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1 HISTORIA DE LAS MIGRACIONES – LA EDAD MEDIA Fabio Baggio 0. Cuestiones terminológicas El período de la “Edad Media” se ubica en el “medio” entre la historia antigua y la moderna. Se trata obviamente una terminología que responde a una historiografía eurocéntrica y no puede avanzar pretensiones universales. Las edades medias, es decir, los años que preparan el pleno desarrollo de la civilización, presentan dataciones variables de acuerdo a las ubicaciones geográficas de referencia. La Edad Media europea, de toda manera, sigue siendo objeto de debate en relación con las fechas de inicio, las fechas de fin y los diferentes subperíodos. Por lo general se hace iniciar la Edad Media con la caída del Imperio Romano y se hace terminar la misma con la llegada de Colón a América. También se acostumbra distinguir entre la Alta Edad Media, que va desde el siglo V hasta el siglo X, y la Baja Edad Media, que va desde el siglo XI al siglo XV. 1. Las Invasiones de los Bárbaros Después de una larga serie de invasiones por parte de los bárbaros, en el año 476 AD el Imperio Romano de Occidente cayó a manos de Odoacro, rey de los Hérulos, que destituye el último emperador, Rómulo “Augústulo”. Los territorios imperiales, incluyendo Roma, terminan en manos de los reyes bárbaros. Ellos son los jefes de tribus diferentes, a menudo no directamente vinculadas entre si, que hasta el siglo V, con algunas excepciones, habían vivido más allá de las fronteras imperiales. Muchas de ellas se habían establecido como grupos humanos asentados después de una migración anterior desde las zonas norte y este de Europa o de diferentes regiones de Asia. Vándalos. Son tribus germánicas sin mucho contacto con el Imperio Romano. Los historiadores creen que originalmente procedían de las costas del norte de Europa y Escandinavia. Migraron primero a Polonia, después a Silesia y Bohemia, y luego en Alemania, Francia y España. Finalmente se instalaron en la costa mediterránea del norte de África. Sus invasiones se caracterizan por la crueldad y la destrucción total de ciudades conquistadas. Visigodos. Son también poblaciones germánicas, de la gran familia de los Godos. Se instalaron en Dacia, en la orilla izquierda del Danubio. En el siglo III se convierten en aliados (foederati) de los Romanos para proteger las fronteras del imperio. En el siglo V se desplazan en Galia y luego migran a España, donde logran consolidar su reino. Ostrogodos. Son tribus germánicas de la misma familia de los Godos. Dejan a los países escandinavos para establecerse, en el siglo III, entre las desembocaduras de los ríos Don y Dniéper, hasta las orillas del Mar Negro. Por un par de siglos alternan momentos de buenas relaciones con el Imperio Romano con tiempos de abierto conflicto. En el siglo V migran a la península de los Balcanes y, después de la caída de Rómulo Augústulo, luchan contra Odoacro (Hérulos) para conquistar la península italiana, en alianza con el emperador romano de Oriente. Suevos. Son tribus germánicas que desde el Báltico, en el siglo I, se establecen en la presente Rheinland. En siglos posteriores se expanden en la Galia, pero luego se unen a los vándalos en su migración y conquista hacia el oeste. Pasan a España y se instalan en el norte (Galicia) y aquí estrechan una alianza con el emperador romano por la cual se comprometen a garantizar la paz en la Península Ibérica. Longobardos. Son tribus germánicas, originarias de Escandinavia. Migran hacia el continente y bajan por el río Elba hasta llegar a Panonia. En el siglo VI, los longobardos conquistan la península italiana, aprovechando la debilidad del reino ostrogodo y la tímida restauración de la Imperio Romano de Oriente en Italia.

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HISTORIA  DE  LAS  MIGRACIONES  –  LA  EDAD  MEDIA  

Fabio  Baggio    

0.  Cuestiones  terminológicas  

El  período  de  la  “Edad  Media”  se  ubica  en  el  “medio”  entre  la  historia  antigua  y  la  moderna.  Se  trata  obviamente  una  terminología  que  responde  a  una  historiografía  eurocéntrica  y  no  puede  avanzar  pretensiones  universales.  Las  edades  medias,  es  decir,   los  años  que  preparan  el  pleno  desarrollo   de   la   civilización,   presentan   dataciones   variables   de   acuerdo   a   las   ubicaciones  geográficas   de   referencia.   La   Edad   Media   europea,   de   toda   manera,   sigue   siendo   objeto   de  debate  en  relación  con  las  fechas  de  inicio,  las  fechas  de  fin  y  los  diferentes  sub-­‐períodos.  Por  lo  general   se  hace   iniciar   la  Edad  Media   con   la   caída  del   Imperio  Romano  y   se  hace   terminar   la  misma  con  la  llegada  de  Colón  a  América.  También  se  acostumbra  distinguir  entre  la  Alta  Edad  Media,  que  va  desde  el  siglo  V  hasta  el  siglo  X,  y  la  Baja  Edad  Media,  que  va  desde  el  siglo  XI  al  siglo  XV.  

 

1.  Las  Invasiones  de  los  Bárbaros  

Después  de  una  larga  serie  de  invasiones  por  parte  de  los  bárbaros,  en  el  año  476  AD  el  Imperio  Romano   de   Occidente   cayó   a  manos   de   Odoacro,   rey   de   los   Hérulos,   que   destituye   el   último  emperador,   Rómulo   “Augústulo”.   Los   territorios   imperiales,   incluyendo   Roma,   terminan   en  manos  de  los  reyes  bárbaros.  Ellos  son  los  jefes  de  tribus  diferentes,  a  menudo  no  directamente  vinculadas  entre  si,  que  hasta  el  siglo  V,  con  algunas  excepciones,  habían  vivido  más  allá  de  las  fronteras   imperiales.  Muchas  de   ellas   se   habían   establecido   como  grupos  humanos   asentados  después   de   una   migración   anterior   desde   las   zonas   norte   y   este   de   Europa   o   de   diferentes  regiones  de  Asia.    

Vándalos.  Son  tribus  germánicas  sin  mucho  contacto  con  el  Imperio  Romano.  Los  historiadores  creen  que  originalmente  procedían  de  las  costas  del  norte  de  Europa  y  Escandinavia.  Migraron  primero   a   Polonia,   después   a   Silesia   y   Bohemia,   y   luego   en   Alemania,   Francia   y   España.  Finalmente   se   instalaron   en   la   costa   mediterránea   del   norte   de   África.   Sus   invasiones   se  caracterizan  por  la  crueldad  y  la  destrucción  total  de  ciudades  conquistadas.  

Visigodos.  Son  también  poblaciones  germánicas,  de  la  gran  familia  de  los  Godos.  Se  instalaron  en  Dacia,  en  la  orilla  izquierda  del  Danubio.  En  el  siglo  III  se  convierten  en  aliados  (foederati)  de  los  Romanos  para  proteger   las   fronteras   del   imperio.   En   el   siglo  V   se   desplazan   en  Galia   y   luego  migran  a  España,  donde  logran  consolidar  su  reino.  

Ostrogodos.   Son   tribus   germánicas   de   la   misma   familia   de   los   Godos.   Dejan   a   los   países  escandinavos   para   establecerse,   en   el   siglo   III,   entre   las   desembocaduras   de   los   ríos   Don   y  Dniéper,   hasta   las   orillas   del  Mar   Negro.   Por   un   par   de   siglos   alternan  momentos   de   buenas  relaciones   con   el   Imperio  Romano   con   tiempos  de   abierto   conflicto.   En   el   siglo  V  migran   a   la  península  de   los  Balcanes  y,  después  de   la  caída  de  Rómulo  Augústulo,   luchan  contra  Odoacro  (Hérulos)  para  conquistar  la  península  italiana,  en  alianza  con  el  emperador  romano  de  Oriente.  

Suevos.   Son   tribus  germánicas  que  desde  el  Báltico,   en  el   siglo   I,   se  establecen  en   la  presente  Rheinland.  En  siglos  posteriores  se  expanden  en  la  Galia,  pero  luego  se  unen  a  los  vándalos  en  su  migración  y  conquista  hacia  el  oeste.  Pasan  a  España  y  se   instalan  en  el  norte   (Galicia)  y  aquí  estrechan  una  alianza  con  el  emperador  romano  por  la  cual  se  comprometen  a  garantizar  la  paz  en  la  Península  Ibérica.    

Longobardos.  Son  tribus  germánicas,  originarias  de  Escandinavia.  Migran  hacia  el  continente  y  bajan   por   el   río   Elba   hasta   llegar   a   Panonia.   En   el   siglo   VI,   los   longobardos   conquistan   la  península  italiana,  aprovechando  la  debilidad  del  reino  ostrogodo  y  la  tímida  restauración  de  la  Imperio  Romano  de  Oriente  en  Italia.  

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Francos.  Son  tribus  germánicas,  resultado  de  la  fusión  de  varias  poblaciones  pre-­‐existentes  a  lo  largo  de  las  orillas  del  Rin.  En  el  siglo  IV  se  desplazan  en  el  centro  de  la  Galia  y  se  convierten  en  aliados   del   Imperio   Romano,   encargados   de   defender   la   frontera   del   Rin   contra   los   Alanos,  Suevos  y  Vándalos.  Después  de  476  se  dividen  en  dos  reinos:  los  Francos  occidentales  en  el  valle  del  Escalda  oriental  y  los  Francos  orientales  en  el  territorio  de  la  Mosela.  

Es  difícil  estimar  con  precisión  los  valores  numéricos  de  estas  invasiones/migraciones  bárbaras.  Si  bien  hay  datos  sobre  los  Vándalos  del  rey  Genserico,  cuyo  número  era  de  alrededor  de  80.000  personas,   por   otra   parte,   los   historiadores   están   de   acuerdo   en   calcular   que   ningún   pueblo  bárbaro  excedía  de  100.000  personas.  Al   final  de   las   invasiones,  sin  embargo,  el  porcentaje  de  los  Bárbaros  en  los  territorios  del  ex  Imperio  Romano  no  supera  el  5%  de  la  población  total.  

El  siguiente  mapa  se  destacan  las  principales  rutas  migratorias  de  los  bárbaros.  

   2.  El  Imperio  Romano  Oriental  

A   pesar   de   los   altibajos,   la   parte   oriental   del   Imperio   Romano   logra   resistir   a   las   invasiones  bárbaras   primero   y   luego   a   la   expansión   islámica   hasta   el   siglo   XV.   Frente   a   la   amenaza  musulmana   resultan   muy   útiles   las   alianzas   con   los   reinos   bárbaros   que   se   establecen   en  Europa   durante   varios   siglos.   Sin   embargo   el   imperio   de   Constantinopla   tiene   que   ceder   los  territorios  del  Vecino  Oriente  a  los  sultanes  árabes.  

Gracias   a   su   particular   posición   geográfica,   el   imperio   bizantino   se   pone   como   un   corredor  “físico”  y  cultural  entre  Asia  y  Europa,  paso  obligado  para  los  exponentes  de  dos  mundos  muy  diferentes   que   querían   el   diálogo   cuando   no   estaban   en   guerra   entre   si.   Los   territorios  imperiales  sirven  también  como  refugio  para  quienes  huyen  de  las  diferentes  invasiones  y  a  los  disidentes   de   los   distintos   regímenes.   Las   mismas   áreas   finalmente   son   lugares   de   tránsito  obligatorio  para  los  peregrinos  primero  y  luego  para  los  cruzados  que    se  dirigen  a  Tierra  Santa.    

 

3.  Edad  del  Oro  y  caída  del  Imperio  Maya  

En  317  AD  comienza  el  Periodo  Clásico  del  Imperio  Maya  que  duró  hasta  987.  En  este  período,  los   Mayas   alcanzaron   su   momento   de   mayor   esplendor   en   lo   que   hoy   es   Guatemala.   Se  constituyeron  algunos  estados  dominantes  (Palenque,  Piedras  Negras,  Copán  y  Quiriguá)  con  el  desarrollo  de  grandes  ciudades,  debido  principalmente  a  un  notable  proceso  de  urbanización.  

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Para   la   construcción  de  grandes  edificios   se   capturan  e   “importan”  muchos  esclavos  entre   los  habitantes   de   las   forestas   guatemaltecas.   A   finales   del   siglo   IX,   estas   ciudades   fueron  abandonadas,  por  razones  que  permanecen  oscuras:  tal  vez  terremotos,  o  cambios  climáticos,  o  epidemias  o  guerras  civiles.  

 

4.  El  Impero  Chino  de  los  Sui  y  de  los  Tang  

En   581   AD   el   emperador   Sui  Wendi   Jian   Yang   fundó   la   dinastía   Sui,   que   duró   hasta   618.   El  emperador  Sui  Yangdi  realizó  la  excavación  del  Gran  Canal  que  une  Pekín  con  Hangzhou,  largo  1794   kilómetros.   Esta   gran   obra   causó   el   desplazamiento   de   miles   de   trabajadores   como  consecuencia   de   los   avances   de   la   construcción.   La   finalización   de   la   obra   favoreció   en   gran  medida  el  transporte  fluvial  de  mercancías  y  personas  y,  como  resultado,  aumentó  la  migración  interna.  

En  el  siglo  VII  de  la  dinastía  Tang  tomó  el  poder  y  lo  mantuvo  hasta  el  año  907.  Después  de  diez  años  de  luchas  internas  y  división,  que  generaron  muchas  migraciones  forzadas,  el  emperador  Tang   Taizong   Li   Shimin   logró   unir   al   imperio   y   llevó   la   sociedad   feudal   de   China   a   una  prosperidad  sin  precedentes.  En  el  siglo  VIII,  sin  embargo,  aparecieron  los  primeros  signos  de  la  decadencia  imperial  que  llevó  a  la  terminación  de  la  dinastía  Tang.  

 

5.  La  expansión  del  Islam  

En  el  siglo  VII,  la  península  arábica  estaba  poblada  por  un  gran  número  de  tribus  nómadas,  en  su  mayoría,  a  menudo  peleando  entre  ellos.  A  pesar  de   las  obvias  afinidades  étnicas,  no  había  elementos  que  pudiesen  facilitar  la  cohesión.  En  las  primeras  décadas  del  siglo,  Muhammad,  con  su   predicación   del   Islam   (=   entrega   incondicional   a   Dios),   se   afirma   como   el   profeta   de   una  religión   monoteísta   que   puede   unificar   las   diversas   tribus   haciendo   de   ellas   una   nación  esencialmente  teocrática.  

Después  de  la  muerte  del  profeta  (632  AD),  el  liderazgo  de  la  nueva  nación  pasa  a  los  monarcas  que  han  convertido  al  Islam.  Ellos  leen  en  la  debilidad  de  las  naciones  vecinas  la  oportunidad  de  empezar  a   transformar  en   “El   Islam”   (es  decir,   el   territorio   leal   a   la   religión  de  Allah)   todo  el  mundo   conocido.  Así   comienza   la   “conquista”   de   los   territorios   vecinos,   a   partir   de  Palestina,  Siria,  Egipto  y  Persia,  que  antes  del  final  del  siglo  ya  están  bajo  el  dominio  de  los  califas  árabes.  

En  el  siglo  VIII  fue  el  turno  de  Armenia,  Chipre,  Turkestán,  norte  de  África  y  finalmente  España.  La  expansión  musulmana  se  detiene  por  una  parte  en  los  Pirineos  y  por  la  otra  en  las  afueras  de  Constantinopla.  Son  décadas  de  desplazamientos  masivos  de  personas,  miles  de  personas  que  migran,   algunos   para   invadir   y   ocupar   los   territorios   conquistados,   otros   para   escapar   y  refugiarse  en  lugares  más  seguros.  

En  el  siguiente  mapa  se  destacan  gráficamente   las  diferentes  etapas  de   la  expansión  del   Islam  del  siglo  VII  al  siglo  X.  

 

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6.  El  Sacro  Imperio  Romano  

Del   siglo  VI  en  adelante  el   reino  de   los  Francos  se  consolida  con   la  dinastía  merovingia.  En  el  siglo   VIII,   le   sigue   la   dinastía   carolingia,   que,   después   de   haber   detenido   el   avance   de   los  musulmanes  en  los  Pirineos  (Carlos  Martel),  se  asegura  la  gratitud  del  Papa,  por  la  cual  nace  una  alianza  entre  el  papado  y  los  Francos.  Esta  alianza  se  fortalece    con  el  reinado  de  Pipino  el  Breve.  Su  hijo,  Carlomagno,  es  capaz  de  unificar  y  fortalecer  el  reino  y  comienza  una  serie  de  campañas  militares  que  amplían  el  dominio  franco  en  Alemania,  Austria  e  Italia.  

El  ideal  de  Carlomagno  era  la  reconstrucción  del  Imperio  Romano  de  Occidente  con  una  fuerte  base  cristiana,  y  así  nació  el  Sacro  Imperio  Romano.  Carlomagno  es  coronado  emperador  por  el  Papa   en   la   Navidad   de   800,   por   lo   que   se   sella   una   alianza   entre   poder   temporal   y   poder  espiritual  que  permita   la   realización  de  un   tiempo  de  paz  y  de  gran  prosperidad  económica  e  intelectual,  fundada  sobre  la  armónica  fusión  de  elementos  latinos  y  germánicos  .  

Los  nietos  de  Carlomagno  dividieron  su  imperio  en  tres  partes,  que  corresponden  más  o  menos  a  las  modernas  Francia,  Alemania  e  Italia.  Después  de  una  serie  de  luchas  internas,  en  el  siglo  X  el  Sacro  Imperio  Romano,  identificado  con  el  reino  de  Alemania,  pasa  a  la  dinastía  de  los  Otones,  quienes  mantienen   el   título   imperial   hasta   1024.   Luego   la   corona   imperial   pasa   a   la   casa   de  Franconia/Suevia.  

El  Sacro  Imperio  Romano,  como  afirman  muchos  historiadores  modernos,  pone  las  bases  de  la  unión  europea,  que  se  desarrolla  políticamente  sólo  en  los  tiempos  modernos.  La  alternancia  de  momentos  de  gloria  y  momentos  de  descenso  no   logran  afectar  a   la  propagación  de   la  cultura  “europea”,  que  influencia  positivamente  los  sentimientos  unitarios  de  pertenencia  y  ciudadanía  de   las   diversas   naciones   que   participan   en   el   proceso.   La   seguridad   dentro   de   las   fronteras  imperiales  y  el  crecimiento  económico  favorecen  el  aumento  de  la  migración  interna.  

 

7.  La  “Reconquista”  de  España  y  las  Cruzadas  

En   el   siglo   IX   comienza   la   reconquista   cristiana   de   la   Península   Ibérica   por   las   poblaciones  indígenas  (hispano-­‐visigoda)  que  habían  sufrido  el  dominio  musulmán  por  varias  décadas.  Las  campañas  militares,  que  duraron  varios  siglos,  obligaron  miles  de  personas  a  desplazarse  de  un  lado   y   el   otro   de   la   península,   sobre   todo   de   norte   a   sur:   por   una   parte   los   musulmanes  obligados  a  retirarse  y  por  la  otra  los  cristianos  que  repoblaron  los  territorios  reconquistados.  

Tras  la  ocupación  de  Palestina  por  los  sultanes  musulmanes  se  difunde  el  mito  de  la  liberación  del   Santo   Sepulcro,   lo   que   lleva   a   los   reinos   cristianos   de   Europa   a   organizar   expediciones  militares  para  recuperar  la  Tierra  Santa.  Estas  expediciones,  llamadas  “cruzadas”,  se  realizaron  del   siglo  XI   al   siglo  XIII   y  pusieron  en  movimiento   a   cientos  de  miles  de  personas  por   ambos  lados.   Hay   diez   cruzadas   oficiales   y   cinco   que   no   están   oficialmente   registrada,   porque    terminaron   mal.   Las   guerras   santas,   la   redención   de   las   reliquias,   las   peregrinaciones   y   las  aventuras   caballerescas   motivaron   a   migraciones   continuas   dentro   de   la   cuenca   del  Mediterráneo.  

Incluso   después   de   muchos   siglos,   no   es   fácil   encontrar   una   opinión   unánime   sobre   estos  acontecimientos  históricos.  Las  cruzadas  son  un  emblema  de  los  errores  y  abusos  que  a  menudo  responden   más   al   fanatismo   religioso   que   a   los   ideales   espirituales   que   oficialmente   las  inspiraron.   Cabe   destacar   que   los   campos   de   batalla   y   los   lugares   de   detención   ofrecieron  espacios  para  encuentros  interesantes  entre  las  dos  culturas.    

 

8.  Reinos,  ciudades  y  universidades  

En   la   Baja   Edad   Media   en   Europa   se   asiste   a   la   formación   de   reinos,   condados,   ducados   y  principados   separados   unos   de   otros,   pero   a   menudo   aliados   frente   a   enemigos   comunes.  Asimismo   comienzan   los   procesos   de   independentización   que   llevan   a   la   definición   de   los  

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estados  nacionales  modernos.  Las  luchas  interinas  y  las  guerras  entre  reinos  causan  a  menudo  la  migración  forzada  de  los  derrotados  y  disidentes.  

El  crecimiento  demográfico  en  el  continente  y  el  fenómeno  de  la  urbanización  son  las  causas  de  la   creación   de   las   grandes   ciudades.   La   cultura   se   vuelve   mucho   más   accesible   y   nacen   las  universidades  que  atraen  a  estudiantes  de  territorios  vecinos  y  del  extranjero.  Se  re-­‐descubre  el  mundo   clásico,   griego   y   helenístico   en   especial,   y   con   ello   el   pensamiento   cosmopolita   que   lo  había  caracterizado  durante  su  edad  de  oro.  

El   resultado   muy   incierto   de   las   cruzadas   había   alimentado   el   deseo   de   no   depender   de   las  caravanas  árabes  para  cultivar  y  fortalecer  las  relaciones  comerciales  y  culturales  entre  Europa  y  el  Lejano  Oriente.  El  esfuerzo  más  conocido  es  el   famoso  viaje  de  Marco  Polo,  que  da  vida  al  libro  titulado  “El  Millón”.  

Entre  las  ciudades  que  más  se  desarrollan  a  finales  de  la  Edad  Media  se  destaca  Venecia,  que  se  estructura   en   forma   de   república   y   anexiona   grandes   territorios   de   la   región   noreste   de   la  península   italiana   y   de   la   costa   de   Yugoslavia.   Gracias   a   la   alianza   con   el   Imperio   Bizantino,  Venecia  se  convirtió  en  dueña  de  muchas  rutas  del  Mediterráneo,  asumiendo  un  papel  central  en  el  comercio  entre  Oriente  y  Occidente.  La  ciudad  de   la   laguna  se  enriquece  con  el  arte  y   la  cultura  y  atrae  a  nuevos  ciudadanos  de  todo  el  mundo  conocido.    

 

9.  El  Imperio  Mongol  

La  Baja  Edad  Media  también  marca  el  surgimiento  del  Imperio  Mongol.  Los  descendientes  de  los  Hunos,  población  bárbara  que  no  había  logrado  establecerse  en  los  territorios  de  Europa  en  el  siglo   IV,   los  mongoles   hasta   el   final   del   siglo   XII   se   estructuran   como   tribus   separadas,   en   su  mayoría  nómadas,  que  viven  en  las  estepas  del  norte  de  China.  

Al   comienzo   del   siglo   XIII,   Temudjin   (Genghis   Khan),   jefe   de   una   de   las   tribus   mongolas,   se  convierte   en   un   líder   carismático   capaz   de   unificar   todas   las   tribus,   formando   así   el   Imperio  Mongol.  Gracias  a  sus  grandes  habilidades  guerreras,  los  mongoles  logran  ampliar  su  dominio  al  sur  hasta  el  Tíbet,  al  este  hasta  el  Mar  de  Japón  y  al  oeste  hasta  el  Mediterráneo.  Este  imperio  fue  el  más  grande  en  la  historia.  

El   carácter   nómada  de   los  mongoles   y   la   estructuración  política-­‐social   del   imperio   generó  un  constante   desplazamiento   de   personas   dentro   de   los   territorios   imperiales.   Después   de   la  muerte  de  Genghis  Khan,  el  imperio  se  dividió  en  cuatro  principados  independientes.  

El  siguiente  mapa  muestra  la  división  de  la  muerte  de  Temudjin.  

 

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10.  En  América:  el  Imperio  Inca  y  el  Imperio  Azteca  

Antes   del   siglo   XI   en   Perú   se   desarrollaron   algunas   grandes  civilizaciones  de   las  que   tenemos  pruebas  arqueológicas  abundantes.  Se   trata   de   las   civilizaciones   Chavín,   Tiahuanaco,   Mochica,   Nazca,  Chimú  e  Inca.  Entre  ellas,  alrededor  del  año  1000,  logra  sobresalir    la  civilización   Inca.   Los   incas   se   establecieron   en   la   región   de   Cuzco  (Perú)  y  rápidamente  amplían  su  dominio  desde   los  Andes  a   lo   largo  del  sur  de  la  costa  del  Pacífico,  llegando  al  sur  a  Talca  (Chile)  y  al  norte  a   Quito   (Ecuador).   En   el   siglo   XIII   nace   el   imperio   de   los   Incas   que  alcanza   su   máximo   esplendor   en   el   siglo   XV.   La   construcción   de  grandes  edificios  y  de   largas  carreteras,  que  conectan  el  extremo  sur  con   el   extremo   norte   del   imperio,   facilita   el   desarrollo   económico   y  comercial   y   asimismo   el   movimiento   de   población   dentro   de   los  territorios  imperiales.  

En   el   siglo   XII,   de   la   ciudad   de   Aztlán,   una   ciudad   cuya   ubicación  geográfica   sigue   siendo  objeto  de  debate   científico,   el   pueblo  Mexica  emigra   en   masa   al   centro   de   México   para   establecerse   en   las   cercanías   de   lo   que   hoy   es   el  territorio  de  Ciudad  de  México.  Así  comenzó  la  civilización  azteca,  que  alcanzó  su  apogeo  en  el  siglo  XV,  gracias  a  su  expansión  en  las  áreas  circundantes  y  al  desarrollo  agrícola.