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La cabaña del bosque

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Relato de "terror". Informática 2º Bach. José Antonio Bautista Recio y José David Cano de la Cruz.

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Page 1: La cabaña del bosque

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LA CABAÑA DEL BOSQUE

Page 2: La cabaña del bosque

ra una noche fría y oscura de otoño.

Había comenzado a llover unas horas

atrás, y no había parado en ningún

momento. El coche avanzaba por la carretera

secundaria que unía los dos pueblos más

importantes de la comarca. Pero la carretera

estaba demasiado mojada, y el coche se estaba

quedando sin gasolina.

- ¡Vamos a tener que parar en el pueblo más

cercano! – exclamó Jaime Lozano, el padre de

familia, viendo cómo la

flecha que indicaba la

cantidad de gasolina que

les quedaba se acercaba al

cero- ¡Con suerte habrá

gasolina suficiente para

llegar a Villanueva sanos

y salvos!

El coche giró a la derecha, cuando Jaime vio una

señal en la que se podía leer: “Villa Horrores”.

- ¿Quién pone nombre a estos pueblos? –

preguntó su mujer, Marta Bermúdez, asombrada

ante el tenebroso nombre del pueblo al que

llegaban.

Comenzó a llover aún más fuerte, así que Jaime

aceleró.

E

Page 3: La cabaña del bosque

A los cinco minutos, llegaron a la entrada de

“Villa Horrores”, un pueblo que solo constaba de

una calle, de algunos comercios y unas pocas

viviendas. Jaime aparcó su coche frente a un

edificio con un feo cartel, en el que se leía: “Hostal

Horrores”. Jaime entró en el hostal, tapándose

con su chaquetón.

- Disculpe –Jaime se acercó al recepcionista,

que se había quedado dormido sobre el

mostrador- ¿Hay una gasolinera por aquí cerca?

- Lo siento, señor –el recepcionista bebió un

sorbo de agua de un vaso que tenía al lado– No

hay gasolineras en 50 km a la redonda.

- Pues no creo que podamos llegar a Villanueva

sin apenas gasolina… ¿Tendrían una habitación

libre en el motel?

- No –respondió el recepcionista, tras ojear la

lista de habitaciones– Están todas ocupadas por

culpa de un congreso que se realizará mañana.

- ¿Y no hay ningún lugar donde podamos

hospedarnos esta noche? suplicó Jaime, viendo

que tendrían que pasar la noche en su coche, y

con el ruido de las gotas de lluvia cayendo sobre

el capó de fondo.

- Bueno… ¡Quizás puedan dormir en un lugar

especial! –el recepcionista puso una misteriosa

risita diabólica mientras le tendía una llave a

Jaime– Hay una cabaña en el bosque, a unos 200

Page 4: La cabaña del bosque

metros de aquí. Podrán pasar allí la noche, y por

la mañana me pagarán lo que consuman… Si

pueden…

- Bueno, pues muchas gracias –Jaime cogió la

llave y el mapa que el recepcionista les había

ofrecido para poder encontrar la cabaña, y

volvió junto con Marta y su hijo.

- Pasaremos la noche en una cabaña rural que

hay aquí cerca, y por la mañana pensaremos con

más detenimiento cómo conseguiremos la

gasolina –les explicó Jaime. Arrancó el coche, y

condujo hasta la cabaña, a la cual se llegaba a

través de un sendero rocoso que atravesaba un

bosque. La familia entera entró en ella, cenaron

con los víveres que habían traído en el coche, y se

acostaron en una

cama familiar que se

encontraba en el

cuarto principal del

piso superior.

Pasaron las horas. La tormenta subió aún más su

intensidad, y los primeros relámpagos

aparecieron en el cielo. Fran, el hijo de Marta y

Jaime, observaba la lluvia a través de la ventana

del cuarto principal, ya que no podía dormir.

Se levantó para ir al servicio. Los relámpagos

proyectaban unas sombras tenebrosas que hacían

Page 5: La cabaña del bosque

asustar al pequeño. Llegó al cuarto de baño al fin.

Se miró al espejo tras lavarse la cara, y entonces

observó que él no era el único que se estaba

reflejando en aquel espejo. Un hombre mayor, con

la cara arrugada y la piel blanquecina, le

observaba justo detrás suya. El niño empezó a

gritar, al descubrir que un extraño se había

colado en la cabaña. Pero, para colmo, cuando se

dio la vuelta, descubrió… ¡que ese hombre que se

había reflejado no estaba allí!

- ¡Un fantasma! –exclamó el niño, asustado, y

fue corriendo a la habitación principal,

despertando con sus chillidos a Jaime.

- Francisco… ¿qué te pasa? –Preguntó su

padre, extrañado por el comportamiento del

pequeño- ¿Qué te ocurre?

- ¡Un fantasma! ¡Hay

un fantasma en la cabaña!

- ¿Cómo va a haber un

fantasma? ¡Los fantasmas

no existen, cariño!

- ¡Papá! ¡Es verdad!

¡Ven conmigo al cuarto de

baño y te lo demostraré!

El niño cogió del brazo a Jaime, quien se levantó

a regañadientes de la cama para acompañarle. El

cuarto de baño estaba vacío, tal y como era de

esperar, pero de repente ocurrió algo que hizo

Page 6: La cabaña del bosque

saltar del susto a Jaime: la puerta del cuarto de

baño se cerró con el portazo más fuerte que

habían escuchado en su vida.

- ¡Es el fantasma! ¡Ha cerrado la puerta y nos

va a matar! –exclamó el niño, pero Jaime fue

corriendo a abrirla, y tranquilizarle. Pero el

problema fue, que la puerta no se abría.

- ¡Genial! –exclamó Jaime, y pidió ayuda a su

mujer, que no se había levantado aún. Pero ella

no contestó. Por el contrario, empezó a gritar

pidiéndoles auxilio.

- ¡Ha ido a por mamá! –exclamó Fran- ¡El

fantasma ha ido a por mamá!

- Tranquilo, hijo. Seguro que no le ha pasado

nada… ¡Se habrá caído de la cama! –le dijo Jaime,

para tranquilizante, pero la verdad es que se

estaba poniendo muy nervioso.

Empezó a golpear la puerta con el hombro, para

tirar la puerta abajo y descubrir qué le pasaba a

su mujer. Una vez la puerta se salió de sus

goznes, atravesaron el pasillo, entraron a la

habitación principal y descubrieron que Marta

yacía inconsciente en el suelo de la habitación.

- ¡Marta! ¡Marta! –exclamó Jaime, cogiendo

en brazos a su mujer- ¿Qué te ha pasado?

Marta abrió levemente los ojos, y solo susurró

una palabra: fantasma.

Page 7: La cabaña del bosque

- Papá… ¿qué hacemos?

¡El fantasma nos va a matar!

–el niño bajó corriendo las

escaleras, fue a la cocina,

cogió un vaso, lo llenó de

agua, y volvió a la

habitación, dónde le dio el

vaso a su madre. Poco a

poco, Marta fue recuperando

el color, y cuando ya pudo

mantenerse en pie, comenzó a contarles lo que le

había pasado:

- Estaba durmiendo, de repente he notado

como una fuerza me arrastraba hacia el techo,

caí al suelo, y justo antes de quedarme

inconsciente, vi como una silueta fantasmagórica

atravesaba el pasillo, y bajaba las escaleras.

- ¡Vámonos de aquí, papá! –exclamó de nuevo

el niño.

- Tranquilos. Vayamos al pueblo, y pidamos

explicaciones al recepcionista.

- Pero... ¡si está diluviando, y apenas nos

queda combustible! –protestó la mujer, pero Jaime

ya lo había decidido: salieron del dormitorio

principal, y bajaron al salón. Pero allí les

esperaba una sorpresa más…

Page 8: La cabaña del bosque

- ¿Qué hace la puerta abierta? –preguntó

Marta, al ver que la lluvia estaba entrando en el

salón a través de la entrada.

- No lo sé, pero vamonos –Jaime avanzó hasta

la entrada, pero en el momento en que se

acercaba al quicio de la puerta, esta se cerró de

golpe y le dio a Jaime en las narices.

- ¿Qué hacéis en mi casa? –una voz se escuchó

por toda la casa, y Jaime intentó abrir la puerta

de forma desesperada, pero esta no cedía.

- Papá… ¡El fantasma! –Fran señaló las

escaleras, por dónde la fantasmal figura de una

persona vestida a la costumbre del siglo XIX,

bajaba. A Marta y Fran se le salieron los ojos de

las órbitas, y Jaime seguía sin poder abrir la

puerta.

Por fin, cuando el fantasma estaba al pie de las

escaleras, la puerta cedió, y la familia entera

pudo salir. Corrieron por el sendero, sin mirar

atrás, y sin pensar en el coche. La lluvia les

estaba calando hasta los huesos, pero ellos solo

podían pensar en llegar al hostal sanos y salvos.

Corrieron y corrieron, más de lo que nunca lo

habían hecho, pero el pueblo no aparecía.

- ¡Tan lejos no estaba la vez que vinimos en

coche…! –exclamó Jaime, que cogió en brazos a

Fran, e intentó taparlo, para que la lluvia no le

hiciera resfriarse.

Page 9: La cabaña del bosque

En lugar del pueblo, llegaron

a una carretera, por la que

antes no habían pasado, y

como había un coche que

estaba pasando en ese

momento, le hicieron señas. El

conductor le dejó que

entraran sin problemas, y los llevó a Villanueva,

adonde él se dirigía, y dónde la familia pudo

pasar la noche.

Al día siguiente, Jaime, junto con una patrulla de

policía a la que había pedido ayuda, fueron a

“Villa Horrores”. Los policías no conocían esa

aldea, ni la cabaña de los horrores de la que

Jaime les había hablado. A pesar de que Jaime

recordaba a la perfección cómo llegar, la calle

principal de “Villa Horrores”, no era más que un

camino forestal que acababa en un descampado,

donde solo estaba el coche de Jaime. La cabaña y

el pueblo, habían desaparecido. ¿O es que nunca

habían existido, y todo habían sido imaginaciones

de la familia?

…FIN?