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“AÑO DE LA CONSOLIDACIÒN ECONÓMICA Y SOCIAL EN EL PERÚ”

I.E “ERNESTO DIEZ CANSECO”

ÁREA: HISTORIA GEOGRAFIA Y ECONOMIA.

PROFESOR: BARCAYOLA ROJAS,MOISES.

INTEGRANTES:

LUCAS GONZALES,EMERSON.RETIZ SARMIENTO, JERSON.

GRADO:

TERCERO.

SECCIÓN: “A”.

TEMA: EL VIRREYNATO DEL PERÚ.

AÑO: 2010.

Tras casi 40 años de desorden administrativo, el virreinato peruano encontró a un eficiente conductor en Francisco Toledo quien, entre 1569 y 1581, logró establecer el marco político -

administrativo que regiría por muchos años en el Perú colonial.

Apenas llegado a tierras peruanas, Toledo se informó de todo cuanto había sucedido en el virreinato y de cuales fueron las políticas seguidas hasta ese momento. Reconoció la inexistencia

de un adecuado sistema tributario, pues no había un registro del total de habitantes del virreinato. Toledo realizó varias visitas generales a distintas partes del virreinato y, por primera

vez, se tuvo registro de los recursos humanos y naturales del Perú. Tras saber el número de posibles tributarios estableció las reducciones: pueblos indígenas en los que se agrupaba a un número de indios (alrededor de 500 familias). Así se sabía con exactitud la cantidad de tributo

que debían entregar.

Toledo impuso también la mita colonial: tributo en el que los indígenas pagaban con su fuerza de trabajo en las minas, obrajes o construcciones para el estado (puentes, caminos, etc.). Cabe

señalar que esta mita se inspiró en el sistema andino, pero no poseía el factor redistributivo que lo caracterizaba en tiempos prehispánicos. Es por ello que esta forma de tributo fue la más

molesta para la población indígena.

El virrey Toledo estableció que el tributo se pagara en moneda. Así se creaban circuitos mercantiles, se fijaban los montos de tributación y se establecían los precios de los diferentes productos. Sin embargo, los indígenas continuaron tributando en especie hasta bien entrado el

siglo XVII.

Sin duda, Francisco de Toledo sentó las bases del virreinato peruano pues logró lo que parecía imposible: la ordenación administrativa y política de todo el amplio territorio del Perú. A partir de

su obra, los virreyes que siguieron lograron hacer del Perú el más importante virreinato de América.

Desde los primeros descubrimientos geográficos la corona española fue consciente de la necesidad de crear un organismo que velara por sus nuevos territorios. Tras casi 20 años de exploraciones en el continente

americano el reino de España creó el Real y Supremo Consejo de Indias. Si bien empezó sus funciones en 1524, desde un inicio actuó como intermediario entre el rey y las indias y, durante el siglo XVIII, como organismo asesor para las secretarías de gobierno. De este organismo emanaron las leyes y el corpus

legislativo base para la administración del virreinato, tanto en México como en Perú. El Consejo de Indias tuvo un campo de acción amplísimo. Fue el encargado de proponer los posibles candidatos a virreyes para las

Indias y Filipinas, así como también de los oidores, corregidores y gobernadores de las ciudades americanas. De igual manera, en el ámbito judicial, fue la máxima instancia para las apelaciones de los casos impartidos

por las audiencias.

En América, la máxima autoridad fue el virrey. Como representante directo del rey fue el encargado de impartir justicia, administrar el tesoro público y velar por la evangelización de los indígenas. No fue tarea fácil administrar un territorio tan vasto. El gobierno de Lima tuvo una carga fuerte, pues era responsable por cada

una de las audiencias establecidas en América del Sur: Panamá, Nueva Granada, Quito, Lima, Charcas, Santiago y Buenos Aires. Estas audiencias fueron la base para establecer una serie de redes administrativas que funcionaron de manera eficiente tras las reformas implantadas por Lope García de Castro y Francisco de Toledo durante la década de 1570. Estas reformas incluyeron el censo de toda la población, especialmente la indígena e inició una serie de visitas a las provincias del reino para conocer su situación y elaborar políticas

de acción respecto a la mita y las reducciones indígenas, principalmente.

La división de la población en república de indios y república de españoles facilitó la tarea administrativa, pues cada uno de estos grupos tuvo funcionarios específicos encargados de velar por sus intereses. Sin

embargo, el corregidor de indios, funcionario encargado de la población indígena, muchas veces aprovechó su cargo e impuso onerosos impuestos o se apropiaba de tierras y chacras de cultivo, en detrimento de los

vernaculares.

De estos cambios resultó el cambio irreversible en los patrones andinos. El Tahuantinsuyo desapareció y dio paso al nuevo virreinato peruano, que siendo casi un calco de su par en España resultó convertirse en un

reino de vital importancia para los intereses castellanos.

El virrey fue el representante directo del rey en territorio ultramarino. Muchas veces fue el mismo rey quien se encargaba de revisar los nombres de los posibles vice soberanos. Si bien hasta 1570 las funciones del virrey no quedaron establecidas, el punto de inflexión lo marcó

la llegada de Francisco Toledo, quien reguló la personalidad jurídica y política de dicho cargo administrativo. El virrey tuvo dos campos de acción bien definidos: fue la máxima autoridad en la administración pública (que incluía el manejo del tesoro público y el nombramiento de autoridades) y el principal responsable de la defensa del territorio, pues en su cargo de Capitán General y Gobernador debía resguardar el

virreinato de los ataques de corsarios y piratas, y de las agresiones internas, producto de revueltas o insurrecciones populares (aunque éstas no ocurrieron significativamente sino hasta el siglo XVIII).

Los virreyes en el Perú ostentaron distintos títulos: Lugarteniente, Gobernador y Capital General de los Reinos del Perú, Tierra Firme y Chile, Presidente de la Real Audiencia, Presidente de la Junta Superior de la Real Hacienda, Presidente del Tribunal y Audiencia Real de Cuentas,

Superintendente del Juzgado de Policía, Capitán General de los distritos y Gobernador de las Provincias, Visitador de los Castillos y Fortalezas, Vice patrono Eclesiástico, General de la Armada del Mar del Sur, etc.

El virrey era igualmente el principal responsable de propagar la fe católica y de evangelizar a los indígenas. A través del Regio Patronato (derecho del rey sobre sus territorios para nombrar a las autoridades eclesiásticas) el vice soberano estaba facultado de nombrar

evangelizadores, extirpadores de idolatrías y curas doctrineros.

Como cabeza del reino fue siempre responsable del manejo de los fondos fiscales y de los gastos extraordinarios, como, por ejemplo, la construcción de barcos para la defensa del litoral o la edificación de las murallas de Lima. De igual manera, fue el principal impulsor de la

minería en los Andes y del desarrollo de la agricultura y ganadería, otorgando mercedes a particulares o nombrando autoridades que velaran por el buen desarrollo de las actividades agropecuarias.

En un principio el mandato de los visor reyes no debía exceder los 3 años. Sin embargo, debido al extenuante, prolongado y peligroso viaje que representaba llegar a América y también tomando en cuenta el tiempo que tardaban en ponerse al corriente de la situación

administrativa, el Consejo de Indias amplió su estancia a 5 años. Aún así, la mayoría de virreyes se quedaron en el cargo mucho más tiempo que el asignado.

Durante su gobierno, el virrey debía actuar como protector y defensor de indios y podía además nombrar lugartenientes, corregidores y alcaldes mayores, así como tenientes de alguacil de Lima y Callao para la buena administración de justicia y la adecuada aplicación de

policía. El virrey fue el presidente de la Audiencia de Lima, máxima entidad administradora de justicia en el virreinato peruano.

Terminado su mandato, debía rendir cuentas ante el Consejo de Indias a través del Juicio de Residencia. En este juicio se escudriñaba el comportamiento del virrey en las Indias y si es que había obrado dentro del marco legal y administrativo impuesto por la corona. Podían

intervenir testigos de toda condición para informar sobre la administración virreinal.

Para controlar las acciones del virrey, así como para ponerle límites a sus intereses en el Perú, el Consejo de Indias creó leyes especificas para ellos. Las principales leyes versaban principalmente en el terreno personal: no podían contraer matrimonio con alguna mujer perteneciente a

la jurisdicción que administraba, así como tampoco podían ejercer comercio alguno; sin embargo, muchas veces estas leyes no fueron acatadas. Desde 1613 todos los virreyes estaban obligados a elaborar una memoria para informar a su sucesor y al rey sobre sus actividades en el Perú. Estas memorias fueron de gran utilidad para los virreyes sucesores, pues le otorgaban un panorama general del virreinato, tanto

en lo administrativo, judicial y económico, como en lo social.

EL VIRREY

La institución más importante después de la figura del virrey fue la Real Audiencia. El virreinato del Perú tuvo dos audiencias: la de Lima (creada por las Leyes Nuevas de 1542 e instalada en 1544), cuya

jurisdicción abarcaba toda las ciudades y provincias de América del Sur; y la del Cuzco, creada en 1787; subordinada a la de Lima. En términos generales, la función de este organismo fue una mezcla de

poderes, pues no sólo gobernaba en lo político y en lo administrativo, sino que también era un tribunal superior en asuntos civiles y criminales. Sus funciones atañían la elaboración de leyes a favor de los

indígenas, tribunal de primera instancia para juicios criminales, corte de apelaciones frente a las sentencias de corregidores y alcaldes inferiores, etc.

La Audiencia actuaba como asesor del virrey, por lo que muchas veces absolvió las consultas formuladas por el visosoberano. De igual manera, fue la encargada de tomar las riendas del virreinato cuando el

virrey se encontraba enfermo o moría repentinamente.

En Lima la Audiencia fue presidida por el virrey y estuvo conformada por los oidores (de número variable llegando a tener durante varios años hasta 12 miembros), dos fiscales, un alguacil mayor, un teniente

del Gran Canciller y numeroso personal subalterno.

Las leyes que estableció la corona para aislar a los oidores de la sociedad en la que se encontraban pusieron énfasis en el vinculo social y económico que podría obtener el magistrado en la jurisdicción en la que laboraba. Por ejemplo, una de las principales leyes prohibía terminantemente el matrimonio con

alguna mujer dentro de la jurisdicción en la que ejercía la magistratura; inclusive la ley se hizo extensiva a sus hijos e hijas. Tampoco podían tener negocios o algún cargo en el tribunal del Consulado. Estas

disposiciones fueron muchas veces incumplidas pues los matrimonios y vinculaciones entre los oidores y familias criollas de abolengo fue práctica común en el virreinato peruano.

A lo largo de los años existieron siete audiencias en América del Sur. Fueron subordinadas de Lima las audiencias de Santa Fe de Bogotá, La Plata, Chile, Panamá, Buenos Aires y Cuzco. Sin embargo, cabe

anotar que durante el siglo XVIII hubo una reforma administrativa en el virreinato peruano (producto de las reformas borbónicas), creándose los Virreinatos de Santa Fe de Bogotá (1717) y del río de La Plata

(1767).

LAS AUDIENCIAS

Fue la división administrativa y territorial implantada por la corona española una vez instaurado el reino del Perú. Hubo 12 corregimientos en la jurisdicción del nuevo virreinato peruano: Cuzco, Cajamarca, Saña, Chiclayo, Arica, Collaguas, Andes del Cuzco, Ica, Arequipa Huamanga, Piura y Huancavelica. La extensión del territorio hizo que varios de estos corregimientos se

subdividieran a su vez en corregimientos autónomos. La falta de límites claros entre los corregimientos fue motivo de disputa y pelea entre los corregidores, pues no solo estaba en juego el territorio, sino también la población indígena, en otras palabras,

la mano de obra y fuerza de trabajo requerida para la obtención del tributo.

El corregidor y justicia mayor fue la autoridad política, administrativa y judicial con mayor presencia en el virreinato del Perú. Fue el "brazo del gobierno" en cada una de las provincias en la que se estableció y el encargado de hacer cumplir la ley en los

más recónditos lugares del reino.

El corregidor era nombrado directamente por el rey y el periodo en el cargo iba de los tres años, si el nombrado se encontraba en el Perú, o cinco años si procedía de España. Una vez concluido este periodo era posible la prórroga en el cargo, pero sólo

hasta el nombramiento del sucesor por la Real Audiencia. El cargo no podía ser otorgado a los indígenas, encomenderos, deudos de los oidores, mestizos, judíos o vecinos que residieran dentro de la jurisdicción del corregimiento. Su sueldo variaba de acuerdo a los repartimientos mercantiles u otros beneficios que obtenía por su cargo. Entre sus ayudantes se encontraban

el teniente corregidor, el alcalde de indios, escribanos, escribanos alguaciles de indios, e intérpretes.

Entre sus múltiples obligaciones se encontraba el recorrido por las provincias de su corregimiento, pero sin detenerse en cada una de ellas más de 15 días; la vigilancia de la recaudación de tributos, la conservación y reparación de caminos y tambos

ubicados a lo largo de los principales caminos dentro de su corregimiento, etc.

El corregidor administraba justicia tanto entre españoles e indígenas, pero siempre como primera instancia. De igual manera organizaba el registro personal de indios y velaba por que vivan en las reducciones. Del corregidor dependía el enviar a los indios a las minas a cambio de un salario, su instrucción, así como su evangelización. En el papel debía proteger a los indios

frente a los abusos de los españoles, sobretodo en los temas agrícolas. Sin embargo, fueron los mismos corregidores los primeros en violar los precarios derechos de los indios. Muchas veces cobraban doble tributo o les imponían el reparto de

mercancías, por lo que los indígenas debían pagar cuantiosas sumas de dinero.

El cargo de corregidor desapareció para siempre tras la revuelta que organizara Tupac Amaru II en 1780, ya que se puso en evidencia la gran concentración de poder que éstos podían llegar a tener y el abuso que cometían con la población indígena.

Los corregimientos fueron reemplazados por las Intendecias (1784).

EL CORREGIDOR

Luego del ordenamiento político de las indias, se creó el cabildo, institución que representó los fueros de las poblaciones urbanas.

Si bien es cierto que tuvieron a cargo la administración local, a causa de las grandes distancias entre cada pueblo y el aislamiento de cada uno de ellos, así como a la falta de comunicaciones, "el cabildo actuó como moderador de la actividad económica y debió extender sus funciones a los más

diversos aspectos de la vida diaria" (Tauro: 2001, 428). Se distinguen tres tipos de cabildo: correspondiente a las villas y lugares, las ciudades diocesanas y las ciudades metropolitanas.

En las villas, se constituían por un alcalde ordinario, elegido anualmente en un acto presidido por el corregidor y cuyos cargos podían ser comprados o heredados; cuatro regidores, un alguacil y un mayordomo. En las ciudades diocesanas: alcalde elegible, ocho regidores, dos fieles ejecutores, dos

jurados o diputados de cada parroquia, un procurador general, un mayordomo, un escribano de consejo, dos escribanos públicos, un escribano de minas y otro de registro, un pregonero mayo, un

corredor de lonja y dos porteros.

En las ciudades metropolitanas: elegidos entre los encomenderos y entre los vecinos notables que no ejerciesen otros cargos incompatibles, 12 regidores (en México fueron 15 y en Lima llegaron a

ser 18) y los demás oficiales perpetuos. Los alcaldes ordinarios eran elegidos por los regidores mediante votación secreta que en Lima era presidida por el virrey. Los regidores eran elegidos por el virrey con la autorización del monarca o por elección del cabildo. Entre sus funciones resaltó ser tribunal de segunda instancia y de sus resoluciones no se contemplaba apelación, a no ser que los

litigios sean por un monto mayor a los 60 000 maravedíes. Controlaba la agricultura y la ganadería, extendiendo su vigilancia a la inspección de cultivos y a las cosechas. Controlaba la organización gremial y la producción artesanal. El cabildo era el encargado de entregar tierras a los nuevos

vecinos para garantizar su arraigamiento en la ciudad. De igual manera repartía solares y campos labrantíos, pastos y zonas de cultivo.

EL CAVILDO

Los curacas sufrieron una transformación durante los primeros años de la colonia. Si bien siguieron siendo los jefes de los pueblos

y ayllus, no fueron más los jefes étnicos tradicionales tal como fueron en tiempos prehispánicos. Los curacas dejaron de controlar la administración comunal y sobre todo, no volvieron a disponer, según su apreciación, de la fuerza de trabajo o energía humana

necesaria para la elaboración de redes de redistribución.

La elección del curaca ya no radicaba en su sabiduría o en la edad (tal como se hacia en tiempos prehispánicos), sino que era elegido

por el corregidor. Su función se centró principalmente en la recolección del tributo -ellos mismos no tributaban- dentro del

pueblo, reducción o ayllu. Su cargo fue problemático pues tuvo que enfrentar el encono de los miembros de su pueblo cuando el

encargo de la carga tributaria era mayor a lo establecido. De igual manera enfrentaba al corregidor si es que debía reclamar por algún abuso y era el encargado de ir hasta a la audiencia si es que el fallo

del corregidor le parecía injusto.

EL CURACA

El ordenamiento legal que se realizó entre los dos grupos poblacionales de mayor número (indios y españoles) caracterizó la vida colonial en los dos virreinatos americanos. La separación en dos repúblicas tuvo varias razones. La primera fue de carácter económico: para una mejor tributación los indígenas debían estar censados y "reducidos" en

pueblos o rancherías cercanas a alguna parroquia. El conocimiento exacto de su número permitía al corregidor establecer las formas del tributo (si es que debían ir a la mina, o debían pagar en especias o contante). El problema con este registro es que no fue exacto debido a que muchos indios huían de sus reducciones o se hacían pasar por

mestizos para evitar el pago. Hay que tener en cuenta que las enfermedades diezmaron a la población indígena a tal punto que hubo pueblos enteros que fueron devastados por la viruela, sarampión disentería, etc.; especialmente en las

zonas costeras (costa atlántica y la del pacífico de México y en la costa del virreinato peruano), por lo que la tributación fue excesiva en muchos casos, debido a que los sobrevivientes debían cargar con el tributo de los muertos.

La población más numerosa de ambos virreinatos fueron los indígenas (pertenecientes a la república de indios). Estos eran considerados legalmente como menores de edad, por lo que no podían ser juzgados ni tomados en cuenta como

testigos. Las leyes de Indias protegieron a los descendientes de los Incas y a las familias "nobles" o panacas del antiguo Tahuantinsuyo. Esta parte de la población indígena estaba exenta del tributo. Por ello muchos indígenas

hicieron grandes fortunas comerciando (algunos productos vernaculares como el olluco, la oca, camote, etc. estaban igualmente libres de impuestos), o con el arriaje de mulas de carga. Con las reformas borbónicas (durante la década

de 1770) fueron aplicados impuestos a los productos indígenas, originando rebeliones y revueltas en ambos virreinatos.

La república de españoles estaba conformada por los peninsulares llegados a América y sus descendientes directos: los criollos. En un primer momento a la cabeza de esta república debieron estar los encomenderos, grandes

terratenientes y los funcionarios públicos, como los oidores, corregidores y el virrey. Con el tiempo, los encomenderos fueron suplantados por personajes de mayor jerarquía, poseedores de títulos nobiliarios (condes, marqueses y hasta algún "grande" de España). La mayor cantidad de hombres y mujeres con títulos se concentró en el virreinato de la

Nueva España. De igual manera, las familias más pudientes se concentraron en la ciudad de México, Oaxaca, Guanajuato y Veracruz. En Lima se concentraba una pequeña porción de hombres adinerados, resultantes de

matrimonios estratégicos entre familias pudientes. La compra de cargos públicos daba igualmente prestigio, pero ello pauperizó el sistema administrativo colonial pues se entregaban al mejor postor y no importaba si es que sería el

comprador adecuado para el cargo o no. La necesidad de fama y riquezas era todavía una herencia medieval. Se buscó perpetuar los cargos nobiliarios con la familia, así como con tierras y propiedades que generalmente se encontraban

en mayorazgo (por lo general dadas al hijo mayor). No se debe olvidar que México poseía el mayor número de nobles y "ricos" de todas las colonias españolas en América debido en gran parte por el boom minero que experimentó en los

siglo XVII y XVIII. En cambio el virreinato peruano no llegó a tener mas de 300 nobles cuyo máximo caudal llegó a ser 120 000 pesos por casa familiar (cifra sumamente baja si se compara con el promedio mexicano: 600 000 pesos por familia noble). Ingresar a una casa de caballería confería una posición de privilegio. Las más importantes fueron las

de Calatrava, San Juan de Jerusalén, Alcántara y Santiago.

Dentro de las reformas que Francisco de Toledo aplicó en la década de 1570 se encontraba la división de la sociedad en dos repúblicas conformadas por los dos grupos poblacionales más importantes: los indios y los españoles.

La república de indios la conformaban todos los indígenas nobles, es decir, todos los descendientes de la elite cuzqueña incaica y de las panacas reales. Fueron también nobles reconocidos aquellos indígenas descendientes de las grandes tribus macroétnicas

costeñas y andinas. Instaurado el virreinato la condición de estos nuevos nobles no fue aceptada pues los conquistadores creían que estos indígenas podrían encabezar alzamientos y revoluciones tal como sucedió durante la crisis de Vilcabamba entre 1542 y 1570. Sin embargo, durante el siglo XVII los curacas nobles fueron reconocidos y aceptados, inclusive muchos de ellos tuvieron comercio directo con la población española pues tuvieron acceso a tierras y chacras. Hay que anotar que los nobles indígenas se encontraban exentos de tributar y de ir a la mita por lo que el comercio se convirtió en una fuente de ingresos importante. Los nobles indígenas, aprovechando su condición, muchas veces comerciaban con productos que a su vez se encontraban libres de impuestos (olluco, oca,

papa, etc.) y que tenían gran demanda entre la población vernacular. La corona buscó igualmente consolidar su posición creando para ello colegios especiales para curacas. En ellos además de ser correctamente evangelizados aprendían gramática y ciencias.

El sector más numeroso de la república de indios fue el que conformaban los indígenas del común. Fueron ellos los que cargaron con el pesado aparato tributario virreinal.

Durante la conquista los indios fueron repartidos o encomendados o un español (el encomendero) que usufructuaba su energía en trabajos de mita minera o agrícola. Los encomenderos debían velar por la fe del indígena así como por su vestimenta y alimentación.

Sin embargo la corona no continuó con el régimen de encomiendas y derogó para siempre este sistema con las llamadas Leyes Nuevas de 1542. No fue sino hasta la década de 1570 que se reglamento el sistema de tributación. El virrey Francisco Toledo, tras las visitas que realizó por todo el virreinato, implantó las reducciones de indios. Los indígenas eran reunidos en un pueblo donde

vivirían apartados de los españoles. Esta medida tuvo dos finalidades: primero, facilitar la labor evangelizadora a las ordenes religiosas y segundo, saber el número exacto de indios para estimar el tributo que los indígenas debían entregar a los corregidores. La carga tributaria variaba de acuerdo al número de pobladores de una reducción o pueblo de indios. Y es que esta reglamentación no tuvo en cuenta la variabilidad en el número de la población andina (los indígenas se movían entre los diferentes pisos ecológicos para intercambiar productos agrícolas), ni tampoco los estragos que causaron las enfermedades europeas que llegaron al virreinato del Perú en los primeros años de conquista. Al llegar a la edad adulta los indígenas debían, o bien pagar un tributo en especias o en

dinero, o aceptar mercaderías que los corregidores les entregaban (especie de crédito forzoso), o por último pagar su tributo a través de la mita minera. Ante esta crítica situación muchos indígenas preferían huir de las reducciones y llegar en el mejor de los casos a

una hacienda donde siempre faltaba la mano de obra.

Otra forma de tributo fue la mita minera. Esta fuerza de trabajo distaba mucho de la mita prehispánica pues los indígenas no recibían nada a cambio. Ya no era dentro de los cánones de reciprocidad, sino para cubrir, con energía humana, los pagos del tributo

asignado.

Por último, pertenecían hasta cierto grado a la república de indios los llamados mestizos. Discriminados por los españoles e indígenas por no tener pureza en la sangre, los mestizos lograron insertase a la sociedad durante todo el siglo XII y ocuparon cargos menores

como artesanos o servidores.

REPUBLICA DE INDIOS

La república de españoles, tal como su nombre lo indica, estuvo conformada por los peninsulares que llegaron al Perú durante el proceso de conquista y por sus descendientes directos nacidos en tierra americanas: los criollos o también llamados españoles americanos. Fueron

muchos los españoles que llegaron a las "indias" con la ilusión de obtener fama y fortuna. Se calcula que fueron alrededor de 220 000 (sólo en el siglo XVI) los españoles que cruzaron el Atlántico y formaron parte de los virreinatos del Perú y Nueva España (México). Cabe resaltar que durante el siglo XVI los españoles llegados a América provenían principalmente de Andalucía, Castilla y Extremadura. Las costumbres y

tradiciones de estos lugares calaron fuertemente en la sociedad colonial, configurando el carácter y gusto del hombre peruano.

Fue la casa de Contratación de Sevilla la encargada de dar los permisos para el viaje a América. Estuvieron impedidos de viajar judíos, moros o protestantes. De igual manera no podían venir al nuevo continente hombres o mujeres de otros países europeos sin un permiso especial de

la Casa de Contratación, aunque muchos se las ingeniaron para llegar a América sin problemas.

La república de españoles estuvo conformada por los hidalgos y nobles llegados al Perú durante el proceso de conquista. Por su participación y valor en las luchas con los naturales obtuvieron cargos administrativos, encomiendas y títulos de nobleza. Cabe anotar que muchos de los

hombres ricos en el virreinato peruano tenían la ilusión de regresar a España y ser reconocidos en su patria como nobles.

Los que no poseían título nobiliario alguno buscaron establecer matrimonios estratégicos con las hijas de algún rico encomendero o noble adinerado. Otra forma de obtener poder y prestigio fue la compra de cargos públicos. Durante el siglo XVII y XVIII se hizo común la compra de

cargos sin importar si es que el comprador era idóneo para el cargo o no. Es posible que esta política de compras haya sido fruto del crecimiento de la burocracia estatal. En su intento por frenar el poder de los criollos, la corona creó mecanismos de control cada vez mas

fuertes. A medida que pasaron los años, la administración virreinal creció enormemente pues buscó cubrir todos los aspectos del reino. Así fueron creados cada vez mas cargos alrededor de la figura del virrey. Cuando éste venía de España, llegaba con un séquito de consejeros y

validos que rápidamente se instalaban en los mejores cargos administrativos. Sin embargo, con el correr de los años los criollos también lograron ocupar altos cargos administrativos. El único cargo que nunca obtuvo un criollo fue el de virrey, el resto tuvo más de una vez a un

español americano en su dirección.

Los miembros del Tribunal de Consulado y del gremio de comerciantes fueron parte de la república de españoles. Estos hombres tenían el poder económico suficiente como para comprar cargos u obtener privilegios y mercedes de la corona, aunque en un inicio el poder adquisitivo no fue suficiente aval para obtener algún titulo nobiliario. Fue recién en el siglo siguiente que pudieron, acceder al privilegio que otorgaba la

compra de cargos y títulos.

Los españoles que lograron amasar grandes fortunas en el virreinato peruano buscaron perpetuar su grandeza a través del mayorazgo. Este fue una forma de mantener las posesiones o porciones de territorio al linaje pues era una herencia a la que el hijo mayor tenía derecho y de

la cual no se podía separar. A falta de hombres el mayorazgo recaía en la hija mujer.

Otro grupo importante de esta república lo conformaron los profesionales, religiosos y artesanos. Los profesionales fueron principalmente profesores universitarios civiles y religiosos que enseñaban en seminarios o colegios mayores. Su posición fue privilegiada pues eran

requeridos como consejeros en varias dependencias administrativas.

Los artesanos en el virreinato del Perú lograron tener estándares de vida mucho más altos que sus pares de España. Boticarios, zapateros, panaderos entre otros oficios tuvieron importante demanda ya que la población crecía año tras año gracias a la llegada de grandes grupos de

españoles.

LA REPUBLICA DE ESPAÑOLES

Eran llamados criollos los hijos de españoles nacidos en América. En un inicio la corona no tuvo política definida frente a este sector de la población, que cada año

se hacía más y más grande. Sin embargo, la corona sabía que era posible que surgiera en ellos sentimientos anticoloniales, principalmente tras la revuelta de los

encomenderos a mediados del siglo XVI.

Por esta condición estuvieron prohibidos de ejercer cargos públicos (en la práctica ocuparon casi todos los cargos públicos, a excepción del cargo de virrey). Sin

embargo, durante el siglo XVII y XVIII, la reticencia de la corona casi no se sintió en los virreinatos americanos. La "independencia económica" hizo que los criollos

pudieran tener más libertades, por lo que varios de ellos amasaron grandes fortunas. Inclusive en el campo religioso las diferencias entre peninsulares y criollos

se redujeron drásticamente. Muchas criollas llegaron a ser monjas de velo negro, abadesas, etc. y los hombres llegaron a ocupar importantes cargos en el

arzobispado.

Ya en el siglo XVIII la corona puso especial énfasis en quitarles el poder que habían logrado obtener en los siglos anteriores. Los análisis históricos ven en esta prohibición borbónica uno de los principales factores del surgimiento del

sentimiento anticolonial en este grupo, aunque no haya habido una revuelta o rebelión criolla de dimensiones considerables en todo el siglo XVIII.

LOS CRIOLLOS

LA MINERIA: La minería en América logró dinamizar el control político y administrativo de las colonias, debido a que estas tierras aportaron el metálico más importante de aquellos tiempos: la plata. En el Nuevo Mundo solo se conocían ciertos metales (entre ellos la plata y el oro), pero no le otorgaban el uso que los occidentales le daban, ya que no existía el comercio (transacción entendida en términos occidentales) principalmente en los andes (en Mesoamérica existían los mindalaes, pero aún no se sabe a ciencia cierta si es que cumplieron una función mercantil). Los españoles trajeron los implementos y tecnología adecuada para una explotación a nivel "industrial", gracias también a la utilización de la fuerza indígena. Se cree que en la década de 1540 fue descubierto Potosí y recién en 1570 explotado a gran escala. La mita dejó su forma prehispánica para convertirse en una forma en la que los españoles podían obtener mano de obra barata (aunque con los años los indios lograrían prerrogativas y muchos beneficios en las minas). Uno de los pilares de la minería fue la fuerza de trabajo. Los indios mineros debían pasar entre una y dos semanas (cada mes o mes y medio) dentro de la mina, sin salir en ningún momento, hasta completar su trabajo. Su sueldo variaba de acuerdo a la especialización que tenía. Durante el siglo XVII los indios barreteros o los de faltriquera lograron cobrar elevados sueldos pues solo ellos lograban hacer el trabajo de manera eficiente.

Las técnicas para la extracción de plata mejoraban rápidamente. En un inicio la plata era separada de los demás metales a través de los hornos llamados huairas (en los andes), pero solo servía para la plata de alta ley (que por lo general se encontraba casi a ras del suelo), para la plata que se encontraba en las vetas más profundas este tipo de fundición no servía. En 1555 el español Bartolomé de Medina creó (en México) la separación de la plata a través del azogue (mercurio). El mercurio absorbe la plata siempre y cuando ésta se encuentre en estado de polvo o harina. "Esta acción daba como resultado una amalgamación llamada pella". Luego se separaba el azogue y quedaba la plata pura y de alta ley. Lo económico de este método es que el mercurio podía volver a utilizarse luego del proceso.

Nueva España tuvo que importar azogue desde la península a diferencia del Virreinato del Perú que contaba con la Minas de Huancavelica (Oropesa, las minas de Santa Bárbara). A partir de 1572 la producción de plata de Potosí se triplicó gracias al método de la amalgamación. Aunque la inversión fue elevada, tanto Potosí como Zacatecas daban dividendos altísimos, lo que impulsaba a varios hombres pudientes a realizar molinos para la trituración de metales, hornos para la fundición, etc. Los centros mineros fueron ciudades que rápidamente se convirtieron en emporios comerciales que engranaron todo un circuito comercial en el que se encontraban la ciudad de México (para Zacatecas y Guanajuato) y la ciudad de los Reyes (para Potosí, Cerro de Pasco y Huancavelica).

Hay que tener en cuenta que el monopolio comercial que estuvo alrededor de la minería se vio afectado rápidamente por el contrabando de materiales (azogue, hierro), reventa de minerales y sobretodo por la salida del mineral (plata) a través de embarques ilegales, como Arica, hacia mercados franceses e ingleses.

En 1545, aconteció el descubrimiento del Cerro Rico de Potosí por el indio Gualpa y el capitán español Juan de Villarroel. Potosí ha sido considerada la mina de plata más grande de toda la historia. Era un lugar deshabitado pero al descubrirse plata llegó a convertirse en

una ciudad de 150 000 habitantes cuando en esos años Madrid sólo tenía 105 000 habitantes.

El descubrimiento de la mina de Potosí inauguró el predominio de la plata en el Virreinato del Perú. El Perú requería ser organizado después de las Guerras Civiles (1536-1554) y la Resistencia de los Incas de Vilcabamba (1536-1572), por esta razón el rey Felipe II de

España envió al virrey Francisco de Toledo, Conde de Oropeza (1569-1581), para organizar el Virreinato del Perú.

El virrey Toledo para conseguir la mano de obra estableció las reducciones que eran pueblos de indios conformada por 500 familias a cargo del varayoc que era el alcalde de una reducción. También estableció la mita que era el trabajo obligatorio principalmente en las

minas para que los indígenas tengan con qué pagar sus tributos por ser considerados siervos del Rey a partir de las Leyes Nuevas (1542).

Los indígenas tan solo recibían una barreta para remover las piedras hasta encontrar plata en los socavones. Trabajaban hasta 20 horas diarias y para que soporten el cansancio los españoles les daban alcohol y coca hasta encontrar la plata en los socavones. Después tenían que sacarlo a la superficie y ante el cambio brusco de temperatura muchos morían de bronconeumonía. Además tenían que llevarlo a los molinos para que sea triturado y así separaban la plata de las impurezas. Muchos morían en los molinos

triturados al engancharse su ropa en los engranajes debido al cansancio.Finalmente, tenían que purificar la plata. La purificación lo realizaban en un comienzo con huayras que eran hornos portátiles donde los indios tenían que soplar para mantener el fuego. Estas huayras resultaron insuficientes por la cantidad de plata que se extrajo de

Potosí. Posteriormente se utilizó el método de la amalgama que consistía en mezclar la plata y el mercurio para obtener plata purificada. El mercurio lo traían en un comienzo de las minas de Almadén, en España, hasta que encontraron mercurio o azogue en las minas de Huancavelica. A muchos indígenas se les ordenaban cruelmente mezclar la plata y el mercurio con sus piernas intoxicando su sangre. Por la cantidad de plata que se extraía, el virrey Toledo tuvo que trasladar la Casa de la Moneda de Lima a Potosí. La Mita

diezmó a la población indígena. Esto ocasionó las denuncias de algunas autoridades, como el virrey Pedro Fernández de Castro, Conde de Lemos (1666-1672), quien hizo llegar su reclamo en el siglo XVII al Rey Carlos II de España afirmando que no había venido a

comprometer su salvación por la cantidad de indígenas muertos en la mita de Potosí y Huancavelica.La Mita Minera ocasionó tal sufrimiento y mortandad a los indígenas que inclusive ellos al tener hijos varones preferían lisiarlos o

matarlos para librarlos de la mita. España fue considerada la garganta de Europa porque los minerales de Perú y México llegaban a España; pero no se quedaban ahí sino terminaban distribuidos a toda Europa por las deudas contraídas con los demás reinos, ya que los hispanos carecían de industrias. El Virreinato del Perú se limitaba a tener una economía mercantilista, es decir a la explotación de

metales preciosos descuidando la industria, ganadería y agricultura.

Según Immanuel Wallerstein, el papel que le tocó desempeñar a los dominios españoles fue el de aportar recursos metálicos conducentes a la acumulación originaria de los países centrales, mediante el establecimiento legal de relaciones sociales de

producción precapitalista en las nuevas áreas coloniales. El Cerro Rico de Potosí duró hasta 1650, cuando la plata se agotó, siendo reemplazado por la mina de Cerro de Pasco que no igualó su producción.

LA MINA DE POTOSÍ

La tradición minera en el Perú, nace en Huancavelica y no precisamente por la explotación del Oro y la Plata, sino por el Azogue o Mercurio, que con la llegada de los españoles en la segunda mitad del Siglo XVI, tomó gran

importancia, por ser un elemento que contribuyó en la explotación del oro y la plata, a través de la amalgamación. Los antecedentes históricos mineros de Huancavelica se remontan desde sus primeros

pobladores, específicamente de la cultura Chanca, los Pokras y los Anqaras, quienes explotaban las minas del Cerro Santa Bárbara con usos domésticos y decorativos para la nobleza de sus grupos étnicos. Explotaban el

llimpi, que era un mineral de color rojizo (rojo indio) para decorar artísticamente sus utensilios y para realizar sus ritos religiosos.Con la conquista de los españoles, Huancavelica fue tomando mayor importancia, gracias a las

riquezas de sus minas y fue bautizada como "La Villa Rica de Oropesa" y fundada el 4 de agosto de 1571 por Real Orden del Virrey Don Francisco de Toledo.El Azogue se convertía en un precioso recurso que muy escasamente existía en el mundo, considerándose el único en su género en América y que aportaba en aquel entonces 100

millones de pesos anuales a la corona española.Las Minas de Huancavelica alcanzaron a tener una importancia económica y financiera de primer orden a nivel mundial en la época del virreinato, por lo cual históricamente, le sirvió a Huancavelica a ser considerada como uno de los departamentos con mayor tradición española y minera del país.La mina Santa Bárbara, al principio fue trabajada por su primer dueño, hasta que en 1570 se incorporó a

la Corona Española. Según los cronistas, esta mina asombró a los virreyes extranjeros, arrancándoles el calificativo de la maravilla más grande de la tierra. En esta mina existían tres socavones denominados

Chacaltana, San Francisco y Santa Bárbara, esta última de grandes dimensiones, en la que según cuentan se caminaba a caballo.En los años 1640 y 1687, sucedieron dos grandes tragedias, al venirse abajo las puertas y arcos de las minas, muriendo más de 200 personas entre indígenas y españoles. Pero la mayor incidencia de

muertes se daba por enfermedades ocupacionales. Se dice que en muchas ocasiones las madres llegaron a hacer inválidos a sus hijos pequeños para que se queden inhabilitados y no los obliguen a trabajar en la mina.La mina Santa Bárbara durante su explotación se hizo de muchas historias y leyendas y que gracias al mercurio fue la mina más importante de su época, constituyéndose, junto con Potosí, en la columna vertebral de la economía

española y virreynal por más de dos siglos. Planta de Fundición de Cinabrio en Santa BárbaraEn la emancipación del Perú con la expedición libertadora, la mina pasó a ser de propiedad del Estado y en 1836 se organizó una sociedad para explotarla. En 1846 esta mina pasó como arriendo, para después pasar a poder de personas

particulares.Actualmente la mina Santa Bárbara se encuentra abandonada desde hace más de 25 años y es un mudo testigo de la historia de un pueblo minero por excelencia.La minería trajo consigo el progreso de los

pueblos, a su dinámica se construyen las carreteras y el ferrocarril. A esta dinámica corresponde el ferrocarril que une la ciudad de Huancayo con Huancavelica, inaugurado en 1926 durante el gobierno de Leguía, siendo Ministro

de Hacienda el ilustre huancavelicano Celestino Manchego Muñoz.

LA MINA DE HUANCAVELICA.

Tanto en México como en el virreinato peruano la tenencia de la tierra se trastocó, así como el usufructo que se hacía de ella. Con la llegada de los españoles llegaron también productos como el trigo, olivo,

vid, cítricos, animales de granja y aves de corral. Desde un inicio los indígenas fueron empleados en las faenas agrícolas y fue a través de esta práctica que pudieron pagar sus tributos hasta que dispusieran

de circulante. Nuevas técnicas como el barbecho, la rosa y quema así como diferentes instrumentos les fueron dados a los nativos para que explotaran al máximo la agricultura. El cambio más significativo

estuvo en lo que se refiere a la propiedad de la tierra.

Los indígenas tuvieron que adaptarse a este nuevo sistema que era diametralmente opuesto a las prácticas vernaculares, pues concebían el aprovechamiento de la tierra para beneficio común (a las

comunidades indígenas les otorgaron tierras comunales para el pago del tributo, pero a su vez numerosos mitayos debían ir a trabajar a las tierras de hacendados en su calidad de encomendados o

yanaconas). Un aspecto a tener en cuenta es que las tierras destinadas a la agricultura se encontraban relativamente cercanas a las ciudades debido a que muchos de los alimentos no aguantaban más de 5 días de camino sin malograrse. Alrededor de Lima, Veracruz, México, Guanajuato y Potosí hubo grandes hectáreas destinadas solamente a la producción local. Dentro de esta producción no se descuidaron los

productos locales como el olluco, coca y la crianza de pavo (en Centroamérica). Hacia 1600 la producción local fue lo suficientemente estable como para sustituir las importaciones que se hacían

desde España causando gran molestia a los comerciantes españoles. Es desde entonces que el comercio intercolonial empezó a tener auge, principalmente entre las regiones de Perú, Chile y Centro América.

Productos traídos por los españoles: ganado vacuno, lanar, caprino, porcino; cereales: trigo, arroz, cebada, centeno; vegetales: lentejas, frijoles, lechugas, col, espinaca, apio, espárrago, zanahoria, nabo,

betarraga, rábanos, etc.; frutos cítricos.

Productos vernaculares que se continuaron produciendo: papa, maíz, oca, quinua, cacao, camote, ajíes, yuca, maní, algodón, coca, etc.

LA AGRICULTURA

Fueron de gran importancia tanto en México como en el Virreinato del Perú. Fueron centros laborales dedicados a la manufactura de textiles e hilos de lana, algodón y cabuya. En el Perú el primer obraje fue instituido por Antonio de Ribera en 1545. Su

número creció rápidamente debido a que las vestimentas tenían gran demanda entre los indígenas mineros (de diferentes calidades: bayetas, jergas, frazadas,

alforjas, medias, sombreros, costales). Su producción no pudo superar lo artesanal debido a que el monopolio peninsular no dejaba que se expandiera o que elaborara

productos de mejor calidad. No obstante fueron una eficiente industria debido a que siempre tuvieron grandes pedidos provenientes de todas partes del virreinato,

tanto en Nueva España como en el Perú. A ello hay que agregar la relativa independencia que tuvieron las colonias (gracias a las constantes guerras entre España y sus países enemigos), logrando que su economía fuera más autónoma,

beneficiando en gran medida a los obrajes y demás centros de producción locales. Lo que sí mermó la industria obrajera fue la introducción de textiles ingleses, que por su precio mucho más bajo, lograron capturar el mercado en detrimento de los

comerciantes locales.

Existían obrajes de diferentes clases: obrajes enteros: eran aquellos que podían operar más de 12 telares, en los cuales trabajaban indígenas forzados o aquellos que percibían un salario; medios obrajes: si no excedían los 12 telares, pero que

contaban con un batán y molino (pagaban la mitad de la alcabala); y los chorrillos: contaban con seis telares o menos y carecían de batán, eran usualmente

mantenidos por el miembro de una familia y solo producían tejidos de calidad burda.

LOS OBRAJES

Establecido el control político y administrativo en las colonias, la corona se preocupó por que los habitantes del Nuevo Mundo sean incluidos en los circuitos comerciales con la península. Esta buscó tener el control monopólico de todos los productos y trató de frenar cualquier intento de comercio entre las colonias. Prohibió ciertas manufacturas pues éstas (telas, muebles, vinos,

hierro, etc.) debían importarse de España, pero no logró este objetivo. Los circuitos comerciales que giraban en torno a la minería exigían mayor cantidad de productos, cantidad que los

comerciantes españoles no estaban en capacidad de otorgar debido a las guerras entre España y países enemigos, así como por la forma como en que el Consulado Sevillano había dispuesto el

comercio con América. Los galeones salían de Sevilla cargadas de productos hacia Portobello, lugar donde se efectuaba una feria anual. A ella debían llegar los comerciantes procedentes del Perú,

pues las flotas se dirigían a Veracruz para ahí efectuar las transacciones con los comerciantes de la Nueva España. Durante el siglo XVII, tanto el Perú como México se fortalecieron económicamente,

manufacturando sus propios productos e inclusive comerciando entre las colonias (circuitos: Acapulco-Lima-Valparaiso, Lima- Panamá-La Habana, etc.). Las ferias fueron desde 1700 un fracaso pero aún así se celebraron hasta la década de 1740. Uno de los símbolos del comercio intercolonial

fue el llamado galeón de Manila.

Lo que se debe resaltar es la independencia económica que van teniendo las colonias durante el siglo XVII. Ello propiciará, años mas tarde, las reformas borbónicas y la posterior independencia americana. También hay que destacar que esta independencia económica tuvo que ver con el

comercio directo que efectuaban las colonias con barcos llenos de mercaderías procedentes de Inglaterra y Francia. Para el caso peruano, fueron muchos los barcos que fondearon frente a las costas de Pisco y Arica a la espera de los compradores, que en muchos casos eran connotados funcionarios públicos (a los que les estaba prohibido hacer algún tipo de negocio). Inclusive, en

estas estrategias comerciales, los comerciantes peruanos, por evitar el monopolio español, llegaron hasta la misma Sevilla para realizar compras. Los llamados peruleros fueron en varias

ocasiones a las costas españolas a comprar productos por menor precio. Fueron finalmente prohibidos este tipo de viajes pues ocasionaba grandes pérdidas a la corona.

EL COMERCIO

LA TEXTILERIA

El primer paso en el desarrollo de la textilería debió inspirarse en la observación de una modalidad del comportamiento animal, como la confección de nidos y otros refugios "tejidos". A esto se unió el ingenio del hombre, puesto en la satisfacción de sus necesidades básicas, como protegerse del sol, del viento o de la lluvia.

Sin embargo, cualquier afirmación sobre los orígenes de la textilería es difícil de sustentar, pues la humedad y acidez de la tierra dificultan la sobrevivencia de productos textiles en condiciones que no sean ideales. Las evidencias arqueológicas de su existencia sólo se encuentran en lugares sumamente secos o áridos.

Aunque en nuestro país no se hayan encontrado muestras de textilería arqueológica, sabemos de su existencia por el hallazgo de instrumentos de trabajo tales como agujas de hueso y piedras horadadas, que sirvieron de volantes de huso para el hilado del algodón, ampliamente cultivado en muchas regiones del país, según se lee en las anotaciones de escritores, cronistas y viajeros, quienes atestiguaron la variedad de sus usos y técnicas de manufactura.

TRIBUNAL DEL CONSULADO: Fue un juzgado privativo constituido en Lima (por real Cédula del 29- XII-1593) por el gremio de los comerciantes para atender a los litigios y juicios a los que dieran origen las transacciones comerciales y mercantiles. Se instaló recién el 13 -II- 1613 a virtud de una provisión dictada por el Virrey Marqués de Montesclaros. Según sus ordenanzas debía efectuar cada año una junta general y designar 30 electores, a quienes le correspondía elegir un prior, dos cónsules y seis diputados que representarían al gremio. Controló el crédito público, al distribuir entre el gremio los donativos o empréstitos exigidos por la corona y recabó los impuestos. De igual manera, reguló las tasas y aranceles, fijó el precio de las mercancías, fletó navíos y armó la escuadra que defendía los barcos que desde Panamá llegaban al puerto del Callao con mercancías. Fue suprimido en 1822 y en su lugar se creó la Cámara de Comercio de Lima. Sin embargo, fue restablecido en 1829 y disuelto definitivamente en 1866.

INSTITUCIONES ECONÓMICAS

LA ALCABALA: Gravaba todos las operaciones de compra-venta. Inicialmente consistía en el 2% con excepción de los productos indígenas (que no eran gravados con impuesto alguno). Dentro de las medidas de las reformas borbónicas las tasas se elevaron al 4% y luego al 6%. Debido a las protestas y revueltas indígenas, volvió al 4%.

ALMOJARIFAZGO: Derecho aduanero que consistía en el pago de un impuesto que iba entre el 2,5 hasta el 7% de los productos que entraban y salían del virreinato. Además de este pago se realizaba otro llamado avería, que consistía en la recaudación de un fondo para armar la flota que protegía las embarcaciones comerciales.

QUINTO REAL: Derecho que se atribuía el monarca para quedarse con la quinta parte (20%) de la producción minera americana. Cuando Potosí decayó en el siglo XVIII se redujo su taza al 10% (llamado diezmo).

TRIBUTOS: Los indígenas debían abonar mensualmente, anualmente, o como lo requiera el corregidor un tributo que podía ser en productos agrícolas o en circulante. Las castas y mestizos debían pagar un tributo pero fue menor que el impuesto aplicado a los naturales.

IMPUESTOS COLONIALES

LA ECONOMIA DEL VIRREINATO

LAS CASTAS

GRACIAS