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“Vivir“Vivir en la Divinaen la Divina VoluntadVoluntad””

Siguiendo los “Escritos” de la Sierva de DiosLUISA PICCARRETA

*1 – ‘Fundirse’ en la Divina Voluntad

2 – La oración ‘en la Divina Voluntad’Los ‘Giros’ en la Divina Voluntad

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a Meditación

La Sierva de DiosLa Sierva de Dios

Luisa PiccarretaLuisa Piccarreta

¡Padre, venga Tu Reino, hágase Tu Voluntad como en el Cielo así en la tierra!

Roma, 20 de Enero del 2000Jornada de Oración y Meditación

‘en la Divina Voluntad’

Temas: 1) ‘Fundirse en la Divina Voluntad’’2) la Oración ‘en la Divina Voluntad’

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INTRODUCCIÓN y MEDITACIONES

En el nombre del Padre… Dios te salve María…Madre y Reina de la Divina Voluntad, ruega por nosotros.

Damos gracias a Dios por esta reunión y particularmente porque nos hace estar juntos en el período en el que la Iglesia nos pide orar por la unidad de los cristianos. Si nosotros vivimos este encuentro, en cada momento de nuestra vida, buscando esta unidad, no humanamente, sino verdaderamente en Dios, éste será el pequeño ‘sí’ que el Señor quiere de cada uno de nosotros para que esta unidad se realice lo antes posible.

Hoy haremos a Jesús este pequeño ofrecimiento: cuando tengamos el deseo de querer entender en modo humano, siguiendo nuestra razón, trataremos de escuchar con fe lo que Él nos diga, pidiéndole la gracia de dejarnos renovar de su Palabra. Más que escullar aquello que es nuestro pensamiento y poner tantos ‘¿Por qués?’, escuchémoslo a Él con fe y tratemos de seguir con amor lo que hoy nos está presentando. Al Señor le basta nuestro pequeño ‘sí’ para darnos la luz que nos permitirá comprender lo que Él nos quiere comunicar, para hacerlo vida en nosotros, y para comunicarlo también a nuestros hermanos.

Hagamos pues este pequeño esfuerzo y juntos escuchemos a Jesús que nos habla, para que sea Él mismo quien renueve nuestra mente, nuestro corazón, nuestro modo de pensar, y esto: sólo y siempre para la Gloria de Dios.

Hoy pasemos a meditar un poco sobre dos argumentos, que luego serán un único argumento:

1) El ‘fundirse en la Divina Voluntad’

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2) La oración ‘en la Divina Voluntad’. Los Giros ‘en la Divina Voluntad’.

Muchas veces decimos: ‘me fundo en la Divina Voluntad’ y Luisa Piccarreta escribe: ‘Me estaba fundiendo en el Santo Querer Divino’, etc., pidámosle luz a Jesús para que podamos comprender siempre más profundamente qué significa este ‘fundirse’, bien sea en nuestra oración que en nuestra vida práctica.

Leamos un párrafo de los ‘Escritos’ de Luisa Piccarreta sobre este argumento, Mayo, 10 de 1925 (del Volumen 17):

* << Escribo sólo por obedecer y hago una mezcla de cosas pasadas y cosas presentes. Muchas veces en mis escritos digo:

“Me estaba fundiendo en el Santo Divino Querer”, y no digo más… Ahora, obligada por la obediencia, digo lo que me sucede en esta fusión en el Querer Divino.

Mientras me fundo en Él frente a mi mente se presenta un vacío inmenso, todo de luz, del cual no se encuentra dónde llega su altura, ni su profundidad, ni los límites de la derecha ni de la izquierda, ni adelante ni atrás… >>.

Luisa dice que ve esta luz delante su mente, pero sabemos que todo lo que está escrito en estos volúmenes se nos ha manifestado para que nosotros también podamos vivirlo –en modo simple- en nuestra vida cotidiana.

El Señor, de cualquier manera, nos comunica un rayo de esta luz cuando, por ejemplo, leemos una de sus Verdades, nos damos cuenta que Él nos da una Luz particular en el corazón, dándonos una especial comprensión de Su Verdad, que con ninguna palabra humana sabemos explicar. Pero cuando el Señor nos da esta Luz quiere de nuestra parte el deseo de vivirla, de transmitirla a los demás para compartir el gozo de su

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Luz; será aquí cuando Él la hará vida en nosotros. Cuando nosotros conocemos una cosa que es del Señor, si deseamos transmitirla a los demás, Él nos la da como vida; si deseamos vivirla, Él nos da la gracia de saber transmitirla al prójimo haciendo que le comuniquemos la vida de esta Verdad para que no sean sólo palabras, (porque cuando hablamos de cosas que no tratamos de vivir, las palabras son como fuego apagado que no da luz a ninguno).

Y este don de Luz que el Señor nos hace unido a nuestra correspondencia hace que la Luz de la Divina Voluntad sea el centro de nuestra alma, sea nuestra vida. Es necesaria pues nuestra escucha y nuestra correspondencia a este don.

Continúa Luisa:

* <<En medio a esta inmensidad, en un punto altísimo me parece ver la Divinidad, o las Tres Divinas Personas que me esperan; pero siempre mentalmente. Y yo no sé cómo, una pequeña niña sale de mí, pero soy yo misma; quizá es mi pequeña alma…>>.

Las palabras de Luisa: ‘es mi pequeña alma’ nos recuerdan la importancia de volver a ser como niños. “Si no volvéis a ser como niños no entraréis en el Reino de los Cielos”, dice Jesús. Ser como niños quiere decir tener una fe inmensa, tanto de no mirarse más a sí mismo, de no querer conocer nuestro yo. Como dice María Santísima: “No conozco varón”. Más que su pureza, vemos que en Ella no había para nada el conocimiento del yo, es decir esa parte humana separada de la Voluntad de Dios, el querer humano operante sin Dios. Por eso pudo decir: “No conozco varón”, esto es, no conozco el modo humano, no conozco aquello que, -lamentablemente-, cada uno de nosotros conoce… Lo más importante es tener presente que en la luz de la Verdad de Dios debemos, poco a poco, querer volver a Él. Y esto se puede realizar si deseamos acoger siempre la Luz, que es la Verdad. Es decir, en nuestra vida para poder vivir, en la

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Divina Voluntad, todo tiene que ser verdad, no debe estar la mentira, ni el engaño; todo debe ser el reflejo de la vida de Jesús que se nos ha manifestado en el Evangelio, a través de la Iglesia: los Mandamientos, las Bienaventuranzas y todo lo que Jesús nos ha manifestado de Sí mismo. Todo lo que, en nuestra vida, se separa de esto, no es la verdad de Dios, luego debe cambiar, al menos en la intención y en el propósito, y el Señor nos ayudará.

* <<...Pero es conmovedor ver esta pequeña niña ponerse en camino en este vacío inmenso, sola, con timidez camina en punta pie, con los ojos fijos donde ve las Tres Divinas Personas, porque teme que, si baja la mirada en este vacío inmenso, no sabe a dónde va ir a parar. Toda su fuerza esta en la mirada fija en lo alto, que siendo correspondida en la mirada de la Majestad Suprema, toma fuerzas en el camino…>>

Esta frase de Luisa deberíamos recordarla siempre, en cada momento de nuestra jornada: “Toda su fuerza esta ‘en la mirada fija en lo alto’, que siendo correspondida con la mirada de la Majestad Suprema, toma fuerzas en el camino”.

Mientras no miremos al Señor, no tendremos fuerzas para caminar y para vivir en Su Divina Voluntad; apenas nos miremos nosotros mismos, incluso en las cosas que nos parezcan santas, aún para preocuparnos de cosas que parecen verdaderos problemas, o para preocuparnos por nosotros mismos, caemos. Como San Pedro, cuando caminaba sobre el agua: en vez de mirar fijamente a Jesús empezó a tener miedo de la tempestad, empezó a hundirse, hasta que dijo: “Señor, sálvame”.

Pidamos pues a Jesús: “Señor, sálvame. Ayúdame a mirarte a Ti, para que yo pueda vivir en la Luz de Tu Divina Voluntad”.

Cuando en nosotros nace la tristeza quiere decir que se ha inspirado la ingratitud. Hemos dicho

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‘tristeza’, no ‘dolor’ porque el dolor lo ha querido Jesús; aquí hablamos de tristeza intensa como ‘fin de la alegría’, fin de la gratitud hacia Dios, que es señal de que no estamos tomando las cosas como don de Jesús, como don de amor. Pidamos pues, perdón a Jesús y comencemos a agradecerle, por aquellas cosas por las que quizá estamos resentidos con el prójimo –luego con Dios- digamos: “Señor, por esto te agradezco, porque esto es un don tuyo que has preparado para mí con tanto amor, con tanta atención, con tanta dedicación”. Como una mamá cuando prepara un regalo para su hijo, piensa: “¿Qué cosa será mejor para él?” cuál no sería su dolor si el niño le dijese “no me gusta” después que ella ha preparado con tanto amor lo mejor para su hijo… así nos comportamos con el Señor, ingratos, especialmente en las cruces, en las contradicciones, o tal vez en las ofensas que recibimos de parte del prójimo… más bien debemos recordar que estas dificultades son ‘dones’ de Jesús, que nos quieren hacer semejantes a Él, nos quiere hacer corredentores junto con Él. Si dirigimos nuestra mirada al amor de Dios, volverá a nosotros la paz.

* << Ahora, mientras la pequeña llega frente a Ellos, se postra con la cara hacia el vacío para adorar a la Majestad Divina; pero una mano de las Divinas personas levanta la pequeña niña, y le dice: “! La hija nuestra, la pequeña hija de Nuestra Voluntad: ven a nuestros brazos!…” Y ella al sentir esto, se pone en fiesta, y pone en fiesta a las Tres Divinas Personas, que complaciéndose en ella, esperan el desempeño, el oficio, que le han confiado; y ella con la gracia propia de una niña, dice: “Vengo a adoraros, a bendeciros, a agradeceros por todos; vengo a atar a vuestro Trono todas las voluntades humanas de todas las generaciones, desde el primer hasta el último hombre, con el fin de que todos reconozcan Vuestra Voluntad Suprema, la adoren, la amen, y le den vida en sus almas”>>.

En el recorrido del camino de esta pequeña niña encontramos a María Santísima que nos conduce, encontramos la Cruz, encontramos la Resurrección. Es decir el

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camino hacia Dios es Cruz y al mismo tiempo, Resurrección. “Quien pierde la propia vida por Mí, la encontrará”, dice Jesús.

En cada paso que hagamos hacia el Señor, justo donde muere nuestro yo, donde está el dolor, está la resurrección en Dios.

‘Una mano de las Divinas Personas levanta a la pequeña niña’ –escribe Luisa-: frente a la Luz de Dios, vemos nuestra miseria, nuestros apegos, vemos cuan distantes estamos del Señor; pero Jesucristo, Hombre-Dios, el Verbo Encarnado, ‘Puente’ entre Dios y nosotros para llevarnos a Dios, nos levanta, nos da la esperanza, nos dice: “En mi Humanidad podéis tener el encuentro con el Padre”. Jesús tomó sobre Sí nuestras miserias, para que nosotros, si queremos, podamos encontrar en Él la vida de su Voluntad, o sea la comunión plena con el Padre. Cosa que no podremos hacer solos, sea porque Él es el Creador y nosotros pequeñas creaturas humanas, sea por nuestras miserias, por lo cual todos merecemos el infierno. Pero, confiando en Jesús, también en los momentos de desaliento encontramos en Él, especialmente mirándolo en su Pasión, en Getsemaní, cuando sintió el abandono del Padre (porque tenía sobre Sí nuestros pecados); entrando en su Humanidad, donde nos ha preparado tantas pequeñas habitaciones en las que nos esperan, el perdón y el abrazo del Padre. Seguramente, tendremos que pedir perdón a Dios en el Sacramento de la Penitencia y hacer el propósito de no volver a pecar jamás.

En Jesús encontramos la paz, también en los momentos en los que vemos mayormente nuestra nada y nos sentimos desalentados.

‘Una mano de las Divinas Personas levanta a la pequeña niña’. El Señor nos manda esta mano a través de tantas circunstancias. Por ejemplo, si consideramos el sol: no es por casualidad que el Señor nos haya dado el sol, sino porque a través del sol nos quiere decir, ‘te amo’. Luego, es una sonrisa de Dios para nosotros.

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Si creemos que Dios todo lo hace pensando en hacernos un don de amor a través de las cosas, veremos en cada cosa ‘una mano que nos levanta’: cuando un hermano nos dice una palabra alentadora, no es el hermano, sino Jesús en el hermano; un pajarito que canta,… un libro que leamos sobre las Sagradas Escrituras…: si prestamos un poco de atención nos daremos cuenta que es el Señor que siempre nos da una mano para levantarnos.

Dice Luisa: “Vengo a adoraros, a bendeciros, a agradeceros por todos”. Es decir en esta bellísima relación con el Señor, que era fuente de gloria infinita también para ella más que para Dios, su intención es siempre: ‘darle amor a Dios’. Luego, en los momentos de gozo, cuando el Señor nos hace un don, por ejemplo cuando vemos una cosa muy bella que nos hace gozar, recordemos que es un don que debemos ‘dar’ a Dios, es decir usarlo ‘para su gloria’. A veces sucede que el don nos gusta tanto que lo dejamos para nosotros, aunque se trate de cosas espirituales. Más bien en ese momento, debemos recordar que si Dios nos ha amado tanto, desea recibir la ‘correspondencia de ese amor’; de lo contrario sería ingratitud de parte nuestra. Le diremos: “Que bueno eres Tu, que me lo has dado. Te agradezco por este don”. Todo el amor que sale de Dios, debe volver a Él. Esto es un poco difícil para nosotros, porque estamos acostumbrados a no poner a Dios en el centro ni su gloria y, nos olvidamos que debemos darle a Él todo lo que de Él recibimos, y pensamos estar más contentos si dejamos algo para nosotros; y decimos por ejemplo: “En este momento de felicidad no dejaremos entrar la Cruz, de lo contrario arruinaría nuestro de gozo”. En cambio, ‘dándole’ a Él todo lo que Él nos da, aún en el compartir con los hermanos –cosa que a veces trae un ‘poco’ de cruz- es ahí donde podemos dar al Señor verdadera Gloria y a la vez podemos encontrar la verdadera felicidad.

Y cuando decimos al Señor como le decía Luisa:“ Vengo a Vuestro Trono a atar todas las

voluntades humanas de todas las generaciones, con el fin de que todos reconozcan Vuestra Voluntad

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Suprema…”; recordemos que esta oración, tan bella, el Señor nos la hace vivir durante la jornada; y si nuestra intención delante al Señor es pura y recta, y nos sucede alguna cosa, una contrariedad, un dolor de cabeza, eso significa que el Señor ha escuchado nuestra oración y se está apoyado un poquito sobre nosotros para cumplir aquello que le hemos pedido en la oración debemos mirarlo siempre a Él, debemos estar atentos de que nuestra voluntad este fija en la Suya, sin retirarla jamás. Todo lo podemos vivir en El.

Hoy hay tantas corrientes y sed en el mundo, como la ‘New Age’ (nueva era), que proponen una falsa felicidad; falsa porque no tiene la cruz, “Yo te quito la cruz y verás cómo estarás de bien”. “Sígueme y te daré una vida sin cruz”, dicen. Este modo de pensar mata el alma, mata la felicidad de Dios en nuestra alma. El verdadero camino cristiano es aquel que nos da el poder vivir la Cruz en Jesús, en su Voluntad; de hecho, así como Jesús, como pequeños Jesús; pequeños pero al fin y al cabo Jesús. Ahora, para nosotros esto es un medio de discernimiento para entender dónde está la verdad: como Dios no ‘toma del pelo a ninguno’, entonces los que toman del pelo, son los que dicen que podemos hacer cualquier cosa sin la cruz.

La Divina Voluntad no quita la Cruz, sino que la hace gloriosa como para Jesús, la Cruz fue su Gloria; es decir, en la Cruz ya estaba la Resurrección; por eso no se debe pensar que ‘vivir en la alegría de Dios’ signifique quitarnos la Cruz. En nosotros queda siempre este contraste; pero cuanto más abracemos la Cruz en El, tanto más encontraremos la verdadera paz, la verdadera felicidad.

Luisa continúa la historia de su experiencia mística:

* <<Luego ha seguido: “Oh Majestad Suprema: en este vacío inmenso están todas las creaturas, y yo quiero cogerlas todas para meterlas en Vuestro Santo Querer, para que todas vuelvan al

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principio de donde salieron, es decir de Vuestra Voluntad. Por eso he venido a vuestros brazos paternales, para traeros todos Vuestros hijos mis hermanos, y atarlos todos a Vuestra Voluntad; y yo a nombre de todos y por todos quiero repararos y daros el regalo, la gloria, como si todos hubieran hecho Vuestra Santísima Voluntad. Pero ay, os ruego que no haya más separación entre Voluntad Divina y voluntad humana. Es una pequeña niña quien os lo pide, y yo sé que a los pequeños, no sabéis negar nada”>>.

También en el libro: ‘La Reina del Cielo…’, María Santísima dice como, cuando Ella, estando aún en el seno de Santa Ana, su alma iba donde la Santísima Trinidad para glorificar a Dios, para amarlo, etc., y en aquellas fiestas se acordaba de como nosotros estábamos caídos en nuestro querer humano, de nuestro dolor, de nuestra desventura; y es tanto su amor que inclusive convertía aquellas fiestas en llanto, y rogaba con todas sus lágrimas, tanto, de poder atraer el Verbo sobre la tierra, hasta que el Verbo se encarnó. Esto nos enseña cómo, aún en los momentos de gozo podemos y debemos recordar el dolor de nuestros hermanos, especialmente de aquellos que todavía no conocen la Voluntad de Dios, no conocen a Jesús, no conocen este ‘Don’, para que este gozo sea dado también a ellos. Quizá durante la jornada el Señor nos hará sentir cualquier ‘peso’…, pero lo aceptaremos con gusto pensando con gozo que, este modo de orar y de aceptar lo que el Señor dispone, hace que seamos más numerosos en conocer la Divina Voluntad.

Cada vez que vivamos en este modo con alegría, el Señor también la da a los demás haciéndolos partícipes de nuestro gozo. Él no nos ha dado este don para retenerlo, sino para que –como en la parábola de los talentos- demos fruto, para que muchos otros lo puedan tener. Esta debe ser pues nuestra continua intención y, nos preguntaremos: “¿Cuál don espiritual puedo llevar a mis hermanos?” podemos por ejemplo, hacer nuestra esta oración a la Divina Voluntad, justo por estos

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hermanos de este cenáculo que Dios ha unido. Si luego, en esta semana el Señor me hace comprender una cosa nueva y veo que pude ser el momento justo para comunicarla a alguien, buscaré el modo de compartirla, porque no es un ‘Don’ para mí, sino para darlo a los demás. Comencemos primero el compartir entre nosotros y esto formará la verdadera ‘unidad’, porque no hay verdadera unidad sin la participación de los dones de Dios.

Este vivir ‘en la Divina Voluntad’, sobre todo con un obrar interno, como abrazar los actos de nuestros hermanos para insertarlos en Jesús, en su Humanidad y en su Voluntad, para ofrecerlos al Padre, para hacer reparación y satisfacción por todos los actos de nuestros hermanos, para ofrecer los actos que ya nuestros hermanos han hecho en la Divina Voluntad: esto forma la verdadera ‘unidad’.

Este obrar, primero se dará en nosotros, y luego compartiremos externamente los dones que Dios nos ha dado, sobre todo los dones espirituales. El Señor nos tendrá tanto en esta unidad: la unidad entre los hijos de Dios es el termómetro de la unidad con Dios. Si nosotros vivimos realmente en la Divina Voluntad, estaremos ‘unidos’, tanto que tendremos un solo pensamiento, una sola palabra, un solo actuar, un solo corazón… Sabiendo que Jesús quiere esto de nosotros, nos preguntaremos: “¿Qué pasos podemos comenzar a dar para que el Señor nos conceda como don, esta unidad?” y los pasos que haremos se los presentaremos para demostrarle que verdaderamente deseamos acoger este don –pero sólo por su amor, no por nosotros-.

* <<Pero ¿Quién puede decir todo lo que hacía y decía? sería demasiado extenso, además me faltan las palabras de lo que digo delante a la Majestad Suprema… Me parece que aquí en el bajo mundo no se usa el lenguaje de aquel vacío inmenso.

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Otras veces, mientras me fundo en el Querer Divino y aquel vacío inmenso se hace delante a mi mente, giro por todas las cosas creadas e imprimo un ‘Te amo’ para la Majestad Suprema, como si quisiera llenar toda la atmósfera de tantos ‘Te amo’, para corresponder al Amor Supremo por tanto amor hacia las creaturas; es más, giro por cada pensamiento de creatura e imprimo mi ‘Te amo’ por cada mirada y les dejo mi ‘Te amo’; por cada palpito, obra y paso y, los cubro con mi ‘Te amo’, que dirijo a mi Dios…; bajo a la profundidad del mar, en el fondo del océano, y cada serpenteo de pez, cada gota de agua, los quiero llenar con mi ‘Te amo’ >>.

Cuando reconocemos en las obras de la creación (en el sol, en las aves…), en nuestros hermanos (cosa que para nosotros, a veces, es un poco difícil) en las circunstancias (esto también puede ser más difícil), la manifestación del amor de Dios, Dios crea en nosotros, nos comunica la vida de su atractivo específico que nos ha manifestado a través de aquella creatura. Por ejemplo: si en el pajarillo que canta reconocemos el gozo de Dios y le agradecemos, y metemos en su Voluntad, nuestro ‘Te amo’ unido al suyo que nos lo está manifestando a través de aquel pajarillo, El crea en nosotros su gozo, nos comunica la vida de ese gozo.

Eso es muy bonito, y nos hace ver cómo podemos recibir la vida de la Divina Voluntad continuamente; es como un juego con Jesús; basta tener siempre la mirada fija en lo alto –como dice Luisa-.

Ahora, si estoy sufriendo, quizá por cualquier situación, o a causa de un hermano, allí está el Señor que me está comunicando su amor. ¿Cómo ha amado el Padre al Hijo? Poniéndolo en Cruz. Pero fue en la Cruz donde Jesús dio al Padre la gloria a nombre de todos, ha salvado a todos los que quieran ser salvados, a los que quieran unirse a su Pasión, a su Cruz, a través de su Iglesia, los Sacramentos, etc.

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Nosotros, muchas veces en la Cruz no vemos el amor de Dios; pero si vemos en la Cruz a Jesús que nos está haciendo más semejantes a Sí, que nos está haciendo partícipes de los frutos de su Pasión, es decir corredentores, en María Santísima, para su Gloria, Él nos comunica la manifestación de su amor que nos lo está dando a través de la Cruz. Es decir, tenemos la posibilidad de una comunión continua con la Divina Voluntad; basta querer reconocerla –y el Señor nos dará la luz, porque solos no sabremos reconocerla-, para amarla.

Es un continuo ‘te amo’ que viene de Dios y debe volver a Dios. Como entre el Padre y el Hijo el amor es continuo (‘Te amo’, ‘Te amo’, ‘Te amo’…), así debe ser entre Dios y nosotros porque Jesús quiere hacernos pequeños El mismo. Debemos pues tener esta continua relación de amor con el Padre; en cada acción, en cada cosa, antes de actuar, antes de hablar, antes de pensar –porque a veces hacemos más problemas pensando, que no haciendo nada- pongámonos un minuto en comunión con el Señor, para reconocer la manifestación de su amor en aquella circunstancia, y veremos cual acto ha creado para nosotros para que lo viviésemos en ese momento: “Tu, Señor, me estás manifestado esto. ¿Qué quieres que yo viva en este momento? ¿Cuál acto has preparado para mí para dármelo, aquí y ahora, como acto de amor hacia Ti?” Resulta una comunión continua.

El modelo de esta vida es la vida de Jesús: en la vida de Jesús está la respuesta a todo, especialmente en su Pasión. Por tanto es importante conocer el Santo Evangelio, dedicar tiempo al Señor en la oración y querer conocer también los escritos sobre la Divina Voluntad, ‘Las Horas de la Pasión’ para vivir esta relación con el Padre, en la Divina Voluntad, es decir como el Señor nos lo está manifestando ahora, en una luz toda nueva, que no podremos entender sin la ayuda de esta nueva revelación, revelaciones que nos llevan a conocer el Evangelio en esta nueva luz.

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* <<Luego después de haber operado por todas partes, como si hubiese sembrado su ‘Te amo’, la pequeña niña se va ante la Majestad Divina, y como si quisiera darle una grata sorpresa, le dice: “Creador y Padre mío, mi Jesús y mi Eterno Amor, mirad todas las cosas, y de parte de todas las creaturas sentid que Os dicen que Os aman. Por doquier está el ‘Te amo’ para Vosotros; Cielo y tierra están llenos: y ¿Vosotros no concederéis a la pequeña niña que Vuestra Voluntad descienda en medio a las creaturas, se haga conocer, haga paz con la voluntad humana, y tomando su justo dominio, su puesto de honor, ninguna creatura haga más su voluntad, sino siempre la Vuestra?” >>.

Muchas veces nos preguntamos: “¿Cuándo vendrá el Reino de Dios?”: lo esperamos como si el Señor viniese a cambiar en bueno todas las cosas malas de un momento a otro; o nos preguntamos: “¿Qué sucederá? ¿Cómo serán estos cambios?”. Y bien, Como nos ha enseñado nuestra Madre Santísima con su vida y su orar por la venida del Verbo, aquí –a través de Luisa- Jesús nos enseña cómo nuestro único interés debe ser la venida del Reino de Dios. Es decir, debemos pedirlo, anticiparlo con nuestras oraciones. No debemos preguntarnos: ‘cómo’, ‘cuándo’, ‘dónde’ vendrá el Reino de Dios; porque el Señor procede por ‘actos’ no por ‘tiempo’. El no viene dentro de tres o cuatro minutos, sino que vendrá cuando se hayan cumplido cierto número de pasos que Él ha establecido para la humanidad, o sea, cuando la humanidad esté dispuesta, o por lo menos algunos estén dispuestos, y que el tiempo esté maduro para hacer descender Su Reino en plenitud. Pero como ya ha iniciado a darlo, Él quiere que lo acojamos, sobretodo, a través de los conocimientos y a través de querer vivirlo y compartirlo con los hermanos, quiere que lo pidamos; y este llamar el Reino de Dios es para su Gloria. No para nuestro bienestar o para vivir mejor… es por este “llamarlo” y “quererlo” que el Señor anticipa la venida de su Reino. Es tener la mirada atenta de que esto sea para ‘siempre y para la gloria de Dios’, no tanto para ver un cambio más extenso. En efecto, sabemos que el Señor

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comienza sus obras poco a poco, primero con una singular creatura, luego lo extiende un poquito, después más… entonces, frente a la pregunta: “¿Señor, cuándo vendrás? ¿Cuándo vendrá tu Reino?”, podemos imaginar su respuesta: “¿Cuándo os decidiréis a acogerlo?”; porque no es tanto El, que espera dárnoslo, cuanto a lo mejor nosotros que somos lentos en prepararnos para acogerlo.

* <<Otras veces, mientras me fundo en el Divino Querer, quiero dolerme de todas las ofensas hechas a mi Dios, y reemprendo mi ‘giro’ en aquel vacío inmenso, para encontrar todo el dolor que mi Jesús tuvo por los pecados; lo hago mío y ‘giro’ por todas partes, en los lugares más recónditos y secretos, en los lugares públicos, sobre todos los actos malos, para dolerme por todas las ofensas…; y por cada pecado siento que quisiera gritar en cada movimiento de la creatura, recogiendo en mí todo el dolor de todas las culpas: “Dolor, perdón”>>.

Si el repetir esta oración: “en unión a tu Divina Volun-tad recojo en mí todo el dolor de todas las culpas… “es muy fuerte para nosotros, pensemos entonces que el Señor se apoya en nosotros según nuestras pequeñas posibi-lidades, porque aunque ‘orando en El’, también en la ‘vida en El’ somos muy pequeños todavía, muy débiles, pero El sabe que cosa quiere y puede hacer. Quiere que de nuestra par-te, todas las dificultades, todos los dolores de la jorna-da los veamos con esta intención.

Después de esta oración, no podemos pensar más en nosotros mismos, aunque estuviésemos en una dificultad espiritual. Y esto será posible solo si nuestra voluntad está unida a la suya, porque, si nos separamos de la Suya, debemos ‘cambiar’ ante todo en nosotros, ese ‘no’ con: “Perdóname Jesús. Ahora, ‘en Ti’ quiero decir ‘sí’, en María Santísima” (siempre: ‘en Ti’, porque solos no podemos ni siquiera decir ‘si’), y luego, mirarlo siempre a Él. Pero si perdemos la paz, esto no es su ‘don’; porque Jesús nos enseña que cuando el alma pierde la paz es porque, aunque estemos

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buscando a Dios, no lo buscamos por Dios, sino por nosotros mismos, por cualquier fin humano. Jesús nos dice que si perdemos la paz, debemos entrar en nosotros mismos, ver que nos perturba, destruirlo, porque si perdemos la paz significa que nuestra voluntad se ha alejado en algo de la Voluntad de Dios y, ‘destruirlo’ significa colocar en el puesto de aquel ‘no’ un ‘sí’, siempre en ‘El’, tomando de El la fuerza, sabiendo que por nosotros mismos no podemos hacer nada. Destruyendo lo que nos disturba, lo que nos ha alejado de la Voluntad de Dios, encontraremos nuevamente la paz.

Fuera de este caso, cada dolor, puede ser vivido como ‘don’ del Señor, como manifestación de su Amor, así sea una frialdad… -claro está que si somos fríos es porque, por ejemplo, estuvimos todo el día frente al televisor, lógico que si luego nos ponemos a orar, no lo lograremos. Pero, si decimos: “Señor, deseo hacer lo que tu deseas; en lo que me he separado de Ti, te pido perdón”, y comenzaremos de nuevo; si algunas de nuestras debilidades fueron causa de nuestro modo equivocado de vivir la vida pasada, y si no queremos ofender más al Señor en estas cosas, aún la debilidad presente la podemos vivir en su Pasión – sin detenernos a pensar en el error del pasado-, basta que nuestra voluntad este unida con la suya: debemos vivirlo todo, todo en El, sin mirarnos a nosotros mismos, porque el mirarnos a nosotros mismos mata la vida de la Divina Voluntad en nuestra alma-.

* <<No hay ofensa a Dios, así sea la más leve, de la cual yo no me duela y pida perdón. Y para hacer que todos sientan mi implorar perdón por todos los pecados, lo imprimo en el rumor del trueno, para que truene en todos los corazones el dolor de haber ofendido a mi Dios; ‘perdón’, en el estallido del trueno; perdón y arrepentimiento en el silbido del viento, para que grite a todos ‘arrepentimiento y deseo de perdón’; en el tintineo de las campanas, ‘dolor y perdón’; en fin, así en todo. Y después le llevo a mi Dios el dolor de todos e imploro perdón por todos, digo: “Gran Dios, haced descender vuestra Voluntad sobre la tierra, con el fin de que el pecado no tenga lugar. Es la sola voluntad humana

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la que produce tantas ofensas, que parece que anega la tierra de pecados; vuestra Voluntad será la destructora de todos los males. Por eso, os ruego, contentad la pequeña hija de Vuestra Voluntad, que no quiere más que Vuestra Voluntad sea conocida y amada y reine todos los corazones”>>.

Que todo sea Siempre ‘para la Gloria de Dios’ Y esto es lo mejor.

Escribe Luisa:

* <<Recuerdo que un día estaba fundiéndome en el Santo Querer Divino, y miraba el cielo, llovía a cántaros, y sentía un placer al ver descender el agua sobre la tierra…>>

Cuando en todo deseamos reconocer la manifestación del amor de Dios, todo es motivo de gozo. Y este es el gozo de la Cruz: aún en las cosas que antes nos fastidiaban, la tristeza, se torna en motivo de gozo; es un ‘te amo’ continuo que se vierte sobre nosotros para ser correspondido.* <<Y mi dulce Jesús, moviéndose en mi interno, con amor y ternura indecible me decía:

“Hija mía, en aquellas gotas de agua que vez descender del cielo está mi Voluntad, Ella corre rápidamente junto con el agua; cae para calmar la sed de las creaturas, para descender a las entrañas del ser humano, a sus venas, para refrescarla y constituirse vida de las creaturas, y llevarles mi beso, mi amor… Va para regar la tierra, para fecundarla y preparar el alimento a mis creaturas; y para tantas otras necesidades de las mismas… Mi Voluntad quiere tener vida en todas las cosas creadas, para dar vida celestial y natural a todas las creaturas. Pero, mientras Ella va como en fiesta, llena de amor hacia todos, no recibe la adecuada

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correspondencia, y queda como en ayunas de parte de las creaturas”>>.

Meditando esta Palabra del Señor, cada dolor que se presenta en nuestra vida lo podemos vivir como ‘presencia del Señor sufriente en nosotros, que nos pide compañía en su dolor’; es decir, nos está mostrando el dolor que ocasionamos a su Voluntad. En nuestro dolor podemos decir: “Ahora puedo consolar a Jesús”; y esto lo puedo hacer consolándolo realmente ‘en su Divina Voluntad’.

Si por ejemplo, una persona, buscando el momento justo, con amor y con atención, trata de transmitir una verdad, una ‘luz’ que ha recibido de Jesús, asegurándose que aquella alma a la que se dirige le pueda ser útil en ese momento, y no obstante, todo es rechazado, esta persona en el sufrimiento que siente por este rechazo, en vez de lamentarse puede ver este hecho ‘ en Dios’ , y darse cuenta que es la Divina Voluntad que le está pidiendo compañía en su dolor. Cuántas veces la Divina Voluntad trata de comunicarse en nosotros ‘como vida’ a través de todo lo que nos circunda y de nuestra misma vida que se nos da continuamente (el pálpito del corazón…), y cuántas veces la rechazamos.

Habituémonos a ver en los pequeños dolores de nuestra vida el sufrimiento de la Divina Voluntad y la com-pañía que podemos hacerle al Señor en todo.

Vivir en la Divina Voluntad es hacer compañía a Jesús en todo, pero para hacer esto es necesario olvi - darnos a nosotros mismos.

* <<”Hija mía, tu voluntad fundida en la Mía, también corre en aquella agua que llueve del cielo, como junto a Mí, dondequiera que Ella vaya; no la dejes sola, y dale la correspondencia de tu amor y de tu gratitud por todos”.

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Pero mientras decía esto, mis ojos quedaron como encantados: no los podía quitar de dentro de aquella agua que caía; y junto a ella corría mi voluntad, y veía en esas aguas las manos de mi Jesús multiplicadas en muchas, para llevar con sus mismas manos el agua a todos… ¿Quién puede decir lo que probaba en mí? Sólo Jesús lo puede decir, que es el autor. Pero ¿Quién puede decir tantos modos de fundirse en su Santísimo Querer? Por ahora basta. Si Jesús querrá que siga, en otra ocasión me dará las palabras y la gracia de decir más, y yo reanudaré mi hablar.

Además de esto, decía a mi Jesús: “Dime, Amor mío, ¿Qué cosa es este vacío que se me presenta en mi mente cuando me fundo en tu Santísima Voluntad? ¿Quién es esta niña que sale de mí, y por qué siento una fuerza irresistible de venir a tu Trono, para poner sus pequeños actos en el regazo divino, casi para formar una fiesta?”.

Y mi dulce Jesús, todo bondad, me ha dicho:

“Hija mía, el vacío es mi Voluntad no correspondida, puesta a tu disposición, que quisiera llenarse de tantos actos por cuantos las creaturas debieron hacer, si hubieran cumplido Nuestra Voluntad.

Este vacío inmenso que tu vez, representa nuestra Voluntad, salió de nuestra Divinidad a bien de todos en la Creación, para hacer feliz todo y a todos; luego como consecuencia todas las creaturas debían llenar este vacío con la correspondencia de sus actos y con la donación de su voluntad a su Creador; y no habiéndolo hecho, nos han entristecido con la ofensa más grave que se pueda imaginar. Por eso te llamamos a ti con la misión especial, de que seamos correspondidos y compensados de lo que los otros nos debían: he aquí la causa por la cual te dispusimos con una larga cadena de gracias, y luego te preguntamos si querías hacer vida en nuestra Voluntad, y tu aceptaste con un ‘sí’, firme y definitivo, atando tu voluntad a nuestro Trono, sin querer reconocerlo, porque voluntad humana y Divina no se reconcilian, ni pueden vivir juntas...”>>.

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Justo como dice Jesús en el Evangelio: “No se puede servir a dos señores: o se amará uno y de odiará al otro…”.

Cuando Jesús dice a Luisa: “Por eso te llamamos a ti con la misión especial de que seamos correspondidos y compensados de lo que otros nos debían”, estas palabras no son solo para Ella, sino que valen también para nosotros.

Después de María Santísima, que siempre es la primera; Luisa fue la primera creatura nacida con el pecado original para ‘vivir en’ este ‘Don’ de la Divina Voluntad después de la caída de Adán y Eva. Ahora Jesús nos llama también a nosotros.

Nuestra primer tarea es ‘vivir’ este ‘Don’ y compartirlo con nuestro prójimo, sea en la oración que con el ejemplo, con la palabra, etc., como el Señor nos muestra paso a paso.

Por eso debemos tener presente que este ‘Don’ que el Señor nos hace es para nosotros también una ‘misión’; y es la primer misión que tenemos, porque este es el primer propósito por el cual Dios nos creó, y que ahora nos está haciendo conocer poco a poco.

En la vida práctica el Señor manifiesta a cada uno el ‘cómo’ vivir ‘en la Divina Voluntad’, ‘cómo’ vivir esta misión, cada uno en su propio ambiente.

Él nos manda como misioneros en nuestra familia, en nuestro trabajo, en nuestros ambientes, para llevar la vida de la Divina Voluntad; sobretodo viviendo el trabajo, viviendo la vida de familia, en su ‘Voluntad’, es decir como una presencia de Divina Voluntad en ese ambiente, entre esas personas; y después donde sea posible, manifestando a nuestro hermanos este ‘Don’ maravilloso que el Señor nos está haciendo conocer.

Y vemos también cómo el Señor, durante nuestra vida, nos ha predispuesto, nos ha formado, para que pudiéramos acoger estos conocimientos, esta Vida y darla a los demás. Quizá no entendamos cómo El, a

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través del dolor, estaba formando el vacío (de todo lo que no es El) en nuestra alma, y en lugar de agradecerle, le preguntamos: ¿Por qué este dolor? –y sabemos que ‘el por qué’ viene del demonio-; pero hoy vemos como el Señor nos ha preservado de tantas cosas, nos ha predispuesto en tanos modos, y hoy le agradecemos. Esto nos dice que todo lo que el Señor quiere, o permite que nos suceda es con el objetivo de cumplir su diseño en nosotros, si somos dóciles en sus manos.

Prosigue Jesús diciéndole a Luisa:

* <<“Donde aquel ‘sí’, es decir tu voluntad, existe fuertemente atada a nuestro Trono. Es por eso que tu alma, como pequeña niña nacida en nuestro Divino Querer, es atraída delante a la Majestad Suprema, porque subiendo delante a Nosotros, tu querer que ya es nuestro, te precede, y sientes nuestro Querer que como potente imán te atrae; y tú, en lugar de mirar tu voluntad, te ocupas solo en traernos en tu seno todo lo que has podido hacer en Nuestra Voluntad y pones en nuestro regazo Nuestra misma Voluntad, como el regalo más grande que a Nosotros nos conviene y la correspondencia más grata para Nosotros”>>

Recordando pues que éste es ‘ el regalo más grande’ que conviene a Dios y la correspondencia que a El más le agrada renunciaremos a otras cosas buenas que veremos hacer, aún para el Señor –pero a veces pensamos hacerlo para el Señor pero en cambio lo hacemos para nosotros mismos-, con la fe de un niño. Jesús en el Evangelio dice que María (de Betania) ha escogido la parte mejor y no le será quitada’. Y sin embargo Marta estaba sirviendo a Jesús, preparando el almuerzo… hacía una cosa muy bella, humanamente hablando; pero delante a Dios ‘ María ha escogido la parte mejor’.

Entonces, la vida que Jesús nos enseña a través de Luisa, es una ‘vida en la fe’ una vida escondida; pero será: ‘ viviendo cada momento en la Divina Voluntad’ .

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En cuanto a las cosas exteriores, si hacemos lo que el Señor desea de nosotros, no podemos decir que hacemos mucho si hacemos una cosa en vez de otra, sino que hacemos más si hacemos lo que el Señor nos pide. Esta consideración nos ayuda a poner un poco de orden a nuestra vida, a discernir para no seguir todas las ideas que se nos vienen a la mente, por bellas que sean en sí mismas, pero que el Señor no nos lo está pidiendo en ese momento.

* <<Donde, el no ocuparte de tu voluntad, y el solo Querer Nuestro, que vive en ti, nos pone en fiesta; tus pequeños actos hechos en nuestro Querer nos trae la gloria de toda la Creación, por lo que parece que todo nos sonríe y todas las cosas creadas nos hacen fiesta>>.

Si nosotros miramos los frutos de un momento vivido en ‘la Divina Voluntad’, esto nos da la alegría y la fuerza para vivir cada situación, porque ‘esto es llevarle una fiesta a Dios’, consolarlo de todas las amarguras que recibe de la humanidad (cuántas cosas horribles suceden en el mundo) aunque de nuestra parte, que muchas veces, desgraciadamente, aún recibe. Vivir ‘en la Divina Voluntad’ consuela a Dios de estos dolores

* <<Y al verte descender de nuestro Trono, sin ni siquiera prestar atención a tu voluntad, como perdida en la Nuestra, y viéndote regresar a la tierra llevándote nuestra Voluntad, esto es para nosotros una alegría infinita…>>.

“Y viéndote regresar a la tierra…”: en el Tabor, los Apóstoles hubieran querido quedarse allí, pero Jesús los ha invitado a descender, a caminar. En los momentos de oración y cuando el señor tal vez nos da nueva ‘luz’, debemos recordar que, después, de recibir esa ‘luz’ debemos ir a ‘llevarla’. Es decir, después de un ‘Retiro’ si se va a una ‘misión’, es necesario ‘llevar’ lo que el Señor nos ha dado; luego volveremos a la relación con el Señor para llevarle el ‘agradecimiento’, la ‘gloria’, el

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‘amor’ y todo lo que El, a través nuestro, ha querido dar; pero esto es para recibir nuevas cosas de parte de los demás. Siempre tiene que haber esta intención y este trabajo, de lo contrario no podemos decir que vivimos en Dios.

* <<“ Por eso te digo siempre: sé atenta a Nuestro Querer, porque en El hay mucho que hacer; y cuanto más harás, tanta más fiesta nos traerás, y Nuestro Querer se verterá a torrentes en ti y fuera de ti” >>.

En la vida de la Divina Voluntad podremos encontrar la verdadera felicidad; no la busquemos en otras cosas. Y no vayamos a buscar respuestas en otras fuentes fuera de la Verdad de Dios; no busquemos respuestas del mundo, consejos humanos, porque muchas veces se reciben respuestas equivocadas, respuestas humanas. Busquemos nuestras respuestas siempre en el Santo Evangelio, en los ejemplos de Jesús y de nuestra Madre Santísima y, en estos Escritos que el Señor nos está haciendo conocer. Luego, podremos encontrar ayuda en los hermanos con los que el Señor nos ha unido. Será muy hermoso comenzar a compartir entre nosotros en la alegría, también en el dolor; y veremos que, si tenemos el deseo de dar alguna cosa ‘en Dios’, veremos como el Señor, a través de cada uno de nosotros ayudará a nuestro hermano, aunque no seamos capaces de hablar, ni dar consejos… esto formará entre nosotros una verdadera amistad, un verdadero compartir; como en una familia donde todos deben llevar las misma alegría y la misma cruz. Y el Señor nos dará la verdadera ‘unidad en su Voluntad’.

Porque en nuestros encuentros, en nuestro ‘estar juntos’ para meditar sobre la ‘vida en la Divina Voluntad’, hay una huella divina, no humana, intentemos quedarnos en escucha de lo que Jesús nos quiere comunicar, aun cuando no leamos estos ‘Escritos’ también cuando humanamente y físicamente no nos estemos comunicando –pero en el espíritu, sí, estamos en comunión-.

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Cuando queramos hacer preguntas sobre estas Verdades, hagámoslas primero a Jesús, escuchando y meditando siempre lo que Él nos está dando, y en nuestro deseo de ser ‘uno’ con El, Él nos hará ‘uno’ en Él y también con nuestros hermanos; Él nos hará canales de gracia, de amor, de luz, de paz; nos convertirá en apoyo. De lo contrario lo que Él nos comunica será disperso, si lo vivimos humanamente.

Eso que estamos viviendo en nuestro corazón, custodiémoslo, conservémoslo, démoslo a Jesús para que Él lo haga crecer. En nuestras dudas vayamos a Él, tal como hijos a su Padre: “Padre, no entiendo esto. Ayúdame”. La respuesta no llegará de inmediato sino, poco a poco. Luego, nos lo comunicaremos y lo compartiremos entre nosotros… pero, intentemos hacerlo en este modo, diciendo a Jesús: “Jesús, queremos que nuestros encuentros tengan una huella verdaderamente divina, en tu Amor y en tu Voluntad”.

Y cada uno, con su propia vida, puede ayudar a los otros a vivir este deseo de relación con Dios, para que luego se extienda a todos.

En cada cosa debemos ver siempre lo que Jesús ha vivido, lo que nos ha manifestado con su vida.

Jesús, en la Cruz, y en toda su vida, ha cargado con nuestros pecados, porque nosotros, no sólo no estábamos en la Divina Voluntad, sino que estábamos fuera de la Redención, por lo que ha debido hacer todo un trabajo, para dar al Padre reparación por todas las ofensas que Él ha recibido y sigue recibiendo de todos sus hijos.

En Jesús, podemos continuar abrazando los actos de nuestros hermanos, y ‘en Él’, por cada acto malo hacer un acto bueno, un acto de reparación; pero tomándolo siempre de los actos de la vida de Jesús, porque siendo nosotros seres humanos, fuera de Él no podemos hacerlo; en cambio Él, en su Humanidad, nos introducirá a vivir en la Divina Voluntad. Debemos, pues, pasar siempre por su Humanidad.

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Sobre estas realidades no se pueden hacer razonamientos para entender mentalmente. Aquí se trata de una obra interior que, haciéndolo, nos dará la posibilidad de crecer en la comprensión de las Verdades que estamos viviendo.

Entonces, cada vez que: ‘en Jesús’, unimos nuestros pensamientos a los Suyos, nuestras palabras a las Suyas… en los pensamientos de Jesús encontraremos los pensamientos de todas las creaturas, inclusive los pensamientos que han ofendido a Dios, también los pensamientos de soberbia. Demos pues por cada pensamiento malo un pensamiento de reparación, un pensamiento de amor, de humildad (al decir: “Señor, hazme comprender”).

De este modo, ‘en Jesús’, el Padre recibirá reparación por todos los pensamientos de las creaturas y será reconstruida la relación que nuestro hermano ha interrumpido –o tal vez nosotros mismos- a causa de ese pensamiento ‘fuera’ de Dios, de ese pensamiento de pecado…

En ese momento, Dios derramará luz, gracia, sobre nuestro hermano. Luego, corresponde al hermano decir: sí; pero a nosotros nos toca, ‘en la obra de Jesús’, ‘en su humanidad’, unir de nuevo al hermano con el Padre –al hermano que se ha separado-, para que el Padre no vuelva a ver una obra mala –o simplemente una obra humana- sino que vea la obra de su Hijo, y derrame luz y gracia.

Nosotros oraremos así: “Señor, yo quiero meter mi ‘sí’ en tu Acto, por todas las creaturas”. Sabiendo también que cuando Dios toque el corazón de la creatura, cada uno deberá decir su propio ‘sí’ personal, porque Dios nos ha creado libres en la voluntad.

* * *

…RESPUESTAS A ALGUNAS PREGUNTAS.

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...Jesús dice: “La Cruz salda todo débito. Después de haber saldado todos los débitos, forma en el alma el trono más resplandeciente…”.

A través de la Cruz, Jesús nos purifica. Pero hay otra ‘Cruz de correspondencia’, vivida en El, que es una Cruz ‘para la Gloria del Padre’ y ‘para la salvación de las almas’; y es la Cruz que ha vivido Jesús: Jesús no tenía necesidad de purificación. Pero, no está en nosotros decidir si debemos vivir la cruz de purificación o la cruz de correspondencia. Debemos en cada cruz, ver que nuestra voluntad este unida a la Voluntad de Dios, y si en algunas cosa nos hemos separado, pidamos perdón y metámosla en su Voluntad; y luego vivamos cada Cruz en la Pasión de Jesús –sin pensar si el Señor me la está dando para purificarme o para ayudar a la salvación de las almas: yo la viviré ‘para mí y para todos en su Voluntad’-.

…Jesús en su vida glorificó al Padre a nombre de todos, pero no todos se salvan, porque sólo quienes ‘acogen’ la salvación puede salvarse. Pero Jesús, en su obrar dio al Padre la ‘Gloria’ como si todos hubiesen correspondido a su amor; y ha alcanzado la gracia para que cada uno pudiese convertirse y salvarse. Él continuamente nos ofrece estas gracias infinitas, pero se necesita el ‘sí’ de nuestra parte, porque el Señor nos ha creado libres y quiere un amor libre, un amor de hijos, no de siervos. Jesús ‘da la Gloria al Padre’ como si todos hubiesen correspondido y ha obtenido para todos mayores gracias para poder corresponderle; ahora, cada uno es libre de dar esta correspondencia.

… Dice Jesús: “Los actos hechos ‘en mi Voluntad’, son la nueva salvación del mundo”.

… Nosotros quisiéramos que el Señor estableciera el Reino de su Voluntad sobre la tierra de inmediato. Pero miremos a Jesús, con cuanta paciencia está a la espera del advenimiento del Reino de la Divina Voluntad, Él que vive en la Divina Voluntad; Él que vivía en su interior, en la relación con su Madre, en el Paraíso sobre la tierra. Él ha sacrificado su

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Paraíso porque nosotros no estábamos preparados para acogerlo, porque primero se necesitaba la Redención. Él ha esperado. También nosotros debemos saber esperar, para ‘ reparar’ su paciencia, para ‘darle’ la Gloria …

Jesús nos explica, en diversos pasos de estos ‘Escritos’, que es verdad que hay tanto mal en las creaturas, más o menos visible; pero Jesús está presente en todos sus hijos. Por tanto no sólo debo ver a Jesús en aquel hermano que me da amor, luz, paz; sino que debo saber que Jesús también está en ese hermano que lo está matando en su interior. Y yo debo hacerle compañía a Jesús Crucificado en el alma, muerto o agonizante. Cuando hago compañía a Jesús en esa alma, no puedo odiarla, porque dentro de ella Jesús está siendo martirizado. Con mi actitud de reconocer y amar a Jesús en ese hermano, Él comienza a resucitar en esa alma. ¿Pero, cuántos hacen esto? Es un caso esencialmente de fe y de amor.

En este modo, Jesús comienza a resurgir en aquellos que lo están matando –empezando por nosotros; porque somos nosotros los primeros en matarlo en las pequeñas o grandes ocasiones que se nos presentan en la vida-.

Jesús comienza a resurgir cuando alguno lo está reconociendo en el hermano que lo está matando, cuando alguno lo quiere resucitar tomando sobre sí la muerte que le da ese hermano, dándole pensamientos de amor, de reparación, ofreciéndole los pálpitos del propio corazón.

Continuamente debemos hacer estos actos: en familia, en el trabajo, en el autobús; con cualquier hermano, aunque no lo conozcamos. Continuamente debemos pedirle a Jesús que resucite.

Jesús dice: “Satanás tuvo acceso en el Edén terrestre, pero no lo tendrá en el Reino de la Divina Voluntad”.

Entonces, está en nosotros querer vivir en este Reino de la Voluntad Divina. Y cuanto más queramos y busquemos de vivir en El, ‘fundiéndonos con Jesús’,

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haciendo estos actos, tanto más se extenderá dicho Reino.

Jesús dice que: “La puerta del Reino de la Divina Voluntad está abierta, porque Yo, con Luisa la he abierto para todos. Mi Mamá y Yo la hemos vivido en plenitud, pero aún no habíamos abierto las puertas, porque primero se necesitaba la Redención. Con Luisa he abierto la puerta, en la tierra, para todas las generaciones, para que entren a vivir en este Reino de la Divina Voluntad. Y todos pueden acceder. Y una vez que la creatura decida entrar, ya no podrá salir; no porque Yo no la deje libre, sino porque ella misma no querrá salir jamás”.

-De este modo, satanás no entrará, porque donde él siente la sola palabra: ‘Voluntad de Dios’, no se acerca; porque el primer acto que él hizo, fue un acto de desobediencia contra la Voluntad de Dios; luego, no se acerca donde esté la Voluntad de Dios-.

Conociendo estas cosas, nos preocuparemos de hacer de nuestra vida un acto perenne, una oración perenne ‘en la Divina Voluntad’ , para que se extienda y, para que satanás no tenga acceso. Donde hay Divina Voluntad, satanás no está.

Si creemos esto, también en nuestros hermanos que no quieren acoger al Señor, Jesús resucitará poco a poco a través de la compañía que le hagamos’.

Es verdad que cada uno quedará con su libre arbitrio… pero nosotros nos ocuparemos ‘de dar al Padre la Gloria que se le quita’; por tanto será Él mismo quien dará la luz a aquellas almas, si es necesario.

… También dice Jesús: “mi modo de padecer no fue mirar el dolor, ni de donde me venía el sufrimiento – de los enemigos y luego de cada uno de nosotros -, sino en mirar la ‘Gloria’ que quería dar al Padre, el bien que estaba obteniendo para las almas”: es decir, en el mirar los ‘frutos’ de la Cruz.

¿Cómo nos comportaremos entonces delante al sufrimiento? Si por ejemplo, a alguno nos duele un brazo: no nos lamentaremos, ni nos irritaremos con quien haya podido

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ser la causa de ese dolor sino que veremos los frutos que podran derivarse de este sufrimiento. Diremos: “Señor, este dolor del brazo lo inserto a tu Pasión, - y cuando veamos el Crucifijo, nuestro dolor sera tan pequeñito, porque no será nada en comparación con el suyo – y repararemos al Padre por todas las malas acciones que hacemos los hombres con los brazos; le agradezco por el don del movimiento de los brazos y agradecerle por cada dolor que nos concede…” y este agradecimiento continuo, nos traerá la alegría.

Luego, pediremos que todos tengamos la luz de usar los brazos ‘ para la Gloria de Dios’ y ‘para el bien de las almas’, y repararemos por todo y por todos …

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Haciendo todo este trabajo interior, pensando en los ‘frutos’, con fe y certeza que el Señor actua -también porque El nos dado la prueba de la Cruz– no miraremos más la cruz como una cosa negra, fea, sino como una cruz gloriosa; una cruz luminosa y hermosa porque mirándola, es luz.

Es importante que en nuestro corazón esté la alegría, ‘para la Gloria de Dios’ , obviamente.

En la Voluntad de Dios. Siempre!

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II MEDITACIÓN

Pidamos a Jesús que continuemos escuchando su infinito amor y sus infinitas verdades, para su Gloria y para la santificación de todas las creaturas. Gloria al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo, como era en el principio ahora y siempre, por los siglos de los siglos, en su Eterno Querer.

Continuando con lo que, hasta ahora se ha dicho y leído, miremos un poco el aspecto de la oración ‘en la Divina Voluntad’.

Leamos dos fragmentos muy breves, y luego en el curso de los mismos veamos las ‘luces’ que Jesús nos da.

Del Volumen 11 , Junio 15, 1916:<< Continuando mi habitual estado, mi siempre amable Jesús

ha venido y me ha transformado toda en El y luego, me ha dicho: “Hija mía, difúndete en mi Querer para hacerme reparación completa” >>.

Debemos decir que verdaderamente cada palabra que Jesús nos está comunicando a través de estos ‘Escritos’ benditos, contienen una vida divina, contienen una inmensidad de Gracia.

Cuando leemos que Luisa dice: “Me ha transformado toda en Él”, nos dirigimos entonces a Jesús: ¿Cómo es posible, Jesús, que Tú puedas transformarnos todos en Ti?”.

Pero pensando en la materia, como la cera que se funde en el con el fuego o, en dos materiales fundidos que se juntan y se funden entre sí, debemos decirle: “Sí Jesús, purifícame con el fuego, pero consúmeme de tal manera que llegue a ser una sola cosa contigo”.

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Él nos ayudará diciéndonos: “tened en vosotros una actitud de querer vivir siempre en la Divina Voluntad. Cada acto que hagáis, cada pensamiento, palabra, obra, paso, pálpito, respiro,… todo, vertedlo siempre en lo que Yo he operado, vertedlo siempre en mi Humanidad, para que Yo pueda verterlo en la Divina Voluntad.”

De esta manera, veremos que nuestros actos humanos casi pierden su forma para adquirir la forma de los actos de Jesús; es como cuando colocamos un líquido en un recipiente, este toma la forma del recipiente. Pero para hacer esto, es necesario que Jesús nos consuma todos con el fuego de su amor y queme en nosotros todo lo que no sea su amor, todo lo que no sea Su Voluntad.

Esto nos traerá un poco de sufrimiento, pero, a cambio de ese pequeño sacrificio tendremos una gran alegría. Dice Jesús a luisa: “lo difícil, en las creaturas, no será tanto el ‘sacrificarse’ cuando hayan conocido las maravillas que estoy operando y quiero operar en vosotros, sino más bien el ‘conocerlas’”. Démosle entonces este Fiat del ‘Sí’. Porque si yo no conozco a Jesús, si no conozco su vida divina que quiere operar continuamente en nosotros, cómo puedo enamorarme, cómo puedo querer ‘sacrificarme’ –lo digo entre comillas porque, de frente a tanta gracia el sacrificio produce una alegría, produce amor-.

Empeñémonos pues en estos ‘conocimientos’ y en este ‘verter’ siempre nuestro obrar en el Suyo.

Jesús dice: “Viértete en mi Querer para hacerme reparación completa”. ¿Cuál es el interés de Jesús? Recibir ‘reparación completa de parte de la creatura’ ; que es exactamente lo que El hacía para el Padre.

Pedir a Jesús la propia santidad individual, ‘para su Gloria’, puede ser una buena cosa; pero no es lo que Jesús hacía. Él quería ‘llevar al Padre la santidad de todos, la ‘Gloria’ de todos, el amor de todos’. Y Él nos está pidiendo esto; y nos dice: “Ahora lo podéis hacer, en cada momento de vuestra vida, ‘viviendo en mi Voluntad’, ‘circulando’ en mi Voluntad, en todos y en cada uno, en los pensamientos de todos y de

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cada uno, dándome reparación, agradecimiento, amor, por la obra de todas las creaturas”.

Se trata de un Dios que quiere algo divino, que abarque a ‘todos’, y no sólo a nosotros. Y este ‘todos’, no se refiere únicamente a los que viven en este tiempo, sino ‘en Jesús’, abrazar todas las generaciones, pasadas, presentes y futuras; porque Jesús ya lo ha hecho y lo ha hecho por el Padre.

Pero para que el hombre viva lo que Jesús ha vivido, necesita nuestro ‘sí’. Si nosotros decimos: “Sí, en Ti lo quiero vivir”, El continúa en nosotros dando al Padre la Gloria a nombre de todos.

Continúa Jesús:

* << “Mi amor siente una irresistible necesidad; por tantas ofensas de las creaturas, quiere una almenos que, interponiéndose entre Yo y ellos, me de reparación completa, amor por todos, y me arranque gracia para todos; y esto se puede hacer sólo en Mi Querer, donde me encontrarás a Mí y a todas las criaturas”>>.

“Mi amor siente una irresistible necesidad…” Jesús que es Dios, es el Todo, no tiene necesidad de nada, sino que se comunica a nuestra humanidad usando vocablos que podamos comprender.

De frente a la ‘necesidad de amor’ de un Dios, ¿puedo mirarme a mi misma? ¿O no estoy llamada a mirar exclusivamente a Aquel que es Amor, y que me da todo su Amor para volverlo a recibir de mi parte?

Y cuando el Señor dice: “Quiero una creatura que se interponga ente Yo y mis hijos, entre Yo y aquellos que me están matando, ofendiendo” está claro que no está dirigiéndose sólo a Luisa.

Pensemos que, para una creatura, para la Virgen María Dios ha anticipado el tiempo de la Redención. Porque Ella era una creatura que vivía plenamente en la Divina Voluntad y

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que tenía la Divina Voluntad obrando y actuando plenamente en Si misma, y siempre; porque Ella no dio ni un pálpito de vida a su voluntad humana, sino que siempre vivió en la Divina Voluntad de Dios.

Dice Jesús: “Vosotros, pueblo de hoy, que habéis recibido el don de la Redención, y que sois más grandes en número con respecto a María Sma., que era una sola persona, podéis juntos vivir e impetrar este ‘Don’, este Reino para todos, obtenerlo y extenderlo”.

Este Reino, en su manifestación en la tierra fue iniciado con Jesús y María, pero como para la Redención Jesús ha enviado a los discípulos: “Id y anunciad el Evangelio hasta los últimos confines de la tierra”, ahora la misma cosa pide para el ‘Don’ de la Divina Voluntad: “Id y llevadlo hasta los últimos confines de la tierra. De lo contrario no volverá este orden –aunque si a Dios, ya haya vuelto la Gloria-, no volverá la creación al orden en el cual Yo la había pensado al crearla”.

Jesús no usa vocablos ‘al acaso’ ni sus enseñanzas. Cuando Él nos invita a decir: “Gracias por mí y gracias por todos”, es como si le dijésemos: “Jesús, mira estos hijos tuyos en la luz, en tu amor, porque yo te quiero reparar por ellos; en tu Cruz, quiero cargar con sus acciones. Y si tiene que haber equilibrio con tu Justicia, mírame a mí, no los mires a ellos, mas bien a ellos dales gracia”.

Esto es lo mismo que ha hecho Jesús, entonces no podrá decir ‘no’. Con este modo de actuar, le arrancaremos gracias para las almas; será muy difícil para aquellas creaturas decir no a un Dios que vierte sus gracias con una potencia increíble. Sin embargo Jesús nos dice: “Esto lo puedes hacer sólo ‘en mi Querer’, donde me encontrarás a Mí y a todas las creaturas”. Y el mismo Jesús explica: “Yo, como Dios, habiendo humanamente actuado siempre en modo perfecto, tenía que actuar siempre en una Voluntad Divina, para encontrar todas las creaturas, y dar a Dios la ‘Gloria’ de todas ellas. Como hice Yo, haced también así vosotros”.

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Este modo de vida significa: ‘Cruz’, Cruz ‘en Jesús’, pero es Cruz gloriosa, es Cruz vivida ‘ en su humanidad’, como otros pequeños Jesús.

Ahora, cuando usamos la palabra ‘amor’, preguntémonos: “¿Es amor que dona o amor que recibe?”. Cuando en nosotros hay amor que ‘que se dona’, no podemos olvidar que el ‘don’ es verdadero cuando se da en el sacrificio y en el dolor.

Si vivimos todo ‘en la Humanidad de Jesús, en su Cruz’, entenderemos en Jesús si estamos viviendo para Él y para llevar salvación a las almas, o si estamos viviendo para nosotros mismos.

Continúa Jesús:

* <<“Oh, con que ansias estoy esperando que entres en Mi Querer, para poder encontrar en ti las complacencias y las reparaciones de todos; y sólo en Mi Querer encontrarás todas las cosas en acto, porque Yo soy motor, actor y espectador de todo”>>.

“Sólo en Mi Querer encontrarás todas las cosas en acto”.Jesús dice claramente que todo lo que Él ha vivido en su

vida terrena, está en continuo acto de darse para todos sus hijos -obviamente, tendremos que ‘querer’ acogerlo-. Así que, las oraciones de Jesús, sus padecimientos, sus enseñanzas, sus palabras, sus milagros: todo está en continuo acto de donación; justamente porque todo está hecho en una Voluntad Divina, que tiene poder de multiplicar al infinito, de crear al infinito, y de continuar sus actos –y que Él quiere que continúe en las creaturas que dicen: “Sí, quiero vivir en Ti, en tu Voluntad, continúa tu obra en mí”-, actos que están en beneficio de quienes los sepan acoger. Ciertamente entra aquí la disposición de la creatura: mientras más dispuesta esté la creatura, más entrará Jesús en ella con su obra.

Jesús dice: “El conocimiento del Don de mi Voluntad, se extenderá tanto cuanto más actos hagáis en la Divina Voluntad“.

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Pero esto no es una cosa que veamos o que podamos medir humanamente. Sino que los actos los haremos con fe, ‘en la Divina Voluntad’, sabiendo que estos llevarán luz a las mentes de las creaturas, amor a sus corazones; y tal vez el deseo de aprender algo que tal vez a nivel de escritos aún no saben de su existencia.

Insiste Jesús: “Estos ‘ Escritos’ , estas Verdades que Yo les desvelo, contienen tal luz, que su luz –que es la luz de mi Divina Voluntad- eclipsarán la humana voluntad”; porque quiere transformar todo en Sol, quiere envolver todo en Sí de tal forma que, la creatura viva en el sol de Dios.

Pero respetando, siempre, el libre albedrío de la creatura; quizá algunos no sepan reconocer en la obra del Señor, el amor que Él tiene hacia ellos y no le den su ‘sí’, no dejándose eclipsar por este Sol; y esto a pesar de nuestras oraciones ‘en la Divina Voluntad’ a pesar de ofrecer las oraciones de Jesús, sus padecimientos, sus enseñanzas… No debemos perder la paciencia frente a este ‘no’; a nosotros nos toca el tratar de vivir ‘en la Divina Voluntad’ y transmitir este ‘Don’ que el Señor nos hace conocer; confiemos y confiémosle al Señor los demás, El sabrá realizar su obra poco a poco en los corazones –como lo está haciendo con nosotros-.

Continúa Luisa en sus escritos:

* <<Ahora, mientras decía esto, me he vertido en Su Querer;>>

Esta es la belleza y la simplicidad de esta alma. Como Jesús le manifiesta lo que para Él es gozo, lo que El desea de la creatura, ella lo hace inmediatamente, e inmediatamente sigue la obra de Dios, sigue sus palabras, su amor. Es la correspondencia de amor que todos debemos dar al Señor por todo lo que nos da. Apenas conozcamos lo que le agrada al Señor, démoselo de inmediato, sin esperar ni un segundo, porque es un don que Él nos ha dado.

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Compartiéndolo siempre con los hermanos, porque el Señor quiere que su don pueda circular entre todos, para que luego regrese a Él.

* << ¿Pero quién podrá decir lo que veía? Me encontraba en contacto con cada pensamiento de creatura, cuya vida venía de Dios; y yo, en Su Querer me multiplicaba en cada pensamiento, y con la santidad de su Querer reparaba todo, tenía un ‘gracias’ por todos, un ‘amor’ por todos; y así me multiplicaba en las miradas, en las palabras y en todo lo demás, pero ¿quién pude decir lo que ocurría? Me faltan las palabras, y tal vez las mismas lenguas angelicales serían balbucientes; por eso hago punto>>.

Apenas Luisa se vierte en la Humanidad de Jesús, y en su Santísima Voluntad, se encuentra realmente en contacto con cada pensamiento, palabra, mirada, etc., de creatura; porque en la Divina Voluntad todo es presente.

Cuando nosotros pensamos, es porque Dios nos da la vida de ese pensamiento; si hablamos Dios nos da la vida de la palabra; si nuestro corazón palpita, Dios nos da la vida del pálpito; y así de todo lo demás. Es decir, todo lo que podemos hacer es porque Dios nos da la vida de eso que estamos haciendo. Pero cada uno de nosotros es libre de usar la vida que Dios nos da, para Él o contra Él. Ejemplo: el pensamiento puede ser usado para conocer a Dios o conocer cosas humanas o querer ofender a Dios; una ‘palabra’ puede ser dicha para dar ‘gloria’ a Dios, o bien para blasfemar contra Dios… siempre será la vida que Dios nos comunica en el pensamiento y en la palabra para hacer posible aquel acto, aquel pensamiento, aquella palabra. Estamos usando la vida que Dios nos da o para El, o contra Él.

Considerando esto Luisa dice: “Así como eres Tu, Señor, que comunicas la vida, el pensamiento, la palabra a todas las creaturas, yo quiero encontrarme en cada pensamiento para hacerle compañía a tu vida, que tal vez no es conocida por aquel pensamiento o no es usada para Ti, y quiero darte un pensamiento de amor, de agradecimiento y de reparación (si es contra

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Ti)”. Y así por la palabra, por las miradas y por todo el resto del cuerpo de las creaturas y de sus actos: de todo.

Jesús, viniendo a la tierra quiso sufrir en cada parte, exterior e interior de su cuerpo –Él tomó sobre Sí las penas morales-, justamente para poder reparar y rehacer al hombre en todo su ser, en toda su plenitud.

He aquí lo que nos pide el Señor: al inicio del día, y luego poco a poco encontrándonos delante a las creaturas que Él nos pone delante, difundamos nuestros pensamientos en los suyos, unámoslos a los suyos, fundámoslos con los suyos, y encontrémonos con Él en los pensamientos de todas las creaturas para darle un pensamiento de amor, reparación, gloria…

Y esto hagámoslo por cada parte: con los ojos, con la boca, con la escucha, con el corazón…, con todo lo que es acto voluntario o involuntario (como el respiro, el pálpito). Me detengo en mi pensamiento para considerar que también los actos involuntarios son una vida que Dios me da –vida que me da la posibilidad de palpitar, de respirar para permanecer en vida- pero esa vida es para darle ‘gloria’ a Él, no para usarla para mi o para pecar contra Él.

Jesús, me pide incesantemente: “Haz todo unida a Mí, uniformada conmigo, y te encontrarás en todas las creaturas, y encontrarás mi obra presente en todas ellas, y me darás una correspondencia de amor a nombre de todos y de cada uno”

Es esta la “nueva evangelización”: es una evangelización sin palabras, pero con la vida, vida que es oración.

Todo lo que Jesús hizo en sus treinta años de vida oculta, sólo lo conocían Dios Padre, el Espíritu Santo, María Santísima y San José, ninguno más. Su vida oculta fue una continua oración que elevaba al Padre, para darle reparación y gloria a nombre de todos, y para agradecerle en la tierra a nombre de todos; pero esto a través de simples actos humanos. También el barrer, encender el fuego, preparar el almuerzo, tender la cama: todo era una oración continuada, en María y Jesús. Y nuestra vida debe

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transformarse en una oración continua, en una relación íntima y continua con el Padre en Jesús, para que sea gracia y luz para todos.

Cuando en un ambiente están presentes los hijos de la Divina Voluntad, aunque no hablen, se notan gracias espirituales, que son la consecuencia de una presencia de Dios operante en ellas y a través ellas. El alma que se lanza en el mar inmenso de la Divina Voluntad extiende las gracias a aquellos que se encuentran entorno; y lo podemos comparar a la piedra que, lanzándola en el agua, multiplica a su alrededor las ondas más amplias.

* <<Donde, he pasado toda la noche con Jesús en su Querer. Luego sentí la Reina Mamá cerca, y me ha dicho: “Hija mía, ora”. Y yo: “Mamá mía, oremos juntas, que sola no sé orar”>>.

Sea cuando sintamos el deseo de orar o, sea que oremos porque sabemos que esto está bien y es agradable a Jesús, debemos decir: “Jesús, Mamá, no sé orar pero quiero orar con Vosotros”.

Si yo siento la necesidad de orar, si yo en este momento voy a orar, sé que lo hago porque ‘es Jesús que quiere orar’. Así como en todas las demás cosas, –menos en el pecado- sé que es Jesús en mí que quiere hacer aquella cosa’, entonces yo le hago compañía.

Entonces al orar pediré: “Jesús enséñame; Mamá enséñame el modo, así como vosotros orabais al Padre, para que yo pueda seguir vuestra oración; y poco a poco haréis vida en esta oración”. Este modo de orar, sin embargo, no podemos llamarlo humildad, porque se trata simplemente de la creatura que, delante a un Dios inmenso e infinito que, por no tener necesidad de nada pide nuestra oración, quiere que le pidamos aquello de lo que nosotros tenemos necesidad, lo que Él quiere donarnos, la creatura entonces reconociendo su ‘nada’, se dirige hacia Él: “yo no soy capaz de orar, quiero seguir tu oración; enséñame Tu a orar.”

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La Madre Celestial continúa hablando a Luisa, y Luisa escribe:

* <<Y Ella agregó: “La oración más potente para el Corazón de mi Hijo y que más lo enternece, es que la creatura se vista de todo lo que el obró y padeció, habiéndolo dado todo a la creatura”>>.

“Habiendo dado todo a la creatura”. El don más grande que nos ha hecho Jesús, es el don de sus padecimientos; el don más grande que Él ha recibido del Padre, es el don de la Cruz.

Reconozcamos en este fragmento de los ‘Escritos’ de Luisa que Jesús está dándonos la gracia, nos está llamando a cada uno, me está llamando a mí a ser otro ‘El’, a ser partícipes de sus padecimientos, a vestirnos con sus mismos vestidos. Yo no puedo decirle más que: “Te agradezco por este privilegio de amor. No puedo dejar de decirte ‘si’. Yo no soy capaz de hacerlo, pero, en ‘Ti’, quiero vivir esto que Tú me dices.

Será Jesús mismo, quien vivirá en nosotros no solo los padecimientos, sino todo lo que se deriva estos.

Jesús en el padecer no miraba de quién le venía sino el fruto que le proporcionaba tal padecimiento, porque Él siempre ha mirado la Gloria del Padre y la salvación de las almas: jamás ha tenido una mirada para sí mismo, en nada; sólo la Gloria de Dios y la santificación de las almas. Y siempre en esta circulación del Espíritu Santo.

Es la Trinidad Santísima que quiere vivir en la creatura, en la tierra, pidiéndonos formar esta ‘unidad’, ‘en Jesús’, con Jesús en el Padre y en el Amor del Espíritu Santo.

Continúa la Virgen:

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* <<"Entonces, hija mía, ciñe tu cabeza con las espinas de Jesús, embellece tus ojos con sus lágrimas, impregna tu lengua con sus amarguras, viste tu alma con su Sangre, adórnate con sus llagas, perfora tus manos y tus pies con sus clavos, y como otro Cristo, preséntate ante a la Divina Majestad”>>.

María Sma., que ha vivido plenamente la Pasión de Jesús –aunque externamente no se hayan visto la sangre, ni los clavos, ni las espinas- en estas palabras Ella está diciendo: “Así como Yo me he revestido de la Pasión de Jesús, hacedlo también vosotros; porque entonces os presentareis como otros pequeños Jesús al Padre, y Él concederá todas las gracias para el alma”, y para las almas; pero sabemos que cuando hagamos todo por las almas, el Señor se encargará de cuidar de nosotros.

Meditando la Pasión de Jesús siguiendo “Las veinticuatro Horas de la Pasión de N.S.J.C.” –escribe Luisa- es importante detenerse en la ‘sepultura de Jesús’ (de las cuatro a las cinco de la tarde), en que la Virgen Santísima en algún momento siente quitársele la vida (en el buen sentido de la palabra), porque se le quita el Hijo muerto de su vista. María dice: “Jesús debe ser encerrado en el sepulcro. ¿Cómo puedo separarme de Él? No puedo. Pero, una Voluntad Divina lo quiere, y yo digo ‘Sí’. ¿Qué hace la Virgen?

Ella dice: “Para tomar en mi la vida de Jesús y seguir viviendo, encierro mis pensamientos en los suyos y tomo los suyos en mi mente; encierro mis palabras en las suyas y tomo las suyas en mis labios; encierro mi pálpito en el suyo y tomo el suyo en mi corazón…”. Ella sabe que tomando en Sí los pensamientos de Jesús, toma las ‘ofensas’, las espinas, toma todo lo que Jesús ha padecido en su Cuerpo.

Ella continúa en Sí la vida de Jesús a través de su Pasión y de sus sufrimientos.

También para nosotros debería ser esta nuestra actitud continua, nuestro deseo, nuestra oración:

“Encierro mis pensamientos en los tuyostomo para mi tus afligidos y ofendidos pensamientos;

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encierro mi pálpito en tu Corazón y tomo para mí el pálpito de tu Corazón que fue ofendido,que no fue amado, que no fue reconocido;

meto mis pasos en los tus pies y tomo para mí tus pasos que siempre corrían en busca de almas; y los dolores de tus pies, que fueron crucificados,

porque en esa crucifixión Tu también querías crucificar el pecado y querías hacernos…”.

Y cuando hayamos participado –en parte- a los padecimientos de Jesús, acostumbrémonos a reconocer que es justamente allí, en aquella situación concreta de sufrimiento, de dificultad, de dolor, que Jesús nos está diciendo: “Os quiero revestir de Mí, os quiero hacer lo más posible semejantes a Mí, porque, ‘en Mí’, vosotros podéis presentaros al Padre como otro Jesús”.

Hagamos como María Santísima: todo lo que Jesús ha padecido tomémoslo en nosotros, revivámoslo en nosotros, para que pueda continuar en nosotros la vida de Jesús, pero para que Él renazca.

Diremos entonces: “Tomo en mí todos tus padecimientos, porque quiero que Tu resurjas en mí y en todas las almas”.

Es hermoso tener este tipo de relación con Jesús, esta clase de oración, también cuando se va a recibir al Señor en la Santa Comunión. Porque en la Hostia Jesús está realmente presente; luego El revive su Pasión, Muerte y Resurrección. Para que El viniendo a nosotros no encuentre un sepulcro, sino un lugar donde pueda resurgir, hagamos lo que ha hecho nuestra Madre Santísima cundo estaba en el sepulcro con Jesús, digamos a Jesús: “Resucita en mi alma y en el alma de todos”.

Por otra parte, recibir la Santa Comunión ‘en la Divina Voluntad’, quiere decir recibirla a nombre de todos, y encontrarse con Jesús en todas las creaturas que lo reciben; esto es estar en cada Hostia y hacerle compañía, adorarlo… Pensemos en las ofensas que El recibe en la Hostia Sacramental y en todos los corazones que lo reciben…

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Continúa María Santísima a Luisa:

* <<“Este espectáculo lo conmoverá de tal modo que no sabrá negar nada al alma vestida con sus mismas vestiduras. Pero, ¡oh!, que poco saben servirse las creaturas de estos dones que mi Hijo les ha dado. Estas eran mis oraciones en la tierra y, estas son en el Cielo”>>.

Cuando tengamos algún sufrimiento, ‘derramémoslo’ en el sufrimiento de Jesús, sabiendo que en ese momento, delante al Padre es oración viviente, la misma oración del Hijo; es la oración del alma y del Hijo, porque no se trata de palabras al viento, sino de una oración ávida ‘que habla en la Voluntad del Padre’.

* <<entonces, juntas nos hemos vestido con las mismas divisas de Jesús, -escribe Luisa- y juntas nos hemos presentado ante el Trono Divino, cosa que conmovía a todos; los ángeles querían ver y quedaban como sorprendidos. Yo agradecí a la Mamá, y me encontré en mi misma>>.

Que hermosa es esta relación de Luisa con la Santísima Virgen María. Ella escucha lo que la Mamá le pide diciéndole: “Enséñame Tu; hagámoslo juntas”; ora junto con ella; le agradece. Es decir tiene una relación continua, la misma relación que hay entre Jesús y la Virgen.

Pensando en la Virgen María que siempre ha obrado unida al obrar de Jesús, ‘fundidos’ en Jesús, digámosle “nuestro ‘sí’ lo queremos verter en el tuyo, para que Tu lo puedas llevar al Padre transformado en tu mismo ‘Sí’, para que pueda pedir por todos el cumplimiento de su FIAT Supremo”.

Es María Santísima que a través de su ‘Sí’ ha dado un cuerpo a Jesús; pidámosle que acoja nuestro ‘sí’ en el suyo, para presentarlo al Padre, para que en Ella podamos continuar dando a Jesús nuestro cuerpo, porque Jesús, que vive con

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su Cuerpo Glorioso en el Cielo, tiene necesidad de cuerpos que vivan en la tierra; para que, en Ella, podamos ser ‘mamás’ de Jesús, como Él quiere –y esto vale tanto para las mujeres como para los hombres-.

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Veamos ahora brevemente, otro fragmento, que es muy intenso en su contenido.

* Del Volumen 12 - Diciembre 10, 1918:

<<Estaba diciendo a mi dulce Jesús:

“Mira, yo no sé hacer nada, ni tengo nada que darte, pero sin embargo quiero darte también mis naderías y las uno al Todo que eres Tú, y te pido almas, así que conforme respiro, mis respiros te piden almas; el latido de mi corazón con grito incesante te pide almas; el movimiento de mis brazos, la sangre que circula en mí, el movimiento de mis párpados, el mover de los labios, son almas que piden, y esto lo pido unida contigo, con tu Amor y en tu Querer, a fin de que todos puedan escuchar mi grito incesante que en Ti siempre pide almas.”.>>

Veamos la simplicidad de esta alma: No sé hacer nada, ni tengo nada que darte”. En realidad, si nosotros vivimos es porque Dios nos ha llamado a la existencia, y si El por un instante nos quitara su vida y su Voluntad Divina, que nos mantiene la vida, y en la cual vivimos, queramos o no, de inmediato volveríamos a la nada. Esto para ver que realmente somos nada, delante al Todo que nos da la vida y nos da cada cosa.

Es por esto que Luisa dice: “Soy nada y no tengo nada que darte” y continúa: “Pero en Ti, puedo darte todo”. Esto es un reconocer que El me da todo; luego: “Si Tú me das todo, yo te lo doy de nuevo”.

En efecto, dice Jesús que el primer deber de parte de la creatura es dar a Dios la correspondencia de amor que El mete en todas las cosas creadas, en cada circunstancia de nuestra misma vida.

Este es el primer derecho de Dios, recibir la correspondencia de amor, y el primer deber de la creatura, dar a Dios dicha correspondencia.

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¿Cómo podemos hablar de los derechos del hombre? Es Dios que tiene los ‘derechos’ el hombre debe volver al orden de Dios.

El ‘derecho’ del hombre puede ser solo el de querer ver a Dios glorificado, en cada cosa y por todos. Este es nuestro derecho; lo demás son cosas humanas en las que estamos caídos porque salimos del orden divino.

“No puedo darte nada”, continúa Luisa: “Pero como yo quiero darte amor y traerte las almas, entonces te las pido, y si tú me las das, yo te las puedo dar”.

Cuando estemos delante al Señor pidiéndole gracias, ayuda, aún espirituales, preguntémonos: ¿Le pedimos para una paz interior personal, para nuestro crecimiento, o porque queremos dar a Dios todo lo que Él nos da? Volvamos hacia Jesús: “No tengo nada que darte. Quiero amarte, pero si no me das tu Amor, cómo te lo puedo dar”.

Este debería ser nuestro continuo modo de orar, nuestra relación con Dios: “Date a mí, para que yo te pueda dar a Ti.”

Y con respecto a las almas: “Tú quieres las almas, Señor, entonces dame las almas –en el sentido de: sálvalas-, y así yo te doy la Gloria que te deben dar todas las almas”.

Aun cuando oramos por las almas, preguntémonos: “¿Oro por las almas porque tengo algún apego? ¿Por qué quiero a esa persona? Porque, ‘pobrecita’, sufre… o ¿porque en ellas está impresa la imagen de Dios, y deben volver a Él? o ¿Porque Dios las ama y debo darle lo que es testimonio de amor de sus manos creadoras y que en algún modo debe retornar a Él?”.

Si nosotros hacemos todo para Dios y en función de Dios, Él no nos dejará faltar nada. Todo está en la pureza de intención de la criatura. Y aún en los actos más pequeños Jesús nos dice: “Cada cosa que vosotros vivís en mi Voluntad, cada respiro, cada pálpito en el cual reconocéis mi vida, mi amor, me lo podéis dar, para darme, en la Divina Voluntad, Gloria divina”.

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Siguiendo esta enseñanza de Jesús, podemos, desde el inicio de nuestra jornada, vivir cada acto –aún el reposo- para dar Gloria a Dios, para restablecer el orden, por todas las creaturas.

Luisa continúa escribiendo:

* <<Ahora, mientras esto y otras cosas decía, mi Jesús se movió en mi interno y me dijo:

“Hija mía, cómo me es dulce y agradable la oración de las almas intimas conmigo. Cómo me siento repetir mi vida oculta en Nazaret, sin ninguna exterioridad, sin gente en derredor, sin sonar de campanas, todo inobservado, solo, apenas era conocido. Yo me elevaba entre el Cielo y la tierra y pedía almas, y ni siquiera un respiro, ni un pálpito se me escapaba que no pidiera almas, y como hacía esto, mi sonido resonaba en el Cielo y atraía el Amor del Padre a darme las almas, y este sonar repercutiéndose en los corazones gritaba con voz sonora ‘almas’; cuántas maravilla no obré en mi vida oculta, conocida sólo por mi Padre en el Cielo y por mi Madre en la tierra.”>>.

Este es el espíritu de continua oración que el alma debe tener con el Señor. Debemos saber decir: “Yo, con el pensamiento, con la intención, con las palabras, me comunico siempre contigo”. Siempre debería ser esta relación del alma con Dios.

Pero Jesús nos dice: “No era una manifestación externa: era una relación íntima que Yo tenía con el Padre; y todo lo que Yo hacía en mi vida, sobre todo en mi vida oculta, era manifestación de esa oración continua, de esa continua relación que había entre el Padre, el Espíritu Santo y Yo”. Esto es lo que Jesús pide que repitamos. Qué importa que ninguno lo conozca, ni lo vea: ‘en el Cielo sonarán las campanas, no en la tierra’. Y cuando

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en el Cielo suenen las campanas, no tendremos ni la más mínima idea de las gracias que descenderán sobre la tierra…

Jesús nos está llevando poco a poco a enamorarnos de Él. Y cuando la creatura ama, hace todo por amor. Y si esto vale humanamente hablando, figurémonos lo que será amar a un Dios, con su mismo Amor. Pidamos pues a Dios que llegue el Reino de su Amor; que se lo manifestemos y se lo demos siempre más y más.

Dice Jesús: “Es el mismo cielo que se mueve, porque son mis mismas oraciones que se repiten, las oraciones de mi vida oculta“.

Jesús en su vida oculta quiso rehacer, reparar, divinizar todos los actos de las creaturas; para reparar los actos malos y divinizar los buenos, para darlo al Padre, y asentar nuevamente las bases necesarias para que la creatura pudiese operar en unión con la Divina Voluntad.

Tratemos pues, sin exteriorizar, sin sonar de campanas –como dice Jesús-, de interiorizar verdaderamente esta relación de oración, tratemos de vivir inmersos en este océano de luz, de paz y de amor, “en la Divina Voluntad”; creyendo que Jesús, en esta relación íntima con El, podrá divulgar, dar y propagar gracias y luz a toda la humanidad.

Estando en Él, tomemos todo lo que Él ha vivido, y llevémoslo a las creaturas, y a Él llevémosle la Gloria de todos, el amor de todos. Pero permaneciendo siempre dentro de Él, sin salir jamás de Él.

* <<“Así el alma oculta, en intimidad conmigo ora; sin ningún ruido, se sienten en la tierra sus oraciones, como campanas suenas más vibrantes en el Cielo de llamar a todo el Cielo a unirse con él y a hacer descender misericordia sobre la tierra, que sonando no al oído sino en los corazones de las creaturas las disponen a convertirse” >>.

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Dice Jesús: “No suenan al oído, sino en los corazones de las creaturas”. Creamos pues con fe en las palabras de Jesús, que, este operar en “la Divina Voluntad” suena en los corazones de las creaturas, creámosle a Dios, llevándoles el amor de Dios, arrancando al Padre gracias para todos, y dando al Padre la gloria a nombre de todos. ¿Hay algo de sufrimiento?: es solamente la alegría y gracia de Dios.

Demos gracias al Señor y busquemos siempre el vivir en esta actitud de querer llamar esta Divina Voluntad a actuar en nosotros, y de nosotros querer actuar y vivir en Ella para la gloria del Padre la salvación de todos.

* FIAT! ** FIAT! *III MEDITACIÓN (I parte)

En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.

Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo, Come era en el principio, ahora y siempre por los siglos de los siglos en tu eterno Querer.

Veamos el fragmento de Septiembre 3 de 1919 (Volumen 12)Luisa escribe:

* <<Estaba lamentándome con mi dulce Jesús de mi pobre estado y porque me he vuelto un ser inútil, que no hace ningún bien >>.

En estas palabras vemos como Luisa abría continuamente su corazón a Jesús, aún en las dificultades. Si nosotros

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también buscamos recurrir a Jesús en toda circunstancia, Él nos dará la respuesta; especialmente si nos referimos a un punto específico de su vida, donde podamos encontrar la respuesta de nuestra vida.

* <<Entonces ¿de qué sirve mi vida? Y mi amable Jesús me ha dicho: “Hija mía, la razón de tu vida la sé Yo; a ti no te corresponde investigarlo” >>.

Muchas veces nosotros no vemos en nuestra vida cosas particulares, o no entendemos el por qué del sufrimiento y de los sacrificios, o no vemos los frutos, en familia, en nuestro ambiente… Pero Jesús nos enseña que la utilidad de nuestra vida consiste simplemente en vivir todo ‘para la gloria de Dios’, esto es, cada pensamiento, cada palabra, cada pálpito, todo debe ser ‘para la gloria de Dios’.

A veces nos preguntamos: “¿Cuál es la Voluntad de Dios para mí?”. La Voluntad de Dios para nosotros es vivir cada pensamiento, cada acto, cada palabra para su Gloria, para su amor. Antes de emprender cada acción haya en nosotros un instante de discernimiento: “¿Señor, estoy haciendo esto para tu Gloria, o lo estoy haciendo por mí?”; que haya también en nosotros una intención de amor, que sea explícito el pedir al Señor que nos dé su Amor –porque a pesar de tener la intención, por si solos no somos capaces de amarlo-. Viendo el Señor en nosotros, la continua petición: “Quiero hacer esto por tu amor…”, Él poco a poco nos dará su Amor Divino y, en su Amor nos dará la luz para guiarnos paso a paso.

Cuando deseamos vivir cada momento para su Gloria, el Señor puede conducirnos en el diseño específico que tiene para nosotros; pero si, a sabiendas de su diseño, no hay en nosotros el deseo de vivir para su Gloria, no será posible ‘vivir’ ese diseño específico. Y también si externamente comenzamos a hacer cosas diversas, así sean bellas e importantes, esto no será ‘vivir en dicho diseño’ y si no estamos en su diseño, no vivimos para su ‘gloria’ ni en ‘Su Voluntad’.

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Continúa Jesús a Luisa:

* << “Pero debes saber que el solo fundirte en Mi, todos los días y varias veces al día, sirve para para mantener el equilibrio de todas las reparaciones”>>.

Con esto, el Señor nos está dando un programa de vida:‘Fundirse’ en Jesús, al inicio del día, antes de

emprender las acciones que comportan nuestro estado de vida; dejar nuestros pensamientos, nuestra mente, en la mente de Jesús, para pedir su mente como vida; dejar nuestra boca en la Suya, para pedir que la vida de su Amor Divino ame en nuestro corazón, de modo que nuestro corazón no sea animado por los afectos humanos, las tendencias humanas, la maldad humana, etc. Y así sucesivamente con respecto a las acciones, pasos, todo… parte por parte: como Jesús ha reparado por nosotros todas nuestras acciones, sufriendo en todo su Cuerpo y en su Alma, parte por parte: ha sufrido en la mente, en las manos, en los pies, en la espalda, en los hombros, en todo…

También nosotros, parte por parte debemos querer volver en Jesús, desde el inicio de la jornada, dejando un momento para esta ‘fusión’ con Jesús. Esta fusión no es solamente decir ‘palabras’, sino detenerse un instante en la presencia de Jesús, ‘dejarnos’ en El y ‘recibir y acoger en nosotros Su vida.

Un claro ejemplo de lo que estamos diciendo lo tenemos en la vigésima cuarta ‘Hora de la Pasión de nuestro Señor Jesucristo’ donde María Sma., antes de dejar encerrar a Jesús en el sepulcro ‘se deja’ parte por parte, en El, y ‘toma en Sí’, parte por parte, la vida de Jesús.

‘Fundirse’ en Jesús es tomar en nosotros su vida, por eso no debe estar ligado a las palabras, a las fórmulas, sino más bien del corazón, debe ser una intención del corazón:

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cuando amamos a una persona, las palabras brotan del corazón.

Jesús dice: “El solo fundirse en Mi, todos los días y varias veces al día, sirve para mantener el equilibrio de todas las reparaciones”.

Jesús y María han ‘tomado sobre sí’ y han ‘reparado’ por todos nuestros actos, han ‘glorificado’ al Padre a nombre de todos.

Incluso Luisa, ‘en Jesús’ y ‘en María’ ha recorrido todo su trabajo.

Ahora Ellos quieren que también nosotros, ‘en Ellos’, recorramos sus reparaciones, su trabajo, etc…. Ellos se hicieron cargo de todas las almas, desde Adán hasta el último hombre, nosotros, quizá, de algunas almas, pero el Señor quiere apoyarse en nosotros al menos por algunas almas. Él sabrá cómo extenderse… y sabemos que -cada oración hecha ‘en la Divina Voluntad’, se extiende a todos-.

El Señor nos confía en particular algunos hijos espirituales, que pueden ser personas que están en contacto con nosotros, en nuestra vida, o que a veces nosotros ni siquiera conocemos. Por eso es bonito vivir una buena relación con las personas o algunas noticias de la cuales tengamos conocimiento, que tengan relación con ellas- en este modo: ‘abrazar’ sus obras en Jesús, inserirlas en la obra de su Humanidad, etc…. Esta es la verdadera caridad, la verdadera misión, el verdadero apostolado.

Si nosotros quisiéramos vivir con este espíritu, el Señor nos mostraría día a día lo que deberíamos hacer prácticamente; lo importante es vivir todo esto en el espíritu, en el espíritu la esencia está.

Continúa Jesús a Luisa:

* <<“En efecto, solamente quien entre en Mi y toma de Mí el principio de todo lo que hace, puede poner en equilibrio las

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reparaciones de todo y de todos, puede poner en equilibrio por parte de las creaturas la gloria del Padre”>>.

“Solamente quien entra en Mí y toma de Mí el principio de todo lo que hace…”:

El Padre ya ha pensado y creado para nosotros los actos que Él quiere que hagamos momento por momento: está en nosotros acogerlos. Cuando hacemos una cosa buena, esa cosa no la hemos inventado nosotros, sino es un acto que el Padre ha creado y nos lo está dando: si lo acogemos, si lo hacemos nuestro y lo queremos vivir, ese momento se vuelve un acto nuestro; si lo rechazamos, estamos rechazando una vida divina que se nos da.

En cada momento de nuestra vida podemos preguntarnos: “¿Qué ha pensado el Padre para mí en este momento?”. La respuesta la encontraremos en la vida de Jesús, porque Jesús ha tomado todos nuestros actos, esto es, los actos que el Padre había creado para nosotros, y los ha vivido en Su vida, a nombre nuestro, para dar al padre la Gloria, también a nombre nuestro. Por tanto en Jesús encontramos la respuesta a cada pregunta, como por ejemplo: “¿Qué quiere el Señor de mí?”, etc.

* <<“Estando en Mí un principio eterno y una Voluntad eterna, puedes equilibrar todo: satisfacción, reparación, y gloria completa del Padre Celestial, por parte de todos. Por eso, cuando tú entras en Mí, renuevas el equilibrio de todas las reparaciones y de la gloria de la Majestad Eterna. ¿Te parece poco?”>>.

“¿Te parece poco?”: Jesús también dice: “Quien debe hacer lo mucho, no es necesario que haga lo poco”. Estas palabras de Jesús pueden adquirir luz y ejemplo delante al lamento de Marta: “Di a mi hermana que me ayude”; o frente a la vida de María Sma., vida oculta, hecha de cosas simples y cotidianas, y que, para quien no tiene los ojos de la

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fe, no sabe reconocer en Ella su grandeza real –la Virgen ha vivido todo en este espíritu, en esta fe.-

Esto nos da la alegría de comprender cuál es nuestra misión y comenzar a vivirla. Esto da el verdadero sentido a la vida. A veces buscamos nuestra realización al externo, buscamos algo que nos satisfaga, pero no encontramos nada porque buscamos fuera de nosotros. Sólo cuando entramos en nosotros mismos y vemos cúal es el fin por el cual fuimos creados, y comenzamos a vivir en ese orden cada circunstancia de nuestra vida, aún en las cosas simples, cotidianas, en el sufrimiento repetido de cada día (a veces son pequeñas cruces, y por ser de cada día es que se hacen pesadas), teniendo la mirada fija en esta intención, toda la vida adquiere un significado distinto, incluso de alegría, aún en las cosas que hacemos diariamente –y si nos cansan- se vuelven para nosotros fuente de alegría y de cosas nuevas, porque todo se vuelve Gloria del Señor, más que si hiciéramos cosas nuevas inventadas por nosotros.

* <<“Tu misma sientes que no puedes hacer menos. Yo no te dejo, si antes no te veo fundirte en todas mis partículas, para recibir de ti el equilibrio de todas las reparaciones. Sustituyéndote por toda la familia humana, trata, por cuanto puedas, de reparar por todos. Si supieras cuanto bien recibe el mundo, cuando un alma, sin sombra de intereses personales, sino por mi amor, se eleva entre el Cielo y la tierra y, unida conmigo, pone en equilibrio todas las reparaciones”>>.

“…Sin sombra de intereses personales, sino solo por mi amor…”. También en nuestra oración debemos tener un solo interés: “para la Gloria de Dios”. A veces oramos por una persona muy querida para nosotros o por nosotros mismos, porque tenemos necesidad de alguna cosa. Debemos rectificar nuestra intención: La intención primera será: “para la Gloria del Señor”, y luego por amor a los hombres –pero siempre en ‘Jesús’-.

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Dice Jesús: “Mi santidad no tiene la sombra de intereses personales”. Jesús jamás ha hecho una sola cosa para Sí mismo, sino para el Padre y para los hermanos; siempre ha mirado en todo, la Gloria del Padre y la salvación de las almas. Esta es una semejanza que Jesús nos está dando, y hasta que no vivamos así, no seremos semejantes a Él.

Jesús dice: “El alma que vive en la Divina Voluntad, se olvida de sí misma para pensar solo en Mí y en mis hijos”

Y continúa: “…se eleva entre el Cielo y la tierra…” -como había dicho ya: “Cuando sea elevado entre el Cielo y la tierra, atraeré a todos hacia Mí”-. En nuestra vida práctica, este elevarse entre el Cielo y la tierra significa un desapego de todo: de nosotros mismos, de la tierra, de nuestro yo, de nuestros intereses humanos y, sobre todo, desapego del pecado.

Sólo así podremos vivir lo que Jesús dice a Luisa: “el alma se eleva entre el Cielo y la tierra y, unida conmigo, equilibra las reparaciones de todos”.

Debemos hacer todo por amor a Jesús, y así Él nos llenará de su amor. Pero amor no entendido como sensibilidad, sino como donación. Si hoy, por ejemplo, no tengo ganas de orar y me acuesto diciendo: “si mañana tengo ganas, oraré”, esto no es amor; pero si digo: “Jesús, no quiero orar, pero oro por tu amor”, esto es amor verdadero, porque no se detiene en lo que pueda recibir, una alegría espiritual, un momento de intimidad sensible… no, sino que lo hace sólo por amor a Jesús. Claro que si esta noche, por ejemplo, no me viene el orar porque he estado distraído todo el día, la próxima vez

trataré de no distraerme tanto.

Amar, significar donar, sin mirar aquello que podamos recibir, aún en las cosas espirituales;

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como cuando, en la relación con el prójimo –puede ser que se trate de una persona santa e iluminada de la cual, tal vez esperamos recibir algo- lo que recibimos es una desilusión; porque aquella era una relación humana. El Señor, allí permite el sufrimiento para purificarnos de esta relación humana y hacernos entender que siempre debemos recibir de Él para darle a Él, aún en la relación con el prójimo. Cuando el prójimo me da alguna cosa, la tomaré de las manos de Jesús, pero para darle todo a Él y, cuando doy al prójimo debe haber este círculo de amor: ‘de Jesús para Jesús’.

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III MEDITACION (II parte)

Luisa escribe en su Diario del 17 de Octubre de 1926 (Volúme 20):

* <<Me parece que no puedo hacer menos que seguir mi giro en la Voluntad Suprema, siento que es mi verdadera casa, y sólo me siento contenta cuando giro en Ella; porque encuentro todo lo que pertenece a mi dulce Jesús, que en virtud de su Voluntad todo lo que es suyo es mío>>.

Aquí, el alma llegó a tal grado de unión con el Señor de poder decir: “Girar en la Divina Voluntad, se ha vuelto para mí una necesidad, como el aire que respiro; me parece que ya no puedo hacer menos”. Y esto se da justamente por el amor que tiene hacia su Dios.

En el curso de este pasaje veremos el significado de las palabras de Luisa: ‘Girar en la Divina Voluntad’.

Inicialmente decíamos que sólo se trata de un modo de orar distinto del que hemos usado hasta ahora; pero orando y conociendo como Jesús desvela a esta creatura que cosa quiere decir este modo de orar y como se hace, poco a poco el Señor nos lo hace casi connatural y nos viene espontáneo orar en este modo, ‘girar’ en la Divina Voluntad. Esto lo veremos mejor en el curso de esta lectura.

Se trata de volver a la casa en la cual fuimos creados, volver a vivir en Dios, en El que nos ha dado la existencia, nos ha comunicado su vida divina, nos ha dado el don de su Voluntad; se trata de volver a la casa de la cual dice Luisa: “Siento que es mi verdadera casa”.

En este año jubilar, en el que la Santa Madre Iglesia nos da la gracia de la indulgencia plenaria cotidiana –por todo el año- para quien quiera recibirla, es como si nos dijesen:

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purificaos de todas estas incrustaciones, purificaos de todo lo que hasta ahora os ha sacado de vuestra casa- y nuestra casa es ‘vivir en Dios’-, para que podáis acoger este don, para que podáis volver a vivir en El. Sepamos ver en cada circunstancia un diseño divino que prepara las cosas en tal modo de podernos dar lo que Él quiere.

“En la Divina Voluntad encuentro todo lo que pertenece a mi Jesús” –dice Luisa -.

En la Divina Voluntad encontramos todo: todas las creaturas, toda la obra de Jesús, etc…. El alma pues, quiere estar en la Divina Voluntad, no por si misma o porque así se siente como Dios’, sino porque encontrando todo lo que pertenece a su dulce Jesús, lo puede abrazar, puede ‘hacerlo suyo’ y ‘dárselo a El mismo como cosa suya’ -cosa que en realidad es de Jesús-. Y esto, para dar a Jesús el contento que El desea y recibir la misma Gloria que Él ha dado al Padre.

El alma que vive en la Divina Voluntad siempre está impulsada por el amor: el amor a Dios y el amor a todas las almas.

Continúa Luisa:

* <<Tengo pues mucho que dar a mi amado Bien, es más tengo tanto que darle que no termino jamás de darle todo>>.

Pensemos cómo una creatura puede satisfacer a un Dios infinito. Pero “en la Divina Voluntad no termino jamás de darle todo”, ya que toda Su obra, su Divina Voluntad esta en acto en todas las cosas, que las conserva, allí encuentro todo lo que ha hecho y, todo lo que Él nos ha dado yo se lo doy.

* <<Por eso me queda siempre el deseo de volver a continuar mi giro para poderle dar todo lo que le pertenece a Su adorable Voluntad, y pensando en el gran bien que lleva al alma el Querer Supremo, mientras giraba pedía a Jesús que pronto lo hiciera

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conocer a todos, a fin de que pudiesen tomar parte en tan grande bien>>.

Luisa piensa de inmediato en la Gloria de Dios y en la salvación de todas las almas. Y estas son las mismas intenciones en la vida de Jesús, en la oración de Jesús, de cada acto de Jesús: la Gloria del Padre, la salvación y santificación de todas las almas. El alma que vive en la Divina Voluntad sigue paso a paso la obra de Jesús.

El deseo que Luisa siente de continuar a seguir la Divina Voluntad, es la consecuencia de su correspondencia inmediata al deseo de Jesús que ella haga estos ‘giros’.

Quizá para nosotros no es fácil comprender de inmediato, con nuestra razón, qué quería decir Jesús cuando pide este ‘girar’ en su Divina Voluntad; no obstante démosle de inmediato nuestro ‘sí’, con simplicidad, sin pensar demasiado, acogiendo la luz que Él nos da y siguiendo lo que Él nos pide vivir en el amor, y entonces nos dará la comprensión. El Señor pide primero nuestro ‘sí’, que sigamos aquello que Él nos pide, que lo hagamos alguna vez, tal vez como papagayos diciendo: “yo sé que te gusta; tú me lo pides, y yo oro así como tú me pides orar, también se –que soy una creatura finita- no entiendo bien lo que me estás pidiendo”. Poco a poco el Señor nos dará la luz, la comprensión para entender aquello que nos pide vivir. Mientras más acojamos su luz a sus verdades y más las vivamos, más se harán vida en nosotros, y más la comunica a los otros a través de nosotros mismos, pero se requiere nuestro pequeño ‘sí’.

* << Y para obtener esto, le decía al llegar a cada cosa creada: “Vengo en el sol a hacer compañía a tu Voluntad reinante y domi-nante en él, en todo el esplendor de su majestad, pero mientras te hago compañía en el sol, te ruego que tu FIAT Eterno sea conocido, y así como reina triunfante en el sol, venga a reinar triunfante en medio de las criaturas; mira, también el sol te ruega, toda su luz se convierte en oración y a medida que se extiende sobre la tierra e inviste con su luz plantas y flores, montes y

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llanuras, mares y ríos, así ruega que tu FIAT sea uno sobre la tierra y que se armonice con todas las criaturas. Así que no soy yo sola quien te lo pide, sino que es la Potencia de tu misma Voluntad que reina en el sol la que ruega, ruega la luz, ruegan sus innumerables efectos, los bienes, los colores que contiene, todos ruegan que tu FIAT reine sobre todos. ¿Puedes Tú resistir a una masa de luz tan grande que ruega con la Potencia de tu mismo Querer?”>>.

Estas palabras de Luisa comienzan a dar una imagen de lo que son estos ‘giros’.

Hacer la creatura sus ‘giros’, significa: ir con el pensamiento, con la intención, en todo lo que Dios ha creado –y esto que hemos leído es un ejemplo de ‘giro’ en la creación-.

En el cielo, en el sol, en las estrellas, en el mar, en los montes, en toda la creación encontramos la vida de la Divina Voluntad que conserva lo que Dios ha creado, por lo que la creación realiza la función para la cual fue creado: el sol da luz, la tierra es sostén a los pasos de las creaturas, el azul del cielo es una capa que protege… Cada cosa tiene su significado y está allí, estable, para realizar la función para la cual fue creada por tanto permanece en el orden de Dios.

Sabemos por la Biblia que el Señor ha creado todas las cosas por amor al hombre, dejándolo como cabeza de toda la creación. Y así como la creación, mientras da Gloria a Dios haciendo el oficio para el cual fue creado no está dotado de razón inteligente, ni de una voluntad por tanto no puede decir a Dios: ‘Te doy la Gloria de la luz que me has dado’, es por eso que la creatura-hombre debe hacer esto por las cosas creadas. Y esto porque el hombre es la cabeza de la Creación –se puede considerar a la creatura-hombre como la cabeza y la creación como el cuerpo-.

El Señor nos dice: “Tu, creatura, reconoce que la vida de mi Voluntad está en cada cosa: en el sol para darte la luz, en las estrellas para aclarar la noche, en el cielo para ser sombra de tu cabeza y protegerte… Reconoce mi amor por ti, y pon tu

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‘Te amo’ para Mi, en esta luz, pon en cada cosa tu ‘Te amo, ‘Te agradezco, para Mi”.

En el reconocimiento de Su Amor para mí en cada cosa creada dándole mi ‘Te amo’, Dios imprime en mi esa luz, la inmensidad del cielo, la inmensidad del mar, para que en todo pueda referirme a Dios, y pueda orar a Dios con los mismos atributos que están presentes en todas las cosas creadas.

De esta manera la creación se vuelve parlante, pero por medio del hombre que, teniendo en sí la vida de la Divina Voluntad y reconociendo esta vida Divina en las cosas creadas, las ‘hace suyas’, se las ‘da’ al Padre, y lo glorifica.

Además, este modo de relación de la creatura con su Creador lleva todo al orden establecido por Dios desde el inicio de la creación.

En estos tiempos, a pesar de que la vida de la Divina Voluntad sea conservadora, aún vemos que suceden -a nivel natural- terremotos, tempestades, desastres…. Esto sucede porque la Creación, al no encontrar en la creatura la Voluntad de Dios a quien obedecer, gime y sufre porque la voluntad humana ha contrastado la Voluntad Divina que le da y la conserva en vida. Es por eso que la Creación manifiesta su sufrimiento a través de estos desastres naturales que están sucediendo.

El reconocer la vida de la Voluntad de Dios en las cosas creadas y adorar a Dios en sus mismos atributos presentes en ella, lleva el orden a todas las cosas creadas, y da a Dios la Gloria que se le debe de toda la Creación: da el equilibrio. Recordemos lo que dice San Pablo: “La naturaleza gime y sufre con dolores de parto esperando la verdadera revelación de los hijos de Dios…”.

Ahora Dios está revelando su Rostro, se está revelando así mismo –como ha hecho con Jesús- en aquellos que acogen el Don de la Divina Voluntad.

Continúa Luisa:

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* <<Y yo pequeña cual soy mientras Te hago compañía en este sol, bendigo, adoro, glorifico Tu Voluntad adorable con la magnificencia y gloria con la cual Tu misma Voluntad se glorifica en su misma obra. ¿Así que sólo en la creatura no debe encontrar tu Voluntad la Gloria perfecta de sus obras?>>.

Aquí Jesús nos dice: “Yo, con mi FIAT, he metido todo en la creación y he dado vida a todo; y a la creatura le he dado hasta mi vida divina e imprimí en ella mi semejanza; pero la creatura, que debía corresponderme, ya que fue elevada a un grado tan superior, fue la única en oponerse, en rebelarse a mi Voluntad; cosa que no hizo la Creación la cual hace el oficio para el cual fue creada”.

La Biblia dice: “Todo fue hecho por medio de Él y en vista de El (de Jesús)”. El Padre hizo todo por amor al Hijo, y en El por amor a nosotros, porque fuimos hechos a imagen y semejanza del Hijo.

El Señor ahora espera de la creatura la correspondencia de amor que Él le da. Recordemos entonces en nuestra vida, entre otros, que cuando nos sintamos todos alegres, es El que se nos da; pero cuando a pesar de no sentir esa alegría continuamos siéndole fieles, se trata entonces de un don aún más grande que Él nos hace porque es una posibilidad que nos da de darlo a Él.

Cada cosa que hay en el mundo nos trae el amor de Dios, pero es como un velo.

Tomemos como ejemplo el sol: el sol contiene dentro de si todo el amor de la luz y del calor de Dios; en efecto, él con la luz ilumina, con el calor fecunda… y así por cada cosa creada. Pero con respecto al sol, yo no digo que amo al sol, sino que amo la luz y el calor del Dios manifestados en el sol.

Mi amor debe estar ordenado, en orden a Dios; de lo contrario me expongo a apegarme a una creatura, por ejemplo, me apego a un perro, a un objeto a… En las creaturas debo saber reconocer las diversas manifestaciones

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de los atributos de Dios, debo saber Quién es el Donador que ha puesto aquel don particular para mí.

* <<Por eso venga, venga Tu FIAT. Pero mientras hago esto siento que toda la luz del sol ruega que venga el FIAT Eterno, es decir Su misma adorable Voluntad que invistiendo la luz ruega, y yo, dejándola rogar, paso a las otras cosas creadas para hacer mi ‘pequeña visita’ para hacerle un poco de compañía a la adorable Voluntad en cada acto suyo que ejercita en cada cosa creada>>.

Luisa nos dice como esta Vida de la Divina Voluntad, que continúa desempeñando y preservando la vida en las cosas creadas, desea ser reconocida por nosotros y abrazada en aquello que nos está manifestando, desea que le digamos el ‘Te amo’, que le pidamos el Reino de su ‘Fiat’ para nosotros, por toda la Creación y a nombre de todas las creaturas de todos los tiempos. Y la misma Divina Voluntad, que ora en nosotros, continuará el eco de su oración, de este ‘Te amo’, de este ‘Venga el Reino del FIAT Divino’, en todas sus manifestaciones en las cosas creadas, también cuando pasamos a hacerle compañía en los demás Actos que ella realiza en las cosas creadas.

Estas maravillas que el Señor nos está revelando nos las quiere donar, porque cuando El revela alguna cosa es porque la quiere dar.

En sus vidas Jesús y María ya habían vivido estas verdades. “Ahora –dice Jesús- ha llegado el tiempo en que os haga el don y que lo viváis”.

* <<Por eso paso al cielo, a las estrellas, al mar, a fin de que el cielo ruegue, las estrellas rueguen, el, mar con su murmullo ruegue que el FIAT Supremo sea conocido y reine triunfante en todas las cosas creadas como reina en ellos>>.

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Al inicio de la jornada, Luisa siempre hacía estos ‘giros’: primero en la Creación, luego en la Redención y después en la obra del Espíritu Santo y en todos los Sacramentos… Mientras más decía: “Jesús, quiero ‘girar’ en el cielo y reconocer Tu Divina Voluntad…”, Jesús más le manifestaba las maravillas que Él había hecho en las cosas creadas: porque apenas el alma quiere encontrar a Dios, Él se hace encontrar, para que le sea dada la Gloria.

Ahora nos espera, hacer lo que Jesús le ha enseñado a Luisa; sabiendo que en ella tenemos una gran guía, una gran ayuda, y sabiendo que ella ha hecho todo este obrar por todos nosotros, y por nosotros ha recibido el Don de estos benditos Escritos para que pudiéramos tener estos conocimientos.

Pero antes de penetrar en estos conocimientos digamos a Jesús: “Jesús quiero encontrarme en el mar; y Tu ¿Qué quieres manifestarme? Tu inmensidad. Entonces acojo en mí tu inmensidad, y con tu misma inmensidad te oro”.

Si nosotros hacemos así con respecto a todas las cosas, El poco según vea nuestro amor, se nos desvelará en todas las cosas creadas.

Se nos abre siempre más esta vía de la Divina Voluntad haciendo los ‘ giros’, se nos abre con el conocimiento, sobre todo con el sufrimiento. En otros pasos el señor nos dice: “Yo amplío el espacio en vuestras almas con el sufrimiento”: con el sufrimiento nos quita todo lo que es humano, todo lo que son incrustaciones, y poco a poco forma el vacío en nosotros para reservarnos gracias y conversiones.

Aún, en este vivir en la Divina Voluntad, el Señor nos deja nuestra voluntad humana, porque quiere siempre y constantemente, aquel ‘si’ que viene de nuestra voluntad, un ‘si’ libre que deberá estar siempre apoyado en el ‘si’ de María Santísima y que tendrá siempre la fuerza del ‘si’ de Jesús.

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Continúa Luisa:

* <<Después de haber girado por todas las cosas creadas para hacerle compañía al FIAT Divino y pedir en cada cosa que venga a reinar sobre la tierra, qué hermoso es ver, escuchar que toda la creación ruega que venga su reino en medio a las creaturas>>.

En el paso que hemos leído, Jesús hace decir a Luisa: “Girar… para hacerle compañía al FIAT Divino”. Esta vida del FIAT que está presente en todas las cosas creadas vive en el aislamiento, porque nosotros no la reconocemos y, está esperando nuestra visita. Entonces, como cuando vamos delante al Santísimo Sacramento para adorar a Jesús que está allí presente en Cuerpo, Sangre, Alma y Divinidad, así, adoramos en todas las cosas creadas esta presencia de la vida de la Divina Voluntad que le mantiene en vida; adoramos el Amor de Dios, los Atributos de Dios que se manifiestan en las cosas creadas. –Esto no es para confundirse con el panteísmo que es adorar las cosas creadas como a Dios-.

* <<Después desciendo en todo lo que hizo mi dulce Jesús en la Redención, en sus lágrimas, en sus gemidos infantiles, en sus obras, pasos y palabras, en sus penas, en sus llagas, en su Sangre y hasta en su muerte, para que sus lágrimas rueguen que venga su FIAT, sus gemidos y todo lo que hizo supliquen todos en coro que su FIAT sea conocido y que su misma muerte haga resucitar la vida de Su Voluntad Divina en las creaturas>>.

Esto es un ejemplo de cómo Luisa ‘ gira’ en la Redención, por ende en la vida de Jesús, desde el momento de su concepción hasta su muerte y resurrección. Se trata de tener el pensamiento fijo en Jesús que, todo lo hizo por amor a nosotros, desde el momento en que fue concebido hasta su muerte y resurrección. Entonces busquemos cada obra suya para hacerle compañía y decirle: “Hago mías tus lágrimas”. Y

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si ocurre que estamos llorando, le decimos: “Vierto mis lágrimas en las tuyas para que tú las puedas consagrar y transformarlas en tus mismas lágrimas, para que sean tus lágrimas la que continúen corriendo para purificar los corazones en las almas de las creaturas”.

Cuando abrazamos toda la obra de Jesús, y particularmente todo lo que Él ha padecido: su Sangre, su dolor, y lo ofrecemos a Dios, se trata entonces de un obrar divino: estamos ofreciendo de nuevo una Sangre divina, para pedir purificación, gracia, para darle la Gloria. Pensando pues en la inmensidad de la sangre que continuamente es derramada en la historia de los hombres, ‘hagámosla nuestra’ y ‘derramémosla’ en la Sangre de Jesús, ‘unámosla a la suya’, ‘bauticemos’ todas las creaturas: así continúa sobre la tierra el obrar del Hombre-Dios, y es El, en su obrar, que continúa rogando al Padre por la salvación de todas las creaturas.

* <<Y mientras hacía esto y más –me prolongaría demasiado si quisiera decirlo todo- mi dulce Jesús estrechándome a Sí me ha dicho: “Pequeña hija de mi Querer, tú debes saber que mi Voluntad se quedó reinante en toda la creación para dar el campo a la creatura de hacerle tantas visitas por cuantas cosas creó. Quería la compañía de la creatura en el mudo lenguaje de todo el universo. Qué duro es el aislamiento de esta Voluntad tan santa que quiere santificar y no encuentra a quien hacer partícipe de esta santidad, tan rica que quiere dar y no encuentra a quien dar, tan bella y no encuentra a quien embellecer, tan feliz y no encuentra a quien hacer feliz. Poder dar, querer dar y no tener a quien dar siempre es un dolor y una pena inenarrable, y para mayor dolor dejarla sola”>>.

La Voluntad de Dios quiere dársenos y, para poder hacerlo necesita nada más y nada menos que nuestro ‘sí’.

* <<“Entonces al verla entrar (es la Voluntad de Dios que ve entrar a Luisa) en el campo de la creación para hacerle compañía, se siente felicitar y cumplir el fin por el cual se quedó reinante en cada cosa

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creada. Pero aquello que la hace más feliz, más glorificada, es que como tu llegas a cada cosa creada, le pides que tu FIAT sea conocido y reine sobre todo”>>.

“Le pide que Tu FIAT sea conocido” Jesús hablando a Luisa le dice; porque el FIAT es uno, y el FIAT que reina en la Creación, una vez que Luisa lo ha acogido en sí, es el mismo FIAT que tiene Luisa, es el único FIAT. Por eso no es extraño que Jesús diga a Luisa: “Le pida que Tu FIAT…”.

Continúa Jesús a Luisa:

* <<“Y muevas mi misma Voluntad en el sol, en el cielo, en el mar, en todo, a rogar que venga el reino de mi Voluntad, porque estando en ti mi FIAT se puede decir que es Ella misma (es decir la

Divina Voluntad) que ruega y que mueve todas mis obras, hasta mis lágrimas y suspiros que venga el reino de mi Voluntad. Tú no puedes entender que contento me das, qué impresión es a mi Corazón y a mi misma Voluntad, escuchar todas nuestras obras que ruegan, que quieren nuestro FIAT. Mira pues mi contento al no verte pedir nada para ti, ni gloria, ni amor, ni gracia, y viendo tu pequeñez que no puede obtener un reino tan grande, giras en todas mis obras, por todas partes se encuentra un acto de mi Voluntad haciendo su oficio, y haces decir a mí mismo FIAT: venga tu Reino. ¡Ah! Haz que sea conocido, amado y poseído de las humanas generaciones”>>.

Dice Jesús: “No pide nada para sí…, es más, porque me quiere dar todo o, me pide todo, para darme todo”

* <<“Una Voluntad Divina que ruega junto con nuestras obras, junto a su pequeña hija es el más grande portento, es una potencia a la par de la nuestra que ruega, y no escucharla nos resulta imposible. Qué santo, qué puro, noble y todo divino sin

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sombra de humano el Reino de nuestra Voluntad, su base, su fundamento y la profundidad de él, será nuestro mismo FIAT que extendiéndose por debajo, en medio y por encima de estos hijos de la familia celestial hará firme el paso e inquebrantable para ellos el reino de mi Voluntad”>>.

A estas palabras clarísimas del Señor no se pueden agregar otros comentarios de palabras humanas.

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Agradezco a Dios por este encuentro orando junto a nuestro Padre, sólo con el conocimiento y con la intención de pedir verdaderamente el advenimiento de su Reino y que se haga su Voluntad como en el Cielo así en la tierra.

Padre Nuestro...

¡En la Voluntad de Dios, Siempre!

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FRAGMENTOS DE VOLÚMENES, LLEVADOS A CABO EN ESTAS MEDITACIONES.

Del Volumen 17 - Mayo 10, 1925

Diversos modos de fundirse en el Divino Querer. En la Divina Vo-luntad está el vacío de los actos humanos que se deben hacer en Ella.

Escribo sólo por obedecer y hago una mezcla de cosas pasadas y de cosas presentes. Muchas veces en mis escritos digo: “Me estaba fundiendo en el Santo Querer Divino”, pero no explico más. Ahora, obligada por la obediencia digo lo que me sucede en este fundirme en el Divino Querer. Mientras me fundo en Él, frente a mi mente se hace presente un vacío inmenso, todo de luz, en el cual no se encuentra hasta dónde llega la altura, ni dónde llega la profundidad, ni los con-fines a la derecha ni a la izquierda, ni enfrente ni atrás. En medio de esta inmensidad, en un punto altísimo, me parece ver a la Divinidad, o bien las Tres Divinas Personas que me esperan, pero esto siempre mentalmente, y yo no sé cómo, pero una pequeña niña sale de mí, pe-ro soy yo misma, tal vez es la pequeña alma mía, pero es conmovedor ver a esta pequeña niña ponerse en camino en este vacío inmenso, to-da sola, que camina tímida, de puntitas, con los ojos siempre dirigi-dos adonde ve a las Tres Divinas Personas, porque teme que si baja la mirada a ese vacío inmenso no sabe a qué punto irá a terminar. Toda su fuerza está en la mirada fija en lo alto, que siendo correspondida con la mirada de la Alteza Suprema, toma fuerzas en el camino. Aho-ra, cuando llega frente a Ellas, se postra con la cara al vacío para ado-rar a la Majestad Divina, pero una mano de las Divinas Personas le-vanta a la pequeña niña y Ellas le dicen:

“Nuestra hija, la pequeña hija de nuestra Voluntad, ven en nues-tros brazos.”

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Y ella al oír esto se pone en fiesta y pone en fiesta a las Tres Divi-nas Personas, que esperan el desempeño de su oficio que le han con-fiado, y ella con una gracia propia de niña dice: “Vengo a adoraros, a bendeciros, a agradeceros por todos, vengo a atar a vuestro trono to-das las voluntades humanas de todas las generaciones, desde el pri-mero hasta el último hombre, a fin de que todos reconozcan vuestra Voluntad Suprema, la adoren, la amen y le den vida en sus almas. Majestad Suprema, en este vacío inmenso están todas las criaturas, y yo quiero tomarlas todas para ponerlas en vuestro Santo Querer, a fin de que todas regresen al principio del cual salieron, es decir, a vuestra Voluntad, por eso he venido en vuestros brazos paternos para traeros a todos vuestros hijos, mis hermanos, y atarlos todos con vuestra Vo-luntad, y yo a nombre de todos y por todos quiero repararos y daros el homenaje y la gloria como si todos hubieran hecho vuestra Santísi-ma Voluntad. Pero ¡ah! os ruego que ya no haya más separación entre Voluntad Divina y humana, es una pequeña niña la que esto os pide, y a los pequeños yo sé que Vosotros no sabéis negar nada.”

¿Pero quién puede decir todo lo que hacía y decía? Sería demasia-do largo, además me faltan las palabras para expresar lo que digo frente a la Majestad Suprema, me parece que aquí en el bajo mundo no se usa el lenguaje de aquel vacío inmenso.

Otras veces, mientras me fundo en el Querer Divino y aquel vacío inmenso se hace presente a mi mente, giro por todas las cosas creadas e imprimo en ellas un te amo para la Majestad Suprema, como si yo quisiera llenar toda la atmósfera de tantos ‘te amo’ para corresponder al Amor Supremo por tanto amor hacia las criaturas, es más, giro por cada pensamiento de criatura e imprimo en ellos mi ‘te amo’; por ca-da mirada y dejo en ellas mi ‘te amo’; por cada boca, y en cada pala-bra sello en ella mi ‘te amo’; por cada latido, obra y paso y los cubro con mi ‘te amo’ a mi Dios; desciendo hasta allá abajo, en el mar, en el fondo del océano, y en cada serpenteo de pez, en cada gota de agua, los quiero llenar de mi ‘te amo.’ Después de haber obrado por todas partes, como si sembrara mi ‘te amo’, la pequeña niña va ante la Majestad Divina y como si quisiera darle una sorpresa dice:

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“Mi Creador y Padre mío, mi Jesús y mi eterno Amor, mira, todas las cosas, por parte de todas las criaturas, os dicen que os aman, por todas partes está el te amo para Vosotros, Cielo y tierra están llenos; ¿y Vosotros no concederéis a la pequeña niña que vuestra Voluntad descienda en medio de las criaturas, que se haga conocer, que haga paz con la voluntad humana, y tomando su justo dominio, su lugar de honor, ninguna criatura haga más su voluntad, sino siempre la Vues-tra?”

Otras veces, mientras me fundo en el Divino Querer, quiero doler-me de todas las ofensas hechas a mi Dios, y retomando mi giro en aquel vacío inmenso para encontrar todo el dolor que mi Jesús tuvo por todos los pecados, lo hago mío y giro por todos lados, en los lu-gares más recónditos y secretos, en los lugares públicos, sobre todos los actos humanos malos para dolerme por todas las ofensas y por ca-da pecado, siento que quisiera gritar a cada movimiento de la criatu-ra: “Dolor, perdón.” Y para hacer que todos lo oigan lo imprimo en el rumor del trueno, a fin de que truene en todos los corazones: “Dolor por haber ofendido a mi Dios; perdón en el estallido del rayo; dolor en el silbido del viento; dolor, perdón en el tintineo de las campanas; dolor y perdón, en suma en todo.” Luego llevo a mi Dios el dolor de todos e imploro perdón por todos y digo: “Gran Dios, haced descen-der vuestra Voluntad a la tierra a fin de que el pecado no tenga más lugar. Es la voluntad humana la que produce tantas ofensas que pare-ce que inunda toda la tierra de pecados; vuestra Voluntad será la que destruya todos los males, por eso os pido que contentéis a la pequeña hija de vuestra Voluntad, que no quiere otra cosa que vuestra Volun-tad sea conocida y amada y reine en todos los corazones.”

Recuerdo que un día estaba fundiéndome en el Santo Querer Di-vino, y yo miraba el cielo que llovía a cántaros y sentía gusto al ver caer el agua a la tierra, y mi dulce Jesús, moviéndose en mi interior, con amor y ternura indecibles me decía:

“Hija mía, en esas gotas de agua que ves descender del cielo está mi Voluntad, Ella corre rápidamente junto con el agua, va para quitar la sed a las criaturas, para descender en las vísceras humanas, en sus venas, para refrescarlas y constituirse vida de las criaturas y llevarles

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mi beso, mi Amor; va para regar la tierra, para fecundarla y preparar-le el alimento a las criaturas y para tantas otras necesidades de ellas. Mi Voluntad quiere tener Vida en todas las cosas creadas para dar vi-da celestial y natural a todas las criaturas, pero Ella, mientras va co-mo en fiesta, llena de amor hacia todas, no recibe la adecuada corres-pondencia y queda como en ayunas por parte de las criaturas. Hija mía, tu voluntad fundida en la mía corre también en esa agua que llueve del cielo, corre junto, dondequiera que Ella va no la dejes sola y dale la correspondencia de tu amor, y por todos.”

Pero mientras esto decía, mis ojos quedaban encantados, no los podía apartar de dentro del agua que llovía, mi voluntad corría junto y veía en aquella agua las manos de mi Jesús, multiplicadas en tantas, para llevar con sus manos el agua a todos. ¿Quién puede decir lo que sentía en mí? Lo puede decir sólo Jesús, que es el autor. ¿Pero quién puede decir los tantos modos de fundirme en su Santísimo Querer? Por ahora basta, si Jesús quiere que siga me dará las palabras y la gra-cia de decir más, y yo seguiré escribiendo.

Además de esto decía a mi Jesús: “Dime amor mío, ¿qué cosa es este vacío que se presenta ante mi mente cuando me fundo en tu San-tísima Voluntad? ¿Y quién es esta niña que sale de mí y por qué sien-te una fuerza irresistible de ir ante tu trono para depositar sus peque-ños actos en el regazo divino, como para hacerle fiesta?” Y mi dulce Jesús, todo bondad me ha dicho:

“Hija mía, el vacío es mi Voluntad puesta a tu disposición, que debería llenarse de tantos actos por cuantos las criaturas hubieran hecho si hubiesen cumplido nuestra Voluntad. Este vacío inmenso que tú ves, que representa nuestra Voluntad, salió de nuestra Divinidad a bien de todos en la Creación para hacer feliz todo y a todos, por lo tanto era como de consecuencia que todas las criaturas debían llenar este vacío con la correspondencia de sus actos y con la donación de su voluntad a su Creador, y no habiéndolo hecho es la ofensa más grave; por eso te llamamos a ti con misión especial para que seamos resarcidos y correspondidos de lo que los demás nos

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debían, y esta es la causa por la cual primero te dispusimos con una larga cadena de gracias y después te preguntamos si querías hacer vida en nuestra Voluntad, y tú aceptaste con un ‘sí’, atando tu voluntad a nuestro trono sin quererla conocer más, porque voluntad humana y Divina no se reconcilian ni pueden vivir juntas: entonces, aquel ‘sí’, o sea tu voluntad, existe fuertemente atado a nuestro trono; he aquí por qué tu alma, como pequeña niña es atraída ante la Majestad Suprema, porque está tu querer delante a Nosotros, que como imán te atrae, y tú en vez de mirar tu voluntad te ocupas sólo de llevar a nuestro regazo todo lo que has podido hacer en nuestra Voluntad, y depositas en nuestro seno nuestra misma Voluntad como el homenaje más grande que a Nosotros nos conviene y la correspondencia más agradable a Nosotros. Entonces, el no tomar en cuenta a tu voluntad, y el solo Querer nuestro que vive en ti, nos pone en fiesta, tus pequeños actos hechos en nuestro Querer nos traen las alegrías de toda la Creación, así que parece que todo nos sonríe y nos hace fiesta; y al verte descender de nuestro trono sin ni siquiera mirar tu voluntad, llevándote la nuestra, es para Nosotros la alegría más grande; por eso te digo siempre: Sé atenta a nuestro Querer’, porque en Él hay mucho que hacer, y mientras más hagas, más fiesta nos darás y nuestro Querer se verterá a torrentes en ti y fuera de ti.”.

Del Volumen 11- Junio 15, 1916

“Viértete en mi Querer para darme reparaciones completas… amor por todos”. Las oraciones más potentes al Corazón de Jesús es vestirse de todo lo que obró y padeció El mismo: “Ciñe tu cabeza con las espinas de Jesús, embellece tus ojos cosn sus lágrimas, impregna tu lengua de sus amarguras, viste tu alma ccon su Sangre, adornate con sus

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llagas, traspasa tus manos y tus pies con sus clavos, y como otro Cristo presentate ante su Majestad”.

Continuando mi habitual estado, mi siempre amable Jesús ha veni-do y me ha transformado toda en Él y luego me ha dicho:

“Hija, derrámate en mi Querer para hacerme reparaciones comple-tas, mi Amor siente la irresistible necesidad de que ante tantas ofen-sas de las criaturas, al menos una de éstas haya que interponiéndose entre Mí y ellas me dé reparaciones completas, amor por todas, y arrebate de Mí gracias para todas, y esto lo puedes hacer sólo en mi Querer, donde me encontrarás a Mí y a todas las criaturas. Oh, con qué ansias estoy esperando que entres en mi Querer para poder en-contrar en ti las complacencias, las reparaciones de todas, pues sólo en mi Querer encontrarás todas las cosas en acto, porque Yo soy mo-tor, actor y espectador de todo.”

Y mientras esto decía, me he fundido en su Querer, ¿pero quién puede decir lo que veía? Me encontraba en contacto con cada pensa-miento de criatura, cuya vida venía de Dios, y yo en su Querer me multiplicaba en cada pensamiento, y con la Santidad de su Querer re-paraba todo y tenía un gracias por todos, un amor por todos; y así me multiplicaba en las miradas, en las palabras y en todo lo demás, ¿pero quién puede decir cómo sucedía todo esto? A mí me faltan las pala-bras; tal vez las mismas lenguas angélicas serían balbucientes, por eso pongo punto.

Y así toda la noche me la pasé con Jesús en su Querer. Después sentí a la Reina Mamá junto a mí y me dijo:

“Hija mía, reza.”

Y yo: “Mamá mía, recemos juntas, pues por mí sola yo no sé re-zar.”

Y Ella ha agregado: “Las oraciones más potentes sobre el corazón de mi Hijo y que más lo enternecen, es cuando la criatura se reviste con todo lo que Él mismo obró y sufrió, pues de todo eso Él hizo don a la criatura. Por tanto hija mía, reviste tu cabeza con las espinas de

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Jesús, imperla tus ojos con sus lágrimas, impregna tu lengua con su amargura, reviste tu alma con su sangre, adórnate con sus llagas, tras-pasa tus manos y pies con sus clavos, y como otro Cristo preséntate ante su Divina Majestad. Este espectáculo lo conmoverá en manera tal, que no sabrá rehusar nada al alma revestida con sus mismas divi-sas, pero, ¡oh, cuán poco saben las criaturas servirse de los dones que mi Hijo les ha dado! Estas eran mis oraciones en la tierra, y éstas lo son aún en el Cielo.”

Entonces juntas nos hemos revestido con las divisas de Jesús y juntas nos hemos presentado ante el Trono Divino, cosa que conmovía a todos, los ángeles querían ver y quedaban sorprendidos; yo agradecí a la Mamá y me encontré en mí misma.

Del Volumen 12 - Diciembre 10, 1918

Efectos de las oraciones de las almas íntimas con Jesús.

Estaba diciendo a mi dulce Jesús: “Mira, yo no sé hacer nada, ni tengo nada que darte, pero sin embargo quiero darte también mis na-derías y las uno al Todo que eres Tú, y te pido almas, así que confor-me respiro, mis respiros te piden almas; el latido de mi corazón con grito incesante te pide almas; el movimiento de mis brazos, la sangre que circula en mí, el movimiento de mis párpados, el mover de los la-bios, son almas que piden, y esto lo pido unida contigo, con tu Amor y en tu Querer, a fin de que todos puedan escuchar mi grito incesante que en Ti siempre pide almas.” Ahora, mientras esto y otras cosas de-cía, mi Jesús se ha movido en mi interior y me ha dicho:

“Hija mía, cómo me es dulce y agradable la oración de las almas íntimas conmigo, siento repetir mi Vida oculta en Nazaret, sin ninguna exterioridad, sin gente alrededor, sin sonido de campanas, todo inobservado, solo, tanto, que apenas si era conocido. Yo me elevaba entre el Cielo y la tierra y pedía

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almas, y ni siquiera un respiro ni un latido se me escapaba en que no pidiera almas, y en cuanto esto hacía, mi sonido resonaba en el Cielo y atraía el Amor del Padre a cederme las almas, y este sonido haciendo eco en los corazones gritaba con voz sonora: ‘Almas.’ Cuántas maravillas no obré en mi Vida oculta sólo conocidas por mi Padre en el Cielo y por mi Mamá en la tierra. Así el alma escondida, íntima conmigo, en cuanto reza, si ningún sonido se escucha en la tierra, sus oraciones como campanas suenan más vibrantes en el Cielo, y llaman a todo el Cielo a unirse con ella y hacer descender misericordia a la tierra, que sonando no al oído, sino a los corazones de las criaturas las dispongan a convertirse.”.

Del Volumen 12 - Septiembre 3, 1919

“El sólo fundirse en Mi, todos los días y varias veces al día, sirve para mantener el equilibrio de todas las reparaciones, porque sólo quien entra en Mi y toma el principio de Mi de todo lo que hace, puede equilibrar las reparciones de todos… puede equilibrar por parte de las creaturas la gloria del Padre”.

Estaba lamentándome con mi dulce Jesús por mi pobre estado y porque me he vuelto un ser inútil que no hago ningún bien, entonces, ¿para qué sirve mi vida? Y mi amable Jesús me ha dicho:

“Hija mía, la razón de tu vida la sé Yo, no te corresponde a ti in-vestigarla, pero debes saber que el sólo fundirte en Mí todos los días y varias veces al día, sirve para mantener el equilibrio de todas las re-paraciones, porque sólo quien entra en Mí y toma de Mí el principio de todo lo que hace, puede equilibrar las reparaciones de todos y de todo, puede equilibrar por parte de las criaturas la gloria del Padre, porque estando en Mí un principio eterno, una Voluntad eterna, pude

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equilibrar todo: satisfacciones, reparaciones y gloria completa del Pa-dre Celestial por parte de todos, así que conforme tú entras en Mí vie-nes a renovar el equilibrio de todas las reparaciones y de la gloria de la Majestad Eterna. ¿Te parece poco esto? ¿No sientes tú misma que no puedes hacer menos, y que Yo no te dejo si antes no te veo fundir-te en todas mis partículas para recibir de ti el equilibrio de todas las reparaciones, sustituyéndote a nombre de toda la familia humana? Busca por cuanto está en ti repararme por todo. Si supieras cuánto bien recibe el mundo cuando un alma, sin la sombra del interés perso-nal, sino sólo por mi amor se eleva entre el Cielo y la tierra y unida conmigo equilibra las reparaciones de todos.”

Del Volumen 20 - Octubre 17, 1926

Como el alma gira en toda la Creación y Redención y pide el Fiat. Cómo Éste es la base y fundamento del Reino

Me parece que no puedo hacer menos que seguir mi giro en la Vo-luntad Suprema, siento que es mi verdadera casa y sólo estoy conten-ta cuando giro en Ella, porque encuentro todo lo que pertenece a mi dulce Jesús, que en virtud de su Voluntad todo lo que es suyo es tam-bién mío. Así que tengo mucho que dar a mi amado Bien, es más, hay tanto que darle que no termino jamás de darle todo, por eso me queda siempre el deseo de regresar a seguir mi giro para poder darle todo lo que pertenece a su adorable Voluntad; y pensando en el gran bien que lleva al alma el Querer Supremo, mientras giraba pedía a Jesús que pronto lo hiciera conocer a todos, a fin de que pudiesen tomar parte en tan grande bien, y para obtener esto le decía al llegar a cada cosa creada: “Vengo en el sol a hacer compañía a tu Voluntad reinante y dominante en él, en todo el esplendor de su majestad, pero mientras te hago compañía en el sol, te ruego que tu Fiat Eterno sea conocido, y así como reina triunfante en el sol, venga a reinar triunfante en me-dio de las criaturas; mira, también el sol te ruega, toda su luz se con-vierte en oración y a medida que se extiende sobre la tierra e inviste

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con su luz plantas y flores, montes y llanuras, mares y ríos, así ruega que tu Fiat sea uno sobre la tierra y que se armonice con todas las criaturas. Así que no soy yo sola quien te lo pide, sino que es la Po-tencia de tu misma Voluntad que reina en el sol la que ruega, ruega la luz, ruegan sus innumerables efectos, los bienes, los colores que con-tiene, todos ruegan que tu Fiat reine sobre todos. ¿Puedes Tú resistir a una masa de luz tan grande que ruega con la Potencia de tu mismo Querer? Y yo, pequeña cual soy, mientras te hago compañía en este sol, bendigo, adoro, glorifico tu Voluntad adorable, con la magnifi-cencia y gloria con las que tu misma Voluntad se glorifica en sus obras. ¿Así que sólo en las criaturas tu Voluntad no debe encontrar la perfecta gloria de sus obras? Por eso venga, venga tu Fiat.” Pero mientras esto hago, oigo que toda la luz del sol ruega que venga el Fiat Eterno, esto es, su misma adorable Voluntad que invistiendo la luz ruega, y yo dejándola en su acto de rogar paso a las otras cosas creadas para hacer mi pequeña visita, para hacer un poco de compa-ñía a la adorable Voluntad en cada acto suyo que ejercita en cada co-sa creada. Por eso paso en el cielo, en las estrellas, en el mar, a fin de que el cielo ruegue, las estrellas rueguen, el mar con su murmullo ruegue que el Fiat Supremo sea conocido y reine triunfante sobre to-das las criaturas como reina en ellos. Entonces, después de haber gi-rado sobre todas las cosas creadas para hacer compañía al Fiat Di-vino y pedir en cada cosa que venga a reinar sobre la tierra, cómo es bello ver, oír que toda la Creación ruega que venga su reino en medio de las criaturas; después desciendo en todo lo que hizo mi Jesús en la Redención, en sus lágrimas, en sus gemidos infantiles, en sus obras, pasos y palabras, en sus penas, en sus llagas, en su sangre, hasta en su muerte, a fin de que sus lágrimas rueguen que venga su Fiat, sus ge-midos y todo lo que hizo supliquen todos en coro que su Fiat sea co-nocido y que su misma muerte haga resurgir la Vida de su Voluntad Divina en las criaturas. Mientras esto y más hacía, pero me alargaría demasiado si quisiera decirlo todo, mi dulce Jesús estrechándome a Sí me ha dicho:

“Pequeña hija de mi Querer, tú debes saber que mi Voluntad se quedó reinante en toda la Creación para dar el

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campo a las criaturas de hacerle tantas visitas por cuantas cosas creó, quería la compañía de la criatura en el mudo lenguaje de todo el universo. Cómo es duro el aislamiento de esta Voluntad tan santa, que quiere santificar y no encuentra a quién participar su Santidad; tan rica que quiere dar, y no encuentra a quién dar; tan bella, y no encuentra a quién embellecer; tan feliz, y no encuentra a quién hacer feliz. Poder dar, querer dar y no tener a quien dar es siempre un dolor y una pena inenarrable, y para su mayor dolor ser dejada sola. Entonces, al ver entrar a la criatura en el campo de la Creación para hacerle compañía, se siente felicitar y cumplirse la finalidad por la que se dejó reinante en cada cosa creada, pero lo que la vuelve más feliz, más glorificada, es que tú, en cuanto llegas a cada cosa creada le pides que su Fiat sea conocido y reine sobre todo, y mueves a mi misma Voluntad en el sol, en el cielo, en el mar, en todo, a rogar que venga el reino de mi Querer, porque estando en ti mi Fiat, se puede decir que es Ella misma que ruega y que mueve todas mis obras, hasta mis lágrimas y suspiros para que venga el reino de mi Voluntad. Tú no puedes entender qué contento me das, qué impresión es a mi corazón y a mi misma Voluntad oír a todas nuestras obras que piden, que quieren nuestro Fiat, y más porque no te veo pedir nada para ti, ni gloria, ni amor, ni gracias, y viendo tu pequeñez, por la cual no puedes obtener un reino tan grande, giras en todas mis obras, por todas partes donde se encuentra un acto de mi Voluntad haciendo su oficio, y haces decir a mí mismo Fiat: ‘Venga tu reino, ¡ah! haz que sea conocido, amado y poseído por las generaciones humanas.’ Una Voluntad Divina que ruega junto con nuestras obras, junto con su pequeña hija, es el más grande portento, es una potencia a la par de la nuestra que ruega, y el no escucharla favorablemente nos resulta imposible. ¡Cómo es santo, cómo es puro, noble y todo divino, sin sombra de humano el reino de nuestra Voluntad! Su base, su fundamento y la profundidad de

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él será nuestro mismo Fiat, que extendiéndose por debajo, en medio y sobre estos hijos de la familia celestial, les volverá firme el paso e inquebrantable para ellos el reino de mi Voluntad.

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* FIAT! ** FIAT! *

* FIAT! ** FIAT! *

* FIAT! ** FIAT! *

Grupo de Oración ‘Divino Volere e Divino Amore’

tel. 06 77201536

“Busca en cuántas vidas de santos quieras,o libros de doctrinas: en ninguna encontrarás prodigios

de Mi Querer operante en la creatura y la creatura operante en el Mío.

A lo más, encontrarás la renuncia, la unión de quereres,pero mi Divino Querer operante en ella y ella en el Mío,

en ninguno lo encontrarás.Lo que significa que no había llegado el tiempo en el cual

mi Bondad debía llamar la creatura a vivir en este estado tan sublime.

Tampoco encontrarás en ningún otro el modo como te hago orar”.

(Jesús a la Sierva de DiosLUISA PICCARRETA,

vol. 14° - 6.10.1922)

... Estaba diciéndole a Mi amado Jesús: “No desdeñes mis oraciones; son tus mismas palabras

que repito, las misma intenciones, las almas que quiero co-mo las quieres Tu y con tu mismo Querer”.

Y el bendito Jesús me ha dicho: “Hija mía, cuando te escucho repetir mis mismas pa-

labras, mis oraciones, querer como quiero Yo, me siento atraído hacia ti como por tantos imanes; y como te siento repetir mis palabras, tantas alegrías distintas siente mi Corazón y puedo decir que es una fiesta para Mi. Y mien-tras gozo, Me siento debilitado en el amor de tu alma y no tengo fuerzas para castigar las creaturas. Siento en ti las mismas cadenas que Yo ponía al Padre para reconciliar el género humano. Ah, sí, repite lo que hice Yo, repítelo siempre, si quieres que tu Jesús en tantas amarguras en-cuentre una alegría de parte de las creaturas”.

(Del Diario de Luisa PiccarretaVol. 12° - 4.6.1918)