El Lugar Del Ensayo

7/24/2019 El Lugar Del Ensayo

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CELEHISRevista del Centro de Letras Hispanoamericanas.Ao 21 Nro. 24 Mar del Plata, ARGENTINA, 2012; pp. 13 - 36

El lugar del ensayo

Liliana Weinberg*

Centro de Investigaciones sobre Amrica Latina y el CaribeUniversidad Nacional Autnoma de Mxico

CIALC, UNAM

Nuestro mundo acaba de encontrar otro

Michel de Montaigne,

De los coches,Ensayos, III, vi

ResumenSe propone un recorrido en busca del lugar del ensayo y se pro-

ponen algunos puntos fuertes de discusin en torno a su interpre-tacin y su ubicacin con respecto al problema del gnero. Se

plantean varias posibilidades: mientras que para algunos el en-

sayo se encuentra localizado en la tradicin del ensayo europeo,otros lo denen como descentrado o como fuera de lugar, y pornuestra parte proponemos repensarlo a partir de la relacionalidad.Se hace especial hincapi en cuestiones como la consideracin del

punto de vista del ensayo en cuanto punto de partida de su propiaindagacin; el tratamiento participativo del autor con el mundo, ellector, el lenguaje; la importancia del dilogo y la consideracindel ensayo como espacio de encuentro y mediacin entre expe-riencias e interpretaciones. Se establece un dilogo con algunos

ensayistas clave y algunos de los principales crticos dedicadosal ensayo: el propio Montaigne, Lukcs, Adorno, y, en nuestratradicin, Arciniegas o Glissant. Se retoman las observaciones del

poeta y ensayista hispano-mexicano Toms Segovia en cuanto aque todo decir es un querer decir y se examinan los alcances dedicha armacin para reconsiderar al ensayo como una interpre-tacin que se conrma como una permanente puesta en valor.


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Palabras clave

Ensayo - Gnero - Tradicin- Crtica - Ensayo latinoamericano

AbstractWe propose a journey in search for the location of the essay, andsome strong discussion points are proposed around its interpreta-tion and its placement regarding the problem of gender. We pro-

pose various possibilities: while for some the essay is localized inthe tradition of the European essay, others dene it as decenteredor out of place and for our part we propose to re-think it fromrelationality. We make a special emphasis in questions such as the

point of view of the essay as the set-point of its own inquiry, the

participative treatment of the author with the world, the reader,and language, the importance of dialogue and the considerationof the essay as a space for encounter, and mediation between ex-

periences and interpretations. A dialogue is established with somekey essayists and some of the main critics devoted to the essay:Montaigne himself, Lukcs, Adorno, and Arciniegas or Glissantin our own tradition. We take up the observations of the Spanish-Mexican poet and essayist Toms Segovia in that every saying isa wanting to say and we examine the scope of said afrmation inorder to reconsider the essay as an interpretation that is conrmed

as a permanent valorization.

KeywordEssay - Genre - Tradition - Criticism - Latin-American Essay


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El ensayo y el lugar americano

Si nos asomamos al primer globo terrqueo de que setenga noticia, elaborado por Martn de Baviera en 1492 y hoy

conservado en el Museo de Historia de Berln, descubriremospara nuestra sorpresa que Amrica an no exista en elpanorama del mundo conocido por los europeos. Al mismotiempo que entre el crculo de los iniciados se conjeturaba yala esfericidad de la tierra, contemplar un globo donde todavano aparece Amrica, puesto que fue construido por la mismapoca en que Coln se haca a la mar, genera en nosotros un

profundo desasosiego. Amrica no tena entonces lugar en el

mapa: no haba nacido al conocimiento ni al reconocimientoeuropeo.

Otro tanto sucedera si nos asomramos a varios delos posibles mapas de los gneros literarios, ya que tampocoreconoceramos en ellos al ensayo. En efecto, habran de

pasar muchos aos para que ste fuera admitido como unnuevo miembro de la familia de los gneros: un lugar quemuchos an le escatiman. Parafraseando a Tinianov, podemos

decir que dentro de los estudios literarios el lugar destinado alensayo conserva todava el estatuto de un territorio colonial(90). A lo largo de este trabajo procurar pensar ese lugardel ensayo, su aparicin, su exploracin, su conocimientoobjetivo y el reconocimiento de su legitimidad.

Muy poco tiempo despus de la constitucin delglobo de Martn de Baviera, las cosas habran de cambiarradicalmente. Tras los viajes de Coln y el reconocimientode la especicidad de ese nuevo mundo en que particip

Amrico Vespucio, hacia 1580 Michel de Montaignepublicar el primer tomo de sus ensayos, incorporando yadesde la advertencia Al lector una primera mencin deltema americano, al que regresar en distintos captulos de suobra, y muy particularmente en De los canbales (I, XXXI)y De los coches (III, VI), conforme vayan avanzando los


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datos y debates sobre las tierras y gentes descubiertas. Lasreexiones que lo llevan a incorporar la idea de nuevo mundo

constituyen adems, en mi opinin, particulares detonantes

de sus ensayos.Germn Arciniegas nos ofrece una acertada imagenpara el encuentro entre nuestro continente y el gnero que nosocupa: Nuestra Amrica es un ensayo.1 Esta armacin delescritor colombiano que cumple con todas las condicionesde la formulacin de un juicio tal como Lukcs lo propona

para el gnero no ha dejado de atraerme desde el comienzode mis trabajos sobre el ensayo. La historia de la prosa

interpretativa y la historia del nuevo mundo van de la manoy entran en dilogo, segn Arciniegas, desde el propiodiario de Almirante, y se revivican a la hora de proyectar

nuestra emancipacin mental. El texto del autor colombiano,verdadero ensayo de ensayos, representa adems un hitoimportante en el reconocimiento del lugar que ocupa la prosade ideas en la formacin intelectual de nuestro continentey en la conguracin de la esfera que otro gran escritor ha

llamado la inteligencia americana (Reyes). Me parece steun excelente ejemplo de un modelo del ensayo que lo dotade inteligibilidad y legitimidad al enlazar su origen con el

programa europeo y la expansin atlntica.Desde una perspectiva comnmente admitida, el

rbol genealgico del ensayo americano tiene como primerantecesor a Montaigne, y aunque Arciniegas ve con audaciaen la prosa reexiva que surge desde el descubrimiento

un precedente del trabajo del autor francs, no deja deacogerse a un enfoque eurocntrico, unidireccional, aunqueinteligentemente complementado y modicado. Ya desde

el ttulo, planteado bajo la forma de un juicio por el que searma la equivalencia entre un continente y un gnero, y

1 He dedicado a este texto un estudio pormenorizado en 2001 y 2012.


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en un ejercicio interpretativo que combina mostracionesy demostraciones, metforas y conceptos, apoyados en lacolumna vertebral de ese discurso histrico que se corresponde

tambin con la visin racionalista, liberal y modernizadorade Arciniegas, se hace equivaler la historia de Amrica y latoma de conciencia del proyecto americano con la historiade la prosa no ccional. Y sin embargoDejo en suspenso

este tema, que retomar al nal de mi trabajo, a travs del

cual procurar esbozar un posible modo de acercamiento aese lugar.

El ensayo, el viaje, el dilogo, la lectura, la pintura de

s, la interpretacin del mundo estn muy ligados a partir deesa genial operacin, de ese monumental golpe de timn, queimprimi Michel de Montaigne a la prosa cuando la convirtien escritura del yo e hizo del punto de vista un verdadero

punto de partida. En efecto, para el caso del ensayo todo esten el punto de vista, como una nuez. El ensayo nos ofrece, en

palabras de Routh retomadas por Terrasse, una perspectivapara ver, y as el ensayo es paradjicamente el resultado de

una tensin entre dos deseos aparentemente contradictorios:describir la realidad tal como es en s misma e imponer unpunto de vista sobre ella (139); as, como observa ArenasCruz, se da en l una personalizacinde la materia (143).Hay en efecto una doble remisin entre la mirada y el mundoa que da lugar el ensayo, que se hace explcita en un momentode construccin de la subjetividad moderna y reconocimientode los nuevos modos del conocer. El ensayo hace siempre

ostensible la existencia de una perspectiva sobre el mundoque se ha de interpretar. De este modo resulta imposiblepensarlo en un espacio neutral: es necesario insistir en supermanente puesta en valor del mundo. Como arma Toms

Segovia, todo decir es un querer decir (43) y enfatiza asla direccionalidad, la orientacin de la palabra, la profundavoluntad dialgica de todo acto de sentido.


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Pero a la vez, tambin en palabras de Segovia,ciertas cosas del mundo tienen que ser dichas y de all laexigencia de interpretacin de toda mirada signicativa

(p. 47), de modo tal que el ensayista se convierte en viga,escucha, entendedor y sentidor de un cierto estilo de drseleel mundo al que l responder a partir de su estilo de ver elmundo (Weinberg 2010). El ensayo es un viaje intelectual

por un mundo de signicados y valores cuyo punto de vista

es decisivo en cuanto a partir de l se sientan las bases deltexto as como de su puesta en dilogo y contexto. El ensayoes la representacin de un proceso interpretativo (Adorno):

es representacin del mundo y de la mirada activa sobre elmundo, pero es al mismo tiempo la representacin de undilogo intelectual y una composicin escritural sobre elmundo que se van tambin desplegando a travs del texto. Ese

punto de vista, que es a la vez un punto de partida del sentido,se encuentra antes y despus del texto, est fuera y dentrode l, en una relacin de doble implicacin parangonable alo observado por Benjamin respecto de la relacin entre lo

potico y lo poetizado. Y como en todo viaje, y como en tododilogo intelectual, la decisin primera es anticipacin de unrecorrido y de un horizonte de llegada.

Desde que Michel de Montaigne sienta las bases delgnero, una de las notas fundamentales del ensayo ser elcarcter ostensible y denitorio de la adopcin de un punto de

vista.2No es casual que la obra de Montaigne aparezca por los

2 Entre las principales ediciones de la obra del gran ensayista cito:Michel de Montaigne (1939). Essais (1580-), texte tabli et annotpar Albert Thibaudet. Paris : Nouvelle Revue Franaise. 2 volmenes;(1962). Oeuvres compltes, texte tabli par Albert Thibaudet et MauriceRat. Pars: Gallimard (Bibliothque de la Pliade, 14); (1979). Essais(1580-), cronol. e introd. de Alexandre Micha. Pars: Flammarion. 3 vols.Entre las traducciones menciono (1962) Michel de Montaigne,Ensayos(1580-), trad. de Constantino Romn y Salamero. Buenos Aires: Aguilar,edicin corregida por Ricardo Senz Hayes, y (1985). Ensayos, edicin


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mismos aos en que los grandes pintores renacentistas estnpreocupados por el tema de la perspectiva y la representacin;no es tampoco azarosa su apelacin al boceto y la pintura, el

retrato y el autorretrato, la representacin y la fantasa, comono es tampoco casual la abundancia de imgenes visuales ycinticas en su obra. El ensayo representa una mirada queobserva a la vez que evala, en un esfuerzo tensional quese extiende como puente desde y hacia un mundo valorado.La coherencia del ensayo se apoya en ese punto de vista quees anterior y posterior a la organizacin del texto. El ensayoremite al observador a la vez que al objeto mirado a travs de

una conguracin del lenguaje que supone la consolidacinde una nueva forma en prosa.El estilo del ensayo es capaz de guiarnos por el universo

mental del escritor: se trata as de un estilo de escribir queconduce a un estilo de pensar; de un estilo de pensar queconduce a un estilo de escribir, ya que el propio gnero surgecomo proyecto escritural en el momento de expansin de laimprenta, y su propia representacin de ese estilo escritural

de captar el mundo nos pone en relacin tanto con el universomental del escritor y su escritura como con el mundo queest ms all del texto. Si bien esta compleja operacin

podra darse como cerrada y completa si atendiramos alplano proposicional y objetivador, en la medida en que nosencontramos ante una operacin comunicativa e interpretativaen la cual intervienen no slo proposiciones sobre el mundoen abstracto sino sobre el mbito social y valorativo, es

indispensable ampliar al modelo en nuevas dimensiones,y particularmente la que tiene que ver con los elementosno cognitivos (tal, el caso de los valores), los elementos

performativos y la dimensin participativa, que supera losalcances de una mera comunicacin para instaurarse en

y traduccin de Dolores Picazo y Almudena Montojo. Madrid : Ctedra.3 volmenes.


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una dimensin dialgica propia de todo acto interpretativo.Ese modo de interpretar activo y congurativo del ensayo

rene as dos aspectos bsicos y se inscribe, para decirlo

con Habermas, en el plano cognoscitivo a la vez que en elcomunicativo: es un hablarsobrea la vez que un hablar con.Por otra parte, al mismo tiempo que el ensayo representa

el acto de interpretar (Adorno), representa el dilogo entrepares intelectuales, la conversacin propia de un espacio delibertad: una forma de intercambio de ideas que se acerca alejercicio del don, de acuerdo a ese modelo de circulacinde bienes simblicos al que se reri hace ya muchos aos

Marcel Mauss en un estudio clsico, y que adquiere nuevascaractersticas al ingresar en el campo artstico e intelectual,donde reviste una nueva forma: dilogo libre en ejercicio dela amistad y reconocimiento del otro.

Edward Said, en The World, the Text and the Critic,relaciona punto de vista y postura crtica: es a partir de ladistancia entre la conciencia y ese mundo respecto del cual

para otros slo ha habido conformidad y pertenencia, que

existe la necesaria toma de distancia por parte de la crtica.As, la conciencia crtica es parte de su mundo social real ydel cuerpo literal que la conciencia habita y no es, de ningunamanera, una forma de escape de la una ni de la otra.3

Cuando, en 1580, Michel de Montaigne da a publicidadel primer libro de losEnsayosy declara que Es el juicio uninstrumento necesario en el examen de toda clase de asuntos;

por eso yo lo ejercito en toda ocasin en estos ensayos (I, L),

el yo y el juicio quedan indisolublemente unidos a partir deaqu a la construccin del texto Montaigne introduce un nuevoingrediente a la familia de la prosa: el factor del sujeto, sumirada, su experiencia, sus lecturas, sus dilogos, su cuerpo,en un temprano ejercicio de autoetnografa, o mejor an,

3 Hay traduccin al espaol. Vase Bibliografa.


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para decirlo con palabras de Bourdieu, de una objetivacinparticipante. El factor individual reacomoda todo el sistemade fuerzas del texto y su relacin con el mundo referencial y

con el interlocutor. Habr una nueva ilusin de referencialidad,pero a la vez de reconguracin de lo visto a travs de laprosa, as como habr un intento de que el individuo hagaun retrato de s a travs de las palabras de la propia lengua.Pocos aos despus Francis Bacon se interesar por la obra deMontaigne y la retomar en sus propios ensayos de moral y

poltica. Como observa Miguel Gomes, es en ese momento deencuentro con su primer lector y seguidor cuando el ensayo

se instaura como un nuevo miembro de la familia de losgneros. Es a partir de esa lectura libre en ejercicio de amistadintelectual agreguemos, que el ensayo se asociar al mbitodel dilogo como posible forma de apertura, de ampliacin eincluso de construccin del conocimiento.

Se impone la pregunta necesaria: Es Montaigne elpadre del ensayo?O su propia obra se apoya a su vez en lalarga cadena de antecedentes de la prosa no ccional, desde

los dilogos platnicos mismos? Desciende el ensayo deparientes de alta alcurnia retrica, como Cicern y Sneca?O en realidad lo que hace es integrar y recongurar gracias a

su mediacin creadora una nueva cadena de textos menores,mixtos, fragmentarios, que se haban puesto en circulacinen el renacimiento fuera de los circuitos tradicionales, talescomo las primeras antologas de lugares comunes, las cartas,los discursos morales, los consejos sobre el cuidado de s?

Apelando a una expresin de Foucault, preero referirmea Montaigne como un instaurador de discursividad. Enefecto, aun cuando puedan rastrearse diversos antecedentesdel gnero, no hay duda de que es a partir de la genialoperacin de Montaigne y en las condiciones histricas

propias de su poca cuando se da esta reconguracin radical

en el sistema de la prosa.


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La operacin de Montaigne har del punto de vistapersonal, de la capacidad de emitir juicios sobre el mundo desdela propia perspectiva y la propia experiencia interpretativa en

el seno de la lengua materna (y ya no del latn), un pivoteque alterar la relacin entre las formas discursivas e incidirtambin en la modicacin de las prcticas de lectura y

escritura al hacer que el comentario personal del autor alos libros de los otros pase, del margen, al centro y que larelacin hombre-mundo se convierta en el nuevo eje de laescritura, a travs del ejercicio del juicio y el enlace entreexperiencia y sentido. Hay otro ingrediente fundamental: el

conocimiento deja de ser concebido como imitacin cerradade lo ya sabido para convertirse en un proceso abierto deconstruccin; deja de ser repeticin para ser puesta endilogo y mediacin creativa entre discursos y saberes. En lascomplejas operaciones de lectura que el ensayista hace en una

biblioteca abierta, en su transcripcin a travs de la lenguamaterna, pone en juego el yo y el juicio. A su vez, el ensayorepresenta la reconguracin de las relaciones y vnculos

entre una larga y compleja familia discursiva. Representatambin una forma de mediacin conguradora, apoyada en elejercicio de escritura, entre distintas modalidades textuales yhuellas de lectura. Apelacin a la lengua nativa y esfuerzo poraplicarla al conocimiento de s y del mundo. Apelacin a unestilo conversacional que permitir la mediacin escrita entreopiniones, saberes, a la vez que honrar la idea de amistadintelectual fundando una nueva perspectiva de lectura.

El gesto de Montaigne, el acto enunciativo deMontaigne, pone en evidencia la fuerza incoativa de la palabra.De all la importancia que tiene en el ensayo la posibilidadde adoptar y hacer ostensible el lugar de la enunciacin. Deall tambin la importancia del presente del ensayo. Pero almismo tiempo, el ensayista siente que ciertas cosas del mundotienen que ser dichas. El mundo exige ser pensado desde


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una perspectiva crtica. El ensayista se colocar siempre a laorilla de lo ya sabido y lo ya aceptado por la moral al uso,

para instalar el y sin embargo de Galileo: pesar, examinar,

sopesarlo todo desde una perspectiva moral y ejercer su artede pensar.Este querer decir lleva como gua necesaria otro

ingrediente: la responsabilidad por la palabra empeada, porla representacin del mundo y por la representacin de eseacto interpretativo: la garanta de autenticidad, no doblez,sinceridad, buena fe en el decir que consiste en no mentir alos dems ni mentirme a m mismo. El resultado puede faltar

a la verdad, pero nunca la bsqueda de la verdad, que sepropone como ejercicio de buena fe. Fidelidad a la verdad.Apunto aqu uno de los temas que me han interesado en losltimos aos: la buena fe, la autenticidad y la sinceridad, laresponsabilidad en el decir y la responsividad en el decir,que corresponden a su vez a la rma de un nuevo contrato

de lectura, por el que la prosa comenzar a emanciparse delos viejos moldes jurdicos para rmar con el lector un nuevo

acuerdo de lectura. Si Blanchot habla de la mala fe de laccin, en nuestro caso hablaremos de la buena fe delensayo (Weinberg 2012). La buena fe se erige en garanta dela bsqueda y del reconocimiento que los dems hagan deesa bsqueda como apertura al placer del bien pensar y el

bien decir sin una necesaria aplicacin didctica o doctrinal.El yo, el juicio, la permanente aspiracin a la referencialidady la veridicidad, en un continuo proceso por el que se produce

una relacin de participacin y dilogo entre el autor, el lectory el objeto de su reexin, en un reenvo permanente del

mundo a la mirada sobre ese mundo y una participacin deese proceso de pensar el mundo con el otro, en la restitucinde condiciones de dilogo a travs del representar de un

pensamiento activo.Nace as el ensayo como una tensin entre el mbito


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de las prcticas delfacerey el agere: el quehacer prctico yel ejercicio intelectual, enlazados por la experiencia del yo,conforman un umbral de trnsito entre las distintas formas

de actividad, como establecimiento de una relacin dinmicaentre el ver el mundo a partir de la propia experiencia y elvolcarse al mundo a travs de la accin, entre vivir y leer elmundo. Es as como comienza a denirse una nueva forma

simblica de relacin del hombre y el cosmos a travs delconocimiento: el quehacer intelectual se examina a s mismoy se instaura y autoriza apoyado en el valor de autenticidaddel intento como descubrimiento de una nueva prctica

capaz a su vez de someter a examen crtico otras experiencias.Encontraremos adems en Montaigne otra clave:su reexin sobre la conversacin y el dilogo de amistad

intelectual como una forma de ir en busca de la verdad, ascomo de los libros y la lectura como experiencia vivida einmediata a la vez que intelectual y mediada. Ms de una vezse referir nuestro autor a la cercana con los libros en undoble carcter: obtener saber pero tambin placer; atender

al tema a la vez que al estilo. Su amor por la lectura y porla bsqueda de tesoros en las bibliotecas que hace suyasnuevas prcticas de lectura y de relacin del humanismocon el conocimiento a la vez que su sospecha de la lectura;su inters por conversar con autores y libros con nes de

aprendizaje pero tambin de placer, nos permiten entreverun momento de rica inestabilidad. Recorrer, de la mano deMontaigne, su paseo por los libros, es ingresar a un mundo

nuevo que comienza a congurarse en el Renacimiento,aun cuando slo se consolidar en el XVIII: el mundo de laliteratura.

He procurado identicar algunas de las principales

hiladas del ensayo, aun a sabiendas de que se trata comolo dice la recordada expresin sarmientina, de un nudoimposible de cortar. Me he referido al yo en su relacin con el


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mundo, al acto interpretativo y la conversacin, a la rupturacon un orden cerrado, jerrquico, autoritario y excluyentedel saber a la vez que a la instauracin de una nueva forma

de exploracin del mundo que ser necesariamente abierta,constructiva, participativa e incluyente. He procuradoenfatizar la importancia del dilogo, que adopta la forma de laconversacin amistosa entre pares a la vez que de modelo deconstruccin del conocimiento. Sin embargo, este panoramano estara completo si omitiramos cuando menos otros doscomponentes clave. En primer lugar, ese otro ingredientefundamental que todo lo baa: el lenguaje. El ensayo es

un modo interpretativo que sigue los modos de signicarpropios de las lenguas naturales, que se enamora a la vezque se distancia crticamente de las posibilidades gurales,

imaginativas, polismicas, del lenguaje; que lo reconocecomo espacio de construccin del conocimiento que debeacatar las posibilidades de libertad signicativa a la vez que

controlarlas a travs del ejercicio de la crtica, y comienza nims ni menos que por hacer de la deixis un punto de partida

del pensamiento en el lenguaje. Pero al mismo tiempo, elensayo es escritura, de modo tal que los ritmos del decir ydel pensar no se trasladan sin ms a la prosa escrita, ya quese da un ejercicio libre de la escritura, una armacin de

los derechos de la propia escritura, en el momento en quela circulacin de la letra impresa y el ejercicio general detraduccin de antiguos y modernos empiezan tambin a teneruna vida independiente.

Hay as una permanente relacin entre experienciay sentido como clave del ensayo. La gran pregunta escmo denir el ensayo sin paralizar aquello que considero

fundamental en l, que es la actividad, el proceso interpretativo,el despliegue de un acto enunciativo que lleva a cabo. Elensayo es discurso situado (Glaudes), en l es fundamentalel lugar de enunciacin, pero a la vez es produccin de


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sentido desde la escritura. Es as como se proyecta y traducela situacin particular en intersubjetividad lectora. Un grandilema es que, cuando tratamos de denir el ensayo como una

clase de textos, pronto nos enva a la necesidad de verlo comoproceso intelectual: ergony enrgeia.Propongo as considerar el ensayo como un texto

situado, que establece un juego de permanente remisin alaqu y ahora de sus condiciones de enunciacin a la vez que asu modo de inscripcin en un sentido general y comunicable.Es as como rescato un elemento que pareca accesorio enel estudio del ensayo y representa una evidencia fuerte:

el presente del ensayo. El ensayo es un texto en el que sehace ostensible el presente del acto de entender y de decir, lapuesta en evidencia del momento enunciativo y escritural ascomo el permanente reenvo a las condiciones propias de unasituacin enunciativa.

Fuera de lugar

Surge el ensayo dentro o fuera de los cnoneseuropeos? Podemos plantear que el ensayo se encuentrafuera de lugar? Cmo explicar, si nos atenemos al modelotradicional que deriva el ensayo de Montaigne, la emergenciatemprana de la voz del padre Las Casas? Esta gran gura ha

aportado, antes de Montaigne y desde el lugar americano,otro componente bsico del ensayo: la valiente posibilidad detomar distancia de la propia cultura y la propia experiencia y

someterlas a crtica. La lectura que Montaigne podra haberhecho de Las Casas se evidencia incluso en De los coches,donde la visin crtica del dominico parece haber integrado yade manera ms franca la conciencia de existencia y el derechoal reconocimiento de otros pueblos y costumbres (Weinberg2007).

Se encuentra el ensayo americano ligado a la


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misma tradicin del ensayo hispnico? A los rastreos devarios crticos que exploran, por ejemplo, la prosa de los

jesuitas expulsos o la prosa dieciochesca en general, aado

que se debe tomar en cuenta otro hito, ya que correspondea Bernardo de Monteagudo, con su Ensayo sobre laRevolucin del Ro de la Plata desde el 25 de mayo de1809, publicada en el peridico Mrtir, o libre el lunes25 de mayo de 1812 la fundacin del ensayo americano yla toma de conciencia de las potencialidades del mismo.El propio autor reconocer francamente y har explcita suadscripcin a esta nueva modalidad discursiva, ligada a su

vez a un modo de circulacin de las ideas que he denominadode contrabando, en coincidencia con la hiptesis de MiguelGomes, quien plantea de manera convincente que el ensayoamericano proviene de una tradicin diferente de la del ensayoespaol, en cuanto est ligado a distintos circuitos de lecturay escritura: Muchos indicios hacen pensar que en Amricael ensayo haba obtenido su carta de naturaleza como tipode escritura y tena una dimensin literaria peculiar antes

de Clarn o de la generacin del 98 (27). Walter Mignoloseala tambin una distancia entre el ensayo latinoamericanoy los cnones europeos y se reere a La otredadevidentedel fenmeno ensaystico de Iberoamrica con respectodel modelo europeo, surgido en el encuadre cronolgicorenacentista, y originado para observar o meditar sobre otrasrealidades (32).

Mientras que una lnea de estudiosos nos muestra una

continua preocupacin por entender y denir una manifestacinque consideran caracterstica de la prosa de ideas de poderosa

presencia en la regin, para muchos crticos, observado desdela perspectiva de los gneros literarios propiamente dichos

esto es, desde el modelo de pureza textual y los paradigmasde inteligibilidad europeos, el ensayo se encuentra fuera delugar. Empleo esta expresin inspirada en Las ideas fuera


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de lugar, ensayo fundamental de Roberto Schwarz, que sereere al papel que toca a las ideas importadas de Europa

a Amrica Latina cuando se reinsertan en un mbito distinto

y quedan as descolocadas ante una realidad sociopoltica ycultural diferente a la de origen.Subsiste en el estudio del tema que nos ocupa una

paradoja fuerte: mientras que muchos admiten que elensayo es representativo y central para la literatura y elquehacer intelectual de nuestro mbito cultural, continaconsiderndoselo en muchos sentidos un gnero marginaly desenmarcado en cuanto a su posicin en el concierto de

los gneros y formas literarias. Para algunos incluso seraprecisamente la hibridez del ensayo la que lo colocarafuera de lugar respecto del campo literario y lo conducira aacercarse al mbito de lo ideolgico, y por tanto a extraerlo delmodelo de literatura pura para acercarlo a gneros ancilares.Y sin embargo es este particular lugar del ensayo, colocado enla zona de encuentro entre el campo literario y el intelectual,el que lo vuelve un gnero clave para comprender las formas

de ideacin en nuestros pases.

Un nuevo lugar

Es posible atender no slo al propio ensayo comoconguracin de sentido con autonoma relativa sino tambin

a ese ms alldel texto aquella forma que lo liga, segnLukcs, con la vida, y esto implica atender a algo que est en

el recorte mismo, en las cuestiones propias de la inteligibilidaddel texto: el ensayo traduce una autntica potica del pensar,de modo que a travs de su lectura es posible atisbar unavisin de mundo, una forma en que se traduce lo decible,lo pensable, lo imaginable, lo nombrable por parte de unacomunidad especca, no slo en el plano de lo conceptual

sino en el de la estructura de sentimientos, a travs de lo que


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el ensayista traduce y a la vez propone, llevando siempre msall los lmites de lo que puede decirse y pensarse.

Es posible adems siguiendo las propuestas de

la historia intelectual atender a la relacin del texto conotras esferas, a las que me reero como su ms ac, estoes, las prcticas de sociabilidad intelectual, las condicionesmateriales y sociales de produccin, circulacin, recepcin:la inscripcin del texto en el panorama de las formas deescribir, leer, editar, que nos permiten tambin alcanzar unacomprensin ms profunda del sentido de ese texto, su quererdecir. Para el caso de Amrica Latina es frecuente encontrar

textos que han funcionado a la vez como discursos, prlogos,conferencias, artculos periodsticos, proclamas de combate,hasta condensarse en la forma del ensayo. En rigor lo que

propongo hacer es ahondar en eso que dijo hace ms de unsiglo Alfonso Reyes cuando vio en el gnero la verdaderaforma del pensamiento contemporneo.

Quiero cerrar estas reexiones insistiendo en que

el ensayo ocupa un lugar especial: el lugar del encuentro

simblico, el lugar del dilogo y la amistad intelectual. Enefecto, si releemos las grandes piezas de la prosa de idea enclave de encuentro descubriremos cuestiones apasionantes.Muchos son los sentidos en los cuales es posible pensarel ensayo como espacio de encuentro simblico, talescomo sociabilidad intelectual y amistad textual. El ensayolatinoamericano es prdigo en la representacin de estasformas de dilogo notables que han sido decisivas para la

constitucin misma del gnero, para su consolidacin, parala crtica en general y para la crtica latinoamericana enparticular. Si atendemos a experiencias tales como el SalnLiterario en el Ro de la Plata o el Ateneo de la Juventuden Mxico, descubriremos la enorme permeabilidad entrelos textos escritos por sus integrantes y el cmulo deconferencias, discursos, intervenciones en la vida civil que


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a su vez evidencian el modo en que el ensayo se encuentraen un nudo de relaciones de amistad intelectual y posibilitala representacin de una amistad textual. As lo muestran

tambin los ricos epistolarios de muchos hombres de ideaslatinoamericanos, o el papel que tuvieron en la organizacinde bibliotecas, colecciones de libros, redes intelectuales.

Mi propio trabajo pretende ser no slo una propuestacrtica sino una propuesta tica. Una puesta en dilogo enel ms hondo sentido del trmino, como lo quiso Bajtin,sentido de la palabra que hoy se nos est escapando. Elensayo puede contemplarse como un espacio textual de

encuentro, conuencia, dilogo de dilogos, apropiacincreativa de lecturas y representacin de prcticas discursivasas como de modos de sociabilidad intelectual, y es con estahiptesis fuerte como he querido iniciar un nuevo proyecto deinvestigacin: el ensayo en dilogo.

En suma, la lectura del ensayo que por mi partepropongo no deja de reconocer en primersimo lugar laespecicidad del texto, as como su conguracin artstica

y su autonoma relativa: el texto ensaystico maniesta altadensidad sintctica y semntica y su constitucin obedece a lasreglas del arte, a travs de las que encuentra una organizacin,de modo tal que es posible descubrir en l constelacionesde sentido que lo habitan y atraviesan. De all que para lacrtica sea posible adoptar diversas lneas de anlisis que den

prioridad a los aspectos textuales o contextuales. Por mi partehe insistido en la necesidad de poner ambas instancias en

dilogo. Es tambin necesario poner el propio ensayo endilogo y considerar las modalidades de insercin del textoen tradiciones artsticas y de pensamiento, convencionesliterarias y tomas de posicin tica y esttica, o su enlace conestilos, procesos de simbolizacin y debates intelectualescon los cuales entra en dilogo ms o menos explcito. Estas


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formas de dilogo no necesariamente se mantienen en unplano abstracto, sino que se dan de manera concreta, cercana,ntima, como pueden serlo la voz, la conversacin, la escucha,

la polmica, la relacin vital con las lecturas y el intercambiode ideas. Si por una parte el ensayo se vincula con redes de

dilogo y sociabilidad intelectual, debemos enfatizar que enmuchos casos l mismo representa performativamente lostrminos de una conversacin y una escucha, tanto a partir deun sentido profundo de participacin como de amistad textual.Deseo enfatizar que referirnos al aspecto conversacional

en el ensayo no aspira slo a resaltar el sentido tico de laconversacin y la representacin de los trminos de unaconversacin en el propio texto, sino incluso el sentido de

bsqueda abierta y constructiva de conocimiento que esteejercicio trae aparejado. El encuentro con el otro y la relacinde doble implicacin con el mundo a travs del lenguaje, eldilogo y la escritura, estn as en la base de la constitucinmisma del gnero, a la vez que se despliegan en cada texto

en particular, como coincidencia y tensin amistosa al mismotiempo. El dilogo ha sido tambin concebido como unaforma de bsqueda intelectual.

Por n regreso al comienzo de estas reexiones y

al suspenso depositado en el sin embargo Para honrar larelacin entre el ensayo y Amrica y ser eles a ella hasta sus

ltimas consecuencias es preciso someter a crtica el modelonico y excluyente al que hemos querido someter algunos de

los rasgos ms indomables del ensayo: libertad, creatividad,incertidumbre, relacionalidad. Slo as podremos dar cuentade la sorprendente expansin de la gran familia de la literaturade ideas en nuestros das.

Desde el Caribe, douard Glissant ha planteado lanecesidad de formular una potica de la relacin (1990),vinculada a un sistema relativizante que haga justicia de las

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opacidades (189). El trmino relacin es fundamental, creo,para entender la tarea del ensayo, que es necesariamente unpermanente esfuerzo de salvacin de lo particular y lo distinto

en la vinculacin entre el hombre y el mundo, lo sabido y lopor conocer, el autor y el lector, as como tambin un ejerciciode curiosidad intelectual atento a la relacin abierta entremundos.

De este modo, demandar el origen del ensayo enun proyecto tan audaz como el de Montaigne no resultarasuciente: es necesario someter a crtica ciertas certezas, a

partir de las cuales seguimos leyndolo en esa busca de origen,

de identidad, de sentido nico, en ese comienzo del caminopor el cual Europa fue descubriendo Amrica, la primeraconvertida en lugar de la enunciacin y la segunda en lugardel enunciado (Mignolo), as como seguimos reconociendoen ese modelo el nico locusposible de enunciacin respectodel cual todos nosotros slo seramos enunciados.

Si atendemos a los ejemplos de hoy, a las refulgenciasy modalidades que va tomando la prosa en nuestros das,

podemos armar que el lugar del ensayo se parece hoy ms allugar relacional propuesto por douard Glissant: ese sistemarelacional y relativizante que nos permita estar atentos alo diverso: Se trata, dice Glissant, de la aparicin de unhombre nuevo que yo denira [] como un hombre capaz

de vivir lo relativo despus de haber sufrido lo absoluto.Llamo relativo a lo Diverso, la necesidad opaca de consentirla diferencia de lo otro; y llamo absoluto a la bsqueda

dramtica de imposicin de la verdad al Otro (1990: 243).Si comenc estas reexiones con un gran ensayista,

las concluyo con las de este gran pensador martiniqus,para quien es necesario postular, en contraste con el modeloMediterrneo, el modelo del mar Caribe, el modelo delarchipilago relacional. De este modo, lejos de armar

para el ensayo un destino maniesto de origen exclusivo y

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orientacin uniforme, preero hablar de las distintas formas

de manifestacin de un sentido, esto es, pensar las identidadesa travs de formas relacionales y diversas que, en lugar de

buscar cierres y sntesis no hagan sino mostrar la posibilidadde expansin de nuestra familia literaria como una permanenteforma de diferenciacin abierta. El lugar de enunciacin delensayo no es un lugar de origen jo que marca una direccin

nica, sino un lugar que se descubre a s mismo y desde el quese plantea un proyecto intelectivo plural abierto al dilogo y lacoincidencia. Todo ensayista puede decir as desde su propiolugar, como alguna vez lo hizo Montaigne, que nuestro

mundo acaba de encontrar otro.

* Liliana Weinberg estudi ciencias antropolgicas en laUniversidad de Buenos Aires y es doctora en Letras Hispnicas

por El Colegio de Mxico as como doctoraHonoris Causapor laUniversidad Nacional de Atenas. Actualmente es investigadoratitular de tiempo completo en el Centro de Investigacionessobre Amrica Latina y el Caribe de la Universidad Nacional

Autnoma de Mxico y docente en la Facultad de Filosofa yLetras de la misma institucin. Es investigadora nivel III en elSistema Nacional de Investigadores y miembro de la AcademiaMexicana de Ciencias. Obtuvo la Distincin Universidad

Nacional para Jvenes Acadmicos en el rea de Investigacinen Humanidades (1995), el IV Premio Anual de EnsayoLiterario Hispanoamericano Lya Kostakowsky (1996), lamedalla Sor Juana Ins de la Cruz de la Universidad NacionalAutnoma de Mxico (1998) y el Cuarto Premio Internacionalde Ensayo otorgado por la Editorial Siglo XXI, la UniversidadAutnoma de Sinaloa y El Colegio de Sinaloa (2007). Es autorade los libros Ezequiel Martnez Estrada y la interpretacindel Martn Fierro (1992), El ensayo entre el paraso y elinferno (2001), Literatura latinoamericana: descolonizarla imaginacin (2004), Situacin del ensayo (2006),Pensarel ensayo (2007), y editora de Ensayo, simbolismo y campo

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cultural(2003),Ignacio Ramrez: la palabra de la Reforma enla Repblica de las Letras(2009) y coordinadora deEstrategiasdel pensar, en dos volmenes (2010 y 2011), entre otros, ascomo de numerosos estudios crticos dedicados a ensayo, prosa

de ideas e historia intelectual en Amrica Latina, siglos XIX yXX. En la actualidad es tambin directora de Latinoamrica;revista de estudios latinoamericanos, publicada por el CIALC,UNAM, e integrante de la Ctedra Alfonso Reyes.

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