1 II Simposio de la FHD, Diseño y franquismo, febrero 2018
M. Àngels Fortea Castillo
BAU, Centro Universitario de Diseño
de Barcelona.
GREDITS (Grupo de Investigación en
Diseño y Transformación Social).
La Gauche Divine y su
papel determinante en el
triunfo del movimiento
pop
RESUMEN
La Barcelona de los años 60 se convirtió en el enclave pop del Estado Español
siguiendo el ejemplo de la ciudad de Londres. Sin embargo, en el caso barcelonés, este
fenómeno estuvo mucho más delimitado debido, principalmente, al diferente contexto
en el que tuvo lugar y condicionado por un marco político nada favorable a cualquier
muestra de modernidad.
Uno de los factores que facilitó la entrada del pop en Cataluña fue el relanzamiento de
una renovada industria cultural en catalán, hecho que se gestó desde finales de los 50.
Pero en mi opinión, tras haber investigado el desarrollo del estilo pop en Cataluña, el
triunfo de este movimiento en Barcelona tuvo lugar, principalmente, gracias a la
existencia del grupo de la Gauche Divine. En él coincidieron intelectuales y
profesionales liberales en torno a un objetivo común, el de oponerse al régimen y al
“establishment”. Si bien siempre mostraron una postura ideológica claramente
antifranquista, como grupo no participaron en la lucha política organizada en la
clandestinidad. Su oposición quedó de manifiesto a través de sus proyectos
profesionales, participando en el relanzamiento de la industria cultural en donde el
diseño jugó un papel importante en la modernización de la ciudad. Asimismo, el propio
estilo de vida de sus miembros puso de manifiesto su total oposición a las actitudes
carcas del régimen y de las clases acomodadas.
Por tanto, el artículo que se presenta quiere poner en valor la existencia de la Gauche
Divine, incidiendo en el hecho de que en torno suyo se generó un ambiente y un
conjunto de gente receptora y receptiva al fenómeno pop. Por ello, puede afirmarse que
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el movimiento se instaló en Barcelona social y culturalmente gracias a la Gauche
Divine.
ABSTRACT
The Barcelona of the 60s became the Pop enclave of Spain in a similar way of London,
although the city was immersed in a different political framework due to Franco's
dictatorship and its cultural guidelines.
One of the main factors that made it possible was the implementation of a renewed
cultural industry that took place in Catalonia in the late 1950s. But in my opinion, the
triumph of the Pop movement in Barcelona was possible by the existence of the Gauche
Divine. It was a group where intellectuals and liberal professionals agreed on a common
goal, to oppose the regime and the establishment. Although they always showed a
clearly anti-Franco ideological position, as a group they did not participate in the
organized political struggle. Its opposition was evident through his professional
projects, participating in the relaunching of the cultural industry where design played an
important role in the modernization of the city.
This paper wants to highlight the existence of the Gauche Divine. Therefore, it can be
said that the Pop movement took root in Barcelona socially and culturally thanks to this
group.
TEXTO
En el presente artículo se aborda el papel del grupo conocido como la Gauche Divine,
como puerta de entrada del movimiento pop en la España de los años 60. Por ello, y
para entender el movimiento pop, así como la coyuntura a partir de la cual éste hizo su
aparición, se hace un breve repaso al contexto histórico internacional y nacional.
Posteriormente, el estudio se centra en la Gauche Divine: su aparición e idiosincrasia, su
entorno –una pequeña calle conocida como Tuset Street–, el centro de operaciones
creado a medida del grupo –la boite Bocaccio–, los proyectos culturales que se
derivaron del sello Bocaccio, así como la industria cultural que impulsaron algunos de
sus miembros, desde una postura ideológica claramente antifranquista y contraria a sus
directrices culturales.
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A modo de contexto
Los años 60 representaron para la mayor parte del mundo occidental el inicio de una
etapa de desarrollo ecnómico, con pleno empleo y, por consiguiente, la aparición de la
sociedad de consumo. Una situación que se había gestado desde el final de la Segunda
Guerra Mundial a dos velocidades distintas: para los EEUU, el final de la guerra dio
paso a una época de euforia económica, dando lugar al triunfo de la sociedad de
consumo y la consolidación del american way of life; mientras que para la Europa
occidental, se inició un difícil período, el de la posguerra, marcado por la reconstrucción
y la austeridad. El despegue económico llegó con los años 60, comportando una
revolución en hábitos y costumbres de la gente, especialmente los jóvenes, quienes
vieron en el consumo una manera de olvidar los difíciles tiempos de posguerra; un
fenómeno que se conoce como el movimiento pop y que tuvo su epicentro en Londres.
El contexto español fue bien distinto. Si bien es cierto que tras dos décadas marcadas
por la autarquía y el estancamiento económico, con los años 60 se produjo un cierto
crecimiento económico –etapa conocida como del "desarrollismo"–, éste no trajo
consigo la liberalización política y, por lo tanto, una revolución en la línea del
movimiento pop tenía muy pocas posibilidades de triunfo. Sin embargo, y pese a ello,
en la Barcelona de los años 60 se vivió un interesante período a nivel social, profesional
y cultural, en el que se dio entrada a ideas, tendencias, modas y costumbres totalmente
contrapuestas a la mojigatería franquista dominante.
Y si Londres fue el epicentro del pop internacional, Barcelona se configuró en el
enclave pop de España, pero en un contexto, el de la dictadura de Franco, que difería
muchísimo del británico –y del de la mayoría de democracias occidentales–. Y en parte,
la entrada del movimiento pop fue posible gracias a la existencia de la Gauche Divine.
A por una definición de la Gauche Divine
La Gauche Divine puede ser considerada como un grupo de intelectuales y
profesionales liberales que jugó un papel fundamental en la modernización de la
Barcelona de los años 60. La mayoría de sus integrantes participó en el relanzamiento
de la industria cultural catalana, adoptando en su vida diaria las costumbres y las formas
de la cultura pop. Con esta actitud, sus miembros demostraron un evidente rechazo
hacia la moral dominante, desde una postura ideológica claramente antifranquista,
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aunque como grupo no participaron de la lucha política organizada desde la
clandestinidad. Por tanto, puede decirse que la Gauche Divine, entre otras cosas,
vehiculó la presencia del primer pop en la vida barcelonesa de los años 60.
El término Gauche Divine fue utilizado por primera vez por Joan de Sagarra, en el
diario Tele/eXpres en 1969, con motivo de la fiesta de inauguración de Tusquets
Editores. En opinión de Carlos Barral, este apelativo fue “una afortunada expresión
periodística..., una etiqueta de clasificación, dentro de la antropología urbana
barcelonesa” (MOIX, 2002). Asimismo, el periodista Joaquim Roglan opina que la
Gauche Divine fue simplemente eso, una invención del periodismo de la época de la
que todavía hoy se habla; y, de hecho, a lo largo de los años otros escritores y
periodistas se han referido al grupo de maneras tan diversas como: “la gauche crétine”
–Armand Carabén en sus memorias–; “la gauche qui rit” –Manuel Vázquez Montalbán–
; “la droite satanique” –J. V. Foix–; o “la gauche dorée” –Terenci Moix–. Hay que
precisar que en el presente trabajo, y aunque se utilice el término grupo, se sigue la línea
planteada por Francesc Vallverdú en la revista Oriflama:
“La Gauche Divine, tal como la suele presentar la prensa, no existe. No hay, hablando
en propiedad, un grupo social Gauche Divine con suficiente cohesión y conciencia de
grupo para referirse. Hay, en cambio, una actitud en ciertos medios intelectuales de
izquierda barceloneses que puede corresponder al ideal de Gauche Divine".
(VALLVERDÚ, 1971)
Figura 1.
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Debe tomarse en consideración otro hecho importante: en este grupo coincidieron dos
generaciones diferentes. La primera estuvo integrada por los nacidos antes de la Guerra
Civil, viviendo, por tanto, la etapa más dura de la dictadura; se incorporó al mundo
laboral en plena autarquía y en los años 60 tuvo la edad suficiente como para ser
consciente de lo que significaba esa coyuntura. Pertenecieron a esta generación: los
arquitectos Oriol Bohigas (1925), Federico Correa (1924) y Alfonso Milá (1924 -
2009); los cineastas de la Escuela de Barcelona Vicente Aranda (1926 - 2015), Joaquim
Jordà (1935 - 2006), Pere Portabella (1927) y Gonzalo Suárez (1934); los editores
Carlos Barral (1928 - 1989), Josep M. Castellet (1926 - 2014) y Rosa Regás (1933); los
escritores Jaime Gil de Biedma (1929 - 1990) y Juan Marsé (1933); los fotógrafos Oriol
Maspons (1928 - 2013) y Leopoldo Pomés (1931); y el escritor y profesor universitario
Román Gubern (1934), entre otros.
La segunda generación estuvo integrada por aquellos que nacieron durante o después de
la guerra, por lo que entraron en la mayoría de edad y se incorporaron al mundo laboral
en la década de los 60. A esta generación pertenecieron: los arquitectos Ricardo Bofill
(1939) y Oscar Tusquets (1941); los cantantes Guillermina Motta (1941), Joan Manuel
Serrat (1943) y Maria del Mar Bonet (1947); los cineastas Jaime Camino (1936 - 2015)
y Gonzalo Herralde (1949); los editores Jorge Herralde (1936), Beatriz de Moura (1939)
y Esther Tusquets (1936 - 2012); los fotógrafos Colita (1940) y Xavier Miserachs (1937
- 1998); la actriz Serena Vergano (1943); el humorista gráfico Jaume Perich (1941 -
1995); el publicista y dibujante de cómics Enric Sió (1942 - 1998); el diseñador gráfico
Enric Satué (1938); el filósofo Xavier Rubert de Ventós (1939); la modelo y actriz
Teresa Gimpera (1936) –convertida en musa del grupo–; el escritor Terenci Moix
(1942-2003) –erigido en portavoz de la cultura de los 60–; y el empresario del ocio
barcelonés y alma mater del grupo Oriol Regás (1936 - 2011).
Se trató pues de una dinámica de generaciones compartiendo un objetivo común: eran
personalidades activas en busca de un cambio de sensibilidad en pro de la modernidad,
a través de la que quisieron poner fin al aislamiento cultural sufrido por el país desde la
Guerra Civil.
Puede situarse el origen del grupo en los encuentros celebrados en el restaurant l'Estevet
y en las cenas de Casa Mariona, a principios de los 60; una reunión de amigos que
pronto se convirtió en una tertulia donde se discutía sobre la situación política y cultural
del país. En el momento en que se incorporó la segunda generación, las tertulias
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cambiaron de ubicación y se trasladaron a los locales de ocio de la calle Tuset y, a partir
del año 1967, a la discoteca Bocaccio. Porque una de las características de esta Gauche
Divine fue el espíritu provocador y transgresor que aplicó tanto en lo que hacía
profesionalmente, como en la manera de disfrutar de su tiempo libre –ya fuera en las
noches de Bocaccio o en los fines de semana en la Costa Brava–. Esa mezcla de
intelectualidad, creatividad y frivolidad fue difícil de digerir por una parte de la opinión
pública y, por ese motivo, recibieron críticas y comentarios despectivos, aunque el
mismo Oriol Maspons reconocía que eran unos "hijos de papá" –la mayoría de ellos,
procedía de la burguesía industrial catalana–.
Tuset Street, el entorno de la Gauche Divine
La calle Tuset fue, hasta la inauguración de Bocaccio, el principal lugar de encuentro de
la Gauche Divine en Barcelona y lugar donde se concentró el movimiento pop. La calle
Tuset de los 60 se convirtió en un importante centro comercial y de consumo, centro de
negocios y del ocio nocturno de la ciudad –todo ello concentrado en unos pocos
metros–. En palabras de Enric Satué, “Barcelona... convirtió una de sus calles más
anodinas de la burguesía de la Diagonal en un pastiche londinense" (SATUÉ, 1985). La
calle Tuset congregó los establecimientos y negocios nacidos con esta nueva
mentalidad, reflejo de una modernidad diferente de la oficial, muchos de ellos
promovidos por la Gauche Divine, convirtiéndose pronto en el enclave in de Barcelona.
Por este motivo y parodiando a Carnaby Street, la calle pasó a ser conocida como Tuset
Street, siendo el fotógrafo Oriol Maspons quien se inventó el nombre.
Una de las características de la Barcelona de los 60 fue la creación y la proliferación de
pequeñas agencias de publicidad, o boutiques creativas como se las conocía en aquellos
tiempos. Muchas de ellas, junto con negocios de nuevo cuño como agencias de
modelos, agencias de relaciones públicas y fotógrafos publicitarios, se concentraron en
el Edificio Monitor, un edificio de oficinas y locales comerciales –en el nº 10 de la
calle–. Una vez finalizada la jornada laboral, publicistas, modelos y fotógrafos se daban
cita en los bares de la calle Tuset: Anahuac, Bagatela, Ischia –bar musical y centro de
reunión de las modelos de Pertegaz y Pedro Rodríguez–, Doblón –Leopoldo Rodés era
uno de los socios de este local, que pasó a ser el Pub Tuset cuando Oriol Regás lo
gestionó–, y el Stork Club –situado en el pasaje Arcadia, en donde tuvo lugar la reunión
fundacional de la discoteca Bocaccio–.
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Figura 2.
El Pub Tuset fue otro de los locales de moda del momento. Descrito como el más
moderno y original, su decoración fue obra del interiorista Joaquín Gallardo (Sevilla,
1928), quien se convirtió en el decorador de moda de Tuset Street. El suyo fue un estilo
muy ligado a la cultura juvenil y la cultura pop, y por ello tuvo tanta aceptación. En los
locales decorados por él predominaban los objetos populares –pósters de grupos
musicales o de iconos del cine–, objetos industriales y de uso cotidiano. Gallardo
propugnaba una decoración barata para un mundo efímero, nunca con materiales nobles,
de acuerdo con la sensibilidad de la cultura de masas. En cuanto al color, predominaron
los colores vibrantes entre los que destacó el uso del amarillo.
La moda de aire internacional también se instaló en esta calle; el año 1966 el sastre
Renoma abrió una sucursal de su tienda de París, una tienda de moda pop unisex que
tuvo como clientes a la Gauche Divine –entusiastas por ir siempre a la última moda
internacional–. Junto a ella, la boutique de Paco Rabanne y la peluquería de Iranzo –
todavía presente en la calle– asesorarían en el new look de aquellos que querían
abandonar una moda gris y mojigata impuesta por el régimen franquista.
Alexandre Cirici hizo también su aportación particular a la calle y al movimiento pop.
Con la intención de promocionar su agencia de publicidad Espira S.A., fue el pionero en
introducir en España la prenda t-shirt, "la suya estaba estampada con un plano dibujado
por él de la calle Tuset y sus locales... La camiseta incorporaba el nombre y el logotipo
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de la agencia de publicidad con una idea muy parecida a lo que se conoce por
merchandising” (MARTÍNEZ FIGUEROLA, 2010).
En cuanto al ocio nocturno, el restaurante Flash-Flash, especializado en tortillas y
hamburguesas, se convirtió en un clásico de la noche barcelonesa –situado en una calle
perpendicular a Tuset, en la Granada del Penedès–. Fundado en el año 1970 gracias a la
iniciativa de tres socios fundadores y miembros de la Gauche Divine, Leopoldo Pomés,
Alfonso Milá y Federico Correa, siendo los dos últimos también responsables de la
innovadora arquitectura del local, así como de su interiorismo: un espacio diáfano
diseñado en color blanco, con las paredes decoradas con las imágenes, incorporadas a
modo de grafismos, de la modelo Karin Leinz –convertida en paparazzi y fotografiada
por su marido Leopoldo Pomés–.
Y, por último, debe destacarse también La Cova del Drac, el local de música en vivo,
convertido en lugar de referencia del ocio nocturno de la época. Inaugurado en mayo del
1964 en el subterráneo de una cafetería –en el nº 30 de la calle–, el año 1965 fue
adquirido por la discográfica Concèntric a iniciativa de Ermengol Passola y, en poco
tiempo, se convirtió en una sala mítica y emblemática de la cultura musical y del ocio
de la ciudad. Sala vinculada con la música jazz y la Nova Cançó, en ella se bailaban por
la tarde los ritmos del pop y por la noche se escuchaba la canción protesta, se
celebraban jamsessions y se representaban espectáculos teatrales de pequeño formato;
eso sí, siempre en catalán.
En definitiva, estos fueron algunos de los lugares donde la Gauche Divine se dejó ver,
compartiendo reuniones de trabajo y proyectando nuevas aventuras profesionales, pero
donde también disfrutaron de los momentos de ocio; un entorno a su medida que fue
observado muy de cerca por el resto de España, despertando el interés y la admiración
de aquellos que anhelaban un cambio en la sociedad española del tardofranquismo.
Bocaccio, un centro de operaciones a medida del grupo
Bocaccio, fue la boite de moda en la Barcelona de finales de los 60. El local nació de las
conversaciones mantenidas en el año 1965 entre Xavier Miserachs, Carles Duran,
Teresa Gimpera y Oriol Regás, con la idea de montar un negocio de ocio nocturno.
Finalmente, el 13 de febrero de 1967 se inauguraba la boite Bocaccio en la parte alta de
la ciudad –Calle Muntaner, 505–; gracias a la constitución de una sociedad anónima y
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contando con Oriol Regás como director. En palabras de éste, “Bocaccio fue un local
emblemático y marcó un período determinado de Barcelona, y cuando ello sucede es
porque ha logrado conectar con su época” (REGÁS, 2010).
Bocaccio nacía con la idea de convertirse en un espacio a la medida del grupo, y así fue;
pero con ella nació también una nueva manera de entender el ocio nocturno. Su
inauguración representó una elegante imagen de cambio: por el aire de modernidad que
se respiraba en el local; por la música que se bailaba y se escuchaba; por los personajes
que por allí pasaban. "En Bocaccio se reunían arquitectos, escritores, filósofos, poetas,
fotógrafos, gente del cine, modelos, diseñadores o interioristas, gente muy diversa que
intercambiaba risas y animada tertulia” (REGÁS, 2010); y, especialmente, por el diseño
de su interior.
Éste fue uno de los grandes éxitos del local: su diseño. Obra de Xavier Regás, el
diseñador proyectó para el interior una decoración estilo Neoliberty –evocación del
modernismo catalán en una reinterpretación–; un estilo que se difundía desde Italia en
los ambientes arquitectónicos internacionales. La puerta de acceso a la discoteca,
diseñada también en este falso modernismo, se convirtió en el símbolo distintivo del
local. El interior fue decorado con un predominio del color rojo, las luces eran de estilo
Tiffany, la tapicería estaba diseñada con dibujos en rubí y dorado, los espejos estaban
enmarcados con formas sinuosas y los detalles ornamentales de línea orgánica
predominaban por todo el local. Todo el conjunto ofrecía una atmósfera única e
impactante, como destacó Sebastià Gasch en las páginas de la revista Destino:
“Barcelona cuenta desde ahora con una boite elegante, distinguida, de acolchada
intimidad, donde el ayer y el hoy se dan la mano por obra y gracia de una inteligente y
sensible recreación y actualización del modernismo del 1900” (GASCH, 1967).
La identidad gráfica del local fue obra también de Xavier Regás junto con la diseñadora
gráfica Toni Miserachs (Barcelona, 1942), quienes decidieron aplicar este mismo estilo
voluptuoso al logotipo de la discoteca, la letra inicial B circunscrita dentro de un óvalo
que funcionaba como un emblema.
Puede afirmarse, por tanto, que Bocaccio representó una apertura de la ciudad al
exterior y uno de los filtros a través del cual la cultura pop pudo entrar en nuestro país.
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La industria cultural de la Gauche Divine
El gran éxito vivido por Bocaccio impulsó a Oriol Regás a fundar Decameron S.A. el
año 1971, una empresa a través de la que se gestionó la discoteca y los sellos que,
posteriormente, se pusieron en marcha: la revista Bocaccio, la discográfica Bocaccio
Records, la productora de cine Bocaccio Films, y la productora y distribuidora de
objetos de diseño Bocaccio Design. Sin duda alguna, Bocaccio se convirtió en mucho
más que una boite.
La revista Bocaccio fue ideada por Oriol Regás y José Ilario –su editor– como una
revista cultural y de moda, en la que los reportajes de actualidad se mezclaban con el
erotismo siguiendo el modelo de la revista francesa Lui –lanzada al mercado en 1963–.
Bocaccio salió a la venta en el mes de junio de 1970 y, aunque de tirada reducida, el
régimen franquista nunca la vio con buenos ojos, destinándole un censor en exclusiva y
obligándole a cerrar sus puertas en el año 1973. Con Juan Marsé como redactor jefe,
contó con la colaboración de los escritores jóvenes del momento, nombres como
Manolo Vázquez Montalbán, Terenci Moix, Gabriel García Márquez, Mario Vargas
Llosa y Umberto Eco. Colaboraron también los fotógrafos Oriol Maspons, Català-Roca
y Xavier Miserachs; y contó también con reconocidos ilustradores, destacando el
dibujante Gin (Jordi Ginés Soteras) y su serie para la revista titulada "Tarzán Pérez".
Publicada con un espíritu underground, se publicaron en total 39 números. En opinión
de Joaquim Roglan, “Bocaccio es una revista que o nació demasiado pronto, o con un
Franco que murió demasiado tarde, porque es una revista que se hacía como si Franco
no existiera”.
En el año 1971 se fundó el sello discográfico Bocaccio Records. La cantante Maria del
Mar Bonet se convirtió en la estrella de la discográfica por un tiempo. Hay que matizar,
sin embargo, que no fue intención del nuevo sello convertirse en una nueva editora de la
Nova Cançó –junto con los otros sellos que ya existían, Edigsa y Concèntric–; Bocaccio
Records editó gran variedad de ritmos y grupos de muy diversas nacionalidades. Para el
diseño de las cubiertas, muchas de ellas firmadas por el diseñador José Asensi, se optó
abiertamente por el estilo pop, pero también por el op art y la estética del cómic.
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Figura 3.
En 1972 nacía Bocaccio Design, producto de la alianza de colaboración entre Oriol
Regás en la parte económica y los arquitectos del Studio Per en la parte creativa. Con
este nuevo proyecto, se intentó financiar el lanzamiento de una línea de objetos de
diseño exclusivos; una colaboración que duró solamente un año –como negocio no fue
muy rentable–. Studio Per continuó con el proyecto, ahora con el nombre de BD
Ediciones de Diseño.
Con Bocaccio Films se hacía la incursión en el mundo del cine, en el año 1972,
produciendo algunas de las películas de la Escuela de Barcelona. La primera en
producirse fue "Morbo", dirigida por Gonzalo Suárez y protagonizada por Ana Belén y
Víctor Manuel.
Por último, cabe destacar que en el año 1974 Decameron S.A. abrió una tienda en la
calle Enric Granados dedicada, única y exclusivamente, a la venta de merchandising de
las discotecas dirigidas por Oriol Regás –Bocaccio, Maddox y Revolution–, de ahí el
nombre del establecimiento, BRM. Hay que destacar que otra práctica característica de
la discoteca Bocaccio fue el obsequio de regalos culturales a clientes y amigos que,
posteriormente, se ponían a la venta en BRM –mucho más que una simple forma de
fidelizar la clientela–.
De entre esos obsequios destaca el realizado con motivo del 4º aniversario de Bocaccio,
el 13 de febrero de 1971: la edición de un libro de ilustraciones de Jaume Perich
dedicado íntegramente a la discoteca. También en 1971 se coeditó El Decameron de G.
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Boccaccio junto con la editorial La Gaya Ciencia como obsequio de las fiestas de
Navidad.
Pero más allá de estas iniciativas culturales impulsadas por el sello Bocaccio, la Gauche
Divine participó también en el lanzamiento de una renovada industria cultural que se
había ido gestando desde finales de los años 50 en Cataluña, y que tenía por objetivo
principal oponerse al régimen franquista y a sus directrices culturales.
"En la medida que había una persecución política de la cultura catalana, todos éramos
catalanistas...", matizaba Román Gubern en una entrevista (MAZQUIARÁN, 2012).
Josep M. Castellet participó en la puesta en marcha de Edicions 62, fundada el año
1961, editorial que publicó exclusivamente en lengua catalana, en un intento por
normalizar el uso del catalán culto –silenciado desde el final de la Guerra Civil–. En
1963 lanzó la primera colección de novela policíaca publicada en catalán, La cua de
palla. Éste fue un proyecto en donde se plasmó la llegada de los aires de modernidad al
sector editorial catalán gracias, entre otras cosas, al diseño de sus cubiertas, obra del
diseñador barcelonés Jordi Fornas (1927 - 2011), quien, en la línea de las más modernas
corrientes gráficas internacionales del momento, aplicó el que puede ser considerado
como precedente del estilo pop. Sus portadas amarillas con imágenes en blanco y negro
quemadas se convirtieron en el signo distintivo de la colección.
La editorial Lumen –de la mano de Esther y Oscar Tusquets, y Beatriz de Moura–
aprovechó para publicar, por primera vez, títulos de la contemporaneidad europea a bajo
precio, consiguiendo que tuvieran entrada y difusión entre la sociedad española –el libro
de bolsillo abarataba los precios y hacía accesible la cultura al público en general–.
Asimismo y con el fin de promocionar sus títulos, junto con las editoriales Seix Barral y
Edicions 62, lanzaron una hoja informativa en el año 1968. Pero en realidad se trató de
una revista nacida del Seminario de Estética organizado por la Escuela EINA en el año
1967, en la que se recogieron los temas de actualidad cultural tratados en el transcurso
del mismo. En sus páginas escribieron entre otros Josep Maria Castellet, Félix de Azúa,
Julio Cortázar y Manuel Vázquez Montalbán. Enric Sió fue el responsable del cómic y
America Sanchez (Buenos Aires, 1939) del diseño que también causó un gran impacto.
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Figura 4.
Con un formato innovador –una hoja tamaño tabloide que se doblaba hasta conseguir
una forma cuadrada–, impresa en blanco y negro, en la portada aparecía siempre el
dibujo de una mosca ocupando todo el espacio y sin cabecera alguna; de ahí que pasara
a ser conocida como La Mosca. Fueron sólo 8 números los que se publicaron;
problemas de índole económica impidieron su continuidad aunque la censura también
fue tras ella. Sin embargo, y a pesar de su corta vida, La Mosca marcó un punto de
inflexión en el diseño gráfico catalán.
Mención especial merece también la aportación de Enric Sió, considerado el principal
representante del cómic catalán de los años 60 y 70 –muy apreciado también en el
extranjero–. A partir del año 1966 se apreció en su estilo un cambio decisivo, en parte
debido a las influencias gráficas que llegaban del resto de Europa; desprendiéndose del
dibujo de estilo realista, Sió incorporó los trazos del pop, la psicodelia, el camp y la
cultura hippie; consiguiendo un nivel expresivo, gráfico y conceptual, muy superior al
tradicional.
De entre su prolífica producción destaca la serie Lavínia 2016 o la guerra dels poetes
catalans publicada en la revista Oriflama, en 1967. Con guión de Emili Teixidor, este
cuento ilustrado era una sátira sobre la vida cultural y política de la Cataluña de la
época, en donde aparecían camuflados los protagonistas de la política y de la cultura
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catalanas, así como algunos miembros de la Gauche Divine. El trabajo está considerado
el primer cómic de crítica política al franquismo realizado en la época.
Figura 5.
Sió fue asiduo de la sala Bocaccio en compañía de otros miembros de la Gauche Divine,
como Guillermina Motta, heroína de alguno de sus cómics; convirtiéndose él mismo en
protagonista de uno de los cuentos escritos por Juan Marsé en Noches de Bocaccio,
publicado en el año 1987.
Por último, no hay que olvidar que en el año 1966 el Ministerio de Información y
Turismo promulgó ley de Prensa e Imprenta, dando lugar a una cierta liberalización del
sector. Si bien se trató de una ley ambigua, también favoreció la creación de nuevas
empresas editoras, pequeñas editoriales de línea editorial innovadora y de imagen
moderna en las que participó también la Gauche Divine. De aquí nacieron nuevos
proyectos editoriales como: Barral Editores, fundada por Carlos Barral; Tusquets
Editores, fundada por Oscar Tusquets y Beatriz de Moura; Editorial Anagrama, fundada
por Jorge Herralde –las tres fundadas en el año 1969–; y La Gaya Ciencia, fundada por
Rosa Regás en el año 1970.
Merece prestar atención el caso de Rosa Regás quien, a través de La Gaya Ciencia, puso
en marcha diversos proyectos editoriales, atrevidos e innovadores, y para los que contó
con la colaboración del diseñador barcelonés Enric Satué. Destaca especialmente la
colección Biblioteca de Divulgación Política. Lanzada en el año 1976, esta colección
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nació al amparo de la transición política y fue concebida como una preparación para el
ejercicio político de la democracia. Dirigida por Rosa y su hermano Oriol, se trató de
una colección de libros de bolsillo en los que importantes personalidades de la vida
política española analizaban y daban a conocer desde las diversas formas posibles de
Estado, hasta las diferentes ideologías políticas en el momento y que intervenían en el
debate político de aquellos años.
La colección fue un éxito editorial, en un momento en el que la sociedad estaba
necesitada de formación política y de democracia, poco después de la muerte del
dictador y sin haberse iniciado todavía la transición política. Pero también contribuyó al
éxito el diseño que Satué proyectó para las portadas. En ellas supo traducir en
ilustraciones los contenidos de los diferentes monográficos, recuperando la historia del
diseño gráfico autóctono.
Podrían enumerarse más ejemplos pero en definitiva, y a modo de resumen, ha quedado
de manifiesto como a través de algunos de los proyectos de la industria cultural en los
que la Gauche Divine participó, no sólo se posicionó ideológicamente en contra del
franquismo, sino también en contra de sus directrices estéticas para lo que se sirvió,
principalmente, del lenguaje de la modernidad europea del momento, pero en especial
del estilo pop.
El fin de la Gauche Divine
La boite Bocaccio fue vendida el año 1981, aunque sus nuevos propietarios todavía
tardaron un tiempo en cerrar sus puertas. Sin embargo, el fin de la Gauche Divine se
había producido mucho antes. El cierre de intelectuales en Montserrat, el año 1970, en
protesta por las penas impuestas durante el proceso de Burgos, puede ser considerado
como el posible desencadenante del final del grupo. La participación de algunos de sus
miembros en esta protesta creó ciertas discrepancias en su seno. La exposición de
fotografías de Colita "La gauche qui rit", celebrada a finales de 1971 en la sala Aixelà,
está considerada como el acto de clausura, los funerales de la Gauche Divine. En el
programa de la exposición, Manuel Vázquez Montalbán escribió: “Por unos meses se
creó el espejismo de que estábamos en el París de los años 40 o 50, en el Milán de los
años 60. Ahora, el espejismo se ha roto... Ay!” (SEMPRONIO, 1971).
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CONCLUSIONES
Tradicionalmente se ha reivindicado, en artículos y libros especializados, el papel que la
ciudad de Barcelona ha representado como centro de recepción, asimilación,
reinterpretación y reexpedición de estilos y de las últimas tendencias gráficas
internacionales. Y como conclusión del presente estudio, puede afirmarse que en la
década de los 60 el papel de la capital catalana fue todavía más decisivo. La Barcelona
de los 60, calificada por la prensa nacional como el enclave pop del país, fue receptora
de una modernidad europea, la de la posguerra occidental, vinculada con el despegue
económico y la sociedad de consumo, el movimiento pop. Y en esta entrada y recepción
del pop jugó un papel importante el grupo de la Gauche Divine.
Este hecho se produjo en el marco del contexto de la dictadura franquista, que no tenía
nada en común, en lo que respecta a libertades, con el contexto británico ni tampoco con
el de ningún otro país europeo de la franja occidental democrática. En la misma línea, el
régimen se posicionaba abiertamente contrario a cualquier muestra y signo de
modernidad, por lo que en el país se vivía en un ambiente muy gris. Sin embargo, en los
años 60, la Gauche Divine fue capaz de manifestarse en contra de estas directrices
impuestas por el régimen, tanto a través de sus proyectos profesionales como a través de
su estilo de vida, generando en torno suyo un conjunto de iniciativas empresariales
vinculadas con la industria cultural y un ambiente en donde se puede afirmar que el
movimiento pop, social y culturalmente se instaló y se desarrolló en Barcelona.
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