

35

Page 36: TEXTOS EN DIÁSPORA. EN AMÉRICA

Denys Cuche

relaciones sociales, especialmente relaciones de poder entre

mayoritarios y minoritarios, Bastide abria el camino a una

antropología política de las Américas negras. Es por eso que,

como se puede apreciar en éste texto, daba tanta importan­

cia al análisis de las diferentes ideologías de los negros de las

Américas como al de sus cultos o sus prácticas culturales. Que­

ría así dar cuenta de las dinámicas propias de las sociedades

y de las culturas afroamericanas caracterizadas, según él, por

una doble dinámica: la de la continuidad discontinua y la de la

discontinuidad continua.

Bibliografia

Bastide, Roger (1967), LesAménques naires, París, Payot.

--- (1998), Ponencia inédita de 1972, publicada en Bastidiana,

23-24, julio-diciembre de 1998.

Principales obras deRoger Bastide sobre

lasAméricas negras:

Images du Nordeste mystique en noir et blanc, París, Actes Sud "Babel",

1995 (1 a. ed. en Brasil, 1945).

Poétes etdieux. Études ofro-brésiliennes, París, L'Harrnattan, 2002 (1 a. ed.

en Brasil, 1953).

Le Candomblé deBahia, París, Mouton, 1958.

Les religions ofricaines au Brésil, París, PUF, 1960.

Les Amériques noires, París, Payot, 1967 (trad. en español, Madrid,

1969).

36

Page 37: TEXTOS EN DIÁSPORA. EN AMÉRICA

Presentación del texto deRoger Bastide

Leprochain el le lointain, París, Cujas, 1970 (trad. en español, Buenos

Aires, 1973).

Leréue, la transe el lafolie,París, Flammarion, 1972 (trad. en español,

"Buenos Aires, 1977).

37

Page 38: TEXTOS EN DIÁSPORA. EN AMÉRICA
Page 39: TEXTOS EN DIÁSPORA. EN AMÉRICA

CONTINUIDAD y DISCONTINUIDAD

DE LAS SOCIEDADES Y CULTURAS

AFROAMERICANAS*

•Roger Bastide

La historia de las poblaciones africanas o de los descendien­

tes de africanos en el Nuevo Mundo es particularmente ade­

cuada para hacernos notar a la vez la discontinuidad de los

fenómenos sociales, su singularidad temporal y, al mismo

tiempo, las continuidades que unen estos momentos separa­

dos, rellenan las aparentes rupturas y echan puentes entre lo

que los trastornos históricos cortaron. Por consiguiente, es ade­

cuada para adentrarnos en el ambiente de lo que G. Gurvitch

llamaba "la continuidad discontinua" o la "discontinuidad

continua". Pero G. Gurvitch se contentaba con notar la exis­

tencia de un doble movimiento dialéctico entre la continui­

dad y la discontinuidad; quisiéramos aquí ir más allá y ver si

el ejemplo de los afroamericanos no podría permitirnos des­

cubrir un modelo explicativo (y no sólo descriptivo) de esta

interpenetración tanto de la continuidad en las rupturas como

de la discontinuidad en lo que pretende ser puro manteni­

miento del pasado.

* Texto original: "Continuité cr discontinuité des sociétés cr des cultures afro-arnéri­

caines", ponencia inédita (1970), publicada en Bastidiana, núm. 13-14, enero-junio

1996, pp. 77-88. Traducción de lsabelle Combes, con el apoyo del Instituto Fran­

cés de Estudios Andinos. La ponencia de Roger Bastide se presentó en el coloquio

organizado en 1970, cnjarnaica, por el Comité sobre las Sociedades y Culturas

Afroarncricanas del Social Sciencc Rcsearch Council (Nueva York, Estados Unidos),

39

Page 40: TEXTOS EN DIÁSPORA. EN AMÉRICA

Roger Bastide

Pero antes de abordar este problema, debemos primero

comprobar si el terreno que tenemos que explorar no tiene

trampas y si -como creemos- las tiene, debemos desar­

marlas.

l. Aun si, en un movimiento de protesta, las sociedades y

las culturas afroamericanas quieren ser separadas de

jure, o aun si barreras (racismo negro o racismo blan­

co) las separan defacto del resto de la sociedad, no deja

de ser así porque son sociedades integradas política y

económicamente en todos los niveles de lo social y de

lo cultural, son sociedades globales donde viven estas

minorías de color. Esto es válido tanto en naciones

como los Estados Unidos, donde surge una ideología

del "Poder negro" que sólo es una impugnación de los

lazos múltiples y sutiles entre negros y blancos -y en­

tonces un reconocimiento implícito de su realidad-,

como en Brasil, país calificado como "democracia

racial", donde estos lazos son reconocidos y valoriza­

dos -debemos tener en mente este punto a lo largo

de estas páginas-o Para volverse significativa, la dia­

léctica que nos interesa entre lo continuo y lo discon­

tinuo, siempre debe ubicarse dentro de otra dialéctica

que es la que existe entre, por un lado, los cambios que

operan en un grupo de la población -los descendien­

tes de africanos-, y por otro lado, las mutaciones de

la sociedad global en la cual se inserta, voluntariamen­

te o no, este grupo.

2. Si bien negros y mulatos sólo actúan en el seno de las

sociedades globales, ocupan lugares y tienen estatus

40

Page 41: TEXTOS EN DIÁSPORA. EN AMÉRICA

Continuidady discontinuidad de las sociedadesy culturas afroamericanas

diferentes, que los antropólogos estadounidenses de­

signaron como situaciones de "castas" o de "clases"

según las regiones. Sin embargo, ahí donde, como en

América Latina, estas situaciones son de clase, una

dicotomía aparece y tendremos que tomarla en cuen­

ta. Existe una praxis del negro como negro, y una

praxis del negro como proletario. Existe una praxis del

mulato como mestizo, y una praxis del mulato como

miembro de la clase media baja. Ahora bien, en estas

sociedades plurirraciales, no sólo existen negros en el

proletariado (o en la población marginal que constitu­

ye un subproletariado); no sólo hay mulatos en la pe­

queña clase media inferior; en ambos casos, también

existen mestizos de indígenas y blancos. Tendremos,

desde luego, que esforzarnos por no hablar únicamen­

te de las continuidades y discontinuidades en términos

de sociedades y de culturas afroamericanas; y enton­

ces diferenciar, en la praxis yen las ideologías que la

justifican, entre lo que es la expresión de la reivindi­

cación racial o cultural y lo que es la expresión, más

general y, en este caso, plurirracial, de la clase. Ahora

bien, estas dos expresiones están inextricablemente

mezcladas la una con la otra.

3. Acabamos de hablar de las ideologías. Hay que tener­

las en cuenta, pero no por sí mismas, sino solamente

como "señales" o "síntomas" que nos permiten desci­

frar o diagnosticar mejor cierta situación social de con­

tinuidad o de discontinuidad. De hecho, ya lo vere­

mos, puede ocurrir que la "continuidad" no exista

realmente, que sea una simple ideología de la clase

41

Page 42: TEXTOS EN DIÁSPORA. EN AMÉRICA

42

Roger Bastide

blanca (para diferenciarse mejor de la de la gente de

color), o bien de la clase negra (para afirmar mejor su

especificidad), cuando lo que sí existe por debajo, en

el campo de los hechos, es por el contrario la disconti­

nuidad -la ruptura pura y simple con la tradición-o

La situación inversa es también cierta: la discontinui­

dad fue a menudo una afirmación más ideológica que

objetivamente válida (Herskovits lo mostró a propó­

sito de la "reinterpretación" de lo arcaico en términos

modernos, y yo mismo intenté ir más allá enfatizando

la importancia de lo que llamé la "aculturación for­

mal" en oposición con la aculturación de los conte­

nidos culturales). En todo caso, en todos los momen­

tos de ruptura y ahí donde la discontinuidad "estalla

en los hechos, una ideología de compensación apare­

ce paralelamente, valorizando el arraigamiento en el

pasado. En nuestra dialéctica de la "continuidad dis­

continua" o de la "discontinuidad continua", debe­

mos guardar la prudencia más grande para distinguir

bien los niveles, y no confundir continuidad y dis­

continuidad como sistemas de pensamiento (o super­

estructuras) y como coyunturas, estados de estructu­

ración o bien de destructuración de las sociedades y

culturas afroamericanas. Por supuesto, al determinar

los comportamientos de los individuos, las ideologías

pueden luego influenciar las realidades sociales y

orientarlas según nuevas normas y valores. En todo

caso, también en este punto la dialéctica continuidad­

discontinuidad debe ser entendida dentro de otra dia­

léctica, vertical, entre los diferentes estratos de una

realidad "de hojaldre".

Page 43: TEXTOS EN DIÁSPORA. EN AMÉRICA

Continuidady discontinuidad de lassociedadesy culturas ofroamencanas

4. Finalmente, se plantea la pregunta de saber si los fe­

nómenos sociales y los fenómenos culturales consti­

tuyen dos mundos aparte o, más bien, uno solo. Es en

general el caso; pero, cuando se trata de grupos mino­

ritarios, puede ocurrir una disociación entre el grupo

de participación y el grupo de referencia, es decir que

tendremos que cuidarnos de no confundir entre dos ti­

pos de discontinuidades -la primera temporal, entre

momentos del tiempo (lasmutaciones sociales)y la se­

gunda horizontal (corte entre lo social y lo cultural)--.

He aquí muchas trampas que debemos esquivar: consi­

derar a las sociedades y culturas afroamericanas como rea­

lidades autónomas; creer que los comportamientos de sus

miembros sólo son determinados por su origen social; olvi­

dar que las realidades sociológicas tienen niveles diferentes

y que se debe entonces estudiarlas piso por piso, es decir a

grandes rasgos: el piso de las relaciones interindividuales, el

de los vínculos culturales y el de las ideologías.

•••

El primer punto que nos parece sobresaliente en la historia de

las Américas negras es que hasta ahora las discontinuidades

se han impuesto a los descendientes de africanos desde fuera

y no desde dentro. No son tanto el resultado de las mutacio­

nes internas de los grupos de color,sino más bien el contragol­

pe, en el seno de estos grupos, de los trastornos, mutaciones

y rupturas que ocurrieron en las sociedades globales, nacio­

nales o internacionales. La primera de estas discontinuida­

des, y la más estudiada, es la que, mediante la trata de negros

43

Page 44: TEXTOS EN DIÁSPORA. EN AMÉRICA

Roger Bastidc

y las condiciones de la esclavitud, marca la ruptura entre

afroamericanos y afroafricanos. Tuvo efectos variables según

las regiones o las etnias afectadas; a veces provocó un corte

entre lo social y lo cultural (más sometidos estaban los indi­

viduos a la autoridad económica y política de los blancos,

perdiendo así sus personalidades tribales, clánicas, de linajes y

familiares, y más se aferraban a sus valores culturales ances­

trales, sus valores religiosos en particular); otras veces, implicó

el paso de una cultura africana casi completamente desinte­

grada por las imposiciones tiránicas del trabajo servil, a una

cultura "negra" por cierto muy específica -ya que es la cul­

tura del solo grupo de los negros- pero que ya no tiene casi

nada de africana y es un continuo esfuerzo por constituir un

medio de adaptación a un nuevo ambiente, como una res­

puesta a la descomposición de los antiguos valores y normas;

finalmente, en un último caso que es el inverso del prime­

ro, algunos individuos entendieron que la esclavitud dejaba

perdurar válvulas de seguridad para amortiguar las tensiones,

y abandonaron sus culturas africanas para occidentalizarse,

cristianizarse, blanquearse (en América Latina); sin embargo,

al momento de perder sus culturas, se encontraban de todas

maneras rodeados por nuevas barreras que les constituían

en una sociedad "aparte".

La esclavitud duró tanto como el capitalismo comercial.

Con e! nacimiento de! capitalismo industrial, aparece una nue­

va mutación de las estructuras sociales que se traduce, para

nuestro grupo de color, en e! paso de la esclavitud al trabajo

libre y a la ciudadanía. Ahí también, la discontinuidad se

impone desde fuera, es el efecto del cambio operado en el

mundo capitalista que sólo produce para vender, que enton­

ces necesita crear un mercado mundial de trabajadores asa-

44

Page 45: TEXTOS EN DIÁSPORA. EN AMÉRICA

Continuidady discontinuidad de lassociedadesy culturas ofroamericanas

lariados, que sólo se desarrolla mediante una inversión de

capitales y entonces debe primero liberar el dinero de los

dueños de las plantaciones para que puedan adquirir maqui­

naria -y ya no comprar hombres-o Excepto en el caso de

Haití, la abolición del trabajo servil no es la consecuencia

de una rebelión generalizada de los hombres de color; es la

conclusión lógica de una mutación en la economía mundial.

Implicó nuevas discontinuidades en las sociedades y culturas

afroamericanas: en las sociedades, mediante la constitución

de grupos marginales, abandonados, patológicos, en la peri­

feria de la comunidad de los blancos; en las culturas, median­

te la aparición de sincretismos, de pérdidas de los valores afri­

canos, o incluso cuando se quiso guardar estos valores (en la

medida que permitían a un caos de individuos ya aislados de

reagruparse y volver a formar una comunidad), sea median­

te la creación de "conservas culturales" (como en el nordeste

brasileño, y entonces la continuidad cultural sí domina a la

discontinuidad, pero como "respuesta" a una discontinuidad

social), o bien mediante la "criollización" de la religión y del

folclore (yen este caso, a través de una continuidad aparente

-pues este cambio requiere tiempo- la discontinuidad social

desemboca finalmente en cierta discontinuidad cultural, como

en el caso del vudú de Haití que hoy refleja más los cambios

de las estructuras campesinas, que la religión de Dahomey

que le dio nacimiento).

Asistimos hoya la tercera gran mutación, que se puede

definir en los Estados Unidos como el paso del capitalismo

competitivo al capitalismo burocrático y, en América Latina,

como el doble movimiento de urbanización (sin industriali­

zación) y de industrialización. Esto va a provocar toda una

serie de cambios en las sociedades y culturas de los afroame-

45

Page 46: TEXTOS EN DIÁSPORA. EN AMÉRICA

Roger Bastide

ricanos -y por consiguiente veremos aparecer nuevas dis­

continuidades -aunque cada vez más compensadas por

ideologías de continuidad.

En este texto quisiéramos esencialmente intentar ubicar

algunos de los mecanismos que operan hoy en el interior de

esta revolución de las estructuras, que desembocan en estas

continuidades discontinuas o en estas discontinuidades con­

tinuas que definen, en mi opinión, el ser ambiguo de las so­

ciedades y culturas afroamericanas contemporáneas.

l. La marginalidad del negro aseguraba, o podía ase­

gurar, la autonomía de su cultura; constituía la base

sobre la cual iba a producirse, después de la supresión

del trabajo servil, el encuentro de los hombres, la cons­

titución de una comunidad, la participación de los

mismos valores arcaicos. Pero a medida que el negro

se integra mediante la industrialización en el sistema

económico, aunque sea sólo como obrero no califica­

do, debe adecuarse a las exigencias implícitamente

contenidas en este sistema económico. Dice Boltanski

de los inmigrantes europeos: "La necesidad de vivir

y sobrevivir en un universo dominado por las reglas y

los valores de la economía obliga a adherirse a estas

normas y estos valores, esto en detrimento de las dife­

rencias nacionales o regionales. Hay que someterse a

la lógica del universo capitalista, primero en la vida la­

boral y en la vida pública, pero cada vez más también

en muchos otros campos, y ya no se puede dar res­

puesta a la totalidad de las situaciones existenciales en

los términos de esta lógica coherente constituida por

la 'cultura nacional'" (Boltanski, 1966). Esta observa-

Page 47: TEXTOS EN DIÁSPORA. EN AMÉRICA

Continuidady discontinuidad delassociedadesy culturas afroamenconas

ción vale también para las culturas afroamericanas en

América y en los países multirraciales. Hoy, estas cultu­

ras, que reflejan otras condiciones económicas que las

nuestras y otro tipo de sociedad, ya no pueden regir

los comportamientos de los negros que deben ade­

cuarse, para sobrevivir, a las estrictas exigencias de la

sociedad industrial cuyos valores esenciales y cuyas

normas son, a grandes rasgos, antiafricanos. Por un

lado, esta sociedad industrial representa tal vez la suer­

te del negro, porque le permite la movilidad social, lo

hace pasar de la "clase peligrosa" y parásita a la cual

pertenecía hasta el proletariado; por consiguiente lo

integra completamente, al igual que los demás secto­

res de la población, en la comunidad nacional. Pero el

negro debe pagar el precio de aquello: es decir que,

si quiere volverse un trabajador "consciente y organi­

zado", debe dejar de ser un neoafricano; la primera

consecuencia de su ingreso en la fábrica es verse cas­

trado de su propia cultura. Éste es el primer mecanis­

mo, el más fundamental, del elemento de discontinui­

dad que se introduce en la evolución de las poblaciones

de color afroamericanas y que, vigente primero en

los estados del norte de Estados Unidos, se propagó

progresivamente durante las últimas décadas en todas

partes de América Latina.

2. Empero, la sociedad industrial no es solamente una

sociedad de producción: por su misma lógica de la pro­

ductividad para la productividad, es una sociedad de

consumo de masas. En este nuevo aspecto que vamos

a examinar ahora, reintroduce la continuidad dentro

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Page 48: TEXTOS EN DIÁSPORA. EN AMÉRICA

48

Roger Bastidc

de esta discontinuidad que imponía por otro lado al

mantenimiento de la antigua cultura negro-americana.

Al integrarse en la vida urbana, el descendiente de

africano aportó sus elementos culturales distintivos,

sus ritmos, sus coreografías, sus mimos -pero tam­

bién aceptó las danzas europeas, bailándolas a su

manera; aceptó las melodías europeas, recomponién­

dolas según su genio étnico-o Así se crearon eljazz,

el tango, la samba, etc., todas estas expresiones artís­

ticas que son consideradas como africanas pero son

más simplemente negras. Poco importa, pues a tra­

vés de los estereotipos, los prejuicios y la lucha de

razas en el mercado del trabajo, se estableció un con­

senso entre los blancos y los negros para asociar estas

músicas y estas danzas con aportes auténticamente

africanos. Primero para desvalorizarlas, sin duda; pero

luego -cuando aparecen las ideologías "nacionalis­

tas" y antieuropeas en América- para recuperarlas,

en todas partes, sobre todo a partir de la segunda

Guerra Mundial. En contra de la europeanización

concebida como una alienación, la africanización (de

la música y de la danza) pasa a constituir, para la so­

ciedad de consumo, lo que la industrialización fue

para la sociedad de producción: un medio de incor­

poración del negro, antaño arrojado hacia la perife­

ria de la sociedad real; pero este nuevo proceso actúa

a la inversa del primero, pues la industrialización ma­

taba a la cultura negra mientras la ideología nacio­

nalista quería salvarla con el fin de preservar la Améri­

ca blanca del peligro de ser colonizada culturalmente

por los europeos. Borges Pereira sacó excelentemen-

Page 49: TEXTOS EN DIÁSPORA. EN AMÉRICA

Continuidady discontinuidad de las sociedadesy culturas ofroamencanas

te a la luz el aporte de la radio (y podríamos agregar

hoy el de la televisión) en este paso desde lo desvalori­

zado (expresión de la barbarie de una clase marginal)

hasta lo valorizado (expresión de la autenticidad ame­

ricana en contra del colonialismo europeo): '~í como

'su música' (la del negro) deja de ser una expresión

peyorativa e indeseable, el negro cantante o músico ya

no es un individuo aficionado a actividades cultura­

les condenables; por el contrario, dentro de los nue­

vos valores triunfantes, llega a encarnar, mejor que el

blanco, el virtuosismo coreográfico-musical exaltado

por las tendencias y las normas estéticas" del momen­

to actual (Borges Pereira, 1967). Así, la sociedad in­

dustrial actúa de manera contradictoria sobre la cul­

tura afroamericana, destruyéndola, por una parte, en

el sector del trabajo manual, y manteniéndola, por otra

parte, en el sector-del entretenimiento (mientras, ade­

más, la trasforma haciéndola pasar de lo espontáneo

de la vida comunitaria, en las villas miserias y demás

zonas marginales ocupadas mayoritariamente por

negros, hasta una "profesión" controlada, utilizada y

manipulada ideológicamente por los blancos).

Tenemos aquí a los dos primeros mecanismos, los

que crean la "discontinuidad continua" y remiten am­

bos, no a la evolución de la sociedad afroamericana

como cuerpo autónomo, sino a la evolución de la so­

ciedad global dominada por los blancos, y a la de su

ideología nacionalista. Ahora tenemos que pasar de

las mutaciones de la sociedad global-que arrastran

a los negros-- a la sociedad misma de los negros, para

examinar los mecanismos que operan en su seno y

49

Page 50: TEXTOS EN DIÁSPORA. EN AMÉRICA

50

Rogcr Bastidc

desembocan en otra dialéctica, inversa a la primera,

entre continuidad y discontinuidad: la de la "conti­

nuidad discontinua".

3. Inútil es insistir largamente sobre dos puntos que múl­

tiples investigaciones han sacado a la luz: primero, aun

en los países donde prevalece la "democracia racial",

la integración del hombre de color en la sociedad

nacional sigue siendo una integración incompleta, in­

cluso a veces fracasada. Incompleta, porque el negro

integrado económicamente no lo es, o muy poco, polí­

tica y socialmente. Fracasada, porque la barrera de los

colores le cierra toda una serie de posibilidades; me­

nos africano y más culturalmente anglosajón o latino

se siente el negro y más sufrirá, por supuesto, al no

verse totalmente aceptado. Así, aun ahí donde tiene

las mejores posibilidades, como por ejemplo en la ra­

dio que acabamos de mencionar, ingresa como can­

tante -y no como técnico o director de programas-o

El segundo punto que dio lugar a excelentes trabajos

concierne la búsqueda, por parte del hombre de co­

lor, de su autenticidad, de su verdadera personalidad,

de su "ser". Puede responder de dos maneras a esta

pregunta: o bien se definirá como "cubano", como

"brasileño", se sentirá "nacional" y será "nacionalista"

en segundo grado por decirlo así; integrará los parti­

dos "populistas", "progresistas" o "proletarios". De­

jaremos por el momento este primer término de la

alternativa planteada por la búsqueda de la perso­

nalidad auténtica, para retomarla al final de estas pá­

ginas. O bien se definirá como "negro", como "afri-

Page 51: TEXTOS EN DIÁSPORA. EN AMÉRICA

Continuidady discontinuidad de lassociedadesy culturas ofroamencanas

cano" y entonces, para resguardar la mejor parte de

su ser, opondrá a los mecanismos integradores una

ideología de reacción, que será forzosamente una ideo­

logía de la continuidad. Agreguemos que será prácti­

camente una ideología de la continuidad máxima, pues

tenderá a obviar el periodo colonial y esclavista, fac­

tor de discontinuidad y de ruptura, para reunirse, más

allá, con el África de antes de la trata.

Recordemos brevemente, por orden cronológico,

a las principales ideologías continuistas que aparecie­

ron en las últimas décadas: la recuperación del vudú

por la élite intelectual de Haití, luego de la ocupación

del país por las tropas estadounidenses; el paso de

una ideología burguesa de Haití considerada como

"una provincia cultural de Francia" (Beauregard) a una

ideología de Haití como república negra (Price-Mars)

y la paralela trasformación de la escuela literaria lla­

mada folclórica (que no negaba el elemento africano,

pero lo reducía a un elemento decorativo) en una es­

cuela de praxis revolucionaria negra; la creación, por

parte de escritores de las Antillas y la Guyana france­

sas (Césaire y Damas en particular) del mito de la ne­

gritud -definida como la matanza del padre blanco,

negrero y colonialista, asimilador y destructor de los

valores africanos-, y el retorno hacia la madre ne­

gra (o hacia la Madre-Tierra), oculta en las entrañas

de cada hombre de color aun cuando hace siglos que

vive en exilio en una tierra ajena. Finalmente, más

reciente, está también la Iglesia musulmana de los

Estados Unidos, o todavía más significativo el "Poder

negro", al menos en la medida que también consti-

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Page 52: TEXTOS EN DIÁSPORA. EN AMÉRICA

52

Roger Bastide

tuye una forma de negritud (los mulatos llevan pelu­

cas crespas para indicar sin ambigüedad su elección

racial entre sus dos herencias biológicas opuestas; se

recurre en los Haatlems y demás ghettos negros a los

babalaó y otros sacerdotes africanos para reanudar, lue­

go de la interrupción debida a la trata, con los ritua­

les de iniciación que introducen a la patria africana).

4. Empero, en todos estos casos, se trata de ideologías

continuistas que, aunque se plasmen en acciones con­

cretas, van en contra de la corriente de las trasfor­

maciones estructurales de la sociedad global. Esto

explica por qué la discontinuidad las invade de todas

maneras, llegando incluso a menudo a provocar con­

tradicciones internas, por lo cual podemos hablar al

respecto de una "continuidad discontinua". Así, tene­

mos que volverlas a examinar una por una, para iden­

tificar el elemento de discontinuidad que se oculta de­

bajo de la continuidad proclamada. Es fácil hacerlo

en el caso de la Iglesia musulmana de los Estados Uni­

dos, que padece un complejo de inferioridad por la

interiorización por parte de los negros de la imagen

que los blancos se hicieron hasta estos últimos tiem­

pos de África; en vez de apegarse a una gran escuela

metafísica de África (donde no faltan los peul, bamba­

ra, dogon, mossi, venda o tsonga, para mencionar sólo a

los más conocidos), se crea un Islam supuestamente

africano; se traiciona a África para relacionarse con

Asia, más valorizada por los blancos. Pasa lo mismo

entre algunos intelectuales de Haití como Milp Rigaud

quien, en vez de buscar la metafísicafim (y existe una,

Page 53: TEXTOS EN DIÁSPORA. EN AMÉRICA

Continuidady discontinuidad delassociedadesy culturas afroamericanas

la empezamos a conocer gracias a los trabajos de

P. Mercier), vuelvea pensar el vudú en términos de teo­

sofia hindú o de seudociencia de los fluidos, en suma

en términos "arios" y no negros. La negritud fran­

cesa es mucho más lógica cuando Césaire alaba a su

abuelo bambara porque era antropófago, o cuando

se esfuerza por recuperar a la África "bárbara", "sal­

vaje", la que "no inventó nada", en vez de traicio­

narla disfrazándola bajo imágenes más aceptables por

los blancos. Pero ¿acaso esta lógica misma no es una

herencia cartesiana, un producto de la formación uni­

versitaria francesa de Césaire, más que una herencia

africana? Así, las ideologías que quieren manifestar

la continuidad entre la cultura del afroamericano de

hoy y la del afroafricano de ayer,sólohacen resaltar los

cortes y las discontinuidades (la cultura del afroame­

ricano es una construcción y no una "continuación", y

esta construcción incluso llega hasta la traición, ha­

ciendo así resaltar más nítidamente, para los africanis­

tas, el elemento de discontinuidad que estas ideologías

revelan tanto más que lo quieren ocultar).

5. En el campo religioso, encontramos fenómenos pare­

cidos pero mucho más complejos, tan complejos que

no sabríamos decir si existe más continuidad que dis­

continuidad, o viceversa. Nos referimos aquí al "espi­

ritismo de Umbanda" que se desarrolla con tanto éxito

en Brasil que cuenta sin duda con varios millones de

discípulos (con diversos grados de participación). El

espiritismo de Umbanda manifiesta a primera vista una

"discontinuidad" para con la religión africana tradi-

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Page 54: TEXTOS EN DIÁSPORA. EN AMÉRICA

54

Rogcr Bastidc

cional tal como se mantuvo en los candomblés: primero,

porque elimina por ejemplo de su liturgia los sacrifi­

cios sangrientos, las largas iniciaciones, la mito logia

explicativa de los ritos, etc., en suma todos los elemen­

tos que, según los umbandistas, ya no encajan con la

mentalidad actual y pueden chocar a los creyentes.

Discontinuidad, en segundo lugar, porque quiere ser

una "religión nacional" de Brasil y no una religión

africana. Ahora bien, ya que Brasil es el resultado del

encuentro y de la m~zcla de tres razas (europea, ame­

rindia y africana), el espiritismo de Umbanda reúne en

su dogmática el culto de los caboclos (indígenas), el

culto de los santos católicos (europeo), el culto de es­

píritus de los viejos negros fallecidos (trasformación

del espiritismo llegado de América del norte) y final­

mente el culto de los onshás (africanos). Discontinui­

dad, en último lugar, porque esta religión se modeló

paralelamente a la integración de los negros en la

sociedad nacional y es el equivalente, en el campo

religioso, de lo que representa el "nacionalismo" en

el campo político: un factor de "democratización" y

de "homogeneización" de todos los sectores de la

población (en vez de la antigua cultura negra como

expresión de la posición marginal de los negros en la

sociedad). Sin embargo, debemos agregar a estos fac­

tores de discontinuidad otros que son de continuidad,

pues es posible seguir la evolución que nos lleva

desde los candomblés nagás, fieles al pasado, hasta los

candomblés de Angola que aceptan a los "caboclos" al

lado de los onshás, hasta la macumba que no es más

que el antiguo candomblé desorganizado por la urbe, y

Page 55: TEXTOS EN DIÁSPORA. EN AMÉRICA

Continuidad] discontinuidad de lassociedades] culturas ofroamencanas

finalmente hasta el espiritismo de Umbanda; se puede

incluso agregar que, a pesar de la existencia de federa­

ciones que tienden a centralizar y unificar las sectas,

una gran ambigüedad reina en el medio umbandista

dividido entre dos tendencias -la una apuntando

hacia la desafricanización progresiva del culto y hacia

la discontinuidad, y la otra apuntando hacia su reafri­

canización y continuidad (por ejemplo, jefes umban­

distas se hacen iniciar en los candomblés para brindar

una ciencia más auténticamente africana a sus fieles).

Si no temiéramos salir del tema, esta última obser­

vación nos llevaría a preguntar dónde se encuentra

realmente el elemento de continuidad en las socieda­

des y culturas afroamericanas: a saber, si se encuen­

tra de verdad donde lo hemos buscado, es decir en la

segregación de las comunidades negras y la perpe­

tuación de ciertos rasgos culturales africanos o negros,

ya que esta segregación no impide que las mutacio­

nes de la sociedad global afecten por contragolpe a

esas sociedades, y que la cultura debe cambiar para

adaptarse a nuevas condiciones de supervivencia; o

bien si, finalmente, no sería mejor buscarlo en el di­

namismo interno de la cultura afroamericana.' Tal

vez esto sería reencontrarnos en cierta medida con el

pensamiento de Herskovits, cuando proponía su con­

cepto de reinterpretación a los antropólogos: una cul­

tura puede seguir adelante mientras reviste aspectos

• Nos contentamos aquí con esta simple observación, pues hemos tratado este

terna en un informe (manuscrito) para la Uncsco, a propósito de las influencias

de los africanos y sus descendientes sobre las culturas de América Latina.

55

Page 56: TEXTOS EN DIÁSPORA. EN AMÉRICA

56

Roger Bastide

diferentes, aparentemente prestados de otra civiliza­

ción. Hoy, podríamos expresar aquello diciendo que

lo que importa no es el vocabulario de una cultura, sino

su semántica. El significado de un rasgo cultural afri­

cano puede mantenerse quitándole el vocablo africano

que lo expresaba para pasar a un vocablo europeo cu­

yo sentido llegará a cambiar. Tal vez, como se lo repro­

charon algunos adversarios, Herskovits fue demasia­

do lejosen estas identificaciones semánticas; no deja de

ser que el fenómeno existe y que revela continuidades

ocultas. Nuestro enfoque se aproxima al suyo, pero sin

embargo se diferencia en el sentido que no queremos

estancarnos como él en las sociedades separadas,

que partimos de América Latina donde toda una red

de comunicación se estableció desde la época colonial,

haciendo participar a los blancos de las culturas afri­

canas (por el intermediario de las nodrizas negras, de

las amantes de color o de las mucamas de las casas

de los amos). En esta perspectiva, la cultura africana

bien puede cambiar: pero, actuando siempre sobre la

sociedad global, sigue siendo un elemento permanen­

te: 1) de distanciación del español, del portugués, del

francés, e incluso del inglés de los trópicos, de sus socie­

dades y sus conceptos de vida, para con el español, el

portugués, el francés y el inglés de las metrópolis; 2) de

innovación continua mediante la heterofecundación

de las culturas en contacto, que las aleja cada vez un

poco más y las particulariza en las mentalidades y los

comportamientos. En suma, el elemento afroamerica­

no nunca es materialmente el mismo a lo largo de la

historia de América, es una creación perpetua, pero

Page 57: TEXTOS EN DIÁSPORA. EN AMÉRICA

Continuidady discontinuidad de las sociedadesy culturas afioamericanas

estas innovaciones se arraigan todas o salen de una

misma fuente que es África. Así, la continuidad ~que

es una continuidad dinámica-e- llevaría la ventaja por

encima de las discontinuidades que no serían más que

las sucesivas expresiones de esta acción subterránea

de un África injertado sobre América.

Hasta aquí con este paréntesis. Volvamos, más allá

de las sociedades globales, a las sociedades y las cul­

turas de los solos individuos de color que son el tema

de este trabajo. Vamos a descubrir un último mecanis­

mo en eljuego de nuestros dos elementos (continuidad­

discontinuidad), al estudiar las ideologías que se están

elaborando hoy día sobre las ruinas de la negritud

dejada de lado, abandonada o incluso rechazada con

rabia por las nuevas generaciones contestatarias, sobre

todo en América Central y del Sur.• " .. " "-< "" ~ .-

6. De hecho, encontramos ahí a nuestros dos elementos,

pero lo interesante es que se desprenden del nivel ra­

cial o cultural para agarrarse de otro nivel, económico

y político. Bien pueden existir Américas negras, o sec­

tores de población negra en las Américas; para estos

nuevos ideólogos, estas Américas o sectores no presen­

tan ningún carácter particular en relación, por ejem­

plo, con las Américas indígenas o las sociedades rurales

deftlk ~lo que las define a todas es el subdesarrollo.

y éste no puede explicarse, como se pretendió ha­

cerlo, por la existencia de una cultura preindustrial

heredada de África (o continuación de la de los indí­

genas precolombinos): es el negativo del desarrollo

de las Américas blancas o de los sectores blancos de

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Page 58: TEXTOS EN DIÁSPORA. EN AMÉRICA

58

Roger Bastide

estas Américas-. Lo que se llama la cultura negra de

los negros no tiene nada de negra (aparte de algunas

costumbres folclóricas enfatizadas por los estudiosos,

cuando no tienen ningún valor funcional ni dinámico):

es un caso particular de la cultura de la miseria. Por

cierto, no podríamos encontrar mayor discontinuidad

que ésta para con la negritud o la africanidad o tam­

bién, como decía Herskovits, para con el "pasado ne­

gro": todo lo que aparece demasiado específicamen­

te de origen negro se borra voluntariamente para que

la sociedad de los negros sea "homogeneizada" y se

parezca a todas las sociedades subdesarrolladas.

Sin embargo, aun dentro de esta distancia máxi­

ma, la continuidad encuentra su lugar. Existen pues

dos maneras de luchar contra el subdesarrollo: ellla­

mado a una ayuda externa y el esfuerzo interno. Si

bien algunos gobiernos negros o de población mayor­

mente negra como Haití, algunas islas de las Antillas,

Jamaica, etc., recurren a la ayuda externa, el sub­

desarrollo, lejos de desaparecer, se acentúa con la

dependencia. Para salir de la miseria, no existe otro

medio que la revuelta; de ahí -a pesar de todas las

diferencias que pueden existir entre las ideologías del

"Poder negro" en los Estados Unidos (sector negro

subdesarrollado dentro de un país altamente desarro­

lIado) y las ideologías de los intelectuales de color del

Caribe o de América del sur (desde las de las nuevas

generaciones antillanas alrededor de Dupestre hasta

la del nacionalismo de Guerreiro Ramos en Brasil)--,

un elemento común: la valorización del pasado negro

de las revueltas incesantes, la de los negros cimarro-

Page 59: TEXTOS EN DIÁSPORA. EN AMÉRICA

Continuidady discontinuidad de lassociedadesy culturas afroamericanas

nes, la de los quilombolados, la de las grandes revueltas

de esclavos en contra de sus amos blancos, la de la par­

ticipación de los negros en todos los grandes movi­

mientos revolucionarios -todas prueban que la po­

blación de color sí constituye, en América, el potencial

revolucionario que necesita el continente para pro­

gresar--. Se vuelve a encontrar así la continuidad

dentro de la discontinuidad, aunque se coloque en un

nivel totalmente diferente, sociológico (nivel del con­

flicto económico entre explotados y explotadores) y

ya no racial ni cultural. Se sabe cómo Fidel Castro uti­

lizó estos sentimientos para integrar a las masas ne­

gras en su revolución de blancos en Cuba.

Tales son, a mi parecer, los principales .mecanis­

mos que actuaron en América entre los africanos pri­

mero (en la época de la esclavitud) y después entre sus

descendientes (en la época de la supresión del tra­

bajo servil, y luego en la del desarrollo urbano e in­

dustrial, sobre la cual ya insistimos), para crear estas

"continuidades discontinuas" o estas "discontinuidades

continuas" que caracterizan a las sociedades, las cul­

turas o las ideologias afroamericanas. Que se nos dis­

culpe por sólo haber señalado de paso el mecanismo

de reinterpretación de Herskovits, el de la continuidad

semántica en la discontinuidad de los vocabularios:

dio lugar a demasiados trabajos ya, a discusiones teó­

ricas, y no nos pareció necesario insistir más sobre el

tema. Que se nos perdone también haber obviado,

en estas páginas, a las sociedades negras de jolk en

las zonas rurales y haber preferido insistir de manera

principal sobre los negros urbanos. Es evidente que

59

Page 60: TEXTOS EN DIÁSPORA. EN AMÉRICA

Roger Bastide

todavía existen en el sur de los Estados U nidos, en el

Caribe, en las regiones de grandes plantaciones, po­

blaciones negras que no cambian, ni en sus estructuras

sociales ni en sus culturas (o ausencia de culturas): este

estancamiento mismo nos hizo pensar que podíamos

dejarlas de lado, pues se salen en gran medida de la

dialéctica cuyas leyes queríamos encontrar y que,

como lo indica el término mismo de dialéctica, sólo

puede existir en la movilidad.

Bibliografia

Boltanski, Luc (1966), Le bonheur suisse, París, Ed. de Minuit.

Borges Pereira, Joao Baptista (1967), Cór, prqfessilo e mobilidade, Sao

Paulo, Livraria Pioneira.

60

Page 61: TEXTOS EN DIÁSPORA. EN AMÉRICA

RAZA y NATURALEZA.

SISTEMA DE LAS MARCAS. IDEA DE GRUPO

NATURAL Y RELACIONES SOCIALES*

•Colette Guillaumin

La noción de raza o de grupo "natural"

A. La noción de raza

¿A qué se debe que esta noción sea evidentemente "dada de

la naturaleza"? A un hecho histórico, banalmente ... , a un

hecho social. Y digo bien la idea de raza: la creencia que esta

categoría es un fenómeno material. Pues esto se trata de una

formación intelectual heterogénea, un pie en las ciencias

naturales y otro en las ciencias sociales; por una parte un

conjunto de caracteres somáticos o fisiológicos, en resumen la

raza tal como la conciben los antropólogos fisicos y los biólo­

gos, por otra, un conjunto de caracteres sociales, que expre­

san un grupo -pero un grupo social de un tipo especial: per­

cibido como natural, un grupo de hombres considerado como

materialmente específico en su cuerpo-o Esta naturalidad

puede ser considerada como fundamental para algunos (un

grupo natural cuya naturaleza se expresa y florece en las ca-

• Texto original: "Race et nature. Systérne des marques. Idée de groupe naturel et

rapports sociaux", Sexe, Tace el pratiqu« du POUVOiT, París, Cóté-femrnes Edinons,

1992, pp. 171-194 (primera publicación en Plurul, núm.l l , 1977).Traducción de

Nadia del C. Morales M., con el apoyo del Centro de Estudios Mexicanos y

Centroamericanos.

61

Page 62: TEXTOS EN DIÁSPORA. EN AMÉRICA

Colette Guillaumin

racterísticas sociales... ) o también puede ser considerada por

otros como un hecho secundario (un grupo social "por lo de­

más" natural ... ); de todas maneras, en el estado actual de las

opiniones, esta naturalidad está siempre presente en el enfo­

que que practican las ciencias humanas de lo que el sistema

social cristalizó y expresó bajo el nombre de "raza".

Aparentemente entonces todo es simple. Por un lado, un

enfoque puramente "material" de las características observa­

das; por el otro, un enfoque mixto, más interesado en los ras­

gos sociosimbólicos que en los somáticos, dejando sin embar­

go presentes en la mente a estos últimos, de cierta manera

en un segundo plano. Pero no hay ninguna oposición pro­

funda entre los dos enfoques, se trata de la misma cosa en los

dos casos. Y el equilibrio parece asegurado entre la referen­

cia a las formas fisicas en las ciencias naturales y la referencia

a las formas sociales en las ciencias clásicas del hombre. No

obstante hubiéramos podido esperar de estas últimas que sus

clasificaciones y comentarios, aun rindiendo un honor dis­

creto a las ciencias de la naturaleza, proclamaran sin embar­

go su especificidad, primero definiendo con precisión sus preo­

cupaciones, y luego indagando por el significado que puede

tener socialmente el hecho mismo que ciertas categorías so­

ciales sean reconocidas como naturales. De hecho las ciencias

sociales están fascinadas por las ciencias de la naturaleza, de

donde esperan hallar un modelo metodológico, lo que se pres­

ta a discusión, es lo menos que se puede decir, pero igual­

mente, yeso es lo más grave, donde creen encontrar una

última justificación. I Esta actitud tiene una relación con las

, Para una presentación crítica de esta posición, cj la obra colectiva Discours biolo­

giqUJI el ordre social (1977), que se esfuerza por mostrar de mane ra práctica esta refe­

rencia constante y esta fascinación.

62

Page 63: TEXTOS EN DIÁSPORA. EN AMÉRICA

Razay naturaleza. Sistema de las marcas

razones sociales que inducen al uso de la idea de naturaleza

en la clasificación de los grupos sociales.

Pero para ir más lejos, admitamos por ahora que la repar­

tición es efectiva y el equilibrio una realidad entre las disci­

plinas, y dejemos por adquirida una separación, al menos de

las preocupaciones explícitas. Tenemos entonces una taxono­

mía presumida natural por un lado, la de la antropología fisi­

ca, la de la genética de las poblaciones, etc., que enuncia la

existencia de grupos "naturales" de hombres, acabados y es­

pecíficos (los blancos, los negros, los braquicéfalos, los doli­

cocéfalos, etc.); y por el otro una taxonomía social, la de la

historia y de la sociología, que toma en cuenta los caracteres

relacionales e históricos de los grupos (los esclavos, la noble­

za, la burguesía, etc.). Los pos tipos de clasificación pueden

recubrirse o no, tener zonas comunes o no tener ningún pun­

to de encuentro.' Ejemplo de no-recubrimiento: los negros del

sistema social (llamado racial) americano no tienen nada que

ver evidentemente (o muy poco) con los negros y blancos de

una antropología fisica en el sentido antropológico del térmi­

no. Ejemplo de recubrimiento: los blancos y los negros del sis­

tema de apartheid son efectivamente los mismos que la an­

tropología designa como tales. Pero, notémoslo, esto sólo es

posible al precio de una categoría suplementaria, nula si se

quiere, fuera de juego: los coloured, que recubre a la vez un

conjunto de criterios socioeconómicos (conjunto sin el cual

y fuera del cual este grupo no sería literalmente visto) y una

denegación ideológica: la negación de la existencia de grupos

" De hecho el mismo problema se presenta en la antropología fisica clásica pues la

posición "natural" es prácticamente insostenible; pero aquí reflexionamos a par­

tir de las ciencias sociales.

63

Page 64: TEXTOS EN DIÁSPORA. EN AMÉRICA

Colette Guillaumin

naturalmente acabados ... La denegación se construye de la

siguiente manera:

Primer tiempo. La posición fantasmática inicial postula queuna frontera infranqueable separa a los ~rupos humanos.Que las razas son radicalmente heterogéneas las unas alas otras.

Segundo tiempo. El hecho es que, no obst~te, esta ba­rrera no existe puesto que la continuidad es probada enel acta por individuos que, perteneciendo a dos (o varias)"razas", muestran que no hay sino una.

Tercer tiempo. Interviene entonces la denegación: "Yono quiero saber que no hay barrera pues afirmo que hayuna y considero como nula y no allegada toda contradic­ción de esta barrera, yo no la veo, ella no existe". En otrostérminos, la constitución de un grupo "coloured" expresaque noesverdad que nohaya una frontera infranqueable en­tre "negros" y "blancos". A través de la creación de ese gru­po "nulo" no existe más ningún testigo de la continuidadde los grupos, pues los testigos remiten a un ser propiq, e

independiente: esta clase, formada de gente que pertene­ce, de hecho, a uno.v otro grupo es enunciada como noperteneciente ni al uno ni al otro, sino a sí misma. I Y asíel sistema proclama que los grupos humanos son natura­les, que en la medida misma de su natural materialidadno se puede pertenecer si no al uno u otro de estos gru­pos (o bien a algún otro), pero en ningún caso al unoy alotro. Ahora bien, el hecho es sin embargo la pertenenciaal uno y al otro (o a los unos ya los otros).

Una primera interrogación puede nacer de entrada: las

dos constataciones precedentes -que ciertos negros (socia-

J En el momento en que este artículo es escrito, un noticiero de la noche, en un

reportaje sobre los trabajos recientes en lengua francesa sobre el África del Sur,

expresa al grupo "coloured" bajo el término "mestizo". Esto es exacto en cuanto

al sentido lógico, pero falso en cuanto al sentido social sudafricano en particular:

"coloured" existe precisamente para censurar "mestizo", para nodecir "mestizo".

Todo el mundo sabe perfectamente que se trata de mestizo, esa no es la cuestión,

pero justamente nadie quiere saberlo.

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Page 65: TEXTOS EN DIÁSPORA. EN AMÉRICA

Raeay naturaleza. Sistema delasmarcas

les) son blancos (en los Estados Unidos), que un grupo per­

tenece al uno] al otro grupo (en África del Sur)- son exac­

tamente lo contrario de lo que implica la idea de raza por

sí misma, supuesta como una categoría natural cerrada y por ahí

garantizar el estatus de un grupo, primero de manera fija, y

luego hereditaria. Del lado de las vigorosas proclamaciones

del sistema social existe la afirmación fantasmagórica y lega­

lizada (esto lo retomaremos) según la cual las fronteras de los

grupos están fuera del alcance del hombre y anteriores a él. ..

es decir inmutables. y, además, esas fronteras son considera­

das como resultado de la evidencia, como la confesión mis­

ma del sentido común ("¡Usted no va a decirme que no hay

razas, no!" y "¡Eso se nota no!").' Ypor otra parte es imposi­

ble no constatar lo irreal de semejante afirmación cuando se

mira lo que efectivamente sucede y cuando se trata de apli­

car en la observación las reglas lógicas más comunes; pues lo

que sucede es lo inverso de la imposibilidad que se nos afir­

ma: ninguna clausura ni separación si no una estrecha aso­

ciación, una imbricación social y material profunda que

sobrepasa de lejos la simple continuidad somática tan vio­

lentamente negada.

B. La idea degrupo "natural"

¿"Imbricación" material? ¿Social? Sí, puesto que sólo hay gru­

pos presumidos naturales a condición queellos mantengan relaciones

I Pero no seria pertinente recurrir hasta el cansancio, como es el caso, a reafirma­

cienes dc evidencia morfo-sornática si, como se lo pretende a menudo aun entre

los investigadores en ciencias sociales' ,los rasgos somáticos eran "llamativos" y

"evidentes", y como tal la causa dc los prejuicios raciales, de los conflictos y de

las relaciones de fuerza entre grupos.

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Page 66: TEXTOS EN DIÁSPORA. EN AMÉRICA

Calette Guillaumin

tales que efectiuamente cada uno de los grupos sea función del otro. Se

trata en definitiva de relaciones sociales en el seno de la mis­

ma formación social. Uno no se preocupa tanto por afirmar

la naturalidad entre grupos cualesquiera cuando hay indepen­

dencia económica, espacial, etc. Solamente relaciones deter­

minadas (de dependencia, de explotación) conllevan a pos­

tular la existencia de "entidades naturales heterogéneas". La

colonización de apropiación de los hombres (tráfico de es­

clavos, luego de mano de obra) y de las tierras (la de los dos

últimos siglos), la apropiación del cuerpo de las mujeres (y

no de su sola fuerza de trabajo), indujeron a la proclamación

de la naturaleza específica de los grupos que padecían o pade­

cen esas relaciones.

De hecho, los grupos en presencia son un mismo grupo na­

tural si aceptamos esta clasificación en términos de, natura­

leza. La idea social de grupo natural reposa en el postulado

ideológico según el cual se trata de una unidad cerrada endo­

determinada, hereditaria, heterogénea a las otras unidades

sociales. Esta unidad, siempre social empiricamente, se supo­

ne se reproduce ella misma y en ella misma. Todo esto re­

posa sobre el fino hallazgo que los "blancos dan blancos" y

los "negros, negros", que los primeros son amos y los segun­

dos esclavos, etc., y que no puede suceder nada, y que no

sucede nada de hecho, que entorpezca esta impecable lógi­

ca. Los hijos de los esclavos son esclavos como se sabe, sin

embargo los hijos de los esclavos pueden ser también -y

son frecuentemente--los hijos del amo: ¿a qué grupo "natu­

ral" pertenecen? ¿Al de la madre? ¿Al del padre? ¿Al de su

esclava madre o al de su amo padre? En los Estados U nidos

del siglo XVIII el que era por algún lado (la madre o el padre)

hijo de esclavo era esclavo: hijo de esclavo y de mujer libre,

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Page 67: TEXTOS EN DIÁSPORA. EN AMÉRICA

.Razay naturalera. Sistema de lasmarcas

era esclavo (en Maryland desde el siglo XVII), hijo de esclava

y de hombre libre, lo era igualmente (todos los Estados es­

clavistas). ¿A qué grupo "natural" pertenecen? Se dice, este

argumento es desarrollado a propósito de los Estados Unidos,

que el hijo de la mujer esclava era esclavo "porque un hijo

es dificilmente disociable de su madre", pero ¿qué pasa con

este argumento cuando el hijo esclavo es el de una mujer li­

bre? Si él es "indisociable de su madre" ¿no debería ser libre?

En Maryland una mujer libre que desposa a un esclavo veía

a sus hijos nacer esclavos...

Daríamos un paso más si consideráramos las relaciones

sociales de sexo en este caso, ellas nos aclaran las relaciones de

"raza" (teóricamente implicadas en la esclavitud) mejor que las

consideraciones sobre la "maternidad". El hijo y la esposa son

la propiedad del marido-padre -lo que se olvida-: una mu­

jer esclava es la propiedad del amo en tanto esclava, su hijo es

entonces de la propiedad del amo, una mujer libre es la pro­

piedad de su marido en tanto esposa y -al ser su marido

propiedad del amo en tanto esclavo-- sus hijos son de la pro­

piedad del amo, luego esclavos; ella misma estaba obligada

de paso a servir al amo mientras su marido estuviese vivo.

Más aún, la división sexuada del hombre es considerada

como conllevando a y constituyente de dos grupos heterogé­

neos. El fantasma implica que los hombres hacen a los hom­

bres y las mujeres a las mujeres. El acento en el caso de los

sexos está aun más establecido sobre la homogeneidad intra­

grupo: los hombres con los hombres, las mujeres con las mu­

jeres en su casi-especiación. Así, vemos expresiones cien­

tificistas en las consideraciones partenogenéticas por una

parte, en la actitud medio-reprobadora, medio-condescen­

diente que rodea a los padres que "sólo" hacen hijas. Pero has-

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Page 68: TEXTOS EN DIÁSPORA. EN AMÉRICA

Colctte Guillaumin

ta nueva orden los hombres son los hijos de las mujeres (lo

que es bien conocido, quizá demasiado) pero, lo que al pare­

cer es menos conocido, las mujeres son las hijas de los hom­

bres: ¿A qué grupo "natural" pertenecen ellos? Ser hombre

o ser mujer, ser blanco o ser negro, es pertenecer a un gru­

po social reconocido como natural, no ciertamente un grupo

"natural" ...

y además el sistema americano, en primera instancia

esclavista, cuando se transformó en sistema racial en el trans­

curso del siglo XIX con la abolición de la esclavitud, definió

muy bien la pertenencia llamada de "raza" según criterios de

clase, ya que los "negros" fueron (y son) los blancos que tienen

(o tendrían) un presunto ancestro esclavo. De esta manera,

un bisabuelo, es decir un genitor directo sobre ocho (puesto

que tenemos ocho bisabuelos), o aun un tátaratatarabuelo so­

bre dieciséis, remite a un grupo social determinado, bajo la

máscara de la naturalidad, la más sofisticada en el presente

caso. Pues si tomamos de manera lógica las sugerencias del

realismo natural al pie de la letra (y no al pie del espíritu),

tener siete abuelos blancos, es también ser blanco ... pero, ¡no

en absoluto! Precisamente uno no es blanco, uno es "negro",

ya que es el sistema social el que decide. La situación social

es que uno es negro puesto que así lo deciden las definicio­

nes (sociales). ¿Por qué entonces pretender hablar de clasi­

ficación ante-social, fuera de sociedad, "científica" l en una

palabra de clasificación "natural"? Esto es lo que nos hace

interrogarnos sobre ese natural que pretende serlo siendo una

cosa diferente de lo que pretende ser; de un natural que de­

fine una clase por otra cosa diferente de lo que efectivamen­

te está en juego para constituirla en clase. En resumen, bajo

esta singular noción corre una red de relaciones cubiertas

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Page 69: TEXTOS EN DIÁSPORA. EN AMÉRICA

Raza y naturaleza. Sistema de las marcas

por la máscara justificadora entre todas, la de la naturaleza,

de nuestra madre Naturaleza.

La denegación de la realidad en el sistema de apartheid ilus­

tra esta extraordinaria operación de enmascaramiento. Él

pretende, -habiendo encontrado otro medio, más sutil, de

definición del grupo de pertenencia-, pretende que no hay

mezcla material entre los grupos, que no hay ningún caso de

identidad. Habría dos razas, una blanca, la otra negra, res­

plandecientes cada una por su propia evidencia y por su natu­

raleza propia, y otra raza, completamente diferente y sin

relación alguna con las anteriores, un producto puro de sí mis­

mo. Institucionalmente separados, los "coloured" constituyen

la "otra" raza, el tercer término que evacua la cuestión."

Estos dos ejemplos de falsa conciencia naturalista fueron

tomados ambos en la sociedad industrial occidental y cuestio­

nan dos puntos históricos extremos: las consecuencias del pe­

riodo de acumulación monetaria (la esclavitud de plantación)

por un lado y la sociedad tecnológica contemporánea del África

del Sur por el otro. No es un azar, pues el desarrollo de la idea

de raza es coextensivo a esta área temporal y espacial. Pero que

esta idea tenga aun hoy límites espaciales es más que dudoso.

Los sistemas de "marcas"

A. La marca convencional

Durante los siglos XVIII YXIX la localización geográfica de las

fuerzas productivas fue determinante en lafirma que tomó

, "Colourcd" y no "uncolourcd", apelación que sería lógicamente tan pertinente,

allí vemos el referente del sistema.

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Page 70: TEXTOS EN DIÁSPORA. EN AMÉRICA

Colcttc Guillaumin

la imputación de naturalidad de los grupos sociales. La ma­

no de obra europea, en la misma Europa, producía un cierto

número de mercancías (metal en barra, sábanas, armas etc.)

que iban a servir como moneda de intercambio en África,

especialmente en el golfo de Guinea, contra una mano de

obra inmediatamente transportada a las Américas (del Sur,

Caribe y del Norte) para cultivar tierras "industrialmente" (o

intensivamente) explotadas. Esta agricultura que había sido

primero extensiva y consagrada a los productos de lujo (taba­

co, índigo etc.) se volvió rápidamente intensiva, primero con

el azúcar, después con el algodón, exportados hacia Europa.

Este tráfico triangular, según la expresión consagrada, man­

tenía la mano de obra europea en Europa para la producción

minera y maquinista, deportaba la mano de obra africana a

América para la producción industrial-agrícola de produc­

tos tropicales. Pero el reclutamiento de la mano de obra no

fue separado de inmediato tan claramente; en el transcurso del

siglo XVII, la esclavitud americana. agrícola reclutaba tanto

en Europa como en África, los esclavos -al término de este

periodo- venían de los dos viejos continentes." Es entonces

de un modo derivado y dependiente del origen geográfico

que el color de la piel adquirió un papel, en la medida en que

los casos presentados por la búsqueda de la mano de obra y

la extensión del tráfico triangular ofrecían posibilidades de

"marca". Pues si bien la idea de naturalidad es moderna,

inscrita en la sociedad industrial-científica, no es lo mismo

por el contrario para el sistema sociosimbólico de las marcas

imprentas en los grupos sociales; este último sistema con-

" Acerca del proceso que separó las dos corrientes de reclutamiento de la mano de

obra forzada, la europea y la africana véase Williams (1968).

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Page 71: TEXTOS EN DIÁSPORA. EN AMÉRICA

Razay naturaleza. Sistema delasmarcas

cierne a una multiplicidad de sociedades históricas y contem­

poráneas. Él no está ligado, como lo estará el sistema racial,

a la posición de dominado como tal, él interviene de hecho

en todos los niveles de la relación, dominante y dominada,

así hayan aún especificidades -que veremos- de la marca

según estos niveles.

Distinto de la idea de naturaleza' y aun en un sentido

contrario a ésta, ya que da testimonio de la inscripción con­

vencional y artificial de las prácticas sociales, el sistema de las

marcas está presente desde hace mucho tiempo para acom­

pañar las discrepancias sociales. Él existe todavía, aunque no

sea detectado siempre, y bajo su forma más constante se le

conoce demasiado para verlo. El hecho de que los hombres y

las mujeres estén vestidos de manera diferente, con ropas que

no requieren las mismas técnicas (el drapeado subsiste parcial­

mente en la ropa de las mujeres mientras que desapareció del

vestido de los hombres ... ), es un ejemplo de marca que perdu­

ra en el desconocimiento general.

No obstante se conoce la diferenciación de vestuario entre

burguesía y nobleza, del periodo feudal al siglo XVIII, que

reservó a la nobleza el derecho a las pieles, a las joyas, a los

colores vívos y a los tejidos metálicos e hizo un casi monopo­

lio del negro para la burguesía." Esta distinción desapareció

; Se quiere decir aquí la idea de "naturaleza" en el sentido científico actual. Las

sociedades teológicas daban a este término el sentido de orden interno, sentido to­

davía presente en el corazón de la noción contemporánea, pero hasta el siglo XIX

él no induia un determinismo endógeno, hoy rasgo fundamental.

, Se puede encontrar una alusión a esta práctica en Tallcmcnt des Réaux (gran

burgués de una familia de banqueros), en el siglo XVII: " ... ella lo llamaba de un

lado de la habitación para preguntarle si a él no le parecía que el negro me senta­

ba bicn. Entonces los jóvenes no tomaban el negro tan temprano como uno lo

toma ahora",

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Page 72: TEXTOS EN DIÁSPORA. EN AMÉRICA

Colette Guillaumin

al mismo tiempo que la clase noble se fundía en la burguesía

en el transcurso del siglo XIX, después de las revoluciones bur­

guesas. Estas últimas, al abolir los interdictos en el vestir, die­

ron orígenes a los vestuarios campesinos llamados "regionales"

donde el color, los encajes, los bordados traducen un derecho

adquirido recientemente. Sabemos que durante la Edad Me­

dia los miembros de las religiones no dominantes llevaban

una marca de vestuario como lo es el sombrero puntiagudo

amarillo o la rodaja (según regiones y épocas) para los judíos,

la cruz amarilla para los cátaros, Los nobles marcaban sus di­

versos grupos familiares (grupos que uno nombraba enton­

ces, del siglo xv al XVIII: "razas") con "armas" representación

que se llevaba sobre objetos removibles: atavíos, escudos y

armaduras, carruajes, domésticos (entre otros objetos), cua­

dros, o sobre sus. inmuebles: frontones, puertas, etc. En los

siglos XVI y XVII, los galeros, los deportados a las islas, luego

los esclavos hasta el siglo XIX, eran marcados por un signo,

este inamovible, inscrito directamente en el cuerpo (marca fisi­

ca de los esclavos abolida en 1833 por Francia), como en el

siglo XX lo fueron los deportados de la sociedad nazi, como

esta misma sociedad había impuesto, antes de su extermina­

ción, una insignia de tela a los judíos. Los militares y los ba­

rrenderos (entre otros), tienen hoy, lo sabemos, un uniforme;

olvídamos que hace poco tiempo (siglo XIX), afeitar la barba

era para un hombre signo de domesticidad; la tonsura de los

sacerdotes católicos, los tirabuzones de los muy ortodoxos mo­

saicos, los cabellos largos de las mujeres y los cortos de los

hombres eran o son aun esos múltiples signos y marcas, su­

perficiales o inscritos en el cuerpo, y cuya lista sería muy

larga, que expresaban (e imprimían) la pertenencia a un gru­

po social definido.

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Page 73: TEXTOS EN DIÁSPORA. EN AMÉRICA

Raza y naturaleza. Sistema de las marcas

El carácter de la marca varía, y su indelebilidad así como

su más o menos gran proximidad!asociación al cuerpo es

[unción:

1) De la supuesta permanencia del lugar que ella enuncia;

2) Del grado de dependencia que eventualmente ella sim­

boliza; la condenada bajo el Antiguo Régimen, el de

los campos de concentración contemporáneo, el es­

clavo americano llevaban la marca sobre su cuerpo

(número tatuado o marca de hierro ... ), signo de per­manencia de la relación de poder. El grupo dominante

impone una inscripción fija a los que están dentro de

su dependencia material. La marca estatutaria está

inscrita de manera reversible cuando ella significa una

dependencia contractual: acomodamientos corporales

efimeros, tales como la rasurada de barba o no (do­

mesticidad), el porte de una peluca (matrimonio), la

tonsura (votos), el largo de los cabellos, etc. La marca

a través del vestido, mucho más lábil en un sentido,

es posiblemente el grado cero de la expresión de las

pertenencias de estado.' o si se prefiere, de la expresión

del lugar en las relaciones sociales. Es en la sola divi­

sión de los sexos que subsiste hoy en día de manera

permanente la marca de vestuario, pues si uno sepone

" Distinguiremos aquí la dependencia de la pertenencia. La pertenencia: "ser" dc un

estado, de una religión, es supuestamente a la vez permanentey lábil, aunque se

podía ser ennoblecido o cambiar de religión en ciertas circunstancias. La depen­

dencia implica una relación directa de forma contractual o coercitiva: cI "alquila­

do" doméstico, el clérigo comprometido mediante los votos, el esclavo apropiado

estaban comprometidos a estar por un tiempo determinado (que puede ser limi­

tado pero que puede ser igualmente la vida entera) en una situación irreversible.

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Page 74: TEXTOS EN DIÁSPORA. EN AMÉRICA

Colctte Guillaumin

el uniforme (profesional: militar u otro ... ) para traba­

jar, es decir en un tiempo determinado y en un espa­

cio limitado, uno está por el contrario cada vezque uno

está vestido y en no importa qué circunstancia, en uniforme

de sexo. En resumen, la idea de significar visualmen­

te a los grupos presentes en una sociedad no tiene na­

da de reciente ni de excepcional.

B. Naiuraliracum del sistema de marcay desarrollo de la

idea degrupo natural

Pero la idea de clasificar según criterios somato-morfológicos

es completamente fechada y reciente: el siglo XVIII. De una

asociación coyuntural entre relación económica y rasgos fi­

sicos nacía un nuevo tipo de marca (el "color") que conoció

una gran fortuna, y desarrollos ulteriores lo harán pasar del

estatus tradicional de emblema al de signo de una naturaleza espe­

cfica de los actores sociales. Se comenzó entonces a fabricar

taxonomías que serán enseguida progresivamente calificadas

como "naturales"; esta naturalidad no era evidente al princi­

pio, cuando la inquietud formal dominaba incontestablemen­

te." Las taxonomías se transformaron en sistemas de clasi­

ficación de marca morfológica, donde esta última precede

supuestamente a la clasificación, siendo que las relaciones so­

ciales crearon el grupo sobre el cual la marca -por las pro-

'" I..inné, el primer gran taxonomista de la especie humana, tenía, como en sus rlasi­

ficacioncs vegetales (que sea dicho de paso eran lo esencial de sus preocupaciones),

una mirada mcródica y no se siruaba nunca desde una perspectiva empírica. Su

sistema cs un conjunto de proposiciones de principio. El hubiera estado proba­

blcmcntc muy sorprendido si sc Ic hubiera remitido a algún ende-determinismo,

el cual acompaña hoy obligatoriamcnte la idea de naturaleza.

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Page 75: TEXTOS EN DIÁSPORA. EN AMÉRICA

Raray naturaleza. Sistema de las marcas

pias relaciones sociales- va a ser "vista" y fijada. De esta ma­

nera, las taxonomías sirvieron de anclaje para el desarrollo

de la idea de raza, pero es sólo poco a poco que el endo­

determinismo se desarrolla en el esquema de la marca, com­

pletamente clásica en sus inicios.

Como quiera que sea, la "marca" morfológica no antece­

de más a la relación social de lo que lo hacen la inscripción

al rojo vivo o el tatuaje de un número. Yo hacía alusión supra

al tráfico triangular y al rol jugado por la zona de extensión

espacio-temporal de este proceso. Al final del siglo XVII y al

principio del XVIII la captación de mano de obra por los

americanos, limitada a una región del mundo, el golfo de Gui­

nea y el África del este, a la exclusión de Europa, juega un

papel catalizador en la formación de la noción de raza, yesto

a través de la clásica "marca". Los azares de la historia eco­

nómica proveen para este caso una forma readv made. Pero

precisamente el proceso de la toma de esclavosya estaba en

curso desde hacía alrededor de un siglo cuando intervienen

las primeras taxonomías que incluyen caracteres somáticos: la

marca seguía a la esclavitud y no precedía de ninguna mane­

ra al grupo de los esclavos; el sistema esclavistaya estaba cons­

tituido cuando se proyectó inventar las razas.

y este sistema se desarrollaba a partir de una cosa com­

pletamente diferente a la apariencia somática de sus actores.

Es triste ver tantas eminencias (tanto en la época como hoy) in­

terrogarse sobre las razones que podrían existir para "reducir

a los negros a la esclavitud" (el desprecio, piensan ellos, la vi­

sibilidad, y yo no sé que más) ... pero ningunos "negros"

fueron reducidos a la esclavitud, se producía esclavos, lo que

es muy diferente. Todas estas extrañas razones son buscadas

y adelantadas como si "ser negro" existiera en sí, fuera de

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Page 76: TEXTOS EN DIÁSPORA. EN AMÉRICA

Colette Guillaumin

toda razón social por construir semejante forma, como si el

hecho simbólico se impusiera en sí mismo y pudiera ser una

causa. Pero la idea de "reducir a los 'negros' a la esclavitud"

es una idea moderna, que se produjo en una coyuntura deter­

minada donde el reclutamiento de los esclavos (que al prin­

cipio eran negros y blancos) se focalizó. Se producía esclavos

donde quiera que se pudiese, y en función de las necesida­

des. .. luego en un cierto momento histórico, progresiva­

mente al final del siglo XVII de hecho, los esclavos dejaron de

ser reclutados en Europa pues su fuerza de trabajo era en

adelante necesaria allí, con el desarrollo de la industriali­

zación; en consecuencia los esclavos fueron tomados en su

totalidad de una región del mundo determinada y relativa­

mente limitada, constituyendo uno de los polos del tráfico

triangular.

En el periodo de reclutamiento euroafricano no había

(no aún) otro sistema de marca diferente al practicado por

esta usanza (la marca de hierro), luego afottum tampoco ha­

bía una reflexión sobre la "naturaleza" somato-fisiológica de

los esclavos; de hecho sólo intervendrá posteriormente a la

marca a través del signo somático mismo: las taxonomías pre­

cedieron a las teorías racistas.

De la "naturaleza" de los explotados

En el transcurso de los siglos XIX Yxx, hubo (de hecho toda­

vía hay) muchos investigadores en busca de una "naturalidad"

de las clases y de los grupos explotados (así la suposición y la

afirmación de una particularidad de la clase obrera en ma­

teria genética y biológica, expresada en la forma de una

76

Page 77: TEXTOS EN DIÁSPORA. EN AMÉRICA

Raray naturaleza. Sistema de las marras

inteligencia menor, fue -y es- uno de los puntos fuertes del

discurso naturalista). Esta opción es muy combatida, hay que

decirlo igualmente, puede aun ser censurada; sin embargo, la

censura sólo interviene en lo concerniente a la parte mascu­

lina, blanca, metropolitana de la clase explotada; toda cen­

sura o duda desaparece apenas nos ocupamos de la parte

femenina, o de la parte inmigrada, o de la parte neocoloni­

zada, en las relaciones de explotación. La naturaleza es la

naturaleza ¿no es cierto?

La obsesión de la marca natural (proclamada "origen"

de las relaciones sociales) funciona hoy sin lugar a dudas. No

lo hace con la misma facilidad en todas las circunstancias;

pero cualesquiera que sean los desvíos de la argumentación, se

supone que la marca natural es la causa intrínseca del lugar

que ocupa un grupo en las relaciones sociales: así, se aleja

esta marca "natural" de la marca de vestuario o la inscrita en

el cuerpo que conocen las sociedades premodernas. Pues la

vieja marca es conocida como impuesta por las relaciones so­

ciales, conocida como una de sus consecuencias; mientras que

no se supone que la marca natural sea una marca sino el ori­gen mismo deesas relaciones. Serían las "capacidades" inter­

nas (luego naturales) que determinarían los hechos sociales,

lo que vuelve a hacer referencia a la idea de determinismo

endógeno en las relaciones humanas, idea característica del

pensamiento científico mecanicista.

En resumen, la idea de grupo natural moderno es la

síntesis en movimiento de dos sistemas: el sistema tradicio­

nal de la marca, puramente funcional en cuanto a que no

tiene ninguna implicación endogénica y en que no es más

ni menos que la marca del ganado, y el sistema determinis­

ta arqueo-científico que ve en un objeto cualquiera una sus-

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Page 78: TEXTOS EN DIÁSPORA. EN AMÉRICA

Colcttc Guillaumin

tancia que secreta sus propias causas, que es, a sí misma, su

propia causa. Para efectos de nuestro interés el objeto es aquí

el grupo social, y sus prácticas deben venir de su naturale­

za específica.

Por ejemplo: "Es propio de la naturaleza de las mujeres

limpiar la mierda", proposición que se lee (más o menos en

todas las partes del mundo): las mujeres son mujeres, es un he­

cho natural, si las mujeres limpian la mierda es porque su

naturaleza las induce a eso, y de paso, en función de esta espe­

cialización de origen genéti.co, eso a ellas no les da asco, lo

que es efectivamente una prueba de que, en ellas, es natural.

De igual modo (en los Estados Unidos): "Es propio de la na­

turaleza de los negros el no trabajar", los negros son negros,

es un hecho natural, si los negros están desempleados es

porque su naturaleza los lleva a eso, y de paso, ellos son flo­

jos, y no quieren hacer nada, lo que demuestra bien que para

ellos el desempleo es natural, etc. Salvo que a las mujeres no

les "gusta" la mierda más que a los hombres (es decir para

nada) y que a los negros no les gusta menos trabajar que a los

blancos (es decir no mucho más); allí se trata es de un juicio

de intención puramente subjetivo de sus estados de ánimo. Por

el contrario lo que tiene que ver con las prácticas efectivas

de los grupos "mujeres" y "negros" (la limpieza, el desempleo),

lo que tiene que ver con los hechos, es verdad: las mujeres

limpian la mierda y ser negro condena al desempleo ... pero

la relación entre los hechos esfalsa.

La idea espontánea de naturaleza" introduce una rela­

ción errónea entre los hechos, cambia el carácter mismo de

11 "Idea espontánea" es decir idea estrechamente asociada a () indisociablc de

una relación histórica determinada y siempre presente en el seno de esta última.

78

Page 79: TEXTOS EN DIÁSPORA. EN AMÉRICA

Rar« y naturalera. Sistema de lasmarcas

estos hechos. Y esto en una dirección determinada: la natu­

raleza viene a enunciar la eternidad de los efectos de ciertas

relaciones sociales en los grupos dominados. No la perpetua­

ción de estas misma relaciones (en las cuales nadie se detiene

a fijar los ojos, y es muy comprensible: ellas son como el sol,

queman), si no la eternidad de sus efectos: la eternidad del

desempleo y de la mierda. Ese es el centro de la cuestión: una

relación social, aquí una relación de dominación, de fuerza, de

explotación, la que secreta la idea de naturaleza, es considera­

da como el producto de rasgos internos al objeto que padece

la relación, rasgos que se expresarían y se develarían en prác­

ticas específicas. Hablar de una especificidad de las razas, de

los sexos, hablar de una natural especificidad de los grupos

sociales, equivale a decir de manera sofisticada que una "na­

turaleza" particular es directamente productora de una práctica

social y a hacer el impasse en la relación social que esta prácti­

ca actualiza. En resumen un seudomaterialismo.

Ahora bien, la idea de naturaleza de los grupos en pre­

sencia evacua el conocimiento de la relación de hecho con­

centrando la atención prímeramente y luego la explicación, en

rasgos aislados, fragmentados, presumidos como intrínsecos,

eternos, que serían directamente las causas de una práctica,

puramente mecánica en sí misma. Es así como la esclavitud

se convierte en un atributo del color de la piel, y la no remu­

neración del trabajo doméstico un atributo de la forma del

sexo. O más exactamente cada una de las múltiples obliga­

ciones que imponen estas relaciones precisas que son la es­

clavitud y el matrimonio sería un rasgo natural: la multitud

de estos rasgos naturales vendrían a fundirse para trazar

la naturaleza específica del grupo social que padece la re­

lación de dominación ... En este punto preciso se inventa

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Page 80: TEXTOS EN DIÁSPORA. EN AMÉRICA

Colctte Guillaumin

la idea de grupo natural: de "raza", de "sexo", que invierte e!

razonamiento.

Forma actual de la idea de naturaleza en

las relaciones sociales

De las nociones de raza y de sexo podemos decir que son for­

maciones imaginarias,juridicamente validadas y materialmen­

te eficaces. Son tres puntos que vamos a ver sucesivamente.

A. Los grupos naluralesformacumes imaginarias

Ciertamente no es un azar si las demostraciones clásicas de la

no pertinencia de la noción de raza, yo diría más bien de

hecho de la noción de grupo natural, fueron hechas sobre

categorías naturales poco "distinguibles" y en las cuales las

virtudes de la marca son bastante ambiguas y aun totalmente

evanescentes. Sartre alguna vez en sus Réflexions sur la question

juive como hoy Ruffié, en De la biologie ti la culture, toman e! mis­

mo objeto para sostener de un modo inmediatamente convin-

cente el hecho de que las razas no existen. Aunque sus pers­

pectivas sean diferentes, ambos se valieron de un grupo, los

judíos, que, cualesquiera que sean el tiempo y el lugar, no se

distingue fisicamente de! grupo dominante." Mostrar que la

" Suponiendo que admitamos este tipo de argumentación, también podemos no­

tar que la "evidente distinción" entre un tunecino y un holandés es totalmente

invisible para quien no es magrebino o europeo, por más que pude hablar de eso

y constatarlo en diversas ocasiones. Estas distinciones son en todo caso menores

que las que distinguen entre ellos a las clases sociales o los sexos, en donde el peso,

la talla, ctc., son diferenciados.

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Page 81: TEXTOS EN DIÁSPORA. EN AMÉRICA

Razay naturaleza. Sistema de lasmarcas

creencia en caracteres naturales de la socialidad es ilusoria,

que esta creencia fue construida por una historia coercitiva, es

ciertamente mucho más fácil en el caso en que ninguna

distracción falaciosa en términos de evidencia y de visibi­

lidad fisica sea posible. La ausencia de criterios visuales

que puedan apoyar un contraataque de los que defienden la

inscripción natural de los caracteres sociales, ayuda consi­

derablemente en una demostración por sí misma extrema­

mente dificil.

Pero ¿es en el fondo una política tan buena? Yo no creo

que se puedan romper las ideas preconcebidas y las creen­

cias banales -que van con una bella e inatacable unanimi­

dad en el sentido de una sólida e ingenua creencia en las

"razas" y otros grupos naturales- con una argumentación

razonable haciendo un llamado a la suspensión del juicio y

a la expectativa de un examen de los hechos. Me parece que

sería más coherente por el contrario tomar el problema por

lo más "evidente" a los ojos de los que defienden la natura­

lidad; y no por lo que parece sostener a primera vista la de­

mostración del carácter ideológico de la naturalidad; lo "más

débilmente visible" es una trampa en este campo. Puesto

que uno no se encuentra en un esquema clásico de discusión

donde los términos del debate son comunes y las definiciones

aproximadamente compartidas, nos encontramos perfecta­

mente en un conflicto: la idea de naturaleza endodetermi­

nada de los grupos es precisamente una de las formas que

toma el antagonismo entre los propios grupos sociales que

se encuentran allí concernidos ... Tratemos primero de des­

pensar como dicen algunos, y tomemos más bien otra vía

que nos pide cuestionar, en su lugar de visibilidad máxima,

las nociones de evidencia mismas.

81

Page 82: TEXTOS EN DIÁSPORA. EN AMÉRICA

Colette Guillaumin

No, no es que la raza sea una evidencia puesto que su

aparición histórica es referenciable tanto en el sentido común

como en las ciencias; '" y que, si bien los rasgos físicos han

llamado la atención antes o en otra parte, era con indis­

tinción, si se puede decir, y en una actitud no clasificatoria

que se nos volvió difícil de comprender. En pocas palabras,

ellos eran percibidos más o menos como hoy la calvicie, el

color de los ojos o el calzado: si bien interesantes pero no

discriminatorios. 1; Hoy en día estamos en lucha contra evi­

dencias violentas de las cuales no basta decir que no exis­

ten: las vemos, sacamos conclusiones de ellas: 1) clasificato­

rias, y 2) de naturaleza -etapas histórica y analíticamente

distintas como lo vimos a través del paso de la marca con­

vencional a la marca natural, pero actualmente confundidas,

casi sincréticas-. Además, estas conclusiones clasificato­

rias no son falsas ya que la gente pertenece de hecho a un

grupo, grupo social que se define por sus prácticas en el seno

de una (de múltiples) relaciones;" no es por su pertenencia

" Me permito remitir a trabajos precedentes (Guillaumin, 197'2a, 197'2b, 1980),

t t 11;0 nos queda sino interrogarnos acerca de una argumentación bastante fre­

cuente, yen investigadores importantes, según la cual la marca somática llama­

da racial (en realidad el color de la piel) tendría un carácter de evidencia muy

superior al de la diferencia del color de los ojos o de los cabellos, etc" y que por

esto ella tendría un valor discriminatorio al contrario de estos últimos que,

ellos, (cito) "podrían diferir de padre a hijo". Esto es olvidar, de manera curio­

samente rápida, que justamente los caracteres "raciales" tales como el color de la

piel pueden ser diferentes entre padres e hijos (en los Estados Unidos, en las Antillas:

a padre blanco, hijo negro). Y esta diferencia es más importante que el matiz

de los ojos o de los cabellos no porque fuera más visible sino porque es social­

mente proclamada como racial y reviste un carácter de violencia coercitiva.

Otra vez entonces un ejemplo de lo irreal de las proposiciones que se presentan

como testimonios de simple sentido común.

" Puesto que, repitárnoslo, si no hubiera grupo social, el rasgo físico (cualquiera que

sea) no sería discriminante.

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Page 83: TEXTOS EN DIÁSPORA. EN AMÉRICA

Raza y naturaleza. Sistema de las marcas

(construida) que él se define, a pesar de la percepción que

nos es impuesta por una aprensión naturalista que sitúa a

la naturaleza somática de los actores sociales en el origen

de las clasificaciones y de las prácticas.

Luego entonces estas clasificaciones son verdad y mentira

a la vez: verdad (un grupo), mentira (la "naturaleza somáti­

ca" del grupo), y la mentira se nutre de la verdad. Una apa­

riencia (un color, un sexo ... ) informa muy bien sobre el tra­

bajo -y aun sobre las tareas en el trabajo-, sobre el salario

-o el no salario-, y aun, si hay uno, sobre el nivel del sa­

lario. En 1977, por ejemplo, si uno se encuentra en frente de

una mujer, nos encontramos seguramente delante de alguien

que cumple con el trabajo doméstico de manera gratuita, y

probablemente de alguna sin salario igualmente, o a veces en

contraprestación de un salario, limpia fisicamente a los pe­

queñitos y los viejos, al interior de la familia o en los estable­

cimientos públicos y privados, y hay muchas probabilidades

de encontrarse en frente de alguna de esas trabajadoras por

el salario mínimo o por debajo de él, es decir las mujeres. No

es una naturaleza, es una relación social. En 1977 en Francia, si

nos encontramos frente a un hombre del Mediterráneo -y

es a propósito que no empleo un término nacional, pues la

nacionalidad no tiene nada que ver, mientras que la región

del mundo es determinada...- hay fuertes probabilidades de

,encontrarse en frente de alguno de esos trabajadores con un

tipo de contrato específico o aun sin ninguno, y quizá sin per­

miso de estadía, de alguien que hace más horas que los otros

trabajadores, y esto en la construcción, en las minas o en la

industria pesada. En breve, delante de un pedazo del muy

constitucional y muy estructural "colchón de mano de obra",

que componen igualmente 46% de mujeres que tienen acce-

83

Page 84: TEXTOS EN DIÁSPORA. EN AMÉRICA

Colette Guillaumin

so a un trabajo salarial. En 1977, si uno se encuentra delante

de un afroamericano, hombre o mujer, tenemos todas las pro­

babilidades de encontrarnos en frente de algún empleado en

el terciario y especialmente en los servicios: hospitales, trans­

portes, comunicaciones; y precisamente alguien empleado en

el sector público. En 1977 en Francia, si nos encontramos

en frente de una mujer del Mediterráneo, existen todas las

probabilidades de encontrarse delante de alguna que traba­

ja de igual manera en los servicios pero no en el sector públi­

co, si no esta vez en el privado, privado individualizado (un

patrón particular) o colectivo (una sociedad): empleada del

servicio, conserje, empleada de cocina, etc.; en frente de algu­

na que hace en contraprestación de un salario por debajo del

mínimo (como mujer) un trabajo de doméstica (como medi­

terránea) y de manera gratuita el trabajo doméstico. familiar

(como mujer), etc., ver más arriba.

Estamos entonces en presencia de esos grupos "naturales"

evidentes cuyas prácticas, presumidas "naturales" así como

sus actores, son sólo la actualización de una relación muy so­

cial. Es importante saber cómo esos grupos se encuentran

reconocidos "naturales" y naturales en principio: "consecuen­

cia lógica" de esta naturaleza para unos, que consideran que

uno nace con un lugar y una tarea precisa ... o "abominable

injusticia" para otros que piensan que es cruel e injustifica­

ble el confinar en "estratos inferiores" o de cuasi-castas a los

miembros de estos grupos que, los infelices, no tienen la cul­

pa de su pertenencia natural. Si bien la concepción de 10 de­

seable varía, la percepción del hecho es la misma: hay grupos

naturales. Esto es posiblemente porque la naturaleza, que

nos sirve hoy en día de dios protector y portátil, es la forma

ideológica de un cierto tipo de relaciones sociales. Pero tarn-

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Page 85: TEXTOS EN DIÁSPORA. EN AMÉRICA

Razay naturaleza. Sistema de las marcas

bién es porque, estrato o casta ("naturaleza" mejor dicho),

uno se detiene en el objeto para rechazar el ver la relación

que la constituyó.

La idea de especificidad interna, somato-fisiológica, de los

grupos sociales concernidos es una formación imaginaria (en

el sentido en que la naturalidad tiene lugar en la cabeza) aso­

ciada' a una relación social. Esta relación es identificable a

través de los criterios que anotamos, y que son completamen­

te materiales y delimitables, históricos, técnicos y económicos.

Estos rasgos son apareados a una afirmación naturalista cu­

yas contradicciones, silencios lógicos y afirmaciones mucho

más aseguradas en cuanto que reposan sobre implicaciones

no elucidadas, muestran la ambigüedad y la incertidumbre.

y el carácter imaginario de un término de apareamiento es

invisible justamente ... gracias a la naturaleza.

B. Formación imaginaria, jurídicamente validada

]uridicamente y no, como se pretendió durante un siglo, cien­

tíficamente validada. Y los dos términos: "jurídica" y "cientí­

fica" forman un doblete en el sistema social. En el caso de lo

natural, lo jurídico juega el rol de garantía atribuida teórica­

mente a la constatación científica.

La institucionalizacián, la transformación de la noción de

grupo natural como categoría validada a nivel del Estado,

no fue por el hecho del cuerpo científico a pesar de todos los

esfuerzos en ese sentido, si no mas bien por el hecho jurídi­

co. La raza se convierte en una categoría efectiva legal en

tanto categoría de la naturaleza (categoria de origen no divino y

no socio-humano) a finales del siglo XIX en los Estados Uni­

dos ('jim Craw laws"), en 1935 en la Alemania nazi (leyesde

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Page 86: TEXTOS EN DIÁSPORA. EN AMÉRICA

Calette Guillaumin

Nuremberg), en 1948 en África del Sur (leyes del apartheid).

Estas leyes discriminatorias, interdictivas y segregativas, que

tocan prácticamente a todos los dominios de la vida (matri­

monio, trabajo, hábitat, desplazamiento, instrucción, etc.),

enuncian los interdictos en función de criterios señalados

como raciales. No es por lo interdictivo que estas leyes son nue­

vas -los interdictos no datan de ayer-- sino porque se ins­

criben en la ley de la pertenencia "natural" de los ciudada­

nos. El fracaso de la fabricación de categorías naturalistas

coherentes por las vías científicas sólo fue una peripecia su­

perficial en un proceso que demostró que no necesitaba de

ellas: la ley vino a proveer la validación socioestatal, institu­

cional, que no había sido producida por el canal por donde

primero se le había esperado. Sin que por ello de paso, la per­

secución cese en el campo científico mismo.

La gigantesca y grotesca empresa de antropología fisica

que el nazismo había perseguido con el fin de enunciar "cien­

tíficamente" su "verdad" racio-juridica no era una disfunción

enigmática si no el fruto de una lógica de relaciones sociales

anteriores que el nazismo desarrollaba. Esta justificación cien­

tífica proclamada sin cesar y activamente buscada, en todas

las direcciones posibles, se develó inasequible como era pre­

visible. Y particularmente inasequible puesto que, al enfocar

unafimcionalidadde la noción de raza, se buscaba una legiti­

mación de orden natural, que suscitara indicios que pudieran

coincidir con una definición previa de los "arianos" y 'Judíos"

según el sistema nazi. Los delirios sobre la "naturaleza", racial

o sexual, de los grupos en presencia, alcanzan en el grupo

dominante volúmenes completamente considerables en los pe­

riodos de conflicto abierto o de antagonismo explícito. Ates­

tiguan los trabajos sobre las diversas "razas" humanas en los

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Page 87: TEXTOS EN DIÁSPORA. EN AMÉRICA

Razay naturaleza. Sistema de las marcas

Estados Unidos posesclavistas," sobre losjudíos en la Alema­

nia nazi, sobre las particularidades de los cromosomas sexua­

les en el conjunto del mundo industrial desde los años sesen­

tas, y sobre la naturaleza quimio-fisiológica o genética de la

desviación en la URSS contemporánea. Que sea en los Esta­

dos Unidos, en la Francia colonizadora, en la Alemania nazi,

o en el sistema patriarcal transnacional, sigue siendo imposi­

ble pretender a pesar de los esfuerzos en que fueron -y son­

invertidos considerables medios y grandes energías que la

heterogeneidad humana es demostrada o demostrable.

Luego entonces categoria legal, y categoría natural de la ley

Ya que de ninguna manera se debe a que nos alejáramos del

campo de las ciencias naturales para entrar en el jurídico

el que se renunciara a la idea de naturaleza, muy por el con­

trario, se trataba de la misma naturaleza y de una garantía

que enfoca el mismo objeto. La ley más que la ciencia venía

a servir de testigo y de seguro a la muy utilizable convicción del

carácter endodeterminado de los grupos presentes en una

sociedad dada. Esta transferencia muestra que la raza es una

categoría propia a las relaciones sociales, proveniente de ellas

y que regresa a orientarlas. Las relaciones de hecho vienen a

expresarse en una de las formas superestructurales posibles:

instituciones jurídicas o ciencia.

C. Formación imaginaria, jurídicamente validada,

materialmente dicaz

Las mismas ciencias sociales sostienen una relación de una

extraña ambigüedad, reticente y a la vez sumisa, con la no-

" Cf por ejemplo (Haller, 1971; Harris, 1968).

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Page 88: TEXTOS EN DIÁSPORA. EN AMÉRICA

Colette Guillaumin

ción de grupo natural. Reticencia en cuanto ellas no admiten

la tesis según la cual las razas son, en tanto categoría natural,

una causa eficiente, no mediatizada, de las relaciones socia­

les (los defensores de esta tesis se reclutan más que todo entre

los fisicos, los antropólogos fisicos o los sicólogos). Sumisa en

cuanto aceptan, sin embargo, la idea de categoría natural

perq como abstracta no obstante las relaciones sociales, y pu­

diendo tener una existencia pura en alguna parte. De allí se

desprende una posición insostenible. Una abstención total

concerniente a la idea de naturalidad seria más confortable.

Pero la implicación ideológica de la idea de naturaleza (y del

grupo natural de donde se desprende) nopuede ser eliminada

de las relaciones sociales donde ocupa -aun si no queremos

verlo- un lugar central. Ideológicamente escondida (si la

ideología se esconde bajo la "evidencia", lo que pienso), la for­

ma "natural", bien sea de sentido común o ya institucionali­

zada, está en el centro de los medios técnicos, de los cuales se

sirven las relaciones de dominación y de fuerza para impo­

nerse a, y guardar el uso de, los grupos dominados.

Como categoría técnico-juridica, la enunciación de la

existencia de grupos naturales entra en el orden de los he­

chos materiales. Lo juridico es lo enunciado de las técnicas

ideológico-prácticas de la dominación: lo volvemos a encontrar

entonces como garante privilegiado de lo que es ideológica­

mente supuesto sin garantía necesaria en las reglas sociales

porque puro hecho de la naturaleza. ¿Quién puede ir en con­

tra de la naturaleza, ley del mundo, cuya inscripción por los

hombres no puede ser si no nula o tautológica? Ahora bien,

en la afirmación de la especificidad de los grupos, la natura­

leza pasa por la inscripción legal, luego entonces ella se afirma

como hecho social al momento mismo en que se pretende el

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Page 89: TEXTOS EN DIÁSPORA. EN AMÉRICA

Razay naturaleza. Sistema de las marcas

origen y la razón de la sociedad humana. Es unjuego sinies­

tro de "haríamos como si... ", y en efecto hacemos como si.

En efecto, el carácter natural (la raza, el sexo), al ser cate­

goría legal, interviene en las relaciones sociales como rasgo

coercitivo e imperativo. Él inscribe la dominación en el cuer­

po del individuo, le designa así su lugar de dominado, pero

no le designa ningún lugar al dominante. 17 La pertenencia al

grupo dominante se marca por el contrario jurídicamente por

la no-interdicción práctica, la indefinida posibilidad. Expli­

quémonos: legalmente nada le impide a un miembro del gru­

po dominante (que de paso sólo es grupo "natural" por ne­

gación; de hecho él no es ni esto ni aquello), nada le impide

entrar en la práctica de las categorías dominadas, él puede vol­

verse obrero agrícola temporal, cocer a domicilio, puede tam­

bién lavar la ropa gratuitamente a todo el grupo doméstico, ser

pagado por dactilografiar, no ser pagado por criar, alimen­

tar, lavar y cuidar a los niños, allí sólo encontrará, aparte del

poco salario o de su ausencia total, el sarcasmo, el desprecio

o la indiferencia; en todo caso no se le impedirá hacerlo y de

hecho él no lo hará: es pura ilusión mental. Pues: 1) si en efec­

to nadie se lo impide, 2) nadie se lo impone; las dos proposi­

ciones sólo tienen sentido reunidas, ambas son importantesy

vanjuntas.

Mientras que todo es un impedimento para los miembros

de los grupos dominados: 1) Efectuar, en contraprestación de un

salario, los trabajos que son socialmente definidos por el hecho

mismo que son cumplidos en una relación donde su gratuidad

" Es en este punto preciso que interviene la ruptura con el sistema tradicional de

las marcas quc, convencionalmente, se aplicaba a todos los grupos en presencia.

El grupo de los esclavos, el de las prostitutas deportadas, el de los condenados, sc

sitúan cn una zona mixta: la marca cn el cuerpo sólo es impuesta a los dominados.

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Page 90: TEXTOS EN DIÁSPORA. EN AMÉRICA

Colcttc Guillaumiu

es impuesta, y 2) entrar en ciertas instituciones del Estado o de

la religión que les están prohibidas. Y no hablemos aquí ni

siquiera de barreras costumbristas, tan eficaces para bloquear

el acceso a los altos salarios, a la independencia personal o

la libertad de movimiento. Los dominados se encuentran en la

situación simétrica e inversa a la de los dominantes, ya que:

1) todo les impide ciertas prácticas, y 2) todo les impone por el

contrario hacer el trabajo doméstico de manera gratuita, de ser

mano de obra, de recibir el salario mínimo (y por debajo del

salario mínimo), etc. Y esto, con un arsenal de medios que

incluye lo jurídico.

Conclusión

La invención de la naturaleza no puede estar separada de la

dominación y de la apropiación de los seres humanos. Ella

se desarrolla en ese tipo preciso de relaciones. Pero la apro­

piación que trata a los seres humanos como cosas y saca di­

versas variaciones ideológicas no es suficiente por sí sola para

inducir la idea moderna de grupo natural: después de todo

Aristóteles hablaba ciertamente de la naturaleza de los escla­

vos, pero no con el significado que le damos hoya este tér­

mino. El término naturaleza aplicado a un objeto cualquiera

enfocaba su destinación en el orden del mundo; orden regu­

lado entonces teológicamente. Para que nazca su sentido mo­

derno hace falta allí otro elemento, un factor interno al obje­

to: el de determinismo endógeno, que introduce el desarrollo

científico, que vendrá, juntándose a la "destinación", a for­

mar esta nueva idea, el "grupo natural". Pues a partir del si­

glo XVIII sensiblemente se deja de recurrir a Dios para expli-

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Page 91: TEXTOS EN DIÁSPORA. EN AMÉRICA

Razay naturaleza. Sistema de lasmarcas

car fenómenos de la materia y se introduce el análisis de las

causas mecánicas en el estudio de los fenómenos, primero fí­

sicos, luego vivos. Lo que estaba en juego de hecho era la con­

cepción del hombre, y el primer materialismo será mecani­

cista en el transcurso de ese mismo siglo (if L'homme machine

de La Mettrie).

Si lo que está enunciado bajo el término "natural" es la

pura materialidad de los objetos implicados, entonces nada

menos natural que los grupos en cuestión que, precisamen­

te, están constituidos por un tipo preciso de relación: la rela­

ción de poder, relación que los constituye en cosas (a la vez

destinadas a y mecánicamente orientadas), pero que los cons­

tituye ya que sólo existen como cosas en esta relación. Son las

relaciones sociales en que se comprometieron (la esclavitud,

el matrimonio, el trabajo inmigrado ... ), las que los fabrican

como tales a cada instante; fuera de estas relaciones ellos no

existen, ni siquiera pueden ser imaginados. Ellos no son datos de la

naturaleza sino más bien datos naturalizados de las relaciones

sociales.

Bibliografia

Colect (1977), Discours biologique el ordre social, París, Le Seuil.

Guillaumin, Colette (1972a), L'idéologie raciste. Genése el langage actuel,

París, Mouton.

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Cahiers Intemationaux de Sociologie, vol. LlII.

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91

Page 92: TEXTOS EN DIÁSPORA. EN AMÉRICA

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Haller,John S. (1971), OutcastsfromEvolution. Scientfic Altitudes of Racial

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Williams, Erie (1968 [I 9441), Capitalisme et esclavage, París, Présence

Africaine.

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Page 93: TEXTOS EN DIÁSPORA. EN AMÉRICA

EL SILENCIO DE LA NACIÓN.LAS "VIEJAS COLONIAS" COMO LUGAR

DE DEFINICIÓN DE LOS DOGMAS

REPUBLICANOS (1848-1905)*

•Myriam Cottias

Ce qui se erée dans l'habitudc de la vic en commun,volontaircmcnt acceptée ou non,

ce n'est pas un lien de servitude mais un líen d'amourSenghor, La France impénale, 1945 1

Mientras que la abolición de la esclavitud debía permitir

"la entrada de los hermanos esclavos a la gran familia nacio­

nal" en 1794 y 1848, simultáneamente los actores coloniales

no encontraban más su lugar en el discurso sobre la Nación.

Las sociedades provenientes de la primera colonización cam­

biaron de denominación y de estatus: ¡se convirtieron en las

"antiguas Colonias" y fueron borradas de la historia nacional!'

Si bien las intricadas relaciones entre las colonias y la metró­

poli habían sido estrechas en el siglo XVIII, principalmente

durante la Revolución francesa, si bien hasta 1848 el problema

de la esclavitud fue debatido por los más grandes hombres

políticos, la abolición sentaba las bases de la desaparición de

• Texto original: "Le silenee de la nation. Les 'vicillcs colonies' comme licu de

définition des dogrnes républicains (\848-1905)", Outre-Mers. Reuue d'Histoire,

núms. 338-339, 2003, pp. 21-45. Traducción de Kadia del C. Morales M., con

el apoyo del Centro de Estudios Mexicanos y Centroamericanos.

, "Lo que se crea por el hábito de la vida en común, voluntariamente aceptada o

no, no es un lazo de servidumbre si no de amor".

, Yves Bénot (1987) desarrolla la idea de la historia "amnésica" en lo que se refiere

a HaitÍ.

91

Page 94: TEXTOS EN DIÁSPORA. EN AMÉRICA

Myriarn Cottias

las colonias del debate político y del relato histórico. Ellas

eran desvanecidas en un momento en que la historia tenía

por tarea la definición de la Nación. "¿Hubiese sido este

gran acto, de alguna manera, el último grito de la vida exte­

rior de nuestras Colonias? ¿Por qué, salvo raras excepciones,

la indiferencia reemplazó la ardiente solicitud de las cuales

antes eran objeto?", se interroga en 1858 Le Pelletier de Saint­

Rémy (1858) en la Revue des Deux Afondes.

En efecto, el estatus de las colonias en el discurso sobre la

Nación francesa que se desarrolla desde 1830 cuando la his­

toria se convierte en una institución nacional, según la fórmu­

la de Augustin Thierry,' a la postre de la guerra de 1870 -en

el momento en que la historia participa en la identidad na­

cio.nal (Saignobos, 1982; Noiriel, 1998)- era poco discuti­

do. En este periodo de institucionalización de la memoria y

cristalización de la relación con el pasado, el lugar atribuido

a las colonias en la historia del establecimiento de la Repú­

blica y de sus valores era mínimo. Ellas no estaban presentes

en esos textos de historia, tan importantes en el siglo XIX para

la transmisión de esta memoria francesa (Joutard, 1993),

difundida en realidad por vía escolar a partir de 1865 gracias

a Victor Duruy. Esta Francia fundada por los historiadores

del siglo XIX, por la revolución que simbolizaba su espíritu

(Michelet, 1952) y que daba por sentada la unidad de la na­

ción emancipada (Mélonio, 2001: 138), ignoraba casi com­

pletamente a las colonias en el momento en que éstas interro­

gaban e ilustraban los dogmas fundamentales de la Repúbli­

ca: "Libertad, igualdad y fraternidad", revelando así todos

sus avatares.

, Citado por Pierre Nora en su artículo sobre "L'histoire nationale", en André

Burguicre (1986).

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Page 95: TEXTOS EN DIÁSPORA. EN AMÉRICA

El silencio de laNacién. Las ''viejas Colonias"

Libertad y exterioridad nacional

Libertad de los esclavosy silencios de los historiadores

de la República (siglos XIXy xx)

En el corazón de la tormenta revolucionaria, Francia fue

conducida a abolir la esclavitud el 4 de febrero de 1794,

bajo la presión de los sucesos de Santo Domingo. Recorde­

mos los hechos. En 1791 Santo Domingo era aún la "Perla

de las Antillas". Era incluso "el punto más floreciente y prós­

pero del globo" (James, 1980), que en 60 años se convirtió

en el esplendor colonial de Francia. Al final de ese siglo ase­

guraba 79% de la producción de azúcar, la mayor parte de

la producción de café y recibía 7 1% de los navios que nave­

gaban en línea recta hacia las colonias francesas. También ga­

rantizaba el excedente comercial de su metrópoli: "En 1785,

Francia recibía de las colonias 218 millones de toneladas de

azúcar, café, cacao, madera de las islas, índigo, etc .... De los

218 millones, Francia consumió apenas 171 millones, el res­

to fue exportado después de haber sido tratado en la metró­

poli" (Jaures, 1901).

Esta expansión económica acelerada estuvo acompañada

de un importante desarrollo de la población, casi 17 veces

más numerosa que en 1713, sobre todo por la trata de afri­

canos. En efecto, 89% de los habitantes son esclavos y 5%

pertenecen a la clase de los "Libres de color", mientras que

6% restante son catalogados como "Blancos". Es en 1791,

en el momento en que la Revolución francesa refuerza las

luchas intestinas y políticas entre los grupos de los libres

("Blancos" y "de color"), que en la noche del 21 al 22 de

95

Page 96: TEXTOS EN DIÁSPORA. EN AMÉRICA

Myriam Cottias

agosto, los esclavos de Santo Domingo se sublevan contra

los colonos franceses. La revolución, organizada por un jefe

negro, Toussaint-Louverture, se extiende rápidamente por

toda la isla. Se le pide a Sonthonax, comisario civil, que

declare la abolición de la esclavitud, lo que finalmente hace

el 29 de agosto de 1793 en el Norte. Sucederá lo mismo el

21 de septiembre en el Occidente y el 21 de octubre en el Sur.

El 4 de febrero de 1794, al unísono, la Convención abolía

por primera vez la esclavitud en la totalidad de las colonias

francesas.

Yves Bénot fue quien primero denunció la omisión de los

acontecimientos de Santo Domingo en las obras consagra­

das a la Revolución francesa, pero es posible seguir este aná­

lisis poniendo en perspectiva los relatos amnésicos que él cri­

ticó con la elaboración de la definición de la Nación durante

el siglo XIX, en su dimensión territorial y étnica. En efecto, al

hacer un recorrido por los textos de los historiógrafos, pode­

mos darnos cuenta que el campo semántico concerniente

a la nación comprende nociones frecuentemente poco seña­

ladas' y que sólo pueden ser reveladas por un análisis sincró­

nico de la historia de la metrópoli y de las colonias. Al cam­

biar la perspectiva, al interrogar las fuentes desde un punto de

vista "colonial" (a la vez como "lugar desde donde se habla"

y como análisis de las fuentes de la metrópoli a partir de las

colonias), es posible restablecer la participación y la importan­

cia de las colonias en la historia nacional. Este procedimien­

to permite de esta manera explicitar los silencios y mostrar

, No obstante ver los trabajos de Emmanuelle Saada cuya última publicación re­

toma ciertos puntos desarrollados aqui desde el punto de vista de las "viejas colo­

nias" (Saada, 2003).

96

Page 97: TEXTOS EN DIÁSPORA. EN AMÉRICA

El silencio de la Nacián. Las "oiqas Colonias"

que las colonias dibujaban líneas de fractura del universalis­

mo republicano."

Sin lugar a dudas es a partir de los silencios alrededor

de la revolución en Santo-Domingo (Trouillot, 1995) Yde la

participación de las colonias en la Revolución francesa que

son revelados los impensados de la República. Fueron los mis­

mos del siglo XIX al xx. Si bien no hay una historia incorrec­

ta de las ideas, según la expresión de Immanuel Wallerstein

(Balibar, Wallerstein, 1992), ¡es cierto que los valores dogmá­

ticos de la República tal como se acordó entenderlos, omitían

la importancia de los hechos coloniales aún cuando estos po­

dían nutrir una reflexión sobre la emancipación considerada

por Michelet, Guizot, Augustin Thierry, como el motor de

la historia!

Por elección epistemológica y no por ignorancia, L'Histoire

de la Révolution francaise de Michelet, publicada entre 1847

y 1853, es un ejemplo de ello. Michelet describe en apenas

14 líneas la rebelión de los esclavos de Santo Domingo. Ésta

no es presentada como la conmoción de un yugo indigno, ni

aun como la reivindicación de una libertad justa. Bajo su plu­

ma, este levantamiento aparece más bien como un riesgo de

peligro para la metrópoli francesa cuyos enemigos esperaban

su debilitamiento; se convierte casi en un avatar de la con­

trarrevolución. Era simplemente "la guerra de salvajes más

espantosa que jamás se haya visto" (Michelet, 1952). Michelet

no aborda ni la acción de la Sociedad de los Amigos de los

, "Thc colo nies of France, England and thc Ncthcrlands more ambivalcntly, of

Spain and Portugal did more than reflect thc boundcd universality of metro­

politan culture: thev constituted an imaginary and physical space in which thc

inclusions and cxclusions bui!t into the notions of citizcnship, sovercignty, and

participation were workcd out" (Cooper, Stoler, 1997: 3).

97

Page 98: TEXTOS EN DIÁSPORA. EN AMÉRICA

Myriam Cottias

Negros, creada por Brissot de Warville, ni la problemática

de los derechos civiles de los "libres de color" que agitaba

a partir de abril de 1790 tanto a la Asamblea Constituyente

como al pueblo parisiense (James, 1980);'; así como hace el

impasse sobre el partido de los colonos reunidos en el Club

Massiac y su arresto gracias al decreto del 9 de marzo de

1794 (Gauthier, 1995: 205). Mucho menos evoca lo que es

convenido llamar la "primera abolición de la esclavitud" en

las colonias francesas, el 4 de febrero de 1794. Sin temor a las

paradojas y en una sorprendente inversión de los conceptos,

Michelet anota lo siguiente para el año 1793: "Nantes, bien

opulenta por la trata, rica, espléndida en 1789, al hablar

tanto de libertad, vio con terror a Santo Domingo hacer eco

de sus palabras, y fue de repente sumergida en un mundo de

refugiados que llegaban de América. Había un buen número

de negros; la ciudad los enroló e hizo de ellos excelentes es­

cuadrones, muy valientes, pero muy feroces, terribles princi­

palmente para las prisioneras. Los negros decían: 'esas son

nuestras esclavas'" (Michelet, 1953: 725).

De Michelet a Renan, pasando por Augustin Thierry,

Guizot, Mignet, los sentimientos de solidaridad anclados

en "la lucha del pueblo", en "la lucha de las clases" y de las

"razas", presiden a la definición de esa entidad, subjetiva y

empírica a la vez, que es la Nación. Sin embargo, la célebre

definición de Renan ("una nación es ante todo un alma, un

espíritu, una familia espiritual, que resultan del pasado de

los recuerdos comunes, de las glorias comunes, a veces de los

" La Comuna de París organizó una manifestación por "los Derechos del hombrey del ciudadano de color. Vivir libre o morir", el 8 de junio de 1794, un bautizo

de la libertad que acabó con la promesa de la abolición de la esclavitud, el 12 dejunio de 1794... Véase Florence Gauthier (1995: 202).

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Page 99: TEXTOS EN DIÁSPORA. EN AMÉRICA

El silencio de laNación. Los "!JUdas Colonias"

duelos comunes, ... resultantes, digo, del pasado de los re­

cuerdos comunes, y del presente por el consentimiento de

las poblaciones" (1992)) no incluye a las colonias aun cuan­

do éstas ilustraban esa epistemología.

Hay que esperar la publicación de L'Histoire socialiste,

bajo la dirección de jean jaures, para encontrar modificacio­

nes, tímidas y semánticas. Por ejemplo el término "négres'' es

sustituido por el de "noirs". 7 No obstante, el método dialéc­

tico de la historia y la denunciación de la explotación del pue­

blo son reservados para las masas campesinas en el siglo XVIII,

para las obreras y proletarias en el XIX Yprincipios del xx. En

esta postura republicana y socialista, si, en efecto, la esclavi­

tud y su abolición tienen su lugar al igual que la sublevación

de los esclavos de Santo Domingo (a diferencia de los rela­

tos históricos de los padres de la historiografia de la Nación

francesa), este lugar se justifica sólo en relación con la enti­

dad "Francia". El reconocimiento de una reivindicación legí­

tima de independencia por parte de Haití no impide un error

de datación (1826 en vez de 1825)y da lugar a un resumen de

los hechos históricos que resalta más la reparación ,que se le

debía a los antiguos colonos expulsados de Santo Domingo,

que la independencia del primer Estado negro del mundo.

La posición nacional prima sobre el análisis de las relaciones

de fuerza entre el Occidente y las colonias, que se hubiera po­

dido esperar de una historia socialista: "El gobierno reguló

como mejor pudo los intereses nacionales y particulares, las

dificultades provocadas en Santo Domingo desde 1814, a

causa del regreso de los antiguos colonos expulsados por los

negros que el general Leclerc, emisario de Bonaparte había,

, Que se traducen por la misma palabra "negro" en español (N.T).

99

Page 100: TEXTOS EN DIÁSPORA. EN AMÉRICA

Myriam Cottias

de paso, sobreexcitado y provocado en 1802. Se reconoció

la independencia del gobierno y se hizo pagar derechos por

el monto de 150 millones para indemnizar a los colonos ... "

(Jaures, 1901).

Entre un medio y completo silencio pero siempre en un

republicanismo proclamado, se sitúa la Histoire de la France

contemporaine de Ernest Lavisse, escrita en colaboración con

Philippe Sagnac y Charles Seignobos (para el tema que nos

interesa). N igual que en los textos anteriores, la libertad rei­

vindicada y ejercida sobre el territorio nacional se encuen­

tra magnificada toda vez que, desde la mitad del siglo XIX,

el espacio en el seno del cual se pensaba la unificación de la

Nación fue globalizado por el desarrollo de los tranvías. El

combate contra la esclavitud es valorado cuando se desarro­

lla en un marco nacional restringido, cuyas fronteras ~ueden

fluctuar según una proximidad geográfica inmediata o según

una concepción filosófica de la libertad comprendida como

la lucha contra la tiranía. Así, leemos que

el 13 de agosto de 1792, mientras los aliados avanzaban enla región de Champagne, la Comuna de París, confiadaen la victoria, decía: "al renunciar a todos los proyectos dela conquista, la Nación no ha renunciado al suministrode socorros para las potencias vecinas que desearían librar­se de la esclavitud". Más tarde, el 26 de agosto de 1792, laAsamblea legislativa, a quien se le había hecho la solicitudde acordar el título de ciudadano francés a todos los filó­sofos extranjeros que habían defendido con valor la causade la libertad y que habían merecido bien de la humanidadotorgaba este honor a George Washington y a ThomasPaine, libertadores de los Estados Unidos, al apóstol dela abolición de la esclavitud William Wilberforee (Lavisse,Sagnac, 1920; Wahnich, 1997).

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Page 101: TEXTOS EN DIÁSPORA. EN AMÉRICA

El silencio de la Nación. Lis "viejas Colonias"

Entre esas dos fechas, los esclavos de Santo Domingo se

habían sublevado pero en el relato cronológico de los he­

chos revolucionarios esta rebelión no fue tomada en cuen­

ta. Si los contemporáneos lo ignoraban, los historiadores, lo

ocultaron. Su objetivo no era reconstruir una secuencia histó­

rica alrededor de la lucha contra la esclavitud y por la liber­

tad que incluía a los primeros involucrados: los esclavos, pues

éstos constituyen, posiblemente, una alteridad en el discurso

sobre la Nación. La lucha contra el sometimiento y por la

libertad era el emblema de la República fuera de la historia

colonial. En efecto, sería inexacto pretender que la cuestión

de la esclavitud no aparece nunca en esos relatos históricos.

Pero en Michelet, Augustin Thierry o Renan, el referente de

la esclavitud es antiguo y no colonial. Su contrapunto, la Li­

bertad, que pertenece a la matriz de la República, y la proxi­

midad de origen cultural y casi étnico (en el sentido reciente

y no moderno del término)," son reafirmadas por Michelet:

"Cuando los esclavos o manumisos gobiernan el Imperio,

cuando se llaman Térence, Horace, Phedre, Epictete, es difi­

cil no extender la fraternidad al esclavo" (Michelet, 1952). Si

la esclavitud da lugar a un razonamiento moral, como en el

Manuel Républicain de l'homme el du cüoyen, publicado por pri­

mera vez en 1848, la matriz de análisis es siempre la anti­

güedad (Renouvier, 1904: 159).

En el capítulo titulado "decretos humanitarios" pro­

mulgados por el gobierno de la Segunda República, Charles

Seignobos inscribe cronológicamente la abolición de la es­

clavitud en el centro de una serie de reformas que suprimen

el juramento para los funcionarios del orden administrativo

" Como fue discutido por Gérard Noiricl (2001: 147-165).

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Page 102: TEXTOS EN DIÁSPORA. EN AMÉRICA

Myriam Cottias

y judicial, las penas corporales y la exposición pública, las

leyes sobre la prensa, la detención fisica y la detención por

motivos de culto. Ninguna mención indica el alcance huma­

no de semejante medida. Los términos del texto oficial que

declara qué la esclavitud es un "atentado a la dignidad huma­

na y una violación del dogma republicano Libertad, Igual­

dad, Fraternidad" son, simplemente, retomados.

La cuestión de la abolición de la esclavitud es de nuevo

abordada por Seignobos en el capítulo sobre "la política co­

lonial". Él se apoya en un número restringido de estudios

cuyas referencias son a veces erróneas." Dos elementos son

llamativos en este texto: por un lado, esta abolición no da

pie a ningún desarrollo humanista sobre el sometimiento y

la libertad; por el otro, sus consecuencias en la historia polí­

tica de la República no son indicadas. Que los antiguos escla­

vos se vuelvan franceses, que sean electores y elegibles: nada

de eso es anotado. Siguen siendo caracterizados de mane­

ra indiferente como "négres'', "noirs" o "gentes de color".

El alejamiento de las colonias o aun su exclusión efectiva de

la historia nacional es consumada en esta época: "La Revo­

lución de 1848 trastornó la vida de las colonias. El gobierno

provisional abolió la esclavitud... La noticia consternó a los

criollos; en las Antillas, los negros manumisos súbitamente

se agitaron, incendiaron viviendas y masacraron a los blan­

cos" (Lavisse, 1920).

" Se trata entonces de la obra deJules Duval, publicada en 1864, y no de la de

G. Duval, publicada en 1884. De hecho él se apoya en obras antiguas con res­

pecto a la fecha de publicación de este tomo. Son utilizadas principalmente,

la RnJta Coloniale, entre 1843y 1858que se convierte entre 1859 y 1860 en la RnJta

Algbúnnl! ti Coloniale; pero no sus avatares, a saber: la Rnnu Mantime entre 1856 y

1914 (Lavisse,Seignobos, 1921).

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Page 103: TEXTOS EN DIÁSPORA. EN AMÉRICA

El silencio delaNación. Las ''vi~jas Colonias"

Este alejamiento de las colonias con respecto al conjun­

to nacional es aún más claramente expresado en la Histoire

sincere de la Natum francaise (Seignobos, 1982). Es creado alre­

dedor de consideraciones "raciales" en el sentido actual del

término, en contradicción con los dogmas republicanos con

los cuales, sin embargo, el conjunto nacional comulga. El

"prejuicio de color", elaborado en el seno de las sociedades

esclavistas, era ratificado y legitimado de forma extraña por

sus escritos. Si la idea preconcebida de Seignobos es "mos­

trar lo que fue creado en Francia y lo que fue imitado del

extranjero, para poder distinguir la tradición indígena de las

importaciones de afuera", su conclusión es que "el país que

desde hace diez siglos lleva el nombre de Francia, es habi­

tado por varios pueblos, todos de raza blanca, pero de ori­

genes muy diferentes, de los cuales no sabemos ni siquiera

los nombres" (Seignobos, 1982).10 De esta manera tenemos

sólo una Nación francesa definida y aún enraizada en el terri­

torio de la metrópoli, una nación que es, según la famosa

fórmula de Renan, "una comunidad de seres que viven en

un mismo territorio". El mestizaje, el carácter mixto de los

pueblos y de las "razas"!' que componen Francia, celebra­

dos por los historiógrafos de la Nación francesa, son consi­

derados solamente en un marco europeo restringido. Y si

Renan "concibe. una humanidad homogénea en el futuro,

donde todos los riachuelos originarios se fundirán en un

10 Si la introducción a la Histoire unioerselle de Michelet no indica claramente el

"color" de la nación ("Francia no es una raza como Alemania, es una nación"),

en contraposición, se puede deducirlo. "Mientras que la civilización encierra el

mundo bárbaro en los invernaderos invencibles de Inglaterra y Rusia, Francia

agitará Europa en toda su profundidad" (Michelet, 1879: 460, 470).

" Véase el capítulo V de Noiriel (2001).

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Page 104: TEXTOS EN DIÁSPORA. EN AMÉRICA

Myriam Cottias

gran río, y donde todo recuerdo de los diversos orígenes se

perderá", eso es "apartando las razas completamente infe­

riores cuya inmisión en las grandes razas no haría si no en­

venenar la especie humana" (Renan, 1856: 222), como lo

escribe a Arthur de Gobineau a propósito de su libro sobre

Les inegalités des taces. En su obra titulada La réforme tntellectuelle

et morale, su pensamiento se vuelve sistema: "la regeneración

de las razas inferiores o envilecidas por las razas superiores

está en el orden providencial de la humanidad La natu-

raleza hizo una raza de obreros, es la raza china sin casi

ningún sentimiento de honor ... ; una raza de trabajadores de

la tierra, es el negro; sea bueno y humano con él y todo es­

tará en orden; una raza de amos y de soldados, es la raza

europea" (Renan, 1947).12 La superposición entre territorio

y entidad política, social y étnica (en un sentido "racial") pa­

rece perfecta. Se comprende mejor el hecho que la Repúbli­

ca no pudiese integrar las Colonias en el "Nosotros nacional"

al ser esta causalidad expuesta como "natural".

Así, con semejante definición de la Nación, las colonias

de las Antillas y de Reunión fueron excluidas del dominio

historiográfico: ésta, anclada en el territorio hexagonal, y a

pesar de ser de orígenes diversos, era "blanca" en su dimen­

sión "étnica". La memoria nacional, vehiculada por la es­

cuela a partir de mediados del siglo XIX, justo después de

la segunda abolición de la esclavitud y de la adquisición de la

nacionalidad francesa por parte de los antiguos esclavos, se

trasmitió de generación en generación, amputada de su his­

toria colonial. La exclusión de los habitantes de las "viejas

colonias" (Guadalupe, Guyana, Martinica y Reunión) del

" Véase Aimé Césairc (1955).

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Page 105: TEXTOS EN DIÁSPORA. EN AMÉRICA

El silencio de la .Naaán. Las "tnqas Colonias"

arquetipo nacional, perduró así hasta el periodo contem­

poráneo.

Desde Michelet hasta Braudel," se encuentra, en efecto,

esta superposición entre la Francia como entidad político­

cultural y su territorio. La cultura política heredada de la

Revolución permaneció globalmente inscrita en e! marco

nacional. Fernand Braude! consagra un solo capítulo a los

"extranjeros" en e! último tomo de L'identité de la Fance, forzán­

dose casi a proyectar esta dimensión de Francia. En definiti­

va, las Colonias, la esclavitud y su abolición no pertenecen a

la memoria colectiva francesa: no hay "huellas memoriales"

de eso, según la expresión de Gérard Noiriel (1998). Debo

además añadir como prueba adicional que en esta historia

de Francia a través de la memoria, que es la obra dirigida por

Pierra Nora, Les Lieux de mémoire (1986), ningún artículo es

consagrado al dominio colonial, ni a la abolición de la escla­

vitud. Ocurre lo mismo en la Histoire de France dirigida por

André Burguiere yJacques Reve! (1993), en donde las colo­

nias, la esclavitud y su abolición sólo aparecen una vez, en

un artículo consagrado a la ciudad de Nantes. En cuanto a

los textos escolares, hasta nuestros días, sólo es furtiva la ma­

nera como estos temas son abordados allí. Philippe Joutard

propuso por primera vez la introducción de una lección so­

bre la esclavitud que trata en los manuales de los colegios,

y él cuenta la forma en que esta iniciativa fue mal vista. En

vez de tomar en cuenta e! valor de esta historia, se temía que

justificara e! desarrollo de! "comunitarismo" al interior del

país de los Derechos Humanos ...

"Que declara su "amor por Francia", citado por Paul Ricocur (1990),

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Page 106: TEXTOS EN DIÁSPORA. EN AMÉRICA

Myriam Cottias

De la abolición de la esclavitud a la exterioridad nacional

Excluidas de la Nación francesa, las Antillas y Reunión fue­

ron remitidas en el siglo XIX a su estatus colonial, mientras

que más o menos en la misma época se elaboraba un domi­

nio historiográfico propio para las colonias. Con motivo de

la Exposición Universal de 1851, se les concede un estatus

histórico a las "viejas Colonias" pero como colonias: un "cua­

dro de vicisitudes que padeció su organización a partir de

1789" es propuesto "para hacer comprender al lector la si­

tuación de éstas" .11

Sin embargo, aún en el dominio colonial, estas "viejas

Colonias" encontraron muy difícilmente su lugar. En efecto,

a partir de la colonización de Argelia, pero más aun de Áfri­

ca y Extremo-Oriente, la constitución de una historia colo­

nial se hace al margen de ellas. Esta tendencia es validada

progresivamente, sea en la obra de Maxime Petit (1906) ti­

tulada Les colonies francaises o en el curso de historia colonial

fundado el 23 de enero de 1906 por los gobernadores-gene­

rales de Indochina y Madagascar en la Universidad de París.

Alfred Martineau, quien inauguró el 4 de mayo de 1921 en

el Colegio de Francia un curso de historia colonial, organiza

10 años más tarde en París el Primer Congreso Internacio­

nal de Historia Colonial. Las "viejas Colonias" no aparecen

allí. Según la reconocida regla de la utilidad comercial de

éstas; ¡las Antillas y Reunión no le interesan más a la metró­

poli porque el azúcar de caña se volvió muy caro! Las "vie­

jas Colonias" se encuentran entonces excluidas tanto del

"Comisión Francesa sobre la Industria de las Naciones, 1858.

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Page 107: TEXTOS EN DIÁSPORA. EN AMÉRICA

El silencio de la Nacum. Las "vidas Colonias"

campo colonial como del dominio nacional. La Exposición

Universal de 1889 lo expresa particularmente bien. Mien­

tras que las misiones del Ministerio de la Marina y de las

Colonias hacen reportes sobre las riquezas etnográficas, bo­

tánicas, industriales y comerciales, "con el fin de introducir

en todas las colonias francesas los vegetales productores de

materias primas requeridas por el comercio y la industria" ,

Martinica propone el cuadro conmovedor de una sociedad

que tiene otras aspiraciones: solamente planes de escuela,

cuadernos de tareas de niñas y niños, así como "trabajos

manuales" la representan," simbolizando su deseo de inte­

gración y su adhesión a la escuela republicana (Exposición

Universal de 1889, 1889: 71-72).

La ambigüedad de la posición de las "viejas Colonias" se

encuentra toda allí: ni nacionales ni completamente colo­

niales. Su participación en la historia nacional y principal­

mente en la Revolución francesa, aunque callada por los

historiadores, determinó una relación propia al Estado. Un

Estado que se distingue de la Nación, según una diferenciación

introducida por juristas como Pierre Louis-Lucas, Charles

Eisenman o Tolédano" y que la historia de las "viejas Colo­

nias" aclara singularmente. Si bien ellas están ausentes de la

Nación, que es una concepción global de orden a la vez his­

tórico y sentimental, son partes integrantes del Estado, que

es la forma institucionalizada del poder (Leclerc, 1992: 81).

" La diferencia con Guadalupe es, de paso, interesante pues esta colonia presenta

únicamente objetos caribes o de artesania reciente.

" "En el periodo entre la primera y la segunda Guerra Mundial, eminentes juristas

se esforzarán sin embargo por poner en circulación nuevos términos, para evitar

confundir la pertenencia al Estado con la pertenencia a la Nación. Unos propo­

nen la palabra estatalidad (étalia/ilé) (Louis-Lucas), otros el de fidelidad (allégeance)

(Eiscnmann) o de nacional de tressortissancei (Tolédano)" (Noiricl, 2001: 165).

107

Page 108: TEXTOS EN DIÁSPORA. EN AMÉRICA

Myriarn Cottias

La presencia de las Colonias en la escena política hexagonal

a través de sus representantes y por el eco de los trastornos

políticos que se desarrollaban en su interior, generó relacio­

nes privilegiadas y particulares con el Estado. En momentos

de ruptura política en la metrópoli, como durante la Revo­

lución, ellas impusieron la valorización de su situación y de

sus reivindicaciones. Su implicación forzó la estructuración

de mecanismos institucionales singulares. A través del cues­

tionamiento político que su situación dirigia a las nociones

fundadoras de la República, ellas y sólo ellas, impusieron así

la aceptación de las adquisiciones republicanas fundamen­

tales en el plano constitucional, como la libertad. Su viejo

pasado colonial, su participación en el acontecimiento polí­

tico central de finales del siglo XVIII, así como la conmoción

económica y filosófica ligada a Santo Domingo y la refle­

xión abolicionista del siglo XIX, las condujeron a adquirir

un estatus singular en el conjunto colonial francés. Desde la

Constitución del 22 de agosto de 1795, en el artículo 6, está

escrito que "las Colonias francesas son partes integrantes de

la República, y están sometidas a la misma ley constitucio­

nal" y, en el artículo 7 que "ellas están divididas en departa­

mentos". A pesar de los avatares constitucionales de 1799

(art. 91) a 1830 (art. 64), que les daban nuevamente un esta­

tus de exterioridad nacional, la Constitución de 1848 incluye

en los representantes del pueblo, los de Argelia y los de las

colonias francesas. El lazo constitucional establecido entre

las "viejas Colonias" y las instancias políticas durante la Re­

volución padeció muchos avatares a la postre, pero la liber­

tad y la ciudadanía para sus habitantes, en la igualdad y la

fraternidad, fueron proclamadas allí en 1848, sin segunda

remisión. El Senado consulto del 7 de abril de 1854 que re-

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Page 109: TEXTOS EN DIÁSPORA. EN AMÉRICA

El silencio de la Nación. Las "uiejas Colonias"

gula la constitución de las colonias de Martinica, Guadalupe

y Reunión sostiene, en efecto, como disposición en su artícu­

lo primero, aplicable a todas las colonias que, "la esclavitud

no puede ser restablecida jamás en las colonias francesas".

Así, en un proceso contradictorio de distanciamiento y de

inclusión de las "viejas Colonias", lo que la Nación rechaza­

ba parecía garantizarlo el Estado.

Igualdad y fraternidad: el trueque colonial

En el despliegue del discurso republicano de mediados y fi­

nales del siglo XIX, esta contradicción y estos límites no apa­

recieron inmediatamente pues se escondían bajo el velo de

nociones filosóficas admitidas sin ser precisadas. La "igual­

dad" y la "fraternidad" establecían los términos del trueque

republicano propuesto por el Estado a las "viejas Colo­

nias". La República tenía como equivalentes "humanidad",

"civilización" y "progreso", y por traducción colonial "asi­

milación", "nacionalidad" y "ciudadanía". Estos términos

parecían definir los contornos de una nación unificada más

aun cuando, según los hombres políticos, la abolición de la

esclavitud que expresaba los principios del derecho natural,

purificaba y regeneraba las colonias. Así, la República les

otorgaba la entrada en la gran familia nacional ya que al

igual que con el suelo de Francia, el simple contacto con su

suelo comunicaba la libertad." La emancipación de los es-

" Artículo 7: "el principio que el suelo de Francía libera al esclavo quc lo toca, es

aplicado a las Colonias y posesiones de la República", Decreto deabolición dela escla­

vitud. "Sostendrán la aplicación de este principio en favor de todos los negros de

las islas extranjeras que abordarán la colonia, incluso, por supuesto, quienes se

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Page 110: TEXTOS EN DIÁSPORA. EN AMÉRICA

Myriam Cottias

clavos era un "gran acto de reparación de un crimen de lesa

humanidad" (Schoelcher, 1948: 166), una "gran deuda de

Franéia con la humanidad", cuando 1848 marcaba una fe­

cha memorable que Ledru-Rollin llamaba: la gran reparación

(Schoelcher, 1874). Por primera vez la noción de "crimen

contra la humanidad" era establecida. Con esos diversos tí­

tulos, la esclavitud era un nudo entre las "viejas Colonias" y

Francia. Esta experiencia histórica de dos siglos y medio in­

fluía en sus relaciones con la metrópoli. Parecía darles los me­

dios para fundirse en las imágenes ideales de la República

cuando en realidad van a experimentar sus límites.

El experimento de estas matrices ideales en el contexto co­

lonial permite en efecto revelar toda su polisemia. El estudio de

las colonias muestra toda su plasticidad, pues, detrás del tér­

mino mismo de "colonias" se escondian diferentes acepciones.

Abolición, civilización, colonización para

los republicanos (1848-1888)

La abolición de la esclavitud permitía, según republicanos

tales como Víctor Hugo, favorecer "el mejoramiento de la

raza humana" (Gerville-Réache, 1879). La libertad estimu­

laba en los hombres el desarrollo de cualidades y la erradi­

cación de los vicios engendrados por el servilismo: el robo, la

mentira, el embrutecimiento, el vagabundeo, la irresponsa-

encontrasen a bordo de los barcos como tripulación; y, para evitar todo malen­

tendido a este respecto, notificarán a los gobernantes y comandantes de las islas

vecinas donde todavía existe la esclavítud, el régimen de libertad bajo el cual

Martinica será regida, y de las consecuencias que resultarán de las relaciones con

la población y las autoridades de los países vecinos", Circular ministerial al Ciudada­

no Comisario-general, del 7 de mayo de 1848, con instrucciones para la ejecuci6n del decreto

fkl 27 deabrilde 1848.

110

Page 111: TEXTOS EN DIÁSPORA. EN AMÉRICA

El silencio dela Nación. Las "viejas Colonias"

bilidad, el concubinato ... Los "nuevos manumisos" de las

Antillas eran la prueba de ello. Al ser emancipados por la

República, ellos habían adquirido todas las cualidades de los

hombres libres. "Si echamos una mirada atrás en el camino

recorrido por nuestras Colonias desde 1848, nos sorprende­

mos del inmenso progreso realizado: el servilismo destruido

para siempre, la emancipación de los esclavos que hace de

ellos hombres que gozan de los mismos derechos civiles y

políticos que los ciudadanos franceses y que se acostumbra­

ron a su estado con una facilidad maravillosa; sorprendente

testimonio de sus aptitudes intelectuales es ver cómo los hijos

y nietos de esclavos adquirieron por su asiduo trabajo un

lugar en la magistratura, en la armada, en la administra­

ción", señala con orgullo Víctor Schoelcher."

El discurso de la República reposaba en el postulado im­

plícito que los valores republicanos, y sólo ellos, provenían de

la igualdad. Al adoptarlos, se convertía en digno de ser libre

y de participar en la "gran familia colonial" .1'1 El prerrequi­

sito para las poblaciones de las "viejas Colonias" era enton­

ces considerar la República como el punto cero, el punto de

origen de una nueva historia, en detrimento de la que había

sido vivida hasta entonces. "Que nuestros compatriotas se

acostumbren pues a festejar la gran fecha de la abolición de

la esclavitud y a tomarla como punto de partida. La Repú-

'" Continúa diciendo: "¡cuántas razones para alegrarnos de todo lo bueno que se ha

hecho y para comprometernos a continuar la realización de lo que queda por ha­

ccr! La moral, la soberana regla dcl bien, termina siempre por ensalzarse sea lo

que sea; el progreso continúa en su marcha de ascenso progresivo y sin limites,

sorteando todos los esfuerzos de quienes quieren frenarlo" (Schoelcher, 1874).

1'1 Esta expresión es recurrente a lo largo del siglo XIX, después de la abolición de

la esclavitud. Este lema le dio el titulo a la obra de Richard Burlan, Lafamillecolo­

male. La Martinique et la Mere-Patrie (1994).

III

Page 112: TEXTOS EN DIÁSPORA. EN AMÉRICA

Myriarn Cottias

blica los ha liberado; la República les ha dado la igualdad

política; sólo la República, a través del constante progreso

de sus instituciones les dará la igualdad en las costumbres"

(Cottias, 1998). Ninguna relación de igualdad entre las po­

blaciones de la metrópoli y las de las colonias; la igualdad

era otorgada cuando las poblaciones se comportaban según

las normas republicanas pues sólo se poseía realmente la li­

bertad cuando se era capaz de comprenderla y de ejercer sus

derechos (Casse, 1875). La "legítima reparación" estaba so­

metida, en los pensares de los hombres políticos franceses, a

condiciones de estudio y de instrucción." Por medio de las

modalidades políticas, económicas y culturales del estableci­

miento de la República, el hombre (pero no la mujer) podía

revelar y expresar su humanidad. Por fuera de este camino

¡no había salvación! No había respeto por la diversidad, ni

aun reconocimiento de esta diversidad, mucho menos igual­

dad. Sin el prisma republicano, no había existencia hono­

rable. La historia y la memoria de las sociedades coloniales

empezaban pues sólo en el momento de la restauración de la

República; todo lo que antecedía pertenecía al mundo de las

tinieblas y del oscurantismo.

En los banquetes de conmemoración de la abolición de la

esclavitud, de los cuales el primero es en 1873, los republica­

nos trasmiten a porfía este mensaje delante de los "criollos".

Esta filantropía en nombre del mejoramiento de la raza hu­

mana conoció, no obstante, sinuosos avatares que revelaban

y confirmaban la ambigüedad y los límites de la "Fraterni-

" "Señores, losjóvenes que se encuentran entre ustedes deben dedicarse al estudio,

al cultivo del pensamiento, de la inteligencia. Ellos deben llegar a saber tanto co­

mo los más instruidos entre nosotros". El "nosotros" es nacional pero se refiere

igualmente a los israelitas: "Sí, soy israelita; sí, soy judío" (Cassc, 1875: 17).

112

Page 113: TEXTOS EN DIÁSPORA. EN AMÉRICA

El silencio de laNacum. ÚlS "viejas Colonias"

dad, de la libertad y de la igualdad". El contenido de esos pre­

ceptos era precisado en nombre de la abolición de la esclavi­

tud, pero esas nociones fundadoras de la República, que se

apoyaban en la experiencia de las "viejas Colonias", tenían

despliegues particulares y paradójicos. El progreso se inte­

graba en una perspectiva evolucionista: una jerarquización

de los pueblos y de los continentes se desprendía de ella. De

esta manera, la República se consideraba investida de un

deber de civilización que pasaba por la colonización de Áfri­

ca. Justificándola así con su combate contra la esclavitud y

con su éxito en las "viejas Colonias". De la misma manera

en que había erradicado la servidumbre en las Antillas y en

Reunión, debía hacerlo en África,

Seis años antes del Congreso de Berlín, en el transcurso del

cual las potencias europeas se dividieron África sin dejar

de condenar incidentemente la trata de africanos (Vergés,

2001: 71-72; Pellet, Dailliet, 1999: 671),21 Víctor Schoelcher

acoge de manera solemne a Víctor Hugo: "vuestra voz re­

suena en el mundo entero, .. Ella penetrará hasta el corazón

de África en las rutas abiertas incesantemente por intrépidos

viajeros para llevar la luz a poblaciones aun en la infancia y

para enseñarles la libertad, el horror de la esclavitud con

la conciencia despierta de la dignidad humana" (Gerville-

" El capitulo II de la Declaración de Berlín de 1885 concerniente a la trata de los

esclavos dice: "Conforme a los principios del derecho de las gentes, tal como son

reconocidos por las potencias firmantes, al ser la trata de esclavos prohibida y

las operaciones que, por tierra o mar, suministren esclavos a la trata debiendo ser

igualmente consideradas como prohibidas, las potencias que ejercen o ejercerán

derechos de soberanía o una influencia en los territorios que forman la cuenca

convencional del Congo, declaran que esos territorios no podrán servir ni eomo

mercado ni como vía de transito para la trata de los esclavos, no importa la raza,

Cada una de las potencias se compromete a empicar todos los medios que estén en

su poder para poner a ese comercio y para castigar a los que se ocupan de ello",

113

Page 114: TEXTOS EN DIÁSPORA. EN AMÉRICA

Myriam Cottias

Réache, 1879: 9). En nombre del progreso de la civilización,

en nombre de "la gran marcha tranquila hacia la armonía, la

fraternidad y la paz", la misma convicción de la superioridad

de Europa y de América sobre África preside a la que sigue

siendo la célebre respuesta de Víctor Hugo. En una retórica

rimbombante, él expresa la visión ideológica y teológica del

mundo de esta época, así como los valores y la moral de la

sociedad internacional del siglo XIX. ''Allí está, delante de

usted", declama enfrente de los "criollos"

... ese bloque de arena y de ceniza, ese pedazo inerte ypasivo que desde hace seis mil años obstaculiza la mar­cha universal. Ese Cham monstruoso que paraliza a Sempor su enormidad, África ... ¡Vamos, pueblos! Apodéren­se de esta tierra. Tómenla. ¿A quién? A nadie. Tomenesa tierra de Dios. Dios da la tierra a los hombres. Diosle ofrece África a Europa. Tómenla ... Desahóguense enesta África, y al mismo tiempo resuelvan vuestras cues­tiones sociales, conviertan vuestros proletarios en propie­tarios; ¡vamos, creen! Creen rutas, creen puertos, creenciudades, crezcan, cultiven, colonicen, multipliquen; yque en esta tierra, desprendida cada vez más de sacerdotesy de príncipes, se afirme el Espíritu divino através de lapaz y el Espíritu humano, a través de la libertad (Gerville­Réache, 1879: 16-17).

Terra incognita, tetra nullus, resurgimiento de Europa, domina­

ción, civilización: todas las justificaciones de la colonización

están allí.

Este discurso no es en sí mismo original ya que retoma

ideas esparcidas en esta época. Ya en 1848, Charles Renouvier

preveía que en caso de que hubiese un aumento de pobla­

ción y un estancamiento de las riquezas, la República podría

fundar colonias, "crear nuevas Francias más allá de los ma­

res" (Renouvier, 1904: 214). Varios autores desarrollaron

114

Page 115: TEXTOS EN DIÁSPORA. EN AMÉRICA

El silencio de la Nación. Las "viejas Colonias"

esta idea dándole un contenido ideológico. Jules Duval,

san simoniano y fourieristari hizo un brindis en 1868 "por la

exploración, explotación y colonización integral del globo"

(Duval, 1877). Paul Leroy-Beaulieu (1882) ratifica la voca­

ción civilizadora de Francia y sus facultades colonizadoras

en una obra que se convirtió en un clásico, titulada De la colo­

nisation che; les peuples modernes. El mensaje de estos humanis­

tas es siempre el mismo. Más importante es resaltar que este

discurso que justificaba -independientemente de la inter­

pretación que hagamos (Peña-Ruiz, Scot, 2002: 378-382)­

la expansión colonial de Francia, era promulgada delante

de un areópago de hombres salidos de la colonización del

siglo XVIII. Todos ellos habían padecido de una u otra ma­

nera la deportación de África, la esclavitud, las relaciones de

dominación y el "prejuicio de raza". Ahora bien, se les pedía

a esos hombres que no llevaran consigo cualquier recuerdo

de esta historia pues ellos se habían convertido a su vez en

emblemas y vectores del mensaje republicano.

Las "viejas poblaciones coloniales" daban testimonio, en

efecto, de la veracidad de los discursos sobre el progreso y

la civilización. "Ellas habían alcanzado un grado más o me­

nos igual de civilización, constituidas de los mismos elemen­

tos de población, dedicadas a las mismas culturas" (Duval,

1877: 235). De esclavas pasaban a ser libres; de sometidas a

ciudadanas; de "salvajes" a "civilizadas" bajo el control "del

blanco (que) hizo del negro un hombre" (Gerville-Réache,

1879). Sería un error poner en duda las convicciones de esos

u Relativo a la doctrina del reformador social San Simón (1760-1825) Y a Charles

Fouricr (1832), quien exponía una doctrina social y política según la cual los hom­

bres deben asociarse de manera armoniosa en agrupaciones con ocupaciones que

correspondan a sus gustos y a sus tendencias (NT)

lIS

Page 116: TEXTOS EN DIÁSPORA. EN AMÉRICA

Myriam Cottias

"humanistas republicanos", sin embargo podemos señalar

el hecho de que la problemática de las relaciones de fuerza

y de poder no es jamás planteada. La violencia que acom­

paña la dominación, aunque denunciada por los abolicio­

nistas en el caso de las Antillas a principios de siglo, no está

prevista. El alcance de estos discursos es aún más complejo

y perverso cuando se constata que se les pide a los antiguos

esclavos asociarse al proyecto de dominación de África, en

nombre de su pasado. Tienen que dar su apoyo a la construc­

ción de la "colonización civilizadora". "Sólo les queda a los

antiguos esclavos y a los hijos de esclavos una marca indele­

ble pero gloriosa de su origen: ¡el odio en el corazón por todo

lo que es injusticia, mentira y opresión! La razón expande

sus conquistas a un mundo nuevo ... Hijos de grandes víc­

timas seculares, permanezcan con nosotros en esta lucha.

Enemigos nacidos de los prejuicios, de las supersticiones y

de las desigualdades, ¡sean el batallón sagrado de la Repú­

blica!", predica Jules Simon (Gerville-Réache, 1879: 20).

Como respuesta, estos hombres "criollos" que vinieron a dar

testimonio del "horror de la esclavitud y del odio del prejui­

cio de color" (Gerville-Réache, 1879: 18) llegaron, en común

acuerdo, a la conclusión de que todavía no han terminado

con la cuestión de la esclavitud. "Es hacia la tierra que sumi­

nistra los esclavos que deben dirigirse los esfuerzos de la filan­

tropía. La trata de los negros cesó en la costa occidental de

África, pero continúa con todos sus horrores en la costa orien­

tal. Ojalá se forme una nueva sociedad de abolición que una

sus esfuerzos a los de las sociedades inglesas para trabajar

por la extinción de la esclavitud en África" (Casse, 1875: 12).21

" Se hará en 1888, con la creación de la Sociedad Anticsclavista de París.

ns

Page 117: TEXTOS EN DIÁSPORA. EN AMÉRICA

El silencio de la Nación. Las "viejas Colonias"

El pacto social, que contemplaba antes de 1848 un princi­

pio que reposaba en la liberación de los esclavos (Moreau de

Jonnes, 1842), incluía a finales del siglo la colonización ydominación del mundo; los representantes de las "viejas

Colonias" en París aceptaron adherírsele.

El Lrueque republicano en las "viejas Colonias"

Las condiciones del trueque republicano estaban claramen­

te establecidas del lado de los hombres políticos de la metró­

poli. En el caso de las Antillas y Reunión, unirse a la gran

familia nacional significaba que "todos los corazones laten

al unísono", según Víctor Schoelcher. "Negros, mulatos yblancos, todos estaban confundidos en una misma pasión: el

amor a la patria y a la humanidad; en un mismo pensamien­

to: el olvido de los odios entre las castas y de los prejuicios de

color; en una misma esperanza: la República que debe jun­

tar todos los corazones, todas las voluntades, todas las energías

en una devoción común hacia Francia" (Schoelcher, 1874).

A cambio se les garantizaba a los antiguos esclavos los mis­

mos derechos que los ciudadanos nacionales.

Por causa de este acuerdo recíproco, las voces discordan­

tes que llegaban de las Antillas señalando la persistencia de

las barreras "raciales" no eran oídas, pues ellas distorsiona­

ban un cuadro que se prefería sereno y armonioso. El señor

Belmont, criollo de las Antillas, escribía en 1879, desde las Co­

lonias: "siento una dolorosa tristeza al constatar que después

de tantos años, todavía queda por extirpar de nuestras costum­

bres una horrenda llaga, que es como la consecuencia fa­

tal de la esclavitud, el corolario obligado de toda institución

fundada en la injusticia; quiero decir el prejuicio de color"

117

Page 118: TEXTOS EN DIÁSPORA. EN AMÉRICA

Myriam Cottias

(Gerville-Réache, 1879: 32). No obstante, su llamado se que­

dó sin respuesta, ya que en París los representantes coloniales

no querían tanto celebrar la emancipación de los esclavos fran­

ceses sino llamar la atención sobre la Francia de ultramar,

lo que consideraban mucho más positivo (Gerville-Réache,

1879). La "fiesta de la libertad" se transformó entonces en

el transcurso de los años en una celebración de la República

y en un momento clave de reivindicación con motivo de la

asimilación a la "Madre-patria". Una vez más las Colonias

le dieron un contenido preciso a este importante objetivo de

República. Si bien es dificil establecer el origen de esta no­

ción que es utilizada frecuentemente sin ser definida, se nos

revela que es precisamente alrededor de la cuestión colonial,

del posicionamiento político y cultural de las "Colonias" con

respecto a la "Metrópoli" y de la relación del Estado con los

manumisos, que ella fue históricamente elaborada.

Asimilación

La definición política de la asimilación tiene su raíz en e!

debate colonial de! periodo de la Revolución francesa y se

organiza según las discrepancias "raciales" admitidas por las

sociedades coloniales de las Antillas. La primera aparición de!

término es acuñada en 1374, según el TLF,24 como la "acción

de integrarse bien a un elemento exterior", mientras que en

1793, Condorcet, Sieyes y Duhamel hacen referencia a él

como "la primera condición de! Estado social" (Sieyés, 1793:

146), Los historiógrafos de la nación francesa de! siglo XIX

(Michelet, Renan, Augustin Thierry, Guizot ... ) lo utilizan ce-

" Trésor de la Langue Fraruoise (Tesoro de la Lengua Francesa) (NT)

IIB

Page 119: TEXTOS EN DIÁSPORA. EN AMÉRICA

El silencio de laNación. Las "viejas Colonias"

lebrando la capacidad de Francia para atraer, integrar, fundir

pueblos diferentes ... basados en el modelo de los romanos.

Sin embargo, donde se trató seriamente del tema, y bajo dos

ángulos, es en las colonias y sobre todo en Santo Domingo.

Un origen antillano

El primero concierne a losciudadanos de color de las colonias.

Desde 1790, la asimilación fue reclamada por los hombres

llamados "de color", en realidad antiguos o nuevos manu­

misos. De esta suerte ellos piden que se les otorgue igualdad

con las otras personas "libres", a saber los "blancos" (Gauthier,

1995: 210). El prejuicio de color elaborado en el transcurso

de los siglos en las colonias les confería, en efecto, una ciu­

dadanía amputada del derecho a ejercer la representación

política así como ciertas profesiones tales como la medicina,

el notariado .. .1', En nombre de la libertad, en nombre de la

igualdad de la Declaración de los Derechos Humanos, en

nombre de su riqueza y en favor de los disturbios revolucio­

narios, ellos reclaman una plena y entera ciudadanía que

comprende, según la Constitución de 1791, la confirmación

de la nacionalidad (Weil, 2002: 20). Desde finales de 1789,

el cura de Emberménil reclama en un Mémoire enfaueur des

gens de couleur que "las gentes de color de Santo Domingo y de

las otras colonias francesas, incluyendo a los negros libres,

[sean] declarados ciudadanos en toda la extensión del tér­

mino y asimilados en todo a los blancos; y en consecuencia

[que ellos puedan] ejercer todas las artes y oficios, emigrar de

las islas, frecuentar las escuelas públicas, y aspirar a todos los

,', L'n estudio preciso acerca de esta problemática fue echo por jean-Luc Bonniol

(1992).

119

Page 120: TEXTOS EN DIÁSPORA. EN AMÉRICA

Myriam Cottias

cargos, eclesiásticos, civiles y militares"." Los "hombres de co­

lor libres" tuvieron, sin embargo, que reclamar sin cesar esta

asimilación de derechos." A todo lo largo de la primera mi­

tad del siglo XIX, ellos reivindican la aplicación de las leyes,

y principalmente la del Código Negro: la igualdad ante la ley,

la derogación de los textos discriminatorios. Ellos reclaman la

posibilidad de heredar de un blanco, de reunirse sin autori­

zación, de poder ser llamado "Señor" y "Señora". De hecho,

su estado, denunciado en un registro titulado "De la situación

de las gentes de color libres en Martinica", armó un escánda­

lo en la colonia en 1823. Sus repercusiones fueron impor­

tantes ya que conllevaron a modificaciones legislativas en

favor de las "gentes de color libres" a partir de los años 1830.

El segundo emana de los colonos, de los "blancos" que,

en 1791, reclaman que las colonias sean departamentos fran­

ceses de América negociando al mismo tiempo una autono­

mía comercial y política de las colonias. Si bien su primera

reivindicación es aprobada en 1793, la segunda permanece

sin resultado. En efecto, después de la primera abolición de la

esclavitud y de la llegada de una diputación de gentes de

color, la definición de la asimilación toma un curso más polí­

tico y tiende a marcar las relaciones de poder entre la me­

trópoli y sus colonias. Éstas (porciones del imperio francés)

serán "esencialmente asimiladas en todo a las otras partes

de la República", según Boissy d' Anglas, en 1795, en nom­

bre de la superioridad de los pueblos del Norte (Gauthier,

1995: 210). Las condiciones de la relación colonial estaban

establecidas para siempre: la noción de "asimilación" indi-

,..Citado por Picrrc Pluchon (1991).

'~Véase el capítulo "Assirnilation politique des nouveaux ciroycns", en Laurent

Dubois (1998).

120

Page 121: TEXTOS EN DIÁSPORA. EN AMÉRICA

El silencio de la Nación. Las "viejas Colonias"

caba el sentido de la relación de fuerza y de la dominación.

Sin embargo, las "viejas Colonias" seguían comprendiendo

la "asimilación" en su primera acepción, la de "igualación".

De hecho es la que dominará a partir de entonces en los hom­

bres políticos de las Antillas, de la Guyana y de Reunión.

La noción de asimilación conoce una nueva etapa en el

momento de la promulgación del Código Civil en Martini­

ca, el 7 de noviembre de 1805. En efecto, en esta ocasión,

los espacios de manipulación política, así como el espectro

de instrumentalización de esta noción, son revelados. Casi

tres años después del restablecimiento de la esclavitud, por

oportunismo político, Napoleón (que acaba de padecer la

proclamación de la independencia de Haití y que necesita el

apoyo de las colonias antillanas en la guerra contra los ingle­

ses) reconforta a las colonias con una definición racializada

de la asimilación. Si bien los representantes del emperador

como el gobernador Laussat la definen como la fusión entre

los franceses de una y otra orilla," la adhesión a este "pacto

de alianza" se vuelve racial en el espacio colonial. Los colo­

nos, en una relación de fuerza que les es favorable, imponen

cambios según "las modificaciones convenientes" 2" y "las con­

veniencias locales". Éstas se organizan alrededor de dos ejes.

El primero vela por la garantía y el refuerzo de la barrera

racial entre "Blancos" y manumisos en un momento en que

la presión demográfica de las "gentes de color" está en cons-

'" "Vuestros corazones palpitarán siempre al grito de la Madre-patria; y los fran­

ceses de una y otra orilla no cesarán de abrazarse fraternalmente, a pesar de los

anchos mares y de los frecuentes enemigos que las separan", aseguraba el gober­

nador colonial Laussat ante el Tribunal de Apelación de Martinica, el 9 de no­

viembre de 1805.

"~O Relación oficia! del Tribunal de Apelación de Martinica, concerniente a la Pro­

mulgación del Código Civil, Boletín Oficial deMartinica, Fort-de-France.

121

Page 122: TEXTOS EN DIÁSPORA. EN AMÉRICA

Myriam Cottias

tante progresión pues representan 46% de la población libre,

frente a 34% en 1790. Basándose en los usos coloniales, el

artículo 1 de modificación del Código Civil estipula que:

"Desde todos los tiempos, se ha visto en las colonias la dis­

tinción de color, que es indispensable en los países con escla­

vos, y que es necesario mantener allí la línea de demarcación

que siempre ha existido entre la clase blanca y la de los ma­

numisos o de sus descendientes; que esta distinción dio lugar

a varias leyes locales, cuyo mantenimiento y conservación

son igualmente necesarios"." Así, "en consecuencia son man­

tenidas todas las leyes que regularon la condición de los es­

clavos, el estado de los manumisos y de sus descendientes, y

la línea de demarcación que existió siempre entre la clase

blanca y las dos otras, así como las leyes creadas como pro­

ducto de esta distinción" (artículo II).

El segundo eje es el de la propiedad, más precisamente, el

de la transmisión de la propiedad. Estas modificaciones tam­

bién tienden a garantizar las barreras raciales. "Las leyes del

Código Civil, concernientes al matrimonio, a la adopción,

al reconocimiento de los hijos naturales, a los derechos de

los hijos naturales en la sucesión de sus padre y madre, a los

legados hechos por testamento o donaciones, a las tutelas ofi­

ciosas o dativas, sólo serán ejecutadas, en la colonia, de blan­

cos a blancos, entre ellos, y de manumisos o descendientes de

manumisos, entre ellos, sin que por ninguna vía directa o in­

directa, ninguna de las disposiciones susodichas pueda tener

lugar de una clase a la otra; y las personas de una u otra cla­

se deberán conformarse, en lo que concierne a las partidas de

OH> Decreto colonial relativo a la promulgación del Código Civil cn Martinica,

Boletin. , ., op. cit.

122

Page 123: TEXTOS EN DIÁSPORA. EN AMÉRICA

El silencio de la Nacián. Las "tnqas Colonias"

nacimiento, de matrimonio y de defunción, a lo que está pres­

crito en el Código Civil" (Artículo III).

De esta manera la "asimilación" recibía una definición

étnico-cultural que, en las Antillas, fue modificada por la

ordenanza del 24 de febrero de 1831 que comporta abroga­

ción del Código Civil, pero que no fue cuestionada en otras

partes por los republicanos de la Tercera República.

Definiciones coloniales

La asimilación floreció en el contexto colonial de una mane­

ra curiosamente contemporánea antes de estar en medio de

los cuestionamientos planteados en la metrópoli en el siglo xx.

La noción es recurrente desde mediados del siglo XIX en los

tratados coloniales escritos bajo el Segundo Imperio o la Ter­

cera República pero con temporalidades diferentes según el

tipo de gobierno de Francia y según las colonias.

Como lo señala Charles-Robert Ageron, hay que tener en

cuenta que el Segundo Imperio es una bandera izada a media

asta de la noción de asimilación, particularmente para Ar­

gelia. Después de haberse dicho a propósito de la población

indígena que se "estaba en presencia de una nacionalidad

armada y vivaz que hay que extinguir a través de la asimila­

ción"; en 1858, Napoleón III volvía sobre esta posición decla­

rando en Argel que "la Francia que simpatiza con las ideas

de nacionalidad, no tiene el derecho de transformar en fran­

ceses a los indígenas del África del Norte" y él pedía a los

franceses "el respeto absoluto de la mentalidad, las costum­

bres y las situaciones adquiridas indígenas" (Ageron, 1978).

La restauración de la Tercera República al contrario,

puso de nuevo la asimilación en el centro de los objetivos

coloniales. Desde entonces se admite nuevamente que "la

123

Page 124: TEXTOS EN DIÁSPORA. EN AMÉRICA

Myriam Corrías

organización colonial reposa en la unión política, en la asimi­

lación, en la centralización. Queremos absolutamente tener

nuestras Colonias en nuestro poder, a nuestra disposición y

a nuestro servicio; las hacemos a nuestra imagen y las utili­

zamos según nuestras necesidades" (Duval, 1877: 296), anota­

baJules Duval. A propósito de L'Algérie el de l'assimilation des

indigénes, Antoine-Vincent Passols afirmaba siempre, en 1903,

que el método de la colonización francesa, "inspirado de los

inmortales principios humanitarios de la Declaración de

los Derechos Humanos, busca asimilar los pueblos venci­

dos. " instruyéndolos, civilizándolos y utilizándolos según sus

aptitudes" (Passols, 1903: 14. Ver, también, Colonna, 1997).

El discurso era el mismo en Albert Sarraut durante una

charla a propósito de la asimilación dirigida a los alumnos

de la escuela colonial, el 5 de noviembre de 1923: "El gran

pensamiento de justicia que impregna la tradición del país

de la Declaración de los Derechos Humanos rechazó el dog­

ma cruel que decretaba la eterna inferioridad de ciertas razas.

Él constata la lentitud de su evolución, pero se dedica a corre­

gir sus consecuencias y se esfuerza por acelerar las etapas: y

en la arcilla sin forma de las multitudes primitivas, modela

pacientemente el rostro de una nueva humanidad" (Ruscio,

1996: 99, citado por Liauzu, 1999). Si algunas voces se le­

vantaron en contra de este modelo asimilacionista de la co­

lonización -de las cuales Gustave Le Bon es el portavoz en

nombre de una fobia del mestizaje con las razas inferio­

res-, esas voces eran siempre minoritarias (Taguieff, 1988).

La asimilación, noción central de la República, recibió,

no obstante, definiciones diferentes según las colonias. Cada

entidad colonial fue sometida a una asimilación particular en

función de la antigüedad de su participación en la historia

124

Page 125: TEXTOS EN DIÁSPORA. EN AMÉRICA

El silencio de la Nacion. Las "viejas Colonias"

nacional, de su supuesta madurez social y, en consecuencia,

de los atributos y tareas que la metrópoli le reservaba. Es

una asimilación "funcionalista" que fue establecida según

las capacidades y las cualidades de civilización que Francia

quería reconocer a las personas colonizadas. Arthur Girault,

principal teórico de la legislación colonial, ¿no iba aún más

lejos al afirmar que la política de asimilación sólo era enten­

dida por nuestros compatriotas de las colonias (Ageron,

1978)? En cuanto a Rougier, él anotaba: "es concebible que

algunas disposiciones especiales sigan rigiendo nuestros es­

tablecimientos coloniales, ya que contamos con elementos

complejos como su población, su lejanía, su clima y sus cos­

tumbres. La asimilación en la metrópoli tropezará siempre

con diferencias irreductibles." (Rougier, 1895: 77).

Luego entonces la política de asimilación sólo podía ser

aplicada en su integridad a ciertas colonias cuyas élites eran

reconocidas por la metrópoli y que, a su vez, se apropiaban

de los estándares culturales de ésta. Así, desde el Senado­

consulto del 7 de abril de 1854, el artículo 18 estipula que

"las colonias diferentes a Martinica, Guadalupe y Reunión

serán regidas por decretos del emperador, hasta tanto no se

haya resuelto a su respecto a través de un Senado-consulto".

De esta manera, en el conjunto colonial, Senegal no era tra­

tado como la India; Martinica y Guadalupe no eran con­

sideradas del mismo modo que Guyana ... En efecto, esta

colonia estaba sometida al final del siglo XIX, a un régimen

similar al de Senegal. En este cortejo de diferencias entre las

colonias, se puede anotar que el decreto del 24 de febrero

de 1885 que trata de los concejos generales, indica que en el

Senegal y sólo allí, "los concejales generales deben saber

hablar, leer y escribir el francés" (Chantre-Grellet, 1898: 299).

125

Page 126: TEXTOS EN DIÁSPORA. EN AMÉRICA

Myriarn Cottias

Si las "viejas Colonias" persistieron en reivindicar la asi­

milación como "igualdad de las personas y de los derechos"

con la metrópoli, ésta, por el contrario, las ha considerado

desde 1852, en el marco de una relación colonial que ella

podía modificar exclusivamente según su venia. A pesar de

las adquisiciones fundamentales garantizadas y de una rela­

ción particular con el Estado, las metamorfosis institucio­

nales lo prueban. La cuestión del estatus legislativo de estos

territorios es un ejemplo de ello, entre otros. En efecto, si la

Constitución del 4 de noviembre de 1848 declaraba a las colo­

nias territorios franceses, la de enero de 1852, les imponía un

estatus de excepción quitándoles su representación parla­

mentaria y rigiéndolas a través de senados-consultos. A pesar

del restablecimiento de la representación colonial en la Asam­

blea Nacional en 1871, es, no obstante, el gobierno quien, por

decreto, extendía hacia las colonias el beneficio de las leyes

metropolitanas. Después de 1880, estas disposiciones fue­

ron modificadas nuevamente y se instituyó que las leyes eran

promulgadas únicamente en las colonias bajo expresa men­

ción. Entonces las leyes metropolitanas no eran aplicables con

pleno derecho en las colonias (Rougier, 1895: 84) yeso per­

duró hasta la Constitución del 27 de octubre de 1946. 1I En

efecto, la ley del 19 de marzo de 1946 sobre "la clasificación

de Guadalupe, Martinica, Reunión y Guyana francesa co­

mo departamentos franceses" mantenía a título transitorio la

especificidad legislativa. Tanto a nivel nacional como local,

ella fue llamada desde su promulgación "ley de asimilación"

a pesar del rechazo hacia este término por parte de Aimé

" Artículo 73: "El régimen legislativo de los departamentos de ultramar es el mismo

que el de los departamentos metropolitanos".

126

Page 127: TEXTOS EN DIÁSPORA. EN AMÉRICA

El silencio de la Nacum. Las "viejas Colonias"

Césaire, el 4 de mayo de 1948, quien proponía designarla co­

mo "ley de departamentalización"."

Nacionalidady ciudadanía

Los contornos de la asimilaciónde las colonias del Imperio

francés siguieron las modalidades de atribución de la nacio­

nalidad y de la ciudadanía a las personas de esas mismas colo­

nias. Mientras que en la metrópoli los términos son equivalen­

tes, en las colonias su contenido divergió muy rápidamente. n Si

bien desde 1848 nunca se cuestionó la nacionalidad de los

antillanos, en 1889 "la entrada en la plena nacionalidad sigue

estando prohibida para los indígenas musulmanes de Argelia,

sujetos franceses" (Weil, 2002). Es apenas en la Constitución

del 27 de octubre de 1946, donde se inscribe que "todos los

naturales de los territorios de ultramar tienen la calidad de

ciudadano con el mismo título que los nacionales franceses

de la metrópoli o de los territorios de ultramar" (artículo 80).

En las Antillas, el lazo entre libertad civil y nacionalidad

fue codificado desde el siglo XVII y mantenido hasta 1848. Por

medio del edicto de marzo de 1642, Luis XIII había garan­

tizado que "los descendientes de los franceses que viven en

dichas islas, y aún salvajes convertidos a la fe cristiana, y ha­

ciendo profesión de ella, sean censados y considerados natu­

rales franceses capaces de toda tarea, honores, sucesiones y

donación así como los originarios y los naturales sin tener

que registrarse con una carta de naturalización". En 1685, el

Código negro reglamenta la atribución de la nacionalidad

., Información de Emmanucl ]os, profesor de derecho en la Universidad de las An­

tillas y Guyana.

" Sobre estas problemáticas, véase Girollct, 2000; Sainton, 1997; Périna, 1997.

127

Page 128: TEXTOS EN DIÁSPORA. EN AMÉRICA

Myriam Cottias

para las personas nacidas en la servidumbre. Las reglas fijan

que sólo el manumiso, por el solo hecho de su liberación,

adquiere la nacionalidad francesa independientemente de su

lugar de nacimiento: "Declaremos sus liberaciones hechas en

nuestras islas como formas de nacimiento en nuestras islas,

declaremos que los esclavos manumisos no tendrán nece­

sidad de nuestras cartas de naturalización para gozar de las

ventajas de nuestros sujetos naturales en nuestro reino, tie­

rras y países de nuestra obediencia así hayan nacido en los

países extranjeros" (artículo ~7); "otorguemos a los manumi­

sos los mismos derechos, privilegios e inmunidades de los cua­

les gozan las personas nacidas libres; queremos que ellos

merezcan una libertad adquirida, y que ella produzca en

ellos, tanto para su persona como para sus bienes, los mis­

mos efectos" (artículo 59). Según este texto, "los manumisos

eran efectivamente declarados franceses por derecho y llama­

dos a gozar de los derechos que van con esta calidad" (Poujol,

1902; Debbasch, 1967).

Sin embargo, la adopción del Código Civil con las modi­

ficaciones propuestas por los colonos, minimizaba este texto

legislativo. En efecto, aun si su nacionalidad no era cuestiona­

da, su supuesto estatus de antiguos esclavos no garantizaba

su ciudadanía. Como consecuencia del producto oficial de

"la línea de demarcación" entre clase blanca y manumisos,

estos últimos son empujados hacia los márgenes del ejerci­

cio de la ciudadanía. Ellos son transformados en ciudadanos

pasivos, situados bajo la tutela explícita de los colonos. El equi­

librio era entonces bien frágil, su estatus, reversible, pues, en

caso de condenación podían volver a ser esclavos. Hasta los

años 1830, su posición permanece borrosa y permite inter­

pretaciones locales como la de De Bodis, abogado y propie-

128

Page 129: TEXTOS EN DIÁSPORA. EN AMÉRICA

El silencio de la Nacián. Las "oiqas Colonias"

tario en Guadalupe que afirma en 1820 que "los Blancos sólo

son los franceses o sus descendientes, los únicos que ella pue­

de reconocer como pertenecientes a la nación francesa", los

manumisos son excluidos "de la gran asociación nacional"

(De Bodis, 1820). Es hasta el 1<1 de abril de 1831 que un decre­

to del gobernador de Martinica deroga diversas ordenanzas

prohibitivas que conciernen a las "gentes de color libres".

Su estado de libre se vuelve irreversible. Ellos recuperan

entonces el derecho a ejercer la medicina y la cirugía, a de­

clarar el nacimiento de sus hijos y a casarse sin la tutela de los

notables "blancos", a no ser nombrados más "gentes de color"

ni que su color sea consignado en las actas administrativas;

a entrar en el territorio francés. Su ciudadanía estaba ratifi­

cada por esta ley que prepara la de 1848.

Como lo demostró Roger Botte, la República pudo sin

embargo manipular este dogma que le es esencial, el de la

libertad. En efecto, en una hábil retórica, los republicanos

en África, encabezados por Faidherbe, no decretan en 1848

la abolición de la esclavitud para la totalidad de Senegal

sino solamente para Saint-Louis y para Gorée, a fin de "no

alejar las poblaciones para siempre de nosotros, dejarlas en

manos de nuestros enemigos y fallar completamente nues­

tro objetivo incluso desde el punto de vista de su emancipa­

ción futura y de los intereses de la civilización" (Hamelin ci­

tado por Botte, 2000). Así "para permitir la ubicación entre

ellas de las poblaciones que tienen esclavos bajo la depen­

dencia de Francia ... esos 'indígenas' se convierten en sujetos

y no en ciudadanos franceses" (Botte, 2000). Mientras asegura­

ba sus intereses económicos la República exhibía su "contin­

gencia ontológica", para retomar la expresión de Merleau­

Ponty.

129

Page 130: TEXTOS EN DIÁSPORA. EN AMÉRICA

Myriam Cottias

Adolphe Crémieux, quien abogó por la atribución de la

nacionalidad francesa para los extranjeros que habían par­

ticipado en la revolución de 1848, así como para los judíos de

Argelia en 1870 (Weil, 2002: 44, 139), validó, antes de la Se­

gunda República, el lazo entre libertad y nacionalidad en el

artículo III de la ley de 1831. Él hizo adoptar el hecho de que

era la liberación la que confería la calidad de francés, y por

consiguiente, la igualdad ante la ley, lo que fue aprobado

por la ley del 24 de abril de 1833. De manera recíproca, él

anotaba que "los esclavos no podían ser considerados como

franceses ya que, al no gozar de ningún derecho civil, ellos

formaban una clase separada, sometida a leyes todas espe­

ciales" (Cottias, 1998: 146). Sin estatus, ellos no tenían nacio­

nalidad. La primera abolición de la esclavitud lo probaba

puesto que "incluso los negros que nacían en el suelo de la

colonia eran franceses; y este estado duró hasta el momento

en que la ley del 30 'floreal', año X, restableció la esclavitud

tal como existía antes de 1789", precisaba él (Weil, 2002).

Siguiendo esta misma lógica, el gobierno de 1848 atri­

buye la nacionalidad y la ciudadanía a todos los nuevos ma­

numisos de las Colonias o, más exactamente, a "todos los que

son nacidos o residen allí desde hace seis años"." El estatus de

las personas que escapan a estas condiciones no es, de hecho,

precisado. Según la ley, la ciudadanía francesa es incompa­

tible con el hecho de poseer esclavos: "se le prohíbe a todo

francés poseer, comprar o vender esclavos, y participar, di­

recta o indirectamente, en todo tráfico o explotación de este

.H Es interesante anotar que "el 28 de marzo de 1848, el gobierno provisorio de la Re­

pública saca un decreto autorizando temporalmente al ministro de justicia otorgar

la naturalización a todos los extranjeros que residen en Francia desde hace cinco

años mínimo" (Weil, 2002: 44). Véase, igualmente, Ministerio de Finanzas, 1942.

130

Page 131: TEXTOS EN DIÁSPORA. EN AMÉRICA

El silencio de laNación. Las "rujas Colonias"

género. Toda infracción a estas disposiciones conllevará la

pérdida de la calidad de francés" ,15 precisa el decreto de abo­

lición de la esclavitud. La equivalencia entre libertad, de un

lado, y nacionalidad y ciudadanía, de otro, era entonces he­

cha efectiva y ejecutoria de inmediato.

A causa de este largo pasado, en el curso del cual los prin­

cipios fundadores de la República habían sido ridiculizados

por el hecho de la esclavitud, la población de las "viejas Co­

lonias" integraba con pleno derecho la familia nacional, se­

gún la Declaración de Emancipación." Por todo esto, el posi­

cionamiento de estas colonias se volvía ambiguo. Si otras, como

por ejemplo Argelia, constituida igualmente en departamen­

tos franceses, conservaban claramente su estatus colonial, las

"viejas Colonias" no eran más colonias en su totalidad, por

el hecho de adquirir derechos específicos, sin ser completa­

mente nacionales por el hecho de su distancia geográfica, de

la territorialización de la calidad de franceses y del prejuicio

de color que allí presidía.

A pesar de que en el seno de las colonias todos los nacio­

nales no gozan de los mismos derechos y no tienen las mismas

obligaciones (Constant, 1998), la confusión de los términos

entre "nacionalidad" y "ciudadanía" fue prolongada duran­

te mucho tiempo. El trueque republicano de 1848 tenía así

límites que los hombres políticos de las Antillas se propusie­

ron modificar. De hecho no era perfecto. Si bien el sistema

'" Artículo 8 del decreto relativo a la abolición de la esclavitud y a la organización

de la libertad, Boletín Oficial de Martinica.

",. "La República nace un llamado con confianza a una libertad completa de los

hermanos excluidos por tanto tiempo de la familia nacional", circular ministerial

del 7 de mayo de l848, con instrucciones para la ejecución del decreto del 27 de

abril de 1848.

131

Page 132: TEXTOS EN DIÁSPORA. EN AMÉRICA

Myriarn Cottias

de la esclavitud era erradicado en su forma institucional, si

la nacionalidad francesa era garantizada, la ciudadanía era

parcelaria. Se encontraba todavía demasiado anclada en el

lazo colonial, y los hombres políticos tanto de Guadalupe

como de Martinica se propusieron desenredarlo, principal­

mente, a través de la reivindicación de la asimilación. Ésta

se acentuó con el paso del tiempo hasta la ley de departa­

mentalización de 1946. En nombre de la historia, la asimi­

lación política a la Madre-patria era reivindicada como "un

gran movimiento reparador". Desde 1848, las poblaciones

coloniales aspiraban profundamente a la igualdad ... entre tan­

to la nación francesa había perdido la memoria de su parti­

cipación en la historia nacional.

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Page 139: TEXTOS EN DIÁSPORA. EN AMÉRICA

EL COLOR DE LOS HOMBRES,PRINCIPIO DE ORGANIZACIÓN SOCIAL.

EL CASO ANTILLANO*

•Jean-Luc Bonniol

El color o el uso de un rasgo fisico como fundamento del

orden social. .. es un problema que no cesa de obsesionar a

quien quiere aprehender las sociedades antillanas, en búsque­

da del principio que las hace mover y reproducirse. En efec­

to, he aquí sociedades que poco obedecen adeterminaciones

puramente económicas, sino que son profundamente mar­

cadas por una ideología que a su vez se volvió determinante.

Esta ideología se basa en el sentido social de un criterio "fisi­

ca" evidente que es el color de la piel, criterio al cual pueden

agregarse otros complementarios: color y textura del cabello,

rasgos de la cara, color de los ojos... Una oposición funda­

mental distingue este racismo "colorista" 1 tal como apareció

en las sociedades esclavistas modernas propias de la historia

de la colonización europea y tal como invadió luego la sen­

sibilidad occidental, del antisemitismo que siempre tuvo que

enfrentar la ausencia de una diferencia fisica objetiva y mi­

tigar el carácter fantasmático de los rasgos fisicos eventual­

mente alegados ...

La ideología colorista, que a partir de ahora designare­

mos por su denominación tradicional de "prejuicio de color",

• Texto original: "La couleur des hommes, principe d'organisation sociale. Le cas

antillais; Paradoxes de la couleur", Ethnologie Frantaise, 1990, 20 (4). Traducción

de Isabelle Combes, con el apoyo dcllnstituto Francés de Estudios Andinos.

139

Page 140: TEXTOS EN DIÁSPORA. EN AMÉRICA

Jcan-Luc Bonniol

esjerarquizante; mientras que en lo que hoy se denomina co­

múnmente "racismo" se quiere ante todo relegar fuera de las

fronteras del grupo, aquí -i. e. en las colonias de plantación

antiguamente esclavistas-, se organiza el cuerpo social. He

aquí que este principio que Sócrates desesperaba encontrar,

cuando estaba en busca de una justificación para hacer acep­

tar a los ciudadanos de la República ideal el hecho de ser cria­

dos y clasificados en tres clases jerarquizadas. Desde hace tres

siglos, el color, rasgo físico que tiene el privilegio de trasmi­

tirse a los descendientes, y de ahí incorporarse de alguna ma­

nera a la esencia de los seres, contribuye a legitimar tal je­

rarquización ...

La arqueología de un prejuicio

Para entender la articulación del prejuicio de color con una

organización social, debemos primero preocuparnos por su

génesis, y para ello intentar ordenar datos históricos, ya am­

pliamente conocidos, en lo que podríamos llamar una "arqueo­

logía" de la ideología racial, con el fin de sacar a la luz los

diferentes estratos, acumulados en diversas épocas, de un

mismo esquema mental.

Antes de la colonización

Algunas asociaciones relativas al color, en particular las que

oponen el negro y el blanco, parecen transculturales, ligadas

a ciclos fundamentales como el del día y la noche. La valo­

ración de lo claro sobre lo oscuro encuentra (van der Berghe

140

Page 141: TEXTOS EN DIÁSPORA. EN AMÉRICA

El color de loshombres, principio de organi.:aclón social

y Frost, 1986) una ilustración general en la humanidad en la

elección preferencial que los hombres, cualquiera que sea la

coloración efectiva de su grupo, harían de mujeres más cla­

ras. I Fuera del Occidente, el simbolismo social pudo haber

jugado con los colores: en la India, las varna son ante todo

los colores (Isaacs, 1967; Gergen, 1967).

Sin embargo, el uso del color en el ordenamiento de la di­

versidad humana parece haber sido particularmente desarro­

llado por el Occidente. La desvalorización de la piel negra

tiene ahí, ciertamente, un origen muy antiguo: es sin duda

en el caso de Israel que se encuentra su expresión más fla­

grante, con la maldición de Cam, que sirvió durante siglos

como justificativo para todos aquellos que veían en esta his­

toria el origen de un linaje .humano inferior, predestinado

a todas las opresiones.' El cristianismo antiguo amplificó lue­

go este prejuicio, con un simbolismo cromático extremada­

mente afirmado, asociando la blancura a la pureza y la ne­

grura al pecado ... La pareja negro-blanco se vuelve entonces

un componente esencial de la mitología occidental y cristia­

na; tal vez debamos también plantear la hipótesis, a partir

de esta época, de la proyección sobre los negros de una las­

civia reprimida a partir de entonces (tan notable, siglos más

tarde, en el Otelo de Shakespeare ... ).

Durante la Edad Media occidental, algunos temas "ra­

cistas" se precisan (Delacampagne, 1983). Sin embargo, la

I Estos datos provienen de los Human Relations AreaFiles, categoria 832 ("estimula­

ción sexual. ideales de la belleza erótica"). A partir de 51 casos utilizables. los auto­

res constatan una preferencia transcultural por las mujeres claras (en los límites

del espectro local).

, Sin embargo, la interpretación racial de la maldición de Cam parece más reciente

que la redacción del texto bíblico.

141

Page 142: TEXTOS EN DIÁSPORA. EN AMÉRICA

Jean-Luc Bonniol

referencia al color sigue siendo marginal, a falta de contac­

tos estrechos con poblaciones de tez diferente. Así, es algo

dificil descubrir una segregación para con los pocos negros

presentes en los medios populares europeos de esta época,

aun si se debe constatar en el mismo periodo la evidencia de

un estereotipo negativo (Frederickson, 1981). El Islam medie­

val, también heredero, en cierta medida, de la Antigüedad y

de la tradición judaica, y encaminado en el comercio trans­

sahariano, es por cierto más prolijo en formulaciones y en

prácticas sociales ligadas al color, en las cuales se descubre

una neta depreciación del negro (Lewis, 1982).

Esclavismo y desarrollo delprejuicio

A partir de los grandes descubrimientos, la diferencia fisi­

ca -yen primer plano, la diferencia de color- se vuelve

primordial en la percepción de lo extraño. Al lado de los

interrogantes sobre la humanidad de los amerindios, el

fenómeno negro, que parece ser una anomalía, debe ser

explicado." Ya a partir del siglo XVI, una terminología espe­

cializada aparece; palabras hasta entonces desconocidas

entran en el lenguaje común: negro, mestizo, mulato, casta,

raza ... Casi dos siglos más tarde, las teorizaciones raciales

"científicas" se inspirarán de estas concepciones popula­

res preexistentes: no es sorprendente constatar que una de

las principales categorías de las clasificaciones que comien­

zan a florecer en el siglo XVIII sea, precisamente, la "raza"

negra ...

:< Como lo nota acertadamente Léon-Francois Hoffmann (1973), los europeos

nunca se planteaban el problema de su propio color.

142

Page 143: TEXTOS EN DIÁSPORA. EN AMÉRICA

El color de los hombres, principio de organización social

El periodo colonial introduce el "otro" en el juego de las

relaciones sociales y lo coloca en una posición disminuida.

Los primeros años de "fundación" en las- Antillas de coloni­

zación francesa constituyen un momento privilegiado para

examinar el surgimiento del prejuicio. La sociedad todavía no

es muy jerarquizada. El azúcar no apareció aún y la esclavi­

tud sigue siendo un fenómeno relativamente marginal al lado

de la contratación. Si bien podemos encontrar en el testimo­

nio de los primeros cronistas la presencia de estereotipos ra­

ciales y un prejuicio latente, éste no parece todavía impreg­

nar la práctica social.'

Por el contrario, los lazos parecen fundamentales entre

la esclavitud (y la utilización de la trata africana) y el desarro­

llo del prejuicio. El hecho importante en esta esclavitud mo­

derna es que se agrega un tercer término de orden racial a

los dos primeros que ya definen los polos sociales antagóni­

cos. A los amos libres "blancos" se oponen los trabajadores

esclavos "negros". La segmentación racial se yuxtapone a

la estratificación socioeconómica, ya avalada por un corte

jurídico. De ahí el carácter particularmente cerrado del sis­

tema. La "raza" acaba entonces por volverse consustancial

al orden esclavista, que a partir de este momento puede ser

calificado de sociorracial.

El hecho de que una diferencia fenotípica se superpon­

ga a la jerarquía social y al corte jurídico sólo se debe, en

un inicio, a una coincidencia histórica. Casi podríamos de­

cir que, si la barrera jurídica hubiera funcionado sin fallas,

manteniendo una impermeabilidad perfecta entre ambos

• Citemos en particular a R. P du Tertre: Histoire générale des Antilles habiüespar les

Fra7lfau, y R. P Labat: Nouueau voyage aux ¡les de l'Aménque.

143

Page 144: TEXTOS EN DIÁSPORA. EN AMÉRICA

]ean-Luc Bonniol

segmentos sociales, esta coincidencia habría seguido siendo

un simple epifenómeno ... Pero el contexto ideológico en el

cual se instauraba el sistema esclavista encontraba oportu­

namente ahí medios inmediatos de legitimación, adoptando

una representación mental preexistente (la ecuación reversi­

ble "esclavo=negro" se impuso rápidamente en las mentes).

Además, las contradicciones del orden sociorracial (manu­

misiones de esclavos, desarrollo del mestizaje) perturbaban

la perfecta superposición del corte jurídico y de la segmenta­

ción racial, e imponían así un recurso incrementado al pre­

juicio, cuyo desarrollo se enraíza menos en el sistema mismo

que en sus contradicciones. Como lo afirma M. Duchet, "si

bien el desprecio del esclavo pertenece a la lógica del escla­

vismo desde su orígen, el "prejuicio de color" es sobre todo

una señal de esclerosis, la señal de una tensión interna, algo

así como un vicio de estructura que la historia reveló poco a

poco" (Duchet, 1969).

La ideología colorista está claramente establecida en la

segunda mitad del siglo XVIII. Se manifiesta primero por la su­

perioridad de los blancos con respecto a todos los no-blancos,

y esta superioridad tiene una traducción jurídica. El prejui­

cio se expresa luego en lo que se llamó el "sub-racismo" de

la gente de color, y que debería llamarse más bien racismo

derivado, en la medida que constituye un reflejo y una inte­

riorización del racismo original, el racismo blanco. Una ver­

dadera cascada de desprecio es la que se estableció, desde lo

más claro hasta lo más oscuro, a través de toda una jerar­

quía de matices. Haríamos mal en minimizar este lado del

prejuicio y esta dialéctica de las contradicciones secundarias,

"los grupos intermediarios participan del prejuicio, como

oprimidos y opresores" (Labelle, 1978).

144

Page 145: TEXTOS EN DIÁSPORA. EN AMÉRICA

El color de los hombres, principio deorganización social

Denoasy avalares

Refiriéndonos siempre esencialmente a las Antillas de colo­

nización francesa, se constata que es cuando el prejuicio de

color adquiere un neto aval jurídico que empieza a ser cues­

tionado. Ya en la segunda mitad del siglo XVIII se establecen

las bases ideológicas de la legislación revolucionaria que, a

pesar de algunos intentos de restauración a inicios del si­

glo XIX, desembocan en la desaparición jurídica del criterio

de color, a través del principio proclamado de la igualdad de

todos los libres (1833), precediendo de algunos años la aboli­

ción de la esclavitud. Sin embargo, el criterio racial iba a sobre­

vivir a la institución que le dio la luz, pues la sociedad seguía

siendo ampliamente dividida entre propietarios blancos y des­

cendientes de esclavos ... Correspondió, a la perennidad de

las infraestructuras socioeconómicas, la perennidad de la con­

fusión entre un orden social y un orden racial. Es cierto, a par­

tir de la Tercera República, la atmósfera intelectual ya no de­

fiende más el prejuicio y la doctrina colonial clásica parece

haber pasado de moda. Pero en el secreto de las conciencias

y la esfera privada, el prejuicio tiene todavía una larga vida

por delante. Continuó inspirando, hasta nuestros días, el cer­

co endogámico del grupo blanco criollo y algunas estrategias

matrimoniales de blanqueamiento entre la gente de color.

Además, la sociedad antillana sigue siendo caracterizada

por la obsesión colorista que impregnó todos los procesos

identitarios que tuvieron lugar en su interior. Aun si ya no

debía servir para fundar una jerarquía, la idea de raza con­

tinuó interpretando las diferencias ... La demarcación entre

mulatos y negros tuvo una larga vida en la historia de Haití:

145

Page 146: TEXTOS EN DIÁSPORA. EN AMÉRICA

Jean-Luc Bonniol

al retirarse, aunque fuera muy tempranamente como ocurrió

en Santo Domingo, "la colonización abandona como alu­

vión (... ) una filosofía de las etnias que el tiempo, con todos

sus trastornos, no logró todavía erosionar ... " (Debbasch,

1967). En las Pequeñas Antillas que permanecieron france­

sas, el color no cesó de alimentar los fenómenos de identifi­

cación, y la marca racial puede volver a surgir en cualquier

momento, particularmente en todas las crisis políticas graves.

Durante los años treinta un nuevo elemento salió a escena,

con un movimiento de revalorización del color negro cada

vez más afirmado. Nacido en las islas inglesas, desarrollado

luego en América del Norte, este movimiento encontró su

expresión más acabada en las colonias francesas, con la co­

rriente de pensamiento que se cristalizó alrededor de la idea

de la "negritud". Este "vuelque" se ubica en realidad en el

esquema colorista tradicional, que contribuye a alimentar

invirtiendo los términos de la polarización. De esta manera, un

cierto número de intelectuales antillanos tomó partido, en

un juego racial que por cierto había empezado antes de ellos,

pero en el cual se sitúan de entrada, volcando los platos con

cierta violencia compensatoria ...

El fenómeno se acentuó en el nuevo contexto de la depar­

tamentalización, marcado por la llegada masiva de metropo­

litanos. El color se volvió seña de autoctonia y los antagonis­

mos sociales, en particular los que oponen originarios y recién

llegados, fueron vividos como enfrentamientos raciales, en el

mismo tiempo en que se constata una atenuación, incluso

una desaparición, del prejuicio tradicional de color, bajo los

esfuerzos unidos de la ideología igualitarista republicana y

de la integración en la sociedad envolvente (Giraud, 1979)...

Existió entonces una tendencia a utilizar el color como un,

146

Page 147: TEXTOS EN DIÁSPORA. EN AMÉRICA

El color de loshombres, principio de organización social

emblema identitario, y esto afectó a todo el debate cultural

y político, en particular cuando se orientó hacia la búsqueda

de las "raíces" o de lo "auténtico".

La línea de color

Así, representaciones y prácticas dependen de la lógica iden­

titaria que rige la definición de los grupos presentes. Esta ló­

gica se expresa a través de particiones impuestas a la reali­

dad del continuum biológico, se trate de la línea de color o de

las categorías de mestizaje.

¿Cuál es la suerte de los vástagos nacidos de una mez­

cla entre dos poblaciones diferenciadas por el color? Una

solución, adoptada por las sociedades antillanas, consiste

en mantener a dos poblaciones a pesar de la mezcla, asegu­

rando de esta manera la perennidad de la dicotomía ori­

ginal: es decir que los individuos mezclados están asimila­

dos a una de las poblaciones de sus padres, y excluidos de

la otra. En este caso surge una "línea de color" que aísla un

segmento blanco, mientras se despliega un amplio abanico

genealógico y fenotípico en la población llamada de color,

abanico que la taxonomía popular del mestizaje describe

tradicionalmente.

Al parecer, esta línea está presente en casi todas las situa­

ciones coloniales donde estuvieron históricamente en contac­

to "blancos" y "negros". Pero puede ser más o menos estricta,

puede desplazarse en el interior de un grupo hasta incluirlo

enteramente ... Para las necesidades del análisis, partiremos

de los ensayos de teorización de la línea que tuvieron su formu­

lación más clara en Santo Domingo en el siglo XVIII; procu-

147

Page 148: TEXTOS EN DIÁSPORA. EN AMÉRICA

.lean-Lue Bonniol

raremos luego seguir esta línea a lo largo de las generacio­

nes, en la realidad genealógica de un grupo insular.

Santo Domingo: una teorización acabada de

la línea de color

En un periodo relativamente breve (menos de un siglo, des­

de la entrega a Francia en 1697 hasta.el inicio de la crisis re­

volucionaria en 1791), Santo Domingo fue e! teatro de "una

de las más intensas experimentaciones capitalistas esclavis­

tas de la historia" (Mintz, 1971). La ideologia de color apa­

rece así como uno de los fundamentos esenciales de la "doc­

trina colonial" nacida de esta experiencia histórica.

Una de las claves de este sistema de pensamiento es la "lí­

nea de color", que debe establecer una división sin falla en­

tre los blancos y todos los demás, cualquiera sea su grado de

"decoloración", rechazando en tropel a todos los que no son

considerados como libres de contaminación, "devueltos al

otro color fundamental, por la buena razón que han nacidos

en parte de él. .. " (Debbasch, 1967). Moreau de Saint-Méry,

atento observador del antiguo Santo Domingo, da su formu­

lación más radical a la idea de la línea: "la opinión (... ) quie­

re por consiguiente que una línea prolongada hasta e! infinito

separe para siempre la descendencia blanca de la otra ... "

(Moreau de Saint-Méry, 1958: 100).

Un razonamiento de tipo genealógico hace prevalecer

e! "genotipo" por sobre e! "fenotipo": "un mestizo, aunque

haya llegado a la séptima u octava generación, incluso al pun­

to en que su color tenga la apariencia de la de un europeo, si­

gue siendo un mestizo y no podría decirse igual a, ni andar al

par con un blanco europeo" (Mémoire de la milice: 23).

148

Page 149: TEXTOS EN DIÁSPORA. EN AMÉRICA

El color de loshombres, principio de organiracion social

Moreau de Saint-Méry mismo lo afirma, esta distinción

inacabable sólo puede mantenerse mediante el ojo del prejui­

cio: "hay que tener ojos bien expertos para distinguir estas

últimas mezclas de los blancos puros, y se puede decir que

en general sólo la tradición oral o escrita sirve de guía para

aquello" (Moreau de Saint-Méry, 1958: 92).

Durante la segunda mitad del siglo XVIII, en un ambien­

te que se iba envenenando, hubo que demostrar la prueba

de la pureza de su origen. La pieza esencial del expediente

era por cierto el árbol genealógico, este "prisma mágico gra­

cias al cual Doscolonos] se asegurarán colores madres y pri­

mitivos ... " (Mémoirepour le Sieur Recule)

La línea de color a través de lasgenealogías:

el ejemplo de la Désirade

Este control genealógico existe en todas las sociedades mes­

tizas y obedece al mismo modelo: por ejemplo, se mencio­

na a menudo, a propósito de Martinica, que un blanco bien

puede ser excluido del grupo de los Békés por el recuerdo de

su ascendencia mestiza, aunque nada en su apariencia fisica

lo demuestre. En semejante lógica de pensamiento, nos po­

demos interrogar sobre la eficacia de tal control y sobre su

traducción en términos sociales. Para contestar la pregunta,

un procedimiento válido puede ser estudiar personalmente

el asunto, reconstruyendo para esto de manera exhaustiva

redes genealógicas sobre poblaciones muestra. Es entonces

posible seguir el comportamiento matrimonial y reproducti­

vo de todos los individuos desde los orígenes. Así puede apa­

recer, a lo largo de las generaciones, la realidad de una línea

de color ...

149

Page 150: TEXTOS EN DIÁSPORA. EN AMÉRICA

Jean-Luc Bonniol

Hemos escogido como población muestra la de la pe­

queña isla marginal de la Désirade, a la altura de Guadalu­

pe. La isla albergó un sistema de habitaciones algodoneras

en el siglo XVIII e inicio del XIX; a pesar de la homogeneiza­

ción de las condiciones de vida después de la liberación de los

esclavos, heredó de este pasado una sociedad racialmente

segmentada, al menos hasta los últimos años. Su aislamien­

to y su pequeño tamaño hacen de ella un laboratorio ideal

para despejar un modelo aplicable, en otra escala, a la evo­

lución conocida por las islas azucareras ...

Varios programas de análisis han sido puestos en obra a

partir de un cuerpo de datos genealógicos recogidos en los re­

gistros parroquiales y civiles: uno de ellos se concentró sobre

las proporciones individuales de ascendencia respecto del

segmento fundador "blanco". Permitió crear categorías ge­

nealógicas que en realidad miden la proximidad -o la leja­

nía- con respecto a lo que podemos llamar el "polo blan­

co" de la población insular. Constatamos de esta manera

que, a lo largo de las generaciones, cierto número de indivi­

duos continúan descendiendo exclusivamente de este seg­

mento al cual pertenecen todos sus antepasados. Constitu­

yen un grupo blanco que se mantiene con el tiempo, libre de

toda mezcla.

Nos encontramos así con un efecto de cerco, ya que el

sector blanco rechazó la penetración de genes exteriores. Co­

noce, por cierto, una erosión manifiesta, pero a pesar de

todo el grupo logra mantener su individualidad e incluso a

conservar efectivos estacionarios en las dos últimas gene­

raciones ... ¿Estrategia consciente? Estamos seguros que así

es, bajo el efecto del pattern estructurante de la ideología de

la línea de color. Pero siempre se podria alegar que hubiéra-

150

Page 151: TEXTOS EN DIÁSPORA. EN AMÉRICA

El color de loshombres, principio deorgtmizaúón social

mas podido encontrar el mismo resultado por casualidad ...

El ejemplo del destino del sector negro prueba lo contrario.

Al empezar, un segmento inicial mucho más numeroso, pero

luego una espectacular caída irremediable: ¡al final queda un

solo individuo para la última generación! Ya vemos con qué

rapidez un grupo puede disolverse en una población "gene­

ral", cuando no tiene una estrategia consciente de supervi­

vencia. Ya vemos también cómo el concepto de cerco no se

aplica con respecto al polo negro: el término de "negro",

cuando se lo emplea, sólo puede designar a individuos que

ya son, de una manera u otra, mestizados ...

En efecto, más allá del cerco que rodea a! grupo blanco, se

produce un poderoso movimiento de mezcla, en el cual se con­

funden los aportes "blancos" y los "negros". La descendencia

"blanca" no se reduce a! grupo así llamado, sino que se disper­

sa en el resto de la población insular. El cerco es entonces

permeable en un sentido, pero no en el otro; el efecto de esta

"hemipermeabilidad" es que el flujo génico sólo puede ir des­

de los "blancos" hacia la población de color, que se encuen­

tra así en perpetua evolución mientras la otra queda estable."

Las categorías de mestizaje

De esta manera, vemos que la lógica de la línea de color no

es contradictoria con la de mestizaje, todo lo contrario. Esta

división es coherente en la perspectiva del segmento racia!­

mente dominante. Pero los valores ligados a la ideología de

, Para mayores análisis sobre el ejemplo de la Désirade, se puede consultar aJean­

Luc Bonniol (1988) YaJ. Benoist yJ. L. Bonniol (1989). Para un caso de extensión

de la línea de color a un grupo entero, véase J. L. Bonniol (1980).

151

Page 152: TEXTOS EN DIÁSPORA. EN AMÉRICA

Jean-Lul' Bonniol

color se difunden en el resto del cuerpo social, y lo llevan

a utilizar los matices cromáticos como peldaños que van de

un polo racial al otro. En la población de color tiene enton­

ces lugar, paralelamente, otro fenómeno identitario: el rea­

grupamiento de los individuos mezclados en categorías de

mestizaje que pueden tener un fundamento genealógico o

fenotípico.

Vuelta a la teorización genealógica de Santo Domingo

De nuevo encontramos una notable teorización del fenómeno

en Santo Domingo en el siglo XVIII. Se tomaba así en cuenta

a toda la gama de matices entre el blanco y el negro, median­

te categorías registradas en la famosa clasificación recogida

por Moreau de Saint-Méry, quien se basó no sólo sobre su

observación personal, sino también sobre la tradición oral y

documentos escritos.

El principio de la clasificación es esencialmente genealó­

gico, pues las categorías no se definen por el aspecto fisico de

sus miembros, sino por sus orígenes, que los colocan en un

lugar determinado en el eje que relaciona los primitivos polos

blanco y negro. Este hecho permite a Moreau de Saint-Méry

expresar esta posición mediante cálculos matemáticos relati­

vamente complejos. Considerando que un individuo se com­

pone de 128 partes (que podrían considerarse idealmente

como probabilidades de origen a partir de 128 antepasados,

lo que implica una información genealógica que correspon­

de a siete generaciones y a lo que se puede estimar como la

profundidad máxima de una conciencia genealógica), las di­

ferentes categorías se definen desde el negro hasta el blan­

co (véase cuadro adjunto).

1.')2

Page 153: TEXTOS EN DIÁSPORA. EN AMÉRICA

El color de los hombres, principio deorganización social

Este abanico de valores corresponde a las diferentes com­

binaciones posibles para obtener cada tipo: así, la combina­

ción primitiva, la de un blanco con una negra, tiene como

resultado un mulato "equilibrado" con 64 partes para cada

una de sus ascendencias; pero existen once combinaciones

más que pueden resultar en un mulato y puede existir así

"un mulato más cercano al blanco que otro de 14 partes".

Según las propias palabras de Moreau de Saint-Méry,

él está perfectamente consciente que sólo está proponiendo

"aproximaciones", toda la clasificación es arbitraria. Ahí in­

terviene, en cierta medida, la toma en cuenta del fenotipo.

A cada categoría genealógica corresponde así un fenotipo

obligado. De esta manera, el mulato "imberbe como el negro,

posee como él cabellos lanoso, pero su pelo es más largo".

El cuarterón "tiene la piel blanca, pero empañada por un

matiz de un amarillo muy débil; su cabello es más largo que

el del mulato, y rizado. Incluso lo tiene a menudo rubio" ...

(Moreau de Saint-Méry, 1958: 88-89, 102).

Categorías

Sacatra

GriffiMarabouMuláire("mulato")

Q.uarteron ("cuarterón")

Métis ("mestizo")

Mamelouc ("mameluco")

Q!tarteronné ("cuarteronizado")

Sang-mélé nito "sangre mezclada": mestizo)

Partes Partes

blancas negras

8 a 16 112 a 120

24 a 32 96 a 104

40 a 48 80 a 8856 a 70 58 a 72

71 a 96 32 a 57

104al12 16 a 24

116 a 120 8 a 12

122 a 124 4a6

125al27 I a 3

153

Page 154: TEXTOS EN DIÁSPORA. EN AMÉRICA

]can-Luc Bonniol

La afirmación de/fenotipo

A falta de semejante furor clasificatorio se vuelve a encon­

trar, en todas las situaciones de mestizaje blanco/negro, el

mismo modelo, más o menos nítido, de "matemática racial",

según la cabal expresión de Michéle Duchet (Duchet, 1969).

Sin embargo, en todos los casos se advierte una tendencia a

la afirmación de la evaluación fenotípica por encima de la

evaluación genealógica.

En el mismo Haití, el léxico popular del mestizaje se com­

pone ahora mayoritariamente de una terminología colorista.

Los calificativos utilizados testimonian de una gran diversi­

dad: negro, negro azul, negro carbón, negro azabache, negro

rosado, negro rojo, negro claro u oscuro, sombrío, moreno,

moreno oscuro, moreno claro, moreno franco, moreno roji­

zo, caoba, castaño (claro u oscuro), bronceado, tostado, ca­

ramelo, rapadou (pan de azúcar sin refinar), melaza, canela,

ciruelo, durazno, violeta, caimito, café con leche, chocolate,

cobrizo, almíbar, zapotillo, pistacho, bronce, color de aceite,

amarillo, amarillento, amarillo rosado, plátano maduro,jone

tankou bél mai moulin (amarillo como un lindo maíz molido),

rojo ladrillo, rojizo, rojo, rosado, kakajouromon (viejo color

amarillo de la calabaza dulce), beige, blanco, blanquecino,

rojo sangre, rojo cangrejo, amarillo damasco ... (Labelle,

1978: 131).

Lo mismo ocurre en las Pequeñas Antillas, donde se

advierte cierta derivación hacia categorías fundadas sobre

la apariencia fisica: por ejemplo la de los chabins, muy bien

definidos por M. Leiris como "individuos que parecen pre­

sentar, en vez de un amalgama, una combinación paradó-

154

Page 155: TEXTOS EN DIÁSPORA. EN AMÉRICA

El color de loshombres, principio de organización social

jica de rasgos ... " (Leiris, 1955). Además del color de la piel,

los caracteres físicos discriminatorios son los que se vuelven

a encontrar en todas las sociedades mestizas afroamérica­

nas: color y "calidad" del cabello; rasgos de la cara ... Estos

caracteres son los que permiten una categorización, es decir

el alineamiento de ciertos individuos en el continuum cromá­

tico; las fronteras de grupo pueden eventualmente estable­

cerse a partir de ellos.

Las estrategias intergeneracionales

Tales representaciones desembocan en una práctica racial

que conservó hasta hoy cierta perennidad. Toda una cons­

telación difusa de rasgos persiste, donde obra con toda cla­

ridad la visión racial de la sociedad. Pero la permanencia de

las prácticas aparece más evidente sobre todo en el campo

de las estrategias matrimoniales.

El cerco endogámico del grupo blanco: el ejemplo

de los békés de Martinica

Uno de los primeros hechos que se puede notar de inme­

diato, particularmente en Martinica, reside en el cerco del

grupo blanco criollo. Los que se llaman los bekés en Martini­

ca son parte integrante de la sociedad martiniquesa, de la

cual son un polo a la vez aislado y funcionalmente integra­

do. El factor esencial que garantizó el mantenimiento de tal

especificidad racial a lo largo de la historia de Martinica se

explica por la fuerte cohesión del grupo con respecto al exte­

rior y un control social muy estricto. A partir de una duali-

155

Page 156: TEXTOS EN DIÁSPORA. EN AMÉRICA

Jean-Luc Bonniol

dad de normas entre hombres y mujeres, estas últimas se

encargan de garantizar la pureza racial, procreando exclusi­

vamente en el marco del matrimonio -un matrimonio pre­

ferentemente endogamo-, lo que asegura la reproducción

del grupo igual a sí mismo de generación en generación. Se

explica así la mayor frecuencia y la mayor cordialidad en

las relaciones sociales entre blancos y gente de color del la­

do masculino, mientras el encasillamiento racial resalta mu­

cho más entre las mujeres: la mujer blanca evitando así cual­

quier riego de contacto, peligroso en potencia, con el hombre

de color ...

Se sanciona rigurosamente un eventual casamiento des­

igual mediante la exclusión del disidente -llamado béké sauté

barriere (lit.: "béké saltado barrera")- fuera del grupo. Y la

memoria colectiva debe acordarse para siempre de tales fal­

tas contra la norma. Sin embargo, estas prohibiciones no se

aplican a las uniones naturales de los hombres, que siguen

siendo comunes y aceptadas, porque no constituyen una ame­

naza contra la homogeneidad del grupo. Además, estas unio­

nes alimentaron el proceso de mestizaje a lo largo de la his­

toria de las Antillas.

Este control estricto de la línea de color se apoya sobre

un sistema de valores ampliamente compartido. Entre todos

los békés, existe un fuerte sentimiento de identificación al gru­

po al cual están orgullosos de pertenecer y que relacionan

con el territorio de la isla. Preservar una entidad racial tiene

primero un interés económico. Mediante esta práctica, la

tierra permaneció concentrada en manos de los miembros

del grupo, que logró así conservar su preeminencia al mismo

tiempo que supo adaptarse a los cambios contemporáneos

de la sociedad "departamental" (Beaudoux, 1969).

156

Page 157: TEXTOS EN DIÁSPORA. EN AMÉRICA

El color de los hombres, principio deorganización social

Homogamia e hipergamia entre la gente de color

Aliado de esta endogamia del grupo blanco, se puede adver­

tir entre la gente de color una neta tendencia a la homoga­

mia, es decir a matrimonios que unen a personas semejantes

en el plano fisico. Al constatar que su tipo fisico es valorado,

el mulato tiende a separarse de quien es más "negro": esta

actitud provoca la formación de subgrupos fenotípicos y

sociales a la vez, que apuntan a cerrarse hacia abajo mien­

tras quedan abiertos hacia arriba. Estas estrategias, pues,

se despliegan a lo largo de la categorización racial, jugan­

do con compensaciones posibles desde la posición de raza

hacia la posición de clase. Varios proverbios ilustran bien

este juego de compensaciones, como: tou mulatpoo sé neg tou

nég rich sé mulat (todo mulato pobre es un negro y todo negro

rico es un mulato ... ); también lo hacen las máximas que ri­

gen la elección de un enamorado, tales como las registra

Frantz Fanon (Fanon, 1954): así, para justificar una mala

elección racial, se dice "X es negro, pero la miseria es más

negra todavía ... "

También interviene ahí el estatus de la unión. El mesti­

zaje comienza con las relaciones ilegítimas del hombre blan­

co, que ve así oscurecerse parte de su descendencia; al mis­

mo tiempo, para la mujer negra o de color, la unión con un

hombre blanco o más claro puede significar una oportunidad

de aclarar su descendencia (de ahí el tema de la mulata galan­

te y de los linajes bastardos de familias mestizas...). R. Bastide

hace notar, con razón, que si la mezcla hubiese operado en

el marco del matrimonio, habría efectivamente demostra­

do una real ausencia de prejuicio. Pero, en la medida que

157

Page 158: TEXTOS EN DIÁSPORA. EN AMÉRICA

Jcan-Luc Bonniol

se desarrolló a través de uniones ilegitimas y a menudo clan­

destinas, sólo llegó a conyugar la dominación sexual y la opre­

sión racial: "detrás de la mezcla, encontramos exactamente lo

que está detrás de la institución de la prostitución en el Occi­

dente: la defensa de un grupo considerado como superior,

y entonces intocable, en detrimento de otro grupo racial o

social" (Bastide, 1961). Aparece ahí la imagen muy sexuada

del mestizaje, que remite tradicionalmente a la unión de la

mujer de color y del hombre blanco bajo el sello de la ilegi­

timidad, mientras que la unión del hombre negro con la

mujer blanca permaneció ampliamente impensable hasta

una fecha bastante reciente ...

Al ser la preeminencia del blanco el deus ex machina del

sistema, se trata para los individuos y los linajes constitui­

dos de gestionar cuidadosamente su capital racial, a fin de

incrementar su parte "blanca". Testimonio de este proceso

es la célebre mención, por Salvat Etchart (Etchart, 1967), de

las señoritas Alicanthe, levando su "lucha", generación tras

generación, con "un fervor tranquilo y perseverante" ... Todo

esto, para trepar los diversos peldaños y, en última instancia

y en contradicción con el sistema en su conjunto, "pasar la

línea" -algo que sólo puede ocurrir con algunos individuos

capaces de escapar de la memoria colectiva y ocultarse a sí

mismos parte de su ascendencia ... (Debbasch, 1967).

Color y sociedad colonial

Son principalmente las viejas sociedades coloniales, esclavis­

tas y posesclavistas, las que hicieron del color su principio de

organización interna; de ellas, el Occidente en su conjunto

158

Page 159: TEXTOS EN DIÁSPORA. EN AMÉRICA

El color de los hombres, principio deorganización social

heredó cierta concepción colorista de las jerarquías y de las

identidades. Pero ¿cómo se articula el prejuicio de color con

un tipo de formación social? Son preguntas que se plantea­

ron los actores de estas sociedades prácticamente desde el

origen. La actitud espontánea es la que acepta el prejuicio

y lo que afirma, a saber que la esclavitud es natural para la

gente de color negro -siendo percibido el color como lo que

determina las relaciones sociales-o Sin embargo, muy rápi­

damente, se consideró el prejuicio como un puro conven­

cionalismo necesario al buen funcionamiento de la sociedad

esclavista fruto de ciertas circunstancias sociales: "prejuicio

tanto más útil que existe en el corazón mismo de los escla­

vos, y contribuye al descanso de la colonia"."

En esta perspectiva, el prejuicio de color aparece como

determinado: un recorrido intelectual del mismo tipo pudo

inspirar en nuestros días los análisis de inspiración marxista

que veían en él una confirmación de la determinación, en últi­

ma instancia, de las relaciones de producción. Se considera

entonces el prejuicio como una ideología que permite legi­

timar, a posterion, relaciones de producción nacidas fuera de

ella (Harris, 1964), con una función esencial de ocultación­

disimulación (Labelle, 1978). Sin embargo, es posible advertir

que la "raza" no es una forma disfrazada (y determinada) de

la clase, o que al menos sólo correspondió con ella en el bre­

ve instante del nacimiento de la formación social. Desde un

inicio, mediante las contradicciones sobre las cuales ya he­

mos insistido, se puso en movimiento un proceso que "al

quitar [a las relaciones sociales] su función de relaciones de

producción, desembocó en su preeminencia" Uamard, 1983).

, Carta del ministro al gobernador de Santo Domingo, 27 de mayo de 1771.

159

Page 160: TEXTOS EN DIÁSPORA. EN AMÉRICA

Jean-Luc Bonniol

En efecto, el criterio racial sigue objetivándose en grupos so­

ciales reales, cuyo elemento unificador es un tipo fisico trans­

misible por el conducto de la herencia biológica. En otras

palabras, lo que se desarrolla es la autonomía distintiva de

las relaciones raciales: "los caracteres fenotípicos adquieren

un valor propio" (Jamard, 1983). Estos caracteres están inscri­

tos en lo biológico y heredables de generación en generación:

el fenómeno adquiere entonces una dimensión temporal de

largo aliento ... La referencia al color ya los demás rasgos fi­

sicos discriminantes induce a una alta viscosidad de las rela­

ciones sociales; contribuye, de alguna manera, a cristalizar las

jerarquías sociales primitivas ...

En esta perspectiva de una autonomía relativa del orden

racial, es posible afirmar que la valorización de algunos carac­

teres fisicos conlleva la formación de un verdadero capital

racial, "cuyo volumen es inverso a la distancia genealógica

hacia la clase de los esclavos" (Jamard, 1983). Se instala así

una jerarquía a lo largo de la cual este capital racial consti­

tuye a la vez lo que está en juego y un medio de las luchas

que se desarrollan en la clasificación y para la clasificación

(idea prestada de P. Bourdieu: la visión de la clasificación exis­

te en función de la posición ocupada en la clasificación). Esto

explica, por una parte, la visión de un espacio graduado en­

tre los polos extremos entre la gente de color y sus estrate­

gias intergeneracionales (los mulatos buscando distinguirse'

de los negros, como ya lo vimos); y, por otra parte, la visión

dicotómica de los blancos, cuya política consiste en realidad

en mantener el vínculo primitivo entre clase y raza dominan­

te (recurriendo, en un primer tiempo, a un aparato jurídico de

segregación frente al peligro mulato, afirmando que existe

"peligro en el asunto" (Jamard, 1983) y limitando hacia arri-

160

Page 161: TEXTOS EN DIÁSPORA. EN AMÉRICA

El color de loshombres, principio deorganización social

ba, mediante el cerco endogámico de su grupo, las estrategias

de los hombres de color para quienes siguen siendo prohibi­

das las mujeres blancas ... ). Así, la terminología clasificato­

ria de los tipos físicos varía según la posición social' y el tipo

físico del individuo que opera la clasificación.

Hasta ahora, el color ha sido presentado ante todo como

una realidad simbólica, de acuerdo con la mayoría de los ana­

listas que han recomendado distanciarse de la realidad bio­

lógica del fenómeno (Guil1aumin, 1972). Sin embargo, todo

un juego de interacciones parece establecerse entre lo bio­

lógico y lo social (Benoist, 1966); sólo lo evocaremos aquí.

Un dato fundamental es que, si bien la apariencia física re­

viste inmediatamente significaciones sociales, se constituye a

partir de una constelación de rasgos biológicos. Y en la me­

dida que estos rasgos son utilizados para encarnar las dife­

rencias sociales, aparece totalmente necesario salvaguardar

estas apariencias inscritas en el cuerpo, tan portadoras de

discriminación.

Se plantea entonces un problema de reproducción inédi­

to: ¿cómo garantizar la renovación, de generación en ge­

neración, de una situación cuyos parámetros no son todos

sociales y no son trasmisibles socialmente, sino pasan por el

conducto de la herencia biológica? ¿Cómo dominar esta

última? ¿Cómo gestionar la dinámica de las estructuras de

las poblaciones? Entendemos ahí la necesidad que tiene este

tipo de sociedades por encontrar una solución al problema

físico de la disolución de los colores -que habría borrado,

, Michcline Labcllc (1978) confirma este hecho en el caso de Haití: una visión

bipolar caracteriza a los campesinos pobres y los burgueses mulatos, mientras la

pequeña burguesía tiene una visión jerárquica.

, 161

Page 162: TEXTOS EN DIÁSPORA. EN AMÉRICA

Jean-Luc Bonniol

con el tiempo, su fundamento mismo-, garantizándose,

mediante una economía matrimonial muy vigilada, "colores

madres y primitivos" ...

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164

Page 165: TEXTOS EN DIÁSPORA. EN AMÉRICA

LA DIÁSPORA NEGRA DE LAS AMÉRICAS.*

REFLEXIONES SOBRE EL MODELODE HIBRIDEZ DE PAUL GILROY**

•Christine Chivallon

The BlackAtlantic, obra de Paul Gilroy publicada en 1993, mar­

ca sin lugar a dudas un giro importante en el estudio de las

diásporas, y más generalmente en el de las identidades naci­

das de las situaciones poscoloniales. Esta obra puede ser con­

siderada como una de las contribuciones más importantes que

mejor encarnan -en el ámbito académico anglófono- las

posiciones teóricas adoptadas desde los años 1990 en rela­

ción con el desarrollo de los cultural studies. I Toma el relevo

de otra contribución de igual importancia, aunque sólo ocupe

el espacio de un artículo, a saber la de Stuart Hall (1994­

[1990J). Ambos escritos tienen en común el hecho de des­

plegar una nueva conceptualización de la diáspora median­

te el ejemplo del pueblo negro de las Américas, la "Block

Atlantic" para Gilroy, la diáspora "afroantillana" para Hall.

• Texto original: "L'cxpéricncc de la diaspora naire des Arnériqucs. Réflcxions

sur le modele de l'hyhridité de Paul Gilroy", 2002, L'Homme, núm. 161, pp. 51-74.

Traducción' de Isabelle Combés, con el apoyo del Instituto Francés de Estudios

Andinos.

•• A propósito de Paul Gilroy, The Block Atlantic. Modernity and Double Consciousness.

Londres, Verso, 1993, 261 pp.

, Ciertamente, BlockAtlaniic ha integrado este espacio critico asociado a lospostcolo­

nialstudies, en el cual resaltan entre otros los escritos de Arjun Appadurai (1990),

Homi K. Bhabha (1994), hell hooks (1990) [grafía deseada por la autoraJ y

Gayatri C. Spivak (1988).

165

Page 166: TEXTOS EN DIÁSPORA. EN AMÉRICA

Christinc Chivallon

Esta característica erige el pueblo nacido de la dolorosa ex­

periencia de la trata transatlántica y de la esclavitud en figura

emblemática de esta nueva manera de concebir a los pue­

blos diaspóricos. Mientras el pueblo judío sirvió o sirve toda­

vía de figura arquetípica para la noción clásica, el pueblo

negro de las Américas ofrecería un ejemplo paradigmático

para declinar esta nueva concepción.'

Nos encontramos así frente a dos interpretaciones sucesi­

vas del hecho de la diáspora. La primera, que calificamos aquí

como "clásica", se apoya sobre una suma de criterios pues­

tos en valor por un buen número de autores (Bruneau, 1995;

Cohen, 1997; Safran, 1991; Sheffer, 1993), quienes definen la

diáspora a partir de la idea de un pueblo disperso cuya con­

ciencia unitaria se habría mantenido más allá de los efectos

devastadores de la separación. Esta unidad se construiría gra­

cias al vínculo real o imaginario mantenido con el lugar de

origen donde se inscribe la filiación del pueblo exiliado. Este

modelo asocia entonces los principios de la comunidad uni­

da y solidaria, mientras los relaciona con la temática del terri­

torio y de la memoria. Es así que James Clifford (1994) pudo

definir a este modelo como "centrado", es decir animado por

la idea de una continuidad atribuible a una fuente, a un ori­

gen. En resumen, un modelo en el cual funciona la metáfo­

ra de la raíz. La segunda interpretación, que se puede cali­

ficar de "híbrida", es la que proponen Gilroy y Hall. Ya no

1 Esta diferencia entre los modelos de diáspora el uno "clásico" y el otro "híbri­

doU~-~ y entre las experiencias humanas asociadas a ellos la del pueblo judío y

la del pueblo negro- ~ es particularmente nítida en la contribución de Stuart Hall

(1994 [1990)). Para Gilroy, especialmente en el último capítulo de la Black AI/anlu,

se trata más de acercarse a estos dos pueblos que hacerles significar contenidos

diferentes de la experiencia de la diáspora.

166

Page 167: TEXTOS EN DIÁSPORA. EN AMÉRICA

La diáspora negra de lasAméricas

se trata de considerar a la diáspora como unitaria sino, por

el contrario, aprehender su carácter social mediante el movi­

miento, la interconexión, las referencias mixtas. Desarrollada

en el corazón de la modernidad occidental, la experiencia ne­

gra de las Américas estaría apta para revelar esta identidad

forjada sobre el principio de la asociación de los contrarios,

ni moderna ni tradicional, sino ambas cosas a la vez. A la me­

táfora de la raíz se sustituye entonces la del rizoma, presta­

da de Gilles Deleuze y Félix Guattari (1980), que ilustra la

red de los vinculos y de los intercambios entre varias locali­

zaciones. No es sorprendente que los escritos de Gilroy hayan

sido retomados por el famoso historiador antropólogoJames

Clifford (1994), en un artículo donde hace resaltar la capaci­

dad de esta diáspora -y no de la que él mismo califica como

"centrada"- para asociarse con las "travelling cultures" que

había definido anteriormente (Clifford, 1992). Además, Paul

Gilroy anticipa esta convergencia de opiniones cuando men­

ciona la influencia "de la atrevida idea propuesta porJames

Clifford" sobre su propio proyecto (p. 17). La "Black Atlan­

tic" se vuelve así ejemplar de estas "culturas viajeras" que rom­

pen con el esencialismo de la tradición antropológica porque

se muestran diversas y deslocalizadas. Con la diáspora "hí­

brida" se afirma entonces fuertemente el principio de movi­

lidad -una movilidad que obra hasta en las construcciones

identitarias-, mientras que la concepción clásica tiende a

polarizarse sobre constancias comunitarias mantenidas a tra­

vés del tiempo y del espacio.

Este artículo propone una lectura crítica del modelo de

la diáspora "híbrida" tal como lo construye Paul Giroy en su

obra. Quisiera tanto alimentar el debate sobre las sociedades

afroamericanas como poner en relación los discursos cien tí-

167

Page 168: TEXTOS EN DIÁSPORA. EN AMÉRICA

Christinc Chivallon

ficos que se despliegan actualmente en las esferas anglosajo­

na y francófona. El "momento posmoderno" cavó una zanja

entre estos discursos. Este artículo no es el lugar para desarro­

llar más detenidamente esta constatación, sino simplemente

afirmar la necesidad de reforzar un diálogo que parece haber

tomado un buen tiempo para iniciarse.' A tal diálogo me pa­

recen llamarJackie Assayagy Véronique Bénéí (2000: 23), con

el propósito de descartar, a la vez, el peligro de una situación

que evite las corrientes posmodernas ("¿Podemos o debemos

hacer como si no existieran?"), y el de ver que el interés que

cualquier práctica científica debe otorgar a lo que se propo­

ne o se enuncia en el seno del espacio académico, atrae sobre

sí mismo una desaprobación arbitraria -"el prefijo genérico

'post' equivale ipsojacto a una estigmatización" para el que lo

emplea-o Si el análisis que sigue acaba distanciándose de

las propuestas de Gilroy inspiradas por el paradigma pos­

moderno, es porque toma en serio al discurso que las formu­

la y a las nuevas interrogaciones que plantea. La sucesión

de modelos a la cual asistimos, así como la fuerte y final­

mente bastante reciente inversión en las estampas de la "hi­

bridez", plantean con agudeza numerosas preguntas sobre

los procesos de fabricación de nuestros conceptos, acaban­

do con interrogaciones sobre el itinerario de los pueblos

mismos. ¿De dónde saca su sentido una noción -aquí la

de diáspora-?, ¿surge este sentido de adecuaciones encon­

tradas en la experiencia propia de las poblaciones disper­

sas? O ¿es más sensible a los proyectos sociales de los in-

, Para la antropología, el artículo de Christian Ghasarian sobre las epistemologías

posmodernas (1998) Yel número 1.'i6de L/Homme (Assayag y Bénéi, 2000), dedi­

cado a la evolución del campo intelectual americano, marcan cn mi opinión el

verdadero inicio de este diálogo.

168

Page 169: TEXTOS EN DIÁSPORA. EN AMÉRICA

La diáspora negra de las,inzéTicas

telectuales, universitarios e investigadores quienes fijan el

contenido de los conceptos?

Abordar estos temas equivale de hecho a explorar dos pers­

pectivas. La primera impone contextualizar lo que pertenece

al campo de la práctica y relaciona el sentido del concepto

de diáspora con los actores (universitarios e investigadores) que

lo producen. Se trata entonces de interrogarse sobre la histo­

ricidad de la noción, de colocar el texto en su contexto. La

segunda perspectiva adopta un punto de vista más interno al

discurso "académico" y se interesa por la base epistemológi­

ca que justifica la construcción del concepto. Nos pregunta­

remos entonces cuál postura es la que se moviliza para dar

cuenta de su estatus: ¿postura "moderna", "objetivante", "re­

lativista", "subjetivista"? Al seleccionar estos dos campos de

interrogación, este enfoque se encuentra con el del antropó­

logo David Scott (1997), aunque no esté de acuerdo con este

último y no siga los mismos caminos. En efecto, es a partir

de estos dos puntos de vista -el de la estrategia política de los

autores y el de la epistemología- que Scott escogió desarro­

llar su lectura crítica de las concepciones de la "diáspora ne­

gra" porque, nos dice (1997: 21), "una antropología critica de

la diáspora africana debe constituirse mediante una rigurosa

observación de la historia de sus propias categorías". > Esta

convergencia de opiniones parece mostrar hasta qué punto

"la diáspora híbrida" volvió inevitable, como nunca antes,

un trabajo de exploración que tome en cuenta a los actores

involucrados en el trabajo de conceptualización.

En las páginas que siguen, analizaré la contribución de

Gilroy a partir de estas dos perspectivas. Primero, la que bus-

, Citas traducidas del inglés por la autora. (N.']")

169

Page 170: TEXTOS EN DIÁSPORA. EN AMÉRICA

Christine Chivallon

ca contextualizar el discurso y lleva a notar cómo este último

se trasforma, para el o la que lo produce, en un instrumen­

to de posicionamiento en una red de relaciones sociales; lue­

go, la que consiste en definir la postura epistemológica y que,

traduciendo el estatus otorgado al saber, indica también de

qué manera se apropia del objeto de este saber. Este trabajo

me llevará a "arriesgarme a dar un punto de vista", simple­

mente para no estancarme en una sola empresa crítica que

dejaría prudentemente de lado la cuestión de otra interpre­

tación posible. Ante todo, se impone un breve examen delli­

bro de Gilroy, con el fin de situar adecuadamente los elemen­

tos de análisis que han sido escogidos.

The Black Atlantic

En las líneas que anteceden, he insistido sobre la idea clave del

libro de Oilroy,' a saber la puesta en evidencia del principio de

conexión según el cual ningún registro cultural desarrollado

por la diáspora negra es puro; todos se inspiran de diversas

, Paul Gilroy es originario de Guyana pero vivió en el Reino Unido. Sociólogo,

enseñó en la London University (Goldsmith College) antes de ser recientemente

contratado en losEstados Unidos (Yale Universiry). Está considerado como uno de

los intelectuales británicos más influyentes en el campo renovado de la sociologia.

Una de sus primeras contribuciones remonta a 1982, como coautor del famoso

libro colectivo del Center for Contemporary Cultural Studies (cccs), The Empire

Stnkes Back: Race and Racism i" '70 Bntain. El cccs, llevado adelante por Stuart

Hall, originario de Jamaica y reconocido como uno de los "padres fundadores"

de los cultural studus (Mattelard y Neveu, 1996; Bonnet, 1999), está ubicado en

Birmingham y contribuyó a la aparición de una generación de intelectuales ne­

gros políticamente muy comprometidos, cuyo relevo parece haber asegurado Paul

Gilroy Acaba de publicar un libro colectivo "en homenaje" a Stuart Hall (Gilroy,

Grossbcrg y McRobbis, 2000).

170

Page 171: TEXTOS EN DIÁSPORA. EN AMÉRICA

La diáspora negra de las Américas

fuentes nacidas del contacto particular entre los mundos afri­

cano y europeo. Se vislumbra de esta manera una cultura pro­

fundamente "intercultural" que toma el contrapié de los etni­

cismos y nacionalismos (pp. 15-29).Mediante esta alquimia de

la mezcla que no se encierra en ninguna ideología exclusiva,

se puede definir la "Black Atlantic", nos dice Gilroy (p. 19)"por

este deseo de trascender a la vez las estructuras del Estado­

nación y las coacciones de la etnicidad y de la particulari­

dad nacional". Gilroy escogió figurar la espacialidad de esta

diáspora mediante la imagen del océano y más aún la del

barco, al que califica de "cronótopo" (marcador espacio-tem­

poral), con el fin de indicar que su historia sigue ligada a una

topografía de las mudanzas y a una red de lugares múltiples.

La trata transatlántica y la esclavitud forman la base de

esta experiencia, el nudo a partir del cual se hizo posible la

construcción de esta "contra-cultura de la modernidad". Con

"contra-cultura de la modernidad", Gilroy no quiere sugerir

un discurso antimoderno, sino más bien una cultura capaz de

desafiar a las separaciones ilusorias de la modernidad. Vol­

viendo a colocar el horror y el terror en el corazón mismo de

la ideología del progreso, la esclavitud predispone los hom­

bres y las mujeres que la han padecido a vivir en el conoci­

miento íntimo del choque de los contrarios (pp. 37-38, 221) Y

a retener "la capacidad de hacer explotar las pretensiones de

la Modernidad", según la expresión prestada de Neil Lazarus

en su análisis de la obra de Gilroy (1995: 331). Una explosión

que se traduce por el surgimiento de una cultura "polifóni­

ca", reacia a encerrarse en las categorías étnicas, políticas y

territoriales de la modernidad.

Esta afirmación de la esclavitud como fundadora de la

experiencia de la diáspora se opone a la visión de la diáspora

171

Page 172: TEXTOS EN DIÁSPORA. EN AMÉRICA

Christinc Chivallon

desarrollada por aquellos que Gilroy emparenta con el Afio­

ceniric project (p. 188) Y a quienes califica explícitamente de

defensores de una concepción "absolutista" (pp. 31, 188) que

reifica las categorias raciales y étnicas. Aunque trate aparen­

temente de todas las formas del nacionalismo negro articu­

ladas alrededor de la reivindicación de una identidad racial

y cultural construida a partir de África, Gilroy cristaliza sin

embargo la diversidad de los proyectos llamados nacionalis­

tas a partir de una localización -los Estados Unidos- y

de dos figuras: las de Molefi Asante, un universitario plena­

mente presente en el campo intelectual de los Afiican-American

Siudies, y la de Maulana Karenga, otro universitario afro­

americano bien conocido por haber inventado un ritual (el

Kwanzaa) destinado a vivificar las raíces africanas (pp. 187­

190)." Sin más distinción, la ideología nacionalista fustigada

por Gilroy parece así encarnar la corriente afrocentrista, más

bien académica, que se desarrolló principalmente en los Es­

tados Unidos durante las últimas décadas en el seno de la

constelación del Black nationalism y del panafricanismo.' En

El hU.:an.:;aa. inventado por Maukna Karcnga, es una fiesta que tiene lugar en di­

ciembre en los Estados L'nidos, como una alternativa al materialismo de la 1\a­

vidad occidental, con el fin de volverse a encontrar con tradiciones enraizadas en

la sabiduría del antiguo Egipto

Si bien debe ser asociado al nacionalismo negro en gener<¡I. el afroccntrisrno me­

rocería sin duda ser diferenciado según variantes que engloban un amplio cspcc­

tro, desde la reivindicación de una herencia africana ligada con una concepción

más o menos raeializada de la cultura, hasta una ideología racista afirmando la

superioridad genética del ser negro y la degeneración del blanco, ideología a me­

nudo asociada con los escritos de la psiquiatra afroarncricana Francos Crcss \Vclsing

(Van Dchurg, 1997: 29j). Sin embargo, el término parece designar más particular­

mente a la "escuela afrocentrista" desarrollada en los Estados L'nidos por Molcfi

Asaruc (1990), cuyo proyecto tiende a la afirmación de la unidad de una civiliza­

ción africana cuyo foco seria el antiguo Egipto anterior a y predecesora de

todas las demás civilizaciones (véase la presentación heeha por William L. Van

172

Page 173: TEXTOS EN DIÁSPORA. EN AMÉRICA

La diáspora negra de lasAméricas

efecto, alrededor de Molefi Asante y de Maulana Karenga se

despliega una visión del mundo negro que se proyecta com­

pletamente en una África ancestral, noble y pura. Esta Áfri­

ca es la que sirve de fundamento a la comunidad negra dis­

persa, eliminando al mismo tiempo la esclavitud que Gilroy

reivindica como fundadora.

En definitiva, todo el libro de Gilroy puede leerse como

una respuesta dirigida a la ideologia nacionalista afrocen­

trista cuyo proyecto es restaurar una identidad racial refirién­

dose a una tradición premoderna y preoccidental trasmitida

hasta nuestros días. Gilroy opone, a esta visión sacralizante de

un origen puro preservado de los golpes de la esclavitud y

del choque del encuentro de los mundos, una concepción de

la tradición reducida al contenido de un átomo o de una mi­

núscula partícula. Guarda así el término de tradición para refe­

rirse a las "cualidades indefinibles, evasivas, mínimas, que

hacen posibles las conversaciones en el seno de la diáspora"

(p. 199). Ajeno a la constitución de una memoria sedimenta­

da o rígida, el "sistema cultural" es "irreductiblemente moder­

no, ex centrado, inestable y asimétríco" (p. 198). Cuidándose

de querer conceptualizar la diáspora "a partir de la lógica ma­

niquea del encasillamiento binario" (ibid.), Gilroy acaba sin

embargo poniendo frente a frente dos concepciones cuyo

Dcburg, 1997). El politólogo británico Stephen Howe dedicó un libro polémico al

afroccntrismo, denunciando sus errores y buscando evaluar la validez científica

de los argumentos afroccntristas (Howe, 1998). Además de no prestar atención

alguna a las significaciones sociales que reviste la adhesión al afrocentrismo, Howe

cae también en el error de no distinguir suficientemente este movimiento de otras

concepciones centradas sobre la restauración de la herencia africana y de la dig­

nidad racial, corno si discursos tan diversos como los de Blydcn, Du Bois, Césairc,

Garvcv, Prirc-Mars, Fanon, Diop, Rodncy ... , se hubieran amalgamados para ten­

der "naturalmente" hacia una sola meta, la del afroccntrismo stnctu Jf1l.J"U.

173

Page 174: TEXTOS EN DIÁSPORA. EN AMÉRICA

Christine Chivallon

sentido está dado por el esquema dual que opone, ya no a

la tradición contra la modernidad, sino a la tradición contra la

"tradición no tradicional" (non-traditional tradition) o contra la "me­

moria viva del mismo cambiante" (living memory of the changing

same) (ibid.). Volvemos a encontrar aquí esta lógica del pensa­

miento de Gilroy, que consiste en figurar sin cesar la diáspo­

ra mediante su "carácter doble" (doubleness) y su "localización

inestable simultáneamente dentro y fuera de la modernidad"

(p. 73). Pero sólo se nos da el sentido de esta diáspora parti­

cular porque contradice el que propone la versión que se

reclama de una "cultura africana auténtica" (ibid.). Surgen

entonces de verdad dos conjuntos a la vez conceptuales e

ideológicos: el ilustrado por el "cronótopo de la ruta" (pure­

za, autenticidad) y el figurado por el "cronótopo de los cru­

ces" o del "rizoma" (interculturalidad, hibridez) (p. 28).

Así, el clivaje entre dos concepciones identitarias, la una

remitiendo a la simbólica de la unidad y de la continuidad,

la otra privilegiando la movilidad y el cambio de los referen­

tes, es omnipresente en el libro de Gilroy. Este clivaje identita­

rio refleja al mismo tiempo las dos tendencias propias del uso

académico de la noción de diáspora, tratándose del mundo

negro de las Américas. Así, el término de diáspora suele ser

utilizado en una aceptación cercana a la noción clásica, va­

lorizando la idea de una dispersión desde un territorio origi­

nal (África) y la permanencia de una comunidad específica

identificable por su herencia cultural. Sin ser obligatoriamen­

te afrocentrista, esta aproximación vuelve a aparecer entre los

autores que aplicaron por primera vez esta noción al mundo

negro (Harris, 1982), reivindicando además que el estudio de

la diáspora sea puesto al servicio de una perspectiva "pan­

africana" para mantener y reforzar una conciencia "negra"

174

Page 175: TEXTOS EN DIÁSPORA. EN AMÉRICA

La diáspora negra de lasAméricas

(St. Clair Drake, 1982: 453). En su más reciente aceptación, la

de Gilroy, el término de diáspora reviste completamente otro

sentido. Por esto, ningún juicio crítico sobre la pertinencia del

concepto de diáspora puede evitar dar una vuelta por los pro­

yectos ideológicos que traducen los usos prácticos de la no­

ción por aquellos que forjan su sentido.

De la necesidad de contextualizar el uso

de la noción de diáspora

Esta etapa quisiera mostrar la necesidad de volver a colocar

el uso de la noción de diáspora en su contexto: de prácticas

y de actores motivados por proyectos. Se trata en realidad de

intentar reanudar con el carácter social de la noción, o tam­

bién su historicidad, es decir con lo que hace que su defini­

ción sea intrínsecamente dependiente de una participación

del autor a un universo social determinado. Esta necesidad se

impone por ciertas contradicciones que, al menos para mí,

acaban siendo incómodas a lo largo de la lectura de la Black

Atlantic. Para eliminar de entrada toda ambigüedad, quiero

precisar que el concepto de "diáspora" tal como está defini­

do por la idea de una presencia simultánea de varios re­

gistros de referencias me parece adecuado para traducir las

expresiones culturales elaboradas por los pueblos negros del

Nuevo Mundo, particularmente en las Antillas. Sin embargo,

encuentro en el camino tomado por Gilroy dos trabas que

tal vez impiden entender la verdadera magnitud de la perti­

nencia conceptual de su enfoque.

La primera traba se ubica en el vaivén entre lo que se

puede llamar por una parte el proyecto político y por otra

175

Page 176: TEXTOS EN DIÁSPORA. EN AMÉRICA

Christine Chivallon

parte el proyecto teórico. En sus primeras páginas, Gilroy ya

anuncia claramente su objetivo: "en esta etapa, mis preocu­

paciones son primero conceptuales: intenté abordar el señue­

lo continuo de los absolutismos étnicos dentro de la crítica

cultural producida tanto por blancos como por negros" (p. 3).

Con esta afirmación, el autor parece indicar que desea dedi­

carse enteramente a un proyecto teórico, aun puesto al ser­

vicio de una postura política, a saber demostrar que toda

interpretación esencialista que considere la identidad como

el resultado de un estado inmutable, y no como una cons­

trucción variable sometida a circunstancias históricas, es una

ilusión (un "señuelo"). Al revés, pretende también desolida­

rizarse de las teorías que llama "pluralistas", según las cuales

cualquier coacción social desaparece para dejar lugar a iden­

tidades indeterminadas. De ahí su célebre expresión de "anti­

anti-esencialismo" (p. X). Sobre este punto, es fundamental te­

ner en mente esta doble característica que Gilroy asigna a las

identidades de diáspora: la de ser movidas simultáneamente

por principios contradictorios, lo que ilustra con la idea del

"mismo cambiante" (changing same) (p. XI). Coincide ahí ple­

namente con Stuart Hall (1994 [1990]: 395), quien ya había

hablado de las identidades antillanas "'estructuradas' por dos

ejes o vectores", el de la "similitud y de la continuidad" y el

de la "diferencia y de la ruptura". Con este reconocimiento de

la eficacia de principios contradictorios, Gilroy no busca es­

capar de la confrontación con las expresiones nacionalistas

que obran en el seno mismo de la diáspora negra. Por el con­

trario, afirma que "este modelo de desarrollo nacional ejer­

ce una atracción particular sobre los pueblos fragilizados de

la diáspora negra [...] La idea de nacionalidad ocupa un

lugar central, aunque cambiante, en el trabajo de Alexander

176

Page 177: TEXTOS EN DIÁSPORA. EN AMÉRICA

La diáspora negra de lasAméricas

Crummel, Edward Blyden, Martín Delany y Frederick Dou­

glass" (p. 35)."

Una vez hecha esta constatación, uno podría esperar que

la cuestión del nacionalismo negro sea tratada de manera

efectiva: en efecto, ¿cómo pensar simultáneamente una iden­

tidad que podría calificarse de "abierta", no exclusiva, y una

identidad también capaz de proyectarse en discursos y pro­

yectos explícitamente étnicos y nacionalistas? Admitiendo que

la teoría esencialista pueda ser reducida a un señuelo en

cuanto uno se coloca en el plano conceptual e intenta llevar

adelante un enfoque teórico de comprensión, ¿se puede de­

cir lo mismo de las ideologías mismas cuyo principio de reali­

dad no es para nada ilusorio? ¿Es la ideología racial negra

un señuelo cuando se presenta, ya no como una teoría social,

sino como una orientación social y cultural producida por

grupos específicos? Todo el problema, con la BlackAtlantic,

consiste en mantener estos dos niveles de reflexión amalga­

mados el uno con el otro, sin poder disociarlos. El nacio­

nalismo, rechazado en tanto que teoría social -yen este

aspecto estoy de acuerdo-, acaba siéndolo también por su

realidad ideológica. En otras palabras, el modelo de Gilroy

acaba sirviendo solamente para expresar manifestaciones de

la diáspora cuando éstas se prestan a registrar todas las ambi­

valencias posibles entre la reivindicación racial o nacional y

el rechazo del etnicismo, pero parece incapaz de enfrentar

directamente el nacionalismo mismo. Enfrentar este nacio­

nalismo es pues correr el riesgo de encontrar, en el seno de

, Preciso que todos estos autores negros norteamericanos o de origen antillano

están ligados al nacionalismo negro clásico del siglo XIX (Moses, 1996).

177

Page 178: TEXTOS EN DIÁSPORA. EN AMÉRICA

Christine Chivallon

la diáspora, un componente capaz de contradecir el princi­

pio de interculturalidad, que Gilroy considera como un ras­

go fundamental de la "Black Atlantic".

Así, el libro evita una toma en cuenta teórica y concep­

tual del nacionalismo negro. Se ahorra un estudio riguroso

de las tendencias nacionalistas y de sus significados, hasta

el punto de llegar a un nivel de generalidad donde todo dis­

curso construido en referencia a una identidad "racial", o

incluso solamente "cultural", está visto como un fascismo en

ciernes. Esta característica de la BlackAtlantic, que elude la

difícil problemática de la articulación entre poder y resis­

tencia, le valió a Gilroy esta crítica formulada por George

Lipsitz (1995: 196~ 197): "aunque tremendamente acertado

en su refutación del proyecto nacionalista que apunta a pri­

vilegiar una identidad primordial, 'trans-cultural, trans-his­

tórica' uniendo a los africanos en la diáspora, Gilroy define

desgraciadamente como 'esencialista' a cualquier estrategia

que se apoya sobre la solidaridad étnica. Pero el pueblo que

se expone al infierno por la única razón que es negro actúa

lógica y razonablemente cuando utiliza la negritud como un

medio de acentuar el poder y la solidaridad del grupo [oo.]Cualquier evaluación de elecciones políticas que se efectúa

sin respetar lo que las personas piensan, cómo dan sentido

a su existencia, cómo producen un orden para sí mismas en

medio del caos, cómo logran trasformar la opresión en una

afirmación más que en una depreciación de sí mismo, está

ciertamente destinada al fracaso, sin importar su nivel de

sutileza teórica".

Se podría, por cierto, responder que la demostración de

Gilroy descansa en gran medida sobre autores que contri­

buyeron a construir el nacionalismo negro. Es en todo caso

178

Page 179: TEXTOS EN DIÁSPORA. EN AMÉRICA

La diáspora negra de lasAméricas

cierto para Martín Delany," figura de un nacionalismo pre­

cursor en los Estados Unidos del siglo XIX. Gilroy no ignora

nada de las posiciones "duras" de Delany, e incluso lo consi­

dera como el primer pensador negro en haber forjado el argu­

mento de la integridad de la raza mediante la integridad

patriarcal (p. 25). Sin embargo, Gilroy acaba descubriendo

en los escritos novelescos de Delany esta famosa alquimia de

la interculturalidad y de la transnacionalidad. La tarea es sin

duda más fácil para las otras figuras escogidas por Gilroy:

Frederick Douglass," Richard Wright" y Du Bois," cuyas acti-

, Martin Delany (1812-1885) nació en Virginia de un padre esclavo y una madre

de color libre. Es el autor de un libro sobre la condición de los negros en los

Estados Unidos publicado en 1852 (TIe Condition, Eleuation; Emigration andDestiny of

theColored People of the United States). Es famoso por sus posiciones "ernigracionis­

tas" acerca del pueblo negro americano. Primero escéptico frente a un proyecto

de retorno a África y Liberia, se asocia luego a la African Civilization Society,

organización americana fundada en 1858 que defiende el proyecto de retorno

hacia África en una perspectiva nacionalista y panafricana, incluyendo además

el objetivo de "civilizar" y "cristianizar" a África (Mases, 1996).

10 Nacido esclavo en el estado de Maryland, Frcderick Douglass (1817-1895) es una

figura histórica del pueblo negro americano. Esclavo fugitivo, compra luego su

libertad. Sus dotes de orador y su entrega lo llevan en todos los frentes de la lucha

por la emancipación. Participó activamente en el movimiento abolicionista, así co­

mo se mostró critico acerca del proyecto "ernigracionista" de Delany (véase nota 9).

Es el autor de una autobiografia: Narratioe oftheLifeofFrederuk Douglass (1845).

"Richard Wright (1908-1960) es un escritor afroamericano quien dedicó su obra

a describir y combatir la discriminación racial (en particular Natioe Son, 1940).

Activo militante del Partido Comunista Americano, acabó abandonando a los

Estados Unidos después de la segunda Guerra Mundial para instalarse en París

donde participó de la vida intelectual de los años 1950 con Jean-Paul Sartre y

Simone de Beauvoir.

"W. E. B. Du Bois (1868-1963) es el fundador de la organización americana "Por

el Progreso de la Gente de Color" (NAACP: National Association for the Advance­

ment of Colored People). Es también el iniciador de los congresos panafricanos

organizados a partir de 1919. Titular de un doctorado de Harvard, publica varios

libros de historia y de sociologia (entre ellos TIe Souls of BlockFolk; 1903). Su ca-

179

Page 180: TEXTOS EN DIÁSPORA. EN AMÉRICA

Christinc Chivallon

vidades y obras integran una esfera percibida como matizada,

de gran calidad intelectual y dedicada ante todo a la lucha

contra las discriminaciones raciales. Al apoyarse sobre estos

autores, ¿acaso Gilroy no se precavía contra el riesgo de una

confrontación con una ideología más etnicista? ¿Acaso era

posible, por ejemplo, encontrar en el nacionalismo de Mar­

cus Garvey" las huellas del principio de hibridez de la "Black

Atlantic"? Tal vez, pero al evitar plantearse la pregunta, Gilroy

parece entrar de lleno en el juego de los posicionamientos

ideológicos y estratégicos, dejando inacabado su proyecto teó­

rico. El hecho que Du Bois ocupe un lugar central en su libro

aparece como la afirmación de una elección política. Abier­

tamente en contra de Marcus Garvey, ¿acaso Du Bois no es el

rrera política oscila entre un entregamiento, en el seno de la NAACP, para la lucha

contra las desigualdades y por la integración de los negros en la sociedad esta­

dounidense, y una posición más radical a favor de un separatismo voluntario de

los negros. Esta última posición prevaleció al final de su vida cuando Du Bois se

exilia voluntariamente cn 1961 a Ghana al lado de Kwame Nkrumah, primer

presidente del primer Estado africano que accedió a la independencia.

"Marcus Garvey (1887-1940), originario deJamaica, es cl fundador de uno de Jos

movimientos políticos ncgros más importantes, la Universal Ncgro Improvcmcnt

Association ("Asocia<;.ión para el Progreso Universal de Jos Negros"), Esta orga­

nización, fundada en 1914 en Jamaica, suscitó una fuerte movilización cn los

Estados Unidos, sobre todo en Nueva York en el contexto del "Harlcm Rcnais­

sanee" de los años 1920. El proyecto de Garvey descansa sobre la integridad de

la raza negra e implica una separación voluntaria del universo blanco occidental.

De inspiración tanto política como mesiánica, alentaba el retorno hacia África, lo

quc Garvey concretizó creando una compañía marítima, la Black Star Linc, para

la repatriación de los negros. El panafricanismo y el nacionalismo de Garvcy

difieren de los de Du Bois por el hecho de haber conseguido una audiencia popu­

lar más amplia, probablemente ligada con el tenor más radical de sus mensajes

y su fuerte arraígamiento en el campo religioso (lo que se suele designar con el

término "eriopianismo", a saber la influencia de la interpretación de ciertos ver­

sos de la Biblia acerca de Egipto y Etiopía sobre el proyecto de retorno a África).

180

Page 181: TEXTOS EN DIÁSPORA. EN AMÉRICA

Ú1 diáspora negra de lasAméricas

hombre cuyo discurso nacionalista fue descrito como "ambi­

valente" (Mases, 1996: 228)? ¿No es acaso el que concibió la

noción de "doble conciencia" para expresar esta pertenencia

simultánea a dos universos ("doble sí mismo") que "vuelve

posible esta ambivalencia para los hombres, para que se pue­

da ser al mismo tiempo negro y americano" (Du Bois, 1959:

19-20)? Ninguna otra noción forjada por los líderes políticos

de los movimientos negros americanos podía coincidir me­

jor con la concepción de Gilroy. De esta manera, tomando el

discurso de Du Bois como "prueba" del principio de hibridez

e ignorando otros discursos donde aparece la idea de pureza

racial, Gilroy mantiene una confusión entre su proyecto teó­

rico y su proyecto ideológico.

También podria pensarse,_ como lo hace Lee Lott (1995),

que Gilroy acomoda la visión de Du Bois olvidándose de qué

manera este último abordaba la gestión de esta "doble con­

ciencia". Porque "la doble conciencia de los africanos-ame­

ricanos implica [según Du Bois] una identidad cultural que de

una manera u otra debe fusionar con la identidad de la raza

para perseguir los ideales 'negros' [... ] Esta fusión exigiría al

pueblo negro de la diáspora que dé prioridad a la concien­

cia de raza en detrimento de las particularidades socio­

históricas de las identidades culturales" (Lee Lott, 1995: 205).

Por otra parte, sabemos (Geiss, 1974: 233) que la posición de

Du Bois cambió a lo largo de los años, expresando el aban­

dono del proyecto de integración de los negros en la sociedad

americana en provecho de un "progreso en la segregación vo­

luntaria" que miraba también hacia África. Si la visión de Du

Bois elude una interpretación firme y unívoca del principio

de hibridez, entonces nos podemos preguntar si la elección de

Gilroy de privilegiar el discurso de algunas figuras de la es-

ISI

Page 182: TEXTOS EN DIÁSPORA. EN AMÉRICA

Christine Chivallon

fera política y literaria fue la más acertada. ¿Qué decir de una

esfera más "ordinaria", donde se construye cotidianamente lo

"cultural"? ¿Acaso no es ahí que se definen los términos de

una pertenencia social cuyo discurso político y literario sólo

es una de las modalidades de una puesta en representación?

Queda el hecho que la elección y las interpretaciones de Gil­

roy, arrimadas a personalidades artísticas e intelectuales cuya

parte de "hibridez" siempre logra descubrir, acaban siendo

cargadas de la intencionalidad del autor, como si fuera el mo­

delo el que tendría que informar del carácter social de la "Black

Atlantic", y no esta última la que debería inspirar una lectu­

ra teórica particular.

A la crí tica de la "evitación", por parte de Gilroy, de los

componentes más duros del nacionalismo negro, se podría

finalmente objetar que el último capítulo de la BlackAtlantic

enfrenta sin rodeo el sector de la diáspora negra que desa­

rrolló un proyecto identitario radical alrededor de la idea de

una centralidad de la raza negra. Sin embargo, la manera

que tiene Gilroy para analizar este componente -reducido,

al parecer, al afrocentrismo universitario de los Estados

Unidos- nos manda de nuevo a la traba del proyecto teó­

rico. De hecho, Gilroy parece querer tratar el afrocentrismo

esencialmente como una teoría social. En este sentido, está

de acuerdo con su proyecto teórico que consiste en demos­

trar cuán inconsistente es querer pensar las identidades en

referencia a un esencialismo arraigado en una' tradición

inmutable. Pero, deshaciéndose del afrocentrismo como teo­

ría supuestamente explicativa de la vida social misma, Gilroy

también se deshace de la ideología misma y de su realidad

como orientación comunitaria. Entonces, el afrocentrismo

como elección política ya no puede pertenecer más al uni-

182

Page 183: TEXTOS EN DIÁSPORA. EN AMÉRICA

La diáspora negra delasAméricas

verso de la "Black Atlantic". Si bien el modelo logra identi­

ficar formas animadas por principios de ambivalencia, fra­

casa en reconocer que las elecciones comunitarias o individua­

les ligadas con un proyecto etiquetado "afrocentrista", también

pertenecen al mundo de la diáspora. Cuando disocia am­

bas perspectivas (p. 195)-la "Black Atlantic" y la "africana­

americana" (entiéndase el "afrocentrismo")-; cuando define

el proyecto afrocentrista por su "vinculo absoluto y perver­

so con un modelo de pensar y conocer el sujeto racial que es

m!9 lejano del de La doble conciencia" (p. 188, énfasis mío); cuando

habla de un proyecto político basado sobre una "definición

estrechamente étnica de la autenticidad racial" y lo distin­

gue de otro alimentado por "culturas de diáspora rizomór­

ficas" (p. 28); cuando opone en definitiva, a lo largo de todo

su libro, a la ideología de la interculturalidad con la del na­

cionalismo, Gilroy construye en realidad dos mundos sepa­

rados: el de la "Black Atlantic" y el de los nacionalistas afro­

centristas. El modelo pasa de teórico a identitario. Ya no es

apto para englobar a "la diáspora", sino sólo a elegir algunos

de sus segmentos y excluir a otros.

¿El modelo de Gilroy no está así en camino a suscitar la

misma crítica que la que se hizo a los partidarios del discur­

so de la creolidad ("créoLité") en las Antillas francesas? Mien­

tras define las identidades antillanas mediante el principio de

la diversidad (como "una aniquilación de la falsa universali­

dad, del monolingüismo y de la pureza"; Bernabé etal., 1989:

28), el discurso de la creolidad pudo sin embargo ser anali­

zado como algo que "establece una nueva frontera entre el

yo y el Otro" y que decide de "la legitimidad o de la ilegiti­

midad de las expresiones culturales" (Giraud, 1997: 799). Por

su parte, Rafael Lucas (1999) ha advertido, en los escritos lite-

183

Page 184: TEXTOS EN DIÁSPORA. EN AMÉRICA

Christinc Chivallon

rarios ligados con la corriente de la creolidad, una tenden­

cia en rechazar a "África, los blancos y los mulatos" para dar

sentido a un ser "créole" que no se puede ubicar a partir de

estos tres elementos. Tanto la Black Atlantic como la creoli­

dad podrían ser en este caso herramientas que proclaman lo

que debe o no debe pertenecer al universo cultural negro de

las Américas. No es así sorprendente encontrar, en un clima

que se participa tanto de la lucha identitaria como de la con­

troversia teórica, textos que interpretan el proyecto de la

creolidad/hibridez como ,"un decidido esfuerzo por negar

la ineluctable centralidad cultural del elemento africano en la

cultura antillana" (Gutzmore, 2000: 7).11

Richard Price (200 I: 38) nota con razón que la critica que

dirigió junto con Mintz (Mintz y Price, 1992) al modelo de la

creolización es en parte "militante afrocentrista" pues busca,

más que ser "utilizada al servicio de una mayor contextuali­

zación e historicización [... ] alimentada por un rico cono­

cimiento de la historia africana", "promover una adhesión

generalizante y denigrante contra la creolización". Asimismo,

es posible que, por el contrario, la crítica contra-afrocentrista

y contra-nacionalista se alimente de un fervor militante equi­

valente, que relega en un segundo plano los procedimientos

de conocimiento de la diáspora para insistir sobre una lógica

identitaria activada por el clivaje entre "Nosotros" y "Ellos".

En este sentido, se puede decir que el libro de Gilroy sirve,

mediante la conceptualización de la diáspora que utiliza, para

construir la red de las posiciones políticas de la afirmación

identitaria.

" Esta cita es la oportunidad para mí para, más allá de nuestras divergencias de

opiniones, agradecer calurosamente a mi colega jamaicano Ceeil Gutzmore por

todas las ocasiones de diálogo mediante e-mails.

184

Page 185: TEXTOS EN DIÁSPORA. EN AMÉRICA

La diáspora negra de lasAméricas

Arriesgar un punto de vista

Un modelo que se esfuerza por definir el universo cultural

negro de las Américas mediante su dinámica particular que

consiste en no reificar una orientación cultural entre otras,

me parece un modelo teórico válido. Por esta razón, me pa­

rece necesario abrir otras vías que las que, tarde o temprano,

muestran que funcionan sobre la base de dinámicas iden­

titarias y de estrategias ideológicas. Si el modelo de Gilroy

debe ser "salvado", tal vez necesite primero deshacerse de la

noción de hibridez, que lleva a pensar que se trata de una lo­

calización casi racializada donde sólo tendría derecho de exis­

tir un elemento biológicamente mestizado.

Para más claridad, ¿no tendríamos sobre todo que dejar

provisionalmente en suspenso la cuestión, tan crucial como,po­

lémica, del origen? Es una cuestión que Tiffany R. Patterson

y Robin A. Kelley (2000: 15)califican como "fundamental" y

"todavía irresuelta", y que resumen de la siguiente manera:

"¿hasta qué punto el pueblo negro del Nuevo Mundo es 'afri­

cano' , y qué significa aquello?" En su esfuerzo destinado a

identificar las "raíces africanas" de la cultura jamaicana, Mer­

vyn Alleyne (1996 [1988]), lejos de ignorar los procesos de

cambio cultural," lamenta sin embargo que las tesis que ape­

lan a la interpretación de la "creatividad" en el nuevo mundo

-y entonces de la discontinuidad para con África- tengan

un enfoque más bien sincrónico, en detrimento de una aproxi­

mación diacrónica más susceptible de revelar la presencia

" Mervyn A1leyne(1996: 21) afirma: "es evidente que la cultura no es inherente a un

pueblo sino que surge en un ambiente histórico dado". Sin embargo, considera que

las creaciones culturales dependen de los "recursos heredados de la cultura".

185

Page 186: TEXTOS EN DIÁSPORA. EN AMÉRICA

Christinc Chivallon

africana. ¿No sería ya tiempo de volver sobre este "sincronis­

mo" extrañadamente ausente en los debates actuales sobre

las identidades de la diáspora negra de las Américas y que, sin

embargo, es imposible, en rigor, olvidar? En efecto, ¿cuáles

son las manifestaciones que nos muestran hoy -yen un pasa­

do cercano- las colectividades, los grupos y los individuos

que pertenecen a este universo cultural? Hacer una "pausa"

sincrónica me parece necesario para evaluar la pertinencia

de algunos de los argumentos de Gilroy, lo que me propongo

hacer ahora, indicando algunos puntos de referencia.

A la pregunta de saber qué es lo que merece ser retenido

en el modelo de Gilroy para definir lo que podrían ser las

"especificidades" de la diáspora negra de las Américas, yo

respondería: la idea de diversidad ("multiplicity" para Gilroy),

noción que se refiere a la multiplicación de las orientaciones

colectivas y a sus interrelaciones en un tejido comunitario

abierto y descentrado. Me pareció pertinente adoptar esta

perspectiva para teorizar la experiencia religiosa de losj amai­

canos en Gran Bretaña (Chivallon, 200 1). A diferencia de lo

que pasa entre otros pueblos de diáspora o migrantes, en este

caso la religión no sirve para construir una unidad comuni­

taria. El campo religioso se constituye más bien como un es­

pacio de recomposición permanente bajo el doble efecto de la

dinámica de creación y de escisión de las Iglesias y del com­

portamiento mismo de los fieles, cuya afiliación a una Iglesia

no se percibe como definitiva sino como variable según el gra­

do de satisfacción que cada uno está esperando. Esta situación

muy dinámica del campo religioso es similar a la que Denis

Constant (1982: 56) había definido para laJamaica, a saber

un contexto de "innovación religiosa". Asistimos, más que a

la presencia de una centralidad ideológica, religiosa y nor-

186

Page 187: TEXTOS EN DIÁSPORA. EN AMÉRICA

Lo. diáspora negra de lasAméricas

mativa para el pueblo de la diáspora, a la puesta en escena de

una configuración reticular de donde no surge ningún polo

dominante que tenga el monopolio de las herramientas de

la representación simbólica. Esta especificidad, que se expre­

sa en la creación de varios registros religiosos que actúan si­

multáneamente sin por ello quedar separados herméticamen­

te, se vuelve a encontrar en otras esferas de la vida social. En

definitiva, la producción de una diversidad de orientaciones

comunitarias bien podria ser vista como una de las formas ca­

racterísticas que las colectividades antillanas despliegan para

construir su carácter social. El sociólogo Ken Pryce (1979: 30)

había identificado muy bien esta dinámica entre los antillanos

de Bristol (Gran Bretaña), notando la ausencia de "normas

comunitarias impositivas" o de "consideraciones dominan­

tes a las cuales los individuos deben adherir a la fuerza".

Multiplicando los registros de referencia, sean políticos, éticos

o religiosos, la "comunidad" escapa de la construcción uni­

taria sin por ello perder su capacidad de "relacionar", es decir

de mantener la cohesión de un conjunto de vínculos sociales

que atraviesan los diversos segmentos comunitarios. Desde

este punto de vista, deberíamos probablemente dirigir nues­

tra atención hacia los lazos familiares como lugar de unión

o de encuentro de estos registros, para comprender cómo

esta dinámica de de-multiplicación no actúa en el sentido de

una división definitiva.

Esta capacidad de neutralizar la centralidad comunitaria

existe en muchos otros lugares de la presencia antillana, aun

si no desemboca siempre en este tipo de análisis. Esta capa­

cidad es la que, a mi entender, vislumbra Philip Kasinitz

(1992: 111) en los barrios antillanos de Brooklyn en Nueva

York cuando, al examinar las organizaciones comunitarias,

187

Page 188: TEXTOS EN DIÁSPORA. EN AMÉRICA

Christinc Chivallon

afirma que "el número y la diversidad de las asociaciones

voluntarias antillanas [...] es impresionante". Uno de sus inter­

locutores, líder comunitario, le dijo incluso: "dentro de la co­

munidad antillana, tenemos demasiadas organizaciones. La

proliferación nos debilita" (ibid.: 171). ¿Pero acaso esta proli­

feración no logra su objetivo, que sería escapar del estable­

cimiento de un sistema normativo dominante en relación con

lo que Philip Kasinitz llama "la ambivalencia antillana del

leadership" (ibid.: l63)? Tal vez la respuesta a esta pregunta se

encuentre en el carnaval de Brooklyn, cuando la "naturaleza

del acontecimiento" está calificada como "antiautoritaria"

(ibid.: 158) o "desprovista de centro" (centerless) (ibid.: 147), he­

cho por el cual este carnaval "no puede ser fácilmente utili­

zado para fines estratégicas. Es demasiado anárquico para ser

manipulado" (ibid.: 148).

¿No es acaso esta misma dinámica de "descentración" que

impresiona a Carolyn Cooper y Cecil Gutzmore (2000) en

Jamaica, cuando exploran estas zonas fronterizas conflictivas

que llaman border clashes y que observan tanto en el registro

lírico y musical del dancehall." en la rivalidad de los DJs, de

los sound systems" y de sus territorios? Pero, como lo subrayan

estos dos autores, la idea de border clash rebasa la música y se

vuelve a encontrar en otros componentes de la cultura jamai­

quina, particularmente en el campo religioso. "El border clash

".Se trata de un nuevo estilo musical que reivindica pertenecer al mismo universo

que el reggae. Sin embargo sus sonoridadcs son más duras y más bruscas, y su letra

a menudo más violenta quc la del reg,gae. El dance hall es la forma de expresión ar­

tística por excelencia de los jóvenes de los actuales gheuos de Kingston.

" Los soundJy,lemJ, aparecidos ya en los inicios del reggae, son discotecas ambulantes

animadas por los DJs (diJ<:Jo<key), que practican e1loaJling o talk over, es decir intcr­

vencioncs habladas o camadas que dejan pensar que la melodía es secundaria cn

relación con el registro de la letra (Constant, 1982: 25).

188

Page 189: TEXTOS EN DIÁSPORA. EN AMÉRICA

Ú1 diáspora negra de lasAméricas

ilustra así concepciones disonantes, conflictivas, de los siste­

mas ideológicos en competencia en Jamaica y en las socieda­

des, poco acogedoras, hacia las cuales los jamaiquinos han

migrado constantemente" (Cooper y Gutzmore, 2000: 6).

El bordadash bajo el ángulo conflictivo de una rivalidad

entre orientaciones ideológicas, o bien como la simple ca­

pacidad de demultiplicar estas últimas, tiene una diversidad

social característica que llama la atención. Podríamos citar

otros estudios que evocan esta profusión colectiva que esca­

pa de un proyecto comunitario definitivamente establecido."

En las Antillas francesas, la investigación sociológica o antro­

pológica se polarizó mucho tiempo sobre esta ausencia de

centralidad comunitaria, considerándola como el síntoma

de una historia eminentemente-dolorosa donde la colecti­

vidad perdió su capacidad de "sedimentarse", de ser "una" y

"unida" (AfTergan, 1983; Glissant, 1981). En los escritos más

recientes de Édouard Glissant (1990),otra interpretación tomó

el relevo; ya no considera a esta suerte de diseminación co­

lectiva bajo el solo ángulo de una falta a la idea de "comuni­

dad" o incluso de "nación", sino que la entiende como una

manera específica de construir la relación social, apartán­

dose del modelo cultural occidental dominado por el modo

"lineal" de la "filiación" y del "territorio".

Me parece útil volver a tomar en cuenta a estas modali­

dades sincrónicas de creación del vínculo social. Y si se debe

plantear de nuevo la cuestión del origen, no puede ignorar los

" Por ejemplo, esta profusión se vuelve a encontrar en filigrana en los textos reu­

nidos por Mary Chamberlain (1998) sobre las identidades de los rnigrantcs anti­

llanos, en los cuales la diversidad de las trayectorias migratorias y de los itinerarios

familiares invitan a privilegiar una visión comunitaria más fluida que rigida y ani­

mada por las iniciativas personales.

189

Page 190: TEXTOS EN DIÁSPORA. EN AMÉRICA

Christine Chivallon

cinco siglos de historia que separan los pueblos negros de las

Américas del África ancestral. Pues, ¿cómo comprender esta

manera específica de construir el vínculo social, si no es a tra­

vés del conocimiento íntimo de las relaciones de poder gene­

radas por esta historia? ¿Cómo no reconocer, en este desplie­

gue tan particular de lo social, el abanico de las respuestas

formuladas frente a la extrema coacción del poder experimen­

tada por los pueblos nacidos de la esclavitud? Las culturas

negras del Nuevo Mundo, y particularmente las de los uni­

versos antillanos, parecen atormentadas por esta inquietud

permanente por seguir siendo libres de su elección, y es lo que

expresa la profusión colectiva nunca reductible a un centro y

sus normas dominantes. Donde sea que se afirma el poder de

mantener al "otro" en la víolencia de categorías impuestas

-desde los antiguos espacios de las sociedades de las planta­

ciones hasta los lugares de las más recientes migraciones-,

la colectividad parece responder, en sus manifestaciones po­

pulares, mediante esta suerte de vigilancia que equivaldría a

no crear, a su vez, un orden dominante." Lo mismo expresa

el lenguaje poético de Édouard Glissant (1990: 89): "la plan­

tación es uno de los vientres del mundo [...] y al final su

encerramiento fue vencido. El lugar estaba cercado, pero la

palabra que nació en él queda abierta. Es una parte medida

de la lección del mundo".

l' Es importante subrayar que esta lógica de la profusión no es mecánica y debe ser

contextualizada. He propuesto en otra parte (Chivallon, 1997a y 1998) tomar en

cuenta los "momentos" de la experiencia antillana en los cuales el retorno a la cons­

trucción comunitaria más territorial y unitaria parecía corresponder a una expe­

riencia liberada de la autoridad coercitiva de las plantaciones coloniales. Es el caso.

para el periodo de desarrollo del campesinado luego de la abolición de la esclavi­

tud en Martinica y otras islas como Jamaica.

190

Page 191: TEXTOS EN DIÁSPORA. EN AMÉRICA

La diáspora negra de lasAméricas

Si tuviéramos que encontrar una figura alegórica de esta

construcción colectiva, podría ser el rastafarismo (rastaján). Es

pues, en mi opinión, en este movimiento politico-religioso

nacido en laJamaica donde se encuentra la expresión más

acabada de este dispositivo de vigilancia para con el poder.

Mientras despliega una retórica fuertemente movilizadora de

símbolos identitarios singularizantes (África versus Babilonia,

negro versus blanco ... ), el rastafarismo se constituye como un

espacio abierto, desprovisto de normas apremiantes. Ya es

clásico definir este movimiento a partir de su característica,

tan sorprendente para una "organización" que sigue siendo

a pesar de todo claramente identificable, de ser una estruc­

tura "acéfala", "fragmentada y no organizada", que expre­

sa una "resistencia al orden c.entralizado" (Chevannes, 1998

[1995]: 31-32). Más sorprendente aún, esta resistencia a! orden

no es el resultado de dificultades que talo tal grupo podría

encontrar para hacer surgir una organización estructurada,

sino que nace de una verdadera postura ética. A través de

la filosofia del "1 an1" ("Yo y Yo", es decir la afirmación del

"nosotros" como encuentro de dos individualidades) que pro­

porciona el cimiento ideológico del movimiento, se expresa lo

que Ennis B. Edrnonds (1998: 352) describe, después de otros

autores, de la siguiente manera: "el individualismo epistemo­

lógico o la autoridad individualista se enraíza en el concepto

filosófico del '1 an l', que desemboca en una insistencia del

rastafarismo sobre la libertad radica! y la democracia muy

resistente a la centralización [...] En consecuencia, la loca­

lización de la autoridad se encuentra en cada individuo".

¿Acaso el movimiento rastafari no expresa así el resultado de

lo que las colectividades de la diáspora negra de las Améri­

cas hacen de manera mucho más "inconsciente", a saber la

191

Page 192: TEXTOS EN DIÁSPORA. EN AMÉRICA

Christinc Chivallon

inquietud de proteger el lazo social de un sistema de normas

opresivas y apremiantes?

Si el modelo de Gilroy define la diáspora por el "deseo

de trascender a la vez las estructuras del Estado-nación y las

coacciones de la etnicidad" (1993: 19), bien puede convenir

para designar este proceso mediante el cual la multiplicación

comunitaria participa de la evitación de una centralidad etni­

cizante y autoritaria. Nos estariamos entonces acercando a

la concepción de Édouard Glissant (1990: 156 y 27) Ya su idea

de una "identidad de la rel~ción" -un término seguramen­

te menos ambiguo que el de hibridez- para dar cuenta de

un carácter social en referencia a la red y la transversalidad

(como "capacidad de la variación", como "aptitud de dar

con") y en oposición a las identidades fundadas sobre la sim­

bólica de la filiación territorial (por "pulsión totalitaria de la

raíz única").

Sin embargo, si el modelo debe servir casi exclusivamen­

te para encontrar el carácter "híbrido" de cada discurso,

de cada manifestación artística y cultural, está en el riesgo de

ignorar lo que realmente hace la diversidad (multiplicity) del uni­

verso negro de las Américas. De hecho, es lo que acaba ha­

ciendo Gilroy en su último capítulo, cuando intenta com­

parar la trayectoria del pueblo judío y la del pueblo negro

americano. Para que esta comparación sea posible, Gilroy

debe afirmar que "factores como la ausencia de unidad re­

ligiosa entre los negros del Nuevo Mundo, o las diversas ma­

neras que tienen los diferentes grupos para formalizar su

imaginario, sus rituales de retorno a la esclavitud y sus terro­

res, debilitan los paralelos más evidentes. A los negros del

Occidente, les falta la idea de un ancestro común" (p. 212). Si

esta comparación entre ambos pueblos diaspóricos, el negro

192

Page 193: TEXTOS EN DIÁSPORA. EN AMÉRICA

La diáspora negra de lasAméricas

y el judío, llega a eliminar lo que hace la verdadera especifi­

cidad del pueblo negro, a saber la diversidad de sus registros

comunitarios y su ausencia de construcción unitaria, ¿acaso

sus resultados pueden ser pertinentes? Al ignorar la diversi­

dad donde se despliega, Gilroy no logra ver las enseñanzas que

una comparación con el pueblo judío habría podido revelar.

Pues, más que parecerse, ambas experiencias se responden

o repercutan como en un espejo la alternativa posible que

puede hacer surgir el conocimiento de los traumas de la opre­

sión: por un lado, la respuesta "comunitaria" refugiada en la

simbólica del territorio enraizado, sea real o imaginario; por

el otro lado, la respuesta de lo "diverso", evitando reprodu­

cir las violencias de la centralidad comunitaria.

Así, la diversidad en juego ya no es la que existe en un ele­

mento único (el discurso de Du Bois, el de Delany, la músi­

ca negra: reggae, hip hop .. .), sino la que expresa la relación

posible entre varios elementos heterogéneos. Bajo este ángu­

lo, el modelo permite aprehender en un mismo conjunto la

diversidad de los registros políticos de la diáspora en vez de

seleccionar a uno solo como característico. Pues, la tenden­

cia nacionalista, al igual que el proyecto afrocentrista en sus

expresiones más radicales y reivindicatorias de una pureza ra­

cial, son parte integrante de esta pluralidad de registros, sin

por ello transformarse jamás en una ideologia normativa re­

ductible al conjunto de la diáspora. Pero, para revelar esta

capacidad (sincrónica) de la diáspora para mantener la diver­

sidad, multiplicar y relacionar los registros comunitarios, se

debería probablemente alejar el modelo de Gilroy -excep­

tuando tal vez algunas páginas dedicadas a la música- de

su tendencia en sólo tomar en cuenta a los discursos de los

intelectuales, incluyendo a los de la esfera panafricanista. En

193

Page 194: TEXTOS EN DIÁSPORA. EN AMÉRICA

Christine Chivallon

la conclusión de su libro sobre el "panafricanismo", ¿acaso

Imanuel Geiss (1974: 424) no decía que se trataba de un gru­

po reducido de intelectuales ("de minúsculas minorías de la

élite intelectual moderna")? ¿Quiere decir aquello que, al

interesarse solamente a la esfera de algunos hombres (y, por

cierto, a la de Toni Morisson) que en algún momento han pro­

ducido un discurso propulsado hacia el dominio público, Gil­

roy dejó de lado a la realidad cotidiana de la diáspora en sus

expresiones más modestas y ordinarias? Aquí aparece sin duda

la segunda traba de la Black Atlantic, la que depende de la

postura epistemológica, sobre la cual vaya volver.

No es posible, en el marco de este artículo, desarrollar me­

jor algunos argumentos que parecen invitar a una investiga­

ción más profunda de adecuación entre el modelo y la reali­

dad que busca comprender. Sin embargo, quisiera hacer una

última observación para sugerir todo el interés que existiría

en evaluar diferentemente a los universos estadounidense y

antillano. Coincido en esto con Ibrahim K. Sundiata (1996),

quien distingue la situación de la diáspora de los Estados Uni­

dos de la del Caribe, a partir de la conciencia de "raza" que

actúa como principio organizador en el primer caso, pero

menos en el segundo. En vista de la aceptación tan diferen­

ciada del mensaje de Marcus Garvey, en los Estados Unidos

donde se afirma como el sustrato de un pensamiento nacio­

nalista, y en laJamaica donde dio nacimiento al movimiento

del rastafarismo caracterizado por su rechazo del orden, todo

indica que debemos pensar en dos universos culturales de

diáspora bien distintos.

Llego a la segunda traba de la Black Atlantic: la de la pos­

tura epistemológica. Robin Cohen (1997, 1998) asocia, con ra­

zón, el desarrollo del modelo "híbrido" con el crecimiento

194

Page 195: TEXTOS EN DIÁSPORA. EN AMÉRICA

La diáspora negra de las Américas

del posmodernismo. Un estudio comparativo entre el uso de la

noción de diáspora en los espacios académicos francófono y

anglófono (Chivallon, 1997b) confirma esta relación. Ahí don­

de floreció el posmodernismo -en el espacio anglófono-,

el mundo negro de las Américas fue dotado de nuevas cuali­

dades y al mismo tiempo realmente consagrado como un

pueblo diaspórico. En el espacio francófono, que siguió sien­

do sensible a una sociología más convencional, el uso del tér­

mino de diáspora funciona poco o nada para este mismo mun­

do del cual se espera que corresponda perfectamente a una

diáspora clásica con, en particular, la producción de una fuer­

te conciencia comunitaria.

No puedo detallar aquí en qué la diáspora híbrida está en

armonía con el posmodernismo." Mencionemos simplemen­

te que corresponde a una doble exigencia de los movimientos

posmodernos: la de deshacerse de los usos de un pensamien­

to categorizante y binario directamente atribuible a la mo­

dernidad; y luego la de romper con todo esencialismo del

sujeto, para más bien reconocer el carácter variable de las

identidades. Esta segunda preocupación coincide con la vo­

luntad de integrar saberes diversos y relativos no sometidos

al imperativo del universalismo, y corresponde a lo que se

suele llamar "el retorno del sujeto". El libro de Gilroy me pa­

rece responder a esta doble exigencia. Su esfuerzo, aunque

se distancie de un relativismo excesivo, sigue esta línea pos­

moderna que Robin Cohen (1995), evidentemente más adep­

to de una ortodoxia sociológíca, interpreta como una visión

"iconoclasta" de la diáspora.

.'0 Para una presentación critica de las diversas tendencias del posmodcruismo, véase

Chivallon, 1999.

195

Page 196: TEXTOS EN DIÁSPORA. EN AMÉRICA

Christinc Chivallon

U na vez más, en el plano de la posición epistemológica,

Gilroy va a actuar de manera confusa. Aunque nos diga que

su interés es ante todo "conceptual", no indica cuál es su de­

finición de un enfoque conceptual. ¿Desea adoptar una ópti­

ca de búsqueda de adecuación entre concepto y manifes­

taciones de la realidad sociológica; lo que coincide con la

tentativa (moderna) de objetivación? O bien ¿quiere mante­

nerse en el rechazo de la pretensión a un proyecto de cono­

cimientos que descanse sobre la relación entre los datos

empíricos y la teorización; lo que corresponde a la postura

(posmoderna) relativista? De hecho, Gilroy no escribirá nada

sobre el tema, con el fin de dejar a su "objeto" de investi­

gación, que por supuesto nunca llamará así, toda la respon­

sabilidad de llevar el proyecto posmoderno. Pues es en la

retórica posmoderna que se inscribe su libro, al menos si en­

tendemos esta retórica como caracterizada por una vigilancia

constante para con todo lo que puede denotar un uso de las

categorías modernas, para refugiarse en términos, fórmu­

las y figuras encargados de evocar la indeterminación desea­

da. La fraseología de la BlackAtlantic debe obedecer a lo que

parece una orden: rechazar "la lógica maniquea del encasi­

llamiento binario" (p. 198), ir "más allá de la oposición bina­

ria entre las perspectivas nacional y de diáspora" (p. 29). De

ahí la invención de fórmulas como las de anti-anti-essentialism

o de non-traduional tradition. De ahí también, probablemente, la

ausencia de una clara posición epistemológica y sobre todo

la proyección de esta intención de indeterminación episte­

mológica en la diáspora negra misma. Acaso no escribe Paul

Gilroy: "propongo entonces que volvamos a leer y a pensar

la expresión de esta contra-cultura ya no simplemente como

una sucesión de tropos y de géneros literarios, sino como un

196

Page 197: TEXTOS EN DIÁSPORA. EN AMÉRICA

La diáspora negra de lasAméricas

discursofilostfico que rechaza la separación occidental moderna

entre ética y estética, entre cultura y política" (p. 39; énfasis

mío). No se puede expresar mejor el salto que opera entre el

proyecto epistemológico y la situación social que quiere pre­

sentarnos. Gilroy procede aquí "por poderes" , delegando en

definitiva a la diáspora, y a ella sola, la responsabilidad de

ilustrar la ruptura epistemológica con el proyecto moderno.

y entonces esta diáspora debe hablarnos de hibridez, de mo­

vilidad, de movimientos, de deslocalizaciones, de mezclas,

de rizoma, de interculturalidad, de fluidez ... cualidades que

muestran todas la indeterminación característica que alimen­

ta el proyecto posmoderno.

Esta confusión mantenida por Gilroy entre el proyecto

epistemológico que pretendería poner en obra y la diáspora

que acaba siendo portadora de las cualidades que este mismo

proyecto, expli-a, en mi opinión, las dos críticas diametral­

mente opuestas, y sin embargo ambas totalmente válidas, que

le fueron dirigidas. Por un lado, la de Robin Cohen (1997:

149-151) crítica a una construcción que percibe como dema­

siado intelectual y demasiado atribuible a las reglas del pos­

modernismo; el sociólogo reclama entonces lo que llama

"marcadores de realidad" (reali!J markers), para demostrar "em­

píricamente" que la existencia de la "Black Atlantic" no sólo

es atribuible al imaginario de los escritores o de los artistas

tomados en cuenta por Gilroy, sino también a la "experien­

cia vivida" de los migrantes de la diáspora. De manera bas­

tante curiosa, mientras quiere hacer un inventario de algunos

de esos marcadores empíricos, Cohen (1997, 1998) busca las

huellas de un modelo clásico de diáspora (conciencia comu­

nitaria, territorio de origen, ideología del retorno ...), como si

no hubiera entendido la idea esencial del modelo de Gilroy,

197

Page 198: TEXTOS EN DIÁSPORA. EN AMÉRICA

Christinc Chivallon

que es precisamente la de romper con la idea de comunidad

pensada en referencia a la metáfora de la raíz.

Al revés, la crítica de David Scott apunta a la ortodoxia

inconfesa de Paul Gilroy y le reprocha no haber asumido has­

ta el final la postura teórica que consiste en "romper con la

historiografia racionalista" (1997: 30). De hecho, para este

autor, el enfoque de Gilroy sigue siendo el de una "etnografía

histórica" (ibid.: 32) que sigue utilizando lo que él llama un

dispositivo de verificación o una "máquina de la verdad"

(a truth apparatus). Aun sicomplica el trayecto clásico de la antro­

pología entre investigación empírica y teoría, el enfoque de

Gilroy busca de hecho identificar, a través de las prácticas

(artísticas y literarias), la pluralidad social mediante la cual

pretende definir el concepto de diáspora. Esta búsqueda de

hechos que atestigüen el carácter "verídico" de la diáspora

es la que desaprueba Scott. Según él, hay que abandonar el

modo de autoridad de la antropología clásica para no ocupar­

se más, nos dice, de la prueba "etnográfica" sino sólo de la

"adecuación conceptual" (ibid.). Trabajar sobre esta adecuación

equivaldría así, según Scott, a integrar plenamente la idea

de que la diáspora es ante todo "constituida discursivamen­

te" (ibid.: 35) y que entonces engloba una suma de discursos

y de significados (maximal meanings; ibid.: 36) que expresan las

múltiples maneras de apropiarse de las figuras de la esclavi­

tud y de África.

Estas dos críticas opuestas, la una lamentando la ausen­

cia del aporte empírico y la otra evaluando este aporte como

un estorbo, muestran bien la confusión mantenida por Gilroy

entre la postura epistemológíca y el objeto de su conceptua­

lización. Ahí donde Robin Cohen sólo se detiene sobre el dis­

curso teórico de este binomio donde se confunden la construc-

198

Page 199: TEXTOS EN DIÁSPORA. EN AMÉRICA

La diáspora negra de lasAméricas

ción intelectual sobre la diáspora y la diáspora misma, David

Scott sólo ve el objeto, es decir las expresiones asociadas al

ethos de la "Black Atlantic".

U na vez advertida esta confusión, estamos con el derecho

de plantearnos la cuestión de la existencia misma de esta diás­

pora. ¿Es posible dibujar sus contornos sobre la base de mani­

festaciones sacadas de la realidad? ¿Es posible lograr recono­

cerla más allá de las intenciones que forzosamente motivan

el discurso intelectual producido sobre ella? Estas preguntas

podrán parecer ingenuas. Sin embargo, me parece necesa­

rio plantearlas, y sobre todo tomar de nuevo el riesgo de una

propuesta. Con ella terminaré mi argumento.

Como procuré mostrarlo más arriba, si se le hace sufrir

algunas distorsiones, el modelo de Gilroy parece ofrecer la

posibilidad de reconocer la diversidad de las orientaciones

culturales producidas en el universo negro de las Américas, en

particular en las Antillas. Coincido de buena gana con David

Scott (1997) cuando afirma que la diáspora es, en definitiva,

una comunidad de discursos a través de los cuales pueden ser

apropiadas diferentemente las dos figuras de África y de la

esclavitud. La diversidad social en obra en las colectividades

de la diáspora podria relacionarse con estas diferentes mane­

ras de dar sentido al pasado e incluirlo en diversas narracio­

nes, aunque esta constatación no logra explicar cómo y por

qué llega a producirse tal diversidad, mientras que para otros

pueblos de diáspora, como el pueblo judío, se trata de redu­

cir el destino comunitario a un solo relato, el de la Biblia. En

todos los casos, identificar la diversidad, incluso cuando es

discursiva, implica de hecho lo que David Scott rechaza y lo

que Gilroy camufla, a saber procedimientos de construcción

del saber que siguen siendo ligados con el principio de "obje-

199

Page 200: TEXTOS EN DIÁSPORA. EN AMÉRICA

Christine Chivallon

tivación" y de una búsqueda de adecuación entre concepto

y manifestaciones de la realidad.

Cuando quiere eludir este ejercicio -el de la objetivación

o de la investigación empírica-, David Scott (1997: 36) cae

en la contradicción que lo empuja a encontrar "ejemplos"

para ilustrar la pluralidad de los discursos que pretende signi­

ficar ("por ejemplo la disputa entre W. E. B. Du Bois y Marcus

Garvey. . ' "; ibid.).1I De la misma manera, parece considerar la

idea de "discursividad" como un viático milagroso que volve­

ría caduca cualquier tentativa antropológica, como si hablar

de "discurso" nos sumergiera de inmediato en una realidad

imperceptible, ajena a las formas materíalizadas y exteriori­

zadas de la vida en sociedad. Sin embargo, bien sabemos que

los discursos son formas de construcción (materialización)

de la vida social (Berger y Luckmann, 1986) y que integran,

aun cuando se presentan con la ligereza de la sola palabra, un

conjunto de prácticas sociales accesibles al enfoque empírico.

Identificar discursos, como lo hace Scott, ya es adoptar un

enfoque de objetivación que lleva a distinguir un "objeto" car­

gado de sentido. También es llegar a una búsqueda de ade­

cuación que no es puramente "conceptual", como lo sugiere

Scott (¿qué podría ser una búsqueda de adecuación que no

relacionaría dos elementos distintos?), sino que busca dar cuen­

ta de los objetos (aquí: los discursos) mediante construcciones

teóricas (los conceptos, incluido el concepto de "discurso").

" Otra contradicción bastante notable de Scott (1997: 36) es cuando afirma que"la identidad del individuo siempre está constituida en parte a veces en contrade su propia voluntad- en el seno de una estructura de reconocimiento, deidentificación y de subjctivación", (Cómo puede formular este enunciado, quc sepresenta como una verdadera ley inspirada por una teoría estructuralista, cuan­do acaba de cuestionar todo lo que se emparenta con un "mctadiscurso" y una"máquina dc la verdad"?

200

Page 201: TEXTOS EN DIÁSPORA. EN AMÉRICA

La diáspora negra de las ,1mélicas

Se habrá entendido que estas últimas observaciones abo­

gan por una investigación sobre la diáspora negra de las Amé­

ricas que no se extravíe en una vana búsqueda de una postura

deseada y elaborada lejos de cualquier precepto epistemoló­

gico emparentado con la objetivación. El posmodernismo nos

mostró la pretensión moderna de un dispositivo de búsqueda

reputado por dar a ver una realidad objetiva. Sabemos aho­

ra que esta realidad está engarzada en el discurso, los valores

y las intenciones de los "productores de modelos". Fortaleci­

dos con esta experiencia, tal vez seria tiempo mirar de nuevo

hacia el proyecto moderno, por sl;lpuesto no como máquina

de categorizar el mundo y volverlo binario, tampoco como

dispositivo destinado a hacer surgir un saber purificado de

cualquier ideología, sino como proyecto de conocimiento crí­

tico, practicando hasta la obsesión, como lo hace el proyecto

de reflexividad de Pierre Bourdieu (1992), la "duda radical" y

la inquietud por discernir entre intenciones teóricas, episte­

mológicas e ideológicas. Esta tentativa sin duda vale la pena

ser llevada a cabo, si lo que está en juego es tanto "la amplia­

ción de las posibilidades de discurso inteligible entre los pue­

blos" (Geertz 1996: 145) como el acceso a lo que continua

manteniendo a estos pueblos en universos poderosamente

apremiantes.

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Page 207: TEXTOS EN DIÁSPORA. EN AMÉRICA

¿QUÉ ES "LO NEGRO" EN LA CULTURAPOPULAR NEGRA?*

•Stuart Hall

Comienzo con una pregunta. ¿Qué momento es éste, para

plantear una pregunta sobre la cultura popular negra? Estos

momentos son siempre coyunturales, tienen su especificidad

histórica y aunque en todo tiempo tienen similitudes y pre­

sentan continuidad con otros momentos en que se formulan

preguntas de este tipo, nunca se trata de los mismos. La com­

binación de lo que es similar y de lo que es diferente define

no sólo la especificidad del momento sino también de la pre­

gunta y, por lo tanto, las estrategias de políticas culturales

con las cuales intentamos intervenir en la cultura popular y

en la forma y el estilo de la temía cultural que debe acompa­

ñar a ese juego. En su importante ensayo "La nueva política

cultural de la diferencia" (West, 1990), Cornel West ofrece

una genealogía del presente que encuentro brillantemente

concisa y penetrante. Esta discurre, hasta cierto punto, so­

bre las posiciones que traté de delinear en un artículo que se

ha vuelto bastante notorio (Hall, 1988), pero también ana­

liza provechosamente este momento dentro de un contexto

• Texto original: Stuart Hall, "What is this 'Black' in Black Popular Culture?",

en Michelle Wallace y Gina Dent (eds.), BlackPopular Culture, Seattlc, Bay Press,

1992, pp. 21-33. Revisión del texto disponible en versión libre en la página Web:

www.nodo50.org (traduecion de V Dritz-Nilson y Valcria Suárez).

207

Page 208: TEXTOS EN DIÁSPORA. EN AMÉRICA

Stuart Hall

americano y en relación con las tradiciones filosóficas intelec­

tuales y cognoscitivas con las que éste se compromete.

De acuerdo con West, el momento -este momento- tie­

ne tres coordenadas generales. La primera es el desplazamien­

to de los modelos europeos de alta cultura (high culture), de

Europa como sujeto universal de cultura, y de la cultura en

sí misma en su vieja lectura arnoldiana como último refu­

gio ... Casi diría de canallas, pero no diré de quiénes. Al me­

nos sabemos contra quién estaba: se trataba de una cultura

contra la barbarie, contra la gente que golpeaba los porto­

nes mientras la pluma inmortal de la anarquía fluía de la

lapicera de Arnold. La segunda coordenada es el surgimiento

de los Estados Unidos como potencia mundial y, consecuente­

mente, como centro de producción cultural y circulación glo­

bales. Este surgimiento es, a la vez, un desplazamiento y un

giro hegemónico en la difinición de la cultura -un movimien­

to de la alta cultura hacia la cultura popular americana do­

minante y sus formas tecnológicas de cultura de masas, de

mediación de la imagen-o La tercera coordenada es la des­

colonización del Tercer Mundo, caracterizada desde el punto

de vista cultural por el surgimiento de las sensibilidades des­

colonizadas. Interpreto la descolonización del Tercer Mundo

en el sentido de Frantz Fanon: incluyo en esa interpretación el

impacto de la lucha por los derechos civiles y de los negros en

la descolonización de las mentes de la gente en la diáspora

negra.

Permítaseme agregar algunas salvedades al cuadro ge­

neral, salvedades que, en mi opinión, hacen de este momen­

to presente uno muy distintivo, en el cual cabe preguntarse

sobre la cultura popular negra. Primero, les recuerdo las am­

bigüedades de ese cambio de Europa hacia América, puesto

208

Page 209: TEXTOS EN DIÁSPORA. EN AMÉRICA

('Qj¡é es "lo negro" en la cultura popular negra>

que incluye una relación ambivalente de América hacia la

alta cultura europea y la ambigüedad de la relación de Amé­

rica con sus propias jerarquías étnicas internas. Europa Occi­

dental no tenía hasta hace poco, en absoluto, ninguna etni­

cidad. O no reconocía tenerla. América siempre tuvo una

serie de etnicidades y consecuentemente, la construcción de

jerarquías étnicas definió siempre su política cultural. y, por

supuesto, en silencio y sin ser reconocida, la cultura popular

americana siempre ha contenido dentro de sí, hayan sido

silenciadas o no, tradiciones vernáculas populares de lo ne­

gro americano. Tal vez sea penoso recordar que, cuando es

observada desde fuera de los Estados Unidos, la corriente

dominante en la cultura popular americana incluyó siempre

ciertas tradiciones que solo podían pertenecer a tradiciones

culturales vernáculas negras.

La segunda salvedad concierne a la naturaleza del periodo

de globalización cultural que ahora está en marcha. Detes­

to el término "posmodernismo global", con un sentido tan

vacío y escurridizo que puede ser tomado para significar cual­

quier cosa. y, por cierto, los negros son ambiguamente ubi­

cados en relación con el posmodernismo, así como lo fueron

respecto del alto modernismo; aun cuando despojados de sus

orígenes intelectuales franceses, ampliamente europeos, de

un marxismo desencantado, y rebajado a un estatus descrip­

tivo más modesto, el posmodernismo se mantiene, de manera

extrema, irregularmente desarrollado, como un fenómeno en

el cual los viejos centros marginales de la alta modernidad

vuelven a aparecer constantemente. Los únicos lugares don­

de uno puede experimentar genuinamente la mezcla étnica

posmoderna son Manhattan y Londres, no Calcuta. y aun

es imposible rechazar del todo el "posmodernismo global",

209

Page 210: TEXTOS EN DIÁSPORA. EN AMÉRICA

Stuart Hall

en la medida en que éste registra ciertos movimientos estilís­

ticos en relación con lo que quiero denominar lo dominante

cultural. Aun cuando el posmodernismo no es una nueva

época cultural sino que sólo es el modernismo en las calles,

por sí mismo representa un importante cambio de terreno

de la cultura hacia lo popular: hacia las prácticas populares,

hacia las prácticas de la vida diaria, hacia las narrativas

locales, hacia la descentralización de viejas jerarquías y

grandes narrativas. Este descentramiento o desplazamiento

inaugura nuevos espacios de protesta y produce un cambio

relevante en las relaciones entre la alta cultura y la cultura

popular, de este modo se nos presenta como una oportu­

nidad importante y estratégica para la intervención en el

campo de la cultura popular.

Tercero, debemos tener presente la profunda y ambiva­

lente fascinación del posmodernismo con la diferencia: dife­

rencia sexual, diferencia cultural, diferencia racial y, sobre

todo, diferencia étnica. En general, la alta cultura europea

evidenció ceguera y hostilidad hacia la diferencia étnica (su

incapacidad para hablar de la etnicidad incluso cuando sus

efectos se percibían de modo tan manifiesto), por el contra­

rio, no hay nada que el posmodernismo global ame más que

cierto tipo de diferencia, un toque de etnicidad, un gusto por

lo exótico, como decimos en Inglaterra, "un poquito de lo

otro" (lo cual en el Reino Unido tiene una connotación sexual,

así como también étnica). Michelle Wallace estaba en lo cier­

to en su ensayo seminal "Modernismo, posmodernismo y el

problema de lo visual en la cultura afroamericana" (Wallace,

1990), donde se interroga sobre la reaparición y prolifera­

ción de diferencias, sobre cierta clase de ascensión de lo pos­

moderno global, y discute si no se trata de una repetición del

210

Page 211: TEXTOS EN DIÁSPORA. EN AMÉRICA

c' QJlé es "lo negro" en la cultura popular negra?

juego "ahora lo ven, ahora no" que el modernismo alguna

vez tuvo con el primitivismo, donde se interroga también si

no se logró a expensas del enorme silencio en torno a la fas­

cinación de Occidente por los cuerpos de hombres y mujeres

negros de otras etnicidades. Y debemos preguntarnos acer­

ca del continuo silencio dentro del cambiante terreno del

posmodernismo, acerca de si las formas de libertad de con­

templación que esta proliferación de diferencias permite e

invita, y al mismo tiempo rechaza, no es realmente, junto

con Benetton y los heterogéneos modelos masculinos de The

Face, un tipo de diferencia que no indica una diferencia de

ningún tipo.

Hal Foster escribe (Wallace lo cita en su ensayo) que "lo

primitivo es un problema moderno, una crisis en la.identidad

cultural" (Faster, 1985: 204); es decir la construcción moder­

nista del primitivismo, el reconocimiento fetichista y el re­

chazo de la diferencia primitiva. Pero esta aserción es sólo

represión; relegado dentro de nuestro inconsciente politi­

ca, lo primitivo retorna misteriosamente en el momento de

su aparente eclipse político. Esta ruptura del primitivismo,

lograda por el modernismo, se convierte en otro fenómeno

posmoderno. Este logro es ciertamente evidente en una dife­

rencia que no representa ninguna diferencia, lo cual carac­

teriza la aparición ambigua de la etnicidad en el corazón del

posmodernismo global. Pero no puede ser sólo eso. No debe­

mos olvidar cómo la vida cultural, sobre todo en Occidente,

aunque también en otras partes, ha sido transformada en

nuestros tiempos por las voces de los marginados.

Dentro de la cultura, la marginalidad, si bien perma­

nece en la periferia de la corriente cultural dominante más

amplia, nunca ha sido un espacio tan productivo como lo es

211

Page 212: TEXTOS EN DIÁSPORA. EN AMÉRICA

Stuart Hall

ahora. Y esto no representa simplemente una apertura por

la cual aquellos que están afuera pueden ocupar los espacios

dominantes. Es también el resultado de la política cultural de

la diferencia, de las luchas sobre la diferencia, de la produc­

ción de nuevas identidades, de la aparición de nuevos suje­

tos en la escena política y cultural. Esto es cierto no sólo con

respecto a la raza, sino también otras etnicidades margina­

les, así como también respecto del feminismo y la política

sexual en los movimientos gay y lesbiana, como resultado de

una nueva forma de política cultural. Por supuesto, no quie­

ro sugerir que podamos contraponer algún juicio facilista

sobre las victorias ganadas frente al eterno relato de nuestra

propia marginalidad: estoy cansado de esas dos grandes con­

tranarrativas continuas. Permanecer dentro de ellas es verse

atrapado en el interminable "lo uno o lo otro", o la victoria

total o la incorporación total, lo cual casi nunca ocurre en la

política cultural, pero sobre lo cual los criticas culturales siem­

pre se ponen de acuerdo.

Estamos hablando de la lucha por la hegemonía cultural,

la cual está siendo considerada hoy, tanto en la cultura po­

pular como en otros lados. Esta distinción entre cultura alta

y popular es lo que el posmodernismo global está desplazan­

do. La hegemonía cultural no se refiere nunca a la victoria

pura o a la dominación pura (esto no es lo que el término

significa), no es nunca un juego cultural en el que la suma

deba ser cero; se refiere siempre a las transformaciones en

la balanza de poder en las relaciones de cultura, acerca de

cambios en las disposiciones y configuraciones del poder

cultural, no trata de salir de él. Existe cierto tipo de actitud

de "nada cambia nunca, el sistema siempre gana", que noté

como un cínico escudo protector que, lamento decirlo, los

212

Page 213: TEXTOS EN DIÁSPORA. EN AMÉRICA

('Qyées "lo negro" en la cultura popular negra'

criticas culturales americanos frecuentemente usan, un escu­

do que a veces les impide desarrollar estrategias culturales que

pueden hacer la diferencia. Es como si, para protegerse a sí

mismos de una derrota ocasional, tuvieran que fingir que ven

claramente a través de todo ... y así es como siempre fue.

Estoy interesado en las estrategias culturales que pueden

señalar una diferencia y pueden cambiar las disposiciones del

poder. Reconozco que los espacios "ganados" por diferencia

son pocos, y están cuidadosamente custodiados y regulados.

Creo que son limitados. Sé que son excesivamente mal funda­

dos, que siempre hay un derecho de piso que pagar cuando

el filo punzante de lo diferente y de lo transgresor pierde agu­

deza a través de la espectacularización. Sé que lo que reem­

plaza a la invisibilidad es cierta clase de visibilidad cuidado­

samente segregada, regulada. Pero el hecho de nombrarlo

como "lo mismo" simplemente no ayuda. El nombre que

se le de únicamente refleja el modelo particular de políticas

culturales a las que estamos atados, más precisamente, el

juego de resultados de suma cero (nuestro modelo reempla­

za al otro, nuestras identidades en lugar de las otras iden­

tidades) al que Antonio Gramsci denominó cultura como

una definitiva "guerra de maniobra", cuando en realidad el

único juego que vale en este terreno es la "guerra de posi­

ción" cultural.

Para parafrasear a Gramsci, y por miedo a que se piense

que mi voluntad de optimismo ha derrotado completamente

a mi pesimismo intelectual, permítaseme agregar un cuarto

comentario en este momento. Si el posmodernismo global

representa una apertura ambigua a lo diferente y a lo mar­

ginal y convierte a cierto tipo de descentralización de la na­

rrativa occidental en una posibilidad prometedora, éste tiene

213

Page 214: TEXTOS EN DIÁSPORA. EN AMÉRICA

Stuart Hall

como correlato, en el corazón mismo de la politica cultural, un

efecto de reacción: la agresiva resistencia hacia lo diferente; el

intento de restaurar el canon de la civilización occidental;

el asalto, directo o indirecto, contra el multiculturalismo; el

retorno a las grandes narraciones de la historia, de la lengua

y de la literatura (los tres grandes pilares que sustentan a la

identidad nacional y cultura nacional); la defensa del abso­

lutismo étnico, del racismo cultural que ha marcado las eras

de Thatcher y Reagan; y las nuevas xenofobias que están

por desvastar la fortaleza europea. No estoy diciendo en abso­

luto que la dialéctica cultural ha terminado. Parte del pro­

blema es que hemos olvidado qué tipo de espacio es el de la

cultura popular. Y la cultura popular negra no está exenta de

esa dialéctica, la cual es histórica, no una cuestión de mala fe.

Por lo tanto, es necesario deconstruir lo popular de una vez por

todas. No podemos volver a una visión inocente de ello.

La cultura popular trae aparejada una resonancia afir­

mativa por la prominencia de la palabra "popular". y, en

algún sentido, la cultura popular siempre tiene su base en las

experiencias, los placeres, los recuerdos, las tradiciones de la

gente. Está en conexión con las esperanzas y aspiraciones lo­

cales, tragedias y escenarios locales, que son las prácticas y

las experiencias diarias de pueblo común. De esta manera, se

une a lo que Mikhail Bakhtin llama "lo vulgar": lo popular,

lo informal, lo grotesco, lo inferior. Es por eso que se contra­

puso la cultura popular a la cultura de la élite o a la alta cul­

tura y es así un sitio de tradiciones alternativas. Y es por eso

que la tradición dominante estuvo siempre recelosa, con ra­

zón. Ellos sospechan que están a punto de ser sobrepasados

por lo que Bakhtin llama lo carnavalesco. Esta distinción

fundamental entre la cultura alta y baja fue clasificada en

214

Page 215: TEXTOS EN DIÁSPORA. EN AMÉRICA

c·Qjlé es "lo negro"en la cultura popular negra?

cuatro dominios simbólicos por Peter Stallybrass y Allon

White en su importante libro Las políticas] laspoéticas de la

trasgresión (Stallybrass, White, 1986: 3). Estos autores hablan

del trazado de lo alto y bajo en formas psíquicas, en el cuer­

po humano, en el espacio y en el orden social. Y analizan la

distinción alto/bajo como base fundamental para el meca­

nismo de ordenación y de construcción de sentido no sólo en

la cultura europea, a pesar del hecho de que los contenidos

de lo que es alto y de lo que es bajo cambian de un momento

histórico a otro.

El punto central es la ordenación de diferentes morales

estéticas, estéticas sociales, la ordenación de la cultura que

hace que ella se abra al juego del poder, y no es un inventa­

rio de lo que es lo alto contra lo bajo en un momento en par­

ticular. Es por eso que Gramsci, quien sin ir más lejos que

su sentido común sobre cómo, antes que nada, la hegemo­

nía popular está hecha, se pierde y se lucha, le otorgó una

importancia estratégica a la cuestión de lo que él denominó

lo "nacional-popular". Elpapel de lo "popular" en la cultura

popular es el de fijar la autenticidad de las formas populares,

que tienen sus raíces en las experiencias de las comunidades

populares de quienes tomaron su fuerza, y nos permite verlas

como expresiones de una vida social subalterna particular

que se resiste a ser constantemente tratada como baja y de

afuera.

Sin embargo, como la cultura popular devino histórica­

mente la forma dominante de la cultura global, así también

al mismo tiempo éste es la escena par excellence de procesos de

estandarización (commodijication), de industrias en las que la

cultura entra directamente en los circuitos de la tecnología do­

minante: los circuitos del poder y el capital. En este espacio

215

Page 216: TEXTOS EN DIÁSPORA. EN AMÉRICA

Stuart Hall

de homogeneización el material y las experiencias caídos en

su red están procesados de una manera despiadadamente

estereotipada y formulaica, el control sobre las narrativas y

las representaciones pasa a manos de la burocracia cultural

establecida, a veces sin ninguna queja. Este espacio se enraiza

en la experiencias popular y está al mismo tiempo disponible

para la expropiación. Es mi intención afirmar que esto es ne­

cesario e inevitable, y vale también para la cultura popular

negra, que como todas las culturas populares del mundo mo­

derno, está destinada a ser contradictoria, y ello no se debe

a que no hayamos luchado lo suficiente la batalla cultural.

Por definición, la cultura popular negra es un espacio

contradictorio. Es una visión de controversia estratégica. Pero

no puede ser simplificada o explicada en términos de simples

oposiciones binarias que aún son habitualmente trazadas:

alto y bajo, resistencia contra incorporación, autenticidad

contra inautenticidad, experimental contra formal, oposi­

ción contra homogeneización. Siempre hay posiciones para

ganar en la cultura popular, pero ninguna batalla puede cap­

turar a la cultura popular en sí para nuestro lado, o para

el lado contrario. ¿Por qué ocurre esto? ¿Qué consecuencias

tiene esto para las estrategias de intervención en políticas cul­

turales? ¿Cómo desplaza esto las bases del criticismo cultu­

ral negro?

Las formas en las que la gente y las comunidades negras,

y sus tradiciones aparecen y son representadas en la cultura

popular, son deformadas, incorporadas e inauténticas. Sin

embargo, seguimos observando, en las figuras y repertorios

de las que la cultura popular se nutre, las experiencias que

están detrás de ellas. En su expresividad, su musicalidad, su

oralidad, en su rica, profunda y variada atención al habla,

216

Page 217: TEXTOS EN DIÁSPORA. EN AMÉRICA

('Qyé es "lo negro" en la cultura popuiar negra?

en sus inflexiones hacia lo vernáculo y lo local, en su rica

producción de contranarrativas y, soLre todo, en su uso me­

tafórico del lenguaje musical, la cultura popular negra per­

mitió la aparición, hasta dentro de los modos mezclados ycontradictorios de algunas corrientes dominantes de cultura

popular, de elementos de un discurso que es diferente: otras

formas de vida, otras representaciones de tradiciones.

No me propongo repetir el trabajo de aquellos que han

dedicado sus vidas creativas. académicas y críticas a identi­

ficar el carácter distintivo de estas tradiciones diaspóricas, a

explorar sus modalidades y las experiencias y memorias his­

tóricas que encierran. Sólo diré tres cosas inadecuadas acer­

ca de estas tradiciones, dado que están relacionadas con el

punto que deseo desarrollar. Primero, les pido que observen

cómo, dentro del repertorio negro, el estilo (sobre el cual los

críticos de la corriente dominante a menudo creen que es

solamente la cáscara, el envoltorio, la cobertura dulce de la

píldora) se ha vuelto porsí mismo el sujeto de lo que está suce­

diendo. Segundo, observen cómo, desplazado de un lugar

logocéntrico (donde el dominio directo de los modos cultura­

les significaba el domino de la escritura y, por consiguiente, la

crítica de la escritura -crítica logocéntrica- y la decons­

trucción de la escritura), la gente de la diáspora negra, en

oposición a todo eso, halló en su música la forma profunda,

la estructura profunda de su vida cultural. Tercero, piensen

de qué manera estas culturas utilizaron el cuerpo, como si

fuera, y casi siempre fue, el único capital cultural que tuvi­

mos. Hemos trabajado sobre nosotros mismos, como lienzos

de las representaciones.

Surgen aquí profundas preguntas sobre la transmisión

y la herencia cultural, y sobre las complejas relaciones entre

217

Page 218: TEXTOS EN DIÁSPORA. EN AMÉRICA

Stuart Hall

los orígenes africanos y la dispersión irreversible de la diás­

pora, cuestiones en la que ahora no puedo adentrarme. Pero

sí creo que estos repertorios de la cultura popular negra, a

causa de que fuimos excluidos de la corriente cultural do­

minante, fueron a menudo los únicos espacios de actuación

(perfOrmance) que nos quedaron y fueron a menudo sobrede­

terminados en al menos dos direcciones: en parte fueron

determinados por su herencia pero también fueron crítica­

mente determinados por las condiciones diaspóricas en las

cuales se forjaron sus conexiones. La apropiación, la incorpo­

ración y la rearticulación selectivas de las ideologías, culturas

e instituciones europeas, junto con una herencia africana

(y volvemos a Cornel West otra vez) condujeron a innova­

ciones lingüísticas en la estilización retórica del cuerpo, for­

mas de ocupación de un espacio social ajeno, expresiones

fuertes, peinados, formas de caminar, pararse y hablar, y

medios para la formación y el sustento de la camaradería

y la comunidad.

El tema de la sobredeterminación subyacente (con los

repertorios culturales negros constituidos por dos direccio­

nes a la vez) es quizá más subversivo de lo que se piensa. Es

que -insisto- en la cultura popular negra estrictamente

hablando, etnográficamente hablando, no hay formas puras

en absoluto. Estas formas son siempre el producto de una

sincronización parcial, de compromiso a través de fronteras

culturales, de la confluencia de más de una tradición cultural,

de las negociaciones de las posiciones dominantes y subor­

dinadas, de las estrategias subterráneas de recodificación y

transcodificación, de significación crítica, de interpretación.

Estas formas son siempre impuras, y hasta cierto grado hi­

bridadas a partir de una base vernácula. Por lo tanto, deben

218

Page 219: TEXTOS EN DIÁSPORA. EN AMÉRICA

c'Qyé es "lonegro" en la cultura popular negra?

ser siempre escuchadas, no con un sentido de recuperación de

un diálogo perdido que contenga las clavespara la producción

de nuevas músicas (porque nunca se da de manera simple

el retorno a lo viejo), sino como lo que efectivamente son,

adaptaciones moldeadas para los espacios de la cultura po­

pular, mezclados, contradictorios e híbridos. No constituyen

la recuperación de algo puro con lo que podriamos en últi­

ma instancia vivir. De acuerdo con lo que Kobena Mercer

denomina la necesidad de una diáspora estética, estamos

obligados a reconocer que ellos constituyen lo moderno.

Esto introduce la diferencia dentro de las formas de la cul­

tura popular (que son por definición contradictorias y por

lo tanto aparecen como impuras, amenazadas por la incor­

poración o la exclusión) y esto es lo que aporta el significante

"negro" en el término "cultura popular negra". Pasó a sig­

nificar la comunidad negra, donde estas tradiciones se man­

tuvieron, y cuyas luchas sobreviven en la persistencia de la

experiencia negra (la experiencia histórica de la gente negra

en la diáspora), de la estética negra (los distintos repertorios

culturales a partir de los cuales fueron hechas las represen­

taciones populares) y de las contranarrativas negras, por las

que hemos luchado para que sean escuchadas. Aquí, la cul­

tura popular negra regresa a la misma base que definí ante­

riormente. La "buena" cultura popular negra puede salir

airosa en la prueba de autenticidad, la referencia a la expe­

riencia negra y a la expresividad negra. Estas valen como

garantías en la determinación de qué cultura popular negra

es la correcta, qué es nuestro y qué no lo es.

Tengo la sensación que, históricamente, nada pudo ha­

berse hecho para intervenir en el campo dominado por la

corriente dominante de la cultura popular, para intentar

219

Page 220: TEXTOS EN DIÁSPORA. EN AMÉRICA

Stuart Hall

ganar algún espacio, sin las estrategias mediante las cuales

esas dimensiones fueron condensadas hacia el significante

"negro". ¿Dónde estaríamos, como lo anotó bell hooks, sin

un toque de esencialismo? ¿O sin lo que Gayatri Spivak lla­

ma esencialismo estratégico, en tanto que un momento ne­

cesario? La pregunta es si estamos todavía en ese momento, si

eso aún es una base suficiente para las estrategias de nuevas

intervenciones. Permítaseme presentar lo que me parece la

debilidad de este momento esencialista y las estrategias, crea­

tivas y críticas, que fluyen de ella.

Este momento esencializa las diferencias en varios sen­

tidos. Ve a la diferencia como "su tradición contra la nues­

tra", no en un sentido posicional, pero sí como mutuamente

excluyentes, autónomas y autosuficientes. Y es, por lo tanto,

incapaz de adoptar las estrategias dialógicas y formas híbri­

das esenciales para la estética de la diáspora. Un movimien­

to más allá de este esencialismo no es una estrategia crítica o

estética que carezca de una política cultural o de un rasgo de

la diferencia. No es simplemente una rearticulación y rea­

propiación para sí mismo. Lo que se deja de lado es la esen­

cialización de la diferencia en dos términos mutuamente

excluyentes. Esto lleva a movernos hacia un nuevo tipo de po­

sicionamiento cultural, una lógica diferente de la diferencia.

Acota lo que Paul Gilroy ha introducido tan vivamente en

la agenda política y cultural de la política negra en el Reino

Unido: los negros en la diáspora británica deben, en este

momento histórico, rechazar el binomio negro o británico.

Deben rechazarlo porque el oconservará la idea de competen­

cia permanente, mientras que el objeto de la lucha debe ser, en

cambio, reemplazar el o con la potencialidad y la posibili­

dad de uny. Ésta es la lógica del acoplamiento, antes que la

220

Page 221: TEXTOS EN DIÁSPORA. EN AMÉRICA

¿Q:;i es "ÚJ negro" en la cultura popular negra?

lógica de la oposición binaria. Puedes ser negroy británico, no

sólo porque es una posición necesaria de tomar en la década

de los noventa, sino también porque aun esos dos términos,

unidos por el copulativo y, en lugar de oponer uno a otro, no

agotan todas nuestras identidades. Sólo algunas de nuestras

identidades son atrapadas a veces en esa particular lucha.

El momento esencializante es débil porque naturaliza

y deshistoriza la diferencia, y confunde lo que es histórico ycultural con lo que es natural, biológico y genético. En el mo­

mento en el que el significante negro es separado de su en­

torno histórico, cultural y político y es introducido en una

categoría racial biológicamente constituida, como reacción, le

otorgamos valor al mismo cimiento del racismo que deseamos

erradicar. Además, como sucede siempre que naturaliza­

mos categorías históricas (piénsese en género y sexualidad)

fijamos ese significado fuera de la historia, fuera del cam­

bio, fuera de la intervención política. Una vez fijo, estamos

tentados de usar "negro" como si fuera suficiente por sí mis­

mo para garantizar el significado progresivo de las políticas

con las que nos embanderamos -como si no tuviéramos

otras políticas sobre las que discutir excepto si algo es negro

o no-o Estamos tentados a mostrar ese significante como

un medio que puede purificar lo impuro, reunir a los her­

manos y hermanas desamparados quienes no saben qué

deberían estar haciendo en esas mas, y controlar las fronteras

(que son por supuesto fronteras políticas, simbólicas y posi­

cionales) como si fueran genéticas. Por lo cual, lamento decir­

lo, entiéndase con esto una "fiebre de la jungla": como si

pudiéramos traducir la naturaleza a la política usando una

categoría racial para garantizar las políticas de un texto cultu­

ral, y como una línea contra la cual medir la desviación.

221

Page 222: TEXTOS EN DIÁSPORA. EN AMÉRICA

Stuart Hall

Más aún, tendemos a privilegiar la experiencia por sí mis­

ma, como si la vida negra fuese vivida en tanto que experien­

cia que está más allá de la representación. Sólo tenemos que

expresar como sea lo que ya sabemos que somos. En cambio,

es sólo a través del modo en que nos representamos e imagi­

namos a nosotros mismos que llegamos a saber cómo estamos

constituidos y quiénes somos. No hay un escape en las polí­

ticas de representación y no podemos controlar "cómo es

realmente la vida fuera de allí", a modo de prueba frente a

lo cual lo políticamente correcto o desacertado de una par­

ticular estrategia o texto cultural puede ser evaluado. No será

un misterio para ustedes saber que pienso que lo "negro" no

es ninguna de estas cosas en realidad. No es una categoría

de esencia y, por lo tanto, esta manera de comprender el sig­

nificante flotante en la cultura popular negra no lo será.

Existe, por supuesto, un conjunto muy profundo de expe­

riencias negras distintivas e históricamente definidas que

contribuyen a esos repertorios alternativos de los que hablé

anteriormente. Pero es a la diversidad y no a la homogenei­

dad de la experiencia negra que debemos prestarle nuestra

indivisible y creativa atención. Esto no es sólo para apreciar

las diferencias históricas y experimentales dentro y entre las

comunidades, regiones, países y ciudades, entre culturas na­

cionales, entre diásporas, pero también para reconocer los

otros tipos de diferencias que ubican, posicionan y localizan

a la gente negra. El asunto no es simplemente que, dado que

nuestras diferencias raciales no constituyen el todo de nos­

otros, somos siempre diferentes, tratamos diferentes tipos de

diferencias (de género, de sexualidad, de clase). También suce­

de que estos antagonismos se niegan a aparecer prolijamente

alineados, simplemente no son reductibles unos a otros, ellos

222

Page 223: TEXTOS EN DIÁSPORA. EN AMÉRICA

('Qué es "lo negro" en la cultura popular negra)

se renuncian a coalicionar alrededor de un sólo eje de dife­

renciación. Estamos siempre en negociación, no con un sim­

ple conjunto de oposiciones que nos coloquen siempre en la

misma relación con los otros, sino más bien con una serie de

posicionamientos diferentes. Cada uno tiene para sí su pun­

to de profunda identificación subjetiva. Y este es el aspecto

más dificil sobre la proliferación del campo de identidades y

antagonismos: a menudo se están dislocando en la relación

de unos con otros.

Por lo tanto, para decirlo crudamente, dadas algunas

maneras en que los hombres negros continúan viviendo sus

contraidentidades como masculinidades negras y repiten

esas fantasías de la masculinidad negra en los teatros de la

cultura popular, esas mismas masculinidades negras resultan

opresivas para las mujeres cuando se enfrentan a otros ejes

de diferencia, y reclaman visibilidad para su fortaleza sólo a

expensas de la vulnerabilidad de la mujer negra y la femi­

nización de los hombres negros gaYo El modo en el cual una

política transgresora en un dominio se encuentra constante­

mente suturada y estabilizada por políticas reaccionarias o no

evaluadas en otro campo, sólo puede ser explicado por esta

continua dislocación cruzada de una identidad por otra, de

una estructura por otra. Las etnicidades dominantes están

siempre apuntaladas por una economía sexual particular,

una masculinidad figurada particular, una particular identi­

dad de clase. No existe garantía en alcanzar una identidad

racial esencializada de la que pensemos que es posible estar

seguros, que resultará ser siempre mutuamente liberadora y

progresiva en todas las otras dimensiones. Puede ser ganada.

Existe una política allí por la que luchar. Pero la invocación

de una experiencia negra garantizada que esté detrás de ella

223

Page 224: TEXTOS EN DIÁSPORA. EN AMÉRICA

Stuart Hall

no producirá esa política. Con certeza, la pluralidad de los

antagonismos y las diferencias que ahora busca destruir la

unidad de las políticas negras, dada la complejidad de las

estructuras de subordinación que han sido formadas por la

manera en que fuimos incorporados a la diáspora negra, no

nos sorprende para nada.

Estos son los pensamientos que me llevaron a hablar,

en un momento de descuido, sobre el fin de la inocencia del

sujeto negro o el fin de una noción inocente de un sujeto

negro esencial. Y deseo acabar simplemente recordándoles

que este fin es también un principio. Como IsaacJulien dije­

ra en una entrevista (con bell hooks) en la que se discutió su

nuevo film Young Soul Rebels, intentó en su propio trabajo re­

tratar varios cuerpos raciales distintos para constituir una

variedad de las diferentes subjetividades negras, y para com­

prometerse con las posiciones de variados y diferentes tipos

de masculinidades negras: "la negritud como signo no es nun­

ca suficiente. Qué hace ese sujeto negro, cómo actúa, como

piensa políticamente (...) ser negro no es suficientemente bue­

no para mi: deseo conocer cuáles son sus politicas culturales"

(hooks, 1991).

Deseo concluir con dos pensamientos que llevan de re­

greso al tema de la cultura popular. El primero es recordar­

les que esa cultura popular, estandarizada y estereotipada tal

como suele ser, no es en absoluto, así muchas veces pensa­

mos en ella, el terreno en el que descubrimos quiénes somos

realmente, la verdad de nuestra experiencia. Es un terreno

proJUndamente mítico, Es el teatro de los deseos populares, de las

fantasías populares. Es donde descubrimos y jugamos con

la identificación de nosotros mismos, donde somos imagina­

dos, donde somos representados, no sólo para las audiencias

224

Page 225: TEXTOS EN DIÁSPORA. EN AMÉRICA

('Qy.é es "lonegro" en lacultura popular negra?

de afuera que no comprenden el mensaje, sino para nosotros

mismos por primera vez. Como dijera Freud, el sexo (y la re­

presentación) principalmente tienen lugar y suceden en la

cabeza. Segundo, aunque el terreno de lo popular pareciera

como si estuviera construido con simples oposiciones bina­

rias, en realidad", lo está. Ya les recordé acerca de la impor­

tancia de la estructura del espacio cultural en términos de

arriba y abajo, y la amenaza del carnaval bakhtiniano. Pienso

que Bakhtin ha sido profundamente malinterpretado. Lo

carnavalesco no es solamente un giro entre dos polos, que

permanecen encerrados dentro de sus armazones opuestas,

sino que está también atravesado por lo que Bakhtin llama

lo dialógico.

Simplemente deseo concluir con una cita que refiere a lo

que supone la comprensión de la cultura popular sobre una

base dialógica más que de una manera estrictamente oposi­

cional, extraída de The Politics and Poetics of Transgression, de

Stallybrass y White:

Un modelo recurrente emerge: lo "alto" intenta rechazary eliminar lo "bajo" por razones de prestigio y de estatus,únicamente para descubrir que no sólo es de alguna for­ma frecuentemente dependiente del otro-bajo [...] sinotambién que lo alto incluye simbólicamente lo bajo, comoel componente erotizado fundamental de su propia fan­tasía. El resultado es una móvil y conflictiva fusión depoder, temor y deseo en la construcción de la subjetivi­dad: una dependencia psicológica sobre precisamenteaquellos otros que están siendo rigurosamente opuestosy excluidos en el nivel social. Por esta razón, lo que essocialmente periférico es tan frecuente simbélicamente cen­tral. .. (StaUybrassy White, 1986: 5).

225

Page 226: TEXTOS EN DIÁSPORA. EN AMÉRICA

Stuart Hall

Bibliografia

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Contemporary Art, pp. 19-36.

226

Page 227: TEXTOS EN DIÁSPORA. EN AMÉRICA

DE LA ESCLAVITUD AL

ENCARCELAMIENTO MASIVO.PENSAR DE NUEVO LA "CUESTIÓN RACIAL"

EN LOS ESTADOS UNIDOS*

•Loíc Wacquant

No una, sino varias "instituciones peculiares" han funcionado

con éxito para definir, confinar y controlar a los afroamerica­

nos a lo largo de la historia de los Estados Unidos. La primera

es la esclavitud en régimen depertenencia personal [chatte! slavery]

como pivote de la economía de plantación y matriz de incen­

tivación de la división racial desde la época colonial hasta la

Guerra Civil. La segunda es el sistema de Jim Crow de discri­

minación y segregación impuestas por ley desde la cuna has­

ta la tumba, que apuntaló la sociedad predominantemente

agraria de los estados sureños desde el fin de la Reconstruc­

ción hasta la revolución de los Derechos Civiles, que echó

abajo este sistema un largo siglo después de la abolición. El

tercer dispositivo especial de los Estados Unidos para conte­

ner a los descendientes de los esclavos en las metrópolis in­

dustriales septentrionales es el ghetto, que se corresponde con

la urbanización y proletarización conjuntas de los afroame­

ricanos desde la Gran Migración de 1914-1930 hasta la dé­

cada de 1960, en la que la transformación concurrente de la

• Texto orginal: "Frorn Slavcry to Mass Incarccration: Rcthinking the 'Racc Qucs­

tion' in the Unitcd Statcs", New Left Reouui, 2a. serie, 13, enero-febrero, 2002.

pp. 40-61. Revisión de la versión en español con el acuerdo del autor de "De la

esclavitud al encarcelamiento masivo", New l..efl Raneur,edición en español, Ma­

drid, núm. 13, marzo-abril, 2002, pp. 38-58.

227

Page 228: TEXTOS EN DIÁSPORA. EN AMÉRICA

Loíc Wacquant

economía y del Estado y la protesta en aumento de la pobla­

ción negra contra la exclusión de casta continuada, que alcan­

zó su clímax con las explosivas revueltas urbanas narradas en

el Informe de la Comisión Kerner, lo volvieron en parte obso­

leto (Stampp, 1989; Berlin, 1998; Vann Woodward, 1989;

Litwack, 1998; Spear, 1968; Kerner Comision, 1988).

El cuarto, sostendré aquí, es el novedoso complejo insti­

tucional formado por los restos delghetto negroy porel aparato car­

celario con el que éste ha quedado unido a través de una rela­

ción de simbiosis estructural y subrogación funcional. Esto

sugiere que la esclavitud y el encarcelamiento masivo están

genealógicamente ligados y que no se puede comprender

éste -sus tiempos, su composición y su poco conflictiva apa­

rición, así como la ignorancia o aceptación calladas de sus

efectos nocivos sobre aquellos a quienes afecta-e- sin volver

sobre aquella como punto de partida histórico y equivalente

funcional.

Considerada sobre el telón de fondo de toda la trayec­

toria histórica de la dominación racial en Estados Unidos

(resumida en el Cuadro 1), la "desproporcionalidad" crecien­

te y manifiesta en el encarcelamiento que han padecido los

afroamericanos durante las últimas tres décadas puede en­

tenderse como resultado de las funciones "extracriminológi­

cas" con las que el sistema penitenciario ha venido a cargar

a raíz de la crisis del ghetto y de la persistencia del estigma

que sufren los descendientes de los esclavos en virtud de su

pertenencia a un grupo privado constitutivamente de honra

étnica (el Massehre de Max Weber).

No es la criminalidad, sino la necesidad de apuntalar una

división de castas que se estaba erosionando, así como de re­

forzar el régimen emergente de trabajo asalariado desocia-

228

Page 229: TEXTOS EN DIÁSPORA. EN AMÉRICA

De la esclavitud al encarcelamiento masivo

lizado al que la mayor parte de la población negra se ve con­

denada en virtud de su falta de capital cultural comercializa­

ble y al que los más desfavorecidos dentro de ella se resisten

huyendo hacia la economía ilegal de la calle, lo que consti­

tuye el principal ímpetu tras la extraordinaria expansión del

Estado penitenciario de los Estados Unidos en la era poskey­

nesiana, tras su política defacto de "acción carcelaria afirma­

tiva" hacia los afroamericanos (Wacquant, 1998, 1999).

CUADRO I. Las cuatro "instituciones peculiares'íy sufundamento

Institución Forma de mano Núcleo de Tipo socialde obra la economía dominante

Esclavitud Mano de obra De plantación Esclavo(1619-1865) fija no libre

Jim Crow Mano de obra Agrario y Aparcero(Sur, 1865-1965) fija libre extractivo

Ghetto Mano de obra De manufactura Obrero de(Norte, móvil libre industrial fábrica1915-1968) segmentada

Hiperghetto y Mano de obra De servicios Destinatariocárcel (1 968-) excedente fija posindustriales de la asistencia

polarizados social (mujer) ycriminal (hombre)

229

Page 230: TEXTOS EN DIÁSPORA. EN AMÉRICA

Loic Wacquant

Desproporcionalidad racial en la encarcelación estadounidense

Tres crudos datos sobresalen y dan una medida del impacto desproporcionado delencarcelamiento masivo sobre los afroamericanos. En primer lugar, la composiciónétnica de la población reclusa de los Estados Unidos prácticamente se ha innertido cnlos últimos cincuenta años, pasando dc cerca de 70% blanco (anglo) a mediados de

siglo a menos de 30% hoy. Contra la pcrccpción común. el predominio de negrosentre rejas no constituye una pauta antigua, sino un fenómeno novedoso y recienteque tiene 1988 como punto de inflexión: se trata del año en el que el entonces vice­

presidente George Bush pasó su infame anuncio "Willic Horton" durante la campa­ña por la presidencia, que presentaba siniestras imágenes del violador negro de una

mujer blanca como emblema del "problema criminal" contemporáneo, así como delaño después del cual los afroarncricanos empezaron a proveer la mayoría de los in­~resos en prisión para el país en su conjunto (Andcrson, 1995)

l~n segundo lugar, mientras que la diferencia entre las tasas de detención de blan­

cos y negros se ha mantenido estable, con una oscilación del porcentaje de negrosentre los años 1976 y 1992 entre 29 y 33% del total de detenidos por delitos contrala propiedad y entre 44 y 47% del de detenidos por delitos de violencia (Tonry, 1995:

64), el desequilibrio de encarcelamiento blancos-negros ha crecido rápidamente enel último cuarto de siglo, saltando de uno por cada cinco en 1985, a uno por cadaocho hoy dia. Esta tendencia resulta aún más sorprenden te al darse en un periododurante el cual un número significativo de afroarncricanos ha ingresado en la po­licía, los tribunales y la administración penitenciaria y ascendido desde los rangosinferiores de estas instituciones, y en el que las formas más patentes de discrimina­ción racial que eran comunes en estos cuerpos hasta bien entrada la década de1970 se han reducido en gran medida, o erradicado por completo (Blumstein, 1993:743-760; pero véase también la contra argumentación que ofrece Cole,"1999).

Por último, la probabilidad acumulativa a lo largo de una vida de "cumplir con­dena" en una penitenciaria estatal o federal, basada en los índices de encarcelación de

principios de la década de 1990, es de 4% para la población blanca, de 16% para lapoblación latina y de un asombroso 29% para la población negra (Bonczar, Beck,1997; para un análisis estado por estado, véase Maucr, 1997). Dado el gradiente declase del encarcelamiento, este porcentaje parece indicar queuna mayoría deofroameri­

canOl deestatus (subiproletano le enfrenta a una condena de uno o varios años y, en mu­chos casos, a varias condenas- en algún momento de su vida adulta, con todas lostrastornos familiares, profesionales y legales que esto supone, ineluido el recorte dederechos sociales y civiles y la pérdida temporal o permanente del derecho a voto.A partir de 1997, en el ámbito nacional, prácticamente uno de cada seis hombresnegros estaba exeluido de las urnas debido a una condena penal y más de un quintode ellos tenía prohibido dar su voto en Alabama, Conneetieut, Florida, Iowa, Mis­sissippi, Nuevo México, Texas, Washington y Wyoming (Hagan, Dinowitzcr, 1999;Fellner, Maucr, 1998). Casi 35 años después de que el movimiento por los DerechosCiviles consiguiera por fin el acceso efectivo de los afroamerieanos al voto, un largosiglo después de la Abolición, el sistema penal está retirando este derecho a través dedisposiciones legales de dudosa validez constitucional y que en muchos casos vio­lan (en particular, en el de la privación del derecho a voto de por vida) convencionesinternacionales de derechos humanos ratificadas por los Estados Unidos.

230

Page 231: TEXTOS EN DIÁSPORA. EN AMÉRICA

De la esclavitud al encarcelamiento masivo

Extracción de trabajo y división de castas

Las tres primeras "instituciones peculiares" de los Estados

Unidos, la esclavitud,Jim Crow y el ghetto, tienen una cosa en

común: todas ellas constituyeron instrumentos para la extrac­

ción de trabajo y la condena al ostracismo social conjuntas de un

grupo marginado juzgado inasimilable en virtud del triple

estigma indeleble que todavía hoy porta. Los afroamericanos

llegaron bajo cautiverio a la tierra de la libertad. En conse­

cuencia, se vieron privados del derecho a voto en la autopro­

clamada cuna de la democracia (hasta 1965 en el caso de los

residentes de los estados meridionales). y, debido a una falta

de afiliación nacional reconocible, quedaron despojados de

honra étnica, lo cual significa que, en lugar de situarse sim­

plemente en el último peldaño de la ordenación jerárquica

del prestigio grupal en la sociedad estadounidense, se vieron

excluidos de ella ab initio.'

l. La esclavitud (l6l9-l865). La esclavitud es una institución

sumamente maleable y versátil que se puede utilizar para

I "Entre los grupos comúnmente considerados inasimilablcs, el pueblo negro COIIS­

tituye, con mucho, el grupo más numeroso. Los negros no tienen, como los japo­

neses y los chinos, una nación políticamente organizada y una cultura establecida

que les sean propias a las que recurrir fuera de los Estados Unidos. A diferencia

dc lo que sucede con lo oriental, pertenece a lo negro una memoria histórica de

esclavitud e inferioridad. A los negros les resulta más dificil responder a un pre­

juicio con otro prejuicio y, como puedan hacer los orientales, considerarse a sí

mismos y a su historia superiores a los estadounidenses blancos y a sus recientes

logros culturales, Ellos no disponen de este tipo de fortificaciones de amor propio.

Se encuentran aprisionado" eon menos posibilidades de salida. en su condición de

casta subordinada. una casta de gentcjuzgada carente de un pasado cultural y su­

pucstamcntc incapaz de un futuro cultural" (Myrdal, 1962: .14. Cursivas añadidas).

231

Page 232: TEXTOS EN DIÁSPORA. EN AMÉRICA

Loíc Wacquant

diversos propósitos, pero que en la versión americana de

"propiedad-en-persona" estaba orientada a la provisión y

al control de mano de obra (Drescher, Enferman, 1998). Su

introducción en el siglo XVII en las regiones de Chesapeake,

Atlántico Medio y Low Country de los Estados Unidos sirvió

para reclutar y regular la mano de obra no libre importada

a la fuerza de África y de las Antillas para que se ocupara de

su economía de tabaco, arroz y agricultura mixta (a los traba­

jadores forzosos contratados europeos o indios nativos, no se

les esclavizaba debido a su mayor capacidad de resistencia y

porque su servidumbre hubiera obstaculizado la futura in­

migración, así como agotado rápidamente una oferta limi­

tada de mano de obra). Hacia finales del siglo XVIII, la escla­

vitud había empezado a reproducirse a sí misma y se había

extendido a la fértil medialuna del interior meridional que

va desde Carolina del Sur hasta Louisiana, donde suminis­

tró una organización del trabajo sumamente rentable para

la producción de algodón y la base para una sociedad de

plantación caracterizada por una cultura, una política y una

psicologia de tipo feudal (Wright, 1993).

Un subproducto imprevisto de la esclavización y deshumani­

zación sistemáticas de los africanos y de sus descendientes

sobre el suelo estadounidense fue la creación de una línea

de casta racial que separaba lo que más tarde pasaría a cali­

ficarse de "negros" y "blancos". Tal Ycomo ha demostrado

Barbara Fields, la ideología estadounidense de la "raza",

como supuesta división biológica sostenida por la aplicación

inflexible del "principio de la gota de sangre" junto al princi­

pio de hipoascendencia, cristalizó para resolver la contradic­

ción flagrante entre el cautiverio humano y la democracia

(Fields, 1990). La creencia religiosa y pseudocientífica en la

232

Page 233: TEXTOS EN DIÁSPORA. EN AMÉRICA

De la esclavitud al encarcelamiento masIVo

diferencia racial reconciliaba la cruda realidad de la mano de

obra no libre con una doctrina de la libertad que tenía los

derechos naturales como premisa, reduciendo al esclavo a la

condición de propiedad viva -tres quintos de hombre se­

gún las sagradas escrituras de la Constitución-o

2. Jim Crow (Estados sureños, 1865-1965). La división racial fue

una consecuencia, no una condición previa, de la esclavitud

estadounidense, pero una vez que estuvo instituida, se desligó

de su función inicial y adquirió una potencia social propia.

La emancipación creó pues un dilema' doble para la socie­

dad blanca del sur: cómo asegurar de nuevo el trabajo de los

antiguos esclavos, sin los cuales la economía de la región se

desplomaria, y cómo sostener la distinción capital de status

entre blancos y "personas de color", es decir, la distancia

social y simbólica requerida para evitar el horror del "mesti­

zaje" [amalgamation] con un grupo considerado inferior, des­

arraigado y miserable. Después de un prolongado interregno

que duró hasta entrada la década de 1890, durante el cual

la histeria blanca inicial dio paso a un relajamiento parcial,

aunque contradictorio, de las estructuras etnorraciales, cuan­

do finalmente se permitió a los negros votar, ocupar un cargo

público e incluso mezclarse con los blancos hasta un punto

en consonancia con el tipo de intimidad intergrupal promo­

vida por la esclavitud, la solución vino bajo la forma del régi­

men de 'Jim Crow".' Éste consistía en un conjunto de códigos

sociales y legales que prescribían la completa separación

, El término proviene de un número de canto y baile, "Jumping Jim Crow" (Jim

Crow, el saltarín), representado por primera vez en 1828 por Thomas Dartmouth

Rice, un actor popular itinerante considerado el padre del minstrel shoui "en blan­

co y negro" (Vann Woodward, 1989).

233

Page 234: TEXTOS EN DIÁSPORA. EN AMÉRICA

Loic Wacquant

de las "razas" y restringían severamente las oportunidades de

vida de los afroamericanos, al mismo tiempo que les ataban a

los blancos dentro de una relación de sumisión impregnante

respaldada por la coacción legal y por la violencia terrorista.

Importado desde el norte, donde se había experimentado

dentro de las ciudades, este régimen estipulaba que los ne­

gros viajaran en trenes y tranvías separados y tuvieran salas

de espera separadas; que residieran en los barrios bajos de

la "ciudad negra" y recibieran su educación en colegios se­

parados (en caso de recibir educación alguna); que utilizaran

centros de servicios separados y usaran sus propios baños y

fuentes; que rezaran en iglesias separadas, se divirtieran en

discotecas separadas y se sentaran en "galerías de negros"

[nigger galleries] separadas en los teatros; que recibieran aten­

ción médica en hospitales separados y exclusivamente de

personal "de color"; y que se les encarcelara en celdas sepa­

radas y enterrara en cementerios separados. Pero lo más cru­

cial de todo era el modo en el que las leyes se unían a las cos­

tumbres a la hora de condenar el "crimen incalificable" del

matrimonio, la cohabitación o el mero encuentro sexual entre

razas a fin de sostener la "ley suprema de preservación" de

las razas y el mito de la superioridad blanca innata. A través

de la propiedad blanca continuada de la tierra y de la gene­

ralización de la aparcería y del peonaje como vía de amor­

tización de las deudas, el sistema de plantaciones se mantu­

vo prácticamente intacto, mientras los antiguos esclavos se

convertían en un "campesinado dependiente y desprovisto de

propiedades, nominalmente libre pero atrapado por la pobre­

za, la ignorancia y la nueva servidumbre del arrendamiento

de la tierra" (McMillen, 1990). Al mismo tiempo que la apar­

cería ataba a la mano de obra afroamericana a la hacienda,

234

Page 235: TEXTOS EN DIÁSPORA. EN AMÉRICA

De la esdamtud al encarcelamiento masivo

un rígido código de conducta aseguraba que blancos y negros

nunca interactuaran en un plano de igualdad, ni siquiera so­

bre la pista de atletismo ni sobre el ring de boxeo (un decreto­

ley de Birmingham de 1930 ilegalizó el que blancos y negros

jugaran juntos a las damas o al dominó).' Cada vez que se

infringía, o incluso que se rozaba, la "barrera racial", se desa­

taba un torrente de violencia bajo la forma de pogromos

periódicos, asaltos del Ku Klux Klan y de justicieros, flage­

laciones públicas, asesinatos tumultuarios y linchamientos,

estando este tipo de homicidio de casta ritual concebido para

mantener a los "negros engreídos" en el lugar que se les ha­

bía asignado. Lo que hizo todo esto posible fue la rápida y

casi total privación del derecho de voto que sufrieron los ne­

gros, así como la aplicación por parte de los tribunales del

"derecho negro" [Negro law], que concedía a estos últimos

menos salvaguardas legales efectivas de las que habían disfru­

tado los esclavos anteriormente a fuerza de ser a un mismo

tiempo propiedades y personas.

3. El ghetto (Estados septentrionales, 1915-1968). La absoluta

brutalidad de la opresión de casta en el Sur, el declive del

cultivo del algodón a causa de las inundaciones y del gor­

gojo de cápsula y la apremiante escasez de mano de obra en

las fábricas septentrionales provocada por el estallido de la

primera Guerra Mundial crearon el impulso para la emigra­

ción en massede los afroamericanos a los florecientes centros

, La asamblea legislativa de Mississippi llegó a proscribir la defensa de la igual­

dad social entre negros y blancos. Una ley de 1920 condenaba a una multa de

500 dólares y a seis meses de cárcel a todo aquel "declarado culpable de impri­

mir, publicar o hacer circular argumentaciones a favor de la igualdad social o del

matrimonio mixto" (McMillen, 1990: 8-9).

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Loíc Wacquant

industriales del mediooeste y del noreste (alrededor de un

millón quinientos mil partieron en 1910-1930, seguidos de

otros tres millones en 1940-1960). Pero cuando los emigran­

tes desde el Mississippi hasta las Carolinas llegaban en tro­

pel a las metrópolis del norte, lo que descubrían allí no era

la "tierra prometida" de igualdad y plena ciudadanía, sino

otro sistema de cercamiento racial [racial enclosure], el ghetto,

que, pese a ser menos rigido y temible que aquel del que

habían huido, no era menos atosigante y constrictivo. Con

toda seguridad, tanto el mayor grado de libertad para ir y

venir en lugares públicos y para consumir en establecimientos

comerciales normales, como la desaparición de los humi­

llantes letreros que indicaban que el lugar de los "de color"

era por aquí y el de los "blancos" por allí, como el nuevo

acceso a las urnas y la renovada protección por parte de los

tribunales, además de la posibilidad de un cierto progreso

económico, y la ocasión de liberarse de la sumisión personal

y del terror a la omnipresente violencia blanca, hacían la vida

en el norte urbano incomparablemente preferible al peona­

je continuado en el sur rural: era "mejor ser una farola en

Chicago que Presidente de Dixie", como bien se lo expresa­

ran los emigrantes a Richard Wright. Pero los convenios res­

trictivos obligaron a los afroamericanos a congregarse en un

"cinturón negro" -que rápidamente se sobrepobló, se vio

infraatendido y empezó a degradarse a causa del crimen, las

enfermedades y los procesos de ruina de los edificios-, mien­

tras que el "techo laboral" los confinaba a las ocupaciones

más peligrosas, peor pagadas y más degradantes tanto en la

industria como en el servicio personal. Por lo que se refiere

a la "igualdad social", entendida como posibilidad de "ha­

cerse miembros de las camarillas, iglesias y asociaciones de

236

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De la esclavitud al encarcelamiento masivo

voluntariado de los blancos de emparentarse con sus fami­

lias", quedó firme y definitivamente negada (Drake, Cayton,

1962: 112-128).

Los negros se habían incorporado a la economía indus­

trial fordista, a la que aportaron una fuente esencial de ma­

no de obra abundante y barata dispuesta a surcar sus ciclos

de expansión y recesión. Sin embargo, siguieron viéndose blo­

queados en una posición precaria de marginalidad económi­

ca estructural y consignados a un microcosmos apartado y

dependiente, con sus correspondientesefectos de división del

trabajo, estratificación social y organismos de expresión colec­

tiva y de representación simbólica internos y específicos: una

"ciudad dentro de la ciudad" amarrada a un complexus de

iglesias y prensa, negocios y prácticas profesionales y logias

fraternales y asociaciones comunales negras que proporciona­

ban tanto un "entorno en el que los estadounidenses negros

imbuían [o podrían imbuir] sus vidas de significado" como un

baluarte "para 'proteger' el Estados Unidos blanco del 'con­

tacto social' con los negros" (Drake, Cayton, 1962:XIV). La

hostilidad de casta sostenida desde fuera y una afinidad étni­

ca renovada desde dentro convergieron para crear el ghetto

como tercer vehículo para extraer trabajo negro y, simultá­

neamente, mantener a los cuerpos negros a una distancia

segura, para provecho material y simbólico de la sociedad

blanca.

La era del ghetto como mecanismo sumo de dominación

etnorracial se había inaugurado con las revueltas urbanas de

1917"1919 (en St. Louis Este, Chicago, Longview, Houston,

etc.). Y se cerraría con una oleada de enfrentamientos, sa­

queos e incendios que sacudió cientos de ciudades estado­

unidenses de costa a costa, desde la sublevación de Watts de

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Page 238: TEXTOS EN DIÁSPORA. EN AMÉRICA

Loic Wacquant

1965 hasta las revueltas de ira y dolor desencadenadas por

el asesinato de Martín Luther King, en el verano de 1968. A

decir verdad, hacia finales de la década de 1960, el ghetto

estaba a punto de volverse funcionalmente obsoleto o, para

ser más exactos, cada vez más inadecuado para cumplir con

la doble tarea históricamente confiada a las "instituciones

peculiares" de los Estados Unidos. Desde el punto de vista de

la extracción de trabajo, el cambio de una economía industrial

urbana a una economía de servicios suburbana y la dualiza­

ción aneja de la estructura ocupacional, junto con el fuerte

aumento de la inmigración de trabajadores desde México,

el Caribe y Asia, supusieron que amplios segmentos de la

mano de obra contenidos en los "cinturones negros" de las

metrópolis septentrionales sencillamente ya no hicieran fal­

ta. Desde el punto de vista de la clausura etnorracial, la movi­

lización de los afro americanos durante varias décadas con­

tra el dominio de casta consiguió finalmente, en la favorable

coyuntura política de crisis desencadenada a raíz de la gue­

rra de Vietnam y del malestar social concomitante, obligar al

Estado federal a desmantelar la maquinaria legal de exclu­

sión de casta. Una vez garantizados el voto y los derechos

civiles, los negros eran, por fin y a la postre, plenos ciudada­

nos que ya no tolerarían las maniobras dirigidas a relegarlos

al mundo separado e inferior del ghetto.'

, l~stc era el significado de la Campaña por la Libertad de Martin Luther King del

verano de 1966 en Chicago: pretendía aplicar al ghetto las técnicas de moviliza­

ción colectiva y de desobediencia civil empleadas con éxito en el ataque contra

Jim Crow en el Sur con el objeto de poner de manifiesto y protestar contra la

vida a la que los negros se veían condenados en las metrópolis septentrionales.

La campaña para hacer de Chicago una ciudad abierta se vio rápidamente

aplastada por la tremenda represión, que tuvo como punta de lanza a 4- 000 RUar­

dias nacionales (Oakes, 1982).

238

Page 239: TEXTOS EN DIÁSPORA. EN AMÉRICA

De la esclavitud al encarcelamiento masivo

Pero mientras que los blancos, en teoría, aceptaban a

regañadientes la "integración", en la práctica se esforzaban

por mantener un abismo social y simbólico insalvable con

sus compatriotas de ascendencia africana. Abandonaron los

colegios públicos, rehuyeron el espacio público y escaparon

a millones hacia las zonas residenciales de la periferia urba­

na para evitar mezclarse y conjurar el espectro de la "igual­

dad social" en la ciudad. Se volvieron luego contra el Estado

de bienestar y contra aquellos programas sociales de los que

más dependía el progreso colectivo de los negros. Al contrario,

dieron un apoyo entusiasta a las políticas de "seguridad ciu­

dadana" que juraban reprimir con firmeza los desórdenes

públicos connaturalmente percibidos como amenazas racia­

les (Edsall, Edsall, 1991; Quadagno, 1994; Beckett, Sasson,

2000). Tales políticas apuntaban a otra institución especial

más, capaz de confinar y controlar si no a toda la comuni­

dad afroamericana, por lo menos a sus miembros más per­

turbadores, malfamados y peligrosos: la cárcel.

El ghetto COIllO cárcel, la cárcel COIllO ghetto

Para comprender el estrecho parentesco entre el ghetto y la

cárcel, que ayuda a explicar cómo el declive estructural y

la superfluidad funcional de uno condujeron al ascenso ines­

perado y al crecimiento asombroso de la otra durante el últi­

mo cuarto de siglo, es preciso caracterizar primero el ghetto

con exactitud." Pero aquí nos topamos con el fastidioso hecho

; Hasta 1975, el número de reclusos de Estados Unidos había venido disminuyen­

do a un ritmo constante durante cerca de dos décadas, hasta alcanzar un sucio

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Page 240: TEXTOS EN DIÁSPORA. EN AMÉRICA

Loic Wacquant

de que las ciencias sociales no han conseguido desarrollar

un concepto analítico sólido del ghetto; en cambio, se han con­

tentado con adoptar el concepto popular corriente del discurso

político y popular de cada época. Esto ha causado mucha

desorientación, a medida que el ghetto se ha ido combinando

sucesivamente -y confundiendo- con el distrito segregado,

el barrio étnico, el territorio de intensa pobreza o de degra­

dación de la vivienda e, incluso, en el periodo más reciente,

con el desarrollo del mito, ligado a determinada política, de

la "infraclase" [underclass] , mera acumulación de las patolo­

gías urbanas y de las conductas antisociales. ti

Una sociología comparativa e histórica de los barrios re­

servados a los judíos en las ciudades de la Europa renacen­

tista y de la "Bronzeville" estadounidense en las metrópolis

fordistas del siglo XX revela que un ghetto es, en esencia, un

dispositivo socioespacial que, en un escenario urbano, permi­

te a un grupo de status dominante condenar al ostracismo yexplotar simultáneamente a un grupo subordinado dotado

de un capital simbólico negativo, es decir, de una propiedad

encarnada que se considera que vuelve el contacto degradan-

de 380000 presos. Los analistas más destacados de la cuestión penal, de David

Rothman a Michel Foucault ya Alfred Blurnstcin, predecían entonces unánime­

mente la marginalización inminente de la cárcel como institución de control

social o, en el peor de los casos, la estabilización de la reclusión penal en un nivel

históricamente moderado. Nadie previó el crecimiento desenfrenado que ha ido

cuadruplicando la cifra de presos hasta llegar a más de dos millones en 2000,

aun cuando los niveles de crimen han permanecido estancados.

, Véase mi "Gutting the Ghetto" (2000) para una recapitulación histórica de los

significados del "ghetto" en la sociedad y en las ciencias sociales estadounidenses,

quc conduce a un diagnóstico de la curiosa expurgación de la raza de un con­

cepto expresamente acuñado para denotar un mecanismo de dominación etno­

rracial, lo cual lo ata a los intereses cambiantes de las élites estatales con relación

al nexo entre pobreza y etnicidad en las metrópolis.

240

Page 241: TEXTOS EN DIÁSPORA. EN AMÉRICA

De la esclavitud al encarcelamiento masivo

te, en virtud de lo que Max Weber denomina "juicio social

negativo de la honra". Dicho de otro modo, constituye una

relación de control y clausura etnorracial construida a partir

de cuatro elementos: (1) estigma; (it) constricción; (iit) reclusión

territorial; y (iv) encajonamiento institucional. La forma­

ción resultante es un espacio diferenciado, que contiene a una

población étnicamente homogénea, la cual se encuentra obliga­

da a desarrollar dentro de él un conjunto de instituciones inter­

conectadas que copia la estructura organizativa de la sociedad

más amplia de la que este grupo ha sido expulsado y provee

los andamiajes para la construcción de su "estilo de vida" y

de sus estrategias sociales específicas. Este nexo institucional

paralelo proporciona al grupo subordinado cierta protec­

ción, autonomía y dignidad, pero al precio de encerrarlo en

una relación de subordinación y dependencia estructurales.

El ghetto, en suma, funciona como cárcel etnorracial: enjaula

a una categoría deshonrada y restringe severamente las posi­

bilidades de vida de sus miembros en apoyo de la "monopo­

lización de los bienes u oportunidades ideales y materiales"

por parte del grupo de status dominante que habita a sus

alrededores (Weber, 1978: 935). Recuerden que los ghettos

de la Europa moderna estaban típicamente delimitados por

altos muros, con una o más puertas que se cerraban con lla­

ve por la noche y a cuyo interior los judíos tenían que regre­

sar antes del anochecer so pena de un severo castigo, y que

su perímetro se veía sujeto a un control continuo por parte

de autoridades exteriores (Wirth, 1928). Adviertan, a conti­

nuación, las homologías estructurales y funcionales con la

cárcel conceptualizada como ghetto judicial: una prisión o pe­

nitenciaria es, en realidad, un espacio "en reserva" que sirve

para confinar a la fuerza a una población legalmente denigra-

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Page 242: TEXTOS EN DIÁSPORA. EN AMÉRICA

Loíc Wacquant

da y donde esta última desarrolla sus instituciones, su identidad

mancillada y su cultura específicas. Está formada, pues, de

los mismos cuatro componentes fundamentales -estigma,

coacción, cercamiento físicoy paralelismo y aislamiento orga­

nizativo- que componen un ghetto, y concebida para cum­

plir fines semejantes.

De un modo muy similar a como el ghetto protege a los

residentes de la ciudad de la contaminación de las relaciones

con los cuerpos infectos pero necesarios de un grupo margi­

nado, a la manera de un "condón urbano", tal y como lo

expresara gráficamente Richard Sennet en su descripción

del "miedo al contacto" en la Venecia del siglo XVI (Sennet,

1994), la cárcel purifica el cuerpo social de la mancha even­

tual de aquellos de sus miembros que han cometido crímenes,

es decir, siguiendo a Durkheim, individuos que han violado

la integridad sociomoral de la colectividad irrumpiendo en

"estados firmes y fuertes de la conciencia colectiva". Estudio­

sos de la "sociedad reclusa") de Donald Clemmer y Gresham

Sykes a James Jacobs y John IIWin, han observado una y

otra vez cómo los encarcelados desarrollan sus propios roles

de argot e intercambian sistemas y criterios normativos, ya

sea como respuesta adaptativa ante los "dolores de la encar­

celación" o a través de la importación selectiva de valores de

grupos criminales y de clases bajas del exterior, de un modo

muy semejante a como los residentes del ghetto han elabora­

do o intensificado una "subcultura diferenciada" para hacer

frente a su enclaustramiento sociosimbólico (Drake, Cayton,

1962: XIII). Por lo que se refiere al segundo objetivo del ghetto,

facilitar la explotación de la categoría recluida, se trata de

un punto clave del "casa de corrección", antecesor histórico

directo de la cárcel contemporánea, y que ha desempeñado

242

Page 243: TEXTOS EN DIÁSPORA. EN AMÉRICA

De la esclavitud al encarcelamiento masivo

periódicamente un papel fundamental en la evolución y fun­

cionamiento de esta última.' Finalmente, tanto la cárcel como

el ghetto constituyen estructuras de autoridad cargadas de una

legitimidad inherentemente dudosa o problemática, cuyo

mantenimiento está asegurado por el recurso intermitente a

la fuerza externa.

Así, pues, a finales de la década de 1970, cuando la vio­

lenta reacción racial y de clase contra los avances democráti­

cos conquistados por los movimientos sociales de la década

precedente cogió pleno brío, la cárcel volvió abruptamente

al primer plano de la sociedad estadounidense y se presentó

como solución elemental y universal a todas las clases de pro­

blemas sociales. Entre estos problemas, destacaba la "crisis"

del orden social en la "inner city", eufemismo académico y

político para la incapacidad manifiesta del ghetto oscuro para

contener a una población deshonrada y supernumeraria,

en lo sucesivo considerada ~o sólo desviada y perversa, sino

realmente peligrosa, a la luz de las violentas revueltas urba­

nas de mediados de la década de 1960. Cuando los muros del

ghetto se sacudieron y amenazaron con venirse abajo, los mu­

ros de la cárcel se extendieron, ampliaron y fortalecieron pro­

porcionalmente, y la "reclusión de diferenciación", dirigida

a mantener a un grupo aislado (significado etimológico de

segregare), ganó primacía sobre la "reclusión de seguridad" y

la "reclusión de autoridad" -por emplear la distinción pro-

, En su descripción del Bridewell de Londres, de la Zuchthaus de Amsterdam y

del Hospital General de París, Georg Rusche y Otto Kirschheirner demuestran

que el principal propósito de la casa de corrección era "hacer socialmente útil la

fuerza de trabajo de las personas poco dispuestas" obligándolas a trabajar bajo

estricta supervisión, con la esperanza de que, una vez puestos en libertad, "engro­

sarían voluntariamente el mercado laboral" (Rusche y Kirschheimer, 1939, p. 42;

para la cárcel contemporánea, véase Spierenburg, 1991l.

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Page 244: TEXTOS EN DIÁSPORA. EN AMÉRICA

Loíc Wacquant

puesta por el sociólogo francés Claude Faugeron (1995)-.

Pronto el ghetto negro, convertido en un instrumento de exclu­

sión desnuda a causa del cercenamiento concurrente del

trabajo asalariado y de la protección social, y desestabilizado

además por la creciente penetración del brazo penal del

Estado, quedó íntimamente unido a la prisión y al sistema

penitenciario por una triple relación de equivalencia funcio­

nal, homologación estructural y sincretismo cultural, de tal

suerte que ahora éstos constituyen un único continuo carcelario

que atrapa a una población remanente de hombres (y, cada

vez más, mujeres) negros muy jóvenes que circulan en cir­

cuito cerrado entre sus dos polos, en un ciclo autoperpetua­

dar de marginalidad social y legal con consecuencias perso­

nales y sociales devastadoras."

Ahora bien, el sistema carcelario había funcionado ya

como institución secundaria para la preservación de la casta y

para el control de la mano de obra en los Estados Unidos

durante la transición previa entre el régimen de dominación

racial pivotador alrededor de la esclavitud y el régimen de

Jim Crow impuesto en los estados sureños. Al día siguiente

de la emancipación, las cárceles meridionales vieron como

se llenaban de población negra de la noche a la mañana,

cuando "miles de ex esclavos fueron detenidos, juzgados y

condenados por actos que antes se había encargado de cas­

tigar sólo el amo" y por negarse a comportarse como sier­

vos y a seguir las reglas degradantes del código de conducta

racial. Poco después, los antiguos estados confederados in­

trodujeron el "arrendamiento de presidiarios", en respuesta

, Una discusión más completa de esta "simbiosis mortífera" entre el ghetto y la cár­

cel en la era posdercchos civiles viene proporcionada en mi "Dcadly Syrnbiosis"

(2001)

244

Page 245: TEXTOS EN DIÁSPORA. EN AMÉRICA

De la esclavitud al encarcelamiento masivo

al pánico moral ante el "crimen negro", que ofrecía la doble

ventaja de generar fondos ingentes para las arcas de los Esta­

dos y de proveer abundante mano de obra coaccionada para

labrar los campos, construir los diques, poner las vías ferrovia­

rias, limpiar los pantanos y cavar en las minas de la región

en condiciones homicidas." De hecho, los trabajos forzados,

bajo la forma de arriendo de presidiarios y de su heredera,

la cadena de presos [the chain gang] , desempeñaron un papel

principal en el progreso económico del Nuevo Sur durante la

Era progresista, al "reconciliar la modernización con la con­

tinuación de la dominación racial" (Lichtenstein, 1999: 195).

Lo que hace que la intercesión racial del sistema carcela­

rio sea diferente hoy en día es que, a diferencia de la esc1avi­

tud,Jim Crow y el ghetto de mediados de siglo, ésta no cumple

una misión económica positiva de reclutamiento y disciplina­

miento de la mano de obra: sirve únicamente de depósito de

las fracciones precarias y desproletarizadas de la clase obrera

negra, ya sea porque no pueden encontrar empleo debido a

una combinación de déficits de habilidades, discriminación

patronal y competencia de los inmigrantes, o porque se nie­

gan a someterse a la humillación de un trabajo que carece de

las mínimas condiciones en los sectores periféricos de la eco­

nomía de servicios, sistema que los residentes de losghettos fre­

cuentemente tachan de "trabajos de esclavo". Pero, actual-

., f~sta no es una figura retórica: la tasa de mortalidad anual de los presidiarios

alcanzaba, en la década de 1880, 16% en el estado de Mississipi, donde "ni un

solo presidiario arrendado llegó jamás a vivir lo suficiente como para cumplir

una condena de la o más años". Cientos de niños negros, muchos dc apenas seis

años de edad, fueron arrendados por el Estado a beneficio de propietarios de

plantaciones, hombres de negocios y financieros para trabajar en condiciones

que hasta a algunos sudistas patricios les resultaban vergonzosas y "una mancha

en nuestra hombría" (Oschinsky, 1996).

245

Page 246: TEXTOS EN DIÁSPORA. EN AMÉRICA

Loíc Wacquant

mente, existe una presión financiera e ideológica cada vez ma­

yor, así como un interés político renovado, para conseguir

que se relajen las restricciones a los trabajos forzados con el

objeto de (re)introducir el trabajo descalificado masivo para

empresas privadas en el interior de las cárceles estadouniden­

ses: poner a trabajar a la mayoría de los presos contribuiría

a rebajar la "factura carcelaria" del país, así como a extender

de manera eficaz a los pobres recluidos las exigencias del

wor/ifáre ahora impuestas a los pobres libres como requisito

de la ciudadanía (Wacquant, ,1999).10 La próxima década dirá

si la cárcel sigue siendo un apéndice del ghetto oscuro o lo susti­

tuye para montárselo por su cuenta y convertirse en la cuarta

"institución peculiar" de los Estados Unidos.

Construcción de la raza y muerte social

La esclavitud, el sistema de Jim Crow y el ghetto son institucio­

nes de "construcción de la raza", lo cual quiere decir que no se

limitan a procesar una división etnorracial que de algún modo

existiría fuera y de forma independiente de ellas. Por el con­

trario, cada una de estas instituciones produce (o coproduce) esta

división (de nuevo), a partir de demarcaciones y disparidades

heredadas de poder grupal, y la inscribe, en cada época, en una

constelación característica de formas materiales y simbólicas.

y todas estas instituciones han racializado constantemente

la frontera arbitraria que apartaba a los afroamericanos de

ro El testimonio experto presentado a las comisiones sobre poder judicial y crimen du­

ran te la discusión de la Prison Industries Reform Act [Leyde Reforma de las Industria.

PenitenciariasJ de 1998 ligaba explícitamente la reforma del Estado del bienestar

a la necesidad de aumentar el trabajo recluso en beneficio del sector privado.

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Page 247: TEXTOS EN DIÁSPORA. EN AMÉRICA

De la esclatntud al encarcelamiento masivo

todo el resto en los Estados Unidos, negando activamente el

origen cultural de esta frontera en la historia y adscribién­

dola, en cambio, a una necesidad ficticia de la biología.

La concepción sumamente particular de la "raza" que los

Estados Unidos ha inventado, prácticamente única en el mun­

do en su rigidez y en su significación, constituye un resultado

directo del choque decisivo entre la esclavitud y la democracia

en tanto que modos de organización de la vida social después

de que el cautiverio se hubiera instituido como forma princi­

pal de leva y control de la mano de obra en una colonia poco

poblada, escenario de un sistema de producción precapitalis­

tao El régimen de Jim Crow reelaboró la frontera racializada

entre esclavo y hombre libre, convirtiéndola en una rigida se­

paración de castas entre "blancos" y "negros" -categoría

que incluía a todas las personas de conocida ascendencia afri­

cana, por muy mínima que fuera-, que infectaba cada res­

quicio del sistema social postbellum de los estados sureños. El

ghetto, por su parte, grababa esta dicotomía sobre la com­

posición espacial y sobre los esquemas institucionales de la

metrópoli industrial. Hasta tal punto que, tras las "revueltas

urbanas" de la década de 1960, que en verdad fueron suble­

vaciones contra la intersección de las subordinaciones de casta

y de clase, "urbano" y negro se convirtieron casi en sinóni­

mos, tanto en el diseño de las políticas a seguir como en ellenguaje cotidiano. Y la "crisis" de la ciudad pasó a represen­

tar la contradicción permanente entre el tenor individualista

y competitivo de la vida americana, por un lado, y el apar­

tamiento sostenido de los afroamericanos de ella, por otro."

11 Dos indicadores bastan para iluminar la condena permanente al ostracismo de

los afroamericanos en la sociedad estadounidense. Por un lado, estos constituyen

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Page 248: TEXTOS EN DIÁSPORA. EN AMÉRICA

Loíc Wacquant

En los albores de un nuevo siglo, depende de la cuarta

"institución peculiar", nacida de la contigüidad del hiperghetto

con el sistema carcelario, la remodelación del significado y

la importancia social de la "raza" de acuerdo con los dicta­

dos de la economía desregulada y del Estado poskeynesia­

no. Ahora bien, el aparato penal ha servido durante mucho

tiempo de complemento de la dominación etnorracial, ayu­

dando a estabilizar un régimen atacado o a tender un puen­

te para salvar el lapso entre dos regímenes sucesivos: así, los

"Códigos negros" [Black Codes] de la Reconstrucción sirvíe­

ron para mantener a la mano de obra afroamericana en su

lugar tras la desaparición de la esclavítud, mientras que la

criminalización de las protestas por los derechos civíles en los

estados sureños durante la década de 1950 se proponían re­

trasar la agonía de Jim Crow. Pero el papel de la institución

carcelaria hoy día es diferente, en el sentido de que ésta, por

primera vez en la historia estadounidense, se ha elevado al

rango de máquina principal de "construcción de la raza".

Entre los múltiples efectos del ensamblaje de ghetto y pri­

sión para formar una malla carcelaria ampliada, quizá el

más importante sea la revívíficación práctica y la solidificación

oficial de esa asociación secular de la negritud con la criminalidadyla violencia perversa. Junto con el retorno de mitologías estilo

Lombroso sobre el atavísmo criminal y la amplía difusión de

el único grupo al que se ha "hiperscgregado", sometiéndolo a un aislamiento es­

pacial que se ha desplazado a lo largo del siglo del macronivel del Estado y del

condado al micronivel de la municipalidad y el barrio, con el objeto de minimi­

zar los contactos con los blancos (Massey, Dentan, 1993; Masscy, Hajnal 1995).

Por otro lado, sc les sigue prohibiendo la exogamia hasta un punto desconocido

para cualquier otra comunidad, pese al reciente crecimiento de las denominadas

familias multirracialcs, con menos de 3% de mujeres negras en matrimonios mix­

tos frente a una mayoría de mujeres hispanas y asiáticas (Da Costa, 2000).

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De la esclavitud al encarcelamiento masivo

metáforas bestiales en el campo periodístico y político (donde

las menciones de "superdepredadores", "manadas de lobos",

"animales" y similares son frecuentes), el encarcelamiento

masivo y sobredimensionado de los negros ha proporcionado

una poderosa justificación racional para "emplear el color

como poder de la peligrosidad" (Kennedy, 1997). En los últi­

mos años, los tribunales han autorizado sistemáticamente a

la policía a utilizar la raza como "señal negativa de riesgo in­

crementado de criminalidad" y los estudiosos del derecho se

han apresurado a respaldar este proceder considerándolo una

"adaptación racional a la demografia del crimen", puesta

de relieve y confirmada, por así decirlo, por el incremento de

los individuos negros entre la población reclusa, pese a que

semejante práctica suponga contradicciones graves desde el

punto de vista del derecho constitucional. En todo el sistema

penal urbano, en estos momentos, la fórmula ''joven+negro

+varón" se identifica abiertamente con la "causa probable"

que justifica la detención, el interrogatorio, el cacheo y la

reclusión de millones de varones afroamericanos cada año.

En la era de las políticas de "seguridad ciudadana" con

objetivos racializados y de su adlátere sociológico, el encar­

celamiento masivo con sesgo racial, la imagen pública rei­

nante del criminal ya no es simplemente la de "un monstruum

-un ser cuyos rasgos resultan inherentemente diferentes a

los nuestros"-, sino la de un monstruo negro, en la medida

en que los hombres afroamericanos jóvenes de la "innercuy"han pasado a personificar la mezcla explosiva de deprava­

ción moral y violencia criminal. La fusión de negritud y crimen

en la representación colectiva y en la política gubernamental

(con la fusión de negritud y asistencia social como otra cara

de la ecuación) reactiva, pues, la "raza", dando una salida

249

Page 250: TEXTOS EN DIÁSPORA. EN AMÉRICA

Loic Wacquant

legítima a la expresión de inquina antinegra bajo la forma de

vituperio público de criminales y presos. Tal y como señala el

escritorJohn Edgar 'Nideman: "Resulta respetable emplumar

a criminales, ser partidario de echar el candado de la celda

y tirar la llave. No es racista estar contra el crimen, aunque

el criminal arquetípico que aparece en los medios de comu­

nicación y en la imagínación pública tenga casi siempre la

cara de ·'Willie' Hartan. Paulatinamente, 'urbano' y 'ghetto'

se han convertido en palabras en clave para lugares terribles

donde sólo residen los negros. La cárcel se está viendo rápi­

damente relexificada de acuerdo con la misma pauta de se­

gregación" (Wideman, 1995).

De hecho, cuando "ser un hombre de color de una clase

económica y de un entorno determinados equivale para la

opinión pública a ser un criminal", ser procesado por el sis­

tema penal equivale a ser hecho negro, y "cumplir conde­

na" [doing time] entre rejas es, al mismo tiempo, "marcar la

raza" (Wideman, 1995).

Al asumir un papel central en el gobierno poskeynesiano

de la raza y la pobreza -en la encrucijada constituida por

un mercado laboral desregulado de bajos salarios y por un

aparato renovado de "weifare-worlifare" diseñado para soste­

ner el empleo temporal y los vestigíos del ghetto-, el sistema

carcelario hipertrofiado de los Estados U nidos se ha conver­

tido, por derecho propio, en un motor fundamental de la

producción simbólica. No sólo constituye la institución pree­

minente de significación e imposición de la negritud, de un

modo muy semejante a como lo fue la esclavitud durante los

tres primeros siglos de la historia estadounidense. Exacta­

mente igual que el cautiverio llevaba a efecto la "muerte so­

cial" de los cautivos africanos importados y de sus deseen-

250

Page 251: TEXTOS EN DIÁSPORA. EN AMÉRICA

dientes sobre suelo americano, el encarcelamiento masivo

induce también la muerte civil de aquellos a quienes atrapa,

expulsándoles del pacto social (Patterson, 1982). Los reclu­

sos de hoy día son, pues, objeto de un triple movimiento de

clausura exclusivista:

.z) A los presos se les niega el acceso al capital cultural va-

lorado: justo en el momento en el que los títulos uni­

versitarios se están convirtiendo en un prerrequisito

para el empleo en el sector (semi)protegido del mer­

cado laboral, se expulsa a los reclusos de la educación

superior, quitando el derecho a las Becas Pell [Pell

Grant] , primero, en 1988, a los procesados por delitos

de drogas, luego, en 1992, a los presidiarios conde­

nados a muerte o a cadena perpetua sin posibilidad

de libertad condicional y, para terminar, en 1994, a

todos los presos estatales y federales restantes. Esta

expulsión se votó en el Congreso con el único propó­

sito de acentuar la falla simbólica entre criminales y

"ciudadanos observantes de la ley", pese a las prue­

bas abrumadoras de que los programas educativos

en la prisión reducen drásticamente el índice de rein­

cidencia, así como contribuyen a mantener el orden

en la cárcel (Page, 2001).

iz) A los presos se les excluye sistemáticamente de la re­

distribución social y de las ayudas públicas, en una épo­

ca en la que la inseguridad laboral vuelve el acceso a

este tipo de programas más vital que nunca para

quienes habitan las regiones inferiores del espacio

social. Hay leyes que niegan los subsidios de la segu­

ridad social, la ayuda al ex combatiente y los bonos

251

Page 252: TEXTOS EN DIÁSPORA. EN AMÉRICA

252

Loíc Wacquant

de subvención alimentaria [fiod stamps] a cualquie­

ra que haya estado detenido por más de 60 días. La

U'ork Opportuniry andPersonal Responsibility Act [Ley so­

bre Oportunidad de Empleo y Responsabilidad Per­

sonal] de 1996 veda, además, a la mayor parte de ex

presidiarios del Seguro contra la Enfermedad [Medi­

caid] , de la vivienda pública, de los programas de

vivienda subvencionada y de otras formas de asisten­

cia relacionadas. La primavera de 1998, el presidente

Clinton denunció como "un fraude y un abuso" into­

lerables, cometidos contra las "familias trabajadoras"

que "siguen las reglas", el hecho de que algunos presos

(o sus hogares) siguieran recibiendo subsidios públi­

cos debido a la aplicación burocrática negligente de

estas prohibiciones. Y puso en marcha con orgullo una

"cooperación federal, estatal y local sin precedentes,

así como nuevos e innovadores programas de incen­

tivación" que utilizaban las últimas "herramientas

. al-tee" "para borrar de sus listas a todo recluso" que

recibiera todavía ayudas (véaseel recuadro a continua­

ción), incluido el pago de recompensas a los condados

que entregaran de inmediato información identifica­

toria sobre sus detenidos en prisión a la Administra­

ción de la Seguridad Social.

iiz) A los presidiarios se les impide la participación políticaa través de la "privación penal del derecho a voto"

[criminal disenfranchisement] llevada a cabo a una escala y

con un vigor no concebidos en ningún otro país. Todos

los miembros de la Unión Americana salvo cuatro

deniegan el voto a los adultos con plenas capacidades

mentales detenidos en centros penitenciarios; 39 esta-

Page 253: TEXTOS EN DIÁSPORA. EN AMÉRICA

dos prohíben a los presidiarios en libertad vigilada a

prueba ejercer sus derechos políticos y 32 estados se

lo prohíben a los que disfrutan de libertad condicio­

nal. En 14 estados, se prohíbe a los ex presos votar,

incluso cuando ya no están bajo la supervisión de la

justicia penal, y en 10 de estos estados, esta prohibi­

ción es de por vida. El resultado es que cerca de cua­

tro millones de estadounidenses han perdido temporal

o definitivamente la posibilidad de echar su papeleta

en la urna electoral, entre los cuales, un millón cua­

trocientos setenta mil que ya no están entre rejas y otro

millón trescientos noventa mil que ya cumplieron su

condena completa (Fellner, Mauer, 1998). Apenas

25 años después de acceder al pleno derecho al voto,

uno de cada siete hombres negros a escala nacional se

ve excluido de la cabina electoral a través de la priva­

ción penal del derecho a voto [penal disenfranchisement] y

siete estados niegan el voto de manera definitiva a más

de 25% de sus residentes varones negros.

A través de esta triple exclusión, la cárcel y el sistema penal

contribuyen, en términos más generales, a la reconstrucción en

curso de la "comunidad imaginada" de los estadounidenses en torno

a la oposición polar entre las loables "familias trabajadoras"

-implícitamente blancas, residentes en la periferia residen­

cial urbana y potenciales receptores de ayudas públicas- y

la despreciable "infraclase" de criminales, gandules y san­

guijuelas, una hidra antisocial de dos cabezas personificada,

del lado femenino, por la disoluta madre adolescente que

vive de las ayudas sociales [teenage "ioelfare mother"] y, del lado

masculino, por el peligroso "violador en banda" de la calle

253

Page 254: TEXTOS EN DIÁSPORA. EN AMÉRICA

Loic Wacquant

Clinton toma con orgullo "enérgicas medidas" contra"el fraude y el abuso" de los reclusos

Buenos días. Esta mañana me gustaría hablarles de una de las vías en las que estamos tra­bajando para restituir la le de los estadounidenses en nuestro gobierno nacional, en nues­tros esfuerzos por reforzar la Seguridad Social y otras ayudas fundamentales tomandoenérgicas .¿ncdidas contra el fraude y el abuso, Durante más de sesenta años, laSeguridad Social ha significado algo más que un mero número de identificación sobreun impreso fiscal, incluso más que un talón mensual en el buzón. Ha reflejado nuestrosvalores más profundos, las obligaciones que tenemos hacia nuestros padres, uno hacíaotro, hacia nuestros hijos y nietos, hacia aquellos a los que golpea la desgracia, haciaquienes merecen una v<.:jcz decente, hacia nuestro ideal de América.

He aquí el motivo por el que me preocupó tanto descubrir hace algún tiempo quemuchos presos, excluidos, por ley, de la obtención de la mayor parle de estas ayudas fe­derales, venían en realidad cobrando talones de la Sq;uridad Social mientras se encon­traban entre rejas. Los reclusos estaban, de hecho, a tenor de nuestra ley, cometiendoimpunemente fraude, ante todo porque era extremadamente dificil reunir informaciónactualizada de los presos de las más de 3500 prisiones de nuestra nación. Pero gracias auna cooperación federal, estatal y local sin precedentes, así como a nuevos e innovadoresprogramas de inccntivación, ahora estamos poniendo fin a esta situación

La Administración de la Seguridad Social ha creado una base de datos permanen­temente actualizada que ya cubre más de 99% del total de presos, la lista más completa dela historia de nuestra población reclusa. Y, lo que es más importante, la Administraciónde la Seguridad Social está empleando esta lista con grandes resultados. Para finales delaño pasado, habíamos retirado las ayudas a más de 70000 presllS. Esto significa que, du­rante los próximos cinco años, ahorraremos a nuestros contribuyentes 2500 millonesde dólares --nada menos que 2500 millones de dólares que irán a servir a esas fami­lias nuestras que trabajan tan duro.

Ahora nos vamos a basar en el éxito de la Administración de la Seguridad Social enahorrarles a los contribuyentes el fraude de los reclusos. Dentro de unos breves instantes,voy a firmar una nota ejecutiva que ordena a los Ministerios de Trabajo, Asuntos delos Ex combatientes,Justícia, Educación y Agricultura utilizar la experiencia y las herra­mientas al-tee de la Administración de la Seguridad Social para mejorar sus propios esfuer­zos por borrar de sus listas a todo recluso que esté recibiendo ayudas al ex combatiente,bonos de subvención alimentaria lfoodJtampsJ o cualquier otro tipo de ayuda federaldenegada por ley.

Esperamos que estas exhaustivas batidas efectuadas por nuestros organismos nos per­mitan ahorrar a los contribuyentes millones y millones más de dólares, además de los mi­les de millones que ya hemos ahorrado Rraciasa nuestras enérgicas medidas contra el frau­de a la Seguridad Social. Aseguraremos que aquellos que han cometido crímenes contrala sociedad no tenRan la ocasión de cometer también delitos contra los contribuyen les.

El pueblo estadounidense tiene derecho a esperar que su g-obierno nacional esté siem­pre en guardia contra todo tipo de despilfarro, fraude o abuso. Es nuestra obligaciónemplear iodo nuestro poder y todas nuestras herramientas para eliminar este tipo de frau­de. Nuestro deber para con el pueblo estadounidense nos compromete a garantizar quesus contribuciones a la Seguridad Social y otros dineros de la recaudación fiscal esténbeneficiando únicamente a quienes trabajaron duro, siguieron las reglas y tienen dere­cho, por ley, a recibir este dinero. Esto es exactamente lo que estamos íntentando hacer.

Gracias por escuchar.

Discurso radi'!flnico de los sábados delpresidente Clinton, 25 deabrilde 1998Disponible en el sitioweb de la C'l1Ja Blanca

254

Page 255: TEXTOS EN DIÁSPORA. EN AMÉRICA

De la esdaintud al encarcelamiento masivo

[street ''gang banger''J -ambos, por definición, de piel oscura,

urbanos y no aptos para recibir las mencionadas ayudas

públicas-o A las primeras, se las ensalza como viva encarna­

ción de los auténticos valores americanos, del autocontrol,

del aplazamiento de la satisfacción y de la subordinación de

la vida al trabajo; a los segundos, se los vitupera como odiosa

personificación de su profanación abyecta, la "cara oscura"

del "sueño americano" de opulencia y oportunidades para

todos, que, según se cree, emana de la moral anclada en

la conyugalidad y en el trabajo. y, cada vez más, lo que tra­

za, material y simbólicamente, la línea que divide a unas y a

otros es la cárcel.

Al otro lado de esta línea, yace un marco institucional sin

igual. Basándose en su célebre análisis de la Antigua Grecia,

el historiador de la época clásica Mases Finley (1968) ha in­

troducido una provechosa distinción entre "sociedades con

esclavos" y "auténticas sociedades esclavistas". En las prime­

ras, la esclavitud no es más que uno entre varios modos de

control de la mano de obra y la división entre esclavo y hom­

bre libre no es ni impermeable ni axial para el orden social

en su conjunto. En las segundas, el trabajo esclavizado cons­

tituye el epicentro tanto de la producción económica como de

la estructura de clases y la relación amo-esclavo proporcio­

na la pauta conforme a la cual todas las demás relaciones so­

ciales se construyen o distorsionan, de tal suerte que no deja

intacto ni un solo recoveco de la cultura, la sociedad o el yo.

El astronómico exceso de representación de los negros en los

centros de reclusión penal y el engranaje cada vez más estre­

cho del hiperghetto con el sistema carcelario sugiere que, debi­

do a la adopción por parte de los Estados Unidos del encar­

celamiento masivo como extraña política social diseñada para

2.').')

Page 256: TEXTOS EN DIÁSPORA. EN AMÉRICA

Loic Wacquant

disciplinar a los pobres y para contener a los deshonrados,

los afroamericanos de clase baja habitan ahora, no una so­

ciedad con cárceles como sus compatriotas blancos, sino la

primera auténtica sociedad carcelaria de la historia.

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Page 260: TEXTOS EN DIÁSPORA. EN AMÉRICA
Page 261: TEXTOS EN DIÁSPORA. EN AMÉRICA

NUEVOS ACTORES SOCIALES YRELEGITIMACIÓN DEL ESTADO.ESTADO y CONSTRUCCIÓN DEL

MOVIMIENTO SOCIAL DE COMUNIDADESNEGRAS EN COLOMBIA*

•Carlos Efrén Agudelo

En una definición genérica, los movimientos sociales se pue­

den concebir como respuestas concertadas de sectores de la

sociedad que desarrollando acciones colectivas defienden una

causa o procuran una reivindicación de sus intereses. Uno

de los aspectos que le da sentido a un movimiento social es

la definición de un adversario, Aquel que atenta contra sus

intereses, que se opone a ellos, que no le garantiza un dere­

cho, etc. En este sentido el Estado a través de sus diversas es­

tructuras e instituciones suele ser un contradictor recurrente

de los movimientos sociales. Sin pretender rebatir esta afirma­

ción nos parece interesante matizarla mediante un estudio

de caso en el que el Estado deviene en actor protagónico en

la construcción de un movimiento social, sin por lo tanto dejar

de ser simultáneamente el contradictor del movimiento que

él ha contribuido a crear. Éste es el caso de la intervención del

Estado en la construcción del movimiento social de comuni­

dades negras en Colombia (véase recuadro). En un contexto

político dado, Estado y movimiento social confluyen en un

* Texto en que se basó la ponencia preparada para el simposio SOC·8 "Hacia elEstado de Derecho en América Latina: Globalización, Sociedad Civil, SeguridadCiudadana y Gobernabilidad Democrática", 50 Congreso Internacional deArncricanistas, Varsovia, 10-14 de julio de 2000. Texto original: "Nuevos actoressociales y rcligitimación del Estado. Estado y construcción del movimiento socialde comunidades negras en Colombia", AnálisisPolítico, núm. 43, 2001, pp. 3·31.

261

Page 262: TEXTOS EN DIÁSPORA. EN AMÉRICA

Carlos Efrén Agudelo

Por "Movimiento Social deComunidades Negras" entendemos al conjunto de organizacio­ncs y sus respectivas bases sociales, que desarrollan acciones colectivas cn funcióndc reivindicaciones sociales, económicas, políticas y culturales instrumcntalizandocomo factor cohcsionador y legitimador fundamental una identidad étnica negra co­mún. Para el caso que nos ocupa, el " núcleo duro" del movimiento social lo consti­tuycn los grupos de pobladores negros de la región rural del Pacífico colombiano, sinembargo las expresiones urbanas de organizaciones de activistas negros y de otrasregiones del pais también se consideran parte integrante del movimiento social. Susreivindicaciones y métodos de movilización pueden coincidir o ser divergentes peroel factor que los unifica es su reivindicación como pueblo Negro o afrocolombianodiferenciado no solo racial sino ante todo culturalrncnte del resto de la sociedad,

El Pacifico colombiano: La llamada 'región pacifica colombiana corresponde a losterritorios comprendidos entre el pie de monte de la rama occidental de la cordille­ra de los Andes colombiana y la costa del Océano Pacífico. Es un área aproximadadc 100000 kilómetros cuadrados (8% del territorio nacional). Como conjunto biogeo­gráfico es una región baja mayoritariamente de selva húmeda tropical (77%) quese extiende hasta la zona del Darién en Panamá y Esmeraldas en Ecuador. Es unecosistema frágil, considerado como una de las zonas del mundo con mayor biodi­versidad. Administrativamente incluye la totalidad del departamento del Chocó yla parte occidental de Antioquia, Risaralda, Valle, Cauca y Nariño. Su poblaciónestá compuesta por 90% de negros, 6% de blancos y mestizos y 4% de indios paraun total de l' 122 860 habitantes. Esta población representa 3% del total nacional.Los centros urbanos Buenaventura, Tumaco y Quibdó concentran 50% de la po­blación, el resto habitan poblados pequeños y las regiones rurales fluviales, A pesarde la imponente mayoría de las poblaciones negras en la región del Pacífico éstasno representarían sino 10% del total de las poblaciones ncgras cn Colombia."

Poblaciones negras enColombia: No existen cifras precisas sobre el volumen total delas poblaciones negras en Colombia. Las aproximaciones estadísticas comportanestimativos entre 10% hasta 25% de la población nacional.s" Estudios compara­tivos concuerdan que Colombia es el tercer país de América en mayor cantidad depoblaciones negras, luego de Estados Unidos y Brasil. La significación socioderno­gráfica es evidente. Estamos hablando de más de 10 millones de personas de ascen­dencia africana dispersas en todo el país, aunque con territorios donde su presenciaes significativa como la región pacífica, la costa Caribe, los Valles interandinos y ciu­dades como Cali, Bogotá y Medellín. Luego de la abolición total de la esclavituden 1852, los negros fueron considerados administrativamente como ciudadanos allado de las poblaciones blancas y mestizas. Si en los textos legislativos el orden ra­cial colonial había desaparecido, en la práctica las poblaciones negras continuaronexpuestas a formas de segregación y discriminación sociorracial que han coexistidocon el discurso y las posibilidades de integración y participación democrática entanto que ciudadanos que pregonaban los principios del orden republicano.

• Cifras en Olinto, 1993, basadas en proyecciones del DANE (Departamento Nacio­nal de Estadistica) para principios del siglo XXI.

*. La cifra de 10% es avanzada por el proyecto "Movilidad, urbanización e identi­dades de las poblaciones afrocolombianas del Pacífico", Universidad del Valle­cmse (Colombia) y el lRD (Francia) 1997-2000. La de 25% la suministra la"Comisión para la formulación del Plan Nacional de Desarrollo de la Pobla­ción Afrocolombiana". Documento de 1998.

262

Page 263: TEXTOS EN DIÁSPORA. EN AMÉRICA

Nuevos actores socialesy releguimacion del Es/ado

propósito común desde intereses que se yuxtaponen y que pue­

den ser divergentes o convergentes. Es justamente la comple­

jidad de este entramado y los antecedentes que la rodearon

lo que se quiere analizar en esta comunicación.

De acuerdo con uno de los autores ya clásicos sobre el

análisis de los movimientos sociales a partir de lo que él llama

"la estructura de oportunidades políticas" (MacAdam, 1982;

MacAdam, McCarthy, Zald, 1996), una de las vertientes para

comprender las formas y la eficacia que puede asumir la ac­

ción colectiva de 'un movimiento social está dada por el tipo de

políticas públicas incorporadas al sistema y la manera como

los movimientos las utilicen. Si nos atenemos a los modelos

creados por la sociología política desde esta óptica (Kitschelt,

1986), en el caso colombiano estaríamos ante un sistema (for­

malmente) abierto, es decir, que presenta unas estructuras fa­

vorables a la construcción de los movimientos sociales, a su

reconocimiento y a la aceptación de sus demandas Podría­

mos ir más allá en el sentido de que en el caso del movimien­

to social de comunidades negras, el Estado entra a jugar un rol

protagónico no sólo porque lo reconoce como interlocutor

legítimo y acepta sus demandas que traduce en políticas pú­

blicas. Aquí el Estado participa en la construcción del movi­

miento. El desarrollo del movimiento social queda supeditado

a la aplicación de la legislación de comunidades negras, I su

dinámica de expansión fundamental se produjo a partir del

I Para el caso de Francia hay estudios que muestran el ejemplo de movimientos de

consumidores o de carácter ecologista y de género que terminan siendo coopta­

dos por el Estado que los integra a estructuras institucionales y asume lo funda­

mental del financiamiento para su funcionamiento. Si bien es cierto que estos mo­

vimientos no desaparecen y siguen jugando un rol moviJizador alrededor de sus

reivindicaciones, si pierden autonomía y márgenes de maniobra (Ollitrault, 1996;

Spanou, 199 ¡ citados por Nevcu, 1996).

263

Page 264: TEXTOS EN DIÁSPORA. EN AMÉRICA

Carlos Efrén Agudelo

financiamiento de los activistas de las organizaciones para las

actividades de construcción de las organizaciones de base y

para la participación en la elaboración de las políticas que

les conciernen.

En búsqueda de la recuperación de una legitimidad polí­

tica en aguda crisis y bajo presiones de un contexto de glo­

balización, la nueva Constitución nacional de 1991 redefine

la nación colombiana como una democracia participativa

multiétnica y pluricultural a la vez que afirma su carácter de

Estado de derecho, el rol central de la descentralización, el

desarrollo sostenible y la apertura hacia el exterior como ejes

de su política económica. En este marco, y por efecto de la ges­

tión de procesos organizativos de algunos sectores de pobla­

ciones negras y otros actores identificados con ellos, éstas fue­

ron asimiladas a una "minoría étnica" siguiendo de cerca el

modelo aplicado a las poblaciones indígenas y convertidas en

interlocutores del Estado.

La coyuntura de convocatoria a una Asamblea Nacional

Constituyente (ANC) que redactaría la nueva carta constitucio­

nal, el proceso de discusión en dicha asamblea y posteriormen­

te la elaboración concertada de la ley entre representantes del

gobierno y de las poblaciones ahora llamadas "comunidades

negras" posibilitó la consolidación o conformación de diver­

sas expresiones organizativas y procesos de movilización so­

cial y política inéditos entre este sector de la población.' Estas

dinámicas continúan en desarrollo durante la concertación

para la reglamentación y la aplicación de la legislación. Cro­

nológicamente estamos hablando de un periodo que va desde

, Algunas de estas expresiones organizativas tienen sus antecedentes en dinámicas

políticas y sociales anteriores, otras surgen como resultado directo de este proceso

que se inicia al rededor de la nueva Constitución.

264

Page 265: TEXTOS EN DIÁSPORA. EN AMÉRICA

Nueoos actores socialesy relegitimación del Estado

la etapa preconstituyente, finales de los años 1980, pasando

por las sesiones de la ANC en 1991, la creación de la "Comi­

sión Especial" que cliseña la ley (ley70 de agosto de 1993) entre

1992 y 1993, hasta el periodo de reglamentación y aplica­

ción a partir de 1993, que aún continua en curso.

Para el Estado, la presencia en el espacio político nacio­

nal, de interlocutores representativos de sectores de la socie­

dad, hasta ese momento marginalizados, se convirtió en un

imperativo que legitimaría tanto en el escenario nacional como

a nivel internacional, su vocación de renovación democráti­

ca. Tratándose de un grupo étnico se reforzaría una buena

presentación en los espacios internacionales de negociación

sobre desarrollo sostenible en los cuales la participación de

actores locales era privilegiada como línea de acción y los

pueblos autóctonos devenían un actor central.'

En cuanto a las organizaciones y personalidades indivi­

duales de las poblaciones negras que participan en este pro­

ceso de construcción del movimiento social, los propósitos se

concentran en la conquista de sus reivindicaciones socioeco­

nómicas y culturales y la búsqueda de espacios de participa­

ción política e institucional, instrumentalizando su atribución

de minoría étnica otorgada por la nueva constitución y la

legislatura corresponcliente. Más que la movilización y el acti­

vismo de las bases sociales, esta dinámica de construcción

tiene como eje central la interlocución con el Estado, lo que

, El discurso del desarrollo sostenible (respetuoso del medio ambiente y que garan­

tice la reproducción de los recursos naturales explotados), de la participación de la

sociedad en la gestión social, y el respeto a los derechos de los pueblos autóctonos

se consolida a nivel internacional por su asimilación de parte de los organismos

internacionales como las Naciones Unidas y por las grandes agencias de crédito,

durante las décadas de 1980 y 1990 (Escobar, 1999; HofTmann, 1998: 3-26).

265

Page 266: TEXTOS EN DIÁSPORA. EN AMÉRICA

Carlos Efrén Agudelo

constituye una de sus particularidades con respecto a otras

expresiones del movimiento social.

Al lado de estos dos protagonistas centrales, otros actores

y dinámicas sociales de orden local y global han incidido en

la gestacióny desarrollo de las formas de movilización social y

política que asumen sectores de las poblaciones negras colom­

bianas. Pero aquí nos ocuparemos en lo fundamental del aná­

lisis de las características de la interacción entre Estado y re­

presentantes de las organizaciones negras. Particularmente

estudiaremos dos escenarios centrales de dicha interacción:

primero, la dinámica nacional de concertación que se crea

alrededor de la i\NC, sus antecedentes generales, el papel que

empiezan ajugar en esta etapa la problemática de las pobla­

ciones negras y el inicio de visibilización de estas organizacio­

nes como actor político, deteniéndonos un poco en la relación

entre identidad cultural y movimiento social y político. Lue­

go trabajaremos sobre el proceso de concertación entre repre­

sentantes de organizaciones negras y del Estado en el seno

de la "Comisión Especial", espacio establecido por la Cons­

titución para elaboración del proyecto de ley sobre comuni­

dades negras.

La Constitución Nacional de 1991: entre respuesta

a una crisis de gobernabilidad y exigencias globales

A finales de la década de 1980 Latinoamérica se encuentra

frente a una crisis global de gobernabilidad democrática' que,

, En el sentido simple de capacidad del Estado de regular eficazmente las intcraccio­

ncs que se desarrollan en una sociedad nacional teniendo como eje articulador

la política. Democrática en cuanto es legitimada por Jos mecanismos y ¡¡;arantías

266

Page 267: TEXTOS EN DIÁSPORA. EN AMÉRICA

Nueoos actores socialesy releguimacián de!Estado

no obstante sus particularidades propias del devenir histórico

de cada país, presenta dos patrones fundamentales: el de la

crisis económica por agotamiento del modelo de desarrollo

"hacia dentro" que despega en los años 1930 y el de la crisis

política expresado en la incapacidad del Estado de regular

las relaciones con y entre las diversas expresiones de la socie­

dad. Elfactor económico se hizo más explícito en países como

México, Argentina y Brasil. En lo político los casos de Colom­

bia y Perú fueron los más paradigmáticos. Globalmente el pa­

norama generalizado aunque desigual de la crisis arrojaba un

responsable principal: el Estado. Es lo que Cavarozzzi (1991:

85-111) llama el agotamiento de la "matriz Estado-céntrica".

Los diversos procesos de reforma que se llevan a cabo entre

finales de los años 1980 y principios de los 1990 apuntaron

fundamentalmente hacia la redefinición de las reglas del jue­

go de orden económico y politico entre la sociedad y al rol

del Estado como actor central en dicha dinámica (Bejara­

no, 1994).

En el caso de Colombia se trató de la agudización de un

problema político crónico que tiene SLiS origenes en un siste­

ma bipartidista que agotó sus posíbilidades de representación

de la sociedad y del control de los conflictos sociales y políti­

cos. Se produce el desbordamiento de una violencia en la que

se expresan de manera amalgamada el conflicto político ar­

mado, la potencia de las organizaciones de narcotraficantes,

para la participación de la sociedad. Esta definición es anterior a la acepción de

gobcruahilidad (gulIvemana) que ponen en boga las agencias internacionales de

crédito y desarrollo, pero no la excluye. Para el Programa de I\'aeiones Unidas para

el Desarrollo, I':"UIJ, la gobernabilidad democrática "comprende los complejos

mecanismos, procesos e instituciones a través de los cuales los ciudadanos y los

grupos articulan su> interese" median 'u, diferencia, y ejercen su> derechos y

obligaciones legales" (Zumbado, \998).

267

Page 268: TEXTOS EN DIÁSPORA. EN AMÉRICA

Carlos Eírén Agudelo

una violencia común difusa y un Estado incapaz de controlar

estos fenómenos y que aparece también como un actor vio­

lento más a través de la violación a los derechos humanos de

parte de sus fuerzas de seguridad y de los grupos paramili­

tares de extrema derecha."

Frente a estas viulencias omnipresentes, crece el despres­

tigio de los gobernantes y legisladores, no solamente por su

incapacidad de gobernar sino también por el aumento de las

denuncias de corrupción en su contra. La precaria legitimidad

en que se apoya la continuidad de esta élite política se la otor­

gan los mecanismos de la lógica de clientela que siguen siendo

factor fundamental de soporte del régimen refrendado en cada

elección. En medio de las precariedades sociales la transac­

ción de votos contra bienes de diverso orden sigue funcionan­

do por encima del descrédito creciente del personal político

(Leal, Zamosc, 1991).

El conflicto armado se cxpresa en la presencia de organizaciones guerrilleras de

izquierda que inician su accionar a principios de los arios sesenta. Su origen y de­

sarrollo se explica tanto por el contexto internacional (auge de la lucha armada

revolucionaria luego dcl triunfo de la revolución cubana y la intensificación de

luchas anticolonialistas y avances de los sistemas comunistas) como por situaciones

internas (muchos de los dirigentes de las guerrillas vienen de participar en "La

Violencia" de los años 1940 y 1950 que entremezcló el enfrentamiento entre libe­

rales y conservadores con un conflicto social agrario. Mientras el conflicto bipar­

tidista fue superado mediante un pacto político, el Frente Nacional, múltiples

contradicciones sociales no resueltas se van a expresar en la nueva fase del con­

flicto. En cuanto a los grupos de narcotraficantes, estos se comienzan a desarro­

llar a principios de 1970, fortaleciéndose gradualmente hasta convertirse en los años

1990 en unas de las organizaciones criminales mas poderosas a nivel mundial.

Las formas de violencia no ligadas al conflicto armado ni al narcotráfico también

creccn en proporciones gigantescas y Colombia deviene el país con más muertes

violentas anuales sin estar en una situación de guerra abierta (En 1990 alcanza

una tasa de 80 muertes violentas por cada 100000 habitantes. Otros países con

problemas graves de violencia como Brasil, Panamá, Perú, Sri Lanka y los Esta­

dos Unidos, le siguen de lejos con tasas de 24.6; 22.9; 11.5; 12.2 Y8.0 respectiva­

mente (Gaitán, 1995).

268

Page 269: TEXTOS EN DIÁSPORA. EN AMÉRICA

Nuevos actores socialesy relegitimación del Estado

De forma paralela se expresan, aunque de manera inter­

mitente y fragmentada, diversas formas de protesta ciudada­

na en pos de la solución a sus reivindicaciones particulares

articuladas, en algunas ocasiones, a la exigencia de una sali­

da democrática a la crisis del país. Son expresión de estas co­

rrientes los diferentes movimientos de pobladores de concen­

traciones urbanas intermedias que constituyen en los años

1980 los llamados movimientos cívicos como instrumento de

lucha por servicios públicos básicos. Los movimientos indí­

genas con sus reivindicaciones identitarias y territoriales que

irrumpen en los años 1970 son otro ingrediente notable de mo­

vilización social y política que va ganando un espacio de re­

conocimiento entre la sociedad. En 1990 un efímero pero muy

visible movimiento estudiantil universitario de capas medias

levanta la consigna del cambio constitucional a partir de la

convocatoria a una Asamblea Nacional Constituyente como

solución a la crisis de gobernabilidad que atravesaba el país.

Otros sectores de opinión ya se estaban pronunciando en el

mismo sentido pero es esta movilización estudiantil el catali­

zador que acelera y define el rumbo que tomaría el proceso

reformador. Hay que mencionar también las iniciativas de

negociación de acuerdos de paz con los grupos guerrilleros

que se inician a principios se los años 1980 y que hacia el fi­

nal de la década mostraban resultados favorables con un sec­

tor del movimiento armado que (aunque minoritario) va a ju­

gar un papel importante en el proceso constituyente. Desde

los gobiernos de los años 1980 y de algunos sectores de los par­

tidos liberal y conservador también se escuchaban voces de

aceptación sobre la urgencia de cambios de profundidad in­

cluida una reforma constitucional. Algunos intentos de refor­

ma impulsados por el poder ejecutivo se estrellaron siempre

269

Page 270: TEXTOS EN DIÁSPORA. EN AMÉRICA

Carlos Eírén Agudclo

a una actitud inmovilista del Congreso. Se lograron sin em­

bargo la realización de cambios en materia de descentraliza­

ción fiscal, administrativa y política que serán posteriormen­

te profundizados en la redacción de la nueva Constitución

(Laurent, 1993).

En el dominio de la economía, Colombia estaba entran­

do en el proceso de apertura neoliberal pero la crisis política

se convertía -en el escenario internacional- en un factor

que obstruía el tránsito en mejores condiciones para los in­

tereses del capital a la nueva etapa de predominio de la lógi­

ca del mercado y la aceleración de los intercambios econó­

micos a escala global.

Desde el exterior, particularmente de los grandes organis­

mos internacionales de crédito, de los foros internacionales

como las Naciones Unidas, de algunos gobiernos del primer

mundo, llegaban exigencias y recomendaciones no solamen­

te de adaptación del aparato económico sino de solucionar

los problemas relativos a la seguridad interior, el respeto de los

derechos humanos, el fortalecimiento de instrumentos de par­

ticipación ciudadana y la protección del medio ambiente.

El discurso predominante en un contexto de mundialización

implicaba un rol más visible para los actores locales en la ges­

tión del desarrollo. La defensa del medio ambiente se con­

vertía en uno de los paradigmas de la nueva lógica de coexis­

tencia entre naciones dictada por los principales centros de

decisión de políticas internacionales (Escobar, 1999).

Tanto por la crisis interna como por las presiones del

exterior, el cambio constitucional mediante una Asamblea

Nacional Constituyente se fue abriendo paso como la única

alternativa de solución a los problemas de orden político, so­

cial y económico del país.

270

Page 271: TEXTOS EN DIÁSPORA. EN AMÉRICA

Nueuos actores sociales] relegitimación del Estado

El carrrino hacia la Asarriblea Nacional

Constituyente

Colombia entraba pues, en un "periodo constitucional" (Va­

lencia, 1990). Para los grupos de la sociedad que venían re­

clamando participación y soluciones a los problemas nacio­

nales se presentaba la posibilidad de contar con un espacio

de concertación con poder decisorio. Se activaron en el país

debates, foros, reuniones, asambleas impulsadas fundamen­

talmente por el gobierno y organismos no gubernamentales

que tenían como bandera prioritaria la necesidad de abrir a

todas las expresiones políticas y sociales mecanismos de parti­

cipación en la gestión de los asuntos políticos de orden local,

regional y nacional. Las iniciativas más visibles" fueron la

creación de "Mesas de trabajo" y "Comisiones preparatorias"

impulsadas por el gobierno. En todo el país se desarrollaron

espacios de discusión sectorizados por estamentos de la so­

ciedad civil. Al lado de los sectores más tradicionales como

podrían ser las organizaciones sindicales, las campesinas,

Según estadísticas del Centro de Informacíón de Sistemas para la Preparación de

la Asamblea Nacional Constituyente creado por la Presidencia de la República,

en los 32 departamentos del país se recogieron más de 200000 propuestas. En

las "Mesas de trabajo" se seleccionaron 100569 que se pusieron a disposición de

la .\:-':C. concernientes a diversos temas: la educación, la salud. el sistema politi­

co. los derechos crnicos, el derecho al trabajo, la política de salarios. entre Otros.

Las propuestas provenían mayoritariamente de individuos (83 107 propuestas), le

seguían las dc organizaciones cívicas o comunitarias (11 768), instituciones acadc­

micas (3025), juntas de acción comunal (1 739), organizaciones de profesionales

(1 574), sindicatos (1384), partidos y movimientos políticos (1000), organismos de

empresarios (634), organizaciones religiosas (573), organizaciones étnicas (386),

cooperativas (279), organizaciones culturales y deportivas (278). Datos tomados

de Laurcnt, 1993.

271

Page 272: TEXTOS EN DIÁSPORA. EN AMÉRICA

Carlos Efrén Agudclo

las indígenas, las estudiantiles, los gremios patronales o de

profesionales, aparecen también las organizaciones de mu­

jeres, los ecologistas, los cívicos, grupos religiosos y por pri­

mera vez, en el marco de una dinámica de orden nacional, las

de poblaciones negras.' .

Todos estos grupos trataban de definir en sus espacios de

discusión preconstituyente el contenido de reivindicaciones

concernientes a su sector que debía formar parte de la nue­

va Constitución: ¿Cómo participar en las elecciones de la fu­tura Asamblea Nacional Constituyente?, ¿De qué manera

debatir en dicho foro por la defensa de sus reivindicaciones?

Para el gobierno de turno (presidido por el liberal César

Gaviria), se trataba de articular sus urgencias de reforma eco­

nómica de corte neoliberal con cambios políticos que relegi­

timaran el sistema de funcionamiento de la democracia por

la vía de crear un nuevo marco institucional en el que los par­

tidos tradicionales se modernizaran y otros actores sociales

y políticos entraran a participar de manera visible en la vida

política del país. Todo esto en un marco institucional que

representara de cara a la comunidad internacional una Co­

lombia dotada de las herramientas para ser considerada una

Nación moderna en lo económico y en lo político, demo­

crática, respetuosa de los derechos humanos, de las diferen­

cias culturales y regionales y comprometida con la preser­

vación del medio ambiente. La nueva Constitución debía

convertirse en el "acto fundador" de una nueva era (Blan­

quer, 1996).

, Ya había antecedentes de reuniones de poblaciones negras pero estas habían sido

de carácter local o regional o en el marco de grupos relativamente cerrados de inte­

lectuales negros marginales con respecto a los procesos políticos nacionales.

272

Page 273: TEXTOS EN DIÁSPORA. EN AMÉRICA

Nuevos actores socialesy relegitimación delEstado

Hay que decir sin embargo que todo este entusiasmo no

era compartido por buena parte de la sociedad. La inercia de

las costumbres políticas en crisis mantenía franjas mayorita­

rias del país al margen de esta nueva dinámica. La abstención

para las elecciones de Asamblea Constituyente en diciembre

de 1990 llegaron a una cifra record hasta ese momento: 73%.

Ese mismo año, otras elecciones (alcaldes, de congreso, presi­

denciales) presentaron un promedio de abstención de 46%.

Se considera que esta pequeña participación electoral de

3'710557H votos que eligió la ANC tiene de todas formas una

significación importante en la medida en que no está ligada

a la lógica de intercambio clientelista de los demás comicios.

Se puede decir que se trataba de una votación pequeña pero

calificada políticamente. Además, la dinámica que va a ir

adquiriendo la ANC, fuertemente mediatizada, le otorgan la

legitimidad que los débiles resultados electorales de su elec­

ción le había empañado en sus inicios.

Las poblaciones negras en el proceso

preconstitucional

Durante los años 1980 se van a constituir varias expresiones

organizativas de poblaciones negras que confluyen en la dis­

cusión sobre el papel que podrían jugar en la elaboración del

nuevo texto constitucional. Apoyados en ONG que impulsan

los mecanismos de participación ciudadana, en las ciudades

de Cali, Quibdó y Buenaventura se realizan durante 1990 reu­

niones que apuntaban a lograr la definición de unos acuer-

, Datos electorales de la Registraduría Nacional del Estado Civil.

273

Page 274: TEXTOS EN DIÁSPORA. EN AMÉRICA

Carlos Efrén Agudelo

dos mínimos sobre las reivindicaciones fundamentales de los

poblaciones negras y la creación de mecanismos de coordi­

nación que garantizaran la llegada a la Asamblea Nacional

Constituyente. En estos espacios de convergencia se hicieron

presentes además activistas negros que militaban en fuer­

zas políticas de izquierda y en los partidos tradicionales. En

las "Mesas de trabajo" y las "Comisiones preparatorias" de la

ANC creadas por el gobierno también se presentaron propues­

tas provenientes de organizaciones negras o de académicos

(antropólogos) que defendían la inclusión de los derechos de

estas poblaciones en tanto que grupo étnico (Arocha, 1992).

Si bien es cierto que a nivel nacional las expresiones de mo­

vimientos negros no tenían mayor visibilidad, en el mundo de

los organismos no gubernamentales de desarrollo y derechos

humanos, de la Iglesia progresista que estimula procesos de

organización comunitaria, de las formaciones de izquierda,

de los movimientos cívicos y entre algunos antropólogos, la

existencia de asociaciones y movimientos negros sí era una evi­

dencia, así como la legitimidad de sus reivindicaciones.

Las organizaciones rurales del Chocó

El proceso organizativo más sólido se encontraba en el depar­

tamento de la costa pacífica norte, Chocó. Se trataba de or­

ganizaciones de campesinos negros cuya reivindicación fun­

damental era el reclamo de reconocimiento de la propiedad

del territorio que habitaban y en el que desarrollaban sus acti­

vidades productivas" que estas organizaciones reivindicaban

, La ley 2 de 1959 convierte las tierras bajas del Pacifico en tierras "baldías" o es­

pacios vacios propiedad de la Nación, desconociendo el proceso de poblamiento

274

Page 275: TEXTOS EN DIÁSPORA. EN AMÉRICA

Nueuos actores socialesy relegitimación del Estado

como ecológicamente apropiadas y en correspondencia con

una tradición cultural que les era propia en tanto que grupo

de ascendencia africana. Se articula la reivindicación del de­

recho a la propiedad de la tierra con su autodefinición como

grupo étnico y su carácter de "guardianes de la naturaleza".

Pero la concreción de este discurso que integraba derechos

campesinos, identificación étnica y preservación de la natu­

raleza, se fue produciendo en un proceso gradual.

Estos grupos de campesinos negros comienzan su proce­

so de organización acompañados por el trabajo de algunos

sectores de la Iglesia que impulsan inicialmente la organiza­

ción de "comunidades eclesiales de base". 111

El avance de explotación maderera intensiva por parte

de algunas empresas con presencia en la región comenzó a

disperso v móvil de las poblaciones negras en esta región. Esta ocupación del espa­

cio se había iniciado desde el periodo colonial, pero no estaba legitimado mayo­

ritariarncntc por títulos de propiedad entre otras razones, porquc justamente las

modalidades de utilización del espacio adaptadas a las características del entorno

natural implicaron una g;ran movilidad que se diferenciaba mucho de las formas

dc apropiación territorial de las regiones del interior del país. Era este esquema de

propiedad de tierras el que regía según la legislación colombiana. Para que el Es­

tado reconociera la ocupación de los pobladores negros cn el Pacífico, éstos deban

adoptar un modelo que les era extraño y sobre todo inadecuado para la subsis­

tencia. Los negros continuaron pues habitando estos territorios sin un sustento

legal. Mientras tanto las áreas de ocupación de estas poblaciones comienza a ser

seriamente amenazado por el avance de compañías madereras en expansión que

aprovechaban el carácter de "tierras baldías y de bosques" de la Nación para

obtener del Estado los permisos de explotación. (En otras áreas del Pacífico la

presión sobre el territorio toma diferentes dimensiones.)

'" La Ig;lesia había iniciado este trabajo con los indígenas de la región ligando la

reivindicación del reconocimiento de sus territorios ancestrales y la constitución

de resguardos indígenas. De hecho e I Estado comienza a reconocer como res­

g;uardos indígenas, territorios ocupados conjuntamente por negros e indios. Este

será otro factor que estimule la organización de los campesinos negros para lega­

lizar su posesión territorial.

275

Page 276: TEXTOS EN DIÁSPORA. EN AMÉRICA

Carlos Efrén Agudelo

percibirse como un problema mayor para la sobrevivencia y

ocupación de sus espacios de hábitat para los campesinos ne­

gros (particularmente en la zona correspondiente a la parte

media del rió Atrato. De las "comunidades eclesiales de ba­

se" se orienta el trabajo comunitario hacia la "defensa del

territorio". El discurso de derecho ala propiedad de la tierra

se inspira en la reivindicación campesina clásica pero en este

caso articulada con la reivindicación de una especificidad cul­

tural que se inspira en la dinámica organizativa que venían

desarrollando los indígenas de este departamento. Uno de

estos sectores del movimiento campesino negro del Chocó

desarrolla una estrategia conjunta de "defensa del territorio

biétnico indio y negro" .11 La legitimidad y el reconocimien­

to de la causa inclígena se convierten en factor de apoyo para

las reivindicaciones de las poblaciones negras. Por primera

vez los movimientos negros reivindican su derecho a ser in­

cluidos como sujetos de la convención de la OIT (Organiza­

ción Internacional del Trabajo) para pueblos autóctonos ar­

gumentando su origen tribal africano y sus especificidades cul­

turales apoyándose en una ley nacional que aprueba dicho

convenio internacional." En 1988 (27 de agosto) durante un

foro sobre titulación de tierras organizado en Padua (Chocó)

" Se trata de la Asociación de campesinos del río San Juan (Acadesan) y la organi­

zación indígena OREWA quc exigen del Estado que reconozca "los derechos tra­

dicionales de las comunidades negras del Pacífico, en una forma similar a la que

reconoce a las comunidades indígenas sobre sus territorios ... " y demandan "la

titulación colectiva" para negros e indígenas en la cuenca del río San Juan (Sán­

chez, Roldán, Sánchez, 1993: 182-183).

" Convenio Internacional del Trabajo, relativo a la protección e integración de las

poblaciones indígenas y tribales en los países independientes. Cuadragésíma reu­

nión. Conferencia Internacional del Trabajo orr (Ginebra, 1957). La ley colom­

biana que aprueba dicho Convenio es la 31 de 1967.

276

Page 277: TEXTOS EN DIÁSPORA. EN AMÉRICA

Nuevos actores sociales y relegitimación del Estado

la ACIA (Asociación Campesina Integral del Atrato) propone

por primera vez defender los derechos de las poblaciones

negras a la propiedad de la tierra apoyándose en dicha con­

vención de la 0lT.

Por esta misma época se encontraba en la región un pro­

yecto de cooperación técnica internacional" (el DIAR, De­

sarrollo Integral Agrícola Rural) que diagnosticó que estas

poblaciones desarrollaban un sistema de producción que ga­

rantizaba la preservación del bosque mientras cuestionaba a

las compañías madereras. Hay que precisar que en un prin­

cipio la movilización de la ACIA exigía su derecho a la propie­

dad de la tierra reivindicando su carácter de campesinos y

cuestionando el papel de "guardabosques" que implícitamen­

te les asignaba la ley 2 de 1959, al tiempo que desconocía

sus derechos sobre el territorio. Pero en el proceso mismo de

consolidación de sus reivindicaciones e influenciados por

la posición del DIAR Yla fuerza que a nivel global adquiría la

causa ecologista, supieron articular sus reclamos territoriales

y culturales apoyándose en la figura de "protectores de la

naturaleza" (Restrepo, 1999).

A través de la movilización y con el apoyo de la Iglesia y

de organismos como el DIAR este movimiento campesino (la

ACIA) logra que el Estado le reconozca el "derecho de mane­

jo" del área en que se asentaban dichas poblaciones" pero sin

,o, La presencia de estos organismos internacionales se enmarcan cn políticas de

desarrollo que comienzan a implementarse en el Pacífico con la cooperación de la

Comunidad Económica Europea y el gobierno de Holanda. El propósito funda­

mcntal de estos grupos era estimular formas asociativas, transmitirles conocimien­

tos tecnológicos para mejorar la producción agrícola y mejorar las condiciones de

vida de las peblaciones.

" Acuerdos dc Buchadó, 1988 (Sánchcz, Roldán, Sánchez, 1993: 178-179).

277

Page 278: TEXTOS EN DIÁSPORA. EN AMÉRICA

Carlos Efrén Agudclo

aceptar la identificación como grupo étnico que el movi­

miento había planteado ni la titulación de propiedad sobre

los territorios.

Tanto la experiencia organizativa de estos grupos como el

haber obtenido parte de sus reivindicaciones territoriales se

convertirán en el punto de referencia del proceso que se inicia­

ría en función de que los derechos del conjunto de poblaciones

negras apareciesen en la nueva constitución que se comenza­

ba a perfilar desde los debates preconstituyentes. En el Chocó

surgen otras organizaciones similares en el área rural.

En este mismo periodo, a finales de los años ochenta y

también bajo una importante influencia de la Iglesia, apare­

ce la OBAPO (Organización de Barrios Populares y Comuni­

dades Campesinas de la Costa Pacífica del Chocó). La OBArO

se concentró inicialmente en el trabajo sobre la organización

de las poblaciones de los sectores urbanos, pero luego articu­

lando este trabajo con el campo). Esta organización también

jugará un papel protagónico en el proceso que llevó a la ela­

boración de la legislación sobre poblaciones negras.

Otras experiencias organiratiuas negras

En la dinámica preconstituyente participan también secto­

res de las poblaciones negras organizados de otras áreas de

la costa Pacífica y en mucho menor grado de otras regiones

del país. En ese momento la única organización de carácter

nacional es el movimiento "Cimarrón" conformado básica­

mente por estudiantes universitarios, profesionales e intelec­

tuales negros con presencia en las principales ciudades del

país. "Cimarrón" surge a finales de los años 1970 como círcu­

lo de estudios sobre la problemática negra inspirado en las

278

Page 279: TEXTOS EN DIÁSPORA. EN AMÉRICA

Nuevos actores socialesy releguimacián del Estado

luchas del movimiento negro en Estados Unidos y la lucha

contra el apartheid en Sudáfrica. En 1982 se convierte en mo­

vimiento político pero no logra atraer sino a un número re­

ducido de militantes urbanos. Aunque en el departamento del

Chocó "Cimarrón" logra desarrollar alguna influencia en

el sector rural, nunca se consolida. 1:,

En la región del Pacífico de los departamentos de Valle,

Cauca y Nariño, e igualmente en el norte del departamento

del Cauca y en la costa Caribe, existían algunas organizacio­

nes de carácter cívico, cooperativo, de jóvenes, de mujeres,

culturales y el impulso a procesos organizativos en las áreas

rurales de parte de la Iglesia y ONG, aunque con menor enver­

gadura que en el Chocó. Algunos movimientos de izquierda

con presencia en estas áreas yI o contando entre sus militan­

tes con activistas negros también participan en la discusión

preconstituyente. Se acercan igualmente unos pocos activis­

tas de los partidos tradicionales, pero en general para estos

sectores políticos se trataba más bien de ver como canalizar

las nuevas organizaciones negras hacia sus propuestas políti­

cas globales.

La Coordinadora Nacional

En esta etapa (1990), las organizaciones que ganan mayor

visibilidad son las del Chocó y Buenaventura (Valle). Se crea

entonces la "Coordinadora Nacional de Comunidades Ne­

gras" como espacio federador de las organizaciones. A partir

" Sin embargo, a través de charlas y conferencias entre pobladores rurales "Cima­

rrón" aporta elementos para la construcción del discurso étnico de las organiza­

cioncs rurales del Chocó.

279

Page 280: TEXTOS EN DIÁSPORA. EN AMÉRICA

Carlos Efrén Agudclo

del punto de referencia más concreto en lo organizativo y de

movilización que representaba la experiencia de las organi­

zaciones rurales del Chocó, la Coordinadora de definió como

eje principal de su lucha la exigencia del derecho al territo­

rio para las poblaciones negras del Pacífico, luego venían las

reivindicaciones contra la discriminación racial y la denuncia

de la situación de marginalidad de las mayorías de poblacio­

nes negras del país. Un fundamento del discurso etnicista con

que se va dotando gradualmente el movimiento social negro

lo constituyen los estudios antropológicos elaborados por unos

pocos investigadores que desde una lectura clásica de lo cul­

tural y lo étnico definía a los grupos de poblaciones negras

estudiados (especialmente en el Pacífico) como grupos étni­

cos dotados de especificidades culturales diferenciadas del

resto de la sociedad nacional. En algunos espacios de discu­

sión previos a la ANC (Asamblea Nacional Constituyente) estos

antropólogos defienden su punto de vista frente a una visión

que consideraba solamente a los indigenas como portadores

de la alteridad étnica (Arocha, 1992). A lo largo de este pro­

ceso que apenas se iniciaba la voz de los antropólogos va ha

ser escuchada y tenida en cuenta tanto por las organizacio­

nes como por el Estado a la hora de legitimar la construc­

ción política de la etnicidad. lb

Mientras la conformación de un discurso de reivindicacio­

nes coherente no representó grandes problemas en esta eta­

pa, cuando se trató de definir una propuesta electoral para

la ANC, cada sector asumió posiciones que no permitieron lle­

gar a un acuerdo. Los sectores que pertenecían a propuestas

u, Para un estudio detallado sobre la construcción antropológica de la categoría

étnica negra y de su instrumentalización política por el Estado y las organizacio­

nes negras véase (Rcstrepo, 1996-1997, 1998).

280

Page 281: TEXTOS EN DIÁSPORA. EN AMÉRICA

Nuevos actores socialesy relegitimacián del Estado

políticas globales (partidos de izquierda y liberal y conserva­

dor) se replegaron a sus respectivos grupos o lanzaron listas

separadas en las que reivindicaban su carácter de negros y

liberales. Los de "Cimarrón" decidieron formar parte de una

lista conjunta con grupos de izquierda. Entre los sectores in­

dependientes, mientras unos planteaban la conformación de

una lista única, otros (la mayoría del Chocó) decidieron apo­

yar una candidatura indígena (Agudelo, 1999). Esta escogen­

cia se apoya en la influencia, común a los dos movimientos

(indígenas y negros), de parte de la Iglesia, en un camino ya re­

corrido de alianzas regionales y en la importancia del modelo

indígena como referente para la causa negra en este periodo.

La Asarrrblea Nacional Constituyente

A pesar de la baja votación que alcanza la ANC, ésta logra

una representatividad social inédita en los proceso~ electora­

les en Colombia. La presencia de miembros de los grupos

guerrilleros desmovilizados como resultado de acuerdos de

paz; los indígenas que logran elegir a dos constituyentes a los

que se suma un tercero proveniente de un grupo indígena ar­

mado;" algunos grupos ciudadanos de iglesias protestantes

también acceden a la ANC. Como integrantes de la lista que

encabeza el movimiento M-1911egan algunos líderes del sin­

dicalismo y representantes de los académicos.

" Producto directo de acuerdos de paz que se firman en el momento en que se ini­

cia la ANC con tres grupos guerrilleros, éstos adquieren el derecho de llevar repre­

sentantes a la ANC sin participar en las elecciones. En cuanto al grupo M-19, éste

ya se había convertido en movimiento político en 1990. En las elecciones para A'<C

obtiene 19 de las 70 curules de la Asamblea.

281

Page 282: TEXTOS EN DIÁSPORA. EN AMÉRICA

Carlos Efrén Agudclo

La discusión en el seno de la ANC corresponde al espíritu

de fórmula salvadora a la crisis global de las instituciones y la

sociedad que se diagnosticaba en ese momento. En términos

generales los constituyentes y el gobierno están identificados

sobre la urgencia de legislar en función de una moderniza­

ción democrática. El eje central lo van a constituir la precisión

de los derechos fundamentales de los ciudadanos, detallando

los aspectos sociales, económicos, culturales, ambientales, polí­

ticos de dichos derechos. El texto constitucional se detendrá

igualmente sobre los mecanismos de participación y el fun­

cionamiento del sistema político con disposiciones especiales

para las tres ramas del poder público (legislativa, ejecutiva y

judicial), para el sistema electoral y la organización del terri­

torio. Estas medidas afianzan el proceso descentralizador

iniciado la década anterior.

En materia del aspecto que nos interesa abordar con más

precisión, es decir la institucionalización de nuevos actores

políticos con base en su diferenciación étnica, desde su pri­

mer artículo la Constitución de 1991 marca la ruptura con

la anterior cuando plantea que Colombia es una "República

independiente, descentralizada, con autonomía de sus enti­

dades territoriales, democrática, participativa y pluralista",

para luego agregar en el artículo 7 que "El Estado reconoce

y protege la diversidad étnica y cultural de la Nación". El ar­

tículo 13 trata de la exigencia a "las autoridades" de no infrin­

gir "ninguna discriminación por razones de sexo, raza, origen

nacional o familiar, lengua, religión, opinión política o filo­

sófica" y más adelante en el artículo 70: "La cultura en sus

diversas manifestaciones es fundamento de la nacionalidad.

El Estado reconoce la igualdad y dignidad de todas las que

conviven en el país".

282

Page 283: TEXTOS EN DIÁSPORA. EN AMÉRICA

Nueuos actores socialesy relegitimación del Estado

A partir de estas disposiciones se desprenderían otras en

materia de educación, territorios y participación dirigidas a

garantizar los derechos de esos "otros culturalmente diversos"

que para la gran mayoría de constituyentes y podemos de­

cir que de la sociedad en general, eran los indígenas. Como

veremos más adelante, a pesar del trabajo realizado en el pe­

riodo preconstitucional y durante las sesiones de la ANC, el

reconocimiento del "Negro" como otro representante de la

alteridad cultural colombiana con derechos específicos no

lograba aún trascender de círculos restringidos de la sociedad.

La alusión directa a las poblaciones negras quedó relegada

a una de las disposiciones transitorias (la número 55 de las

59 aprobadas).

Indiosy negros; la diferencia de miradas

Esta asimetría en el tratamiento que le da el texto constitu­

cional a indígenas y poblaciones negras tiene su explicación

en varios factores que confluyen en la coyuntura. El indio

es reconocido históricamente como el verdadero "otro" des­

de que la República decretó el carácter de ciudadanos a las

poblaciones negras a mediados del siglo XIX. Los indígenas,

aunque diezmados por los abusos del colonizador y partici­

pando de la dinámica del mestizaje, logran conservar núcleos

que sobreviven al genocidio fisico y cultural. Estos grupos se­

rán objeto de legislaciones especiales y de una mirada de

parte del conjunto de la sociedad que los considerará como

diferentes.

A comienzos de la década de 1970 van a surgir expresio­

nes organizadas del movimiento indígena que empiezan a

reivindicar derechos territoriales y culturales apoyados en su

283

Page 284: TEXTOS EN DIÁSPORA. EN AMÉRICA

Carlos Efrén Agudclo

afirmación como comunidades étnicas. En los años 1980 este

movimiento se extiende y consolida contando además con

una legislación de parte del Estado que les reconoce derechos

territoriales y culturales que serán reafirmados y ampliados en

la nueva constitución.

La elección de dos representantes del movimiento indíge­

na a la ANC y el tercero que llega proveniente del movimien­

to indígena armado "Quintín Lame", producto de las nego­

ciaciones de paz con el gobierno, se convierte por momentos

en el aspecto simbólico más fuerte de una Constituyente que

parecía romper con la exclusión política abriendo dicho

espacio de participación a una minoría hasta ese momen­

to marginalizada de la discusión política nacional a nivel

institucional.

Contando con un contexto favorable, como el ambiente

reformador de la ANC, con un discurso sólido sobre sus dere­

chos y sobre todo con una base organizativa y una trayectoria

de lucha consolidada, los indigenas lograron obtener reivindi­

caciones fundamentales en materia territorial y cultural. La

corriente internacional favorable a los derechos de las mino­

rías étnicas también se constituyó en un marco propicio para

el éxito logrado por los indígenas en el proceso constitucio­

nal (Gros, 1993).

Mientras tanto para las organizaciones de las poblacio­

nes negras que habían manifestado su interés en reivindicar­

se también como grupo étnico y a partir de esa consideración

reclamar unos derechos en la misma dirección del camino

trazado por los indígenas, las cosas no van a tomar el mismo

rumbo.

Ya habíamos dicho que algunas organizaciones negras

del Chocó apoyaron a un candidato indígena. Se trató del

284

Page 285: TEXTOS EN DIÁSPORA. EN AMÉRICA

Nueoos actores socialesy relegitimacián del Estado

Emberá," Francisco Rojas, quien fue uno de los elegidos. A

partir de la experiencia conjunta desarrollada en el Chocó

con el acompañamiento de la Iglesia y otros asesores exter­

nos, Rojas se convertirá en el vocero de los intereses de las

organizaciones negras. Pero esta tarea no será fácil puesto

que, como ya vimos, mientras frente a la problemática indí­

gena la actitud de la amplia mayoría de los constituyentes

era de apertura y aceptación, cuando se quería articular y

asimilar los derechos de los indios al de los pueblos negros

siempre se presentaron resistencias que bloquearon la posi­

bilidad de alcanzar la simetría esperada por las organizacio­

nes negras. Si bien los artículos genéricos que establecen el

carácter de nación diversa culturalmente y el respeto a los

derechos de los grupos de. población que representan dicha

diversidad fueron la compuerta por la que se logra incluir el

artículo transitorio 55, los logros alcanzados en materia de

derechos territoriales, políticos, culturales para los indígenas

son mucho más sustanciales que lo referido para las pobla­

ciones negras (Arocha, 1992). Por ejemplo, en materia de

derechos territoriales, los resguardos indígenas alcanzarán

en la Constitución el carácter de "entidades territoriales"

equiparables a los municipios, los departamentos y los distri­

tos. Esto representa el derecho a gobernarse por sus propias

autoridades, administrar recursos y establecer impuestos y

participar en las rentas nacionales. Artículos 286 y 287 de la

Constitución. La "titulación colectiva de tierras" que se esta­

blecerá para las poblaciones negras a partir de la reglamen­

tación del artículo de la Constitución correspondiente, no

implica los niveles de autonomía de los resguardos indígenas.

tu Uno de los grupos étnicos indígenas que tienen presencia en el Chocó.

285

Page 286: TEXTOS EN DIÁSPORA. EN AMÉRICA

Carlos Efrén Agudclo

La etnicidad negra: una identificación dificil

Para la mayoría de los constituyentes y buena parte de la so­

ciedad colombiana el ver en las poblaciones negras otra mino­

ría alIado de los indígenas no correspondía a la realidad. Esta

invisibilización de la díferencia cultural que las organizaciones

negras y sus aliados querían resaltar tiene sus raíces en la rela­

ción ambigua que ha tenido el negro con la sociedad nacional.

De la historia común del esclavismo y su orígen africano,

los pueblos negros inician un proceso histórico disperso de

recreación y construcción cultural y de participación en la

vida política y social de la nación colombiana. Son variados

los caminos que emprenden en la búsqueda de la subsisten­

cia. Si hay unos que optan por el repliegue o la continuidad

de su asentamiento en las áreas ribereñas del Pacífico, otros

ocupan regiones hoy integradas plenamente a la dínámica

económica y social y la mayoría reside en las grandes concen­

traciones urbanas como producto de un proceso migratorio

que se inicia desde la abolición de la esclavitud y aun no ter­

mina. Algunos, como esclavos o libertos tempranos, siempre

han vivido en las ciudades.

El punto de partida para la competencia con el resto de

la sociedad blanca y mestiza fue desigual y a pesar de los pro­

cesos individuales de movilidad social por la vía de la adqui­

sición de un capital cultural, económico o político, el grueso

de las poblaciones negras ha sido víctima de la exclusión, como

componente de las capas más pobres de la población. A la

condición de pobre se suma el prejuicio racial vigente en las

prácticas sociales. Pero ante la ambigüedad de su relación con

la sociedad entre exclusión sociorracial e integración como

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Page 287: TEXTOS EN DIÁSPORA. EN AMÉRICA

Nuevos actores socialesy relegitimaaón del Estado

ciudadano, el "negro" tomó opciones diversas. En algunos ca­

sos fue la vía del autoaislamiento, desde donde construyó sus

formas de sociabilidad y cultura manteniendo una relación

precaria con la sociedad mayor. Es el caso mayoritario del

Pacífico rural. También optó por el escape al racismo como

una búsqueda individual en medio de las ciudades y espa­

cios en donde la convivencia (siempre entre la integración y

la exclusión) con el resto de la sociedad generó otras formas

de expresión socio-cultural. 1"

Hay una presencia significativa de poblaciones negras en

las grandes ciudades donde, si bien es cierto, la mayoría se

encuentran en condiciones de segregación sociorracial, tam­

bién hay sectores minoritarios pero visibles de estas pobla­

ciones ubicados en las capas medias y en menor medida en

las altas." El fenómeno de la movilidad social y económica

ascendente se puede percibir individualmente entre algunos

negros que acceden a niveles de formación superior o por la

vía de las relaciones políticas entran a formar parte de elites

locales en las poblaciones de mayorías negras y en algunos ca­

sos a integrarse a las burocracias nacionales estatales. Otros

pueden llegar a ocupar puestos medios en la empresa priva­

da. Los avances en los niveles de acceso a la educación, aun­

que siempre insuficientes frente a las necesidades y com­

parados con la escala nacional, representan un salto en las

poblaciones negras, que se refleja en una mayor participa­

ción en espacios de la sociedad nacional (Vanín, 1996). Otro

'" Para una discusión amplia sobre las identidades negras en Colombia véase Wadc,

1997.

.zo Resultados del proyecto de investigación "Movilidad, urbanización e identidades

de las poblaciones afrocolombianas del Pacifico", Universidad del Valle, CIDSE

(Colombia) e IRD (Francia) 1997-2000.

287

Page 288: TEXTOS EN DIÁSPORA. EN AMÉRICA

Carlos Efrén Agudclo

mecanismo individual notable de ascenso social lo constituye

el éxito en las prácticas deportivas y artísticas (especialmen­

te la música).

El proceso de construcción del "negro" como categoría de

alteridad étnica se había iniciado por antropólogos que em­

piezan a realizar estudios sobre las especificidades culturales

de grupos de poblaciones negras asentadas en espacios ru­

rales, particularmente en el Pacífico (Restrepo, 1996-1997).

Algunos intelectuales negros participan en esta dinámica

haciendo énfasis en la diferencia cultural pero sin ir hasta las

reivindicaciones territoriales. Ya mencionamos como en los

años 1970 surgen algunos núcleos de intelectuales negros po­

litizados que enarbolan el discurso contra la discriminación

racial. De estos grupos el que alcanza mayor visibilidad y per­

manencia es el movimiento "Cimarrón". Desde el punto de

vista político, la mayoría de las poblaciones negras tanto rura­

les como urbanas hacían parte de las redes clientelistas prin­

cipalmente liberales. Sectores de estas poblaciones también

participan en formas organizativas cívicas, o comunitarias, sin­

dicales, campesinas, de jóvenes, de mujeres, etc., pero hasta

los años 1990 estas organizaciones no se basaban en una iden­

tificación étnica como aspecto central cohesionador.

Una movilización limitada pero que da susfrutos.

El Artículo Transitorio 55. In extremis

Si la vía escogida por las organizaciones de poblaciones ne­

gras para reivindicar sus derechos fue la de utilízar el referen­

te de lo logrado por los indios, no había otra manera que

resaltar los rasgos culturales diferenciados de los grupos de po­

bladores del Pacífico y de pretender extender estas caracte-

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Page 289: TEXTOS EN DIÁSPORA. EN AMÉRICA

Nuevos actores socialesy relegitimación del Estado

rísticas como propias del conjunto de poblaciones negras del

país. Como en el caso de los indígenas, se aspiraba a lograr

el reconocimiento de una identidad genérica que agrupara

al conjunto de las poblaciones negras nacionales.

Fuera del marco de la ANC, las organizaciones negras y

sectores que apoyaban sus reivindicaciones generaron hechos

de opinión de alguna trascendencia que jugaron un papel de

presión a la ANC para que incluyeran sus reivindicaciones. En

Chocó se había conformado una "mesa de trabajo" en la que

participaban varias organizaciones negras cuyo propósito era

estar en contacto con el constituyente indígena Rojas. Las

organizaciones negras habían logrado incluir en el grupo de

asesores de los constituyentes indígenas a miembros de sus

organizaciones con el propósito de influir en las .propuestas

que presentaran ante la Asamblea. La "mesa de trabajo" de­

sarrolló una acción de presión llamada "el telegrama negro"

pidiendo a toda la población nacional que dirigiera telegramas

a la ANC pidiendo "la inclusión de los negros, como realidad

étnica, dentro de la reforma constitucional" (llegaron 25000).

También se impulsaron acciones como la ocupación de la

catedral de Quibdó y de la embajada de Haití por integran­

tes de las organizaciones exigiendo a la ANC que tuviera en

cuenta las reivindicaciones territoriales y culturales de las po­

blaciones negras.

Estos hechos aunque significativos y que sin duda jugaron

un papel de presión importante para lograr la inclusión del

artículo transitorio, no dejaban de mostrar sin embargo que

el proceso organizativo de las poblaciones negras que se inte­

resaban en la inclusión de los derechos, era reciente y aun débil.

Con los intentos de los constituyentes indígenas, la presión

lograda desde fuera y la gestión de algunos constituyentes

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Page 290: TEXTOS EN DIÁSPORA. EN AMÉRICA

Carlos Efrén Agudelo

apoyados en el marco de los derechos genéricos de diversidad

cultural se logró que ya en los últimos momentos cuando se

discutían las disposiciones transitorias fuese aprobado el Ar­

tículo Transitorio 55 (recuadro). Este delegaba en una comisión

conformada por el gobierno con participación de represen­

tantes de las "comunidades negras" la elaboración de una ley

de reconocimiento de los derechos a la propiedad colectiva de

las tierras ocupadas ancestralmente por estas poblaciones en

la cuenca del Pacífico y otras regiones del país con condicio­

nes similares y otras disposiciones referentes a la identidad

cultural, el desarrollo económico y social. Una primera ver­

sión de este artículo que planteaba el derecho a "territorios

tradicionalmente ocupados por comunidades negras" pero

sin hacer alusión específica al Pacífico, fue rechazado por la

Asamblea. Para los constituyentes; si se trataba de asimilar las

poblaciones negras a los indígenas en tanto que grupo étnico,

debía quedar bien claro qué poblaciones negras estaban con­

cernidas para evitar un desbordamiento de reivindicaciones

territoriales de una población dispersa por toda la geografia

nacional y que representaba demográficamente mucho más

que las poblaciones indígenas (éstas son aproximadamente

2% del total nacional).

A partir de la inclusión del Artículo Transitorio 55 (AT 55),

aparece de manera oficial el término "comunidad" para afir­

mar el carácter étnico de este grupo de la población (la del

Pacífico rural ribereño) y relacionarlo con una "identidad cul­

tural" y unas "formas tradicionales de producción". Esta fór­

mula respondía bien al punto de referencia del modelo indí­

gena de etnicización que las organizaciones negras habían

asumido como bandera de lucha para su inclusión en la nueva

institucionalidad que inauguraba la constitución de 1991. Este

290

Page 291: TEXTOS EN DIÁSPORA. EN AMÉRICA

Nuevos actores sociales y reiegitimacián delEstado

modelo podía extenderse en términos generales, del Chocó,

donde su existencia era una realidad que permitió mostrar un

referente concreto para las reivindicaciones territoriales y cul­

turales, hacia el resto del Pacífico rural. Para otras regiones

rurales con presencia significativa de poblaciones negras no

era tan evidente asimilarse como de "similares condiciones"

al Pacífico. En cuanto a las poblaciones negras urbanas, del

Pacífico y de ciudades y pueblos del interior del país, los cri­

terios del ¡\T55 estaban todavía más lejos de responder a sus

condiciones de existencia. Para los movimientos negros que

planteaban la lucha contra la discriminación racial y la segre­

gación social a que eran sometidas el conjunto de las pobla­

ciones negras en Colombia, el ¡\T55representaba una conquis­

ta parcial que si bien es cierto favorecía a las poblaciones del

Pacífico rural, también excluía a la mayorías negras ubicadas

en los espacios urbanos y sometidas mayoritariamente a situa-

Articulo Transitorio 55: Dentro de los dos años siguientes a la entrada en vigenciade la presente Constitución, el gobierno expedirá, previo estudio de parle deuna comisión especial, que el gobierno creará para tal efecto, una ley que re­conozca a las comunidades negras que han venido ocupando tierras baldíasen las zonas rurales ribereñas de los nos de la Cuenca del Pacífico, de acuerdocon sus prácticas tradicionales de producción, el derecho a la propiedad colec­tiva sobre las áreas que ha de demarcar la misma ley.

En la Comisión Especial de que trata el inciso anterior tendrán participa­ción en cada caso representantes elegidos por las comunidades involucradas.

La propiedad así reconocida solo será enajenable en términos que señalela ley. La misma ley establecerá mecanismos para la protección de la idcnti­dad cultural y los derechos de estas comunidades y para el fortalecimiento desu desarrollo económico y socíal.

Parágrafo primero. Lo dispuesto en el presente artículo podrá aplicarse aotras zonas del país que presente similares condiciones, por el mismo proce­dimiento y previo estudio y concepto favorable de la comisión especial aquíprevista.

Parágrafo segundo. Si al vencimiento del término señalado en este artícu­lo el Congreso no hubiere expedido la ley a la que él se refiere, el gobiernoprocederá a hacerlo dentro de los seis meses siguientes, mediante una normacon fuerza de ley.

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Page 292: TEXTOS EN DIÁSPORA. EN AMÉRICA

Carlos Efrén Agudclo

ciones de segregación y exclusión social en las que el elemen­

to racial jugaba un papel importante.

Para el Estado, la inclusión del AT55 se enmarcaba en sus

propósitos globales de presentarse como garante de derechos

a nuevos actores sociales, oferente de nuevos espacios de par­

ticipación, consecuente con la nueva definición pluralista y

diversa de la Nación, pero sin rebasar ciertos límites. Según

la ANC, a todos los negros colombianos no se les podía equi­

parar a una minoría étnica. Lo obtenido correspondía en cier­

ta medida a una realidad expresada en la debilidad de las

organizaciones negras y la dificultad de que la etnicización

en los términos planteados por los movimientos que partici­

paban en esta coyuntura fuera aceptada por la gran mayoría

de las poblaciones negras colombianas.

A pesar de sus restricciones, el AT55 se convierte en la he­

rramienta que activa una dinámica organizativa sin prece­

dentes en la región rural del Pacífico. Se inicia también el

"malabarismo" de los movimientos negros por lograr incluir

reivindicaciones que cubran a la totalidad de las poblaciones

negras del país, apoyándose en los principios generales de la

Constitución sobre diversidad cultural y participación y en

el propio AT55.

En este "periodo constitucional" las diferentes expre­

siones del movimiento negro van a tener por primera vez

en la historia un espacio en el escenario político nacional.

Mientras que para algunos se trataba de ganar una visibi­

lidad y la superación de la marginalidad política luego de

varios años de militancia y movilización por las reivindica­

ciones de las poblaciones negras, otros actores políticos ne­

gros surgen directamente de este proceso. En esta dinámica

de construcción de un actor político es notable el papel que

292

Page 293: TEXTOS EN DIÁSPORA. EN AMÉRICA

Nuevos actores socialesy relegitimacián de! Estado

juega la referencia del modelo de movilización indígena, el

discurso antropológico sobre la etnicidad negra, la asesoría de

la Iglesia en algunos de los procesos organizativos, el ambien­

te reformista de la coyuntura y la voluntad política del Es­

tado de aceptar la institucionalización del carácter diverso

de la sociedad colombiana.

La Comisión Especial"

Conformacum de la comisión. Los inicios de la concertación directa

Pasada la euforia de la proclama de la nueva Constitución se

inician las dinámicas políticas y administrativas tendientes a

la aplicación gradual del nuevo contexto institucional. Según

lo establecido en el AT55 le correspondía al gobierno confor­

mar la comisión que se encargaría de redactar la ley respec­

tiva. El plazo de dos años para tener lista la ley y presentarla

al Congreso parecía ser un lapso de tiempo suficiente como

para no apresurarse. El gobierno tenía otras prioridades inme­

diatas en asuntos como las nuevas elecciones de Parlamento

y gobernadores que estableció la ANC, los mecanismos de re­

gulación presupuestal y otras medidas económicas, la pues­

ta en marcha de nuevas formas de aplicación de la justicia,

entre otras.

21 La descripción y el análisis del proceso de interacciones que se desarrollan en la Co­

misión Especial y que se constituye cn el escenario central de la consolidación del

actor social y político de comunidades negras se basan fundamcntalmente en la lec­

tura de las actas de la Comisión Especial y las subcomisiones elaboradas por cllCA~.

Algunos estudios y entrevistas con protagonistas de este proceso también sirven de

apoyo.

293

Page 294: TEXTOS EN DIÁSPORA. EN AMÉRICA

Carlos Efrén Agudelo

La no conformación inmediata de la Comisión Especial

favorece inicialmente a las organizaciones negras (principal­

mente las de Buenaventura y del Chocó que estuvieron mo­

vilizados durante la ANe) y los sectores interesados en apoyar

el proceso de reglamentación del AT55 (la Iglesia, algunas ONG

y asesores) que tienen así la oportunidad de realizar un traba­

jo de difusión de la ky entre las poblaciones rurales del Pací­

fico. Esta dinámica permitió iniciar en algunos casos la cons­

trucción de organizaciones en zonas donde aún no existían y

orientar algunas ya existentes en la perspectiva de las reivin­

dicaciones territoriales que planteaba el AT55 bajo el mode­

lo de las organizaciones del Chocó. Este trabajo aunque no lo­

gra cubrir el conjunto de la región, permitió generar el inicio

de coordinaciones a nivel de cada uno de los cuatro departa­

mentos del Pacífico, cuyos representantes harían parte de la

futura Comisión Especial.

Pero el tiempo pasa y el gobierno no se dispone a confor­

mar la comisión, razón por la cual las organizaciones negras,

que habían constituido un equipo de trabajo para coordinar

esfuerzos hacia la negociación con el gobierno en la Comi­

sión Especial, y sus aliados, particularmente la Iglesia, co­

mienzan a ejercer presión en este sentido.

El "Equipo de trabajo de comunidades negras?" logra ne­

gociar con el gobierno a través del ministerio de Gobierno

n De ahora en adelante se generalizara la denominación de "comunidad negra' a

todos los g-rupos org-anizados ya sean rurales o urbanos, juveniles o de mujeres,

ambicntalistas, folclóricos, de educación o cooperativos; en fin, todos los que estén

constituidos por poblaciones neg-ras y articulen sus reivindicaciones particulares

con la especificidad de ser neg-ros. En alg-unos casos esta definición implica un

proceso de etnicización donde lo negro está ligado al discurso sobre la diferencia

cultural, en otros lo negro es la raza, es el color, es una condición de discrimina­

ción pero sin una elaboración mayor sobre la alteridad cultural.

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Page 295: TEXTOS EN DIÁSPORA. EN AMÉRICA

Nuevos actores socialesy relegitimacián del Estado

el contenido del decreto de creación de la Comisión Espe­

cial. Pero esta negociación fue impugnada por miembros de

los partidos liberal y conservador con presencia en la región

pacifica y en el parlamento, quienes exigieron, en tanto que

negros del Pacífico, su presencia en la comisión. De acuerdo

a la propuesta de las organizaciones, ésta se conformaría por

representantes de las organizaciones negras rurales del Pací­

fico, los delegados del gobierno y algunos asesores, excluyen­

do los actores políticos tradicionales de la región. Salvo pocas

excepciones, estos sectores políticos no tuvieron participación

en el proceso que llevó a la inclusión del AT55/1

Las organizaciones negras habían excluido a los políticos

por considerarlos ajenos a los intereses de las comunidades ne­

gras y cómplices o responsables de su situación de margina­

lidad y exclusión. Pero finalmente, las organizaciones deben

aceptar la presencia de estos políticos, no teniendo ni los ar­

gumentos ni la correlación de fuerzas favorables frente a la

presión que ejercen los representantes de los partidos tradicio­

nales ante el gobierno. Independientemente de su consecuen­

cia o no con los intereses de las poblaciones, estos políticos

eran oriundos del Pacífico, eran negros y representaban esta

región en el Parlamento.

,. De los grupos políticos liberales que pretendieron llegar a la I\NC, ninguno salió

electo. Se presentó la líder politica liberal Otilia Dueñas, quien crea para la co­

yuntura el "Movimiento por un Nuevo Pais para las Comunidades Negras y Mar­

ginadas", otro candidato esJustiniano Quiñones médico de la región pacifica de

Nariño quien con el político tradicional liberal del Chocó, Jorge Tadco Lozano

se presentan como "Liberales del Litoral Pacifico para Colombia". Otilia Dueñas

formó luego parte del equipo asesor de un constituyente liberal y tuvo alguna

participación en la dinámica que se generó en la ANC en función de la inclusión

de las reivindicaciones de poblaciones negras.

295

Page 296: TEXTOS EN DIÁSPORA. EN AMÉRICA

Carlos Efrén Agudclo

Luego de cuatro meses de negociación desde la primera

versión del decreto de conformación de la Comisión Especial,

el gobierno llega a una fórmula que permitió por fin dar paso

a la instalación de la misma.

En el acto protocolario de instalación el presidente de la

República, refrendó el espíritu con el que el gobierno parti­

cipaba en el proceso en curso. Para él, se trataba de "poner

en funcionamiento un "nuevo instrumento de participación"

dentro del marco de la Constitución Política de 1991 ... " re­

frendaba igualmente el reconocimiento a "la diversidad étnica

y cultural de la Nación". Anunciaba también que el proceso

de reglamentación y aplicación del resultado obtenido sería

financiado con recursos del Fondo de Proyectos Ambientales

del BID. Vinculando de manera explícita la reglamentación del

1\1'55 con la problemática ambiental de la región Pacífica.

El carácter de región de gran biodiversidad y fragilidad eco­

lógica, la situación de precariedad social de sus pobladores,

la necesidad de regular el acceso a la propiedad de la tierra

se convertían en aspectos de una misma problemática. Simul­

táneamente el presidente presentaba el Plan Pacífico que ade­

lantaría el Departamento Nacional de Planeación como la

nueva estrategia del Estado para concretar el desarrollo sus­

tentable en la región. La ley dirigida a las comunidades ne­

gras debía ser en ese esquema un complemento subsidiario al

Plan Pacífico. 14

En cuanto a la composición de la comisión, en lo que res­

pecta a la participación del Gobierno, la comisión estaría pre­

sidida por el ministro de Gobierno o su delegado (en efecto,

" El Plan Pacifico acababa de ser creado por el gobierno nacional (marzo 1992).

Se trataba de la estrategia de desarrollo sostenible para la región pacífica (macro­

proyectos, Infraestructura de servicios básicos y fortalecimiento institucional).

296

Page 297: TEXTOS EN DIÁSPORA. EN AMÉRICA

Nuevos actores socialesy relegitimación delEstado

va a ser el viceministro de Gobierno quien se ocupe de la

atención a la comisión), enseguida estarían delegados de las

instituciones del Estado más directamente relacionadas con

la problemática a tratar: el Instituto de la Reforma Agraria

(lNCORA), el Departamento de Planeación (DNP), el Instituto

Nacional de Recursos Naturales (lNDERENA), el Instituto Geo­

gráfico Agustín Codazzi y el Instituto Colombiano de Antro­

pología (lCAN).

Por parte de las organizaciones, se determinó la presencia

de tres delegados por cada una de las "comisiones consulti­

vas" que funcionarían a nivel de los departamentos de la re­

gíón, con posibilidades de extenderla a otras regíones que

presentaran las "condiciones similares" de que hablaba el

AT55. Las comisiones consultivas departamentales conforma­

das por organizaciones negras locales servirían de puente

entre la Comisión Especial y las comunidades a lo largo del

proceso de reglamentación de la ley.

Finalmente estaban dos investigadores designados por las

organizaciones. Uno era un conocido antropólogo estudioso

de poblaciones negras en Colombia, el otro un sociólogo es­

pecialista en desarrollo quien había trabajado varíos años con

poblaciones negras." Ingresan igualmente los parlamentarios

de la región y algunos activistas negros del partido liberal.

En total la comisión estaría conformada por 28 comisio­

nados, de los cuales seis corresponderían a funcionarios del

Estado; 12 delegados de las organizaciones de poblaciones ne­

gras; cinco parlamentarios (cuatro liberales y uno de la AD-M 19);

un concejal de Buenaventura; dos líderes políticos liberales

del Pacífico; y dos académicos.

"Jaime Aroeha y Gustavo de Roux, respectivamente.

297

Page 298: TEXTOS EN DIÁSPORA. EN AMÉRICA

Carlos Efrén Agudclo

Las reglas del juego

El trabajo de la Comisión Especial representó un ejercicio

complejo de concertación en el que se ponían enjuego inte­

reses y lógicas que podían ser confluyentes por momentos y

contrapuestas en otros. El punto de partida para el gobierno

era presentarse como ejecutor del nuevo espíritu que emer­

gia de la Constitución. Por lo tanto su función la entendía

como ceñida a reglamentar el i\T55, garantizándole así unos

derechos a un sector de la población colombiana: las comu­

nidades negras del Pacífico. Esto refrendaría la vocación de­

mocrática del Estado y su disposición a fortalecer el proceso

de construcción de un actor político con quien interactuar a

partir de su reconocimiento como grupo étnico.

Para las organizaciones negras se trataba de continuar en

la conquista de un espacio de reconocimiento que se había

iniciado con el i\T55 pero que debía ir mucho mas allá. De

los derechos territoriales, económicos, sociales y culturales

para las poblaciones negras del Pacífico había que trascen­

der hacia la reivindicación del conjunto de las poblaciones

negras colombianas, tratándose de acercar a una simetría con

respecto a lo logrado por los indígenas.

Los representantes de las organizaciones se apoyaban para

sus propósitos en unas coincidencias iniciales con el gobier­

no (el espíritu general de la Constitución, el reconocimiento

de la etnicidad de las comunidades negras del Pacífico). Sin

embargo, la debilidad organizativa y una frágil capacidad de

movilización social de las organizaciones les generaba una

correlación de fuerzas desfavorable. Lo fundamental se juga­

ría en la mesa de trabajo de la Comisión Especial, sin contar

298

Page 299: TEXTOS EN DIÁSPORA. EN AMÉRICA

Nuevos actores socialesy relegitimación del Estado

con un apoyo importante de movilización y presión al gobier­

no desde el exterior de las negociaciones.

A nivel operativo se funcionó en una comisión plenaria,

se creó una subcomisión para asuntos operativos y financie­

ros y tres subcomisiones que tratarian de forma específica los

aspectos centrales que debería contener la ley: territorio y

recursos naturales, identidad cultural, desarrollo económico

y social. Las comisiones consultivas regionales debían orga­

nizar los talleres en que se produciria la retroalimentación de

información y propuestas entre las comunidades y sus repre­

sentantes en la Comisión Especial.

Las comunidades negras en la

Comisión Especial

Reflejo del boom organízativo que despertó el proceso luego

de obtenido el AT55 ya existían al momento de conformar las

consultivas departamentales 30 organízaciones de poblaciones

negras en el Pacífico vinculadas con el proceso. Algunas de

ellas surgieron antes de iniciada la dinámica constitucional

pero no se reivindicaban como étnicas. Otras surgen como

producto de la coyuntura. El número de organizaciones que

se fueron vinculando a las consultivas departamentales con­

tinuó en aumento durante el trabajo de la Comisión Especial

y los primeros años posteriores a la adopción de la ley."

z« Sin embargo el carácter de estas organizaciones será cada vez más disímil. En un

principio se trataba de organizaciones rurales vinculadas al área del Pacífico, lue­

go fueron apareciendo otras expresiones de poblaciones negras de los cascos urba­

nos y con perfiles reivindicativos variados pero con el carácter común de reivin­

dicarse como de "comunidades negras" (Agudelo, 1999). Peter Wade elabora una

lista de 98 organizaciones, para marzo de 1993, en todo el país (Wadc, 1993).

299

Page 300: TEXTOS EN DIÁSPORA. EN AMÉRICA

Carlos Efrén Agudclo

La diferenciación entre organizaciones que había comen­

zado a evidenciarse desde el periodo preconstituyente conti­

nuó afirmándose. El deslinde más claro se daba entre las orga­

nizaciones del Chocó de liderazgo campesino y fuerte asesoría

de la Iglesia (principalmente la ACIA) y de otro lado las del

resto del Pacífico lideradas por los activistas de Buenaventura

con formación universitaria y un discurso político más elabo­

rado que se reflejó en el transcurso de los debates de la comi­

sión." El movimiento Cimarrón había sufrido un fuerte frac­

cionamiento luego de que su líder decidiera formar parte de

una lista de izquierda en las elecciones para la ANC. La mayor

parte de dirigentes y activistas de Cimarrón deciden vincular­

se a procesos organizativos integrados a la dinámica del AT55.

A pesar de los procesos diferentes de conformación de las

organizaciones que formaban parte de la Comisión Especial,

se logró mantener un nivel de coordinación eficaz a la hora

de presentar propuestas globales sobre los aspectos que se

discutían.

En términos generales fueron siempre los representantes

de las organizaciones quienes tuvieron la iníciativa proposi­

tiva a lo largo del periodo de trabajo de la comisión.

En un esfuerzo importante de concertación y elaboración

entre los representantes de las organizaciones, éstas presen­

tan primero un proyecto de reglamentación de la comisión y

n Este grupo de activistas y organizaciones conformarian luego la organización

nacional "Proceso de Comunidades Negras" (Escobar, Pedrosa, 1996). Hay que

señalar sin embargo que esta diferencia en los liderazgos Chocó ~ campesinos

versUJ resto del Pacífico- , intelectuales urbanos, no era exacta; también se

encuentran algunas organizaciones del Chocó con liderazgo de origen urbano

intelectual así como en algunas zonas del resto del Pacífico se encontraban orga­

nizaciones con dirigeneia campesina e influencia notable de la Iglesia.

300

Page 301: TEXTOS EN DIÁSPORA. EN AMÉRICA

Nueces actores sociales v releguimacián del Estado

posteriormente una propuesta de ley. Estos documentos se

convirtieron en el punto de partida para la discusión en la co­

misión y a partir de ellos se aprobaron, primero las normas

de funcionamiento y finalmente el proyecto de ley que fue

llevado al Parlamento. En general la lógica de negociación

transcurrió así: las organizaciones proponían siempre aspi­

rando a ganar terreno frente al punto de partida que repre­

sentaba el AT55 y en general el marco constitucional. La res­

puesta, del gobierno apuntaba a ceñirse a lo ya planteado en

el AT55. Luego venía el proceso de discusiones en que las or­

ganizaciones volvían a tomar la iniciativa pero ajustándose

con realismo político a las posibilidades que permitía la corre­

lación de fuerzas. En términos generales, el resultado final

siempre fue una simbiosis .entre la propuesta inicial de las or­

ganizaciones y los ajustes y restricciones del gobierno.

En cuanto a los representantes de los partidos políticos

tradicionales, durante el desarrollo del trabajo de la Comisión

Especial se verá como su presencia no representó un elemen­

to opuesto a la posición de los representantes de las organi­

zaciones negras. Si bien es cierto que la presencia de algunos

de estos políticos fue imperceptible, otros sí tuvieron un papel

protagónico. Ellos apoyaron en general la posición que asu­

mían las organizaciones pero su aporte fundamental lo cons­

tituyó el ser un puente con el Congreso u otras instancias del

Estado en la perspectiva de agilizar asuntos concernientes con

el trabajo de la comisión. Este aspecto mostró su importan­

cia sobre todo en la fase final del proceso cuando el tiempo

apremiaba para alcanzar a presentar en el plazo debido el pro­

yecto elaborado en la comisión para su discusión y aproba­

ción en el Parlamento. Algunos de estos políticos llegaron

incluso a elaborar proyectos de ley particulares pero finalmen-

301

Page 302: TEXTOS EN DIÁSPORA. EN AMÉRICA

Carlos Efrén Agudelo

te se acogieron a respaldar la propuesta de las organizaciones

y el resultado final elaborado conjuntamente con el gobierno.

La gestión de los núembros del Parlamento que integraban la

comisión fue un factor que agilizó la discusión y aprobación

del proyecto en el tiempo debido. En el Parlamento, según se

deduce de las actas de las sesiones del Senado y la Cámara

en que se presentó el proyecto de ley, no hubo mayor discu­

sión y fue aprobado en su integralidad con algunas modifi­

caciones de carácter formal.

Los actores delEstado en la Comisión Especial.

A diferentes velocidades

Si para las organizaciones negras el trabajo de la conúsión era

estratégico como escalón hacia la conquista de sus derechos y

el fortalecimiento organizativo, para el gobierno representa­

ba tan solo una pequeña parte de su proyecto de aplicación

del mandato constitucional. Este criterio se expresó bien a la

hora de las determinaciones definitorias sobre los términos

del proyecto de ley. A lo largo del trabajo de la comisión, el

comportamiento de los funcionarios del Estado mostró cier­

tas disparidades y niveles de compromiso, tanto de los fun­

cionarios individualmente como de las instituciones que re­

presentaban.

Por razones externas a la dinámica de la Comisión Espe­

cial, hubo tres cambios de viceministro de Gobierno (quien

presidía la comisión) lo que ocasionó retardos en el desarrollo

del trabajo de la comisión toda vez que por el citado funciona­

rio debían pasar todas las decisiones que se iban tomando en

las sesiones. La llegada de cada nuevo ministro significó siem­

pre un empalme y un cambio de estilo en la negociación. Sin

302

Page 303: TEXTOS EN DIÁSPORA. EN AMÉRICA

Nuevos actores socialesy relegitimación del Estado

embargo los tres viceministros que pasan por la presidencia de

la comisión reiteran la disposición del Gobierno a cumplir con

su compromiso constitucional.

En cuanto a las demás instituciones presentes, el trabajo

del Instituto Colombiano de Antropología que asumió la se­

cretaría técnica de la comisión fue, en razón de su función y

del interés del organismo en el tema tratado," l~ institución con

presencia más regular a lo largo del periodo de sesiones. Las

demás instituciones tuvieron un comportamiento irregular

que en un principio se limitó a la presentación de las políticas

de cada organismo en relación con el tema de trabajo de la

comisión. Sólo después que las organizaciones van presentan­

do sus propuestas de forma reactiva los diferentes funciona­

rios comienzan a participar sobre todo en el trabajo de las

subcomisiones. Allí, en la discusión sobre asuntos puntuales del

contenido del proyecto de ley los funcionarios del Incora,

del Inderena y de Planeación asumieron por momentos po­

siciones totalmente acordes con los planteamientos de las

organizaciones lo que posibilitó la aceptación de parte im­

portante de sus propuestas en el proyecto de ley (véase más

adelante). Los funcionarios de estas instituciones estaban

familiarizados con el tratamiento de los temas de la comi­

sión, pero frente a la problemática indígena y en general

identificados con ellas. Su posición de favorecer la simetría

entre negros e indios en materia de derechos se evidenció en

la discusión de algunos temas. Sin embargo esta "sintonía"

,,, Interés relativamente reciente pues hasta el momento ellCAN se había ocupado

básicamente del estudio de la problemática indígena, como lo denunciaban con

vehemencia los pocos investigadores que hasta ese momento habían trabajado

con poblaciones negras como sujeto antropológico (Friedemann, Arocha, 1984).

303

Page 304: TEXTOS EN DIÁSPORA. EN AMÉRICA

Carlos Efrén Agudclo

entre delegados del Estado y representantes de las organi­

zaciones tenía sus límites trazados por el AT55 que se eviden­

ciarían en el resultado final del proyecto de ley elaborado

por la comisión.

El Estado en lo localy regional: porfuera delproceso

Una constante a lo largo de todo el trabajo de la comisión fue­

ron las denuncias por parte de los representantes de las orga­

nizaciones de la absoluta indiferencia, cuando no la oposi­

ción abierta, de las autoridades departamentales y locales en

el desarrollo del trabajo de las consultivas. En efecto los go­

bernadores y alcaldes correspondientes a los departamentos

del Pacífico y algunas instituciones del orden regional, no aten­

dieron los llamados del Gobierno a través del ministerio de

gobierno y la secretaría de la comisión de participar y apoyar

las dinámicas que se debían desarrollar a nivel regional (el tra­

bajo de las consultivas, los talleres en los poblados del Pací­

fico, algunas ayudas financieras o de infraestructura para

movilizarse por los ríos, entre otras). Para estas instancias, el

proceso que se estaba adelantando entre el gobierno nacio­

nal y unos sectores de las poblaciones negras del Pacífico no

tenía por qué comprometer sus intereses. Lo consideraban

como una dinámica ajena que no les competía. Se inicia así

un divorcio entre la institucionalidad administrativa local y

departamental y la dinámica de reconocimiento de derechos

territoriales y culturales para la población rural ribereña que

aun en el presente, ocho años después de haber sido aproba­

da la ley concerniente y la implementación de la misma, se ve

como uno de los vacíos notables de este proceso. Esta actitud

se explica por una parte debido a que el gobierno nacional

304

Page 305: TEXTOS EN DIÁSPORA. EN AMÉRICA

Nueuos aclares socialesy relegilimación delEstado

no implementó las medidas administrativas necesarias que

comprometieran a las autoridades e instituciones regionales

y locales limitándose a simples orientaciones y recomenda­

ciones. De otra parte también expresa e! impacto de las polí­

ticas de descentralización administrativa y política que le otor­

gan a las autoridades regionales márgenes de autonomía que

les permiten no seguir forzosamente las orientaciones del go­

bierno central.

Los asesores. El saber antropológico al servicio de la

etnicidad negra

En cuanto a la reivindicación de una identidad cultural cen­

trada en la etnicidad, las organizaciones se reafirman en e!

discurso que ya se había presentado en la Asamblea Nacio­

nal Constituyente y en el que habían jugado un pape! notable

como sustento teórico los antropólogos, tomando la ascen­

dencia africana como símbolo mayor de identidad, la conser­

vación de prácticas culturales propias que los diferenciaría de

otros grupos de población y su asentamiento sobre territorios

ancestrales. En efecto, el antropólogo nombrado como miem­

bro asesor de la comisión intervino siempre en las discusiones

en el sentido de sustentar desde su conocimiento científico de

las poblaciones negras la legitimidad de sus reivindicaciones

territoriales y culturales.

Pero en el seno de la subcomisión sobre identidad cultu­

ral y otros espacios de discusión propiciados por el lCAN, se

vio la complejidad de la definición de la identidad cultural

negra que no se agota ni en e! reflejo de la identidad indíge-

.na ni en reducirla a la descendencia africana, a unos rasgos

culturales tradicionales o al asentamiento ancestral sobre un

305

Page 306: TEXTOS EN DIÁSPORA. EN AMÉRICA

Carlos Efrén Agudclo

territorio. A pesar que son estos aspectos los que se han instru­

mentalizado políticamente como punto de partida para el re­

conocimiento de unos derechos, los debates de la subcomisión

sí contribuyeron a precisar el carácter fluido y heterogéneo de

los procesos de construcción de identidades que superan las

visiones rígidas y esencialistas de la cultura."

El "Marco de referencia histórico-cultural para la ley so­

bre derechos étnicos de las comunidades negras en Colorn­

bia?" que fue elaborado por dos antropólogos, sirvió como

parte de la "exposición de motivos" del proyecto de ley que

se presenta al parlamento. Los conceptos de "Comunidad

negra", "Ocupación colectiva" y "Prácticas tradicionales de

producción" que aparecen en la ley, también contarán con

el sustento teórico aportado por el saber antropológico (Res­

trepo, 1998).

Pero la .asesoria de los especialistas trasciende el marco

de lo antropológico. En las distintas subcomisiones de traba­

jo se contó esporádicamente con la presencia de asesores del

movimiento indígena (abogados, economistas, sociólogos) quie­

nes aportaron luces sobre la aplicación de la titulación de te­

rritorios y los derechos económicos sociales y culturales a par­

tir de la experiencia de los pueblos indígenas.

Algunos aspectos centrales de lo que estaba enjuego

Entre los diversos aspectos que se discutieron en la Comi­

sión Especial, presentamos cuatro ejemplos de la forma en

que la interacción Estado -organizaciones negras y los

,~ Para una discusión amplia sobre el tema, ver Poutignat, Strciff-Fcnart, 199.1.

" Documento realizado por Jaime Arocha y Nina de Friedemann (1993).

306

Page 307: TEXTOS EN DIÁSPORA. EN AMÉRICA

Nueoos actores sociales] relegitimaczón del Estado

demás actores que intervienen en este proceso se desplaza­

ba entre confluencia y contradicción de intereses, concer­

tación y rupturas, imposición de correlación de fuerzas y

conciliación-.

Lasfinanras. Algomás que un problema de dinero

Una de las dificultades para un funcionamiento más ágil de la

comisión lo constituyó el problema financiero. Este aspecto

aparentemente estaba resuelto según el anuncio del presiden­

te de la República, quien en la instalación de la comisión habló

de una partida de cinco millones de dólares para desarrollar

el trabajo de la comisión y llevar a cabo la ley. Sin embargo,

desde la primera reunión comenzaron las quejas de los re­

presentantes de las organizaciones pues las instituciones regio­

nales encargadas de otorgarles los recursos para movilizarse

no estaban cumpliendo con esta orientación. L'Üs comisiona­

dos denunciaban la actitud de parte de estos organismos que

les colocaban trabas burocráticas para bloquear el acceso a los

recursos. Los rubros básicos eran los gastos de los represen­

tantes para movilizarse a las reuniones de la comisión y la

elaboración de talleres a nivel de los ríos y regionalmente por

departamentos. Los mecanismos para obtener los recursos de

funcionamiento se fueron afinando gradualmente pero en

los primeros meses constituyeron un factor perturbador del

funcionamiento de la comisión.

La debilidad de las estructuras organizativas de las po­

blaciones negras y la falta de otros apoyos en infraestructura

que les permitiera lograr cierto nivel de autonomía frente al

gobierno comenzaron a ser una de las características que ha

marcado el desarrollo del movimiento social de poblacio­

nes negras. Como las organizaciones desarrollaban simultá-

307

Page 308: TEXTOS EN DIÁSPORA. EN AMÉRICA

Carlos Efrén Agudclo

neamente las tareas de la Comisión Especial -referente a la

elaboración de la ley- y el fortalecimiento del proceso organi­

zativo, a partir de los recursos gubernamentales, esta situación

fue generando una dinámica entre los representantes de las

organizaciones y las bases de una gran dependencia de los re­

cursos del Estado. Estos niveles de dependencia económica

serán un factor que limitará también la dinámica política en

la medida que se convierten los recursos del Estado en un

medio que determina la capacidad de movilización de la orga­

nización. Si el Estado no da más recursos el movimiento se

debilita y en algunos casos desaparece. Sin los recursos del

Estado hubiese sido muy dificil generar el proceso de movili­

zación con que despegó la dinámica de construcción del mo­

vimiento negro en esta etapa. Sin embargo, esta situación de

dependencia financiera genera un efecto perverso en térmi­

nos de la limitación de la autonomía política de dichos movi­

mientos. De otra parte se genera una competencia por dichos

recursos económicos que provocará más fraccionamientos

entre las organizaciones. La caza a los contratos con el Esta­

do o las partidas y los viáticos se convierten en un elemento

en el que las organizaciones invierten una parte significativa

de su tiempo y lo que debía ser considerado como un medio

deviene para algunas organizaciones un fin en sí mismo. Se

presentan además los problemas de malos manejos de los

fondos producto de la inexperiencia o de derivas de corrup­

ción en algunos casos, con las implicaciones en pérdida de

legitimidad de los líderes y las organizaciones frente a lapoblación. ~I

" Sobre este aspecto véase para el caso del Cauca (Agudclo, 199B) y para Nariúo

(Hoffmann, 199B).

308

Page 309: TEXTOS EN DIÁSPORA. EN AMÉRICA

Nuevos actores socialesy relegitimación del Estado

Lo ambiental: en la mirade todos

La temática de lo ambiental aparece de manera recurrente

en el trabajo de la Comisión Especial. El discurso ambienta­

lista sobre la protección de la naturaleza, la biodiversidad y

el desarrollo sostenible es instrumentalizado tanto por el Es­

tado como por las organizaciones de poblaciones negras. El

hecho de que justamente sea en una región estratégica des­

de el punto de vista de lo ambiental donde están ubicadas

las poblaciones negras que inician el proceso de reivindica­

ción de derechos territoriales representa una confluencia de

factores que marcarán este proceso. Aunque la región fue

mirada primero por el Estado como punto de conexión con

la cuenca del Pacífico en una perspectiva de megaproyectos

de infraestructura y una lógica económica de tipo neoliberal,

la fuerza que adquiere el discurso ambiental y el hecho de

ser el Pacífico una de las regiones con mayor biodiversidad

del planeta hicieron que la dinámica del Estado frente a la

región cambiara de énfasis. El surgimiento de los procesos

organizativos de poblaciones negras e indígenas en la región

también es un elemento al cual el Estado se debe adaptar en

la formulación de sus políticas (Escobar, Pedrosa, 1996: 13­

28, 353-360).

Ya habíamos visto como uno de los argumentos de las or­

ganizaciones durante la ANC y en el periodo preconstituyen­

te fue su carácter de protectores de la naturaleza a través de

sus "prácticas tradicionales de producción" en los territorios

que han habitado. Esta es una razón más para obtener el con­

trol de los mismos en condiciones de autonomía.

En cuanto a la Comisión Especial, es de entrada el presi­

dente quien introduce lo ambiental en su discurso de insta-

309

Page 310: TEXTOS EN DIÁSPORA. EN AMÉRICA

Carlos Efrén Agudclo

lación. Luego serán los representantes de las organizaciones

quienes lo utilizarán recurrentemente. En la presentación de

los delegados del Inderena y del DNP, éstos plantean que la

intervención de dichos organismos se enmarca en articular los

derechos que adquieran las poblaciones negras con la estra­

tegia de conservación de los recursos naturales que el Estado

desarrolla. En desarrollo de los artículos constitucionales sobre

protección del medio ambiente, el gobierno impulsa la crea­

ción de un ministerio específico que atenderá las tareas que

hasta el momento venían siendo asumidas de manera dis­

persa por varias instituciones del Estado. El ministerio del

Medio Ambiente es creado mediante la ley 99 de 1993. Una

de sus funciones prioritarias será ocuparse de la política am­

biental del Pacífico. Bajo la dirección del ministerio y finan­

ciado por la GEF (Fondo Mundial del Medio Ambiente)" y el

gobierno suizo, surge también el Proyecto Biopacífico para

impulsar el uso sostenible de la biodiversidad de la región.

El ministerio en general y el proyecto Biopacífico jugaron un

papel protagónico en la realización de la ley de Cornunida­

des Negras.

En el discurso de las organizaciones negras, el carácter de

defensores del medio ambiente es esgrimido para sustentar

sus derechos y al tiempo denunciar que justamente los agre­

sores de las poblaciones del Pacífico que han atacado el equi­

librio ambiental de la región son los mismos que les arrebatan

el territorio por carecer de las garantías institucionales para

preservar su propiedad y continuar conservando la natura­

leza. El caso más paradigmático es el de las compañías ma­

dereras en la región del Chocó quienes apoyadas en los per-

" Financiado por el Banco Mundial.

310

Page 311: TEXTOS EN DIÁSPORA. EN AMÉRICA

Nuevos actores sociales_y relegitimación delEstado

misas de explotación forestal otorgados por e! gobierno han

ido gradualmente reduciendo e! espacio de hábitat tradicio­

nal de los pobladores. Recordemos que e! origen de la ACIA

y en buena medida de todo e! proceso que estamos estudian­

do tiene su razón de ser en la lucha de los campesinos negros

contra las compañías madereras.

Construyendo la ley en medio de un conflicto de inlereses

iniemosy externos a la comisión

Uno de los aspectos del trabajo de la comisión era la resolu­

ción de conflictos relacionados con el tema de discusión, que

se presentaran durante e! trabajo de la misma. Los represen­

tantes de las organizaciones denuncian la renovación de! per­

miso de explotación maderera llamado "Balsa II" que estaba

a punto de ser otorgado por e! organismo estatal Codechocó

(Corporación para e! Desarrollo de! Chocó) institución que

dependía del Inderena, por lo tanto encargada de atender

asuntos referentes a recursos naturales a nivel departamental.

Las organizaciones exigen la no prolongación del permiso y

de paso suspender otras formas de explotación de recursos

naturales en las zonas de! Pacífico susceptibles de ser titula­

das posteriormente para las comunidades negras. El gobierno

argumentó que había una serie de dinámicas en curso en la

región pacífica que no se podían parar esperando a la apro­

bación de la ley sobre derechos territoriales y que sobre la

región interactuaban otros actores e intereses que e! Estado

tenía que considerar antes de tomar una decisión. Si bien es

cierto que e! gobierno emprendió una serie de consultas y ne­

gociaciones tratando de encontrar una fórmula para atender

a la exigencia de las organizaciones, e! resultado fue que la

presión de la compañía maderera y otros actores regionales

311

Page 312: TEXTOS EN DIÁSPORA. EN AMÉRICA

Carlos Efrén Agudclo

favorables a la continuación de la explotación forestal (Code­

chocó, el sindicato de trabajadores de la empresa maderera)

fue más fuerte que la posición asumida por las organizacio­

nes en la comisión. Aunque no se suspende la prolongación del

permiso maderero, sí se le agregan ciertos condicionamien­

tos producto de la posición asumida por las organizaciones,

las cuales habían planteado un retiro de sus representantes de

la comisión como forma de presión ante la actitud guberna­

mental que señalaban como "falta de voluntad política" de

avanzar hacia e! otorgamiento de derechos para las comu­

nidades negras. Finalmente la tensión desciende, las organi­

zaciones continúan su trabajo en la comisión conscientes de

que su prioridad es ganar lo que más sea posible en materia

de derechos a través de la ley pero sin olvidar que hay una

correlación de fuerzas desfavorable que condiciona sus posi­

bilidades en la negociación. Siendo el caso de "Balsa 1I" el de

más repercusión, no fue el único que se presenta durante las

sesiones de la comisión con resultados similares. La denun­

cia de las organizaciones podía incidir colateralmente pero

rara vez llegaba a lograr revertir una determinación que el

Estado y otros actores más fuertes definían en otros escena­

rios por fuera de la comisión.

La cobertura de la ley. Entre el Pacificoy elpaís

A la insistencia de las organizaciones sobre la extensión de la

cobertura de la ley a nive! nacional se sumó como consecuen­

cia la petición de nombrar comisiones consultivas de otras

regiones diferentes al Pacífico. Tanto e! AT55 como el regla­

mento aprobado para el funcionamiento de la comisión plan­

teaban la extensión a las zonas de condiciones "similares". A

la comisión llegaron solicitudes de crear comisiones consul-

312

Page 313: TEXTOS EN DIÁSPORA. EN AMÉRICA

Nuevos actores socialesy relegitimación delEstado

tivas en la costa Caribe, en los departamentos de Antioquia,

Risaralda, Meta, e incluso en Bogotá. En algunos casos estas

solicitudes se apoyaban efectivamente en una similitud de si­

tuación a la del Pacífico, es decir grupos de poblaciones negras

rurales ribereñas (las regiones del Pacífico correspondiente a

los departamentos de Antioquia y Risaralda), en otros se.tra­

taba de presencia de poblaciones negras pero en condiciones

de poblamiento diferentes a las del Pacífico rural, incluso de

poblaciones negras urbanas como en el caso de Bogotá. Para

estas organizaciones negras era legítima su participación

en la comisión desde su perspectiva de extender los dere­

chos constitucionales al conjunto de las poblaciones negras

del país considerada por ellos como incluidas dentro del "gru­

po étnico negro". Para el gobierno, atenido a los términos

del AT55, la situación era distinta. Finalmente transcurre el

tiempo de trabajo de la comisión y a pesar de las reiteradas

peticiones de las organizaciones al interior de la comisión

y de las otras regiones que solicitaban su inclusión esto no

fue posible.

El gobierno no negaba la existencia de comunidades ne­

gras en otras regiones del país y esto ya era una ganancia para

los representantes de organizaciones negras en la Comisión

Especial con respecto a lo planteado por el AT55, lo que no

aceptaba es que éstas llenaran las condiciones similares ne­

cesarias para beneficiarse de los derechos territoriales que

establecería la ley. Si la vía para el reconocimiento de una es­

pecificidad étnica negra se apoyó en el modelo rural ríbereño

del Pacífico y en una movilización social que sustentó esta

reivindicación, el lograr que dicho reconocimiento se extien­

da al conjunto de las poblaciones negras es menos evidente.

El proceso de construcción de una identidad étnica que se

313

Page 314: TEXTOS EN DIÁSPORA. EN AMÉRICA

Carlos Efrén Agudelo

extiende por los ríos del Pacífico y llega también a las ciuda­

des y otras regiones del país tiene en su marca original un pun­

to de arranque que logra iniciar una dinámica en la que se

recrean la memoria y la historia pero comporta también una

limitante y es la de encasillar un proceso identitario en mar­

cos restringidos a lo rural en los cuales muchos sectores de po­

blaciones negras que habitan en contextos diferentes rurales

y urbanos, no encuadran bien.

La ley 70 de 1993. Entre logros y ambigüedades

La Comisión Especial funcionó hasta mayo de 1993, luego

de diez meses de trabajo. Entre mayo y junio fue tramitada el

proyecto de ley en el congreso de la República y finalmente en

agosto de ese mismo año es firmada como "ley 70 de 1993",

por el presidente, en acto público en Quibdó, la capital del

departamento del Chocó. A pesar de las dificultades evoca­

das, la elaboración de la ley 70 fue un ejercicio de política

participativa en la que el Estado interactuó con una expre­

sión de la sociedad que en el transcurso del proceso mismo

de confrontación -concertación dio un salto significativo en

su dinámica de construcción como actor político-o

Eleje principal de la ley lo constituyen los derechos terri­

toriales colectivos para "las comunidades negras" del Pacífico

y zonas similares baldías, rurales y ribereñas y que ejerzan

"prácticas tradicionales de producción". Hasta aquí hay co­

rrespondencia con lo orientado por el ATSS. Pero la ley in­

cluye también el "propósito de establecer mecanismos para

la protección de la identidad cultural y de los derechos de las

comunidades negras de Colombia como grupo étnico, y el

314

Page 315: TEXTOS EN DIÁSPORA. EN AMÉRICA

Nuevos actores socialesy relegitimación del Estado

fomento de su desarrollo económico y social. .. ". A partir de

una definición restrictiva de "comunidad negra", se logra, sin

embargo, incluir a las poblaciones negras nacionales. En este

aspecto consideramos que la ley va más allá de lo proyectado

inicialmente por el gobierno aunque el problema siga sien­

do, para las organizaciones, el lograr que cada vez más colom­

bianos negros se identifiquen políticamente como miembros

de las "comunidades negras".

Se introducen los conceptos sobre "Comunidad negra",

"Ocupación colectiva" y "Prácticas tradicionales de produc­

ción" como los modelos de referencia para el reconocimiento

de derechos territoriales (véase tabla). Se definen los mecanis­

mos mediante los cuales se otorgará el reconocimiento del

derecho a la propiedad colectiva. De particular importancia

es la creación de una nueva figura administrativa llamada

"consejo comunitario". La conformación de estos consejos re­

presenta un requisito imprescindible para acceder al título

de propiedad colectivo. Los consejos comunitarios se consti­

tuyen en las instancias de gestión administrativa de los terri­

torios colectivos. Al otorgarle la ley la función de "limitar y

asignar áreas al interior de las tierras adjudicadas; velar por

Comunidad Tll!gra: Es el conjunto de familias de ascendencia afrocolombiana queposeen una cultura propia, comparten una historia y tienen sus propias tradi­ciones y costumbres dentro de la relación campo poblado, que revelan y conser­van conciencia de identidad que las distinguen de otros grupos étnicos.

Ocupación colectiva: Es el asentamiento histórico y ancestral de comunidadesnegras en tierras para su uso colectivo, que constituyen su hábitat, y sobre lascuales desarrollan en la actualidad sus prácticas tradicionales de producción.

Prácticas tradicionales deproducción: Son las actividades y técnicas agricolas,mineras, de extracción forestal, pecuarias, de caza, pesca y recolección de pro­ductos naturales en general, que han utilizado consuetudinariamente lascomunidades negras para garantizar la conservación de la vida y el desarrolloautosustentable.

315

Page 316: TEXTOS EN DIÁSPORA. EN AMÉRICA

Carlos Efrén Agudelo

la conservación y protección de los derechos de propiedad

colectiva, la preservación de la identidad cultural, el aprove­

chamiento y la conservación de los recursos naturales. Esco­

ger al representante legal de la respectiva comunidad en cuan­

to persona jurídica, y hacer de amigables componedores en

los conflictos internos factible de conciliación". Estas funcio­

nes asignadas por la ley, si bien están lejos aun de representar

la gestión autónoma que las organizaciones negras reivindi­

caban -inspiradas en el modelo indígena-, sí representa un

punto de partida a través del cual, se intentará seguir cons­

truyendo un espacio político y de poder propio y legitimado

por la institucionalidad. Pero, ni la ley ni la reglamentación

posterior sobre el funcionamiento de los consejos comunita­

rios estableció el tipo de relación que tendría esta forma de

"autoridad comunitaria" con la institucionalidad tradicional

del municipio en el que se ubican estos territorios colectivos

(alcaldía municipal, concejo). Los territorios colectivos de co­

munidades negras no contaban con la autonomía que sí ha­

bían obtenido de manera explícita los resguardos indígenas.

Sin embargo la ausencia de orientaciones que definieran esta

relación sería utilizada por las organizaciones negras para in­

tentar construir esa autonomía que no habían alcanzado en la

negociación de la ley.

La ley parte del supuesto de que las comunidades negras

beneficiarias ejercen unas "prácticas tradicionales de produc­

ción" que garantizan la preservación de la naturaleza. Son va­

rias las anotaciones a lo largo del texto de la ley que reafirman

el compromiso que deben mantener estas poblaciones en un

manejo de los recursos naturales consecuente con el desarro­

llo sustentable y la protección de la biodiversidad. También

se enuncian medidas para preservar los recursos y el medio

316

Page 317: TEXTOS EN DIÁSPORA. EN AMÉRICA

Nuevos actores socialesy relegitimacián del Estado

ambiente de la región de parte de actores externos a las comu­

nidades que desarrollen prácticas de explotación y manejo no

sustentable o antiecológico. Hay que decir sin embargo que la

figura de las "prácticas tradicionales de producción" fue una

especie de "tipo ideal" que elaboran las organizaciones negras

y sus asesores para apuntalar la exigencia de sus derechos te­

rritoriales. Pero en la realidad este modelo es más la excep­

ción que la regla. El Pacífico es una región en crisis ambiental

por el desarrollo de prácticas de explotación de los recursos

naturales promovidas principalmente por agentes del capital

como las compañías madereras, la minería industrial, las pal­

micultoras o camaroneras. A las dinámicas extractivas macro se

agregan, como consecuencia pero también debido a procesos

de modernización cultural, las prácticas de producción de bue­

na parte de las poblaciones negras del Pacífico, que están lejos

de ser "sustentables". En cuanto a la "ocupación colectiva", si

bien es cierto que este concepto se apoya en la realidad de for­

mas de uso del territorio y es una categoría política de aproxi­

mación al modelo de resguardo, también representa una ge­

neralización. La ley no le da la suficiente importancia a las

formas de apropiación individual que también se implementan

en la región. Esta imprecisión causará problemas y malenten­

didos en el proceso de titulación (Hofímann, 1998;Villa, 1998).

En lo que respecta a reivindicaciones del conjunto de po­

blaciones negras del país la ley plantea una serie de medidas

para la protección de los derechos y la identidad cultural y pa­

ra impulsar el desarrollo económico y social. La identidad

cultural se vincula en la ley a los procesos educativos en tér­

minos de normas que conciernen la totalidad del sistema edu­

cativo nacional (cambios en los contenidos de los programas

que incluyan la historia y la cultura de las comunidades ne-

317

Page 318: TEXTOS EN DIÁSPORA. EN AMÉRICA

Carlos Efrén Agudelo

gras colombianas) y también medidas específicas hacia las co­

munidades como el impulso de programas de etnoeducación

dirigido a las poblaciones negras. Asimismo, se incluyen ayu­

das para estimular un mayor acceso de las poblaciones negras

a la educación especialmente a la formación superior median­

te un programa de becas.

En materia de desarrollo, la ley establece que el Estado ga­

rantizará para las comunidades negras "el derecho a desarro­

llarse económica y socialmente atendiendo a los elementos de

su cultura autónoma". Se crean los espacios para que represen­

tantes de las comunidades participen en las instancias estata­

les de planeación nacional y regional. Se ordena la creación

de una comisión que diseñe un plan específico de desarrollo

para poblaciones negras.

Como instancia de interlocución colectiva con el Estado

y a manera de continuación de la Comisión Especial se crea

una "Comisión Consultiva de Alto Nivel" y a nivel regional

continuarían funcionando las comisiones consultivas depar­

tamentales existentes y se agilizaría el trámite para la crea­

ción de otras nuevas.

Finalmente en materia de derechos políticos aparece la

circunscripción especial para elegir a la Cámara de Repre­

sentantes dos miembros de las comunidades negras." La ley

también determina la creación de la "División de asuntos para

las comunidades negras" como una dependencia del minis­

terio de Gobierno.

rr En 1994 se eligen dos representantes a la Cámara por la circunscripción especial de

las comunidades negras. Por razones jurídicas y políticas esta circunscripción

desaparece para las siguientes eleccíones de Parlamento en 199B (Agudelo, 1999),

pero será restablecida para los comicios parlamentarios del 200 l.

318

Page 319: TEXTOS EN DIÁSPORA. EN AMÉRICA

Nuevos actores socialesy relegitimacián delEstado

Estos aspectos de la ley, que conciernen a las poblaciones

negras de todo el país, a pesar de que tienen como punto de

partida una visión estrecha y ruralizada y de las mismas, re­

presentan de todas maneras un paso en la dirección del reco­

nocimiento de sus derechos. Sin embargo, en casi todos sus

aspectos, quedaron en manos de las reglamentaciones poste­

riores y de las asignaciones presupuestales la posibilidad de

concretarse. Pasados casi diez años desde la aprobación de la

ley, buena parte de estos aspectos generales (no restringidos al

Pacífico), o no se han reglamentado, o su aplicación no ha

generado los cambios planteados en términos de derechos y

reconocimiento de las reivindicaciones de esta franja de la

población colombiana.

Con todo y los vacíos o inconsistencias que pueda tener la

ley 70 tanto en materia de derechos territoriales para las comu­

nidades negras rurales del Pacífico (su eje central), como en

la consideración de los demás derechos más generales, ella

se convierte en una referencia que marca el futuro de estas

poblaciones y que les otorga una presencia institucional con

repercusiones en las dinámicas sociales y políticas de orden

nacional. La ruptura que implicó el reconocimiento de la di­

versidad cultural de la Nación en la nueva Constitución, tiene

en esta ley otro punto de anclaje para acercarse a las realidades

sociales, políticas y culturales que rebasan, la idea de la "Na­

ción mestiza" y reconocen su coexistencia con la diversidad

cultural.

Conclusiones

Si nos aproximamos a un balance para los dos actores cen­

trales de la dinámica que hemos estudiado, se puede decir que

319

Page 320: TEXTOS EN DIÁSPORA. EN AMÉRICA

Carlos Efrén Agudelo

el Estado cumple en principio con sus propósitos -desde su

óptica-, de estimular el ejercicio de la democracia partici­

pativa contribuyendo a la consolidación de un nuevo actor

social y político, las "Comunidades negras". Por la ubica­

ción geoespacial priorizada (el Pacífico) y la reivindicación

étnica de estas poblaciones, el Estado apuntala simultánea­

mente en otros dos campos que refuerzan su legitimidad in­

terna e internacional. La protección de la naturaleza, la bio­

diversidad y el respeto a la diversidad cultural (el Pacífico

como territorio biodiverso poblado por grupos étnicos). Con

la participación de un actor él contribuye a crear (el movi­

miento social de comunidades negras), de otros actores como

la Iglesia, algunas ONG, el movimiento indígena, sectores

de los partidos políticos, instituciones internacionales, entre

otros, el Estado logra crear un escenario de recomposición

de lo político, en tanto que espacio para el ejercicio demo­

crático de participación.

Si bien es cierto que en términos globales para el Estado

resultó fructífera su política, hay que señalar, sin embargo,

que, a través de la actuación de los diferentes componentes

del Estado que participan en este proceso (instituciones, auto­

ridades regionales, locales, funcionarios individuales), se pu­

dieron observar niveles de fragmentación, expresados en la

falta de coherencia que por momentos se evidenció entre

políticas de Estado a nivel local, regional e interinstitucional

e incluso entre funcionarios de una misma institución y que

se convirtieron en obstáculos para un avance más fluido de las

interacciones o el logro de sus intereses en el proceso.

Para las organizaciones negras el balance es más comple­

jo de establecer. El movimiento social de comunidades negras

se compone de múltiples fracciones con intereses políticos

320

Page 321: TEXTOS EN DIÁSPORA. EN AMÉRICA

Nueoos actores socialesy relegitimación del Estado

diversos, aunque durante el desarrollo del trabajo de la Co­

misión Especial hayan logrado acuerdos básicos que les per­

mitieron una interlocución con e! Estado en términos más fa­

vorables. Algunos sectores de! movimiento lograron un mayor

grado de desarrollo que otros. Organizaciones como la ACIA

en e! Chocó continúan su proceso de consolidación. En los

departamentos del sur (Valle, Cauca y Nariño) lo que será e!

futuro PCN (Proceso de Comunidades Negras) afirma su in­

fluencia. En cuanto a "Cimarrón" ya vimos que su margina­

ción de! proceso le ocasionó la pérdida de la mayoría de sus

activistas quienes se articularon a otras organizaciones par­

ticipantes en la Comisión Especial.

Pero uno de los factores más problemáticos que debe en­

frentar e! movimiento social de poblaciones negras es la espe­

cie de dependencia económica del Estado que se da durante la

etapa de la Comisión Especial. En esta etapa de! proceso se

va a limitar su autonomía y capacidad de movilización que

queda en algunos casos supeditada a los subsidios estatales.

Por otro lado, la competencia por e! acceso a los recursos

de! Estado se convirtió en un importante factor de división de!

movimiento. Esta situación contrasta con e! inicio de! proce­

so, durante y luego de la !\NC, antes de iniciarse e! trabajo de

la Comisión Especial, cuando la movilización de los activis­

tas y sobre todo de las poblaciones de los ríos que se empie­

zan a organizar, a pesar de! apoyo puntual de la Iglesia y

algunas ONG, depende también de sus propios esfuerzos.

En términos generales, los logros de las organizaciones de!

Chocó en los años ochenta y luego e! AT55 fueron un estimu­

lante poderoso para las poblaciones de los ríos de toda la re­

gión a los que lograba llegar e! mensaje a través de los acti­

vistas comprometidos en e! proceso de difusión de las nuevas

321

Page 322: TEXTOS EN DIÁSPORA. EN AMÉRICA

Carlos Efrén Agudelo

condiciones políticas generadas por la Constitución. Por pri­

mera vez las poblaciones negras colombianas (del Pacífico

rural) eran sujeto de derechos y reconocimiento específicos.

En general el factor que motivó el despegue de esta gran mo­

vilización en los ríos del Pacífico tenía que ver, de parte de

las poblaciones, con la posibilidad de acceder a beneficios

concretos (la propiedad de la tierra) articulados a un proceso

de afirmación identitaria, es decir al hecho de reconocerse y

ser reconocido positivamente ante la sociedad mayor frente

a la cual siempre se había considerado como inferior. El auto­

rreconocirniento de su "identidad cultural" devino un prerre­

quisito para obtener sus derechos territoriales tal como el mo­

delo chocoano (ACIA) y el indígena lo habían señalado.

La identidad cultural que se construye como discurso

explícito durante el proceso organizativo se apoyó en varios

elementos. De una parte los aportes de las propias poblacio­

nes básicamente a través de la tradición oral en las que ~stas

expresan elementos de su historia y de su cotidianidad trans­

mitidos y creados en forma de relatos y décimas. También

están las prácticas culturales cotidianas como la música, expre­

siones mágico-religiosas y formas de sociabilidad particular.

Algunos intelectuales del Pacífico y otros estudiosos han lle­

vado a través de investigaciones una sistematización de estas

tradiciones. Estos estudios se convirtieron en punto de referen­

cia de las organizaciones negras y los asesores que dinamiza­

ron el proceso. En algunos casos se trató de una inducción ha­

cia manifestaciones culturales de las cuales las poblaciones

no tenían ni memoria colectiva ni menos una reivindicación

actual, pero que formaban parte de una "identidad negra

genérica" sistematizada por algunos estudiosos (Hoffmann,

2000).

322

Page 323: TEXTOS EN DIÁSPORA. EN AMÉRICA

Nuevos actores socialesy rflegitimaci6n delEstado

La instrumentalización política de esta identidad si bien

podía ser más o menos representativa de los pobladores negros

de la región rural pacífica, se quedaba corta para expresar

el carácter dinámico y flexible que caracterizan las formas de

identificación de las poblaciones negras colombianas en su

conjunto, sometidas a múltiples procesos de hibridación cul­

tural que generan un abanico de autorepresentaciones dife­

rentes. En un primer momento la etnicización del negro tuvo

que hacer énfasis en la matriz de los orígenes de su implan­

tación en Colombia y el proceso mayoritario de poblamiento

que caracterizó estas poblaciones en la región pacífica. Pero,

si de lo que se trata es de definir de la identificación de estas

poblaciones, habrá que superar dícho punto de partida ini­

cial e indagar sobre los diferentes caminos que ha recorrido

y seguirá recorriendo la construcción de, ya no la identidad

sino, las identidades negras en Colombia. Esto no quiere decir

que se renuncie a las posibilidades de establecer categorías de

identidad genérica en la que se puedan encontrar las pobla­

ciones negras colombianas en general y que pueden incluso

extenderse a escalas mayores (los negros de América latina,

los de todo el continente americano, los negros del mundo

occidental o hasta todos los negros del mundo). Es posible la

apropiación de una historia común que se origina en el dra­

ma del esclavismo y/o el reconocimiento del sesgo racista

presente en las relaciones sociales a escala global. Estos pue­

den ser herramientas de cohesión política que posibiliten la

convergencia de diversos sectores de poblaciones negras a

nivel nacional, continental o mundial." Pero las identidades

" La Conferencia Mundial Contra el Racismo promovida por la O:'lU, realizada en

Sudáfrica en septiembre de 2001, es un espacio en el que confluyeron movimien­

tos negros a escala mundial.

323

Page 324: TEXTOS EN DIÁSPORA. EN AMÉRICA

Carlos Efrén Agudclo

genéricas no pueden negar las especificidades de contextos

históricos, ni no tener en cuenta que la identidad étnica es sólo

una de las facetas de las múltiples identidades que asumen

los individuos y los grupos. Las identificaciones de clase o ca­

tegorías socioeconómicas, de género, de generación, de acti­

vidad profesional, entre otras, son también un componente

a tener en cuenta cuando se proyecta una acción política."

Parte de las dificultades para hacer de la identidad étnica

un motor de organización que involucre sino al conjunto, sí

a una parte significativa de las poblaciones negras colombia­

nas tienen su explicación justamente en que a diferencia del

caso de los indígenas, aquí nos encontramos frente a unas po­

blaciones de mayor diversidad y complejidad en cuanto a sus

formas de inscribirse en el contexto de las sociedades contem­

poráneas, producto de procesos históricos diferentes. La ambi­

güedad entre discriminación racial e integración ciudadana

en que han vivido las poblaciones negras, tampoco facilita la

construcción política de un actor social y político étnico que

involucre porciones más significativas de estas poblaciones a

partir de sus reivindicaciones.

Con todo y las limitaciones anotadas del movimiento so­

cial de Comunidades negras, éste ocupa un espacio visible en

el escenario político nacional. La interacción con el Estado

no ha sido el único aspecto, pero sí es un factor central en la

construcción e institucionalización del movimiento. Las pre­

siones de orden global y nacional por la relegitimación del Es­

tado de Derecho a partir de la implementación de formas de

'" Gilroy (1993, citado por Wade, 1997) hace una crítica al afrocerurismo del movi­

miento negro estadounidense afirmando que apoyarse tan solo en ese aspecto de

la identidad da una base precaria para proyectar una acción política entre las

poblaciones negras.

324

Page 325: TEXTOS EN DIÁSPORA. EN AMÉRICA

Nuevos actores sociales y relegitimación del Estado

participación de la sociedad civil, del respeto a la diversidad

se tradujeron en el texto constitucional de 1991. El proceso de

movilización de organizaciones negras con reivindicaciones

territoriales y culturales se inscribió en este contexto favorable.

Las ambigüedades del proceso son lógicos avatares de una

dinámica política compleja que ha seguido su curso, pero que

quedó marcada por la experiencia de interacción política en

la que nos hemos detenido.

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Page 329: TEXTOS EN DIÁSPORA. EN AMÉRICA

ACERCA DE LOS AUTORES

Elisabeth Cunin (editora de esta obra) es socióloga, inves­

tigadora del Institut de Recherche pour le Développement

(IRD-Francia) desde noviembre de 2002, y actualmente inves­

tigadora huésped en el CIESAS, sede Peninsular, Mérida, Yuc.

Trabaja temas relacionados con la construcción de las catego­

rías étnico-raciales en el caso de las poblaciones descendientes

de africanos, en particular en Colombia, México y Belice. Es

doctora en sociología por la Universidad de Toulose le Mirail

(Francia, noviembre 2000). Ha publicado: Identidades afior de

piel. Lo "negro" entre apariencias y pertenencias: mestizaje y cate­

gorías raciales en Cartagena (Colombia), IFEA/ICANH/Uniandes/

Observatorio del Caribe Colombiano, 2003, y Fiestasy carna­

vales en Colombia. Entre políticas de la diferenciay puesta enescena de

las identidades, La Carreta Editorial/Universidad de Carta­

gena/IRD, 2006 (con Edgar Gutiérrez).

Carlos Efrén Agudelo es sociólogo, investigador del Centro

de Estudios Mexicanos y Centroamericanos (CEMCA), catedrá­

tico del Instituto de Altos Estudios de América Latina (IHEAL­

Universidad La Sorbonne Nouvelle). Tiene un doctorado en

sociología política. Es investigador asociado del Instituto de

Investigaciones para el Desarrollo (IRD) y del Centro de Inves­

tigación y Documentación sobre América Latina (CREDAL/

329

Page 330: TEXTOS EN DIÁSPORA. EN AMÉRICA

Acerca de los autores

CNRS) en Francia y del cross (Centro de Investigaciones yDocumentación Social y Económica) de la Universidad del

Valle, del IEPRI (Instituto de Estudios Políticos y Relaciones

Internacionales) de la Universidad Nacional y del ICANH (Ins­

tituto Colombiano de Antropología e Historia) en Colombia.

Es especialista en multiculturalismo, identidades etnicorra­

ciales y poblaciones negras en América Latina. Además de

colaboraciones en revistas y libros, el autor ha publicado:

Politique etpopulations noires en Colombie. Enjeux du multiculturalisme,

París, Ediciones L'Harmattan, 2004 y Retos del multiculturalis­

mo en Colombia. Políticay poblaciones negras, Bogotá, Editores La

Carreta/IRD/IEPRI/ICANH, 2005.

Roger Bastide fue profesor en la Sorbona y director de es­

tudios en la Escuela Práctica de Altos Estudios (École Prati­

que des Hautes Études, EPHE) donde dirigió el Centro de In­vestigación en Psiquiatría Social. También dictó seminarios en

el Museo del Hombre y en el Instituto de Altos Estudios de

América Latina, en París. Fue uno de los primeros investi­

gadores en trabajar el tema de las relaciones interétnicas en

Francia (estudio sobre los armenios de Valence publicado

en 1931). Durante su larga estancia en Brasil (entre 1938 y1951), como profesor en la Universidad de Sao Paulo, se in­

teresó en la formación de las culturas afroamericanas (en

particular a nivel de las religiones), en los procesos de acultu­

ración, en las relaciones raciales, y también en la sociología yla antropología brasileña y estadounidense. Ha escrito, entre

otros libros: Les religions ojricaines au Brésil. Contribution ti une

sociologie des interpénétrations de civilisation, París, PUF, 1960 (edición

en portugués en 1971); Les Amériques noires, París, L'Harmattan,

1967 (edición en español en 1969 y en portugués en 1974);

330

Page 331: TEXTOS EN DIÁSPORA. EN AMÉRICA

Acerca de los autores

Lecandomblé de Bahia, rite nagó, el autres essais, París, Plon, Terre

Humaine, 2000 [1958] (edición en portugués en 2001).

Jean-Luc Bonniol es profesor de antropología en la Uni­

versidad de Aix-Marseille III e investigador del Instituto de

Etnología Mediterránea y Comparativa en Aix (IDE..lVIEC, CNRS).

Codiríge el seminarío "Prácticas y discursos identitaríos a par­

tir del Caríbe y de las Amérícas negras" en la Escuela de Altos

Estudios en Ciencias Sociales (EHESS). Trabaja los temas del

mestizaje, creolización, barrera de color, representación del

pasado en las sociedades posesclavistas, principalmente en

el Caribe francés y en Reunión. Además de varios artículos

en revistas científicas, ha escrito el libro: La couleur comme malé­

fice. Une illustraium créole de lagénéalogie des blancs eldes noirs, París,

Albin Michel, 1992; y coordinó las publicaciones colectivas: Au

tnsiteur lumineux. Des íles créoles aux sociétés plunelles; textes réunis

en l'honneur delean Benoist, Fort-de-France, Ibis Rouge, 2000;

y con]. Bernabé, R. Confiant y G. L'Etang, Paradoxes du mé­

tissage, París, Editions du Centre de Travaux Historiques et

Scientifiques, 200 l.

Christine Chivallon es investigadora del CNRS, en el Cen­

tro de Estudios del África Negra (CEAN) en Bordeaux. Tiene

una doble formación, antropóloga y geógrafa, y se interesa

en las relaciones entre espacio e identidad en el caso de las

sociedades del Caribe. Trabajó en particular los temas de los

campesinos en Martinica, de la migraciónjamaiquina hacia

el Reino Unido, de los fenómenos de reivindicación de la me­

moria de la esclavitud. Publicó entre otros: Espace el identité d

la Martinique. Paysannerie des mornes el reconquéte collectuie (1840­

1960), París, CNRS Éditions, 1998; La diaspora noire des Amériques.

331

Page 332: TEXTOS EN DIÁSPORA. EN AMÉRICA

Acerca delosautores

Expénences et théories apartir de la Caraibe, Paris, CNRS Éditions,

2004; "Rendre visiblel'esclavage. Muséographie et hiatus de la

mémoire aux Antilles francaises", L'Homme, 180, pp. 7-42, 2006.

Myriam Cottias es historiadora en el Centro de Investiga­

ciones sobre Poderes Locales en el Caribe (CRPLC delcxns

y de la Universidad Antilles-Guyane). Dirigió varios semina­

rios en la Escuela de AltosEstudios en Ciencias Sociales (EHESS)

en particular sobre la historia colonial. Fue responsable de la

Universidad de Verano "Ciencias Socialesy Caribe" de la Uni­

versidad Antilles-Guyane, entre 1997 y 2003. Actualmente es

responsable del Grupo de Investigación Internacional "Escla­

vitudes. Actores, sistemas, representaciones" (CNRS). Publicó

entre otros: De la nécessité d'adopter l'esclavage en France: un texte

anonyme de1797, París, Bayard, 2007 (con Arlette Farge); La

questum naire. Histotre d'une construction coloniale, París, Bayard, 2007;

Esclavage etdépendances serviles: histoire comparée, París, L'Harma­

ttan, 2006 (con Alessandro Stella y Bernard Vincent).

Denys Cuche es profesor de antropología en la Sorbona

(Facultad de Ciencias Sociales, Universidad Paris V) e inves­

tigador del grupo "Lengua, Música y Sociedad" (LMS del CNRS

y de la Universidad Paris V). Sus campos de investigación son

principalmente las poblaciones alógenas del Perú, en particu­

lar los descendientes de esclavos africanos y los migrantes de

origen palestino y libanés. Es el autor, entre otras publica­

ciones, de: Pérou negreo Lesdescendants des esclaues cfricains du Pérou,

París, L'Harmattan, '1981; La notion de culture dans les sciences

sociales, Paris, La Découverte, 1996; "Les Amériques noires et

la recherche afro-américaniste", número especial de la revista

Bastidiana, núm. 13-14, 1996.

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Acerca de los autores

Colette Guillallnlin, socióloga, fue investigadora del CNRS,

profesora en las universidades de Ottawa y Montréal. Sus tra­

bajos sobre la noción de "raza" y los procesos naturalizantes

que legitiman las discriminaciones han tenido una influencia

determinante en el campo científico francés. Desde finales de

los años 1960 participó en los movimientos feministas, don­

de analizó las formas de dominación ligadas a la construc­

ción de las relaciones sociales de género. Ha sido miembro

del colectivo OJJ.estionsjéministes y cofundadora de la revista LeGenre Humain; publicó, entre otros, los libros: L'Idéologie raciste.

Genése etlangage actuel, París, La Haye, Mouton, 1972; y Sexe, race

etpratique du pouvoir. L'idée de nature, París, Cóté-fernmes, 1992.

Stuart Hall participó junto con Richard Hoggart en la crea­

ción del Center for Contemporary Cultural Studies (cccs)

de Birmingham, en el cual tuvo un papel intelectual conside­

rable durante los años 1960-1970. Fue profesor de la Open

University de 1979 a 1997. Además de su compromiso polí­

tico del lado de la izquierda, sus trabajos son un aporte fun­

damental a la reflexión sobre los conceptos: herencia del

marxismo, pertinencia del posmodernismo, introducción de

la noción de diáspora. Fue el cofundador con E. P. Thompson

de la revistaNew Lift &view. Sus numerosos trabajos incluyen:

Policing the Crisis (1978), Neto Ethnicities (1988), The HardRoad

to Renewal (1988), Resistance Through Rituals (1989), Modernity

and Its Future (1992), What is Black in Popular Culture? (1992),

Cultural Identuy andDiaspora (1994), OJJ.estions cfCultural Identiry

(1996), Stuart Hall: Critical Dialogues in Cultural Studies (1996),

Cultural Representations and Signifying Practices (1997) Y Visual

Cultural (1999).

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Acerca de los autores

Loic Wacquant es profesor de la Universidad de Califor­

nia en Berkeley. Investigador del Centro de Sociología Euro­

pea en París y Fellow de la Fundación MacArthur, es el autor

de numerosos estudios sobre los temas de las desigualdades

urbanas, la dominación etnorracial, el encarcelamiento, el

estado penal y la teoría social, que han sido traducidos en

varíos idiomas. Publicó recientemente en español: Una invi­

tación a lasociología reflexiva, con Pierre Bourdieu; Cuerpoy alma.

Cuadernos de un aprendiz de boxeador, Los Condenados de la ciudad

y Castigar a los pobres. Es cofundador y editor de la revista

interdisciplinaria Ethnography.

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'Iextos en düispma. Una anlo/ngúl sobre qftodescen­dientes en América se terminó de imprimir enfebrero de 2008-en los talleres del Instituto Na­cional de Antropología e Historia. Producción:Centro de Estudios Mexicanos y Ccntroamé­ricanos (CE~lcA)/Dirección de Publicacionesde la Coordinación Nacional de Difusión delINAH. Cuidado editorial y tipografía: Ediciones

de Buena Tinta, S.A. de C.v.

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