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Juan Schobinger Clara Abal 2
Las religiones precolombinas y la cultura de Chavn 3
LAS RELIGIONES PRECOLOMBINAS
Y LA CULTURA DE CHAVN
Juan Schobinger y Clara Abal Las religiones precolombinas y la cultura de Chavn
Universidad Nacional de Cuyo Ediciones
La AldabaFacultad de Filosofa y Letras 2009
AUTORIDADES DE LA FACULTAD DE FILOSOFA Y LETRAS: Decana: Prof. Esp. Adriana Ada Garca Vicedecana: Dra. Marta Elena Castellino Secretaria Acadmica: Prof. Claudia Hilda Paparini Secretaria de Ciencia y Tcnica: Prof. Mgter. Griselda Mara de Jess Garca
COMIT EDITORIAL: Letras: Dra. Mabel Agresti Dra. Susana Tarantuviez Filosofa: Prof. Clara Jalif Dra. Mirtha Rodrguez Historia: Dra. Patricia Barrio Dra. Liliana Ferraro Geografa: Dra. Mara Eugenia Ceppano Dra. Gladys Molina Lenguas Extranjeras: Prof. Laura Hlavascka Prof. Raquel Partemi Ciancias de la Educacin: Prof. Mara del Carmen Carri Prof. Marcela Comastri
DIRECCIN EDITORIAL: Porf. Stella Marys Ballarini
DISEO GRFICO: Lic. Clara Luz Muiz
ISBN 978-950-774-155-5 Impreso en Argentina Hecho el depsito que marca la Ley 11.723
2009 Schobinger, Juan Las religiones precolombinas y la cultura de Chavn / Juan Schobinger y Clara Abal ; dirigido por Juan Schobinger y Clara Abal. - 1a ed. - Mendoza : Facultad de Filosofa y Letras - Universidad Nacional de Cuyo, 2009. 190 p. : il. ; 20x14 cm. - (Jarilla) ISBN 978-950-774-155-5 1. Historia de las Civilizaciones. I. Abal, Clara II. Schobinger, Juan, dir. III. Abal, lara, dir. IV. Ttulo CDD 909
Editorial La Aldaba y Editorial de la Facultad de Filosofa y Letras de la Universidad Nacional de
Cuyo. Parque General San Martn, Ciudad de Mendoza (5500) Tel: (261) 4135000, int 2240 y 2256 Editorial:editorial@logos.uncu.edu.ar Canje: canje_ffyl@logos.uncu.edu.ar
Ninguna parte de esta publicacin, incluido el diseo de la tapa, puede ser reproducida, almacenada o transmitida de manera alguna ni por ningun medio, ya sea electrnico, qumico, ptico, de grabacin o de fotocopia, sin permiso previo del editor.
Juan Schobinger Clara Abal 2
Facultad de Filosofa y Letras
EdicionesLa Aldaba
LAS RELIGIONES PRECOLOMBINAS
Y LA CULTURA DE CHAVN
Juan Schobinger Clara Abal de Russo
ndice
pg.
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Advertencia Preliminar 1
Primera Parte: Las religiones precolombinas. Una visin arqueolgica.
3
Captulo I. Introduccin 5
Captulo II. Las culturas de los cazadores 7
Captulo III. Las culturas de los agricultores y ceramistas
9
Captulo IV. Culturas templarias antiguas
A) Per (aprox. 2300-0 a. C.)
B) Mesoamrica (aprox. 1300-0 a. C.)
17
17
24
Captulo V. Ideas y prcticas religiosas de las altas culturas estatales
A) Mesoamrica (0-1521)
a) Maya
b) Mxico central
B) rea Andina Central (Per y N. W. de Bolivia) (0-1532).
a) Culturas preincaicas
b) El Imperio Incaico
27
27
27
32
36
36
40
Captulo VI. Conclusin 44
Bibliografa 46
Segunda Parte: Chavn de Huntar. Arte y Simbolismo
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Introduccin 53
Captulo I. El lugar y su gente. 55
Captulo II. La regin y las ruinas.
Smbolos y arquetipos
Otros smbolos arquetpicos
Los smbolos en Chavn de Huntar
El felino en Chavn de Huntar
El guila-arpa
guilas versus jaguares
La serpiente
El alucingeno y la cruz
El caimn
Otras representaciones
El Lanzn
El Obelisco Tello
La Estela Raimondi
La cermica y otras manifestaciones
Enfoque semiolgico para el arte de Chavn
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75
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Eplogo 99
Bibliografa 101
Advertencia preliminar
Ambas partes de este libro fueron publicadas separadamente, hace ms de una dcada, por la Editorial Almagesto de Buenos Aires. Habindose agotado y habiendo desaparecido esta editorial, los autores decidieron aceptar la invitacin de la Editorial de la Facultad de Filosofa y Letras para una reedicin actualizada, en un slo volumen, en vista de que ambos temas se complementan.
Aunque sobre base arqueolgica, los autores han intentado una visin antropolgica amplia para lograr un aporte al conocimiento de la Civilizacin Andina en un aspecto importante como lo es el simblico-religioso, destinado a un pblico general.
J.S.
C.A.R.
Mendoza, Abril 2008
Primera parte:
Las religiones precolombinas:
Una visin arqueolgica
Juan Schobinger*
* Profesor Emrito de Arqueologa. Universidad Nacional de Cuyo, Mendoza, Argentina.
Captulo I.
Introduccin
Hace poco ms de 500 aos se produjo el descubrimiento de Amrica para los europeos del oeste y del sur. (Los del norte ya la haban descubierto cinco siglos antes, aunque su presencia dur poco tiempo). Nadie discute la significacin histrica de esa fecha, pero las interpretaciones difieren. La visin de los vencidos (Len-Portilla, 1972) difiere obviamente de la de los vencedores. Estos siempre creyeron que, por el hecho de serlo, eran superiores a aqullos; por lo tanto, no haca falta conocerlos y comprenderlos. No era sta la tesitura, an, de nuestros abuelos? Pero en el siglo XVI an no existan las disciplinas que hoy da se engloban dentro de la ciencia antropolgica. Para ello hubo que esperar a los finales del siglo XIX y a su desarrollo en el siglo XX, incluso en el mbito americano. Aqu hubo que superar trabajosamente antiguas teoras y especulaciones. Y no fue antes de la dcada del 50 que se puso en prctica una etnohistoria de las altas culturas del oeste americano que fuera ms all de la superficialidad etnogrfica, y que combinada con los grandes progresos de la arqueologa permitiera entrever la complejidad y profundidad del alma precolombina. Slo poco a poco estamos logrando avances en la supresin de la imagen distorsionada del indio americano.
El continente que impensadamente se interpuso entre Coln y las verdaderas Indias es enorme. Abarca todos los climas y paisajes. Su poblamiento es antiguo (50.000 aos segn datos arqueol-gicos ms recientes), sus poblaciones variadas y portadoras de toda la gama de formas culturales conocidas. Hablar de sus religiones en apenas unas pocas pginas es obviamente imposible. Y el hombre americano no
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merece tal reduccin y simplificacin, en algo cuya real complejidad recin estamos comenzando a entrever. Con tal advertencia, intentaremos, sin embargo, esta sntesis, en donde pondremos el acento en el proceso de formacin y desarrollo de las antiguas religiones amerindias. (En realidad, para ello habra que hacer una historia socio-cultural completa, ya que las culturas paleo-americanas tienen una esencial base religiosa, tal como se dio tambin en las del Asia antigua).
En trminos generales, cabe decir que las ideas y prcticas religiosas precolombinas tienen una ntima conexin con una cosmovisin que surge de una mentalidad fuertemente opuesta a la nuestra, intuitiva (ms que racional), abierta a la naturaleza y al cosmos (y no encerrada en el ego), comunitarista (y no individualista), en la que todo lo visible es smbolo de una realidad mayor, de la que depende. Amrica y aqu hablamos sobre todo de las altas culturas- representa una notable conservacin de la mentalidad mgico-mtica que constituye uno de los grandes jalones en la evolucin cultural de la humanidad. Por eso, el choque producido en el siglo XVI no fue slo entre culturas externas, o entre razas, o entre productos histricos distintos; no fue de ms progresados contra retrgrados, ni de civilizados contra brbaros. Fue, esencialmente, entre dos estados de conciencia. Tal vez por ello fue tan doloroso.
Captulo II.
Las culturas de los cazadores
En nuestro recorrido a travs del tiempo, nos remontamos a las etapas antiguas de la prehistoria. Debemos admitir que no sabemos nada acerca de las religiones de los cazadores paleolticos americanos. Desde unos 11.000 a.C. sus industrias se caracterizan por diversos tipos de puntas de proyectil, y dos o tres mil aos despus, ya terminada la Edad Glacial, comienzan algunos de sus grupos a ejecutar pinturas rupestres en los abrigos rocosos del N. E. y E. del Brasil y del sur de la Patagonia. Uno de sus motivos, las manos pintadas en negativo, son idnticas a las de las cavernas del Paleoltico Superior de Francia y Espaa, y permite suponer que reflejan un rito similar al que practicaban los cazadores de Europa occidental cinco o seis mil aos antes. Las pinturas de animales (guanacos) y de manos continan hasta casi fines de la era precristiana, en que son sustituidas por dos nuevas modalidades estilsticas: los grabados con smbolos biomorfos (inspirados sobre todo en las improntas de diversos animales y tambin del pie humano), y las pinturas geomtricas de diversa complejidad. Estas ltimas llegan casi hasta tiempos etnogrficos, y su significacin mgico-religiosa ha sido demostrada (como la tiene en mayor o menor grado casi todo el arte rupestre universal). (Fig. N 1)
Para esta etapa signada por lo que se ha denominado- mentalidad mgica (Gebser, 1949)- las prcticas rituales debieron ser relativamente simples, pudiendo suponerse la existencia de un proto-shamanismo, combinado con la llamada magia de caza. Esta explicara las escenas de hombrecillos siguiendo o rodeando los camlidos en movimiento, en los abrigos del Ro Pinturas en la provincia argentina de Santa Cruz, como tambin en algunos sitios de la Sierra peruana y del norte de Chile,
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dominio de los cazadores-recolectores andinos que se expandieron por esas zonas y por el altiplano boliviano entre unos 8.000 y 4.000 a.C. (Schobinger, 1988). En otros casos, la idea de la fertilidad debi jugar un papel, con lo que tendramos otra analoga con los cazadores prehistricos del Viejo Mundo. No sabemos si en Amrica lleg a desarrollarse un verdadero totemismo (que, por otra parte, ms que una religin es un sistema social). Por supervivencias etnogrficas (que no estudiaremos en detalle aqu) puede suponerse que una variante del mismo se desarroll entre pueblos de Norteamrica y tal vez del norte de la Patagonia. Tambin por supervivencias etnogrficas que se han dado en la isla de Tierra del Fuego (los cazadores Ona y los recolectores-pescadores Ymana) podemos entrever un rico animismo expresado en danzas rituales por parte de enmascarados, junto con prcticas de iniciacin, pinturas corporales, etc., que alcanzaron a ser bien documentadas en la segunda dcada de nuestro siglo por Martn Gusinde, antes de su lamentable extincin en las dcadas siguientes. No hay aqu mayores signos de un culto animalista como s lo habra en el loncomeo danza del avestruz- de las tribus del norte de la Patagonia, que tambin fue adoptado por sus vecinos araucanos.
En el afn de identificarse o de corporizar seres superiores (espritus) podemos ver en germen entre los cazadores algo que tom forma ms definida en las culturas paleoagrcolas: el peculiar shamanismo americano.
Captulo III. Las culturas de los agricultores y los ceramistas (Fig. N2)
Si bien el shamanismo se da en su forma prototpica entre pueblos cazadores del centro y noreste del Asia, formas o variantes del mismo se dan tambin entre pueblos americanos que se encuentran en el estadio agrcola. Ello sugiere que el shamanismo est asociado, ms que a una forma exterior de cultura o de economa, a un tipo de mentalidad. Se ha dicho que la religiosidad americana es de naturaleza esencialmente shamanstica, y esto explicara que hasta en las altas culturas se trasluzcan ritos de este tipo, al menos en sus fases iniciales. (Ver acpite IV).
Consideramos que el shamanismo surge en el Asia y en Amrica como un intento, mediante tcnicas ms o menos artificiales, de recuperar un contacto ntimo con el mundo y sus fuerzas inmanentes (consideradas como divinas), que se haba dado naturalmente en las etapas ms antiguas de la humanidad. Aunque de un nivel ms primitivo que los ritos de iniciacin vigentes en las culturas del Mediterrneo y del oeste de Asia, el shamanismo americano tambin da origen a un peculiar esoterismo, cuyas manifestaciones pueden detectarse tanto en las culturas templarias (cultistas) de Mesoamrica y Per (Olmecas, Chavn, etc.), como en algunas culturas de nivel medio (agro-alfareras) del Area Andina Meridional y de la cuenca amaznica (por ej, los Mapuche o araucanos de Chile).
Veamos ahora algunas manifestaciones arqueolgicas corres-pondientes a los primeros pueblos de nivel neoltico, y luego datos ms concretos entre etnias de ese nivel cultural existentes en la poca de la conquista.
Como en el Asia Occidental, hubo en nuestro continente varios milenios de "agricultura incipiente, precermica, cuyos vestigios se han encontrado tanto en Mesoamrica como en zonas del rea Andina. De sus prcticas religiosas no sabemos nada, hasta la poca ubicada
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alrededor de 2300 a. C., en que comienzan a aparecer construcciones ceremoniales, primeramente en la costa central del Per y poco despus en el interior cordillerano. (Ambas zonas se hallaban en un constante intercambio de productos, sobre todo despus de la aparicin de la cermica alrededor del ao 1800 a. C., en que la agricultura ya est plenamente desarrollada y en que se comienzan a extender los canales de regado a lo largo de los valles).
Llama la atencin el hecho de que ya mil aos antes existieran comunidades sedentarias y ceramistas en Colombia y Ecuador. Aqu, sobre la costa pacfica y algo al interior, tenemos el primer grupo relativamente bien conocido: la cultura de Valdivia, fechada radiocarbnicamente entre unos 3300 y 1500 a. C. Tras una fase con cermica local, se inicia otra con una rica cermica con variados motivos incisos, que muestra notables analogas con la decoracin de una cultura contempornea de las islas meridionales del Japn, denominada Jomon. (Cuando se descubrieron estas analogas, hace unos 40 aos, se plante la hiptesis de un contacto trans-pacfico. A pesar de ser puesta en duda o rechazada por algunos, dicha hiptesis nos parece aceptable1). No se trata de una cultura de modestos pescadores como se crea al comenzarse su estudio hace dcadas. Junto a un creciente intercambio de productos (en el que jugar un importante papel la concha Spondylus de la costa pacfica ecuatoriana, de vetas rojas y blancas), estas tempranas comunidades neolticas se multiplican y desarrollan en su seno una creciente actividad religiosa. Durante el tercer milenio a. C. algunas aldeas de la cultura Valdivia se convierten en centros ceremoniales, con montculos que rodean a un gran patio. (El sitio mejor conocido es Real Alto, situado a unos 20 km de la costa). Hermosas estatuillas femeninas de cermica constituyen su principal manifestacin artstica, a las que se agregan algunos dolos antropomorfos esquemticos de piedra. Las estatuillas femeninas consti- 1 Desde que existi la navegacin de altura, pudo haber habido llegadas ocasionales de embarcaciones con pescadores o comerciantes al Nuevo Mundo. El problema consiste en qu medida influyeron sobre el desarrollo cultural americano. Mientras las posibles llegadas a travs del Atlntico no tuvieron significacin, s pudieron tenerla las llegadas desde el E. y SE del Asia a travs del Pacfico. El contacto desde Jomon sera el primero de cuatro momentos detectables arqueolgicamente; los tres siguientes seran: China y cultura megaltica de Indonesia a Mesoamrica, II-I milenio a. C.; influencias hind-budistas sobre Mesoamrica, milenio I d. C., influencias polinesias sobre el oeste sudamericano, milenio I d. C. (Gardini, 1978).
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Apndice de Figuras
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