Gaceta del Centenario nº 29 - 17 Enero de 2002

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    N 29 - 17 Enero de 2002

    SUMARIO

    1. ENSAYOS Introduccin a Jos Antonio II por Jaime Surez, publicado en el Semanario Juventud,30 de Agosto 1951.Nm. 407

    2. LUGAR POTICO A Jos Antonio por Fray Prez de Urbel

    ENSAYOS

    PorJaime Surez

    Introduccin a Jos Antonio II

    2. EL PROBLEMA DE SU VOCACIN

    Pedamos ayer un Jos Antonio desde dentro. Pedamos el intento de lograr una biografa

    interna suya en que se reconstruyera su proceso interior, hecho problema, trayndolo hasta

    nosotros. Sealados los peligros y dificultades de esta tarea, ya podemos preguntarnos quin

    fue Jos Antonio, en nimo de adivinacin del Jos Antonio total, entero -sobre todo

    pensador-, que en esos quince aos de culto al hroe hemos preterido y olvidado. Pero

    preguntarnos por Jos Antonio, por su vida, exige plantearnos esta triple cuestin: Cul fue

    el sueo que tuvo l mismo de su vida? Qu hizo, en efecto, de ella? Qu vigencia tiene hoyen nosotros? Triple cuestin que es menester abordar si queremos dar razn precisa de Jos

    Antonio, porque anhelo, logro y huella son las tres dimensiones del hombre en la historia.

    Quod a la vitae sectabor iter? (Descartes)

    VIII

    Como ya es posible la tarea, abordmosla. Cul fue el sueo que tuvo Jos Antonio de suvida? Esta es la primera cuestin cuya respuesta es preciso indagar. El primer problema, pues,

    es el de su vocacin. No poda suceder de otra forma, porque slo medida por la vocacincobra la vida del hombre radical sentido.

    Pero, Qu es la vocacin?

    No intentemos trazar aqu ahora una teora de la vocacin. Plumas maestras lo han hecho ya ysus textos son ya clsicos y suficientemente conocidos. Recordemos tan slo sus rasgosprincipales, repasndolos, a fin de plantear, con todo rigor, esta difcil e importantsimacuestin.

    Sabemos que slo Dios es quien es. Los dems, criaturas suyas, no somos apenas nada;consistimos rigurosamente en slo dos proyectos de existencia: el que Dios tiene de nosotros -su sueo de nosotros, como dijo Unamuno-, y el que nosotros tenemos de nosotros mismos,nuestro programa vital, que dijo Ortega. Nada ms. Tanto nada ms, que por no ser no

    http://d%7C/mspfoe2/culturafalangista.es/hemeroteca/gacetaplataforma2003/29gaceta-2.html#1http://d%7C/mspfoe2/culturafalangista.es/hemeroteca/gacetaplataforma2003/29gaceta-2.html#2http://d%7C/mspfoe2/culturafalangista.es/hemeroteca/gacetaplataforma2003/29gaceta-2.html#2http://d%7C/mspfoe2/culturafalangista.es/hemeroteca/gacetaplataforma2003/29gaceta-2.html#1
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    tenemos ni porque existir. Recordemos, ser menester?, que el hombre no es necesario. As,pues, el hombre es lanzado a la existencia por Dios con un inmenso vaco -su vida-, que consu propia existencia, desplegada en el tiempo, ha de colmar. Hasta aqu, la angustia, el tiempo,la soledad. Pero, dnde est el problema? Pues el problema est en que esa vida que esnuestra nica radical realidad consiste, en s misma, en un radical problema: el hombremientras vive ha de hacerse y mantenerse, pues su vida no es sustancia, sino puro quehacer,

    perpetuo borrador; nunca realidad plena y segura, cuajada ya. La vida del hombre es, as, elresultado de su propio esfuerzo y no consiste nada ms que en una realidad histrica: lo que lmismo ha hecho con su tiempo a la vista de la tarea de cada vida. Y, esas tareas? Ah!, esastareas han sido escogidas por el hombre, elegidas por l entre mltiples posibilidades, y no decualquier manera, sino segn cierto sentido. Con un cierto sentido que, a travs de susacciones, podemos conjeturar cul fue, ya que sus actos no son otra cosa que lasmanifestaciones externas de las elecciones hechas en cada momento, en funcin de los valoresque se aceptan o rechazan.

    Hemos dicho que estos proyectos estn montados sobre mltiples posibilidades, y el drama dela vida consiste en que nacimos slo para actualizar una de ellas: la nuestra. Pero, Cmohemos de escoger? Aqu es donde adquiere la vida agnica realidad: indeterminada siempre,somos esclavos de la necesidad constante de usar de nuestra libertad. Una libertad que noconsiste nicamente en decidir qu y cul va a ser nuestra vida, sino en saber muyfrecuentemente qu es lo que tenemos que hacer. Y esto no slo una vez para siempre, sino adiario. Ms an, en cada instante. Frente a esta libertad, no es el hombre libre. Y en este usoestamos radicalmente solos, a solas con nosotros mismos y con Dios.

    IX

    S, estamos a solas con nosotros mismos y con Dios. Por eso podemos escucharle; porque,plantado el hombre frente a s mismo, siempre siente como que el proyecto en que l intentahacer consistir su vida no es ms que la adivinacin temporal de aquel otro con que Dios lellama a s. Y el hombre escucha una profunda voz interior que le llama a trazarse y realizar talo cual proyecto vital. Esa voz interior, no tenemos que decirlo, es la vocacin.

    Est ah esa voz siempre para los despiertos que se paran -al menos una vez en su vida- frente a s mismos. Y est ah tambin,aunque as no se lo planteen, para esos hombres dormidos que no saben nada de s mismos, ni de la alegra diaria de sabersesiendo.

    En ltima instancia, pues, el hombre no es otra cosa que su vocacin. Y la vocacin, perplejosante ella, seguros de ella, cumplidores o desertores de sus exigencias, es lo nico que -como lavida misma- no le puede ser robado al hombre. Como con la vida tambin, slo cabedestruirla.

    X

    No basta an. Insistamos en la libertad. Por ella es el hombre responsable de su vida. Por ella,el hombre puede ser fiel a Dios y a s mismo o falsificar su vida viviendo una existencia parala que no ha nacido.

    Nace, pues, el hombre para algo. Y en ese algo consiste su misin -es decir, aquello para loque ha sido enviado-, y esa misin por obra de la Providencia y de la voluntad humana, es un

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    quehacer, en riesgo siempre de cumplimiento o falsificacin. De aqu por qu la vida hay quededicarla a algo -a ese quehacer nuestro, personal e insustituible- y por qu esa entrega esnuestro servicio.

    Digamos de una vez, tambin, que vocacin, destino y misin son tres vocablos para un nicoconcepto. Que Dios nos llama precisamente a travs del mismo quehacer para el que nos

    enva. Lo dems sera suponer una condicin en la voluntad del que es esencialmente Uno. Yasabemos lo que es vocacin: ni ms ni menos que el cmo, desde dnde y por dndellama Dios a cada hombre hasta l.

    XI

    Por ltimo, recordemos la famosa definicin de Dilthy: La vida es una misteriosa trama deazar, destino y carcter. En efecto, no lo olvidemos: nuestro destino ntimo es aquello quetenemos que ser, a lo que fuimos enviados. Nuestro destino exterior es aquello que el mundo yel carcter -la situacin de la estructura- nos determinan muchas veces a tener que ser. Esta

    determinacin nunca es absoluta. Har difcil la libertad, la condicionar; pero nunca la harimposible. En alguna dramtica ocasin, incluso, este destino exterior nos har sacrificaraquel destino ntimo, precisamente para serle fiel. Pero nunca, si es as, si nos lleva alsacrificio una rigurosa autenticidad, habr entre uno y otro destino verdadera contradiccin.Todo lo contrario, bastar estudiar lo que hay ms all de la espuma de los hechos, paracomprender la inquebrantable unidad de cada vida.

    Volvamos a Jos Antonio. Sepamos ahora que dar razn de su vocacin -intentar, al menos,conjeturar cul fue el proyecto vital en que hizo consistir su vida- nos exige responder estasvarias y entrelazadas cuestiones:

    1. Cul fue su ltimo destino? Advirti l cual era su personal misin?

    2. Cmo justific ante s mismo el empleo de su vida?

    3. De qu situacin parti? Le permiti sta seguir su ntimo destino? En qu medidale permiti, o no, ser fiel, autnticamente fiel, a s mismo?

    Pero, ante todo, se plante Jos Antonio el problema de su vocacin? Tuvo advertimientode este radical problema, de este radical drama que es la vida? Efectivamente, s. Asombraver, al leerle, su preocupacin por la vocacin. Vocacin sobre la cual insisti, sobre todo,ante los estudiantes: No s de privilegio ms atractivo que ste de haber encontrado lavocacin, de haberse encontrado uno mismo. Slo son felices los que saben que la luz queentra por su balcn cada maana viene a iluminar la tarea justa que les est asignada en laarmona del mundo (Haz, 26 de marzo de 1935). Y de la vocacin hizo uno de los conceptosfundamentales de su sistema poltico (como ejemplo: definicin de nacin). Lo mismo, de lavida. En efecto. As nos dijo: Estilo es la forma interna de una vida que, consciente oinconscientemente, se realiza en cada hecho y cada palabra (banquete a Eugenio Montes, 24de febrero de 1935). Estilo no es otra cosa, pues, que la manera del quehacer de la vida; esdecir, de la vocacin.

    XII

    Cul fue, entonces, la vocacin de Jos Antonio? sta es la cuestin que urge precisar, pues

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    una vez conocida la ntima intencin que dio unidad a su vida; tendremos el Jos Antoniodesde dentro que postulamos. Conocemos a Jos Antonio a travs de su manifestacinpoltica, una manifestacin poltica que estuvo dotada desde el primer momento de unconjunto muy sugestivo de gestos, actitudes, emblemas, estilo potico, etc., en el que se hanquedado los ms. Para todos estos, Jos Antonio fue poeta, profeta, vidente, todo ello dichocon la mejor intencin en aquella euforia de nuestra guerra. Hicieron bien Torrente Ballester y

    Lan en acusar el engao y llamar la atencin sobre Jos Antonio como poltico. Pero esto noes suficiente. Jos Antonio fue ms que poltico: fue un intelectual excepcional. Gracias a ello,su poltica, el sistema doctrinal que fund, tiene un valor extraordinario, al margen del xito ofracaso de la obra concreta. No planteemos ahora la distincin entre intelectual y poltico, queabordaremos inmediatamente. Bstenos saber que el valor mximo de Jos Antonio est en suexcelsa calidad intelectual.

    S, es hora de indicar que la vocacin ntima de Jos Antonio fue la intelectual y recordar que,adems, as lo manifest l mismo. El testimonio de Jos Antonio es claro y terminante:Hemos sacrificado nuestras vocaciones (21 de abril de 1935). Mi vocacin de estudiante,

    dice en 22 de marzo de 1933, antes, por tanto, de la fundacin de Falange Espaola. Se llamestudiante y habl de su curiosidad intelectual (carta a Pemartn, 2 de abril de 1933), pero nose calific nunca de intelectual, porque esta palabra tena entonces una significacinpeyorativa y, adems, l -no slo por el comportamiento de los intelectuales con su padre,sino tambin por algn desencanto de tipo personal- tena cierta prevencin contra ellos (Lahora de los enanos, 16 de marzo de 1931, y Los intelectuales y la dictadura, 8 dediciembre del mismo ao). A Jos Antonio le conocemos como poltico, y las virtudes de lcomo tal -en cuanto a la expresin- son claramente las de un profesor: el rigor en el conceptoy la preocupacin por el estilo, virtudes del profesional de la inteligencia. Lo que se ha

    llamado el clasicismo de Jos Antonio no es una postura esttica, sino una manifestacin desu rigor intelectual. As mismo no tiene otro origen la fina irona que verti en tantasdeliciosas pginas suyas.

    Jos Antonio fue, quiso ser ante todo, un intelectual. ste fue su ntimo destino, su clara yprimaria vocacin. Cmo lleg, pues, a la poltica? Cmo justific el mismo estaconversin? Hubo, en efecto, truncamiento vocacional? Esto es lo que hemos de ver maana.Hoy, resumamos, debemos saber que Jos Antonio busc -de los tres valores absolutos que elhombre puede pretender en la tierra: Verdad, Bondad y Belleza- la Verdad. Quedan muchaspreguntas en el aire, de todas ellas hemos de intentar dar razn.

    LUGAR POTICO

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    PorFray Justo Prez de Urbel

    Sembrador prodigioso de optimismosobre rutas rebeldes y desiertas,anhelos infundi a las almas yertasy descuaj cizaas de egosmo.

    Prodigio hasta el milagro de s mismo,seal a la tarea normas ciertas,y adalid de romance abri las puertasde la perdida fe y del herosmo.

    Y fue como celeste mensajero,vidente de la Patria, hoy transidade mstico fervor y afn guerrero;

    vaticin sin miedo al homicidamental, que fulguraba en su sendero,y al fin cay, pero su muerte es vida.