En la desembocadura del Yukon

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    De la desembocadura del Yukonpor el

    P. Segundo Llorentede la Compaa de Jess

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    NIHIL OBSTAT:

    N. GENECNEA, S. I.

    IMPRIMI POTEST:FERNANDO ARELLANO, S. I.

    Prepos. Prov. Castilla2 Mayo 1948

    IMPRIMATURCARMELUS, Episc. Victor.

    30 Apr. 1948

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    NDICE

    AL LECTOR.................................................................................................................6EL ADIS A KOTZEBUE.........................................................................................11

    CAMINO DE AKULURAK.......................................................................................16

    TOMA DE POSESIN...............................................................................................25

    DIEZ PREGUNTAS...................................................................................................31

    VIAJE A HOOPER BAY............................................................................................41

    A TRAVS DE LA LLANURA HELADA...............................................................52

    POR QU VINO VD. A ALASKA?.........................................................................61

    EN LA MISIN DEL P. FOX....................................................................................70

    ENFERMO EN LA TUNDRA....................................................................................80

    NAVIDAD ENTRE ESKIMALES.............................................................................91

    A BORDO DEL "AMADEO"...................................................................................102

    EL MARTIRIO DE LA PACIENCIA......................................................................110

    LA CAPILLA DE NUNALJAPAK..........................................................................115

    TEMPORAL EN EL RO NEGRO...........................................................................120

    EL PRIMER ESTALLIDO.......................................................................................129

    MESA REVUELTA..................................................................................................133

    LAS "HERMANAS DE LA NIEVE".......................................................................138

    EN LA "PESQUERA" DE AKORPAK....................................................................144

    VILLANUEVA, LA ALDEA ESKIMALDE NOMBRE ENREVESADO................................................................................150

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    AL LECTOR

    Cambio de destino

    En 1942 se publicaron los dos tomos ENLASLOMASDEL POLO NORTE yAVENTUREROSDEL CRCULO POLAR, que recogan la totalidad de las crnicasenviadas por el P. Llorente desde su avanzado puesto de misin deKotzebue, sobre el Crculo Polar.

    Algn otro libro, seguramente, se habra reunido desde entonces consu colaboracin en EL SIGLODELAS MISIONES, si la guerra ms feroz que hanconocido los hombres no hubiera disminuido y dificultado sucorrespondencia epistolar con retrasos, censuras y extravos, poniendo unabarrera a su celoso apostolado de la pluma.

    No cej por eso en su empeo y, cuando no se pudo de otro modo,utiliz correos de Hispano amrica, remitindonos sus crnicas porColombia o Cuba, y dando a sus escritos tal amplitud que sus firma pudieraseguir estando presente en las pginas de la Revista; as, por ejemplo,Diciembre en Alaska, que nos fue retrasmitido desde Bogot y que diomateria para diez de los doce meses de 1944 (1)

    Ahora, cuando nos disponamos ya a entregar a la imprenta la serie de

    artculos publicados hasta la fecha, nos viene de improviso el 22 de Febrerode 1948, una carta del P. Llorente en que nos dice:

    "Anoche me lleg un telegrama anuncindome el cambio que yaesperaba, aunque no para donde yo esperaba. Yo me haba quedado conganas de volver a dar otra dentellada a Kotzebue, pero la santa Obedienciaha querido que vaya a drsela a Bethel, en las riberas del rio Kuskawim,donde suceder al P. Manager, que es el actual prroco.

    "La parroquia comprende todo el ro, desde la desembocadura hasta1 Captulos V al X de este libro.

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    McGrath, una distancia fantstica. Veremos cmo nos las bandeamos...Akulurak sigue impertrrita, y pronto hablaremos de ella largo y tendidopor va de despedida, si Dios nos da la vida para ello, que con tanto volaren tantos aviones nunca sabe uno por la madona si llegar a la cena con

    los huesos sanos..."El nombramiento de Superior del distrito de Akulurak, lo haba

    recibido en Kotzebue, el 10 de Agosto de, 1941, e inmediatamente hubo desalir para su nuevo destino, donde ha pasado seis aos y medio.

    Esta circunstancia del cambio de residencia viene, pues, a resolver unavez ms nuestra indecisin sobre qu artculos incluir u omitir en este tomo,ya que automticamente las crnicas desde Akulurak nos ofrecen al menos

    una unidad de procedencia y nos dan un todo cerrado.Los artculos, ahora captulos, van casi en el orden en que fueronviendo la luz pblica en EL SIGLODELAS MISIONES, y que, quiz sin ningunaalteracin, presentan, el orden cronolgico con que fueron redactados.

    Las vicisitudes por las que, a causa de la guerra, hubo de atravesar lacorrespondencia del Padre Llorente quedan suficientemente reflejadas en laspginas que escribe por lo que, salvo raras excepciones, nos abstenernos desituarlas en el tiempo.

    Juzgado por s mismo

    Por esta vez, y confiando en la benevolencia del protagonista, nopodemos resistir a la tentacin de ofrecer a los lectores el juicio que al PadreLlorente le merecen sus artculos entresacndolo de su correspondenciaparticular de estos ltimos aos.

    "No s qu sera de m sin EL SIGLODELASMISIONES. Lo que me duele esque con tanto alejamiento del castellano, lo voy perdiendo sensible yvisiblemente, aunque hago esfuerzos titnicos por conservarlo leyendolibros de Hispanoamrica, traducciones mal hechas, libros con frasesraras, galicismos, germanismos, hungarismos, anglicismos, que me hacenprorrumpir en bufidos mal contenidos.

    "Menos mal que tengo el QUIJOTE para cubrir los extranjerismos conuna mano de castellano puro, como se cubren letreros tontos en las paredescon una mano de pintura blanca y espesa..."

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    "...Me ruega encarecidamente que lea el QUIJOTEen voz alta para queconserve el estilo incorrupto. As lo hago y lo he venido haciendo desdehace bastante tiempo. Cojo un libro espaol y lo leo en voz alta. Ms an, alos perros les hablo siempre en espaol; y, cuando viajo en trineo por las

    tundras alaskanas, entre el -cielo y la nieve, improviso sermones enespaol.

    "La curioso es que luego me olvido y hablo al gua tambin enespaol. l se re y me hace caer en la cuenta del error.

    "En el altar y cuando hablo con Dios en general, lo hagoinfaliblemente en espaol. Todos los das, en la Santa Misa, pido a Dios enespaol por todas y cada una de las intenciones de todos aquellos que mehan escrito o me han de escribir, aunque no me lleguen sus cartas..."

    "En un nmero extraordinario de ECCLESIA que me mandaron el aopasado (1946) haba una seccin de Misiones y en ella se quejaba el ar-ticulista que los misioneros espaoles no escriban, aunque parecaconsolarse con que, el menos, el Padre Llorente lo hace.

    "Lo le en la pesquera de julio y me qued estupefacto. En elJuniorado los profesores me tuvieron por una nulidad y nunca jams meaprobaron nada de lo que escrib. Ahora salimos con que, segn ECCLESIA,soy el nico misionero espaol que escribe para el pblico. Eso me dice a

    m que los dems se tumban a la bartola y creen que empleanracionalmente el tiempo leyendo lo que otros escriben. No hay derecho! Siyo escribo y el pblico lo lee complacido, ningn jesuita tiene derecho aeximirse de escribir, pues nunca me tuvo nadie por escritor; y, en cambio,otros escriban exquisitamente... o, por lo menos, as se nos dijo en lasclases. Menos mal que se acaba el papel, pues me estoy sulfurando ypudiera decir algn desatino..."

    "...Son muchsimos los que me escriben quejndose cuando no hallanen EL SIGLO crnica de Alaska. Por lo visto, presuponen que entr en laCompaa y me orden y vine ac a pergear un relato alaskeo en EL SIGLODELASMISIONES.

    "Hay cartas muy consoladoras, como cuando me dicen que ya estnadmitidos o admitidas en tal o cual religin, y que el germen de la vocacinse debe a mis artculos, aunque yo no lo sospechara. Estas "indirectas" mehan hecho pensar seriamente en la obligacin que tengo de proseguir

    haciendo bien por ese camino de escribir. Por eso, y en cuanto est de miparte deseo que no se pasen muchos meses sin que nuestro SIGLO saque algo

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    mo, para descargo de mi conciencia..."

    "Me escriben que lo que ms les gusta es mi espritu alegre, en mediode tantas contrariedades, que nunca pido dinero a bocajarro, que bajo a de-talles personales para ellos interesantsimos, pues les abre horizontes nosoados, etc.

    "'Lo del espritu alegre no deja de ser aleccionador; pues resulta queme ahogan de vez en cuando tristezas y vivo das cuajados de amargurasinteriores. Lo que hago es sobreponerme a todo ello, echarme en los brazosdel Seor, dejar que el globo ruede vertiginosamente por los espacios,tararear y aguardar que pase el nubarrn.

    "Como tctica procuro no escribir cuando estoy triste. Debo admitir,

    con todo, que por un da de tristeza tengo una semana de alegra, pues meestoy especializando en el arte de estrangular las tristezas y amarguras tanpronto como asoman la oreja. Por eso, cuando me escriben: "Qu alegrees Vuestra Reverencia y qu socarrn!", yo respondo por lo bajo:"Compadre, amigo, s t supieras!"...

    "...Voy notando que se me acaba la materia para mis artculos. Lo quepasa es que, como el pblico no tiene la menor idea de cmo es esto, puedo

    continuar dndole vueltas por activa y por pasiva, siempre diciendo lomismo, pero siempre con variantes para que se hagan la ilusin de que esnuevo lo que en realidad es ms viejo que las encinas de los montes, y lohan odo ya cien veces, pero se les hace nuevo, sin que yo me pueda ex-plicar cmo sea as.

    "Todos me escriben, que gozan mucho con mis crnicas y me animana continuar. Bastante confuso por este choque de ideas, aparentemente con-tradictorias, obedezco maquinalmente y sigo escribiendo sobre esta Alaska,

    remota y silenciosa, donde parece que tres artculos debieran agotar lamateria, pues no creo haya en el mundo pas ms montono y dormido queste..."

    Lo que hace el P. Llorente

    Para terminar, vamos a recoger aqu las lneas que el P. ConstantinoBayle, S. I., consagr al Padre Llorente con ocasin de la publicacin del

    primero de sus libros: ENELPASDELOSETERNOSHIELOS, y que se aplicanpor igual a toda su produccin literaria:

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    "Nadie se imagina un misionero espaol en aquellas latitudes: unmisionero castellano viejo, con la frescura de la juventud bullente, queescribe como hablara en su pueblo en los soportales de la parroquia alsalir de la misa dominguera.

    "Un jesuita que entre el temporal de nieves, empujando el trineo, vacantando peteneras, que, en las inmundas chozas de los esquimales, tienehumor para hacer patria y bautizar con el nombre de Milln Astray a unmuchacho astroso, o se entretiene en las noches inacabables tocando elacorden.

    "Pero, bajo la capa regocijante y juguetona, se trasluce el sacrificioespantoso del misionero en aquellas soledades de hielo eterno, hielo fsico ymoral: se palpa hasta dnde llega el herosmo del apostolado en aquellos

    desiertos de nieve, sin ningn aliciente humano."El P. Llorente, casi sin proponrselo, con el correr espontneo de la

    pluma nos lo dice, difcil estrazar un cuadro ms real y de bulto de lo quees Alaska, su naturaleza y sus hombres, que el suyo.

    "La misionologa espaola, rica sobre todas las del mundo, careca denarraciones de este carcter, porque nunca subieron tan arriba susmisioneros. El P. Llorente ha llenado el vaco".

    Y con esto dejamos al lector que saboree las deliciosas pginas delabnegado misionero alaskeo que, como San Francisco Javier, no se des-dea de consagrar al apostolado de la pluma las horas de descanso entre susjornadas apostlicas, en afn impaciente de mantener contacto permanentecon quienes, desde retaguardia, tienen los ojos y el corazn puestos en lasavanzadas del ejrcito de primera lnea de Cristo Rey.

    Patrocinio de San Jos, 1948.

    R. G., S. I.

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    El adis a Kotzebue

    Nuevo destino

    Una de las definiciones que mejor le cuadra a la Compaa de Jess esla que el mismo San Ignacio le dio en cierta ocasin, y es sta: Escuadrnde caballos ligeros siempre desplegados y listos para el ataque.

    Estaba yo en Kotzebue dndome la gran vida y con la ilusin depermanecer all por lo menos unos 25 aos, cuando un da de verano baj de

    las nubes el aeroplano correo con una carta del seor Obispo de Alaska, enla cual se me mandaba disponer el bal y las maletas y dirigirme a Nome,donde deba embarcarme para Akulurak.

    Por lo visto Akulurak nunca haba dado el visto bueno a mi escapada aKotzebue tres aos ha.

    Las viejas del Yukn deseaban orme imitar los sonidos eskimales, losviejos ansiaban volver a escuchar historias inverosmiles y cuentos trtaros;los chicos suspiraban por ms captulos del Quijote; las chicas no se

    hallaban sin el acorden y las tonadas granadinas; las monjas amenazabancon huelga de brazos cadas si no les daba yo los Ejercicios de San Ignacio;los ajedrecistas queran romper lanzas cuanto antes con el Padre espaol yhasta les cachorros aullaban y geman la ausencia del que les haba tratado acuerpo de rey en los dorados das de su infancia zalamera y gordinflona.

    Y cada vez que el Sr. Obispo les visitaba, se reanudaban los lamentos,hasta que el Prelado se cans y decidi cortar por lo sano nombrndomeSuperior del distrito de Akulurak. As se hartaran hasta empalagarse.

    Al leer la carta en mi cocina de Kotzebue me qued de una pieza. Nohaba ms remedio que echar a volar y dejar el nido. Era por la tarde.Aquella noche, intil es decirlo, no pude prender los ojos.

    Raquel, la rstica

    La primera en enterarse fue Raquel, la Vieja eskimal que anduvo y

    desanduvo todas las lomas del Polo Norte hasta que se estableci en Kotze-bue, donde tuve el honor de admitirla en el seno de la Iglesia.

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    En los dos aos de recepcin de Sacramentos y vida catlica prctica,Raquel lleg nada menos que a las cumbres nevadas de la Mstica. Lo sporque he ledo y reledo a Santa Teresa y a San Juan de la Cruz y pudecomparar lo que all le con lo que Raquel me contaba en la cocina.

    Las ansias que tena de comulgar eran tales que se despertaba a medianoche y ya no poda conciliar el sueo. En su camastro destartalado seengolfaba en una unin con Dios que la abrasaba y la haca respiraraceleradamente.

    Al or la campana se echaba a la calle, aunque rugiese una tormentafenomenal, y llegaba toda fatigada y tiritando de fro. Ya saba: al entrar ibaderecha a la estufa y se calentaba. Era ste un mandato expreso, pues de locontrario se quedaba en un rincn para mortificarse ofreciendo a Dios el

    tembleque de miembros ateridos y el tpico rechinar de dientes.Durante la Misa llenaba de lgrimas por lo menos un pauelo; algunos

    das llenaba dos. Como ella no tena pauelos y se los daba yo, me era fcilllevar la cuenta de los que llenaba.

    Un da le amenac con darle una toalla, y nos remos cerca de mediahora.

    Poco despus de recibir la Sagrada Comunin, no caba dentro delcuerpo y tena impulsos e mpetus de levantarse y saltar, o por lo menos demoverse o hacer algo.

    Aquella cara fesima y arrugada se revesta entonces de un brillo y unaluz que inspiraban reverencia y un como temor sacrosanto o tambin algoas como veneracin sagrada.

    Acaeca con frecuencia que al conversar casualmente conmigo sobretemas religiosos, me contaba sus experiencias y se explayaba describiendodetalladamente los efectos de la gracia santificante, que si no lo hubiera

    estudiado yo en Teologa me hubiera quedado en ayunas.Cuando oy hablar de monjas y de los votos religiosos, la pobre sufri

    verdaderas torturas de espritu defraudada, como ella deca, nacida y criadaen el paganismo y dada en matrimonio sin haber odo hablar jams de lasvrgenes del Seor.

    Cuando me oy hablar de las Religiones donde las monjas, blancascomo palomas, adoran a Jesucristo Sacramentado expuesto diariamente ensus altares, qued como herida de muerte hasta el punto de amedrentarme

    seriamente. Y que hubiera ella perdido todo eso!Para cobrarse en alguna manera, nunca dejaba pasar un da sin hacer

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    una visita larga al Sagrario de Kotzebue. Se arrodillaba junto al co-mulgatorio y se eternizaba en coloquios en eskimal pursimo con Jesucristo,que ciertamente entiende la lengua eskimal. Hablaba alto y yo la oa desdemi despacho dentro de casa.

    Su marido, tambin catlico, no entenda de misticismos y un da salicon la petenera de que no quera confesarse porque el Padre era un hombrecon pantalones como otro cualquiera y solo Dios puede perdonar lospecados. Los hombres no pueden perdonar pecados.

    Raquel le rog que fuera a la iglesia y se lo preguntara al Seor.Mientras l iba, ella oraba por l; y cuando el buen hombre entr en laIglesia y con los ojos en el sagrario pregunt si yo poda perdonar lospecados de la gente, oy a la estatua del Sagrado Corazn decir en voz alta:

    S puede.Con esa respuesta tan categrica ya no lo volvi a dudar y Raquel vino

    a mi cocina loca de contenta a comunicrmelo.

    Yo pas el resto del da sumamente pensativo.

    Un da difcil

    Ms pensativo me qued otro da cuando Raquel me vino a preguntarqu me haba ocurrido el domingo durante la Misa.

    Result que tuve dificultad en encender la estufa y encima mechamusqu los dedos. Luego tropec no s dnde y me di un trompazo no scmo. Adems la noche anterior haba dormido en una postura que me diotortcolis. La borrasca de nieve meta los copos por la chimenea y tuve quehabrmelas con no s qu goteras. Todo en las dos horas que precedieron ala Misa.

    Malhumorado y con cara por dems avinagrada comenc a celebrarhecho un ovillo de quejas y los.

    Al empezar el sermn los nenes se pusieron pesadsimos lloriqueandoy echando rabietas a cataratas; todo lo cual acab de colmar la medida y singnero ninguno de duda, dej traslucir al exterior el enojo que me consumapor dentro.

    Cuando luego me vino Raquel a pedir cuentas, ya empezaba yo a

    acusarme con toda sinceridad de mi falta de vencimiento; pero ella me cortel vuelo para decirme con un aplomo desconcertante que, mientraspredicaba, salan de mi rostro oleadas de rayos de luz, etc., etc., y como

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    preguntase ella al Seor qu significaba aquello, oy por respuesta que elPadre en el plpito representaba a Dios y que todo lo que l dijese deba serrecibido como dicho por boca del mismo Dios.

    Desde entonces Raquel est dispuesta a caminar leguas y ms leguas a

    trueque de or un sermn. Yo me qued con un pnico formidable. Mientrasyo estaba hecho una madeja de zozobras en mi interior, Dios se vala de mcomo de un instrumento para labrar las almas a m confiadas. Mientras yoamontonaba lea en el purgatorio, les ayudada a ellos a quitar de la suya.Misterios dignos de ser ponderados, y que ya a San Pablo le atemorizaroncuando descubri que era posible ayudar a otros a salvarse mientras unomismo poda condenarse.

    Los eskimales y lo sobrenatural

    Y una borracha famosa de Kotzebue se convirti a mejor vida porquedice que, al volverse el Padre a decirDominus vobiscum, no tena rostro dehombre, sino de ngel, y que tambin ella quera tener rostro de ngel comoaqul.

    El anciano obispo de Alaska est convencido de que Dios nuestroSeor habla a esta gente sencilla con visiones, hablas audibles, representa-ciones y otras seales externas con las que les es fcil entender lo que nuncaentenderan con explicaciones abstractas.

    Para ellos todo es concreto: peces, renos, ballenas, el cuchillo, lasbotas, etc., y si Jesucristo est realmente en el sagrario, esperan con todasencillez verle y orle; y Jesucristo es tan bueno, tan humano y tan asequibleque se deja ver y or y con eso se robustecen en la religin.

    Una mujer vio al demonio divertirse a la puerta de la iglesia

    protestante, y desde entonces se nos vino dispuesta a creer a carga cerradatodo cuanto diga una religin cuya iglesia no tiene demonios tomando elfresco a su puerta. Maravilloso.

    Las despedida

    Digo, pues, que, cuando le dije a Raquel que iba a embarcarme paraAkulurak, se dej caer en un banco y qued unos cinco minutos como quien

    ha sido herido por el rayo.Al volver en si confes que tema perderse sin mi ayuda; pero yo la

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    confort con la nueva de que dentro de un mes tendran en Kotzebue al R. P.Pablo Ocnnor, S. J., veterano misionero de las tundras alaskanas, muyamigo de los indgenas, gran telogo, todo amabilidad, etc., etc., y que lcontinuara mi obra con ventajas.

    Tanto ponder la virtud de mi sucesor que Raquel se aquiet, y coneso respir. Como yo era el nico sacerdote que haba tratado, se haba ima-ginado en su ignorancia que los otros eran diferentes y que tal vez la iran amorder o algo as. En las lomas del Polo Norte ocurre todo lo ocurrible yalgunos ocurribles ms.

    Mi gran amigo Luis Reich, el ballenero de 1896 y maestro de obras enla construccin de la iglesia de Kotzebue; el gran bienhechor de todos losPadres y su mejor defensor en las tertulias animaloides de los blancos; mi

    vecino Luis, que se enojaba si dejaba pasar dos das sin visitarle en su camadonde yaca con sola una pierna y con el aparato digestivo descompuesto,cuando me oy decir que haba recibido rdenes de salir para Akulurak,clav en el techo una mirada alelada y luego reaccion para asegurarme queiba a morirse antes de que llegase el barco, pues quera que le enterrara yo yque rogase por l en mis misas cotidianas.

    Y como lo dijo lo hizo.

    Tres das antes de que arribase el barco, expir en mis brazos,

    habindome dejado en el testamento un abrigo de pieles que no hay ms quepedir. No deja de impresionar tener que enterrar a un amigo entraable enaquel remoto camposanto del Polo Norte.

    Los ltimos das todos me invitaban a comer o a cenar, incluso aquelfamoso tabernero de antao que ahora quera echar la casa por la ventana degozo por verme partir de aquella poblacin que l reputaba por coto suyo yde nadie ms. Me guis un banquetazo que todava al pensar en l se mehace la boca agua.

    Nos reamos como dos compadres de lo ms campechanos, mientraspor dentro abrigbamos pensamientos totalmente diversos para que en latragedia no faltase su dosis de comedia.

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    II

    Camino de Akulurak

    Por fin lleg el da y tuve que consumir e Santsimo Sacramento.

    Kotzebue quedaba temporalmente sin ms guardas que aquellosdemonios que jugabais al truco a la puerta de la iglesia protestante.

    Hubo las despedidas de rbrica y salt a la lancha que me haba dellevar al barco que flotaba mar adentro. Me dieron un camarote diminuto yen l me acost a devorar penas y pesares.

    Siguieron varios das de navegacin por aquellas bahas rticas con uncielo plomizo y rebaos espordicos de ballenas blancas que jugaban alescondite sin parar mientes en la cercana de nuestro barquito mugidor.

    Cansado de posar los ojos en agua revuelta, en cielo pardusco y en

    costas peladas, la emprend con la maleta de libros que me envi del Japnel R. P. Bizcarra, S. J., ms otros libros espaoles de diversos puntos deEspaa.

    All me enter detalladamente de cmo y por quin se hizo el CARAAL SOL; quines fueron Raimundo Ledesma, Jos Antonio, Onsimo Re-dondo, Ruiz de Alda y otros camisas viejas del Movimiento; cmo vivanen la Crcel Modelo los fundadores de la Falange y cmo se escaparonSerrano Suer y Raimundo Fernndez Cuesta. All pude leer y saborear los

    discursos del Caudillo, los de Suer, los del camarada. Raimundo y los dePemn.

    Estos libros los llev al Japn el general Castro Girona y no pararon derodar hasta que llegaron ufanos y alegres a mis manos en las lomas del PoloNorte, frente a Siberia y el Japn.

    Carlos Mara

    Tambin me solac con la lectura de la biografa del marino y aviadorCarlos Mara Rey Stolle Pedrosa, escrita por su hermano el publicista Adro

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    Xavier.

    En los primeros aos de mi vida religiosa me familiaric con las vidasde centenares de varones espirituales e ilustres, escritas por varones asimis-mo espirituales, que cometieron el error de pintar nicamente el lado

    espiritual, dejndonos por el mero hecho desconsolados al pretenderquerernos equiparar a ellos y descubrir que todos nacieron, vivieron ymurieron en estado de gracia sin haberse impacientado jams, sin habersedistrado en la meditacin, sin haber faltado a la caridad ni por pienso y,como vulgarmente se dice, sin haber roto un plato.

    Vaya que los rompieron! Pero sus bigrafos lo callan. Por eso lasfiguras resultan imperfectas. El buen pintor pone sombras en el cuadro, yesas sombras mezcladas con los celajes de luces y colores bellos producen

    un todo perfecto y acabado; porque solo Jesucristo pudo encararse con suspropios enemigos y retarlos a que adujeran un solo pecado suyo.

    Adro Xavier nos pinta con mano maestra la figura acabada y perfectade su hermano soldado de Franco, soldado que gustaba de piropeos y que asllevaba el palio en una procesin o ayudaba a Misa como parta en dos de uncaonazo al Almirante Ferrndiz en las aguas del Estrecho.

    Joven admirable, querido de jefes y compaeros, condecorado por subravura en la captura del Mar Cantbrico, teniente aviador pulcro y

    esforzado, que mereci formar parte en la celebrada cadena que pulverizlas trincheras del Ebro y otros frentes, galanteador de pro que no bailabaaunque saba hacerlo muy bien, siempre en busca de una mujer que pudiesesatisfacer sus ansias de felicidad espiritual y humana, joven de Comunindiaria y que poco antes de morir en un accidente de aeroplano pudo escribiren sus apuntes secretos que no tena conciencia de haber cometido jams unsolo pecado mortal.

    La vida de Carlos Mara, marino y aviador, debiera ,ser leda por todoslos jvenes, y la biblioteca que no haya pedido un ejemplar o varios esy ser una biblioteca manca y perniquebrada.

    A bordo del Meteoro

    Con estas lecturas sanas servidas en un espaol impecable crucbahas y ms bahas en aquel vaporcito correo por nombre El Meteoro,

    hasta que una maana lloviznosa amanecimos en el puerto de Nome.Dije Misa en la iglesia grande, que all tenemos, y tuve oportunidad de

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    visitar a varios amigos y conversar pausadamente hasta que EI Meteorome avis que estaba a punto de salir para San Miguel.

    En esta travesa no me fue tan bien como me fue hasta Nome. Selevant una tormenta regular y me mare bastante. Qu ironas tiene la

    vida!Al cabo de tres aos de cocinar en Kotzebue, harto de pelar patatas y

    echar sal en las alubias, me encontr con que el cocinero de EI Meteoroera de lo mejor que he visto y gustado. Nos hicimos amigos el primer da yhasta ayud a fregar las ollas y platos. l me lo remuneraba guardndomelos bocados ms exquisitos y visitndome cien veces en mi camarote parallevarme todo gnero de golosinas.

    Ahora, con el dichoso mareo, tuve que someterme a una dieta rigurosa

    de ayuno y abstinencia.

    Una tormenta en el Golfo

    El tufillo de la cocina incluso empeoraba la situacin.

    Cerr la noche al salir del puerto de Glovin, al Sur de Nome, y elcapitn crey que la tormenta no era peor que otras bandeadas con xito; por

    eso decidi lanzarse a cruzar el golfo en lnea recta hasta San Miguel.Fue aquella la peor noche que pas desde que nac. Me acord del

    profeta Elas cuando pidi la muerte que viniese ya, pues no vaca la vida lapena de vivirse.

    El infame Meteoro se balanceaba como cascara de nuez en alta mar.Fue tal el zarandeo que llev en aquel camastro estrecho y oscuro, que mepareci entonces ms humano y tolerable hundirme de una vez y poner final tormento.

    Sin embargo, cuando una racha de viento enfilaba una ola contra elcasco y el barco se sepultaba unos segundos en la espuma, deseaba salir aflote y seguir tirando aunque fuese con las entraas hechas picadillo.

    Al filo de la media noche la situacin empeor notablemente. El aguase nos meta por todas partes impelida por el huracn, y El Meteoro era uncolumpio en actividad. No tuve ms remedio que agarrarme bien a losmuelles de la cama y sobrellevar el zarandeo.

    Hubo momentos difciles. No qued en su sitio ningn objeto movible.El ruido de cacerolas lanzadas contra las paredes era por dems deprimente.

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    Por fin, me llegu a convencer de que el barco se hundira de unmomento para otro, y en aquella oscuridad apretada e infernal comenc a fi-losofar sobre los vaivenes de la vida.

    Dejar a Espaa y venir al fin del mundo para morir ahora en las aguas

    salobres de este golfo desconocido, ahogado como una rata en una ratonera,lo mismo que las ahogaban en mi pueblo en las ratoneras de alambre, dondelas pobres forcejeaban ferozmente hasta que se ahogaban y se convertan enbasura.

    Desde entonces El Meteoro se llam La Ratonera.

    Rec varios actos de contricin y ofrec una Misa en accin de graciassi La Ratonera se salvaba del naufragio y me salvaba.

    En San Miguel

    A las nueve de la maana entrbamos triunfantes en la baha rasa ypacfica de San Miguel. Al saltar a tierra, cre que estbamos sufriendo unterremoto. Los pies me fallaban y la cabeza lo vea todo doblado ytresdoblado, y cuando me sent en una silla me pareci qu soaba.

    Dos rapaces me ayudaron a llevar las maletas a la casa de la Misin

    limpia y aseada. El Misionero del distrito, el belga P. Lonneux, estabaausente.

    Al poco de tomar posesin comenzaron a llegar cristianos. No s cmose esparci el rumor de que yo era el Obispo, y as me lo preguntaron a que-marropa:

    Pero, vamos a ver les dije, tengo yo cara y facha de Obispo?

    Y efectivamente, con slo mirarme de arriba abajo, se convencieron deque no, que era imposible que yo lo fuera.

    Los cristianos seguan viniendo.

    Entre ellos haba varios ex alumnos de Akulurak que haban estadobajo mi frula cuatro aos haca y que acababan de dejar la escuela. Qucrecidos estaban! Y ellas qu desarrolladas!

    All me enteraron de Fulano, Zutano y Mengano, hasta que pasamosrevista a todos los habitantes del distrito.

    Se me parti el corazn al or tantas muertes, tanta gente ahogada,

    tantas viudas, tantos enfermos y tanta necesidad. Se me inund de gozo elalma al or otras noticias ms consoladoras, que de todo tiene que haber en

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    la via del Seor.

    La lengua de aqu era la lengua misma de Akulurak, distinta deKotzebue, y me era grato volver a or sonidos amigos, los mismos sonidoscon que tuve que batallar a mi primera llegada al pas de los eternos hielos.

    San Miguel est en una isla vastsima separada del continente por uncanal natural, que jurara uno ser artificial por la proporcin simtrica de susmrgenes a lo largo de kilmetros y ms kilmetros.

    En los buenos das de 1900 y hasta 1915, San Miguel lleg a tener12.000 habitantes. En la actualidad no creo que pasen de 150.

    Da lstima ver tantos edificios abandonados, tanta madera que sepudre, tantos vapores fluviales en ruinas sobre el barro arenoso ele la costa,tanta desolacin y la conviccin ntima de que aquello no volver aresucitar.

    All est, vinindose a tierra, la iglesia rusa ortodoxa del tiempo de losZares, remedo acabado de las catedrales que an se ven en las fotos deMosc y otras ciudades de la Rusia sovitica.

    Fue un tiempo sede episcopal y centro misionero muy activo en ladesembocadura del Yukon. Hoy es un fsil. Ni siquiera quedan ortodoxos.El clebre P. Sifton, de grata memoria, entr a saco la poblacin, y hoy son

    todos catlicos.Tuve confesiones por la tarde y al da siguiente tuvimos una Misa deComunin muy devota. Durante el da estuvo la cocina llena de visitantesque me entretuvieron amensimamente. Permanec con ellos tres das. Tresdas de paz octaviana en un ambiente de amistad y comprensin mutuas.

    Esta gente es catlica. Estos son de los nuestros. Kotzebue no lo esms que a medias o a terceras partes, y el cambio se nota en seguida. Estagente tiene fe y la prctica. Benditos sean.

    Camino de Hmilton

    Dej a San Miguel en el Mildred, vaporcito muy mono que iba conun cargamento de madera para Hamilton, exactamente el trmino de viajepor el gran Yukn.

    Fueron dos das placenteros doblando cabos con nombres rusos

    terminados en off, y subiendo ro arriba contra la majestuosa corriente queformaba remolinos por todas partes Como para indicarnos la profundidad delas aguas.

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    Ac y all en las orillas se vean campamentos de pescadores queoreaban el salmn recin cogido y cortado. Cada campamento nos recibacon la consabida msica canina indispensable en el pas de los eternoshielos.

    Llegamos a Hamilton. Me instal en la casa e iglesia del P. Lonneux.Tambin aqu vino a recibir los Sacramentos la poblacin en masa. ramostodos gente conocida de antiguo.

    A los pocos das de espera, lleg por m el Hermano Feltes, famosoaviador de nuestro aeroplano que tuvo la suerte de no estar en l, cuandocay y se estrell en el aerdromo de Kotzebue en octubre de 1930.

    Impresiones gratas

    Ahora comenzaron las impresiones. El antiguo barco del H. Murphyacababa de ser sustituido por otro casi el doble de grande, modernsimo, conun motor que zumba lo mismo que el de un aeroplano, y que fue bautizadocon el evocador nombre de El Sifton.

    Fue un apretn de manos por dems efusivo el que nos dimos elHermano y yo.

    Despus de trece meses sin ser visitado por ningn Jesuita, al vermeahora en aquel hermoso barco, que por el mero hecho quedaba bajo micustodia y responsabilidad, al or al Hermano llamarme P. Superior con lagorra reverentemente cogida en las manos encallecidas de trabajar enAkularak, y al enterarme de que me estaban esperando todosimpacientsimos se me dilat el corazn y se me anublaron las pupilas y creque despertaba de un profundsimo sueo.

    Venan con el Hermano dos rapaces grandecitos que cuatro aos antes

    haba dejado yo pequeucos y poco menos que intiles.Haba en el almacn de Hamilton una caja de naranjas con unas 16

    docenas; slo una caja. Pregunt al Hermano con una mueca socarrona sitenan naranjas en Akulurak y me respondi con unos ojazos muy abiertos:

    Naranjas? Qu son naranjas? Esas cosas redondas y amarillentasque se comen? No, Padre, es fruta prohibida.

    Le respond que no haba tales prohibiciones, que bamos a echar lacasa por la ventana consumiendo todas y cada una de las naranjascontenidas en aquel cajn.

    Y as fue.21

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    Hay que hacer algo gordo, siquiera una vez en la vida. Cualquiervalenciano hubiera hecho otro tanto y tal vez ms. Y lo que son las cosas:cuando el almacenista se enter de que pensaba yo celebrar mi entrada enAkulurak con aquella caja de naranjas, me la regal.

    Al buen seor (que es ateo) le asegur, dndole palmadas en loshombros, que, por aquel acto de generosidad, Dios le va a convertir a S unda de stos y le va a preparar un trono elevadsimo en el cielo.

    Nos reamos a carcajadas: l muy dudoso, y yo muy confiado.

    Como en agosto no hay aqu noche propiamente dicha, salimos deHamilton a las seis de la tarde.

    Acercndome a Akulurak

    Amanecimos en Kwigyk, donde se reunieron 40 personas para laMisa, que fue precedida de un sermoncito nada corto, pues aquella aldea,haca mucho tiempo que no habla sido visitada.

    De all nos dirigimos a otra aldea prxima donde tambin tuvimos unareunin muy consoladora.

    La quinta columna espiritual (si vale la frase) me inform que Jorge

    y su mujer estaban separados y que haban puesto a los hijos pequeos enAkulurak.

    Dos errores que haba que subsanar inmediatamente, pues, si los niosson muy pequeos, resultan un estorbo que hay que evitar a toda costa a noser en casos de absoluta orfandad.

    La reunin con Jorge y su costilla dur casi dos horas. Aquellaeskimala tena un genio endemoniado y no haba modo de meterla envereda. Jorge era bonachn y deseaba a toda costa hacer las paces, pero ellasegua refunfuando y ladrando con ojos de culebra pisada en la cola.

    Todas mis sonrisas, toda mi amabilidad, toda mi campechanerafracasaron rotundamente hasta que cambi de tono y me puse hecho unaverdadera furia con muchos puetazos en una mena destartalada y muchococear el suelo con ademanes pavorosos.

    Esto dio un resultado colosal. La buena seora amain velas y qued blanda como cera. En menos que se tarda en decirlo se miraron

    comprensivos e hicieron las paces.No bastaba eso. Yo mismo los llevara en El Sifton a la Misin de

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    Akulurak para que volviesen a casa con los nenes.

    El paseo en aquel barco tan nuevecito les pareci de primera. Subierona bordo y quedaron hechas las paces.

    Los dos rapaces de Pugumuvik

    A corta distancia estaba la aldea de Pugumuvik, catlica toda ella.

    Otra visita que pudiramos llamar apostlica y el encuentro con doshurfanos, mantenidos por el abuelo, ya bastante anciano. Aquellos niosiban a ser mos en adelante.

    El abuelo, encantado; pero cuando los chicos de 9 y 10 aos,

    respectivamente, oyeron que me los iba a llevar, se metieron debajo delcamastro y gritaban como si los furamos a desollar. Cost un triunfosacarlos de aquella madriguera.

    Cuando les tuvimos en el medio de la choza el Hermano agarr a unoy yo agarr al otro. N molieron a patadas las canillas, pero logramosarrastrarlos hasta el barco.

    La abuela, muy anciana la pobre, me rog que los atara, no fuera quese tiraran al agua. Lo deca llorando de pena y de gozo; de pena, al orlos

    llorar tan rabiosamente; de gozo, al pensar en lo bien que les iba a ir enAkulurak. No fue menester atarlos, aunque si los vigilamos por si acaso.

    No saban cmo se llamaban, cosa que no nos extra. Se llamaban loque se llaman todos la eskimales, Usok, que quiere decir: oye, t.

    Los pobrecitos estaban hechos una miseria, descalzos, rotos, sucios,piojosos, y ahora con los ojos hinchados por el llanto.

    Cuando estbamos en plena marcha les guisamos una buena comida

    con carne y patatas, pan, mantequilla y t con azcar. Crean que era paranosotros. Cuando les mandamos sentarse y comer, se miraron atnitos y noacababan de entender.

    Por fin, embistieron con los platos, y el mayor, al tomar el primerbocado, dijo en eskimal una frase que en espaol, pudiera traducirse pos: Atiza, chico, qu rico est esto!

    El pequeo se anim con eso y los dos se dieron el gran banquete.Arrebaaron los platos con visible gusto y luego comenzaron a deponer su

    actitud hostil y a familiarizarse con nosotros. Es imposible odiar a nadiedespus de una suculenta comida. Todo se puede temer de un hombre

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    hambriento. Los yankis dicen que la barrera entre el hombre y el tigre sontres comidas. No s si dicen verdad o no; me limito a citarlos.

    Nosotros llamamos a los rapaces de Pugumuvik Pedro y Pablo, y conello se quedaron hasta el da de hoy.

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    III

    Toma de posesin

    Hicimos otras visitas a aldeas circunvecinas, donde no ocurriincidente alguno, y luego viramos en direccin a Akulurak, adonde llegamosya muy atardecido.

    Desde lejos pudimos divisar los edificios con toda claridad, y a medida

    que nos acercbamos se iban perfilando los detalles, hasta que distinguimosla gente esperndonos a la orilla del ro: las monjas, las chicas, el P.O'Connor, los rapaces y la gente de la aldea.

    Fue una recepcin muy cordial y efusiva. Tantas caras conocidas ytantas caras nuevas!

    El P. O'Connor me puso al tanto de los negocios en una charla muyanimada hasta mucho despus de medianoche, y al da siguiente me escuchpor espacio de cuatro horas sobre el estado de cosas en Kotzebue, adonde

    acababa l de ser destinado.Dos das ms de toma acelerada de posesin y el buen Padre sali de

    Akulurak, camino de las lomas del Polo Norte. Dos operaciones de hernia lehaban dejado paliducho y muy debilitado, y se crey que la vida pacfica ypatriarcal de Kotzebue le habra de restablecer la salud perdida, comoprobabilsimamente acontecer; pues all no hay viajes en trineo ni envapores, y en cambio hay una casa perfectamente acondicionada para losrigores del clima con buenas estufas, buena cama, mucho silencio, muchapaz y dos almacenes bien repletos que venden de todo. Se fue el PadreOConnor.

    Tambin fue destinado a Holy Cross el Hermano Feltes.

    Los tres Hermanos destinados a Akulurak estaban a 500 kilmetros ysin esperanzas de llegar en una buena temporada.

    Tuve que cargar con todos los negocios y de la noche a la maana mevi hundido hasta la orejas. Las cinco horas que lograba destinar al sueo me

    dejaban con unos ojos cargados y enrojecidos. Todo el da en pie y de laCeca a la Meca

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    En la nueva faena

    El invierno se nos vena a ua de caballo y haba que prepararse pararecibirlo; es decir, haba que retocar los edificios, las estufas, las chimeneas,

    la indumentaria, la perrera, etc., etc.Los trabajadores que nos haban ayudado a pescar el salmn, venan

    continuamente por harina, manteca, t, caf, pantalones, gorras, etc., y metraan todo el santo da como burro de noria

    Lleg el correo con un fajo preciossimo de cartas que, unidas a lasque tena sin contestar, formaron una pirmide ms pequea que las famosasde Egipto, pero pirmide.

    Para colmo de males aqul era el ltimo correo de la estacin, o sea,que no haba de haber correo a fines de Septiembre, ni en Octubre, ni hastafines de Noviembre. Y mis corresponsales esperando impacientes siquierados lneas! Si pudiera yo hablar con cada uno de ellos por telfono siquieracinco minutos! Pero no; no haba ms solucin que tener paciencia y dejarque viniesen das y pasasen das.

    Entonces discurr escribir una tarjeta como respuesta a cada una de lascartas, y pronto pude ver un fajo descomunal de tarjetas que haban de echar

    a volar por esos mundos y que haban de refrescar memorias si no satisfacercuriosidades.

    Recuerdo que una maana vino una madre con un nio tan enfermo,que se muri a las pocas horas de llegar. Hubo que arreglar los funerales, elatad, la poza, etc.

    Por la tarde, dos novios fueron instruidos y a la maana siguiente, enMisa, se casaron como Dios manda.

    Despus del desayuno, se ahog en nuestra aldea una moza de 22

    aos.Ese mismo da tuve que organizar las mesnadas de trabajadores que

    hablan de emplear un mes en hacer todo gnero de mejoras en la aldea,pagados por el Gobierno, pero bajo mi direccin. Cuntas horas robadas aocupaciones que yo crea imprescindibles! Porque todo el mes deSeptiembre tuve que dedicar varias horas diarias a las dichosas obras.

    Cmo escribir cartas? Cmo escribir un articulejo (o varios) para elsimptico SIGLODELAS MISIONES? Paciencia y amanecer!

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    Un rato en la perrera

    En un rato desocupado fui a la perrera a saludar a mis carsimoscachorros. Ya no haba tales cachorros.

    Aquellos cuatro cachorros de raza superior, que haban quedadollorando cuando yo sal de Akulurak en 1937, son ahora verdaderosmastodontes que me miraron con el entrecejo fruncido como diciendo parasus adentros:

    Quin ser este pjaro?

    Los mir enternecido y les dije en espaol que su fama se habaextendido por todo el mundo y que eran tan conocidos como el bigote deStalin

    A propsito; de los 15 perros crecidos hay un grupo con nombres dejefes de Estado o de polticos de actualidad.

    No s quin tendra la ocurrencia, si el Padre O'Connor o el H. Feltes.

    Y el chiste est en que ninguno de esos es el delantero. El delantero sellamaNabo, y el que le sustituye a ratos se llamaJazmn, nombre potico siloa hay.

    Protest contra el nombre deNabo y quise cambiarle, pero los rapaces

    me aseguraron que ya en tarde, y que no atendera.Nabo en ingls es turnip;pero para mi mentalidad espaola turnip es nabo, y yo nunca pude tragar unnabo sin que me acometieran bascas violentas.

    La cocina de Akulurak

    Una de las ventajas incomparables que tiene el vivir en Akulurak, es

    que no tiene uno que cocinar. Se acab para m el pelar patatas, el llorarcortando cebollas, el echar sal a ojo de buen cubero, el frer chuletas de renoy (sobre todo) el fregar platos.

    La cocinera de Akulurak, Sor Catalina, de 65 aos, pero gil y valientecomo si tuviera 35, es una cocinera de profesin y me trata estupendamente.Todo se vuelve preguntarme si me gust esto y aquello, si prefiero esto a lode ms all, si me sentar mejor de esta o de la otra manera.

    Yo respondo que un hueso me basta y me sobra; que en Kotzebue me

    acostumbr a ir a la cama sin cenar; que pan y queso con un vaso de agua essuficiente para un misionero mortificado, y que mientras ms cochifritos

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    tengamos ac en la tierra, ms chamuscones tendremos en el purgatorio.

    La pobre monja replica con ademanes y frases de dolor: que si elmucho trabajo, que si la color, que si esto y que si lo otro, y el resultado esuna mesa limpia y bien repuesta aqu en las lomas del Polo Norte.

    Vaya todo por las comidas de Kotzebue, cuando por pura haraganerallamaba comida o cena a un cacho de pan con queso y unas pasas.

    Una visita al cementerio

    Ya no tenemos de cocinero al H. Kio, de buena memoria. Se nos fue alcielo a los 70 aos de edad y 50 de vida religiosa. El alma vol al cielo; peroel cuerpo qued aqu entre nosotros, a cien pasos de la iglesia.

    Al atardecer se me fortalece el espritu cuando doy una vuelta por elcementerio, rezando el rosario, y leo en las cruces tantos nombres que param son como de familia.

    Uno tras otro, todos van a parar al altozano, y las hileras van siendocada vez ms largas y tupidas; cruces iguales y blancas con nombres negrosy guarismos subrayados. Ya tenemos dos Padres y un Hermano.

    Las monjas no tienen a nadie. Son ms listas; cuando una envejece o

    da seales de terminar la carrera, un telegrama da con ella en los EstadosUnidos, donde muere en una cama blanda rodeada de mdicos y monjas ysuspiros y oraciones.

    Nosotros, los misioneros, morimos con las botas puestas y el abrigo de pieles bien abotonado, y esperamos la resurreccin de los muertosincorruptos en este subsuelo congelado, reliquia de glaciares prehistricosque ahora estn cubiertos de musgo y forman la celebrrima tundraalaskana.

    El hielo del nuevo invierno

    A fines de Octubre comenz a nevar y los charcos se congelaron unamaana de temperatura bajsima. Luego les lleg el turno a los lagos, y porfin el mismo ro tuvo que ceder ante tanto fro, y abrigarse con una capagruesa de hielo que le convierte en una pista ideal para trineos.

    Aqu, en casa, formamos dos trineos de siete perros cada uno. Por lastardes los sacamos a entrenarse y a desperezarse del largo verano en que hanholgazaneado soberanamente.

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    Las primeras semanas sudan mucho y jadean que da lstima verlos;pero poco a poco cambian el pelo corto por otro ms lanudo que les abrigabien y enseguida se hacen al trabajo.

    Salen disparados como balas, pero vuelven con una cuarta de lengua,

    tambalendose e implorando misericordia. Se les da de comer un salmn;luego se les da de beber y pasan la noche de un tirn, bonachones einocentes.

    Al da siguiente, con las fuerzas debidamente reparadas, ladran yforcejean con ruido infernal, pidiendo a coro salir a dar otra vuelta por la planicie repleta de maleza, medio sepultada en la nieve. Es una vidafamossima sta de Akulurak,

    Los nios de las escuelas

    Las escuelas funcionan maravillosamente. Tenemos 100 hurfanos;nias la mayora, porque los nios valen para el trabajo mucho antes que lasnias, y nunca falta un primo o un abuelo o un pariente lejano que adoptacon gusto al rapaz desamparado, con la esperanza de ponerle a partir lea alos siete aos y de hacerle visitar las trampas del bosque a los diez.

    Estos nios son por dems dciles y manejables. Aprenden en nuestraescuela lo suficiente para leer y escribir con holgura y manejan la tabla dedividir, que es a lo sumo a que llegan en matemticas, por la sencilla raznde que no necesitan ms para el consumo diario en su vida patriarcal por laslomas del Polo Norte.

    Visten limpios y aseados; cortan lea, acarrean agua en cubos apropsito, juegan, corren, comen tres veces al da, duermen nueve horas y seles ve crecer y desarrollarse. Los domingos vamos de caza, con mucha

    gritera, y volvemos con una carga respetable de conejos.Las nias visten de uniforme en la iglesia, donde cantan con verdaderoprimor. Son todas muy chatas, con unas carotas muy aplastadas o redondas,pero muy sandungueras.

    Hemos vuelto a las andadas del acorden y los cuentos de duendes.

    En las noches tenebrosas de invierno, mientras el viento azotainclemente las paredes, nosotros nos divertimos adentro junto a la estufa,escuchando vidas de Santos corregidas y aumentadas por m mismo,

    cantando himnos de todos los matices al comps marcial del acorden,oyendo cuentos famosos, y, en fin, entretenindonos inocentemente mientras

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    el globo terrqueo sigue rodando por los espacios interplanetarios.

    Tengo la conviccin de que Akulurak es un semillero de plantas queDios cultiva con mano paternal y que luego trasplanta a los jardines delcielo para recrearse con el aroma de sus flores y el sabor placentero de sus

    frutos. No me imagino a esta tundra vastsima sin la influencia bienhechorade Akulurak, y se me ponen de punta los pelos al pensar lo que sera estagente sin el sagrario de Akulurak.

    Y creo que con esto basta de generalidades sobre este distritosimptico. Otro da, si Dios quiere, descenderemos a detalles y se loscomunicaremos gustosos a nuestros muchos amigos de Espaa y ultramar.

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    IV

    Diez preguntas

    El Rdo. P. Antonio Irala, S. J., bien conocido de todos los lectores deEL SIGLO DE LAS MISIONES me escribe rogndome le responda a once pre-guntas que se le ocurrieron un da mientras viajaba en el tren por las llanurassoleadas de Castilla.

    Voy a ser sincero y voy a responderlas tal y como las respondera en ellecho de muerte que es donde todo el mundo es (o debe ser) sincero y sindoblez.

    I. Qu es lo que ms le consuela en su labormisionera?

    RESPUESTA. Pensar que estoy haciendo la voluntad de Dios, y no

    como quiera, sino de modo tan singular y providencial; porque haber nacidoen un pueblo de Len; haber sobrevivido castigos de profesores einspectores de muchacho; haber sido admitido en la Compaa de Jess;haberme ordenado de sacerdote con los yankis; haber sido enviado a laslomas del Polo Norte a extender el Reinado de Jesucristo en un ambiente tanextrao, y que me guste tanto esto aunque soy el nico Misionero espaol enesta regin del fin del mundo... y esto y otras cosas que no hay para quenumerar, indican claramente que Dios nuestro Seor me quiso para aqu y

    que aqu es donde debo vivir entregado en cuerpo y alma a la labormisionera. Este pensamiento es lo que ms me consuela en mi vida demisionero.

    2. Cul es su mayor pena?

    RESPUESTA. Mi mayor pena es mi impotencia para deshacer lo que

    hacen los blancos. Ya he descrito en diversas ocasiones la labor desmorali-zadora de estos blancos aventureros que no tienen ms Dios que el oro y elvientre y con su ejemplo estropean a los indgenas.

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    Ellos son los que han introducido el lado malo de la civilizacin, comoel divorcio, el aborto, el aguardiente, la indiferencia en materias religiosas,el lujo necio y el juego, todo lo cual echa por tierra otros beneficios de lacivilizacin, como las escopetas, los motores de gasolina, las botas de goma

    hasta la cintura, las estufas y la madera aserrada. El misionero forzosamentetiende a deplorar lo primero y a pasar por alto lo segundo.

    3. Cul es su principal anhelo?

    RESPUESTA. Poder predicar en lengua eskimal con la misma facilidadcon que lo hago en ingls o lo hara en espaol. Los Misioneros de Alaskavenimos con el pecado original de no poder aprender la lengua lo

    suficientemente bien para predicar con holgura sin la ayuda de un indgenaexperto.

    En primer lugar, el ingls lo va invadiendo todo con tantas escuelas ytantos aventureros yankis, y sale uno del paso con esa lengua; y en segundolugar, como no hay lengua eskimal escrita, su aprendizaje queda confinadoexclusivamente a la prctica diaria que es muy escasa por la intromisinforzosa y continua del ingls.

    Una cosa es entender y chapurrear el eskimal, y otra muy distintalevantarse delante de un auditorio y dispararles un sermonazo sin zozobras,mugidos ni titubeos. Dentro de 25 aos no creo que sea menester aprender eleskimal, pues va desapareciendo visiblemente.

    4. Cul es el proyecto que acaricia con mscario?

    RESPUESTA. Levantar un edificio nuevo en Akulurak con cimientosde maderos clavados 10 m. en el suelo eternamente congelado para que nose nos ladee como el que ahora tenemos que est todo l doblado y retorcidoy saca todas las puertas y ventanas fuera de sus quicios.

    Y una vez, que tengamos ese edificio hecho a prueba de derretimientosperifricos estivales, instalar una pesquera a estilo moderno que nos d10.000 cajas grandes de salmn con un rendimiento neto de 6.000 dlarescon los cuales nos podemos rer de todas las crisis y depresiones mundiales

    y podemos dejar en paz a los amigos y bienhechores que con sus pobresahorros nos estn manteniendo en este rincn del fin del mundo.

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    Las obras empiezan a ser planeadas, y, si una energa sabia y prudentesecunda esos planes, una maana se levanta uno y se encuentra con la obraterminada. Con la parte econmica mejorada, la parte espiritual debera serreforzada considerablemente; que se es al fin y al cabo la razn de nuestra

    presencia en el pas de los eternos hielos.

    5. Cul es la conversin que ms le haconsolado?

    RESPUESTA. Contesto sin vacilar que la conversin de RaquelManguyak en Kotzebue es la que me ha hecho la vida ms risuea aqu enlas lomas del Polo Norte. Que la que ayer fue pagana, hoy sea mstica, es un

    salto que deja tamaito al de nuestro famoso Alvarado. Raquel Manguyak,eskimala pursima, es hoy un alma favorecida do Dios de modoextraordinario. Ya he hablado de ella en otras crnicas que, si no han vistola luz pblica, esperamos la vern pronto.

    6. Cul ha sido el da ms feliz en su vida deMisionero?

    RESPUESTA. Si mi madre estuviera ya en cielo, responderla a estapregunta sin que me temblara el pulso; pero como no tengo noticia de queDios la haya llevado an, lo hago con mucha carraspeos, muchos meneos decabeza y latidos muy acelerados del corazn. Es un secreto para los lectoresde EL SIGLODELAS MISIONES; pero all va.

    En cierto da de cierto ao, cuando los lagos y ros acababan decongelarse y solidificarse razonablemente bien, sacamos nuestros dos

    trineos por la tundra nevada y nos dimos el gran paseo. Se trataba deexaminar la ndole de los perros nuevos, estudiar sus cualidades, sus tretas ysus zorreras y luego clasificarlos en los tres grupos de A, B y C.

    Es se un trabajo preliminar indispensable para la formacin de untrineo modelo que lleva a uno en volandas como quien dice.

    Acabbamos de comer. Dos rapaces manejaban el trineo que segua alque conducamos Elas y yo. Elas era un chico muy hbil de unos 14 aos.

    Llegamos a unos matorrales que circundaban un lago inmenso, helado

    todo l y plano como palma de la mano. Exploramos el hielo y lo hallamosfirme. Nos echamos por la orilla y cubrimos una distancia enorme a carrera

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    tendida. Elas estaba sentado en medio del trineo, vuelto hacia m y los dosreamos como embriagados por aquel placer inesperado. El trineo que nossegua, estaba a slo 20 metros. Yo llevaba las manillas de nuestro artefacto.Aquellos dos trineos parecan dos aeroplanos a toda marcha.

    De repente, plas! el hielo se resquebraj. Mi trineo se hundi en losabismos. Elas se agarr a la maroma de tiro de los perros. Cuatro canes, los

    ms prximos al trineo, se hundieron hasta las oreja. Lo nico que yo pudever de Elas, fue la gorra que le tapaba orejas y cuello.

    Los perros que an estaban en hielo firme, no podan tirar porque, alquerer hincar las uas, se resbalaban y caan de bruces. Elas y los cuatroperros desgraciados forcejeaban intilmente con el agua hasta el cuello.

    Yo, al hundrseme el aparato debajo de mis narices, me encaramsobre l, pero se hundi tan profundo que me vi dentro del agua hasta laboca. En traje de bao y en agua tibia hubiera yo dado una distanciarazonablemente larga, pero aqu, vestido de pieles y con botas hasta larodilla, veinte minutos despus de comer, con bloques de hielo alrededor dem como si fueran avispas tras una cucharada de miel... la situacincambiaba notablemente.

    Digo, pues, que flot unos instantes y avanc hasta los filos del hielofirme; extend los brazos y el pecho sobre el hielo y, al querer levantarme, sehundi aquel bloque y volvimos al agua a flotar, a avanzar, a extender losbrazos y el pecho sobre los nuevos filos del hielo aparentemente firme.

    Vuelta a resquebrajarse ste, y vuelta al agua, a flotar, avanzar, atrepar hielo arriba, y vuelta ste a hundirse, y vuelta yo a flotar, etc., etc.,

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    Nad en direccin del trineo y quise encaramarme sobre toda la trallay salir de unos saltos, aunque hundiese a los canes, pero el peso de ropamojada no me dejaba lograrlo; adems hubiera tenido que pisar la cabeza deElas y hundirlo definitivamente, cosa que no hubiera hecho yo jams.

    El trineo que nos segua se alborot tanto, los pobres chicos nohicieron poco con retenerlo a distancia para no hacer una escabechina si sehubieran acercado con nuevo peso.

    Elas gritaba valientemente a los perros. Dos veces le vicompletamente debajo del agua en forcejeo con uno de los perros que nogustaba verse tan asido a la soga de tiro.

    Cuando despus de superar una docena de bloques, me encontr conque todos ellos fallaban y me daban el consiguiente remojn sin poder hacer

    pie; con la ropa interior empapada en hielo, las fuerzas exhaustas, la suertede m pobre Elas en la balanza, etc., etc., me convenc de que haba llegadomi ltima hora y, sin dejar de nadar con fuerzas salidas sabe Dios de dnde,le dije a Jesucristo en espaol y en voz alta que era lstima perder a unMisionero tan a lo bobo y a lo tonto; que si me quera para S, bien estaba;pero que yo interceda por unos aos ms de vida misionera y reforzaba mipeticin ofrecindole all mismo desde aquella marejada de hielos que meenvolvan, y ofrecindoselo con la confianza mayor que poda tener: TODASLASORACIONESQUESEHANELEVADO, SEELEVANYSEELEVARANPORUNPORM.

    Aad confusamente que cmo iba a desor tantas oraciones comoelevan al cielo por m los lectores de EL SIGLODELAS MISIONES.

    Y ahora viene lo gordo. Terminar la oracin y salir a manotadas, fuetodo uno. Conmigo, aunque a cierta distancia, salan triunfantes Elas, perrosy trineo. Salamos dejando un rastro de agua que caa y resbalaba sobre unhielo firmsimo y caminamos unos pasos ms hasta que nos vimos segurosen la nieve sobre la yerba.

    Los dos rapaces haban logrado atar su trineo a un arbolillo y vieroncon pasmo cmo salamos cuando ya nos crean perdidos irremisiblemente.El mayor tom a Elas en nuestro trineo y parti para casa.

    Yo me acomod en el otro y di rdenes d salir pitando, pero los canestiraban tan desaforadamente al ver partir al otro trineo, que no hubo mediode soltar la soga. Para m, mojado, como estaba, cada segundo tena un valorinestimable. No tenamos navaja...

    Entonces salt del trineo, tom la soga con las dos manos y otromilagro de primer orden arranqu el arbolillo, o mejor lo debi arrancar el

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    ngel de la Guarda, pues no acierto a concebir cmo un solo tirn sactantas races.

    Y ahora viene otra complicacin: los perros no queran volver paracasa; queran ms aire fresco por la tundra nevada, y, en vez de trotar como

    acostumbraban, todo era volverse y hacer el oso y pararse a humedecertodas las matas por donde pasaban.

    Todo mi sistema intestinal estaba paralizado, helado, pesadsimo,muerto, como si no fuera mo; pero la respiracin era normal as comonormales estaban la cabeza y el corazn.

    Al llegar a casa el pasmo fue desusado, porque mi abrigo mojado ycon una capa de hielo pesaba tanto que a duras penas los HermanosCoadjutores podan levantarlo del suelo. Fue menester cortar las correas de

    las botas que parecan alambres y no cedan.Al meterme en la cama bien abrigado y con un buen vaso de vino cre

    que estaba soando.

    La reaccin fue tremenda con un sudor copiossimo.

    Pas la noche con el cuerpo en la cama pero con el espritu batallando bloques de hielo en un lago muy profundo y amanec normal, sano,restablecido, sin un sntoma de pulmona ni de digestin ni de nada; si cabe,

    sal ms vigorizado con el ejercicio gimnstico que supuso la batalla, ohablando ms en cristiano, sal como los jvenes del horno babilnico aquienes no contrist ni chamusc el fuego del tirano.

    Todo se me volva preguntar por Elas. Me aseguraban que estababien, pero quise comprobarlo yo mismo; por eso nada ms levantarme fui aldormitorio de los nios y me dirig en lnea recta a la cama de Elas que merecibi con una sonrisa verdaderamente angelical.

    Ven ac, Elas, hijo mo le dije, echando los brazos al cuello

    caste en la cuenta de que nos pudimos haber ahogado? En qu pensabastodo aquel cuarto de hora que estuvimos en agua?

    Elas me afirm que nada ms verse entre el hielo comenz a rezar conel corazn y a gritar a los perros con la lengua.

    Bravo, Elas, bravo; eres un hroe.

    Y gastamos cerca de una hora comentando el suceso y atando cabos.

    Luego me ayud a Misa; una Misa de accin gracias por el milagro de

    haber salido, por el de haber arrancado el rbol, por no haberme helado en elcamino de vuelta con la brisa de frente, por no haber tenido una indigestin,

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    por no haber tenido ni asomos de pulmona, por no habrseme helado lasangre, por no habrseme parado corazn, por habrmelas bandeadoexhausto con un abrigo que un hombre sano apenas poda mover, etc., etc.

    La pregunta del P. Irala dice as: Cul ha sido el da ms feliz en su

    vida de misionero? Y yo respondo que aquel fue el da ms feliz, porque nose puede expresar con palabras el efecto tan saludable que caus en mi almasemejante acontecimiento.

    Entonces me convenc, si antes no lo estaba, que las oraciones de losque en sus cartas me dicen que me encomiendan a Dios son reales, ver-daderas, poderosas, eficaces. ,

    Entonces me afirm en el convencimiento terico de que hay un Diosque vela por nosotros. Aquel da lo pas en el cielo, absorto en Dios, objeto

    del amor paternal de Dios, lleno de amor de Dios, dispuesto a emplearnicamente en el servicio de Dios esta vida que l me acaba de devolver.

    Ni la primera Comunin, ni los votos religiosos, ni la ordenacinsacerdotal ni la primera Misa, ni todas esas gracias juntas produjeron en mialma el cambio que oper este milagro tan breve, tan limpio, tan natural ytan casero. El cielo y la tierra pasarn, pero, con la divina gracia, miagradecimiento a Jesucristo por este milagro no pasar...

    Recuerdo que al da siguiente descubrimos en los pantalones agujeros,o mejor, cortaduras de hielo que tienen filos de navaja de afeitar. Asimismolas manos tenan rasguos en todas direcciones. Se me perdieron en labatalla los guantes, que en paz descansen.

    Los eskimales, que han visto ahogarse a tanta gente, venan a verme ylos muy supersticiosos dudaban si yo era el Padre de verdad o un fan-tasma. Por la noche tuvimos rosario y Bendicin solemne en accin degracias. Coincidi ser da de fiesta.

    7. Cul es su recuerdo ms grato?

    RESPUESTA.La vspera de Pascua de 1940 en que una mestiza de malafama no poda termina la confesin a fuerza de sollozos y una borracha quese nos haba extraviado volvi al seno de Iglesia, se cas como Dios manda,me mand bautizar a sus dos hijitos y trajo al confesonario su marido, todoello en aquella tarde memorable.

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    8. Cul es la carta que ms le he consolad?

    RESPUESTA.Aqu el P. Irala me pone en apuro, pues me es pocomenos que imposible acertar con la verdadera respuesta. Si una madre tiene

    siete hijos y ella es lo que debe ser y ellos son otro tanto a quin de ellasama ms esa madre modelo?

    Para responder con toda franqueza, voy a descartar las cartas de mifamilia, las de mis Superiores, las de mis amigos y las de los sacerdotes yReligiosos o Religiosas, y voy a limitarme a una carta de personadesconocida.

    Quedo indeciso ante seis cartas que me han parecido las mejores por lofrancas y alentadoras. Las barajo, las echo a suertes y sale favorecida la de

    una seorita barcelonesa cuyo nombre no tengo permiso para publicar. Diceas con ligera omisiones:

    Muy Rdo. Padre:

    Sus artculos y cartas constituyen desde estos ltimos aos el mayoratractivo de EL SIGLODELAS MISIONES. No se lo digo para alabarle, sino paraalentarle a seguir escribiendo, pues por su artculos nos enteramos de la vidade tantos Padres Llorentes esparcidos por el mundo infiel que no parecen

    tener oportunidad de relatarnos sus andanzas como lo hace usted.Que hombres de talento como ustedes se oscurezcan y desaparezcandel mundo civilizado slo por amor a Jesucristo prueba mucho; porqueincluso el Religioso puede tener ac cierta comodidad de vida, pero no enlas Misiones! Yo creo que la causa de que sus escritos nos gusten tanto esten que usted escribe con el corazn.

    No tema contarnos sus penas, aunque tenga tendencia natural ahacerlo slo con sus ntimos. Al leer su manera de vivir, me siento yo

    confortada y animada a sufrir con ms valor. Ya le dijo usted a Ceferinodnde se encuentra el verdadero consuelo, sin embargo, la de la tierra no espequea ayuda, y a veces tan necesaria!

    Padre, usted que tan cerca est de Dios y a quien tendr tan propiciopor haberlo dejado todo por l, pdale que no se canse de m y que algunasde esas gracias que se le derraman, vengan a mi corazn en lugar dedesperdiciarse.

    Dgame, Padre, cmo ha conseguido usted ser verdaderamente

    feliz? Porque en su contestacin a Ceferino dej ver a las claras que lo es.Para ser feliz en esta vida tiene uno que ser Misionero? Y los que estamos

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    imposibilitados de serlo? No nos queda a los tales otro remedio queconsumirnos en esa ansia?

    Cuntenos mucho de los eskimales Por qu mueren tantos tsicos?Quin pudiera estar ah de enfermera! Y luego tanta nieve y tan blanca.

    Por qu es imposible ah la formacin de un clero indgena? Qu religintienen los paganos? Son monotestas? Cmo soban las pieles? Por qu noles gusta a los blancos el aceite de foca?

    Bueno, si me pongo a hacer preguntas no acabo nunca. No esmenester que las conteste; rase de ellas y chelas al cesto de los papeles.Como no me conoce, no me importa; ms an, me acabo de resolver a nodarle mis seas para no obligar a cumplir su promesa de contestarnos atodos.

    Tampoco me vaya a copiar parrafitos en el SIGLO DE LAS MISIONES,pues me los van a conocer y el pitorreo va a ser bueno. Cmo me alegroque quiera usted tanto a esos perros tan noblotes! tambin los quiero mucho.

    Y voy a terminar. Como no soy muy rezadora que digamos, no digoque haga muchas visitas en espritu a su sagrario de Kotzebue, pero debodecirle que nunca le olvido en mis oraciones, aunque ya s que son muypobres. Pida mucho a Dios por su afma. en Cristo, etc.,

    Esta carta es alentadora. El Misionero es esencia un ser abandonado ynecesita saber que no lo est en las oraciones de los fieles cristianos. Estacarta es ingenua y espontnea. Es desinteresada hasta el punto de no ponerla direccin y Dios ha querido (tal vez por eso) que le tocare la suerte de serpublicada. Hace preguntas acertadas y pertinentes que facilitan mucho larespuesta. Una carta como sta hace un bien inmenso al misionero solitarioque llega a perder la nocin del resto del mundo.

    9. Cul es la cosa que ms le hace falta?

    RESPUESTA.En vestidos, nada; en comida, racimo de uvas andaluzasimposible de hacer llegar aqu; en virtud, paciencia.

    10. Qu rasgo o delicadeza de un nio le haimpresionado ms?

    RESPUESTA.Unos amigos argentinos me mandaron a Kotzebue unmazapn grandsimo. Por desgracia tard nueve meses en llegar y en el

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    entretanto enmoheci. Al sacarlo del paquete y verlo tan enmohecido hiceun gesto de extraeza. El grupo de chiquillos que presenciaba la escena sealarm temiendo que lo fuera a tirar. Mientras yo dudaba hecho un ovillo deindecisin, la rapacera gritaba y arga que a ellos les gustaba aunque

    estuviera mohoso.Como yo no me inclinara del todo a drselo, una rapacita de 8 aos seme acerc con ojos muy vivos y me dijo textualmente:

    Padre, escuche, a nosotros, si est mohoso, nos gusta ms que si nolo est.

    Entonces ced verticalmente. Hay filsofas entre los eskimales. Hayque retroceder hasta Cicern para encontrar un modo tan bonito de reforzarel argumento.

    Queda an otra pregunta, pero ya he respondido a ella virtualmente enlas respuestas precedentes.

    Vamos, con todo, a poner algunos puntos sobre las es. No me vayanadie a recomendar que tenga cuidado cuando vaya sobre el hielo! Ya lo syo de sobra despus de aquel famoso remojn. Se trat de poca cautela enno haber aguardado un par de das ms hasta que el hielo fuese ms espeso.

    Todos esos errores han sido subsanados.

    La seorita barcelonesa pregunta cmo puede una mujer ser feliz sinser misionera. Respondo que toda mujer, como todo hombre, ser feliz sitiene conciencia de que est haciendo lo que Dios quiere y como Diosquiere; sea eso remendar zapatos, cavar, educar los hijos, or Misa, lavar laropa, ser sastre, etc., etc.

    Una vieja lavandera puede agradar a Dios ms que un Misionero. Noest la santidad en lo que uno es, sino en cmo lo es. San Jos fue carpinteroy San Isidro fue labrador.

    He desobedecido su orden de no copiar parrafitos, porque quererencontrar a una seorita en Barcelona es peor que intentar buscar una agujaen el pajar. A los hechos me remito.

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    V

    Viaje a Hooper Bay

    (Diciembre 1941)

    Diciembre no es el mes ms fro, ni mucho menos. El mes ms fro

    suele ser Febrero.En Diciembre no se ha enfriado an la corteza terrestre lo suficiente

    para hacer sentir su efectos de una manera notable. En Febrero, s.

    Entonces la periferia helada y la ausencia de calor solar se anan paraconvertir las regiones alaskanas en un refrigerador gigantesco donde todo esfro, slo fro y nada ms que fro.

    Marzo tambin es malo; pero entonces comienza a brillar el sol, y,

    aunque sea un brillo mortecino, al fin es luz solar que da la impresin de queestamos en plena primavera.

    En Alaska no hay cuatro estaciones como en los trpicos. Segn unos,no hay ms que dos estaciones: la del hielo y la del deshielo. Segn otroshay tres: ocho meses de invierno, tres de primavera y uno de otoo.

    A vueltas con el Diario

    Hace algunos aos publiqu mi Diario del mes de Noviembre. Otroda, si vivimos para contarlo, daremos a luz elDiario de otro mes hasta quecon el tiempo completemos lo ms saliente de los principales meses del ao.

    Entiendo por principales los meses que nos revelen lo mejor de lasdiversas estaciones, sean stas dos, tres o cuatro. En ste, como en los demsartculos, seguimos la tctica de contar detalles personalsimos, seaninternos o externos, ya redunden en honra ya en vituperio del autor, por

    aquello de que el da del Juicio nos hemos de ver todos las caras sinmentiras ni hipocresas, ni reticencias, ni adorno alguno potico. As los queaspiren a Misiones sabrn con bastante certeza lo que les espera y podrn

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    prevenirse de antemano contra peligros nunca sonados. Asimismo, si tienenverdadera vocacin, se animarn y ofrecern gustosos sus vidas en defensadel Reinado de Jesucristo ac en la tierra.

    La vida del Misionero es como la de San Pablo, que por un xtasis que

    tuvo camino de Damasco, tuvo mil y un peligros a lo largo delMediterrneo. El mismo Jesucristo, si se excepta la noche del Tabor, noestuvo una hora sin dolor de Pasin; y no es bien que los siervos recibanmejor trato que su Seor. Hay que imitarle en la pena, para luego imitarle enla gloria. As, y slo as, llegaremos a ser otro Cristo.

    DICIEMBRE

    LUNES, 1

    Un viaje inesperado

    Despus de una caminata penosa de cinco das lleg anoche el criadodel P. Fox, en trineo, y nos entera de que el P. Fox anda bastante alicado yhasta guarda cama de vez en cuando.

    Esta noticia es alarmante; pues los que conocemos al P. Fox sabemosque se tira a matar y no se acuesta jams si no es a eso de media noche paraluego madrugar a hacer meditacin arrodillado en el duro y fro suelo de supobre residencia.

    Me escribe rogndome le haga una visita para ayudarle a resolvervarios problemas que trae entre manos.

    Este inesperado viaje a Hooper Bay, donde reside, me deshace milplanes que tengo en la cabeza concernientes a la visita a mi propio distrito;pero la caridad fraterna se impone, y debo ponerme en camino, aunque meda el corazn que voy a sufrir horrores en este viaje tan largo y en estacintan poco propicia.

    La nieve est an muy blanda. Los lagos, y los hay a millares, semejanespejos gigantescos tendidos en la superficie terrestre para que se vean lacara las estrellas todas del firmamento.

    Cuando hay mucha nieve, los lagos helados son carreteras naturales

    primorosas; pero ahora estn sin nieve porque la barri una tempestad, y losperros se resbalan por ellos y el trineo se zarandea lo suficiente para hacerlea uno creer que la vida no merece la pena de vivirse.

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    Dejo al frente de Akulurak al P. Menager, quien dentro de una semanaenviar por m al criado Sipari con el trineo de casa.

    Empleo el da en preparativos. Botas, calcetines de lana, un par demudas, recado para celebrar, alimentos, papeles, una infinidad de

    pormenores... y, por fin, me acuesto ya muy de noche-resignado a lo quevenga.

    MARTES, 2

    La cabaa de Jorge

    Hace un fro regular, pero eso se da aqu por supuesto.Despus del desayuno me cubro de pieles, doy los consabidos

    apretones de manos a la gente que me rodea y me acomodo en el trineo delPadre Fox. De los trece perros, cinco son verdaderos esqueletos y losrestantes no valen gran cosa. Mejor es tener siete perros bien alimentadosque trece muertos de hambre.

    Salimos para Pastlik por una senda ni buena ni mala.

    Al entrar en unos bosquecillos se levantaron unas bandadas de avesnorteas y Jaime no puede resistir a la tentacin; coge el rifle automtico,que le cost 90 pesos, y dispara en todas las direcciones sin dar paz a lamano.

    Las aves revolotean cerca y nos miran con ojos de admiracin y duda;la lluvia torrencial de las balas no da en el blanco ni por casualidad. Muycabizcado, Jaime mete el rifle en la funda de cuero y proseguimos.

    Nueva bandada y nueva lluvia de balas sin dar en el blanco.

    Proseguimos.Tercera bandada muy nutrida y vuelta a los disparos.

    Esta vez Jaime hiere a un ave muy chilladora y al ir por ella tiene quecorrer y correr tras ella con muchos tropezones por la maleza.Malhumorado, intenta dispararla a dos pasos, pero yo le lleno de denuestos avoces y l prosigue la carrera tras el ave perniquebrada, que al fin coge ytrae al trineo viva, testimonio vivo de su habilidad irrisoria de cazador.

    Llegamos a Kuijok, aldea de tres chozas, y hacemos alto para saludar ala gente. Pobre gente!

    Entramos a gatas en la cabaa de Jorge, que es la primera del grupo. Si

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    hay en el diccionario una palabra ms significativa que el vocabloapestar, sa es la palabra que expresa de lejos el hedor nauseabundo deaquel agujero asqueroso. El suelo est empedrado de pescado podrido.

    Jorge tiene 65 aos y su mujer Celedonia tiene por lo menos 70, pero

    los dos pudieran pasar por nonagenarios a juzgar por lo encorvados,arrugados, cegatones y chupados que aparecen.

    Pasan el da sentados en una piel de reno con sendos botes al lado paraescupir. Una estufilla calienta a medias la estancia.

    Los dos viejos viven en un mundo atrasado unos dos mil aos. Nosaben leer ni escribir. No saben si existen otros pases fuera del suyo. Nosaben si hay guerra, y aunque lo supieran, no saben quines son los rusos, nilos alemanes, ni los japoneses, ni por qu luchan.

    No hay alrededor pueblos ni aldeas ni viajeros con noticias de ltimahora. En la choza cubierta de nieve, aquel matrimonio ve pasar los das y losmeses y los aos en una monotona y silencio que el resto del mundo nopuede ni concebir.

    De vez en cuando cruzan unas palabras. Sigue un silencio muy largo,interrumpido por una tos no cohibida, y el hombre al fin pregunta si vendrpronto Lamberto con los peces.

    Quin sabe! responde la vieja, y sigue oyndose el tic tac de undespertador que va dos o tres horas fuera de camino.

    Lamberto es un hijo adoptivo que se libr de servicio militar por intily tonto. Con la lea que acarrea y los peces que coge debajo del hielo, vivenlos tres en una pobreza que llega al lmite y en una simplicidad que elmundo no puede ni sospechar.

    Despus de llenar una cuartilla con notas concernientes a la edad,estado y condiciones de los dos viejos, con el fin de conseguirles del

    Gobierno una pensin de vejez, sal de aquella vivienda sumido en un marde pensamientos varios.

    Como esta choza eran las otras dos, slo que los habitantes no eran tanviejos ni estaban tan necesitados.

    Dejamos aquel paraje solitario y reanudamos el viaje ro arriba,camino de Pastlik, por desiertos nevados.

    Llegamos ya muy entrada la noche. Nos hospedamos en el almacn

    que tiene all la Compaa Comercial Nortea, regentado en la actualidadpor un mestizo catlico muy amigo mo, a pesar de las reprimendas que ledoy por su propensin innata a la maldita borrachera.

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    Cenarnos amigablemente y charlamos de sobremesa con toda paz.Poco a poco fueron llegando cristianos diseminados que olfatearon nuestrallegada hasta que se reuni un grupito no despreciable. Despus desaludarlos me sent en el mostrador, desde donde les prediqu hasta que nos

    cansamos, yo de hablar y ellos de escuchar.Convert luego la cocina en confesonario y por all fueron desfilandouno tras otro, con orden y silencio, como si fueran Novicios de una Ordenmuy observante.

    Me trajeron un nio de tres das que bautic con el nombre de Miguely tom notas sobre un mocete de 16 aos que parece estar algo loco, pueshace y dice cosas propias slo de un loco de atar. Incluso dispar un rifle yno mat a una vieja por puro milagro.

    Hay que dar parte a la Justicia y enviar a un correccional yanqui a estejoven peligroso de mirada torva, ratero diplomado, borracho, noctmbulo deprofesin, y asesino en ciernes. Tiene una pelambre tal que jurara posee porlo menos cien parsitos.

    Le echo una filpica en toda regla, pero cono tiene las entendederas acomponer, noto que no le hacen mella mis amonestaciones.

    Por fin, poco antes de medianoche, nos acostamos en un suelo limpioy caliente debajo de un tech repleto de pieles de zorra.

    MIRCOLES, 3

    Trabajo sobre la marcha

    Digo Misa muy temprano sobre el mostrador del almacn y reparto

    doce Comuniones.Me encomiendo a Dios con todo fervor y le hago ofrecimiento detodas las penalidades que me esperan en el largo viaje cuya perspectiva pugna por amedrentarme. Presiento muchos sufrimientos y estospresentimientos rara vez me fallan; por eso me apresto a la lucha poniendoen Dios mi confianza y esperndolo todo de l, porque sin M no podishacer nada que dijo Jesucristo.

    Desayunamos amigablemente y salimos para Iltak a donde llegamos

    a eso del medioda. Visit a los aldeanos, a quienes di medallas, rosarios,estampas, escapularios y agua bendita, que recibieron muy agradecidos; y

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    continuamos el viaje para Caak, que es una aldea de dos casas.

    En una de ellas se estaba muriendo una mujer que haba estado de niaen nuestra escuela de Akulurak. Se alegr mucho al verme entrar a gatas ensu choza subterrnea; ni fue menor mi alegra interior al ver y admirar la

    providencia de Dios en semejante coincidencia, al parecer tan casual.Despus de un coloquio espiritual se confes en medio de una tos muy

    congojosa. Le di luego la Extremauncin con todo sosiego y acto seguidorezamos todos el Rosario.

    Fuimos luego a la choza vecina, donde cenamos carne de foca con pany una taza de t. Vuelvo a ver a la enferma y le aplico la indulgenciaplenaria en artculo de muerte. A continuacin tuvimos confesiones que o ala puerta de la choza mirando a un cielo negro sin estrellas. La enferma

    deseaba recibir la Sagrada Comunin. Unas horas ms y dira Misa paradarle este ltimo consuelo.

    Quedan cuatro personas con la enferma y los once restantes nosacostamos en el suelo de la otra choza muy apretados.

    Yo no puedo conciliar el sueo a pesar del cansancio del viaje. Laguadaa de la muerte anda de ac para all por los techos de las chozas.Tendido en el saco de dormir sobre las tablas, dejo que los otros ronquenmientras yo medito sobre lo cierto y peregrino de la muerte.

    De repente, se abre la puerta. Antes de que la vieja acabase de entrar,pregunt si Mara habla muerto.

    Iii tokjokme respondi.

    Mara acababa de fallecer. Haba estado grave muchos das, pero Diosla sostuvo hasta el punto y hora en que llegu yo para empaquetarla para elcielo.

    El Misionero es una pieza de ajedrez que Dios maneja segn los

    designios de su providencia amorosa.

    JUEVES, 4

    A la buena de Dios!

    Digo Misa encorvado, con el consiguiente dolor de riones. Cuandome descuido y me enderezo me doy un cabezazo contra el tech que meobliga a doblegarme de nuevo. Intil exasperarse. Hay que agacharse y

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    Pienso en las naves de la catedral de Len, las altas y esbeltas y sinpeligro alguno para la cabeza del celebrante. Y aunque no sea una catedral,si esta choza fuera un poquitn ms alta, me estirara yo como quien gana las

    elecciones,Reparto diez Comuniones, siendo la ltima para una vieja que me

    muerde los dedos con saa. Menos mal que est desdentada y el mordiscono llega a ser cosa mayor. La pobre vieja es la segunda vez que recibe laComunin y no entiende de delicadezas.

    Desayunamos carne de foca con pan y t que sobr de la cena. En lachoza de la difunta se guarda un silencio reverencial. La pobre Mara queera tan feuca y espantaba de lo esqueltica que estaba antes de morir, ahora

    amortajada est guapsima, con una paz angelical que parece trasunto de laque tendr en el cielo.

    De pie junto a ella, me alegro infinito de ser Misionero y de habervenido al Polo Norte a ayudarla a bien morir.

    Pero las horas pasan volando y me queda una jornada dura; por eso medespido de todos con mucha efusin, prometindoles volver a verlosdespus de las Navidades.

    Salimos Jaime y yo en el trineo repleto de impedimenta y ponemos laproa al sureste, camino de Uksukalik, a donde esperamos llegar antes de queanochezca. El rastro es malo, peor que el que hemos tenido hasta hoy;psimo en grado superlativo. No es rastro propiamente dicho, pues lo queera rastro trillado fue borrado por la tormenta.

    Caminamos a la buena de Dios, sin otras seales que un cielo plomizoy un vendaval fatdico en unas llanuras de pampas sin fin, sin un altozano,

    sin una pea, sin una yerba, sin nada que se alce un milmetro de este sueloque fue un da el fondo plano de la mar, ahora retirada 20 kms. al oeste.

    El camino como tal es de esta manera: una laguna cubierta de musgocon una capa de nieve blanca sobre la cual abre un surco el trineo que esthecho para deslizarse y no para competir con el arado.

    Viene luego el lago redondo y tan vasto que apenas se ven las orillas,helado, claro est, pero sin nieve.

    Al entrar en l, el trineo se ladea y atraviesa en un patinar alocado, yacayendo sobre los perros como ariete romano, ya tropezando con algn sa-liente que lo vuelca, ya torcindose con tal tenacidad que la paciencia se

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    Tras el lago viene otra laguna musgosa y nevada que es seguida porotro lago y as sucesivamente ad infinitum.

    Un perro ya no pudo ms y se tir sobre la nieve. Era un esqueleto

    vivo que se podan contar los huesos. Le soltamos, y aun as no poda se-guirnos.

    Como todo esto est infestado de lobos, nos pareci ms benigno darleun balazo en la nuca y librarle de penas, que dejarle a merced de una partidade lobos voraces.

    Proseguimos con un perro menos, siempre procurando conservar laposicin hacia el sureste. Ya va oscureciendo y Jaime, aunque l protesta locontrario, est ms perdido que los asnos bblicos de Sal. Se lo conozco enla manera con que otea el horizonte.

    Tropezando y levantando

    Por fin, anochece en toda regla. Ha sido un da penossimo de fatigasin igual, seguido ahora de una noche que, tericamente, debiera ser de luna,por estar en plenilunio, pero todo lo que pudiera ayudarlo aun remotamente

    ha sido interceptado misteriosamente y en cambio llueven sobre nosotros losobstculos ms adecuados pan hacemos la jornada lo ms dura posible.

    Tampoco se ve una estrella en el cielo, por lo que no sabemos a puntofijo donde est la estrella polar.

    Para que nos convenzamos de que no nos queda otro remedio quetener paciencia y encomendarnos a Dios, comienza a nevar lo suficientepara que no veamos absolutamente nada, ni siquiera los perros del trineo.

    Sacamos las linternas elctricas que tampoco sirven por no haberrastro visible.

    Los perros estn exhaustos; uno de ellos se queja con aullidoslastimeros indicadores de que a resistencia lleg al lmite. Le soltamos conayuda de las linternas y el esqueltico can se queda detrs en la nocheoscura y tenebrosa.

    Con ste van dos dije para mis adentros

    En el vagar por aquellas soledades nocturnas vinimos a parar a unos

    yerbazales donde nos hundamos hasta