Sistema de Objetos

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    Revista Geogrfica Venezolana

    ISSN: 1012-1617

    [email protected]

    Universidad de los Andes

    Venezuela

    Gmez Lende, Sebastin

    Sistemas de objetos y sistemas de acciones. Produccin del espacio y construccin social de la

    naturaleza

    Revista Geogrfica Venezolana, vol. 47, nm. 2, julio-diciembre, 2006, pp. 225-256

    Universidad de los Andes

    Mrida, Venezuela

    Disponible en: http://www.redalyc.org/articulo.oa?id=347730364005

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    Revista Geogrfica Venezolana, Vol. 47(2) 2006, 225-256

    Sistemas de objetos y sistemas de acciones.

    Produccin del espacio y construccin socialde la naturaleza

    Systems of objects and systems of actions.

    Production of space and social construction of nature

    Gmez Lende Sebastin*Recibido: agosto, 2004 / Aceptado: septiembre, 2005

    * Universidad Nacional del Centro de la Provincia de Buenos Aires, Campus Universitario, Paraje Arroyo

    Seco, Tandil (CP 7000), Provincia de Buenos Aires-Argentina, e-mail: [email protected]

    Resumen

    Ligar lo geogrfico con lo natural es una concepcin fuertemente arraigada en el imagina-rio colectivo y en la prctica cientfica. El objetivo de este trabajo es encontrar el caminometodolgico mediante el cual la naturaleza sea incluida como dimensin significativa delproceso de produccin y organizacin social del espacio geogrfico; esto es, como naturalezasocialmente construida, a travs del anlisis e interpretacin dialcticas de sus diversas ma-nifestaciones, para romper definitivamente con uno de los principales obstculos que revisteel avance terico y metodolgico de la geografa. El pasaje de la naturaleza del orden de lascosas al orden de los objetos, su prospectiva e intencionalidad en tanto sistema de objetos,la valoracin cultural y la valorizacin econmica de sta y su papel en la reproduccin so-cial, y su manipulacin espacio-temporal, mediada por la ciencia y la tecnologa, sern lasdimensiones analticas del pasaje del orden vital al orden racional.

    Palabras clave: totalidad; produccin del espacio; construccin social de la naturaleza;sistemas de objetos y sistemas de acciones.

    Abstract

    To tie to geographic space with nature is a strongly ingrained conception in collective ima-ginary and in scientific practice. The purpose of this paper is to find the methodological wayfor the one which nature is included as significant dimension of process of social productionand organization of geographic space, this is, as socially built nature, through the dialecticalanalysis and interpretation of its diverse manifestations, to break up definitively with one ofthe main obstacles that had the theoretical and methodological advance of geography. Thepassage of the nature from the order of things to the order of objects, its prospective and pre-meditation as long as system of objects, their cultural valuation and economic appraisementand their function in social reproduction, and their space-time manipulation, mediated byscience and technology, they will be the analytic dimensions of the passage from the vitalorder to the rational order.

    Key words: whole; production of space; social construction of nature; objects and actionssystems.

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    Introduccin

    El propsito de este trabajo es hallar el

    camino metodolgico mediante el cual lanaturaleza en tanto construccin socialpueda insertarse en el proceso de pro-duccin del espacio geogrfico, sin caeren equvocos epistemolgicos, y garanti-zando la coherencia metodolgica. No es,ciertamente, una tarea fcil. La articula-cin de la naturaleza como dimensin in-

    terpretativa de la produccin del espaciodeviene en un tema urticante para la geo-grafa, puesto que se configura en su ver-dadero taln de Aquiles, ora por el largoperodo en que sta sucumbi al discursodel naturalismo positivista, ora por la sis-temtica y rotunda exclusin del campodisciplinario de la que result objeto lanaturaleza en tanto construccin social.

    Nos atreveramos, incluso, a sealar quela construccin social de la naturaleza esel nudo central de buena parte de los di-lemas de la geografa, cuyo correcto abor-daje y resolucin implicara la insercindefinitiva de la disciplina en el campo delas ciencias sociales. Un abordaje, desdela teora social, del papel de la naturalezaen la configuracin del espacio geogrfi-co, se constituira en el pilar fundamentaldesde el cual construir apropiadamenteuna metateora geogrfica.

    En primer trmino, entonces, cons-truiremos una breve resea acerca de lasrelaciones conceptuales establecidas en-tre geografa y naturaleza a lo largo de laevolucin epistemolgica de la primera

    en torno a su objeto de estudio. Desde elpositivismo hasta las perspectivas cuan-titativas, las maneras de analizar e inter-

    pretar la naturaleza desde la geografa nohan variado. A partir de la construccinde una geografa crtica en los aos se-

    tenta, nociones tales como `produccinsocial del espacio, `naturaleza prime-ra y `naturaleza segunda, han cobradocierta relevancia, pero no han sido sufi-cientes para desterrar falsas dicotomase intiles analogas. Es por ello que, acontinuacin, intentaremos deconstruirel dualismo naturaleza primera - natura-

    leza segunda, heredado del materialismohistrico ortodoxo, a travs del anlisis einterpretacin del proceso de construc-cin social de la naturaleza, mediado porla configuracin de las cosas en objetos entanto realidad filosfica, provistos de unafinalidad provista por la accin social.

    En tercer lugar, elucidaremos crtica-mente la nocin de la naturaleza como

    sistema de objetos y acciones, animadapor contenidos racionales, prospecti-

    vos e intencionales. En cuarta instancia,abordaremos el proceso de valoracincultural y valorizacin econmica de lanaturaleza, vinculado estrechamente ala reproduccin social y la configuracinasumida por el proceso de produccindel espacio. A continuacin, develaremoslos mecanismos de manipulacin espa-cio-temporal -material, organizacional ysimblica- a la que la naturaleza resultasometida a cada instante del proceso detotalizacin, animada por los vectores dela modernidad en curso. Esto nos permi-tir ensayar una periodizacin del pasajede la naturaleza desde el orden vital ha-

    cia el orden racional, sustentada en lasnociones propuestas por Milton Santos(1996) de medio natural, medio tcnico

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    y medio tcnico-cientfico informacional.Por ltimo, daremos cuenta de las con-clusiones a las que este trabajo ha arri-

    bado.

    Espacio geogrfico y naturaleza. Al-gunas consideraciones metodolgicas

    En el pasado, la bsqueda de los fun-damentos de la geografa en el seno de

    tradiciones naturalistas, corolgicas ypositivistas, seguidas, ms tarde, por lahegemona de perspectivas cuantitativas

    y meramente analticas, desemboc enuna concepcin fetichista del espacio. Elimpulso acrtico y sistemtico a la realiza-cin de estudios sociales bajo el imperiode los postulados de las ciencias natura-les, igualando la dinmica y estructura so-

    cial al comportamiento de los seres vivos,convirti a la geografa en seno y fuentede varios reduccionismos, tales como latransferencia mecanicista / deterministade los hechos del mundo fsico al mundohistrico-social, la ignorancia acerca delcontenido real del espacio, la atribucinde un carcter repetitivo y recurrentea los fenmenos sociales, anlogo a losprocesos naturales, y la aceptacin acr-tica de la imagen, sistemticamente in-troyectada en el imaginario social, de lofsico como la esfera inescrutable de loexacto, independiente del contexto, fuen-te de verdades definitivas y absolutas. Ta-les perspectivas ignoraban, como sealaGottmann (1947: 5), que no se puede

    esperar de las colectividades humanasun comportamiento semejante al de los

    seres vivos ms elementales.

    Sin embargo, dcadas ms tarde, eldeterminismo de las fuerzas productivas

    y las relaciones de produccin, tan caro al

    marxismo ortodoxo, ahog al espacio ensimples descripciones ideolgicas y en un

    vaciamiento de las categoras de anlisisfundamentales. Impregnada de los con-tenidos derivados de las discusiones his-tricas y sociolgicas acerca del materia-lismo histrico y el estructuralismo, esageografa intenta desterrar esa concep-

    cin empirista del espacio, imponiendouna perspectiva netamente social. El n-cleo de dicha propuesta epistemolgicase arraig bsicamente en el estudio dela relacin dialctica entre espacio y so-ciedad, mediada por el trabajo humano,

    y expresada en torno a una dimensin noslo social, sino tambin histrica. La ricanocin, desarrollada desde la sociologa

    por Lefevbre (1974), acerca del procesode produccin social del espacio, se tornesencial para esta perspectiva, que halla-

    ba en los postulados centrales del mar-xismo una pista para la indagacin de losprocesos sociales desde la geografa.

    Pese a este significativo aporte, el es-pacio se torn el reflejo mecnico de unasociedad o modo de produccin en unmomento histrico dado, repitiendo elerror heredado del neopositivismo, en elcual los patrones espaciales reflejaban demanera burda y taxativa la estructura so-cial. En otros trminos, y bajo otro pris-ma ideolgico, el espacio fue concebidopor esa corriente epistemolgica comoel mero reflejo del proceso de acumula-

    cin capitalista y la lucha de clases. Lavisin absoluta del espacio, sustentadaen interacciones simples entre espacio y

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    sociedad, continuaba impertrrita, des-conociendo que dos objetos pueden in-teractuar o reflejarse mutuamente slo

    s, en primera instancia, pueden ser deli-

    mitados como objetos separados (Smi-th, 1990: 77). El marxismo persista en lafalacia de considerar que la sociedad ocu-paba o se extenda en el espacio, convir-tindolo en un mero soporte de evolucinde las fuerzas productivas y desarrollo delas relaciones de produccin y, al mismo

    tiempo, desechaba a la materialidad in-trnseca al espacio por considerarla fuen-te del fetichismo al que tan acrrimamen-te desacreditaba.

    Hoy da asistimos a una vuelta, firme,sostenida y renovada, de la geografa alestudio de los procesos de construccin

    y organizacin territorial. Pero dicho re-greso supone desterrar aquellos prismas

    positivistas y materialistas en los que elespacio se torn una simple materialidadajena al ser social, ora como sustrato fsi-co-natural, ora como mero continente delas fuerzas productivas, o -incluso-, como

    vaco epistemolgico aniquilado por eltiempo. Debemos, pues, evitar el absurdoequvoco que nos seala Santos (1990:100), en el cual los gegrafos, en vez de

    perseguir un saber nuevo, preferimos

    deleitarnos en la reproduccin del saber

    viejo. Sin embargo, tambin se imponela necesidad de sortear la tentacin dedespreciar la totalidad de los aportes he-redados.

    Para ello, no debemos ignorar taxati-vamente los aportes de la geografa cr-

    tica, sino, por el contrario, engarzarlosen una perspectiva mucho ms amplia,para tornarlos piezas fundamentales de

    una metateora geogrfica incrustada enel seno de la teora social. Una amalga-ma entre los aportes del materialismo

    histrico y las perspectivas existencia-les, permitir que la geografa descubra,construya, sistematice y aplique perspec-tivas epistemolgicas ms interesantes.Es tiempo ya que el espacio geogrficose torne nuevamente en objeto de cons-truccin y discusin, tanto desde unaperspectiva ontolgica como epistemo-

    lgica. Ms tampoco debemos caer enel eclecticismo, tan caro al pensamientopostmoderno, en el que se torna costum-

    bre tomar un poco de aqu, otro poco deall y, sin la disciplina de una lgica de

    conjunto o de compatibilidad de concep-

    tos, se organiza de forma mecnica unpostulado, que en el mejor de los casos,

    lo que se ha convenido en denominar

    sofisticacin o elegancia de la frase, seapoya exclusivamente en la lgica for-

    mal, externa a la realidad en cuestin(Santos, 1990: 46).

    Por ello, partimos del supuesto te-rico bsico de considerar al espacio geo-grfico como un conjunto indisoluble,solidario y contradictorio de sistemas deobjetos y sistemas de acciones, mediadospor las normas (Santos, 1996). Esos sis-temas se articulan a travs de un proce-so especfico de produccin del espacio,puesto que el acto de producir es, a lavez, un acto de produccin espacial(Santos, 1990: 179). As, pues, como losobjetos son inseparables de las acciones,

    y viceversa -en todo caso, esa escisin es

    slo analtica-, no hay produccin queno sea produccin del espacio, no hay

    produccin del espacio que se de sin tra-

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    bajo. Vivir, para el hombre, es producir

    espacio. Como el hombre no vive sin tra-

    bajo, el proceso de vida es un proceso de

    creacin del espacio geogrfico. La for-

    ma de vida del hombre es el proceso de

    creacin del espacio (Santos, 1995: 81).Si comprendemos al espacio en tanto to-talidad concreta, que se escinde y renenuevamente a cada instante del procesode totalizacin, debemos interpretar a lasdiferentes modernidades y la trama del

    proceso de modernizacin, como confi-guraciones sistmicas especficas de lavida social que anima la trama de movi-miento de la totalidad, y cuya expresinfundamental es la divisin del trabajo.

    Esa renovacin del objeto de estudiogeogrfico no ha implicado, sin embargo,un cambio sustancial en lo que a la natu-raleza atae en tanto dimensin constitu-

    tiva del espacio geogrfico. La geografacontina estudiando e interpretando a lanaturaleza como antao, es decir, comosimples formas pasibles de un anlisis

    biolgico, geolgico, etc. An hoy da, re-sulta cotidiano, incluso banal, dar cuentade la geografa en tanto disciplina ligadaal estudio de los fenmenos naturales,fsicos o ambientales. No son escasos losexponentes de otras disciplinas y cien-cias, sociales o no, en cuyo pensamientopermanece arraigada la imagen positi-

    vista de la geografa del Siglo XIX. Esaimagen representacional de la geografaen tanto ciencia vinculada al estudio dela orografa, los climas, el rgimen hdri-co, los suelos y la vegetacin, se encuen-

    tra firmemente afianzada, tanto en elimaginario colectivo como en la prcticacientfica, al punto tal de desconocer los

    progresos tericos, metodolgicos y epis-temolgicos desarrollados por la discipli-na en los ltimos cincuenta aos.

    Por otra parte, abundan tambinaquellas perspectivas que promueven,abierta y explcitamente, el rotundo des-plazamiento de la naturaleza en tantocontenido existencial del espacio geogr-fico. No faltan, adems, ciertos exponen-tes, activos impulsores de la geografaradical, que afirman que el objeto de es-

    tudio de la disciplina se halla constituidopor las relaciones sociedad-naturaleza.De esta manera, es claro que la naturalezaen tanto dimensin analtica y explicativadel espacio deviene en un problema epis-temolgico urticante para la geografa, yquizs, en su verdadero taln de Aquilesen lo que respecta a la produccin de co-nocimiento, ora por el largo perodo en

    que la disciplina sucumbi al discursodel naturalismo positivista, ora por la sis-temtica y rotunda exclusin del campodisciplinario de la que ha resultado ob-

    jeto la naturaleza en tanto construccinsocial. En este sentido, el correcto abor-daje y resolucin del papel de la natura-leza en la produccin y organizacin delespacio implicara la insercin definitivade la disciplina en el campo de las cien-cias sociales. Un abordaje, desde la teo-ra social, del papel de la naturaleza en laconfiguracin del espacio geogrfico, seconstituira en el pilar fundamental des-de el cual construir apropiadamente unametateora geogrfica.

    As, pues, se impone encontrar el

    camino metodolgico mediante el cual,haciendo a un lado determinismos, ana-logas y dualismos, la naturaleza sea in-

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    cluida como dimensin significativa delproceso de produccin y organizacinsocial del espacio; esto es, como natura-

    leza socialmente construida. Tal propsi-to implicar un anlisis e interpretacindialcticas de las diversas manifestacio-nes de ese proceso de construccin so-cial, a saber: el pasaje de la naturaleza delorden de las cosas al orden de los objetos;la prospectiva e intencionalidad de la na-turaleza en tanto sistema de objetos; la

    valoracin cultural y la valorizacin eco-nmica de la naturaleza y su papel en lareproduccin social y la manipulacin es-pacio-temporal de la naturaleza, mediadapor la ciencia, la tcnica y la informacin.stas sern las dimensiones analticas einterpretativas del movimiento de la na-turaleza desde el orden vital hacia el or-den racional.

    Resulta imperativo, pues, recordarque la sociedad siempre acta sobre smisma, y jams sobre la materialidad ex-clusivamente, construyendo una dialc-tica socioespacial en la que el dualismosociedad-naturaleza en tanto obstculoepistemolgico se esfuma sin dejar ras-tros. Asimismo, es importante no olvi-dar que el espacio geogrfico adquieredimensiones explicativas mucho ms

    vastas y significativas que el espacio so-cial de los socilogos, puesto que esa to-talidad concreta reconoce tambin unanaturaleza material inequvoca, presen-te en el anlisis, en la explicacin, en lainterpretacin. Debemos dar cuenta dela geografa en tanto disciplina cuya na-

    turaleza se encuentra subordinada a ladefinicin del espacio geogrfico, ms aste no le corresponde ser comprendi-

    do en trminos meramente analticos,sino como una suerte de configuracindialctica entre espacio y sociedad. Esa

    posicin est muy lejos de confundirsecon la tesis dualista que ve una sociedad

    actuando sobre el espacio como si fuera

    independiente de l; y viceversa. Por las

    mismas razones, debemos rechazar toda

    interpretacin fetichista, que atribuya

    a las formas un valor propio (Santos,1990: 209). Se trata, en realidad, de con-

    siderar que espacio, naturaleza y socie-dad constituyen dimensiones inherentesa una misma totalidad concreta en per-petuo proceso de totalizacin.

    El espacio se torna un aspecto, una di-mensin de la totalidad societaria, en laque su naturaleza de parcela de la reali-dad total debe ser reafirmada, sustentadaen su carcter de metateora geogrfica,

    dispuesta a insertarse activamente enel incesante proceso de construccin deuna teora social crtica, impregnada, almismo tiempo, de universalidad y especi-ficidad. Y la naturaleza se transforma enuna dimensin de la totalidad geogrfica.Esto no significa que el estudio de la na-turaleza sea privativo de la geografa. Porel contrario, implica que debe procurar-se construir y articular en una propuestaconcreta una interpretacin geogrficade esa naturaleza, coherente con la pers-pectiva epistemolgica esbozada. Si el es-pacio es una trama sistmica de objetos yacciones, una perspectiva que intente darcuenta de la naturaleza en tanto parcelaconstitutiva del espacio geogrfico debe

    considerarla, tambin, como sistemas deobjetos y sistemas de acciones.

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    Cosas u objetos? Naturaleza primeraversus naturaleza segunda

    El pensamiento positivista se ha caracte-rizado, histricamente, por proponer unacosmovisin fetichizada de la naturaleza,sistematizada en teoras y mtodos des-tinados a naturalizar el orden social es-tablecido mediante el uso de analogas

    y metforas organicistas y biologicistas.Esa utilizacin indiscriminada de la ana-

    loga acarre el surgimiento de numero-sos equvocos, entre los cuales puedencitarse algunas dicotomas (sociedad /naturaleza, por ejemplo), y un sinfn dereduccionismos (la asimilacin acrtica ytaxativa de la naturaleza en tanto espaciogeogrfico). La respuesta marxista a eseesquema de pensamiento y a sus princi-pales derivaciones, nociones tales como

    `relaciones sociedad-naturaleza, o `in-teracciones sociedad-naturaleza, no sehizo esperar. La diferenciacin, tajante ysistemtica, establecida entre naturalezaprimera y naturaleza segunda, se torn,quizs, la herencia ms significativa delmaterialismo histrico. Sin embargo, ta-les nociones, pese a su naturaleza crtica,propiciaron una consolidacin y agudiza-cin de la diferenciacin entre sociedad-naturaleza en tanto dualismo.

    Cmo romper, pues, al mismo tiem-po, con ambos equvocos, incorporando ala naturaleza como dimensin inherentea ese conjunto indisoluble, contradicto-rio y solidario de sistemas de objetos ysistemas de acciones mediados por las

    normas?El anlisis e interpretacin dialctica

    del proceso de objetivacin de la natura-

    leza, esto es, su movimiento desde la di-mensin de las cosas hacia la dimensinde los objetos, se torna una categora

    analtica bsica, un punto de partida fun-damental, que nos permitir develar elpapel de la naturaleza en la configuracinterritorial y la dinmica social. Se impo-ne, pues, diferenciar, en primera instan-cia, a las cosas de los objetos, comprendi-das las primeras en tanto simples formasdesprovistas de contenido, carentes de

    un significado social inherente a su pro-duccin y uso, y entendidos los segundosen tanto formas-contenido, poseedorasde valores, significados y representacio-nes sociales, programadas funcional y es-tructuralmente a travs de un proceso deproduccin socialmente organizado.

    De esta manera, el objeto traduce enla forma material la intencin preexis-

    tente que le dio origen, y su forma esexplicada por la actuacin que de l se

    espera an antes de asumir su configu-

    racin (Monod, 1974: 15). Este procesoda cuenta de una primera diferenciacinconceptual. Las cosas adquieren unasignificacin ex post a su configuracinexistencial. En otros trminos, las cosasexisten como tales antes de constituirseen objetos. Por el contrario, los objetosnacen en tanto objetos, asumiendo unaconfiguracin ex ante en funcin de lasintencionalidades y racionalidades queanimaron su produccin y disposicin.De este modo, el origen de su vida exis-tencial es, al mismo tiempo, el origen desu vida objetiva. De esta manera, se cons-

    truye un proceso diacrnico y sincrnicode objetivacin social. En el primer caso,las cosas devienen en objetos a travs

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    de la introyeccin, rotunda y sistemti-ca, de racionalidad e intencionalidad ensu seno, incorporndoles un contenido

    -material y simblico- extrao a su natu-raleza existencial. En el segundo caso, losobjetos se constituyen como tales, a tra-

    vs de un proceso racional de produccinsocial. Esos son los dos modos de obje-tivacin de la totalidad societaria, vastasdimensiones explicativas del proceso deconstruccin social de la naturaleza.

    Para el gegrafo, afirma Santos (1996:64) el objeto es el testimonio actual dela accin. Pero, qu sera de los obje-tos sin las acciones? Los objetos carecende realidad filosfica en s mismos, puessu contenido es estructurado a travs deun devenir espacio-temporal de accio-nes cuya trama sistmica los provee defunciones diversas a cada instante del

    proceso de totalizacin. En este contex-to, la accin en tanto proceso se vinculadirectamente a la idea de praxis, esto es,las prcticas sociales que participan de laproduccin de un orden, cuya naturalezaes, simultneamente, jerrquica y coti-diana. Si los objetos son cristalizacionesde la accin social, la accin es el signifi-cante del objeto. Ella le asigna una raznde existencia, otorgndole una funcin,una estructura, un sentido. Tal como afir-ma Santos (1996: 73), son las accioneslas que, en ltimo trmino, definen los

    objetos, dndoles un sentido, pues en laaccin reside la intencionalidad social, ypor su intervencin, esa finalidad se plas-ma, se individualiza, se objetiva, se mate-

    rializa. Podramos decir, entonces, que ladimensin actuante y la dimensin obje-tiva del sujeto son los canales por los cua-

    les discurren las finalidades sociales.De este modo, si la accin implica la

    ejecucin de funciones, esas funciones,

    de una forma u otra, van a desembo-car en los objetos. Realizadas a travs de

    formas sociales, ellas mismas conducen

    a la creacin y al uso de objetos, formas

    geogrficas (Santos, 1996: 70-71). Todoobjeto posee una estructura tcnica y uncontenido social. De otra manera, su na-turaleza sera la de una cosa, y ya no la

    de un objeto. Esa estructura tcnica y esecontenido social slo pueden ser incor-porados al objeto a travs de la accin.Ms sta se torna estril si no disponede un objeto en el cual funcionalizar unaparcela de la totalidad, puesto que, hoyda, los objetos valorizan de manera di-

    ferente las acciones, en virtud de su con-

    tenido tcnico (Santos, 1996: 73).

    El problema de la dicotoma plantea-da entre naturaleza primera y naturale-za segunda reside fundamentalmente ensu escasa pertinencia conceptual Cules el punto a partir del cual dejamos deconsiderar a la naturaleza en s mismacomo primera naturaleza, y pasamos aconceptualizarla como segunda natu-raleza? En otras palabras, naturalezaprimera implicara `conjunto de cosas -naturaleza natural- y naturaleza segundahara referencia a `sistemas de objetos-naturaleza social-? O, por el contrario,hablaramos entonces de una sucesinnumrica de naturalezas, yuxtapuestasuna sobre la otra, formando un conjun-to inextricable e imposible de diferenciar

    internamente?Si aceptamos la propuesta de Sartre

    (1968) respecto a la relatividad del pasa-

    Gmez Lende S.

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    do en tanto preteridad universal, debe-mos aplicar esas enseanzas al procesode objetivacin de la naturaleza. Desde

    esa perspectiva, no existiran, pues, na-turalezas primeras y segundas en tantoconceptos taxativos y absolutos. Por elcontrario, slo se trata de naturalezaspretritas, cuya trama funcional y estruc-tural se objetiva, desestructura y refun-cionaliza a cada instante del proceso detotalizacin. En ese devenir, los objetos

    han tomado el lugar de las cosas. En unprincipio todo eran cosas, mientras que

    hoy todo tiende a ser objeto, ya que las

    propias cosas, ddivas de la naturaleza,

    cuando son utilizadas por los hombres

    a partir de un conjunto de intenciones

    sociales, pasan tambin a ser objetos.

    As, la naturaleza se transforma en un

    verdadero sistema de objetos y ya no

    de cosas (Santos, 1996: 56). Podramosafirmar, quizs, que la naturaleza en tan-to conjunto de cosas se transforma en unsistema de objetos cuando la intenciona-lidad social se hace manifiesta a travs dela accin.

    Tradicionalmente, la naturaleza hasido conceptualizada en tanto entidadahistrica no construida socialmente,elevada, sin demasiados esfuerzos anal-ticos, al rango epistemolgico correspon-diente al espacio. Sin embargo, la natura-leza como tal no es ms que un procesorepetitivo, cuyos elementos y fuerzas sedesencadenan de manera ciega y espon-tnea. Reconoce regularidades, claroest, pero esas pautas de comportamien-

    to natural no son establecidas de maneraconsciente e intencional. Esos rasgos leotorgaron, durante largo tiempo, un ca-

    rcter reificado y mstico, sinnimo demisterio y poder, cuyo devenir no poseaarticulacin alguna a la estructura y din-

    mica de la sociedad. Hoy da, la naturale-za ha perdido buena parte de su magia.La preocupacin, continua y sistemti-ca, del hombre, por desmontar los me-canismos que rigen el orden natural, hadevelado una importante parcela de sussecretos. Es el fin, largamente anunciado,del legendario determinismo natural del

    que result vctima la geografa modernadesde sus propios orgenes.Podramos, entonces, situar el origen

    de la desnaturalizacin de la naturalezaen los comienzos de la historia social delhombre. Santos (1996: 105-106) afirmaque la primera presencia del hombre esun factor nuevo en la diversificacin de

    la naturaleza, pues ella le atribuye a las

    cosas un valor, incrementando el pro-ceso de cambio en tanto dato social. En

    un primer momento, an no dotado de

    prtesis que aumenten su poder trans-

    formador y su movilidad, el hombre es

    creador, pero subordinado. Despus, las

    invenciones tcnicas van aumentando el

    poder de intervencin y autonoma rela-

    tiva del hombre, al mismo tiempo en que

    se va ampliando la porcin de `diversi-

    ficacin de la naturaleza socialmente

    construida. De esta manera, la diversifi-cacin pura de la naturaleza conoce su fincon la aparicin del hombre en tanto sersocial. De este modo, la naturaleza fsi-ca slo representa la materia prima con

    la que se elabora el espacio en el proceso

    de reproduccin social, utilizada y reuti-lizada a lo largo de los siglos (Ortega

    Valcrcel, 2000: 513).

    Sistemas de objetos y sistemas de acciones..., 225-256

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    234 Revista Geogrfica Venezolana

    En este sentido, la naturaleza debeser comprendida como un espacio cons-truido en el doble sentido de un espacio

    producto de la actividad material trans-

    formadora de cada sociedad humana, y

    de una representacin cultural del entor-

    no y de los procesos naturales, en que se

    mezclan ideologa y conciencia social(Ortega Valcrcel, 2000: 552). Naturalezaprimera y naturaleza segunda se configu-ran en tanto partes intrnsecas a una falsa

    dicotoma, puesto que lo que se acostum-bra a llamar `naturaleza primera paracontraponerla a la naturaleza segunda

    ya es naturaleza segunda. La naturaleza

    primera, como sinnimo de la `natura-

    leza natural, slo existe en el momento

    inmediatamente anterior a aqul en el

    que el hombre se transform en hombre

    social, a travs de la produccin social. A

    partir de ese momento, todo lo que con-sideramos como naturaleza primera ya

    fue transformado (Santos, 1992: 8).Asimismo, se impone recordar que,

    hoy da, la naturaleza, vista en su di-mensin histrica, incluye al hombre,

    sus actos, objetos, conocimientos, creen-

    cias, potencialidades y lmites. Cambian-

    te e inestable, siempre se transform por

    fuerza de las mismas leyes que rigen la

    evolucin de la sociedad y de su proceso

    de produccin y, con el pasar del tiem-

    po, incorpor a esa transformacin la

    dimensin tcnica, traducida en un mo-

    delo mundial y nico que se sobrepone

    a toda y cualquier diversidad (...), uni-

    ficando la naturaleza como un conjunto

    de actos, juicios, intervenciones (FagginPereira Leite, 1997: 139). Ese es otro pun-to dbil del dualismo sociedad-naturale-

    za, el cual ignora que naturaleza en tantoconstruccin social, esto es, como siste-ma de objetos, se halla impregnada de la

    racionalidad e intencionalidad intrnse-cas a la accin en tanto medio de su cons-titucin ltima, mientras dicha accinslo adquiere relevancia, pertinencia ysignificado en su objetivacin, esto es,su empirizacin y funcionalizacin en lasformas. El dualismo sociedad-naturalezano es ms que una simple prolongacin

    de una sucesin de estriles dicotomas,tales como objeto y sujeto, forma y conte-nido, materialidad y accin.

    En trminos analticos, la diferencia-cin dicotmica entre naturaleza primera

    y naturaleza segunda es falsa, puesto quese trata de un simple arbitrio metodolgi-co, carente de pertinencia epistemolgicae implicancias tericamente vlidas. En

    tal sentido, naturaleza primera en tantoconcepto da cuenta de una naturaleza yaproducida socialmente, mientras que lanocin de segundanaturaleza no alude aun orden estricto ocupado por cada en-tidad en una sucesin, sino que slo ex-presa una extensa trama de naturalezasproducidas socialmente (Natenzon et al.,1988). Sorprendemos a la naturaleza enun instante especfico de la trama de mo-

    vimiento de la totalidad. Tal como afirmaSantos (1996: 10), el hecho que la huma-nidad se de cuenta que es libre implica

    su reconocimiento de que est separada

    de la naturaleza, de la que es soberana.Esto implica abandonar una cosmo-

    visin sustentada en el devenir de la so-

    ciedad en tanto estructura subordinadaal comportamiento de los elementos yfuerzas naturales. Se trata de dar cuen-

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    ta de naturaleza, espacio y sociedad entanto dimensiones intrnsecas a unamisma totalidad en incesante proceso

    de totalizacin. En este sentido, hablarde `naturaleza, hablar de `sociedad y

    luego satisfacer nuestros requerimien-

    tos metodolgicos afirmando la `inte-

    gracin, `ecuacin, `relacin, etc.

    de ambos objetos es afirmar la existen-

    cia -naturalizada-, es decir a-histrica

    de ambas (Natenzon et al., 1988: 188).

    De esta manera, la oposicin entre lonatural y lo construido pierde sentido einters, puesto que elimina la visin delo natural como espacio no-organizado,

    no-delimitado, desprotegido, en contra-

    posicin a lo construido como espacio

    precisamente delimitado, controlado,

    protegido (Faggin Pereira Leite, 1997:139). Esto implica, taxativamente, que la

    dicotoma planteada entre lo natural y losocial es poco menos que falsa.

    Tal como expresa Santos (1996: 203),la antigua distincin de un cierto mar-

    xismo entre primera naturaleza y segun-

    da naturaleza debe, hoy, ser entendida

    de modo menos rgido: la naturaleza ya

    modificada por el hombre tambin es

    primera naturaleza. En las ciudades, la

    produccin no es ms accin del traba-

    jo sobre la naturaleza, sino del trabajo

    sobre el trabajo. Este proceso, sin em-bargo, no slo ocurre en las ciudades.Tambin se torna cotidiano en el campo,quizs de manera ms explcita. Las for-mas-contenido del campo incorporan delleno las innovaciones desarrolladas por

    la ciencia, la tcnica y la informacin,conociendo nuevas formas de creacin,recreacin, imitacin y perfeccin de las

    condiciones naturales originarias. De locontrario, cmo explicaramos la pro-duccin de oasis en pramos ridos e in-

    hspitos, la modificacin gentica de cul-tivos, las enormes cantidades de trabajomuerto -pesticidas, fertilizantes, abono,etc- acumulado o las solidaridades tc-nicas y organizacionales -inherentes a lareproduccin social- que articulan pro-duccin, tecnologa y fuerzas naturalesen una urdimbre cuya trama expresa la

    presencia de ciertos vectores de moder-nidad en el devenir de la totalidad en mo-vimiento? Las bases del dualismo natura-leza primera-naturaleza segunda quedanas deconstruidas definitivamente, posi-

    bilitando la reconstruccin metodolgicay epistemolgica de la sociedad y el espa-cio en tanto totalidad concreta.

    Naturaleza y conciencia social. Racio-nalidad e intencionalidad

    La elucidacin crtica del falso dualismonaturaleza primera - naturaleza segundada cuenta del carcter de la naturalezaen tanto sistema de objetos tcnica y so-cialmente constituido. Segn Whitehead(1944), el mundo natural tambin es unatotalidad, cuya constitucin responde a lamanifestacin diversificada de la energanatural, movimiento perpetuo medianteel cual su identidad se renueva en cuantose modifican sus aspectos. La naturalezapura, la naturaleza natural, es una totali-dad cerrada, donde las transformaciones

    producidas se generan a travs de inter-cambios endgenos de energa entre susparcelas constitutivas.

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    La naturaleza en tanto construccinsocial, por el contrario, es una totalidadabierta, imbricada al devenir de la totali-

    dad societaria, sujeta a fuerzas extraas.De esta manera, y con la marcha del ca-

    pitalismo, se ampla la tendencia a que,

    sobre la diversificacin de la naturaleza,

    operada por las fuerzas naturales, se

    realice otra diversificacin, tambin a

    escala global, mediante fuerzas socia-

    les. Primero, lo `social se fijaba en los

    intersticios; hoy es lo `natural lo quese aloja o se refugia en los intersticios

    de lo social (Santos, 1996: 106). Contodo, siempre la totalidad se reserva ensu incesante movimiento algn inters-ticio de la naturaleza an no conocido odominado por el hombre, pues, con la

    presencia del Hombre sobre la Tierra, la

    Naturaleza est, siempre, siendo redes-

    cubierta (Santos, 1997: 16). Dado quela mundializacin del planeta unificala naturaleza (Santos, 1997: 18), esasson tambin posibilidades del mundo,acontecimientos de la totalidad universalque se individualizan a cada instante delproceso de totalizacin, eventos pasiblesde ser objetivados y empirizados en cual-quier punto del globo.

    La naturaleza surge en tanto natura-leza tecnificada, pues hemos sido rodea-dos, en estos ltimos cuarenta aos, por

    ms objetos que durante los precedentes

    cuarenta mil aos (Santos, 1997: 20). Yesa naturaleza tecnificada es, asimismo,fuente de alienacin, puesto que sabe-mos muy poco sobre lo que nos rodea.

    La naturaleza tecnificada acaba por seruna naturaleza abstracta, puesto quelas tcnicas insisten en imitarla y aca-

    ban consiguindolo (Santos, 1997: 20).El hombre, en tanto ser social, no reco-noce como propias las transformaciones

    impuestas a la naturaleza, ni da cuenta desu devenir de orden vital a orden racional.Se generan as nuevas formas de opaci-dad de la consciencia, pues se construye

    y consolida una suerte de fetichismo queno permite indagar crticamente acercade los mecanismos mediante los cualesla naturaleza ya no se reproduce va la

    manifestacin diversificada de su propiaenerga, sino que deviene en sistema deobjetos y acciones producido y organiza-do socialmente. Su diversificacin se pro-duce, inequvocamente, bajo el control delos mecanismos de reproduccin y reno-

    vacin de la totalidad societaria.En este sentido, esas formas de alie-

    nacin, a partir de las condiciones mate-

    riales e inmateriales imperantes, permi-ten que la recreacin e imitacin socialde rasgos naturales no sea descubierta.Resulta imposible distinguir el originalde la copia, puesto que la perfeccin yconcretud territorial de los objetos crea-dos implica un carcter ms natural queel inherente a la propia naturaleza. Esosobjetos han sido creados para respondera finalidades especficas, y por tanto, po-seen prospectiva e intencionalidad. Aqureside un rasgo adicional de diferencia-cin entre las cosas y los objetos, pues sila naturaleza es objetiva y no prospec-tiva, las cosas no pueden tener propsito

    ni proyecto (Santos, 1996: 56). Los ob-jetos, por el contrario, revisten un carc-

    ter intencional inequvoco, otorgado porla accin social. As, pues, el proceso detransformacin de una naturaleza pret-

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    rita, construida socialmente, en una na-turaleza contempornea, tambin cons-truccin social, permanece oculto frente

    a la mirada del sujeto social, nublada porla opacidad de la consciencia. La tcnicaresulta clave en esa configuracin, pues-to que cada movimiento de la naturalezaes, en realidad, un devenir conjunto de lamanifestacin de la energa diversificadade la naturaleza propiamente dicha, y dela diversificacin de la naturaleza a tra-

    vs de los mecanismos de reproduccinsocial, mediados por la tcnica.Esa alienacin de la consciencia social

    vara segn la naturaleza de la tcnicaimperante en cada perodo histrico. Talcomo lo explica Godelier (1974), en lassociedades ms primitivas, sin divisindel trabajo, de escaso desarrollo tcnico

    y en las que imperan sistemas de reci-

    procidad mediados por intercambios nomonetarios, la reificacin conduce a unestado de mitificacin de la naturaleza

    y sus mecanismos. La aparicin del pro-ceso de divisin del trabajo y la diferen-ciacin y evolucin tcnica que de ste sedesprenden, conducen a ocultar y oscu-recer la estructura y funcionamiento realde la sociedad. El devenir social se tornanebuloso por los propios mecanismos dereproduccin estructural y superestruc-tural.

    De esta manera, en aquellos lugaresen los que el desarrollo tcnico es escaso,se impone una cosmovisin fetichizadade la naturaleza. En otros trminos, po-dramos decir que existe una profunda

    alienacin y una clara reificacin conrespecto a los mecanismos de funciona-miento de la naturaleza. Por el contrario,

    cuando el desarrollo tcnico ha impreg-nado de manera sistemtica una parcelasignificativa de las instancias de repro-

    duccin social, se impone una cosmovi-sin fetichizada de esa realidad social. Elorigen mismo, y la finalidad de los proce-sos sociales, permanece oculta, mientrasque se accede a un claro conocimiento delos mecanismos de funcionamiento de lanaturaleza en tanto entidad ahistrica noproducida socialmente. Puesto que se co-

    noce a la perfeccin la secuencia repetiti-va de los elementos naturales, el funcio-namiento de la sociedad es asimilado a lacadencia de las fuerzas de la naturaleza.La naturaleza es socializada, y el ordensocial establecido, naturalizado. El espa-cio geogrfico, como hemos visto, tam-

    bin ha sido vctima de este proceso dereificacin. De esta manera, el fetichismo

    de las relaciones sociales de produccinadquiere as un nuevo significado e incor-pora una nueva dimensin analtica, puesse torna imperativo dar cuenta de ciertas`condiciones naturales como producto

    y medio del trabajo humano socialmenteorganizado.

    Se impone, pues, elucidar crticamen-te la cuestin de la racionalidad y la in-tencionalidad. La pregunta y la respuestade Cohen (1986: 18); esto es, qu es lo noconscientemente racional o, dicho de for-

    ma ms florida, qu es la razn no cons-

    ciente de s misma. La respuesta es: la

    naturaleza, se torna vlida y necesaria.Y el mismo autor se interroga: en qusentido es racional? Evidentemente, la

    naturaleza como tal no es ms que unproceso repetitivo, que despliega una co-herencia interna, desencadenada a cada

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    instante de manera ciega y espontnea.Reconoce regularidades, claro est, peroesas pautas de comportamiento natural

    no son establecidas de manera conscien-te e intencional. De este modo, en la na-turaleza puede ser admitida la existenciade cierta racionalidad, pero rasgos talescomo intencionalidad, propsito o fina-lidad no pueden serle atribuidos, puestoque son ajenos a su -valga la redundan-cia- naturaleza. Tal como expresa M.

    Santos (1996: 70-71), slo el hombre tie-ne accin, porque slo l tiene objetivo,finalidad.

    En el pasado los sistemas natura-les se constituan sin finalidad (Santos,1996: 175). La constitucin de la sociedaden tanto sistema, tanto a travs de la va-loracin cultural y la valorizacin econ-mica ex postde los elementos y fuerzas

    existencialmente naturales, como pormedio de la recreacin, imitacin y per-feccionamiento ex antede la naturalezaen tanto construccin social, implic, almismo tiempo, la sustitucin de la racio-nalidad natural por la racionalidad social,

    y el desplazamiento del comportamientociego y espontneo de la naturaleza poruna racionalidad programada, rebosantede finalidades e intencionalidades ajenas

    y extraas a sus contenidos existencia-les originarios. La naturaleza es hoy dauna amalgama, mixta e hbrida, de exis-tencias naturales y existencias sociales,donde las segundas subyugan a su impe-rio, por lo general, a los primeras. Pero,qu es la intencionalidad?, y cules son

    los mecanismos a travs de los cuales seintroyecta, de manera sostenida y siste-mtica, racionalidad, intencionalidad

    y conciencia en la naturaleza? En otrostrminos, de qu manera la naturalezase transforma en un sistema de objetos,

    cargado de prospectiva y finalidad? Cules el lmite exacto que separa a lo naturalde aquello que no ya no lo es?

    Hemos ya afirmado que objetos y ac-ciones en tanto sistemas se tornan inse-parables. El nexo que imbrica a ambascategoras es la intencionalidad, la cualamalgama la accin presente con la cris-

    talizacin de sus correlatos pretritos.Esto es vital para comprender la natu-raleza en tanto construccin social. Enotros trminos, la intencionalidad serauna especie de corredor entre el sujeto y

    el objeto (Santos, 1996: 77), puesto questa expresa hacia dnde se dirige la ac-cin. Debemos, pues, distinguir entrenociones aparentemente anlogas, tales

    como intencionalidad, propsito, y mo-tivo.

    Para Ricoeur (1988), la intencin yel motivo de la accin surgen, al mismotiempo, como conceptos diferenciales

    y estructuras unitarias. Mientras quela intencin de la accin revela sus fun-damentos, el motivo no es ms que unamera razn proporcionada por el actorpara justificar su proceder. Cuando Schu-tz (1974) se refiere a los motivos `para

    y `porque1, est haciendo referencia, enrealidad, a la intencionalidad y al motivo,respectivamente. Ambas dimensiones seencuentran vinculadas estructuralmente,puesto que el pasaje del anlisis de losmotivos a la interpretacin de la inten-

    cin implica un salto cualitativo desde ladescripcin emprica hacia la construc-cin terica.

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    Esa intencin impregna todas lasacciones humanas, pues la accin in-tencional es el movimiento consciente

    y voluntario del agente hacia las cosas,mientras que, segn A. Giddens (1995:47-48), la intencionalidad en tanto con-cepto es aquello propio de un acto delque su autor sabe, o cree, que tendr una

    particular cualidad y resultado, y en el

    que ese saber es utilizado por el autor

    del acto para alcanzar esa cualidad o re-

    sultado. La intencionalidad implica, en-tonces, develar los motivos `para a losque hace referencia Schutz. Podramosafirmar que todo proyectar consiste enuna anticipacin del comportamiento

    futuro por medio del fantaseo (Schutz,1974: 25).

    En este contexto, el actor visualiza poranticipado el acto en curso de proyeccin,

    como si ste ya hubiera sido cumplido,efectuado, completado. Esto nos remitea una estructura temporal determinada,puesto que cada proyeccin implica unasituacin imaginaria del actor en tiempofuturo perfecto, proceso cuyas posibili-dades concretas se sustentan en ciertoselementos esenciales del presente, mien-tras que la situacin biogrfica y el acervode conocimiento disponible condicionanesa proyeccin al futuro `como-si2. Deesta manera, la nocin de intencionali-dad permite la integracin crtica de lasrelaciones entre objeto y accin, puestransforma la distincin, la separacin,la contradiccin, en una insuperable

    tensin entre el objeto y el sujeto (La-

    tour, 1991: 79). Todas las dimensiones dela accin se hallan impregnadas de inten-cionalidad, tanto en lo que respecta a la

    accin tcnica, como en lo que atae a laaccin normativa / formal, y a la accinsimblica. De esta manera, la nocin deintencionalidad no es vlida nicamente

    para revisar la produccin del conoci-

    miento. Esa nocin es igualmente eficaz

    en la contemplacin del proceso de pro-

    duccin y del proceso de produccin de

    las cosas, considerndolos ambos como

    un resultado de la relacin entre el hom-

    bre y el mundo, entre el hombre y su en-

    torno (Santos, 1996: 76). De all provie-ne su pertinencia geogrfica.Los mecanismos mediante los cuales

    la naturaleza se impregna de contenidossociales y, especficamente, de prospecti-

    va e intencionalidad, apuntan sistemti-camente al proceso de valoracin cultural

    y valorizacin econmica de la que resul-ta objeto para la reproduccin social. El

    valor que la sociedad -como conjunto ocomo fraccin de la totalidad societa-ria- le asigna a los elementos y fuerzasnaturales, se configura en el vector quele confiere a la naturaleza un carcter so-cial. La naturaleza se transforma en unaentidad social cuando se torna sistema deobjetos, y expresa una intencin o finali-dad especfica. A partir de ese momento,dado que los objetos tcnicos se caracte-rizan por su hipertelia, esto es, por su ri-gidez funcional (vase Simondon, 1958),la naturaleza sufre un proceso de vacia-miento y especializacin, pasible de con-cretar un conjunto nico y acotado de po-sibilidades socialmente impuestas. Esasposibilidades varan segn el devenir de

    la modernizacin en tanto proceso, y suvehculo es, en primera instancia, la psi-coesfera (Santos, 1996; Silveira, 1999).

    Sistemas de objetos y sistemas de acciones..., 225-256

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    As, resulta `normal identificar ine-quvocamente a ciertos elementos y fuer-zas de la naturaleza con la funcin que

    desempean en la vida social, como sista fuera su destino `natural e inevi-table, la condicin y razn ltima de suexistencia. Esa opacidad de la concienciaimpide ver que otras posibilidades o fun-ciones podran ser concretadas de pri-mar otras valoraciones en el orden socialimperante. Las selvas existen para ser

    taladas; los animales, para ser cazados,criados o domesticados; los ros, para sernavegados, o como fuente de subsistencia

    y energa; la naturaleza toda, para ser ex-plotada. Esas son las funciones que asig-namos inconsciente y mecnicamente ala naturaleza. El proyecto, el propsito esnico y debe resultar coherente con lasracionalidades hegemnicas imperantes.

    Concordamos con Faggin Pereira Lei-te (1997: 143) cuando expresa que, enel dominio de lo natural, un rbol, una

    piedra o un ro son apenas aquello que

    son. A ellos no es atribuida ninguna otra

    funcin que no representaren en s mis-

    mos (...) La reduccin de lo natural a lo

    construido patrocinada por la urbaniza-

    cin, esto es, la reduccin de los ros a

    fuentes generadoras de energa o recep-

    toras de objetos, de los rboles y plantas

    en reas verdes, de la iluminacin y la

    ventilacin en fuentes de valorizacin

    inmobiliaria, incluye la correspondien-

    te discriminacin entre mirar y ver. El

    mirar revela el resultado de las accio-

    nes, el escenario donde se desenvuelve

    la vida, la velocidad de las transforma-ciones. El ver implica la comprensin, el

    ritmo, la historia y, fatalmente, la cruel

    revelacin de las contradicciones, de los

    problemas, de las discriminaciones. Lanaturaleza colocada al servicio del hom-

    bre se convierte en un sistema de obje-tos y acciones, que traduce intencionessociales que trascienden la mera perpe-tuacin de la especie, y se convierten enelementos funcionales a la reproduccindel sistema social, esbozando hipertelia

    y univalencia (Simondon, 1958). Peroesa hipertelia y univalencia reducen el

    conjunto de posibilidades pasibles de serconcretadas a aquellas valorizadas racio-nalmente por las fracciones hegemnicasde la sociedad. Las intenciones socialesse objetivan en la naturaleza, modifican-do su carcter, incorporndole finalidad,transformndola en un sistema de obje-tos y acciones.

    De este modo, el carcter hbrido de

    la naturaleza en tanto construccin socialdetermina la imposibilidad de estableceruna diferenciacin tajante y sistemticaentre lo natural y aquello que no lo es.Emprender una tarea tal implicara caernuevamente en la falacia de la que fueron

    vctima los impulsores del materialismohistrico ortodoxo. Se impone el diseo yoperacionalizacin de nuevas variables deanlisis, articuladas a travs del concep-to de densidad tcnica en tanto categoraclave del proceso de objetivacin de lanaturaleza, puesto que sta reconoce si-tuaciones lmite, cuyos extremos se ha-llaran constituidos, en primera instancia,por un rea natural jams tocada porel hombre -una ecologa salvaje- , y en

    segunda instancia, por un rea sometidaal imperio de objetos tcnicos maduros,los cuales se encuentran dispuestos para

    Gmez Lende S.

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    atender prontamente las intenciones de

    los que concibieron y produjeron, objetos

    mucho ms perfectos que la propia natu-

    raleza (Santos, 1996: 205).El estudio de la naturaleza debe ser

    abordado por la geografa ya no desdela perspectiva esttica y determinista deantao, sino desde una indagacin crticade esa entidad en tanto construccin so-cial pertinente al proceso de produccin

    y organizacin espacial, esto es, como

    sistema de objetos. Sin embargo, puestoque los objetos son inseparables de lasacciones, resulta imperativo concebir a lanaturaleza como una trama sistmica deacciones tambin. Y esto nos remite a la

    valoracin cultural y la valorizacin eco-nmica en tanto mecanismos de repro-duccin social, imponindose una eluci-dacin crtica de ese proceso racional e

    intencional.

    Valoracin cultural y valorizacineconmica. Naturaleza y reproduccinsocial

    Podramos comenzar esta discusinplanteando un supuesto terico bsico:no hay historia cuando la naturaleza esinslitamente generosa (Cohen, 1986:24). Asimismo, y puesto que el espaciogeogrfico posee una dimensin histricainequvoca, inherente a su raigambre in-trnseca, de lo anterior se desprende que,cuando la naturaleza es inslitamentegenerosa, tampoco la geografa existe. La

    naturaleza no crea la historia social, puesslo se limita a una simple historia na-tural, plagada de acontecimientos cuyo

    sesgo era exclusivamente natural hastala aparicin del hombre. A partir de all,las necesidades, racionalidades e inten-

    cionalidades sociales fueron progresiva-mente desplazando a la hegemona de lanaturaleza en tanto razn inconsciente, atravs del trabajo en tanto medio de ob-

    jetivacin social. Las cosas son transfor-madas en objetos mediante el trabajo hu-mano socialmente organizado. Comienzaas, tambin, el proceso de produccin y

    organizacin del espacio en tanto sistemade objetos y sistema de acciones media-dos por las normas.

    El trabajo es el origen de los objetosy el medio de la accin. De esta manera,podramos definirlo conceptualmente entanto proceso o accin mediante la cual,en cierto modo, se constituye la unidaddel hombre y de la naturaleza sobre la

    base de su recproca transformacin: elhombre se objetiva en el trabajo, y el ob-

    jeto es arrancado de su contexto natural

    originario, modificado y elaborado. El

    hombre alcanza en el trabajo su objeti-

    vacin, y el objeto es humanizado. En la

    humanizacin de la naturaleza y en la

    objetivacin (realizacin) de sus inten-

    ciones, el hombre constituye el mundo

    humano (Kosic, 1967: 222). El trabajose torna entonces una categora analti-ca, clave e indispensable, del proceso detransformacin y socializacin de la na-turaleza en tanto parcela constitutiva delespacio geogrfico.

    Cohen (1986: 25) revela con enormeclaridad conceptual la dimensin social e

    histrica de este proceso cuando afirmaque, en Arcadia, el fruto cae del rbolen el regazo del hombre, y los hombres

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    242 Revista Geogrfica Venezolana

    no hacen historia porque no tienen que

    hacerla: la historia es un sustituto de la

    naturaleza. El mismo autor aade: Loshombres rompen unos con otros como

    consecuencia de un proceso que empieza

    cuando rompen con la naturaleza. El ca-

    pitalismo lleva a su fin el enfrentamiento

    entre el hombre y la naturaleza, y entre

    el hombre y el hombre. Completa la con-

    quista de la naturaleza, ahora remode-

    lada por la historia industrial que los

    hombres pueden reivindicar como suya.La naturaleza haba reducido en otro

    tiempo al hombre a un nivel natural,

    pero ahora es ste el que la eleva a un

    nivel humano. Cuando los hombres nohacen historia, tampoco hacen geografa.Inevitablemente, la realizacin del traba-

    jo que implica arrancar de la naturalezaaquellos elementos que se tornan objeto

    de valorizacin social -cultural, econmi-ca-, acarrean la produccin conjunta deuna historia y una geografa. Si vivir,

    para el hombre, es producir espacio(Santos, 1995: 81), de ello se desprendeque la produccin de una historia y unageografa son el correlato ineluctable dela existencia social.

    De este modo, la naturaleza contem-pornea se torna una construccin social,producida y transformada va totalizacinmediante las mismas normas que rigen eldevenir social. De esta manera, la natu-raleza no es sino el espacio heredado de

    generaciones y generaciones que ejercie-

    ron ese proceso de transformacin du-

    rante siglos y milenios (Ortega Valcr-

    cel, 2000: 545), y en esa transformacinincesante, el espacio geogrfico surgeen el acto mismo de la produccin que

    integra sociedad y naturaleza (OrtegaValcrcel, 2000: 551). Esa produccinintegradora reconoce diversos niveles de

    complejidad, desde la mera utilizacinde los elementos y fuerzas naturales parala reproduccin social, hasta la consti-tucin de un profuso entramado de vec-tores destinados a la recreacin, repro-duccin, imitacin y perfeccionamientode la naturaleza heredada. Asimismo,el valor social otorgado a los elementos

    naturales -cosas- y los objetos socialesque se imbrican a los anteriores, se des-dobla en dos dimensiones inherentes almismo proceso: la valoracin cultural yla valorizacin econmica. En este sen-tido, ambas se encuentran ntimamenteligadas, fuertemente articuladas entre s,puesto que, al mismo tiempo, la natura-leza asume el papel de representacin

    cultural elaborada histricamente (Or-tega Valcrcel, 2000: 544) y desempea,inconscientemente, el rol pasivo, cierta-mente no despreciable, de proporcionarlos elementos inherentes al proceso dereproduccin social de la especie huma-

    na (Ortega Valcrcel, 2000: 551).La valoracin cultural de la naturaleza

    se torna, en primera instancia, un meca-nismo ontolgico fundamental, y al mis-mo tiempo, una variable clave en la pro-duccin de conocimiento del proceso deconstruccin social de la naturaleza. Esa

    valoracin cultural es, inequvocamente,la que otorga o asigna un determinado va-lor social a un elemento o fuerza natural,trasvasndole la finalidad expresada en

    la satisfaccin de las necesidades huma-nas. De esta manera, un lago, una selva,una montaa no participan del proceso

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    dialctico, sino porque les son atribuidos

    determinados valores, es decir, cuando

    son transformados en espacio (Santos,

    1996: 91). Ese proceso es doblementefuncional, puesto que deviene en meca-nismo de objetivacin de las cosas, y almismo tiempo, valora diferencialmentelos objetos preexistentes. En consecuen-cia, el dualismo sociedad-cultura se res-quebraja.

    El hombre, a lo largo de la historia

    tcnica y social del planeta, no se ha li-mitado slo a recoger, mecnica y siste-mticamente, los frutos que la naturalezale brinda. Ha desarrollado una capacidadde eleccin, en virtud de las necesidadese intencionalidades que lo animan y esaselectividad implica, taxativamente, laasignacin de un valor social diferencialque, en primera instancia, se expresa a

    travs de la cultura. Los intentos, recu-rrentes y diversos, tendentes a transfor-mar, recrear y perfeccionar las condicio-nes `naturales heredadas, tambin dancuenta del establecimiento de un valorcultural, puesto que suponen un deseo,explcito o no, de transformar la realidadimperante de acuerdo a las necesidadese intencionalidades dominantes en unperodo histrico determinado. As, eseproceso de transformacin implica una

    valoracin cultural desigual con respectoa las posibilidades existentes, puesto quelas condiciones objeto de recreacin, imi-tacin o perfeccionamiento no son elegi-das aleatoriamente, sino rigurosamenteseleccionadas, en funcin del acervo cul-

    tural vigente.Curiosamente, asignamos, social y

    culturalmente, propiedades `naturales

    a los resultados de ese proceso de cambioestructural, desconociendo que ste enrealidad responde a un acervo de tcnicas

    y valores socialmente determinados, queel mismo proceso de produccin realizasobre los elementos y fuerzas naturales.Esta asignacin errnea de propiedadesnaturales a la naturaleza en tanto cons-truccin social no es, la mayora de las

    veces consciente, sino ciega y determi-nista, puesto que responde a las formas

    ya sealadas de alienacin en tanto me-canismo de opacidad de la consciencia.Un claro ejemplo de este determinismoes la difundida expresin `recursos na-turales. En primera instancia, stos sonrecursos en tanto objeto de una intencio-nalidad social, un valor otorgado por latotalidad societaria en virtud de la satis-faccin de las necesidades y finalidades

    imperantes bajo el manto de condicionesdadas de reproduccin sistmica del todosocial en un momento histrico y un con-texto geogrfico determinados.

    Asimismo, hasta qu punto puedenser considerados naturales, en tanto re-cursos? Podramos considerar comonaturales a los hidrocarburos, los mine-rales, los bosques, los ros, los ocanos?Evidentemente, el hombre no ha tenidoparticipacin alguna en su formacinexistencial originaria, natural, pero ellono implica que se trate, taxativamente,de elementos naturales. Por el contrario,esas condiciones que reconocen existen-cialmente un origen natural se tornan,frente a la mirada del hombre, objetos,

    pues ste ha pensado para ellos una fun-cin especfica, programando un destinoque escapa por completo a cualquier de-

    Sistemas de objetos y sistemas de acciones..., 225-256

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    signio que la naturaleza pudo haber cum-plido en su creacin, pues -recordemos-la naturaleza es razn inconsciente. Sin

    embargo, ese destino surge el todo socialcomo natural, como si la naturaleza po-seyera una consciencia anloga a la delser humano, pasible de pensar y proyec-tar en virtud de las necesidades sociales.Pero la naturaleza es ciega, pues carecede finalidad. De ello se desprende que esel hombre quien, a travs de la valoracin

    cultural, asigna una razn social de exis-tencia a la naturaleza.La naturaleza comienza a objetivar-

    se cuando adquiere el carcter de valorde uso socialmente necesario. Por tan-to, su pertinencia geogrfica se encuen-tra establecida por el valor socialmenteotorgado, ms ese valor no es genrico,sino, por el contrario, acotado a lugares y

    grupos sociales determinados. La impo-sicin de racionalidades hegemnicas re-sulta indispensable para la consolidacin

    y perpetuacin del proyecto imperantede valorizacin, explotacin y uso de lanaturaleza, y con l, se autoricen las for-mas vigentes de reproduccin social. Sinembargo, existen otras racionalidades,otras valoraciones, las cuales pugnanpor desplazar a sus correlatos hegem-nicos de ese proceso de transformacin.Las contradicciones y conflictos sociales,entonces, se trasvasan a la naturaleza,la cual se impregna de racionalidades ycontrarracionalidades opuestas y diver-gentes.

    La valorizacin econmica en tanto

    proceso se halla ntimamente ligada a ladensidad tcnica inherente al territorio.Esto significa que los grados de artificio

    construidos por el hombre se encuentranintrnsecamente articulados al devenir dela naturaleza en tanto sistema de objetos

    y sistema de acciones. Aquellas condi-ciones `naturales heredadas, valoradasselectiva y diferencialmente por la cultu-ra, se tornan ahora objeto de una nueva

    valorizacin, en este caso econmica,funcional a un proyecto de apropiacin ymanipulacin simblica de la naturaleza,cuyos rasgos fundamentales responden a

    un proceso racional e intencional de mer-cantilizacin de ese patrimonio. En otrostrminos, podramos decir que la natu-raleza se vende y se compra, como unamercanca ms. Pero esas transaccionesno involucran a la naturaleza como siste-ma de objetos y acciones concretas, sinoms bien como fragmentos dispersos ydiscontinuos, que se valorizan en el mer-

    cado, pues no slo devienen en valores deuso, sino tambin en valores de cambio.Pueden ser paquetes tursticos, recursosminerales, o reservas naturales.

    La fragmentacin del proceso de tra-bajo se yuxtapone a la diversificacin dela naturaleza en tanto totalidad cerradaa travs de sus intercambios endgenosde energa, a los valores sociales preexis-tentes, y a las capas de trabajo pretrito,en ese orden espacio-temporal. Se gene-ra as una nueva alienacin, puesto queuna importante parcela de ese consumoes presentada inequvocamente como elltimo reducto en el que prima la natu-raleza pura, originaria, como si su explo-tacin econmica no afectara o tergiver-

    sara -amn de los factores previamentesealados- su condicin `natural. Deesta manera, no slo permanecen ocultos

    Gmez Lende S.

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    los mecanismos mediante los cuales seimponen como `naturales los procesosde valoracin cultural y valorizacin eco-

    nmica, sino tambin se torna imposibledevelar, al mismo tiempo, la manera enque esa naturaleza ha sido reproducida,transformada o perfeccionada, y la inten-cionalidad que anima ese proceso, estoes, la acumulacin de plusvala en tantofinalidad excluyente de las clases domi-nantes. Es el fetichismo de la mercanca

    en su mxima expresin.Aqu es posible revelar las articula-ciones existentes entre la tcnica, la va-lorizacin econmica, y la reproduccinsocial. En esta configuracin, la tcnicase torna un componente vertical, pues-to que en el campo natural, la tcnicacrea condiciones de transformacin

    que tienen la capacidad de subordinar

    esas particularidades a los intereses deexplotacin, produccin, circulacin y

    consumo a escala mundial, disminuyen-

    do su importancia como factor limitan-

    te del proyecto (Faggin Pereira Leite,1997: 140). El largo camino, iniciado enlos albores de la humanidad, motorizadopor el deseo de dominacin social de lanaturaleza, parece hoy encontrar su apo-geo. Se le imponen a sta racionalidadesconscientes, impregnadas de intenciona-lidad, ajenas y extraas a la naturaleza entanto razn inconsciente, la cual es des-plazada o hegemonizada en esa configu-racin. De esta manera, si la naturaleza`rgidamente separada del hombre no

    existe para el hombre, afirma Sahlins

    (1988: 207), entonces la naturaleza ques existe ha cedido su propia razn al

    combinarse.

    La dinmica de relaciones socialesque anima la vida sistmica del espaciogeogrfico determina que la naturaleza

    se convierta en una entidad abstracta,utilitaria y manipulada (Faggin PereiraLeite, 1997: 142). Se torna abstracta por-que no es su extensin lo que importa,ms s su significacin; esto es, su valorcultural y econmico, en suma, su valorsocial. Asimismo, adquiere rasgos utilita-rios, porque, en cualquier caso, se encuen-

    tra inserta en un proceso de produccin yreproduccin social especficos, sindo-le, as, atribuida una vocacin funcionalajena a su naturaleza intrnseca; y es, enltima instancia, manipulada, tcnica ysimblicamente, en funcin de deseos ynecesidades humanas, cuyo espectro in-cluye desde la mera subsistencia hastalas formas ms perfectas de apropiacin

    de la plusvala y acumulacin del capital,pasando por una infinita gama de situa-ciones intermedias. Esa manipulacinreviste no slo un carcter tcnico, sinotambin simblico, expresado a travs dela valoracin cultural, puesto que se tor-na necesario recordar que la naturalezaes ms que una simple materialidad al-terada, modificada, transformada, a lo

    largo de miles de aos de actividad hu-

    mana (Ortega Valcrcel, 2000: 544).Por tanto, el proceso de construc-

    cin social de la naturaleza no debe sercomprendido en tanto meras relacionesanalticas circunstanciales, sino comouna totalidad en movimiento. Se imponedar cuenta de espacio, sociedad y natu-

    raleza como dimensiones inherentes auna misma totalidad en perpetuo pro-ceso de totalizacin. Es por ello que la

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    simple mencin de nociones tales como`relaciones sociedad-naturaleza hablaa las claras de cul es la concepcin de la

    realidad social que tiene el que afirma la

    existencia de la misma y esconde o des-

    conoce el carcter histrico tanto de la

    denominada `naturaleza como de `lo

    social en forma genrica (Natenzon etal., 1988: 190-191). As, la contradiccinestribara en la imposibilidad de definir

    una relacin (sea sta funcional o no)

    entre los trminos de una identidad par-cial sujeto-objeto, sociedad-naturaleza,negando entonces la posibilidad de una`relacin o interrelacin de la natu-

    raleza (no producida) y la naturaleza

    (producida) social.En acpites anteriores, hemos deve-

    lado el carcter de la naturaleza en tantosistema de objetos y acciones. Sin embar-

    go, esos sistemas se vinculan a travs denormas, explcitas o no. Esas normas seexpresan en tanto dimensin relacionalexistente entre ambas tramas sistmicas,

    y pueden ser comprendidas en tanto re-glas de accin y comportamiento a las

    que se subordinan todos los dominios de

    la accin instrumental (Santos, 1996:182). Si los objetos son las cristalizacio-nes socio-tcnicas de la accin, la normapuede ser definida como el producto de lacristalizacin social, econmica, culturale ideolgica de esas acciones. Para Kel-sen (1997), la norma es un molde para laaccin presente y un parmetro para lasacciones futuras.

    Las normas, en tanto acciones, tam-

    bin poseen cierto grado de autonomay exhiben una naturaleza intencionalinequvoca, pues permiten o restringen

    el uso de los objetos modernos contem-porneos, y as, legitiman u oponen ba-rreras socio-jurdicas a la objetivacin

    de las acciones sociales. De este modo,la norma es genticamente una accin, ymorfolgicamente, una densidad. Si lasacciones pueden ser consideradas comotrabajo vivo, las normas devienen en tra-

    bajo muerto. Esas normas se originancomo acciones, ms cuando esas accio-nes alcanzan cierto grado de legitimacin

    social, por prcticas cotidianas, o por elejercicio del poder, se tornan en el resul-tado de una intricada red de relaciones

    sociales, ocultas por una serie de mistifi-

    caciones (Borges, 1993: 10).En este sentido, la valoracin cultural

    y la valorizacin econmica de la natura-leza devienen, al mismo tiempo, en accio-nes y normas. Son acciones, en primera

    instancia, pues se encuentran animadaspor necesidades e intencionalidades quereconocen un origen netamente social.Pero tambin son normas, pues imponenciertos valores a distintas parcelas de lanaturaleza en tanto dimensin de la to-talidad social. De esta manera, impidenel surgimiento de otras valoraciones dis-tintas a las actuales, pues legitiman como`naturales las prcticas sociales coti-dianas de manipulacin, dominacin yexplotacin de la naturaleza. Se restringeas el conjunto de posibilidades pasiblesde ser concretadas a aquellas valorizadasracionalmente por las fracciones hegem-nicas de la sociedad. La valoracin cultu-ral y la valorizacin econmica normati-

    zan el uso de la naturaleza, imponiendo,a travs de la psicoesfera, ciertas formasde hacer, y desechando otras, mientras

    Gmez Lende S.

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    que buena parte de la totalidad societariasucumbe a prcticas legitimadas por lacotidianeidad del proceso.

    La manipulacin espacio-temporalde la naturaleza: del orden vital alorden racional. Medio natural, mediotcnico y medio tcnico-cientfico-in-formacional

    La naturaleza en tanto construccin so-

    cial se torna objeto de manipulacin, tan-to tcnica como simblica. Es un rasgointrnseco a la intencionalidad provistapor la accin social, expresada en la va-loracin cultural y la valorizacin econ-mica. Es esa manipulacin, prospectiva

    y racional, la que torna a la naturalezaobjeto de una interpretacin geogrfica.En el primer caso, ese proceso se halla

    vinculado al devenir de los tiempos na-turales en tiempos sociales. Podramosafirmar, con A. Giddens (1999: 39-40),que nuestra sociedad vive tras el finde la naturaleza. El fin de la naturaleza

    no significa, obviamente, que el mundo

    fsico o los procesos fsicos dejen de exis-

    tir. Se refiere al hecho de que hay pocos

    aspectos del ambiente material que nos

    rodea que no se hayan visto influidos de

    algn modo por la intervencin huma-

    na. Muchas cosas que eran naturales ya

    no lo son completamente, aunque no po-

    demos estar siempre seguros de dnde

    acaba lo uno y empieza lo otro.La manipulacin tcnica de la natura-

    leza no es otra cosa que la pugna secular

    por su dominacin; esto es, por su repro-duccin, imitacin y perfeccionamiento a

    voluntad. Ese afn se trasvasa incluso al

    propio ser humano, a travs de los avan-ces en gentica y biotecnologa, los cualesdemuestran taxativamente la posibilidad

    de reproducir a la raza humana por mediode la tcnica, esbozando una dependen-cia marginal de las fuerzas naturales. Laclonacin en tanto tcnica de construc-cin social de la naturaleza surge comouna versin extrema de ese proceso, puesimpulsa la produccin de seres humanosen tanto mercancas, y al mismo tiempo,

    como objetos tcnicamente constituidosy cientficamente programados. De estamanera, arriba a su apogeo el desarrollode nuevas especies animales y vegetales,la reproduccin e imitacin de aquellaspreexistentes y la construccin de nuevoshbridos, cuyo aspecto y forma surgenen tanto naturales, pero cuyo contenido,inequvocamente, es social. Ese proceso

    que comenz cuando fue posible trasla-dar y adaptar especies vegetales y ani-

    males de un lugar a otro (Santos, 1995:38), alcanza hoy su mxima expresinemprica, impulsando a Giddens (1999:45) a expresar que no podra encontrar-se una situacin ms obvia en la que la

    naturaleza ya no es naturaleza.Esa naturaleza en tanto construccin

    social se impregna de hipertelia, puestoque la rigidez de su especializacin re-duce a su mnima expresin la distanciaexistente entre las condiciones objetivasde desempeo funcional y los propsitoso finalidades que impulsaron esa objeti-

    vacin. La naturaleza en tanto sistemade objetos y sistema de acciones; esto

    es, como espacio, desarrolla, da a da,las funciones que le fueron impuestas demanera racional e intencional de manera

    Sistemas de objetos y sistemas de acciones..., 225-256

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    ms rgida, implacable y perfecta. La co-rrespondencia entre el desempeo que deella se anhela y las tareas efectivamente

    desarrolladas es indita al nivel de la his-toria social en tanto totalidad concreta.

    En el segundo caso, esto es, la mani-pulacin simblica de la naturaleza, elproceso responde a la evocacin de staen tanto patrimonio cuya preservacin setorna imperativa para la reproduccin ycontinuidad del orden social imperante.

    Cuando ese orden encuentra dificultadesestructurales o lmites infranqueablespara la perpetuacin de la reproduccinsistmica del todo social; esto es, fronte-ras de acumulacin capitalista tcnica ysocialmente determinadas, el proceso deconstruccin social de la naturaleza sedetiene, pues comienzan a tornarse ma-nifiestas las consecuencias inequvocas

    de su explotacin y manipulacin tcni-ca, ligadas al proceso secular mediante elcual dejamos de recrear la naturalezaamiga y creamos la naturaleza hostil(Santos, 1995: 43). De esta manera, bue-na parte de los fenmenos socialmenteconsiderados en tanto producto de lanaturaleza, articulados al advenimientode amenazas, riesgos o catstrofes, reco-nocen en realidad un origen social, puesciencia y tecnologa estn inevitable-mente implicadas en nuestros intentos

    por contrarrestar tales riesgos, pero han

    contribuido tambin, y en primer lugar,

    a crearlos (Giddens, 1999: 15).Los lmites inconscientemente es-

    tablecidos por la naturaleza frente a su

    manipulacin tcnica adquieren, a partirde su manipulacin simblica, nuevos ydiversos rasgos. Los temores ancestrales

    a la naturaleza como fuerza desconocidaresurgen, pero quizs sea an ms sig-nificativa la preocupacin acerca de las

    heridas que le hemos infligido (Giddens,1999). En rigor de verdad, la preocupa-cin real no es por la naturaleza en s mis-ma, sino por las consecuencias socialesque su explotacin y dominacin puedanacarrear, en el corto y largo plazo. No escasual, pues, que el hombre en tanto sersocial, frente a catstrofes `naturales,

    tienda a considerarlas como manifesta-ciones de la venganza de la naturalezapor los daos infligidos, como si sta po-seyera una consciencia capaz de pensar yejecutar esa accin.

    Esa opacidad de la conciencia socialestimula y acicatea an ms la manipula-cin tcnica de la naturaleza. Se empren-de la construccin de sustitutos tcnicos

    para reemplazar a esas condiciones `na-turales heredadas que ya no son capacesde satisfacer las necesidades sociales, ose crean mecanismos y herramientas tc-nicas y organizacionales que protejan a lasociedad de las inclemencias y adversi-dades de la naturaleza. La manipulacinsimblica antecede en ocasiones a su co-rrelato tcnico, lo estimula y lo condicio-na. No faltan ejemplos concretos de esasprcticas sociales, mediante las cualesaspectos esenciales de la naturaleza sontergiversados o anulados para que no in-terfieran con las necesidades y finalida-des sociales. Qu podramos decir, si no,de los sistemas de lucha anti-granizo que,ora desde el suelo, ora desde un avin,

    ora desde el suelo va cohetes especiales,siembran qumicamente el aire para evi-tar la precipitacin slida? Como afirma

    Gmez Lende S.

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    Silveira (1999: 162), en solidaridad conlas previsiones meteorolgicas, ese mix-

    to pretende avanzar en el ya trillado ca-

    mino de historizacin de la naturaleza.Ambas formas de manipulacin, tc-

    nica y simblica, son en realidad meca-nismos, articulados e imbricados entre s,de manipulacin espacio-temporal de lanaturaleza en tanto construccin social.Se trata de una tergiversacin doble-mente ejecutada, puesto que reconoce,

    al mismo tiempo, un carcter activo y uncarcter pasivo.Damos cuenta de un proceso de ma-

    nipulacin activa de las fuerzas natura-les cuando el tiempo necesario para lamaduracin de plantas y cultivos, por

    ejemplo, puede ser manipulado va fer-

    tilizantes, pesticidas y manipulacin ge-

    ntica (Gerber, 1997: 12). La ganadera y

    la agricultura son, en numerosos pases,claras manifestaciones de la implanta-cin -selectiva, por cierto- del medio tc-nico-cientfico-informacional; hormonasreguladoras del crecimiento, clones yporta-injertos reproducidos por micro-propagacin en laboratorios in vitro, y laintroyeccin sistemtica a plantas y ani-males de genes provenientes de otras es-pecies -sin que haya una corresponden-cia necesaria entre el reino de origen delnuevo vector y su destinatario-, tendien-tes a mejorar sus propiedades nutritivas,su respuesta al uso de agroqumicos, eincluso, la incorporacin de mecanismosde autodefensa frente a plagas y adversi-dades climticas, se configuran en vec-

    tores claves y recurrentes del proceso deconstruccin y manipulacin social de lanaturaleza.

    El control activo de la naturaleza seyuxtapone al control pasivo sobre aque-lla, que tambin responde a una inten-

    cionalidad social. Dado que no siemprepuede haber control activo de la natura-

    leza, sino slo control pasivo (Santos,1995: 88), se impone, entonces, otra ter-giversacin, distinta a la anterior, dondela razn inconsciente de la naturaleza noes modificada por pautas de comporta-miento social, sino, simplemente, eludi-

    da. Abundan los ejemplos de esa mani-pulacin pasiva, tales como la eleccin,cientficamente fundada, de la mejor es-tacin del ao para plantar un produc-

    to u otro, o la elaboracin de controlesfinancieros o fiscales, para garantizar el

    precio independientemente de las condi-

    ciones climticas. Es como si aqu la na-

    turaleza fuera esquivada, engaada en

    su accin, pero no significa que deje deexistir o de actuar (Santos, 1995: 88).

    Esa manipulacin del tiempo y el es-pacio en el proceso de construccin socialde la naturaleza implica, taxativamente,su movimiento en tanto totalidad desdeun orden vital hacia un orden racional.Hoy da, los cultivos no maduran cuandola naturaleza lo establece, sino cuando lodemanda el mercado. Las razas bovinasno slo son creadas, sino tambin per-feccionadas. Los animales ya no son ca-zados, sino reproducidos, en un procesopor el cual el hombre controla desde suconcepcin y diseo hasta su transforma-cin en valores de uso y valores de cam-

    bio. Se impone, entonces, recordar que

    los `recursos naturales -llamados aseufemsticamente, claro est-, son pro-ductos sociales derivados del proceso se-

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    cular de dominacin y subordinacin dela naturaleza a las lgicas sociales. Peroese proceso sufre nuevas manipulacio-

    nes, tcnicas y activas, frente al adveni-miento y produccin de recursos ajenosal inventario propuesto por la naturaleza,resultado de la anticipacin del trabajointelectual al trabajo material.

    Y aqu corresponde ensayar una pe-riodizacin del pasaje del orden vital alorden racional, empleando las categoras

    de medio natural, medio tcnico y mediotcnico-cientfico-informacional, y vin-culndolas a los procesos de construc-cin social de la naturaleza ya reseados;esto es, objetivacin, valoracin cultural,

    valorizacin econmica, y manipulacinespacio-temporal, en el contexto de suincorporacin al entramado existencialdel espacio geogrfico en tanto natura-

    leza socialmente producida. As, el pro-ceso de objetivacin de la naturaleza sehalla omnipresente en cada uno de losperodos que pueden ser delimitados.Ora como objetivacin socio-cultural,ora como objetivacin socio-tcnica, oracomo objetivacin cientfico-tecnolgica,la naturaleza se configura insistentemen-te en un sistema de objetos y acciones,que ostenta cierta racionalidad e inten-cionalidad.

    El medio natural es, por excelencia,la expresin originaria del proceso de

    valoracin cultural de la naturaleza. Deesta manera, cuando todo era medionatural, el hombre escoga de la natu-

    raleza aquellas partes o aspectos con-

    siderados fundamentales al ejercicio dela vida, valorizando, diferencialmente,

    segn los lugares y las culturas, esas

    condiciones naturales que constituan la

    base material de la existencia del grupo(Santos, 1996: 187). Las cosas naturales

    experimentan el pasaje a la esfera de losobjetos culturalmente constituidos, y asdan cuenta de la primera fase del procesode objetivacin de la naturaleza en tantoconstruccin social inherente al espaciogeogrfico.

    La naturaleza se configuraba en unsistema de objetos cargado de prospecti-

    va y finalidad, adquiriendo un significa-do ex posta su constitucin existencial.Su pertinencia funcional se amalgamabacon su modo de diversificacin, en unasuerte de hbrido entre el posibilismo dela creacin y el determinismo del fun-cionamiento (Santos, 1996: 188). Lostiempos naturales y los tiempos socialesconstituan una unidad armnica y cohe-

    rente. En el reino de la valoracin cultu-ral, los objetos tcnicos an no existan.El poder creador del hombre era todavalimitado, acotado a aspectos circunstan-ciales del modo de existencia, ligados a lasupervivencia. Se trataba de sociedadesgobernadas por sistemas de solidaridadmecnica, donde el trabajo era rela-tivamente complejo a causa de la casi

    inexistente divisin del trabajo, la cualse basaba en criterios esencialmente fi-siolgicos, tales como edad, el sexo, las

    aptitudes y la resistencia fsica (Neffa,1990: 46).

    Se trataba de sistemas tcnicos caren-tes de existencia autnoma, amalgama-dos simbiticamente a la naturaleza ori-

    ginaria, pero imponindole leyes, lgicas,reglas; esto es, participando activamentede su proceso de diversificacin. No se

    Gmez Lende S.

  • 7/26/2019 Sistema de Objetos

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    251Vol. 47(2) 2006, julio-diciembre

    trataba de un medio pre-tcnico, pues taldenominacin implicara la prdida de sucarcter geogrfico esencial. El cultivo de

    plantas y la crianza y domesticacin deanimales surgieron en tanto transforma-ciones tcnicas impuestas a la naturaleza.Con todo, esas acciones tcnicas an nose imbricaban en objetos de tal ndole.Los sistemas tcnicos se articulaban atravs de objetos culturales, ms no tcni-cos. La prospectiva y finalidad sociales se

    trasvasaban a la naturaleza, asignndolela funcin de satisfaccin de las necesida-des sociales circunscritas localmente. Erael imperio de la naturaleza como valor deuso, provisto de circulacin fsica, perocarente de un intercambio mercantil. Elorden vital primaba sobre cualquier otraaspiracin social.

    Con la llegada del medio tcnico, la

    valorizacin tcnico-econmica se yuxta-pone a la valoracin cultural preexistente,modificando drsticamente su carcter ynaturaleza. El proceso de construccinsocial de la naturaleza ya no implica slola constitucin de objetos culturales, sinotambin la produccin y organizacin delespacio a travs de la tcnica propiamen-te dicha; esto es, a travs de la creacinde objetos tcnicos. As, pues, las reas,los espacios, las regiones pasan a distin-

    guirse en funcin de la extensin y de la

    densidad de sustitucin, en ellos, de los

    objetos naturales y de los objetos cultu-

    rales, por los objetos tcnicos (Santos,1996: 189). Los sistemas de acciones setransforman sustancialmente, puesto que

    se encuentran impregnados por una nue-va lgica: la produccin y apropiacin delexcedente. El espacio geogrfico como tal

    adquiere un nuevo significado.La divisin del trabajo es el vector por

    excelencia del proceso de mecanizacin

    del espacio, pasando a abarcar enormesextensiones, trastocando su carcter lo-cal pretrito por una racionalidad mu-cho ms instrumental, vinculada al co-mercio internacional. La circulacin y elintercambio mercantil se tornan en lasesferas ms significativas del proceso dereproduccin social. Se construyen soli-

    daridades orgnicas, sustentadas en laconstruccin de nuevas herramientas yobjetos tcnicos, destinados a la explo-tacin masiva de la naturaleza. La natu-raleza no slo consolida su carcter de

    valor de uso destinado a la satisfaccinde las necesidades y deseos sociales, sinoque tambin comienza a adquirir un va-lor de cambio especfico, reemplazando

    a hbridos armnicos por hbridos con-flictivos, de racionalidades opuestas y di-

    vergentes, en los que la diversificacin dela naturaleza como tal encuentra lmitesestructurales, derivados de la ruptura deun orden socialmente constituido, msan no agresivo. En ese perodo, los an