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1 LA INDEBIDA FUNDAMENTACIÓN Y MOTIVACIÓN DEL DECRETO DE EXTINCIÓN DE LUZ Y FUERZA DEL CENTRO. Lic. María Estela Ríos González. El Decreto por el que se extingue el organismo descentralizado Luz y Fuerza del Centro, del 11 de octubre de 2009, emitido por el ejecutivo federal, carece de la debida motivación y fundamentación y es violatorio de preceptos constitucionales. Para entender porque podemos afirmar tajantemente que dicho decreto es anticonstitucional, por violar garantías constitucionales e invadir esferas de actuación de otros poderes, debemos recordar dos principios fundamentales que sostienen el Estado de Derecho en cualquier parte del mundo civilizado. Mientras que a los particulares la regla que se aplica es en el sentido de que les está permitido hacer todo aquello que no les está prohibido expresamente en la ley, para las autoridades y gobernantes la regla es: La autoridad solo puede hacer aquello que expresamente le está autorizado a hacer por la norma correspondiente. El límite de la actuación es la norma misma. No puede ir más allá de los límites legales. Frente al poder del Estado, que tiene el monopolio de la fuerza, se exige por tanto que actúe siempre dentro del marco legal, congruentemente con el Estado de Derecho, que conlleva el respeto de las garantías constitucionales, otorgadas a los gobernados. Una de las garantías individuales, más importantes es la de legalidad y seguridad jurídica, que se traduce para los gobernados en la debida

Ponencia decreto

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LA INDEBIDA FUNDAMENTACIÓN Y MOTIVACIÓN DEL DECRETO

DE EXTINCIÓN DE LUZ Y FUERZA DEL CENTRO.

Lic. María Estela Ríos González.

El Decreto por el que se extingue el organismo descentralizado Luz y

Fuerza del Centro, del 11 de octubre de 2009, emitido por el ejecutivo

federal, carece de la debida motivación y fundamentación y es

violatorio de preceptos constitucionales.

Para entender porque podemos afirmar tajantemente que dicho

decreto es anticonstitucional, por violar garantías constitucionales e

invadir esferas de actuación de otros poderes, debemos recordar dos

principios fundamentales que sostienen el Estado de Derecho en

cualquier parte del mundo civilizado. Mientras que a los particulares la

regla que se aplica es en el sentido de que les está permitido hacer

todo aquello que no les está prohibido expresamente en la ley, para

las autoridades y gobernantes la regla es: La autoridad solo puede

hacer aquello que expresamente le está autorizado a hacer por la

norma correspondiente. El límite de la actuación es la norma misma.

No puede ir más allá de los límites legales. Frente al poder del

Estado, que tiene el monopolio de la fuerza, se exige por tanto que

actúe siempre dentro del marco legal, congruentemente con el Estado

de Derecho, que conlleva el respeto de las garantías constitucionales,

otorgadas a los gobernados.

Una de las garantías individuales, más importantes es la de legalidad

y seguridad jurídica, que se traduce para los gobernados en la debida

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fundamentación y motivación de todo acto de autoridad que afecte los

derechos de los gobernados. Dicha garantía, prevista en el artículo

16 constitucional tiene como propósito primordial y razón de ser que

el particular afectado, conozca el “porque” y "para qué" de la

conducta de la autoridad, lo que se traduce en darle a conocer en

detalle y de manera completa la esencia de todas las circunstancias y

condiciones que determinaron el acto de autoridad, de manera que

sea evidente y muy claro para el afectado poder cuestionar y

controvertir la decisión, permitiéndole una real y auténtica defensa.

Así, en todo acto de autoridad, debe establecerse una relación lógica

entre los hechos que motivan el acto y los preceptos legales en que

se apoya la autoridad para emitir el acto. No basta que el acto de

autoridad apenas observe una motivación formal pero de una manera

incongruente, insuficiente o imprecisa, que impida la finalidad del

conocimiento, comprobación y defensa pertinente, se requiere que cite

la norma que le faculta a emitir el acto y un argumento suficiente para

acreditar el razonamiento del que se deduzca la relación de

pertenencia lógica de los hechos al derecho invocado.

A la luz de estos principios es que se analizarán los argumentos y

preceptos invocados en el decreto para llevar a cabo la extinción de

Luz y Fuerza del Centro.

Se invoca el artículo 89, fracción I constitucional como fundamento

para emitir el decreto. Sin embargo, dicho precepto no faculta al

presidente de los Estados Unidos Mexicanos para emitir el decreto

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que extinga el organismo descentralizado Luz y Fuerza del Centro, en

los términos en que lo hizo.

Este precepto sólo le da al ejecutivo federal las facultades de

promulgar una ley (un decreto de extinción de un organismo

descentralizado no es una ley), y la de ejecutar las leyes expedidas

por el Congreso de la Unión; en el decreto no se indica cuál es la ley

que se está ejecutando, es decir, el ordenamiento jurídico por el cual

el ejecutivo federal pretende tener facultades para extinguir Luz y

Fuerza del Centro a través de un decreto.

En el decreto se invocan los artículos 27, 31, 32, 32-bis, 33, 34, 35,

36, 37 y 40, de la Ley Orgánica de la Administración Pública Federal

como fundamento del decreto. En virtud de que dichos preceptos

constituyen normas complejas por contener varias fracciones

relativas a diversas atribuciones, para que se entendiera claramente

su aplicación, debió citarse la fracción o las fracciones de dichos

artículos que eran aplicables, lo que no se hizo. La competencia de

las autoridades administrativas. el mandamiento escrito que contiene

el acto de molestia a particulares debe fundarse en el precepto legal

que les otorgue la atribución ejercida, citando el apartado, fracción,

inciso o subinciso. Por tanto, citar esos artículos en la forma que se

hizo no es fundamento para emitir el decreto de extinción.

Por otra parte de la lectura de los artículos 27, 31, 32, 32-bis, 33, 34,

35, 36, 37 y 40, de la Ley Orgánica de la Administración Pública

Federal, no se desprende la facultad del presidente de los Estados

Unidos Mexicanos para emitir el decreto de extinción de Luz y Fuerza

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del Centro. Tan solo se refieren a la competencia de las diversas

Secretarías:

El artículo 27 regula la competencia de la Secretaría de Gobernación;

el artículo 31, la de la Secretaría de Hacienda y Crédito Público; el

artículo 32 la de la competencia de la Secretaría de Desarrollo Social;

el 32-bis regula la competencia de la Secretaría de Medio Ambiente y

Recursos Naturales; el 33 la de la Secretaría de Energía; el 34 la

de la Secretaría de Economía; el 35 regula la competencia de la

Secretaría de Agricultura, Ganadería, Desarrollo Rural, Pesca y

Alimentación; el 36 la de la Secretaría de Comunicaciones y

Transportes; el 37 la de la Secretaría de la Función Pública; el

artículo 40 la de la Secretaría del Trabajo y Previsión Social;

De la lectura de los anteriores artículos, se puede constatar que no

se da competencia al ejecutivo federal para emitir el Decreto por el

que se extingue el organismo descentralizado Luz y Fuerza del

Centro, y tampoco para que dichas las Secretarías tengan

competencia para emitir, aplicar o ejecutar el contenido del citado

Decreto.

En el Decreto por el que se extingue el organismo descentralizado

Luz y Fuerza del Centro se hacen valer artículos 15 y 16, de la Ley

Federal de Entidades Paraestatales.

La primera parte del artículo 15 establece los requisitos que deben

cumplir las leyes o decretos para la creación de un organismo

descentralizado. El Decreto por el que se extingue el organismo

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descentralizado Luz y Fuerza del Centro NO es un decreto de

creación.

La segunda parte del artículo 15 versa respecto del estatuto orgánico

de los organismos descentralizados.

La tercera parte del artículo 15, expresamente refiere:

…En la extinción de los organismos deberán observarse las mismas

formalidades establecidas para su creación, debiendo la Ley o Decreto

respectivo fijar la forma y términos de su extinción y liquidación.

Ahora bien, es preciso tomar en cuenta como surgió Luz y Fuerza del

Centro:

A. El 29 de diciembre de 1960, mediante la adición de un párrafo sexto

al artículo 27 constitucional, publicado en el Diario Oficial de la

Federación el Gobierno Federal ordenó la nacionalización de la

industria eléctrica y decretó la exclusividad de la nación para

generación, conducción, transformación, distribución y abastecimiento

de energía eléctrica para la prestación de este servicio público.

B. En diciembre de 1974, se publicó el acuerdo presidencial que

autorizó la disolución y liquidación de Compañía de Luz y Fuerza del

Centro S. A., Compañía de Luz y Fuerza Eléctrica de Toluca S. A.,

Compañía de Luz y Fuerza de Pachuca S. A., y Compañía Mexicana

Meridional de Fuerza, S. A., y a la Comisión Federal de Electricidad, a

adquirir de aquéllas la titularidad de sus bienes y derechos.

C. La Ley del Servicio Público de Energía Eléctrica, reglamentaria de

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la adición constitucional señalada, en el numeral que antecede,

publicada en el Diario Oficial de la Federación del 22 de diciembre de

1975, reiteró la fórmula constitucional y estableció expresamente que

la prestación del servicio público de energía eléctrica correspondiente

a la Nación, estaría a cargo de la Comisión Federal de Electricidad.

D. No obstante, en 1989 el Congreso de la Unión reformó el artículo

cuarto transitorio de la citada ley para ordenar al Ejecutivo Federal la

constitución de un organismo descentralizado encargado de prestar el

servicio público que venían prestando las concesionarias en disolución

y liquidación.

E. En ejecución del artículo 4º transitorio de dicha ley, el presidente

de aquél entonces emitió decreto el 9 de febrero de mil novecientos

noventa y cuatro por el que se creó el organismo descentralizado Luz

y Fuerza del Centro.

Debe hacerse hincapié que el artículo cuarto transitorio fue emitido por

el Congreso de la Unión en ejercicio de la facultad prevista en el

artículo 73, fracción X constitucional, así decidió que debía crearse un

organismo descentralizado a través de un decreto que debía emitir el

ejecutivo federal, esto es, el poder ejecutivo de mutuo propio no fue

quien creó a Luz y Fuerza del Centro; sí lo hizo fue porque así lo

dispuso el legislador, por tanto, sí le correspondió al legislativo decidir

la creación del organismo descentralizado referido mediante decreto

del Ejecutivo, a él le correspondía en el ámbito de su competencia

legislativa decidir sí ordenaba o no al ejecutivo emitir un decreto de

extinción del organismo descentralizado Luz y Fuerza del Centro, en

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estricto cumplimiento del último párrafo del artículo 15 de la Ley

Federal de Entidades Paraestatales. A mayor abundamiento debe

tomarse en cuenta que conforme al artículo 73 constitucional

corresponde al Congreso la exclusiva facultad de legislar sobre

energía eléctrica y nuclear, no así al presidente de la República. Es

evidente pues, que el ejecutivo federal de facto se atribuyó una

facultad que no le corresponde al decidir extinguir y liquidar a Luz y

Fuerza del Centro.

El artículo 16 de la citada ley, tampoco es el fundamento para emitir el

Decreto por el que se extingue el organismo descentralizado Luz y

Fuerza del Centro; éste se refiere a la competencia de la Secretaría de

Hacienda y Crédito Público quien en atención a la opinión de la

dependencia coordinadora del sector correspondiente, podrá proponer

al Ejecutivo Federal la disolución, liquidación o extinción de un

organismo descentralizado; sin embargo, tomando en cuenta el último

párrafo del propio artículo 15, la extinción de un organismo público

descentralizado solo puede hacerse mediante el mismo procedimiento

de su creación y en el caso de Luz y Fuerza del Centro, su creación

fue voluntad del legislador quien ordenó la formalización mediante un

decreto del ejecutivo, de dicho organismo; por tanto el procedimiento

a seguir para extinguir dicho organismo, debió ser el mismo, esto es,

correspondía al Congreso de la Unión, ordenar al ejecutivo federal la

expedición de un decreto de extinción de Luz y Fuerza del Centro; de

tal manera que si el C. Presidente pretende extinguir dicho organismo,

debe presentar una iniciativa de Ley al Congreso de la Unión, que le

autorice a extinguir dicho organismo. Lo que hizo el C. presidente fue

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invadir una esfera de competencia exclusiva del Congreso de la

Unión, al ordenar la extinción de dicho organismo sin ajustarse al

mismo procedimiento que se siguió para la creación de Luz y Fuerza

del Centro.

Pretender dar al artículo 16, de la Ley de Entidades Paraestatales un

alcance que no tiene, para concluir que el presidente de La República

tenía facultades, para mediante un acto administrativo, extinguir Luz

y fuerza del Centro implica violentar el Estado de Derecho, por virtud

del cual, como ya se dijo anteriormente en el caso de la competencia

de las autoridades, debe estarse a lo que expresamente dispone la

Ley. No caben interpretaciones extensivas, sistemáticas o de otra

índole por virtud de las cuales se pretenda adjudicarle al ejecutivo una

facultad de la que carece. Eso solo es propio de un estado arbitrario y

déspota.

Pero, como decimos los abogados, aún suponiendo sin conceder que

el C. Presidente, con base en el artículo 16 de la Ley de Entidades

Paraestatales, estuviera facultado para extinguir Luz y Fuerza del

Centro, es el caso que tampoco se cumple con los requisitos

exigidos con dicha norma para llevar a cabo su extinción. Esto puede

constatarse con la lectura de los considerandos de dicho decreto, con

ninguno de los cuales se concluye la necesidad de la extinción de

dicho organismo. Dicho precepto faculta al ejecutivo a extinguir los

organismos descentralizados creados por él, cuando:

a). Deje de cumplir sus fines u objeto

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b) Su funcionamiento no resulte ya conveniente desde el punto de

vista de la economía nacional o del interés público.

Por tanto los razonamientos que contendría un decreto de extinción

de Luz y Fuerza del Centro, debían estar encaminados a acreditar

que había dejado de cumplir la función para la que había sido creado,

a saber la prestación del servicio público, esto es el suministro de

energía eléctrica, lo cual venía haciendo dicho organismo o que su

funcionamiento no resultara ya conveniente desde el punto de vista de

la economía nacional o del interés público.

Si damos a lectura a los argumentos utilizados, ninguno de ellos se

sustenta en hechos comprobables que acrediten la existencia de

tales supuestos.

En efecto, para demostrar que desde su creación Luz y Fuerza del

Centro ha recibido transferencias presupuestarias cuantiosas, no es

suficiente señalar datos en relación con el periodo comprendido del

2001 al 2008; el ejecutivo federal justifica su actuar con la

transferencias hechas desde la creación del citado organismo, pero no

indica cuales fueron éstas. Entonces solo es un calificativo que se le

adjudica a las transferencias recibidas, que no encuentra sustento en

la realidad.

Además, para determinar si eran o no cuantiosas las cantidades

transferidas, debieron tenerse presentes las devaluaciones del peso

mexicano y los índices de inflación para determinar los montos reales

de las transferencias presupuestarias, lo que no se hizo.

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Un acto de autoridad, no puede basarse legalmente, en un hecho de

realización incierta; no puede afirmarse que las transferencias podrían

alcanzar un total de 300 mil millones de pesos durante la

administración del ciudadano Felipe de Jesús Calderón Hinojosa, para

motivar el decreto de extinción.

El artículo 16 no considera que las transferencias presupuestarias

cuantiosas sean motivo para extinguir y liquidar a un organismo

descentralizado; si así fuera muchos organismos descentralizados

que viven del presupuesto público, podrían ser extinguidos por esta

causa.

Las ventas y costos del periodo de 2001 a 2008, que refiere el decreto,

no tienen relación directa alguna con las causales de extinción

previstas en el artículo 16. La economía nacional, no está basada en

la relación de costos y ventas de un producto o servicio. Los

economistas bien saben, que su naturaleza es distinta.

Tampoco aparece en el artículo 16 en comento que la existencia de un

pasivo laboral sea causa de extinción de un organismo

descentralizado.

Además, es importante destacar que el ejecutivo federal

expresamente manifiesta que indicará unas razones, pero no todas las

razones para justificar lo que él considera un insuficiente desempeño

de Luz y Fuerza del Centro, un acto de autoridad no está debidamente

motivado sí se reconoce expresamente que hay diversas razones para

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emitirlo, pero que no se mencionarán todas; todas las causas deben

constar en el acto de autoridad.

Por cuanto a la mención del porcentaje de pérdidas totales de energía

de Luz y Fuerza del Centro que es excesivo y superior en casi tres

veces al que presenta la Comisión Federal de Electricidad, y la

precisión de que de junio de 2009 Luz y Fuerza del Centro perdió el

30.6% de energía, en tanto que dicha Comisión perdió el 10.9%; y que

casi ninguna empresa eléctrica en el mundo registra el porcentaje de

pérdidas que presenta Luz y Fuerza del Centro, no es suficiente

motivación, pues no se precisa cuáles fueron los porcentajes de

pérdidas totales de Luz y Fuerza del Centro y de la Comisión Federal

de Electricidad y menos justifica porque técnicamente pueden ser

comparables estos dos organismos, cuáles son sus similitudes que

permiten sin lugar a dudas realizar un comparación entre ambas, y

sobre todo no se indica porque Luz y Fuerza del Centro tiene las

mismas condiciones para ser comparada con otra empresa eléctrica

en el mundo, esto con independencia de no indicarse ningún nombre

de una empresa extranjera. No basta que suministre energía eléctrica

para poder hacer la comparación. Es necesario el estudio detallado

de los elementos que permitan establecer claramente las similitudes

de funcionamiento y por ende la comparación en cuanto a su

rendimiento.

El ejecutivo federal no citó ningún artículo para fundamentar la

decisión de extinguir y liquidar Luz y Fuerza del Centro con base en

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estudios comparativos con la Comisión Federal de Electricidad y otras

empresas extranjeras.

Por cuanto al señalamiento de que en 2008 Luz y Fuerza del Centro

perdió 32.5% de la energía que compra y genera para vender, y que el

valor estimado de estas pérdidas totales ascendió a casi 25 mil

millones de pesos, lo que representa el 52% de los ingresos totales

por ventas del organismo, el ejecutivo federal no precisó de dónde

obtuvo los datos, y una vez más es incongruente al indicar que los

datos son de 2008, insistiendo en establecer distintos periodos, lo que

no corresponde a una sistematización para justificar coherente y

congruentemente el desempeño de Luz y Fuerza del Centro.

La afirmación de que los costos unitarios de las obras que realizaba

Luz y Fuerza del Centro son 176% superiores respecto de los costos

de la Comisión Federal de Electricidad, es simplemente una

aseveración, no una debida motivación.

Señalar que a diciembre de 2008, Luz y Fuerza del Centro no atendió

diversas solicitudes de prestación de servicio que, en su conjunto,

representan el doble de la demanda en Acapulco, no basta. Una vez

más el ejecutivo federal insiste en manejar distintos periodos para

calificar el desempeño del organismo, esto aunado a que no precisa

en cantidad cuántas solicitudes no se atendieron, y de qué tipo, sí

fueron residenciales o industriales, estos datos eran necesarios para la

debida motivación, así como señalar de dónde se obtuvieron los datos.

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Por cuanto a que la falta o insuficiencia de suministro de energía

eléctrica es un factor importante que puede inhibir la decisión para

realizar inversiones por lo que esta situación no es sostenible,

evidentemente no es una debida motivación; en el caso, debió

demostrarse fehacientemente cuántas inversiones se han dejado de

hacer por el servicio proporcionado por Luz y Fuerza del Centro, y esto

debió hacerse desde el periodo de su creación hasta la fecha. Esta

afirmación del ejecutivo federal justificaría la desaparición de muchas

instituciones de la administración pública que no están cumpliendo con

sus objetivos, por ejemplo, la Secretaría de Seguridad Pública no ha

logrado combatir la delincuencia, y en su caso, también la inseguridad

inhibe las inversiones.

Los considerandos no están debidamente motivados porque no se

indica el documento en el cual consta la recomendación de la

Auditoría Superior de la Federación, y menos se fundamentó porque

con base en una opinión de la Auditoría Superior de la Federación

puede extinguir y liquidar a Luz y Fuerza del Centro.

El Ejecutivo Federal hace una serie de afirmaciones que no tienen

sustento, no proporciona datos precisos y confiables, que permitan

llegar a la conclusión de que Luz y Fuerza del Centro se encuentra

dentro de los supuestos del artículo 16 de la Ley Federal de Entidades

Paraestatales para su extinción, pues no se indica de dónde se

obtuvieron los datos, mediante que procedimiento y menos se

establece un periodo de comparación definido.

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También, hay indebida motivación porque el ejecutivo federal pretende

sostener que con apoyo en comparaciones ilegales, con datos citados

de periodos indistintos sin citar la fuente respectiva, se comprueba

en el en el decreto fehacientemente las causas por las cuales Luz y

Fuerza del Centro no ha logrado alcanzar la autosuficiencia financiera.

Además, es insuficiente aseverar que Luz y Fuerza del Centro

representa un costo tan elevado que no resulta conveniente para la

economía nacional ni para el interés público, esto es así porque la

venta y los costos de Luz y Fuerza del Centro no son bastantes para

determinar el efecto del organismo en la economía nacional y menos

el interés público. Se debió analizar quienes eran todos los usuarios

de Luz y Fuerza del Centro, principalmente los industriales, determinar

cuál era el costo fijo por el pago de electricidad y si éste contribuía

para hacer competitiva a la empresa frente a los precios de

electricidad pagados en otros lugares de la República mexicana y en

otros países. Igual ejercicio se debió hacer para el consumo doméstico

y cómo con el precio pagado por estos se posibilita o dificulta que

tengan acceso a una mejor calidad de vida debido al servicio público

de suministro de energía eléctrica. Dicho de otra manera, los efectos

de Luz y Fuerza del Centro en la economía nacional y el interés

público no se miden únicamente con base en sus ventas y costos, hay

otros elementos que debieron tomarse en cuenta para hacer un

análisis debidamente motivado.

Los considerandos están indebidamente motivados porque el ejecutivo

federal para motivar su decisión se basa en circunstancias

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económicas por causa de una crisis mundial, esto es, en el Decreto

por el que se extingue el organismo descentralizado Luz y Fuerza del

Centro está ejerciendo facultades legislativas en materia económica

con las cuales no cuenta. El Ejecutivo solamente puede legislar en

materia económica en los casos previstos en el artículo 131

constitucional.

Por otra parte, no basta alegar que con la extinción de Luz y Fuerza

del Centro se cumple con el principio de ejercicio eficiente del gasto

público, debió precisarse entre otros: a cuál partida del gasto público

se refería; cuál es su monto; por qué la opción de liquidar y extinguir

Luz y Fuerza del Centro era la más eficiente en comparación con

otras opciones. Pero, sobre todo para demostrar la eficiencia de la

medida de extinguir y liquidar el citado organismo descentralizado

debió indicarse cuál era el efecto deseado, esto es, no solo debió

señalarse que era para cumplir dicho principio, sino porque con base

en estudios técnicos, administrativos y jurídicos esa era la mejor

opción.

La eficiencia implica disponer de algo o de alguien para conseguir un

efecto determinado, por tanto, el ejecutivo federal debió ser preciso

por cuanto a las consecuencias benéficas de su decisión para los

usuarios. Además, debió indicar el fundamento legal que prevé que

para decidir la extinción y liquidación de Luz y Fuerza debe seguirse el

referido principio.

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Además, el ejecutivo federal debió justificar porque no decidió

continuar con la aplicación del Programa de Mediano Plazo para

racionalización del gasto prevista en el artículo 16, del Presupuesto de

Egresos de la Federación 2009 en tratándose de Luz y Fuerza del

Centro, esto es, debió exponer jurídicamente el porqué la extinción y

liquidación era una medida para la racionalización del gasto público

que debía prevalecer respecto del citado programa previsto

expresamente en el Presupuesto citado.

El ejecutivo federal incorrectamente decide en el decreto de extinción

de Luz y Fuerza del Centro que todos los derechos y obligaciones

recaerán en el gobierno federal, sin embargo, olvida que el servicio

público brindado por el citado organismo se proporciona en relación

con una materia de competencia exclusiva del Congreso de la Unión,

por eso, a este último le corresponde regular el destino de las

obligaciones, pero sobre todo de los derechos. El Constituyente

decidió que en tratándose de la prestación del servicio público de

energía eléctrica que le corresponde brindarlo exclusivamente a la

Nación, sea el Congreso de la Unión quien decida al respecto, y no el

ejecutivo.

Se disfraza el despido masivo de los trabajadores de Luz y Fuerza

del Centro, con una extinción de dicha empresa, con la pretensión de

burlar lo dispuesto en el artículo 123 constitucional que en su

fracción XXII, establece para los trabajadores el derecho a la

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estabilidad en el empleo y faculta a los trabajadores despedidos a

optar por la reinstalación en caso de despido.

Calderón se arroga la facultad de suprimir derechos de trabajadores

consagrados en la Ley Federal del Trabajo, mediante un simple

decreto, cometiendo un atentado al Estado de Derecho con

argumentos que sólo hacen ver la ineptitud de los altos funcionarios

que gobiernan este país.

Esto es así, porque de ninguna manera están facultados ni él ni sus

secretarios para privar de su trabajo a miles trabajadores mediante

un acto administrativo. Para ello, debió estarse a lo que dispone la

Ley Federal del Trabajo.

Luz y Fuerza del Centro, contaba y aún cuenta con personalidad

jurídica, independiente de la del ejecutivo federal, y si bien forma

parte de la administración pública paraestatal, ello no le priva de ser la

titular de las relaciones de trabajo con los trabajadores. Por tanto, en

su carácter de patrón, para dar por terminadas las relaciones de

trabajo de los cuarenta y tres mil trabajadores sindicalizados, en un

proceso de extinción del organismo descentralizado, debió ajustarse a

lo que dispone la Ley Federal del Trabajo en los artículos 433 al

435.

Debió acudirse previamente a la Junta Federal de Conciliación y

Arbitraje, aún cuando fuera para cubrir la más elemental apariencia de

legalidad y acreditar ante dicha autoridad laboral la existencia de las

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causas del cierre de la empresa y de la terminación colectiva de las

relaciones de trabajo.

En caso de la incosteabilidad notoria y manifiesta de la explotación,

como lo argumenta el gobierno federal, debió seguirse el

procedimiento ante la Junta Federal de Conciliación y Arbitraje,

señalado en los artículos 900 a 919, en que las partes debieron ser

oídas y ofrecer las pruebas que estimen pertinentes que sirvan a la

Junta para determinar la procedencia o no de la terminación colectiva

de las relaciones de trabajo.

Estos procedimientos se establecen precisamente para hacer

efectivas a los trabajadores las garantías individuales establecidas en

los artículos 14, 16 y 17 constitucionales, de legalidad, seguridad

jurídica y debida impartición de justicia que son el sostén

fundamental del Estado de derecho. De haber seguido el

procedimiento legal, debieron demostrar la veracidad de los mismos,

frente a los trabajadores y ante la autoridad laboral competente, lo que

no hicieron porque en realidad sus afirmaciones carecen de sustento.

Se llega así a la convicción de la flagrante violación de las más

elementales garantías constitucionales de los trabajadores de Luz y

Fuerza del Centro.

Se viola también el artículo 41 de la Ley Federal del Trabajo. Dicho

precepto establece:

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La Comisión Federal de Electricidad, está sustituyendo en sus

funciones a Luz y Fuerza del Centro, por lo que debe absorber los

derechos y obligaciones laborales que tenía Luz y Fuerza del Centro

con sus trabajadores y por tanto, debía mantener su contratación. Y

cualquier otra empresa nacional o extranjera que esté sustituyendo a

la Compañía de Luz y Fuerza del Centro, es solidariamente

responsable de dichas obligaciones en los términos que dicho

precepto establece.

Todos los derechos laborales de los trabajadores de Luz y Fuerza del

Centro, pretenden ser suprimidos tan solo con las firmas del

presidente y sus secretarios, al más puro estilo de un estado

autoritario y antidemocrático. El Estado soy yo dice el C. presidente

con ese decreto.

Pero el decreto también contiene un discurso ideológico en contra de

todos los trabajadores. Se argumenta que “el organismo registra un

pasivo laboral de 240 mil millones de pesos, de los cuales solamente

80 mil millones corresponden a trabajadores en activo y 160 mil

millones a personal jubilado.”, razón legítima, según estos

gobernantes, para dejar sin trabajo a miles de trabajadores. Eran

unos privilegiados, dicen.

Conforme a este discurso, los trabajadores no pueden aspirar a vivir

holgadamente, eso queda para los señores de los grandes negocios.

Esa calidad de vida privilegiada, si es para ellos. Si eres trabajador,

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tienes que vivir en la miseria, porque si no corres el peligro de

convertirte en enemigo público de la sociedad al que hay suprimirle

sus “privilegios” enviándolo a la larga fila de desempleados. Si eres

señor de negocios, entonces si, tienes no sólo el derecho, sino todas

las facilidades, para disfrutar de los privilegios que el Estado te

concede, bajas tarifas, venta de bienes nacionales a precios ínfimos,

evasión de impuestos, etcétera. Pero hay de aquél trabajador que con

su esfuerzo pretenda aspirar a una vida digna para él y su familia, a

una vejez segura. Merece ser señalado con el dedo flamígero de la

envidia y condenado al desprecio de la sociedad.

Este decreto no sólo fue un ataque brutal y directo a los trabajadores

de Luz y Fuerza del Centro, sino un solapado discurso dirigido en

contra de todos los trabajadores del país, para que pierdan la

esperanza de que algún día producto de su esfuerzo, puedan tener la

posibilidad de vivir dignamente y de aspirar a una vejez segura.

Ante esta ruptura del Estado de derecho, en contra de los

trabajadores; ante este discurso de desesperanza y miedo ¿Qué

hacer? Desde luego, la defensa jurídica, para hacer más patente y

demostrable el falso discurso de legalidad en que se apoya el

gobierno federal para vulnerar los derechos de los trabajadores, pero

además, negarse a aceptar el discurso que hace ver a los

trabajadores de Luz y Fuerza del Centro como corruptos, ineptos,

ineficientes, porque ese discurso va dirigido a todos los trabajadores

mexicanos y no puede aceptarse porque es falso. Quienes a pesar

de la corrupción, de la ineptitud y sumisión a intereses ajenos de los

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gobernantes han sacado adelante al país, han sido y serán los

trabajadores y trabajadoras. Deben sentir orgullo por ello y no permitir

que se les arrebate su dignidad