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A C U E R D O
En la ciudad de La Plata, a 12 de octubre de
2011, habiéndose establecido, de conformidad con lo
dispuesto en el Acuerdo 2078, que deberá observarse el
siguiente orden de votación: doctores Kogan, Pettigiani,
Hitters, Soria, de Lázzari, Negri, se reúnen los señores
jueces de la Suprema Corte de Justicia en acuerdo ordinario
para pronunciar sentencia definitiva en la causa C. 93.712,
"Parque Náutico Privado Boat Center contra In Gevana S.A. y
otra. Interdicto de obra nueva".
A N T E C E D E N T E S
La Sala II de la Cámara de Apelación en lo
Civil y Comercial del Departamento Judicial San Isidro
confirmó el fallo de primera instancia que había rechazado
la acción intentada.
Se interpuso, por la actora, recurso
extraordinario de inaplicabilidad de ley.
Dictada la providencia de autos y
encontrándose la causa en estado de pronunciar sentencia,
la Suprema Corte resolvió plantear y votar las siguientes
C U E S T I Ó N E S
1ª) ¿Ha sido bien concedido el recurso
extraordinario de inaplicabilidad de ley?
En su caso:
2ª) ¿Es fundado el mismo?
V O T A C I Ó N
A la primera cuestión planteada, la señora
Jueza doctora Kogan dijo:
1. La Cámara entendió que yerra la apelante
cuando pretende revertir lo decidido en la sentencia del
juez de primera instancia en razón de las infracciones al
"reglamento de construcción" en que ha incurrido la
accionada y no por los daños que puedan derivarse de dicha
infracción; y que la valoración de las pruebas rendidas no
permite tener por demostrado el perjuicio actual, futuro o
potencial.
2. El recurrente fundamenta su reclamo
básicamente en que "la sola infracción al reglamento de
Construcción autoriza el interdicto de obra nueva, sin
necesidad alguna de probar la existencia de un daño real o
eventual, presente o futuro" (v. fs. 418).
3. En lo que resta de mi voto voy a tomar en
lo pertinente, lo dicho por esta Corte en la causa Ac.
84.042 (sent. del 1-III-2004), con el voto del doctor
Roncoroni que hizo mayoría.
4. Son numerosos los precedentes de esta
Corte sobre la inadmisibilidad del recurso extraordinario
de inaplicabilidad de ley interpuesto contra la sentencia
de la Cámara que puso fin a la instancia ordinaria en un
proceso interdictal de obra nueva, en tanto no reviste
carácter de definitiva a los fines del art. 278 y conc. del
Código Procesal Civil y Comercial (Ac. 70.723, sent. del 8-
III-2000; Ac. 50.323, sent. del 29-VIII-1995,
"Jurisprudencia Argentina", 1995-IV-605 y "Acuerdos y
Sentencias", 1995-III-329, "La Ley", 1996-5; Ac. 50.040, I.
19-V-1992, Ac. 41.060, sent. del 22-V-1990; Ac. 35.136,
res. del 30-VII-1985, Ac. 31.229, res. del 4-V-1982; Ac.
27.008, res. del 7-VI-1978).
No obstante ello, el señor Juez doctor
Hitters ha destacado que el principio señalado no es
absoluto o rígido y depende de las circunstancias
particulares de cada caso (Ac. 70.723 y Ac. 50.323 ya
citados).
Tal es lo que ocurre cuando la sentencia
decide la inexistencia de daño y le cierra a la actora la
posibilidad de reclamar posteriormente por los perjuicios
que dice sufrir por las obras vecinas o cuando la sentencia
mandaba destruir lo construido.
Tengo para mí, que el criterio explicitado
por dicho magistrado en aquellos votos es compartible sólo,
en tanto y en cuanto, se den las mismas o similares
circunstancias excepcionales que enmarcaban aquellos casos
y que, necesario es decirlo, no se advierten en el
presente. En uno y otro hubo pronunciamiento sobre la
cuestión de fondo en sentencias que clausuraron un debate
que no podía renovarse en otro proceso. Y nada de esto
acontece en el caso que aquí nos convoca.
En efecto -reitero- en estos autos la Cámara
ha juzgado que "el ámbito interdictal no es el idóneo para
debatir violaciones a las reglamentaciones internas
aceptadas por los copropietarios del complejo edilicio de
la actora y no ha de haber resolución sobre su cumplimiento
o no en el marco procesal instrumentado para la defensa
expeditiva de la posesión o de la tenencia" (v. fs.
394/399); y el recurrente centra su crítica en la
consideración de que la sola infracción al Reglamento de
Construcción autoriza el interdicto (v. fs. 412/421).
En suma, no se ha debatido sobre la
perturbación de la posesión o tenencia de quien la disfruta
con relación a un inmueble determinado y por la obra nueva
que se encuentra iniciada y en vías de desarrollo (art.
613, C.P.C.C.), sino del cumplimiento o incumplimiento de
las normas contractuales que, bajo el formato de reglamento
interno, rigen la vida y las relaciones de quienes han
tomado la decisión de adquirir un fundo en el ámbito
peculiar de un "club de campo", disponiendo a la vez de
espacios en donde poder disfrutar exclusivamente de su
privacidad y de otros en donde debe tolerar el disfrute
compartido.
Respecto de la pretensión interdictal no hay
pronunciamiento sobre la suerte o existencia del derecho de
fondo discutido, por lo que considero no puede juzgarse que
nos encontremos frente a un supuesto que excepciona el
principio general (arts. 600, 613, 614, 616 del Código
Procesal Civil y Comercial).
Ello es así, pues una sentencia no es
definitiva a los fines del recurso extraordinario de
inaplicabilidad de ley porque configure el acto jurídico
procesal que proporciona un adecuado remate al proceso,
concluyéndolo normalmente (arts. 163 y 164, C.P.C.C.), sino
porque cancela toda posibilidad de una ulterior atención
jurisdiccional del derecho o interés lesionado. Vale decir,
cuando puede decirse que aquel remate del proceso además de
adecuado es definitivo, al extinguir, de allí en más y para
siempre (salvo los supuestos de revisión) el derecho de
acción y contradicción de una y otra parte sobre la materia
en litigio.
5. Por los fundamentos expuestos voto por la
negativa.
A la primera cuestión planteada, el señor
Juez doctor Pettigiani dijo:
Esta Corte en numerosos precedentes ha
decidido que no reviste, en principio, el carácter de
definitiva en los términos del art. 278 y concs. del Código
Procesal Civil y Comercial, la sentencia recaída en juicios
de interdicto de obra nueva (conf. causas Ac. 27.008,
resol. del 7-VI-1978; Ac. 31.229, resol. del 4-V-1982; Ac.
35.136, resol. del 30-VII-1985; Ac. 35.421 del 11-III-
1986).
Sin embargo no fue ese el criterio
sustentado en otras causas donde -con distintos supuestos
fácticos- se les ha otorgado aquel carácter ya sea en forma
expresa o implícita (conf. causas Ac. 19.281, resol. del
19-XII-1972; Ac. 24.735, resol. del 15-XI-1977; Ac. 25.890,
resol. del 13-XII-1977; Ac. 29.169, sent. del 14-X-1980, en
"Acuerdos y Sentencias", 1980-III-345; Ac. 25.735, sent.
del 19-XII-1978; Ac. 36.455, sent. del 4-X-1988).
Como se ha destacado anteriormente (v. causa
Ac. 50.323, "Correa c/López de Muñoz", sent. del 29-VIII-
1995; en "Jurisprudencia Argentina", 1995-IV-605; "Acuerdos
y Sentencias", 1995-III-329, "La Ley Buenos Aires", 1996-5)
y lo reiterara en mi voto en la causa Ac. 84.042, sent. del
1-III-2004, que quedara minoritario, el concepto de
sentencia definitiva tiene en miras definir qué cuestiones
llegan a esta Corte -el último peldaño procesal para el
quejoso en el ámbito bonaerense- a fin de saber si están
acabadamente falladas, es decir, si no le queda al
perdidoso ninguna otra posibilidad de juzgamiento.
En aquella oportunidad dijo el doctor
Hitters -causa Ac. 50.323, sent. del 29-VIII-1995- con
palabras que, por compartirlas, habré de hacer mías "que el
cuerpo casatorio -como sostenía Geny- era el censor final
de la interpretación del derecho vigente; de ahí que no
resulte procedente traer a estos estrados temas que todavía
tienen la posibilidad de ser decididos en instancias
inferiores".
"En tal sentido -y desde la perspectiva
funcional- fácil es entender lo hasta aquí dicho, pues no
resultaría prudente que el máximo tribunal fuera abarrotado
de causas cuya tramitación no está definitivamente
finiquitada y puedan canalizarse ante otros jueces".
"La Constitución de la Provincia de Buenos
Aires, en el ap. 'a' del inc. 3º del art. 161 de su texto
actual (art. 149 inc. 1 anterior a la reforma de 1994),
dispone que la Suprema Corte debe inspeccionar por vía del
recurso extraordinario de inaplicabilidad de ley, las
sentencias emanadas de los tribunales de Justicia en última
instancia" (ídem ap. "b". del mismo inciso y artículo para
el recurso de nulidad).
"A su vez, el art. 278 del Código Procesal
Civil y Comercial, en su tercer apartado, aclara el
concepto anterior al decir que a los efectos de los
recursos sub examine se entenderán por sentencias
definitivas las que, aún recayendo sobre una cuestión
incidental, 'terminen la litis y hagan imposible su
continuación'".
"Alsina expresó que este concepto está
referido a la irreparabilidad del perjuicio, de tal modo
que si el agravio es superable por otro canal, el fallo
carece de aquella condición ('Derecho Procesal Civil', t.
IV, pág. 296)".
"Carreras -aludiendo al derecho español, que
en esto es similar al nuestro- con buen criterio ha
destacado que en puridad de verdad 'sentencia definitiva' y
'resolución susceptible de casación' no son conceptos
sinónimos. Algunos fallos a pesar de tener la primera
característica, no toleran estos carriles, por ejemplo,
cuando están por debajo del tope pecuniario del art. 278
del Código Procesal Civil y Comercial, para el recurso de
inaplicabilidad. En cambio otros que no la poseen, pueden
ser atacados por tales conductos, verbigracia los que
deciden la indexación en un juicio ejecutivo (Fenech-
Carreras, 'Estudio del Derecho Procesal', Barcelona,
España, pág. 605)".·
"En verdad importa más a los fines de la
determinación del concepto de definitividad, el 'efecto' de
la sentencia con relación al proceso, que su propio
'contenido' (De la Rúa, 'El recurso de casación', pág.
193). Como dije, lo que en verdad interesa conocer es si al
impugnante la queda -o no- otra vía jurídica para
solucionar sus agravios, pues si tiene la posibilidad de
peticionar ante algún órgano jurisdiccional, el carril
extraordinario no queda habilitado. Claro está que dicha
regla -como todas- debe manejarse con 'razonabilidad', ya
que si el camino pergeñado por la ley adjetiva es muy
tortuoso, o si se presume que en caso de ser utilizado por
el afectado, la solución será tardía, en esas situaciones
de excepción, el fallo aunque por su 'contenido' no sea
definitivo, produce efecto de tal (C.S.J.N., in re,
'Burman, Leonardo c/Álvarez, Joaquín', publicado en
'Jurisprudencia Argentina', 1983, boletín nº 5308, del 25
de mayo de 1983, t. II, pág. 446)".
En síntesis, atento a la acción deducida en
las presentes actuaciones, cabe señalar que y conforme se
advirtiera por el mismo colega en Ac. 70.723 (sent. del 8-
III-2000) al que prestara mi adhesión, no es "... baladí
acotar que el 'estándar' analizado -sentencia definitiva-
no debe enmarcarse en un concepto rígido, pues depende
siempre de las particularidades de la causa. Tan es ello
así que el dispositivo sentencial recaído en un juicio de
interdicto no puede -por regla- verse como definitivo, pues
el art. 616 del Código Procesal Civil y Comercial de esta
provincia, permite -en algunos casos- el ejercicio
posterior de las acciones reales".
Mas en la especie, considero que nos
hallamos frente a un pronunciamiento equiparable a
definitivo constituyendo éste un supuesto de excepción al
principio antes mencionado por el grave perjuicio que
podría seguirse para los vecinos y copropietarios como
consecuencia de la prosecución de una obra susceptible de
afectar sus derechos, en cuanto la misma pudiera
contravenir los reglamentos que rigen la vida del
denominado "country club" del que forman parte (conf. doct.
art. 278, C.P.C.C.).
Es que en la cuestión debe analizarse,
atendiendo a las particulares circunstancias de cada caso,
si le queda al quejoso alguna otra posibilidad de reabrir
el debate y someter a nuevo juzgamiento el derecho que
esgrime. Expresándolo de otra manera: si la cuestión puede
renovarse en otra oportunidad, el pronunciamiento no goza
de la indispensable "definitividad"; de lo contrario, el
fallo es definitivo y, consecuentemente, puede ser objeto
del recurso extraordinario.
Lo que me lleva a declarar que la sentencia
dictada en este caso posee esa nota, además de las razones
adelantadas y las desarrolladas en el voto que me precede,
es la declaración de la Cámara actuante que aparece a fs.
396 in fine. Allí, lisa y llanamente, se juzga que "en el
caso la valoración de las pruebas rendidas conforme las
reglas de la sana crítica (arts. 384, 456, 474 y cc. del
C.P.C.C.) no permite -lo adelanto- tener por demostrado el
perjuicio actual, futuro o potencial que denuncia la actora
como sustento de su demanda por lo que habrá de confirmarse
la sentencia apelada" (Lógicamente, el subrayado me
pertenece). Una aseveración de tal magnitud se alza como un
valladar insalvable para el inicio de una nueva acción,
desde que ella misma resulta ser el juzgamiento de la
cuestión central, haciendo que el tema no pueda reeditarse
en una posterior instancia.
Por lo expuesto, voto por la afirmativa.
A la primera cuestión planteada, el señor
Juez doctor Hitters dijo:
Adhiero al voto de mi distinguido colega, el
doctor Pettigiani, quien ha tenido la deferencia de
recordar las consideraciones elaboradas al pronunciarme en
la causa Ac. 70.723, sent. del 8-III-2000.
Voto por la afirmativa.
A la primera cuestión planteada, el señor
Juez doctor Soria dijo:
1. Ateniéndome al modo en que resolvió la
alzada el caso llevado a su conocimiento y a los concretos
agravios articulados por el recurrente, he de prestar mi
adhesión al voto de la doctora Kogan.
a. En el sub examine, el hecho de que la
Cámara de Apelación tras afirmar la inidoneidad de la vía
interdictal para discutir la violación por parte de un
copropietario del reglamento interno del complejo edilicio
actor (v. fs. 395), se pronunciara sobre la falta de
acreditación de un perjuicio actual, futuro o potencial (v.
fs. 396 y ss.), no justifica el apartamiento de la doctrina
a la que alude la ponente.
Basta señalar que en su pieza recursiva la
parte actora no cuestiona tal parcela de la decisión. Antes
bien, reiterando los conceptos vertidos al expresar
agravios ante la alzada -oportunidad en la que dijo que la
pretensión se basó en las infracciones al reglamento de
construcción y no en los daños que podían derivarse de
aquéllas (v. fs. 365 vta.)- arguye la procedencia del
interdicto en razón del obrar antirreglamentario del
demandado, con prescindencia de que se pruebe la existencia
de daño alguno (v. fs. 418 y ss.).
b) De otra parte, no resulta aplicable al
sub lite la doctrina sentada en el Ac. 81.456, in re
"Venturino" de 19 de marzo de 2003. En dicho precedente, el
carácter definitivo asignado al pronunciamiento tuvo
presente -de un lado- que se había ordenado la demolición
de la obra nueva y -del otro- que el rechazo de la
pretensión resuelto por la alzada se asentó en la ausencia
de una conducta contraria a la ley 13.512 y al Reglamento
de Copropiedad, convalidando de tal modo el obrar que la
accionante tachaba de antirreglamentario. Distinta resulta,
por cierto, la situación planteada en el presente caso en
donde la Cámara no se pronunció por la inexistencia de
infracción al referido reglamento ni ordenó la demolición
de lo construido.
c. Tampoco puede predicarse la definitividad
de la sentencia con sustento en lo fallado por esta Suprema
Corte en Ac. 82.261, in re "Caimi", sentencia de 1 de abril
de 2004. La pretensión deducida en dicha causa si bien
tramitó por el carril interdictal -por remisión del art. 8
de la ley 13.512- no constituía en rigor un verdadero
interdicto, sino un proceso de conocimiento que hacía cosa
juzgada material, sin admitir un juicio ordinario ulterior.
Ahora bien, el citado art. 8 regula el procedimiento en
aquellos supuestos en que se controvierte la ejecución de
obras en partes comunes del edificio, lo que no acontece en
estos actuados, sin que el interesado alegue siquiera que
corresponda extender tal solución por analogía cuando se
trate de obras sobre partes privativas. A la par, la
decisión allí recaída ordenaba la demolición de la obra,
situación que tampoco aparece presente en el sub lite.
2. En síntesis, en la especie, no se
advierten circunstancias excepcionales que justifiquen
apartarse de la doctrina jurisprudencial vigente en la
materia máxime cuando -insisto- el fallo en crisis no se ha
expedido en torno a la existencia o inexistencia de un
obrar antirreglamentario del accionado y el rechazo de la
pretensión articulada en autos no cierra otras vías para
canalizar el reclamo de la parte actora, no habiendo ésta
alegado ni demostrado que la remisión del debate a otro
proceso le genere un perjuicio de imposible o dificultosa
reparación ulterior. Por lo demás, en lo que atañe a la
falta de acreditación del perjuicio, como ya dijera, no fue
cuestionado por la interesada.
En consecuencia, voto por la negativa.
El señor Juez doctor de Lázzari, por los
mismos fundamentos del señor Juez doctor Pettigiani, votó
la primera cuestión planteada también por la afirmativa.
A la primera cuestión planteada, el señor
Juez doctor Negri dijo:
Adhiero a los fundamentos expuestos en el
último, penúltimo y antepenúltimo párrafo del voto del
doctor Pettigiani.
Con tal alcance, doy mi voto por la
afirmativa.
A la segunda cuestión planteada, la señora
Jueza doctora Kogan dijo:
1. La actora "Parque Náutico Privado Boat
Center", por apoderado, inició interdicto de obra nueva
contra "Ingevama S.A." en su carácter de propietario de una
unidad funcional en el mentado Parque Náutico.
Adujo que la construcción de dicha unidad
vulnera los reglamentos de copropiedad y edificación del
Parque Náutico. Denunció así que la demandada propietaria
de la parcela 67 c, Subparcela 224, unidad funcional 00164,
del complejo "Parque Náutico Privado Boat Center" comenzó
la construcción de una vivienda sin respetar el retiro de
siete metros que prevé el reglamento de edificación
oportunamente aprobado por el consorcio. Agregó que esos
siete metros, aún cuando titularmente le son propios,
tienen una especie de servidumbre que los torna comunes
porque son indispensables para el mantenimiento del
tablestacado que beneficia a la comunidad y hace factible
la existencia misma de los clubes náuticos (v. fs. 27/33).
Solicitó hasta tanto se dilucide la cuestión, una medida de
no innovar a fin de evitar se continúe la obra realizada en
contradicción al mentado reglamento.
El juez de primera instancia rechazó el
interdicto promovido y la alzada confirmó el fallo. Para
así resolverlo fundó su decisión en que:
a) El ámbito interdictal no es el idóneo
para debatir violaciones a las reglamentaciones internas
aceptadas por los copropietarios del complejo edilicio de
la actora y no ha de haber resolución sobre su cumplimiento
o no en el marco procesal instrumentado para la defensa
expeditiva de la posesión o de la tenencia.
b) Para que proceda el interdicto de obra
nueva no es absolutamente indispensable el daño actual pues
basta el futuro o eventual, y tal presupuesto no se ha
acreditado en autos.
2. Contra dicho pronunciamiento se alzó la
parte actora por vía del recurso extraordinario de
inaplicabilidad de ley en el que denunció infracción a los
arts. 1138 y 1197 del Código Civil; 8 y 9 ley 13.512 y su
respectiva reglamentación. Adujo, en suma, que se inaplicó
en el fallo la doctrina de este Tribunal que establece que
la sola infracción al reglamento torna viable el interdicto
de obra nueva, sin necesidad alguna de probar la existencia
de un daño real o eventual, presente o futuro (causa
"Venturino, María E. y otro c. Bemeyto María G. Interdicto
de obra nueva").
Concluyó que el retiro que exige el
reglamento hace referencia al lote de propiedad del
consorcista demandado en toda su extensión, o sea que al no
tratarse de una parte común del consorcio actor, no existe
posibilidad alguna de promover otra acción de carácter
ordinario (acción real) que pueda solucionar el conflicto.
3. El recurso no puede prosperar.
a) En primer lugar no se ha infringido en el
fallo la doctrina legal que emerge de la causa Ac. 81.456
"Venturino..." como denunció el recurrente.
Al plantear su agravio el impugnante
transcribió lo resuelto por este Tribunal en la causa
mencionada -en la que se peticionaba la demolición de una
construcción en infracción a la ley 13.512- para decidir la
primera cuestión traída, referida a si había sido bien
concedido el recurso extraordinario de inaplicabilidad de
ley y se concluyó allí -igual que en este caso- que la
respuesta era afirmativa.
Ahora bien al tratar en el precedente la
segunda cuestión (¿Es fundado el recurso extraordinario de
inaplicabilidad de ley?) esta Corte hizo lugar al planteo y
mantuvo la sentencia de primera instancia que había
ordenado la demolición de lo construido pero las
circunstancias de dicha causa son diferentes a las aquí
traídas. Se fundamentó tal decisión en que la conducta de
la demandada en infracción a la ley de Propiedad Horizontal
"le causa[n] a los quejosos un perjuicio que habilita el
ejercicio de una acción..." (el subrayado me pertenece).
En estos autos, la Cámara entendió que "la
valoración de las pruebas rendidas conforme las reglas de
la sana crítica (arts. 384, 456, 474 del C.P.C.) no
permite…tener por demostrado el perjuicio actual, futuro o
potencial que denuncia la actora como sustento de su
demanda por lo que habrá de confirmarse la sentencia
apelada" (v. fs. 396, el subrayado me pertenece).
Resulta así ineficaz la mención de
infracción a la doctrina legal pues en el precedente
invocado mediaron presupuestos de hecho y de derecho
diferentes a los propios del caso de juzgamiento (conf. C.
101.623, sent. del 30-IX-2009).
b) Ahora entrando al fondo de la cuestión,
no se encuentran dados los presupuestos del interdicto de
obra nueva ya que de acuerdo al art. 2499 del Código Civil
el mismo es improcedente si no existe perjuicio del
accionante ni beneficio del constructor que habiliten la
vía intentada (conf. mi voto en Ac. 89.238 bis, sent. del
12-IV-2006); o como dice el mencionado artículo si la
posesión del poseedor no sufre un menoscabo que ceda en
beneficio del que ejecuta la obra nueva.
El recurrente no ha cuestionado idóneamente
la conclusión del tribunal referida a que del análisis de
la prueba rendida conforme a las reglas de la sana crítica
(arts. 384, 456 y 474 del C.P.C.C.) no quedó demostrada la
existencia del daño actual o futuro denunciado que habilite
la procedencia de la acción (art. 279, C.P.C.C.), razón por
la cual, considero que el fallo en crisis en cuanto
sostiene que para que proceda el interdicto de obra nueva
es necesario la existencia de un peligro de daño cierto,
indemostrado en la especie, se ajusta a derecho.
4. No habiéndose acreditado las infracciones
legales denunciadas (art. 279, C.P.C.C.), el recurso debe
ser rechazado; con costas (arts. 68 y 289, C.P.C.C.).
Voto por la negativa.
A la segunda cuestión planteada, el señor
Juez doctor Pettigiani dijo:
Por compartir sus fundamentos, adhiero al
voto de la doctora Kogan.
La alzada concluyó que el ámbito interdictal
no resultaba idóneo para debatir las violaciones a las
reglamentaciones internas aceptadas por los copropietarios
del complejo edilicio de la actora, por lo que constituía
un error del apelante pretender revertir lo decidido por el
magistrado de primera instancia en la sola razón de haberse
constatado las infracciones al "reglamento de construcción"
imputadas a la demandada, mas sin identificar los daños que
pudieran derivarse de la misma (fs. 395), pues la
valoración de las pruebas rendidas no permitía tener por
acreditado el perjuicio actual, futuro o potencial que
denunciaba la actora como sustento de su demanda (fs. 396).
Agregó por un lado que la inexistencia de
planos demostrativos del cálculo estructural con que fuera
construido el tablestacado impedía determinar cuál debía
ser la distancia mínima desde el mismo para erigir una
construcción, siendo que del reglamento tampoco surgía que
la distancia de siete metros indicada tuviera por finalidad
la preservación de los tensores del tablestacado (fs. 396
vta./397); a la vez que resultando la eventual
imposibilidad de repararlos en el futuro el único peligro
del cual debía protegerse a la actora a través de este
interdicto, tampoco se había demostrado en autos que la
platea de hormigón de la construcción encarada por la
demandada impidiera su mantenimiento (fs. 397 y vta.),
máxime cuando la presencia del propio edificio de marinería
de la actora a un metro del espejo de agua y prácticamente
sobre el tablestacado permitía concluir que dicho tipo de
construcción no implicaba necesariamente un peligro para el
mismo (fs. 397 vta.).
Pues bien, en la parcela pertinente de su
impugnación la accionante insiste con que la sola
infracción al reglamento tornaría viable el andamiento de
la acción deducida (fs. 415 vta. y ss.), sin hacerse cargo
de los fundamentos expuestos por el tribunal a quo para
justificar en el presente procedimiento interdictal la
exigencia de la peligrosidad dañosa de dicha infracción,
extremo que torna insuficiente el recurso de
inaplicabilidad de ley, al no rebatir idóneamente las
conclusiones de la sentencia que impugna, brindando
motivaciones jurídicas paralelas a las del fallo y dejando
incólumes aquéllas en las que éste se asienta; sin ser una
réplica frontal y contundente demostrativa del agravio
denunciado (art. 279, C.P.C.C.; Ac. 82.713, sent. del 12-
XI-2003; Ac. 88.695, sent. del 22-III-2006; entre otras).
Por lo expuesto y adhesión formulada, voto
por la negativa.
El señor Juez doctor Hitters, por los mismos
fundamentos del señor Juez doctor Pettigiani, votó la
segunda cuestión también por la negativa.
A la segunda cuestión planteada, el señor
Juez doctor Soria dijo:
1. El recurso no puede prosperar.
a. Como se reseñara al tratar la primera
cuestión, en el sub lite, la Cámara de Apelación tras
sostener, con expresa cita de los arts. 2498, 2499 y 2500
del Código Civil; 600, 613 y 614 del Código Procesal Civil
y Comercial, que la vía del interdicto de obra nueva
resulta inidónea a fin de debatir la sola violación por
parte de un copropietario del reglamento interno del
complejo edilicio actor (v. fs. 395/396), consideró que en
la especie no se acreditó un perjuicio actual, futuro o
potencial que tornara procedente la pretensión articulada
(v. fs. 396 y ss.).
b. Tal parcela de la decisión no ha sido
adecuadamente rebatida por la quejosa. Veamos.
i) En su pieza recursiva, reiterando los
conceptos vertidos al expresar agravios ante la alzada
-oportunidad en la que dijo que la pretensión se basó en
las infracciones al reglamento de construcción, y no en los
daños que podían derivarse de aquéllas (v. fs. 365 vta.)-
arguye la procedencia del interdicto en razón del obrar
antirreglamentario del demandado, con prescindencia de que
se pruebe la existencia de daño alguno (v. fs. 418 y ss.).
En este sentido, señala que la exigencia de
la existencia de un daño resulta aplicable a los
"interdictos comunes" donde el tenedor o poseedor de un
inmueble debe detener al autor vecino o no que menoscaba la
posesión o la tenencia (art. 2499, C.C.), mas no en los
supuestos de "interdictos derivados de la ley de propiedad
horizontal (art. 9 ley 13.512)". A ello aduna que la vía
intentada está ordenada por la propia ley sustancial, no
mediando otro remedio procesal para zanjar la cuestión aquí
planteada (v. fs. 414 vta.).
Esgrime, seguidamente, que la mera
infracción reglamentaria representa una agresión a la
comunidad, por lo cual no se entiende por qué se exige
además probar que ella genera un daño actual o potencial
(v. fs. 415 vta.).
Insiste, en la efectiva infracción a las
previsiones del reglamento de edificación en que incurriera
el demandado, destacando que la demanda tuvo por objeto
regularizar la situación existente la que debe ser admitida
aún cuando no se haya podido demostrar perjuicio (v. fs.
416/418 vta.).
ii) Ahora bien, en fundamento de tales
alegaciones, la parte actora denuncia la violación de la
doctrina legal de esta Suprema Corte sentada en la causa
Ac. 81.456, "Venturino y ot. c/Beneyto s/interdicto de obra
nueva" que, a su juicio, habilitó la procedencia del
interdicto por la mera infracción a las normas
reglamentarias (v. fs. 418/419).
Empero, como bien destaca la ponente en el
punto 3.a. de su voto -al que adhiero en tal parcela- en
dicho precedente este Tribunal admitió el interdicto ante
un obrar de la accionada contrario a las disposiciones que
rigen la propiedad horizontal que, a la par, causaba un
perjuicio que habilitaba el ejercicio de la acción, lo cual
no acontece en el caso.
iii) Por lo demás, la genérica alusión a que
el art. 2499 del Código Civil no rige el supuesto de autos
y la mención del art. 9 de la ley 13.512, carente de todo
desarrollo (v. fs. 414), al igual que la vaga afirmación de
que media imposibilidad de promover una acción más profunda
desprovista de todo sustento normativo y explicación alguna
que la avale (v. fs. 419), no bastan para dar por
satisfecha la carga técnica de apropiada refutación de los
fundamentos de la solución jurisdiccional puesta en
entredicho (art. 279 su doc. del C.P.C.C.). Los argumentos
ensayados en tales términos no pasan del mero -y escuálido-
enunciado, tornando completamente ineficaz su intento
revisor.
No altera lo expuesto la cita de la doctrina
de la causa Ac. 82.261, in re "Caimi", sentencia de 1 de
abril de 2004. En primer lugar, por cuanto tal argumento lo
es a los fines de sustentar la definitividad del
pronunciamiento recurrido. Del otro, dado que -como dijera
al tratar la primera cuestión- la pretensión deducida en
dichos autos si bien tramitó por el carril interdictal -por
remisión del art. 8 de la ley 13.512- no constituía en
rigor un verdadero interdicto, sino un proceso de
conocimiento que hacía cosa juzgada material, sin admitir
un juicio ordinario ulterior. Mas, el citado art. 8 regula
el procedimiento en aquellos supuestos en que se
controvierte la ejecución de obras en partes comunes del
edificio, lo que no acontece en estos actuados, sin que el
interesado alegue siquiera que corresponda extender tal
solución por analogía cuando se trate de obras sobre partes
privativas.
c. En vía extraordinaria, la réplica
concreta, directa y eficaz de los fundamentos esenciales
del fallo comporta un requisito de ineludible cumplimiento
para el impugnante. Va de suyo, entonces, que la
insuficiencia recursiva deja incólume la decisión
controvertida; déficit que, entre otros factores, resulta
de la falta de cuestionamiento idóneo de los conceptos o
fundamentos sobre los que -al margen de su acierto o error-
se asienta el fallo del tribunal inferior (doct. Ac.
75.204, sent. de 20-VI-2001; Ac. 81.965, sent. de 19-III-
2003, entre otras).
2. Las omisiones impugnativas reseñadas
sellan adversamente la suerte del recurso traído a esta
instancia, por lo cual doy mi voto por la negativa.
Los señores jueces doctores de Lázzari y
Negri, por los mismos fundamentos del señor Juez doctor
Pettigiani, votaron la segunda cuestión también por la
negativa.
Con lo que terminó el acuerdo, dictándose la
siguiente
S E N T E N C I A
Por lo expuesto en el acuerdo que antecede,
se rechaza el recurso extraordinario de inaplicabilidad de
ley interpuesto; con costas (art. 289 C.P.C.C.).
El depósito previo de $ 2.500, efectuado a
fs. 407, queda perdido (art. 294, C.P.C.C.), debiendo el
tribunal dar cumplimiento a lo dispuesto por los arts. 6 y
7 de la Resolución 425/2002 (texto Resol. 870/2002).
Notifíquese y devuélvase.
EDUARDO JULIO PETTIGIANI
EDUARDO NESTOR DE LAZZARI HECTOR NEGRI
DANIEL FERNANDO SORIA JUAN CARLOS HITTERS
HILDA KOGAN
CARLOS E. CAMPS
Secretario
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