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http://www.google.pt/url? sa=t&rct=j&q=&esrc=s&source=web&cd=13&ved=0CC4QFjACOAo&url=http %3A%2F%2Fecaths1.s3.amazonaws.com%2Festrategiascomunicacion %2F1873380836.Giraudo.%2520Aventuras%2520y %2520desventuras.doc&ei=lbslVZuTF4b3Ur- wgbAO&usg=AFQjCNEyeFzbrWTCQkfb0BuoKWaI- L_MVw&bvm=bv.90237346,d.d24 AVENTURAS Y DESVENTURAS DE UN OBJETO MUSEOLÓGICO Dra. Silvia E. Giraudo Facultad de Ciencias Naturales- U.N.T. [email protected] RESUMEN Un objeto de museo es mucho más que una reliquia muerta del pasado: actúa sobre el visitante, condicionando así tanto la interpretación del mismo como la de la visita en general; lo que es más importante aún, resulta un factor determinante en la transferencia de valores patrimoniales a la comunidad, objetivo éste de carácter primordial para un museo, cualquiera sea su naturaleza. Confluyen en la caja de herramientas conceptuales y metodológicas pertinentes para este trabajo tanto la semiótica peirceana como la sociología bourdesiana, a las que se suman, más específicamente, la Teoría del Actor-red (Latour 2007) y la Teoría del Compromiso Material (Renfrew 2001, 2004). En ese marco, entendemos que objetos y sujetos constituyen nodos simétricos en una red social de relaciones en la que la agencia (o capacidad de actuar sobre otro) está ampliamente distribuida e implica todos los vínculos existentes entre todas las entidades que configuran un campo de acción, cuyo dinamismo radica en las tensiones existentes entre los actantes. En consecuencia, la agencia de un objeto depende de sus interconexiones con los otros nodos de una red. Cada red constituye un entramado social, económico, político e ideológico que es, en muchos sentidos, único en un tiempo y un espacio particulares. En ese entramado están comprendidos la manufactura, el uso y la disposición de cualquier artefacto. Las funciones utilitarias, sociales y simbólicas de un objeto se definen por su performance en actividades a lo largo de la cadena operatoria que es su “historia de vida”. Por lo tanto, el análisis de cualquier 1

Giraudo. Aventuras y Desventuras

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Aventuras e desventuras do objeto museológico.

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AVENTURAS Y DESVENTURAS DE UN OBJETO MUSEOLGICO

http://www.google.pt/url?sa=t&rct=j&q=&esrc=s&source=web&cd=13&ved=0CC4QFjACOAo&url=http%3A%2F%2Fecaths1.s3.amazonaws.com%2Festrategiascomunicacion%2F1873380836.Giraudo.%2520Aventuras%2520y%2520desventuras.doc&ei=lbslVZuTF4b3Ur-wgbAO&usg=AFQjCNEyeFzbrWTCQkfb0BuoKWaI-L_MVw&bvm=bv.90237346,d.d24AVENTURAS Y DESVENTURAS DE UN OBJETO MUSEOLGICO

Dra. Silvia E. GiraudoFacultad de Ciencias Naturales- U.N.T.

[email protected]

Un objeto de museo es mucho ms que una reliquia muerta del pasado: acta sobre el visitante, condicionando as tanto la interpretacin del mismo como la de la visita en general; lo que es ms importante an, resulta un factor determinante en la transferencia de valores patrimoniales a la comunidad, objetivo ste de carcter primordial para un museo, cualquiera sea su naturaleza.

Confluyen en la caja de herramientas conceptuales y metodolgicas pertinentes para este trabajo tanto la semitica peirceana como la sociologa bourdesiana, a las que se suman, ms especficamente, la Teora del Actor-red (Latour 2007) y la Teora del Compromiso Material (Renfrew 2001, 2004). En ese marco, entendemos que objetos y sujetos constituyen nodos simtricos en una red social de relaciones en la que la agencia (o capacidad de actuar sobre otro) est ampliamente distribuida e implica todos los vnculos existentes entre todas las entidades que configuran un campo de accin, cuyo dinamismo radica en las tensiones existentes entre los actantes. En consecuencia, la agencia de un objeto depende de sus interconexiones con los otros nodos de una red.

Cada red constituye un entramado social, econmico, poltico e ideolgico que es, en muchos sentidos, nico en un tiempo y un espacio particulares. En ese entramado estn comprendidos la manufactura, el uso y la disposicin de cualquier artefacto. Las funciones utilitarias, sociales y simblicas de un objeto se definen por su performance en actividades a lo largo de la cadena operatoria que es su historia de vida. Por lo tanto, el anlisis de cualquier artefacto implica tener en cuenta 4 componentes: 1- historia de vida. 2-actividades e interacciones. 3- Elecciones tcnicas. 4- caractersticas y compromisos performativos.Asimismo, este entrecruzamiento terico nos permite definir que, en tanto significacin que no puede ser separada de sus marcos experienciales, la agencia de los objetos est inmersa en el funcionamiento semitico, y el vnculo entre una y otro es dialgico. Este punto de vista se sustenta en las siguientes premisas: a) las cosas actan determinando y delimitando el funcionamiento de los signos; b) el interpretante o efecto propiamente significativo es mediadamente determinado por las cosas pero no depende de la conciencia humana; c) el sentido de las cosas debe ser encontrado, que imaginado; d) agencia y significado pueden ser intercambiables.

Tomamos como caso ejemplificador el Acta de la Independencia, firmada en San Miguel de Tucumn el 9 de julio de 1816, cuya copia se conserva en el Museo-Casa Histrica de esta ciudad, y que viene operando, a lo largo de su historia de vida, como cono y/o ndice del proceso de construccin identitaria de los argentinos a lo largo de su historia como nacin independiente.

Las polticas culturales han recibido, en los ltimos aos, una nueva y ms intensa atencin por parte de los organismos gubernamentales pertinentes, tanto a nivel continental como nacional, en base a que los nuevos paradigmas polticos, econmicos y sociales que se estn sustanciando en la regin no slo no pueden estar desvinculados de aquellas, sino que configuran un slido entramado que opera como soporte de un desarrollo humano ms justo e inclusivo. Si a ello se le suman los planteos ms recientes de la Nueva Museologa y de la museologa crtica, resulta evidente la imperiosa necesidad de repensar y reformular nuestros museos que, en muchos casos, continan siendo depsitos de cosas viejas, tarea que bien podramos comenzar preguntndonos qu son esas cosas viejas o, dicho de otro modo, qu es un objeto de museo, cundo un objeto deviene museable, qu funcin cumple en la exposicin, qu razones justificaran su contemplacin por parte de un visitante o su preservacin por parte de una comunidad, cmo analizarlo.Antes an, ser necesario indagar sobre qu son los objetos en general y cul es la relacin que tienen con nuestras vidas: son meras herramientas auxiliares en la ejecucin de determinadas acciones? O estamos involucrados con ellos y ellos con nosotros- de alguna manera mucho ms profunda de lo que habramos estado dispuestos a admitir hasta ahora?

El paradigma de la Modernidad y la Teora del Actor-red La Modernidad cuya manera de ser y estar en el mundo contina influyendo an hoy en el pensamiento occidental- puede ser caracterizada por mltiples oposiciones que, por otra parte, sirvieron de sustento filosfico a la dominacin colonial en todo el planeta: Dios/mundo, espritu/cuerpo, cultura/naturaleza, ciencia/ideologa, civilizacin/barbarie, Nosotros/Otros, mente/materia.Nos interesa especialmente sta ltima, de la que se desprenden, en cierto sentido, todas las dems. Ella est en la base de una episteme descorporeizada y descontextualizada, pretendidamente objetiva y universal, que Occidente impuso como la nica vlida y a la que las ciencias sociales vienen cuestionando de manera casi permanente en los ltimos aos: disciplinas distintas, como la neurociencia, la neurologa, la ciencia cognitiva, la antropologa, la sociologa y la semitica, coinciden en afirmar hoy que mente y materia conviven en una relacin de indisoluble unidad y codependencia, por lo que es posible postular que la mente est corporeizada y extendida al mundo material: los seres humanos nos instalamos en el mundo, lo conocemos y actuamos en l en sistemas abiertos que incluyen cerebros esencialmente situados en su propio nicho corporal, cultural y medioambiental (A. Clark, en Knappett y Malafouris 2008:1), recursos sociales y objetos y que son verdaderas redes interactivas de carcter social, poltico, econmico, ideolgico y cultural. En ellas, sujetos y objetos actan como nodos simtricos, lo que le permite a Bruno Latour (2012) postular una antropologa a la que califica como simtrica con respecto a agentes humanos y no humanos y dentro de la cual tanto unos como otros son esencialmente el producto o efecto de las redes.El mismo autor apunta (op.cit.: 18) que el concepto de red resulta ms flexible que sistema, ms histrico que estructura y ms emprico que complejidad. Las redes son, al mismo tiempo, reales, colectivas y discursivas (es decir, confluyen en ellas naturaleza, sociedad y discurso). El concepto de cultura, seala Bruno Latour (op.cit.: 153 ss), es un artefacto creado por nuestra puesta entre parntesis de la Naturaleza: no hay una naturaleza nica y universal puesto que en ella confluyen tanto el actor material real como el objeto socialmente construido, en una geografa hbrida que permite desmantelar la lgica binaria naturaleza/sociedad- y tampoco hay culturas diferentes o universales. Slo hay naturalezas-culturas, y son ellas las que ofrecen la nica base posible de comparacin. En la propuesta de antropologa simtrica que plantea el socilogo francs, todas las naturalezas-culturas del planeta y de la historia- tienen en comn el hecho de que construyen, a la vez, a los humanos, a los divinos y a los no-humanos.

Es esta definicin la que le permite a Latour formular su Teora del Actor-red, en la que la agencia, entendida como la capacidad de actuar y producir efectos pragmticos sobre otros, no es una cualidad exclusiva de los seres humanos, sino ms bien de los vnculos existentes entre sujetos y objetos. De este modo, la agencia resulta ubicua e interminablemente extendida a travs de redes de relaciones materializadas; la agencia no es humana ni no humana: es relacional. Para Latour y otros autores resulta ms preciso, para referirse a cada una de las entidades que funcionan como nodos de una red, el trmino actante que actor (en un sentido greimasiano: no se trata de un individuo desempeando un papel, sino de una funcin actancial), a menos que ste ltimo sea entendido como un momento de indeterminacin que genera hechos y situaciones. () Un actor es el sitio donde colocamos lo que nos sorprendi post hoc cuando relatamos historias sobre eventos y situaciones. (John Law, en: Knappett y Malafouris op.cit.: 74). Los actantes actan sobre otros que, a su vez, lo hacen sobre ellos: por lo tanto, son mltiples y mutuamente constituyentes. En este punto, aparece inevitablemente la cuestin de la intencionalidad (y, por consiguiente, de la reflexividad), que el pensamiento moderno, fuertemente antropocntrico, asocia a la de agencia y que transforma la separacin sujeto/objeto en una tensin insuperable: para que una entidad acte sobre otra, es o no necesario que tenga, consciente o inconscientemente, la intencin de hacerlo? Si as fuera, se plantearan al menos dos problemas: en primer lugar, la causa de cualquier agencia sera siempre mental y se estara confundindola con voluntad; en segundo lugar, deberamos considerar el que Lambros Malafouris, un arquelogo ingls de origen griego, denomina el problema de la atribucin: quin derriba el rbol: el hacha, o la persona que la empua? A ambas cuestiones responde el mismo investigador: El problema de la agencia no es tanto el producto de la ilusin humana u otro error de atribucin () sino un cierto desequilibrio adquirido entre causalidad fsica y causalidad mental que desestabiliza la ecuacin cognitiva humana. (En Knappett y Malafouris op.cit.: 22). Es decir, se trata de diferenciar la intencin a priori, consistente en una representacin mental previa al acto, de la intencin en accin, como efecto pragmtico, que constituye y es constituida tanto por las personas como por las cosas, y por lo tanto no puede ser usada como criterio para adscribir la agencia slo al componente humano de la red. Malafouris suscribe la llamada Teora del Compromiso Material formulada por Colin Renfrew (2001, 2004): es en el acople dinmico entre mente y materia ambas definidas como entidades relacionales- donde radica la agencia. Por lo tanto, la intencionalidad debe ser entendida como un fenmeno distribuido, emergente e interactivo ms que como un estado mental subjetivo (op.cit.: 33) y siempre est precedida por el compromiso material, al que, en otro texto, el mismo investigador describe como el territorio existencial ms familiar y, al mismo tiempo, ms desconocido (2005: 53). En esa tensin, a veces el objeto es una extensin de la persona y otras, la persona una extensin del objeto. Pensamos a travs de las cosas, en accin, incluso sin necesidad de una representacin mental previa: con frecuencia, una accin se inicia microsegundos antes de una decisin consciente. Si el concepto de agencia no est ligado al de intencionalidad, tampoco lo est al de propsito ni al de inteligencia; sta ltima conlleva las capacidades de juicio crtico y de responsabilidad moral que, evidentemente, no son atributos de los objetos, como s lo es la capacidad de producir efectos sobre otros entes, sean estos sujetos u objetos. La Teora del Compromiso Material confluye as con la Teora del Actor-red propuesta por Latour: ambas enfatizan la no-humanidad de la agencia y acentan tanto el aspecto relacional como la multiplicidad de actantes.El papel de los objetos

Pusimos en duda, en la introduccin, que los objetos tuvieran slo el carcter de simples herramientas de las capacidades cognitivas y las conductas humanas. Vamos ahora an ms lejos: los objetos que nos rodean, a lo largo de nuestras vidas, no slo nos sirven como instrumentos, soportes de memoria y refugios emocionales: nos configuran y nos definen. Tanto la vida de un individuo como la de un grupo social pueden ser narradas a travs de los objetos, porque el acceso directo a una parte de los nodos de la red nos permite recuperar la otra parte. Conocemos a travs de los objetos, porque ellos son el nexo entre los sujetos y el mundo. No hay categora, valor, condicin, jerarqua, significado o relacin que no tenga su correlato material. Este es, adems, el argumento central para sostener que no existe una esencia individual o colectiva de los seres humanos, sino un proceso identitario que se construye a travs de prcticas sociales, las cuales, a su vez, necesariamente se traducen en objetos cuyas propiedades estticas y materiales no estn separadas de los significados que pueden adquirir y los efectos que puedan producir. Tanto la materialidad de las cosas como las propiedades del cuerpo y de la mente humanos estn involucrados en la creacin de sentidos, en un proceso dialgico. Los sistemas de memorias, valores y creencias que se configuran como ideologas estn anclados en autnticos artefactos materiales: objetos, prcticas rituales, monumentos, vestimentas, paisajes, enterratorios, fiestas, etc., que entretejen creativamente el pasado con el presente y que son resignificados permanentemente.

Si la cognicin est as distribuida, entonces es tambin histrica y heterognea y debe asimismo ser analizada diacrnica y diferencialmente, propone John Sutton (en Knappett y Malafouris op.cit.:37); es decir, un anlisis de la cultura material conlleva la consideracin de dos categoras culturalmente construidas como propiedades de los cuerpos: el espacio y el tiempo.

El espacio es un hecho existencial elemental y condicin ineludible de nuestra corporeidad; rene sujetos, objetos, memorias, estructuras, historias, en entramados significativos. La funcin, uso, propsito y agencia de un objeto estn estrechamente ligados con la ecologa del espacio que habita, que es tanto un sistema fsico como social, en el que circulan significados socialmente inteligibles y en el cual las entidades paisajes, casas, cuerpos, objetos- intercambian libremente propiedades en forma de atributos conceptuales y asociaciones simblicas. Dicho de otro modo, el espacio opera como marco interpretativo para la puesta en escena de los objetos que se encuentran en l y, semiticamente, puede ser entendido como un interpretante de un modo de ser y de estar en el mundo por parte de un sujeto social.Igualmente, una investigacin sobre los objetos debe tener en cuenta el flujo temporal, sea que los efectos de ste se traduzcan como ciclo o decadencia, como destruccin o inestabilidad, como recuperacin o presencia continuada: percibimos el tiempo como agente de cambios cuya evidencia son los objetos. Las personas, las cosas, los lugares, son entidades temporales; no son entidades estticas, sino que estn constantemente cambiando o alterando su naturaleza. Otro tanto podemos decir de la experiencia, que est conformada temporalmente: la memoria de lugares, personas y objetos que conocimos antes tie nuestras percepciones presentes y cmo reaccionamos ante lo nuevo. El pasado influye en el presente y el presente rearticula el pasado.En consecuencia, la definicin de cualquier objeto es histrica, no innata (inscripta en o desde la mente/cerebro) ni sustancial (inherente a los entes o fenmenos); siempre proviene de cmo acte o sea usado en los distintos contextos en los que participe.

Disponer de definiciones, sin que cada nueva generacin tenga que recrearlas, es una de las condiciones mnimas para que exista una cultura. Pero ello no debe empujarnos a suponer su necesariedad apodctica y s a encuadrarlas en la productividad convencional y contingente de los correspondientes procesos de contextualizacin.

De lo dicho se desprende que es inevitable tener en cuenta la dimensin diacrnica en el anlisis de cualquier objeto: las funciones utilitarias, sociales y simblicas de un objeto se definen por su performance en actividades a lo largo de la cadena operatoria que es su historia de vida, primero de los cuatro componentes de cualquier artefacto. Los otros tres son: las elecciones tcnicas para su manufactura, sus caractersticas y compromisos performativos y las actividades e interacciones en los que interviene.

La semitica peirceana en el anlisis de los objetos

Si asumimos que los seres humanos convivimos con los objetos en redes dinmicas en las que la agencia est simtricamente distribuida, advertiremos que esas conexiones son como hemos venido apuntando hasta aqu- esencialmente semiticas. En ese sentido, es la lnea peirceana la que ofrece el mayor potencial para su anlisis; entre otras razones, porque contiene una teora de las relaciones entre sentido, objetos y conducta, independiza la semiosis del lenguaje y la conciencia humanas y porque desengancha agencia de humanidad, por cuanto entiende que el signo se distingue por los contornos de su efecto significante -que consiste bsicamente en su capacidad de generar otros signos- y a la semiosis como una propiedad relativa y relacional que no est sujeta al lenguaje ni depende de la conciencia, sino de contextos concretos e identificables. Los signos no slo representan la realidad social, sino que la crean y la modifican en un proceso inherentemente inestable, ya que la semiosis est ligada a situaciones experienciales particulares.

Por otra parte, y a diferencia de la semiologa saussureana, el marco formulado por el semitico estadounidense permite reconocer que, en la cultura material, los sistemas de significacin pocas veces se apoyan en la convencionalidad: con frecuencia se trata de articulaciones semiticas -icnicas o indiciales- que involucran procesos de mediacin mucho ms complejos y stos slo pueden ser analizados pragmticamente. En consecuencia, la reduccin de semitico a simblico (y el uso abusivo, adems de errado, que las ciencias sociales hacen de este ltimo calificativo) no le hace justicia al complicado sistema por el cual los signos objetuales contienen y constituyen sentidos socioculturales; sobre todo, si se tiene en cuenta que la recurrencia de conos e ndices en la cultura material es mucho ms alta que la de los smbolos. ste es el argumento que convalida la afirmacin de Malafouris: La relacin entre el mundo y la cognicin humana no es la de una representacin abstracta o alguna otra forma de accin a distancia, sino una de inseparabilidad ontolgica (2005: 58).Todo lo que existe es susceptible de ser ledo como signo, todos los signos despliegan una agencia de varias clases y, por lo tanto, agencia y significado son, en cierto sentido, equiparables. Es posible entonces hablar de una semitica de la materialidad, al interior de la cual actantes humanos y no humanos se enlazan dialcticamente, como lo propone la Teora del Actor-red, en entramados de significacin donde las cosas actan delimitando y determinando el funcionamiento del signo: si la significacin no puede ser desprendida de sus contextos experienciales, la agencia material est inmersa tanto en la actividad semitica como en la cognitiva. Malafouris (2005: 58) argumenta que la cultura material le posibilita al ser humano pensar en accin, a travs de los objetos, sin necesidad de remitir a la representacin mental abstracta. Luego, una de las implicaciones ms sustantivas de la semitica peirceana es que las personas y las cosas confluyen en la mediacin semitica, en la que los signos no funcionan simplemente como vehculos que transportan informacin, sino que actan como interlocutores.

De la caja de herramientas peirceanas, para esta semitica de la materialidad tambin resulta til el concepto de interpretante, al que Peirce define como aquello que el Signo produce en la Casi-mente que es el Intrprete determinando a ste ltimo a un sentimiento, una accin o un Signo, cuya determinacin es el Interpretante (Charles Peirce: Collected Papers 4.536. Cit. en: Knappett y Malafouris op.cit., 190). El interpretante no tiene, necesariamente, una base antropocntrica o cognitiva, y por eso mismo estrecha y consolida la relacin signo-objeto. El interpretante genera una semiosis infinita, que remite inevitablemente a otras semiosis vigentes en el grupo social y a las que el intrprete acude, de manera ms o menos consciente, en el momento de formular una hiptesis interpretativa.El objeto de museo

El ICOM define el museo como toda institucin permanente, sin finalidad lucrativa, al servicio de la comunidad y de su desarrollo, abierto al pblico, que adquiere, conserva, investiga, comunica y exhibe para fines de estudio, educacin y deleite, testimonios materiales del hombre y su entorno (XI Asamblea General, Copenhague 1974). En aos recientes, se ha incorporado adems la nocin de patrimonio intangible, para referirse a aquellos bienes inmateriales que merecen, igualmente, ser preservados y comunicados al interior de la institucin musestica.

Es decir que aquello que un museo alberga en su interior forma parte del patrimonio de una comunidad. El mismo ICOM apunta que la nocin de patrimonio remite al conjunto de todos los bienes o valores naturales o creados por el hombre, materiales o inmateriales, sin lmite de tiempo ni lugar, heredados de generaciones anteriores o reunidos y conservados para ser transmitidos a las futuras generaciones (2010:67).Los bienes materiales son en general objetos muebles, separados del flujo de la vida cotidiana, seleccionados en funcin de su potencial de testimonio activo de relaciones, rutinas e interacciones de las que formaron parte y para las cuales constituyen la evidencia emprica- e integrados a un discurso expositivo dentro del cual adquieren y aportan significacin-. Materia prima del museo, el objeto es el centro de inters en torno al cual se organiza una multitud de contenidos en una progresin de crculos concntricos cada vez ms complejos y cuyo poder radica fundamentalmente en que acta como correlato material de una teora, una narracin, una ideologa, un pensamiento filosfico o religioso. Bien puede decirse que la seleccin y la exhibicin de un objeto museal son exitosas en la medida en que desencadenan, ms all de la emocin primera interpretante inmediato, reflexiones de tipo lgico interpretante final. De all la funcin didctica que cumple un objeto de museo: no slo permite fijar la atencin, provocando situaciones empticas y transformndose en un elemento de referencia, sino que acta como soporte de la memoria atractor mnemnico- y activa la cadena de conceptos relacionados (en trminos peirceanos, la cadena de semiosis infinita) al interior del mensaje que el museo intenta transmitir y cuya dimensin ideolgica resulta innegable. Suele enmarcarse a los museos y a los objetos que contienen en el campo de la cultura (o, en trminos frankfurtianos, de las industrias culturales), como si sta pudiera operar independientemente de las circunstancias econmicas, polticas y sociales en medio de las cuales se constituye. La separacin entre cultura y poltica es una ms de las oposiciones asimtricas reforzadas por la Modernidad, que pone a la primera varios escalones por encima de la segunda con frecuencia vista como un mal necesario-, dndole carcter disciplinario de educacin y perfeccionamiento moral.

El anlisis del objeto de museo puede ser abordado desde diferentes enfoques: morfolgico, esttico, funcional, tcnico, econmico, sociolgico, histrico; sin embargo, la eleccin tendr siempre una arista poltico-ideolgica que no puede ser soslayada. Las decisiones sobre la construccin, preservacin y difusin de los museos y los objetos que albergan son eminentemente polticas: ignorar esto llevara a interpretaciones probablemente equivocadas; sobre todo, si se tiene en cuenta que una de las funciones del museo es la de reforzar los discursos identitarios o de los grupos hegemnicos.A nuestro juicio, es el semitico el que integra, de un modo lgico y coherente, a todos los otros enfoques: el pragmatismo peirceano obliga a considerar el conjunto de los factores contextuales que deben ser contemplados en orden a formular una hiptesis interpretativa que admita luego ser contrastada con el texto en cuestin; en este caso, el museolgico. En esa formulacin intervienen varios mundos semiticos posibles, que se ponen en juego dialcticamente: el del objeto representado, el del curador, el del visitante y el de la situacin comunicativa configurada en el curso de la visita concreta, que remite a su dimensin pragmtica.

Exhibido en un museo, el objeto deja de ser un objeto semitico y asume el carcter de semiosis sustituyente de otros objetos o comportamientos, por efecto mismo de su puesta en escena; por eso su calidad es ya metasemitica, dado que se lo presenta como un discurso sobre el mismo objeto. Si, como dijimos antes, los objetos funcionan sobre todo como conos o ndices, convendr detenernos brevemente en la definicin del segundo de los tipos mencionados de signo, a fin de poder demostrar que sta es la funcin que primordialmente cumple dicho objeto. De acuerdo a la propuesta peirceana, un ndice es un existente que, mediante ciertas relaciones fsicas de contigidad, causalidad o factorialidad establecidas con su objeto, actualiza otro existente para un intrprete. En el caso de los objetos, esas relaciones son fsicas y no-arbitrarias. La contigidad puede ser fsica, social, espacial, temporal; la causalidad refiere al contexto histrico en el cual el objeto fue necesario y consecuentemente producido; la factorialidad permite integrar al objeto como parte de esa red contextual a la que est representando. Luego, podemos afirmar que la indexicalidad es el ms importante de los procesos semiticos en lo que concierne a los objetos de museo; en esos procesos las conexiones se multiplican a travs de redes y los artefactos (y tcnicas) adquieren significado. Magarios de Morentn distingue, entre los objetos de museo, tres grandes grupos: a) el objeto nico, es decir, aquel que se representa a s mismo, por lo que deja de ser un objeto para convertirse en un representamen (relacin de contigidad); b) el objeto ejemplar o prototipo, o sea, un signo indicial que adems es un legisigno (relacin de causalidad); c) el objeto rplica: un existente que actualiza una serie de rasgos y relaciones propios de un conjunto (relacin de factorialidad) (2008:373).

Al mismo tiempo que su nica posibilidad representativa es la de representarse a s mismo, el objeto de museo refiere a una ausencia, la de aquel que originalmente fue y que ahora, precisamente por su cualidad musestica, dej de ser. En relacin a esa ausencia, tiene una dimensin metafrica (como trmino presente de una comparacin donde el otro no est) y una metonmica (como parte de un todo). Luego, la exhibicin debe ser tal que el espectador perciba esa ausencia e intente cubrirla desde las otras semiosis vigentes en su comunidad y que integran su gramtica de reconocimiento: Ninguna semiosis se basta a s misma, sino que su interpretacin necesita de otra u otras semiosis (y/o de ms elementos de la propia semiosis) para que signifique (op.cit.:334). De ah que la eficacia comunicativa que el objeto de museo puede alcanzar depende de que el intrprete conozca esas semiosis.Un estudio de caso: el Acta de la Independencia ArgentinaEl 9 de julio de 1816, en la ciudad de San Miguel de Tucumn, los 29 diputados del Congreso reunido en representacin de las Provincias Unidas del Ro de la Plata firmaron el Acta de Declaracin de la Independencia, texto fundacional de nuestra existencia como nacin libre y soberana.

El documento original, redactado por Jos Mariano Serrano, se perdi. Al respecto hay por lo menos dos versiones: la primera, indica que el acta habra sido llevada a Buenos Aires por el diputado Bustamante. En 1910 fue retirada de la Legislatura, junto con todas las actas del Congreso de 1816 a 1820, por Agustn Piaggio, diputado provincial, adems de monseor y vicario de la Armada, quien estaba escribiendo un libro. A su muerte, su biblioteca y archivo pasaron a manos de monseor Dionisio Napal, asesor espiritual de una encumbrada familia, los Uballes, quienes a su vez los cedieron a la comunidad religiosa del colegio San Francisco de Sales. En 1966, en ocasin del Sesquicentenario de la Independencia, el entonces Presidente de la Nacin Arturo Illia orden su bsqueda. Jorge Uballes de Oliveira Czar acompa al salesiano Jos Clemente el 4 de mayo de ese ao para dejar frente al presidente Illia los paquetes de 3100 fojas del Congreso que declar la Independencia. Entre todas ellas, la primera autntica Acta de la Independencia no fue encontrada.La segunda versin no necesariamente del todo divergente de la primera- indica que el Congreso reunido en Tucumn comision al oficial porteo Cayetano Grimau y Glvez para llevar los documentos a Buenos Aires. Grimau y Glvez parti a caballo, y en Crdoba fue asaltado por un soldado de Artigas, Jos el Ingls Garca, quien le orden que le entregara los papeles. stos habran ido a parar a manos del lder oriental o a las de Miguel Calixto del Corro, sacerdote y diputado por Crdoba en el Congreso de Tucumn, quien tena muy buenas relaciones con los aliados de Artigas. Lo cierto es que el ms importante documento de la historia de nuestro pas no existe en su forma original.

Felizmente, a los pocos das de aquella histrica reunin, los congresales le haban solicitado al Director Supremo Juan Martn de Pueyrredn la impresin de 1500 copias en castellano y 1500 bilinges: 1000 en quechua-castellano, y 500 en aymara-castellano. Una de las copias en castellano se conserva en el rea de Documentacin y Registro del hoy Museo Casa Histrica de la Independencia, donada por Horacio Descole en 1973. Consta de tres folios independientes, escritos a mano en ambas caras con tinta negra, devenida en color sepia. En el Folio 1 en su anverso se lee a modo de cartula: Acta de la Jura de la Independencia a 9 de julio de 1816; en el Folio 2 se encuentra la Frmula del Juramento, con firmas autgrafas; en el Folio 3 se observa el texto completo del Acta y la declaracin con firma autgrafa de Serapin Jos Arteaga. El documento no est disponible al visitante; lo que se exhibe es un facsmil. Conviene detenernos brevemente en la ubicacin espacial: la Casa, tal como puede ser visitada en la actualidad, es una reconstruccin hecha para acoger el Museo de la Independencia e inaugurada en 1943. Antes de esa fecha, haba sufrido distintas intervenciones y refuncionalizaciones, incluida su demolicin casi total (salvo el Saln de la Jura, el nico sector preservado a lo largo de estos casi doscientos aos). Hoy, recuperada la distribucin original, consta de dos patios, en torno de los cuales estn las habitaciones. El visitante accede al Museo, desde un zagun de entrada, al ala izquierda del primer patio (el ala derecha est destinada a oficinas), para iniciar un recorrido cronolgico que va de la Colonia hasta la historia, sobre todo fotogrfica, de la Casa, a lo largo de siete salas. La puerta que comunica la ltima con el zagun que obra como puente entre el primer patio y el segundo tiene al frente la de la Sala de la Jura, donde se realizaron las sesiones del Congreso y que alberga hoy rplicas de parte de los muebles usados en ellas y retratos de los diputados. El visitante slo puede adentrarse en esta sala un par de metros; luego encuentra un lmite consistente en una barra horizontal colocada a un metro y medio del suelo, sobre la que se apoya, centralmente, la vitrina que contiene el facsmil de la copia. A ambos lados hay sendos carteles informativos, uno sobre el Congreso y otro sobre los diputados.De este modo, el itinerario musestico, en el que la ubicacin del documento que estamos analizando lo pone en el lugar de meta, resulta un signo icnico de una parte fundamental de nuestra historia, la que va de la Colonia a la Independencia, perodo durante el cual adquirimos el carcter de nacin libre y soberana, tal como lo atestigua el Acta de Independencia. Esta dimensin testimonial es la que la convierte en parte del patrimonio argentino y, en consecuencia, en un objeto museable. Segn la clasificacin de los objetos de museo propuesta por Magarios de Morentn a la que nos referimos antes, el Acta es un objeto nico; exhibido en el museo, deja de ser lo que fue para convertirse en un representamen de un objeto que, al devenir museolgico, resulta ausente, lo que le da al signo carcter metafrico. El aspecto metonmico consiste en ser parte de un relato mayor, evocado por el conjunto de la Sala. Tambin es un objeto ejemplar o prototipo, o sea, un legisigno, actualizado en el sinsigno que es el facsmil. Tratndose de un facsmil de una copia, adquiere doblemente el carcter de rplica, lo cual subraya su dimensin icnica.

En consecuencia, la eficacia de nuestro objeto de estudio es, ante todo, designativa, por cuanto le proporciona al interpretante un sustituto, en el marco de la operacin metafrica ya sealada; pero asimismo es indicativa, en la medida en que el objeto musestico tiene con el original una conexin dinmica de recuperacin y es indicio de los sucesos ocurridos en julio de 1816.Profundizando an ms el anlisis, diremos que el objeto exhibido es, en la clasificacin peirceana, un ndice, porque: a) tiene con el objeto original una relacin de contigidad social, ya que reproduce, en materia y estilo, los documentos de la poca; de contigidad espacial, porque se ubica en la misma sala en que el documento fue firmado; de contigidad temporal, porque representa un cierto momento histrico, el mismo en el cual fue producido. b) La relacin de factorialidad segunda posibilidad en el caso de los ndices- se basa en que el objeto representa, repetimos, una parte de un todo, entendido ste como la consecucin del carcter soberano por parte de las Provincias Unidas del Ro de la Plata. c) La relacin de causalidad est dada no slo por que en ste, como en cualquier otro objeto, las elecciones tcnicas en los procesos de fabricacin son tambin socioculturales, sino fundamentalmente porque hechos polticos de la envergadura de una Declaracin de Independencia producen, en nuestra civilizacin occidental, y desde hace siglos, documentos probatorios. Es, precisamente, en esta cualidad probatoria donde radica la agencia del Acta de la Independencia: es el mejor testigo posible, para las futuras generaciones, de la decisin trascendental tomada, de quines la tomaron, por qu y para qu. Por eso mismo, como nodo fundamental de una compleja red cuyos hilos comenzaron a tejerse hace casi doscientos aos, interpela al visitante, particularmente al argentino, y lo coloca en el centro de una historia que es la suya. El hecho de que se trate del facsmil de una copia de un original perdido dato que podra debilitar su carcter documental- queda relegado a segundo plano.

Aunque pocos son los visitantes que se detienen a leer el texto (lectura difcil si se tiene en cuenta el deterioro sufrido por el papel y un estilo caligrfico que hoy nos resulta arduo), basta su presencia para que se recuperen atractores mnemnicos que datan, en gran medida, de la escuela primaria. Pero adems, cabe recordar que una interpretacin es siempre un texto que emerge de una gramtica de reconocimiento devenida de produccin doble juego entre poder e ideologa- y que es la resultante de un contexto histrico. Hoy forma parte de nuestra gramtica de reconocimiento una suerte de revisionismo histrico que ha llevado a amplios sectores de la poblacin a releer y repensar nuestra historia con una mirada mucho ms crtica de lo que lo hicieron generaciones anteriores. A modo de conclusinLa comunicacin del patrimonio es el eje vertebrador y el propsito final de un museo, tarea que puede y debe hacerse contemplando, al mismo tiempo, sus necesidades vitales presentes. A partir de las funciones de investigacin, conservacin y transmisin cultural, el museo toma la de ser un instrumento de desarrollo social y cultural al servicio de la comunidad, por cuanto la salvaguardia del patrimonio contribuye al proceso de identificacin y socializacin de un grupo humano.

Repensar nuestros museos, a fin de que cumplan con la mayor eficacia posible el papel cultural y social que les corresponde, implica volver a considerar la funcin que desempea el objeto musestico en ellos. Por lo general, ste acta como cono o ndice, tiene como referente a una cultura, actividad o hecho pasados y su significado es siempre renegociado en el presente, desde la gramtica social de reconocimiento vigente.

Si recordamos que cualquier objeto forma parte de una red dinmica en la que interactan sujetos y objetos, comprenderemos por qu al analizar una de las partes en este caso los objetos- estamos asimismo remitindonos a la otra, es decir, a las personas que tambin formaron parte de esa red. Es en este sentido que podemos decir que el objeto musestico tiene una dimensin profundamente antropolgica. BIBLIOGRAFA:

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Sitio oficial del Museo Casa Histrica de Tucumn: http://www.museocasahistorica.org.ar Siguiendo a Michel Serres, Latour utiliza la nocin de cuasi objetos, esos hbridos que no son enteramente humanos ni tampoco exclusivamente no humanos y a los que califica como reales como la naturaleza, narrados como el discurso, colectivos como la sociedad, existenciales como el Ser (op.cit.: 133). Ellos son el terreno de todos los estudios empricos efectuados sobre las redes.

La propuesta de Renfrew pretende unir los aspectos fsicos y conceptuales de la materialidad, en contraste con las oposiciones clsicas entre mente y materia, signo y referente, significante y significado. Para Renfrew, la cultura material de cualquier sociedad es un vasto compromiso continuo que define la vida de esa sociedad. A ello aade Malafouris que agencia e intencionalidad pueden no ser propiedades de las cosas, pero tampoco son propiedades humanas: son las propiedades del compromiso material, es decir, de la zona gris donde confluyen cerebro, cuerpo y cultura.

Magarios de Morentn denomina a esas semiosis vigentes atractores mnemnicos, a los que define como imgenes (experiencias figurativas, cualitativas y/o normativas) conservadas en la memoria, que reconducen lo que se est percibiendo a otras percepciones ya dotadas de sentido (o dotadas de un significado histrico), atribuyndoselo, contraponindolo, transfirindolo o proponindolo como el sentido (o como la bsqueda de significado) de la nueva propuesta perceptual (2008: 333).

International Council of Museums, organizacin dependiente de la UNESCO, creada en 1946 como foro diplomtico, compuesta por cerca de 30.000 museos y profesionales de museos que representan a la comunidad musestica internacional. Tiene estatus consultivo en el Consejo econmico y social de las Naciones Unidas.

La forma en que las cosas son puestas en exposicin y cmo son vistas, su rgimen de curiosidad, no pueden ser separadas de la distribucin espacial, las tcnicas de exposicin, los recorridos de los visitantes, la distincin entre salas de exposicin, almacenes y reas de estudio, el sentido de autenticidad y el naturalismo en la exhibicin de los objetos (Estvez 2011: 45).

Segn Magarios, un Mundo Semitico Posible es una representacin que muestra las caractersticas relacionales segn las cuales determinada entidad se vincula con otras, en el conjunto de contextos en los que efectivamente se registra su presencia. () Cada MSP est constituido por mltiples definiciones contextuales y/o configuracionales y/o disposicionales, todo ello referido a una nica entidad. (2008: 392-3).

Artificios como la vitrina o el cimacio, separadores entre el mundo real y el mundo imaginario del museo, no son otra cosa que rtulos de objetividad que sirven para garantizar la distancia (crear una distanciacin, como deca Bertolt Brecht del teatro) y sealar que lo que se presenta no pertenece ms a la vida, sino al mundo cerrado de los objetos (ICOM 2010:63).

Las ciudades representadas fueron: Jujuy, Salta, Tucumn, Catamarca, Santiago del Estero, La Rioja, San Juan, Mendoza, San Luis, Crdoba y Buenos Aires. Tambin se incorporaron a las sesiones diputados provenientes del Alto Per (Charcas, Chichas, La Plata, Mizque y Cochabamba), regiones que posteriormente quedaran fuera del actual territorio nacional. Las provincias del Litoral y la Banda Oriental, bajo la influencia de Jos Gervasio de Artigas, al igual que los territorios del Paraguay, no estuvieron representados.

(1788-1852) Abogado nacido en Chuquisaca y representante por Charcas ante la Asamblea del ao XIII y en el Congreso. Fue ministro de los gobernadores tucumanos Aroz y Gonzlez. Particip en la Asamblea que declar la Independencia de Bolivia. En 1841, lleg a ejercer la primera magistratura de su pas.

El Acta en quichua-castellano lleva como ttulo versin parafrstica ya que el documento contiene el texto en ambos idiomas separados por una columna, conforme al objetivo de difundir el Acta entre los hablantes de ese idioma. Contiene notas sobre ortografa y pronunciacin del quichua. Fue publicado en la imprenta de M. J. Gandarillas (Buenos Aires, 1816). Consta de dos hojas sin foliar, a dos colores y fue cedida en prstamo por el Museo Mitre, Biblioteca Americana, Seccin Lenguas Americanas. La copia parafrstica en idioma aymara cuenta con dos folios, publicados por la misma imprenta de M. J. Gandarillas (Buenos Aires, 1816). Fue cedida en comodato por el Complejo Museogrfico Provincial Enrique Udaondo, de Lujn, provincia de Buenos Aires, donde haba sido hallada merced a un trabajo de relevamiento histrico del Instituto Nacional de Asuntos Indgenas (INAI).

Cabe preguntarse el porqu de la eleccin de estas dos lenguas indgenas y no de otras que an hoy continan hablndose en nuestro pas. La respuesta radica en la propuesta de adoptar como forma de gobierno una monarqua parlamentaria, al estilo ingls, presentada al Congreso por Manuel Belgrano y secundada por Jos de San Martn y Miguel de Gemes. Las Provincias Unidas tendran su capital en Cuzco y la corona sera entregada a un descendiente de la casa de los Incas, posiblemente a Juan Bautista Tupac Amaru. En ese marco, cobra sentido la eleccin de las dos lenguas andinas, por su potente evocacin de lo incaico.

Rector de la Universidad Nacional de Tucumn entre 1946 y 1951, su gestin fue una de las ms memorables en esa casa de altos estudios: dise una nueva estructura, organizada por institutos, y aument de 5 a 40 las carreras que se cursaban; expandi la Universidad en la regin, creando el Instituto de Geologa y Minera, el Instituto de Biologa de Altura y el Instituto de Medicina Popular, en Jujuy; la Escuela Tcnica de Vespucio y el Instituto de Humanidades, en Salta; la Escuela de Agricultura en El Zanjn, en Santiago del Estero, por ejemplo. Incorpor a la UNT la Universidad Salesiana del Trabajo y cre el Servicio Mdico.

Los originales se conservan en la Iglesia de San Francisco.

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