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De Eugenic Marfa de Hostos

La Peregrinadon de Bayoan

Estamos .ante un diario no-,. velado. La peregrinacion d e] Bayoan — ya lo ha dicho An-> tonio S. Pedreira — "es uni diario novelesco, con un fondof politico y social al servicio de'l una encubierta propaganda"I (1) Estamos por lo tanto an-I te una obra en la que Hostosj yuelca su intimo sentir c o nj respecto al destino politico dei las Antilles.i\O POLITICO . ..f Hostos cree en este momerf-1 to (1863) que el destino de las. Antillas debe estar basado en

el principio de la libertad, li-bertad que hara posible la cons-tituci6n de una confederacionantillana y espanola. Es decir,Hostos cree que Espafia, Cu-ba, Santo Domingo y P u e r t oRico deben estar unidas en unsistema federative que no anu-le el principio de la soberania

pnacional, como primer paso! posiblemente para lograr _ lavasta confederacies hispanica:la union de todos los pueblosde nuestra raza, cimentada es-ta union en la libertad y enla democracia. Todavia Hostosno habia sido desengafiado porlos liberales espanoles. C r e eque gobernando los liberales,Cuba y Puerto Rico obtendrian

; una autonomia amplia, casi unaindependencia, "pero de talmodo que independencia n o

\a rompimiento de relaciones,j sino creaci<5n de lag que noe'xisten hoy, de las relaciones

' del afecto y del interns mate-rial, moral y etnol6gico." (2)Santo Domingo conservarfa susistema republicano de gobier-no. Espana no seria la naci6ngestora dentro de la confede-raci(5n, sino un miembro dis-puesto a colaborar en ese pro-yecto de uni<5n hisnanica. SedesenganarS luego Hostos delos republicanos espanoles yquerra poner en vigencia lo queya era inevitable: "Las Antillasestaran con Espafla si hay de-rechos para ellas; contra Es-pana si continua la gpoca dedominaci6n". (3) Cuando Hos-tos escribe su novela aun no

Por Francisco Luch Mora •

habia sufrido el desengano.LOS SIMBOLOS

La peregrinacion de Bayoanes una novela simb61ica. Elsimbolo en la misma se cir-cunscribe a los tres persona-jes principales: Bayoan, Marieny Guarionex. Bayoan es Puer-to Rico; Marien es Cuba, yGuarionex es Santo Domingo.Los tres personajes — segiinpropia expresi<5n de Hostos —"representan en este libro launi6n de las tres grandes An-tillas." (4) Los tres personaies

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Francisco Lluch Mora

responden al intento politicode su autor. En la clave quese coloca al frente de la no-vela se explican los simbolos:Guarionex, nombre del caciquemas poderoso de Haiti cuandola descubri6 Col<5n; Bayoan,nombre del primer indigena deBorinquen que dud6 de la in-mortalidad de los espanoles;Marian, nombre indigena de lacomarca mas bella de C u b a .Por lo visto, los simbolos se en-carnan, se hacen sangre y hue-so, se convierten en humanidad.Con ellos Hostos nos dara elafan de redencitin que alenta-ba su espiritu ante el despo-tismo espanol en Cuba y enPuerto Rico.

EL PAISAJESeria interesante hacer u n

estudio para ver si esta nove-

Cuento

/s/a cfe NieblaPor Iris Zavala

la influye en el tratamiento dela naturaleza y del paisaje enla nueva novela americana, laque se realiza con posteriori-dad al romanticismo. Vgase laforma habil de gran poderde sintesis con que Hostos vela naturaleza: "El cielo se des-peja: el sol rasga las nubes:las nieblas menos densas, sedisipan al mediar el dia". (5)No es descripci6n del paisajeamericano; es pintura agil delpaisaje marino. Bayoan esta eneste momento en alta mar. Yal describir el mar nos dice:"Estoy admirado: el mar encalma, no se mueve: no hayni una ola, ni una ondulaci<5n.iQu6 mano poderosa sujeta es-ta inmensidad y la contiene asi?La calma del mar es el prodi-gio de la fuerza: levantar es-tas aguas, hacerlas surgir, yabalanzarse contra todo loque quiere detenerlas, me loexplico: todo lo grande pro-Derrde al movimiento, todo loinmenso tiene agitaci6n y tem-pestades: pero no puedo ex-plicarme esta calma, este so-siego, esta quietud increibles.Ni aqui, cerca del buque, nialia en el horizonte... meequivoco, en el horizonte haymovimiento: las aguas se hm-chan y se ahuecan, y luego sedeslizan por la misma rendien-te que ellas forman" (6)

Y sobre el paisaje americano:"Gritad: ya yo la he visto; yla veo aparecer majestuosa-mente: alii estan mis montanas: N

a mi derecha, un cabo: ese ca-».bo es el Jiguero: si fuera dedia, pareceria un lienzo que sedesarrolla- a la vista, y ofrecesus tesoros aun asf, ahi estadilat^ndose: ta costa, aparecien-do por completo la del norte:dentro de una hora estaremostan cerca de la costa, que ve-remos los arboles, las casas,y con la luz del sol, podria-mos ver hasta los hombres".(7) Prosa 5gil, descripci6n no-vedosa en un ambiente literarioen due predominaba el estilograndilocuente y hueco, en queprivaban las descriociones lar-gas y minuciosas, donde la re-torica campeaba a sus anchas.Hostos elabora una prosa des-criptiva de la naturaleza queya es la tipicamente americana,la prosa que luego culminarSen Maria de Jorge Isaacs y enla novela que sigue a gsta. Elperiodo es breve, la descrip-ci6n suscinta; pero se observauna sensaci6n de movimiento,un eco Isjano de la mejor mu-

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No se lo que me sucediiihoy. El dia era calcinante, cualarchipelago ardiente. La luzdespertaba lentamente y aca-riciaba mis trenzas; urt rayo

<de luz eonquetuelo y hurano sedespert6 conmigo, y los doscomenzamos a desperazarnosternprano, muy temprano.

Recline1 mi cabeza ensimis-mada en la almohada, y unaimagen pavorosa se presents amis ojos. Yo, o la otra. . . loque SQK en el fondo, estabaalii, freyite a mi, mirandme fi-jamenrt a los ojos. Los de 'ella'eran verdes, como los mios, pe-

1 ro en 'ella' tenian matices som-brios. Y yo-ella estaba deses-perada.

Su vision habfa opacado otra,la de un diluvio. El agua caiainexorablemente sobre una ca-sa, una calle, sobre yo-ella mis-ma. 'Ella' estaba quieta, miraba desde la ventana los ara-bescos que formaban las go-tas, que presagiaban muerte.Y el agua seguia cayendo. EraUna avenida grande y larga,que baflada por las profeticasaguas semejaba urt gran oc£a-no/de luces opacas.Yo-ella miraba el agua, que

iba adquiriendo un matiz m a soscuro ante sus ojos. Y escu-cha, el dia ya no era calido, laluz habia vuelto a dormitar; sesentia un silencio espantoso queS61o adulteraba el caer de lasgotas de lluvia. El frio se tor-n6 insoportable. El agua su-bia a pasos gigantescos, y yabesaba el piso bajo de la casaen que estaba 'ella'. La calle eraUn brazo de mar; troncos, tras-tos viejos, juguetes, todo co-rria en fren§tica carrera.

Comencg entonces a oir losalaridos de las mujeres y losgemidos de los nifios y anima-les. Solo ella, que era yo, ca-llaba. El agua despedia olor acernenterio.

La casa en que estaba 'ella'te desprendi6 de sus cimientos.Yo-ella rod6 a las turbulentas

iguas y a mi se me escap6 ungrito. jPorque iba a una muertesegwa!

La mujer de ojos verdes y pe-cho encendido se asarr6 comouna fiera a un majestuoso ar-bol que resistia entre risa ylloro la fuerza herculea de lasaguas. Agarrada a sus ramas,inujer y Srbol reian y llorabanjuntos. . .

El agua comenz6 a bajar. Miansiedad desapareci6, y cosaextrana, la visi6n desapareci6para dar paso a otra. Ella oyo estaba en una isla. Era unatierra extrana, sin verdores niluces, isla como de niebla.

La mujer permaneci6 at6ni-ta, pero por breves instantes(en ella el factor tiempo se

, diluye). A lo lejos, a trav<5s de'Ja niebla, apareci6 otra mujer(no, no era yo, estoy segura).'Esta era todo nervio, de gestocolgrico, y ojos extraviados.Escondia algo; levantaba su sbrazos en forma de cruz, comoqueriendo salvar mediante esteBimbolo el objeto que opacaba.

Nadie dijo una palabra. Pe-(O se sentian unos crujidos se-

;cos, que medio se percibfantras el silencio. La mujer de•ojos extraviado miraba a yo-ella desafiante. Tenia las ropasdesgarradas, y dejaba entreversus senos de bronce y unosmuslos de -niquel reluciente.

El Crujidb seco se hizo m&sfuerte, algo se movia. Las pala-bras no encontraban su caucenormal, era un silencio pavo-roso, que la niebla hacia te"tri-co.

Yo-ella avarfz<5 con cautela,sigilosa. La otra no se movia,se mantenia firme en su papelde cancerbero. El misterio sehacia cada vez mas infranquea-ble, hasta que el crujido es-tent<5reo se hizo tan insoporta-ble, que yo-ella corri6 a versu procedencia.

Al rondar el lugar en que seencontraba la otra, vio a u n

^ hombre recostado al suelo," iun hombre? No. Mejor se-

ria decir un Srbol, o un £r-bol-hombre, o tal vez un hom-bre-arbol.

Alii, en el desvestido suelo dela isla de niebla, se encontrabaun hombre joven, de cabelloslargos, negros. T<5rax muscu-loso, estaba completamentedesrfudo y sus carnes relucfancomo el cobre. Movia sus ma-nos con prisa, y sus pie's...estos habian echado raices.

El hombre Sntentaba en va-no zafarse, y se desangraba ensavia roja. Pero las raices es-taban muy fuertes, muy fuer-tes, bien cimentadas en la tie-rra, y ya se proyectaban alinfinite. Porque al hombre leestaba naciendo un hijo-arbol.

Yo-ella se arrodil!6 y acari-ci6 la faz del hombre-arbol; sa-bia que amandolo a 61, se ama-ba 'ella'. A lo lejos intuy6 unhaoha , y fue a buscarla.

La otra, ya deshecha, seguiaa yo-ella con la vista y dabagrunidos al aire. El hombre-arbol tambien la mir6 fijo, muyfijo, pero sin decirle una pa-labra. La observaba con ojosarmustiados, que pedfan a gri-tos la libertad. La mir6 coninsistencia, y fi]'6 sus ojos enel hacha. Una sonrisa ilumin6su rostro, humanizandolo. Yo-ella iba. a blandfr el hacha, yno titubeti.

Una y otra vez zumb6 elinstrumento partiendo las rai-ces, cercenando los miembrosde palo infectos. El dolor queinfligia lo sintrd1 'ella', lo s<§,pero era un dolor 'placeroso',porque se reconocid en el hom-bre liberado.

Con la ultima blandida, elhombre se revolc6 en la seque-dad del suelo, el hacha rod6.Y el hombre y la mujer de ojosverdes, que era yo misma, sediluyeron en la nada. . .

Con ellos se diluy6 tambi&nmi vision. tCual de ellos era yo?Me sabia el hombre y la mu-jer; cada uno de ellos teniaalgo de ml misma.

Volvi a cerrar los ojos, y elsol volvid a colarse hasta micama, colgando graciosamentede los alornos del aire, y losdos nos levantamos temprano,muy temprano. ..

sica romjntica. No sfi porcmeal leer la. descripcion que ha-ce Hostos del mar, cuando Ba-yodn se encamina a Espafia.viene a nuestra memoria eluniverso •opgro d^ TSmlims *la Segunda Sinfon'i.

Hostos pinta el paisaje deUna manera personalisima. Noes la manera de los escritoresespafioles. bien ^ean estos ro-manticos o realistas. Hostos esuna sensibilidad americana y•describe lo observado respon-diendo a esa manera de ser yde sentir el mundo q'ue no esya la espanola. Hostos es uriromantico en La peregrinacidnde Bayoan, romantico cuandoesta escuela era superada enel ambiente literario peninsu-lar; pero cabe aclarar que Hos-tos es un romantico a la ma--nera americana, no a l aeuropea. De aquf que sus des-cripciones del paisaje, las queson indiscutiblemente po<5ticas,eaten realizadas dentro de unat6nica que no es la de los ro-manticos espafioles. Comparesesu estilo con el de un B£cquery se veri que frente a la va-guedad del arfdaluz, Hostosaportara un sesgo recio, el queest4 acondicionado, sin duda,por. la vision del mundo ame-ricano en que predomina logrande, en que la selva comuni-ca su misterio y su fuerza.

Las descripciones son en estelibro poelicas. De seguir Hos-tos la trayectoria iniciada enesta obra Iiubiese logrado lapsrfecci6n externa de un Ro-d6. Tenfa para ello sensibilidad,y vuelp portico frenado por !acondici<5n y la sobriedad. PeroHostos comprendi6 que su mi-si<5n era otra, que su destino noera el de un novelador. y sa-crific6 en sus obras posterioresla calidad litearaia. El mismonos lo dice en la Moral So-cial. Sin embargo mucho d epoesfa, y de buena poesia hayen el ensayo Hamlet, pn »>1 en-sayo sobre Romeo y JuHeta, yaun en algunas patinas de lamisma Moral Social.

Concha MelSndez dedica aeste aspecto un excehnte ensa-yo en que traza el tratamientodel paisaje en toda la obra deI!ostos. "La naturaleza de lasAntillas — dice nuestra granensayista — se le muestra enprimer tgrmino, como unidadgeografica, simb61icamente ex-presada en los tres personajesesenciales de su unica novelaLa peregrinacidn de Bayoan. Enel amor a la naturaleza anti-liana Hostos expresa todas susactitudes ante lo bello natural,desde los incipientes, derivadosdel clima romantico que en li-teratura le limita con su heren-cia, hasta los originales, naci-dos de su interpretaci6n indivi-dual." (8)TECNICA LITERARIA

La peregrinacion de Bayoanrepresenta el primer momentoen la prosa de Hostos. Su es-tilo, aunque sobrio con respec-to a otros autores de .su 6poca,tanto espanoles como hispano-americanps, mantiene una cali-dad poi5tica que lo hace inte-resante. Lo h'rico se mantienedurante todo el relato: sentidoportico que se observa en el


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