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LA POETICA DE .CASSIANO RICARDO En 1964el poeta brasilefio Cassiano Ricardo publica dos libros excepcionales dentro del medio lírico latinoameri- cano: Jeremías sin llorar y Algunas reflexiones sobre poé- tica de vanguardia l. Son obras distintas en su género pero deliberadamente complementarias. La primera reúhe un conjunto de textos que bien pueden leerse como un largo poema, donde las técnicas y los procedimientos más novedosos de su hora se alían con la sabiduría verbal de quien ya había conquistado el reconocimiento de los su- yos como alto poeta de estilo acendrado. La segunda, to- mando ese conjunto lírico como pretexto de sus meditaciones, nos entrega la suma teórica de una poéti- ca que puede contarse entre las más singulares que ha- yan surgido en los últimos tiempos dentro y fuera de nuestro continente. Pese a haber aparecido hace más de dos décadas, la poé- tica de Ricardo aguarda aún en nuestros días una difu- sión a la altura de sus merecimientos. No es necesario compartirla enteramente para reconocer la concentrada lucidez que la distingue, así como la contribución al es- clarecimiento del hecho lírico que sus páginas se acredi- tan. Si reparamos, además, en que dentro del ámbito latinoamericano no abundan las proposiciones teóricas coherentes, útiles para la indagación del poema moder- no, sorprende la escasa audiencia prestada al ensayo del maestro brasilefio. Sus reflexiones dan cuenta de un apor- te nada inferior, por su originalidad, a los más reconoci- dos de nuestra época. No estimo exagerado, por tanto, situar su obra teórica junto a las de Max Bense, Ezra Pound y Gottfried Benn, entre otros eminentes tratadis- tas del ars poetica en el presente siglo. Cassiano Ricardo nació en Sao José dos Campos (Esta- do de Sao Paulo) en 1895 y murió en 1974. Su obra líri- ca, como la de otros poetas brasilefios de su tiempo, recorre un vasto periplo que va desde los poemas inicia- les de Dentro de la noche, de corte parnasiano, y luego se despliega progresivamente en las conquistas del Mo- dernismo y otros movimientos siguierítes, hasta cerrarse l. Cassiano Ricardo, Jeremias sem-chorar y Algumas ref1exoes so- bre poética da vanguarda, José 01Ympio Editora, Rio de Janeiro, 1964. Por Eugenio Montejo "Espejo". 1983. Altura 1.60 rnts. en las experimentaciones gráfico-visuales de Jeremías sin llorar y Los sobrevivientes (1971). Por lo que hace a nues- tra lengua, aparte de numerosos textos suyos aparecidos en revistas y antologías, su libro Martim Cerere, del cual Gabriela Mistral había traducido algunos poemas, apa- reció más tarde en traducción completa bajo el sello del Instituto de Cultura Hispánica de Madrid, el afio de 1953, en versión debida a la escritora cubana Gabriela Berna!. 25

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LA POETICA DE.CASSIANO RICARDO

En 1964el poeta brasilefio Cassiano Ricardo publica doslibros excepcionales dentro del medio lírico latinoameri-cano: Jeremías sin llorar y Algunas reflexiones sobre poé-tica de vanguardia l. Son obras distintas en su géneropero deliberadamente complementarias. La primera reúheun conjunto de textos que bien pueden leerse como unlargo poema, donde las técnicas y los procedimientos másnovedosos de su hora se alían con la sabiduría verbal dequien ya había conquistado el reconocimiento de los su-yos como alto poeta de estilo acendrado. La segunda, to-mando ese conjunto lírico como pretexto de susmeditaciones, nos entrega la suma teórica de una poéti-ca que puede contarse entre las más singulares que ha-yan surgido en los últimos tiempos dentro y fuera denuestro continente.Pese a haber aparecido hace más de dos décadas, la poé-tica de Ricardo aguarda aún en nuestros días una difu-sión a la altura de sus merecimientos. No es necesariocompartirla enteramente para reconocer la concentradalucidez que la distingue, así como la contribución al es-clarecimiento del hecho lírico que sus páginas se acredi-tan. Si reparamos, además, en que dentro del ámbitolatinoamericano no abundan las proposiciones teóricascoherentes, útiles para la indagación del poema moder-no, sorprende la escasa audiencia prestada al ensayo delmaestro brasilefio. Sus reflexiones dan cuenta de un apor-te nada inferior, por su originalidad, a los más reconoci-dos de nuestra época. No estimo exagerado, por tanto,situar su obra teórica junto a las de Max Bense, EzraPound y Gottfried Benn, entre otros eminentes tratadis-tas del ars poetica en el presente siglo.Cassiano Ricardo nació en Sao José dos Campos (Esta-do de Sao Paulo) en 1895 y murió en 1974. Su obra líri-ca, como la de otros poetas brasilefios de su tiempo,recorre un vasto periplo que va desde los poemas inicia-les de Dentro de la noche, de corte parnasiano, y luegose despliega progresivamente en las conquistas del Mo-dernismo y otros movimientos siguierítes, hasta cerrarse

l. Cassiano Ricardo, Jeremias sem-chorar y Algumas ref1exoes so-bre poética da vanguarda, José 01Ympio Editora, Rio de Janeiro, 1964.

PorEugenio Montejo

"Espejo". 1983. Altura 1.60 rnts.

en las experimentaciones gráfico-visuales de Jeremías sinllorar y Los sobrevivientes (1971). Por lo que hace a nues-tra lengua, aparte de numerosos textos suyos aparecidosen revistas y antologías, su libro Martim Cerere, del cualGabriela Mistral había traducido algunos poemas, apa-reció más tarde en traducción completa bajo el sello delInstituto de Cultura Hispánica de Madrid, el afio de 1953,en versión debida a la escritora cubana Gabriela Berna!.

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La prestigiosa editorial mexicana, Fondo de Cultura Eco-nómica, por su parte, incluyó en su colección Tierra fir-me su celebrado ensayo histórico La marcha hacia eloeste. Más recientemente, el poeta peruano Javier Solo-guren publicó en Lima una breve y muy lograda Antolo-gfa de su obra lírica en 1979. De sus varias obras críticas,en cambio, no conozco recensión aparecida fuera de sulengua hasta el presente.La línea principal de las reflexiones de Ricardo, la quesirve de fundamento a sus postulados, proviene del aser-to de Maiakowski, según el cual sólo es poeta el hombreque crea las reglas poéticas. El lírico ruso pudo pensar,al escribir esto, que todo poeta las crea en sus propiospoemas así como en sus textos teóricos. Ricardo retomala idea de Maiakowski pero añade que no hay que con-fundir reglas con versos. Es, pues, ante todo en su poéti-ca donde se reconoce al poeta genuino. Corresponde asu obra lírica, por lo demás, confirmamos la validez desus postulados, iluminándolos en la práctica. Se despren-de del texto de Ricardo que obviamente no hemos de con-cebir ambos aspectos de modo separado, sino en mutuasimbiosis a lo largo de nuestra vida creadora. Por ellonos aclara que' 'la filosofía no tiene poder alguno sobrela poesía, pero el poema tiene su filosofía. La poética esla filosofía del poema" . Lo que Ricardo cabalmente exi-ge al poeta contemporáneo es "un ojo crítico y otro líri-co" frente al poema de vanguardia y su autonomía.Podría decirse, recordando los principios de la estéticachina, que sus reflexiones constituyen en cierta forma elvaCÍode su libro de poemas, el blanco que rodea el textolírico, y bien sabemos que en el uso del vaCÍo, como loanaliza Franyois Cheng en su libro Vide et plein. L 'artpictural chinois2, reside la utilidad de las cosas creadaspor el hombre. En el vaCÍoreside el uso del jarrón, dejóescrito el venerado maestro del Tao Te King. El vacíodel poema vendría a ser, según esto, la teoría que lo haceposible, la cual se halla siempre presente, envolviéndoloy determinándolo. Ricardo, al dibujamos el vaCÍo de suobra, ha querido tal vez rescribir el mismo libro desdeotra perspectiva, como un alfarero que nos hablase unavez de su jarróny otra de cuanto, determinando su for-ma, le presta contenido definitivo.Un rasgo predominante en el ensayo de Ricardo se con-creta en el afán minuciosamente explicativo que lo llevaa componer la trama de sus reflexiones con un celo ter-minológico que hace pensar, por el rigor de su arquitec-tura, en la Etica de Spinoza. Dentro del libro quecomentamos, cada capítulo se ciñe a un tema fijo, rigu-rosamente atendido, confirmando desde el inicio la vo-luntaria proscripción de toda vaguedad. Son anotacionesque resultan colindantes con el fragmento, si bien su autornunca se abandona a la libertad gratuita tal vez por áni-mo de preservar la coherencia. El libro apenas contiene

2. Fran):ois Cheng, Vide et plein (L'art pictural chinois), Editionsdu Seuil, Paris, 1983.

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una centena de páginas, sin embargo, un comentario detodos sus temas nos condenaría a quintuplicarlas segu-ramente sin agotar sus proposiciones. Mencioné antes elcuidado con que precisa sus términos, y hay que añadirque deslinda, mediante facetas novedosas, las contrapo-siciones de poesía y poema, poesía y literatura, verso yprosa, prosa en verso, hasta suministramos la invenciónclave de su obra posterior, la línea-signo, que llama lí-nosigno, propuesta por él para sustituir la tradicional no-ción de verso, como hemos de ver más adelante.Cada uno de los conceptos de que se vale es objeto eneste libro de una aclaración pormenorizada, comenzan-do por la idea misma de vanguardia, objeto del libro; lanoción de vanguardia -esa metáfora militar, como apos-trofaría Borges, recordando a Baudelaire- queda res-tringida a dos sentidos únicamente: "O bien se practicala vanguardia -nos dice- para 'recommencer a zéro',o bien la colocamos en función de hechos nuevos aún notransformados en las estructuras significativas que taleshechos exigen poéticamente".Desde el comienzo la poética de Ricardo se sitúa bajo laégida de la teoría constructivista. Al igual que GottfriedBenn, privilegia la hechura del poema contra la invoca-ción de la musa dispensadora de la gracia lírica. "El poetano dice: hágase el poema. Es él mismo quien lo tiene quehacer", afirma lapidariamente. Resulta curioso, digámos-lo de paso, que a lQlargo de su ensayo Ricardo no men-cione a Gottfried Benn, y en especial a su célebreconferencia de 1951, elogiada por T.S. Eliot.La supresión del verso como núcleo autónomo de la com-posición es otra clave principal de la poética ricardeana.En el capítulo titulado Verso y reverso pasa revista a laevolución del verso durante los últimos siglos, detenién-dose a constatar la progresiva eliminación de sus capaci-dades sugestivas. La lucha contra el verso ha constituido,sin duda, una ardua empresa puesto que apunta a modi-ficar una convención inveterada. Señala su principio enel encabalgamiento, que le quebró sus pausas termina-les, luego adviene la conciencia de que el ritmo (existen-cial) debía sustituir al metro (convencional), esto es, laproscripción del metrónomo indicada por Pound, y asíotros muchos hitos que analiza, como el verso termina-do en preposiciones o conjunciones, al que llama versosuicida, o el fragmentado en la página, al estilo de Uncoup de dés, que sólo alcanza valores visuales, hasta iden-tificar sus ataques definitivos en el llamado poema en pro-sa y el verso libre. Alcanzado este punto, se hace patentela confusión entre frase y verso, por lo que la poesía devanguardia, si damos crédito a sus teorías, resuelve elasunto de raíz y suprime el verso. "El poema -diceRicardo- tendría que ser poema por su cuenta y riesgo:un cuerpo autónomo, construido con palabras-cosas, osea con un material de composición exclusivamente su-yo". Con ello, sin embargo, tal como se apresura a acla-ramos, no condena los versos que hizo o que otros hayanhecho, sólo proclama -recordemos que se trata en su úl-timo período- que el verso, como tal, ya no le satisface

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más. Una vez proscrito el verso, Ricardo propone la no-ción de linosigno, término compuesto de línea y signo ynutrido de las viejas y nuevas significaciones de estas dospalabras que en el neologismo se comprimen. Tiene, poruna parte, sentido de línea, "pues toda frase, o aun todapalabra, cualquiera sea su posición, tiene en la línea suespina dorsal", y de signo por ser éste "el carácter queel poeta inventa para la palabra". El concepto de lino-signo, tal corno Ricardo lo presenta, torna en cuenta lasideas de Max Bense y los aportes del estructuralismo. Laconveniencia de su empleo radica, según nos advierte, enque "dispensa de llamar verso lo que ya no es tal yatien-de a la disposición visual-estética de los sintagmas en elespacio blanco de la página" . Es una noción que, no obs-tante el esfuerzo de claridad puesto en definirla, no al-canza a separarse nítidamente del concepto quereemplaza. Nuestro autor por su parte, atribuirá a unasimple ilusión óptica el hecho de que, a pesar de su ex-plicitación, se le reproche que, así y todo, siga haciendoversos. A ello responde que el poeta de vanguardia bienpuede hacerlos adrede, mezclados con los linosignos. Al-go nos dice, sin embargo, que al precisarnos su idea delneologismo, éste ha debido alcanzar un trazo totalmenteautónomo que lo presente invulnerable a toda posibleconfusión.En contraste con la novedad teórica respecto del verso,que reseñamos, no deja de sorprender que el autor tornepartido por la defensa de la rima. En este punto argüiráque así corno el verso libre practicó el arte de no rimar,la vanguardia ha de insistir en no hacer versos. "En vezde versos sin rima, rima sin versos". Las razones sinduda tienen que ver con el recurso mnemotécnico, desdeantiguo defendido por los rimadores, aunque no se de-tenga en este tópico, y en cambio prefiera aducir, condeclaración extrañamente sentimental, que "rimar es másbrasileño que no rimar", si bien la suya a menudo se pro-ponga corno rima entre sintagmas dentro de un mismolinosigno.Junto al cuidado puesto en la formulación de los térmi-nos, manifiesto a lo largo de su libro, otro rasgo pecu-liar de su poética se aprecia en su valoración del oficiolírico, del trabajo creador, corno requisito fundamentalpara el hallazgo de la obra. Respecto del primero nos ase-gura que' 'no habrá vanguardia sin una nueva termino-logía poética, para que ciertas denominaciones, talescorno verso, poesía corno arte de hacer versos, poema enprosa, verso libre, sean abolidas por anticuadas, pues sólouna nueva terminología (corno enseña la Teoría de la In-formación) crea una realidad nueva" . En cuanto al inte-rés supremo que exige al trabajo de la composición, alas claras se ve que estarnos ante un poeta que sobresti-ma la hechura corno valor supremo de] cual derivan losdemás dones verbales. Resulta notoria en esta parte desus reflexiones la coincidencia con Benn y Valéry. Lo dis-tintivo del cuido artesanal que propugna proviene, sin em-bargo, de que lo considera definitivamente más imperiosoen nuestra época. "Nunca el artista necesitó tanto, co-rno hoy, convertir su oficio en una forma de trabajo".

Así llega a presentarnos su concepción del poeta comoun profesional, cuya labor se justifica ante sus ojos mu-cho más que la del poeta vocacional. Cercana a la pro fe-sionalización que reclama para el oficio del poeta, sehalla, no debe sorprendernos, su insistencia en que .secreen cátedras de poesía en las Escuelas de Letras. Algoque, en cierto modo, los llamados talleres literarios in-tentan suplir en nuestros días.Un breve texto de su libro Jeremías sin llorar, que citaexpresamente para ilustrarnos su parecer sobre el tema,viene a decirnos más o menos lo mismo, esta vez desdeel ámbito privilegiado del poema. El título que lleva esebreve texto es precisamente Poética:

¿Qué es la poesia?Una islarodeadade palabraspor todaspartes.

¿Qué es el poeta?Un hombreque trabaja el poemacon el sudorde su frente.Un hombre que tiene hambrecomo cualquier otro hombre.

El rigor constructivista de Ricardo, no obstante las afir-maciones extremas de que se vale, resulta en ciertos ca-sos oportunamente matizado. Así ocurre, por ejemplo,cuando sale en defensa de la emoción, "que legitima alacto de componer poética e intelectualmente; las pala-bras que entran en el poema tienen que ser trabajadasen vivo, como el lenguaje que sale de nuestro cuerpo".Expresamente advierte que si bien se puede hacer poesíacon la máquina, no se puede en cambio construir una má-quina de hacer poesía. Por ello condena todo automatis-mo, sea éste métrico, surrealista o puramente mecánico,corno enemigos mortales del arte. Desdefia al mismo tiem-po la inspiración y el esteticismo puro como trabas igual-mente nocivas de la construcción. Y reconoce entre losaportes del Modernismo, el haber rehabilitado la intui-ción "contra el intelectualismo parasitario y sofista".Su noción de poema queda definida por su alegada auto-nomía frente al verso y la prosa, recalcando la convenien-cia de no confundirlo con ninguno de los dos. Para él,la antigua convención que definió a la poesía como el artede hacer versos, dejó de tener sentido con el advenimientodel verso libre y, sobre todo, con los experimentos que

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abolieron el verso. Al mismo tiempo rechaza la creenciatradicional que establece como sinónimos los conceptosde poema y poesía. No existe, en efecto, poema sin poe-sía. Resulta erróneo, por tanto, decir libro de poesía,cuando lo que se pretende nombrar es un libro que su-puestamente contiene algunos poemas. Pero lo que sin-gulariza su idea de poema, como tal, es la intencióncreadora, sin la cual, a su ver, no hay poema posible,a menos que queramos referirnos a un objet trouvé oca-sional y separado de la voluntad que lo hace posible. "Elpoema, como cuerpo de la poesia, requiere ser organiza-do por dentro y por fuera, poseer externamente una con-figuración estética o, al menos, gráfico-visual". Encuanto a la autonomía del poema, ésta presupone unalucha contra tres vicios: el vicio de hacer versos, el vicioóptico, que sigue viendo versos donde ya no existen, yel vicio auditivo, que toma el metro por ritmo.

Al referirse a la crisis de la poseía, un tópico frecuenteentre los escritores contemporáneos, Ricardo, consecuen-te con su precisión léxica, aduce atinadamente que es da-ble hablar de una crisis de lenguaje, pero no de poesía,pues ésta no es susceptible de sufrir crisis alguna. Se tra-ta, en todo caso, cuando la hay, de una crisis de forma,pues la forma sí se halla sujeta en todo tiempo a la evo-lución del gusto de la época. La poesía, en cambio, cons-tituye una necesidad humana, vital, reconocida desdesiempre. "Cuando alguien afirma que la poesía murió,lo que ha muerto no es la poesía para él, sino él para lapoesía" .

Comprobamos, pues, cómo su credo constructivista nole impide, al destacar el valor de la poesía en nuestro tiem-po, reconocer el mérito de la emoción y la afectividaden el mundo de "pre-guerra atómica" que vivimos. "Des-de cualquier hipótesis, algo hay en la sociedad que sólopor medio de la emoción se resuelve; problemas que só-lo se resuelven afectivamente si los queremos resolverefectivamente" .En estas páginas sólo he recapitulado algunos temas en-tre los muchos que Cassiano Ricardo aborda en su poé-tica. Al glosarlos reproduzco casi siempre sus mismaspalabras, tratando de atraer un poco de la difusión quemerecen sus opiniones. Tal como él recapitula al cierrede su ensayo, esta poética apunta a la discusión de tresobjetivos centrales de su parecer estético: la autonomíadel poema frente al verso y la prosa, la reiterada necesi-dad de precisar una nueva terminología para encarar ladiscusión de la poética de vanguardia y, por último, larecomendación de que se establezca una cátedra depoesía.Cassiano Ricardo llega a la elaboración de su poética,como antes señ.alamos, al cabo de una práctica fecunday siempre renovada de la poesía. Pudo suscribir la cono-cida misión que al poeta encomendaba Mallarmé, la dedar un sens plus pur au mots de la tribu. Sólo que talpurificación de la voz plural mucho se fía, cosa que tam-poco fue extraña al maestro francés, de la voluntad y el

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rigor intelectivo. Otra misión podemos proponer al bar-do en nuestra América, recomendada por un maestro porcierto nada europeo, puesto que sus palabras datan deltiempo precolombino. Según ellas, la figura ideal deltlaquetzqui o narrador, es "aquel que, al hablar, haceponerse de pie a las cosas"3. ¿Conseguirá el mero arre-glo inventivo y el arduo trabajo lograr que las cosas sepongan de pie ante nosotros? Algo que la palabra magiaapenas insinúa rige los raros dones de estas artes. En con-traste con el texto lírico de Ricardo citado arriba, copia-ré este otro del poeta Ayocuan, que reivindica el arspoetica de nuestros predecesores antes de la llegada delas primeras carabelas:

Del interior del cielo vienenlas bellas flores, los bellos cantos;los afea nuestro anbelo,nuestra inventiva los ecba a perder.

Las tesis de Ricardo, como sugiere este breve comenta-rio, nos ofrecen una meditada exploración de las posibi-lidades líricas en la hora presente. Sus principales líneasdefinen una opción evidente por la estética constructivis-ta, con todo lo que ésta logra suscitar de atracción o re-paro. El predominio de la hechura sobre los demás donesque concurren en la génesis del poema, acaso la abonenen demasía a la frialdad técnica y el rigor del intelecto,aunque él en alguna parte de sus reflexiones nos preven-ga contra el intelectualismo. Su meticulosa elaboracióny su acento en el cuido artesanal de la obra, no deja decompartir cierta ingenuidad, común por lo demás a losteóricos constructivistas, contra la cual siempre nos pre-viene el Salmo 127. El trabajo por sí solo, bien lo sabe-mos, nunca lo es todo en el campo específico del arte,aunque sean muchas las horas de vigilia y muy copiosoel sudor de nuestra frente. Como reza la voz del salmis-ta: "Vano os será madrugar, acostaros tarde y que co-máis el pan del dolor; es Yahvé el que a sus elegidos dael pan en suefios". Y el suefio, que no se nombra en es-tas páginas, acaso por deseo expreso de contrarrestar losextravíos de los credos post-románticos, se echa de me-nos. "Le falta suefio", dijo una vez Supervielle al leerun poema de no sé qué lírico constructivista. En la poe-sía de Ricardo, variada y mucha de ella esencial, el sue-fio felizmente no falta, al menos hasta no aproximarnosa su última fase. No es difícil percibir en estas reflexio-nes un desacuerdo con sus credos de juventud, con suspoemas abiertos a la celebración sin cálculo previo; supoética resulta así, por más que nos la entregue como de-

3. Miguel León Portilla, Literatura del México antiguo, BibliotecaAyacucho, Vol. XXVIII, Caracas, 1978.

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"Custodia - homenaje" 1984. Altura 1.80 mts. Catedral de Pamplona.

finitiva, sólo una de las zonas verbales que habitó, la pri-vilegiada durante sus años postreros. En el prólogo deuna de sus antologías anotó estas líneas, cercanas al pen-samiento de W.B. Yeats: "Todo poeta sabe bien que supoema es un ser bifronte: por un lado un instrumentode autocrítica que lo obIíga a revisiones constantes y aentrar en desacuerdo consigo mismo; por otro, el graninstrumento de amor y entendimiento humano". Todo

poema, y acaso también podamos decir toda poética, puesde acuerdo con sus postulados, ésta es la que por exce-lencia define al poeta genuino. Un credo bifronte puedellevarnos a rechazar lo que antes defendimos, o vicever-sa, y en esta tensión tal vez arraiga el conflicto internoque el verdadero poema viene a resolver.

Caracas, febrero de 1985.

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