Principios 2ndo Parcial

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    TRABAJO

    EN ESTA PONENCIA PLANTEAMOS que es necesario un conceptoampliado de trabajo, que considere a la vez sus dimensiones objetiva ysubjetiva. Es decir, se requiere partir de la idea de que el trabajo es unaforma de interaccin entre hombres y entre estos con objetos materia-les y simblicos, que todo trabajo implica construccin e intercambiode significados. En esta lnea, pretendemos discutir tambin posiblesconceptos ampliados de control del proceso de trabajo cuando hayactores adicionales a la clsica relacin capital-trabajo, clientes, tran-sentes, policas, automovilistas, etc. involucrados en la manera enque se realizan los trabajos, sean ellos asalariados o no. Asimismo,

    sugerimos un concepto de regulacin del trabajo ampliado, no redu-cido a las codificaciones clsicas de lo obrero-patronal, que puedeninvolucrar a ms de dos agentes y que pueden tomar la forma codi-ficada o no. Finalmente, discutiremos la pertinencia de un conceptoampliado de construccin social de la ocupacin, ms abarcador queel de mercado de trabajo, puesto que puede implicar al no asalariadoy a ms de dos en el encuentro entre oferta y demanda, bajo unaptica de actores; es decir, que la ocupacin es resultado de estructu-

    * Doctor en Sociologa por El Colegio de Mxico, profesor investigador de la Universi-dad Autnoma Metropolitana, Iztapalapa. Email. [email protected]

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    ras, procesos de dar sentido e interacciones entre varios agentes, seanstos asalariados o no. Ilustraremos la discusin terica con ejemplosempricos de diversas ocupaciones que pueden considerarse atpicasen el sentido planteado.

    ADurante casi todo el siglo XX los estudios predominantes acerca deltrabajo siguieron la lnea que iba de los mercados de trabajo a los pro-cesos de trabajo, a la regulacin de la relacin laboral y a las accionescolectivas vinculadas con el trabajo asalariado (de la Garza Toledo,2002). Sin embargo, la permanencia, o bien la extensin de las acti-

    vidades no asalariadas, as como de los trabajos informales (RendnGan y Salas, 2000), precarios, vulnerables (Mora Salas y Prez Sinz,

    2006), riesgosos (Beck, 2002), flexibles (de la Garza Toledo, 2002),no estructurados (INEGI, 2004), atpicos (De Grip, Hoevenberg, Wi-llems, 1997), no estndar (Reglia, 2003), no decentes (Barreto, 1999);llevaron a una parte de los estudiosos a pensar que estas categorasantiguas y nuevas de trabajadores eran incapaces de constituir identi-dades colectivas amplias, proyectos o sujetos colectivos, que el futuroera de la fragmentacin y la reduccin a lo individual o a los pequeossujetos (Castel, 2004; De la Garza Toledo, 1999).

    Los conceptos actuales de sociedad de riesgo (Beck, 1998), de co-rrosin de carcter (Sennet, 2000) o de nuevo espritu del capitalismo(Boltansky y Chapello, 2002) apuntan a que ha terminado la seguridaden y de los empleos que supuestamente habra caracterizado al for-dismo en la etapa del Estado Benefactor, al limitarse el pleno empleo,fragmentarse las biografas y carreras profesionales y predominar eltrabajo frgil, el flexible, el inseguro, con debilitamiento de la estruc-turacin de la identidad colectiva y tambin la individual, con lo cualse da inicio a una nueva cuestin social, la de la desestructuracinlaboral, familiar, social y del carcter, que jugara en contra de la iden-tidad individual y social (Beck, 2001). El trabajo se tornara entonces

    un collage de fragmentos de experiencia, que impedira el arraigo aun grupo social en particular, provocara la fragmentacin del conoci-miento acumulado, la superficialidad de las relaciones sociales, el des-precio por la antigedad laboral; el mismo espacio y el tiempo socialesse desestructuraran. Pero el capitalismo que necesita legitimar la nue-

    va situacin social se apropiara a la vez de las crticas a la vida laboralrutinaria del fordismo y las asimilara como necesidad de autocontroldel trabajador y la exaltacin del reto del riesgo permanente; la crticaa la explotacin, por su parte, sera declarada anticuada y obsoleta.

    Sin embargo, al mismo tiempo que las organizaciones tradiciona-les de los trabajadores asalariados decayeron en casi todo el mundo,

    nuevos movimientos sociales aparecieron a partir de la dcada delochenta (nuevo indigenismo, cocaleros, caceroleros, los sin tierra, lacomuna de Oaxaca, etc.). Algunos estudios(de la Garza Toledo, 2005;Negri y Hardt, 2004) los vieron en su momento como encarnacin desu antiguo concepto de obrero social una suerte de universalizacinde la clase obrera en lugar de pensar en una multiplicidad de anti-guos y, sobre todo, nuevos sujetos colectivos. Algunos de estos sujetosno tenan aparente relacin con el mundo del trabajo, pero otros s,aunque no siempre en la forma clsica de la relacin entre el capitaly el trabajo, como sucedi con los movimientos de vendedores am-bulantes por defender su lugar de trabajo, de los taxistas piratas pormantener su fuente de empleo, de los microbuseros por las rutas, etc.Es decir, existe la necesidad de explicar las fuentes de la identidad y la

    accin colectiva entre trabajadores situados en relaciones poco clarasde asalariamiento o bien con la imbricacin con clientes, usuarios y,tal vez, de recapitular acerca de un concepto ampliado de trabajo queno se restrinja al trabajo asalariado. Pero tambin es necesario pensaren la potencialidad de constitucin de identidades colectivas en losnuevos trabajadores asalariados.

    Dos concepciones tericas, relacionadas con el avance del traba-jo asalariado en las sociedades modernas, llevaron a una visin res-tringida de este concepto: una fue la neoclsica, para la cual no seconsidera otro trabajo que el asalariado, el que se compra y se vendepor un salario. La otra fue la marxista clsica, para la cual, aunque elconcepto de trabajo no quedaba restringido al asalariado y se recono-ca como tal a toda actividad relacionada con la riqueza material dela sociedad, se privilegi tambin al trabajo asalariado y se pens quela clase obrera en sentido restringido estaba llamada a cumplir unatarea histrica. Por otra parte, en la produccin capitalista del sigloXIX se dio mayor importancia en las teorizaciones al tipo de traba-

    jo que se realiza maquinstamente y con grandes concentraciones deobreros en la fbrica, porque se supona que habra una lnea evolu-

    tiva moderna hacia estas formas de produccin y de empleo (Gortz,1999). Lo anterior no implicaba que se ignorase que coexisten con elobrero industrial de la gran empresa otros trabajadores en empresascapitalistas de servicios y agricultura, e incluso ubicados en formasproductivas no capitalistas al mismo tiempo, pero estas eran margi-nales en la lnea evolutiva principal.

    La sociologa del trabajo, en sus orgenes, tambin dio la mayor im-portancia como objeto de estudio al obrero industrial de la gran fbricamaquinizada y luego fordizada, se preocup por sus reestructuraciones,pero poco dirigi la mirada hacia otros sectores de trabajadores (de laGarza Toledo, 2006). De tal manera que la mayora de los conceptos acu-

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    ados por esta disciplina siguen arrastrando sus orgenes industriales ymodernos. En estas preferencias tambin haba un evolucionismo expl-cito o implcito, la gran empresa barrera con formas precapitalistas deproduccin y el proceso de proletarizacin casi se universalizara con eldesarrollo del capitalismo (Thompson, 1982). La importancia clsica deltrabajo asalariado en la gran industria derivaba tambin de la constata-cin de su relevancia en la creacin del producto nacional, al menos enlos pases desarrollados, pero tambin de la identificacin entre estruc-tura productiva y sujeto. Esto frente a la decadencia del empleo agrco-la en el primer mundo y a la aparicin todava incipiente de serviciosmodernos (Moore, 1995). Efectivamente, pases desarrollados como losdel norte de Europa se convirtieron en la primera mitad del siglo XX ensociedades de asalariados industriales (Handy, 1986).

    Pero, desde hace varios decenios, el empleo en la industria en elmundo ha disminuido en favor de los servicios, las micro y pequeasempresas en el tercer mundo no han tendido a disminuir, los trabajosprecarios se han incrementado, junto con la aparicin de nuevas ca-lificaciones. Es decir, la importancia de los trabajos no clsicos quealgunos llaman atpicos se ha incrementado y permanecen muchosde los antiguos (Jurgens, 1995).

    En Amrica Latina fueron primero los conceptos de marginalidady de informalidad1los que pretendieron dar cuenta de anomalas enel desarrollo mencionado, con coexistencia de sectores tradicionales ymodernos sin clara sustitucin de los unos por los otros. Posteriormen-te, en los pases desarrollados se ha dado importancia a los trabajosatpicos2, e interesaron las nuevas formas de precariedad, de exclusin,de inseguridad en el trabajo o de flexibilidad. Es decir, existe una grandiversidad conceptual para captar nuevos y, en Amrica Latina, anti-guos trabajos distinguibles de los trabajos tpicos (Perrons, 1994). Portrabajos tpicos no habra que entender necesariamente los que fuerono son mayoritarios entre la poblacin ocupada (situacin que nunca fue

    1 Como bien seala Salas (2006) hay numerosas definiciones de informalidad, enparte por el nfasis en las definiciones operacionales antes que las tericas. La defi-nicin inicial de la misin de la OIT en Kenia lo consideraba como aquel de escasosrecursos, propiedad familiar, produccin en pequea escala, de mano de obra in-tensiva, con tecnologas adaptadas, calificacin de la mano de obra adquirida en laprctica, con productos para mercados no regulados y competitivos. Luego se tendia considerar la unidad de anlisis a la empresa y se le defini como el trabajo en losmicronegocios. Tokman (1987) seala que el nfasis ha tendido finalmente hacia lascaractersticas de la relacin laboral sin seguridad, vulnerable.

    2 Algunos los llaman tambin no estndar o bien no estructurados; aunque, si por es-tructurado se entendiera sujeto a reglas, investigaciones posteriores han mostrado granestructuracin de actividades consideradas atpicas por medio de reglas informales.

    cierta para los pases subdesarrollados) sino aquellos que fueron consi-derados en la teorizacin e investigacin emprica como la lnea princi-pal de evolucin del trabajo (industrial, fordista, estable, regulado).

    En pases como Mxico, los trabajos no clsicos (preferimos estadenominacin para evitar la impresin de que se trata de los que im-plican el mayor porcentaje de la poblacin econmicamente activa),siempre han sido mayoritarios y sin embargo, su estudio ha sido des-preciado al menos en dos de las tres perspectivas en que se han desa-rrollado los estudios laborales (Portes, 1995):

    La perspectiva de estudio del trabajo como ocupacin y como1.actividad productiva, es decir, el trabajo en el proceso mismo detrabajo, que significa salario, nmero de empleados, pero espe-

    cficamente las relaciones entre los actores laborales (las tpicasseran entre obreros, supervisores y jefes, gerencia) y con losmedios de produccin. En esta perspectiva, el concepto orde-nador clsico ha sido el del control sobre el trabajo. Controlde tiempos de trabajo, de mtodos, movimientos, momentos deintervencin, herramientas o equipo, ritmos, calidad, produc-tividad, por parte de la gerencia o de los trabajadores. En estesentido, los anlisis clsicos pusieron el acento en la evolucindel trabajador de oficio que tena gran control sobre su trabajopor medio de una calificacin aprendida en la prctica haciael obrero controlado por la mquina y por la organizacin tay-lorista-fordista en la cual predominan los trabajadores no cali-ficados que realizan tareas rutinarias, simples, estandarizadasy medidas, con escaso control sobre su trabajo y, finalmente,hacia el trabajo en procesos automatizados o bien con formastoyotistas de organizacin: elevacin de las calificaciones, may-or responsabilidad, capacidad de decisin e identificacin deltrabajador con su trabajo (Caamao Rojo, 2005).Sin embargo, para los trabajos que hemos llamado no clsicos,las categoras de anlisis de los procesos de trabajo se compli-can con respecto a las mencionadas en varios sentidos:

    Para procesos de servicios en los que el cliente, derechoha-a.biente o usuario est implicado en el propio proceso de pro-duccin y, por tanto, el control sobre el proceso introduce aun tercer agente que no es obrero ni empleador en el propioproceso de produccin (de la Garza Toledo y Neffa, 2001).

    Los trabajos desterritorializados, como la venta a domicilio,b.que subvierten los conceptos de jornada de trabajo y de espacioproductivo y, por lo tanto, de cmo se controla (Maza, 2006).

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    La mera produccin de smbolos, como la generacin de es-c.pectculos pblicos o de software no sujetos histricamentea una etapa taylorista fondista, y que siguen dependiendoen buena medida de las cualidades del trabajador (David yForay, 2002).

    El enfoque econmico y el sociodemogrfico del mercado de2.trabajo. Este enfoque es el que ms se ha desarrollado en elestudio de antiguos trabajos atpicos y de los nuevos (Garca,2006), al menos desde los estudios sobre marginalidad y poste-riormente sobre informalidad. Sin embargo, el nivel de anli-sis (por gnero, estratos de edad, de escolaridad, de regin, deingreso, estados civiles, etc.) muchas veces no permite distin-guir las antiguas ocupaciones y las nuevas, al subsumirlas enestratos genricos como los mencionados, en los cuales las dis-tinciones son de grado ms que de calidad de las ocupaciones.En este enfoque han prosperado los conceptos de informalidad,precariedad, exclusin, riesgo, trabajo no decente (Garro y Ro-drguez, 1995; Gonzlez de la Rocha, 1994) y nuevamente elnivel de anlisis no siempre permite captar la trayectoria queconduce hacia la construccin o no de identidades de los tra-bajadores no clsicos, salvo que se sostenga una perspectivaestructuralista, en la cual las posiciones sociodemogrficas y deocupacin determinaran formas de conciencia y de accin. Unacomplicacin sera que, en sentido restringido, una porcin delos trabajos atpicos no forman parte de un mercado de trabajo,en lo que respecta a la clara compra venta de fuerza de trabajopor un salario; aunque muchos de los trabajos a comisin, delos contratados como servicios profesionales o subcontratadospodran asimilarse al trabajo asalariado (Garca y de Oliveira,2001). Adems, visto el proceso en su globalidad y como con-struccin social, en la compra venta de fuerza de trabajo in-

    fluyen las trayectorias laborales, y estas trayectorias pueden im-plicar diversos momentos de trabajo asalariado o no (Beneray Roldn, 1987). Asimismo, el encuentro, cuando lo hay, entreoferta y demanda de trabajo puede ser enfocado como una con-struccin social de vendedores y compradores de trabajo conintervencin de otros actores como la familia, el Estado, etc.Es decir, el mercado de trabajo tambin puede analizarse comointeraccin entre sujetos que se mueven en ciertas estructurasque dan sentido a su situacin y que ejercen acciones tendientesa la venta o compra de fuerza de trabajo o a la construccinde una ocupacin (Ariza y de Oliveira, 2004). El concepto de

    construccin social de la ocupacin puede abarcar tanto a lasocupaciones asalariadas como a las que no lo son.

    Finalmente, el enfoque de la regulacin del trabajo que tradi-3.cionalmente ha interesado a especialistas en derecho laboralen relaciones industriales, administracin, sociologa, cienciapoltica. Aqu el nfasis es puesto en la construccin de las re-glas respecto de cmo trabajar al nivel de toda una sociedad,de una rama, una empresa o al de un lugar de trabajo, tambinen la forma de dirimir los conflictos obrero-patronales y de laseguridad social (Senise, 2001). Los actores clsicos son lossindicatos, los empresarios y el Estado. Sin embargo, cuandopasamos al trabajo no clsico aparecen problemas importantescomo los siguientes: si es posible hablar de regulacin laboralpara el trabajo no asalariado, las reglas escritas o no escritaspara estos trabajos por ejemplo, el de los vendedores ambu-lantes y que no puede reducirse a la constatacin de que notienen contrato de trabajo escrito; los derechos de los dere-chohabientes, usuarios, clientes implicados en la prestacinde servicios frente a trabajadores y empresa; los problemas dela regulacin del trabajo para las actividades sin un territorioo un tiempo de trabajo determinados. De cualquier forma, laregulacin del trabajo, sea explcita o implcita, puede ser anal-izada tambin como construccin entre actores que se muevenen estructuras que los constrien, pero que dan sentido a susituacin, negocian o no, interaccionan.

    H El concepto de trabajo ha cambiado histricamente, y conviene reca-pitular acerca de la construccin de su significado. En su aspecto msbsico, el trabajo puede entenderse como la transformacin de un ob-

    jeto a partir de la actividad humana, utilizando determinados medios

    de produccin para generar un producto con valor de uso y, en ciertascondiciones, con valor de cambio. Esta actividad no es aislada sinoque implica cierta interaccin con otros hombres y, como resultado deella, el hombre genera productos y l mismo se transforma. Adems,el trabajo implica cierto nivel de conciencia de las metas, y la manerade lograrlas. Esta definicin tan general tiene que ser contextualizadahistricamente:

    En primer lugar, en cuanto al objeto de trabajo y los medios de1.produccin. Antes de que adquiriera importancia la produccininmaterial, el objeto de trabajo provena fundamentalmente de

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    la naturaleza de manera inmediata o mediata como resulta-do de trabajos anteriores. Sin embargo, si algo caracteriza ymodifica los anteriores conceptos de trabajo y de procesos detrabajo a fines del siglo XX, esto es la extensin de la produc-cin inmaterial y de la transformacin y generacin de objetospuramente simblicos. La produccin inmaterial es aquella enla que el producto no existe separado de la propia actividad deproducir y que, de manera ideal, comprime las fases econmi-cas tradicionales de produccin, circulacin y consumo en unsolo acto. Esta compresin del proceso econmico pone en re-lacin directa, en el acto mismo de la produccin, al productorcon el consumidor-cliente. Se complejizan, as, las relacionessociales de produccin, al hacer intervenir a un tercer sujeto

    de manera inmediata en el proceso de produccin junto altrabajador y su patrn, cuando se trata de trabajo asalariado.Son los casos de los servicios de salud, los educativos, los deesparcimiento, los de transporte, etc. En una parte de la pro-duccin inmaterial, el objeto material sigue siendo importante,por ejemplo, el film en el cine como espectculo, o el alimentoen el restaurante; sin embargo, el proceso completo implica laparticipacin directa del consumidor en al menos una parte dela produccin del espectculo o del servicio de restaurante. Enotros, el producto es meramente simblico.La necesidad de incorporar a los servicios al anlisis de las ocu-paciones, las regulaciones y los procesos productivos introduceespecificidades, que hacen dudar de algunas de las caracters-ticas clsicas del trabajo como algo universal3. Si una parte delos servicios implica que el producto no es separable de quienlo produce o quien lo consume, es decir, que el proceso produc-tivo implica la compactacin entre la actividad del trabajadorque lo produce en el momento de su generacin, con la distri-bucin a los consumidores y el acto mismo del consumo, esto

    implica una reformulacin respecto de quines son los actoresen el proceso productivo. S el servicio es capitalista seguirnpresentes trabajadores asalariados y empresarios, con los res-

    3 La caracterizacin de los tipos de trabajo a travs de variables sociodemogrficas,edad, escolaridad, estado civil, gnero, y otras del mercado de trabajo como califica-cin, nmero de empleados, salarios y prestaciones, e incluso por medio de las queapuntan al proceso de trabajo, como la jornada o a la regulacin como existencia decontrato escrito, permite distinguir todos los trabajos por estratos de niveles de varia-bles como las mencionadas, pero cabe preguntar si la profundizacin del fenmenolaboral solo podra lograrse extendiendo ese tipo de variables o viendo lo laboralcomo proceso de interaccin.

    pectivos mandos medios, pero entrar de manera directa en elproceso de produccin un tercer actor, que no se presenta en lcomo asalariado ni como patrn, que es el consumidor, usua-rio, derechohabiente, etc. Este entra de manera directa porqueel producto salud, educacin, servicios bancarios, de restau-rante, de transporte no se puede generar sin su presencia, almenos en momentos clave del proceso de produccin. Comoestos servicios no se pueden almacenar tienen, finalmente, queconsumirse en el mismo momento en que se producen. As, lamanera de consumir es, al mismo tiempo, forma de produc-cin y, especialmente, complica el problema de las relacionessociales y del control dentro del proceso de produccin.Por otra parte, cada vez menos objetos provienen de la natura-

    leza sino que son productos puramente simblicos y, aunquese plasmen en forma material, este sustrato es poco relevantefrente al aspecto simblico del producto. Es lo que sucede, porejemplo, con la creacin de conocimiento que puede encarnarla produccin de programas de computadora (software), su

    valor e importancia estriba en el contenido simblico, hastacierto punto independiente del soporte material que sirve parala transmisin.Generalizando, objetos, medios de produccin y productos,tanto en la produccin material como inmaterial, pueden ana-lizarse en sus caras objetivas y subjetivas, con la posibilidad deque, en el extremo, lo objetivo y la objetivacin sean puramentesubjetivas, subjetivo como significado subjetivo pero tambincomo significado objetivo (Shutz, 1996).

    En cuanto a la actividad de trabajar. Esta implica el desgaste2.de energa de trabajo, sin embargo, la gran transformacin vi-ene por la mayor importancia que adopta el aspecto intelectualdel trabajo respecto del fsico, y que implica suponer que no

    hay trabajo fsico que pueda realizarse sin la intervencin delo intelectual. Sin embargo, el concepto de trabajo intelectualresulta extremadamente abstracto frente a las complejidadesdel aspecto subjetivo del trabajo. De tal forma que cabra hab-lar mejor de trabajo en sus caras objetiva y subjetiva con unproducto objetivado, pero al que muchas veces, como en laproduccin inmaterial, no es posible separar ni siquiera en di-mensiones objetiva y subjetiva, ni del acto mismo de creacin.La objetivacin se da de manera automtica en otro sujeto, elcliente o usuario, y no en un objeto separado de los dos. Esdecir, se puede hablar de una objetivacin de la subjetividad

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    que, por lo tanto, no slo resulta del trabajo del productor sinotambin del aporte del consumidor. El aspecto subjetivo deltrabajo implica conocimiento pero tambin valores, sentimien-tos, esttica, formas de razonamiento cotidianas o cientficas ydiscursos. La actividad laboral es, a la vez, interaccin inme-diata o mediata entre sujetos, el cara a cara en la actividad pro-ductiva sigue existiendo, pero no es una condicin necesaria delos procesos productivos actuales. Cabra mejor hablar de unacomunidad simblica del trabajo que puede tener lazos mate-riales mas o menos fuertes. De esta forma, el sentirse parte deesta comunidad del trabajo no depende ya del cara a cara sinode la intensidad subjetiva y material de los lazos, que puedenser mediatos. Esta manera de ver la interaccin laboral podra

    llevarnos ms adelante a transformar conceptos superficialesde identidad que parecieran venir de una antropologa de lascomunidades preindustriales (de la Garza Toledo, 2006).Es decir, la diferencia histrica entre trabajo y no trabajo nopuede ser determinada por el tipo de actividad o de objeto, sinopor ser generadora de productos tiles en articulacin con cier-tas relaciones sociales de subordinacin, cooperacin, explo-tacin o autonoma. Esta ubicacin permite, junto con otrosniveles de la cultura y el poder, conferir adems significacinsocial al trabajo, definir qu es trabajo frente a lo que no lo es,

    valorar el trabajo en trminos morales e identitarios y tambinvalorarlo en trminos econmicos.

    Trabajo y reproduccin social de la fuerza de trabajo. La pro-3.duccin es tambin reproduccin social (Barrere-Maurisson,1999), pero hay una parte de la reproduccin que se consid-era fuera de la produccin. Se trata, en parte, del trabajo dereproduccin en la familia para satisfacer necesidades de alo-

    jamiento, alimentacin, esparcimiento, cuidado de los nios,

    que no adquieran un carcter mercantil, pero tambin las rela-ciones personales, sentimentales, en el medio urbano o rural,no productivas. Por otro lado, en muchos lugares del planeta seexpanden o mantienen los trabajos mercantiles y de subsisten-cia no capitalistas: el campesino, el cuentapropista, el trabajofamiliar, sea para la venta o no (Corts, 2000). Algunos traba-

    jos no salariados para la venta finalmente han llegado a serreconocidos como trabajo por organismos internacionales, lasteoras feministas reivindican, por su parte, el reconocimientodel trabajo domstico no mercantil como trabajo, relacionadopor ejemplo, con el concepto de doble jornada (Ruvalcaba,

    2001). Hay actividades en las que no es posible separar tajante-mente produccin de reproduccin externa, por ejemplo en eltrabajo a domicilio, en muchos trabajos familiares para la ven-ta, en el autoempleo, en el trabajo domstico, en la venta calle-

    jera y a domicilio. De antao, los espacios reproductivos concreacin de valor y los de reproduccin genrica de la fuerzade trabajo se traslapan, actualmente surgen otros, como el tel-etrabajo en la casa. Y este antiguo y nuevo fenmeno, opacadoante la fbrica capitalista que segment los tiempos y espaciosde produccin de los de reproduccin genrica, no recibi ladebida atencin desde el punto de vista productivo y para laconstitucin de subjetividades y acciones colectivas.

    Por otra parte, el surgimiento de muchos servicios produc-4.

    tivos para las empresas de reparacin, diseo, ingeniera,junto con los tradicionales de comedor, limpieza, vigilanciaabre la posibilidad de una extensin de la manufactura directa-mente hacia los servicios que incorporan valor al producto ma-terial o inmaterial final y a los que, vistos en forma aislada,habra que separarlos de dicha manufactura, cuando formanen realidad parte integrante de la valorizacin en ella. Es decir,dentro de la propia manufactura se complican las nociones deproceso productivo y de cules son sus lmites, y esto sin con-siderar las labores ahora frecuentes de subcontratacin. Estolleva al acercamiento entre produccin material fabril y los

    servicios fabriles, y al concepto tambin de fbrica de servicios,en aquellos casos en que la dependencia del trabajador de lamquina y de la organizacin del trabajo los vuelve anlogosa pesar de la naturaleza diferente de los productos, como es elcaso de la operadora de telfonos.

    Finalmente, la sociologa y la antropologa, y de estas disci-5.plinas especficamente aquellas corrientes crticas de la al-

    ienacin del trabajo, tuvieron en mente la dorada poca de lacomunidad industrial o artesanal pequea, en la que se dabanlas relaciones cara a cara, y vieron en ellas las fuentes de la con-stitucin de la sociedad y de la propia subjetividad e identidad.El concepto de mundo de vida, contrapuesto al del trabajo, enHabermas (1979), interaccin simblica e intersubjetividad deShutz (1996), remiten a estos microniveles en las relacionessociales, que son vistas como constitutivas del todo social. Perola constitucin de subjetividad y de identidad, e incluso la con-formacin de formas de accin colectiva, pueden no requerirdel cara a cara entre los sujetos individuales: esta identidad

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    puede surgir a travs de los medios de comunicacin masiva,de las telecomunicaciones, de Internet, y no necesariamentetener que cristalizar en la manifestacin o el motn callejeros(Castells, 1999). As sucede con una parte de los trabajos actu-ales todava minoritarios, en los que los canales de constituci-n del colectivo de trabajadores pueden darse a travs de unared virtual, sin el cara a cara de antiguos trabajos que, por otraparte, siempre fue exagerado, sobre todo en empresas indus-triales muy grandes tradicionales, cuya distribucin funcionalde tareas limitaba el cara a cara a los trabajadores de la mismaseccin. Es decir, en los teletrabajos se transita del cara a caraal pantalla-pantalla, aunque detrs haya hombres y no simple-mente sistemas informticos.

    Las interfases entre trabajo y no trabajo y la nueva importancia delos trabajos no industriales llevan sin duda al concepto ampliado:implican un objeto de trabajo, que puede ser material o inmaterial,en particular, la revalorizacin de los objetos en su cara subjetiva;una actividad laboral que no solo supone lo fsico y lo intelectual sinoms analticamente las caras objetiva y subjetiva de dicha activi-dad, esta es finalista, supone que el producto existe dos veces, una enla subjetividad y otra objetivada, aunque las objetivaciones puedenserlo tambin de los significados. La conexin entre medios y fines enel trabajo pone en juego a todos los campos de la subjetividad y nosolo a los de carcter cognitivo o bien cientficos, en particular por-que trabajar es relacin con objetos que pueden provenir de la natu-raleza o no, pero especficamente interaccin social de manera inme-diata o mediata, con sus componentes materiales y subjetivos. Perola especificidad de cada trabajo no proviene de las caractersticas delobjeto, ni de las actividades mismas, ni del tipo de producto, sino dela articulacin de este proceso de producir con determinadas relacio-nes sociales amplias, con relaciones econmicas, de poder, de inters,

    de influencia, culturales (de la Garza Toledo, 1997). Finalmente, loslmites entre trabajo y no trabajo no son naturales o universales, sinoque dependen de las propias concepciones sociales y de los poderesdominantes a este respecto.

    En teoras estructuralistas en desuso se pens que la situacinestructural en particular en determinadas estructuras productivasaunque tambin de carcter sociodemogrfico, era lo ms determi-nante en la constitucin de sujetos sociales, de sujetos por esto la-borales. Es decir, las condiciones de explotacin, de alienacin y decontrol sobre el proceso productivo, ms las sociodemogrficas, deter-minaran la conformacin de uno o ms sujetos laborales. Hay gran

    consenso en que no bastan las situaciones estructurales para explicarla identidad y la accin colectiva, que al menos falta al estructuralismola mediacin cultural y subjetiva, aunque la posmodernidad tampocopruebe en forma suficiente que el mundo del trabajo ha dejado de serimportante para muchos habitantes de este planeta (Murga, 2006).

    El problema de fondo tambin estriba en que en la constitucinde identidades y movimientos sociales no solo influye en el mundodel trabajo sino en otros mundos de vida y en otros niveles de rea-lidad de segundo o tercer orden diferentes del cara a cara que deestos niveles y espacios de relaciones sociales pueden importar suspresiones estructurales. Pero la conformacin de sujetos colectivosno depende solo de aquellas, porque entre estructura y accin socialmedia la subjetividad, entendida como proceso de dar sentido que

    echa mano de cdigos culturales a travs de la formacin de con-figuraciones de sentido para las situaciones concretas, en un espa-cio viable de significaciones ms que de determinacin cultural. Eneste sentido, la eficiencia de las estructuras y vivencias del mundodel trabajo pueden ser variables en la conformacin de identidadesy acciones colectivas, porque un trabajador no solo comparte conotros el espacio laboral, sino que tiene interacciones y experienciasen otros mundos, articulados de manera inmediata o no con el deltrabajo. Adems, la identidad no se da en abstracto sino que es conrespecto a determinado problema, smbolo, espacio de relacionessociales, conflicto, amigo o enemigo. As, un mismo individuo pue-de compartir identidades colectivas con diferentes sujetos y en estesentido accionar colectivamente en diversos espacios, de forma talque la eficacia de la vida laboral tendr que probarse en concretoms que suponerse en todos los casos; en especial, no puede supo-nerse que solo el trabajo asalariado es fuente de identificacin frentea los otros trabajos. Asimismo, para otros mundos de vida como elocio, el consumo o la familia, tambin estamos obligados a probarsu pertinencia en la conformacin de sujetos sociales. Las identida-

    des y acciones colectivas pueden tener relacin intensa o dbil conla vida del trabajo (de la Garza Toledo, 1999) y con los mundos delconsumo, del esparcimiento, de la familia que, como hemos visto,pueden reconocer traslapes con las actividades productivas (de laGarza Toledo, 1997). Es decir, a un concepto de trabajo ampliadodebe seguir otro, de sujetos laborales ampliados. Las concepcionesestrechas de trabajo y de sujeto laboral suponen que los sujetos labo-rales son aquellos cuya accin colectiva depende fundamentalmentede la experiencia, la organizacin, las demandas laborales, especfi-camente en torno de la relacin capital-trabajo, esta es la concepcinestrecha de trabajo y de sujeto laboral. La concepcin ampliada, por

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    su parte, implica que puede haber eficiencia identitaria tambin enlos trabajos no capitalistas e implicar a otros sujetos no clsicos den-tro de la propia relacin laboral, como el cliente, con sus demandas yformas de lucha y organizacin, pero tambin que los sujetos se pue-den constituir en territorios y tiempos no laborales, o bien a lo largode trayectorias laborales sinuosas, aunque teniendo un pie, o unaua de vinculacin con lo laboral en sentido ampliado. Puede ser elcaso de movimientos de desempleados que no luchan por su reinsta-lacin sino por la apertura de nuevas fuentes de empleo, su actividade identidad no se conforman en torno de una relacin laboral espe-cfica; su espacio y tiempo de protesta no es la empresa ni el tiempode trabajo, sino la calle, el barrio, la plaza pblica (Retamozo, 2006).Detrs, aunque no de manera inmediata, estn sus experiencias la-

    borales, pero tambin en la familia, el barrio, el consumo; a veceslos sindicatos pueden ampliar su organizacin para incluirlos, peroesto no es necesario para que lleguen a realizar acciones colectivas;sus demandas no van en contra de un patrn en particular sino encontra de la sociedad o el Estado4.

    Vivir del trabajo supone que se participa en un mundo de vidaque es importante aunque solo sea por el ingreso recibido por rea-lizar esta actividad. Se pueden tener sentimientos, valores, sentidosestticos o cogniciones diversos con respecto al mundo del trabajo, deamor, odio, indiferencia; de realizacin o instrumentalismo; de horroro gusto esttico; de realizacin profesional o de alineacin, pero su efi-ciencia en el individualismo, la solidaridad, lo comunitario, la accincolectiva, tendr que investigarse en situaciones concretas ms quepretender generalizarse en abstracto. En otras palabras, la diversidadde experiencias de trabajo y de no trabajo, compartidas en determi-nados niveles de abstraccin, pueden contribuir, junto con las formasde dar sentido de los participantes en estos espacios de relaciones so-ciales, a la conformacin de sujetos sociales diversos. Estos sujetos nopor principio posmoderno tienen que permanecer desarticulados, la

    desarticulacin de su cara a cara puede llegar a articularse por mediode sus prcticas, en formas virtuales o simplemente imaginarias (de laGarza Toledo, 2002).

    4 Histricamente, los trabajadores asalariados han mostrado mayor capacidad decreacin de identidades, acciones colectivas, organizaciones y proyectos ms ampliosy de largo plazo que otros tipos de trabajadores; han contribuido a ello su aglome-racin en grandes fbricas, su ubicacin en una situacin estructural estructurantecomo es la relacin capital-trabajo, la constitucin de ideologas del trabajo y lasutopas de sociedad que dieron sentido ms amplio a sus potencialidades de accin.Esas estructuras estructurantes han cambiado, pero siguen presionando a gruposamplios de trabajadores, aunque sus organizaciones y programas hayan decado.

    T La discusin acerca del trabajo atpico tiene detrs la comparacin conun tipo ideal de trabajo, que en pases desarrollados, en algn perodode su historia, lleg a ser mayoritario: industrial, estable, subordinadoa un solo patrn y empresa, con relaciones claras de quin es trabaja-dor subordinado y ante quin es patrn (relacin laboral bilateral), detiempo completo y con contrato por tiempo indeterminado, con se-guridad social (Zucchetti, 2003). En contraposicin, el atpico sera elno subordinado a un solo patrn, o integrado a una sola empresa, sincontrato por tiempo indeterminado, sin tiempo completo, desprotegi-do, riesgoso pero no necesariamente precario, tambin aquellos en losque el cliente est implicado directamente en la produccin. Ejemplosde trabajos atpicos seran: de tiempo parcial, por llamada, por obra,

    estacional, con agencias de contratacin, a domicilio, el teletrabajo,el de aprendizaje o a prueba, el del free lance, el domiciliario, perotambin los tradicionales de salud, transporte, la venta callejera, lasactividades delictivas. Conceptos relacionados seran los de trabajo au-tnomo de segunda generacin, nuevo terciario, ocupaciones mixtasdel mercado de trabajo (trabajador-estudiante, pensionado-trabajador,casateniente-trabajador), los traslapes entre tiempos y espacios pro-ductivos y reproductivos (trabajo y vida cotidiana, trabajo y tiempolibre, elcontinuum entre trabajo y no trabajo).

    En lo agropecuario, la especificidad del trabajo y la produccinproviene de la intervencin de la naturaleza, como variable relati-

    vamente independiente, excepto en invernadero o bien en la mani-pulacin gentica de la nueva biotecnologa (Lara, 2006). Es decir,la naturaleza puede imponer lmites al control de trabajadores o deempresarios sobre el proceso productivo y este control slo relativa-mente es previsible. Adems, la dependencia natural de muchos pro-cesos agropecuarios favorece desde siempre el trabajo estacional, elde migrantes (Herrera, 2006), el de ciertas etnias que imponen otrasmediaciones a los conceptos de control sobre el trabajo, mercado de

    trabajo y regulacin respecto de los trabajos tpicos.En la manufactura, la automatizacin combinada con informa-

    tizacin permite la conformacin de la empresa red (Castells y YukoAoayama, 1994), con su descentralizacin, que complica el problemadel control tcnico por medio de mquinas al que se realiza a dis-tancia mediante equipo informatizado, que favorece tambin, a su

    vez, la tercerizacin. Adems de la importancia actual de los serviciosproductivos que aparecen como contratacin de servicios y no comotrabajo asalariado, la extensin de las agencias de contratacin depersonal que aparecen como patrones de trabajadores delegados enotras empresas o bien los traslapes tradicionales entre trabajo en mi-

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    crounidades, por cuenta propia, de tipo familiar entre trabajo y repro-duccin social en sentido amplio, as como la confusin entre relacinde asalariado y prestador de servicios.

    Desde la perspectiva de la regulacin del trabajo, materia de le-yes, contratos y otras convenciones, el trabajo en lo agroindustrialha sido resistente, salvo, en algunos sectores, a la firma de contratoscolectivos y a la aplicacin de las regulaciones laborales. En la indus-tria, las diversas formas de flexibilidad, sobre todo las relacionadascon la tercerizacin, se han prestado a violaciones del concepto desubrogacin a terceros con responsabilidad de la empresa que contra-ta servicios externos (Khler, 2005). En los servicios, la dispersin in-formtica y la confusin entre trabajo asalariado y venta de serviciosprofesionales tambin dificultan la regulacin5.

    En los servicios, una gua puede ser la produccin sin cara acara con el cliente, como se da en loscall centers(Micheli, 2006). Perotambin, con el cara a cara en los servicios tradicionales, la presenciadel cliente complica el problema del control y lo hace intervenir comoalguien ms en disputa por ese control; cruzados por servicios queimplican un producto material, como la comida en el restaurante, yaquellos puramente simblicos, como el espectculo musical.

    Una parte de los servicios pblicos (electricidad, telfonos, admi-nistracin pblica), aunque implican algunos momentos de relacincara a cara con el usuario, este cara a cara no es en los momentos clavede la generacin del servicio; en este sentido, el proceso productivotiene semejanzas con la fbrica industrial, y los problemas del controlsobre el trabajo tambin son similares, en tanto el control del clientese puede ejercer por medio de la demanda social respecto de la calidadpero, en general, no de manera personal. Otro tanto se puede decir dela constitucin de su mercado de trabajo y de las regulaciones.

    En cambio, los servicios con interaccin central cara a cara entreel productor y el consumidor implican ms estrictamente que, paraproducir el servicio, tiene que estar presente el consumidor concreto,

    es el caso de los servicios de salud, que no existen sin el enfermo, ylos de restaurante, o bien los tradicionales de educacin. En estos ser-

    vicios, el control del cliente es casi automtico durante el proceso deproduccin, aunque puede haber formas indirectas. Asimismo, a di-ferencia de los primeros servicios, la importancia del aspecto emotivoes mayor, puesto que la cara subjetiva del producto es inevitablemente

    5 Los servicios modernos, como bancos de telecomunicaciones, pueden estar regu-lados desde el punto de vista obrero-patronal o como servicio pblico, pero apenasse inicia en Europa la inclusin en el derecho laboral de las prerrogativas de losclientes.

    percibida o demandada por el usuario (la fbrica de sonrisas) (Bolton,2006). Al mismo tiempo, la cara emotiva del servicio hace dependerms del trabajador la calidad vista como calidez, a pesar de los esfuer-zos por estandarizar los signos de atencin. El encuentro entre ofertay demanda de trabajo, de hecho, se convierte en encuentro entre ofer-ta y demanda de trabajo con oferta y demanda del producto con inter-

    vencin directa del consumidor. El traslape, en este caso, es tambinentre tiempos y espacios productivos con circulatorios y de consumo.En el campo de las regulaciones, se confunden las concernientes altrabajo con aquellas del consumo y los derechos de los empleados conlos de los consumidores.

    En la produccin de servicios puramente simblicos sin interac-cin cara a cara entre productor y consumidor tenemos desde la te-

    levisin no interactiva, hasta la produccin desoftware. El problemadel control sobre el trabajo sufre la mediacin de la importancia dela cara subjetiva y la dependencia solo parcialmente estandarizadade las habilidades para generar reacciones subjetivas en el auditorioa distancia. El mercado de trabajo tambin est influenciado por lascualidades distintivas y no estrictamente reproducibles de los traba-

    jadores. Por otro lado, esta dependencia de las cualidades subjetivasde la mano de obra puede facilitar el trabajo en casa, el ocasional, atiempo parcial, la contratacin como servicios profesionales.

    En cuanto a la produccin de servicios con interaccin cara acara y contenido eminentemente simblico se pueden encontrar losespectculos pblicos. El producto es, sobre todo, la actividad sim-blica misma y el componente emotivo es fundamental, en el controlsobre el trabajo interviene el cliente. Aqu tambin se presta para eltrabajo a tiempo parcial, por temporada con traslapes entre tiempo yespacio de produccin con el de consumo. Desde el punto de vista dela regulacin del trabajo se confunden los derechos de los trabajado-res con los del cliente.

    Es decir, en muchos de los trabajos no clsicos, la tpica relacin

    laboral bilateral entre asalariados y empresario se convierte en unarelacin tridica entre trabajador, cliente y empresario o bien en elde trabajador autoempleado y cliente. No partimos de una definicindogmtica de relacin laboral como igual a la del asalariado con su pa-trn, sino de relacin laboral como interaccin que se da entre actoresclave del proceso productivo, al estar presente el cliente en la interac-cin productiva y volverse indisoluble su relacin de consumo con lade la produccin; de hecho, la relacin de produccin hace intervenirdirectamente al cliente. Esta interaccin no lo vuelve trabajador, peros permite que intervenga en el control de tiempos de produccin pre-sin sobre el trabajador para realizar las operaciones en el momento

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    oportuno, en la calidad del producto que es probado en el instante dela produccin y sobre el aspecto afectivo de la actividad, una de lascaras subjetivas del proceso y del producto. En esta interaccin tra-bajador y cliente pueden coincidir y cooperar o enfrentarse, es decir,la construccin del consenso o del conflicto est dentro de lo posible.Asimismo, el anlisis sociodemogrfico o del mercado de trabajo en es-tos casos debera de incluir informacin acerca del cliente, puesto queeste influye tambin en la oferta y demanda de trabajadores, as comoen sus caractersticas. Para no hablar del problema de las formas deregulacin, que no pueden dejar de lado derechos y obligaciones de losclientes junto con las de carcter obrero-patronal, cuando sea el caso.

    La distincin propuesta de Habermas (1979) entre mundo del tra-bajo como el de la racionalidad instrumental y el de la interaccin co-

    municativa y mundo de vida siempre fue impertinente. La razn instru-mental puede estar en cualquiera de los mundos y, a la vez, el del trabajoo el de la economa no estn despojados de la creacin de significados.Esta situacin se complica aun ms cuando se traslapan el mundo deltrabajo con el de la vida. Desde el punto de vista productivo, el problemade la transformacin de la relacin laboral didica en tridica se puedetraducir en la intervencin de actores en la produccin que no son tra-bajadores, clientes o patrones; es decir, actores de la vida cotidiana queintervienen no con fines productivos o de consumo sino simplementeporque hay una invasin del espacio y el tiempo reproductivo por el pro-ductivo. Es el caso de miembros de la familia que, sin ser productores,demandan atencin al trabajador a domicilio, o bien de los habitantes dela ciudad que interfieren con el que vende en la calle, o la multiplicidadde actores con los que se enfrenta en el espacio urbano el chofer de untaxi. Ante esta complejidad no es posible generalizar, en todo caso, cadatipo de trabajo que involucre mltiples actores y no solo dos o bien tres;necesita ser analizado en concreto, as como las formas concretas en quecada agente trata de ejercer poder o control sobre el trabajo del otro. Enesta sentido, el trabajo de estos agentes sujetos a mltiples y variables

    influencias por parte de otros actores del territorio o de los espacios de lavida cotidiana adquiere especificidad precisamente en estas interaccio-nes y no solo por las caractersticas sociodemogrficas o de su producto;de esta manera contribuyen a construir tambin su mercado de trabajo(Bassols, 2006). En este mismo sentido, la complejidad de las relacionescon mltiples agentes evita que las regulaciones formales sean decisivasfrente a las implcitas, dado que estas ltimas pueden existir para cadadada de actores, sin quedar reducidas a un sistema sino, en todo caso,arregladas en una configuracin.

    Las emociones intervienen en la construccin de las relacioneslaborales, pero tambin se convierten en objeto de mercado. Desde

    el punto de vista del proceso productivo, dichas emociones formanparte de las interacciones entre sujetos productivos, distributivos ode consumo y con aquellos que podramos llamar sujetos de trasla-pe entre mundo de vida y de trabajo. Las interacciones productivasestn embebidas de emociones junto con cogniciones, sentido est-tico, valores morales, formas de razonamiento cotidianos. Pero losproductos, al tener tambin una cara subjetiva, estn embebidos deemociones: un coche bello puede despertar emociones en el consu-midor, por no hablar de la importancia de gestos, actitudes, palabrasen los servicios de salud o de atencin para los ancianos o bebs. Tanimportante se puede volver esta cara subjetiva de la actividad y delproducto, que puede simularse y no implicar la sinceridad, por esose utiliza el ttulo defbrica de sonrisas, la productividad emotiva, la

    induccin de emotividad, la emotividad como parte fundamental dela calidad de muchos servicios.Pero la produccin de smbolos, entre ellos los de tipo emotivo, se

    enfrenta a la dificultad de su estandarizacin y a la dependencia arte-sanal en cognicin, esttica, emocin o moral del trabajador que losgenera, de tal forma que su produccin adquiere caracteres cercanosal antiguo artesano, a pesar de que se trabaje con equipo informticoo computacional. En un extremo, la produccin de smbolos se asi-mila a la de conocimiento sin interaccin cara a cara entre produc-tor y consumidor; en el otro, lo emotivo es central, o bien lo estticoen una exhibicin o representacin artstica. La interaccin emotiva,artstica o moral tienen un nivel subjetivo-subjetivo, la apreciacinpersonal desde la individualidad, pero esta ltima est sumergida enlos significados objetivos acumulados en la cultura y que son propiosde una poca, clase, gnero, generacin o etnia. Sin embargo, entreun significado y el otro no media la oscuridad ni tampoco los cdigosculturales se imponen sin ms sobre los sujetos, sino que estos elabo-ran subjetivamente en concreto, sobre la base de cdigos acumulados,para la situacin concreta, sin negar con esto la posibilidad de regu-

    laridad en las construcciones. El control sobre el trabajo implica, porun lado, mayor libertad para el que genera los smbolos pero, a su vez,su actividad est constreida por la cultura legitimada, adems de lassignificaciones particulares de los diversos sujetos involucrados. Sumercado de trabajo no deja de estar influenciado por el aprecio subje-tivo del artesano trabajador por parte de su pblico, y las regulacionesse dificultan en el aspecto formal ante la necesidad de la improvisa-cin para circunstancias particulares de interaccin, sin negar conesto la preeminencia de las estructuraciones informales.

    Esta discusin conecta con la de la sociedad de la informacin odel conocimiento, definiciones parciales frente al mundo de la subjeti-

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    vidad, que no se reduce a los datos para generar decisiones, ni tampocoa los procesos estrictamente cognitivos, sino que implica su combina-cin con las emociones, la esttica, las formas de razonamiento coti-dianas, como la analoga, la hipergeneralizacin, la metfora, la retri-ca con su argumentacin, las reglas prcticas, el principio, etctera.

    Los trabajos no clsicos pueden, en cierto sentido, ser muy hete-rogneos pero, como hemos mostrado, es posible introducir un ordenconceptual entre estos. Por otro lado, la verdad de la heterogeneidad yla desarticulacin se encuentra atemperada por los fenmenos de globa-lizacin, que empiezan por los encadenamientos productivos y se conti-nan en la existencia de cdigos culturales de tendencia tambin global.Estos encadenamientos de relaciones entre clientes y proveedores, deuna misma corporacin o entre empresas de diversos tamaos, forman-

    doclusters o no, con paquetes completos o no, suponen relaciones conempresas y personas con ocupaciones tpicas y atpicas o no clsicas, for-males e informales, seguras e inseguras, muy estructuradas formalmenteo estructuradas solo informalmente, decentes o indecentes, precarias ono. Sin embargo, no todo es global, ni siquiera transnacional, ni todas lasactividades estn productivamente encadenadas con un centro de manu-facturas, agroindustrial o servicios modernos, otras forman parte de lascadenas reproductivas de la fuerza de trabajo que no implican contratosde compra-venta con grandes corporaciones, y sin embargo, contribuyena la acumulacin mundial de capital al repercutir sobre los costos de re-produccin de la mano de obra, o al lograr el consenso social y poltico.La heterogeneidad en las ocupaciones o los desniveles materiales y sub-

    jetivos no son barreras insalvables para la construccin de identidadesamplias, pero hay que considerar que la construccin de identidad decualquier forma siempre implica en los actores un proceso de abstrac-cin de las diferencias incluso individuales y la atencin en lo comn. Noes que en el pasado los trabajadores hayan sido ms homogneos, sobretodo en pases como Mxico; como dice Hyman (1996) el problema es elinverso, cmo fue posible en el pasado que, a pesar de las grandes hetero-

    geneidades se hayan constituido identidades amplias, fuertes y grandesmovimientos sociales. Queda, sin embargo, por resolver, el problema dela eficiencia identitaria del mundo del trabajo atpico sobre los actores.

    Sintetizando: desde el punto de vista del proceso productivo yla categora central de control sobre el trabajo, en las actividades deproduccin de smbolos sin interaccin directa entre productor y con-sumidor, como en la generacin de software, el concepto ordenadorespecfico podra ser de control artesanal por parte del diseador de

    software, que puede enfrentarlo al dueo de la empresa o contratantede servicios profesionales que no logra controlar los tiempos, califica-ciones y, a veces, las caractersticas especficas del producto.

    En los servicios con intervencin directa del cliente, usuario o de-rechohabiente en el proceso de produccin, en que el servicio impliqueun producto material, como en el restaurante o en los espectculos, elconcepto ordenador referido al control sobre el trabajo puede ser el derelacin tridica, en el que hay un peso importante de las emociones.Aunque en los servicios que implican a clientes habra que pensar siexiste la estandarizacin de los usuarios por parte de los productoresa travs de formatos, secuencias preestablecidas, horarios, formas deexpresin sintticas.

    En los trabajos desterritorializados, como el del taxista, microbu-sero, del vendedor callejero sin puesto fijo, que se enfrentan a una mul-tiplicidad de actores que lo constrien (el polica, el automovilista, elratero, adems de los clientes) y que intervienen en el proceso en forma

    contingente o bien regular, el concepto ordenador puede ser uno abiertoa la contingencia y multiplicidad de actores intervinientes (ms de tres).En los trabajos con traslape con la reproduccin, como la manufacturaa domicilio, el trabajo en casa como el teletrabajo o el trabajo familiar;el control sobre el trabajo, adems de posibles patrones encubiertos yclientes tendra que tomar en cuenta a los miembros de la familia y, deser necesario, a los del barrio. Cuando no hay trabajo asalariado, lasrelaciones pueden ser didicas, pero entre trabajador y consumidor, ytener las complicaciones de los traslapes con otros actores de la repro-duccin que no son productores ni consumidores. En el trabajo estacio-nal, por su parte, no se puede desentender de manera inmediata de lacadena de actividades desempeadas a lo largo del ao.

    Por otro lado, el concepto de control, caro a la sociologa del tra-bajo clsica, puede complejizarse con otros, provenientes en parte dela ciencia poltica pero referidos al trabajo, como los de poder, domi-nacin, hegemona, vulnerabilidad, estructuracin, exclusin, preca-riedad, identidad y accin.

    En cuanto al mercado de trabajo de este tipo de actividades, el ca-mino que va de la familia a la ocupacin conforma una de las fuerzas

    que guan al mercado (Zenteno, 2002), pero hay otra, que provienede la empresa o bien de la demanda social de productos. La de laempresa se vincula ms directamente con la demanda de una fuerzade trabajo con ciertas cualidades y en cierta cantidad; la segunda, concantidades y cualidades de productos que pueden ser generados pordiversos tipos de trabajadores. El concepto ordenador central puedeser el de construccin social de la ocupacin, como resultante de estasdos fuerzas, con especial nfasis en la trayectoria ocupacional, perotambin en los actores que intervienen en la construccin, dependien-do si interviene de manera directa el consumidor u otros actores di-ferentes a los de asalariado y los patrones. Construccin social de la

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    ocupacin remite a presiones estructurales de mercados, por ejemplo,pero principalmente a interacciones con sentido.

    La dimensin de la regulacin de las relaciones de trabajo ensentido amplio puede ser de tipo clsico, como en aquellas entre em-pleado y empleador, y puede implicar, al mismo tiempo, los derechosy obligaciones del cliente en producciones inmateriales que lo impli-quen directamente (relacin tridica). Asimismo puede suponer laconfusin entre trabajador y productor como sucede en la maquilaa domicilio con pago a destajo, la venta casa por casa como comisio-nista, los servicios productivos a las empresas como honorarios porservicios profesionales; los trabajos autocontrolados sin una jornadao espacio de produccin definidos, como la venta a domicilio; la im-plicacin en el servicio de la calidad afectiva frente al cliente, como en

    los hospitales; as como los trabajos en el espacio urbano o rural queimpliquen mltiples actores y muchos de estos contingentes, como eldel taxista o el microbusero. Pero tambin puede implicar relacionesdidicas entre productor y a la vez trabajador y el cliente, sin relacinsalarial alguna ni abierta ni encubierta. Los conceptos ordenadorespueden ser los de regulacin, deberes y derechos de los implicados, losestables y los contingentes, los formales y los informales, las negocia-ciones, la formacin de organizaciones de empleados, de trabajadorespropietarios, de empleadores, de usuarios, de miembros de la familia,de habitantes de la ciudad, segn el caso. Adems de la posibilidad deregulacin del proceso de trabajo, del producto, del mercado de tra-bajo, de las prestaciones, de pensiones, del derecho a la organizacincolectiva y a la accin o a la demanda.

    H, Las tesis del fin del trabajo (Rifkin, 1996; Bouffartigue, 1997), en su

    vertiente postmoderna, proclaman el fin de grandes sujetos, de grandesproyectos, de grandes organizaciones, en especial de la centralidad del

    mundo del trabajo en la estructuracin de los otros mundos de vida.Esta tesis se presenta con dos modalidades, pero las dos bajo el supues-to de que flexibilidad, globalizacin y obsolescencia de sindicatos yantiguas leyes laborales llegaron para quedarse. La primera modalidadproviene originalmente de Offe (1998), y seala que la desestructura-cin se debera a la prdida de centralidad del mundo del trabajo en elimaginario de los trabajadores, el trabajo quedara marginado frenteal ocio, al consumo. En esta primera versin tambin se haca jugar lamayor heterogeneidad de las ocupaciones, pero no era ste el elementocentral. La segunda, ms actual, da cuenta de la flexibilidad en el tra-bajo, entendida internamente en la empresa como movilidad interna

    y polivalencia, como prdida de importancia del salario fijo frente abonos y estmulos y a la prdida de seguridad en el puesto de trabajo.Pero es tambin la extensin de la subcontratacin y de actividadesque aparecen no como asalariadas sino de prestacin de servicios, eltrabajo a tiempo parcial, por horas, ocasional, de migrantes, el que serealiza en casa, el del autoempleado. En esta versin de la flexibilidad,sin embargo, se destaca la prdida de biografas y carreras ocupaciona-les lineales o estables y su sustitucin por el zigzag en las ocupaciones,alternadas por perodos de desempleo (Paugam, 1997). Habra surgidoo bien se habra extendido, por esta inseguridad y vulnerabilidad, unamano de obra sin identidad profesional, a una empresa, a un sindicatoo a un grupo especial de trabajadores, ms an, nmada, que se mueveen el territorio, tambin sin identidad geogrfica, que no solo pierde la

    identidad colectiva sino incluso la personal. Frente a estas tesis, de lascuales, formalmente, unas son liquidacionistas de la accin colectiva,y las otras lindan con el desgarre de vestiduras frente a los efectos dela flexibilidad y muestran que no hay sino convivir con esta flexibilidaddesestructurante, habra que anotar: a) hasta hoy resultan, en general,exageradas para los pases desarrollados, puesto que estudios diversosno muestran el predominio de estas ocupaciones atpicas, con excep-cin de Espaa y Grecia. Tampoco las organizaciones de trabajadorestpicos aun menguadas en los pases sajones muestran la misma de-cadencia en el resto de la Unin Europea y, por otra parte, el desmante-lamiento del Estado Benefactor en esta regin es mucho menor que enotras partes del mundo. b) Los trabajadores atpicos tienen restriccio-nes estructurales que pueden ser importantes para organizarse, perono significa que en todos los casos hayan permanecido en la pasividad,como ha sucedido con los cocaleros en Bolivia, los piqueteros en Ar-gentina, los sin Tierra en Brasil. c) El problema terico de constitucinde identidades colectivas puede tener que ver con relaciones socialessemejantes compartidas, pero este concepto implica siempre una abs-traccin de las diferencias. En el siglo XIX, los obreros que posean

    un mismo oficio se consideraban diferentes de los de otros oficios enla misma fbrica, esto le daba ciertas caractersticas a su identidad y,a la vez, los limitaba para realizar acciones conjuntas con los de otrosoficios. La moderna gran empresa capitalista lim las diferencias entreoficios y, al mismo tiempo, las relaciones cara a cara generalizadas y,sin embargo, fueron posibles grandes organizaciones, movilizacionesy proyectos en la primera mitad del siglo XX. Es decir, la construc-cin de la identidad colectiva supone en la colectividad un procesode abstraccin que pone en juego situaciones estructurales (por ejem-plo, cierta forma de relacionarse con su trabajo o con otros actores deltrabajo) pero no depende mecnicamente de dichas estructuras; las

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    presiones estructurales sufren la mediacin del proceso de creacin desentidos, vinculados con la cultura, la esttica, la cognicin, la emociny el razonamiento cotidiano o el cientfico. Adems, otros espacios derelaciones sociales extralaborales y los acontecimientos econmicos,polticos, que escapan a la voluntad inmediata, pueden influir tambinde manera importante, as como las biografas y trayectorias ocupacio-nales. Pero, no es menester, para constituir sujetos colectivos, que hayauna correspondencia entre todas las biografas, trayectorias ocupacio-nales o estructuras de las ocupaciones, porque en la conformacin deidentidades juegan tambin los eventos impactantes extraordinariosque provocan el relegamiento de lo que separa, y que permiten desta-car lo comn, aunque eso comn sea real o imaginario. Tampoco lasidentidades se desenvuelven en un solo nivel, uno de los mas generales

    actualmente puede ser el sentirse parte de la masa de los perdedoresen la globalizacin y la flexibilizacin, frente a otra minora de gana-dores, sentimiento-cognicin-valores-esttica que iguala, que relega omimetiza las diferencias, que puede opacar la fragmentacin de lasbiografas y trayectorias ocupacionales. Pero tambin la identidadpuede jugarse en un nivel ms corporativo o profesional y no solo pre-sentarse cuando se labora por largo tiempo en una sola empresa y conlos mismos compaeros, sino que puede ser por un tipo de trayectoriaen un tipo de rama, como los trabajadores de la maquila, que no tienenapego a la empresa, tal vez tampoco a un grupo primario de obreros,pero que se sienten trabajadores de ese sector, puesto que transitande unas a otras empresas, en el proceso de trabajo, con condicionesde trabajo semejantes, independientemente de que puedan moversetambin en el espacio geogrfico (Grijalva Monteverde, 2004; LindnVilloria, 2006).

    Tambin podran conformarse trayectorias ocupacionales hetero-gneas pero tipificables que estuvieran asociadas a una identidad detrayectoria, puede ser ste el caso de los indgenas migrantes (Lara,2006), que en el ao pasan de la pequea produccin al campo de jito-

    mate en una agroindustria y luego a la de cereales, en espacios geogr-ficos muy diferentes. Las trayectorias ocupacionales podran compleji-zarse con las trayectorias de vida, en las que el trabajo sera solamenteun espacio entre varios de los importantes, como lo son el de la familia,el barrio, el espacio urbano o rural, y se podra considerar a la biografacomo trayectoria de espacios de relaciones sociales, incluyendo los deltrabajo, con articulaciones diversas entre estos. De tal forma que, msque pura fragmentacin de identidad, la identidad se conformara enla trayectoria, como en el caso de los migrantes a los Estados Unidos(Herrera, 2006), de los que sera aventurado decir que no tienen iden-tidad alguna, por cambiar de ocupaciones y, ms an, de mundos de

    vida, a veces en forma radical. Lo que no es posible sostener es que elespacio del trabajo, continuo o discontinuo, territorializado o no, tengaque ser siempre la clave de la formacin de la identidad colectiva; jue-ga con otros espacios, con relaciones que pueden ser complejas entreestructuras-procesos de dar sentido y acciones sociales. Pero tampocose puede afirmar, por dogma posmoderno o paraposmoderno6, que elmundo del trabajo sea siempre irrelevante en la constitucin de identi-dades y acciones colectivas. En todo caso, tendr que ser probada, encada tipo de trabajador, la eficiencia identitaria del espacio del trabajo,sin suponer que lo laboral es marginal siempre en la conformacin dedichas identidades o que estas son ahora imposibles.

    B

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    I V G*

    D

    El escenario no ha cambiado nunca. El quetrabaja sigue siendo aqul al que no se le ha dado

    muerte, al que le es rehusado ese honor. Y el tra-bajo es, en primer lugar, el signo de la abyeccinde no ser juzgado digno sino de vida. El capital

    explota a los trabajadores a muerte? Paradojalmen-te, lo peor que les inflinge es rehusarles la muerte.

    Es de diferir su muerte de lo que los hace esclavosy los destina a la abyeccin indefinida de la vida en

    el trabajo (Baudrillard, 1993:53).

    ILas contribuciones a las que me he de referir abarcan un amplio es-pectro tanto histrico cuanto terico y metodolgico. Esta circunstan-cia me llev a sistematizar su presentacin apuntando, de una parte,a la forma en la que se conceptualizaba y calificaba al trabajo y a lostrabajadores y, de la otra, determinando las propuestas conceptuales,metodolgicas y pragmticas que realizan los distintos autores. Estasistematizacin es la respuesta a la necesidad de poner en evidencia lariqueza y profundidad con que las comunicaciones en anlisis reali-zan aportes relevantes a las ciencias sociales del trabajo.

    L R L. C. A:D El autor da cuenta de las consecuencias de la reestructuracin produc-tiva, a la cual muestra a travs de distintos movimientos pendulares

    * Doctora en Derecho, Sociloga y especialista en anlisis del discurso. Docente de post-grado y doctorado de distintas Universidades de su pas y del exterior. InvestigadoraPrincipal del Consejo Nacional de Investigaciones Cientficas y Tcnicas (CONICET) dela Argentina, en el Centro de Estudios e Investigaciones Laborales (CEIL-PIETTE).

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    RevistadetRabajoao6 NmeRo8 eNeRo/ julio2010

    El sindicato en la encrucijada delcomienzo de siglo

    Oscar Valdovinos*

    La declinacin del sindicato es un hecho inne-gable. Desde su irrupcin en la escena hist-rica, hace un par de siglos, no ha habido otraetapa en que su proyeccin futura aparecieratan desvada y su imagen pblica tan deva-luada. Esta percepcin se expresa, en mayor omenor medida, como una tendencia universalque tambin se maniesta en nuestro pas.

    Tal apreciacin conlleva una gravedadextrema. En efecto, que la institucin quea mediados del siglo pasado fuera cali-cada como el ms importante instrumento

    de democratizacin social en los ltimos dossiglos de la historia de la humanidad1, seavisualizada hoy por muchos como intil, porotros, como superua y, por no pocos como unobstculo para el libre desenvolvimiento delas actividades econmicas, como una expre-sin antidemocrtica, como un mbito plagadode irregularidades y corruptela y, en deni-tiva, como una rmora, implica una extraor-dinaria regresin histrica. Especialmente,porque la sociedad no se ha dotado de otros

    instrumentos ms idneos para procurar unatransformacin progresista. Por el contrario,exhibe una paradoja de insuperable crueldad:cuando su potencial productivo ha alcanzadoun grado incomparable de desarrollo y disponede todos los medios econmicos y tecnolgicosnecesarios para poner n al hambre, remedioa la enfermedad y comenzar a cerrar la brechade la desigualdad es, precisamente, cuando la

    injusticia social se intensica, profundiza yexpande.

    Ante esas circunstancias, la merma derepresentatividad, poder y prestigio, experi-mentada por la institucin sindical, se erige enuno de los principales factores de indefensin,no slo de los trabajadores, sino del conjuntode los sectores sociales subalternos. Las causasde esa declinacin son mltiples y diversas,pero algunas revisten importancia singular.Entre ellas, creo que la principal consiste enel ingreso del modo de produccin capitalista

    a una nueva etapa que implica cambios muysignicativos en la distribucin del poder entrelos distintos sectores de la actividad econ-mica, en los procesos productivos, en la orga-nizacin del trabajo, en el funcionamiento delos mercados, en la estructura social y hasta enla escala de valores vigente. Esa transforma-cin gener una problemtica social distintapara la cual los sindicatos an no encon-traron respuestas ecientes, del mismo modoque tampoco han podido elaborarlas todava

    los intelectuales y los partidos polticos delcampo progresista, sea lo que fuere el campoprogresista en cada pas. Esas institucionesy sectores siguen pensando con las catego-ras del siglo XX, empleando su lenguaje ysus modos de comunicacin, en tanto, los quedirigen el mundo comenzaron a transitar elsiglo XXI hace mucho ms de diez aos. Estosson los que formulan la crtica, promueven los

    * Abogado laboralista, asesor sindical.1 Laski, Harold J. (1975) Los sindicatos en la nueva sociedad.Fondo de Cultura Econmica, Coleccin Breviarios N 52.

    Mxico.

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    oscaRvaldoviNos

    cambios, sealan las metas, jan las reglas einstalan la ideologa dominante con vocacinhegemnica. Quienes histricamente se distin-guieron por impulsar la transformacin ahoraslo atinan a defenderse y quienes siempre

    expresaron la preservacin de los interesesdominantes, ahora aparecen como pretendidavanguardia modernizadora. Esa transferenciadel rol innovador no ha sido buena para lasociedad, como lo prueba entre muchas otrascosas la crisis nanciera que se vislumbr enel 2007, eclosion en 2008/2009 y an perdura,con su secuela de desocupacin y deterioro delbienestar de los trabajadores y dems sectoresvulnerables. Es imposible pensar el futurosin analizar crtica y autocrticamente cmose produjo esa transferencia de rol. Tampocopuede obviarse que ese proceso incluy unapoltica antisindical implementada en escalaplanetaria de manera tan sistemtica comoinclemente.

    El deterioro de la imagen sindical, sinperjuicio de otros factores, no es en modoalguno ajeno a un accionar minuciosamenteconcebido y ejecutado para producir ese efecto.Para arrimar una prueba verncula (entre

    cientos que podra escoger de diversos pases),cito el introito a un reportaje que le hiciera LaNacin al Secretario General de la CTA, Hugo

    Yasky: Hay sindicalistas y sindicalistas. Noson todos iguales, aunque gran parte de laopinin pblica, con o sin razn, asimila laimagen del gremialista promedio con la de undirigente que alguna vez trabaj efectivamenteen la actividad de sus representados (o que, consuerte, trabaj), que sabe cantar de memoria lamarcha peronista y que, en general, se enri-

    queci en forma directamente proporcional alempobrecimiento de los trabajadores. Y que,en el 99% de los casos, est abulonado en susilln desde hace muchsimos aos sin que laselecciones sindicales, las listas opositoras y losvaivenes polticos y socioeconmicos del pasle hagan cosquillas a ese inconmensurablepoder que conserva2. Despus, claro, en plande preservar una cierta apariencia de objeti-vidad y como para no quedar excesivamente

    mal con el entrevistado, admite que no hay

    que generalizar demasiado, aunque, conven-gamos que, para la mentalidad de La Nacin,

    Yasky no puede ser otra cosa que un peligrososubversivo. En verdad, lo que uye de la notaes que, en el mejor de los casos, la excepcin

    conrma la regla y que lo importante no es loque diga el Secretario General de la CTA, sinoel concepto general (la opinin de la gente)que es el antes trascripto. Desde un punto departida tan negativo no es fcil imaginar unfuturo en que ese proceso se revierta y el sindi-cato recobre la signicacin que Harold Laskiproclamaba. No obstante, lograrlo es un obje-tivo de importancia superlativa para afrontarla nueva problemtica social.

    Con el n de contribuir al anlisis de esaperspectiva, ser til hacer una referenciamuy breve al papel desempeado por el sindi-cato desde sus orgenes hasta bien entrada lasptima dcada del siglo pasado, precisar losrasgos esenciales de lo ocurrido desde entoncesy, a partir de una caracterizacin somera delmomento actual, imaginar los futuros posiblessegn sea el camino que se escoja para seguirandando. Por ltimo, un par de aclaracionesnecesarias. Tengo el convencimiento que lo

    que aqu se describe es una situacin general,aplicable a lo que ocurre con el movimientosindical en todos los pases desarrollados yen los ahora llamados emergentes. Pero esacorrespondencia cabe entenderla en la dimen-sin de un sealamiento de tendencias. Comotodo proceso histrico este tambin se expresaen lneas quebradas, con avances y retrocesosy con marcadas diferencias entre pases y entremomentos. Nada de ello, no obstante, invalidael sentido general de su propia dinmica. Ahora

    bien, sin perjuicio de aquel convencimiento, yoescribo desde la experiencia argentina. Y misconclusiones tienen que ver esencialmente conesa experiencia, ms all de mi certidumbrede que las tendencias que aqu se maniestanexpresan un estado de cosas mucho msextendido.

    El caso argentino ilustra con elocuencialo que decamos recin acerca de las marchasy contramarchas caractersticas del proceso

    en anlisis. Es innegable que el movimiento

    2 Diario La Nacin, suplemento Enfoques, publicado en Bueno