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Taller introductorio: Desaprender para aprenderDavid Álvarez
Desaprender para aprender
DAVID ALVAREZ.
Mi madre se hace mayor
Mi madre va camino de los setenta años, ya está cerca de cumplirlos. Yo
todavía no he cumplido los cuarenta, por poco. Cuando la veo hacerse mayor, lo que
más me llama la atención es que no se da cuenta de cómo están cambiando sus
habilidades, sus capacidades, su forma física. O quizás sí que se da cuenta pero no lo
quiere aceptar, no lo sé. Debe de ser muy duro darte cuenta de que ya no puedes
hacer algo que antes hacías sin dificultad.
Mi madre está en buena forma. Hace unos meses fuimos a pasar el domingo a
un pequeño pedazo de tierra que tiene, nosotros le llamamos El Trozo. Hay en El
Trozo unos pocos almendros y tocaba recoger sus frutos, que se hacen cada año más
escasos. Nos pusimos a ello todos los hermanos y también mamá. Uno de nosotros se
subía al árbol y lo vareaba y el resto recogían las almendras del suelo.
De repente perdimos de vista a mamá y la encontramos subida a uno de los
almendros que queda más apartado. Mamá siempre nos cuenta cuando era pequeña
e iba con su abuelo a recoger aceitunas. Su abuelo le hacía subirse a lo más alto del
árbol y le decía: “Arriba, pequeña, sube más arriba.”, hasta recoger la última aceituna,
la que quedaba en la rama más alta.
No me gusta decirle a la gente mayor lo que tiene que hacer, no me gusta
tratarlos como a niños, por eso no me sumé al coro de los hermanos que le pedían
que bajase. Estoy de acuerdo con ellos en que mamá no debería haber subido, pero
mamá es todavía una persona adulta, por eso yo no soy quién para decirle que baje.
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Taller introductorio: Desaprender para aprenderDavid Álvarez
De todos modos, episodios como este me han hecho pensar bastante en
cuando yo sea mayor. Seguro que no me daré cuenta de cómo voy perdiendo
habilidades, capacidades y forma física. Me estoy fijando y veo que le pasa a mucha
gente. ¿Por qué no a mí?
En Barcelona, veo cada día a personas mayores, o no tan mayores pero
escayoladas y con muletas que cruzan las calles por cualquier lugar. Desde que he
tomado conciencia de cómo nos hacemos mayores sin darnos cuenta, he dejado de
cruzar las calles por el medio e intento esperarme a que los semáforos de los
peatones se pongan en verde porque estoy seguro de que no me daré cuenta cuando
llegue el día en que no pueda cruzar las calles corriendo. Y estoy convencido también
de que aunque llegase a darme cuenta, no por ello sería capaz de cambiar un hábito
profundamente arraigado. Por eso he decidido desaprender mis malos hábitos.
El modelo de adquisición de habilidades según la PNL
La programación neurolingüística o PNL, propone un modelo de aprendizaje en
cuatro etapas:
a. Incompetencia inconsciente: incluye todo lo que no sabes hacer y que no
sabes que no sabes hacer. Todo lo que no has pensado nunca que no sabes hacer y
que probablemente tampoco te interesa aprender.
b. Incompetencia consciente: algún cambio en tu vida o en tu trabajo puede
hacer que tomes conciencia de que no sabes hacer algo. Puede ser un ascenso, un
cambio de departamento o el nacimiento de un hijo. De repente te das cuenta de que
no sabes hacer algo y se despierta en ti el interés por aprender.
c. Competencia consciente: entonces te pones manos a la obra, lees un libro,
te apuntas a un máster, estudias, te esfuerzas y poco a poco vas aprendiendo cómo
se hace. Trabajas a nivel consciente.
d. Competencia inconsciente: y finalmente lo interiorizas y empiezas a trabajar
de forma inconsciente o automática, lo conviertes en un hábito. Sabes hacerlo y
parece que siempre ha sido así.
Y en el camino de una etapa a la otra hay que vencer resistencias. Como
cuando cambiamos de versión de sistema operativo en el ordenador o cuando
cambiamos de programas informáticos.
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Por ejemplo, supongamos que nuestro jefe ha decidido cambiar de Microsoft
Office a Libre Office.
En un momento dado, no sabíamos que Libre Office existía, así que estábamos
en la etapa de la incompetencia inconsciente. La verdad es que ahí estábamos tan
tranquilos y desconocíamos que teníamos esa carencia.
Cuando nuestro jefe nos comunica que va a hacer el cambio pasamos a la
incompetencia consciente: yo no sé usarlo y me va a tocar aprenderlo, aquí puede
haber un episodio de resistencia al cambio: con lo bien que va Microsoft Office, ¿para
qué cambiar?
Pero bueno, no hay manera, cualquiera convence a nuestro jefe de dar marcha
atrás cuando ha tomado una decisión, así que nos empezamos a mirar tutoriales o nos
apuntamos a un curso, ahí estamos trabajando la competencia inconsciente. Aquí
puede aparecer la frustración: no me sale, no lo voy a aprender nunca.
Y al cabo de un año, cuando ya llevamos un buen tiempo trabajando, ya ni nos
acordamos de los buenos de Microsoft Office, ya somos unos expertos de Libre Office
y estamos tan contentos con nuestra competencia inconsciente en el uso de este
programario. Aquí uno de los peligros es creer que uno ya lo sabe todo y que no tiene
nada que mejorar, cuando quizás no lo está haciendo tan bien. Así es el proceso.
Lo mismo que cuando pasamos de nuestro viejo móvil o celular a un flamante
smartphone, tuvimos que pasar por todo ese proceso. O antes de los smartphone, si
cambiábamos de marca de móvil y teníamos que aprender cómo funcionaba la nueva.
El menú de la anterior siempre nos parecía más intuitivo, especialmente a los fans de
Nokia. Nuestros dedos y nuestro cerebro parece que no se acostumbran al nuevo
aparato, hasta que tengamos de nuevo un hábito establecido.
Y así, tantas y tantas cosas a lo largo de nuestras vidas. Aprendizajes algunos
de ellos que siguen haciéndonos servicio y otros que han quedado obsoletos para
muchos de nosotros, como puede ser programar el vídeo.
Aprender supone pasar por todas y cada una de estas cuatro etapas y vencer
en cada una de ellas las dificultades y los miedos que llevan asociadas. Hay que
desaprender las viejas formas de hacer inconscientes, tan arraigadas en nosotros
mismos que ni nos damos cuenta de ellas y aprender unas formas nuevas de hacer
pasando por hacerlas conscientes, generando un nuevo modelo de comportamiento.
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Es la repetición la que hará que, poco a poco, los nuevos conocimientos
desplacen a los viejos. Pero el esfuerzo valdrá la pena.
El aprendizaje a lo largo de la vida
En nuestras sociedades el aprendizaje se ha convertido en una constante a lo
largo de la vida para gran parte de la población. Atrás quedan las épocas en que la
mayoría aprendía su oficio en la juventud, ya sea directamente en el puesto de trabajo
o en el centro formativo, y nunca más se reciclaba. Pero incluso a nivel personal: las
personas curiosas y que se mantienen intelectualmente activas envejecen mejor que
las que se acomodan y dejan que se lo hagan todo.
Hoy en día, si queremos ser competitivos, es fundamental que reflexionemos
sobre nuestros modos de aprendizaje, pues los vamos a necesitar durante toda
nuestra carrera profesional.
Según José Mª Acosta, para aprender no basta con tener una predisposición
intelectual, el estado de ánimo es determinante a la hora de aprender. Por eso
debemos poner atención en nuestras actitudes ante el aprendizaje.
Algunas emociones pueden frenar tu aprendizaje:
La arrogancia: “Yo tengo mucha experiencia.”
La inseguridad: “Nunca voy a entenderlo. No soy capaz.”
La certeza: “Yo se cómo se hace.”
Otras, en cambio, lo facilitan:
La apertura de mente: “Me interesa lo que pasa a mi alrededor.”
La capacidad de asombro: “¡Guau! ¡Esto no lo sabía! ¡Qué interesante!”
La curiosidad: “Quiero saber cómo funciona.”
Desaprender
Visto así, desaprender implica modificar nuestros comportamientos,
nuestros marcos de referencia y nuestros paradigmas; implica poner en duda
muchas cosas que dábamos por ciertas.
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Dicho de otro modo, para aprender no es suficiente con exponerse a
nueva información, hay que revisar qué hacemos, cómo pensamos y quiénes
somos, en definitiva, hay que desaprender parte de lo que sabíamos,
hacíamos, pensábamos o eramos.
Las cuatro fases de la formación
Según Oriol Segarra cualquier acción formativa que emprendamos
requiere pasar por cuatro fases:
1. Razonamiento. Debemos pensar por qué vamos a emprender
este proceso formativo. ¿Qué necesidad cubre? ¿Qué aspectos
de nuestro perfil va a mejorar?
2. Aprendizaje de la teoría. Debemos intentar aprender lo que se
nos explica manteniendo una actitud lo menos pasiva posible. Es
fundamental interpretar y trasladar a nuestra realidad los
aprendizajes, intentando aplicar de manera inmediata lo
aprendido. Hay que traspasar los conceptos asimilados a nuestra
actuación diaria de manera inmediata.
3. Práctica. La formación sin aplicación práctica no tiene demasiado
sentido desde el punto de vista laboral. Toda formación, todo
aprendizaje debe de transformarse en acción, debe de cambiar
nuestros hábitos, debe mejorar nuestro perfil y nuestra manera de
actuar. Esto requiere una dosis importante de autodisciplina.
Cuando volvemos a nuestro puesto de trabajo después de una
sesión de formación, nos ponemos a trabajar y nos olvidamos de
lo que hemos aprendido, por eso es fundamental que mientras
nos estamos formando, estemos pensando constantemente en
cómo vamos a aplicar estos nuevos conocimientos, si no somos
conscientes de ello, de poco servirán nuestras acciones
formativas.
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4. Seguimiento. Una vez finalizada la acción formativa (en nuestro
caso, podría ser cada asignatura, pero también el programa
completo cuando lleguemos al final) hay que establecer un
seguimiento periódico de cómo está funcionando la aplicación
práctica de los nuevos métodos y formas de trabajar aprendidos,
pues el tiempo los irá borrando indefectiblemente. Hacer el
seguimiento de esos nuevos hábitos adquiridos, de que se
mantienen fieles a lo que aprendimos y no se van corrompiendo
con el tiempo.
Bibliografía
Oriol Segarra, Los quince círculos del autoliderazgo, Gestión 2000.
Jose Mª Acosta, PNL en una semana, Gestión 2000.
Manuel E. Contreras, Aprender a desaprender en la búsqueda de un
aprendizaje transformativo, INDES.
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