Juan Calvino - Antologia de Textos

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    ANTOLOGADE TEXTOSJUAN CALVINO

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    DIRECCIN GRAFICA Y SELECCIN DE LAS ILUSTRACIONES: DANIELGIRALT- MIRACLE. DIGITALIZACIN: ABEL TEC. 1971, 2009. TODOS LOS

    DERECHOS SOBRE ESTA EDICIN SON PROPIEDAD DEL PEN(PRODUCCIONES EDITORIALES DEL NORDESTE). AVDA. PRNCIPE DE

    ASTURIAS, 14 BARCELONA 12 (ESPAA). DEPSITO LEGAL: B.495339-

    1971. IMPRESO EN VIMASA INDUSTRIAS GRAFICAS MORAGAS Y BARRET,113-115, TARRASA, BARCELONA.

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    DEDICATORIA

    Por gratitud y reconocimiento profundos quede el presente libro dedicado a Cipriano de Valera, que en el ao 1597 tradujo la Instruccin en la Religin Cristiana alcastellano; a Luis de Usoz y Ro, que reimprimi dicha traduccin en los aos 1858-99en Madrid; al doctor B. Foster Stockwell, de Buenos Aires, agudo investigador de laobra calvinista, promotor de la reimpresin bonaerense de 1936 y de la edicinfacsmile de C. de Valera.

    Al mismo tiempo, a los creyentes cristianos evanglicos sin distincin de denominaciny a todos los cristianos en general dentro del mbito iberoamericano quede dedicadaesta obra.

    No por ltimo, aunque aparezca en tercer lugar, extindase nuestra dedicatoria a todoscuantos nos han estimulado moral y materialmente a redactarla, componerla y

    publicarla.

    PRESENTACIN

    Calvino tiene mala fama en Espaa. Y es que, aparte del proceso contra el cientficoespaol Miguel Servet, existe la consciencia esotrica (ajena al vulgo) de que elReformador ha sido el mayor y ms eficaz oponente de la Contrarreforma. El parangn,lugar comn casi, entre Lutero e Ignacio de Loyola1 resultara ms adecuado entre elfundador de la Compaa de Jess y Juan Calvino: Ambos supieron y pudieron, cadauno a su manera y valindose de sus propios medios, colocar la situacin eclesisticadentro de unos lmites que hasta hoy persisten. Ambos lucharon denodadamente en supoca contra malentendidos y tambin ambos se caracterizan por una austeridad, encuanto a la vida cristiana, que parece poner coto a todo entusiasmo que no se alce enfavor de la Iglesia. Tambin tuvieron ambos el sentido de la misin evangelizadora, sibien Calvino se concentr muchsimo ms en que se desarrollara en pases de tradicincatlico-romana. No obstante, la diferencia fundamental entre uno y otro est marcadapor dos enfoques distintos: Para Ignacio de Loyola la Iglesia Catlica y sus principiosdoctrinales histricos, naturalmente eran lo esencial, mientras que para Calvino loesencial era la Palabra de Dios. A este respecto permanecen ambos rigurosamente

    catlicos el primero y rigurosamente protestante Calvino.

    La comparacin entre los dos hombres, el espaol y el francs enraizado en la Suiza dehabla francesa, est an por escribir. Sealamos este hecho prescindiendo

    1 N. Gonzlez Ruiz, San Ignacio-Lutero, Barcelona, 1953. F. Richter, Martin Luther und Ignatius vonLoyola, Sttuttgart Degerloch, 1954. Crtica de esta ltima obra: Die Evangelische Diaspora, I, 1956,Gustav Adolf-Werk, pginas 62-65, Manuel Gutirrez Marn.

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    intencionadamente de los escritos, ms bien panfletos, que ensalzan o denigran al unoo al otro.

    Irrebatible persiste, sin embargo, la realidad histrica manifestando cmo cada uno deellos lo dio todo por defender la causa de su respectiva Confesin. Igualmente

    irrebatible es el hecho de que ambos fueron hijos de su poca, en la que la escisindentro de la cristiandad no admita ningn retorno a una nueva reintegracin. Pese acuanto quiera decirse, y se ha dicho, la desintegracin se haba forjado paso a paso: LaIglesia, como institucin, se olvid al correr del tiempo ms y ms de su dobleencomienda proftica y apostlica.

    Y surgi la Reforma..., la reforma que tantas veces estuvo en trance de tener lugar.Juan Calvino es junto con Lutero sin que olvidemos a Zuinglio el defensor mximo dela Reforma, as como Ignacio de Loyola, por su parte, fue el defensor mximo de laContrarreforma2. Considerar a Calvino como una especie de heredero de Lutero serafalsear la Historia, aunque bien sabido es cunto, sobre todo en un principio, elReformador ginebrino debe a Lutero: Nos referimos a lo doctrinal y fundamental, o sea,a la necesidad acuciante de que la Iglesia asintiese a una reforma de s mismaconforme a la Palabra de Dios manifestada en la Biblia.

    Y no es dicha necesidad, acaso, una cosa constante, siempre al da, siempre actual?De nuestra respuesta afirmativa depende lo que hemos dado en llamar dilogo entrelas Confesiones. Asimismo depende de dicha respuesta el evitar que tal dilogo hallelugar meramente entre ciertos organismos e instituciones de carcter eclesistico.Porque la Iglesia de Cristo, como cuerpo de Cristo y pueblo de Dios, est y permanece(aunque ello, a veces, se niegue) muy por encima de cualquier organismo o institucin.

    Sin embargo, el dilogo, un verdadero dilogo, entre las Confesiones, sea la Evanglica,la Catlico-Romana o la Greco-Ortodoxa, exige ante todo la aquiescencia comn de queDios mismo, si as le place, lo promueva; es decir, que El mismo nos hable y, al mismotiempo, nos conceda odos para or y tambin la voluntad de obedecerle.

    De aqu que resulte imprescindible saber lo que hombres como Calvino oyeron ytambin cmo, a su modo, obedecieron. No estamos ya en tiempos de colgarsambenitos a nadie, lo cual no significa, ni mucho menos, que intentemosconformarnos a todo y con todo. La Reforma acontecida hace ms de cuatro siglos noes ningn no-conformismo, sino un esfuerzo gigantesco de carcter profticorealizado humanamente para hacer resonar la Palabra de Dios como auto manifestacinde la voluntad divina revelada en la Biblia. A dicho esfuerzo contribuy Calvino con susescritos, su palabra, su vida entera.

    2 Alain Guillermou, St. Ignace de Loyola et la Compagnie de Jsus, Ed. du Seul, Pars, 1960. Persistecon valor actual el clsico esbozo histrico Die Jesuiten, H. Boehmer, Leipzig, 1921. Muy recomendablepara el lector espaol sigue siendo Teologumeno Espaol, E. Prywara, Ed. Guadarrama, Madrid, 1962.

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    No es preciso, pues, rehabilitarle; necesario e imprescindible es, simplemente,conocerle.

    Si la Antologa que hoy presentamos facilita dicho conocimiento, ello supondr unaaportacin ms al ecumenismo cristiano, aportacin desinteresada y nicamente atenta

    a que unos y otros nos sintamos obligados a atender a la voluntad de Dios.

    Nos ha parecido conveniente redactar una especie de introduccin a la mayora de lospuntos que figuran en el ndice de esta Antologa. De este modo ha resultado, a veces,inevitable el aducir datos histricos y biogrficos. En cuanto a estos ltimos, figuran enla tabla cronolgica como brevsimo resumen de lo que podra ofrecer una biografa ohistoria de la vida de Calvino.

    Posiblemente, el lector agradecer nuestra propia exposicin sobre El pensamiento deCalvino y Cal-vino y Servet: Ya contamos con que el lector no siempre estarconforme con lo expuesto en ambos captulos, lo cual puede conducirle felizmente arevisar su posicin sin obligarle a hacer concesiones solamente necesarias si favorecena la verdad histrica.

    La literatura sobre Calvino es tan extensa, que en lo que corresponde a la partebibliogrfica apenas hemos logrado presentar un breve resumen de la misma: Laabundancia de obras extranjeras se debe a la escasez de bibliografa hispnicarelevante.

    Soli Deo gloria, repite Calvino incansablemente. Y qu otra cosa podramos decirnosotros?: Slo a Dios sea gloria!

    Barcelona, 1971.

    CAPITULO 1: EL PENSAMIENTO DE CALVINO

    Dice un moderno investigador del calvinismo que Calvino pertenece a la segundageneracin de la Reforma3 Si convenimos en considerar el movimiento de Wiclif y Huscomo una especie de Pre Reforma4, habremos de situar el movimiento reformista comoiniciado en el ao 1517 con las 95 Tesis de Martn Lutero5. Cuando Juan Calvino publicasu Instruccin en la Religin Cristiana (1536), cuenta Lutero ya cincuenta y tres aos

    de edad y va a vivir solamente diez aos ms. La nica carta dirigida por Calvino aLutero data de enero de 1945 y, por lo visto, no lleg jams a manos del gran luchadoralemn, obligado, como es sabido, a moverse dentro de un minsculo circuito en tornoa Wittenberg. Por eso cuando el joven Juan Calvino asisti a los coloquios teolgicos de

    3 J. Cadier, La Revue Rforme, 1969/4, tomo XX, pg. 85.4 Will. Durant, Dar Zeitalter der Reformation, 2." ed. alemana, 1962, pg. 47 sgs. y 177 sgs.5 Antologa de Lutero, Barcelona, 1968, pginas 17-30.

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    Haguenau, Worms y Ratisbona6 no tuvo ocasin de saludar personalmente al quesiempre vener como trs honor Pre de Wittenberg. Por el contrario, Calvinoconoci personalmente a Melanchthon y con l, as como con el reformador Bucerode Estrasburg y otros insignes alemanes sostuvo bastante copiosa corres-pondencia7. Precisamente en una carta dirigida a uno de ellos manifiesta Calvino:

    Confieso que han surgido en Wittenberg diversas personalidades piadosas y valerosas;pero en su mayor parte se creen fieles seguidores de Lutero, cuando, en realidad, semuestran hinchados de arrogantes pretensiones en lugar de abrigar el amplio espritude que aquel hombre estaba dotado 8

    Y es que Calvino conceba la Reforma como cosa dinmica, algo destinado a debatirseen un mundo que ya haba sobrepasado el punto de partida marcado en el ao 1517.

    Precisamente durante aquellos aos de involuntario destierro en Estrasburgo (1538-1541) Calvino denomina en su correspondencia a los evanglicos alemanes como les

    ntres, mientras califica a los catlicos de les adversaires. A un amigo francs leescribe ms tarde que duda de la entereza de los evanglicos alemanes frente alConcilio de Trento.9

    Como hombre de Leyes y de Teologa, adivina que la cuestin poltica imperial y lacausa de la Reforma en Alemania van siendo dos cosas cada vez ms distintas. Laderrota de los ejrcitos protestantes en Muehlberg (1547) confirma su idea y leimpulsa a promover en Suiza, o desde Suiza, el avance de la Reforma, cuya iniciativay accin por el mismo Lutero, Calvino jams ha negado. Era Juan Calvino demasiado

    inteligente y bblicamente creyente para advertir que Lutero y tambin Zuinglio, a sumanera ms bien humanista y nacionalista, se haban enfrentado con Roma en todoslos terrenos: el teolgico, el eclesistico, el poltico y el econmico. AmbosReformadores haban atacado la sustancia del catolicismo romano y no simplementesu estructura o sus estructuras. Dicha sustancia no era bblica y, por consiguiente, segnellos, tampoco cristiana. Si contra ello se alzaron no fue, bien es cierto, por motivospuramente personales, ni tampoco puramente poltico10. Como en otros tiemposWiclif y Hus, se vieron arrastrados los Reformadores por un viento, un verdaderovendaval proftico y apostlico. Lo de las estructuras y su radical variacin fue, pordecirlo abiertamente, una fatal incomprensin por parte de Roma, del papado o, quizs,ms atinadamente dicho, del papismo reinante por aquel entonces11. De no haberse

    manifestado dicha incomprensin no existiran, posiblemente, dentro de la misma

    6 R. von Thadden, La Revue Rforme, o. a. c., pginas 1-19. Ofrece abundante bibliografa.7 R. von Thadden, o. a. c.8 Carta de Calvino a Matas Schenck, de Augsburgo, fecha 14-3-1555. (p. Calv. XVIII, pg. 61 sgs.)9 Carta de Calvino a Antonio Fume, de Pars, fechada en enero 1545. (Op. Calv. XII, pg. 24.)10 Heinrich Bornkamm, Das Jahrhundert der Reformation, Gottinga, 1961 y ed. 1966.11 Epstola de Martn Lutero (6-10-1520) al Papa Len X. Obras Clsicas de la Reforma, 3.a ed., BuenosAires, 1946, pgs. 52-71. Traduccin de M. Gutirrez Marn.

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    Iglesia Cristiana, ambas Confesiones: La Protestante y la catlica.

    Hoy podemos contemplar estas cosas a distancia, a la prudente distancia que laHistoria ensea. Y si intentamos remediarlas es por fidelidad a la revelacin bblica y,sobre todo, a la cruz de Cristo y movidos por una teologa con dos vertientes: La

    theologia viatorum (teologa de viandantes) y la Teologa de la esperanza en lascosas postreras.12

    El pensamiento de Calvino se mueve dentro del crculo de esa doble teologa, la cual,expresada en sencillos trminos es: Teologa (o reflexin cristia-no-biblica) de quieneshoy vivimos Y Teologa de quienes esperamos una vida ms all de la muerte.

    Se trata, pues, de una teologa existencial, que es todo lo contrario de la teologanatural. Teologa existencial, si lo es, resulta, a fin de cuentas teologa bblica, ysta, a su vez, es siempre teologa dialctica. La teologa natural parte de las

    posibilidades del hombre para allegarse a Dios, caminar hacia El e incluso alcanzarle.Completamente opuesta a esta teologa es la insuperable diferencia cualitativa entreDios y el hombre, el Creador y su criatura preferida. Dicha indiscutible diferencia nosignifica, sin embargo, que el hombre sea incapaz de conocer a Dios y conocerse a smismo. Pero tal capacidad no es ingnita en el hombre, sino obra de Dios mismo, elcual se da a conocer al hombre, conocimiento imprescindible para que el hombrereconozca que depende enteramente de Dios. Por eso nos hallamos a este respectoexistencialmente en el terreno dialctico, donde Dios pregunta, interroga, inquiere yel hombre contesta y responde..., se hace o se convierte en un ser responsable. Laresponsabilidad humana abarca toda la existencia humana rodeada de circunstancias

    visibles e invisibles, del aqu y ahoralo histrico, tangible y del ahora de cara aldespus supra histrico e invisible. Pero tan real es lo uno como lo otro. Porreal entendemos lo existente, en lugar de lo imaginado. Aunque Cal-vino no lomanifieste siempre de un modo expreso y claro, el cuerpo es visible y perecedero.De aqu que en su teologa subraye Calvino la unidad de cuerpo y alma y conceda asta la funcin intelectual que, ms all del sentir, le permita comprender.

    Es Calvino un humanista o un espiritualista? Sin duda alguna, no lo es; no es ni louno ni lo otro.

    Como humanista sus conocimientos de las lenguas clsicashebreo, griego y, sobretodo, latn resultan indiscutibles. Como espiritualista dominaba la Patrstica, o sea, losescritos de los denominados Padres de la Iglesia, y era capaz de citar a Cipria-no,Ireneo o Agustn de memoria. Recordemos que los tres por no mencionar aotros son defensores de la Iglesia frente y contra todo espiritualismo exaltado.

    12 Jrgen Moltmann, Theologie der Hoffnung, Mnich, 1965

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    El hecho de que en 1538 declarase Calvino su plena conformidad con la Confesin deAugsburgo13, demuestra no solamente su afinidad con Melanchthon, inspiradorde la misma y creador de la Apologa de ella14 sino que tambin su plena con-formidad con los principios fundamentales de la Reforma en Alemania. No la fe

    individual solamente como cuestin bsica entre Dios y el hombre por Jesucristo,mediante el Espritu Santo, sino la Iglesia de Cristo, sobre todo, era para l lo msimportante. Ocupa la Iglesia el centro del pensamiento de Calvino y esto en todos losaspectos, sea el tan delicado de la Predestinacin, sean las relaciones entre laIglesia y el Estado. Con ello manifiesta el Reformador la absoluta seriedad con quetoma e interpreta las Sagradas Escrituras diferenciando muy agudamente entre eltestimonio externo que ellas dan como texto escrito y el testimonio interno conque el Espritu Santo habla a los lectores y oidores del texto bblico. De aqudimana, positivamente, su interpretacin casi exhaustiva de todos los libros de la Bibliay, por otro lado, la rigurosidad con que l se enfrent con ciertas ideas anabaptistas

    Dentro de su pensamiento teolgico ocupan amplio lugar los cuatro primerosConcilios Ecumnicos15,los cuales suscribe y a los cuales se atiende fielmente. En ellosencuentra l tambin la base suficientemente firme de su Antropologa, su Cristo-logia, su Pneumatologa, Eclesiologa y su Escatologa. Mas no se cansa de compulsarlos acuerdos conciliares con el texto bblico y, en caso de duda, pone la Biblia porencima de los Concilios. Para Calvino, la Biblia no es meramente el libro sacro de lacristiandad, sino la Palabra de Dios, o sea, lo que ha Dios le ha placido comunicar a loshombres sin que stos lo supliquen y an en contra de ellos y sus imploraciones. Porcomunicacin de Dios, comunicacin plenamente libre, entiende Calvino la condicinhumana necesitada de dicha comunicacin y siempre con vistas a que los hombrestengan comunin con El.Si se pretendiese algo casi tan imposible como resumir el pensamiento teolgico deCalvino, dirase que su teologa es bblica, anti pelagiana16, Cristo-cntrica,pneumatolgica y eclesiologa. Y convendr aadir que es eminentementeescatolgica. No sin ciertos reparos (por cuanto el trmino de ecumnico se veactualmente expuesto a muy diversas y an contradictorias opiniones) puedeconsiderarse tambin el pensamiento de Calvino como ecumnico, en tanto el distinguerepetidas veces entre la Iglesia visible, abierta a todos, y la Iglesia invisible compuestapor los elegidos que solamente Dios conoce y sabe quines son.

    13 W. Niesel, Die Theologie Calvins, 2.' ed., Munich, 1957, pgina 193 sgs.14 Die Bekenntnisschriften der evangelisch-lutherischen Kirche, 3.' ed., Gottinga, pages. 139-404.(Texto en latn y alemn.)y contra el unitarismonegacin de la Trinidadpregonado por Miguel Servet.15 A. Fbrega y Grau, Historia de los Concilios Ecumnicos, Barcelona, 1960. Hubert Jedin, BreveHistoria de los Concilios, Barcelona, 1960.16 Anti pelagiana significa que el hombre no es, simplemente, un enfermo que con gran fuerza devoluntad puede lograr curacin, sino que necesita de la gracia divina para poder reconocer, por unaparte, que est perdido y, por otra, que Cristo le ha redimido.

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    El investigador al principio mencionado afirma que Calvino allana los caminos queconducen a una busca de la Unidad no fundada en la uniformidad visible de ciertosritos, ceremonias y prcticas religiosas, sino fundada sobre la vida en Cristo17.

    No quisiramos dejar de mencionar, siquiera sea de paso, el pensamiento de Calvino en

    lo referente a lo econmico y social. Para algunos resulta Calvino el padre delcapitalismo, hacindole as responsable de una evolucin histrica muy alejada de surealismo bblico y del dinamismo de su doctrina. La dinmica teologa bblica delReformador exige, como toda teologa, una continua revisin. Si en su Instruccin,sus sermones o Comentarios al texto bblico l se refiere al trabajo, la profesin, lossalarios, el comercio, el dinero en general (prstamos, intereses, usuarios, etc.), nuncaparece hacerlo analizando las circunstancias econmicas y sociales de su poca, sinosiempre relacionndolas con una antropologa cristolgica y desde el punto de vistateolgico18.

    Para l el trabajo es la colaboracin del hombre en los cuidados que Dios se ha

    impuesto en favor del hombre mismo. El hecho del descanso dominical lo interpretaCalvino como la participacin que el hombre tiene en la accin salvadora divina.Precisamente el da de reposo significa que el trabajo no es ninguna esclavitud, sino unservicio y un sacrificio. Todo el que de verdad trabaja es un instrumento de laprovidencia divina, y en cuanto a la profesin sta es una vocacin. Calvino afirma queel trabajo realmente til sirve para el bien comn, mientras que condena cualquierexplotacin de aqul que trabaja. Segn l, el fruto del trabajo es el pago, larecompensa, el salario, como un don libre e inmerecido que Dios nos concede y que,por consiguiente, no pertenece al que proporciona el trabajo, ni tampoco al que loejecuta. Quien proporciona el trabajo no hace otra cosa al pagar al que lo ejecuta, sinoabonar a su prjimo lo que Dios mismo le ha concedido. Por consiguiente, razonaCalvino, el pago o salario injusto es pura blasfemia frente a Dios y contra Dios.

    Desde el mismo punto de vista considera el Reformador la agricultura, la profesinmanual, la tcnica, el arte, el comercio y la industria.

    17 J. Cadier, o. a. c., pgs. 41-42.18 Indispensable para quien tenga un especial inters por estas cuestiones es la obra de Andr Biler Lapense conomique et sociale de Calvin, Ginebra, 1959.

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    Ilustracin 1: Juan Calvino a los 53 aos

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    El comercio es una manifestacin de la solidaridad humana, que exige un continuointercambio tanto intelectual como econmico entre los hombres. En su ms profundosentido el comerciar contribuye a que cada cual reciba lo necesario para vivir, demanera que, a fin de cuentas, resulta un beneficio de Dios.

    En lo referente a los intereses, Calvino los acepta como vlidos, siempre y cuando seansin usura, o sea, aprovechando los momentos difciles de quien recibe un prstamo. Encuanto a lo que en tiempos del Reformador se llamaba Crdito de produccin, servapara elevar la productividad de una empresa econmica y se consideraba justo que elempresario o empresarios obtuviesen una cierta ganancia.

    Abrigando un sincero sentimiento social, Calvino exige, sin embargo que los necesitadosdeben ser ayudados pecuniariamente sin tener que abonar ningunos intereses y, almismo tiempo, considera prohibido el que el prstamo d lugar al prestamista obanquero profesional. Con tanta lgica como ardor ensea el Reformador que quienposea dinero no debe impedir en manera alguna que trabaje el que lo ha pedido

    prestado, ni debe tampoco inmiscuirse en su vida privada.Indudablemente, el nuevo concepto del trabajo, del dinero y de la economa por Calvinorazonado dio lugar a conceder mayor libertad a la actividad y productividadeconmicas, lo cual ha ido evolucionando hasta llegar al capitalismo.

    Resumiendo, cabra decir que el Reformador es partidario de un capitalismo dirigidosocialmente y sujeto a limitaciones. Pero conviene aadir que resultara injusto elpretender aplicar la doctrina social de Calvino a las circunstancias actuales. Porque consu realismo bblico el Reformador considera al hombre con todas sus circunstancias ysus relaciones y no asla ni una ni otra parte, ni tampoco haciendo resaltar, como cierta

    clase de puritanismo, al hombre como un alma o como un mero factor econmico,segn ciertas teoras econmico-sociales modernas.19

    CAPITULO 2: EPISTOLARIO

    EPISTOLARIO

    A la edicin parisiense de E. Bonnet, en 1854, de las cartas y epstolas de Calvino,habra que aadir mucho; pues hasta hoy se han descubierto en total 1.250 cartas delReformador, segn anota un investigador moderno (Hansten Doornkaat, 1964), quecalifica dicho epistolario como Restbestand, o sea, un resto de la correspondencia de

    19 Albert Hauser, Wirtschaft und Gessellelschaft im Denken Calvins, Neue Zuercher Zeitung, 23 mayo1964, pg. 21. Se trata de un breve, pero muy valioso trabajo, publicado en el rotativo mencionado conmotivo del cuarto centenario de la muerte de Calvino.

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    Calvino.

    Cabe decir que no solamente la imprenta como medio de comunicacin poco antes dela Reforma descubierto favoreci mucho la extensin de los principios reformistas, sinoque a su lado figura la correspondencia de Lutero (de ste se han conservado unas4.000 cartas en latn), Zuinglio y Calvino.

    Carta significa contacto personal a distancia...; pero contacto personal, al lado de todoinstitucionalismo burcrata tan ensalzado en nuestros tiempos actuales.

    Sabemos de la correspondencia que Calvino mantuvo con Melanchthon, Bucero y E.Bullinger y se conocen sus escritos de puo y letra dirigidos a personas particulares o aiglesias reformistas de toda Europa. Conocemos igualmente cartas enviadas a personasnotables y tambin humildes, que consultaban al Reformador. El investigador antesmencionado se refiere a cartas dirigidas a hombres y mujeres encarcelados por causade su fe, a amigos y colaboradores, a reyes y prncipes, a antiguos discpulos ypersonas desconocidas.

    Hemos elegido tres epstolas, de las cuales, rigurosamente considerado, nicamente ladirigida a los estudiantes de Lyon es una verdadera carta. Las epstolas al rey francs yal cardenal Sadoleto son, ms bien, tratados o escritos apologticos que defienden laexistencia y necesidad de la Reforma. Pero en las tres epstolas puede entreverse lapasin personal de Calvino, su manera de ser y razonar y su modo de expresin. Poreso figuran en lo que titulamos: Epistolario.

    EPSTOLA AL REY FRANCISCO I DE FRANCIA

    La Institucin va precedida de una carta dedicatoria dirigida al Rey Francisco I de

    Francia, y firmada el da 23 de agosto de 153520. Este notable escrito fue motivado porla situacin angustiosa de los protestantes en Francia. En el mes de octubre de 1534habase agravado la persecucin de parte del rey y sus consejeros. El Parlamento hacatorturar a los sospechosos de hereja y los condenaba a horribles suplicios. Se promulgun decreto que prohiba bajo pena de muerte, la publicacin de cualquier libro. Pero, almismo tiempo, el Rey, trabado en lucha mortal con el Emperador Carlos V, queragranjearse la amistad y el apoyo de los prncipes protestantes de Alemania. Con este finles dirigi el primero de febrero de 1535 una comunicacin, en la que se defendacontra las acusaciones que le hacan sus enemigos en Alemania. Negaba haber atacadoa los protestantes en Francia; slo castigabadeca l a los sediciosos y revoltosos,

    que se proponan perturbar el orden pblico. En otras palabras, el Rey trataba deasemejar el movimiento protestante en Francia al de los Anabaptistas de Mnzer.

    20 Se debe esta introduccin a la Epstola de Juan Calvino al Rey Francisco I al inolvidable investigador,telogo y publicista Dr. B. Foster Stockwell, y figura en la Institucin de la Religin Cristiana, BuenosAires, 1936, pgs. 7-9. A la introduccin sigue un compendio de la Institucin, compendio que es unresumen magistral de la obra que Calvino dedic al rey. O. a. c., pgs. 9-33. En cuanto a la epstola, setrata de la traduccin de la misma realizada por el espaol Cipriano de Valera cuando public en espaol(ao 1957), la edicin de la Institucin del ao 1559.

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    La carta de Calvino al Rey es una obra maestra en la literatura apologtica protestante.Es lgica, valiente y corts, esforzndose el autor por librar a sus hermanos en la fe delreproche de sedicin contra el estado y de rebelin contra el Rey, y por exponer laverdadera razn de la enemistad de los prelados y telogos contra los reformistas: suodio por el Evangelio de Jesucristo. Es nueva la doctrina reformada? Remonta ms

    bien a los mismos principios de la Iglesia cristiana. Es confirmada con milagros? S, contodos los milagros que Cristo o sus discpulos hicieron. Es contraria a los Padres de laIglesia? Antes bien, stos la confirman ampliamente y se encuentran en oposicin a lasprcticas introducidas posteriormente en la Iglesia. Se oponen los reformistas a laIglesia de Cristo? En manera alguna, pues la verdadera Iglesia de Cristo se ve en lapura predicacin de la Palabra de Dios, y en la legtima administracin de lossacramentos. No son los protestantes los que siembran errores y mueven revueltas,sino sus adversarios, los que resisten a la potencia de Dios. Los protestantes, por elcontrario, se encuentran entre los ms sumisos y obedientes sbditos del Rey, y slo lepiden la justicia comn.

    Este prefacio, dirigido al Rey, tiende a transformar una tranquila confesin de fe en unarma poderosa para la defensa de la Reforma. La Institucin no tiene ya finesmeramente pedaggicos y confesionales, sino que reclama abiertamente elreconocimiento pblico de la fe protestante. No lo reclama en nombre de una toleranciareligiosa indiferente, sino en virtud de su aproximacin a la verdad eterna, transmitida alos hombres por los profetas y por Cristo Jess. A ttulo de esta misma verdad, rechazalas pretensiones de la Iglesia oficial y se remite a la palabra autntica de Cristo. En laepstola al Rey encuentra la Reforma su apologa, as como ha de encontrar en laInstitucin cristiana su teologa, y en Ginebra, algunos aos ms tarde, su legislacin

    (Autin).21

    Al poderossimo, ilustrsimo y cristiansimo Rey de Francia, Francisco I de este nombre,su prncipe y supremo seor, Juan Calvino, paz y salud en Jesucristo.

    Al principio, cuando yo me entregu a escribir este libro, lo menos en que pens, Reypotentsimo, fue que despus sera dedicado a Vuestra Majestad. Mi nico intento era elensear algunos principios para instruir en la verdadera piedad a aquellas personas quesienten algn celo de religin. Tom este trabajo sobre m para los franceses

    principalmente, en muchos de los cuales yo adverta hambre y sed de Jesucristo y veaque muy pocos de ellos eran bien enseados. Qu tal ha sido mi propsito, sedesprende fcilmente del libro mismo, el cual compuse acomodndome tanto como mefue posible a la manera ms fcil y llana de ensear 22

    21 A. Autin, L'Institution chrtienne de Calvin, Pars, 1929.22 En la edicin bonaerense del ao 1936, el traductor Jacinto Tern, al referirse a la epstola por Valeraeditada, dice: Slo he reformado la antigua ortografa... Nosotros nos hemos permitido, siempre

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    Pero viendo que el furor y la rabia de ciertos hombres impos tanto ha aumentado envuestro reino que no dejan lugar alguno a la verdadera doctrina, parecime obrar biencomponiendo un libro, que sirviese, al mismo tiempo, de instruccin a aquellos que semuestran deseosos de religin y para confesar la fe delante de Vuestra Majestad; un

    libro por el cual entendieseis cul es la doctrina contra la que aquellos furibundos searan con tanta rabia promoviendo en vuestro reino hoy da fuego y sangre.No dudo de confesar que en este libro he recopilado casi la suma de la misma doctrinaque ellos, a voces, denuncian como digna de ser castigada con crceles, destierros,confiscacin de bienes, y fuego, y que debe ser desterrada del mundo. S perfecta-mente cmo han llenado vuestros odos y vuestro entendimiento con terribles rumoresy habladuras, con el fin de presentaros nuestra causa como an ms que odiosa. Mas,conforme a vuestra clemencia, debis considerar que ninguna inocencia, ni en dichos nien hechos habr, si solamente el acusar bastase...

    Y no piense Vuestra Majestad que yo pretenda con esto tratar de mi defensa particular,a fin de alcanzar la libertad de poder regresar a mi patria donde nac y quenaturalmente amo como es debido. Ms segn van las cosas en ella actualmente, no la-mento demasiado el vivir alejado de ella. Lo que yo defiendo es la causa de todas laspersonas piadosas, y la del mismo Cristo, causa que en el da de hoy se halla envuestro reino tan menoscabada y hollada que apenas parece exista remedio en contrade ello; y esto, ms por la tirana de ciertos fariseos que por vuestra propia voluntad...

    Pero vuestro oficio ser, oh Rey clementsimo, no apartar ni vuestro odo ni vuestrocorazn de la defensa de una causa tan justa; sobre todo, siendo la cuestin de tantaimportancia. Pues conviene saber cmo la gloria de Dios ser mantenida en la tierra,

    cmo la verdad de Dios conservar su dignidad, cmo el reino de Cristo permaneceren su perfeccin y en su ser. Cosa es sta, ciertamente, digna de vuestra atencin,digna de vuestra judicatura, digna de vuestro real trono. Porque el pensar en esto haceun rey verdadero rey, si l reconoce ser verdadero ministro de Dios en el gobierno desu reino, mientras que por el contrario, aquel que no reina con el fin de servir a la gloriade Dios, el tal no es rey, sino un salteador de caminos23.

    Y a s mismo se engaa cualquiera que espera larga prosperidad en un reino que nosea regido bajo el cetro de Dios; quiero decir, con su Santa Palabra. Porque el orculodivino no puede mentir, por cual est anunciado que el pueblo ser disuelto si falta laprofeca (Prov. 29: 18)...

    Es verdad que nuestros adversarios se nos oponen, echndonos en cara queinterpretamos falsamente la Palabra de Dios, de la cual somos (segn ellos afirman)

    respetando escrupulosamente el texto, modificar algunas expresiones gramaticales en beneficio de unams fluida y comprensible lectura del mismo. Advertimos, a la vez, que ofrecemos nicamente diversosprrafos de la epstola. Su texto completo se halla en la mencionada edicin, o. a. c., pgs. 3-24.23 La misma frase la emplea Lutero, refirindose al Emperador Carlos V.

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    aborrecibles falsificadores. Pero Vuestra Majestad, conforme a su prudencia, podr juzgar leyendo nuestra confesin, que dicha acusacin no corresponde a la verdad yque contiene no solamente maliciosa calumnia, sino que tambin gran desvergenza.

    A este respecto, bueno sera decir algo que os abra algn camino para leer nuestra

    confesin: Cuando el Apstol San Pablo quera (Rom. 12:6) que toda profeca estuviesede acuerdo con la analoga o proporcin de la fe, sent una segursima arma y medidacon que regular la interpretacin de la Escritura. Si nuestra doctrina fuese examinadaconforme a tal regla de fe, la victoria sera nuestra. Porque, qu cosa cuadra mejor yms propiamente con la fe que el reconocernos a nosotros mismos desnudos de todavirtud para ser revestidos de Dios; vacos de todo bien, para ser henchidos de l; nos-otros ser esclavos del pecado, para ser liberados por El; ser ciegos, para que nosconceda la vista; cojos, para que El nos encamine; dbiles, para que nos sustente; serdespojados de toda cosa con que gloriamos, para que solamente El sea glorioso, y nos-otros nos gloriemos en El?...

    Considere Vuestra Majestad, por otra parte, a nuestros adversarios (yo hablo del estadoeclesistico por cuyo antojo y apetito todos los otros nos son enemigos), y advertid

    juntamente conmigo la pasin que los mueve. Ellos fcilmente se permiten a s mismosy permiten a los dems ignorar, menospreciar, no hacer caso de la verdadera religinque nos es enseada en la Santa Escritura, y debera valer entre nosotros; y piensanque no importa lo que crea o no crea cada cual de Dios y de Jesucristo, con tal que,con fe implcita, que quiere decir, intrincada y revuelta, sujete su entendimiento a lo de-terminado por la Iglesia. Ni tampoco hacen mucho caso si acontece que la gloria deDios sea profanada con manifiestas blasfemias. Por qu, pues, ellos con tanto furor yviolencia batallan por la misa, el purgatorio, las peregrinaciones y otros semejantes

    desatinos, de tal manera que niegan pueda existir la verdadera piedad, si todas estascosas no son tenidas y credas por la ms explcita fe (por hablar as) aunque ningunade ellas puedan probarlas por la Palabra de Dios? Por qu, sino por cuanto su Dios esel vientre, y su religin es la cocina, y quitadas estas cosas, no solamente piensan ellosno ser cristianos, y ni siquiera hombres? Porque aunque algunos de ellos se tratandelicadamente con grande abundancia, y otros viven royendo mendrugos de pan,todos, empero, viven de una misma olla, la cual, sin tales ayudas, no solamente seenfriara, sino que se helara del todo. Por esto, cualquiera de ellos cuanto es mssolcito por el vientre, tanto es ms celador y fortsimo defensor de su fe. Finalmente,todos ellos, desde el mayor hasta el menor, en esto concuerdan, o en conservar sureino, o su vientre lleno. No hay ni uno de ellos que muestre la menor apariencia delmundo que anhela servir a Dios.

    Y, con todo eso, no cesan de calumniar nuestra doctrina, y acusarla y difamarla portodas las vas posibles para hacerla odiosa y sospechosa. Llmenla nueva, y de pocotiempo ac imaginada; echan en cara que es dudosa e incierta; demandan con qumilagros ha sido confirmada; preguntan si es lcito que ella est en pie contra elsentimiento de tantos Padres antiguos y contra la antigua costumbre; insisten en que

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    confesemos que es cismtica, pues hace la guerra a la Iglesia, o que digamos que laIglesia ha estado muerta tantos aos ha, en los cuales nunca se oy tal doctrina.Finalmente, dicen que no es menester muchas pruebas, porque por los frutos se puedeconocer cmo es, puesto que ha producido tan gran multitud de sectas, tantasrevueltas y tumultos, y una licencia tan sin freno de pecar. S, cierto; ello les es bien

    fcil decirlo entre la gente necia y que es fcil creer, mofarse de una causadesamparada y sola; pero si nosotros tambin tuviramos libertad de hablar, yo creoque su hervor, con que tan a boca llena y con tanta licencia dicen cuanto quieren, seenfriara...Cosa es notoria que nosotros puramente tememos y honramos a Dios; pues que, connuestra vida y nuestra muerte, deseamos que su nombre sea santificado, y nuestrosmismos adversarios han sido constreidos a dar testimonio de la inocencia y justiciapoltica de algunos de nuestros hombres, a los cuales ellos han dado muerte por aquelloque era digno de perpetua memoria. Y si hay algunos que con pretexto de Evangeliopromueven alborotos (que hasta ahora no se han visto en vuestro reino); si hayalgunos que cubren su licencia carnal socapa de la libertad que se nos da por la graciade Dios (de los cuales yo conozco muchos), leyes y castigos ordenados por las leyes,con los cuales ellos, conforme a sus delitos, sean speramente corregidos, con tal queel Evangelio de Dios, entretanto, no sea infamado por los maleficios de los malvados. Yha odo Vuestra Majestad la emponzoada maldad de los que nos calumnian, declaradaen hartas palabras, para que no deis tanto crdito a sus acusaciones y calumnias.

    Temo haberme alargado demasiado; pues ste mi prefacio es casi tan extenso comouna entera apologa; pero yo no pretend componer una defensa, sino solamenteenternecer vuestro corazn para que oyeseis nuestra causa; el cual corazn, aunque alpresente est vuelto y alejado de nosotros, y aun quiero aadir, inflamado en contra

    nuestra; con todo eso, aun tengo la esperanza de que podremos volver a vuestragracia, si tuviereis a bien, sin pasin ninguna y fuera de todo odio e indignacin, leeruna vez sta nuestra confesin, la cual queremos sirva de defensa delante de VuestraMajestad.

    Pero si, por el contrario, las murmuraciones de nuestros adversarios han ocupado de talmanera vuestros odos, que a los acusados ningn lugar se les d para responder de s;y si, por otra parte, estas impetuosas furias, sin que Vuestra Majestad las impida,prosiguen ejercitando su crueldad con prisiones, azotes, tormentos, cuchillo y fuego,nosotros ciertamente, como ovejas destinadas al matadero, padeceremos cuanto fuereposible; pero de tal manera que, en nuestra paciencia, poseeremos nuestras almas(Luc. 21:19), y esperaremos la fuerte mano del Seor, la cual, sin duda, cuando seatiempo, se mostrar armada, tanto para librar a los pobres de su afliccin, como paracastigar a estos menospreciadores, los cuales en el da de hoy tan a su placer triunfan.

    El Seor, Rey de reyes, quiera establecer el trono de Vuestra Majestad, oh fortsimo eilustrsimo Rey, en justicia, y vuestra silla en equidad.

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    Basilea, 23 de agosto de 1535.

    EPSTOLA AL CARDENAL SADOLETO

    Conviene recordar que Calvino, expulsado de Ginebra el 23 de abril de 1583, luego debreve estancia en Basilea, adonde se dirigi directamente, se traslad a Estrasburgo.

    Aqu era Martn Bucero el mximo defensor de la Reforma y l fue quien, como pocosaos antes Farel en Ginebra, retuvo a Calvino. Se haba convertido Estrasburgo enrefugio de unos mil quinientos franceses partidarios de la Reforma..., y solicitaban unpastor que en su lengua les hablase y con ellos celebrase el culto: En Calvino hallaron elpredicador y gua que necesitaban. Pronto dispusieron de una liturgia en francs en laque no poda faltar el cntico. A los Salmos compuestos por Clemente Maroto, aadiCalvino cinco Salmos ms, por l mismo traducidos, el Cntico de Simen y los DiezMandamientos, tambin para ser cantados por los fieles24. Aparte de stos y

    semejantes trabajos puramente pastorales, redacta en latn su Instruccin del ao1936, pero ampliada, conteniendo diecisiete captulos. En francs publica su Comentarioa la Epstola a los Romanos, tambin en el ao 1539 1540.

    Martn Bucero y sus compaeros en el ministerio guardaban estrechas relaciones conlos defensores de la Reforma en Alemania. Calvino mismo, recordando Ginebra, dice encierta ocasin: He vencido en maravillosos combates. Por broma, una tarde soltaronde cincuenta a sesenta disparos de arcabuz delante de mi casa. Pensis que esopodra extraar a un humilde escolar tmido, como soy, y como siempre lo ser, sinavergonzarme de confesarlo?

    Ahora, en otro ambiente, comenta y dice: Tanto como me he esforzado en continuarsindome fiel a m mismo, es decir, por no tomar parte en grandes asambleas, niseguirlas de cerca, no s por qu se me lleva repetidamente a jornadas imperiales(Haguenau, Worms, Ratisbona), donde de buena o mala gana me ha tocado hallarmeen compaa de muchas personas.

    Difcil, sino imposible, sera suponer cmo habran seguido las cosas, de no aconteceren la misma Ginebra algo inslito. Y ello fue, en sus comienzos, a causa de una cartadel cardenal Santiago Sadolet, obispo de Carprentras, al sur de Francia, dirigida a loshabitantes de Ginebra. Acompaa a Sadolet la fama de ser uno de los ms honestos

    prelados del siglo xvi-

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    . Era, segn otro investigador actual, un hombre erudito ypaciente, versado en ciencias clsicas y conocedor de los escritos eclesisticos yteolgicos de los primeros siglos. Incluso tena bastantes contactos con los partidariosdel humanismo en el campo de la Reforma 26

    24 A. M. Schmidt, o. a. c., pg. 41.25 Albert-Marie Schmidt, Jean Calvin et la tradition calvinienne, 1957, pg. 46, Ed. du Seuil.26 J. Kamphuis, Respuesta al cardenal Sadoleto, ed. de 1964, Rijswijk, Holanda, pg. 11.

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    En tono paternal y amistoso amonesta y exhorta Sadolet a los ginebrinos a reintegrarseal redil de la Iglesia Romana. Prudente, precavido, suficientemente experimentado asus sesenta y dos aos de edad, el cardenal, sin olvidar lo sucedido entre los aos 1532y 1535, ao en que fue expulsado de Ginebra el obispo catlico, supone que la ausenciaobligada de Calvino y sus denodados colegas desde el ao 1538, es el momento

    oportuno de volver a actuar. Despus del llamado Edicto de la Reforma (27 deagosto 1535), el Consejo General y el pueblo ginebrino haba adoptado la Reformaoficialmente el 21 de mayo de 153627. El cardenal logra que su epstola llegue a Ginebraen marzo del ao 1539. El Consejo General acusa recibo de la misma y anuncia queofrecer ms informacin. Ms informacin? Quin iba a darla? En Estrasburgoestaba Calvino y escriba justamente por aquellos das: ... Aunque por el presenteestoy descargado de la administracin de la iglesia de Ginebra, esto no es bice parasentir por ella amor paternal y caridad. No haba dejado de pensar en ella y laapreciaba tanto como a su propre me; como a su propia alma!

    En esto le llega el requerimiento de Ginebra, la solicitud de que conteste a la carta delcardenal. En seis das redacta Calvino su respuesta, fechada el 1 de septiembre de1539... Y pocos meses despus las libreras la ofrecan impresa en latn y en francs.

    La epstola de Calvino, aparte de contener datos histricos y biogrficos altamenteinteresantes, es una vibrante defensa, no slo de la Reforma ya asentada en Ginebra,sino del Evangelio, de la Palabra de Dios, que l siempre puso por encima de la Iglesia.

    El cardenal no volvi a respirar. El Consejo General, por su parte, ruega al Reformadorque regrese a Ginebra, y Calvino lo hace el 13 de septiembre de 1541, o sea, luego de

    haber sido anulado por el Consejo General el decreto de expulsin. Se le tributa unrecibimiento triunfal; pero l no se fa de estas cosas. Como buen Reformador no esningn triunfalista. Regresa a Ginebra, le esperan tiempos de arduas luchas, quesobrelleva con mucho valor y tesn extraordinario.

    Del cardenal Sadolet apenas habra quedado memoria a no ser por su fracasado intentoy por la contundencia proftica con que Calvino se le enfrent28.

    Puesto que por tu excelente doctrina y maravillosa gracia en el hablar has merecido (ycon toda justicia) ser temido en gran admiracin y estima entre los sabios de nuestrotiempo, y principalmente entre los verdaderos aficionados a las buenas letras, medisgustara sobremanera verme obligado con sta mi rplica y queja (que ahora podrsescuchar) a tocar pblicamente, sin herirlos, tu buen nombre y tu reputacin. Lo cualen verdad jams hubiera emprendido, de no haber sido apremiado y obligado a este

    27 Vase ndice ilustraciones.28 Texto completo de la Responsio ad Sadoleti epistolam, en castellano: Respuesta al cardenalSadoleto, Fundacin Editorial de Literatura Reformada, 1964. 0. a. c.

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    combate por una gran necesidad. Porque no ignoro qu gran maldad sera provocarinjustamente por codicia o simplemente por envidia a quien en su tiempo ha cumplidotan bien su deber con las buenas letras y disciplinas; y sobre todo cun odiosoresultara si los sabios se enterasen de que slo por enfado y disgusto, sin tener otra

    justa razn, haba dirigido mi pluma contra aquel a quien (y no sin razn) se le estima

    por sus cualidades y virtudes y es digno de amor, alabanza y aprecio. Sin embargo,despus de exponer el motivo y razn de mi empresa, espero que no slo quedarexento y absuelto de toda culpa, sino que, a mi entender, no habr nadie que juzgueque la causa por m patrocinada poda dejar de defenderla sin incurrir en cobardademasiado grande y en desprecio de mi ministerio.

    Desde no hace mucho tiempo has estado enviando cartas al consistorio y al pueblo deGinebra, con las cuales pretendas probar sus corazones y averiguar si queransometerse al podero y tirana del papa, de los que se han visto libres y apartados deuna vez para siempre. Y porque no convena mostrarse spero con aquellos de cuyofavor tenas necesidad para defender tu causa, por eso has empleado con ellos las artesde un buen orador. Pues desde el comienzo has procurado halagarles y engaarles consuaves palabras creyendo atraerles a tu opinin y achacando toda la malevolencia yacritud a aquellos por medio de los cuales se vieron libres de esta tirana.

    Y aqu es donde impetuosamente y a rienda suelta te desfogas contra quienes (segntus palabras) bajo la sombra y pretexto del Evangelio, con astucias y engaos, hansumido a esta pobre ciudad en tan gran turbacin respecto a la iglesia (de la que tecompadeces) y en tan gran desorden en lo tocante a la religin. En cuanto a m serefiere, Sadoleto, quiero que sepas que soy uno de aquellos contra los que hablas con

    tan gran clera y furor. Y aunque la verdadera religin ya haba sido erigida yestablecida, y la forma de su iglesia corregida, antes de haber sido llamado a ella, sinembargo, puesto que no slo la he corroborado con mi palabra y mi opinin, sino quetambin me he esforzado cuanto me ha sido posible en conservar y consolidar todo loestablecido antes por Farel y Vireto, yo no puedo honestamente ser excluido niseparado de ello en esta causa.

    Si te hubieras referido a m personalmente, sin duda alguna te hubiera perdonado todofcilmente en atencin a tu saber y al honor de las letras; pero al ver mi ministerio (queyo s est fundado y confirmado por la vocacin del Seor) herido y lastimado por lasllagas que me infieres, no sera paciencia, sino deslealtad, disimular en este punto,guardando silencio.

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    Ilustracin 2: El Salmo 137, segn la edicin de 1539, de Psaumes et cantiques (Strasburg)

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    En primer lugar, y como primer cargo, he ejercido en esta iglesia el oficio de lector29 ydespus el de ministro y pastor. Respecto a haber tenido el segundo cargo, mantengo,por propio derecho, que lo hice legtimamente y con sincera vocacin. Ahora bien, conqu cuidadosa diligencia y total entrega lo he administrado, no es necesariodemostrarlo con largos discursos. No pretendo atribuirme ninguna sutil inteligencia,

    erudicin, prudencia o destreza, ni siquiera diligencia. Pero yo s, sin embargo, concerteza delante de Cristo, mi juez, y de todos sus ngeles, que he caminado en estaiglesia con la pureza y sinceridad que convena a la obra del Seor: de lo cual los fielesdan amplio y excelente testimonio. As, pues, una vez que se conozca que mi ministerioviene de Dios (como ciertamente aparecer con claridad en el transcurso de estamateria), habr alguien que no juzgue mi silencio como fingido y disimulado y no meacuse de prevaricacin, si por callarme, sufro injuria y difamacin? Todos, pues,comprenden que me veo obligado por una imperiosa necesidad, y que adems notengo ms remedio que oponerme y refutar tus reproches y acusaciones, si es que noquiero traicioneramente rehuir la empresa que el Seor ha puesto en mis manos. El notener por el momento a mi cargo la administracin de la iglesia de Ginebra, no puede nidebe impedirme profesarle mi paternal amor y caridad; a aqulla, digo, en la quehabindome Dios ordenado una vez, me oblig a guardarle siempre fidelidad y lealtad.

    Viendo, pues, las redes que se tendan contra aqulla cuyo cuidado y solicitud quiere elSeor que tome sobre m; conociendo tambin los grandes y enormes peligros y riesgosen los que, de no proveer con diligencia y medios apropiados, podra caer rpidamentequin se atrevera a aconsejarme esperar con seguridad y paciencia el fin y trmino detales peligros? Pensad qu ridculo sera permanecer como estpido y atnito, sinprevenir la ruina de aquello por cuya proteccin es necesario vigilar da y noche.

    Pero bien veo que sera superfluo emplear en este punto un discurso ms largo, cuandot mismo me libras de tal dificultad. Pues si la vecindad de que hablas (que no es, sin

    embargo, tan grande) ha tenido tanta fuerza en ti que, queriendo mostrar la amistadque profesas a los habitantes de Ginebra, no has temido atacar con tan gran atrocidady furor, mi persona y mi buen nombre, a m me ser permitido, por derecho dehumanidad, queriendo proveer y entender en el pblico de la ciudad que tengoencomendada y por mayor ttulo que el de vecindad, impedir tus propsitos y esfuerzosque sin duda pretenden su total ruina y destruccin. Ms todava: an cuando notuviere nada que ver con la iglesia de Ginebra (de la que ciertamente no puedo desviarmi espritu, ni amar y estimar menos que a mi propia alma); an concediendo que no letuviere ningn afecto, en cuanto a mi propio ministerio ha sido injuriado falsamente ydifamado (el cual, por haber conocido que viene de Cristo, debo defenderlo, si es

    necesario, con mi propia sangre) cmo me va a ser posible aguantar, disimulando,tales cosas? Por lo cual no slo los lectores benvolos pueden juzgar fcilmente, sinotambin t, Sadoleto, t mismo puedes considerar y pensar que por varias y justasrazones me he visto obligado a tomar parte en este combate (si es que se puede llamarcombate a la sencilla y moderada defensa de mi inocencia); si bien no puedo sostenermi derecho sin englobar y mezclar en l a mis compaeros, con los que la razn de mi

    29 Es decir, exgeta o intrprete de la Biblia (a partir de agosto de 1536).

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    administracin ha permanecido tan inseparable que con sumo gusto tomara sobre mtodo lo que se quiera decir contra ellos. Sin embargo, procurar con todas mis fuerzasmostrar respeto a ti, al exponer y desarrollar esta causa, el mismo afecto que tuve alcomenzarla. Pues yo har que todos comprendan, no slo que te aventajo mucho enbuena y justa causa, en recta conciencia, en pureza de corazn, en lo rotundo de las

    frases y en buena fe, sino que tambin soy un poco ms constante en guardar ciertamodestia, dulzura y suavidad. Verdad es que a veces encontrars cosas punzantes, queposiblemente desgarrarn tu corazn; sin embargo, procurar que no salga de mninguna palabra fuerte ni dura, a no ser que la iniquidad de tu acusacin (con la que enprimer lugar he sido atacado), o la necesidad de la causa, me obliguen a ello. De todosmodos procurar que esta dureza y aspereza no lleguen a una intemperanciainsoportable, a fin de que los espritus de buen natural no se ofendan en modo algunoal ver tales inoportunas injurias.

    T llamas abandonar la verdad de Dios el hecho de haberse apartado los de Ginebra,instruidos por nuestra predicacin, del fango del error en que haban sido sumergidos y

    casi ahogados, y el hecho de haber vuelto a la pura doctrina del Evangelio. Y tambindices que es una verdadera separacin de la iglesia el haberse apartado de la sujecin ytirana papal, para disponer entre ellos de una mejor forma de iglesia. Examinemos,pues, ahora estos dos puntos.

    Por lo que se refiere a ste tu prembulo, que llena casi la tercera parte de tu carta,predicando la excelencia de la felicidad eterna, no es necesario que me extienda muchoen responderte. Pues aunque la consideracin de la vida eterna sea cosa digna de queest da y noche en nuestros odos y debamos ejercitamos sin cesar en su meditacin,no acabo de comprender, sin embargo, por qu te has detenido tanto en esto, a no serpara que te tengan en mayor estima y consideracin so pretexto y apariencia de

    religin o bien que, pensando alejar de ti toda mala sospecha, has querido hacer verque todo tu pensamiento versaba sobre la vida bienaventurada que hay en Dios; obien, has juzgado que aquellos a quienes escribas seran por sta tu larga exhortacinatrados y conmovidos de modo mejor (aunque no quiero adivinar cul era tuintencin); sin embargo, no creo sea propio de un autntico telogo el procurar que elhombre se quede en s mismo, en vez de mostrarle y ensearle que el comienzo de labuena reforma de su vida consiste en desear fomentar y dar realce a la gloria delSeor, ya que hemos nacido principalmente para Dios y no para nosotros mismos. Puesas como todas las cosas son suyas y en El subsisten, as tambin (como dice el

    Apstol)30 deben referirse por completo a l. Y as dice que el mismo Seor, para hacerms deseable a los hombres la gloria de su Nombre, les ha atemperado y moderado de

    tal manera el deseo de exaltarlo que los ha unido perpetuamente a nuestra salvacin.

    Pero dado que l ha enseado que este afecto debe dominar todo cuidado y codicia delbien y provecho que de ello nos podra venir, y que incluso la ley natural nos incita aestimarlo sobre todas las cosas (si por lo menos queremos rendirle el honor que le es

    30 Rom. 11:36.

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    debido), ciertamente el deber del cristiano consiste en remontarse por encima de lasimple bsqueda y consecucin de la salvacin de su alma. Por lo cual no habrninguna persona bien instruida y experimentada en la verdadera religin que no juzguesta tan larga y curiosa exhortacin al estudio de la vida celestial (la cual detiene alhombre en esto slo, sin elevarlo con una sola palabra a la santificacin del Nombre de

    Dios) como cosa de mal gusto y sin sabor alguno. Despus de esta santificacin teconceder de muy buen grado, que durante toda nuestra vida no debemos tender aotro fin ni tener otro propsito que el de conseguir esta suprema vocacin, pues es elfin principal que Dios nos ha propuesto en todos nuestros hechos, dichos ypensamientos. Y no hay, en verdad, cosa alguna que haga al hombre superior a losanimales como la comunicacin espiritual con Dios, con la esperanza de esta felicidadeterna. Incluso en todas nuestras predicaciones casi no pretendemos otra cosa queeducar y conmover los corazones de cada uno con la meditacin y estudio de estafelicidad eterna. Te puedo conceder de buen grado que todo el dao que puedaacontecer a nuestra salvacin no proviene de otra parte, sino del servicio de Diospervertido y ejecutado indebidamente. Y, por cierto, stas son, entre nosotros, lasprimeras instrucciones y enseanzas en las que acostumbramos a instruir, cuandotratamos de la verdadera piedad y religin a quienes queremos conquistar comodiscpulos para Jesucristo, a saber: que se guarden bien de calumniar locamente y a suplacer cualquier nueva forma de honrar a Dios, pero que sepan que slo es legtimoaquel servicio que desde el comienzo le fue agradable. Y sin embargo afirmamos, sobretodo, lo que est aprobado por el santo orculo de Dios: que ms vale obediencia quesacrificio31Finalmente, les inducimos y acostumbramos cuanto podemos a abandonartodos los servicios y formas de falsas calumnias y supersticiones, contentndose conuna sola regla y un solo mandamiento de Dios, segn lo ha revelado su Santa Palabra.

    Me veo obligado, por poner punto final, a prescindir de tales calumnias. En cuanto a lo

    que dices que, pretendiendo hacer en todo nuestro capricho, no hemos encontrado niun solo personaje en toda la iglesia a quien estimar digno de fe, ya hemos demostradosuficientemente que ello no es sino pura calumnia. Pues si bien ponemos la Palabra deDios por encima de cualquier juicio de los hombres y hemos, finalmente, concedido quelos concilios y los santos padres tienen cierta autoridad, con tal de que concuerden conla Palabra de Dios, juzgamos, sin embargo, a estos concilios y padres dignos tan slodel honor y del puesto que deben tener razonablemente despus de Cristo.

    Pero el ms grave de los crmenes que nos imputas consiste en afirmar que nos hemos

    esforzado en pervertir y dividir la esposa de Jesucristo. Si fuese esto cierto, t y elmundo entero podrais con razn considerarnos como desahuciados. Sin embargo nopuedo admitir en nosotros este crimen si antes no sostienes que la esposa de Cristo hasido destrozada por quienes desean entregarla a Cristo como casta virgen, por quienesestn posedos de un santo celo en conservarla ntegra, por quienes corrompidos, pordiversas concupiscencias, la devuelven a la fe marital, y por quienes finalmente no

    31 I Samuel, 15:22.

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    temen discutir con todos los adlteros que saban que trataban de corromper suhonestidad. Podamos nosotros haber hecho algo distinto de lo que hicimos? No habasido la honestidad de la iglesia corrompida, y, lo que es peor, violada con doctrinasextraas y peregrinas constituciones por gentes de vuestro bando? No la habaisprostituido violentamente con innumerables supersticiones? No estaba manchada con

    sta tan repugnante manera de adulterio? Por cierto que por no haber soportado queescarnecierais de esta manera el santsimo y sagrado altar y cmara nupcial de Cristo,se nos acusa de haber dividido a su esposa. Pero yo digo que esta divisin, de la quenos acusas falsamente es ms que visible entre vosotros y no slo respecto a la iglesiasino incluso respecto a Jesucristo, a quien vemos habis dividido vosotros. Cmo,pues, se juntar la iglesia con su Esposo, no pudiendo tenerlo ntegro y sano? Y dndeest la salud de Cristo, si la gloria de justicia, santidad y sabidura ha sido trasladada aotra parte? En verdad, antes de que encendisemos la guerra, todo estabaperfectamente tranquilo y pacfico. La pereza de los pastores y el asombro y estupidezdel pueblo haban logrado que en lo referente a la religin apenas hubiera entre ellosninguna diferencia. En cambio, con qu obstinacin disputaban los sofistas en lasescuelas! Por lo cual no tienes posibilidad de decir que vuestro reino estuviese tanpacfico, ya que esa tranquilidad se deba al hecho de que Cristo haba enmudecido, yestaba casi olvidado. Confieso que, despus de la nueva manifestacin del Evangelio, sehan provocado diversas fuertes disputas, anteriormente desconocidas. Pese a ello, nosera razonable achacar todo esto a los nuestros, quienes durante todo el transcurso desu accin slo han pretendido, restableciendo la verdadera religin, agrupar en unaperfecta e ntegra unin a las iglesias que se hallaban dispersas y divididas pordiscordias y disensiones. Y para no contar cosas antiguas, no han rehusado hace pocoque se restableciese la paz en la iglesia? En vano emprenden todos los caminosposibles, cuando vosotros procuris todo lo contrario. Y puesto que ellos piden una paz,

    en la que floreciese el Reino de Cristo; y vosotros juzgis que est perdido paravosotros lo que ha sido ganado para Cristo, nada tiene de extraordinario que osopongis con todo vuestro poder. Y as hallis el modo de destruir en un solo da todolo que han construido ellos para gloria de Cristo durante muchos meses.

    No quiero abrumarte con largos discursos, pues en una sola frase puedo resumir mipensamiento: Los nuestros estn dispuestos a dar razn de su doctrina y no rehusarndoblegarse si se les convence con argumentos. De quin depende ahora el que laiglesia no goce de una autntica paz y de la luz de la verdad? Ahora puedes irllamndonos sediciosos que no dejamos en paz a la iglesia. Por el contrario he aquque, no olvidando nada que pudiera servir para agravar nuestra causa, te complaces de

    nuevo en arrojar sobre nosotros toda la malevolencia por haberse estos ltimos aossuscitado varias sectas; pero piensa con qu equidad o bajo qu pretexto lo dices. Puessi por esto somos dignos de odio, tambin hubiera sido con todo derecho odiado en laantigedad el hombre cristiano por los infieles e incrdulos.

    Deja, pues, de atormentarnos y perseguirnos en este punto, o confiesa abiertamenteque hay que hacer desaparecer de la memoria de los hombres la religin cristiana, pues

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    es la causa de que se engendren tantos tumultos y sediciones en el mundo. Por lo cualno debe perjudicar a nuestra causa el que Satn haya procurado por todos los mediosimpedir la obra de Cristo. Mucho ms conveniente y necesario hubiera sido observarquin es el que ha procurado atacar todas estas sectas que han venido naciendo. Locierto es que nosotros solos hemos sostenido todo este gran peso, mientras vosotros

    dormais en la ociosidad.

    Haga el Seor que t, Sadoleto, y todos los tuyos, comprendis por fin, que el nicovnculo de unin eclesistica consiste en que Cristo nuestro Seor (que nos hareconciliado con Dios, su padre) nos aparte de esta indisciplina, unindonos en lasociedad de su cuerpo, para, de esta manera, mantenernos unidos en un solo corazn ypensamiento por su sola Palabra y por su Espritu.

    EPSTOLA A LOS ESTUDIANTES DE LYON

    Eran cinco; cinco estudiantes de teologa dispuestos a predicar en Lyon. Eran creyentesy entusiastas, y desoyendo con todo respeto el consejo de Calvino se fueron a la granciudad francesa. Traicionados, denunciados y apresados, les esperaba el martirio. Envano intervino Suiza, sobre todo el Estado de Berna, para lograr su liberacin. Laliteratura puramente novelstica se ha ocupado modernamente de ellos. Claro quedaque no se trataba de meros no-conformistas, sino de revolucionarios en Jesucristo.En el mismo ao en que el espaol Miguel Servet padeca el suplicio del fuego, lopadecieron ellos, el 16 de mayo de 1553.

    Anotamos al pie algunas referencias acerca del trgico acontecimiento y agradecemos adon Borge Pontoppidan la traduccin de la carta de Calvino. Una vez leda, sobra todocomentario.

    Quiz solamente valga una advertencia: Junto a la Leyenda negra que se refiere aEspaa, no olvidemos la Leyenda negra de Francia y de otros pases.

    Muy queridos hermanos mos:

    Finalmente, hemos llegado a saber por qu el mensajero de Berna ni siquiera ha vueltopor aqu: No tena la respuesta por nosotros tan deseada, pues el rey ha rehusadotajantemente todas las peticiones hechas por los seores de Berna y as podis verlopor la copia de las cartas. De ese lado, pues, nada podemos esperar.

    An ms; adonde quiera dirijamos la mirada en derredor nuestro, Dios nos ha cortadotodos los caminos. Menos mal, sin embargo, que la esperanza que en El y sus sagradas

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    promesas tenemos puesta jams ser frustrado. Por vuestra parte, no habis andadodesorientados poniendo vuestra esperanza y confianza no en cosas de aqu o de all,sino que siempre os habis apoyado en Dios, incluso cuando pareca factible salvarsecon ayuda de los hombres, cosa que tambin nosotros considerbamos posible.

    En la presente hora, la necesidad os exhorta ms que nunca a poner toda vuestraatencin en el cielo. Ignoramos an cmo ser el desenlace; mas como parece que leplace a Dios servirse de vuestra sangre para firmar32 su verdad, nada ser mejor, sinoque os dispongis a ello, rogndole que os someta de tal modo a su buen deseo33 queningn obstculo os impida ir adonde El os llame. Ya sabis, hermanos mos, que asnos cumple ser mortificados para serle ofrecidos en sacrificio.

    Inevitable es que hayis de sostener duros combates ideando que no se cumpla envosotros lo que a Pedro le fue dicho, o sea, que os llevarn adonde no queris ir34. Pero

    vosotros conocis la fuerza interior con que luchar y que sostiene a quienes en ellaconfan de modo que nunca se vern sorprendidos y mucho menos sumidos enconfusin.

    No dudis, pues, hermanos mos, de que seris fortalecidos segn la provisin delEspritu de nuestro Seor Jesucristo, para que no desmayis bajo el peso de latentacin, por fuerte que ella sea; como El tampoco desfalleci, sino que obtuvo tangloriosa victoria, victoria que nos es la garanta infalible de nuestro triunfo en medio denuestras miserias.

    Dado que a Dios le place emplearos hasta la muerte para mantener su querella35. Elmismo os tender su poderosa mano, a fin de que luchis sin cesar y no permitir queni una sola gota de vuestra sangre sea derramada en vano. Y aunque el fruto de ello nose muestre enseguida, ser conocido con el tiempo y esto ms extensamente de lo quenosotros mismos podemos imaginar. De la misma manera que El os ha concedido elprivilegio de que ya ahora tengan fama vuestras tribulacionespues por todas partesse ha corrido la voz ser preciso que, pese a los deseos de Satans, el eco de vuestramuerte retumbe ms fragorosamente, con el fin de que sea exaltado el nombre denuestro buen Dios.

    Si a nuestro buen Padre le place recogeros para s, yo, por mi parte, no dudo de que Elos haya preservado y mantenido hasta ahora con objeto de que vuestra larga prisin

    32 En el texto original: ... pour signer Sa verit.33 En el texto original: ... Son bon plaisir.34 Referencia al Ev. Juan, 21:18.35 En el texto original: ... mantenir Sa querelle.

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    signifique una preparacin para poder despertar ms vivamente a aquellos que l hadecidido edificar con vuestro final. Y es que, hagan cuanto quieran los enemigos, nuncaconseguirn esconder lo que Dios ha hecho relumbrar en vosotros al ser contempladohasta desde muy lejos. Si yo no pretendo consolaros ni exhortaros ms es sabiendo queel Padre celestial os dar a conocer lo que su consuelo vale, y sabiendo tambin que

    vosotros meditis diligentemente en lo que El os propone mediante su Palabra. Enrealidad, El ha demostrado ya cmo su poder habita en vosotros, y esto de tal modoque podernos estar muy seguros de que El perseverar hasta el fin.

    Sabis que al abandonar este mundo no vamos hacia algo desconocido; no solamentelo sabis porque abrigis la seguridad de la existencia de una vida celestial, sino quetambin por el hecho de estar convencidos de la libre adopcin de nuestro Dios, irisall como a vuestra heredad.

    El hecho de que Dios os haya destinado a ser mrtires de su Hijo os servir como unaseal de sobreabundancia. Todava no ha llegado el combate al que el Espritu de Diosno solamente os exhorta os enfrentis andando, sino corriendo. Son tentaciones durasy difciles el ver el orgullo tan grande de los enemigos de la verdad sin que seareprimido desde lo alto y presenciar su tan desenfrenada furia sin que Dios se cuide delos suyos para aliviarlos. Pero el recordar que nuestra vida est escondida36 y que nosconviene asemejamos a los muertos no es una mera doctrina pasajera, sino de valorpermanente. Entonces no encontramos extrao que las aflicciones continen. En tantoa Dios le plazca dar rienda suelta a sus enemigos durante largo tiempo, es nuestrodeber el mantenernos serenos por mucho que se demore nuestra redencin.

    Por lo dems, si El ha prometido juzgar a quienes han subyugado a su pueblo, nodudamos de que El tendr ya preparado un terrible castigo para los que cruelmente hanperseguido a aqullos que invocan con pureza el nombre de Dios.

    Poned, pues, en prctica la mxima de David, no olvidando la ley del Seor, por muchoque vuestra vida dependa de vosotros mismos para abandonarla en cualquiermomento.

    En vista de que El os emplea en una causa tan digna como es el testimonio delEvangelio, no debis dudar que vuestras vidas le son valiosas. Se acerca la hora en quela tierra revelar la sangre que ha permanecido oculta, la hora en la que nosotros,despus de haber sido desvestidos de stos nuestros cuerpos perecederos, seremosrestaurados plenamente.

    36 Referencia a Ep. Col., 3:3.

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    Entretanto, sea el Hijo de Dios glorificado en nuestros sufrimientos y dmonos porcontentos de este testimonio; pues no somos simplemente perseguidos yavergonzados, sino que lo somos por esperar en el Dios viviente. Si provocamos almundo con su vanidad y orgullo es porque iremos a parar a aquel reino eterno, dondedisfrutamos plenamente de los bienes que en esta tierra nicamente poseemos en

    esperanza.

    Hermanos mos: Encomendndome, primero, a vuestras oraciones, suplicar a nuestrobuen Dios os mantenga bajo su santa proteccin, os fortifique ms y ms en su poder,os haga sentir el cuidado que El tiene de vuestra salvacin y aumente en vosotros losdones de su Espritu para que sirvan a su gloria hasta el final.

    Desde Ginebra, mayo 1553 Vuestro humilde hermano. JEAN CALVIN

    P. S.

    No me dirijo a ninguno de los hermanos en particular, porque supongo que la presenteles servir a todos en comn. Si he aplazado hasta ahora el escribiros ha sido a causade la incertidumbre acerca de vuestra situacin y para no molestaros en vano.Directamente rogar a nuestro buen Dios que, para fortaleceros, mantenga su manoextendida sobre vosotros.

    CAPITULO 3: CALVINO Y SERVET

    El doloroso episodio del proceso y, sobre todo, de la condena del mdico espaolMiguel Servet, apenas tendra cabida en una Antologa del Reformador. Pero, por otrolado, no conviene silenciarlo, dado que el acontecimiento viene siendo explotado encontra del mismo Calvino..., aunque, a fin de cuentas, la investigacin histrica, ajena acualquier sectarismo, ya ha puesto las cosas en su debido lugar. Justamente losespaoles somos los menos llamados a vilipendiar a Calvino si tenemos presente lo queen nuestro propio suelo y por las mismas fechas, ms o menos, sucedi en Espaa37.

    Prescindiendo de esto y rechazando decididamente la leyenda negra, tambin yabastante corregida y reducida a justos lmites, el caso de Servet puede ser analizadosin caer o recaer en consideraciones extremistas.

    37 A guisa de ejemplo, sirvan de consulta, entre otras obras: B Llorca, La Inquisicin espaola, Ed.Labor, 1936; V. Palacio Atard, Razn de la Inquisicin, Madrid, 1954.

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    Dejemos a un lado, por lo pronto, la posible ascendencia hispano-judaica del genialespaol, hombre inquieto y escasamente disciplinado, que no solamente negaba enrotundo la existencia de la Santsima Trinidad, sino que lleg a suponerse superior almismo Calvino. Ambas cosas fueron causa de su perdicin. El que anduviese fuera deEspaa como tantos otros espaoles de su tiempo ya denota que no se hallaba a gusto

    en su patria. Pero en el mismo caso nos hallamos con Luis Vives o con el conquenseJuan de Valds, personas pacficas y constructivas al lado de tantas otras que han dadorenombre al genio espaol allende las fronteras durante el mismo siglo. Miguel Servetestaba animado de un carcter destructivo y dominado por un orgullo desmesurado.Mucho antes de su postrera desgracia se haba relacionado por carta con Calvino. Elaborrecimiento a la Iglesia catlico-romana puede considerarse como innato enServet. Por eso precisamente la Reforma ginebrina y la Instruccin de Calvino eranpara l demasiado poco revolucionarias. Y las quiso superar. Si a semejanza delprofesor Karlstadt o Thomas Mnzer se las hubiera visto con Lutero, habra tenido quecontentarse con la emigracin. Pero el Estado de Ginebra, la Repblica ginebrina, consu Pequeo y Gran Consejo, era una cosa muy distinta a los Estados alemanes.

    Por otra parte, Servet, con todo su sincero apego a Jesucristo como Hijo de Dios,ignoraba en absoluto que la Reforma no era ni mero anti papismo y mucho menos anticatolicismo. En el campo de la ciencia goz Servet durante algn tiempo buena fama...;pero cuando declar que la astrologa y la medicina resultan inseparables tuvo queabandonar Pars (ao 1537). El arzobispo de Vienne le acept como su mdico decabecera, se sinti halagado de que Servet le dedicase la traduccin de la Geografa deTolomeo... e ignoraba que, por otra parte, aquel espaol de comunin diaria estabaredactando toda una obra en la que, entre otras cosas, escriba acerca del papado:

    Oh monstruo, el peor de todas las bestias, la ms desvergonzada mujer pblica...,sinagoga de Satans!.... Esta obra que haba de publicarse con ms de 700 pginasera la tristemente famosa Restitutio (exactamente: Christianisme Restitutio, o sea,Restauracin del Cristianismo), cuyos ataques tanto se dirigan contra la Instituto deCalvino como tambin contra la doctrina catlico-romana. Mstico y profeta a la vez,Miguel Servet se pronunciaba contra la Trinidad, la justificacin por la fe, el bautismoinfantil. El libro se publica en Francia (Vienne), en el ao 1552, sin nombre del autor...;pero con sus inciales M. S. V., que corresponden a su nombre latinizado: MichaelServetus Villanovanus38. Del millar de ejemplares de la Restitutio llegaron algunos aGinebra, donde Calvino ya haba recibido un ejemplar de su Instituto glosada porServet burlonamente.

    38 Calvin, E. Stickelberger, pg. 118 sgs. Gotha, 1930.

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    Ilustracin 3: Reproduccin del documento de la sesin del Consejo General en la que elpueblo de Ginebra adopto la reforma. (21-05-1536)

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    Finalmente, la iglesia catlica de Francia encarcela al fantstico espaol y le condena ala hoguera. Pero Servet consigue huir y slo es quemado en efigie sostenida por cincomontones de sus libros39. Huye Servet y, nunca se sabr de cierto por qu, buscarefugio en Ginebra. Durante un mes permanece escondido y cuando se muestra enpblico lo hace apoyado por el partido de los libertistas, que acaudillan Ami Perrin,

    Berthelier y otros, todos ellos acrrimos enemigos de Calvino. Este mismo se encargade que el espaol sea apresado y encausado. Lo defienden los libertistas40. A talpunto llega la tensin que Calvino se encuentra a punto de tener que abandonarGinebra como en el ao 1538. Pero el Reformador demuestra una entereza nadaextraa en l: Se niega a dar la comunin a Berthelier y otros libertistas. Su sermndominical vespertino concluye con estas palabras: No olvidis que desde hace muchosaos he trabajado da y noche por la salvacin de vuestras almas. Permaneced fieles ala pura doctrina que os he enseado. Y ahora, hermanos mos, os encomiendo con el

    Apstol a Dios y a la palabra de su gracia41

    Desde la prisin Servet no cesa de escribir a sus amigos, al Consejo, y dice: Seores,

    exijo que mi acusador sufra la poena talionis, y que sea puesto en la crcel igual que yohasta que la cuestin resulte decidida con su muerte o con la ma o con otro castigo.

    Los ginebrinos, prudentes y queriendo evitar una guerra civil, se dirigieron a los Estadosde Basilea, Zrich, Schaffhausen y Berna. Un Estado tras otro se mostraron conformescon la condena a muerte de Servet. Y el Consejo de Ginebra adopt la decisin: ...Porque t, Miguel Servet de Villanueva, en el espaol reino de Aragn, has manifestadoblasfemias terribles contra la Trinidad, contra el Hijo de Dios y dems fundamentos dela fe cristiana...; porque has calificado la Santsima Trinidad como un demonio ymonstruo de tres cabezas; porque has intentado perder a las pobres almasescarneciendo la honra y majestad de Dios con palabras demasiado horribles para ser

    repetidas; porque sin atender a toda amonestacin consideras a los cristianos comoateos y magos...

    Declaramos, como concejales y jueces de esta ciudad, usando de nuestro cargo ycompetencia, que estamos obligados a defender la cristiandad contra toda seduccin ymalsana pestilencia y acordamos que t, Miguel Servet, seas conducido, maniatado, allugar de Champel, seas encadenado al madero y ardas juntamente con tus libros hastaser reducido a cenizas, a fin de que ello sirva de ejemplo a todos los blasfemos.42

    Calvino tuvo, desde luego, arte y parte en esta condena; pero intent por todos losmedios evitar que Servet fuese quemado43

    El da antes de la terrible ejecucin Calvino en presencia de dos testigos miembros delConsejo, que tomaban nota de la conversacin, dice a Servet: Puedes creerme que

    39 O. a. c. pg. 124.40 Preferimos este calificativo al de libertinos, cuyo significado actual es muy otro.41 E. Stickelberger o. a. c. pg. 134.42 O. a. c., pgs. 137-13843 Escribe a un amigo, diciendo: Nos hemos esforzado en que la ejecucin sea de otra manera. Ya tecomunicar de palabra por qu no lo logramos. E. Stickelbereger, o. a. c. pg. 138.

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    nunca he pretendido perseguirte por haberme ofendido, como lo has hecho.Recuerdas que hace diecisis aos quise encontrarme contigo en Pars aunarriesgando mi vida y con el nico deseo de ganarte para el Seor? Y ms tarde,cuando andabas errante, no he intentado con mis cartas sealarte el buen caminohasta que en vista de mi firmeza empezaste a odiarme? Pero no hablemos de m ni del

    pasado. Vas a suplicar a Dios eterno el perdn, ya que tanto le has escarnecido?Piensas reconciliarte con el Hijo de Dios? Si niegas que l se hizo como uno denosotros, se hizo hombre, destruyes los lazos de unidad fraternal que nos unen anuestro Salvador y aniquilas nuestra nica esperanza...44

    Servet le responde con buenas palabras, pero se niega a retractarse. Por un ladocomprende que aquellos que l consideraba amigos no han hecho otra cosa sinoemplearle en contra de Calvino; por otra parte no le espanta tanto la muerte como paraabjurar de sus ideas, que l considera justas. A hora temprana del da 27 de octubre de1553 muere Miguel Servet. Le acompaa el viejo pastor Farel y ste y otros oyen lasltimas palabras del desdichado: Jess, Hijo del Dios eterno, apidate de m!45

    Trgico destino el de un hombre tan dotado como Miguel Servet, vctima de sus propiasculpas y de las ajenas.

    El famoso historiador francs y librepensador Michelet ha escrito lo siguiente: Fui enpersona a Ginebra para formarme mi propia idea. Como libre-pensador me inclinaba porServet y sus amigos, los bra las cosas se me presentaron de otro modo que en loslibros de Historia aparecen descritas. De la lectura de las Actas del Consejo saqu laconviccin de que los libertistas abrigaban el plan de entregar la ciudad a Francia...Servet contaba con la victoria de los libertistas y por eso se dirigi a Ginebra, lo cualhaba de resultarle fatdico. No cabe duda de que Calvino estaba persuadido de tenerque salvar la fe, la patria, los cambios radicales que en Europa estaban padeciendo las

    mentes...46Un hombre tan pacfico y conciliante como Felipe Melanchthon escribe casi un ao mstarde al Re-formador, dicindole: ... La Iglesia de Cristo te quedar reconocida tantoahora como tambin en tiempos futuros. Vuestra magistratura ha actuado contra eseblasfemo como la justicia manda... ".47

    Pero el hecho de la muerte, o mejor dicho, suplicio de Servetsuplicio que tantos otroscompartieron con l en aquellas fechas y en los ms diversos pases europeossiempre persistir en su caso y en todos los dems casos semejantes como un baldnpara la cristiandad. De aqu que el mayor bigrafo de Calvino, el profesor E. Doumerge,promoviese que en la misma plaza de Champel donde feneci Servet se levantase unmonumento expiatorio. Justamente trescientos cincuenta aos despus, o sea, el 27 deoctubre de 1903, fue erigido un monolito que ostenta el nombre y los datos delnacimiento y muerte del espaol y tambin la siguiente inscripcin: Hijos respetuosos

    44 0. a. c. pg. 140.45 0. a. c. pg. 140.46 E. Doumergue, Jean Calvin, les homes, et les choses de son temps, tomo VI, pg. 363.47 E. Stickelberger, o. a. c. pg. 141.

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    y reconocidos de Calvino, nuestro gran Reformador, pero condenando un error que fueel de su poca, y firmemente adheridos a la libertad de conciencia, segn losverdaderos principios de la Reforma y del Evangelio, hemos levantado este monumentoexpiatorio el 27 de octubre de 1903.48

    No estar de ms recordar que las iglesias presbiterianas49 de Suiza, Francia, Holanda,Inglaterra y los Estados Unidos contribuyeron a la rehabilitacin (por qu no decirloas?) tanto de Miguel Servet como del mismo Calvino. Y es que la ereccin delmonumento expiatorio supone mucho ms que un gesto de concordia y mucho menosque un acto de contricin, aunque de ambas cosas algo haya. El monumento es todoun smbolo de tolerancia y comprensin frente a la intolerancia y la incomprensin entrelos cristianos, que tanto tenemos que aprender an de Aqul que muri en la cruz.

    CAPITULO 4: PRIMER CATECISMO DE GINEBRA

    En el ao 1537 compuso Calvino una especie de ensayo de catecismo, queinmediatamente fue publicado. Estaba destinado a la enseanza en general y redactadoa la manera del Catecismo Mayor de Lutero.50

    Este primer catecismo ginebrino sigue el orden clsico, empezando por el Declogo yconcluyendo con el Padrenuestro. No contiene preguntas ni respuestas como, mstarde, habran de figurar en el Catecismo de la Iglesia de Ginebra, que ofrece nuestra

    Antologa.

    Gracias al telogo francs P. Courthial, disponemos desde el ao 1957 de una redaccinmoderna del primer catecismo de Ginebra51, que dicho corrector ha titulado: Breveinstruccin cristiana y de la cual poseemos una reciente versin en castellano52 Deesta versin nos hemos valido para reproducir el texto referente al Declogo y a laoracin.

    48 C. H. Irwing,

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    Los dems puntos de que trata el catecismo de Calvino se hallan en esta Antologa eigualmente los detalles que le conciernen.

    LOS DIEZ MANDAMIENTOS

    En la Ley de Dios se nos ha dado una perfectsima regla de toda justicia, que podemosllamar con razn la voluntad eterna del Seor, pues ha resumido plenamente y conclaridad en dos Tablas todo lo que exige de nosotros.

    En la primera Tabla nos ha prescrito, en pocos mandamientos, cul es el servicioagradable a su Majestad. En la segunda, cules son las obligaciones de caridad quetenemos con el prjimo.

    Escuchmosla, pues, y veremos en seguida qu doctrina debemos aprender y al mismotiempo qu fruto debemos sacar.

    PRIMER MANDAMIENTOYo soy Jehov tu Dios, que te saqu de la tierra de Egipto, de casa de siervos. Notendrs dioses ajenos delante de m.

    La primera parte de este mandamiento es como una introduccin a toda la Ley. Pues alafirmar que El es Jehov, nuestro Dios, Dios se declara como quien tiene el derechode mandar y a cuyo mandato se debe obediencia, segn lo dice por su Profeta: Si,pues, soy yo padre, qu es de mi honra? y si soy seor, qu de mi temor?

    De igual modo recuerda sus beneficios, poniendo en evidencia nuestra ingratitud si noobedecemos a su voz. Pues por esta misma bondad con la que antes sac al pueblo

    judo de la servidumbre de Egipto, libra tambin a todos sus servidores del eternoEgipto, es decir, del poder del pecado.

    Su prohibicin de tener otros dioses significa que no debemos atribuir a nadie nadade lo que pertenece a Dios. Aade delante de m, declarando de este modo quequiere ser reconocido como Dios, no slo con una confesin externa sino con todaverdad, desde lo ntimo del corazn.

    Pues bien, estas cosas pertenecen nicamente a Dios, y no pueden transferirse aningn otro sin arrebatrselas a l. Estas cosas son: que le adoremos a l slo, que nosapoyemos en El con toda nuestra confianza y con toda nuestra esperanza, quereconozcamos que todo lo bueno y santo proviene de l, y que le tributemos la

    alabanza por toda su bondad y santidad.

    SEGUNDO MANDAMIENTO

    No te hars imagen, ni ninguna semejanza de cosa que est arriba en el cielo, niabajo en la tierra, ni en las aguas debajo de la tierra. No te inclinars a ellas, ni lashonrars.

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    Del mismo modo que por el mandamiento anterior declar que era el nico Dios, asahora dice quin es y cmo debe ser honrado y servido.

    Prohbe, pues, que le atribuyamos alguna semejanza; y la razn de esto nos la da enel captulo 4 del Deuteronomio y en el captulo 40 de Isaas, a saber: que el Espritu notiene ningn parecido con el cuerpo.

    Por lo dems, prohbe que demos culto a ninguna imagen.

    Aprendamos, pues, de este mandamiento que el servicio y el honor de Dios sonespirituales: pues, como El es Espritu, quiere ser honrado y servido en espritu y enverdad.

    Inmediatamente aade una terrible amenaza, con la que declara cun gravemente se leofende quebrantando este mandamiento: porque yo soy Jehov tu Dios, fuerte,celoso, que visito la maldad de los padres sobre los hijos, hasta la tercera y cuartageneracin de los que me aborrecen, y hago misericordia a millares, a los que me amany guardan mis mandamientos.

    Que es como si dijera que El es el nico en quien debemos descansar y que no soportapongamos a nadie a su lado. E incluso que defender su Majestad y su Gloria si algunosla transfieren a las imgenes o a cualquier otra cosa; y no de una vez para siempre,sino en los padres, hijos y descendientes, es decir, en todos, mientras imiten laimpiedad de sus padres; del mismo modo que manifiesta su misericordia y dulzura a losque aman y guardan su Ley. En todo lo cual nos declara la grandeza de su misericordiaque la extiende hasta mil generaciones, mientras que slo asigna cuatro generaciones asu venganza.

    TERCER MANDAMIENTO

    No tomars el nombre de Jehov tu Dios en vano; porque no dar por inocenteJehov al que tomare su nombre en vano.

    Nos prohbe aqu abusar de su santo y sagrado Nombre en los juramentos paraconfirmar cosas vanas o mentiras; pues los juramentos no deben servirnos para placero deleite, sino como una justa necesidad cuando se trata de mantener la gloria delSeor o cuando es necesario afirmar algo que sirve para edificacin. Y prohbeterminantemente que marchemos en lo ms mnimo su santo y sagrado Nombre; por elcontrario, tenemos que usar este Nombre con reverencia y con toda dignidad, segn loexige su santidad, trtese de un juramento que nosotros pronunciemos, o de cualquiercosa que nos propongamos delante de l.

    Y puesto, que el principal uso que debemos hacer de este Nombre es invocarlo,aprendemos qu clase de invocacin es la que aqu nos manda.

    Finalmente, anuncia en este mandamiento un castigo, con el fin de que quienes hayanprofanado con injurias y otras blasfemias la santidad de su Nombre, no crean quepodrn escapar de la venganza.

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    CUARTO MANDAMIENTO

    Acordarte has del da del reposo, para santificarlo. Seis das trabajars, y hars toda tuobra; mas el sptimo da ser reposo para Jehov tu Dios; no hagas en l obra alguna,t, ni tu hijo, ni tu hija, ni tu siervo, ni tu criada ni tu bestia, ni tu extranjero que est

    dentro de tus puertas. Porque en seis das hizo Jehov los cielos y la tierra, la mar ytodas las cosas que en ellos hay, y repos en el sptimo da; por tanto, Jehov bendijoel da del reposo y lo santific.

    Vemos que ha promulgado este mandamiento por tres motivos: Primero; porque elSeor ha querido, por medio del reposo del sptimo da, dar a entender al pueblo deIsrael el reposo espiritual en el cual deben los fieles abandonar sus propias obras paraque el Seor obre en ellos.

    En segundo lugar, ha querido que existiese un da ordenado para reunirse, paraescuchar su Ley y tomar parte en su