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Entrevista a Aldo Miyashiro C R E P Ú S C U L O E L Crónica sobre Ernesto Sábato 50´S

Tinta Negra Nº4

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Periodico Virttual

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Page 1: Tinta Negra Nº4

Entrevista a Aldo

Miyashiro

CREPÚSCULO

EL

Crónica sobre Ernesto

Sábato

50´S

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EDITORIAL TINTA NEGRA ÍNDICE TINTA NEGRA

Guillermo Tavares

Miguel Miranda

Sarah Rivasplata

Miguel Rojas

Luis Centurión

Karen Rivera

Cynthia Estrada

Nancy Ampuero

Héctor Jara

FotografíaJefe de informaciones

Diseño

4AÑO 1 - MAYO 2011

Edición

LiteraturaDirector: Óscar Lecaros

Franco Vera

Periodistas

El Zorro de arriba y el Zorro de abajo

El exilio de Isabel

Allende

La guerra del fin del mundo

PÁG. 7PÁG 14

PÁG 18

En el panorama internacional, el mundo estaba saliendo de su estupefacción, de una guerra cruenta y sin fin que mantuvo a la humanidad en una especie de pará-lisis. En nuestro país, había surgido ya a fines de los 40, un grupo de intelec-tuales que con dotes de audacia e inge-nio modernizaron el cuento, la novela, la poesía, los métodos de hacer crítica y de abordar la enseñanza de los es-tudios literarios. Esta mirada diferente, esta otra forma de concepción del len-guaje y otras técnicas, este otro modo de plasmar una percepción de nuestra realidad son los elementos que carac-terizan la literatura peruana en los ‘50.

Cuando hablamos de ‘generación del ‘50” se suele dividir a la poesía en “pu-ros” es decir, preocupados en construir mundos verbales fuera de la realidad, y ‘comprometidos’, aquellos que busca-ban expresar los conflictos sociales y el drama de explotación de América Lati-na. Fue común a todos los poetas de esta generación la sensibilidad social , la búsqueda de una expresión lirica de-purada así como su carácter urbano y cosmopolita. Sus modelos fueron Whit-man, Pound, Thomas, Eliot, Ungaretti, Breton, Valery, Rilke Lorca Guillén, Ce-muda, Alberti, Aleixandre.

Asimismo, el rechazo de la realidad y nihilismo de volcarse hacia el interior no fue una actitud esteticista, sino el pro-ducto de una insatisfacción, y rebeldía frente a un mundo que estaba en caos.El predominio de metáforas y símbolos complejos y densos que algunos bus-caron el ascetismo expresivo: decir más

con menos palabras se aunó a la asi-milación de las formas clásicas de¡ verso castellano. No se trató de copiar modelos, sino de aprovechar su carga significativa a manera de unánime deuda con Vallejo.

La narrativa del’50 presenta dos aportes fundamentales. En primer lugar, haber dado la visión más completa y compleja de¡ Perú de¡ siglo XX, con sus fenóme-nos urbanos y rurales, y, en segundo lu-gar, haber asimilado las técnicas narrati-vas modernas provenientes, sobre todo, de James Joyoe y William Faulkiner. Los escritores Julio Ramón Ribeyro, Eleodoro Vargas Vicuña, Enrique Congrairis Martín, Caños Eduardo Zavaleta, José Durand Flores, Luis Loayza y Manuel Scorza son los más importantes representantes de la narrativa de los’50 y porque no incluir a a Julio Ramón Ribeyro y Carlos Eduardo Zavaleta.

TINTA NEGRA BAUSATINA, dedica en este número y no por ello el único, un ho-menaje a los poetas que tuvieron como antecedente a Eguren, Vallejo, Adán, Moro y Oquendo de Amat. Debemos se-ñalar que no hubo un programa ideológico sino más bien una coincidencia de sensi-bilidades. Poetas como Javier Sologuren, Jorge Eduardo Eielson, Blanca Varela, Washington Delgado, Gustavo Valcárcel, Sebastián Salazar Bondy, Yolanda Wes-tphalen, Cecilia Bustamante, Lola Thor-ne, Juan Gonzalo Rose, Alejandro Ro-mualdo, Carlos Germán Belli, Francisco Bendezú, Washington Delgado, Alberto Escobar, Pablo Guevara, Manuel Scorza, entre otros.Regocijémonos un poco con el placer de la obra y su consiguiente lectura de estos grandes representantes del 50

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La Casa de la Literaturaacaba de implementar un ambiente dedicado a niños con el nombre de “Mundo Infantil” donde podemos encontrar cuentos, historias y hasta papeles volantes de obras internacionales, donde los niños puede hacer volar su imaginacion, olvidarse de los problemas en casa, y encontrarse con Alicia o Oliver Twist.

celebración de los 120 años del nacimiento del olvidado escritor, en una exposición de varios días.

“120 años del natalicio de Luis Eduardo Valcár-cel” cuenta con los libros Del ayllu al Imperio, La Vida Inkaica e Historia por citar algunas obras del connotado representante del ensayo indige-nista peruano, como también un panel con ga-lería de fotos, los premios del escritor y objetos personales. En una entrevista por José Matos en 1998 afirmó que “La historia del Perú era muy cerrada y que sólo nos fijábamos de 1532 en adelante” y enfatizó en decir que “La base de la cultura de América estaba en el Perú antiguo”.

“NECESITAMOS MÁS APOYO”

El poeta y escritor, Santiago Vallejo, afirmó que en el país los escritores son tratados como ven-dedores de libros y caramelos y que necesitan mayor apoyo.

El cajamarquino, ganador del premio Mato Gros-so por un poema a la madre, expresó su molestia para Tinta Negra B. “Hay muchos escritores con talento pero no tienen apoyo. Acá en Perú, el mismo Instituto de Cultura nos cierra las puertas. Ne-

cesitamos más apoyo”, expresó muy fastidiado.

Pero no todo es amargura, ya que se animó a publicitar su última novela Ratas Decentes di-ciendo que es un claro reflejo de la realidad. También comentó que ya está por publicar su próxima obra titulada Amor Sangriento. Recor-demos el autor ganó un premio en Brasil donde viajará a fines de Julio.

COYUNTURA TINTA NEGRA COYUNTURA TINTA NEGRA

La casa amarillade laimaginación

En esta nueva sala se pueden disfrutar de las obras de conocidos escritores como Abraham Valdelomar y su cuento más aclamado “El Caba-llero Carmelo”; de la ganadora del Concurso Lati-noamericano en 1943, la huancaína Carlota Flo-res, y su relato “Muki, el torito” (1998); también de Francisco Izquierdo Ríos, siempre dedicado al mundo amazónico en “La Selva en la Narración Peruana” (1967); Arturo Corcuera, recordado por el uso del humor y su espíritu lúdico, onírico y mágico en “El Niño que no quería Leer” (1997); y el contemporáneo Jorge Esclava Calvo con su obra “El Capitán Centella enfrenta a la Pro-fesora Hierbamala” (2006) ; y personajes como El Rey León, Barney, Garfield y Winnie Pooh.

Dentro del “Mundo Infantil”, también se puede observar fragmentos de los cuentos citados ante-riormente y disfrutar de un espectáculo de títeres, como oír los relatos infantiles desde una rockola. La niña de la lámpara azul de José María Eguren tal vez rodee la sala cada parpadeo de las luces

120 AÑOS DE HOMENAJE

La Casa de la Literatura , también, rinde un me-recido homenaje a Luis Eduardo Valcárcel por la

Parrilla (cortometraje)Miércoles 25 de mayo4:30 pm (ingreso libre)

The Holy Mountain Sábado 28 de mayo

4:30 pm (ingreso libre)

Brus Rubio (cortometraje)

Domingo 29 de mayo11:30 am (ingreso libre)

Mariposa NegraDomingo 29 de mayo4:30 pm (ingreso libre)

ACTIVIDADESLos niños pueden leer obras de escritores

que desarrollan la imaginación y la creatividad

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Por Miguel Rojas

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METRÓPOLI TINTA NEGRA METRÓPOLI TINTA NEGRA

“Dime en qué colegio andas, y te diré que lees”, creo que esta frase sintetiza la situación actual en la que los perua-nos nos encontramos y que poco o nada hacen las autoridades para remediar este hábito hacia la lectura.

Recuerdo que cuando cursaba la primaria en un colegio estatal, en San Martin de Porres, los profesores sólo dejaban como tarea un simple cuestionario, sobre las ciencias naturales o algo de historia, y que bastaba con preguntarle a mi padre o a un mayor de edad para que esta res-puesta se plasme en mi cuaderno. En realidad no te obligaban a leer y tal vez los únicos libros de consulta eran el omnisapiente “Baldor” o en su defecto “Escuela nueva” y que por cierto pa-saba de generación en generación.

Ahora, a decir verdad no ha cambiado mucho (en los colegios estatales). En la currícula es-colar que manejan los profesores incluye que el alumno debe leer como mínimo una obra por cada año escolar primario, esto debe de estar de la mano con la comprensión de lectura que ha decir verdad es otro de los problemas socia-les en mucho de los jóvenes de hoy.

En los centros educativos particulares, es no-toriamente diferente, pero no solo por el grado de instrucción que representan los docentes, en la mayoría de los casos, sino por el hábito que en casa, de los estudiantes, se cultiva. Para comenzar; y con esto no generalizo ni mucho menos quiero menospreciar, las familias acomo-dadas tienen más facilidades, por decirlo de una manera, de acceder a un libro y por si fuera poco a leer sin agentes que interrumpan su compren-sión y su análisis, como por ejemplo el de una biblioteca en casa; el tiempo, que en mucho de los casos se ve atenuado por otros quehaceres que son implantados con el fin de cubrir algunas de las necesidades primarias en el hogar, donde muchas veces el niño o joven termina por con-vertirse en un adulto activo para el hogar.

El interés es la herramienta fundamental para fo-mentar la lectura en los jóvenes de hoy, tenien-do mucho que ver con la sensibilidad. Si bien los colegios, en conjunto con el estado, debe-rían de ser el principal impulsor de los menores hacia la lectura; no se debe dejar de lado la mo-tivación del hogar y muchos menos que ahora la internet ha globalizado los estándares de las comunicaciones, aunque no todos posean una computadora en casa, todos los jóvenes visitan las redes sociales y desde ese ciberespacio se puede hacer mucho para que la situación, al me-nos, mejore en nuestro país.

“Dime en qué colegio andas, y te diré qué lees”

Conmemorando los 100 años del nacimiento del escritor peruano José María Arguedas, la editorial Peisa acaba de reeditar la obra de mayor madurez del escritor, “el zorro de arriba y el zorro de abajo”.

Esta obra es la sexta y última novela, que el escri-tor publicó póstumamente en 1971. Esta novela lleva ese nombre debido a que, en ella aparecen dos zorros, dos mundos: uno proveniente de la zona de arriba (referida a la sierra peruana) y otro

El zorro de arriba

El zorrode abajo

Yzorro proveniente de abajo (referida a la cos-ta) representando las di-ferencias que existen en los pobladores de una y otra región. El contexto es extraído de la obra “Dioses y hombres de Huarochirí” también de autoría de Arguedas.

La obra está ambien-tada en el puerto de Chimbote, situado en el departamento de An-cash, en la década de los sesentas, en el cual se vivía el boom de la pesquería y la producción de harina y aceite de pescado debido a la alta deman-da que por entonces había de estos productos in-ternacionalmente.

Esta novela es interesante por diversos aspectos, primero porque nos muestra claramente el cambio en su vida y costumbres que sufre el indio inmi-grante al integrarse a la ciudad como en este caso el trabajar en el puerto de Chimbote. En otro punto nos muestra cómo va perdiendo poco a poco su identidad cultural y se va degradando moralmente

debido a la modernidad y el desmedido afán de lucro, congregado en los vicios y presión de la ciudad donde los bares y burdeles cobran pre-sencia en la historia.

Otro aspecto importante, es destacar sobre como el poder económico de cierto sector de la sociedad, puede dominar y hasta monopoli-zar el departamento geográfico entero. Ya que el magnate pesquero de apellido Braschi, era dueño de burdeles, bares y otros negocios, ali-mentando sus negocios, con lo que les pagaba los pescadores que trabajan para él, ya que en su mayoría, todos visitaban los antros de las que él era dueño y adentrándolos en un círculo vicioso del que era casi imposible que los inmi-grantes puedan escapar a esta rutina impues-ta. La mayoría de los indios que habitaban la zona, habían desecho todas sus propiedades en sus lugares de origen, para poder trabajar en la ciudad, una ciudad que los consumía hasta el hartazgo y de la que no podían escapar ya que no tenían lugar alguno a donde ir, y que era

maquinado minuciosa-mente por Braschi y sus ayudantes.

Antes de terminar la no-vela, José María Argue-das habia tenido varios intentos de suicidio, sin embargo ninguno de ellos lo alejó de la muer-te, sino que lo hicieron acercarse mas a ella, debido a que no podía continuar dilatando su presencia en el mundo,

al considerarla un completo caos, además de la fuerte crisis depresiva por la que atravesa-ba. El zorro de arriba y el zorro de abajo, ja-más se terminó de realizar.

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Por Miguel Miranda

Por Karen Rivera

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2 VOCES TINTA NEGRA 2 VOCES TINTA NEGRA

Aldo Marcos Miyashiro Ribeiro, nació el 9 de febrero de 1976 en Miraflores. Luego de terminar el colegio, cursó estudios de Periodismo en la Universidad Jaime Bausate y Meza, Literatura en la Universidad La Cató-lica y actuación en la ENSAD, donde inició su carrera teatral, sin embargo dejó todo en el ca-mino y confesó que el único curso que termi-nó fue un taller de teatro con Roberto Ángeles, desde entonces, no se ha alejado del mundo del arte. Es hincha acérrimo de Universitario de Deportes y durante su juventud estuvo en el círculo de amigos del líder de la barra brava de ese equipo de fútbol, Misterio, cuya histo-ria fue la que lo lanzó a la fama como actor y guionista.

Actualmente conduce el programa “ENEMI-GOS PÚBLICOS” junto a Mónica Cabrejos, y trabaja como director y profesor de teatro, además de participar en el Gran Show, con su compañera Vanessa Terkes.

¿Qué te animó a escribir el libro “Un misterio, una pasión”?

Bueno primero porque soy hincha de la U y creo que un factor importante fue que cuando yo iba a los estadios a ver a la U y asistía a la tribuna Norte, veía muchas historias que podía contar y entre las historias más dramáticas, más du-ras, más peruanas, era evidentemente la histo-ria de Percy Rodríguez Marchand “Misterio”, a quien conocí, con quien pude conversar un par de veces, asistí a uno de sus cumpleaños, y era

también el lado oscuro evidentemente, y con eso contar las contradicciones del país.

¿La venta de tu libro cumplió tus ex-pectativas?

No, no las cumplió, las superó largamente , yo publiqué el libro 4 años después de estrenar la obra, con una miniserie encima, que fue por suer-te, bastante exitosa, y el libro fue el más vendido de la Feria del libro, cuando había autores como

un personaje fasci-nante para alguien que escribe, en ese momento yo tenía 15, 14 o 16 años, no lo recuerdo, pero ya sabía que quería es-cribir, que eso era lo que quería hacer en la vida, digamos, en-tonces, yo siempre dije que iba a escri-bir alguna vez sobre él, y cuando Miste-rio muere, pues se vuelve mucha más dramática su histo-ria ¿no?

¿Temiste a las críticas al mo-mento de pre-sentar tu libro?

Sí, claro, yo estaba en un buen momento de mi carrera teatral porque era bastante joven y ya había ga-nado unos premios dramatúrgicamente, entonces mis profe-sores me decían no escribas una obra sobre un delincuente, y fueron muy claros en eso; sin embargo, lo que yo quería era contar el otro lado del personaje, el lado que no era tan oscuro y

Vargas llosa, Ba-yly, y pues a la presentación del li-bro habían llevado a 1200 personas más o menos, que ya era una cosa de locos y un éxito para la feria, no-sotros llegamos a más de 3000 y el libro se sigue ven-diendo hasta aho-ra y sacan edición tras edición y es una cosa increíble, no me lo esperaba la verdad.

4.¿Sientes que te pareces en algo a Misterio como hincha?

No, yo no me pa-rezco en nada a Misterio; al contra-rio, yo soy un hin-cha muy pacífico, a mi no me inte-resa y me parece absurdo que exista violencia en el fút-bol, una de las co-sas que me gusta

hacer, que me gustaría hacer, mejor dicho, es ir al estadio con mis hijos y que no pase absolutamen-te nada, deberían haber cánticos que denoten,

pues ciertas injurias, ironías y qué sé yo, pero ahí debería acabar todo, porque la violencia en el fútbol es absolutamente estúpida y eso es un poco también lo que plantea la obra.

¿Qué significa el personaje de Miste-rio para la gente crema?

Era un símbolo pues algo extraño ¿no? Que por un lado tenía ese lado tan masculino que le gusta tanto a la gente de la valentía y la ca-pacidad de pelear y qué sé yo; y por otro lado, tenía este lado, digamos, benefactor, porque trabajaba por los hinchas más pequeños, que-ría que los hinchas más pequeños coman, se preocupaba por ellos, o sea es un personaje de novela ¿no? Y hasta ahora está en el corazón de los hinchas de la U, la gente sigue cantando “Misterio vive en mi”, “Misterio no se va”, “Mis-terio está presente en la norte con su gente”, o sea los cánticos siguen a pesar de los años ¿no?

¿Por qué crees que las personas con-funden mucho a los hinchas con la de-lincuencia?

Porque así como hay buenos policías, hay ma-los policías; como hay buenos periodistas, hay malos periodistas; y como hay hinchas del fút-bol y amantes del estilo de juego de la U y de lo qe significa la U en el país, también hay pues algunos delincuentes infiltrados, algunos per-sonajes que no se comportan bien, entonces la gente suele generalizar, dentro de la histo-ria, yo contaba un poco todos los perfiles ¿no? Desde chicos muy nobles como “caradura” y “el nene”, hasta algunos delincuentes en po-tencia como “Tayson”.

¿Por qué decidiste convertir esta obra en un libro?

Porque este libro, al igual que la obra y la serie, es una especie de reconocimiento y homenaje al hincha peruano. Mucha gente piensa que la tribuna está compuesta por gente violenta, y no sabe que ser hincha es una forma de vida, no sabe que detrás del hincha siempre hay una historia.

UnMisterio,

una pasión

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También es productor, conductor y director de televisión

Por Nancy Ampuero y Cinthya Estrada

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REPORTAJE TINTA NEGRA REPORTAJE TINTA NEGRA

Vorágine de fatalidades

Sin esperanza de volver a escuchar, al menos, una vez más algún verso de sus labios, los periodistas, re-signados y llenos de pesadum-bre, escriben en sus libretas: Alejandro Romualdo ha falle-cido. Los policías, quienes mi-nuciosamente están en busca de algún indicio por las calles de Ernesto Plasencia, en San Isidro, de aquel trágico enigma, avanzan preocupados y confu-sos hasta el domicilio del poeta, donde descansa el cuerpo de Romualdo, de 82 años, boca a arriba, con un hematoma cerca de la ceja y una herida en la nuca originada, según fuentes policiales, al caer al piso pro-ducto de un infarto. El vuelo había tenido una demora técni-

ca en Fráncfort. Sin embargo, esas demoras no amilanaron su pasión literaria, junto a otros tres escritores, de dirigirse a Bogotá a un congreso de inte-lectuales españoles de la lla-mada “Generación del 27”. El famoso y fatal Boeing 747 vue-lo 11 de Avianca, el cual Ma-nuel Scorza había abordado en París, como hace poco había escrito el poeta “América/ no puedo escribir tu nombre sin morirme. /Aunque aprendí de niño, no me salen derechos los renglones; / a cada sílaba tropiezo con cadáveres”, fue la imprecación, al estrellarse en una colina cercana al aero-puerto de Madrid, con la cual había soñado tanto: la muerte.

A pocos meses de recibir el Premio de Litera-tura Latinoamericana y del Ca-ribe Juan Rulfo, Julio Ramón Ribeyro, que había llegado de París para morir en su país, en

los pasillos de su mítico Ba-rranco, o sentado frente a su máquina de escribir, buscaba el último aliento literario de po-der retrata a su Lima,la de las barriadas, la de las inmigra-ciones, la de la Modernidad, o solamente, apostándole al 35, sacando el jugador cabalista de La insignia. Sin embargo, todo intento de lucidez o rela-jación eran acciones banales, pues el cáncer, que años atrás había combatido, había regre-sado esta vez para quedarse, y ahora lo veía en cada rincón, postrado en una habitación de un hospital, sin reconocimien-to, sin fama, sin Juan Rulfo, sin decir nada, Solo para fumado-res. No se había cansando de mostrar al Perú como un mural de apuntes marxistas, ni de su Poesía re-volucionaria, ni de su Poesía extremista, no había desistido de ser el miembro más conspi-

cuo del grupo “poetas del pue-blo”. Pero a los 71 años, Gus-tavo Valcárcel, internado en el Hospital nacional Edgardo Re-bagliati Martins, en un quinto piso, tenía solamente una ilu-sión a solo días de fallecer, “si los críticos no me han dado el sitial que me corresponde, me lo darán en el baquíjano”.

No reconocía a sus familiares, a sus amigos poetas, escritores, ni a su amor de toda la vida, Fernando de Szyszlo. Los meses que vivió antes de irse Como Dios en la nada, solo hacían sentir en los rostros de quienes la conocie-ron un réprobo justificado. Es-taba viviendo, como su poesía, En otro puerto, Sin ejercicios materiales. Nunca había bus-cado el reconocimiento, le pe-saba hablar sobre sus poemas, de toda su obra literaria, pero, como toda mujer de cultura, de literatura, poseída por una am-brosía de vanidad, agazapada buscó que el mundo apreciara

su obra, como El premio Federico García Lorca 2006, el Reina Sofía de

Poesía Iberoamericana 2007, o como el Octavio Paz de Poesía y Ensayo, los cuales nunca supo, a pesar de aún seguir con vida, le ha-bían otorgado, porque, como decía su nieta, vivía esos últi-mos meses con nosotros pero sin lucidez, sin realidad, tal vez ya había fallecido hace mucho.

La soledad como un acto de esperanza

Camino en círculos, mientras los demás han aban-donado en su totalidad la con-ferencia sobre Scorza, que ha tenido como participante a Oswaldo Reynoso, y otros es-critores más, y pienso cómo ambos habían sobrevivido li-teraria y económicamente, sin ayuda de editorial alguna, con los Populibros por algún tiem-po, y me sobreviene la imagen de ese Scorza vanidoso, colé-

rico y orgulloso de ser el cro-nista que ha dado la versión más verídica de la masacre en los andes, moviéndose de un lado hacia otro, respondiendo las preguntas de Hildebrant, en la etapa en que Scorza pos-tulaba para primer viceminis-tro por el Focep, el partido de Genaro Ledesma. Y me pre-

gunto dónde se había ido el poeta de América vuelve a tu casa/ yo te quiero libre omorir/ yo mañana seré olvido, y olvido/ los magnates y los hijos de los magnates/ pero tú vivirás/ la vida vivirá…

Me siento sobre una silla, ya que he vuelto a releer Cambio de palabras de César Hilde-brant por Scorza, y reparo, sin desearlo, en un Juan Gonzalo Rose respondiéndole a la pre-gunta de César, sobre el mal-trato sistemático que este país administra a sus poetas, a sus músicos, a lo mejor de su gen-te en muchos casos… Con una respuesta que describe toda la realidad del Perú: he llegado

“No reconocía a sus familiares, a sus amigos poe-tas, escritores, ni a su amor

de toda la vida, Fernando de

Szyszlo”

El CrEpúsCulo dE los

CinCuEnta

Blanca Varela en su juventud.

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Por Guillermo Tavares

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REPORTAJE TINTA NEGRA REPORTAJE TINTA NEGRAa la edad que he llegado (52 años), y yo vivo mantenido por mi madre (…), y mi madre es una mujer que tiene 80 años. Ahí. Justo ahí, entendí al Perú. Juan Gonzalo, como dice Cé-sar Lévano, quien lo conoció, era un hombre risueño, iróni-co, quien alguna vez conoció a Fidel Castro y al Che Guevara

preparando la Revolución en Cuba, y que se enfiló a guerri-llero pero fracasó. El poeta y músico del vals Tu voz, tu voz, tu voz/ tu voz persiste/ anida en el jardín/ de los soñados/ inútil es decir/ que te he ol-vidado… El poeta que cuando Haya le dijo alguna vez <<Us-ted fue aprista>>, él le respon-dió <<Y usted también…>> en el local de Alfonso Ugarte en Lima. El poeta que escribió en sus últimos años de vida, aleja-do por completo de la realidad: Te busco, muerte. Te busco/ y no te encuentro/ entre la nada te busco/ y te busco/ entre la gente/. Y no te en-cuentro/ pero cuando tú/ me busques…/ todo será dife-rente.

Juan Gonzalo Rose, quien fue amigo de tantos grandes poe-tas y escritores, también fue gran amigo del Padre Gutié-rrez, de la Teología de la Libe-ración, publicó libros como La luz armada, Simple canción, y trabajó en el Instituto Na-cional de Cultura (INC), con un sueldo aproximado de 400 soles –ni

apenas el sueldo mínimo–, sin embargo, a pesar de su trayec-toria en la difusión de la cultura, y de su simbólico sueldo, Fran-cisco Abril de Vivero, Director general del INC en ese tiem-po, lo despidió, sumándole aún más dificultades y ahondando más la soledad que lo llevaría a su muerte.

Salgo, por fin, del salón de con-ferencia, y sigo recorriendo la Feria de Libro de Lima, bus-cando una nueva edición de al-gún libro de Ribeyro, aparte de Prosas Apátridas, y no encuen-tro ninguna. Ni siquiera alguna edición antigua, nada, ni un sic. Como el cáncer, las editoriales desaparecieron a Ribeyro del mundo.

Me detengo en un stand. El que atiende me anticipa.

– ¿Busca algún premio Plane-ta, algún alfaguara? –Me pre-gunta–. O no, ya sé, ¿el libro de Gian Marcos, o el libro de Magaly? –No. – ¿Malabares en taco aguja, Crepúsculo, Harry Potter? –No. Busco a Alejandro Ro-mualdo, el poeta que acaba de fallecer recién. – ¿Peruano o extranjero? Se-guro es un es-critor clásico. –Peruano. El de la Generación del 50, junto a Ribeyro, Scorza, Zavaleta, Juan Gonzalo, Blan-ca Varela –No, aquí no vas a conseguir eso. Tal vez lo encuentres en Quilca o en Amazonas, aunque nadie los conoce. –Seguiré buscando, gracias de todas maneras.

Corcuera lamenta que en los últimos tiempos los jóvenes hayan olvidado y deja-do de leer al poeta (Romualdo).

“Alejandro era un genio de los ingenios. Fue también actor, hu-morista, dibujante, prosista sin

par y polemista de polendas”, recuerda. Romualdo desarrolló una poesía simple, construida con palabras cotidianas: Si me quitaran totalmente todo/ si, por ejemplo, me quitaran el saludo/ de los pájaros, o los buenos días/ del sol sobre la tierra/ me quedaría/ aun/ una palabra. Aún me quedaría una palabra/ donde apoyar la voz.

El autor del Canto Coral a Tú-pac Amaru (Lo harán volar con dinamita/ En masa, lo cargarán, lo arrastrarán/ A golpes le llenarán de pólvo-ra la boca/ Lo volarán: ¡y no podrán matarlo!) se había ga-nado la mala fama de un poeta hosco y duro por su irreverencia en defender sus ideales, como cuando por gestiones del artis-ta Víctor Delfín se le propuso que le entregaran una pensión de gracia, en el gobierno de To-ledo, pero Romualdo no aceptó alegando que solo se la daban a él y que otros escritores tam-bién la merecían. “dijo también que no lo aceptaba porque fue el virrey Toledo el que tomó pri-sionero a Túpac Amaru… Así de ocurrente era Alejandro”, explica Corcuera.

Carlos Eduardo Zavaleta, el autor del cuento El chino está cojo, donde describe a un Ve-lasco derrotado, sin Reforma Agraria ya en las pupilas, nos dice que él fue el primer escritor peruano en introducir las técni-cas de Joyce y de Faulkner en el cuento peruano, mucho an-tes que Mario Vargas Llosa, en La Ciudad y los perros, las uti-lizara, en compañía de Gabriel García Márquez, Julio Cortázar y Carlos Fuentes, formando el

Boom Latinoamericano. El au-tor de El Cristo Villenas, quien fue maestro en San Marcos de un joven Bryce Echenique y que desde hace muchos años dicta cátedra de la Edad de Oro para subsistir más de la soledad que de su vejez acaba de publicar, como presagio de una muerte

en soledad, como casi todos los poetas y escritores del 50, Huérfano de mujer, libro donde recuerda, zarandeado por latristeza y la aflicción, a su mu-jer, con quien había compartido toda su vida, y con quien, en su imaginación, morirá a su lado.

Y no se equivocó. El escritor se nos fue solo, huérfano, sin mujer.

Epílogo de una época

Nadie es un asiduo lector de poesía, las editoria-les no invierten en poesía, los colegios no se dan la molestia de enseñar poesía, los poetas no se dan la molestia de hacer poesía, nadie es poesía.

Nadie se preocupó por saber el estado físico ni mental en que se encontraba Romualdo luego de la muerte de su esposa y su hijo menor, nadie le importó ha-cerle una entrevista. Nadie hizo una marcha a favor de mejores atenciones y mayor eficacia –como hoy, que todos hacen marchas hasta por el día de re-cordatorio por el día de “alimen-ta mejor a tu Hámster”– para mejorar la salud de Valcárcel que agonizaba en el quinto piso del Hospital Rebagliati. Nadie llenó las calles, como una ráfa-ga de indignación, pidiendo que dejara de funcionar, y pagara una cuantiosa reparación civil a los familiares y a toda la cultura del Perú, la aerolínea que irres-ponsablemente acabó con la vida de Scorza. Nadie protestó frente al congreso, con pancar-tas, palos y llantas quemadas, la reposición de Gonzalo Rose a su puesto, cuando fue despe-dido del Instituto Nacional de Cultura (INC), o pidiendo impe-rativamente la renuncia del di-rector general del INC. Nadie promulgó una ley que beneficie a todos los hombres de música,

“Nadie se pre-ocupó por saber el estado físi-co de Romual-do luego de la muerte de su

esposa y su hijo menor...”

Los poetas del 50 en La Casa de la Literatura

Carlos Germán Beli

Julio Ramón Ribeyro

Manuel Scorza

Alejandro Romualdo

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Page 8: Tinta Negra Nº4

--->>>>>Viene de la página 13de arte, de letras que impulsa-ron la difusión de la cultura, a recibir una pensión por su la-bor. Nadie lloró cuando Ribe-yro se retorcía de dolor por el cáncer. Nadie tuvo la cándida ilusión, como última esperan-za, de recordar qué, y quie-nes, fue la generación del 50. Nadie hizo nada.

Avanzo, con las pocas perso-nas que aún merodean por al-gunos pasillos en la Feria de Lima, en mi terca ilusión de encontrar a alguien que me diga que Romualdo, o Gon-zalo sí fueron poetas, que sí existió la generación del 50, o que sencillamente me diga –y desengañe–, que solo fue un sueño lo de la generación del 50, que jamás pudo existir en el Perú tamaña cantidad de poetas ecuménicos. Pero, sin decidirme a preguntar de nue-vo por ellos, salgo de la Feria de Lima, resignado. Llego al paradero, subo al bus que me llevará a mi casa, y me siento con la cabeza recostada en la ventana a mirar las calles.

Un vendedor ambulante, aprovechando el semáforo que está en rojo, con varios li-bros en la mano, se acerca a mi ventana y grita:

–Aproveche, dos por uno, Alejandro Ro-mualdo y Gon-zalo Rose a solo 20 soles –me señala las portadas de los li-bros, dándome a entender que están en perfectas con-diciones–. Qué dices, ¿te ani-mas? Está barato.

El exilio de Isabel Allende Isabel Allende es una escritora de indudable éxito comercial. Puede decirse que es la autora hispano-americana más leída en el mundo, sus libros han sido traducidos a los principales idiomas y las ventas superan los cincuenta millones de ejemplares. El Times de Londres la catalogó, junto a Gabriel García Márquez, dentro de los cien escritores más notables de la tierra en los últimos sesenta años. La popularidad de esta escritora chilena radicada en Estados Unidos, principalmente en el ambiente de los lectores jóvenes, despierta muchos celos y hasta envidias no muy sanas. Pongámoslo con todas sus letras, algunos escritores y críticos de habla hispana tratan de descalificarla mediante juicios determinantes y arbitrarios en su mayoría, no sólo por la falta de objetividad sino por los arrebatos del ensañamiento y la furia.

Sin duda la característica de ser una escritora muy vendida no es sinónimo de calidad literaria porque, por lo general, la visión del as-pecto creativo se sitúa en la óptica económica. Sin embargo, el éxi-to de Isabel Allende no es gratuito ni cayó del cielo, en ella se con-jugan una larga y distinguida producción literaria y los favorables aspectos comerciales de vivir en Estados Unidos, donde la lengua hispana es cada vez más creciente y dominante, de ahí también el interés que despierta la escritora en los lectores de habla inglesa. Llegar a la cúspide de la aceptación no es una tarea fácil, en el camino se encuentran muchos obstáculos, pero la escritora chilena ha superado con creces los juicios negativos en la representación literaria e intelectual dando una cara nueva a la narrativa hispano-americana.

Se equivocó por completo Javier Edwards, de la familia propietaria del diario chileno El Mercurio, quien inició en ensañamiento contra Isabel Allende cuando publicó “La Casa de los Espíritus,” novela de la que podemos afirmar, constituye un nuevo aporte al estilo “rea-

lismo mágico” consagrado por García Márquez en los “Cien Años de Soledad”. Edwards sin fun-damentos válidos y sin mayores luces se lanzó a la aventura de descalificarla a través de injurias descabelladas donde la acusó de “plagio”.

Como es fácil criticar sin fundamento, a Edwards le siguieron otros en Chile con más injurias ela-boradas por mediocres. La atmósfera fría res-pecto a la obra de Isabel Allende, en su propio país, se inició mediante injustas objeciones a su calidad artística, propiciado por los acostumbra-dos círculos cerrados de quienes se sitúan como “los grandes” en el campo de la literatura, el tea-tro y la poética. Pronto sus detractores caerían en su propia trampa, por la sencilla razón de que la publicación posterior de novelas como “De Amor y de Sombra,” “Eva Luna,” “El Plan Infini-to,” entre otras, borraron la pretendida margina-lización de una escritora de gran valor narrativo e innovador. La lectura de sus novelas escritas en el estilo del “realismo mágico” no pertenece a la sub-literatura como señalan algunos, por el contrario sus obras en una prosa simple, amena y con gran sentido del humor, se basan en he-chos existenciales, por momentos en episodios de su vida y por otros dándole riendas sueltas a su imaginación, donde retrata personajes reales de la vida cotidiana. La conquista mágico realista de Isabel Allende

es propia en su carrera literaria iniciada en el periodismo, el cuento infantil y el teatro, pues en esencia hoy es una novelista de invalorable vena narrativa en Hispanoamérica, aunque por lo señalado anteriormente se le quiera robar un sitio en la literatura española y en algunos cír-culos intelectuales celosos o envidiosos de su excepcional capacidad creativa. Su obra más reciente, la no ficción Paula o las novelas auto-biográficas como “Inés del Alma Mía,” son una especie de regreso al realismo donde se narran en tono apasionado y vivencial, episodios de en-cuentros y desencuentros, amores, crisis tem-porales y el genio creador de la autora. Y lo más extraño de todo lo que se dice, es que la escritora chilena, a pesar de su valía intelec-tual y artística, resulta una especie de exiliada de las letras hispánicas o una marginal por vivir alejada del mundo intelectual español, no de otra manera se puede interpretar que Isabel Allende haya ganado 28 premios literarios en Alemania, Francia, Bélgica, Italia, Inglaterra, Estados Uni-dos; en Chile apenas tres sin importancia, en México uno y ninguno en España. Sin embargo, el estar fuera de Chile la acerca a esos perso-najes propios de su tierra natal, a los recuerdos nostálgicos, a los aromas de las flores y la costa del Pacífico.

OPINIÓN TINTA NEGRA OPINIÓN TINTA NEGRA

Algunos críticos la suelen calificar como una imitadora de Gabo, por La casa de los espíritus

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Por Sarah Rivasplata

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CRÓNICA TINTA NEGRA CRÓNICA TINTA NEGRA

Ernesto Sábato, provino de una familia de inmigrantes italianos, que se posicionaron como la clase media argen-tina de la época. Llegó a este mundo un 24 de junio de 1911, en la ciudad de Rojas, Provincia

las jamás publicadas en la Argentina en el pa-sado siglo. “El escritor y sus fantasmas” es un ensayo que Sábato escribió para exteriorizar su posición crítica contra algunos autores contem-poráneos a él, refiriéndose a los manuscritos de ficción y su objetivo final. Le siguió en 1974 la novela, Abaddón el exterminador, donde se trastocan temas apocalípticos que acontecieron en el siglo pasado y del cual, Sá-bato, las desdibuja sustancial-mente para dar vida a una prosa entrecortada que galopa a la par de la realidad argentina de ese entonces. En 1998 publicó sus memorias tituladas “antes del fin” que fue el último manifiesto literario que expuso al mundo.

Se desempeño además de escri-tor de novelas y ensayista, como un empírico filosofo existencia-lista, que influenció el contenido de sus obras así como, poste-riormente, pintor aficionado. To-das estas pasiones confluyen en una sola matriz: Sábato llevó en las venas, aquella sangre inte-lectual, que desembocó siempre en exteriorizar su majestuosa prolijidad personal y su seden-tarismo. También encabezó en 1983, la Comisión Nacional so-bre la Desaparición de Personas (CONADEP), convocado por el entonces Presidente de Argen-tina, Raúl Alfonsín. Está comi-sión se encargó de investigar los decesos ocurridos durante la dictadura militar argentina que sucedieron entre 1976 y 1983, y expusieron el lado social y combativo de Sábato, quien siempre renegó de las atrocidades come-tidas por los gobiernos de turno en la Argentina, así como se gano, infinidad de enemistades polí-ticas e intelectuales en diversas épocas, por apo-yar o criticar posiciones.

En el transcurso de su extensa vida, Sábato ha sido homenajeado y laureado en muchas ocasio-nes, incluso, siendo nominado en 3 oportunida-des al Premio Nobel de Literatura, premio que le fue esquivo. Residió desde 1945 hasta el final de

sus días en la localidad bonaerense de Santos Lugares, ubicada al Sudeste del partido de Tres de Febrero, en la zona oeste del Gran Bs. As. en Argentina. Durante gran parte de los últimos 20 años de su existencia, Sábato se retiro de la vida pública, tan inquisidora, por recomendación médica, para dedicarse de lleno a la pintura, su otrora pasión.

Ernesto Sábato dejo de latir en este mundo el 30 de abril del 2011, 55 días antes de cele-brarse un siglo de vida desde su nacimiento. Catapulto sus aspiraciones personales y las canalizo en una entrañable biblioteca personal que rubricó para las masas. Falleció a los 99 años de edad ad portas de ser uno de los es-critores más longevos que han existido jamás y tan cierto fue lo que escribió para la posteri-dad: “la vida es tan corta y el oficio de vivir tan difícil, que cuando uno empieza a aprenderlo, hay que morirse”.

“El Túnel” es su obra

elemental, que rescata lo insalvable del ser humano.

Ernesto Sábato fue uno de los escritores más longevos de la historia de la Literatura

El Universo y Sábato

de Buenos Aires en Argentina: la tierra del Tango, de Diego Arman-do Maradona y de los Boca – River. Desde muy joven, y con la ayuda de un familiar cercano, descubrió la literatura como muchos tantos dantescos autores de pluma exqui-sita. Las lecturas que con tanto fer-vor consumía, hicieron de Sábato, un ser capaz de descubrir aquellos parajes olvidados de la literatura para el resto del común de los mor-tales, quienes tantas veces leen por el insignificante consumismo del momento y no por el placer de saberse nutridos adecuadamente de las más exquisitas prosas lite-rarias.Podría considerarse como un absurdo, el ima-ginar, que un hombre, catalogado como un físi-co de profesión, haya abandonado el sendero que transitaba, para abocarse de lleno a una

nueva pasión que lo acogería con los brazos abiertos, y de la que más réditos le brindó en el futuro. Desde 1938 hasta 1943, se desempe-ñó en las ciencias, a las que luego abandono definitivamente, por padecer de una crisis exis-tencial. No fue sino hasta 1945 cuando publi-có su primer ensayo “uno y el universo” donde

profesa una crítica consisten-te al pensamiento moralista de la ciencia como disciplina. Luego en 1948, sale a la luz, “el túnel” obra máxima por an-tonomasia de Sábato, que lo encumbró hasta el pináculo de la literatura universal y que captó la atención del escritor francés Albert Camus (Pre-mio Nobel de Literatura 1957) quien hizo que la editorial Ga-llimard, tradujera el libro a su lengua materna, y del cual ex-presó posteriormente “su ad-miración y dureza” aunándo-se a una serie de autores de

renombre, quienes destacaron la excelencia de esta corta novela. En 1951 publicó su segundo ensayo, “hombres y engranajes”. Posteriormen-te, en 1961 publicó, “sobre héroes y tumbas” que es hasta la fecha una de las mejores nove-

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Por Franco Vera

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Según Mario Var-gas Llosa, en su prólogo de La guerra del fin del mundo, describe que no hubiera podido saber, y luego apasio-narse, de la guerra de Canudos, de las tierras paupérrimas de noreste de Brasil, del mesiánico y misterioso personaje del Consejero, sino hubiera leído la nove-la Os Sertoes de Euclides da Cunha, en 1972, y según la cual diez mil soldados de 17 estados de Brasil se movilizaron para aplacar la revolu-ción, que en esos años parecía reproducirse por todas las tierras baldías de Brasil.

La novela se centra en el Brasil de 1896, cuando el país había dejado atrás la mo-narquía y había ins-taurado la república, como símbolo de moderni-dad. Es durante ese contexto, que un hombre marcado por la espiritualidad y la capacidad de cambiar al mundo, Antonio Conselheiro, comienza un peregrinaje a favor de construir igle-sias, remodelar parroquias, ayudar a los pobres, predicar las sabias palabras de Dios, y pone en riesgo la estabilidad del poder, al reclutar bajo su mismo ideal, a miles de personas que luego, construi-rían su tierra prometida con el nombre de Canudos.

Antonio Conselheiro no creía en la Repú-blica, pensaba que era el comienzo del anticristo, por las reglas que imponía, los votos, los impuestos, los hombres. Enton-ces, a través de Canudos, hizo un segun-

La

Guerra

CRÍTICA TINTA NEGRA

del fin del Mundo

do país independiente y solo gobernado por las reglas de Dios.

A través de La guerra del fin del mundo, MVLL, retrata las ideas, políticas, confabula-ciones, mentiras, sacrificios, responsabilida-des que siempre, de manera ominosa, traen consigo todas las revoluciones. En esta novela, MVLL crea una gran canti-dad de registros históricos, nos deslinda por el tiempo, y nos lleva a saber que el final de una historia no siempre es cuando se pone sobre el papel la última palabra, sino que el tiempo es tan manipulable e impredecible que el inicio puede ser el final, o viceversa, o en medio de una historia. En La guerra del fin del mundo, a través de las narraciones del Periodista Miope al Barón de Cañabra-va, luego de que este salvara de morir en medio de la guerra, llegamos a descifrar que Antonio Conselheiro ha sido vencido, que encontraron su cuerpo desnutrido enterrado bajo secreto, que Canudos solo es un terre-no baldío y destruido, mientras que en otros capítulos posteriores la guerra recién está iniciándose.

Muchos críticos literarios concuerdan que con La casa verde, Conversación en La Catedral y La guerra del fin del mundo, MVLL tenía, de manera obligatoria e impres-cindible el premio Nobel de Literatura, como reconocimiento a su talento. Sin embargo, luego de 29 años, desde 1981 cuando se publicó La guerra del fin del mundo, la aca-demia sueca recién se ha dignado a otorgar-le el reconocimiento que se merecía por ser un propulsor, creador y extraordinario difusor de la cultura peruana, latinoamericana y del mundo. Entonces la pregunta sería a quién beneficia esta noticia, ¿a MVLL, un recono-cido hombre de letras que es admirado por todo el mundo, o a la academia sueca, quien los últimos años, por sus malas elecciones, se ha ido desprestigiando? La respuesta siempre será una ficción.

MVLL y su obseción con el poder

LITERATURA TINTA NEGRA

José María y su espejo

gris

Cuando salió al zaguán de su hacienda, la noche había despejado del cielo las nubes negras, los truenos, la lluvia, y en vez de estas, había la luna, aclarecido con todas las estrellas, el litoral de las calles con una brisa estática, casi imperturbable, la na-turaleza había sacado su pincel para desa-rrollar su obra de arte. Pero José María no lo notaba. Solo sentía el sudor en sus mejillas, ahora cubiertas de ca-nas, y la cada vez más seguida sensación de engañar otra vez a la muerte. Era usual para él salir de madrugada de su cuarto e ir co-rriendo balbuceando sin entender una frase y tomar conciencia de que existía cuando su ros-tro iba a parar en el lodazal de la hacienda. Algu-nas veces, había visto su rostro reflejado en el agua, pero no lograba reconocerse. Pensaba es-tar muerto y que lo que veía era la visita volátil de su abuelo. Era tan parecida la imagen que veía: las mismas canas en el pelo, en los bigotes, en la barba, las arrugas jaladas horizontalmente hacia las orejas, el color rojo fuego de la piel. Todo. De-bería haber sido él, con la única diferencia que era su reflejo luego de veinte años de soledad.

–Abuelo, abuelo –decía José María, con ímpe-tu– cuando sea grande quisiera ser como tú, un militar, y desfilar por campo de Marte y cargar la

bandera. – ¡Ese es mi nieto, carajo! –Decía el abuelo–. Tiene que seguir el linaje de la familia. Todos con el mismo nombre y todos con la misma pro-fesión. –Pero la abuela dice que tengo que ser Doc-tor –volvió a insistir José María–. Pero yo quie-ro ser militar. –La abuela no sabe nada, José –decía–. Tú vas a ser cachaco y punto. Salud, por eso. Mu-jer, tráeme un Whisky, esto hay que celebrarlo.

La hamaca donde dormía seguía igual, aún el viento seguía meciéndola de un lado hacia otro, dándole al cuarto un temperado clima de rela-jamiento. Las paredes blancas de su cuarto, como una epifanía, se tornaron grises. En vez

de ver el living, por la puerta lateral del cuar-to, lo que ahora ob-servaba eran pasillos infinitos, que venían se-guidos unos de otros, por todos lados. Todo era calmado, existía en el ambiente un so-siego absurdo. Solo veía pasar paredes y más paredes, seguido por caras lívidas enca-puchadas con mantos negros, que lloraban desconsoladamente, con velas en una mano, y en la otra un rosario. Caminaba empujado

por la gente, sin saber por qué él también llora-ba, tropezándose al compás de su corazón que a esa hora latía sin mesura. Todos lo miraban, le tocaban la espalda, y le decían que todo sal-dría bien. Entonces empezó a sospechar que alguien muy cercano a él, tendría que haberle pasado algo, pero cuando estaba a poco de sa-ber quién era, vio que lo único que miraba era un rostro con canas, con la mirada perdida en el tiempo, entonces se percató que estaba en el zaguán de su hacienda, otra vez, como to-das las noches, mirando el lodazal, se levantó, miró hacia el cielo estático y pensó en alguien que hasta ese momento había borrado de sus memorias, papá.

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Por Guillermo Tavares

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Por Luis Centurión