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13. Historia Del Caribe XIII

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Obras Completas, Prof. Juan Bosch.

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  • OBRAS COMPLETAS

    XIIIHISTORIA DEL CARIBE

    JUAN BOSCH

    2009

    COMISIN PERMANENTEDE EFEMRIDES PATRIAS

  • OBRAS COMPLETAS DE JUAN BOSCHEdicin dirigida por

    Guillermo PIA-CONTRERAS

    COLABORADORES

    Arq. Eduardo SELMAN HASBNSecretario de Estado sin Cartera

    Lic. Juan Daniel BALCCERPresidente de la Comisin Permanente de Efemrides Patrias

    Herederos de Juan Bosch, 2009Edicin al cuidado deJos Chez Checo

    Diseo de la cubierta y arte finalEric Sim

    Publicacin de la Comisin Permanente de Efemrides Patriasen ocasin del Centenario de Juan Bosch, 2009

    ImpresinSerigraf S.A.

    ISBN: 978-9945-462-13-5 (T. XIII)ISBN: 978-9945-462-00-5 (O. C.)

    Repblica Dominicana

  • CONTENIDO

    En torno a De Cristbal Coln a Fidel Castro. El Caribe,frontera imprerialPablo Marez ....................................................................... VII

    DE CRISTBAL COLN A FIDEL CASTRO. EL CARIBEFRONTERA IMPERIALUnas palabras del autor ............................................. 3

    Una frontera de cinco siglos ............................. 7El escenario de la frontera ..............................37Indios y espaoles en los primeros aosde la frontera Imperial ...................................67La conquista del Caribe entre 1508 y 1526 ...... 99La conquista entre 1526 y 1584 ........................ 131Sublevaciones de indios, africanos yespaoles en el siglo XVI .................................... 163Las guerras de Espaa en el siglo XVI ............. 189Contrabandistas, bucaneros y filibusteros .....221El siglo de la desmembracin .......................255El tiempo del espanto ..................................289Intermedio europeo .....................................321El Caribe hasta la Paz de Utrecht.................355Las guerras en el Caribe hasta la Paz dePars (1763) .................................................391La revolucin norteamericana y susresultados en el Caribe .................................427

    I

    II

    III

    IV

    V

    VI

    VII

    VIII

    IX

    X

    XI

    XII

    XIII

    XIV

  • JUAN BOSCH

    La Revolucin Francesa y su proyeccinen el Caribe .................................................461El tiempo de la libertad ...............................495Nacimiento de la Repblica de Hait ...........531En los umbrales de la gran conmocin ...........565La guerra social venezolana ..........................601La independencia de los territorios espaoles ....6371821-1851. Los aos de reajuste ....................673Los aos de los episodios increbles(1855-1861) ..................................................709Las luchas por la independenciade Cuba (1868-1898) ....................................741El siglo del imperio norteamericano .............777Los aos de las balas y de los dlares ............811Fidel Castro o la nueva etapa histricadel Caribe ...................................................845

    Bibliografa ...........................................................875

    ndice onomstico y geogrfico ....................................881

    XV

    XVI

    XVII

    XVIII

    XIX

    XX

    XXI

    XXII

    XXIII

    XXIV

    XXV

    XXVI

  • VII

    EN TORNO A DE CRISTBAL COLN A FIDEL CASTRO.EL CARIBE, FRONTERA IMPERIAL

    Pablo A. MAREZ

    Todo imperio, adems de sus propias fronteras geogrficas, comolas tiene cualquier Estado-nacin, suele tener fronteras eco-nmicas y polticas en los lugares ms remotos del planeta,donde se ve en la necesidad de trasladar sus tropas y en mu-chos casos dejarlas ah establecidas como bases militares, nava-les o areas con el objetivo de defender sus dominios, ante eleventual ataque de las naciones o imperios enemigos; ademsde esto, los imperios han establecido sistemas de fortificacionesen sus fronteras, como lo fueron las murallas del Imperio Ro-mano, o las murallas del Imperio Chino, sistema de defensaque en la actualidad son monumentos arqueolgicos, de atrac-cin turstica, pues con los cambios internacionales que se hanproducido, particularmente con el desarrollo de una tecnologasofisticada en el armamentismo, en plena poca nuclear, aque-llas murallas han sido reemplazadas por los escudosantimisiles1. Pero pocas regiones del mundo se han converti-do, en el mismo perodo histrico y durante varios siglos, en

    1 Los escudos antimisiles consisten en un sistema de defensa instaurado duran-te la administracin del presidente George W. Bush, en el 2000, diseadopara interceptar en vuelo, y destruir los misiles enemigos, antes de quelleguen a su destino. La eficacia de dichos escudos todava no ha sido demos-trada, aunque se han destinado miles de millones de dlares en estos proyec-tos armamentistas.

  • JUAN BOSCHVIII

    frontera de diversos imperios, como lo ha sido la regin delCaribe. Durante mucho tiempo, la humanidad, y los propiospolticos e intelectuales no haban tomado conciencia de estehecho histrico, sino muy recientemente.

    Por estas razones, despus de la publicacin del libro DeCristbal Coln a Fidel Castro. El Caribe, frontera imperial, en1970, existe un antes y un despus en los estudioshistoriogrficos sobre la regin del Caribe, pues esta obra deJuan Bosch, que es clsica en su gnero, resulta un parteaguasen dichos estudios, por varias razones: por la profundidad yamplitud con las que aborda el rea; por la novedosa tesisdesarrollada y por la importancia que demuestra haber tenidoesta zona, no slo en su dimensin geopoltica, sino tambinen la econmica, a lo largo de casi cinco siglos de historia, losmismos que corresponden a la poca moderna de la humani-dad. En suma, ha sido despus de la publicacin de esta obraque el mundo incluyendo a los propios habitantes del Ca-ribe y de Amrica Latina ha tomado conciencia del papelhistrico de la zona, como frontera imperial, sin lo cual esimposible comprender los procesos polticos, econmicos, so-ciales e incluso culturales de los pases del rea.

    En los ltimos cinco siglos a que hacemos referencia, es enlos que surge y se desarrolla el sistema econmico capitalista,hasta llegar a su etapa imperialista, como la denomin Lenin2,desde finales del siglo XIX, el cual irrumpe, a partir de 1898en el Caribe, como lo haban venido haciendo los diferentes

    2 Lenin hace este planteamiento en su texto clsico, redactado en 1916 ypublicado en 1917, El imperialismo, fase superior del capitalismo (Obras escogidasen tres tomos, Editorial Progreso, Mosc, 1970, pp. 689-798); cincuenta yun aos despus, Juan Bosch demostrara que desde mediados del siglo XXesa etapa del capitalismo haba sido sustituida por el pentagonismo. Cfr.BOSCH, Juan, El Pentagonismo, sustituto del imperialismo, Madrid, Guadiana depublicaciones, 1968; dicha obra conoce diversas ediciones en diferentes pa-ses, adems de haber sido traducida a varios idiomas.

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    imperios europeos desde finales del siglo XV y principios delXVI; pero tambin porque en dicho perodo histrico se iniciaen la regin el proceso de independencia en Amrica Latina,con el triunfo de la Revolucin Haitiana, el 1 de enero de1804, lo mismo que un siglo despus sigue sin culminar,pues al menos once pases justamente del Caribe, continanbajo dominio colonial de diferentes imperios que se apodera-ron de estos territorios; adems, fue precisamente en esos cin-co siglos a principios del siglo XX, que triunfa un nuevosistema econmico, poltico y social, el socialismo antagni-co al capitalismo, en Rusia, que se convierte en la Unin deRepblicas Socialistas Soviticas (URSS), y que por azares de lahistoria tambin desplazara sus fronteras hacia el Caribe, araz del triunfo de la Revolucin Cubana, o ms precisamentedesde el momento que sta se declara socialista, en 1961. Setrata, en realidad, del ltimo imperio que se lanza hacia el Ca-ribe aunque fue uno de los de ms corta duracin en la zona,apenas de tres dcadas, independientemente de que sus ob-jetivos polticos, econmicos y militares fueran diferentes al delos anteriores. De todas maneras, dicho acontecimiento histri-co redimensiona la importancia geopoltica del Caribe, paraconstituirla, nuevamente, en una de las reas ms conflictivas,y de mayor peligro blico en el hemisferio, al grado de quepudo haberse convertido en escenario de una guerra nuclear, araz de la denominada crisis de los misiles en Cuba, de finalesde 1962. Por estas razones, desde cuando surge la GuerraFra, en 1947 la que se prolongara hasta 1991 pocasregiones del mundo han sido vctimas de los ms brutalesdesignios de poder imperial alguno, como el de Estados Uni-dos, que se lanz a dominar dichos pases desde 1898.

    Decamos que la publicacin de la obra De Cristbal Colna Fidel Castro. El Caribe, frontera imperial, ha constituido unparteaguas en la historiografa del Caribe, por varias razones,

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    adems de las ya sealadas. Porque reivindica, a partir de s-lidas argumentaciones, basadas en diversos documentos y acon-tecimientos producidos muchos de ellos refrendados en tra-tados y acuerdos internacionales, el verdadero papel quedicha regin ha jugado histricamente en la edad moderna.Contrario al que le solan atribuir la mayora de los historia-dores, incluyendo a los propios latinoamericanistas, que ig-noraban al Caribe en sus estudios, o en el mejor de los casos lorelegaban a una simple nota de pie de pgina, pues lo consi-deraban conformado por una serie de pequeas islas y territo-rios continentales sin mayor importancia, una parte de loscuales lo han denominado despectivamente como repblicasbananeras; o en su defecto, los propios investigadores losituaban en un segundo plano en sus estudios, porque enten-dan que una serie de estos pases continuaron y todavahoy da una parte de ellos lo sigue siendo sometidos a ladominacin colonial, bajo diferentes estatus polticos, de va-rios imperios europeos Inglaterra, Francia y Holanda yde Estados Unidos; mientras que los pases independientes,en su gran mayora han sido sometidos a prolongadas dicta-duras; sin preocuparse por conocer las verdaderas causas deese desafortunado destino histrico, lo cual ha generado unavisin sesgada de Amrica Latina. Por ello, la historiografade nuestra Amrica como se podr comprobar en la in-mensa bibliografa existente, se ha centrado en los pasesde Amrica del Sur, es decir, en los pases continentales delCono Sur, y en los pases andinos. Incluso ha constituidouna verdadera batalla poder lograr que se agregara y elCaribe cuando se haca referencia a Amrica Latina,tanto en los programas de estudios latinoamericanos quegeneralmente se centraban, y todava lo siguen haciendo,en la Amrica del Sur, como en los diversos planteamien-tos y enfoques polticos, econmicos, culturales e incluso

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    militares que se realizan sobre el rea, as como en las mismasinstituciones internacionales que se ocupan de nuestro Con-tinente. Tal ha sido el caso, slo a modo de ilustracin, de laComisin Econmica para Amrica Latina y el Caribe, CEPAL,que data de 1948.

    Por otro lado, la produccin historiogrfica sobre el Cari-be generalmente con independencia de la calidad de lamisma se realizaba desde las diferentes potencias europeascon visiones, planteamientos e interpretaciones eurocentristas,pues en su generalidad respondan a los intereses de los dis-tintos imperios que se haban disputado y repartido el domi-nio del Caribe.

    Al respecto, incluso podemos establecer tres importantesetapas bien diferenciadas, que de alguna manera correspon-den a los perodos de disputas entre los imperios, o ms preci-samente al momento en que los mismos comenzaron aincursionar en el Caribe. Hay una primera etapa, que se ex-tiende desde el siglo XVI hasta la primera parte del siglo XVIII,con una produccin, en su casi totalidad, hecha por los mis-mos colonizadores. Tales son los casos de la Historia General yNatural de las Indias, de Gonzalo Fernndez de Oviedo; laDescripcin de las Indias Occidentales, de Antonio de Herrera; yla Historia General de las Indias, del Padre Bartolom de LasCasas. A estas obras agregaramos los textos que comenzarona producirse cuando adems de Espaa, otros imperios co-menzaron a disputarse las posesiones de la regin es decir,cuando otros imperios europeos trasladaron sus fronteras alCaribe inicindose tambin as la disputa por la produc-cin del conocimiento sobre el rea caribea, hecho que ocu-rrira desde mediados del siglo XVII. Las obras pioneras enesta disputa son Americaensche Zee-Rovers (traducida y conoci-da en espaol como Los piratas de Amrica), del holandsAlexander Olivier Exquemeln, de 1678, texto que recoge

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    las aventuras de bucaneros y filibusteros en el mar de las Anti-llas durante dicho siglo, de las cuales el mismo autor fueprotagonista; en segundo lugar, se encuentran las obras delos franceses Jean-Baptiste Du Tertre, Histoire gnrale desAntilles habites par les Francais, de 1667; y la de Jean-BaptisteLabat, Nouveau Voyage aux isles Franoises de lAmrique, publi-cada en Pars en 1722, en seis tomos; y la del ingls, DalbyThomas, An Historical Account of the Rise and Growth of WestIndies Colonies, de 16903.

    La segunda etapa historiogrfica del Caribe se desarrollaalrededor de la mitad del siglo XVIII, y principios del sigloXIX, perodo del inicio de la decadencia del imperio espaol,a la vez que del auge de la economa de plantacin azucareraen el rea, bajo el impulso de los emergentes imperios deHolanda, Francia e Inglaterra, que fueron quienes desarrolla-ron dicha economa, e incorporaron a la regin una cantidadmasiva de africanos sometidos a la esclavitud. Razn por lacual se haba comenzado a construir un nuevo discursohistoriogrfico, que pona como eje de inters otras proble-mticas: la produccin azucarera, y las luchas libradas por losesclavos africanos contra sus amos europeos, que se expresa-ban en resistencias que tenan diferentes manifestaciones, comolas sublevaciones y rebeliones, o el cimarronaje. En esta se-gunda etapa historiogrfica podemos destacar las siguientesobras: Idea del valor de la Isla Espaola y utilidades que de ellapueda sacar su monarqua, de Antonio Snchez Valverde, pu-blicada en Madrid, en 1785; Description topographique et politiquede la partie espagnole de l2 isle Saint-Domingue, de Moreau deSaint-Mry, publicada en Filadelfia, en 1796; Saint-Domingue.

    3 Cfr. GOVEIA, Elsa Estudios de la historiografa de las Antillas Inglesas hasta finales delsiglo XIX, La Habana, Cuba, Casa de las Amricas, 1984; CRDENAS RUIZ,Manuel, Crnicas francesas de los indios caribe, San Juan de Puerto Rico, EditorialUniversidad de Puerto Rico, 1981.

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    tude et solution nouvelle de la question hatienne, de Lepelletier deSaint-Rmy, publicada en Pars en dos tomos, en 1848; y porltimo The history of the marrons, de R.C. Dallas, publicada enLondres, en 1803. Esto no quiere decir, por supuesto, que losestudios e investigaciones sobre estas temticas concluyeranen el perodo sealado, pues las investigaciones han conti-nuado, con importantes aportaciones al respecto.

    La tercera etapa de la historiografa del Caribe se inicia amediados del siglo XIX, y llega hasta la actualidad, principiosdel siglo XXI. En ella, el eje central, al menos en un primermomento, era la lucha anticolonialista y nacionalista, puesaunque el Caribe segua siendo frontera de diferentes impe-rios, era en ese momento cuando se estaba luchando por laconstruccin de las identidades nacionales y culturales, porlos procesos de independencia, con lo que comenzaba a surgirel Estado-nacin, tanto en la parte antillana, como en la con-tinental, bien en el istmo centroamericano, bien en toda laregin que ocupan hoy da Venezuela, Colombia y Mxico.De ah que estuvieran surgiendo los grandes prceresanticolonialistas e independentistas como Simn Bolvar, ElLibertador; Miguel Hidalgo, Jos Mara Morelos y Pavn,Jos Mart, Benito Jurez, Eugenio Mara de Hostos, EmeterioBetances, Mximo Gmez, a quien The London News llamel Napolen de las guerrillas; Gregorio Lupern, el BenitoJurez dominicano, en tanto que lucharon, en la misma po-ca por causas similares; Marcus Garvey, el lder anticolonialistade Jamaica, y Anton de Kom, el incansable defensor de losoprimidos de Surinam. Ninguno de estos era historiador deoficio, como es bien conocido, pero sin embargo la mayoradej una amplia obra escrita, en algunos casos como memo-rias, en otros como discursos, proclamas, cartas y documentosdiversos; en otros, como estudios sociolgicos y polticos, quecuando posteriormente han sido compilados, han dado lugar

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    a la publicacin de varios tomos; como ejemplo de lo mencio-nado, destacamos la obra de Jos Mart, Eugenio Mara deHostos y Gregorio Lupern, para citar slo a tres de ellos. Nonos cabe duda de que en este primer momento de la terceraetapa, historiogrficamente el Caribe comenzaba a dar los pri-meros pasos para distanciarse de la historiografa eurocentrista,e iniciar un acercamiento a lo que sera la construccin de unahistoriografa del rea, producida en la regin, en funcin delos intereses propios del Caribe.

    Pero esta tercera etapa es sumamente compleja en trmi-nos polticos lo cual se expresa tambin en la historiografapues en el Caribe es donde se inicia y culmina el primer pro-ceso de independencia de toda la regin. Nos referimos a lade Hait, que se inicia en 1791 y concluye el 1 de enero de1804. Pero a nivel regional, ese proceso de independencia,todava a principios del siglo XXI sigue inconcluso, pues cer-ca de una decena de pases siguen sometidos al colonialismo,bajo diferentes estatus polticos, como hemos sealado conanterioridad; pero este tema lo retomaremos ms adelante.En realidad, el proceso independentista, en su segunda etapa,sumamente tarda, fue congelado en 1983, a raz de la ocupa-cin militar de Estados Unidos en Grenada; ocupacin queslo es explicable porque dicha isla, que apenas tiene 300kms2 de superficie, se situaba en la frontera imperial del Cari-be, tema sobre el cual volveremos.

    En el primer momento de esta tercera etapa, hay tres he-chos que ameritan ser destacados. Uno de ellos, de carcterpoltico o ms bien geopoltico, es la irrupcin de unnuevo imperio, Estados Unidos, que desplaza sus fronterashacia el Caribe, hecho que se puede plantear con una preci-sin cronomtrica, tanto del mes, como del ao. Se trata de laguerra hispano-cubana-norteamericana, de 1898, en que Es-paa el imperio decadente de ese momento, de los cuatro

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    presentes en esa frontera imperial pierde sus ltimas pose-siones en la regin, y se retira del Caribe, a travs del Tratadode Pars, firmado en noviembre de 1898. Por medio de este,Cuba y Puerto Rico que eran las dos ltimas colonias espa-olas en el Caribe pasan a ser posesin colonial de EstadosUnidos; Puerto Rico lo seguir siendo hasta el da de hoy,bajo un estatus poltico muy especial, el de Estado Libre Aso-ciado (ELA); en tanto que Cuba no slo logr su indepen-dencia en 1902 (aunque independencia mediatizada, como lallaman los historiadores cubanos, pues en realidad Cuba pa-saba a ser una especie de protectorado de Estados Unidos),que habra correspondido a la independencia del dominio es-paol, sino que un poco ms de medio siglo despus 56aos para ser ms precisos logra independizarse tambin deEstados Unidos, pues eso, y no otra cosa fue lo que signific laRevolucin Cubana de 1959. No porque ese fuera el proyectooriginal cuando se inici la lucha contra la dictadura de FulgencioBatista, con el asalto al Cuartel Moncada, el 26 de julio de1953, sino porque la radicalizacin del proyecto de cambiosrealizados la llev a enfrentarse muy tempranamente con losintereses estadounidenses es decir, del imperialismo, quetena un dominio total de su economa en el pas, y lascircunstancias polticas, econmicas, sociales e histricas aslo demandaron, para poder preservar su soberana nacional, yhacer realidad su proyecto nacional martiano.

    De tal manera que, como podemos observar, en el Caribese produce la primera guerra de independencia de la regincontra uno de los viejos imperios Francia que habanllegado a dicha rea la de Hait, en 1804, a la vez quela primera independencia del ltimo imperio Estados Uni-dos que se haba lanzado contra el Caribe la de Cuba,en 1959. De ah la proclama cubana durante varias dcadas:Cuba, primer territorio libre de Amrica. Hecho que slo

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    es explicable, como lo plantea Bosch en su obra, porquedichos pases forman parte de esa frontera imperial, que esel Caribe.

    El segundo hecho que amerita ser destacado en esta terce-ra etapa de la historiografa del Caribe, es que como resultadodel proceso de colonizacin que se haba producido, a partirde los diferentes modelos implementados por los imperiosque se haban repartido lo que hoy da denominamos El GranCaribe4, el rea haba quedado desmembrada hecho rigu-rosamente analizado por Bosch en el captulo IX El siglo dela desmembracin5 en distintas subregiones, separadasentre s por las fronteras simblicas del lenguaje, que en reali-dad han guardado tras de s significativas diferencias en eldesarrollo de las identidades culturales y nacionales, y a la vezconsolidando las identidades subregionales. De manera tal,que cuando personajes como Emeterio Betances y EugenioMara de Hostos hablan de las Antillas de su proyectode Confederacin Antillana en realidad estn refirin-dose a las Antillas de colonizacin espaola Cuba, Re-pblica Dominicana y Puerto Rico; lo mismo podramosdecir aunque dcadas despus de Franz Fanon, cuandodeca nosotros los antillanos, a lo que se refera era a lasAntillas francesas; e igual sucedera con el antillano de cual-quiera de las cuatro subregiones espaola, francesa, inglesay holandesa del Caribe. Un caso excepcional lo encontra-mos en Guadalupe Victoria, el Presidente de Mxico de1824 a 1829, que en una obra pionera, de 1810 aun-que la conocida es la de 1825, Derrotero de las Islas Antilla-nas. De las costas de tierra firme, y de las del seno mexicano, cuando

    4 Cfr. GIRVAN, Norman, Reinterpretar el Caribe, en Revista Mexicana del Cari-be, Ao IV, nm. 7, Chetumal, Quintana Roo, 1999, p.7-34.

    5 Cfr. Bosch, Juan, Obras completas T.13, Santo Domingo, Comisin Permanentede Efemrides Patrias, pp.255-288. Las citas en las que slo figura el nmerode pgina corresponden a la presente edicin.

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    se refiere a las Antillas, incorpora a las islas y territorios conti-nentales pertenecientes a distintas subregiones; quizs por eltrasfondo geopoltico, y el objetivo que el autor se proponacon dicha obra, en la que estudia los vientos y corrientes ma-rinas, necesarios de conocer para hacer la navegacin de tra-vesa desde los puertos de Europa a las costas de Amrica.

    Esta desmembracin poltica y tambin cultural, porsupuesto de la regin tendra, posteriormente, su expresinen la historiografa, que no poda ser otra que la balcanizacinde la misma. La complejidad de dicho proceso ha sido tal, queni siquiera una subregin con la misma lengua, como lo es laespaola, pudo mantener su unidad. A partir de cierto mo-mento, el Itsmo centroamericano pas a construir una identi-dad subregional diferenciada de las Antillas hispanas quepas a ser otra subregin, y en consecuencia, a produciruna historiografa centroamericana propia.

    El tercer hecho a ser destacado de esta etapa, es que mien-tras la historiografa de las subregiones de colonizaciones in-glesa y francesa a excepcin de Hait han dado prioridada la descolonizacin como objeto de estudio, en cambio, lahistoriografa de las Antillas espaolas, pero de manera muyparticular la cubana, ha puesto mayor nfasis en aspectos deorden geopoltico con un marcado acento antiimperialista,mucho antes del triunfo de la Revolucin de 1959. El caso dela historiografa puertorriquea es todava ms complejo, puesse mueve entre la descolonizacin, la identidad nacional, y elantiimperialismo, lo cual es explicable por el mismo procesohistrico que ha tenido la isla de Puerto Rico

    En trminos subregionales, este antiimperialismo es el re-sultado, desde nuestro punto de vista, de Cuba haber logradosu independencia en una coyuntura histrica muy especial, adiferencia del resto de Hispanoamrica; pues lo hace justo enel momento del ocaso del imperio espaol y de la emergencia

  • JUAN BOSCHXVIII

    del imperio estadounidense; pero adems se produce en elmedio de una srdida lucha de este ltimo con el imperiobritnico, que por el podero que segua teniendo en esa po-ca a diferencia del espaol se resista a ceder los intereseseconmicos y comerciales que tena en la Patria de Mart.Cuba, ms que ningn otro pas de la regin, por la coyuntu-ra histrica en que le toc lograr su independencia, vivi encarne propia lo que significaba para un pas encontrarse situa-do en el centro de la frontera imperial. De ah el gran aciertode Jos Mart en la carta pstuma dirigida a su amigo mexica-no Manuel Mercado, del 18 de mayo de 1895, un da antesde morir, al plantear lo siguiente: Ya estoy todos los das enpeligro de dar mi vida por mi pas y por mi deber puestoque lo entiendo y tengo nimo con que realizarlo, de im-pedir a tiempo con la independencia de Cuba que se extien-dan por las Antillas los Estados Unidos y caigan, con esafuerza ms, sobre nuestras tierras de Amrica. Cuanto hicehasta hoy, y har, es para eso.

    Posicin visionaria que no lleg a tener Eugenio Mara deHostos ni siquiera tres aos despus, en 1898, cuando se pro-dujo la ocupacin de Puerto Rico por Estados Unidos. Esalucidez de Mart en el orden geopoltico influira que dudacabe en la historiografa cubana, como podr comprobarseen buena parte de los estudios de los ms destacados historia-dores de principios o mediados de siglo XX: Ramiro GuerraSnchez, El camino de la independencia, 1930; La expansin terri-torial de Estados Unidos, 1935; Emilio Roig de Leuchsenring,Historia de la Enmienda Platt, 1935; Emeterio S. Santovenia,Armonas y conflictos en torno a Cuba, 1956; Jos Luciano Fran-co, La batalla por el dominio del Caribe y el Golfo de Mxico,1964, en tres tomos. Influencia martiana que no se limitaraa los historiadores, sino tambin a los polticos, intelectua-les y al pueblo cubano en general. No por otra razn el

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    joven rebelde, Fidel Castro con apenas 27 aos de edad,en el discurso de autodefensa ante el juicio por el asalto alCuartel Moncada, en octubre de 1953, sealara que el autorintelectual del mismo era Jos Mart.

    Quizs la nica posicin comparable con tal agudeza vi-sionaria de Mart, fue la de Carlos Luis Napolen Bonaparte,conocido como Napolen III aunque, lgicamente, con in-tereses distintos, pues la suya era parte de la luchainterimperial, cuando en la segunda parte del siglo XIXdise todo un proyecto para impedir que Estados Unidos selanzara sobre Amrica Latina6. Proyecto muy complejo, queal final fracas, pero que lleg a aplicar varias medidas, comofue la ocupacin de Mxico por Maximiliano, en 1864. Elmismo antiimperialismo que no es equivalente, necesaria-mente de anticapitalismo, es bueno y necesario aclararloexistente en la historiografa dominicana7 aunque muchoms tenue que el cubano, por diversas razones muycomprensibles, siendo una de ellas que la historiografa en

    6 En carta de Napolen a E.F. Forey, del 3 de julio de 1862, sostiene que siMxico conquista su independencia y mantiene la integridad de su territo-rio; si un gobierno estable llega a constituirse con las armas de Francia,habremos puesto un dique a la expansin de Estados Unidos, habremosobtenido la independencia de nuestras colonias de las Antillas y las de laingrata Espaa, habremos establecido nuestra bienhechora influencia en elcentro de la Amrica y esta influencia irradiar tanto en el norte como en elsur, crear inmensas salidas a nuestro comercio y proporcionar las materiasprimas a nuestra industria, citado por Laura Muoz en Del Ministerio deNegocios Extranjeros y Marina. La relacin de Mxico con el Caribe duranteel segundo imperio, en El Caribe: Regin, Frontera y Relaciones Internacionales,Tomo I, Johanna VON GRAFENSTEIN GAREIS y Laura MUOZ MAT (Coordinado-ras), Mxico, Instituto Mora, 2000, p.25.

    7 Cfr. MAREZ, Pablo A., Injerencias, agresiones e intervenciones norteamericanas en laRepblica Dominicana. Bibliografa bsica para su estudio, Santo Domingo, EditoraUniversitaria, 1985. Aunque el opsculo habra que actualizarlo, pues casicumple un cuarto de siglo, y adems no slo incluye obras de autores domini-canos, de estos ltimos aparecen registradas veinticuatro ttulos, algunos deellos como testimonios o estudios sociopolticos.

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    dicho pas, como todas las ciencias sociales y humanas, fuebrutalmente obstruida en la dictadura de Trujillo, durante31 aos es producto tambin del hecho de que el pas seencontrara situado en la frontera imperial, y muy particular-mente de haber sido vctima de dos ocupaciones militares deEstados Unidos; la primera, que fue prolongada, de 1916 a1924, y la segunda de 1965 a 1966; a lo que debemos deagregar las pretensiones anexionistas a dicha potencia del norte,a finales del siglo XIX, hecho que est muy bien documenta-do en las obras de Emilio Rodrguez Demorizi: Proyecto deincorporacin de Santo Domingo a Norte Amrica. Apuntes y docu-mentos (1964), e Informe de la Comisin de Investigacin de losE.U.A. en Santo Domingo en 1871. Adems de las ocupacio-nes, intervenciones y agresiones sealadas del ltimo impe-rio, Repblica Dominicana tambin fue ocupada, an antesde lograr su independencia, por otros imperios, como el deFrancia, mediante el tratado de Basilea en 17958.

    Despus del triunfo de la Revolucin Cubana, en 1959,la cual tiene un gran impacto no slo poltico y geopoltico,sino en todos los rdenes en la regin, se inicia un segundoy novedoso momento en la tercera etapa historiogrfica delCaribe. En sta, por primera vez comienza a desarrollarseuna visin regional, como expresin de una identidad re-gional proceso verdaderamente complejo, que todava noculmina por consolidarse, en funcin de los intereses delrea, con una perspectiva anticolonialista y antiimperialista,producida por autores caribeos. Se daban as los primerospasos para superar dos caractersticas de las etapas y momen-tos anteriores. La visin fragmentaria que haba predominadoen los estudios histricos del Caribe, a nivel de las subregiones,

    8 Cfr. RODRGUEZ DEMORIZI, Emilio, La Era de Francia en Santo Domingo, contribu-cin a su estudio, Ciudad Trujillo, Editora del Caribe, 1955.

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    o de casos nacionales carentes de una perspectiva regional ointernacional; y en segundo lugar, el que dichos estudios fue-ran realizados por historiadores de los pases imperiales, quese haban disputado o apoderado de los pases del Caribe,como ocurri en la primera etapa de la historiografa, algoque ya hemos desarrollado; planteamiento que hacemos sinninguna cerrazn, pues sabemos y reconocemos que hay va-liosas obras de historiadores de los pases imperiales. El casode Philip S. Foner, oriundo de Estados Unidos, es bastanteilustrativo al respecto. Historia de Cuba y sus relaciones con Esta-dos Unidos, en dos tomos, de 1973, y La guerra hispano-cuba-na-norteamericana y el surgimiento del imperialismo yanqui, tam-bin en dos tomos, de 1978, ambos publicados por la Editorialde Ciencias Sociales de La Habana, son elocuentes. Lo mismopodramos decir de Charles David Kepner y Jay HenrySoothill, y el libro El imperio del banano. Las compaas bananerascontra la soberana de las naciones del Caribe, de la dcada de1930; y Los americanos en Santo Domingo. Estudios del imperialis-mo americano, de Melvin M. Knight, de la dcada de 1930.

    Por supuesto, que ya en la segunda etapa historiogrfica, ala que hicimos referencia, se haban dado algunos valiosos ante-cedentes, tanto en estudios regionales, algunos de ellos pio-neros como el del Presidente de Mxico, Guadalupe Victo-ria, del que ya hemos hecho mencin; o el libro ampliamenteconocido, Biografa del Caribe, del colombiano GermnArciniegas, publicado en la dcada de 1940; o trabajos queabordaban temticas muy concretas, pero cruciales, aunque re-feridos slo a una parte del Caribe, las Antillas Mayorescomo lo es el del dominicano J. Marino Inchustegui, La granexpedicin inglesa contra las Antillas Mayores, en dos tomos, 1953.

    En este segundo momento de la tercera etapa de lahistoriografa caribea la obra pionera es la de Juan Bosch,De Cristbal Coln a Fidel Castro. El Caribe, frontera imperial

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    (1970), que constituye, como hemos sealado con anteriori-dad, un parteaguas en los estudios del Caribe en la regin.Existe, sin embargo, por esas coincidencias de la vida, muchasveces inexplicables, y que no nos queda ms que atribuirlas alos azares de la historia, otra obra, con un ttulo muy parecido,publicada casi simultneamente a la de Bosch, en 1970. Nosreferimos a From Columbus to Castro: The History of the Caribbean1492-1969, de Eric Williams (1911-1981), el prestigiosohistoriador y poltico anticolonialista, quien fue Primer Mi-nistro de Trinidad Tobago (1962-1981). Aunque el ttulo escasi similar, el objeto de estudio y la tesis sostenida por EricWilliams son diferentes, como veremos ms adelante9.

    Primero vamos a realizar algunas aclaraciones, y conside-raciones sobre el titulo de la obra del Presidente en la fronte-ra imperial, como lo denomina el destacado documentalistadominicano Ren Fortunato, en su ltimo trabajo que acabade realizar sobre Juan Bosch10. Aunque pueda parecer intras-cendente, debemos de aclarar que el ttulo que su autor le dioal libro lo cual nos consta, por haber estado muy cerca del, primero cuando lo escriba en Benidorm, y despus cuan-do concluy los arreglos finales en Pars para que entrara enimprenta, a mediados de 1969 fue el de El Caribe, fronteraimperial. Y lo hizo as porque con dicho ttulo se expresaba deuna manera sencilla la tesis sostenida y desarrollada en la obra,como podr comprobar el lector. Pero la editorial Alfaguara

    9 Para una consulta de un desarrollo ms amplio de esta periodizacinhistoriogrfica, puede consultarse mi trabajo: Historia y economa de plan-tacin en el Caribe. Su expresin literaria, ponencia presentada en el IVCongreso Interdisciplinario del Caribe, Freie Universitat, Berln,Lateinamerika-Institut, 9-11 de diciembre de 1993, y publicada en la revistaAmrica Negra, nm. 9, Bogot, 1995, pp.11-30.

    10 Nos referimos a Bosch. Presidente en la frontera imperial, largometraje documen-tal, escrito y dirigido por Ren Fortunato, que narra la historia del GobiernoConstitucional de Juan Bosch en 1963. Documental en 35 milmetros, hechoen el marco del centenario del natalicio del pensador y poltico dominicano.

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    de Espaa, que fue la que primero lo public en 1970, lesugiri modificar el ttulo, por el que todos la conocemos hoyda, De Cristbal Coln a Fidel Castro. El Caribe, frontera impe-rial. De manera que el ttulo que originalmente le dio JuanBosch, qued como subttulo de la obra. Y lo cierto es quefue un gran acierto de los editores, por varias razones.

    En primer lugar con esa indiscutible visin de la merca-dotecnia que tienen las editoriales para atrapar al pblico lec-tor, en este caso anteponindole los nombres propios deesos dos personajes histricos, Cristbal Coln y Fidel Castro,se lograba, sin lugar a duda que la obra llamara mucho ms laatencin; adems, queda perfectamente delimitado, en tr-minos del espacio-tiempo, lo que en metodologa se denomi-na el universo de investigacin.

    En segundo lugar, porque cuando se lee la obra, es a esaconclusin a la que llega cualquier lector, que el estudio abar-ca desde Cristbal Coln hasta Fidel Castro; pero adems deello, es el mismo autor que lo seala en la segunda pgina delprimer captulo, Una frontera de cinco siglos, cuando plan-tea lo siguiente, a manera de sntesis de toda una explicacinque viene desarrollando de cmo hay que estudiar la historiadel Caribe: Si no se estudia la historia del Caribe a partir deeste criterio no ser fcil comprender por qu ese mar ameri-cano ha tenido y tiene tanta importancia en el juego de lapoltica mundial; por qu en esa regin no ha habido pazdurante siglos y por qu no va a haberla mientras no desapa-rezcan las condiciones que han provocado el desasosiego. Ensuma, si no vemos su historia como resultado de lo que hasucedido en el Caribe desde los das de Coln hasta los de FidelCastro, ni ser posible prever lo que va a suceder all en los aospor venir (p.8). De tal manera que la Editorial Alfaguara lonico que hizo fue retomar lo planteado por el mismo autoren uno de los captulos del libro.

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    El tercer acierto de la editorial, con toda seguridad que sinproponrselo, es que al anteponer los nombres de esos dospersonajes histricos que le dan ttulo a la obra, estaba sea-lando a quienes en realidad podemos considerar, de manerasimblica, como especie de puntas, o cabezas visibles de dosenormes icebergs opuestos.

    De un lado, Cristbal Coln, representando a centenaresde personeros, civiles y militares, de los distintos imperiosque a lo largo de cinco siglos llegaran a someter a los pueblosdel Caribe, cometiendo tropelas de todo tipo. No tiene casohacer un listado exhaustivo de los mismos al menos en estemomento, pues nos llevara varias pginas, pero no pode-mos dejar de mencionar por lo menos a algunos de los msconnotados, aunque apenas constituyan una insignificantemuestra algunos por su arrojo y valenta, otros por su ca-rcter sanguinario, en tanto que representantes de los impe-rios, como son los conquistadores Hernn Corts, Francis-co Pizarro, Vasco Nez de Balboa, y Pedrarias Dvila,conocidos por todos; el temerario Lope de Aguirre (1510-1561), quien sigue siendo smbolo del terror en Venezuela.Todava hoy en Venezuela se asusta a los nios dicindolesque ah viene el tirano Aguirre (p.184); los piratas, corsarios,filibusteros y bucaneros e invasores, Exquemeln autor delclebre Los piratas de Amrica, Francis Drake, John Hawking,William Penn y Robert Venables mejor conocidos comoPenn y Venables , estos ltimos enviados por OliverioCromwell (1599-1658); Henry Morgan, el pirata que des-truy Panam en 1671; Vctor Emmanuel Leclerc, el inva-sor de Hait, cuado de Napolen, y marido de PaulinaBonaparte (1780-1825); Maximiliano de Habsburgo, en-viado por Napolen III a apoderarse de Mxico; WilliamWalker (1824-1860), el funesto filibustero norteamericanoque lleg a proclamarse presidente de Nicaragua; William

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    Howard Taft (1857-1930), quien se proclam gobernadorde Cuba en 1907, y posteriormente fue elegido Presidente deEstados Unidos, cargo del que tom posesin en 1909, yenvi miles de marines a Nicaragua; el almirante Caperton,jefe de las fuerzas de ocupacin estadounidense en Hait, en1915; el Capitn H.S. Knapp, quien dio la proclama oficialde la ocupacin militar estadounidense de 1916 en Repbli-ca Dominicana, para slo sealar algunos de los ms connota-dos aventureros intervencionistas incluyendo por supuestoa ciertos Jefes de Estado que se lanzaron o autorizaron elenvo de tropas de ocupacin a diferentes pases del Caribe.

    Del otro lado est Fidel Castro, representante de la resis-tencia al poder imperial, que desde el mismo siglo XV y prin-cipios del XVI se enfrentaron a las tropas espaolas, as como alos enviados de los dems imperios que llegaron a arrebatarlessus tierras, abusar de sus mujeres y familiares, o a someterlosal dominio colonial o neocolonial. Tampoco vamos a hacer unlistado minucioso de los mismos, por las razones antes seala-das, pero cabe mencionar al menos a algunos de ellos, comolos indgenas de Quisqueya, Caonabo y Enriquillo; este lti-mo quedara inmortalizado por la novela del mismo nombre,de Manuel de Jess Galvn (1989), una obra clsica en sugnero, cuya primera edicin data de 1879, y mereci el elo-gio de Jos Mart, adems de haber sido traducida al menos alingls y al francs; el tambin indgena, el clebre Jos GabrielTpac Amaru, bajo cuyo liderazgo se realiz la memorablerebelin que lleva su nombre, iniciada en 1780 en el Virreinatode Per, y que muchos historiadores consideran como la pre-cursora del movimiento emancipador de Amrica Latina.

    Pero no nos alejemos del Caribe. En dicha regin se desta-can, como adalides de la resistencia contra el poder imperial,Simn Bolvar, El Libertador; Jos Mart, el Apstol cubano;Eugenio Mara de Hostos, el Prcer puertorriqueo; Mximo

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    Gmez, el invencible general de origen dominicano enla guerra de independencia cubana; Marcus Garvey, el Prceranticolonialista de Jamaica; Franz Fanon, el antillano tericodel anticolonialismo, luchador y hroe de la liberacin nacio-nal de Argelia; Anton de Kom, el incansable luchadorantiesclavista y anticolonialista del Caribe de dominacinholandesa; Toussaint Louverture, el primero de los negros yuna de las ms grandes figuras de la historia americana, comolo calificara Juan Bosch (p.512); Gregorio Lupern, hroe dela guerra de Restauracin contra Espaa en 1863-1865, yprecursor del antiimperialismo en Repblica Dominicana11;Augusto Csar Sandino (1895-1934), el general de HombresLibres, quien enfrent las tropas de ocupacin de EstadosUnidos en Nicaragua, a finales de la dcada de 1920;Charlemagne Pralte (1886-1919), lder de la resistencia po-pular armada, caco, en Hait, contra la ocupacin norte-americana de 1915-1934; Gregorio Urbano Gilbert (1898-1970), quien con apenas 17 aos combati las tropasestadounidenses en Repblica Dominicana, en 1916, aosdespus form parte del Estado Mayor de Augusto CsarSandino en Nicaragua, y dcadas ms tarde, volvi a enfren-tarse a las tropas de ocupacin en Repblica Dominicana en1965; y el coronel Francisco Caamao De (1932-1973),lder de la resistencia armada y popular contra la ocupacinmilitar de Estados Unidos de 1965 en la Patria de Juan Pa-blo Duarte y de Bosch. Despus del triunfo de la Revolucinhaitiana (1791-1804), ha sido la Revolucin Cubana de 1959,la que ha realizado el mayor desafo y con mayores xitos,por supuesto a los poderes hegemnicos en la frontera im-perial del Caribe.

    11 Cfr. MAREZ, Pablo A. Gregorio Lupern. Precursor del antiimperialismoen la Repblica Dominicana, en El Caribe Contemporneo, nm. 9, Mxico,Facultad de Ciencias Polticas y Sociales, UNAM, 1985, pp.99-112.

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    Como figura simblica del poder imperial, Cristbal Co-ln (1451-1506), que falleci a los 55 aos de edad y queno era espaol, sino genovs nunca sali del Caribe, en losdiferentes viajes que realiz al llamado Nuevo Mundo, aun-que detrs de l llegaron centenares de personeros represen-tantes no slo de Espaa, sino de los diferentes imperiosque se disputaron el Caribe, as como al resto del Continente.Fidel Castro (1926), en cambio, que es caribeo aunquede origen espaol no slo ha tenido una vida longeva, y harecorrido toda Amrica, y prcticamente todo el mundo, esdecir los cinco continentes del planeta, sino que como smbo-lo de la resistencia antiimperial, ha tenido un enorme impac-to en el Caribe, en toda Amrica Latina, y a nivel internacio-nal, llegando incluso a impulsar con ayuda militar abiertay declarada la liberacin nacional de territorios tan lejanoscomo Angola, en frica del Sur12. El impacto del triunfo deFidel Castro en 1959, ha sido tal, que modific la correlacinde fuerzas polticas en la regin, dando lugar a que se iniciarauna segunda etapa del proceso descolonizador en el Caribe,como veremos ms adelante; adems, el triunfo de Fidel Cas-tro llev a los estrategas estadounidenses a tener que redisearsu doctrina de seguridad hemisfrica particularmente en lapropia frontera imperial, hecho sin precedente en la histo-ria contempornea del Caribe.

    Por ltimo, retomando lo que hemos venido sealandosobre el ttulo de la obra, De Cristbal Coln a Fidel Castro.El Caribe, frontera imperial, el nico desacierto de la editorialfue que al colocar los nombres de estas dos figuras histricasencabezando su ttulo, se ha dado lugar a que algunos lecto-res se acerquen a la misma esperando encontrar un mayor

    12 Cfr. GARCA MRQUEZ, Gabriel, Operacin Carlota, Lima, Mosca Azul Editores,1977.

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    abordaje sobre la trayectoria y vida de cada uno de ellosColn y Castro, quizs a nivel biogrfico. Cosa que noencontrar el lector, pues ese no era, en absoluto, el objetivode Juan Bosch. De haberlo sido, y por lo tanto de habersido de l la propuesta de dichos nombres para que apare-cieran encabezando el ttulo con toda seguridad que hu-biera penetrado en la vida y la psicologa de Coln, lo mis-mo que en la de Castro, como lo hizo magistralmente conSimn Bolvar, con Trujillo, y con otros personajes polticosque fueron estudiados por l. Quizs hay un segundo des-acierto de la editorial al que habra que hacer referencia, y esla confusin que genera en algunos lectores tal vez, msque nada, por un imperdonable descuido de estos y esque en no pocos casos la obra aparece citada slo por el sub-ttulo, o por la primera parte del ttulo, dando lugar a quemuchos crean que se trata de dos libros diferentes. El pri-mero, De Cristbal Coln a Fidel Castro, el segundo, El Cari-be, frontera imperial. Hecho que podr comprobarse, inclusoen las referencias de la produccin bibliogrfica de JuanBosch, que aparecen en Internet.

    Coincidencias de ttulosVolviendo nuevamente a la similitud de los ttulos de las obrasde Juan Bosch y de Eric Williams, la que no puede tener otraexplicacin, desde nuestro punto de vista, por lo que conoce-mos, que el azar de la historia, o como dira Bosch, haciendoreferencia a otros hechos coincidentes: La historia tiene a ve-ces caprichos propios de un dios joven y juguetn (p.507).Pues se da el caso que mientras Juan Bosch se encontraba enEspaa hacia donde se haba trasladado expresamente a es-cribir ese, entre otros libros, al parecer Eric Williams haca lomismo en Trinidad Tobago. Al menos es all, en Port-of-Spain,donde firma la introduccin a su libro, el 10 de octubre de

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    1969, si bien es cierto que, como l mismo lo seala, desdehaca dieciocho aos que lo haba iniciado, pero que por di-versas circunstancias no lo haba podido concluir; en tantoque Bosch lo hace en Pars pues haba salido de Benidormmeses antes, en el mes de junio. Lo que no podemos saberes si, como en el caso de Alfaguara, la editorial que hizo laprimera edicin de la obra de Williams, tambin le sugirihacer algn cambio en el ttulo, o fue el mismo historiador ypoltico trinitobaguense, quien le puso el ttulo, tal y como seconoce hoy da el libro.

    De todas maneras, hay coincidencias y diferencias, que esnecesario abordar. Adems de una cierta similitud en el ttu-lo, hay una concepcin sobre el Caribe como rea, muy prxi-ma entre ambos autores. La de Bosch, sigue siendo la mismaque manej en la dcada de 1950, un concepto amplio,geopoltico, que incluye a todos los pases baados por el MarCaribe; en cambio, la de Williams ha sido la que al parecer semodific, pues en sus estudios anteriores haba sido muy res-tringida, de carcter etnocultural (una historia comn, eco-noma de plantacin y poblacin esclava africana o de origenafricano, como fuerza de trabajo), lo cual le permite reducir laregin a las Antillas (pero an dentro de stas, no todas lasislas calificaran plenamente con tales rasgos), y la parte conti-nental de las tres Guyanas y Belice. Es el mismo conceptoque maneja en su ya clsica obra, Capitalismo y esclavitud, de ladcada de 1940. Concepto del Caribe West Indies quetienen no pocos intelectuales y polticos del Caribe anglfono,precisamente por la influencia intelectual que en dicha re-gin ha tenido Eric Williams. Sin embargo, en la obra queestamos comparando con la de Bosch, Williams le da una ma-yor amplitud al Caribe como regin en relacin a trabajosanteriores suyos, como Capitalismo y esclavitud, de 1944, puesadems de las Antillas tambin incluye al menos buena parte

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    del territorio continental baado por el Mar Caribe, aceptan-do la pertenencia de Venezuela a la regin.

    El objeto de estudio de Bosch en su obra es el Caribe comofrontera de los imperios: Espaa, Inglaterra, Francia, Holan-da y Estados Unidos, fundamentalmente. De ah la impor-tancia que tienen los tratados en los que se negociaron losacuerdos entre los imperios, generalmente cediendo o adqui-riendo territorios en la regin, para establecer la paz en losconflictos blicos en que se haban involucrados en Europa, oen la misma regin del Caribe; tal importancia tienen dichostratados para Bosch, que para su estudio establece etapas enla historia del Caribe, a partir de la firma y vigencia de deter-minados tratados, como el de Utrecht, de 1712, y la Paz dePars, de 1763. En cambio, el objeto de estudio de Williamsse mueve entre la economa de plantacin azucarera, la escla-vitud y su abolicin, el anticolonialismo, a la vez que aspectospolticos desde los centros hegemnicos de poder, a los queen ningn momento califica como imperios. Sin embargo,Williams tambin recurre, aunque con menor frecuencia, auna serie de tratados entre los pases europeos, que involucrarona los del Caribe.

    De todas maneras, independientemente de las coinciden-cias y diferencias que puedan existir entre ambos trabajos,en cuanto a su objeto de estudio se refiere, lo cierto es que,de algn modo no obstante la visin integral que ambosautores manejan, con las diferencias ya sealadas, dichasobras reflejan la balcanizacin que sigue existiendo en elCaribe, a partir de las fronteras simblicas del lenguaje, comoproducto de los modelos de dominacin colonial aplicados.Entendemos, y as ya lo hemos planteado, que a nivel de loshistoriadores, y estudiosos en general del Caribe, en estaltima etapa de la historiografa del Caribe ha comenzadoa ser superada la visin fragmentada que se tena antes

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    y estas dos obras son un buen ejemplo de ello, sin em-bargo en el conjunto de la poblacin del Caribe subsisteeste desmembramiento o subregionalizacin. Y aunque pa-rezca paradjico, las obras referidas de Juan Bosch y de EricWilliams, son un buen ejemplo al respecto, no en cuanto ala concepcin que manejan ambos autores, sino a la difusinque sus obras han tenido. Mientras la de Bosch fue escrita ypublicada en espaol, y constituye un clsico en el mundode habla hispana, sin embargo no conoce todava traduc-cin al ingls ni al francs; en cambio, la de Eric Williamsfue escrita y publicada en ingls, y es lectura obligatoria enel mundo angloparlante, aunque ha sido traducida al fran-cs13 no lo ha sido al espaol. Esto ocurre hoy da, no obs-tante que ambas obras cumplen justamente en el 2009, cua-renta aos de haber sido escritas, y treinta y nueve de habersido publicadas. El hecho llama ms la atencin, pues ocu-rre despus que la Asociacin de Estados del Caribe, funda-da en julio de 1994, se ha propuesto lograr una mayor co-operacin e integracin del Caribe, creando incluso un nuevoconcepto de la regin, El Gran Caribe14, que es mucho msamplio y abarcador, y muy prximo tambin a lasconceptualizaciones que tanto Bosch como Williams, variosaos antes, emplearon. Un estudio comparativo amplio yprofundo entre ambas obras, as como entre ambas persona-lidades polticos, escritores y muy cercanos a Cuba, parti-cularmente a Fidel Castro, con quienes mantuvieron amis-tad, es una investigacin que resultara muy provechosa,y que est pendiente de ser realizada.

    13 Cfr. Williams, Eric, De Christophe Coloma Fidel Castro: Lhistoire des Carabes1492-1969, Trad. de langlais par Maryse COND et Richard PHILCOX, Paris,Prsence Africaine, 1975.

    14 Cfr. GIRVAN, Norman, op. cit.

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    Juan Bosch, el historiadorBosch es ampliamente conocido, y reconocido como un bri-llante historiador, por su obra De Cristbal Coln a Fidel Cas-tro. El Caribe, frontera imperial, misma que se ha convertido enreferente obligado para los estudiosos del Caribe y deLatinoamrica; un verdadero texto clsico. Lo cierto es que,parafraseando lo planteado por Peter Burke sobre FernandBraudel, con dicha obra, an hubiera sido la nica escritapor Bosch, la misma le daba derecho a su autor para quese le considere un historiador de primer orden en el mun-do15. Pero es el caso que el referido texto de Bosch, si bienes cierto que es su obra cumbre en la disciplinahistoriogrfica, no es la primera escrita por el Dostoyevskidominicano, como le llamaba el ex Presidente de CostaRica, Rodrigo Carazo16, ni tampoco la ltima. Antes depublicar el libro que nos ocupa en este prlogo, Bosch habapublicado al menos ocho libros de historia, incluyendo sustextos biogrficos; y con posterioridad, escribi y public otroscinco libros ms de historia, con temas tan dismiles, a la vezque importantes y atractivos, como la Guerra de Restauracin(1982), en Repblica Dominicana; una historia de la oligar-qua (1970), o una historia de los pueblos rabes (1975).

    Es ms, el primer libro de ensayo publicado por Bosch,cuando apenas tena 26 aos de edad, fuera de sus cuentos,que los public como libro con 24 aos, fue un libro dehistoria, Indios. Apuntes histricos y leyendas, de 1935; lo mismopodemos decir de su segundo libro de ensayo biogrfico, quetambin es un verdadero texto de historia, pues incluso llegaa rebasar a la tradicional biografa, como gnero de la historia.

    15 Cfr. BURKE, Meter, La revolucin historiogrfica francesa. La escuela de los Annales:1929-1989, Barcelona, Editorial Gedisa, 2006, p. 56.

    16 Cfr. CARAZO, Rodrigo, Carazo. Tiempo y marcha, San Jos, UNED, 1989, pp.95-96.

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    Nos referimos a Hostos, el sembrador, de 1939. Si adems de losealado tenemos en cuenta que en gran parte de la produc-cin bibliogrfica de Bosch en ocasiones se hace difcil encon-trar la frontera entre la historia y otras disciplinas, como lapoltica, la sociologa, la antropologa, e incluso la psicologa,debido a la formacin interdisciplinaria de este notable pen-sador dominicano, podremos aproximarnos mejor al historia-dor con el que nos encontramos; quizs por estas mismas ra-zones Bosch utiliz la historia alejado de la forma tradicionalde la historiografa, para conocer los hechos pasados comouna herramienta que le permitiera explicar el presente, a lavez que prever el futuro. Por tales motivos, no cometeramosninguna exageracin si planteamos que Juan Bosch era unhistoriador innato, si es que tal personaje existe en las cienciassociales y humanas.

    Pero mucho ms importante an es el hecho de quenos encontramos ante un poltico singular y sin prece-dente pues dedic su vida entera al quehacer poltico, lle-gando incluso a fundar dos partidos polticos, que an hoyda siguen siendo los ms importantes del pas, al menosen la regin del Caribe, y posiblemente en toda Amrica La-tina, que produjo obras de historia, en busca de las herra-mientas que le permitieran el ejercicio del poder poltico; esdecir, conocer las causas de los hechos contemporneos en losque se encontraba inmerso, y a los que se tena que saber noslo explicar, sino enfrentar, para poder darle solucin. Nootra cosa fue lo que hizo con su primer ensayo sobre la demo-cracia, Problemas de la democracia en Nuestra Amrica(1957), pues recurri a la historia para desentraar las causasde los males que aquejaban a dicho sistema poltico en Am-rica Latina; lo mismo hizo un par de aos antes con los reg-menes dictatoriales, en Pker de Espanto en el Caribe (1955), oen Trujillo. Causas de una tirana sin ejemplo (1959), que no

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    obstante ser estudios pertenecientes a las ciencias polticascomo disciplina, tambin recurri a la historia para bus-car las causas por las cuales surgan dichos sistemas dictatoria-les. O cuando escribi Composicin social dominicana. Historia einterpretacin, (1968), hace esta investigacin histrica con elnico propsito de encontrar la explicacin, al menos lasms profundas, a nivel interno de la sociedad dominicanadel porqu haba fracasado su proyecto poltico de gobiernodemocrtico-representativo, y para ello lo que hace es rastrearla existencia o inexistencia de una burguesa nacional en el pas,clase social sin la cual sostiene Bosch no puede funcionar latal democracia representativa. Y a lo largo de ms de cuatrocien-tas pginas, no encuentra que en el pas se hubiera desarrolladodicha clase social, por lo menos hasta finales de la dcada de1960. S existan burgueses, pero no se haba constituido unaburguesa como clase social; es decir, con conciencia poltica.

    Nos hemos extendido un poco ms en este ltimo aspectoquizs de carcter terico-metodolgico, pero antes quenada en esta bsqueda de Bosch, sobre todo en esta ltimaobra Composicin social dominicana, porque la mismafue escrita, casi simultneamente apenas meses antesa De Cristbal Coln a Fidel Castro. El Caribe, frontera imperial;ambos escritos en Benidorm, el primero concluido en 1968,y el segundo en 1969, aunque fue en Pars donde le dio lostoques finales, pues se haba trasladado a residir unos mesesantes a la capital de Francia. No por otra razn es por lo queBosch insiste en la bsqueda de una burguesa, como clasesocial, en el imperio espaol, y tampoco la encuentra, sinomuy tardamente, motivo por el cual plantear, de manerareiterada, como veremos ms adelante, que a Espaa le falta-ba sustancia para ser un imperio (pp.66 / 177 / 190 / 359).

    Como podemos ver, slo cuando sabemos como ya lohemos planteado que Bosch no era ningn improvisado

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    en la historiografa, tanto en la de Amrica como en la de Euro-pa aunque no hubiera escrito ningn libro o ensayo en par-ticular sobre la historia europea, podemos entender que es-cribiera una obra monumental, con importantes aportaciones,de unas ochocientas pginas, en apenas unos pocos meses, sibien es cierto que trabajaba diariamente, al menos cuando lohaca, como el mismo lo ha sealado, de cinco de la maana aocho de la noche, etapa en la cual tuve el privilegio de compar-tir algunos das con este prestigiado pensador y humanista do-minicano17; tiempo en el que adems sigui inmerso en lasintensas actividades polticas de su partido, y del pas; y por sifuera poco, se daba tiempo para impartir conferencias, realizarviajes por otros pases de Europa, y hacer otras publicaciones.

    Obra monumental, que en realidad es una sntesis de lahistoria del Caribe, y que para lograrlo, Bosch tuvo que renun-ciar, en no pocas ocasiones, como el mismo lo seala de ma-nera reiterada a ampliar, profundizar, o entrar en detalles deuna serie de acontecimientos que, de haberlo hecho, hubieraresultado un texto de dos o tres tomos. Y Bosch no quera eso.Deseaba un texto con una extensin que fuera accesible al granpblico, para el que escriba, como siempre se propuso y logrhacerlo. Por eso, y gracias al dominio que tena de la prosa,cada uno de los veinte y seis captulos del libro contiene aproxi-madamente la misma extensin, entre 28 y 32 pginas.

    Por ltimo, de la misma manera que Bosch escribi esaserie de libros de historia con el firme propsito de encon-trar las causas, o herramientas que le permitieran explicar ycomprender hechos contemporneos en los que se encontraba

    17 Creo, adems haber sido, sino el primero, uno de los primeros en mi calidadde estudiante universitario en escribir una resea sobre dicha obra, cuandoapenas sala a la luz pblica. Cfr. MAREZ, Pablo A., Juan Bosch. De Crist-bal Coln a Fidel Castro. El Caribe, frontera imperial, Comunidades, Madrid,revista del Instituto de Estudios Sindicales, Sociales y Cooperativos, nm. 14,mayo-agosto, 1970, pp.284-289.

  • JUAN BOSCHXXXVI

    inmerso, y a los que se tena que enfrentar, y buscarle o almenos plantearle solucin; tambin Bosch escribi De Crist-bal Coln a Fidel Castro. El Caribe, frontera imperial, con el mis-mo objetivo. Encontrar las races histricas, al menos las msprofundas, que le permitieran explicar el porqu EstadosUnidos el ltimo de los imperios que lleg al Caribe, ytambin estableci all sus fronteras, quizs con mucha msrazn y lgica que los imperios europeos, pues de algunamanera esa era su frontera natural haba ocupado militar-mente a Repblica Dominicana en 1965, para impedirbajo pretextos falaces, como suelen ser los de todos los im-perios que en dicho pas se estableciera un gobierno elegi-do libremente por el pueblo; mismo que defendera con suvida por ser un proyecto democrtico de gobierno, contenidoen una Constitucin que no tena nada que ver con el comu-nismo, y los gobernantes estadounidenses y sus estrategas te-nan que saberlo muy bien, aunque era una Constitucin muyprogresista, eso sin ninguna duda, y a la que el pueblo domi-nicano tena derecho, como nacin soberana e independiente,razn por la cual expresaba sus aspiraciones de modernidad yjusticia social para las grandes mayoras sociales, mismas quese lanzaron a defenderla, con las armas en las manos, desafian-do al imperio ms poderoso del mundo.

    Fue para encontrar esa explicacin pues las que daba elgobierno de Estados Unidos no eran crebles, ni por Bosch, nipor ningn dominicano serio, honesto y nacionalista queBosch se traslada a Espaa a realizar dicha investigacin, la queen realidad constituye una reinterpretacin que no una her-menutica cualquiera de la historia del Caribe, bajo la tesisde que dicha regin ha sido una frontera de los imperios. He-cho que le ha llevado las desgracias, violencias, turbulencias ydesasosiego a los habitantes de dicha regin; y por supuesto,ha alterado o trastocado el curso mismo de su historia.

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    Bosch no slo escriba libros de historia, e hizo importan-tes aportaciones en los mismos, sino que adems incluso llega teorizar sobre la historia aunque nunca se propuso reali-zar una obra o ensayo terico de historia en artculos bre-ves, donde dej muy bien sentado el dominio que tena sobredicha disciplina; explicando, por ejemplo, lo que era la histo-ria, un hecho histrico, o un personaje histrico18. Y tantoCristbal Coln como Fidel Castro, a la luz de los plantea-mientos de Bosch, son verdaderos personajes histricos. Paradefinir qu significan las palabras personaje histrico debedecirse que lo es todo aquel que para bien o para mal hainfluido en el curso de la historia de su pueblo o de otrospueblos llevando a cabo hechos materiales, intelectuales, ar-tsticos, militares, polticos, que de alguna manera son im-portantes en su pas o en aquel que fue escenario de su actua-cin19. Y toda la historia transcurrida en el Caribe, duranteestos ltimos cinco siglos cuatrocientos setenta y siete aos,para ser ms precisos narrados magistralmente por JuanBosch, que van desde Coln a Castro, estn cargados de dece-nas o centenares de hechos histricos. Entendidos estos lti-mos, como aquellos que no se pierden en el olvido de lasgeneraciones que han heredado su conocimiento20.

    Hay un libro de historia, un clsico tambin en su gnero,el de Fernand Braudel, El Mediterrneo y el mundo mediterrneoen la poca de Felipe II, de 1949, que ameritara una compara-cin con la obra de Bosch que estamos prologando, por elsmil existente entre dichas obras, tanto por la importanciaque tuvo el Mediterrneo, como centro de la civilizacin eu-ropea, a la vez que jugando una especie de frontera imperial

    18 Cfr. BOSCH, Juan, Temas histricos, Tomo I, Santo Domingo, Editora Alfa yOmega, 1991.

    19 Ibid, p.10.20 Ibid, p.13.

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    aunque esa no es la tesis manejada por su autor, si biennarra los conflictos blicos que all se produjeron en el pero-do histrico estudiado por l, que es la poca de Felipe II;porque algunos de los acontecimientos que se produjeron enese mundo del Mediterrneo, en cierta manera reapareceranen el Caribe, como es el caso de la piratera; pero sobre todo loms importante, desde nuestro punto de vista, es la metodo-loga historiogrfica empleada por Braudel, y la escuela de losAnnales a la que l perteneca, si bien no fue de los fundado-res de la misma pues como es conocido que sus fundadoresfueron Lucien Febvre y Marc Bloch, s form parte, comouna figura de primer orden de lo que se conoce como la se-gunda generacin de dicha escuela.

    No pretendemos hacer tal estudio comparativo de di-chas obras en este momento, lo que s nos interesa sealares que de las diferentes corrientes o escuelas de lahistoriografa de la primera parte del siglo XX, considera-mos que la que mayor influencia tuvo en Bosch fue la es-cuela de los Annales; o por lo menos, como ocurri enotras disciplinas en la que nuestro autor incursion, Boschlleg por cuenta propia a emplear los mismos procedimientosy recursos metodolgicos de dicha escuela, como se podr com-probar en un anlisis historiogrfico de la obra De Cristbal Co-ln a Fidel Castro. El Caribe, frontera imperial. Nos referimosa la incorporacin de la poltica, la sociologa, la antropolo-ga, la economa, la psicologa, la geopoltica, la visin in-ternacionalista, y la misma geografa en los estudios histri-cos de Bosch, como un rasgo muy notable en cualquiera desus textos de historia. Hecho que no tiene nada de extrao,por la formacin interdisciplinaria que tena dicho autor, y quesiempre emple cuando desarroll su pensamiento en cualquie-ra de sus obras. Y como es bien conocido, una de las carac-tersticas de la revolucin historiogrfica de la escuela de

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    los Annales21 surgida en 1929, a partir de la revistaAnnales dHistorie conomique et Sociale, fue precisamente suapertura para incorporar diversas disciplinas como las an-tes sealadas a dicha ciencia, contrario a lo que hasta esemomento haba hecho la historiografa tradicional, apegada alos textos documentales como fuentes para narrar los aconte-cimientos histricos; es decir, los hechos ocurridos.

    La otra influencia que Juan Bosch recibi en esta discipli-na, fue de la historiografa cubana, pas donde l vivi nomenos de 18 aos, y que dentro de la regin del Caribe, fue,no slo muy desarrollada y de vanguardia, sino tambin laque mostr mayor inters y preocupacin en cuanto a ob-jeto de estudio se refiere al aspecto geopoltico, y muy par-ticularmente, al anticolonialismo y al antiimperialismo, comolo hemos planteado con anterioridad, como legado de la in-fluencia poltica e intelectual de Jos Mart. El Apstol cuba-no, como visionario de los acontecimientos polticos interna-cionales, no slo lleg a manifestar que haba vivido en elmonstruo y le conozco las entraas, sino tambin lleg asostener la necesidad de que se produjera la independencia deCuba para impedir que Estados Unidos se lanzara sobreAmrica Latina.

    Hemos planteado ya cuales fueron las motivaciones y ob-jetivos por los que Juan Bosch escribi De Cristbal Coln aFidel Castro. El Caribe, frontera imperial. Una vez hecho esto, elpensador poltico dominicano no volvi a retomar el tema, nisiquiera en alguna de las diversas reediciones que de dichaobra se hicieron en el pas y en el extranjero, como suelenhacer otros autores en las reediciones de sus libros y el mis-mo Bosch lo hizo con alguno de ellos elaborando un nuevoprlogo, donde tienen la oportunidad de hacer una serie de

    21 Cfr. BURKE, Meter, La revolucin historiogrfica francesa, op. cit.

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    planteamientos, en ocasiones de mucha utilidad; por lo tanto,tampoco Bosch se interes en lo que pudo haber sido unaactualizacin de la misma, a partir de los cambios internacio-nales que se haban producido despus de 1969, cuando fueconcluida la obra, y entregada a la imprenta para su publica-cin. Con el desarrollo y demostracin de su tesis, de que elCaribe haba sido, y lo segua siendo una frontera de losimperios, con lo cual se explicaba tambin las races msprofundas de la ocupacin militar de Estados Unidos a Re-pblica Dominicana en 1965 Bosch, como poltico, ytambin como intelectual se haba dado por satisfecho.Adems, haba hecho una importante aportacin a los estu-dios histricos y geopolticos de la regin.

    El impacto de la obra en toda la intelectualidad y clasepoltica del rea del Caribe y de Amrica Latina fue enor-me. A partir de ella no slo se tomara conciencia de lo quesignificaba vivir en una frontera imperial, con todas sus com-plejas y mltiples implicaciones que ello conlleva, sino que seabra una nueva etapa en los estudios del Caribe, como vere-mos ms adelante. A la vez que el ilustre pensador dominica-no quien justamente en esos aos se haba convertido en unafigura emblemtica de la poltica en la regin quedaba con-sagrado y reconocido como un historiador de talla universal.

    Estructura de la obraDe Cristbal Coln a Fidel Castro. El Caribe, frontera imperial,consta de 26 captulos, cada uno de ellos narrado de una ma-nera brillante, tanto por el dominio de la prosa de la que hacegala el autor, como por la capacidad de su lgica expositiva.En todos los captulos y como prueba de ser un maestrodel lenguaje, Bosch le imprime un ritmo propio en la na-rrativa, que atrapa al lector desde el primer momento, por laforma en que los mismos se inician, por el hecho de hacer

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    referencia a determinados acontecimientos importantes y atrac-tivos, que anuncia que sern desarrollados en un prximocaptulo, lo cual genera una especie de suspenso; y por laforma como suele cerrar dichos captulos, diramos que deuna manera concluyente e impactante, como suelen finalizarlos buenos cuentos. As, cada captulo termina con una espe-cie de interconexin con el inicio del mismo, y en muchasocasiones tambin con otra interconexin con la parte inicialdel siguiente captulo. Y es que para Bosch, ciertos episodiosde la historia del Caribe pueden parecer a menudo la inven-cin de un novelista (p.18).

    Pero esto que acabamos de exponer es apenas una parte dela dimensin del mtodo expositivo, que va estrechamenteunida a la cualidad pedaggica del autor, en lo cual fue unverdadero maestro. Esta sencillez y fluidez de su lenguaje nose rie en lo ms mnimo al contrario, la enriquece conla rigurosidad lgica, el anlisis interpretativo y cientfico dela obra. Todo ello se logra gracias a la formacininterdisciplinaria del autor, es decir, a la capacidad de recurrira distintas disciplinas, como ya lo hemos manifestado, paraanalizar e interpretar un hecho histrico, sin quedar prisione-ro del documento, como lo hace la escuela positivista, queconsidera que los hechos hablan por s mismo; ni tampococon una libertad total del sujeto, como lo hace una corrientemuy cuestionada de la hermenutica. En el anlisishistoriogrfico que realiza Juan Bosch, ningn hecho hablapor s mismo, pues l lo cuestiona permanentemente, lo con-fronta con otros, busca la lgica de los mismos, y llega a suspropias conclusiones, con una verdadera rigurosidad cientfi-ca, apegada a la dialctica; adems, Bosch induce al lector atener que reflexionar, dudar y, sobre todo, a pensar. De nohaber seguido este mtodo de trabajo, difcilmente Juan Boschhubiera realizado las aportaciones hechas al conocimiento

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    humano, al conocimiento de la historia del Caribe, que es eltema que nos ocupa en el prlogo de esta obra.

    De los muchos temas abordados por Juan Bosch en su obra,hay una serie de ellos que el lector le debe de prestar una aten-cin muy especial, pues no slo permiten comprender mejor latesis sostenida y demostrada por el Dostoyevski dominicano,de que el Caribe es una frontera imperial sino porqueadems constituyen apasionantes lneas de estudio para losinvestigadores, as como para los lectores en general.

    Los imperiosLa historia del Caribe no se encierra en s misma, y no puedehacerlo, porque es segn la misma tesis defendida porBosch una frontera imperial. De tal manera que el autordesde un principio se ve en la necesidad de recurrir al estudiode los procesos histricos polticos, econmicos, militares,sociales, antropolgicos y culturales, incluyendo los religio-sos de cada uno de los imperios que se lanzaron, en dife-rentes momentos, pero a lo largo de ms de cuatro siglossobre la regin del Caribe, para apoderarse de sus territorios,de sus recursos naturales. De no haber tenido este dominio dela historia de esos imperios pues cada uno de ellos, ms allde las rivalidades que mantenan entre s tenan sustanciasdiferentes; o peor an, podan estar actuando como imperioscuando sin embargo carecan de una verdadera y profundasustancia que les diera la categora de ser imperios, en las di-ferentes dimensiones que lo requiere todo imperio, para serconsiderado como tal: en lo poltico, en lo econmico, en laorganizacin social y administrativa, y en lo militar. Tal era elcaso del imperio espaol que como imperio tena unas debi-lidades intrnsecas, al menos durante cerca de dos de los cuatrosiglos que actu en el escenario poltico internacional en talcalidad. Debilidades que propiciaron el descuido de los territo-

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    rios del Caribe al grado de que algunas de las islas, comoBarbados, nunca llegaron a ser pisadas por los espaoles, odejaron transcurrir dcadas sin hacerlo; o por lo menos nollegaron a tomar posesin de las mismas, y mucho menos aconquistarlas y colonizarlas; por ejemplo, las pequeas islasde Barlovento no fueron ni siquiera tocadas por Espaa (p.28);abriendo as la posibilidad para que siglo y medio despus deEspaa haber llegado a la regin, otros imperios emergentesInglaterra, Francia y Holanda, pues Estados Unidos serael ltimo de todos pasaran a arrebatarle dichos territorios,convirtindose de esta manera el Caribe en la frontera de talesimperios. Situacin que se produjo, adems, por el hecho deEspaa haberse dedicado a emprender particularmentedurante el reinado de Felipe II una serie de guerras en Eu-ropa. Si el Caribe acab siendo a mediados del siglo XVII unbien realengo de varias potencias europeas y por tanto unatierra de conquista para ingleses, franceses y holandeses, sedebi a las guerras que Espaa hizo en Europa (p.189)

    En la denominada falta de sustancia de Espaa como impe-rio, Bosch pone nfasis en la ausencia de una burguesa (pp.22,24, 25, 98, 227, 323, 324, 330), misma que comenzara aaparecer en la era de los Borbones, al comenzar el siglo XVIII,(p.391) de una organizacin social y militar; en sntesis, deun desarrollo capitalista, como lo alcanzaran los otros impe-rios, algunos de los cuales llegaron a experimentar, muy tem-pranamente revoluciones burguesas, que dieron al traste conel sistema feudal, como lo fue el caso de Inglaterra desde elmismo siglo XVII, y de Francia en el siglo XVIII. Por eso Boschllega a plantear desde las primeras pginas de la obra, que asu llegada al Caribe, a finales del siglo XV, Espaa no era unimperio ni siquiera en el orden militar (p.20). Dos siglosdespus de Espaa llegar al Caribe, es decir, en el siglo XVIII,fue cuando Espaa comenz a ser imperio en el Caribe (p.30),

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    pero no en la totalidad del mismo, pues para esa fecha la re-gin ya haba sido desmembrada; sus territorios le habansido arrebatados por otros imperios. Espaa haba tenido quecederlos, presionada a firmar en la mayora de los casos porlas circunstancias polticas o militares en las que se encontra-ba envuelta una serie de tratados, al amparo de los cualesdichos imperios emergentes legitimaban sus nuevas posesio-nes, islas o territorios continentales.

    En un anlisis comparativo de estos imperios occidentalesque se disputaron el Caribe, lo que de inmediato salta a lavista cuando se penetra en el estudio de los mismos, y demanera muy particular en el de Espaa es que este pas dela pennsula ibrica, logr convertirse en un imperio por aza-res de la historia; por circunstancias imprevistas; o peor an,por un error en los clculos cartogrficos del proyecto de unviaje a la India, navegando hacia occidente. Proyecto de viajeque ni siquiera fue realizado por un espaol, sino por unflorentino, italiano Cristbal Coln; es decir, dicho pro-yecto no era el producto del desarrollo del pensamiento espa-ol, y mucho menos se propona, ni le haba pasado por lacabeza a ninguno de los que participaron en el primer viajejunto a Coln lograr lo que todos sabemos que ocurri,descubrir, conquistar y colonizar un inmenso Continente, queera ochenta veces mayor que Espaa; o cuarenta veces, si loreducimos a Latinoamrica. Coln muri sin enterarse de loque haba hecho, pues crey que haba llegado a la parte occi-dental de la India; de ah que todava hoy da al Caribe se lesiga conociendo como West Indies, que es como lo denomi-nan los habitantes del Caribe de colonizacin inglesa.

    En ese momento, finales del siglo XV, ni Espaa ni ningunode los dems pases europeos se encontraba preparado paraemprender una empresa de tal envergadura, y da la casuali-dad de que de todos ellos, Espaa, por su propio desarrollo

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    histrico, despus de ocho siglos de dominacin rabeera el que menos preparado se encontraba. El proceso histri-co de Espaa con miras al desarrollo del capitalismo, y porlo tanto de la superacin del feudalismo se haba visto tras-tocado. De ah la insistencia de Bosch de que a Espaa lefaltaba sustancia como imperio, independientemente de quelograra avasallar e imponerse a los nativos habitantes de losterritorios del Caribe, y ms tarde del resto del Continente.Al respecto, debemos aclarar que la historia de los imperios esmuy amplia y compleja, y alguien podra pensar, con todarazn, que el imperio Carolongio, el Otomano, o el ImperioRomano de Occidente, lo mismo que el Imperio Romano deOriente, es decir, el Imperio Bizantino no requirieron de lasustancia que se le est exigiendo a Espaa, Holanda, Inglate-rra o Francia; pero ocurre que aquellos corresponden a otrasetapas del desarrollo histrico, que podramos denominar decarcter precapitalista, en tanto que la etapa en que Espaaemerge como imperio, vendra a ser la del surgimiento y desa-rrollo del capitalismo; y era en estas nuevas condiciones histri-cas en las que Espaa tena que competir, no en las delprecapitalismo; tan es as, que fue precisamente el pas quelogr el mayor desarrollo del capitalismo, en su etapa superior,conocida como imperialismo, el que destronara a Espaa comoimperio, arrebatndole sus ltimas posesiones en la guerra de1898. No por otra razn, desde la segunda parte del siglo XIXlos ms lcidos emperadores, como Napolen III, estaban pre-ocupados con la emergencia del imperio estadounidense, yqueran ponerle un dique a su expansin, pues saban que nopodan competir con el mismo, como en efecto ha ocurrido.

    En suma, es ineludible la necesidad que hay de estudiarlos imperios: sus orgenes y desarrollo, las aportaciones quehan realizado a la humanidad, as como el carcter constructi-vo y destructivo de los mismos. Pues ocurre que la regin del

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    Caribe, sobre todo su parte insular, est conformada porpequeos territorios que siempre se han visto enfrentadostanto en el pasado como en los tiempos contemporneosa la asimetra existente entre las grandes potencias y las pe-queas naciones. Lo que queremos plantear es la necesidad yobligacin que tiene el caribeo de tener un mayor conoci-miento de la historia universal, particularmente de los impe-rios por lo menos de los occidentales, que tanta influenciahan tenido y siguen teniendo en la regin para poder com-prender mejor la propia historia del Caribe.

    Fue precisamente esto lo que hizo Juan Bosch. Pero debe-mos de advertir que ese conocimiento de la historia de losimperios, el Dostoyevski dominicano lo haba adquiridomuchos aos antes de sentarse a escribir la obra que estamosprologando en estos momentos. Y no se trata de poner inte-rs en conocer slo la historia del imperio que en su momentolleg a colonizar a la subregin a la que se pueda pertenecer,sino en la historia de todos ellos, pues independientemente deque cada uno tiene su propia trayectoria, y aplic modelos decolonizacin diferentes, hay que partir de la premisa de que noexisten imperios buenos e imperios malos. Todo imperio tienesus propios intereses; aunque pueden tener y las tienenlgicas distintas en sus modelos de dominacin. De todas ma-neras, existen diferencias significativas entre ellos, y en la obrade Bosch ese es un tpico muy bien tratado por el autor.

    El caso del imperio espaol, que surgi por un verdaderoazar de la historia, no se repite, por ejemplo en el ingls o enel francs. No obstante, el imperio espaol, con sus debilida-des intrnsecas, como ya lo hemos planteado de manera reite-rada, tuvo una larga vida, de un poco ms de cuatro siglos, sibien es cierto que haba entrado en declive desde haca ms deun siglo antes de derrumbarse, en 1898. Fue esa misma debili-dad que dio lugar no slo a que el Caribe se convirtiera en una

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    frontera imperial, quizs la frontera ms dbil para la mismaEspaa, pues no poda defenderla sino que el imperio sedesmoron de una manera estrepitosa, al grado de que llega producir una verdadera crisis generacional, pues el puebloespaol no lograba asimilar el desplome que se haba pro-ducido; y no lo asimilaba, porque nunca la poblacin espa-ola y quizs tampoco su intelectualidad y clase polti-ca lleg a comprender lo que significaba su imperio; esdecir, las verdaderas bases econmicas, sociales, polticas ymilitares en las que descansaba; nunca lleg a entender loque Juan Bosch plantea en su obra, que era un imperio quecareca de sustancia, sobre todo de la que demandaba el de-sarrollo del capitalismo. No es el momento de realizar unanlisis comparativo profundo de los modelos de domina-cin que cada uno de los cuatro primeros imperios que seestablecieron en el Caribe, pero por lo menos queremos se-alar los siguientes aspectos. El modelo espaol, a diferen-cia del ingls, cre las condiciones para que se desarrollarauna democracia racial, antes que una democracia poltica22,reto este ltimo con el que todava sigue batallando la Am-rica hispana; en el Caribe hispano, a diferencia delangloparlante y francfono, no surgieron lenguas criollas.Espaa estableci universidades muy tempranamente en suscolonias, por ejemplo, la de Santo Toms de Aquino, SantoDomingo, que data de 1538, y en cambio las del Caribeanglfono se fundaran casi cuatro siglos despus, a mediadosdel siglo XX. Por ltimo, en el Caribe hispano y en elresto de Hispanoamrica se desarroll una importante ar-quitectura, que hoy en da sigue siendo un atractivo tursti-co, cosa que no ocurri en el resto del Caribe.

    22 Cfr. BOSCH, Juan, Problemas de la democracia en Nuestra Amrica [escritoen enero de 1957], Poltica, teora y accin, Ao XI, N 122, Santo Domingo,rgano del Comit Central del PLD, mayo, 1990.

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    Por supuesto, que todos los imperios, por poderosos quesean, en algn momento de su historia se derrumban; almenos eso es lo que nos ensea la historia hasta el da dehoy. El estudio de Paul Kennedy, Auge y cada de las grandespotencias (1989), es bastante ilustrativo al respecto. Sin em-bargo, cuando comparamos el ritmo que tuvo el imperioespaol, y los que han tenido Inglaterra y Francia, podemosobservar que hay diferencias significativas, porque estos l-timos cuando surgieron como imperios, tenan sustanciacomo tales.

    Si pasamos a considerar el ltimo imperio que se lanz aconquistar el Caribe, Estados Unidos no obstante que si-gue siendo la mayor potencia del mundo, tambin nos en-contramos con una serie de singularidades. Este imperio, quees extremadamente joven en trmino de lo que suelen serlas largas vidas de los mismos, pues apenas ha cumplidoun poco ms de un siglo, si es que tomamos como punto departida la guerra hispano-cubana-norteamericana de 1898,puede dar la sensacin de que todava tiene una larga vida, noobstante la polmica surgida desde hace varias dcadas, sobresu entrada en decadencia23. Lo cual puede ser cierto, pero lostiempos de los imperios, al menos en lo que a su ocaso serefiere, tiene ritmos distintos al que solemos aplicar a diversos

    23 Desde mediados de la dcada de 1970 comienza a surgir la duda sobre lasupremaca de Estados Unidos, que, aos antes, era indiscutible. De ahsurge el debate entre crculos de acadmicos y polticos, sobre la declinacinde dicha potencia, que ya en la dcada de 1980 haba producido una amplialiteratura sobre el tema. El texto de Paul Kennedy, de 1987, se inscribedentro de dicho debate, si bien es cierto que en su recorrido histrico sobre lacada de las grandes potencias, apenas se refiere a Estados Unidos. El librocompilado por Rosa Cusminsky, Mito y realidad de la declinacin de Estados Unidos(Mxico, UNAM, 1992), recoge un amplio debate organizado en marzo de1991 por el Centro de Investigaciones sobre Estados Unidos de Amrica, queincluye, adems, una amplia bibliografa de las ms importantes aportacionesque al respecto se haban realizado hasta ese momento.

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    procesos histricos24. Sin embargo, cuando se estudia de-tenidamente la sustancia de este ltimo y poderoso imperio,que son innegables en lo econmico, en lo poltico y en lomilitar, nos encontramos con las siguientes particularidades,que desde cierta perspectiva podramos considerar como de-bilidades. Estados Unidos carece de una cultura, o ms rigu-rosamente de una civilizacin centenaria, y mucho menosmilenaria, como la han tenido otros imperios. Fuera de latecnologa, es muy difcil encontrar cules son sus aportacio-nes culturales a la humanidad; sus grandes pensadores; susgrandes intelectuales y hombres de arte, pintores y esculto-res, por ejemplo.

    Claro, no podemos perder de vista de que esto que esta-mos planteando como una debilidad, Estados Unidos ha lo-grado convertirlo en una de sus fortalezas, pues siendo unpas de inmigrantes, ocurre que al ser un poderoso imperioen lo econmico, lo militar y lo poltico se ha constitui-do, durante mucho tiempo, en el polo de atraccin de losgrandes pensadores cientficos, intelectuales, escritores yartistas en general, as como de deportistas y atletas delmundo, que pasan a radicar all, y adquieren su ciudadana.Muchos de los innumerables premios Nobel y otros grandescientficos y pensadores, lo mismo que medallistas de olim-piadas y de otros torneos de deportes con los que cuentaeste imperio, si se indaga bien el origen de los mismos, seencontrar que no son oriundos de all, sino que son inmi-grantes de primera o de segunda generacin; en ocasiones

    24 Pero este tipo de anlisis, como suele ocurrir en la poltica, es sumamentecomplejo y difcil de prever lo que puede ocurrir en el corto y mediano plazo,por las innumerables variables que es necesario tomar en cuenta. El derrum-be del imperio de la Unin Sovitica, fue tan estrepitoso, que los especialistastuvieron que conformarse con analizar las causas del derrumbe, pues notuvieron tiempo ni siquiera para establecer un verdadero debate previo alacontecimiento.

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    apenas llevan pocos aos de haber adquirido la ciudadana. Ylo que planteamos no es nada trivial, pues lo que queremosdecir es que no son producto de su desarrollo histrico-social,sino ms bien prstamos de otras sociedades. Nada que vercon los grandes filsofos, historiadores, internacionalistas, pin-tores, escritores que han producido Inglaterra, Francia, y Ale-mania, por ejemplo. Adems de ello, el estadounidense, comopueblo, no se caracteriza precisamente por ser un pueblo cul-to. Sino todo lo contrario. Este no es un tema que ha estadoen el debate a que hemos hecho referencia sobre la declina-cin de Estados Unidos. De todas maneras, se nos ocurre for-mular la siguiente interrogante. Qu ocurrir cuando Esta-dos Unidos tenga que enfrentar una profunda y larga crisisfinanciera y econmica no me refiero a las recesiones ccli-cas del capitalismo que todos conocemos, en que deje deser polo de atraccin para los cerebros que producen los paseseuropeos, asiticos, y los mismos pases latinoamericanos ycaribeos? La respuesta no es nada sencilla, y no disponemosdel espacio ni tampoco del tiempo ni siquiera para hacerun breve esbozo de la misma.

    Otro fenmeno de la poblacin estadounidense que con-sideramos como una eventual debilidad del imperio fe-nmeno que tampoco ha formado parte del debate de ladeclinacin, es la proclividad de dicha poblacin, sobretodo de su juventud, al consumo de estupefacientes. Esta-dos Unidos es el mayor mercado consumidor de drogas enel mundo, pero no ahora, en estas ltimas dcadas, sino quelo viene siendo desde hace mucho tiempo, con diferentestipos de drogas, desde el opio, la herona, y la marihuanahasta la cocana, pasando por otros tipos de estupefacientesque han comenzado a producirse qumicamente en los lti-mos aos. Con la gravedad de que sus gobernantes, y orga-nismos existentes para combatirlos, como la DEA, carecen

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    de un proyecto o poltica para lograr que su poblacin dis-minuya o erradique su adiccin, sino que todo el esfuerzo ylos recursos los dedican a combatir en los lugares donde seproduce, o en los pases que sirven del trnsito, lo que lepermite, como imperio al fin, emplear el combate al narcotrficocomo un instrumento geopoltico de dominacin, descuidan-do las verdaderas causas de la produccin y el trnsito, que esel mercado consumidor, su propia poblacin, la que en lti-ma instancia es la que sale daada, con todas las consecuen-cias que esta situacin puede tener para dicho imperio. Es deesa poblacin de donde van a surgir los estadistas, estrategas,cientficos, grandes pensadores, intelectuales, escritores, de-portistas y atletas que requiere Estados Unidos para seguirmanteniendo la supremaca que requiere todo imperio? Sabe-mos, por supuesto, que otros imperios han padecido o pade-cen de los mismos males, pero no en la cuanta y proporcinque el imperio estadounidense.

    Como hemos planteado con anterioridad, los caribeos,ms que nadie por el