Estrella Sadhala Del Complot a La Gloria

8/20/2019 Estrella Sadhala Del Complot a La Gloria

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SALVADOR ESTRELLA S.

DEL COMPLOT A LA GLORIA





Portada de la primera edición



COMISIÓN NACIONAL PARA CONMEMORAR EL 50 ANIVERSARIO DEL AJUSTICIAMIENTO

DEL DICTADOR RAFAEL L. TRUJILLO

MIEMBROS

LIC. LUIS MANUEL BONETTI

Ministro Administrativo de la Presidencia

LIC. JOSEFINA PIMENTEL

Ministra de Educación

LIC. JOSÉ R AFAEL LANTIGUA

Ministro de Cultura

LIC. JUAN DANIEL BALCÁCER

Presidente de la Comisión Permanente de Efemérides Patrias

LIC. R AFAEL PÉREZ MODESTO

Secretario de Estado, Gerente General Comisión Nacionalde Seguridad Social

DR . EDUARDO DÍAZ DÍAZ

Presidente de la Fundación 30 de Mayo

DR . ANULFO R EYES

Presidente de la Federación de Fundaciones PatrióticasDR . FRANK MOYA PONS

Presidente de la Academia Dominicana de la Historia

Mayor GeneralAntonio Imbert Barrera , Héroe Nacional

Lic. Luis Manuel Pellerano Amiama

Sra. Lindín González Vda. Tejeda



SALVADOR ESTRELLA S.

DEL COMPLOT A LA GLORIAVol. V

Colección 50 Aniversario del Ajusticiamiento de TrujilloSanto Domingo, República Dominicana

2012

LUIS SALVADOR ESTRELLA M.



Título de la publicación:SSSSSAAAAALLLLL V V V V V AAAAADDDDDOOOOOR ER ER ER ER ESSSSSTTTTTR R R R R EEEEELLLLLLLLLLA S. DA S. DA S. DA S. DA S. DEEEEEL CL CL CL CL COOOOOMMMMMPPPPPLLLLLOOOOOT A LT A LT A LT A LT A LA GA GA GA GA GLLLLLOOOOOR R R R R IIIIIAAAAA

Autor:Luis Salvador Estrella M.Luis Salvador Estrella M.Luis Salvador Estrella M.Luis Salvador Estrella M.Luis Salvador Estrella M.

Primera edición:Marzo 1998Marzo 1998Marzo 1998Marzo 1998Marzo 1998

Segunda edición:Colección 50 Aniversario del Ajusticiamiento de TrujilloComisión Permanente de Efemérides Patrias, 2012Volumen V

Cuidado de la edición:Luis Fernández

Composición y diagramación:Eric Simó

Diseño de cubierta:Roberto Tejada

ISBN: 978-9945-462-28-9

Impresión:

Editora Búho

Impreso en República Dominicana/ Printed in Dominican Republic



AGRADECIMIENTOS

Al Lic. Ramón Pichardo, por su disposición constante,

desde el principio, para la realización de este libro,

asesorándome de manera profesional

y desinteresada.

A mi amigo Domingo Batista,quien me ha brindado en todo momento

su valiosa colaboración.

Y a todas aquellas personas que me han proporcionado importantes datos

para la elaboración de este libro.





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CONTENIDO

Agradecimientos ............................................................ 7

Presentación ................................................................ 11

Dedicatoria .................................................................. 13

Introducción ................................................................ 15

I Parte .......................................................................... 17

II Parte......................................................................... 51III Parte ....................................................................... 87

IV Parte ..................................................................... 125

V Parte ....................................................................... 175

Consultas ................................................................... 217

Aportes históricos ...................................................... 217

APÉNDICES

Apéndice I

1. Carta a su hermano César ...................................... 2232. Carta a su hermano César ...................................... 225

3. Carta a su hermano César ...................................... 2274. Carta a Urania ....................................................... 228



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COLECCIÓN 50 ANIVERSARIO DEL AJUSTICIAMIENTO DE TRUJILLO

5. Carta a Urania ....................................................... 2306. Carta a Urania ....................................................... 2317. Carta a Urania ....................................................... 2338. Carta a Urania ....................................................... 2349. Carta a Urania ....................................................... 235Carta de sor Paulina a Urania M. de Estrella .............. 237Carta de Manuel Batlle a Luis S. Estrella .................... 238

Apéndice II

Fotos del recuerdo. ..................................................... 241

Índice onomástico...................................................... 253



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PRESENTACIÓN

El 12 de mayo del 2011, el Excelentísimo Señor Pre-sidente de la República, doctor Leonel Fernández, me-diante el Decreto No. 311-11, creó la Comisión Nacionalpara Conmemorar el 50 Aniversario del Ajusticiamientodel dictador Rafael L. Trujillo, cuya misión principal con-sistía en organizar y coordinar todas las actividades rela-cionadas con la divulgación de la historia política domi-nicana contemporánea.

Dentro de las actividades programadas con el fin deconmemorar los primeros 50 años del ajusticiamientodel dictador Trujillo y del nacimiento de las libertadespúblicas así como del sistema de la democracia en la Re-pública Dominicana, la Comisión Nacional ha conside-rado oportuno la publicación de diversas obras y ensayos

—ya agotados— que abordan el tema de Trujillo, sus díasfinales y la conspiración patriótica que la noche del 30 demayo de 1961 logró eliminar físicamente al tirano.

Esta obra, Salvador Estrella S. Del complot a la gloria,escrita por Luis Salvador Estrella M., apareció por pri-mera vez en marzo de 1998. Su autor logra a partir dedocumentos y testimonios hacer un perfil biográfico de

su padre, uno de los héroes del 30 de Mayo, resaltandodetalladamente la participación de éste en el complot quehizo posible el ajusticiamiento del dictador Trujillo.



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La segunda edición de este libro, muy importante yvalioso para conocer y aquilatar el sacrificio de los hombres que ofrecieron sus vidas para liberar al pueblo domi-nicano de la oprobiosa dictadura de Trujillo, ratifica elnotable aporte de su autor a la bibliografía dominicana.

La Comisión Nacional para la Conmemoración del50 aniversario del Ajusticiamiento del dictador Trujilloagradece a su autor, Luis Salvador Estrella M., su gentile-za por cedernos los derechos de la presente edición con

el propósito de contribuir a una mayor difusión de las in-terioridades de la gesta heroica que hacia mediados delaño 1961 hizo posible que el 30 de Mayo se convirtiera,para todos los dominicanos, en el Día de la Libertad.

Santo Domingo, R.D.Abril, 2012.



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DEDICATORIA

Dedico este presente libro a diferentes personas pues las considero parte importante para que esta obra fuera una realidad. Mi madre Urania Mueses, esa mujer que supo ser esposa, com- pañera en todos los momentos de la vida de Salvador, mujer que demostró un valor a toda prueba acompañándolo hasta la Ave-nida, el Glorioso 30 de mayo y, más tarde, llevando la viudez con honor y orgullo educando a sus hijos sin dejar que olvidára-mos a nuestro progenitor, haciéndonos sentir orgullosos de él,dando ejemplo de honradez, repitiendo constantemente cada vez que se presentaba una oportunidad “yo no vendo el recuerdo de Salvador por dinero”.

A mis amigos y hermanos Manuel y Rafael Batlle De la Maza (Tobías Contreras), quienes a pesar de tener en ese mo-mento histórico que le tocó vivir muy corta edad, esto no fue óbice para sufrir encarcelamientos y maltratos propinados por los sicarios del régimen, siendo Manuel, quizás, uno de los pre-

sos más jóvenes en pasar por el horroroso kilómetro 9. A mi esposa Sandra, que ha sabido interpretar en todos

estos años mi forma de pensar con las limitaciones que me haimpuesto la historia como hijo de héroe, las cuales, para unamujer común, estoy seguro que hubiera sido imposible.

A mis hijos Martha Patricia, Diana Salime y Luis Salva-dor quienes aunque gracias a Dios no les ha tocado vivir una



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etapa de oprobio como aquella, no olviden su procedencia histó-rica y sigan siendo motivo de orgullo, como hasta ahora.

A mi hermana Carmen Elly, aquella que prácticamente se crió sin padre pues nadie puede llenar el vacío de esta dimen-

sión, de quien en caso de nuestro padre haber estado vivo, se sentiría más que orgulloso así como nos sentimos todos de ella.

A mis hermanos Josefina y Rafael, motivo de orgullo y ejemplo para todos los medios donde se han desenvuelto a través de la vida, poniendo en alto la estirpe de su progenitor.



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INTRODUCCIÓN

El presente libro está basado principalmente en testi-monios, consultas y hechos vividos por el autor, datosguardados por más de 30 años. Muchos de ellos nuncaantes mencionados, ni tratados en escritos ni publicacio-nes verbales pues se mantuvieron en completo secreto,en algunos casos por miedo y, en otros, por omisión, tan-to voluntaria como involuntaria. Por ejemplo, puedo citardatos ofrecidos a mí por mi madre, negándose siempre aofrecerlos públicamente, pues siempre le acompañó ungran miedo después de lo que para ella fue un hecho total-mente traumático pero con el fin de que un día fueranpublicados me los repetía constantemente. Para todo aquél

que la conoció y pudo tratarla sabe que para ella SalvadorEstrella nunca murió.

Quiero contar en esta pequeña introducción mi testi-monio de lo difícil que es para cualquiera tratar de conca-tenar datos para ser plasmados, pues comenzando por eltiempo transcurrido y a través de la transmisión de deta-lles en los hechos me he encontrado una y otra vez con

testimonios totalmente diferentes de personas que estu-vieron juntas en el mismo momento y en el mismo lugar,



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como todas las historias. Ahora bien, aprendí con estasinvestigaciones que lo importante es la esencia de los he-chos y de esto doy testimonio. Siempre que lo aquí plas-mado es totalmente cierto, puede que algunos diálogosno sean exactamente iguales a los del momento, como eslógico, lo que no cambia es la esencia.



I PARTE

“La eliminación física de la bestia es bien vista por Dios si con ella se libera un pueblo”.

LINO ZANINI





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1 ...

EN 1919, EL PAÍS SEGUÍA ESTREMECIDO POR LA ocupaciónmilitar, cuya política de “garrote” golpeaba la soberaníanacional, de diversas maneras. Desde tres años atrás seconsumaba este hecho, autoconsiderando inclusive, laadministración intervencionista, que su estadía debía pro-longarse hasta que las generaciones de niños alcanzaranmadurez. Esta fue la opinión del gobernador militar, To-más Snowden, en el acto de inauguración de un centroescolar; opinión que produjo una profunda inquietud ensectores nacionales, aumentando la inconformidad de los

patriotas que más resentían la presencia de los yanquis.En 1919, grupos ciudadanos se habían organizado en

la clandestinidad, gestando un movimiento nacionalista,cuyo objetivo fundamental era conseguir que las tropasinterventoras desocuparan la República. Para entoncesel país era extensivamente agro-ganadero. El hato, el plan-tío y la producción conuquera, sobrevivían al margen de

las contiendas armadas, limitadas a esporádicas escara-muzas entre el nacional gavillerismo montero y la inter-ventora infantería estadounidense, los dos únicos secto-res armados en una cerrada desproporción.

Cuando el poderoso imperio del norte de Américaimponía su fusil y la movilización dominicana levantabauna esperanza republicana en el 1919, se producía en este

año, el nacimiento del tercer vástago del matrimonio for-mado por Pedro Antonio Estrella y Paulina Sadhalá. Al



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nuevo hijo, alumbrado en la comunidad de Tamboril, lellamaron Luis Salvador.

Los esposos Estrella-Sadhalá, formaban una pareja quehabía procreado un primer hijo que murió al nacer y alque llamaron Guarionex, nombre con el que fue bautiza-do también el siguiente vástago, al cual la parentela lla-mó “Guaro”. Pedro Antonio Estrella, el padre, procedíade una humilde familia criolla. De fuerte temperamentoy valentía, a los 21 años de edad ostentaba el rango de

coronel y, por mérito personal, se había convertido en jefede escolta de Monseñor Adolfo Nouel, presidente de lanación, en 1912. Esta ascendencia social de Pedro Anto-nio Estrella, le granjeó el prestigio para ser conocido, es-timado y también para asumir una joven militancia polí-tica. Con el tiempo –años finales de la década 1920–, erareconocido como el general Piro Estrella.

Contrariamente, Paulina Sadhalá pertenecía a una fa-milia de nacionalidad árabe, oriunda de Basquinta, unaciudad localizada en Alto Líbano, la cual comparaban conSan José de las Matas y Sabana Iglesia. La semejanza en-tre Basquinta y las dos comunidades serranas, era frecuen-temente comentada por los Sadhalá, quienes llegaron alCaribe, no como la mayoría de los inmigrantes árabes, en

busca de mejor fortuna, sino evadiendo la persecuciónpolítica desatada en la lejana patria del origen, para fina-les del siglo XIX. Afectados por la persecución, los Sad-halá llegaron directamente del Líbano, haciendo escalaen Haití para ubicarse en República Dominicana, siendoAbraham Sadhalá el primer árabe en llegar legalmente aSantiago.

Fue en Santiago de los Caballeros, en donde los Sadha-lá establecieron residencia, se dedicaron al comercio, hi-cieron riqueza y se multiplicaron como núcleo familiar.



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Salvador Estrella S. Del complot a la gloria LUIS SALVADOR ESTRELLA M.

En este municipio hicieron noviazgo Paulina y Piro Estre-lla, quienes enfrentaron la oposición familiar de ella. A PiroEstrella no lo querían los Sadhalá para consorte de la hija,por no ser blanco y además, político. Enfrentando esa ne-gativa, ellos se casaron en Moca. En medio de una revuel-ta política, Piro hizo prisionero al cura parroquial y lo lle-vó hasta la iglesia para que efectuara el matrimonio.

Para el momento del casamiento, Piro Estrella poseíauna finca en Los Amacelles, una zona de Tamboril, obte-

nida como resultado de un Bando gubernativo que ofre-cía tierras a quienes quisieran dedicarse a la agricultura.El seleccionó las tierras que definieron su finca y las cua-les desmontó con gran voluntad para sembrar café y criaraves. En Los Amacelles, él construyó una casucha de ya-gua, cana y piso de tierra, en donde nacieron Obdulia(Yuly), Gisela (Paulina) y Nancy quienes fueron procrea-

das des pués de Guario-nex y Salvador, nacidosen Tamboril en dondelos padres establecieronsu primera casa matri-monial.

Estando Paulina Sa-

dhalá de visita en San-tiago, nació Oscar, elsexto vástago del matri-monio, al que siguieronRafael (Fafa), Cándida(Elly), César y Josefina

Padres de Salvador Estrella,Don Piro y Paulina.



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(Fifa). Con esta última se completa el número de diezhijos.

Para mediados de la década de 1920, la salida de lastropas interventoras le había devuelto a la República unamediatizada soberanía. La celebración de elecciones ge-nerales, la cual reactivó y reorientó el partidismo políti-co, produjo la instalación de un gobierno civil. Este loencabezaron Horacio Vásquez, como Presidente, y Fe-derico Velázquez, como vicepresidente. Ambos líderes

eran del Cibao, y habían firmado una alianza, incumplidaluego por el horacismo, hecho que originó la enconadaoposición de Velázquez y de sus partidarios, entre loscuales estaba el general Piro Estrella, quien había sido unacérrimo y vigilado opositor de los interventores de Nor-teamérica.

El partidismo del general Piro Estrella hacia Veláz-

quez se pone de manifiesto, sobre todo, cuando RafaelLeonidas Trujillo auspicia la conspiración que derroca alPresidente Horacio Vásquez. Los velazquistas no apoya-ron este golpe de Estado y se opusieron a Trujillo cuandose organizaron las elecciones del 1930. El nuevo caudillomilitar y golpista, no sólo presentó su candidatura presi-dencial, sino que desata acciones de intimidación y de

terrorismo contra sus opositores; especialmente contraFederico Velázquez y sus partidarios, quienes como fuer-za política, habían realizado una nueva alianza con losseguidores del horacismo, formándose un frente nacio-nal-progresista.

El despliegue radical de la violencia de Trujillo pro-dujo el asesinato de miembros de la oposición y provocó

el exilio forzado de numerosos líderes, entre ellos el deFederico Velázquez. El recrudecimiento de la opresión denuevo cuño, una vez instalado Trujillo como Presidente



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del país, engendró una secuela de conspiraciones y levan-tamientos en contra. Una revuelta, planificada bajo el li-derazgo de Cipriano Bencosme y Piro Estrella, se reple-gó en las montañas, en donde el primero de ellos fuesitiado y muerto por tropas oficiales, en tanto que el se-gundo se vio obligado a capitular.

En el libro Fracaso de la Tercera República, Los Respon- sables , su autor, Víctor M. Medina Benet, explica que “conel éxodo de los dirigentes aliancistas, comenzaron las capitula-

ciones hacia el campo trujillista. Uno de los primeros en brin-car la cerca recibiendo como compensación la Gobernación de la Provincia de Puerto Plata, lo fue el veterano caudillo horacis-ta general Ricardo Limardo (Bulbul). A éste le siguió el general

Piro Estrella. Trujillo necesitaba a toda costa ganarse a los po-líticos de cartel y experiencia y cuando no lo conseguía por la

persuasión, el dinero o la intimidación, procedía a destruirlo

sin más contemplaciones. Esta práctica vino a ser un dogmatrujillista”. (Op. Cit ., p. 455).

Como parte de los casos de atropellos, intimidación yabuso de autoridad, Trujillo había emprendido la incau-tación de la finca de Amacelles. Para ese momento, elrebelde general Estrella se encontraba atrincherado conun puñado de seguidores en una loma cercana. Unos

ochenta soldados controlaron la finca incautada por Tru- jillo quien le extendió a su contrincante un pacto que ésteaceptó, luego de un encuentro sostenido en condicionesespeciales. Piro Estrella le comunicó a Trujillo que baja-ría desarmado y le requirió que hiciera lo mismo. El gobernante tiró su pistola al suelo, encontrándose los dos asolas en el Alto del Aguacate. Luego de una larga conver-

sación, hicieron arreglos de paz.Ocurrida la paz entre Piro Estrella y Trujillo, éste lenombró en su cuerpo de ayudantes, cargo militar del que



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se ocupó por varios años y al cual renunció por no estarde acuerdo con algunas de las acciones militares de quientácitamente se comportaba como un dictador. Al pocotiempo de la renuncia, año 1936, Piro Estrella fue nombrado Diputado por Santiago, cargo al cual renuncia tam- bién, alegando que no podía ausentarse por tanto tiempode su familia. El ejercicio de la diputación conllevabapermanecer durante cuatro días de sesiones que se celebraban en la capital y, además, a Piro Estrella le resultaba

un asunto aburrido aprobar disposiciones y leyes sin ob- jeciones, con tan solo levantar la mano.

En su pacto de paz con el gobernante y su renuncia deocupar cargos públicos, Piro Estrella prometió fidelidada Trujillo, lo cual reciprocó este último manifestándolesu amistad. Más adelante, en el año 1948, vendería estafinca (Amacelles), comprando a su vez, tierras en Las La-

vas, en donde estableció la “Hacienda San Antonio”. Enun punto de esta nueva propiedad, se colocó un letreroque decía: “ Las manos dadivosas del generalísimo en todas

partes, están, aquí también. Hacienda San Antonio, de Anto-nio Estrella”.

2...

LUIS SALVADOR , SEGUÍA DESARROLLÁNDOSE, tanto físicacomo mentalmente, entre Santiago, Las Lavas y Los Ama-celles, conjuntamente con sus hermanos. El, Obdulia(Yuly), la Tía Angélica (Tía Deble) y la querida abueli-ta María (Mamaría), asumieron la crianza de los herma-nos menores al producirse el fallecimiento de la madre,en el año 1936, poco después del nacimiento de Josefi-na (Fifa), la última hija. Para entonces Guarionex, el



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hermano mayor, se había enganchado al ejército faltán-dole pocas materias para graduarse de bachiller, y el pa-dre, al enviudar, al tiempo contrajo matrimonio con Ma-rien Sadhalá, sobrina de la esposa fallecida. Del nuevoenlace del general Piro Estrella, nacieron siete hijos: So-nia, Pedro Antonio (Tonti), Rosi, Socorro, Nelson,Franklyn y Jesús María (Chourchil).

En la orfandad materna, el primer núcleo de los her-manos Estrella Sadhalá, creció entre Santiago y Las La-

vas o Hacienda San Antonio y Amacelles. Bajo la cariño-sa vigilancia de la Tía Deble y la abuelita, ellos secuidaban mutuamente. Los hermanos mayores vigilabana los hermanos menores, intercaladamente y como habíasido instituido por la arraigada tradición criolla de la fa-milia. En consecuencia, a Guaro le tocó cuidar a Yuly;Salvador se ocupaba de Gisela; Oscar cuidaba a Nancy;

a Fafa le correspondió atender a Elly y César cuidaba deFifa. De esta manera fueron compartiendo una responsable fraternidad que marcaría la existencia de todos y cadauno de ellos. Sobre todo los mayores, Salvador y Yuly,asumieron ante los restantes hermanos, una autoridadmoral, solidaria y atenta en todos los aspectos.

En tanto las hembras cubrían la escolaridad asistien-

do al Colegio Sagrado Corazón de Jesús, los varones acu-dían a escuelas particulares y públicas. Salvador fue alum-no de la Escuela Paraguay, así como del Colegio SantaAna, un centro educativo dirigido por el profesor LulúPérez, en donde cursaban estudios los hijos de importan-tes familias de Santo Domingo y Santiago.

El Colegio Santa Ana tenía una cierta orientación de

academia militar. La misma se manifestaba tanto en elrégimen disciplinario como en la organización de los des-files, en los cuales sus estudiantes integraban batallones.



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Salvador, con un sentido familiar de autoridad y la expe-riencia de organizador conseguida en diversas tareas delas fincas de Las Lavas y Amacelles, logra ocupar el car-go de comandante de los pelotones escolares. Fue en eseambiente estudiantil que comenzó a integrarse en los de-portes, compartiendo con numerosos compañeros que seconvirtieron en entrañables amigos. Entre ellos, Albertoy Fabio Jorge, Kilvio Casanova, Octavio Kid, PrósperoRuiz y Juan Antonio Haddad.

Para los años adolescentes Salvador entró en relacióndirecta con Antonio De la Maza. Su padre, el general Vi-cente De la Maza, era un viejo amigo de contiendas deltambién general Piro Estrella. Ambos habían militado encontra de Trujillo, y los dos, al deponer las armas, se ha- bían concentrado en la productividad finquera. El prime-ro con residencia no lejos de Moca, el segundo viviendo

en las cercanías de Santiago.Debido al temperamento rebelde de Antonio, el padre

se lo entregó al general Estrella, para que “lo moldeara”,

De pie, segundo de izquierda a derecha, Salvador. Equipo de volleyball,Escuela Paraguay.



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por lo cual quedó viviendo tanto en la finca de Las Lavascomo en la de Los Amacelles. Aquí terminó criándose junto a los hermanos Estrella Sadhalá, estableciendo unaestrecha relación con Guaro y Salvador. La diferencia deedad, no fue óbice al acercamiento de los tres adolescen-tes, aunque la autoridad, de acuerdo a la costumbre de lacrianza, fuera un atributo delegado en Guaro, el mayorde los hijos de Piro Estrella. Bajo su responsabilidad, ésteno escatimó esfuerzos para darle la disciplina necesaria

al hijo del íntimo amigo. Para ser mantenido dentro de lafinca, Antonio tenía que vestir pantalones cortos, situa-ción que no le doblegaba, ya que solía tomar las ropas deSalvador, aunque no fueran de la misma talla; las vesti-mentas le servían para fugarse y realizar parrandas.

Antonio De la Maza era un muchacho rebelde, de ca-rácter duro y de una conciencia familiar tan orgullosa que

llegaba al fanatismo. Su personalidad casi coincidía conla de Salvador, con quien afinaba hasta para las mutuasmolestias que ambos se infligían cuando las discusionestocaban el plano de lo personal, incluido el tema de Moca,poblado del que se sentía orgulloso, porque allí estabaenraizada una estirpe familiar de tiranicidas, de ancestra-les políticos que a nada temían. Fue en base a este orgu-

llo que Antonio, cuando tenía 18 años, se alzó en armascon un compañero llamado Arcadio Domínguez, apode-rándose de un soldado a quien obligaron a gritar “AbajoTrujillo”. En este hecho los jóvenes intercambiaron dis-paros con una patrulla que hirió a Antonio, teniendo queocultarse en la cercanía de Santiago. Frente a un posibledesenlace fatal, don Vicente De la Maza acudió a donde

su amigo el general Piro Estrella, para que intercediera porla suerte de su hijo frente a Trujillo. Argumentando queel joven “debía recibir una oportunidad” el gobernante



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sugirió que ingresara al ejército, lo cual aceptó Antonio,quien llegó a ser cadete del Cuerpo de Ayudantes Milita-res del dictador y más luego, teniente.

La orfandad materna vinculó a los De la Maza con losEstrella Sadhalá y a Antonio con Salvador, quien crecióentre los suyos, amarrado a la sangre, a las relaciones dela hacienda de Las Lavas, a los familiares y las vincula-ciones que fue proporcionándole el medio escolar. Asítranscurrió la adolescencia de Salvador Estrella Sadhalá.

Su joven disposición para el trabajo le permitió desarro-llar una fortaleza corporal y una claridad intelectual com-plementada por rectas convicciones morales y religiosas.Tanto él como sus restantes hermanos, hembras y varo-nes, recibieron desde pequeños la orientación católica queprofundiza con el pedido de la bendición de la madre, delpadre y de todos los familiares mayores. De esta manera

el sentimiento cristiano fue aflorando en las oracionescotidianas, corrientemente pronunciadas en el hogar, enla escuela, en los momentos de catecismo y en la abun-dante ritualidad que inculca la Santa Iglesia.

La práctica deportiva, la cual empezó a tomar auge enel país para la época del joven Salvador, le permitió con-seguir un eficaz entrenamiento y a la vez una fuerza des-

comunal. Tan fuerte era, que abundan anécdotas narra-das por amigos y empleados de la Hacienda San Antonio.Se atestigua que “él era capaz de eliminar a un burro consolo un puñetazo aplicado detrás de la oreja”. Estos testi-gos hacen referencia a su extraordinario vigor muscular,al control emocional, así como a su afable temperamentoy disciplinada voluntad. Precisamente la cualidad de jo-

ven disciplinado, le llevó a tener desavenencias con elpadre, en cuanto a la manera de administrar la hacienda yla empresa ganadera. La Hacienda San Antonio o finca



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de Las Lavas era una propiedad con más de 5,000 tareas,dedicadas especialmente a la crianza de ganado y a la pro-ducción de sus derivados, la carne y la leche. La respon-sabilidad de colaborar con su padre en la administraciónde la finca, así como la obligación asumida para con sushermanos menores, fueron razones para que declinaraincorporarse a la carrera militar, como lo había decididoGuarionex. Pero Salvador tenía otra razón poderosa parano engancharse al ejército cuando tuvo la edad reglamen-

taria. En los predios familiares, es decir, en la finca, habíacomenzado a desarrollar una abierta y franca autonomíapersonal que resentía la autoridad imperante, en este caso,la paterna.

3...

SALVADOR TENÍA CATORCE AÑOS CUANDO CONOCIÓ en el co-legio Santa Ana, a Urania Mueses, una adolescente de sumisma edad, con la cual simpatizó, estableciéndose en-tre ellos una amistad que, un año después, en 1934, seconvertía en noviazgo. Los amores sobrepasaron la déca-da, período durante el cual Salvador curtía sus cualidades

personales, sus nexos amistosos, así como las relacionesfamiliares y sentimentales. El salto de la adolescencia a la juventud, lo sumergió más estrechamente en la aficiónpor el deporte y en las responsabilidades del trabajo pro-ductivo de la cría ganadera y de la agricultura.

El joven acentúa una mayor independencia personal,animada tanto por su carácter y la forma prácticamente

militar con que estaba siendo educado por su padre y agre-gando a esto una orfandad extemporánea. Esta situaciónle alejó un poco de su padre y del ámbito de Las Lavas,



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pero no de sus hermanos, hacia los que seguía desbordan-do una entrañable devoción. Sus años de arraigo juvenil,acentuaron también el noviazgo con Urania, pero sin ex-cluirse de las necesidades que el hombre en esa edad,comienza a satisfacer en la aventura y en el instinto. Consus amigos en farras nocturnales, o en fiestas domingue-ras, el son y el aguardiente calentaban la virilidad.

En estas correrías mesuradas por él, conoció a variasmujeres, reservándose algunos amoríos que muy conta-

das veces prolongaron los amaneceres manteniéndolosademás en la frontera de lo secreto. La discreción extre-ma, la parquedad hasta disentir abiertamente, eran aspec-tos de unas cualidades acrisoladas para la etapa en quelos años le situaron más frontalmente frente a la vida.

Sin quebrantar ni empañar el noviazgo con UraniaMueses, Salvador sostuvo discretas relaciones, en cuyas

márgenes multiplicó, inevitablemente, la connaturalidad.De la convivencia marital con Alina Cruz, procreó unahija, a la cual llamaron Josefina Altagracia. De una nue-va relación contraída con Luz Ureña, nació Rafael, el se-gundo hijo. Por mucho tiempo Salvador guardó en el si-lencio esta temprana paternidad, la cual confesó a Urania,años después de haber contraído matrimonio con ella.

Antes de que este enlace formal se efectuara, fue di-rector de la Escuela de Formación (Reformatorio).Esas tareas tenían como objetivo la correctiva rehabili-

tación de los muchachos internados en dicho centro. Dedi-có personal interés en las prácticas deportivas, como me-canismo disciplinario y al mismo tiempo recreativo. Laexperiencia alcanzada como deportista e instructor esco-

lar, le permitieron numerosos logros. El más denotado fuela preparación del púgil Félix Antonio Gómez, conocidocomo “Kid Dinamita”, miembro de un sugestivo grupo de



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muchachos de Santiago que prometían grandes esperan-zas. Kid Dinamita se convirtió en un reconocido estelar boxístico, al competir y triunfar en muchas peleas. Parti-cipó en el campeonato “Guante de Oro”, evento interna-cional celebrado en la capital del país. El boxeador crio-llo enfrentó al cubano Juan Villalba, venciéndolo en unapelea pactada a 10 asaltos. Orientado en principio porSalvador Estrella en la Escuela Reformatoria “Ramfis”,Kid Dinamita entró como pugilista destacado en la histo-

ria del deporte dominicano.En 1940 ocupó el cargo de inspector de Sanidad de la

Provincia. Cuando se casó con Urania en 1945 se fue avivir a Los Amacelles, la cual administró, por poco tiem-po, más adelante. El optó por arrendar en Villa González,la finca de la señora Lindita Silverio, a finales del año 1947.

4...

CON LA CORONACIÓN DE UN NOVIAZGO QUE SE había man-tenido incólume por once años, Salvador y Urania habíaniniciado vida matrimonial en la ciudad en donde se cono-cieron. Ella había llegado a Santiago, tiempo atrás, cuan-

do su padre Luis Mueses Ariza, deportista reconocido porla sociedad capitalina por ser de los fundadores del ClubLicey, fue trasladado como administrador general de laCuracao Trading Company. Don Luis Mueses estaba ca-sado con Josefita Pereyra, con la que había procreado doshijos, Urania Mercedes y Máximo. Los Mueses Pereyraprocedían directamente de Santo Domingo, en donde cul-

tivaron relaciones, afectos y parentescos con otras fami-lias. El vínculo sagrado que contrajo Salvador con Ura-nia, originó la parentela Estrella Mueses, la cual enraizó



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profundamente conel nacimiento del pri-mogénito al cual se lepuso el nombre delpadre.

En la década queSalvador y Uraniacomparten como jó-venes esposos, el pe-

rímetro de la ciudadde Santiago no se ha- bía extendido am-pliamente desde suantiguo casco. Sus lí-mites eran la vía ferroviaria de la que surgió el trazado dela Avenida Central; la Avenida Valerio, la cual desembo-

caba en el solar que dio lugar a la plaza entonces llamada“Parque Ramfis”; la calle 27 de Febrero, cuyos principa-les solares originaron la Avenida “Mirador del Yaque” yel entrecortado “Cerro del Castillo”, en donde comenzóa levantarse en 1944, el Monumento dedicado a Trujillo,convertido además en símbolo urbano. Algunas barria-das como la Joya, Los Pepines, Villa Borbón y Pueblo

Nuevo, comenzaban a alternar ese perímetro urbano, queapenas llegaba a las 70 calles, entrecruzando casi un totalde 200 manzanas. En este período Salvador y Urania com-partían una vivienda localizada en la finca de Amacelles,en donde nace el primer hijo, Luis Salvador. Por la nece-sidad de atención médica su hijo nace en la capital. Lue-go se trasladaron a Banegas, Villa González. Para enton-

ces, gran parte de los hermanos Estrella Sadhaláalcanzaban la mayoría de edad, logrando, parte de ellos,definir los intereses vocacionales. Mientras los más jóvenes

Salvador y Urania, jóvenes, en “Banegas”.



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completaban los estudios secundarios, Guarionex ascen-día como militar de carrera para el año 1949. Para esteaño, la mayor de las hermanas, Obdulia o Yuly, em-prendía la responsabilidad del magisterio escolar; Gi-sela –quien desde niña se convirtió en la mimada de Sal-vador– se sumergía en la formación religiosa dentro delnúcleo de las Hermanas Mercedarias de la Caridad. Yamonja, Gisela escogió el nombre de su recordada madre,consagrada como Sor Paulina.

El núcleo delos diez hermanosEstrella Sadhalá,mostraba diferen-tes perfiles huma-

nos, en concor-dancia con el ciclode la edad por el

que transitaba cada uno de ellos. Aspiraciones y com-promisos, tareas y vinculaciones, los enrolaban a unasociedad que como la suya, estaba sometida por un régi-men tiránico. Sustentado en la ley unipersonal de Truji-

llo, este régimen se empeñaba en promover la estabili-dad a base de unos mecanismos de adhesión colectiva.Ellos, a su vez, dependían de una estructura burocrática,

Sor Paulina, la hermanaque más quiso Salvadory una de sus motivacio-nes para completar suobra.



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militarizada y en la que se jugaba a la apariencia demo-crática. Precisamente esta última pantalla, permite latragicomedia que se escenifica desde fines de 1945. Lapromoción de unas garantías que permiten la existenciade partidos políticos de oposición, tenían como objeti-vo la demagogia de un cambio de imagen política que buscaba disociarse –internacionalmente– de las grandesdictaduras de derecha que habían caído con la SegundaGuerra Mundial (1939-1945). Pero con la apariencia de

esas supuestas libertades políticas, la dictadura buscabaatraer y develar los desafectos del régimen. El resultadoes que durante los años 1945-1946, se aglutinan secto-res estudiantiles, profesionales y obreros, los cuales ex-presan descontento, militancia y oposición. Casi al mis-mo tiempo que regresa un representativo número deexiliados, los obreros azucareros organizan dos impor-

tantes huelgas. Surgieron a la luz pública el Partido So-cialista Popular y la Juventud Democrática, integradaésta última por estudiantes secundarios, universitariosy jóvenes obreros.

La posición de lucha contra Trujillo, planteada desdedentro, puso en evidencia la verdadera intención del tira-no. Las permitidas movilizaciones de la oposición fueron

contrarrestadas por inmediatas acciones de violencia ejer-cidas contra militantes antitrujillistas, residencias, loca-les políticos y sindicales. Tales acciones aumentaron alcelebrarse las elecciones de 1947, en las que triunfó, na-turalmente, la candidatura de Trujillo, quién aprovechóla corriente de la Guerra Fría. En nombre del anticomu-nismo y de la defensa del mundo libre occidental y cris-

tiano, las fuerzas de la oposición fueron barridas. En con-secuencia, se ilegalizaron el Partido Socialista Popular yla Juventud Democrática.



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Rafael Valera Benítez, activista de la época, testificaque más de 200 estudiantes fueron expulsados de la Uni-versidad de Santo Domingo, “ y las cárceles del país y el exi-lio circundante se reaprovisionaron, una vez más. Numerosos dirigentes políticos y sindicales fueron asesinados por el terror

subsecuente, entre ellos: Freddy Valdez, Alberto Larancuent, Jai-me Nils, César Batista, Rafael Mieses Peguero y Raúl Cabrera.

En el exilio, la mano ensangrentada de Trujillo segó la vida de Mauricio Báez y Pipí Hernández ”.

Fuera del citado hecho, por lo regular el régimen ocul-taba las rebeldías de numerosos ciudadanos, las cualeseran menos poderosas que el grado de la violenta intimi-dación que se ejercía. Este silencio oficial era tambiénmantenido respecto a los disidentes que vivían en el exte-rior. Como exiliados políticos, parte de ellos se organiza- ban militarmente para invadir el país. En 1948, abortó un

intento de invasión –la de Cayo Confites–, ya que no pudollegar al territorio nacional. Sobre ella se tuvo conocimien-to público cuando se produjo, en julio de 1949, la inva-sión de Luperón, por ser este poblado marítimo dondeaterrizó el único avión atacante, y que era parte de unaflotilla que debía invadir por diferentes puntos del país,contándose además con la previsión de un soporte de par-

tidarios locales. La invasión de Luperón no pudo ser ocul-tada a la ciudadanía como otros hechos. Su carácter béli-co originó una abierta movilidad de las fuerzas oficiales,las cuales controlaron fácilmente la expedición ademásdenunciada desde el interior de la gesta por un agente dela red de espionaje de Trujillo. Un total de 15 expedicio-narios integraban la invasión de los cuales sobrevivieron

5 prisioneros. Entre éstos figuraba Tulio H. Arvelo, unantiguo compañero a quien trató de ayudar Salvador, deacuerdo al testimonio de Che Espaillat.



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La invasión de Luperón fue otro esfuerzo de resisten-cia frente al más terrible despotismo moderno del Caribe.Su balance de muerte, persecución y opresión desatadacomo secuela, se convirtió en un capítulo en contra deTrujillo. Al mismo tiempo, lo acaecido, se transformó enuna nueva tragedia sufrida en carne propia por amigos,dolientes parientes de muchas víctimas.

5...

DESDE LOS AÑOS EN LOS CUALES SALVADOR participaba enandanzas juveniles, practicaba deportes e interactuaba consus empleados, su temperamento rechazaba todo lo que nofuera expresión de las buenas maneras. La rectitud y lamoderación campeaban en su ánimo con el mismo poder

emocional que le producían las bondades ajenas, el amorfamiliar acrecentado con el matrimonio y con la paternidad.

Salvador padre con Luis Salvador (Luichy), en la finca de Banegas, VillaGonzález.



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En veladas familiares o de amistades, el temperamen-to de Salvador, discreto y lacónico, a veces extrovertía uncontagiado humor. Era un alegre resultado de momentosde fiestas, rebozados de cuentos y ocurrencias, pero en elque se tenía cuidado con las historias de doble intención,sobre todo cuando en el pasarrato, había mujeres. Salvadordesdeñaba los “cuentos colorados”, y mucho menos per-mitía que los mismos se narraran delante de Urania. Estono se lo aceptaba a nadie, y cuando ocurría en el seno de

familias amigas, en fiestas no organizadas por él, acostumbraba a retirarse sin ofender a nadie, pero manifestandocon la simple ausencia, que las conversaciones subidas detono, o de “indecencias”, no eran de su agrado.

La moralizante actitud de Salvador poseía numerososamarres formativos, los cuales empezaron a atarse en elseno de la familia. Estos nudos se apretaron mejor en tiem-

po de la escolaridad y cuando se convirtió en maestro deenseñanzas deportivas. Sin embargo, existía un elementoprimordial en sus actitudes moralizantes, y tenía que vercon la espiritualidad religiosa. Salvador era, a toda prueba, un devoto católico; un hombre que comenzaba y ter-minaba los días con una oración, cumpliendo también acabalidad con las celebraciones litúrgicas de la iglesia.

Una de las ocu-rrencias de Salva-dor, en una tardeen la casa de An-tonio Mueses, enArroyo Hondo,Santo Domingo.Al lado de Salva-

dor, África Bru-nilda, su sobrina,y Virgilio Pou.



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En 1954, cuan-do Salvador cum-plía los treinticin-co años de edad,sintió la satisfac-ción de que algu-nas de las mucha-chas que él entrenócomo volibolistas

en el Colegio Sa-grado Corazón deJesús, fueran inte-gradas a la selección nacional deportiva que viajó a Méxi-co. En la selección figuraba su hermana Nancy, quien era jugadora destacada.

Años antes del 1954 su hijo Luis Salvador (Luichy)

contrajo una enfermedad que preocupó seriamente a Ura-nia y a él. Ante esta situación, decidió hacer como pro-mesa a la Virgen de las Mercedes, un viaje a pie desdeBanegas hasta el Santo Cerro. En compañía de PersioNúñez, hoy próspero empresario de la ciudad de Santia-go, y Abraham Peralta (a) Cully, llegó hasta el santuario dela Virgen de las Mercedes, orando para que no se muriera

el hijo desahuciado por los médicos, produciéndose lo quemuchos consideraron un milagro.Los años del cincuenta ofrecían escasa novedad políti-

ca dentro del acostumbrado encierro gubernativo impues-to por Trujillo, y cuyo régimen se preparaba para conme-morar un cuarto de siglo en el poder. Para entonces, lasapariencias y las mentiras seguían cultivándose con el mis-

mo ritmo que el de la inseguridad, una incontrolada ten-sión que incluso le quitaba el sueño al más privilegiado oservil de los personeros trujillistas. La apariencia política

Persio Núñez,compadre de Sal-vador y amigosincero. Hoy exi-toso industrial a

base de trabajo ytesón.



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había alejado al dictador de la primera magistratura y a suvez colocaba en la presidencia a su hermano Héctor Bien-venido Trujillo, quien fue elegido de acuerdo al nominalsistema de votación y conforme a la probidad constitucio-nal. Este cambio se produjo en 1952, cuando Trujillo viajaa Estados Unidos, haciendo pública su posición de antico-munista de América, y cosechando con el retorno al país,una apoteosis similar a la de un triunfante general romano.

En 1954, una nueva apoteosis se promovió para cele-

brar su regreso de Europa, en donde visitó oficialmenteEspaña y El Vaticano. En este mismo año se planificabala celebración de los 25 años de la Era cuando ocurrió enSantiago, el 6 de noviembre, el atraco a la Sucursal delRoyal Bank of Canadá, perpetrado por un grupo citadinoque se vinculaba a miembros de la familia Maldonado,residentes en el populoso sector de la Plaza Valerio. Estehecho acarreó muertes violentas, entre ellas las de dosmilitares de bajo rango y dos empleados bancarios. Elnúmero de muertos aumentó, cuando diez de los once atra-cadores, “intentaron escapar”, tiempo después de habersido condenados a penas de 30 y 20 años. Globalmenteeste hecho estremeció a todo el país y sobre todo a la po- blación santiaguense. Suspensiones y cambios en la es-tructura militar fueron resultados de unos manejos de “qui-

ta y pon”, típicos del estilo trujillista. El episodio de losHermanos Maldonado, y el asesinato masivo de todos losvinculados en el “atraco”, involucró al coronel Ludovi-no Fernández, jefe militar del Distrito Norte. Él fue sus-pendido de la jefatura y sometido a la justicia, al mismotiempo que se suspendía también al mayor general Virgi-lio García Trujillo, una de las más altas figuras del Ejérci-

to, después del dictador. A García Trujillo se le acusó deno haber creado las previsiones tendientes a evitar en San-tiago “el hecho de muerte de los diez atracadores”.



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Para el 1954, Salvador estaba relacionado a diferentescírculos de la comunidad santiaguense. Pertenecía al ClubRotario Provincial, en el que fue primero vicepresidente y

luego presidente. Al Club Rotario pertenecían numerososasociados, entre los que figuraban don Antonio Guzmán

De izquierda a derecha Dr. Paniagua Mateo, dos amigos Rotarios, Salva-dor y Antonio Guzmán.

El doctor Alejandro Paniagua M., Urania de Estrella, Rosita Lama de

Paniagua, un mozo de pie, Salvador Estrella, Luis Salvador (Luichy). Cenade despedida en el Restaurante Tomasco en Santiago, cuando se iban paraNew York, el doctor Paniagua y su esposa.



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Fernández, Alejandro Paniagua Mateo, entre otros. Esteúltimo se convirtió en compadre de Salvador y Urania, alaceptar ser padrino de Carmen Elly, la hija menor delmatrimonio.

Dada la importancia social de Santiago, bien comociudad, bien como provincia, bien como cantera de per-sonalidades vinculadas al régimen, cualquier hecho pro-ducido en su ámbito alcanzaba significativa relevancia.Trujillo, proclamado “Benefactor de la Patria”, en 1955,

prestaba especial atención a sus relaciones santiaguen-ses. En los desafueros de una megalomanía tan asumidacomo inculcada, él no solía respetar a quienes eran susmás fervientes defensores, serviles y adulones políticos;sin embargo, no desestimaba ni humillaba directamente aantiguos opositores convertidos en amigos, entre los cua-les figuraba Piro Estrella, a quien visitaba cuando pasaba

por la Ciudad Corazón o pernoctaba en la misma. Se solíadecir que Trujillo sentía un gran respeto por don Piro, auto-exiliado como terrateniente de Las Lavas, amistad que apro-vechaba Don Piro para hacer favores y hasta salvar vidas;ejemplo de esto es el testimonio ofrecido tantas veces porel entonces padre Agripino Núñez Collado quien, siendopárroco de Navarrete, fue perseguido por los caliés y pro-

tegido por Don Piro en su casa de Las Lavas.Porque fue una década que marcó la decadencia de ladictadura, la del cincuenta fue elocuente en honores y títu-los dispensados al “Benefactor” Trujillo, así como a susfamiliares más cercanos. Las aduladoras y obligadas ala- banzas a la persona del gobernante, a su familia y a su sis-tema, formaban una masa coral que ahogaba el silencio de

los enemigos que siempre existieron, y que enardecía a losserviles, permanentemente en acecho para denunciar cual-quier ausencia u omisión respeto al todopoderoso Trujillo.



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Una omisión como la ocurrida durante un banquete deabogados, en agosto de 1955, fue la causa de un oleaje derepudios que nuevamente convirtió a la ciudad de Santia-go en centro de las opiniones serviles. Este episodio tuvoque ver con el festejo de los 40 años de ejercicio profesio-nal del Lic. Federico Carlos Álvarez; celebración en laque tanto él como el Lic. Eduardo Sánchez Cabral, pro-nuncian discursos en los que no se menciona el nombrede Trujillo. Esta supuesta negligencia constatada en un

acto no político, desató un escándalo de denuncias, insul-tos y repudios en contra de los protagonistas y otros parti-cipantes, algunos de los cuales buscaron retractarse. Losmedios periodísticos se llenaron de acusaciones, reitera-das con un furor promovido en mítines celebrados en San-tiago y la ciudad capital. La purga estatal canceló por de-creto los nombramientos de Álvarez y Sánchez Cabral,

como profesores universitarios.La denigración oficial y pública era un mecanismo de

acoso ciudadano, frecuentemente utilizado por el Estadotrujillista. Con el mismo se conseguía doblegar la moral yla voluntad de todo individuo y de todo grupo familiar,no importando vínculos adquiridos en el encierro de unpaís que el gobernante manejaba como suyo. Un gober-

nante carente de escrúpulos y que lograba extender el ten-táculo de la violencia más allá de las aguas territoriales,ya que su criminalidad silenciaba a muchos contrarioslocalizados en países del Caribe, de Centroamérica e in-cluso en los Estados Unidos. Fue lo que ocurrió con Je-sús De Galíndez, el intelectual español que residió en elpaís por algunos años, conociendo muy a fondo la situa-

ción que imperaba. Ubicado en Nueva York como profe-sor universitario, De Galíndez presentó una tesis docto-ral sobre la dictadura de Trujillo, estableciendo los logros



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positivos, pero sobre todo, señalando el terror en que seapoyaba la autoridad y los abusos de poder que se come-tían. Esta tesis la daba a conocer su autor en 1956, año delas grandes celebraciones del veinticinco aniversario delpoder trujillista. Manifestación culminante de los feste- jos fue la pomposa Feria de la Paz y de la Confraternidaddel “Mundo Libre”, promovida como reflejo de la auto-grandeza personal de quien la auspiciaba.

La promoción de la “grandeza” de Trujillo resultó con-

trarrestada o puesta en entredicho por las denuncias delescritor Jesús De Galíndez. Este fue raptado de su aparta-mento en Manhattan y llevado a un avión alquilado paravolar a República Dominicana. Para esta empresa se con-trató al piloto norteamericano Gerald Murphy, quien con-dujo la nave hasta Montecristi. En este punto de la costanorte, el profesor De Galíndez fue transbordado en otro

avión que voló hasta la capital del país, piloteado por Oc-tavio De la Maza.

Tavito, como le llamaban parientes y amigos, era unode los prototipos de la familia De la Maza. Apuesto, dealta y fortalecida contextura, su temperamento tenía lamisma vivacidad de su conversación directa y de sus ac-ciones carentes de temor. Con una reputación de valentía

extendida sobre todo el Cibao, los hermanos De la Mazafueron atraídos hacia el régimen de Trujillo, de la mismamanera que fue atraída gran parte de la juventud descen-diente de prestigiosos propietarios de tierras, ganado ysiembras. Al igual que Guaro Estrella Sadhalá, Tavitohabía ingresado a la milicia, formándose como aviador.En 1954, residía en Londres, en donde era agregado mili-

tar de la Embajada Dominicana, sede donde se produjouna trágica riña entre compatriotas. Tavito recibió heri-das de bala que le incapacitaron al retornar al país. Dado



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de baja de la Fuerza Aérea Nacional, se le otorgó el rangode capitán, ingresando a la Compañía Dominicana deAviación, al conseguir licencia como piloto de viajes in-ternacionales. Cuando en 1956 se le encomendó trans-portar desde Montecristi al profesor De Galíndez y a susraptores, Tavito obedeció una orden superior. Para ese añoresidía en Ciudad Trujillo con su esposa Altagracia conquien había procreado dos hijos.

La indirecta vinculación de Tavito De la Maza en el

traslado del profesor Jesús De Galíndez, desde Monte-cristi hasta la Capital, había sido un riesgo inevitable frentea un régimen cuya estrategia criminal consistía en borrartoda evidencia de sus actos de sangre, eligiendo conse-cuentemente los chivos expiatorios. Cuando en EstadosUnidos se evidenció que la desaparición del profesor te-nía mucho que ver con el régimen que su pública tesis

denunciaba, las fuerzas represivas de Trujillo se pusieronen movimiento. El piloto Gerald Murphy, quien residíaen el país, trabajando al servicio de la Compañía Domini-cana de Aviación, (CDA), fue silenciado como testigo.Esta desaparición se convirtió en noticia periodística enlos Estados Unidos, cuyo gobierno ordenó a sus diplo-máticos de Ciudad Trujillo, emprender las averiguacio-

nes correspondientes sobre el caso.En 1956, Octavio De la Maza y Gerald Murphy eranpiloto y copiloto de la Compañía Dominicana de Avia-ción. El norteamericano dejó ese cargo cuando segura-mente evidenció el riesgo de vivir en el país, del que nopudo escapar. De su desaparición fue acusado De la Maza, bajo la sospecha de haber existido fricción entre ambos.

Llevado a la cárcel, Tavito fue objeto de todas las presio-nes posibles para que declarara su culpabilidad en la muer-te de Murphy, dictamen que negó proclamando repetidas



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veces su inocencia. Aislado de toda su familia, amarradoen la celda donde fue ultimado, sólo pudieron verle a par-tir del momento en que miembros de la policía lo tiraronen la puerta de su hogar. La notificación oficial indicabaque Octavio De la Maza se había “suicidado”, dejandouna “nota” en la que explicaba que Murphy le había pro-puesto relaciones homosexuales, las cuales rechazó, pro-duciéndose un forcejeo entre ellos, con la fatal consecuen-cia de que el norteamericano cayó en el mar.

6...

LA INVENTADA HISTORIA DEL SUICIDIO DE Tavito De la Mazano la creyeron ni los más acérrimos personeros del régi-men. Mucho menos sus dolientes que constataron en el

frondoso cuerpo sin vida las laceraciones de un vulgarasesinato. En sus fuertes muñecas, estaban las marcas deunas ataduras de verdugos y, en el cuerpo, las heridas pro-ducidas por chacales al servicio de un sicario mayor. Su-puestamente Tavito se había “ahorcado con un pedazo demosquitero atado al tubo de la ducha (...). El tubo teníasólo cinco pies y medio de altura y Tavito tenía seis pies

de estatura.En enero de 1957, los predios de Moca fueron sacudi-dos por la noticia de la muerte de Tavito, un De la Maza,atado a la historia legendaria de las principales familiasdel lugar y de toda la comunidad. Su cadáver fue traídodesde la Capital por una caravana de parientes que enca- bezaron sus hermanos Antonio, Ernesto y Rafael. Entre

el dolor y el enojo transcurrió el velatorio, al que acudióel coronel Ludovino Fernández, a ofrecer “las condolen-cias”, en nombre de Trujillo. Los “caliés” o espías del



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trujillismo no perdían los detalles de aquella concentra-ción de dolor e ira incontenida; a la que se sumaron Sal-vador y Oscar Estrella Sadhalá. En la desesperación ex-trovertieron quejas y acusaciones contra Trujillo.

Por prudencia, tal vez por su amistad con el gobernan-te que hacía renacer viejos odios, el general Piro Estrella,se hizo representar por los dos hijos señalados. Uno deellos entregó a Don Vicente De la Maza un papelito es-crito por el padre, y en el cual, posiblemente, explicaba

las razones de su ausencia en aquel momento tan grave.Durante todo el velorio, Antonio De la Maza perma-

neció sentado en una mecedora, lloroso, en silencio. Sinhablar, acompañó al hermano asesinado hasta la iglesialocal, en donde se ofreció un oficio de cuerpo presente.Cuando el entierro tomó el camino del Campo Santo,Oscar y Salvador se acercan a Antonio, quien no dejó de

señalar el féretro que contenía el cadáver de Tavito. Fuecuando Salvador le dijo a Oscar, que él estaba jurandovengar la muerte de aquel hermano.

Guarionex (Guaro), como miembro del cuerpo deayudantes de Trujillo, se había dirigido hasta el despachodel oficial Hard Dottyn, Jefe de la Policía Nacional, bus-cando impedir cualquier maltrato físico de Tavito. “Se

pueden joder si lo golpean”, comentó el coronel EstrellaSadhalá, quien además hizo saber que buscaría una opor-tunidad propicia, directamente con Trujillo, para interce-der a favor del amigo familiar. En el momento en que pudohacerlo, le comunicaron que el capitán piloto De la Mazahabía muerto por la mañana. “Se murió no, ese es unmuerto que le va a pesar al gobierno”, replicó Guaro.

La muerte de Tavito no terminó con el entierro, ni conlas lágrimas, ni con la rabia, ni el asedio de las falsas con-dolencias ofrecidas por los personeros de Trujillo y por el



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propio dictador, quien había conseguido atraer hasta elrégimen a los hermanos De la Maza. La familia tuvo queaceptar la exhumación del cadáver de Tavito para unaautopsia que no redimió su muerte. Por el contrario, An-tonio De la Maza tuvo que aceptar dinero de Trujillo paraindemnizar a la familia del general Murphy por “el asesi-nato perpetrado por Tavito”. Se cuenta también que An-tonio De la Maza, obsesionado por vengar a su hermano,fue al Palacio Nacional, a donde podía entrar sin proble-

mas. Con dos armas sobadas buscó al dictador quien lesalió al encuentro, abrazándolo, llorando sobre sus hombros, desarmándolo, negando que su gobierno tenía quever con la muerte de Tavito, y ofreciéndole dinero. Unaanécdota de entonces cuenta que de vuelta al Cibao, An-tonio se emborrachó en casa de una celestina llamada Ere-minda. En su embriaguez, repetía constantemente que “el

dinero que tenía se lo había dado Trujillo, sucio de san-gre”. Este comentario provocó la estampida de los res-tantes parroquianos de la casa de citas. Con conocimien-to o no de este hecho, el gobernante siguió ofreciéndolecontratos y halagos a Antonio De la Maza, quien se refu-gió en una propiedad localizada en la zona fronteriza deRestauración.

A los pocos meses del asesinato de Tavito, otro muer-to afectó a los De la Maza, en especial a su viuda Altagra-cia, quien tuvo que encarar el trágico accidente de su pa-dre Antonio Rúa. Él se había sentido amenazado poragentes del Servicio Secreto y había pedido protecciónen las embajadas estadounidense y española. Diplomáti-cos de esta última le recomendaron abandonar el país en

su condición de ciudadano español. Se le dieron garan-tías para viajar y, se preparaba para marcharse, cuandofue encontrado muerto dentro de su automóvil.



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7...

CON CIERTA REGULARIDAD ANTONIO Y SALVADOR se encon-traron compartiendo la pesadumbre de sentirse acorrala-dos por un gobernante que por estrategia, miedo o admi-ración a la hombría familiar, no dejaba de ofrecerlestrabajos o posiciones bien remuneradas. Sobre todo a An-tonio, de temperamento arrojado, directo y cuya frecuen-

te embriaguez le hacía recordar el cobarde asesinato deOctavio. Desde la muerte del hermano, Antonio De laMaza se había vuelto agrio e irónico, provocando algu-nas fricciones verbales como la que tuvo con SalvadorEstrella, cuando ambos se encontraron en la galería de lacasa de Guarionex, entonces con el rango de general de brigada. En la casa de Guaro, ubicada en la Avenida In-

dependencia 113 de la capital, estaba presente ademásRafael (Fafa) Estrella Sadhalá, quien narra el encuentro.

Antonio de la Maza.



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Antonio conocía el distanciamiento existente entreSalvador y su padre, provocado por el temperamento deambos, situación que aprovechó para enrostrarle el co-mentario siguiente: “Que dice el hijo pródigo, Piro está espe-rando que vayas por allá a hablar con él ”. Enérgico, casi vio-lento, Salvador le respondió: “Yo no soy hijo pródigo, perotampoco vendo mi hermano por dinero”. Guarionex tuvo queevitar que los dos se fueran a los puños o intentaran sacarlos revólveres que portaban. Tuvo que reclamar respeto

como hermano mayor que era de los dos y echar un fuerte¡Carajo!, por el irrespeto de violentarse en su casa. Laintervención de Guaro, su observación de que dos her-manos no deben ofenderse ni pelearse, no evitó un largoenfriamiento en la relación de dos hombres que habíancompartido la infancia bajo un mismo techo y tutela.

Este distanciamiento entre Antonio y Salvador suce-

dió en el año 1958 para juntarse de nuevo en el año 1960.





II PARTE

“No te metas en la comisión de ningún crimen porque un hombre cabal no debe jamás

llevarle un pan ensangrentado a sus hijos,es preferible verlos llorar de hambre”.

JOSÉ MARTÍ





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1...

A CIUDAD TRUJILLO SE MUDA SALVADOR , con su familia, alser contratado por el Estado para unos proyectos de ObrasPúblicas, tramitados estos contratos por medio de su so-cio el ex-mayor Reyes Mercedes y su amigo Jaime Gue-rrero Ávila. Para entonces, 1958, su matrimonio con Ura-nia alcanzaba los quince años, en los cuales reinaba elrecíproco amor que había fructificado con los hijos. LuisSalvador, el primogénito, llegaba a la edad de 12 años yCarmen Elly alcanzaba los 2 años.

Una casa de las herma-

nas de Joaquín Balaguer,situada en la calle PlinioPina Chevalier, actualmen-te Pedro Henríquez Ureña,fue la primera vivienda ca-pitalina en la que residieronpor algunos meses. Pedro

Rafael (Fafa), uno de loshermanos menores de Sal-vador, vino a vivir con lafamilia. Fafa había cursadoestudios de ingeniería en la

Familia Estrella Mueses. Salvador,Urania, Luis Salvador y CarmenElly.



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Universidad de Santo Domingo, por lo que era frecuente lavisita de compañeros suyos, tan jóvenes como él. HamletHermann se encontraba entre los visitantes, cuyo númerofue aumentado con amigos, parientes y relacionados. FafaEstrella y Hamlet Hermann trabajaban en la construccióndel Aeropuerto de Punta Caucedo y en la Autopista de BocaChica. Fafa era supervisor de Obras Públicas. Cuando Sal-vador y Urania decidieron mudarse a la calle Benito Mon-ción 8, en una casa de Zaida Lovatón que hacía esquinacon la calle Arístides Fiallo Cabral, se hizo constante lallegada de Antonio Imbert, teniente Amado García Gue-rrero, Rafael Batlle Viñas (Fellito), Dr. Luis Puello, Ing.Rafael Octavio Castillo Báez (Muñeco), Antonio JorgeMoreno, Alejandro Zeller Cocco, Enrique (Cuqui) Alfau,

Salvador Estrella, Antonio Jorge M., Rafael Helú, quien más tarde haría elprimer traslado de Antonio Imbert desde la residencia del Dr. Durán Ba-

rrera, Tatica de Jorge y Eunice Lara de Helú, en la casa de Antonio Jorge.



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Antonio de Jesús Mueses Franco y Máximo Mueses, ésteúltimo hermano de Urania. En ocasiones coincidían casitodos ellos y otros más en la visita y en las conversacio-nes que se entablaban de manera informal. Muchas ve-ces, el tema era el desorden que todos apreciaban dentrode la administración pública, producto de las directricescaprichosas y demagógicas del sistema. Cuando el trago

calentaba el tono en estos encuentros de amigos y parien-tes, los simples comentarios sobre el régimen se acentua- ban con la crítica a los abusos e injusticias que se come-tían frecuentemente.

Salvador Estrella Sadhalá y su familia ocuparon enalquiler esta casa de la Benito Monción, en 1959, año quehabía comenzado con el triunfo importante de la Revolu-ción Cubana. Este acontecimiento sociopolítico sacu-dió a las naciones del Continente, y a sus diferentes sec-tores, en un momento en el que la aspiración democrática

Cumpleaños de Carmen Elly en la calle Benito Monción No. 8 en SantoDomingo, se pueden distinguir Salvador y César.



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tomaba el curso de una vorágine. En el país dominicano,el triunfo de Fidel Castro y de sus guerrilleros originó unainevitable correlación. Esta tuvo que ver con la participa-ción de dominicanos en el ejército revolucionario deCuba, y con la de Fulgencio Batista, quien encontró refu-gio en Ciudad Trujillo, madriguera de numerosos dicta-dores derrocados. Sin embargo, la principal correlaciónconsistió en un proceso liberador que emprenden secto-res de dominicanos en contra de Trujillo. Para la gesta-

ción de esta lucha, se aúnan voluntades externas con de-cisiones internas. Es decir, gobernantes del Caribe yexiliados antitrujillistas con hombres y mujeres localiza-dos en la nación.

Con la ayuda de los gobiernos de Cuba y Venezuela,se formó el Ejército de Liberación Dominicana, cuyosintegrantes eran de diferentes nacionalidades, aunque en

su mayoría eran dominicanos. Al atardecer del 14 de ju-nio de 1959, un avión trajo a Constanza a un grupo de 54expedicionarios, los cuales se dividieron en dos bandosque se internaron en los bosques cercanos. El 19 de ju-nio, otro contingente, formado por 144 expedicionarios,desembarcó de dos lanchas, por la Bahía de Maimón yEstero Hondo. Avisado de esta invasión expedicionaria,

el dictador Trujillo había emprendido un programa de for-talecimiento para repeler a los invasores, objetivo que lo-graron debido al superior poderío, como el hecho de quelos guerrilleros no encontraron apoyo del campesinado,ni hubo efectiva coordinación con otros sectores.

Pocos fueron los sobrevivientes de esta tentativa deliberación antitrujillista. Sus protagonistas se inmolaron

y parecida suerte enfrentaron las familias campesinas quefueron víctimas de los ametrallamientos y bombardeos



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de la Fuerza Aérea de Trujillo. Pese al fracaso militar dequienes protagonizaron la gesta de junio, la inmolaciónprodujo un extraordinario estímulo en la juventud domi-nicana, ya que a los pocos meses surgieron brotes de cons-piraciones. Uno de ellos surgió con rapidez en la fila dela Fuerza Aérea, y cuyos protagonistas fueron descubier-tos y eliminados. El otro brote surgió como una organiza-ción de células clandestinas, inspiradas en los expedicio-narios de junio e integrada por miembros de diferentes

sectores sociales y regionales. Rafael Valera Benítez,quien formó parte de este movimiento, escribió el siguien-te testimonio sobre su gestación y generalización territo-rial: “... como una dura paradoja de la vida, de las filas sacer-dotales, de donde debían emanar las defensas espirituales de la

sociedad dominicana, y de su Gobierno que amparaba la ora-ción y hasta los menesteres más elementales de la iglesia, nació

la prédica orientada a quebrantar el orden institucional. El episodio se remonta a la estadía en el país del sacerdote cubano Fabré de la Guardia, iniciador de la labor de adoctrinamiento subversivo en el suministro de mapas e instrucciones a los estu-diantes para la fabricación de bombas, así como una labor de agitación revolucionaria entre sus propios compañeros de hábi-to” ( ,). al ausentarse con destino a su país, deja como sucesor a

otro sacerdote con el cual compartía sus inquietudes de agita-ción política: el padre Daniel Cruz Inoa. Es así como surge, enel alba misma de la subversión, el padre Cruz, adscrito a la

Diócesis de Santiago, fundador de una organización, AcciónClero-Cultural (A.C.C.), quien pronto propagó desde la zonacentral de la región del Cibao hasta la Capital y La Romana,en el Este del país .”

“Se constituye dicha organización en el mes de agosto de 1959, en el poblado de Tenares, una región a la cual asisten



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estudiantes, y en la que se delineó un plan de acción destinado acrear cuadros que debían aglutinar los núcleos de población enlos diversos centros urbanos e introducir en el campesinado unamentalidad propicia a cualquier eventualidad invasionista pro-cedente del exterior.”

“ A la reunión celebrada en la casa curial del padre Erciliode Jesús Moya, de la referida población, asistieron los semina-ristas William Lantigua, Vinicio Disla y Blanco Cruz, así comolos estudiantes universitarios Francisco Aníbal González, Eze-

quiel Antonio González y Rafael Taveras (a) Fafa.”“ Pero ¿en qué se basaba el plan de acción estructurado por

el padre Cruz? Es decir, ¿sobre qué posibilidades o realidades dadas se podrían desenvolver sus fines y propósitos? De una

parte se partía de la premisa de que en las poblaciones más importantes del país existían grupos aislados de descontentos,especialmente en el elemento joven, como consecuencia de los

acontecimientos de junio de 1959 y de la atmósfera revoluciona-ria entronizada en el área del Caribe (...).”

Por otra parte, “ se tenían en cuenta las consecuencias re- sultantes de los intentos invasionistas de junio dentro del esce-nario donde los mismos se estrellaron: el campo dominicano. El hecho más notable que quedó como balance de los fallidos inten-tos fue la solidaridad absoluta del campesinado con las Fuerzas

Armadas dominicanas en el aniquilamiento y captura de los intrusos y la decisión con que combatieron y asediaron, solos, aquienes se pretendían sus “libertadores”. Era pues, necesario,modificar esa situación aprovechando el ámbito de la prédicareligiosa y la autoridad moral que emana normalmente de los

predicadores hacia la feligresía.”“ De esa manera se decidió sembrar en el ánimo de los cam-

pesinos que la delación era un pecado mortal porque “se ma-taba tanto con la lengua como con el puñal y se hería con el



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pensamiento, porque todos los hombres al fin somos hermanos”.(...) Los estudiantes universitarios fueron encargados de hacer contacto en las poblaciones con elementos que se suponían erancapaces de tener organizados grupos o de organizarlos con facili-dad, mientras los seminaristas y el propio padre Cruz, llevaba acabo el “ablandamiento espiritual” de los campesinos.”

“ Las entrevistas sostenidas por Rafael Taveras (a) Fafa y Mariano García Cepeda (a) Marién con el doctor Tavárez Jus-to, abrieron un nuevo horizonte de desarrollo a la propagación

del Movimiento (...).”Al mismo tiempo, “en la ciudad de Santiago de los Ca-

balleros laboraba en igual sentido Carlos Aurelio Grisanty García (a) Cayeyo, junto a Francisco Manuel González Franco(a) Manolo. Tavárez Justo y Grisanty García no tardaron encomenzar sus actividades, uniendo así dos zonas en el movi-miento (...). El padre Cruz es ahora ‘director espiritual de la

Organización’ (...).”“ Hacia el 10 de diciembre de 1959, se celebra una reunión

en la finca de Carlos Bogaert Domínguez (a) Charlie, radicadaen Valverde (Mao), en la que se encontraban presentes, además del ya mencionado, los señores, doctor Manuel Tavárez Justo,como delegado de toda la región del Cibao; Rafael Faxas Canto

por la ciudad Capital; doctor Julio Escoto Santana como dele-

gado del Este; doctor Luis Rafael Gómez Pérez, como delegadodel Sur, Carlos Grisanty García, delegado de Santiago; Luis Antonio Álvarez, delegado de Barahona; Germán Silverio Mes- són, como delegado de Puerto Plata; Ramón Antonio Rodrí- guez, como delegado de La Vega; y el ingeniero Leandro Guz-mán. En la reunión se trató especialmente acerca de la creaciónde un organismo directo supremo o Comité Central que debía,

de manera provisional, indicar pautas generales a seguir y de ladenominación que debía adoptar el Movimiento.”



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“ Fue en esta ocasión que se escogió la denominación de “Movimiento 14 de Junio”, alusiva a la fecha en que se produjoel desembarco aéreo en Constanza, del cuerpo expedicionario

procedente de Cuba.”“ El Comité Central quedó mientras tanto integrado por el

doctor Manuel Tavárez Justo, en calidad de Presidente; Rafael Faxas Canto, como secretario; ingeniero Leandro Guzmán, te- sorero; y los demás asistentes fueron nombrados vocales. Se acor-dó que cada delegado representante de provincia se encargaría

de organizar Comités Provinciales que funcionarían estrecha-mente unidos a cada uno de los delegados regionales (...)”.

Cuando la estructuración del Movimiento fue fijandoorganismos, cuadros, células y contactos en zonas del paísconsideradas indispensables desde el punto de vista es-tratégico, se abordó la incorporación de elementos deponderable condición patrimonial que constituyeran la

principal fuente de los ingresos con los cuales debían fi-nanciarse las tareas de orden práctico que la actividadrutinaria creara; además de la idea del sostenimiento eco-nómico, obraba como factor importante para la elecciónde las personas a conquistar, la circunstancia de su posi-ción social y el “prestigio” de que pudiera estar rodeado,de modo que su actitud influyera y se proyectara en el

ánimo de los terceros en un momento dado”.

2...

UN INCONTENIBLE AMBIENTE DE CONSPIRACIÓN se generali-zó en el país, a pesar de que el régimen dictatorial había

fortalecido las acciones represivas, como resultado de lasexpediciones revolucionarias y del brote detectado en la



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Base de San Isidro. La represión trujillista era llevada aniveles inimaginables por los organismos militares y deinteligencia militar. Estos organismos se exhibían comolo que eran: auténticas bandas de terror y vandalismo. Laestructuración de un organismo “puramente criminal yrepresivo”; llamado Servicio de Inteligencia Militar (SIM),constituido por tropas de matones y torturadores “caliés”,fue el encargado de acechar, apresar, intimidar y eliminartodo ciudadano bajo sospecha.

Una contienda de “soplones”, la cual formaba un se-gundo estamento de los Servicios Especiales, se encarga- ba de informar a los matones del SIM sobre todo “movi-miento raro” observado en un vecino, una empleada, unmilitar, un obrero o un joven estudiante. Denunciado,cualquier sospechoso era vigilado permanentemente porlos agentes, quienes patrullaban regiones, ciudades y ve-

cindarios en autos Volkswagen, dotados de un transmi-sor de señales. Llamados “cepillos”, por el carácter si-niestro que creaba, en uno de ellos montaron a ManuelGonzález Franco (a) Manolo, una mañana cuando regre-saba a su casa de la calle Jácuba, después de cumplir consus funciones cotidianas de director del Matadero Muni-cipal de Santiago de los Caballeros. Algunas matronas

del vecindario presenciaron el apresamiento de ManoloGonzález, quien no pudo despedirse de su mujer CosetteSued y de sus dos pequeños hijos. Entre los vecinos quefueron testigos de este hecho se encontraba la anciana BobaMuñoz, quien le mostró su rosario como una señal deconsolación y solidaridad cristiana. Manolo era hermanode Danilo González Franco, el esposo de Nancy Estrella

Sadhalá, la hermana volibolista de Salvador. Este habíafortalecido su amistad con el apresado, involucrándose



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emocionalmente en la causa conspiradora que entoncestomaba cuerpo de militancia.

El apresamiento de Manolo González, por parte delSIM, fue una noticia que inquietó a Salvador, cuando lefue comunicada por Juan Miguel Román, quien sugirióque ambos debían esconderse ya que corrían peligro.Román se marchó a Santiago en donde buscó escondite,para luego buscar asilo en la Embajada de Brasil a sangrey fuego, pues estaba custodiada por unos caliés en la puer-

ta. Por su parte, Salvador permaneció en su casa de laCapital, visitada por gente vinculada al gobierno, todoslos cuales sabían que era hermano del general GuarionexEstrella Sadhalá, Comandante en Jefe del Cuerpo de Ayu-dantes de Trujillo. Diferentes de los amigos íntimos quele visitaban en su hogar de la Benito Monción, eran losindividuos vinculados a los servicios especiales y, a tra-

vés de los cuales, se enteraba de los apresamientos y de lasuerte de quienes eran llevados directamente a “La Cua-renta”, un antro de tortura y muerte del SIM.

Por jactancia de un esbirro perteneciente a “La Cua-renta”, Salvador supo de la muerte de su amigo ManoloGonzález, a quien los golpes ni las torturas le arrancaronuna palabra. El había sido asesinado después de una vio-

lenta pelea en la que pudo tomar una tapa de inodoro, conla que le rompió la cabeza a uno de sus torturadores. Sal-vador reconfirmó esta muerte, cuando supo de una cartaque había recibido Cosette Sued, en la que le comunica- ban que el esposo había viajado a Colombia.

La referida carta fue más que una evidencia, una terrible verdad que producía un resquemor para todos ellos;

para los González Franco, para Cosette Sued, para Nan-cy, su hermana y concuñada de ésta última. A la luz de la



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verdad, Salvador y Nancy sostuvieron una corta conver-sación telefónica. Ella le comunica que había llegado Za-pata, a lo cual le contestó él: “Si lo ven, sálganle huyendoque es un muerto, Manolo ha fallecido, ha sido asesinado y lanzado a la incineradora” .

Casi muy seguidamente, Salvador, había sentido encarne propia la muerte de dos grandes amigos. Uno deellos, Rubén Rey, quien se había inmolado como expedi-cionario de la invasión del 14 de Junio. Su otro amigo,

más cercano aún, era Manolo González, quien lo habíainvolucrado en el movimiento clandestino impulsado porreligiosos de la Iglesia Católica, al igual que a otros ami-gos comunes. Al tanto de los pasos de organización quese daban y de estrategias utilizadas como el de poner acircular cartas panfletarias, Salvador le había hecho saber a Manolo que Trujillo no se tumbaba con papelitos ni

diciendo que había que matarlo. “Sencillamente –reitera-ba–, a Trujillo se tumba eliminándolo físicamente y enfrentan-do su maquinaria”.

La discreta pero firme circulación de libelos antitruji-llistas, críticos y denunciadores, se había convertido parafinales de 1959, en un recurso de conspiración y de con-cientización. En el medio santiaguense, había surgido un

grupo denominado “Los Panfleteros de Santiago”, cons-tituido por unos 27 muchachos, cuya edad promedio erade 13 a 21 años más o menos. Algunos de estos mucha-chos tenían diez y once años, pero todos ellos habíandistribuido un volante impreso en el que se insultaba aldictador y se exhortaba al pueblo a la insurrección. Detec-tados por los tentáculos del SIM, “Los Planfleteros” fue-

ron llevados a La Cuarenta y asesinados entre el 29 y 30 deenero de 1960. Para esta fecha, había sido descubierto el



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“Movimiento 14 de Junio” y casi todos los miembros máscomprometidos, hombres y mujeres, habían sido apresa-dos y sometidos a las más bestiales torturas.

En Complot Develado, (Editora Taller, Santo Domingo,1984), su autor Valera Benítez, a quien hemos citado entestimonios anteriores, ofrece la siguiente explicación: “ Enenero de 1960 fue descubierto nuestro movimiento clandestino

y las detenciones que se produjeron levantaron una repercusióntremenda en todo el país y en el plano internacional. Se sacudió

de manera ostensible al régimen trujillista, que se vio obligadoa admitir la existencia de una vasta conjura y de un movimien-to oposicionista sin precedentes. La represión brutal, las tortu-ras y los asesinatos conmovieron a todo el país y el asunto des-bordó la clásica cortina de orden y silencio que Trujillo se habíadado maña en presentar como sello distintivo de la vigencia de

su régimen en la vida dominicana”.

En el movimiento se integraban profesionales, empre-sarios, algunos sacerdotes, estudiantes, obreros y campe-sinos. Era la primera vez que todas las capas sociales do-minicanas concurrían a la formación de neto corteantitrujillista. La Iglesia, que hasta ese momento habíaasumido una actitud francamente de complicidad con latiranía por obra de algunos miembros del alto y bajo cle-

ro, se vio de repente sacudida por una división. En nues-tros cuadros había muchos seminaristas y estudiantes deinstitutos manejados por religiosos católicos. Varios sa-cerdotes rurales y de pequeñas localidades habían inter-venido en la formación de un sector apreciable del movi-miento y casi todo el clero extranjero residente en el paísse había polarizado hacia una actitud antitrujillista. El

principal dirigente de los seminaristas y estudiantes eraun valiente sacerdote rural: el padre Daniel Cruz Inoa,



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que fue detenido y encarcelado en los subterráneos delPalacio Nacional. Luego se lo entregarían desnudo aMonseñor Hugo Eduardo Polanco Brito, para concretarun ultraje y una irreverencia. El sector reaccionario y con-servador del clero dominicano pidió su excarcelación aTrujillo y el padre Cruz Inoa salió para Roma, sacado delpaís por sus propios compañeros de sacerdocio. Pero, an-tes de que ello se produjera, Monseñor Zanini, el NuncioApostólico, forzó prácticamente la redacción y lectura de

una pastoral en la que el Obispado condenaba la actituddel régimen trujillista y reclamaba respeto por la vida ylos derechos individuales de los ciudadanos.

La carta pastoral de la iglesia Católica, leída en todaslas parroquias del país, apareció dos semanas después dehaber sido descubierto el “Movimiento 14 de Junio”. Fuehecha pública el 25 de enero de 1960. En su misión de

reclamar que el ser humano “ostenta un cúmulo de derechos anteriores y superiores a los de cualquier estado”, la dirigen-cia eclesiástica llegó más lejos, ya que protegió a involu-crados en el movimiento opositor e hizo pública otra pas-toral (Marzo 2), en la que demandaba la libertad de lospresos políticos. Esta demanda coincidió con una peti-ción del presidente Rómulo Betancourt, de Venezuela,

para que una comisión de la OEA indagara las violacio-nes de los derechos humanos por el régimen de Trujillo,la cual encontró una acogida favorable. Más la reaccióndel trujillismo no se hizo esperar. Contra la Iglesia Cató-lica se inició un plan de acoso sistemático que conllevóviolaciones de templos, insultos radiales y periodísticos,apresamientos de religiosos y virulentos ataques por la

prensa y la radio. Contra el presidente venezolano se or-ganizó un atentado para asesinarle.



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3...

SALVADOR Y SU FAMILIA TODAVÍA HABITABAN, para princi-pios de 1960, la vivienda alquilada de la calle Benito Mon-ción. Al poco tiempo se mudaron a otra casa ubicada en lacalle Cabrera 21, llamada posteriormente Mahatma Gan-dhi. Con ellos vivía César, el penúltimo de los hermanosEstrella Sadhalá, quien era abogado y trabajaba como ayu-

dante del Fiscal del Distrito. Fervientes católicos comoeran, con una hermana monja y otras vinculadas a colegiosreligiosos, como ocurría sobre todo con Obdulia (a) Yuly,la familia estaba a la expectativa frente al conflicto entreTrujillo y la Iglesia. Esta expectativa, los presos políticos,la opresión y el deterioro de la situación nacional, fuerontemas cotidianos entre Salvador, Urania y César. Entre

ellos y sus asiduos e íntimos visitantes, gran parte de loscuales tenían suficientes motivos para una conspiración quedefinitivamente cambiara el rumbo del país.

Hacía dos años que Salvador y Antonio De la Mazano se reunían debido a aquella fricción en casa de Gua-rionex. Sorpresivamente Antonio se presentó en la casade la Mahatma Gandhi, después de haber viajado direc-tamente desde Santiago para hablar con Salvador, a quienestaba pelando el sargento Camejo, quien era el barberopersonal de Trujillo – “Qué buscas tú aquí? ”– fue la pre-gunta que le hizo Salvador al verlo llegar. “Vine a hablar contigo”, le contestó Antonio, quien recibió la sugerenciade entrar a la casa, a saludar a Urania. Ella lo recibió conalegría, invitándole a un café. Al apreciar que él se mos-traba ansioso y preocupado, intentó averiguar la causa,

contestándole Antonio que él no hablaba de problemascon mujeres. Urania le respondió que no importaba, ya



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que de todas maneras se iba a enterar porque Salvador noguardaba secretos para ella.

Cuando Salvador terminó de pelarse, se reunió conAntonio, quien le dijo que debían ir con César y Guma-rra, éste último el chofer de Antonio, a “ prenderle fuego aSantiago, ya que se habían llevado presa a Yuly, debido a que estaba repartiendo papelitos en contra de Trujillo”.

Salvador juzgó como grave la información recibida.Luego la consideró incierta, ya que conocía la ecuanimi-

dad y sensatez de Yuly. No obstante, se comunicó telefó-nicamente con la casa familiar de Santiago, donde vivíansus hermanas. “ ¿Cómo están en Santiago? ” –le preguntó aElly, quien le respondió: “ Aquí todo está bien, la que tuvo un

pequeño mareo fue Fifa, pero ya está en su casa. Cacha Corderotambién tuvo otro mareíto, pero ya está bien”.

En la ciudad de Santiago habían vuelto a circular los

libelos que denunciaban los apresamientos, los asesina-tos y seguían criticando a Trujillo en una coyuntura demalestar social y solidaridad religiosa. Un sentimientode identificación hacia una Iglesia Católica que se habíavuelto crítica y casi contraria al régimen, producía las re-acciones de lugar. Por un lado los servicios de inteligen-cia dirigidos por Johnny Abbes García, emprendían un

asedio directo y por otro lado la misma orquestación de-nigraba al clero, a la catolicidad vía la potente Radio Ca-ribe, en donde Santiago Lamela Geler vertía con su vozde locutor, los ensañados editoriales que muy activamen-te escribían varios periodistas y jóvenes que luego seríandirigentes políticos y director de prensa de Radio Caribe.A favor de una iglesia vituperada y ofendida por el trujillis-mo y por sus agentes, se declaraban los panfletistas santia-

guenses, entre los que se encontraban madres de familia,profesoras y estudiantes colocadas bajo sospecha por los



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soplones del SIM. De-nunciadas, Josefina Es-trella Sadhalá (a) Fifa yla Profesora CaridadCordero (a) Cacha, pro-

pietaria de la LibreríaAtlántida, fueron invita-das a un interrogatorio

pertinente, que se relacionaba a los “papelitos”, como lla-maba Salvador a esos panfletos de circulación clandestina.

La implicación bajo sospecha de Fifa Estrella, fue mo-tivo para que Antonio le preguntara a Salvador si no pensa-

ba hacer algo para acabar con el “bandido”, respondiéndo-le éste que a él no le habían matado un familiar, en cambio“tú llevas un hermano menos ”. Esta alusión afligió a Anto-nio, quien con tristeza comentó que había que olvidarse delos muertos, confesando que él estaba conspirando fuerte-mente con sus hermanos para eliminar al “bandido”, peroque le faltaba gente para que elplan fuera efectivo. Fue cuandoSalvador le confió que estaba enlo mismo, y que contaba entreotros, con su hermano César, conMáximo Mueses, con el Ing. Ra-fael O. Castillo (a) Muñeco, con

Caridad Cordero y SalvadorEstrella S.

Salvador de pie, sentado el ingeniero Ra-fael O. Castillo (Muñeco), a su lado Vir-gilio Pou.



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el teniente Amado García Guerrero, Antonio Imbert y elDr. Rafael Batlle Viñas. ¿Cuentas con militares?”, pre-guntó Antonio. “He conversado con varios”, respondeSalvador, añadiendo además que él contaba con los ami-gos, los cuales, seguramente lo iban a respaldar en el mo-mento crucial, refiriéndose a Adriano Valdez Hilario, An-tonio Jorge Moreno y Antonio Mueses Franco. A todosestos militares los unían a Salvador lazos ancestralescomo a los Jorge Moreno y Adriano Valdez y lazos fami-

liares como ocurría con Antonio Mueses Franco. A pesarde referirse a estos militares, ellos desconocían las inten-ciones conspiradoras de Salvador, quien no había soltadosuficientes palabras sobre el asunto.

El inquietante motivo de la visita de Antonio De laMaza, su encuentro con Salvador Estrella Sadhalá y laconversación que por largo rato sostuvieron, resultó salu-

dable. Aquel día, ambos sepultaron las asperezas acre-centadas desde cuando eran muchachos. Igualmente rom-pieron el distanciamiento producido hacía pocos años.

Tiempo después de aquel encuentro, la situación delpaís empeoró como resultado del atentado al presidenteRómulo Betancourt, urdido por Trujillo en combinacióncon varios conspiradores venezolanos. Trujillo se sentía

amenazado por Betancourt, quien era un ferviente parti-dario de la democracia de América, por consiguiente, unenemigo de los gobiernos opresores de las libertades ina-lienables del hombre. Desde que asumió el poder, Betan-court había hecho causa contra Trujillo, ofreciendo apo-yo a los enemigos de éste localizados en el exilio. En lamañana del 24 de junio, una bomba arrojó violentamente

el automóvil que transportaba al presidente de Venezue-la, y se incendiaba, produciendo quemaduras de tercer



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grado en las manos del estadista. El estremecimiento poraquel insólito atentado fue mayor en todo el continenteamericano, convirtiéndose el dedo acusatorio, levantadohacia su nefasto auspiciador, en una reacción severa parala República Dominicana. Los cancilleres del hemisfe-rio, en reunión celebrada en Costa Rica el 20 de agosto de1960, resolvieron condenar la participación del Gobier-no dominicano en los actos de agresión e intervencióncontra Venezuela, y en consecuencia aplicaron dos medi-

das. Una, la ruptura de relaciones diplomáticas con elpaís; y dos, la suspensión de las relaciones económicasque incluyó la paralización del abastecimiento de armas,de pertrechos, de petróleo y de productos derivados delmismo, así como de camiones y repuestos. La intenciónde todas esas medidas era lograr que Trujillo dejara de seruna amenaza. Tales sanciones produjeron en el viejo dic-

tador un dislocamiento emocional, cuando se percató deque las mismas significaban también la pérdida del apo-yo diplomático que los Estados Unidos le había asegura-do desde su ascenso político.

La depresión económica afectó a la sociedad domini-cana como resultado del aislamiento diplomático y del bloqueo comercial, aspectos que se sumaron a las gran-

des inversiones sin compensación, empleadas desde elaño de la Feria de la Paz en 1955. Esta nueva situación sesumaba al resentimiento social que había sacado a floteel movimiento clandestino “14 de Junio”, así como a laconfrontación entre la Iglesia y el gobierno. En el métodoradial de insultar y sitiar al clero, Trujillo incluyó a unnuevo sujeto: los Estados Unidos, frente a los cuales asu-

me una campaña antiimperialista, al mismo tiempo quecoquetea con los países de la órbita soviética y con FidelCastro.



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4...

A LOS TRES MESES DE LA CRÍTICA SITUACIÓN que vivía elpaís, un nuevo hecho fue sumado como criminalidad trujillista y tragedia de profundo alcance en la concienciacolectiva. El 25 de noviembre de 1960 fueron asesinadaslas hermanas Patria, Minerva y María Teresa Mirabal, aligual que su chofer Rufino de la Cruz. Ellos regresaban

de Puerto Plata, a donde habían ido a visitar a ManoloTavárez y Leandro Guzmán, quienes estaban encarcela-dos por su participación en el movimiento clandestino “14de Junio”. Las Mirabal y su chofer Rufino de la Cruz sedirigían a Salcedo cuando fueron interceptados por miembros del SIM, quienes después de ejecutarlas cobardemen-te luego colocaron sus cadáveres en el vehículo y lo arroja-

ron por un precipicio. En un ejemplar del Periódico 1J4,(14 de Junio), se narran las siguientes escenas que siguie-ron al hecho:

“En la madrugada del 26, doña Chea Reyes viudaMirabal marcha a buscar a su hija Dedé, desde Conuco,hasta Ojo de Agua, porque las muchachas –como cariño-samente las llamaba todo el mundo– no habían regresadode su visita a Puerto Plata para ver a sus esposos prisione-ros en la cárcel de esa ciudad. Al llegar Dedé, ella y otrosfamiliares se dirigen a Salcedo, en cuyo cuartel de la poli-cía les mostraron un telegrama que decía: MARÍA TE-RESA, PATRIA Y UNA SEÑORA DESCONOCIDA SEVOLCARON ANOCHE. Entonces Dedé se dirige encompañía de su suegra a Santiago, yendo directamente alhospital que estaba rodeado de gente que, llorando copio-

samente, oraban.”“ En todos los rostros había un gesto de desesperación.”



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“ En el interior sobre una camilla que casi rozaba el suelo,estaban María Teresa y Patria, exánimes; las ropas raídas y el cuerpo masacrado; un poco separados de allí, Minerva y Rufi-no de la Cruz Disla compartían destrozados el último lugar de

su agonía. Al entrar la hermana sobreviviente, el dolor se hizomujer y rodó sobre sus pasos hecho estatua.”

“ No hubo en ella espanto. Ni asombro. Era imposible que le cupiera más en el corazón. Hubo serenidad sin lágrimas. Vioa sus hermanas y dijo abriendo su corazón a todos los que ob-

servaban aquel espectáculo: Mírenlas, me las han asesinado...!’ muchas personas cayeron desmayadas, ella en cambio se dabaa la tarea de ayudar a entrar los cadáveres en sus ataúdes.”

Ya Salcedo sabía la infausta noticia y cuando la am- bulancia estremeció la ciudad con sus sirenas, sólo Salce-do sabe cuál fue el sentimiento que anegó su corazón. Alllegar a la casa materna en la puerta esperaban la madre y

parte de los huérfanos. “Dime Dedé” –exclamaba doñaChea–, “¿Qué ha pasado?” Y Dedé responde: “Mamá,las tres, tus tres hijas las han asesinado”. No hubo palabras. La madre, silente, es llevada del brazo por otro do-liente que tuvo que decirles los nombres, porque ella nopudo identificarlas.

“ El velorio, con una concurrencia de todo el Cibao, se llevó a

cabo hasta las 5 de la tarde. A pie se iniciaba la marcha de un pueblo cargando a sus hijas muertas. Es inenarrable la procesiónde tres féretros de personas tan enraizadas en la conciencia del

pueblo, que iban como si el pueblo mismo fuera a sepultarse.”“(...) En el cementerio, los féretros fueron puestos en el suelo

y destapados, donde la hermana viva dijo de sus hermanas muertas, dirigiéndose al pueblo: Salcedo, ven a ver a tus hijas

que han muerto luchando por la libertad y la justicia’. Todos los presentes dejaron caer la última ofrenda de sus lágrimas so-bre las heroínas muertas.”



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5...

ERA UN 26 DE NOVIEMBRE, LA FECHA DEL entierro de lashermanas Mirabal y de Rufino de la Cruz. Aquel día An-tonio Imbert Barrera, el teniente Amado García Guerre-ro y Salvador Estrella Sadhalá estaban reunidos en la ga-lería de la casa del último, urdiendo una de las variasconspiraciones que crecía en la voluntad de grupos de

amigos para eliminar a Trujillo y a su nefasto gobierno.Razones nacionales y personales existían para aspirar aun cambio en medio de aquel deterioro general que seacentuaba inclusive en el gobernante, contubérnico, me-galómano, cada vez más desquiciado y criminal. Un dic-tador cuyas cóleras emocionales eran tan conocidas comoinesperadas y que, para este momento de asedio externo

y de descontento interno, podían producir desde él, losactos más despiadados, salvajes y truculentos.Precisamente aquel día en que Imbert Barrera, el te-

niente Amado García Guerrero y Estrella Sadhalá forta-lecían una voluntad de compromiso frente al terror ge-neralizado, escucharon a un canillita anunciando elperiódico “La Nación” y vociferando: “Mueren las her-manas Mirabal en un accidente automovilístico”. Ins-tantáneamente Imbert Barrera se levantó tras el mucha-cho, comprando el ejemplar. Cuando comienza a leer lodel accidente de las tres mujeres y su chofer, se le llenanlos ojos de lágrimas, pasándole impulsivamente el pe-riódico a Salvador, al mismo tiempo que expresaba:“ ¡Carajo! Nos matan nuestros hijos, nos matan nuestros pa-dres, nos matan a nuestros hermanos y también vamos a per-

mitir que nos maten a nuestras mujeres. ¿Qué vamos hacer Salvador? ”.



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La respuesta de Salva-dor fue tan contundente

como el convencimientoque seguía creciendo en suconciencia frente a la situa-ción que imperaba en elpaís: “ Lo que hay que hacer

es muy sencillo. Hay que demostrarle a este hombre, que aquí hay hombres que no han sido castrados y que están dispuestos a

cambiar el sistema de la República; pero no podemos hacerlo so-los. Tenemos que buscar apoyo de nuestros amigos, de nuestra familia. Tenemos que seguir luchando para poder lograrlo”.

La pesadumbre que casi colectivamente se apoderabade todos, era tan fuerte como la angustia que cada día seadueñaba de sectores de la población. Muchas familiasdesafectas al régimen estaban en las mirillas de los sica-

rios que dirigía Johnny Abbes García. Eran familias des-contentas, porque tenían algún pariente que, lejana o cer-canamente, había asumido la oposición, la crítica o elactivismo clandestino. Familias que habían vivido el apre-samiento, la desaparición, la muerte y la persecución deuno de los suyos. Otras tantas familias afectadas, porquealgún miembro era funcionario, militar, empleado o ami-go del régimen, no estaban exentas del atropellamientode un dictador que consideraba que él era el jefe supremoo propietario de todos los dominicanos.

Salvador Estrella en una reunión fa-miliar. Al fondo, Antonio Imbert

Barrera, en la casa de Salvador Pou,Calle Caonabo No. 49. (31/12/60)



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En aquel momento de crisis y deterioro al que habíallegado la tiranía, tanto nacional como internacionalmen-te, Salvador Estrella Sadhalá era de los que sentía aquellapesadumbre, cuando él, de muchas maneras estaba vin-culado al trujillismo. Su padre, el general Piro Estrella,era de los viejos y leales amigo del tirano, aunque porcasi treinta años no asumiera otro rol que el de vivir radi-cado en sus predios finqueros. Algunos de sus hermanos,Yuly, César, Fafa eran servidores públicos, por estar la-

borando en dependencias del Estado; y con menor rangoque Guarionex, quien no sólo había sido ayudante perso-nal del gobernante, sino que en base a sus méritos milita-res había ascendido al rango de general del Ejército Na-cional. En cuanto a él, Salvador Estrella Sadhalá, estabaen ese momento sirviendo en una de las empresas cons-tructoras más prestigiosas como era la Elmhurst Company,

beneficiándose de una jugosa contrata para construir tra-mos de carretera, conseguida por sus relaciones en la en-tonces Ciudad Trujillo, entre otros, con el Sr. Luis Martí-nez Pina (Cachito), amigo sincero, esposo de YolandaLluberes, prima de Urania. Él había obtenido una contra-ta con esta compañía para reconstruir los 28 kilómetrosde paseo de la autopista Duarte de lado y lado, o sea, 56

kilómetros en total.Salvador sentía aquella pesadumbre social, porque eltenía sus muertos no olvidados. Entre ellos a ManolitoGonzález, Rubén Rey y a Tavito el hermano de AntonioDe la Maza, quien era otro hermano que conocía muy bien, y en quien percibía ese debate interno de repudiarinstintivamente un gobernante que lo había tratado comoal niño que se compensa con un caramelo para que olvi-dara el crimen familiar cometido por el gobierno de Truji-llo; gobierno que a finales de 1960, hacía detonar bombas



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en recintos católicos, seguía insultando a “los falduses”de la Iglesia y preparaba gente de mala calaña para queinterrumpieran actos litúrgicos y apresaran corrientementea miembros del bajo clero.

La fricción entre el gobierno y la Iglesia, convertía lapesadumbre de Salvador en una preocupación que le so- bresaltaba. Él era católico de conciencia, corazón y prác-tica, como lo fue su madre, como lo eran sus tías mater-nas y sus hermanas. El sentía temor de que le ocurriese

algo a su hermana Gisela o Sor Paulina, ya que sabía queTrujillo estaba iracundo con la actitud que mantenía lacuria frente a su pretensión de que le proclamara “Bene-factor de la Iglesia”, el último título que le faltaba paracolmar su facinerosa vanidad, aunque por suerte, Sor Pau-lina fue trasladada más tarde a Puerto Rico.

La catolicidad de Salvador descansaba en la base de

su formación familiar y como tal, era un creyente prácti-co. Adulto solía realizar sus consultas espirituales con elreverendo padre Fortín, sacerdote canadiense adscrito ala diócesis de Santiago de los Caballeros. Con el padreFortín se confesaba y mantenía una gran amistad. A él lecomunicó sus planes conspiradores, recomendándole elsacerdote que consultara con el Nuncio Apostólico, mon-

señor Lino Zanini. A la sede apostólica acudió Salvadorconversando con el Nuncio de su Santidad, quien despuésde escuchar detalles sobre los planes de la conspiración,hizo el comentario siguiente: “benditos sean los que para sal-var un pueblo, exponen sus vidas eliminando al monstruo”.

Con el apoyo del dictador, Abbes García planeabadesarticular al Episcopado Dominicano, mediante un

plan que tenía como objetivo “encarcelar a los obisposdominicanos” y proceder a la expulsión del país de mon-señor O’Reilly y monseñor Francisco Panal, que eran



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extranjeros. El elemento fundamental debía serlo el se-minarista Luis Ramón Peña González (a) Papilín, a quiensólo le faltaban dos años para ordenarse como sacerdotecuando fue encarcelado por su participación en la cons-piración del “14 de Junio”. Rafael Valera Benítez cuen-ta que: “ Papilín fue mandado a buscar a La 40 para que

firmara una declaración que sería radiotelevisada y difundi-da a todo el mundo. En esa presentación pública, Papilín de-bía acusar a monseñor Juan Félix Pepén, obispo de la provin-cia de La Altagracia, y a los demás miembros del Obispado de tener preparada una conjura para derrocar al gobierno”. Ladeclaración iba a ser la culminación de un montaje, enel cual un grupo de miembros del SIM iban a ser deteni-

dos cuando desenterraban un gran cargamento de armascolocado en la Playa de Macao, localizada en la costaEste. “ Los falsos revolucionarios detenidos por el SIM, iban a

El padre Fortín, Salvador, Urania y Luis Salvador (Luichy).



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declarar que eran agentes de monseñor Pepén, a quien se sin-dicaría como el destinatario de las armas ‘enviadas desde el extranjero’. Dentro de ese cuadro, monseñor Pepén sería identi-

ficado como el enlace del Obispado con el exilio antitrujillista, y como la persona encargada de distribuir las armas, a través de agentes, a un supuesto movimiento conspirador que operababajo las órdenes de todos los obispos. Se realizarían numero-

sas detenciones. Todo iba a culminar con la presentación pú-blica de Papilín, confirmando en su declaración todo aquel

montaje y la farsa tramada por Abbes García”. El referidoseminarista se negó rotundamente a cooperar, pagandocon el precio de su vida el fracaso de un plan que hubie-ra ocasionado tanto ruido como el que produjo la pandi-lla que interrumpió una misa que oficiaba monseñorFrancisco Panal, obispo de La Vega.

Respondiendo tanto a su catolicidad como al instinto

de la sangre familiar, fue que Salvador decidió viajar a LaVega. Su propósito era hablar con su hermano Guario-nex, quien tenía asiento en la referida ciudad, como Ge-neral Comandante en Jefe del Comando Norte del Ejérci-to Dominicano. En su encuentro con el hermano, lerecomienda estar atento con lo que está ocurriendo con laIglesia y con las amenazas que ponen en peligro al obispo

vegano. Con solicitud, Salvador le dice: “Guaro, cuidaque a monseñor Panal no le pase nada, y acuérdate que tútienes una hermana que es monja”. Un poco exaltado,haciendo gala de su vinculación trujillista, Guaro le res-pondió de una forma que a Salvador no le quedó otro ca-mino que el de cortar la conversación, aunque luego pen-só que con esta respuesta el hermano mayor, conociendo

las inquietudes de Salvador, evitaba que él se viera en-vuelto en algo peligroso, ya que en ese sentido Salvador yGuaro eran diametralmente opuestos.



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6...

EN POCO TIEMPO, SALVADOR SE MOVÍA en un amplio círculosocial de Ciudad Trujillo, el nombre laudatorio que se leotorgó a la capital del país, la cual había sido conocidacomo Santo Domingo desde la época de su fundacióncolonial. Salvador era un contratista exitoso dentro de lacompañía privada de construcción a la que pertenecía.

Miembro del Club Rotario, aparte de los vínculos que lerelacionaban a gente de la burocracia estatal y al sectorde los militares, realmente prefería el círculo conforma-do por la parentela que visitaba su casa y por los amigosque trataba íntimamente. Fue con muchos de ellos, pa-rientes y compañeros confidentes, con quienes comen-zó a formar la comprometedora conjura contra Trujillo;

tarea en la que conscientemente se estaba jugando el bienestar adquirido, la seguridad del hogar e incluso supropia vida.

Para el final de 1960, Salvador no sólo había estable-cido enlace operativo con los hermanos De la Maza, ten-diente a la eliminación del tirano, sino que en los prepa-rativos de esa ineludible misión estaban comprometidos

Antonio Imbert Barrera, el teniente Amado García Gue-rrero, su cuñado Máximo Mueses, Rafael Batlle Viñas, suhermano César Estrella Sadhalá y Rafael Abinader (Fao),entre otros. A pesar del deterioro económico del régimeny del país, el desenvolvimiento de Salvador era estable,dentro de la mejoría que había logrado como contratista.Para finales del 1960, la familia Estrella Mueses estabaen su mejor momento socioeconómico. Vivían en una casaconfortable, tenían un automóvil último modelo, y contaban con una servidumbre constituida por dos choferes y



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Salvador con su hijo Luis Salvador (Luichy).



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unas tres empleadas. Para entonces, Salvador había fir-mado con la Elmhurst Company una contrata de trescien-tos mil pesos, una excelente cifra para la época.

El 31 de diciembre, Salvador estaba invitado a espe-rar el fin de año en casa de su tocayo y amigo SalvadorPou (Boboy); casa ubicada en la calle Caonabo, justo allado de la residencia de Antonio Imbert Barrera. Ni ésteni Salvador Estrella pudieron asistir temprano a la recep-ción, ya que tuvieron que diligenciar dinero para pagarlea los trabajadores de la Elmhurst, la compañía construc-tora de carreteras. El gobierno no había desembolsadolos fondos para la nómina y tuvieron que asumir présta-mos a un 20% de interés. Cuando llegaron a la fiesta de

Oscar Imbert (niño), Urania, Guarina, Salvador y Luis Salvador. Al fon-do, a la derecha, el carro de Salvador utilizado por Roberto Pastoriza.



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Arriba: Urania, Salvador, Rafael O. Castillo y Josefina, hija mayor deSalvador. 31 de diciembre de 1960.

Abajo: Salvador, Urania, Guarina de Imbert, Rosa de Castillo, SalvadorPou, Antonio Imbert, Leslie Imbert y Josefina de Pou.



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despedida del año, Antonio y Salvador lucían agobiados,pero se contagiaron con la celebración y brindaron conlos repetidos tragos que tomaron hasta la madrugada.

En la mañana del 1ro. de enero de 1961, día de AñoNuevo, Salvador hojeaba el diario “El Caribe”, descu- briéndose en el Foro Público, la temible sección de la pren-sa escrita que utilizaba Trujillo o sus personeros para cues-tionar, denunciar y vejar a todo ciudadano. En el forazo,se le implicaba entre “los ingenieros ricos de la capital

que se daban la gran vida, mientras sus empleados nopodían disfrutar de nada, porque el dinero se estaba gas-tando en bebidas y francachelas”.

Aquella implicación de su persona, ocurría precisa-mente cuando él y Antonio Imbert habían tenido que co-rretear en busca de préstamos monetarios para cumplircon sus obligaciones patronales. La contrariedad de Sal-

vador asumió aquella mañana el carácter de la ira quehacía tiempo no afloraba de su introvertido temperamen-to, a veces flemático. Dirigiéndose a Urania, sentenció:“ Mira vieja, ésta va a ser la única vez que este bandido va acoger a un hombre serio en su boca”.

Desde enero de 1961, Salvador se sumergió más deci-didamente en el tiranicidio que venía gestando con caute-

la y firme decisión. Su casa convertida desde meses atrásen la sede conspiradora de su grupo, siguió siendo el re-cinto de las reuniones nocturnas celebradas con amigos yfamiliares comprometidos, bajo la apariencia de unostragos, una comilona o cualquier otro convite cotidiano.En este principio de año, el plan conseguía un estructu-ración cabal e independiente frente a otros planes de

conspiración que se gestaban dentro y fuera del país paraponerle punto final a la tiranía que llegaba a los 30 añosde permanencia. Los Estados Unidos, con el mando del



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presidente John F. Kennedy, proseguía la gestión del De-partamento de Estado de convencer a Trujillo de la nece-sidad de que abandonara el poder. Simultáneamente elCentro de Inteligencia Americana (CIA) creaba los cana-les de conexión entre sus agentes y algunos nacionalesdetectados para una acción conjunta.

Entrando el año 1961, operaba, disgregadamente, unavoluntad de acabar con Trujillo, cuya autoridad lucía des-articulada en los fueros que regularmente asumía. Esta

pérdida de equilibrio tan vehemente manifiesta en la or-den de asesinar a las Mirabal, tenía también relación conla dependencia respecto a un sanguinario extremista comolo era Abbes García; dependencia que lo llevó a excluir asus propios parientes del rejuego político. El tirano susti-tuyó a su hermano Héctor Bienvenido Trujillo Molina,por un nuevo títere presidencial y agudo lacayo guberna-

tivo llamado Joaquín Amparo Balaguer Ricardo, un so- bresaliente intelectual santiaguense que había señaladoque “ solo a partir de 1930 (...) el pueblo dominicano deja de ser asistido exclusivamente por Dios para serlo igualmente por unamano que parece tocada desde el principio de una especie de

predestinación divina: la mano providencial de Trujillo”.La mano “providencial” del tirano prosiguió ordenan-

do a quienes apresar, asesinar, golpear, intimidar y ultrajar.Esa orden la cumplían sus verdugos del SIM, quienes re-inventaban tramas para acusar y reapresar a hombres re-cién salidos de la cárcel en donde padecieron los vejáme-nes por una posición contraria al régimen. El empeoramien-to de la situación que enfrentaba el desarmado pueblodominicano, nuevamente produjo la opinión de los obis-

pos dominicanos. En un memorándum fechado 10 de ene-ro de 1961, la alta jerarquía de la catolicidad dominicana,le recordaba a Rafael Leonidas Trujillo Molina, que “la



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historia era testigo fidedigno de que la Iglesia de Cristo florece bajo imperios, monarquías, repúblicas y hasta detrás de telones de acero o de bambú. Hemos hecho lo que han hecho otros her-manos nuestros en el Episcopado: hablar como padres del alma,en bien de los menesterosos y afligidos; como lo han hecho tam-bién miles de veces los Sumos Pontífices. No hemos tapado deli-tos, ni defendido lo indefendible. Hemos pedido benignidad den-tro de la justicia, como cuando le suplicamos clemencia para el

pecador a Dios, que, siendo justísimo, es a la vez, infinitamente

misericordioso. No es un delito pues, que los Obispos hagan lomismo con su ovejas ”.

En el referido memorándum, le recordaban a Trujilloque ellos no habían “ sembrado la cizaña, por más que se em-

peñen en lo contrario, enemigos solapados de Dios y de la Igle- sia. Hemos hablado todos nosotros como en conciencia creímos que debíamos hablar a nuestro pueblo, de quienes, cual Pasto-

res, cuidamos, con la autoridad del mismo Cristo”.





III PARTE

“Tuvieron ideas y sueños que realizaronabonándolos con su sangre”.

LUIS SALVADOR ESTRELLA (hijo)





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1...

CADA UNO DE LOS INTEGRANTES DEL GRUPO de Salvador,tenía motivos personales para desear la eliminación deTrujillo. Sin embargo, las razones de conciencia, más quelas individuales, pesaban en el sentimiento, en la volun-tad de todos ellos, que fueron reafirmándolas en cada re-unión que con regularidad celebraban. Usualmente lasreuniones eran de noche, bajo un tono de discreta conver-sación, en la que se examinaban métodos del plan ofre-ciendo algunos participantes los nombres de posiblescandidatos para aquel ineludible compromiso. Ante

aquellos frecuentes encuentros, Urania asumía una acti-tud de centinela, manteniéndose a la expectativa de unavisita repentina o frente a la aproximación de cualquie-ra de las sirvientas de la casa, a quienes muy pocas ve-ces daba orden de servir un café o preparar unos vasospara unos tragos.

Urania Mueses prefería ocuparse ella misma de las

referidas atenciones, en aquellos instantes de diálogo con-fabulado. Su misión, como la mujer de la casa, era evitarcualquier riesgo en un momento de crisis trujillista, en elcual la asechanza y la inseguridad hacían ver “caliés ” portodas partes. Realmente la vigilancia política había au-mentado en todo el país y nadie podía asegurarse de estarfuera del alcance del poderoso Servicio de Inteligencia

Militar (SIM), cuyo director, Abbes García, era una rei-teración del espíritu sanguinario del dictador, con quien



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estableció un contumaz po-der en el que la inescrupulo-sidad perdía todo límite. Ensu diabólica estrategia decomprometer a todo indivi-

duo de valor tanto moralcomo intelectual, él le reco-mendó a Trujillo nombrar a varios jóvenes brillantes comodiputados. Entre los recomendados figuraban Marino Vi-nicio Castillo (Vincho), Euclides Gutiérrez F., ManuelJiménez (Manolín), Gregorio García Castro (Goyito), Pli-nio Jacobo y César Estrella Sadhalá. De todos ellos, solo

pudieron o quisieron evadir este compromiso, César Es-trella y Plinio Jacobo, alegando éste último que se consi-deraba un joven sin experiencia. Por su parte César Estre-lla tenía una razón poderosa para evadir el nombramiento.El estaba pleno de vinculación a la trama tiranicida queorganizaba Salvador. No obstante él, que era ayudantedel Fiscal del Distrito, sabía que al dictador se le podíaocurrir nombrarle en el cargo sugerido por Abbes Gar-cía. Día por día, César llegaba a la casa de Salvador conel temor de haber sido “elegido” diputado. El hermanomayor aprovechaba su llegada para decirle “de chanza”,“compadre le llegó el nombramiento” , respondiéndole Césarcon un “ No relaje ombe ”.

La estrategia del poderoso Abbes García de compro-meter a todo individuo, se orientó a todos los sectores.

Él le había sugerido a Trujillo poner a prueba la fideli-dad de los miembros de las Fuerzas Armadas, en base a

Salvador, la tía Zaidi y César; su her-mano, juntos en la conspiración.



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dos objetivos. Uno era, convertir a cada militar en un ajus-ticiador de los enemigos del régimen, comprometiéndo-lo en la actividad de la tortura y de la eliminación físicadel antitrujillista. Realizado este objetivo, el segundo eraconsecuente: asociando a cada miembro a la criminali-dad, se fortalecía la adhesión trujillista, evitando cual-

quier foco de disidenciaen las filas militares.

Una víctima de esa

pervertida estrategia lofue el teniente AmadoGarcía Guerrero, a quienUrania llamaba “Veji-ga”, debido a que tiem-po atrás había llegado ala casa echando maldi-

ciones, furioso con Ange-lita Trujillo. La hija delgobernante le había orde-nado tanto a él como alresto del Cuerpo de Ayu-dantes Militares, soplardocenas de vejigas para el

cumpleaños de un hijo. En su resabio, Amadito, como tam- bién era llamado, no sólo consideraba que soplar vejigasera una deshonra militar, sino que se quejaba de que lahija del “jefe” le diera la orden, diciéndole que para loúnico que servían era para soplar aquellas bolsas de aire.Ante aquella situación que había provocado la rabieta delprimo, Urania la celebró con risa burlona, llamándole

“Vejiga” desde entonces.Era difícil encontrar al buenmozo teniente AmadoGarcía Guerrero fuera de control. Joven, de estatura

Amado García Guerrero, primerteniente.



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regular, con un peso promedio entre las 125 y 140 libras,su mayor atracción no emanaba solamente de la elegan-cia que resaltaba el uniforme militar, sino en la virtuosapaciencia de una humanidad regularmente ensimismada.En una segunda ocasión él llegó a la casa fuera de sí, tanpálido y nervioso que Urania se asustó. “Vejiga, ¿qué te

pasa?”. Él se refugió en una habitación y se tiró sobre lacama boca abajo, revolviendo el lecho desesperado. “Ve-

jiga, ¿qué te pasa? ” insistió Urania que le siguió al igual

que Salvador, quien también se encontraba presente en lacasa en ese momento.

“Qué cosa tan grande, qué cosa tan grande ”, decía conangustia, agregando luego: “ Pero el próximo es él, porque yo

se quien es él... El próximo que muere es él... Ya está bueno de matar inocentes, de usar inocentes...”.

Amadito confesó que había sido obligado a cometer

un acto que estaba en contra de toda regla de proteccióna la vida humana, reclamándole a Salvador, el por quéno le había dicho con más claridad todo lo relacionadocon Trujillo. “Yo he hablado contigo bien claro”, fue la ré-plica de Salvador, añadiendo: “Tenía que sucederte esto,

para que te convencieras de que la fiera ésta no tiene escrúpu-los, que es una fiera asesina”. Él sabía, al igual que mu-

chos de sus amigos, que Trujillo estaba obligando a quelos miembros del Cuerpo de Ayudantes y otros milita-res fueran a La 40, a torturar y a matar presos políticos.Algunos de los que por primera vez vivieron tal experien-cia, siguieron repitiéndola por el partidario fervor hacia elsátrapa, y hasta por miedo a caer en desgracia. Otros buscaron la manera de no volver al temible centro de

suplicio y muerte, pero obligadamente tuvieron que seguiryendo. Amadito sólo fue una vez, convenciéndose de queel hombre que le había producido aquella traumática



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vivencia, aquella irremediable criminalidad personal, ha- bía que eliminarlo.

“Tenemos que salir de él ”... le dijo categórico a Salva-dor y a Urania, aquel aciago día en el que encontró unarazón para comprometerse definitivamente con la causaconspiradora de un hombre a quien veía como a otro pa-dre. Él sentía un grandísimo cariño por Salvador, el cualera una extensión del cariño que manifestaba por su pri-ma. Este afecto creció con la frecuencia de las visitas a la

casa de ellos.El teniente Amado García Guerrero había nacido en

La Romana, el 2 de junio de 1928. Nieto del general Her-mógenes García e hijo de Amado García, él, Amaditohabía ingresado como Cadete de la Escuela Militar, debi-do a sus buenas condiciones de beisbolista. En 1958, sien-do teniente del Ejército Nacional, fue incorporado al Cuer-

po de Ayudantes de Trujillo.Las tías abuelas maternas de Amadito eran 11 en to-

tal, las hermanas Pereyra García, siendo América (a)Meca, la hermana menor de Josefita Pereyra, madre deUrania y Máximo. En la casa de la tía Meca estaba mar-cado el día final del teniente Amado García Guerrero.

Cuando Amadito se enteró por mediación de su pri-

mo Máximo Mueses que Urania vivía en la Capital, co-menzó a frecuentar su casa, estableciendo una estrecharelación con Salvador, quien circunstancialmente le dejaba entrever que el “jefe” no era el buen hombre que laopinión pública y los adulones le vendían al pueblo, sinolo contrario.

A pesar de la opinión de Salvador y de sus críticas al

gobernante, Amadito no expresaba objeción, e incluso sehacía de la vista gorda cuando percibió que en las reunio-nes íntimas de amigos a las que llegó accidentalmente,



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había un aire que sobrepasaba el simple descontento con-tra el gobierno. La discreción personal y su alto sentimien-to de fidelidad hacia los suyos, eran pruebas íntimas que jamás quebrantaba.

Una noche en la que compartían Salvador Estrella,Antonio Imbert, Máximo Mueses, Ing. Muñeco Castillo,Amadito y otros amigos, se planeó una actividad socialpara el siguiente día. El joven ayudante de Trujillo se ex-cusó, diciendo: “Yo no podré, porque mañana el viejo me ne-

cesita”. Tal excusa produjo la reacción de Máximo Mue-ses quien ya estaba pasado de algunos tragos: “ ¡De qué viejo de la mierda estás hablando! ” –increpa– “ Ese no es más que un criminal, coño... es que tú no sabes lo que es La 40...

Pregúntale a Salvador, que es hermano de Guaro...”.Todos compartían unos tragos; Salvador a su vez, agre-

gó a la increpación hecha por Máximo: “Que viejo ni viejo,

Amadito. Es que tú no vas a dejar de pensar como piensan los guardias de este país, que Trujillo es el viejo y el papá de todos...Tú no sabes que ese hombre es un bandido? ”.

Las explicaciones sobre el Trujillo que Amadito noconocía o no quería percibir, le fueron ofrecidas por Sal-vador y por algunos de los allí presentes. Para este mo-mento, el teniente García Guerrero no había sido llevado

a La 40, ni había vivido la experiencia antes menciona-da. Sin embargo, había tenido que asumir la prohibiciónde contraer matrimonio con Luisa Gil, una agraciada jo-ven a la que conocía desde la niñez y que era su novia detoda la vida. El había decidido casarse, pero era costumbre y obligación para todos los militares asistentes del gobernante, el obtener el beneplácito de éste. Amadito solici-

tó el permiso de lugar y tuvo que esperar la respuesta deTrujillo quien al negarle la autorización lo reprendió seña-lándole que en su gobierno no se unen amigos y enemigos:



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“ ¿Usted no sabe que su novia es hermana de uno de mis gran-des enemigos? ”, le preguntó, añadiendo: “ Mujeres es lo que más hay. Olvídese de esa vagabunda! ”.

El teniente Amado García Guerrero tuvo que excu-sarse ante Trujillo, señalando desconocer ese dato delhermano de su novia, con la que tuvo que romper su com-promiso. Al poco tiempo conoció en casa de la prima“Anafe”, mote que utilizaba para Urania, a Josefina Es-trella la hermana más pequeña de Salvador y a la hija

mayor de Salvador, Josefina (Fina).

2...

EL TENIENTE AMADO GARCÍA GUERRERO terminó con-cientizándose sobre las aberraciones de Trujillo, sobre el

terrible carácter de su gobierno, cuando vivió la experien-cia de ser víctima de las barbaries del régimen. Este hechoprodujo en su ánimo una honda depresión, pero al mismotiempo un encono que de manera definitiva lo comprome-tió con la conjura del grupo de Salvador, y en la cual deci-didamente participaba Antonio Imbert Barrera.

Antonio Imbert Barrera pertenecía a un reconocido

núcleo familiar de Puerto Plata, en donde había nacidoun 3 de diciembre de 1920. Hijo de Segundo Manuel Im- bert y Consuelo Barrera, fue convencido por Trujillo y suhermano militar, Segundo Imbert, a dejar el empleo de laGrenada Company, para ser gobernador de la ciudad na-tal. Al ocurrir la efímera invasión de Luperón, en 1949,ambos hermanos cayeron en desgracia política y declara-

dos bajo sospecha de complicidad con el hecho bélico.Estando en el extranjero, Segundo Imbert se desliga del ré-gimen, lo que ocasiona que Antonio cayera bajo sospecha,



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al mismo tiempo que su familia era asediada, permanen-temente, por el organismo de seguridad gubernativo.

En 1954, los Imbert Barrera fueron rehabilitados polí-ticamente. Antonio fue nombrado supervisor general dela Lotería Nacional y luego ocupó un puesto en la Ofici-na de la Cédula. A Segundo se le permitió regresar al país bajo garantías de que no estaba implicado en actividadescontrarias a Trujillo. Al poco tiempo de su retorno fueacusado de cometer un crimen ocurrido muchos años

atrás, enfrentando una condena de 30 años de cárcel. Lafamilia de Segundo Imbert entendió la acusación y el en-carcelamiento como un castigo de Trujillo, quien tarde otemprano cobraba cualquier acto de deslealtad.

Desde 1955, Antonio Imbert visitaba semanalmente aLa Victoria en donde estaba encarcelado su hermano. In-sospechadamente ambos tejieron en el instinto, en el ho-

nor y en la fraternidad de la sangre, la posibilidad de acabar con el verdadero culpable de una desgracia que le eracomún. Desgracia que creció cuando amigos, hijos de ami-gos, parientes y compueblanos cayeron en las garras san-guinarias de la tiranía, como consecuencia de la invasióndel 14 de junio de 1959 y del movimiento clandestino quesurgió un año más tarde. Un primo de los Imbert Barrera,

Ramón Imbert Rainieri (a) Moncho, figuraba entre las prin-cipales figuras de dicho movimiento, manteniendo a Anto-nio al tanto de los pasos del complot que se daban para1960. En Puerto Plata el núcleo inicial de los activistas del“14 de Junio”, había estado constituido por Juan CarlosMorales, Fernando Cueto, Antonio Vásquez Paredes y Ger-mán Antonio Silverio Messón, quien lo presidía.

Antonio Imbert Barrera y Salvador Estrella Sadhaláestrecharon sus relaciones de amigos, debido a que losdos tenían que ver con la industria de la construcción de



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obras públicas. Sal-

vador era construc-tor y Antonio esta-

ba al frente de una empresa de concreto llamada “MezclaLista”, propiedad de Paco Martínez, cuñado del dictador.

Las vinculaciones de trabajo, como el tener amigoscomunes fue una coincidencia para Antonio y Salvador.Esta relación especialmente se fortaleció cuando compar-

tieron las reservas que tenían sobre Trujillo y la brutaldictadura que salpicaba de humillación, sangre y muertea todo el pueblo dominicano.

La amistad entre Antonio y Salvador fue una rela-ción que envolvió a las respectivas familias. Ellos con-versaban o se veían diariamente. En algunas ocasionesse hacían acompañar de sus mujeres y de otros amigos,

tomando el paseo de la Avenida George Washington.Hasta este malecón capitalino se encaminaban frecuen-temente a tomar el fresco de la noche y a mirar el oleajedel Caribe, Antonio Imbert, Guarina Tessón de Imbert,Rafael Octavio Castillo y su esposa Rosa, Salvador yUrania. En aquellos paseos departían sobre los temascotidianos que asocian a los amigos; sin embargo, por loregular e instintivamente la conversación se desviaba ha-cia la situación creada por Trujillo en el país para aque-llos momentos.

Salvador y Leslie, lahija de Antonio Im-

bert durante y la bru-tal dictadura, un finde semana familiar enCambita.



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3...

CUANDO ANTONIO IM-BERT BARRERA FUE men-cionado como un partici-pante de la conjura, lanegativa de Antonio Dela Maza fue más tempe-

ramental que rotunda.Esto lo sabía Salvador,quien no tuvo que hacergran esfuerzo persuasivopara justificar las muchasrazones que tenía ImbertBarrera para comprome-

terse en la acción tirani-cida. Además Salvadorargumentó que AntonioImbert era un gran amigosuyo: “Un hombre con las agallas grandes y bien puestas como las nuestras, para acabar él solo con ese asesino”.

Antonio De la Maza no reiteró la oposición que enotros momentos había estado marcada por la obstinadavoluntad de no transigir en la palabra. Él se había vueltoun poco más ecuánime desde el momento en que se su-mergió en el proyecto de conspiración para el cual fuetanteando a amigos personales y comprometiendo a pa-rientes suyos. Su repentina y hasta espontánea negativa,de que Imbert Barrera fuera parte de la conjura, no tenía

razón argumental, no era para someterlo a la duda, ya queél lo conocía y lo estaba tratando desde hacía tiempo.

Antonio Imbert Barrera.



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Antonio Ramón Dela Maza, había nacido en1913, en Moca, de don-de eran oriundos sus pa-dres, Vicente De laMaza y Ernestina Vás-quez, sobrina del caudi-llo cibaeño HoracioVásquez, quien llegó a

ocupar la Presidencia dela República y fue de-rrocado como conse-cuencia de un golpe deEstado perpetrado porTrujillo. Los esposos Dela Maza Vásquez ha-

bían procreado 12 hijos, de los cuales Antonio era el ter-cero y el más belicoso del grupo de los varones, razónpor la cual pasó una larga temporada bajo la tutela delgeneral Piro Estrella.

Los De la Maza tenían una gran reputación en Moca,debido a que don Vicente había sido un activista políticovinculado al tiranicidio de Ulises Heureaux. Aparte de

haber sido asistente militar del presidente mocano Ra-món Cáceres, estuvo ligado a Horacio Vásquez por amis-tad, militancia y familia. Esta última relación lo convirtióen un virtual enemigo de Trujillo, posición que marcó lamentalidad de todos los De la Maza, aún cuando algunosde ellos fueron atraídos por el referido dictador.

El linaje sociopolítico originó en Moca más de una le-

gendaria historia en torno a los De la Maza, y especial-mente sobre los hombres. Antonio centralizaba en su lla-mativa personalidad los atributos apreciados en la familia,

Antonio de la Maza.



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aparte de ser el más extrovertido, franco y decidido ensus acciones. Se afirma que esas cualidades despertaronla admiración de Trujillo, quien no vaciló en integrarlo asu Cuerpo de Ayudantes en 1949, nombrándolo para otrastareas administrativas, posteriormente. Cuando fue ase-sinado Tavito De la Maza, el dictador buscó la prudentemanera de mantenerlo halagado y bajo su personal miri-lla, porque seguramente no olvidaba quienes eran elloscomo opositores legendarios u hombres de gran valentía.

Antonio estaba casado con Aída Michel, quien pasaba más tiempo en las viviendas que poseían en la capitaly Moca. Una tercera casa fue construida en la zona deRestauración, en donde él poseía aserradero y una fincacafetalera. No tuvieron hijos pero al poco tiempo del en-lace matrimonial adoptaron a la niña Lourdes Cáceres,hermana menor de Tunti, hija de Luis Manuel Cáceres y

de Octavia Michel. Esta última era hermana de Aída,quien por consiguiente era tía de Lourdes y Tunti. Apartedel cariño profesado hacia esa hija, Antonio sentía espe-cial predilección por Tunti Cáceres, a quien considerabaotro hijo suyo, involucrándolo con sus íntimos amigos yen las tareas laborales del corte de madera. Dadas las es-trechas relaciones entre Antonio y Salvador, en una finca

de este último, vacacionaba Tunti, quien había nacido enMoca, en 1938.Tunti Cáceres Michel tenía menos de 23 años cuando

se involucró en la conspiración para matar a Trujillo ysustituir el régimen de sus serviles y sicarios. Su afectivavinculación familiar con Antonio De la Maza, más unaconciencia moldeada al calor de los padecimientos polí-

ticos que se vivían, garantizaban su participación decidi-da. Además era de un temperamento muy hábil, lo cualle permitía salir airoso de cualquier entrenamiento y reto.



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Tunti era excelente conductor automovilístico y Antonioconfiaba en él para cualquier riesgosa tarea como esa queunía a los integrantes del grupo de Salvador con el gruposuyo, que a fin de cuentas era uno solo.

En principio, el grupo de Antonio De la Maza lo inte-graban los miembros de su larga familia, especialmentesus hermanos Ernesto, Mario, Pablo Antonio (a) Pirolo yRafael. A ellos se sumaba Tunti Cáceres, el incondicio-nal hijo afectivo e igualmente Miguel Ángel Bissié, due-

ño de la herrería Los Navarros, quien acostumbraba acenar en la casa, debido a la íntima relación que mante-nía con la familia. El grupo se amplió con otros integran-tes. Entre ellos Luis Amiama Tió, los hermanos JuanTomás y Modesto Díaz Quezada, el primo de estos últi-mos Miguel Ángel Báez Díaz, así como Pedro Livio Ce-deño, Huáscar Tejeda y Roberto Pastoriza (a) Fifí.

4...

CIERTAMENTE, A LA ALTURA DE 1961, DESPUÉS de gobernarpor 31 años, Trujillo estaba políticamente solo, ya que nocontaba con el apoyo diplomático de los Estados Unidos,

ni contaba con el apoyo de regímenes dictatoriales quecomo el suyo, estaban desapareciendo en la virtual de-mocratización de Latinoamérica. Además, el desatino enel que había desembocado el dictador, cada vez más ca-prichoso, draconiano y humillante, no solamente habíaconformado una gran y silenciosa oposición poblacional,sino que la misma envolvía a amistades y servidores que

percibieron el final del régimen. Estos últimos comenza-ron a desconectarse de Trujillo, participando directa o in-directamente en grupos de conspiración. Ellos conforman



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los antitrujillistas de última hora, posición que no losdesmerita ni frente a los que tomaron el exilio al comien-zo de la Era de Trujillo, ni en relación a los que buscaron,desde años atrás, la oportunidad de liquidar a quien secreía propietario del destino dominicano.

Los Díaz, Juan Tomás y Modesto, procedían de unnúcleo familiar de San Cristóbal, en donde nacieron aligual que Trujillo, a quien conocían desde pequeño, lla-mándole “chapita” por la costumbre que tenía de reco-

ger tapitas y adherirlas a su camisa como si fuesen me-dallas militares. Juan Tomás había nacido en 1905 yModesto en 1909, distinguiéndose éste último por sutemprana participación en la vida política. Había sidodiputado horacista en el gobierno del presidente Vás-quez, contra quien complotó, favoreciendo a Trujillo yen cuyo régimen ocupó diversos cargos, incluido la di-

rección del Partido Dominicano. Del círculo de los ínti-mos del dictador y propietario de varias haciendas ga-naderas, Modesto cayó en desgracia por diversas razones,una de ellas fue el asilo político de Gracita Díaz con suhijo Nabú Henríquez, sospechoso este último de estarinvolucrado en el movimiento clandestino “14 de Ju-nio”. Ni Modesto ni Juan Tomás lograron que los pa-

rientes abandonaran la Embajada en donde se habíanrefugiado como perseguidos políticos.Por la razón anteriormente señalada, Juan Tomás fue

excluido del ejército, después de una larga carrera militarque había iniciado en 1932 y en la que consiguió diversasposiciones, hasta llegar al rango de general. El hecho deno haber permitido la tortura de los expedicionarios que

invadieron el país en 1959, así como el asilo de sus pa-rientes, le dieron la oportunidad a Trujillo para ofenderloy ridiculizarlo públicamente cuando le amenazó la cara



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con su fusta de montar caballo delante de oficiales. LosDíaz Quezada se convencieron, a partir de entonces –agos-to 1960–, de que era necesario que sus hijos, y sus des-cendientes no volvieran “a vivir el terror, la ignominia y los horrores de que ha sido víctima la familia dominicana”.

El círculo de amistades de los Díaz Quezada era am-plio. La ascendencia social, su vinculación a Trujillo ylas posiciones públicas que habían ocupado, le permitie-ron conocer a gente de diversa formación y procedencia.

A pesar de que habían caído en desgracia política, losamigos más íntimos siguieron visitándolos, algunos porsolidaridad y otros con la convicción de que aquella si-tuación podía ser pasajera, ya que Trujillo solía penalizarpor un tiempo a sus servidores y luego los rehabilitaba.Independientemente de que esto ocurriese, los Díaz Que-zada, abochornados y

resentidos, comenzarona planear por su cuentala eliminación física delhombre que le había des-graciado el honor.

En su casa de la ca-lle César Nicolás Pen-

son comenzó a complo-tar Juan Tomás Díaz,quien tenía dos hijos yestaba casado con Cris-tiana Díaz. Allí siguie-ron visitándole sus ami-gos íntimos Antonio De

la Maza, Pedro LivioCedeño, Huáscar Tejeday Luis Amiama Tió. Pedro Livio Cedeño Herrera.



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Pedro Livio CedeñoHerrera, era de Higüey, don-de nació en el 1912. Habíaestudiado en una AcademiaMilitar de los Estados Uni-dos, ingresando al Ejércitodominicano, alcanzando elrango de capitán. De su pri-mer matrimonio nació Ada-

nela. Para finales de 1950 sehabía casado con Olga Des-pradel y administraba laFábrica Dominicana de Ba-terías. Las visitas a la casade Juan Tomás Díaz y susfrecuentes encuentros con

Huáscar Tejeda, envolvie-ron a Pedro Livio en el pro-pósito tiranicida.

Huáscar Tejeda Pimen-tel, oriundo de Baní, habíanacido en el 1926, trasla-dándose desde muy joven

a la ciudad capital, y luegoal Canadá y Estados Uni-dos, en donde cursó estu-dios universitarios hasta ti-tularse como ingeniero. Deregreso al país en 1953, es-tableció una compañía de

ingenieros y contrajo ma-trimonio con Leonor Gon-zález Camejo (a) Lindín,

Huáscar Tejeda.

Roberto Pastoriza.



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con quien procreó tres hijos. Profesor de la Universidadde Santo Domingo, fue afectado por la muerte y apresa-miento de varios de sus amigos a causa de la militanciaantitrujillista.

El socio de la compañía que en 1953 estableció Huás-car Tejeda Pimentel, lo era su entrañable amigo RobertoPastoriza Neret (a) Fifí, nacido en París en 1922, siendohijo del dominicano Tomás Pastoriza y Martha Neret, denacionalidad francesa. Traído al país, completó sus estu-

dios secundarios y emprendió la carrera profesional deingeniería, graduándose en 1946 en la Universidad deSanto Domingo. El ingeniero Pastoriza estaba casado conMaría Alemán.

Luis Amiama Tió, quien había nacido en San Pedrode Macorís, era de los íntimos amigos de los Díaz, espe-cialmente de Modesto. Había sido secretario de Virgilio

Trujillo, lo cual le conectó de manera efectiva con el régi-men, a pesar de las fricciones entre su jefe Virgilio y elDictador. Los negocios particulares siempre fueron unaexcusa para declinar, tácticamente, los puestos guberna-tivos que se le ofrecían con frecuencia. Tenía haciendasde plátanos y una cadena de gasolineras. Estaba casadocon Nasima Diná, con quien procreó tres niñas. Cuando

se involucró en la trama con varios de sus amigos, decidióque se trataba de Trujillo o él, para un momento en queninguna familia, por conectado que estuviera con el régi-men, tenía garantizada su seguridad y la de sus miembros.

Fue Luis Amiama Tió el que convenció al general JoséRené Román Fernández (a) Pupo, para que participara enla trama. Román Fernández ostentaba el más alto rango

militar, después de Trujillo, ya que era en 1961 el Secreta-rio de Estado de las Fuerzas Armadas. Nacido en 1910,él estaba casado con Mirella García Trujillo, sobrina del



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gobernante, quien a pesar de su vínculo casi familiar, lohostigaba, lo ofendía, llamándole imbécil y ridiculizán-dole frente a otros militares. De acuerdo a J. BartlowMartin, fue en febrero de 1961 cuando Amiama Tió, “asis-tiendo a la fiesta de cumpleaños del general Román, en la valio-

sa finca de éste, le informó de que él, junto con Juan Tomás Díaz y Antonio De la Maza, intentaban ajusticiar a Trujillo y le invitó a que se les uniese. Román, interesado, dijo que no le

parecía necesario asesinarle, bastaba con raptarle y obligarle a

que abandonase el país junto con su familia. Amiama Tió dijoque esto era ingenuo. El general Román le pidió que volviese con su programa detallado. Así lo hizo –Trujillo mismo seríaasesinado– los otros Trujillo serían arrestados y deportados; el

presidente Balaguer sería detenido; Ramfis Trujillo, que estabaen Europa, también sería detenido si volvía; se establecería una

junta militar con el General Román a la cabeza. Juan Tomás

Díaz sería restablecido como general y sería miembro de la Jun-ta; a los tres meses habría elecciones ”.

5...

LAS TRAMAS CONSPIRADORAS CONTRA TRUJILLO ERAN, para

febrero de 1961, numerosas y variadas en su naturaleza.Ellas sobrepasaban el simple estado mental y emocionalde quienes querían la muerte del sátrapa y el derrocamien-to de la tiranía gubernativa. Por un lado, la Central de In-teligencia Americana (CIA) hacia sus contactos y buscaba una estrategia con agentes estadounidenses y criolloslocalizados en el país, al mismo tiempo que establecía un

puente con grupos de exiliados. Pero la Agencia del De-partamento de Estado de Washington titubeaba ante laposibilidad de que el desenlace que pudiese tomar el país,



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al ser excluido Trujillo, fuera el de un cambio en conexióncon el régimen comunista de Fidel Castro.

La CIA estaba en conocimiento de que varios grupostramaban contra el régimen y contra Trujillo, como tam- bién se pusieron tras la pista de los individuos que estaban comprometidos con ese propósito. Uno de los prime-ros con el que establecieron contacto fue con SeveroCabral, quien había formado un grupo tan numeroso queello fue razón para disolverlo debido a la falta de cohe-

sión y al alto riesgo que su numerosidad representaba fren-te al efectivo engranaje del SIM. Incluso, Severo Cabral,miembro de la llamada aristocracia dominicana y vincu-lado a la Casa Vicini, había sido interrogado, en una oca-sión por agentes del Servicio Secreto, que no dejaron devigilar sus actuaciones. Entre los muchos individuos que junto a Cabral urdían la conspiración figuraban Tirito

García Mella, Manuel De Ovín Filpo, ciudadano espa-ñol este último, quien estaba dispuesto todo el tiempo a jugarse la vida por el bienestar de los dominicanos y aellos se asociaba Antonio De la Maza, el más activo, ob-sesionado y resentido enemigo que tenía Trujillo.

El papel de la CIA en lo concerniente a la conspira-ción contra Trujillo, fue paralelo a los varios intentos in-

directos que emprendió el Gobierno de Washington parapersuadir al dictador de que democratizara el país y aban-donara pacíficamente el poder. La CIA había estado encontacto con el grupo de Severo Cabral, a través de HenryDearbon, Tom Stocker y Lorenzo Berry (a) Wimpy, agen-tes de la referida central de inteligencia. En su contactocon dichos agentes, Severo Cabral requirió reiteradas ve-

ces el aprovisionamiento de armas, solicitud que le fuenegada. Después que la Embajada de los Estados Unidosfue cerrada conforme a la decisión de la OEA, se acordó



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entregarle a los conspiradores del grupo de Severo Ca- bral los fusiles Garan M1, que eran usados por los guar-dias que custodiaban la Embajada. Estas armas fueronentregadas por la C.I.A., como un “tente ahí”, a un gru-po que no pudo llevar el complot adelante, ya que sedisolvió.

El grupo de Salvador Estrella Sadhalá no tenía cono-cimiento sobre el referido complot y su relación con laCIA, organismo con el que nunca hizo conexión. Como

núcleo independiente, sus integrantes sopesaban diversasalternativas de vinculación para prosperar en la gestión quese habían trazado como objetivo patriótico. Sin embargo,tales alternativas discutidas dentro de una confidente inti-midad se desvanecían ante la máxima preocupación de to-dos, que era acabar simple y llanamente con un hombreque estaba en el ocaso político; y aunque vigoroso como

una gran bestia, ese hombre daba señales de haber entradoen la decrepitud emotiva, a sus casi 70 años de edad.

Los tejidos conspiradores de los principales grupos quecomplotaban unilateralmente en la ciudad capital, proce-dían de una madeja cuyas hebras fueron creando una inte-rrelación al mismo tiempo, directa o indirecta. En un ex-tremo, las vinculaciones entre Salvador Estrella Sadhalá y

Antonio De la Maza; a su vez los hermanos De la Maza yTunti Cáceres y en paralelo, el círculo de Salvador Estre-lla Sadhalá conformado por Antonio Imbert Barrera, elteniente Amado García Guerrero, César Estrella Sadha-lá, Máximo Mueses, el Dr. Rafael Batlle Viñas, TavitoKid, Quilvio Casanova y otros amigos que en la mismacapital y Santiago de los Caballeros recibieron la infor-

mación directa de Salvador. Entre estos últimos, el Dr.Silvano Rodríguez. Además se incluían en el mismo cír-culo, Urania Mueses y Guarina Tessón, las esposas que



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entendieron y respaldaron lo que planeaban sus maridosy que no titubearon ante el riesgo que corrían todos, in-cluso sus hijos.

El otro extremo del tejido lo definía el círculo de losDíaz Quezada, el cual asoció a Pedro Livio Cedeño y a

Huáscar Tejeda, quién a su vez incorporó a Roberto Pas-toriza. Asociado a los Díaz, también Luis Amiama Tió,quien fue el enlace con el general Román Fernández. Larelación de los De la Maza con este círculo convierte aAntonio De la Maza en un enlace con el núcleo que sehabía cohesionado en la casa de Salvador Estrella y Ura-nia. Como la mayoría se conocían entre sí, coordinar elmomento de la acción fue asunto de semanas o de días.

Tres días antes (sábado) del 30 de mayo, Salvador sehabía encontrado en Santiago con el Dr. Silvano Rodríguez

A la izquierda, Urania Mueses. A la derecha, Guarina de Imbert (Guachy).



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a quien le dijo lo siguiente: “Voy a matar al caimán, no te preocupes que esto va a cambiar ”, preguntándole el amigo:“ ¿Y cómo? ”. Salvador le contestó “no te preocupes, cuentaconmigo” ofreciéndole en aquel momento un revólver queel galeno rechazó, alegando no saber usarlo. En cambiose solidarizó para lo que necesitara, ya que eran comohermanos. Reiterándole su apoyo a Salvador dándoleuna palmada en la espalda, le deseó buena suerte, que-dando muy emocionado, imaginándose cómo su entra-

ñable amigo se jugaría la vida por la Patria. Esta conver-sación se efectuó casualmente en donde ahora está elEdificio Hermanos Haché situado en la Avenida SanCristóbal que hoy lleva el nombre de Avenida Luis Sal-vador Estrella S.

También en Santiago visitó el Restaurante El Tomas-co, en compañía de César, su hermano. El restaurante es-

taba cerca de la casa de Sosa Nicolás, quien era el tradi-cional sastre de la sociedad santiaguense. Tronco de unahonorable y numerosa familia, íntimo amigo de Salva-dor, sus hijos estaban ligados por crianza a los hermanosEstrella Sadhalá más pequeños. En un momento determi-nado llegó Leonidas Nicolás (a) Leo, quien al ver a Sal-vador se acercó para saludarlo. Este le pregunta por Sosa,

enterándose que estaba enfermo de gripe. A manera dechanza Salvador le ordenó: “dile a Sosa que se levante yque venga que “yerba mala no muere”. Riéndose, Leofue a buscar a Sosa quien se abrigó para dirigirse al referi-do restaurante, donde Salvador le informó en lo que estaba metido. Sosa Nicolás se sintió atemorizado por lo quele podía pasar a su amigo. Le aconsejó que se cuidara y le

dio apoyo moral, retirándose muy preocupado por lo quepudiera suceder.



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6...

FUE PRINCIPALMENTE EN LA CASA DE SALVADOR Estrella ubi-cada en la Mahatma Gandhi No. 21, antigua calle Cabre-ra, en donde se ultimaron los detalles del complot, orga-nizado en base a los dos grupos enlazados en un mismoobjetivo. Este constaba de dos partes. Una, la elimina-ción física de Trujillo, la otra parte iba a ser la suplanta-

ción del régimen que se había definido alrededor del lar-go autoritarismo del gobernante. Para este propósito sehabía reconfirmado la decisión de constituir un Consejode gobierno presidido por el general José René RománFernández (a) Pupo y que debía ser instalado una vez seejecutara el tiranicidio. La coordinación de los pormeno-res políticos era tarea de Juan Tomás Díaz, visto con sufi-

ciente prestigio aún, para ejercer la autoridad en una si-tuación nacional de cambio.Juan Tomás Díaz integraba el grupo político con Luis

Amiama Tió, Modesto Díaz y otros participantes. La ac-ción de este grupo incluía algunos puntos que debían serejecutados con rapidez y decisión. Una vez ocurrida lamuerte del dictador se le comunicaría al general José RenéRomán Fernández (a) Pupo, quien debía asumir el con-trol de las Fuerzas Armadas desde su bastión capitalino,desarmando y apresando a Abbes García y a su grupo dematones, así como a los miembros de la familia Trujillo.

Una alocución o proclama preparada por AntonioGarcía Vásquez, integrado posteriormente al grupo polí-tico, debía ser transmitida una vez éste recibiera la ordendel general José René Román Fernández (a) Pupo, quien

tenía que apoderarse militarmente de “La Voz Domini-cana”, la potente estación radial y televisiva, propiedad



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de Petán Trujillo. Por la misma estación debía leerse elprimer decreto, firmado por Juan Tomas Díaz, generalJosé René Román Fernández (a) Pupo, Antonio De laMaza, Salvador Estrella Sadhalá y el Dr. Joaquín Bala-guer a la cabeza. La inclusión del Dr. Balaguer en el pro-

yecto de la conjura obedecía a una correcta estrategia po-lítica, ya que él era el Presidente Constitucional del país.Su persona fue tomada en cuenta como una posibilidadcuando se discutía el plan de apoyo que debía conseguir-se en la esfera gubernativa, tanteando a algunos funciona-rios. La posibilidad de que el Dr. Balaguer, presidente no-minal de la República, pudiese sumarse en el momentodecisivo de la conspiración, fue una tarea encomendadapor Antonio De la Maza y Salvador Estrella al Dr. RafaelBatlle Viñas, casado con Indiana De la Maza, prima de

Dr. Rafael Batlle Viñas y Familia Estrella Mueses. Viaje a Constanza en el

año 1958.



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Antonio. El Dr. Balaguerhabía sido profesor del Dr.Batlle Viñas, convirtiéndoseéste en su amigo y médico decabecera.

Cuando se decidió queFellito Batlle Viñas era elmás idóneo par tantear a Ba-laguer, el referido médico

fue abordado directamentepor Antonio: “¿Tú te atreves a hablar con Balaguer y poner-le al tanto del asunto en el que estamos nosotros ?”. Con todala calma del mundo, el médico respondió con otra pre-gunta: “ ¿Y si él pregunta quienes están en el asunto, le doy los

nombres? ”. A seguidas intervino Salvador: “no hay que decirlos ”. El doctor Batlle Viñas aceptó la encomienda,insistiendo, si debía revelar los nombres o no. “Tú sabes como lo haces ”, fue la opinión concluyente de Antonio Dela Maza, cuando despidió al sonriente marido de su pri-ma hermana e íntimo amigo de Salvador.

A los pocos días se presentó la oportunidad de tantear

al Dr. Balaguer. Aprovechando una consulta rutinaria delas que regularmente efectuaba, Batlle Viñas le preguntó:“ En caso de que Trujillo desapareciera, que haría usted Dr.

Balaguer ?”. La interrogante dio lugar a un corto diálogo: —“ Bueno Fellito, en caso de que el jefe desaparezca de re-

pente, lo que aquí suceda tiene que hacerse en base a la Consti-tución y yo la represento, pues yo soy el Presidente de la Repú-

blica... ¿por qué la pregunta?... ¿qué está pasando?”. —“ Aquí se avecinan momentos aciagos ” –respondió elDr. Batlle Viñas.

Rafael Batlle Viñas.



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—“Te repito Fellito, lo que aquí suceda si quiere mantener-

se la Constitución, hay que contar conmigo” –siguió alegan-do Balaguer.Se desconoce el alcance o las implicaciones de la re-

ferida conversación, cuya motivación obedeció a tomarel pulso en la alta esfera gubernativa, y a través de un fun-cionario que como Balaguer no era del todo despreciablepara la estrategia política. Tomarlo en cuenta, dada su

investidura, era intentar la seguridad de un decreto queen el momento oportuno decidiera la disolución de losCuerpos Legislativos y de todo el gabinete de Gobierno.

Independientemente de las iniciativas de Salvador yde Antonio De la Maza en cuanto a sondear, buscar adep-tos y definir estrategias, el salto al poder era tarea del gru-po político. A su cargo estaban las contraseñas comuni-

cativas que debían dirigirse a los jefes militares asociadosa la conjura, y los cuales estaban localizados en los de-partamentos castrenses. Ellos debían ejercer controles

Al centro, Antonio Sánchez (Toño). A la izquierda el Dr. Batlle Viñas y ala derecha su actual esposa Sra. Luchy de Batlle.



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colectivos, dentro y fuera de los recintos. Para estos finesse contaba con el coronel Antonio Mueses, en La Roma-na, primo de Urania y compadre de Salvador, quien ante-riormente había participado en otra conjura en compañíade Rafael A. Sánchez Sanlley (a) Papito, entre otros. Tam- bién se contaba con el general García Urbáez, en SanCristóbal; y con el coronel Adriano Valdez Hilario, enSantiago de los Caballeros. El apoyo de tales militares se basaba en el confiado sentido de la amistad contraída y

de ciertas evidencias políticas manifestadas de maneradirecta o indirectamente por los mismos.

Otras acciones tenían que ver con la libertad de lospresos políticos encerrados en la cárcel La Victoria o enel centro de tortura y muerte La 40. Tales acciones de- bían estar dirigidas por Antonio Imbert Barrera, SalvadorEstrella Sadhalá y el teniente Amado García Guerrero.

Ellos, con un contingente de militares dirigido por el te-niente Amado García Guerrero, efectuarían el apresa-miento de los “caliés” que como Abbes García, Peña Ri-vera, Candito Torres, Dante Minervino y otros tantos,merecían el fusilamiento sumario.

Eliminado Trujillo, apresada la parentela de éste y sus-tituido el régimen dictatorial, una medida alternativa del

nuevo Consejo de Gobierno que se planeaba instalar eraconvocar a elecciones libres para el año 1962; es decir,una vez se orientara el país por el sendero de democraciaparticipativa.

El Grupo de Acción, el cual tenía la tarea de ejecutaral tirano, comprometía a un buen número de integrantes.La participación de todos o parte de ellos iba a depender

de su localización para el momento en que se presentarala oportunidad. La misma dependía también de la movi-lidad de Trujillo. Como este grupo estaba al acecho de



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esa oportunidad, se acordaron posiciones y sustitucionesentre los integrantes. Tunti Cáceres Michel era quienmanejaría uno de los automóviles según el plan, pero enausencia de él, la sustitución la cubriría Antonio ImbertBarrera. El segundo carro iba a ser conducido por Ernes-to De la Maza, quien podía ser sustituido por SalvadorEstrella Sadhalá. Por su parte, Roberto Pastoriza estaballamado a sustituir a Mario De la Maza, en la conduccióndel tercer automóvil. Si Roberto Pastoriza no aparecía

para cubrir su turno en la asechanza, el sustituto lo eraCésar Estrella Sadhalá; y en caso de que este último nollegara, la tarea era de Máximo Mueses. De la mismamanera que cualquier integrante podía cubrir la conduc-ción de los automóviles, esto ocurría también con losacompañantes que tenían como tarea el uso de las armas.

Los integrantes del Grupo de Acción conformaban

numéricamente una unidad mayor que el Grupo Político.En los turnos de acechanzas a los que se dedicaron condisciplina por varios días, no estuvieron ausentes ni An-tonio Imbert Barrera, ni Salvador Estrella Sadhalá, niAntonio De la Maza, ni el teniente Amado García Gue-rrero. El objetivo a realizar por este grupo dependía delteniente Amado García Guerrero, quien no solo había

ofrecido la más factible de las alternativas para lograr elajusticiamiento de Trujillo, sino que era, al mismo tiem-po, el encargado de comunicar el itinerario de salidas deeste último, ya que pertenecía al cuerpo de sus asistentesmilitares.

Las formas de ejecutar el tiranicidio se habían discuti-do numerosas veces, personalizándose inclusive la ma-

nera de realizarlo. El que mayor pasión manifestaba en elasunto era Antonio De la Maza, quien a raíz del asesina-to de su hermano Octavio, se había dirigido al Palacio



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Nacional para matar a Trujillo, sin lograr el objetivo. Estaimposibilidad no amilanó a Antonio, quien frente a suscompañeros tenía sobradas razones para no titubear odesanimarse por nada ni por nadie. Era muy grande laentereza y la fe que unía al grupo para aquella causa quediscutían en una absoluta e ineludible búsqueda de po-sibilidad. En este sentido se discutió realizar el tiranici-dio aprovechando cualquier momento en que Trujillotransitara por la Avenida Máximo Gómez, una de sus

rutas usuales para llegar al Palacio de Gobierno o diri-girse a su residencia. También se pensó en aprovecharsu estadía en cualquier ciudad del interior, posiblemen-te Moca, adonde iría a presidir uno de los tantos actospúblicos; o Santiago de los Caballeros a donde acudíacon regularidad.

En las discusiones sobre el mejor plan para efectuar el

tiranicidio, numerosas propuestas fueron descartadas porel alto riesgo que entrañaban. Fue el teniente Amado Gar-cía Guerrero quien propuso aprovechar las salidas noc-turnas de Trujillo hacia San Cristóbal, a donde viajabaconstantemente a pernoctar, y en donde tenía más de unavivienda. Entre ellas un palacete que no había habitado.También la predilecta Casa de Caoba, en donde se refu-

giaba como un lobo hambriento y sexual, instinto queademás saciaba con una nueva querida a la que tenía vi-viendo en casa propia. Trujillo solía tomar por la autopis-ta que conducía a la ciudad natal, pasada las nueve de lanoche, y se le antojaba, algunas veces, viajar únicamentecon su chofer. Como ayudante que era del gobernante, elteniente Amado García Guerrero conocía éste y otros

detalles del desenvolvimiento del gobernante. Todo eraasunto de verificar una de esas salidas hacia San Cristó- bal y acabar con la bestia.



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Al Grupo de Acción se había integrado un ingenieroespañol, Manuel De Ovín Filpo, quien llegó al país paratrabajar en la Casa Vicini, donde trabó amistad con Án-gel Severo Cabral. El español se unió al grupo y fue de losque les tocó no sólo ir en varias ocasiones a la Avenida,sino que preparó los cartuchos con balas, identificándoserápidamente con la causa de los compañeros.

Para efectuar el tiranicidio, el Grupo de Acción te-nía tres automóviles revisados y acondicionados con el

mayor cuidado técnico y en todos sus detalles mecáni-cos. Cada automóvil fue probado en su velocidad y susfrenos por Tunti Cáceres, Roberto Pastoriza y algún otro.El automóvil de Antonio De la Maza fue preparado enSantiago de los Caballeros por el mecánico Rómulo Brea,pero cada uno de los automóviles fue supervisado porsu propietario.

Desde el momento en que comenzaron a acechar alDictador, esos automóviles fueron sometidos a cotidia-nos chequeos, de la misma manera que fueron abasteci-dos de los líquidos de consumo. Todos los participanteshabían discutido las estrategias para resolver inconvenien-tes internos que pudiesen presentarse y hasta contabancon médicos amigos, también involucrados en la trama,

para los casos de posibles heridas, ya que Trujillo podíaviajar sin escolta militar, o con ella. También se tomaronlas previsiones con las armas que se contaban y las cua-les eran del uso personal de varios de los participantes, oprocedían de alguna reserva familiar ligada a ellos.

Las armas que poseían tenían su historia, una por una.Salvador Estrella poseía un revólver común y corriente

para aquella época: un 38 Smith & Wetson, que había com-prado en la Ferretería Read. Las armas del teniente Ama-do García Guerrero eran reglamentarias de un militar, una



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pistola 45 y un fusil M1. Pedro Livio Cedeño, tenía unapistola 45, perteneciente a Juan Tomás Díaz. En cuanto aHuáscar Tejeda y Roberto Pastoriza, las armas que consi-guieron fueron préstamos, posiblemente de amigos comu-nes o parientes. Antonio De la Maza poseía una pistola45, la cual, según se decía, había sido obsequiada por elDictador. Antonio había conseguido otras dos armas paraque fueran usadas por otros integrantes, que podían serErnesto y Mario De la Maza, Tunti Cáceres o César Es-

trella quien poseía un revólver calibre 38, que le pertene-cía como ayudante del fiscal. Eran dos escopetas Brow-ning calibre 12, las cuales habían sido recortadas ypreparadas por Miguel Bissié para que funcionaran auto-máticamente. Una de esas escopetas la había obtenido deRafael De la Maza, primo de Antonio De la Maza. Laotra escopeta era propiedad del general Piro Estrella.

7...

PARA LOS DÍAS EN QUE SE ACERCABA EL TRÁGICO episodiodel tiranicidio, miembros de numerosas familias estabandistanciados a causa de Trujillo, en términos de aparien-

cia o realmente. Ser o estar fichado como antitrujillistaera una desgracia social, como también lo era estar en laacera contraria –la del trujillismo– por el encono, el pa-vor y la vergüenza que se debatían en las conciencias demuchos hombres y mujeres.

La división familiar debido al antitrujillismo la co-nocía y entendía Salvador, quien a causa de ello no sólohabía tenido una ligera fricción con Guarionex, el her-mano militar, sino que aquella no superada diferenciaque tenía con su padre era más dolorosa, debido a la



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rampante adhesión de éste hacia el llamado “Benefactorde la Patria”. El general Piro Estrella y Trujillo eran bue-nos amigos. El gobernante y numerosos allegados solíanllegar a menudo por la Hacienda de Las Lavas.

Los Estrella Sadhalá estaban para 1961 divididos po-líticamente entre trujillistas y antitrujillistas. Salvador,desde hacía tiempo se consideraba entre estos últimos,pasando de una oposición silenciosa y conmocionada ala oposición conspiradora, en la que se desenvolvía. Esta

resistencia había comenzado a germinar en 1949 cuandola muerte de amigos y de conocidos ocasionadas por elrégimen golpeó su sentimiento, conmocionado aún máscuando supo la muerte de Manuel González (a) Manoli-to, y de otros que fueron apresados. El miedo que sintiócuando creyó que habían hecho presa a su entrañable her-mana Yuly, cuando en realidad las detenidas fueron Fifa

y Caridad Cordero, no fue un miedo tan permanente comoel que se sentía por Gisela, la Sor Paulina de la familia.La fricción profunda entre Trujillo y la Iglesia era insan- jeable y sabía que el dictador era capaz de hacer cual-quier cosa cuando desataba su carencia de escrúpulos.Salvador tenía miedo de un atentado en grande en contrade cualquier sector religioso, y que el mismo pudiera al-

canzar a su hermana monja.Él se sintió un poco más tranquilo cuando a Sor Pau-lina Estrella la trasladaron a Puerto Rico. Si numerosasrazones de conciencia y dolor impulsaban a Salvador aconspirar, el vil asesinato de las Mirabal colmó el nivelde su sensibilidad. Este fue un terrible hecho que le “pusola tapa al pomo”, que aceleró la decisión de buscar el

ajusticiamiento del Tirano. Aparte de los amigos con losque se asocia para esa comprometida y riesgosa tareacontaba solidariamente con Urania, con parientes de



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ella y familiares suyos, como su hermano César e igual-mente con Elly y Nancy, quienes estaban del lado anti-trujillista y a los cuales le confió el compromiso conspi-rador que había asumido. A algunos antiguos y lealescompañeros –Silvano Rodríguez, Kilvio Casanova, Ra-fael Abinader (a) Fao y Sosa Nicolás–, les había revela-do lo mismo.

A pesar de las diferencias y posiciones entre Piro Es-trella y Salvador, éste hubiese deseado confiarle al padre

el asunto del complot e, igualmente, obtener su apoyo.En algunos momentos, esta necesidad filial se convirtióen una momentánea obsesión ya que un día, en el queconversaba con Antonio De la Maza, le dijo: “Seguiré enel plan, pero a condición de que mi padre me respalde en este asunto”. Sin ocultar la sorpresa de la condición plantea-da, Antonio De la Maza le respondió que “don Piro estaba

enterado de todo”, aseveración que no convenció al incré-dulo Salvador. Fue cuando De la Maza le prometió traer-le una prueba de lo que decía.

Antonio De la Maza aprovechó uno de sus viajes alpoblado de Restauración, en donde tenía su aserradero,para detenerse en Las Lavas y saludar al general Estrella.En medio de una entretenida conversación, Antonio De

la Maza le dice: “don Piro, necesito que me preste una escope-ta para matar unos perros que me tienen fastidiado”. El gene-ral llamó a su hijo Tonti para que buscara la escopeta y sela entregara.

Al regresar a la capital, De la Maza fue directamente acasa de Salvador. Al encontrarlo le mostró el arma de fue-go, preguntándole: ¿Conoces esta escopeta?... Tras darle un

rápido vistazo él le respondió: “ Es la escopeta de papá”. Alescucharle Antonio le comentó: “ ¿Te das cuenta?... don Pirolo sabe... fue él, personalmente, quien me facilitó esta arma” .



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A pesar de la prueba de la escopeta, Salvador quisoconvencerse de que el padre le apoyaba en la peligrosaconjura en la que estaba metido. Buscó a su amigo RafaelAbinader (a) Fao, a quien le unía una relación familiarpues los Abinader y los Sadhalá eran libaneses, amén deque un primo de Salvador, Manuel Estrella, estaba casa-do con una hermana de Rafael (Fao). Salvador le solicitóque visitara a Piro Estrella y lo tanteara para saber si “el viejo sabía algo de la trama”. En esa acordada visita al pa-

dre de los Estrella Sadhalá, “Fao” Abinader le preguntó: ¿Qué le parecen los acontecimientos que últimamente han teni-do lugar en el país?... yo entiendo que la situación de Trujillo es bastante delicada, la cosa se está poniendo fea, don Piro”.

Tras unos instantes, Piro Estrella le respondió a su in-terlocutor: “ Mira Fao, a Trujillo lo van a matar. El jefe no se muere en cama. A mí me luce que el hombre está ahora desan-

dando los pasos que dio cuando subió al poder, está visitandolos sitios que recorrió al principio, y me luce que se está despi-diendo... pero no es verdad que al jefe lo mata cualquiera. Al

jefe lo matan gentes de brague-tas, como un Antonio De la

Maza o alguien como él ”.

Después de la conversa-ción sostenida, Rafael Abi-nader se despidió del gene-ral Piro Estrella, convenci-do de que éste sabía lo queestaba pasando. El no tuvoque preguntarle directa-

mente sobre la conspira-ción en la que estaba meti-do su hijo Salvador, porque Rafael Abinader.



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la relación de su nombre era más que evidente. Así se lohizo saber al amigo que le había pedido realizar aquellavisita. El diálogo me fue contado tanto por mi abuelo comopor Abinader coincidiendo por separado. Más adelantenos daremos cuenta de que esta opinión fue el resultadode un análisis político sabio y no porque Don Piro estu-viera enterado de nada.





IV PARTE

“Todos cuentan contigo, si quieres desengañarlos,tú, no cuentes con ellos”.

MINERVA MIRABAL





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1...

ERA MARTES, 30 DE MAYO DE 1961. El Grupo de Acciónhabía descartado la posibilidad de efectuar el tiranicidio,ya que se tenía conocimiento de que ese día Trujillo noviajaría a San Cristóbal. El gobernante era un metódicode la rutina y, por razones cabalísticas, prefería viajar cual-quier día de la semana, menos el martes. Por esta razón,quienes tenían la misión del ajusticiamiento no iban amovilizarse con sus armas la noche de ese 30 de mayo.En esta fecha, ellos no acecharían los movimientos deldictador, ni su salida de la ciudad por la carretera, donde

se tenía planeada una ejecución prevista para el miérco-les o el jueves de la misma semana.

Ese martes 30 de mayo, el teniente Amado GarcíaGuerrero estaba de asueto. Como de costumbre pasó eldía en la casa de los Estrella Mueses, en donde almorzó ydespués echó una siestecita. Al atardecer, se le ocurrióvolver al recinto militar en donde los que como él, inte-

graban el Cuerpo de Ayudantes, contaban con habitación.Al llegar se percató del usual ajetreo que Trujillo provo-caba cuando tiene una salida fuera de la Capital. Para ve-rificar aquella evidencia, le preguntó a su compañero dedormitorio que si “el jefe” iba a salir ese día, recibiendorespuesta afirmativa y precisa. Trujillo viajaría por la no-che a San Cristóbal, con su chofer. En el recinto tomaban

las previsiones de lugar, por si acaso el gobernante deseaba, a última hora, una escolta o se presentaba alguna otraemergencia rutinaria.



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El teniente Amado García Guerrero estaba conscien-te de que a Trujillo no le gustaba viajar los martes, no obs-tante salió rápidamente del recinto a comunicar la ines-perada información al resto de los conspiradores, quienesno sospechaban que entrarían en acción ese día y no alsiguiente como se había planeado. Al llegar a la residen-cia de Salvador Estrella, lo encontró conversando anima-damente con Antonio De la Maza y Antonio Imbert. Dia-logaban sobre asuntos ajenos a la conjura cuando

escucharon la noticia ofrecida de sopetón. Momentánea-mente los tres se quedaron alelados.

Ante una nueva reiteración del teniente Amado GarcíaGuerrero de que “el hombre iba a viajar esa noche ”, la reali-dad se volvió ineludible. Rápidamente se tomaron las pre-visiones de lugar para localizar a los restantes miembrosde la inevitable tarea. Eran las 7:00 p.m. cuando los cua-

tros hombres se separaron bajo el acuerdo de volver a juntar-se en la misma casa de Salvador Estrella, a las 9:00 p.m.

Mientras Salvador Estrella utilizaba el medio telefó-nico para avisar el inesperado cambio a los que pudiesenser localizados, Antonio De la Maza se apresuró hasta lacasa de Juan Tomás Díaz, de manera que éste tomara,con su grupo, las providencias que permitieran cubrir el

segundo paso de la conjura, como era la sustitución delgobierno trujillista. A las 8:00 p.m. el dictador paseabapor el malecón capitalino, acompañado de un séquito defuncionarios y militares. El coronel Marcos Jorge More-no, jefe del Cuerpo de Ayudantes, figuraba en el grupoque además integraban entre otros los generales José RenéRomán Fernández (a) Pupo y Arturo Espaillat (a) Gillete

o Navajita. También estaban Virgilio Álvarez Pina, Paí-no Pichardo y Miguel Ángel Báez Díaz. Fue durante estacaminata que este último se enteró que Trujillo había



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decidido viajar a San Cristóbal. De la misma manera quelo hizo el teniente Amado García Guerrero, una vez con-cluido el paseo, Báez Díaz salió en busca de los complo-tarlos para ofrecer la noticia.

A las 8:00 p.m. de aquella noche, ya estaba localizadoMiguel Bissié, quien era el custodio de las armas que se

habían preparado para el tiranicidio, y las cuales trasladóhasta la casa de Antonio De la Maza para el reparto perti-nente. Para este momento habían sido localizados Huás-car Tejeda, Roberto Pastoriza, Pedro Livio Cedeño, loscuales junto a Antonio Imbert Barrera, Antonio De laMaza, Roberto Pastoriza y Salvador Estrella sumaban ungrupo de siete. Luis Manuel Cáceres (a) Tunti, se encon-

traba ese día en Moca. Otros sustitutos del plan de acciónno habían sido encontrados. César Estrella se ofreció va-rias veces para acompañar el tercer carro al igual queMáximo Mueses pero Salvador le dijo a Antonio De laMaza que le dijera que no a César, pues si él se lo decía,se podía ofender. Después Salvador le confió a Urania yal propio César que quien se opuso fue él ya que si perdíala vida deseaba que César y Máximo Mueses fueran lostutores de sus hijos, conjuntamente con Rafael O. Castillo(Muñeco) y José Rafael Abinader (Fao).

Amado García G. Salvador Estrella S. Antonio Imbert B. Antonio de la Maza.



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A las 8:30 p.m. de aquel martes 30, el teniente GarcíaGuerrero para cerciorarse del viaje a San Cristóbal, lla-mó por teléfono al oficial de guardia de la casa de Truji-llo, preguntándole si éste saldría esa noche. El oficial lereconfirmó que el jefe ya vestía el uniforme verde olivolo cual significaba que viajaría. La reconfirmación agili-

zó la distribución de algunos de los conspiradores quie-nes comenzaron a vigilar la movilidad del gobernante.

Como se sabía que Trujillo regularmente abandonabala Capital después de las 9:00 p.m., el grupo distribuidoen los respectivos automóviles se estacionó en las inme-diaciones de la Feria Ganadera. A ese lugar llegaron Ura-nia Mueses y Guarina Tessón, quienes a sabiendas de lo

que estaba programado, tenían la intención de ser acom-pañantes solidarias de sus maridos. Eran casi las 9:30p.m., cuando se sintió el temor de que el gobernante noapareciera. La impaciencia fue envolviendo los nerviosde todos ellos, que ponderaban la posibilidad de pospo-ner la acción. El aplazamiento se discutía cuando apare-ció Miguel Ángel Báez Díaz, quien comunicó que él ha-

bía estado en el paseo con Trujillo, quien vestía suuniforme militar: “ De un momento a otro aparecerá por la

Huáscar Tejeda Roberto Pastoriza Pedro Livio Cedeño



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Autopista... señores, no se desesperen que el hombre viene… y viene solo”, recalcó con voz entrecortada.

La llegada de Báez Díaz, así como aquellas reconfir-matorias palabras suyas, resultaron decisivas. El ánimoaumentó cuando impulsivamente Antonio De la Mazasentenció lo siguiente: “Quien se quiera ir que se vaya. Estanoche yo lo mato aunque me quede solo; y si no pasa por aquí,voy al Palacio a buscarlo”.

Convencidos en medio de aquella comprometida y

palpitante noche, ningún integrante pensó en retirarse.Miguel Ángel Díaz se marcho conduciendo su automó-vil, en tanto que Antonio De la Maza, Antonio ImbertBarrera y Salvador Estrella decidieron ocupar sus posi-ciones, no sin antes despedir a Guarina y a Urania, sugi-riéndole que debían volver a “la casa” y esperar atentas.Ellas no tenían la intención de seguir aquella recomenda-

ción. Fingieron distraerse cuando los hombres aborda-ron el carro que fue seguido a distancia por los otros dosautomóviles, con destino a la zona en donde debían espe-rar como ajusticiadores.

La emboscada a Trujillo y su ineludible muerte, habíasido tramada conforme a un sencillo plan. Se trataba deefectuar el ajusticiamiento de un verdugo en aquella au-

topista que conducía a San Cristóbal, aprovechando laoscuridad de la noche, ya que dicha vía no tenía alumbra-do eléctrico. El grupo, distribuido en los tres carros teníaque atrapar al gobernante entre fuego cruzado desde dosposiciones ubicadas a menos de medio kilómetro dedistancia. Una posición le correspondía a quienes debíanperseguir a Trujillo, una vez éste apareciera por la autopis-

ta y pasara por la proximidad del Teatro Agua y Luz. Aquí,en el primer carro, estaban Antonio Imbert, volante en



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manos, y a su lado Antonio De la Maza. En el asientotrasero estaban Salvador Estrella y el teniente Amado Gar-cía Guerrero.

En el segundo carro situado en el lado contrario alautomóvil que conducía Antonio Imbert –en un Oldsmo- bile 58–, estaban Huáscar Tejeda y Pedro Livio Cedeño.Su misión era obstaculizar la marcha del automóvil deTrujillo, una vez recibieran las señales de luces desde elChevrolet 58 propiedad de Antonio De la Maza. Si tal

acción obstaculizadora no funcionaba, entonces el tercerautomóvil –un Mercury Monterrey propiedad de Salva-dor Estrella, y a cargo de Roberto Pastoriza– tenía queaguardar estacionado, atravesando la autopista.

El plan, además, contemplaba que una vez efectuadala eliminación de Trujillo, se debía limpiar el escenariode cualquier rastro que comprometiera con rapidez al gru-

po. Aparte de cargar con el cadáver como prueba para elGrupo Político, y especialmente para convencimiento delgeneral José René Román Fernández (a) Pupo, los auto-móviles debían desaparecer, incluido el de Trujillo quedebía esconderse. Huáscar Tejeda y Roberto Pastorizaeran los encargados de esta tarea. El Grupo de Acción,constituido en aquella terrible pero heroica noche del 30de mayo de 1961, aguardaba en atención, en silencio, es-copetas y revólveres en manos. Allí, en el tramo de laautopista que se extendía del Teatro Agua y Luz hasta unpoco más allá de la Feria Ganadera, estaban aquellos sie-te hombres comprometidos: Salvador Estrella, AntonioDe la Maza, Teniente Amado García Guerrero, AntonioImbert, Roberto Pastoriza, Huáscar Tejeda y Pedro LivioCedeño. Mas ellos no estaban solos. A poca distancia,

Guarina Tessón de Imbert había estacionado el automó-vil de su esposo y que condujo hasta el lugar en compañía



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de Urania Mueses de Estrella. Esa noche las dos mujeresestaban allí porque, aunque no fuera de manera muy acti-va o directa, ellas se consideraban comprometidas conlas acciones que culminarían aquella noche. Además deesa complicidad, el instinto de esposas les obligaba a per-manecer a la espera de cualquier desenlace fatal que seañadiera a la ejecución del tirano. Ellas sabían que podíamorir o resultar herido cualquiera de aquellos hombres.El herido o muerto podría ser Salvador Estrella, AntonioImbert o algunos de los otros. Ellas estaban allí para con-vencerse de aquella comprometida voluntad y era lo queimportaba.

2...

EL DICTADOR TRUJILLO SE HABÍA ENTRETENIDO haciendoalgunas visitas antes de tomar el rumbo hacia la “CiudadBenemérita”, como se le llamaba a San Cristóbal. Eranmás o menos las 10:30 p.m., cuando apareció por la ave-nida el Chevrolet oficial que le transportaba.

Mientras tanto los conjurados ya habían redistribuidola forma como se ubicarían en los tres carros. En el Mer-

cury de Salvador Estrella iba Roberto Pastoriza. En elOldsmobile de Antonio De la Maza iba Pedro Livio Ce-deño y Huáscar Tejeda y en el Chevrolet 58 de AntonioDe la Maza se instalaron Antonio Imbert y Antonio Dela Maza delante y en el asiento de atrás Salvador Estrella,del lado izquierdo y del lado derecho el teniente AmadoGarcía Guerrero. Estos últimos se instalaron detrás del

teatro Agua Luz, como distraídos visitantes, con el vehí-culo de frente hacia Santo Domingo.



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Ya estaban impacientes cuando apareció Miguel Án-gel Báez por segunda vez, manejando su carro Volkswa-gen y les dijo “no se desesperen que él viene”. De pron-to el teniente García Guerrero anunció que venía el carrodel Tirano. Eran aproximadamente las 10:30 p.m., cuan-do alcanzaron a ver el carro y al éste pasar por delantede ellos, movilizaron el auto en el que andaban. Anto-nio Imbert manejaba, dieron la vuelta, le cayeron detrásy aproximadamente frente a la Feria Ganadera le alcan-

zaron en el Restaurante El Pony, manteniéndose a unadistancia aproximada de cien metros. Le siguieron unpoco atrás porque había iluminación emanada de dospostes de alumbrado. Esperaron alejarse de la claridad ydel Restaurante El Pony, porque siempre había muchagente, luego le dieron alcance. Antonio Imbert le hizoseñales al carro de Trujillo para que le diera paso. El

carro del tirano lo cedió y se colocaron paralelamentelos dos automóviles.

“ ¡Tirar! ”, le dijo Antonio Imbert a Antonio De la Mazaya que él iba manejando y llevaba la coordinación en elguía, Antonio De la Maza le disparó al chofer de Trujillo.Se dieron cuenta de que el disparo no hizo blanco y Anto-nio De la Maza disparó nuevamente. Entonces el carro

del Tirano se paró de golpe y los conjurados que iban a bastante velocidad se detuvieron como a quinientos me-tros, Antonio De la Maza le dijo a Antonio Imbert “ ¡Pára-te..., para coño, párate, que se nos va! ”.

Antonio Imbert reaccionó rápidamente y dio la vueltaen redondo. El carro de los conjurados venía de frentecuando el vehículo de Trujillo se estacionó a la derecha

frente a unas matas de cocos con las luces encendidas, sesituaron del otro lado aproximadamente a unos quincemetros del vehículo contrario desde donde empezaron a



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tirar con ametralladora. Los conjurados salieron del ve-hículo por el lado que daba al mar. Antonio De la Maza yAntonio Imbert cogieron por la parte delantera y se tira-ron en el suelo, detrás el teniente Amado García Guerre-ro y Salvador Estrella Sadhalá. En ese momento comen-zaron a intercambiar disparos, acción que duró alrededorde tres o cuatro minutos cubriéndose siempre los conju-rados con el vehículo, mientras Trujillo y su chofer secubrían con el suyo. Se dispararon alrededor de más de

un ciento de cartuchos.Antonio De la Maza le dijo a Antonio Imbert que la

situación se estaba alargando demasiado, y decidieroncruzar al otro lado. Entonces Antonio Imbert se dirige aSalvador Estrella y al teniente Amado García Guerrero,pidiéndole que los cubran para él y Antonio De la Mazairle arriba al carro de Trujillo. Así lo hicieron y fueron

recibidos por una ráfaga de ametralladora, hiriendo en elpecho a Antonio Imbert Barrera quien no se dio cuentaen ese momento. Uno de los disparos le llevó la cartuche-ra de Antonio De la Maza, quien se movió hacia la parteatrás del vehículo y le disparó a Trujillo que estaba afue-ra, al momento que le decía a Antonio Imbert, “ Ahí tengouno”, en voz alta.

En ese momento se oyó la voz de Trujillo que se quejaba, gritando: “ ¡Ay! (...) no me maten, ¡Ay, ay! (...)” y se-guía quejándose. Ante la luz de su propio carro los ajusti-ciadores vieron a Trujillo tambaleante y Antonio Imbertle dispara. Luego fue Antonio de la Maza quien le dispa-ró a quemarropa diciéndole en voz alta a Antonio Imbert,“ Ahí va uno tocayo”. Con los primeros tiros, Trujillo cayó

sentado y luego de los restantes disparos cayó boca arriba, muerto, con la cabeza hacia la Capital, en medio delpavimento.



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En ese momento se acercaron Huáscar Tejeda, PedroLivio Cedeño y Roberto Pastoriza situándose detrás delcarro de Trujillo porque habían escuchado el tiroteo yvenían al escenario de los hechos. Cuando el grupo seacercaba Salvador Estrella confundió a los que llegabany disparó, disparó hiriendo a Pedro Livio Cedeño en un brazo y en el estómago. El único que tenía un arma calibre 38 entre los conjurados era Salvador Estrella y lasheridas de Pedro Livio Cedeño eran de un revólver Mag-

num 38. En el ajusticiamiento Antonio Imbert Barrerapudo constatar que Trujillo en ningún momento disparó.Imbert Barrera encontró el revólver de Trujillo en el asien-to trasero de su carro.

La versión ofrecida anteriormente ha sido referida porAntonio Imbert Barrera. La misma fue escuchada de Sal-vador Estrella y Urania Mueses; tanto Salvador como el

teniente Amado García Guerrero la narraron también enla casa del Dr. Durán Barrera. Esta versión contrastaopuestamente con la que ofrece en testimonio jurado elchofer Zacarías de la Cruz relatada por Gerardo Galle-gos, en Trujillo Cara y Cruz de su Dictadura, sin fecha deedición.

Relatando el hecho, el chofer explica que Trujillo dijo:

“Zacarías, párate que estoy herido”. El chofer declara: “que no tuvo tiempo de contestar nada, pues del interior del vehículonos dispararon de nuevo. Fue en ese momento cuando recibí la

primera herida en el hombro derecho. He de advertir que tan pronto el carro que ocupaban los atacantes nos rebasó, cruzándo- se en la vía, el jefe, demostrando un valor a toda prueba, me dijoenfáticamente: ‘Para, Zacarías; coge la ametralladora, vamos a

pelear, que estoy herido’. Y abriendo de inmediato la puerta del automóvil en que viajábamos –un Chevrolet modelo 1957 color azul claro–, se tiró a tierra (...) revólver en mano, contestando los



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disparos de sus enemigos. Por mi parte, obedeciendo la orden de mi Jefe (...) cogí prontamente en mis manos una ametrallado-ra pequeña que llevábamos y (...) comencé a disparar (...) Enel momento preciso en que el Benefactor de la Patria se bajabadel carro, llegó el otro vehículo atacante (...) Con toda la entere-

za que le era característica, y aún ya encontrándose en penosas condiciones, el Generalísimo avanzó dos pasos hacia el frente (...) dándole el frente a los agresores (...) Como es lógico supo-ner ese fue el momento que aprovecharon para ultimarlo. Aun-

que yo ya me encontraba herido, conservaba toda la necesarialucidez (...) me encontraba en condiciones de poder percatarme

y apreciar todos los detalles del trágico suceso de ahí que, antes de caer definitivamente en estado de inconsciencia, me fue posi-ble ver el cadáver del Jefe tendido a lo largo de la pista, con lacabeza en dirección a la ciudad capital.”

“Ya este guaraguao no come más pollo”, fue la expresión

de Antonio De la Maza y Antonio Imbert cuando vieron elcadáver de Trujillo, el cual había caído de bruces sobre elpavimento de aquella autopista. “ No murió como el empera-dor en las escalinatas del Palacio como creía ser, sino como lo que

fue, como un bandolero a la orilla del camino”. Después quetiraron su cadáver en el baúl se ocuparon de esconder elcarro del tirano entre los matorrales, al igual que a su cho-

fer, a quien dejaron como muerto. A seguidas dedicaronunos minutos a auto-reconocer las condiciones en que seencontraban. El teniente Amado García Guerrero presen-taba heridas en una mano y en el pie izquierdo. AntonioImbert tenía un rasguño en la tetilla derecha, producto deuna bala que le rozó lateralmente. Salvador Estrella estabadoblemente quemado en la frente como resultado de roces

de proyectiles. Pedro Livio Cedeño era el que estaba encríticas condiciones, ya que tenía perforaciones de dispa-ros en el vientre, cuando Salvador y no el teniente Amado



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García Guerrero, lo había herido en la confusión. Sobreeste balance no supieron Guarina y Urania quienes segu-ras de que Trujillo había caído ultimado, decidieron mar-charse impresionadas y sigilosas.

La muerte, la sangre de los heridos y, sobre todo, latensión incontenida aumentó en aquellos instantes en quePedro Livio Cedeño presentaba una crítica situación y Sal-vador Estrella creía ser el causante de los balazos dispa-rados contra su amigo. El momento se hizo más grave

cuando se dieron cuenta de las heridas de Pedro Livio, yaque en ese momento se convirtió en necesidad principalsalvar la vida del compañero que estaba mal herido. Sal-vador se ofrece para hacerse cargo y se ocupa de él, mon-tándolo en uno de los carros; el héroe Pedro Livio Cede-ño se quejaba de rabia, dolor y frustración, producidaspor las heridas.

El constante cruceteo de automóviles por la vía; lariesgosa situación que podía presentarse si repentinamen-te llegaban miembros de seguridad militar; y la necesi-dad de agilizar la segunda parte de la conspiración, lesobligó a abandonar aquel lugar en donde habían sido ajus-ticiadores.

Llevándose a Pedro Livio Cedeño, Salvador Estrella,

Antonio De la Maza y Antonio Imbert se dirigieron en elChevrolet a casa de Juan Tomás Díaz adonde debían irtambién Huáscar Tejeda, el teniente Amado García y Ro- berto Pastoriza. Estos últimos se montarían en el Olds-mobile. Cuando salieron a buscar atención médica y darcuentas de lo ocurrido al Grupo Político, mareados y ten-sos como estaban, olvidaron limpiar aquel sangriento es-

cenario. En el abandono de aquel lugar quedaron eviden-cias, aparte de los charcos y manchas de sangre. Sobre elpavimento de la autopista quedó el puente dental de oro y



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el quepis que había usado Trujillo hasta aquella noche.También una pistola calibre 45, usada para ultimar al gobernante. Además, a un lado de la autopista, quedó esta-cionado el auto Mercury propiedad de Salvador Estrella,que desde por la tarde presentaba problemas de calenta-miento y encendido. Igualmente dejaron abandonado elChevrolet de Trujillo.

Aquellas evidencias comprometedoras quedaron enaquel tramo de la autopista que conducía a San Cristó-

bal. Hasta ese tramo se aproximó el general Arturo Es-paillat (a) La Gillete, quien había estado entre los queacompañaron a Trujillo en la caminata por el Malecón ydespués había visto pasar el automóvil del gobernantedesde el Restaurante El Pony, en donde había pedidounos refrescos para él y su esposa Ligia Fernández. Alos pocos minutos, el general Espaillat escuchó el tiro-

teo. Pensando en lo peor, al recordar que Trujillo habíapasado minutos antes, rápidamente abordó su auto, to-mando la dirección de donde procedía aquel estallidode balas.

Espaillat narra que “en menos de un minuto” estaba enla escena: “ El Chevrolet de Trujillo se encontraba detenido enel centro de las cuatro vías de la autopista. A su derecha estaba

un automóvil en la misma dirección y a la izquierda otro conlos focos delanteros iluminando el escenario. Un tercer vehículoestaba más allá y a la derecha, enfrentando al de Trujillo, pude ver entonces varios hombres disparando furiosamente contrauna figura enfocada entre las luces de los faroles. El viejo dispa-ró su último proyectil y cayó de bruces. Estaba muerto.”

“Sin saber lo que hacía, avancé lentamente hasta que casi

tropecé con los protagonistas. Fueron los gritos de mi esposa los que me trajeron a la realidad. Giré a la redonda y regresé apre- suradamente a la ciudad para dar la alarma.”



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Con la certeza de lo que se había perpetrado contra elgobernante del país, Espaillat se dirigió rápidamente a lacasa del general José René Román Fernández (a) Pupo,quien en su condición de Jefe de las Fuerzas Armadas te-nía que ser el primero en conocer lo ocurrido. El encuentroentre Román y Espaillat es narrado por este último:

“Román vibró visiblemente cuando le informé con brusquedad lo que había presenciado”.

“¿Se lo dijo usted a alguien más? –me preguntó– ¿Está

usted seguro de que ha muerto? Por supuesto –le contes-té– claro que está muerto. He venido directamente a don-de usted, ya que tiene el mando ahora. Apresúrese. Va-mos a trabajar”.

“Román vaciló y bajó los ojos. –Vamos le repetí–.Lentamente Román me siguió hasta la puerta. Deberíahaberme matado. Cuando salió de la casa se jugaba el

golpe y la vida. Era yo la única persona que sabía queTrujillo había sido asesinado, y a Román no le quedaba lamenor duda de que yo tomaría la correspondiente accióninmediata, desbaratando sus planes y su oportunidad.”

Ante aquella situación, el general Román lucía impre-sionado, o como un olvidado del asunto de la “conjura”.Quizás su reacción se debía a que fue sorprendido fuera

de base, ya que el hecho se produjo anticipadamente ysin una aparente coordinación con él. Además conocien-do a Trujillo, aquello podía ser una treta para probarlo.Lo contrario, era el acuerdo entre el resto de los conjura-dos y él, que actuaría cuando le fuera mostrado el cadá-ver del gobernante.

Confundido o atemorizado en aquella sorpresiva cir-

cunstancia en la que no tenía otra prueba que las palabrasde Espaillat, a José René Román Fernández (a) Pupo, nose le ocurrió otra cosa que la de seguir la sugerencia del



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colega, de que debían dirigirse a la sede de la Secretaríade las Fuerzas Armadas. Desde ese momento, “Navaji-ta” no se separó de él, y las fuerzas militares y de la segu-ridad nacional comenzaron a ser movilizadas.

3...

ERAN MÁS DE LAS 10 DE LA NOCHE DE AQUEL martes 30 demayo, cuando los ajusticiadores de Trujillo se dirigierona la residencia de Juan Tomás Díaz, situada en la calleCésar Nicolás Penson. En el trayecto, Imbert Barrera de-cide detenerse en casa de su amigo Julito Senior, en laavenida Angelita, hoy Sarasota, con el propósito de usarel teléfono y avisar a Juan Tomás Díaz que la misión ha- bía tenido éxito, con la contraseña de que “la carne está

lista”. Como nadie respondió a los repetidos timbrazosde la puerta de entrada, Imbert Barrera decidió seguir rumbo a la casa de Juan Tomás, viajando con una goma desin-flada. Posiblemente la pinchadura era producto de una bala o había ocurrido al tomar un caminito de tierra, mo-mentos después del tiranicidio. En esas condiciones pa-saron por varios lugares, percatándose que cada vez que

llegaban a un entrecruce de vías y giraban, el cadáver deTrujillo se movía como un bulto descontrolado en el es-pacioso baúl del Chevrolet de Antonio De la Maza.

El primero de los autos que llegó a la casa de JuanTomás, fue el Oldsmobile, del que se desmontó HuáscarTejeda, preguntando por Juan Tomás, quien se encontraba a varias cuadras de distancia, donde su hija Marianela.Al encontrarle en compañía de Modesto Díaz y AmiamaTió, les comunicaron la muerte del “chivo”. Además deofrecer algunos detalles le dijeron a Juan Tomás que el



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cadáver era traído para la casa suya en el baúl del carrode Antonio De la Maza.

Los Díaz y Amiama Tió decidieron salir en busca delgeneral José René Román Fernández (a) Pupo, para queiniciara el golpe militar previsto en la conjura. Se dirigie-ron a la residencia de éste, pero ya el Secretario de lasFuerzas Armadas se había marchado y se encontraba ensu despacho de la Secretaría Militar tratando de tomaralgunas medidas que resultaban contradictorias, vagas,

frente al general Arturo Espaillat, quien además de acom-pañarlo, le vigilaba.

Mientras Amiama Tió y los hermanos Díaz buscabanla manera de ponerse en contacto con el Secretario de lasFuerzas Armadas, Roberto Pastoriza, Huáscar Tejeda yel teniente Amado García Guerrero, retornaban a la resi-dencia de Juan Tomás Díaz. Para ese momento, ya el

Chevrolet que conducía Antonio Imbert Barrera se en-contraba estacionado en la marquesina residencial. Allíestaba Salvador Estrella, quien al ver que los tres se des-montaban del Oldsmobile preguntó por el carro Mercury.Al saber que su automóvil había sido abandonado en ellugar del ajusticiamiento comenzaron las contrariedades,Salvador se violentó e intentó salir a buscar su carro pero

fue detenido por sus compañeros. En aquellas circuns-tancias empezó a cundir el temor. Cristiana Díaz (a) Cha-na, la esposa de Juan Tomás, presenciaba la llegada apre-surada de todos aquellos hombres, amigos de su casa.Conocedora y testigo de lo que estaba ocurriendo, Chanase dedicó a ofrecer apoyo moral a todos.

En espera de Juan Tomás Díaz, se decidió prestar aten-

ción a Pedro Livio Cedeño, cuya postración se volvía críti-ca. Para que lo atendiera, se llamó al Dr. Marcelino VélezSantana, quien se conmocionó cuando le enseñaron el



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cadáver de Trujillo y escuchó algunos comentarios de lospresentes. Muy impresionado, realmente asustado el Dr.Vélez Santana examinó a Pedro Livio Cedeño, dictami-nando que éste necesitaba una delicadísima cirugía queél no podía realizar. Su recomendación era que lo lleva-ran urgentemente a la Clínica Internacional.

La solución ante el estado crítico de Pedro Livio laplanteó Bienvenido García, el yerno de Juan Tomás Díaz,al ofrecerse para llevar al grave herido a la clínica. Apo-

yándole, Antonio De la Maza, recomendó: “Sí, coge a Pe-dro Livio y llévatelo”.

Fueron el Dr. Vélez Santana y Bienvenido García, elesposo de Marianela Díaz, quienes salieron con Pedro Li-vio Cedeño para la Clínica Internacional. Esta soluciónprovocó que el grupo se disgregara momentáneamente, demanera que los que estaban levemente heridos, también

buscaran atención médica y al mismo tiempo aseo perso-nal, puesto que estaban desaliñados y ensangrentados.

Salvador Estrella se dirigió a la residencia de su ami-go, el Dr. Rafael Batlle Viñas (a) Fellito, después de dejaral teniente Amado García Guerrero y a Antonio Imbert,en casa del Dr. Manuel Durán Barrera, primo-hermanodel último. Al verle en las condiciones que llegó Salva-

dor Estrella, le pregunta Fellito Batlle: “ ¿Qué pasa? ” Re-cibiendo como respuesta la afirmación: “ Listo”. El médi-co insistió: “ ¿Pero qué? ”. Salvador vuelve y le dice: “ Listo”,comprendiendo finalmente el galeno el significado deaquella breve palabra. “ ¿Con quién tú andas? ”. Volvió ainterrogar, explicándole Salvador Estrella que anclaba encompañía de uno de los muchachos, Huáscar Tejeda, y

que había venido a darse un baño y a buscar ropa limpia.Después de asearse y mudarse de vestimenta, dejó que elDr. Batlle le curara la quemadura de la frente mientras



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presenciaba como Indiana de Batlle, tijera en mano, rom-pía en tirillas el pantalón y la camisa manchadas de sangre,con la intención de hacer desaparecer tales vestimentas.

Refrescado por el baño, limpio y calmado, SalvadorEstrella regresó al hogar de Manuel Durán Barrera, endonde se encontraría con Antonio Imbert y el tenienteAmado García Guerrero. Allí eran atendidos por el mé-dico, como también por Guachy Tessón de Imbert y Ura-nia Mueses de Estrella. Salvador estaba sentado en el

borde del baño fumando un cigarrillo y le dice a AntonioImbert: “Bueno, Antonio, lo más fácil está hecho” , a lo queImbert le responde: “Coño, cómo que lo más fácil está hecho,

si de casualidad no nos matan a todos”. Salvador le respon-de: “Sí, porque hasta ahora dependíamos de nuestros pantalo-nes pero ahora dependemos de los pantalones de los otros” .

Repentinamente Amadito García oprimió a su prima,

recomendándole: “Anafe, vete inmediatamente y saca a los niños de la casa, porque el carro de Salvador se quedó en laautopista y de seguro los “caliés” irán para allá”.

Sin saber cuándo se encontrarían, el grupo tuvo queabandonar la residencia del Dr. Durán Barrera en donde seencontraban presentes Rafael Helú (a) Fello y Pucito Ma-lagón, vecino de la calle Cayetano Rodríguez. A Malagón

se le pidió que llevara a Antonio Imbert a la casa de la Dra.De los Santos pero él se negó aduciendo que era peligroso,Rafael Helú (a) Fello se ofreció conducir a Imbert Barrera,en tanto que las mujeres se fueron a los respectivos hoga-res a tomar las previsiones correspondientes.

En atención a las heridas que tenía el teniente AmadoGarcía y a la peligrosa situación, Durán Barrera le dijo

que tenía un lugar donde podía esconderse y descansar.Entonces llamó por teléfono a Antonio Sánchez (a) Toño,un amigo íntimo, de profesión mecánico y quien tenía una



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finquita de unas diez ta-reas en Alma Rosa, zonaque empalmaba con elEnsanche Ozama. Alpoco tiempo llegó ToñoSánchez, a quien el Dr.Durán puso al tanto deltiranicidio. Consideran-do que era un honor co-

operar con una causa he-roica, el mecánico sellevó al teniente AmadoGarcía Guerrero en elJeep en el que se habíatrasladado hasta la resi-dencia del médico. Anto-

nio Imbert y SalvadorEstrella se dirigieron a lacasa de Juan TomásDíaz, quien aún no había

regresado. En cambio encontraron a Bienvenido García yal Dr. Vélez Santana quienes habían retornado despuésde haber dejado a Pedro Livio Cedeño. Por este último

preguntó Salvador Estrella, contestándole BienvenidoGarcía que lo habían dejado en un lugar seguro, en unaclínica, para que no se preocupara.

Cuando finalmente retornaron Juan Tomás y Modes-to Díaz, se enteraron que el general Román Fernández nohabía sido localizado y que Amiama Tió estaba tratandode verlo en su oficina de la Secretaría de las Fuerzas Ar-

madas. Esta información no sólo atrasaba el plan políti-co, sino producía un cierto pesimismo en el ánimo de losconjurados allí presentes.

Urania Vda. Estrella y Antonio Sánchez(Toño).



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Juan Tomás Díaz intentó localizar al general RománFernández por la vía telefónica. No hubo manera de en-contrar desocupado el teléfono del despacho del general.En medio de los varios intentos que se hacían, AntonioDe la Maza propuso que tanto él como Juan Tomás Díazy Salvador Estrella se vistieran con uniformes militarespara ir al palacio presidencial. “Una vez en la puerta del

palacio –explica– Salvador va a decir: es el general EstrellaSadhalá, para que se crean que es Guaro y dejen pasar a tres

militares de rango. Una vez en el palacio, comenzamos a tomar medidas ”. También propuso Antonio que el último mo-mento se podía dejar a Trujillo colgado en el baluarte delParque Independencia para que todo el mundo lo viera.

Salvador Estrella estuvo de acuerdo con la primerapropuesta. A Juan Tomás Díaz y al resto de los presentesles parecieron descabelladas aquellas proposiciones.

Aproximadamente a la medianoche, cuando Amiama sehabía sumado al grupo, había sido imposible entrar encontacto con el general José René Román Fernández (a)Pupo, y resultaban infructuosas las discusiones solucio-nadoras de aquella situación que se vivía. El acuerdo fi-nal fue dispersarse, esconderse en lugares seguros y espe-rar a que se produjera lo que entre optimismo y pesimismo

debía producirse: el golpe de Estado emprendido por elSecretario de las Fuerzas Armadas.El Dr. Vélez Santana le propuso a Salvador Estrella y

a Antonio De la Maza esconderse en casa del colega suyo,Robert Reid, conduciéndoles hasta ese lugar donde tam- bién encontró refugio Juan Tomás Díaz. Por su parte, Mo-desto Díaz decidió pasar la noche en una vivienda de la

zona colonial. Amiama Tió e Imbert Barrera, iniciaronun peregrinaje hacía diferentes escondites. En cuanto aRoberto Pastoriza y Huáscar Tejeda, ellos optaron por



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marcharse a sus respectivos hogares. El teniente AmadoGarcía Guerrero había sido llevado por el mecánico An-tonio Sánchez (a) Toño, a su finca en el paraje de AlmaRosa. Los escondites que casi todos asumieron en princi-pio no estaban llamados a ser definitivos.

Gran parte de los familiares cercanos de los conjura-dos supieron que Trujillo había sido ajusticiado. Sobretodo las esposas que habían compartido el secreto de latrama, así como unos cuantos amigos íntimos. En tanto

los conjurados se dispersaban hacia los distintos lugaresdonde se ocultaron o refugiaron, la militarización habíacomenzado a sitiar a la ciudad capital. El clan de los Tru- jillo experimentaba los efectos de una muerte aún no con-firmada con la aparición del cadáver del generalísimo. Aúnasí, se tenía un indicio fatal. Su chofer, Zacarías De laCruz, había podido llegar gravemente herido al Hospital

Militar George Marion. Llevado por Roberto Rosario (a)Beto, hoy un próspero comerciante dedicado a la rama decompra y venta de vehículos en Santiago, Zacarías, elchofer de Trujillo, fue conducido rápidamente a la sala deoperaciones. Las altas instancias militares, incluido elSIM, fueron notificadas, convirtiéndose el centro médicoen un hormiguero de conjeturas e indagaciones.

4...

AL GENERAL JOSÉ R ENÉ R OMÁN FERNÁNDEZ (a) Pupo, nolograron contactarlo ni los hermanos Díaz, ni su compa-dre Amiama Tió, ni otros de los conjurados. Debido aesa falta de conexión, él no pudo tener la prueba del cadá-ver de Trujillo que, de común acuerdo, debían llevárseloa su residencia para asegurarse y entonces emprender las



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acciones encaminadas al golpe de Estado. En vez del ca-dáver, quien llegó fue el general Arturo Espaillat, un fielservidor de la dictadura que se desenvolvía como inte-grante del personal de información secreta del gobernan-te y quien vio caer a su jefe, un poco más de las 10:30 dela noche.

Con la información sobre la muerte de Trujillo ofreci-da por Espaillat, el general Román Fernández se sumer-gió, inseguro, en vagas disposiciones que evidenciaban

el poco control que tenía como Secretario de las FuerzasArmadas. Era una autoridad mediatizada en una esferade poder omnímodo, asumido por un solo hombre frenteal cual los subalternos actuaban como lacayos o serviles.En el caso de la alta jerarquía militar, cada soldado erapor lo regular un ciego obediente o un consciente y do-mesticado defensor del régimen. Cada jefe militar, dentro

del área donde ejercía autoridad, tenía bien clara la mi-sión correspondiente, como ocurría con “Gillete” Espai-llat, quien no defendió a su Benefactor en el lugar de loshechos, “en razón de que sólo disponía en esos momentos de un revólver ”. Espaillat, como oficial de inteligencia tendía“a zambullirse directamente hacia el núcleo de cualquier situa-ción o problema”, y era lo que hacía, al no separarse ni

perder de vista al general José René Román Fernández(a) Pupo, quien sentado ante su despacho no hacía otracosa que realizar constantes llamadas telefónicas, quizáspreso del miedo o de la sugestión impuesta por la ase-chanza del general Arturo Espaillat.

Tardío y titubeante, el general Román Fernández hizollamadas de teléfono a los jefes del Ejército, Marina y Fuerza

Aérea, a quienes les ordenó que movilizaran todas lastropas, estableciendo que “solo obedecieran sus órde-nes”. Pero el SIM se había anticipado a esa decisión,



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logrando que los altos mandos estuvieran en sus puestosmilitares y que sus tropas comenzaran a ser movilizadas.

La anticipación del SIM indicaba que sus agentes yahabían constatado el hecho de la autopista, donde queda-ron indicios comprometedores, tales como el automóvilde Salvador Estrella y el Chevrolet azul de Trujillo. Laaparición del chofer Zacarías De la Cruz, gravementeherido, y el descubrimiento de Pedro Livio Cedeño en laClínica Internacional, produjeron la rápida movilidad del

sagaz jefe de Servicio de Inteligencia Militar, coronel Ab- bes García.

Posiblemente buscando viabilizar el holpe de Estadocon la detención de Abbes García, el general Román Fer-nández telefoneó a la oficina Central del SIM, dejándolela orden al jefe del organismo para que se presentara antelas altas instancias militares. Pero Abbes García, que ya

tenía algunas pistas que indicaban la presencia de milita-res en los hechos, “no acató” la orden de presentarse anteel Secretario de las Fuerzas Armadas. Como respuestacontraria, el jefe de la SIM se atrincheró con sus policías,montando una barricada con hombres fuertemente arma-dos en la central de operaciones. Incluso, Abbes Garcíase adelantó a la posibilidad de que el Presidente de la

República, Dr. Joaquín Balaguer, pudiese estar en la mi-rilla de los conjurados e hizo que la residencia del mismofuera rodeada con tropas bajo sus órdenes.

La posibilidad de que se emprendiera el segundo pun-to de la conjura se fue desvaneciendo. Además de ladesobediencia del jefe del SIM, el general Román Fernán-dez enfrentó otros inconvenientes. No consiguió inmovili-

zar las unidades navales como ordenó, ya que el generalMélido Marte, inspector del Ejército, había movilizado atoda la marina, así como a todos los destacamentos en las



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distintas provincias. Los militares adeptos al régimen seagruparon alrededor de Héctor Bienvenido Trujillo “y secruzaron de brazos en actitud expectante frente a las dispo-siciones del Secretario de las Fuerzas Armadas, las cualesfueron pasando de la vacilación a la ineficacia”.

El SIM descubrió que Pirolo De la Maza se encontraba en la Capital. Apresado, fue conducido a La 40 dondefue sometido a brutales torturas y luego fue trasladado alKm. 9, donde falleció horriblemente torturado.

Con las pistas encontradas en la Avenida, los agentesdel SIM fueron directamente a la casa de Juan TomásDíaz. Allí encontraron el maletín del gobernante y su cadá-ver metido en el baúl del Buick, propiedad de Juan Tomás.El cuerpo sin vida de Trujillo fue llevado al Palacio Nacio-nal y colocado en la cama de la habitación personal quehabía poseído en esa sede desde que fue construida.

Ya en la mañana del 31 de mayo, por orden del SIM,se había iniciado el apresamiento masivo de las familiasde quienes eran autores de magnicidio, así como la perse-cución de estos últimos. Fue seguramente ante estas últi-mas circunstancias que el general José René Román Fer-nández (a) Pupo, terminó convenciéndose de que laposibilidad del golpe de Estado era pura ilusión.

Con esta certeza buscó despejar cualquier sospechaque pudiera implicarlo en la conjura, adoptando algunasprovidencias para impresionar como un militar vigorosoy un hombre leal a la familia Trujillo.

Él, no solamente se interesó celosamente en la perse-cución de quienes habían eliminado al “ Benefactor y Padre de la Patria”, sino que se mostró compungido (o asusta-

do) en el velatorio de quien había dejado de ser su supe-rior. A partir de ese momento comenzaron los comenta-rios y las especulaciones y hasta se llegó a decir que el



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general Pupo Román entró a la oficina que Héctor Truji-llo conservaba en el Palacio Nacional y que en voz altadijo: “ He dado orden de matar a ese par de bandidos porque acabo de enterarme de que han aplaudido y celebrado en la cár-cel la muerte del jefe ”.

A continuación transcribo una cita que aparece en elacápite 2 de la página 196 del libro Un Cortesano en la Erade Trujillo, de Joaquín Balaguer: “ En declaraciones hechas

por Ramfis a la Revista Elite y divulgadas ampliamente por

esa publicación se hacen a este respecto acusaciones revelado-ras, entre ellas la relativa a la actitud del general José René

Román Fernández en los días que siguieron a la muerte de Tru- jillo y a su participación supuesta o real, en la muerte en lacárcel de La Victoria de los señores Dr. Rafael Augusto Sánchez Sanlley y Segundo Imbert ”.

5...

EL 31 DE MAYO FUE UN DÍA DE TENSIÓN NACIONAL. A pesarde que no se había producido noticia oficial alguna, granparte de la colectividad sospechaba que algo grave estabaocurriendo. Se presenciaba un gran movimiento de tro-

pas militares y el murmullo social ponía a correr la noti-cia de las redadas y los apresamientos que estaban reali-zando, sobre todo en Moca, en Santiago y en diferentes barrios de Ciudad Trujillo; apresamientos que incluso seefectuaban a la luz del día, bajo la mirada de los vecinos ymuchos otros testigos. En determinados grupos de la co-lectividad comenzó a circular en clave, la noticia de la

“Muerte del chivo”, en alusión a Trujillo.Como lobos impulsados desde sus terribles madrigue-ras, los agentes del SIM, acompañados de miembros del



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ejército, llegaron a decenas de hogares, averiguando, en-cañonando, insultando, empujando y golpeando a parien-tes y servidores domésticos de quienes estaban en la listadel magnicidio. De estas acciones no se libraron los ciu-dadanos fichados como antitrujillistas, ni los vecinos máscercanos a las viviendas habitadas por familiares de losajusticiadores, tras los cuales se andaba. Aquellos chaca-les del trujillismo destruían propiedades hogareñas, revi-viendo en el país acciones similares a las que emprendió

en Europa la Gestapo Hitleriana. Los miembros del SIM,cuando no destruían esas propiedades particulares, o ro- baban pertenencias, las dejaban a merced del saqueo deun populacho dirigido por soplones que servían a ese or-ganismo policíaco.

La numerosa familia De la Maza fue perseguida y apre-sada en casi toda su extensión. El SIM hizo preso en Moca

y en La Vega a don Vicente de la Maza, gran parte de loshermanos, los cuñados, los hijos de todos ellos, los tíos, losamigos y los empleados. Encerrados en una fortaleza enLa Vega, fueron trasladados horas después a la ciudad ca-pital. En la fortaleza vegana fueron mortalmente golpea-dos Bolívar De la Maza, Ernesto y Mario De la Maza.

Tunti Cáceres, quien no participó en el ajusticiamien-

to del tirano, como estaba previsto, se encontraba en uncampo cibaeño cuando ocurrían las detenciones de fami-lia De la Maza. Al enterarse de lo que estaba ocurriendo,decidió esconderse en una propiedad de familiares pater-nos pero luego optó por entregarse.

En Santiago, la redada apresó a casi todos los EstrellaSadhalá, con el General Piro Estrella a la cabeza. Para los

militares que viajaron hasta la hacienda Las Lavas, apresaral prestigioso terrateniente resultaba una tarea insólita puesse trataba de un hombre a quien Trujillo había estimado y



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respetado como el mejor de sus amigos cibaeños. El gene-ral Piro Estrella no sospechaba lo del complot en el queparticipaba como uno de los protagonistas su hijo SalvadorEstrella, a pesar de que como veterano político había intui-do en su retiro que dada la situación que enfrentaba el régi-men, el final del dictador estaba muy próximo. Otro de loshijos del general, César Estrella Sadhalá, implicado en latrama, decidió entregarse luego de conocer que Salvadorhabía sido hecho prisionero el día 4 de junio, luego de con-

fesarse con un sacerdote en la Iglesia de Regina y así tratarde evitar que contra su familia se extendiera la tragedia;esta actitud de nobleza y valor ha acompañado siempre altío César, pues fue catalogado desde un principio como unode los cabecillas, saliendo en los periódicos incluso prime-ro que Salvador, su hermano.

Aquí se señala a los hermanos Estrella Sadhalá, conjuntamente a JuanTomás Díaz, Antonio de la Maza, Luis Amiama Tió, Antonio Imbert,Luis Manuel Cáceres Michel.



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Desde el momento en que se desató la persecucióncontra los incriminados en la muerte del tirano, Guarofue considerado un conjurado preso de importancia. Unosdías antes del tiranicidio estaba en una reunión de oficia-les en la fortaleza vegana, cuando fue mandado a buscarpor Antonio De la Maza. El militar que atendió a esteúltimo le informó sobre la reunión, pero el “coño” conque De la Maza acentuó su tono impetuoso hizo que Gua-ro Estrella fuera interrumpido en medio de la conversa-

ción que tenía con subalternos. “Usted no le comunicó a ese Señor que yo estoy en reunión”, le reclamó el general Gua-rionex Estrella al mensajero militar. La respuesta iba aresultar muy comprometedora: “Sí, mi General, pero él me dijo que es de urgencia lo que quiere hablar con usted ”. Estemensaje resultó una sentencia, ya que a partir del momen-to en que al general Guarionex Estrella le hicieron preso

y le condujeron a la Capital, fue sometido a brutales tor-turas para que delatara los nombres de unos cómplicesque él desconocía, puesto que era inocente de todo lo queestaba ocurriendo desde que se descubrió el cadáver deTrujillo.

Todo ciudadano identificado con el apellido De laMaza y con el apellido Estrella, fue declarado bajo sospe-

cha y en muchos casos, hecho prisionero. Lo mismo ocu-rría con los Imbert, los Pastoriza, los Amiama, los Díaz,los Tejeda y los Cedeño, cuyas esposas e hijos y otros pa-rientes fueron llenando las cárceles del país. Si, en princi-pio, hasta los hijos menores de edad fueron apresados consus madres, ellos fueron excluidos más por argumentosprácticos que por razones humanitarias que no se sopesa-

ban, puesto que para todas las instancias militares y poli-ciales, se había cometido el peor crimen de la historianacional. Un crimen perpetrado sobre la persona de quien



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era “Benefactor de la Patria Nueva”, el “Primer Maes-tro” de la nación... en fin, el más grande de los hombresque había engendrado la República.

Salvo alguna excepción, todas las esposas de los ajus-ticiadores de Trujillo, al ofrecerle apoyo solidario a susrespectivos maridos, eran cómplices del tiranicidio. Igual-mente lo eran casi todas las mujeres de los que consti-tuían el Grupo Político. Por esta razón, apresarlas a todasellas era obtener una fuente directa sobre el escondite de

quienes eran los hombres más buscados por las fuerzasde seguridad. Sucesivamente fueron apresadas, en algu-nos casos sin sus hijos, Urania Mueses de Estrella, Gua-rina Tessón de Imbert, Cristiana de Díaz, Blanca de Pas-toriza, Leonor de Tejeda, Olga Despradel de Cedeño, LedaMontaño de Díaz, Nasima de Amiama. En este grupo sólofaltaba Aída de De la Maza, la esposa de Antonio De la

Maza, quien a pesar de la tenaz persecución que se dictóen contra de ella, logró evadirla. Aída consiguió escon-der a Lourdes, su sobrina e hija adoptiva, así como escon-derse ella con otros parientes.

Las mujeres no fueron golpeadas, aunque si insulta-das y sometidas a las fuertes presiones psicológicas quesignificaban los interrogatorios así como los golpes, las

torturas y los desesperados gritos emitidos por quienesfueron los primeros en sentir el peso de la violencia delos verdugos policiales. Las escenas que como víctimasprotagonizaban esta vez cientos de parientes y amigosde quienes decidieron librar el país de Trujillo, parecíanescenas reinterpretadas del infierno dantesco. Todos losmedios sofisticados o truculentos, almacenados para

maltratar al ciudadano bajo sospecha, fueron emplea-dos esta vez con saña. Apretujados y desnudos, decenasde presos fueron aislados dentro de estrechos calabozos



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y a la intemperie, en patios sin cobijos, bajo el calientesol, sereno y lluvia de los días y las noches.

Estando Urania presa en la cárcel de tortura del Kiló-metro 9, escuchó cuando dijeron: “Traigan al Dr. Batlle que este hombre se está muriendo... es Salvador Estrella”. Ura-nia, al escuchar tales palabras, se intranquilizó mucho eimpedida de saber lo que estaba ocurriendo, y tratandode comunicarse con su esposo, se le ocurrió silbar la can-ción Tú no podrás olvidar , que había sido su “Himno de

Amor”. Al escucharla silbar, Salvador le contestó. A éllo habían confundido con Huáscar Tejeda, cuya saludera crítica.

6...

LAS ÓRDENES QUE HABÍA IMPARTIDO EL HIJO mayor del tira-no, Ramfis Trujillo, fue la de capturar vivos a los que es-taban directamente implicados en la muerte de su padre,señalando que sólo en caso de necesidad, mataran a losque asumieran resistencia. El miércoles 31 de mayo, amitad de la tarde, ya el país conocía el trágico desenlacede la existencia de quien lo había gobernado desde hacía

tres décadas; pero la ciudadanía –exceptuando muy po-cos–, no conocía los detalles de la tragedia.

Al mando de la nueva situación que el magnicidiohabía provocado, el patrullaje y la asechanza policial re-crudecieron sobre todo en Ciudad Trujillo, en donde estaban escondidos los “criminales”. Después de Pedro Li-vio Cedeño, que había sido el primero en caer bajo el

control policial, fue hecho prisionero Huáscar Tejeda enla Iglesia de Santo Cura de Ars. El había abandonado su



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casa no sin antes haber recibido resguardo donde sucompadre Manuel Enrique Tavárez Espaillat y buscabaun nuevo escondite cuando fue denunciado por un “ca-lié”. A su apresamiento, siguió el de Roberto Pastoriza,quien demostró un valor y una sangre fría a toda prueba,pues no sólo asistió a trabajar al otro día de haber partici-pado en el magnicidio, sino que habiendo quedado su ca-rro sin gasolina lo abandonó en una avenida de CiudadTrujillo para buscarlo al día siguiente. Al volver al sitio,

no estaba el carro, optando por ir a la policía a buscarlo.El auto le fue entregado. De esta manera se burló de laautoridad policial, demostrando frialdad como participan-te en el hecho histórico.

El 2 de junio, día en que cumplía la edad de 32 años, elteniente Amado García Guerrero, decidió abandonar suescondite de la zona de Alma Rosa, posiblemente debido

a que carecía de informaciones sobre sus compañeros ysobre los detalles que acontecían después del tiranicidio.Antonio Sánchez había ido a la casita campestre a llevar-le comida, encontrándolo en disposición de marcharse.“ No puedo quedarme más aquí ” –le dijo Amadito– “Tie-nes que ayudarme a salir a la carretera”. Sánchez objetóesta decisión preguntándole: “ ¿Dónde crees tú que puedes

ir? ”. La intención de Amadito era dirigirse a casa de suprimo Máximo Mueses, hermano de Urania, por lo cualsolicitó que lo transportara hasta el kilómetro 8 de lacarretera Duarte.

El teniente Amado García Guerrero, con las eviden-cias de que lo estarían buscando, decidió colocarse en lacorta cama del Jeep modelo “Willy”, cubriéndose con una

lona. Al aproximarse al puente Radhamés –hoy puenteDuarte–, se dan cuenta que hay una patrulla comandada



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por un capitán. Esta situación contrarió a los dos hombres y el teniente Amado García Guerrero le recomendóa Antonio Sánchez que no se devolviera, pues si lo hacía,podían ser ametrallados. Al llegar al puente, el mecánicoreconoció al capitán de la patrulla como un cliente suyo,pidiéndole que lo dejara pasar, aduciendo que tenía a unahija muy enferma. El capitán le abrió paso al jeep de sumecánico que entonces tomó la dirección de la carreteraDuarte, al comienzo de la cual encontraron otra patrulla.

Este último inconveniente hizo que el teniente AmadoGarcía Guerrero desistiera de llegar a casa del primoMáximo, y en vez decidiera ir a la casa de la tía Meca,como le llamaba a América Pereyra García, una de las 10hermanas de la madre de Urania Mueses de Estrella. Latía Meca había tenido un único novio, como sus restanteshermanas, quienes se casaron con los hombres a quienes

dieron amores por primera vez. La tía Meca y su novioterminaron en pleno amorío y ella decidió no casarse nun-ca. Con sus sesenta años de edad, residía en la avenidaSan Martín 59, casa en donde recibió al sobrino, quien leexplicó las razones del estropeo del uniforme y la heridaque tenía en la pierna.

Algún informador o “calié” vio entrar al teniente Ama-

do García Guerrero a la casa de su parienta, ya que enpoco tiempo llegaron agentes del SIM. Los fuertes golpesde la puerta hicieron que ella mirara por la persiana, avi-sándole a su sobrino, que en ese momento dormía unasiesta. Vistiendo únicamente pantaloncillo y camiseta, elteniente Amado García Guerrero sobó la pistola 45 quetenía consigo, recomendándole a América Pereyra que

abriera la puerta pero que rápidamente se alejara. De unsolo disparo en la frente mató al agente Rodríguez, quienle había gritado que se rindiera. Abalanzándose de un salto



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sobre la puerta, Amadito respondió a los disparos en sucontra, e hirió a otros dos agentes.

La tía Meca, en medio del ametrallamiento le rezabaal padre Claret, de quien era devota. De repente, Amadi-to se pone en pie, volviéndose hacia la tía, frente a la cualse dio un balazo en la cabeza. “Yo muero peleando, porque

preso no voy ”, había sentenciado el teniente Amado Gar-cía Guerrero, ya involucrado en el hecho en el que secomprometió con pasión libertaria. Como pertenecía al

Cuerpo de Ayudantes de Trujillo, él estaba conscientede que si llegaba prisionero ante el hijo mayor del tira-no, lo iban a convertir en un “pipián”. Autoinmolándo-se valientemente, miembros de la SIM dispararon sobresu cadáver y lo arrastraron semidesnudo hacia la calle.La tía Meca fue apresada y en minutos una turba allíreunida saqueó y destruyó su vivienda. Al otro día el

diario El Caribe reproducía la fotografía del cadáver delteniente Amado García Guerrero, dando cuenta de quehabía sido eliminado por agentes de seguridad, al opo-ner resistencia armada.

Juan Tomás Díaz, Antonio De la Maza y SalvadorEstrella Sadhalá habían sido llevados por el Dr. Marceli-no Vélez Santana a la residencia de su colega, el Dr. Ro-

bert Reid. Tanto él como su esposa le ofrecieron refugio alos cuatro. Escondidos discretamente en la segunda plan-ta de la casa, ellos se convencieron de que definitivamen-te solo habían logrado ajusticiar al tirano, lo cual era sig-nificativo pero no tan importante como el proyecto políticoque habían diseñado, contando con la habilidad de quie-nes debían asegurar esta parte del plan. El examen de los

hechos provocaba la intranquilidad de Antonio De laMaza en contra de Juan Tomás Díaz, pero ni ésta, ni lasdiscusiones originaban tanta tensión como la situación



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de estar encerrados, con el riesgo de que la vivienda don-de se encontraban pudiese se revisada de un momento aotro, y la seguridad de sus propietarios corriera algún pe-ligro. La tensión, en algunos momentos, se convirtió enconmoción cuando el Dr. Vélez Santana –quien era elúnico que salía y entraba al escondite–, regresaba con lasinformaciones que recogía de parientes y relacionados.En una de sus llegadas Vélez Santana le hizo saber a Sal-vador Estrella que su hogar había sido asaltado y que tan-

to Urania como sus dos hijos habían caído presos y erantorturados para que señalaran su paradero. Informó queel Dr. Rafael Batlle Viñas también había sido apresadocon toda su familia, y que en El Nueve (9) habían senta-do en la silla eléctrica a Rafael A. Batlle De la Maza (a)Junior, uno de los hijos del médico. Tales informacionesangustiaron a Salvador, quien desde ese momento alber-

gó la decisión de entregarse.Tres días llevaban aquellos ajusticiadores en su escon-

dite, cuando decidieron abandonarlo. El menos compro-metido de ellos lo era el Dr. Vélez Santana, pero su com-plicidad a partir de la noche del 30 de mayo no lo ponía asalvo, como tampoco a los también galenos Rafael BatlleViñas y Manuel Durán Barrera.

Antonio De la Maza, Juan Tomás Díaz y SalvadorEstrella abandonaron el escondite en que se constituyó elhogar de Robert Reid. Llevando consigo las armas queposeían, fue Salvador Estrella el que propuso que lo mejor era disgregarse. Después de despedirse, se dirigierona puntos diferentes de la zona vieja de la ciudad. Ellos nosabían que sus retratos habían aparecido aquel día en los

medios de comunicación.Antonio De la Maza y Juan Tomás Díaz aborda-ron un taxi. Efectuaron varias visitas pero no quisieron



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quedarse en refugios ofrecidos, por diversas razones. Enuna casa situada en la calle Espaillat permanecieron porespacio de 45 minutos, visitando al abogado GenerosoFernández, amigo de Antonio, al que le pidió la devolu-ción de un revólver que él le había prestado, pues andabadesarmado, ya que su otra pistola se le había quedado ol-vidada en la avenida en donde ajusticiaron a Trujillo. Am- bos se identificaban mutuamente como “Indio”.

Al detenerse el chofer del taxi en una gasolinera, An-

tonio y Juan Tomás fueron reconocidos, denunciados yprontamente seguidos por los carros cepillos del SIM. Alcerciorarse de que eran seguidos por los automóviles po-liciales, abandonaron el taxi en las inmediaciones delParque Independencia. Acorralados en la esquina de laFerretería Read, usaron sus armas para evitar ser hechosprisioneros y con los disparos de revólver y metralletas

se jugaron la vida. Antonio De la Maza y Juan TomásDíaz cayeron abatidos valientemente.

Por su cuenta, y firmemente, decidió entregarse Sal-vador Estrella. Tomó un taxi, se dirigió a la residencia deC. P. en la calle Santiago. Al verlo, C. P. mostró un in-controlable nerviosismo. Salvador Estrella pretendía queeste otro amigo se ocupara de alguna tarea, pero éste no le

dejaba hablar, rogándole, casi lloroso que se marchara. “Yono vine a esconderme en tu casa”, llegó a decirle SalvadorEstrella Sadhalá, pero el asustado hombre insistía en quese marchara, alegando que “era una vaina en su casa”.

Riendo se marchó Salvador, movilizándose en un ca-rro público por algunas calles hasta pasar por la Mahat-ma Gandhi, en donde estaba la casa en la que había vivi-

do hasta unos días atrás. Había tomado la ruta de laAvenida Independencia dándose cuenta de que el auto-móvil en el que andaba era seguido por un carro del SIM.



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Fue cuando se dirigió al chofer, preguntándole: “ ¿Usted sabe quién soy yo? ”. Arreglando el espejo retrovisor paraobservarlo, el conductor le respondió: “ ¡Desde que se mon-tó, yo sé quien es usted! ”. Salvador le volvió a preguntar quesi estaba seguro de saber quien era él. Fue cuando el choferle dijo que él era Salvador Estrella y que la fotografía suyaestaba en los periódicos. “ ¡Oh, pero usted si es guapo! ”, fuesu exclamación al pasajero. Luego, aquel interlocutor quelo transportaba le respondió: “Yo estoy identificado con los

que mataron a ese bandido, y dígame donde quiere que lo lleve y no se preocupe, que si hay que morirse yo muero con usted ”.

Salvador le pidió al chofer que lo dejara en una inter-sección a la que se aproximaban, cercana al RestauranteEl Dragón. Le hizo saber a aquel conductor que lo estaban siguiendo y que él no había salido ni a pelear, ni amorir, sino a entregarse. Algo alarmado, el chofer le dijo:

“ ¿Usted se va entregar?... ¡Usted está loco, a usted lo van a ma-tar! ”. Convencido, su respuesta fue la siguiente: “Yo tengoque hablar antes de que me maten”.

Al desmontarse del carro público y llegar a la esquinade las calles Dr. Delgado con Independencia, frente alDragón, fue rodeado por los agentes que le seguían. Él nopuso resistencia alguna ni cuando Johnny Abbes García

lo agarró fuertemente, murmurándole: “Coño, un hijo del general Piro Estrella meterse en esta vaina... ¿para qué te me-tiste en esta jodienda? ”.

Sereno, ya esposado, Salvador Estrella Sadhalá ocupóparte del asiento del automóvil en que viajó rumbo al lugardonde se encontraría con Ramfis Trujillo. Para ese momen-to, el Dr. Marcelino Vélez Santana también había caído

preso, al igual que Miguel Ángel Báez Díaz y otros más.En cambio, algunos habían podido evadir toda sospecha, ofueron apresados como ocurrió con Rafael Abinader (a)



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Fao, sin llegar a ser objeto de implicación. El día del tira-nicidio, Fao Abinader había almorzado con Salvador yUrania y esa misma noche se encontraba con la novia deturno en un sitio cercano al lugar donde se cometió el ti-ranicidio, resultando detenido y llevado a la avenida Méxi-co, a las oficinas del SIM. Sometido a interrogatorios frentea la servidumbre de la pareja amiga, Abbes García le pre-guntó a Luis, uno de los trabajadores, si él conocía a Abi-nader. El interrogado se quedó fijamente mirándole por

unos segundos, emitiendo un no que resultó palabra libe-radora para quien conocía los detalles de la conspiracióno era un implicado.

7...

CON EL APRESAMIENTO DE SALVADOR ESTRELLA al anoche-cer del 4 de junio, y con la muerte, en enfrentamiento ar-mado, de Juan Tomás Díaz y Antonio De la Maza, ha- bían caído una parte de los más importantes implicadosen aquel proceso que planteaba un cambio del rumbo dela nación dominicana. Siete hombres fuera de serie, conel apoyo moral de sus esposas, habían ejecutado el mag-

nicidio que sectores de la ciudadanía deseaban desde laíntima conciencia. De estos sietes héroes, juzgados como“criminales” por la oficialidad y por parte de una pobla-ción trujillista, solo faltaba por ser apresado Antonio Im- bert Barrera, de quien no había rastro, por encontrarse bien escondido.

Otro implicado de importancia, también sin atrapar, lo

era Luis Amiama Tió, cuya madre, esposa, hijas, herma-nos y otros parientes fueron conducidos a diferentes cárce-les. Ramfis Trujillo ofrecía un alto precio por Amiama Tió,



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ya que éste era considerado una ficha importante paradevelar completamente el operativo político que debíacompletar la acción emprendida en la autopista de SanCristóbal. Esto es, el golpe de Estado no producido porfallas de una efectiva coordinación o por circunstanciasfortuitas, realmente impredecibles. Apoderado de la si-tuación del país, las pruebas le estaban indicando al hijodel dictador muerto, que los involucrados en la conspira-ción sobrepasaban el número de sus principales protago-

nistas, ya apresados, muertos y perseguidos. El hecho dehaberse detectado que en la trama figuraba un “parientetraidor” y que el sospechoso era el Secretario de las Fuer-zas Armadas, general José Román Fernández, ofrecía in-dicios también de que en el operativo de la conspiraciónhabía otros militares.

La sospecha que se tejía alrededor de Pupo Román se

fue aclarando a medida que los principales prisionerosfueron ofreciendo los detalles del plan, así como los nombres de los principales cabecillas y de muchos otros quese involucraron directa o indirectamente. En la cárcel delkilómetro 9 y en La 40, era difícil aguantar la persuasivaviolencia de las torturas, la cual amenazaba, incluso, alas mujeres y a los hijos, sin importar la condición o edad

en que se encontraban.Muerto Antonio De la Maza, al igual que el tenienteAmado García Guerrero y Juan Tomás Díaz, resultabadifícil averiguar el paradero de Antonio Imbert y de LuisAmiama. Pero el grupo de presos de importancia aumen-tó con la llegada de Salvador Estrella Sadhalá, quien de-cidió entregarse para asumir la responsabilidad de sus ac-

ciones y además para evitar que los suyos recibieran mástorturas físicas o emocionales, infligidas a causa de suacción.



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A la cárcel del kilómetro 9 fue conducido Salvador.Con Modesto Díaz acordó denunciar al general José Ro-mán Fernández, quien no pudo o no supo actuar, confor-me a los planes concebidos en la conspiración. Además,con los compañeros muertos y los apresamientos, la cau-sa final resultaba perdida, aunque el objetivo fundamen-tal de la trama, que era la eliminación física de Trujillo, sehabía logrado por el bienestar futuro del país.

Salvador Estrella, quien fue interrogado por Ramfis

Trujillo, reconfirmó la participación del general PupoRomán Fernández, quien hasta el momento no había sidoapresado. Quizá por respeto al general Piro Estrella, o parasaber su reacción, Ramfis Trujillo provocó el encuentroentre los Estrella Sadhalá. Cuando padre e hijo se encon-traron, airadamente el primero le reprochó el hecho dehaber participado en el tiranicidio, ante lo cual Salvador

guardó silencio, comprendiendo la actitud inteligente desu padre en ese momento. Lo que hizo Ramfis Trujillofue reírse de aquella escena de familia.

Prisionero Salvador Estrella en las cárceles de tortu-ras no denunció a ninguno de sus amigos implicados enel tiranicidio. Máximo Mueses, el Ing. Rafael OctavioCastillo (a) Muñeco, el coronel Antonio Mueses, Octa-

vio Kidd, los cuales nunca fueron indagados como tam-poco sus amigos de Santiago. Salvador, aparte de mostrarresistencia física, se desenvolvió en los interrogatorioscon la valentía y la ecuanimidad que le caracterizaban.

Aunque tal vez, en principio, Ramfis Trujillo no quisocreer que Pupo Román estuviera involucrado en la muertede su padre, finalmente se convenció. Todos los participan-

tes que habían sido hecho prisioneros, incluidos los del Gru-po Político, como Modesto Díaz, lo habían acusado. Salva-dor fue el último en repetir esa acusación que sostuvo frente



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al inculpado general, ya hecho prisionero en la Base Aé-rea de San Isidro, en donde el hijo mayor de Trujillo habíaestablecido su jefatura militar. Mirando fijamente al ge-neral Pupo Román, Salvador Estrella le dijo: “Tú eres do-blemente un traidor, pues traicionaste a Trujillo y nos traicio-naste a todos nosotros ”.

La saña que tan terriblemente había emprendido elclan de Trujillo y sus verdugos contra decenas de prisio-neros, nuevamente adquirió un carácter virulento alrede-

dor del general Román Fernández. La esposa e hijos pu-dieron salvarse por ser de la parentela de quienes todavíapreservaban la autoridad política y militar. El generalRomán Fernández asumió con dignidad la suerte que en-frentaba y de su boca salió muy poca delación. Al ente-rarse de la detención de su superior, uno de sus ayudan-tes, el teniente Morillo, “ se encerró en el pabellón-dormitorio

para oficiales de La Victoria y se suicidó de un balazo en lacabeza”. Para la noche del 30 de mayo ese oficial teníainstrucciones de armar a los presos políticos y hacersecargo del mando de la guarnición.

Acusado y confeso, juzgado por un Consejo de Gue-rra y sentenciado por traición, Román Fernández fuemaltratado y torturado casi continuamente por Ramfis,

Radhamés y otros hombres, entre los cuales se encontraban Gilberto Sánchez Rubirosa (Pirulo) y Luis José LeónEstévez (Pechito). Por último, Ramfis hizo que traslada-ran al general en el maletero de un coche hasta su finca;Pupo Román fue llevado al campo de tiro donde le fuemostrado el famoso revólver que había pertenecido aldictador, un 357 con armazón de 44. Con ese revólver

Ramfis hizo cuarenta y ocho disparos, comenzando por lospies y subiendo lentamente hasta el rostro y la cabeza, des-pués de cargarlo ocho veces. Luego ordenó que pusieran



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el cadáver en un saco de arpillera. Una caravana de servi-dores lo llevaron por la noche a La Piscina. Allí en unpalmeral cercano al mar, Ramfis Trujillo le ordenó a lacomitiva, sobre todo militar, que le hundiesen sus dagasen el cuerpo. Así lo hicieron y después lo arrojaron a lostiburones.

Hijo como era del brutal dictador ajusticiado, RamfisTrujillo llevaba su violencia a un sadismo tan inusitadocomo truculento. El mismo carácter horroroso que em-

pleó para infligirle la muerte a Pupo Román, fue utilizadopara Miguel Ángel Báez*. A éste lo sometía constante-mente a la silla eléctrica y a las más horribles e inenarra- bles torturas. Fue tanto el ensañamiento contra MiguelÁngel que cuando llegaba Radhamés Trujillo en compa-ñía de sus amigos de la Cofradía, entre los que se destaca- ban Julio, Billy, etc., se oía una voz que decía: “ Miguel

Ángel, llegó Radhamés ”. Era torturado constantemente, estáde más decir la actitud de un valor espartano para sopor-tar todo esto. De su muerte se especula que fue una de lasmás siniestras. De ser cierta la especulación prefiero quesean sus hijos y no yo quien la narre, por respeto a estehéroe y a su descendencia.

Estando Salvador en el kilómetro 9, transcribo a con-

tinuación lo confesado por el sacerdote reverendo padreGuerrero a Miguel Guerrero en las páginas 225 y 226 desu libro Los últimos días de la Era de Trujillo por considerar-lo de suma importancia histórica y aclaratoria de la for-ma de pensar de Salvador Estrella.

* Considero que la vida de Miguel Ángel Báez Díaz debe ser escrita dete-nidamente, pues es uno de los personajes más interesantes que he encon-trado en mis investigaciones.



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El 30 de agosto, muy temprano en la mañana, habíasido instruido por la Jefatura de Estado Mayor de trasla-darse al kilómetro 9.

Dos de los encargados de ese centro de represión trujillista, el coronel Octavio Balcácer y su segundo el capi-tán Ismael Palmo, eran amigos suyos. Los seis acusadosde participar en el asesinato de Trujillo pidieron ver a unsacerdote y él fue escogido para atenderles. Las presio-nes internacionales sobre el régimen eran cada vez más

intensas y Ramfis, persuadido por Balaguer, accedió a abrirprisiones a la inspección de organismos internacionales.La visita del padre Guerrero a los matadores de Trujillose enmarca en los esfuerzos de Ramfis para proyectarapariencias de tolerancia ante observadores extranjeros.

El sacerdote estuvo casi medio día reunido con Salva-dor Estrella Sadhalá, Roberto Pastoriza, Huáscar Tejeda,

Modesto Díaz, Pedro Livio Cedeño y Manuel (Tunti)Cáceres. Al principio la conversación estuvo dominadapor la desconfianza. Pero luego la atmósfera cambió.“Cuando se convencieron de que era en verdad un sacer-dote, me hablaron sin miedo”, relataría después. “Fueuna experiencia magnífica para mí, que cambió mi mane-ra de pensar”.

Como la mayoría de los miembros de las Fuerzas Ar-madas, el padre Guerrero era un fiel trujillista. Estabaconvencido de que “todo lo que era bueno para Trujillo loera para la nación”. Había nacido en ese ambiente, escu-chándolo sin cesar desde pequeño. Él, particularmente,estaba convencido de la grandeza del Benefactor. Creíaque esa grandeza radicaba en haber convertido una finca,

lo que era el país antes de su ascenso a la presidencia en1930, en una República floreciente. La conversación deese 30 de agosto, sin embargo, le permitió ver las cosas



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de otra manera. Pareció descubrir de pronto que podíanexistir personas serias y bien intencionadas que realmen-te no estuvieran de acuerdo con Trujillo.

El sacerdote improvisó una misa en la pequeña salade la prisión en que los habían dejado solos. Los seis acu-sados se confesaron y comulgaron, ya que el padre fuepreparado para el oficio. Y luego les hizo un ruego sor-prendente. Ya que se cumplían tres meses exactos de lamuerte de Trujillo, por qué no hacían allí una breve ora-

ción por él.Estrella Sadhalá acalló el intento de protesta de sus

compañeros y accedió diciendo que debían demostrar quese había actuado por patriotismo “y no solamente por unsentimiento de odio” hacia el dictador.

Nadie los interrumpió cuando el sacerdote rezó elPadre Nuestro por el alma de Trujillo junto con los mata-

dores de éste.Esta extraña y conmovedora historia me fue contada

por el propio sacerdote, cuando lo entrevisté en su sedede la casa parroquial de la Iglesia de Coamo, del Obispa-do de Ponce, Puerto Rico, del que ahora es monseñor yvicario pastoral. La entrevista tuvo lugar al mediodía delsábado 11 de octubre de 1990, en la sala de la casa parro-

quial y fue recogida en cinta magnetofónica. Al despedir-se de los prisioneros, uno de ellos, Huáscar Tejeda, le so-licitó el favor de llevarle un mensaje a su esposa Lindín,una joven de Higüey, hermana de un amigo del sacerdote.Nunca cumplió su promesa de llevarle el mensaje a lamujer desesperada por noticias de su esposo. Concentra-do en sus recuerdos esa mañana del 30 de agosto, el pá-

rroco de San Isidro no sospechaba que el domingo 19 denoviembre Lindín jamás vería a su esposo vivo. El in-cumplimiento de la promesa formulada a Huáscar Tejeda



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atormentó al padre Guerrero durante años. En nuestraentrevista me dijo que jamás había hablado esto con na-die. A finales de enero o comienzos de febrero de 1962,el sacerdote tuvo oportunidad de saludar a Lindín al tér-mino de una misa por las almas de esos prisioneros, ofi-ciada por él mismo en la Iglesia San Carlos, del sector delmismo nombre, en Santo Domingo. Pero tampoco tuvo elvalor para hacerle el relato.

Al hablarme del caso, el padre creyó haberse quitado

una carga de conciencia.En las cárceles, los responsables del magnicidio, sus

cómplices, los familiares y otros tantos sospechosos tu-vieron que seguir enfrentando torturas y vejámenes, cuan-do muchos de ellos no consiguieron la muerte. Fuera deesos ámbitos carcelarios, sectores civiles comenzaban agestar movimientos de protestas, encausados hacia el lo-

gro de los derechos políticos. Era una válvula de escapeque comenzaba a romperse después de tres décadas desojuzgamiento colectivo, de criminalidad por parte de unalarga dictadura; lo uno y lo otro asumido de repente, en-frentando el binomio Joaquín Balaguer y Rafael Trujillohijo (a) Ramfis, uno el presidente Títere, el otro, el jefe deEstado Mayor Conjunto de las Fuerzas Armadas. Ambos

buscaron jugar a la apertura democrática frente al escena-rio internacional y ante el pueblo dominicano, expectan-te y desequilibrado ante la nueva situación. En el fondo,la apertura no era más que una pantalla para ganar el apo-yo colectivo y consolidar un régimen en el que pretendíacontinuar el heredero Ramfis Trujillo.

Medidas de aparente transformación como las rebajas

de los diversos impuestos y cierto reconocimiento a lospartidos de oposición, no eran más que tácticas para lograrque las sanciones aplicadas al país por la OEA, fueran



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derogadas. Pero tales medidas, promovidas en medio delrecrudecimiento del terror opresivo, provocó el oleajeespontáneo de la resistencia social, manifestada paulati-namente en mítines, marchas callejeras y huelgas. La nue-va situación provocó la atenta vigilancia de los EstadosUnidos, así como la presencia de una comisión de Dere-chos Humanos de la OEA, a la cual se le permitió indagaren el país. Esta comisión estaba encabezada por LessepsMorrison, un íntimo amigo del dictador, quien favorecía

el levantamiento de las sanciones que se aplicaron al paísdespués del atentado al presidente, Rómulo Betancourt,de Venezuela. Ese oscuro diplomático estadounidense erapartidario además de que los Trujillo continuaran en elpaís, lo cual resultaba comprensible, porque tanto a élcomo a sus compañeros de la comisión Ramfis Trujilloles llenó los bolsillos de dinero. Morrison fue quien en-

trevistó a mi mamá, Urania Mueses de Estrella, cuandola comisión visitó a las mujeres y a los parientes que estaban presos en el kilómetro 14, de la Carretera Duarte.Todos los presos que dieron testimonios de las torturasrecibidas, fueron duramente castigados. A mi tía abuela,América Pereyra (a) Meca, la maltrataron severamentedebido a las acusaciones que ofreció en contra del gobier-

no y sus sicarios. A tía Meca la sacaron de la cárcel delkilómetro 14, donde era mejor tratada, para llevarla denuevo a la cárcel del 9 y La Victoria.

La visita de la comisión de la OEA fue una burla, puesdesde un principio estaba vendida. Como prueba contun-dente podemos señalar que en la misma figuraba SimonGittleman, quien no solo era amigo íntimo de Trujillo sino

que almorzó con él, en fecha 30 de mayo del 1961. Gittle-man salió retratado de espalda como miembro de la OEA,en la entrevista que se le hiciera a Gloria Teresa De la Maza



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por el periódico New York Herald Tribune . (Trujillo y los Kennedy , de Bernardo Vega, Pág. 81). La Organización deEstados Americanos permitió que un amigo de Trujillo,que almorzó con el dictador el mismo día que lo ajusti-ciaron, se integrara a una tarea investigadora constituidapor sinvergüenzas. El era uno de ellos ya que los interro-gatorios que le hicieron a los presos y las respuestas, fue-ron reveladas en conversaciones privadas sostenidas conmiembros del régimen trujillista. Pero a pesar de la ines-

crupulosa actuación de la referida comisión de derechoshumanos, la misma no logró favorecer la intentona truji-llista de preservar el poder, valiéndose de todos los me-dios posibles, como eran la intimidación ciudadana, elderramamiento de sangre, la demagogia política y la mo-vilidad diplomática. En Washington, el régimen trujillis-ta se movilizaba a través de Porfirio Rubirosa para lograr

apoyo del gobierno del presidente Kennedy, frente al cualtambién se movían representantes del Movimiento Altagra-cia, formado por militares opositores, los cuales cabildea- ban el mantenimiento de las sanciones hasta que los Truji-llo se marcharan del país y se estableciera un sistemademocrático. En este intento de levantar las sanciones paraque Ramfis y los Trujillo que quedaran, asumía Joaquín

Balaguer un papel importante. El presidente títere leyó undiscurso ante la ONU en el cual señalaba que el puebloesperaba que fuera positivo un fallo a favor de la democra-cia, solicitando en realidad el levantamiento de las sancio-nes para que permaneciera el régimen Trujillista.

En la coyuntura de esta nueva situación se levantó laopinión popular de que los Trujillo debían abandonar el

país. La libertad de cientos de presos políticos, incluidaslas esposas y otros familiares de los magnicidas, fue unainevitable medida que buscaba frenar la agitación social



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convertida en fuerza incontrolable, demandante y nadatemerosa frente a la metralla y el crimen esgrimidos paraproseguir intimidando a una sociedad que deseaba ser libre y soberana. Realmente el heroico o valiente ajusticia-miento de que fue víctima Trujillo, debido a la acción desiete ciudadanos con agallas, dirigía al país hacia posibles o inevitables cambios.





V PARTE

“Nunca tantos le debieron tanto a tan pocos”.WINSTON CHURCHILL





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1…

PARA EL 30 DE MAYO, YO, LUIS SALVADOR ESTRELLA, hijo,tenía 14 años de edad. Esa noche, como todas las noches,mi papá se recostó en mi cama con mi hermana CarmenElly y conmigo. Nos repartió en cada brazo, en los cualesfuimos acurrucados, compartiendo el calor de una ternu-ra que nunca olvidaré. Después de dejarnos para que nosdurmiéramos, salió con mi mamá, a eso de las 9:00 p.m.Ellos salían, regularmente, cada noche a esa misma hora.

Dormía profundamente cuando fui despertado de for-ma intempestiva, halado casi bruscamente por mamá,

quien decía:“Vámonos, que estamos corriendo peligro”.Ya mi hermana había sido despertada por doña Gua-

chy Tessón, en cuyo automóvil nos montamos rápidamen-te. Muy asustado, no tuve oportunidad de elegir vestimen-ta, por consiguiente salí con lo primero que encontré amano.

No recuerdo si en aquella huida, mi madre tuvo tiem-po de hablar con las sirvientas y recomendarle que tam- bién se fueran. Lo que sí recuerdo es que a poco de salirpudimos ver que frente a nuestra casa, situada en la calleMahatma Gandhi #21, antigua Cabrera, se detenía unVolkswagen del cual se desmontaban varios hombres ypenetraban hacia la misma. Más tarde supe que quienes

se desmontaron del carro fueron César Estrella y RicardoMejía (Pancholo). No era un Volkswagen, sino un Sinca



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Aronde Sport. Creo que fue mi madre, la que durante eltrayecto murmuraba: “¿Por qué dejarían ese carro?”. Des-pués supe que ella se refería al Mercury Monterrey 59,que era el carro de mi papá, el cual era el único modeloque había en el país.

En un corto recorrido, llegamos a la calle Caonabo, ala casa donde vivían los Imbert Tessón. Cuando entra-mos, allí estaba Tony, el hijo mayor de don Antonio ydoña Guachy. Él lucía intranquilo, parecía saber algo.

Estábamos en la parte atrás de la casa, desde donde seveía el apartamento de Antonio y Aída De la Maza. Allíse producía un raro movimiento. Todos vimos cuandosacaban a Pirolo De la Maza en camiseta. – ¡Coño mami,

se llevan a Pirolo preso! –, fue la expresión que soltó TonyImbert.

Doña Guachy, su hijo y mi madre estaban ansiosos,

no dejaban de moverse y comentar sobre lo que podíapasar cuando apareciera el muerto. En un arranque ner-vioso, doña Guachy le pidió a mamá que se fuera de lacasa, que se marchara con nosotros. “Vete Urania, pues si nos encuentran juntos nos van a matar a todos ”, repitió másde una vez.

Eran como las cuatro de la mañana, cuando mamá nos

llevó a la cocina a Tony y a mí. Señalando al uno y alotro, dijo: “Su papá y tu papá mataron a Trujillo esta noche, y estén quietos, no fuñan.”

Sentí mucho miedo, diría pánico, pero también sentíaun gran deseo de estar junto a mi padre en ese momento,aunque sin saber por qué me fue invadiendo una gran con-fianza aparte de la ansiedad, pues consideraba que papá

no iba a involucrarse en algo que no fuera muy seguro.Pero no me daba cuenta que para él, solo el país y su con-vicción religiosa estaban por encima de nosotros.



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Desde ese momento en que mamá confesó que mipadre, con Antonio Imbert, Amadito y otros habían ma-tado a Trujillo, no dejé de sentir ansiedad. El miedo au-mentó cuando también dijo que seguramente querríansaber nuestro paradero, y que si nos agarraban podíanmasacrarnos. Ella y doña Guachy decidieron que lo mejor era buscar un lugar seguro para nosotros. De ahí enadelante tuve que esconderme en diferentes sitios.

A casa de doña Rosa de Castillo, fue donde primero

me llevaron. Doña Rosa era la esposa del Ing. RafaelCastillo (a) Muñeco, vecino de Antonio Imbert e íntimoamigo de mi padre. Además, uno de los participantes dela conjura, enrolado por papá. Doña Rosa de Castillo noscondujo al hogar de su cuñado, Luis Castillo, quien nosrecibió provisionalmente. Después, en compañía de TonyImbert, tuve que ir a casa de una tía suya, hermana de

doña Guachy. Los dos fuimos escondidos en una carbo-nera, en un cuartucho reservado para guardar carbón.

Ante aquella experiencia que estaba viviendo, creo quepasé rápidamente por varios estados emocionales. Losprimeros momentos fueron de miedo, de terror, de inse-guridad. De tanto esconderme, el pánico se desvaneció yentonces entré en el segundo momento, el de la resigna-

ción. Con los días, enfrentando todo lo que sucedía a mifamilia, a mucha de la gente que iba a casa, enfrentándo-me conmigo mismo, fui sintiendo un valor que no he vuel-to a sentir jamás en mi vida.

Después de la carbonera, tuve que regresar a casa dedoña Guachy de Imbert, para ser enviado a otro lugar másconfiable y seguro. Fui llevado al Colegio Saleciano del

barrio María Auxiliadora por doña Rosa de Castillo, quientambién condujo a mi hermana menor, Carmen Elly, alColegio María Auxiliadora frente al Colegio Don Bosco



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para que fuera protegida. Con sus cuatro años de edad,ella no podía desenvolverse por sí sola. Para que la ayu-daran en sus necesidades, Carmen Elly le daba parte desu merienda a las compañeritas mayores que ella.

Llevaba dos días en este centro cuando el padre supe-rior, un español llamado José Antonio Figura, me comu-nicó que por órdenes directas y precisas de alto nivel, te-nía que marcharme del colegio, ya que la iglesia no podíacomprometerse.

Echado a la calle por el cura que recibió una ordensuperior, solo, sin nadie y sin nada, tuve la habilidad demontarme en un carro público. Durante el trayecto pensémucho en lo católico que era tanto mi familia como yo, yrecibía aquel desamparo como recompensa. En un mo-mento determinado el Padre Figura llamó al Colegio Dela Salle y la respuesta fue que por allí ni me acercara.

Era el día 4 de junio. Por mi cuenta regresé a la casa dedoña Guachy Tessón de Imbert. Allí volví a encontrarmecon mamá, quien estaba desesperada ya que no había en-contrado donde esconderse. Ella había visitado varios“amigos”, buscando un asilo que le fue negado debido alriesgo, al temor que se desencadenaba cuando la veíanllegar. Ese 4 de junio, al estar con ella, mamá tomó la

decisión de llamar a las Fuerzas de Seguridad y nos diri-gimos a nuestra casa en la calle Mahatma Gandhi, la cualestaba en total desorden debido a que ya había sido co-menzada a ser saqueada por los familiares y allegados aTrujillo, entre ellos, según versiones de vecinos figurabaDarío Trujillo y otros sicarios.

“ Es la esposa de Salvador Estrella quien habla –comunicó

identificándose– Estoy sola con mi hijo y quiero entregarme ”.Entramos en nuestra casa que lucía desolada. Mi ma-dre se sentó en el suelo. No pasaron 15 minutos cuando



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llegaron varios carros del SIM repletos de “caliés”. Ellosse desmontaron precipitadamente, apuntando con sus ar-mas por todas partes.

Sin temor, muy serena ante aquella situación, mi ma-dre argumentó: “ Les dije que estaba con mi hijo... ¿es que nos van a matar aquí mismo?...”.

Uno de los agentes o “caliés” contestó: “ No se preocupe, señora, que son medidas de seguridad ”.

Después nos montaron en un Chevrolet azul y blanco

modelo 1959, no sin antes llamar a doña Guachy Tessón,al teléfono 2-7791, para informarle que “no se preocupa-ra, que iban a buscarla”.

Fuimos conducidos al destacamento que tenía el SIMen la Avenida México. Allí interrogaron a mamá y se lallevaron a la prisión del kilómetro 9. Por orden de LuichySaillant, me montaron nuevamente en el automóvil Che-

vrolet, conduciéndome hasta la casa de doña Guachy. Aella le dieron la orden de no moverse de la vivienda ymantenerme en la casa.

En el hogar de Antonio Imbert estuve viviendo hastala llegada de la OEA, ya que inmediatamente se marchódel país la fatídica comisión de “Derechos Humanos”,fueron detenidas doña Guarina, su hijo Tony y doña “Chi-

lín” Barrera, la madre de Antonio Imbert. En la casa nosquedamos Leslie, Oscar y yo. Regularmente éramos visi-tados por las Freites, tía Batty esposa de Segundo Imberty la inolvidable señorita Minetta Roques.

Solos, como estábamos, me tocó llevar a Oscar y Les-lie a la casa de las hermanas Freites. Después de dejarlosdecidí buscar al tío Máximo Mueses, indagando su para-

dero en varios sitios en los cuales no me recibieron. A las9:00 p.m. de aquel día de la búsqueda del tío, se me ocurrióir a la casa del ingeniero Enrique Alfau, quien al verme se



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emocionó y me preguntó porqué no había ido antes don-de él. El Ing. Alfau era el padre de Ana María Alfau, laesposa de mi tío Máximo, y me quería como si fuera suhijo. Resultó también que en ese momento se encontrabacon don Enrique Alfau mi tío Máximo, a quien, al verme,

se le humedecieron los ojos dela emoción.

Al otro día del encuentro contío Máximo, él y yo decidimos

buscar a mi hermana CarmenElly, quien permanecía en el co-legio religioso de la calle SanJuan Bosco, donde fue llevadapor doña Rosa de Castillo. Estecolegio estaba dirigido por lamadre superiora Sor Rosa

Ochoa, una religiosa que recuer-do en mi memoria, ya que asu-mió una actitud responsable yhasta temeraria cuando se le pi-

dió proteger la vida de mi pequeña hermana. Con Sor RosaOchoa pude darme cuenta que en las instituciones de laIglesia Católica no todos son iguales, ni como personas,

ni como religiosos, ni como servidores de Dios. A mí mehabían echado a la calle por orden de un prelado; y a mihermana, en cambio, se le había garantizado protecciónpor decisión espiritual y material de una religiosa.

Cuando fuimos al colegio y preguntamos por la direc-tora, fuimos conducidos hasta Sor Rosa Ochoa, a quientío Máximo le explicó que estábamos buscando a Car-

men Elly, para que se marchara con nosotros. Yo le pedí ala madre superiora que me entregara a mi hermana, y ellapidió que nos identificáramos. Así lo hicimos pero ella

Máximo Mueses.



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siguió dudando de que nosotros fuéramos el tío y el her-mano, por lo cual negó que Carmen Elly se encontrara enel recinto. Después de mucha insistencia, Sor Rosa acce-dió, pero sugiriendo que nos sentáramos en uno de los bancos del pasillo por donde iban a pasar las alumnas delcolegio cuando salieran al recreo: Ella adujo que si noso-tros éramos los parientes de la niña, cuando ella nos vie-ra, nos reconocería al vernos y así lo hicimos. Más o me-nos a las 3:00 p.m. sonó el tan ansiado timbre que indicaba

el recreo y empezaron a pasar las niñas, primero las másadultas y luego las más pequeñas. Fue entonces cuandose produjo uno de los momentos más emotivos de estaodisea. Carmen Elly venía por el pasillo y al verla nosparamos el tío Máximo y yo. Ella abrió los ojos desmesu-radamente y en un acto de emoción gritó: ¡Nene!, (comosiempre me ha dicho) corriendo hacia nosotros, colgán-

doseme al cuello. Yo la cargué y en este momento pudeobservar que todas las religiosas, incluida Sor Rosa, estaban presentes y ellas, que conocían la tragedia y por lafuerza emotiva del momento se enjugaron las lágrimas ydel tío Máximo, ni se diga.

Después de narrar este episodio solo puedo suplicarleal Supremo que donde quiera que se encuentre Sor Rosa

Ochoa y todas aquellas que participaron en este momen-to... ¡Que Dios las bendiga!Carmen Elly y yo nos quedamos en la casa de mi

abuela materna, Josefita Pereyra, adonde fui buscadopreso por primera vez, conducido, entre otros, por unode los “caliés” más temidos como lo era César Villeta.Fui conducido ante el coronel Roberto Figueroa Carrión

nuevamente, ya que con anterioridad había sido deteni-do cuando se entregó mi madre. En esta otra ocasión fuiinterrogado por el mismo coronel Figueroa Carrión,



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quién sustituyó a Johnny Abbes García como jefe de los“caliés”. Interrogado durante todo el día fui despacha-do más o menos a las 5:00 p.m., regresando a la casa demi abuela.

Concentrado en mí mismo, no podía saber dóndeestaba mi madre y mucho menos papá, quien estabadesaparecido desde la noche en que lo vi por última vez.Yo no había contado los días en aquel peregrinaje haciadiferentes refugios. Poco a poco me enteré de la muerte

de tantas gentes que eran amigos de mi casa, y a las cua-les quería con el simple cariño del muchacho que era. Lamuerte que más me impresionó fue la de Amadito. Lo vien la foto del periódico que narraba cómo –supuestamen-te– lo habían matado... ¡Qué cambio dio mi vida!... Vivíay dormía tranquilamente, en un hogar feliz, en un hogarsin problemas, lleno de amigos de mis padres, de gente

que me daba cariño,... y de un día para otro, estaba en laintemperie, solo, escondido, refugiado..., pensando entoda esa gente muerta, con la imagen de Amadito en lacabeza y sin saber dónde estaba mi papá y qué le estabasucediendo a mamá, ya encerrada en la cárcel. Ni aúncuando a ella la pusieron en libertad, el sentido de todasmis cosas familiares recuperaron el ritmo que habían te-

nido una vez.

2...

LA HECATOMBE QUE PRODUJO EL AJUSTICIAMIENTO de Truji-llo, el apresamiento de papá, el estar fichado como hijo

de un “asesino” –así lo consideraba la opinión pública–,me colocó al margen de todo lo que había tenido hastaentonces. Perdí a muchos amigos, los que me dieron la



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espalda por razones pertinentes. Sin embargo, conocíamigos nuevos. A todos aquellos que en el heroico infor-tunio que había asumido mi padre, aparecieron para ofre-cerle apoyo moral ya en la cárcel y para protegernos cuan-do mamá fue devuelta hacia nosotros, sus hijos.

Apoyo afectivo y amparo económico no faltaron.Nosotros no conocíamos a Margarita Arévalo de Gar-cía, esposa de Don Manuel García, el dueño de la pe-queña fábrica de refrescos “Red Rock,” en la cual Truji-

llo no tenía acciones, a pesar de que la costumbre deldictador era participar en todas las empresas privadasque de una forma medalaganaria él considerara impor-tantes. A pesar de no estar en buena situación financie-ra, ya que su fábrica casi estaba arruinada, don ManuelGarcía prácticamente se hizo cargo de nosotros. Estoocurrió a partir de una prima noche, luego de los prime-

ros días de haber salido mamá de la cárcel. En esa oca-sión se presentó la señora Arévalo de García y le pre-guntó a mamá: “ ¿Es usted Urania la esposa de don Salvador

Estrella? ”. Media esquiva mamá le respondió: “ ¿Quienla busca?...” “Yo soy Margarita de García, esposa de ManoloGarcía y vivimos a dos casas más adelante. He sido mandada

por mi esposo a ponerme a la orden para lo que usted pueda

necesitar, pues sabemos lo que están pasando”. Urania lecontestó: “ Muchas gracias, pero tengan mucho cuidado por-que todo el que llega aquí corre peligro...”. Doña Margaritarespondió: “ Eso a nosotros no nos importa, usted todavía noconoce a mi esposo, él quiere conocerla”. Mi madre sugirióque viniera. Desde ese momento don Manolo y doñaMargarita fueron para los hijos de Salvador y su esposa

como algo llegado del cielo pues a partir de entoncesellos se convirtieron en un inolvidable sostén familiar.Lo mismo puedo decir de doña Zaida Lovatón quien fue



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la primera persona en llegar cuando se enteró que a mamála habían soltado. Ella se apareció con un canasto lleno deropa y zapatos pues sabía en la condición paupérrima enque quedamos. Después nos visitaron doña Rosita Hued,don Enrique Ariza y su esposa, doña Eurídice Castillo,también Daysi Batlle y otros amigos. Desde Santiago, notardó en presentarse Natividad Pandelo de Hernández (a)Tibe. Con el apoyo de tanta gente amiga, fuimos teniendograndes satisfacciones. Conocidos y desconocidos de to-

das las clases sociales del país se extendieron hasta mifamilia, y esa solidaridad llegó hasta mi padre, quien me-diante numerosas cartas y tarjetas, escritas desde la cár-cel, manifestó su agradecimiento. Nosotros, su familia, noestábamos desamparados, como él tampoco. Cuando mimadre fue puesta en libertad, consiguió alquilar una casa enla calle Cayetano Rodríguez donde residimos por un breve

tiempo.Encarcelado, mi padre escribió muchas cartas* en las

que puede apreciarse la gran calidad humana y el granamor que sentía por su familia y amistades. A continua-ción, la transcripción. En el Apéndice I, las reproduccio-nes facsimilares.

1. Carta a su hermano César

Querido Hermano: Estoy loco por verlo, como están Uds. aquí estamos todos

bien, el Dr. Velez lo juntaron con nosotros así que habemos

* El autor ha preferido respetar la ortografía en la transcripción de lascartas originales.



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tres en la celda. Compadre, yo he pensado que no me traigan aCarmen Eli el jueves pues me parece que en la edad que tiene

puede producirle una impresión muy desagradable y aunque tengo tantos deseos de verla pero no me parece prudente, dime tu opinión al respecto. Dígale a Tunti que le diga a Luis Ma-nuel cuando venga que le diga a Urania que no me la traiga

pues así tengo oportunidad de consultarlo con ella el jueves, Dios mediante.

Mis recuerdos para todos y abrazo para Ud.

Creo todo está bien.Contésteme.

Dile a Tunti que después le escribo.


Querido Hermano: Nosotros estamos bien y Uds. como estan, a Fellito, Duran,

Vicie, Tunti, Manuel etc. que tengan fe. Hablé con mis abogados Carlino González y Grisolía Polo-

ney todo está bien aún tengo la esperanza de ver la familia, Dios lo quiera.

Escríbeme diciéndome algo.

Recibí un papelito escrito por cada una de las muchachas, Nancy no ha dado a luz todavía. De Urania también recibí carta de ellos están bien.Cuando le escriba a Ivelice mándale un abrazo en mi

nombre.Te abraza tu hermanoSalvador

Pedro Livio, Los ingenieros y el Dr Velez te saludan.



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Querido hermano. Aquí estamos todos bien de salud gracias a Dios, recibimos

los limones agrios dime si es que no tienes dulces, espero impa-ciente el día de mañana para las visitas.

Te estoy mandando estas aceitunas negras para que se las coman entre todos. Vi a Ricardito que parece que iba donde el abogado. De Nancy no se nada espero en Dios haya salido bien.

Recuerdos a Don Raudo, Ricardo, Plinio, Fellito, doña Ir-cania etc. recibe un abrazo de tu hermano y compadre

Salvador

4. Carta a Urania

Querida vieja: Estoy bien gracias a Dios, dime como están Carmen Eli y

Luis Salvador, y tu vieja como están de la gripe? a mi no me adado y a Carmen Eli no le ha dado mas fiebre? espero en Dios que no. a mi sobrino caco pelao le mandé un peso con Canino

por su cumpleaños espero no halla habido pleito con Maximito. Me imagino que estará enterada de que el lunes nos lleva-

ron a la Avenida y me alegro tener la oportunidad para decirte que le digas a Luis Salvador que cuidado con querer ir, ni tutampoco. Espero ansioso el jueves para verlos.

Tráeme el jueves Apracur por si acaso, pues ya Tunti usólos que tenía.

Dile a Maco que si quiere puede venir el jueves que yo hablé con el Mayor y me dijo que si que podía verme.

Esta Dios mediante la recibirás mañana Domingo y supongo Ivelise estará comiendo con Uds. dámele un abrazo, a Doña Josefita que los polvos me han hecho muy bien que la



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felicito, dale un abrazo fuerte, ella sabe que yo la quiero aun-que me dijera el nombre aquel que me dijo Deisi que ella me decía.

Dile a Luis Salvador que me escriba pues me alegro muchocuando recibo cartas de ustedes.

Este pequeño papelito que va adjunto es de Huáscar paraque trates de hacerlo legar a Lindin.

Bueno vieja reciban un abrazo para todos, incluyendo los vecinos, la bendición para los muchachos y tu muchos besos y

abrazos de tu viejo que te adora.Salvador

5. Carta a Urania

Querida vieja:

Leí tu canica con alegría incomparable gracias a Dios ya supe de Uds. no puedes imaginar la emoción que me produjo las fotos de Uds. espero que Dios y la Virgen me concedan verlos pronto. A Luis Salvador que el no sabe la alegría que me produjo el que haya pasado de curso. Y de Carmen Elly me dices espero que este bien. No está en la escuela? a doña Josefita, Ana

María, Roberto y Maximito como están, recuerdos para todos.

No me mandes tantas cosas no gastes tu dinero en tantos jugos.Creo que mandas demasiado bizcocho y a veces se daña. Cuan-do vayas a mandar bizcocho deja la mitad para los muchachos.Si puedes mándame sabana, funda y zapatos #41, si no puedes no te preocupes. Nada que les vaya hacer falta a Uds. me lomandes a mi

Muchos besos y abrazos para ti y la bendición para los mu-

chachos Te adoraSalvador



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6. Carta a Urania

Querida vieja: Recibí los zapatos y $11.00 con el abogado y tu carta la cual

no te imaginas la alegría que me produjo pues tu sabes que mi vida son Uds. y si hay algo más que la vida también son Uds. y

Dios para mi. Recibí las fotos, hubiera querido mejor que reba- jaras con Metrecal, pero si así lo quiso el Señor. Recibí un pape-lito de las muchachas, me alegré muchisimo. Espero verte ma-

ñana Dios M. te mando esta sabana con la funda de almohada para que lo laven allá y esos pantalonsillos para que me le pon- gas el botón que le falta. A L.S. que todos los días me siento más orgulloso de él, pronto tendré la oportunidad de hablar con él

Dios M. Dile a doña Josefita que me mande los polvos de los pies. Dile a Grisolía que tengo interés de verlo cuando sea posi-ble para consulta. Estoy bien y así espero que estén Uds. a Max.

Que muchas gracias por $1.00. Acabo de recibir la cantina. Mándame aspirinas y reduce los gastos en los paquetes que me mandas. Cuando Nancy de a luz avísame.

Las fotos son muy buenas. Me alegro mucho de ver a Ro-bertico y Maximito la bendición para ellos. No me dices si Carmen Elly está en la escuela y si está estudiando, estoy loco

por verlos. Bueno vieja no quiero hablarte de mi cariño hacia

Uds. pues me emociono tanto que no puedo escribirlo pero los ¡Adoro! Reciban muchos besos y abrazos y la bendición paralos muchachos.

Te idolatroSalvador

Los pantalones de kaki ya los arreglé y los que me tienes allá ya te avisaré.

Mándame algunos Ecuanil



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7. Carta a Urania

Querida vieja: 6/11/61 Estoy bien gracias a Dios, dime como están Uds. dile a

Luis Salvador que me escriba algo en un papelito y tu escríbe-me y dime como están, tráeme el jueves si te es posible cóctel de

frutas. La bendición para los muchachos y muchos besos y abrazos

para todos.

Te adoroSalvador

8. Carta a Urania

Querida Urania e hijos:

Recibí unos pantalones y un mosquitero mas $6.00 que me habías mandado. Te escribí el jueves y aún no he recibido con-testa, la espero hoy si Dios quiere. Veo en los paquetes que me mandas me pones la dirección de la calle.

Con quién estas ahí?. Espero en Dios verlos muy pronto. Muchos besos y abrazos

para todos Uds. por quienes en mis oraciones pido a Dios que

me perdone y los ilumine. La bendición para todos yo estoy bien espero Uds. estén bientodos

TuyoSalvador.



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9. Carta a Urania

Querida vieja: 17/11/61 Ayer después que te fuiste me quedé un poco mortificado,

pues te ví estaba triste, por mi actitud perdóname pues no tengoderecho hacerte sufrir más pero el no poder estar cerca de tí enun momentico semanal me exasperó un poco.

Vieja como están Uds. y los muchachos, dile a Luis Salva-dor que me escriba y a Carmen Elly que escriba también.

Yo estoy bien gracias a Dios, de Nancy y su nuevo hijo no te pregunté ayer dime si tu sabes como están.

A César no he podido comunicarme con él pero creo estabien.

Vieja si tu puedes el jueves tráeme un pijama si nó, no te preocupes pues ya con la frazada yo tengo, anoche hizo mucho frío.

Todos los muchachos te mandan recuerdos. Bueno vieja espero estén todos bien recuerdo para Doña Jo- sefita, Máximo y todos los vecinos y amigos.

La bendición y besos para los muchachos y tu mucho besos y abrazos de tu viejo que adora

Salvador A Luis Salvador y Carmen Elly que me hicieron mucha

falta ayer, espero Dios mediante verlos el jueves.Si puedes tráeme Maicena.

3...

LAS CARTAS Y PAPELITOS DE PAPÁ LLEGABAN a menudo,en tanto nos mudábamos con mi abuela, en una casitaun poco más amplia en la Cayetano Rodríguez. Al ladoderecho, muy cerca de nuestra casa, la mamá de Flor



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de Oro Trujillo, la cual nunca se metió con nosotros. Enel lado izquierdo, con una casa por el medio donde vivíael Sr. Valenzuela, estaba el hogar de don Manolo García.Junto a ésta, la casa de los padres de crianza del Dr. Ma-nuel Marino Castillo, don Enrique Ariza con su familia ydoña Eurídice Castillo, la hermana menor de “Vincho”,quienes se convirtieron en parte de mi familia.

Mamá, que era una mujer meticulosa con los detalles,apuntaba el más mínimo regalo recibido de parte de los

amigos. Cuando nos permitían visitar a papá, ella le contaba esos detalles o le enseñaba las ropas que vestíamos, in-dicándole de quien o quienes las recibíamos. Todas esassimplezas se las contaba ella, no para levantarle el ánimo yla entereza que aún conservaba mi padre, sino para quesintiera que no estábamos desamparados, que el responsable compromiso asumido por él estaba respaldado sobre

todo por los amigos que lo querían y por otra tanta genteque valoraban el arrojo de quienes decidieron jugarse lavida y trastocar la dictadura en aras de un cambio.

Cabe destacar las visitas que nos hacía casi a diarioquien más tarde sería un reputa-do médico ortopeda de la ciudadde Santiago, a chequear a mi

mamá. En ese tiempo era estu-diante de medicina el Dr. PedroLuis Veras, hijo de uno de losgrandes amigos de mi papá.

Dr. Pedro Luis Veras, joven universita-rio, muy allegado a la familia, visitaba lacasa, cuando Salvador estaba preso.



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En la cárcel, papá lucía a veces un hombre iluminado,pero triste. No sólo quería saber todo lo que nos estabaocurriendo sin su compañía física, sino que también con-taba los asuntos que le habían sucedido. En una ocasiónnarró el enfrentamiento que tuvo con Víctor Sued, en unmomento en que era interrogado por Ramfis Trujillo, elcual recuerdo perfectamente.

A Víctor Sued, quien era del clan de los amigotesde Ramfis, lo conocía Salvador muy bien, ya que era

santiaguero. Él no sólo le llamó traidor a mi papá sinoque trató de someterlo a vejaciones. Víctor Sued le dijo:“Tú eres un malagradecido hijo de Piro que le debe todo al

jefe ”. Esposado como estaba, mi padre se abalanzó con-tra Sued, a quien le gritó: “ ¡Tú no eres más que un turcoasqueroso!... ¡Tu papá, sí debe todo al jefe, el mío Piro Estre-lla era general antes que Trujillo y cuando el mío era general

el tuyo no era nadie, mientras tú si eres chulo y maipiolo de éste ”.

Al referirse a Ramfis, dijo: “ ¡Suéltame, para que veas loque es un hombre!... porque tú estas acostumbrado a golpear ahombres amarrados, a matar hombres amarrados, ¡mátame como a un hombre, chulo asqueroso, come mierda! ”.

Entretenido con aquella discusión, Ramfis Trujillo

amenazó con soltar a mi papá. Víctor Sued insistió que losoltara, sin dejar de blandir una ametralladora que teníaconsigo. Pero todo no pasó de ser una riña verbal provo-cada por el cinismo del hijo del dictador.

Cuando no eran las historias de situaciones vividaspor mi papá después del 30 de mayo, el giro de la conver-sación tenía que ver con el tema de su familia. Papá se

angustiaba por la condición emocional en que pudiesenestar sus hermanas maternas, las cuales solían venir de



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Santiago a visitarle. Siempre hablaba de tía Nancy, pre-guntaba por la tía monja que estaba en Puerto Rico; tíaGisela fue la única de ellas que no vivió la experienciade la cárcel, dada su condición religiosa. El preguntabatambién por tío Guaro, por su situación de convalecien-te; y cuando el tema se refería “al viejo” –en referenciaal abuelo Piro–, el semblante y la voz adquirían ciertadureza.

El abuelo Piro, después que él y la mayoría de sus hi-

jos fueron excarcelados, le dirigió una carta pública aRamfis Trujillo, agradeciéndole una fuerte suma de dine-ro recibida, así como la devolución de sus armas particu-lares. Al mismo tiempo le reconfirmaba su lealtad truji-llista. Esta carta, publicada el 9 de octubre de 1961, en eldiario “El Caribe”, le causó un gran pesar a mi papá cuan-do los calieses se la mostraron para molestarlo anímica-

mente. “ ¡Papá sigue comiendo mierda! ”, fue el único comen-tario que emitió ante sus compañeros de celda. El textode la carta de mi abuelo es el siguiente:

Reitera lealtad y gratitud

a General Rafael L. Trujillo

El general Pedro A. Estrella Molina ha dirigido una

comunicación al General Doctor Rafael Leonidas Truji-llo hijo, Jefe de Estado Mayor General en Conjunto de lasFuerzas Armadas, en la que le expresa su agradecimientopor las atenciones y bienes recibidos del mismo, y ade-más ratifica su lealtad de siempre.

En uno de los párrafos de la comunicación de referen-cia el general Estrella dice: Usted me sacó, General, de

un oscuro abismo, junto con mis humildes y numerososfamiliares.



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El texto de la comunicación:

Santiago de los Caballeros 23 de Septiembre, 1961

“Era de Trujillo”

Señor Rafael Leonidas Trujillo Hijo,General en Conjunto de las Fuerzas Armadas,

Ciudad Trujillo, D. N. Distinguido General: En mi vida política he vivido tres etapas de dignidad, hon-

radez y lealtad y con el concepto necesario para cumplir con mis compromisos políticos, con el respeto y reconocimiento de todos mis adversarios y las admiraciones, reconocimientos y adapta-ciones de todas mis épocas políticas y militantes.

Mi primer compromiso a la edad de 12 años, fue con el GranGeneral Ramón Cáceres, de quien su digno padre, el Generalí-

simo Rafael L. Trujillo Molina, el más grande de todos los do-minicanos, fue su gran amigo; a la edad de 12 años y 6 meses me bauticé como amigo responsable en las Batallas de Aguas Santas, en donde recibí tres heridas de bala, con las que con-quisté desde entonces la distinción de mis compañeros y la ad-

miración de mi Jefe, el general Cáceres, que me dio el Título de Hijo Suyo, y yo con gusto y orgulloso le decía papá, todavíaorgulloso conservo su fotografía. Eso hacen los leales.

Mi segundo compromiso con el Gran Generalísimo Rafael L. Trujillo Molina, que el Ser Supremo lo tenga en la gloria, para escarnio de los que lo traicionaron, sin justificación, quienme distinguió con el Título de su hermano bueno, y que su dis-

tinción la llevo con dignidad. Entre muchas distinciones, lanzócomo 1er. Decreto único en la historia de su Era, el que decía“Todo el que quiera tratar algo con el Presidente de la República,



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trátelo primero con el jefe de mi Cuerpo de Ayudantes Milita-res”. El jefe de ese cuerpo lo era yo. Después me dio distinción,

protección, complacencias y confianzas. Fui el único de sus amigos al que nunca faltaron 8 ó 10

armas de fuego, incluso ametralladoras en mi casa, sin control y con toda estimación y distinción de su ejércitos, y fui el únicode sus amigos que no le ocasioné contrariedad durante 31 años de poderes ilimitados, habiendo recibido su protección hasta 5 días antes de su injusta desaparición, y que para mí y mi fami-

lia ha sido la ruina y todo ocasionado por la traición de un hijoque traicionó a su protector, a sus padres y a sus familias.

Tercer compromiso con Usted general, que me sacó de unoscuro abismo mortal junto con mis humildes y numerosas fa-milias acaso únicamente por la felonía de un hijo descarriado

fuimos conducidos, y usted nos sacó, con la inmortal frase de su Padre: “Yo seré siempre para Usted, lo que mi Padre fue para

Usted, porque yo sé que Ud. será para mí lo que fue para mi Padre”. Esta frase General estampa de mi compromiso frente aUd., compromiso que respaldo por ese historial que antecede, y que yo pongo a los críticos historiadores y políticos dominica-nos, convencido que hasta mis contrarios no encontrarán frase en contra mi verdad.

Ahora General quiero darle las gracias de las más íntimas

de mi alma por su intervención resolviendo los ataques de co-bros del Banco, por mis atrasos indeseables de pagos, como tam-bién por todos sus afectos y por la suma de dinero que me man-dó, y que resolvió graves problemas de mi vida.

Estoy para obedecerle lleno de gratitud y decisiones. Pedro A. Estrella Molina

Como hijo de Salvador y hombre adulto, puedo enten-der el encuentro del kilómetro 9 de don Piro con su hijo



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Salvador y Ramfis con el fin de salvar a los familiares.Pero esta carta no la entenderé nunca, sobre todo porqueno habla de César que también estaba implicado. Desgra-ciadamente esto se pudo haber aclarado si Salvador hubiese sobrevivido, quizás se hubiera quedado como problemas de padre e hijo.

A mi papá le dolía más que el incidente frente al hijodel chacal o la carta, la negativa del viejo a visitarle, porlo menos a escribirle alguna vez. Mamá trataba de suavi-

zar la situación. En un determinado momento Salvadorrespondió: “ No te apures, vieja, que cuando salga de aquí todo

se aclarará Dios mediante ”.

4...

MI PADRE, SUS COMPAÑEROS DE ACCIÓN y los que fueronacusados de complicidad, fueron trasladados a La Victo-ria. Los jueves de cada semana, con un grupo de los fami-liares encabezado por mamá, nos dirigíamos a la cárcelpara visitarle. El jueves 16 de noviembre encontramos apapá deprimido, muy triste. Mamá trato de animarlo, ha-ciéndole historias y chistes, pero apenas reaccionaba. Por

último mamá le insinuó que si se sentía así, como formade impacto “acusara definitivamente a Joaquín Balaguercomo cómplice que era de la trama”. Papá se negó, di-ciendo que esa era la carta de triunfo de ellos.

En una breve carta enviada el día viernes 17 de no-viembre, él le pide perdón a mi mamá por haberle hechopasar por un momento tan triste. Escrita apresuradamen-

te con su puño y letra, la transcripción de la referida misi-va es la siguiente:



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17/11/61Querida vieja:

Ayer después que te fuiste me quedé un poco mortificado, pues te vi estaba triste, por mi actitud perdóname pues no tengoderecho hacerte sufrir más pero el no poder estar cerca de ti enun momentico semanal me exasperó un poco.

Vieja como están Uds. y los muchachos, dile a Luis Salva-dor que me escriba y a Carmen Elly que me escriba también.

Ese mismo viernes, por la noche cuando a mamá lefue entregada la carta, también recibió el recado de partedel portador, un cabo de la policía quien le decía, en unpapelito, que papá le recomendaba que tanto ella comolas demás esposas de sus compañeros se movilizaran, yaque al otro día –sábado 18– iban a ser sacados de la peni-tenciaría con el simulacro de que ofrecieran los detalles

del tiranicidio, en el lugar de los hechos.También la noche de ese viernes se presentó en nues-

tra casa Vincho Castillo, recomendándole a mi madre quese escondiera junto a sus hijos, pues se esperaba que Pe-tán Trujillo asesinara a todos los miembros de la oposi-ción en un plan macabro. La reacción de mamá fue con-traria. Ella alegó que no se escondía una vez más, ya que

estaba cansada de todo. Vincho, muy preocupado por lareacción, le ripostó: “ Doña Urania, por favor, protéjase, que la situación es difícil ”. Ante la negativa de mamá, Vinchooptó por quedarse con nosotros hasta muy tarde de la no-che, tratando de protegernos. Como dije antes, sus padresde crianza vivían a dos casas de nosotros.

Con el mensaje para que mi madre y las restantes es-

posas se movilizaran, mi papá evidenció que lo queríanmatar, al igual que a Modesto Díaz, a Roberto Pastoriza,



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a Pedro Livio Cedeño, a Huáscar Tejeda y a Tunti Cáce-res. Los seis habían sido separados del resto de los parti-cipantes de la conjura y puestos en una misma celda. Másque evidencia de papá, todos ellos presentían la muerte,ya que por confidentes, dentro de la misma policía carce-lera, se habían enterado de los planes de Ramfis Trujillo,de dejar el país.

Fingiendo no estar desesperada, aunque la angustiase le sentía hasta en la piel, mamá se movilizó desde por

la noche. Al otro día mi madre, al igual que Blanca dePastoriza, Lindín de Tejeda, Leda de Díaz, Olga Cedeñoy el padre de Tunti Cáceres, Luis Manuel Cáceres, se pre-sentaron en la casa de Severo Cabral –ya dirigente de laUnión Cívica Nacional– para ponerle al corriente de lainformación recibida, así como del miedo que sentían porsus parientes.

Un grupo encabezado por Severo Cabral y ManuelBaquero logró entrevistarse con el presidente Joaquín Ba-laguer, solicitándole protección para los seis hombres queiban a ser sacados de la cárcel bajo la aparente maniobrade ser interrogados por la justicia. Cuando le argumenta-ron que podía tratarse de un rejuego de Ramfis Trujillopara ultimarlos, Joaquín Balaguer no creyó que el hijo del

dictador era capaz de una “monstruosidad” como esa. Él,ofreciendo garantías sobre la vida de los prisioneros, re-comendó que hablaran con John Calvin Hill, para queéste, como cónsul de los Estados Unidos, ofreciera pro-tección a los seis prisioneros. Ambicioso y maquiavéli-co, Joaquín Balaguer sabía que cualquier monstruosidadpodría ser emprendida por Ramfis Trujillo. Él tenía evi-

dencias o sabía lo que iba a pasar con Salvador, Huás-car, Modesto, Tunti, Pedro Livio y Fifí, puesto que él



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tenía en su despacho la renuncia firmada del sanguinarioRamfis Trujillo, así como sabía que éste tenía planes dedejar el país en esos días. La carta de Ramfis Trujillo estaba en su poder desde el día 14 de noviembre, la cual lellegó por vía de Emilio Rodríguez Demorizi. Consideroque el asesinato de papá era un secreto a voces dentro delas esferas del poder. Voy a citar las declaraciones de Sai-llant a este respecto: “Siempre he pensado que a Balaguer nole interesó proteger a los seis prisioneros, porque la muerte de

ellos le beneficiaba políticamente. El se abrogó el derecho de ser cómplice de Ramfis Trujillo, callando y no interviniendo como

Presidente del país. ¿Por qué en vez de haber sugerido buscar apoyo en el cónsul de los Estados Unidos, él como gobernante noestableció esa comunicación directamente y, en su lugar, permi-tió que los planes de ultimación prosiguieran?...”.

Balaguer sabía que ayudando a preservar la vida de

los condenados a morir, él no tendría la oportunidadde gobernar el país. Ellos no lo hubiesen dejado, por-que había demasiadas razones para que el ambiciosocortesano no fuera presidente otra vez. Este es el crite-rio que he consolidado en mi conciencia de dominica-no, de un ciudadano que reflexiona, políticamente, sobre el balance de los hechos que acaecieron después que

el tirano Trujillo fue valientemente eliminado por quie-nes, como mi padre, lo arriesgaron todo: familia, bien-estar y existencia.

Les diré a continuación por qué acuso a Joaquín Bala-guer de complicidad en la muerte de mi padre:

Tenía constancia de la renuncia de Ramfis Trujillodesde el día 14 de noviembre de 1961.

La visita de Manuel Baquero y Severo Cabral parapedirle protección para los ajusticiadores.



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Denuncias publicadas en los periódicos.Respuesta de carta fechada 11 de julio de 1961 en la

que denigra a los prisioneros y da luz verde a Ramfis paraque los asesine. Balaguer tilda a mi papá y a sus compa-ñeros de sujetos, escorias.

Carta de John Bartlow Martin a Kennedy, –Pág. 430del libro Balaguer y Trujillo, Entre la espada y la palabra, deFrancisco Rodríguez de León– Balaguer le pide a Ramfisque limpie las islas Saona y Beata. Lugares donde se lle-

vaba a los presos políticos.Prestó oídos sordos a las denuncias que le hacían los

familiares de los presos de que estos estaban siendo tor-turados.

Balaguer estaba debidamente enterado, pues RafaelHerrera, quien era de su entera confianza, se había dadocuenta de la trama, y fue destituido de su posición del

diario El Caribe .Balaguer tenía conocimiento de que Ramfis había nom-

brado a Dante Minervino en La Victoria. Sabía que eraun asesino y que ya lo habían separado de los demás.

El periódico de Unión Cívica Nacional, UCN, los días24 de octubre y 11 de noviembre llamó la atención a Ba-laguer y éste no hizo caso.

Por último la historia de Balaguer y su vida lo dicetodo.

5...

AQUEL SÁBADO 18 DE NOVIEMBRE EL JEFE de la policía,

Marcos Jorge Moreno, recibió la orden de sacar a losseis prisioneros, para hacer un descenso. Como la orden



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fue verbal y él era el responsable de ellos, pidió que lamisma le llegara por escrito. Ramfis Trujillo la remitió,ordenando que Pastoriza, Cáceres Michel, Tejeda, Ce-deño, Díaz y mi padre fueran entregados a Dante Mi-nervino, para ser transportados al lugar donde fue ulti-mado Trujillo. En ese lugar se escenifica el interrogatorioen medio de un ambiente fuertemente militarizado. Des-pués los prisioneros son llevados a la Hacienda María,situada en Nigua, entre Haina y San Cristóbal. En la

hacienda, esperaban Ramfis Trujillo y un grupo de sussecuaces: Pirulo Sánchez Rubirosa, Alfonso y Luis JoséLeón Estévez y el chofer de Ramfis, Disla Abreu. Ade-más un gran número de militares, entre ellos Dante Mi-nervino.

Camino a la muerte, los seis condenados fueron con-ducidos en una “Perrera”, nombre del auto policial para

presos. Ubicados en el patio de la casa, son colocados alalcance de Ramfis Trujillo, quien estaba situado en un balcón junto a Pirulo Sánchez Rubirosa y a Luis José LeónEstévez. Los tres tenían fusiles de largo alcance.

Sin quitarle las esposas, uno a uno, los ajusticiadoresdel sátrapa Trujillo, eran colocados frente a un cocoteropor Alfonso León Estévez, quien además los amarraba.

El primero en ser fusilado con una descarga sucesiva de balas fue Pedro Livio Cedeño. El último en ser asesinadofue Modesto Díaz.

Por datos extraoficiales nos enteramos que Tunti Cáce-res, antes de que lo ejecutaran insultó a Ramfis Trujillo,llamándole: “cobarde, degenerado y maricón”. Por otra parte,Modesto Díaz soltó a pulmón un “ ¡Viva la República! ”, an-

tes que las balas le quitaran el aliento. Nadie ha dado deta-lles de lo que dijeron Fifí Pastoriza, Huáscar Tejeda y



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Pedro Livio Cedeño, en los respectivos momentos en querecibieron las descargas de fusiles. En cuanto a SalvadorEstrella, mi papá, se supo que él murió rezando, enco-mendando su alma al Divino Creador.

6...

EL SÁBADO 18 DE NOVIEMBRE FUE UN DÍA de incertidumbrepara quienes comenzaron a sentir de nuevo la amenazade la muerte en el seno familiar. No recuerdo cuánto tiem-po duró mi mamá fuera de casa ese sábado, ni recuerdo siella, con algunas o todas las esposas de quienes planeaban asesinar, lograron interceptar el auto policial que lostransportaba. Tampoco recuerdo si allá, cerca de la FeriaGanadera, las miradas de algunas de ellas alcanzaron a

ver, por última vez, las siluetas de Modesto Díaz, de TuntiCáceres, de Huáscar Tejeda, o la de Pedro Livio Cedeño,o de Roberto Pastoriza y la de mi papá, entremezcladascon gente del gobierno que actuaba en una de las escenasde un drama final.

Por la noche, en mi casa solo se respiraba angustia.Mamá no podía esconder su desesperación. Todos está-

bamos desesperados. La primera noticia que recibimosfue que ellos se habían fugado. Eran como las 11:00 p.m.,y todos lloramos porque tal noticia nos indicaba lo quehabía sucedido. Estábamos acostumbrados a esas patra-ñas trujillistas. A mi papá lo habían asesinado y al restode sus compañeros también.

Al siguiente día, domingo 19, la muerte de todos ellos

era un solo grito colectivo de familias y de casi toda lanación. Ese día Ramfis Trujillo abandonaba el país.



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Una prueba más de que Balaguer no estaba de acuer-do con que se salvaran, pues los consideraba traidores yasesinos, fue la declaración que hizo en la cual solicitabaque los demás participantes fueran juzgados por un tribu-nal internacional como cómplices del asesinato de su que-rido jefe al cual él tanto aduló. Los consideró tan traido-res que el día del entierro de Mélido Marte se refirió aellos como tales. Ante tantas pruebas irrefutables a travésde la historia queda claro y establecido que si aquí hoytodavía se revive la dictadura trujillista y hay exclama-ciones de locura como las que reclaman que “aquí hacefalta Trujillo”, solo se lo debemos a Joaquín Balaguer “ElCortesano”. Permaneciendo como Presidente él pronun-ció un discurso que fue publicado el 22 de noviembre de1961, en el diario “El Caribe”. Tal discurso se refiere a ladesaparición de las seis personas complicadas en los he-

chos del 30 de mayo que culminaron con el asesinato delGeneralísimo Doctor Rafael Leonidas Trujillo Molina.El texto del discurso de Balaguer es el siguiente:

“Me dirijo al país para transmitir a la ciudadanía, conster-nada por la desaparición, en la noche del sábado último, encircunstancias misteriosas, de seis personas complicadas en latragedia del 30 de mayo, la seguridad de que las autoridades

judiciales investigarán ese hecho imparcialmente y con estrictarectitud, para que se apliquen a cuantos resulten responsables del mismo las sanciones a que se hayan hecho merecedores”. Es aquí donde el cinismo de Balaguer llega a su cenit:

“El procurador General de la República ha sido apoderadodel expediente y se han dado instrucciones de no omitir esfuerzoalguno para que la sociedad sea plenamente desagraviada. El

honor de la justicia nacional se halla comprometido en este caso y el Poder Ejecutivo descarga sobre los hombros de los magistrados



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llamados a intervenir en la instrucción y en el juicio de este actohorrendo la grave responsabilidad de demostrar al país que sondignos de ejercer la más alta potestad que puede cumplir el hom-bre: la de administrar justicia.”

“El país, y muy especialmente los familiares de cada uno de los 19 acusados que sobreviven y a quienes se deberá juzgar por

su participación real o supuesta en el asesinato del Generalísi-mo Doctor Rafael L. Trujillo Molina, no deben abrigar ningúntemor sobre su suerte, porque ya se han tomado las providen-

cias necesarias para garantizar su vida y rodearlos en la cárcel de las garantías establecidas por las leyes. En mi condición de

Presidente de la República asumo sin reservas la protección de estas personas y les ofrezco que no sólo su integridad física seráreligiosamente respetada, sino que disfrutarán también, ante las jurisdicciones de juicio, de todas las garantías consagradas

por las leyes adjetivas y por la Constitución de la República.”

“Los acusados a quienes no se les puede responsabilizar, según las providencias calificativas correspondientes, por una participación directa en la tragedia del 30 de mayo, podrán so-licitar inmediatamente su libertad provisional bajo fianza.”

“La vista de la causa contra los complicados en el crimen del 30 de mayo ha sido fijada para el 5 de diciembre del año en curso.

La Comisión Internacional de Juristas, con sede en Ginebra, ha

sido invitada para presenciar el juicio y asistir a las audiencias para que pueda cerciorarse de la absoluta rectitud e imparciali-dad con que habrá de actuar la justicia dominicana.”

“Antes de terminar esta breve alocución, deseo asegurar al pueblo dominicano que el Gobierno controla totalmente la si-tuación militar. Todas las guarniciones del país respaldan el orden constitucional y la más absoluta identificación reina en

el seno de las Fuerzas Armadas en cuanto al deber que tiene cada uno de sus miembros de apoyar al Gobierno legítimo y de salvaguardar el imperio de la Constitución y de las leyes.”



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“La opinión pública no debe dejarse sorprender ni desorien-tar por las propagandas que se hacen circular para crear enlas clases populares la falsa impresión de que no ha desapare-cido totalmente el peligro de un golpe militar contra el ordeninstitucional legalmente establecido. Las instituciones, des-

pués de haber corrido un grave peligro durante las dramáticas horas del sábado y el domingo últimos, han salido triunfantes

y fortalecidas de la dura prueba a que las sometió la ambición y la insensatez de un grupo de hombres de mentalidad rural, en-

tre los cuales figuraron lamentablemente dos miembros del ga-binete presidencial y algunos civiles de dudosa sensibilidad pa-triótica.”

“El próximo jueves 23, a esta misma hora, me dirigiré de nuevo al país para esbozarle el programa que me propongo

poner en práctica para llevar adelante el proceso de democrati- zación definitiva de las instituciones dominicanas.”

El discurso de Balaguer fue un nuevo capítulo de lavil historia que el trujillismo inventaba sobre sus críme-nes. En los periódicos de la oficialidad, “El Caribe” y“La Nación”, se ofrecía la noticia de que los seis prisio-neros habían escapado, aprovechando el traslado de vuel-ta hacia La Victoria, después de haberse efectuado el des-censo judicial. Para eliminar los testigos que pudiesen

atestiguar que ellos habían sido asesinados por Ramfis Tru- jillo y los amigos que le acompañaron, fueron ultimadostambién tres policías que constituían la escolta con elmayor Dante Minervino. La eliminación de los mismosera para completar una farsa, que consistió en dejar aban-donada y baleada, en un tramo de la carretera, la camio-neta cerrada de la policía, en la que habían trasladado a

los infortunados héroes, entre los cuales estaba mi papá.Las denuncias y las pesquisas que siguieron a la falsahuida, no sirvieron ni para averiguar el paradero de los



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cadáveres. Nunca podré olvidar tampoco estos días queviví debatiéndome entre una muerte sabida y la espe-ranza de que no fuera cierta; pero sobre todo, nunca po-dré olvidar la desesperación total en que se sumergiómamá, por mucho tiempo. Paradójicamente, la muertede mi padre Salvador Estrella y la de sus compañeros,coincidió con la agonía del régimen de la familia Truji-llo; no la de sus personeros que inevitablemente queda-rían en el país como mala zurrapa o dañino residuo. En

aquel noviembre de 1961, la dolorosa conmoción por lamuerte de un grupo de héroes, se confundió con la ale-gre conmoción de la salida del país del último de losTrujillo.

Aquel día se produjeron en el país manifestaciones dealegría inmensa pues se alcanzaba la ansiada libertad. Noera la misma que sentía la señora Mabel Virella, esposa

del tío Guaro Estrella, la cual al enterarse de la muerte deSalvador estalló en alegría y se montó en un coche a pa-sear por todo Santiago para celebrar la muerte del asesinoque por su culpa le había hecho perder la posición en lasociedad que había ganado su esposo, sirviéndole fielmen-te a Trujillo.

La muerte de papá produjo una separación familiar.

Mi abuelo parecía culpar a mamá y ella lo interpretó comouna dura acusación. Cuando asistimos, en Santiago, a unamisa ofrecida por el alma de mi padre, el hielo entre to-dos nosotros era tan fuerte como el dolor que sentíamospor perder un ser amado. Mi mamá se negó a dirigirle lapalabra al abuelo, y yo, muchacho solidario, hice lo mis-mo. La distancia se mantuvo por varios años. Fue una

etapa muy triste, en la que solo entendía que papá estabamuerto y más nada.



209


7...

DE LA MISMA MANERA QUE NO ERA POSIBLE reconciliar laalegría con el dolor, en el seno de nuestra familia, la demi papá y la que formó con nosotros, era imposible resta- blecer la armonía de los afectos familiares. Parecida irre-conciliación también se produjo entre la militante oposi-ción nacional y la dictadura residual, representada por el

presidente Balaguer, en la esfera política. Este tuvo queabandonar el poder. El país, atravesando clamoroso la at-mósfera fantasmal del trujillismo, comenzó encaminán-dose hacia el ensayo democrático. Aquellos derechos delhombre que consagró la gran Revolución Francesa, y enlos cuales insistió Juan Pablo Duarte cuando concibió suproyecto republicano, revivieron en la década de 1960.

La libre empresa, la libertad de culto y expresión, el dere-cho a la asociación política y sindical, resurgieron en elcontexto de una coyuntura observada, sobre todo por losEstados Unidos. Toda esta repentina transformación teníael soporte de cientos de hombres y mujeres que habían lu-chado por ella, que se habían inmolado en aras de una pa-tria mejor. Quienes complotaron contra Trujillo a partir de1960, habían participado desde dentro y desde afuera en elnuevo camino histórico de los dominicanos. Quienes fi-nalmente produjeron el magnicidio o ajusticiamiento deltirano, coronaron la necesidad de un nuevo balance.

En los posteriores días que siguieron a la desapariciónmaterial de papá, mi madre se dedicó a conducir el hogar,amarrando las lágrimas y esgrimiendo la dignidad que sig-nificaba el martirio de quien había sido soporte moral y

parte importante de la felicidad de todos nosotros.



210


Con los recursos monetarios que se tenían, mamá asu-mió las deudas familiares. A los acreedores se les pagócon el dinero reclamado al Estado por los daños ocasio-nados. En su decidida voluntad de cancelar cuentas pen-dientes, mamá fue a la Shell, que abastecía los vehículosde la contrata que tenía mi papá con la Elmhurst, desde1960. La gerencia de la compañía gasolinera le comuni-có a mamá que la cuenta estaba saldada y que no le po-dían cobrar. Esa cuenta se fue a “ganancias y pérdidas”,

por lo tanto no se debía. En su afán por pagar, yo recuer-do que mamá llamo a la “Mueblería El Siglo XX”, dondehabía encargado un juego de aposento. Ella pidió el mon-to de la factura, pero el propietario de ese establecimien-to comercial, el señor Raúl Navarro, le comunicó que nose debía nada, ya que los muebles eran un regalo que laempresa le tenía preparado para cuando Salvador Estre-

lla saliera de la cárcel. Con tristeza, mamá agradeció laintención, señalando que ella no deseaba el mobiliario,que lo mejor era venderlo. El señor Navarro le respondió:“ Me quedo con ellos, no los venderé ya que para mí va ser unhonor dormir en la cama que fabriqué para un gran hombre ”.

Sólo una casa comercial tocó a la puerta de nuestrohogar, factura en mano. Ese negocio era dirigido por liba-

neses ferreteros radicados aquí desde hacía mucho tiem-po. Como uno de los tantos datos que escuché de las con-fesiones de mamá, ella me había contado que varios díasantes del tiranicidio mi papá se había encontrado en sunegocio con uno de esos libaneses, señalándole éste queestaba dispuesto a dar la mitad de lo que era su negocio alque matara a Trujillo. “ A ese hombre tenemos que quitarlo de

arriba”. Después del cobro y de la historia, mamá le man-dó una carta a ese individuo, la cual seguramente no con-serva ni en la conciencia.



211


De acuerdo con mamá aquellas palabras del referidolibanés fueron una indirecta. Así lo interpretó papá, quienno solo sabía que el negocio ferretero de ese señor y de sufamilia estaba casi quebrado, sino que Antonio De la Mazatenía relaciones comerciales con el mismo.

Para mamá fue reconfortante que apareciera vivo An-tonio Imbert, quien después de muchas peripecias paraencontrar un escondite seguro, para no caer en las garrasde los Trujillo y ser eliminado, finalmente fue protegido

por los Cavagliano, quienes vivían a poca distancia denuestra casa de la calle Mahatma Gandhi, y fue donde élpermaneció hasta principio de diciembre de 1961. Parala misma época, Luis Amiama Tió salió de su escondite.El había permanecido oculto en un closet, protegido porel Dr. Tabaré Álvarez Pereyra y su esposa JosefinaGautier. Ambos, Antonio Imbert y Luis Amiama, se con-

virtieron en los dos grandes sobrevivientes de la conspi-ración que eliminó a Trujillo y a su terrible dictadura.

Al producirse la muerte de mi padre, mamá recibióuna carta de su cuñada y hermana Sor Paulina Estrella, lacual fue de mucho alivio y solidaridad. A continuación latranscripción. La reproducción facsimilar aparece en elApéndice I.

“La Paz de Cristoen el Reino de Cristo”

25 de nov. de 1961

Queridísima hermanae inolvidables sobrinos:

En realidad no sé ni que decirles ante la hondísisma penaque experimentamos todas al conocer la muerte horrenda por manos criminales de Salvador (q.e.p.d.) esposo amante, padre



212


abnegado y cariñoso y hermano incomparable. No voy a decir-les que estoy traspasada de dolor ¿para que? Midan mi pena

por la suya y la comprenderán mejor, lo que si comprendo es que tu querida hermana mártir ya mil veces en la vida has centuplicado el cariño que por ti hemos sentido los hermanos de nuestro héroe. Ahora somos más hermanas que nunca, herma-nas por el cariño, hermanas en el dolor y hermanas en la san-

gre, ya que la sangre de tus hijos es la nuestra.Tan solo una cosa más nos ha de consolar y es que nuestro

Salvador, siempre lleno de fe, ha de gozar de la visita de Dios. En la hora de los ataques a la Iglesia y a los amigos de Cristo, y en la hora en que más se pisoteaba la dignidad de la patria, él

presentó sus intereses; su felicidad y su vida a la defensa de ese Dios y de esa Patria ultrajada. Así mientras nosotros lloramos su incomparable pérdida la posteridad le aclamará como indis-cutible héroe. Luichy y Carmen Elly pueden sentirse orgullosos

de su padre desaparecido bajo el terror de la barbarie por hacer una Patria libre restaurando el ultrajado lema de “Dios Patria

y Libertad”.Ya vez como no hago más que poner tonterías, pero es que

no sé qué decir. Tan solo quiero que sepan que estoy allí en me-dio de ese mar de amarguras y que mi corazón no se separa de Uds. ni un momento.

Cuando tengas un poco de sosiego escríbeme y cuéntamelotodo y dime si por fin han tenido siquiera el consuelo de poseer su cadáver.

Ya aquí le hemos dicho una Misa y otra las Hermanas de la Clínica, las mismas piensan decir otra y tía Zaidi, otra,además estamos haciendo los rezos en Comunidad. No te es-cribo mas ahora porque tengo que escribir mucho. Recuerdo a

doña Josefita y a Máximo a quienes supongo grandemente atribulados.



213


Te adjunto estas cartas para que las entregue a César y a las muchachas y si ya no están ahí para que las haga llegar a sudestino.

Besos cariñosos a mis sobrinos tan pequeños y tan atribu-lados. Recibe todo el aprecio y la dehesión constante de esta tudoble hermana Sor Paulina de Js.

P.D. Tía Zaidi está como loca, le estamos aconsejando dar un viajecito por esa.

Para mí fue reconfortante recibir una carta de mi ami-go y hermano Manuel Batlle, hijo de don Rafael BatlleViñas (a) Fellito que se encontraba en Puerto Rico. En elApéndice I se reproduce en forma facsimilar.

Mi estimado Luichy:Con la trágica noticia del asesinato de tú papá me he horro-

rizado a la vez que estoy muy apenado. Créeme, sinceramente apenado, porque yo quería de verdad a tú papá y lo admirabamucho.

Gracias a Dios su muerte no fue en vano, esto sirve de ejemplo al pueblo y a nosotros. Tu y yo tenemos que hacer un jura-mento delante de una cruz, para vengar la muerte de tu padre;mi padrino. Y créeme que lo que te estoy diciendo es de todo

corazón. ¿Cómo está tu mamá y tu hermana? me imagino que estánbien apenadas por supuesto. Dile que me escriban.

Nosotros estamos bien aquí, pero yo no estoy conforme conestar aquí. Yo veo que mucha gente están matando y hasta lahermana de José Manuel Rodríguez (Ney) cuando yo le digoque yo quiero ir para allá aquí me dicen ¿Que tu vas hacer para

allá? lo que tú vas a buscar es que te peguen un balazo y te maten. Cuando me dicen eso yo no le contesto pero me digo por



214


dentro que si se lo pegan a otro igual que yo Dominicano, yo notengo derecho ha estar aquí sin temor a que me den uno pues yo

soy Dominicano como ellos.Y si mi sangre puede ayudar en algo a mi país, yo la ofren-

do con mucho gusto. Por favor mándame una estampa del re-cuerdo de la misa de tu papá. Me le das mucho recuerdo a tumamá y dale a leer esta carta a ella y también me le das recuer-dos a toda la familia a Don Máximo a las Hnas. Estrellas a los muchachos Josemy etc. y dile que me escriban igualmente le

das recuerdos a Bobolito y a los compañeros de curso:Sinceramente de tu más que amigo, hermano;

Manuel

Con el tiempo se han aclarado muchas cosas sobresituaciones que envolvieron la conspiración que produjoel desenlace del magnicidio. Faltan muchos testimonios

firmes y aclaratorios. Por ejemplo: yo supe la verdad sobre aquel día cuando papá le pidió a Rafael Abinader queindagara si mi abuelo lo apoyaba en la trama de matar aTrujillo. Tiempo después de la desaparición de papá,Abinader y Piro Estrella hablaron sobre el tema aclarán-dose que fue un mal entendido.

Mi abuelo confesó que no sabía, ni tenía indicio algu-

no sobre la conspiración en la que estaba metido Salva-dor. El insistía que a Trujillo lo iban a matar y confesótambién que Antonio De la Maza jamás le habló del asun-to... “Cuando él vino a buscar la escopeta, a quien se la pidió

fue a Tonty. Este no me dijo que Antonio De la Maza se habíallevado el arma, porque él entraba a mi casa como un hijo más ”.

Otra cosa que supe respecto de mi abuelo Piro fue la

explicación que él dio posteriormente sobre el incidentecon mi padre frente al hijo del Tirano. El justificaba que



215


había actuado de esa manera porque tenía que salvar alresto de la familia. Posiblemente este argumento debe sersopesado para darle una explicación a la carta de “agra-decimiento” que le escribió a Ramfis Trujillo, una vezfue devuelto a su finca de Las Lavas.

8...

LOS PODEROSOS LAZOS DE SANGRE, LOS INEVITABLES víncu-los familiares y las vivencias que nos legó Salvador, apa-ciguaron los distanciamientos familiares existentes. Sal-vador Estrella fue un excelente amigo, hermano, hijo,esposo y padre. Fue sobre todo un cristiano, un hombrereligioso agradecido de Dios. Mamá lo sabía y comenzóa echarle agua al vino, a empujarme hacia Santiago, para

que buscara a todos los parientes y visitara al abuelo. Todala familia ha venerado el nombre de papá, apartada de las banderas políticas que se han asumido y encima de loshonores públicos que se han ofrecido en su memoria.Honores que han reconocido la ofrenda compartida conel sacrificio, en nombre de la libertad.

La libertad es lumbre, sobre todo cristiana. Hecho un

hombre adulto, yo era vendedor que recorría carreterasdel país. Una vez, estando de paso por Jarabacoa, fui man-dado a buscar por el padre Vargas. El me contó que lanoche en que la turba trujillista entró a la Iglesia vegana,Monseñor Francisco Panal había rezado largamente. Eloraba, cuando vio que una gran luz le iluminaba. Impre-sionado, después de la oración le pregunté: “ Monseñor

¿qué fue esa luz?...” él me contestó: “ ¿cuál luz? ”... “Unaluz que lo iluminó por entero” –le expliqué... “ He tenido



216


una visión”–aclaró Monseñor Panal– “ Acabo de ver una figura que me decía que no me preocupara, que los sufrimientos del pueblo durarán poco tiempo, porque uno de su hijos tomará

justicia”.Esta historia la escuché en 1974, a muchos años del

ajusticiamiento en que intervino mi padre. Yo, Luis Sal-vador Estrella, hijo, la repito al rememorar personajes yhechos para nunca olvidar.

“Oye la historia muchacho,no la dejes de contar,

pues, porque esos hombres murieron,es que podemos hablar”.

LUPO HERNÁNDEZ R UEDA.



217

CONSULTAS

• Balaguer y Trujillo – Entre la Espada y la Palabra

Francisco Rodríguez de León• Trujillo y los Kennedy

Bernardo Vega

• El Complot DeveladoRafael Valera Benítez

• Los Últimos Días de la Era de Trujillo

Miguel Guerrero• Trujillo

Bernard Diederich

• Trujillo la Trágica Experiencia del Poder Personal Robert Crassweller

• Trujillo: Cara y Cruz de su Dictadura

Gerardo Gallegos

APORTES HISTÓRICOS

1. Urania Mueses Viuda Estrella Sadhalá2. Doctor Rafael Batlle Viñas3. Doctor César Estrella Sadhalá



218


4. General Antonio Imbert Barrera5. Ingeniero Pedro Rafael Estrella Sadhalá6. Sor Paulina Estrella Sadhalá7. Licenciado Rafael Abinader8. Señor Miguel Bissié9. Ingeniero Manuel De Ovín Filpo10. Sr. Ernesto De la Maza11. General Pedro A. Estrella Molina12. Olga Despradel Viuda Cedeño

13. Antonio Sánchez (Toño)



APÉNDICES





APÉNDICE I

a. Reproducción facsimilar de varias cartasde Salvador Estrella a sus familiares.

b. Reproducción facsimilar de una cartade Sor Paulina a Urania M. de Estrella.

c. Reproducción facsimilar de una cartade Manuel Batlle a Luis S. Estrella M.





223

1. CARTA A SU HERMANO CÉSAR



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228

4. CARTA A URANIA



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230

5. CARTA A URANIA



231

6. CARTA A URANIA



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7. CARTA A URANIA



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8. CARTA A URANIA



235

9. CARTA A URANIA



236



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CARTA DE SOR PAULINA A URANIA M. DE ESTRELLA



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CARTA DE MANUEL BATLLE A LUIS S. ESTRELLA



239





APÉNDICE II

Fotos del recuerdo.





243

Salvador y Urania. Se observa al fondo, Máximo.



244

Salvador, tratando de hacer equilibrio sobre un mulo.



245

Arriba: Máximo Mueses y Olga Despradel Vda. Cedeño.Abajo: Carmen Elly, Salvador y Luis Salvador, en un día de campo.



246

Salvador probando un “cocinao” y doña Josefina de Pou, al fondo.



247

Salvador y Alfredo (el tío Howley) haciendo equilibriosobre un “brioso mulo”.



248

Josefina Estrella, hija mayor de Salvador, el día de su boda.



249

Carmen Elly, hija menor de Salvador, el día de su graduación.



250

Rafael Estrella U., hijo de Salvador Estrella S.



251

Luis Salvador Estrella hijo, autor de este libro.





253

ÍNDICE ONOMÁSTICO

AAbbes García, Johnny 67, 74, 76, 78, 84,

89, 90, 111, 115, 149, 162, 163, 184Abinader, Rafael (Fao) 79, 121, 122, 129,

162, 163, 214, 218África Brunilda 37Alemán, María 105Alfau, Ana María 182, 189

Alfau, Enrique (Cuqui) 54, 181, 182Alfredo (tío Howley) 247Álvarez, Luis Antonio 59Álvarez Pereyra, Tabaré 211Álvarez Pina, Virgilio 128Amiama, Nasima de 155Amiama Tió, Luis 101, 103, 105, 106,

109, 111, 141, 142, 145-147, 153, 163,164, 211

Angélica (Tía Deble) 24, 25Arévalo de García, Margarita 185Ariza, Enrique 186, 193

Arvelo, Tulio H. 35

BBáez Díaz, Miguel Ángel 101, 128-131,

134, 162, 167Báez, Mauricio 35Balaguer Ricardo, Joaquín Amparo 53,

84, 106, 112-114, 149, 151, 168, 170,172, 198, 200-202, 205, 207, 209

Balcácer, Octavio 168Baquero, Manuel 200, 201Barrera, Chilín 181

Barrera, Consuelo 95Bartlow Martin, John 106, 202Batista, César 35Batista, Fulgencio 56

Batlle 156Batlle, Daysi 186Batlle De la Maza, Rafael A.(Junior) 13,

160Batlle, Indiana de 144Batlle, Luchy de 114Batlle, Manuel 13, 213, 214, 221, 238Batlle Viñas, Rafael (Fellito) 54, 69, 79,

109, 112-114, 143, 160, 187, 188, 213,217Batty [Brugal Vda. Imbert, Martha] 181Bencosme, Cipriano 23Berry, Lorenzo (Wimpy) 107Betancourt, Rómulo 65, 69, 171Billy 167Bissié, Miguel Ángel 101, 119, 218Bogaert Domínguez, Carlos (Charlie) 59Brea, Rómulo 118

C

Cabral, Ángel Severo 107, 108, 118, 200,201Cabrera, Raúl 35Cáceres, Lourdes 100Cáceres, Luis Manuel (Padre) 200Cáceres Michel, Luis Manuel (Tunti) 100,

101, 109, 116, 118, 119, 129, 152,153, 168, 187, 188, 200, 203, 204

Cáceres, Ramón 99, 196Calvin Hill, John 200Camejo (Sargento) 66Canino 188

Carlos Álvarez, Federico 42Casanova, Kilvio 26, 109, 121Castillo Báez, Rafael Octavio (Muñeco)

54, 68, 82, 94, 97, 129, 165, 179



254


Castillo, Eurídice 186, 193Castillo, Luis 179Castillo, Manuel Marino 193

Castillo, Marino Vinicio (Vincho) 90,193, 199Castillo, Rosa de 82, 97, 179, 182Castro, Fidel 56, 70, 107Cedeño, Adanela 104Cedeño Herrera, Pedro Livio 101, 103,

104, 109, 119, 129, 130, 132, 133,136-138, 142, 143, 145, 149, 156, 168,187, 200, 203, 204

Churchill, Winston 175Claret (Padre) 159Contreras, Tobías 13

Cordero, Caridad (Cacha) 67, 68, 120Crassweller, Robert 217Cristo 85, 211, 212Cruz, Alina 30Cruz Blanco 58Cruz Inoa, Daniel 57-59, 64, 65Cueto, Fernando 96

DDe Galíndez, Jesús 42-44De la Cruz Disla, Rufino 71-73De la Cruz, Zacarías 136, 147, 149

De la Guardia, Fabré 57De la Maza, Aída de 155, 178De la Maza, Antonio Ramón 26-28,

45-49, 66-69, 75, 98-101, 103, 106-109,112-114, 117-119, 121, 122, 128, 129,131-135, 137, 138, 141-143, 146, 153-155,159-161, 163, 164, 178, 211, 214

De la Maza, Bolívar 152De la Maza, Ernesto 45, 101, 116, 119,

152, 218De la Maza, Gloria Teresa 171De la Maza, Indiana 112

De la Maza, Mario 101, 116, 119, 152De la Maza, Octavio (Tavito) 43-48, 75,100, 116

De la Maza, Pablo Antonio (Pirolo) 101,150, 178

De la Maza, Rafael 45, 101, 119De la Maza, Vicente 26, 27, 46, 99, 152De los Santos (Doctora) 144De Ovín Filpo, Manuel 107, 118, 218Dearbon, Henry 107Deisi 189Despradel de Cedeño, Olga 104, 155, 200,

218, 245Díaz, Cristiana (Chana) 103, 142, 155Díaz, Gracita 102Díaz, Marianela 141, 143

Díaz Quezada, Modesto 101, 102, 105,111, 145, 146, 165, 168, 199, 203, 204

Díaz Quezada, Juan Tomás 101- 104, 106,

111, 112, 119, 128, 138, 141-143, 145,146, 150, 153, 159-161, 163, 164Diederich, Bernard 217Diná, Nasima 105Disla Abreu 203Disla, Vinicio 58Domínguez, Arcadio 27Dottyn, Hard 46Duarte, Juan Pablo 209Durán Barrera, Manuel 54, 136, 143, 144,

145, 160, 187

EEreminda 47Escoto Santana, Julio 59Espaillat, Arturo (Gillete o Navajita) 128,

139, 140, 142, 148Espaillat, Che 35Estrella, Altagracia de 44Estrella Cruz, Josefina Altagracia (Fina)

14, 30, 82, 248Estrella, Diana Salime 13Estrella, Manuel 13, 122Estrella, Martha Patricia 13

Estrella Molina, Pedro Antonio (GeneralPiro estrella) 19-27, 41, 46, 49, 75, 99,119-123, 152, 153, 162, 165, 194, 195,197, 214, 218

Estrella Mueses, Josefina (Fina) 95Estrella Mueses, Carmen Elly 14, 25, 41,

53, 55, 121, 177, 179, 180, 182, 183,187-190, 192, 199, 212, 245, 249

Estrella Mueses, Luis Salvador 11-13, 24,32, 36, 38, 40, 53, 77, 80, 81, 87, 177,188, 189, 191, 192, 199, 212, 213,216, 221, 238, 245, 251

Estrella Sadhalá, Cándida (Elly) 21Estrella Sadhalá, César 21, 25, 55, 66,67, 68, 75, 79, 90, 109, 110, 116, 119,121, 129, 153, 177, 186-188, 192, 198,213, 217, 223, 225, 227

Estrella Sadhalá, Franklyn 25Estrella Sadhalá, Gisela (Sor Paulina) 21,

25, 33, 76, 120, 195, 211, 213, 218,221, 237

Estrella Sadhalá, Guarionex (Guaro) 20,21, 24, 25, 27, 29, 33, 43, 46, 48, 49, 62,66, 75, 78, 94, 119, 146, 154, 195, 208

Estrella Sadhalá, Jesús María (Chourchil)25Estrella Sadhalá, Josefina (Fifa) 22, 24,

25, 67, 68, 95 120



255


Estrella Sadhalá, Luis Salvador 13, 15, 20,21, 25-33, 35-38, 40, 41, 46, 48, 49,53-55, 61-63, 66-69, 73-83, 89, 90,

92-98, 100, 108-122, 128, 129, 131-133,135-139, 142-146, 149, 153, 156, 159,160-169, 180, 185, 188, 189-194, 197,198, 200, 204, 208, 210-212, 214, 215,221, 243, 244-250

Estrella Sadhalá, Nancy 21, 25, 38, 61,62, 63, 121, 187, 188, 190, 192, 195

Estrella Sadhalá, Nelson 25Estrella Sadhalá, Obdulia (Yuly) 21, 24,

25, 33, 66, 67, 75, 120Estrella Sadhalá, Oscar 21, 25, 46Estrella Sadhalá, Pedro Antonio (Tonti)

25, 121, 214Estrella Sadhalá, Pedro Rafael (Fafa) 14,21, 25, 30, 48, 53, 54, 75, 218

Estrella Sadhalá, Rosi 25Estrella, Sandra de 13Estrella, Socorro 25Estrella, Sonia 25Estrella U., Rafael 250

FFaxas Canto, Rafael 59, 60Fernández, Generoso 161

Fernández de Espaillat, Ligia 139Fernández, Ludovino 39, 45Fernández Reyna, Leonel 11Figueroa Carrión, Roberto 183, 189, 190Figura, José Antonio 180Fortín (Padre) 76, 77

GGallegos, Gerardo 136, 217García, Amado (Padre) 93García, Bienvenido 143, 145García Castro, Gregorio (Goyito) 90

García Cepeda, Mariano (Marién) 59García Guerrero, Teniente Amado(Amadito) 54, 69, 73, 79, 91-95, 109,115, 117, 118, 127-130, 132-138, 142,143-145, 147, 157-159, 164, 179

García, Hermógenes 93García, Manuel (Manolo) 185, 193García Mella, Tirito 107García Trujillo de Román, Mirella 105García Trujillo, Virgilio 39García Urbáez 115García Vásquez, Antonio 111

Gautier de Alvarez, Josefina 211Gil, Luisa 94Gittleman, Simon 171Gómez, Félix Ant. (Kid Dinamita) 30, 31

Gómez Pérez, Luis Rafael 59González Camejo, Leonor (Lindín) 104González, Carlino 187

González, Ezequiel Antonio 58González, Francisco Aníbal 58González Franco, Danilo 61González Franco, Francisco Manuel 59González Franco, Manuel (Manolo/

Manolito) 61, 62, 63, 75, 120Grisanty García, Carlos Aurelio (Cayeyo)

59Grisolía Poloney 187, 190Guerrero (Padre) 167, 168, 170Guerrero Ávila, Jaime 53Guerrero, Miguel 167, 217

Gumarra 67Gutiérrez F., Euclides 90Guzmán Fernández, Antonio 40Guzmán, Leandro 59, 60, 71

HHaddad, Juan Antonio 26Helú, Rafael (Fello) 54, 144Henríquez, Nabú 102Hermann, Hamlet 54Hernández, Pipí 35Hernández Rueda, Lupo 216Herrera, Rafael 202Heureaux, Ulises 99Hued, Rosita 186

IImbert Barrera, Antonio 54, 69, 73, 74,

79, 81-83, 94-98, 109, 115, 116, 128,129, 131-138, 141-146, 153, 163, 164,178, 179, 181, 211, 217

Imbert Barrera, Segundo 95, 96, 151, 181Imbert, Leslie 82, 97

Imbert, Oscar 81Imbert Rainieri, Ramón (Moncho) 96Imbert, Segundo Manuel 95Imbert Tessón, Antonio (Tony) 178, 179,

181Ircania 188Ivelise 187, 188

JJacobo, Plinio 90Jiménez, Manuel (Manolín) 90Jorge, Alberto 26

Jorge, Altagracia de (Tatica) de 54Jorge, Fabio 26Jorge Moreno, Antonio 54, 69Jorge Moreno, Marcos 128, 202



256


Josefita 188, 190, 192, 212Julio 167

K Kennedy, John F. 84, 172, 202Kid, Octavio (Tavito) 26, 109, 165

LLama de Paniagua, Rosita 40Lamela Geller, Santiago 67Lantigua, William 58Lara de Helú, Eunice 54Larancuent, Alberto 35León Estévez, Alfonso 203León Estévez, Luis José (Pechito) 166,

203Leslie 181Limardo, Ricardo (Bulbul) 23Lluberes, Yolanda 75Lourdes 155Lovatón, Zaida 54, 185

MMaco 188Malagón, Pucito 144Manuel 187María (Mamaría) 24

Marte, Mélido 149, 205Martí, José 51Martínez, Paco 97Martínez Pina, Luis (Cachito) 75Maximito (Max) 188, 189, 190Medina Benet, Víctor M. 23Mejía, Ricardo (Pancholo) 177Michel, Aída 100Michel, Octavia 100Mieses Peguero, Rafael 35Minervino, Dante 115, 202, 203, 207Mirabal, Chea 72

Mirabal, Dedé 71, 72Mirabal, María Teresa 71, 72Mirabal, Minerva 71, 72, 125Mirabal, Patria 71, 72Montaño de Díaz, Leda 155, 200Morales, Juan Carlos 96Morillo (Teniente) 166Morrison, Lesseps 171Moya, Ercilio de Jesús 58Mueses, Antonio 37, 115, 165Mueses Ariza, Luis 31Mueses de Estrella, Urania 13, 29-32, 37,

38, 40, 41, 53-55, 66, 75, 77, 81-83,89, 91-93, 95, 97, 109, 110, 115, 120,129-131, 133, 136, 138, 144, 145, 155,

156-158, 171, 178, 185, 187-192, 199,217, 221, 228, 230, 231, 233-235, 237,243

Mueses Franco, Antonio de Jesús 55, 69Mueses, Máximo 31, 55, 68, 79, 93, 94,

109, 116, 129, 157, 158, 165, 181,182, 183, 192, 212, 214, 243, 245

Muñoz, Boba 61Murphy, Gerald 43-45, 47

NNavarro, Raúl 210Neret de Pastoriza, Martha 105Nicolás, Leonidas (Leo) 110Nicolás, Sosa 110, 121

Nils, Jaime 35Nouel, Adolfo (Monseñor) 20Núñez Collado, Agripino 41Núñez, Persio 38

OOchoa, Sor Rosa 182, 183O’Reilly (Monseñor) 76Oscar 181

PPalmo, Ismael 168

Panal, Francisco (Monseñor) 76, 78, 215,216

Pandelo de Hernández, Natividad (Tibe)186

Paniagua Mateo, Alejandro 40, 41Pastoriza, Blanca de 155, 200Pastoriza Neret, Roberto (Fifí) 101, 104,

105, 109, 116, 118, 119, 129, 130,132, 133, 136, 138, 142, 146, 157,168, 199, 203, 204

Pastoriza, Tomás 105Peña González, Luis Ramón (Papilín) 77,

78Peña Rivera, Alicinio 115Pepén, Juan Félix (Monseñor) 77, 78Peralta, Abraham (Cully) 38Pereyra García, América (Meca) 93, 158,

159, 171Pereyra, Josefita 31, 93, 183, 189Pérez, Lulú 25Pichardo, Paíno 128Plinio 188Polanco Brito, Hugo Eduardo 65Pou, Josefina de 82, 246

Pou, Salvador (Boboy) 74, 81, 82Pou, Virgilio 37, 68Puello, Luis 54



257


R Raudo 188Reid, Robert 146, 159, 160

Rey, Rubén 63, 75Reyes Mercedes (Ex-mayor) 53Reyes viuda Mirabal, Chea 71Ricardo (Ricardito) 188Rodríguez (Agente) 158Rodríguez de León, Francisco 202, 217Rodríguez Demorizi, Emilio 201Rodríguez, José Manuel (Ney) 213Rodríguez, Ramón Antonio 59Rodríguez, Silvano 109, 110, 121Román Fernández, José René (Pupo) 105,

106, 109, 111, 112, 128, 132, 140,

142, 145-151, 164-166Román, Juan Miguel 62Roques, Minetta 181Rosario, Roberto (Beto) 147Rúa, Altagracia 47Rúa, Antonio 47Rubirosa, Porfirio 172Ruiz, Próspero 26

SSadhalá, Abraham 20Sadhalá, Marien 25

Sadhalá, Paulina 19-21Sallant, Luichy 181, 201Sánchez, Antonio (Toño) 114, 144, 145,

147, 157, 158, 218Sánchez Cabral, Eduardo 42Sánchez Rubirosa Gilberto (Pirulo) 166,

203Sánchez Sanlley, Rafael Augusto (Papito)

115, 151Senior, Julito 141Silverio, Lindita 31Silverio Messón, Germán Antonio 59, 96

Snowden, Tomás 19Stocker, Tom 107Sued, Cosette 61, 62Sued, Víctor 194

TTavárez Espaillat, Manuel Enrique 157Tavárez Justo, Manolo 59, 60, 71Taveras, Rafael (Fafa) 58, 59Tejeda Pimentel, Huáscar 101, 103-105,

109, 119, 129, 130, 132, 133, 136,138, 141, 142, 143, 146, 156, 168,

169, 189, 200, 203, 204Tejeda, Leonor de 155Tejeda, Lindín de 169, 170, 200

Tessón de Imbert, Guarina (Guachy) 81,82, 97, 109, 110, 130-132, 138, 144,155, 177, 179-181

Torres, Candito 115Trujillo, Angelita 91Trujillo, Darío 180Trujillo, Flor de Oro 192Trujillo Martínez, Rafael Leonidas

(Ramfis) 106, 151, 156, 162, 163, 165,166-168, 170-172, 194-196, 198, 200,201-204, 207, 215

Trujillo Molina, Héctor Bienvenido(Negro) 39, 84, 150, 151

Trujillo Molina, Petán 112, 199Trujillo Molina, Rafael Leonidas 11, 12,

22-24, 26, 27, 32-36, 38, 39, 41-47,56, 57, 62-67, 69, 70, 73, 75, 76, 79,83-85, 89, 90, 92-97, 99-103, 105-107,111, 113, 115-120, 122, 127, 128,130-141, 143, 146-152, 154, 155, 159,161, 165, 166, 168, 169, 171-173, 179,180, 184, 185, 194, 196, 201, 203,205, 206, 208-211, 214

Trujillo, Radhamés 166, 167Trujillo, Virgilio 105

U

Ureña, Luz 30

VValdez, Freddy 35Valdez Hilario, Adriano 69, 115Valenzuela 193Valera Benítez, Rafael 35, 57, 64, 77,

217Vargas (Padre) 215Vásquez de De la Maza, Ernestina 99Vásquez, Horacio 22, 99, 102Vásquez Paredes, Antonio 96

Vega, Bernardo 172, 217Velázquez, Federico 22Vélez Santana, Marcelino 142, 143, 145,

146, 159, 160, 162, 186, 187Veras, Pedro Luis 193Vicie 187Villalba, Juan 31Villeta, César 183Virella, Mabel 208

ZZaidi 90, 212, 213

Zanini, Lino 17, 65, 76Zapata 63Zeller Cocco, Alejandro 54





Esta segunda edición del libroSALVADOR ESTRELLA S.

DEL COMPLOT A LA GLORIA,de Luis Salvador Estrella M.

Volumen Vde la Colección 50 Aniversario del Ajusticiamiento de Trujillo

terminó de imprimirse en los talleres de Editora Búho,Santo Domingo, República Dominicana,

en el mes de abril de 2012.



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Estrella Sadhala Del Complot a La Gloria