RECÁNTO DE PAZ
Por el espíritu Emmanuel Psicografia de Francisco Cándido Xavier Libro: Dialogo de los vivos. Hay quien pregunta como servir a la causa de la paz.
¿Semejante tarea no será privativa para aquellos que se encargan de la
dirección del Mundo?
La paz del Mundo, no en tanto, es la suma de todos los esfuerzos de las
criaturas, en los dominios de la pacificación.
Reflexionemos en eso y hagamos nuestra parte, mientras nos sea posible.
Deja que la fuente del amor te brote del corazón.
Enciende en el cerebro la luz del pensamiento recto.
Transforma el trabajo de cada día en un cantico de bendiciones.
Observa los compromisos asumidos por las leyes de la propia conciencia.
Transita en las vías del bien a los semejantes.
Respeta el tipo de existencia que los otros acogieron para sí mismos, como
deseas que tu propia vida sea respetada.
Yergue en ti una señal roja para los comentarios infelices.
Hospitaliza agresiones y maledicencias en tu clínica de oraciones.
No desperdicies la riqueza del tiempo, comprando el remordimiento con quejas
inútiles.
Viste la armadura de la paciencia para que consigas actuar y reaccionar
constructivamente donde te encuentres.
Instala la buena palabra en las estructuras verbales que te manifiestan.
Oye con atención, aguardando sin sorpresa tu vez para hablar.
No desconsideres a persona alguna.
Resguarda en el archivo de la oración los obstáculos y problemas que te
desagradan, a fin de que no destaques por motivo de aflicción en los caminos
ajenos.
Acepta los otros tal como son, sin el propósito de corregirlos o perfeccionarlos a
la fuerza.
Aprende con modestia y enseña sin exigencia.
Auxilia sin interés.
No señalices las pruebas de que necesitas para mejorar el propio camino.
Ante las ofensas, inmunízate en la terapéutica del perdón.
Espera el momento propicio destinado a esclarecer el punto difícil que haya
surgido en tu relacionamiento con los demás.
No exijas del prójimo aquello que el prójimo no posee para dar.
No mentalices el mal con inquietudes imaginarias, y si colabora en la
construcción de lo mejor que debe acontecer.
Sirve sin colgar esposas en los pulsos de tus hermanos.
Y, prosiguiendo adelante, conviértete en columna de seguridad general.
En verdad, la Divina Providencia no pide que te transformes, de inmediato, en
una estrella que disipe las sombras de la perturbación donde las sombras de la
perturbación estén dominando en la Tierra. El Cielo espera seas, aun hoy,
donde estés, un recánto vivo de la paz.
Traducido por: M. C. R