LA NATURALEZA, TODA UNA ARTISTA

Por: Gaby Estevez

La naturaleza, toda una artista

Por: Gaby Estevez

Hace un par de meses, una persona que está maravillosamente eclipsada

por el arte en todas sus facetas, hizo mención de una frase que hasta ahora no he

podido sacarme de la cabeza “lo que se ve, no es”. En un principio consideré que,

de cierta forma, la frase presentaba una obviedad en sí, porque todos en algún

momento nos hemos puesto una máscara ante los demás; sin embargo, no llegué

a imaginar el amplio horizonte que escondían esas seis palabras, y mucho menos

relacionadas con el arte y la naturaleza.

La Real Academia Española, institución cultural que se encarga de regular

la lengua hispana, define arte como la manifestación de la actividad humana

mediante la cual se interpreta lo real o se plasma lo imaginado con recursos

plásticos, lingüísticos o sonoros; mientras que naturaleza la presenta como el

principio generador del desarrollo armónico y la plenitud de cada ser, en cuanto tal

ser, siguiendo su propia e independiente evolución.

En primera instancia, buscar una relación entre ambos conceptos, o pensar

que la naturaleza podría ser artista resulta descabellado si retomamos el aspecto

de que el arte es la “manifestación de la actividad humana”, sin embargo, el arte

también refiere, de acuerdo con el crítico e historiador italiano Dino Formaggio, a

dejar un rastro y comunicar algo mediante la expresión de la libre transformación;

lo anterior aunado con su frase “el arte es todo lo que el hombre llama arte”,

podría llevarnos a no ser tan estrictos y llamar arte a creaciones que tengan como

autor a “algo” en vez de alguien.

Ahora bien, a pesar de que en la actualidad solemos considerar arte a los

elementos expuestos en museos y galerías, si tenemos los ojos bien abiertos y

dejamos de ver lo que nos ofrece la naturaleza como simples objetos parte del

entorno, las sorpresas que nos llegaremos a encontrar son incontables; para

muestra, un objeto que a simple vista, por la convención social, denominamos

árbol, pero que si nos acercamos a su tronco y prestamos más atención, nos será

posible encontrar formas hermosas, bien delineadas y compuestas, dignas de ser

comparadas con esculturas como las de Rodin.

El árbol del Tule, cuya edad se calcula en más de dos mil años, está

ubicado en el atrio de la iglesia de Santa María del Tule, Oaxaca y es conocido por

tener el diámetro de tronco más grande del mundo (42 metros).

A simple vista impone por su abundante follaje y tamaño, sin embargo, su

tronco te deja impresionado por las diversas formas que sus nudos han formado

con el paso de los años, de las cuales presento algunas a continuación:

Vista exterior del árbol del Tule

Cara de un perro de raza Bulldog Inglés

Niño pidiendo limosna

Cara y cuello de un venado

No cabe duda que estas formas naturales son muy definidas y nos permiten

agilizar el pensamiento pues no todas son cien por ciento explícitas y hay que

seguir las líneas, aislarlas y combinarlas visualmente para lograr darle forma a la

figura, como si de una obra abstracta se tratase.

De esta manera, nos damos cuenta de que el arte ofrecido por la naturaleza

puede llegar más allá de los bellos atardeceres, cielos estrellados y flores de

diversos colores, y que si le brindamos su lugar como una pieza bien hecha, que

represente algo para nosotros, ¿por qué no puede ser considerada una obra de

arte?, sobre todo si lo comparamos con ciertas obras de reciente creación, que

hasta cierto punto dejan mucho que desear y son encerradas en un debate (que

parece interminable) sobre si realmente es arte, debido a que los artistas se

enfocan en tomar objetos que todos conocemos y los colocan en una vitrina bajo

Oveja

la denominación de arte. Tal es el caso de Jeff Koons y sus aspiradoras (The New:

Encased Works) o balones de basquetbol (Equilibrium).

Los invito a que a partir de hoy se propongan a observar los objetos que

nos ofrece la naturaleza, no sabemos las maravillas que nos perdemos al

subestimar la belleza natural y, quien sabe, tal vez encuentren objetos que

merezcan ser llamados arte, por lo que les hacen sentir o por la manera en que

están compuestos.