Variedades 208

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revista variedades

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  • Recuerdos de LucanasLas casas del escritor

    Canto emocionadoLa msica en sus obras

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    Semanario del Diario Oficial El Peruano | Ao 103 | 3a etapa | N 208

    JosMaraArguedas1911-2011

  • ESCRIBE: JOS VADILLO VILAFOTOS: ALBERTO ORBEGOSO

    "Entre todos los escritores peruanos, el que he ledo y estudiado ms ha sido probable-mente Jos Mara Arguedas."

    Mario Vargas Llosa

    C uando hablaba a travs de su narrador-personaje Ernesto, Jos Mara contaba en Los ros profundos las razones de su biografa de trotamundos: Mi padre no pudo encontrar nunca dnde fijar su residencia; fue un abogado de provincias, inestable y errante. Con l conoc ms de doscientos pueblos.

    ICAAtrs qued Lima, nos lame el desierto y en la ciudad

    el da quema como plancha caliente. Dicen que el colegio San Luis Gonzaga de Ica est a salto de mata entre el valo de la Panamericana Sur y la plaza de Armas de la ciudad. Y

    all vamos. Desde la avenida Jos Matas Manzanilla se ven los pabellones de la emblemtica unidad escolar construida en 1951 y hace un par de aos refaccionada. El subdirector de la institucin educativa, Julio Machado, advierte que es el colegio pero no el local donde Jos Mara (Arguedas) estudi la secundaria, a mediados de la dcada de 1920.

    Vamos entonces a la primera sede, al nmero 232 de la calle Bolvar, al costado de la Catedral, construida por los jesuitas. El local, a media cuadra de la plaza de Armas de Ica, pas a manos de la Universidad Nacional de Ica, la Unica. El terremoto de 2007 dej inhabitable los viejos salones y solo queda su hermoso patio, rodeado de desnudas quinchas, de paredes rasgadas. Dicen que en los tiempos de Jos Mara, el San Luis Gonzaga de Ica era exclusivo para los hijos de la clase media alta, para los hacendados, que enviaban al internado de secundaria a sus hijos, desde Chincha, Palpa, Nasca, la sierra ayacuchana, y por eso ese hijo de juez erran-te lleg aqu a estudiar.

    Cmo Arguedas est presente en el colegio donde es-tudi? Machado dice que en el nuevo local los alumnos de

    AMAUTA. El aporte de Jos Mara Arguedas a la cultura peruana crece con el tiempo. Sus obras marcan un derrotero para comprender a este pas de todas las sangres, como lo llam. El

    Variedades es una publicacin del Diario Oficial

    DIRECTOR FUNDADOR : CLEMENTE PALMA

    DIRECTORA (E) : DELFINA BECERRA GONZLEZ SUBDIRECTOR : JORGE SANDOVAL CRDOVA EDITOR : MOISS AYLAS ORTIZ EDITOR DE FOTOGRAFA : JEAN P. VARGAS GIANELLA EDITOR DE DISEO : JULIO RIVADENEYRA USURN TELFONO : 315-0400, ANEXO 2030 CORREOS : [email protected] [email protected]

    PORTADA

    NDICE EVOCANDO LAS VIVENCIAS DEL TROTAMUNDOSTras las huellas de un viajeroDe Ica a Puquio, de la Costa a la Sierra, algunas claves para entender la niez y la obra monumental de Jos Mara Arguedas.

    6-7. La encrucijada del Taita. 8-9. El arte redescubierto. 10-11. La herencia del Amauta. 12-14. Canto profundo. 15. Una ruta de amistad. 16-18. Caminos de altura. 19. Un sueo de cientos. 20-21. Espacios andinos. 22-23. Ctedra del maestro. 24-25. Escena arguediana. 26-27. El Tankayllu zumbador. 28-29. Runasimi a la italiana. 30. La ltima misiva. 32. El otro yo.

    2 VARIEDADES ESPECIAL

    CENTENARIO JosMaraArguedas 1911-2011O JJos

  • cuando los indios, a iniciativa de los varayoks "los patrones de Lucanas, abrieron en 28 das un camino de 300 kilme-tros entre Puquio y Nasca. Y un 28 de julio lleg al pueblo el primer camin bramando y echando agua por el radiador, entre lgrimas de mujer y boquiabiertos varones.

    Es casi de noche cuando llegamos a San Juan de Luca-nas, un manojo de casas, luz dbil que se filtra de algunas viviendas y fro. En la carretera hacia Puquio hay un desvo, carretera abajo, nos lleva a este pueblo, y si continas bajan-do, vas hacia la mina Utecc, a la casa hacienda Viseca.

    En la municipalidad, el nuevo alcalde delibera con sus regidores. En el saln hay sillas de plstico, un gran escritorio y en las paredes rostros de personajes clebres: Arguedas, un militar sanjuanino, est Felipe Maywa, un indio digno del pueblo de Accola que trabajaba para la seora Grimanesa Arangoitia, madrastra de Jos Mara, un hombre serio y muy

    humano que Arguedas volvera a visitar de viejo y que citara reiteradamente en Los ros profundos, por ejemplo.

    Severino de la Cruz acaba de dejar su cargo como en-cargado de la Biblioteca Municipal Jos Mara Arguedas. No solo conoci al escritor. De alguna manera fui su amigo, aclara. De muchacho era ya dirigente minero sindical y en Lima conoci a un grupo de estudiantes sanmarquinos que lo llevaron hasta el Museo de la Cultura Peruana, en la avenida Alfonso Ugarte, y le presentaron a Arguedas, aunque en ese momento, alrededor de 1960, Severino no saba quin era el escritor. Arguedas se emocion y lo invit a su casa, en el jirn Chota, donde viva con Celia Bustamante. Cuando gustes, vente; esta es tu casa, le dijo el doctor, como lo lla-maban.

    Era un hombre tan ameno, tierno y culto. En todas las andanzas que tuvimos nunca le escuch decir un carajo, me

    quinto de media incluyen al autor andahuaylino en sus de-bates y que hace un tiempo ganaron el concurso nacional de ensayo que organiz el Ministerio de Educacin sobre Argue-das. Creo que fue por toda la documentacin que guarda-mos en el colegio sobre Arguedas, me dice. Para este cente-nario, quieren estar presentes, y por eso planean enviar una delegacin de alumnos de quinto de secundaria al poblado de San Juan Lucanas, all, en Lucanas, Ayacucho, donde Arguedas prcticamente transcendi. Y hacia all vamos.

    SAN JUAN DE LUCANASDe Ica a Nasca no es como subir por (la cordillera de) La

    Viuda, se escala rpido por los Andes. Un par de horas por la pista moderna son suficientes para llegar a Pampa Galeras. Pastan serenas las vicuas. El carro cruza por el puente Toro Muerto y de Toro Muerto habla Arguedas en Yawar Fiesta,

    HACIENDA VISECA. Situada a 8 kilometros de San Juan de Lucanas. El escritor llega a este lugar cuando tena 9 aos huyendo de la casa de su madrastra. Arriba izquierda, otras vistas de la casa.

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    CRNICA

  • dice Severino, que tambin se subi al Volkswagen que tena Arguedas, vmonos, vmonos, Severino, y as le segua en Lima a sus conferencias, a todos los lugares que iba mientras le contaba las penurias que haba pasado en el pueblo de San Juan, provincia de Lucanas, Ayacucho. Hablaba de su amigo, Felipe Maywa. Hablaba de las penurias que sufri con su hermanastro Pablo Pacheco.

    Ya se ha ido todo vestigio de sol en San Juan. Y Severi-no contina recordando, como esa vez que el doctor lleg de Pars a Lima y les mostr una inmensa grabadora que haba trado de la Ciudad Luz. Eso recuerda Severino medio siglo despus, ahora en San Juan, ahora que hace fro y el da ya se fue.

    En la esquina de las calles San Martn y Alfonso Ugar-te, frente a la plaza de San Juan, rebautizada como Jos Mara Arguedas, est la casona de la madrastra, Grimanesa Arangoitia. Ahora, la esquina es una tienda de abarrotes que regenta la seora Honorata Galindo. Su hijo, Ivn Gallego, ha pintado cuadros inspirados en las obras del escritor an-dahuaylino que adornan la tienda. Nos invita a pasar; sigue el mismo patio que pis Arguedas, aunque ms ruinoso, la cocina en que estaban los pongos, donde Arguedas era en-viado por la madrastra y donde encontraba el cario de los indios.

    CASA HACIENDA VISECA

    Dicen, Jos Mara, que hasta ac venas cuando las co-sas eran imposibles en casa de tu madrastra, cuando esta-bas cansado de los piojos, de dormir en la batea de la cocina, solo acurrucado por los indios. Que corras desde el pueblo cuesta abajo, ibas por un camino de herradura, que pasaba por la mina Utecc y llegaba hasta el fondo, hasta el ro San Jos; lo cruzabas hasta llegar a la casa hacienda Peafiel, construida en 1896, ms conocida como hacienda Viseca.

    Las calaminas hundidas y picadas; ahora est lozana, con techo nuevo. La parte inferior de las paredes casi no se reconoca por el estircol de los animales de la comunidad, que se tuvo que retirar. Falta, dicen, recuperar parte de la belleza de los dibujos de las paredes. Todo producto de cerca de 30 aos de abandono.

    En lo que era el rea de estancia de la sala, se ha crea-do un pequeo museo con fotos de la familia Peafiel y una gigantografa de las obras de Arguedas. Hay imgenes de Dolores Morales, cocinera que conoci Arguedas; de Pablo

    El anciano recuerda una gran jarana que se dieron en Lima con Arguedas, con un guitarrista y Jaime Guardia. Lleva en sus manos una carta sobreviviente. Es una carta escrita a mquina, en un papel manteca que lleva el sello de la Federacin de Estudiantes de la Universidad Agraria.

    4 VARIEDADES ESPECIAL

    CENTENARIO JosMaraArguedas 1911-2011O JJos

  • Pacheco, el hermanastro; de Hilda Peafiel, quien inspir, di-cen, el Warma kuyay; del charanguero Julio Peafiel, amigo de Jos Mara.

    El ingeniero Ricardo Rivera, de la Universidad Agraria-La Molina, es uno de los que promovieron que en 1999 se declarase Patrimonio Histrico y Cultural de la Nacin a la casa hacienda Viseca y la casa de San Juan. Dice que lo del avance de las obras es bueno para el pueblo de San Juan y para el pas. Arguedas representa un valor muy grande en la cultura nacional.

    PUQUIO

    Es 6 de enero, Bajada de Reyes en el mundo cristiano. Los compases del arpa y el violn nos llevan hasta el atrio de la catedral de Puquio. Ante las imgenes del Nio Manuelito y del Nio Jess, unos danzantes que llevan alas de cndor en sus espaldas y bastones hacen chocar armnicamente contra el piso sus tacones de macarios, hechos de rbol de molle. Los acompaan unas chicas que danzan y cantan con voces agudas.

    Hctor Miranda, director de la agencia agraria de Luca-nas, explica que desde hace unos aos promocionan el re-torno de bailar las huaylas en Bajada de Reyes. Se estaban perdiendo los valores, a lo nuestro y el amor a la naturaleza. Lo habamos perdido por el problema social y se est recu-perando. Y en eso, Arguedas es un ejemplo para la juventud. Hay que rescatar el arpa, el violn, las tradiciones.

    Para nosotros, Arguedas ha superado a otros autores, describiendo el indigenismo, la personalidad y los derechos que tena, me dice el profesor Salomn Dumet, presidente de la comisin en Lucanas por el centenario del natalicio de Arguedas. Nos citamos en un restaurante de la calle Cris-tbal Coln, en Puquio. Curiosamente, en el mismo lugar, Arguedas fue homenajeado con un almuerzo durante su l-tima visita a Puquio, alrededor de 1957, cuando lleg con su primera esposa, Celia.

    En Puquio, dice Dumet, hay mucho entusiasmo por el centenario de Arguedas. Se han sumado instituciones y los colegios de la provincia ayacuchana de Lucanas; se dio un espacio semanal por radio Wayra (Viento, en quechua) donde se habla de sus obras y su huella en la zona, y en todos los documentos oficiales se recuerda que estamos en su centenario. Adems, las instituciones educativas escenifi-carn este ao las obras de Arguedas con estrecha relacin

    con Lucanas, como Yawar Fiesta, Los ros profundos o el cuento Agua.

    A Puquio lo conoci por Yawar Fiesta. Escribi Arguedas: No, seor subprefecto! Los vecinos conscientes estamos con la autoridad! La corrida de Puquio es deshonrosa para nuestro pueblo. Parecemos salvajes de frica y nos gozamos con estos cholos que se meten entre las astas de los toros, sin saber torear y borrachos todava (...) Aqu hay que ensear a la gente a que sepan ver toros y corridas civilizadas, todos estos vecinos que me rodean son los que van a Lima, son los ms instruidos. Y apoyamos al Gobierno. S, seor.

    Don Demetrio Ramrez es lcido como el tiempo. Tiene cerca de 90 aos; como si fuera ayer, dice que en agosto de 1959 fue que Arguedas lleg por ltima vez, acompaado por Celia Bustamante, para recorrer las acequias y participar de las festividades; era amigo de varios varayoks. Entonces,

    era presidente de una comunidad campesina. Ahora, curio-samente, vive en una casa colindante con la desaparecida escuelita, donde dice que Jos Mara estudi a los cinco aos de edad antes de irse a San Juan de Lucanas.

    El anciano recuerda una gran jarana que se dieron en Lima con Arguedas, con un guitarrista y el charanguista Jai-me Guardia. Lleva en sus manos una carta sobreviviente. Es una carta escrita a mquina, en un papel manteca que lleva el sello de la Federacin de Estudiantes de la Universidad Agraria. En ella explica el autor que los profesores franceses Chevallier y Piel irn a Puquio para saber ms de la historia de las haciendas. Dice don Demetrio que tena muchas car-tas que le escribi Arguedas. Ahora, lo recuerda cantando el apurimeo "Carnaval de Tambobamba o bailando la jaila, ese alegre baile de las fiestas de la acequia, perdindose en la multitud, gozando, como si esa fuera la eternidad.

    Arguedas representa un valor muy grande en la cultura nacional. Creo que las distintas instituciones debemos de sumar esfuerzos, para que el pblico en general, escolares y universitarios, visiten el lugar y rearmemos nuestra identidad cultural...

    PUQUIO. Arguedas lleg a esta ciudad luego que su padre fuera nombrado juez de primera instancia de la provincia de Lucanas.

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    CRNICA

  • A partir de la resolucin de las

    tensiones idiomticas quechua/espaol,

    presentes en las narraciones de

    Carmeln Berrocal, el historiador

    establece ciertas aproximaciones,

    diferenciaciones y enfrentamientos entre

    la prosa escrita por Jos Mara Arguedas,

    Garcilaso y Guaman Poma de Ayala.

    La encrucijada

    del Taita

    EL ESTILO LITERARIO DEL ESCRITOR ANDAHUAYLINO

    6 VARIEDADES ESPECIAL

    CENTENARIO JosMaraArguedas 1911-2011O JJos

  • ESCRIBE: PABLO MACERA DALL'ORSO

    ORALIDAD QUECHUAOL

    L as narraciones de Carmeln Berrocal son uno de los mejores testimonios actuales de la heterogloxia conflictiva que define al Per. Berrocal quiso escribir en forma paralela utilizando, por un lado, el espaol, y, por el otro, el quechua. Escribir como hemos dicho aquello que haba sido registrado ntimamente en trminos de oralidad. El resultado fue un esplndido quechuaol, donde la escritura era traspasada por la oralidad. Examinemos de cerca estas situaciones.1

    La heterogloxia (Balln, 1989) describe mejor la situacin peruana que los trminos bilingismo/multilingismo. Es tpica de escenarios donde concurren mltiples lenguas con relacio-nes variadas entre s no exclusivamente bilaterales. No es una situacin babilnica porque esta heterogloxia no produce ne-cesariamente desentendimiento.

    Ninguna de las lenguas empleadas en el Per (53 gru-pos amaznicos, variedades del quechua, aimara o castella-no) es mejor que la otra, pero entre ellas existen relaciones de subordinacin (Cornejo Polar) que derivan de una ventaja tecnolgica diferencial al momento del encuentro-conflicto, puesto que una de aquellas lenguas (castellana) era ya, pre-viamente, escrituraria y alfabetizada. De tal modo que, desde entonces, cuando las lenguas subordinadas del Per han asumido la escritura de algn modo se han occidentalizado a travs de esa configuracin. 2

    El prejuicio escriturario ha reducido la expresin artstica de la palabra a lo que se encuentra exclusivamente asociado a la escritura y slo piensa en trminos de literatura; pero la expresin artstica oral tiene su propia sistemtica. La contra-diccin consiste en que la aproximacin cientfica hacia la orali-

    Una pelea por su vida contra la muerte fsica, psicolgica, cul-tural, social. Una pelea no tanto por la identidad sino ms bien por la autoestima, la re-estimacin colectiva. Una pelea que al final Arguedas crey que haba perdido precisamente porque tuvo la evidencia que poda haberla ganado. Esto significa lo siguiente: Arguedas poda elegir entre ser Guaman Poma o ser Garcilaso. Prefiri ser Garcilaso cuando en verdad le convena ser Guaman Poma; y ceder a la oralidad, quedarse en la fron-tera de la insubordinacin lingstica.

    Ojal para el bien de s y para todos que Garcilaso hubiera escrito quechuaol en el siglo XVI en vez de ser "la mejor pro-sa castellana del siglo de oro". Guaman Poma, que pelea con todas las lenguas suyas y ajenas, se levanta, fracasa, vuelve a levantarse y fracasar, indefinidamente. Fue un indio porfiado, rebelde, una opcin ms vital. Es posible que Arguedas mien-tras redactaba el dilogo entre los dos zorros comprendiera es-tos significados opuestos de Guaman Poma/Garcilaso. Com-prendi que l mismo era un Garcilaso en el siglo XX cuando le hubiera convenido mucho ms ser Guaman Poma.

    Arguedas deca ser un demonio feliz que hablaba que-chua y espaol (poesa madre en quechua y prosa padre en espaol). Pero lleg a ser verdaderamente un demonio feliz? Al operar en contrapunto a travs de estas dos lneas, el es-paol y el quechua, dej de frecuentar alguna otra probabi-lidad suya? Lo que nos preguntamos es: no habra dentro de Arguedas un escritor del nuevo idioma, el quechuaol, un escritor de la oralidad andina que ni l mismo saba que tena dentro suyo? Hasta que lo descubri demasiado tarde, tan al final que ya no tena tiempo ni fuerzas para ser gran escritor de quechuaol peruano en el siglo XX. Slo poda seguir siendo un Garcilaso tan extraviado como lo fue el primero de esa ca-tegora. Es decir, un admirable escritor en prosa castellana que recuerda con nostalgia su oralidad materna.

    [1] El concepto quechuaol (todava en desarrollo) designa situaciones diferentes, pero tambin conexas de condominio lingstico: a) verbalizacin en apariencia dominante del espaol, con dominancia sintctica del quechua; b) verbalizacin y sintaxis quechuas dominantes asociadas con irrupciones del espaol. Estas configuraciones no son exclusivas. Al contrario, pueden originar un tipo muy especial de heterogloxia (versin "bilinge"): Quien emplea el quechuaol podra entonces, segn las veces, optar por cualquiera de estas situaciones antes descritas, sin perjuicio que para ciertas ocasiones especiales nos encontremos frente a una heterogloxia "tridimensional"; el esfuerzo adicional y exitoso de purificar el quechua de todo elemento espaol para emplearlo en ocasiones ceremoniales, sin perjuicio de utilizar cualquiera de los otros quechuaoles. Todo depende del correspondiente escenario psico-lingstico social. El empleo de estos tres tipos de quechuaol parece haber sido el caso de Carmeln Berrocal. Por otro lado, habra que considerar en el futuro la psicologa del lenguaje: los contextos afectivo/racionales y otros asociados preferencialmente al empleo de cualquiera de estas situaciones lingsticas. Esta babilonia o laberinto slo viene a serlo desde un punto de vista occidental en trminos de S y No, cuando quiz habra que considerar las sugerencias hechas por De Bono y emplear una nueva lgica ms all del S y el No (El "quiz quiero, quiz no quiero" de la princesa inca).

    [2] La categora de subordinacin debe ser completada con la insubordinacin que caracteriza hoy al modo como la oralidad invade a lo literario en el Per. Nuestras lenguas subordinadas son lenguas en trance de insubordinacin. El idioma espaol de maana podra ser (convendra que fuese) un espaol achorado, levantisco. No quieren las lenguas nativas peruanas (no pueden) obedecer la normativa lingstica espaola. En esto la lengua insubordinada refleja una situacin ms general de toda la sociedad peruana. La Academia Peruana de la Lengua hace esfuerzos heroicos (intiles) por defender su castillo de pureza en medio del ocano de oralidad nativa en que est siendo sumergida. Con todo, tiene al igual que en todos los pases hispanoamericanos, suficiente poder no para impedir pero s para retrasar la fragmentacin del espaol. El castellano mismo habra demorado en surgir si en el siglo V d. C. hubiera existido una academia de la lengua latina dirigida desde Roma contra las imperfecciones vulgares de los nativos espaoles.

    [3] No nos sintamos tan orgullosos de esa literatura que en el Per es muy reciente. Walter J. Ong deca que "el homo sapiens existe desde 30 mil aos, pero el escrito ms antiguo data de apenas hace 6 mil aos" y en el caso peruano ni siquiera tiene 500 aos. De hecho, segn el mismo autor, de docenas de miles de lenguas habladas en la historia del hombre slo alrededor de 106 "han sido plasmadas por escrito en un grado suficiente para haber producido literatura y slo 78 de las 3 mil lenguas que hoy existen poseen una literatura".

    dad determina su alteracin. Cuando el antroplogo, gracias a sus condescendientes informantes, graba un mito se convierte en un jbaro, est efectuando una operacin reductora y con-vierte en texto aquello que no fue preparado para serlo. 3

    AGENTES DE MEDIACINEn ambos sectores es decir al interior de la literatura como sistema de una lengua dominante y al interior de la oralidad como sistema de lenguas subordinadas (habladas por gru-pos sociales insubordinados) existen zonas de contacto, aproximacin, enfrentamiento, negociaciones, con obras, au-tores que operan como agentes de mediacin. Es el caso por ejemplo de J. M. Arguedas, escritor escolarizado incluso con estudios superiores occidentales, quien escribi en quechua/espaol (en quechuaol, ojal).

    En este contexto debemos incluir el significado y las funcio-nes del quechuaol, que fue el sistema de comunicacin em-pleado por Berrocal. El trmino quechuaol fue propuesto por el historiador cusqueo Jos Tamayo Herrera con un nfasis crtico negativo respecto al quechua empleado por Arguedas; este quechuaol segn Tamayo Herrera es el habla de los mistis (mestizos) en la zona andina. Sin embargo, para otros testigos (Rodrigo Montoya) Arguedas hablaba un quechua im-pecable. Quizs no hay contradiccin entre las versiones Tama-yo-Montoya. El quechua de Arguedas en sus narraciones era una ficcin deliberada que no coincida necesariamente con el uso personal cotidiano que l haca del mismo idioma.

    DILOGO DE ZORROSAntonio Cornejo Polar ha dicho que Arguedas es un personaje paradigmtico de los migrantes andinos (como Berrocal), que han estado llegando a las ciudades costeas del Per, y que su obra fue una pelea verdaderamente infernal con la lengua.

    Lunes 17 de enero de 2011 7

    IDIOMA

  • FOTO: MINISTERIO DE CULTURA

    ESCRIBE: JESS RAYMUNDO TAIPE

    A ntes de que el retablista Joaqun Lpez Antay re-cibiera, en 1975, el Premio Nacional de Cultura y se convirtiera en un publicitado y solicitado artista popular, su vida transcurra en la tranquilidad del anonima-to. Acostumbraba trabajar sentado junto a su mesa, ubicada cerca de la puerta de su casa en Ayacucho, donde tambin reciba a sus clientes, a quienes llamaba caseros.

    No imaginaba que un da sera presentado en la televi-sin, agasajado por los ministros y funcionarios del Estado, ser el centro de atencin de los medios e, incluso, la figura de la polmica sinsentido que surgi luego de su reconocimien-to. Como se recuerda, algunos artistas plsticos protestaron porque, segn ellos, la distincin al arte popular los agreda y discriminaba porque relegaba el arte a un segundo plano.

    En aquella poca, la sociedad limea no valoraba am-pliamente el trabajo manual por desconocimiento del mundo andino y por falta de espritu solidario. Algo similar ocurra en la dcada de 1950 en Ayacucho. En el estudio sobre el arte popular religioso, publicado en 1958, Jos Mara Arguedas seal que don Joaqun gozaba de prestigio en su barrio, pero era ignorado por los crculos de la buena sociedad de Huamanga.

    LOS CREADORES POPULARES

    El arte redescubiertoJunto a las hermanas Alicia y Celia Bustamante, Jos Mara Arguedas difundi en Lima el trabajo de los artistas populares. No solo se comprometi con las exposiciones que se organizaban en la pea Pancho Fierro, sino que tambin public ensayos que explicaron la dimensin de un arte que antes era negado por la lite.

    PROMOTOR. Fue uno de los primeros en reconocer el valor cultural de los artistas populares. Gracias a ese esfuerzo, maestros como Joaqun Lpez Antay e Hilario Mendivil (der.) exhibieron sus creaciones en Lima.

    8 VARIEDADES ESPECIAL

    CENTENARIO JosMaraArguedas 1911-2011O JJos

  • SIGLO DE LUCESLos retablos ayacuchanos se exhibieron en forma priva-

    da en Lima gracias al compromiso de los pintores indigenis-tas, que difundieron las piezas en los crculos intelectuales y artsticos de la capital. Posteriormente, los viajeros que haban asistido a las primeras exhibiciones en la capital bus-caron ms piezas en Ayacucho, que eran elaboradas por po-qusimas personas. Ante la demanda, se animaron a producir con mayor entusiasmo.

    Una de las primeras en coleccionar obras de arte tra-dicional fue la pintora Alicia Bustamante, discpula de Jos Sabogal y cuada de Jos Mara Arguedas. Ella viaj a Aya-cucho en 1937 con el propsito de adquirir muestras de arte popular para una exposicin internacional. En aquella poca, en la ciudad no encontr un solo San Marcos, pieza que los campesinos usaban con motivos rituales y que los indigenis-tas bautizaron como retablo.

    En 1941, tuvo noticias del escultor Joaqun Lpez Antay, a quien encarg elaborar los primeros retablos de su colec-cin. Arguedas, quien junto a su esposa, Celia Bustamante, y su cuada Alicia, fue uno de los grandes promotores del arte popular, narr que los amantes del arte tradicional se impre-sionaron por la repeticin del mismo tema en todos los San Marcos. Por eso, insinuaron la posibilidad de que las piezas se inspiraran en las escenas de costumbres de la zona.

    La seorita Alicia siempre me compr retablos. Pero no le gustaban los que yo haca. Me encargaba otros, como ella quera. Y yo le haca, le cont el maestro Lpez Antay al fillogo Mario Razzeto, quien recogi sus testimonios en su libro Don Joaqun, publicado en 1982. As se perennizaron costumbres como las corridas de toros o las peleas de gallos; las labores agrcolas, como el recojo de tunas o la separacin el grano de la paja, y las fiestas populares.

    Record tambin los encuentros con Arguedas, quien so-la preguntarle sobre su estilo, los procesos, sus costumbres y las funciones del retablo. Saba quechua y nos reamos mucho, era muy alegre, aunque viva en Lima y era doctor. La seorita Alicia y la seora Celia nos miraban y se rean mucho porque el doctor me contaba chistes y me haca rer. A l tambin le interesaba mi trabajo y me deca: T eres gran artista, don Joaqun, gran artista. A cada rato me deca as.

    CERCA DEL CIELOEn aquellos aos, las mejores piezas de arte popular se

    exhiban en el Museo de Arte Peruano, la pea Pancho Fierro que Alicia Bustamante fund en 1936 y en la casa que ella comparta con los esposos Celia Bustamante y Jos Mara Arguedas. La pea fue un lugar de encuentro de artistas e in-telectuales ms representativos de la poca y un espacio para mostrar las principales manifestaciones plsticas y folclricas.

    Al inicio, la pea funcion en una casa en la calle Zra-te, pero luego se mud al local ubicado cerca de la plazuela San Agustn. All se exhibieron, por primera vez en Lima, las obras del imaginero cusqueo Hilario Mendvil, el retablista ayacuchano Joaqun Lpez Antay, la buriladora huancana Catalina Medina. Con frecuencia, Arguedas invitaba a sus amigos para que interpretaran msica andina, incluso l se animaba a cantar en quechua y tocar su guitarra, mientras se servan copitas de pisco o de otro licor.

    De acuerdo con Carmen Mara Pinilla, quien edit Apun-tes inditos, Celia y Alicia en la vida de Jos Mara Argue-das, el antroplogo y escritor siempre apoy a su cuada porque los tres participaron de un proyecto poltico comn, el socialismo, tal como lo entendi Jos Carlos Maritegui. Por eso, realizaba gestiones ante instituciones y personajes para conseguir la casa donde funcionaba la pea. Adems, comparta sus hallazgos, investigaba y publicaba ensayos sobre arte popular.

    Celia, su esposa, haba estudiado varios cursos de con-servacin de arte en la Universidad Nacional Mayor de San Marcos. Nita Zapata Bustamante, sobrina de las hermanas, record que solan comentar sobre los cambios de las pie-zas. Decan que si bien seguan las lneas tradicionales, exageraban los tamaos y coloridos, y que tambin los moti-vos cambiaban notablemente. Pero, al mismo tiempo, apre-ciaban el inters que comenz a suscitar este arte.

    Tras el cierre de la pea, en 1967, y el deterioro de la salud de su hermana, se encarg de la custodia de parte de la coleccin que fue donada al Museo de Arte e Historia de San Marcos. Al fallecer Alicia, en 1968, y Jos Mara, en 1969, cumpli con su deseo de llevar a Cuba la otra parte de la coleccin. As, en enero de 1972 se expuso en la Galera Latinoamericana de la Casa de las Amricas.

    Maana, a las 7 de la noche, se inaugurar la exposicin Arguedas y el arte popular: Coleccin de Alicia y Celia Bus-tamante en el centro cultural de la UNMSM. Se podrn apre-ciar tambin las fotografas de las piezas que permanecen en Cuba, as como imgenes de Arguedas y grabaciones de su voz y una recreacin de la famosa pea Pancho Fierro. Lejos de los prejuicios y el desconocimiento, el arte popular alza su voz con singular creatividad.

    Arguedas siempre apoy a su cuada porque los tres participaron de un proyecto poltico comn, el socialismo, tal como lo entendi Jos Carlos Maritegui. Por eso, realizaba gestiones ante instituciones y personajes para conseguir la casa donde funcionaba la pea...

    Lunes 17 de enero de 2011 9

    DESTREZA

  • ESCRIBE: JOS VADILLO VILA

    LA ESPERANZA DE LOS ZORROS

    Podr Jos Mara dormir tranquilo en su eternidad? La doctora Carmen Mara Pinilla, directora del archivo Arguedas de la PUCP, est convencida de que, a cien

    aos de su nacimiento, las esperanzas, los presagios e hi-ptesis de Arguedas se estn cumpliendo.

    En sus viajes, encontr en el valle del Mantaro una cul-tura impregnada en modernidad, que hasta hoy florece. En el sur, en Puquio, el proceso de modernizacin significaba la prdida de lo tradicional, pero en el valle del Mantaro, donde las comunidades venan de un igualitarismo, el alma andina se impregnaba sin problemas de modernidad por el ritmo que impone la cultura occidental y la modernizacin, la penetra-cin del capitalismo y el mercado interno.

    Cuenta que esta misma esperanza se advierte en la no-vela El zorro de arriba y el zorro de abajo (1971), que muchos crticos tildan de decadente. Sin embargo, esta poblacin indgena tiene la esperanza de un porvenir que construir junta esa masa que proviene de lugares tan diferentes del pas, bajo un proyecto comn.

    UN PROGRESO PARTICULARArguedas haba vislumbrado la pujanza que tendra Lima

    norte y la cultura chicha. Una globalizacin con sus propias caractersticas. Y Pinilla recuerda que en el himno cancin A nuestro padre creador Tpac Amaru, de 1962, el autor ya hablaba de cmo este cerco de la ciudad y toda su infor-malidad se convertiran en elementos dinamizadores de la propia sociedad. La mayora son migrantes andinos, salie-ron adelante gracias a una tradicin de ayuda comunitaria, e inventaron sus propios modos de salir adelante e insertarse en el mercado y les ha ido muy bien, comenta.

    El viceministro de Interculturalidad, Jos Carlos Vilca-poma, concuerda y redondea la idea: Es una paradoja: los pueblos entran en la globalizacin y buscan a sus hroes fundantes, a Pachacuti, a las huacas, sea como justificacin turstica o como reencuentro con su pasado. Ah se despier-tan y cimientan las sabiduras equilibrando tradicin y mo-dernidad.

    Pero, el Per oficial ya incorpor a estos nuevos acto-res? Pinilla y Vilcapoma consideran que s. Una prueba es el boom de la gastronoma nacional, que rescata el sabor tradi-cional y lo pone en valor ante el mundo. Otra, es, justamente, el Viceministerio de Interculturalidad, con una mirada al Per de todas las sangres.

    Vilcapoma recuerda que el proceso colonial oblig a que las culturas locales se encapsularan y preservaran y hoy vivi-

    LOS RETOS Y PAUTAS QUE NOS DEJ

    La herencia del AmautaEstara Arguedas conforme con el pas que estamos construyendo hoy, a inicios del siglo XXI, con el Cono Norte, con el xito de la gastronoma? Invitamos a los especialistas a proyectar el pensamiento arguediano a nuestros das.

    LEGADO. Se publicarn ediciones populares de los libros de Arguedas para que los estudiantes conozcan su obra trascendental.

    10 VARIEDADES ESPECIAL

    CENTENARIO JosMaraArguedas1911-2011O JJos

  • Como las especias con ms variedades, la diversidad cultural es lo mejor como herencia que tenemos: la mayor diversidad cultural nos ha permitido desarrollar mejores estrategias de sobrevivencia, inclusive frente a la violencia. Juan Carlos Vilcapoma, viceministro de Interculturalidad.

    mos del reconocimiento de diversidad, se habla de intercultu-ralidad, afloran las sabiduras locales y sus manifestaciones estticas. Pero aceptarse ha costado discriminacin, cierre de puertas, recuerda.

    LAS TAREAS PENDIENTESMs all del escritor, Arguedas dej varias tareas pen-

    dientes en la educacin bilinge, en la etnomusicologa, en la recopilacin de los mitos, en la difusin del folclor.

    Pinilla afirma que Arguedas marc las pautas. Fue un hombre tan importante que se ocup de todos estos temas hoy vistos necesarios para el desarrollo integral de pas. Se ocup de la multiculturalidad y tambin del monolingismo. Ahora la forma adecuada de cmo ensear el castellano respetando las races quechuas, por ejemplo que mostr es una lnea que continan especialistas como Virginia Zavala.

    Hay opiniones a favor del retorno de una calificacin para los nuevos artistas folclricos, que propuls Arguedas a mediados del siglo pasado. Vilcapoma recuerda que estas calificaciones para intrpretes y conjuntos se hicieron tanto para registrar cantos y composiciones como para buscar la autenticidad de canto, msica y mensaje.

    Lo bueno sera hoy que se recurran a esas grabacio-nes hechas por Arguedas que tiene la Escuela Nacional de Folklore, para que los nuevos artistas recreen el repertorio antiguo y se rescaten expresiones que ya estn perdidas, como el harawi.

    Sobre la etnomusicologa, dice que el panorama ha cambiado bastante. El Ministerio de Cultura alista un con-curso nacional de video de las fiestas patronales de los pueblos dirigido a los pobladores porque en todos lados hay aficionados que registran las fiestas, las cuelgan en el Youtube. La etnografa pas de los grandes especia-listas a manos de los propios pobladores, cuenta.

    EL RETO DE LEER A ARGUEDASCarmen Pinilla es consciente de que en todo

    el pas, y sobre todo en las ciudades como Pu-quio, Andahuaylas, Chimbote, Huancayo, los jvenes conocen de Arguedas, lo ven como un hroe, pero no lo leen. Ya en 2004 la PUCP hizo el evento Arguedas y el Per actual, en el que estudiantes de Puquio, San Juan de Lucanas, Sicuani, Cusco, Arequipa, Chimbote, Ica leyeron por primera vez al Amauta. Lo que les suscit Arguedas fue mirar hacia s mismos y con una actitud lcida analizar sus propios problemas.

    Al respecto, Vilcapoma dice que un conve-nio entre el Ministerio de Cultura y la Derrama Magisterial permitir las ediciones populares

    de Arguedas para que ms estudiantes conozcan del legado arguediano. De repente sera bueno que las universidades creen una ctedra Arguedas no para desencontrarnos, como quieren leer algunos a Arguedas, sino para encontrar un Per diverso, confluyente, horizontal, de avance.

    AMAUTA BILINGEEn Sicuani, Cusco, Arguedas trabaj y reflexion so-

    bre la enseanza del castellano en las poblaciones que-chuahablantes, entre 1939 y 1942. En el pas tenemos 14 familias lingusticas, pero el bilingismo debe de partir de las altas esferas de (el ministerio de) Educacin, para empezar con una actitud intercultural, de respetar al otro, no con la razn sino con sensibilidad, opina.

    Para Pinilla, la enorme dimensin de Arguedas se entiende ms desde provincias y por ello en muchas ciu-dades se festeja por todo lo alto el centenario de su naci-miento con innumerables actividades. Es que no puede haber Machu Picchu si no hay primero la revaloracin del mundo andino, y eso es Arguedas: todo un paradigma de cmo debe de darse la multiculturalidad!.

    MIRADA AL PER DE HOYArguedas estara contento con el nuevo Per? Hay

    tantos bigrafos y opciones que dan para ver a Arguedas, que unos pueden ver a un Arguedas renegando de la rea-lidad, y otros como un hombre moderno, reflexionando

    sobre la migracin y aceptando la conquista de nue-vos espacios. En este nuevo pas, l vera un florecimiento, donde se estn reivindicando

    los espacios para nuestros andinos. Si no, es-cuchemos los programas radiales de AM a las

    cuatro de la madrugada o veamos los programas de televisin de folclor andino.

    Vilcapoma recuerda que en noviembre, duran-te la reunin de la Unesco, que se dio en Nairo-

    bi, y donde se declar a la danza de tijeras y a la huaconada de Mito como patrimonios inmateriales

    de la Humanidad, se habl de que hay que entender las culturas como industrias. Es hora de que los danzantes de tijeras recorran ms el mundo, que aprendan a recibir una retribucin y eso no tiene

    nada de malo, siempre y cuando lo ejecuten aque-llos que crecieron en su propio contexto, no inter-

    mediarios.Cree que la labor ms fuerte que queda es seguir

    visibilizndonos, respetndonos, y con franqueza. Al discurso de diversos, de interculturales, todava falta el

    lado afectivo que de verdad quieras sentir y no sea solo una pose poltica, agrega.

    A Pinilla le pregunto si necesitamos otro Arguedas. Por su puesto que necesitamos un hombre que sea capaz de advertir y vivir los principales problemas del Per. Pero es agobiante, y el costo de todo esto fue una dosis extre-ma de sufrimiento, dice recordando el adis de Arguedas, agobiado, por los problemas y retos de la peruanidad.

    Lunes 17 de enero de 2011 11

    APORTES

  • ESCRIBE: FIDEL GUTIRREZ MENDOZA

    T al vez sea el nico escritor peruano que dot de mu-sicalidad a su obra literaria. Las descripciones del mundo andino y de sus habitantes plasmadas en los escritos de Jos Mara Arguedas abarcan tambin, en buena medida, los sonidos de la msica y de la naturaleza. Incluso en un ambiente tan srdido y moralmente fragmentado como el de El Sexto (libro publicado en 1961), resuena de pronto un ayataqui; ese canto plaidero que las mujeres de nuestra Sierra entonan en los sepelios. Ya en Yawar Fiesta (1941), su primera

    LA MSICA ES PARTE INDISOLUBLE DE LA NARRATIVA ARGUEDIANA

    Canto profundoMuy fuertes eran los lazos que unan a Jos Mara Arguedas con la msica de su pueblo. La presencia de cantos, instrumentos musicales y sonidos de la naturaleza son constantes en sus escritos por ser, precisamente, componentes inherentes a esa cosmovisin andina en la cual creci. De ah la necesidad de resaltar su aporte a la preservacin del verdadero arte popular andino.

    novela, el Amauta pona en relieve la presencia de instrumentos como los pinkullos y tinyas, as como la de esos cnticos que a sus personajes costeos los omnipresentes y, muchas veces, intolerantes mistis les parecen desesperanzadamente tristes.

    En Diamantes y Pedernales (1954) la msica es uno de los hilos conductores y motivadores, porque incide en el estado de nimo de las personas, resalta Chalena Vsquez, directora del Centro de Msica y Danza de la Universidad Catlica. En Los Ros Profundos (1958) hace, adems, una reflexin sobre lo que es el Illa y el Yllu. La primera palabra o partcula quechua alude a cierto tipo de luz; la segunda comprende un sonido es-

    pecial, como el de un zumbido. Esto, para la estudiosa, resume dos formas de energa fundamental, relacionadas con la vida, que siempre estn presentes en la narrativa arguediana, inclu-so cuando esta se sita allende de los Andes.

    Y es que la cosmovisin andina comprende, en gran parte, los sonidos de la naturaleza y aquellos generados por el hom-bre. Las principales actividades humanas, los hitos que marcan vidas, el inicio de la poca de cosecha agrcola estn signados por la msica, y para cada acontecimiento hay un canto espe-cial. Todo eso no poda soslayarse en la obra de quien mejor ha descrito en la literatura la idiosincrasia del poblador andino.

    FOTO: HCTOR VINCES

    CHALENA VSQUEZ. Arguediana por conviccin, canta Eternamente vivirs, Jos Mara, la cancin que compuso Alicia Maguia para nuestro gran escritor.

    12 VARIEDADES ESPECIAL

    CENTENARIO JosMaraArguedas 1911-2011O JJos

  • ALEGRA EN COMUNIDADPara quienes lo conocieron, nada haca presagiar que Ar-

    guedas acabara por s mismo con su vida. La depresin en la que por diversos motivos se vio sumido en sus ltimos aos contrastaba con sus xitos literarios y acadmicos, pero por sobre todo con su bonhoma y con ese nimo festivo que lo llevaba a participar activamente en fiestas patronales o de ami-gos, en las que la msica andina imperaba.

    Era alegre; le gustaba contar chistes y decir adivinanzas, y le gustaba siempre hablar en quechua, rememora Mximo Damin, quiz el violinista ayacuchano mejor identificado con la

    exuberante Danza de las Tijeras. Me acompaaba a las fiestas y coliseos cuando tocaba y saba cantar muchas canciones de la Sierra.

    Arguedas pidi que el msico, junto a un arpista y a dos danzantes, tocara en su funeral. Alejandro Ortiz me ley una carta en la que me peda tocar ese da 'La Agona de Rasu iti' y 'Coca Kintucha', precisa Damin. En efecto, as se hizo. Tiempo despus, don Mximo se enter de que su amigo le haba dedi-cado El zorro de arriba y el zorro de abajo, su obra pstuma.

    Recuerdo de l lo bueno que fue conmigo, y sus reco-mendaciones, dice el violinista, y nos cuenta que en una

    de las primeras veces que charlaron, Jos Mara le dijo as como ests tocando el violn, como serranito; as vas a tocar siempre. No vayas a cambiar porque despus tambin va a cambiar tu gente.

    Similar consejo fue el que Arguedas le dio a Jaime Guar-dia, el genial charanguista ayacuchano. Lo primero que me aconsej fue que tratara de conservar mi estilo, recuerda el msico. Tambin me dijo que no me fe mucho de las em-presas que grababan discos porque eran las que malograban nuestra msica, ya que no les interesaba la cultura sino el comercio.

    FOTO: CSAR GARCAFOTO: JUAN CARLOS GUZMN

    Lunes 17 de enero de 2011 13

    MSICA

  • El charanguista conoci a Arguedas cuando este fue a una de sus presentaciones. Los lazos amicales y la admiracin mutua que desarrollaron llev al escritor a incluir una sentida dedicatoria para el msico en Todas las sangres (1964), su obra ms ambiciosa.

    Para entonces, siendo director de la Casa de la Cultura una dependencia del Ministerio de Educacin, Arguedas haba emprendido con ms nfasis su labor de preservacin y difusin de la msica popular andina; un trabajo de promocin que marcara poca, pero que, pese a ello, no ha sido revalora-do en su exacta dimensin hasta hoy.

    IMPULSO PIONERO

    Fue gracias a sus gestiones que se realizaron las primeras grabaciones fonogrficas de msica tradicional andina, resalta July Snchez, investigadora del Centro de Documentacin y Archivo Audiovisual de la Escuela Nacional de Folklore Jos Mara Arguedas.

    Estas, plasmadas en discos de carbn fabricados en Ar-gentina para el sello Oden, fueron lanzadas en 1948. Los primeros en grabar fueron las Hermanitas Zevallos, El Jilguero del Huascarn, Jacinto Palacios, Julia Peralta Reyes y La Lira Pausina. Jaime Guardia, integrante de esta ltima agrupacin, recuerda que inicialmente solo se imprimieron 200 copias de estos discos. Un gesto caracterstico de las disqueras perua-nas, que dcadas despus desapareceran, entre otras cosas por su falta de visin.

    Los lanzaron pensando que no iba a ser negocio, pero volaron de las tiendas, recuerda el charanguista. All recin los empresarios empezaron a grabarnos, sin que les costara nada, porque no nos pagaban, aade.

    Debido a ese xito comercial nace la industria discogrfica en el pas, aade Snchez, quien tambin resalta la importan-cia de los artculos de crtica y difusin que Arguedas escribi sobre folclor para diversos diarios.

    Al frente de la Casa de la Cultura, Jos Mara, con la ayuda de Josafat Roel Pineda, continu desarrollando el proceso de calificacin de artistas andinos que iniciara en el Ministerio de Educacin junto a Luis Eduardo Valcrcel. Este comprenda un riguroso control y asesoramiento, as como de un examen que deba rendirse sobre el escenario. La intencin era evitar que estas manifestaciones artsticas fueran objeto de distorsiones voluntarias o casuales.

    Si no estaban preparados todava para actuar en pblico, se les pona profesores para que los asesoren, recuerda Jaime Guardia, quien tambin form parte de la comisin calificado-ra. Cuando estaban aptos se les daba un carn de identidad, que era un requisito indispensable para firmar contratos para trabajar.

    El afn de Arguedas por mantener la pureza de la msica

    popular andina no tiene por qu tomarse como una manifesta-cin de conservadurismo, dice Chalena Vsquez. No se opo-na a los cambios. Los reconoca, pero criticaba cuando algo se mostraba distinto debido a un nimo de comercializacin, nos dice.

    PARA LA POSTERIDAD

    Cuando se reuna con sus amigos y la ocasin era propi-cia, Arguedas entonaba esas canciones que haba escuchado cuando era nio en Puquio, junto a aquellos criados de la ha-cienda de su padre con los que su madrastra lo obligaba a con-vivir por mero desprecio. El 22 de noviembre de 1969 pocos das antes de que se suicidara, el escritor hizo un almuerzo en su casa de Chaclacayo. Una de las comensales, Mara Rosa Salas, recibi aquella tarde una clase maestra sobre cmo cantar con propiedad y sentimiento canciones como Lorochay, Amapolay, o Munaspaqa. El audio de esta sesin fue registra-do, afortunadamente, y es una muestra de la pasin que Jos Mara tena por el canto andino.

    APUNTES Para este ao, el Centro de Documentacin y Archivo Audiovisual de la Escuela Nacional Superior de Folklore realizar una muestra con videos histricos en los que aparece Arguedas junto a destacados msicos.

    Este ao se lanzar tambin el CD Coleccin Patrimonial Jos Mara Arguedas: archivo de msica tradicional del Per, con 30 temas musicales registrados en diversos puntos del pas como parte del trabajo etnogrfico realizado por el escritor en la dcada de 1960.

    Jos Mara Arguedas promovi la elaboracin del archivo de folclor del Ministerio de Educacin, que cuenta, entre su copiosa informacin, con 300 grabaciones de msica tradicional andina hecha en diversos puntos del pas.

    Esta grabacin, digitalizada en el CD Arguedas: Canto y Herencia, editado en 2001 por la Universidad Catlica, es uno de los pocos documentos sonoros en los que se muestra al escritor en su faceta de amante de la msica. Otros registros son los incluidos en los dos volmenes de Arguedas canta y habla, publicados en 2005 por la Escuela Nacional Superior de Folklore, discos que reemplazaron a la versin que en casete fuera lanzada aos antes.

    Las grabaciones muestran cun compenetrado estaba el autor de Todas las sangres con esas piezas que haba canta-do desde su infancia. Unchuchukuchay y La Trilla de Alverjas transmiten una intensidad que no se ve disminuida por la au-sencia de acompaamiento de instrumentos. Otras, como Lla-qtay Urqu, un huaino cusqueo, muestran su voz movindose con soltura en medio de guitarras y rondines.

    Varios de estos registros fueron utilizados por los msicos Mino Mele y Gisela Prez-Ruibal en el disco Coca Kintucha (2008), tal vez la ms osada puesta al da de este legado so-noro, en la que piezas como Saruykuy y Amapolay son re-vestidas por arreglos que sin traicionar las cadencias y espritu propios de la msica andina, remiten tambin a otros gneros. Intensa es la versin de Lorochay, en la que se conjuga armo-niosamente el canto del escritor con el testimonio que sobre su vida personal diera en 1965, durante el primer Encuentro de Narradores, realizado en Arequipa.

    Si Arguedas viviera, creo que habra estado de acuerdo con lo que hicimos, dice Mele, un personaje proveniente de las canteras del rock subterrneo. l deca que para que el folclor no muera deba estar en manos de los jvenes. No es que estuviera a favor de la fusin, sino que crea que haba que ir evolucionando.

    14 VARIEDADES ESPECIAL

    CENTENARIO JosMaraArguedas 1911-2011O JJos

  • 1969

    ESCRIBE: SUSANA MENDOZA SHEEN

    Jos Mara logr trasmitirnos una nocin de lo que somos los peruanos y qu tenemos que hacer para avanzar. Cuando uno lee Todas las sangres y Los ros profundos encuentra una descripcin de cosas que los que he-mos vivido en el Per de all, de la sierra, de una u otra posi-cin, entendemos, lo sentimos, sabemos que es as, y que nos hubiera gustado decirlo de alguna manera. Es lo valioso de un escritor.

    Esta certeza la expresa Luis Guillermo Lumbreras, quien conoci a Jos Mara Arguedas en el campus universitario de San Marcos. Una relacin que se inici a finales de la dcada del cincuenta, con los bemoles que tiene siempre la amistad, y que sin embargo continu hasta que el autor de Todas las sangres decidi acabar con su vida.

    Era 1957 cuando el doctor Luis E. Valcrcel mand a lla-mar al precoz y aplicado alumno de segundo ao, Lumbreras Salcedo, para que sea su asistente en la ctedra Historia de los Incas. Jos Mara cumpla la funcin de apoyar al docente en el curso de Etnohistoria. El inters por el pasado andino los convoc sin que lo imaginaran.

    All nos hicimos amigos. Al ao siguiente me pidi que lo reemplazara en algunas clases para sorpresa de mis compae-ros porque yo era un muchachito. Tambin me invit a la Escue-la Normal Superior Enrique Guzmn y Valle La Cantuta, en donde l enseaba unos cursos bien interesantes: Tareas del Per en su historia y Las formas histricas del Per.

    Desde el inicio tuvieron una buena impresin uno del otro. Seguramente se mediran. Uno era mayor y con trayectoria intelectual reconocida. El otro tena el vigor de la juventud in-teligente e impetuosa. En todo caso, cuenta el creador de la arqueologa social, el quechua los enlaz como tambin su ex-pectativa por entender el Per.

    Or sus historias y cuentos le fascinaba de la misma mane-ra, porque nunca poda reconocer cul era el lmite de la ficcin y la realidad. Cada pregunta l la responda con ancdotas y ejemplos que me permitan entender la complejidad de nuestro pas, lo difcil de las relaciones, especialmente las que se esta-blecieron entre el mundo europeo, ensimismado de que era la nica opcin de vida, y nuestro mundo andino que saba que

    CONFESIONES DE UN COMPAERO

    Una ruta de amistadEl arquelogo Luis Guillermo Lumbreras recuerda algunos pasajes de su amistad con Jos Mara Arguedas. Una relacin que se inici en 1957 en las aulas de la cuatricentenaria Universidad Nacional Mayor de San Marcos.

    era una opcin de vida y la entenda a su manera.Los debates no llegaron a ser ardientes discusiones, y se

    suscitaron a causa de la postura materialista histrica que Lum-breras Salcedo asuma para interpretar aquellas relaciones. Mientras que Jos Mara consideraba que las confrontaciones eran tnicas y no de clase. Recuerda con nostalgia esos mo-mentos, sobre todo porque el escritor andahuaylino nunca le hizo sentir que era un adversario, asunto poco comn enton-

    ces porque era muy difcil no reducir las discusiones al terreno ideolgico. Muchos de los que conocan a Arguedas lo atacaron por no ser marxista, como los jvenes militantes del Partido Co-munista que no entendan que haba otras formas de entender la vida.

    Influy en m su manera de ver la vida, su amor a las cosas, al entorno. No era una persona que viera el mundo framente, no calculaba nada. Quiz por eso cometi muchos errores, dice.

    Es discreto Lumbreras y no agrega ms. Pero contraria a la imagen de hombre triste y serio que se tiene de Jos Mara Arguedas, l lo recuerda bromista fino, alegre, de gusto por el canto andino y el baile. Coqueto con las mujeres, mas no mujeriego. Tambin llega a su memoria un episodio en Pars. Cuando el escritor le pidi visitar el Pigalle a pesar de estar sin dinero. Vamos, y si nos hablan respondemos en quechua, y si nos preguntan de dnde somos, les decimos que del Tahuantin-suyo. Pedimos Coca-Cola porque los champagnes eran caros. Se nos acercaron las seoritas que atendan e hicimos lo que plane Jos Mara. Hasta el da de hoy deben estar buscando el Tahuantinsuyo en el mapa.

    El escritor le contaba cosas personales al joven arque-logo, aquellas que slo se cuentan entre jvenes. En Viena, (1967) rememora, tuvieron una largusima conversacin, que dur casi doce horas, entre las 6 de la tarde y 5 de la maana, mientras caminaban por la ruta de un tren. Nuestro vnculo fue prximo, no nos veamos con mucha frecuencia, pero cuando nos encontrbamos era como si nos viramos todo el tiempo.

    Era ingenuo?, le pregunto. Bastante, me responde. Y como ola aparece otra imagen. Una tarde se present en una reunin, triste y furioso al mismo tiempo, porque le haban su-bido el sueldo slo a l por ser el director de Museo Nacional de Historia, mientras que a su equipo de trabajo, nada. Es una injusticia, as que voy a reclamar ante el ministerio, me dijo.

    Lumbreras Salcedo cree que se suicid porque se senta cansado, porque ya no estaba en condiciones de dar todo lo que l poda dar. Fue de una honestidad impresionante, dice. Estuvo fuera del Per cuando ocurri. Del amigo extrao todo, fue una gran persona. Del intelectual, nada, porque no ha muer-to, sigue vivo, contina influyendo sobre mucha gente. Ojal que el Estado publique todas sus obras.

    Lunes 17 de enero de 2011 15

    TESTIMONIO

  • Caminos de altTRAS LOS PASOS DEL ESCRITOR ANDAHUAYLINO

    YAKU RAYMI. En la Fiesta del agua los danzantes de tijeras son los protagonistas. El baile ritual de los danzaq fue descrito por Arguedas. A la derecha, puente colonial sobre el ro Pacucha, en Apurmac.

    16 VARIEDADES ESPECIAL

    CENTENARIO JosMaraArguedas 1911-2011O JJos

  • ESCRIBE: ROLLY VALDIVIA CHVEZ

    C uando el periodismo y los viajes eran solo un talvez o un ansiado algn da, y las aulas, las canchitas de fulbito y las incipientes tentaciones nocturnas eran mis nicos destinos, el Per que conoca no iba ms all de la costa y el desierto urbanizado en el que nac y de la Chincha negra, morena y mestiza de mi madre.

    En ese ayer cada vez ms difuso, en esos tiempos pasa-dos que ya comienzan a ser muchos, mi espritu andariego fue despertando entre novelas y cuentos que describan un pas intenso, lleno de contrastes e inequidades; un pas por el que corran todas las sangres, como dira Jos Mara Arguedas; un pas que, siendo el mo, an desconoca. Me era ancho y ajeno como el mundo de Ciro Alegra.

    Hoy, al recordar aquellas lecturas, me viene a la mente un librito amarillo, viejo y de hojas opacas que compr regateando en la avenida Grau. Yawar fiesta se lea en su cartula ajada y desteida. Debajo del ttulo, se impona la imagen de un toro y un cndor peleando con tenacidad. El astado sangraba y era negro, como las letras que formaban el nombre del autor: Jos Mara Arguedas.

    l me hizo conocer Puquio mucho antes de llegar a ese pueblo grande. Me habl de sus cuatro plazas y de sus cuatro iglesias. Me dijo que fueron los hombres de sus aillus quienes trazaron y abrieron el camino que serpentea hasta Nasca. Me cont abusos e injusticias, tragedias y penurias. Me transmiti las mgicas visiones de la cultura andina.

    Jos Mara fue mi compaero en ese viaje. Uno de tantos, uno de muchos, porque no ha sido la nica vez que ha estado a mi lado. Es curioso, pero ahora que lo pienso, me doy cuen-ta que varias de mis rutas aurorales estuvieron ligadas a las andanzas del clebre autor andahuaylino, que, en su infancia y adolescencia, conoci con su padre un abogado itineran-te ms de 200 pueblos.

    Como no sentirlo cerca en la plaza de Armas y en el atrio del templo de Andamarca, la antigua capital de los Rucanas, la ciudad de las andeneras esculpidas en las polleras de los cerros. Es el Yaku raymi (Fiesta del agua) y los danzantes de tijeras se enfrentan en el Atipanakuy (duelo). Arpa. Violn. Mo-vimiento y expectacin en una tarde que se va convirtiendo en oscuridad.

    El polvo se arremolina. La multitud se enciende, entonces, no solo ests viendo al Halcn o al Alacrn, sino, tambin, el baile agnico de Rasu iti y las hazaas de Tankayllu, quien haca proezas infernales en las vsperas de los das santos; tragaba trozos de acero, se atravesaba el cuerpo con agujas y garfios: caminaba alrededor de los atrios con tres barretas entre los dientes, como se lee en Los ros profundos.

    El sur empobrecido marc la vida del escritor, el antrop-

    tura

    Para muchos lectores, la obra de Arguedas fue o es su primer acercamiento a la cultura andina. Viajero desde nio, sus relatos son una invitacin a explorar los caminos de altura, como se evidencia en esta crnica que coincide con la publicacin de la gua turstica El sur andino de Jos Mara Arguedas, editada por Promper.

    logo y el folclorista. Chalhuanca, Abancay, Cusco, Ayacucho, Sicuani y su Andahuaylas natal fueron los espacios geogrficos en los que forjara su visin indigenista, en los que fermentaran sus conflictos, en los que nacera su inmenso cario por los pueblos ancestrales, postergados durante siglos.

    Otra vez las aoranzas. Los recuerdos de mis huidas sin asfalto por la carretera Nasca-Puquio-Chalhuanca-Abancay-Cusco. Abras, curvas y zarandeos. De la aridez costera a la abstractos paisajes de las serranas. Cerros, quebradas, ros,

    Cmo no sentirlo (a Arguedas) cerca en la plaza de Armas y en el atrio del templo de Andamarca, la antigua capital de los rucanas, la ciudad de las andeneras esculpidas en las polleras de los cerros. Es el Yaku Raymi (Fiesta del Agua) y los danzantes de tijeras se enfrentan en el Atipanakuy (duelo). Arpa. Violn. Movimiento y expectacin...

    FOTO: CARLOS LEZAMA

    FOTO: PROMPERU / RENZO GIRALDO

    TURISMOLunes 17 de enero de 2011 17

  • Como parte de las celebraciones por el centenario del nacimiento de Jos Mara Arguedas, Promper pre-senta la gua turstica El sur andino de Arguedas, en ella se promociona los atractivos tursticos de los luga-res donde transcurri parte de la vida del escritor.

    Cul es el objetivo de la gua?Lo que buscamos es ofrecer al viajero nuevas al-ternativas con el valor agregado de experimentar un viaje diferente y nico: conocer los atractivos que encierra el sur andino de Arguedas y descubrir cmo estos bellos paisajes, su cultura, tradicin y los rostros de este Per profundo inspiraron al escritor. Esta gua forma parte de la serie Rutas literarias, que ha publicado Promper desde 2008 y que permiten seguir la secuencia de vida y obra de destacados es-critores peruanos, como Mario Vargas Llosa, Csar Vallejo y ahora Jos Mara Arguedas.

    Cul es su pblico objetivo?Los viajeros peruanos conocedores de la vida y obra del artista que deseen vivir la experiencia de los lugares fsicos, sociales y culturales donde el ar-tista vivi y/o ambient su obra. Asimismo, al turista interno que gusta de las caminatas, del contacto con la naturaleza y de descubrir nuevas rutas de viaje. Tambin es importante mencionar al segmento es-colar. Nosotros tenemos programada una feria de turismo escolar en la que nos permitir difundir entre los profesores y decisores de viajes de estudios, los destinos de esta ruta.

    A cunto asciende su tiraje?-En esta primera edicin hemos publicado 3,000 guas las cuales se distribuirn a travs de una serie de actividades programdaas para la celebracin del Centenario de Arguedas, organizada por el Ministe-rio de Cultura. La gua se puede conseguir tambin descargando su versin digital desde la pgina web: www.turismoperu.info.

    valles encaonados, desfilando tras la ventana de un mnibus de motor suplicante y exhausto.

    Parada en Chalhuanca, que tiene un ro, juntito al pue-blo y donde queremos a los forasteros, como dira uno de los personajes arguedianos. Aqu, en julio, se celebra an el yawar fiesta, la lucha entre el cndor y el toro, entre lo andino y lo hispano. Volver al camino. Rumbo a Abancay, una ciudad silenciosa, un pueblo cautivo, levantado en la tierra ajena de una hacienda.

    Y siento ese silencio en el arribo nocturno. La ciudad est desierta y mustia. Al da siguiente, el sol la animara. Contemplo los cerros que la acosan y rodean. Saboreo unos tallarines de casa con gallina. Cruzo el puente colonial de Pachachaca que tanto hara reflexionar a Ernesto, el personaje de Los ros pro-fundos. Camino entre bosques de Intimpa, hacia la grandeza nevada del Ampay.

    De Abancay al Cusco. Ruta sinuosa. El bravo ro Apur-mac. El pueblo de Curahuasi, la capital mundial del ans, los baos termales de Cconoc y el monolito de Saywite. Aparece la pampa de Anta, escenario legendario en el que las piedras se convertiran en guerreros incas para derrotar a los chancas. Ya falta poco para conocer el Ombligo del Mundo, la antigua capital del Tawantinsuyo.

    Pero aqu no coincides con Arguedas. No sientes temor como le pas a Ernesto, quien, atribulado por el estado de ex-plotacin y miseria en el que vivan los indios, asegura que en ningn sitio deba sufrir ms la criatura humana. Una mirada descarnada, una visin que se torna lapidaria: el Cuzco de mi padre, el que me haba descrito quiz mil veces, no poda ser ese.

    Amargura y tristeza que se transforman en admiracin fren-te a los muros de piedra que parecan estar vivos. El escritor se marchara de la ciudad imperial. Seguira viajando. Siempre lo hara. Estudiara en Ica, Huancayo y Lima. Se hara maestro en la escuela Mateo Pumacahua de Sicuani, un pueblo pintoresco entre Cusco y Puno, donde enseara geografa y castellano, donde recopilara las estampas folclricas de la zona.

    En 2004, muchos aos despus de su suicido (1969), sus restos seran llevados a Andahuaylas, la ciudad en la que naci hace ya un siglo. All est ahora. En la tierra de los chancas guerreros, cerca de la laguna de Pachuca con sus truchas y pejerreyes, y del complejo arqueolgico de Sndor.

    Pero tambin est en sus libros, en sus novelas y cuentos, aquellos que ayudaron a encender mi espritu de andarn, cuan-do el Per que conoca solo era mar y desierto, y el periodismo viajero era un talvez, un ansiado algn da.

    Lo que buscamos es ofrecer al viajero nuevas alternativas con el valor agregado de experimentar un viaje diferente y nico: conocer los atractivos que encierra el sur andino de Arguedas y descubrir cmo estos bellos paisajes, su cultura, tradicin y los rostros de este Per profundo inspiraron al escritor.

    RUTA LITERARIA

    FOTO: CARLOS LEZAMA

    18 VARIEDADES ESPECIAL

    CENTENARIO JosMaraArguedas 1911-2011O JJos

  • NUESTRAMSICAEscribe: Manuel Acosta OjedaLunes 17 de enero de 2011 19

    A l cumplirse cien aos de tu importante llegada a esta tierra que tanto amaste y que muy poco te entendi, teniendo que despertarla con el estruendo de tu muerte; quisiramos regalarte un ciento de tijeras, que corten a los depredadores "Zorro de arri-ba"; cien arpas que hagan que "Los ros profundos" irri-guen de Per, "Todas las sangres", y cientos de violines que endulcen y llenen de vida "La agona de Rasu iti", para que siga danzando en una gran Fiesta nacional sin "Yawar".

    Nos conocimos por 1962 en la avenida Luna Pi-zarro cuadra 3 de La Victoria, donde funcionaba el Sindicato de Artistas Folclricos del Per. Dentro de la agenda a tratarse en la Asamblea, estaba un home-naje a la seorita Rosa Elvira Figueroa, creadora del grupo musical "Per: canta y baila", que representaban danzas de las tres regiones. La negativa de Arguedas fue rotunda y exageradamente cruel; intervine y con respeto explique que la intencin de Rosa era buena, pero que lograr representar con propiedad todo el pas, era un sueo, y cerca de 60 aos despus este no se ha cumplido. El aplauso de la Asamblea respald mi posicin e hizo que Jos Mara se retirara.

    Las veces que volvimos a vernos, no cruzamos ni saludo ni palabra. Hasta que Rosita Alarco fragu un almuerzo, al que asistieron amigos mutuos. Se limaron las asperezas e iniciamos un intercambio de nuestros conocimientos regionales. Llevndome a coliseos y fiestas patronales, donde me explicaba la simbologa de las danzas y los cantos, slo de Ayacucho, Apur-mac, Cusco y Puno.

    Por mi parte, conocedor de su psima opinin so-bre nuestro valse criollo, le cant "Oracin del labrie-go", "El canillita" y "Pobre obrerita" de Felipe Pinglo, a lo que l respondi: "Eso no es criollo". Su concepto del valse estaba basado en lo que haba escuchado por radio: frvolo y huachafo.

    Poco a poco se fue interesando por el verdadero cancionero criollo y gracias a Jos Durand conoci a personajes como los hermanos Augusto y Elas As-cues, Luciano Huambachano, Vctor "el Gancho" Arci-

    ENTRE ARPAS, TIJERAS Y VIOLINES

    Un sueo de cientos

    Muchos intelectuales desdeaban la msica criolla, en especial el valse, tildndolo de frvolo, colonial y lastimero. Fue el caso de JMA, quien despus de conocer el porqu de las creaciones del negro y del cholo, abri su corazn a esta cultura.

    Quisiera hundirme en la tierrapara encontrarme contigoy cargarte a mis espaldas,hurfano nio dormido.Camino de la quebrada,perfumarn las retamas,arrullarn las torcazastu sueo Jos Mara. Ya no estar la madrastra,ya no temblars de fro,ya las penas se acabaron,todas te las has sufrido.

    Mamay doa Caytanamante espera a orillas del ro,despertars en sus brazosabrigado en su cario.

    El taita Felipe Maywahar morir a la muertey al pie de los maizales,vivirs eternamente.

    Ya no estar la madrastra,ya no temblars de fro,ya las penas se acabaron,todas te las has sufrido.

    WIAYTAN KANSAUKI JOS MARAVIVIRS ETERNAMENTE

    niega, entre otros.De todos los gneros que conforman nuestro can-

    cionero costeo, el que ms lo impresion, sin lugar a dudas fue el tondero piurano. Cuando "Los Tacaleos" terminaron de cantar me dijo: "Dnde puedo verlo bai-lar?, porque esto es serrano."

    Esto respald mi teora de que el tondero autcto-no es indiscutiblemente piurano, creado por indgenas costeos pero con la incontenible presencia andina.

    La enemistad entre andinos y costeos, creada por los espaoles, aunque todava subsiste, no ha sido obedecida por todos.

    Alicia Maguia hizo un hermoso valse, luego de la partida de Arguedas, el 28 de noviembre de 1969, quien fue velado en la Universidad Agraria, rodeado de inmensa fogatas y de centenares de estudiantes, artis-tas, maestros y pblico en general.

    HONORES. Alicia Maguia le dedic un hermoso valse. En la foto interpreta un tondero, el gnero que gustaba al escritor.

  • ESCRIBE: JESS RAYMUNDO TAIPE

    L ejos del aroma de los campos, los migrantes que desde la dcada de 1940 empezaron a poblar la ca-pital convirtieron la msica andina en el smbolo ms importante de su identidad. Alrededor de esta expresin popular se organizaban eventos que, hasta hoy, desbordan impregna-dos de aoranza y esperanza. As nacieron los coliseos, prime-ros espacios conquistados por los nuevos limeos.

    Los ms antiguos fueron Coliseo Lima, ubicado en la calle Pomabamba, en Brea; Inca, situado en la Plaza de Acho, en el Rmac, y Bolvar, que funcionaba en Tacora, La Victoria. En

    Con la mayor presencia de migrantes en la capital, los coliseos se convirtieron en los espacios donde la msica andina dej su sentido mgico para tocar la bra de lo popular y saltar del vnculo local a lo nacional. Conocedor de esta efervescencia, Jos Mara Arguedas se acerc a sus cultores, defendi la esencia tradicional y difundi sus riquezas.

    LA TRADICIN Y LO POPULAR EN LOS COLISEOS

    Espacios andinostarde hasta las 11 de la noche.

    Jos Mara Arguedas, uno de los asiduos concurrentes a los coliseos de Lima, afirm que sus espectculos atraan al campesino que an se senta extrao en la ciudad, al criollo que provena de barrios y barriadas, y al hombre ilustrado y sensible que intentaba conocer esta realidad. All, la identificacin de los artistas y el pblico generaba una estimulacin recproca. En-tonces, ambos eran felices y se sentan realizados.

    En su artculo "Notas sobre el folclor peruano", publicado en junio de 1962 en El Dominical de El Comercio, describi cmo el pblico invada el escenario para bailar con sus artistas preferidos, a pesar de que no le estaba permitido hacerlo. "En las propias butacas y graderas de la carpa bailan; las mujeres hacen danzar a los nios; todo el pblico no puede contener el impulso de llevar el comps de la msica con los pies".

    Convencido de la riqueza de estos locales, sola recomen-dar a sus lectores que acudieran a escuchar la msica andina y ver los bailes del Per profundo sin necesidad de salir de Lima. "Id a orlo en su centro vivo, en un coliseo, y os hablar del Per nuevo, mestizo, no indio, a la propia corriente de las venas, di-rectamente", escribi en el artculo "El Jilguero del Huascarn", difundido en julio de 1962 en el medio citado.

    En los coliseos, Arguedas supervisaba a los msicos, bai-larines y cantantes calificados si se presentaban respetando el vestuario, la msica, el canto y la coreografa de las regiones a las que representaban. Participaba como espectador, ingresaba en los camarines y observaba los ensayos. En aquellos aos, la evaluacin la realizaba la Seccin de Folklore, Bellas Artes y Despacho de la Direccin de Educacin Artstica y Extensin Cultural del Ministerio de Educacin. Despus fue asumida por el Departamento de Folklore de la Casa de la Cultura.

    MANANTIAL DE AMISTADEn estos espacios populares, el escritor y antroplogo conoci a buena parte de sus amigos artistas. El charanguista Jaime Guardia recuerda que en 1952, cuando dej el escenario, se acerc para felicitarlo y hablarle con mucho cario. "Estaba muy impresionado con mi estilo en la interpretacin de la msica de mi pueblo, de mi regin". Ese ao, junto a La Lira Paucina ocup el segundo lugar en el concurso organizado por Radio Nacional, en el que Arguedas fue miembro del jurado calificador.

    1951 se inaugur el Coliseo Nacional, en el parque El Porvenir, en La Victoria, y en la dcada de 1960 surgieron Dos de Mayo, cerca de la plaza que lleva el mismo nombre, y Cerrado, en el puente del Ejrcito.

    ENCUENTROS FECUNDOSHasta fines de la dcada de 1970 en estos locales abiertos o cubiertos con carpas de circo se presentaban las compaas, que ofrecan un nutrido espectculo con cantantes, solistas, msicos y danzantes. Tambin acogan a los intrpretes de msica criolla y gneros forneos. Estos espacios rsticos y acogedores vibraban todos los domingos, desde las 4 de la

    Escribimos por amor, por goce y por necesidad, no por oficio. Eso de planear una novela pensando en que con su venta se ha de ganar honorarios, me parece cosa de gente muy metida en las especializaciones. El zorro de arriba y el zorro de abajo.

    20 VARIEDADES ESPECIAL

    CENTENARIO JosMaraArguedas 1911-2011O JJos

  • En 1964, cuando el autor de Yawar Fiesta fue director de la Casa de la Cultura, Guardia conoci al etnomusiclogo Jo-safat Roel Pineda, jefe del Departamento de Folklore. All se dedic a recopilar grabaciones, informacin sobre las fiestas y entrevistas a personajes de diversos pueblos. Acompaando al escritor viaj a Huancayo, Puno, Cajamarca, ncash y Ayacu-cho, donde recogi amplio material. Tambin se dedicaba a la calificacin de intrpretes.

    Otro de los amigos entraables fue Ernesto Snchez Fajardo, "El Jilguero del Huascarn". Mara Fuentes viuda de Snchez cuenta que Arguedas se present en el Coliseo Dos de Mayo, donde le realiz una entrevista que despus fue pu-blicada en El Comercio. "l siempre iba a ver los espectculos. No era de usar un buen terno, por lo que siempre pasaba des-apercibido. Admiraba mucho a Ernesto y era muy respetuoso de todo lo autntico".

    Agripina Castro de Aguilar, una de las intrpretes ms re-presentativas de las danzas del centro del pas, record que el da en que lo conoci le pareci que era un amigo de toda la vida. "Era amigable, sincero y hablaba en quechua y en caste-llano al mismo tiempo. Me aconsej no malograr el folclor nun-ca, que cuidara la autenticidad, la originalidad de la msica, de la danza y del traje tpico", record en una reunin realizada en

    la amplificacin, la representacin escnica y la reproduccin electrnica.

    Despus, las celebridades de la msica andina saltaron a las pginas del suplemento El Dominical del diario El Comer-cio, donde Arguedas fue colaborador. Jaime Guardia recuerda que con el artculo publicado sobre La Lira Paucina, su conjun-to adquiri mayor notoriedad y respeto. Entusiasmados por el xito como representantes del distrito parinacochano de Pauza, decidieron volver a su tierra, donde fueron recibidos con gran entusiasmo.

    Cuando el guitarrista Ral Garca Zrate grab su primer disco en 1966, Arguedas coment que su long play "contiene la gama completa de la msica de la ciudad de Ayacucho". Al leer artculo, el msico tuvo la impresin de que ya le haba compar-tido el argumento y el contenido de la produccin. "Hablaba con un conocimiento de causa increble. En realidad, los elogios a mi disco fueron un gran honor".

    Por ser uno de los primeros intelectuales que valoraron el sentido y la importancia de la msica andina y de sus intrpre-tes, el Per le debe muchsimo a Jos Mara Arguedas. Gracias a su lucidez y persistencia, los ha rescatado de la indiferencia y la hostilidad de la cultura oficial y los ha difundido a niveles que hasta hoy se mantienen.

    la Escuela Nacional Superior de Folklore Jos Mara Arguedas, donde fue profesora.

    MAYOR DIFUSINEn la dcada de 1940, la msica andina mestiza comenz a di-vulgarse en Lima a travs del disco y despus en la radio. Gra-cias a la iniciativa de Jos Mara Arguedas, las matrices que se encontraban en la Seccin Folklore del Ministerio de Educacin fueron grabadas a fines de esta dcada por el sello Oden. El xito en ventas marc el inicio de la produccin a gran escala.

    A pesar de la difusin de cantantes y msicos, que tambin tenan acogida en los primeros programas de radio dedicados al gnero andino, no todas las regiones alcanzaron gran im-pacto y aceptacin en la capital. En su obra Formacin de una cultura nacional indoamericana, Arguedas destac que los in-trpretes de Junn lograron mayor celebridad, seguidos por los de ncash, Huancavelica, Cusco y Ayacucho.

    Con el crecimiento demogrfico de la capital, que gran parte se debi a la inmigracin andina, cerca de la mitad del total de las ventas rcord era de la categora folclor. As, el huaino fue, segn el doctor en musicologa Ral R. Romero, el primer gnero tradicional musical que sali de una ubicacin local a un contexto nacional, adems de ser el primero en usar

    APUNTES

    La mayora de las estrellas de la msica andina se bautizaron con nombres de aves y flores para presentarse en pblico: "Flor Pucarina", "La Golondrina", "Picaflor de los Andes", "Gaviln Negro", entre otros.

    Las fachadas de los coliseos, as como sus escenarios, eran decorados con figuras que evocaban al pasado incaico. A veces, las imgenes eran espectaculares, pero en otras ocasiones, ingenuas.

    En la puerta de los coliseos se instalaban vivanderas y se escuchaban a travs de los altoparlantes las voces de los dolos del arpa, el violn, el charango, la quena y el pinkullu.IDENTIDAD. Las fiestas en los coliseos eran un espacio de encuentro y de identificacin cultural. A la izquierda, afiche del Coliseo Nacional y el Jilguero del Huascarn.

    Yo no soy un aculturado. Yo soy un peruano que orgullosamente, como un demonio feliz, habla en cristiano y en indio, en espaol y en quechua. Deseaba convertir esa realidad en lenguaje artstico. Discurso de JMA, No soy un aculturado.

    Lunes 17 de enero de 2011 21

    FOLCLOR

  • RECTORADO. La Universidad Agraria cre un foro de debate sobre la cultura, la ciencia y el arte inspirado en el legado del Amauta. A la

    FOTO: CSAR GARCA

    El otro principio fue el de considerar al Per como una fuente infinita para la creacin. Perfeccionar los medios de entender este pas infinito mediante el conocimiento de todo cuanto se descubre en otros mundos. Discurso de JMA, No soy un aculturado.

    ESCRIBE: RICARDO RIVERA ROMERO

    L a Universidad Nacional Agraria La Molina cre en marzo de 2010 la Ctedra Jos Mara Arguedas con el fin de constituirse en un foro de reflexin perma-nente de debate interdisciplinario y pluralista sobre la cultura, la ciencia y el arte, tomando como fundamento la proyeccin de la vida y obra de nuestro insigne escritor y maestro uni-versitario.

    Como institucin permanente, esta Ctedra brinda apo-yo y asesora a las instituciones educativas, universidades, comunidades campesinas y nativas en los campos de la cul-tura y el desarrollo, manteniendo y respetando la identidad cultural de nuestros pueblos.

    Arguedas vivi nuestro pas en todas sus pulsaciones. Lo

    EL ESCRITOR EN LA UNIVERSIDAD NACIONAL AGRARIA

    Ctedra del maestro

    vio como un pas antiguo, cuyo legado cultural se expresaba vvidamente en el Per contemporneo. Actu y pens desde y sobre la cultura, abriendo mltiples caminos en los campos de la literatura, la antropologa, la educacin y el folclor. Su propsito fue construir un Per vital de todas las sangres.

    En lo acadmico, al acercarse a entender los fenmenos de la naturaleza y del hombre no neg el racionalismo, pero s afirm que la intuicin y la sensibilidad cumplen un papel destacado en el conocimiento. Como docente, transit entre el conocimiento simblico y el conceptual. La dimensin m-gica enraizada en la tradicin de la cultura andina no niega lo reflexivo, sino ms bien invita a entender la vida en todas sus dimensiones, solo as pudo acercarse, como ninguno, a en-tender y hacernos entender nuestro pas desde lo complejo y plural que es. Su legado es un compromiso que asumimos

    frente al futuro de nuestra sociedad.

    ARGUEDAS COMO DOCENTEAl inicio de la dcada de los aos 60 la antigua Escue-

    la de Agricultura se transforma en la Universidad Nacional Agraria, y se van creando nuevas facultades, entre ellas la de Ciencias Sociales, en una Universidad que heredaba una gran tradicin acadmica, exclusivamente agronmica.

    EL CONTEXTO SOCIALEsa dcada estaba marcada por grandes acontecimien-

    tos sociales y polticos, como era la lucha por la tierra, la reforma agraria, el crecimiento de los movimientos campesi-nos, la influencia ideolgica y poltica de la revolucin cubana y la aceleracin del proceso migratorio de la sierra a la costa.

    Jos Mara Arguedas marc a los que lo rodearon. En la Universidad Agraria, por ejemplo, se le recuerda con admiracin y respeto. En este artculo, Ricardo Rivera rescata su visin y pasin por la cultura andina. Rememora, tambin, algunas ancdotas del escritor en dicha casa de estudios.

    22 VARIEDADES ESPECIAL

    CENTENARIO JosMaraArguedas1911-2011O JJos

  • FOTO: CARLOS LEZAMA

    Arguedas tambin tuvo una vida muy dolorosa. Tampoco alcanz el reconocimiento en vida pero s en los ltimos aos de su existencia. Fue ledo, traducido, publicado. Mario Vargas Llosa, Casa de la Literatura 2010.

    En este contexto se crea esta nueva facultad y su promotor y conductor es el joven agrnomo Jorge Gonzales, quien, con gran visin, reco-noce la importancia de las ciencias sociales en la formacin tcnica. As se crean los departa-mentos acadmicos de economa y sociologa, y as se van convocando a diferentes acadmi-cos, tanto agrnomos como de otras especia-lidades. En este proceso se llega a constituir en la Facultad un plantel docente con los ms destacados intelectuales del pas: Jorge Bravo Brezani, Luis Alberto Ratto, Manuel Moreno Jimeno, Walter Pealoza, Javier Sologuren, Jos Mara Arguedas, Alfredo Torero; los jve-nes socilogos de San Marcos, Anbal Quijano, Walter Quinteros y Edmundo Murrugarra; y del lado de los agrnomos, los ms sensibilizados con los problemas nacionales, como Csar Benavides, Jaime Llosa y Gerardo Crdenas. Arguedas lig estrechamente su vida a dos universidades: San Marcos y la Agraria.

    Ingresa a La Molina como docente contratado a tiempo parcial en el Departamento de Humanidades en Agosto de 1962, para encargarse del dictado del curso de quechua, que por primera vez se dictaba en forma oficial en la Universidad. En agosto de 1963, durante el primer gobierno de Belaunde, Jos Mara Arguedas acepta, el cargo de Director de la Casa de la Cultura. Mientras tanto, segua como docente y prepa-rando la edicin de su novela Todas las sangres.

    Entre 1964 y 1969 Arguedas comparte su labor docente con la de investigador, vive intensamente los acontecimientos del pas, y su salud se ve afectada. Cree no tener todas las fuerzas para seguir escribiendo y contribuir a la transforma-cin del pas. Pero continu, alentndose y alentndonos.

    DOCENTES Y ESTUDIANTESEn 1965 fui su alumno de quechua, curso al que asista-

    mos algunos limeos y pocos provincianos, lo que me moti-v fue el haber participado en el programa de cooperacin popular universitaria donde Arguedas, junto al poeta Pablo Guevara, nos dieron algunas charlas.

    Como profesor, Arguedas fue un docente altamente mo-tivador y ameno, a tal punto que a veces, en clase nos olvi-dbamos de la gramtica y escuchbamos, encandilados, sus relatos sobre el color de las piedras alaymosca, cuando el sol del medioda atravesaba el agua de los ros tranquilos y las pie-dras tomaban diversos colores. Otras veces nos decan que los quechuahablantes no son brutos, si llaman al perro pirro era porque en ese idioma no tienen algunas vocales.

    Ms tarde, el profesor Arguedas me extendi con mucha

    facilidad su amistad. Recuerdo que una vez invit al curso a dos extranjeros, una era una joven alemana graduada en lenguas, quien aprendi muy rpido el quechua, y yo no. Era muy observador e intuitivo. Un da mirndonos, nos dijo: y ustedes porque no se casan. Algo igual le haba dicho al violinista Mximo Damin, frente a una joven ayacuchana. Ambos nos hemos casado con ellas, creo por culpa de l.

    En La Molina, adems de la motivacin acadmica y los amigos que lo rodeaban, Arguedas encontr un ambiente tambin motivador: los obreros y trabajadores de la univer-sidad con quienes conversaba y rea casi hasta el colmo de la alegra; eran ayacuchanos, en un setenta por ciento, ve-nidos de Acocr, Acosvinchos y Pampa Cangallo. Hablaban en quechua y se tomaban el pelo. Arguedas fue hombre muy alegre y tierno. Por las tardes complementando ese paisaje

    rural de La Molina, bandadas inmensas de lo-ros atravesaban su cielo, viniendo desde Lurn para anidar en Cajamarquilla. Arguedas los ha-bra escuchado, estamos seguros.

    La participacin politizada de los grupos estudiantiles en la Universidad tambin lo vivi Arguedas, pero siempre confi en los estudian-tes. Alent sus motivaciones e inquietudes. Contribuy directamente a la creacin del Club de Folclor. En carta dirigida a los jvenes es-tudiantes Milton Guerrero y Luis Escalante los alienta a investigar y a crear una revista de fol-clor en la Universidad.

    A CHISPA QUE ENCENDI EL FUEGODurante su estada en la Universidad nun-

    ca dej de tomar contacto con lo provinciano. Cuando viva en Los ngeles, Chosica, los do-mingos concurra al mercado para comprar las

    hierbas de la sierra que traan los migrantes de Huarochir. Los almuerzos con los profesores de Ciencias Sociales se hacan, algunas veces, en el restaurante Miguel ngel, de Vitarte, en la Carretera Central, donde almorzaban los ca-mioneros que iban a Huancayo. En una ocasin, Arguedas pidi un postre a la bonachona duea y esta le dijo (sin saber quin era): Hay doctor, solo tenemos postre para cholos, solo tenemos camotillo! Todos rieron. Durante 1968 y 1969, Arguedas alternaba sus clases con sus viajes a Chimbote, preparando su novela El zorro de arriba y el zorro de abajo.

    El viernes 28 de Noviembre de 1969, despus de culmi-nada la matrcula y alrededor de las 5 de tarde, observ al profesor Arguedas, parado y con las manos cruzadas, frente a la antigua casona donde funcionaba la Facultad de Cien-cias Sociales. En aquel entonces la Universidad, despus de las 5 de la tarde, estaba casi vaca, pues a esa hora salan los ltimos mnibus a Lima. Minutos ms tarde, al retirarme, extraamente vi que el profesor Arguedas segua parado, como esperando que todos nos furamos. Esa misma noche, todas las emisoras daban la triste noticia de su eliminacin, con mano propia, mediante dos disparos en la sien, en el bao de la facultad. Nuestro dolor fue inmenso.

    Falleci a los cuatro das. l lo anunci, era la ltima que encendera. Durante dos noches velamos sus restos alrede-dor de una fogata detrs del rectorado, danzantes y cantan-tes folclricos llegaban de todo el pas. Se le despidi como lo haba pedido, cantando harawis y huainos. l vive hoy en todos nosotros. Por eso celebramos, con alegra inmensa, los 100 aos de su nacimiento, pues en su vida y obra est todo el Per, y ese fuego encendido estar presente en cada uno de los que lean sus obras.

    Arguedas vivi nuestro pas en todas sus pulsaciones. Lo vio como un pas antiguo, cuyo legado cultural se expresaba vvidamente en el Per contemporneo. Actu y pens desde y sobre la cultura, abriendo mltiples caminos en los campos de la literatura, la antropologa, la educacin y el folclor.

    Lunes 17 de enero de 2011 23

    LEGADO

  • ESCRIBE: MIGUEL NGEL VALLEJO S.

    L o dicho previamente se aclara si pensamos en al-gunas claves de Arguedas. En su apuesta por difundir nuestras culturas populares provincianas. En su tra-bajo por evidenciar nuestra heterogeneidad cultural. En su en-foque mltiple a las migraciones internas. No hizo teatro, pero represent escenarios de nuestras mayores transformaciones.

    NUESTRA COMPLEJA CULTURAPara Teresa Ralli, miembro de Yuyachkani, Arguedas "le ayud a descubrir la complejidad de la cultura peruana". Yuyachkani tiene tres obras en clave arguediana: Los msicos ambulantes (1983), Encuentro de zorros (1985) y Contra el viento (1989), "pensadas como una triloga en la que nos acompa Argue-das", aclara Ralli.

    Los msicos ambulantes "es una utopa, por ello sigue vigente, comenta Ralli". Y es que la obra tiene la inocencia de algunos personajes arguedianos, y parte de esa ternura presente en varias novelas. En cambio, Encuentro de zorros es ms desgarradora en una sociedad que luego de muchos enfrentamientos comienza a encontrarse, como en la ltima novela del escritor.

    Para Ralli, esta inspiracin de Arguedas gua los objetivos mximos del grupo, en ese fin de divulgacin de nuestra cultura diversa: "Nosotros siempre evocamos sus palabras, cuando dijo que todo hombre no embrutecido por la ignorancia puede ser capaz de vivir todas las patrias". Ms an, agrega que el es-critor "nos lanza al rostro esta complejidad de muchas identida-

    En sus personajes y tramas se insina el n de un pas con una sociedad estamental, ese Per del rgimen de haciendas. Visto de esa manera, su modo de representar estos cambios tena que inuenciar nuestras representaciones teatrales.

    SU OBRA LLEVADA A LAS TABLAS

    Escena arguediana

    YUYACHKANI. Msicos ambulantes, una de las ms importantes puestas en escena del grupo teatral inspirado en las obras de Arguedas.

    FOTO: ALBERTO ORBEGOSO

    24 VARIEDADES ESPECIAL

    CENTENARIO JosMaraArguedas 1911-2011O JJos

  • "El teatro peruano no ha desarrollado una dramaturgia universal, es medio regionalista. Con su narrativa, Arguedas es ms pico, ms trgico, es, salvando las distancias, el Shakespeare peruano...

    TAMBIN AL CINEEl legado de Arguedas no se ve solo en las tablas. En 1982, apareci Yawar Fiesta, adaptacin flmica de la novela dirigida por Luis Figueroa, del movimiento Cine Club Cusco. La cinta, con actuaciones de personalida-des como Jorge Acua o Julio Benavente, tuvo la foto-grafa del genial Eulogio Nishiyama. Gan el Festival de Biarritz el ao de su estreno. Financiada por la espo-sa del francs Costa Gavras, la cinta fue reconocida en Europa como representante del realismo mgico.

    Yawar Fiesta es una de las cintas cumbre del llamado cine andino que, como el cineasta cusqueo definiera, es una forma de defender una realidad, una cultura propia. Figueroa dirigi Kukuli en 1961, primera pelcula filmada ntegramente en quechua, versin de un mito andino en que aparece retratado, en el estilo documental de su grupo, el carnaval de Paucartambo.

    des y su obra es el clamor de que existen identidades diversas y que tienen que ser respetadas por igual".

    Al respecto del Per de Arguedas, Ralli es optimista pero cauta. Opina que "hoy el pas ha cambiado, las otras identida-des han luchado por ubicarse y tener un e