La Cultura Del Individualismo

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  • 8/12/2019 La Cultura Del Individualismo

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    LA CULTURA DEL INDIVIDUALISMO

    Helena BjarUniversidad Complutense de MadridRESUMEN. A partir de una investigacin cualitativa se tratan aqu algunos aspectos delactual desplazamiento de inters desde los asuntos colectivos al redescubrimiento de lascuestiones privadas. La imagen de la clase poltica y el deseo de participacin en la esferapblica, de un lado; las nociones de mbito ntimo, independencia y soledad, de otro, cons-tituyen los temas principales de ambas esferas de competencia. Por ltimo, se estudian lasdiversas configuraciones significativas del trabajo, as como del ideal contemporneo dexito.

    I N T R O D U C C I NEl individualismo es la moral de nuestro tiempo. A partir de la definicin,ya clsica, de Tocqueville, tratar en las pginas que siguen de analizar esesentimiento reflexivo y apacible que induce a cada ciudadano a aislarse dela masa de sus semejantes y a mantenerse aparte con su familia y sus amigos;

    de suerte que despus de formar una pequea sociedad para su uso particu-lar, abandona a s misma a la grande *. El individualismo entraa una sepa-racin respecto a la gran sociedad y el consiguiente aislamiento en com-paa de los ntimos. Distanciamiento de la esfera pblica y retirada en la1 A. DETOCQ UEVILLE, De la dmocratie en mrique II ) Pars: Garnier Flammarion,1981), p. 125.

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    HELENA BE JAResfera privada son, pues, los dos movimientos que definen el fenmeno delindividualismo.Asociada a esta nocin se halla la de privacidad, que puede definirsecomo una esfera de soberana individual libre de interferencias externas.Tanto el individualismo como la privacidad son ideas latentes a lo largo dela historia de la cultura occidental. Pero en su sentido moderno se desarrollanplenam ente en el liberalismo del siglo xix para cob rar, en nu estros das,un vigor que merece, cuanto menos, cierta atencin. As, los avatares de lascategoras de individualismo y privacidad constituyen el marco terico deeste trabajo 2.En las pginas que siguen he tratado de investigar el fenmeno del indi-vidualismo como ideologa, es decir, como conjunto de representaciones, eideas y valores comunes a una sociedad 3. Este fin de siglo estara gestandouna apercepcin individualista global 4, liderada por las clases medias ilus-tradas de las sociedades urbanas desarrolladas. Dichos sectores sociales, si biennumricamente reducidos, ejercen una influencia ideolgica clave, de modoque sus usos y costumbres tienden a convertirse en norma de existenciacolectiva. Esta nueva vanguardia se caracteriza, entre otras cosas, por com-partir, en expresin de Bellah, un lifestyle enclave, es decir, modelos de apa-riencia, consumo y actividades del tiempo de ocio que sirven para diferenciar-les socialmente 5. Algunos elementos de estos enclaves de vida, tales comoel llamado culto al cuerpo o la ascensin del valor social del deporte, quedarnen el tintero, por obvias razones de espacio. Ser, pues, la exposicin de lasdimensiones principales del individualismo lo que ocupar las pginas quesiguen.Para analizar la estructura simblica de la cultura del individualismo valores, deseos, creencias, motivaciones afectivas, etc.) he utilizado una me-todologa cualitativa y, ms concretamente, la tcnica de los grupos de discu-sin 6. El fenmeno del individualismo conforma un marco de referencia gene-ral que ayuda a comprender las caractersticas de la moderna interaccin y,tal como veremos, algunas de sus quiebras. Ahora bien, el tema es tan amplioe incluye tantas dim ensiones simblicas concepcin de la esfera p blica,imaginacin asociativa, participacin comunitaria, valoracin del universo pri-

    2 Para un anlisis de la sociognesis del individualismo, vase H. BJAR, El mbito n-timo (Privacidad, individualismo y modernidad) Madrid: Alianza Universidad, 1988).3 L. DUMONT, Essais sur l individualisme (Une perspective a nthropologique sur l ido-logie moderne) Pars: Seuil, 1983).4 P . BIRNBAUM y J. LECA eds.), Sur Vindividualisme (Thories et mthodes) Pars:Presses de la Fondation Nationale de Sciences Politiques, 1986), p. 15.5 R. N. BELLAH et al., Habits of the Heart (Individualism and Committment in Ame-rican Life) University of C alifornia Pre ss, 1985), p . 335.6 Este artculo es un apretado resumen de una parte de los resultados de una investi-gacin financiada po r la C omunidad de Madrid C onsejera de C ultura y Dep ortes). Tra-tar aqu slo la parte correspondiente al anlisis de las reuniones de grupo. La explota-cin de las entrev istas en profundidad realizadas a lderes de opinin con proyeccin p-blica) constituye el resto del informe de dicha investigacin.

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    LA CULTURA DELINDIVIDUALISMOvado, modelos de relaciones personales, centralidad de la ocupacin, nuevoideal dexito, etc.) que la capacidad valorativa de las tcnicas cualitativasqueda necesariamente desbordada. He tratado, pues,no deexplicar lascausasestructurales del fenmeno en cuestin, estoes, el desplazamiento de intersdesde lopblico a lo privado, sinodeesbozar unmnimo mapa cognitivoqueayude a entender los elementos esenciales delindividualismo. Pero antes deintroducir loscomponentesdelfenmeno enestudio,esdecir,los tres grandestemas sobre los que secentran losdiscursos y queconstituyen el ndice tem-ticode este artculo), a saber, la esfera pblica, el dominio ntimoy la esferasocial, veamos brevemente la composicin de los grupos de discusin reali-zados.El diseo en la perspectiva estructural trata de enfrentar los discursosposibles derivadosdel objeto en estudio. En este sentido, la estrategia de laformacin de grupos tiende, en primer lugar, a producir la enunciacin detodos los discursos existentes y, en segundo lugar, a provocar la colisinentre ellos. Esto se logra tanto mediante la comparacin de los discursosentre los diversos grupos como a travsde la inclusin, dentro de un mismogrupo, de elementos heterogneos para producir discursos diferentes7.A partir de la hiptesis de que son los sectores medios ilustrados de lasgrandes ciudades en este caso de Madrid) losportadores de la cultura indi-vidualista, el discurso de estas vanguardias culturales constituye el ncleode esta investigaciny ser considerado comoel discurso central. Puede decir-seque es en aquellos individuosquetienenen laactualidaddetreintaacuaren-ta aos donde mejor seobservaeltrnsitodelintersde lopblicoa loprivado,o lo que es lo mismo, la ascensin del individualismo. En dicha generacinse evidencia especialmente lamudanza de lasactitudes en relacin a la impli-cacin poltica si consideramos que es en este grupo de edad donde se en-cuentran gran parte de los antiguos militantes antifranquistas, as como unsegmentode las actuales lites; por otra, es en esta generacin donde se hainstalado el modo de vida yuppy y el abrazo de las formas de vida priva-tizadas.Peroel discurso central oreferencial el de las clases medias ilustradasconprofesiones ascendentes) slo cobra pleno sentido cuandosecontrastaconotrosdiscursos perifricos que expresan las posiciones ideolgicas de otros grupossociales.Porello,se tratabadeenfrentar los discursos entre s,tantodegrupoa grupo comoen elinteriorde losm ismos.Elefectode la colisin intergrupalse ver,porejemplo,en las diferentes explicacionesyracionalizacionesen rela-cincon elpasodelintersde lopblicoa loprivadoy tambin en el sentidode la nocinde xito. Por su parte, losefectos de la oposicin intragrupal

    7 Sigo a J. IBEZ, en Perspectivas de la investigacin social: el diseoen la pers-pectiva estructural, en M. GARCA FERRANDO, J. IBXEZ y F. ALVIRA, l anlisis de larealidad social Madrid: Alianza Textos, 1986),p. 59.

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    HELENA BEJARse revelan, entre otros temas, en la concepcin del vnculo amoroso y enla autodefinicin de los participantes a partir de la ocupacin.Los grupos producidos fueron los siguientes. En primer lugar, el de laclase media-alta, ncleo de la investigacin. Se trataba de mostrar la confron-tacin entre, de un lado, un discurso previsiblemente crtico, moral e inte-lectual generado por un grupo cuyos participan tes pertenecan a sectoresideolgicamente progresistas) frente a un discurso receptivo en relacin alindividualismo no moral y tecnolgico. O, lo que es lo mismo, se tratabade producir la oposicin entre el discurso progre y el discurso yuppy. El pri-mero grup o I) se gener en un grup o formado por individuos entre treinta-cuarenta aos, algunos de ellos con un pasado relacionado con la actividadpo ltica, con un alto nivel de formac in, siendo profesionales abogados, pe-riodistas, psiclogos) o altos cargos de la administracin pblica. Para ana-lizar el discurso yuppy se realizaron dos grup os. Uno grupo I I) de individuosentre treinta-cuarenta aos, compuesto por empresarios, altos empleados ensectores ascendentes diseo , mo da, publicidad) y ejecutivos en grandes em-presas con responsabilidad de gestin. El otro grupo I I I ) estaba com puestopor participante s entr e veinticinco-treinta aos esto es, em briones deyuppies que deban ser jvenes emp resarios prop ietarios de gimnasios, video-clubs, discotecas) y ejecutivos en el sector privado. Estos dos ltimos grupostenan mayora de licenciados, habiendo abandonado algunos de los sujetos losestudios superiores a edad temprana.En segundo lugar se trataba de conseguir la enunciacin del discurso dela clase media-baja grupo IV ), con el fin de percibir la recepcin del discursodo m inante en torno al individualismo y su receptividad en relacin a lasactitudes y modos de vida de las llamadas vanguardias. A tal efecto se cons-tituy un grupo compuesto por participantes de edades entre treinta-cuarentaaos, con bajo nivel de formacin, empleados en sectores tales como el co-mercio, la banca o la administracin pblica, con expectativas de ascensorecortadas.Po r lt im o, se realiz un grupo de clase media-baja grupo V) en calidadde grupo de control que sirviera como punto de contraste tanto en relacin a lageneracin clave las edades de los participan tes de este grupo estaban en trelos dieciocho-veinticuatro aos) como respecto a su procedencia social. Una vezexpuesta la composicin de los grupos, veamos la estructura terica a partirde la cual se han ordenado los discursos.

    La definicin tocquevilliana de individualismo apuntaba al alejamientode la esfera pblica y al consiguiente repliegue en la esfera privada. No esste el lugar para extenderse sobre la significacin de los conceptos de p-blico y privado 8. Cabe apuntar, sin embargo, unas notas al respecto, a8 Vase, al respecto, H. BJAR, Individualismo, privacidad e intimidad: precisiones yandaduras, en C. CASTILLA DEL PINO ed.),D e la intimidad Barcelona: Crtica, 1989).

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    pa rtir de las definiciones de A ren dt, en un texto ya clsico, que retro traedichas categoras a su sentido originario 9 .Lo pblico alude a lo visible, a lo comn; su esfera ser la de los inte-

    reses colectivos, la de los asuntos polticos. Lo privado se refiere, por el con-trario, a lo oculto, a lo propio, y apunta al mbito de las cuestiones doms-ticas, al dominio de las relaciones personales y de los afectos. Por ltimo, laesfera social es un concepto negativo, al aludir a lo que no es ni pbliconi privado. La esfera social segn Arendt es un espacio invasor. Adquiereuna importancia progresiva al hilo del emborronamiento y la intrusin recprocade actividades que pertenecen a las esferas de competencia referenciales, estoes, pblica y privada. Arendt destaca el trabajo como ncleo de esta esferaintermedia, a caballo entre los intereses colectivos y los particulares. De estem odo la esfera pb lica, el do m inio ntim o es decir, la esfera pr ivad a) y laesfera social constituyen las tres grandes categoras a partir de las cuales sehan ordenado los temas principales de las discusiones de grupo y que presentoa continuacin.

    La cuestin del individualismo queda centrada con la explicitacin en losdiscursos de la conversin de intereses de lo pblico a lo privado. El an-lisis diacrnico de dicha mudanza, as como las diversas racionalizaciones entorne a la misma, permiten abordar la valoracin de los participantes sobreel fenmeno en cuestin. La definicin y asociaciones con la poltica queacta como metfora de la esfera pblica y la participacin en sus diversosniveles conducir al tema de la decepcin, teln de fondo del abandono, oal menos del distanciamiento, de los asuntos pblicos.Tras la esfera pblica, pasar al anlisis del dominio ntimo, que concen-tra las energas sustradas a aqulla. A travs de los discursos grupales seinfiere una definicin de la esfera privada que contiene, entre otros elemen-tos, las nociones de privacidad y de so ledad. Por su par te estos concep tos,

    que constituyen el envs de la interaccin social, reenvan a formas diversas inter e intragrupales) de entender tanto las relaciones afectivas como la mismaconvivencia. La vida en la casa paterna, la vida en pareja y la convivencia conlos pares se apoy an, cada una de ellas, en lgicas argum enta tivas diferentesque remiten, a veces, a la ascensin de una moral individualista.En tercer lugar, analizar uno de los componentes de la llamada esferasocial. El trabajo, junto con el mundo de los afectos, es el mbito que centrala atencin que otrora mereca la esfera pblica. Del discurso de la necesidad

    al de la libertad trabajo como medio de supervivencia ver sus trabajo comomedio de expresin de la personalidad), los grupos abordan diferentes temas,entre los cuales cabe destacar la mutacin del sentido de la vocacin. Esta,que en la acepcin weberiana constitua una mediacin entre lo pblico y loprivado, entre el deseo del empresario de dominar la realidad externa y laH . ARENDT, The Human Condition The University of Chicago Press, 1958).

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    necesidad de atender la imperativa llamada de su fuero interno, se encuentraen declive. En su lugar se abren paso otras nociones que expresan el progresode un psicologismo que est invadiendo la esfera social. Los cambios en elmbito del trabajo dan lugar, asimismo, a la aparicin de nuevos tipos huma-nos modo simmeliano que pueblan el nuevo paisaje ocupacional. El jovenempresario y el yuppy articulan una nocin personalizada de xito y se decan-tan por un modelo especfico de sociedad y an de gobierno.

    Por ltimo, he tratado de resumir las diversas racionalizaciones en rela-cin a la mudanza de intereses. Desde el reconocimiento de una mala con-ciencia por el descuido de los asuntos colectivos al abrazo autocomplacientede las nuevas formas de vida priv atiza das ; d esde la crtica a las institucion espolticas en su responsabilidad en engendrar la apata y el desencantoal descubrimiento de nuevos mundos en el cobijo de la intimidad, los discursosofrecen un amplio campo de anlisis sobre la cultura del individualismo.

    I . LA ESFERA PUBL ICA1. La mud anza de los intereses. De lo pblico a lo privado

    De entre los grupos realizados, es el grupo I el que centra ms directa-mente la discusin alrededor del tema en cuestin, a saber, el abandono de losintereses colectivos y la consiguiente revalorizacin del universo privado.Sus par ticipantes establecen una tem poralizacin en el cam bio de las inclina-ciones en relacin a la poltica cuya significacin verem os despus). As ,pueden distinguirse tres perodos que marcan diacrnicamente el cambio desensibilidad en relacin a la esfera pblica.En primer lugar, los participantes evocan la cultura progresista que sedesarroll en los ltimos aos del franquismo, etapa que va aproximadamen-te desde 1968 a 1976. Era ste un tiempo de silencio de actividad clandes-tina en la cual la discusin poltica giraba en torno a temas generales. Dichoperodo se caracterizaba por un inters hacia las cuestiones colectivas porexistir un referente exterior, la Dictadura, que aglutinaba las voluntades:H aba algo contra lo cual enfrentarse I) . Era un tiem po de valores comu-nales: la solidaridad, el compaerismo, la comunicacin, el deseo de compar-tirlo todo I) . Y, sin em bargo , no falta la autocrtica en un discurso el delgrupo I) en el que predomina la racionalizacin. La progresa de los sesentay parte de los setenta se sabe protagonista de aquellos aos comunitariosen los qu e extrajo com pensaciones secundarias por una supuesta superioridadm oral) de su opcin p oltica. As, se alude con frecuencia a las particu laresrelaciones entre compaeros en donde lo ideolgico y lo sexual formabanun continuum de naturaleza algo turb ia: Yo conozco experiencias de comu-nas donde se comparta todo, donde a las seoras se las obligaba a acostarse

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    con todos los tos porque si no eran unas burguesas completamente apesta-das (I). La otra autocrtica se refiere al exceso ideolgico (era un mono-tema I) de la vieja militancia antifranq uista, cuya concepcin del m und ohabra tenido cierto componente misional tan insatisfactorio como puedaserlo la actual aceptacin acrtica del individualismo.En segundo lugar vendra la etapa d e la transicin , de 1977 a 1 98 1, apro-ximadamente. Cunde ahora un tiempo de tumulto de efervescencia pblicaresultante del descubrimiento de la actividad poltica en democracia. La dis-cusin sobre grandes temas ha da do paso a la charla apasionada sobre alter-nativas polticas concretas (lderes y programas de partidos). Pero esta etapase vive, paradjicamente, no como una transicin, como una alteracin sinquebrantos, sino como una ruptura como una quiebra profunda con el pro-

    yecto poltico y vital anterior: Pa ra de pro nto enco ntrarte con que, buen o,aquel proyecto se va al garete y es parte de tu juventud y de tu vida. Es algoen lo que has echado muchas ho ras y has tenido muchas inquietud es. Y depronto, de la noche a la maana, aquel pequeo mundo que t tenas mon-tado en torno a unos ideales, en torno a una meta, se derrumba. Qu haces?Pues evidentemente te decantas en ti. Lo que haces es dedicarte un poco msa ti, a tu familia si la tienes y si no incluso a ti (I).Es entonces (hacia 1979) cuando surge el viejo y manido desencanto

    (trmino que el grupo I ni siquiera menciona, mientras que otros sustituyenpor el de desencan tamiento o desengao grup o I V , trmino ste queposee connotaciones fuertemente personales). Asimismo por entonces apareceel pasotismo, heredero del hippismo de los sesenta y precedente, segnalgunos, del individualismo actual10 .En tercer lugar, la etapa cuyo comienzo los participantes sitan en 1982,con el ascenso al poder de los socialistas, y que dura hasta el momento actual.Se caracteriza por el progresivo redescubrimiento del universo privado, otrorasilenciado tras los muros del rigorismo militante. Podra decirse que vivimoshoy un tiempo de murmullo en el que prima el comentario puntual sobrecuestiones concretas de la vida poltica diaria, cuando no la mera descalifica-cin de figuras pblicas. Ello se apunta como sntoma de la progresiva tri-vializacin de los asuntos colectivos.

    El camb io de intereses de lo pblico a lo privado , del seguimiento y laimplicacin por los avatares colectivos al abrazo de las cuestiones particu-lares se explica de dos formas contrapuestas. En primer lugar, desde una pers-pectiva individualista. El abrazo del universo privado se atribuye, simple-mente, al resultado de una evolucin inscrita en la naturaleza de los indivi-

    10 Me refiero, sobre todo, a la tesis de G. LIPOVETSKY, en Changer la vie ou l irrup-tion de l individualisme transpolitique, Pouvoirs nm. 31, octubre 1986, pp. 91-100.

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    dos , tanto actores como espectadores de la arena pblica. (Esta postura,defendida por algn participante en minora del grupo I, es dominanteen el otro grupo central, el II). As, el cambio de los intereses constituyeun proceso lgico dentro de la maduracin personal de los individuos,prestos a adaptarse al paso del tiempo. Es ms, dicha actitud tiende a rechazarla comprensin del individualismo como el resultado de un proceso (desde lopblico a lo privado) y se sita en la afirmacin del presente desligado delpasado. Se valora ahora el actual proyecto personal (II), concepto errticoque parece referirse tanto a las ambiciones profesionales como al cultivo de laesfera privada (familia y relaciones personales).La segunda explicacin de la mudanza de intereses se hace desde unaperspectiva colectivista (imperante en el grupo I). La mutacin en cuestin

    es un suceso un acontecimiento consecuencia de una ruptura interna conlas propias convicciones. Dicha quiebra genera mala conciencia (un regus-to I), efecto de la distancia que media entre el proyecto de juventud y elmodo de vida actual: Yo, desde luego, no rompo una lanza a favor de migeneracin. A m me parece que ha habido pocos fiascos histricos ms gordosque la generacin nuestra. Yo creo que hay muy poca gente que haya habladoms y haya hecho menos (I). Yo creo que si cuando tenas veinte o vein-tids aos pensaras que a los treinta o a los treinta y cinco o a los que fueraibas a estar en este cam ino, hub ieras dicho : no, no , yo eso ... no ( I) .La mirada distanciada sobre la propia vida (al mo do d el smithian o es-pectador interno) aboca a un fuerte sentimiento de culpabilidad cuya tensinprecisa ser liberada. Esta podra ser una de las explicaciones de las invectivastanto a la sociedad civil como a la clase poltica actual, que, al convertirseen blanco de las crticas, justificara la metamorfosis (a nivel individual ygeneral la sociedad espaola) en las actitudes.El desinters por lo colectivo y la revalorizacin de lo privado es unode los sntom as de la de bilidad de la sociedad civil espaola, des vertebrad ay acrtica: Es una sociedad civil muerta y ramplona como pocas (...). La gen-te no tiene hbito de hacer cosas en comn (...). En este pas se han escin-dido en cinco aos hasta los clubs de pesca y la gente se ha marchado a sucasa a ver el video o a hacer footing ( I ) .

    La endeblez de la sociedad civil (agudizada, se insite, por la inexistenciade una intelectu alida d frtil y crtica, asociada al espritu de res istencia )favorece la acogida del individualismo y de sus aspectos ms superficiales,tales como el culto al cuerpo . As, se alude a la revalorizacin del de po rtey al cuidado de la apariencia (la moda de Espaa). Todo ello desembocaen una cultura fragmentada donde todo vale porque todo da lo mismo.Pero es la clase poltica el centro de las iras, el soporte metonmico de lafrustracin ante la esfera pblica.

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    2 . La poltica un mundo ancho y ajenoLa poltica es un marco de referencia general de la realidad social e indi-

    vidual, un deus ex machina que hace que las cosas funcionen: Es lo qu eest haciendo girar la rueda IV ). La poltica es un hecho social en elsentido durkheimiano), definido por su exterioridad y su carcter coactivo,que se impone con independencia de la voluntad de los individuos: Cualquiercosa que hagas siempre est la poltica flotando en todo I I I ) ; to do telo basan en poltica: los sucesos, los depo rtes, los espectculos I I I ) . Asimis-m o, la poltica configura la construccin social de la realidad a travs de supresencia como tema; saber de ella es una prueba de plena presencia encolectividad; de estar en el m un do : es un tem a que est ah, tienes quesaber hablar de ella porque est todos los das y en todas las conversacio-nes II I) . La poltica se refiere, po r lti m o, a un mbito entendido tantoen sentido lite ral, como lugar do nde se habla lo hablas en la calle, con loscompaeros de trabajo o en el autobs, III) como en sentido figurado, comoesfera de competencia que seala el mundo pblico, lo concerniente a lacolectividad: la poltica es un m bito que envuelve muchas cosas ... ) todala vida social se reduce a la po ltica V ).

    Como marco, tema y mbito, la poltica se asocia a tres nociones, entra-ando cada una de las cuales un grado de implicacin diferente. En primerlugar, la poltica se relaciona con la informacin con el seguimiento de laactualidad, tarea que se presenta como una obligacin de naturaleza social.En segundo lugar, con la conviccin con los principios que sustentan unasideas. Por ltimo, la poltica se concibe como una profesin.Entre los participantes, algunos entienden la profesionalizacin de lapoltica como una manifestacin de su degradacin, otros como la esenciade la misma. Entre ambas posturas se sitan aquellos que creen que la pro-fesionalizacin es connatural a la gestin de la cosa pblica, pero que criticana la clase poltica actual. La indefinicin ideolgica y el oportunismo son losreproches ms repetidos. Si la primera se extiende a todo el espectro polticodel pas, el segundo se centra en el Part ido Socialista. La poltica es hoy unmedio para realizar las ambiciones profesionales. Siguiendo la clebre distin-cin weberiana, se vive de la poltica en lugar de vivir para ella. Ello puededeberse a una peculiar concepcin del ejercicio pblico que se ha desarrolladoen el pas debido a la falta de tradicin democrtica: Mientras que en lospases anglosajones se asciende a la poltica una vez que uno ha consolidadosu vida profesional, aqu la gente hace su vida poltica sin tener ningunaposicin I).

    Esta concepcin oportunista de la poltica genera males sin cuento. En pri-mer lugar, para los mismos polticos, que se encuentran en una inestabilidadprofesional permanente que les hace depender de los sucesivos vaivenes elec-torales: qu va a pasar con ese seor que es hoy alcalde y maana va a

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    tener que volver a ser carnicero? .. .) . Tend ran que tener la vida un pocomontada y eso slo se consigue en una sociedad civilmente rica, no en unadonde a uno le va la vida en lo pblico, sino que lo pblico es un campode mejora sistemtica, de participacin, de riqueza social. Sera un sitio mu-cho ms democrtico en sentido au tntico I). En segundo lugar, para laconsistencia de cualqu ier proye cto po ltico a largo plazo se alude a la inesta-bilidad que preside los organismos de la administracin local). Pero la con-sideracin de la poltica como un medio de ascensin profesional entenebrecesobre todo la imagen de la militancia.

    3 . La participacinLos grupos configuran la nocin de participacin a tres niveles. En primerlugar, la militancia en partidos, muy desprestigiada por ser identificada conel arribism o. La afiliacin trm ino cargado de connotacione s negativas yasociado a una fidelidad absoluta y acrtica) es un pasaporte seguro para lapromocin, sea en el propio lugar de trabajo, sea en el seno del partido enel pod er. Es te supuesto opera como una sospecha generalizada unn ime en

    los grupos I, III y V) que mina el valor y desdibuja el sentido originario dela militancia: militar en un partido? Ahora mismo slo lo hace el quequiere obten er un puesto de trabajo V), siempre que seas del PS OE tieneslas puertas abiertas. Yo creo que eso se da por hecho, pero en realidad no espara tanto IV ).El segundo nivel de participacin sobre el que los discursos abundan

    ms es la participacin com unitaria , a la que prefiere llamarse socialo, mejor an, cultural. Lo comunitario se identifica, primero, con lo peque-o: yo lo poltico a grandes niveles no lo considero. Quiz a nivel de Ayun-tam iento s V ). Segu ndo, con lo con trolable , con un crculo don de todoslos integra ntes pued an llegar a conocerse. Alguien del grupo ms joven qu eparticipa en una escuela de adultos en un barrio obrero insiste en que setrata de que todo est de ntro del m ismo marco, que se pueda controlar,entonces este centro e s. .. del Ay untam iento, de la Comunidad o tal V).En tercer lug ar, lo com unitario se asocia con lo espo ntn eo. A s, se dira quela participacin comunitaria se concibe como socialidad pura participar s,dar algo a la comunidad, a la sociedad civil, s, ayudar, s. Ese es el ideal.Ahora, desde el momento en que est como intermediario algn organismode la Ad m inistracin , yo tengo mis recelos I) .

    La expresin imaginacin comunitaria hace referencia al deseo de reunine intervencin en el espacio pblico, sin aludir a las formas de concrecinde dicho impulso. Los grupos distinguen tres tipos de asociacin, en ordencreciente de implicacin en la esfera pblica. En primer lugar, las asocia-

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    ciones con fines privados, orientadas a objetivos sociales miniaturizados n:es que hay de to do , desde g ente que pasea a los perros y se van los do-mingos juntos al cine (...) a gente que se rene para irse de excursin (V).En segundo lugar, los movimientos sociales con fines particularistas (tam-bin llamados movimientos corporativos) entre los cuales se nombran lasasociaciones de padres de alumnos y, sobre todo, el movimiento estudiantilde 198 6, en tre cuyos objetivos se recuerda la mejora de la calidad de laenseanza y, ms concretamente, el problema de la masificacin.En tercer lugar, los m ovim ientos sociales propia m ente dichos que nodespiertan grandes pasiones. Son minoritarios (no pueden llegar a nada),particularistas (cada uno defiende intereses dispares; as, los homosexuales,

    las feministas, etc.) y utpicos (los ecologistas querran que la Castellanafuera toda verde (III). Ms respeto se advierte por el movimiento anti-nuclear, se est o no de acuerdo con sus objetivos.Por otra parte, entre las acciones colectivas que se nombran, destacaraquellas en las que colabo ran algunos de los partic ipan tes. En prim er lugar,los organismos de ayuda internacional, cuya percepcin oscila entre el descu-brimiento de una solidaridad de nuevo cuo (la promovida por LIVE AIDSy otros conciertos de rock multitudinarios) y una forma remozada de ejercerla caridad (as, se trivializa el sentido de la ayuda a Aldeas SOS o a laU N IC E F) . En segundo lugar, la participacin local, entendida como partici-pacin comunitaria por excelencia (se nombran centros culturales, de mujeresy de la tercera edad).En general, el movimiento localista se asocia al pasado al movimientociudadano y por ello recoge algunas de las crticas a la militancia, esto es,la exageracin del rigorismo colectivista de la vieja izquierda (su vida erael barrio y te castigaban todo el da con eso, I). Pero la participacin localse entiende sobre todo como algo voluntarista porque quita tiempo, es

    decir, distrae de lo susta ntivo , la vida privada, y porq ue hay que tenerganas, ya que la actividad comunitaria ha de ser ejercida desde abajo.En efecto, toda intervencin por parte del Ayuntamiento o de la ComunidadAutnoma se rechaza porque, lejos de promover la participacin, la hacesuperflua: lo tenemos todo re sue lto, todo te lo dan he cho . La intromisiny la ubicuidad son sus rasgos caractersticos. As, se evoca el fenmeno dela movida madrilea como ejemplo de un movimiento espontneo que sedesvirta una vez institucionalizado: Cuando hay algn fenmeno impor-tante se lo apu ntan ellos: M ad rid, claro que s , anuncio que te cri. Comu-nidad Autno ma y estrellita. Ya no hay m ov ida (I ).

    En resum en, la participacin en la esfera pblica aparece como un ob-jetivo de escaso atractivo. Se rechaza unnimemente el dirigismo que frenalos intentos de asociacionismo. A un vago deseo de hacer algo por la socie-11 S. GINER, El rapto de la moral, en nsayos civiles (Barcelona: Pen nsula, 1987),p. 31 .

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    dad se contrapone la anticipacin de un control administrativo que im-pide la verdadera participacin. Se reconoce que toda accin societaria llevaconsigo un esfuerzo considerable y no poca fe en la empresa. Pero como laayuda extern a e instituciona l los m edios , las subve ncione s), es decir,aquello que aliviara el esfuerzo, se rechaza, la tarea colectiva aparece, msque como un proyecto, como un ideal, como una suerte de deber ser con-tinuamente aplazado. Por otra parte, y ante la reiteracin del deseo de cono-cer gente, cabe pensar que el imaginario comunitario reenva a un anhelode socialidad, a un deseo de ampliar el propio crculo, ms que a una volun-tad cvica de intervenir en la comunidad.

    4 . El desengao de lo pblicoLa otra cara de la participacin es, pues, la decepcin. Esta se centraprimero en la clase poltica espaola, tanto por su progresivo corrimientoideolgico como por el incum plim iento de ciertas prom esas electorales eltema de la OTAN y el paro se citan a este respecto) para desplazarse, des-

    pus, a los rganos de la administracin local.La manifestacin de la decepcin es un profundo sentimiento de impo-tencia que frustra la actividad social. As, la anticipacin del fracaso evitael comienzo m ismo de la accin p ara q u voy a piar si no m e van a hacercaso?, IV), especialmente cuando se tiene la conviccin de que el propioesfuerzo se va a perder o va a ser utilizado en provecho ajeno: siempresigues siendo gente pequea, y la gente pequea no tiene peso, aunque es lagente que lo mueve todo... para que luego vaya a parar a la gente gran-de IV) .Al cabo, abandonada la esfera pblica a unos supuestos expertos en cuyahon estida d y eficacia se desconfa, el inters por los asuntos pblicos lan-guidece. Y, sin embargo, la decepcin no afecta al sistema democrtico como

    tal, hacia el que se observa una inequvoca adhesin . En realidad, una de lasparadojas de la cultura del individualismo es que la indiferencia que conllevano significa indiferencia a la dem ocrac ia, sino desafeccin em ocional de losgrandes referentes ideolgicos .. .) . Los mismos que no se interesa n msqu e en la dim ensin privada se sienten ligados ... ) al funcionam iento de-mocrtico de las sociedades 12. De forma un n im e, el ejercicio del sufragiose entiende como una exigencia ciudadana. En este sentido la abstencinseala la cesin de una responsabilidad que adquiere carcter moral: es unaobligacin: mucho tiempo has estado reivindicando el estado democrtico,ahora tienes que usarlo V).

    12 G. LIPOVETSKY, Ver du vide Essais sur Vindividualisme contemporain) Pars:Gallimard, 1983.

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    Y, sin embargo, a pesar de este apoyo incondicional al sistema demo-crtico que co nstituye el tercer nivel de implicacin en la esfera pblica)slo el acontecimiento, la excepcion alidad, invita a la participacin: a nivelde conjunto, qu tiene que pasar? Pue s una accin terrorista o una cats-trofe ...) o la O TA N o el 23-F IV ). M ientras, entre la sospecha de conta-minacin que entraa la militancia partidista, de un lado, y la ingenuidadvoluntarista asociada a la participacin comunitaria, de otro, hay otros seue-los que atraen a las gentes.

    I . LA ESFERA PUBLICA. RESUM ENC U A D R O 1

    De lo pblico a lo privado. E xplicacin Grupos I y II)como ruptura * mala conciencia acontecimiento)nostalgia del pasado: por abandono de un deber social por traicin al origenplanteamiento ideolgico

    culpabilidad

    como evolucin natural proceso) autocompla-cenciaafirmacin del presente:

    por el descubrimiento de la identidadplanteamiento psicologista

    liberacin

    CU A D RO 2La participacin Grupos I, IV y V)

    Tipo departicipacinesferasorientacin de la accin so-

    cialsentimientos

    temporalidad

    Militanciapartidistambito de lo polticomedio

    ascenso profesional)sospechaegosmopragmatismopresente afiliacin socialismo aosochenta)

    Asociacionismocomunitariombito de lo socialfin en s mismo

    ayuda a la comunidad)confianzavoluntarismopasadomovimiento ciudadanoaos setenta)

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    I I . EL DOM INIO INTIMO1. m bito y significacin

    Lo privado es, en primer lugar, el mbito del autodesarrollo, una esferaomnicomprensiva porque ah est metido casi todo (IV), es decir, la di-mensin expresiva de la persona. La vida privada es o que m s se parecea lo que uno quiere ser (IV), un recinto que alberga el deber ser de lanaturaleza de cada cual.En segundo lugar, la vida privada es el mbito de la autenticidad ellugar de creacin del individuo y por tanto el origen de la vida social, con-siderada como la suma de los mismos, tal como se afirma repetidas veces.Como esfera de autenticidad, lo privado se opone a un exterior amenazante,potencialmente hostil cuando no abiertamente agresivo, en el cual slo cabela conv encin, el disim ulo , el disfraz. Fu era de la esfera privada se correel peligro de ser vulnerado. El trabajo es el escenario paradigmtico delfingimiento, el marco que expresa metonmicamente la amenaza y la conse-cuente necesidad de simulacin: Para ir a trabajar te tienes que disfra-zar (V), dices algo de ms y el otro aprovecha para hundirte (V).Por ello, y como contrapartida de semejante peligro, la esfera privada

    se yergue, en tercer luga r, como m bito de seguridad afectiva, el casca-rn (V), cobijo primigenio que evoca el calor y la oscuridad del origen.La imagen de el cascarn remite a otra nocin que se asocia con lo msinterno y sagrado de la persona, la intimidad. Base de la estabilidad per-sonal (V ), la vida priva da se con stituy e as en el univ erso significativoque confiere al individuo una fuerte sensacin de arraigo, permanencia, sen-tido y certeza.En cuarto lugar, lo privado es el mb ito de la intensidad el escenariode la generosidad y la entrega sin reservas. Los amigos son el engarce fun-damental con el mundo exterior, recipientes del relato de nuestra actividady, a la vez, contraste de la misma: sales del trabajo y es que necesitasgen te, es fundam ental (V ). Al com partir experiencias y sentimie ntos , losamigos constituyen un crculo definido tanto externamente (por oposicina lo pblico) como internamente (como referencia de m mismo, destinatarioinmediato de mi actividad).

    El dominio privado, lugar de autodesarrollo, autenticidad, seguridad eintensidad, es el recinto de la libertad de la expresin de los sentimientosy de la propia naturaleza. La esfera privada contiene la intimidad. Y es ensta donde es posible la soledad, entendida de dos formas.

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    2 La soledad como eleccinLa soledad pued e en tend erse, en prime r lugar, como privacidad, com obsqueda voluntaria de aislamiento: la gente tiende a ser cada vez msindividu al IV ). La opcin de vivir en soledad est relacionada, se dice,con el progreso del individualismo, y se valora positivamente al relacionarsecon un deseo de independencia que se cumple con la emancipacin eco-nmica.La soledad como privacidad , es decir, como con struccin de una esferade soberana libre de interferencias externas, es el marco de la autorrealiza-cin. Esta se mide, en primer lugar, en trminos de dedicacin a uno mismoEn segundo lugar, en relacin a un deseo de intensidad social concretadoen la fantasa recurre nte de hacer fiestas sobre todo en el grupo m sjoven), es decir, de abrir el propio crculo a una compaa externa que jus-tifique la funcionalidad del espacio prop io.Siempre en este primer sentido, la vida en soledad como eleccinparte de una lgica econmica que prioriza el yo a los otros. El que vivesolo lo hace por una decisin producto de un clculo racional que comparalos costes y los beneficios de compartir la vida. En este sentido, el vnculoamoroso se concibe como algo que implica gasto en tiempo y esfuerzo,sustrados tanto al cuidado de uno mismo como a la atencin de los msntimos: Cuando realmente te sientes bien lo ms costoso es encontraruna persona y establecer una relacin con ella, porque implica muchos costosa nivel de relacin con otra gente. Es cuestin de tiempo: el tiempo quele dedicas a una persona cuando ests enamorado es muy importante y esono se lo dedicas a otra gente V ).En lnea con la valoracin de la privacidad, con la defensa de una esfera

    de la cual uno es dueo absoluto, se perfila una cierta concepcin de lasrelaciones afectivas que podra tacharse de pragmtica, frente a otra quepodra llamarse romntica. El choque entre las dos formas de entenderel vnculo afectivo se produjo en el grupo V . Qu iz la revisin de estasdos concepciones sobre el amor pueda arrojar alguna luz sobre el fenmenodel individualismo, precisamente en una dimensin clave para el dominiontimo. Permtaseme, pues, un inciso, antes de exponer la segunda nocinde soledad.

    La concepcin romntica del amor parte de una lgica sentimentalEl am or es lo inefable, algo que, por p ertenecer a la intim idad , se hu rtaa las precisiones del lenguaje: No puedes saber lo que es el amor, no sepued e definir; es algo que sientes y ya est V ). El amor se expresa porsu unicidad, por su excepcionalidad en la gama de los sentimientos. Pertene-ce al terreno de lo inesperado, de lo sbito e incontrolable. El enamoramien-to, estado supremo del amor, se inscribe en el universo del acontecimiento

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    y es hijo del azar; es un suceso que proviene de un exterior donde se sitael objeto amoroso.Po r el co ntra rio, la concepcin pragm tica d el amo r se gua por unalgica psicologista. El sentimiento amoroso es consecuencia de un estadode nimo de una interioridad dispuesta a recibir a un otro que no estanto individualidad nica, persona concreta revestida de atributos propios,como una prtesis que complementa un estado definido por la carenciaafectiva: el amo r es algo en lo que nos refugiamos para estar bien V );el amor es tene r algo seguro V ). As, la prim era diferencia se adv ierte enla explicacin del origen del sentimiento. La oposicin se revela, asimismo,en relacin al mantenimiento del mismo.

    Para los romnticos, el amor es espontaneidad pura, gasto improductivoque desafa toda racionalidad: cuando ests enamorado das a lo loco y dasy d as ... aunque luego te lo plantees V). Po r el con trario, los pragmticos que prefieren hablar de pareja o de relacin qu e de a m or) valoranla voluntad y el esfuerzo, necesarios para la permanencia del vnculo y andel afecto: el am or es lucharlo y trabajarlo V ).

    Acorde con el utilitarismo que subyace a la concepcin pragmtica delam or que se define a veces como un c on trato o una sim biosis a labsqueda de ese deseo de seguridad tan lgico, sobre todo a determinadaeda d, I) , se encuen tra la demanda de una moral pactista hecha de com-promisos breves y condicionados, que sustenta los vnculos afectivos. La re-lacin y an ms si sta desemboca en la convivencia debe partir deuna consideracin igualitaria de los partners y un respeto mutuo sustentadoen una delimitacin de reas y de competencias nos vamos a vivir junto s,pero t me respetas aqu y yo all, IV).

    Y nada ms ajeno al pactismo que el amor romntico, que se afirma porencima de todo lmite: yo no pacto nada porque eso es tener una filosofay eso es muy malo. Empezar a colocar cosas, establecer un orden... Con te-ner ordenado un armario es suficiente y es muy difcil, as que tenerloentre personas, es ms complicado todava IV ). Pero , a pesar de declara-ciones tan v ehe m ente s, es el discurso prag m tico, individualista y escpticoel que domina en los grupos. El exceso se trivializa; prima el temor anteel compromiso emocional, ante la entrega sin condiciones: montarte unahistoria fuerte supone un trabajo fuerte, una dedicacin fuerte, un riesgofuerte .. .) . Todo el m undo ha pasado ya por una o dos historias fuertes,im portan tes, que te han dejado hecho polvo .. .) . Hay un cierto escep-ticismo I) ; casi nadie se implica verda dera m ente en las historia s, todoel m undo va pasando I) .

    El amor com o seguro contra la soledad V) es, por el con trario, muygratificante y parece el signo de los nuevos tiempos. De este modo, se diraque se est tejiendo una concepcin teraputica de las relaciones afectivas enla cual el otro es, por decirlo as, una pliza contra el aislamiento, contra

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    esa soledad que ya no se vive como apartamiento voluntario, como priva-cidad, sino como carencia, como ausencia de compaa deseada. Es entoncescuando reencontramos la segunda nocin de soledad.

    3 . La soledad como destinoEn su sentido negativo como ausencia de compaa deseada el temade la soledad aparece tras el discurso en torno a la emancipacin familiar.Tal como ocurra en su dim ensin p ositiva com o bsqu eda de aislamien-to la cuestin de la soledad se oculta, o al menos se encubre, tras otrostpicos que provocan menor ansiedad.El tema de la soledad aparece, curiosamente, en los grupos ms jve-nes I I I y V ). Ha y que destacar que en dichos grupos todos los participan-tes solteros vivan en casa de los padres, incluso aquellos cuya situacinprofesional les hubiera permitido una emancipacin econmica relativamentedesahogada. Esta particular circunstancia determina el contenido valorativode los discursos en torno a la independencia.Aunque la vida con la familia de origen no se presenta como el mejor delos mundos posibles, rene no pocas ventajas, tanto de orden material comosimblico. En primer lugar la comodidad que se deriva de tener resueltas lastareas domsticas, circunstancia que se explcita por las mujeres. Pero lafamilia re prese nta, sob re todo tal como vimos al tra tar la nocin de esferaprivada), el mbito de la seguridad. Refugio en un mundo cruel, la familiaacta como una coraza protectora contra las amenazas de un exterior sentidocomo hostil, como una guarida que promete una certidumbre intemporal,una confianza fija. Pe ro este b alua rte con tra el dolor contiene en su seno

    violencias sutiles. Cierto roce es inevitable y parece una realidad asumida,el precio a pagar po r la convivencia: yo con mi m adre discuto sesentaveces diarias. Dejas una zapatilla ah y ya tienes bronca; y vas a casa detus amigos, dejas una cosa y no te dan la bronca. E s otra relacin V ).Por ello, slo un grado elevado de conflicto justifica la salida de este su-puesto cobijo. En ausencia de aqul, la vida con los padres se entiende comoun estado casi natural de la existencia. En estas circunstancias, la indepen-dencia se contempla como una suerte de imperativo social exterior cuya natu-raleza artificial provoca un fuerte rechazo: yo ahora vivo genial en micasa. N o tengo por qu irme. Para estar so la. . . II I) .

    La emancipacin aparece como un rito de paso, como una ceremoniade iniciacin de en trad a en la edad acjulta) qu e se relaciona ms con unaactitud, con una disposicin interna que con las circunstancias exteriores,la situacin econmica a la cabeza: yo podra irme, pero no... sin mifamilia no sera. . . ahora mism o yo no estoy preparado para irme V).

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    E nt re los posibles m odos de vida fuera de la casa pate rna hay algunosque no se con tem plan . La vida con los pares com paeros o amigos desemejante edad u ocupacin) es algo que est hoy asociado a un pasad ocomunitario de improbable resureccin. Se reconoce la falta de flexibilidady la escasa capac idad de adap tacin a los hbito s y los caracteres de losdems, condiciones necesarias para embarcarse en un proyecto de vida encom n. Al hbito sesentaiochista de aband onar el dom icilio familiar a unaedad relativamente temprana, ha sucedido la permanencia, cada vez msdilatada temporalmente, en el hogar de origen. La emancipacin ha perdidohoy su antigua dimensin ideolgica y su naturaleza de protesta simblica.

    Hay quien apuesta por la vida grupal y resalta el poder estimulante delos otros es estar un poco ms des pierto s, IV ) que compensa de lasincomodidades inherentes a la vivienda compartida. Pero la tnica generalentre los participantes es la conciencia de la dificultad que se torna enimp osibilidad de la convivencia con los iguales. Y es por esta dificultadpara construir un espacio propio por lo que la emancipacin, que permanececomo algo deseado pe ro inc ierto, se cumplir a travs de la sustitucin dela familia como rgano afectivo por otro, la pareja: llega un momento enque te apetece independencia, pero independencia com partida II I) .As, puede pensarse que la co m odidad, que se esgrime como argu-

    mento principal para seguir viviendo a una edad avanzada con los padres,es en realidad una justificacin para cubrir otros temores, a saber, el senti-miento de abandono que se experimenta fuera del cascarn familiar. O dichode otra forma, el miedo a la soledad. Porque, en ausencia de pareja con lacual gozar de una indepe ndenc ia com partid a, y ante las resistencias aconcebir una vida en g rup o, slo* qued a vivir solo. Si la casa patern a es eldominio del ruido como consecuencia de un peculiar estado de naturalez aque supone la familia, dentro de la cual el conflicto es un elemento coti-diano) la emancipacin est, por su parte, ntimamente asociada con el silencio: Va te im aginas lo que es llegar a tu pue rta y enc on trarte la casavaca, a oscu ras? .. .) T necesitas saber que en la casa hay alguien , levan-tarte y pegar un grito, y no que tengas que coger el telfono o bajar a lacalle para hab lar. Eso para m es muy triste II I ).

    Frente al bullicio de la vida familiar, producto de la presencia de unaplura lidad, se alza la im pon ente quie tud de la vida en solitario. La atms-fera de la vivienda unipersonal es el vaco, resultado de la ausencia de losotros y, a la larga, de su inevitable abandono. La vejez y la muerte son elcorrelato de la soledad, que muestra su cara ms siniestra cuando la vidaen solitario se desnud a de toda coartada ten er un espacio pro pio , hacerfiestas) y se proyecta en el futuro: ahora tienes amigos, compaeros ogente soltera, o matrimonios amigos. Pero cuando eres mayor la gente se vamuriendo o se va trasladando a otro sitio a vivir y se va acabando la cosa.Qu haces entonces? II I) .

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    El protag onista de tan desolado paisaje es un tipo hu m ano un erm i-tao, un anacoreta) caracterizado por una negatividad en relacin a losocial. De esta forma, la soledad pasa de ser una situacin objetiva unmod o de vida en un hogar uniperson al para transform arse en un rasgosubjetivo El psicologismo, que invade en buena medida el discurso de losparticipantes, produce un desplazamiento de sentido de la soledad, que pasade la denotacin vivir solo) a la connotacin estar solo) para acabarimp rimien do carcter ser un solitario ): son todos unos amargados por-que no encuentran d nd e, no cmo, ni con quin II I) .

    El abandono de los dems, el hasto, el silencio, la amargura, la muerte,en suma, circundan al solitario. Y la explicitacin de este museo de horroresacaba por anular el tmido discurso emancipatorio que, al final, rebaja sudemanda de independencia: bu eno, ms que vivir independien temen te megustara tener un pisito o un estud io I I I ). La soledad no es ya privaci-dad, esfera de construccin de un yo ideal, sino ausencia de contacto de-seado y, en este sentido, marco de la necesidad Pero no son slo los jve-nes los que expresan su temor a vivir solos.Los participan tes del grupo de extraccin social media-baja grup o IV )tratan el tema ms abiertamente. La soledad aparece en su discurso sinsubterfugios, como huella de un vaco vital que engendra frustracin. A veces,

    la incapacidad para aceptar un sucedneo de la com unicacin trm inoque reemplaza al de amor, que no se nombra nunca en este grupo) seexpresa sin rodeos: no, yo cuando tengo hambre, por mucho que bebano se me quita IV ). O tras se insiste en la im portancia de los sustituto spara conjurar la ausencia de compaa deseada: la lectura, los viajes, eltrabajo. De entre ellos, el ltimo centra la atencin de algunos de losdiscursos.

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    I I . EL DO MIN IO INTIM O. RESUMENCUADRO 3

    Dimensiones principales Grupos III, IV y V)1. La soledadcomo eleccin

    definicin bsqueda volutaria de aislamien-to como privacidad)marco de la autorrealizacin

    origen delsentimiento

    como destinoausencia de compaa deseada como exclusin)de la frustracin

    mbitometafricolgicavalores

    de la libertadpsicologis ta /econm icaprioridad del yo en relacin a: la pareja los pares los cohabitantesautosuficiencia

    de la necesidadsentimental/antieconmica

    flexibilidad2. La concepcin de las relaciones afectivasconcepcin pragmtica concepcin romnticael amor pe rtenece al orden del el amor pertenece al orden de los

    psiquismo acontecimientosimportanc ia de necesidad interna importancia del objeto externocarencia del sujeto deseante) rasgos del objeto amado)

    man tenimiento de predom inio de la racionalidadla relacin Imoral pactista compromiso)

    predominio de la espontaneidad

    nocionesasociadas

    3. La viviendaemancipacin familiar)

    energa orientada al cuidado des)

    dependencia de los otros ausen-tes)desaliento imgenes: silencio,vaco, muerte)

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    I I I . LA ESFERA SOCIAL : EL TRAB AJO1. De la rutina a la creacin

    El trabajo es una necesidad central en la vida de los individuos. El tra-bajo es, fundamentalmente, un medio para vivir; para vivir mejor, paraalgunos; para sobrevivir, para otros. Quiz sea ste el tema que diferenciems los discursos grupales, cuya configuracin simblica en torno al trabajova desde su comprensin com o un bien social prio ritario grup o IV ) a supercepcin como forma de expresin de la persona lidad grupo I I ) . Veam osa continuacin la comprensin puramente instrumental del trabajo, que sos-tiene el discurso del grupo IV.mbito de la necesidad de la obligacin, del deber, el trabajo es parael grupo de clase media-baja la condicin necesaria para la existencia social:ahora m ismo lo que ms se agradece es un trabajo .. .) con eso prctica-m ente tienes todo hecho IV ). Como medio de supervivencia, tener em-pleo es bsico y esencial; por ello, desde el discurso de la moderacinla ambicin est condenada. Un vicio, una obsesin propia de genteinconform ista IV ) es el emp eo en adqu irir smbolos de status se nom-bran los coches y los equipos de sonido) que no buscan sino la diferencia-cin social. Frente a lo que se entiende como un ansia irracional que con-sume las energas personales, se recomienda la cordura en el deseo, quellevar al cese de la tensin: una cosa es pedir un mnimo, o sea, un nivel,y otra es que rer siem pre ms ... ) nos gastamos la vida en pedir en vez deen disfrutar IV ).

    Puede decirse, pues, que el recorte de las expectativas de ascenso socialy profesional conduce a una fuerte sancin de la ambicin entendida comodesmesura, exceso perverso que impide la paz interna: la bsqueda... creoque se debe buscar lo que no se tiene. Cuando se encuentra, entonces nobuscas ms y disfrutas con lo que has enco ntrado IV ). En este discursode la necesidad, el ajuste interior se logra a travs de la aceptacin de loslmites que la realidad impone: tratas de que te guste aquello que no tegusta porq ue no tienes ms remedio que cubrir aquello que necesitas IV ).Desde este rigorismo moral impregnado de fatalismo se oponen dos formasde entender el trabajo, articuladas alrededor de unas oposiciones smicas quese descubren en el interior del discurso del grupo en cuestin y que enfatizanla insatisfaccin ante la propia realidad laboral.

    El trabajo rutinario trabajo funcional o trabajo administrativo escausa de frustracin y se vive como una cruz, como una carga difcil desobrellevar. Asociado a la burocracia, transmite una idea de permanenciay estabilidad que se muda en dejadez y aband ono tareas pe ndie ntes ).Alude, pues, al aburrimiento, al fracaso, a la muerte, en suma. Por el con-71

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    trario, el llamado trabajo creativo pertenece a la vida: es terriblementevitalizante y te anima mucho II ).El segundo par de oposiciones se articula en torno a la identificacinpersonal con el trabajo. El rutinario es un trabajo ajeno, un instrumento un pu ente a lo que t asp iras) qu e no ofrece compensaciones fuera delas puramente econmicas. El creativo es, en cambio, un trabajo apropiadoa la formacin y a la capacidad personal para desempear una tarea espe-cfica. Ms adelante verem os que el trabajo creativo es, sobre tod o, apropia-do a la personalidad.) Es a partir de esta identificacin entre tarea y traba-jador cu ando cabe pensar en el xito : si es un tipo de trabajo qu e hasbuscado, pues s, puedes aspirar a triunfar IV ).Por ltimo, si el trabajo rutinario supone una disociacin entre la acti-

    vidad laboral y la vida personal, el trabajo creativo establece una continuidadentre ambas esferas. En efecto, la frustracin que provoca el primero exigeque la vida privada compense las carencias del mbito laboral que resulta,en el caso del trabajo creativo, central en la vida del individuo.

    En claro contraste con el discurso de la clase media-baja y el discursoyuppy el de los grupo s I I y II I ) que se ver ms ade lante, el grup o de losprofesionales el I) no considera central el tema del trabajo , que no mereceuna atencin especial en la reunin. Cabe, sin embargo, apuntar dos cues-tiones de inters al respecto. En primer lugar el oscurecimiento del tema dela ambicin. Asociada a una pulsin interna del individuo, se sustituye porla promocin, trmino ms asptico e impersonal que reenva a un ascensoresultado de factores externos e impersonales: la promocin no es algotan to buscado com o un fin en s mism o como que en nuetra generacinviene un poco de s .. .) Quiz haya gente que la busq ue ansiad am ente,pero hay una buena pa rte de gente que se deja llevar un poco en ello I) .As, la ambicin no se reconoce y se oculta tras racionalizaciones que expre-san la intensa necesidad de justificacin de este grupo: tampoco es irascendiendo as, como un trepa, sino pues, decir: all estara bien ytal I).

    En segundo lugar, y relacionado con el fuerte contenido moral del dis-curso de los profesionales progresistas, hay que destacar el componente socialque stos incorporan a la actividad laboral. En este sentido se alude a lavolu ntad de cam biar algo I) a travs del ejercicio p rofesional. Se hablaas del deseo de transforma cin de la institucin desde den tro to do elmundo te vende un proyecto maravilloso y t vas entrando I) y de laposterior decepcin ante la conciencia de la imposibilidad de tal proyecto ests tota lm ente co ndicionado po r lo que hay alrededo r I ). Esta apuestase valora an ms cuando la empresa se inviste de un contenido moral que

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    trasciende lo pu ram ent e profesional: po der cam biar situaciones sin cam-biar actitudes, sin vestirme de la arruga es bella es una cosa que meatrae muchsimo I).En realidad, esa ilusin de cambiar la institucin en la cual se trabajapuede entenderse como un resto de la nocin de vocacin. Esta se conceba segn la acepcin weberiana) como una llamada interna que impele a desem-pear una actividad laboral en un mundo exterior que se quiere dominar.Ahora esa voluntad de mejora aparece volcada en el espacio de esas institu-ciones pblicas o privadas ) que no se dejan dom ear.Ese deseo de transformacin est adquiriendo un sentido progresiva-mente psicolgico y conformando un nuevo ideal de trabajo y de xito. Pero,

    antes de abordar el concepto que est sustituyendo a la idea de vocacin que an late en el discurso de los profesionales), veamos muy brev em entela figura del joven empresario, a caballo entre el discurso moral del pro-fesional y el narcisista del yuppy. D e nu evo , el anlisis de las oposiciones,esta vez entre tipos humanos, ilumina los discursos. De la concepcin ins-trum ent al del trabajo grupo IV ), pasando por la carga tica que supo nela inclusin de la nocin d e vocacin grupo I ), llegamos ahora a la vivenciaexpresiva del trabajo grupo I I sobre to do y I I I ) , mu estra del avancede la cultura del individualismo.

    2 . El empresario y el yuppy: dos nuevos modelos socialesPartiendo de la divisin que hemos visto ms arriba entre trabajo ru-tinario y trabajo creativo, dentro de ste puede distinguirse una subdivisinentre el trabajo por cuenta propia y el trabajo por cuenta ajena. Esta

    distincin emergi en el discurso del grupo III, a partir de una confronta-cin entre los jvenes empresarios, de un lado, y los participantes emplea-dos en grandes empresas en cargos de responsabilidad, de otro.El trabajo por cuenta propia implica una dedicacin total un fuertecompromiso, una concentracin absoluta: trabajas las veinticuatro horasdel da porqu e te quita el sueo I I I ) ; es algo personal y lo sacas ade-lante como sea I I I ) . Po r el con trario, el trabajo por cuenta ajena llevaconsigo una liberacin temporal, una despreocupacin al menos relativacuando la jornada toca a su fin. En segundo lugar, el trabajador por cuentapropia tiene una doble responsabilidad com o empresario y como trabajador;este doble compromiso engendra un grave sentimiento de soledad: si teres empresario sobre ti no hay nadie, ests t solo, si viene a por ti Hacien-da ests t solo I I I ) . El emp leado, en cam bio, tiene siempre alguien porencima. Ello le libera de una fuerte carga que contrae el empresario, quetendra una responsabilidad funcional o delegada.

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    As, considerado como una aventura y un desafo una lucha con unomismo), el trabajo empresarial se inviste de una cierta superioridad. En pri-m er lugar de tipo psicolgico, porq ue el desem peo de un trabajo porcuenta propia es prueba de una naturaleza peculiar: montarse una empresacrea una visin distin ta de la vida II ) . El carcter empresarial est definidopor la independencia por la conciencia de que slo el esfuerzo personalhace posible la accin econmica: te olvidas de que alguien te va a ayu-dar II ). A la autonoma se une la imaginacin. El empresario ideal seanticipa al porvenir y prev las tendencias econmicas a largo plazo. Por l-t imo, el espritu empresarial descansa en la seguridad en uno mismo, en unsentirse capaz fuerte y duradero. Pero la figura del empresario se estconstituyendo, adems, en un nuevo modelo social. Este compuesto de rasgospsicolgicos engendra un espritu que genera riqueza a nivel nacional. La con-juncin de individualidades capaces creara una sociedad mejor: el mun-do no se mueve a golpe de mtines ni de charlas, sino de una suma de indi-vidualidades consecuentes con ellas mismas. Se llega as a desconfiar de locolectivo y a confiar ms en la individu alidad II ). El objetivo principal esahora, dentro de una perspectiva neo-liberal de la sociedad, el progreso de losindividuos, junto con la reduccin del papel del Estado.

    Frente a una concepcin servil de ste, como un rgano todopoderosoy benefactor, los empresarios defienden un Estado mnimo que se limite alegislar para posibilitar la convivencia), recaudar im puestos si uno viveen sociedad tiene que contribuir) y redistribuir la riqueza. Todo cuantoalimente la dependencia con respecto al Estado debe ser eliminado; porejemplo, el subsidio de desempleo, que engendra una mentalidad pasiva ydesesperanzada: se acostumbran a recibir el paro durante aos y aos.Asimismo, los jvenes empresarios se oponen a una poltica social que chan-tajee electoralmente a los ciudadanos: se vota al que te promete mscosas, cuan do d ebera ser al revs: yo voy prim ero a lanzarm e, a con tribu ir,y luego a exigir II ). Pero el individualism o qu e subyace al discurso deeste grupo no slo se muestra en la prioridad del individuo frente a lacolectividad, sino tambin en la comprensin del trabajo.

    Este se estara convirtiendo para ciertas capas de la poblacin lasprotagonistas de esta investigacin en un medio de expresin del yo dejan-do de ser algo perteneciente al mbito pblico para inscribirse en la esferasocial, en un mbito de intereses colectivos pero que resulta, simultnea-mente, escenario privilegiado de las propias capacidades.Cierta concepcin psicologista del trabajo puede inferirse del discursode los grupos II y I I I , que entienden aqul como un autodesafo un retocontinuo) en el que se prueba la personalidad. Jvenes empresarios, altosejecutivos y emp leados en sectores ascendentes dise o, publicidad, etc.) re-saltan la labilidad de su trabajo im prov isaci n, cada da se hace una

    cosa), entendido como un continuo ejercicio de resolucin de problemas

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    en el cual es preciso tener una personalidad determinada. Junto con la segu-ridad arriba mencionada, la desenvoltura, la iniciativa y la flexibilidad sonalgunas de las caractersticas d e un trabajador definido no tan to p or su compe-tencia para ejercer una tarea concreta como por su habilidad para activar sucapital psquico a la medida de un trabajo entendido como movimiento.Ms que la especializacin se valora un saber hacer prctico y actualizado;ms que la formacin que alude a un capital terico acum ulado ) la experienciay, subyaciendo a sta, la capacidad de presentizar las propias potencialidades:saber hacerlo, saberse m ostrar ...) es necesario que sepas desenv olverte enel am biente en el que te mueves II I) .

    Este conjunto de rasgos caracteriolgicos conforma el marco de refe-rencia para una particular nocin de xito, que constituye uno de los ncleosdel discurso individualista.

    3 . Hac ia una concep cin narcisista del triunfoTres son los parmetros a travs de los cuales se mide el xito. En pri-mer lugar, el din ero : a m me gusta que mi xito se pague con dinero V ).En segundo lugar, el poder, referido tanto a la extensin de la red deinfluencias relaciones) como al deseo de increm entar el campo de acti-vidad p rofesional crear nuevas vas ). En tercer lugar, el xito se asociacon el respe to. Es ta sera una forma de relacin social en sentid o simmelia-no) que media los vnculos profesionales y se presenta como consecuenciadel reconocimiento de la propia superioridad: te ests afianzando con unrespeto y quiz una adm iracin po r parte de los dem s I I I ) . La nocinde respeto nos conduce a la naturaleza psicosocial del xito.Triunfar significa, primero, que los dems lo reconozcan, que los otros

    la sociedad en ge neral, los com pa eros , los am igos, la familia, la parejaen orden creciente de intimidad) se constituyan en referentes de nuestracompetencia. Los ms modestos se contentan con la aprobacin del crculo msprximo: a m me interesa triunfar de cara a mis padres, que para eso mehan estado agua ntand o V ). Pero es la ampliacin progresiva de la esferade reconocimiento lo que da la medida del verdadero xito; en este sentidosalir en los peridicos sera la forma actual de entender la excelencia.Como consecuencia de la aprobacin de los otros surge la propia satisfac

    cin: hacerlo lo mejor posible, sentirse t mismo satisfecho con lo quehaces I I I ) . Pe ro la repetida identificacin del trabajo con la llamada auto-realizacin hace pensar en q ue se est gestando una concepcin persona-lizada y an narcisista del xito. No todos, sin embargo, abundan en estaidea. As, para los ms jvenes, la realizacin a travs del trabajo se rela-ciona con un estado adulto eso de realizarme es un poco raro ...) yodesde luego no pretendo realizarme ni nada a los veinte aos, V) y an

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    con una suerte de falacia q ue encu bre otras frustraciones yo creo queel trabajo es la nica oportunidad que tienen las personas de relacionarse,pero cualquiera con mucho dinero puede realizarse de maneras distintas, V).Desde este punto de vista la realizacin personal tendra lugar fuera delterreno iaboral.

    Pa ra o tros la autorrealizacin es, nada m eno s, que la forma actual dereferirse a la felicidad: es uno de los mltiples caminos que utilizamospara inte nta r consegu ir esa felicidad utpica II ). As, a travs de la iden-tificacin traba jo/au torrea lizac in, el me dio por excelencia el trabajo comome dio de vida) se muda en fin o, ai m enos , en el me dio privilegiado p araalcanzar la autorrealizacin, nombre psicologista de la felicidad. De estaforma, el trabajo cobra una centralidad nueva: es un test diario el quetienes que hacer... Me refiero a que si no ests a gusto en tu trabajo, stete lo est recordando continuamente. Qu tal est en la sociedad, si estsa gusto, si eres brillante o no profesionalmente, si ganas mucho, si ganaspoco II) .La concepcin personalizada del trabajo conduce, pues, a un nuevo rigo-rismo no tan to mo ral el de los em presarios we berianos qu e hacan de suxito una prueba de su salvacin) como psicolgico. Puesto que la auto-realizacin se cum ple logrando un a serie de m etas cuya consecucin e xpresa,

    adem s, la vala del individuo al mismo tiempo que vendes el productovendes a los dems tu propio producto, a ti, II), se impone la necesidadde utocontrol un control me ntal muy fuerte .. .) porq ue uno no puedepermitirse enredarse en continuas preocupaciones, II).Y, sin embargo, la cadena asociativa trabajo-autorrealizacin-xito remitea un deseo desenfoc do producto de la persecucin de metas siempre reem-plazables. Al cabo, si la meta suprema es, tal como se afirma repetidas veces,el aban dono del trabajo, el xito se revela como una falacia: lo mejor del

    xito radica en eso, en conseguirlo. Pero si eres un poco autocrtico y noquieres cosas raras com o yates o esas cosas, dices: b ue no , y ahora qu?Porque en el fondo el xito es una espiral sin sentido. Es bueno en lamedida que te planteas xitos sucesivos, pero si n o ... II ).As, el rigorismo psicolgico aboca a una nocin paradjica de xito.Este adquiere un sentido personalizado porque, aunque contiene el deseode reconocimiento y la consecucin de objetivos cumplidos en un exteriorsocial as se entie nde el discurso de los jvenes em presa rios), rem ite al

    concepto de autorrealizacin que genera un yo exigente y claustrofbico:bu eno , qu tal ests? Ests contento en tu trabajo, con la gente? Cm opuedes camb iar, cmo no? ...) Yo me estoy analizando y habland o con-migo mismo siempre II ).Pu ede decirse que el ideal de vocacin prese nte d bilm ente en el dis-curso de los profesionales), que constitua una mediacin entre una esferapblica que se quera dominar y un mbito privado que impulsaba, con

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    su llamada interna, a la actividad, ha sido reemplazado por el de auto-realizacin. Esta alude a un trabajo que se pretende arena de la propiaexpresividad para acabar siendo una mera conquista de la lgica narcisista.

    I I I . LA ESFERA SOCIAL: EL TRABAJO. RESUMENCUADRO

    mbito de la necesidadgrupo IVmedio de supervivenciaoposicionessmicas: t. rutinario muerte)t. ajeno alienacin)t. disociado de los interesespersonalesvaloracin condena exceso)ambicin

    mbito de la libertadgrupos I y IImedio de expresin

    t. creativo vida)t. prop io identificacin)t. integradoen losinteresesper-sonalessustitucin metafricapo r lapromocin y la vocacin por laauto-

    rrealizacinti di

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    t. como vocacingrupo Idefinicinobjetivonocionesasociadas

    llamada interna orientada a la con-quista del exteriorexcelencia en una actividadformacinespecializacin

    como autorrealizacingrupos II y IIIdeseo de expresin de las capaci-dades internasdespliegue de la personalidadexperienciadiversificacin

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    onclusionesEl cambio desde una poca donde primaban los intereses colectivos a

    otra dominada por la centralidad de los asuntos privados se juzga con seve-ridad por parte del grup o ms crtico el I) , com puesto po r profesionalescon un nivel de vida actualmente elevado y un pasado caracterizado por laimplicacin poltica. Se censura, en primer lugar, la autocomplacencia delos nue vos t iem po s. El cese de la participacin en la esfera pblica vamilitancia o asociacionismo) se entiende como el abandono de un debersocial. Como contrapartida, la actividad profesional concentra las energasde una manera casi obsesiva, al tiempo que se tiende a la construccin deun ocio ostentatorio que justifique el sentido de la esfera privada: En miambiente nadie hace nada y todo el mundo haca cosas: gente que eraningenieros pero que daban clase de no s qu; gente que estaba metida encomunidades cristianas o en algo de barrios. Ahora, nada; absolutamente,nada. Todo el mundo trabaja, trabaja muchsimo; progresa, progresa mu-chsimo y luego el tiempo libre se lo m ontan muy bie n: viajes y dep orte I) .El tipo de vida actual se vive como una suerte de traicin a las creen-cias originales. Se admite que se ha experimentado un cambio drstico enrelacin a los plantea m ientos de juven tud y se reconoce que dicha m udanza

    es algo ms que una mera cuestin de formas. En realidad implica unaverdadera transformacin, un travestismo radical de los principios: De pron-to cambia tu vida, todos tus ideales los tienes que dejar de lado y te mon-tas la vida de otra forma. Pero radicalmente, insisto, de una forma quehabas atacado incluso en un m om ento dado I) .El abandono de la gran sociedad a s misma y el encierro acrtico yexclusivo en la esfera privada genera mala conciencia o, en lenguaje psico-analtico, culpabilidad), una cierta vergenza por haber renegado del origen

    y de ser, hoy, otra persona. A l cabo, uno no se reconoce al concebir losdos momentos, la poca del inters por lo pblico y la actual absorcin enel universo privado, como marcos de referencia de dos personalidades dis-tintas. La comp rensin del abrazo del mo do de vida individualista com ouna ruptura y no como un proceso genera una violencia psquica conse-cuencia de una autoimagen que se deseara negar: Todos venimos de unorigen y todos estamos ahora en otra vida. La gente tiene mala conciencia,vamo s I) . S, han cambiado radicalmente los planteam ientos ...) Q uha pasado de todo aquello? To do se ha ido al garete. Es una p en a.. . I) .Una variante de esta fuerte autocrtica est en aquellos que no renie-gan del descubrimiento del universo privado pero reconocen su responsa-bilidad en el abandono de los asuntos pblicos. La mala conciencia novendra tan to por la propia transform acin lo cual supone pone r en cues-tin el modo de vida actual en su totalidad) como por la escasa partici-pacin en lo com n lo que slo implica reconocer una insuficiencia prop ia

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    parcial): En lugar de trabajar doce horas y de ganar tanto dinero, podratrabajar ocho e irme a una asociacin de vecinos a pasar dos das a la semanaconsulta (de abogado) (I). Y, sin embargo, la participacin comunitariarezuma la ranciedad de lo antiguo y se asocia a un rigorismo ideolgicointolerante. Por eso, ante la conviccin de que la rigidez y la cortedad demiras pueden ser atributos tanto de los militantes de lo pblico como delos profetas de lo privado, se recomienda un equilibrio deseable entre ambosmundos: El punto ese medio, porque ni lo pblico ni lo privado puedenllenarlo todo (I).

    Los hay, sin embargo, que no comparten la desazn de los que quierendimensionar las dos esferas de competencia. Frente a un discurso culpa-bilizado, los que defienden el progreso del individualismo afirman irnica-mente que la mala conciencia se va pasando con los aos. Para ellos, elcambio de planteamientos no supone dramatismo alguno, y vale ms aceptarla eleccin de lo privado con todas sus consecuencias que desgarrarse enconflictos internos: Lo que pasa es que a lo mejor no lo queremos aceptar,pero es lo que nos apetece (I).

    Dentro de los dos discursos principales (los de los grupos I y II)estn, po r ltim o, aquellos que prefieren no hablar de una m udanza deintereses y situarse en el presente. En realidad, ms que una desatencinde los intereses pblicos en beneficio de los privados, lo que se ha operadoes una saludable interdependencia entre ambas esferas: Lo pblico es mejoren la medida en que lo privado sea mejor: cuanto mejor sea cada uno, mejorva a funcionar el conjunto (...) La insistencia en la individualidad generaun inters ms eficaz por lo pblico (II). As, estaramos asistiendo aldescubrimiento de la relacin con uno mismo, que es una relacin muyim po rtan te, au nqu e luego haya unas capas de la poblacin que hacen unuso epidrmico y superficial de la misma (II). La conjuncin de estas rena-cidas individualidades mejorara, en su conjunto, a la sociedad espaola:Es o de con tra Franco vivamos m ejor me parece una declaracin deincompetencia social, porque presupone que no eres capaz de vivir social-mente y solidariamente con los dems si no hay un enemigo comn (II).

    Frente a esta nost lgi de resistenci (que exhiben algunos crticos delindividualismo) el momento presente, si no es el mejor de los posibles, almenos incorp ora una mejora notab le en relacin al pasado . Fre nte a lasviejas dependencias ideolgicas, la persona toma conciencia, en ese pro-ceso de introspec cin, d e que lo ms im po rtante no es ya estar casado otener un empleo.. . , sino que tu propia identidad sea lo que se afirme (II).

    En resumen, puede decirse que los grupos aceptan que nos hallamosen una cultura individualista, definida por la desatencin de los asuntos

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    pblicos en beneficio de los privados. Los ms crticos entienden este fen-meno como consecuencia de una decepcin 13. La esfera pblica es hoy elm bito de una poltica de gestin dond e lo sustantiv o prin cipios , idea-les, ideologas) ha sido arrumbado. Ni la militancia partidista ni la par-ticipacin asociativa se conciben ya como medios de intervencin en laesfera p blica. Slo se advierte un deseo comu nitario en los grupos de clasemedia y med ia-alta) de conten ido ideolgico impreciso y que no encu entracauces adecuados de expresin. En todo caso, la anticipacin del alto gradode exigencia personal y de la escasa repercus in del prop io esfuerzo frustranla accin en el mbito comunitario. Queda, empero, una firme adhesin alsistema democrtico. El ejercicio del sufragio se concibe simultneamentecomo una obligacin ciudadana y como el pre text o para deslegitimar consi-derndolas como un exceso) las dems formas de participacin. El voto fun-ciona, as, como una accin pblica mnima que planea sobre una esferacolectiva desertizada.

    Por si fuera poco, la debilidad de la sociedad civil abona los nuevos va-lores de la cultura del individualismo. As, si en el plano econmico laautonoma en relacin al Estado es el signo del progreso, en el mbitoafectivo la autosuficiencia pauta unas relaciones dominadas por el pactismo,mientras que la autoestima constituye el ncleo de la intimidad, definidaahora como la relacin con uno mismo. Del mismo modo, se est fra-guando una nueva nocin de libertad, que no se entiende ya como posibi-lidad de intervencin en el mbito pblico, sino como capacidad de eleccinen un espacio social concebido como un mercado libre donde confluyenindividualidades independientes.

    Los paladines del individualismo hacen de ste la expresin de unamodernidad caracterizada por la extensin social de la posibilidad de elec-cin en todos los campos. En el cuidado del cuerpo y la apariencia, en eltiempo de ocio, en la eleccin de la pareja, en el trabajo, en la orientacindel voto... vivimos una eclosin del derecho a la diferencia. Podra pensarsetambin que asistimos al progreso de la conciencia psicolgica. El votopersonalizado, el ascenso del ideal de autorrealizacin, la concepcin de laintimidad como autoanlisis seran algunos signos de esta tendencia. Al cabo,la celebracin o la crtica del indiv idua lism o tras aoranzas irred en tas deun mundo pblico perdido) resulta, paradjicamente, una eleccin ideo-lgica, a juzgar por el encono de los discursos alrededor de la cuestin.En todo caso, el debate permanece abierto.

    13 Para el anlisis de la decepcin como elemento de term inante en el pndulo quemarca las preferencias por la esfera pblica o privada, vase A. O. HIRSCHMAN, hiftingInvolvem ents Prvate Interests and Pub lic Action) Oxford: Martin Robertson, 1984 .